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004 Ocana Comedia guadalupe

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n£o n
ABNB
A R C H IV O
Y B IB L IO T E C A
N/\< Z IONALES DE BOLIVlA
COMEDIA DE
NUESTRA
SEÑORA DE
GUADALUPE Y
SUS MILAGROS
OBRA CUSTODIADA POR EL
ARCHIVO Y BIBLIOTECA NACIONALES DE BOLIVIA
FRAY DIEGO DE OGAÑA
COMEDIA DE NUESTRA
SEÑORA DE GUADALUPE
Y SUS MILAGROS
ESTUDIO PRELIMINAR Y NOTAS DE
TERESA GISBERT
ILUSTRACIONES DE
JOSE DE MESA
CUADERNOS DE TEATRO No. 1.
B IB LIO TE C A P A C E Ñ A
A L C A L D IA M U N IC IP A L
I
N
T
R
O
D
U
C
C
I
O
N
La obra que aquí publicamos: “ Comedia de Nuestra Señora
de Guadalupe y sus Milagros” , tiene para nosotros especial interés,
ya que se trata de la pieza teatral más antigua que conocemos, de las
muchas que se han escrito en la Audiencia de Charcas durante el Vi­
rreinato. Garcilaso en la Primera Parte de sus Comentarios Reales
(1 ), da las primeras noticias sobre el teatro en el Alto Perú y allí
nos dice como los religiosos, especialmente los de la Compañía de Je­
sús, componían comedias para que fueran representadas entre los in­
dios; la mayor parte de ellas estaban escritas en quechua y se hace
referencia a una compuesta en aimara. Entre las primeras tenemos
un “ Diálogo de la Fe” representado en P otosí; la pieza aimara era
una comedia compuesta en L oor de Nuestra Señora la Virgen María,
fue representada en el pueblo de Sulli. En este campo la labor de las
órdenes religiosas fue fecunda, escribían sus miembros con miras a
la evangeiización y tomando muy en cuenta la afición que tenían los
indígenas por el teatro desde tiempos del incario (2 ). A esta misma
labor se dedicaron también los sacerdotes seculares y no pocos segla­
res, siendo las obras de éstos más libres.
D e esta primera etapa (años 1540 a 1600) nada conservamos,
fuera de referencias sueltas; por eso importa tanto la obra del Jeró­
nimo Diego de Ocaña, que ha llegado hasta nosotros en su integri­
dad. La fecha de 1601 en que fue escrita, es temprana no solo para
1)
2)
GARCILASO DE LA VEGA.— Primera Parte de los Comentarios Reales. Libro II.
Cap. X X V III fola. 70 y 71.— Madrid 1723.
GARCILASO DE LA VEGA.— Primera Parte de los Comentarlos Reales. Libro II.
Cap. XVII. Madrid 1723.
XI —
la historia del teatro en el Alto Perú sino en el conjunto del teatro
americano. Esta pieza coloca a Ocaña como contemporáneo de las
figuras más preclaras de la literatura hispana como Cervantes, Gón­
gora y Lope, naturalmente nuestro escritor no es de tanto vuelo, pe­
ro dentro del panorama relativamente pequeño de nuestro teatro es
una figura de primer orden.
A quien lea la comedia de Ocaña, es necesariio pedir un cri­
terio de comprensión para la época y el lugar en que fue escrita, mu­
chos defectos son inherentes a las circunstancias, a que, la literatura
en general y esta obra en particular se veían supeditados. La bús­
queda de una realización plena dentro la obra misma, no tiene sen­
tido en una sociedad que busca afanosamente su salvación y la sal­
vación de los demás por sobre todas las cosas. Todas las expresio­
nes del barroco, muy especialmente en América, estaban dirigidas a
este fin. La “ Comedia de Nuestra Señora de Guadalupe y sus M i­
lagros” es una obra devota, cuyo principal interés está en llevar a to­
da clase de público la tradición de los milagros de la virgen de Cáceres. Su autor, por lo que de él hasta hoy conocemos, no es un hom­
bre consagrado a las letras, sino un fraile que tratando de difundir
la devoción a la Virgen, nos dá ocasionalmente esta obra, eso sí, con
una donosura que pocos contemporáneos suyos tienen, dentro de las
letras altoperuanas. Hay versos ágiles y bellos entre un término me­
dio que no pasa de lo discreto. Ocaña compone bien las diferentes
escenas, pero no puede guardar unidad ni tiene soltura en el manejo
de los personajes, de ahí sus grandes fallas como introducir cuarenta
y cinco personajes, cifra inconcebible para un autor dramático. A si
mismo la falta de unidad cronológica y el hacer que ningún perso­
naje de la primera parte intervenga en la segunda, nos habla a las
claras de un autor improvisado.
Si bien ésta es la primera comedia que se conoce, no concluye
con ella la historia de nuestro teatro virreinal, en años muy próximos
habrá que colocar la égloga del sevillano Diego M exía de Fernangil
titulada “ El Dios Pan” . La acción de esta obra transcurre en Chuquisaca. Fue escrita entre 1610 y 1620, y dedicada al Presidente de
la Audiencia de Charcas Don Diego de Portugal. (3 )
Dentro del mismo siglo X V II, no podemos dejar de referirnos
3)
BUBEN VARGAS UGARTE.— De Nuestro Antiguo Teatro, págs. V I y V II y págs.
de 1 al 26.— Lima 1943.
— XII
a "La Aurora de Copacabana” obra compuesta por Calderón el año
de 1672, destinada a divulgar la historia de la Virgen de Copacabana.
En el siglo X V III, tenemos noticia de una Loa, escrita por el
Agustino Fray Juan de la Torre, en Potosí, el año de 1716. Su texto
se ha perdido (4 ). En los últimos años podemos señalar otra pieza
del mismo tipo, escrita en honor del brigadier Sebastián de Seguró­
la por Pedro Nolasco Crespo. Estas obras dispersas, citadas casi al
azar, indican cuán rica es la veta de nuestro antiguo teatro para quien
desee hacer una búsqueda intensiva y un estudio organizado.
Nace Fray Diego, hijo
de Juan de la Huerta y María Salcedo, en Ocaña (T oledo). D e su
niñez y los años anteriores a su vida religiosa, nada sabemos; pare­
ce que muy joven ingresó en la orden Jeránima, entrando en 1588
al Monasterio de Guadalupe en Cáceres. Después de once años, par­
te para América en compañía del padre Fray Martín de Posadas.
El 11 de septiembre de 1599, al llegar al puerto de Payta, fallece su
compañero. Desde allí, ya solo, se dirige Fray Diego a la ciudad de
Lima, deteniéndose en Piura y Saña, sitio éste que conserva una cu­
riosa iglesia, toda cubierta de crucerías. Otra similar hay en el v e ­
cino sitio de Guadalupe, donde también estuvo Ocaña.
Después de hacer este recorrido llegó el fraile jerónimo a la
ciudad de los Reyes, donde permaneció hasta el año de 1600, que es
cuando se embarca en el Callao rumbo a Coquimbo. Recorre en es­
te viaje todo Chile. Este año hubo un gran levantamiento de los arau­
canos lo que le impidió regresar por la misma ruta, viéndose forza­
do a cruzar los Andes, pasando por Tucumán al Alto Perú.
D e este modo lo encontramos en Potosí en julio de 1600. Allí
escribe su famosa comedia, que es representada por primera vez en
1601, de esta ciudad pasa a Chuquisaca, donde se establece hasta
1603. Para ambas ciudades pinta la imagen de la Virgen de Guada­
lupe, la de Chuquisaca se ha hecho muy fam osa; la de Potosí que en
un principio se veneraba en el altar mayor de San Francisco, por
disidencias entre la Cofradía y los franciscanos fu e trasladada poco
después a la parroquia de San Juan, donde aún se conserva.
L A B IO G R AFIA D E L A U T O R .—
4)
BABTOLOME ARZANS DE ORZUA Y VELA. Historia de la Villa Imperial de
Potosí. MS. 2065-2066. Parte Primera. Libro X. Cap. XLI. Biblioteca de Palacio.—
Madrid.
— XIII —
Ocaña sale este año hacia el norte, haciendo escala en las ciu­
dades de Chuquiavo, Copacabana, Chucuito, Arequipa y Cuzco, lle­
gando nuevamente a Lima, donde permanece apenas unos meses,
pues este mismo año de 1603 parte rumbo a M éxico, donde muere
el año de 1608. (5 )
La vida andariega de nuestro autor, sobre todo en los años
que lleva de religioso, nos señala a un infatigable apóstol, que tomó
la pluma en forma ocasional, más llevado de celo religioso que por
amor a las letras. Mientras no se encuentren otras obras suyas y so­
lo conozcamos su Comedia y su manuscrito describiendo las tierras
americanas por él recorridas, tendremos que juzgar la Comedia de
Guadalupe, como una obra esporádica que muestra una de las múl­
tiples facetas de este hombre, pronto a pintar, a hacer crónica y a
hacer verso. Humanista tardío, se nos muestra con una personali­
dad rica, capaz de afrontar airosamente los escollos de su divergen­
te actividad.
LOS M A N U SCR ITO S D EL JERONIMO F R A Y DIEGO
DE O CAÑ A.— D e todo este recorrido ha dejado Fray Diego una
extensa relación, cuyo manuscrito se conserva en poder del señor R o­
que Pidal, en Madrid, esta obra aún está inédita apesar de su indis­
cutible valor, ya que ella se halla ilustrada con dibujos iluminados
de mano de Ocaña, todos ellos referentes a los trajes, costumbres y
fauna del lugar. Este manuscrito forma un volumen de 360 folios
de 210 x 145 mm. En la tapa del mismo se lee: “ Perteneció este cu­
rioso libro a Don Bartolomé José Gallardo en Toledo, y desde el año
de 1861 forma parte de la colección de manuscritos reunida por mi
padre, el señor Don Felipe de Soto y Posada, en Asturias. Lo en­
cuadernó Ginesta en Madrid, en agosto del año de 1871.— Sebastián
Soto” . Junto a este manuscrito, guarda el Sr. Pidal el manuscrito
de la comedia que ha sido copiado y estudiado por los señores Cañe­
te y Barrantes (6 ), aunque según parece no se llegó a publicar nun­
ca el texto completo, antes que el padre jerónimo Carlos Villacampa
lo incluyera en su libro “ La Virgen de la Hispanidad” . La copia de
5)
6)
CARLOS G. VILLACAMPA.— La Virgen de la Hispanidad. Págs. 156 y ss. Sevi­
lla 1942.
Ibidem pág. 182 y ss.
— XIV —
Villacampa ha sido hecha sobre el manuscrito del Sr. Pidal, agre­
gando las circunstancias de la representación, ayudado por un códice
del Archivo del Monasterio de Guadalupe. Este códice lleva el nú­
mero 49 y se titula “ Milagros de Nuestra Señora de Guadalupe (años
1564-1617)” . En este códice se describen las fiestas que se hicieron
para la entronización de la Virgen en Chuquisaca y Potosí.
En el códice a que aludimos afirma Fray Diego ser el autor
de la dicha comedia, hecho importante ya que le fu e negada o por lo
menos ignorada la paternidad de la obra por Barrantes y Cañete.
En el códi­
ce se describen con todo cuidado los detalles harto interesantes de
la representación. A sí nos dice O caña: “ Llevóse la imagen a la pla­
za (de Potosí) donde estaba un teatro, y allí se representó una co­
media de la misma historia de Nuestra Señora y de sus M ilagros; la
cual representaron unos faranduleros, y muy bien representada, con
que la gente quedó con más devoción. Esta comedia también fu e pro­
pio trabajo mío: está puesta delante en las fiestas que se hicieron des­
pués en Chuquisaca. Porque también la volvieron a representar allá
otra vez, de la mesma suerte que en Potosí. El que tuviere gusto de
verso la podrá leer*’ .
Describe luego la procesión, que hace un alto en la plaza, a
fin de que se represente la dicha comedia, finalizada la cual se lleva
la imagen de la Virgen hasta la catedral.
Continúa Ocaña: “ Con buena orden y mucha devoción, vino
la imagen a la plaza, donde estaba un teatro suntuosísimo, hecho con
muchos árboles y frescuras y un sitial y altar con dosel, donde se pu­
so la imagen. . . sonó la música de ministriles, y, acabada, salieron
al teatro las guitarras y se comenzó con riquísimos trajes, libreas y
apariencias, una comedia de la misma historia de Nuestra Señora de
Guadalupe, la cual yo trabajé aunque estaba ocupado en tan urgen­
tes y graves ocupaciones; la cual se oyó con mucho gusto y se repre­
sentó bien porque eran faranduleros los que la representaron. Y
acabada que fu e la comedia, prosiguió la procesión a la iglesia” .
D E T A L L E S D E L A R E P RE SEN TA C IO N .—
Interesa anali­
zar esta pieza que es una muestra de la actividad teatral y de la co­
media “ tipo” que llenaba el gusto de la barroca sociedad altoperuaEL A R G U M E N T O DE L A C O M ED IA.—
— XV —
na. El asunto fundamentalmente religioso de esta obra, la coloca en
un género no bien determinado que podríamos llamar comedia a lo
divino, ya que no posee las características de alegoría para que la po­
damos calificar de Auto. Su argumento basado en la leyenda del R ey
Rodrigo y la dominación musulmana en España, está enlazado por el
autor con los milagros de una Virgen de Cáceres, que luego se con­
vertirá en la famosísima de Guadalupe. Sus escenas van hilvanan­
do ambas historias en la forma siguiente:
Se narra en la primera escena un milagro acaecido en Roma
hada el año 600 de nuestra era; comentan el suceso el Papa y San
Isidro, hermano de San Leandro Obispo de Sevilla. Parte San Isi­
dro para su tierra llevando la<nueva. La segundo escena se sucede
en Toledo; se ve la corte del R ey don Rodrigo y como éste toma a
Florinda (más conocida en la tradición popular por la Cava) por la
fuerza. Una tercera escena sin relación con la anterior, muestra una
capilla con la imagen de la Virgen, allí se realizan dos milagros. V e­
mos luego al Conde Don Julián, que por carta de su hija Florinda
se entera de su deshonra, jurar ante el moro Taric su venganza. La
quinta escena sucede probablemente en la corte, el rey y sus cortesa­
nos huyen perseguidos por el Conde y los moros. En la última esce­
na de esta primera parte, aparecen un canónigo y un aldeano escon­
diendo la sagrada imagen, para librarla del furor de los sarracenos
que a raíz del suceso de la Cava se iban apoderando de toda España.
La segunda parte se desarrolla 700 años después; comienza
con una reunión de alcaldes, en un pueblo castellano. Entra en esce­
na Gil, un vaquero que sale al campo en busca de una vaca perdida.
