Publicación trimestral de la Asociación Colombiana de Psiquiatría Director-Editor Carlos A. Palacio A. (Universidad de Antioquia) Fundada en 1964 www.psiquiatria.org.co © Copyright 2015 Asociación Colombiana de Psiquiatría La Revista Colombiana de Psiquiatría está indexada en: PsycINFO, SciELO, DOAJ, REDALYC, PSICODOC, Publindex (categoría A1), EBSCO, Banco Nacional de Datos en Salud y Ciencias Biomédicas, Periódica, Literatura Latinoamericana y del Caribe en Ciencias de la Salud (Lilacs), Latindex, Índice Mexicano de Revistas Biomédicas (Imbiomed) y Catálogo BIBLOS. Correspondencia: Cra. 18 No. 84-87, Of. 403 Bogotá, Colombia Tels.: (571) 2561148, 8016691; fax: 2563549 [email protected] Edición: Elsevier España, S.L.U. Av. Josep Tarradellas, 20-30 08029 Barcelona (España) Zurbano, 76 28010 Madrid (España) Miembro de la Asociación de Prensa Profesional. Sección Ciencias de la Salud Reservados todos los derechos. 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Corpas) Franklin Escobar Córdoba (Universidad Nacional) Carlos Filizzola Donado (Universidad Javeriana) Marco Fierro Urresta (Universidad del Rosario) Álvaro Franco Zuluaga (Universidad del Bosque) Jenny García Valencia (Universidad de Antioquia) José Antonio Garciandía Imaz (Universidad Javeriana) Luis Eduardo Jaramillo González (Universidad Nacional) Diana Matallana Eslava (Universidad Javeriana) Alexánder Pinzón Amado (Universidad Industrial de Santander) Hernán Rincón Hoyos (CES) Juan Carlos Rivas (Universidad del Valle) Germán Rueda Jaimes (Universidad Autónoma de Bucaramanga) Ricardo Sánchez Pedraza (Universidad Nacional) César Sánchez Vergara (Universidad de Cartagena) Miguel Uribe Restrepo (Universidad Javeriana) Comité Científico Internacional Sergio Aguilar-Gaxiola (Estados Unidos) Renato Alarcón (Estados Unidos) Victoria Arango (Estados Unidos) Shrikant Bangdiwala (Estados Unidos) Germán Berríos (Reino Unido) Javier I. Escobar (Estados Unidos) José de León (Estados Unidos) Paola Leone Campo (España) Fernando Lolas (Chile) Manuel Martín (España) Juan Mezzich (Estados Unidos) Ricardo Millán-González (Costa Rica) Robert Schwartz (Estados Unidos) Mauricio Sierra-Siegerd (Reino Unido) Sergio Strejilevich (Argentina) Rebecca Syed (Reino Unido) Marta Torrens (España) Mark Underwood (Estados Unidos) Benjamín Vicente (Chile) Eduard Vieta (España) Milton Wainberg (Estados Unidos) Junta Directiva de la Asociación Colombiana de Psiquiatría 2014-2015 Presidente: Iván A. Jiménez R. Vicepresidente: Hernán G. Rincón H. Tesorero: Carlos A. Filizzola D. Secretario: Juán D. Ávila C. Vocales: Pedro Gómez M., Juan A. Isaac L., German E. Rueda J., Rodrigo N. Córdoba R., German R. Casas N., Dora Luz González J. Representante de programas de postgrados de psiquiatría: Carlos A. López J. Representante nacional de residentes: Carlos A. Cassiani M. Revisor fiscal: Henry Eduardo Ortega Reyes Suplente del revisor fiscal: Ricardo Machado Viasús Directores anteriores Ricardo Azuero (1964-1965) Humberto Rosselli (1966-1970; 1971-1979) Alejandro Pinto (1970-1971) Rafael Salamanca (1979-1983) Roberto Chaskel (1983-1994) Carlos Arteaga (1994-2002) Carlos Gómez-Restrepo (2003-2012) www.elsevier.es/rcp Nuestra portada Bronx District, Bogotá John Dew Técnica: Aquarela with indian ink. Dimensions: 32 x 25 centimetres. Lugar: Bronx District, Bogotá John Dew began printmaking at the Ruskin School of Drawing in Oxford where he won first prize for printmaking in 1973, the same year he joined the Diplomatic Service becoming British Ambassador to Cuba and then to Colombia. He exhibited at the annual Taller Experimental exhibition in Havana in 2007, and had a one man show at the Galeria Sextante in Bogota in 2011, also exhibiting there in group shows. He made a series of lithographs and etchings at the Taller Experimental de la Grafica in Havana (Cuba) from 2007-8, and at the Taller Arte Dos in Bogota (Colombia) from 2009–12. His drawings have been used for book covers by the Spanish language academic publisher Editorial StockCero. He now lives and works in Oxford. www.elsevier.es/rcp Revista Colombiana de Psiquiatría • Volumen 44 • Número 1 • 2015 CONTENIDO Editorial Investigación en Salud Mental: Un compromiso de todos Carlos López Jaramillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Artículos originales Función y conducta ejecutiva en universitarios consumidores de alcohol Dii Dayana Salcedo Palacios, Yeimy Johanna Ramírez Nova y María Rocío Acosta Barreto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Valoración de prosodia espontánea afectiva y análisis de discurso en pacientes con esquizofrenia y demencia frontotemporal (DFT) variante lingüística Angela Martínez, Carlos Alberto Felizzola Donado y Diana Lucía Matallana Eslava . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Validación de la escala para cribar alteración cognitiva en psiquiatría (SCIP–S) en pacientes con trastorno bipolar Oscar Mauricio Castaño Ramírez, Yeferson André Martínez Ramírez, Felipe Marulanda Mejía, Ricardo Díaz Cabezas, Lenis Alexandra Valderrama Sánchez, Vilma Varela Cifuentes y Daniel Camilo Aguirre Acevedo . . . . . . . . . . . . . . . 20 Asociación entre desigualdad y tasa de suicidio en Colombia (1994-2013) Adalberto Campo-Arias y Edwin Herazo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 Artículos de revisión Alteraciones electrocardiográficas en anorexia nervosa: revisión crítica de la literatura Cristian Vargas Upegui y Juliana Gómez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 Trauma histórico. Revisión sistemática de un abordaje diferente al conflicto armado Juan Pablo Borda Bohigas, Juan O. Carrillo, Daniel F. Garzón, María P. Ramírez y Nicolás Rodríguez . . . . . . . . . . . . . 41 El síndrome 22q11.2D S como un subtipo genético de esquizofrenia Cindy Katherin Huertas-Rodríguez, César Payán-Gómez y Ruth Maribel Forero-Castro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 Reporte de caso Síndrome de Ekbom: a propósito de un caso Harold Munoz y Liliana Bayona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 Epistemología, filosofía de la mente y bioética ¿Los trastornos mentales son clases naturales? Daian Tatiana Flórez Quintero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66 Artículo disponible on-line Mental Health Research: A commitment from everyone Carlos López Jaramillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Material adicional disponible on-line. e1 www.elsevier.es/rcp Revista Colombiana de Psiquiatría • Volume 44 • Issue 1 • 2015 CONTENTS Editorial Mental Health Research: A commitment from everyone Carlos López Jaramillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Original Articles Executive function and behavior in university drinkers Dii Dayana Salcedo Palacios, Yeimy Johanna Ramírez Nova and María Rocío Acosta Barreto . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Spontaneous speech prosody and discourse analysis in schizophrenia and Fronto Temporal Dementia (FTD) patients Angela Martínez, Carlos Alberto Felizzola Donado and Diana Lucía Matallana Eslava . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Validation of the Cognitive Impairment in Psychiatry (SCIP-S) Screen Scale in Patients with Bipolar Disorder I Oscar Mauricio Castaño Ramírez, Yeferson André Martínez Ramírez, Felipe Marulanda Mejía, Ricardo Díaz Cabezas, Lenis Alexandra Valderrama Sánchez, Vilma Varela Cifuentes and Daniel Camilo Aguirre Acevedo . . . . . . . . . . . . . 20 Association between inequality and suicide rate in Colombia (1994-2013) Adalberto Campo-Arias and Edwin Herazo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 Review/Udating Article Electrocardiographic abnormalities in anorexia nervosa: a critical review of the literature Cristian Vargas Upegui and Juliana Gómez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 Historical trauma. Systematic review of a different approach to armed conflict Juan Pablo Borda Bohigas, Juan O. Carrillo, Daniel F. Garzón, María P. Ramírez and Nicolás Rodríguez . . . . . . . . . . . 41 22q11.2 DS Syndrome as a Genetic Subtype of Schizophrenia Cindy Katherin Huertas-Rodríguez, César Payán-Gómez and Ruth Maribel Forero-Castro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 Case Report Ekbom syndrome: apropos of a case Harold Munoz and Liliana Bayona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 Epistemology, Philosophy of Mind and Bioethics Are Mental Disorders Natural Kinds? Daian Tatiana Flórez Quintero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66 Article available on-line Mental Health Research: A commitment from everyone Carlos López Jaramillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Additional material available on-line. e1 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):1–2 www.elsevier.es/rcp Editorial Investigación en Salud Mental: Un compromiso de todos Mental Health Research: A commitment from everyone Carlos López Jaramillo Profesor Titular de Psiquiatría, Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia, Coordinador Grupo de Investigación en Psiquiatría El panorama actual de la investigación en salud en Colombia, y en especial en el campo de la salud mental, es aún bastante desesperanzador. Los problemas tanto globales como locales que afectan la salud mental de los colombianos están lejos de ser una prioridad para los distintos organismos públicos y privados financiadores de la investigación. Es una situación preocupante. A pesar de que la evidencia es contundente en demostrar la alta prevalencia de los trastornos mentales en la población mundial y el alto costo a la sociedad que generan su detección tardía y su tratamiento inadecuado 1 , la investigación de estas patologías no es una prioridad en nuestra sociedad 2 . En Colombia, las condiciones adicionales relacionadas con los altos niveles de violencia de las últimas décadas nos plantean retos diferentes y casi únicos a todos los profesionales que nos dedicamos al manejo de los problemas mentales. Del mismo modo, el manejo del futuro post-conflicto en Colombia estará indudablemente lleno de incertidumbres, pero también de oportunidades, relacionadas con la salud mental de los implicados. Indudablemente, la investigación es el camino para llegar a soluciones y estrategias eficaces que nos permitan incrementar la calidad de vida de la población por medio de la prevención y el tratamiento de la enfermedad mental. Sin embargo, Colombia adolece de un desequilibrio alarmante entre estas necesidades actuales y la inversión en investigación en el área de la salud mental. En el 2014, la inversión para toda la investigación en el país fue el 0.19% del Producto Interno Bruto, estando a una distancia enorme de todos los países desarrollados y de muchos de los países de la región que no comparten ni de cerca la exposición crónica y permanente a niveles de conflicto y desigualdad de nuestro país 3 . Los esfuerzos de algunos sectores públicos y privados —entre ellos Colciencias y algunas universidades— para fortalecer el apoyo a la investigación en salud mental no han sido ni constantes ni de una dimensión significativa; por el contrario, parece que se han reducido. Esta disminución de apoyo y la anunciada dependencia de las regalías auguran un panorama poco promisorio, dependiente de las fluctuaciones del mercado y de un comportamiento económico impredecible. Los profesionales de la salud mental en Colombia estamos comprometidos en responder adecuadamente a las demandas actuales y futuras de la salud mental de nuestros pacientes y del país. A pesar de este contexto hostil, algunos grupos de investigación en salud mental en Colombia han continuado su trabajo buscando diferentes estrategias para responder a las necesidades sociales actuales y futuras. Aunque se han logrado resultados de gran calidad y publicaciones importantes, distamos mucho del nivel esperando de un país con una economía creciente y con un papel protagónico en otras áreas importantes a nivel regional y mundial. Debemos proseguir con nuestro trabajo. Para este fin, el Gobierno, Colciencias, las universidades públicas y privadas, los entes no gubernamentales, la industria privada, las sociedades de pacientes y el gremio de profesionales que trabaja en salud mental debemos unir esfuerzos. Es imprescindible re-evaluar las estrategias de apoyo económico y logístico a la investigación en Colombia y crear políticas públicas que garanticen la continuidad de los recursos para llevar a cabo proyectos longitudinales, acordes a la dimensión de la problemática social y con un real impacto en la salud de colombianos. Correo electrónico: [email protected] http://dx.doi.org/10.1016/j.rcp.2015.02.001 0034-7450/© 2015 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. 2 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):1–2 bibliograf í a 1. OMS. Estadísticas sanitarias 2014- Organización mundial de la salud. Disponible en:http://www.who.int/mediacentre/news/ releases/2014/world-health-statistics-2014/es/. 2. Estudio poblacional de Salud mental –Medellín. Grupo de Investigación en Salud Mental – Universidad CES. 2011. 3. Grupo del Banco Mundial. Gasto en inversión y desarrollo (% PIB). 2015. Disponible en: http://datos.bancomundial.org/ indicador/GB.XPD.RSDV.GD.ZS. r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):3–12 www.elsevier.es/rcp Artículo original Función y conducta ejecutiva en universitarios consumidores de alcohol Dii Dayana Salcedo Palacios a,∗ , Yeimy Johanna Ramírez Nova a y María Rocío Acosta Barreto b a b Facultad de Psicología, Fundación Universitaria Sanitas, Bogotá D.C., Colombia Facultad de Psicología, Universidad San Buenaventura, Bogotá D.C., Colombia información del artículo r e s u m e n Historia del artículo: Objetivos: Establecer el perfil de la función y la conducta ejecutiva en 50 consumidores de Recibido el 11 de agosto de 2014 alcohol que están ubicados en un nivel de alto riesgo según el Cuestionario de Identifica- Aceptado el 13 de enero de 2015 ción de los Trastornos Debidos al Consumo de Alcohol (AUDIT) y provienen de diferentes On-line el 19 de febrero de 2015 universidades de la ciudad de Bogotá. Material y métodos: Se utilizó un diseño de tipo analítico transversal, y se tomaron como Palabras clave: variables de estudio la función ejecutiva (inhibición, monitoreo, secuenciación, planifi- Consumo de alcohol cación, flexibilidad cognitiva, memoria de trabajo, control atencional, categorización y Función ejecutiva formación de conceptos) y la conducta ejecutiva (toma de decisiones, control de impulsos, Conducta ejecutiva feedback emocional, empatía y teoría de la mente). Diseño analítico transversal Resultados y conclusiones: Los resultados mostraron que hay mayor número de dominios cognitivos de la función ejecutiva comprometidos en contraste con los de la conducta ejecutiva. Tal es el caso de la inhibición, secuenciación, control atencional (velocidad de procesamiento), categorización, flexibilidad cognitiva, automonitoreo y planificación. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. Executive function and behavior in university drinkers a b s t r a c t Keywords: Objectives: Establish the profile of executive function and behavior in fifty consumers of Consumption of alcohol alcohol are located in a high-risk level according to the Alcohol Use Disorders Identification Executive function Test (AUDIT) and which belong to different universities in the city of Bogota. Executive behavior Material and methods: Was used analytical transverse design, and were taken as study varia- Analytical transverse design bles executive function (inhibition, monitoring, sequencing, planning, cognitive flexibility, working memory, attentional control, categorization and concept formation) and executive behavior (decision making, impulse control, emotional feedback, empathy and theory of mind). ∗ Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (D.D. Salcedo Palacios). http://dx.doi.org/10.1016/j.rcp.2015.01.004 0034-7450/© 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. 4 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):3–12 Results and conclutions: Results showed that there is a greater number of cognitive domains of executive function involved in contrast to those of executive behavior. Such is for inhibition, sequencing, attention control (processing speed), categorization, cognitive flexibility, self monitoring and planning © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Published by Elsevier España, S.L.U. All rights reserved. Introducción El consumo de alcohol se ha convertido en uno de los mayores problemas que afectan a los jóvenes actualmente. Particularmente en Colombia, el último estudio nacional de consumo de sustancias psicoactivas (SPA) en población de 12–65 años reveló que aproximadamente un 49,2% de los de 18–24 años y un 45,4% del grupo de 25–34 años hace un consumo de alcohol de alto riesgo, que decae en las edades siguientes. De aquí parte la importancia de estudiar este problema y sus efectos principales en los diferentes tipos de consumidores de alcohol1 . En particular desde la neuropsicología, las alteraciones vinculadas al consumo de alcohol han sido objeto de investigación considerable en las últimas décadas, sus resultados indican que beber en excese se asocia con una amplia gama de alteraciones cognitivas estables. Por esta razón, se ha considerado importante evaluar cambios en la memoria y las funciones ejecutivas en individuos consumidores de alcohol2 . Desde el correlato neuroanatómico, se ha planteado que el consumo de alcohol de alto riesgo conlleva una mayor afección del sistema nervioso central3 . Por ejemplo, en estudios realizados con jóvenes se ha concluido que las funciones vinculadas a la corteza prefrontal dorsolateral se encuentran más afectadas en quienes hacen un consumo intermitente de alcohol, en contraste con sujetos de control4 . De igual forma, en estudios de neuroimagen, se ha demostrado que el alcohol altera la estructura y la función de ciertas áreas cerebrales, de las que son especialmente vulnerables el cuerpo calloso, la corteza cerebral, el hipocampo y el cerebelo5 . El alcohol es una sustancia tóxica para los tejidos nerviosos centrales y periféricos, trae como consecuencia lesiones anatómicas que afectan a las estructuras funcionales del cerebro, cambios morfológicos en el sistema nervioso que finalmente se evidenciarían en deterioro cognitivo3 . Al respecto, se plantea que el consumo perjudicial de alcohol ocasiona daño cerebral en diferente distribución, dado que unas estructuras resultarían más afectadas que otras. En estudios de neuroimagen se corrobora que la mayor reducción de volumen cerebral tras el consumo de alcohol ocurre en los lóbulos frontales6 . El bebedor de alto riesgo consume con elevada frecuencia, la cual, en términos de cantidad, tiende a ser estable durante la semana y lleva a posibles situaciones de pérdida de control, riesgo y sentimientos de culpabilidad, entre otras dificultades personales7 . En relación con esto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que el consumo de alto riesgo se asocia con patrones de ingesta regular de 20–40 g de alcohol diarios en mujeres y 40 60 g diarios en varones8 , además de una ingesta promedio de 14 unidades por semana (cantidad), con 5 bebidas por ocasión (frecuencia)9 . Para identificar esta clase de consumo, se usan instrumentos como el Cuestionario de Identificación de Trastornos Debidos al Consumo de Alcohol (AUDIT), en el cual una puntuación ubicada en la franja de 8–19 indica un consumo de alto riesgo. Hasta este punto se ha realizado la revisión que permite evidenciar los efectos del alcohol en el funcionamiento cerebral y ha puesto de manifiesto la implicación que el consumo de alcohol puede tener en el funcionamiento ejecutivo. Para sustentar este proceso cognitivo complejo, existen diferentes modelos teóricos; uno de ellos es el propuesto por la neurociencia cognitiva social, cuyos autores representativos son Zelazo, Müller, Frye y Markovitch, quienes hacia el año de 2003 plantearon una clasificación del componente ejecutivo en dos dimensiones principales: Funciones “frías” y “cálidas”. Las primeras hacen referencia a las que se relacionan con el manejo racional de la información (función ejecutiva) y neuroanatómicamente se revelan en la región dorsolateral, donde se llevaría a cabo la planificación mecánica, la resolución de los problemas o el razonamiento verbal. Las funciones cálidas (conducta ejecutiva) se asocian con el tratamiento emocional de la información, relacionadas más con el área ventromedial o la corteza orbitofrontal, donde se mediaría el comportamiento interpersonal y social, y la interpretación de emociones complejas durante la interacción social10 . Las funciones “frías” evalúan específicamente procesos cognitivos como inhibición, automonitoreo, secuenciación, planificación, flexibilidad cognitiva, memoria de trabajo, control atencional, categorización y formación de conceptos. Por otro lado, las funciones cálidas se relacionan con el procesamiento emocional de la información, en la cual se ven implicados procesos como la toma de decisiones, el control de impulsos, el feedback emocional, la empatía y la teoría de la mente. Entre las alteraciones presentadas por este tipo de población, se ha documentado la falta de planificación de información. Esta repercute de manera negativa en el proceso de secuenciación de la información, puesto que no realizar una ruta de acciones específicas conlleva que la capacidad de integrar y encadenar la información se vea interrumpida. Los resultados del estudio realizado por Fernández et al11 en 2004 señalan una disminución en la capacidad para planificar una acción en una muestra de consumidores de alcohol, la cual se vinculaba con un aumento de la dificultad para corregir sus propios errores y reconducir una respuesta particular11 . Reitera lo anterior un estudio que evaluó el grado de flexibilidad cognitiva en sujetos con consumo excesivo de alcohol, en el cual se mostró como resultado un mayor compromiso en estos al momento de efectuar tareas que requieren un cambio inesperado de pensamiento de una acción a otra12 . r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):3–12 La memoria de trabajo se ve afectada con la ingesta de sustancias etílicas en la selección y amplificación de las acciones que son relevantes para poder realizar una tarea, así como la capacidad para ignorar posibles estímulos distractores13 . El deterioro inducido por el alcohol crea una restricción en la atención que afecta a la gama de señales internas y externas que pueden ser percibidas y procesadas. Como resultado, se asignan recursos atencionales que son solo restantes a las señales más destacadas en el medio ambiente14 . Las dificultades en la categorización y formación de conceptos son comunes en personas consumidoras de alcohol, pues tienen dificultades para realizar tareas relacionadas con abstracción y conceptualización de la información15 . Las alteraciones de la corteza prefrontal (CPF) de sujetos consumidores de alcohol tienden a afectar principalmente al proceso de toma de decisiones, que lleva a los individuos a elegir las opciones más atractivas en cuanto a ganancias inmediatas (como el acto de beber), en lugar de un comportamiento dirigido al análisis de las consecuencias futuras de sus acciones15 . La impulsividad está relacionada de alguna forma con el consumo frecuente de sustancias, y generalmente se encuentra que quienes exhiben conductas impulsivas tienden a tener tasas de consumo de sustancias más altas16 . En relación con el feedback emocional, se ha encontrado que la propia conducta de consumo de alcohol es guiada por la anticipación de resultados emocionales y la verificación que el individuo haga de sí mismo. Al presentarse esta dificultad, también se observa un efecto negativo en la interpretación emocional de otras personas, lo que tiene injerencia en la comunicación e interacción con otras personas17 . Los sujetos alcohólicos parecen ser capaces de reconocer correctamente las emociones de alegría y disgusto, y demuestran tendencia a sobrestimar el enojo y otras emociones negativas como el miedo y la tristeza18 . En cuanto a la empatía, no se han realizado estudios profusos en consumidores de alcohol de alto riesgo, pero se ha encontrado que con el abuso crónico de alcohol aparecen efectos en la percepción y la descodificación de las expresiones emocionales. Esto se ha asociado con altos índices de alexitimia, lo que implica un déficit en el reconocimiento y la verbalización de la emoción y produce dificultades para distinguir y comprender los estados emocionales de las personas18 . Por otra parte, el consumo de alcohol, parece estar relacionado con niveles de empatía más bajos; a menudo se observa esto más en hombres que en mujeres19 . En los consumidores de alcohol, el razonamiento moral y empático (teoría de la mente) no ha sido ampliamente estudiado, por lo que hasta la fecha se encuentran observaciones de que este explora funciones fundamentales en el juicio moral cotidiano, la toma de decisiones y el razonamiento, aspectos que pueden verse alterados con el consumo reiterado de alcohol20 . De acuerdo con lo anterior, la presente investigación pretende obtener una aproximación al fenómeno del consumo de alcohol de alto riesgo, puesto que en Colombia no se evidencian estudios concluyentes respecto al perfil neurocognitivo de esta población, dado que los estudios se han centrado en mayor medida en la caracterización de individuos con abuso y dependencia de esta sustancia y los efectos secundarios, como 5 accidentes de tránsito, homicidios, venganzas, muertes, riñas y peleas, entre otros21 . Por tal motivo, en este estudio se pretende, como objetivo general, establecer el perfil de la función ejecutiva y el perfil de la conducta ejecutiva en un grupo de universitarios consumidores de alcohol de alto riesgo. Material y métodos La investigación se llevó a cabo con estudiantes de diversas instituciones de la ciudad de Bogotá. La población de referencia fueron estudiantes universitarios de diversos programas académicos. Para lograr el objetivo del estudio, se realizó un estudio analítico de corte transversal. En este se incluyó un muestreo por conveniencia, de acuerdo con los siguientes criterios de inclusión: a) cumplir los criterios de consumo de alcohol de alto riesgo del AUDIT (8–19 puntos); b) ser estudiante universitario de la ciudad de Bogotá, y c) estar en la franja de edad de 18–37 años. Los criterios de exclusión fueron: a) antecedentes de daño cerebral (accidente cerebrovascular o traumatismo craneoencefálico, entre otros); b) alteraciones sensoriales, motoras o psiquiátricas que impidan responder los cuestionarios, y c) cumplir criterios de dependencia al alcohol (AUDIT 20–40 puntos). Para descartar a los sujetos con posible dependencia del alcohol, se realizó una entrevista semiestructurada para indagar sobre los criterios de dependencia del alcohol del CIE–10. Lo anterior se incluye en el manual de aplicación del AUDIT. Instrumentos AUDIT Es un cuestionario que evalúa mediante diez preguntas el nivel de riesgo del consumo de alcohol (abstemios, bebedores de bajo riesgo, bebedores de alto riesgo y probable dependencia). Lo anterior se determina a través de la frecuencia y la intensidad del consumo y por las consecuencias negativas que se dan por su causa. Su grado de fiabilidad es r = 0,86, con sensibilidad del 90%, especificidad del 94% y confiabilidad aceptable22 . Test de Clasificación de Tarjetas de Wisconsin (WCST) Está conformado por cuatro tarjetas-estímulo y 128 tarjetasrespuesta que contienen figuras de varias formas, colores y número de figuras. El objetivo es que el sujeto busque emparejar estas tarjetas según una secuencia de categorías específicas, que van variando. Este test evalúa la función ejecutiva con un nivel de falibilidad de 0,7223 . Test de fluidez verbal (FAS-Fonológico) La fluidez verbal se valora generalmente por el número de palabras producidas en 1 min en una categoría dada, como en el caso de la fluidez fonológica (palabras que empiezan por un fonema particular que suele ser F, A y S, por lo cual se lo conoce como prueba FAS)24 . Prueba de conflicto palabra/color o test de colores de Stroop Es una prueba que evalúa la capacidad de cambio de una estrategia inhibiendo la respuesta habitual y ofreciendo una nueva 6 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):3–12 respuesta ante nuevas exigencias estimularas25 . La fiabilidad del Stroop es de 0,8925. que se ven en cada video (miedo, sorpresa, asco, tristeza, alegría e ira)19 . Test de copia y reproducción de memoria de figuras geométricas complejas Cuestionario Interpersonal Reactivity Index (IRI) Es una prueba que evalúa la organización perceptual, permite describir el desempeño del individuo en estrategias para organizar, planificar y solucionar problemas. La ejecución del test consiste en que la persona debe copiar una figura compleja a mano y sin límite de tiempo. La figura compleja de Rey presenta un nivel de fiabilidad de 0,9526. Trail Making Forma A (TMT A) Es una subprueba tomada de la batería neuropsicológica de Halstead-Reitan, cuya ejecución consiste en conectar 25 números distribuidos al azar en una hoja; dicha conexión se debe realizar por medio de líneas rectas y seguir un orden consecutivo. Esta subprueba evalúa atención mantenida, habilidades visomotoras y secuenciación26 , además de habilidades motoras y búsqueda visual27 . Trail Making Forma B (TMT-B) Parte de la subprueba de la batería neuropsicológica de Halstead-Reitan, consiste en una conexión entre números y letras de modo alternante. Evalúa la capacidad de atención alternante; en la ejecución es necesario realizar una adecuada exploración visual y mantener la atención de forma alternante para poder unir dos secuencias. Al aumentar la lentitud en la coordinación visomotriz o las dificultades en el proceso de atención, aumenta el tiempo de ejecución en la subescala28 . Además evalúa flexibilidad mental y atención dividida27 . Prueba de dígitos (directos e inversos) de la Escala de Inteligencia de Adultos WAIS III La prueba de dígitos directos está relacionada con la atención mantenida; la de dígitos inversos evalúa memoria de trabajo. Consiste en una serie de números cuya secuencia se va haciendo más larga a medida que se avanza en las pruebas. El individuo debe repetir los números de igual manera para la instrucción de orden directo y de manera inversa en la instrucción de números inversos24 . Escala de Conducta Impulsiva UPPS-P Es un inventario de 59 elementos diseñado para medir cinco dimensiones de la conducta impulsiva, como urgencia negativa (tendencia a ceder a los impulsos fuertes), falta de premeditación (capacidad del individuo para pensar en las posibles consecuencias), falta de perseverancia (habilidad para persistir en la realización de trabajos u obligaciones), búsqueda de sensaciones (medidas de preferencia de excitación y estimulación) y urgencia positiva (tendencia a ceder a impulsos en condiciones de afecto positivo alto). Cada ítem del UPPS se valora en una escala de 4 puntos, desde muy de acuerdo a totalmente en desacuerdo29 . Test de Reconocimiento de Expresiones Faciales Este test consiste en una serie de videos en los que aparecen diferentes personas expresando diversos estados emocionales. El objetivo es lograr identificar las emociones Este es un instrumento que evalúa la empatía disposicional en adultos, por medio de 28 ítems que valoran factores emocionales y cognitivos antes y después de un daño específico (antes del consumo de alcohol de alto riesgo)30 . La fiabilidad de este instrumento en muestras españolas está en 0,70–0,78. Dilemas morales (Teoría de la Mente) Consiste en diferentes tipos de historias en las que se narran algunas situaciones particulares (personales o impersonales) que finalizan con una pregunta para el lector, que debe dar a conocer su juicio sobre qué haría “en caso de. . .”. Estos dilemas requieren el razonamiento moral del individuo, lo cual implica procesos como abstracción e introspección31 . Consideraciones éticas En cuanto a las consideraciones ético/legales, la investigación se ciñó a todos los principios planteados en la Ley 1090 del ejercicio del psicólogo (Artículo 2, numerales 5, 6 y 8)32 y la Ley de Salud Mental 1616 de 2013 (Artículo 8), por lo cual los 50 individuos participaron de manera voluntaria y fueron informados sobre los procedimientos a los que serían sometidos. Resultados Para la obtención de los resultados, se realizó el análisis estadístico mediante el programa SPSS v. 20 y se realizaron análisis descriptivos para determinar medidas de tendencia central y de dispersión. Luego se revisó la prueba de Shapiro-Wilk para comprobar criterios de normalidad, y se encontró que la distribución de los resultados no seguía un comportamiento normal, por lo que se utilizaron estadísticos no paramétricos para el análisis. Se consideró significativos los valores con p ≤ 0,05, aceptando una probabilidad máxima de error del 5%. En esta investigación participaron en total 50 individuos mayores de edad (media, 22,48 ± 5,13 años), de los que el 38% eran mujeres y el 62%, varones. Todos cursaban estudios superiores en siete universidades de la ciudad de Bogotá, pertenecientes a diversos programas académicos. Los participantes fueron seleccionados según una puntuación obtenida en el AUDIT, cuya media fue 12,92 ± 3,59, clasificado como consumo de alto riesgo. Consumo de alcohol Se observa que la media general de tiempo de consumo en la muestra fue de 5,62 años. En cuanto a diferencias por sexo, se evidenció que los varones tienen mayor tiempo de consumo que las mujeres. Por otro lado, la media general en la puntuación total del AUDIT se ubicó en 12,8 (bebedores de alto riesgo). Las mayores puntuaciones se observaron en los participantes con más de 10 años de consumo, puesto que en dicho instrumento las valoraciones totales fueron ≥ 16. 