La mujer en combate

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LA MUJER EN COMBATE
PATRICIO REYNOLDS AGUIRRE
1
LA MUJER EN COMBATE
¿Necesidad operativa de nuestras Fuerzas Armadas o imperativo
político?
Ediciones Altovolta
2
La mujer en combate
© Patricio Reynolds Aguirre
Registro de propiedad intelectual Nr.
I.S.B.N.: 956 – 8271 –
© Ediciones Altovolta
Primera edición, junio de 2006
Edición a cargo de Jorge Queirolo Bravo
Diseño de portada: Susana Achondo Acevedo
Fotografía de contraportada: Susana Achondo Acevedo
Diseño de interiores: Juan Varas Venegas
Corrección de textos: Jorge Queirolo Bravo
Supervisión general: Pablo Queirolo Bravo
Impresión: Libra, Valparaíso, Chile
Impreso en Chile / Printed in Chile
© Todos los derechos reservados. Tanto el contenido de este texto, como el
diseño de la portada y contraportada, no pueden ser reproducidos, ni en todo ni en
parte, ni registrados en o transmitidos por, un sistema de recuperación de la
información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea electrónico, mecánico,
magnético, fotoquímico, electroóptico, mediante fotocopia, o cualquier otro
existente, sin el permiso por escrito de Ediciones Altovolta o del autor.
3
“Nada es más necesario que la verdad y, con relación a ella,
todo lo demás no tiene más que un valor de segundo orden.”
Federico Nietzsche
4
ÍNDICE
I.- INTRODUCCIÓN
5
II.- RESUMEN HISTÓRICO
8
III.- SITUACIÓN ACTUAL
A.- Una mirada al mundo:
14
a.-España
b.-Reino Unido
c.-Estados Unidos de América
B.- Una mirada a nuestros vecinos:
14
21
31
49
a.-Argentina
b.-Perú
c.-Bolivia
49
54
57
C.- Realidad Nacional – Antecedentes Históricos
a.-Conquista e Independencia
b.-Ejército de Chile
c.-Armada de Chile
d.-Fuerza Aérea de Chile
59
59
62
65
71
D.- PROCESOS DE INTEGRACIÓN
75
A.- La integración de la mujer a las F.F.A.A. como imperativo político
75
B.- El impacto del control de la natalidad y la sociedad de consumo
79
5
V.- EL CÍRCULO ÍNTIMO
87
A.- Condiciones biológicas:
1.-Características físicas
2.-Características fisiológicas
87
88
B.- La familia
91
C.- La sexualidad
94
D.- El talento
100
VI.- CONDICIONES LABORALES EN LAS FUERZAS ARMADAS
103
A.- Fuerzas en Tierra
104
B.- Fuerzas Navales
111
C.- Fuerzas del Aire
120
VII.- ADAPTACIÓN DE LAS FFAA A LA INTEGRACIÓN FEMENINA
122
A.- Fuerzas de Tierra
124
B.- Fuerzas Navales
127
C.- Fuerzas del Aire
130
VII.- REFLEXIONES FINALES
131
ANEXOS
133
GLOSARIO DE TÉRMINOS
138
FUENTES CONSULTADAS
143
A.- Bibliografía
143
B.- Paginas Web
147
6
I.- INTRODUCCIÓN
La dinámica acelerada de los cambios mundiales y regionales y el nuevo
modo de hacer política, entendiéndose como el manejo de los asuntos públicos,
que varió drásticamente con respecto a lo que estuvo vigente desde finales de la
Segunda Guerra Mundial, coloca a nuestras autoridades frente a un desafío
enorme.
Esto está directamente relacionado con el tema de interés de este libro: la
Defensa.
La experiencia de los años ochenta y noventa parecen no ser ya aplicables
para indicar el camino a seguir. Nuestro país consolidó un sistema democrático de
gobierno, el mundo dejó de ser multipolar, la globalización parece absorbernos, los
enemigos ya no parecen serlo y los amigos tampoco. Los desafíos aparecen y
desaparecen con igual velocidad.
Dentro de este contexto, Chile se ha caracterizado por mantener una política
económica exitosa de libre mercado, muy abierta al mundo y con especial énfasis
en integrarse económicamente a través de tratados de libre comercio (TLC). Esta
situación, inevitablemente tiene efectos sobre los aspectos estratégicos y militares
inherentes al posicionamiento del país en el sistema regional y especialmente en el
cono sur; en términos de alterar sus tradicionales percepciones de amenazas,
especialmente en cuanto a la forma como a la oportunidad en que éstas se
materializan.
En los inicios del siglo XXI el escenario estratégico viene marcado por la
aparición de nuevos riesgos y amenazas para la paz, la estabilidad y la seguridad
nacional e internacional, los que se suman a los considerados tradicionales y que,
hasta ahora, han sido combatidos por la fuerza militar. Este escenario está en
continua evolución y emergen como riesgos principales los diferendos por motivos
económicos (agua, gas, petróleo, minerales, recursos naturales en general,
capitales, fondos marinos, etcétera), operaciones combinadas de guerra exterior 1 y
el terrorismo, ya sea actuando con independencia o con la posible combinación de
amenazas.
De acuerdo a lo establecido en la Constitución Política del Estado de Chile
vigente en la actualidad, las instituciones llamadas a enfrentar estos nuevos
desafíos son las Fuerzas Armadas. A las que define claramente en su Capitulo XI,
Artículo 101.
“Las Fuerzas Armadas dependientes del Ministerio encargado de la Defensa
Nacional están constituidas única y exclusivamente por el Ejército, la Armada y la
Fuerza Aérea de Chile. Existen para la defensa de la Patria y son esenciales para
la seguridad nacional.”
Sin duda que para cumplir su misión requieren de los mejores hombres y
mujeres de la nación, el entrenamiento constante, actualizado y exigente, además
de equipamiento adecuado y moderno.
1
Se refiere a la participación de fuerzas militares en coalición con otros países, ya sea por mandato de las Naciones Unidas o
en apoyo a un país aliado.
7
En los últimos tiempos hemos estado escuchando desde diversos sectores
políticos, la importancia de incluir a nuestras mujeres en las fuerzas de combate. El
mando de las Fuerzas Armadas aparece más abierto que nunca a implementar
dicha opción. La parada militar que se realiza todos los años el 19 de septiembre es
una buena muestra de ello. Las mujeres no sólo son las más mostradas, sino que
pareciera que existe una suerte de competencia entre las Instituciones Armadas por
demostrar cuál les da mayor protagonismo dentro de sus filas.
La discusión del tema se ha centrado en dos sectores relevantes. Por un
lado, están el gobierno y los partidos considerados “progresistas” que conforman la
“Concertación por la Democracia”, que es la coalición actualmente en el poder;
algunas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y ciertas entidades feministas
menores. Al frente, han estado las Fuerzas Armadas. Algunas de las instituciones
son muy abiertas al tema y otras permanecen más prudentes respecto de su
opinión, pero con muchísimas dudas acerca del aporte real de la mujer en las
fuerzas de combate.
Pero… ¿Qué hay de fondo en todo esto? ¿Cuáles son las conclusiones que
se pueden sacar?
¿Es acaso necesario exponer a nuestras mujeres en las fuerzas de combate
para lograr la misión específica que nuestra Constitución les asigna a las Fuerzas
Armadas?
¿Es su presencia, en nuestras fuerzas de combate, un aporte para darles
mayor capacidad operativa y de combate a nuestras Instituciones Armadas y con
ello disuadir en mejor forma a nuestros posibles adversarios o simplemente se trata
de un imperativo político del momento?
Contestar estas preguntas tan relevantes para el futuro de las instituciones
armadas de Chile es el objetivo vital de esta investigación.
Un estudio en estas materias generalmente choca contra una barrera difícil
de superar en una investigación seria. La información sobre los problemas de
personal al interior de los cuerpos armados, no siempre está disponible para ser
analizada.
En las naciones europeas occidentales en las que el debate es abierto en
todas las materias, incluso en el campo de la defensa, los problemas derivados de
la incorporación femenina a las FF.AA. se han discutido en el parlamento y en la
prensa, de modo que hay una abundancia relativa de información. En los EE.UU.
existe disponibilidad de información por la tendencia de los norteamericanos a
discutir sin mayores restricciones los problemas, incluso los que aparentan ser más
delicados.
No obstante, en todos estos casos, la información divulgada nunca es tan
completa y fidedigna como se quisiera, sobretodo cuando el objetivo es elaborar un
estudio serio y pormenorizado sobre una determinada causa. Intereses políticos
(nacionales, regionales o de ciertos grupos), cuestiones de seguridad, defensa de la
privacidad de las personas involucradas, la confidencialidad necesaria para no
afectar procesos judiciales en desarrollo, y otros argumentos diversos, son algunas
de las razones frecuentemente esgrimidas para mantener ciertos temas bajo
reserva.
En nuestra América hispana, marcada por las desconfianzas y las disputas
territoriales entre países vecinos, los asuntos de la defensa no se resuelven en el
debate público. La información que se puede obtener es la que se difunde para los
8
efectos del reclutamiento y los contenidos de las leyes que se han dictado. Los
eventuales problemas, los pro y los contra, se mantienen en estricta reserva y los
esfuerzos de algunos pequeños grupos por despertar el interés del público o de las
esferas políticas para llevar el tema al debate abierto, logran escasos resultados.
Informaciones que en otras regiones son difundidas sin restricción, en nuestro
subcontinente son mantenidas en la más absoluta reserva, aún cuando su
conocimiento público no represente riesgo alguno para la seguridad nacional o
institucional.
Una característica del debate que se ha suscitado sobre este tema, es que la
mayor parte de la literatura publicada, se ha centrado en el problema de la
incorporación de la mujer al sistema y de las adaptaciones que se deben realizar en
los cuerpos armados para hacerla efectiva. Nada o casi nada se dice acerca de los
beneficios que esta incorporación tiene o puede tener para la mejor gestión militar
de los estados. Tampoco se toca el punto relativo al aporte que las especiales
características de la personalidad femenina pueden hacer al conjunto de cuerpos
que conforman las fuerzas de combate militares. Siempre se habla de igualar al
varón en los mismos roles de éste, en virtud de ciertos derechos femeninos que
estarían siendo conculcados.
Mucho menos se ha tratado el tema de la familia del militar y el impacto que
en ella puede tener la presencia de mujeres en un mundo marcadamente
masculino. Tampoco ha existido una disposición real y pragmática para analizar las
experiencias reales de otros países, en torno a las incontables dificultades que han
debido enfrentar las mujeres que se han unido a las FF.AA. en funciones de
combate.
El presente trabajo, aunque la mencionará frecuentemente, no se refiere a la
presencia femenina en funciones de apoyo de tipo administrativo o logístico. Sea en
tareas como escribiente, secretaria, médico, enfermera, abogada, telefonista u otras
actividades en las que se pueden desempeñar indistintamente hombres y mujeres.
Nuestro objetivo, está dirigido a analizar la presencia de la mujer en las unidades
operativas, como un combatiente más, en un plano de mayor o menor igualdad con
el varón.
9
II.- RESUMEN HISTÓRICO
Con la aparición del Cristianismo hace unos dos mil años, la historia de la
mujer tiene un momento en que se marca un antes y un después. Sin duda que la
concepción de “persona” de la nueva religión, en la que se iguala a varones y
mujeres, revolucionó al mundo.
En el pasado la mujer no estaba bajo ninguna circunstancia al mismo nivel
del hombre. Era un ser inferior, puesto por la naturaleza al servicio del varón. La
presencia de mujeres influyentes existía esporádicamente en la vida política, pero
siempre se daba a la sombra de algún hombre o en apoyo a la labor de éste.
Aunque las haya, las mujeres conduciendo los destinos de una nación incluso hoy
son escasas y se las recuerda por ser pocas a lo largo de la historia.
En el pueblo judío antiguo la mujer carecía de todo derecho o relevancia en
la vida pública. Se llegaba al extremo de que en caso de enviudar, ésta perdía
todos los bienes y derechos del difunto, a los que accedía en virtud de su
matrimonio. Estos bienes naturalmente pertenecían sólo a los hijos varones, si los
había, o de lo contrario retornaban inexorablemente a la familia del marido. La
familia de la cual la mujer provenía, rara vez recibía de vuelta a la viuda. De allí la
insistencia de Cristo, en cuanto a la práctica de la caridad y de dar especial
atención a viudas y huérfanos.
De la misma manera, la opción de combatir era un privilegio exclusivamente
masculino y vedado a las mujeres. Dicha costumbre existía debido a que el
combatiente tenía derecho al reparto del despojo de los vencidos, los que incluían
en algunos casos, a las mujeres y los niños, quienes se convertían en esclavos o se
sacrificaban a los dioses del vencedor.
No hay un solo relato de veracidad demostrable que se refiera a alguna
mujer combatiendo en las culturas egipcia, griega o latina. Solamente se tiene como
antecedente el mito de las amazonas, las que habrían existido en las riberas del
Mar Negro y que han logrado cierta fama, precisamente por su carácter de
excepcional.
Entre los griegos, así como entre los romanos, los dioses pueden ser
masculinos o femeninos, pero ello no tiene su correlato en el plano de la vida
humana. El hombre domina sin contrapeso alguno a la mujer en el mundo terrenal.
En todo caso, los dioses masculinos están marcados por la fuerza física y se
imponen por lo general a las diosas, aunque éstas son indudablemente más
virtuosas.
A través de Aristóteles sabemos, que tanto Sócrates como Platón habían
enseñado que la mujer debía recibir entrenamiento militar y luchar codo a codo con
los hombres. Estas ideas no penetraron en la sociedad griega 2 de entonces. El
mismo Platón señala que el hombre debe observar el ejemplo de los animales
domésticos, como los perros, en los que el cuidado que las hembras dan a sus
hijos, no las eximen de sus tareas en la protección del rebaño de la casa. Nada de
ello cambió la condición femenina en el mundo griego. El filósofo no reconoce al
hombre superioridad respecto de la mujer en lo intelectual, pero sí en lo físico. No
2
James M. Blythe, Los argumentos de la escolástica y las imágenes medievales de las mujeres guerreras, www.imprint.co.uk
10
obstante, que sólo las mujeres excepcionales son capaces de superar en todo a los
hombres3.
Un punto de dificultad para los filósofos griegos, se refería a una cuestión del
pudor. La educación física, indispensable para la práctica de la cosa pública o del
servicio militar, se llevaba a cabo en el gimnasio, en el que los atletas se ejercitaban
completamente desnudos, situación inaceptable para la mujer, custodia del pudor
de la sociedad4.
Pese a la enorme influencia que los filósofos ejercieron en la cultura griega,
el tema de la presencia femenina en la política y en la guerra no experimentó
cambio alguno en la gran civilización helénica, ni en su heredera histórica, la cultura
latina.
Esparta, estado legendario por ser ejemplo de una sociedad absolutamente
organizada con vistas a la guerra, daba a la mujer un rol muy claro y definido. Su
papel esencial consistía en atender la casa y en educar a los hijos... para ir a la
guerra.
De no mediar la influencia del cristianismo, el mundo medieval habría
recibido los escritos griegos y latinos, sin prestarles mayor atención, al menos en
estos asuntos relativos al rol femenino.
La noción de persona, es decir de individuo racional responsable de sus
actos, da al ser humano una visión distinta de la relación entre varón y hembra,
debido a que ambos quedan igualados en su esencia racional. Aun cuando ello no
ejerció mayor efecto en orden a cambiar la relación de dependencia de la mujer
respecto del varón, por lo menos le otorgó un reconocimiento que antes
simplemente no tuvo. El culto a la Madre de Dios también ejerce su impacto, pues
en Ella, la mujer alcanza un grado de excelencia que ningún varón puede pretender
para sí.
Sin embargo, San Pablo es claro en señalar que la mujer está sometida al
varón, tanto en el matrimonio como en la jerarquía de la Iglesia. No obstante, esto
no implica que la mujer no tenga un lugar de importancia en la familia y en la
sociedad, pues mientras el marido es cabeza de la mujer, ésta es el corazón del
hombre5.
La Iglesia también veló por el respeto que el marido debía a su mujer, que
quedó debidamente recogido en la vieja fórmula nupcial del Misal Romano: “Mujer
te doy, que no sierva”. La mujer quedaba subordinada al varón, pero no estaba a su
servicio.
La salvación no hace distinciones en cuanto a género y eso es lo que
finalmente cuenta para recibirla. Para el cristiano, todo lo demás es solamente
temporal.
La historia de la Iglesia nos muestra a numerosas mujeres que ejercieron
gran influencia en sus comunidades, ya sea promoviendo la fe, defendiendo a los
perseguidos o compartiendo sus sacrificios, pero nunca asumiendo roles militares o
de combate. Esto no significa que la función militar haya sido menospreciada por la
nueva religión. El santo más popular en Chile, San Sebastián, era un soldado
romano.
3
Ibid.
Ver “Servicio militar” en Aclaraciones.
5
La condición humana, definida en la expresión “dignidad del hombre”, que se alcanza en la medida que se conozca, se ame
y se sirva a Dios, toca por igual a hombres y mujeres.
4
11
Los pueblos germánicos contemporáneos de griegos y romanos, herederos
de una larga tradición guerrera, desarrollaron una cultura cuyos valores
fundamentales siguen siendo, hasta hoy, los propios de la vida militar. Entre ellos
están la lealtad como factor clave en las relaciones personales y de amistad, el
espíritu de sacrificio del individuo a favor del bien común, la jerarquización de la
sociedad y del derecho, etcétera.
El ideal del germánico es morir en combate, para ir al paraíso. Allí tendrá por
recompensa los insuperables favores de las “valkirias”. El germano viejo, incapaz
de combatir en la guerra, pierde el derecho a todo respeto y debe integrarse a las
vidas de las mujeres y de los niños. La mujer en esta cultura carece de todo
derecho e importancia, por lo que simplemente es un ser de segundo orden. No va
a la guerra.
La cultura occidental, que vino a fraguar en una primera etapa en lo que se
conoce como Edad Media, pasó a ser el receptáculo natural en Europa de todas las
corrientes anteriormente mencionadas. Las componentes grecorromanas,
fuertemente influenciadas por el cristianismo, entonces incipiente, han hecho a
nuestra cultura un aporte esencialmente intelectual (incluyendo el espiritual).
Mientras que la cultura germánica acusa su influencia en muchos aspectos de
índole práctica.
En este ambiente, la mujer carece de igualdad de derechos (la sociedad es
esencialmente estamental, es decir, fundada en derechos diferenciados o
“privilegios”) frente al varón. Pero pese a lo anterior puede asumir los derechos de
éste, si no existen herederos varones o si éstos todavía son menores de edad. La
ley sálica, que niega a la hija el derecho de sucesión al trono habiendo heredero
varón, es una prueba fehaciente de ello y se aplica hasta el día de hoy en algunas
monarquías europeas.
Hay diversos relatos y comentarios escritos por autores de renombre que
señalan a las mujeres en posiciones de liderazgo, frente a las cuales, los varones
se subordinaron sin inconvenientes ni rebeldías. No siempre ellas combatieron
activamente, pero los hombres aceptaron ser conducidos a la guerra por sus
señoras feudales6. Algunos autores incluso no dudan en señalar, que el hombre
medieval estaba mucho más dispuesto a aceptar la autoridad de una mujer que el
contemporáneo7.
En la polémica escolástica, el tema de la mujer en la vida militar también tuvo
un amplio espacio de discusión. A pesar de que muchas de las argumentaciones
sobre el tópico repetían los razonamientos de los filósofos griegos o latinos, es
necesario reconocer que el catolicismo ejerció su impacto en el pensamiento
escolástico en estas materias. Así, mientras se repetían las hazañas de las
amazonas o de míticas guerreras vikingas, también se recurría a los textos
contenidos en la Biblia, con sus Déboras y Judith. Gran parte de la discusión se
centraba en el problema de los votos que profesaban quienes iban a Tierra Santa,
principalmente con motivo de las Cruzadas, cuestión que preocupaba
especialmente a los canonistas.
6
James M. Blythe, Los argumentos de la escolástica y las imágenes medievales de las mujeres guerreras, www.imprint.co.uk
mujer accedía al control del feudo bajo ciertas condiciones: viudez, menoría de edad de los hijos varones, etcétera, y en
estos casos, debía cumplir con sus compromisos de fidelidad hacia su propio señor, aportando contingentes de caballeros y
soldados, comandándolos en ocasiones, aunque rara vez combatiera.
7La
12
Se aceptaba que las mujeres tomaran votos, pero no que lo hicieran con la
finalidad expresa de combatir en la guerra, aunque ejercieran el mando de tropas
que ellas mismas en su condición de señoras feudales aportaban a la empresa. Hay
informes bien documentados, de que las mujeres en Tierra Santa no desdeñaron el
uso de las armas, cuando el solo hecho de llevar indumentaria masculina era un
acto de valentía por sí mismo8.
Obviamente que estos relatos se conservaron a causa de su condición de
excepcionalidad. En realidad los hechos se daban de una manera bien distinta. La
formación de un caballero se iniciaba tempranamente, en la misma infancia e
implicaba un largo y arduo proceso, mientras que las niñas eran educadas en las
labores del hogar. Así, mientras el hombre se adiestraba para la guerra y la
conducción política, la mujer se preparaba para el ejercicio de la economía
doméstica y la educación de los hijos.
La más famosa de las mujeres comandantes militares en la Edad Media, fue
Santa Juana de Arco (1412-1431), de quien el caballero Thiband d’Armagnac,
alguacil de Chartres dijo lo siguiente: “Al margen de los asuntos de la guerra, era
sencilla e ignorante. Pero en lo referente a la conducción de los ejércitos y en las
artes de la guerra, en la disposición de las tropas para el combate y en dar aliento a
los soldados, se comportaba como el más experimentado de los capitanes en el
mundo y como si toda su vida hubiera estado dedicada a aprender el oficio de la
guerra9.”
Santa Juana, aun cuando comandaba efectivamente las fuerzas, no
combatía.
Su caso es especial, pues basaba su autoridad y talento en un mandato
divino recibido a través de las voces de San Miguel, Santa Catalina y Santa
Margarita. Aquí se dio lo que también sucedía con muchas otras mujeres
medievales de la época, las que lograron ser aceptadas al margen de lo que era
considerado apropiado para su sexo y que argumentaban que Dios actuaba por su
intermedio.
Santa Juana de Arco fue en su momento la heroína francesa por
antonomasia.
La abundante literatura acerca de la mujer en la vida militar revela que el
tema era de dominio común y que éstas de alguna manera estaban vinculadas a las
fuerzas combatientes. No obstante, también es bastante usual el temor de los
autores de la época, al efecto distorsionador del orden social que podría sobrevenir
por efecto de la presencia de la mujer en la vida militar, si esto se daba como un
hecho frecuente.
Si bien no se puede poner en duda la calidad de la argumentación
escolástica en el terreno metafísico, los razonamientos de carácter fisiológico o
médico son en contraste de muy poca solidez y dan la impresión de ser bastante
empíricos. De todos los argumentos esgrimidos, el único que parece sostenerse
incólume es el de la menor robustez del físico femenino, hecho que en la época era
mucho más determinante que hoy. Ello se debe a que todas las armas de entonces
8
Nicetas Choniates, O City of Byzantium, Annals of Nicetas Choniates, trad. Harry J. Magoulias (Detroit, 1994), 2.1.60, p. 35.
Philippe Contamine, War in the Middle Ages, trad. Michael Jones (London, 1985), p. 241, y Steven Runciman, A History of the
Crusades, Vol. 1 (Cambridge, 1954), p. 469.
9
Como se informa en Régine Pernoud, Joan of Arc. By Herself and Her Witnesses, trad. Edward Hyams (Nueva York, 1969;
reeditado 1982), p. 62.
13
(arcos, lanzas, mazas, sables o espadas, catapultas, arietes y otros) consistían
generalmente en alguna forma de aplicación de la fuerza física del soldado para
poder lesionar al oponente.
El más famoso e importante de los autores escolásticos, Santo Tomás de
Aquino (1225-1274), se limita a exponer con sus argumentos que la mujer tiene su
espacio propio en la administración de los bienes domésticos, lo que la aleja de la
ejercitación de la cosa pública10. No se trata de un pensamiento machista
propiamente dicho, sino que en dar el debido reconocimiento a la familia, en un
esquema de pensamiento en el que el reino doméstico es el pilar en torno al cual se
estructura todo el edificio social.
El maestro de Santo Tomás, San Alberto Magno (¿1193?-1280), plantea el
tema de la incapacidad femenina para la guerra con un argumento diferente. Lo
hace atendiendo a la naturaleza tímida de la mujer, lo que probablemente era
bastante cierto en su tiempo, en virtud del tipo de educación que usual y
generalmente se le impartía11.
En todos los casos, existe el genuino interés de los maestros escolásticos
por preservar el papel desempeñado por las mujeres con vistas a la persistencia de
los valores tradicionales y el buen orden de la sociedad de entonces. Era una meta
que supuestamente se lograba gracias a la participación directa de la mujer en la
atención y educación de los hijos. El bien común espiritual, encarnado en los
valores de la cultura, prevalece en la mente escolástica por encima de hipotéticos
derechos individuales, los que en realidad tampoco despertaban un gran interés
entre sus eventuales beneficiarias.
La influencia del pensamiento escolástico, que sigue teniendo una vital
importancia en muchos aspectos, se ha mantenido muy persistente y sólida en
cuanto al rol femenino en la sociedad hasta comienzos del siglo XX y en muchos
casos hasta nuestros días.
En las culturas orientales la situación generalmente no ha sido muy distinta,
si se las compara con el mundo clásico de los griegos y romanos. Las hazañas
militares de chinos, japoneses, indios, manchúes, mongoles y otros pueblos
orientales, no mencionan en absoluto a las mujeres como combatientes ni
estrategas militares. El asunto no deja de ser interesante dado que todas las
culturas, salvo la occidental, han permanecido casi sin cambios por más de 2000
años.
Durante la Segunda Guerra Mundial se enfrentaron las fuerzas japonesas
con tropas de los EE.UU., sin que hasta el momento se conozcan relatos de
mujeres japonesas capturadas o muertas en combate. Solamente se conoce de
ciertas niponas, habitantes de algunas islas conquistadas y ocupadas por los
EE.UU., como Okinawa, que prefirieron el suicidio antes que entregarse vivas al
10
Santo Tomás de Aquino, en Libros Politicarum Aristotelis Expositio, en Opera Omnia, ed. R. Busa (Stuttgart-Bad Cannstatt,
KG, 1980), 2.5.12. ‘Secundo mulieres dicit, quod Socrates dicebat, quod mulieres debebant eadem tractare cum viris, ut
scilicet colerunt agros et pugnarent, et alia huiusmodi facerent sicut viri: et accipiebat parabolam, id est similitudinem a bestiis,
in quibus feminae similia operantur masculis, sed Aristotelis istud dicit esse inconveniens, nec esse simile: quia bestiae nihil
particibant de vita oeconomica, in qua quidem vita mulieres habent quaedam propria opera, quibus oportet eas intendere, et
abstinere semper ab operibus civilibus.’ 2.6.2. ‘. . . Socrates existimavit quod opertebat mulieres bellare et alia similia facere
viris’
11
San Alberto Magno, Commentarium in Octo Libris Politicorum Aristotelis, en Opera Omnia (Londres, 1651), Vol. 4, Libro 2,
cap. 3, pp. 78–9. ‘Deinde cum dicit “sed uxores quidem, etcétera” subiungit de imperfecture legum Socratis circa uxores
dicens: “sed uxores quidem existimat”, Socrates scilicit, oportere simul bellare cum viris, cum tamen hoc sit contra timiditatem
sexus foeminei. Et addit, quod etiam pro lege dedit Socrates, et disciplina participare eadem mulieres munipicibus, id est,
rectoribus civitatis. Cum tamen in Ethicis determinandum sit, quod si mulier principatum obtineat, hoc corruptio voluntatis est.’
14
enemigo. Sus compatriotas les habían advertido que de caer prisioneras serían
objeto de toda clase de abusos, deshonrándolas a ellas y a sus familias. Aún en
condiciones tan extremas y desfavorables, ellas no lucharon ni aparentemente
tampoco intentaron hacerlo.
Las culturas islámicas que han mantenido sus concepciones originales,
recogen mucho de lo vigente en el mundo del siglo VII. El esquema valórico del
árabe musulmán tradicional, se resume en la expresión “mi fusil, mi camello y mi
hijo”. Todo lo demás, incluida la mujer, es absolutamente prescindible y de muy
poca importancia. La poligamia es un rasgo común de todos los pueblos
mahometanos y constituye otro reflejo veraz del escaso valor de la mujer en esa
cultura.
Para la mujer que vive en países en los que existe una mayoría islámica, el
campo laboral fuera del hogar está generalmente vedado o sufre severas
limitaciones de orden práctico como el escaso acceso a la educación superior en
algunos casos. Sólo es posible encontrar mujeres en funciones públicas en las
naciones musulmanas más influidas por el mundo occidental, como lo son Turquía,
Indonesia o Egipto. En estos países no tienen cabida en las FF.AA. como
combatientes.
Turquía, el país de mayoría musulmana en Asia que está más
occidentalizado, es, entre los socios de la OTAN, después de Italia y Polonia, el de
más baja presencia de mujeres en las FF.AA. Su representación alcanza solamente
a ser el 3,95 % del total de sus efectivos y de ellas, ninguna está dentro de las
unidades de combate (Ver TABLA 1). El que combate es el varón y sus atributos
tradicionales incluyen el fusil, el cuchillo o la cimitarra, armas fuera del alcance de la
mujer.
15
TABLA 1.-
Fuente: OTAN 2005.
16
III.- SITUACIÓN ACTUAL
A.- UNA MIRADA AL MUNDO:
1.-
ESPAÑA
La historia española es, de acuerdo a los registros históricos, un largo
recuento de cruentas luchas armadas, varias de las cuales se libraron en pleno
territorio peninsular y que, por lo tanto, implicaron de uno u otro modo a la mayor
parte de la población.
Destaca entre las mujeres que intervinieron en las luchas armadas, la reina
Isabel la Católica, no por haber actuado como combatiente, sino por haber
coronado con éxito la recuperación de Granada, tras una lucha de ocho siglos por la
expulsión de los moros.
En el siglo XIX, España debió luchar una vez más por librarse de los
invasores. A comienzos del siglo, las tropas napoleónicas invadieron la península
para sostener el gobierno de José Bonaparte, más popularmente conocido como
“Pepe Botellas” por la población. Esta guerra, también llamada de “independencia”,
se libró en gran parte, por fuerzas irregulares12 sin el debido entrenamiento en
algunos casos y obligó a los civiles a tomar parte en ella. Entre tales civiles hubo
muchísimas mujeres, de las cuales la historia y el folklore hispanos destacan
especialmente a tres: Agustina de Aragón, Manuela Sancho Bonafonte y Casta
Álvarez. (Ver Anexo A).
Durante la primera mitad del siglo XIX, España se vio envuelta en frecuentes
conflictos internos, en los que se enfrentaron las mismas corrientes conservadoras
y liberales que habían colisionado en el siglo anterior en Francia. Nuevamente las
mujeres combatieron en las barricadas codo a codo con los hombres. Sin embargo,
el carácter ideológico que adquirieron tales confrontaciones, hace muy difícil
separar los hechos individuales de la mitología ideológica que caracteriza a este
tipo de conflictos. Por ello, no son numerosas las crónicas que involucran a
mujeres, a las que se le puede dar crédito y que provienen del campo de batalla de
aquellos enfrentamientos.
Lo mismo puede decirse de la Guerra Civil que azotó a España entre 1936 y
1939, con la diferencia de que a poco de iniciadas las operaciones militares el
bando republicano, que antes había glorificado a las mujeres por su desempeño en
enfrentarse a los adversarios del bando nacionalista, comenzó a retirarlas
paulatinamente del frente de combate. Un año después ya no había combatientes
mujeres en el frente.
Se extendió la creencia de que las mujeres que combatían eran solamente
prostitutas destinadas a distraer sexualmente a la tropa y oficiales, y que por tal
razón transmitían enfermedades venéreas a veces más peligrosas que el fuego
enemigo.
Por su parte, el bando nacional por estar conformado principalmente por
fuerzas regulares pertenecientes al ejército que se sublevó contra la República, no
contó con mujeres en sus filas, aunque ellas hayan combatido circunstancialmente.
12
Ver “Fuerzas regulares e irregulares” en Aclaraciones.
17
La Guerra Civil Española no tuvo a la mujer como actor en combate, lo que no le
impidió sufrir todo el rigor de los enfrentamientos armados. En particular, se
reconoce la tarea de la mujer en la atención de los heridos, siendo las enfermeras
españolas las primeras en aplicar el yeso para la inmovilización de los miembros
fracturados.
Después de la Guerra Civil, y bajo el gobierno del general Francisco Franco
Bahamonde, España se mantuvo en una línea muy conservadora en lo referente a
las FF.AA., las que aun cuando avanzaron en la modernización de su equipamiento
bélico, mostraron escaso o nulo interés por el debate que se desarrollaba en otros
países acerca de la participación de la mujer en la defensa nacional. Sistemas tan
antiguos como el del servicio militar obligatorio (conocido popularmente como “la
mili”), que en España no había experimentado cambios de importancia desde su
creación, unos 200 años antes, permanecieron intactos, pese al evidente
desprestigio en el que habían caído como consecuencia de lo injusto del proceso de
selección.
Con la muerte del general Francisco Franco en 1975, surgió muy pronto la
discusión de los temas que habían dormido por décadas en el olvido. Claro que es
conveniente precisar que antes de que ello aconteciera hubo dos gobiernos que
sucedieron al de Franco, que se consideran de transición y que no duraron mucho
tiempo. El primero fue el de Adolfo Suárez y poco después le siguió Leopoldo Calvo
Sotelo. Durante estas dos presidencias no fue mucho lo que sucedió en el ámbito
castrense. Bien podría decirse que ambos mantuvieron intacto el aparataje militar.
Posteriormente el debate se tiñó ideológicamente con la llegada del PSOE (Partido
Socialista Obrero Español) al poder.
En primer lugar, el gobierno socialista de Felipe González veía en las FF.AA.
un bastión activo del franquismo más recalcitrante, en el que se concentraba el
núcleo más duro de las fuerzas conservadoras y centró sus esfuerzos en desmontar
el esquema valórico que había marcado a los militares españoles durante décadas.
Sin embargo, los cambios introducidos en la estructura militar hispana, que
consolidaron todas las aspiraciones socialistas, no tocaron realmente los temas de
fondo. El servicio militar como tal permaneció sin grandes cambios. Es cierto que
sufrió modificaciones en cuanto a la incorporación de la objeción de conciencia y la
creación del servicio civil alternativo, pero mantuvo el injusto sistema de sorteo para
definir a los acuartelados, así como la posibilidad de eximirse de tales obligaciones
mediante el pago de una cierta cantidad de dinero. El único tema de real
importancia en el que se avanzó durante el régimen socialista de Felipe González,
fue en el del ingreso limitado de las mujeres a las FF.AA. En 1988, por primera vez
en la historia de España, ingresaban damas cadetes a la Academia Militar de
Zaragoza.
Fue el gobierno del presidente José María Aznar, el que consolidó los
cambios más relevantes. En 1996, el Partido Popular, agrupación de tendencia
derechista y conservadora, por motivo de una negociación política, pactó con el
partido opositor Izquierda Unida una alianza, a cambio de introducir el concepto de
FF.AA. profesionales, es decir, de proceder a la eliminación del servicio militar
obligatorio13.
13
Diario La Razón, (España), 30 de diciembre de 2.003, www.belt.es/noticias/2004/enero/2/ejercito.htm
18
En esencia, el sistema adoptado es bastante similar al norteamericano.
Básicamente se trata de un núcleo de personal militar de carrera llamado
“profesional”, más un contingente de voluntarios con bajos niveles de
especialización, atraídos a prestar servicios durante un tiempo limitado, a cambio de
un razonable nivel de ingresos y otros incentivos no necesariamente monetarios.
Además a los voluntarios que se presentaran se les daba la posibilidad de ingresar
a los cuerpos profesionales de las FF.AA. o a los cuerpos paramilitares, como la
Guardia Civil.
El nuevo modelo que entró en vigencia dispuso el ingreso de las mujeres en
las FF.AA., en condiciones similares respecto de los varones, en virtud de las
normas legales de absoluta igualdad de ambos géneros ante la ley, es decir, sin
ningún tipo de restricciones. En la realidad, subsisten algunas pocas restricciones
para las mujeres. Por ejemplo, les está vedado el acceso a tripular los submarinos
de la armada y a ciertas fuerzas especiales. Aun cuando las mujeres habían
ingresado ya como militares a las FF.AA. en 1988, la aplicación del modelo de
FF.AA. profesionales supuso la definitiva consolidación de su presencia en los
cuerpos armados.
Los resultados de la primera convocatoria de mujeres para cubrir plazas
como oficiales de las FF.AA., no fueron los esperados por las autoridades
castrenses. Solamente se presentaron 55 postulantes y ninguna superó las pruebas
de selección14.
El modelo de soldado profesional, o más bien ocupacional, que supone un
combatiente que lucha, no ya por la Patria, sino por un salario regular, no atrae a la
juventud española tal como se esperaba inicialmente (Ver TABLA 2). Mantener una
dotación de alrededor de los 100.000 hombres y mujeres que deberían constituir la
fuerza efectiva de los Ejércitos (nombre genérico para designar a las FF.AA.
españolas), ha supuesto un esfuerzo constante y desgastador. La campaña
publicitaria destinada a incentivar el ingreso de la mujer, no ha conseguido el
acuartelamiento masivo de ellas, las que no superan el 14% del total de personal en
servicio15 (ver TABLA 3), lo que viene a revelar que pese a la poderosa propaganda
que ha bombardeado a la sociedad hispana desde fines de los 70, las mujeres
peninsulares no demuestran gran interés por ingresar a la milicia 16. Las TABLAS 4 y
5 revelan que la presencia femenina en los procesos educacionales de mayor nivel,
también es bastante baja.
14
María Luisa Barón, El Papel de la mujer en las Fuerzas Armadas.
15
Las cifras que se entregan discrepan considerablemente entre sí. La Diputada Asunción Oltra Torres, del Partido Popular
decía, en sesión del Congreso, que las mujeres representaban el 20% del total de los efectivos de los Ejércitos españoles. Sin
embargo, en el estudio Quiénes son y qué piensan los futuros oficiales y suboficiales del Ejército Español, su autor, el
profesor Rafael Martínez califica la presencia de las mujeres en los centros de formación (escuelas matrices), de “testimonial”,
al no superar el 6% del total del alumnado. El periódico ABC, el 24 de octubre de 2.002, en el artículo Las mujeres llegarán a
general en un plazo de entre quince y veinte años, señalaba que el 10% de las fuerzas estaban integradas por mujeres.
16
El diario El País, el 30 de octubre de 1.998, en artículo firmado por Miguel González, cifraba el costo de la campaña
publicitaria en 1.600 millones de pesetas.
19
TABLA 2.¿Ser militar es una vocación, como ser sacerdote, o una profesión, como
abogado o ingeniero?
Institucional de
Institucional/
Institucional/
nuevo ingreso
ocupacional
socializado
%C
%F %C
(n)
(n)
Vocación
72,67
49,15
(755)
52,17
Profesión
26,66
31,02
(277)
45,34
Ns/Nc
0,67
24,14
(7)
2,48
Total
100
(1.039)
%F %C
Ocupacional
%F
(n)
5,47
(84)
81,58
(n)
32,88
(505)
8,17
(73)
17,93
(4)
42,27 100
(161)
0,48
100
68,21
(397)
10,34
(3)
6,55
29,55
(172)
12,43
(111)
13,79
%C
2,23
(13)
25,18
(619)
100
(582)
Desencantado
%F
%C
(n)
Total
%F %C
11,20 35,09
1,30
(20)
62,49
44,46 61,40
3,92
(35)
36,33
44,83 3,51
6,90
(2)
1,18
23,,68 100
2,32
(57)
100
100
(1.536)
100
(893)
100
(29)
(2.458)
%C= de la columna de la tabla
%F= de la fila de la tabla
Fuente: Quiénes son y qué piensan los futuros oficiales y suboficiales del Ejército Español, Rafael Martínez Martínez, ©
Fundación CIDOB, www2.ubu.es/derpri/ciepola
20
%F
(n)
100
TABLA 3.Distribución de sexo por Ejército en España.
Febrero 2006
Ejército
Tierra
Armada
Aire
Cuerpos Comunes
% General
Sexo
Mujer
16,93
10,82
14,54
19,23
13,50
Hombre
83,07
89,18
85,46
80,77
86,50
Fuente: Comandante Begoña Armendaria. Fiscal de la sala Militar del Tribunal Supremo (www.es.news.yahoo.com)
Actualmente, las Fuerzas Armadas españolas cuentan con una dotación de
137.371 efectivos. De ellas 16.311 (13,5%) son mujeres y 121.060 (86,5%) son
hombres. Para el Partido Socialista Español (actualmente en el gobierno) la meta
es lograr la paridad de hombres y mujeres en los ejércitos17.
17
Declaraciones del Ministro de defensa de España, José Bono. Febrero 2006.(es.news.yahoo.com)
21
TABLA 4.Estadística de la Enseñanza Superior en España. Curso 2000-2001.
ENSEÑANZA MILITAR GRADO MEDIO. Alumnado matriculado por academia
militar, curso y sexo.
Unidades: Alumnado
Total
TOTAL
EJÉRCITO DE TIERRA
Cuerpo Gral. De las Armas
A. General Militar
A. Infantería
A. Caballería
A. Artillería
A. Ingenieros
Cuerpo de la Guardia Civil
Cuerpo de Especialistas
Escuela Politécnica
Otros Centros
ARMADA
Cuerpo General Militar
Cuerpo de Inf. De Marina
Cuerpo de Especialistas
Escuela Naval
Otros Centros
EJÉRCITO DEL AIRE
Cuerpo General
Cuerpo de Especialistas
A. General del Aire
Primer curso
Segundo curso
Tercer curso
Total
Mujeres
Total
Mujeres
Total
Mujeres
Total
Mujeres
378
235
64
35
11
3
7
8
140
31
17
14
83
32
16
35
14
21
60
42
18
18
3
1
1
1
1
1
1
-
220
185
35
35
140
10
7
3
7
9
2
26
13
13
13
1
1
1
-
108
50
29
11
3
7
8
21
10
11
29
9
6
14
14
29
24
5
5
2
1
1
1
1
-
50
-
45
16
9
21
21
5
5
-
Fuente: Ministerio de Defensa y Guardia Civil .
La presencia de la mujer en este nivel educacional, es tan reducida, que la representación
en un gráfico de barras no alcanzaría a registrarla.
22
TABLA 5.-
Estadística de la Enseñanza Superior en España. Curso 2000-2001.
ENSEÑANZA MILITAR GRADO SUPERIOR. Alumnado matriculado por academias
militares, curso y sexo.
Unidades: Alumnado
Total
1.083 32
695
28
607
22
202
132
132
Nuevos
inscritos
en
primer curso
Mujeres Total Mujere
s
6
200 6
6
130 6
6
130 6
354
81
51
64
57
88
16
2
1
3
6
132
-
6
-
130
-
6
-
127
-
6
-
95
31
4
1
44
9
34
33
30
1
1
2
37
42
30
24
27
2
3
210
166
44
1
1
-
37
30
7
-
37
30
7
-
37
30
7
-
39
31
8
1
1
-
47
36
11
-
50
39
11
-
178
187
3
3
33
33
-
33
33
-
34
34
2
2
33
33
-
40
40
-
38
38
1
1
Total
TOTAL
EJÉRCITO DE TIERRA
Cuerpo Gral. De las
Armas
A. Gral. Militar
A. Infantería
A. Caballería
A. Artillería
A. Ingenieros
Cuerpo de la Guardia
Civil
ARMADA
Cuerpo Gral. Militar
Cuerpo de Inf. De
Marina
EJÉRCITO DEL AIRE
A. Gral. Militar
Primer curso
Mujeres Total
Segundo
curso
Tercer curso
Cuarto curso
Quinto curso
Total Mujere
s
198
8
127
6
127
6
Total
198
126
95
Mujere
s
6
5
4
Total Mujere
s
237 4
150 4
120 2
Total Mujere
s
248
8
160
7
133
4
Fuente: Ministerio de Defensa y Guardia Civil
La participación de la mujer en las FF.AA. españolas se ve también graficada
en las siguientes cifras, correspondientes a los centros de formación (escuelas
matrices):
Solamente el 6% del total de alumnos corresponde a mujeres. De ellas, sólo
el 28% se encuentra en los cuerpos combatientes (Cuerpos Generales e Infantería
de Marina). En Ingenieros militan el 12% y en Intendencia, el 11%. Las demás, se
encuentra en los llamados Cuerpos Comunes (nuestro equivalente a Servicios 18,
aunque en este caso, no pertenecen a un Ejército en especial), que incluye al
personal no combatiente19 (ver GRÁFICO Nº 1). Al escaso interés que la mujer ha
mostrado por ingresar a las FF.AA., se suma el hecho de que el grueso de las
alumnas se orienta a áreas de desempeño más bien alejadas de las tareas de
combatiente.
Las FF.AA. españolas no han tenido grandes avances en los aspectos
básicos relativos a la incorporación femenina, a pesar de que las normas adoptadas
18
Ver “Servicios” en Aclaraciones.
19
Rafael Martínez Martínez, Quiénes son y qué piensan los futuros oficiales y suboficiales del Ejército Español, Fundación
CIDOB, CIDOB Barcelona , 2001, www2.ubu.es/derpri/ciepola.
23
convierten a los Ejércitos, en las instituciones más “progresistas” en estas materias.
No se han regulado apropiadamente cuestiones elementales, tales como el caso de
las mujeres embarazadas (en relación con las exigencias que deben cumplir), las
disponibilidades de alojamientos segregados, las adaptaciones de las unidades
navales para recibir tripulantes femeninos a bordo, establecimientos disciplinarios y
penitenciarios separados, etcétera. Tampoco se han dictado normas relativas al
matrimonio entre miembros de las FF.AA, que es un problema que tarde o
temprano va a aparecer y que se debe reglamentar para evitar inconvenientes
desagradables.
Los problemas de fondo que se han suscitado con la incorporación de la
mujer al servicio de los ejércitos se presentan en el terreno de la disciplina. Las
significativas diferencias fisiológicas entre el físico varonil y el femenino hacen
realmente imposible de aplicar el principio de “no discriminación” (entiéndase por
“justicia”). Tal inconveniente termina volviéndose en la práctica una seria
discriminación hacia los soldados varones, cuyas exigencias de desempeño no han
sido modificadas, debiendo éstos asumir la carga de trabajo más pesada y que las
mujeres no pueden absorber por sí mismas.
Las normas disciplinarias iguales para ambos sexos, son más relajadas en
su aplicación para ellas que para ellos, con el creciente malestar entre los hombres,
que se ha traducido en una campaña de mensajes anónimos dando a conocer los
casos más evidentes de la nueva forma de discriminación. Cuando las quejas de los
miembros de los cuerpos armados se canalizan por vías clandestinas, es factible
concluir que dichos cuerpos se encuentran cercanos a una crisis de disciplina y
mando, hecho que a su vez deja traslucir fisuras en la seguridad de dichas
organizaciones.
Para la causa de los partidarios de la presencia irrestricta de la mujer en la
vida militar, España no ha sido realmente un buen ejemplo. Esto debido a las
razones esgrimidas para imponer esta presencia, por el carácter ideológico del
debate en torno a la materia, por la improvisación con que se ha enfrentado el
conjunto de cambios tan radicales y por el hecho de que la aplicación del modelo
vigente de FF.AA. sólo es el resultado de una transacción política de coyuntura. En
ningún caso, el tema de la eficiencia de los Ejércitos, ha sido la causa real de los
cambios.
FIGURA 1.-
Fuente: Fundación CIDOB, Barcelona. 2001.
24
2.- REINO UNIDO
En 1914, año en que todavía se vivían las reminiscencias de la larga era
victoriana, resultaba toda una novedad ver a una mujer vistiendo un uniforme
militar. Sin embargo, durante la Primera Guerra Mundial unas 80.000 mujeres
sirvieron al Imperio Británico en los cuerpos castrenses20.
En la época muchos consideraban altamente inapropiado el que la mujer
combatiera como un soldado y a la par con los varones; más aún, fueron muy
escasas las mujeres inglesas que usaron un arma de fuego en combate abierto
contra el enemigo.
La mujer ideal amamantaba y educaba a sus hijos y militaba en el pacifismo,
no en el ejército. Un popular panfleto, del que se vendieron unas 75.000 copias en
tan sólo una semana, resumía el ideal femenino señalando que “las mujeres fueron
creadas para dar la vida, los hombres para quitarla”21. La ternura femenina era
retratada como una virtud tan generosa e ilimitada, que alcanzaba incluso a los
heridos del bando alemán. Un libro acerca de la vida del soldado británico22
contrastaba los rudos relatos de los combatientes sobre la cantidad de adversarios
muertos, con la delicadeza de las inglesas para atender a los mismos enemigos
heridos.
