Subido por Erik Atanacio Pineda Pineda

Como tratar con gente dificil

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Cualidades clave
Aplicable
Descriptivo
Ejemplos concretos
Cómo tratar con gente difícil
Harvard Business Review | Reverté Management (REM) © 2019
En el entorno laboral, es común encontrar colegas con quienes es un reto relacionarse. Diferentes
rasgos de su personalidad o su actitud pueden afectarlo a usted o a los miembros de su equipo
negativamente. Ante estas personas, es necesario contar con una estrategia que neutralice su
influencia y permita mantener la armonía en la oficina. En este útil manual de la famosa colección
Harvard Business Review, usted aprenderá numerosas técnicas para enfrentar el estrés y la
agresividad de sus compañeros de trabajo, ya sean sus jefes o sus subordinados.
Ideas fundamentales
• Antes de buscar el diálogo entre dos partes en conflicto, deben existir una comunicación y una
disposición apropiadas entre ambas.
• Las conversaciones incómodas pueden ser satisfactorias si se mantienen la claridad, la
moderación y el tono adecuados.
• Ante las personas problemáticas, se necesita un cambio de actitud.
• Para eliminar el acoso laboral, hay que identificar sus causas.
• Las personas pasivo-agresivas deben ser identificadas y confrontadas.
• Reconocer las aportaciones de las personas que sufren estrés puede ayudarlas a relajarse.
• Cuando los miembros de un equipo se dejan llevar por la urgencia, pueden afectar la armonía
del trabajo.
• Las diferencias con el jefe suelen superarse con un acercamiento empático.
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Resumen
Antes de buscar el diálogo entre dos partes en conflicto, deben existir una
comunicación y una disposición apropiadas entre ambas.
Tratar con ciertos colegas con quienes puede no ser fácil relacionarse es parte de las características
que conlleva el trabajar con otras personas. Para sortear esta situación de la mejor manera, usted
puede poner en práctica diversos elementos. Lo primero que conviene saber al intervenir en un
conflicto es el grado de tensión existente y la calidad de la comunicación entre los involucrados. De
esta manera, es posible dividirlos en dos tipos:
• Conflictos “calientes” – Se caracterizan por las reacciones viscerales, agresivas y
amenazantes de una o ambas partes.
• Conflictos “fríos” – Son aquellos en los que las emociones se reprimen o se manifiestan en
forma de murmuraciones, hermetismo e incomunicación.
“Ante un conflicto frío, por lo tanto, necesitarás saber ‘calentarlo’; mientras que, ante un
conflicto caliente, deberás saber ‘enfriarlo’”.
Cuando las partes en conflicto tienen un comportamiento explosivo y se suscitan agresiones, no
es posible buscar un diálogo ni un acercamiento inmediato; antes, es necesario relajar los ánimos
y sentar las bases para la comunicación. En este sentido, el mediador debe establecer las reglas
de respeto y convivencia durante el diálogo, y comprometer a las partes a cumplirlas. Si, por el
contrario, la actitud es de reserva y distanciamiento, primero hay que crear las condiciones para
que los involucrados sientan la confianza para expresarse.
Muchas veces, los líderes de un equipo tendrán que actuar como mediadores y resolver las
diferencias que se suscitan entre los miembros del equipo. A la hora de dialogar con ambas partes,
conviene mantenerse siempre neutral, abierto, paciente y empático.
Las conversaciones incómodas pueden ser satisfactorias si se mantienen la claridad,
la moderación y el tono adecuados.
Las personas suelen evitar las conversaciones que les generan tensión o incomodidad. Sin
embargo, la incomunicación entre los miembros de un equipo de trabajo puede tener graves
consecuencias para la compañía. Por ello es fundamental tener una estrategia para enfrentar las
conversaciones incómodas y llevarlas a buen fin. Las conversaciones suelen resultar molestas
cuando se da un malentendido entre dos personas con algún grado de susceptibilidad, o cuando
se le informa a alguien de una mala noticia; en otras ocasiones, las conversaciones son incomodas
simplemente porque alguien tiene una actitud agresiva.
