Subido por Christian Caiza

3-s2.0-B9788490229118000512

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Infarto de miocardio con elevación del ST:
anatomía patológica, fisiopatología
y manifestaciones clínicas
51
Benjamin M. Scirica y David A. Morrow
Patrones cambiantes en la incidencia
y la asistencia, 1068
Mejoras en el pronóstico, 1068
Hallazgos anatomopatológicos, 1070
Fisiopatología, 1079
Para el diagnóstico anatomopatológico del infarto de miocardio (IM) se
necesitan pruebas que confirmen la muerte de las células miocárdicas a
causa de la isquemia. Los hallazgos característicos consisten en necrosis
por coagulación y necrosis de banda de contracción, a menudo con zonas
irregulares de miocitólisis en la periferia del infarto. Durante la fase aguda
del IM, los miocitos mueren en la zona infartada y, posteriormente, se
produce inflamación, limpieza de restos necróticos y reparación con
formación de una cicatriz.
Para el diagnóstico clínico de infarto de miocardio se requiere un síndrome clínico indicativo de isquemia miocárdica con alguna combinación
de pruebas de necrosis miocárdica en los estudios bioquímicos, electrocardiográficos o de imagen. Los métodos clínicos empleados para diagnosticar el IM tienen una sensibilidad y una especificidad muy variables,
dependiendo del momento de realizar la evaluación tras el comienzo del
infarto. Las sociedades de profesionales de la cardiología han establecido
conjuntamente una serie de criterios actualizados para el diagnóstico del
IM (tabla 51-1).1 La definición universal revisada de infarto de miocardio
clasifica el IM en cinco tipos, dependiendo de las circunstancias en las
que se produce el mismo (tabla 51-2).1 Estas revisiones de la definición
de IM y la aparición de biomarcadores más sensibles de lesión miocárdica
han repercutido considerablemente tanto en la asistencia clínica de los
pacientes como en los estudios epidemiológicos, las políticas públicas y
los estudios clínicos.2,3
Actualmente, se considera que los pacientes con molestias isquémicas
están experimentando un síndrome coronario agudo (SCA), que abarca
los diagnósticos de angina inestable, IM sin elevación del segmento ST
(IMSEST) e IM con elevación del segmento ST (IMEST) (fig. 51-1). El
principal medio para diagnosticar a los pacientes con un posible SCA
es el electrocardiograma (ECG) de 12 derivaciones, que permite discriminar entre los pacientes con elevación del segmento ST (el tema de
los capítulos 51 y 52) y aquellos sin elevación del segmento ST (el tema
del capítulo 53).
PATRONES CAMBIANTES EN LA INCIDENCIA
Y LA ASISTENCIA
A pesar de los avances en el diagnóstico y el tratamiento, el IMEST
sigue siendo un problema importante de salud pública en los países
industrializados, y está aumentando también en los países en vías
de desarrollo (v. capítulo 1).4 En EE. UU., casi 600.000 pacientes son
hospitalizados cada año con un diagnóstico primario de SCA. La cifra
supera el millón de pacientes si se incluye el SCA como diagnóstico
secundario.5 La incidencia del IM aumenta considerablemente con la
edad tanto en los hombres como en las mujeres, y se observan también diferencias raciales: el IM es más frecuente en hombres y mujeres
negros, independientemente de la edad. La proporción de pacientes
con episodios de SCA que tienen IMEST varía entre los estudios de
observación: entre el 29 y el 47% de los pacientes ingresados con SCA.
En estas estimaciones no se incluyen los IM «silentes», que pueden
no conllevar la hospitalización de los pacientes. Entre 1999 y 2008, la
proporción de pacientes con un SCA e IMEST disminuyó casi un 50%
(fig. 51-2A; v. también fig. 53-2).6
Desde una perspectiva global, resulta especialmente preocupante
el hecho de que la incidencia de IM en los países en vías de desarrollo pueda estar acercándose a la que se observa actualmente en los
Manifestaciones clínicas, 1084
Bibliografía, 1092
países desarrollados.4 Los recursos limitados disponibles para tratar el
IMEST en los países en vías de desarrollo obligan a redoblar los esfuerzos
internacionales para reforzar los programas de prevención primaria
(v. también capítulo 1).
MEJORAS EN EL PRONÓSTICO
El número total de muertes por IMEST ha ido descendiendo ininterrumpidamente durante los últimos 30 años, pero se ha estabilizado en la última
década (fig. 51-2B).6-9 A esta tendencia han contribuido una disminución
de la incidencia de IMEST y un descenso del índice de mortalidad tras el
IMEST.5 Según estimaciones de la American Heart Association, el índice
de mortalidad a corto plazo de los pacientes con IMEST oscila entre el 5
y el 6% durante la hospitalización inicial, y entre el 7 y el 18% al cabo de
1 año.10 En las poblaciones participantes en estudios clínicos, los índices
de mortalidad suelen ser aproximadamente la mitad de los observados
en registros de pacientes consecutivos, debido, muy probablemente, a
la exclusión de los pacientes con trastornos médicos comórbidos más
extensos.
Las mejoras en el tratamiento de los pacientes con IMEST han tenido
lugar en varias fases.11 La «fase de observación clínica» de la asistencia
coronaria abarcó la primera mitad del siglo xx y se centró en un registro
detallado de los hallazgos físicos y de laboratorio, con muy poco tratamiento activo del infarto. La «fase de unidades de asistencia coronaria»
comenzó a mediados de los años sesenta y se centró en la detección y
el tratamiento precoces de las arritmias cardíacas, basados en el desarrollo de sistemas de monitorización y de cardioversión/desfibrilación.
La «fase de tecnología avanzada» comenzó con la aparición del catéter
de flotación de balón hinchable para la arteria pulmonar, y sentó las
bases para una monitorización hemodinámica junto a la cabecera del
paciente y un tratamiento hemodinámico dirigido. La moderna «era de
la reperfusión» del tratamiento del IMEST comenzó con la fibrinólisis
intracoronaria y continuó con la fibrinólisis intravenosa, con un mayor
uso del ácido acetilsalicílico (v. capítulo 52) y, posteriormente, con
el desarrollo de la intervención coronaria percutánea (ICP) primaria
(v. capítulo 55).
Actualmente, la asistencia de los pacientes con IMEST ha entrado
en una «fase de asistencia coronaria basada en las pruebas», en la que
cada vez influyen más las directrices y las medidas de actuación para
la práctica clínica.10,12,13 La puesta en marcha del tratamiento médico
dirigido por directrices (TMDD) y de iniciativas de calidad regional ha
permitido reducir significativamente la heterogeneidad en la asistencia,
incrementar el seguimiento de tratamientos basados en pruebas y mejorar
los resultados.14,15 La obligatoriedad de comunicar los resultados y los procedimientos utilizados ha permitido establecer puntos de referencia para
valorar el éxito de las intervenciones y los índices de mortalidad en pacientes con IM atendidos en diferentes hospitales (www.hospitalcompare.
hhs.gov).
Limitaciones del tratamiento actual
Los porcentajes de inicio correcto del tratamiento de reperfusión varían
considerablemente; en algunos registros, hasta un 30% de los pacientes
con IMEST que son candidatos potenciales al tratamiento de reperfusión
no reciben este tratamiento salvador.16 Por consiguiente, para mejorar la
asistencia es importante adoptar iniciativas que permitan incrementar
1068
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Descargado para Christian Caiza ([email protected]) en Pontifical Catholic University of Ecuador de ClinicalKey.es por Elsevier en agosto 22, 2019.
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TABLA 51-1 Definición universal de infarto de miocardio
51
Criterios para el infarto agudo de miocardio
Criterios para un infarto de miocardio previo
Cualquiera de los criterios siguientes satisface el diagnóstico de IM previo:
• Ondas Q patológicas con o sin síntomas en ausencia de causas no isquémicas.
• Indicios en las pruebas de imagen de una zona de pérdida de miocardio viable que ha disminuido de espesor y no se contrae en ausencia de una causa no
isquémica.
• Hallazgos anatomopatológicos de IM previo.
BRI, bloqueo de rama izquierda; IDAC, injerto de derivación de arteria coronaria; LSR, límite de referencia superior; Tn, troponina.
Tomado de Thygesen K, Alpert JS, White HD, et al: Universal definition of myocardial infarction. J Am Coll Cardiol 60:1581, 2012.
TABLA 51-2 Clasificación universal de los tipos de infarto de miocardio
Tipo 1: infarto de miocardio espontáneo
IM espontáneo relacionado con rotura, ulceración, resquebrajamiento, erosión o disección de una placa ateroesclerótica, con formación de un trombo intraluminal
en una o más de las arterias coronarias que causa una disminución del flujo sanguíneo miocárdico o embolias plaquetarias distales con la subsiguiente necrosis
miocítica. El paciente puede sufrir una EAC subyacente grave, pero, en ocasiones, tiene una EAC no obstructiva o no tiene ninguna EAC.
Tipo 2: infarto de miocardio secundario a un desequilibrio isquémico
En casos de lesión miocárdica con necrosis en los que un trastorno diferente a la EAC contribuye a que se produzca un desequilibrio entre el aporte de oxígeno y/o
la demanda de oxígeno del miocardio; por ejemplo, disfunción endotelial coronaria, espasmo arterial coronario, embolia coronaria, taquiarritmias/bradiarritmias,
anemia, insuficiencia respiratoria, hipotensión arterial e hipertensión arterial con o sin hipertrofia VI.
Tipo 3: infarto de miocardio con resultado de muerte cuando no se dispone de los valores de biomarcadores
Muerte cardíaca con síntomas indicativos de isquemia miocárdica y cambios sistémicos presumiblemente nuevos en el ECG o un nuevo BRI, pero la muerte se
ha producido antes de que se pudieran obtener muestras de sangre, antes de que pudieran aumentar los biomarcadores cardíacos o, en contadas ocasiones,
cuando no se han recogido biomarcadores cardíacos.
Tipo 4a: infarto de miocardio relacionado con una intervención coronaria percutánea
El IM asociado a una ICP se define arbitrariamente por un aumento de los valores de Tn cardíaca a >5 × percentil 99° del LSR en pacientes con unos valores
basales normales (≤percentil 99° del LSR) o un aumento de los valores de Tn cardíaca >20% si los valores basales son elevados y se mantienen estables
o descienden. Además, se necesitan: 1) síntomas indicativos de isquemia miocárdica; 2) nuevos cambios sistémicos en el ECG o un nuevo BRI; 3) pérdida
angiográfica de la permeabilidad de una arteria coronaria importante o una rama lateral, o flujo lento persistente, ausencia de flujo o embolización, o 4)
demostración en las pruebas de imagen de una nueva pérdida de miocardio viable o una nueva anomalía regional en la motilidad de las paredes.
Infarto de miocardio con elevación del ST: anatomía patológica, fisiopatología y manifestaciones clínicas
La denominación IM agudo debe utilizarse cuando haya indicios de necrosis miocárdica en un contexto clínico congruente con una isquemia miocárdica aguda. En
estas condiciones, cualquiera de los siguientes criterios cumple el diagnóstico de IM:
• Detección de un aumento y/o descenso de las concentraciones de biomarcadores cardíacos (preferiblemente Tn cardíaca), al menos con uno de los valores por
encima del percentil 99° del LSR y con uno de los siguientes puntos como mínimo:
• Síntomas de isquemia
• Nuevos o supuestamente nuevos cambios significativos en el segmento ST y la onda T (ST-T) o un nuevo BRI
• Aparición de ondas Q patológicas en el ECG
• Indicios en las pruebas de imagen de una nueva pérdida de miocardio viable o una nueva anomalía en la movilidad regional de la pared
• Identificación de un trombo intracoronario en la angiografía o la autopsia
• Muerte cardíaca con síntomas indicativos de isquemia miocárdica y cambios sistémicos presumiblemente nuevos en el ECG o un nuevo BRI, pero la muerte se ha
producido antes de que se midieran los biomarcadores cardíacos o de que aumentaran los valores de biomarcadores cardíacos.
• El IM relacionado con una ICP se define arbitrariamente por una elevación de los valores de Tn cardíaca (a >5 veces el percentil 99° del LSR) en pacientes con
unos valores basales normales (≤percentil 99° del LSR) o un aumento de los valores de Tn cardíaca >20% si los valores basales son elevados y se mantienen
estables o descienden. Además, se necesitan: 1) síntomas indicativos de isquemia miocárdica; 2) nuevos cambios isquémicos en el ECG; 3) hallazgos
angiográficos congruentes con una complicación por algún procedimiento, o 4) demostración en las pruebas de imagen de una nueva pérdida de miocardio
viable o una nueva anomalía regional en la motilidad de las paredes.
• Trombosis de una endoprótesis asociada a un IM cuando se detecta en una angiografía coronaria o una autopsia en el contexto de una isquemia miocárdica y
con un ascenso y/o caída de los valores de biomarcadores cardíacos, y al menos uno de los valores por encima del percentil 99° del LSR.
• El IM relacionado con un IDAC se define arbitrariamente por una elevación de los biomarcadores cardíacos (hasta >10 × percentil 99° del LSR) en pacientes con
unos valores basales de Tn cardíaca normales (≤percentil 99° del LSR). Además, se necesitan: 1) nuevas ondas Q patológicas o un nuevo BRI; 2) nueva oclusión
documentada angiográficamente de un injerto o una arteria coronaria nativa, o 3) indicios en las pruebas de imagen de una nueva pérdida de miocardio viable
o una nueva anomalía en la motilidad regional de las paredes.
© Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Tipo 4b: infarto de miocardio relacionado con la trombosis de una endoprótesis
El IM asociado a la trombosis de una endoprótesis se detecta mediante angiografía coronaria o autopsia en el contexto de una isquemia miocárdica y con un
aumento y/o descenso de los biomarcadores cardíacos, con al menos uno de los valores por encima del percentil 99° del LSR.
Tipo 5: infarto de miocardio relacionado con un injerto de derivación arterial coronaria
El IM asociado a un IDAC se define arbitrariamente por una elevación de los biomarcadores cardíacos hasta >10 × percentil 99° del LSR en pacientes con unos
valores basales normales de Tn cardíaca (<percentil 99° del LSR). Además, se necesitan: 1) nuevas ondas Q patológicas o un nuevo BRI; 2) nueva oclusión
documentada angiográficamente de un injerto o una arteria coronaria nativa, o 3) indicios en las pruebas de imagen de una nueva pérdida de miocardio viable
o una nueva anomalía en la motilidad regional de las paredes.
BRI, bloqueo de rama izquierda; EAC, enfermedad arterial coronaria; IDAC, injerto de derivación de arteria coronaria; LSR, límite superior de referencia; Tn, troponina.
Tomado de Thygesen K, Alpert JS, White HD, et al: Universal definition of myocardial infarction. J Am Coll Cardiol 60:1581, 2012.
la administración oportuna del tratamiento de reperfusión dirigido por
directrices (v. capítulo 52).
La edad avanzada es uno de los principales factores determinantes de
la mortalidad en los pacientes con IMEST.17,18 Durante la hospitalización,
cada vez se utilizan con más frecuencia el cateterismo cardíaco y otros
métodos invasivos en pacientes mayores con IMEST. No obstante, las
pruebas parecen indicar que las mayores reducciones en la mortalidad
de los pacientes mayores se consiguen con las medidas aplicadas durante
las primeras 24 h, un período de tiempo en el que es de vital importancia
el uso inmediato y correcto del tratamiento salvador de reperfusión; esto
pone de manifiesto la necesidad de extender a las personas mayores los
avances en TMDD para el IMEST.19
1069
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Enfermedades cardiovasculares ateroescleróticas
VII
FIGURA 51-1 Isquemia e infarto miocárdicos. La isquemia y el infarto miocárdicos suelen deberse a diferentes procesos patológicos coronarios, como el vasoespasmo, el
aumento de la demanda miocárdica en el contexto de una lesión coronaria fija, y la erosión o rotura de una placa ateroesclerótica vulnerable que da lugar a la formación de un
trombo agudo y la consiguiente isquemia. Todas estas alteraciones producen una desigualdad entre el aporte y la demanda miocárdica de oxígeno, y pueden precipitar la aparición
de síntomas isquémicos; cuando son muy graves o prolongados, todos estos procesos conducen a la necrosis o el infarto del miocardio. Los acontecimientos que no están mediados
por trombos (mitad inferior, lado izquierdo) cursan, generalmente, sin elevaciones del segmento ST en el ECG, pero pueden acompañarse de un aumento de las concentraciones de
biomarcadores cardíacos si la isquemia es bastante grave y prolongada, en cuyo caso se clasifican como IM de tipo II. La lesión aterotrombótica constituye el elemento histobiológico
característico de un SCA. La disminución del flujo puede deberse a un trombo totalmente oclusivo (mitad inferior, lado derecho) o a un trombo que produce una oclusión subtotal
(mitad inferior, centro). Las molestias isquémicas pueden acompañarse o no de una elevación del segmento ST en el ECG. La mayoría de los pacientes con elevación del segmento
ST desarrollan, en última instancia, un IM de ondas Q, mientras que unos pocos pacientes desarrollan IM sin ondas Q. Los pacientes sin elevación del segmento ST pueden sufrir
una angina inestable o un IMSEST, cuya distinción depende, en última instancia, de la presencia o ausencia de un marcador cardíaco sérico, como la CK-MB o la troponina cardíaca
detectada en la sangre. La mayoría de los pacientes con IMSEST en el ECG desarrolla, finalmente, un IM sin ondas Q; unos pocos pueden desarrollar un IM de ondas Q. Un IM que
se desarrolla como resultado de la lesión aterotrombótica de un SCA se clasifica como IM de tipo I. (Modificado de Thygesen K, Alpert JS, Jaffe AS, et al: Third universal definition
of myocardial infarction. J Am Coll Cardiol 60:1581, 2012.)
Parece que el tratamiento y el pronóstico de los pacientes con
IMEST varían sustancialmente dependiendo del volumen de pacientes
atendidos en el medio hospitalario. 20,21 Los índices de mortalidad
en los pacientes con IMEST son menores en los hospitales con un
gran volumen clínico, un porcentaje elevado de métodos invasivos
y una buena valoración en informes de calidad. Por el contrario,
los pacientes con IMEST que no son atendidos por un especialista
cardiovascular alcanzan mayores índices de mortalidad. Se observan
también variaciones en los patrones de tratamiento de determinados subgrupos de pacientes con IMEST, en particular las mujeres y
1070 los negros, aunque, después de realizar los ajustes pertinentes por
procesos comórbidos y por el grado de ateroesclerosis, los resultados
parecen ser similares.22
HALLAZGOS ANATOMOPATOLÓGICOS
De acuerdo con las investigaciones que comenzaron en los años setenta,
actualmente se acepta que casi todos los episodios de SCA se deben a
la ateroesclerosis coronaria, generalmente con superposición de una
trombosis coronaria causada por la rotura o erosión de una lesión ateroesclerótica.23,24 Más adelante, en este mismo capítulo, describiremos las
formas no aterógenas de enfermedad arterial coronaria, y en la tabla 51-3
presentamos las causas de IM sin ateroesclerosis coronaria.