La halla muerta y allí se le aparece la Virgen a quien había invocado,
resucita el animal y vuelve Gil al pueblo con la noticia. Obrase en
el pueblo otro milagro que testifica el anterior. Después de estas es­
cenas aparece Sevilla, donde A lfonso X I está acosado por Almoha­
cen; enterado del milagro de Cáceres invoca a la Virgen y vence. Con
ocasión de esto se levanta el famoso Monasterio de Guadalupe, don­
de suceden las últimas escenas. Llega un capitán del rey con los tro­
feos y un ex-cautivo que da fin a la comedia con verso dedicado a
Potosí, ciudad donde se representó esta obra por vez primera, el año
de 1601. En este verso se alude al tesoro que adquirió la Villa con
la imagen de la Virgen y dice así:
—
XVI —
“Y tú, Villa Imperial
de Potosí, con razón •
puedes en esta ocasión
juzgar tu ventura igual
a España, pues también tienes
el tesoro que ella alcanza;
de quien ten cierta esperanza
que te vendrán grandes bienes.”
No podemos pasar de largo sin relacionar la obra de Ocaña
con un entremés atribuido a Cervantes y titulado “ A uto de la So­
berana Virgen de Guadalupe y sus Milagros y Grandezas de Espa­
ña” . Según parece fu e escrito en 1605 y su argumento sigue la le­
yenda sobre los milagros de la Virgen de Cáceres. Hay una prime­
ra escena donde se muestra la invasión de España por la morisma,
Cervantes menos fiel que el fraile a la tradición, alude a Rodrigo y
Pelayo, y más tarde a San Leandro, pero sin hacerlos intervenir di­
rectamente en la obra. Luego, ligeramente, el enterramiento de la
imagen en unos montes de Cáceres hecho por cuatro godos, que son
los mismos que intervienen en toda la primera parte, como corres­
ponde a una obra que quiera mantener su unidad. En las escenas
finales, vemos el pueblo, la resurrección del niño y la aparición de la
Virgen, todo tratado sucintamente. Angel Balbuena Prat hace una
pequeña introducción a esta pieza. (7 )
A N A L IS IS D E L A OBRA.— Las escenas de esta comedia,
dispersas, distantes unas de otras hasta en más de 700 años, nos
muestran a un escritor con poco manejo de la escena. Sus persona­
jes son múltiples, y no se guarda unidad a través de la obra, aunque
las escenas consideradas en forma aislada están muy bien compues­
tas. El consejo de los alcaldes de pueblo, tomado de la realidad, co­
mo pudiera haberlo hecho un Lope es una escena llena de realis­
mo y amable naturalidad. El lenguaje empleado en este trozo, sa­
cado del pueblo mismo, con sus deliciosos arcaísmos e ingenuas ex­
presiones, recuerda los entremeses de Lope de Rueda.
MIGUEL DE CEBVANTES SAAVEDEA.— Obras Completas. Ed. Aguilar. Madrid
1946. Obras Atribuidas.— Prólogo por Angel Balbuena Prat. págs. 1867-1868.
— XVII —
Otras escenas, como la del R ey Don Rodrigo y Florinda, re­
velan el modo de la época, ■haciendo en brillantes versos, giros que
hablen del amor, del honor y del rey; puntos álgidos estos tres en la
comedia española del X V II . Ocaña da a este diálogo una fuerza ex ­
traordinaria, pintando muy al vivo las pasiones humanas. N os retra­
ta a los cortesanos taimados, que adulan a su señor, incitándole a mal
usar de su poder para satisfacer su apetito; nos muestra también al
viejo, harto ya de escenas cortesanas y espectador indiferente al dra­
ma que presencia. La figura del loco grandiosa aunque breve, mo­
raliza, casi podríamos decir “ extra comedia” aprovechando su con­
dición para decir, más que verdades sentenciosas. Florinda en cam­
bio es una dama discreta, que responde a modelos comunes del tea­
tro barroco español. La figura del rey, en contraposición a la co­
rriente de la época se nos muestra ingrata, nada justiciera, pintán­
donos como dijimos, además de un hombre débil, un rey que en bene­
ficio propio abusa de su poder. Quizá esto se deba a la fidelidad
que ha querido guardar Ocaña, a la leyenda del R ey Rodrigo, figura
poco grata al pueblo español. Transcribimos a continuación algunos
trozos de esta escena:
LOCO.—
R E Y .—
LOCO.—
Que no hay que mentir
Dios bendijo las verdades
y yo las he de decir.
¿Sabéis que dice aquel viejo?
Que no osa daros consejo
para que bueno seáis;
que teme, si os enojáis,
le quitareis el pellejo.
¿Soy muy malo?
A s í . . . de porte
por lo que hacéis, lo saco
¿Sabéis que dicen en corte?
que sois tan grande bellaco
que no hay quien os soporte.
Diálogo entre el R ey y Florinda:
R E Y.—
¡Ay!, que es remedio imposible
— XVIII —
Y el mal que tengo insufrible
y he llegado a tanto extremo
que con tu hielo me quemo.
FLO R IN D A.—
R EY.—
Por cierto caso terrible;
¿que culpa tiene Florinda
de que sus hielos te abrasen?
Hacerte el cielo tan linda,'
darte esos ojos que hacen
que el mismo amor se te rinda;
darte una belleza tal,
que no se hallará igual
desde aqueste al otro polo;
envidiar tu rostro Apolo
y yo aclararte mi mal.
r
A l salir Florinda quedan los cortesanos con el rey, y se enta­
bla la siguiente conversación:
CRISANTO.—
R EY.—
CRISANTO.—
Adórasla con razón,
que por todo extremo bella.
Calva pintar la ocasión;
no dejes, señor, perdella.
¿Con qué traza?
Escucha, advierte:
Tu estrella, tu hado o tu suerte
te inclina solo a querer
a Florinda que es mujer
tú, Rey, la cosa más fuerte.
Ella te desdeña a tí,
como yo lo he visto aquí;
tú la adoras; pues, por fuerza
ve y has que su gusto tuerza.
Pues eres Rey, pese a mí,
— XIX —
en caso justo o injusto,
con razón o contra ley,
enderezando a su gusto,
puede hacer, señor, un Rey
que sea a todos muy justo.
Antecede a estas escenas hiladas en torno al amor, la cena en­
tre el rey y sus cortesanos, violenta en muchos aspectos y hecha pa­
ra agradar al grueso público. Las figuras pintadas innoblemente sin
excepción, están muy distantes de los tipos creados por los grandes
maestros del teatro español.
Sin desligarnos del mismo suceso, y ya en su desenlace, dos es­
cenas más adelante, podemos citar los sentidos versos del conde Don
Julián, al conocer la deshonra de su hija y las palabras de Crisanto,
haciendo referencia a las mujeres y al lance precipitado por la pa­
sión que inspiró Florinda al Rey.
CONDE.—
Este es el papel do viene
de mi deshonra el aviso,
por quien llorar me conviene,
y por quien llorarse tiene
lo que un rey mirar no quiso.
CRISAN TO.—
¡A h fortuna ingrata, fiera!
¡A h cielo cruel, tirano!
¡Oh campo español cristiano,
quien te vio y te considera!
¡Quien en la sangrienta guerra
pudiera volverte a ver!
¡Florinda, al fin mujer
destrucción de aquesta tierra!
Las demás escenas menos brillantes que las antes citadas, guar­
dan urna unidad de estilo intercalándose en ellas algunos versos muy
bellos como la descripción del paisaje en las cercanías de Cáceres.
— XX —
Es sin duda este trozo, puesto en boca de Leonato, el m ejor de toda
la obra.
LE O N A TO .—
Fresco río, alegre valle,
Criselio, ¿ no ves las muchas
arboledas que se ofrecen,
las montañas que parecen,
del agua el rumor no escuchas?
Por el ciprés empinado
que al cielo quiere llegar,
¿no ves la yedra trepar,
y el álamo plateado?
Mira la robusta encina,
el roble, el sauce, el nogal,
y entre el amargo jaral,
el jazmín, la clavelina.
En la segunda parte tenemos trozos llenos de espontaneidad y
frescura. Similar al consejo de alcaldes es la escena de la capilla don­
de unos aldeanos contemplando a la Virgen dicen:
TERESA.—
GIL.—
¡Qué linda es su jamestad!
¡Más relumbra que la prata!
¡ Qué lindo es el chicotillo!
¡ Pardiobre!, si lo sopiera
Teresa que le trogiera
al Chicote un cabritillo
i
b
te
I
Cabe hacer notar también, que la penúltima escena donde aparece Alfonso X I es algo artificiosa, resintiéndose el conjunto en favor de respetar la veracidad de la historia. A pesar de ello, es ésta
una de las mejores comedias virreinales. Las escenas violentamen­
te contrapuestas, no desmedran el estilo y prestan en cierto modo una
extraña vivacidad al conjunto.
Teresa Gisbert
Para la presente edición de la comedia de Ocaña, se ha adoptado
la copia de Villacampa, publicada en su libro la Virgen de la Hispanidad.
Para la m ejor comprensión de la obra se la ha dividido en escenas y se
le ha agregado la lista de personajes. Además, por no participar ningfin
personaje de la primera parte en la segunda y por existir una diferencia
de 700 años en la acción, hemos creído más procedente dividir la obra en
partes y no actos.
P A R T E
I.
C O M ED IA D E N U E ST R A SE Ñ O R A D E G U A D A L U P E
Y
SUS M ILAG ROS
Personas que hablan en la Prim era P arte:
San Gregorio, Papa
Sulpicio, criado
San Isidro
Rodrigo, Rey
Loco (Bufón)
Crisanto
Gaudencio
Paje 1?
Paje 2’
Plácido, viejo
Sacristán
GU
Ciego
Sordo
Julián, Conde
Criselio
Angelio
Leonato (canónigo)
Florinda
Vieja
Teresa
ESCENA I
La acción sucede en Roma en el siglo 79 de nuestra era.
(Aparece un ángel en lo alto del tablado con la espada desnuda. Sa­
le SAN GREGORIO, y, puesto de rodillas delante de una imagen de
NUESTRA SEÑORA, dice:)
SA N GREGORIO
Inmenso Dios, solo eterno,
cuya poderosa mano,
quieta el mar hinchado, insano,
y humilla el soberbio infierno.
Tú que sin principio fuiste
y causa de causas eres,
y siendo el mismo, si quieres,
desharás cuanto hiciste.
Si por mis graves errores
y por mis culpas castigas
a Roma; pues que te obligas
a morir por pecadores;
pecador soy y confieso
que he ofendido al que llevó
por mi una cruz y sufrió
en sus hombros tan gran peso.
Y pues no hallo disculpa
que dar ante tí, Señor,
y ser, por tí, tu pastor
es lo que a mi más me culpa,
a mi solo me castigue
tu ira, a mi me atormente,
no lo pague el inocente;
tu rigor, Dios, se mitigue.
25 —
F
r a y
D
ie g o
de
O
c a ñ a
Cuanto eres Dios de justicia
tanto eres Dios de clemencia;
cese tanta pestilencia
causada por mi malicia.
Bien conozco aquella espada
en roja sangre teñida,
y que tu mano ofendida
en Roma se muestra airada.
Azote tuyo enviado
contra los que te ofendieron;
y si mis pecados fueron,
yo conozco que he pecado.
Si como mal limosnero
he dado tan mala cuenta,
para escapar de tormenta,
Virgep, por padrino os quiero.
Nave fiel, santa, sincera,
en cuyo vientre benigno
navegando el Rey divino
aportó a nuestra ribera.
Vos que la leche le disteis,
Vos que al pecho le criastes,
Vos que como a hombre le amastes
y como a Dios le servistes;
Que amanse su brazo airado
le rogad, Señora, Vos;
que es propio oficio de Dios
perdonar cuando es rogado.
Y a veo amansar la ira
de la deidad increada;
ya limpia el ángel la espada,
ya la envaina y se retira
(Levántase)
De la raya del rigor
pasó la misericordia,
y en dulce paz y concordia
convierte Dios su furor.
— 26 —
Comedia de N a. Sa- de G uadalupe y sus M ilagros
Con eterno regocijo
se os den gracias Dios y Padre;
¿qué no pedirá la Madre
que no le' conceda el Hijo?
(Sale SULPICIO, criado del Pontífice).
SULPICIO
Trueque Vuestra Santidad
el disgusto en gran consuelo,
que ya del romano suelo
se apartó la enfermedad.
Y en lugar del triste llanto,
haga fiesta la memoria,
que ya el luto es dulce gloria
y vida el amargo llanto.
Y por el mundo se cuente
un caso, una maravilla,
tanto digna de escribirla
cuanto el milagro es patente.
Por la gran ciudad de Roma,
de Remo y Rómulo hija,
columna de la fe santa
y asiento de vuestra silla.
La que dio hijos a España,
la que a franceses castiga,
la que dio fin a Cartago
y al resto del mundo envidia.
Cuando sus nobles matronas
en lugar de sedas finas,
eran lutos sus brocados
y sus blancas tocas tinta.
Cuando todo era rigor,
todo pestilencia e ira,
todo entierros, todo muertes,
pesar en lugar de risa. . .
Aquí se escuchaban llantos,
acullá pena infinita;
lloraba la madre al hijo,
el hijo al padre suspira.
— 27 —
F ray
D iego
de
O caña
Cuando del amigo enfermo
el amigo sano huía;
negando su luz el sol,
la luna, la noche fría.
Tras de muchos estandartes,
religiones y reliquias,
en hombros de doce obispos,
dentro de unas andas ricas,
sacaron a la que fue
Madre, Virgen pura y limpia;
salmos el clero rezaba,
los músicos letanías,
y todo el pueblo a una voz
lágrimas al suelo envían.
Cubrían los cuerpos sayales
y las cabezas ceniza,
y del más hermoso rostro
eran cera sus mejillas.
En queste tiempo, cuando
aquí el enfermo gemía,
acullá a voces el otro
misericordia suplica:
¡Muéstranos ser medianera,
nuestra abogada María!
Por las calles do pasaba
era de la suerte misma
que de los rayos febeos
las tinieblas se desvían.
Y a se levanta el caído,
ya casi el muerto respira,
huye la peste, y al fin
todo es sanidad y vida.
Todos confiesan milagro,
todos milagro publican,
gracias al Inmenso cantan
y himnos a la Virgen pía.
— 28 —
C omedia de N a. Sa. de Guadalupe y sus M ilagros
GREGORIO
¿Qué pedido a Vos, Señor,
llega, que no le acojáis?
¿Qué aflicto no consoláis?
Mucho amais al pecador.
Mas, si por ellos bajastes
a sufrir muerte y afrenta,
y hecho hombre, a vuestra cuenta
la culpa dellos tomastes;
aunque indignos, con razón
los amais y los queréis,
pues os costaron, cual veis,
azotes, sangre y pasión.
Componer solo ahora resta
de vuestra Iglesia el estado;
no haya alguno condenado,
porque sabéis cuánto os cuesta.
(Sale SAN ISIDRO (Isidoro) hermano de SAN LEANDRO,
Arzobispo de Sevilla),
ISIDRO
Después de haber a Dios dado
gracias por tan alto bien,
y habérselas dado a quien
a su rigor ha amansado;
a Vuestra Santidad vengo
a darle la enhorabuena.
GREGORIO
Es tan buena, que ya pena
ninguna en el alma tengo.
Dice Dios, como se ve,
los que hambrientos estáis
venid a mi, no temáis,
yo soy quien os hartaré.
