Mobilidad urbana

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LA MOVILIDAD URBANA1
Joaquín Segarra Idiazábal
La movilidad urbana es, a la vez, causa y efecto de las actividades humanas en las
ciudades. Desde un punto de vista técnico, es el desplazamiento de personas y vehículos
dentro de entornos urbanos; en su aspecto más general, significa la acción con la que las
personas se desplazan en las ciudades para realizar sus actividades y satisfacer sus
necesidades.
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La movilidad urbana busca:
Facilitar el desplazamiento y transporte de personas y objetos en las ciudades
Optimizar las condiciones de seguridad de circulación en las vías públicas para
proteger la vida de ciudadanos e integridad de propiedades en todo momento
Proveer las condiciones óptimas para la creación y operación de sistemas alternativos
y multimodales de transporte
Promover y proveer un entorno urbano armónico para que el ciudadano disfrute del
espacio público
Para que un sistema de movilidad urbana sea eficiente, las autoridades y técnicos
del Estado deben superar enfoques tradicionales sobre programas de movilidad, mientras
se generan, de manera coordinada y participativa, acciones pedagógicas informativas para
que los ciudadanos asuman su propia cuota de responsabilidad. No se trata de educar a la
gente, construir más vialidades o controlar y organizar la circulación de vehículos; se trata
de mejorar las condiciones de convivencia en el entorno urbano, bajo acuerdos de
regulación y autorregulación.
La movilidad urbana es causa y efecto de actividades humanas; su consecución
satisfactoria para todos depende de estrategias de información y formación de conciencia
ciudadana, de la plena participación social y de autoridades comprometidas con sus
comunidades.
Los sucesivos avances tecnológicos en el mundo del transporte, han permitido que
el hombre se desplace con mayor rapidez, frecuencia y a mayores distancias, pero
también estos avances han llevado a un incremento en los desplazamientos en masa y a
un cambio en el comportamiento humano, sobre todo a partir de la dispersión urbana, lo
que ha generado nuevos problemas.
La finalidad de una buena movilidad, especialmente la urbana, es la de generar
condiciones tales que representen una mejora constante en la calidad de vida. Generar
tales condiciones implica el plantear un nuevo concepto en el que se incluya la
sustentabilidad, es decir, el de la movilidad sustentable. Para entender estos conceptos,
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Documento elaborado a partir de investigaciones propias y de conceptos retomados de otros documentos y autores.
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es necesario establecer con claridad qué es la movilidad y cuáles son sus características
más importantes.
La Movilidad
La realización de múltiples actividades, los contactos entre personas, el acceso a bienes
culturales, de recreo, de consumo, la distribución de materias y productos de todo tipo, o
la recolección de desechos, en la mayoría de los casos, requiere el traslado de un lugar a
otro de personas o cosas. Es decir, requiere movilidad.
Tipos de movilidad
Cuando se trata de entornos urbanos, ciudades o áreas metropolitanas, los elementos que
condicionan de manera más estrecha la movilidad de las personas son:
• localización de la vivienda
• localización de las actividades económicas, educativas y lúdicas
• localización de equipamiento y servicios
• dotación de infraestructura de comunicación y transporte
El nivel y la intensidad de la interacción entre estos elementos fijos dependen de sus
características y de su contenido, es decir, de elementos como:
• la estructura de edades de la población
• la tasa de ocupación
• la tasa de escolarización
• las formas de producción
• los hábitos de compra, consumo y ocio, y
• las tasas de motorización
A partir de estas condicionantes, puede establecerse que la movilidad en un ámbito
urbano es de dos tipos: la movilidad obligada y la movilidad no obligada.
Por movilidad obligada se entienden todos aquellos desplazamientos de personas que,
sea cual sea su origen, tienen como destino el lugar de trabajo o de estudio y, al término
de las jornadas, de éstos al lugar de residencia (domicilio). Por movilidad no obligada, en
cambio, se entiende a los desplazamientos con finalidades diferentes a las de trabajo o
estudio (compras, servicios, ocio), y no necesariamente tienen una frecuencia y dirección
diaria fija.