7 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):3–12 Tabla 1 – Desempeño general de función ejecutiva Media StroopP StroopC StroopP-C Interferencia TMT-A tiempo TMT-B tiempo TMT-B uniones Dígitos WAIS FAS WCST/Az conceptual WCST/Cat WCS/Rt.perse. WCST/Errores perse. WCST/Fallos Actitud 109 73 43 0,04 43,5 133 24 9,9 33,5 75,5 6,3 10,2 10,1 2,82 Desviación estándar 13,5 11,6 10,8 11,9 17,5 9 3 2,2 8,4 17,3 2,5 5,95 5,56 1,58 Función ejecutiva Los resultados se muestran en la tabla 1. Inhibición: los resultados muestran que en la lectura de palabras del test de Stroop el 22% de los sujetos se encuentran por debajo del promedio esperado. En la lectura de colores, el 18% está por debajo de la media y el 58% cometió errores en la lectura. En cuanto a la lectura de palabra/color, un 22% de los participantes no lograron ubicarse en la media y un 84% tuvo errores en la ejecución de la tarea. Finalmente, en la interferencia de la actividad, un 26% no logró inhibir la lectura de la palabra frente al color. Control atencional: un 12% de los individuos se ubicaron por debajo de la media esperada, con más tiempo de ejecución para realizar el trazo TMT-A. Por otra parte, en la tarea de TMT-B, un 36% requirió más tiempo (133 s) para realizar la actividad, y se observó que el menor desempeño lo tuvieron los sujetos con más de 10 años de consumo. Finalmente un 32% presentó errores de unión en el trazado, lo que se relaciona con deterioro en atención dividida. Memoria de trabajo: en este aspecto, un 13% de los participantes se situaron por debajo del promedio en la tarea de Dígitos del WAIS- III. Categorización: en la prueba FAS, un 74% de los individuos presentaron un rendimiento menor que lo esperado, con dificultades para categorizar la información de acuerdo con un estímulo específico. Formación de conceptos: en cuanto al porcentaje de respuestas de nivel conceptual del WCST, un 22% de los individuos tuvieron un nivel de aprendizaje por debajo de la media y el 26% no logró completar el número de categorías mínimo requeridas por el test. Flexibilidad cognitiva: un 50% de los evaluados presentaron respuestas perseverantes y un 28%, errores perseverantes, porcentajes que se relacionan con problemas para cambiar el pensamiento de una tarea específica a otra (pensamiento perseverante). Automonitoreo: un 52% de los participantes tuvieron fallos significativos para mantener la actitud en la tarea y obtener un desempeño exitoso. Secuenciación y planificación: en cuanto al tiempo de ejecución, la media general fue 161 ± 55,87 s, dentro de la ejecución Mínimo Máximo Media esperada 80 43 20 –28 19 35 16 6 14 34 1 2 2 0 150 99 70 31 95 418 26 16 54 106 10 32 27 8 119 79 50 12 45 101 26 9-10 38 62-82 5-7 2-9 3-11 1-2 esperada. Por otra parte, el 68% presentó fallas al momento de llevar a cabo la copia, y se observó que esta fue realizada desde los elementos más pequeños a los más grandes y de manera fragmentada, ubicando las unidades sin una secuencia específica. Estos resultados evidencian posibles fallas en los procesos de planeación, seguimiento y secuenciación (tabla 2). Conducta ejecutiva Los resultados se muestran en la tabla 3. Toma de decisiones: el 92% de los participantes superaron la comisión de fallos permitidos por el test. Lo anterior se vincula con un nivel significativo de impulsividad al realizar la tarea de ubicación de las tarjetas. De igual forma, el grado de errores de tipo perseverante se relaciona directamente con las dificultades evidenciadas en el control de impulsos. Control de impulsos: se presentan los datos relevantes frente al comportamiento en las cinco escalas de la prueba. En la escala de urgencia positiva, el 8% de los participantes muestran respuestas en las que se evidencian tendencias a ceder a impulsos fuertes, especialmente cuando se acompaña de emociones negativas tales como depresión, ansiedad o ira. La escala de falta de premeditación muestra que el 6% de los participantes presentan dificultades para pensar en las posibles consecuencias de su comportamiento antes de actuar. En la escala de falta de perseverancia, el 8% de los participantes muestran respuestas que indican dificultades para persistir en la realización de trabajos u obligaciones. En la cuarta escala, búsqueda de sensaciones, un 42% de los participantes dan respuestas que evidencian preferencias hacia la estimulación y excitación. Finalmente, en la escala de urgencia positiva, el 32% de los participantes indicaron respuestas que muestran tendencia a ceder a los impulsos en condiciones de afecto Tabla 2 – Desempeño general secuenciación y planificación n (%) Globalidad-detalle Detalle-globalidad Fragmentado 16 (32,0) 22 (44,0) 12 (24,0) 8 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):3–12 Tabla 3 – Desempeño general en dominios de conducta ejecutiva Tiempo de consumo TMT B Tiempo Reconocimiento sorpresa Fallos actitud WCS UPPS búsqueda sensaciones Puntuación total AUDIT TMT B tiempo % error no Perse. WCS % error. Perse. WCS Fallos actitud WCS TMT A tiempo Dígitos WAIS r =–0,339, p = 0,016 r = –0,278, p = 0,05 r = 0,29, p = 0,04 r = 0,289, p = 0,042 Tiempo figura rey ! = 0,37, p = 0,05 ! = 0,3, p = 0,034 ! = 0,3, p = 0,033 Stroop errores color Stroop errores palabra-color Stroop interferencia ! = 0,37, p = 0,12 AD: antes del daño (sin consumo de alcohol); DD: después del daño (consumo de alcohol). positivo alto. Los resultados en la ejecución de las escalas indican que un 24% de los participantes muestran tendencias impulsivas en su comportamiento. Feedback emocional: en el test de reconocimiento facial, las emociones de alegría, sorpresa y asco muestran en general un desempeño sin dificultades para reconocerlas. No obstante, las expresiones emocionales de tristeza, ira y miedo muestran un comportamiento diferente. La expresión de tristeza e ira se debía reconocer seis veces; se observa que, si bien el 68% logró reconocerlas entre 5 y 6 ocasiones, un 32% solo logró realizar la tarea entre 3 y 4 ocasiones. Finalmente, la expresión emocional de miedo en la que se debía hacer un reconocimiento total de 6 expresiones, el 42% de los participantes lo realizaron 5–6 veces y un porcentaje mayor (57%) mostró dificultad en dicho reconocimiento y lo logró 2–4 veces. Empatía: en el Interpersonal Reactivity Index (IRI), cada ítem se respondió dos veces, esto es, antes de iniciar consumo de alcohol (AD) y en la actualidad (DD) (donde se presenta un consumo de alto riesgo). Se observa que no se presentan cambios significativos respecto a AD y DD y que, en general, las respuesta indican habilidad de los participantes para adoptar la perspectiva del otro ante situaciones reales de la vida cotidiana y para comprender el punto de vista de la otra persona, tendencias a identificarse con personajes del cine y de la literatura, capacidad imaginativa para ponerse en situaciones ficticias, reacciones emocionales ante experiencias negativas de otros de compasión, preocupación y cariño, y tendencia de los participantes a experimentar sentimientos de ansiedad y malestar al observar las experiencias negativas de los demás. Dilemas impersonales: en el primer dilema se observa que el criterio de selección de la respuesta está mediado por la cantidad, ya que un 80% prefiere salvar tres vidas que una sola. Asimismo, un 12% no oprimiría el botón para desviar el gas. En el segundo dilema, el 100% de los sujetos indicó que salvar la vida de una persona vale más que un objeto material. En relación con el tercer dilema, un 38% refirió que no es ético mentir y el 34%, que el sujeto del dilema no va a tener un buen desempeño laboral, por lo cual no tiene sentido que mienta en su hoja de vida. Solo un 12% opinó que es adecuado mentir cuando se lleva largo tiempo desempleado. En el cuarto dilema, un 36% no sería capaz de quedarse con la cartera porque es deshonesto, aunque la mayoría mencionó que se quedaría con el dinero por necesidad (30%) o justificando que lo que se encuentra en la calle ya se vuelve propiedad (16%). En cuanto al quinto dilema, un 76% de los individuos no serían capaces de quitarle la visión a otro, puesto que refieren que no es correcto hacerlo. No obstante, un 8% indicó que sería capaz de dañar a otro individuo para recuperar la visión. En un sexto dilema, se encontró que el 96% sería capaz de mentir por salvar una vida y otro 4% trataría de persuadir al guarda que custodia la lancha. En el séptimo dilema, al igual que sucedió con el primero, un 82% prefiere salvar cinco vidas que una sola, y tan solo un 12% preferiría no hacer nada al respecto. En el octavo dilema, un 44 y un 8% eludirían impuestos alegando que el gobierno se roba el dinero o que este podría ser aprovechado para cuestiones personales. Empero, un 48% no evadiría impuestos por considerarlo deshonesto. En el noveno dilema, un 96% votaría por la política B y un 4% por la política A. Finalmente, en el último dilema, el 34% daría información a otra compañía por subsanar una deuda personal, aunque el resto de los participantes manifestó que es deshonesto dar dicha información, además de que podría tener implicaciones legales (66%). Dilemas personales: en cuanto al primer dilema, el 84% de los participantes dijo que no mataría a una persona contra su voluntad para salvar a otras, pero un 12% refirió que sería capaz de hacerlo porque hay más vidas que se pueden salvar. En el segundo dilema, el 100% coincidió en que la vida de una persona vale más que la tapicería de un vehículo. En el tercer dilema, el total (100%) de los participantes se inclinó por decir que la vida es más importante que los problemas personales. En el cuarto dilema, la mayoría (94%) dijo que no se puede decidir sobre la vida de los demás, aunque un 6% no haría nada al respecto, ni a favor ni en contra. En el quinto dilema, el 100% manifestó que no sería capaz de someter a pornografía infantil a una hija, refiriendo que se la estaría vendiendo, que el 9 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):3–12 Tabla 4 – Matriz de correlación de la función ejecutiva y la conducta ejecutiva (r-!) Tiempo de consumo TMT B Tiempo Reconocimiento sorpresa Fallos actitud WCS UPPS búsqueda sensaciones Puntuación total AUDIT TMT B tiempo % error. no Perse. WCS % error. Perse. WCS Fallos actitud WCS TMT A tiempo Dígitos WAIS r = –0,339, p = 0,016 r = –0,278, p = 0,05 r = 0,29, p = 0,04 r = 0,289, p = 0,042 Tiempo figura rey ! = 0,37, p = 0,05 ! = 0,3, p = 0,034 ! = 0,3, p = 0,033 Stroop errores color Stroop errores palabra-color Stroop interferencia trabajo infantil es ilegal y que sería injusto con la niña. En el sexto dilema, un 72% sería capaz de hacer cualquier acción por salvar la vida de un hijo, y el restante 28% manifestó que esperaría un donante, además de que sería injusto quitarle un órgano a otro niño por salvar a un hijo. En el último dilema, un 76% de los participantes sería capaz de arrojar del tren al hombre para salvar más vidas, y el otro 24% no sería capaz de lanzarlo. Sin embargo, cuando se transforma el dilema diciendo que las cinco personas de la vía son familiares, el 96% refirió que arrojaría al hombre del tren a la vía para salvar a sus allegados. Finalmente, cuando nuevamente se hace otra derivación del dilema en donde tanto las cinco personas como el hombre del tren son familiares, el 42% preferiría lanzarse a sí mismo, otro 42% no haría nada y preferiría que todos murieran, y un 16% sí lanzaría a su familiar para salvar a los demás. Para identificar las correlaciones existentes entre los procesos de la función ejecutiva y la conducta ejecutiva, se elaboró una matriz de correlaciones (tabla 4), a través del coeficiente de Pearson (r) para datos paramétricos y el coeficiente de Spearman (rho) para datos no paramétricos. El análisis muestra, en primer lugar, que la variable tiempo de consumo se vinculó con un incremento en los sentimientos de ansiedad y malestar que el individuo manifiesta al observar las experiencias negativas de los demás (puntuación IRI: distrés personal). De igual manera se observa una correlación entre este mismo factor y el número de errores perseverantes, lo que se asocia en mayor medida con el nivel de ansiedad que puede provocar la retroalimentación negativa al momento de realizar la tarea de clasificación. La puntuación total del AUDIT denotó que, a mayor puntuación en el cuestionario, menor velocidad de procesamiento de la información en tareas que requieren la capacidad de usar la atención dividida. De igual forma, al presentarse dicha velocidad de procesamiento, se observa menos habilidad para mantener la actitud frente a una actividad específica (tarjetas de Wisconsin). Las correlaciones realizadas también arrojaron que, a mayor puntuación en el AUDIT, se presentaron más dificultades para identificar emociones de tipo complejo, como la ! = 0,37, p = 0,12 sorpresa, que tiende a confundirse con otras emociones con componentes similares como, por ejemplo, el miedo. Hay relación entre el número de errores perseverantes (tarjetas de Wisconsin) y la búsqueda de sensaciones (UPPS: impulsividad), lo que se explica a partir del deseo de obtener una recompensa en un tiempo corto, es decir, los participantes propenden a tener más excitación y estimulación producto de la actividad. Los análisis de correlaciones realizadas con el coeficiente de Spearman muestran que se presenta una correlación positiva entre el tiempo de ejecución en la figura de rey y el tiempo de ejecución del TMT A, así como en las tareas evaluadas a partir del test de Stroop, donde se solicita una ejecución rápida, y el tiempo de ejecución del TMT A, lo cual indica que, en las pruebas que evalúan el desempeño teniendo en cuenta la variable tiempo, los participantes muestran tendencia a tiempos más largos que lo esperado. Discusión Se logró establecer el perfil de cada función ejecutiva, para lo cual se realizó la descripción detallada de los diferentes procesos evaluados. El análisis permitió evidenciar que hay mayor número de dominios afectados en la función ejecutiva y en menor cantidad procesos afectados en conducta ejecutiva. Se presenta a continuación la descripción de los principales hallazgos observados en los procesos de las variables de estudio. Función ejecutiva Inhibición: los participantes mostraron dificultades en este proceso. Lo anterior concuerda con estudios que han mostrado la tendencia de las personas consumidoras de alcohol a fracasar en este tipo de tareas; por ejemplo, sugieren que el alcohol deteriora la inhibición en diferentes tareas, los participantes con consumo de alcohol son menos capaces de inhibir la activación de respuestas asociadas con tareas blanco33 . 10 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):3–12 Secuenciación: Los resultados hallados en este proceso evidenciaron que los participantes del estudio tienen estrategias de secuenciación inadecuadas y desorganizadas que se vinculan a su vez con fallos en la planificación. En investigaciones previas, se ha encontrado que los grupos de consumidores tienen un menor nivel perceptual en la copia de la figura frente a los no consumidores, con menor uso de estrategias organizadas y efectivas al momento de reproducir el modelo25 . Control atencional: las puntuaciones dieron cuenta de las dificultades de algunos participantes para realizar actividades de atención mantenida dentro de los tiempos esperados y deterioro en el subproceso de atención dividida. Lo anterior se asocia con la investigación realizada por Bschor et al., quienes hallaron que los consumidores de alcohol frecuentes presentan dificultades atencionales, sobre todo en tareas que requieren concentración, atención dividida y focalizada, respecto a los abstemios25 . Categorización: este proceso es el que se halló más afectado en los participantes, lo que coincide con un estudio de 2004, en el que se encontró que el desempeño en la fluidez verbal, evaluada por medio del FAS, estaba alterada en el grupo de consumidores frecuentes, en contraste con el grupo de control (no consumidores). Independientemente del tiempo de consumo, este fue suficiente para que se observara un peor rendimiento en esta prueba, lo cual se explica por el deterioro que genera la ingesta de alcohol en algunos aspectos del funcionamiento prefrontal34 . Flexibilidad cognitiva: los resultados obtenidos por los evaluados del estudio ratifican las dificultades para variar las estrategias cognitivas y realizar la tarea de clasificación de tarjetas de manera apropiada. Esto concuerda con lo hallado por Angulo et al. en su estudio de 2008, en el cual concluían que el rendimiento neuropsicológico en individuos con un consumo de alcohol de alto riesgo en tareas como el WCTC tenía un alto grado de perseveración cognitiva. Lo anterior se ha explicado por un hipometabolismo frontal35 . Automonitoreo: los participantes tuvieron errores para mantener la actitud en la tarea en WSC y obtener un desempeño exitoso. Al respecto se realizó un estudio con consumidores frecuentes de alcohol, donde se observó mayor incapacidad para evaluar el propio desempeño en una tarea particular. En pruebas como el WCTC, los individuos con esta clase de ingesta de alcohol presentan imposibilidad de usar la retroalimentación externa para moderar el comportamiento personal en pro de la tarea36 . Planificación: los resultados arrojan importantes dificultades para llevar a cabo la copia de la figura de Rey. Al respecto, se ha observado que en los consumidores de alto riesgo la capacidad para crear una estrategia y planificar de manera efectiva se encuentra limitada y también se evidencia un déficit en la habilidad para planear una acción hacia adelante, afirman que se observa una tendencia a no usar estrategias específicas para llevar a cabo la tarea de manera correcta. Esto se relaciona con deterioro en la corteza prefrontal asociado al consumo de alcohol frecuente25 . Conducta ejecutiva Toma de decisiones: los resultados obtenidos indican la presencia de una cantidad de errores por encima de lo permitido al momento de desarrollar la tarea del WCS, lo que se relaciona con un pobre análisis de la tarea, que incide en una toma de decisión inadecuada. Esto se relaciona con lo hallado en 2006 por Cadaveira, quien analizó la asociación entre la trayectoria del patrón de consumo frecuente de alcohol y la presencia de dificultades para tomar decisiones. Los resultados arrojaron una hipersensibilidad a la recompensa inmediata (falta de valoración de las consecuencias a largo plazo). Tal situación se explica por el funcionamiento del córtex prefrontal ventromedial/orbitofrontal en estos individuos37 . Impulsividad: el conjunto de comportamientos impulsivos que se presentan con mayor frecuencia en los participantes es el de búsqueda de sensaciones y urgencia positiva, componentes que están relacionados con el comportamiento impulsivo generado en situaciones que son evaluadas como de excitación, estimulación y emociones positivas. Al respecto, Adan manifiesta que las puntuaciones elevadas en impulsividad presentes en consumidores frecuentes de alcohol está asociada con cogniciones desadaptativas y déficit en tareas de inhibición conductual; además, estudios genéticos revelan que una elevada impulsividad disfuncional se podría asociar con la actividad dopaminérgica relacionada con dificultades conductuales de producir respuestas inhibitorias38 . Feedback emocional: de acuerdo con los resultados, las emociones en las que se evidenciaron dificultades para su reconocimiento fueron tristeza, ira y miedo. En un estudio realizado sobre deterioro en el reconocimiento de expresiones faciales emocionales en consumidores de alcohol, se concluyó que, si bien en personas con historia de consumo de baja frecuencia no se encuentran dificultades para el reconocimiento emocional, las personas con historia de alcoholismo se enfrentan a menudo con problemas interpersonales, incluso cuando están sin el efecto del alcohol. Dicha capacidad estaría alterada en las personas con tendencia al abuso de alcohol, como resultado del efecto tóxico reiterado de esta sustancia en el cerebro39 . Empatía y teoría de la mente: los resultados muestran que los participantes no presentan dificultad en estos dominios; se demuestra facilidad para adoptar la perspectiva del otro, comprender el punto de vista de la otra persona, capacidad imaginativa para ponerse en situaciones ficticias, reacciones emocionales de compasión ante experiencias negativas de otros, sentimientos de ansiedad y malestar al observar las experiencias negativas de los demás. La empatía es, sin duda, una de las competencias emocionales que debe ser explorada a fondo en las personas consumidoras de alcohol, por cuanto guarda una importante relación con las habilidades personales e interpersonales. Se afirma que esa capacidad de imaginarse en el lugar del otro y comprenderlo podría ser una condición clínica a ser evaluada en el alcohol. Por otra parte, en la investigación sobre la empatía afectiva y cognitiva en el alcoholismo, se ha logrado evidenciar que, si bien existen estudios que apoyan la hipótesis de un déficit en empatía en consumidores de alcohol, lo que se ha encontrado muestra que el alcoholismo por sí solo no lleva a un déficit general de empatía, sino que este se podría presentar solo en personas consumidoras de alcohol que padecen una comorbilidad psiquiátrica no controlada (en particular depresión y ansiedad)40 . En cuanto a las correlaciones halladas en el estudio, la teoría consultada refiere que el tiempo en la ejecución de las r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):3–12 pruebas se ha relacionado con fallas en la velocidad de procesamiento de la información. La capacidad para procesar información y los tiempos utilizados para ello es uno de los dominios más afectados por el consumo de alcohol41 . Conclusiones Se presentó más dominios cognitivos de la función ejecutiva afectados mayor que en la conducta ejecutiva, puesto que se observaron en el grupo de participantes fallas representativas en tareas que evaluaron procesos de inhibición, secuenciación, control atencional (velocidad de procesamiento y atención dividida), categorización, flexibilidad cognitiva, automonitoreo y planificación. Por otro lado, el perfil de la conducta ejecutiva mostró que las fallas más frecuentes en los participantes se presentaron en los procesos de toma de decisiones y reconocimiento de expresiones faciales. Finalmente, puntuación total del AUDIT con tiempo de ejecución del TMT B, y reconocimiento emocionales, tiempo de ejecución en TMT A con figura compleja de rey y puntuaciones obtenidas en el test de Stroop, y estos a su vez se correlacionaron con el desempeño en la prueba de dígitos de la escala WAIS III. Limitaciones Las limitaciones del presente estudio se enmarcan en que algunas de las pruebas neuropsicológicas usadas en la evaluación de los procesos objeto de estudio no cuentan con estudios de validación para población colombiana. Debido a la duración del protocolo de evaluación (2 h), solo se consideró la vinculación de 50 participantes con el consumo de alto riesgo. Para futuros estudios, es importante realizar comparaciones entre consumidores de alto riesgo y consumidores de bajo riesgo y abstemios que permitan profundizar en el análisis de cada uno de los procesos neuropsicológicos evaluados. De igual forma, se propone vincular una muestra mayor que permita obtener datos más generalizables a la población de interés. Responsabilidades éticas Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales. Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de trabajo sobre la publicación de datos de pacientes. Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores han obtenido el consentimiento informado de los pacientes y/o sujetos referidos en el artículo. Este documento obra en poder del autor de correspondencia. Financiación El presente proyecto no fue financiado por ninguna institución nacional o internacional. 11 Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Agradecimientos Agradecemos a la Universidad San Buenaventura por permitirnos presentar este proyecto de investigación y brindarnos su orientación. El presente artículo surge de un proyecto de investigación en modalidad tesis de maestría. No obstante, los derechos de publicación son únicamente de las autoras. bibliograf í a 1. Estudio Nacional de Consumo de Drogas en Colombia. 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Angela Martínez a,∗, Carlos Alberto Felizzola Donado b y Diana Lucía Matallana Eslava c a b c Pontificia Universidad Javeriana, Université Lumière Lyon 2, Francia Departamento de Psiquiatría, Pontificia Universidad Javeriana, Colombia Pontificia Universidad Javeriana, Clínica de Memoria, Hospital Universitario de San Ignacio, Colombia información del artículo r e s u m e n Historia del artículo: La esquizofrenia y la demencia frontotemporal (DFT) variante lingüística comparten carac- Recibido el 12 de junio de 2014 terísticas de lenguaje tales como la dificultad para acceder al léxico, la desorganización del Aceptado el 13 de enero de 2015 discurso con múltiples interrupciones, reformulaciones, pausas y retractaciones. En el caso On-line el 20 de febrero de 2015 de los pacientes esquizofrénicos, estas dificultades revelan fallas para expresar el afecto, mientras que en los pacientes con DFT variante lingüística refleja un problema lingüístico. Palabras clave: Métodos: El presente estudio, a través de un análisis de una serie de casos valorados tanto Análisis acústico en la Clínica de memoria como en la Unidad de Salud Mental del HUSI-PUJ (Hospital Univer- Esquizofrenia sitario de San Ignacio), con evaluación lingüística adicional (análisis de discurso y análisis Demencia frontotemporal acústico), presenta características distintivas de la DFT en sus variantes lingüísticas y la Prosodia esquizofrenia que permiten guiar al especialista en la búsqueda de marcadores tempranos de un diagnóstico diferencial. Resultados: En el 100%de los pacientes con DFT variante lingüística, hay dificultades para comprender estructuras lingüísticas de tipo complejo e importantes problemas de fluidez del discurso. En los pacientes con esquizofrenia se encuentran importantes alteraciones en la expresión de los elementos suprasegmentales del habla e interrupciones en el discurso. Conclusiones: Se presenta cómo una evaluación lingüística en profundidad permite revaluar algunas de las modalidades de valoración del discurso y la prosodia de los pacientes con demencia y esquizofrenia; indica que algunos elementos del discurso son útiles para orientar el diagnóstico y correlacionar el deterioro funcional en la cotidianidad de la práctica del psiquiatra. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. La metodología de este trabajo fue presentada en el LI Congreso Colombiano de Psiquiatría. Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (A. Martínez). http://dx.doi.org/10.1016/j.rcp.2015.01.003 0034-7450/© 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. ! ∗ 14 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):13–19 Spontaneous speech prosody and discourse analysis in schizophrenia and Fronto Temporal Dementia (FTD) patients a b s t r a c t Keywords: Patients with schizophrenia and Frontotemporal Dementia (FTD) in their linguistic variants Acoustic analysis share some language characteristics such as the lexical access difficulties, disordered speech Schizophrenia with disruptions, many pauses, interruptions and reformulations. For the schizophrenia Frontotemporal dementia patients it reflects a difficulty of affect expression, while for the FTD patients it reflects a Prosody linguistic issue. Methods: This study, through an analysis of a series of cases assessed Clinic both in memory and on the Mental Health Unit of HUSI-PUJ (Hospital Universitario San Ignacio), with additional language assessment (analysis speech and acoustic analysis), present distinctive features of the DFT in its linguistic variants and schizophrenia that will guide the specialist in finding early markers of a differential diagnosis. Results: In patients with FTD language variants, in 100% of cases there is a difficulty understanding linguistic structure of complex type; and important speech fluency problems. In patients with schizophrenia, there are significant alterations in the expression of the suprasegmental elements of speech, as well as disruptions in discourse. Conclusions: We present how depth language assessment allows to reassess some of the rules for the speech and prosody analysis of patients with dementia and schizophrenia; we suggest how elements of speech are useful in guiding the diagnosis and correlate functional compromise in everyday psychiatrist’s practice. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Published by Elsevier España, S.L.U. All rights reserved. Introducción El análisis acústico se ha venido utilizando como herramienta de análisis lingüístico, con algunas aplicaciones en el campo de la clínica, como es el caso de los trastornos de voz y articulación o el análisis de fluidez en pacientes con trauma y demencia; sin embargo, no es común ver estas aplicaciones en torno a la psiquiatría y sus trastornos. La aplicación de esta herramienta de análisis permite tener un amplio espectro de las cualidades prosódicas del lenguaje, las cuales, junto con un análisis del discurso, dan información, además de lingüística, sobre la expresión de las emociones y la estructuración del pensamiento. La diferencia de este tipo de análisis es que, por ser una herramienta de análisis a posteriori, permite tener un registro y hacer un seguimiento en el tiempo de las características del discurso del paciente y tener puntos de comparación objetivos más que subjetivos. El análisis acústico se basa en la teoría fuente-filtro (análisis de Fourier), que descompone el habla, entendiendo el habla como una señal de onda sonora cuasiperiódica y compleja, en una frecuencia fundamental y sus múltiplos armónicos, aislando las características de melodía y acentuación de las características articulatorias. Se aísla la vibración de los pliegues vocales como la fuente sonora (voz), que corresponde a la frecuencia fundamental, la cual sufre una serie de modificaciones cuando atraviesa los filtros (órganos articuladores), lo que da como resultado lo que nosotros percibimos como habla. En resumen, se aíslan las características articulatorias de los sonidos del habla, que corresponden a la manipulación de la señal por los filtros, y los parámetros acústicos de entonación o melodía y el de intensidad, que son aspectos prosódicos y corresponden a la fuente sonora1 . Las cualidades prosódicas del habla son determinadas por tres parámetros: volumen (determinado por la intensidad, expresada en decibelios), melodía (determinada por la frecuencia fundamental expresada en ciclos por segundo: herzios), y velocidad (expresada en número de sílabas por segundo); estos parámetros afectan tanto al significado de lo que se dice, al modular las pausas y los acentos, como a las emociones expresadas a través del habla. Estos dos tipos de prosodia son definidos como: prosodia semántica, que es la que se refiere al significado, y prosodia afectiva, que es la que se refiere a la expresión de las emociones7 . Son estos tres parámetros, junto con la gestualidad y el contenido del discurso, los que nos dan la sensación de emoción cuando escuchamos a alguien, y de acuerdo con estudios anteriores, podemos asociar ciertos parámetros acústicos con el reconocimiento y la expresión de emociones. La rabia y la alegría parecen estar asociadas con un incremento de la intensidad y la frecuencia fundamental, que incrementa también su rango y su variabilidad, mientras que en caso de la tristeza estos parámetros descienden. La variabilidad o fluctuación melódica diferencia la tristeza de la rabia y la alegría, y las dos últimas se diferencian entre sí gracias a los cambios en la velocidad9 . La demencia frontotemporal (DFT) puede definirse como un síndrome cortical degenerativo asociado a lesiones en los lóbulos frontal y temporal del cerebro8 ; dentro de sus variantes lingüísticas están la afasia primaria progresiva logopénica (APPlg), la afasia primaria progresiva no fluente (APPnf) y la demencia semántica (DS). Son condiciones clínicas caracterizadas por una disminución de las funciones del lenguaje de tipo progresivo4 . Las funciones cognitivas r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):13–19 de tipo mnésico y funciones ejecutivas están relativamente conservadas4 . La DS se caracteriza por la pérdida del significado de los objetos, en cualquier modalidad sensorial. Articulación, fluidez y gramaticalidad están conservadas; debido a la imposibilidad de asignar significado a los objetos, su denominación y la comprensión del lenguaje se encuentran alterados, mientras que sus habilidades visoconstruccionales están conservadas. La variante no fluente de la APP se caracteriza por una marcada anomia, y a medida que avanza la enfermedad, sus dificultades con la articulación de las palabras se hacen más evidentes, y sus producciones comienzan a volverse difíciles. La fluidez se compromete, al igual que la construcción de frases y la sintaxis (agramatismo). Hay también alteraciones en la prosodia con comprensión de palabras y conocimiento del objeto preservadas. Finalmente, la APPlp se caracteriza por una fluidez que, aunque conservada, está disminuida, dadas las pausas anómicas (de búsqueda de la palabra), parafasias fonémicas, dificultades motoras y aprosodia. La nominación está parcialmente afectada, aunque sus habilidades semánticas y la comprensión de palabras están intactas. La repetición está comprometida para las estructuras complejas, y hay un compromiso en la memoria fonológica a corto plazo y en la memoria episódica. Los pacientes con este tipo de alteración producen un gran número de falsos inicios, pausas rellenas y reformulaciones, un mayor número de verbos, y los errores sintácticos son en su mayoría paragramáticos4 . Por otro lado, el lenguaje de los pacientes con esquizofrenia se caracteriza por una articulación (fonología) y una construcción gramatical (morfología y sintaxis) dentro de lo normal, mientras que los aspectos fonéticos como la prosodia pueden ser planos debido a una inhabilidad para expresar emociones; es más, la alteración de la prosodia afectiva es una de las características principales del trastorno11 . La velocidad disminuida por problemas de fluidez y las características de la voz pueden estar alteradas y tener lo que se define como “voz croada”. La semántica está alterada en su nivel relacional, es decir, un trastorno semiótico que impide reconocer las relaciones entre los signos (palabra-objeto, pensamiento-objeto, objetoobjeto). En términos discursivos, el desorden de pensamiento puede resultar en alteraciones en la planeación general del discurso, es decir, dificultades para mantener el tópico, imposibilidad de estructurar un discurso coherente, pobreza en el contenido, y la inclusión de palabras que estructura fonológica similar a la anterior pero que no tienen el mismo significado o pertinencia; por último, hay evidentes alteraciones en el uso del lenguaje (pragmática)3 . Es esperable entonces que los pacientes con esquizofrenia y los pacientes con DFT compartan un núcleo de dificultades en la prosodia espontánea afectiva. Metodología Para este estudio se analizaron seis muestras de señales de habla producidas por pacientes con diagnóstico de esquizofrenia crónica y de largo curso, con alteraciones en el origen y en el contenido del pensamiento pero con una afectividad y 15 una apropiada capacidad para interesarse en conversar con los investigadores. Los pacientes incluidos tenían un curso típico de la esquizofrenia con crisis psicóticas recidivantes y síntomas negativos consistentes en deterioro en su funcionamiento psicosocial. Por otro lado, se toman seis muestras de pacientes con diagnóstico de DFT variante lingüística en estadios iniciales de la enfermedad, distribuidos en las tres variantes posibles, dos de ellos con APPlp, dos con APPnf y dos con DS (el diagnóstico de DFT se hace tras evaluación interdisciplinaria en clínica de memoria: diagnóstico por consenso de las especialidades de psiquiatría, neurología, neuropsicología y geriatría, y la diferenciación de los pacientes en sus variantes lingüísticas específicas se hace tras una valoración lingüística en profundidad). Las muestras consisten en una narración espontánea de un día en la vida de cada sujeto, en la que se les da la siguiente instrucción: “Escoja un día de su vida o un recuerdo, no importa cuál sea, si alegre o triste, y cuéntemelo”. La selección de este instrumento permite extraer datos de la prosodia de los pacientes en un contexto mucho más real que con muestras de habla elicitadas por instrumentos estandarizados o con muestras demasiado delimitadas. Se graban las muestras digitalmente con un programa de análisis de audio para espectrografía y oscilografía3 , lo que permite un posterior tratamiento de la señal. Para el propósito de este análisis, se seleccionaron los segmentos según la calidad de la muestra que permitía ajustar los valores del espectrograma para un mejor análisis (tabla 1). Se selecciona de cada muestra una oración que permita medir tanto las variaciones en frecuencia fundamental como las variaciones en intensidad. Todas las muestras se trabajaron mediante PRAAT3 ; de cada una de ellas se midió el valor para el periodo y se calculó la frecuencia fundamental en la vocal [a] de una sílaba acentuada para ajustar los parámetros de despliegue de cada uno de los espectrogramas, y se adecuaron los parámetros de visualización dependiendo del nivel de ruido de fondo de la señal y sus características acústicas (tabla 1). Este programa está especializado en investigaciones en fonética, permite procesar los archivos y señales de audio y, basado en la teoría fuente-filtro, hacer análisis acústico, síntesis articulatoria y descripción estadística de los datos. Para el caso particular de este estudio permite extraer los datos de variabilidad en frecuencia fundamental e intensidad de las muestras de audio, así como su despliegue en tiempo, lo que permite determinar la velocidad de la producción del habla. Las muestras fueron transcritas usando CLAN6 , que es un programa computarizado de análisis de lenguaje acorde con las convenciones de transcripción en formato CHAT (códigos de trascripción para codificar todas las variaciones que se hacen sobre las estructuras prototítipas del lenguaje como, por ejemplo, repeticiones, reformulaciones, errores discursivos, pausas, etc.); permite hacer análisis de diversidad lexical, análisis morfológico, sintáctico y de cohesión y coherencia del discurso, así como marcar las alteraciones en la fluidez y codificar los errores en el habla desde el nivel segmental o fonológico hasta el nivel macroestructural del discurso. La finalidad de uso de estos dos programas es establecer una comparación entre la prosodia y el análisis de discurso de cada 16 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):13–19 Tabla 1 – Valores de ajuste para los espectrogramas View range 0-5.000 Dynamic range (dB) 0,05 #Time steps View settings Analysis method 1.500 Sin autoscaling Cross corelation #Frecuency Steps Maximum dB/Hz Annalysis pitch 250 90 Very accurate uno de los sujetos, y analizar tanto los aspectos suprasegmentales del habla como la forma y el contenido del discurso. Para este trabajo se analizan las siguientes variables (tabla 2): • Frecuencia fundamental: expresada en herzios, fisiológicamente está determinada por el número de vibraciones por segundo de los pliegues vocales; corresponde a lo que psicoacústicamente llamamos tono. • Intensidad: expresada en decibelios, fisiológicamente determinada por la presión de aire exhalado por los pulmones; corresponde a lo que psicoacústicamente llamamos volumen. • Velocidad: velocidad del habla determinada por el número de sílabas por segundo. Aspectos estadísticos Diseño: análisis descriptivo de una serie de casos. Muestra: muestreo no probabilístico por conveniencia. Instrumentos: protocolo de recolección de muestras de habla (protocolo de toma de muestra de habla espontánea, transcripciones con formato CHAT6 y análisis lingüístico6 y análisis acústico con PRAAT2 ) para extraer los datos de variaciones en los aspectos supasegmentales del habla. Análisis estadístico: medidas de resumen y análisis no paramétrico utilizando SPSS18 . Aspectos éticos De acuerdo con la legislación vigente, el presente estudio de caso se hizo dentro del marco de un proyecto de investigación aprobado por el comité de ética de la Pontificia Universidad Javeriana (Proyecto Lóbulos Frontales), asimismo los participantes que de acuerdo con los criterios de inclusión específicos son admitidos en el proyecto, firman un consentimiento informado que permite usar los datos para fines investigativos. Resultados En términos generales, el 100% de los pacientes con DFT variante lingüística tienen dificultades para comprender estructuras lingüísticas de tipo complejo (estructuras sintácticas relativas del tipo “el perro es quien muerde al gato”, pasivas afirmativas y negativas como “el gato es mordido por el perro” o “el gato no es mordido por el perro”), ya sea por sus relaciones gramaticales o por el número de elementos que contiene, es decir, a medida que la tarea aumenta en cuanto a cantidad de los estímulos a procesar (por ejemplo, la diferencia entre procesar una oración o una narración corta), el desempeño en la tarea disminuye. Por otro lado, presentan también importantes problemas de fluidez del discurso (pausas, repeticiones y reformulaciones), lo cual afecta parámetros como la velocidad del habla principalmente. En los pacientes con esquizofrenia, se encuentran importantes alteraciones en la expresión de los elementos suprasegmentales del habla, es decir, disminuida variabilidad en la melodía determinada por la frecuencia fundamental, así como alteraciones en el discurso. Si bien los pacientes con DFT tienen mayor variabilidad en los parámetros de frecuencia fundamental e intensidad, lo que sería indicador de una prosodia más rica en matices y una entonación con un mayor número marcadores prosódicos que se asocian con la expresión de las emociones, no alcanzan la variabilidad que los estudios anteriores reportan en los pacientes controles11 . Estas alteraciones podrían tener varias repercusiones; de las diferentes emociones que normalmente expresamos a través de la voz, las más comúnmente estudiadas son la ira, la alegría y la tristeza. Estas se asocian de manera diferente con los parámetros acústicos anteriormente descritos: al expresar alegría, vemos que estos tres parámetros aumentan, en la tristeza disminuyen, y en el caso de la ira, la frecuencia fundamental por lo general baja mientras que la intensidad y la velocidad aumentan. En el caso de los pacientes estudiados, vemos que el rango está considerablemente disminuido, lo que lleva a que el reconocimiento si estos parámetros aumentan o disminuyen se vea afectado, son voces en gran medida sin variabilidad alguna, lo que hace que no sea posible reconocer emoción alguna. En el discurso de estos pacientes, dada la invariabilidad, no hay cambios entre las emociones expresadas y, si bien su producción en términos de contenido lingüístico da la información sobre si están expresando alegría o ira, la prosodia no da ninguna información. Si hacemos una comparación entre los dos grupos de pacientes, vemos que los pacientes con DFT tienen un rango mayor que los esquizofrénicos, pero en ambos casos los datos están por debajo de la media de los datos de controles reportados11 (figura 1). En general, todos los pacientes tienen alteraciones en los parámetros que determinan la prosodia afectiva y en la estructura del discurso; mientras que las alteraciones de los pacientes con DFT se centran en la fluidez, la estructura gramatical del discurso y, en menor medida, los aspectos prosódicos del habla, los pacientes con esquizofrenia tienen alteraciones mayores en los aspectos que determinan la prosodia afectiva, no hay alteraciones en la fluidez y las alteraciones en la macroestructura del discurso obedecen a un desorden de pensamiento. En cuanto a la frecuencia fundamental, que corresponde a la melodía de la voz, la cual da mayores indicios para diferenciar la tristeza de las demás emociones, vemos que la variabilidad está disminuida en ambos trastornos, pero los pacientes con DFT tienen mayor rango que aquellos con diagnóstico de esquizofrenia. 