Compartiendo codo a codo con sus contrapartes masculinos todos los
terribles rigores de la guerra, estas mujeres “no buscaban revancha ni alterar su
buena disposición hacia toda vida humana”. “El peligro no les inspira a coger un
arma y disparar contra el adversario”. En 1915, la feminista y pacifista Helen Mana
Lucy Swanwick escribía que el apoyo que por entonces las mujeres inglesas daban
a la causa de la guerra, se debía solamente a un profundo sentido de lealtad
familiar. Obrar de otro modo, habría sido visto como un insulto a sus compañeros
varones.
Por muy diversas razones los grupos conservadores se unieron a las
feministas, para argumentar conjuntamente en contra de la existencia de mujeres
combatientes en el frente. Para la particular visión de ambos sectores, lo que
estaba en juego era la influencia femenina en la vida social y los avances en el
terreno político.
El poder de la mujer de clase media, como árbitro moral y doméstico, se
basaba en su inmensa distancia respecto del sórdido mundo de la ganancia
monetaria y de la confrontación mortal. El argumento adquiría gran relevancia en
esos años, debido a que muchísimas mujeres se encontraban librando la batalla por
el derecho al voto. ¿Cómo podrían ellas responder al argumento de que sólo
quienes luchan por la patria (léase hombres) tienen derecho al supremo obsequio
de la ciudadanía, el voto? El periódico feminista Woman’s Journal atacó este
postulado publicando en su primera plana una caricatura que mostraba a una mujer
con un bebé en brazos y exclamando “Voto para las mujeres”. Junto a ella, un
soldado fuertemente armado declaraba que “Las mujeres no pueden sostener
20
Joanna
Bourke,
Women
and
the
Military
during
World
War
One,
www.cgi.co.uk/history/war/wwone/women_combatants_01. Joanna Bourke es profesora de historia de la Universidad de
Birkbeck College.
21
22
A Little mother, 1916, citada por Joanna Bourke.
Gleeson Arthur,Golden Lads (1916), citado por Joanna Bourke
25
armas”, a lo que una sufragista respondía: “¡No! Ellas sostienen a los ejércitos”.
Dicho en otras palabras, las mujeres sostenían el esfuerzo bélico a través de la
maternidad y, por lo tanto, eran de todas maneras dignas de acceder al derecho a
votar.
Sin embargo, las mujeres eran más que esposas, matriarcas y madres
patrióticas. Durante la Primera Guerra Mundial, el espectro de posibilidades de
trabajo que se abrió a las mujeres fue mucho más grande de lo que cabe suponer.
Ingresaron a las fábricas, invirtieron en bonos de guerra, se hicieron cargo de las
cosechas y cuidaron de las tropas en sus períodos de descanso. También se
incorporaron en los cuerpos militares en un número aproximado de 80.000, aunque
casi nunca como combatientes. Ejercieron presiones, no obstante, para recibir
entrenamiento como fusileros23 y portar armas para la defensa del territorio
metropolitano, sin alcanzar sus propósitos dentro de las fuerzas de defensa
territorial, mayormente masculinas.
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial los Voluntarios para la Defensa Local
(Local Defence Volunteers o LDV), predecesora del Home Guard, empleó las
habilidades de la mujer para entrenar a los hombres en el uso de armas de fuego,
no obstante lo cual, no admitía en sus filas a miembros femeninos. Pese a todo, se
crearon numerosas organizaciones femeninas cuyas metas eran las de preparar el
frente interno para el combate, pues existía el riesgo latente de una invasión
alemana.
El Cuerpo Auxiliar Femenino de Defensa (Women's Defence Relief Corps)
contó con el poderoso patrocinio de dos notables caballeros: Lord Kitchener y Lord
Roberts. Este último ejercía el cargo de Presidente de la Women's Rifle
Associations. El Cuerpo contaba con dos divisiones: la “Sección Civil”, que
perseguía el reemplazo de los hombres en las tareas productivas, de modo de
liberarles para el servicio armado y la “Sección Semi-militar o Sección de las
buenas ciudadanas”, cuyas integrantes eran reclutadas para recibir instrucción en
infantería doctrinal, señales, exploración y uso de armas de fuego. Cada mujer en
esta sección no sólo era aleccionada para ser capaz de defenderse a sí misma de
un ataque, sino que también debía estar preparada para defender a sus seres
queridos.
Se daba por descontado que para muchas mujeres su deber era visto como
una forma sutil de convencer a los hombres que la deshonra era mucho peor que la
muerte y que, por lo tanto, debían apuntalar la fortaleza sicológica, cuando no
militar de los hombres. En 1929, Virginia Woolf escribió en Un cuarto propio (A
Room of One’s Own), que las mujeres servían como espejos amplificadores,
“reflejando la figura del hombre al doble de su tamaño natural. Sin ese poder... las
glorias de todas las guerras serían desconocidas”. Tales espejos, continúa “son
esenciales en todo acto violento o heroico”. Por lo visto, incluso la propia Virginia
Wolf sorprendió a sus ávidos lectores con un par de metáforas belicistas,
impregnadas de tintes racionales.
A pesar de encontrarse cercanas al frente trabajando como enfermeras, rara
vez las mujeres británicas se vieron directamente envueltas en acciones de
combate y disparando. Esto no es ninguna novedad, debido a que en los tiempos
modernos el empleo de mujeres en el servicio directo de las armas y a gran escala,
23
Ver “Fusilero” en Aclaraciones.
26
había tenido lugar casi exclusivamente en las revoluciones sin formar escuadrones
de combatientes regulares y como defensa frente a las invasiones. Aquello no ha
sido el caso inglés, por lo que las mujeres sólo fueron capacitadas para defenderse
a sí mismas y a su isla.
No obstante su relativa ausencia del campo de batalla, la tecnología moderna
fue reduciendo la distancia entre las trincheras y la periferia urbana a una velocidad
creciente y anteriormente poco imaginada. Los bombardeos aéreos del territorio
británico en la Primera Guerra Mundial causaron 1414 muertes civiles, cifra que se
podría considerar reducida, si consideramos que al menos se multiplicó por 60 en el
siguiente conflicto. Este hecho provocó un gran trauma entre la población femenina,
en particular en Londres y el área suroriental del Reino Unido. Aun más traumático
para ellas, fue el doloroso retorno de sus seres queridos de los campos de batalla,
de los cuales cientos de miles presentaban algún tipo de lesión grave o con
secuelas permanentes. Sobre los hombros femeninos recayó la pesada carga de
cuidar a esos hombres lisiados o mutilados, sin olvidar que además ellas debieron
asumir la pérdida de padres, hermanos, novios, maridos e hijos. Para la mujer, la
vida nunca volvería a ser lo mismo.
Como ha ocurrido en otros países europeos, en el Reino Unido se produjo el
debate sobre la presencia femenina en las Fuerzas Armadas tras los grandes
cambios sociales que se generaron en los años 60 y 70. Lo que se discutía era el
derecho de la mujer de participar de la vida militar en igualdad de condiciones con
el varón, no si tal presencia contribuía o no a la eficacia operativa de las fuerzas
combatientes.
Hasta el día de hoy, el debate no ha cambiado y sigue siendo básicamente el
mismo. Los partidarios de que la mujer se incorpore plenamente a la vida castrense,
defienden el derecho femenino a ello, al tanto que los detractores, se centran en las
diversas mejoras o deterioros que pueda experimentar la calidad de la gestión
militar a futuro. Sin embargo, entre partidarios y detractores existen diversos
matices, lo que ha revelado la existencia de un punto de equilibrio que tarde o
temprano, se convertirá en la norma sobre la materia. El temor de los más
equilibrados es que dicho punto sólo se alcance después de que un conflicto
desnude las falencias de las actuales políticas acerca de la participación femenina
en la milicia24. El desastre de los cruceros de batalla en Jutlandia, la retirada de
Dunquerke y la pérdida del “Hood”, orgullo de la Flota británica, son sólo unos
pocos ejemplos de que los supuestos con que se manejan los asuntos militares en
tiempos de paz, pueden terminar rotundamente desmentidos por la realidad de la
guerra.
La Real Fuerza Aérea Británica (RAF), ha sido el cuerpo que más pronto
abrió sus puertas a la mujer y las hizo sin restricción alguna, salvo la legal que
impide a la mujer entrar en combate en caso de guerra. Inicialmente, hubo algunas
dudas respecto de tener mujeres piloteando aviones de combate y más respecto de
operar helicópteros de apoyo o artillados. Al parecer, los grandes gastos que
implica la formación de un piloto (entrenar al piloto de un caza Tornado cuesta unos
6 millones de libras aproximadamente), son gastos que no se retribuirían en la
medida que las mujeres dejen el servicio para formar familia. Dicho problema no ha
pesado en la decisión de las autoridades militares, debido a que los pilotos varones
24
Ver “Milicia” en Aclaraciones.
27
jóvenes presentan también, una alta tasa de deserción laboral de las filas de la
institución25.
En realidad no se justifica la decisión de tener mujeres piloteando aviones o
helicópteros de combate, si de acuerdo con la ley, ellas quedarían excluidas de
participar en las acciones militares para las cuales se estarían entrenando. En tal
caso, solamente constituirían una reserva para el caso de una emergencia extrema.
Y si aquello sucediera, de todas maneras sería necesario legislar de urgencia sobre
el tema. Es difícil predecir lo que ocurriría en caso de un enfrentamiento bélico real,
en el que se viera atacado el Reino Unido.
En el Ejército, las cosas han tenido un tinte más conservador, abriéndose los
accesos a las áreas técnicas y de apoyo. La resistencia del Ejército se funda en dos
aspectos fundamentales: por una parte, el oficio del soldado demanda un gran
despliegue físico y resistencia a la fatiga y aunque se reconoce que algunas
mujeres también podrían cumplir estas exigencias, en general ellas no están
adaptadas físicamente para el trabajo militar. Por otro lado, la cultura propia del
Ejército, es un elemento que los mandos no quieren ni en realidad pueden ignorar o
pasar por alto. El soldado británico común y corriente no se muestra dispuesto a
aceptar soldados mujeres como colegas con los que tendría que compartir el día a
día, pese a que sí acepta camaradas varones de otras nacionalidades, religiones o
culturas (y, consecuentemente, con otros valores morales diferentes a los suyos).
Los gurkas, un grupo de temibles y aguerridos soldados nepaleses que lucharon en
la guerra de las Malvinas en contra de Argentina en 1982, serían un buen ejemplo
de ello. Volviendo al tema de las mujeres combatientes, se dice que los soldados
británicos están dispuestos a morir por una mujer, pero no a morir junto a ella en el
campo de batalla.
La Real Marina Británica (Royal Navy), ha adoptado una posición intermedia
entre lo que piensa el Ejército y la RAF (Royal Air Force). Los mandos superiores
parecen dispuestos a abrir todos los accesos para que la mujer ingrese a las filas
navales. Pero en el camino se han encontrado con un grave problema, que son las
cónyuges de los marinos, las que no desean ver a sus maridos conviviendo con
otras mujeres en naves de guerra que permanecen largos períodos alejados de
puerto.
De entre todos los involucrados, partidarios y detractores, es interesante
escuchar las opiniones de los que han debido trabajar con mujeres a bordo en las
unidades aéreas o en el ejército. En relación a los problemas disciplinarios,
especialmente a bordo, éstos se han visto reducidos (efecto beneficioso de la
presencia de la mujer en cualquier ambiente, no solamente el militar), aunque, en
palabras de la prensa, su “sabor” ha cambiado bastante, por el hecho de convivir
hombres y mujeres (casi todos jóvenes, con promedios de 20 a 30 años de edad)
en espacios limitados, y por períodos prolongados26.
Aún cuando las estadísticas disponibles se refieren solamente a la estructura
etárea de las FF.AA. norteamericanas, ellas reflejan en forma aproximada la
realidad de cualquier cuerpo armado de los países occidentales (ver TABLAS 6 y
7). Esta realidad nos indica que las dotaciones navales se cubren con gente muy
joven, edades en las que los impulsos sexuales generalmente son muy fuertes,
25
26
Ver “Deserción” en Aclaraciones.
E. R. Hayman, Midshipman, FC (X), Women at Sea.
28
viéndose acrecentados en la medida que se prolongan los períodos de
permanencia en el mar, que son de abstinencia carnal obligada. No es difícil intuir la
situación en las unidades navales mixtas, en especial cuando en ellas confluyen
hombres y mujeres que son liberales en materias sexuales. Más adelante se
ahondará en otro capítulo en el tema sexual.
TABLA 6
EDAD, EJÉRCITO
ARMADA
INF. DE MARINA
FUERZA AÉREA
TOTALES
EN
AÑOS
Oficiales Subalternos Oficiales Subalternos Oficiales Subalternos Oficiales Subalternos Oficiales Subalternos
25
o
menos
26 a 30
31 a 35
36 a 40
41
o
más
Totales
10.493
211.083
6.938
162.545
2.467
112.067
9.271
125.689
29.169
611.384
16.576
16.360
15.461
17.096
76.291
53.868
40.931
18.130
11.750
11.069
10.596
13.361
54.140
42.971
40.270
18.209
5.051
4.299
3.224
3.008
20.067
10.250
8.755
3.551
14.544
14.485
13.496
16.242
47.305
41.089
47.511
18.658
47.921
46.213
42.777
49.707
197.803
148.178
137.467
58.548
75.986
400.303
53.714
318.135
18.049
154.690
68.038
280.252
215.787 1.153.380
Edad del personal en servicio activo, FF.AA. de los EE.UU., septiembre de 2001.
29
TABLA 7
EDAD, EN AÑOS TOTALES EN %
Oficiales
25 o menos
26 a 30
31 a 35
36 a 40
41 o más
TOTALES
Subalterno
s
53,00
17,15
12,85
11,92
5,08
100
13,51
22,20
21,42
19,82
23,06
100
General
46,78
17,95
14,20
12,95
7,91
100
Fuente: Center 2001, Demographics report, Defense Manpower Data.
Hay informes que revelan que han mejorado las capacidades operativas de
los buques con tripulación mixta, pues los hombres no quieren ser superados por
sus pares femeninos y, se esfuerzan más que de costumbre. Pero también hay
quejas por parte de los tripulantes. Las principales se refieren a que las mujeres no
reaccionan adecuadamente ante situaciones de emergencia y, cuando se debe
realizar trabajos pesados ellas rara vez participan, todo lo cual recarga el trabajo de
los tripulantes varones. Es así como los principales detractores de la
implementación del sistema mixto, son generalmente los tripulantes de menor
rango.
Otro aspecto que ha entrado en la consideración de la Armada Real, es la
exacerbación de las tensiones y emociones que se usualmente se produce por
efectos del virtual encierro a que se ve sometida la dotación de un buque en el mar.
El efecto que se genera en los buques mixtos es significativamente más alto y
dinámico que en los naves que son exclusivamente masculinas. A mayor sensación
de encierro, más grande será el efecto que se producirá en la tripulación de la nave,
de donde se puede inferir lo que ocurriría si se dictaminara tripular un submarino
mixto.
Esto trae a la mente una cuestión eminentemente práctica: ¿Qué razones
existen para que no se haya evaluado, en la Royal Navy, la posibilidad de dotar un
buque de guerra solamente con mujeres?
Actualmente, parece haberse iniciado un nuevo debate al interior de la
marina inglesa. La discusión está centrada acerca de la conveniencia de mantener
buques mixtos dentro de la escuadra o de sencillamente desembarcar a todas las
mujeres.
La primera señal de advertencia apareció con la decisión de desembarcar a
la mitad de las mujeres. La necesidad de embarcarlas surgió inicialmente como una
forma de paliar la escasez de personal en determinadas áreas, inconveniente que
ya habría sido superado, lo que a estas alturas haría innecesario mantener mujeres
a bordo.
El problema es bastante más complejo de lo que a simple vista parece. Sin
dudas que se simplifica considerablemente el manejo del personal que se embarca,
pues entre los hombres es baja la tendencia a desembarcarse por razones
personales, mientras que esta tendencia es muy alta entre el personal femenino.
Por otra parte, el dotar las reparticiones terrestres con el personal femenino
30
desembarcado reduce considerablemente las oportunidades del personal
embarcado para acceder a destinaciones en tierra, que son las únicas posibilidades
que otorga el servicio naval para descansar de los desgastadores períodos de
embarco.
Se ha detectado que cuando una mujer es destinada servir a bordo,
generalmente se acoge a alguna de las franquicias que la normativa le concede en
virtud de la maternidad para rechazar el trasbordo. Llama la atención la alta
deserción femenina que por diversas razones se produce, lo que ha provocado que
después de más de 20 años de su presencia en los escalafones regulares, no haya
muchas esperanzas de que alguna mujer alcance el rango de Almirante en la
próxima década.
El debate acerca de la presencia femenina en los submarinos, que se ha
presentado en todas las armadas que admiten mujeres embarcadas a bordo de
naves de guerra, se encuentra en pleno apogeo. Los temas en discusión son los
mismos, más el factor médico27 que necesariamente se encuentra presente. Se
argumenta que el ambiente de encierro del submarino con menor disponibilidad de
oxígeno, afectaría a la mujer en una medida mucho mayor que al varón. También
se ha manifestado la preocupación por el impacto que los bajos niveles de oxígeno
tendrían en los bebés de las mujeres embarazadas. El tema no es irrelevante, pues
afecta directamente a las tasas de permanencia de las mujeres en el servicio
(retención).
Otro punto de discusión surgió en la Inglaterra de los años 60. Las fuerzas
armadas empezaron a experimentar una fuerte baja en la cantidad de reclutas,
tanto para oficiales, como para personal subordinado. Se pensó que el principal
problema era la falta de comodidades en los cuarteles y naves de guerra. Se
modificaron ambos, sin que aparecieran resultados satisfactorios. Después de un
tiempo se pudo comprobar que los candidatos, antes de ingresar al servicio, no
sabían cuáles eran las reales condiciones en que desempeñarían su trabajo. Más
tarde se descubrió además que el principal problema para reclutar y retener al
personal, son las bajas remuneraciones. Mas el tema de los salarios bajos no es
nuevo en sí, pues tradicionalmente las fuerzas armadas han tenido que
conformarse con remuneraciones relativamente bajas.
En un principio se pensó que la mujer no sufriría este problema en la misma
medida, pues históricamente ha recibido rentas mucho más bajas que el varón. Así,
al poder contar con su presencia, se ayudaría a mejorar sustancialmente las tasas
de reclutamiento.
En el actual esquema las fuerzas armadas siguen sufriendo de la escasez de
reclutas, debido a que el interés femenino por la milicia sigue siendo bastante bajo
(12,4% de los reclutas y sólo el 8 % del personal de planta)28 (ver TABLAS 8 y 9).
Además que la retención de personal femenino está muy por debajo de la media del
nivel masculino, debido a que ellas tienden a dejar el servicio para formar una
familia cuando todavía son jóvenes y no han retribuido con su trabajo en una unidad
militar, el elevado costo de su reclutamiento, formación, instrucción y
entrenamiento29.
27
Sir Timothy Garden, Woman in the Military, www.tgarden.demon.co.uk/writings/articles/2001/010201.html
Ibid.
29
Aún cuando existe la percepción de que la mujer, en general, abandona el trabajo al casarse o al tener su primer hijo, la
realidad indica otra cosa. Las altas tasas de divorcio y la presión por lograr mejores niveles de ingresos, han cambiado las
28
31
Por otra parte, aun cuando las tasas de reclutamiento se han mantenido
bajas, el tamaño de las fuerzas navales se ha reducido a tal punto que la
justificación inicial para embarcar mujeres, esto es, la escasez de personal, ha
perdido toda su vigencia y necesidad. Esta realidad, podría variar, debido a que las
presiones norteamericanas por una Royal Navy más poderosa, asumiendo mayores
responsabilidades en el ámbito de la OTAN, hacen pensar en un incremento en la
cantidad de unidades a flote.
También se ha suscitado la cuestión de si las mujeres deben acceder a
funciones o puestos que las conviertan en verdaderos combatientes, debido a que
en la actualidad, la ley vigente impide a la mujer ejercer esta opción. 30 El tema se
suma al citado debate acerca de la conveniencia de mantener a las mujeres
embarcadas en unidades de guerra, pues tal como se verá más adelante, toda
mujer a bordo, si se presenta una situación bélica, es necesariamente una
combatiente31.
condiciones, al punto que el retiro de las mujeres del mundo laboral ya no responde a tales causas; sin embargo, ello sigue
siendo una norma entre las mujeres militares.
30
The Council on Biblical Manhood and Womanhood, Britain’s Battle over Women in the Military, 13 de marzo de 2.001,
www.cbmw.org/news/britishcombat.php
31 E.R.Hyman, Midshipman, FC(X), Women at Sea
32
TABLA 8
Ingreso de personal proveniente de la vida civil, a las FF.AA del Reino
Unido.
1992/93 1993/94 1994/95 1995/96 1996/97 1997/98 1998/99 1999/00 2000/01 200102
2002/03
Todos los servicios
Varones
13.070
10.620
11.150
15.500
19.230
20.190
22.560
22.390
20.410
20.950
23.040
Mujeres
1.750
1.330
1.850
2.180
2.940
3.340
3.440
3.160
2.610
2.700
3.240
Total
14.820
11.950
13.010
17.670
22.160
23.520
26.000
25.550
23.020
23.650
26.280
Varones
1.890
1.280
960
2.010
3.400
3.970
4.110
4.250
3.990
4.270
4.420
Mujeres
380
260
340
350
560
630
660
700
630
740
800
Total
2.270
1.540
1.300
2.360
3.960
4.600
4.770
4.950
4.620
5.010
5.220
Varones
10.290
8.760
9.490
11.510
13.580
13.390
15.010
14.750
13.450
13.620
15.060
Mujeres
1.100
810
1.190
1.380
1.940
2.010
1.980
1.750
1.320
1.240
1.550
Total
11.390
9.580
10.680
12.890
15.520
15.400
16.990
16.500
14.770
14.850
16.610
Varones
890
580
700
1.980
2.250
2.830
3.450
3.380
2.980
3.070
3.550
Mujeres
270
260
320
450
430
700
800
710
660
720
890
Total
1.160
840
1.020
2.420
2.680
3.530
4.250
4.100
3.630
3.780
4.450
Armada
Ejército
Fuerza Aérea
Fuente: Defence Analytical Services Agency, www.dasa.mod.uk/
33
TABLA 9.-
Total de personal de Defensa, en el Reino Unido, por sexo.
Oficiales
Todos los servicios
Otros rangos
1 de abril de 2000
1 de abril de 2001
1 de abril de 2002
1 de abril de 2003
1 de abril de 2004
Total
207.620
205.650
204.690
206.920
207.020
Total
32.520
32.630
32.750
33.160
33.450
Varones
29.620
29.600
29.570
29.800
29.920
Mujeres
2.890
3.030
3.180
3.350
3.520
Total
175.100
173.020
171.940
173.770
173.580
Varones
161.440
159.370
158.080
159.200
158.710
Mujeres
13.660
13.650
13.860
14.560
14.870
1 de agosto de 2004
204.400
33.330
29.800
3.530
171.060
156.310
14.760
Armada
1 de abril de 2000
1 de abril de 2001
1 de abril de 2002
1 de abril de 2003
1 de abril de 2004
42.850
42.420
41.630
41.550
40.880
7.660
7.760
7.780
7.800
7.770
7.140
7.200
7.190
7.180
7.130
520
560
590
610
640
35.190
34.660
33.850
33.760
33.120
32.300
31.750
30.920
30.670
30.020
2.890
2.910
2.930
3.080
3.090
1 de agosto de 2004
40.490
7.720
7.080
640
32.760
29.660
3.100
Ejército
1 de abril de 2000
1 de abril de 2001
1 de abril de 2002
1 de abril de 2003
1 de abril de 2004
110.050
109.530
110.050
112.130
112.750
13.870
13.920
14.060
14.400
14.720
12.590
12.600
12.670
12.940
13.190
1.280
1.320
1.380
1.470
1.520
96.180
95.610
96.000
97.720
98.030
89.670
89.170
89.480
90.900
91.140
6.520
6.440
6.520
6.820
6.890
1 de agosto de 2004
110.970
14.780
13.250
1.520
96.190
89.440
6.760
Fuerza Aérea
1 de abril de 2000
1 de abril de 2001
1 de abril de 2002
1 de abril de 2003
1 de abril de 2004
54.720
53.700
53.000
53.240
53.390
10.990
10.960
10.920
10.950
10.960
9.890
9.800
9.710
9.680
9.600
1.100
1.160
1.210
1.270
1.360
43.730
42.740
42.090
42.290
42.430
39.480
38.440
37.680
37.630
37.540
4.250
4.300
4.410
4.660
4.880
1 de agosto de 2004
52.940
10.830
9.470
1.360
42.110
37.210
4.900
Fuente: Defence Analytical Services Agency, www.dasa.mod.uk/
34
Los más recientes estudios médicos que se han efectuado entre las mujeres
que pertenecen al ejército32, con una muestra de 143 hombres y 121 mujeres,
revelaron que las mujeres que no cuentan con un entrenamiento diferenciado por
sexo habían sufrido fracturas y fisuras en los huesos de las extremidades inferiores,
en una proporción tres veces mayor que en los varones (10,9% de las mujeres,
contra el 3% de los hombres). También se observó que 17 reclutas mujeres
presentaban fracturas pélvicas, frente a sólo 3 varones aquejados de la misma
dolencia (14% y 2,1%, respectivamente). La conclusión final del estudio es, que la
mujer es mucho más vulnerable a las fracturas durante el entrenamiento físico y
deportivo en una unidad militar. Estos antecedentes han servido como un
argumento muy útil, para quienes no desean ver a la mujer británica sirviendo en
unidades de combate.
32
Alejandra Rodríguez, Diario
mundo.es/salud/1999/325/02157.html
El
Mundo,
10
de
35
enero
de
1.999,
Suplemento
Salud,
www.el-
3.- ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
Alrededor de 33.000 mujeres sirvieron en las fuerzas armadas
norteamericanas durante la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918). Casi 500.000 lo
hicieron en la Segunda Guerra Mundial. Alrededor de 120.000 vestían el uniforme
militar en tiempos de la guerra de Corea, en tanto que el teatro de la guerra en
Vietnam contó con la presencia de unas 7.000. En Tormenta del Desierto, el 7% de
las fuerzas norteamericanas, eran miembros femeninos, alcanzando una cifra de
40.00033.
Hacer un relato de la contribución de la mujer en la vida militar
norteamericana es algo sumamente interesante y extenso, pues su participación ha
debido sortear todas las dificultades e impedimentos que es posible imaginar, en
una medida como no se ha visto en ningún otro caso. Probablemente estos
problemas, que se detallarán someramente, hubiesen sido menores de no mediar el
hecho de que en estas materias, los EE.UU. han llevado desde siempre la
delantera, gracias a que la mujer estadounidense más que en otras regiones, ha
librado las batallas más encarnizadas y perseverantes por alcanzar el pleno
reconocimiento de los varones y la igualdad total de derechos y oportunidades
frente a éstos.
Gran parte del discurso feminista contemporáneo se ha generado en los
EE.UU., por lo que muchos de los argumentos tradicionalmente esgrimidos por esta
corriente, pudiendo ser aplicables a esa sociedad, no siempre logran ser
trasladados con facilidad a otras realidades sociales. Lo que ocurre, es que pese a
que indudablemente en muchos casos existe la mejor de las voluntades para ser
justos frente a los derechos y pretensiones de la mujer, las soluciones no son tan
sencillas de aplicar como la teoría sugiere.
Muchos de los logros en materia de derechos de la mujer, han sido obtenidos
gracias a la participación activa de ésta en las diferentes ramas de las FF.AA. Es
así como hasta el presente, los grupos feministas de presión insisten
persistentemente en la plena igualdad de la mujer frente al hombre en la vida
castrense.
También los EE.UU. son el país que más ha documentado, investigado y
publicado acerca de todos los temas que guardan relación con el funcionamiento de
sus FF.AA. La abundancia de libros, artículos, informes, investigaciones, debates,
etcétera, sobre la presencia de las mujeres en la vida castrense, es tan importante y
a veces masiva, que no resulta difícil estudiar el tema desde la perspectiva
norteamericana.
La amplitud de fuentes de información, así como la costumbre tan arraigada
en ese país de discutir cualquier tema públicamente, sin importar el efecto que ello
tenga en su propios intereses, asegura una visión mucho más amplia, acerca de las
posiciones que al respecto han ido tomando los diferentes estamentos sociales y
políticos, a la vez que permite entrever los graves problemas que en ciertas
ocasiones se han suscitado. Otro aspecto digno de destacar, es el hecho de que
EE.UU. es uno de los pocos países que ha documentado la experiencia de fuerzas
militares mixtas en combate abierto, aunque la participación de la mujer en estas
unidades estuvo prohibida por ley hasta 1994, año en que por primera vez y
33
Captain Barbara A. Wilson, USAF (Ret.), www.userpages. aug.com/captbarb.
36
utilizando la vía reglamentaria se eliminaron las restricciones existentes hasta
entonces34.
En sus comienzos, la participación femenina en las actividades militares en
los EE.UU. siguió el mismo patrón del resto de los países. Las mujeres tomaron
parte en los combates de la guerra civil por la independencia o revolución,
generalmente sólo cuando las circunstancias imperantes en el momento las
pusieron en el trance de luchar o morir. Hubo algunas, que deliberadamente se
incorporaron a la lucha armada, pero siempre lo hicieron de modo irregular y en
algunos casos clandestinamente. Una de ellas fue Deborah Samson, quien en
octubre de 1778 ingresó al ejército disfrazada de hombre para servir como
voluntaria, bajo el seudónimo de Robert Shirtliffe35.
Rachel y Grace Martin, disfrazadas de hombres, se distinguieron asaltando
un correo británico que viajaba escoltado por soldados armados. Capturaron de
esta forma una cantidad importante de documentación confidencial que pusieron en
manos del General Greene.
Probablemente la más famosa de las mujeres que combatieron o tomaron
parte en la Revolución, fue Margaret Cochran Corbin (1751-¿1800?)36. (Ver Anexo
B).
También existen numerosos informes acerca de mujeres actuando como
espías o informantes, papel para el cual estaban especialmente capacitadas y que
podían desempeñar sin grandes impedimentos o dificultades, debido a que no eran
personas de las que levantaran sospechas o de las que un soldado desconfiara en
absoluto.
En la guerra contra Inglaterra, en 1812, conflicto que casi no conoció otros
enfrentamientos que no fueran los que se dieron entre fuerzas navales, se tiene
noticias de al menos 2 mujeres sirviendo como enfermeras a bordo del United
States 37.
Según el investigador Franck Moore, unas sesenta mujeres resultaron
heridas o muertas durante la Guerra Civil o de Secesión38. Una joven, conocida sólo
como Emily huyó de su casa en 1863 para incorporarse como tambor en un
regimiento de Michigan. Fue herida mortalmente por un balín en Chattanooga y,
una vez descubierta su identidad sexual, se negó a revelar su nombre completo,
aunque sí accedió a enviar un telegrama a su madre pidiendo perdón por su fuga
del hogar.
Tras la batalla de Gettysburg, en julio de 1863, se encontró los cadáveres de
dos mujeres confederadas vistiendo uniformes militares. Una mujer, portaestandarte
de la Unión, fue muerta en una colina cerca de Picketts Charge. Otra mujer,
34
Un estudio detallado acerca de la evolución de la participación femenina en unidades combate de las FF.AA.
norteamericanas, se encuentra een el Report, april 2003, Why American Servicewomen are Serving at Greater Risk, WOMEN
IN LAND COMBAT, When did the rules change?, www.cmrlink.org/CMR Notes/M38V8ccmrrpt16.pdf. Los antecedentes
obtenidos de este informe, han sido empleados para tratar este punto.
35
Ibid. La Capitana Wilson cita diversos autores y textos, entre ellos, Elizabeth F. Ellet, The Women of the American
Revolutiont, NY, Baker and Scribner, 1848, Phebe A. Hanaford, Daughters of America, Boston, B.B. Russell, 1882; Niles,
Principles and Acts of the Revolution, Mrs. Hales Biography of Distinguished Women. Daughters of America,1849 y Women of
the Revolution 1882.
36
Ibid. Parte del texto está extractado de la página womenshistory.about.com/od/waramrevolution/
37
Women in the Military,,www.womensissues.about.com/library/weekly/aa092801a.htm
Women's Military History, www.womenshistory.about.com/gi/dynamic/offsite.htm. Todos los datos referentes a las bajas
sufridas por mujeres norteamericanas en los diferentes conflictos, han sido tomados de este artículo.
38
37
Frances Day, murió mientras combatía bajo el alias de Franck Mayne con el grado
de sargento.
Durante la guerra hispanoamericana, acontecida a finales del siglo XIX y que
involucró los territorios insulares de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, el ejército de
los EE.UU. tuvo por primera vez mujeres incorporadas en sus filas como
enfermeras en los cuerpos sanitarios. De ellas, 22 murieron en el frente aunque
ninguna como consecuencia de heridas en combate, pues por lo que se sabe todas
ellas cayeron víctimas de enfermedades tropicales propias de los territorios en que
se encontraban sirviendo. La primera enfermera del ejército muerta en suelo
extranjero fue Ellen Mary Tower y también pasó a ser la primera mujer sepultada
con honores militares.
En 1901, se creó el Cuerpo de Enfermeras del Ejército y en 1908, lo propio
hizo la Armada, de modo que al iniciarse la Primera Guerra Mundial, las mujeres ya
tenían oficialmente un sitio ganado en las filas de las FF.AA. norteamericanas. En
este conflicto, las mujeres se desempeñaron como enfermeras y algunas como
telefonistas39.
El ejército libró una larga e inútil batalla con el “War Department” para
permitir el ingreso de las mujeres en el rol de secretarias y escribientes, con el fin
de aumentar la disponibilidad de los varones para el combate. El asunto era
importante, debido a que el volumen de documentos que debía ser dactilografiado
durante la guerra era enorme. Nunca se admitió a las mujeres en otro rol que en el
de enfermeras en el ejército, cuando estuvieron en la condición de militares. La
Armada, por su parte, no tuvo este problema (sencillamente ignoró olímpicamente
los reparos del “War Department”) y admitió a las mujeres para las mismas
funciones, dándoles el debido rango militar40, tanto en las reparticiones navales
como en la Infantería de Marina y el Servicio de Guardacostas hasta el fin de la
guerra, cuando fueron licenciadas41.
Pese a la disputa anteriormente mencionada, el ejército norteamericano de
todas formas contrató a unas 300 mujeres, con el objetivo de servir como
operadoras bilingües de mesas telefónicas. Se las conoció popularmente como las
“Hello Girls”. Ellas cubrían el enlace telefónico entre las tropas en las trincheras y
los cuarteles generales ubicados en la retaguardia. Recibieron un grado equivalente
al de teniente y el “privilegio” de comprar sus uniformes (que era entregado sin
costo alguno al personal masculino). Estaban sometidas a la reglamentación del
Ejército, con 10 agregados específicos para ellas destinados a preservar la virtud
femenina. Pese a ello, para el Departamento de Guerra eran consideradas
solamente civiles.
De las 1.881 medallas por Servicios Distinguidos entregadas durante la
Primera Guerra Mundial, 24 fueron otorgadas a miembros del Cuerpo de
Enfermeras del Ejército y una fue para las “Hello Girls”42.
39
Women in the Military,,www.womensissues.about.com/library/weekly/aa092801a.htm. Los antecedentes acerca de la
evolución de las normas que regulan la participación femenina en las FF.AA. norteamericanas, han sido extraídos de este
artículo, salvo que expresamente se indique otra fuente.
40
Ver “Rango militar” en Aclaraciones.
41
WWI: Thirty Thousand Women Were There, userpages.aug.com/captbarb/femvets4.html; otros antecedentes, relativos a
la Armada, se obtuvieron de Department Of The Navy -- Naval Historical Center, World War I era Yeomen (F)-- Overview and
Special Image Selection, www.history.navy.mil.
42
Los antecedentes acerca de las condecoraciones, proceden del sitio www.army:mil/cmh-pg
38
Se estima, de parte de muchos investigadores, que la mujer norteamericana
alcanzó el derecho a voto esgrimiendo como argumento el que ellas también habían
ido a la guerra. En definitiva hicieron válido el argumento de que “si combates,
votas”.
Recordemos que unas 500.000 mujeres prestaron servicio en las FF.AA. de
los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial. Esto revela que la mujer
norteamericana no vaciló en ofrecer sus servicios a la causa de su país durante la
guerra. Aquello sucedió a pesar de que la presencia femenina en las FF.AA. no era
bien vista por la sociedad de entonces, ni tampoco por los hombres en el servicio
activo.
Un rol de primera importancia en el otorgamiento de la condición de militar de
la mujer en el Ejército, le cupo a la Primera Dama, Eleonor Roosevelt 43. A
instancias de la señora Roosevelt y de la congresista Edith Nourse Rogers, el 28 de
mayo de 1941, se presentó un proyecto de ley para la creación del Women's Army
Auxiliary Corps (WAAC), cuerpo que estaría destinado al servicio del Ejército. Sin
embargo, pese a tan insigne promotora, el proyecto fue mutilado, retardado y
cuestionado por largos meses, lográndose su aprobación en recién noviembre de
1941. Por tratarse de un cuerpo auxiliar, la ley negaba a sus miembros la condición
de militares. El propio general Marshall intervino para avanzar en este sentido, sin
tener éxito en su cometido44.
Debió ocurrir el ataque a Pearl Harbour para que las cosas cambiaran en
cierta medida. Durante el encarnizado combate, las mujeres dieron muestras de un
valor y una capacidad extraordinarios, al atender, solamente con los pocos medios
disponibles, a los más de 2.300 heridos que dejó el bombardeo. La Teniente 1º
Annie G. Fox se convirtió en la primera de muchas mujeres enfermeras del Ejército
en recibir un Corazón Púrpura y la Estrella de Bronce. Ella actuó como enfermera
jefe en Hickam Field, blanco predilecto de los japoneses, después de los
acorazados.
Apenas cuatro días después del ataque aéreo japonés a Pearl Harbour, las
condiciones para el pleno reconocimiento del estatuto militar de las mujeres en el
Ejército habían cambiado radicalmente, aunque la ley que creó el WAAC sólo se
promulgó en mayo de 1942. En todo caso, y como se verá más adelante, no todas
las mujeres que por entonces ingresaron al Ejército recibieron la condición de
militar.
Apenas iniciada la participación de los EE.UU. en la guerra, en 1942 la
Armada creó las WAVES (Women Accepted for Volunteer Emergency Services),
como parte de la reserva, pero sometidas en plenitud a las reglamentaciones
navales. Aparte de las múltiples tareas de tipo administrativo, estas mujeres
sirvieron generalmente como enfermeras, tanto en tierra, como en los buques
hospital. El mismo año, las mujeres ingresaron al Marine Corps, recibiendo la
misma denominación de Marines con que se conoce a los miembros varones del
cuerpo. También en ese mismo año, se creó el Coast Guard Women's Reserves.
De este modo, la Marina continuó siendo, en los EE.UU. el servicio pionero en la
incorporación femenina a las FF.AA. Finalmente, también en 1942, se crea el
43
Captain Barbara A. Wilson, USAF (Ret.), www.userpages. aug.com/captbarb.
Ya se esbozó muy someramente el tema de la condición de militar. En el caso norteamericano, esta condición, como se ha
visto, no alcanza a todo el personal que labora en las FF.AA. y tiene un efecto directo en los beneficios que se otorga a los
veteranos de guerra, que sólo se concede a los que ostentan la condición de militares.
44
39
Women’s Auxiliary Ferrying Squadron (WAFS), integrado por 25 mujeres cuya
función era pilotear los aviones nuevos y recién salidos de las fábricas, hasta las
bases desde las cuales el material sería desplegado a las unidades operativas,
trabajo nada despreciable, considerando la gigantesca producción aeronáutica que
hubo durante la guerra.
En la cabeza de playa de Anzio, donde las fuerzas norteamericanas
permanecieron largo tiempo sin poder avanzar en la ocupación del territorio central
italiano, seis enfermeras del ejército norteamericano murieron como consecuencia
del intenso bombardeo alemán, que alcanzó el hospital de campaña en que servían.
Dicho suceso fue motivo para que cuatro mujeres, en el mismo sitio y lugar, se
hicieran acreedoras a la medalla “Estrella de Plata”, por el extraordinario coraje
mostrado bajo el fuego enemigo. En el teatro del Pacífico, un kamikaze impactó con
su avión en el buque hospital USS Comfort, dando muerte a 6 enfermeras, 5
oficiales de sanidad, ocho tripulantes de gente de mar y 7 pacientes e hiriendo a 4
enfermeras.
La enfermera Aleda E. Lutz se convirtió en 1944, en la primera mujer militar
de la dotación del ejército norteamericano en morir en una zona de combate, al
estrellarse el avión destinado a prestar servicios sanitarios en el que realizaba su
misión de evacuación Nº 196.
En plena guerra, se fundó el Women Airforce Service Pilots, WASP. Éste es
un cuerpo de mujeres que en el Ejército cumplió el mismo rol que el WAFS en la
Armada, aunque tampoco recibieron su merecido reconocimiento, hasta que
finalmente lo obtuvieron hartos años más tarde en 1977. Treinta y seis miembros de
este cuerpo cayeron en el cumplimiento de su deber, aunque no tuvieron ni siquiera
el privilegio de un funeral con honores militares.
Aparte al ya señalado caso del USS Comfort, las únicas mujeres que se
menciona combatiendo, hechas prisioneras o caídas en acto de servicio a bordo de
unidades a flote, se encontraban prestando servicios en buques mercantes, como
enfermeras o camareras. El hecho de que en la guerra naval no hayan líneas del
frente y de que toda unidad a flote sin importar su rol o condición jurídica, se
transforma en un blanco para el enemigo, permite aseverar que las mujeres que
servían a bordo de naves mercantes durante la guerra, eran realmente
combatientes, aunque sólo lo fueran por encontrarse expuestas a la acción hostil
del enemigo.
En resumen, se sabe que alrededor de unas 400 mujeres entregaron sus
vidas al servicio de los EE.UU. durante la conflagración mundial y aunque la
información sólo ha sido dada a conocer con mucha lentitud a través del tiempo,
existen diversos testimonios de mujeres que fueron hechas prisioneras por las
fuerzas japonesas, especialmente a la caída de la fortaleza de Corregidor, en
Filipinas.
Al regresar el general Douglas McArthur a las Filipinas, entre los prisioneros
que habían sido liberados y que le esperaban, se encontraban también varias de las
ex prisioneras. Se ha aseverado que las fotos tomadas en la ocasión fueron
mutiladas, manipuladas o trucadas, para asegurarse de que las damas no
aparecieran en ellas.
En ningún caso se ha conocido de registros que indiquen que las mujeres
hayan combatido activamente y tomando las armas. Sin embargo, es de presumir
que en un conflicto tan extenso en tiempo y en espacio, en el que se vivieron las
40
más variadas circunstancias y con una participación tan masiva de la mujer, esta
situación indudablemente debe haberse presentado en innumerables
oportunidades.
Del total de distinciones y condecoraciones entregadas durante la guerra,
1.619 correspondieron a enfermeras (medallas, citaciones o recomendaciones).
Sólo 16 mujeres recibieron el Corazón Púrpura y 565, la Estrella de bronce. 700
WACs fueron condecoradas o recibieron menciones honoríficas al término de la
guerra45.
Muchas mujeres estuvieron al servicio de los cuerpos armados, sin
reconocimiento ni distinción alguna, al menos hasta mucho tiempo después de
finalizadas las hostilidades. Se les negó en muchos casos la condición de militares
en servicio, lo que les impidió posteriormente, acceder a los beneficios otorgados a
los veteranos de guerra. Tales situaciones e injusticias solamente vinieron a ser
corregidas en los años 70 y 8046. Los que sí manifestaron desde un principio su
admiración por el trabajo femenino, fueron los más de 100.000 heridos que
recibieron las atenciones de las enfermeras y gracias a las cuales muchos lograron
sobrevivir.
En 1948, se promulgó la Ley Pública Nr. 625 denominada “The Women's
Armed Services Act”, texto jurídico que abría las puertas de los cuarteles a las
mujeres para todos los efectos, pero no para todos los fines. La importancia del
documento promulgado radicaba en que impedía que los cuerpos castrenses
licenciaran a las mujeres al término de los conflictos. Así, los organismos creados
durante la guerra, adquirieron un carácter de permanente. La mujer se integraba al
servicio, pero sin existir para ella escalafones u organismos exclusivos, con la
excepción del WAC.
Dos años después, cuando el número de mujeres en servicio alcanzaban el
mínimo, algo propio de las circunstancias que trajo consigo la era de la post guerra,
se desató el cruento conflicto de Corea. Esta guerra no demostró mayores cambios
en el terreno de la participación femenina, como tampoco los mostró en cuanto a los
medios empleados en combate, con la sola excepción de la aparición de la Fuerza
Aérea como una rama independiente, creada a partir del Cuerpo Aéreo del Ejército
en 1948.
Con la creación de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, la mujer tuvo un
nuevo campo de desempeño militar, en los mismos roles que antes tuvo en el
Ejército. En especial, la mujer adquirió un lugar importante en las unidades de
evacuación aeromédica.
De las 120.000 mujeres que sirvieron durante la guerra de Corea, 18
rindieron su vida. De ellas, 14 servían en la Armada, 1 en el Ejército y 3 en la
Fuerza Aérea. También sucedió que las mujeres prestaron servicios en Japón y
otros países del sudeste asiático, desde donde se apoyaba a las fuerzas
combatientes.
45
Los antecedentes acerca de las condecoraciones , proceden del sitio www.army:mil/cmh-pg
46
La cuestión del reconocimiento de la condición de militares, para las mujeres del Ejército es de enorme importancia, no sólo
por los aspectos protocolares, como el derecho a un funeral con honores, sino por las franquicias que la ley otorga a los
veteranos de guerra. Aun si sólo se tratara de cuestiones puramente formales, como los ya mencionados honores, es
interesante destacar el hecho de que los militares sienten que su trabajo requiere de un reconocimiento en los mismos
términos en los que ellos ejercen su oficio: la recompensa honorífica de la medalla, del entierro solemne, el monumento,
etcétera, son parte del salario militar. Se lucha por los galardones de la gloria.
41
Vietnam marca un pronunciado descenso numérico en la presencia de
mujeres en el teatro de la guerra. Sólo 7.000 miembros femeninos de las FF.AA.
tomaron parte en el conflicto, haciéndolo siempre en los roles tradicionales que
tuvieron anteriormente.
El precio en vidas humanas pagado por las mujeres en Vietnam también fue
relativamente bajo: 9 pérdidas para el Ejército, una la Marina y una en la Fuerza
Aérea.
Además, se sabe de cuatro mujeres tomadas como prisioneras de guerra,
todas ellas desaparecidas en acción. De ellas, tres han sido declaradas
posteriormente muertas y una se mantiene hasta la fecha como desaparecida en
acción.
Finalmente, el 5 de abril de 1975, tras el cese de las hostilidades y dos años
después de la retirada de las fuerzas norteamericanas, un avión Lockheed Galaxy
C-5 que evacuaba niños vietnamitas se estrelló, causando la muerte de 67 mujeres,
8 militares y 59 civiles al servicio de diversos organismos gubernamentales de los
EE.UU.
La llegada de la década del los 70 marcó lo que fue el inicio de un gran
cambio para las FF.AA. norteamericanas en general y en particular para las mujeres
militares.
En 1970, las mujeres fueron admitidas en la Infantería de Marina y en 1975,
por primera vez, recibieron destinaciones en unidades de la Fleet Marine Force,
naves que constituyen las fuerzas de despliegue inmediato. Sin embargo y pese a
los avances anteriormente señalados, se les impide pertenecer a las unidades de
armas de combate47 y artillería de campaña, de seguridad de equipos y armamento
nuclear y de defensa antiterrorista de la flota.
En 1973, después de la traumática experiencia producida por la guerra de
Vietnam, se puso término al servicio militar obligatorio. Las FF.AA. pasaron a estar
integradas sólo por voluntarios, sin distinción de sexo. Ese año las mujeres
representaban el 1,6% de las fuerzas; en 1980 alcanzaban el 8,5% y en 1989, el
porcentaje subió al 10,8%. Desde entonces, las cifras han experimentado cambios
ubicando a la mujer actualmente en alrededor de un 15%. Se mantiene también la
limitante de que en ninguna unidad el número de mujeres puede exceder al de los
varones.
Las diversas intervenciones militares norteamericanas, con posterioridad al
conflicto de Vietnam, tuvieron a las mujeres actuando en los nuevos roles que las
excluían de la participación en combate. No fue hasta la operación Tormenta del
Desierto, en que las FF.AA. de los EE.UU. tuvieron que lamentar nuevamente la
pérdida de mujeres militares. Más de 40.000 mujeres militares estuvieron en el
teatro de la guerra, actuando en roles de apoyo de combate y de ayuda logística. 14
mujeres pertenecientes a las filas del Ejército fallecieron, 13 de ellas, por acción del
fuego enemigo.
La Marina sufrió solamente una pérdida y la Guardia Nacional Aérea, otra,
aunque ésta en realidad se produjo en un accidente en actividades relacionadas
con la operación “Tormenta del Desierto”, y además sucedió en territorio
norteamericano.