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TABLA 51-3 Causas de infarto de miocardio sin ateroesclerosis
coronaria
51
Infarto de miocardio con elevación del ST: anatomía patológica, fisiopatología y manifestaciones clínicas
Enfermedad coronaria no ateroesclerótica
Arteritis
Sifilítica
Granulomatosa (enfermedad de Takayasu)
Panarteritis nudosa
Síndrome ganglionar mucocutáneo (Kawasaki)
Lupus eritematoso sistémico
Espondilitis reumatoide
Espondilitis anquilosante
Traumatismo de arterias coronarias
Desgarro
Trombosis
Yatrogenia
Radiación (radioterapia antineoplásica)
Engrosamiento mural con enfermedad metabólica o enfermedad proliferante
de la íntima
Mucopolisacaridosis (enfermedad de Hurler)
Homocistinuria
Enfermedad de Fabry
Amiloidosis
Esclerosis juvenil de la íntima (calcificación arterial idiopática
de la infancia)
Hiperplasia de la íntima asociada a anticonceptivos esteroideos
o posparto
Seudoxantoma elástico
Fibrosis coronaria por radioterapia
Estrechamiento de la luz por otros mecanismos
Espasmo de las arterias coronarias (angina de Prinzmetal con arterias
coronarias normales)
Espasmo tras la retirada de nitroglicerina
Disección aórtica
Disección de la arteria coronaria
Embolia en arterias coronarias
Endocarditis infecciosa
Endocarditis trombótica no bacteriana
Prolapso de la válvula mitral
Trombo mural en aurícula izquierda, ventrículo izquierdo o venas
pulmonares
Émbolo por prótesis valvular
Mixoma cardíaco
Asociado a cirugía con circulación extracorpórea y coronariografía
Embolia paradójica
Fibroelastoma papilar de la válvula aórtica («émbolo fijo»)
Trombos por catéteres o guías intracardíacas
Anomalías congénitas de las arterias coronarias
Origen anómalo de la arteria coronaria izquierda en la arteria pulmonar
Arteria coronaria izquierda del seno de Valsalva anterior
Fístula coronaria arteriovenosa y arteriocavitaria
Aneurisma arterial coronario
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Desproporción demanda-suministro de oxígeno
Estenosis aórtica, todos los tipos
Diferenciación incompleta de la válvula aórtica
Insuficiencia aórtica
Intoxicación por monóxido de carbono
Tirotoxicosis
Hipotensión prolongada
Miocardiopatía de takotsubo
Hematológicos (trombosis in situ)
Policitemia vera
Trombocitosis
Coagulación intravascular diseminada
Hipercoagulabilidad, trombosis, púrpura trombocitopénica
Otras
Abuso de cocaína
Contusión miocárdica
Infarto de miocardio con arterias coronarias normales
Complicación de cateterismo cardíaco
Modificado de Cheitlin MD, McAllister HA, de Castro CM: Myocardial infarction
without atherosclerosis. JAMA 231:951, 1975. Copyright 1975, American Medical
Association.
FIGURA 51-2 A. Porcentajes de incidencia de IM agudo, ajustados en función de la
edad y el sexo, entre 1999 y 2008. Las barras I representan los intervalos de confianza
al 95%. B. Se muestran los cocientes de probabilidades ajustados para la mortalidad
a los 30 días en función del año después de un IM (B, arriba), un IMEST (B, centro) y
un IMSEST (B, abajo). Se realizó un ajuste de los modelos atendiendo a las características demográficas de los pacientes, los trastornos cardiovasculares previos, los factores
de riesgo cardiovascular, la enfermedad pulmonar crónica y el cáncer sistémico. El año de
referencia es 1999. Véase también la figura 53-2. (Tomado de Yeh RW, Sidney S, Chandra
M, et al: Population trends in the incidence and outcomes of acute myocardial infarction.
N Engl J Med 362:2155, 2010.)
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Enfermedades cardiovasculares ateroescleróticas
Cuando se produce una aterotrombosis coronaria aguda, el tromVII bo intracoronario resultante puede
causar una obstrucción parcial, que
generalmente produce isquemia miocárdica sin elevación del segmento
ST, o puede provocar una oclusión
completa y causar isquemia miocárdica transmural e IMEST. Antes
de la aparición de los fibrinolíticos,
los clínicos solían clasificar a los
pacientes con IM en pacientes que
desarrollaban una onda Q en el ECG
y pacientes con un IM sin onda Q
en la evolución del patrón ECG a lo
largo de varios días. En muchos casos,
se consideraba que la denominación
infarto de onda Q era prácticamente
sinónima de infarto transmural,
mientras que los infartos sin onda Q
recibían, a menudo, el nombre de
infartos subendocárdicos. Estudios más
recientes en los que se ha utilizado
la resonancia magnética cardíaca
(RMC) indican que la aparición de
una onda Q en el ECG depende más
del tamaño del infarto que de la profundidad de la lesión mural. Debido a
ello, la denominación SCA como base
conceptual amplia más apropiada ha
desbancado esta terminología, anclada por la fisiopatología unificadora
FIGURA 51-3 Representación esquemática de la progresión de la necrosis miocárdica tras la oclusión arterial coronaria. La
subyacente (v. fig. 51-1). Es preferible
necrosis comienza en una pequeña zona de miocardio por debajo de la superficie endocárdica en el centro de la zona isquémica.
realizar una subclasificación adicioToda esa zona de miocardio (línea discontinua) depende del vaso ocluido para su perfusión y es el área de riesgo. La necrosis
respeta una estrecha zona de miocardio inmediatamente por debajo del endocardio que puede oxigenarse por difusión desde
nal de los pacientes en función de la
el ventrículo. (Tomado de Schoen FJ: The heart. In Kumar V, Abbas AK, Fausto N [eds]: Robbins & Cotran Pathologic Basis of
elevación del segmento ST (IMEST)
Disease. 8th ed. Philadelphia, WB Saunders, 2009.)
o la ausencia de la misma (SCA sin
elevación del segmento ST) en lugar
de basarse en la evolución de las ondas Q, ya que algunas decisiones Fisura y rotura de la placa
clínicas inmediatas, como la fibrinólisis o la ICP primaria, dependen En los estudios de autopsia, la rotura y la erosión de la placa son las
de la identificación de una elevación diagnóstica del segmento ST en principales causas subyacentes de IM y muerte cardíaca repentina. Casi
el ECG inicial.
en tres cuartos de los casos se observa la rotura de la placa, y es más
frecuente en los hombres. La erosión de la placa es más frecuente en las
Placa (v. también capítulo 41)
mujeres menores de 50 años, aunque la prevalencia de la rotura aumenta
La placa ateroesclerótica empieza a formarse muy pronto en la vida y va con la edad de las mujeres.23 Es muy probable que una placa ateroescreciendo lentamente a lo largo de varias décadas.25 En el mundo actual clerótica propensa al deterioro o la erosión sea, en realidad, una placa
es casi constante la presencia de algo de ateroesclerosis, aunque la mayor que ha evolucionado a una morfología que incluye un núcleo necrótico
parte de la placa se mantiene asintomática durante toda la vida. Otras lleno de lípidos y células inflamatorias y cubierto por una capa fibrosa fina
placas pueden formarse lentamente y causar síntomas estables. Son poco e inflamada. En un estudio prospectivo de 697 pacientes con SCA que
frecuentes las placas que precipitan un episodio de SCA por la trans- se sometieron a una angiografía coronaria perivascular y una ecografía
formación brusca y catastrófica de una placa vulnerable, pero estable, intravascular por radiofrecuencia de escala de grises tras una ICP, se comen una placa inestable caracterizada por alteraciones o erosiones, con probó que tres características de las lesiones (contenido de lípidos superior
desarrollo posterior de una trombosis superpuesta.23,26 Los factores de al 70%, morfología del fibroateroma de capa fina y una superficie luminal
riesgo tradicionales y la consiguiente inflamación crónica favorecen una mínima de 4 mm2 o menos) eran correlatos independientes de futuros
gran parte del desarrollo de la ateroesclerosis, aunque algunos pacientes episodios ateroescleróticos (fig. 51-4).27 Otras características morfológicas
presentan una predisposición sistémica al deterioro de la placa que no asociadas a las placas propensas a la rotura son un remodelado expansivo
depende de los factores de riesgo tradicionales. La rotura de la placa que reduce la obstrucción luminal (estenosis leve en la angiografía), la
produce exposición a sustancias que favorecen la activación y agregación neovascularización (angiogenia), la hemorragia en la placa, la inflamación
plaquetaria, generación de trombina y finalmente la formación de un de la adventicia y un patrón de calcificación «moteado».23
trombo.23,26 Finalmente, el trombo resultante que se forma interrumpe el
La inflamación estimula la sobreexpresión de enzimas que degradan
flujo sanguíneo y produce un desequilibrio entre suministro y demanda de los componentes de la matriz extracelular de la placa.23,26 Los macrófaoxígeno, y si este desequilibrio es intenso y persistente, surge la necrosis gos y los mastocitos activados que se encuentran en los lugares de las
miocárdica (fig. 51-3).
erosiones ateromatosas y de la rotura de la placa en los pacientes que
mueren de un IMEST pueden elaborar estas proteinasas. Además de estos
Composición de las placas
aspectos estructurales de placas vulnerables o de alto riesgo, el estrés
Las placas ateroescleróticas asociadas a una oclusión trombótica total provocado por la presión intraluminal, el tono vasomotor coronario, la
de una arteria coronaria epicárdica, localizada en los vasos relacionados taquicardia (estiramiento y compresión cíclica) y la rotura de los microcon el infarto, son generalmente más complejas e irregulares que las de vasos se combinan para producir una rotura de la placa en el borde de
los vasos no asociados a un IMEST.23,26 Los estudios histológicos de estas la cubierta fibrosa cerca de un segmento de la pared arterial coronaria
lesiones revelan a menudo la rotura o erosión de la placa (v. capítulo 41). libre de placa (región del hombro de la placa). 25 En los momentos de
La composición del trombo puede variar a diferentes niveles: los trombos sobrecarga aumentan varios parámetros fisiológicos clave como presión
blancos contienen plaquetas, fibrina o ambas y los trombos rojos contie- arterial sistólica, frecuencia cardíaca, viscosidad sanguínea, activador
del plasminógeno tisular (t-PA) endógeno, inhibidor del activador del
1072 nen eritrocitos, fibrina, plaquetas y leucocitos (v. capítulo 82).
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eran. Esta figura muestra los porcentajes de acontecimientos correspondientes a 595 lesiones no responsables que fueron caracterizadas como FACF y a 2.114 que no lo fueron
por medio de la ecografía intravascular por radiofrecuencia de escala de grises de acuerdo con la superficie luminal mínima (SLM) y la carga de placa (CP). Las lesiones que tenían
una mayor carga de placa (es decir, un mayor contenido ateroesclerótico) y una luz más reducida corrían el mayor riesgo de desencadenar posteriormente un episodio coronario
agudo. La imagen insertada es un ejemplo de un FACF visualizado mediante ecografía de radiofrecuencia. El rojo indica el núcleo necrótico, el verde oscuro indica tejido fibroso,
el blanco indica la confluencia de calcio denso, y el verde claro indica tejido fibroadiposo. IC, intervalo de confianza. (Tomado de Stone GW, Maehara A, Lansky AJ, et al: A pro­
spective natural-history study of coronary atherosclerosis. N Engl J Med 364:226, 2011).
­plasminógeno-1 (PAI-1) y ­concentración plasmática de cortisol y adrenalina que presentan variaciones circadianas y estacionales. Dichos
parámetros actúan de forma combinada para aumentar la propensión a
la rotura de la placa y a trombosis coronaria, lo que hace que los IMEST
se acumulen a primeras horas de la mañana, sobre todo en invierno y
tras catástrofes naturales.28-30
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Síndromes coronarios agudos
La rotura de la placa expone sustancias aterógenas que pueden producir
un trombo extenso en la arteria relacionada con el infarto (v. fig. 51-1).
Una red colateral adecuada que impida la necrosis puede dar lugar a
episodios asintomáticos de oclusión coronaria; además, muchas roturas
de placa son asintomáticas si la trombosis no es oclusiva. Los trombos
completamente oclusivos producen de forma característica una lesión
transparietal de la pared ventricular en el lecho miocárdico irrigado por la
arteria coronaria afectada (fig. 51-5; v. figs. 51-1 y 51-3). El infarto altera
la secuencia de despolarización, lo que se refleja en cambios en el QRS.31
El cambio más característico en el QRS que aparece en la mayoría de
los pacientes con IMEST es la aparición de ondas Q en las derivaciones
situadas sobre la zona del infarto (v. fig. 51-1 y 51-5).31 En una minoría
de los pacientes con elevación del ST no aparecen ondas Q, pero se ven
con frecuencia otras anomalías del complejo QRS, como una disminución
de altura de la onda R y una hendidura o división del complejo QRS
(v. capítulo 12). Los pacientes que tienen síntomas isquémicos sin elevación del ST suelen diagnosticarse de angina inestable o, si existe evidencia
de necrosis miocárdica, IMSEST (v. fig. 51-1).
Los pacientes con elevación persistente del segmento ST son candidatos
a reperfusión (bien farmacológica o con catéter) para restablecer el flujo
en la arteria epicárdica relacionada con el infarto (v. capítulo 52).10 Los
pacientes con SCA sin elevación del ST no son candidatos a reperfusión
farmacológica, pero deben recibir tratamiento con terapia antiisquémica,
seguida en la mayoría de los casos de una ICP (v. capítulo 53). Por tanto,
el ECG de 12 derivaciones sigue siendo el centro de la vía de decisión
para el tratamiento de los pacientes con SCA a fin de distinguir entre
presentaciones con y sin elevación del ST (v. fig. 51-1 y 55-5).32
Músculo cardíaco
Los efectos celulares de la isquemia comienzan a los pocos segundos del
inicio de la hipoxia con la interrupción de la síntesis de trifosfato de adenosina (ATP). Esto compromete la relajación-contracción del miocardio, y
puede empezar a formarse una lesión celular irreversible incluso cuando
solo han transcurrido 20 min. La necrosis suele ser total al cabo de 6 h,
a menos que se produzca una reperfusión o que exista una circulación
colateral muy extensa (fig. 51-6).
Infarto de miocardio con elevación del ST: anatomía patológica, fisiopatología y manifestaciones clínicas
FIGURA 51-4 Comparación de porcentajes de episodios cardiovasculares correspondientes a lesiones que eran fibroadenomas de cubierta fina (FACF) y a lesiones que no lo
Hallazgos de la anatomía patológica macroscópica. A la inspección
macroscópica, el IM puede dividirse en dos tipos: infarto transmural en el
que la necrosis miocárdica afecta a todo (o casi todo) el grosor de la pared
ventricular e infarto subendocárdico (no transmural) en el que la necrosis
afecta al subendocardio, el miocardio intramural o ambos sin extenderse a
todo el espesor de la pared ventricular hasta el epicardio (fig. 51-7).
La trombosis coronaria oclusiva es bastante más frecuente cuando el
infarto es transmural y se localiza en el territorio de distribución de una sola
arteria coronaria (v. fig. 51-5). Sin embargo, los infartos no transmurales
ocurren a menudo asociados a arterias coronarias con estenosis importantes, pero aún permeables, o cuando la región infartada tiene suficiente
circulación colateral. El infarto transmural parcheado puede producirse a
consecuencia de la fibrinólisis o de la ICP, o cuando se restablece el flujo
sanguíneo en un trombo que era oclusivo antes de que el frente de onda
de la necrosis se hubiera extendido desde el subendocardio a todo el grosor de la pared ventricular (v. fig. 51-3).
Hallazgos histológicos y ultraestructurales. Las alteraciones macroscópicas en el miocardio son difíciles de identificar hasta al menos 6 a 12 h
desde el comienzo de la necrosis (fig. 51-8). Sin embargo, diferentes tinciones histoquímicas pueden identificar zonas de necrosis tan solo 2 a 3 h
después (fig. 51-9).33 Después, el miocardio infartado sufre una secuencia
de cambios patológicos macroscópicos (fig. 51-10; v. también fig. 51-8).34
A menudo, a las pocas horas de la muerte por IM puede detectarse la
presencia de un infarto sumergiendo cortes de miocardio en cloruro de
trifeniltetrazolio, que tiñe el miocardio no infartado de color rojo ladrillo,
mientras que la zona infartada no capta la tinción (v. fig. 51-7).
Hallazgos microscópicos. La evaluación histológica del IM revela varios
estadios en el proceso de curación (v. figs. 51-8 a 51-10). En el infarto
experimental, los primeros cambios ultraestructurales en el músculo cardíaco
tras la ligadura de una arteria coronaria, que se observan a los 20 min,
consisten en reducción del tamaño y número de gránulos de glucógeno,
edema intracelular y tumefacción con distorsión del sistema tubular transverso, retículo sarcoplásmico y mitocondrias (v. fig. 51-8).35 Estos cambios
tempranos son reversibles. Los cambios a los 60 min de la oclusión consisten
en tumefacción de las células miocárdicas, tumefacción y alteración interna
de las mitocondrias y agregación floculante y marginación de la cromatina nuclear, así como relajación de las miofibrillas. Entre 20 min y 2 h de
isquemia, los cambios en algunas células son irreversibles y se produce una
progresión de dichas alteraciones.34
1073
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Enfermedades cardiovasculares ateroescleróticas
VII
FIGURA 51-5 Correlación entre las zonas de oclusión coronaria, las zonas de necrosis y las alteraciones electrocardiográficas. En la parte superior de la imagen se muestra un
diagrama esquemático del corazón con la localización de las principales arterias coronarias epicárdicas. Inmediatamente por debajo hay otro diagrama que muestra una proyección
en eje corto de los ventrículos izquierdo y derecho y la localización aproximada de la descendente anterior izquierda (DA), la circunfleja izquierda (CxI) y la arteria coronaria derecha
(CD); la última da lugar a una arteria descendente posterior (DP) en la mayoría de los pacientes. La parte central de la figura muestra la localización de las zonas de necrosis tras la
oclusión de una arteria coronaria epicárdica importante. La identificación de la arteria del infarto con el ECG de 12 derivaciones se muestra en la parte inferior. Los 17 segmentos
miocárdicos en un formato de mapa polar (A) se muestran con una superposición del riego arterial proporcionado por la DA (B), la CD (C) y la CxI (D). E. Posición de las derivaciones
electrocardiográficas estándar respecto al mapa polar. La arteria del infarto puede deducirse identificando las derivaciones que muestran la elevación del segmento ST y referenciando
esa información a los grupos A a D. Por ejemplo, la elevación del ST que aparece de forma más destacada en las derivaciones situadas por encima de los segmentos 1, 2, 7, 8, 13,
14 y 17 indica que la DA es la arteria del infarto. D1, primera diagonal; DP, descendente posterior; OM, obtusa marginal; PB, posterobasal; PL, posterolateral; S1, primera septal.
(Tomado de Bayes-de-Luna A, Wagner G, Birnbaum Y, et al: A new terminology for the left ventricular walls and location of myocardial infarcts that present Q wave based on the
1074 standard of cardiac magnetic resonance imaging. Circulation 114:1755, 2006.)
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51
y la arteria descendente anterior izquierda ocluida (oclusión por debajo de la tercera rama diagonal). A. La zona gris indica la zona isquémica con riesgo de IM (que corresponde,
finalmente, al tamaño del infarto) en caso de producirse una oclusión de la arteria descendente anterior izquierda y en ausencia de colaterales. B. La zona con riesgo de IM es
igual a cero, debido a la extensa presencia de colaterales. (Tomado de Traupe T, Gloekler S, de Marchi SF, et al: Assessment of the human coronary collateral circulation. Circulation
122:1210, 2010.)
que esta forma de necrosis esté presente en todo el infarto después de la
reperfusión (v. fig. 51-9).
Miocitólisis. La isquemia sin necrosis no produce por lo general cambios
agudos visibles en microscopia óptica. No obstante, una isquemia intensa
y prolongada puede causar vacuolización de los miocitos, denominada con
frecuencia miocitólisis. Una isquemia intensa prolongada potencialmente
reversible causa un edema turbio, así como degeneración hidrópica, vascular y grasa.