17 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):13–19 Tabla 2 – Resultados valores calculados para la media de las diferentes variables Media frecuencia esquizofrenia (Hz) Media frecuencia DFT (Hz) Media intensidad esquizofrenia (dB) Media intensidad DFT (dB) Media velocidad esquizofrenia (sílabas/10 s) Media velocidad DFT (sílabas/10 s) Suj1 Suj2 Suj3 Suj4 Suj5 Suj6 210,22 189,23 63,75 72,26 49,72 31,44 90,80 166,93 64,85 74,49 54,72 20,72 104 100,71 62,94 57,27 72,91 46,08 212,14 230,78 65,78 62,73 64,84 34,68 212,14 139,21 59,09 61,67 35,33 59,32 198,93 145,78 69,68 64,81 62,29 68,18 DFT: demencia frontotemporal. 350 8,0000 300 7,0000 250 6,0000 Velocidad 200 150 100 5,0000 4,0000 50 3,0000 0 MediaF0 Media Int. Esquizofrenia 2,0000 Demencia frontotemporal DFT Control Esquizofrenia Grupo Figura 1 – Medidas comparativas del rango de la frecuencia (F0) y la intensidad (Int) respecto a reportes de controles de estudios previos. Figura 3 – Gráfica de cajas de la velocidad de habla en pacientes con demencia frontotemporal (DFT) y esquizofrenia. Por otro lado, la variabilidad y el rango de la intensidad están disminuidos en ambos trastornos, y los pacientes con esquizofrenia hablan a un volumen significativamente más bajo (hipofonía) (figura 2). La velocidad del habla es significativamente menor en los pacientes con APP, pero el rango de variabilidad es mucho mayor, mientras que los pacientes con esquizofrenia tienden a no variar la velocidad en su discurso y son hipofónicos, lo que dificulta el análisis y la inteligibilidad del discurso (figura 3). A B 500 90 80 400 70 300 12 60 2 200 50 100 40 0 DFT Esquizofrenia DFT Esquizofrenia Figura 2 – Gráfica de cajas de la frecuencia fundamental (A) y la intensidad (B) en pacientes con esquizofrenia y demencia frontotemporal (DFT). Azul: media de frecuencia; verde: mínima frecuencia; gris: máxima fecuencia. 18 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):13–19 A 100 dB 70,83 dB 50 dB B 100 dB 50 dB Figura 4 – Espectrogramas comparativos de pacientes con esquizofrenia (A) y demencia frontotemporal (B). La línea azul corresponde a la melodía o curva de frecuencia fundamental y la línea amarilla, a la envolvente de amplitud. Discusión De acuerdo con las hipótesis propuestas basadas en las características clínicas que definen a los pacientes con esquizofrenia y DFT en sus variantes lingüísticas, es posible afirmar que los pacientes con esquizofrenia tienen menor variabilidad tanto en la frecuencia fundamental como en la intensidad que los pacientes con DFT (figura 4). Los dos grupos tienen rangos disminuidos con respecto a los valores reportados como normales en los estudios anteriores11 . La disminución en el rango de variabilidad de los pacientes con esquizofrenia puede obedecer a las alteraciones en el reconocimiento y la expresión de emociones, mientras que la disminución en la velocidad de los pacientes con DFT obedece a las dificultades en la fluidez que caracterizan la afasia. En términos de discurso, podríamos afirmar que las dificultades de origen lingüístico son las que afectan a la gramática de los pacientes con APP, mientras que el discurso de los pacientes con esquizofrenia tiene alteraciones en su macroestructura y organización general, que se pueden asociar con la estructuración del pensamiento. Es importante tener en cuenta que el análisis se hace sobre una muestra de habla espontánea que no se vincula a ninguna emoción en particular, por lo que sería interesante continuar el trabajo con tareas que incluyan la identificación de emociones en la voz, y la expresión de prosodia emocional con r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):13–19 la elicitación de discursos que se puedan vincular directamente a alguna emoción en particular. Esto podría dar más luces sobre las alteraciones puntuales en estos aspectos, ya que los pacientes con DFT deberían tener mayores dificultades en la comprensión que en la expresión de las emociones, y los pacientes con esquizofrenia deberían tener grandes dificultades tanto para la expresión como para la comprensión de las emociones, y se desconoce si estas dificultades varían en función de alguna emoción en particular. Sería interesante vincular estos estudios de comprensión y expresión de emociones con estudios de imágenes cerebrales funcionales, ya que hay múltiples estudios que vinculan estas dificultades con lesiones en el hemisferio derecho principalmente, en los lóbulos frontal y temporal, más específicamente el giro supratemporal5,10 . Las alteraciones en la cognición social en el caso de los pacientes esquizofrénicos es producto del curso deteriorante del trastorno, mientras que en la DFT es uno de los núcleos semiológicos de la enfermedad. Estas alteraciones en la capacidad de ver al otro ligadas inevitablemente a la expresión emocional son nucleares en la fenomenología de ambos trastornos y afectan sin duda al desempeño funcional de los pacientes. En este estudio se presenta cómo una evaluación lingüística en profundidad permite revaluar algunas de las modalidades de valoración del discurso y la prosodia de los pacientes, tanto con demencia como con esquizofrenia, e indica que algunos elementos del discurso son útiles para orientar el diagnóstico y correlacionar el deterioro funcional con las variantes lingüísticas de la DFT y la esquizofrenia en la cotidianidad de la práctica del psiquiatra. Asimismo una valoración lingüística de este tipo puede proveer datos cuantitativos que permiten un mejor seguimiento del paciente y sus posibilidades de tratamiento. Responsabilidades éticas Protección de personas y animales. Los autores declaran que los procedimientos seguidos se conformaron a las normas éticas del comité de experimentación humana responsable y de acuerdo con la Asociación Médica Mundial y la Declaración de Helsinki. Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes. Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores han obtenido el consentimiento informado de los pacientes y/o sujetos referidos en el artículo. Este documento obra en poder del autor de correspondencia. Financiación Para la elaboración del presente artículo no se recibió ayuda o auxilio de agencia de financiación alguna, no se basa en 19 ninguna tesis académica ni ha sido presentado en ninguna reunión científica o académica. Conflicto de intereses Ninguno. Agradecimientos Agradecemos particularmente a la profesora Lorena Ham por su aseroría en tratamiento de señales acústicas del habla, así como a la clínica de Nuestra Señora de la Paz, y al Dr. Germán Posada por su ayuda para conseguir sujetos interesados en participar en este estudio. Agradecemos principalmente a los participantes en el estudio. bibliograf í a 1. Baken RJ, Orlikoff RF. Clinical measurement of speech and voice. San Diego: Singular; 2007. 2. Boersma D, Weenink P. Praat doing phonetics by computer. Disponible en: www.praat.org 3. Covington MA, He C, Brown C, Naçi L, McClain JT, Fjordbak BS, et al. Schizophrenia and the structure of language: the linguist’s view. Schizophr Res. 2005;77:85–98, http://dx.doi.org/10.1016/j.schres.2005.01.016. 4. Harciarek M, Kertesz A. Primary progressive aphasias and their contribution to the contemporary knowledge about the brain-language relationship. Neuropsychol Rev. 2011;21:271–87, http://dx.doi.org/10.1007/s11065-011-9175-9. 5. Hoekert M, Kahn RS, Pijnenborg M, Aleman A. Impaired recognition and expression of emotional prosody in schizophrenia: review and meta-analysis. Schizophr Res. 2007;96:135–45, http://dx.doi.org/10.1016/j.schres.2007.07.023. 6. MacWhinney B. The CHILDES Project. Tools for analyzing talk — Electronic Edition Part 1: The CHAT Transcription Format, 1. Pittsburgh: Carnegie Mellon University; 2011. 7. Murphy D, Cutting J. Prosodic comprehension and expression in schizophrenia. 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El presente trabajo busca establecer la validez de constructo y la estabilidad de la escala en pacientes con Palabras clave: trastorno bipolar I de la ciudad de Manizales. Trastorno bipolar Métodos: Se estimó la validez de constructo comparando la medición en dos grupos Trastornos cognitivos divergentes, grupo control y grupo con trastorno bipolar I; se comparó con una batería neu- Escala de valoración psiquiátrica ropsicológica que medía los mismos dominios de la escala; se evaluó la correlación entre cada una de las subpruebas de la escala y la estabilidad a través de la confiabilidad test-retest en el grupo con trastorno bipolar I. Resultados: La escala mostró capacidad discriminatoria del funcionamiento cognitivo entre el grupo control y el grupo con trastorno bipolar I. La correlación con la batería neuropsicológica se estimó por medio de la prueba de Spearman, que mostró resultados entre 0,36 y 0,77, y la correlación entre las subpruebas de la escala mostró correlaciones entre 0,39 y 0,72. La prueba test-retest se midió con el coeficiente de correlación intraclase y su valores fueron entre 0,77 y 0,91. Conclusiones: La versión española de la escala para criba de alteración cognitiva en psiquiatría muestra validez y confiabilidad aceptables como instrumento de medición en la practica clínica psiquiátrica. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (O.M. Castaño Ramírez). http://dx.doi.org/10.1016/j.rcp.2014.08.002 0034-7450/© 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. ∗ 21 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):20–27 Validation of the Cognitive Impairment in Psychiatry (SCIP-S) Screen Scale in Patients with Bipolar Disorder I a b s t r a c t Keywords: Background: The Spanish version of the cognitive impairment in psychiatry scale scree- Bipolar disorder ning scale has been developed as a response to the needs arising in clinical practice during Cognitive disorders the evaluation of mental illness patients, but the performance is not known in the Colom- Psychiatric rating scale bian population with bipolar disorder I. This paper tries to establish construct validity and stability of the scale in patients with bipolar disorder I in the city of Manizales. Methods: Construct validity was estimated by comparing the measurement in two divergent groups, a control group and a group with bipolar disorder I. It was also compared to a Neuropsychological battery measuring the same scale domains. The correlation between each one of the sub-tests of the scale and stability was evaluated through the reliability test-retest in the group with bipolar disorder I. Results: The scale showed discriminatory capacity in cognitive functioning between the control group and the group with bipolar disorder I. The correlation with the neuropsychological battery was estimated by the Spearman test showing results between 0.36 and 0.77, and the correlation between each sub-test of the scale showed correlations between 0.39 and 0.72. Test-retest was measured with the intraclass correlation coefficient (ICC) and their values were between 0.77 and 0.91. Conclusions: The Spanish version of screening scale in the cognitive disorder in psychiatry shows acceptable validity and reliability as a measurement tool in clinical psychiatric practice. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Published by Elsevier España, S.L.U. All rights reserved. Introducción En la práctica clínica, la evaluación de los pacientes con trastorno bipolar I (TBI) generalmente se limita a los síntomas relacionados con las alteraciones en el estado de ánimo, psicomotoras y vegetativas, y no se presta suficiente atención al funcionamiento cognitivo. Se ha encontrado que los pacientes con TBI pueden presentar alteraciones en diferentes dominios cognitivos y con una magnitud variable dependiendo de la gravedad de la enfermedad, la presencia de síntomas psicóticos, el estado de eutimia y el uso de antipsicóticos1–4 . La importancia de evaluar el funcionamiento cognitivo radica en que este es un marcador de la integridad neuronal y predictor del pronóstico del paciente, por lo que se convierte en un objetivo terapéutico con el fin de disminuir la disfuncionalidad5,6 . Se ha encontrado que los pacientes con TBI muestran menor rendimiento en la velocidad de procesamiento de la información, el funcionamiento ejecutivo y la memoria verbal, incluso en los periodos de eutimia7–9 , los cuales explican en gran medida las dificultades en el desempeño en la vida diaria10 . Teniendo en cuenta que los pacientes con TBI tienen dificultades para informar con precisión de la presencia de síntomas cognitivos11 , la mejor forma de evaluarlos es a través de baterías neuropsicológicas12 . Al no existir una prueba estándar, en los últimos años se han desarrollado iniciativas con el fin de encontrar un consenso en la evaluación objetiva de los dominios cognitivos comprometidos en los pacientes con TBI12,13 . Sin embargo, la aplicación de estos instrumentos requiere largo tiempo y tiene alto costo y aplicarlo exige entrenamiento especial. Estos inconvenientes han motivado la creación de pruebas con menos tiempo de aplicación y un mínimo entrenamiento, las cuales pueden ser útiles en la práctica clínica14–16 . Una de estas pruebas es la versión española de la escala para criba de alteración cognitiva en psiquiatría (SCIP-S), que se ha desarrollado en respuesta a las necesidades que se presentan en la consulta psiquiátrica y cuya validez se ha demostrado en la evaluación de los pacientes con TBI17–19 . SCIP-S es una escala de fácil aplicación por los clínicos después de un mínimo entrenamiento. Se puede aplicar en 15 min aproximadamente, y permite un acercamiento válido y confiable de las alteraciones cognitivas en los pacientes con TBI17 . Investigaciones previas muestran que tiene una tasa general de clasificaciones correctas del 74,8%, una sensibilidad del 73,5% y una especificidad del 72,2%18 . La escala consta de cinco subpruebas que miden el aprendizaje audioverbal inmediato (AV-I), la memoria de trabajo (MT), la fluidez verbal (FV), el aprendizaje verbal diferido (AV-D) y la velocidad de procesamiento de la información (VP)14 . Recientemente se han publicado los puntos de referencia en población española discriminados por edad y escolaridad, de gran utilidad clínica debido a que aportan información sobre las habilidades cognitivas de los pacientes20 . En Colombia, la escala SCIP-S no ha sido validada en poblaciones con trastornos mentales, entre ellos el TBI. SCIP-S es una prueba que viene ganando aceptación en la práctica clínica y con la cual ya se han realizado en otros países varias investigaciones que robustecen su confiabilidad. Por tal motivo, es importante conocer cómo es su comportamiento en la población colombiana, de modo que se pueda proponerla como un instrumento útil teniendo en cuenta las restricciones de tiempo que hay en la consulta ambulatoria. El objetivo de 22 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):20–27 este trabajo es determinar la validez y la confiabilidad de la SCIP-S como instrumento de ayuda para detectar alteraciones en el funcionamiento cognitivo de los pacientes con TBI. El proceso de validación de la SCIP-S que se está reportando fue aprobado por los autores de la escala. Métodos Tamaño de la muestra Para medir la reproducibilidad test-retest, estudios previos18 habían mostrado coeficientes de correlación intraclase (CCI) de 0,75-0,82. Utilizando la fórmula para medir reproducibilidad y esperando un CCI de 0,75 bajo la hipótesis nula y un CCI de 0,90 bajo la hipótesis alterna, dos mediciones, un error tipo I de 0,05 y un error tipo II de 0,20, el tamaño de la muestra sería de 27 participantes. Por otro lado, si se asume un CCI de 0,80 bajo la hipótesis nula, el tamaño de muestra sería 46. En el estudio nosotros consideramos el seguimiento de 58 participantes para la reproducibilidad test-retest. Para medir la capacidad discriminatoria, teniendo en cuenta resultados previos18 , se consideró la prueba con menor tamaño del efecto. Asumiendo una potencia del 80% y un nivel de confianza del 95% para detectar una diferencia de 2,45, el tamaño de muestra requerido era de 44 participantes por grupo. Para evaluar la validez de constructo tipo convergente, se consideraron los hallazgos previos en los coeficientes de correlación entre 0,36 y 0,47 entre las pruebas que se esperaba estén correlacionadas18 . Asumiendo un coeficiente de correlación esperado de 0,40, con un error tipo I de 0,05 y una potencia de 0,80, el tamaño de muestra necesario es de 37 participantes. Teniendo en cuenta estos tamaños de muestra, para evaluar la capacidad discriminatoria y la validez de constructo, se seleccionó una muestra de 71 casos y 79 controles. Participantes El grupo de trastornos de la memoria de la Universidad de Caldas realizó la evaluación clínica y neuropsicológica de 71 pacientes con diagnóstico de TBI y 79 controles de 18-55 años de edad. El diagnóstico de TBI se basó en la evaluación retrospectiva de la historia clínica utilizando los criterios del DSM-IV-TR21 y confirmación diagnóstica aplicando la entrevista neuropsiquiátrica internacional MINI, la cual ha sido validada al español22,23 . Además, debían tener un periodo de eutimia de al menos 6 meses, que debía cumplir los siguientes criterios: no tener cambios en los medicamentos ni en sus dosis, no tener hospitalizaciones y asistir a los controles médicos en que se confirmaba la estabilidad clínica. Además, tener < 8 puntos en la escala de Hamilton para depresión24 y < 6 en la escala de Young para manía25 , con el fin de corroborar la eutimia al momento del ingreso al proyecto. Se excluyó a los pacientes analfabetos, con antecedentes de enfermedades neurológicas graves y con comorbilidad de trastornos mentales asociados al uso de sustancias. El grupo control fue evaluado con la entrevista estructurada MINI para descartar la presencia de trastornos mentales en el eje I de la clasificación del DSM-IV-TR y se les aplicó las escalas de Hamilton y Young para descartar manía o depresión. Se excluyó a los analfabetos y a los pacientes con antecedentes de enfermedades mentales graves y antecedentes familiares de enfermedad mental. A ambos grupos se les aplico la escala SCIP-S y posteriormente se evaluó su funcionamiento cognitivo a través de una batería neuropsicológica, aplicada por un experto en el área, la cual incluyó la subprueba de aprendizaje de una lista de palabras de la Escala de Memoria de Wechsler (codificación, recuerdo a corto y largo plazo y reconocimiento)26 , las subpruebas sucesión de letras y números y digito símbolo del WAIS III27 , prueba de fluencia verbal fonológica (fonema F)28 , la versión corta del test de clasificación de cartas de Wisconsin (WCST)29 y los Trail Making Tests (TMT) A y B30 . Para la evaluación de la reproducibilidad test retest, dentro del mes siguiente a la primera evaluación se aplicó nuevamente la escala SCIP-S a 58 individuos con TBI. Para la evaluación de la validez de constructo, se compararon los resultados de la escala SCIP entre el grupo con TBI y el grupo control. Además se evaluó la validez de constructo tipo convergente mediante el análisis de la correlación entre las pruebas de la escala SCIP-S y las pruebas de la batería neuropsicológica. El proyecto fue aprobado por el Comité de Ética de la Universidad de Caldas y se obtuvo el consentimiento informado teniendo en cuenta los lineamientos éticos de la legislación colombiana31 . Análisis estadístico Se describieron las características demográficas y los resultados en las pruebas de la escala SCIP-S utilizando media ± desviación estándar para las variables cuantitativas (edad y puntuaciones de las pruebas) y frecuencia (porcentaje) en las variables categóricas (sexo, grado escolar y ocupación) entre los grupos de estudio. La validez de constructo se evaluó comparando los resultados de la SCIP-S del grupo con TBI y el grupo control mediante la prueba de la U de Mann-Whitney. Se calculó el tamaño del efecto de Cohen (d), y se asumió una diferencia importante si d > 0,75. La validez de constructo tipo convergente se evaluó analizando la correlación entre cada uno de los dominios de la SCIP-S y las subpruebas de la batería neuropsicológica mediante el cálculo del coeficiente rho de correlación de Spearman. Para medir la reproducibilidad test-retest de SCIPS, se calculó el coeficiente de correlación intraclase (CCI) para cada uno de los dominios32 . Se evaluaron los supuestos de distribución normal con la prueba de Kolmogorov-Smirnov y de homogeneidad de varianza con la prueba F de Levene33 . Los análisis estadísticos se realizaron con el paquete IBM SPSS Statistics 18.034 . Resultados El grupo con TBI estaba compuesto por 71 pacientes (media de edad al diagnóstico, 27,5 años). No se encontró comorbilidad con otros trastornos mentales. Al momento del ingreso al estudio, estaban recibiendo tratamiento con ácido valproico/divalproato 11 pacientes (15,5%); ácido valproico/divalproato más un antipsicótico, 31 (43,7%); 23 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):20–27 Tabla 1 – Características demográficas de la muestra estudiada Controles (n = 79) Frecuencia Porcentaje Edad años, media (DE) Sexo Varones Mujeres 41,9 –9,5 TBI (n = 71) Frecuencia Estadístico p Porcentaje 43 –9,2 32 47 40,5 59,5 30 41 42,3 57,7 Grado escolar Primaria Secundaria Estudios técnicos Estudios universitarios 24 35 12 8 30,4 44,3 15,2 10,1 20 33 10 8 28,2 46,5 14,1 11,2 Estado civil Casado/unión libre Soltero Viudo Separado/divorciado 45 16 1 17 57 20,2 1,3 21,5 25 28 1 17 35,2 39,4 1,5 23,9 Ocupación Desempleado Empleado Incapacitado para trabajar sin pensión Estudiante Ama de casa No sabe o no responde 8 55 0 1 14 1 10,1 69,6 0 1,3 17,7 1,3 16 30 4 0 21 0 22,5 42,3 5,6 0 29,6 0 –0,92a 0,04; 1 glb 0,36 0,82 0,17; 4 glb 0,98 8,58; 4 glb 0,03 17,04; 5 glb 0,01 gl: grados de libertad; TBI: trastorno bipolar I. Los valores expresan media ± desviación estándar o n (%). a b Estadístico Z con aproximación asintótica de la prueba de la U de Mann-Whitney. Prueba de la !2 de homogeneidad. ácido valproico/divalproato más litio, 3 (4,2%); ácido valproico/divalproato de sodio más litio más un antipsicótico, 10 (14,1%); litio, 5 (7%); litio más un antipsicótico, 6 (8,5%); antipsicótico, 4 (5,6%), y carbamazepina, 1 (1,4%); 3 (4,23%) pacientes de los que estaban en tratamiento con litio tomaban levotiroxina y otros 4 (5,63%) estaban en tratamiento adicional con antidepresivos. Ningún paciente estaba recibiendo tratamiento con benzodiacepinas o estimulantes del sistema nervioso central. El 83,1% de los pacientes del grupo con TBI tenían antecedentes familiares de enfermedad mental en primer grado de consanguinidad. El 87,3% manifestó no tener antecedentes de alteraciones en el momento del parto, el 11,3% los desconocía y el 1,41% tenía antecedentes de parto prematuro. El grupo control no mostró diferencias significativas en cuanto a edad, sexo y grado de escolaridad respecto al grupo con TBI (tabla 1). La validez de constructo evaluada comparando los resultados de las pruebas de la SCIP-S entre el grupo con TBI y el grupo control mostró diferencias estadísticamente significativas (p < 0,01) en las cinco subpruebas con tamaños del efecto alto (d > 0,75) en aprendizaje verbal inmediato, memoria de trabajo y test de fluidez verbal y moderado (d = 0,40) en aprendizaje verbal diferido y velocidad de procesamiento (tabla 2). La validación de constructo tipo convergente mostró correlaciones moderadas y significativas entre las pruebas de la SCIP-S y las subpruebas de la batería neuropsicológica. Entre las pruebas de la SCIP-S y las de la batería que evaluaban dominios similares, las correlaciones fueron moderadas y significativas: AV-I y aprendizaje por retención de la lista de palabras de WMS-III en cuatro ensayos (" = 0,62), MT y sucesión de letras y números del WAIS III (" = 0,52), FV y fluencia verbal fonológica (" = 0,46), AV-D y recuerdo a largo plazo y reconocimiento de la escala de memoria de WMS-III (" = 0,45) y VP con clave dígito símbolo del WAIS (" = 0,77) y el TMT A (" = –0,66) y B (" = –0,58) (tabla 3). La correlación entre las subpruebas de la SCIP-S mostró valores entre 0,39 y 0,72, lo cual muestra la independencia entre ellas (tabla 4). La reproducibilidad test-retest de las pruebas de la SCIP-S mostró CCI entre 0,77 y 0,91 (tabla 5). Discusión En este estudio se demuestra que la SCIP-S tiene una validez adecuada de constructo y reproducibilidad test-retest a lo largo del tiempo para detectar alteraciones en el funcionamiento cognitivo en los pacientes con TBI en Manizales, Colombia. Las propiedades de la escala fueron evaluadas en sujetos con y sin TBI. Al igual que en los estudios españoles, se encontraron diferencias significativas entre los grupos17,18 . El tamaño de efecto en ambos estudios es alto en todas las subpruebas; sin embargo, en nuestro estudio, en AV-I, MT y FV fue moderado. Esto podría explicarse por el grado de escolaridad, que era mayor en la población española, con un 29% de sujetos con estudios universitarios. La mayor escolaridad puede influir en el fortalecimiento de funciones cognitivas como la velocidad de procesamiento de la información y cuando esta está 24 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):20–27 Tabla 2 – Medidas descriptivas de la escala de deterioro cognitivo SCIP y capacidad discriminatoria en el grupo control y el grupo con TBI Subprueba AV-I MT FV AV-D VP Controles (n = 79) 21,3 17,1 13,3 6,7 8,7 ± ± ± ± ± TBI (n = 71) 2,8 2,5 4,2 2,1 2,6 17,4 14,6 11,2 4,7 5,4 ± ± ± ± ± 4,7 4,4 4,9 2,4 2,9 Estadístico p Tamaño del efecto* –5,2 –4,2 –2,4 –5,3 –6,3 < 0,001 < 0,001 0,014 < 0,001 < 0,001 1,4 1,2 0,9 0,4 0,4 AV-D: aprendizaje verbal diferido; AV-I: aprendizaje verbal inmediato; FV: test de fluidez verbal; MT: memoria de trabajo; VP: velocidad de procesamiento. Los valores expresan media ± desviación estándar. ∗ Estadisitico Z con aproximación asintótica de la prueba de la U de Mann-Whitney. Tabla 3 – Validez de constructo tipo convergente. Correlaciones de Spearman entre las pruebas de la escala SCIP y otras pruebas neuropsicológicas Pruebas AV-I a Lista de palabras WMS-III Sucesión de letras y números WAIS III Fluidez fonológica Recobro libre a largo plazo WMS-III Clave digito-símbolo WAIS TMT A TMT B WCST 0,62 0,52a 0,45a 0,42a 0,55a –0,50a –0,43a 0,36a MT FV a AV-D a 0,56 0,52a 0,41a 0,48a 0,51a –0,64a –0,46a 0,36a 0,47 0,42a 0,46a 0,35a 0,45a –0,50a –0,36a 0,35a a 0,52 0,48a 0,41a 0,45a 0,56a –0,44a –0,42a 0,26a VP 0,57a 0,72a 0,49a 0,56a 0,77a –0,66a –0,58a 0,36a AV-D: aprendizaje verbal diferido; AV-I: aprendizaje verbal inmediato; FV: test de fluidez verbal; MT: memoria de trabajo; TMT: trail making test; VP: velocidad de procesamiento; WCST: test de clasificación de cartas de Wisconsin. a b p < 0,001. p < 0,05. Tabla 4 – Correlaciones de Spearman entre las pruebas de la escala SCIP AV-I MT FV AV-D VP AV-I MT FV AV-D VP — 0,52 0,49 0,72 0,60 — 0,44 0,39 0,54 — 0,45 0,48 — 0,61 — AV-D: aprendizaje verbal diferido; AV-I: aprendizaje verbal inmediato; FV: test de fluidez verbal; MT: memoria de trabajo; VP: velocidad de procesamiento. Todos, p < 0,001. alterada las diferencias pueden ser más notorias o por expresiones fenotípicas diferentes del TBI entre las poblaciones. La validez convergente es la comparación con otro instrumento que evalúe el mismo fenómeno cuando no existe un patrón de referencia. Las correlaciones > 0,5 o > 0,6 confirman la validez de constructo35 . En el estudio se encontraron coeficientes de correlación superiores a los encontrados por Guilera18 , y como se observa en la tabla 3, los coeficientes Tabla 5 – Reproducibilidad test-retest de la escala de deterioro cognitivo SCIP en 58 participantes con TBI Subprueba AV-I MT FV AV-D VP Primera evaluación 17,24 14,62 11,72 4,78 5,72 ± ± ± ± ± 4,82 4,59 5,00 2,41 2,86 Segunda evaluación 19,29 14,43 12,71 5,83 6,19 ± ± ± ± ± 5,37 4,06 4,81 2,34 3,00 CCI (IC95%) 0,8 (0,59-0,9) 0,91 (0,84-0,94) 0,8 (0,67-0,88) 0,77 (0,52-0,88) 0,91 (0,84-0,95) AV-D: aprendizaje verbal diferido; AV-I: aprendizaje verbal inmediato; CCI: coeficiente de correlación intraclase; FV: test de fluidez verbal; IC95%: intervalo de confianza del 95%; MT: memoria de trabajo; VP: velocidad de procesamiento. Los valores expresan media ± desviación estándar. r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):20–27 fueron significativamente distintos de cero, lo que indica una potencia estadística mayor que la considerada en los cálculos de tamaño muestral > 90%. Las subpruebas AV-I y MT, FV y AV-D mostraron correlaciones altas que indican adecuada validez de constructo. La VP también se correlacionó significativamente con la subprueba clave dígito-símbolo del WAIS, TMT A y TMT B, pero no con el WCST. El WCST se diseñó para evaluar la capacidad de abstracción y formación de conceptos y el cambio de estrategias cognitivas en respuesta a cambios en las contingencias ambientales30,36 ; sin embargo, ha recibido críticas en condiciones neurológicas cuando trata de evaluar las funciones prefrontales, y para ofrecer una descripción valida del tipo de déficit cognitivos36–38 . Puede ser que la baja correlación con las subpruebas de la SCIP-S se deba a que el WCST evalúa dominios diferentes que pueden no estar relacionados con la velocidad de procesamiento. También se puede explicar porque en el WCST no hay medida de tiempo. Esta prueba mide el número de categorías, de perseveraciones y de fallas para mantener el principio, mientras que en la VP el aspecto específico es el tiempo. La correlación entre las subpruebas de la SCIP-S muestra valores < 0,7, lo cual revela que cada una de ellas mide dominios diferentes del funcionamiento cognitivo, que es uno de los fines de la escala. La correlación más alta se observa entre AV-I y AV-D, valor aceptable teniendo en cuenta que ambos miden el aprendizaje verbal, solo que uno lo mide inmediatamente y el otro de manera diferida. Este hallazgos son similares a otros estudios en población española18 . Estudios previos mostraron CCI entre 0,75 y 0,82 en cada una de las pruebas para la evaluación de la reproducibilidad18 . En el presente estudio se encontraron CCI entre 0,77 y 0,91, lo cual demuestra su estabilidad. Los valores más bajos en AV-I, AV-D y FV pueden deberse a diferencias sutiles durante la aplicación del instrumento en momentos diferentes o por situaciones aún desconocidas. Limitaciones y futuras investigaciones Dados los cálculos anteriores, consideramos que la muestra fue apropiada para evaluar la reproducibilidad test-retest. Lo más importante que considerar sobre este aspecto en la evaluación a posteriori de los resultados es realmente la precisión que se obtuvo en la evaluación de los intervalos de confianza. Para pruebas como MT y VP, que tuvieron valores altos de CCI, los intervalos de confianza fueron moderadamente precisos; en otras pruebas como AV-I, FV y AV-D, los intervalos de confianza fueron amplios, lo que podría explicarse por el tamaño de la muestra y ser una de las limitaciones del estudio. Teniendo en cuenta que no existe una prueba de referencia, se necesitan más investigaciones con tamaños muestrales mayores que validen la utilidad de la escala. Se requiere de estudios en nuestra población que den cuenta de valores normativos que permitan interpretar las puntuaciones de casos individuales y determinar la sensibilidad, la especificidad, el valor predictivo positivo y el valor predictivo negativo de la escala en la población colombiana. También hay que continuar la validación de constructo, con tamaños muestrales mayores y comparándola con otras herramientas neuropsicológicas que evalúen los mismos dominios cognitivos de la 25 escala, como la batería cognitiva del consenso MATRICS o la batería neuropsicológica NEUROPSI12,39 . La SCIP-S no logra cubrir todos los dominios cognitivos. Aunque evalúa dominios de suma importancia, algunos requieren evaluaciones suplementarias, como la función ejecutiva, las habilidades no verbales y el funcionamiento cognitivo social. Es importante tener en cuenta que esta escala no reemplaza la evaluación completa a través de la aplicación de baterías neuropsicológicas. Su utilidad se limita al contexto clínico, para el uso en la consulta médica, donde se requiere una criba rápida para conocer objetivamente el estado cognitivo del paciente y juzgar la necesidad de una evaluación más completa o realizar un seguimiento del paciente. La disfunción cognitiva en el TBI se encuentra relacionada con el funcionamiento social y general de los pacientes6,7,40 . Las alteraciones en la velocidad de procesamiento y en el aprendizaje verbal se asocian fuertemente con el rendimiento en el trabajo, en las áreas social y general40 . Por tal motivo, en la práctica clínica es importante contar con herramientas que permitan evaluar objetivamente las alteraciones en el funcionamiento cognitivo. La comparación de la SCIPS con la batería neuropsicológica demuestra que, con una herramienta de fácil y rápida aplicación, se puede tener una aproximación confiable del funcionamiento cognitivo de los pacientes con TBI. Conclusiones La búsqueda de síntomas cognitivos es un elemento cardinal en los pacientes con TBI. La SCIP-S es una prueba útil para la búsqueda de alteraciones cognitivas en los pacientes con TBI de la práctica clínica psiquiátrica. La SCIP-S es una escala de criba cognitiva de bajo costo y fácil aplicación, pero no reemplaza la evaluación neuropsicológica completa realizada por profesionales especializados. Es adecuada para realizar una evaluación rápida en el ámbito clínico del estado cognitivo del paciente. Responsabilidades éticas Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales. Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes. Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores han obtenido el consentimiento informado de los pacientes y/o sujetos referidos en el artículo. Este documento obra en poder del autor de correspondencia. Financiación Recursos de la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad de Caldas. 26 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):20–27 Conflicto de intereses Los autores manifiestan que no tienen conflictos de intereses en la investigación. bibliograf í a 1. Chowdry R, Ferrier N, Thompson JM. Cognitive dysfunction in bipolar disorder. Curr Opin Psychiatry. 2003;16:7–12. 2. Simonsen C, Sundet K, Vaskinn A, Birkenaes A, Engh J, Andreassen O, et al. Neurocognitive profiles in bipolar I and bipolar II disorder: differences in pattern and magnitude of dysfunction. Bipolar Disorders [serial on the Internet]. 2008;10:245–55. 3. Pålsson E, Figueras C, Johansson AG, Ekman CJ, Hultman B, Ostlind J, et al. Neurocognitive function in bipolar disorder: a comparison between bipolar I and II disorder and matched controls. BMC Psychiatry. 2013;13:165. 4. Kurtz MM, Gerraty RT. 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Métodos: Se realizó un estudio ecológico en el que se estimó la correlación de Spearman entre Palabras clave: desigualdad (coeficiente de Gini) y tasa de suicidio entre 1994 y 2013, según la información Suicidio oficial disponible en el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y el Inequidad social Instituto Nacional de Ciencias Forenses y Medicina Legal. Estudios ecológicos Resultados: Se observó un coeficiente de Gini entre 0,53 y 0,60 (mediana, 0,65 [intervalo inter- Colombia cuartílico, 0,54-0,57]) y las tasas de suicidio estuvieron entre 3,84 y 5,26 (mediana, 4,20 [4,08-4,86]). La correlación entre desigualdad y tasa de suicidio fue positiva y estadísticamente significativa (r = 0,70; p < 0,001). Conclusiones: Se observa una asociación positiva entre desigualdad económica y tasa de suicidio en Colombia. Es importante lograr mayor equidad en la distribución de los ingresos para reducir la tasa de suicidio en el país. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. Association between inequality and suicide rate in Colombia (1994-2013) a b s t r a c t Keywords: Introduction: Income inequality is directly related to the mental health of the population. Suicide However, the relationship between income inequality and suicide rates in Colombia has Inequality still not been explored. Ecological studies Objective: To estimate the relationship between inequality and suicide rates in Colombia Colombia from 1994 to 2013. Methods: An ecological study was conducted, in which the correlation was estimated (Spearman) between inequality (Gini coefficient) and suicide rate between 1994 and 2013, according Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (A. Campo-Arias). http://dx.doi.org/10.1016/j.rcp.2014.09.006 0034-7450/© 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. ∗ 29 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):28–32 to official information available from the National Administrative Department of Statistics (DANE), and the National Institute of Forensic Science and Forensic Medicine. Results: A Gini coefficient between 0.53 and 0.60 (median, 0.65 [interquartile range, 0.54-0.57]) was observed, and suicide rates were between 3.84 and 5.26 (median, 4.20 [4.08-4.86]). The correlation between inequality and suicide rates was positive and statistically significant (r=.70; p<.001). Conclusions: There is a positive association between economic inequality and suicide rate in Colombia. It is important to achieve greater equity in the distribution of income to reduce suicide rate in the country. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Published by Elsevier España, S.L.U. All rights reserved. Introducción La salud mental de los colectivos se relaciona con un amplio número de factores1 . Desde la perspectiva de los determinantes sociales de salud se considera que factores materiales, psicosociales, conductuales y biológicos explican las diferencias (inequidades) en las condiciones de salud2 . Igualmente, se conocen como globales o contextuales los factores directamente resultado del contexto socioeconómico y político (gobernanza, políticas macroeconómicas, políticas públicas, clase social y la cultura general); se definen como distales los relacionados con las condiciones de vida y trabajo (factores psicosociales y el sistema de salud), y los determinantes proximales con características individuales y de estilo de vida como edad, sexo y otras variables constitucionales o genéticas3 . En el mismo sentido, en Colombia y todo el mundo, el suicidio es un problema importante de salud mental pública relacionado con múltiples determinantes globales, distales y proximales4–24 . Sin embargo, solo en las más recientes décadas se ha prestado mayor atención a los factores globales como las condiciones de económicas, entre ellos, la desigualdad de ingresos4–11 . La desigualdad de ingresos se refiere a la distribución dispar de bienes e ingresos económicos entre individuos o grupos al interior de una sociedad o entre países25,26 . En este grupo de indicados, uno de los más populares y empleado en las estadísticas de los países es el coeficiente Gini27 . Este indicador es una medición cuantitativa del nivel de concentración de la riqueza o valor; este coeficiente brinda valores entre 0 y 1 y se interpreta que, a mayor coeficiente, más alto es el nivel de desigualdad de distribución de ingresos del grupo o población que se tomó como referencia28 . Los estudios disponibles informan de correlaciones diversas entre el coeficiente de Gini y las tasas de suicidio. Por ejemplo, Wu observó una baja correlación (r = 0,10) entre el coeficiente de Gini y la tasa de suicidio entre 1989 y 199129 . Miller et al. observaron falta de diferencia estadísticamente significativa en el coeficiente Gini entre grupos por muerte por suicidio y un grupo control por muerte accidental30 . Wu et al., en una investigación que incluyó información de 54 países, observaron que la desigualdad mostraba una asociación estadísticamente significativa con la tasa de suicidio de adultos mayores (r = –0,48); sin embargo, fue independiente en los grupos de edad más jóvenes31 . La prevención de los comportamientos suicidas requiere un amplio conocimiento de los determinantes estructurales y otros factores modificables que puedan ser el foco de intervención. La prevención del suicidio requiere el abordaje de los factores intrínsecos a la persona, la sociedad y el entorno cultural y político1,32 . El objetivo de esta investigación fue estimar la asociación (correlación) entre desigualdad (coeficiente de Gini) y tasa de suicidio en Colombia durante las últimas dos décadas (1994–2013). Método Se realizó un estudio ecológico, que contó con la revisión y aprobación de un comité de ética institucional. Según la Resolución 8430 de 1993 del Ministerio de Salud de Colombia, este tipo de investigación no representa riesgo alguno (sin riesgo), dado que se maneja información pública no confidencial33 . El coeficiente de Gini se utilizó como estimador de desigualdad. El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) publica anualmente estos coeficientes. El coeficiente de Gini se utiliza con el propósito de indicar desigualdad de ingresos (índice de distribución social de la riqueza) entre los ciudadanos de una región o país. El coeficiente permite valores entre 0 (perfecta igualdad) y 1 (total desigualdad)28 . La tasa de suicidio se expresa en número de casos presentados en determinado periodo cada 100.000 habitantes; en el presente análisis se tomó la tasa anual. Se consideró la información que presenta anualmente el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia, responsable de llevar a cabo las respectivas necropsias, y no la que presenta DANE, que registra certificados de defunción. Se calcularon media ± desviación estándar, mediana y moda [intervalo intercuartílico]. Para conocer la distribución de los datos, se aplicó la prueba de Shapiro-Wilk34 . Para cuantificar la asociación entre desigualdad y tasa de suicidio, se usó la correlación de Pearson (r) si ambos conjuntos de datos mostraban distribución simétrica35 y la de Spearman (rs) en caso contrario36 . Se aceptó como significativas correlaciones superiores a 0,30 y valor de probabilidad < 0,05 (p < 0,05). Los cálculos se realizaron con el programa STATA 9.037 . 30 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):28–32 Tasa de suicidios/10.000 hab./año 5,5 5 4,5 4 3,5 0,54 0,56 0,58 0,6 Coeficiente de Gini Figura 1 – Correlación de Spearman entre coeficiente de Gini y tasa de suicidio (1994-2013). Resultados Los coeficientes de Gini observados estaban entre 0,53 y 0,60 (M = 0,56; DE = 0,46; Me = 0,56; Mo = 0,54; RIC = 0,54-0,57); estos datos mostraron distribución simétrica (prueba de ShapiroWilk, p = 0,622). Las tasas de suicidio mostraron valores entre 3,84 y 5,26 (M = 4,60; DE = 0,02; Me = 4,20; Mo = 4,10; RIC = 4,08-4,86); la distribución de los datos fue asimétrica (prueba de Shapiro-Wilk, p < 0,001). Dado que una de las distribuciones de datos fue asimétrica, se calculó la correlación de Spearman, que fue positiva y estadísticamente significativa (rs = 0,70; p < 0,001; r2 = 0,49) (figura 1). Discusión La presente investigación muestra que una medición de desigualdad, como el coeficiente de Gini, se relaciona directa y estadísticamente con la tasa de suicidio en Colombia entre los años 1994 y 2013. La relación entre el coeficiente de Gini y la tasa de suicidio en los estudios precedentes es inconsistente. Similar al hallazgo del presente estudio, Wu et al29 hallaron un coeficiente estadísticamente importante entre el coeficiente de Gini y la tasa de suicidio en adultos mayores. Sin embargo, otros investigadores como Wu et al30 documentaron que este coeficiente de desigualdad fue independiente de la tasa de suicidio. Los estudios disponibles muestran en mayor número que las condiciones generales de la salud física y mental, morbilidad y mortalidad de las poblaciones guardan relación con determinantes globales económicos y políticos que interactúan de manera compleja con otros determinantes proximales y distales1–30,32,38 . Se necesitan más estudios en esta área dado que, al parecer, el efecto negativo de la desigualdad de ingreso en las condiciones de salud es realmente apreciable cuando el coeficiente de Gini se mantiene por encima de 0,3038–40 . Además, se debe estudiar en profundidad cómo estas condiciones globales median experiencias, cogniciones y comportamientos individuales como el suicidio41–47 . Estos hallazgos indican que las acciones de prevención de comportamientos suicidas requieren no solo participación de los sectores sanitarios encargados de la promoción de estilos de vida saludables y el bienestar general, sino del concurso de otros sectores sociales y políticos responsables de programas, planes y políticas orientadas a la reducción de las condiciones de pobreza de los colectivos, desde una perspectiva integral e integrada de todos los posibles determinantes del comportamiento suicida1,32 . Este estudio es un aporte al conocimiento, pues muestra la relación entre uno de los determinantes distales de la salud como un indicador de salud mental, la tasa de suicidio. Sin embargo, los resultados deben interpretarse con precaución en el contexto de otras variables u observaciones epidemiológicas, debido a la limitación propia de los estudios ecológicos, que manejan datos agregados o grupales48 , y lo mismo que las precauciones con el uso del coeficiente de Gini como medida de desigualdad de ingreso27,49 y uso de indicadores sensibles oficiales como la tasa de suicidio50 . Se concluye que existe una asociación positiva significativa entre desigualdad económica y tasa de suicidio en Colombia. Es importante que la prevención de los comportamientos suicidas considere los determinantes estructurales, entre ellos mayor equidad en la distribución de los ingresos, para contar con mejores indicadores de salud mental en el país. Responsabilidades éticas Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales. Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes. Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes. Financiación El Instituto de Investigación del Comportamiento Humano (Human Behavioral Research Institute), Bogotá, Colombia, financió este proyecto. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. bibliograf í a 1. Fisher M, Baum F. The social determinants of mental health: implications for research and health promotion. Aust N Z J Psychiatry. 2010;44:1057–63. 2. Solar O, Irwin A. A conceptual framework for action on the social determinants of health. Geneva: World Health Organization; 2010. r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):28–32 3. 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Se han descrito muchos hallazgos On-line el 13 de enero de 2015 con resultados contradictorios, por lo que es necesaria una revisión crítica de la literatura científica. Palabras clave: Metodología: Revisión de los estudios relevantes sobre cambios electrocardiográficos en AN, Anorexia nervosa consultados en PubMed desde 1974 hasta febrero de 2014, utilizando los términos MeSH: Bradicardia sinusal Eating disorders, nervosa anorexia, sinusal bradycardia, QT prolongation, QT dispersion, electrocar- Prolongación QT diography, EKG, electrocardiogram. Dispersión QT Resultados y discusión: Las dos alteraciones más comunes reportadas incluyen la bradicardia Electrocardiograma sinusal y los cambios en la repolarización evidenciados en prolongación del QT e incremento de su dispersión. Los trastornos electrolíticos parecen ser la causa de estas alteraciones en algunos pacientes, pero otras razones se discuten en detalle, como la desviación del eje del QRS a la derecha, la alteración en variabilidad de la frecuencia cardiaca, R en derivación V6 de bajo voltaje, disminución de la amplitud del QRS y onda T y alargamiento del QRS. La mayoría de los autores hablan de reversibilidad de los cambios después del tratamiento. Conclusiones: Estos resultados siguen apoyando la necesidad de valorar a los pacientes con AN con electrocardiogramas inicial y de seguimiento, para el diagnóstico temprano y tratamiento de alteraciones cardiovasculares relacionadas con alta morbimortalidad. También apoyan la necesidad del uso racional de psicofármacos para no aumentar el riesgo de arritmias cardiacas y muerte súbita. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. Autor para correspondencia. Correos electrónicos: [email protected], [email protected] (C. Vargas Upegui). http://dx.doi.org/10.1016/j.rcp.2014.10.003 0034-7450/© 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. ∗ 34 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):33–40 Electrocardiographic abnormalities in anorexia nervosa: a critical review of the literature a b s t r a c t Keywords: Background: Anorexia nervosa is an eating disorder in which cardiac arrhythmias and sudden Anorexia nervosa death are frequent causes of mortality, which makes electrocardiographic monitoring indis- Sinus bradycardia pensable in these patients. There are many suggestive findings but results are contradictory, QT prolongation making a critical review of the scientific literature is necessary. QT dispersion Methods: The most relevant studies on electrocardiographic (EKG) changes in patients with Electrocardiography AN, found in PubMed from 1974 to February 2014, were reviewed using the MeSH terms: eating disorders, nervosa anorexia, sinus bradycardia, QT prolongation, QT dispersion, electrocardiography, EKG, and electrocardiogram. Findings and discussion: The two most common EKG findings reported in the literature are sinus bradycardia and changes in depolarization, as shown by prolongation and increased dispersion of the QT interval. Electrolyte disturbances seem to be the cause of these disturbances in some patients, but other reasons are also discussed in detail, such as QRS right axis deviation, disturbances of heart rate variability, low R wave voltage in V6, amplitude decrease of the QRS and T wave, and QRS prolongation. The majority of authors report that these changes are reversible after treatment of AN. Conclusions: These findings support the need for initial and follow-up EKGs in patients with AN and for early diagnosis and treatment of cardiovascular disturbances that are associated with morbidity and mortality. They also support the need for the rational use of psychopharmacology, and that does not increase the risk of arrhythmias and sudden death in these patients. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Published by Elsevier España, S.L.U. All rights reserved. Introducción La anorexia nervosa (AN) es un trastorno de la conducta alimentaria que se caracteriza por rechazo a mantener el peso corporal en un nivel mínimo normal para la edad y la estatura, miedo intenso a ganar peso o engordar (aunque el peso este bajo) y distorsión en cómo se percibe la imagen corporal, lo que lleva a una restricción calórica extrema1 . Las tasas de mortalidad en AN pueden ser tan altas como el 17%, lo que se explica no solo por suicidio2 , sino por las complicaciones relacionadas con la pérdida de peso, como infecciones, colapso gastrointestinal, desequilibrios hidroelectrolíticos y, principalmente, arritmias cardiacas y muerte súbita3 . El riesgo cardiovascular de una mujer con AN es 2 veces la de un individuo sin este trastorno, y el riesgo de muerte súbita por arritmias se incrementa con la presencia de factores como el curso crónico, la prolongación del QT, los medicamentos proarrítmicos y la hipopotasemia4,5 . La importancia de las complicaciones cardiacas se hace más relevante cuando se resalta que al menos un tercio de las muertes de pacientes con AN son por causas cardiacas, principalmente muerte súbita, y que se identifica alguna alteracion en hasta el 80% de las pacientes no solo en etapa de restricción dietaria, sino también durante el regreso a la alimentación5–7 . Entre los estudios paraclínicos propuestos para los pacientes con AN, el electrocardiograma (ECG) es una herramienta indispensable al momento de evaluar el riesgo cardiovascular. Desde 1974 (cuando Thurston et al8 reportaron anormalidades electrocardiográficas de los pacientes con AN) hasta la fecha, se han publicado muchos estudios y reportes de casos9–16 , algunas veces con resultados contradictorios, por lo que es necesaria un artículo de revisión que permita resumir de manera crítica estos hallazgos. Métodos Se realizó una revisión narrativa de los estudios relevantes sobre cambios electrocardiográficos en AN publicados desde 1974 hasta febrero de 2014, consultados en la base de datos PubMed utilizando los siguientes términos MeSH, divididos en dos componentes: a) eating disorders, nervosa anorexia, y b) electrocardiogram, sinusal bradycardia, QT prolongation, QT dispersion, EKG. Se incluyeron articulos referidos en las bibliografías de algunas investigaciones principales que no se había identificado en la busqueda inicial. En la tabla 1 se presentan las principales alteraciones electrocardiográficas reportadas en la literatura, y entre ellas también se incluyen algunos resultados de ecocardiografía, radiografía simple de tórax, prueba de esfuerzo, Holter de 24 h, resonancia magnética, ionograma y medición de hormonas tiroideas, con el fin aclarar las hipótesis asociadas a las alteraciones electrocardiográficas1,6,17 . r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):33–40 Tabla 1 – Alteraciones electrocardiográficas más comunes en pacientes con anorexia nervosa Cambios electrocardiográficos más comunes Bradicardia sinusal Prolongación del intervalo QTc Dispersión del intervalo QTc Otras alteraciones menos frecuentes R en derivación V6 de bajo voltaje Desviación del eje QRS a la derecha Disminución de la amplitud del QRS y onda T Alargamiento del QRS Resultados Bradicardia sinusal La bradicardia sinusal (BS) ha sido presentada por muchos autores11,12,16,18–22 y es el hallazgo más constante en la AN5 . Gould et al23 , en 1980, publicaron un caso de una paciente con AN que sufrió un sincope secundario a BS; posteriormente Campanani et al24 encontraron una frecuencia cardiaca < 40 lpm en el 44% de las pacientes y Mont et al25 diagnosticaron BS al 35% de la población con AN, además de irregularidad en la frecuencia cardiaca nocturna en el 60%. La bradicardia nocturna también ha sido reportada en algunos estudios cuando se compara a los pacientes con población control14 . Por medio de bloqueos colinérgicos, índices no invasivos de tono vagal y sensibilidad barorrefleja, se ha demostrado una hiperactividad vagal cardiaca generalizada en los pacientes con AN12 , y a partir de estos hallazgos algunas teóricos han intentado explicar el origen de la bradicardia, pero otros consideran también que esta pueda ser secundaria a una adaptabilidad metabólica o incluso ser resultado de la disminución de hormonas tiroideas (T3)11 , que están reducidas en muchas situaciones de desnutrición crónica y son la causa del incremento de la isoforma alfa de las cadenas pesadas de miosina, para aumentar el inotropismo y el cronotropismo26 . Prolongación y dispersión del intervalo QT Uno de los hallazgos de más controversia y a la vez más característicos de la AN es la prolongación del intervalo QT, del QT corregido (QTc) y la dispersión del intervalo QT9,15,27 . El intervalo QT, en la mayoría de los estudios, se midió desde el inicio del complejo QRS hasta el final de la onda T, definida como el regreso de la onda a la línea isoeléctrica de base17 . La corrección del QT por la frecuencia cardiaca se realizó por medio de la fórmula de Bazzet (intervalo QT corregido = QT medido / raíz cuadrada de R-R en segundos) y la dispersión del QT debe ser entendida como la diferencia o resta entre el valor del intervalo QT más largo y el más corto en las 12 derivaciones electrocardiográficas del paciente. Esta última variable se utiliza para medir la heterogeneidad en la repolarización de los ventrículos y su medición es importante porque es un predictor de arritmias ventriculares malignas13 . Alteraciones en el intervalo QT (dispersión y prolongación) En la revisión bibliográfica se han hallado resultados muy variables con respecto a los resultados en el intervalo QT, que 35 van desde normalidad28 y disminución del intervalo20 hasta prolongación marcada. Pocos autores, como Panagiotopoulos et al20 , han mostrado un QTc y una dispersión del QTc menores que lo esperado. En enero de 2011, Facchini et al28 , en el Instituto Auxológico Italiano, describieron que el QT es usualmente normal en lo pacientes con AN, pero que existe una tendencia al acortamiento. Otros autores han comunicado hallazgos similares de normalidad en el QTc y dispersión de este, inclusive en estudios como el de Roche et al., que compararon Holter de 24 h de pacientes con AN y controles14,24,29,30 . Es importante aclarar que en los estudios mencionados, menos en el de Dec et al29 , los valores de electrolitos como el potasio se encontraban sin alteraciones. Estos hallazgos han llevado a que algunos autores afirmen que la longitud del QT no se altera en la AN cuando los valores de los electrolitos están dentro de la normalidad, pero —como se ve más adelante— dicha afirmación genera alta controversia14 . Si bien unos investigadores20 afirman reducción en el intervalo QT y otros28 , ausencia de cambios, son muchos los que plantean una prolongación19,21,31–33 . Durakovic et al31 mostraron que el 13% de los pacientes con AN, frente al 3% de sus controles, presentaban QTc prolongado; 5 años más tarde y con 30 pacientes y 30 controles, los mismos autores lo reafirmaron al hallar en el 40% de los pacientes una prolongación del QTc y concluyeron un riesgo relativo = 4,5 de tener este hallazgo electrocardiográfico en AN32 ; en ese último estudio se añadió la medición de potasio sérico, que tuvo un promedio en el grupo de AN de 3,97 mmol/l en comparación con 4,15 mmol/l en el grupo control. Otros autores han reportado prolongación e incremento de la dispersión del QTc19,21,33,34 , y uno de ellos identificó este hallazgo en hasta un 25% de los pacientes incluidos en su estudio19 . Después de hacer un análisis multivariable con los pacientes con AN, se identificaron factores importantes e independientes predictores de estos hallazgos electrocardiográficos, como el bajo peso, el índice de masa corporal (IMC) y la disminución rápida de peso21 . Un autor no encontró cambios en el QTc, pero sí mostró diferencias en la dispersión entre controles y casos, más incrementada en los pacientes35 . En un último estudio realizado por Nahshoni et al. en 2007 sobre pacientes hospitalizados con AN restrictiva, se midió el intervalo QT antes y después de la ganancia de peso, y se encontró que el intervalo QT (471 ± 52 ms) disminuyó significativamente después del tratamiento, aunque el QTc no tuvo diferencias significativas; pero cuando se comparó la dispersión del QT antes y después, se pudo identificar una mejora significativa (70 frente a 47 ms) con la ganancia de peso13 . Con el objetivo de resumir toda esta información, se realizó un metanálisis, publicado en 2008, que incluyó diez estudios desde 1994 a 2000 y concluyó que la bradicardia y la relación entre frecuencia cardiaca e IMC disminuía con la cronicidad de la enfermedad, y que el QTc, si bien estaba dentro del límite normal, era significativamente más prolongado que en los controles, lo cual muestra la necesidad de evaluación cardiovascular por riesgo aumentado de muerte súbita y control estricto de otros factores proarrítmicos36 . Koschke et al., en un estudio de evaluación de mortalidad cardiaca en AN, concluyen que el incremento en la variabilidad del QT puede servir como un marcador de arritmia cardiaca en AN y que se 36 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):33–40 correlaciona negativamente con las concentraciones séricas de potasio27,37 . Se han tratado de estudiar otros factores clínicos relacionados con la AN. Takimoto et al38 buscaron en 47 pacientes si había alguna relación entre la gravedad de los síntomas depresivos-ansiosos y la dispersión o prolongación del QT, pero no la encontraron, a diferencia de lo descrito en pacientes con bulimia nerviosa, en las que sí hubo una asociación bien establecida38 . A pesar de la discusión sobre si hay o no cambios en el intervalo QT en los pacientes con AN, los argumentos están más a favor de la primera afirmación19,21,31–33 , no solo por la cantidad y la calidad de las publicaciones disponibles, sino por los resultados más recientes39 . En este nivel, la discusión se hace más compleja si se incluye la hipótesis etiológica de estos hallazgos, que plantea que los cambios en la repolarización cardiaca y por ende en el intervalo QT se deben a los trastornos electrolíticos de estos pacientes y más específicamente a la disminución del potasio sérico. El papel del potasio Koh40 ya ha había demostrado en 1989 que el 20% de sus pacientes presentaban hipopotasemia, y posteriormente varios autores14,28 empezaron a correlacionarla con el QT prolongado y el riesgo de arritmia ventricular. Franzoni et al10 compararon a 28 pacientes con AN, 20 de constitución delgada y 20 controles de peso normal; en el grupo de pacientes administraron aspartato de potasio a la mitad del grupo, y después de 1 mes identificaron que la dispersión del QT que presentaban estos pacientes se reducía en comparación con el otro grupo. Estos hallazgos son congruentes con los estudios presentados previamente, en los cuales la normalidad en el QT estaba asociada con ionogramas sin alteraciones14,24,30 . A partir de estos resultados se ha generado la hipótesis de que posiblemente la prolongación del QT y su dispersión sean producto de la hipopotasemia28 . El déficit de potasio explica problemas en el ciclo cardiaco al reducir la corriente repolarizante, que es importante en la fase 3 de la repolarización cardiaca, en las pacientes con AN y más específicamente en las que presentan características purgativas o bulímicas10 . El uso constante de laxantes, el vómito inducido y la ingesta disminuida aportarían a la pérdida de potasio, que llevaría además a hipovolemia y alcalosis metabólica, que incrementan la excreción de potasio17 . Búsqueda de otras explicaciones para las alteraciones del intervalo QT Si bien muchos artículos plantean que la única causa de prolongación del QT y su dispersión son los trastornos electrolíticos y más específicamente del potasio10 , otros autores muestran argumentos que contrarrestan lo planteado. Muchos estudios encontraron prolongación del QTc sin alteraciones en el potasio sérico, lo que plantea la necesidad de buscar otras posibles explicaciones para la prolongación del intervalo. Vanderdonckt et al16 ejemplificaron esta segunda visión al describir a 2 pacientes con prolongación del QT, uno de ellos con alteración iónica y el segundo con normalidad electrolítica; concluyeron que los cambios marcados de la repolarización no deben ser tomados como característicos de la enfermedad y que, si bien la única variable ligeramente relacionada con la prolongación del QT es la concentración sérica de potasio, es necesario buscar otras causas como metabólicas, genéticas y farmacológicas21,39,41 . Se han identificado alteraciones en la dispersión del QTc con títulos séricos de electrolitos normales11 . Takimoto et al15 , después de excluir a los pacientes con alteraciones electrolíticas en un estudio de 179 personas con trastornos alimentarios (43 con anorexia restrictiva y 35 con anorexia purgativa), encontraron QT y dispersión del QT más amplios que en los 52 controles. Algunos autores proponen que la prolongación del QTc no depende totalmente de la hipopotasemia, sino que existe una fuerte relación entre la dispersión del QT y el índice de masa del ventrículo izquierdo11,34 . El miocardio hipotrofiado presenta una prolongación del potencial y anormalidades en los canales de potasio de los miocitos. La disminución de la masa se acompaña de degeneración miocárdica, miocitolisis, infiltrados mononucleares, infiltración grasa y sustitución del tejido muscular por colágeno, con modificaciones microscópicas en la estructura, la orientación y la geometría del miocardio, cambios en el flujo sanguíneo y distribución hídrica que finalmente alteran la repolarización cardiaca homogénea17,34 . Pero esta hipótesis tiene críticas, pues se ha demostrado en 32 pacientes con electrolitos normales (con excepciones) que, después del tercer día de retomar la alimentación, las alteraciones del QT (prolongación y dispersión) ya se habían normalizado, lo que muestra una mejoría electrocardiográfica muy rápida para pensar solo en adaptación miocárdica y tisular, la cual tomaría mucho más tiempo21,22 . Otros autores plantean que la prolongación del QTc se debe a una reducción rápida del peso y han realizado modelos con dietas rápidas modificadas para representar las alteraciones metabólicas por las que pasan las pacientes con AN, que muestran alteraciones del QT y taquiarritmias ventriculares21,42,43 . Facchini et al28 , ante esta hipótesis, hicieron un análisis de los resultados, que mostró que la población utilizada en estos estudios era de pacientes obesos, que en un promedio de 5 meses rebajaron el 35%, lo que no es extrapolable con la realidad de la AN, donde la pérdida de peso es mucho más lenta y el tiempo para adaptaciones fisiológicas y metabólicas es mayor, sin olvidar otros factores como la hiperactividad en el ejercicio, los periodos de atracones y la utilización de laxantes, que diferencian estas dos poblaciones de estudio28 . Otras teorías plantean el papel hormonal y la relación entre andrógenos y hormonas femeninas en el origen de los cambios electrocardiográficos. Como factor de riesgo de arritmias ventriculares como torsades de pointes (TdP), se ha propuesto el componente genético, la composición de los canales iónicos, el fenotipo de síndrome QT idiopático y la repolarización reducida de base41 . Varios factores como la inestabilidad hemodinámica de las pacientes estudiadas, la fase de la enfermedad en la cual se hace el estudio (pérdida de peso, estabilidad en peso bajo o recuperación) y el tipo de anorexia (restrictiva o purgativa), pueden ser importantes en la confusión que presentan muchos resultados de los estudios presentados. También se han planteado como factores de confusión las diferencias en la medición del QT, ya que unos utilizan líneas de 25 y 50 mm/s, otros lo hacen por observación y otros, por medios computarizados23 . r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):33–40 Lo relevante de estos datos es que incluso las pacientes con normalidad electrolítica requieren control por ECG, pues existen múltiples factores adicionales que pueden aumentar el riesgo cardiovascular2,21 . R en derivación V6 de bajo voltaje y desviación del eje del complejo QRS Ulger et al34 compararon en Turquía a 11 pacientes con AN y 12 controles adolescentes, e identificaron una R en la derivación V6 más baja que la presentada por los controles, la cual no alcanzaba una corrección adecuada después de reintroducir alimentación. Sweene et al. identificaron en 58 pacientes una desviación del eje del complejo QRS hacia la derecha en comparación con los 38 controles21,22 . Estas dos alteraciones pueden relacionarse con otros hallazgos imagenológicos como la reducción de la silueta cardiaca en radiografía de tórax44,45 y la disminución del grosor del septo interventricular en el 52%, masa ventricular izquierda en el 61% y aurícula izquierda en el 31% de las ecocardiografías de pacientes con AN30 . Otros autores confirman estos hallazgos en sus conclusiones3,11,33,34,46 apoyando la teoría que plantea una reducción de la masa cardiaca en los pacientes con AN y disminución miocárdica hasta en el 93%3,25 . Una disminución de la masa miocárdica izquierda sería compatible con una R en derivación V6 más baja y con desviación del eje QRS a la derecha por predominio despolarizante en la masa miocárdica derecha17,23 . Otros hallazgos electrocardiográficos reportados También se ha reportado en Holter de 24 h la presencia de extrasístoles ventriculares y auriculares, un caso de bloqueo sinoauricular con latido idioventricular24 y 2 reportes de adolescentes (2006-2009) con bloqueo auriculoventricular de segundo grado tipo Mobitz I47,48 , en el cual el intervalo PR aumenta progresivamente hasta que finalmente no se propaga el impulso auricular y se pierde el latido ventricular. Una revisión de la literatura publicada en 2010 sobre variabilidad en frecuencia cardiaca encontró que, de 20 estudios identificados, había resultados contradictorios respecto al balance simpático/parasimpático y a la función autonómica de las pacientes con AN, por lo que ellos concluyen que este método según la evidencia no se puede utilizar como evaluación habitual de la funcionalidad autonómica y requiere más investigación49 . En los artículos revisados para este documento no se reportan alteraciones compatibles con signos de sobrecarga ni con desviación del eje. A pesar de que recientes estudios han mostrado normalidad en los valores de la onda P, incluso hospitalizados50 , un reporte de caso de 2014 mostró la elevación de la onda P asociada a hipopotasemia grave en una paciente de 32 años con AN51 . Referente a los cambios del complejo QRS solo un estudio mostró alargamiento del QRS20 y otro, disminución en la amplitud del QRS21 . Con respecto a la onda T, Swenne et al21 describieron una disminución de la amplitud, y en ninguno de los estudios se reportaron signos de lesión, isquemia o necrosis cardiaca. 