47
Ver “Armas de combate y armas de apoyo de combate” en Aclaraciones.
42
Cabe además mencionar que dos mujeres fueron capturadas por fuerzas
enemigas.
Recordemos que la legislatura norteamericana intentó en 1988, impedir que
las mujeres militares tuvieran la opción de entrar en combate. Pero solamente logró
sus propósitos parcialmente, al establecer que ninguna mujer podía ser obligada a
tripular un avión o buque destinado al combate (dicho en otras palabras, sólo
podrían hacerlo voluntariamente y sin coacción alguna de por medio). En el caso
del Ejército, entregó en manos del Departamento de Defensa, el determinar las
limitaciones para el caso de las mujeres de las fuerzas de tierra, dejando en claro
que la idea del Congreso era que las mujeres no participaran en combates
terrestres48.
El Departamento de Defensa de los Estados Unidos promulgó ese mismo
año (1988), la “Risk Rule” (Regla o Ley del Riesgo), que en su texto establecía lo
siguiente:
“El criterio correcto para impedir el acceso de las mujeres a posiciones o
unidades no combatientes, son el riesgo de combate directo, exposición al fuego
hostil o la captura, cuando el tipo, la duración o el grado de dicho riesgo es igual o
mayor que el que corren las unidades de combate a las que ellas estén asignadas
en un determinado teatro de operaciones.”
La nueva regla, aun cuando era imprecisa en lo relativo a su finalidad,
reflejaba la opinión prevaleciente de que las mujeres no debían ser expuestas a los
rigores del combate. Por otro lado, se dio a conocer la opinión de las propias
mujeres militares, las que, según un estudio de la RAND recogido por la General
Accounting Office, sólo en un 10% concordaban con la proposición de que “Las
mujeres deben ser tratadas exactamente igual que los hombres y que deben servir
en las armas de combate, tal como los varones”.
Tras la Guerra del Golfo en 1991, una comisión estudió estas materias con la
asesoría de expertos en el tema, consultas a los mandos y a personal militar de
todos los estamentos, realizando numerosas visitas a terreno, efectuando estudios
de fisiología, de normas legales, de sociología y otros. Las recomendaciones que
formularon los miembros de la comisión eran simples: consistían en restablecer las
restricciones para el combate aéreo y continuar con la “Risk Rule”. Las
recomendaciones se aprobaron el mismo día que el presidente George Bush perdió
la reelección. A los pocos meses, la administración Clinton inició un programa
48
El tratamiento del tema de la Risk Rule y su evolución, ha sido extractado de Why American Servicewomen are Serving
at Greater Risk. WOMEN IN LAND COMBAT. When Did the Rules Change?, informe elaborado por Center for Military
Readiness, P.O. Box 51600, Livonia, MI 48151, organismo público, dedicado al estudio de temas relativos al personal militar.
El informe se confeccionó empleando las siguientes referencias:
Jeanne Holm, Women in the Military: An Unfinished Revolution, Novato, CA: Presidio Press, 1982, pp. 118-119.
General Accounting Office, New Opportunities for Women, 1998, Table 6.5, p. 91.
Washington Times, Women in No Rush to Enter Combat, Sept. 29, 1998.
www.cmrlink.org, bajo el título Issues/Women in Combat
Datos entregados a varios servicios por DACOWITS en su reunión de la primavera del 2000, en, Washington D.C.
Memorándum del Secretario Les Aspin, Direct ground Combat Definition and Assignment Rule, 13 de enero de 1994.
43
destinado a terminar con todas las restricciones a la participación femenina en el
combate aéreo, naval o terrestre en las FF.AA. Se dictó una nueva Regla,
aprovechando la circunstancia de que el Departamento de Defensa contaba con la
facultad para ello.
Así, la nueva Risk Rule señala:
A.- Regla: El personal en servicio podrá ser asignado a cualquiera de las
posiciones para las que se encuentra calificado, excepto las mujeres, que no serán
asignadas a unidades de nivel inferior al de brigada, cuya misión principal es entrar
en combate terrestre directo, como se define más abajo:
B.- Definición: Combate terrestre directo es la interacción con el enemigo en el
terreno, con armamento menor o mayor49, mientras se encuentra expuesto al fuego
hostil y a una elevada probabilidad de contacto físico con el personal de las fuerzas
adversarias. El combate terrestre directo tiene lugar, en la parte frontal del campo
de batalla, mientras se determina la posición del enemigo y se acorta la distancia,
para batirlo mediante el fuego, la maniobra o por efecto de choque.”
Se establecieron algunas restricciones a la asignación de las mujeres a las
fuerzas de combate:
1) Cuando, a juicio del Service Secretary (Cargo que es una mezcla entre nuestro
Ministro de defensa y el Subsecretario de Guerra, Marina o Aviación), la
implementación para un alojamiento y privacidad adecuados, se haga prohibitiva en
términos de costos.
2) Cuando las unidades o posiciones deban ser mantenidas, por doctrina, en
contacto permanente con unidades que participan en combate directo.
3) Cuando las unidades deban desarrollar operaciones de reconocimiento de larga
distancia o en misiones de Fuerzas Especiales; y
4) Cuando los requerimientos de esfuerzo físico relacionados con el trabajo,
excluyan necesariamente a la mayoría de las mujeres en servicio.
Las normas eran bastante razonables, pero las activistas feministas querían
mucho más que eso. Ignorando el juicio expresado por los especialistas en
cuestiones militares, presionaban por imponer su criterio de abrir los accesos a
otras áreas.
Pese a las limitaciones que el Congreso aprobó, y a que el Departamento de
Defensa introdujera nuevas modificaciones a lo ya acordado previamente, en la
práctica, y siguiendo una política de hechos consumados, las restricciones fueron
sencillamente pasadas por alto y las instituciones comenzaron a asignar mujeres a
ciertas unidades de combate (helicópteros de las fuerzas de caballería
aerotransportada, ingenieros de combate, puestos de mando de unidades de
49
En el texto original se emplea la expresión “individual or crew served weapons”
44
artillería de campaña, de blindados e infantería, etcétera), aun si tales estaciones
pudieran eventualmente verse envueltas en situaciones de combate directo con el
enemigo.
La implementación de tales medidas es de consecuencias insospechadas a
mediano y largo plazo y pueden llegar a tener un alto costo, sobretodo en las
actuales operaciones en curso en escenarios tan complejos Afganistán e Irak.
Definitivamente en este tema se consideró solamente la opinión de los grupos de
presión, sin ni siquiera tomar en cuenta lo que en estas materias piensan las
propias mujeres militares.
Lo interesante del tema radica en que durante las primeras operaciones en la
invasión a Irak, tres mujeres cayeron en manos de las fuerzas iraquíes. De ellas,
dos fueron posteriormente liberadas y repatriadas. La tercera mujer, la Private First
Class Lori Piestawa, no tuvo tanta suerte como sus compañeras. Su cadáver fue
encontrado posteriormente en una tumba con claras evidencias de haber sido
sometida a torturas y vejámenes que le ocasionaron la muerte. A Mayo del 2005, el
número de mujeres militares muertas en Irak se elevaba a 35, además de 270
heridas.50
Estos penosos sucesos han reavivado la polémica en los EE.UU., en
especial considerando que las decisiones que llevaron finalmente a que estas
mujeres cayeran prisioneras, se tomaron ignorando las disposiciones que el propio
Congreso había adoptado en uso de sus potestades legales y en contra de la
opinión mayoritaria de las propias mujeres que eran miembros de las FF.AA. y del
juicio de los especialistas en asuntos militares. No se puede desconocer que en
estos casos hay una poderosa advertencia respecto de lo peligroso que resultan las
propuestas de los grupos de presión (en este caso específico, las feministas), que
logran algunos resultados favorables a sus posiciones, pese al juicio de la gente
entendida en la materia51.
Hacia 1990, más de 229.000 mujeres norteamericanas lucían un uniforme
militar y estaban en servicio activo en las FF.AA. De ellas, aproximadamente un
15% tenían el rango de oficial. El porcentaje es un poco menor en la Infantería de
Marina (son alrededor del 10%).
Las cantidades de mujeres sirviendo en las FF.AA. eran entonces las
siguientes:
Servicio de Guardacostas: 2.60052
Fuerza Aérea: 77.000
Armada: 57.000
Ejército: 86.000
50
Agencia EFE, Mayo 22 del 2005.
Las mujeres militares son las primeras en quejarse de que muchas decisiones que se adoptan en relación con su
desempeño, son tomadas considerando las opiniones de quienes nunca han vestido el uniforme ni tomado parte en la vida
militar.
52
El Servicio de Guardacostas dependió del Ministerio de Transporte desde 1967, pero su personal siempre ha sido
considerado militar, por las funciones que desempeña. El 23 de febrero del 2003, el Servicio pasó a depender del recién
creado Department of Homeland Safety, manteniendo su condición de organismo militar, así como los estrechos y
tradicionales vínculos con la Armada.
51
45
Infantería de Marina: 10.000
El Servicio de Guardacostas permite el acceso de la mujer al 100% de los
puestos y es la única rama de las FF.AA. en la que no existen restricciones de
ninguna clase de ingreso para ellas. La Fuerza Aérea, permite el acceso al 97% de
los puestos (casi no tiene restricciones); la Marina al 59%; el Ejército al 52% y la
Infantería de Marina al 20%.
Las diferentes circunstancias determinadas por el entorno cultural, marcan
algunas divergencias entre los EE.UU. y nuestros países de raigambre hispana: así,
mientras en éstos las tasas de deserción escolar en las escuelas matrices de
oficiales son notablemente distintas para varones que para mujeres, en West Point,
ellas son de 79% y 75% respectivamente. Dicha estadística demuestra que en
cuanto a deserción no existen grandes diferencias en las escuelas matrices de
oficiales en los EE.UU.
Para el año 2000, el Ejército contaba con 10.505 oficiales y 59.650 soldados
mujeres; mientras que la Armada, viendo las cifras del año siguiente tenía 8.279
oficiales femeninos y 55.052 mujeres en la categoría de gente de mar,
representando dichas cifras alrededor del 14,5% del total de efectivos. Ver la tabla
10, a continuación.
TABLA 10.-
Dotación femenina de las FF.AA. de los Estados Unidos, año 2001
Al 31 de marzo del 2001, las mujeres en servicio activo en las FF.AA.
(incluyendo al Servicio de Guardacostas), conformaban casi el 15% de total de las
fuerzas efectivas. La Fuerza Aérea posee el más alto porcentaje de mujeres en sus
filas, la Infantería de Marina, el más bajo. El Ejército cuenta con el mayor porcentaje
de mujeres afro-americanas; la Infantería de Marina, con el más alto de mujeres de
origen hispanoamericano. La Armada es el único servicio en el que las mujeres del
rango de oficial representan un porcentaje mayor que en el rango de personal
subalterno. Los datos reflejan adecuadamente la realidad de las fuerzas al año
anterior.
Servicio y rango
Número
mujeres
Total de fuerzas de la Secretaría 199850
de Defensa (1)
Personal subalterno
168805
de Porcentaje
total
personal
14,7%
14,7%
Oficiales
31045
14,5%
Ejército
72542
15,3%
Personal subalterno
61871
15,5%
Oficiales
10671
14,2%
46
del
del
Armada
50771
13,9%
Personal subalterno
43010
13,8%
7761
14,7%
Infantería de Marina
10338
6,0%
Personal subalterno
9387
6,1%
Oficiales
Oficiales
951
5,3%
Fuerza Aérea
66199
19,0%
Personal subalterno
54537
19,4%
Oficiales
11662
17,2%
Guardacostas
3538
10,2%
Personal subalterno
2768
10,0%
770
11,2%
Oficiales
(1): No considera las fuerzas del Servicio de Guardacostas.
Fuente: www.infoplease.com
Después de más de 25 años de promover y facilitar la presencia femenina en
el castrum norteamericano, los resultados no han sido mucho mejores que lo
experimentado en otros países. Este caso parece señalar que la mujer no se
interesa especialmente por la vida y carrera militar. Las bajas cifras de mujeres
revelan con mayor precisión este innegable desinterés, pues del total de las
mujeres que sirven en las FF.AA., se debe descontar a las que no desempeñan
funciones propiamente militares.
Uno de cada diez soldados que invadieron Irak era mujer. Una de cada 7
estaba entrenada para cualquier acción bélica. 300 mujeres pilotos de guerra
realizaron misiones de abastecimiento y apoyo a sus tropas. Afganistán estrenó la
primera mujer piloto que lanzó bombas desde su aeronave y los primeros aviones
de abastecimiento y de apoyo totalmente tripulados por mujeres. Según el diario
Miami Herald, la captura en Irak de la soldado estadounidense-panameña
Shoshana Jhonson “refleja un nuevo ángulo bélico: mujeres peleando, matando y
riéndose ante el enemigo”53. Si bien lo señalado por el diario no responde
exactamente a la realidad, pues mujeres combatiendo ha habido siempre, los
recientes conflictos en los que se han comprometido los EE.UU., nos muestran a
las mujeres militares asumiendo cada vez con mayor intensidad, roles reservados
antes exclusivamente a los varones, que las ponen directamente en contacto con el
enemigo.
En general, las apreciaciones de los mandos acerca del desempeño
femenino son acordes en señalar que la mujer, si está en igualdad de condiciones
respecto de sus colegas varones, cumple a cabalidad con sus tareas54. Los
informes acerca del desempeño de las mujeres en Irak, de todas las ramas
armadas, son similares.
53
Ximena Bedregal, Empoderarse para matar: La feminización de los ejércitos ¿triunfo de la paridad o trampa del
patriarcado?, www.creatividad feminista.org/articulos/desarr_2003_ejercitos.htm.
54
Appendix R, "Role of Women in the Theater of Operations" en Conduct of the Persian Gulf War: Final Report to Congress.
vol.2 Washington: Department of Defense, 1992, citado por Women in the U.S. Navy: Historic Documents, Women in U.S.
Military during Desert Shield/Desert Storm, www.history.navy.mil/faqs/faq48-3f.htm.
47
Desgraciadamente, los informes no pueden hacer referencia al desempeño
de las unidades de combate a flote, las que se han mantenido muy alejadas de las
áreas de operaciones terrestres, de manera que no se tienen antecedentes de
primera mano sobre el comportamiento de las mujeres embarcadas, sobretodo
cuando éstas se encuentran sometidas a las tensiones particulares del combate
naval.
Tampoco parece haberse considerado en estos informes, que las FF.AA.
mixtas han participado en dos conflictos muy particulares, en los que la abrumadora
superioridad material, más que la calidad de los combatientes, marcaron las
diferencias respecto del enemigo. Cómo se hubieran comportado las mismas
fuerzas, en el conflicto somalí, en que las diferencias materiales quedaron
sepultadas bajo el peso de las condiciones del campo táctico y de la composición y
funcionamiento de las fuerzas adversarias, es una cuestión que aún no tiene
respuesta55.
No siempre en la guerra se dan los supuestos de los planificadores civiles ni
de los estrategas militares. En realidad, estos supuestos muy rara vez se cumplen
tal y como se pensaba antes del conflicto. Sería trágico, para los EE.UU. que tan
pronto se hubieran olvidado las amargas lecciones de la guerra de Vietnam. Entre
tales lecciones se debe tener muy presente, que no siempre se librará un “... tipo de
guerra, en donde la victoria no dependerá principalmente de tener mejores armas o
un mayor número de ellas, sino de la ‘astucia individual y la cohesión de pequeños
grupos de elite’, cada persona en nuestras Fuerzas Armadas debe ser la real
atención”56.
La mujer presenta niveles de escolaridad superiores al del varón al momento
de incorporarse al servicio (también tiende a ingresar a una mayor edad). Mientras
el 21% de los varones registra su paso por la universidad, el porcentaje entre las
mujeres alcanza el 27%, sin que se pueda considerar dicha diferencia como algo
abismal. A un mayor nivel de escolaridad se suma un menor rango de exigencias en
otras áreas, poniendo por lo general a las mujeres a la cabeza de las promociones
y, por consiguiente, ellas acceden a mejores oportunidades al momento de decidir
las destinaciones de los reclutas57.
Los principales problemas que han debido enfrentar las mujeres en la milicia
norteamericana, están relacionados con su aceptación por sus pares masculinos y
los incontables casos de hostigamiento y abusos de tipo sexual. Estos
inconvenientes comienzan tempranamente en las escuelas matrices de oficiales, en
los que, como efectivamente ocurre en todas las FF.AA. del mundo, la disciplina es
ejercida por los alumnos más antiguos, que se resisten a aceptar de la invasión
femenina de los espacios que ellos siguen considerando como esencialmente
masculinos.
55
El tremendo impacto que causaron en la opinión pública, las imágenes de la TV que mostraban los ultrajes a los que se
sometió a los cadáveres de los soldados norteamericanos caídos en combate en las calles de Mogadiscio, son reveladoras de
la muy especial guerra que se libró en Somalía.
56
Stephanie Gutmann, Una Milicia más Benévola y Gentil, citada por Lee Bockhorn en Mujeres en las FF.AA., Temas
Seleccionados, Academia de Guerra Naval, p 111.
57
Ximena Bedregal, Empoderarse para matar: La feminización de los ejércitos ¿triunfo de la paridad o trampa del
patriarcado?, www.creatividad feminista.org/articulos/desarr_2003_ejercitos.htm. en este punto, cita datos del Women´s
Research and Education Institute.
48
En la Academia de la Fuerza Aérea, durante el año 1993, se denunciaron 56
casos de violación o ataque sexual, según datos oficiales. Un informe emanado de
la General Accounting Office, de enero de 1994 58, señalaba que entre el 50 y el
75% de las mujeres de las tres academias habían sufrido algún tipo de agresión
sexual, y que éstas habían ocurrido con una frecuencia de al menos dos veces al
mes. En el informe, se indica que en la Fuerza Aérea el 59% de las alumnas
denunciaron estos abusos, en la Armada lo hicieron el 50% y en West Point
(Escuela de Oficiales del Ejército), el 76%. Diez años después, en una encuesta
realizada el año 2003, el 75% de las mujeres militares reportaron ser victimas de
hostigamiento sexual59.
Las tasas de denuncias de atentados sexuales, perpetrados en las
academias de las FF.AA. de los EE.UU., superan con creces a las observadas en
los barrios más violentos y marginales de las grandes urbes del país del norte. En
las restantes unidades y reparticiones militares, los índices parecen ser algo
menores, pero siguen siendo inaceptablemente elevados si se comparan con el
promedio en el mundo civil. Los abusos con algún tipo de connotación sexual,
generalmente perseguían atemorizar, alarmar o abusar de las personas para lograr
ventajas en el servicio.
Investigaciones posteriores han revelado que las mujeres denunciantes han
sido a veces sancionadas por formular tales acusaciones (generalmente muy
difíciles de probar), por lo que se ha optado por poner los casos en manos de
investigadores civiles. Los directores de las tres academias han sido relevados de
sus funciones, por estimarse que su conducta, en el tratamiento de estos casos
había sido, por lo menos, negligente. También se ha debido dictar nuevas directivas
para dar seguridad a las mujeres y se les ha asignado a sectores de habitabilidad
separados. Medida que pese a ser obvia, no había sido implementada en todas
partes.
Los casos han alcanzado tal grado de notoriedad, que el Secretario de
Defensa debió intervenir personalmente, disponiendo diversas medidas correctivas,
como la conformación de un panel de 7 civiles, que debe entregar un informe al
propio Secretario y a los comités de Defensa del Senado y Cámara de
Representantes. Los informes elaborados por comisiones especialmente
conformadas para tratar el problema han revelado que la situación tiende a
corregirse gradualmente, en la medida que las FF.AA. han ido adquiriendo
experiencia en estos asuntos.
Otro problema de frecuente ocurrencia, guarda relación con el tema de la
igualdad entre hombres y mujeres. Se da por hecho que la mujer no tiene las
mismas capacidades físicas del hombre, y por lo tanto se cree que las exigencias
físicas para ella deben ser menores. El bajar las exigencias a la mujer, crea una
discriminación que perjudica al varón, ante cuyos legítimos reclamos se ha optado
en algunos casos, por igualar las exigencias para todos, con la consiguiente merma
en las capacidades de los combatientes. Se habla de una feminización de las
FF.AA60.
58
GAO/NSIAD-94-6, de enero de 1994, citado en Discover the issue, history and current status of the investigations ,
www.womensissues.about.com/cs/militarywomen/a/aaairforcerapes.htm
59 Reuter health, Marzo 2003. USA.
60
En este punto coinciden partidarios y detractores de la presencia femenina irrestricta en las FF.AA. De los autores
consultados, tenemos a una feminista y pacifista, Ximena Bedregal (La feminización de los ejércitos ¿triunfo de la paridad o
49
En donde esta dificultad es más notoria, por la gravedad de las
consecuencias, es en el caso de las mujeres pilotos de aviones de combate,
cuando deben enfrentar emergencias que exigen una gran fortaleza física. Estas
situaciones pueden ocurrir en actividades de entrenamiento, sin la presión del
combate, de modo que la frecuencia con que se presentan depende de factores
ajenos a la voluntad humana.
También el problema se presenta a bordo. Diversas tareas que deben
realizarse en un buque, demandan del tripulante un gran despliegue físico que
pocas mujeres son capaces de realizar sin mayores inconvenientes. Las quejas por
esta causa son un motivo de preocupación constante. Por una parte, revelan un
recargo en el trabajo de los varones y por otro, acusan grietas en la disciplina, que
pueden volverse en un aumento de las agresiones de que se hace víctima a las
mujeres61.
En las actuales circunstancias, el debate se centra en aquellas áreas en las
cuales las mujeres aún no tienen la posibilidad real de operar. Es notoria la
ausencia de mujeres embarcadas en la fuerza de submarinos. También se
mantiene el debate en torno a las otras limitaciones para las mujeres, como las
fuerzas especiales (Navy SEALS) e Infantería de Marina, todas ellas unidades
pertenecientes a la institución supuestamente más abierta a recibir mujeres en sus
filas. Una mujer puede, en las actuales condiciones, ser comandante de un buque
de combate de superficie, incluidos los portaviones, ser piloto de combate
embarcado, pero en cambio no puede servir ni como marinero raso en un
submarino62.
El debate acerca de las limitaciones en las unidades submarinas ha adquirido
nuevos bríos, a raíz de la incorporación de la clase de submarinos Virginia, cuyas
unidades no contemplan en su diseño, ninguna facilidad para embarcar mujeres. Si
esta clase de submarino no considera mujeres desde su diseño, probablemente la
presencia femenina en el Silent Service se retrase por una o varias décadas, dado
que un submarino norteamericano se construye con un horizonte de servicio de 40
años aproximadamente63.
A favor de permitir mujeres embarcadas en los submarinos se muestra un
poderoso círculo de miembros del Congreso y de grupos de presión ligados a estos
congresales por razones de índole netamente política. Su interés principal está en
la defensa de los derechos femeninos y en la igualdad de éstos con los de los
varones.
Las condiciones de vida en un submarino son de por sí duras, sin importar la
calidad de los tripulantes. Si esto ha cambiado con la tecnología, ha sido para
aumentar los niveles de exigencia, en especial en el plano psicológico, mientras que
trampa del patriarcado?), una tradicionalista, como Marcela Cobo de Casarramona, corresponsal de "Despierta Chile" en
Barcelona, España (Plan de destrucción de las Fuerzas Armadas Españolas para formar un "Ejército Profesional",
dejando a España prácticamente indefensa), www.despiertachile.cl/agosto2002/Opinión/Corresponsal, hasta una
investigadora imparcial, como Stephanie Guttman (Una Milicia Más Benévola y Gentil).
61
Stephanie Guttman, Una Milicia Más Benvola y Gentil: ¿Pueden las Fuerzas de Combate de Género Neutral aún Ganar
Guerras?, citada por Lee Bockhorn, en Mujeres en las FF.AA., serie Temas Seleccionados, Academia de Guerra Naval,
extractado de www.policyreview.org/ang00/bockhorn.html
62 Captain Barbara A. Wilson, USAF (Ret.), www.userpages. aug.com/captbarb, New Debate on Submarine Duty for Women,
www.armedforcescareers.com/articles/article18.html.
63
New Debate on Submarine Duty for Women, www.armedforcescareers.com/articles/article18.html. Todos los puntos acerca
del tema de la mujer en los submarinos norteamericanos, han sido extractados de este artículo.
50
se han mantenido los requisitos previamente existentes, tanto de orden físico como
intelectual. En un submarino convencional (de la Segunda Guerra Mundial), aún
había ocasiones en las que los tripulantes podían disfrutar de un momento de relajo
en cubierta, aunque solamente pudiera hacerse durante la noche y las comisiones
duraban algunas semanas. En un submarino nuclear (la U.S. Navy ya no opera
sumergibles de propulsión convencional), esas raras ocasiones de salir a cubierta
simplemente ya no existen como antes y la duración de las comisiones puede
extenderse hasta por 6 meses, con muy escasas y breves permanencias en
puerto64.
Se argumenta que ya hay mujeres embarcadas en los submarinos de varios
países. Pero nada se dice en relación a que estos submarinos de otras armadas no
están sometidos a las condiciones antes expuestas, debido a que se trata de
unidades de una autonomía relativamente escasa si se las compara con las
unidades norteamericanas. Además, estas experiencias no han sido evaluadas bajo
presión de guerra ni tampoco se ha analizado las dificultades que se han
presentado a bordo ni los beneficios operativos alcanzados.
En estricta justicia, el submarino convencional moderno presenta muchas
similitudes con el sumergible de propulsión nuclear, sobretodo en lo referente a su
autonomía y a las necesidades de aflorar a la superficie. El uso del schnorkel hace
innecesaria la aflorada para la renovación del aire para la tripulación y la carga de
las baterías, reduciendo las tasas de indiscreción y por consiguiente, mejorando las
capacidades para permanecer sin ser detectado en el área de operaciones. 65 En lo
que respecta a la autonomía, no hay grandes diferencias entre ambos tipos de
unidades, debido a que este factor queda limitado a la capacidad de la dotación
para permanecer ininterrumpidamente en la mar y a la disponibilidad de víveres
dentro de la nave66.
En los más modernos submarinos de los EE.UU., la disponibilidad de espacio
es tan escasa, que el único pasillo que une al buque de proa a popa, no permite el
paso de dos personas simultáneamente, sin que al menos una de ellas se ponga de
costado. En 120 metros de eslora, se hacinan 145 hombres por un lapso de 2 o
más meses. Esto ocurre aún cuando el buque fue diseñado inicialmente para 108
tripulantes. El personal de gente de mar comparte solamente dos baños y el
espacio entre litera y litera es tan estrecho, que es difícil darse vueltas estando
acostado.
64
El sitio web www.chinfo.navy.mil/navpalib/news/navnews/nns03/nns030710.txt, oficial de la US Navy, para la difusión de
noticias relacionadas con las actividades navales, informaba que el 10 de julio del 2004, el USS Montpellier , SSN 765, recaló
de regreso en su puerto base, tras una comisión de 182 días, de los cuales 146 transcurrieron en el mar. De los 125 primeros
días de la comisión, que incluyó su participación en la Operación Iraqi Freedom, el 94% fueron de navegación. La noticia fue
proporcionada por Relaciones Públicas de la Comandancia de la Fuerza de Submarinos de la Flota del Atlántico.
65
La aparición de modernas tecnologías en la propulsión de submarinos, ha permitido la incorporación de unidades que cada
vez son tanto o más discretas que las nucleares. Celdas de combustible, motores más eficientes, nuevos combustibles,
torpedos y misiles más pequeños, métodos de recirculación y filtrado del aire y automatización de procesos que permiten
reducir el tamaño de la dotación, caben en este acápite. El resultado de estos progresos es siempre el mismo: mayor
autonomía, menor porte de los buques, más espacio para el armamento, mayor hacinamiento de las dotaciones. La
autonomía de un submarino de la clase U-209, como los que posee Chile, es de unos 50 días en el mar, según
www.wikipedia.org/wiki/Type_209_submarine.
66
Se sabe que una mujer ha comandado un submarino noruego. El argumento norteamericano se sostiene en todo su rigor, si
se considera que éste y otros casos similares, se han presentado en armadas que operan submarinos que desarrollan
misiones a corta distancia del puerto base, de poca autonomía, en los que las condiciones más difíciles de superar, son de
menos cuantía. El caso del submarino noruego es mencionado por Omar Gutiérrez, citando a Sink or Swim, en la Revista
Scanorama, noviembre de 1996
51
Sólo el comandante y el segundo comandante poseen un pequeño camarote
privado, cuyas dimensiones de todas maneras son reducidas. El resto de la
dotación comparte su espacio de habitabilidad con uno o más tripulantes. Si la
necesidad obliga a aumentar el número eventual de tripulantes, se debe recurrir al
ya conocido sistema de “camas calientes”, puesto que las posibilidades de
incrementar el número de literas ya están totalmente agotadas por falta de lugares
físicos adicionales, al ocuparse como espacios para el alojamiento compartimientos
que disponían de sitios “ociosos”.
Aunque el comandante disponga de su propio camarote, éste en realidad no
es absolutamente privado. Algunos componentes de sistemas del buque, que por
razones de diseño han quedado ubicados en ese camarote, obligan a que
eventualmente alguien deba entrar allí, por ejemplo para realizar un determinado
trabajo67.
En estas condiciones, las mujeres embarcadas tendrían acceso a uno de los
dos baños existentes, limitando la disponibilidad para todo el resto de la dotación, a
un único baño. Las mujeres con rango de oficial tendrían aun más problemas con
su espacio de habitabilidad y con la disponibilidad de baños. Al mismo tiempo, las
estrictas regulaciones establecidas por las autoridades para evitar el “acoso sexual”,
harían realmente muy difícil que las acusaciones por este tipo de faltas no se
multiplicaran indefinidamente, con las consecuencias que obviamente son de prever
en la cantidad de voluntarios disponibles para incorporarse a la fuerza de
submarinos.
En resumen, en el estrecho espacio de un submarino la habitabilidad queda
determinada estrictamente por el escaso espacio libre que dejan los equipos y
armas instaladas. Los submarinistas han aceptado por generaciones estas
condiciones tan duras como algo normal. Agreguemos que se trata del grupo social
con mayor apego a la tradición y a las viejas costumbres navales dentro de la
Armada, en el que la presencia femenina nunca ha tenido espacio ni presencia
física.
El doble estándar que se ha generado al interior de las FF.AA.
norteamericanas en lo relativo al trato que se da a los militares en razón de su sexo,
es un elemento altamente conflictivo, que podría convertirse en una bomba de
tiempo y cuya fuerza no ha sido analizada en profundidad por las autoridades
castrenses y civiles. 68
En la práctica, numerosos mitos surgidos recientemente, en relación con la
mística de los uniformados, han quedado al desnudo. Se ha sostenido
frecuentemente en los EE.UU., que el ingreso y permanencia de las personas en
las instituciones militares es una cuestión que debe ser abordada como cualquier
otro oficio existente, como un trabajo más y sin nada que lo convierta en especial,
de modo que para un joven, sea indiferente ingresar al mercado laboral civil o al
que ofrece el mundo militar. La realidad se ha encargado de demostrar, una vez
más, que las cosas no son así. El creciente aumento en las tasas de deserción en
los grados más bajos de los escalafones, entre los varones, no responde a las
67La
mayor parte de estas condiciones se presentan en nuestros submarinos. Con un agravante, el mayor riesgo por tratarse
de unidades antiguas.
68 Stephanie Guttman, Una Milicia Más Benvola y Gentil: ¿Pueden las Fuerzas de Combate de Género Neutral aún Ganar
Guerras?, citada por Lee Bockhorn, en Mujeres en las FF.AA., serie Temas Seleccionados, Academia de Guerra Naval.
52
expectativas económicas más halagüeñas del campo civil. Por el contrario, ello se
atribuye a:
-
-
La pérdida de la mística militar.
La penetración de elementos distorsionadores de la cultura castrense
tradicional.
El sistemático deterioro de los niveles de entrenamiento usualmente
observados para el combate, para adaptar este proceso a las reclutas
femeninas.
La pérdida de confianza en los mandos, ante la evidente discriminación que
ahora perjudica a los soldados varones.
La pérdida del sentido de “guerrero” que necesariamente debe empapar al
oficio castrense69.
Pareciera ser que la profesión militar norteamericana, ya no se nutre en el
desafío por lograr el título de “soldado”, de “marino” o de “aviador”, para luego
mantenerlo con esfuerzo y convertirlo en el fundamento básico de la vida laboral. La
participación femenina en las FF.AA. ha terminado con todo esto, pues frente a una
mayor exigencia, hecho que una recluta mujer pudiera estimar como excesivo, el
instructor corre el riesgo de ser acusado ante sus superiores y posteriormente
sancionado por “abuso contra el recluta”. Tanto es así, que las frecuentes lesiones
experimentadas por las mujeres durante el entrenamiento han obligado a reducir
sistemáticamente los niveles de rendimiento mínimo. Ya no se marcha rumbo al
campo de entrenamiento, sino que se viaja en bus o camión y se regresa al cuartel
de igual forma, perdiéndose la oportunidad de adquirir la necesaria resistencia a la
fatiga y el temple del carácter que se logran con los frecuentes ejercicios de
marcha.
Luego que se aceptó la incorporación de la mujer a las FF.AA. como una
forma de paliar la reducción de las bases de selección, también ha sido necesario
para mantenerla, reducir sostenidamente las normas de selección en los procesos
que tienen relación con la parte física de los postulantes. Con una menor selección
permanente, la calidad del personal militar necesariamente decae. El resultado es
que los beneficios que se han logrado por una parte, han quedado anulados por
otra.
Otro aspecto en el que la incorporación de la mujer a la milicia ha causado un
impacto negativo, es el relativo a las calificaciones que se imparten. Puesta en el
papel, a la mujer se la considera en perfecta igualdad frente al varón. Pero son
tantas las excepciones que se ha debido introducir para compensar frente a las
evidentes diferencias entre los sexos, que finalmente al momento de calificar al
personal, las mayores exigencias que pesan sobre los hombres, les sitúan en el
orden de mérito muy por debajo de las mujeres. Esto disminuye sus oportunidades
de ascensos, traslados o de acceso a otros beneficios que tradicionalmente se
otorgan en virtud de los méritos profesionales. El resultado al que conduce dicho
proceder es bastante simple: descontento respecto de las condiciones del servicio,
desconfianza hacia los mandos y sus decisiones, pérdida del tradicional sentido del
Ibid. Textualmente, señala: “En los campamentos de entrenamiento de reclutas de hoy, su ’esfuerzo’ es lo que cuenta, no
su rendimiento.”
69
53
“guerrero” que marcó a generaciones de militares, desilusión permanente y
finalmente el retiro prematuro70.
La Infantería de Marina que también cuenta con mujeres entre sus filas, no
ha cedido en aspectos simples, pero claves, para mantener el atractivo por ingresar
en sus filas. Ellos, han recalcado el hecho de que ser un “marine” es una buena
razón para vivir y no simplemente una forma más de ganarse la vida. La política de
la Infantería de Marina ha dado sus frutos, si consideramos que el Cuerpo nunca ha
tenido problemas para cumplir con sus cuotas de reclutamiento, ni tampoco sufre
del mal de los retiros prematuros de su personal, y esto, a pesar de que es
ampliamente conocido que el servicio como marine impone condiciones bastante
más severas que las del Ejército y las otras ramas de las FF.AA. Entre las
circunstancias con las que debe lidiar alguien que se aventura a ingresar al Cuerpo
de Infantería de Marina de los EE.UU. están los siguientes problemas: largos
períodos de despliegue lejos de la base, niveles de bienestar material más
reducidos, extensas y aburridas navegaciones en las unidades anfibias de la
Armada, entrenamientos y operaciones en una amplia gama de climas y medios
geográficos, etcétera71.
La expresión “semper fi”, abreviación del “Semper fideles”, lema del Cuerpo
de Infantería de Marina, es usada frecuentemente por los soldados del Ejército para
demostrar que a diferencia de éste, la Infantería de Marina sigue siendo una fuerza
militar aguerrida, siempre motivada para el combate, compuesta de verdaderos
guerreros72.
El debate no ha terminado y probablemente habrá muchas discusiones al
respecto, pero éstas se centran en aquellos puntos que unidos trazan el verdadero
límite a las oportunidades profesionales de la mujer en las FF.AA. A los grupos que
presionan por dar un mayor espacio para las mujeres, se unen ahora, las de
aquellos que quieren volver atrás, impactados por la dramática experiencia de las
tres militares capturadas por las fuerzas iraquíes y las más de 35 muertas que a la
fecha se han reportado.
Ibid. En relación con las elevadas tasas de deserción, especialmente entre los oficiales de menor graduación, apunta: “Los
jóvenes oficiales, el ‘mando medio’ que es tan vital para el alistamiento, están tan desalentados con la resistencia
incompetente de las Fuerzas Armadas ante el ataque a su cultura que están abandonando en hordas”.
71
Ibid.
72
Ibid.
70
54
FIGURA 2
Fuente: www.infoplease.com
55
B.- UNA MIRADA A NUESTROS VECINOS:
1.-
ARGENTINA
La historia argentina, desde sus comienzos, muestra una activa participación
de la mujer en las acciones militares. Sin embargo, la presencia de la mujer en las
FF.AA. es bastante tardía en comparación con lo ocurrido en Chile. Sólo hay
antecedentes de mujeres en el Ejército, desde 1960 y 20 años después, en la
Armada73.
Durante las campañas de la independencia, las mujeres tomaron parte en las
diversas actividades castrenses, generalmente como consecuencia de su deseo de
compartir las penurias propias de una guerra con sus maridos. De este modo, su
participación generalmente era para actuar como encargadas de elaborar la
comida, lavar ropas y cuidar de los enfermos y heridos. Todo esto sin perjuicio de
que espontánea o deliberadamente, hayan debido o necesitado entrar en combate
contra el enemigo. Como se contaban numerosas atrocidades cometidas por las
tropas leales a España, era natural que ellas estuvieran bien dispuestas a pelear
por sus vidas, las de sus hijos (que ocasionalmente también marchaban con sus
padres) y por sus bienes.
Como en otros casos similares, la participación de la mujer en combate
ocurrió de forma deliberada y espontánea. Pero fue siempre como casos de
excepción.
Al igual que en nuestro país, la ocupación del territorio del sur del país debió
hacerse contra la firme oposición de la población nativa. Ello dio origen a una larga
y dura campaña militar de exterminio en la que, una vez más, las mujeres tuvieron
su parte. Conocidas como las “fortineras”, las mujeres que compartieron la guerra
con los soldados generalmente eran sus esposas. Pero es menester señalar que
también habían simples prostitutas o amantes o ocasionales. Dependiendo de las
circunstancias, estas mujeres debieron combatir, preparar la comida, cuidar
enfermos, marchar, en fin, realizar innumerables tareas, sin derecho a pago ni
beneficio alguno.
Mientras duró la campaña independentista o de exterminio posteriormente, el
ejército les proveyó con una pequeña ración alimenticia y en algunas contadas y
excepcionales oportunidades, recibieron órdenes para asumir funciones propias de
un militar. Oficialmente, carecían de todo vínculo con el ejército al que en la práctica
estaban plenamente integradas. Como es natural, abundan las leyendas y los
personajes femeninos legendarios, probablemente con fuertes visos de
verosimilitud74.
La ausencia de conflictos militares en la historia argentina del siglo XX, hasta
1982, no ha permitido a la mujer durante más de 100 años mostrar sus capacidades
y aptitudes para el servicio castrense. No se conoce de mujeres militares argentinas
tomando parte en las operaciones llevadas a cabo durante la guerra por las islas
Falklands o Malvinas.
73
Los
antecedentes
históricos
están
tomados
www.ejercito.mil.ar/dirsan/La%20mujer/MujSanMil.htm
74
de
la
página
web
oficial
del
Tomado de Hembras bravas, LAS FORTINERAS, www.amanza.com.ar/amanda/Notas/Fortineras.htm
56
Ejército
argentino,
La incorporación oficial de la mujer al Ejército se produjo en 1960, con la
creación de la Escuela de Enfermeras del Hospital Militar. Claro que ellas no tenían
estado militar ni tampoco ostentaban jerarquía castrense. Solamente eran
empleadas civiles del ejército argentino.
En 1982, el ejército creó una escuela perteneciente al Cuerpo Profesional
Femenino. Su misión fue de reclutar, formar y perfeccionar al personal de oficiales y
suboficiales, en las áreas que en Chile se denominan con el nombre genérico de
servicios.
Como ha sucedido en prácticamente todos los países del hemisferio
occidental, a fines del siglo XX hubo fuertes presiones de los grupos políticos
“progresistas”, así como de las feministas, las que finalmente lograron abrir
parcialmente las puertas de la profesión castrense a la mujer. Durante estos años
las reformas implementadas han conseguido que ellas alcancen posiciones de
mayor jerarquía que en el pasado, a las que previamente sólo podían llegar
varones.
Es así como la Asamblea Constituyente, abocada a la tarea de reformar la
Constitución Nacional (1994), dio curso favorable a la propuesta de aceptación de
los derechos de las mujeres, reconociendo la máxima jerarquía legal a la
“Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer”, e incorporando otros artículos referentes al tema en los cuerpos legales, los
que perseguían como objetivo garantizar la igualdad de oportunidades y de trato
entre varones y mujeres75.
El decreto firmado por el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas con
fecha 29 de agosto de 1994, puso en vigencia el “Régimen para el Personal de
Soldados Profesionales”. Fue una modificación legal muy amplia y que abrió por
primera vez el acceso de la mujer a los escalafones de línea del ejército, tanto en
las armas de apoyo76 como en las de especialidades. Cabe mencionar que ya
durante el año anterior se habían incorporado alumnas mujeres en lo que es hoy la
Escuela de Suboficiales77.
Los requisitos de ingreso no se diferencian respecto de los exigidos para los
varones, pudiendo optar las mujeres a una carrera en las armas de artillería,
ingenieros, comunicaciones y a las especialidades de músico, conductor motorista y
enfermero general. De la misma manera también pueden acceder a un empleo en
el ejército como oficinista o funcionario de intendencia, mecánico de aviación,
mecánico de óptica y aparatos de precisión. Finalmente, en el área de la
electrónica, la mujer puede elegir para desempeñarse como mecánico de equipos
de campaña, mecánico de equipos fijos, mecánico de radar y técnico en
informática78.
Como se puede apreciar en las opciones enumeradas anteriormente, no se
ha contemplado la incorporación de la mujer a las armas de combate del ejército
(infantería y blindados).
75
La mujer en el Ejército, www.resdal.org.ar/Archivo/ejar-personal.htm.
76
Ver “Armas de combate y armas de apoyo de combate” en Aclaraciones
77
Historia de la Escuela de Suboficiales del Ejército "Sargento Cabral", www.esesc.ejercito.mil.ar. Las normas legales que
abrieron el acceso de la mujer a las FF.AA. son la Ley Nº24.429 (Ley del Servicio Militar Voluntario, del 5 de enero de 1995) y su
Reglamentación (Decreto Reglamentario 978, del 6 de julio de 1997)
78Historia
de la Escuela de Suboficiales del Ejército "Sargento Cabral", www.esesc.ejercito.mil.ar
57
En lo referente a las carreras para convertirse en oficiales, el ingreso de la
mujer se produjo por primera vez en el año 1997, mediante su postulación y
aceptación en el Colegio Militar, equivalente a nuestra Escuela Militar, teniendo
ellos como requisitos de ingreso los mismos que los varones se ven obligados a
cumplir.
En el Ejército argentino, la mujer puede optar por las armas de artillería,
comunicaciones e ingenieros, además de las especialidades de arsenales e
intendencia. Pero para ellas tampoco se contemplan puestos como oficiales
mujeres en las armas de combate79. En la Escuela Militar de Oficiales de los
Servicios para Apoyo de Combate, se capacita a las aspirantes a oficiales de los
servicios de sanidad, justicia, sistema de computación de datos y de la especialidad
de técnico piloto.
Actualmente del total de efectivos de oficiales, suboficiales, cadetes,
aspirantes y soldados voluntarios, aproximadamente el 6% corresponde a personal
femenino80. Probablemente las cifras de presencia femenina, que son relativamente
bajas comparadas con otros países, se deban al breve lapso transcurrido desde
que se incorporó definitivamente a la mujer como parte integrante de la fuerza. El
objetivo es alcanzar entre un 10 y un 15% del total del personal. Dada la
experiencia de otros ejércitos, las expectativas de presencia femenina son bastante
razonables.
Cabe hacer notar que tal como también ha ocurrido en otros casos, la
intención de incorporar a la mujer en un pie de absoluta igualdad frente al varón, no
se ha cumplido cabalmente. El Ejército ha debido introducir algunas restricciones.
Con la promulgación de la Ley 24.429 (Ley del Servicio Militar Voluntario del 5 de
enero de 1995) y su Reglamentación (Decreto Reglamentario 978, del 6 de julio de
1997), se contó con las bases jurídicas necesarias, que permitieron desarrollar el
sistema de Servicio Militar Voluntario en reemplazo del obligatorio, en el que
participan tanto varones como mujeres, cuya finalidad es contar con FF.AA.
profesionales81.
Este cambio se realizó teniendo presente los pobres resultados obtenidos
con las tropas de conscripción que tomaron parte en la guerra de las Falklands, las
que enfrentadas a un ejército profesional se vieron en serios problemas y fueron
rápidamente derrotadas. La intención del Ejército es que un número significativo de
los voluntarios se incorpore al cuerpo como soldados profesionales. Los resultados
alcanzados han sido hasta ahora satisfactorios, en palabras de las propias
autoridades militares.
Además es importante mencionar el hecho de que los cambios referidos a la
incorporación paulatina de la mujer a las funciones propiamente militares, tanto en
el Ejército como en las demás ramas de la defensa, se llevó a cabo en medio de
una relativa calma y sin grandes dificultades, entregándose a los mandos la
oportunidad de evaluar las diferentes alternativas de solución a los problemas
previstos.
79
Colegio Militar, INCORPORACION DE CADETES, I. REQUISITOS GENERALES, www.colegiomilitar.mil.ar/español/
80
La mujer en el Ejército, www.resdal.org.ar/Archivo/ejar-personal.htm.
81
Sin embargo, la implementación del Servicio Militar voluntario en Argentina, no es en sí, pionero en Sudamérica. Ya a fines
de los años 70, esta modalidad fue incorporada en el Ejército de Chile, para las mujeres, como un complemento al Servicio
Militar Obligatorio.
58
La nueva ley ha permitido que la mujer militar tenga acceso a los más altos
niveles de la escala jerárquica. Sin embargo, en lo referente a la posibilidad de
convertirse en combatiente, sólo les está permitido acceder a las armas de apoyo
de combate.
Como dato curioso se puede señalar que en la actualidad existe en el
Ejército argentino una unidad que sólo cuenta con personal subalterno femenino: el
Batallón de Operaciones Electrónicas 60182.
En la Fuerza Aérea argentina, el ingreso de las mujeres está normado con
los mismos requisitos que ya existen para los varones, en virtud de que la
legislación que rige para esta institución, es común para todos los cuerpos
armados.
Las primeras mujeres ingresaron a la Escuela de Aviación Militar el año
2001, de modo que aún no existen oficiales femeninos. Por ello todavía no se
puede hacer una evaluación de su desempeño. Sus expectativas profesionales no
difieren en absoluto de las que existen para los varones, tanto en lo que respecta a
las áreas de desempeño profesional, como al acceso a los más altos niveles
jerárquicos83.
En cuanto al personal de tropa, éste ingresa para hacer su aprendizaje y
entrenamiento a la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea, la que fue creada
en 1944. La mujer, al igual que sus colegas varones, tiene pleno acceso a las
especialidades
de
mecánica
aeronáutica,
electrónica
aeronáutica,
telecomunicaciones, armamento y explosivos y seguridad y defensa. Las mujeres
ingresaron por primera vez a la escuela en 1999. De esta manera, la Fuerza Aérea
cuenta con mujeres en sus escalafones regulares de personal subalterno 84 desde el
año 200185.
La integración femenina a esta institución parece haber marchado sin
mayores inconvenientes hasta el momento. Se han alcanzado, según datos de sus
propias autoridades, la cifra de 30% de mujeres entre los alumnos de esta escuela
matriz. Es una cifra mucho mayor a la ostentada por la Escuela de Aviación
Militar86.
El año 2002, la Escuela Naval Militar acogió a sus primeras alumnas en
calidad de cadetes, las que egresarán como oficiales al servicio en el año 2007. Es
importante mencionar, que desde el año 1980 los escalafones de profesionales,
equivalentes a los de nuestros oficiales de servicios contaban con damas en sus
filas87.
Al concurso de admisión se presentó un total de 181 mujeres, pero como es
obvio no todas pasaron los exámenes de admisión. De los 270 cadetes ingresados
a la escuela, solamente 42 eran mujeres. De ellos, ha desertado el 50% de los
varones y el 66% de las mujeres (ver TABLA 11). Analizando las tasas de deserción
disponibles, se puede estimar que la cantidad de oficiales de línea femeninos en
82
La mujer en el arma de comunicaciones, www.comunicaciones.ejercito.mil.ar/mujer/mujer.htm
83
Escuela de Aviación Militar FUERZA AÉREA ARGENTINA, Condiciones de Ingreso, eam.iua.edu.ar/incorporacion.asp
84
Ver “Personal subalterno” en Aclaraciones.