Es primordial realizar un autoanálisis para tener claro cuáles son los tipos de conversaciones
y de personas que lo afectan negativamente, así como identificar las emociones que le hacen
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experimentar. De esta manera, puede mantener su claridad ante ellas e intentar enfrentarlas con
mayor cordura sin dejarse arrastrar por sus propias emociones. Antes de tener una conversación
estresante, puede practicar con un amigo. Esto le ayudará a estar más preparado y a identificar
las emociones que le produce esta conversación, al igual que sus causas. Hay tres cualidades
fundamentales que debe mantener a lo largo de una conversación potencialmente tensa:
• Claridad – Consiste en utilizar el lenguaje de manera precisa y darle a su interlocutor
información directa, sin posibilidad de ambigüedades ni malentendidos. A la hora de dar una
mala noticia, por ejemplo, hágalo amablemente y con delicadeza, pero de manera puntual.
• Moderación– Se debe elegir las maneras más suaves de transmitir la información, usando el
lenguaje adecuado. Es apropiado valerse de eufemismos para subrayar la cordialidad.
• Tono – Consiste en la suma de los aspectos no verbales de la comunicación, como el lenguaje
corporal y facial. Lo más apropiado es reducirlos y mantener la neutralidad en su elocución.
“A medida que sube el mercurio en el termómetro emocional, damos por hecho que los
demás entienden automáticamente lo que hemos querido decir”.
En muchas ocasiones, las personas suelen mostrarse agresivas durante una conversación debido
a que experimentan inseguridad y desean reafirmar su ego sobre los demás. Reconocerle a
la gente su valía y estatus tiende a neutralizar frecuentemente la agresión, aunque no es una
regla. Este mismo criterio aplica para la estrategia de iniciar el diálogo, asumiendo parte de la
responsabilidad. Debe estar consciente en todo momento de que el lenguaje puede ser ambiguo
y algunas veces las personas interpretan su mensaje negativamente. En todo caso, identificar los
patrones de conducta inapropiada de una persona y señalárselos, siempre ayudará a frenarlo.
Ante las personas problemáticas, se necesita un cambio de actitud.
No es raro encontrarse con personas problemáticas en la oficina. Algunos compañeros distraen de
sus labores a otros constantemente, no saben escuchar y se atribuyen el mérito de los proyectos.
La situación es especialmente mala cuando esta persona es su superior. Sin embargo, la realidad
es que no es posible cambiar a las personas, por lo que debe cambiar usted.
“El problema de ser una víctima es que cedes el poder de influir en tus circunstancias”.
Para modificar su actitud ante las circunstancias, primero debe preguntarse si realmente lo que
le molesta no tiene más que ver con usted que con los demás. Hay que considerar que puede
estar siendo pesimista o magnificando una situación que no es negativa en sí misma. Un buen
ejercicio consiste en intentar mirar la situación por su lado más favorable o positivo, minimizando
la importancia de lo que le molesta. Procure mirar la situación desde la perspectiva de la otra
persona, con la mayor empatía posible. En el peor de los casos, cuando se está ante una persona
realmente conflictiva con la que debe tratar, enfóquese en las posibilidades de aprendizaje, en los
retos y oportunidades que representan convivir con tal persona.
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Para eliminar el acoso laboral, hay que identificar sus causas.
Es importante entender que los acosadores suelen reafirmar su estatus avasallando a los demás.
Usted no debe permitirlo. En primer lugar, es imprescindible identificar la razón del acoso.