Estaba Roma hambrienta
por salud, pidió comida,
y dióles comida y vida
el que a todos nos sustenta.
— 29 —
F RA
D iego
de
O caña
ISIDRO
Tomaron por su padrino
a quien jamás negó cosa.
GREGORIO
Es lirio, azucena, es rosa,
y así fue el favor divino.
ISIDRO
Digno de eterna memoria
es el milagro de hoy.
GREGORIO
Y yo el que obligado soy
a escribir su dulce historia.
Y así, luego determino
escribir esta verdad.
ISIDRO
Si gusta tu Santidad,
quiero ponerme en camino.
GREGORIO
¿A dónde quieres partir
sin ayudarme a escribilla?
ISIDRO
A ver mi hermano en Sevilla,
con tu licencia he de ir.
GREGORIO
Mucho a Leandro quieres
y con razón, que es un hombre
meritísimo de nombre;
Vos la licencia teneis.
Y a el arzobispo sabe
en cuanto le estimo y quiero,
y que es a quien di primero
de mi secreto la llave.
Decí a Sevilla que estime
el varón que tiene, justo,
de Dios obediente al gusto,
el cual en su alma imprime.
Que es varón sabio y prudente,
discreto, amado de todos,
y en sangre noble de godos,
de la mejor, descendiente.
— 30 —
Comedia de N a. Sa- de Guadalupe y sus M ilagros
Y porque tenga mas cierta
prueba de aquesta verdad,
y que en su mucha amistad
siempre está la mía abierta,
y de los amigos tales
como en mí y él conocéis,
Isidro, le llevareis
los Comentarios Morales
que sobre Job escribí,
y otras reliquias famosas,
flores santas y olorosas,
porque se acuerde de mí.
Y en ley de más amistad
llevareis, Isidro amado,
al venerable Prelado
de aquella insigne ciudad,
la imagen bendita y santa
que tan gran milagro obró,
y en Roma hoy aplacó
la ira de Dios.
ISIDRO
Es tanta
Santísimo Padre, aquí
la merced que nos ofreces,
que a Sevilla la engrandeces
y me obligas más a mí.
Porque teniendo una joya
de tal estima y valor,
no habrá en Sevilla el temor
que otro tiempo cupo en Troya.
GREGORIO
Pues sobre aqueste castillo
estuvo el ángel que dio
temor a Roma, y mostró
ensangrentado cuchillo;
castillo do estuvo arcángel,
tú, Sulpicio, mandarás
que le llamen desde hoy más,
el castillo de Sant Angel.
— 31 —
F ray
D iego
ôf e
O caña
Y aunque sois Isidro vos
testigo fiel a la gente
deste milagro presente
que por su madre obró Dios;
quiero también referirlo
al Arzobispo en mis cartas,
y vamos, porque te partas,
a mi oratorio, a escribirlo.
ESCENA H
La acción sucede en Toledo a comienzos del 8? siglo.
(Sale el Rey DON RODRIGO, CRISANTO y GAUDENCIO, caballeros, un
LOCO y dos PAJES)
REY
No digas más, que has andado
gracioso.
LOCO
Por vida vuestra,
estoy muy aprovechado;
que el guardarropa me muestra
cuanto esta siesta he cantado.
¿Callaré?
REY
LOCO
CRISAN TO
Sí.
Pues, pardiós,
que estando a solas los dos,
me dijo hoy en el jardín
que, vos érades muy ruin
y éstos mayores que vos.
Con todo se ha de salir.
LOCO
¿Parécenos necedades?
RE Y
¡Pues a mí!
— 32 —
Comedia de N a. S a. de Guadalupe y sus M ilagros
LOCO
Que no hay mentir.
Dios bendijo las verdades
y yo las he de decir.
¿Sabéis qué dice aquel viejo?
Que no osa daros consejo
para que bueno seáis;
que teme, si os enojáis,
le quitaréis el pellejo.
REY
¿Soy muy malo?
LOCO
A s í . . . de porte
por lo que hacéis, lo saco.
¿Sabéis qué dicen en corte?
Que sois tan grande bellaco
que no hay quien os soporte.
G AU D EN CIO
CRISAN TO
Acaba.
Todo lo sabe.
LOCO
¿Tan presto queréis que acabe?
G AU D EN CIO
¡Si que es amigo de ley!
LOCO
Pues como a Florinda el Rey
la encierra y guarda con llave
de ley, dice.
G AU D EN CIO
Y de ley rara.
LOCO
Esperad, le daré un toque;
lunar con pelo en la cara,
malo érades para estoque,
porque la ley os faltara.
CRISAN TO
El tiene lengua resuelta.
G AU D EN CIO
Y con mil sales envuelta
REY
Calla, loco.
LOCO
Id poco a poco,
que si yo agora soy loco
vos sois estoque con vuelta.
— 33 —
F ray
D iego
de
O caña
CRISANTO
Basta, que no pierde punto.
REY
¡Hola!, dadme un jarro de agua.
LOCO
¿A vos? ¿Sabéis qué barrunto?
Que os arde mucho la fragua
con el calor que está junto.
REY
Un par de cajas sacad.
LOCO
Eso sí; mandad, mandad.
¡H ola! dos arcas traed.
Coma duro su merced,
pues dura su necedad.
(V an p or el agua y las cajas).
REY
Parece gue ando estos días
un poco laso y cansado.
GAUDENCIO
Flaco estáis.
REY
Son penas mías.
LOCO
¿No tenéis de estar chupado,
si andáis en garzonerías?
Pues podéis vivir en paz,
dejá el vendado rapaz
que ya la vendilla afloja;
guarda que al caer de Ja hoja,
os podéis ir en agraz.
CRISAN TO
Basta, que tenéis tutor.
LOCO
Ha menesterlo el galán.
(Entran con el agua, cajas y tenedores).
PAJE 1*
Veis aquí el agua, señor.
PAJE 2>
Y las cajas aquí están.
REY
Mostradme acá un tenedor.
(Toma el Rey una caja y come, y da otra a los caballeros).
REY
Tened.
-
34 —
C omedia de Na* Sa. de Guadalupe y sus M ilagros
G AU D EN CIO
Y a aquesta tenemos.
LOCO
Los tres aquí comeremos.
CRISAN TO
En todo se ha de extremar.
LOCO
Por loco pienso librar
siempre que diera en extremos.
(Sale un viejo guardarropa).
VIEJO
Eso sí, al dulce dadle
y quemen al guardarropa.
¡Hola!, todo el mundo calle.
¿Con ninguno el dicho topa?,
pues yo no nací en la calle.
¡Cómo está disimulado
el del sayo agironado!
¿Son sordos que no han oído?
REY
Plácido, seáis bien venido.
VIEJO
Después del dulce gastado.
REY
Amargo para vos es.
VIEJO
Verdad, cuando no lo tengo.
LOCO
¡Oh, señor! zorra en dos pies.
VIEJO
¡Para gracitas no vengo!
LOCO
Nunca y no.
VIEJO
Callemos, pues,
y denme algo de la caja.
LOCO
Pardiós, si no es una raja
de la madera que tiene,
nada de dentro os conviene.
VIEJO
Que, éste el dulce me baraja.
¡Ah, suerte! ¡Maldito seas!
LOCO
Buen viejo, no seáis prolijo.
VIEJO
¿Qué? ¿Ya empiezas, ya loqueas?
— 35 —
F ray
D iego
de
O caña
LOCO
¡Hola!, veis aquí el que os dijo
de recién.
VIEJO
¿Qué devaneas?
yo apostaré que este orate
a su salvo me combate,
y con su lengua enemiga
a que me de el Rey obliga
con un palo jaque y mate.
En sal, porque no se dañe
la tengas, al cielo ruego.
LOCO
Apartaos de él, no os engañe.
VIEJO
Tú eres inocente fuego.
LOCO
Debéis de andar porque os bañe
con esta agua.
(Dale con el jarro de agua).
VIEJO
Ta, ta, ta.
¡ Vive Dios!, que me ha bañado.
Desvergonzado se ha;
perdido mi honor está,
pues se me ha desvergonzado.
REY
Tomá, Plácido, comed;
callad si el loco os deshonra.
LOCO
¡Hola!, señor, su merced,
soy loco con mucha honra.
(Váse el loco).
VIEJO
Secándome estoy de sed.
REY
Dadle agua.
VIEJO
No la bebo.
que cada vez que la pruebo,
aunque esté más asentada,
como me duele la hijada,
un dolor de ella me llevo.
—
36
—
.C omedia de N a. SA- de Guadalupe y sus M ilagros
REY
Dadle vino, si del gusta.
VIEJO
¡ Viva un siglo tu grandeza 1
G AU D EN CIO
¡ No se ordenará una justa!
CRISAN TO
Siempre trata de braveza
una persona robusta.
G AU D EN CIO
No, por mi vida, mas siento,
siendo los dos instrumento
de las amorosas llamas,
que estén sin fiestas las damas
y la corte sin contento.
Y aunque Arsenia me maltrata,
a su sinrazón me rindo.
CRISAN TO
¿ Qué dice ?
G AU D EN CIO
Dice la ingrata :
como da Gaudencio en lindo
y a lo que es Marte no trata,
siento esta afrenta de modo,
que mi pensamiento todo
el vuelo abate y retira,
viendo que cuando me mira
con desdén, me da del codo.
Oigo que en otro corrillo,
cuando a la gineta subo,
dice un soez maltrapillo:
mil Martes la corte tuvo
un tiempo.
REY
G AU D EN CIO
Fue el del tomillo.
Y mirándome al desgaire,
casi haciendo donaire,
les dice a sus parcialeros:
estos no son caballeros
sino caballos de aire.
Y porque el vulgacho entienda
que a la juventud florida
de España no es bien se ofenda,
aunque se arriesgue la vida,
— 37 —
F ray
D iego
de
O caña
se suelte a Marte la rienda;
haya fiesta y torneos,
y sus locos devaneos,
cuando de esto más presuman,
los sepulten y consuman
nuestros honrosos trofeos.
CRISAN TO
Justo es, Gaudencio, se eviten
razones del vulgo tosco,
y si damas se permiten,
otras a quien yo conozco
lo contrario me repiten.
Díceme Aurelia: la fe
que en tí, Crisanto, hallé
y con que tu pecho armas,
no la defiendas con armas
sino con amor.
G AU D EN CIO
Y a sé
que es Aurelia el propio amor.
CRISAN TO
Quiso bien y corresponde
a esta obligación, señor.
PAJE
La hija, viene, del Conde.
REY
Mi gloria, dirás mejor.
(Entra FLORINDA sola)
REY
¡ Oh,
¡ Oh,
¡ Oh,
¡ Oh,
mi bien! ¡ Oh, mi regalo!
beldad que al cielo igualo!
más que humana criatura!
archivo de la hermosura!
VIEJO
No ha estado el requiebro malo.
FLO R IN D A
Suplico a tu majestad
no me trate de esta suerte,
ni manche mi honestidad.
REY
Florinda, amor me da muerte
disfrazado en tu beldad.
FLORIN DA
Si te da la muerte amor,
huye de él, y sólo mira
a que eres Rey, mi señor.
— 38 —
C o m e d ia
de
N a. Sa- de G uadalupe y sus M ilagros
REY
Si me alcanzó con su ira,
mal huiré de su rigor.
Si para causarme enojos,
me flecho desde esos ojos,
¿ qué remedio habrá que cuadre ?
FL O R IN D A
Mirando al Conde, mi padre,
desecharás los antojos.
REY
¡Ay!, que es remedio imposible,
y el mal que tengo insufrible,
y he llegado a tanto extremo
que con tu hielo me quemo.
FLO R IN D A
Por cierto, caso terrible;
¿qué culpa tiene Florinda
de que sus hielos te abrasen?
REY
¡Hacerte el cielo tan linda,
darte esos ojos que hacen
que el mismo amor se te rinda;
darte una belleza tal,
que no se hallará igual
desde aqueste al otro polo;
envidiar tu rostro Apolo
y yo aclararte mi mal;
dejarte tu padre donde
por mi daño te dejó!
FLO R IN D A
Eso en mi favor responde;
no tienes la culpa, no;
tiénela mi padre el Conde.
Dejóme a que tú me honrases,
(no para que me afrentases),
en servicio de la Reina.
¡ Advierte que canas peina!
REY
No más, ni adelante pases,
considera que es/amor
un basilisco, un gigante,
un ciego que causa horror,
quien trueca en hielo el calor
y en cera el firme diamante.
Quien hizo que adulterase
— 39 —
F ray
D iego
de
O ca ñ a
un David, e idolatrase
un Salomón, por su ruego;
quien hizo a Sansón ser ciego
y un templo desbaratase;
quien hace a Rodrigo ahora
que te quiera y que te ame,
que te suplique, señora,
que por tu causa derrame
lágrimas que de amor llora.
Acaba, dame esa mano,
mira que lo ruega un rey.
FLO R IN D A
Rey será, pero tirano,
aquel que no guarda ley.
CRISANTO
Excusarte será en vano;
dásela, Florinda, acaba.
REY
¡A h mujer, (que esto bastaba),
de jamás vista fiereza,
o disfrazada belleza
en piel de leona brava!
FLO R IN D A
¡Déjame; no seas molesto.!
VIEJO
Dirá nones hasta el fin.
CRISANTO
Echó a no querer el resto.
FLO R IN D A
Con tu licencia al jardín
quiero entrar.
REY
¿Amor, qué es esto,
que te vas, bella enemiga?
FLO R IN D A
Si no mandas otra cosa.
RE Y
¿Sin remediar mi fatiga?
¡A h mujer de quien se diga
que es hielo, fiera y hermosa!
Vuelve, cruel; pero no,
vete; más escucha un poco.
No vuelvas. ¡Pénelo yo!
(Entrase FLORINDA).
— 40
Comedia de N a . Sa. de G uadalupe y sus M ilagros
De amor la fuerza llegó
a punto que me veo loco.
¡Crisanto, muero por ella!
CRISAN TO
Adórasla con razón,
que es por todo extremo bella.
Calva pintan la ocasión;
no dejes, señor, perdella.
REY
¿Con qué traza?
CRISAN TO
Escucha, advierte.
Tu estrella, tu hado o suerte
te inclina sólo a querer
a Florinda que es mujer;
tú, Rey, la cosa más fuerte.
Ella te desdeña a tí,
como yo lo he visto aquí;
tú la adoras; pues, por fuerza
ve y haz que su gusto tuerza.
Pues eres Rey; ¡pese a mí!,
en caso justo o injusto,
con razón o contra ley,
enderezado a su gusto, x
puede hacer, señor, un Rey
que sea a todos muy justo.
A más, y eres Rey, en fin,
ella una mujer, y sin
remedio alguno te mata,
entra y goza de la ingrata,
pues sola está en el jardín.
G AU D EN CIO
Crisanto ha dicho muy bien,
Rey eres, y sólo quien
puede hacer ley y no hacerla.
O naciera menos bella,
o no mostrara desdén.
VIEJO
Gentil consejo. ¡ Por Dios
¡ Buena va la honra del Conde!
