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Literatura japonesa y la actualidad

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Autor: Julio Escamilla Meléndez
Docente: Mtro. Vicente Soriano Tlachi
Maestría en Apreciación y Creación Literaria
Grupo: AC34
Matrícula: 109631
Materia: Narrativa Oriental del s. XX
Tarea 3: Literatura japonesa y la actualidad
Oaxaca de Juárez a 16 de noviembre de 2019
La literatura japonesa y la actualidad
La literatura japonesa actual es una literatura que está muy arraigada a los valores,
costumbres, tradiciones y formas de pensar de un país, Japón en este caso. No obstante, lo anterior
no impide el que esta literatura sea moderna y logre colocarse como una de las mejores en la
actualidad, con exponentes como Yukio Mishima o Kenzaburo Oe, por mencionar un par. Parte
importante de esta mezcla la encontramos en las doctrinas filosóficas y religiosas que aún
predominan en Japón: el sintoísmo y el budismo, los cuáles la sociedad japonesa sabe adaptar a su
contexto actual y así establecer una amalgama de apego a las tradiciones y modernización a la vez.
Sin embargo, podemos aventurarnos en afirmar que ninguna cultura, por muy milenaria y antigua que
sean sus raíces, nació aislada y sin influencia alguna de otros pueblos. En el caso de Japón, la
primera gran influencia que recibió este pueblo proviene de China, nación que no solo tiene una
cultura también milenaria y muy profunda, igualmente una nación que ha tenido ambiciones
imperialistas desde aquellos tiempos lejanos y hasta la actualidad incluso. Así en el s. VII, el
emperador japonés decidió darle a la historia japonesa una justificación entre divina y cultural a través
de la importación de prototipos chinos, como lo fueron religión, modelos políticos y más importante, el
idioma y los kanjis. El resultado fue la creación del Kojiki y el Nihon Shiki, relatos de origen mitológico
que fundamentaban el origen divino del emperador, para así darle una legitimidad que no solo le diera
poder y credibilidad, sino que asegurara la legitimidad también de la línea sucesoria de las familias
imperiales. El Kojiki es un compendio de 3 volúmenes que narra la historia japonesa, incluye la
creación del archipiélago japonés, a las deidades creadoras y su linaje y reinos importantes. (Lucausi,
2016).
El Kojiki, así como otros textos sagrados conforman la cosmovisión japonesa junto con la herencia de
creencias de origen chino, estas dan forma principalmente a lo que los japoneses demostrarán de
muy diversas formas en su literatura, costumbres y tradiciones. A continuación analizaremos a
Ryunosuke Akutagawa, escritor nacido a fines del s. XIX en Tokio, estudió literatura inglesa en la
Universidad Imperial de Tokio, escribió grandes obras que fueron llevadas al cine, como Rashōmon
(1915) y En el bosque (1922), obra que analizaremos en este ensayo. Se suicidó ingiriendo veronal,
presuntamente perseguido por alucinaciones y la creencia de que le ocurriría lo mismo que a su
madre, quien aparentemente padecía de psicosis (2015).
En En el bosque (1922), el autor nos narra hábilmente un relato que refleja valores japoneses y
modos de ver el “honor”. También, se hace una relatoría en este cuento desde el punto de vista de
varios personajes, confundiendo al lector y dándonos (seguramente a propósito) varias versiones de
un mismo hecho, varias interpretaciones a través de las miradas de los personajes y de la
representación de sus emociones.
La historia narra a un ladrón y asesino que se lleva al bosque a dos esposos; el esposo muere, de
diferentes maneras según quien lo narre; la esposa, después de ser violada por el captor, logra huir
de él y finalmente el maleante es capturado gracias a algunos testigos. Como un primer testimonio, el
maleante, de nombre Tajomaru, dice lo siguiente de los hechos:
Sí, sin cometer un asesinato, yo no tenía motivo alguno para matar a ese hombre. Ya estaba
por abandonar el bosque, dejando a la mujer bañada en lágrimas, cuando ella se arrojó a mis
brazos como una loca. Y la escuché decir, entrecortadamente, que ella deseaba mi muerte o
la de su marido, que no podía soportar la vergüenza ante dos hombres vivos, que eso era
peor que la muerte. Esto no era todo. Ella se uniría al que sobreviviera, agregó jadeando. En
aquel momento, sentí el violento deseo de matar a ese hombre. (Una oscura emoción produjo
en Tajomaru un escalofrío). (Akutagawa).
Sin embargo, esta versión es contrastada cuando los investigadores del crimen contactan a una
especie de bruja que emite el testimonio del esposo ya muerto, a través de un espíritu:
Él (Tajomaru) le decía: «Ahora que tu cuerpo fue mancillado tu marido no querrá saber nada
de ti. ¿No quieres abandonarlo y ser mi esposa? […] Ante tal discurso, mi mujer alzó la
cabeza como extasiada. Yo mismo no la había visto nunca con expresión tan bella.