Apoptosis. Una vía adicional de muerte de los miocitos es la apoptosis
o muerte celular programada. Al contrario que la necrosis coagulativa,
los miocitos que sufren apoptosis muestran una contracción celular con
fragmentación del ADN y fagocitosis pero sin el habitual infiltrado celular
indicativo de inflamación.34 La importancia de la apoptosis en el IM es peor
conocida que la de la necrosis coagulativa. La apoptosis puede ocurrir
inmediatamente después del comienzo de la isquemia miocárdica, pero
parece que su impacto es más importante en la pérdida tardía de miocitos
y en el remodelado ventricular tras el IM.36
Conceptos actuales sobre los procesos celulares
durante el infarto de miocardio y su cicatrización
FIGURA 51-7 Superior. IM agudo, predominantemente en la porción posterolateral
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del ventrículo izquierdo, que se demuestra mediante tinción histoquímica por la falta
de tinción con cloruro de trifeniltetrazolio en las zonas de necrosis. El defecto de tinción
se debe a la fuga enzimática que sigue a la muerte celular. La hemorragia miocárdica
en un borde del infarto se asoció a una rotura cardíaca, y la cicatriz anterior (inferior
izquierda) fue indicativa de un infarto antiguo. La muestra fue obtenida con la pared
posterior arriba. Inferior. La respuesta tisular temprana al proceso del infarto implica
una mezcla de necrosis blanda, inflamación y hemorragia. (Tomado de Schoen FJ: The
heart. In Kumar V, Abbas AK, Fausto N, Aster J [eds]: Robbins & Cotran Pathologic Basis
of Disease. 8th ed. Philadelphia, WB Saunders, 2009.)
Patrones de necrosis miocárdica
Necrosis por coagulación. La necrosis coagulativa se produce por una
isquemia marcada y persistente, y suele aparecer en la región central de los
infartos; provoca la detención de las células musculares en estado relajado y
una distensión pasiva de las células musculares isquémicas. El tejido presenta
miofibrillas distendidas, muchas células con núcleos picnóticos, microvasos
congestionados y fagocitosis de células musculares necróticas (v. fig. 51-8).
Se producen daños mitocondriales con formación de densidades amorfas
(floculentas) prominentes, pero no se observa calcificación.
Necrosis con bandas de contracción. Esta forma de necrosis miocárdica, denominada también necrosis en banda de contracción o miocitóli­
sis coagulativa, se debe principalmente a isquemia pronunciada seguida
de reflujo.34 Se caracteriza por miofibrillas hipercontraídas con bandas de
contracción y daño mitocondrial, con frecuencia calcificación, congestión
vascular marcada y cicatrización mediante lisis de las células musculares.
Está causada por un aumento del flujo de entrada de Ca2+ al interior de las
células agonizantes, lo que produce una parálisis de las células en estado de
contracción. Se observa en la periferia de infartos de gran tamaño y es más
amplia en los infartos no transmurales que en los transmurales. Es posible
En los estudios clásicos se definía la secuencia de acontecimientos celulares que tienen lugar durante un IM humano por medio de estudios
histológicos muy minuciosos.37 Los primeros días tras un IM se caracterizaban por una acumulación de granulocitos. Después de los primeros
días, se acumulaban fagocitos mononucleares en el infarto tisular. Finalmente, se formaba un tejido de granulación caracterizado por la neovascularización y la acumulación de matriz extracelular (fibrosis). Estudios
experimentales recientes en ratones han revelado la existencia de una
secuencia de acumulación de subpoblaciones de fagocitos mononucleares.38 La primera oleada se produce aproximadamente 1-3 días después
de la ligadura coronaria y está constituida por un subgrupo de monocitos
proinflamatorios que se caracterizan por una gran capacidad proteolítica y
fagocítica, y por la síntesis de citocinas proinflamatorias. En una fase posterior (días 3 a 7) predominan unos monocitos menos inflamatorios que
sintetizan el mediador angiógeno factor de crecimiento endotelial vascular
(VEGF), y el mediador fibrógeno factor transformador del crecimiento b
(TGF-b). Probablemente, este reclutamiento secuencial tan orquestado
de subpoblaciones de monocitos desempeña un papel importante en la
cicatrización miocárdica. La primera oleada de células mononucleares
proinflamatorias y con actividad fagocítica constituye una «cuadrilla de
limpieza» que limpia los restos necróticos y prepara el camino para la
segunda oleada de monocitos menos inflamatorios, que contribuyen a
la cicatrización estimulando la formación de un tejido de granulación.
Modificación de los cambios anatomopatológicos
por la reperfusión
Infarto de miocardio con elevación del ST: anatomía patológica, fisiopatología y manifestaciones clínicas
FIGURA 51-6 Diagrama esquemático de la circulación arterial coronaria sin anastomosis interarteriales (A) y con anastomosis interarteriales (B) entre la arteria coronaria derecha
Cuando se produce una reperfusión del miocardio sometido a los cambios
evolutivos desde la isquemia al infarto en un momento adecuado (es 1075
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VII
FIGURA 51-8 Secuencia temporal de cambios bioquímicos, ultraestructurales, histoquímicos e histológicos tempranos tras el comienzo del infarto de miocardio. Superior. Esquema
del marco temporal de la reperfusión precoz y tardía del miocardio en el territorio de una arteria coronaria ocluida. Aproximadamente durante 30 min después del comienzo de la
isquemia más grave, la lesión miocárdica es potencialmente reversible. Después se produce una pérdida progresiva de viabilidad, que resulta completa a las 6-12 h. Los beneficios
de la reperfusión son superiores cuando se realiza antes y van disminuyendo conforme se retrasa la reperfusión. Obsérvense las alteraciones en la secuencia temporal en el infarto
reperfundido. El patrón de alteraciones anatomopatológicas tras la reperfusión es variable y depende del momento de la reperfusión, del infarto previo y del flujo colateral. TTC, cloruro
de trifeniltetrazolio. (Tomado de Schoen FJ: The heart. In Kumar V, Abbas AK, Fausto N [eds]: Robbins & Cotran Pathologic Basis of Disease. 8th ed. Philadelphia, WB Saunders, 2009.)
decir, en un período de 15 a 20 min) es posible evitar que se produzca
la necrosis. Después de este momento, el número de miocitos salvados
y por tanto la cantidad de tejido miocárdico salvado (zona de necrosis/
zona de riesgo) está relacionado directamente con el tiempo que la arteria
coronaria ha permanecido completamente obstruida, la magnitud del
consumo miocárdico de oxígeno y el flujo sanguíneo colateral (fig. 51-11).
Los signos anatomopatológicos típicos en el infarto con reperfusión son
una mezcla de necrosis, hemorragia en el interior de zonas con miocitos
con daño irreversible, necrosis coagulativa con bandas de contracción
y distorsión de la arquitectura de las células en la zona reperfundida
(fig. 51-12). La reperfusión del miocardio infartado acelera también la
1076 eliminación de proteínas intracelulares filtradas, lo que produce una
concentración máxima exagerada y precoz de sustancias como la fracción
MB de la creatina cinasa (CK-MB) y las troponinas cardíacas específicas
I y T (v. a continuación).39
Anatomía coronaria y localización del infarto
La coronariografía efectuada en las primeras horas de un IMEST detecta
una incidencia aproximada del 90% de oclusión total del vaso relacionado
con el infarto. La recanalización por trombólisis espontánea produce un
descenso de la incidencia de vasos con oclusión total en la coronariografía
en el período siguiente al comienzo del IM. La trombólisis farmacológica
aumenta de forma notable la proporción de pacientes con una arteria
relacionada con el infarto permeable poco después del IMEST.
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comparación con las fibras normales adyacentes (inferior derecha). Espacios ensanchados entre las fibras muertas que contienen líquido de edema y neutrófilos dispersos. B. Infiltrado denso por leucocitos polimorfonucleares en una zona de infarto agudo de miocardio de 3 a 4 días de evolución. C. Eliminación casi completa de miocitos necróticos por
fagocitosis (≈7 a 10 días). D. Tejido de granulación con una rica red vascular y depósito temprano de colágeno, aproximadamente 3 semanas después del infarto. E. Infarto de
miocardio bien cicatrizado con sustitución de las fibras necróticas por una cicatriz colágena densa. Existen escasas células musculares cardíacas residuales. (En D y E el colágeno
es azul por la tinción tricrómica de Masson.) F. Necrosis miocárdica con hemorragia y bandas de contracción, visible como bandas oscuras que abarcan varias miofibras (flechas).
Este es el aspecto característico del miocardio con isquemia avanzada sometido a reperfusión. (Tomado de Schoen FJ: The heart. In Kumar V, Abbas AK, Fausto N [eds]: Robbins &
Cotran Pathologic Basis of Disease. 8th ed. Philadelphia, WB Saunders, 2009.)
El IMEST con necrosis transmural se localiza distal a una obstrucción
total aguda en la arteria coronaria con un trombo sobre una placa rota
(v. fig. 51-5). No obstante, la oclusión total crónica de una arteria coronaria
no se asocia siempre a IM. El flujo sanguíneo colateral y otros factores
como el grado de metabolismo cardíaco, la presencia y localización de la
estenosis en otras arterias coronarias, la velocidad de desarrollo de la obstrucción y la cantidad de miocardio que recibe sangre por el vaso obstruido
influyen en la viabilidad de las células miocárdicas distales a la oclusión. En
muchas series de pacientes estudiados mediante autopsia o coronariografía se ha detectado un número menor (5%) de pacientes con IMEST y arterias coronarias normales. En estos pacientes, la causa del infarto podría ser
un émbolo ya lisado, un agregado plaquetario con oclusión transitoria
o un episodio prolongado de espasmo coronario intenso.
Los estudios en pacientes que acaban por desarrollar un IMEST tras
una coronariografía en algún momento previo al mismo han permitido
clarificar la anatomía coronaria antes del infarto. Aunque las estenosis
avanzadas, cuando están presentes, producen IMEST con más frecuencia
que las menos pronunciadas, la mayoría de las oclusiones tienen lugar
en vasos con una estenosis previamente identificada menor del 50% en
una coronariografía realizada meses o años antes.27 Este hallazgo apoya
la idea de que el IMEST es el resultado de una oclusión trombótica rápida
en la zona de rotura de una placa previamente no obstructiva pero rica en
lípidos. Es posible un infarto a distancia de una oclusión coronaria cuando
una zona del ventrículo recibe la sangre por vasos secundarios. Por ejemplo,
tras una obliteración gradual de la luz de la arteria coronaria derecha, la
pared inferior del ventrículo izquierdo puede mantenerse viable mediante
vasos secundarios que nacen de la arteria coronaria izquierda descendente anterior. Más tarde, una oclusión de la arteria coronaria izquierda
descendente anterior puede causar un infarto en la pared diafragmática.
Infarto de miocardio con elevación del ST: anatomía patológica, fisiopatología y manifestaciones clínicas
FIGURA 51-9 Características microscópicas del infarto de miocardio. A. Infarto de 1 día con necrosis coagulativa, fibras onduladas con elongación y estrechamiento, en
Infarto ventricular derecho
Aproximadamente el 50% de los infartos de localización inferior afectan
en parte al ventrículo derecho.40 El infarto ventricular derecho (VD) afecta
exclusivamente a los pacientes con infarto transmural de la pared inferoposterior y porción posterior del tabique interventricular. El infarto ventricular derecho se produce casi siempre asociado a un infarto del tabique
interventricular adyacente y del miocardio ventricular izquierdo (VI), pero
solo en el 3-5% de los casos de IM confirmados mediante autopsia se
detecta un infarto aislado en el ventrículo derecho. El infarto ventricular
derecho es menos frecuente de lo que cabría esperar por la frecuencia de
lesiones ateroescleróticas que afectan a la arteria coronaria derecha. El
ventrículo derecho puede soportar períodos largos de isquemia con una
recuperación excelente de la función contráctil tras la reperfusión.
Infarto auricular
Puede verse hasta en el 10% de los pacientes con IMEST si se emplea
el desplazamiento del segmento PR como criterio de infarto auricular.
Aunque el infarto auricular aislado solo se observa en el 3,5% de las 1077
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VII
FIGURA 51-10 La cicatrización tras un IM comprende tres fases solapadas: inflamatoria, proliferativa y de cicatrización. Cada una de ellas se caracteriza por una serie de
procesos y acontecimientos específicos (cuadros rojos) mediados por diferentes células controladas por quimiocinas específicas. El TGF-b y la IL-10 marcan la transición de la fase
inflamatoria a la proliferativa. La matriz extracelular (MEC) evoluciona hasta formar una cicatriz madura (azul oscuro en la parte superior derecha), que garantiza la estabilidad
y el funcionamiento del corazón. Los monocitos GR-1high inducen inflamación y fagocitosis, mientras que los monocitos GR-1low favorecen la cicatrización. CMM, célula madre
mesenquimatosa; CPE, células progenitoras endoteliales; IL, interleucina; TGF, factor transformador del crecimiento. (Tomado de Liehn EA, Postea O, Curaj A, Marx N: Repair after
myocardial infarction, between fantasy and reality: The role of chemokines. J Am Coll Cardiol 2011;58:2357, 2011).
autopsias de pacientes con IMEST, también aparece con frecuencia
asociado a infarto ventricular y puede provocar una rotura de la pared
auricular.41 Este tipo de infarto es más frecuente en el lado derecho que
en el izquierdo, es más frecuente en las orejuelas auriculares que en la
pared posterior o lateral y puede dar lugar a la formación de un trombo.
El infarto auricular se acompaña con frecuencia de arritmias auriculares
y se ha asociado a una reducción de la secreción de péptido natriurético
auricular y a un síndrome de gasto cardíaco bajo cuando coexiste con un
infarto ventricular derecho.
Circulación colateral en el infarto agudo de miocardio
(v. capítulo 49)
1078
La circulación colateral coronaria está especialmente bien desarrollada
en los pacientes con coronariopatía oclusiva, sobre todo cuando es grave,
con reducción del área transversal mayor del 75% en uno o más vasos
principales; en los pacientes con hipoxia crónica como en la anemia grave,
enfermedad pulmonar obstructiva crónica y cardiopatía congénita cianótica, y en los pacientes con hipertrofia ventricular izquierda (v. fig. 51-6).42
La magnitud del flujo colateral coronario es un determinante importante del tamaño del infarto. Además, es bastante frecuente que los
pacientes con vasos colaterales abundantes tengan arterias coronarias
totalmente ocluidas sin signos de infarto en el territorio de distribución
de dicha arteria, por lo que la supervivencia del miocardio distal a estas
oclusiones debe depender del flujo sanguíneo colateral. Incluso si la
perfusión colateral presente en el momento de la oclusión coronaria
es insuficiente para prevenir el infarto, aún puede ejercer un efecto
protector al evitar la formación de un aneurisma ventricular. Es probable
que la presencia de una estenosis avanzada (90%), probablemente con
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Infarto de miocardio con elevación del ST: anatomía patológica, fisiopatología y manifestaciones clínicas
Infarto de miocardio
con coronarias normales
en la coronariografía
Los pacientes con IMEST y arterias coronarias normales tienden a ser jóvenes con
relativamente pocos factores de riesgo
coronario, salvo por el hecho de que a
menudo tienen antecedentes de tabaquismo (tabla 51-4). En general, no tienen
antecedentes de angina de pecho previa al
infarto. Por lo general, estos pacientes no
presentan un pródromo antes del infarto,
pero, por lo demás, los datos clínicos, analíticos y electrocardiográficos de IMEST se
parecen a los que aparecen en la inmensa
mayoría de los pacientes con IMEST que
tienen una coronariopatía ateroesclerótica
obstructiva clásica.
Los pacientes que se recuperan suelen
tener áreas de discinesia e hipocinesia
localizadas que son visibles en la angiografía ventricular izquierda. Muchos de
estos casos se deben a espasmos arteriales
coronarios, trombosis o ambos, quizá con
disfunción endotelial subyacente o placas
no visibles en la angiografía coronaria. El
FIGURA 51-11 Consecuencias de la reperfusión en distintos momentos después de la oclusión coronaria. En este
síndrome de abombamiento apical tranejemplo, el punto medio de la arteria coronaria descendente anterior izquierda se ha ocluido con el consiguiente desarrollo
sitorio del ventrículo izquierdo (miocarde una gran zona de miocardio isquémico: el «área de riesgo». La reperfusión en menos de 20 min no produce una pérdida
diopatía de takotsubo) se caracteriza por
permanente de tejido, pero puede haber un período de disfunción contráctil en el miocardio reperfundido, cuadro que se
conoce como «aturdimiento». La perfusión posterior produce una necrosis hemorrágica con bandas de contracción. La
anomalías transitorias del movimiento de
oclusión permanente provoca la necrosis del miocardio. (Tomado de Schoen FJ: The heart. In Kumar V, Abbas AK, Fausto
la pared que afectan a la punta y a la zona
N [eds]: Robbins & Cotran Pathologic Basis of Disease. 8th ed. Philadelphia, WB Saunders, 2009.)
media del ventrículo izquierdo (fig. 51-13).
Este síndrome se produce en ausencia
períodos intermitentes de oclusión total, permita el desarrollo de vasos de enfermedad coronaria epicárdica obstructiva y puede simular un
colaterales que se mantienen como conductos potenciales hasta que se IMSET.44,45 Generalmente, la aparición de una miocardiopatía de takotsubo
produce o reproduce una obstrucción total. Esta oclusión total activa va precedida por un episodio de estrés psicológico. En los ECG iniciales
por completo estos conductos. Los pacientes con signos angiográficos se aprecian elevaciones significativas y a menudo difusas del segmento
de formación de colaterales tienen mejor pronóstico angiográfico y ST, que, unidas a las molestias torácicas típicas (frecuentemente muy
intensas), justifican la pertinente derivación inmediata para una angioclínico tras el IM.
grafía coronaria. Se desconoce la causa, pero la disfunción microvascular
y el aturdimiento miocárdico mediados por catecolaminas desempeñan
Causas no ateroescleróticas de infarto agudo
un papel muy importante.46
de miocardio
Otras causas posibles son: 1) émbolos coronarios (quizá de un trombo
Numerosos trastornos diferentes de la ateroesclerosis pueden afectar a mural pequeño, prolapso de la válvula mitral o mixoma); 2) coronariolas arterias coronarias y provocar IMEST (v. tabla 51-3). Por ejemplo, las patía en vasos tan pequeños que no se detecta mediante coronariografía
oclusiones arteriales coronarias pueden estar causadas por embolización o trombosis arterial coronaria seguida de recanalización; 3) trastornos
de una arteria coronaria. Las causas de embolia coronaria son nume- hematológicos (policitemia vera, cardiopatía cianótica con policitemia,
rosas: endocarditis infecciosa y endocarditis trombótica no bacteriana anemia drepanocítica, coagulación intravascular diseminada, tromboci­
(v. capítulo 64), trombos murales, prótesis valvulares, neoplasias, aire tosis y púrpura trombótica trombocitopénica) que ocasionan trombo­
introducido durante cirugía cardíaca y depósitos de calcio por manipula- sis in situ en presencia de arterias coronarias normales; 4) aumento
ción quirúrgica de válvulas calcificadas. Puede producirse una trombosis de la demanda de oxígeno (tirotoxicosis, consumo de anfetaminas);
in situ en las arterias coronarias secundaria a traumatismo en la pared 5) hipotensión secundaria a septicemia, hemorragia o medicamentos,
torácica (v. capítulo 72).
y 6) variantes anatómicas como el origen anómalo de una arteria coroDiferentes procesos inflamatorios pueden provocar alteraciones en las naria (v. capítulo 20), una fístula arteriovenosa coronaria o un puente
arterias coronarias, algunos de los cuales simulan ateroesclerosis y pueden miocárdico.
predisponer a la ateroesclerosis verdadera. Los resultados epidemiológicos
indican que las infecciones virales, sobre todo por el virus de Coxsackie Pronóstico
B, son una causa infrecuente de IM. En algunos casos, una infección viral El pronóstico a largo plazo de los pacientes que sobreviven a un IMEST
precede al IM en personas jóvenes en las que más adelante se comprueba y arterias coronarias normales es bastante mejor que el de los pacientes
que las arterias coronarias son normales.
con IMEST y coronariopatía obstructiva.45 Tras la recuperación del infarto
La aortitis sifilítica puede producir un estrechamiento importante u inicial, la recidiva del infarto, la insuficiencia cardíaca y la muerte son
oclusión de uno o ambos orificios coronarios, mientras que la arteritis de inusuales en pacientes con arterias coronarias normales. De hecho, la
Takayasu puede obstruir las arterias coronarias. La arteritis necrosante, mayoría de estos pacientes tienen unos hallazgos normales en el ECG
panarteritis nudosa, síndrome ganglionar mucocutáneo (enfermedad de esfuerzo, y muy pocos desarrollan angina de pecho.
de Kawasaki), lupus eritematoso sistémico (v. capítulo 84) y arteritis de
células gigantes pueden provocar oclusión coronaria. Una dosis terapéuFISIOPATOLOGÍA
tica de radiación mediastínica puede causar arterioesclerosis coronaria,43
con el consiguiente infarto. El IM puede ser el resultado de la afectación Función ventricular izquierda
arterial coronaria en pacientes con amiloidosis (v. capítulo 65), sín- Función sistólica
drome de Hurler, seudoxantoma elástico y homocistinuria. La cocaína Tras la interrupción del flujo anterógrado en una arteria coronaria epicárpuede producir IM en pacientes con arterias coronarias normales, dica, la zona de miocardio irrigada por dicho vaso (v. fig. 51-12) pierde
IM previo, coronariopatía confirmada o espasmo arterial coronario de inmediato su capacidad para acortarse y realizar trabajo contráctil.
