Subido por alexandra123_99

mano po primera vez

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Hay quien cree en los horóscopos, quien
prefiere los ambiguos consejos del I Ching,
quien asegura que no hay como el tarot para
conocer el futuro. Pero desde hace milenios,
buena parte de la humanidad ha puesto su fe en
quienes descifran el mensaje, más directo, más
personal, que llevamos grabado en las líneas
de la mano.
«Cuánto mar hay en su vida!», dijo la gitana a
la joven señora M. M. que tomaba café con su
marido en una soleada terraza de Viena, en el
verano de 1905. Fue lo único que pudo decir
después de mirar su mano, porque el marido de
la señora, un burgués racionalista, la obligó a
alejarse con gesto imperioso.
Mal podía saber aquella gitana —que como tantas de su raza decía la
«buenaventura»— que aquella señora había nacido en el lejano Uruguay, que se vería
obligada a cruzar el océano Atlántico veinte o treinta veces en las cuatro décadas
siguientes, que algunas de sus hijas se casarían en Europa y otras en América, y que
la obligada separación —un océano separaba más hace ochenta años que ahora— de
su familia sería uno de los hechos determinantes de su vida, cosa que, en aquel
momento, ni la señora M. M. ni nadie podía anticipar.
Seguramente, muchos lectores recordarán anécdotas similares al leer estas líneas;
cosas que les ocurrieron a ellos mismos, a amigos, a parientes. B. P., por ejemplo,
cuenta que le leyó las manos, hace 25 años, una quiromántica aficionada en Punta del
Este, Uruguay. Entre aciertos que se referían a acontecimientos pasados y predicciones
de futuro que se cumplieron de forma parcial, intercaló una advertencia que en aquel
momento le pareció absurda. Le preguntó: «Sabe idiomas?» Ella había estudiado algo
de inglés y de francés, y así lo dijo.
La quiróloga se puso muy seria y prosiguió: «Siga estudiando idiomas. Los va a
necesitar mucho.» Una persona que acompañaba a B. P. preguntó a la quiróloga si su
amiga iba a viajar mucho. «Sí —contestó la quiróloga—, pero además tendrá que
trabajar con idiomas. Es importantísimo que los perfeccione.» En aquella época, sus
posibilidades de viajar y «trabajar con idiomas» eran prácticamente nulas; quizás por
eso no olvidó el comentario. Siguió estudiando idiomas sólo porque le gustaba. Pero
quince años después, cuando tuvo que ganarse la vida como traductora en la otra
punta del mundo, B. P. no pudo menos de recordar aquellas proféticas palabras.
La quiromancia, ¿será entonces una ciencia exacta? Hay mucha gente que lo cree y
afirma que, cuando un quiromántico se equivoca, sólo demuestra ser un mal
profesional, igual que un médico, cuando confunde los síntomas y diagnostica un
problema hepático cuando lo que el paciente tiene es anemia. Según los expertos, con
las líneas de las manos pasa lo mismo que con las huellas dactilares: no hay dos
personas que las tengan iguales. Si las líneas fueran sólo el resultado de las flexiones
que hace la mano, serían más parecidas entre sí (sobre todo en las personas que
ejercen el mismo oficio), pero la verdad es que ni todos los albañiles, ni todas las
mecanógrafas, ni todos los carpinteros tienen las mismas líneas. De modo que podría
suponerse que dicen algo acerca de la psicología, del carácter, de las tendencias de las
personas.
Pero de ahí a creer que también llevamos escrito en las líneas de la mano nuestro
futuro hay un gran paso, que repugna a la mentalidad racionalista que predomina en el
siglo XX. Sin embargo, hay mucha gente segura de que sin línea de matrimonio no se
casa nadie, y que una línea del corazón que se bifurca al final denota incapacidad para
elegir la pareja adecuada.
Los quirománticos o personas que tiene por oficio leer “la buenaventura” han sido
siempre centro de interés y objeto de fascinación desde cientos de años atras, y hay
pinturas como la de JeanBaptiste le Prince, (1734-1781) que muestran la pasión y
curiosidad por esta esta actividad
Los orígenes de la quiromancia El tema de la quiromancia (del griego queiro, mano,
y manteia, adivinación), es mencionado en antiguos manuscritos indios y chinos de 3
000 años de antigüedad, así como en algunos jeroglíficos egipcios. También hay varias
alusiones en la Biblia: por ejemplo, en el Libro de Job se afirma que «Dios sella la
mano de cada hombre, para que todos los hombres puedan conocer su obra». También
se habla de la quiromancia en manuscritos medievales europeos, que suelen vincularla
con la astrología.