85
Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea www.primahost3.prima.com.ar/faa/incorporacion/indexincorporacion.html
86
Ver “Línea” en Aclaraciones.
Escuela Naval Militar, Ingreso e inscripción, www.escuelanaval.mil.ar/cap2.htm
87
59
servicio será de alrededor de no más de un 10% del total en los primeros años de la
nueva modalidad.
TABLA 11.Escuela Naval Militar (Argentina), año 2004.
Cadetes Masculinos
Cadetes Femeninos
Ingresados
228
42
Actualmente
113
15
Función Comando
93.8 %
93.3 %
Fuente: Instituto Universitario Naval (Argentina), Segundo Encuentro de Liderazgo “De la Teoría a la Práctica”. Ponencia
sobre el liderazgo de la mujer, de Julio E. Sanguinetti.
En la Armada, la carrera profesional para las oficiales no permite el pleno
acceso de las mujeres a las unidades de submarinos, fuerzas especiales e
infantería de marina. Para el personal subalterno también existen ciertas
restricciones: están vedadas las áreas de infantería de marina, electricidad y
maquinistas de mar.
La falta de experiencia de esta fuerza, en lo que a mujeres embarcadas se
refiere, todavía no permite evaluar el éxito de esta iniciativa. La tradicional reserva
con que las fuerzas armadas trasandinas manejan sus asuntos internos, evitando
hacer declaraciones a la prensa, hace que se carezca de fuentes abiertas, con
información fresca y de primera mano, sobre ésta y otras materias relativas al
desempeño del personal femenino.
Las cifras revelan que en Argentina ocurre algo similar a lo observado en
otras naciones de la zona, en las que la cantidad de mujeres interesadas en
ingresar a las fuerzas armadas es relativamente baja en relación a los varones que
se presentan.
60
2.-
PERÚ
En este país, la “rabona” es la denominación con que se nombra el arquetipo
de la mujer ligada a la vida militar. El apodo de “rabona” deriva de su posición física
tras la línea de combate, a la cola o rabo de las tropas, siguiendo a maridos, novios
o amantes. En todos los conflictos, tanto internos como externos, las rabonas
marcharon tras las tropas supliendo la carencia de medios logísticos orgánicos.
Sirvieron informalmente como enfermeras, lavanderas, cocineras, etcétera, tal como
las cantineras los hicieron en los ejércitos europeos o en Chile y las fortineras en
Argentina. Por lo tanto, ellas compartieron con los varones todos los rigores de la
guerra.
Cuando estaban embarazadas y llegaba el momento del parto, sencillamente
se detenían lo suficiente como para dar a luz y casi de inmediato retomaban la
marcha con el nuevo hijo a sus espaldas. La guerra no les daba tregua, no las
esperaba, sólo les exigía. El arte pictórico y la incipiente fotografía las han retratado
en diversas oportunidades. La falta de elementos de aseo personal y las ropas
desgastadas no han restado un ápice a la gallardía con que enfrentaron la azarosa
existencia que les tocó vivir.
Para algunos estudiosos del tema militar, la importancia de la rabona en el
desempeño de las tropas no ha sido destacada ni tampoco estudiada
suficientemente. Bien se ha hablado de ella para atribuirle un fortalecimiento de la
moral combativa de las tropas o mal para culparla de la “blandura” con que el
soldado peruano se habría batido en la Guerra del Pacífico. Pero, en términos
objetivos, la presencia de las mujeres en los campamentos militares de la época no
puede ser vista como una ventaja ni como una desventaja, puesto que era una
costumbre universalmente practicada en muchos ejércitos y que sólo vino a
desaparecer con la creación de los cuerpos de apoyo logístico que hoy conforman
una parte importante de las fuerzas militares. Actualmente en estos cuerpos siguen
militando mujeres. La diferencia está en que hoy lo hacen plenamente integradas en
la orgánica militar, en tanto que ayer no tenían otro vínculo con el ejército, como no
fuera el matrimonio con algún oficial o bien la relación amorosa informal con un
soldado.
Siendo un país marcadamente tradicionalista, especialmente en lo que
concierne al mundo militar, el Perú debió esperar la llegada de un gobernante liberal
y no ligado a la política tradicional y partidista como Alberto Fujimori, para introducir
cambios drásticos en sus FF.AA.
La Ley N° 26628 del 19 de junio de 1996, dictada bajo la administración de
Alberto Fujimori, estableció la condición de Fuerzas Armadas mixtas en el Perú. Sin
mediar más trámite, se materializó por la vía legislativa el ingreso de la mujer a los
institutos armados peruanos, que de acuerdo a lo estipulado se haría en pie de
igualdad con el varón.
De esta forma, a las FF.AA. no les quedó otra opción que adaptarse a los
cambios en los aspectos legales y reglamentarios en el breve plazo de 120 días.
Hubo poco tiempo disponible, considerando el gran cambio que produce una
medida de esta magnitud en Instituciones tradicionalmente poco dadas a los
cambios violentos.
Las mujeres, al tenor de la nueva ley establecida, comenzaron a ingresar a
las escuelas matrices de las fuerzas armadas en 1997. En diciembre del 2003 se
61
alcanzaban las siguientes cifras de personal femenino en servicio activo a nivel de
oficiales, según datos estadísticos proporcionados por el Ministerio de Defensa del
Perú88:
Ejército: 152 oficiales, 96 cadetes. Las mujeres representan un poco menos del
10% de los alumnos de la Escuela Militar y presentan tasas de deserción del orden
del 30%.
Marina de Guerra: 44 oficiales, 40 cadetes.
Fuerza Aérea: 33 oficiales, 53 cadetes.
No se ha encontrado cifras acerca de la realidad a nivel de personal
subalterno.
Los requisitos de ingreso a la Escuela Naval del Perú contemplan
diferenciación en los exámenes de tipo físico. El resto de las exigencias son
comunes para todos los cadetes. En cuanto al grado al que pueden acceder, en las
tres ramas de las Fuerzas Armadas las mujeres pueden alcanzar la jerarquía
máxima89.
Al igual que en la mayoría de los casos que se conocen de otros países de la
región, las FF.AA. peruanas no permiten el acceso femenino a las armas de
combate en el Ejército, a las unidades submarinas y de infantería de marina y
fuerzas especiales de la Armada y a las fuerzas especiales de la Fuerza Aérea.
Según declaraciones públicas de las instituciones, la incorporación de la mujer a la
vida militar no ha tenido contratiempos. Sin embargo, en una sociedad
conservadora y con marcadas diferencias sociales como es la peruana, es difícil
que los problemas que han tenido otros países, no se hayan presentado con tanta o
incluso mayor intensidad y frecuencia.
La experiencia personal me indica que el nivel social de las cadetes es
notoriamente inferior al de los alumnos varones. Es una cuestión que a primera
vista podría parecer intrascendente, pero que a la larga resulta ser muy relevante
en el establecimiento de las relaciones que deben vincular a compañeros de armas,
sin considerar que en el futuro, estas mujeres deberán asumir la conducción de
oficiales varones de menor rango y edad, así como de personal subalterno, a cuyos
ojos la posición social es muy importante para determinar la jerarquía dentro del
conjunto.
No se puede ignorar que en el Perú, las diferencias sociales son marcadas,
muy notorias, determinantes y generalmente apreciables a simple vista.
Probablemente esta cuestión es de escasa importancia a nivel de gente de mar
femenino, que proviene de los mismos estratos sociales de sus pares masculinos,
en contraposición a lo que estaría ocurriendo entre los postulantes a oficiales. En
todo caso es importante señalar que la sociedad peruana hace claras diferencias
entre varones y mujeres, en la determinación de los roles de cada uno, por lo que la
88
Datos proporcionados por el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, www.mimdes.gob.pe, no obstante, en el mismo
artículo, el Comandante General del Ejército, General Roberto Chiabra, señala que se cuenta con 35 oficiales en el Ejército.
El artículo está fechado el 2 de diciembre de 2003.
89
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62
mujer deberá esforzarse fuertemente para imponerse en un medio tradicionalmente
masculino.
Las mujeres se embarcaron en las unidades navales recién el año 2002,
tanto en la condición de oficiales como de personal subalterno, aunque éste estuvo
en servicio desde mucho antes, debido a que su formación demanda un proceso
más breve. Es evidente que se hizo coincidir el embarco de ambos grupos para
atenuar el impacto negativo entre los miembros varones de las dotaciones. La
lentitud con que la Armada procedió a recibir mujeres en las unidades operativas
responde a que la adaptación de los buques, para atender a este requerimiento,
toma tiempo y mucho presupuesto. Es público que entre las unidades que se
adaptaron, figura el crucero BAP Almirante Grau, junto a algunas fragatas de la
clase Lupo.
Se desconocen en detalle las dificultades que se han debido solucionar en
las unidades a flote para recibir adecuadamente a los tripulantes femeninos y los
resultados que su embarco ha tenido en la eficiencia operativa de la escuadra. Se
estima en un 2% la presencia femenina en las Fuerzas Armadas Peruanas a finales
del año 200590.
También durante el gobierno de Alberto Fujimori se consagró otro cambio
importante mediante la expedición de la Ley Nº 27.178 de Servicio Militar, la cual
sustentaba la implantación de un modelo de fuerzas armadas voluntarias, aunque
no exclusivamente profesionales.
En términos de la presencia de mujeres en las FF.AA., la ley no hace
distinciones entre varones y mujeres. Todos los peruanos están obligados a
inscribirse en los registros militares y a concurrir a los llamados para la selección de
los conscriptos, pero solamente se acuartelan los que son declarados aptos y que
voluntariamente deseen enrolarse. Al igual que en otros casos, la ley contempla
variados incentivos para acuartelarse voluntariamente, tales como capacitación
laboral, eventual acceso a las dotaciones permanentes de planta de las FF.AA. y
Policía, algunos beneficios al momento de optar a cargos públicos por oposición y
derecho a recibir tierras en los territorios que el Estado considere oportuno
colonizar.
Es interesante notar en este caso, que si bien el servicio militar es
actualmente voluntario, la inscripción en los registros militares es obligatoria, no
otorgándose cédula de identidad a quienes no hayan cumplido con el trámite
pertinente.
90
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63
3.-
BOLIVIA
No han faltado en nuestro vecino país las mujeres que se han destacado en
la guerra. Bertolina Sisa, una indígena, es frecuentemente señalada por haber sido
muerta a manos de las autoridades españolas del siglo XVIII, en virtud de su
participación activa en una rebelión de su pueblo. Ella es hoy una figura
emblemática de las reivindicaciones de los grupos indigenistas de todo el
continente.
Las mujeres bolivianas, como ha acontecido con sus similares de muchas
partes del mundo, también acompañaron a sus maridos o amantes en las
campañas militares que éstos emprendieron. También recibieron el nombre algo
despectivo de “rabonas”, en lo que sería una similitud con lo acontecido en el Perú.
Lo anónimo de su labor no ha permitido, en la inmensa mayoría de los casos, que la
historia guarde los recuerdos de sus sacrificios y lo meritorio de su actividad en
medio de los azares de la guerra.
Muy por encima de todas las mujeres que participaron de la vida militar, ya
sea combatiendo o acompañando a sus maridos, resalta la notable Juana Azurduy.
(Ver Anexo C).
No es de extrañar que tanto Bolivia como Argentina se “disputen” a la
heroína. Una por su origen y la otra por su obra. Sin embargo, más parece
pertenecer a Bolivia, pues en la época la región en que se desempeñó Juana, era
parte del Alto Perú. Bolivia la ha honrado, dándole a una provincia, el nombre de
Azurduy.
De los escasos antecedentes que es posible reunir acerca de las FF.AA. del
país del altiplano, se ha podido concluir que la presencia femenina en los cuerpos
armados es mínima. Es así aunque la Constitución Política de Bolivia, en su artículo
213 establece para todos la obligatoriedad de prestar el Servicio Militar. Pero en la
práctica los cuadros de conscriptos son cubiertos sólo por los varones y no por
mujeres.
La participación de la mujer en las FF.AA. está contemplada dentro del
Servicio Premilitar, que se rige de acuerdo a lo estipulado en los Decretos
Supremos No. 24527/97 y 27057 del 30 de Mayo de 2003 y el Reglamento MDDGTR-15391.
El Servicio Premilitar, comprendido en la Ley del Servicio Nacional de
Defensa es voluntario y está orientado a instruir y entrenar jóvenes varones y
mujeres estudiantes del nivel secundario, para formar combatientes y ser
empleados posteriormente en casos de desastres naturales o necesidades de la
defensa nacional.
La participación en el Servicio Premilitar implica la concurrencia esporádica,
generalmente durante los fines de semana, de los jóvenes a los cuarteles en los
que se imparte la instrucción militar correspondiente. Es decir, no supone la
permanencia del contingente, por un tiempo más o menos prolongado al interior de
las guarniciones, como sí sucede en Chile y en otros países, con los estudiantes
que cumplen con su Servicio Militar bajo las condiciones especiales que para ellos
contempla la ley.
91
La mujer en el Servicio Militar, www.mindef.gov.bo/servimil/articulos/mujeryelsm.php
64
La situación de la mujer en las FF.AA. bolivianas presenta algunas
curiosidades que es interesante mencionar, abordar y analizar en el presente
estudio.
La Constitución Política de Bolivia en uno de sus artículos establece el
principio total de igualdad de géneros, o sea, entre varones y mujeres. Sin embargo
y pese a lo que ley dice, la presencia real de ellas es muy baja en las instituciones
de la defensa.
No obstante lo anterior, incluso la posibilidad de las mujeres cumplieran con
el Servicio Premilitar debió ser reiterada por el Decreto Supremo No. 27,057 del 30
de Mayo de 2003, que modificó el Decreto Supremo Nº 24,527, que era del 17 de
marzo de 1997.
El Ejército aceptó su ingreso en el año 1979 hasta el año 1984, cuando éste
se interrumpió. Luego se reestableció el año 2002, pudiendo desempeñarse en
todas las áreas de la Institución. Actualmente representan apenas un 0,7 % de la
fuerza. En el caso de la Armada y la Fuerza Aérea solo cumplen labores
administrativas92.
La otra curiosidad digna de mencionarse se refiere a una información
aparecida en el diario “El Deber” de Santa Cruz de la Sierra, que a su vez cita al
periódico “Los Tiempos de Cochabamba”. En la nota se consigna el hecho de que
por primera vez en la historia, una mujer está al mando de una unidad de combate
del ejército boliviano. Se trataría de la Teniente Coronel de 41 años de edad, Gina
Reque Terán Gumucio, perteneciente al arma de infantería. Dada la nula
información oficial existente sobre el tema, es imposible comprobar la veracidad de
lo publicado.
92
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65
C.- REALIDAD NACIONAL. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
1.-
CONQUISTA E INDEPENDENCIA:
Chile es un país cuya historia está determinada en gran medida por la
presencia y la acción de los militares. El proceso de la conquista, iniciado por las
huestes españolas de Valdivia y sus sucesores, es un largo y desgastador
enfrentamiento entre conquistadores e indígenas. La poderosa influencia de la
esencia militar del asentamiento hispano, llega incluso al extremo de determinar la
arquitectura tradicional del campo chileno. Otro tanto, ocurre con nuestros
particulares giros idiomáticos, entre los cuales destaca el “al tiro”, con que se
designa la necesidad de reaccionar a la mayor brevedad.
El hecho, de que el esfuerzo de ocupación del territorio que a futuro se
conocería como Chile, se enmarcara en un ambiente de permanente lucha contra
los aborígenes, además de la gran distancia que separaba a los conquistadores del
territorio peninsular, determinó que en general muy pocas ibéricas se aventuraran a
acompañar a maridos o padres a tan lejanas tierras. Es proverbial el hecho de que
la casi total ausencia de mujeres de origen español llevó a los conquistadores, a
unirse con mujeres oriundas del lugar. Dicha mezcla se dio, creando así, una amplia
base social mestiza, que es el origen de la actual población nacional,
fundamentalmente en el área comprendida entre las regiones de Coquimbo y
Concepción.
La historia de Chile guarda en su memoria la figura notable de doña Inés de
Suárez (¿1507?-1580). Por lo que se conoce era oriunda de Placencia, España.93 A
poco de casarse, enviudó y posteriormente en el año 1537 viajó a América. Se
desconoce la forma o el motivo que la llevó a conocer a Pedro de Valdivia, en cuya
expedición de conquista tomó parte activa, siendo ella la única mujer de origen
hispano.
A Inés de Suárez la encontramos en la recién fundada ciudad de Santiago,
cuando ésta fue atacada por los indígenas el 11 de septiembre de 1541. Pedro de
Valdivia estuvo ausente durante el ataque y ella asumió un importante rol en su
defensa.
Señala Gerónimo de Bibar, que durante el ataque Inés tomó una espada y
dirigiéndose hacia el recinto en el que los españoles tenían a algunos caciques
indígenas, les dio muerte. Según otra versión, Inés habría concurrido a aquel lugar
y dado la orden de matar a los prisioneros. El soldado Hernando de la Torre habría
preguntado:
- Señora: ¿de qué manera los mato?
A lo que ella habría respondido, desenvainando la espada y pronunciando
las siguientes palabras:
- De esta manera.
93
La compañera de Valdivia. Inés Suárez: ¿1507?-1580, icarito.latercera.cl/biografias/1520-1599/bios/suarez.htm . Las citas
están tomadas del mismo artículo.
66
Y acto seguido los habría decapitado con sus propias manos y sin piedad
alguna.
Este hecho produjo el desconcierto y espanto de los atacantes, permitiendo a
los españoles cargar contra los indios y hacerlos huir despavoridos. Esta decidida
acción le significó a Inés de Suárez recibir la concesión de varias encomiendas
indígenas a manera de recompensa por el valor demostrado. Permaneció en Chile
hasta el final de su vida y falleció en 1580.
Otro personaje femenino destacado fue la monja Alférez, quien en traje de
soldado viajó al Nuevo Mundo y una vez allí combatió valerosamente. 94 Ésta es la
historia de Catalina de Erauso (o Erauzo) (¿1592?-¿?), quien en la víspera de tomar
sus votos huyó del convento en el que permanecía internada desde niña, para
enrolarse en una expedición de soldados. Iba completamente dispuesta a pelear
por su Señor, el rey de España, y lo hizo ocultando su sexo durante la larga
travesía.
De regreso a España en el galeón San Joseph, revelaría su identidad al
escribir una crónica de las hazañas que le merecieron el rango de alférez. Esta
obra, a la que dio un largo título que dice así: ”Relación verdadera de las grandes
hazañas y valerosos hechos que una monja hizo en veinticuatro años, que
sirvió en el reyno de Chile y otras partes al Rey nuestro señor, en hábito de
soldado y los honrosos oficios que tuvo ganados por las armas, sin que la
tuvieran por tal mujer hasta que el fue fuerza el descubrirse”, es el único
testimonio de la conquista de Chile y de la guerra de Arauco escrito por una mujer
que conoció la experiencia desde un rol protagónico en pleno combate.
Paradójicamente, el relato de su ocultamiento la convirtió en una celebridad,
proliferando en la época los testimonios sobre su aguerrida y combativa
personalidad.
En el bando mapuche, las mujeres aparecen más frecuentemente en
acciones de combate. Sin embargo, valen dos acotaciones en relación con este
tema. La primera es que todos los relatos sobre las glorias de los hijos de Arauco
han sido escritos por pluma de sus enemigos, los españoles. La segunda, es que
muchos de estos relatos se han escrito exaltando las hazañas de los indios para
destacar los méritos de los conquistadores hispanos. Por lo tanto, se lo hizo
faltando en muchas ocasiones un verdadero apego a la verdad. Probablemente
ocurrió así debido a la necesidad de rodear a los relatos de una cierta aureola
poética.
El rol de la mujer mapuche, muy importante en el ámbito económico y cultural
de su grupo familiar, no tiene ninguna relevancia en lo relativo a la guerra. En la
comunidad, el rol más relevante cumplido por una mujer es el de “machi”, que viene
a ser una mezcla de sacerdotisa, curandera y consejera, que ejerce enorme
influencia política, aunque no tiene funciones específicamente militares o de
combate. En todo caso, en la organización de la comunidad mapuche en donde la
poligamia es una forma normal de vida de sus miembros, es el varón quien ejerce la
conducción. La mujer está excluida de los grupos que deliberan los asuntos más
importantes, aunque en determinado momento los asesore o aconseje. Esto en
ningún caso significa que ella se mantenga al margen de las acciones más
representativas del grupo. Por esta razón, los relatos sobre las actuaciones militares
94
La Monja Alférez, www.memoriachilena.cl, sitio oficial de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos.
67
de las mujeres mapuches contra los conquistadores ibéricos tienen un gran valor
testimonial.
Es así como para algunos historiadores españoles Guacolda no sería más
que un enorme mito, un personaje literario creado por Alonso de Ercilla en su
poema “La Araucana”. Otros cronistas coloniales en cambio no ponen en duda su
existencia95.
Fray Diego de Ocaña, la religiosa Imelda Cano, el padre Rosales y
posteriormente Benjamín Vicuña Mackenna coinciden en sus descripciones sobre
Guacolda. Los cuatro la retratan como una mujer físicamente muy bella, a quien
sedujo el valor y el talento de Lautaro, decidiéndose a seguirlo con lealtad y
coraje96.
Las crónicas también señalan que ella y Lautaro sirvieron en casas de
españoles. Se dice que Lautaro sirvió al mismísimo Pedro de Valdivia, y que en
cambio Guacolda se había criado en la casa de Pedro de Villagra. Cuando Lautaro
dio por terminado su aprendizaje y partió a unirse a la sublevación de su pueblo,
Guacolda se le unió sin dudarlo, y ya no se separaron más. Lo acompañó en la
toma de Concepción, en la batalla en las márgenes del Mataquito y en el asalto a
Santiago.
Los dos encontraron un trágico final juntos durante la noche, en una
emboscada que les tendió Pedro de Villagra (batalla de Peteroa, en 1557). Ercilla
imaginó en versos lo ocurrido en esa última noche de amor, en que ella intuyó el
infortunado destino que les esperaba. La tradición, no obstante, señala que Villagra
la apresó y llevó consigo, muriendo Guacolda al poco tiempo de pena por la pérdida
del hijo de Tralcahueñu.
El poeta Alonso de Ercilla cuenta en el canto XXXIII de “La Araucana”, que
Fresia fue la mujer de Caupolicán y que acompañó a éste en todas las batallas en
que participó.
En el asalto de Cañete, al verlo rendirse y ser hecho prisionero por los
enemigos españoles, Fresia le enrostró a Caupolicán su supuesta cobardía por no
haberse dejado matar luchando y arrojándole el hijo de ambos a sus pies, le dijo
con furia:
- "Críale tú, que ese membrudo cuerpo, en sexo de hembra se ha trocado;
que yo no quiero título de madre del hijo infame del infame padre".
Tanto Guacolda como Fresia, se mantienen como personajes históricos de
cuya supuesta existencia solamente Alonso de Ercilla da cuenta en sus numerosos
escritos.
Janequeo fue una mujer lonco, de origen mixto mapuche-pehuenche y
esposa del lonco Huepután de Llifén97. Su extensa preparación militar y cualidades
de líder de su pueblo, hicieron que se ganara el respaldo irrestricto de los
estrategas militares de la nación mapuche. Con el patrocinio de su “lof” (comunidad)
y el apoyo de su hermano Güechuntureo, el Consejo de Loncos la nombró a cargo
de las tropas de la región en que residía. En un período difícil durante el curso de la
guerra, atacó la fortaleza española de Puchunqui y después de varias batallas
95
Guacolda. Erguida sobre brioso caballo, embiste contra ejército invasor , www.mujereschile.cl/comunicadas/historia/archivo
96
También se consultó Dos mujeres mapuche. Guacolda y Fresia ¿ ?, www.icarito.latercera.cl/biografias/15201599/bios/guacolda , tanto para los antecedentes de Guacolda como de Fresia.
97
Janequeo, www.ciberokupa.cl/cuento1.htm
68
rendidas durante el año 1587 derrotó a las tropas peninsulares. Se desconoce su
destino tras su participación en la guerra de Arauco, siendo aceptado el hecho de
que ella y su gente probablemente habrían muerto en la región de Villarrica a causa
de una peste.
Las campañas militares de la guerra de independencia dieron lugar a la
participación femenina en diversas ocasiones y circunstancias. Esto ocurrió debido
a que las operaciones militares esta vez se desarrollaban en territorios poblados o
cercanos a las ciudades.
Entre las mujeres que combatieron, más bien se guarda el recuerdo de
aquellas que militaron en el bando independentista. De ellas, quizás la más
destacada o por lo menos recordada, fue doña Paula Jaraquemada Alquízar (17681851)98.
Nació en Santiago en junio de 1768 y murió en la misma ciudad, el 7
septiembre de 1851. Sus padres fueron Domingo de Jaraquemada y Cecilia de
Alquízar. Su niñez y adolescencia deben haber transcurrido como la de todas las
mujeres de fines del siglo XVIII, es decir, debió haber aprendido las primeras letras
y recibido una educación sólida en aspectos morales y práctica en asuntos
domésticos.
En 1818, enterada de la sorpresa de Cancha Rayada (19 de marzo),
organizó militarmente a los inquilinos de su hacienda de Paine, entonces un
pequeña localidad ubicada cerca de Santiago, y le ofreció estas fuerzas al general
José de San Martín.
Junto a sus hombres, transformados ahora en soldados, Paula Jaraquemada
concurrió a entrevistarse personalmente con el general San Martín, a quien
proporcionó numerosos suministros como caballos, alimentos, ropas y pertrechos
de guerra. Su hacienda se transformó en hospital de sangre, pues allí fueron
remitidos los heridos en Cancha Rayada, y también sirvió de cuartel general para
San Martín.
98
Una
patriota
temeraria.
1830/bios/jaraquemada.htm
Paula
Jaraquemada
Alquízar:
69
1768-1851,
www.icarito.tercera.cl/biografias/1810-
2.-
EJÉRCITO DE CHILE
El Ejército de Chile contó entre sus filas, todos integrados oficialmente, con
miembros femeninos desde sus mismísimos comienzos. Durante la guerra contra la
“Confederación Peruano – Boliviana”, las fuerzas chilenas fueron parcialmente
reclutadas entre los numerosos compatriotas que se encontraban residiendo
temporal o permanentemente en territorio peruano. Uno de tales reclutas fue una
notable mujer, que ha pasado a ser todo un símbolo de las armas chilenas. Se trata
de la Sargento Candelaria. (Ver Anexo D).
No se sabe de otras mujeres combatiendo a la sazón en el Ejército de Chile y
en este conflicto. Pero se puede suponer con buenas razones, que la Sargento
Candelaria no fue la única mujer que tuvo la oportunidad de pelear en el bando
chileno. Tampoco sería la última.
La Guerra del Pacífico nos trae a la memoria la actuación de algunas
mujeres, tanto en los cuarteles como en el combate. Numerosos testimonios dan
cuenta de mujeres marchando con los soldados en las campañas libradas por
nuestro Ejército. Entre ellas resalta con colores y brillos propios, Irene Morales
Infante. (Ver Anexo E).
Irene Morales representa, junto a la Sargento Candelaria, a la mujer chilena
simple y abnegada, que en las circunstancias extraordinarias que le tocó vivir, supo
responder con coraje y decisión. Ambas son los prototipos de la valentía de la mujer
chilena.
Sabemos que junto a Irene Morales, hubo muchas otras mujeres que
estuvieron en medio de las tropas chilenas en la Guerra del Pacífico. A las
numerosas cantineras, se sumaron las “camaradas”, mujeres que acompañaron a
los soldados por sus vínculos afectivos (esposas, amantes) o por su deseo de
ayudar a la causa de la Patria. Dieron, junto a los hombres, su vida con generosidad
sin igual.
La participación de las mujeres en la Guerra del Pacífico, como hemos visto,
fue activa y centrada en tres ámbitos fundamentales: el aporte económico, el
cuidado de los enfermos y heridos en combate y como cantineras marchando junto
al Ejército.
Vemos en el caso chileno, que el combate terrestre no ha sido un campo
ajeno al sexo femenino. Ella esta presente desde los albores de la Patria con Pedro
de Valdivia y sus huestes guerreras, con Lautaro y sus conas, quienes luchaban
ferozmente, sin saber que con su acción se encontraban forjando las bases para
formar una nueva nación. La conducta de las mujeres, de uno u otro bando,
siempre digna del mejor soldado, es una demostración de que cuando la necesidad
lo ameritaba, allí estaba ella, dándose al combate con el mismo ardor con que
hubiera cuidado de sus hijos. Sólo que en todos los casos, se trataba siempre de
situaciones excepcionales, aunque adquirieran la condición de combatientes
regulares.
Nada hace suponer que en el futuro, si las circunstancias nuevamente se
presentan, las mujeres chilenas no estarán dispuestas a luchar junto a sus maridos,
hermanos y camaradas, como nuevas Guacoldas o Sargentos Candelarias y, al
igual que éstas, que lo harán con la valentía tradicional y reconocida de la raza
chilena.
70
El Ejército de Chile, en relación con la presencia de mujeres en sus filas, al
igual que otras ramas de la defensa ha contado con ellas desde hace muchos años,
pero sin que hayan estado integradas en los cuerpos con misiones específicas de
combate. La diferencia, la ha marcado la reciente incorporación de la mujer en los
escalafones de combatientes.
En efecto, desde el año 1995 las mujeres han accedido a la Escuela Militar y
a la de Suboficiales, para integrarse a los escalafones de Línea y de Servicios, con
la sola excepción de que no han estado en las armas de infantería y caballería
blindada. Veinte años antes, con la creación de la Escuela del Servicio Auxiliar
Femenino del Ejército, las mujeres habían ingresado en funciones de tipo
administrativo integradas en escalafones dotados de rango militar y vistiendo
uniforme.
El acceso de la mujer al Ejército fue paralelo con la creación de una cantidad
limitada de cupos para personal femenino que podía ingresar al Servicio Militar
Obligatorio. Lo era tanto cronológicamente como en términos de funciones a
desempeñar.
Los requisitos de ingreso, permanencia, aprobación de estudios y de
ascenso no presentan en nuestro Ejército diferencias con los que cuentan los
varones. Sólo es importante mencionar que las exigencias físicas son menores para
ellas.
Al contrario de lo que ocurre en otros países, en el Ejército chileno, así como
en las restantes instituciones pertenecientes al ámbito de la Defensa Nacional, las
mujeres tienen la condición de militares en servicio activo, de acuerdo con las
disposiciones del Código de Justicia Militar. Esto en virtud de las disposiciones de la
Ley de Servicio Militar Obligatorio o para prestar servicios en cualquiera otra
condición.
TABLA 12.Distribución de hombres y mujeres por grado en el Ejército de Chile. Año
2005.
Fuente: Ministerio de Defensa Nacional: Separata de actualización del libro de la Defensa Nacional 2005.”Participación de la
mujer en la Fuerzas Armadas”.
71
Fuente: Ministerio de Defensa Nacional: Separata de actualización del Libro de la Defensa Nacional 2005.
“Participación de la mujer en las Fuerzas Armadas”.
FIGURA 3
Personal Total del Ejército de Chile
M asculino
87%
Femenino
13%
Fuente:Ministerio de Defensa Nacional:Separata de actualización del Libro de la Defensa Nacional 2005.
“Participación de la mujer en la Fuerzas Armadas”
72
3.-
ARMADA DE CHILE
La presencia femenina en la Armada99 ha sido una constante desde 1937,
cuando se incorporaron las primeras enfermeras al escalafón de servicios, sección
que entonces recibía la denominación militar “de Filiación Azul”. Actualmente las
mujeres alcanzan al 13% de la fuerza humana, cifra nada despreciable,
considerando que de los países miembros de la OTAN, el que exhibe el mayor
porcentaje de mujeres en servicio activo en sus fuerzas navales, son los EE.UU.
con un 16%.
Probablemente la participación de la mujer en la Armada ha pasado
desapercibida, por el hecho de que hasta hace muy poco no vistió uniforme en la
vía pública, ni tampoco desfilaron en las paradas militares. Hasta la década de
1970, las mujeres que se desempeñaban en las oficinas vestían un delantal que
usaban sobre sus ropas de civil, de color azul con cuello blanco y adornado con dos
anclas cruzadas al costado izquierdo. Después, sencillamente se dejó de usar el
delantal, surgiendo la costumbre de que los diferentes organismos que contaban
con mujeres en sus dotaciones las proveyeran con “uniformes”. Esta costumbre
terminó con la imposición de una tenida uniforme, de falda o pantalón azul, con
jumper de igual color. La misma es usada por empleados civiles, como por la gente
de mar.
El personal femenino de sanidad entre el que están las enfermeras, en
cambio, ha usado tradicionalmente como uniforme una bata completamente blanca
con toca. Éste considera el uso de distintivos para los grados jerárquicos,
coronados por una cruz, todo en rojo. Por ser ésta una tenida de trabajo, no se usa
en la calle.
A contar del año 2003 se reglamentó oficialmente el uso de uniforme para el
personal de gente de mar femenino del área de Sanidad. Lo propio se hizo para las
oficiales pertenecientes al área de servicios, que a contar del 1 de diciembre de ese
año, se incorporaron oficialmente a los escalafones de Justicia y de Sanidad. A
diferencia de la mayor parte de los anteriores uniformes que se utilizaron, el nuevo
contempla el uso de distintivos de grado y especialidad similares a los de los
varones.
Estos cambios no han modificado las condiciones generales para el
desempeño de la mujer en la fuerza naval, pues no se prevé que ellas se
embarquen en las diferentes unidades de la escuadra (los escalafones a los que
acceden no necesariamente contemplan esta alternativa). En el caso de las
oficiales de los servicios puede darse la circunstancia de contar en un futuro
previsible, con alguna Almirante100.
Otro aspecto en el que las cosas han experimentado variaciones, es en
relación al plantel educacional al que se incorporan. Anteriormente, las que
ingresaban a los escalafones de Gente de Mar de los Servicios realizaban sus
primeros estudios en las Escuelas de Sanidad Naval y de Abastecimientos y
Servicios. Ahora, se incorporan como alumnas regulares de la Escuela de
99Los
antecedentes relativos a la presencia femenina en la Armada, han sido proporcionados por la Dirección General del
Personal de la Armada, siendo complementados con los conocimientos personales del autor, obtenidos de su experiencia o
de conversaciones con personal en servicio o en retiro.
100Almirante: Señor de los mares.
73
Grumetes, debido a que los dos establecimientos antes mencionados dejaron de
ser escuelas matrices.
La Armada no desarrolla cursos segregados para las mujeres, excepto en la
Escuela de Grumetes, debido a que hasta la presente fecha no cuenta con
escalafones exclusivamente femeninos. Las etapas educacionales a las que las
mujeres deben someterse durante la carrera son comunes, dependiendo del
escalafón y grado, pues tales instancias son, requisitos de ascenso que existen
para ambos géneros.
Aun cuando a los Empleados Civiles no les son exigidos estudios formales a
lo largo de su carrera o años de servicio, las necesidades institucionales y la
preocupación por contribuir al perfeccionamiento del personal, abren las
oportunidades para que tanto varones como damas, puedan acceder a diversos
cursos de post título o post grado con un cierto apoyo o financiamiento de la
Armada.
Como oficiales de los diferentes servicios existentes en la Armada, las
mujeres pueden ingresar a los escalafones de Sanidad Naval, de Sanidad Dental y
de Justicia. Su carrera se rige por las mismas normas que regulan la vida
profesional de sus colegas varones.
Para las empleadas civiles, no existe restricción alguna respecto de los
escalafones ni de las especialidades a las que pueden acceder. Ingeniería,
arquitectura, derecho, hidrografía e informática son algunas de las especialidades
por las que pueden optar.
Para las mujeres de gente de mar de los servicios, las especialidades
disponibles son: escribiente u oficinista, sanidad naval, sanidad dental,
abastecimiento y telefonista.
Las postulaciones femeninas a la Escuela de Grumetes son numéricamente
mucho menores que las masculinas, considerando como base, la relación
postulante / cupo disponible (6,16 vs. 10,52) y la cantidad total de personas de cada
género que se presentan (277 vs. 6.104). La explicación a este fenómeno puede
estar en el hecho de que las opciones ofrecidas a las damas son restringidas al
área de la salud y a la administración, en tanto que para los varones, el espectro
abarca un campo más amplio.
Históricamente, la cantidad de postulantes varones, ha sido más que
suficiente para asegurar una selección adecuada. En el rango de personal de gente
de mar la Armada de Chile no sufre el grave problema de los bajos niveles de
reclutamiento presentado en años recientes en los países europeos. Probablemente
el hecho de que las jóvenes de Sanidad Naval y Sanidad Dental vistan ahora
uniforme en la vía pública y de que participen en los desfiles militares, contribuya en
el futuro a que se incremente el interés por estas carreras entre las egresadas de la
Educación Media en Chile.
En términos de deserción escolar, las mujeres en la Escuela de Grumetes
presentan los mismos niveles porcentuales de los varones (12% para ambos
casos).
Por el hecho de que no existan escalafones exclusivamente femeninos
dentro de la Armada, la mujer no tiene más limitaciones, en cuanto al grado que
puede alcanzar que las que eventualmente puedan afectar al personal masculino de
74
su misma condición101. No se cuenta con información actualizada respecto de la
proporción de personal femenino de gente de mar que alcanza los grados
jerárquicos más altos, en relación con el contingente que ingresa. Por el hecho de
que las oficiales de servicios solamente comenzaron a ingresar a partir del año
2003, tampoco es posible determinar su nivel de retención laboral a lo largo de la
carrera.
El elevado porcentaje de mujeres en la dotación institucional de la Armada,
que supera holgadamente al promedio existente en varios países, en los que la
campaña por la incorporación de la mujer a las instituciones de la defensa ha sido
ampliamente publicitada, se ha conseguido sin más medidas que las adoptadas por
las propias autoridades navales, siguiendo lo que se podría llamar un proceso de
evolución natural. Si se comparan los niveles de participación femenina en la
Armada con los de las instituciones castrenses de los países considerados en el
estudio, se puede concluir que se ha alcanzado una cifra bastante cercana a la
media, que ronda el 15%.
Para el año 2008 y de allí en adelante, se ha previsto la eventual
incorporación de oficiales mujeres, tanto en las áreas de abastecimiento como del
litoral.
Las TABLAS 14, A, B, C, D, E, F y G, grafican en números la presencia
femenina en servicio activo en la Armada. (Fuente: Dirección General del Personal
de la Armada).
No existe duda alguna, de que el reciente acceso femenino a los escalafones
de oficiales de servicios introducirá, a futuro, algunas modificaciones a los
porcentajes de mujeres que participan en ese segmento, pero ello no representará
un cambio relevante en el panorama general. El primer llamado que se hizo para
postular al ingreso a los escalafones de oficiales de servicios y que incluyó damas
candidatas, tuvo una base de selección de 101 varones y 74 damas. El resultado
fue el acuartelamiento de 6 de éstas. Como en otros países, el interés femenino por
la vida militar es considerablemente menor que el que presentan sus pares
masculinos. Aunque también es altamente probable que las cifras en futuros
procesos de admisión se vean incrementadas, cuando las razonables inquietudes
que pueden presentarse entre las eventuales interesadas vayan siendo aclaradas
por la experiencia de las pioneras.
La situación entre los empleados civiles también es bastante significativa, en
el sentido de que más de la mitad de los escalafones integrados por profesionales
universitarios, con la sola excepción de los afectos a la Ley Nº 15.076 (médicos),
está conformada por mujeres. Es en estas áreas de desempeño profesional, a las
que se considera menos “militares” por la naturaleza de las funciones a ser
desempeñadas, donde se consigue una mayor presencia de la mujer y donde ella
puede competir de igual a igual con el varón, situación que es común a todos los
casos ya descritos.
Es evidente que la Armada no ha abierto las puertas al embarque de mujeres
en las unidades a flote. Ello responde a diversos criterios, entre los cuales destaca
la prudencia, que aconseja no innovar en aquello que ha funcionado bien por
101
En rigor, las especialidades de gente de mar de los servicios de auxiliar de Sanidad Naval y auxiliar de Sanidad Dental son
exclusivamente femeninas. La permanencia de algún varón en el escalafón correspondiente sólo se da circunstancialmente,
cuando un enfermero naval, por diversas razones, no puede continuar sirviendo en el escalafón correspondiente, del personal
de gente de mar de línea.
75
muchos años. Aún cuando el hombre de mar es un profesional que en el terreno
tecnológico se muestra dispuesto a recibir los cambios y a hacerlos suyos al más
breve plazo, no es menos cierto que por definición, es un hombre de tradición, de
costumbre, poco dado a cambiar sus usos si no hay causa más que probada para
ello. Buena prueba de esto último, es el tradicional uniforme naval, que nació en la
época de la navegación a vela y se ha mantenido sin cambios significativos por más
de un siglo.
El buque de guerra es un fiel reflejo de la personalidad naval. La Armada es
una institución que en lo profesional está altamente marcada por la tecnología y sus
continuos avances, pero que sigue fundada bajo el peso de las tradiciones y las
costumbres marineras. El buque es, casa, cuartel y trinchera, pero también
constituye un alarde de ingenio tecnológico, en el que cada equipo, cada mínimo
componente ocupa un lugar definido cuidadosamente, pues el espacio a bordo es
un bien escaso y el peso o su posible exceso influye en la estabilidad de la
plataforma. Los costos de las transformaciones físicas de las unidades para poder
recibir tripulantes mujeres, que son bastante significativos, tal como se ha visto por
lo experimentado en la US Navy, pueden ser abordables gracias al holgado
presupuesto disponible para esa fuerza. Pero si examinamos el caso chileno con
detenimiento, veremos que las posibilidades son bastante menos sustentables en
nuestra Armada, en razón de una realidad económica diferente en la que priman
unas disponibilidades financieras mucho más reducidas.
En lo que respecta a los problemas de integración de la mujer a las fuerzas
armadas, que con mayor o menor intensidad se han dado en todos los casos
conocidos, ellos parecen no ser de mayor gravedad. Probablemente es así, por el
cuidado que la Armada ha dado siempre a la formación valórica de su personal civil
y militar, y por los estrictos procesos de selección a los que son sometidos. Otro
aspecto que puede incidir en esto, es que la mujer en la Armada de Chile no ha
ocupado lugares en que la presencia femenina haya sido motivo de polémicas y
controversias.
En resumen, el tema de embarcar mujeres desde la perspectiva de la
administración del recurso más valioso da la institución, que es el humano, plantea
un desafío importante, sin que existan certezas de que los resultados que se
puedan esperar sean realmente beneficiosos para la Marina y por ende para el
país.
TABLA 14 A
Participación femenina en la Armada de Chile. Año 2003.
Sexo
Cantidad
Porcentaje
Varones
22.292
87,11%
Mujeres
3.300
12,89%
Total
25.592
100%
76
(Fuente: Dirección General del Personal de la Armada).
TABLA 14 B
Participación femenina en los escalafones de oficiales de servicios. Año 2003.
Escalafón
Total
Justicia
Sanidad Naval
Sanidad Dental
Prácticos
Servicio Religioso
Bandas
Total
36
65
37
12
10
1
161
Varones
Mujeres
Cantidad Porcentaj Cantidad Porcentaje
e
33
91,67%
3
8,33%
63
96,92%
2
0,77%
36
97,30%
1
2,70%
12
100%
0
0%
10
100%
0
0%
1
100%
0
0%
155
96,27%
6
3,73%
(Fuente: Dirección General del Personal de la Armada).
TABLA 14 C
Participación femenina en los escalafones de empleados civiles de planta.
Año 2003.
Escalafón
Administrativos
Técnicos
Profesionales
Ley Nº15.076
Total
Total
104
97
363
209
773
Varones
Mujeres
Cantidad Porcentaje Cantidad Porcentaje
36
34,62%
68
65,38%
48
49,48%
49
50,52%
136
37,47%
227
62,53%
151
72,25%
58
27,75%
371
47,99%
402
52,01%
(Fuente: Dirección General del Personal de la Armada).
TABLA 14 D
Participación femenina en los escalafones de gente de mar del área de
servicios. Año 2003.
77
Sexo
Varones
Mujeres
Total
Cantidad
3.175
1.149
4.324
Porcentaje
72,43%
26,57%
100%
(Fuente: Dirección General del Personal de la Armada).
TABLA 14 E
Distribución del personal femenino en los escalafones de gente de mar
del área de servicios. Año 2003.
Escalafón
Total
Básico
Medio
Superior
Fuera
escalafón
Escalafones en
extinción
Total
Varones
Mujeres
Cantidad Porcentaje Cantidad Porcentaje
675
425
62,96%
250
37,04%
435
400
91,95%
35
8,05%
203
203
100,00%
0
0,00%
de 19
9
47%
10
53%
2.831
1.983
70%
848
30%
4.163
3.020
72,54%
1.143
27,46%
(Fuente: Dirección General del Personal de la Armada).
TABLA 14 F
Presencia femenina dentro del personal no perteneciente a la Planta. Año
2003.
Escalafón
Fondos Propios
Jornales
Obreros a Trato
A Contrata
Profesores
Civiles
Total
Total
2.527
68
332
247
271
Varones
Cantidad
1.262
62
139
155
222
Mujeres
Porcentaje Cantidad
49,94%
1.265
91,18%
6
41,87%
193
62,75%
92
81,92%
49
Porcentaje
50,06%
8,82%
58,13%
37,25%
18,08%
3.445
1.840
53,41%
46,59%
1.605
(Fuente: Dirección General del Personal de la Armada).
78
TABLA 14 G
Comparación entre postulantes masculinos y femeninos a la Escuela de
Grumetes.
Año 2003.
Cursos
Grumetes Navales
Grumetes IM
Mantenimiento
Chóferes
Mayordomos
Cocineros
Sanidad Naval (femenino)
Sanidad
Dental
(femenino)
Total varones
Total damas
Postulantes Cupos Relación P
/C
4.065
905
804
180
26
124
210
67
380
100
44
15
25
16
35
10
10,70
9,05
18,27
12,00
1,04
7,75
6,00
6,70
6.104
277
580
45
10,52
6,16
(Fuente: Dirección General del Personal de la Armada).
79
4.- FUERZA AÉREA DE CHILE102.
En la historia de la aviación chilena, la mujer ha estado presente en los
diversos campos que abarca el vuelo y operación de las aeronaves. Algunas de
ellas han alcanzado cierta notoriedad histórica y mediática, como Margot Duhalde y
las más recientes “abuelas aviadoras”, aunque, en rigor, ninguna ha conquistado
sus laureles en el seno de nuestra Fuerza Aérea. Margot Duhalde, primera mujer
piloto chilena, se integró a las fuerzas de la Francia Libre durante la Segunda
Guerra Mundial, prestando sus servicios como piloto para el transporte de aviones
desde las fábricas a las bases de despliegue. Su labor le hizo acreedora a la Legión
de Honor.
En marzo de 2004, las abuelas aviadoras, Madelaine Dupont y María Eliana
Christen, realizaron un extenso raid aéreo que comenzó en Santiago y llegó hasta
Ginebra (Suiza), vía el Océano Atlántico sur y que, en su viaje de regreso, cubrió
Islandia, Groenlandia y una parte de Norteamérica. Tras 76 días de viaje, las
audaces damas retornaron triunfalmente a Chile. Aunque ellas no pertenecen
formalmente a la Fuerza Aérea, su logro contó con el apoyo de la institución, que ha
cumplido un rol importante en la difusión y promoción de la actividad aérea
nacional.
En el campo estrictamente militar, el 1º de noviembre de 1981, se integran 50
jóvenes conformando el primer contingente del servicio militar femenino de la
Fuerza Aérea de Chile (FACH), con el fin de ser instruidas para desempeñarse en
las áreas de administración y de salud. La necesidad de reclutarlas surgió del hecho
de que la actividad educacional civil no satisfacía adecuadamente los
requerimientos específicos de la institución en estas materias. La Escuela de
Especialidades, ubicada en la Base Aérea El Bosque, fue la encargada de llevar a
cabo el proceso de formación de las reclutas. El personal docente fue
especialmente entrenado con el apoyo de instructores enviados por el Ejército. La
necesidad de instructoras militares llevó a recurrir a mujeres reservistas del Ejército
para suplir esta necesidad, las que fueron incorporadas a la FACH en el grado de
Cabo 2º.
La formación de estas reclutas se llevó a cabo en el Hospital de la Fuerza
Aérea, pues sería allí donde a futuro prestarían sus servicios en calidad de
auxiliares de enfermería. Para ello primero fue necesario habilitar ciertas
dependencias, en las que las alumnas permanecerían en régimen de internado por
dos años.
El segundo contingente (1982-1984) cumplió su período de reclutas en el
Ejército, antes de instalarse en el hospital de la Fuerza Aérea. Poco tiempo
después, la ciudadanía las vería participando en la parada militar del 19 de
septiembre, desfilando tras el estandarte del Regimiento de Artillería Antiaérea de
Colina.
Sesenta mujeres integraron el tercer contingente (1983 - 1985) de mujeres, el
que recibió la totalidad de su instrucción dentro de las instalaciones de la FACH.