MOVILIDAD SUSTENTABLE
Movilidad sustentable, por su parte, puede definirse como la puesta en marcha y
operación de un sistema de movilidad en el que el peatón, el transporte colectivo, la
infraestructura vial, el vehículo privado y el estacionamiento de vehículos forman un ente
integrado en el que se interrelacionan armónicamente unas partes con otras, alcanzando
un cambio modal en los desplazamientos. Para que sea realmente sustentable, deben
priorizarse el transporte colectivo y los modelos alternativos de transporte (bicicleta, moto,
vehículo compartido, caminata), dependiendo cada vez menos del transporte privado
(automóvil) individual.
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Para unos la "movilidad sostenible" consiste en que el desplazamiento de personas
y mercancías siga incrementándose indefinidamente aunque aprovechando lo mejor
posible los recursos energéticos y materiales requeridos y reduciendo sus impactos. Para
otros representa los límites aceptables y consensuados de nuestra movilidad individual en
beneficio de la colectiva y del ambiente.
En la actualidad, el término "movilidad sostenible" ha dejado de tener capacidad
explicativa de los propósitos de quien lo utiliza y se ha convertido en una frase de uso
indiscriminado que se utiliza para justificar o atacar acciones de “otros”, ocultando las
propuestas reales que justifica.
El punto de fricción más importante suele ser el papel reservado al automóvil en
dicha movilidad urbana. Para unos se trata simplemente de mantener, mejorar o extender
el uso del coche, modificando únicamente algunas de sus consecuencias ambientales a
través de mejoras tecnológicas o apelando a la educación y cultura cívica de los
ciudadanos para evitar el mal uso del vehículo. Pero para otros, lo importante es analizar y
establecer el papel asignado al automóvil en la ciudad.
Objetivo de la Movilidad Sustentable
La movilidad sustentable tiene como objetivo principal la reducción –y eventual
erradicación- de los actuales impactos social y ambiental negativos, buscando mejorar la
eficiencia en los desplazamientos (especialmente motorizados) que se realizan en las
ciudades. En el caso del transporte colectivo, específicamente, se busca:
• mejorar y coordinar las redes de transporte colectivo
• liberar espacio vial para uso de vehículos del transporte colectivo
• mejorar o crear estaciones y terminales del transporte colectivo (aumento de su
atractivo para el usuario)
• mejorar la imagen pública del transporte colectivo y de sus cualidades sociales y
ambientales
• reducir el consumo energético, las emisiones contaminantes, el ruido y los accidentes
viales producidos por vehículos del transporte colectivo
• crear condiciones favorables para el desarrollo e incremento de desplazamientos no
motorizados (a pie, en bicicleta) o en vehículos eléctricos
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Se pretende, con ello:
restringir drásticamente las emisiones provenientes de combustible fósiles
limitar el uso de suelo urbano y otros recursos a vehículos motorizados
(especialmente los de uso individual) en beneficio de la ciudadanía
mejorar la eficiencia energética
mejorar la calidad de vida en las áreas urbanas.
Lograr una movilidad sustentable implica, entre otras cosas, tener datos exactos o
de gran confiabilidad tanto de la oferta de infraestructura necesaria para la movilidad como
de la demanda real de dicha oferta en los ámbitos urbanos, pues su desequilibrio produce
los efectos negativos (concentración, embotellamientos, contaminación, falta de
estacionamiento adecuado) que se padecen hoy en la mayoría de las ciudades.
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El análisis de oferta requiere de realizar un inventario detallado de la infraestructura
vial existente (direcciones, carriles, estado físico, aforos, etc.), un inventario de puntos de
atracción (actividades secundarias y terciarias, equipamiento, industria, comercio, etc.), un
análisis de la señalización, tanto normativa como informativa y, finalmente, un inventario
completo de espacios de calle ocupados por vehículos estacionados (incluyendo zonas de
carga/descarga, cajones reservados y libres, así como estacionamientos privados y
públicos.
El análisis de demanda, por su parte, incluye: mediciones in situ de aforos y
conteos manuales y automáticos en lugares estratégicos, de personas y vehículos, con
datos de sentidos, porcentajes de ocupación (uso) de vehículos, cantidad de pasajeros por
viaje (y otros datos), ocupación de espacio en vías (banquetas y arroyos), y mediciones de
velocidades promedio2, contaminación acústica y del aire1, etc.; encuestas3 in situ y
domiciliarias a los diferentes tipos de usuarios de las vialidades (por edades, por
afinidades, por horario, peatones, ciclistas, automovilistas, taxistas, operadores de
autobuses, etc.). Estos datos proporcionan información sobre demandas de movilidad,
tanto desde el punto de vista cuantitativo, como cualitativo; completados con la encuesta
de movilidad obligada, permiten conocer la distribución modal.