CRISAN TO
¿Tu Majestad que responde?
— 43 —
F ray
REY
D iego
de
O caña
Que lo que decís los dos
con mi gusto corresponde.
En el jardín quiero entrar,
do ha solas la he de hallar ;
quizá podré convencerla,
y allí acabaré con ella
lo que no pude acabar.
Y cuando mi gusto tuerza,
pues amor es quien me fuerza,
y hacerlo no importa nada,
si no quisiere rogada,
vendré a gozarla por fuerza.
VIEJO
¡ A honrado hecho se inclina 1
GAU D EN CIO
Señor, pues tan mal te paga,
a todo te determina.
REY
¡Amor, pues diste la llaga,
da, también la medicina!
(Entrase el R ey).
GAU D EN CIO
Determinóse a hacerlo.
CRISANTO
Grave caso es querer mucho.
GAU D EN CIO
¡ Preguntadlo a mi que lucho
con otro Luzbel tan bello!
CRISANTO
¡Si sabe la Reina aquesto!
GAU D EN CIO
Disimulará, que es sabia.
¡ Oh, desdén, que es mal de rabia!
¡Oh, amor torpe y deshonesto
que ni a los reyes perdona!
(Sale el loco).
LOCO
Harélo; ¿qué me detengo?
¿Sabes, Plácido, a que vengo?
a hacerte una mamola.
VIEJO
Líbreme Dios desde loco;
entrarme quiero en la sala.
— 44 —
C omedia de N a. S a. de Guadalupe y sus M ilagros
LOCO
jHola!, el de la martingala;
aguárdame, escucha un poco.
VIEJO
Espérete Belcebú,
que yo no quiero esperarte.
LOCO
¿Do está el Rey, Crisanto?
C R ISAN TO
En parte
do holgaras verte tú.
CRISAN TO
Merendando está.
LOCO
¿Gaudencio, en la huerta?
G AU D EN CIO
Sí.
Crisanto, vamos de aquí.
LOCO
También yo quiero ir allá.
ESCENA m
La acción en el interior de una iglesia al parecer de Sevilla. La misma época.
(Sale un sacristán y una mujer con unas candelillas).
SA C R ISTA N
La puerta de la capilla
quiero abrir, que es diligente
el capellán, y habrá gente
que quiera su mira oilla.
La lámpara está apagada,
¡ oh, pese a quien me parió!,
poco el aceite duró.
¡Buena vieja, madre honrada!
V IEJA
Juan de Almidón, ¿qué queréis?
SA C R ISTA N
Aquí, en la casa primera,
enciende un cabo de cera
y mirá, no lo apaguéis,
que quiero luego encender
— 45
F ray
D iego
de
O caña
la lámpara; daos prisa,
que es hora de oir misa.
(Va la vieja a encender).
Lechuza debió de ser
la que se sorbió el aceite,
pese a la nocturna ave,
¡tanto el aceite le sabe!
(Sale la vieja con la vela).
VIEJA
Miren aquí. ¡ Qué deleite!
SA C R ISTA N
¡ Daos prisa, acabá y a !
VIEJA
Veisla ahí, Juan de Almidón.
SACRISTAN
¡ Sabe que ha de haber sermón,
y el espacio que se da!
(Enciende la lámpara).
VIEJA
¡ Ojalá tuviera yo
tal presa en vender mi cera!
SA C R ISTA N
¡ Bueno está desta manera!
(Sale un ciudadano).
C IU D A D A N O
¿Hay misa?
SA C R ISTAN
Tan presto, no.
C IU D A D A N O
Pues haré oración ahora,
y después volveré a oilla.
VIEJA
Cómpreme una candelilla
que arda ante Nuestra Señora.
C IU D A D A N O
¿Cuánto por ella pedís?
VIEJA
Sólo, porque me estrenéis,
una blanca me daréis.
C IU D A D A N O
¿ Y esta?
VIEJA
Dos maravedís.
—
46
—
C omedia de N a. Sa- de Guadalupe y sus M ilagros
C IU D A D A N O
V IEJA
Pues dadme de aquestas, dos,
y tomad un cuarto.
¡ En buena hora!
C IU D A D A N O
Ardan ante Vos, Señora,
custodia santa de Dios.
(Enciéndelas y pénelas en el altar).
SA C R ISTA N
Den limosna para la obra
desta Santa Casa.
C IU D A D A N O
SA C R ISTA N
Toma.
j La Virgen lo pague!
(Entran GIL BRAGADO y TERESA DEL PERAL, villanos).
TE R E SA
Entrad, Gil Bragado, andad;
GIL
Vamos,
y una branca le ofrescamos.
T E R E SA
¡Que linda es su jamestad!
GIL
¡ Más relumbra que la prata!
T E R E SA
Semeja a guadamesil
la saya.
GIL
Tiene más de mil.
Gil, ¿no veis al niño? Catá.
¡Que lindo es el chicotillo!
¡ Pardiobre!, si lo sopiera
Teresa, que le trogiera
al chicote un cabritillo.
SA C R ISTA N
Den limosna para la obra,
desta Santa Casa.
T E R E SA
Tome, señor sacristán.
SA C R ISTA N
1
¡ Págueoslo el que es soberano!
V IEJA
Compradme vos cera, hermano,
— 47 —
F ray
D iego
de
O caña
GIL
En Dios, que ha dicho muy bien.
Por un maravedí, ¿cuánta?
VIEJA
Dadle acá y llevaréis dos.
GIL
Esta alumbre al Niño Dios,
y acotra a la Virgen Santa.
TE R E SA
Dadme acá para ofrecerle;
trocadme aqueste chaflón
y en el trueque haya cornado,
para ofrecer Gil Bragado
que dís que tién devoción.
(Enciéndelas, y pénense de rodillas ambos).
Para mi Maruca os pido
Virgen, y ofresco esta cera,
pues está ya casadera,
que le déis un buen marido.
GIL
Yo para mi hijo Diego
soprico a su jamestad
que le dé una habelidad,
tanta que venga a ser crego, (clérigo)
(Entran un ciego y un sordo).
SA C R ISTA N
Den limosna para la obra
desta Santa Casa.
CIEGO
¿Hacia donde está es altar?
SA C R ISTA N
A esta parte, buena gente.
SORDO
¡Si es el ciego, mi pariente!
CIEGO
¡Ah, señor!, deje de hablar
con aqueste.
SACRISTAN
¿Por qué hermano?
CIEGO
Porque es sordo.
SORDO
Y a lo entiendo;
limosna me está pidiendo.
— 48 —
Comedia de N a- Sa- de Guadalupe y sus M ilagros
CIEGO
Lléveme a mí por la mano
hasta donde está la Reina,
Virgen que causa consuelo,
la que parió al que en el cielo
junto con el Padre reina.
SA C R ISTA N
Ante su imagen estáis,
hincad la rodilla en tierra.
(Hincanse todos de rodillas).
CIEGO
Virgen santa, en quien se encierra
todo el bien que en Vos mostráis,
pues sois Vos la que paristes
al mismo Dios humanado,
y en vuestro vientre encerrado
nueve meses le trujistes;
pues en el templo le hallastes,
Virgen, cuando se perdió,
y después, cuando expiró,
puesto en la cruz lo mirastes;
y pues sois la que apartó
la pestilencia de Roma,
y la que a su cargo toma
rogar por el que pecó;
y la que en esta capilla
tantos enfermos sanando,
varios milagros obrando,
ha engrandecido a Sevilla;
un ciego y un sordo estamos
postrados, Reina, ante Vos,
para que alcancéis de Dios
lo que humildes suplicamos.
El pide se le conceda
por esa santidad tanta,
la gloria que el mundo os canta,
Virgen, escucharla pueda.
Y yo, a quien se negó
usar de la luz dichosa
—
de aquel que con cara hermosa
contino al mundo alumbró
os pido con la humildad
que en mi conocéis, Señora,
-
49 —
que mire este que os adora
vuestra no vista beldad.
Para lo que podéis, chica
es la merced qué os suplico,
en fe soy un pobre rico,
dadme Vos que sois tan rica.
(Suena música, y oye el sordo y ve el ciego).
SORDO
¡ Sagrada Virgen María,
obras son de vuestras manos!
¿No véis el milagro, hermanos,
que en mí obró la Virgen pía?
Ya oigo, ya entiendo, amigos;
su Majestad me sanó,
a voces pregone yo
la verdad, pues sois testigos.
CIEGO
Ya vuestra beldad contemplo,
ya en miraros me recreo,
Virgen, ya os miro, ya os veo,
de Dios casa y santo templo.
Milagro, a todos os ruego
que hoy al mundo publiquéis.
Ya estoy sano; ¿no lo véis?
Miradme, ya no estoy ciego.
GIL
¿Que ya véis?
Es cosa llana.
CIEGO
GIL
SORDO
¿ Y vos, oís?
Caso es cierto.
GIL
¡ Si duermo, o estoy despierto!
Teresa, ¿es ya de mañana?
T E R E SA
Sí; ¿no veis al sol ya salido
y que están sanos los dos ?
SACRISTAN
Hermanos, curólos Dios;
efectos suyos han sido.
GIL
Pues si Dios lo ha hecho, vamos,
díganlos que por el ruego
Comedia de Na- Sa- de Guadalupe y sus M ilagros
de su Madre sanó un ciego
y un sordo que aquí llevamos.
Sépase aquesta verdad
y publíquese en Sevilla.
SA C R ISTA N
Y el Arzobispo ha de oilla;
milagro, todos cantad.
Corre el sacristán una cortina, y éntrase diciendo:
¡Milagro! ¡Milagro!
ESCENA IV
(Entra TARIFE, capitán del rey moro, y el CONDE DON JULIAN, con la
carta de Florinda en la mano).
CON DE
Este es el papel de viene
de mi deshonra el aviso,
por quien llorar me conviene,
y por quien llorarse tiene
lo que un rey mirar no quiso.
Esta es la carta, Tarife,
que me ha obligado a que rife
con el rey Rodrigo godo,
y contra el mundo todo
cual león, la cola engrife.
Esto, sin tomar consejo
de nadie, será el espejo
donde me pienso mirar,
hasta venirme a vengar,
si el cielo me da aparejo.
Sola aquesta es por quien rabio
y la que obliga a mi labio
que te declare mi mal;
que es mancha en pecho leal
la deshonra de un agravio.
— 51 —
F ray
D
iego
de
O
c a ñ a
Por ésta te .envía a ti
Miramolín, y fía
del honor que cabe en mí,
que has de ver la sangre fría
del Rey que me ofendió así.
Esta publica el error
que me obliga a ser traidor;
ya leértela deseo,
que cuantas veces la leo,
tantas se aumenta el dolor.
Abre la carta, y leésela al moro; la cual dice así:
C A R T A
“ El gran deseo que me causa la ausencia de padre tan querido, y
con razón, por carecer de tu vista, juntamente con mi soledad, me ha­
cen escribir tan larga y enfadosa carta. Y avisando de una nueva, har­
to nueva para mí, aunque vieja en España. Entre muchas que hay
dignas de memoria en este palacio, sola una contaré por más notable
ni jamás acontecida a Rey. Y es que teniendo yo esta sortija que va
dentro de esta carta con esta esmeralda, sobre una mesa, suelta y des­
cuidada, joya de mí y de los míos tan estimada como es razón, cayó
sobre ella el estoque real, y desgraciadamente, la hizo pedazoá, par­
tiendo por medio la verde piedra, sin ser yo parte a remediarlo. Háme causado tanta confusión este desastre, que jamás podría mi len­
gua significarlo en el discurso de mi vida. Padre mío muy querido,
remedia mi mal, si ser pudiere, porque en España yo no siento quien
pueda remediarlo.
Mi madre queda no muy buena, y yo lo mismo. Dios sea en tu
guarda.— De Toledo a tres de diciembre de la era del César de 750
años. Tu hija.” (1 )
CON DE
(1)
Mira si con razón hago
guerra a un Rey que tan mal pago
le dio al vasallo más fiel.
Nerón seré, y tan cruel,
cuanto sangriento el estrago.
Esta fecha es un error del autor ya que Rodrigo reinó desde el 709 al 711.
— 52 —
C omedia de N a, Sa. de G uadalupe y sus M ilagros
Mira si es bien que derrame
lágrimas, y que le llame
injusto, aleve y sin ley.
¡Vengúese el Conde del Rey,
o el Rey al Conde no infame!
TA R IF E
Al que ha intentado tu afrenta,
Conde, por muerto, le cuenta.
Pues poner quiso el traidor
mancha en la sangre mejor
que el alto cielo sustenta.
Si por su apetito ciego,
Florinda, cual ves, forzada,
se inclinó a cumplir su ruego.
Verá su España asolada,
¡ Rayo soy, tema mi fuego!
No tiene lugar Castilla,
aldea, ciudad o villa,
fuerte muro, alcázar, torre,
que gran peligro no corre,
hasta la insigne Sevilla.
Cuanto el mar hético baña
y cuanto se llama España
hasta Asturias y Galicia,
han de pagar su malicia.
¡Tarife es quien te acompaña!
Tarife, que si naciera
otro su igual, asolara
el mundo y lo destruyera.
CONDE
Muza es aqueste, repara,
M UZA
¿Cómo estás desta manera?
¿Qué es esto, Tarife? Cuando
todo el campo entra marchando
por Málaga y Antequera,
sin dejar fuerte en frontera
que no lo vaya asolando.
— 53 —
F ray
D iego
de
O caña
Cuando está rompiendo el parche
el atambor, y yo solo
haciendo el escuadrón marche
antes que de luz Apolo
y el cielo este campo escarche.
Cuando flaqueando estás,
por dar fin a infames castas
de aquestas cristianas villas
entran moriscas cuadrillas,
¿en ocio tú el tiempo gastas?
Deja la conversación
del Conde, y la sinrazón
que el Rey Rodrigo le ha hecho;
y pues es en su provecho,
gocemos de la ocasión.
De la Andalucía está
sujeta la mayor parte.
Conde, la tuya se va;
si eres en esfuerzo Marte,
acortes el llanto ya.
Larga a la cólera rienda.
Si fueron yerros de amor,
en castigarlos se entienda.
¡ Guerra te llama, señor!
¡ A sola guerra se atienda!
si escuchas la escaramuza,
¿cómo no prestas las armas
donde el valor no se excusa?
Conde y Tarife: ¡ Armas! ¡ Armas!
(Suenan dentro guerras, y echan mano a las espadas y éntranse. — Sale
CRISANTO herido en el rostro, con la espada desnuda).
CRISAN TO
¡A h fortuna ingrata, fiera!
¡ Ah cielo cruel, tirano!
¡ Oh campo español cristiano,
quién te vio y te considera!
— 54 —
.
Comedia de N a. Sa. de Guadalupe y sus M ilagros
¡ Oh infelice Rey Rodrigo,
amoroso y desdichado,
esquivo te ha sido el hado;
huye, teme al enemigo!
¡Quién en la sangrienta guerra
pudiera volverte a ver!
¡A h Florinda, al fin mujer,
destrucción de aquesta tierra!