Diez de ellas ingresaron al servicio como técnicos en procesamiento de datos,
102
Los antecedentes acerca de la presencia de la mujer en la Fuerza Aérea, han sido proporcionados por el Sr. Secretario
General de la Fuerza Aérea, Coronel de Aviación (A) don Hugo Tilly Ebensperger, mediante Carta Nº 20248-1, cuya gentileza
agradecemos.
80
veinte en protección de personas y treinta como auxiliares de enfermería del
Servicio de Sanidad.
Durante el año 1985 y tras sortear las primeras experiencias con personal
feminino, se seleccionó a dos de las seis instructoras militares provenientes del
Ejército, para integrarlas al Curso Especial de Oficiales dictado en la Escuela de
Aviación. Dicha medida se tomó con el fin de poder contar con instructoras militares
que ostentaran el rango de oficial.
Ese año, el Regimiento de Artillería Antiaérea de Colina asume la tarea de
formar instructoras militares para instruir a las futuras reclutas que se integrarían a
los escalafones femeninos, las que eran seleccionadas de entre el personal del
segundo contingente de la FACH y de reservistas del Ejército.
El programa se mantuvo en funcionamiento hasta el 3 de noviembre de 1990.
No obstante que la FACH calificó la experiencia como acertada y positiva, la
educación privada había evolucionado lo suficiente como para no ser necesario
realizar la preparación profesional de este personal femenino en el seno de la
institución.
El ingreso de la mujer en los escalafones de personal de cuadro permanente,
para así acceder a los escalafones regulares a través de la Escuela de
Especialidades, es una materia que se encuentra en plena etapa de estudio, sobre
la base de la experiencia con alumnas en la Escuela de Aviación. Sin embargo, la
misma escuela ha dictado varios cursos especiales de administración para alumnas
mujeres.
En los escalafones de cuadro permanente del área de servicios, la mujer
puede optar por varias especialidades: transporte terrestre, bandas de música,
sanidad, alimentación y apoyo general. La formación profesional de este personal
se realiza antes de incorporarse activamente al servicio. Ingresan con el grado de
cabo y pueden alcanzar el grado de suboficial tras cierta cantidad de años de
permanencia en la institución.
Si se incorpora como empleado civil, la mujer puede desempeñarse en varias
áreas técnicas y administrativas. Lo hace en igualdad de condiciones que los
varones.
En el año 2000 ingresaron a la Escuela de Aviación las primeras mujeres
cadetes. Se convirtieron en las primeras mujeres oficiales de los escalafones de
oficiales de línea durante el año 2003. Las especialidades a las que pueden optar
son las siguientes: rama del aire (pilotos), ingeniería aeronáutica, ingeniería en
administración, defensa antiaérea y telecomunicaciones e informática. Cabe
mencionar que las oportunidades de las mujeres en estos escalafones son las
mismas de los varones.
Los escalafones de oficiales de servicios también son un campo abierto a la
participación femenina desde hace ya muchos años. Sanidad, sanidad dental y
justicia militar, son tres áreas a las que se ingresa en el grado de Capitán de
Bandada y que tiene como tope, el de General de Brigada. La excepción la
constituyen los dentistas, cuyo grado límite para ascender es el de Coronel de
Aviación.
Los escalafones de servicios generales se conforman con los mismos
profesionales anteriores, pero su carrera militar se limita al grado tope de
Comandante de Grupo. Como ocurre en los casos anteriormente mencionados, la
81
institución no hace diferencias entre varones y damas, para el ingreso, permanencia
y ascenso.
La presencia femenina en la Fuerza Aérea, en cifras, se ve reflejada en las
TABLAS 15 A y 15 B. Al igual que lo observado previamente en la Armada, se
aprecia que un número alto de mujeres integra la fuerza laboral de la institución en
espacios en los que puede competir razonablemente bien con sus pares
masculinos. De acuerdo con las informaciones disponibles, alrededor del 14% del
total de la dotación de la FACH, está integrado por personal femenino, lo que sitúa
a esta institución dentro de los rangos promedio observados en casi todos los
casos.
La experiencia de incorporar mujeres en los escalafones de oficiales de línea,
aún muy fresca, no permite determinar el impacto numérico que tendrá a futuro en
el conjunto, aunque no debiera tener una gran incidencia, dado que las cantidades
de oficiales de línea son relativamente pequeñas. El efecto que la incorporación de
mujeres a los escalafones regulares de personal de cuadro permanente (de línea)
pueda tener está en estudio, y podría tener en conjunto, en términos numéricos,
más importancia. Sin embargo, nada puede asegurar que la FACH logre niveles de
participación femenina distintos a los observados en otros países. En este sentido,
lo más realista y probable es que los niveles de participación terminen siendo
bastante similares a los de los otros países.
Es interesante observar que en lo que respecta a la participación de mujeres
en los procesos de admisión a la Escuela de Aviación, si bien se nota un creciente
interés en las postulaciones, que han experimentado un importante incremento
desde el 23% hasta el 31%, también se muestra un descenso algo menor en los
niveles de ingreso del 34% al 28% (Ver tabla 15 B). Probablemente este descenso
se deba a los diversos ajustes que ha tenido el proceso desde que se implementó, y
a medida que la escuela va adquiriendo experiencia con las postulantes femeninas.
La falta de antecedentes respecto de las cifras de egreso, que en definitiva son las
que al final cuentan, no permite evaluar en profundidad el real éxito de la mujer en
su empeño por ingresar a las áreas operativas de la institución. El tiempo se
encargará de emitir su juicio.
También el tiempo será el que finalmente determine si las nuevas
condiciones que la FACH ha establecido para el trabajo femenino, han tenido un
efecto positivo o negativo en la calidad de la gestión de la aviación de tipo militar de
la nación.
82
TABLA 15 A
Presencia femenina en la Fuerza Aérea de Chile. Año 2004.
Porcentaje
dotación
Oficiales:
De Línea
Justicia
Sanidad
Servicios Generales
Cuadro
Permanente:
Sanidad
Administración
Otros
Empleados Civiles:
Sanidad
Bienestar Social
Administración
Cadetes:
Escuela de Aviación
de
mujeres
en
la
1,20%
21%
37%
42%
43%
44%
20%
62%
18%
20%
22%
Fuente: Comando de Personal de la FACH.
TABLA 15 B
Participación femenina en los procesos de admisión a
la Escuela de Aviación “Capitán Ávalos”.
Año
2000
2001
2002
2003
2004
Postulantes (%)
Mujeres
Varones
23
77
23
77
25
75
25
75
31
69
Ingresados (%)
Mujeres
Varones
34
66
35
65
25
65
20
80
28
71
Fuente: Comando de Personal de la FACH.
83
FIGURA 4
Personal Total Fuerza Aérea de Chile
M asculino
85%
Femenino
15%
Fuente: Comando de Personal de la FACH.
84
IV.- PROCESOS DE INTEGRACIÓN
1.- LA INTEGRACIÓN DE LA MUJER A LAS FUERZAS ARMADAS COMO
IMPERATIVO POLÍTICO.
En un mundo marcado cada vez más por el igualitarismo, uno a uno han ido
cayendo los bastiones considerados como exclusivamente masculinos. Cualquier
diferencia que se haga, en razón del género de las personas, recibe una muy rápida
y enérgica condena social o rechazo, aun cuando tal diferencia responda a
imperativos totalmente ajenos a lo que es la voluntad humana, como son los
derivados de la fisiología. Uno de estos bastiones ha sido desde siempre, el mundo
militar.
La presencia femenina en las fuerzas armadas no es en absoluto nueva, sólo
que en algunas áreas no ha sido en un plano de plena igualdad con el varón, tanto
en lo que se refiere a las funciones específicas, como en cuanto a las
oportunidades de acceso a ciertos escalafones o a las posiciones jerárquicas más
elevadas.
Por lo general, el acceso de la mujer a la vida militar ha seguido al ingreso
femenino a ciertas profesiones u oficios que en la vida civil parecían ser un eterno
feudo exclusivo de los varones. Así, cuando se admitió el ingreso de mujeres en el
campo de la abogacía o de la medicina, pronto las fuerzas armadas contaron con
mujeres abogados o médicos en sus filas. Mucho antes, la aparición del oficio
femenino clásico en la actividad económica, el de secretaria, evolución natural del
aún más antiguo de dactilógrafa, había abierto las puertas del campo militar a la
mujer.
Pero sin duda, que la presencia de la mujer como enfermera en los ejércitos,
antecede con creces a todos los casos anteriormente nombrados. No obstante, la
existencia de ellas era un suceso que sólo ocurría durante las campañas bélicas 103
y no en tiempos de paz. Hasta la Primera Guerra Mundial, los cuerpos de
enfermeras eran cubiertos principalmente por voluntarias, que recibían instrucción
sólo cuando se presentaba una emergencia. Esta característica se mantuvo incluso
en aquellas instituciones que al inicio de la Gran Guerra ya contaban con cuerpos
de enfermeras. Una vez terminado el conflicto, las damas retornaban a sus
ocupaciones habituales.
En los albores del siglo XX aparece en escena un nuevo fenómeno: el
sufragismo. Tanto en Europa como en Estados Unidos, se desató una fuerte
corriente que abogaba por el derecho femenino al voto. Con más o menos suerte,
los diferentes movimientos fueron alcanzando sus metas, tras lo cual emprendieron
una nueva campaña, consecuencia natural de la anterior: el derecho a ocupar
cargos públicos, en especial cargos de elección popular. Como ya lo hemos
mencionado, las dos guerras mundiales abrieron definitivamente el mundo laboral a
la mujer, la que adquirió conciencia de que su número constituía un gran capital
político.
103
Las mujeres habían tomado parte informalmente, en muchísimas campañas militares, siguiendo a maridos, amantes o
clientes, cumpliendo diversas funciones, entre las que destacaban las de enfermera, lavandera y cocinera; esta costumbre se
mantuvo hasta que los ejércitos lograron crear cuerpos de apoyo logístico orgánicos.
85
También los políticos supieron captar esta nueva realidad electoral que se les
venía encima. Atender a las necesidades, demandas y anhelos femeninos puede
fácilmente modificar cualquier resultado en las urnas, con el agregado, de que
muchas de tales necesidades y demandas no conocen barreras sociales ni
políticas.
No es de extrañar entonces, que los grupos que abogan por mayores
oportunidades para la mujer hayan logrado triunfos significativos, sobretodo en los
últimos tiempos, llegando a imponer criterios sociales que en muchas legislaciones
han adquirido rango de ley. Tal es el caso de la así llamada “no discriminación
sexual”, que consiste en considerar que no existe ninguna diferencia entre hombre y
mujer, en orden a acceder a derechos y beneficios de cualquier tipo. En los Estados
Unidos, la legislación federal así como numerosas legislaciones estaduales,
contemplan la existencia de organismos cuyo único fin es velar por la perfecta
igualdad de derechos entre todos los ciudadanos, para ocupar puestos en los
organismos fiscales o privados. Se ha llegado a fijar cuotas a ser cubiertas por cada
grupo minoritario o “discriminado”. Así, el poder ser clasificado como miembro de un
grupo “discriminado” es una buena forma de acceder a puestos a los que
probablemente, por talento, no se podría postular con razonables probabilidades de
éxito104.
Como en toda corriente de pensamiento, hay extremos. En el caso de los
partidarios del ingreso irrestricto de la mujer a las FF.AA., hay grupos que niegan la
validez de cualquier restricción, incluso si ésta surge de cuestiones que son
totalmente ajenas a la voluntad humana. Si las limitaciones existen, ellas deben ser
superadas. El costo material o los sacrificios que la adaptación exija, carecen de
importancia.
Tal corriente es la que se ha impuesto en nuestros vecinos Perú y Argentina,
aunque evidentemente la aplicación de la idea ha debido aceptar la existencia de
ciertos límites.
La tendencia en Europa y EE.UU., es eliminar total y definitivamente las
barreras que eventualmente puedan existir entre los dos géneros. Las FF.AA. han
debido adaptarse a los cambios que dicha situación generó. La experiencia ha ido
demostrando que no siempre es posible cumplir cabalmente con las directrices que
emanan del estamento político y se han hecho oír voces que piden revisar las
políticas adoptadas en materia de participación femenina en la milicia, en tanto que
algunos estados han dejado que sean los propios mandos castrenses los que
resuelvan estos asuntos.
Sin duda, el feminismo ha hecho valer sus postulados actuando a través de
los grupos influyentes en la política. Analizado con profundidad e imparcialidad, el
feminismo no se diferencia demasiado del machismo que dice combatir 105. La
pretensión de que el hombre y la mujer son “intercambiables” en todas las
104
Al respecto, la posición que empieza a imponerse es la de asignar a cada puesto, al más calificado, procurándose que las
diferencias que anteriormente se calificaban como discriminatorias, sean simplemente eliminadas y no que jueguen de modo
de producir nuevas discriminaciones que vengan a perjudicar a los que antes se vieron favorecidos. Tal es el parecer de la
Baroness Symons of Vernham, Dean Minister for Defence Procurement (Reino Unido), según señala en PART OF MY JOB:
EQUAL OPPORTUNITIES IN THE ARMED FORCES, RUSI Journal, octubre de 2000.
105
Romano Amerio, IOTA UNUM, Estudio sobre las transformaciones de la Iglesia Católica en el siglo XX, Riccardo Ricciardi
Editore, Milán- Nápoles, 1985, ed. castellana, Salamanca, 1994, Capítulo IX La Iglesia y la mujer, 90. Crítica del feminismo. El
feminismo como masculinismo, pp 153-154.
86
actividades, el criterio de que la mujer puede hacer todo lo mismo que el varón, se
ha traducido en que ésta se comporta según el modelo masculino, despreciando
aquello que es considerado por la tradición como propiamente femenino. Las
antiguas condicionantes, que determinaban las tareas que podían ser asumidas por
la mujer, han pasado a ser juzgadas como convencionalismos retrógrados. Nótese
que el feminismo no menciona nunca los deberes femeninos, sino tan sólo los
derechos.
En el debate acerca de la presencia femenina en las FF.AA., el feminismo
tampoco se detiene en la razón de ser de estas instituciones. Para esta corriente lo
que cuenta no es realmente la necesidad de la defensa de la patria, ni los costos
que cambios tan radicales constituyen para el Estado. Falta en el discurso
feminista, una cuestión evidente: determinar el rol femenino en las FF.AA. No es
igual que la mujer haga lo mismo que el hombre realiza, que otorgarle un papel que
ella haga de manera óptima y / o en el cual el varón simplemente no logre igualarla
o superarla.
La corriente feminista pacifista cuya influencia en la vida política moderna es
poco importante, aboga por la presencia irrestricta de la mujer en las FF.AA. Tan
curiosa postura persigue la eliminación o anulación de la existencia de las FF.AA.,
partiendo del supuesto de que sin cuerpos armados no habría guerras ni conflictos.
Como no ha habido indicios de que los estados renuncien a contar con las FF.AA.,
estos grupos buscan promover la presencia femenina en la milicia, pues perciben
que a través de la presencia masiva de la mujer en sus filas, las FF.AA. se
feminizarían o debilitarían a tal punto que ya no serían capaces de combatir, lo que
sería equivalente a no tener fuerzas militares106 en la práctica. No es difícil prever
las ventajas que esta situación acarrearía a los países cuyas FF.AA. carecen de
mujeres (el mundo islámico, por ejemplo) o limitan su presencia a los campos
tradicionales.
A su vez, las corrientes feministas pacifistas presentan algunas variantes que
es interesante analizar. La más notable, es la que denuncia la incorporación de la
mujer a la vida militar como un nuevo intento del poder político, considerado
enclave masculino, para someter a la mujer a sus determinaciones. El mundo
militar, instrumento de opresión, recurriría a la mujer para cumplir con sus
propósitos, pero sin permitirle gozar de las prerrogativas castrenses reservadas a
los varones.
El feminismo se une con la izquierda política, en lo que ambos han venido a
denominar el “progresismo”. Las feministas sienten que la izquierda, a través de las
políticas de gobierno, ha demostrado que actúa beneficiosamente para sus
postulados por medio de dos tipos de acciones concretas: las acciones indirectas,
porque al generalizar la educación, los servicios sociales, etcétera, se beneficia a la
mujer que parte de una situación de desigualdad. Y luego, están los hechos por la
acción directa: crear organismos específicos para luchar contra la discriminación de
la mujer, como es el caso del “Instituto de la Mujer”, proponer planes de igualdad,
etcétera.
106
Stephanie Guttman, Una milicia más benévola y gentil: ¿Pueden las fuerzas de combate de género neutral aún ganar
guerras?, citada por Lee Bockhorn, en Mujeres en las FF.AA., serie Temas Seleccionados, Academia de Guerra Naval. No
sólo estas FF.AA. feminizadas serían menos capaces para la guerra, también serían más eficientes en la defensa de la paz,
la que es sólo amenazada por las FF.AA. masculinas, que solamente desean la guerra.
87
El “progresismo” político partidista de izquierda a la vez hace suyas muchas
de las banderas de lucha del feminismo, entre ellas, el tema de la mujer en
combate. La mujer “debe” ser incorporada a las Fuerzas Armadas en “todos” los
ámbitos, sin importar si ellas, o una parte importante de ellas, no lo desea. No
interesan ni los costos, ni la tradición, ni tampoco la posible disminución en la
eficiencia de las instituciones armadas. Sólo interesa el sentido de igualdad de
géneros que impone el nuevo estilo de hacer política que ha comenzado a primar
en los últimos años.
Los sectores que se dicen marxistas y sus aliados políticos “progresistas” o
de izquierda, ven la presencia de la mujer en las Fuerzas Armadas como un
problema en donde el género las une, pero la “clase social” las divide107. Su visión
de unas FFAA “democráticas” en su estructura, en relación al acceso a las escuelas
matrices, las que deben estar abiertas a toda la sociedad sin ningún tipo de
distinciones ni supuestas discriminaciones, es lo que define claramente su posición
política sobre el tema108.
La gran mayoría “silenciosa” de las mujeres, que aboga por una presencia
femenina limitada a los roles tradicionales, no da muchas señales de querer
defender sus posiciones u opiniones en estas materias, en la creencia de que la
actual tendencia de abrir el terreno militar sin limitación alguna, es inevitable e
irreversible.
Es importante mencionar la aparición en algunos países desarrollados (en los
europeos, especialmente) de movimientos neofeministas, los que abogan por la
vuelta al hogar y a las tareas tradicionales de las mujeres. Este grupo, busca
compatibilizar la vida familiar y profesional a través de empleos a medio tiempo o
labores realizadas a distancia.
En materia de independencia de los mandos militares para decidir estos
asuntos, hay una gama muy variada de opiniones e ideas, las que van desde los
políticos que imponen las medidas, sin considerar en absoluto la opinión o
experiencia de los militares, hasta los que han dejado que sean ellos quienes
decidan lo que se debe hacer, pasando por todas las posiciones intermedias
imaginables.
Muchas normas que se dictan para el mundo civil, que dicen relación con la
defensa y promoción de la mujer, tienen poca aplicación práctica en el plano militar
o requieren de complejas y costosas adaptaciones. Los militares se distinguen de
los civiles en muchas cosas: el uso exclusivo de determinada vestimenta
(uniformes), la potestad para el uso de las armas, la renuncia voluntaria a derechos
considerados sagrados para un no militar, el compromiso solemne y sancionado por
la ley de cumplir con su deber al precio de la propia vida y otros, marcan una
enorme diferencia109. En este sentido, los responsables de la conducción política
deben comprender una realidad insoslayable: el mundo militar es una situación
especial y diferente del civil, cuyas peculiares características exigen de ellos, un
conocimiento en profundidad.
107
Clase contra Clase. N.79, 4/09/2005.
Programa de gobierno Pacto“Juntos Podemos Más”.
Un militar puede ser juzgado y condenado a sanciones que, según la legislación, pueden ir desde la expulsión deshonrosa
del servicio, pasando por el presidio, hasta la pena de muerte, por cometer acciones que en el mundo civil no merecerían más
que una pérdida del empleo. En Chile, las faltas cometidas por los militares normalmente implican sanciones mucho más
duras que las que se aplican a los miembros del Poder Judicial, por mencionar un campo laboral en el que las acciones
punibles tienen tanta o mayor repercusión que en el mundo militar.
108
109
88
2.- EL IMPACTO DEL CONTROL DE LA NATALIDAD Y DE LA SOCIEDAD DE
CONSUMO
Las políticas de control de la natalidad, así como la creciente presión social
por acumular bienes de tipo material, tienen un fuerte impacto en la conformación
de las fuerzas armadas en los países europeos y en los Estados Unidos,
principalmente110. En nuestra América hispana, esta tendencia se ha ido haciendo
más evidente en los últimos años, aunque atenuada por las elevadas tasas de
desempleo que persisten crónicamente y que hacen más atractiva la opción laboral
militar, especialmente dentro del segmento más joven de la población.
Es así como la propensión a restringir la cantidad de hijos a solamente uno o
dos como máximo, reduce paulatinamente la disponibilidad de varones jóvenes
para entrar a integrar los escalafones militares. Como solución para atender a la
demanda de mano de obra de oficios considerados de menor rango social y
económico, que requieren de poca o nula preparación académica, los países
europeos han recurrido a inmigrantes de naciones con tasas de natalidad más
elevadas y menores ingresos per cápita. Países como los de Europa oriental, los
norteafricanos y, más recientemente, los hispanoamericanos han servido para paliar
el problema, convirtiéndose así en exportadores de mano de obra barata y
frecuentemente explotada por empleadores inescrupulosos.
Para efectos militares estos candidatos, por diversas razones, no resultan del
todo adecuados para el servicio, aun cuando por lo general su ingreso a las FF.AA.
se ve restringido solamente por la normativa legal. España, país en el que las bajas
tasas de reclutamiento han hecho crisis, han decidido la incorporación de
extranjeros a las filas militares, en tanto que los EE.UU. hace mucho tiempo que los
admite111.
No puede ignorarse el hecho de que las FF.AA. son la expresión militar de la
nacionalidad112 y la fuerza que permite mantenerla en el tiempo. La incorporación
de extranjeros en la milicia, necesariamente implica una notoria pérdida del sentido
nacional en los cuerpos castrenses, cuyas consecuencias solamente podrán
percibirse a cabalidad, cuando aparezca un conflicto bélico de mayor intensidad que
los que actualmente se han librado por estas FF.AA. multinacionales bajo una sola
bandera.
Diversos países europeos han tomado en los últimos años conciencia del
problema de las bajas tasas de natalidad, por lo que han ido desarrollando políticas
de protección a la maternidad y a las familias numerosas. Son medidas que de
tener éxito, sólo mostrarán efectos perceptibles a mediano y largo plazo, pero no en
lo inmediato. Dichas medidas solamente, y en general, han dado resultados muy
discretos hasta el momento.
Las Tablas 16 A y B nos muestran la realidad, también preocupante, de
nuestro país al respecto. Si se analiza a dichas tablas, es muy fácil llegar a la
110
María Luisa Barón, El Papel de la mujer en las Fuerzas Armadas.
111
Las mujeres llegarán a general en un plazo de entre quince y veinte años, diario ABC (España), entrevista al subsecretario
del Ministerio de Defensa, Víctor Torre de Silva. www.belt.es/noticias/2002/02_octubre/21_mujergeneral.htm.
112
Rafael Martínez Martínez, Quiénes son y qué piensan los futuros oficiales y suboficiales del ejército español, Fundación
CIDOB, CIDOB Barcelona, 2001, www2.ubu.es/derpri/ciepola. El estudio revela que en un país, como España, en donde el
sentimiento de nacionalidad ha sido apagado en beneficio de un fortalecimiento simultáneo de pertenencia a una “comunidad
autónoma” y de adherencia a la Unión Europea, no ha hecho mella en el sentido nacional que se vive en las FF.AA.
89
conclusión de que las tasas de natalidad disminuyen incesantemente en Chile, con
el agravante de que aquí no existen planes gubernamentales para revertir
efectivamente dicha tendencia. Muy por el contrario, los últimos gobiernos han
mostrado un casi nulo interés por el tema y apoyan abiertamente una política de
controlo de la natalidad. Numerosos ejemplos avalan esta última aseveración. Por
ejemplo, se puede citar la posibilidad que tienen las mujeres de escasos recursos
económicos, de recibir pastillas anticonceptivas de manera gratuita en los
consultorios médicos pertenecientes al gobierno.
TABLAS 16 A y B
CHILE: Evolución de la tasa de natalidad, según
quinquenios. 1950 - 2005
Período
1950 1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 -
TN
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
2005
4,95
5,49
5,44
4,44
3,63
2,80
2,67
2,65
2,55
2,21
2,00
CHILE: Proyección de la tasa de natalidad 2005 - 2050
Período
2000 2005 2010 2015 2020 2025 2030 2035 2040 2045 -
TN
2005
2010
2015
2020
2025
2030
2035
2040
2045
2050
2,00
1,94
1,89
1,85
1,85
1,85
1,85
1,85
1,85
1,85
Fuente: Instituto Nacional de Estadística, Boletín 2005
90
CHILE: Pobla
La pérdida de las colonias, antaño una fuente importante de mano de obra
militar, impone la necesidad de restringir el reclutamiento a la población del territorio
metropolitano. La famosa Legión Extranjera no es vista con buenos ojos entre la
mayoría de los europeos, incluso en Francia, por nutrirse de mercenarios
extranjeros y sin sentido alguno de nacionalidad113. Entre ellos existen muchos que
son sencillamente delincuentes o indeseables que huyen de la justicia de sus
países de origen y para los que la Legión Extranjera constituye en excelente
refugio. En las unidades de la Legión, la falta de un sentido nacional francés, es
suplida hábilmente con el argumento retórico de que la Patria del legionario es la
Legión. Además, se les otorga la nacionalidad francesa para aquellos que cumplan
una cierta cantidad de años en el servicio.
El mercenario, que en tiempos medievales constituía el grueso del
contingente del que disponían los ejércitos europeos, hoy sólo está incorporado con
muchas restricciones en los ejércitos británico (Gurkas), español (Legión Extranjera)
y francés (Legión Extranjera). La presencia de elementos extranjeros se ha limitado
solamente a determinadas unidades en dichos ejércitos.
El fenómeno de las campañas publicitarias promoviendo el ingreso a las
fuerzas armadas, que en el pasado sólo se presentaba en tiempos de guerra, se ha
tornado permanente, aunque los resultados son cada vez menos auspiciosos. Es
imperioso competir con todos los medios disponibles por un recurso cada vez más
escaso: el humano.
También, el envejecimiento de la población, otra consecuencia de los bajos
índices de natalidad, incide poderosamente en las oportunidades de los servicios
armados para reclutar personal. Como es natural, la función militar es propia de
gente joven.
113
Ver “Mercenario” en Aclaraciones.
91
TABLA 17.-
CHILE: Población total por sexo y años calendario terminados en 0 y 5 al 30 de junio,
según grupos quinqueniales de edad. 1985 - 2015
GRUPO DE EDAD
Y SEXO
TOTAL
Población y Años
1985
12.102.174
1990
1995
2000
2005
2010
2015
13.178.782
14.394.940
15.397.784
16.267.278
17.094.270
17.865.185
0-4
1.323.066
1.459.498
1.487.544
1.328.435
1.237.463
1.248.325
1.259.507
5-9
1.170.644
1.317.058
1.461.367
1.487.986
1.328.126
1.237.497
1.247.912
10-14
1.243.270
1.165.852
1.321.302
1.463.554
1.488.498
1.328.934
1.237.791
15-19
1.251.432
1.235.643
1.170.027
1.322.956
1.463.158
1.488.317
1.328.427
20-24
1.285.305
1.237.943
1.240.689
1.172.379
1.322.128
1.462.342
1.486.755
25-29
1.118.991
1.268.512
1.242.813
1.242.260
1.171.107
1.320.741
1.459.635
30-34
895.476
1.106.437
1.272.062
1.243.236
1.239.874
1.169.556
1.317.682
35-39
752.259
883.498
1.107.665
1.269.543
1.239.003
1.236.191
1.165.611
40-44
647.161
740.232
881.377
1.101.809
1.261.636
1.231.974
1.228.946
45-49
520.521
633.749
734.101
872.593
1.090.382
1.249.164
1.220.001
50-54
466.479
505.019
622.864
720.989
857.796
1.072.667
1.229.337
55-59
405.154
445.704
489.157
603.577
700.924
835.126
1.045.250
60-64
320.667
378.904
422.191
464.960
577.002
671.677
801.793
65-69
259.199
290.004
347.322
389.561
432.884
539.279
629.844
70-74
193.451
221.466
252.131
305.395
348.283
389.319
487.591
75-79
136.240
150.917
177.237
205.815
256.350
295.148
332.591
80+
112.859
138.346
165.091
202.736
252.664
318.013
386.512
Fuente: Instituto Nacional de Estadística, Boletín 2005
El envejecimiento de la población produce entre los jóvenes más y mejores
oportunidades en la actividad económica. Frente a lo cual, las fuerzas armadas,
generalmente remuneradas por debajo de la actividad productiva privada, no
pueden competir eficientemente. Este factor adquiere un grado de complejidad
adicional, debido a que la sociedad occidental contemporánea ha hecho de la
adquisición, posesión y goce de bienes materiales, el elemento de valoración social
más importante, situándolo en la práctica en una escala de más importancia que lo
espiritual. El pobre, a su carencia de recursos, debe agregar el sufrimiento de su
menor consideración social. Los que han elegido la vida militar como su forma de
vida, con la consiguiente restricción en la satisfacción de sus necesidades
materiales y económicas, sufren ahora también la de una menor consideración
social.
La pertenencia a una rama de las fuerzas armadas hasta mediados del siglo
XX, era considerada una cuestión de gran prestigio y aceptación social en Chile,
para posteriormente pasar a ser una actividad atractiva sólo para los grupos
sociales de menores recursos económicos y, por lo tanto, menos valorados en la
escala social.
Con raras excepciones, la mujer aspira y obtiene niveles de renta
considerablemente inferiores a los del hombre, por lo tanto, las fuerzas armadas,
con sus remuneraciones más reducidas, no constituyen una alternativa laboral
92
menos atractiva para ella. Además, como en el servicio castrense los niveles de
ingreso dependen del rango alcanzado y de la función desempeñada, las rentas no
quedan determinadas por el sexo del funcionario, lo que pone a la mujer en un
plano de igualdad frente al varón.
TABLA 18.-
Crecimiento Económico
PRODUCTO INTERNO BRUTO PER CAPITA
1984 - 2000
Año
Miles de Pesos de 1986
Variación Anual (%)
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
266,60
268,80
279,20
292,60
308,80
335,70
342,30
363,50
401,30
422,30
439,30
478,60
506,40
536,50
550,10
537,00
558,00
0,80
3,90
4,80
5,50
8,70
2,00
6,20
10,40
5,20
4,00
8,90
5,80
5,90
2,50
-2,60
4,00
Crecimiento Promedio Anual (%)
1984 - 1989
1989 - 2000
4,70
4,70
Fuente: Banco Central de Chile
La insuficiente cantidad de candidatos a ingresar a las fuerzas armadas, ha
motivado a los gobiernos europeos a considerar dos tipos de medidas: en primer
lugar, ofrecer mejores niveles de remuneraciones y segundo, el abrir más espacios
a las mujeres, en los roles en que ellas no hasta ahora no han sido admitidas. La
primera de estas medidas, siempre encontrará el obstáculo de la escasez de
recursos fiscales, dinero que con el término de la guerra fría en la década de los 90
93
resulta poco atractivo destinar a las fuerzas armadas. La segunda medida, parece
encontrar mayor apoyo entre los políticos, por el hecho de que les permite captar
más votos en el electorado feminista, a la vez que no les obliga a desembolsar más
fondos públicos en la defensa, punto que les acarrea el favor de los grupos
ecologistas y pacifistas.
Volviendo al tema de los mejores niveles de remuneraciones, se ha
planteado una nueva opción: el reclutamiento de jóvenes voluntarios por períodos
de tiempo limitados (no más de cuatro o cinco años), a cambio de becas de
estudios u otros beneficios, al término del servicio en la milicia. Estos períodos de
servicio pueden ser prorrogables y conducir a una carrera regular dentro de las
instituciones armadas.
Es una solución atractiva, pues resuelve el problema de la cantidad de
personal reclutado, pero tiene un alto costo y no es adecuado para satisfacer las
necesidades de personal de alta calificación técnica, cuya formación es cara, tanto
monetariamente como en términos del tiempo que demanda su formación práctica y
teórica. Las FFAA. de los Estados Unidos han aplicado este esquema por años, y
han podido conformar un vasto y bien entrenado cuerpo de reservistas militares,
con los que ha atendido con éxito las necesidades de tropas para las campañas de
Tormenta del Desierto, Afganistán y la más reciente invasión de Irak. No obstante,
el costo de mantener entrenadas a grandes fuerzas en la reserva, es muy alto y
tiende a perjudicar las opciones de los reservistas para conservar sus empleos
civiles.
Esta posibilidad resulta interesante para las mujeres, en especial para las
que provienen de las capas sociales más bajas y económicamente menos
favorecidas, que ven en esta opción la oportunidad siempre deseada para subir
socialmente y mejorar sus ingresos.
Finalmente, la alternativa del servicio militar obligatorio, implantada por
primera vez en la Francia revolucionaria, hoy es considerada poco democrática 114.
Cuando se la mantiene está sujeta a numerosas limitaciones, como la objeción de
conciencia, y por muy diferentes causas. En todo caso, no es una solución
adecuada, pues no resuelve el problema de fondo: la falta de población “en edad de
portar armas”. En las fuerzas cuya naturaleza es esencialmente técnica, la
conscripción sólo puede resolver una porción mínima de las necesidades de
personal, en particular en los países con un bajo nivel de escolaridad o de
desarrollo tecnológico incipiente115.
Es importante hacer notar que los factores expuestos anteriormente se ven
sometidos a esporádicas variaciones, como consecuencia de las vicisitudes a que
está sometida la economía: cuando se viven períodos de estrechez, normalmente
las fuerzas armadas no sufren de escasez de candidatos a servir en sus filas debido
114
El principio sobre el cual se sustentaba el reclutamiento forzoso, era que siendo el pueblo quien gobierna, el mismo pueblo
debe asumir la defensa de la nación, que es una responsabilidad inherente al rol de gobernante. No se debe confundir el
reclutamiento forzoso instaurado por la Francia revolucionario, con el practicado por los señores feudales, que reclutaban
combatientes dentro de los siervos, pues ellos quedaban vinculados al servicio del señor, en virtud del juramento de mutua
fidelidad que les unía de por vida. Se trataba de un servicio de tipo personal, al tanto que la conscripción moderna es un
asunto impersonal, que vincula al individuo con el Estado y no con una persona en particular.
115
Algunos militares sostienen que la prisa con que se ha decidido en algunos países, terminar con la conscripción, ha
impedido analizar las muchas alternativas que se podrían manejar para perfeccionar el sistema, como la postergación del
acuartelamiento hasta el término de la educación superior, para captar reclutas con mayor calificación profesional o técnica,
con la oportunidad de desarrollar una carrera como reservista, acuartelamiento por períodos breves, durante las vacaciones,
etcétera Muchas de estas opciones están contempladas en nuestra legislación, pero se les aplica muy poco.
94
al incremento en las tasas de desempleo. En un escenario como el chileno actual,
en el que la baja demanda de mano de obra genera un alto número de jóvenes
desempleados, la opción por ingresar a las FF.AA. se hace cada vez más atractiva,
lográndose mejores bases de selección, tanto para el ingreso a las escuelas
matrices como para el servicio militar.
Como puede apreciarse, la creciente carencia de varones jóvenes para el
mercado laboral militar, sea por un descenso pronunciado en las tasas de natalidad
o por el bajo atractivo económico de las carreras militares, va abriendo
sostenidamente las posibilidades de acceso femenino sin restricciones a las
funciones castrenses.
No obstante lo anteriormente aseverado, las actuales circunstancias políticas
en el plano internacional, han experimentado variaciones que han hecho repensar
la necesidad de reclutar mujeres para las fuerzas armadas. En esencia, con el
término de la guerra fría, la necesidad de contar con grandes contingentes de
tropas preparadas para el combate, ha disminuido significativamente en los países
de Europa Occidental, así como también en los EE.UU. A esta menor demanda de
mano de obra militar, se ha sumado un mayor esfuerzo de automatización y
modernización de los equipos y sistemas, lo que también incide en la necesidad de
menores dotaciones para las fuerzas aéreas y navales, aunque sólo parcialmente
en el caso de las terrestres.
Naturalmente estos procesos exigen del personal militar un mayor grado de
perfeccionamiento técnico, para apoyar eficazmente a las fuerzas operativas. En
este sentido, la mujer puede competir eficientemente con el varón en muchas áreas,
pues las disciplinas técnicas son campos en los que ella puede desenvolverse
bien116. Sin embargo, las FF.AA. siempre serán más eficientes en sus tareas, si la
función técnica y la propiamente militar, pueden ser atendidas por el mismo
personal.
Una cuestión importante es la relativa a los criterios de selección.
Normalmente un cierto número de candidatos a los planteles militares es
rechazado, por no cumplir con los patrones de selección. Razones académicas, por
una parte e incapacidades físicas por otra, son las causas más relevantes de
eliminación de candidatos. Pero no son los únicos, debido a que también se fijan
rangos de edad fuera de los cuales todo candidato es automáticamente rechazado,
deformaciones físicas, etcétera.
Las causales de tipo académico van desde el no contar con los niveles de
escolaridad mínimos que se exigen, hasta el bajo puntaje logrado en los exámenes
de admisión. Es natural y deseable que las FF.AA. decidan aceptar a los más
idóneos.
En el plano de las aptitudes físicas, las variables son numerosas y en ellas es
posible distinguir ciertas áreas que merecen alguna discusión. El tema del pie plano
es una de ellas. Los especialistas en medicina militar ya no están de acuerdo que
este asunto sea realmente una patología grave. La distinción moderna entre pie
plano flexible y pie plano rígido, hace recomendable revisar a fondo este tema, pues
es muy probable que numerosos candidatos, con méritos académicos y otros,
queden eliminados solamente por esta causa que en definitiva, no les impide
desarrollar las mismas actividades que las personas que poseen un pie “normal”.
116
María Luisa Barón, El Papel de la mujer en las Fuerzas Armadas.
95
Incluso entre quienes poseen el pie plano rígido, sólo unos pocos pueden ser
calificados realmente como casos patológicos o insuperables117. Difícilmente una
mujer con pies “normales” es capaz de rendir físicamente más que un varón con los
pies planos, si consideramos las duras condiciones en que se desenvuelve la vida
militar.
Ciertas afecciones pueden ser tenidas como causales temporales de
exclusión, pues su corrección es perfectamente factible en condiciones normales.
La falta de ciertas piezas dentales o la presencia de caries, por ejemplo, pueden
decidir la eliminación de candidatos aptos para el servicio, aunque aquellos
problemas solamente tengan incidencia en cuestiones odontológicas o estéticas
menores.
Finalmente, la cuestión relativa a los rangos de edad es digna de estudio. Un
candidato no es menos deseable, porque su edad exceda ciertos límites
establecidos para los postulantes. Es cierto que no es lo mismo un cadete o
grumete de 20 años, que uno de 25, que iniciará una carrera cerca de cumplir los
30. Pero también es cierto que es posible estructurar carreras en las que el
postulante inicie su desempeño profesional contando con un título profesional y en
las que ha cumplido con un programa de adoctrinamiento militar, mientras realiza
sus estudios universitarios. Las FF.AA. norteamericanas han aplicado programas
semejantes por décadas y el hecho de que tales programas se mantengan, es un
indicativo del éxito alcanzado. El mismo esquema permitiría contar con una
dotación calificada de reservistas.
El tema de los criterios de selección es, en resumen, un punto en el que se
debe reflexionar, pues es probable que la preocupación de las FF.AA. respecto de
la escasez de candidatos aptos para la función militar, tenga su origen en procesos
de admisión excesivamente rigurosos en aspectos de menor relevancia. Cabría
preguntarse si, de acuerdo con los patrones de selección modernos que se
manejan en la actualidad, Napoleón, por su baja estatura, podría ingresar hoy al
ejército al que él dio fama. Otros notables militares, como Julio César y Alejandro
Magno, también sufrieron dolencias que hoy les dejarían fuera de cualquier proceso
de admisión.
Por consiguiente, el argumento de la menor disponibilidad de jóvenes en
condiciones de portar armas para introducir a la mujer en la milicia, ha perdido su
vigencia como tal. Esto es al menos válido para el caso de las fuerzas navales y
aéreas.
117
Para el tema del pie plano, se consultó, entre otras, las siguientes páginas web:
http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/001262.htm, http://www.alemana.cl/not/not/not030626.html,
www.saludhoy.com/htm/nino/articulo/pieplanl.html.
96
V.- EL CÍRCULO ÍNTIMO
A.- CONDICIONES BIOLÓGICAS
Definitivamente éste es uno de los temas más polémicos y manipulados por
los sectores que defienden el ingreso de mujeres a las fuerzas de combate en las
FF.AA. A continuación efectuaré un análisis pormenorizado de algunos de estos
aspectos.
1.- Características Físicas:
Es claro, notorio a simple vista y aceptado por la ciencia que el hombre
físicamente es más “grande” y “fuerte” que la mujer. El hombre y la mujer tienen las
mismas proporciones de músculos y huesos. Pero el primero posee músculos
mucho más fuertes, más pesados, más duros y más grandes. Los huesos del
hombre a su vez son más grandes y pesados que los de la mujer. Otras
características comúnmente aceptadas es que el hombre es casi siempre más alto,
tiene brazos y piernas más largas y su cavidad toráxica es de mayor capacidad.
Además sus manos son más grandes y voluminosas. La mujer a su vez tiene
caderas más anchas y hombros más angostos que el hombre.
La masa corporal de la mujer y su estructura físicamente más pequeña
inciden en la fortaleza del cuerpo y en su capacidad de resistencia 118.
Generalmente, debido a la estructura de su cuerpo la mujer tiene menor fuerza que
el hombre.
Las diferencias de fortaleza son mayores en las extremidades superiores que
en las inferiores. Aun cuando en ambos casos, en la generalidad, el hombre
prácticamente duplica a la mujer119. Los brazos del hombre se caracterizan por ser
más fuertes y por tener una capacidad que le permite levantar pesos mayores que
en el caso de las mujeres.
Veamos a continuación una tabla comparativa, que nos permite observar las
características físicas del hombre y la mujer y las diferencias que existen entre
ambos.
TABLA 19.-
118Greenhorn
119
y Stevenson “Fortaleza es la capacidad máxima de aplicar o resistir la fuerza”.
Laubach, 1976.
97
Características físicas
Cuadro Comparativo
Peso Absoluto
Peso Magro
Peso Tejido Adiposo
Peso Esqueleto
Mujeres (Kgs.)
55,00
42,00
7,90
4,40
Hombres (Kgs.)
70,00
56,30
13,70
5,80
Nota: Hombre-mujer promedio 25 años de edad.
Fuente: La incorporación de la mujer a las F.F.A.A., Diferencial psicofísico. Coronel Bioquímica Dra. Gladys Ruiz de
Pecci.
98
2.- Características Fisiológicas:
En cuanto a las funciones propias del organismo del hombre y la mujer,
quisiera referirme en primer término a las características que claramente los
diferencian:
a)
El ciclo menstrual
Es la función fisiológica mensual propia del organismo de la mujer, cuya
duración varía de entre los tres y los seis días dependiendo de cada organismo. Los
efectos más comunes que producen los cambios hormonales registrados durante el
ciclo menstrual están relacionados con migrañas, un extenso agotamiento físico y
mental, dolores ováricos fuertes (especialmente entre mujeres solteras), irritabilidad,
depresión sin causa aparente, celos referente a afectos o aspectos profesionales y
laborales, y cambios bastante notorios de carácter120. Es importante mencionar que
no todas las mujeres presentan los mismos síntomas antes mencionados, como
también, es muy poco común que alguna mujer no presente más de uno de ellos
durante su ciclo menstrual. No está demás agregar, que en general, el uso de
artículos de protección femenino produce diversos grados de incomodidad y de
merma en la capacidad de movimiento de la mujer y por ende en su productividad
laboral.
b)
Embarazo y período postnatal
Es un período que se extiende normalmente por unos doce meses,
incluyendo el período de gestación de nueve meses, durante los cuales la mujer
está normalmente sujeta a un sinnúmero de cambios físicos, fisiológicos y
sicológicos121.
En lo físico externo presentará un aumento constante de peso (entre 8 y 20
kilos, dependiendo de las características físicas), el volumen de su “panza”
aumentará a contar del tercer mes de embarazo hasta que éste concluya. Durante
el embarazo las glándulas mamarias se preparan para cumplir con su fin principal,
que es la secreción de leche que tomará el bebé. Entre las cinco y ocho semanas
es notorio el aumento de volumen de las mismas, lo que se mantendrá más o
menos invariable hasta que el bebé deje de lactar. La gran revolución hormonal que
significa el embarazo podría afectar la piel, sobretodo en cuanto a su pigmentación
y a manchas faciales.
En el aspecto psicológico también se presentan cambios en la conducta de la
mujer. Algunos factores que afectan a la mujer durante el embarazo son los
siguientes:
1) Tiende a sentirse única, se centra en sí misma (narcisismo primario).
2) Tiene ganas de descansar, de hacer las cosas más tranquilas, de
disfrutarlas.
3) Se vuelve más sensible y aumenta su irritabilidad.
120
Este tema se consultó con más de 50 mujeres en edad de servir en las Fuerzas Armadas. Las respuestas, en su mayoría,
fueron coincidentes.
121
http//miembarazo.cl
99
4) Se siente ansiosa frente al parto que se avecina.
5) Se dice también que la mujer vuelve a la infancia (antojos, ganas de salir
a pasear, etcétera).
Las molestias más comunes que se producen en la mujer durante el
embarazo pasan por un posible sangramiento genital o vaginal, dolor abdominal
agudo, pérdida de liquido amniótico, náuseas y mareos constantes, debilidad y
agotamiento, etcétera.
Terminado el embarazo después del parto, es muy común que se presente la
llamada “depresión post parto” que lleva a la mujer a bajas anímicas, llantos,
etcétera.
La mujer presenta algunas afecciones propias de su sexo y que por sus
características obviamente afectarían su desempeño laboral y militar. Entre éstas
podemos mencionar las siguientes: infecciones urinarias, hongos, cistitis,
hirsutismo, histerectomía, etcétera122.
En el aspecto fisiológico nos encontramos que una función fundamental para
un combatiente es tener una resistencia física mayor a la del promedio de las
personas, o la resistencia total a la fatiga. Se entiende a la fatiga como un conjunto
de manifestaciones traducidas por fenómenos de naturaleza subjetiva (apatía,
angustia, etcétera) y objetiva (disminución del rendimiento físico, alteraciones
orgánicas, etcétera), producidas por condiciones de trabajo que superan la
capacidad de adaptación del organismo llevando a comprometer el desempeño
laboral. En este aspecto, bien se puede afirmar que la resistencia física del hombre
supera con creces a la de la mujer123.
La tabla que a continuación se expone muestra las marcas logradas por los
medallistas de oro en diversas especialidades deportivas. Son los resultados
obtenidos durante las Olimpíadas de Atenas 2004124. Las consiguieron mujeres y
hombres entrenados física y sicológicamente, dispuestos a dar lo mejor que su
intelecto y su físico les permite. Claramente existe una marcada diferencia a favor
de los varones en cuanto a rendimiento físico.
122www.mujeractual.com/salud/ginecologia.
123
124
Lyons, 1997.
Resultados Olímpicos Atenas 2004. Hombres y Mujeres.-
100
TABLA 20.OLIMPIADAS ATENAS 2004
ATLETISMO
MUJERES
HOMBRES
100 MTS
10,93
9,85
800 MTS
1.56,38
1.44,45
242,50 K
325,00 K
(Peso 58 - 63 Kgs)
(Peso 56 - 62 Kgs)
HALTEROFILIA
MUJERES
HOMBRES
TIRO
Pistola de aire comprimido
MUJERES
HOMBRES
483,30
690,00
Puntos
Puntos
Double trap
MUJERES
HOMBRES
146,00
189,00
Puntos
Puntos
REMO
Cuatro por pareja
MUJERES
HOMBRES
06'29''29'''
05'56''85'''
Minutos
Minutos
Dos sin timonel
MUJERES
HOMBRES
07'06''55'''
06'30''76'''
Minutos
Minutos
02h04'43''
01h51'07''
Minutos
Minutos
TRIATLON
MUJERES
HOMBRES
PIRAGUISMO
Slalom
MUJERES
HOMBRES
210,03
187,96
101
K
K
5000 MTS
14.45,65
13.14,39
B.- LA FAMILIA
Es un tema rara vez abordado en las discusiones acerca de la presencia
femenina en la milicia, no obstante que la escala de valores que se le inculca al
militar se resume en la siguiente expresión: “Dios, Patria y Familia”. Cabe
preguntarse, si en el caso de la mujer su escala de valores es exactamente igual o
tal vez cambie a “Dios, Familia y Patria”, lo que a su vez podría influir en decisiones
importantes.