Se producen cuatro modelos de contracción anormales en secuencia: 1079
(v. capítulo 68).
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Enfermedades cardiovasculares ateroescleróticas
Los pacientes con IMEST también presentan
con frecuencia una disminución de la función
VII
contráctil en las zonas no infartadas. Esto puede deberse a una obstrucción previa de la arteria coronaria que irriga la región no infartada
del ventrículo y a la pérdida de colaterales por
la obstrucción reciente del vaso relacionado con
el infarto, circunstancia que se ha denominado
isquemia a distancia. Por otro lado, la presencia
de colaterales antes de IMEST puede permitir
una mayor conservación de la función sistólica
regional en el territorio irrigado por la arteria
ocluida, así como una mejora de la fracción
de eyección ventricular izquierda (FEVI) poco
después del infarto (v. fig. 51-6).42
Si una cantidad suficiente de miocardio
sufre lesión isquémica (v. fig. 51-12), se altera
la función de bomba del VI: disminuye el gasto
cardíaco, volumen sistólico, presión arterial y
dP/dt y aumenta el volumen telesistólico. La
magnitud del aumento del volumen telesistólico es quizá el factor predictivo de mortalidad
tras un IMEST más potente.47 La paradójica
expansión sistólica de una zona del miocardio
ventricular disminuye aún más el volumen sistólico VI.48 Conforme los miocitos necróticos
se deslizan entre sí, la zona del infarto se adelgaza y estira, sobre todo en pacientes con un
infarto anterior extenso, lo que produce una
expansión del infarto. En algunos pacientes se
establece un círculo vicioso de dilatación que
genera mayor dilatación. El grado de dilatación ventricular, que depende estrechamente
del tamaño del infarto, permeabilidad de la
arteria relacionada con el infarto y activación
del sistema renina-angiotensina-aldosterona
(SRAA) local en la zona no infartada del ventrículo, puede modificarse favorablemente con
inhibidores de este sistema, incluso en ausencia
de disfunción VI sintomática.49,50
Con el tiempo, el edema y finalmente la
fibrosis aumentan la rigidez del miocardio
infartado por encima y debajo de los valores
de control. El aumento de rigidez en la zona de
miocardio infartado mejora la función VI porque evita el movimiento sistólico paradójico de
la pared (discinesia).
La probabilidad de presentar síntomas clínicos se correlaciona con parámetros específicos de la función VI. La primera anomalía es
una reducción de la distensibilidad diastólica
(v. más adelante), que puede observarse en
FIGURA 51-12 Varios posibles resultados de una lesión isquémica reversible e irreversible del miocardio. El diagrama
esquemático de la parte inferior muestra el momento de los cambios en la función y la viabilidad. Un punto clave es
infartos que afectan tan solo a una pequeña
que, aunque la función disminuye de forma llamativa tras la oclusión coronaria, el tejido es todavía viable durante
parte del ventrículo izquierdo mediante venun tiempo. Esta es la base de los esfuerzos tempranos intensivos en pacientes con IMEST. (Tomado de Schoen FJ: The
triculografía. Cuando el segmento con contrac­
heart. In Kumar V, Abbas AK, Fausto N [eds]: Robbins & Cotran Pathologic Basis of Disease. 8th ed. Philadelphia, WB
ción anormal supera el 15% es posible una
Saunders, 2009.)
reducción de la fracción de eyección y un
aumento del volumen y la presión teledias1) desincronización, es decir, disociación temporal en la contracción de tólica VI. El riesgo de presentar signos y síntomas físicos de insuficiencia
segmentos adyacentes; 2) hipocinesia, reducción del grado de acorta- VI aumenta también de forma proporcional al incremento de las zonas
miento; 3) acinesia, detención del acortamiento, y 4) discinesia, expansión de movimiento anormal de la pared ventricular izquierda. La insuficiencia
paradójica y abombamiento sistólico. Al principio, la disfunción del infarto cardíaca clínica aparece cuando la superficie de contracción anormal
va acompañada de hipercinesia del resto del miocardio normal. Se cree es mayor del 25% y, si afecta a más del 40% del miocardio ventricular
que la hipercinesia precoz de las zonas no infartadas es el resultado de izquierdo, se produce shock cardiógeno, con frecuencia mortal.
mecanismos compensadores agudos, como un aumento de la actividad
A menos que se produzca una extensión del infarto, durante la fase
del sistema nervioso simpático y el mecanismo de Frank-Starling. Parte de cicatrización surge una cierta mejoría en el movimiento de la pared,
de esta hipercinesia compensadora representa un trabajo ineficaz porque conforme se recupera la función en el miocardio con lesión inicial reverla contracción de los segmentos no infartados del miocardio provoca sible (aturdido) (v. figs. 51-11 y 51-12). Con independencia del tiempo
discinesia en la zona infartada. El aumento de movilidad en la región no de evolución del infarto, los pacientes en los que persiste un movimiento
infartada persiste a las 2 semanas del infarto y en este período de tiempo anormal de la pared en el 20-25% del ventrículo izquierdo tienen más
se produce un cierto grado de recuperación en la propia región del infarto, probabilidad de presentar signos hemodinámicos de insuficiencia vensobre todo si se logra la reperfusión de la zona infartada y disminuye el tricular izquierda, que es un signo de mal pronóstico para la supervivencia
a largo plazo.
1080 miocardio aturdido.
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TABLA 51-4 Causas de lesión miocárdica
Lesión por isquemia miocárdica primaria
Lesión por isquemia miocárdica por desequilibrio entre el aporte
y la demanda
Taquiarritmias/bradiarritmias
Disección aórtica o valvulopatía aórtica grave
Miocardiopatía hipertrófica
Shock cardiógeno, hipovolémico o séptico
Insuficiencia respiratoria grave
Anemia grave
Hipertensión arterial con o sin hipertrofia del VI
Espasmo coronario
Embolia o vasculitis coronarias
Disfunción endotelial coronaria sin enfermedad arterial coronaria significativa
Lesión sin relación con isquemia miocárdica
Contusión cardíaca, cirugía, ablación, colocación de marcapasos o descargas
de desfibrilador
Rabdomiólisis con afectación cardíaca
Miocarditis
Fármacos cardiotóxicos (p. ej., antraciclinas, trastuzumab)
Lesión miocárdica multifactorial o indeterminada
Insuficiencia cardíaca
Miocardiopatía por estrés (de takotsubo)
Embolia pulmonar grave o hipertensión pulmonar
Sepsis y pacientes muy enfermos
Insuficiencia renal
Trastornos neurológicos agudos graves (p. ej., accidente cerebrovascular,
hemorragia subaracnoidea)
Procesos infiltrantes (p. ej., amiloidosis, sarcoidosis)
Ejercicio extenuante
Tomado de Thygesen K, Alpert JS, White HD, et al: Universal definition of myocardial
infarction. J Am Coll Cardiol 60:1581, 2012.
Función diastólica
Las propiedades diastólicas del ventrículo izquierdo (v. capítulos 21, 22
y 27) están alteradas en el miocardio infartado e isquémico. Estos cambios
están relacionados con un descenso de la velocidad máxima de disminución de la presión VI (–dP/dt máximo), un aumento en la constante
de tiempo de descenso de la VI y un aumento inicial de la presión telediastólica VI. Durante un período de varias semanas, el volumen telediastólico
aumenta y la presión diastólica comienza a descender hacia la normalidad.
Igual que la mejora de la función sistólica, la magnitud de la anomalía
diastólica está relacionada con el tamaño del infarto.
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Regulación circulatoria
La regulación circulatoria de los pacientes con IMEST es anormal. El
proceso comienza por una obstrucción anatómica o funcional del lecho
vascular coronario, que produce isquemia miocárdica y, si se mantiene la
isquemia, un infarto (fig. 51-14). Si el infarto alcanza un tamaño suficiente,
deprime la función VI global de forma que el volumen sistólico VI baja y
suben las presiones de llenado.51 Una reducción pronunciada del volumen
sistólico VI acaba por reducir la presión aórtica y la presión de perfusión
coronaria. Esto puede intensificar la isquemia miocárdica e iniciar un
círculo vicioso (v. fig. 51-14) que conduce a un shock cardiógeno, que
afecta al 5-8% de los pacientes con IMEST.52,53 La inflamación sistémica
secundaria a la lesión miocárdica induce la liberación de citocinas que
contribuyen a la vasodilatación y a la disminución de la resistencia vascular sistémica.52 La incapacidad del ventrículo izquierdo para vaciarse
normalmente incrementa también la precarga; es decir, se dilata la parte
del ventrículo izquierdo que está bien perfundida y funciona normalmente. Este mecanismo compensatorio tiende a restablecer el volumen
de eyección a unos niveles normales, pero a expensas de una disminución de la fracción de eyección. No obstante, la dilatación del ventrículo
izquierdo incrementa también la poscarga ventricular, ya que la ley de
Laplace establece que, a una presión arterial determinada, las paredes del
ventrículo dilatado deben desarrollar una mayor tensión. Este aumento
de la poscarga deprime el volumen de eyección VI y eleva también el
consumo miocárdico de oxígeno, lo que, a su vez, intensifica la isquemia
miocárdica. Cuando la disfunción miocárdica regional es limitada y el
Remodelado ventricular (v. también capítulo 22)
Los cambios de tamaño, forma y grosor ventricular izquierdo que,
como consecuencia de un IMEST, afectan tanto al segmento infartado como a los no infartados del ventrículo se denominan remodelado
ventricular. Este proceso puede influir en la función y el pronóstico ventricular.54 Una combinación de cambios como dilatación e hipertrofia
VI en el miocardio no infartado es responsable del remodelado. Tras el
tamaño del infarto, otros factores importantes que estimulan el proceso de
dilatación VI son el volumen ventricular, las circunstancias de la carga y la
permeabilidad de la arteria del infarto.48,55 Una presión ventricular elevada
contribuye al aumento de la tensión en la pared y al riesgo de expansión
del infarto y una arteria del infarto permeable acelera la formación de una
cicatriz miocárdica y aumenta la turgencia tisular en la zona del infarto, lo
que reduce el riesgo de expansión del infarto y de dilatación ventricular.
Expansión del infarto
Un aumento de tamaño del segmento infartado, denominado expansión
del infarto, se define como la «dilatación y adelgazamiento agudo de la
zona de infarto no atribuible a necrosis miocárdica adicional». Parece
que el infarto se expande por la combinación de un deslizamiento entre
los fascículos musculares, que reduce el número de miocitos en la pared
infartada; una alteración de las células miocárdicas normales, y una destrucción de la matriz extracelular dentro de la zona necrótica.56 La expansión del infarto conlleva un adelgazamiento y una dilatación de la zona
infartada antes de que se forme una cicatriz fibrótica dura. Parece que el
grado de expansión de un infarto depende del espesor de la pared antes
del mismo, y es posible que la hipertrofia preexistente pueda proteger
contra la disminución del espesor a causa del infarto. A nivel celular, el
grado de expansión y de remodelado a peor depende de la intensidad
de la respuesta inflamatoria a las células necróticas. La supresión de la
expresión y la estimulación de las citocinas pueden limitar el grado de
inflamación y, por consiguiente, el tamaño final del infarto.56 El ápex (la
región más delgada del ventrículo izquierdo) es especialmente vulnerable
a la expansión causada por el infarto. Un infarto del ápex por oclusión
de la arteria coronaria descendente anterior izquierda hace aumentar el
radio de la curvatura apical, exponiendo de ese modo esta región (que
normalmente es muy delgada) a un aumento muy marcado de la tensión
mural.
La expansión del infarto se asocia a un aumento de la mortalidad y de
la incidencia de complicaciones no mortales, como insuficiencia cardíaca
y aneurisma ventricular. La expansión del infarto suele identificarse como
una elongación de la región no contráctil del ventrículo en la ecocardiografía o la RMC. Si la expansión es muy marcada y llega a causar síntomas,
los hallazgos clínicos más característicos son un deterioro de la función
sistólica, la aparición o el agravamiento de una congestión pulmonar, y
el desarrollo de arritmias ventriculares.
Dilatación ventricular
Infarto de miocardio con elevación del ST: anatomía patológica, fisiopatología y manifestaciones clínicas
Rotura de una placa
Formación de un trombo intraluminal en una arteria coronaria
resto del v­ entrículo izquierdo funciona normalmente, los mecanismos
compensatorios (especialmente la hipercinesia de la parte intacta del
ventrículo) permiten mantener la función VI global. Si deja de funcionar 51
una parte importante del ventrículo izquierdo, falla la bomba.
Aunque la expansión del infarto es importante en el remodelado ventricular que tiene lugar poco después del infarto de miocardio, el remodelado
también se produce por dilatación de la porción viable del ventrículo,
que comienza inmediatamente después del IMEST y progresa durante
meses o años a continuación. La dilatación puede ir acompañada de un
desplazamiento a la derecha de la curva de presión-volumen ventricular
izquierda, lo que aumenta el volumen VI para una presión diastólica
determinada. Esta dilatación de la zona no infartada puede contemplarse
como un mecanismo compensador que mantiene el volumen sistólico en
el contexto de un infarto extenso. El IMEST añade una carga adicional al
miocardio funcionante residual, carga que es muy posible que sea la responsable de la hipertrofia compensadora de este miocardio no infartado.
Esta hipertrofia podría ayudar a compensar el deterioro funcional causado
por el infarto y ser responsable de parte de la mejora hemodinámica
observada en los meses siguientes al infarto en algunos pacientes.
Efectos del tratamiento
Hay varios factores que pueden alterar el remodelado ventricular tras un
IMEST, y muy especialmente el tamaño del infarto (v. figs. 51-11 y 51-12).
La reperfusión aguda y otras medidas para restringir el alcance de la 1081
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Enfermedades cardiovasculares ateroescleróticas
VII
FIGURA 51-13 Uno de los mecanismos propuestos para la miocardiopatía de takotsubo, o mediada por el estrés, comienza con un episodio de estrés emocional repentino e
intenso, que activa las neuronas del sistema nervioso autónomo central que expresan receptores estrogénicos. Al mismo tiempo, aumenta considerablemente el flujo hormonal
medulosuprarrenal y neuronal simpático, con la consiguiente liberación de adrenalina (Adr) por la médula suprarrenal y de noradrenalina (NA) por los nervios simpáticos cardíacos y
extracardíacos, que estimulan los receptores adrenérgicos de los vasos sanguíneos del corazón. La contracción de los vasos de resistencia incrementa rápidamente la presión arterial
sistémica y la poscarga cardíaca. Las concentraciones circulantes elevadas de NA y Adr pueden precipitar una intoxicación catecolamínica de los miocardiocitos por una ocupación
de los receptores adrenérgicos. La hipercontracción característica de las zonas basales del corazón, que da lugar a una obstrucción basal funcional del flujo de salida del ventrículo
izquierdo, exacerba aún más la tensión de la pared del VI e incrementa la presión diastólica terminal. ANP, péptido natriurético auricular; HSP70, proteína de shock térmico 70; NO,
óxido nítrico. (Tomado de Akashi YJ, Goldstein DS, Barbaro G, Ueyama T: Takotsubo cardiomyopathy: A new form of acute, reversible heart failure. Circulation 118:2754, 2008.)
necrosis miocárdica permiten limitar el aumento del volumen ventricular
tras un IMEST. Se han llevado a cabo estudios clínicos para valorar diferentes fármacos dirigidos a limitar el tamaño del infarto, aunque son muy
pocos los que han proporcionado resultados significativos en estudios en
fase III adecuadamente ponderados (v. capítulo 52). El segundo factor que
influye es la formación de una cicatriz en el infarto. Los glucocorticoides
y los antiinflamatorios no esteroideos administrados en los primeros
momentos tras un IM pueden reducir el espesor de la cicatriz y favorecer
la expansión del infarto, mientras que los inhibidores del SRAA atenúan la
dilatación ventricular.49 Otros efectos beneficiosos de la inhibición de
la angiotensina II que pueden ayudar a proteger el miocardio son la atenuación de la disfunción endotelial y los efectos antiaterógenos directos.
La inhibición de la acción de la aldosterona puede limitar la fibrosis
excesiva y prevenir el desarrollo de arritmias ventriculares.57
Fisiopatología de otros sistemas orgánicos
Función respiratoria
La tensión de oxígeno arterial es inversamente proporcional a la presión
diastólica arterial pulmonar, lo que parece indicar que, si los pacientes
con IMEST desarrollan hipoxia, el aumento de la presión hidrostática
en los capilares pulmonares puede favorecer el edema intersticial y, por
consiguiente, causar una compresión arteriolar y bronquiolar, lo que en
última instancia conduce a la perfusión de unos alvéolos mal ventilados y
a la consiguiente hipoxemia (v. capítulo 22). Además de la hipoxemia se
produce un deterioro de la capacidad de difusión. La hiperventilación es
frecuente en los pacientes con IMEST y puede causar hipocapnia y alca1082 losis respiratoria, sobre todo en pacientes nerviosos y ansiosos con dolor.
Existe una correlación entre el agua extravascular (intersticial) pulmonar,
la presión de llenado VI y los signos clínicos y los síntomas de insuficiencia
VI. El aumento del agua extravascular pulmonar puede ser responsable de
las alteraciones de la mecánica respiratoria observadas en los pacientes
con IMEST. Es decir, reducción de la conductancia de las vías respiratorias,
distensibilidad pulmonar, volumen espiratorio forzado y velocidad de flujo
mesoespiratorio y un aumento del volumen de cierre, relacionado este
último con un cierre generalizado de las vías respiratorias dependientes
pequeñas durante los 3 días siguientes al IMEST. Finalmente, un aumento
pronunciado del agua extravascular puede ocasionar edema pulmonar.