Consideraras, ingrata,
lo mucho que te amó el Rey;
amor le forzó y su ley,
que es la que a todos nos mata.
¡ Ah Conde, en nada leal!
¿Con qué pagarás tal daño?
Diste favor al extraño;
vendiste a tu natural.
Si fue manchado tu honor,
bien pudieras remediado;
no lo pagara el vasallo,
vengáraste en el señor.
Crisanto vuelve y pelea;'
mas, ¿do tengo el volver,
si es imposible el vencer,
y el huir, no es cosa fea?
Verdad clara; ¿dónde voy?
¿Cómo de la lid me alejo?
No me alejo ni al Rey dejo,
que cerca al morir estoy.
Mortales son mis heridas;
¡plugiera a Dios y coñ ellas
se repararan aquellas
que dan fin a tantas vidas!
(Recuéstase sobre la espada, y sale huyendo GATJDENCIO y el REY heridos
y con las espadas desnudas).
— 55
F
r a y
GAU D EN CIO
D iego
de
O caña
Huye, escápate, señor,
que tu gente va vencida,
y quiere librar la vida
el que muestra más valor.
De este monte la espesura
te tape; encúbrete en él;
mira que el moro es cruel
y será el huir cordura.
Holgara de acompañarte,
más son mis heridas tantas,
que ya mover más las plantas
no puedo. ¡ Habré de dejarte!
El Rey eres, y es mejor
que en un peligro tan bravo,
muera el vasallo o sea esclavo
porque se libre el señor.
CRISAN TO
¡ Socorredme, aquí, mi Dios,
que ya me falta el aliento l
REY
Lastimosas quejas siento;
amor, la culpa sois vos.
Crisanto es; ¡si está de muertel
¡ De muerte está! ¡ Oh buen Crisanto!
CRISANTO
¡Oh Rey, desdichado tanto
cuanto en armas bravo y fuerte!
¿ Cómo del moro el rigor
no huyes, por escaparte?
Contrario te ha sido Marte;
huye su ira, señor.
Advierte lo que te digo,
mira que es consejo sano
cuando el vencedor va ufano,
huir la cara al enemigo.
REY
Plugiera el cielo, Florinda,
nunca en el mundo nacieras,
— 56
Comedia de N a- Sa- de G uadalupe y sus M ilagros
y ya que naciste, fueras
más discreta y menos linda.
Fuiste una flor que al sentido
del Rey, dio gusto su olor;
más debajo desa flor,
veneno estaba escondido.
Pensé de tu flor dulzura
para mi gusto sacar;
saqué disgusto, pesar,
pena, muerte, desventura.
(Suenan dentro cajas, y dice el CONDE DON JULIAN:)
CON DE
¡A ellos, Tarife, a ellos,
que van de vencida todos;
muera el Rey, mueran los godos,
no escape ninguno de ellos!
T A R IF E
Hacia aquella parte están;
el matarlos no se excusa.
CON DE
¡A ellos, valiente Muza!
M U ZA
¡A ellos!, ¡Conde don Julián!
GAU D EN CIO
Perdidos somos, Rodrigo;
toda la morisma viene,
escápate, que conviene,
o entrégate al enemigo.
REY
Seguir quiero tu consejo.
¡ Encubridme monte, vos!
¡ Mi vida infinito Dios,
en vuestras manos la dejo!
(Entrase el REY, por el monte y salen los m oros).
TA R IFE
G AU DENCIO
CONDE
¡ Date cristiano!
Huyamos
Crisanto, por la espesura.
Serán vuestra sepultura
las hojas de aquestos ramos.
— 57 —
F ray
'Diego
de
O caña
ESCENA V
(Vánse huyendo los cristianos, y los moros tras ellos por el monte, y sale
ANGELIO con un cofre de reliquias).
ANG E LIO
Grata carga, dulce peso,
¿adonde huiré con vos?
que quien sigue al mismo Dios
con vos hará un grave exceso.
¿ En qué parte he de ocultaros ?
¿Adonde podré esconderos
que de los moriscos fieros
ninguno pueda encontraros ?
¡ A y !, que del amor que os tengo
en sumo grado, quisiera
no dejaros, si pudiera,
pero muy cansado vengo!
Vuestro peso no me pesa,
ni me cansa vuestra carga,
dulce es mucho, nada amarga,
más dame el moro gran priesa.
Sino os dejo entre estas plantas,
gran riesgo corréis los dos;
más, ¿ dónde iré yo sin vos,
bellas reliquias y santas?
En apartaros de mí,
se aparta quien me da vida;
sino os dejo, es conocida
la ofensa; quedaos aquí.
El corazón adivina
y teme no haya emboscadas,
santas reliquias sagradas
de Fulgencio y Florentina.
\
58 —
C omedia de N a - Sa. de G uadalupe y sus M ilagros
Más vale que aquestas breñas
os gocen, y las honréis,
y que cubiertas quedéis
entre dos tajadas peñas.
Visiteos el oso bravo
y el fiero tigre también;
quizás vendrá tiempo en quien
el que os sigue será esclavo.
Y por ser corto el de agora
os determino dejar
en este oculto lugar,
que teme la turba mora,
(Escóndelas dentro los árboles y vuelve a salir).
Angelio, ¿cómo es posible
que dejes quien tanto adoras?
Si amas mucho, poco lloras;
ausencia es dolor terrible.
Al fin, habré de dejaros,
más mi fe y palabra os doy,
si algún tiempo vivo soy,
que volveré a visitaros.
(Váse, y salen dos canónigos con la imagen de NUESTRA SEÑORA).
CRISELIO
Del sangriento y duro estrago
que por secretos divinos
han hecho los sarracinos,
mas que Cipión en Cartago.
Con más piedad que el troyano
Eneas, cuando libró
los penates, y sacó
en hombros su padre anciano.
En aquestos míos y estos
que también os han traído,
cuyos trabajos han sido
en vuestros servicios puestos.
/
— 59 —
F RA
D iego
de
O caña
Por aquestas altas sierras
y por estos montes varios,
huyendo de los contrarios,
pisando incógnitas tierras.
Virgen, os hemos librado
sin haber visto lugar
oportuno en que ocultar
la que a Dios nos dio humanado.
Desde la leal Sevilla,
do estaba aquesta beldad,
honrando aquella ciudad,
hasta León y Castilla,
no ha quedado oculta parte,
senda y lugar intrincado
que estos pies no hayan pisado;
pero todo es guerra y Marte.
LE O N A TO
Criselio, si habernos de ir
adelante, deja agora
el hablar con quien no ignora
lo que quieres pedir.
Y advierte que la has traído
en tus hombros grande trecho,
y aunque es de cristiano pecho,
el peso ha de haber sentido.
Descansá, dádmela a mí
y llevaréla otro rato.
CRISELIO
Aunque el peso es dulce y grato
has dicho bien; vesla ahí.
(Dale la imagen).
Temo, mi Virgen, no os halle
el enemigo escuadrón
que es cada cual un león.
LE O N A TO
Fresco río, alégre valle,
Criselio, ¿ no ves las muchas
— 60 —
Comedia de N a. Sa. de G uadalupe y sus M ilagros
arboledas que se ofrecen,
las montañas que parecen,
del agua el rumor no escuchas?
Por el ciprés empinado
que al cielo quiere llegar,
¿no ves la yedra trepar,
y el álamo plateado?
Mira la robusta encina,
el roble, el sauce, el nogal,
y entre el amargo jaral,
el jazmín, la clavellina.
Propio lugar y morada
más para hambrientos lobos
hacer ordinarios robos
que de pie humano pisada.
CRISELIO
Por cierto, caro Leonato,
su aspereza inaccesible
parece cosa increíble.
¡Que compostura, qué ornato!
¡ Qué verdes plantas floridas,
cuyas hojas en el viento,
tremolando aquel contento,
causan que causan las vidas!
¡ Madre de aquel Dios sin par,
cuyo secreto divino,
a este lugar peregrino
nos ha querido apartar!
Si en esta inculta espesura
conviene que Vos quedéis
y que aquestos montes déis
beldad con vuestra hermosura,
quedaos muy enhora buena,
que el monte se está riendo,
convidándome y diciendo
no lleve en dejaros pena.
— 63 —
F ray
D
i ego
de
O
c a ñ a
Mi Leonato, este lugar,
fresco, alegre y regalado,
me parece acomodado,
en que podemos dejar
este traslado divino
de aquel santo original,
por quien se reparó el mal
y el bien al hombre le vino.
LE O N A T O
Dices muy bien, mi Criselio
escondámosle entre tanto
que Tetis descoge el manto
y encubre sus rayos Delio.
En este lugar secreto
quedaréis, mi Virgen, Vos,
que la primer causa, Dios
hará aquí un divino efecto.
En aquesta cueva oculta,
fresco monte, sierras de oro,
el más supremo tesoro
hoy, del mundo se sepulta.
(M ete LEONATO la imagen en una cueva).
CRISELIO
Os queda excelsas montañas
encerrado el mayor bien
en vos, que se ha visto, y quien
tuvo a Dios en sus entrañas.
Queda la joya más bella
que jamás el mundo vio,
y el sol y cuanto crió
Dios, es sombra junto a ella.
Queda una piedra preciada
tan rica que es todo el cielo,
todo el mar y todo el suelo
en su comparación, nada.
(Sale el canónigo que llevó a esconder la imagen).
— 64 —
Comedia de N a. Sa- de G uadalupe y sus M ilagros
LE O N A T O
En el oculto lugar
ya nuestra imagen se esconde,
entre dos riscos, adonde
ninguno la podrá hallar.
CRISELIO
Dichosa y feliz montaña
que goza de tal tesoro.
LE O N A T O
Libre estará cuando el moro
sea señor de toda España.
Y pues del dorado coche
los caballos van mojando
sus crines, y está mostrando
el fresco la obscura noche;
vamos, Criselio, a la parte
do los cristianos están,
que quiere entrarse Titán
y nos amenaza Marte.
CRISELIO
Vamos, aunque apenas puedo
moverme de dónde estoy.
¡ Mi imagen, aunque me voy,
no me voy, que con Vos quedo!
LE O N A T O
No me voy, Virgen sagrada,
ni Vos tampoco os quedáis;
que si voy, conmigo vais
aunque quedáis ocultada.
FIN DE L A P RIM ERA P A R TE (1)
(1)
Concluida la mitad de la comedla, el texto original índica la (representación de
entremés, antes de dar comienzo a la parte segunda de la obra.
PARTE
IL
Personas que hablan en la Segunda P arte:
Gil, vaquero
Alcalde
Malceñido
Bras
Melenaque
Escribano
Maroto
Sacristán
Cura
Niño
Carino, pastor
Menandro, pastor
Alfonso XI, rey
General
Caballero
Rolando
Cautivo
Voz
Albohacen
Moro
Fraile
Cautivo
Sancha
Virgen María
ESCENA I
En un pueblo de Extremadura
(Salen BERTOLANO, ALCALDE y un vaquero GIL)
GIL
ALCALDE
Hinchado está de rencor.
¿Por eso aquíliotráis ?
¡Pardiobre, Gil, vos mostráis
que sodes muy mal pastor!
Un home asaz como vos,
tan perseñudo y mañero,
que ha veinte años que es vaquero
y aún más, juro al sol de Dios,
con una cuita tamaña,
que parece estar insano,
al alcalde Bertolano
viene. ¡Que donosa maña!
Si la vaca se perdió,
buscadla en malhora, Gil,
pues que non tenedes mil,
y non vos acuitéis, non.
Sois mi compadre, e quisiera
fuésedes rico, además,
más sois descuidado asaz,
no es esa buena manera.
Id al castillo de Halia
y sus montes rodeá,
y si es menester buscá
todo el confín de Vandalia.
Que tenéis ya Gil un hijo
y es menester trabajar,
— 69 —
F ray
D iego
de
O caña
para poderle endonar
cuando se case un cortijo.
GIL
De Halia el término en torno
y aun casi el de Talavera,
la montaña dentro y fuera,
sin dejar casa en contorno
he buscado, y ni pisada,
ni rostro, ni huella alguna
me ha mostrado la fortuna.
ALCALDE
Pues, volved otra vegada,
y si echando el agua abajo
no la pudisteis hallar,
agua arriba heis de buscar,
aunque os cueste algún trabajo.
GIL
Pues yo me encomiendo a Dios
y a su Santísima Madre,
y vo a buscarla, compadre.
ALCALDE
El vaya, buen Gil con vos.
(Váse Gil).
El consejo y escribén
vienen a consejear,
alcaldada pienso dar
si me contradice alguien,
que sea en Cáceres sonada
más que en París, ¡ voto a mil!
(Salen otro alcalde y BRAS MAROTO y MELENAQUE, regidores y escribano.
El alcalde, MALCEÑIDO se llama).
M ALC EÑ ID O
ALCALDE
BRAS
Acotro alcalde está aquí,
hágase una consejada.
¿Pues, a qué vino el consejo?
A tratar cosas en pro
de la villa.
—
70
—
Comedia de Na- Sa- de G uadalupe y sus M ilagros
M ALC EÑ ID O
Aun bien que só
además de alcalde, viejo.
Sentémonos y empezá
a relatar, escribén,
que soy muy home de bien,
más nada me reprochá,
que esto desde acotro día
algo sañudo con vos,
desde la fiesta de Dios.
M ALCEÑID O
Entonces razón pedía
el escribén, y no en valde;
dicen que sos mal sufrido.
A LC A L D E
Séalo o no, Malceñido,
yo empuño vara de alcalde
y se ha de hacer lo que mande;
y más que fue de mi voto
el regidor Bras Maroto.
M ALCEÑID O
M ELENAQUE
Yo soy alcalde más brando.
Lo pasado se ha pasado,
todos se pueden sentar
y habré el que haya de habrar.
Siéntanse todos en un banco, y dice el escribano
ESCRIBANO
Cosme Antón se ha querellado
del mastín de Pero Tieso,
que en la viña se le ha entrado
y de las uvas comió.
A LC A L D E
¿Quién será brando con eso?
Por vida de Maruquilla,
mi muchacha, ¡ que es gran mal!
ESCRIBANO
El daño es medio real.
A LC A LD E
Asenta, escribén: mandamos
que se lo pague, o sea preso,
— 71 —
F rA
D iego
de
O c a ñ a
y que ahorquen al sabueso,
y en esto lo sentenciamos.
Y más, mandamos aquí
que el can que se desmandare
y en alguna viña entrare
y hiciere daño allí,
que lo pague, y luego, a costa
del amo, el consejo beba.
MAROTO
Todo el consejo lo aprueba.
M E LE N A Q U E
Y aun la pena es harto angosta.
A LC A LD E
Con esto escarmentarán,
que andan todos desmandados.
M E LE N A Q U E
Vénzanlos a estar atados.
A LC A LD E
Quizás no los soltarán.
ESCRIBANO
También aquí ha querellado
Menga, la hija de Teresa,
de que pació en su dehesa
el puerco de Juan Machado,
con cuatro de su concuño;
y porque ayer les pidieron
las bellotas que comieron,
respondieron con gran zuño
diciendo que le harían
más mal del que ella pensaba,
y si en esto replicaba,
que las manos le pondrían
en donde no le da el sol.