37 Cambios y reversibilidad Un número significativo de autores afirman en su experiencia de investigación el carácter reversible de las alteraciones electrocardiográficas y cardiológicas después de reintroducir la alimentación a los pacientes con AN25,19,34,45 . En 2006 un grupo de investigadores, después de identificar QT y QTc prolongado, dispersión de QT y dispersión de QTc más largo en las pacientes con AN, comenzaron el proceso de reintroducir la alimentación, y realizaron un electrocardiograma 1 año después de la primera evaluación (seguimiento promedio, 2,45 años), en el cual se encontró reversibilidad de las cuatro alteraciones descritas34 . Otros autores, como Mont et al25 , no solo mostraron la reversibilidad de los cambios electrocardiográficos, sino también el aumento del diámetro cardiaco y la masa ventricular izquierda tras el tratamiento nutricional25 . Aunque es importante resaltar que algunos grupos, como el de Cooke et al., muestran que el QTc no mejora con la renutrición9,46 . Entre los efectos agudos del síndrome por renutrición, pueden presentarse hallazgos como hipofosfatemia, hipopotasemia e hipomagnesemia, que están relacionadas tanto con cambios en la contractibilidad miocárdica como con alteraciones electrocardiográficas6 . Farmacoterapia y riesgo de arritmias y QTC prolongado Como se presentó previamente, los medicamentos proarrítmicos hacen parte de los factores de riesgo de cambios electrocardiográficos, especialmente en el caso de la prolongación del QT y las arritmias ventriculares de TdP9,52–54 . Los antipsicóticos y, en menor grado, los antidepresivos se han asociado a muerte súbita, y la combinación de estos medicamentos aumenta esta probabilidad55–58 . A pesar de que los estudios tienen dificultades metodológicas por no controlar adecuadamente todas las variables posibles, hay reportes recientes que muestran riesgo relativo de muerte súbita con ISRS de 1,21 (intervalo de confianza [IC], 1-1,47), y con tricíclicos, 1,69 (IC, 1,14-2,50)59 , estos últimos asociados con el efecto bloqueador de canales de potasio57,59 . Algunos han reportado mayor riesgo con citalopram, nortriptilina59 e incluso mirtazapina56 , pero se debe reproducir estos resultados en estudios de mejor calidad. Algunos autores consideran los antipsicóticos en categoría 1-2 (medicamentos aceptados con riesgo de TdP)57 , y a pesar de los casos conocidos con haloperidol, ziprasidona, pimoxida y tioridazina que se debe tener en cuenta52–54 , reportes recientes de la FDA han mostrado un efecto en el QT con algunos antipsicóticos atípicos de mayor magnitud que con haloperidol55 . Los estudios han mostrado mayor efecto en la prolongación del QT de mayor a menor con antipsicóticos como ziprasidona (media, 20 ms), quetiapina (14 ms), risperidona (11,6 ms) y olanzapina (6,8 ms)60 . Sin olvidar, además, el riesgo de taquicardia por efecto anticolinérgico con clozapina y en menor grado con olanzapina55,58 . Discusión y conclusiones La AN como trastorno alimentario exige un abordaje transdisciplinario en el cual la monitorización electrocardiográfica es necesaria para tener una evaluación integral de los 38 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):33–40 pacientes e identificar alteraciones o condiciones que aumentan el riesgo de arritmias y muerte súbita29,43 . Después de revisar la literatura científica disponible desde 1974 hasta febrero de 2014, el hallazgo más común identificado en la AN es la bradicardia sinusal7-13 , posiblemente como resultado del predominio vagal, disminución de hormonas tiroideas o adaptación metabólica11 . Otras alteraciones descritas por los estudios son los cambios en la repolarización cardiaca. Estos hallazgos se pueden observar en el ECG como una prolongación del QTc y un incremento de su dispersión9,11,13,31,32,35,37 , y están directamente relacionados con el riesgo de arritmias ventriculares y muerte súbita43 . La hipopotasemia, que es relativamente común en los pacientes con AN, se ha vinculado con los trastornos repolarizantes pero, según esta revisión, dichas alteraciones también ocurren con normalidad electrolítica, lo que exige un control electrocardiográfico incluso en situaciones en que el potasio sérico se encuentra dentro de los límites establecidos y la búsqueda de otros factores metabólicos, estructurales, endocrinos y farmacológicos proarrítmicos, como el uso de antipsicóticos, anti-arrítmicos, antieméticos, antihistamínicos, antidepresivos tricíclicos, simpaticomiméticos, antibióticos o antimicóticos34 . La disminución de la masa ventricular izquierda, las alteraciones histológicas de los miocitos y fisiológicas de los canales de potasio se han relacionado con los trastornos de repolarización de estas pacientes3,25 ; también otros factores como la disminución acelerada del peso corporal21 , el desequilibrio entre andrógenos y hormonas femeninas41 , la genética de los canales iónicos o el fenotipo del síndrome QT idiopático son relevantes a la hora de hablar de las hipótesis explicativas. También se ha reportado la desviación del eje QRS a la derecha, disminución de la onda R en V6, reducción de la amplitud del QRS y de la onda T y alargamiento del QRS, que pueden ser relacionados con la perdida de la masa ventricular izquierda que se observa por medio de la ecocardiografía30,44,45 . Entre los hallazgos más comunes reportados en la literatura, no se encuentran las alteraciones en la onda P, las modificaciones del segmento ST ni los cambios propios de lesión, isquemia o necrosis miocárdica. Solo se encontraron dos reportes de bloqueos auriculoventriculares tipo Mobitz I47,48 . Según las investigaciones, los trastornos identificados son reversibles después de la renutrición y la recuperación electrolítica19,25,34,45 . En cuanto a las explicaciones del QTc largo y la dispersión del QT aumentada, hay una relación con la disminución de la concentración sanguínea de potasio, pero hacen falta estudios que aclaren por qué los pacientes normoelectrolíticos también pueden presentar QT alterado47,48 . Dentro de las recomendaciones en la práctica clínica, se puede concluir que para el psiquiatra de enlace que evalúa a pacientes con AN es necesaria una búsqueda de factores de riesgo mayores, como enfermedad estructural, historia familiar de muerte súbita y episodios previos de QT prolongado58 , analizar las interacciones medicamentosas (con inhibidores 2D6, 3A4 y 1A2), utilizar las dosis más bajas necesarias, evitar la polifarmacia52,53 , tener un ECG basal para identificar a pacientes con predisposición1 , monitorizar con ECG a los pacientes con alto riesgo después de inicio de la medicación, solicitar ionograma que incluya el magnesio28 , vigilar causas potenciales de pérdida de electrolitos como diarrea, vómitos, sudoración profusa, diuréticos y consumo de alcohol, suspender la medicación con QT > 500 ms, prolongación > 60 ms, marcada bradicardia o cambios en la onda T57 y monitorizar los síntomas nuevos considerando la posibilidad de arritmias ante quejas como síncope, palpitaciones o dolor torácico58 . Estas medidas permitirán el reconocimiento de cambios electocardiográficos tempranos y la reducción del riesgo de complicaciones cardiovasculares en los pacientes con AN. Responsabilidades éticas Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales. Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de trabajo sobre la publicación de datos de pacientes. Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes. Financiación Los autores no recibieron fuentes de financiación para la realización de este artículo. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener conflictos de intereses que interfieran con la realización del artículo. bibliograf í a 1. Treasure J, Claudino AM, Zucker N. Eating disorders. Lancet. 2010;375:583–93. 2. Papadopoulos FC, Ekbom A, Brandt L, Ekselius L. 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Este constructo se propuso en contraposición al trastorno de estrés On-line el 11 de diciembre de 2014 postraumático (TEPT), debido a las limitaciones identificadas para abordar desde esta categoría diagnóstica traumas colectivos en situaciones de violencia política y social. El objetivo Palabras clave: del presente artículo es revisar la literatura sobre TH publicada hasta el momento. Trauma histórico Métodos: Se llevó a cabo una búsqueda en las bases de datos EMBASE, Ebscohost, JSTOR, Pro- Conflicto armado Quest, LILACS, SciELO, Psycarticles, ISI Web of Science y PubMed con los términos “historical Violencia política trauma” y “mental health” o “trauma histórico” y “salud mental”. Salud mental Resultados: Se revisan elementos del constructo de TH como su definición, las características de la experiencia traumáticas que lo caracterizan y la forma en que se da una sucesión transgeneracional. Se describen las consecuencias de los eventos traumáticos individuales, familiares y sociales en comunidades que han sufrido TH. Finalmente, se revisan las características comunes de distintos modelos de intervención terapéutica y algunas recomendaciones de los creadores para su aplicación. Conclusiones: Existen claras limitaciones del TEPT en el abordaje de experiencias traumáticas comunitarias y acumuladas relacionadas con contextos sociales e históricos específicos, por lo que mencionamos las posibles ventajas que puede ofrecer el TH en esta tarea. Por último, se señalan vacíos actuales en el conocimiento sobre este tema y se esbozan algunas recomendaciones para investigaciones futuras. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (J.P. Borda Bohigas). http://dx.doi.org/10.1016/j.rcp.2014.09.005 0034-7450/© 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. ∗ 42 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):41–49 Historical trauma. Systematic review of a different approach to armed conflict a b s t r a c t Keywords: Introduction: Historical trauma (HT) is a collective trauma inflicted on a group of people Historical trauma who share an identity or affiliation, and is often characterized by the transgenerational Armed conflict legacy of traumatic experiences, and expressed through various psychological and social Political violence responses. This construct is proposed in contrast to post-traumatic stress disorder (PTSD) Mental health due to limitations identified with the latter diagnostic category when addressing collective trauma, especially in situations of political and social violence. The purpose of this article is to review the literature published so far on HT. Methods: A search was performed using the terms “historical trauma” and “mental health” or “trauma histórico” and “salud mental” in the scientific databases, EMBASE, Ebscohost, JSTOR, ProQuest, LILACS, SciELO, PsycARTICLES, ISI Web of Science and PubMed. Results: The authors reviewed HT definition, paramount characteristics of its traumatic experience, and several theories of on the transgenerational succession if these experiences occur, as well as possible consequences of traumatic events at individual, family and social level. Common characteristics of different therapeutic models are highlighted, in addition to some recommendations for their application. Conclusions: PTSD has clear limitations in addressing community and cumulative traumatic experiences related to specific social and historical contexts. The authors discuss the potential utility of HT in this task. Finally, several gaps in current knowledge regarding this construct are mentioned, and some recommendations for future research are indicated. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Published by Elsevier España, S.L.U. All rights reserved. Introducción El trauma histórico (TH) es un trauma colectivo infligido a un grupo de personas que comparte una identidad o afiliación (etnia, nacionalidad, religión, etc.), que se caracteriza por el legado transgeneracional de los eventos traumáticos experimentados y se expresa a través de diversas respuestas psicológicas y sociales1 . Este constructo se propuso en contraposición al trastorno de estrés postraumático (TEPT), debido a las limitaciones identificadas para abordar desde esta categoría diagnóstica traumas colectivos en situaciones de violencia política y social2–4 . Las dificultades al abordar el trauma en un ámbito colectivo se explica porque el TEPT tiene un enfoque individual, no estudia las repercusiones colectivas ni generacionales e ignora el contexto histórico y cultural donde se produce el trauma1 . Dada la posible utilidad de este constructo para aproximarse a experiencias traumáticas comunitarias y su reciente aparición, el objetivo del presente artículo es revisar la literatura sobre TH publicada hasta el momento para precisar elementos de su constructo, sus repercusiones en salud mental y las distintas intervenciones terapéuticas que se plantean a partir de sus bases teóricas. Metodología Se llevó a cabo una búsqueda en las bases de datos EMBASE, EBSCOHOST, JSTOR, ProQuest, LILACS, SciELO, PsycARTICLES, ISI Web of Science y PubMed con los términos “historical trauma” y “mental health” o “trauma histórico” y “salud mental”, sin limitaciones de lenguaje ni fecha de publicación. Se obtuvo un total de 531 artículos, de los cuales se revisaron los títulos y resúmenes; para la revisión completa, se eligió de estos los que definieran el TH, hablaran sobre sus repercusiones en salud mental o plantearan intervenciones terapéuticas. Finalmente, se incluyeron para esta revisión 58 artículos que cumplían alguno de los criterios propuestos. Conceptualización de trauma histórico Desde la primera década de este siglo, se publican artículos que asocian el estrés psicológico en grupos minoritarios con desenlaces negativos en salud mental, como consumo de sustancias psicoactivas, suicidio o depresión5 . El término TH lo describió por primera vez en 1995 la Dra. Brave Heart como una herida profunda de las comunidades de nativos americanos (NA), que se perpetúa a través de las generaciones y que es resultado del genocidio y la pérdida de tierras a las que estaban atados espiritual y emocionalmente2,6 . En publicaciones posteriores, se generalizó la definición de TH como un trauma colectivo infligido a un grupo de personas que comparte una identidad o afiliación (etnia, nacionalidad, religión, etc.), que se caracteriza por una transmisión transgeneracional de los eventos perturbadores experimentados y causa diversas respuestas psicológicas y sociales1 . Si bien el TH se describió por primera vez en relación con experiencias traumáticas en población de NA, también se ha descrito en otras comunidades afectadas históricamente, como afroamericanos, judíos o víctimas de la posguerra de El Salvador7–10 . Las experiencias traumáticas que pueden generar TH poseen r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):41–49 cuatro características comunes: a) las sufre la mayoría de la comunidad; b) producen altos niveles de tensión o estrés colectivo; c) generalmente hay duelos masivos por pérdidas de individuos de la comunidad o por pérdida de tradiciones culturales, y d) son perpetuadas por personas externas a la comunidad con una intención destructiva1 . Algunos ejemplos de estas experiencias traumáticas son el racismo, las hambrunas, las masacres frecuentes y el desplazamiento de las tierras de origen, entre otras, que por producirse sistemáticamente en una población específica concuerdan con la definición universalmente aceptada de genocidio11 . Las experiencias traumáticas con las características antes descritas generan una respuesta al TH que se evidencia en tres niveles distintos. En el individuo el TH se asocia con ansiedad, depresión, TEPT, duelos, culpa y consumo de psicoactivos; en la familia compromete la comunicación y da lugar a modelos parentales estresantes o inapropiados; y en la sociedad producen ruptura con las tradiciones culturales, gran prevalencia de enfermedades crónicas y ruptura de lazos sociales1,5,7 . De esta forma, el constructo del TH consolida estas experiencias dentro de un modelo explicativo para clarificar la cadena causal entre la opresión pasada y la disfunción actual; es decir, se destaca la opresión de generaciones previas como un factor perpetuador que favorece la actual aparición de problemas psicológicos, médicos o sociales en estas comunidades2,8,12 . En la literatura revisada se reportan dos escalas para abordar las repercusiones del TH en los individuos de una comunidad13 . La primera es la escala de pérdida histórica (historical loss scale), que se construyó para medir la frecuencia de los pensamientos de un individuo sobre sus pérdidas históricas14 . La segunda es la escala de síntomas asociados con la pérdida histórica (historical loss associated symptoms), que mide la frecuencia de determinadas emociones experimentadas al pensar o recordar las pérdidas históricas14 . La información sobre las propiedades psicométricas de ambas escalas se resumen en la tabla 1. En cuanto a la sucesión transgeneracional del TH, se ha descrito que puede ocurrir por dos vías distintas, una interpersonal y otra social. La transmisión interpersonal de la experiencia traumática puede presentarse de manera directa cuando generaciones mayores narran a los menores las historias traumáticas15 o de forma indirecta por medio de maltrato intrafamiliar o pautas de crianza alteradas en los mayores, que se relacionan con dificultades afectivas secundarias a experiencias traumáticas previas1,7,8,16 . Desde el punto de vista social, se produce por la ruptura con los modos de vida tradicionalmente establecidos secundaria a desplazamientos, reubicaciones o genocidios1,7,16 . También se han descrito modelos biológicos o genéticos que plantean la existencia de un ADN psicológico que establece una personalidad particular en la generación más joven a partir de las relaciones con las generaciones anteriores17 . Se ha intentado cuantificar la propagación del trauma de una generación a otra. Por ejemplo, Whitbeck reporta tasas de pensamientos sobre “pérdida histórica” en adolescentes de 11–13 años no expuestos directamente al trauma similares a las de sus cuidadores que sí estuvieron expuestos18 . Entre los factores de riesgo reconocidos que aumentan la probabilidad de una transmisión del trauma histórico entre generaciones, se encuentran: fallecimiento de niños o cónyuges mujeres, 43 trauma recibido directamente por ambos padres, presencia de niñas dentro del núcleo familiar, dificultades en la respuesta parental a la experiencia traumática y el silencio frente al trauma1 . El TH ha sido visto como una elaboración y extensión de la categoría psiquiátrica establecida TEPT2 . Nace de la necesidad de abordar y comprender mejor las experiencias traumáticas colectivas relacionadas con contextos históricos y políticos específicos. En este sentido, el TEPT tiene varias limitaciones, ya que su enfoque individual no estudia las repercusiones colectivas y generacionales e ignora el contexto histórico y cultural donde se produce el trauma1,19 . El TH, a diferencia del TEPT, aborda experiencias traumáticas acumuladas, y reconoce sus repercusiones colectivas y su transmisión a través de generaciones2 . Por otro lado, como ya se mencionó, entre las respuestas psicológicas individuales del TH se incluyen síntomas depresivos y de ansiedad, abuso de sustancias psicoactivas, suicidio y duelo, además de los síntomas típicamente relacionados con TEPT. Repercusiones del trauma histórico Solo en la última década se ha reconocido la violencia social como una fuente importante de estrés similar a otras experiencias traumáticas como factor de riesgo para desenlaces negativos en salud mental1,18 . La carga alostática, definida como la suma de tensiones a lo largo de la vida de un individuo, es un concepto que explica cómo estresores ambientales producen cambios neuroendocrinos que generan efectos deletéreos en el organismo20 . Estas modificaciones en procesos inflamatorios y metabólicos, en combinación con factores genéticos individuales, aumentan el riesgo individual de padecer enfermedades crónicas como artritis, diabetes mellitus y depresión y otros trastornos mentales20 . Este concepto puede servir como puente al conectar la biología con las experiencias sociales20,21 , explicando cómo las trayectorias de vida y el desarrollo del ciclo vital del individuo reciben la interferencia de eventos traumáticos9,18 . La respuesta al TH no solo repercute en el individuo, sino también en la familia y la comunidad. Esto parte de haberse observado que los efectos a largo plazo de la violencia comunitaria y la guerra se aprecian en las experiencias individuales de enfermedad y también en las personas que se relacionan con los individuos afectados1,7,16 . Por ejemplo, en poblaciones históricamente violentadas, afectan a las competencias de los padres para criar a sus hijos16,22 . En comunidades traumatizadas como las de NA, los judíos y los negros, se han observado alteraciones en el patrón de apego de los niños y cómo estos adquieren una visión negativa del mundo y de sí mismos, lo que favorece patrones desadaptativos de comportamiento y desenlaces negativos en salud mental en la adultez1,7,9,16,22–25 . Esta transmisión transgeneracional del trauma podría explicar por qué los desenlaces negativos en salud mental en las comunidades vulneradas persisten décadas después de haber cesado los periodos de violencia1,25 . También se ha descrito que en comunidades afectadas por TH se perpetúan hasta la actualidad desigualdades socieconómicas, discriminación y desventajas educativas3,18,26,27 , lo que aumenta la carga alostática en estas poblaciones20 . Es así 44 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):41–49 Tabla 1 – Escalas Escala de pérdidas históricas Escala de síntomas asociados a pérdida histórica Historical loss scale (Clark et al., 2012) Posee 12 puntos No hay información test-retest Historical loss associated symptoms scale (Clark et al., 2012) Posee 17 puntos Incluye tristeza/depresión, ansiedad, rabia, vergüenza, pérdida de concentración, sentirse aislado o distanciado de los otros, trastornos del sueño, sentirse incómodo con tener blancos alrededor, miedo o desconfianza en las intenciones de los blancos No hay información de test-retest Buena consistencia interna Alfa de Cronbach, 0,9 y 0,91 Consistencia interevaluador alta (alfa Cronbach, 0,94 y 0,92) Buena validez de constructo Las pérdidas percibidas cuentan por el 58% de la varianza en todos los 12 ítems, con una carga de 0,62 a 0,86 Tiene buena validez de convergencia Correlación significativa con ansiedad/depresión y rabia/evitación de la escala HLASS como, por ejemplo, el racismo y la discriminación étnica se han relacionado con estrés psicológico y condiciones médicas crónicas como obesidad, diabetes mellitus, tuberculosis y otras enfermedades infecciosas1,14,22,28,29 . Trauma histórico y salud mental Como ya se ha descrito, en la respuesta individual al TH se incluye el consumo de psicoactivos, las ideas o los gestos suicidas, la depresión, la ansiedad, la baja autoestima, la violencia interpersonal y el embotamiento afectivo. En la tabla 2 se enumeran los datos encontrados en la bibliografía revisada sobre desenlaces negativos en salud mental en comunidades con TH. Además se ha relatado una alta tasa de pensamientos sobre pérdida histórica en poblaciones de NA. Casi una quinta parte (18,2%) de los padres indígenas/cuidadores de niños de 10– 12 años piensan una o varias veces al día en la pérdida de la tierra; más de un tercio (36,3%) reflexiona una o varias veces al día sobre la pérdida de su lengua tradicional y un tercio (33,4%) piensa todos los días o varias veces al día sobre la pérdida de sus tradiciones espirituales18 . Por otro lado, se reconoce una relación directa entre la frecuencia de este tipo de pensamientos y la presencia de síntomas depresivos18 , consumo de alcohol18 , síntomas ansiosos18,27 y suicidio27 . Lo mencionado muestra una asociación clara entre TH, pensamientos de pérdida histórica y desenlaces negativos en salud mental. Como se mencionó, a las vulnerabilidades históricas se suman hechos actuales como la situación de pobreza, el abandono institucional, el difícil acceso a salud y educación y el racismo, que actúan como factores que perpetúan las condiciones inequitativas y a la vez agravan su situación emocional, lo cual constituye un círculo vicioso30–32 . Así como se ha encontrado una asociación entre TH y desenlaces negativos en salud mental, también se han descrito elementos protectores dentro de este constructo. Hay evidencia suficiente de la asociación entre la persistencia de la identidad cultural por medio de las prácticas tradicionales y persistencia de las redes comunitarias con el cese del consumo de alcohol, disminución de síntomas depresivos y de comportamientos suicidas y aumento de autoestima y conductas Buena validez de constructo (Clark et al., 2012) En análisis factorial aparecen dos grupos de respuesta emocional: ansiedad/depresión y rabia/evitación, que dan el 56% de la variabilidad Tiene validez de convergencia con una correlación estadísticamente significativa entre escala HLS y ansiedad/depresión y rabia/evitación prosociales18,20,33 . Por ello el constructo de TH no solo tiene en cuenta los factores que propician desenlaces negativos, sino que también identifica las herramientas útiles para favorecer el proceso de resiliencia, integrándolos a propuestas terapéuticas. Herramientas terapéuticas En comunidades con TH es fundamental la reconstrucción de los tejidos sociales fortaleciendo capacidades de liderazgo, apoyo social y sentimiento de pertenencia a la comunidad26,34,35 . Por eso, las herramientas terapéuticas propuestas implican la reincorporación de actividades culturales tradicionales y prácticas espirituales, buscando fortalecer los lazos familiares y comunitarios5,26,29,36–38 . La “enculturación” o grado de apropiación de la propia cultura protege a estas comunidades contra efectos negativos en salud mental3,5,39,40 . Los métodos terapéuticos hasta el momento planteados han sido validados dentro de comunidades con TH. Crofoot et al., por ejemplo, condujeron grupos focales en comunidades de NA donde encontraron que sus miembros buscaban servicios de atención en salud que respetaran sus prácticas ancestrales, porque se sentían más familiarizados y mejor tratados dentro de estos28 . Otros intereses identificados en estas comunidades son abordar las experiencias traumáticas previas, favorecer la integración de los servicios de atención con las instituciones judiciales y reforzar pautas de crianza en los padres26,28,36,41 . Una de las más importantes aproximaciones a estas comunidades descritas en la literatura es reconocer el trauma como parte de su historia42–44 y abrir espacios para el recuento de esa historia, favoreciendo que todos sus integrantes la conozcan y comprendan45 . Se ha identificado que hay resistencia para hablar del sufrimiento traumático, y la gran mayoría de las víctimas mantiene los detalles de su pasado en un secreto doloroso, por lo que se propone la narración de su historia como un elemento terapéutico fundamental25 . Por otro lado, los servicios de atención a víctimas del TH deben incluir una serie de propuestas dirigidas a la prevención y el tratamiento de problemas de salud general y mental, donde confluyan herramientas terapéuticas occidentales y tradicionales r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):41–49 45 Tabla 2 – Desenlaces negativos en salud mental en comunidades con TH Autor Año Población Evento relacionado Desenlace en salud mental Heart 2003 Jóvenes NA No aplica Penn et al 2008 Jóvenes NA No aplica Lane et al 2011 Jóvenes y adultos NA Goodkind et al 2011 Jóvenes NA Horse et al 2012 NA de 15–24 años NA Más de 3 eventos traumáticos en la vida Sufrir violencia física y sexual Ser testigo de actos violentos No aplica Consumo de alcohol, el 96% de los varones y el 92% de las mujeres, mayor frecuencia en intensidad y frecuencia de consumo Arrestados en promedio 2 veces más que otros jóvenes por consumo de sustancias psicoactivas y 49 veces más por crímenes relacionados con alcohol 4 veces más riesgo de consumo de alcohol (OR = 4,6; IC95%, 2,5-8,7) Clark et al 2012 Mujeres NA No aplica Estrés emocional Racismo o discriminación Sentimientos asociados a pérdida histórica Estrés emocional y discriminación Aumenta 2 veces el consumo de alcohol, marihuana y drogas duras Triplica el riesgo de trastornos por uso de sustancias Tasas de suicidio de 34/100.000 hab. frente al promedio poblacional (11/100.000 hab.) en Estados Unidos en 2004 El 514% más problemas con alcohol, el 140% más lesiones no intencionadas, el 92% más homicidios y el 82% más suicidios que en otras razas Desde 2001 a 2005, el 11,7% de todas las muertes en esta población fueron atribuidas al alcohol (el doble que en la población general) Las tasas de muerte de varones en esta población exceden en todas las edades a las de mujeres por altas tasas de suicidio, consumo de sustancias y trastornos psiquiátricos Relación con atracones (r = 0,41; p < 0,01) Relación con sentiminetos asociados a pérdida histórica (r = 3; p < 0,01) Relación con estrés emocional (R = 5; p < 0,01) Predictores de atracones (F(7,232) = 9,29; p < 0,01) IC95%: intervalo de confianza del 95%; NA: nativo americano; OR: odds ratio. propias de cada comunidad26,36,46–49 . Además, dentro de esta atención se debe brindar apoyo a familiares, psicoeducación, entrenamiento en técnicas de crianza, estrategias de recuperación de empleo y, si es necesario, apoyo en vivienda26,36,48 . Es importante resaltar que muchas de las intervenciones propuestas utilizan como una de las herramientas terapéuticas fundamentales el fortalecimiento de pautas de crianza. Muchos de estos programas han desarrollado adaptaciones culturales exitosas basadas en terapia cognitivoconductual y actividades ancestrales de interacción hijo-padre39,50–52 . Este tipo de intervenciones ha favorecido en los padres la adquisición de mejores técnicas de crianza, control y manejo de emociones, disminuyendo las reacciones físicas y el maltrato intrafamiliar46 . En algunas comunidades también ha resultado eficaz la cercanía de la comunidad a la naturaleza en actividades como paseos a caballo, salidas para avistar aves, celebraciones en campamentos sin alcohol o campamentos de verano de liderazgo, entre otras38,53 . Se debe señalar que todas las actividades terapéuticas arriba mencionadas deben ser adaptadas culturalmente, con un enfoque holístico basado en el trauma46 , con el objetivo de reconstruir y fortalecer a las comunidades afectadas26,35 . Hasta el momento se han propuesto múltiples programas de atención a estas comunidades, los cuales se resumen en la tabla 3, junto con algunos de los resultados cualitativos reportados. Esta aproximación holística ha mostrado reducciones significativas de abuso de sustancias en adultos y adolescentes (reducción del 47 al 23% tras 6 meses de seguimiento; p < 0,001), de contagio por VIH y de acting out en niños con alteraciones emocionales graves (p < 0,05)48 . Vale la pena anotar que las diferencias étnicas entre el paciente y el terapeuta son un factor que frecuentemente afecta a la relación terapéutica con estas comunidades, lo que se ha relacionado con escasa utilización de servicios de salud mental gubernamentales y altas tasas de abandono54 . Por esta razón, se ha propuesto que los clínicos e investigadores reconozcan las tradiciones culturales y adquieran conocimientos sobre las percepciones históricas de estas comunidades9–11,54,55 . En un sentido similar, se han identificado como factores de ineficiencia en la atención en salud mental en estas poblaciones la discriminación institucional, desestimación de prácticas tradicionales efectivas, exceso de confianza en la medicina basada en la evidencia, falta de competencia cultural en proveedores de salud y barreras para acceder a la atención5 . Asimismo, múltiples limitaciones en la utilización de prácticas basadas en la evidencia en estas poblaciones, ya que históricamente no se han incluido etnias ni grupos culturales en las muestras de los distintos estudios, y los recursos destinados a la investigación de las prácticas culturales han sido 46 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):41–49 Tabla 3 – Programas de atención Autor Población Observaciones Resultados Brave Heart Población lakota Modelo psicoeducativo basado en la exposición a memorias históricamente traumáticas, integración cognoscitiva, discusiones sobre pautas de crianza Mayor conocimiento sobre su pasado y el impacto del trauma histórico en sus pautas de crianza, reconexión con la cultura, expansión de redes de apoyo y empoderamiento Heart NA Kidron Johnson Sobrevivientes al holocausto nazi NA Dionne et al NA BigFoot et al NA Nebelkopf et al NA Terapia de exposición. Catarsis e integración cognitiva de afecto negativos y el trauma Grupos de apoyo familiar. Narraciones interactivas grupales de experiencias Tratamiento en dominio emocional basado en la evidencia “The incredible years”. Programa de crianza basado en evidencia. De orientación motivacional, incluía contextualización de los retos de crianza y reconocimiento del trauma histórico “Honoring Children-Mending the Circle”. Modelo de bienestar basado en “the medicine wheel called” Enfoque holístico integral: círculos de conversación, ceremonias estacionales, temascal, Red Road Horse et al NA “Voces nativas”. Reuniones de Gathering of Native Americans (GONA) “The historical trauma and unresolved grief intervention”. Terapia de grupo corta para trauma histórico y duelo no resuelto Realizada según tradiciones ancestrales RezRiders Goodkind et al NA Intervención educativa multinivel basada en deportes extremos Intervención culturalmente adaptada para jóvenes y padres. Reconocimiento del trauma histórico, reconexión con su cultura, aprendizaje de pautas de crianza muy escasos11,46,52 . Por todo lo anterior, es importante reconocer que existe una posibilidad significativa de retraumatizar a estas comunidades al obligarlas a acceder a un servicio de salud que no es acorde con sus características culturales5,56 . Finalmente, en las publicaciones revisadas se han enunciado algunos principios estratégicos para los procesos de planificación y evaluación de las intervenciones en comunidades con TH (tabla 4). Discusión La categoría nosográfica TEPT ha mostrado importantes limitaciones a la hora de abordar experiencias traumáticas comunitarias y acumuladas relacionadas con contextos sociales e históricos específicos. La noción de TH nace como respuesta a estas restricciones. Varios elementos diferencian al TH del TEPT. Primero, el TH hace referencia a un fenómeno colectivo que involucra a los miembros de un grupo Mejoría significativa en cuanto a pautas de crianza y conductas de los hijos Disminución del consumo de alcohol. Aumento en la proporción de inicio de actividades académicas en la población Aumento tolerancia a los afectos, más felicidad, menos embotamiento y apatía, mayor conciencia de las características del trauma Cambio de conductas de alto riesgo por deportes extremos Mejoría de los síntomas relacionados con la perdida histórica, pautas de crianza y comunicación padres-hijos. Cambios persistentes a los 12 meses de seguimiento identificable, reconociendo las repercusiones psicológicas y sociales de esas experiencias, mientras que el TEPT se enfoca en un solo individuo. Segundo, el TH describe una experiencia traumática con características acumuladas en el tiempo, de tal manera que a mayor tiempo de exposición a condiciones traumáticas se esperan mayores desenlaces negativos. Tercero, este constructo describe de manera más amplia las posibles respuestas disfuncionales a las experiencias traumáticas como, por ejemplo, el abuso de sustancias, la depresión y el suicidio. Por último, el TH plantea el impacto transgeneracional, reconociendo que los descendientes de familiares que han experimentado TH son más susceptibles a desenlaces negativos en salud mental. El concepto de TH, aunque inicialmente descrito en comunidades de NA, se ha generalizado a otras comunidades con largos periodos de violencia social y política. Además ha mostrado un fuerte vínculo entre experiencias comunitarias de TH y deterioro significativo en la salud general y mental de los individuos de estas comunidades. Por otro lado, reconoce r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):41–49 47 Tabla 4 – Puntos clave • Garantizar la participación directa de la comunidad afectada • Investigar los mecanismos de resiliencia y curación inherentes a la cultura de la población que se va a intervenir • Evaluar las características y necesidades de la comunidad, incluso el reconocimiento de las tensiones entre la tradición, la cultura y su contexto actual • Realizar una planificación estratégica que incluya como creencia central los procesos de cambio y el cambio en sí • Reconocer la cultura no solo como un producto deseado de las actividades de planificación, sino también un elemento crucial del proceso de evaluación • Reconocer las diferencias entre las comunidades • Tener en cuenta el contexto sociopolítico e histórico de las comunidades • Conocer la relación ente el trauma histórico y los traumas actuales • Tener como estandartes los valores propios y espirituales de las comunidades (en el caso de comunidades de nativos americanos, la confianza, la flexibilidad, la reciprocidad, la ausencia de juicio, la inclusión y la valentía) • Revisar los propios preconceptos sobre la población que se va a intervenir • Identificar y estudiar los efectos acumulados de traumas repetitivos y su impacto en las familias y las sociedades también elementos de resiliencia en este tipo de comunidades y propone fortalecerlos como elemento terapéutico principal. Es así como se han desarrollado múltiples intervenciones, que en general buscan el “empoderamiento” de las comunidades, el fortalecimiento del tejido social y retomar su cultura en función terapéutica. Además, muchas de las intervenciones propuestas incluyen técnicas narrativas comunitarias sobre las experiencias traumáticas. Hasta el momento solo existe un metanálisis que ha revisado sistemáticamente la eficacia de una intervención catártica aislada (debriefing) posterior a un trauma psicológico57 . Aunque el estudio muestra un efecto contraproducente de esa intervención (aumento de los síntomas relacionados con el trauma), aclara que este desenlace puede ser causado por no incluirse otro tipo de elementos útiles para afrontar experiencias traumáticas, como el apoyo de familiares y amigos u otro tipo de apoyo social57 . Con base en la noción de TH, también se han generado recomendaciones para el diseño e implementación de estos servicios, resaltando la importancia de vincular a las comunidades en su desarrollo, entrenar a los prestadores para abordar las situaciones culturales específicas y apoyar la investigación en estos escenarios29 . Es importante anotar que, dada la reciente aparición del constructo, hay vacíos en esta área del conocimiento. Por un lado está abierta la discusión sobre la carga que generan los eventos traumáticos pasados en contraposición con la carga asociada a la persistencia de experiencias traumáticas actuales como políticas opresivas, discriminatorias o inequitativas1,27,58 . Hasta el momento también hay pocos datos cuantitativos reportados con respecto a los resultados de las intervenciones descritas, y es evidente la necesidad de operativizar y abordar de una manera más estructurada los posibles beneficios de estas herramientas. Por último, queda el interrogante de si se puede seguir extrapolando este constructo y sus elementos terapéuticos a otras comunidades que han sufrido experiencias traumáticas de características similares a las aquí mencionadas. Responsabilidades éticas Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales. Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes. Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes. Conflicto de intereses El artículo no recibió financiación externa, no se basa en ninguna tesis académica, no se presentó en ninguna reunión científica y ninguno de los autores tiene un conflicto de intereses. Agradecimientos A Mercedes Cecilia Escuderodde Santacruz, por su revisión y las correcciones propuestas al manuscrito de este artículo. bibliograf í a 1. 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Univ Tor Q. 2013;82:150–67. r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):50–60 www.elsevier.es/rcp Artículo de revisión El síndrome 22q11.2D S como un subtipo genético de esquizofrenia Cindy Katherin Huertas-Rodríguez a,∗ , César Payán-Gómez b y Ruth Maribel Forero-Castro c a Bióloga, Grupo de Estudios en Genética y Biología Molecular (GEBIMOL), Facultad de Ciencias, Escuela de Ciencias Biológicas, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), Tunja, Colombia b Médico Magíster en Genética Humana, Unidad de Biología, Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas, Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia c Licenciada en Biología, Magíster en Ciencias Biológicas con énfasis en Genética Humana, Máster en Biología y Clínica del Cáncer, Profesora Asistente de la Facultad de Ciencias, Escuela de Ciencias Biológicas, Grupo de Estudios en Genética y Biología Molecular (GEBIMOL), Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, Colombia información del artículo r e s u m e n Historia del artículo: Introducción: El síndrome de deleción 22q11.2 (22q11.2 DS) se produce por microdeleciones Recibido el 27 de abril de 2014 del brazo largo del cromosoma 22 en la región q11.2. Después del síndrome de Down, es Aceptado el 12 de septiembre el segundo síndrome genético más común. En pacientes con esquizofrenia, el 22q11.2 DS de 2014 tiene una prevalencia del 2%, mientras que en personas con esquizofrenia seleccionadas On-line el 25 de octubre de 2014 por características físicas específicas, aumenta un 32-53%. Objetivo: Describir las generalidades del 22q11.2 DS, sus características clínicas, los aspectos Palabras clave: genético-moleculares y la frecuencia de la microdeleción de 22q11.2 en diferentes poblacio- Esquizofrenia nes. Microdeleción 22q11.2 Métodos: Se hizo una revisión desde 1967 hasta 2013 en bases de datos de publicaciones Síndrome de deleción 22q11.2 científicas, orientada a recopilar artículos sobre el 22q11.2 DS y su relación con la esquizo- 22q11.2DS frenia. Resultados: El 22q11.2 DS es una entidad genética que se asocia a un fenotipo variable relacionado con defectos congénitos en diferentes tejidos y órganos, así como a una alta frecuencia de trastornos psiquiátricos, particularmente la esquizofrenia. Se ha identificado alta prevalencia en grupos de personas con esquizofrenia seleccionadas por características sindrómicas comunes, como dificultades de aprendizaje, rasgos faciales típicos, anomalías palatales y defectos cardiacos congénitos. Las técnicas de FISH, qPCR, MLPA y, recientemente, aCGH y NGS se están usando para diagnosticar esta microdeleción. Conclusiones: En la práctica clínica es importante tener presente que las personas con 22q11.2 DS tienen alto riesgo de sufrir esquizofrenia, ya que la región 22q11.2 alberga genes candidatos relacionados con vulnerabilidad a esquizofrenia. Se considera que la concomitancia de esta enfermedad y 22q11.2 DS representa un subtipo genético de esquizofrenia. Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (C.K. Huertas-Rodríguez). http://dx.doi.org/10.1016/j.rcp.2014.09.002 0034-7450/© 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. ∗ 51 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):50–60 y métodos citogenéticos y moleculares para diagnosticar a este grupo de pacientes y optimizar un abordaje multidisciplinario en su seguimiento. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. 22q11.2 DS Syndrome as a Genetic Subtype of Schizophrenia a b s t r a c t Keywords: Introduction: The 22q11.2 deletion syndrome (22q11.2 DS) is associated with the micro- Schizophrenia deletion of this chromosomal region, and represents the second most common genetic 22q11.2 microdeletion syndrome after Down’s syndrome. In patients with schizophrenia, 22q11.2 DS has a preva- 22q11.2 deletion syndrome lence of 2%, and in selected groups can be increased to between 32-53%. 22q11.2DS Objective: To describe the generalities of 22q11.2 DS syndrome as a genetic subtype of schizophrenia, its clinical characteristics, molecular genetic aspects, and frequency in different populations. Methods: A review was performed from 1967 to 2013 in scientific databases, compiling articles about 22q11.2 DS syndrome and its association with schizophrenia. Results: The 22q11.2 DS syndrome has a variable phenotype associated with other genetic syndromes, birth defects in many tissues and organs, and a high rate of psychiatric disorders, particularly schizophrenia. Likewise, it has been identified in clinical populations with schizophrenia selected by the presence of common syndromic characteristics. FISH, qPCR and MLPA techniques, and recently, aCGH and NGS technologies, are being used to diagnose this microdeletion. Conclusions: It is important in clinical practice to remember that people suffering the 22q11.2 DS have a high genetic risk for developing schizophrenia, and it is considered that the simultaneous presence of this disease and 22q11.2 DS represents a genetic subtype of schizophrenia. There are clear phenotypic criteria, molecular and cytogenetic methods to diagnose this group of patients, and to optimize a multidisciplinary approach in their monitoring. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Published by Elsevier España, S.L.U. All rights reserved. Introducción La prevalencia de esquizofrenia en la población general es de alrededor del 1% y presenta un tipo de herencia característica de enfermedades multifactoriales. En estudios de gemelos monocigóticos, el riesgo de sufrirla cuando uno de los gemelos la tiene es de un 50%; los familiares en primer grado de consanguinidad tienen un riesgo de un 5–16%; los de segundo grado, del 2–5% y de tercer grado, alrededor del 2%1–5 . El síndrome de deleción 22q11.2 (22q11DS) es un síndrome genético común asociado con la microdeleción intersticial o pérdida submicroscópica de material genético en la región genómica 22q11.2, que puede estar asociado con un subtipo genético de esta enfermedad mental6 . El 22q11.2 DS se caracteriza por un fenotipo variable que incluye problemas cognitivos y de comportamiento, anomalías congénitas cardiacas y fascies características; tiene una prevalencia del 2% de las personas con esquizofrenia6 , y aumenta desde un 32%6 hasta un 53%5,6 si se selecciona una subpoblación de esquizofrénicos con características fenotípicas asociadas con el 22q11.2 DS. Igualmente, se conoce también que un 10–30% de las personas con el 22q11.2 DS sufren eventos psicóticos en la etapa adulta, frecuentemente esquizofrenia, por lo cual representa un importante factor de riesgo de sufrir esta enfermedad7 . En alrededor del 90% de los casos, el origen de la microdeleción 22q11.2 es una mutación de novo, lo que significa que ninguno de los padres es portador de la deleción8,9 ; en el 10% restante, la microdeleción se hereda de padres con la mutación pero con fenotipo menos intenso6 . El 22q11.2 DS tiene expresividad variable, que se solapa a otras entidades clínicas como el síndrome de Di George (DGS), el síndrome velocardiofacial (VCFS) y el síndrome de Takao, lo que hace que el diagnóstico clínico sea difícil y se produzca subdiagnóstico y, por lo tanto, se limite el abordaje de las posibles complicaciones clínicas cardiacas, renales, vertebrales, inmunitarias, endocrinas y mentales; esto también impide el asesoramiento genético que oriente a las familias sobre heredabilidad y riesgo de recurrencia. Con el objetivo de describir el 22q11.2 DS, su prevalencia, sus características clínicas, su asociación con esquizofrenia, los aspectos genéticos-moleculares, las técnicas de diagnóstico molecular y, finalmente, aspectos relevantes de asesoría genética, se realizó una revisión de artículos publicados desde 1967 hasta 2013 en bases de datos de publicaciones científicas. 52 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):50–60 Método Se realizó una búsqueda en bases de datos en línea de la iniciativa InterRed-Salud Programa de Acceso a la Investigación en Salud (HINARI), (http://www.who.int/hinari/en/), ScienceDirect (http://www.sciencedirect.com/), PubMed (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/), BioMed Central (http://www.biomedcentral.com/), Elsevier (http://www. elsevier.com/wps/find/journal browse.cws home) y Schizophrenia Research Forum (http://www.szgene.org/). Se utilizaron los descriptores: 22q11.2 deletion syndrome; 22q11.2 DS; Schizophrenia; Velo-cardio-facial syndrome (VCFS); DiGeorge syndrome (DGS); chromosome 22. Los artículos seleccionados se publicaron entre 1967 y 2013. Los criterios de inclusión fueron: a) tipos de estudio: experimental, poblacional, de casos y controles y de prevalencia; b) pacientes con esquizofrenia y reporte de la microdeleción 22q11.2; c) pacientes con microdeleción 22q11.2, VCFS o DGS y que reporten esquizofrenia; d) con técnicas de diagnóstico citogenético y molecular; e) con información de asesoría genética a pacientes que tengan el 22q11.2 DS, y f) publicaciones de cualesquiera año y población. Síndrome de deleción del 22q11.2 El 22q11.2 DS se reportó por primera vez en la década de los años cincuenta6,10 ; fue completamente descrito hacia 19706,11 y se identificó más frecuentemente en la década de los noventa, gracias a la disponibilidad de estudios citogenéticos moleculares. Este síndrome es un trastorno multisistémico asociado con la microdeleción en el brazo largo de uno de los dos cromosomas 22 en la región q11.26,12,13 . La hemicigosis, presencia de una sola copia de una región cromosómica, del 22q11.2 se ha asociado con diversos fenotipos, de los cuales Pinquier et al14 destacan el DGS, el (VCFS) y el síndrome Takao (anomalía conotroncal y de la cara); todos estos síndromes forman una unidad compleja con el 22q11.2 DS, ya que comparten características clínicas y moleculares, con distintos grados de expresividad6,9,13,15–20 . La prevalencia de la microdeleción 22q11.2 se ha estimado en la población mundial en 1/4.0009,16,21 , lo cual hace que sea la microdeleción intersticial más frecuente y que el 22q11.2 DS sea el segundo síndrome genético más prevalente, después del síndrome de Down6 . Los primeros estudios en reportar una posible asociación entre trastornos psiquiátricos y el 22q11.2 DS se realizaron con personas con diagnóstico de VCFS. A partir de esta descripción, se ha reportado una alta prevalencia de síntomas psiquiátricos en pacientes con 22q11.2DS22,23 , entre los que la esquizofrenia es el trastorno psiquiátrico más común22,24–26 . Murphy et al27 , en un estudio realizado a 40 adultos con 22q11.2 DS, encontraron que el trastorno psiquiátrico más hallado, utilizando criterios DSM-IV, era la esquizofrenia, con una prevalencia del 25%, seguido por la depresión mayor (13%) y el trastorno bipolar (2,5%). Otro estudio identificó esquizofrenia en 4 de 14 adultos con 22q11.2 DS (29%) utilizando criterios DSM-III-R23 . Además, Pulver23 y Murphy28 plantean que el 85% de la población con VCFS tiene microdeleciones cromosómicas en 22q11.2 y presentan un 25% de probabilidad de padecer esquizofrenia (tabla 1). Según esos estudios, se estima que la probabilidad de que personas con 22q11.2 DS sufran esquizofrenia es de 1 de cada 4 o 5 casos29 , lo que indica que el riesgo de esquizofrenia en el 22q11.2 DS es aproximadamente 25–30 veces mayor que el riesgo de la población general5,6,28,30–33 y el doble del riesgo para un familiar en primer grado de una persona con esquizofrenia6 . 22q11.2 DS como un subtipo genético de esquizofrenia En pacientes con esquizofrenia, la microdeleción 22q11.2 puede tener una frecuencia aproximada del 2%6,25,31 , y llega a ser 80 veces más alta que en la población general (0,025%); la prevalencia aumenta en población con esquizofrenia seleccionada con criterios fenotípicos asociados con el 22q11.2 DS desde un 326 hasta un 53%5,6,30,34–36 . Karayiorgou et al25 encontraron que el 2% de una población adulta estadounidense con esquizofrenia, seleccionada al azar, presentó la microdeleción 22q11.2; posteriormente Yan et al37 , que caracterizaron a sujetos con esquizofrenia desde la niñez, encontraron que el 3% de los pacientes presentaban esta microdeleción; asimismo, Wiehahn et al38 reportaron una prevalencia del 2,4% en una muestra de 85 pacientes con esquizofrenia; estudios complementarios en población joven con esquizofrenia de inicio en la infancia encontraron que la microdeleción podría ser incluso más frecuente, con prevalencias que oscilaron entre el 1,9 y el 11,939–42 (tabla 2). En contraste, no hay evidencia de mayor incidencia de esquizofrenia en otros síndromes genéticos con fenotipo conductual6,43 . Es claro que las personas con el 22q11.2 DS tienen alto riesgo de sufrir esta enfermedad9 ; por ello se considera que la concomitancia de esquizofrenia y 22q11.2 DS representa un subtipo genético de esquizofrenia17 . Asociación de características sindrómicas de la microdeleción 22q11.2 y la esquizofrenia El 22q11.2 DS presenta un fenotipo variable que está relacionado con la edad de los individuos44 y con la presencia de otros síndromes genéticos, como el VCFS y el DGS44–47 . Se han identificado más de 180 características clínicas en este síndrome48,49 y, debido a la variabilidad significativa en la expresión del fenotipo, en muchos casos el diagnóstico puede pasarse por alto, con un mayor subdiagnóstico en adultos con aparición tardía de síntomas psiquiátricos6,9,15,21,50,51 . La expresión clínica del 22q11.2 DS está asociada a menudo con una alta frecuencia de defectos congénitos que afectan a un gran número de órganos32,52 ; las características clínicas más comunes son dismorfismo facial50 , paladar hendido, defectos congénitos del corazón, discapacidades del aprendizaje y alta frecuencia de trastornos psiquiátricos, particularmente esquizofrenia6,17,27,53 ; la frecuencia de estas características es incierta, ya que las prevalencias varían según la edad51,54–56 y además varían entre familias e incluso entre los miembros de la misma familia57,58 ; algunas características, como defectos cardiacos y la hipocalcemia, se pueden 53 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):50–60 Tabla 1 – Frecuencia de casos con esquizofrenia entre los pacientes portadores de la microdeleción 22q11.2 o síndrome velocardiofacial (VCFS) Autor Año Población Casos, n Edad de inicio de psicosis Frecuencia esquizofrenia Tipo de microdeleción Criterios de selección de población Criterios de identificación de población Pulver et al 1994 Estados Unidos 14 20,5 (15-26) 1/14 (29%) NR DSM-III-R Murphy et al 1999 Reino Unido 50 26 (16-41) 12/50 (24%) NR Sporn et al 2004 Estados Unidos 75 12 (11-12) 4/75 (5,3%) DSM-IV Gothelf et al Basset et al Raux et al 2007 2005 2007 19 31 18 NR NR 16,7 (12-27) 7/19 (36,8%) 7/31 (23%) 18/33 (60%) MD-22q11.2 MD-22q11.2 MD-22q11.2 DSM-IV DSM-IV DSM-III-R Bassett et al 2007 Estados Unidos Canadá Francia, Bélgica y Países Bajos Canadá 4/75 (5,3%) 3 Mb NR NR NR MD-22q11.2 (VCFS) MD-22q11.2 (VCFS) MD-22q11.2 33 21 (14-31) 33/73 (45,2%) MD-22q11.2 DSM-III-R, DSM-IV Green et al 2009 Suiza, Israel 117 > 24 2/117 (1,1%) MD-22q11.2 DSM-IV 32/33 (97%) 3 Mb; 1/33 (3%) atípica 2 Mb NR DSM-IV DSM: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales; MD-22q11.2: microdeleción de 22q11.2; NR: no reporta; VCFS: síndrome velocardiofacial. diagnosticar en la infancia, otros por lo general se identifican más tarde, como dificultades de aprendizaje, paladar hendido y habla hipernasal, a menudo asociada con insuficiencia velofaríngea11 . El 22q11.2 DS se puede identificar en poblaciones clínicas con esquizofrenia seleccionadas por la presencia de características sindrómicas comunes26,50 . Bassett et al6 proponen ciertos criterios de criba enmarcados en el 22q11.2 DS que incrementan la probabilidad de identificar la microdeleción en poblaciones con esquizofrenia; ésta puede sospecharse en casos que presenten por lo menos dos de las siguientes características: • Problemas de comportamiento. • Habla hipernasal, historia de terapia del lenguaje, incompetencia velofaríngea o paladar hendido (usualmente submucoso). • Rasgos faciales: cara estrecha y alargada, fisuras palpebrales estrechas, pómulos hipoplásicos, nariz prominente, orejas pequeñas, boca pequeña y/o retrognatia. • Dificultades del aprendizaje, historia de necesidad de educación especial, retardo mental. • Defectos congénitos del corazón: defecto septal ventricular, tetralogía de Fallot, arco aórtico derecho, doble arco aórtico. • Otras anormalidades congénitas: polidactilia, escoliosis, anomalía renal, hipospadias. • Historia de hipocalcemia (neonatal, niñez, adolescencia, o adultez temprana) y/o hipoparatiroidismo. • Atimia o inmunodeficiencia grave en la infancia. Las frecuencias más altas de la microdeleción 22q11.2 oscilan entre el 14 y el 53%7 y se han reportado en los estudios que seleccionaron a pacientes con esquizofrenia que tienen varias de las características clínicas del VCFS26,39,59 . Entre esos estudios se cita a Bassett et al26 , que reportaron una asociación del VCFS con trastornos psicóticos en adultos caucásicos en Canadá; en ese estudio se evaluó a 15 sujetos diagnosticados de esquizofrenia mediante criterios DSM-IV o con trastorno esquizoafectivo referidos con dos o más características asociadas con el 22q11.2 DS (cardiacas, faciales u otras anomalías congénitas y/o dificultades de aprendizaje); esos pacientes no tenían ningún tipo de diagnóstico previo asociado a VCFS; 8 fueron diagnosticados de VCFS en el transcurso de la evaluación, por lo que se destaca que la tasa de asociación de la deleción 22q11.2 encontrada en el estudio en pacientes con esquizofrenia y rasgos característicos del 22q11.2 DS fue de 8/15 (53,3%). Este hallazgo es comparable con lo reportado en otros estudios de pacientes con características sindrómicas. Gothelf et al59 diagnosticaron la microdeleción 22q11.2 en 15 pacientes israelíes con esquizofrenia y características sindrómicas relacionadas con esta alteración, todos sin sospecha previa del VCFS. La microdeleción estuvo presente en 3/15 pacientes (20%). De manera similar, Bassett et al6 reportan la presencia de la microdeleción 22q11.2 en 9/28 pacientes (32%) con esquizofrenia referidos por fuentes psiquiátricas por presentar dos o más de las características relacionadas con 22q11.2 DS (tabla 2). Aspectos genéticos-moleculares de la microdeleción 22q11.2 En la mayoría de los casos (90%), la deleción se presenta por una mutación de novo12,32,60 , que puede producirse durante la gametogénesis. En el 10% restante, se hereda por transmisión autosómica dominante de un padre afectado que puede presentar solo manifestaciones leves60,61 . Este patrón de herencia lo sospecharon inicialmente Shprintzen et al. en 1978, después de observar los casos de VCFS con la transmisión de madre a hija, y se confirmó en 1985, con la descripción de los primeros casos de transmisión de padres a hijos62,63 . La región 22q11.2 contiene regiones de repeticiones de bajo número de copias (LCR22) que probablemente predisponen a alteraciones en la recombinación meiótica y a ulteriores reordenamientos estructurales en esta región64,65 . Existe tres tipos Reino Unido 55 Estados Unidos Sudáfrica Países Bajos Brasil Corea 1995 1997 1998 1998 1998 1999 1999 1999 1999 1999 2001 2002 2003 Bulgaria 2004 2004 2005 2008 2009 2010 Gothelf et al Bassett et al Yan et al Murphy et al Bassett et al Nicolson et al Chen et al Usiskin et al Sugama et al Arinami et al Waite et al Ivanov et al Sporn et al Wiehahn et al Horowitz et al Hoogendoorn et al Koshiyama et al Kook et al 1 30 311 6 85 634 30 75 415 6 300 15 NR 28 47 177 47 15 15 32 92 100 Casos, n 1 12 81 2 33 232 25 28 115 NR 133 NR NR NR 28 81 NR 8 NR NR 20 22 Mujeres NR 18 230 4 52 402 Adultos 47 300 NR 167 NR NR NR 19 96 NR 7 NR NR 72 78 Varones 25 0-16 41 (Promedio) 0/55 Niños y adolescentes 24 (18-54) 31,8 (17-48) 45,8 (18-83) Adultos Adultos 44,3 (19-78) Adultos NR Adultos 14,3 (promedio) 47 (promedio) Adultos 33,4 (16-67) 27,2 (promedio) Adultos 5-41 5-41 Edad (años) 1/1 (100%) 3/30 (10%) 0/311 2/6 (33,3%) 2/85 (2,4%) 6/634 (0,9%) NR 4/75 (5,3%) 1/415 (0,2%) 1/6 (16,6%) 1/300 (0,3%) 1/15 (6,6%) 2/28 (7,1%) 9/28 (32%) 5/47 (10,6%) 0/177 3/47 (6,4%) 3/15 (20%) 8/15 (53,3%) 1/32 (3%) 2/92 (2,2%) 2/100 (2%) Frecuencia de la microdeleción NR NR NR NR 5 (83%) 3 Mb; 1 (17%) 1,5 Mb NR SZ NR 3 Mb, 1 (100%) NR 1 (100%) 1,5 Mb NR NR NR NR NR NR NR NR NR 2 (100%) 1,5 Mb NR Tipo de microdeleción SZ (estudio de caso) SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ SZ Criterios de selección de población FISH FISH MLPA FISH FISH PCR MLPA y FISH PCR Semicuantitativa FISH PCR PCR, qPCR y FISH FISH FISH FISH PCR FISH PCR y FSH FISH FISH FISH PCR y FSH Método diagnóstico FISH: hibridación in situ con fluorescencia; MLPA: amplificación de sondas dependiente de ligandos múltiples; NR: no reporta; PCR: reacción en cadena de la polimerasa; SZ: esquizofrenia. Israel Estados Unidos Estados Unidos Israel Canadá Estados Unidos Gales Canadá Canadá China Estados Unidos Japón Japón Reino Unido 1995 Karayiorgou et al Lindsay et al Población Año Autor Tabla 2 – Frecuencia de la microdeleción de 22q11.2 en pacientes con esquizofrenia 54 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):50–60 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):50–60 Deleción 1,5 Mb Centrómero Tuple 1 N25 Deleción 3 Mb Telómero 22q 11.2 Figura 1 – Esquema del cromosoma 22, que muestra la localización de los tipos de microdeleción tipo I de 3 Mb (la más común) y la tipo II de 1,5 Mb, ambas relacionadas con esquizofrenia. También la distribución de las sondas comúnmente usadas para la detección de la región q11.2 (TUPLE 1 y N25) (basado en Karayiorgou et al25 , Ivanov et al40 , Kurahashi et al67 , Weksberg et al84 , Waite et al85 , Carlson et al94 , Pereira et al95 , Gioli–Pereira et al96 , Nogueira et al97 y Garavelli et al98 ). de microdeleción 22q11.2: el tipo I, la más común, corresponde a la mayor deleción, estimada de 3 Mb66 ; el tipo II es una deleción más pequeña que se solapa a la región proximal de la región de deleción tipo I con un tamaño aproximado de 1,5 Mb (ambos tipos se han reportado en esquizofrenia25,32,51,53,64,67 ), y el tipo III, la deleción más pequeña, que se solapa al extremo distal de la deleción más larga (tipo I) y se suele considerar una deleción atípica que no se relaciona con esquizofrenia67,68 . También se han encontrado otras deleciones de diversas extensiones. Es interesante que no haya una región cromosómica en hemicigosis común en todas las personas con 22q11.2 DS y esquizofrenia9,66 (figura 1), lo que indica que en la región 22q11.2 hay más de un gen involucrado en el incremento de la susceptibilidad a la enfermedad mental28 . El descubrimiento de estos genes podría tener un papel importante en mejorar la comprensión de la etiología molecular de esta enfermedad51 . Investigaciones relacionadas con posibles factores de riesgo genético de sufrir esquizofrenia —como mutaciones y polimorfismos de un solo nucleótido (SNP)— se han registrado en bases de datos genómicas. Una de las bases de datos más reconocidas es la SzGene database (http://www.szgene.org/), una confiable herramienta en línea que, mediante estudios de metanálisis, logra hacer una integración estructurada y sistemática de la evidencia acumulada de estudios genéticos de asociación en esquizofrenia69,70 . La SzGene database muestra que, en la región 22q11.2, se han descrito genes candidatos para la esquizofrenia; algunos codifican receptores de neurotransmisores o enzimas involucradas en su metabolismo69,70 . Investigaciones en 22q11.2 DS se han centrado principalmente en la participación de los genes catecol-O-metil transferasa (COMT) y prolina deshidrogenasa (PRODH) en la neurobiología del 22q11.2DS66,71,72 . La enzima codificada por el gen COMT tiene un papel crucial en el metabolismo del neurotransmisor dopamina, especialmente en la corteza prefrontal6,31 . Se cree que la función anormal de las vías dopaminérgicas tienen un papel 55 importante en la esquizofrenia73 . La deleción homocigótica del gen PRODH que codifica la prolina deshidrogenasa, enzima mitocondrial que cataliza la conversión de la prolina a glutamato, conduce a cantidades de prolina significativamente elevadas71,74 ; el aumento de la concentración plasmática de prolina se ha observado en poblaciones de pacientes psicóticos75–78 y se ha asociado con problemas neurológicos en el 22q11.2DS74,75,79,80 . También se ha planteado la hipótesis de interacción epistática entre estos dos genes, ya que ambos convergen funcionalmente en el sistema dopaminérgico81 . Así, en el contexto de la microdeleción 22q11.2, la reducción simultánea de la actividad tanto de COMT y PRODH puede conducir a una desregulación sinérgica de los sistemas dopaminérgicos que resulta en un estado hiperdopaminérgico, que puede predisponer a psicosis y esquizofrenia75,81 . Todo lo anterior respalda que la región 22q11.2 alberga genes implicados en la esquizofrenia, y es posible que el mayor riesgo asociado con esta microdeleción se deba a la contribución de más de un gen ligado físicamente al lugar de la microdeleción25,51 . La tabla 3 muestra los genes candidatos destacados en la esquizofrenia que refiere la SzGene database en la región 22q11.2. Métodos diagnósticos para detectar la microdeleción 22q11.2 La microdeleción 22q11.2 se puede identificar mediante técnicas citogenéticas moleculares como la hibridación in situ con fluorescencia (FISH)25,30,34,38,40,41,53,82,83 , y técnicas moleculares como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR)40,84 y algunas de sus variantes, como PCR cuantitativa (qPCR) y PCR multiplex dependiente de ligación (MLPA)20,41,42,53,84 . Para FISH se usa una sonda que es una secuencia de cadena sencilla de ADN marcada con fluorescencia. La secuencia de la sonda es complementaria a la secuencia del ADN que se quiere identificar. En la forma más sencilla de esta técnica, se permite que las células proliferen y se las detiene en la metafase de la mitosis, que es el momento en que los cromosomas están más condensados. Después, las metafases se someten a hibridación con la sonda, y por complementariedad de pares de bases, esta se unirá a la región genómica de interés. En un genoma normal se identifican dos señales: una por cada región de cada cromosoma homologo. Si hay una deleción, la sonda no puede unirse y, por lo tanto, la señal fluorescente correspondiente no se produce. Para detectar la microdeleción 22q11.2, se usan la sondas N25 o TUPLE1, que reconocen secuencias de ADN ubicadas en las regiones más frecuentemente perdidas en este síndrome25,85 . También se puede diagnosticar la microdeleción usando la PCR. Con esta es posible amplificar millones de veces una región genómica específica. También se puede cuantificar el producto amplificado, que depende del número de copias de ADN con que se inicia la reacción. Así, si se trata de una muestra de ADN procedente de una persona sin deleción, se partirá de dos copias de la misma región por cada célula. En el caso de una persona con deleción, se partirá de una sola copia de ADN por célula, por que si se compara la cantidad de producto amplificado entre una persona normal con una con el 56 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):50–60 Tabla 3 – Genes candidatos destacados en la esquizofrenia ubicados en la región 22q11.2 Gen (sigla en inglés) Posición genómica (GRCh38/hg38) Proteína codificada DGCR2 DGCR5 DGCR6 GNB1L chr22:19,036,282-19,122,454 chr22:18,970,498-18,994,629 chr22:20,314,238-20,320,105 chr22:19,788,411-19,854,939 PRODH TUBA8 UFD1L ARVCF CLDN5 COMT HTF9 C PCQAP RANBP1 RTN4R TBX1 ZDHHC8 PIK4CA SNAP29 GSTT1 chr22:18,912,774-18,936,553 chr22:18,110,687-18,131,731 chr22:19,449,941-19,479,215 chr22:19,969,879-20,016,786 chr22:19,523,024-19,525,337 chr22:19,962,547-19,969,975 chr22:20112566-20116906 chr22:20507679-20587617 chr22:20,117,953-20,127,357 chr22:20,241,415-20,268,293 chr22:19,756,703-19,783,589 chr22:23,390,605-23,402,612 chr22:20707702-20858782 chr22:20,859,004-20,891,213 chr22:23,957,816-23,961,149 SDG región crítica proteína 2 SDG región crítica 5 (no codifica para proteína) SDG región crítica proteína 6 Proteína similar a la subunidad beta de la proteína de unión a guanina a nucleótidos de guanina (proteína G) Prolina deshidrogenasa (oxidasa) 1 Tubulina, alfa 8 Proteína similar la de fusión y degradación de ubiquitina 1 Proteína de repetición de armadillo Claudin 5 Catecol-O-metiltransferasa HpaII diminutos fragmentos locus 9 C Proteína asociada a cofactor positivo 2, glutamina/Q–rica Proteína de unión RAN 1 Precursor del receptor retículon 4 T-box 1 Dedo de cinc, contiene ocho dominios DHHC Fosfatidilinositol cinasa 4, catalítico Proteína asociada a sinaptosomas, 29 kDa Glutatión S-transferasa theta 1 SDG: síndrome de DiGeorge. síndrome de deleción, esta tendrá la mitad que la persona sin deleción25,40,85 . Aunque FISH, qPCR y MLPA son los procedimientos estándar y más accesibles para el diagnóstico rápido de la microdeleción 22q11.2, es importante mencionar que recientemente se han desarrollado nuevas técnicas caracterizadas por su alta resolución y sensibilidad que también permiten identificar la microdeleción. Estas son la hibridación genómica comparativa en formato de microarreglos (conocida por las siglas aCGH) y la secuenciación masiva de nueva generación (NGS)86–89 . Síndrome de deleción de 22q11.2 y asesoramiento genético El diagnóstico de la microdeleción 22q11.2 cambia significativamente el consejo genético y el tratamiento de los pacientes. El diagnóstico temprano permite influir en la evolución de la enfermedad y optimizar los resultados para un manejo adecuado de la condiciones asociadas con ella53,90 . Los portadores de la microdeleción esencialmente tienen que ser evaluados multidisciplinariamente de manera regular, teniendo en cuenta no solo el manejo médico, sino el psiquiátrico, genético, psicológico y lingüístico12,53 . Diferentes estudios reportan que en adultos el tratamiento se ve afectado por el aislamiento social, tendencias a la pasividad, y en el caso de trastornos psiquiátricos, en ocasiones solo hay respuesta parcial a los medicamentos antipsicóticos12 . El manejo de los trastornos psiquiátricos de los portadores de la microdeleción 22q11.2 presenta dificultades debido a los estigmas asociados con las enfermedades mentales, como lo manifiesta un estudio realizado por Martin et al29 , en el que se encuestó a médicos genetistas en Canadá acerca del abordaje y las perspectivas de manejo en materia de divulgación de las manifestaciones clínicas del 22q11.2 DS, particularmente en cuanto al riesgo de enfermedad psiquiátrica. Dicho estudio mostró que cuando la microdeleción 22q11.2 se diagnostica en la infancia, es común que no se informe inmediatamente a los padres del riesgo aumentado de enfermedades psiquiátricas, sino que se hace en diferentes momentos de la vida del paciente. Aunque los médicos genetistas coinciden en que es importante revelar el aumento del riesgo de sufrir una enfermedad psiquiátrica, los encuestados informan que la discusión de temas psiquiátricos con los padres es difícil; por el contrario, otras anormalidades médicas asociadas a la microdeleción se informan desde el diagnóstico en la infancia. El consejo genético oportuno permite brindar a los padres el conocimiento sobre riesgos de recurrencia de la enfermedad en futuras generaciones, así como enfatizar a los padres la importancia de llevar a cabo un manejo adecuado de los portadores de la microdeleción 22q11.2, quienes enfrentan un riesgo alto de psicosis en la edad adulta91 . Discusión En la práctica clínico-psiquiátrica, dos aspectos respaldan la necesidad de seguimiento monitoreo y diagnóstico de posibles casos portadores de la microdeleción 22q11.2: el primero es que las personas con esta microdeleción tienen un factor de riesgo genético importante, que puede estar asociado con el desencadenamiento de la esquizofrenia, y en segundo lugar, que dentro de la población de personas con esquizofrenia, existe un grupo de pacientes que sufren el 22q11.2 DS y que en algunos casos puede estar subdiagnosticado. En relación con el primer aspecto, se debe tener presente que al estar establecido que el 22q11.2 DS es un factor de riesgo genético de esquizofrenia, la cual se desarrolla en un 10–30% de los portadores de la microdeleción 22q11.26,7,31 , r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):50–60 es importante realizar un seguimiento neuropsiquiátrico de estas personas que considere los diferentes factores predisponentes y precipitantes asociados con el desarrollo de este trastorno mental. La identificación de los síntomas precursores de un trastorno psicótico futuro para las personas en riesgo proporciona una oportunidad para la intervención temprana en las personas con síntomas psicóticos92 y, debido al alto riesgo de psicosis en la edad adulta91 , el tratamiento de la psicopatía infantil podría ser crucial en la mitigación de los riesgos de las enfermedades psiquiátricas. Schneider et al12 afirman que el apoyo regular para el paciente y su familia por el médico general y un psiquiatra con al menos una evaluación anual del funcionamiento psicológico evita cuestiones emergentes, y una colaboración estrecha con los padres maximiza las posibilidades de una autonomía adulta. Asimismo, recibir asesoramiento genético adecuado, que aborde las implicaciones clínicas y los riesgos de heredabilidad debido a la demostrada transmisión autosómica dominante de esta alteración, contribuiría a liberar a los padres de la culpa inapropiada por las manifestaciones conductuales de la enfermedad43 . Es importante profundizar en los factores de riesgo genéticos implicados en la esquizofrenia32 y en la heterogeneidad fenotípica asociada con el 22q11.2 DS, que permita realizar su diagnóstico temprano en la población de riesgo6 . Los estudios biológicos y moleculares actuales sobre los genes de susceptibilidad ubicados en la región delecionada posiblemente aporten a la identificación de predictores tempranos de trastornos psiquiátricos de inicio tardío32 , así como la evaluación del curso del fenotipo psiquiátrico92 . En referencia al segundo aspecto, como el 22q11.2 DS es un subtipo genético de esquizofrenia, es importante tener en cuenta en la evaluación psiquiátrica que, para los pacientes con esquizofrenia que cumplan al menos dos de los criterios de criba enmarcados en el 22q11.2DS6 , es recomendable un estudio genético que confirme la sospecha de una posible microdeleción de 22q11.2. En Colombia está disponible este tipo de estudios tanto citogenéticos como moleculares. En los reportes de Bassett et al26,51 y Gothelf et al93 , se muestran fotografías de pacientes esquizofrénicos portadores de la microdeleción de 22q11.2; es evidente la amplia variabilidad en la expresión del síndrome y en la manifestación de las características físicas asociadas32 . Aunque la literatura mundial ha establecido que el 22q11.2 DS tiene una prevalencia del 2% de los pacientes con esquizofrenia, entre las personas con esquizofrenia seleccionadas por características físicas específicas aumenta un 32–53%, sería importante realizar a escala nacional estudios transversales y longitudinales que permitan conocer la frecuencia de este síndrome en la población colombiana para comprender mejor los trastornos psiquiátricos asociados con el 22q11.2 DS y contribuir al manejo multidisciplinario de los individuos afectados. Un alto índice de sospecha y una evaluación periódica multidisciplinaria pueden ayudar a identificar a los pacientes con esquizofrenia y deleción de 22q11.2, para una posterior intervención de los individuos afectados. 