Prácticamente todos los índices de volumen pulmonar (capacidad pulmonar total, capacidad residual funcional y volumen residual, así como
capacidad vital) disminuyen en presencia de IMEST.
Reducción de la afinidad de la hemoglobina
por el oxígeno
En pacientes con IM, sobre todo cuando se acompaña de insuficiencia
ventricular izquierda o shock cardiógeno, la afinidad de la hemoglobina
por el oxígeno está reducida, es decir, aumenta la P50. Este aumento de
P50 se debe a un incremento de la concentración de 2,3-difosfoglicerol
eritrocítico, que supone un mecanismo compensador importante, responsable de un aumento estimado del 18% de la liberación de oxígeno
por la oxihemoglobina en pacientes con shock cardiógeno.
Función endocrina
Páncreas. Aunque los pacientes con IMEST suelen tener unas concentraciones absolutas de insulina en sangre dentro de los valores normales,
estas concentraciones suelen ser inapropiadamente bajas para su nivel de
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lugar a una disminución de la perfusión sistémica y coronaria. El descenso de la perfusión exacerba la isquemia y provoca la muerte celular en la zona limítrofe del infarto y la zona
alejada del miocardio. El descenso de la perfusión sistémica desencadena una vasoconstricción refleja que no suele ser suficiente. La inflamación sistémica puede limitar la respuesta
compensatoria vascular periférica y contribuir a la disfunción miocárdica. Se ignora si la inflamación desempeña un papel causal o es solo un epifenómeno. La revascularización
alivia la isquemia. No se ha podido demostrar que un aumento del gasto cardíaco o de la fracción de eyección del VI constituya el mecanismo beneficioso de revascularización,
pero esta incrementa significativamente las probabilidades de supervivencia con una calidad de vida aceptable. IL-6, interleucina 6; NO, óxido nítrico; PTDVI, presión telediastólica
del VI; TNF-a, factor de necrosis tumoral a. (Tomado de Reynolds HR, Hochman JS: Cardiogenic shock: Current concepts and improving outcomes. Circulation 117:686, 2008.)
glucemia, y pueden presentar también una resistencia relativa a la insulina. A
menudo, los pacientes con shock cardiógeno tienen una hiperglucemia muy
marcada y unas concentraciones reducidas de insulina circulante. Parece que
las anomalías en la secreción de insulina y la consiguiente intolerancia a la
glucosa se deben a una disminución del flujo sanguíneo pancreático a causa
de la vasoconstricción esplácnica que acompaña a la insuficiencia VI grave.
Además, el aumento de la actividad del sistema nervioso simpático, con el
consiguiente aumento de las catecolaminas circulantes, inhibe la secreción
de insulina y estimula la glucogenólisis, lo que contribuye, igualmente, a
que aumente la glucemia.58
La glucosa permite que se sintetice ATP mediante glucólisis anaerobia, a
diferencia de los ácidos grasos libres, que requieren condiciones aerobias
para poder producir ATP.59 Dado que el músculo cardíaco hipóxico obtiene una parte considerable de su energía del metabolismo de la glucosa
(v. capítulo 21) y que para que el miocardio pueda captar la glucosa se
necesita insulina, la deficiencia de la misma puede comprometer la disponibilidad de energía. Estas consideraciones metabólicas, unidas a las
observaciones epidemiológicas de que los pacientes con diabetes tienen
un pronóstico mucho peor, sirvieron de base para la idea de administrar
infusiones de insulina-glucosa a los pacientes diabéticos con IMEST. Sin
embargo, hasta la fecha, ninguno de esos estudios ha podido demostrar
que esa medida tenga un efecto beneficioso claro (v. capítulo 52).60,61
Médula suprarrenal. La concentración plasmática y urinaria de catecolaminas es máxima durante las 24 h siguientes al inicio del dolor torácico,
con una elevación máxima de la concentración plasmática de catecolaminas
durante la primera hora tras el inicio del IMEST. Estas concentraciones elevadas de catecolaminas circulantes en pacientes con IMEST se correlacionan
con la presencia de arritmias graves y se deben a un aumento del consumo
miocárdico de oxígeno, tanto directo como indirecto, como consecuencia
de una elevación inducida por catecolaminas de los ácidos grasos libres.
Como cabría esperar, la concentración de catecolaminas circulantes se
correlaciona con la extensión del daño miocárdico y con la incidencia de
shock cardiógeno, así como de la mortalidad precoz y tardía.
Las catecolaminas circulantes favorecen la agregación plaquetaria. Cuando esto ocurre en la microcirculación coronaria, la liberación de tromboxano
A2, un potente vasoconstrictor local, puede deteriorar aún más la perfusión
­miocárdica. El aumento pronunciado de la actividad simpática relacionado
Infarto de miocardio con elevación del ST: anatomía patológica, fisiopatología y manifestaciones clínicas
FIGURA 51-14 Concepto vigente de la fisiopatología del shock cardiógeno. La lesión miocárdica produce una disfunción sistólica y diastólica. Un descenso del gasto cardíaco da
con el IMEST es el fundamento para el tratamiento b-bloqueante en la
fase aguda.
Activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona. En las
regiones de miocardio no infartado se produce una activación del SRAA tisular con aumento de la producción de angiotensina II. Tanto la angiotensina II
local como la sistémica pueden estimular la producción de varios factores de
crecimiento, como el factor de crecimiento derivado de plaquetas y el factor
transformador del crecimiento b, que estimulan una hipertrofia compensadora en el miocardio no infartado, así como el control de la estructura y el
tono de la arteria coronaria relacionada con el infarto y en otros vasos miocárdicos. Otras acciones posibles de la angiotensina II que tienen un efecto
más negativo sobre el proceso de infarto son la liberación de endotelina,
PAI-1 y aldosterona, que pueden causar vasoconstricción, deterioro de la
fibrinólisis y aumento de la retención de sodio, respectivamente.
Péptidos natriuréticos. Los péptidos factor natriurético auricular (ANF) y
pro-ANF N-terminal los liberan las aurículas en respuesta a una elevación de
la presión auricular, y el péptido natriurético del tipo B (BNP) y su precursor,
pro-BNP N-terminal, los secreta el miocardio auricular y ventricular humano.
Dada la mayor masa de miocardio ventricular que auricular, la cantidad
total de ARNm de BNP es mayor en los ventrículos que en las aurículas.
Los péptidos natriuréticos se liberan poco después del IMEST, con un valor
máximo a las 16 h aproximadamente. Las pruebas han demostrado que los
péptidos natriuréticos liberados del ventrículo izquierdo durante el IMEST
se originan en el miocardio infartado y en el miocardio no infartado viable.
El aumento de BNP y pro-BNP N-terminal tras el IMEST se correlaciona con
el tamaño del infarto y las alteraciones en el movimiento regional de la
pared. La determinación de los péptidos natriuréticos puede proporcionar
información temprana y tardía útil en el curso de un IMEST.62,63
Corteza suprarrenal. La concentración plasmática y urinaria de
17-hidroxicorticoesteroides y cetosteroides, así como de aldosterona,
también está muy elevada en los pacientes con IMEST. La concentración
se correlaciona directamente con la concentración máxima de CK, lo que
implica que el estrés provocado por los infartos de mayor tamaño se asocia
a una secreción más abundante de esteroides suprarrenales. La magnitud
de la elevación del cortisol se correlaciona con el tamaño del infarto y la
mortalidad. Los glucocorticoesteroides contribuyen también al deterioro de
la tolerancia a la glucosa.
1083
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Enfermedades cardiovasculares ateroescleróticas
VII
Glándula tiroidea. Aunque por lo general los pacientes con IMEST
son clínicamente eutiroideos, puede producirse un descenso transitorio
de la concentración sérica de triyodotironina (T3), descenso que es más
pronunciado hacia el tercer día tras el infarto. Este descenso de T3 suele
acompañarse de un ascenso de T3 inversa, con cambios variables o sin
cambios en la concentración de tiroxina (T4) y tirotropina. La alteración
del metabolismo periférico de T4 se correlaciona con el tamaño del infarto
y podría estar mediada por un aumento de la concentración de cortisol
endógeno que acompaña al IMEST.
Función renal. Tanto la azoemia prerrenal como la insuficiencia renal
aguda pueden complicar la reducción tan marcada del gasto cardíaco que
se observa en el shock cardiógeno. Por otra parte, tras un IMEST aumentan
las concentraciones de péptido natriurético auricular circulante, lo que se
correlaciona con la gravedad de la insuficiencia VI. También aumenta el
péptido natriurético cuando un infarto de la pared inferior se acompaña de
un infarto VD, lo que parece indicar que esta hormona podría contribuir a
la hipotensión arterial que acompaña al infarto VD.
Alteraciones hematológicas
Plaquetas. El IMEST ocurre por lo general en presencia de placas ateroescleróticas coronarias y sistémicas extensas, que pueden ser el lugar de
formación de agregados plaquetarios, una secuencia que se considera
el paso inicial en el proceso de trombosis coronaria, oclusión coronaria y
consiguiente IM. Las plaquetas de pacientes con IMEST tienen una mayor
propensión a la agregación sistémica y local en la zona de placa rota y liberan
sustancias vasoactivas.64
Marcadores hemostáticos. Se ha detectado una concentración elevada
de productos de degradación del fibrinógeno sérico y de productos terminales de la trombosis, así como la liberación de proteínas características cuando
se activan las plaquetas, como factor plaquetario 4 y b-­tromboglobulina, en
algunos pacientes con IMEST. El fibrinopéptido A (FPA), una proteína liberada
de la fibrina por efecto de la trombina, es un marcador de trombosis en
curso y está elevado durante las primeras horas de un IMEST. Las elevaciones
acentuadas de marcadores hemostáticos como FPA, complejo trombinaantitrombina (TAT) y fragmento de protrombina 1 + 2 (F1 + 2) se asocian a
un mayor riesgo de muerte en los pacientes con IMEST. La interpretación
de las pruebas de coagulación en los pacientes con IMEST puede ser difícil
por una elevación de la concentración sanguínea de catecolaminas, shock
concomitante o embolia pulmonar, problemas que pueden alterar varias
pruebas de función plaquetaria y de la coagulación. Otros factores que
influyen en las pruebas de coagulación en el IMEST son el tipo y la posología
de los fármacos antitrombóticos y la reperfusión de la arteria relacionada
con el infarto.
Leucocitos. La leucocitosis que acompaña al IMEST suele ser proporcional a la magnitud del proceso necrótico, a la elevación de las concentraciones de glucocorticoides y posiblemente a la inflamación de las arterias
coronarias. La magnitud de la leucocitosis está relacionada con la mortalidad
intrahospitalaria tras un IMEST.65 Pruebas experimentales parecen indicar
que la oleada de catecolaminas que se produce tras una oclusión coronaria
puede movilizar progenitores leucocíticos de la médula ósea, manteniendo,
de ese modo, la respuesta inflamatoria tras un infarto.66
Viscosidad sanguínea. Los estudios clínicos y epidemiológicos llevan a pensar que varios factores hemostáticos y hemorreológicos (p. ej.,
fibrinógeno, factor VII, viscosidad del plasma, hematocrito, agregación
de eritrocitos, cifra total de leucocitos) intervienen en la fisiopatología de
la ateroesclerosis y también son importantes en los episodios trombóticos
agudos. En los pacientes con IMEST se produce también un aumento de
la viscosidad sanguínea que se puede atribuir a hemoconcentración en los
primeros días siguientes y más adelante a una concentración sérica elevada
de a2-globulina y fibrinógeno, que son reacciones inespecíficas a la necrosis
tisular y también son responsables de la velocidad de sedimentación elevada
característica del IMEST.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Factores predisponentes
Hasta en la mitad de los pacientes con IMEST puede identificarse un
factor desencadenante o síntomas prodrómicos. Un ejercicio exagerado
inusual (sobre todo en pacientes habitualmente inactivos o fatigados) y la
tensión emocional pueden precipitar un IMEST.67 Estos infartos podrían
ser el resultado de un aumento pronunciado del consumo miocárdico
de oxígeno en presencia de un estrechamiento arterial coronario grave.
La angina acelerada y la angina en reposo, dos tipos de angina inestable, pueden culminar en IMEST (v. fig. 51-1). Un IMEST puede ir precedido también por algunas intervenciones quirúrgicas extracardíacas.
La estratificación del riesgo perioperatorio y las medidas preventivas
podrían limitar los IMEST y la mortalidad cardíaca (v. capítulo 80).68
Una perfusión miocárdica reducida secundaria a hipotensión (p. ej.,
1084 shock séptico o hemorrágico) y el aumento de la demanda miocárdica
de oxígeno secundario a estenosis aórtica, fiebre, taquicardia y agitación
también pueden ser responsables de necrosis miocárdica. Otros factores
predisponentes de IMEST son: infecciones respiratorias, hipoxemia de
cualquier causa, embolia pulmonar, hipoglucemia, derivados ergotamínicos, consumo de cocaína, simpaticomiméticos, enfermedad del suero,
alergia y, excepcionalmente, picadura de avispa. Los pacientes con angina
de Prinzmetal (v. capítulo 54) pueden sufrir un IMEST en el territorio de
la arteria coronaria que sufre episodios repetidos de espasmo.
Periodicidad circadiana
El ritmo circadiano tiene una influencia importante en el momento en
que se produce el IMEST, de forma que la incidencia de los episodios es
máxima por la mañana.28 Los ritmos circadianos afectan a numerosos
parámetros fisiológicos y bioquímicos. En las primeras horas de la mañana
se produce un aumento de las catecolaminas plasmáticas, el cortisol
y la agregabilidad plaquetaria. De forma interesante, el pico máximo
circadiano característico estaba ausente en pacientes que tomaban bbloqueantes o ácido acetilsalicílico antes de sufrir un IMEST. El concepto
de «activación» de IMEST es complejo y probablemente implica la superposición de múltiples factores como momento del día, estación del año
y estrés por catástrofes naturales.69
Anamnesis (v. capítulos 11, 50 y 53)
Síntomas prodrómicos
La anamnesis del paciente sigue siendo un elemento fundamental a la
hora de establecer un diagnóstico de IMEST. El pródromo suele caracterizarse por unas molestias torácicas que recuerdan la angina de pecho
clásica, aunque aparecen en reposo o con una actividad inferior a la
habitual. Aun así, los síntomas no suelen ser lo bastante preocupantes
como para inducir a los pacientes a acudir inmediatamente al médico
y, si lo hacen, puede que no queden hospitalizados. A menudo, una
sensación de malestar general o de agotamiento manifiesto acompaña a
otros síntomas que preceden al IMEST.
Naturaleza del dolor
El dolor de los pacientes con IMEST es de intensidad variable; en la
mayoría los casos, es muy intenso, y a veces llega a ser intolerable. El
dolor es prolongado; generalmente dura más de 30 min y a menudo
persiste durante varias horas. El paciente suele describir sus molestias
como constrictivas, aplastantes, opresivas o compresivas, y a menudo
se queja de que siente como si soportara un gran peso o le estrujaran el
pecho. Aunque los pacientes describen, generalmente, las molestias como
un dolor sofocante, atenazador o intenso, también pueden sentir un dolor
penetrante, punzante, terebrante o urente. Las molestias suelen localizarse
tras el esternón y a menudo se extienden a ambos lados de la cara anterior
del tórax, con predilección por el lado izquierdo. En muchos casos, el
dolor desciende por la región cubital del brazo izquierdo y produce una
sensación de hormigueo en la muñeca, la mano y los dedos izquierdos.
Algunos pacientes notan solo un dolor sordo o adormecimiento en las
muñecas asociado a una molestia subesternal o precordial. En algunos
casos, el dolor del IMEST puede comenzar en el epigastrio y simular
diferentes trastornos digestivos, lo que hace que en ocasiones se confunda
un IMEST con una «indigestión». En otros pacientes, el dolor del IMEST
se irradia a hombros, extremidades superiores, cuello, mandíbula y región
interescapular, con predominio en el lado izquierdo. En pacientes con
angina previa, el dolor del infarto tiene una localización similar al de
la angina, aunque suele ser mucho más intenso, prolongado y no desaparece en reposo o por la administración de nitroglicerina.
El dolor del IMEST puede haber desaparecido en el momento en que
el médico recibe al paciente (o el paciente llega al hospital) o puede
persistir durante muchas horas. Los opiáceos, en especial morfina, suelen
aliviar el dolor (v. capítulo 52). Se cree que tanto el dolor de la angina
como el dolor del IMEST se originan en terminaciones nerviosas en el
miocardio isquémico o lesionado, pero no necrótico. Por esta razón, en
los casos de IMEST, es probable que el dolor se deba a la estimulación
de fibras nerviosas en una zona isquémica del miocardio que rodea a la
zona necrótica central de infarto.
Con frecuencia el dolor desaparece bruscamente y por completo cuando
se restablece el flujo sanguíneo en el territorio del infarto. En pacientes
con reoclusión tras trombólisis, el dolor reaparece si la reperfusión inicial
conserva miocardio izquierdo viable. Por tanto, lo que antes se consideraba
«dolor de infarto», que en ocasiones duraba muchas horas, probablemente
representa un dolor causado por isquemia mantenida. El reconocimiento
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Otros síntomas
Puede haber náuseas y vómitos, presumiblemente por activación del reflejo vagal o estimulación de receptores ventriculares izquierdos, como parte
de un reflejo de Bezold-Jarisch. Estos síntomas son más frecuentes en los
pacientes con IMEST inferiores que en aquellos con IMEST anteriores.
Por otro lado, las náuseas y vómitos son efectos secundarios frecuentes
de los opiáceos. Cuando el dolor del IMEST se localiza en el epigastrio y
se acompaña de náuseas y vómitos, el cuadro clínico puede confundirse
fácilmente con colecistitis aguda, gastritis o úlcera péptica. En ocasiones
el paciente se queja de diarrea o de una urgencia para evacuar el intestino durante la fase aguda del IMEST. Otros síntomas son una sensación
de debilidad profunda, vértigo, palpitaciones, sudor frío y sensación de
muerte inminente. En ocasiones, los primeros signos de IMEST son
síntomas debidos a un episodio de embolia cerebral o de otro tipo de
embolia arterial sistémica. Estos síntomas pueden no ir acompañados
de dolor torácico.
Diagnóstico diferencial
El dolor del IMEST puede imitar el dolor de la pericarditis aguda
(v. capítulo 71) que suele asociarse a características pleuríticas: empeora
con los movimientos respiratorios y la tos y a menudo afecta al hombro,
borde del trapecio y cuello. Una característica relevante que diferencia el
dolor pericárdico del isquémico es que el isquémico nunca se irradia al
borde del trapecio, una zona característica de irradiación del dolor pericárdico. El dolor pleural suele ser agudo, de tipo cuchillada y empeora de
forma cíclica con cada respiración, lo que le distingue del dolor profundo,
sordo y constante del IMEST. La embolia pulmonar (v. capítulo 73)
produce por lo general dolor en la región lateral del tórax, suele ser de
naturaleza pleurítica y puede acompañarse de hemoptisis. El dolor por
disección aórtica aguda (v. capítulo 57) se localiza habitualmente en el
centro del tórax, es extremadamente intenso y el paciente lo describe como
una sensación de «desgarro» o «rotura», alcanza su intensidad máxima
al poco de comenzar, persiste durante horas y a menudo se irradia a la
espalda o las extremidades inferiores. Es frecuente la ausencia de uno o
más pulsos arteriales principales. El dolor originado en las articulaciones
costocondrales y condroesternales puede acompañarse de tumefacción
y eritema localizados, suele ser agudo y «lancinante» y se caracteriza por
una notable tumefacción localizada. Los episodios de dolor retroesternal
por peristaltismo en pacientes con aumento de la rigidez esofágica y
también los episodios de contracción esofágica mantenida pueden imitar
el dolor del IMEST.