[…] se dirigió hacia mí con el rostro pálido, y señalándome con el dedo a mí, que estaba atado
al pie del árbol, dijo: «¡Mata a ese hombre! ¡Si queda vivo no podré vivir contigo!». Y gritó una
y otra vez como una loca: «¡Mátalo! ¡Acaba con él!». (ibíd.)
Y, como tercera versión, el espíritu declara que su muerte fue en realidad de la siguiente manera, no
como había dicho Tajomaru, que declaró haberlo matado en un duelo en el que él salió victorioso:
“Delante mío relucía el puñal que mi esposa había dejado caer. Asiéndolo, lo clavé de un golpe en mi
pecho.” (ibíd.)
Los pasajes anteriores no solo nos muestran tres versiones diferentes de un mismo hecho, lo cual le
da al cuento una dinámica bastante intrigante y bien manejada, asimismo, el cuento nos dice mucho
del modo de pensar japonés: cuando una mujer es o era violada, su honor, el de su esposo e incluso
el de toda su familia estaba en juego y solo podía ser limpiado a través de la muerte, ya sea del
perpetrador o de la mujer o el esposo. Lo anterior puede sonar drástico, más aún para el s. XXI. No
obstante, en Japón desde hace varios siglos, el honor es uno de los valores más importantes y su
preservación es fundamental. Los samuráis, al perder a su señor o para evitar ser “humillados” por el
rival, preferían cometer seppuku, una muerte ritual en el que el afectado se abre las entrañas y puede
ser incluso ayudado por otra persona para ser decapitado y asegurarse de que muera, destino que
fortuitamente padeció el autor de este cuento, mostrándonos una vez más como el honor debe ser
preservado incluso a costa de la propia muerte.
En otro tenor, de manera no menos dramática pero sí más fantástica, el autor nos ofrece el cuento El
hilo de la araña (1984), relato breve que nos muestra mucho de las creencias filosófico-religiosas del
Japón en cualquiera de sus eras. Akutagawa nos presenta un paseo realizado por Buda, quien al fijar
su mirada en una fuente con flores de loto logra ver lo siguiente:
Claramente puede observar, a través del agua cristalina, que en el lejano fondo de esta
celestial fuente de lotos, se hallan las profundidades del Infierno. Él ve el Río Styx y la horrible
Montaña de las Agujas como si estuviera observando por un espejo de un solo sentido, y su
vista capta la forma de un hombre, llamado Kandata, retorciéndose junto a los demás
pecadores. (Akutagawa, El hilo de la araña).
Buda observa que Kandata, el hombre condenado en aquel infierno, cometió un acto de bondad en
su vida al salvarle la vida a una araña; acto seguido, Buda baja un hilo de araña para rescatarlo del
infierno. El relato acaba dramáticamente para Kandata, quien a punto de llegar a la salvación, incurre
en otro acto de maldad, sellando así su destino en el infierno: “Kandata grita con voz de trueno, ‘¡Ea,
ustedes pecadores! ¡Este hilo de araña es mío! ¡Mío! ¿Quién dijo que podrían trepar por él?
¡Vuelvan! ¡Vuelvan atrás!’” (ibíd.). Este cuento, si bien sencillo, refleja mucho del pensamiento budista
y japonés por extensión. El pecado es un rasgo que no solo tienen los cristianos, también los
budistas, pero en otras formas: las acciones del hombre, por muy pequeñas e insignificantes, pueden
tener consecuencias grandes.
Para terminar este análisis, tomaremos el cuento de Kenzaburo Oe, A veces el corazón de la tortuga
(Ume no chiri, 1982), el cual muestra la literatura japonesa mezclada ya con elementos de occidente.
Este cuento narra las aventuras de un joven que aprende un estilo de Karate y se enfrenta a un
adversario difícil, la lucha se termina resolviendo en el pasado, con ayuda de espíritus salidos del
mar, lo que da prueba de la cercana relación que tiene el pueblo japonés con el mar, ya que es un
archipiélago con una tradición pesquera importante, además de que obviamente están rodeados por
agua. Dicho cuento también sirvió de base para la creación de la saga Karate Kid, obra
cinematográfica que ya es un clásico de Hollywood y del cine de influencia oriental:
Daniel se encontró a un grupo de personas que también habían sido arrastradas al océano.
Ellos cometían actos de juventud y practicaban los rituales festivos de la cultura californiana,
las grabadoras sonando, sonando, y la música y ¡oh los juegos!. Tenían un momento de
celebración, libre de la podredumbre. (Ume no chiri, p. 2).