La familia es un factor de gran relevancia en la vida castrense. Un militar que
forma y mantiene una vida de hogar estable y ordenada, es claramente un individuo
más capaz de afrontar los rigores del servicio. El orden observado en la casa
familiar se traslada al cuartel o al buque, siendo un ejemplo para sus pares y
subalternos. A su vez, ellos lo aplican en sus propias familias, conformando un
círculo virtuoso.
El militar cuyo cónyuge no maneje prudentemente el limitado presupuesto
doméstico del que normalmente dispone, puede representar una seria falla en la
seguridad de su unidad, tal como lo prueban innumerables ejemplos que no son del
caso recordar.
La mujer, hoy como hace mil años o más, es la encarnación de la vida
familiar y quien lleva los aspectos domésticos del hogar. En la vida castrense
también sucede exactamente lo mismo.
Tras la carrera del militar siempre hay una mujer apoyándolo, instándolo a
seguir adelante frente a cualquier dificultad que se presente. Ella siempre está
manteniendo el control del hogar, dando a luz cuando el soldado o el marino se
encuentran sirviendo a la Patria a muchos kilómetros de distancia, o sufriendo en la
soledad la enfermedad de un hijo. Las esposas de los militares no hacen carrera,
pero son parte de las FF.AA.
La mujer del marino no ve con buenos ojos que su cónyuge comparta con
mujeres en el limitado espacio interno del buque. Se espera que ello contribuya a
desestabilizar una vida matrimonial ya tensionada naturalmente por las frecuentes
ausencias del esposo125. La Armada no puede, por otra parte, sustraerse a las
informaciones recibidas de sus similares de otras banderas, relacionados con los
problemas generados a las familias de marinos debido a relaciones producidas a
bordo.
Interesante resulta tratar el tema del matrimonio entre miembros de las
FF.AA., por sus curiosas implicaciones. Es frecuente que muchos matrimonios se
concierten entre miembros de un instituto castrense (ver TABLA 21). El contacto
profesional entre solteros es naturalmente una buena oportunidad para que ello
suceda. Comparten valores, aspiraciones y viven las mismas condiciones laborales.
Además, muchos de estos jóvenes han emprendido la vida militar por provenir de
familias de militares, de modo que también comparten estilos de vida muy
semejantes.
125
El autor consultó sobre este tema con muchas esposas de militares y la respuesta fue siempre la misma.
102
TABLA 21.-
Porcentaje de personal militar norteamericano, casado con otro
miembro de las FF.AA. Año 2002.
Sexo
Varón
Mujer
Total
Institución
Ejército
Armada
3,40%
18,50%
5,70%
Infantería Fuerza
de Marina Aérea
1,90%
13,10%
3,50%
2,20%
26,80%
3,70%
6,50%
26,50%
10,40%
Total
de
las
fuerzas
3,60%
20,20%
6,10%
Fuente: Defense Manpower Data Center, 2002 Demographics Report, www.mfrc-dodqol.org/stat.cfm
La primera interrogante es acerca de cómo puede afectar a la vida
matrimonial la jerarquía de los cónyuges. Por lo general, en ningún país se acepta
que el marido posea un rango claramente inferior al de la mujer o viceversa. La vida
social militar está muy determinada por el rango. No es ilegal, pero tampoco es
aceptado de buena gana que el marido, un oficial, asista a una ceremonia o
recepción con su mujer, cabo o sargento, debido a que pone al protocolo en duros
aprietos126.
En la realidad, sin salir del campo de lo normal, nada debería cambiar en la
relación conyugal por causa de la diferencia jerárquica entre marido y mujer, salvo
en la eventualidad de que ambos converjan en la misma unidad y deban mantener
alguna relación laboral de subordinación. Lo usual en estos casos, es que la
institución se encargue de evitar las dificultades que eventualmente puedan
aparecer, trasladando a uno de los dos a otro sitio. En una guarnición relativamente
aislada, la separación de los cónyuges puede significar una buena cantidad de
kilómetros de por medio, con la consiguiente alteración de la vida matrimonial y
familiar.
La ley, que en Chile obliga a mantener a los cónyuges en destinaciones
cercanas cuando ambos son funcionarios del estado, es puesta a prueba cuando
este caso se presenta. Si se traslada a uno, debe trasladarse también al otro, con
todo lo que ello supone. Si ambos cónyuges se mantienen en servicio, es normal
que uno de ellos no pueda optar por algunos traslados que le permitan acceder a
mejores niveles de renta o que se reservan para los más capaces (para “hacer
carrera”, como dicen los militares en su jerga). La otra solución es simple, pero
drástica: la mujer se retira del empleo y se dedica a las tareas del hogar o a otras
actividades profesionales que no se relacionen con la institución. La posibilidad de
que se retire el varón es muy baja, pues sus opciones laborales dependerán
126
Según Omar Gutiérrez (La Mujer y las Fuerzas Armadas), el caso de la Coronel del Ejército israelí, enamorada de su
chofer, puso en dificultades a las autoridades militares, que optaron por trasladar al conscripto, hasta el término de su servicio
militar.
103
siempre de las destinaciones de la mujer, por lo que se verán severamente
limitadas o bien deberá aceptar que su vida familiar se reduzca a breves y
esporádicos encuentros.
No es difícil pensar acerca de las dificultades de un matrimonio entre dos
miembros de la Armada, cuya opción profesional considere el embarque simultáneo
de ambos. La vida familiar en este caso sería virtualmente imposible, al menos
mientras los hijos sean pequeños y estén en edad preescolar. En las publicaciones
acerca de la presencia femenina en la vida militar no se habla de estas situaciones,
pero se deja ver la existencia de este problema en las altas tasas de retiro que
presentan las mujeres cuando deben embarcarse o se prolongan los períodos de
embarco127.
Una complicación adicional se presenta cuando ambos cónyuges son
militares, pero pertenecen a instituciones diferentes. Los traslados de uno,
determinan en virtud de la ley, los del otro y ello muchas veces no es factible debido
a factores imposibles de prever. La vida familiar se hace en estos casos, aun más
difícil, cuando no imposible. Veamos a continuación un ejemplo de lo que puede
ocurrir. El marido, miembro de la Armada es trasladado a Puerto Williams, lugar en
el que no hay guarnición del Ejército, institución a la que pertenece su cónyuge. O
el marido, miembro del Ejército, recibe una destinación a Calama, bien lejos de
cualquier repartición naval donde podría prestar sus servicios la esposa, enrolada
en la Armada. ¿En qué unidad cumple la destinación la mujer? ¿O sencillamente,
deben ambos aceptar que la familia vivirá cierto tiempo separada? Estos casos
suponen aumentar los problemas al ya complejo trabajo de conformar las
dotaciones.
Otro punto a tener presente en relación con los matrimonios entre miembros
de las FF.AA. es el de las guardias. Si ambos cónyuges cubren algún rol de
guardia, lo que es propio de una fuerza militar, deberán contar con la buena
voluntad de sus respectivos mandos, para que las guardias de ambos no coincidan
(poco factible en muchos casos) o bien recurrir a la bondad de un familiar que
atienda a los hijos. El contar con una empleada en la casa, que no siempre es
posible debido principalmente a motivos de índole económica, es una solución a
veces parcialmente satisfactoria. Los hijos también deberán pagar su cuota de
sacrificio.
La existencia de las casas fiscales, colegios, jardines infantiles, guarderías,
hospitales, redes de centros recreativos o vacacionales, asistencia social, clubes
institucionales, etcétera, son un alivio para presupuestos familiares más bien
estrechos como los que deben manejar las mujeres de militares. La existencia de
estas facilidades son un claro reconocimiento por parte de las instituciones de la
Defensa Nacional de que la familia es un componente de primer orden en el
concierto de la vida castrense.
127
E.R.Hyman, Midshipman, FC(X), Women at Sea. El 60% del personal femenino subalterno y el 90% de las oficiales
indicaron que continuarían en servicio después de casarse, a diferencia del varón cuya opción por el matrimonio casi nunca
es causa de retiro.
104
C.-
LA SEXUALIDAD
Ningún análisis del tema que estudiamos puede ignorar la existencia de la
sexualidad dentro de las instituciones armadas. Más aun, si se considera que buena
parte de los problemas que ha debido enfrentar la presencia femenina en el
castrum, se sitúa dentro del espectro de lo sexual. Tratar el punto puede conducir a
conclusiones que posibiliten una comprensión más cabal de lo que puede ser la
vida de la mujer en las FF.AA.
Aunque ya casi no se oiga hablar de la “liberación femenina”, la proliferación
de artículos, libros, foros y otras formas de expresión, que abordaron este tema en
los años 60 y 70, dejó sus huellas profundas en la sociedad contemporánea. La
temática acerca de la mujer oprimida por patrones machistas de conducta sexual,
se integró con facilidad al discurso feminista que pretendía la obtención de
derechos civiles y se extendió a terrenos en los que ya no venía al caso librar
batalla alguna.
Desde el momento en que la moral sexual experimentó un importante
debilitamiento y coincidentemente la mujer se integró en forma masiva al mundo
laboral, y con ello también al militar, dejó de tener significación hablar de liberación
femenina en el sentido tradicional de sustraer a la mujer del poder absoluto del
varón.
La tendencia moderna de discutir abiertamente cualquier tema que se
presente, se basa en la premisa de que la libertad se manifiesta en el derecho a la
libre expresión. Pero como la libertad no se limita a la simple manifestación verbal,
se ha pasado a los hechos consumados. No basta ya con expresarse oralmente, es
necesario actuar físicamente. Estas circunstancias han llevado a la erradicación del
tema de la sexualidad del terreno de la moralidad, con las innumerables
consecuencias que ello ha traído consigo y que no son motivo de análisis en el
presente trabajo, salvo en los aspectos que dicen relación con su impacto en la
forma como hombres y mujeres interactúan en el medio social particular del mundo
militar.
Mientras la moral dictaba las pautas de la conducta sexual, el
comportamiento de hombres y mujeres estaba claramente diferenciado. Al varón, a
quien se atribuía un rol activo, le correspondía tomar las iniciativas, mientras la
mujer, asumía una actitud más bien pasiva o actuaba de un modo tal que así lo
pareciera.
El hecho de que la moral sancionara como ilícitas e inmorales las relaciones
sexuales fuera del matrimonio, decidía la forma como dichas relaciones eran
percibidas por la sociedad de entonces, obligando a los amantes a una relación
clandestina o a tener que tolerar la inevitable reprobación pública. Era natural que
se prefiriera la clandestinidad al rechazo social, salvo que se gozara de una
posición tal que este rechazo no representara problema alguno para los amantes.
Así, se conocieron muchos casos de vida sexual extramarital, a veces adúlteros,
entre personajes famosos, pero muy pocos entre las personas comunes y
corrientes128.
128
En su momento, el caso de la actriz sueca Ingrid Bergman, que convivió con el director italiano Roberto Rosselini, estando
ambos casados previamente, fue motivo para un notable escándalo. Otro tanto ocurrió con la relación entre la actriz Catharine
Hepburn y Spencer Tracy, siendo éste, casado y católico. Hoy, un suceso similar no causaría gran revuelo.
105
La percepción que la sociedad tiene respecto de estas cuestiones, ha
cambiado radicalmente. Es evidente que la temática sexual ha adquirido tintes muy
distintos a los de antaño, no sólo en lo que a la unión matrimonial se refiere, sino al
sentido que se da a las relaciones sexuales. Mientras la unión sexual era la
culminación de la relación de afecto entre varón y mujer, aun cuando no tuviera
lugar en el contexto del matrimonio ni con vistas a una posterior formalización, no
se esperaba que toda relación afectiva terminara necesariamente en ello. Había
algo de misterioso, muchas veces prohibido o por lo menos debidamente
escondido, que daba al sexo la condición de tema reservado sólo para los
momentos íntimos, y que no se ventilaba públicamente.
El desprendimiento de lo sexual del campo de la moralidad ha modificado
apreciablemente la forma como se aborda hoy el tema del sexo y sus implicaciones.
Discutirlo públicamente, incluso si se trata de situaciones personales no puramente
hipotéticas, es algo que no sólo no es reprensible, sino que además resulta digno
de elogio, es una señal de franqueza, de apertura, de espontaneidad, de liberalidad
consumada, de “modernidad”. Es la libertad de expresión llevada a su más
depurada manifestación.
De igual manera se pasa rápidamente de la expresión a la acción. Dejando a
un lado los excesos como la pornografía o la prostitución, en muchos sectores
sociales la relación sexual129 ya poco o nada tiene que ver con la afectividad
humana y con sus consecuencias naturales, como la procreación y el
fortalecimiento de los vínculos afectivos dentro de una pareja. Con creciente
frecuencia las mujeres adoptan conductas de franca agresividad en el juego de la
seducción, en las que lo misterioso del sexo opuesto no tiene ninguna participación
activa. Simplemente se trata de dar satisfacción al impulso momentáneo, a la
fogosidad, algo tenido tradicionalmente como un comportamiento exclusivo del
varón, que era sancionado negativamente por la moral, aunque no tanto por el
medio social. Esta conducta, practicada por la mujer, siempre fue reprobada por la
moral y por la convención social. Actualmente ya no recibe la misma sanción,
aunque todavía provoca algún estupor. Para muchas personas, hombres o mujeres,
la actividad sexual es vista simplemente como una forma de entretención, de pasar
un buen rato o como una manera más de quemar energías, junto al trote, la danza
aeróbica o el ciclismo.
La incorporación irrestricta de la mujer al mundo militar tiene muchas
semejanzas con la nueva forma femenina de comportarse en el terreno sexual, en
el sentido de que ya no se hace diferencias entre la conducta varonil y la femenina.
En el mundo laboral esta nueva forma de comportamiento femenino se ha hecho
cada vez más frecuente, dado que las oportunidades para contactar a personas del
sexo opuesto se han multiplicado. Cuando la presencia femenina en las FF.AA. se
ha hecho masiva o por lo menos frecuente, el fenómeno se ha trasladado de la vida
civil al cuartel, con las necesarias condicionantes que impone cada sociedad en que
se presenta.
La aparición de relaciones íntimas entre los compañeros de guarnición,
muchas de ellas llevadas a cabo en horas de trabajo o en los puestos de guardia,
con el consiguiente riesgo para la seguridad, es una realidad que afecta seriamente
El término “relación sexual”, en este trabajo, se refiere única y exclusivamente a la relación en que los actores participan de
dicha relación, de manera totalmente voluntaria. La violencia y el acoso sexual son asuntos tratados en otras partes del
trabajo.
129
106
a las FF.AA. mixtas. La clandestinidad sexual constituye la norma, debido a que las
reglamentaciones prohíben expresamente las relaciones sexuales entre
compañeros en las respectivas unidades y reparticiones130. No han faltado bullados
casos de miembros de unidades navales mixtas que se reúnen en sitios privados,
en tierra, a celebrar fiestas de sexo, alcohol y drogas, que son verdaderas orgías,
para resarcirse de las restricciones que el servicio les impone durante las horas de
trabajo131.
En los EE.UU. el significativo incremento de mujeres embarazadas a bordo,
132 comienza a representar un serio problema para la administración de los recursos
humanos. Esta situación obliga a desembarcarlas casi inesperadamente, en
circunstancias que las unidades han alcanzado sus niveles de entrenamiento para
ser desplegadas en las áreas de interés o bien ya se encuentran en dichas áreas,
siempre alejadas del territorio metropolitano. Un reemplazo en tales circunstancias
implica una baja importante en los niveles de rendimiento y un considerable costo
en transporte de personal, repatriación, etcétera. Los cuidados médicos para estas
mujeres también son una causa latente de preocupación, pues las unidades a flote
no siempre están en condiciones de darles la atención que su estado de gravidez
requiere.
Terence P. Jeffrey en “Human Events”, revelaba el serio problema que para
las fuerzas norteamericanas en Irak y Afganistán representan las mujeres
embarazadas. Lamentablemente, los interesados en investigar el tema se han
encontrado con la reticencia de las autoridades a dar a conocer antecedentes
respecto de este problema, aduciendo la necesidad de proteger a las personas y a
las FF.AA133. En la primera mitad del año fiscal iniciado en octubre de 2003, 922
mujeres habían abandonado el Ejército norteamericano por motivos de embarazo.
Muchas de ellas son solteras. Las estadísticas del año fiscal 2002, señalan que la
Armada debió desembarcar 2.159 mujeres embarazadas, las que representaban el
12,3% del total de tripulantes femeninos presentes a bordo. Según una
investigadora, las FF.AA. se han convertido en el paraíso de las madres solteras,
atendiendo a las amplias garantías que el servicio otorga a las mujeres en esta
condición.
Otra arista del problema sexual en las FF.AA. es el uso del atractivo de la
mujer o, directamente, de la actividad sexual, con el propósito de conseguir ciertos
beneficios134. En realidad, este tema se toca muy poco pero es tan real como el de
los abusos sexuales. De hecho, la información acerca de este punto casi no se ha
documentado, por lo que no existe oficialmente, pues tanto oferentes como
demandantes, guardan un muy cauto silencio, por razones obvias. No obstante, en
130
Estas regulaciones existen, formal o informalmente, en todas las FF.AA. y muchas veces no tienen nada que ver con la
moral, sino con la distorsión de la relación entre individuos militares y con la seguridad, al descuidarse las tareas en desarrollo
131
Al parecer, los problemas más serios en relación con la proliferación de las relaciones sexuales entre compañeros de
trabajo, se da con mayor intensidad, en las dotaciones embarcadas. En las unidades en tierra, con mayores oportunidades
para salir francos, la “urgencia “ por sostener un encuentro sexual, puede ser más fácilmente atendida en las horas libres, en
otros sitios.
132
Stephanie Guttman, Una Milicia Más Benvola y Gentil: ¿Pueden las Fuerzas de Combate de Género Neutral aún Ganar
Guerras?, citada por Lee Bockhorn, en Mujeres en las FF.AA., serie Temas Seleccionados, Academia de Guerra Naval,
extractado de www.policyreview.org/ang00/bockhorn.html
133
Citado por Ángel Expósito Correa, La mujer-soldado: ¿Conquista o derrota de la civilización?, Revista ARBIL (España),
Nº74, www.iespana.es/revista-arbil/(74)expo.htm
134
Un análisis profundo de este problema, nos muestra que el uso del atractivo sexual o el otorgamiento de favores sexuales,
con el propósito de obtener ciertos beneficios, que pueden o no implicar el traspaso de dinero, no se diferencia en nada de la
prostitución, salvo en lo que se refiere a la moneda de cambio, que en este caso no es dinero.
107
la vida militar sólo los planes de guerra son mantenidos en secreto. Todo cuanto
ocurre en la unidad o el buque, tarde o temprano llega a conocimiento de todos,
incluyendo los superiores, aun cuando la calidad de la información que circula
extraoficialmente, siempre deja mucho que desear.
La sola sospecha de la existencia de situaciones anómalas en las que pueda
haber mujeres involucradas, llenará el ambiente de rumores y comentarios
abiertamente maliciosos. A mayor estrechez de los espacios físicos y duración de
los períodos de aislamiento o navegación, tanto más incómodo se volverá el
ambiente en el que se vive. Es muy fácil deducir las consecuencias en la disciplina
y en la moral.
El hecho de conseguir algunos favores que por las vías regulares no se
obtendrían, sea cual sea la moneda de cambio, es una grave ofensa a la disciplina
y a los reglamentos, pues atenta contra la justicia, virtud clave en toda convivencia.
Un beneficio otorgado de manera irregular siempre irá en desmedro de otro
individuo con mejores derechos. De allí que en muchas partes, el uso de influencias
para el logro de favores, sea perseguido como una forma de corrupción. Frente a
este problema, nos encontramos con que en algunas oportunidades, los mandos
pasan a ser tan víctimas como las mujeres que son sometidas a los acosos de sus
superiores.
Cuando la corrupción se introduce en los cuerpos armados, los resultados
pueden ser desastrosos, debido a que se despierta la desconfianza del personal
hacia su mando superior, se corroe la cohesión del personal subalterno y se genera
el rechazo masivo del conjunto hacia quienes resultan injustamente beneficiados135.
Se puede llegar al extremo de que el otorgamiento de cualquier regalía, incluso
legítimamente obtenida, despierte las debidas sospechas del grupo. El problema se
convierte en un drama para las mujeres cuyo desempeño ha sido en todo momento
correcto y sin faltas al reglamento, debido a que las sospechas de que también
están incurriendo en prácticas reñidas con la moral, recaerán necesariamente sobre
ellas. También se resiente la confianza que los mandos despiertan entre los
subalternos. El sentimiento de rechazo hacia todas las mujeres, pasa a ser
generalizado entre los varones.
Los problemas referidos a la actividad sexual antes reseñados, están
presentes en prácticamente todas las ramas y reparticiones de las fuerzas armadas
donde sirva personal femenino, debido a que en todas ellas se dan las condiciones
propias de la vida de cuartel. Dichas condiciones están marcadas por un alto nivel
de enclaustramiento casi permanente, escasos espacios para la intimidad
individual, numerosas ocasiones y lugares donde se pueden producir encuentros
furtivos, etcétera.
La camaradería entre varones asume una forma muy diferente a la que se
puede dar entre personas de distinto sexo136. Mientras entre varones militares la
Lee Bockhorn señala que: “Además de los problemas prácticos, el doble estándar introducido por la integración del género
ha tenido un efecto corrosivo en la moral. Un ejemplo de esto son los estándares “regulados por el género” en las pruebas
físicas anuales. Un alto porcentaje de la prueba puede ser muy útil al momento de los ascensos; desafortunadamente, los
estándares de las mujeres son lejos más bajos que los hombres, que naturalmente lleva a un gran resentimiento. Tal como un
ex abogado le dice a Gutmann, ‘Es una de las grandes paradojas ... Por una parte, los ponemos a todos juntos diciendo que
son todos iguales, y luego existe un millón de excepciones y reglas que dejan a las mujeres fuera y las tratan en forma
especial’.”
136
Al respecto, Lee Bockhorn apunta en Mujeres en las FF.AA.: “La rapidez en colocar a las mujeres en las unidades de
combate arruina la cohesión de la unidad, que Gutmann describe como un tipo de amor ‘en su más profundo y desinteresado
sentido, Cristo lava los pies de los leprosos’ esto permite que los hombres acepten la responsabilidad de colocar sus vidas en
135
108
camaradería no tiende a ser selectiva, pues generalmente todos se dan a todos,
entre hombres y mujeres tiende a ser selectiva. Cada uno busca “apropiarse” del
otro, de modo más o menos exclusivo, generándose problemas de celos, y otros
que no tienen relación con la cohesión necesaria entre combatientes 137. En algunas
legislaciones, es obligatorio el adoctrinamiento para evitar que el compañero del
otro sexo, sea visto sólo o principalmente como un individuo marcado por la
sexualidad. Es decir, se impone una enseñanza contraria a la naturaleza humana,
que se traduce en la práctica, en que el varón no mira ni se relaciona con su
compañera de armas femenina, a fin de evitar sanciones o malos entendidos. La
camaradería resulta entonces, un producto escaso entre los integrantes de
unidades mixtas138.
Los militares también tienen claro que estas situaciones representan un serio
resquebrajamiento de la disciplina, pues se deforma el modo como deben
relacionarse las personas sometidas al estricto régimen castrense, que se vinculan
mediante la jerarquía y la subordinación. Los aspectos que se ven más seriamente
afectados por la aparición del factor sexual, como la camaradería y la confianza
hacia el superior, merecen una consideración especial en este estudio. La
camaradería ya ha sido analizada en su momento, de manera que nos enfocaremos
en la confianza.
La vida militar propone a quien la cultiva una cuestión de la máxima
importancia. Al superior se le reconoce la potestad de enviar a sus subordinados a
la muerte. De allí que al jefe le compete la difícil tarea de despertar un grado de
adhesión casi absoluto, que en otras profesiones o circunstancias sería fácilmente
asimilable con el fanatismo. Ese grado de adhesión no se consigue si no se cuenta
con la firme confianza de que quien manda, sabe perfectamente lo que está
haciendo y de que no expondrá las vidas de sus camaradas, por muy inferiores que
sean en jerarquía, si no hay razones más que justificadas. Perdida la confianza en
el mando, el entusiasmo de las tropas pierde el vigor que garantiza el éxito en la
empresa bélica.
La confianza no se gana por el simple expediente de contar con los atributos
legales conferidos por el mando. Se gana con otros factores, como la autoridad que
emana del conocimiento profesional, con la estrecha relación entre superiores y
subordinados y con la justicia con que el jefe ejerce las funciones de mando 139.
Cuando en el mundo castrense el jefe adopta un patrón de conducta diferenciado,
no en razón de la jerarquía o de las funciones desempeñadas sino del sexo de sus
subalternos, las personas que se sienten discriminadas reaccionan negando a ese
las manos de los demás. Pero Gutmann señala, ‘el amor de hombre/mujer tiende a funcionar en forma diferente de los lazos
de grupos de un solo sexo. ...Tiende a ser más selectivo, a ser más exclusivo ... Hombres y mujeres están conectados
eléctricamente para ‘adherirse’, está bien, pero es una forma muy diferente de cohesión una que involucra aparearse, no
unirse en una gran unidad. Simplemente no es posible en unidades de ambos sexos fomentar el tipo de unión invisible y
cohesión de grupo que el combate requiere, mientras también se evita el tipo de cohesión que ‘estimula los celos, las disputas
de amantes y a los niños’.”
137
La camaradería militar alcanza ribetes increíbles. Se ha llegado a desarrollar este sentimiento entre combatientes de
bandos contrarios, tanto durante las acciones bélicas, como después de ellas. En Europa son frecuentes los encuentros entre
combatientes de los bandos enfrentados durante la Segunda Guerra Mundial, para rememorar las batallas en que lucharon.
138
Lee Bockhorn: “La escritora Gutmann se embarcó en el USS Stennis para ser testigo de la ‘Nueva Armada’ en acción, y
encontró una Armada simultáneamente distraída y paralizada por el sexo. Muchos marinos, sujetos a una continua instrucción
sobre el riesgo de los apremios sexuales están renuentes a hablar o incluso a mirar a sus compañeras cuando están de
franco, por temor a sufrir cargos de acoso”. Adicionalmente, es necesario recordar que un varón puede ser acusado de acoso
sexual por el solo hecho de mirar a los ojos a una mujer, por un lapso de 6 segundos o más.
139
El natural complemento de la confianza hacia el superior, es la que éste siente respecto de sus subordinados, pues es
preciso que tenga la certeza de que cuanto se ordene, será cabalmente cumplido.
109
jefe la confianza de que éste normalmente debería gozar para el logro de sus
cometidos.
La ausencia de confianza en la relación militar entre superiores y sus
respectivos subordinados, que necesariamente debe ser mutua, imposibilita
definitivamente la creación del vínculo vital de la camaradería entre los hombres de
armas.
Otro aspecto interesante de la confianza guarda relación con la necesidad de
que este sentimiento surja entre los pares. La creación de sentimientos de
confianza entre compañeros, que se relaciona muy estrechamente con la existencia
de un ambiente de sana competencia en la que no influyen más factores que el
talento o el esfuerzo, es muy difícil de alcanzar en las FFAA mixtas. Esto, por las
obvias diferencias que se deben aceptar para crear espacios femeninos. Entre los
varones no puede surgir confianza respecto de una recluta que por tener exigencias
físicas inferiores lleva todas las de ganar. A ella le basta con tener el “sexo
correcto”.
Un problema particularmente delicado, es el de las dificultades a que se ven
sometidas las mujeres cuando son víctimas del llamado acoso sexual de parte de
sus compañeros de armas. La enorme cantidad de casos de acoso o de abuso
sexual en los cuerpos armados que se denuncia en los tribunales civiles y militares,
en particular en los Estados Unidos, habla a las claras de un problema que es
gravísimo, tanto por su extensión y consecuencias, como por las dificultades que
enfrentan los mandos militares para erradicarlo140. El tema ha sido ampliamente
estudiado y difundido en los EE.UU. y en menor medida, en España. De allí que la
mayor parte de la información que se conoce proviene del país del norte de nuestro
continente.
La disciplina, factor de primordial importancia en la eficiencia de las fuerzas
armadas, es también víctima de estas situaciones hasta cierto punto claramente
evitables. Estos abusos definitivamente dañan la cohesión al interior de las
unidades castrenses, distorsionan la percepción de autoridad que debe reinar en las
tropas y generan sentimientos de revancha, que pueden convertir al soldado propio
en un enemigo en los momentos en que se deba enfrentar al adversario en
combate.
Un factor adicional, es el representado por la gran dificultad con que se
enfrentan los mandos para poder probar efectivamente la comisión de estos
atropellos. También se ha denunciado a los mismos mandos por su mínimo interés
en resolver estos casos, debido a que ellos también estarían condicionados por los
prejuicios respecto de la mujer como miembro activo de las fuerzas armadas. Se
puede alegar a su favor, que algunos casos denunciados pueden corresponder a
intentos de las reclutas por desprestigiar a superiores demasiado estrictos en el
cumplimiento de sus funciones de conducción de personal. Las situaciones
denunciadas deben ser analizadas cuidadosamente antes de sancionar o sobreseer
a los acusados.
140
Discover
the
issue,
history
and
current
status
of
the
investigations,
www.womensissues.about.com/cs/militarywomen/a/aaairforcerapes.htm, es un estudio acerca de la situación específica de los
56 casos denunciados en la Academia de la Fuerza Aérea de los EE.UU. (equivalente a nuestra Escuela de Aviación), desde
1993.
110
Es aquí donde se aprecia con mayor claridad la enorme distancia que media
entre el mundo civil y el militar, en cuanto a las relaciones laborales y de jefatura se
refiere. Sin perjuicio de que evidentemente se deben evitar y sancionar los excesos
del mando, la función conductora de un superior no puede verse restringida por la
amenaza permanente de una acción legal motivada por el malestar de un
subordinado.
El impacto que estas situaciones han causado en la sociedad
norteamericana se ve claramente reflejado en internet, donde es muy fácil encontrar
decenas de páginas dedicadas a tratar el tema. Generalmente están bajo la forma
de denuncias, algunas anónimas, otras a cara descubierta. Estas últimas, han sido
hechas en su mayoría por personal femenino en retiro. La televisión también ha
tratado extensamente el tema, tanto mediante series, como a través de “talk shows”
y documentales.
111
D.- EL TALENTO
“Pastelero, ¡a tus pasteles!”, sentencia la sabiduría popular, indicando que
cada cual debe ocuparse de lo que es propio y dejar que el resto haga lo suyo. No
todos hacemos lo mismo y no podemos hacer bien sino algunas cosas,
dependiendo entre otros factores, del talento que a cada uno le ha tocado poseer y
desarrollar.
El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define al vocablo
talento de la siguiente manera:
a) Es la capacidad de entender.
b) Es la capacidad para el desempeño o ejercicio de una ocupación”141.
El hecho de que se defina al talento como una capacidad para el ejercicio de
una determinada ocupación, es señal de que un talento no sólo es intelectual, como
lo sugiere la acepción de talento como conocimiento. Es conocimiento, pero abarca
todas las potencialidades del ser humano, tanto físicas, como intelectuales y
emocionales. Lo natural es que un determinado talento se nutra de los elementos
presentes en las tres categorías anteriormente mencionadas. Tampoco el talento lo
es todo por sí mismo. Como cualquier otra virtud, el talento requiere de su buena
dosis de cultivo.
Siendo las personas idénticas en cuanto a la naturaleza, múltiples rasgos nos
diferencian a unos de los otros, de tal modo que no resulta difícil reconocer a un
determinado individuo dentro de la muchedumbre. La apariencia física es la más
notable de las diferenciaciones que existen entre seres de la misma especie, pero
también los rasgos de personalidad, las aptitudes y los gustos señalan otras
diferencias notables. El género, diferencia a una mitad de la humanidad de la otra.
El conjunto de rasgos particulares de cada individuo hace que no haya dos seres
humanos iguales en la tierra. De allí viene que para referirnos a los que comparten
nuestra naturaleza humana, digamos siempre “nuestros semejantes” y no “nuestros
iguales”.
Ni siquiera es posible lograr la perfecta igualdad entre los hermanos
gemelos, pese al parecido que éstos puedan tener. La dosis de aptitudes con que
cada ser humano ha sido dotado, que llamamos talento, es el elemento que más
nos distingue de nuestros semejantes.
Y dado que en el conjunto de nuestras capacidades, la condición de varón o
de mujer es un factor clave a ser considerado, no es de extrañar que el sexo juegue
un rol muy importante en la ecuación de talentos con que cada uno de nosotros
cuenta.
Un varón no puede competir con la mujer en igualdad de condiciones en el
cuidado que se debe a los recién nacidos. La ternura, el sentido innato para
establecer qué necesita el bebé en un determinado momento, la capacidad para
salir del sueño cuando el llanto infantil quiebra el silencio nocturno, etcétera, son
parte de los talentos naturales en toda madre y que el hombre, aun el mejor
dispuesto, sencillamente no desarrolla de igual menara si se los compara con los
que caracterizan a la mujer. Objetivamente, existe eso que llamamos “instinto
materno”.
141
Del lat. talentum, y este del gr. ταλαντον, plato de la balanza, peso, www.rae.es
112
A su vez, la mujer no es un competidor del varón cuando de realizar trabajos
pesados se trata. Las antiguas ocupaciones de albañil o carpintero, por citar a
algunas que se continúan practicando en el mundo actual, exigen una fortaleza
física en las que la mujer normalmente no puede competir con reales opciones de
éxito.
Incluso, en los talentos de corte intelectual hay diferencias. No se trata de
aseverar que haya superioridad de unos sobre otros, sino de la forma cómo se
desarrolla el pensamiento. A la mujer se le reconoce una prevalencia en el
pensamiento concreto por sobre el abstracto, mientras que el hombre inclina la
balanza en el sentido contrario. Por lo general, las ocupaciones que exigen una
mayor cuota de abstracción son servidas por varones, como la ingeniería o las
ciencias exactas. Pero cuando el pensamiento debe discurrir por senderos
concretos, la mujer domina ese campo sin contrapeso: el servicio social, por
ejemplo.
La mujer posee mayor capacidad para atender a los detalles, a las
minuciosidades, mientras que el varón se maneja mejor en la apreciación del
conjunto. Por algo, las mujeres sobresalen en los procesos de armado de
componentes electrónicos, mientras que el varón ejerce mucho mejor el rol de
supervisor.
También es notoria la ventaja del varón en la resolución de situaciones de
peligro, lo cual obviamente es relaciona con lo que sucede en el campo militar. Bajo
la tensión de la amenaza y del peligro, el hombre reacciona más racional que
emocionalmente.
¿Y qué es lo que ocurre en el campo militar en concreto? ¿Es tan distinto el
mundo castrense que sólo tenga ocupaciones donde prevalece el talento
masculino?
Las FF.AA. representan un campo laboral tan amplio, que en ellas hay
cabida para todos los tipos de talento que se conocen. En relación con las
profesiones llamadas universitarias, las necesidades de personal calificado para las
FF.AA. van desde el dentista y el médico, hasta el abogado, pasando por el
arquitecto, el ingeniero, el pedagogo, el asistente social y el psicólogo, sin pretender
agotar la lista de los que podrían ser incluidos. En otros niveles de especialización
están las enfermeras, técnicos de todo tipo, chóferes, cocineros, mecanógrafos,
programadores, músicos, y muchos otros. Todo esto, sin considerar los oficios
propiamente militares que se forman en cada rama de la defensa, según sus
necesidades específicas.
Bien se puede afirmar que las FF.AA. dan una oportunidad a cada talento en
particular. Sólo que a ellas se ingresa en la medida que haya talento, así como la
aptitud moral para poner ese cualidad al servicio del bien común en un contexto
laboral particular y objetivamente difícil. Una parte del complejo campo de la
administración del personal en los institutos castrenses, se consagra a destinar a
cada uno según sus talentos individuales. Ciertas fuerzas militares son
particularmente selectivas en la búsqueda de candidatos con talentos muy
específicos, como lo hacen las fuerzas especiales, las unidades de submarinos o
los pilotos de combate.
113
Nadie puede alegar derechos preconcebidos para incorporarse al mundo
militar142. De allí que todas las FF.AA. del mundo sometan a los interesados a
exámenes de admisión, a los que sigue un permanente y constante proceso de
selección, de modo que los más aptos permanezcan y los demás vayan quedando
en el camino.
Pretender que la mujer tiene derecho a ingresar a las FF.AA. por el solo
hecho de pertenecer a dicho género, carece de toda racionalidad. Sí es legítimo
que ingrese según la cuota de capacidades que cada persona en particular posee.
Tampoco es razonable la pretensión de que no hay límites a las oportunidades
laborales de una determinada persona, porque sí los hay. El primer límite lo ponen
las exigencias específicas para cada ocupación. El segundo, el talento de los que
compiten por el mismo puesto. En este sentido, la profesión militar, más que otras,
es de constante selección.
La experiencia indica claramente que no todos los hombres y mujeres son
aptos para desempeñar todos los oficios que existen y que unos, más que otros,
llenan mejor las expectativas del empleador. Lo mismo ocurre en las instituciones
castrenses.
La experiencia del contratante también tiene su parte en el asunto. Si
históricamente, las necesidades de personal han sido cubiertas mediante la
adopción y aplicación de ciertos criterios de selección, con resultados
razonablemente buenos, el empleador no tiene necesidad ni obligación alguna de
cambiar dichos criterios, aún cuando tales normas parezcan poco objetivas. Los
miembros de las brigadas “Gurkas” en el Ejército Británico son todos varones y
nacidos en Nepal. Podrían ser indios, bengaleses o paquistaníes, o una mezcla de
muchas otras nacionalidades de aquella zona, pero sólo tienen cabida los
nepaleses. Por cierto, no todos los nepaleses pueden ser miembros de las brigadas
Gurkas británicas. Hay un proceso de rigurosa selección para aceptar a los gurkas.
Y el sistema hasta aquí funciona bien.
Ya hemos visto, al tratar el caso de las FF.AA. británicas, las múltiples quejas
que formulan los tripulantes de los buques mixtos, en el sentido de que las mujeres
no exhiben en las emergencias el comportamiento que de ellas se espera cuando
se presenta una situación de este tipo, es decir, el mismo de los tripulantes
masculinos. Ante la situación de peligro, los tripulantes varones deben asumir su
función y además la de las mujeres. Ello no debe extrañar, pues en las situaciones
de riesgo, la mujer espera naturalmente del varón, la respuesta adecuada a la
amenaza, del mismo modo como el hombre sabe que su deber es enfrentar antes
que nadie el peligro y los riesgos que éste conlleva143. Otra es la conducta femenina
frente al peligro, en ausencia de un varón. Allí, ella debe asumir todas las tareas y lo
hace tan bien como el que más. Las heroicas acciones de las enfermeras,
cumpliendo su deber, impasibles bajo el ataque del enemigo, dan cuenta de que la
actitud de la que se quejan los marinos ingleses, no se debe a la falta de valor, sino
a una conducta natural.
142
Tampoco se puede alegar el derecho a ser arquitecto o abogado, ni siquiera a poseer una licencia de conductor. Hay que
demostrar que se cuenta con el talento y el conocimiento adecuados. Para ingresar a las FF.AA., además se debe superar a
otros candidatos.
143
Es posible adelantar otra explicación: el buque, territorio naturalmente varonil, inhibe a la mujer, tanto como los espacios
predominantemente femeninos, coartan al varón y le vuelven torpe e inseguro. Ello nos lleva de regreso al viejo “¡Las mujeres
y los niños, primero!”, cuando se hunde el buque.
114
Cuando nos preguntábamos el por qué la Marina Real no ha evaluado
tripular buques con dotaciones únicamente femeninas, dejábamos entrever esta
realidad, que es consecuencia natural de la diversidad de talentos que encontramos
entre hombres y mujeres144. Tal vez debamos buscar la respuesta a este
planteamiento, en el hecho objetivo de la incapacidad femenina para el desarrollo
de trabajos pesados de que ya hemos hablado antes y que obliga a recurrir a los
varones.
Si tal es la realidad de la mujer inserta activamente en la profesión militar,
sería prudente evaluar sus aptitudes para el trabajo castrense a la luz de los
talentos de que naturalmente se encuentra dotada la mitad femenina de la
humanidad, con prescindencia de otros factores probablemente mucho menos
relevantes.
185 Aun cuando se sabe de la existencia de ejemplos, como el Batallón 601 de comunicaciones del Ejército argentino o los
regimientos aéreos soviéticos exclusivamente femeninos en la Segunda Guerra Mundial, la posibilidad de tripular buques o
conformar unidades terrestres sólo con mujeres, no aparece mencionada en ninguno de las publicaciones o artículos
consultados, como opción deseable para dar cabida a la mujer en las unidades operativas. En las FF.AA. norteamericanas,
dicha posibilidad está negada por las normas legales. La Baronesa Symons of Vernham, Dean Minister for Defence
Procurement, (Part of My Job: Equal Opportunities in the Armed Forces), rechaza la idea.
115
VI.- CONDICIONES LABORALES EN LAS FF.AA.
Las condiciones en que se desenvuelve el trabajo humano ha sido siempre
un aspecto sumamente importante a considerar, cuando de selección de personal
se trata.
Como es natural, el entorno en el que los individuos trabajan y en el que
permanecen una buena cantidad de horas todos los días, debe permitir a los
trabajadores un mínimo de elementos de bienestar, seguridad física, descanso, y
otros, que son muy importantes a la hora de competir en el mercado laboral por
reclutar a los mejores individuos.
También, las distintas legislaciones vigentes en el mundo imponen ciertas
obligaciones a los empleadores que guardan relación con el bienestar del personal.
Las leyes, casi universalmente han reconocido el derecho de las mujeres a gozar
de permisos pre y post natal cuando quedan embarazadas, inamovilidad laboral
durante los períodos de lactancia, etcétera. Esta cuestión, es determinante en el
hecho de que en el mundo laboral el trabajo femenino sea remunerado por debajo
del nivel asignado al varón.
Todos estos elementos jurídicos tienen su impacto en ciertas actividades
productivas o de otro tipo, pues determinan la implementación de infraestructuras y
servicios que no siempre son factibles de ofrecer, ya sea por su elevado costo o por
la falta de espacio físico para hacerlo. Así, por ejemplo, en Chile la legislación
establece la necesidad de contar con salas cunas o jardines infantiles dentro de un
cierto radio, cuando la empresa cuenta con una cantidad mínima de mujeres dentro
de su nómina.
Menos notoria, pero igualmente importante, es la necesidad de contar con
servicios higiénicos, atención médica, lugares de descanso, alojamientos y otros,
todos distintos para hombres y mujeres. En algunas legislaciones, es imperativo
que los lugares de trabajo cuenten con estas facilidades, aunque allí trabajen sólo
hombres o sólo mujeres, en virtud de las normativas antidiscriminatorias que se han
promulgado.
En el caso de las FF.AA., la situación no es muy diferente de lo que ocurre
en el mundo civil. A pesar de que la profesión militar demanda muchos sacrificios
de parte del personal en lo relativo a las comodidades, las necesidades de recursos
para el bienestar son relevantes, aunque sean muy sencillas. La vida en una
guarnición, muchas veces ubicada en lugares poco gratos para la vida humana,
exige contar con algunas facilidades por muy austeras que ellas sean. Mientras la
dotación sea exclusivamente masculina, las necesidades obviamente son mucho
menores. Cuando se incorporan las mujeres, el problema se complica. La
infraestructura para habitabilidad debe duplicarse, se requiere contar con insumos
adicionales, la alimentación debe sufrir adaptaciones, la atención médica debe
abarcar nuevos campos, etcétera.
A continuación se hará un análisis pormenorizado y concienzudo, acerca de
cómo afecta este tema a cada una de las instituciones participantes en la Defensa
Nacional.
116
A.- FUERZAS EN TIERRA
Muchas de las consideraciones que se formulan en relación con las fuerzas
propiamente terrestres son válidas para las restantes ramas de la defensa. Esto, en
virtud de que todas las instituciones castrenses desarrollan parte importante de sus
quehaceres en establecimientos terrestres, que con algunas diferencias menores,
son cuarteles o guarniciones con los rasgos propios de todo recinto militar. Son
escuelas, hospitales, cuarteles, talleres y otros, los que existen en todas o en la
mayoría de las FF.AA. del mundo. De allí que para el título del presente párrafo, se
haya escogido la expresión “fuerzas en tierra”, de connotación más amplia que la de
“fuerzas terrestres”.
En el caso del ejército, las instalaciones ubicadas generalmente próximas a
lugares poblados no presentan mayores dificultades para la presencia de mujeres
dentro de los cuarteles. Las adaptaciones de las instalaciones para recibir
contingentes femeninos, son de implementación relativamente simple, siendo
necesario básicamente, un esfuerzo de duplicación de servicios de alojamiento,
higiénicos y sólo parcialmente, médicos. A mayor tamaño de las instalaciones o
cuarteles, menores y mucho menos complejos deberían ser los cambios para su
adaptación.
La participación de elementos femeninos en prácticas en terreno, tampoco
reviste un grado de complejidad mayor. Ellas al igual que los varones deberán
adaptarse a los rigores de la vida en campaña, con largos períodos de intensa
actividad física, alternados con breves momentos de ocio o descanso, escasas o
nulas condiciones de higiene, incomodidades para el servicio de comida y una baja
calidad de éstas, exposición a las inclemencias del tiempo, etcétera, circunstancias
todas que deben estar presentes ineludiblemente en los períodos de entrenamiento.
En el combate real, los soldados sufrirán éstas y otras penurias considerablemente
mayores en mucho mejor forma, si ya las han experimentado previamente en
tiempo de paz.
La vida de cuartel no es en absoluto igualitaria. La jerarquización, es un
rasgo distintivo de todos los cuerpos armados del mundo. Sin jerarquía, un cuerpo
social cualquiera incluyendo los militares, carece de un orden necesario y que
facilite el logro de los fines que le son propios. Por eso, con mayor o menor
formalidad, la jerarquía siempre existe naturalmente en todas las organizaciones
humanas.
Con mayor razón tiene que existir en las FF.AA., donde la disciplina se ejerce
por todos los miembros en virtud de la posición que cada uno ocupa en el conjunto,
determinando la cuota de subordinación o de mando que a cada cual corresponde.
La existencia de una jerarquía claramente definida, no elimina de los cuerpos
armados bien disciplinados una convivencia armónica entre los miembros de
distintos estamentos militares. Convivencia que es parte indispensable de la vida
entre hombres que se preparan para enfrentar, como un todo, los rigores de la
guerra.
La convivencia al interior del cuartel, adopta la forma conocida en el léxico
castrense, como “vida de cámara” o “vida de casino”145. Tan importante es la vida
de cámara, que ella es enseñada, fomentada y practicada, desde las escuelas
145
Ver “Casino” en Aclaraciones.
117
matrices, de oficiales y de personal subalterno y constituye un elemento de juicio
significativo en las calificaciones que los militares reciben de parte de sus
superiores. Una actividad social en la cámara o casino dispuesta por el mando, es
tan obligatoria para los miembros de la cámara, como cualquiera otra actividad de la
unidad y de ella sólo se puede ausentar quien tenga razones estrictamente
fundadas.
La convivencia en la cámara es en cierta manera un reflejo de la
organización militar, pues ella se desarrolla según el rango de cada uno de los que
acuden. También refleja bastante fielmente la estructura de la sociedad. No es igual
la vida de cámara entre los oficiales, que entre los sargentos o suboficiales. Los
temas que se conversan, los asuntos que se discuten, son completamente distintos.
Así como la forma de relacionarse, los temas que se tratan señalan importantes
diferencias que no se pueden soslayar. Esta realidad no es obstáculo para que bajo
determinadas circunstancias, se compartan momentos de camaradería con la
participación de todos los estamentos de la organización. En la vida de cámara, es
posible observar niveles de camaradería que las diferencias sociales o de jerarquía
hacen parecer imposibles a los ojos del mundo civil.
Sin duda que la vida de cámara es diametralmente distinta cuando en ella
también participan mujeres. La presencia femenina impone al varón un
comportamiento más mesurado en su vocabulario, en los temas que se conversan y
en la forma de celebrar los acontecimientos relevantes del quehacer de la unidad o
de la tradición militar. Esta situación, supone un proceso de adaptación muy
complejo de todos los miembros varones del conjunto. La costumbre enseña que la
vida de cámara es una actividad eminentemente viril, que si bien en parte es una
copia del hogar en ocasiones lejano, es también el lugar de encuentro “secreto”,
donde se superan las diferencias, se discuten los asuntos del servicio y se
estrechan los lazos de camaradería, en la forma como los varones suelen
hacerlo146.
La sociabilidad y la camaradería son sellos que la profesión de las armas
graba tan profundamente en el alma de sus cultores, que la práctica de estas
virtudes se prolonga y proyecta en la vida civil del personal en retiro. Como
muestra, está la proliferación de organizaciones sociales en que éste participa
activamente. Solamente en la Quinta Región de Chile se cuentan más de 36 de
ellas. Es difícil encontrar un militar en retiro que no pertenezca a una o más de
estas corporaciones.