Evalúe la situación y analícela para que usted tenga claro cuáles son los actores involucrados
en la situación, los elementos en juego, el contexto y las dinámicas que la configuran. Incluya
una perspectiva de autorreflexión con base en una perspectiva crítica que sea constructiva, en la
que analice también cuál es su lugar en este contexto y cuáles son sus opciones. Puede recurrir a
alguien en quien confíe y que respete su manera de pensar para solicitar una perspectiva adicional
que le ayude a ponderar la situación.
“Autoevaluarse puede ser difícil, así que pide una segunda opinión a alguien de
confianza, a alguien que te diga la verdad, no solo lo que quieres oír. Ahora bien,
tampoco te eches una parte desmesurada de la culpa.”.
Atrévase a denunciar al agresor y buscar el apoyo de sus colegas. Al denunciar, debe hacer
énfasis en las consecuencias negativas para su trabajo y para la empresa. Aunque hay casos que
se resuelven de manera favorable, se debe estar consciente de que las situaciones de acoso no
siempre se solucionan satisfactoriamente desde la dirección, ni desaparecen solas, si no se hace
algo al respecto. Es importante que no se culpe a sí mismo injustamente; muchos acosadores
eligen a personas que son estimadas y capaces como sus objetivos. Evite sufrir innecesariamente;
si la situación no se resolviera y usted tiene las condiciones para hacerlo, puede elegir cambiarse a
un lugar mejor.
Las personas pasivo-agresivas deben ser identificadas y confrontadas.
Las personas pasivo-agresivas suelen afectarlo a través de la mentira, la indiferencia y el
sabotaje de sus proyectos. Es imprescindible detectarlas y no responderles de la misma forma.
Ante ellas, como ante los acosadores, es necesario identificar las causas y examinar su propio
comportamiento con la persona. Denunciarlo con sus superiores y buscar el apoyo de los colegas
también suele ser una buena medida. No obstante, tome en cuenta que este tipo de agresiones son
difíciles de señalar y demostrar. Siempre es aconsejable hablar con otros colegas sobre el agresor,
para que esté seguro de que no haya un sesgo personal.
Las personas pasivo-agresivas suelen tener problemas para comunicar sus emociones y rehúyen
ellas mismas la confrontación. Reconocerles su valía y asumir responsabilidad en la desavenencia,
igualmente puede ser una forma de facilitar el diálogo con ellas. Al acercarse a este tipo de
agresores, se ha de cuidar la claridad, la moderación y el tono propios de las conversaciones
incómodas. Vale la pena que estos valores y cualidades de la comunicación sean propuestas a todo
el equipo con el fin de que se conviertan en una norma interna.
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“La presión positiva de los compañeros y la responsabilidad pública pueden hacer ceder
hasta al peor de los incumplidores”.
Reconocer las aportaciones de las personas que sufren estrés puede ayudarlas a
relajarse.
Cada vez es más frecuente encontrarse con personas que parecen no tener un solo momento libre
en su agenda a causa de las enormes cargas de trabajo que los sobrepasan. Usted debe prevenirse
ante estas condiciones para no afectarse por el estrés de los demás, e incluso pueda ayudarlos a
encontrar caminos para relajarse. Hay una serie de recomendaciones que vale la pena seguir:
• No juzgar – Debe tomar en cuenta que el nivel de estrés que usted considera insano puede
ser completamente común para otra persona. Piense en el estrés de su colega como una
peculiaridad de carácter.
• Reconocer el esfuerzo – Las personas que sufren estrés necesitan que los demás
reconozcan las cargas de trabajo extra que realizan.
• Elogiar – Las personas recuperan la confianza en sí mismas cuando reciben cumplidos; esto
puede ayudarlas a mejorar su desempeño.
• Ofrecer ayuda – Algo de apoyo puede ayudar a la persona a aliviar su estrés. Desde luego,
nunca debe comprometerse a hacer demasiado o algo en detrimento de su propio bienestar.
• Fragmentar sus encargos – Dividir las peticiones que realiza a un compañero en tareas
más pequeñas puede reducir el estrés que estas le producen. Así, usted ayudará a su colega a
controlarlas mejor.