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Infarto de miocardio silente con elevación del segmento
ST y características atípicas
El IMEST no mortal puede pasar desapercibido para el paciente y descubrirse de forma accidental en exploraciones electrocardiográficas o de
autopsia. De estos infartos desapercibidos, aproximadamente la mitad son
realmente silentes y los pacientes no pueden recordar ningún síntoma. La
otra mitad de los pacientes con infarto silente pueden recordar un episodio
con síntomas coherentes con un infarto agudo de miocardio tras el descubrimiento casual de anomalías electrocardiográficas. El infarto desapercibido o silente es más frecuente en los pacientes sin antecedente de
angina de pecho y en caso de diabetes e hipertensión, y generalmente se
detecta gracias a la identificación de nuevas anomalías en el movimiento
de la pared, defectos fijos de perfusión u ondas Q patológicas.70 Un IMEST
silente suele ir seguido de isquemia silente (v. capítulo 54). El pronóstico
de los pacientes con IMEST silente y con manifestaciones sintomáticas
parece bastante similar.71,72
Las características atípicas del IMEST son las siguientes: 1) insuficiencia cardíaca, es decir, disnea sin dolor reciente o empeoramiento de
una insuficiencia establecida; 2) angina de pecho clásica sin episodio
especialmente intenso o prolongado; 3) localización atípica del dolor;
4) manifestaciones del sistema nervioso central similares a las del accidente
cerebrovascular, secundarias a una reducción brusca del gasto cardíaco
en pacientes con ateroesclerosis cerebral; 5) aprensión y nerviosismo; 6)
manía o psicosis súbita; 7) síncope; 8) debilidad importante; 9) indigestión aguda, y 10) embolia periférica. Las manifestaciones «atípicas» se 51
observan con más frecuencia en las mujeres que en los hombres, de ahí
que el médico deba «sospechar» más en esos casos (v. capítulo 77).
Exploración física (v. también capítulo 11)
Aspecto general
Los pacientes con IMEST están habitualmente ansiosos y presentan un
sufrimiento considerable. Es frecuente la expresión facial angustiada y, a
diferencia de los pacientes con angina de pecho grave que con frecuencia
se tumban, sientan o permanecen quietos de pie al darse cuenta de que
cualquier esfuerzo aumenta el dolor, algunos pacientes con IMEST se
muestran inquietos y se mueven constantemente para encontrar una
postura cómoda. A menudo se masajean o sujetan con firmeza el tórax y
con frecuencia describen su dolor con el puño cerrado contra el esternón
(signo de Levine, llamado así por el Dr. Samuel A. Levine). En pacientes
con insuficiencia VI y estimulación simpática puede ser evidente la palidez
cutánea y un sudor frío. Habitualmente se sientan o incorporan en la cama
con disnea. Se quejan de dolor torácico o de una sensación de asfixia entre
cada respiración. Puede aparecer una tos que produzca esputo espumoso,
rosado o con hilos de sangre.
Los pacientes con shock cardiógeno yacen con frecuencia apáticos, con
escasos movimientos espontáneos. La piel está fría y pegajosa, con un
color azulado o moteado en las extremidades y existe una palidez facial
marcada con cianosis intensa de los labios y lechos ungueales. Según el
grado de perfusión cerebral, el paciente en shock puede conversar con
normalidad o estar confuso.
Frecuencia cardíaca
La frecuencia cardíaca puede variar entre una bradicardia pronunciada y
una taquicardia rápida regular o irregular, según el ritmo subyacente y el
grado de insuficiencia VI. Con más frecuencia, el pulso es rápido y regular
inicialmente (taquicardia sinusal a 100-110 latidos/min), que se ralentiza
conforme mejora el dolor y la ansiedad. Son frecuentes las extrasístoles
ventriculares.
Presión arterial
Infarto de miocardio con elevación del ST: anatomía patológica, fisiopatología y manifestaciones clínicas
de que el dolor implica isquemia y no infarto destaca la importancia de
las medidas que revierten la isquemia reflejada por dolor. Este hallazgo
indica que el médico no debe ser complaciente con el dolor cardíaco
continuo en ninguna circunstancia. En algunos pacientes, sobre todo
adultos mayores, pacientes diabéticos y aquellos sometidos a un trasplante
de corazón, el IMEST se manifiesta clínicamente no por dolor torácico,
sino por síntomas de insuficiencia VI, debilidad pronunciada o síncope.
Estos síntomas pueden acompañarse de diaforesis, náuseas y vómitos.
La mayoría de los pacientes con IMEST no complicado son normotensos,
aunque la disminución del volumen sistólico por la taquicardia puede
provocar un descenso de la presión arterial sistólica y presión de pulso y
un ascenso de la presión arterial diastólica. En los pacientes previamente
normotensos se observa en ocasiones una respuesta hipertensiva en las
primeras horas, presumiblemente como consecuencia de una descarga
adrenérgica secundaria a dolor, ansiedad y agitación. Es frecuente que
estos pacientes se vuelvan normotensos sin tratamiento tras un IMEST,
aunque muchos de estos pacientes previamente hipertensos acaben
por recuperar sus cifras elevadas de presión arterial a los 3 a 6 meses
del infarto. En los pacientes con infarto masivo, la presión arterial desciende bruscamente debido a la disfunción VI, y puede disminuir aún
más a causa de la morfina y/o los nitratos, que inducen estancamiento
venoso; al recuperarse el paciente, la presión arterial tiende a recuperar
los valores preinfarto.
Los pacientes con shock cardiógeno tienen por definición una tensión
sistólica menor de 90 mmHg y signos de hipoperfusión de órganos terminales. No obstante, la presencia de hipotensión no significa necesariamente que exista shock cardiógeno porque algunos pacientes con infarto
inferior en los que se activa el reflejo de Bezold-Jarisch pueden tener
también un descenso transitorio de la presión arterial sistólica por debajo
de 90 mmHg. Esta hipotensión se corrige espontáneamente, aunque es
posible acelerar el proceso mediante atropina i.v. (0,5-1 mg) y con posición de Trendelenburg. Otros pacientes que inicialmente presentan una
hipotensión ligera pueden a su vez presentar un descenso gradual de la
presión arterial con reducción progresiva del gasto cardíaco durante varias
horas o días conforme desarrollan shock cardiógeno como consecuencia
de isquemia creciente y extensión del infarto (v. fig. 51-14). Son frecuentes
los signos de hiperactividad autónoma, diferentes según la localización
del infarto. En algún momento desde el comienzo, más de la mitad de
los pacientes con IMEST inferiores tienen signos de estimulación parasimpática excesiva, con hipotensión, bradicardia o ambas, mientras que
alrededor de la mitad de los pacientes con IMEST anteriores presentan
signos de hiperactividad simpática como hipertensión, taquicardia o
ambas.
1085
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Temperatura y respiración
Enfermedades cardiovasculares ateroescleróticas
La mayoría de los pacientes con IMEST extensos tienen fiebre, una resVII puesta inespecífica a la necrosis tisular, en las 24 a 48 h siguientes al inicio
del infarto. La temperatura corporal comienza a subir por lo general entre
4 y 8 h tras el inicio del infarto y la temperatura rectal puede elevarse
alcanzar los 38,3-38,9 °C. La fiebre desaparece habitualmente al cuarto
a quinto días del infarto.
La frecuencia respiratoria puede estar ligeramente elevada poco después del IMEST. En los pacientes sin insuficiencia cardíaca se debe a la
ansiedad y dolor porque se normaliza tras el tratamiento del malestar
físico y psicológico. En caso de insuficiencia ventricular izquierda, la
frecuencia respiratoria se correlaciona con la gravedad de la insuficiencia.
Los pacientes con edema pulmonar pueden tener una frecuencia cardíaca
superior a 40 por minuto. No obstante, la frecuencia respiratoria no está
necesariamente elevada en los pacientes con shock cardiógeno. En las
personas ancianas con shock cardiógeno e insuficiencia cardíaca puede
aparecer respiración de Cheyne-Stokes (periódica), sobre todo tras el
tratamiento con opiáceos y en presencia de enfermedad cerebrovascular.
Pulso venoso yugular
El pulso yugular venoso suele ser normal. La onda a puede ser prominente
en caso de hipertensión pulmonar secundaria a insuficiencia VI o distensibilidad reducida. Por otro lado, el infarto ventricular derecho (acompañado o no de infarto VI) provoca con frecuencia una distensión venosa
yugular pronunciada y, cuando se acompaña de necrosis o isquemia de
los músculos papilares del ventrículo derecho, son evidentes ondas c-v
de insuficiencia tricuspídea. En pacientes con IMEST y shock cardiógeno, la presión venosa yugular suele estar elevada. En caso de IMEST,
hipotensión e hipoperfusión (hallazgos que pueden simular los de los
pacientes con shock cardiógeno) pero con venas del cuello normales, es
probable que el descenso del rendimiento VI pueda estar relacionado, al
menos en parte, con hipovolemia. La distinción solo es posible mediante
una evaluación del rendimiento VI con ecografía o determinación de la
presión de llenado VI con un catéter de flotación en la arteria pulmonar.
Pulso carotídeo
La palpación del pulso arterial carotídeo proporciona información sobre el
volumen sistólico VI. Un pulso débil refleja un volumen sistólico reducido,
mientras que en pacientes con insuficiencia mitral o rotura del tabique
interventricular con cortocircuito izquierda-derecha existe un pulso afilado
breve. El pulso alternante refleja una disfunción VI grave.
Tórax
En pacientes con IMEST e insuficiencia VI o reducción de la distensibilidad
VI pueden auscultarse crepitantes húmedos. Los pacientes con insuficiencia VI grave pueden tener sibilancias difusas. También puede haber tos
con hemoptisis, que indica una embolia pulmonar con infarto. En 1967,
Thomas Killip propuso una clasificación pronóstica basada en la presencia
e intensidad de los crepitantes presentes en pacientes con IMEST. Los
pacientes de clase I no tienen crepitantes ni tercer tono cardíaco. Los de
clase II tienen crepitantes pero en grado leve a moderado (<50% de los
campos pulmonares) y pueden tener o no S3. Los pacientes de clase III
tienen crepitantes en más de la mitad de cada campo pulmonar y con
frecuencia presentan edema pulmonar. Por último, los pacientes de clase
IV tienen shock cardiógeno. A pesar de una mejora global de la mortalidad
que se ha logrado en cada clase en la actualidad, en comparación con los
datos observados durante el desarrollo original de esta clasificación, este
sistema sigue siendo útil como demuestran los resultados de estudios
amplios sobre IM en pacientes con IMEST.73,74
Exploración cardíaca
Palpación
La palpación precordial puede ser normal, pero en caso de IMEST transmural suele haber una pulsación presistólica, sincronizada con un cuarto
tono cardíaco audible, que refleja una contracción auricular vigorosa
para llenar el ventrículo con distensibilidad reducida. En pacientes con
disfunción sistólica VI es posible palpar un movimiento hacia fuera del
ventrículo izquierdo al comienzo de la diástole que coincide con el tercer
tono cardíaco.
Auscultación
TONOS CARDÍACOS. Los tonos cardíacos, sobre todo el prime1086 ro, están amortiguados con frecuencia y en ocasiones son inaudibles
inmediatamente después del infarto y su intensidad aumenta durante
la convalecencia. Un primer tono cardíaco suave puede reflejar también la
prolongación del intervalo PR. Los pacientes con disfunción ventricular
avanzada o bloqueo de rama izquierda pueden tener un desdoblamiento
paradójico del segundo tono.
En casi todos los pacientes con IMEST en ritmo sinusal existe un cuarto tono que tiene un valor diagnóstico limitado porque es audible con
frecuencia en la mayoría de los pacientes con cardiopatía isquémica y
se detecta, aunque a menudo no es audible, en muchas personas sanas
mayores de 45 años.
La presencia de un tercer tono en los pacientes con IMEST refleja por
lo general una disfunción VI avanzada con presión de llenado ventricular
elevada. Está causado por la desaceleración rápida del flujo sanguíneo
transmitral durante el llenado protodiastólico del ventrículo izquierdo
y normalmente se oye en pacientes con infartos extensos. Este tono se
detecta mejor en la punta con el paciente acostado sobre el lado izquierdo.
El tercer tono puede estar causado no solo por insuficiencia VI, sino
también por un aumento del flujo en el ventrículo izquierdo, como ocurre
cuando aparecen complicaciones de un IMEST como insuficiencia mitral o
defecto en el tabique interventricular. El tercer y cuarto tonos procedentes
del ventrículo izquierdo se oyen con más nitidez en la punta. En los
pacientes con infarto ventricular derecho, estos tonos se oyen a lo largo
del borde esternal izquierdo y aumentan durante la inspiración.
SOPLOS. Los soplos sistólicos, transitorios o persistentes, son frecuentes en los pacientes con IMEST y habitualmente son el resultado de una
insuficiencia mitral secundaria a disfunción del aparato valvular mitral
(disfunción de músculo papilar, dilatación VI). Un soplo holosistólico
prominente y de comienzo reciente acompañado de frémito puede indicar
una rotura de un músculo papilar (v. capítulo 52). Los hallazgos en los
casos de rotura del tabique interventricular son similares, aunque el soplo
y el frémito suelen ser más pronunciados a lo largo del borde esternal
izquierdo y también pueden ser audibles en el borde esternal derecho.
El soplo sistólico de insuficiencia tricuspídea (causado por insuficiencia
ventricular derecha debida a hipertensión pulmonar o infarto ventricular
derecho o por infarto del músculo papilar ventricular derecho) se oye
también a lo largo del borde esternal izquierdo. Aumenta de forma característica durante la inspiración y se acompaña de una onda c-v prominente
en el pulso venoso yugular y de un cuarto tono ventricular derecho.
ROCES DE FRICCIÓN. En pacientes con IMEST pueden oírse roces
por fricción pericárdica, sobre todo en aquellos con infartos transmurales
extensos.75 Los roces destacan por su fugacidad, por lo que es probable
que sean más frecuentes de lo estimado. La auscultación frecuente en
los pacientes con infarto transmural permite descubrir a menudo un roce
que en caso contrario habría pasado desapercibido. Aunque los roces por
fricción pueden oírse a las 24 h o hasta 2 semanas después del comienzo
del infarto, lo más frecuente es que se detecten al segundo o tercer días.
En pacientes con infartos extensos puede auscultarse en ocasiones un
roce intenso durante muchos días. En pacientes con IMEST y un roce por
fricción pericárdica puede detectarse un derrame pericárdico mediante
ecografía, pero es excepcional la presencia de cambios electrocardiográficos clásicos propios de la pericarditis. El inicio diferido del roce y
el dolor asociado a pericarditis (hasta 3 meses después del infarto) son
característicos del síndrome postinfarto de miocardio (Dressler), muy
infrecuente en la actualidad.
Los roces pericárdicos se auscultan con más facilidad en el borde
esternal izquierdo o justo medial al punto de impulso máximo. Los roces
intensos pueden ser audibles en toda la región precordial e incluso en
la espalda. En ocasiones, solo se oye el componente sistólico de un roce,
lo que obliga a diferenciarlo de un soplo sistólico, como el que puede
producir la rotura del tabique ventricular o la insuficiencia mitral.
Otros hallazgos
Fondo de ojo
Es frecuente que el IMEST se acompañe de hipertensión, diabetes y
ateroesclerosis generalizada y pueden producir cambios característicos en
el fondo de ojo. Una exploración de este puede aportar información útil
sobre el estado vascular subyacente, lo que resulta especialmente útil en
los pacientes en que no puede realizarse una anamnesis fiable.
Abdomen
El dolor abdominal acompañado de náuseas, vómitos, nerviosismo e
incluso distensión abdominal se interpreta a menudo por los pacientes
como un signo de «indigestión», lo que lleva a la automedicación con
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Extremidades
La ateroesclerosis coronaria se asocia con frecuencia a ateroesclerosis
sistémica, por lo que los pacientes con IMEST tienen por lo general
antecedentes de claudicación intermitente y presentan signos físicos de
vasculopatía periférica (v. capítulo 58). Por estas razones, la disminución
de los pulsos arteriales periféricos, pérdida de vello y piel atrófica en las
extremidades inferiores son frecuentes en caso de cardiopatía isquémica.
El edema periférico es una manifestación de la insuficiencia cardíaca
derecha y, al igual que la hepatomegalia congestiva, es inusual en los
pacientes con infarto VI agudo. La cianosis de los lechos ungueales es
frecuente en los pacientes con insuficiencia VI grave y es especialmente
manifiesta en caso de shock cardiógeno.
Hallazgos neuropsiquiátricos
Excepto la alteración del estado mental en los pacientes con IMEST y
una reducción notable del gasto cardíaco con hipoperfusión cerebral,
los hallazgos de la exploración neurológica son normales a menos que
el paciente presente embolia cerebral secundaria a un trombo mural. La
coexistencia de estos dos trastornos puede explicarse por hipotensión
sistémica debida a un IMEST que precipita un infarto cerebral y viceversa,
así como a un émbolo mural desde el ventrículo izquierdo que produce
embolia cerebral.
Los pacientes con IMEST presentan con frecuencia alteraciones del
estado emocional, como ansiedad intensa, negación y depresión. Los
médicos que atienden a pacientes con IMEST deben ser sensibles a los
cambios en su estado emocional. Una atmósfera profesional tranquila con
explicaciones exhaustivas del tratamiento y pronóstico pueden ayudar a
aliviar la tensión relacionada con los IMEST.
Hallazgos de laboratorio
Marcadores séricos de daño cardíaco
Una lesión miocárdica puede detectarse por la presencia de proteínas
circulantes liberadas por las células miocárdicas dañadas. Aun cuando la
disponibilidad de marcadores cardíacos séricos y plasmáticos con una gran
sensibilidad por la lesión miocárdica ha permitido a los médicos identificar
lesiones mucho más pequeñas, conviene aclarar que las pruebas bioquímicas de lesión miocárdica no aportan información directa sobre la causa
de la misma.76,77 IM es el diagnóstico que se emplea para designar una
lesión miocárdica causada por la isquemia (fig. 51-15).1 Otros trastornos
no isquémicos, como la miocarditis o las toxinas miocárdicas indirectas,
pueden causar lesiones miocárdicas, pero no deben etiquetarse como IM.
Además, la mayor capacidad para detectar daños miocárdicos ha hecho
que aumente el número de casos de lesión miocárdica como consecuencia
de procesos clínicos sin relación con la placa, lo que obliga a establecer
nuevos criterios para el IM (v. tablas 51-1, 51-2 y 51-4) que encuadren la
lesión dentro de su contexto clínico.1
Aunque la siguiente sección corresponde más a la decisión del diagnóstico en pacientes con posible SCA sin elevación del segmento ST
(v. capítulo 53), este capítulo incluye una descripción general de los
biomarcadores cardíacos debido al solapamiento que se produce entre la
metodología y los conceptos fisiopatológicos cuando se utilizan biomarcadores para evaluar a los pacientes con IMEST. Hay que insistir en que los
médicos no deben esperar a los resultados de los análisis de biomarcadores
para iniciar el tratamiento de los pacientes con IMEST. Dada la urgencia
de la reperfusión en los pacientes con IMEST, el ECG de 12 derivaciones
debería bastar para poner en marcha las medidas necesarias.
