Subido por Luis Arias

Hacia una redefinición de la Cultura Popular en AL - Winstanley

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Hacia una redefinición de la
Cultura Popular en América
Latina
Por: Eleanor Winstanley
Una discusión sobre los problemas claves al rededor del estudio de la cultura popular en
América Latina y el deseo común de encontrar una definición clara.
Como sugiere la carta del editor el estudio de la ‘Cultura Popular de América Latina’ a
menudo se queda ambiguo y confuso debido a la falta de una definición exacta y
universalmente aceptada. La propuesta del editor en sí misma demuestra el dilema
experimentado por teóricos entre no querer encuadrar este estudio dentro de un
marco definitivo, y la necesidad de dar algún tipo de definición con la cual puedan
exponer sus teorías. Este ensayo argumentará que el intento de definir académicamente
‘cultura popular de América latina’ es una forma de re-colonización a través de modos
eurocéntricos de pensamiento y valoración de culturas.
Evidentemente, como cita el editor de la revista, enfrentamos primeramente el problema
de la definición de ‘pueblo’ o ‘popular’, la cual frecuentemente ha ampliado la distancia
entre el escritor y su sujeto; el ‘pueblo’. Muchos teóricos de ‘cultura popular’ siguen el
ejemplo del Marxismo o de Gramsci por su estratificación de personas con base en su
clase social y su relación con la producción y consumo de bienes. Un ejemplo de esta
relación sería la idea del ‘pueblo en contra del poder’ o ‘el explotador en contra del
explotado’ creando un punto de vista simpatizante pos-colonial a favor de culturas y
grupos previamente marginalizados. Esta imagen del ‘pueblo’ ha sido utilizada
frecuentemente en estudios de culturas provenientes de comunidades indígenas. Sayer,
por ejemplo, una coleccionista de artesanías, escribiendo desde Londres, insiste en que
lasartesanías mexicanas son el primer plano de culturas ‘populares’, mientras que
lamenta el desarrollo del capitalismo globalizado. En su escrito, hay un sentido distinto
de luto por un mundo que para ella ya no existe en Europa, y este luto, o visión subjetiva
y nostálgica crea una distancia entre el ‘pueblo’ del que habla y sí misma.
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Soyinka describe como este tipo de análisis y distancia entre el escritor y su sujeto es
“una segunda época de colonialismo” desde la abstracción universal-antropocéntrica de
una comunidad que cada vez se vuelve más globalizada y homogénea; y que considera
que defender ‘al pueblo’ es el pago por su deuda blanca. Similarmente podemos ver esta
especie de extrañamiento del ’pueblo’ a través de teóricos como Jorge de Carvalho,
que reduce a los consumidores de cultura ‘masa’ hasta una entidad inconsciente y pasiva
que no entiende su consumo más allá de la decisión de comprar o no comprar. Sin
embargo, gracias al análisis del consumo de telenovelas en América Latina, se ve que
esta imagen del consumidor del mercado ‘comercial-masa’ no es suficiente, demostrado
pormanifestantes venezolanos que demandaron (con éxito) el cambio del final de una
telenovela para dar una voz más poderosa a la protagonista contra su marido adúltero.
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Mientras que estas teorías a lo mejor tienen buenas intenciones – llamando la atención
académica hacia culturas marginalizadas y producidas directamente desde individuos en
vez de corporaciones mundiales que van homogeneizando la variedad de culturas en el
mundo – a menudo terminanrecreando el espacio que el estudio de las culturas
populares pretende borrar en la academia; el espacio entre académico de ‘elite’ y el
’pueblo’ en la ‘cultura popular’ del mundo pos-colonial. Por eso, se puede decir que un
problema clave en los estudios de ‘culturas populares Latinoaméricanas’ es la cuestión de
‘quién es ‘el pueblo’, y las implicaciones políticas de estrategias analíticas comunes.