ALC A LD E
¡Oh hideputa, villano!
M E LEN AQ U E
Pues la moza, Bertolano,
¡ pardiós!, chapoda una col,
que es una gloria mirarla.
— 72 —
C omedia
de
N a . Sa. de G uadalupe y sus M ilagros
A LC A LD E
Pues dé información al punto
y pagarlo han todo junto.
¡Lindo, atrás de contentarla,
la quieren aporrear;
no ha de pasar así, no;
sentencia daré aquí yo
que haga al mundo temblar!
M ALCEÑID O
¿Hay más?
ESCRIBANO
Benito Simón
tabernero.
M AR O TO
ESCRIBANO
¿El tabernero?
El propio.
Un buen compañero.
M AR O TO
ESCRIBANO
Presenta esta petición:
dice que el señor alcalde
Bertolano, le bajó
el vino, a precio que no
puede vender, que es de valde;
y pide al consejo todo
que le suban la postura.
ALCALDE
¡Pardiós, buena subidura!
M ALC E Ñ ID O
No ha de hacerse deste modo;
Bertolano, so mirar
si el precio está bajo y chico
que haya de alzarse.
ALCALDE
Replico
que no se tiene de alzar.
M ELENAQUE
¿Por qué?
ALCALDE
M ELENAQUE
Porque yo no quiero.
¡Oh, qué gentil triquitraque!
— 73 —
D iego
de
O caña
A LC A LD E
¿También sois vos, Melenaque,
amigo del tabernero?
M E LE N A Q U E
No hago por la amistad,
só que miro la razón.
M AROTO
Ha dicho bien; que es Simón
home de mucha verdad,
A LC A LD E
Mar oto, no os apuntéis.
M AROTO
No me apunto, Bertolano.
ALCALDE
Mira que alzaré la mano.
M ARO TO
Haré yo que la bajéis.
M ALCEÑIDO
Bueno está; acaba, Maroto,
y Bertolano también
dejémoslo al escribén
que sabrá dar un buen voto.
M ELENAQUE
Dejémoslo de consuno.
ALCALDE
¡Pardios, déjese por mí!
ESCRIBANO
Pues que se remite a mí,
en tiempo más oportuno
lo veré.
M ELENAQUE
Vedlo en buena hora,
y si fuere justo alzallo,
hazello, y sino dexallo,
que este Simón siempre llora.
ESCRIBANO
La villa se me ha quejado,
de que en la carnicería,
ni antier ni acotro día
metió carne el obligado.
M E LE N A Q U E
Es desorden insofrible
que mate sola una res
cuando son menester tres.
— 74 —
Comedia de Na- Sa. de Guadalupe y sus M ilagros
ALCALDE
Penadlo, y será posible
que se enmiende.
Bien decís.
ALCALDE
Mandamos que si no diere
carne al pueblo y no cumpliere,
pague diez maravedís,
en tres partes repartidos:
cámara, denunciador
y juez.
M ELENAQUE
¡Si que es dolor
ver los pobres afligidos!
Y con aquesto partamos
que tengo que chapodar
mi vihuela.
Apregonar
será bien de que nos vamos
ALCALDE
los alcaldes al trabajo,
que el que josticia quisiere,
si ^a.1 momento no viniere,
se quede para badajo.
Escribén, mándalo así.
ESCRIBANO
Harase, señor alcalde.
ALCALDE
No ha sido esta vez en balde
lo que se ha tratado aquí.
(Entranse).
ESCENA E
(Sale GIL fatigado, buscando su vaca).
GIL
Si suele el que por su gusto
atraviesa una ancha vega,
cuando a la posada llega,
llamar al camino injusto;
F ray
D iego
de
O caña
yo que por fragosas sierras
y caminos nunca usados,
llena el alma de ciudadanos,
piso no pisadas tierras;
¿qué disgusto, qué pesar
habrá que no me acompañe,
qué ladera no me dañe,
o que espacioso lugar ?
Pensé en aquesta espesura
que de mil flores se esmalta,
pues ninguna otra me falta
por buscar, tener ventura.
Y la vaquilla perdida
aquí hallarla pensé,
y así, todo lo busqué,
sin dejar parte escondida.
Y ni la vaca ni modo
en este áspero camino,
ni rastro de que aquí vino.
¡ Ay, sírvase Dios con todo!
¡ Sagrada Madre de Dios
a quien tengo por señora,
y a quien tanto el alma adora
que sois su conesuelo Vos!
Cuando a buscarla empecé,
bien sabéis, Virgen sincera,
que os puse por medianera
y que a Vos la encomendé.
Si me importara el no hallarla,
mejor es que no parezca:
más, sino, Virgen, merezca
por Vos, que pueda encontrarla.
Cansancio y sed me fatigan;
y me molesta el calor;
tres cosas que la menor
a tomar descanso obliga.
— 76 —
C omedia de N a. S a. de Guadalupe y sus M ilagros
Debajo aquel sauce umbroso,
a la vista alegre y grato,
quiero descansar un rato.
¡Válgame el cielo piadoso!
(Hace que ve a la vaca, al tiempo que se va a recostar).
¿No es mi vaca aquella? Sí;
élla es, y está acostada.
Miren do estaba ocultada.
¡Buscadla, Gil, por ahí!
Quiérola hacer levantar
a la vaca, a la perdida.
Muerta está; estando sin vida,
¿cómo se tiene de- alzar?
Al fin, no hay placer cumplido;
miren lo que he trabajado,
y en efecto, la he hallado
muerta en lugar escondido.
Sin lesión alguna está.
¿De qué pudo perecer?
¡ De Dios, que lo puede hacer,
son regalos que me da!
Si murió, ¿en qué estoy perplejo?
Pues el sol me da su luz,
haré en su pecho una cruz
y desnudalle el pellejo.
Que llevándole en la mano,
verán que la busqué ya,
y así no me reñirá
mi compadre Bertolano.
(Saca el cuchillo, y hócele una cruz en el pecho).
¡ Ruego a Dios, todo animal,
vaca, se resuelva en vos!
¿Qué es esto? ¡Válgame Dios!
¡ Cosa es más que natural!
—
77
F
ray
D
iego
de
O
c a ñ a
Levántase la vaca, y él, alborotado dice
Apenas en su ancho pecho
la santa cruz señalé,
cuando viva la miré.
¡ Misterio tiene este hecho!
Turbado está mi sentido,
mover las plantas no puedo.
¡ Favor, mi Dios, que este miedo
nace de lo sucedido!
(Suena música y aparece sobre un árbol la VIRGEN DE GUADALUPE),
M A R IA
GIL
M A R IA
¡Gil!
¿Qué es esto? ¿Quién me llama?
La Madre del Redentor.
Cobra aliento; ese temor
despide, y mira a esta rama.
Para testimonio y prueba
y que conozcas que soy,
la que te ha hablado hoy,
la Virgen, tu vaca lleva.
Con más gusto y alegría
que viniste volverás,
y siempre de ella tendrás
abundante granjeria.
No temas ni te alborotes:
de Cáceres ve a la villa
y cuenta esta maravilla
al clero y sus sacerdotes.
Y de mi parte les di
que me vengan a buscar
a este desierto lugar,
do vida a tu vaca di.
Y que en estas verdes yedras,
entre esta arboleda tanta
— 78 —
J. de Mesa.
T Gisfcerr
S7
C omedia de N a. Sa. de Guadalupe y sus M ilagros
cavando, mi imagen santa
hallarán entre unas piedras.
Y en hallándome la villa,
como en efecto ha de ser,
dirás que tienen de hacer
donde yo esté una capilla.
Que el tiempo ha de hacer su oficio
y vendrá otra edad dorada,
do en esta selva intrincada
se verá un gran edificio.
Y la opinión de mi nombre
por el mundo correrá,
y por mi recibirá
santos favores el hombre.
Ni temor tu ánimo ocupe
ni miedo en ser oído;
ve y dirás que mi apellido
ha de ser de Guadalupe.
( Suena la música y desaparece) .
GIL
Elevada la memoria,
suspenso el entendimiento,
he quedado, y sólo siento
gusto alegre y dulce gloria.
Madre de aquel cuyo amor
en vuestras entrañas mora,
¡tantas mercedes, Señora,
a un tan grande pecador!
¿Cómo, o porqué merecí
siendo un pobre ganadero,
fuese vuestro mensajero
y que viese lo que vi?
Mas, pues Vos me lo mandaste,
sin duda de ello gustáis;
tardos pies, ¿cómo no andáis?
¿Corazón, de qué os turbaste?
— 81 —
F ray
D iego
de
O caña
Llevareos, vaca, conmigo,
que, pues, habéis sido quien
fue instrumento de mi bien,
también seréis fiel testigo.
(V áse).
ESCENA m
En el pueblo.
(Entran BERTOLANO y MELENAQUE, Alcaldes).
ALCALDE
¿Qué finó de mi comadre,
Melenaque, el zagalejo?
M ELENAQUE
¡Pardiós, ya dejó el pellejo!
ALCALDE
Siéntolo como compadre.
Que era el muchacho sencillo
y gloria el ver cada día
como en la iglesia servía
al cura de monacillo.
M ELENAQUE
¡Qué bueno! Sabía de coro
toda la misa, y cantaba,
y al sacristán ayudaba
las pascuas, allá en el coro.
Y aún también os amenbráis vos
que cantaba las completas,
maitines y canzonetas
todas las noches de Dios;
y el día de Corpus Christe,
hacía una mojarrilla
con qué alegraba a Sevilla.
ALCALDE
¡Estará Sancha muy triste!
Y más por estar ausente
Gil, mi compadre, que fue
a buscar la vaca.
— 82
C omedia de N a. Sa. de Guadalupe y sus M ilagros
M ELENAQUE
A fe,
que lo ha sentido la gente,
porque es hombre de pro Gil,
sin doblez y placentero,
no villano ni grosero.
ALCALDE
Tién bondades más de mil.
No habrará una palabra
en mengua de honor ajeno;
homo es asaz todo bueno,
sus tierras cultiva y labra.
Un poquillo de ganado
apacienta en la dehesa,
oye misa, ayuna, reza
y es del pueblo todo amado.
(Entra el alcalde MALCEÑIDO).
M A LC E Ñ ID O
Melenaque y Bertolano,
¿en qué se entiende?
ALCALDE
En tratar
cómo Dios quiso finar
al hijo de Gil.
M ALC EÑ ID O
Es llano
que lo ha sentido la madre
tanto, que me da mancilla.
ALCALDE
La madre y toda la villa
y yo que soy su compadre.
¡ Pardiobre, que le he llorado
como a hijo, Malceñido!
Pues, Gila, ¿no lo ha sentido,
que lo llamaba su ahijado?
M ELENAQUE
¡ Dios se lo quiso llevar,
y quizá le está muy bien!
M A LC E Ñ ID O
El cura y el sacristán
lo quieren ya sepultar.
Vamos al compañamiento.
— 83
F ray
D iego
de
O caña
M ELENAQUE
Vamos los tres en buen hora.
M ALC EÑ ID O
¡Oh, cómo Sancha lo llora!
ALCALDE
Y yo, ¡joro a mí, lo siento!
ESCENA IV
(Sacan al muchacho amortajado, y SANCHA, puesta de rodillas junto a él,
le comienza a Uorar diciendo:)
SA N C H A
¿ Quién no gime y no lamenta,
mi hijo, viéndoos así?
La cuita que miro aquí,
¿ qué corazón no atormenta ?
¿ Dolor como aqueste igual,
por quien con razón me aflijo
habrá, viendo muerto a un hijo,
sin conocer de que mal?
Sin conoceros lesión
que vos pudiese dañar,
hijo, os vide finar;
¿qué más pena y compasión?
¿Quién os hizo daño? ¿Quién,
la muerte vos procuró?
¡ Si Dios fue, y de ello gustó,
guste yo de ello también!
Más, ¿qué dirá vuestro padre
cuando un hijo que tenía
halle menos? Aquel día,
¡ cuitada de vuestra madre!
(Entran los alcaldes y demás labradores).
ALCALDE
¡ Sancha, bien sabes vos
si haber muerto mi ahijado
me habrá en el alma pesado;
mas son cosas que hace Dios!
— 84
C omedia de N a. S a. de Guadalupe y sus M ilagros
Deja agora el lamentar
que llega ya el sacristán,
el cura y pueblo también,
que lo vienen a enterrar.
(Entran con sobrepellices y con candelas, diciendo:)
SA C R ISTA N
Gori, gori, gori, gori.
TODOS
Gori, gori, gori, gori.
ALCALDE
Non vos acuitedes tanto,
deja ya, Sancha, el llorar,
que después habrá lugar;
acabad, cortá el llanto.
SA C R ISTA N
Déjenos, señor Alcalde,
hacer nuestro oficio agora,
que Sancha con razón llora.
ALCALDE
¡N o se llorará de balde!
SA C R ISTA N
Gori, gori, gori, gori.
CURA
Gori, gori, gori, gori.
(Entra GIL el Vaquero).
GIL
Con voluntad nada escasa
Dios, gracias os debe dar,
pues he llegado a pisar
los umbrales de mi casa.
Y a vos, Señora, de quien
yo vengo a ser mensajero,
vuestra ayuda pido y quiero
para que anuncie tal bien.
Que si no soy socorrido
de esa poderosa mano,
mi venida será en vano,
quizá no seré creído.
Entrarme quiero allá dentro,
más, ¡valedme Vos, Señora,
gran pena en el alma mora
con cuerpos muertos encuentro.
— 85 —
F ray
D iego
de
O caña
A LC A LD E
Gil, es éste; ¡oh mi compadre,
a tiempo sodes venido,
que un hijo que habéis tenido,
lo lloraréis como padre!
SA N C H A
Llega, ayúdame a llorar
Gil, un dolor tan esquivo:
¡un hijo dejaste vivo,
ya lo vienen a enterrar!
Si vos la vaca no hallastes,
a él la muerte lo halló;
védeslo aquí, ya finó
el hijo que tanto amastes.
¡Acuitada de la madre
que lo parió y que lo ve
muerto, sin saber de qué!
ALCALDE
Abonda el llanto comadre;
a Gil, que es vuestro velado,
no lo queráis acuitar,
antes lo heis de consolar,
que vendrá el pobre cansado.
GIL
Regalos de vuestra mano
son estos que me enviáis,
mi Dios, y que os acordáis
de mí, es negocio llano.
Virgen, en el monte os vi,
hablásteme en él, y es cierto
que hallar a mi hijo muerto,
tiene gran misterio aquí.
Las lágrimas anjugad,
mi Sancha, olvida el disgusto,
que, pues Dios lo hizo, es justo
se cumpla su voluntad.
La que dio a la vaca vida
con su mano poderosa,
la dará a tu hijo, esposa,
si de ello fuere servida.
— 86 —
Comedia de N a- Sa- de G uadalupe y sus M ilagros
Pues nunca esperanza incierta
salió, puesta en ella, es cierto;
y quién ve a tu hijo muerto
también vio a la vaca muerta.
(Híncase de rodillas).