En seguida, algunos extractos del pensamiento oriental, fundidos ahora con un joven californiano,
quien intenta descubrir los secretos del Karate y las artes japonesas a través de la introspección, la
música y la meditación:
Daniel lloró. Miyagi volvió a su lado. – Ahora lo sabes -, dijo, – lo que es tener el
corazón de la tortuga. Debe ser suave, como la cara de la tortuga es suave, pero
debe ser firme, ya que los brazos de la tortuga lo son (ibíd., p.3).
Una chica, que Daniel cortejaba, también se vuelve parte de los ritos y el misticismo: “Continuó
jugando y ella comenzó a moverse, lentamente, y se puso a bailar, y comenzó a
cantar una canción antigua en la lengua muerta de antiguos guerreros.” (ibíd., p. 4)
Allí estaban en una torre elevada en el castillo del rey Shohashi, rodeados de
agua, karatekas y amigos de Okinawa que los venían a animar. Allí estaban, uno
atrás del otro, mirando más allá de los muros del castillo, a lo largo de la gran
llanura del Valle de San Fernando. Se quedaron en las rocas talladas, pútridas
con sus kimonos, un árbitro entre ellos. Había una tormenta otra vez. Era un
tifón (ibíd., p.5).
El agua, a través del mar y del tifón que se estaba desarrollando en aquel momento, será un actor
clave en la cosmovisión presentada en este cuento. Para finalizar de una manera por lo menos
dramática y llena de misticismo, el duelo del protagonista con el antagonista se resuelve con la ayuda
de espíritus, mongoles del lado del antagonista y de Miyagi, el maestro japonés del protagonista,
Daniel, ayudado por espíritus japoneses que provenían del mar y del tifón. El resultado es la muerte
para el antagonista, al igual que el árbitro del encuentro; Daniel triunfa y en su soledad después de la
batalla, vuelve a entonar canciones tristes y meditabundas, dejándolo aislado y con un montón de
enseñanzas para introyección no solo de Daniel, sino también del lector.
Conclusiones
Japón es una nación milenaria que ha sabido mantener sus tradiciones a través de sus creencias,
costumbres y la literatura. A pesar de que fue y es en buena medida un país bastante conservador en
su estilo de vida, ha sabido de igual forma modernizarse y ser un país desarrollado y con buenos
estándares de vida. Una segunda guerra mundial desastrosa puso en grave riesgo su país y su
economía, sin embargo, supieron salir adelante gracias a su voluntad férrea y los valores que dan
sentido a su idiosincrasia, que vive desde siglos antes de nuestra era. Leer a autores japoneses,
desde la creación de sus primeros documentos históricos como el Kojiki, hasta las novelas y cuentos
más actuales, como el de Kenzaburo Oe o del famoso Yukio Mishima, transporta al lector de manera
inevitable al misticismo de un pueblo que se ha aferrado a sus costumbres y formas de ver el mundo.
Incluso, los mismos escritores, como en los casos ya mencionados, han elegido el suicidio ritual
seppuku antes que otros caminos más “deshonrosos”; su visión como escritores no acaba en sus
creaciones literarias, estos escritores están tan arraigados en sus creencias y visión, que los han
llevado de la ficción a la realidad, prueba fiel de que en este pueblo el honor y las enseñanzas
budistas y sintoístas están por encima de cualquier cosa que el mundo “occidental” pueda concebir
como natural o de sentido común.
Mucho queda por aprender de todos estos autores. En la literatura japonesa podemos encontrar
desde mitología oriental, budismo y el camino de la salvación a través de la paz y la armonía con el
universo hasta cuentos oscuros y de demonios que esperan a asechar al ser humano que caiga en
sus trampas. La occidentalización no pudo acabar con las tradiciones japonesas, y qué bueno, ellos
son prueba contundente que valores tan fundamentales y arraigados no solo son historias místicas y
bellas, como los famosos Haikus. También nos enseñan que hay otros modos de ver el mundo, y que
lo que consideramos “occidental” no necesariamente es la única ni la mejor forma de concebir al
mundo.
Bibliografía
Akutagawa, R. (2015, 19 marzo). Cuentos para crecer: El hilo de la araña. Recuperado 16
noviembre, 2019, de https://cambiopolitico.com/cuentos-para-crecer-el-hilo-de-la-arana/62983/
Akutagawa, R. (s.f.). En el bosque. Recuperado 16 noviembre, 2019, de
https://ciudadseva.com/texto/en-el-bosque-akutagawa/
Lecturalia.com. (2015, 12 octubre). Ryunosuke Akutagawa: libros y biografía autor.
Recuperado 16 noviembre, 2019, de http://www.lecturalia.com/autor/4835/ryunosuke-akutagawa
Licausi Pérez, G. (2016). La construcción de la verdad histórica en Japón y el Kojiki, (vol. 39,
No. 1), 17-32.
Oe, K. (1982). A veces el corazón de la tortuga (Ume no chiri). Recuperado de
https://cinedemedianoche.files.wordpress.com/2019/04/www.cinedemedianoche.cl_1.pdf&embedded=true
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