EL PATITO FEO El campo estaba precioso. Era verano y mamá pata esperaba impaciente que pronto nacieran sus patitos. Por fin, un día mamá pata pudo ver como los huevos se abrían. -¡Cuac, cuac!- decían los patitos conforme asomaban sus cabezas a través del cascarón. -¡Cuac, cuac!- decía mamá pata acariciando a cada uno de los patitos. Entonces se dio cuenta de que todavía quedaba un huevo sin abrir, el huevo más grande de todos. -¡Vaya, vaya! -pensó mamá pata-, parece que este patito es un poco perezoso. Pero justo en ese momento, el huevo se rompió y todos pudieron ver que aquel pato era enorme y muy diferente de los demás patos. -¡Es feísimo! decían los patitos riéndose de él. -¡Basta ya! - les riñó mamá pata- . A mí me parece que es muy guapo. Ahora seguidme, que quiero ver qué tal nadáis. Mamá pata les llevó hasta el estanque y todos los patitos se pusieron a nadar. El patito feo nadaba mejor que ninguno y la mamá pata estaba orgullosa de él .Pero no ocurría lo mismo con el resto de los patitos y con los demás animales que no dejaban de molestarle. El patito feo estaba tan triste que decidió marcharse a otro lugar donde pudiera vivir tranquilo. Anduvo durante muchos días, el patito llegó a una casa donde vivía una anciana con su gato y su gallina pero también se burlaron de él. -¡Nadie me quiere!- pensaba el patito, que cada vez estaba más triste. Me marcharé de aquí. Y de nuevo comenzó a andar. Así llegó el otoño, el tiempo cambió y comenzó a hacer más frío. Cierta tarde el patito vió una bandada de grandes y hermosas aves. Nunca había visto unos animales tan hermosos. Eran cisnes que se alejaban volando hacia lugares más cálidos. El patito no sabía el nombre de aquellas aves pero le hubiese gustado marcharse con ellas. El patito pasó el invierno protegiéndose del frío como podía. A veces se escondía entre los juncos, otras veces se paraba a dormir en los huecos de algunos árboles. Hasta que por fin llegó la primavera. Andando y andando, el patito feo había llegado hasta un precioso lago en el que nadaban tres cisnes. Enseguida les reconoció, eran las mismas aves a las que un día había visto levantar el vuelo. No lo dudó y se fue nadando hasta ellos. Mientras nadaba, el patito feo se vió reflejado en el agua. ¡Qué sorpresa se llevó! ¡Él también era un cisne, se había convertido en un hermoso cisne blanco! Antes de romper el cascarón, el huevo del cisne había rodado hasta el corral de los patos. Y le habían confundido con un pato, pero ya no le importaba. Acababa de encontrar a su familia y todos se alegraban mucho de verle. ¡Por fin era feliz! CONTESTA LAS SIGUIENTES PREGUNTAS: -¿Qué animales aparecen en el cuento? -¿Eran todos iguales? -¿Qué hicieron los patitos cuando vieron al pato que era diferente? -¿Qué hizo la mamá? -¿Cómo se sentía el patito al ver que los demás se reían de él? -¿Por qué ese patito era diferente de los demás? -¿Cómo termina el cuento?