Bien sabéis, Virgen Señora
y Madre del Redentor,
que por vuestro embajador
llegué a Cáceres agora.
Y creo y tengo por cierto
que por misterio escondido,
para que yo sea creído
hallé aquí a mi hijo muerto.
Para que el caso siniestro
por vos, Virgen, reparado,
que soy vuestro fiel logrado
conozca este pueblo vuestro.
Y conozco ser verdad
que os escuché y me hablastes,
que os miré, y no me cegastes
aunque vi vuestra beldad.
Y en justo agradecimiento
de la merced recibida,
os juro, si le dáis vida,
cumplir vuestro mandamiento.
Y a vuestro culto y servicio
el muchacho dedicaros,
y, pues merecí escucharos,
merezca este beneficio.
(Levántase el muchacho, y caen todos por allí espantados).
NIÑO
SA C R ISTA N
¡ Padre!, ¡ padre!, ¡ madre mía!
Abrenuncio sataná,
¿qué es del hisopo, do está?
¡Agua en él! ¡Santa María!
— 87 —
F ray
D iego
de
O ca ñ a
Justo Juez, buen Pastor,
Santiago, San Vicente,
Santa Clara, San Llórente,
San Pedro, San Amador!
j Santa Inés, Santa Anastacia,
Santa Ursula y Rufina,
San José, Santa Marina,
me den su favor y gracia!
¡Jesús, mil veces Jesús!
M E LE N A Q U E
M ALCEÑID O
¡Muerto si!
¡Y o estoy morido!
A LC A L D E
Melenaque y Malceñido
hedle ( 1 ), si podéis, la cruz.
M E LE N A Q U E
Hédsela vos, Bertolano,
que estoy yo medio difunto.
ALCALDE
¿Qué le he de her, que barrunto
que ni tengo pie ni mano?
GIL
Gentes de Cáceres, buenas,
¿de qué teméis? ¿Qué es aquesto?
Qué os tiene en aqueste puesto
las almas de temor llenas?
¡ Ah, cristiano pueblo! ¿ En vos
cabe temor de mirar
este milagro que obrar
quiso por su Madre, Dios?
Volvé en vos para que os cuadre
lo que deciros pretendo:
del efecto de que estáis viendo,
la causa es Dios y su Madre.
NIÑO
(1)
Padre, lléveme al lugar
donde vio aquella Señora;
Hedle, hacedle. Esta contracción del verbo hacer, se repite en los versos siguientes.
— 88 —
C omedia de Na- Sa. de Guadalupe y sus M ilagros
que Dios“ por su ruego agora,
me quiso resucitar.
GIL
Sí haré, hijo querido;
tened por suceso cierto
que el vivir mi hijo muerto,
misterios altos han sido.
Para que crédito déis
a lo que deciros quiero,
a un tosco, zafio vaquero,
estad atentos y oiréis.
Virgen, para ser creído
y que yo no caiga en mengua,
aviva mi torpe lengua
y despierta mi sentido.
Sabed como es cosa cierta
que a buscar la vaca fui,
y que en el monte la hallé
entre sus árboles muerta.
La gran señal de la cruz
en su pecho señalando
apenas la hice, cuando
la Madre de aquel Jesús
que por salvarnos murió,
dándole a la vaca vida,
desde una rama florida
de esta suerte me habló:
“Dirás a la clerecía
de Cáceres, que al lugar
do estás, vengan a buscar
y hallarán la imagen mía” .
Vila, aunque indigno; habléla,
aunque no merecedor
de tan supremo favor;
no es fraude, engaño o cautela.
La verdad a todos cuento,
ningún recelo os ocupe:
—
89 —
F
ray
D
i e go
de
O
c a ñ a
junto al río Guadalupe
la hallaremos, no os miento.
Y este milagro que habéis
visto tan patente y llano,
obras son de su alta mano,
porque crédito me déis.
ALCALDE
GIL
NIÑO
SANCHA
CURA
¡Válgame nuestro Señor!
¿Que vos la vistes, Compadre?
Vila.
¡Ah, mi señora Madre 1,
¿no me abraza?
¡ Sí, mi amor!
Este milagro presento
que he visto, buen Gil, aquí,
la duda que cabe en mí,
la hace verdad patente;
y el crédito que tenemos
de vuestra gran sencillez,
nos dice que verdad es,
y así todos la creemos.
Partamos de aquí al momento
a buscar la imagen santa,
que al alma escucharlo espanta
y eleva el entendimiento.
ALCALDE
Todos hemos de ir allá,
y el escribén, porque dé
de lo que halláremos fe.
CURA
También el notario irá.
GIL
Y este muchacho también,
que, pues lo resucitó,
quiero a su Majestad yo
ofrecerlo luego.
SA C R ISTAN
Amén.
Es mi oficio responder
90 —
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C omedia de N a. Sa. de Guadalupe y sus M ilagros
amén, y respondo luego ;
que me vi a riesgo en que ruego
a Dios, no me vuelva a ver.
M ALC EÑ ID O
ALCALDE
¡ A lto!, azadones llevemos
y pico para cavar
la tierra.
No han de faltar.
CURA
Pues, ¿en qué nos detenemos?
Partamos de aquí.
GIL
Paitamos,
que yo espero en su clemencia,
no han de hacer resistencia
peñas, montes ni sus ramos.
ESCENA V
(Acción en el cam po).
(Salen MENANDRO y CARINO, pastores).
CARIN O
¿ Qué en efecto, Menandro, es acaso cierto
que el hijo de aquel Gil, vaquero humilde,
a la vida volvió después de muerto?
MENANDRO
Y es notoria verdad, Carino amado,
CARINO
¿ Y se dio de eso fe?
M ENANDRO
De lo primero,
que se hallarán presentes el Vicario,
regidores y alcaldes desta villa.
CARINO
¿ Y en el hablar la Virgen al vaquero
crédito se da?
M ENANDRO
Todo el que basta
pues han ido al lugar la clerecía,
el Consejo y los más ricos de Cáceres,
— 93 —
F ray
D iego
de
O caña
de Gil dice que vio la Virgen santa.
Si la hallan Carino, yo te juro
que de haber grandes fiestas, juegos, danzas,
solemnes procesiones, alegrías,
y que pienso dejar el campo en tanto
que aquesto que te digo durar vea;
que el ganadillo es poco, y ya bien sabe
el pasto, abrevadero; y si no, piérdase,
que más importa ver cosas tan altas.
CARINO
¿Cómo, si importa verlas? Y al momento
si gustáis, nos partimos a la parte
do dicen se ha de hallar joya tan rica ;
que las cabras bien trepan por las ramas
y saben desnudar un tronco de hojas.
M E N AN D R O
Partamos, mi Carino; que, pues todos
sus casas dejan, dejénse las chozas
y seamos testigos del suceso
más digno de memoria que en el mundo
se ha visto jamás ni se ha contado.
CARINO
¡Adiós, chozas!
¡Adiós, pobre ganado!
M E N AN D R O
ESCENA VI
(Entran todos los que van a buscar la imagen y SANCHA con su hijo)-
GIL
Este es el sitio y lugar
en quien la imagen se esconde;
aquí, cavando, es donde
sin duda la habéis de hallar.
Aquí es donde me habló,
aquí es donde la miré,
aquí la mi vaca hallé,
y aquí la resucitó.
— 94 —
Comedia de N a• SA- de Guadalupe y sus M ilagros
Los corazones fijad
sólo en Dios, pedirle todos
descubra sendas y modos
para hallar tanta beldad.
¡Virgen, si es que vos queréis
honrar aquesta espesura,
este risco y peña dura,
os pido que la ablandéis!
CURA
¡ Alto 1 Si es esta la peña
donde se tiene de hallar,
empezad luego a cavar,,
desmontad la inculta breña.
ALCALDE
¡ Eh, Dios, que he de ser primero!
Venid vos acá, azadón.
(Toman los azadones y empiezan a cavar).
CURA
¡Todos con gran devoción!
M ELANAQUE
Cueva es ésta. Entrarme quiero.
M ALCEÑID O
Melenaque ha descubierto
una cueva y dentro está.
ALCALDE
También quiero entrar allá
yo también, que no esto muerto.
(Entran los labradores y quédase él cura).
M ELENAQUE
¡ Aquí está la Virgen bella!
M ALCEÑID O
¡ Aquí está el santo tesoro!
A LC A LD E
¡ Más que perlas, plata y oro
relumbra; parece estrella!
M ALCEÑID O
¡N o semeja si no al sol!
este santo relicario!
ALCALDE
Entrá acá, Padre Vicario.
CURA
¡ Dichoso pueblo español!
— 95 —
;
F ray
D iego
de
O c a S a
ALCALDE
Que nos atrevemos
a ponerle en nuestras manos.
CURA
¡Venturosos aldeanos!
Entremos los dos.
Entremos.
SA C R ISTA N
GIL
Tengo tan llena el alma de contento
con la presente nueva, y alegría,
que quisiera hablar la lengua mía,
más no le da lugar el pensamiento.
De alegre confusión mi entendimiento
en éxtasis se ve; la fantasía
me representa al vivo aqueste día,
y al fin, no se que decir lo que acá siento.
Confuso, de mirar, suspenso, absorto,
mi humilde nacimiento y mi bajeza
y el presente suceso, estoy en calma.
Cuando dijera más, quedara corto;
Vos que habitáis junto a la suma Alteza,
Virgen, pues lo sabéis, decirlo al alma.
(Salen todos de la cueva, y el Vicario saca la imagen).
M ELENAQUE
¡ Qué linda es y qué hermosa!
y el chicotillo además,
Gil allega y la verás,
su cara más que la rosa.
GIL
Mi imagen es esta, cierto;
ésta es la que me habló,
y la que a mi hijo dio
la vida después de muerto.
La palabra que me distes
Virgen, bien la habéis cumplido:
altos misterios han sido;
pero Vos los descubristes.
Por tan grande beneficio
como fué el resucitar,
— 96 —
*-*
C omedia de N a. S a. de Guadalupe y sus M ilagros
este hijo ha de quedar
de hoy más en vuestro servicio.
Véislo aquí, luego lo ofrezco,
por Vos vive, vuestro es,
dadme a besar vuestros pies,
aunque tal bien no merezco.
CURA
Dichoso Gil, pues ha sido
descubridor de tal mina.
¡ Oh veta rica, divina,
del metal más escogido!
¡ Oh dichoso monte y sierra
que tal ventura alcanzaste,
y tú, cueva, que encerraste
el mayor bien de la tierra!
¡ Y yo mil veces dichoso,
pues firme atalante hecho,
sobre mis brazos y pecho
sustento este cielo hermoso!
ALCALDE
Y todos hemos tenido
ventura, y la confesamos,
pues fuimos los que hallamos
este tesoro escondido.
Y agora solo tratemos
dónde la hemos de llevar.
M A LC E Ñ ID O
En Cáceres podrá estar
y allí una iglesia le haremos,
muy grande con su capilla,
donde misas se dirán
y cada año se hará
fiesta a costa de la villa.
GIL
No apruebo ese parecer;
advertí que me mandó,
cuando la Virgen me habló,
que aquí se debía de hacer
—
97
—
Fu ay
D iego
de
O caña
en este mismo lugar,
donde la hemos hallado,
para su santo traslado
una capilla y altar.
No os apartéis de este intento.
Esto dije cuando vi
su rostro. Hacedlo así.
Cumpliréis su mandamiento.
CURA
Hágase lo que ha hablado
Gil, pues así lo ordenó
la Virgen cuando le habló
y le hizo su legado.
De esto gusta, y es muy justo
hacer cuanto Gil dijiere;
y el que lo contrario hiciere,
no será hacer su gusto.
Traigan a aqueste lugar
de Cáceres oficiales,
obreros y materiales,
para que el templo y el altar,
do ha de estar esta preciosa
imagen, se haga luego.
ALCALDE
Haráse al punto y un crego ( 1)
more aquí, Gil y su esposa,
entre tanto que volvemos
de Cáceres, y a la villa
se cuenta esta maravilla.
CU RA
ALCALDE
(1)
Dice bien.
Pues no tardemos.
Clérigo
— 98 —
C omedia de N a. Sa. de G uadalupe y sus M ilagros
ESCENA VH
La acción sucede en Sevilla hacia el año de 1340 O
(Sale el REY ALFONSO EL ONCENO y un GENERAL).
REY
Que Albohacem intenta darme guerra
y quiere apoderarse de mi España,
la suya deja, y viene a ver mi tierra,
y de ejército grueso se acompaña.
¡Vana imaginación su pecho encierra!
Arme su gente, pruébeme en campaña,
que Alfonso, soy de Asturias y Castilla
Rey poderoso, y de la gran Sevilla.
Y en ella está mi corte, y prevenido
tengo un fuerte escuadrón para la ofensa
de aquese infame rey moro, atrevido,
que de España señor se juzga y piensa.
Suene de Marte el belicoso ruido,
marche mi gente, salga a la defensa,
tiemple Belona esta airada mano,
y sepa Albohacem que soy cristiano.
G EN E R AL
Con tal ira y furor se precipita
contra tus gentes el contrario bando,
que de los griegos el rigor admito
cuando el troyano muro iba desolando.
Tu fuerte alcázar ha de ser mezquita
juran por su Mahoma y blasfemando
del supremo Señor de tierra y cielo,
entran talando ya tu andaluz suelo.1
(1 ) E l episodio de esta escena se reflete a la 1 atalla del Salado librada frente a
la plaza de Tarifa entre las tropas marroquíes de Abul Has&n y las de A lfonso X I de
Oastilla y A lfonso IV de Portugal, el afio 1340.
F ray
D iego
de
O caña
A fuego y sangre cantan venganza
de su difunto hijo Abomelico;
estriba en su valor y en la pujanza
de su grueso escuadrón, te certifico.
Blandea el menor de ellos fuerte lanza,
el moro es poderoso, airado, rico,
y el número de gente en tanta suma,
que mi lengua lo deja a sutil pluma.
Si no haces marchar la infantería
y que el paso lo impidan, ten por cierto
que has de verte en peligro, Rey, el día
que en tus tierras le den camino abierto.
Acompañe el consejo a la osadía;
en ambas cosas, Rey, eres experto;
y cuando fuera flaco el enemigo,
ha de temerse, advierte lo que digo.
REY
Apruebo tu consejo por muy sano
eres mi general, ordena y traza
lo que importare, fuerte Ledidano;
saca a mis gentes a campaña rasa.
Conózcante y conozca el africano
que miedo ni temor no me embaraza,
y que están dos Alfonsos en Sevilla,
uno de Portugal, yo de Castilla.
Reyes cristianos de invencibles nombres,
de sangre goda y de una igual grandeza,
y que mis españoles son más que hombres
robustos, temeraria su fiereza.
Y al fin conozca, porque más le asombres,
que tú conmigo vas, va tu destreza;
y si él se juzga y se confiesa Marte,
va, para vencer, Dios de mi parte.
(Entra un caballero con una carta).
CABALLERO
De la venturosa villa
de Cáceres, un correo
llegó agora.
— 100 —
C omedia de N a. S*- de G uadalupe y sus M ilagros
REY
Y a deseo
la nueva que trae oílla.
