Ponencia de Bélgica – Ariane Hassid

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LAICIDAD EN EL SIGLO XXI:
CONQUISTAS, RESISTENCIAS Y COMPROMISOS
Ariane Hassid, Presidenta de Bruxelles Laïque
Santiago de Chile, 12/11/2013
1° Conquistas y desafíos de la laicidad en Europa
Con motivo de nuestros seminarios anteriores, he intentado informarles sobre la
evolución de la laicidad en los principales países europeos.
En 2013, una vez más, las asociaciones laicas se han visto enfrentadas a una doble
dinámica que consiste, por una parte, en luchar para sumar nuevos avances y, por
otra, en garantizar la defensa de los derechos adquiridos.
Todos los países europeos viven bajo el signo de la secularización, pero, al mismo
tiempo, el integrismo religioso resurge de manera organizada, con grandes recursos
financieros, e incide en las instituciones nacionales y europeas.
Ciertamente, el Espíritu Santo nos ha mandado a un nuevo Papa. ¡Gracias
Argentina por este regalo! El papa Francisco parece abrir ciertas puertas y
considerar algunas reformas dentro de la Iglesia y la Curia Romana, con la
esperanza de acabar con las oleadas de escándalos y, de esta manera, allegarse
fieles.
Los países de Europa occidental se enfrentan cada vez más a las reivindicaciones
de los grupos islámicos quienes, constituidos como comunidad de interés y grupo de
presión, reclaman el reconocimiento de sus preceptos religiosos en el seno de la
sociedad civil.
Cabe señalar que, en varios países europeos, el enfrentamiento entre la libertad
religiosa y las demás libertades, como la libertad de expresión, ha alcanzado el
ámbito judicial. Es así como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dictado
varias sentencias al respecto en diversos sentidos.
En Francia, la situación se caracterizó por una afirmación de los valores laicos en la
escuela mediante la imposición de una Carta de derechos en cada aula. Además,
tras una lucha exacerbada frente a asociaciones religiosas sumamente activas, el
Parlamento francés aprobó la ley sobre el matrimonio para todos.
En el Reino Unido, entró en vigor una ley similar, luego de un proceso más
consensuado que en Francia.
España se ha visto sacudida por un fuerte cuestionamiento de la ley de
despenalización del aborto.
Irlanda, país muy católico, ha sido testigo de una pequeña evolución legislativa en
materia de aborto.
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Sin entrar en detalles, les recuerdo que, a las puertas de Europa, los movimientos
islamistas toman o se esfuerzan por tomar el poder, lo que conduce a
enfrentamientos en ocasiones muy violentos. Esta situación pone en tela de juicio
los logros laicos e incluso pone en peligro la vida de los ciudadanos laicos de esos
países.
Por otra parte, desde hace décadas muchos países europeos están sufriendo una
crisis económica, algunos con mayor intensidad que otros. Esta recesión da lugar a
una austeridad presupuestal, lo que obviamente suele tener consecuencias
dramáticas en el plano social.
Ya es hora de que nosotros, los laicos, planteemos las preguntas correctas y nos
comprometamos a participar activamente en una reflexión por un mundo mejor.
Más allá del combate clásico por la laicidad política y en contra de la injerencia de
las iglesias en la vida pública, debemos también actuar en el ámbito
socioeconómico.
De nada sirve deshacerse de la creencia en un dios inmaterial si es para sucumbir a
los dogmas del mundo financiero.
Hay que comprometerse, pero debemos primero reflexionar sobre cómo hacerlo y
sobre las razones del escaso compromiso de la población.
2° Los compromisos por un mundo mejor
Acción, compromiso, activismo, transformación, progreso... ¿cómo funciona todo
eso? En el camión loco de nuestras existencias, tratemos de comprender mejor los
frenos, los embragues, los aceleradores y las palancas de cambio.
a) Evidencia de un mundo que debe cambiar y anestesia general
Todo indica que el mundo en que vivimos corre hacia su perdición y que los
sistemas que lo rigen están llegando a su fin. Los recursos se agotan, la economía
se derrumba, la solidaridad decae, la democracia se debilita, las libertades se
marchitan... Las condiciones sociales, económicas y políticas parecen indicar con
claridad la necesidad de un cambio.
Somos testigos de la multiplicación de movimientos como los Indignados y del
retorno de algunos grupos de la extrema izquierda, así como de iniciativas locales o
globales basadas en una relación diferente con lo humano, con la naturaleza y con
el enriquecimiento. Sin embargo, estos movimientos siguen siendo minoritarios en
relación con la gran mayoría de la población que parece resignada a seguir por el
mismo camino.
¿Cómo es posible que las formas contemporáneas del absurdo y la precariedad del
futuro no generen más críticas, movilizaciones, revueltas, búsquedas de
alternativas? ¿Cómo salir de la anestesia, la resignación y la pasividad? ¿Cómo
salir de todo eso por nuestros propios medios? ¿Cómo invitar a los demás a
deshacerse de todo eso?
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b) Sensibilización y capacidad de cuestionarse
Para actuar y vislumbrar un cambio, debemos primero deshacernos de las
anteojeras o rutinas con las que entendemos el mundo. Hay que entender el mundo
y decirse que su estado actual no es ni eterno ni inevitable: procede de alguna parte
y podría encaminarse hacia otra. Esta es la tarea del pensamiento: negar lo evidente
y sorprenderse de lo que es. El pensamiento solo comienza cuando no le basta lo
que nos es dado.
Reflexionar sobre las condiciones de la acción comienza con la necesidad de
distanciarse intelectualmente de las simplificaciones y los hábitos del pensamiento
que invitan a la renovación de lo mismo de siempre en nombre de la sentencia
"siempre ha sido así".
