Subido por Elizabeth Taucher

c. temporada

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Poder Judicial de la Nación
“Año del Bicentenario”
SENTENCIA DEFINITIVA Nº: 98627
SALA II
Expediente Nº 16.065/2008
(Juzg. Nº 13)
AUTOS: “ALE, CLAUDIO JULIO C/ NOVAMAR S.A. S/ DESPIDO”
VISTO Y CONSIDERANDO:
En la Ciudad de Buenos Aires, el 21-10-2010,
re-
unidos los integrantes de la Sala II a fin de considerar los recursos deducidos en autos
y para dictar sentencia definitiva en estas actuaciones, practicado el sorteo pertinente,
proceden a expedirse en el orden de votación y de acuerdo con los fundamentos que
se exponen a continuación:
El Dr. Miguel Ángel Maza dijo:
I.
La Dra. Beatriz Quaglia de Vivas mediante el pro-
nunciamiento de fs. 179/181 rechazó la demanda interpuesta por Claudio Julio Ale
contra Novamar S.A.
A fs. 187/190 el accionante cuestionó la sentencia
dictada, mereciendo réplica de la contraria a fs. 197/199.
Por su parte, la perito contadora, apeló los honorarios regulados en grado por considerarlos reducidos (fs. 183).
Previo a introducirme en el análisis del recurso deducido por la parte actora, repaso que el Sr. Ale accionó en procura del cobro de
créditos indemnizatorios con sustento en la extinción del vínculo producida por lo
que consideró “tardía” notificación empresaria de reinicio de temporada (captura de
calamar), señalando que al hacerlo en fecha 18-01-2006 no respetó el plazo mínimo
de 30 días establecido por el art. 98 LCT, teniendo en cuenta que el art. 19 del CCT
356/03 determina que la captura de calamar comienza el 01 de Febrero de cada año.
La sentenciante de grado, luego de merituar las probanzas de autos, consideró ilegítima la denuncia del contrato señalando que el actor
describió en su demanda un contrato ininterrumpido contrario a la definición del art.
96 LCT y sstes, por lo que destacó la inaplicabilidad de las reglas del contrato “de
temporada” habida cuenta que el pretensor siguió en forma activa en su labor y cobro de haberes. Además, sostuvo que la decisión rupturista no se ajustó a la directiva
del art. 10 LCT.
II.
El accionante se agravia por cuanto la Sra. Jueza a
quo consideró inaplicable el régimen previsto en los arts. 96 y sstes. LCT aún cuando
el propio art. 19 del CCT 356/03, aplicable a la relación contractual, así lo prevé. Se-
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ñala que se trata de un contrato de trabajo atípico en tanto luego de finalizada la temporada el tripulante no queda en situación “a órdenes” de la empresa y percibe un salario básico que no modifica la naturaleza del contrato y que la intimación que cursara la accionada así lo demuestra. En lo atinente a la oportunidad en la que la demandada intimó al dependiente, sostiene que la intimación no cumplió con el recaudo
fundamental vinculado con el plazo de 30 días que establece la norma por lo que, a
su criterio, no quedó alternativa posible más que la de denunciar el contrato.
Dado los términos del recurso analizaré, bajo la
hipótesis de aplicación estricta de las normas que regulan el contrato de temporada,
los términos de la decisión del accionante.
En tal sentido, comenzaré por señalar que de la intimación cursada por la empresa, que motivó la extinción contractual por parte del actor, no surge en modo alguno el incumplimiento que el Sr. Ale pretende dejar en evidencia dado que del repaso de los términos de la CD del 18-01-2006 no se advierte
que la intimación fuera extemporánea. Me explico.
En primer término es conveniente aclarar que el
convenio aplicable a la relación contractual establece la fecha en la cual se extiende
el permiso para la pesca, en el caso de “calamar”, y no la fecha en la que el empleador debe iniciar inexorablemente su actividad. Siendo así, recién a partir del 01-022006 la demandada estaba autorizada para iniciar la temporada de pesca de calamar
pero de ninguna manera podría interpretarse que el convenio colectivo impone al
empresario la fecha de inicio de explotación, dado que ello importaría un avance de
las convenciones colectivas sobre cuestiones comerciales propias de la explotación y
privativas del empresario.