En algunos de estos manuscritos se cita la leyenda tradicional que narra la forma en
que llegó la quiromancia a Europa: nada menos que de la mano de Aristóteles. Según
esta leyenda, el filósofo visitaba Egipto y halló, en un altar dedicado a Hermes, un
manuscrito redactado con letras doradas que trataba de la quiromancia; Aristóteles lo
envió al más famoso de sus discípulos, Alejandro Magno de Macedonia. Otra tradición
afirma que fueron los gitanos quienes, desde sus ambiguos orígenes asiáticos —se ha
dicho que son descendientes directos de Abel— transmitieron a Occidente esta oscura
sabiduría.
Los chinos practican la quiromancia con un sistema diferente al occidental: la
combinan con los famosos hexagramas del I Ching, el antiquísimo libro de las
mutaciones que, según se dice, Mao Tse Tung consultaba siempre antes de tomar una
decisión política o militar, y que ha atraído a personalidades tan diferentes —y
prestigiosas— como el psicólogo C. G.
Jung y el escritor Jorge Luis Borges, que dedicó al I Ching uno de sus sonetos más
perfectos. En la quiromancia china, cada uno de los ocho hexagramas corresponde a
una zona determinada de la
mano, más relacionada con
montes y depresiones que con las
líneas, base de la interpretación
occidental. Y, según dicen los
entendidos, lo más curioso es
que la lectura de la misma mano,
según los dos sistemas, suelen
coincidir en cuanto al diagnóstico
del carácter y a las predicciones
para el futuro. Por otra parte, en
el antiguo ritual chino y japonés
del matrimonio figuraba el
«sellado» de las manos de los
contrayentes.
Lo que hay que mirar en las
manos: Los quirólogos
occidentales toman en cuenta,
para establecer su diagnóstico, dos series de elementos: las líneas y los montes. No
hace falta explicar qué son las líneas; no hay más que mirar la palma de la propia
mano para reconocerlas. Los montes son los ligeros engrosamientos que aparecen
también en todas
A la izquierda: éstas son las líneas empleadas para interpretar las aptitudes y el
destino de una persona. No todas aparecen, y su ausencia es tan significativa como su
presencia.
Dos son los principales; el de Venus, en la base del pulgar, y el de la Luna, junto a la
muñeca, simétrico al anterior. Los demás son los de Mercurio, Apolo, Saturno y
Júpiter, situados respectivamente debajo de los dedos meñique, anular, mayor e
índice. Los quirólogos interpretan tanto su existencia —un ligero engrosamiento—
como su ausencia o su desarrollo excesivo. En general, el monte de Venus se relaciona
con el amor y la belleza, y el de la Luna con el romanticismo y la imaginación.
Cuando esos montes —u otros— aparecen poco desarrollados, denotan la inexistencia
de esos intereses; un exceso de desarrollo puede indicar, en el primer caso, un exceso
de sensualidad, y en el segundo, un carácter demasiado soñador y poco realista. Un
desarrollo equilibrado del monte de Mercurio suele indicar una personalidad vivaz,
ingeniosa, amante de los cambios; el monte de Apolo bien desarrollado representa el
amor al arte y a la belleza. El monte de Saturno señala el gusto por la soledad, y el de
Júpiter la buena suerte y el éxito.
Las líneas son más conocidas; aún las personas que saben poco de quirología saben
distinguir las tres principales, que aparecen en todas las manos: la de la vida, la de la
cabeza y la del corazón. La línea de la vida es una línea curva que subraya y rodea el
monte de Venus. Los quirománticos antiguos relacionaban su longitud con la posible
duración de la vida, pero actualmente se la interpreta de otra forma; se considera más
importante su profundidad, su definición, que su longitud. También sus interrupciones
se interpretan de otro modo; no significan necesariamente un accidente o una
enfermedad, sino que pueden indicar una alteración en la vida del individuo, como un
cambio de carrera o de lugar de residencia.
Algunos ejemplos de quirología: 1 Cuando la línea de la vida nace debajo de la
línea de la cabeza, indica una relativa falta de control de las fuerzas físicas. 2 Cuando
la línea de la cabeza nace en el monte de Júpiter, indica personalidad fuerte y dotes de
líder. 3 Cuando la línea del corazón nace en el monte de Júpiter indica una visión
idealizada del amor. 4 Una línea de matrimonio que se desvía hacia el monte de
Mercurio indica escasa estabilidad amorosa.
Cuando el nacimiento de la línea de la vida coincide con el de la línea de la cabeza se
supone que las actividades físicas son controladas por la mente; cuando la línea de la
vida nace debajo de la línea de la cabeza, podría existir una falta de control del poder
físico.
La línea de la cabeza se inicia a veces junto con la de la vida, a veces dentro de la
línea de la vida y otras en el monte de Júpiter (el que corresponde al dedo índice). Este
último origen indica que todas las energías del individuo serán dedicadas al servicio de
sus ambiciones; es la línea de los líderes. Cuando nace en la base del pulgar y cruza la
línea de la vida, el pronóstico no es bueno; indica un carácter neurótico y pendenciero.