Estrategias para la Movilidad Sustentable
• elaborar planes de desarrollo social y económico y de ordenación territorial en el
ámbito local, regional y nacional, con el objetivo de reducir la movilidad forzada y
posibilitar el desarrollo de alternativas al transporte por carretera o grandes avenidas
• coordinar la planificación y las inversiones en infraestructura y servicios para el
transporte (costos reales de infraestructura y ambientales) con las políticas y la toma
de decisiones en materia de inversiones, y en los costos e impuestos a cuenta del
usuario
• mejorar la competitividad de los sistemas de transporte respetuosos del ambiente
(trolebuses, tranvías y otros vehículos eléctricos, bicicletas, etc.) y la coordinación
multimodal de transporte
• desarrollar el transporte urbano dando prioridad al transporte colectivo y la
interconexión entre los distintos destinos de los desplazamientos
• mejorar permanente la eficiencia de vehículos y combustibles fósiles
• promover el uso más racional de los vehículos privados, cambiando normas y
hábitos de manejo
• restringir paulatinamente las facilidades, espacios y recursos que hoy se destinan a
los automóviles particulares de uso individual
Problemas ambientales y sociales que afronta la movilidad sostenible.
Sostenibilidad global:
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Las velocidades desarrolladas en las vías urbanas tienen una incidencia directa sobre los accidentes de tránsito urbano. Una
velocidad inadecuada no sólo aumenta el riesgo de accidentes sino que comporta una serie de efectos negativos sobre la calidad de
vida de los ciudadanos: a mayor velocidad, mayor consumo energético, y niveles más elevados de contaminación atmosférica
y acústica. Las mediciones de velocidad servirán para detectar en qué puntos de la ciudad se circula a velocidades inadecuadas, ya
sea por encima o por debajo del límite, además de conocer las consecuencias que puede generar este hecho y las soluciones que
pueden aplicarse.
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Con la información de las encuestas se elaboraran las matrices origen-destino que, aplicadas a zonas establecidas
previamente, permitirán definir los volúmenes de desplazamientos para cada uno de los modos de transporte.
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Limitación de las fuentes energéticas y agotamiento de los combustibles fósiles.
Escasez de diversos recursos necesarios para la fabricación y funcionamiento de los
vehículos o para la construcción, gestión y mantenimiento de sus infraestructuras.
Destrucción de la capa de ozono.
Cambio climático.
Disminución de la biodiversidad.
Lluvias ácidas.
Sostenibilidad local:
• Contaminación atmosférica.
• Ruido.
• Ocupación de suelos fértiles.
• Intrusión visual.
• Contaminación de suelos y aguas.
Aspectos sociales:
• Deterioro de la salud derivada de la contaminación y el ruido.
• Accidentes.
• Miedo, preocupación y estrés en el uso de las calles y carreteras.
• Deterioro de la salud como consecuencia de la sedentarización.
• Reducción y perturbación de la comunicación vecinal en el espacio público.
• Disminución de la autonomía de ciertos grupos sociales como niños, ancianos,
mujeres embarazadas y otros.
• Reducción de la autonomía de las personas con discapacidad.
Sobre todo a últimas fechas, se han evidenciado de manera inocultable los
problemas que el uso indiscriminado del automóvil particular genera: altos costos de
combustibles fósiles, inversiones públicas crecientes en vialidades para motorizados
desviando recursos de programas sociales, por ejemplo, contribución al cambio climático
(calentamiento global) y otras perturbaciones atmosféricas con la emisión de los gases de
combustión, y la aplicación de recursos y tecnología destinados a la producción de
alimentos para los llamados biocombustibles, en vez de para la gente.
El papel del automóvil no se reduce únicamente a la infraestructura o las reglas que
rigen el uso del espacio público, la circulación y el estacionamiento, sino que se
fundamenta en un conjunto de políticas de fondo (urbanísticas, educativas, sanitarias,
industriales, comerciales, etc.) que determinan el contexto y modo de de uso de cada
medio de transporte.
