Subido por brumale221

notas spivak

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Algunos de los más radicales enfoques críticos nacidos en Occidente hoy en día provienen
del deseo interesado de conservar al sujeto de Occidente así como está, o conservar a
Occidente como el único sujeto y tema.
En segundo lugar, afirman que los intelectuales deben intentar arribar a la
separación y el conocimiento del discurso del Otro en la sociedad. A pesar de esto, los dos
interlocutores ignoran sistemáticamente la cuestión de la ideología y la manera en que ellos
mismos están inmersos en la historia intelectual y económica.
¿Dónde ha quedado la crítica del sujeto soberanamente independiente en estas
declaraciones?
Los límites de este realismo representacionalista alcanzan su cima en la siguiente
afirmación de Deleuze: “La realidad es lo que sucede, a decir verdad, en una fábrica, en una
escuela, en un cuartel, en una cárcel, en un destacamento policial” (Foucault, 1977: 2.12). Este
veto a la necesidad de iniciar la difícil tarea de una producción ideológica contra-hegemónica
no
ha sido precisamente bienhechor.
Estos filósofos no abrigan la idea de una contradicción constitutiva; y es justamente en
este punto donde se alejan de modo explícito de las izquierdas. En nombre del deseo,
reintroducen al sujeto no dividido en el discurso del poder. Así Foucault parece a menudo
contraponer las nociones de “individuo” y “sujeto”,12 mientras que el impacto de esto en sus
propias metáforas se halla intensificado quizás en el discurso de sus seguidores. Justamente
gracias al poder que posee el término “Poder”, Foucault admite que usa esa “metáfora como
un
centro que va extendiéndose paulatinamente a su entorno”. Pero el peligro consiste en que
tales
deslizamientos se tornan la regla antes que la excepción en manos menos cuidadosas. En ese
punto de irradiación, animando un discurso efectivamente heliocéntrico, el lugar vacío del
agente se llena con el sol histórico de la teoría: el Sujeto Europe
alumnos
se encuentra escindida, por cierto, a causa de la experiencia concreta vivida por los
intelectuales, que son quienes diagnostican la episteme.15 Ni Deleuze ni Foucault parecen
conscientes de que los intelectuales dentro de la sociedad capitalista, haciendo gala de una
experiencia concreta, pueden contribuir a consolidar la división internacional del trabajo.
La contradicción sin conciencia de sí en el seno de una posición que valoriza la experiencia
concreta de los oprimidos, y que, al mismo tiempo, es acrítica acerca del papel
histórico del intelectual se ve reafirmada en el lapsus verbal.
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