Una línea de la cabeza que llega al monte de la Luna, combinada con otras
configuraciones, puede indicar al individuo que sabe utilizar su imaginación. La línea
del corazón se inicia en el monte de Júpiter, en el de Saturno o entre ambos, y llega
hasta el borde de la mano. En el primer caso, denota a una persona que tiene una
visión muy idealizada del amor; en el segundo indica un impulso sexual muy
desarrollado, que puede desembocar en el egoísmo en las relaciones amorosas.
La tercera posición, entre ambos montes, indica una actitud más sensata y realista en
este terreno. La línea del destino suele iniciarse en la muñeca y llegar hasta la base del
dedo mayor, o monte de Saturno, aunque también puede ser más corta. En los casos,
poco frecuentes, en los que aparece una doble línea del destino se trata de una
indicación muy favorable, y sugiere que quien tiene esa formación realizará dos
carreras diferentes, ambas con mucho éxito. Los quirólogos modernos afirman que no
se debe interpretar esta línea como signo de un destino que hay que aceptar
pasivamente: la línea sería un indicador de la totalidad de las influencias que el mundo
ejerce sobre una persona.
Puede referirse tanto a las circunstancias
materiales, como a las personas que podrían
ayudarnos o perjudicarnos, como a los conflictos
emocionales que quizá se produzcan e influyan
sobre el interesado. A veces, la línea del destino
nace junto al final de la línea de la vida; en ese
caso hay que pensar que lo que esa persona
logre en la vida será gracias a sus méritos
personales y no a causa de la «suerte». Cuando
la línea del destino se origina en el monte de la
Luna, los quirománticos tradicionalistas suelen
decir que deberá sus éxitos a los caprichos de
otras personas.
Pero los más modernos consideran que quien
tiene esa configuración hará bien en dedicarse a carreras relacionadas con el público,
como el periodismo, la televisión, etc. Asimismo, cuando la línea del destino termina
en el monte de Júpiter, indica que el éxito llegará probablemente en algún campo
relacionado con la vida pública, y más concretamente con espectadores: ése era el
caso de la eximia actriz Sarah Bernhardt. (imagen)
Una línea que solía interesar a las jovencitas era la del matrimonio. Resulta fácil de
reconocer, ya que se encuentra debajo del monte de Mercurio (o sea del dedo
meñique), justo encima de la línea del corazón, en el borde de la mano. Su existencia
(suele ser una línea breve y no muy profunda) indica que habrá boda. Si hay dos
líneas... pues dos bodas, o dos relaciones profundas e importantes. Si la línea termina
bifurcándose, indica un divorcio o una separación definitiva; si corre paralela a la línea
del corazón es un signo de felicidad, y si se eleva en dirección al monte de Apolo
(debajo del anular) indica que su poseedor se casará con una persona rica. Y si junto a
la línea del matrimonio corre una delgada línea paralela, habrá que sospechar la
posibilidad de un adulterio...
Los gitanos, tradicionalmente, han sido considerados como los cultivadores por
antonomasia del arte de leer la palma de la mano. Como tales se desperdigaron por la
mayor parte de Europa, donde se les consultaba habitualmente.
Los quirománticos serios suelen estar de acuerdo en que las interpretaciones «línea
por línea» tienen poco o ningún valor. Lo que importa es el conjunto de la mano, en el
que también importan el grosor, la elasticidad, la proporción entre la longitud de la
palma y la de los dedos, la forma de las uñas. Una buena línea de la vida compensa
generosamente una línea del destino débil, y viceversa. Un buen quiromántico debe
ser una especie de computadora, capaz de absorber una gran cantidad de datos y de
juzgar sus relaciones. Y seguramente deberá poseer también esa particular intuición o
clarividencia?) que permitió a una adivina pronosticar a un tenientillo del ejército
francés que no tenía ni para pagar a la lavandera, que algún día sería el hombre más
poderoso de Europa; el tenientillo se llamaba, por cierto, Napoleón Bonaparte.
Cada cual habla de la fiesta según le fue en ella, y cualquier mención al tema de la
quiromancia provoca instantáneamente discusiones entre quienes tienen una increíble
anécdota para relatar y quienes hablan de sugestión y de memoria selectiva. En
general, las dos cosas son ciertas. Pero siempre quedan en pie detalles concretos del
pasado y hechos concretos del futuro que son descubiertos por la mera observación de
la palma de la mano de una persona a la que el quiromántico no había visto jamás
anteriormente. Sea por la observación de las manos, sea porque el contacto permite a
un sensitivo conocer el pasado o el futuro por medio de alguna forma de psi, el
fenómeno tiene relevancia; merece ser estudiado... y practicado.
Fuente Consultada: Lo Inexplicado Capítulo 56 - Espasa Calpe - Wikipedia - Historia del Mundo
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