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La base de la teoría cultural se queda arraigada dentro del Marxismo y la teoría de
hegemonía de Gramsci, que lleva la discusión de ‘cultura popular’ hacia las clases sociales
y su relación con la producción y consumo. Sin embargo, no es suficiente únicamente
enfocarse en estos dos aspectos. Se necesita considerar la interpretación de la cultura
porque a menudo cambia completamente lo que se podría considerar una cultura del
‘pueblo’ o no. A pesar de eso, es imposible analizar bien la interpretación debido a las
variantes innumerables que determinan las interpretaciones de grupos de personas.
Además, estas interpretaciones regularmente no se pueden encuadrar en el
marco de ‘inteligencia disciplinaria/académica/experta’.
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Por ejemplo, la producción del carnaval de Rio de Janeiro es un proceso de mediación
entre elites de ricos y políticos que se encargan de la macro-organización del evento, y
las escuelas de samba y ‘blocos’ que producen en la mayor parte los aspectos creativos del
carnaval. Por eso, la producción, a lo mejor, no se puede llamar estrictamente
‘popular’. El consumo del carnaval varia en su accesibilidad: es accesible para personas
paradas en la calle, gratis, o para turistas y elites que pagan por la vista mejor desde el
sambódromo, o por participantes en el desfile, o por redes sociales y medios como el
internet o la televisión. Esos grados variantes de consumo hacen difícil determinar la
‘popularidad’ del consumo del carnaval. Sin embargo, es en la interpretación donde
ocurre espontaneidad en las reacciones emocionales hacia la experiencia desde su punto
de vista subjetiva en el carnaval. Las interpretaciones y voces de la gente desenvuelta en
el carnaval son distintas y expresadas por medios diferentes. Por ejemplo, algunos podrían
reaccionar al ambiente con su expresión corporal que sea liberadora y espontanea; lo que
diferencia entre cultura ’popular’ y cultura ’elite’. Lo popular se basa en el presente,
emoción, inteligencias locales e instintos, la elite con base en los ideales de la
Ilustración: de las ciencias, critica constructiva y ‘capital cultural’ desarrollado por
educación formal.
Este argumento lleva a cabo nuestro último reto de definir ‘cultura popular de América
Latina’: el hecho de que el estudio de esas culturas, como el Carnaval de Rio de Janeiro y
la participación del ‘pueblo’, dentro del marco académico/disciplinario/experto, usando
términos eurocéntricos, no se puede analizar. Su voz se vuelve callada y manipulada para
caer en la ‘productividad incestuosa’ de la academia y su análisis escrito. Por ejemplo,
Browning expresa la dificultad que experimentó intentando articular cosas que había
aprendido a expresar con su cuerpo en Brasil para su análisis académico de la
Samba. Una idea similar que expresa la restricción del marco académico para disciplinas
que provienen de fuera del sistema de la elite occidental es la dificultad e incomodidad
sentida por Valentin Y. Mudembe cuando tenía que escribir sobre ‘sistemas tradicionales
de pensamiento africano’ dentro de la estructura filosófica. Mudembe cita que este
sistema subalterniza ‘modos de pensamiento que caen fuera de las barreras de la
disciplina” . La insistencia en definir lo que es ‘cultura popular de América Latina’ dentro
del sistema cultural de elite, y mediando su significado a través del canon eurocéntrico del
análisis escrito, refuerza la hegemonía cultural de elite y finalmente apropia y
potencialmente malinterpreta públicamente el sentido y la ’voz’ real de las culturas en
cuestión.
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El estudio de la ‘cultura popular de América Latina’ forma una parte de la rama de
estudios pos-coloniales que pretenden des-elitizar y de-colonizar la academia con la
inclusión de materiales previamente marginalizados. Sin embargo, su fin reformista
de decolonización del estudio académico deja la estructura de análisis firmemente
arraigada dentro de barreras académicas coloniales y eurocéntricas. El escritor que
pretende definir cultura popular en América latina escribe más por el beneficio de la
institución crítica que para el beneficio del sujeto que el campo de estudio intenta
incluir. Estos intentos de definir homogenizan ‘pueblos’ o grupos marginalizados y
restringen sus voces aún más. Por eso, definiciones académicas deberían de ser dejadas
abiertas para dar espacio a las culturas en cuestión para hablar con su propia voz.
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