En síntesis, el convenio aplicable tan solo refleja la
veda impuesta en determinadas épocas del año para la captura de determinadas especies y, en esta inteligencia, no resulta admisible la interpretación del actor en cuanto
refiere que la demandada reiniciaría la temporada el 01-02-2006 por la sola circunstancia referida.
Y ello se desprende de los propios términos de la notificación. Advierto que la demandada se limitó a notificar (mediante CD del 18-012006) que estaba próxima a iniciarse la temporada 2006 de calamar y, por tal motivo,
requirió del accionante que exteriorizace su voluntad de continuar o no la relación
laboral, intimación cursada con arreglo al art. 98 LCT.
De ello se sigue que el actor sólo debía comunicar su
decisión de reanudar la prestación pero carecía de todo derecho a extinguir el vínculo
en la forma que lo hizo (atribuyendo al empleador el incumplimiento vinculado con
la inobservancia del plazo de 30 días) dado que la demandada se limitó a requerir la
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voluntad del trabajador para luego, con posterioridad “informarle embarque para
trabajo alistamiento en puerto y posterior salida” y, de tales términos, no puede presumirse en modo alguno que el empleador tuviera la intención de violar los términos
dispuestos en la norma.
Por otro lado, no puedo dejar de advertir que el trabajador, conforme surge de los términos de la demanda, laboraba embarcado en los
buques “Coral Negro” y “Coral Azul” (v fs. 5, ap. III Hechos, párr. 2°) y de las copias de la libreta de embarque acompañadas a fs. 73/81 surge evidenciado que los
primeros embarcos del actor desde su reingreso (30-01-2001) no se produjeron sistemáticamente el primer día de Febrero de cada año sino en diversas fechas (v. fs.
73/80).
A mi juicio, resulta indiscutible que el dependiente
actuó intempestivamente al extinguir el vínculo sin antes procurar conocer con certeza la fecha de efectivo embarque, actitud que deja en franca evidencia la intención
unilateral de abandonar el vínculo laboral, desinteresándose por completo de toda
posibilidad de conservar el vínculo dado que no arbitró una sola medida a los fines
de corroborar una mera sospecha de incumplimiento del plazo legal exigido. En su
caso, el accionante, previo a denunciar el contrato, debió verificar que la demandada
tenía intenciones de hacerlo embarcar con anterioridad al plazo de 30 días –desde la
fecha de notificación- como para legitimar la extinción que intentó hacer valer, lo
que deja en claro que el accionante no obró con la debida diligencia dado que, ante
un evidente caso de duda (no desde mi óptica sino desde la del trabajador) optó por
extinguir el vínculo.
Por otro lado, y aún de considerar que la demandada
iniciaría sin lugar a dudas el embarque en fecha 01-02-2006 considero que el retraso
en la notificación no amerita la extinción del vínculo dado que no constituye la injuria que impide por su gravedad la prosecución del vínculo (art. 242 LCT). Además,
el art. 98 de la LCT no establece que la notificación cursada con una antelación menor a los 30 días que fija la norma lleva aparejada la extinción del vínculo, sino que
establece una suerte de inferencia o suposición derivada de la omisión de cursar la
notificación. Distinto es el caso de autos donde, siguiendo la hipótesis del accionante, la notificación se cursó sin respetar el plazo legal pero exteriorizando una clara
voluntad del principal de mantener el vínculo, lo que descarta toda sospecha que
permita “considerar” que su intención fue “rescindir unilateralmente el contrato”
(cfrme. términos art. 98 LCT).
Por otro lado, cabe destacar que la decisión rupturista notificada por el actor fue en respuesta a la intimación del principal y no una decisión autónoma, lo que torna aún mas irrazonable su postura.
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Advierto que ninguno de los argumentos vertidos
por el accionante, tanto en su demanda como en su escrito recursivo, me convencen
de que francamente hubiera interpretado la intimación de la demandada -que requirió
de su parte la exteriorización de la voluntad de iniciar la próxima temporada- como
una “rescisión unilateral del contrato” o que, tal como sostuvo, juzgó que “no quedó
alternativa posible” más que la de denunciar el contrato sin avizorar la posibilidad de
conocer previamente la fecha de inicio de temporada o retomar tareas aún ante la –
supuesta- tardía intimación.