Es muy conocido el hecho de que la cámara es un fiel termómetro de la
calidad de la disciplina que se practica en la unidad. En las unidades navales
norteamericanas, en las que la ley seca de los años 20 aún sigue en vigor, la vida
de cámara es más bien pobre, quedando en la práctica restringida casi
exclusivamente a compartir la comida y hacer una breve sobremesa. No existe allí
la posibilidad de “conversar un trago”, prolongar la sobremesa, etcétera. Los
marinos, al salir de franco adoptan un comportamiento que en otros países es visto
como escandaloso y que se atribuye a que al interior del buque la vida social es
escasamente practicada, no obstante que los elementos de bienestar son en las
146
Así como en la vida militar se producen ambientes en los que la presencia exclusiva de varones, es la norma, también
existen instancias, en el ámbito civil, exclusivamente femeninas. No se tiene noticias acerca de reivindicaciones masculinas
respecto de abrir estos espacios, a los varones.
118
fuerzas armadas norteamericanas, sensiblemente mejores y más abundantes que
los que puedan gozar los militares de los demás países. Por lo general, los excesos
de los “gringos” no se presentan en nuestros militares cuando están de franco, de
los cuales la sociedad posee una percepción de sobriedad distintiva 147.
La vida de cámara es un factor presente en todos los cuerpos armados, pero
como es natural, existen diferencias significativas, que los miembros del mundo
castrense pueden reconocer fácilmente y que se expondrán a continuación para
ayudar a comprender mejor el impacto que la presencia de las mujeres tiene en
ésta.
En el caso de las fuerzas terrestres, la vida de cámara se lleva a cabo en el
casino. Por lo general, está ubicado en un sitio relativamente aislado del bullicio del
trajín habitual, a veces fuera de los límites del recinto del cuartel, pero físicamente
próximo al mismo. Cuenta con los espacios destinados al alojamiento de oficiales y
dependiendo de las disponibilidades, de sargentos y suboficiales en sus respectivos
casinos. En los sitios en los que existe una gran cantidad de unidades o
reparticiones, es común encontrar un casino único para los miembros de esas
unidades. Normalmente, cabos y soldados o marineros, duermen en recintos
comunitarios, aunque también cuenten con un casino exclusivo para ellos, donde a
veces también se sirve la comida, pero que normalmente sólo se destina a la
recreación.
Es común en nuestro país que en los comedores, al menos a la hora de las
comidas, las mujeres sin distinción de grado militar se ubiquen en un sector
específico, debido a que sus conversaciones e intereses usualmente difieren con
los de los varones. En las reparticiones navales, generalmente las mismas mujeres
solicitan al mando que se les asigne un sector de uso exclusivo o, en subsidio,
horarios de comidas diferidos. En otros casos, esta segregación surge
espontáneamente y se mantiene incluso cuando en el mismo lugar se encuentran
marido y mujer.
La presencia de mujeres en los rangos de oficiales, suboficiales y sargentos,
supone la existencia de casinos con áreas de alojamientos separados para damas y
varones, probablemente atendidas por personal femenino y masculino. En ciertas
legislaciones, el acceso a cada uno de estos sectores está reservado
exclusivamente a los militares del sexo correspondiente, quedándole la entrada
vedada incluso a los superiores del sexo contrario, total o parcialmente, cuando
éstos están en funciones inspectivas.
Es importante precisar que la vida de casino en las fuerzas terrestres es
prioritariamente, vida de solteros. Al término de la jornada, los casados se van a sus
casas a estar con sus familias y los solteros “se adueñan” del lugar. De esta
manera, habiendo miembros de la cámara que sean mujeres, este se transforma en
un interesante lugar de encuentro para quien ande en busca de una pareja, en
especial en aquellas guarniciones cuyo entorno urbano no ofrezca muchas
opciones para atender a este tipo de intereses. Y además es muy frecuente que los
cuarteles militares estén físicamente lejos del área urbana. Así, las hijas del coronel
Lee Bockhorn, una vez más, nos ilustra esta realidad: “Y cuando el buque no sirve, existen los francos en tierra. La Nueva
Armada ha tomado medidas enérgicas contra los marinos que visitan sus tradicionales lugares de diversión (bares y clubes
nocturnos) en los puertos, de tal forma que ahora las tripulaciones arman sus propias entretenciones como en el caso de un
grupo de hombres y mujeres del USS Abraham Lincoln, quienes se escondieron en una habitación de un hotel de Hong Kong
en 1998 para enredarse en los que la Armada describió como un ‘incidente sexual de grupo’ que involucraba ‘múltiples actos
sexuales’.”
147
119
o del general, antiguamente muy cotizadas entre los subtenientes, pueden verse
desplazadas por la subteniente o alférez, la que alejada del control paterno y
revestida del aura de la mujer profesional e independiente, resulta más atractiva y
abordable, con la que se puede establecer relaciones más estrechas y sin mayores
problemas.
La vida de cámara tiene un producto que es muy cotizado en la profesión
militar: la natural camaradería que se produce en su interior. Este sentimiento, que
se estima indispensable entre quienes potencialmente pueden a entrar en combate
y que alcanza rasgos de hermandad en los veteranos de la guerra, se cultiva
solamente en la medida que los miembros del grupo comparten experiencias y, por
sobre todo, que se vean sometidos a las mismas exigencias del servicio. Por eso,
es natural que exista y se forme más camaradería entre los compañeros de la
misma arma y que los vínculos más sólidos se produzcan entre los de jerarquía
similar.
La creciente tendencia observada entre las mujeres a comportarse como
hombres y tratarse con ellos como si no existieran las obvias diferencias, elimina las
barreras del respeto y hasta un cierto grado de veneración, con que anteriores
generaciones distinguieron a la figura femenina. Esto bien puede dar paso a una
vida de cámara completamente diferente, con las lamentables consecuencias que
son de prever, en un ambiente en el que la promiscuidad atenta gravemente contra
la estructura disciplinaria.
Nunca estará de más recordar el peligro latente que para la sociedad
representan unas FF.AA. que son disciplinariamente débiles148 e impregnadas de
una moral baja.
También la diferencia de las exigencias a que es sometida la mujer afecta a
la camaradería. Mientras que al subordinado varón se le llama generalmente por el
apellido paterno, a ella habitualmente se la llama por su nombre de pila. La mujer
queda normalmente excluida de las faenas pesadas o excesivamente fatigosas, con
el consiguiente recargo en la labor que efectuará el varón. Se ha pretendido
descalificar como un mito, el hecho de que las aptitudes físicas de hombres y
mujeres son radicalmente diferentes, pero tal como ya se trató en otro capítulo, ello
es una realidad insoslayable.
Tampoco merece mayores análisis el argumento de que la vida militar ha
cambiado y ya no exige de sus cultores la participación en actividades o faenas
pesadas. Eso no es en absoluto cierto, pues el soldado debe cargar abultadas
piezas de armamento, pesadas cajas con municiones, evacuar sobre sus hombros
al compañero herido en combate, sin abandonar equipo ni armamento y todo ello,
tras un largo período de dura actividad física, y con mínimas oportunidades de
descansar.
Cuando la legislación impone el deber de igualar las exigencias para ambos
géneros, éstas han debido ser reducidas de manera considerable en los aspectos
Lee Bockhorn: “Si la experiencia de las mujeres... constituye una señal, el hecho de animar a que las mujeres más como
hombres hace emular no sólo los aspectos positivos de la vida masculina, sino también los aspectos más groseros de ella. La
escritora Gutmann dice que muchas mujeres militares se sienten obligadas a decir garabatos y escupir junto con los chicos
para ser aceptadas, y nota que las oficiales “exhiben sus fines con bastante respeto en el departamento de la ‘embriaguez,
libertinaje y vulgaridad’” en las antiguas convenciones Tailhook. Así también, Laura Brodie describe cómo las mujeres en el
Instituto Militar de Virginia, luchando por tener un sentido mayor de inclusión, participan en “apilamientos” de cadetes y en
otros aspectos de peloteras de adolescentes hombres, lo que no era exactamente lo que el movimiento feminista original
tenía en mente.
148
120
marcados por la fisiología, con el evidente desmedro en la preparación física del
soldado para el combate y la consiguiente merma en la calidad del
entrenamiento149.
Todas estas consideraciones llevan a que la camaradería, vital en la vida
castrense, no pueda desarrollarse plenamente en las fuerzas mixtas. El
resentimiento que surge entre los varones ante la presencia de mujeres en el
servicio, se traduce en una pérdida de las condiciones de convivencia armónica en
la cámara, la que se manifiesta en la aparición de una segregación informal, pero
lamentablemente real. El malestar consiguiente, es significativo entre el personal de
bajo rango y tiende a disminuir según se asciende en la escala jerárquica, pues este
ascenso significa un decrecer en la frecuencia de faenas pesadas en la agenda
personal.
La enseñanza de los oficiales para un correcto ejercicio del mando, se basa
entre otras cosas, en la premisa de que quien manda, sabe qué está mandando,
por qué lo hace y muy especialmente, sabe cómo se hace lo que se ha mandado y
cuánto cuesta cumplirlo, porque él también lo ha hecho en alguna oportunidad. En
ello se funda una parte importante de su ascendiente. Más aún, no faltan
situaciones en que el oficial también debe aportar su cuota de sudor al logro del
objetivo, es decir, no sólo sabe hacer lo que él mismo ordena, sino que está en
condiciones de hacerlo150. ¿Con qué autoridad una mujer puede disponer que su
personal ejecute un trabajo pesado, en circunstancias que ella nunca lo ha
realizado ni está en condiciones de hacerlo? Es un punto que no debe ser
descuidado. Y no se trata sólo del caso de los oficiales, pues en los grados más
elevados del personal subalterno, el ejercicio de la función de mando constituye la
clave de su desempeño151.
Si los hechos se miran desde ese punto de vista, la vida de cámara no puede
producir los efectos beneficiosos que de ella normalmente se esperan, cerrándose
un círculo vicioso152.
En materia de riesgos laborales, que en todo trabajo existen, la vida militar en
las fuerzas terrestres presenta una característica marcada y muy peculiar: la
posibilidad cierta de caer prisionero en manos del enemigo. Esta posibilidad es en
tierra mayor que en el mar, pero a su vez, es más baja que entre las tripulaciones
aéreas.
Lee Bockhorn: “En el pasado, su temible sargento de entrenamiento habría hecho de su vida un infierno. Pero ahora que
se pueden presentar cargos de ‘abuso contra el recluta’, éstos son separados en ‘grupos de habilidades’. Y si, incluso, las
cosas se ponen demasiado duras, siempre se puede solicitar una ‘suspensión temporal del entrenamiento’. En los
campamentos de entrenamiento de reclutas de hoy, su ’esfuerzo’ es lo que cuenta, no su rendimiento.”
150
La capacidad y la voluntad del superior para compartir todos los sacrificios y penurias de los subordinados, rasgo deseable
en todo conductor militar, es uno de los motivos más poderosos para el fortalecimiento de la camaradería, entre estamentos
muy lejanos jerárquicamente. La historia de la PT-109, hundida durante una patrulla, nos muestra a un comandante llamado
John Kennedy, que se arriesgó noche tras noche, nadando largas distancias en busca de auxilio para su tripulación.
151
Independientemente de que la autoridad de un jefe militar descansa en su jerarquía, dicha autoridad se sustenta
esencialmente en su dominio sobre las materias en las que ejerce el mando y en el ejemplo que irradia sobre los subalternos.
Así, la autoridad militar se estructura en torno a tres pilares: jerarquía, conocimiento y ejemplo. Otros factores, como el
“carisma” para lograr la adhesión, la simpatía, etcétera, pueden favorecer la acción conductiva, pero no suplen a los
anteriores. Quien no haya pasado por la escuela del esfuerzo, carece de los requisitos básicos para ejercer el mando. Ésta es
la filosofía que ha llevado a muchas armadas, a mantener y operar buques escuela, donde los futuros oficiales desarrollan un
actividad muy similar a la del personal subalterno.
152
En las reparticiones que carecen de acomodaciones para el alojamiento de las damas, éstas quedan generalmente
excluidas de los roles de guardia, creando un claro desbalance de deberes respecto de los varones, que no sólo deben
asumir una mayor carga de trabajo, sino que además, por su desempeño en las guardias, son calificados, en tanto que las
mujeres, por este acápite sólo pueden ser evaluadas asumiendo un desempeño que en la práctica, no han tenido.
149
121
¿Está la sociedad dispuesta a exponer a sus mujeres (todas de escasos
años, por lo que sería mejor llamarlas “jóvenes”), al riesgo de ser tomadas
prisioneras y sometidas a las vejaciones a las que toda fémina se expone en manos
de tropas enardecidas por el calor del combate? No es extraño que entre las
mujeres se multipliquen las desaparecidas en acción, en cifras incluso
proporcionalmente superiores a las de los combatientes varones. Cometidos estos
crímenes de guerra, particularmente crueles por sus características, lo más “seguro”
para los violadores es deshacerse de los cuerpos de sus víctimas, lo que en
condiciones de combate, no es difícil153. El cadáver de un combatiente sólo
ocasionalmente es sometido a autopsia y se le sepulta en cuanto se dispone de
tiempo para ello.
Las imágenes de los restos de los soldados norteamericanos
desembarcados de un avión y dentro de un féretro con la bandera de su país, no
son una realidad en las restantes fuerzas armadas del mundo, en las que la
abundancia de medios de apoyo logísticos, propia de los EE.UU., rara vez se podría
conseguir.
Los riesgos de caer prisionero de fuerzas adversarias incluyen el maltrato
que frecuentemente se da al capturado, con el fin de obtener información (el clásico
“tratamiento de prisioneros”). Los combatientes varones que se exponen a estos
apremios, cuando entre los prisioneros hay mujeres, son más propensos a revelar
datos de valor, pues en ellos, existe una tendencia natural a evitar el sufrimiento a
la mujer154.
La existencia de tratados internacionales no resuelven realmente el problema
del trato dado a los prisioneros. En el ardor del combate, las reacciones
desmedidas no son fáciles de controlar por los mandos, también emocionalmente
alterados. La muerte de un ser humano, en condiciones de normalidad, causará un
cierto impacto más o menos uniforme en todos los testigos, que podrá aumentar o
disminuir dependiendo de las circunstancias que rodeen al suceso. Pero si esa
muerte ocurre en un combate entre fuerzas militares, la situación cambia
radicalmente.
La muerte de un soldado enemigo es percibida como la eliminación de un
obstáculo al logro de la misión o de una amenaza a la vida propia. Por el contrario,
presenciar la muerte de un compañero de armas a manos del enemigo, es una
circunstancia dolorosa, que deja profundas huellas en el alma y que genera en
ocasiones, sensaciones de culpa entre los sobrevivientes o desata sentimientos de
venganza que mueven a actos de aparente heroísmo o de crueldad. La disciplina
militar puede atenuar estos sentimientos, pero en el caos de la batalla, el
autocontrol o el acatamiento de las órdenes pueden quedar superados por los
hechos155.
153
Ya se ha mencionado el caso de la soldado Piestawa, que tanto impactó a la sociedad norteamericana y que reabrió el
debate acerca de la presencia de la mujer en las unidades de combate del Ejército.
154
Lee Bockhorn: “Esto puede explicar el por qué las Nuevas Fuerzas Armadas sienten la necesidad de desensibilizar a los
pilotos masculinos en el entrenamiento de prisioneros de guerra con los chillidos de sus colegas mujeres, para que la
inclinación natural de los hombres honorables a compadecer a las mujeres por el sufrimiento, no sea usado por sus captores
para hacerlos hablar...”
155
Incluso entre las fuerzas navales, que siempre se han distinguido por el trato humanitario que se da a los enemigos
recogidos en la mar (más parecen ser atendidos como náufragos civiles que como adversarios), se han dado situaciones
claramente reñidas con los usos de la guerra. Los deseos de venganza despertados entre los norteamericanos hacia los
japoneses, durante la segunda guerra mundial, hicieron que en varias oportunidades, los náufragos nipones fueran muertos
en cuanto eran izados a la cubierta del buque “rescatador”, sin que los oficiales opusieran objeción alguna.
122
Los riesgos de caer en manos del enemigo no desaparecen por el hecho de
asignar las mujeres sólo a las armas de apoyo. La moderna tecnología de las armas
y las dinámicas condiciones en que se desenvuelven las operaciones militares,
hacen que el combate se desarrolle a veces con tanta intensidad en la misma
retaguardia, como en la primera línea de combate. Ante el avance del enemigo que
ataca, la artillería, emplazada en la parte posterior del dispositivo, puede verse
envuelta en el choque de las fuerzas de infantería. O el ataque centrarse en las
unidades responsables del apoyo logístico. Los blancos que no alcanza la artillería,
quedan expuestos al ataque aéreo, aunque estén ubicados a varios kilómetros de
distancia de la línea de combate. Hoy se habla de la “guerra de 360º”, para señalar
esta característica de la guerra moderna156.
La planificación respecto de las circunstancias en que se dará la batalla no
pueden prever las innumerables alternativas que se presentan en el terreno, a la
hora de enfrentar al adversario. En la guerra del Golfo, los misiles Scud iraquíes no
cayeron sobre el dispositivo de combate de la coalición, sino sobre una unidad de
apoyo logístico, que estaba muy lejos de los campos de batalla. La enorme
diferencia de potenciales militares, tampoco exime a las fuerzas más poderosas del
riesgo de caer en manos del enemigo. Frente a la inferioridad de medios, el
adversario podrá recurrir al empleo de fuerzas especiales (comandos u otros) y
también a irregulares operando a espaldas del dispositivo de batalla. La presión que
estas tropas pueden ejercer sobre el ánimo de las fuerzas adversarias, es
significativa, sobre todo si han tomado prisioneros. Irak ha demostrado la validez de
esta realidad, considerando que entre los prisioneros norteamericanos había varias
mujeres.
Las dramáticas experiencias de los prisioneros norteamericanos en Corea,
en Vietnam, y ahora de mujeres en Irak, es una llamada de alerta que no puede ser
desatendida por las autoridades competentes. El prisionero de guerra sufre las
peores afrentas que puede sufrir el ser humano. Ser varón no lo exime de los
sufrimientos reservados a los que son hechos prisioneros. ¿Cuánto más deberá
sufrir una mujer en idénticas condiciones? En definitiva, éste es un tema que hasta
el momento no ha sido bien analizado. Las mujeres militares merecen que estas
cuestiones sean tenidas en cuenta.
156
Tanto en la Guerra del Golfo como en la más reciente invasión a Irak, las unidades de apoyo se vieron enfrentadas a
fuerzas de combate adversarias, sin contar con más medios que el personal de apoyo, supuestamente no entrenado para el
combate.
123
B.- FUERZAS NAVALES
Las fuerzas navales plantean circunstancias muy diferentes respecto del
resto de las fuerzas militares. La especial condición de que el marino combate en el
interior de su propio cuartel, que en definitiva es la nave de guerra, con pocas
oportunidades para recibir refuerzos del exterior y que debe ser capaz de
proporcionarse todos los elementos necesarios para la supervivencia, conforman la
estructuración de una forma de vida especial. Esto es lo que se denomina la “vida
en el mar”.
El incorporar mujeres a unidades de combate de la Armada requiere
comenzar por adaptar las escuelas, sus instalaciones y sus normativas.
Simultáneamente, se debe abordar la modificación física de las unidades a flote, en
las que se espera embarcar a las futuras navegantes. El cadete y el grumete, aun
cuando realizan sus estudios en tierra, necesitan imperiosamente del contacto
directo con la realidad de a bordo, contacto insustituible en la formación del marino
de guerra. En estos aspectos, la profesión naval tiene peculiaridades respecto de
las ramas terrestre y aérea de la defensa, que requieren de adaptaciones menos
elaboradas.
El buque, símbolo y medio del poder naval, salvo bajo especiales
circunstancias, nunca deja de funcionar. Los equipos y sistemas destinados a
mantener la vida de los tripulantes, que van desde los servicios higiénicos y
sanitarios hasta la confección y distribución de la alimentación, no pueden
detenerse bajo ninguna circunstancia. Y estos servicios dependen de los medios
que la nave también debe proporcionarse, como la electricidad, el vapor, el agua de
bebida o el aire acondicionado, por citar algunos y que al mismo tiempo permiten la
operación de los equipos y sistemas de armas, comunicaciones y medios de
detección157.
Un buque de guerra es una máquina de gran complejidad, dotado de una
enorme cantidad de equipos, que debe contar con una dotación capaz de
mantenerla y operarla con eficacia. Todo esto, en un espacio generalmente muy
reducido físicamente, debido a que el tamaño es un factor de extraordinaria
importancia, determinante en sus capacidades marineras y militares. El
hacinamiento es un factor en común, que une al marino de hoy con el de hace 50 ó
1000 años.
En estas condiciones, la intimidad prácticamente desaparece. Normalmente,
sólo el comandante, el segundo comandante y dependiendo del tamaño del buque,
algunos pocos oficiales, son los únicos que gozan de cierto grado de privacidad y
de un camarote propio. El resto normalmente comparte espacios de habitabilidad
comunitarios, los que quedan determinados por la distribución del equipamiento de
la nave.
Los camarotes (dormitorios pequeños para uso de uno o dos ocupantes)
sirven además como oficina, de modo que tampoco pueden llamarse espacios
privados propiamente tales. Allí se recibe al personal subalterno para tratar asuntos
relacionados con el servicio, se escuchan las peticiones, se imparte justicia cuando
157
Los cuarteles militares, de ejército, fuerza aérea o armada, generalmente dependen, para la satisfacción de sus
necesidades de servicios básicos, de los medios civiles, aun cuando cuenten con equipos para enfrentar emergencias. El
buque, aun estando en puerto y pueda acceder a los servicios públicos, mantiene un alto grado de autonomía en estas
materias.
124
es necesario o se atiende los problemas particulares que aquejan a algún miembro
de la unidad.
En especial, los espacios situados bajo cubierta, siempre más amplios y
adecuados para dar una mejor habitabilidad a la tripulación, son también los más o
los únicos apropiados para la instalación de los sistemas de propulsión y
armamento del buque.
El diseño de una unidad de combate requiere de un gran esfuerzo de parte
de los ingenieros y arquitectos navales, en el que las condiciones de vida de la
dotación generalmente son sacrificadas en aras de un más eficiente desempeño
operativo de la unidad. Las necesidades del combate imponen férreamente sus
leyes.
La presencia de la mujer a bordo, complica aún más estos problemas ya
existentes y de por sí bastante complejos. La evidente necesidad de espacios de
habitabilidad separados para hombres y mujeres es un aspecto que no se puede
obviar, al menos en nuestra cultura y que en definitiva, en unidades de menor
tamaño, sencillamente no tiene una solución verdadera. Múltiples aspectos de la
estructura del buque hacen muy difícil que las mujeres puedan desenvolverse con
naturalidad, manteniendo la necesaria privacidad. Los espacios de habitabilidad
rara vez están libres de la presencia de equipos, de válvulas y de accesos a otros
compartimientos en los que se trabaja regular o esporádicamente, de día o de
noche.
Las mismas reglas que impedirían al varón acceder a los espacios exclusivos
de las damas, impedirían a éstas, el acceso a los espacios masculinos, los que
generalmente son pasos obligados a otras dependencias de uso habitual. Ningún
espacio está libre del escrutinio de la guardia en sus rondas habituales o al atender
una emergencia. En una nave de guerra no pueden haber espacios o secciones
vedadas a una parte de la tripulación, pues se compromete gravemente la
seguridad a bordo.
En combate, todos los departamentos del buque pueden y deben ser
recorridos sin restricciones por las partidas de control de averías. Las cámaras se
convierten en estaciones médicas, un entrepuente (dormitorio comunitario en la
nomenclatura náutica), puede convertirse en una sala de atención de tripulantes
heridos o en la central de control de averías, etcétera. Los daños causados por la
acción del enemigo pueden hacer que todas las previsiones acerca del uso de cada
espacio a bordo, sencillamente deban ser olvidadas en aras de salvar vidas que de
otra manera se perderían. Por estas razones, el hacinamiento a que antes hicimos
referencia se convierte en promiscuidad, en la que desaparece el natural respeto
que varón y mujer se deben158.
Lo anterior adquiere caracteres particularmente marcados en el caso de los
submarinos, incluso en los grandes sumergibles atómicos, ya sea de ataque o
portadores de misiles nucleares. La Armada de los EE.UU., que ha abierto el
acceso de las mujeres al servicio a flote, se ha negado tajantemente a que ellas se
integren a la flota del “servicio silencioso”, aduciendo que ello implicaría diseñar
estos complejos navíos especialmente para llevar mujeres, con el agravante de que
dicha medida redundaría en una importante mengua en las capacidades militares
de los buques.
158
Es significativo el silencio que sobre estos asuntos, mantienen las fuerzas navales de género neutro.
125
Las armadas mixtas no han podido pasar por alto las demandas que en
términos de facilidades para la vida a bordo, han planteado las mujeres con su
aparición en las mismas. No solamente se requieren baños separados. Estos baños
requieren de una mayor ventilación y más disponibilidad de electricidad, pues ellas
no prescinden de secadores de pelo y otros artefactos indispensables para
mantener su aspecto buen físico, ni siquiera cuando se convierten en parte de la
tripulación de una nave de guerra.
El buque de guerra posee algo de igualitario, casi diríamos que resulta
democrático. Tal es así, de que si se hunde, nadie es más o menos náufrago que
otro. También se da que determinados servicios no hacen distingos de ninguna
especie, salvo los que son naturales del rango militar. No ocurre así cuando hay
mujeres en el sistema a flote. Los equipos de lavandería a bordo prevén el lavado
de ropa de trabajo, manchada con grasa o petróleo, tanto del personal subalterno
como de oficiales. La ropa de mujer es necesariamente diferente. Se requieren
programas o máquinas de lavado especiales para ropa más delicada, que
tradicionalmente no han existido o no se han usado a bordo. Lo mismo ocurre con
el planchado.
Si bien es cierto que todo esto es objetivamente prescindible para cualquier
persona que se embarca a tripular un barco destinado a fines bélicos, en la práctica
el hecho de que se hagan esfuerzos por atender a tales requerimientos indica que
hombres y mujeres no quieren renunciar a lo que naturalmente son. Las marinas
deben hacer estos esfuerzos para que ellas encuentren un ambiente a flote
adecuado a sus necesidades particulares y se sientan a gusto cuando están a
bordo.
El problema de fondo es que ninguno de estos cambios o implementaciones
ha traído un beneficio en las capacidades operativas, sino un recargo a veces
excesivo en las capacidades de servicios del buque. Para que una unidad de
combate naval sirva a los fines para los que ha sido específicamente creada es
indispensable que mantenga su naturaleza espartana, de modo que su tripulación
se endurezca en la paz, para enfrentar con ventajas, los rigores de la guerra. Esto
supone que quien se embarca, acepta implícitamente las limitaciones a la
satisfacción de ciertas necesidades personales, las que son propias de la vida a
bordo y no que llegue imponiendo condiciones, como lo haría quien otorga
favores159.
Así mismo, cabe preguntarse de qué sirve realizar un duro proceso, primero
de selección y luego de educación, tendiente a adaptar al futuro tripulante a la vida
en el mar, si después de todo, termina resultando que el que se adapta es el medio
y no el individuo. Universalmente, la vocación militar se anida en el corazón de
hombres que están dispuestos de buena gana a renunciar a numerosas
comodidades e incluso a determinados derechos considerados básicos entre los
civiles, como el de emitir una simple opinión frente a un superior. Son hombres que
se sienten a gusto en un medio más que austero, propensos a servir más que a
hacerse servir y que si es del caso, no vacilan en exponerse al peligro, a veces sin
mediar orden alguna.
Según Ricochet (Amazons at Sea), en la Royal Navy se habla del fenómeno “Love Boat”, aludiendo a la popular serie de
televisión ambientada en un lujoso crucero de placer (El Crucero del Amor).
159
126
La siempre creciente complejidad de las naves no ha terminado con el hecho
de que el buque es un medio en el que las faenas pesadas prácticamente no han
variado en casi 100 años. La arquitectura naval, siempre apremiada por los costos y
el tiempo, ha rechazado automatizar equipos no fundamentales para el combate y
cuyas prestaciones pueden ser suplidas satisfactoriamente por la mano de obra
disponible a bordo. Mientras más pequeñas son las unidades navales, menos
espacio físico poseen para equipos que no son esenciales para el combate. Muchos
medios no esenciales, si hay tiempo, simplemente se desembarcan durante los
procesos de preparar el buque para la guerra. Su carencia será suplida con mano
de obra.
La instalación de equipos no indispensables para el combate influye
negativamente en las capacidades bélicas y demanda esfuerzos de mantenimiento
necesarios en otras áreas mucho más importantes. La automatización de los
equipos a bordo ha simplificado muchas tareas arduas, antes atendidas sólo con el
empleo de mano de obra, en especial en los procesos relativos a la adquisición,
exposición y evaluación de la información relativa al campo táctico y al enemigo, así
como al mejor empleo del armamento. Solamente se ha producido dicha
automatización en la medida en que mejora las capacidades operativas del buque,
para cumplir su rol como plataforma de armas, ya sea en términos de rapidez,
precisión y volumen de datos manejados. No se concibe incorporar tales adelantos
de la tecnología en una nave de combate, solamente por cuestiones relativas al
bienestar de la dotación. Al contrario, ello demanda un mayor esfuerzo de
preparación profesional, tanto para la operación como para el mantenimiento y la
reparación de los sistemas.
Un ejemplo claro de lo anterior lo constituye la instalación de sistemas de aire
acondicionado. Estos adelantos no se implementaron para dar mejores condiciones
de vida a la dotación, sino porque los complejos equipos electrónicos requieren de
ciertas condiciones ambientales de humedad y temperaturas muy precisas, que no
se consiguen solamente con los antiguos sistemas de ventilación. El tratamiento de
aire, para la dotación, persigue reducir los riesgos derivados del empleo de armas
nucleares, biológicas o químicas y sólo secundariamente se ha buscado el
bienestar.
La automatización está ausente, por ejemplo, en los equipos destinados a
algunas maniobras marineras, como las amarras; las que son operadas
principalmente a mano, a veces en difíciles condiciones climáticas y siempre con
gran despliegue físico, que la constitución física de la mujer no está en condiciones
de prestar eficientemente. Muchas tareas que normalmente son cumplidas por un
solo hombre, requieren del concurso de dos o más mujeres o sencillamente deben
ser cumplidas sólo por varones. Cargar un saco de harina o de papas en una faena
de carga de víveres, acarrear proyectiles en un operativo con municiones, cobrar
una espía, desmontar un motor, montar una maniobra de fortuna, operar la
maniobra de fondeo, abrir o cerrar pesadas escotillas horizontales, manejar una
manguera de incendio, izar o arriar embarcaciones, etcétera, todos trabajos muy
pesados y habituales a bordo, están entre estas tareas. Otras labores básicas en
una nave, como el mantenimiento y el pintado del casco y de la superestructura,
sencillas en términos de las habilidades requeridas para su cumplimiento, también
127
son trabajos pesados y a veces riesgosos, no siempre apropiados para ser
emprendidos por una mujer.
Por otra parte, la creciente automatización en los sistemas de mando y
control de armas y de la maquinaria principal y auxiliar, han reducido la cantidad de
personal disponible a bordo, por lo que el trabajo pesado recae cada vez más en
menos personal. La dotación debe ser capaz de atender todas las necesidades del
buque, lo que implica el desarrollo de tareas que demandan un gran esfuerzo físico.
Esta es una realidad con la que conviven los tripulantes de buques mixtos y que
genera entre los hombres un profundo resentimiento hacia sus compañeras
femeninas, que no pueden rendir de la misma manera cuando los exigencias físicas
son altas.
Si es difícil desarrollar un ambiente de camaradería entre personas que
comparten exigencias y experiencias; mucho más difícil resulta alcanzar tal
propósito, cuando las exigencias son diferentes. A bordo, donde conviven hombres
cuyo desempeño habitual supone un desgaste más intelectual que físico, con otros
en los que el esfuerzo físico es mayor que el intelectual, el desarrollar los lazos de
unidad es un desafío que se supera sometiendo al conjunto a las condiciones
severas de la vida marinera, en las faenas pesadas, en el aislamiento común a
todos, en la austeridad y por sobre todo, haciendo de cada componente de la
dotación, por humilde que parezca su función, un elemento indispensable, sin el
cual el buque pierde algo de su capacidad para desempeñar su rol en la fuerza
naval.
Un miembro de la dotación que no calce en el esquema, es más una carga
que un verdadero tripulante de la nave, es un factor de desunión entre los demás,
punto de fricción donde se desgasta la cadena común de la disciplina entre
compañeros. La presencia de tripulantes “diferentes”, que no van a ser capaces de
cumplir con las demandas regulares de la vida a flote, al no ser un aporte al
esfuerzo común, necesariamente atentarían contra el logro de la unidad de
voluntades que hace de un grupo de personas un verdadero equipo de guerreros
del mar.
El logro de poner un buque en condiciones de cumplir correctamente los
roles y las diferentes misiones que se le ordenen es la suma de los empeños
individuales y de las relaciones estrechísimas que se forjan en los reducidos límites
físicos del buque.
Los marinos conocen perfectamente lo difícil que es alcanzar el nivel
adecuado de rendimiento en una nave de guerra, y en especial, lo saben quienes
han integrado la primera dotación de un buque nuevo y recientemente puesto en
servicio. El equipo tarda en consolidarse y por tal razón, los necesarios transbordos
(en el léxico naval, equivalente a “destinaciones”), merman el rendimiento del
conjunto o lo degradan a tal punto que al término de los períodos regulares de
transbordos, de vacaciones o de reparaciones, el proceso de entrenamiento debe
iniciarse desde cero, tomando meses alcanzar los niveles perdidos con los cambios
o la inactividad. El proceso de afianzar la calidad de desempeño de la dotación es
difícil y no siempre se consiguen alcanzar los niveles deseados de eficiencia, ni de
fortaleza de los vínculos de camaradería que deben reinar en un grupo humano que
se prepara para ir a la guerra.
En lo que respecta a considerar a las mujeres sólo para tripular unidades
auxiliares o de menor importancia, para evitar el exponerlas a los rigores del
128
combate, el servicio naval presenta una situación especial: en la guerra en el mar
no hay una “línea del frente”160. Toda unidad a flote necesariamente está expuesta
a la acción del enemigo, sea éste un atacante aéreo o naval, de superficie o
submarino. La unidad auxiliar es un petrolero, que navega junto o próximo a las
unidades de combate o es el remolcador que traerá de vuelta a la base a la fragata
inutilizada por el fuego adversario, o es el transporte anfibio que conducirá a las
fuerzas de Infantería de Marina a la playa por conquistar o es el barreminas que
debe buscar y destruir estos artefactos bélicos o finalmente, es el transporte
atiborrado de munición y otros pertrechos que puede desintegrarse ante el impacto
de una bomba o torpedo.
En todos estos casos, el trabajo de la unidad auxiliar se hace bajo la
permanente amenaza del enemigo que en cualquier momento puede atacar. Por lo
tanto, el rol de auxiliar no exime al buque de los riesgos de la guerra. Podría
mencionarse el caso del buque hospital como una excepción, debido a que las
convenciones internacionales le confieren un estatuto especial de “santuario”. Sin
embargo, el que se respete su condición de tal es una cuestión diferente y
objetivamente difícil de lograr. Los modernos sistemas de armas no requieren que
el operador vea físicamente al blanco y su empleo se decide a gran distancia,
cuando la identificación del objetivo es realmente muy difícil o simplemente
imposible.
Más aún, es justamente en las unidades auxiliares donde la demanda por
personal capaz de realizar las faenas más pesadas, alcanza los niveles más
elevados. La maniobra Logos a bordo del petrolero exige capacidad física para el
trabajo pesado, tanto como para permanecer períodos largos de trabajo sin
descanso. A diferencia de los buques de combate, la tarea de reabastecer a las
restantes unidades no es algo esporádico, sino casi permanente, dependiendo del
tamaño de las fuerzas.
La maniobra de remolque en alta mar y bajo condiciones de emergencia
operativa, también es normalmente una dura prueba para la dotación de la nave. La
ausencia de complejos sistemas de armas en las unidades auxiliares, así como de
sofisticados sistemas de mando y control, reduce ostensiblemente la cantidad de
personal. En las maniobras no hay excepciones, todos deben prestar su
colaboración sin distinción de la función que cumple en razón de su cargo o
especialidad.
La dura vida a bordo de las unidades auxiliares chilenas en la región austral,
la que generalmente se desarrolla en condiciones extremas, nos enseña que en
estos buques el trabajo más rutinario adquiere características de verdadera
epopeya.
Lo anterior trae a la reflexión una realidad que muchos aficionados a estudiar
los temas militares pocas veces evalúan con detenimiento. Cada país tiene,
también en el campo militar, sus peculiaridades y Chile desde luego no es una
excepción.
A propósito de condiciones extremas existe una anécdota que bien vale la
pena citar. La Marina Real del Reino Unido recibió de los hombres embarcados en
buques mixtos una queja: al momento de presentarse cualquier emergencia a
160
El equipo designado para estudiar las cuestiones relativas al embarco de mujeres en la Royal Navy, había recomendado
embarcarlas sólo en unidades no destinadas al combate, pero pronto se vio que tal recomendación carecía de sentido, debido
a que en las fuerzas navales no cabe hacer tal distinción. Citado por E.R. Hayman, en Women at Sea.
129
bordo, la actitud natural de los hombres era hacer retirar a las mujeres del foco del
problema y hacer entonces, el trabajo propio y el de ellas161. Así las cosas, las
emergencias eran tratadas con menos medios humanos que lo planificado. Ante
una avería que afecta a la estructura se recurre al “apuntalamiento”, otro trabajo
pesado, que se ejecuta bajo la presión de la emergencia, donde no hay espacios
para los que no sean capaces de mover grandes pesos u operar herramientas que
exigen el uso de una buena dosis de fuerza física.
En las marinas en las que existen mujeres embarcadas y que no pueden
exponerlas al combate, se presenta un fenómeno inesperado: los tripulantes saben
que su buque (que para todo marino es siempre el mejor buque de la escuadra), no
podrá demostrar su valor ante el enemigo tal y como se espera, al menos no en las
mismas condiciones en que lo harán los barcos tripulados solamente por varones.
Ello afecta negativamente a la moral de esas dotaciones navales, que
probablemente son tan capaces como el resto y las expone a las burlas constantes
de sus compañeros.
La destinación de las mujeres embarcadas a reparticiones terrestres, para
servir en puestos habitualmente cubiertos por personal apto para el servicio de a
bordo, práctica bastante habitual en diversas marinas, ha acarreado un efecto no
previsto: resta muchas oportunidades al personal que sirve a bordo para acceder a
dichos puestos, con el consiguiente impacto en la moral de las dotaciones
embarcadas. La falta de oportunidades para acceder a puestos en tierra, es un
factor que incide de manera decisiva en el crecimiento de las tasas de retiro de
personal masculino altamente calificado, y que cuenta con pocos años de
servicio162.
El ambiente marino también impone sus reglas a los que ingresan en dicho
sistema. La vida a bordo implica pasar muchas horas expuesto a las inclemencias
del tiempo, realizando pesadas faenas. El frío, el cansancio y las ropas empapadas
han sido compañeros inseparables del marino y ello no va a cambiar por el hecho
de que se hayan desarrollado nuevas tecnologías. Que tales condiciones estén
siempre presentes es un factor que no preocupa al marino, pues ellas contribuyen a
fortalecer al futuro combatiente en la mar. Más aun, es deseable que el joven en
sus etapas de formación profesional, sufra los rigores de la vida marinera. Así,
como oficial, valorará mejor el trabajo de sus subalternos y ponderará más
prudentemente los riesgos a los que eventualmente les expondrá y como marinero,
podrá enfrentar los peligros con experiencia acumulada. No es de extrañar que la
sabiduría popular haya acuñado el término “hombre de mar”, para referirse a
quienes han hecho de estas difíciles condiciones, su forma de vida. El mar es un
medio en donde el que no se adapta sencillamente fracasa. No todos pueden ser
hombres de mar.
La vida de cámara a bordo también asume ciertas peculiaridades. Mientras
que en las unidades terrestres puede reducirse al personal soltero durante gran
parte del año, a bordo, es parte de la vida cotidiana todo el año y toca a todos los
miembros de la dotación, cada uno en su nivel, aunque se reduzca en el puerto
base. La dura jornada de faenas y ejercicios da paso a la vida social, donde se
161
162
Citado por Ricochet en Amazons at Sea.
Ibid.
130
comentan las actividades del día, se liman asperezas y se fortalecen los vínculos de
camaradería.
Pero aun cuando en la cámara se produce un cierto relajo, éste nunca es
total. Las guardias en alta mar o en puerto permiten a una gran parte de la dotación
descansar, mientras otra parte conduce la navegación, especialmente la nocturna, o
ejecuta ciertos ejercicios, etcétera. Sin embargo, lo anterior, no exime del hecho de
que surja la siempre presente amenaza del enemigo o una emergencia propia de la
navegación. Hasta en la más rutinaria de las navegaciones, el zafarrancho de
combate se hace oír en el momento más inesperado. La misma expresión,
zafarrancho, indica que en ese momento se interrumpe el descanso para todos, la
comida, la charla, todo, excepto lo necesario para enfrentar el combate o la
emergencia.
Por otra parte, no es posible que las cámaras a bordo, se encuentren en
sitios apartados del ajetreo cotidiano. Su ubicación, tamaño y forma no siempre
responden a criterios de mejor comodidad para sus ocupantes. Ésta muchas veces
no alcanza a albergar simultáneamente a todos sus miembros. En este sentido, la
cámara es un fiel reflejo de lo que el servicio naval exige a sus miembros, en orden
a adaptarse a las duras condiciones que la profesión naval normalmente demanda,
más que a exigir que tales condiciones se adapten a las necesidades de cada
individuo.
Un factor adicional a las diferencias entre la profesión naval y el resto de las
fuerzas o ramas militares, lo constituye el hecho de que en el buque, desde el
comandante hasta el tripulante de menor rango, todos comparten y están expuestos
a los mismos riesgos. En el combate terrestre, el soldado de menor rango está
objetivamente más expuesto a sufrir heridas o la muerte que el superior que a
veces se encuentra dirigiendo desde la retaguardia. En el combate aéreo, sólo
intervienen las tripulaciones aéreas. En el combate naval todos son combatientes,
corren más o menos los mismos riesgos y se exponen, en consecuencia, a las
mismas vicisitudes. Si se hunde el buque, todos son igualmente náufragos, cuya
supervivencia es posible en la medida que la disciplina, la unidad y el espíritu de
sacrificio se mantengan intactos. La camaradería en estas circunstancias, no sólo
es deseable, pasa a ser vital.
No falta, en las mentes más agudas, la percepción de que el marino
desarrolla por su buque un respeto semejante al que el militar siente hacia su
cuartel, pero lo del hombre de mar es mucho más profundo: el marino sabe que su
buque puede ser también su tumba. La tradición naval chilena impone normas,
incluso respecto de la vida de cámara. Así, en la cámara del comandante, debe
encontrarse un retrato del héroe de Chile, don Arturo Prat, en la de oficiales, el del
teniente Ignacio Serrano y en las de suboficiales o sargentos, el del sargento Juan
de Dios Aldea, modelos con los que los miembros de la cámara deben identificarse
en todo momento. La tradición también dicta el protocolo, el que se respeta
cuidadosamente.
El problema se presenta con mujeres integradas en la vida de cámara a
bordo, sobretodo porque el protocolo se funda sobre la posición jerárquica. Pero
dicho protocolo supone también atender a la condición de la mujer a bordo, que por
ser tal, merece ciertas consideraciones especiales que no guardan en absoluto
relación con la posición jerárquica o grado que ella ostente. Si se desconoce la
condición femenina de un miembro de la cámara, tarde o temprano desaparecerán
131
también el respeto y la consideración debida a todas las mujeres, sean éstas
militares o no.
La mujer debe de cualquier forma intentar adaptarse a esta realidad, pero
ello no siempre se ejecuta o es posible. La experiencia en las marinas mixtas, indica
que la prevalencia de cambios en las destinaciones entre las mujeres es muy alta, y
que sucede por las causas habituales: embarazo y lactancia y su rendimiento está
muy sujeto a la ciclicidad de sus procesos fisiológicos. Los efectos en las
capacidades operativas por estas circunstancias, son negativos en términos de
alcanzar y mantener los niveles de entrenamiento de la tripulación. Esta “volatilidad”
atenta contra la conformación de un equipo de combatientes, que debe adaptarse
en alguna medida, ante cada reemplazo de miembros de la dotación. No es
apropiado juzgar estas situaciones aduciendo que talvez se trate de trasbordos de
personal de escasa importancia en el conjunto. En el buque, las labores más
“humildes”, como sastrería, lavandería o zapatería, son atendidas por gente que
realiza otras tareas, en las guardias o en el combate, ya sea sirviendo en una pieza
de artillería, en una partida de control de averías, como camillero o telefonista, por
citar unas pocas, todas las cuales demandan un entrenamiento individual y de
conjunto.
Existe la impresión, de que como intento de solución al problema, bastaría
con imponer normas que impidan a la mujer embarcada quedar embarazada, pero
ello, además de ser contra la naturaleza, es ilegal conforme a las leyes vigentes y
atenta contra la ética de las FF.AA., la que ha estado siempre por fortalecer la vida
familiar.
La opción de embarcar solamente a las solteras también ha sido previamente
evaluada, pero dado que tarde o temprano ellas se casarán, la posibilidad de
continuar una carrera prolongada en la armada se ve bastante remota y difícil de
lograr. Ello tampoco resuelve el problema causado por las solteras que queden
embarazadas, situación de alta ocurrencia en las marinas mixtas, donde el
porcentaje de embarazadas a bordo ha llegado a ser mayor que en tierra o en la
vida civil163.
Según datos estadísticos proporcionados por organismos oficiales, la
prevalencia de mujeres embarazadas a bordo de las unidades norteamericanas, ha
sido mayor que en tierra, alcanzando cifras del orden del 31%164. Por otro lado, la
situación de las mujeres en estas condiciones implicaría embarcarlas por un
período tan breve de su carrera que cabría preguntarse si el esfuerzo y el costo de
prepararlas como tripulantes de un buque de guerra, vale realmente la pena, sobre
todo teniendo en cuenta que las dotaciones navales se conforman en un alto
porcentaje con personal muy calificado técnicamente. La tendencia es que esta
calificación sea cada vez mayor, en la medida que se automatizan las tareas de a
bordo.
Las reflexiones anteriores adquieren una mayor vigencia a medida que el
tamaño de las fuerzas navales es menor en número de efectivos, debido a que las
organizaciones de las grandes potencias poseen personal en abundancia. Lo tienen
para poseer la posibilidad de afrontar relevos frecuentes y se ven favorecidas por la
163
Aunque es muy difundida la opinión de que la mujer que trabaja, abandona el empleo cuando se casa o tiene hijos,
recientes estudios indican que sólo en contadas ocasiones es así, sin embargo, en el caso de las mujeres embarcadas o con
opción de embarcarse, esta circunstancia es bastante frecuente.
164
Gutamann, Stephanie.Kinder, Gentler Military. Simon & Schuster, Canada.
132
estandarización de unidades y equipos, lo que no ocurre tampoco en las marinas de
menor tamaño.
133
C.- LAS FUERZAS DEL AIRE 165
Las fuerzas del aire, en lo referente a las condiciones laborales en que se
desenvuelven, no ofrecen grandes diferencias respecto de las terrestres. La vida
regular se desarrolla en cuarteles o bases aéreas, que aparte de las instalaciones
necesarias para el mantenimiento y la operación de las aeronaves, muestran
bastantes similitudes.
La existencia de mujeres como miembros de las tripulaciones aéreas, implica
la necesidad de contar, en todas las bases aéreas a las que ellas pudieran arribar
con medios adecuados a sus necesidades, aun cuando la cantidad de mujeres en
estas tareas sea ínfima. Esto significa que debe de haber facilidades para alojarlas
que estén segregadas de las que usan sus pares masculinos.
Las tareas habituales sí son diferentes, debido a que los medios aéreos
siempre son equipos de gran complejidad técnica, de modo que el esfuerzo
destinado al mantenimiento de los medios materiales absorbe un tiempo
considerable de las energías del personal en tierra. Muchas de estas tareas pueden
ser desempeñadas indistintamente por varones y damas, en campos específicos,
como electrónica, aviónica, informática y otros, y en condiciones de razonable
igualdad. En este sentido, la creación de vínculos de camaradería entre ellas y ellos
se ve favorecida.
Las fuerzas aéreas tienen su mayor diferencia con las terrestres, en el
sentido de que mientras en éstas toda la unidad va al combate, en aquéllas sólo
son verdaderamente combatientes las tripulaciones aéreas, grupo bastante
reducido en relación con el total de la fuerza efectiva. Las unidades de defensa
aérea no se distinguen mayormente de las fuerzas terrestres que cumplen
funciones similares.
Esto plantea un desafío muy particular para los oficiales de las fuerzas del
aire, pues la forma de crear vínculos de camaradería con sus subalternos no puede
darse por la vía de compartir las vicisitudes del combate, hecho que por sí mismo
sería imposible. En este caso se da debido al grado de dependencia que el
tripulante de aeronave tiene, en sus capacidades de combate y de supervivencia,
respecto de las habilidades técnicas del ingeniero y del mecánico que realizan el
mantenimiento y entregan el apoyo logístico.