Las políticas urbanísticas o de localización de las diferentes actividades son, en
efecto, las que de un modo más directo determinan las necesidades de desplazamiento.
Un urbanismo que aleja los equipamientos, los empleos y los comercios de las viviendas
mina las posibilidades de que el transporte colectivo funcione correctamente y de que
puedan emplearse la marcha a pie y la bicicleta de un modo cómodo y atractivo. Pero si
equipamientos como las escuelas o los hospitales pierden proximidad a las viviendas, se
degradan, si el comercio de barrio pierde la batalla frente a las grandes superficies
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comerciales (pensadas para el coche), si la percepción de la seguridad en el espacio
público se diluye, etc., el automóvil se convierte en el necesario protagonista de la ciudad,
haciendo de la "movilidad sostenible" una utopía o motivo de discursos políticos vacíos.
Los elementos antes mencionados, agrupados con relación a la sostenibilidad local
o a los aspectos sociales, cuestionan también el uso urbano masivo del automóvil, pues
por su concepción, diseño y manera de uso se trata de un vehículo demasiado grande,
demasiado potente, demasiado pesado y demasiado veloz para la ciudad.
El automóvil está concebido para transportar cuatro o cinco personas y sus
equipajes a media y larga distancia, con velocidades de máxima eficiencia energética en
torno a los 85 ó 90 km/h, pero se emplea masivamente para desplazamientos muy cortos,
de una o dos personas sin equipaje y a velocidades muy poco eficientes desde el punto de
vista energético; si se añaden a la velocidad su tamaño y peso, el resultado es una
enorme capacidad de poner en peligro y perturbar al resto de las funciones y maneras de
usar las calles. No es de extrañar, entonces, que allí donde ha monopolizado el sistema de
transporte urbano ha hecho desaparecer la ciudad. La "ciudad" dependiente del automóvil,
como Los Ángeles o la ciudad de México, pierde buena parte de los rasgos de
comunicación, integración social y convivencia que designan el hecho urbano. La
masificación del automóvil no sólo deteriora los bienes colectivos, sino que acaba incluso
destruyendo las ventajas individuales que promete el vehículo.
El debate sobre movilidad urbana sostenible deriva entonces en un debate sobre el
automóvil; sobre su utilización privada y, por lo tanto, masiva; y sobre las alternativas
existentes a su generalización. A este último respecto conviene recordar que entre las
personas que trabajan en el campo del transporte urbano y entre las instituciones se está
consolidando la idea de que para evitar la dependencia del automóvil no basta con mejorar
el transporte público o facilitar el tránsito peatonal y de bicicletas. La oferta adecuada de
medios de transporte alternativos al automóvil es una condición necesaria pero no
suficiente para garantizar el éxito de las políticas de movilidad sostenible. Hace falta
además establecer mecanismos de disuasión y restricción activa del uso del vehículo
privado; instrumentos sin los que los demás medios alternativos no pueden desarrollar su
potencial.
Por eso, el papel asignado al automóvil en la ciudad es el fondo del problema. O se
modifica drásticamente ese papel reconociendo que debe dejar de ser protagonista de la
movilidad urbana, o se estará rehuyendo u ocultando la verdadera problemática en
beneficio de unos cuantos.
Conclusión
La movilidad sustentable es una manera de desplazarse, de viajar, que conlleva un
profundo respeto por todos los usuarios de las calles: residentes, peatones, ciclistas,
pasajeros del transporte público, conductores. Implica generar el mínimo costo energético,
contaminar lo menos posible, hacer menos ruido y dar preferencia al peatón como usuario
de las vialidades.
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Desarrollar esta movilidad respetuosa requiere que las opciones con mayor índice
de sustentabilidad tengan prioridad sobre aquellas más contaminantes y con un mayor
costo energético; exige, en esencia, planificar las ciudades para que proporcionen
atractivos, comodidad y seguridad en los movimientos de peatones, ciclistas y usuarios del
transporte colectivo antes que del transporte privado; exige también que las inversiones en
obra pública se canalicen fundamentalmente hacia la movilidad y el bienestar de los
ciudadanos, y no a facilitar los desplazamientos en automóvil.
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