Muchos de los sucesos traumáticos que se viven durante la... secuelas que nos acompañarán y afectarán en nuestra etapa adulta....

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El patito feo
Sábado, 15 de Noviembre de 2008 07:16
Muchos de los sucesos traumáticos que se viven durante la infancia pueden comportar
secuelas que nos acompañarán y afectarán en nuestra etapa adulta. Calibrar el efecto de los
mismos es muy complejo, debido a la multitud de variables que entran en juego, y que van
desde el hecho en sí hasta la capacidad y los recursos del individuo para afrontarlo.
Cuando hablamos de abuso sexual infantil y, concretamente, de una persona que pasó por ello
y que no lo ha revelado, o sea, eso tan difícil de establecer que llamamos perfil, tal vez fuera
posible señalar algunas características muy comunes, y quizá la más frecuente de todas ellas
sea la baja autoestima; lo que, en definitiva, y de ahí el título de este escrito, podríamos definir
como el síndrome del patito feo. Es decir: no valgo para nada, no soy capaz, todos se
apartarán de mí, si no estuviera nadie me echaría de menos… En fin, una sintomatología que,
para quienes estén en la situación descrita, seguro coincidirán con mi exposición.
No hace tanto tiempo yo era también un “patito feo”. Es una sensación que no desaparece de
un día para otro. Tarda mucho tiempo en desvanecerse por completo. Es como si siempre
pusieras en tela de juicio cualquier actividad que vayas a acometer o idea que vayas a
exponer.
Esta semana pasada estuve como ponente en el IX Congreso sobre el maltrato infantil de
Valladolid. El jueves por la tarde era mi ponencia: “Una larga travesía”. Y allí, en el paraninfo de
la Universidad, tras la presentación impagable de Marian, empezó mi disertación. Hasta aquel
momento intenté no pensar demasiado, pero la verdad es que el escenario imponía. El caso es
con más o menos nervios hablé de lo que había venido a hablar. Cuando terminé, una hora
después, le pregunte a Marian que le había parecido. Me dijo que había estado genial. No
estaba tan seguro, pero al levantar la vista y contemplar al auditorio aplaudiendo, pensé que
era verdad, que por fin podría sentirme como el bello cisne que en los lejanos sueños de mi
niñez siempre creí ser.
Blog "No se lo digas a nadie" - 10/11/2008 
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