57 Conclusiones Con esta revisión, se resalta la importancia de tener presente en la práctica clínica que las personas con el 22q11.2 DS tienen alto riesgo genético de sufrir esquizofrenia; además, se considera que la concomitancia de esta enfermedad y el 22q11.2 DS representa un subtipo genético de esquizofrenia. Igual que existen criterios fenotípicos claros y métodos diagnósticos citogenéticos y moleculares, muchos de ellos disponibles en nuestro país para diagnosticar a este grupo de pacientes y optimizar un abordaje multidisciplinario que permita mejorar su seguimiento y orientar a la familia sobre las implicaciones clínicas y riesgos de heredabilidad de esta enfermedad. Lo más conveniente para los pacientes es lograr un diagnóstico temprano, pues influye en la evolución de la enfermedad y optimiza los resultados en cuanto al manejo adecuado de las condiciones asociadas con este subtipo genético de esquizofrenia. Responsabilidades éticas Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales. Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de trabajo sobre la publicación de datos de pacientes. Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. bibliograf í a 1. Gottesman II, Bertelsen A. Confirming unexpressed genotypes for schizophrenia. Risks in the offspring of Fischer’s Danish identical and fraternal discordant twins. 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Se presenta el caso de un varón de de 2014 34 años con un cuadro compatible con este síndrome. Se revisa brevemente la literatura On-line el 30 de octubre de 2014 disponible y se realiza una correlación teórico-clínica con los síntomas del paciente, y se concluye que el paciente sufría un síndrome de Ekbom de tipo primario y mixto. Palabras clave: © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. Parasitosis delirante Síndrome de Ekbom Ekbom syndrome: apropos of a case a b s t r a c t Keywords: The Ekbom syndrome or delusional parasitosis is an uncommon psychiatric condition, in Delusional parasitosis which the main symptom is the delusion of being infested with living organisms such as Ekbom syndrome parasites, bacteria, virus, bugs or worms. The case is presented of a 34 year-old man with symptoms compatible with the syndrome. The available literature is briefly reviewed and theoretical correlation with clinical symptomatology is made. The patient had a primary and mixed Ekbom syndrome. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Published by Elsevier España, S.L.U. All rights reserved. Introducción El síndrome de Ekbom o delirio de parasitosis es un subtipo infrecuente de trastorno delirante en el cual la persona mantiene la firme convicción, a pesar de la evidencia de lo contrario, que está infectada por organismos vivientes como parásitos, bacterias, virus, insectos y gusanos1 . La ideación delirante se acompaña por lo general de alucinaciones táctiles y/o visuales y el deterioro en el funcionamiento de quien las padece puede llegar a ser muy marcado. Pocas veces los pacientes consultan en primera instancia a psiquiatría, pues suelen visitar reiteradamente a dermatólogos e infectólogos, dado que carecen de conciencia de enfermedad mental1,2 . Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (H. Munoz). http://dx.doi.org/10.1016/j.rcp.2014.09.001 0034-7450/© 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. ∗ 62 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):61–65 A continuación se presenta a un paciente con un cuadro clínico que consideramos compatible con síndrome de Ekbom. Caso clínico Se trata de un paciente de 34 años de edad, soltero, con escolaridad hasta 5.o de primaria, que se encontraba privado de libertad desde 3 años antes. En los últimos 4 meses, había consultado repetidamente al dispensario de la cárcel por sensación de prurito generalizado, especialmente en el abdomen, los glúteos, la región anal y los genitales. En una ocasión acudió al consultorio de urgencias de medicina general presentando gran ansiedad e inquietud motora, gritando y vociferando «¡necesito que me quiten los animales que me caminan por todo el cuerpo, me están comiendo de a poquitos!». La médica que lo atendió lo examinó inmediatamente y, para su sorpresa, no encontró alteración alguna al examen físico, por lo que decidió remitir a valoración por psiquiatría. Como antecedentes de importancia se encontró que fue consumidor de marihuana, cocaína y alcohol hasta aproximadamente 4 años antes, y una balanitis 4 meses antes, ya en remisión. El paciente desconocía antecedentes familiares de enfermedad mental. En la entrevista psiquiátrica, refirió 3 años de evolución de la sensación de prurito en las zonas anteriormente descritas, que interpretaba producido por «animales y bichos que me recorren el cuerpo, se me meten por la piel, me comen por dentro, me producen granos en los brazos y en las piernas. . . me da piquiña y quisiera rascarme todo el tiempo». Manifestaba además: «los bichos me penetran y se me suben a la cabeza, me apagan el cerebro». Refería que la sensación se había hecho cada vez más frecuente, un convencimiento «del ciento por ciento» que está infestado, y relata conductas encaminadas a «no dejar que se me metan»: se envuelve bolsos y ropa en el abdomen y los glúteos y utiliza cartones por debajo de la ropa para «no dejarlos entrar, están donde uno se sienta, donde uno toca, se me meten hasta por el ano». Aseguraba estar muy enfermo, producto de la supuesta infección, y solicitó reiteradamente que se le ayudara a sacar los animales de su cuerpo. No definía con precisión el tipo de animales que creía tener. Al examen mental se encontró a un paciente colaborador, que inspiraba curiosidad, con inquietud motora leve, con envolturas de ropa alrededor del abdomen y los glúteos. En el afecto, se evidenciaron elementos de ansiedad, especialmente al referirse a los síntomas; sin embargo, la reactividad emocional a temas diferentes de la supuesta infección fue adecuada. En el pensamiento no se encontraron alteraciones en el curso; en el contenido, una ideación delirante de tipo somático hipocondriaco, cuyo tema principal era la infestación interna y externa de su cuerpo producida por lo que llamó todo el tiempo «los bichos». No se evidenciaron ideas obsesivas y/o fóbicas ni fenómenos de pasividad. Expresó gran preocupación por su salud física. En la sensopercepción, relataba fenómenos compatibles con alucinaciones cenestésicas generalizadas. La inteligencia impresionó promedio; el sensorio estaba conservado; el juicio y el raciocinio, comprometidos, y en la prospección, refería el deseo de acabar cuanto antes con «los bichos». En el examen físico no se hallaron alteraciones, excepto por signos de rascado en región lumbar e interglútea, con algunos residuos de sangre antigua compatibles con dermatitis de contacto. El examen neurológico fue normal. La glucemia, el cuadro hemático, parcial de orina, coprológico, bilirrubinas y transaminasas se reportaron como normales. La serología y la prueba para el virus de la inmunodeficiencia adquirida fueron negativas. Se inició haloperidol, dosis graduales hasta 5 mg, con mejoría leve de los síntomas. Se incrementó la dosis del antipsicótico a 10 mg después de 6 semanas de tratamiento, y se logró una disminución de las consultas a medicina general por el prurito y una menor convicción en cuanto a estar infestado. La idea delirante no ha desaparecido aún. Está pendiente una nueva valoración para definir conducta farmacológica. Revisión de tema y discusión El síndrome de Ekbom toma su nombre del neurólogo sueco Karl Alex Ekbom, quien en 1938 lo caracterizó y denominó «delirio presenil parasitario dermatozoico»3 . Descripciones anteriores habían sido hechas por Thiebierge en 1894 y Perrin en 1896, quienes le dieron el nombre de «acarofobia» y «neurodermatitis parasitofóbica» respectivamente4 . Wilser y Miller acuñaron en 1946 el término «delirio de parasitosis» vigente hasta nuestros días5 . Otros nombres que recibe el síndrome de Ekbom son: parasitosis delirante, delirio parasitario dermatozoico, delirio por infestación y síndrome de disestesia crónica cutánea4,6,7 . El síndrome no debe ser confundido con acarofobia, parasitofobia, dermatofobia o entomofobia, pues los pacientes no presentan miedo al insecto o parásito. Tampoco debe confundirse, por el nombre, con el síndrome de Wittmack Ekbom, que corresponde al síndrome de piernas inquietas. Se presenta a cualquier edad, por lo general por igual en varones y mujeres antes de los 50 años, pero después de esa edad es más frecuente en ellas, en una proporción de 2:1. La distribución es bimodal, con un pico entre los 20 y los 30 años y otro después de la quinta década de la vida. Se presenta más en población caucásica, con una incidencia anual de 20 casos/millón de habitantes y una prevalencia de 80 casos/millón. No se ha identificado una predisposición en cuanto al nivel socioeconómico y educacional se refiere, y parece presentarse más frecuentemente en entomólogos o en personas que trabajan con pesticidas1,8–11 . La fisiopatología del síndrome es aún desconocida. Desde el punto de vista biológico, se ha asociado recientemente con el gen HLA 03 y con alteraciones en el circuito frontoestriado-tálamo-parietal4,12–14 . Un estudio reciente, realizado con resonancia magnética estructural y morfometría basada en vóxeles, encontró que los pacientes con síndrome de Ekbom primario (no asociado a otra enfermedad) presentaban un patrón anormal del volumen de la sustancia gris en regiones frontal lateral y medial, temporal lateral y medial, poscentral y precentral, parietal inferior, insular, en el tálamo y en algunas regiones del cuerpo estriado. En contraste, se identificaron anomalías en la sustancia blanca de pacientes con síndrome de Ekbom secundario, hallazgos que apoyan la reco- r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):61–65 mendación de hacer la distinción entre las formas primarias y secundarias del síndrome15,16 . Aunque no existe una clasificación oficial, Lepping et al.17 proponen: I. Parasitosis delirante primaria (psicosis hipocondriaca monosintomática). II. Parasitosis delirante secundaria a otras condiciones: A. Síntomas concomitantes con otro trastorno psiquiátrico: a. Esquizofrenia u otras psicosis. b. Depresión mayor con síntomas psicóticos o manía. c. Demencia. B. Síntomas secundarios a enfermedad neurológica u otra condición médica: a. Trastornos neurológicos como neoplasias, infección o convulsiones. b. Enfermedad somática que curse con prurito o parestesias como diabetes con neuropatía, uremia, cáncer C. Síntomas secundarios a psicosis inducida por sustancias: a. Sustancias psicotrópicas como cocaína o anfetaminas. b. Sustancias no psicotrópicas como antibióticos, esteroides, antiinflamatorios no esteroideos. Por su localización se describen tres subtipos: ectoparasitario (piel), endoparasitario (órganos internos u orificios) o mixto18,19 . En la clasificación actual del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM–5) se ubica en los trastornos delirantes de tipo somático (297.1) y, según la Clasificación Internacional de enfermedades (CIE10), el síndrome hace parte de los trastornos delirantes (F22.0)20,21 . Los síntomas suelen presentarse de forma insidiosa, precedidos de eventos vitales negativos, como divorcio, pérdida del trabajo, muerte de allegados o familiares. Incidentes como tener que dormir en sábanas sucias, tomar ropa prestada de otra persona o viajar a un destino exótico pueden precipitar el síndrome. El síntoma central es la idea delirante de estar infectado por «bichos», que es el término más frecuentemente utilizado por los pacientes. El patógeno al que se refieren son insectos, ácaros, liendres, pulgas, arañas, gusanos, lombrices, etc. No está claro si primero se presenta la idea delirante y luego la alteración sensoperceptiva (alucinaciones táctiles) o viceversa6,22 . Según una reciente revisión de 1.266 casos publicados en los últimos 100 años, la duración promedio de los síntomas es de 13 años y el síntoma asociado más frecuente, el prurito. Tras la alteración en el contenido del pensamiento, pueden aparecer alucinaciones visuales y las conductas de rascado y eliminación suelen volverse con el tiempo cada vez más extrañas y en algunas ocasiones convertirse en verdaderos rituales. Poco a poco, los síntomas van dominando el pensamiento y el estilo de vida de la persona4,8,21,23 . Luego del prurito vienen escoriaciones y lesiones localizadas en las áreas donde alcanza la mano dominante. Se puede encontrar liquenificaciones, úlceras, fisuras, cicatrices, lesiones por dermatitis de contacto y hasta mutilaciones. Algunas personas utilizan agujas, cuchillos, máquinas de afeitar, sustancias de purificación y pesticidas, para deshacerse de los «bichos», y agravan las lesiones en la piel. Se ha descrito el «signo de la caja de cerillos», que consiste en que 63 los pacientes llevan a la consulta los supuestos animales en cajas de fósforos, cajas de medicamentos, botellitas de plástico o cintas adhesivas. Lo que usualmente se encuentra en estos recipientes es escamas de piel, fibras de algodón y pelo. Se considera característico mas no patognomónico del síndrome4,6,22–24 . Algunos pacientes elaboran descripciones detalladas de los «bichos», de su ciclo vital y hasta de sus conductas; consideran que inicialmente se encuentran en materiales inorgánicos para posteriormente hallarse en seres vivos, lo cual es imposible, pues contradice a la biología; a este fenómeno se lo ha denominado «parasitosis facultativa». Describen además características locomotoras impensables en estos animales, y para probar su existencia llevan a la consulta láminas de microscopio con lo que creen son los «bichos» y hasta fotografías de estos. Para matarlos utilizan cremas, enemas, lociones y diferentes sustancias. Pueden creer que la casa, el carro y/o la ropa están infestados y llegan a quemar colchones y otros objetos buscando eliminarlos4,6,22 . Los pacientes pueden presentar insomnio, aislamiento social y ansiedad, y la alteración funcional con el tiempo se hace cada vez más marcada. Se ha reportado tan solo un caso de suicidio asociado al síndrome6,10,24 . Para realizar el diagnóstico se recomienda asegurarse de que no hay artrópodos implicados y se debe descartar otras enfermedades psiquiátricas y no psiquiátricas, así como abuso de sustancias. El diagnóstico diferencial se realiza con escabiosis, dermatitis herpetiforme, prurigo por insectos, alucinosis, trastorno obsesivo compulsivo y otras psicosis crónicas. Se considera similar a la recientemente descrita enfermedad de Morgellans (por fibras) y en ocasiones puede hacer parte de una psicosis compartida1,10,22 . En pacientes de edad avanzada, se ha descrito comorbilidad con diabetes mellitus (neuropatía diabética), con disminución de la agudeza visual y con parestesias secundarias a disminución del flujo sanguíneo periférico22 . Se recomienda solicitar cuadro hemático, parcial de orina, pruebas de función hepática y tiroidea, ácido fólico y, si es del caso, examinar las muestras aportadas por los pacientes4 . En cuanto al abordaje clínico, se recomienda establecer una relación médico-paciente sólida, evitar contradecir abiertamente el delirio y validar siempre la ansiedad y el sufrimiento de cada persona12 . Los medicamentos de elección son los antipsicóticos. Anteriormente se proponía como primera elección pimozide, iniciando con 1 mg, con aumentos paulatinos hasta 4-6 mg, en espera del efecto clínico al cabo de 6-8 semanas. Actualmente se encuentran reportes de mejoría con clozapina, olanzapina, risperidona, doxepina, haloperidol y amisulprida. Se recomienda mantener el tratamiento 2–6 meses luego de la remisión de los síntomas. Alrededor del 50% de pacientes logran la remisión completa. No se encuentran diferencias significativas en cuanto a la eficacia entre los antipsicóticos de primera y los de segunda generación, y cuanto más tiempo transcurra entre el inicio de los síntomas y el tratamiento, el pronóstico se empobrece25–32 . El paciente que reportamos cursa con una evidente ideación delirante de tipo somático pues es la explicación que le da a las sensaciones corporales que experimenta, las que 64 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):61–65 interpretamos como alucinaciones cenestésicas generalizadas pues se excluyeron la mayoría de las causas de prurito. Aunque no define el tipo de animales que son, hay una estructuración del delirio en la medida que cree saber dónde están los «bichos», cómo y por dónde lo penetran, cómo se contagia y qué hacen los animales dentro de su cuerpo. Al parecer, la ideación delirante se presentó primero que las alucinaciones. El afecto eutímico observado mientras no se mencionó el tema de la infección apoya el diagnóstico de un trastorno de ideas delirantes persistentes. Se excluyeron obsesiones u otro tipo de ideas anormales que hicieran pensar en un trastorno obsesivo compulsivo o una psicosis esquizofrénica; se considera que las conductas extravagantes del paciente están directamente relacionadas con la creencia delirante de infestación, por lo que, por su extravagancia, no corresponden a la de una esquizofrenia. Vale la pena mencionar que estas conductas y la idea de que los animales le atacan el cerebro no han sido descritas en otros reportes. Aunque hay antecedentes de consumo de sustancias psicoactivas, el paciente negó consumirlas actualmente, por lo que se considera que no existe comorbilidad con este diagnóstico en el momento. Dado que los síntomas del síndrome de Ekbom se presentaron 1 año después de haber dejado el consumo de sustancias psicoactivas, no pensamos que haya una relación causal con dicho consumo. Los laboratorios solicitados y el examen físico normales descartaron enfermedades orgánicas como causantes del síndrome. No se realizó resonancia magnética cerebral ni tóxicos en orina, dadas las limitaciones propias del lugar donde se encuentra. Queda pendiente conocer la evolución final de los síntomas con el tratamiento antipsicótico. Conclusiones Los síntomas del paciente descrito corresponden a un trastorno delirante somático compatible con un síndrome de Ekbom. Según la clasificación propuesta por Leppig et al., se trata de una psicosis hipocondriaca monosintomática primaria (síndrome de Ekbom primario) de presentación mixta. Aunque es de presentación infrecuente, deseamos llamar la atención a permanecer alertas ante pacientes que presenten prurito generalizado sin una causa médica definida. Responsabilidades éticas Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales. Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes. Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores han obtenido el consentimiento informado de los pacientes y/o sujetos referidos en el artículo. Este documento obra en poder del autor de correspondencia. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. bibliograf í a 1. Lombardi C, Belli D, Passalacqua G. When allergogoly meets psychiatry: a delusional parasitosis (Ekbom’s syndrome). Eur Ann Allergy Clin Immunol. 2011;43:89–91. 2. Iannacone AM, Iurassich S. La sindrome di Ekbom: uno studio su due casi. Modelli per la mente. 2009;II:63–7. 3. Ekbom KA. The pre-senile delusion of infestation (Der praeenile Dermatozoenwhan). Hist Psychiatry. 2003;14:232–56. 4. 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Daian Tatiana Flórez Quintero a,b,c,d a Magíster en Filosofía Estudiante Doctorado en Filosofía, Universidad Nacional de Colombia-Sede Bogotá, Bogotá, Colombia c Profesora Departamento de Filosofía, Universidad de Caldas, Manizales, Colombia d Profesora Asociada Departamento de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia-Sede Manizales, Manizales, Colombia b información del artículo r e s u m e n Historia del artículo: Uno de los problemas que ocupa tanto a filósofos de la psiquiatría como a psiquiatras en el Recibido el 8 de julio de 2014 dominio de la nosología consiste en determinar cuál es el modelo que podría resultar más Aceptado el 29 de septiembre de adecuado para la clasificación de las enfermedades mentales. Semejante tarea exige, ade- 2014 más, que se indague por la naturaleza misma de los trastornos mentales. En un intento por On-line el 6 de diciembre de 2014 enfrentar los retos filosóficos que impone dicha tarea, Peter Zachar se propone mostrar que la empresa nosológica en psiquiatría no debe suscribir el modelo de las clases naturales, Palabras clave: e incluso considera que es equivocado tratar los trastornos mentales como clases natura- Trastornos mentales les. Con todo, la posición de Zachar acerca de la existencia de clases naturales —incluso Clases naturales en dominios donde no parece ponerse en duda que las haya, como la química— es muy Clases prácticas inestable. En 2001 mantenía que no hay clases naturales, pero en 2008, sostiene que sus Zachar reparos al modelo de las clases naturales son más la manifestación de su escepticismo contra una tradición. Aunque en este trabajo no me ocuparé del problema de la existencia de clases naturales, indicaré brevemente hasta qué punto Zachar deflacta su posición sobre este asunto en 2008, y dedicaré el grueso del ensayo a reconstruir y examinar los argumentos en los que basa su tesis de que los trastornos mentales no son clases naturales. En el acápite dedicado al análisis crítico de los argumentos mantendré que, aun cuando la tesis de Zachar quizá sea correcta, los argumentos que esgrime en su defensa tienen defectos considerables. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. Are Mental Disorders Natural Kinds? a b s t r a c t Keywords: A problem for both philosophers of Psychiatry and Psychiatrists within the domain of Mental disorders nosology is to determine which could be the more appropriate model to classify mental Natural kinds illnesses. Such an endeavor also requires questioning the very nature of mental illness. Practical kinds While trying to cope with the philosophical challenges of such a task, Peter Zachar purports Zachar Correos electrónicos: [email protected], [email protected] http://dx.doi.org/10.1016/j.rcp.2014.09.007 0034-7450/© 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):66–71 67 to show that the nosological work in Psychiatry should not adhere to the model of natural kinds. He even considers that it is mistaken to treat mental disorders as natural kinds. Nonetheless, Zachar‘s view on the existence of natural kinds–even in domains where there is little room for doubting about their existence, like Chemistry–is very unstable. In 2001 he holds that there are no natural kinds, but in 2008 he argues that his objections to the model of natural kinds are more the manifestation of his skepticism against a tradition. Although the problem of the existence of natural kinds shall not be dealt with in this article, a brief description on how deflated is Zachar’s view on this matter in 2008 is presented, with the central part of the article devoted to reconstruct and examine his rationale for the thesis that mental disorders are not natural kinds. In the critical section of this paper, it is suggested that, although Zachar’s thesis may be right, the arguments he gives to support it are quite flawed. © 2014 Asociación Colombiana de Psiquiatría. Published by Elsevier España, S.L.U. All rights reserved. Las tesis de Zachara (2001 y 2008) Podemos ver cuán moderada resulta la posición de Zachar en su artículo de 2008, en contraste con la que había sostenido en 2001 al comparar las tesis mantenidas por nuestro autor en cada artículo. En 2001 Zachar1 afirma que no hay clases naturales —en ningún dominio—, mientras que en 2008 sos- a Quiero agradecer los atinados comentarios y las oportunas sugerencias que los evaluadores anónimos han hecho sobre el presente artículo. Uno de ellos ha llamado mi atención sobre los planteamientos de Wakefield (1992) y Horwitz (1979). Tras revisar con cuidado las referencias más relevantes de ambos autores, considero que no es posible discutir en el cuerpo de mi trabajo las posiciones que ellos defienden sobre la naturaleza de los trastornos mentales. Varias razones apoyan esta decisión. Para comenzar, si bien sus intuiciones sobre la naturaleza de los trastornos mentales son lo suficientemente agudas para merecer un análisis detallado en una reflexión de naturaleza metateórica como la que se intenta en mi trabajo, sus propuestas y planteamientos se han formulado desde el nivel conceptual, y no desde el nivel ontológico, que representa el centro de interés de mi reflexión y desde donde intento dirigir mis reparos a Zachar. En el caso particular de Wakefield, por ejemplo, se propone examinar si el término «trastorno mental» es un concepto exclusivamente científico/natural o un concepto valorativo y construido socialmente1 . Como seguramente sabrán los lectores, Wakefield defiende una posición híbrida según la cual el concepto «trastorno» combina componentes tanto científicos como valorativos, lo cual nos lleva a una discusión de otro tipo. En ese mismo orden de ideas, Horwitz examina si las enfermedades mentales son genuinos conceptos psiquiátricos, a partir de los cuales es posible explicar cómo los sistemas de la personalidad llegan a fallar, o son una manera de explicar cómo ciertos observadores e intérpretes clasifican determinados tipos de comportamiento2,3 . Aunque su discusión examina la disyuntiva de si los trastornos mentales pertenecen o no al mundo real —en la medida en que se corresponden con determinados síntomas— o son una construcción social en la medida en que tales «síntomas» no serían más que la violación de ciertas normas sociales, encuentro que, como ocurre con los planteamientos de Wakefield, Horwitz se ocupa no tanto de la naturaleza ontológica de los trastornos mentales como de su naturaleza conceptual. Como se ve, se trata de otro tipo de discusiones que, en sentido estricto, no podrían abordarse en mi trabajo so pena de incurrir en dificultades que afectarían a la consistencia de mi artículo. tiene que no hay clases naturales en psiquiatría, pero sugiere que las hay en la química3 . Al parecer, la principal motivación de Zachar para moderar su punto de vista obedece a que, al ocuparse de la pregunta ¿qué clase de cosas son los trastornos psiquiátricos?, se propone superar la falsa disyuntiva —que encuentra en la tradición nosológica—, de acuerdo con la cual, o X es una clase natural —lo que garantizaría su realidadb — o es una construcción social —lo que parece hacerlos arbitrarios—, y con lo que se negaría, en consecuencia, que tuviesen una existencia real —e independiente de la intervención humana—. Para superar esa falsa disyuntiva, Zachar propone una posición intermedia en la que pretende mostrar que los trastornos mentales son reales y genuinos, aun cuando no sea posible indicar la estructura última de la enfermedad mental, ya que el desarrollo de una enfermedad mental depende de factores tanto neurobiológicos y genéticos como psicológicos y sociales. Pese a moderar su posición sobre la existencia de clases naturales en otros dominios, Zachar se mantiene firme en la tesis de que los trastornos psiquiátricos no son clases naturales, así como en la línea argumentativa esgrimida en 2001. En defensa de esta tesis, Zachar ofrece un argumento epistemológico que discurre en 4 líneas, que yo encuentro particularmente problemáticas. La primera es una línea crítica en la que se propone rebatir tanto los supuestos como las implicaciones indeseables que se derivan del modelo esencialista de las clases naturalesc . El supuesto que Zachar encuentra b Las clases naturales se caracterizan porque reflejan la estructura íntima del universo, que existe independientemente de cualquier esfuerzo humano (por eso son naturales). Las clases naturales se descubren, no se inventan. Véase la introducción de K. Kendler a «Real Kinds but no True Taxonomy: An Essay in Psychiatric Systematics» (p. 327). Entre las características que Zachar considera que debe cumplir todo miembro que se estime genuino de una clase natural están: a) ser entidades naturales; b) ser categóricas o discretas; c) tener una estructura causal interna; d) operar según reglas; e) permitir el análisis de la naturaleza en sus componentes más pequeños, y f) suponer la presencia de esencias reales. c Según Zachar, todo aquel que se suscribe a la tesis de que hay clases naturales es esencialista. Sin embargo, en la literatura esto no está unánimemente aceptado. Stephen Mumford, por ejemplo, 68 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):66–71 objetable es el que denomina «la perspectiva del ojo de Dios»4 . A su juicio, con base en dicho supuesto, solo hay una única descripción precisa de lo que hay1 . Por otro lado, considera que adoptar un modelo de las clases naturales tiene la implicación indeseable de que elimina los posibles errores de identificación, con lo que dicho modelo se vuelve incompatible con el falibilismo. Esta es obviamente una implicación indeseable si aceptamos que toda conjetura —en cualquier dominio— puede ser errónea. En la segunda línea del argumento, Zachar intenta mostrar que hay notables ventajas asociadas al rechazo de la noción de clases naturales, como las apreciables en las clasificaciones que de los trastornos mentales hace el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM). Dicho manual, sin suscribirse al «modelo clásico de categorías» (o modelo de las clases naturales), clasifica los trastornos mentales sobre la base de un modelo prototípico de categorías en el que, a partir de ciertos aires de familia, se identifican algunas similitudes entre los trastornos, con lo que admite —y esta parece ser la ventaja— una variedad de maneras por las que se podría diagnosticar, por ejemplo, un mismo trastorno de personalidad. Sin embargo, en su artículo de 2008, Zachar reconoce que hay otras estrategias nosológicas adoptadas en el DSM que pueden dar lugar a problemas considerables, como las que se derivan del modelo de presentación clínica o «similitud fenotípica». Este modelo se caracteriza inter alia porque da prioridad al fenotipo compartido que se puede observar en la psiquiatría clínica de los trastornos mentales (p. ej., los síntomas compartidos y cursos de tiempo similares se identifican como el mismo trastorno). En opinión de Zachar, dicho modelo adolece de los siguientes defectos: (a) la similitud observada puede ser superficial, (b) decidir qué caracteres se pueden usar para clasificar 2 condiciones como «similares» no es siempre obvio, y (c) la observación de similitudes se puede pasar por alto en virtud de ciertas preferencias teóricas. En el siguiente acápite mostraré que estas mismas dificultades son igualmente atribuibles al «modelo prototípico» al que Zachar atribuía ciertas ventajas en 2001. Mi opinión es que, ya sea que se siga el modelo de similitud fenotípica o el modelo prototípico, ambas estrategias nosológicas deben enfrentar las objeciones dirigidas a una interpretación mínima del DSM. La tercera línea del argumento se puede reconstruir como sigue: (P1) Si las enfermedades no son clases naturales y (P2) los trastornos mentales son enfermedades, los trastornos mentales no son clases naturales. A fin de establecer la solidez de este argumento, Zachar recurre a la biología evolutiva para mostrar que los trastornos mentales no son clases naturales por las mismas razones por las que consideramos que las especies biológicas no lo son. Aunque tales razones, en mi opinión, son muy discutibles (asunto que no desarrollaré en este ensayo), veamos cómo las usa Zachar para defender que los trastornos mentales no son clases naturales. mantiene que uno puede aceptar la jerarquía de las clases naturales sin suscribrise al esencialismo. Lamentablemente, un examen de dicha posibilidad excede los límites y propósitos del presente trabajo4,5 . (R1) Como las especies, las enfermedades evolucionan, es decir, no son entidades estáticas. (R2) Las enfermedades (como las especies) exhiben, más que propiedades inherentes y estables, propiedades relacionales. (R3) Ambas involucrarían términos que integran valores sociales. (R4) La clasificación de las enfermedades es, como la de las especies, dependiente del modelo. Para apoyar (R1), Zachar plantea que las enfermedades no son clases naturales porque el significado del término «enfermedad» ha cambiado con el tiempo, pues se trata de un concepto que no tiene límites definidos. Una prueba de ello es que la ampliación en el conocimiento médico nos permitió descubrir condiciones en la que las personas pueden tener una enfermedad sin llegar a sufrir ningún malestar subjetivo, como la presión alta. Por lo que concluye que algunas enfermedades son fatales, mientras que otras son solo inconvenientes. De lo anterior concluye que el significado del término «enfermedad» ha evolucionado y seguirá evolucionando. Un argumento de esta naturaleza es muy objetable, ya que sugiere —a la Kuhn (1962)— que, si no hay estabilidad semántica en los conceptos, el concepto significa una cosa en x y otra en z6 , lo cual prueba muy poco. Tal vez una infección bacteriana era una gravísima enfermedad antes del descubrimiento de la penicilina, pero hoy, sin el tratamiento apropiado, sigue siendo igual de grave. En defensa de (R2) Zachar recurre al hecho de que, para que un sujeto sufra una enfermedad, se requieren factores tanto internos o biológicos como externos. Por ejemplo, aunque el contacto con el bacilo de Koch es una condición necesaria para que alguien padezca tuberculosis, dicha enfermedad se desarrolla de diferente manera en cada paciente, dependiendo de la constitución genética y nutricional de este. A partir de este ejemplo, Zachar infiere que, si bien es útil comprender los mecanismos que dan lugar a una enfermedad, no resulta suficiente para una comprensión adecuada de la enfermedad porque el entorno y el contexto también tienen un papel relevante en cómo se desarrolla una afección. Por lo tanto, si los factores externos son tan relevantes como los internos, ello constituye una prueba de que las propiedades atribuidas a las enfermedades, más que propiedades inherentes, son más bien propiedades relacionales. En este mismo orden de ideas, Zachar sugiere —en defensa de (R3)— que hay aspectos sociales determinantes en la categorización de las enfermedades que revelan lo estrecho que podría resultar un modelo como el de las clases naturales para la clasificación de los trastornos mentales. Tales limitaciones motivan la suscripción de Zachar a un modelo de clases prácticas que se caracteriza porque los miembros de dichas clases no pueden ser totalmente clasificados con respecto a propiedades internas, o en términos de condiciones necesarias y suficientes, sino que se atiende a los criterios externos que intervienen y forman parte esencial de la definición. Conceptos tales como «enfermedad» involucran criterios de evaluación social como el de «mala adaptación al medio»d . d La mala adaptación es parte del significado de los trastornos psiquiátricos, por lo que Zachar7 encuentra que r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):66–71 En defensa de (R4) Zachar recurre de nuevo a la biología evolutiva para sostener que, puesto que las especies son entidades que evolucionan, no es posible identificar esencias en dichas entidades, sino a lo sumo abstracciones estadísticas. Esto se debe a que en el estudio de las especies no es posible identificar un conjunto específico de propiedades fijas que sea compartido por todos los miembros de una especie y no por otras. Para captar mejor esta idea, Zachar apela al debate taxonómico entre «clasificación fenética» y «clasificación cladística» de las especies. El primer tipo de clasificación se caracteriza por identificar las especies con base en similitudes morfológicas; por ejemplo, la clasificación de las cebras a partir de las rayas blancas y negras que son comunes tanto a las cebras de montaña como a las cebras de Burchell y las de Grévy. La segunda lo hace a partir de sus ancestros comunes. Por ejemplo, a la luz de este modelo filogenético, las cebras de montaña son genéticamente más cercanas al caballo que a cualquier otro miembro de la especie de las cebras. Lo que Zachar pretende indicar a la luz de este contraste, es que, así como la clasificación de las especies —que no son entidades con propiedades fijas— depende del modelo, por la misma razón deberíamos considerar que la clasificación de los trastornos mentales, que tampoco son entidades con propiedades fijas, también depende del modelo. Prima facie este argumento analógico parece funcionar. Sin embargo, considero que toda la estrategia argumentativa de Zachar se ve afectada por debilidades considerables, como espero mostrar a continuación. Análisis crítico de los argumentos de Zachar Para comenzar, nótese que: (a) en el examen del modelo de las clases naturales, Zachar confunde 2 niveles, el de los hechos y el de las descripciones sobre los hechos; (b) si se sigue una estrategia nosológica en el DSM que supone una interpretación mínima de la psiquiatría —como en el «modelo prototípico» en el que Zachar encuentra «ventajas»—, este debe enfrentar reparos importantes, como los que plantean los defensores de la interpretación fuerte; (c) Zachar atribuye un supuesto y una implicación falsa al modelo de las clases naturales, y (d) Zachar cree falsamente que una clase práctica se distingue de una clase natural porque, a diferencia de las clases naturales, las clases prácticas requieren un balance de diferentes criterios en distintos contextos, y en el modelo de las clases prácticas se asume que siempre existe la opción de que se encuentre un modelo taxonómico mejor. Consideremos con más detenimiento estos reparos: 1. La confusión de niveles. Lo que motiva esta acusación es la siguiente afirmación de Zachar: «Si hay clases naturales, definir los trastornos psiquiátricos como idénticos a un estado interno fijo sería insuficiente, ya que, más que una propiedad inherente, la adaptación se define como confiriendo una ventaja competitiva. Para ilustrar este punto, cita a Wakefield, quien señala que estar en un estado de hipervigilancia porque creo que la mafia está tratando de matarme es adaptativo si soy informante del gobierno y la mafia de verdad está tratando de matarme. El mismo estado psicológico es una mala adaptación si estoy en un estado delirante y la mafia no está tratando de matarme. 