• Tomar distancia – Hay que asumir que su rango de acción es finalmente limitado. Si bien
las personas que sufren un alto grado de estrés pueden ser difíciles de tratar, también son
altamente comprometidas.
Cuando los miembros de un equipo se dejan llevar por la urgencia, pueden afectar la
armonía del trabajo.
Algunos empleados se caracterizan por tomar decisiones abruptas ante la urgencia, con resultados
no siempre satisfactorios. Estas personas suelen considerar que la acción rápida es siempre
necesaria. Aunque trabajan bien bajo presión, con rapidez y eficiencia, la realidad es que la acción
meditada es preferible en todos los casos, y que esta actitud puede afectar el trabajo de la plantilla.
Con todo, si la compañía misma suele trabajar con prisa y bajo presión, tal vez allí se encuentre la
raíz de esta actitud.
Es primordial hacer ver a las personas acostumbradas a trabajar de esta manera que su actitud
no es beneficiosa para el equipo, sino al contrario. Asimismo, hay que informarles sobre las
consecuencias potenciales de sus acciones para que se responsabilicen y tomen conciencia plena
de ellas. Deben saber que la proyección a largo plazo conlleva mayor éxito y que esto implica
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diferenciar lo urgente de lo verdaderamente importante. En muchas ocasiones, acercar a estos
colegas a la meditación puede ayudarlos a corregir su prisa constante.
Las diferencias con el jefe suelen superarse con un acercamiento empático.
No es raro que los profesionales se enfrenten a una falta de entendimiento y cordialidad con sus
superiores. Muchos empleados se quejan del autoritarismo, la cerrazón e incluso el acoso de sus
jefes. Sin embargo, vale la pena buscar el buen entendimiento entre ambos, puesto que ello es
fundamental para mantener la eficiencia de una compañía. Es responsabilidad de cada empleado
mejorar este entendimiento.
“Según el ultimo estudio State of the Global Workplace de Gallup, en algún momento
de su carrera uno de cada dos empleados de Estados Unidos ha dejado un trabajo para
alejarse de su jefe”.
Implemente las siguientes estrategias básicas para mejorar la relación con sus superiores:
• Fortalecer la empatía – Comprender la situación en la que se encuentra su jefe y ponerse en
su lugar pueden ayudarlo a empatizar con él. Es importante tener claro que los puestos altos,
por sí mismos, no hacen que las personas sean malas; simplemente, pueden tener un mayor
impacto sobre los otros por su poder de mando.
• Pensar en su rol – Realice una introspección y pregúntese cómo está incidiendo usted en la
relación con su jefe, o si tiene alguna animadversión inconsciente hacia la autoridad.
• Abrirse a la posibilidad del cambio – Hablar directamente con su jefe siempre será la
mejor solución. Aborde el tema cuando se sienta más cómodo y sea un momento propicio.
Incluso, cabe la posibilidad de que descubra que su jefe no tiene idea del conflicto que usted
percibe y las cosas se solucionen fácilmente.
• Organizar un “motín” – Si otros compañeros de la oficina experimentan problemas en su
relación con su superior, puede tratar el tema directamente con la dirección de la compañía
o con recursos humanos; lo cual, por supuesto, conlleva el riesgo de una represalia. También
puede demandar a su compañía si cuenta con pruebas y testimonios del comportamiento de su
jefe y de la falta de acciones concretas de la compañía para sancionarlo.
• Ganar tiempo – Si nada de esto funciona, puede limitar a lo esencial el contacto con su jefe,
en la medida de lo posible. O, en el más severo de los casos, de no haber otra opción y si tiene
las posibilidades para hacerlo, puede ponderar la posibilidad de cambiarse a un lugar que
promueva su bienestar de manera más eficiente.
Sobre el autor
Las guías Harvard Business Review son manuales de prestigio internacional que ofrecen
soluciones útiles para los retos laborales.
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