La necrosis compromete la integridad de la membrana sarcolémica;
las macromoléculas intracelulares (marcadores cardíacos del suero y del
plasma) comienzan a difundirse por el intersticio cardíaco y, finalmente,
en la microvasculatura y los linfáticos en la región del infarto (fig. 51-16;
v. también tabla 51-4). La velocidad de aparición de estas macromoléculas
en la circulación periférica depende de varios factores, entre los que se
encuentran la localización intracelular,
el peso molecular, los flujos sanguíneo y
linfático locales, y la velocidad de eliminación de la sangre.78
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Troponinas cardíacas específicas
FIGURA 51-15 La isquemia miocárdica y la lesión miocárdica posterior pueden deberse a distintas entidades clínicas,
como la insuficiencia renal, la insuficiencia cardíaca, las taquiarritmias o bradiarritmias, y diferentes procedimientos cardíacos
o extracardíacos. Cada una de estas condiciones puede dar lugar a una lesión miocárdica con muerte celular marcada por
la liberación de concentraciones circulantes detectables de troponina cardíaca. No obstante, cada uno de esos procesos
puede asociarse también a un IM cuando existen indicios clínicos de isquemia miocárdica aguda con un aumento y/o descenso característico en las concentraciones de troponina cardíaca. (Tomado de Thygesen K, Alpert JS, Jaffe AS, et al: Third
universal definition of myocardial infarction. J Am Coll Cardiol 60:1581, 2012.)
51
Infarto de miocardio con elevación del ST: anatomía patológica, fisiopatología y manifestaciones clínicas
antiácidos y puede hacer sospechar un proceso abdominal agudo al
médico. La insuficiencia cardíaca derecha caracterizada por hepatomegalia
y reflujo abdominoyugular es inusual en los pacientes con infarto VI
agudo, pero sí puede estar presente en pacientes con insuficiencia VI grave
y prolongada o con infarto ventricular derecho.
El biomarcador preferido para detectar
la lesión miocárdica es la troponina
cardíaca, que está formada por tres
subunidades que regulan el proceso
contráctil mediado por calcio en el músculo ­estriado.1 Esas subunidades están
formadas por la troponina C que se une
al Ca2+; troponina I (TnI) que se une a
la actina e inhibe la interacción actinamiosina, y troponina T (TnT) que se une a
tropomiosina uniendo así el complejo troponina al filamento delgado (v. fig. 51-16).
Aunque la mayoría de la TnT está en el
complejo troponina, aproximadamente
el 6-8% está disuelto en el citosol, por el
contrario, aproximadamente el 2-3% de la
TnI está almacenado en el citosol. Tras la
lesión miocárdica, la liberación inicial de
TnT y de TnI específicas cardíacas procede
de la dotación del citosol, y va seguida
más tarde de la liberación procedente de
la fracción estructural (unida a los miofilamentos) (v. fig. 51-16).78 Existen diferentes
genes que codifican la TnT y la TnI en los
músculos cardíaco y esquelético, lo que
permite la síntesis de anticuerpos específicos contra las formas cardíacas (TnTc
y TnIc) y la medición cuantitativa de las
mismas (fig. 51-16).78,79 La detección de
un aumento y un descenso de la TnTc o la
TnIc dentro del contexto clínico apropiado
constituye, actualmente, la base de los
nuevos criterios utilizados para diagnosticar el IM.1
1087
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Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2019. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados.
FIGURA 51-16 La liberación de biomarcadores a la circulación comienza con la
isquemia prolongada y la necrosis posterior, lo que provoca la pérdida de la integridad de
las membranas celulares. Tras la interrupción de la membrana sarcolémica del miocardiocito se libera, en primer lugar, la reserva citoplásmica de biomarcadores (flecha más a la
izquierda en la parte inferior de la figura). Se liberan rápidamente marcadores como mioglobina e isoformas de la CK, y las concentraciones sanguíneas aumentan rápidamente
por encima del límite de corte. Posteriormente se produce una liberación más prolongada
de biomarcadores a partir de los miofilamentos en proceso de desintegración, que puede
continuar durante varios días (flecha de tres puntas). Las concentraciones de troponina
cardíaca aumentan hasta 20-50 veces el límite de referencia superior (el percentil 99° de
los valores en un grupo de control de referencia) en los pacientes que tienen un IM agudo
«clásico» y sufren bastante necrosis miocárdica, que da lugar a unas concentraciones de
CK-MB anormalmente elevadas. Actualmente, los médicos pueden diagnosticar episodios
de microinfarto mediante pruebas más sensibles que permiten detectar incluso aumentos
muy pequeños de la troponina cardíaca por encima del límite de referencia superior, aun
cuando las concentraciones de CK-MB y troponina determinadas con las pruebas de
generaciones anteriores puedan estar todavía por debajo del límite de decisión del IM.
Otras causas de lesión miocárdica, como la insuficiencia renal o la embolia pulmonar,
pueden dar lugar a concentraciones detectables de troponina cardíaca incluso sin que
exista ninguna enfermedad arterial coronaria (panel inferior). AI, angina inestable; EAC,
enfermedad arterial coronaria; IAM, infarto agudo de miocardio. (Modificado a partir de
Antman EM: Decision making with cardiac troponin tests. N Engl J Med 346:2079, 2002;
Jaffe AS, Babiun L, Apple FS: Biomarkers in acute cardiac disease: The present and the
future. J Am Coll Cardiol 48:1, 2006; y Reichlin T, Schindler C, Drexler B, et al: One-hour
ruleout and rule-in of acute myocardial infarction using high-sensitivity cardiac troponin
T. Arch Intern Med 172:1211, 2012.)
Enfermedades cardiovasculares ateroescleróticas
VII
Al interpretar los resultados de las pruebas de determinación de TnTc y
TnIc, los médicos deben tener en cuenta varios aspectos analíticos.77,80 Las
pruebas analíticas de TnIc son producidas por varios fabricantes utilizando
distintos epítopos de la troponina para la detección, lo que ha producido
diferentes valores de referencia78,79. La TnTc ha sido comercializada por
un único fabricante, lo que ha conducido a una mayor uniformidad en
los puntos de corte recomendados. El patrón de liberación de los com1088 plejos de troponina, los cambios conformacionales y la degradación en
varios fragmentos de troponina pueden afectar diferencialmente los
resultados de varias pruebas analíticas comerciales. Estas modificaciones
postraslacionales pueden arrojar luz sobre la causa subyacente y tiempo
de liberación (p. ej., diferenciando isquemia de miocarditis), pero estas
aplicaciones están, en la actualidad, siendo investigadas.
VALORES DE CORTE. Las variaciones en los valores de corte para las
concentraciones anormales de TnIc en las pruebas analíticas disponibles
clínicamente son, en parte, resultado de las diferentes especificidades de
los anticuerpos utilizados para detectar la TnIc libre y compleja. Así, los
médicos deberían utilizar los valores de corte avalados por las pruebas
para la técnica analítica que específicamente se utilice en su laboratorio78,79. Tanto para la TnTc como para la TnIc, la definición de un nivel
anormalmente elevado es un valor que excede el 99% del grupo control
de referencia. Las pruebas que tienen un nivel de imprecisión (p. ej.,
coeficiente de variación) de menos del 10% en el valor de corte específico
del 99% son óptimas para la práctica clínica.1
En pacientes con IM, la TnTc y TnIc comienzan a elevarse a aproximadamente 3 h después del inicio del dolor torácico. Debido a una liberación
continua por un aparato contráctil en proceso de degeneración en los
miocitos necróticos, las elevaciones de TnIc pueden prolongarse durante
7 a 10 días tras un IM y las elevaciones de TnTc pueden prolongarse
durante 10 a 14 días. El período prolongado de elevación de TnIc y TnTc es
beneficioso para el diagnóstico diferido de IM (v. fig. 51-16). Los pacientes
con IMEST con recanalización satisfactoria de la arteria relacionada con
el infarto liberan rápidamente troponinas cardíacas que pueden servir
como indicador de reperfusión, aunque la mioglobina es ligeramente más
eficiente para este propósito (fig. 51-17).
TROPONINA CARDÍACA ULTRASENSIBLE. Nuevas pruebas ultrasensibles con un mayor rendimiento analítico nos permiten medir con
más exactitud concentraciones muy bajas de troponina cardioespecífica.
Los expertos recomiendan reservar la denominación de troponina ultrasensible (hsTn) para aquellas pruebas que permitan detectar la troponina
cardíaca en más del 50% de una población aparentemente sana.78,79 Esas
pruebas son mucho más sensibles que los estudios de generaciones
anteriores, pero también demuestran menos especificidad clínica por el
IM, ya que también detectan lesiones miocárdicas verdaderas en otros
contextos clínicos.76 No obstante, en numerosos estudios de pacientes con
dolor torácico no traumático, las pruebas de hsTn han permitido mejorar
la exactitud diagnóstica global y detectar antes la lesión miocárdica81,82
(v. fig. 51-16). Por otra parte, incluso los pequeños aumentos de la troponina cardíaca que se detectan con las pruebas ultrasensibles se asocian a
un pronóstico menos favorable.83
Creatina cinasa-MB
Aunque no se dispone de una prueba para la troponina cardioespecífica,
la mejor alternativa es la medición de la CK-MB mediante un análisis
masivo. El músculo cardíaco contiene las isoenzimas MM y MB de la CK.
Otros tejidos (como el intestino delgado, la lengua, el diafragma, el útero
y la próstata) pueden contener pequeñas cantidades de la isoenzima MB
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51
la troponina cardíaca en los pacientes que no han sufrido reperfusión se muestra en
las curvas continuas azul y roja como múltiplos del límite superior de referencia (LSR).
Cuando se hace una reperfusión en los pacientes con infarto de miocardio con elevación
del segmento ST (IMEST), como se muestra en las curvas discontinuas azul y roja, los
biomarcadores cardíacos se detectan antes y alcanzan valores máximos más elevados,
pero disminuyen con mayor rapidez, lo que hace que el área bajo la curva sea menor y
el tamaño del infarto sea más limitado. IAM, infarto agudo de miocardio. (Modificado de
Antman EM, Anbe DT, Armstrong PW, et al: ACC/AHA guidelines for the management
of patients with ST-elevation myocardial infarction: A report of the American College of
Cardiology/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines [Committee
to Revise the 1999 Guidelines for the Management of Patients with Acute Myocardial
Infarction]. Circulation 110:e82, 2004.)
de la CK. El ejercicio agotador, especialmente en personas que se entrenan
para correr largas distancias o en deportistas profesionales, puede hacer
aumentar la CK total y la CK-MB. Dada la posibilidad de detectar la
CK-MB en la sangre de los individuos sanos, se suele establecer el valor
de corte para un aumento anómalo de la CK-MB algunas unidades por
encima del límite de referencia superior para un laboratorio determinado
(v. fig. 51-16). Como en el caso de la troponina cardioespecífica, para
diagnosticar el IM se requiere una concentración máxima de CK-MB
que supere el percentil 99° de los valores para unas concentraciones de
referencia específicas para cada sexo en dos muestras consecutivas en un
patrón de ascenso y descenso.1 La CK-MB no es exacta cuando existen
lesiones del músculo esquelético.
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Recomendaciones para la medición de los marcadores
séricos
Todos los pacientes con un posible IM deben someterse a una determinación de la troponina cardioespecífica lo antes posible tras el encuentro
inicial. En los pacientes con IMEST, los resultados de la determinación
de los biomarcadores no deben demorar las posibles intervenciones
para conseguir una reperfusión inmediata. Desde el punto de vista de
su rentabilidad, no es necesario medir la troponina cardioespecífica y
la CK-MB.1 Se puede diagnosticar el IM de forma rutinaria realizando
mediciones durante la evaluación inicial y 3-6 h después (v. tabla 51-1).1
Más adelante, solo habrá que repetir las pruebas si existe alguna duda
acerca del comienzo del dolor o cuando aparezcan síntomas fluctuantes.
La definición universal de IM recomienda clasificar los infartos en cinco
tipos (v. tabla 51-2), junto con la magnitud del infarto expresada como el
aumento de los biomarcadores cardíacos por encima del percentil 99° del
límite de referencia superior. En la figura 51-18 se muestra un ejemplo de
un estudio clínico en el que se compararon prasugrel y clopidogrel como
tratamiento antiplaquetario de apoyo en pacientes con riesgo moderado
o alto de SCA que se sometieron a una ICP.84
Otros biomarcadores. Se pueden usar otros biomarcadores para realizar
una evaluación no invasiva de las posibles causas y complicaciones de un IM.
La proteína C reactiva (CRP) aumenta sustancialmente en el IMEST debido a
la respuesta inflamatoria a la necrosis miocítica y guarda relación con el riesgo posterior de muerte o de insuficiencia cardíaca. El BNP y otros péptidos
relacionados reflejan el impacto hemodinámico del IM y guardan relación
FIGURA 51-18 Panel superior. Riesgo de muerte vascular por IM de tipo I nuevo o
recurrente, estratificado en función del tamaño del IM. Panel inferior. Porcentajes del
efecto del prasugrel frente al clopidogrel en relación con el número total de IM nuevos o
recurrentes; se ha clasificado la incidencia de IM (%) utilizando las categorías de biomarcadores recomendados por la definición universal de IM (v. tabla 51-2). Las categorías de
biomarcadores son agrupamientos de múltiplos por encima del límite superior de referencia (LSR) de los valores normales. Los datos de cada barra se han obtenido mediante
estimaciones de Kaplan-Meier para la incidencia de IM; las reducciones porcentuales
representan las reducciones relativas en el cociente de riesgos de desarrollo de un IM en
los grupos de prasugrel y de clopidogrel. RCR, reducción del cociente de riesgos. (Tomado
de Morrow DA, Wiviott SD, White HD, et al. Effect of the novel thienopyridine prasugrel
compared with clopidogrel on spontaneous and procedural myocardial infarction in the
Trial to Assess Improvement in Therapeutic Outcomes by Optimizing Platelet Inhibition
with Prasugrel–Thrombolysis in Myocardial Infarction 38. An application of the clas­
sification system from the universal definition of myocardial infarction. Circulation
119:2758, 2009; y Bonaca MP, Wiviott SD, Braunwald E, et al: American College of
Cardiology/American Heart Association/European Society of C
­ ardiology/World Heart
Federation universal definition of myocardial infarction classification system and the
risk of cardiovascular death: Observations from the TRITON-TIMI 38 trial [Trial to Assess
Improvement in Therapeutic Outcomes by Optimizing Platelet Inhibition With PrasugrelThrombolysis in Myocardial Infarction 38]. Circulation 125:577, 2012.)
con el pronóstico. Aunque tanto el BNP como la CRP permiten valorar
mejor el riesgo, no existe ninguna pauta clara que permita estructurar unas
medidas terapéuticas específicas en pacientes con IMEST en respuesta a
estos biomarcadores.85
En el futuro, los estudios para evaluar nuevos biomarcadores deberían
centrarse en aspectos clínicos sin cubrir, como la detección precoz del IM,
la diferenciación entre los IM de tipo I y de tipo II, y una mejor estratificación del riesgo.86 Marcadores como la copeptina, la proteína A plasmática
asociada a la gestación (PAPP-A), la tirosina cinasa similar al fms (flt-1), la
proteína cardíaca transportadora de ácidos grasos (H-FABP) y el factor de
diferenciación del crecimiento-15 (GDF-15), pueden aportar información
sobre diferentes procesos fisiopatológicos en el IM.63,87
Infarto de miocardio con elevación del ST: anatomía patológica, fisiopatología y manifestaciones clínicas
FIGURA 51-17 La cinética de liberación de la creatina cinasa MB (CK-MB) y de
Otras determinaciones de laboratorio
Lípidos séricos (v. capítulo 45). Durante las primeras 24 a 48 h tras
el ingreso, el colesterol total y el colesterol unido a lipoproteínas de alta
densidad (HDL) permanece en o cerca de los valores iniciales, pero por lo
general bajan poco después. El descenso del colesterol HDL tras IMEST
es más pronunciado que el del colesterol total, por lo que la proporción
colesterol total/colesterol HDL no es útil para la evaluación del riesgo poco
después del IM. Hay que obtener un perfil lipídico en todos los pacientes
con IMEST ingresados a las 24 h del comienzo de los síntomas.88 Las concentraciones de lípidos pueden tener todavía utilidad clínica en pacientes que
ingresan más de 24-48 h después,89 aunque se obtienen mediciones más 1089
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Enfermedades cardiovasculares ateroescleróticas
VII
exactas de las concentraciones séricas de lípidos unas 8 semanas después
de haberse producido el infarto.
Hallazgos hematológicos. La elevación de la cifra de leucocitos tiene
lugar en las 2 h siguientes al comienzo del dolor torácico, alcanza el máximo
a los 2 a 4 días después del infarto y vuelve a la normalidad en 1 semana.
El pico máximo de leucocitosis suele oscilar entre 12 y 15 × 103/ml, pero
en ocasiones llega a 20 × 103/ml en pacientes con IMEST extensos. Es
frecuente un aumento del porcentaje de leucocitos polimorfonucleares y
una desviación a la izquierda con presencia de cayados. Se ha detectado una
relación epidemiológica que indica un peor aspecto de las lesiones responsables en la coronariografía y un aumento del riesgo de mal pronóstico
clínico cuanto mayor es la cifra de leucocitos en la evaluación inicial de
pacientes con un SCA.90
La velocidad de sedimentación globular (VSG) suele ser normal durante
el primer día o dos días tras el infarto, aun cuando no existan fiebre ni
leucocitosis. Después alcanza un pico máximo en el cuarto a quinto días
y puede permanecer elevada durante varias semanas. El aumento de la
VSG no se correlaciona bien con el tamaño del infarto o el pronóstico. El
hematocrito se eleva con frecuencia durante los primeros días tras el infarto
como consecuencia de la hemoconcentración.