69 puesto que las clases naturales tienen un conjunto fijo de propiedades internas (nivel de los hechos), estas pueden ser identificadas con perfecta confiabilidad (nivel epistémico)». La confusión de niveles que revela esta afirmación estriba en que una cosa es afirmar o negar la existencia de clases naturales, lo cual corresponde claramente a un problema ontológico, y otra determinar cómo identificamos a los miembros de una clase mediante determinadas condiciones, o si dicha empresa se puede cumplir o no con absoluta confiabilidad, que es un asunto de clara índole epistemológica. Aquí el problema fundamental radica en que Zachar pretende rechazar una tesis ontológica, a saber, que «los trastornos mentales son clases naturales», sobre argumentos epistemológicos. Es central a su argumento la premisa de que, como no podemos identificar en los trastornos mentales condiciones necesarias ni suficientes, ni propiedades inherentes, tales trastornos no son clases naturales. Mi réplica consiste en señalar que el argumento de Zachar incurre en una falacia al sostener que, puesto que no se puede hacer la descripción de ciertas entidades (trastornos mentales) en relación con un conjunto de categorías lingüísticas (como clases naturales), se sigue que tales entidades no son clases naturales. 2. El argumento del DSM y los problemas de la interpretación mínima. A mi juicio no resulta evidente que haya ventajas en la estrategia nosológica adoptada en el DSM al suscribirse a un modelo prototípico. Ello es así, ya que no veo diferencias sustanciales entre el «modelo fenotípico» que Zachar encuentra muy defectuoso (2008) y el «modelo prototípico» al que recurría en 2001 para mostrar las ventajas de no hacer taxonomía sobre el modelo de las clases naturales. Para mayor claridad, consideremos el siguiente contraste: el modelo fenotípico se caracteriza por considerar las enfermedades mentales como un conjunto de síntomas observables, es decir, se trata de un modelo fundamentalmente empirista. El modelo prototípico, por contraste, se caracteriza por buscar aires de familia, o similitudes en los trastornos que se superponen, y que no tienen que ser comunes a todos los miembros del conjunto. A pesar de esta diferencia en los enfoques nosológicos, creo que podemos dirigir al modelo prototípico los mismos reparos que Zachar levanta contra el modelo fenotípico. Esta objeción está motivada por el hecho de que ambos modelos se proponen clasificar los trastornos sobre la base de ciertas similitudes, o de los mismos síntomas experimentados por un paciente, o de ciertos aires de familia entre uno y otro trastorno, lo cual me parece que permite extender al modelo prototípico el reparo que Zachar dirige contra el modelo fenotípico, a saber, que no resulta claro cómo es que tales similitudes no son superficiales, ya que el modelo prototípico se basa —al igual que el fenotípico— en la clasificación de los trastornos a partir de las similitudes observables. Además, puesto que el modelo prototípico, al menos como lo presenta Zachar, no muestra ningún interés por establecer los mecanismos que dan lugar a los trastornos mentales, debe enfrentar los mismos reparos que —desde un enfoque fuerte del DSM— se dirigen contra un modelo fenotípico. Algunos de los reparos más demoledores son (siguiendo a Murphy)8 : • El argumento realista: (P1) Si una perspectiva mínima del DSM es exitosa al predecir y controlar trastornos mentales, es 70 r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):66–71 porque dichos trastornos se identifican con las estructuras causales que las causan (parte de la estructura indicaría cuáles son las propiedades inherentes). (P2) La perspectiva convencional es exitosa. Por lo tanto, las categorías se identifican con estructuras causales y, en consecuencia, sí es posible identificar propiedades inherentes en los trastornos mentales. • Los diagnósticos del DSM son revisables a la luz de sus estructuras causales, especialmente, la categoría de «jugador patológico»: (P1) Si es posible reemplazar un concepto conductualmente derivado, como en el caso de los jugadores patológicos —jugar es lo que causa problemas al jugador—, por un concepto neurocientífico: hay una disfunción en su sistema de recompensa (dopamina), entonces es porque hay estructuras causales subyacentes (y con ello propiedades inherentes) a dichos trastornos; (P2) puesto que es posible reemplazar un concepto conductualmente derivado, hay estructuras causales subyacentes. • Horwitz y Wakefield9 : Si nos basáramos exclusivamente en los síntomas observables para diagnosticar trastornos mentales, a menos que busquemos causas, no tendríamos cómo distinguir a la población normal de aquella que padece trastornos mentales. Por ejemplo, para diagnosticar a un paciente con depresión mayor, este tiene que sufrir 5 de los siguientes 9 síntomas durante 2 periodos: ánimo deprimido; disminución del interés; pérdida o aumento de peso (sin dieta) o cambio del apetito; insomnio o sueño excesivo; agitación o retardo psicomotor observable; fatiga o pérdida de energía; sentimiento de sinsentido o de culpa excesiva; disminución de la habilidad para pensar o concentrarse; o indecisión; pensamientos recurrentes de muerte o suicidio o planeación o intento de suicidio. Sin embargo, ocurre que en muchos episodios de la vida ordinaria de las personas, una situación como la pérdida del empleo puede provocar algunos de los síntomas de la lista sin que el individuo padezca depresión mayor. • El argumento de las variables ocultas (Salmon10 ): Supongamos que se descubre que 2 sucesos están correlacionados (cigarrillos y cáncer), pero se trata de una correlación estadística. Explicarla exige encontrar una causa común pero, como no hay causas comunes entre correlaciones observadas a menos que supongamos sucesos inobservados, las correlaciones estadísticas solo son explicables a partir de una causa común. Si los argumentos anteriores son correctos, una nosología que parta de una interpretación mínima del DSM (como las suscritas en los modelos fenotípicos y prototípicos) en lugar de exhibir ventajas conceptuales en la clasificación de los trastornos (como las que Zachar atribuye al modelo prototípico), expresa un principio de economía metafísica cuya validez no ha sido concluyentemente probada por los defensores de una interpretación deflacionaria del DSM. 4. No hay diferencias sustanciales entre las características atribuidas por Zachar a las «clases prácticas» o «clases reales» y las «clases naturales»: La principal objeción sobre este punto es que no hay diferencias sustanciales entre las clases prácticas que Zachar propone para clasificar los trastornos mentales y las clases naturales. Para apreciar mejor este punto consideremos la tabla 1. Con base en estas «diferencias» comparativas resulta evidente que las clases naturales y las clases prácticas —por las que Zachar aboga— apenas parecen distinguirse en el primer punto, es decir, la única distinción sustancial entre ambas es que las clases naturales tienen propiedades intrínsecas, mientras que las clases prácticas no. Según Zachar, las propiedades que podemos captar en el estudio de los trastornos mentales son propiedades relacionales. Sin embargo, un análisis más detallado de lo que nuestro autor entiende por «propiedad relacional» muestra que las supuestas características distintivas de una clase práctica no la diferencian de una clase natural. Recordemos que una propiedad relacional se caracteriza no solo porque no indica condiciones necesarias y suficientes para que algo cuente como miembro de una clase, sino porque además requiere un balance de diferentes criterios en distintos contextos. Un ejemplo que puede ilustrar qué es una propiedad relacional o un concepto relacional es el término «padre». Según Zachar, ser padre es una propiedad que no depende de la estructura interna de una persona, ya que gracias a la fertilización in vitro o la adopción ser padre no tiene que depender de la historia biológica del individuo, aunque creo que sería más preciso afirmar que no tiene que depender de su historia social. Ahora bien, como ya se indicó, Zachar considera que, aun cuando el bacilo de Koch es una condición necesaria para que alguien padezca tuberculosis, dicha enfermedad se desarrolla de manera distinta en cada paciente, dependiendo de la constitución genética y nutricional de este. Pero estos 2 últimos factores son factores relacionales, y puesto que no basta Tabla 1 – Características de las clases naturales (The Standford Encyclopedia of Philosophy) Clases naturales Clases prácticas/clases reales 1. Los miembros de una clase natural deben tener alguna propiedad (natural) en común (propiedad intrínseca) 2. Las clases naturales deben permitir hacer inferencias inductivas. Whewell (1860)11 , Mill (1884)12 y Quine (1969)13 1. Los miembros de una clase práctica tienen propiedades en común, pero no son propiedades intrínsecas, sino propiedades relacionales 3. Las clases naturales deben participar en leyes de la naturaleza 4. Los miembros de una clase natural deben formar una clase 2. Las clases prácticas no son arbitrarias porque tienen poder inferencial. En su artículo de 2001, Zachar atribuye la validez de las clases prácticas a su utilidad. Sin embargo, como encuentro que su justificación de la validez de las clases prácticas sobre el poder inferencial, explicada en 2008, es mucho más articulada, preferí elegir esta característica en el contraste 3. Las clases prácticas permiten hacer generalizaciones bien establecidas (2008) 4. Los miembros de clases prácticas forman clases «reales» r e v c o l o m b p s i q u i a t . 2 0 1 5;4 4(1):66–71 con la presencia del bacilo para que alguien sufra tuberculosis, Zachar considera que esto es una prueba de que en el dominio de las enfermedades no es posible discernir las condiciones necesarias y suficientes para que tenga lugar determinada enfermedad. A mi juicio, este punto de vista adolece de 2 defectos. El primero radica en que, incluso en el dominio de las ciencias naturales, los factores externos pueden hacer variar el pronóstico del comportamiento de una instancia de una clase natural. Considérese, por ejemplo, el caso de la predictibilidad del punto de ebullición del agua, el cual puede cambiar con las variaciones en la altura. Creo que este caso puede valer como contraejemplo para mostrar que del hecho de que en la ocurrencia de un fenómeno determinado intervengan algunos factores «externos» o «relacionales», no se deriva una razón suficiente para concluir que el objeto en estudio no es una clase natural, ya que podemos admitir que el punto de ebullición del agua no depende exclusivamente de propiedades internas, y aun así mantener simultáneamente que el agua es una genuina clase natural. Mutatis mutandis, consideremos el papel de un concepto como «fuerza gravitacional» en la explicación de fenómenos físicos legaliformes. La fuerza gravitacional varía con factores como la latitud, la forma de la Tierra, la altura (la aceleración disminuye con la altura), la topografía, etc. Estos factores, que se podrían considerar relacionales, no impiden que se establezcan las condiciones necesarias y suficientes para explicar un fenómeno como la caída libre. El segundo defecto radica en que Zachar presume, erróneamente, que en la identificación de propiedades inherentes en el modelo de las clases naturales, se prescinde de un balance de diferentes criterios de identificación según el contexto. Para mostrar que en ello está equivocado, recordemos que Putnam14 —uno de los más conspicuos defensores de la teoría de las clases naturales— nos muestra cómo es que la identificación de clases naturales depende, principalmente, de la división del trabajo lingüístico entre los expertos de las comunidades científicas. Al respecto dice: «La referencia de una palabra como ‘oro’ se fija mediante criterios conocidos por los expertos y no importa si se valen de diferentes criterios, en tanto la materia misma pase las diversas pruebas utilizadas por dichos expertos. Como he dicho antes, esto es compatible con el hecho de que los expertos de la costa Este usen pruebas distintas de las que usan los expertos de la costa Oeste, o que los expertos norteamericanos utilicen diferentes pruebas que los asiáticos, o que los expertos del siglo xx se valgan de pruebas que no son las del siglo xix(. . .). Luego podemos decir que algo es oro cuando pasa todas las pruebas usadas por los expertos de todas partes (. . .)». A mi juicio, la cita indica con notable contundencia que la teoría de las clases naturales no desconoce que haya elementos pragmáticos en la clasificación de las clases naturales; sin embargo, estos elementos son rasgos de nuestros sistemas de representación, y no de la realidad independiente de cualquier representación. Por lo tanto, una cosa es cómo clasificamos los entes y otra cómo son en realidad esos entes. Aquí el error de Zachar radica nuevamente en que confunde el nivel epistemológico (de cómo nos representamos las cosas y las clasificamos) con el nivel ontológico (de cómo son las cosas, independientemente de cualquier sistema de representación). 71 Finalmente, la argumentación de Zachar adolece del no despreciable defecto de suponer que en el modelo de las clases prácticas se asume que siempre existe la opción de que se encuentre un modelo taxonómico mejor, mientras que en el modelo de las clases naturales no, por lo que los errores de identificación son imposibles. Creo que cuando Zachar atribuye un supuesto como este a los defensores del esencialismo incurre en una falacia del hombre de paja, ya que los errores de identificación (y con ello, el falibilismo) son posibles porque, como bien admite Putnam14 , siempre es posible desarrollar teorías más precisas (p. ej., sobre la constitución del oro) y con ello desarrollar pruebas mucho más elaboradas para determinar el comportamiento de tales sustancias, incluso de su comportamiento en aspectos que antes éramos incapaces de apreciar. Esto además nos permite descubrir los defectos de las pruebas que se usaban anteriormente. Yo particularmente encuentro en ello un reconocimiento manifiesto de la posibilidad del error en nuestros sistemas de representación, o una concesión al falibilismo. Es más, el recurso a estos errores en nuestros sistemas teóricos permite explicar —de acuerdo con los defensores de la teoría de las clases naturales— cómo es que tienen lugar «los cambios de referencia» cuando hay cambios de teoría. Conflicto de intereses La autora declara no tener ningún conflicto de intereses. bibliograf í a 1. Zachar P. Folk taxonomies should not have essences, either: A response to the commentary. PPP. 2001;7:191–7194. 2. Horwtiz A. Models, muddles, and mental illness labeling. J Health Soc Behav. 1979;20:296–300. 3. Zachar P. Real kinds but no true taxonomy: An essay in psychiatric systematics. En: Kendler KS, Parnas J, editores. Philosophical issues in psychiatry: Explanation, phenomenology, and nosology. Baltimore: Johns Hopkins University Press; 2008. p. 327–67. 4. Zachar P. Psychiatric disorders are not natural kinds. PPP. 2001;7:168. 5. Mumford S. Kinds, essence, powers. En: Drewery A, editor. Metaphysics in science. Oxford: Blackwell; 2006. p. 47–62. 6. Kuhn TS. The structure of scientific revolutions. Chicago: Chicago University Press; 1962. 7. Wakefield J. The concept of mental disorder: on the boundary between biological facts and social values. Am Psychologist. 1992;7:373–88. 8. Murphy D. Philosophy of psychiatry. Stanford: Stanford Encyclopedia of Philosophy; 2010. 9. Horwitz A, Wakfield J. The loss of sadness. New York: Oxford University Press; 2007. 10. Salmon W. Theoretical explanation. En: Korner S, editor. Explanation. Oxford: Blackwell; 1975. p. 118–45. 11. Whewell W. On the philosophy of discovery. London: Chapters Historical and Critical; 1860. 12. Mill JS. A system of logic. London: Longman; 1884. 13. Quine WV. Ontological relativity and other essays. New York: Columbia University Press; 1969. 14. Putnam H. Representación y realidad: un balance crítico del funcionalismo. Barcelona: Gedisa; 1990. www.elsevier.es/rcp Instrucciones para los autores OBJETIVOS La Revista Colombiana de Psiquiatría (RCP) es una publicación oficial de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, de carácter trimestral (marzo, junio, septiembre y diciembre) y su finalidad es difundir los distintos modelos de conocimiento que actualmente configuran el cuerpo teórico y práctico de nuestra especialidad. En ésta pueden participar psiquiatras, residentes de psiquiatría, médicos no psiquiatras, psicólogos, filósofos y otros profesionales de la salud o interesados en esta área. Publica, en español o en inglés, trabajos originales, artículos de revisión o de actualización, reportes de caso de todas las áreas de la psiquiatría y la salud mental, artículos de epistemología, filosofía de la mente y bioética y artículos sobre metodología de investigación y lectura crítica. CONTENIDO Y FORMA DE PRESENTACIÓN Idioma. Se publicarán artículos en español o en inglés. Editorial. El editorial es un comentario crítico, hecho con profundidad y preparado por el director, los editores asociados o personas con gran experiencia del tema tratado. Presentación del número. La presentación del número es un comentario escrito por el(los) editor(es) asociado(s) o editores invitados para que presenten los temas principales tratados en el número. Artículos originales. Los artículos originales presentan resultados inéditos de investigación cuantitativa o cualitativa; contienen toda la información relevante para que el lector que lo desee pueda repetir el trabajo, así como evaluar sus resultados y conclusiones. Estos artículos deben tener resumen en español e inglés cada uno hasta de 1.500 caracteres, introducción, materiales y métodos (cuando sea pertinente se informará tipo de diseño, lugar dónde se realizó, participantes, desenlaces principales e intervención), resultados, discusión, conclusiones, agradecimientos (si se requiere) y referencias. Extensión máxima: 7.500 palabras. Los artículos pueden contener hasta 5.000 palabras sin tener en cuenta las referencias, las tablas y las figuras. El total de tablas y figuras no debe exceder de 6. En este tipo de artículos es fundamental aclarar cuáles fueron las consideraciones éticas y si el estudio y el consentimiento informado (cuando sea necesario) fueron presentados y aprobados por el Comité de Ética de la Institución. Artículos de revisión. Los artículos de revisión son enviados a la RCP o solicitados por el director o los editores asociados a especialistas del área y tratan a fondo un determinado tema, esto es, con amplia bibliografía, análisis y comentarios acerca de trabajos de otros autores. Estos artículos deben tener un resumen en español e inglés cada uno hasta de 1.500 caracteres, planteamiento del problema o introducción, desarrollo del tema, discusión, conclusiones y referencias. Extensión máxima: 6.000 palabras. Los artículos pueden contener hasta 4.000 palabras sin tener en cuenta las referencias, las tablas y las figuras. El total de tablas y figuras no debe exceder de 5. Artículos de actualización. El artículo de actualización está destinado a poner al día la información sobre temas relevantes en psiquiatría y salud mental. Son menos completos que los artículos de revisión y se enfocan en los últimos hallazgos. Estos artículos deben tener resumen en español e inglés, cada uno hasta de 1.500 caracteres, planteamiento del problema o introducción, actualización del tema, discusión, conclusiones y referencias. Extensión máxima: 4.500 palabras. Los artículos pueden contener hasta 3.000 palabras sin tener en cuenta las referencias, las tablas y las figuras. El total de tablas y figuras no debe exceder de 4. Reporte de caso. El reporte de caso es la presentación de la experiencia profesional basada en el estudio de casos particulares que revistan interés para el profesional y en el cual se discuta el tema y las posibles aproximaciones futuras. En general, los reportes de caso sugieren nuevas aproximaciones terapéuticas e hipótesis. Estos artículos deben tener, como mínimo, resumen en español e inglés (hasta de 1.500 caracteres), introducción, presentación del caso, breve revisión del tema, discusión, conclusiones y referencias. Extensión máxima: 2.400 palabras. Deben contener hasta 1.200 palabras, pero se exceptúan las referencias, las tablas y las figuras. Es necesario escribir un párrafo con consideraciones éticas y con las precauciones que se tuvieron para proteger la confidencialidad del(a) paciente. Sección de Epistemología, filosofía de la mente y bioética. Con el fin de suscitar controversia y grupos de discusión, esta sección presenta, de manera educativa y crítica, artículos sobre los temas referidos. Éstos deben tener máximo 4.500 palabras de extensión. Sección de Metodología de investigación y lectura crítica. Esta sección presenta, de una manera educativa y crítica, artículos sobre los temas referidos e ideas sobre protocolos de investigación, que susciten controversia y grupos de discusión. Los artículos deben tener máximo 3.600 palabras de extensión. Agenda. La «Agenda» divulga eventos o hechos de contenido de interés para el área, actividades de la Asociación Colombiana de Psiquiatría o de otras asociaciones. CÓMO ENVIAR MATERIAL A LA RCP Modo de envío, requerimientos y forma de evaluación. Los autores enviarán sus trabajos por vía electrónica, a través del Elsevier Editorial System (EES), en la dirección: http://ees.elsevier.com/ rcp, donde se encuentra toda la información necesaria para realizar el envío. La utilización de este recurso permite seguir el estado del manuscrito en el proceso editorial directamente a través de esta página web. El texto del manuscrito (salvo la página del título), el resumen y las palabras clave, las referencias, las tablas y sus leyendas, y los pies de figuras se incluirán en un único fichero. El manuscrito debe acompañarse de una carta de presentación redactada en la sección attach files del EES. La página del título y cada una de las figuras, si las hubiera, se enviarán en ficheros separados. Todos estos documentos se grabarán en la sección attach files del EES. Consulte las instrucciones generales de uso del EES en su tutorial para autores: http://elsevier6.custhelp.com/app/ answers/detail/p/7923/a_id/732. Los manuscritos deben ajustarse a los Requisitos uniformes para los manuscritos enviados a revistas biomédicas, del Grupo de Vancouver (1997). Todas las contribuciones serán evaluadas por dos revisores anónimos del Comité Editorial, que determinarán la calidad científica del material, la originalidad, la validez, la importancia del trabajo y la adaptación a las normas de publicación de la RCP. Dicho Comité comunicará su aceptación provisional o su no aceptación para publicación, así como las posibles modificaciones sugeridas en un plazo máximo de tres meses a partir de su recepción. La redacción se reserva el derecho de suprimir ilustraciones y alterar el texto sin que ello modifique el contenido. Cada uno de los autores principales recibirá tres ejemplares de la Revista. Carta de presentación. El artículo debe ir acompañado de una carta firmada por el autor principal y por los demás autores, en la cual se manifieste la revisión y aprobación del material por todos ellos. La carta debe especificar si el material ha sido o no publicado en otros lugares, así como el nombre, la dirección, el teléfono y el correo electrónico de la persona a la cual se debe dirigir la correspondencia. En caso de haber sido parcialmente o totalmente publicado en otro medio se requiere la aprobación, por escrito de los editores, para ser publicado en la RCP. Los conceptos de los trabajos son de total responsabilidad de los autores. Ni la Asociación Colombiana de Psiquiatría ni la Revista Colombiana de Psiquiatría se responsabilizan por tales conceptos emitidos. Una vez aceptado para publicación, el artículo admitido es de propiedad de la ACP y su reproducción física o por medios digitales deberá ser convenientemente autorizada por el director, por los editores asociados de la RCP y por el coordinador de publicaciones de la ACP. Antes de la publicación, los autores deben informar si hay una relación (filiación, financiación) entre ellos y alguna institución pública o privada, que pudiera derivar en conflictos de intereses. Los autores aceptan la responsabilidad definida por el Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (N Engl J Med. 1997:336(4):309-15) y las recomendaciones sobre investigación clínica. Cuando se informe sobre experimentos en humanos es indispensable tener la aprobación del comité de ética de la institución donde se realizó el estudio y el desarrollo de éste debe seguir los lineamientos expuestos por la Declaración de Helsinki de 1964 y sus posteriores enmiendas, que se pueden encontrar en http://www.wma.net/s/ethicsunit/helsinki.htm. En los artículos originales y reportes de caso no se deben mencionar los nombres de los pacientes, ni sus iniciales, ni los números de historia clínica, ni cualquier dato que permita su identificación. Los experimentos clínicos deben estar registrados en alguna base pública para ello (Clinical Trials: http://www. clinicaltrials.gov; International Clinical Trials Registry Platform [ICTRP]: http://www.who.int/ictrp/en/;LatinRec). Finalmente, en caso de estudios con animales, se deben añadir las consideraciones sobre investigación en éstos (si existe o no comité de investigación en animales, los cuidados que se tuvieron con estos, etc.). Preparación del manuscrito. Los artículos deben ser mecanografiados en espacio doble (esto incluye tablas de referencias), con márgenes (laterales, superiores e inferiores) de mínimo 2,5 cm en todas las páginas. Todas deben estar numeradas. En la primera página debe aparecer: (a) título; (b) nombres y apellidos de los autores con sus grados académicos más importantes y su afiliación institucional acompañada de la respectiva dirección (los nombres serán publicados en el orden y manera que fueron enviados); (c) indicación del autor responsable de la correspondencia; (d) un título abreviado (titulillo) que no exceda los cuarenta caracteres; (e) si el artículo recibió ayuda o auxilio de alguna agencia de financiación; (f) si el artículo se basa en una tesis académica, se debe indicar el título, el año y la institución donde fue presentado; (g) si el trabajo fue presentado en reunión científica, se debe indicar el nombre del evento, el lugar y la fecha, y (h) si alguno de los autores tiene conflicto de interés en el tema expuesto en el artículo por ser ponente o speaker del laboratorio, trabaja como asesor, consultor o comité de algún laboratorio. La segunda página debe presentar un resumen (en español y en inglés) estructurado, con una extensión no superior a 1.500 caracteres y con una lista de máximo cinco palabras clave (en español y en inglés). Éstas últimas deben corresponder a las propuestas en la lista de los Descriptores en Ciencias de las Salud (DeCS), de BIREME (disponible en http://decs.bvs. br/E/homepagee.htm) y a las keywords indexadas en el Medical Subject Headings (MeSH) del Index Medicus (disponible en http:// www.nlm.nih.gov/mesh/). El resumen indicará los objetivos del trabajo, los procedimientos básicos utilizados (métodos), los resultados principales (aquí se presentan datos específicos y su significación estadística, si es el caso) y las conclusiones principales. Las tablas y las figuras (gráficas, fotografías, dibujos o esquemas) deben aclarar o aportar al texto, no duplicar el contenido. En términos generales, se recomienda un máximo de seis. Cada una debe tener un título en la parte superior y si es el caso anotaciones en la parte inferior. Deben clasificarse (números arábigos) de acuerdo con el orden de aparición en el texto y sitio de inclusión. Algunas requieren permiso del editor y el crédito respectivo a la publicación original. Estas tablas y figuras deben ser enviadas en archivos y hojas independientes. Las referencias en el texto, en subtítulos y en figuras deben ser enumeradas consecutivamente en el orden en que aparecen en el texto. Se utilizarán para ello números arábigos (números índices) dentro de paréntesis. Respecto a las abreviaturas, serán indicadas en el texto en el momento de su primera utilización. Posteriormente se seguirá utilizando únicamente la abreviatura. Los agradecimientos deben ser concisos, directos y dirigidos a personas o instituciones que contribuyen sustancialmente al artículo. Deben ir antes de las referencias bibliográficas. Las referencias bibliográficas se insertan en el texto y se numeran consecutivamente siguiendo el orden en que se mencionan por primera vez. El estilo y la puntuación de las referencias sigue el formato que recomienda Requisitos uniformes, citados anteriormente. Las abreviaturas de las revistas deben estar conformes con el estilo utilizado en el Index Medicus. Aun cuando todo depende del artículo en general, se aconseja la inclusión de hasta cuarenta referencias bibliográficas para artículos originales, sesenta para artículos de revisión, cuarenta para artículos de actualización, quince para reportes de caso y doce para las secciones de «Epistemología, filosofía de la mente y bioética», «Metodología de investigación y lectura crítica». La exactitud de las referencias bibliográficas es de responsabilidad de los autores. La lista de las referencias debe seguir el modelo de los ejemplos citados a continuación: 1. Artículos de publicaciones periódicas (un autor): Streiner DL. Thinking small: research designs appropriate for clinical practice. Can J Psychiatr. 1998;43(7):737-41. 2. Artículos de publicaciones periódicas (dos a seis autores): enumere todos los autores: Vega KJ, Pina I, Krevsky B. Heart 3. 4. 5. 6. 7. transplantation is associated with an increased risk for pancreatobiliary disease. Ann Inter Med. 1996;124:980-3. Artículos de publicaciones periódicas (más de seis autores): enumere los primeros seis autores seguido por et al. Ramos A, Fraga S, Krieger M, Jardim S, Curi R, Ferreira F, et al. Aspectos psiquiátricos da intoxicacao ocupacional pelo mercúrio metálico: relato de un caso clínico. Rev Bras Psiquiatr. 1998;20:200-6. Artículos sin nombre del autor: Cancer in South Africa (editorial). S Afr Med J. 1994;84:15. Libros: Reichel-Dolmatoff G, Desana P. Simbolismo en los indios tukano del Vaupés. 2 ed. Bogotá (Colombia): Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura; 1986. Capítulos del libro: Kessler HH. Concepto de rehabilitación. En: González R. Rehabilitación Médica. Barcelona (España): Masson S. A.; 1997. p. 1-5. Libros en que los editores son autores Norman IJ, Redfern SJ, editors. Mental health care for elderly people. New York: Churchill Livingstone; 1996. Otros tipos de referencia deberán seguir las indicaciones dadas en el documento del International Committee of Medical Journal Editors (Grupo de Vancouver), disponible en internet en http://www.icmje.org. El autor debe enviar los datos de correspondencia: la dirección de su oficina o consultorio y la dirección electrónica. Si son varios autores, sólo es necesario enviar los datos de uno de ellos. Anualmente la RCP ofrece a los autores, como estímulo a su participación, los premios (mención de honor y reconocimiento en dinero o especie) Héctor Ortega Arbeláez, al mejor artículo publicado por un profesional en el área de la salud, y Humberto Rosselli Quijano, al mejor artículo publicado por un residente de psiquiatría y el premio al mejor artículo no original. El jurado calificador está integrado por un miembro del Comité Científico de la ACP, un miembro del Comité Editorial y el director de la Revista o su delegado. Estos premios serán entregados en el marco del Congreso de nuestra asociación. El director y el Comité Editorial de la RCP invitan a los colegas y otros profesionales a participar y permitir así el desarrollo y crecimiento de la Revista. Consideraciones éticas. Las opiniones expresadas en los artículos firmados son de los autores y no coinciden necesariamente con las de los editores de la Revista Colombiana de Psiquiatría. Las sugerencias diagnósticas o terapéuticas, como elección de productos, dosificación y método de empleo, corresponden a la experiencia y al criterio de los autores. Todos los textos incluidos en la Revista Colombiana de Psiquiatría están protegidos por derechos de autor. Conforme a la ley, está prohibida su reproducción por cualquier medio mecánico o electrónico, sin permiso escrito del autor.