C A B A LL E R O
Dice que en una espesura
de Cáceres, apartada,
más para lobos morada
que para humana criatura,
buscando un pastor un día
una vaca que perdió
al verla, le apareció
la Virgen Santa María.
Y dijóle que cavando
en aquel mismo lugar,
la vendrían a hallar.
Apenas cavaron, cuando
el consejo y clerecía
hallaron la imagen santa
cuya hermosura es tanta,
que admira y causa alegría.
Hiciéronle allí una ermita,
y ha hecho milagros tales,
que son obras celestiales;
¡hasta muertos resucita!
G EN E R AL
Nueva alegre y venturosa;
que está España en conclusión
con la presente ocasión
afligida y temerosa.
(Lee el Rey la carta para sí).
REY
¡Oh nueva dichosa y santa!
Ha sentido el alma mía
con ella tanta alegría,
que no sabré decir cuanta.
Esta aparición extraña,
Virgen, me deja entender
que fue para socorrer
en sus trabajos a España.
— 101 —
F ray
D i e g o . de ' ' O c a S a
Yendo de mi parte Vos,
es justa razón advierta
la victoria ha de ser cierta,
que podéis mucho con Dios.
Si a mis afligidos ojos,
Reina, la quisiereis dar,
yo os prometo de enviar
la mitad de los despojos.
(Suenan a tambores dentro, y dicen todos: ¡arma!, ¡arma!).
Más, ¿qué alboroto es aqueste?
¡N o estoy de recelo ajeno!
¿Qué incita al arma? ¿Qué es esto?
(Sale ROLANDO, capitán, con la espada desnuda).
RO LAN D O
¿Qué haces, Alfonso Onceno?
¿Quieres que un reino te cueste?
¿Las tristes mortales quejas,
destrucciones, robos, vidas,
de tus ciudades perdidas,
no han llegado a tus orejas?
¿ Los dolorosos gemidos
de matronas deshonradas,
de doncellas afrentadas,
no han herido tus oídos?
El tropel, la confusión,
el alboroto, la grita
de armas, ¿al arma no incita
y mueve tu corazón?
Albohacem tus ciudades
destruye, tus campos tala,
a Atila en soberbia iguala
y es un Nerón en crueldades.
Si no sales a la Vega,
perdidos somos, te advierto.
Rey Alfonso, aquesto es cierto;
el contrario escuadrón llega.
— 102 —
Comedia de N a. S a. de G uadalupe y sus M ilagros
REY
Vuestro divino favor
importa agora me déis,
Virgen, que si vos queréis,
yo volveré vencedor.
Salgamos, general fuerte
a entender en lo que importa,
que el gran tiempo ser acorta
y nos da priesa la muerte.
Ningún temor nos ocupe,
vamos, y en fiero estrago,
digan todos: ¡ Santiago!
y ¡Virgen de Guadalupe!
ESCENA VIO
(Entran todos diciendo: ¡Santiago! y ¡Virgen de Guadalupe!, y sale un
cautivo con prisiones y un Cristo escondido).
C A U T IV O
Mazmorra triste y obscura,
cadenas duras, pesadas,
que estando a mis pies ligadas
aumentáis mi desventura.
Moro cruel, pues me pones
en el extremo del mal
en que estoy, viéndome tal,
¿no aliviarás las prisiones?
No, que eres tanto cruel
cuanto tu condición' fiera;
ya que no como, siquiera
diérasme agua, moro infiel.
A mitigar la sed pruebo,
llegando a estas piedras frías
mi lenguá, que ha ya seis días
que gota de agua no bebo.
Ya siento el alma inmortal
apartarse aqueste día
103
x
F ray
D i ego
de
O
caña
del cuerpo y su compañía.
¡Morir, cosa natural!
(Saca el Cristo).
Para la ocasión de ahora
os he tenido ocultado
siempre, mi Cristo, y guardado
en parte que el moro ignora.
Vos y vuestra Madre santa
la que dicen que se ha hallado
junto a Cáceres y a dado
muestras de grandeza tanta;
en el riesgo en que me veo,
me sorred hoy los dos.
¡ No os pido vida, mi Dios,
que es vano ya ese deseo!
Ni que el agua que me niega
el moro y su pertinacia
me déis, sino la de gracia
con que el Empíreo se riega.
Divina y preciosa llaga,
de quien abierta manó
agua y sangre redimió
al mundo, y se dio por paga.
4
Bien creo que si importara
a aquesta fuente de vida
reparar la mía perdida,
agua material manara.
Sólo manantial dichoso,
pues tengo por valedera
a la Virgen, pido agora
para el trance riguroso,
dejéis que mi boca llegue
a besar ese costado,
antes que aquel golpe airado
de la muerte, a ella me entregue.
(Llega a besar el costado, y sale agua).
— 104
¿¿ettefe
T Gî&b*»*
- 57
-'■ 1
Comedia de NA- S*- de Guadalupe y sus M ilagros
¡Piadosísimo Señor!
¿Tal bien, tal merced, tal gloria,
merece una vil escoria
de la tierra? ¡Oh, gran favor!
¡Oh don de grandeza tanta
el que agora recibí!
Conozco no fue por mí
sino por Vos, Virgen santa.
Vos fuistes mi intercesora,
para la muerte os llamé,
socorrísteme y cobré
por Vos la vida, Señora.
¡Quien sin temor y recelo
de ser cogido otra vez,
en vuestra casa los pies
pusiera, Reina del Cielo!
Y pues fuera tan dichoso
que de aquel vuestro traslado,
que Cáceres ha hallado
mirara el rostro hermoso;
bien sé que fuera posible,
si dello gustárades Vos,
que no hay cosa para Dios
ni para Vos imposible.
(Cáemele las prisiones, y ábrese la puerta).
¡Oh suceso milagroso!
¡D e Dios estas obras son!
¡ Dejado me ha la prisión,
abierto se ha el calabozo!
Salirme quiero de aquí.
Miedo, en gran riesgo me pones,
pues si me ven sin prisiones,
¿qué dirán, triste de mí?
En dos confusos recelos
el alma triste se ve;
— 107 —
F ray
D iego
de
O caña
decidme Vos, ¿qué haré
Reina de los sitos cielos?
¿Saldré de la prisión?
Oyese una voz que dice:
i Sal!
VOZ
C A U T IV O
¡Sal, escuché! ¡Oh voz dichosa,
aunque el alma temerosa
recela algún daño o mal!
¡Fuera temor! No me inquiete,
que Dios de mi parte es
y su Madre, ¿tardos pies,
que os detenéis? ¿Vóime?
¡Véte!
VOZ
C A U T IV O
¡Véte, escuché! No me ocupe
miedo en aquesta alegría;
mas, ¿dónde voy?, ¿quién me guía?
VOZ
¡L a Virgen de Guadalupe!
C A U T IV O
¡Virgen, si la guía sois Vos,
el vano temor se acorte,
que sois mi sur y mi norte
y va entre mis manos Dios.
ESCENA IX
(Entran dos moros, y dan voces de dentro los cristianos diciendo: ¡Santiago!
y ¡Virgen de Guadalupe!).
ALBOHACEM
Perra nación, vil canalla,
gente infame, ¿qué ocasión
sin herida ni lesión
os saca de la batalla?
¿Qué os incita a que huyáis,
qué os mueve a que desmayéis,
gente vencida teméis,
de desarmados tembláis ?
— 108 —
Comedia de N a. S a- de G uadalupe y sus M ilagros
Volvé, o por Mahoma os juro,
sá os ponéis más en huida
que he de ser yo el homicida
de vuestras vidas.
Seguro
MORO
que vuelva puedes estar.
Si al vano temor me entrego,
la causa es el estar ciego.
ALBOHACEM
¿De qué pudieste cegar?
(Aparece NUESTRA SEÑORA en lo alto, con una fuente de
arena en la mano).
¡Una mujer me cegó,
hermosa más que la luna,
la cual, sin defensa alguna,
polvo en los ojos me echó.
M ORO
No soy yo solo, que todos
tus moros ciegos están.
ALBOHACEM
¡Reniego de mi Alcorán!
¡Esa mujer traen los godos!
¿Dónde está? ¿Do la hallaré?
M ORO
Apenas la tierra pisa
ALBOHACEM
Dime el traje y la divisa,
que yo te la mataré.
(Arroja un puñado de arena y ciega al m oro).
¿Más, qué es esto? ¡Muerto soy!
¡Mahoma, de tí reniego!
¡Ayuda, Alá, que estoy ciego!
¡Ciego con arena estoy!
La mujer, sin duda, es esta.
Aquí está, quiero vengarme.
¡Otra vez volvió a cegarme!
¡Caro el mirarla me cuesta!
— 109 —
A -i
F
s a
y
D i
ego
d e
O
c a ñ a
(Don voces dentro, diciendo; ¡Victoria! ¡Victoria!)
¡ Victoria cantan! ¡ Ah, perros,
que así os dejastes vencer!
¡ Aunque ciego, he de volver
a morir entre sus hierros!
ESCENA XI
(Tom an a decir: ¡Victoria¡, y sale el Rey con unos soldados).
REY
Por la victoria presente
gracias a Dios se le den,
que apenas a Albohacem
vuelve el tercio de su gente.
Y a Vos, Santísima Madre
del Verbo Divino, esposa
del Espíritu, y dichosa
hija del Eterno Padre,
vos las doy, pues habéis sido
la parte eficaz y el todo
de que Alfonso, vuestro godo,
vencedor haya salido.
Porque con piadosos ojos,
intercedistéis con Dios,
quiero reparar con Vos
la mitad de los despojos.
Y cuando me desocupe
y tenga, Virgen, lugar,
os prometo visitar
la Casa de Guadalupe.
Milagro raro y sutil:
solos veinte míos han muerto,
y los contrarios son, cierto,
más de cuatrocientos mil.
110
Comedia de N a. Sa- de G uadalupe y sus M ilagros
Luego a la Virgen paguemos
de las dos partes, la una;
Vos la llevaréis, y ahora
nos ha descansar nos entremos.
E SC EN A X I
En Cáceres en la iglesia de Guadalupe.
( Salen MELENAQUE y MALCEÑIDO, el uno con un cirio y el otro
con un cántaro de leche).
M ELENAQUE
¿ Ese cirio le traéis
a la Virgen, Malceñido?
M A LC E Ñ ID O
Sí, que la cera he cogido
del colmenar.
M ELENAQUE
Bin hacéis,
que da esta Señora ciento
por uno que se le da;
y así el colmenar vendrá,
Malceñido, en más aumento.
Yo, para que me aproveche
el fruto que da el ganado,
traigo, de la que he sacado,
este cántaro de leche.
M A LC E Ñ ID O
Pues tocad la campanilla,
saldrá el Padre, y le daremos
esto que los dos traemos
a la Virgen sin mancilla.
(Tocan la campanilla y sale un fraile de San Jerónimo).
F R A IL E
M ELENAQUE
¡Deo gracias!
Salga acá, Padre.
— 111 —
F ray
D iego
de
O
c a ñ a
F R A IL E
¡Oh, mis hijos! ¿Qué queréis?
MELENAQUE
Venimos a ver, cual véis,
a la que de Dios es Madre,
y a ofrecer a su clemencia
aqueste don, aunque chico.
Las voluntades, suplico,
reciba su Reverencia.
FR A IL E
Ella lo recibirá,
y por aqueste buen celo,
que os dé asiento allá en el cielo
a su Hijo rogará.
M ELENAQUE
Pues, ábranos, y al momento
este cirio que le damos,
a la imagen lo encendemos;
por ese dará Ella ciento.
M A LC E Ñ ID O
De mis colmenas, Señora,
aquesta cera cogí;
alúmbreos y recibid
la voluntad que en mí mora.
(Entra el cautivo)•
C A U T IV O
¿Qué tierra es esta que piso?
¿Es monte, este que parece?
Lo que a la vista se ofrece,
más parece paraíso.
Gente es ésta. ¡ Ah, mis hermanos!
¿Dónde estoy, no me diréis?
FR A ILE
Por cierto, sí, y hallaréis
que estáis entre tres cristianos,
y ante aquesta Virgen bella,
por quien, a lo que imagino,
por jamás visto camino
habéis venido.
—
112 —
C omedia de N a. S a. de Guadalupe y sus M ilagros
C A U T IV O
mi
mi
mi
mi
¡ Oh mi estrella,
luz, mi norte, mi día,
bien, mi gloria, mi cielo,
regalo, mi consuelo,
agradable compañía!
¡La que de la prisión triste
que saliese me mandó,
la que la vida me dio,
la que de gloria me viste!
¡Y a ningún temor me ocupe,
sin duda alguna sois Vos
la Santa Madre de Dios
que llaman de Guadalupe!
FR A ILE
fElla es! ¡Su casa es esta!
¡ Alégrate!
C A U T IV O
¡Oh padre mío!
¡ Es tánto el contento mío,
que no acierto a dar respuesta!
Como el que de lid sangrienta
escapa, a mi me contemplo.
La ropa cuelgue del templo,
que saqué de la tormenta.
M ELENAQUE
¡Válgame Nuestra Señora!
¿Cautivo estábades?
C A U T IV O
Sí, amigos,
y los dos seréis testigos
del milagro.
M ALC E Ñ ID O
¡ En buena hora!
(Entra el general del Rey con loa despojos) .
G EN ERAL
Aquí es do tienen que estar
colgados ante sus ojos,
estos debidos despojos
para que adornen su altar.
— 113 —
FRAILE
i Deo gracias! caballeros.
¿Qué se busca?
GENERAL
Alfonso el Rey,
columna de nuestra ley,
nos hizo sus mensajeros.
Dice que para memoria
de la guerra que venció,
ponga estas banderas yo,
despojos de la victoria.
Lorigas, petos, celadas,
alfanjes, grebas, pendones,
estandartes, morriones,
preseas al fin ganadas
en la terrible contienda
que tuvo con Albohacem;
para que el favor y bien
que dio esta imagen se entienda.
FRAILE
Empresas, cierto, dichosas,
pues merecen adornar
su divino y santo altar,
con razón muy venturosas.
C AU TIV O
Y tú, Villa imperial
de Potosí, con razón
puedes en esta ocasión
juzgar tu ventura igual
a España, pues también tienes
el tesoro que ella alcanza;
de quien ten cierta esperanza
que te vendrán grandes bienes.
Y a tí nación extremeña,
mucho la Virgen te honró,
pues en tu tierra gustó
ocultarse entre una breña.
Eres nación noble, hidalga,
dos es justo honréis
C omedia de N a. S a. de Guadalupe y sus M ilagros
la Matrona que tenéis
para que en la muerte os valga.
Tened siempre en la memoria,
sin que otra cosa la ocupe,
la Virgen de Guadalupe.
Y aquí se acaba la historia.
F IN D E L A SE G U N D A P A R TE
I N D I C E
INTRODUCCION ........ .................. ..................................... ..............
Página XI
COMEDIA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
Y SUS MILAGROS
PARTE I .................................. ............................................................
Página 23
P A R T E U ........ .....................................................................................
Página 67
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