El valor de la hemoglobina en la evaluación inicial de un paciente con
IMEST es un factor predictivo importante e independiente de episodios
cardiovasculares mayores. Es interesante señalar la relación en forma de
J entre los valores iniciales de la hemoglobina y los episodios clínicos. La
mortalidad cardiovascular aumenta de manera progresiva cuando el valor
inicial de la hemoglobina cae por debajo de 14 o 15 g/dl, pero también
aumenta cuando la concentración de hemoglobina supera los 17 g/dl. Es
probable que el mayor riesgo asociado a la anemia se deba a la menor
liberación de oxígeno en el tejido, mientras que el aumento del riesgo con
la policitemia puede estar relacionado con el incremento de la viscosidad
de la sangre.91
Electrocardiografía (v. capítulo 12)
En la mayoría de los pacientes con IMEST se producen cambios progresivos del ECG, pero existen múltiples factores que limitan la utilidad
del ECG en el diagnóstico y localización del IM: la extensión de la lesión
miocárdica, la edad del infarto, su localización, la presencia de trastornos de conducción, la presencia de infartos previos o de pericarditis
aguda, cambios en la concentración de electrólitos o la administración
de fármacos cardioactivos. Las anomalías en el segmento ST y la onda
T son muy inespecíficas y se ven en muchas circunstancias como angina
estable e inestable, hipertrofia ventricular, pericarditis aguda y crónica,
miocarditis, repolarización precoz, desequilibrio electrolítico, shock, trastornos metabólicos y tras la administración de digital. Los ECG seriados
resultan muy útiles para diferenciar estos trastornos de un IMEST. Los
cambios transitorios van a favor de angina o desequilibrio electrolítico,
mientras que los persistentes van a favor de infarto si pueden descartarse
otras causas como shock, administración de digital y trastornos metabólicos persistentes. Sin embargo, los ECG de 12 derivaciones estándar
seriados siguen siendo un método clínicamente útil para la detección y
localización del IM.92
El análisis de la constelación de derivaciones electrocardiográficas
con elevación del ST puede resultar útil para identificar el lugar de la
oclusión en la arteria del infarto (v. fig. 51-5).31 La extensión de la desviación del ST en el ECG, la localización del infarto y la duración del QRS
se correlacionan con el riesgo de un resultado adverso. Incluso cuando
existe un bloqueo de rama izquierda en el ECG, es posible diagnosticar un IM cuando hay una desviación llamativa del segmento ST más
pronunciada de lo que podría explicarse por el defecto de conducción
(tabla 51-5). Además de la información diagnóstica y pronóstica que
proporciona el ECG de 12 derivaciones, el grado de resolución del segmento ST aporta información no invasiva muy útil sobre el éxito de la
reperfusión del IMEST, independientemente de que se haya conseguido
mediante la fibrinólisis o mediante una intervención coronaria primaria
(v. capítulo 52).93,94
Aunque existe un consenso general sobre los criterios electrocardiográficos y vectocardiográficos para la detección de infarto de la pared
miocárdica anterior e inferior, es menor respecto a los criterios del infarto lateral y posterior. Un grupo de consenso recomienda la eliminación
del término «posterior» y propone usar el de «lateral» para coincidir con
los conocimientos actuales sobre la anatomía segmentaría del corazón
y su asiento en el tórax.31 Sin embargo, en la definición universal de IM
más reciente se mantiene la categoría de IM posterior.1 Los pacientes
con onda R anormal en V1 (0,04 s de duración o cociente R/S ≥1 en
ausencia de preexcitación o de hipertrofia ventricular derecha) y onda
1090 Q inferior o lateral tienen una mayor incidencia de oclusión aislada de
TABLA 51-5 Manifestaciones electrocardiográficas del infarto
de miocardio
MANIFESTACIONES ELECTROCARDIOGRÁFICAS
DE LA ISQUEMIA MIOCÁRDICA AGUDA (EN AUSENCIA
DE BLOQUEO DE RAMA IZQUIERDA)
Elevación del segmento ST
Nueva elevación del segmento ST en el punto J en dos derivaciones contiguas
con los siguientes puntos de corte:
• ≥0,1 mV en todas las derivaciones (excepto V2-V3)
• En las derivaciones V2-V3 se aplican los siguientes puntos de corte:
• ≥0,2 mV en hombres ≥40 años
• ≥0,25 mV en hombres <40 años
• ≥0,15 mV en mujeres
Depresión del segmento ST y cambios en la onda T
• Nueva depresión horizontal o descendente del segmento ST ≥0,05 mV en
dos derivaciones contiguas
• Inversión de la onda T ≥0,1 mV en dos derivaciones contiguas con una
onda R prominente o un cociente R/S >1
MANIFESTACIONES ELECTROCARDIOGRÁFICAS
DE ISQUEMIA EN EL CONTEXTO
DE UN BLOQUEO DE RAMA IZQUIERDA
Criterio electrocardiográfico
Puntos
Elevación del segmento ST ≥1 mm y concordancia con
el complejo QRS
5
Depresión del segmento ST ≥1 mm en las derivaciones
V1, V2 o V3
3
Elevación del segmento ST ≥5 mm y discordancia con
el complejo QRS
2
Una puntuación ≥3 tiene una especificidad del 98% por el IM
agudo
CAMBIOS ELECTROCARDIOGRÁFICOS ASOCIADOS
A UN INFARTO DE MIOCARDIO PREVIO (EN AUSENCIA
DE HIPERTROFIA VENTRICULAR IZQUIERDA Y BLOQUEO
DE RAMA IZQUIERDA)
Cualquier onda Q en las derivaciones V2-V3 ≥0,02 s o un complejo QS en las
derivaciones V2 y V3
Onda Q ≥0,03 s y ≥0,1 mV de profundidad o un complejo QS en las
derivaciones I, II, aVL, aVF o V4-V6 en dos derivaciones cualesquiera de un
grupo de derivaciones contiguas (I, aVL; V1-V6; II, III, aVF)
Onda R ≥0,04 s en V1-V2 y R/S ≥1 con una onda positiva concordante en
ausencia de un defecto de conducción
Basado en criterios tomados de O’Gara PT, Kushner FG, Ascheim DD, et al: 2013 ACCF/
AHA guideline for the management of ST-elevation myocardial infarction: A report of
the American College of Cardiology Foundation/American Heart Association Task Force
on Practice Guidelines. J Am Coll Cardiol 61:e78, 2013.
una arteria coronaria izquierda circunfleja dominante sin circulación
colateral. Estos pacientes tienen una menor fracción de eyección, un
mayor volumen telesistólico y una mayor tasa de complicaciones que
aquellos con un infarto inferior debido a oclusión aislada de la arteria
coronaria derecha.
Aunque la mayoría de los pacientes continúa presentando cambios
ECG por infarto durante el resto de su vida, sobre todo si tienen ondas Q,
en una minoría sustancial los cambios típicos desaparecen, las ondas
Q pueden desaparecer y el ECG puede volver a la normalidad tras varios
años. En muchas circunstancias, los patrones de onda Q imitan un IM.
Los trastornos que pueden imitar las manifestaciones electrocardiográficas
del IM que producen un patrón de «seudoinfarto» comprenden hipertrofia
ventricular, trastornos de conducción, preexcitación, enfermedad miocárdica primaria, neumotórax, embolia pulmonar, cardiopatía amiloide,
tumores primarios y metastásicos del corazón, cardiopatía traumática,
hemorragia intracraneal, hiperpotasemia, pericarditis, repolarización
precoz y afectación cardíaca por amiloidosis.
Infarto con y sin onda Q
La presencia o ausencia de onda Q en el ECG de superficie no predice con fiabilidad la distinción entre IM transmural y no transmural
(subendocárdico). Las ondas Q en el ECG indican una actividad eléctrica anormal, pero no son sinónimo de daño miocárdico irreversible.
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Isquemia a distancia
Los pacientes con onda Q y elevación del segmento ST recientes diagnósticos de un IMEST en un territorio presentan con frecuencia descenso del
segmento ST en otros territorios. Estos cambios adicionales en el segmento ST están causados por isquemia en un territorio distinto de la zona
de infarto, denominada isquemia a distancia, o por fenómenos eléctricos
recíprocos. Se ha dedicado mucha atención al descenso del segmento
ST asociado en derivaciones anteriores cuando aparece en pacientes
con un IMEST inferior agudo. Sin embargo, a pesar de la importancia
clínica de la distinción entre las causas de descenso del segmento ST
anterior en estos pacientes, como isquemia anterior, infarto de la pared
posterior y cambios recíprocos verdaderos, esta distinción no es fiable
mediante técnicas electrocardiográficas o vectocardiográficas. Aunque el
descenso del segmento ST precordial se asocia con más frecuencia a un
infarto extenso del segmento posterior, lateral o septal inferior en lugar
de isquemia subendocárdica de la pared anterior, son necesarias técnicas de imagen como la ecocardiografía bidimensional para confirmar si
existe una movilidad anormal de la pared anterior.
Infarto ventricular derecho
La elevación del segmento ST en las derivaciones precordiales derechas
(V1, V3R-V6R) es un signo relativamente sensible y específico de infarto
ventricular derecho.31 En algunas ocasiones, la elevación del segmento ST
en las derivaciones V2 y V3 se debe a un infarto ventricular derecho agudo.
Esto puede ocurrir solo cuando la lesión de la pared inferior izquierda es
mínima.95 Por lo general, la lesión concurrente de la pared inferior suprime
esta elevación del segmento ST anterior por lesión ventricular derecha.
De forma similar, el infarto ventricular derecho reduce el descenso del
segmento ST anterior observado con frecuencia en un infarto de la pared
inferior. Un patrón QS o QR en las derivaciones V3R o V4R indica también
necrosis miocárdica ventricular derecha, pero tiene menos precisión
predictiva que la elevación del segmento ST en estas derivaciones.
Técnicas de diagnóstico por imagen
El diagnóstico por imagen no invasivo proporciona importante información sobre el diagnóstico y el pronóstico de los pacientes con IM. En
la mayoría los casos de IMEST no se necesitan pruebas de imagen para
alcanzar un diagnóstico, a no ser que el ECG no permita establecer el
diagnóstico o que el escenario clínico sea cuestionable; pero el diagnóstico
por imagen puede cumplir muchas funciones tras el diagnóstico, como
la determinación del alcance del infarto, la identificación de posibles
complicaciones mecánicas o el estudio de la función global de ambos
ventrículos.
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Radiología (v. capítulo 15)
La radiografía de tórax inicial en los pacientes con IMEST suele realizarse
casi siempre con un aparato portátil en el servicio de urgencias o en la unidad cardíaca. Una vascularización pulmonar prominente en la radiografía
refleja una elevación de la presión telediastólica VI, aunque puede haber
discrepancias temporales relevantes, por lo que se denominan retrasos
diagnósticos y retrasos posterapéuticos. Pueden pasar 12 h antes de que
se produzca edema pulmonar tras la elevación de la presión de llenado
ventricular. La fase de retraso posterapéutico es más prolongada. Pueden
transcurrir hasta 2 días antes de que se reabsorba el edema pulmonar
y desaparezcan los signos radiológicos de congestión pulmonar tras el
retorno a la normalidad de la presión de llenado ventricular. El grado de
congestión y el tamaño del lado izquierdo del corazón en la radiografía
son útiles para definir grupos de pacientes con IMEST con un mayor
riesgo de sufrir complicaciones mortales.
Ecocardiografía (v. capítulo 14)
El carácter portátil relativo del equipo de ecocardiografía hace que esta
técnica sea ideal para la evaluación de los pacientes con IM.96 En pacientes
con dolor torácico compatible con IM pero con ECG no diagnóstico, el
hallazgo ecocardiográfico de una región diferenciada con contractilidad
alterada apoya el diagnóstico de isquemia miocárdica. La ecocardiografía
resulta útil también para la evaluación de pacientes con dolor torácico
y ECG no diagnóstico en los que se sospecha una disección aórtica. La
identificación de un colgajo de íntima que pudiera deberse a una disección
aórtica constituye una observación crucial, ya que este hallazgo implicaría
cambios críticos en la estrategia terapéutica (v. capítulo 57), pero la 51
ecocardiografía transtorácica tiene menos sensibilidad para la disección
aórtica que otras técnicas de imagen, como la angiografía por tomografía
computarizada (TC).
La función VI estimada mediante ecocardiografía bidimensional se
correlaciona bastante bien con las mediciones realizadas mediante coronariografía y es útil para establecer el pronóstico tras el IM.96 Además,
el uso temprano de la ecocardiografía puede contribuir a la detección
precoz del miocardio aturdido pero potencialmente viable (reserva contráctil), isquemia provocada residual, pacientes con riesgo de desarrollar
insuficiencia cardíaca congestiva tras el IM y complicaciones mecánicas
del IM. Las técnicas más recientes aportan también información sobre
el éxito de la reperfusión miocárdica a nivel tisular.97 Aunque la técnica
transtorácica es adecuada en la mayoría de los pacientes, algunos presentan una mala ventana ecográfica, sobre todo si reciben tratamiento
con ventilación mecánica. En estos pacientes puede realizarse de forma
segura una ecocardiografía transesofágica que resulta útil para evaluar
los defectos del tabique interventricular y la disfunción de los músculos
papilares.10
Las técnicas Doppler permiten evaluar el flujo sanguíneo en las cavidades cardíacas y a través de las válvulas cardíacas. Utilizada junto con
ecocardiografía bidimensional es útil para detectar y valorar la gravedad
de una insuficiencia mitral o tricuspídea tras un IMEST, la localización de
una rotura aguda del tabique interventricular, la cuantificación del flujo
en el cortocircuito a través del defecto resultante y la evaluación de un
taponamiento cardíaco agudo.10
Resonancia magnética (v. capítulo 17)
Además de localizar y medir el tamaño de la zona de infarto, la resonancia magnética (RM) permite la identificación precoz del IAM y una
evaluación de la gravedad del daño isquémico. Este método es atractivo
por su capacidad para evaluar la perfusión en el tejido infartado y no
infartado, así como en el miocardio reperfundido, para identificar zonas
de miocardio amenazado pero no infartado, para identificar edema,
fibrosis, adelgazamiento de la pared e hipertrofia del miocárdico, para
evaluar el tamaño de la cavidad ventricular y la movilidad segmentaria de
la pared y para identificar la transición temporal entre isquemia e infarto
(fig. 51-19).98-101 Su aplicación práctica es limitada por la necesidad de
trasladar al paciente con IM a la sala de RM; sin embargo, como se expone
más adelante, es una técnica de imagen extraordinariamente útil en las
fases subaguda y crónica del IM.
La RMC con contraste de gadolinio permite definir con exactitud las
zonas de necrosis miocárdica. La extensión transmural del realce tardío del
gadolinio (RTG) en zonas de miocardio disfuncional permite predecir con
gran exactitud las probabilidades de que la función contráctil se recupere
tras el restablecimiento satisfactorio del flujo coronario mediante revascularización mecánica.102 Numerosos estudios clínicos han demostrado
igualmente la gran sensibilidad del RTG («hiperrealce tardío») de la RMC
a la hora de detectar pequeñas zonas de mionecrosis. El RTG permite
identificar con exactitud la zona infartada en comparación con los estudios
histológicos. El dato que mejor permite predecir el restablecimiento del
espesor normal de la pared ventricular es una transmuralidad del RTG
inferior al 25%. El RTG constituye también una técnica muy sensible para
detectar infartos VD.99
En pacientes con un IM previo, el cálculo del tamaño de la zona periinfarto mediante la RMC con la técnica de realce tardío tiene un valor
pronóstico superior al del volumen VI y la fracción de eyección. Además
de detectar posibles infartos, esta técnica de imagen permite valorar la
presencia y el tamaño de una obstrucción microvascular como consecuencia de un infarto, que puede constituir un hallazgo de pronóstico aún peor
que el RTG. La detección mediante el RTG de una cicatriz miocárdica que
no ha causado manifestaciones clínicas conlleva un riesgo elevado de
acontecimientos cardíacos adversos en pacientes con signos y síntomas
de enfermedad arterial coronaria, pero sin antecedentes de infarto.100
Técnicas nucleares (v. capítulo 16)
Infarto de miocardio con elevación del ST: anatomía patológica, fisiopatología y manifestaciones clínicas
Además, la ausencia de onda Q puede ser un simple reflejo de la insensibilidad del ECG de 12 derivaciones, sobre todo en las zonas posteriores
del ventrículo izquierdo irrigadas por la arteria circunfleja izquierda
(v. fig. 51-5).31
Se puede emplear la angiografía con radioisótopos, gammagrafía de
perfusión, gammagrafía del infarto y tomografía por emisión de positrones
para evaluar a los pacientes con IMEST.100,103 Las técnicas de imagen
cardíaca con radioisótopos pueden ser útiles para detectar IM, evaluar el
tamaño del infarto, el flujo colateral y el miocardio amenazado, determinar 1091
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Enfermedades cardiovasculares ateroescleróticas
tres a cuatro veces superior a aquellos
con elevación en 2 o 3 derivaciones.
VII
MARCADORES CARDÍACOS. La
estimación del tamaño del infarto
mediante el análisis de marcadores
séricos o plasmáticos requiere tener en
cuenta la cantidad de marcador perdida
por el miocardio, su volumen de distribución y su velocidad de liberación.
Las determinaciones seriadas de las
proteínas liberadas por el miocardio
necrosado pueden emplearse para
ayudar a evaluar el tamaño del IM. En
la práctica clínica, las concentraciones
máximas de CK, CK-MB o troponina
ofrecen una estimación aproximada
del tamaño del infarto. La reperfusión
arterial coronaria modifica espectacularmente la cinética de eliminación de
los marcadores de necrosis del miocardio, lo que da lugar a unas concentraciones máximas precoces y exageradas
(v. fig. 51-17). La determinación de la
concentración de troponina específica
del corazón varios días después de un
IMEST, incluso en casos de reperfusión
satisfactoria, puede ser una estimación
fiable del tamaño del infarto, porque
tales determinaciones tardías de la
troponina reflejan la liberación tardía
de la reserva no unida a miofilamentos
en los miocitos dañados.
TÉCNICAS DE IMAGEN NO INVASIVAS. Las técnicas de diagnóstico
por imagen descritas anteriormente
pueden facilitar la evaluación clínica y
experimental del tamaño de un infarto. La ecocardiografía sigue siendo
FIGURA 51-19 RM de eje longitudinal vertical con realce tardío correspondiente a un paciente con un IM anteroapical
la técnica más utilizada para valorar
transmural extenso (A). La cine-RM de eje longitudinal horizontal al comenzar (B), a los 4 meses (C) y después de 1 año (D)
el tamaño del infarto y la función VI,
muestra una dilatación progresiva del ventrículo izquierdo (índice de volumen telediastólico VI de 81,9 ml/m2 al comenzar,
aunque la RMC con contraste permite
88,2 ml/m2 a los 4 meses y 112,7 ml/m2 al cabo de 1 año), con adelgazamiento progresivo de la pared del VI. (Tomado de
Ganame J, Messalli G, Masci PG, et al: Time course of infarct healing and left ventricular remodelling in patients with reperfused
detectar grados menores de isquemia e
STEMI using comprehensive magnetic resonance imaging. Eur Radiol 21:693, 2011.)
identificar zonas de miocardio dañado
de forma permanente frente a zonas
los efectos del infarto en la función ventricular y establecer el ­pronóstico «aturdidas», que podrían recuperarse. La RMC permite discernir también
en pacientes con IMEST. Sin embargo, la necesidad de trasladar a un la heterogeneidad regional de los patrones de infarto entre los pacientes
paciente en estado crítico desde la unidad coronaria al servicio de medi- con oclusión persistente de arterias infartadas u oclusión microvascular
grave, y aquellos con microcirculación y reperfusión satisfactoria de la
cina nuclear limita su aplicación práctica.
macrocirculación.100
Tomografía computarizada (v. capítulo 18)
La TC permite valorar las dimensiones de la cavidad y el espesor de las
paredes, detectar aneurismas VI y (de especial importancia en los pacientes con IMEST) identificar trombos intracardíacos. En los casos agudos,
la TC con contraste permite detectar focos de IM en forma de zonas
menos realzadas. Los infartos antiguos aparecen hiperrealzados. Aunque
la TC cardíaca es una técnica menos adecuada, probablemente sea más
sensible que la ecocardiografía a la hora de detectar posibles trombos.104
La angiografía por TC coronaria es sensible a las obstrucciones coronarias,
especialmente en el tercio proximal de la anatomía coronaria, y puede
mejorar la evaluación diagnóstica de los pacientes con una probabilidad
baja-media de SCA, pero no tiene ninguna indicación en el tratamiento
de un posible IMEST.105
Estimación del tamaño del infarto
ELECTROCARDIOGRAFÍA. El interés en limitar el tamaño del infarto,
en gran parte por el hecho de que la extensión de miocardio infartado
tiene importantes implicaciones pronósticas, ha centrado la atención
en la determinación precisa del tamaño del IM. La suma de elevaciones
del segmento ST observadas en múltiples derivaciones precordiales se
correlaciona con la extensión de la lesión miocárdica en los pacientes
con IM anterior.92 Una relación entre el número de derivaciones ECG con
elevación del segmento ST y la mortalidad: los pacientes con ocho o nueve
1092 de 12 derivaciones con elevación del segmento ST tienen una mortalidad
AGRADECIMIENTOS
Los autores desean agradecer las contribuciones previas del doctor Elliott
M. Antman, que han establecido las bases para este capítulo.
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