Lamentablemente, sabemos que la escuela no enseña a pensar de forma diferente y
no incita a la acción transformadora. Las instituciones escolares de inspiración
religiosa nunca han sido, obviamente, vectores de un espíritu crítico y revolucionario.
Por su parte, las escuelas privadas tienen como principal objetivo el lucro a través de
la mercantilización de la educación y son excluyentes y elitistas. En cuanto a la
educación pública, aún tiene que mejorar y asumir muchos retos para alcanzar el
objetivo de formar ciudadanos responsables y librepensadores. Por otra parte, ¿no
existen otras prácticas de intercambio de conocimientos, menos institucionales, que
se puedan explorar y desarrollar?
¿Puede la cultura desempeñar ese papel de transmisión y transformación del
mundo? ¿Cómo escapa la cultura a la alienación mercantil de la sociedad del
espectáculo? ¿Cuál es el papel de los intelectuales hoy en día, es decir, de los
científicos, filósofos, sociólogos, escritores, cineastas, etcétera, que participan en el
debate público y utilizan su reputación para intervenir en asuntos que no se
relacionan estrictamente con su ámbito de competencia? ¿Dónde están esos
intelectuales que no pretenden alcanzar la verdad universal, sino inscribirse en
luchas sectoriales concretas? ¿Cuál es la contribución de las nuevas tecnologías de
la comunicación al intercambio de experiencias y conocimientos, a la difusión del
pensamiento crítico?
c) Condicionamiento a la pasividad y disuasión a la acción
El trabajo crítico y pedagógico es tanto más importante cuanto que la voluntad de
cambiar el mundo se enfrenta a una serie de condicionamientos insidiosos, a
imperativos explícitos y a prácticas más brutales que desalientan la acción y el
compromiso. De manera más o menos intencional, el bombardeo mediático, la
industria del espectáculo, las compensaciones de la sociedad de consumo, la
comodidad, las ilusiones y el disfrute a corto plazo, el uso generalizado de
psicotrópicos... contribuyen sin duda a la anestesia general y a desalentar el
cuestionamiento social.
Un condicionamiento aún más difuso, más sutil, inscribe en el espíritu de la época el
éxito personal y el "cada cual para sí", a expensas de la acción colectiva centrada en
el interés general.
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Por otra parte, el peligro proviene también de la proliferación de leyes, reglamentos,
técnicas de vigilancia y prácticas policiales o judiciales que reprimen, penalizan o
desalientan la expresión disidente, la protesta y el activismo.
Un poder de oposición al cambio nada desdeñable reside en el peso de la "política
real" y en los imperativos de la gestión. A fuerza de buscar soluciones realistas para
responder con los medios que están a nuestro alcance a las necesidades más
urgentes y para controlar de alguna manera un barco que se hunde, no hay espacio
para la transformación de los esquemas y para experimentar con otras posibilidades.
d) Debilidades y renuncias de la política
El ritmo infernal del trabajo, la vida familiar, el estrés de los estudios, el arreglárselas
para llegar a fin de mes no les dan mucha cabida a los espacios de resistencia. La
cuestión de la temporalidad es decisiva. El mundo va cada vez más rápido y nos
vemos conminados a permanecer en la carrera y a adaptarnos a la cultura de lo
efímero, lo flexible, lo desechable.
El funcionamiento actual de la economía y las finanzas se basa en la aceleración
permanente de los flujos de intercambio y de información.
Pero como la deliberación política consume tiempo, el mundo político se encuentra
siempre rezagado con respecto a la economía y no tiene control sobre esta. Ahora
bien, inventar otro mundo e implantar la democracia lleva tiempo, exige alejarse de
lo urgente, tomar distancia, tener derecho al error.
En las últimas décadas, la acumulación de decepciones políticas ha contribuido sin
duda a la ruptura del compromiso, a la indiferencia, al fatalismo de buena parte de la
población. Los grandes proyectos políticos de los últimos siglos han traicionado sus
promesas y han dejado de ser portadores de esperanza y movilizadores. La
corrupción y la incompetencia de algunos políticos han desacreditado la esperanza
en una política realmente centrada en las necesidades de los ciudadanos y en el
bien público. Los sindicatos se han debilitado o se han convertido en
administradores, de tal manera que una parte de los trabajadores ya no ven en ellos
un lugar para el compromiso ni una vía para el cambio.
Como lo había denunciado nuestro hermano Salvador Allende, en un discurso
pronunciado en la Gran Logia de Chile en 1970: "Yo no creo que pueda existir
fraternidad cuando, como consecuencia del proceso económico y la concentración
capitalista, se hace cada vez más evidente y claro que ciertas minorías tienen, en
mayor escala, el control del poder económico y con ello tienen el poder militar y el
poder político para defender sus intereses".
e) Modos de acción del movimiento laico
En nuestra época, donde prima la liquidez o el retraimiento, los tiempos no parecen
estar a tono con las grandes utopías, sino con los pequeños gestos cotidianos de
transformación. No se trata ya de tomar por asalto la Bastilla, sino de barrer la nieve
delante de tu puerta.
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La laicidad organizada tiene un lugar importante que ocupar en esta búsqueda de
una vía mejor para la participación ciudadana en pos de un mundo más justo y
reorientado hacia el verdadero progreso de la humanidad. Y un medio para ello es
promover alternativas a la economía de mercado, por ejemplo iniciativas ciudadanas
de economía social.
3° Conclusión
Estas son, amigos laicos, algunas preguntas y pistas de reflexión. Toca a nosotros
convertirlas en propuestas de acción y llevarlas a las instancias políticas. Para que
tengan una posibilidad de tener éxito, debemos seguir trabajando juntos más allá de
las fronteras, como lo hacen ustedes en la FILA.
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