Por otro lado, no puedo soslayar que dada la particularidad de este tipo de contrataciones, la ley no sólo exige la notificación del principal de su voluntad de reiterar la relación o contrato –extremo acreditado en autos- sino que también exige la concreta manifestación del trabajador de continuar con el
vínculo y, en la especie, no surge ni de los términos del intercambio ni de la prueba
rendida en autos que el dependiente tuviera la intención de reanudar sus servicios
Por ello, considero que aún de analizar la contienda
desde la situación más ventajosa para el trabajador, los hechos que tuvieron lugar entre las partes no pudieron constituir más que un caso de duda para el Sr. Ale quien, al
recibir la interpelación del principal, debió solicitar se aclarase la incierta situación
laboral en la que creyó encontrarse ante la presunta inobservancia del plazo previsto
en el art. 98 LCT. Y esta duda no debió conducir a la extinción, sin más, del vínculo
laboral, colisionando con el principio de perdurabilidad consagrado en el art. 10 LCT
(conf. arts. 62/3 LCT), máxime teniendo en cuanta la indudable voluntad del empleador de reanudar las prestaciones y la posibilidad cierta del actor de iniciar la
temporada 2006.
Cabe resaltar aquí que la directriz que emana de dicha norma (art. 10 LCT) se encuentra dirigida a ambas partes del contrato, y descansa
sobre el deseo y la conveniencia de que si en el contrato de trabajo sobrevienen inconvenientes o contingencias que ponen en duda su continuación o no, las partes en
su proceder deben tratar de mantener vivo el contrato.
En consecuencia, estimo que el accionante no tenía
motivos justificados para romper el contrato y el estricto apego a un rigorismo formal
que derivó, a mi juicio, en una forzada interpretación de la norma, evidencia una clara
intención del actor de no continuar con la relación laboral que exime al principal de
abonar las indemnizaciones reclamadas, resultando inoficioso el análisis de los restantes argumentos invocados dado que su tratamiento no reviste entidad suficiente
como para alterar el resultado que dejo propuesto, por lo que la sentencia debe confirmarse.
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III.
En relación al recurso deducido por la perito conta-
dora en relación a los honorarios regulados en la Instancia anterior por considerarlos
exiguos, estimo que los mismos lucen reducidos en relación a la importancia y extensión de la tarea profesional realizada y a los mínimos arancelarios vigentes, por lo que
sugiero regular los mismos en el 4% del monto nominal reclamado sin intereses (arts.
6, 7, 8, 9, 19, 39 y cctes. de la ley 21.839, 3 del dto.-ley 16.638/57 y 38 de la LO).
Las costas de Alzada deberán ser impuestas a cargo
de la parte actora vencida (cfrme. art. 68 CPCCN).
Por ello, propicio fijar los emolumentos de los letrados de la parte actora y de la parte demandada por sus trabajos en este tramo procesal
en el 25% -respectivamente- de las sumas que deban percibir cada uno de ellos por
los de primera instancia, teniendo en cuenta la importancia y extensión de las labores
profesionales (art. 14 ley 21.839).
La Dra. Graciela A. González dijo:
Por análogos fundamentos adhiero a las conclusiones del voto del Dr. Miguel Ángel Maza.
Por lo que resulta del acuerdo que antecede (art.
125 segunda parte, ley 18.345) el Tribunal RESUELVE: 1) Confirmar la sentencia recurrida en todo lo que ha sido materia de recurso y agravio, a excepción de
los honorarios regulados a la perito contador que se fijan en el cuatro por ciento
(4%) del monto nominal reclamado sin intereses; 3) Imponer las costas de alzada a cargo de la parte actora; 4) Regular los honorarios de la representación y
patrocinio letrado de la parte actora y de la demandada en el veinticinco por
ciento (25%) respectivamente, de lo que a cada uno le corresponda percibir por
su desempeño en origen.
Regístrese, notifíquese y devuélvase.
Graciela A. González
Juez de Cámara
(A.A.)
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