Subido por Bernardo Daniel Chavez

Umberto Eco Semiótica

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Comentario sobre el documento
“La Estructura Ausente: Introducción a la semiótica” de Umberto Eco.
Capítulos 2 y 3.
El proceso de significación, como hace evidente Umberto Eco, es un proceso humano en el que
una señal pasa a convertirse en un significante al que se le otorga un significado por medio de un
complejo proceso en el que los códigos denotativos derivan en otros connotativos. Estas
equivalencias resultan del sistema de oposición en el que logramos entender un significado por
medio de la comparación o delimitación del resto que le son opuestos o diferentes. Este parece
ser el sistema primario para comprender el proceso. Las derivaciones de los códigos denotativos
a los connotativas nos otorgan la diversidad de significados que pueden resultar. Y este
desencadenamiento resulta en un sistema infinito de posibilidades. Los códigos connotativos,
además de que pueden funcionar varios sin excluirse, suponen otros factores aparentemente
externos al proceso de comunicación como son el contexto o situación y el saber que posee quien
intentar interpretar el mensaje.
Estos llamados subcódigos son elementales al momento de indagar en un mensaje estético y en
ellos la interacción de los significantes con el contexto serán esenciales para determinar su
significado, que resultarán, por los factores externos antes mencionados, en muchas posibles
interpretaciones. Así, si se altera un elemento del contexto, los demás pueden modificar su valor.
Dentro del estudio semántico del significado, Umberto Eco nos alienta a desechar el término
“referente” como único equivalente del significado puesto que referenciar únicamente al objeto
presenta muchas deficiencias que en todo caso no satisfacen el resultado del análisis profundo de
dicha área y no nos permite entender el verdadero proceso cultural de la significación. En lugar
del referente, el autor nos propone el significado como una unidad cultural que contiene no solo
el objeto sino un entendimiento proveniente de un patrimonio cultural que no necesita ser
percibido por los sentidos, pues esto lo limitaría, si no que lo concibe como una entidad que esta
dentro de un sistema cultural que lo explica y lo significa. Esto nos hace entender el lenguaje y la
comunicación como un fenómeno social.
Lo anterior deriva en la cadena de los interpretantes, que consiste en que el mismo sistema se
explica a sí mismo. Las definiciones de palabras, por ejemplo, se definen o se explican con otras
palabras que a su vez pueden explicarse de la misma manera. Lo mismo sucede con las unidades
culturales que desatan un serie de significantes y significados en un círculo cerrado que si bien
no logra tocar la periferia, se mantiene a sí mismo, se valida y funciona en sí mismo. Es un
movimiento sin fin. El lenguaje pues es un sistema que se aclara y se va explicando
sucesivamente. El inteprentante no se limita al lenguaje y puede utilizar otros códigos para
autorreferenciarse puesto que todos estos significantes serán, de nuevo, unidades culturales que
se denotan entre sí. Así un dibujo, un gesto o una traducción tratarán de explicar estas unidades
culturales que se intenta comunicar.
Este cosmos cultural puede ser equivalente al cosmos artístico que Eco menciona en su capítulo
no. 3. Los niveles de realidad serán grandes herramientas para poder abordar este cosmos: Los
elementos físicos, que específicamente en la música se refieren a los timbre, frecuencias y
secuencias; los elementos diferenciales, por ejemplo, el ritmo; la relación de posición (tan
importante dentro de un contexto musical donde un sonido puede significar o expresar algo
completamente distinto dependiendo su relación respeto a otros sonidos), escalas, intervalos,
etc.; los subcódigos, que como se mencionó, modificarán la maneras de descodificar el mensaje;
y por su puesto las expectativas ideológicas o el idiolecto, que radicarán en el destinatario y que
no podrá negarse en un proceso comunicativo.
La ambigüedad en el mensaje estético es la que otorga un interés particular pues los interpretes
que intentará ordenar o significar, tendrán una labor ardua y a su vez estimulante, para encontrar
no sólo lo que quiere transmitir si no el cómo se está trasmitiendo dicho mensaje. Aunado a ello,
la expresión del mensaje estético otorga una gran importancia a la sustancia con el que está
hecho el mensaje que será un elemento más a considerar.
Eco hace una reflexión interesante preguntándose si el humano, en este caso, está limitado por el
código (el lenguaje) para comunicar todo lo que piensa. Concluye que el código es el que habla
por medio del emisor puesto que lo que expresa esta delimitado y determinado por el
funcionamiento sistemático del lenguaje. Este sometimiento puede ser llevado a otros campos
como los biológicos o los culturales, que determina lo que puede o no expresarse. Lo mismo
sucede en el campo artístico donde el mensaje estético esta cercado dentro de ciertos parámetros.
Sin embargo el intentar romper con estos paradigmas llevarán al artista a buscar, no otros
códigos, sino variaciones en estos códigos que otorguen otras perspectivas e impulsen a los
destinatarios a reconsiderar las posibilidades de dicho código e incluso a su redescubrimiento o
revalorización. Todo esto debe entenderse como un producto de transformaciones sociales que no
sólo involucran al supuesto “genio”, si no que involucran a todo un sistema cultural que esta en
continua interacción.
Bernardo Daniel Chávez Domínguez.
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