Los oficiales que operan las aeronaves de combate sí generan entre ellos,
vínculos de camaradería al estilo tradicional. Cuando a este grupo se integran
mujeres, las cosas evidentemente sufren algunos cambios, debido a que se espera
que el piloto de combate o de aeronave de apoyo, se mantenga en condiciones
físicas e intelectuales aceptables para el vuelo en aviones que plantean elevadas
exigencias al piloto, condiciones a las que el organismo femenino no siempre se
adapta adecuadamente, en virtud de los ciclos a que se ve sometido con
regularidad.
Los períodos de embarazo y lactancia suponen una interrupción en el
proceso de adquirir y mantener un nivel determinado de entrenamiento, en
desmedro de la eficiencia operativa del conjunto de la unidad y encarecen el
esfuerzo de búsqueda del nivel exigido en la preparación para la guerra. Por lo
Del mismo modo en que se eligió la expresión “fuerzas en tierra”, en lugar de “fuerzas terrestres”, se optó por “fuerzas del
aire” en reemplazo de “fuerzas aéreas”, por cuanto algunas de las consideraciones que caben en este acápite, son aplicables
a los medios aéreos del ejército o navales, siendo necesario un término de significado más amplio.
165
134
general, el piloto de aeronaves de combate debe mantener un nivel mínimo de
entrenamiento, el que se pierde rápido cuando no se ejercita regularmente. En una
mujer, expuesta a embarazos o largos períodos de lactancia, el nivel mínimo para
conservar sus aptitudes de vuelo sufrirá interrupciones más o menos frecuentes,
debiendo repetir con mayor frecuencia que el varón, las etapas más básicas del
entrenamiento. Esto tiene un costo adicional que en el caso de un piloto de combate
es relevante.
Esta diferencia entre varones y mujeres atenta contra el espíritu de cuerpo,
debido a que no todos los miembros del equipo pueden rendir en la misma medida.
Además es natural que haya que adoptar normas diferenciadas para hombres y
mujeres, a fin de que las calificaciones que ambos reciben puedan ser realizadas
con justicia.
El riesgo de que el avión sea derribado, va a la par con el de que la
tripulación sea capturada y llevada a un lugar de confinamiento en no muy buenas
condiciones. El problema de los riesgos a que se expone la mujer prisionera de
guerra, ya fue mencionado previamente en el caso de las fuerzas terrestres, por lo
que valen aquí los mismos elementos de juicio de entonces; con el adicional de que
los riesgos de ser hecha prisionera son significativamente más altos, pues la
aeronave operará regularmente sobre el territorio bajo control del enemigo y está
expuesta a ser derribada. Los pilotos derribados son expuestos a persecuciones
sistemáticas por las fuerzas adversarias, muchas veces motivadas por el deseo de
venganza debido a que han debido soportar el ataque de la misma aeronave
derribada. No es lo mismo ser objeto de la persecución del enemigo, cuando se
está en la compañía de los camaradas, que cuando como el piloto derribado, debe
enfrentar el peligro en la más completa soledad y sin posibilidad alguna de
comunicación. Es de suponerse a qué situaciones se verá expuesta una mujer en
tales circunstancias.
Otro aspecto del riesgo de volar y ser derribado, es el de la eyección desde
el avión. Sabido es que un piloto que es eyectado, experimenta aceleraciones
brutales, del orden de los 20 G, debe soportar el impacto del viento a velocidades
sumamente altas y, finalmente, debe absorber el violento contacto con el suelo, que
muchas veces no se produce de manera controlada166, sobretodo si la eyección se
produjo a baja altura. Rara vez un piloto sometido a esta situación se libra de salir
sin algún tipo de lesiones, sean éstas graves o leves. Hasta ahora no se han
encontrado antecedentes respecto de la forma como las mujeres han soportado una
eyección. Sin embargo, es de suponer que por tener una contextura menos robusta
que la de los varones, las lesiones que sufren probablemente deben ser de mayor
consideración.
No hay mayores diferencias entre la vida de cámara dentro de una guarnición
aérea y la que se desarrolla en un cuartel del ejército, pues generalmente ambas
comparten las mismas circunstancias. Solamente se diferencian en que es normal
que las unidades aéreas se encuentren en la periferia de los centros poblados y no
en su interior, para que las operaciones aéreas no importunen a la población civil.
166
El paracaidismo deportivo, practicado por muchas mujeres, no es un buen punto de comparación. El deportista se lanza al
vacío en condiciones bastante distintas que el piloto del aeronave derribada, ya que no ha sufrido lesiones antes del salto,
opera desde aviones volando a velocidades bajas, lleva un equipo muy reducido (sin elementos de supervivencia) y posee un
paracaídas con capacidades de control de vuelo que no están presentes en un paracaídas de emergencia.
135
Ello implica una vida de casino bastante más activa y concurrida que en las
unidades terrestres.
136
VII.- ADAPTACIÓN DE LAS FUERZAS A LA INTEGRACIÓN FEMENINA
Es evidente que en todas las instituciones castrenses que han debido recibir
contingentes femeninos ha sido necesario realizar numerosas adaptaciones. Éstas
han sido tanto en términos de reglamentación, como de infraestructura física en
tierra, de modificación de las unidades a flote en el caso de la Armada y muchas
otras.
Históricamente, las fuerzas armadas de todo el mundo han funcionado de
otra manera, acostumbradas a operar sin contingentes femeninos. Independiente
del hecho de que los cuerpos armados siempre deben sufrir adecuaciones a
diversas circunstancias de tiempo y lugar, lo que nunca ha cambiado es el hecho de
que el recluta es el que debe adaptarse al medio167.
El conocimiento, fruto de las largas experiencias que han acumulado los
militares, enseña que el proceso de adaptación toma su tiempo y requiere del
sacrificio de reclutas e instructores, para que el recién ingresado se introduzca en
un mundo en el que las cosas más sencillas, tienen sus peculiaridades que el
hombre de armas debe saber dominar. El léxico militar, naval o aéreo, la forma de
tratar al superior, al subalterno o incluso al compañero, la rígida rutina diaria, llena
de pequeñas y grandes diferencias con la vida civil, la falta de privacidad y de
comodidades que fuera del cuartel son tan desconocidas que ni siquiera se piensa
en su existencia, etcétera.
El “período de reclutas”168, primera etapa en el proceso de formación de un
militar, apunta a entregar al novato los conocimientos básicos respecto de lo que el
servicio espera de él, en orden a la conducta que debe observar y a los
conocimientos mínimos que debe manejar para tener un desempeño pasable. Es el
primer paso en un largo proceso de adaptación, indispensable para un eficiente
desempeño en el mundo militar. Es también la primera prueba a que se ve
sometido, para aquilatar sus aptitudes con vistas a convertirse en guerrero. Con
diversos nombres y modalidades, el período de reclutas es un uso universal e
ineludible en las FF.AA., que en ocasiones alcanza al personal que no desarrollará
funciones militares169.
El hecho conocido, de las altas tasas de deserción que se produce en las
escuelas matrices, es revelador de una realidad que en la boca de un militar puede
sonar a soberbia, pero que es lejos de toda duda, incuestionablemente cierta. No
todos pueden ser militares, no todos tienen las cualidades para convertirse en tales
y además no es fácil llegar a serlo.
En realidad, no todos pueden ser médicos, abogados, ingenieros o
arquitectos. Ni es fácil lograr el título, pues cada oficio tiene sus propias exigencias
de talento, académicas o de otro orden que sólo algunos individuos tienen, siendo
labor de las universidades el seleccionar a los que son realmente capaces de
167
Es costumbre entre las familias reales, que los hijos varones reciban formación militar, sin ninguna consideración especial
en virtud de su rango nobiliario. Uno de los hijos de la Reina Isabel sirvió como piloto de helicóptero en la guerra por las Islas
Falkland y su padre, el Príncipe Felipe, fue oficial de Marina embarcado durante la Segunda Guerra Mundial, como un oficial
más. Estos y otros casos semejantes indican que el ingreso al servicio armado se realiza sin ningún tipo de consideraciones
especiales.
168
Ver “Período de reclutas” en Aclaraciones.
169
La conocida película Reto al Destino, que lanzó a la fama al actor Richard Gere, ilustra precisamente el período de reclutas
al que se somete a los futuros oficiales aviadores navales norteamericanos que no ingresan al servicio a través de la
Academia Naval de Annapolis.
137
cumplir con los programas de estudios establecidos. En los llamados oficios, la
necesidad de talentos especiales no es menor. Sólo algunos pueden ser
carpinteros, albañiles o mueblistas. En todos los casos, el mercado laboral
demuestra ser implacable. Sólo triunfan los más o los únicos capaces.
La selección del personal no puede faltar en las FF.AA. Sin ella, se corre el
riesgo de poner en peligro a la nación entera, al permitirse el ingreso a sus filas de
elementos que eventualmente podrían no ser idóneos para el tipo de servicio que
se requiere. La selección es y debe ser permanente, desde el primer día en que el
joven cruza las puertas de la escuela o del cuartel, hasta que finalmente se acoge a
retiro. La altura que cada cual alcanza en la carrera, es un buen reflejo de la aptitud
de cada uno para el servicio castrense.
Por esta razón, el hecho de que las FF.AA. deban adaptarse para recibir a un
grupo específico, no parece de ninguna lógica respecto de lo que es su misión
esencial: la defensa. Lo normal es que quien se introduce en el mundo militar, se
adapte a las condiciones que este medio impone. Lo contrario implica
necesariamente desvirtuar la esencia de la vida militar, que es de servicio y
sacrificio para sus miembros.
A continuación expondré algunas consideraciones respecto de las
adaptaciones que sería necesario implementar, separándolas según la naturaleza
de las fuerzas armadas.
138
A.- FUERZAS EN TIERRA
Como ya se ha indicado previamente, las adaptaciones de las fuerzas en
tierra a la presencia femenina en términos de infraestructura, son relativamente
sencillas. Las adaptaciones de tipo administrativo, no merecen ser mencionadas en
un trabajo como el presente porque dependen exclusivamente de la voluntad
humana. Donde las adaptaciones adquieren complejidad, es en los requisitos
exigidos para que las unidades y sus integrantes sean declarados aptos para el
combate.
Las exigencias de orden intelectual no constituyen un problema para la
selección del personal, debido a que en este plano hombres y mujeres son
semejantes.
Sin perjuicio de que la aptitud moral que se tenga es indispensable para
enfrentar las situaciones de riesgo propias de la guerra, las exigencias físicas para
el combate son primordiales y no se pueden “suavizar”. Un soldado requiere de una
aptitud para el ejercicio físico intenso y prolongado, porque el combate así lo
impone.
No todos pueden ser soldados o militares. La batalla no tiene horarios ni días
específicos para ocurrir. Se come, se bebe, se duerme o se atiende a las
necesidades físicas, sólo cuando y donde realmente se puede hacerlo, si es que
aquello resulta posible. Al combate no se va con comedores, baños ni dormitorios,
sino con una mochila cuyo contenido está cuidadosamente regulado en función de
las necesidades operativas. En combate, las únicas oportunidades que tiene el
soldado para descansar dependen de la llegada de un relevo, que muchas veces
puede no aparecer oportunamente.
Terminado el combate, el soldado debe convivir con los despojos de los
muertos, con los heridos hasta que lleguen los cuerpos sanitarios a retirarlos y los
restos del material bélico destruido. Esto es así hasta que exista la posibilidad de
que se sepulte a los caídos y se despeje el terreno de los escombros, tareas que él
mismo muchas veces debe emprender. En este punto, no hay adaptación posible.
Es el combatiente el que se adapta al medio o sencillamente debe ser retirado del
frente, si antes el enemigo no ha acabado con él y con su vida.
Las capacidades físicas son tan importantes como las habilidades del
soldado, tanto en lo táctico como en el manejo del arma que se le ha entregado. Y
es en las capacidades físicas, donde justamente residen las principales diferencias
entre el varón y la mujer170. No es cierto que en la vida militar haya una
preeminencia del músculo por sobre el cerebro, por lo que pretender que ello puede
ser revertido tampoco es acertado171. Lo que la guerra terrestre necesita es una
adecuada conjunción de músculo y cerebro, como ocurre con toda actividad
humana. Con la salvedad de que la vida militar implica una peculiar combinación de
capacidades, habilidades y talentos, que no siempre es desarrollada por todas las
personas172.
170
Baroness Symons of Vernham Dean, Minister for Defence Procurement, Part of My Job: Equal Opportunities in The Armed
Forces, RUSI Journal Octubre de 2000. Entrevista.
171
La pretendida supremacía de lo físico por sobre lo intelectual, ha sido por mucho tiempo, argumento destinado a
desacreditar a los militares y, entre estos, para hacer bromas a sus camaradas empleados en funciones en las que los
aspectos físicos son de mayor relevancia que en otros.
172
La primacía del intelecto se ve aún más claramente en el hecho de que al soldado se le exige una prestancia moral, que no
reside en el músculo, sino en la mente.
139
La guerra moderna ha hecho aun más difícil el problema. Los ejércitos
antiguos combatían mientras la luz natural lo permitía y se retiraban al caer la
noche. Salvo en el caso de un asedio, durante las horas de oscuridad se corría el
riesgo de atacar a los compañeros, por la incapacidad de reconocerlos. Las normas
que emitían las autoridades eclesiásticas, imponían treguas por cuestiones de
índole religiosa o humanitaria, que todos acataban. Se respetaba el derecho del
enemigo a recoger a sus heridos y sepultar a sus muertos, pues todos ellos
compartían la misma fe. En otras culturas, las condicionantes impuestas por la
superstición o las premoniciones de los augures o astrólogos operaban de igual
forma.
Todo ello ha cambiado notoriamente en cuanto al campo de batalla. Se
combate de día y de noche, porque las circunstancias tácticas lo hacen aconsejable
y porque se cuenta con los medios tecnológicos que hacen que la noche sea día. Si
no se va a combatir de noche se aprovecha la oscuridad para desplegar o
redesplegar las fuerzas, esperando combatir nuevamente de día. La palabra
“descanso” desaparece del lenguaje del soldado en combate, aunque pese
dolorosamente en su mente. La historia recurre reiteradamente al término
“sobrehumano”, para referirse a los esfuerzos increíbles que han realizado los
soldados en incontables ocasiones, para cumplir con las misiones asignadas bajo el
fuego del enemigo.
La autoridad de la Iglesia Católica ya no alcanza a imponer sus normas a las
fuerzas militares, aunque la mayoría todavía comparta el mismo credo en el caso de
Chile. En lugar de dar facilidades al enemigo para recoger a sus muertos y atender
a sus heridos, se busca quebrantar su moral impidiéndole realizar tales tareas. El
compañero herido pidiendo auxilio, en medio de la “tierra de nadie”, afecta
profundamente la moral de las tropas y puede provocar reacciones irracionales, que
ponen en riesgo al resto de la fuerza o al cumplimiento de la misión. Muchos
soldados han ganado sus condecoraciones de guerra precisamente por llevar a
cabo espectaculares rescates de compañeros heridos, todo ellos bajo condiciones
extremadamente difíciles.
Nuevamente la realidad nos muestra que lo que verdaderamente se requiere,
desde esta perspectiva, no es una adaptación de las fuerzas a la incorporación de
la mujer, sino que ésta sea capaz de adaptarse al medio en el cual pretende ser
admitida.
Es evidente que las armas militares se han diseñado pensando en
operadores masculinos y no femeninos. Si bien es cierto que se han hecho
esfuerzos por diseñar armas de uso personal más livianas, ello ha tenido por
finalidad primordial, el que el soldado pueda llevar más munición u otros equipos
necesarios y sólo secundariamente se ha tenido como meta reducir la fatiga. No se
puede olvidar que el arma del infante, por ejemplo, requiere de cierta potencia que
sólo se consigue alargando el cañón o empleando munición más potente, todo lo
cual exige un conjunto mucho más robusto. Si bien es cierto que las fuerzas
especiales usan armas de menor tamaño y potencia, éstas no son eficientes en una
unidad de infantería que dispara a mayor distancia y requiere de más precisión en
el tiro.
Además, la tendencia actual es dotar al combatiente con más equipos.
Chalecos o tenidas antibalas, cascos capaces de soportar el impacto de un
proyectil, calzado antiminas, visores nocturnos, equipos de comunicaciones
140
individuales, navegadores satelitales (GPS), designadores e iluminadores de
blancos para la aviación o la artillería y otros equipos inimaginables hace pocos
años son parte de los implementos que el soldado moderno recibe. Ellos recargan
al soldado en combate, demandándole esfuerzos extremos y adicionales. Ésta es
una de las razones por las que los ejércitos de todo el mundo tienen exigencias de
contextura física mínimas, que normalmente no son cumplidas por la mujer. Las
adaptaciones que se han llevado a cabo en algunas fuerzas, consistentes en
rebajar las exigencias de desempeño físico para recibir contingentes femeninos,
redundan necesariamente en unidades militares menos aptas físicamente para el
combate.
Es generalmente aceptado que las mujeres sólo se integren, por estas
razones, a las armas de apoyo en el ejército. Son secciones como las de artillería,
ingenieros de combate y telecomunicaciones, donde las exigencias físicas parecen
ser algo menores y menos estrictas (No en el caso de la artillería, donde las
exigencias físicas no son en absoluto menores). No obstante, no pueden adaptarse
todas las circunstancias.
Sin duda que una central de cálculo de tiro no se resentirá en su eficiencia y
precisión si es operada por mujeres. Otro tanto ocurre con la operación de una
central de comunicaciones. Pero un proyectil de artillería de 155 mm pesa alrededor
de 50 Kg., el que de por sí es considerable para un varón y lo será más para una
mujer, que como artillera, deberá cargar muchos durante un lapso de tiempo
prolongado. Ella también deberá cargar la munición en el vehículo o camión de
transporte, emplazar el arma, operar manualmente los pesados mecanismos del
cañón, etcétera. Todas estas tareas son realmente duras, aún para varones
fornidos.
En la guerra moderna, las posibilidades de que las unidades de apoyo que
operan alejadas de las líneas del frente deban enfrentarse con unidades de
combate, se han incrementado en la misma medida en que se ha perfeccionado el
armamento y la movilidad de las tropas. En ninguna planificación militar puede
descartarse el empleo por el enemigo, de medios aéreos, capaces de ofender
precisamente los dispositivos logísticos que están ubicados en la retaguardia,
normalmente menos protegidos contra la amenaza aérea y por lo tanto, blancos
más atractivos.
Prácticamente no existen unidades de fuerzas especiales donde se
desempeñen mujeres. En estas fuerzas tan particulares, las exigencias físicas son
aun mayores que en las unidades de servicio general. El combatiente especial
depende aun más de sus propias capacidades individuales y obligatoriamente debe
ser un individuo muy aguerrido y a la vez audaz. Es un combatiente aislado,
generalmente inserto en pequeños grupos, en acciones que se realizan tras las
líneas del enemigo, huérfano del apoyo de la artillería, de la aviación o del aparato
logístico. Prácticamente sobrevive reduciendo al máximo la satisfacción de sus
necesidades individuales. Las exigencias físicas de un combatiente especial sólo
son cumplidas por muy pocos y escogidos varones, de modo que no todos los
militares pueden ser parte de esta rama. La adaptación es en este caso, muy poco
viable, salvo que se haga al costo de reducir las capacidades físicas mínimas
exigidas.
En ninguno de los casos planteados puede decirse que no existan mujeres
capacitadas para el trabajo o la vida militar. No obstante, las consideraciones que
141
se puedan tener a la vista siempre deben evaluar la generalidad, no los casos
particulares173.
173
Rambo y otros héroes y heroínas del cine y la televisión, han creado una falsa visión del mundo militar, en la que un cuerpo
militar, aun bien entrenado, resulta sistemáticamente destruido por un solo individuo, superdotado, física, intelectual y
moralmente. Tales héroes, no son más que hijos de la imaginación, capaces de llenar las salas de cine, pero no de realizar
las hazañas que se exhiben en la pantalla.
142
B.- FUERZAS NAVALES
Las fuerzas navales han sido en todos los casos conocidos, las que más
dificultades han presentado para la incorporación de mujeres en sus filas. No es
una simple casualidad. Pese a que el ingreso de la mujer a las Armadas ha
precedido muchas veces al de las fuerzas terrestres, éstas se han diferenciado al
ocupar plazas laborales en los planteles terrestres en las que pueden
desempeñarse eficientemente con sus pares masculinos o en las que
definitivamente, no tienen un competidor varón. El buque, medio de combate natural
de la fuerza naval, hasta años muy recientes, no fue abordado por tripulantes
femeninos.
Las adaptaciones de una fuerza naval exige modificaciones que afectan gran
parte de la estructura física de las unidades a flote. Se trata de cambios que a
veces son simplemente irrealizables y que debieran hacerse sin menguar las
capacidades bélicas del conjunto. Ya se han expuesto someramente las dificultades
que debe abordar el equipo de ingenieros, arquitectos y constructores navales, para
modificar un buque ya construido. El problema se simplifica en parte, cuando de
diseñar un buque mixto se trata. Si no hay limitaciones en cuanto a los costos es
posible lograr diseños apropiados, considerando que los porcentajes de mujeres de
la dotación, serán constantes y probablemente en áreas específicas de desempeño.
La Armada de los EE.UU. estima que modificar un portaaviones para recibir
mujeres tiene un costo de US$ 4.000 por cada tripulante femenino que se pueda
recibir, en tanto que en un submarino, dicha estimación sube a por lo menos US$
300.000174.
Ya hemos visto que las dotaciones mixtas requieren de espacios de
habitabilidad segregados, a la vez que las facilidades para las mujeres tienen
requerimientos especiales en baños, lavandería, enfermería, etcétera. La
experiencia indica también que la alimentación adecuada para el hombre sometido
a esfuerzos físicos duros, no es apropiada para las mujeres, que tienden a subir
rápidamente de peso, de modo que este aspecto también requiere de adaptaciones
que en unidades menores, es muy difícil de satisfacer debido a la carencia de
espacio físico en la cocina175.
El problema, de por sí crítico en unidades de superficie, es prácticamente
insoluble en los submarinos. En un sumergible es imposible crear espacios
segregados para cada sexo, debido a que el hacinamiento es una norma de vida
para el submarinista, hasta el punto que uno de los requisitos para ingresar y
permanecer en el arma, es la capacidad sicológica para soportarlo por largos
períodos.
Lo que viene a agravar el problema con el paso del tiempo, es la creciente
reducción de la cantidad tripulantes en las unidades de combate, fruto de la
automatización de los procesos de detección, traqueo176 y destrucción de los
blancos, de las comunicaciones y de toma de decisiones, así como de los referidos
al control y la operación de las plantas propulsoras y auxiliares, etcétera. Con
174
New Debate on Submarine Duty for Women, www.armedforcescareers.com/articles/article18.html
175
El tema de la alimentación diferenciada para damas y varones aparece en Mujeres de alto vuelo, de fecha 12 de agosto
de 2004, en www.mujereschile.cl, como una necesidad detectada en la Escuela de Aviación.
176
Ver “Traqueo” en Aclaraciones.
143
menos personal a bordo, los trabajos que requieren grandes esfuerzos físicos no se
han terminado. Por el contrario, son los mismos de antes pero ahora con menos
personal para desarrollarlos. Probablemente un acorazado de la segunda guerra
mundial, con 1.600 tripulantes, no se hubiera resentido apreciablemente con un
10% de la dotación compuesto de mujeres. Una fragata de 2.000 toneladas, con
120 tripulantes, cuyo complejo equipamiento requiere de un constante y duro
esfuerzo de mantenimiento, que probablemente no era tan exigente en el
acorazado, dispone cada vez de menos manos y gente para las numerosas tareas
pesadas, de modo que todo el escaso personal disponible debe “apegar a la tira” 177,
según la expresión empleada en la jerga naval.
No cabe duda de que es posible reducir la cantidad de trabajos pesados a
bordo, pero ello se logra a costa de sacrificar el costoso espacio disponible,
aumentar desmedidamente el peso del buque (lo que reduce la velocidad de la
nave y su radio de acción o autonomía), además de recargar innecesariamente la
agenda de mantenimiento. En los buques auxiliares, la cantidad de trabajos
pesados es mayor que en las unidades de combate, acorde con las labores que
realiza.
Se ha pretendido comparar a las unidades navales auxiliares con sus pares
del mundo civil, sin considerar las diferencias básicas que necesariamente existen
entre ambas. La nave mercante, sea de transporte o un modesto remolcador, se
concibe y opera bajo los criterios del costo de su operación, en el que tiene una
fuerte incidencia el de la mano de obra. Esta razón lleva al armador a dotar al
buque mercante del máximo de equipos automatizados, reduciendo o eliminando
todo aquello que no sea absolutamente indispensable en el logro de sus metas
comerciales o financieras. El mantenimiento que la tripulación ejecuta a bordo es
mínimo, descansando fundamentalmente en el servicio que prestan los oferentes
terrestres. El buque es programado minuciosamente en sus navegaciones, tanto
para cumplir con sus compromisos con la clientela, como para efectuar el
mantenimiento.
Poco de esto es válido en el caso de las unidades navales de combate. Si
bien es cierto que los planes de mantenimiento demandan una planificación
previamente elaborada en el empleo operativo del buque, muchas veces éste debe
operar bajo condiciones de emergencia no previstas y no planificadas, por su
condición de bien de servicio a la comunidad. El inminente naufragio de una nave,
sea ésta civil o militar; la comunidad aislada en los fiordos australes afectada por los
rigores del clima; la evacuación de un poblador que requiere inmediata atención
médica y tantas otras situaciones, quiebran el más afinado plan de permanencia en
puerto de una nave de la Armada.
La dotación por lo tanto, debe ser capaz de atender la mayor parte del
mantenimiento con sus propios medios y sin esperar ayuda externa rápida, sin
perjuicio de que debe estar capacitada para prestar auxilio a otras naves en
dificultades. Es un buque auxiliar, pero también es un buque de guerra, lo que
implica el desarrollo de otras actividades de tipo permanente desconocidas en una
nave mercante, como el entrenamiento para cumplir su rol en la fuerza que se
prepara para la guerra.
177
Ver “Apegar a la tira” en Aclaraciones.
144
El trabajo de mantenimiento también tiende a ser más pesado en un buque
auxiliar. En un petrolero, el mantenimiento de equipos como grúas, plumas,
maniobras para la transferencia de combustible, demandante de grandes esfuerzos
físicos, es crítico para el cumplimiento de los roles del buque en su servicio a las
unidades de combate. En estos buques, el trabajo normal de reabastecer de
combustible en la mar, es también una tarea que causa gran desgaste físico,
realizada frecuentemente en condiciones climáticas difíciles, que absorbe a la
mayor parte del personal que no se encuentra cubriendo puestos en la operación
normal de la nave. La estrecha relación entre la vida de a bordo y el trabajo pesado
no da mucho espacio a las adaptaciones necesarias para recibir tripulantes
femeninos.
En la Infantería de Marina, que en todas partes es una componente de las
fuerzas navales, las condiciones de vida y de trabajo son una mezcla de las
condiciones prevalecientes en las fuerzas terrestres y en las navales. El infante de
marina combate en tierra, pero el desplazamiento a las áreas de operaciones se
realiza navegando, generalmente en unidades de desembarque. También debe
contar con las fuerzas navales en la cercanía para tener el debido apoyo logístico.
Todo esto implica que para que estas fuerzas se adapten a la presencia femenina,
la fuerza naval debe hacerlo previamente, al menos en las unidades que se
dediquen a las operaciones anfibias.
Se debe recordar que en alguna medida, las fuerzas anfibias son semejantes
a las fuerzas especiales del Ejército. Éstas operan huérfanas de apoyo terrestre
cercano, se organizan con una cierta autonomía logística, etcétera, todo lo cual
impone al combatiente anfibio, una capacidad física excepcional. La experiencia
con fuerzas anfibias, que se enriqueció extraordinariamente durante la segunda
guerra mundial, indica que sufrían un porcentaje mucho más elevado de bajas que
las fuerzas terrestres, gran parte de ellas causadas por la incapacidad del soldado
regular por alcanzar la playa, bajo el gran peso de su equipo y sometido al fuego de
los defensores. No debe ser simple casualidad que a la fecha, no se tiene
conocimiento de mujeres en las fuerzas de combate de la infantería de marina de
ningún país.
Una adaptación indispensable, es la que debe sufrir la mentalidad de todo
marino. Las experiencias que se conocen indican a las claras que tal adaptación no
se ha producido casi en ninguna fuerza naval, por una razón nada despreciable,
que es la tradición de siglos de vida marinera integrada exclusivamente por
varones. Esta tradición supera fácilmente las barreras del idioma, de la cultura e
incluso de antiguas enemistades. En muchas ocasiones es más fácil encontrar
similitudes entre marinos de latitudes muy distantes, que entre marinos y militares
de una misma bandera.
Casi universalmente el uniforme naval es azul, los grados jerárquicos poseen
nombres y distintivos más o menos similares y, por lo tanto, son fácilmente
asimilables para efectos protocolares. Las costumbres marineras no conocen
fronteras. Por el contrario, crean vínculos estrechos en la medida que ellas revelan
una hermandad muy particular y que todos son unánimes en respetar y querer
preservar. También pesa en todo esto el hecho de que los marinos, más que otros
hombres de armas, se relacionan frecuente y estrechamente con sus pares
extranjeros.
145
Los usos tradicionales también tienen una vital importancia. Si durante
mucho tiempo algo resultó exitoso, ¿por qué cambiarlo ahora? Cambiar una
mentalidad tan apegada a formas y costumbres inmemoriales, es una tarea
particularmente difícil. Además no se tiene certeza alguna de que el cambio vaya a
producir efectos beneficiosos en la calidad de las fuerzas de mar, único argumento
que debiera realmente pesar al momento de decidir la puesta en práctica de
cualquier modificación.
A partir del análisis de lo que es la vida de cámara a bordo, tema que ya se
ha tratado previamente, podemos concluir que el servicio a flote es un campo
laboral en el que no caben adaptaciones a las necesidades de los individuos, sino
que, por el contrario, son ellos, ya sea hombres o mujeres, los que deben adaptarse
al medio al cual llegan. Adaptar las unidades navales para que puedan acoger a
tripulantes femeninos, es, en términos de lo que significa la compleja vida en el mar,
un contrasentido.
146
C.- FUERZAS DEL AIRE
Las fuerzas aéreas requieren escasas adaptaciones, casi todas ellas en
términos de infraestructura de habitabilidad y eventualmente de algunos medios de
sanidad específicos para las damas. No existen diferencias derivadas de la
fisiología, entre un hombre y una mujer, para pilotear una aeronave, salvo los
períodos de menstruación, embarazo y lactancia y, como en otro momento se ha
señalado, cuando se debe atender una emergencia en un avión de alto rendimiento.
No es lo mismo una emergencia hidráulica en un avión de combate F-16 volando a
mach 2,1 (aproximadamente 2.124 Km./h), que una falla en un aeronave de
transporte militar volando a 740 Km./h o a la de una pequeña avioneta deportiva a
170 Km./h.
Un factor importante en la adaptación, lo constituye la falta de una larga
tradición “aérea”. Muchas de las fuerzas aéreas del mundo, nunca se han visto
envueltas en acciones bélicas reales y ninguna puede ostentar una existencia de un
siglo, en tanto que hay ejércitos, como el chileno, cuya fundación se remonta a un
par de siglos atrás. La Armada de Chile había conquistado sus mayores glorias más
de 50 años antes de que se creara nuestra Fuerza Aérea. Es sabido que las
tradiciones militares tienen sus principales fuentes en la experiencia bélica que
acumulan. La denominación de las unidades, por ejemplo, en la Armada y en el
Ejército, evocan a héroes o acciones de guerra y realmente sobrarían nombres para
ello. Los nombres de las unidades aéreas, surgen de fuentes completamente
distintas: algunos animales de carácter simbólico, la toponimia local, etcétera, y
cuando se recurre a nombres propios, se trata de rememorar a figuras cuyos
méritos son de tipo fundacional o que podrían ser, indistintamente, militares o
civiles.
La Escuela Naval lleva el nombre de su alumno más brillante y conocido, el
mayor héroe que la institución ha tenido a lo largo de su historia: Arturo Prat
Chacón. La Escuela de Aviación en cambio, ostenta el nombre de su fundador178.
Mientras hablamos de una tradición militar o naval que se ha forjado en el ámbito
castrense, la tradición aérea en Chile no logra aun despegarse del mundo de la
aviación civil. Los logros de los que nuestra Fuerza Aérea puede legítimamente
enorgullecerse, son objetivos que pudieron alcanzarse también por civiles, lo que no
les resta méritos, pero que muy dificultosamente podrían calificarse de hazañas
propiamente militares.
La Fuerza Aérea Argentina, que cumplió un honroso papel en la reciente
guerra por la tenencia de las islas Falklands. Gracias a esta experiencia ha logrado
grandes laureles en el terreno militar, en torno a los cuales ahora puede desarrollar
una tradición aérea propiamente castrense que no tuvo antes del conflicto con los
ingleses.
Si la tradición pesa al momento de imponer cambios, la falta de ésta en la
fuerza aérea en cierta forma favorece considerablemente los mismos en muchos
ámbitos. Entre ellos, la presencia de mujeres en sus filas. Esta situación, debería
permitir que la adaptación de las fuerzas aéreas a la incorporación femenina, sea la
más sencilla de implementar. Siempre quedará presente, sin embargo, la cuestión
178
En sus comienzos, el Ejército y la Armada también recurrían a la toponimia o a nombres de pura leyenda, para denominar
a sus unidades (Buín, Rancagua, en el caso del Ejército, Aquiles, Águila o Meteoro, en la Armada), pero pronto, los hechos y
los héroes reemplazaron a los anteriores (Topáter, Chacabuco, Arica, Pisagua, Iquique, Yungay, Esmeralda, Carrera o Prat).
147
de si las adaptaciones contribuyen o no a una mejor gestión del recurso aéreo
militar.
148
VIII.- REFLEXIONES FINALES.-
No deja de ser paradójico que en los Estados Unidos, el país que más
experiencia practica ha tenido en guerra durante los últimos 60 años, la legislación
actualmente vigente no permite que las mujeres participen del combate directo. Más
aún, las 37 bajas femeninas en Irak, los ha llevado a que el Congreso exija una
investigación de si se está cumpliendo el espíritu de la Ley. Mientras esto sucede
en el país del Norte, en Chile, algunos sectores políticos y feministas presionan e
insisten para incluirla. Además esperan que se haga de inmediato y sin demora
alguna.
Definitivamente, falta experiencia práctica y tiempo para medirla de una
manera realista. Mucho tiempo, antes que tengamos alguna claridad sobre el tema
y podamos decir si los resultados fueron positivos o negativos.
En nuestro caso, debemos seriamente preguntarnos si vale la pena exponer
a nuestras mujeres, a las Fuerzas Armadas y al país a una aventura en la cual no
existe certeza alguna respecto de los resultados y consecuencias que se pueden
esperar.
Aspectos como los morfológicos hacen naturalmente a la mujer menos fuerte
y también menos resistente a la fatiga que el hombre. Las diferencias fisiológicas (la
menstruación es una de ellas), el embarazo y el parto y sus consecuencias
posteriores, complican la participación continua de la mujer en los entrenamientos y
en el frente de combate. El matrimonio y los hijos restan disponibilidad a la mujer
para su desarrollo profesional en las fuerzas operativas. Esto pasa a ser relevante
en momentos de crisis, donde se requiere un 100% de disponibilidad de todas las
fuerzas activas entrenadas.
Otros factores a considerar son los costos de adecuación de la
infraestructura militar y de los medios, especialmente en la Armada, que requiere la
incorporación de la mujer a las unidades de combate, los que son, generalmente
altos o muy altos y recargan innecesariamente el presupuesto disponible en la
institución. Si bien es cierto que existe una presión política continua por lograr el
ingreso de la mujer a las fuerzas de combate, no es menos real que en muchos de
los países donde tienen acceso a ellas, su participación no llega a más de un 1 ó
2%. Estos porcentajes corroboran la falta de vocación o interés que la mujer
muestra por el tema militar operativo.
También, se debe tener en consideración que el medio militar en general no
acepta de buena gana a la mujer en las unidades de combate. Esto ocurre debido a
la falta de capacidad física para compartir los trabajos pesados, la dificultad para
entablar una relación de verdaderos camaradas de armas y el trato diferente que se
les otorga. Por otra parte, a la mujer del militar, en su mayoría, le complica la
presencia de mujeres en las unidades de combate. Esto es especialmente notorio
en aquellas unidades donde las ausencias son prolongadas, en condiciones de falta
de espacio y de comodidades, además de la promiscuidad natural que en éstas se
produce con el tiempo.
Si se busca justificar el ingreso de la mujer a las fuerzas de combate
utilizando el concepto de “que todos somos iguales ante la ley”, es importante
recordar que, en democracia, este concepto se refiere a la igualdad jurídica y no a
una seudo paridad total. No es ni puede ser igual la capacidad de unos y otros, así
149
como tampoco lo son las características físicas y fisiológicas, y menos aún los
intereses. Si no fuera así, no existiría la individualidad ni la competencia dentro del
género humano. Seriamos todos iguales, como un producto industrial producido en
línea.
Pretender realizar estos cambios argumentando que “otros países ya lo han
hecho hace tiempo” o que “es parte importante del proceso de modernidad del
país”, no resiste análisis alguno. Definitivamente, nuestra realidad social y militar es
diferente a la de aquellos países que intentan involucrar a la mujer en unidades de
combate. Además, la actual estructura de personal de nuestras Fuerzas Armadas
ha demostrado ser eficiente y capaz de cumplir cabalmente su misión
constitucional.
Para finalizar, quisiera destacar la especial responsabilidad que le cabe en
esta materia al gobierno recientemente asumido por la presidente Michelle Bachelet
Jeria. Ella deberá velar porque las Fuerzas Armadas sean capaces de defender en
forma eficiente nuestra seguridad en el entorno en que estamos situados y no
olvidar, que no hay política exterior exitosa sin unas Fuerzas Armadas competentes
y poderosas.
.
150
ANEXOS.-
ANEXO A
AGUSTINA DE ARAGON179 (1786-1857)
Su verdadero nombre era Agustina Raimunda María Saragossa Doménech,
también conocida con el apodo de “La Artillera”. Ella es tal vez la heroína más
popular del folklore español. Veamos cuál fue su gran hazaña. El 15 de junio de
1808, los franceses forzaron las entradas a la ciudad por la zona de Casablanca,
intentando penetrar en Zaragoza entre las puertas del Carmen y del Portillo en
medio de un intenso ataque artillero, cerrando el cerco sobre la ciudad por diversos
puntos. El gran asalto del 2 de julio se centró, entre otras zonas, en el Portillo,
donde la batería allí dispuesta había ido perdiendo uno a uno sus defensores. Fue
entonces cuando hizo aparición la heroína, que tomando la mecha de las manos de
un moribundo artillero, disparó el cañón contra los atacantes, consiguiendo su
pronta retirada.
“La Artillera” intervino en otros episodios de los Sitios de Zaragoza. Participó
en la lucha por el convento de Jerusalén y también en el Sitio de Teruel. Su azarosa
vida le llevará al Sitio de Tortosa, donde nuevamente fue capturada, escapándose
más tarde.
MANUELA SANCHO BONAFONTE (1748-1863)
Colaboró en las tareas de avituallamiento durante el primer sitio de Zaragoza
en junio de 1808. Se destacó en el segundo sitio ante la feroz ofensiva del ejército
francés, cuando tomó las armas con admirable resolución participando en la
defensa del convento de San José. Esta acción le valió elogiosos comentarios del
comandante de la plaza, el que le concedió el distintivo de la cinta escarlata y una
pensión vitalicia de 2 reales. En el combate, resultó herida de gravedad y se le dio
por muerta, por encontrarse sepultada bajo las pilas de cadáveres de los
defensores180.
CASTA ALVAREZ (1786-1846)
Destacó en los asedios a Zaragoza por su decidido patriotismo y valor,
acompañando a los defensores en la batería de cañones de puerta Sancho y en los
combates del barrio del Arrabal. Iba armada de una bayoneta sujeta al extremo del
hombro a modo de lanza, que en ocasiones blandía amenazante hacia los
franceses181.
El general Palafox la condecoró con el escudo de los defensores, y
179
www.aragoneria.com/personajes/agustina.htm
Nuria Marín, publicado en www.asociacionlossitios.com/manuelasancho.htm
181
M. Salas, General de Ejército (España), Obelisco Histórico, www.asociacionlossitios.com/castaalvarez.htm
180
151
posterioremente el rey Fernando VII le concedió una pensión de cuatro reales
diarios en 1815.
152
ANEXO B
MARGARET COCHRAN CORBIN182 (1751 - ¿1880?)
Fue casada con John Corbin, quien se unió al Ejército Continental (o
revolucionario). Acompañó a su marido, como lo hicieron muchas mujeres de
soldados, y como éstas hacía diversas tareas: preparaba la comida, lavaba las
ropas y atendía a los heridos. También estas mujeres aprendieron bastante de los
ejercicios militares de sus maridos, pues los observaban frecuentemente en sus
prácticas.
En noviembre de 1776, encontrándose los dos en Fort Washington, la
posición fue duramente atacada por el enemigo. John Corbin servía como ayudante
de artillero al lado de un cañón. Al ser alcanzado por el fuego enemigo y caer
muerto el artillero, y más tarde el ayudante, la mujer asumió el puesto y siguió
cargando y disparando el arma, hasta que una esquirla la alcanzó en el hombro,
mutilando su pecho y lesionando su quijada. Fue llevada a la retaguardia, donde
recibió los primeros auxilios.
El fuerte fue capturado, pero los soldados heridos fueron liberados, bajo la
promesa de no tomar nuevamente las armas, procedimiento que se llevó a cabo
según se acostumbraba en esos tiempos. En 1779, se le otorgó una pensión
equivalente a la mitad del sueldo de un soldado en servicio en premio a su valor. En
el año 1783, al término de la guerra, ella continuaba perteneciendo a las listas del
ejército.
Muchos años después de su muerte, (ocurrida probablemente en 1800), sus
restos fueron exhumados y desde 1926 se encuentran en la Old Cadets Chapel en
West Point, academia militar formadora de oficiales donde también existe un
monumento en su honor. La ciudad de Nueva York la ha honrado con una placa
conmemorativa ubicada en el lugar de su heroica acción, donde se señala que se
trata de “la primera mujer en desempeñarse como soldado en la Guerra por la
Libertad”.
www.womenshistory.about.com/waramrevolution/
182
153
ANEXO C
JUANA AZURDUY (1780 – 1862)183
Nació en el cantón de Toroca, en las cercanías de Chuquisaca, Alto Perú, en
lo que hoy es Bolivia. Su infancia se desarrolla en un hogar de buen pasar
económico y en las tareas propias de una niña de la época. Juana aprendió las dos
principales lenguas aborígenes de la zona como el quechua y el aymará. A la
muerte de sus padres su crianza queda a cargos de sus tíos con los que no tiene
una buena relación, especialmente con una tía excesivamente conservadora.
Posteriormente es enviada al convento de Santa Teresa. Allí se rebela contra la
rígida disciplina imperante y es expulsada a los 8 meses de haber ingresado.
Regresa a su región natal, donde conoce a Melchor Padilla, padre de su futuro
esposo y gran amigo de los indios.
Juana Azurduy contrajo matrimonio con Manuel Padilla, hijo de Melchor
Padilla, el 8 de Marzo de 1805. Trajeron tres hijos al mundo: Mariano, Juliana y
Mercedes.
Su esposo compartió con Juana sus conocimientos sobre la Revolución
Francesa, las ideas republicanas, la lucha por la libertad, la igualdad y la
fraternidad, etcétera.
Los dos gozaron de una buena posición económica, pero como Manuel era
criollo no pudo participar de cargos en el cabildo, que era justamente su aspiración.
Con la caída de Fernando VII bajo la ocupación de España de parte de las fuerzas
dirigidas por Napoleón Bonaparte y la instauración de su hermano José en el
gobierno peninsular, el 25 de mayo de 1809 se produjo la revolución de Potosí en el
Alto Perú.
La vida militar de Juana Azurduy se desarrolló en las provincias del actual
noroeste argentino. Contribuyó a la independencia de este país organizando y
conduciendo fuerzas guerrilleras compuestas principalmente por indios, en estrecha
colaboración con su marido.
Su azarosa existencia de combatiente irregular no conoció descanso ni
comodidades. Perseguida por fuerzas superiores, perdió en rápida sucesión a sus
cuatro hijos pequeños. En plena campaña, dio a luz a su quinta hija. Manuel Padilla,
su esposo, se enfrentó en numerosas ocasiones con las tropas realistas utilizando
métodos propios de las guerrillas, venció en varias oportunidades y su nombre
comenzó a convertirse en una leyenda entre la población de los sectores por los
que pasaba.
En 1813 los revolucionarios ocuparon la ciudad de Potosí y Manuel Padilla
fue el encargado de organizar y dirigir el ejército, tarea a la que se sumó Juana. Su
ejemplo hizo que un buen número de mujeres se sume a la lucha independentista y
gracias a eso su prestigio se incrementó notablemente, llegando a niveles casi
míticos: los soldados dirigidos por Padilla veían en ella la conjunción de una madre
y esposa ejemplar con una luchadora valerosa. Los indígenas bolivianos
prácticamente la convirtieron en objeto de culto, como si ella fuera la presencia
vívida de la propia Pachamama.
183
www.rebelion.org/mujer
154
Juana perdió también a su marido, muerto tras la batalla de Viloma. Por su
actuación el ejército argentino le otorgó el grado de teniente coronel a Juana
Azurduy, con todas las prerrogativas del caso. En 1824 se retiró con su única hija a
Chuquisaca donde pudo celebrar la independencia de su país, lograda un año
después. Murió en 1862 a los 82 años de edad.
155
ANEXO D
CANDELARIA PEREZ184 (1810-1870)
También la llamaban Sargento Candelaria. Nació en Santiago, en el barrio de
La Chimba, Recoleta en 1810 y en el seno de una modesta familia de artesanos. En
1832 se trasladó a Perú, junto con otra familia chilena de la cual más tarde se
separaría.
Una vez independizada, estableció una posada para marineros en El Callao,
denominada Fonda Chilena. Tras la llegada del Ejército chileno expedicionario
comandado por Manuel Bulnes, Candelaria decidió enrolarse como soldado o
cantinera.
Su labor en el Ejército fue una mezcla de soldado, enfermera, espía y
mensajera. Durante el bloqueo del Callao por la escuadra chilena, que estuvo a
cargo del Almirante Simpson, Candelaria sirvió como mensajera y transportaba el
correo para llevar noticias a bordo. Evitaba la vigilancia enemiga, por medio de su
eficaz disfraz de marinero.
No obstante su gran astucia, fue descubierta por los peruanos, tomada
prisionera y enviada a las casamatas (nombre con que se conocía a los fuertes del
Callao)185, de donde logró salir gracias al triunfo chileno en la batalla de Portada de
Guías.
Una vez liberada de su cautiverio en el Callao se unió al Ejército Restaurador
– que es como se denominó a las fuerzas chilenas - en su retirada al Callejón de
Huaylas. En el ejército de Bulnes, Candelaria se distinguió como un feroz soldado y
por su pericia táctica, indicando a sus superiores los puntos vulnerables del
enemigo. Acompañó a la tropa durante toda la campaña, demostrando ser un buen
soldado y además una solícita enfermera que curaba las heridas y protegía a los
caídos.
El hecho que llevó a la fama a la humilde soldado fue el asalto del Pan de
Azúcar. Enrolada en el batallón Carampangue, se sumó a los 400 hombres que
dirigidos por Bulnes rodearon el cerro y comenzaron a subir. Combatió entre los que
escalaban la escarpada ladera, mientras desde arriba arreciaban las piedras y las
descargas bolivianas. De vez en cuando podían disparar, eliminando al enemigo
que caía cerro abajo.
En ese trance, Candelaria recibió en sus brazos el cuerpo ya sin vida del
capitán del Carampangue, Guillermo Nieto, a quien debía sus galones y el hecho de
haber sido incorporada al ejército. Con sus últimas fuerzas, ella terminó el ascenso
del cerro junto a la mitad del contingente original y combatió mano a mano contra
los soldados de la Confederación Perú-Boliviana.
A las diez de la mañana, el sargento del batallón Valparaíso, José Segundo
Alegría, clavaba la bandera chilena en lo más alto del cerro. El enemigo había sido
totalmente diezmado. Posteriormente sufriría la derrota definitiva en la batalla de
Yungay. Candelaria jamás pensó que su actuación en tan ruda acción le abriría las
puertas de la gloria.
184
185
www.ejercito.cl/historia/héroes
En algunos libros, se las designa como las Casas Matta o las Casas de Matta.
156
En reconocimiento a sus invalorables servicios el gobierno la ascendió al
grado de alférez, concediéndole una pensión de 17 pesos mensuales. Esto la
convierte probablemente en la primera mujer en recibir el rango de oficial del
Ejército chileno.
157
IRENE MORALES INFANTE186 (1865-1890)
Nació en La Chimba el 1 de abril de 1865. Fue hija de Ventura Morales y de
Marta Infante. Siendo muy joven perdió a su padre, debiendo trasladarse con su
madre al puerto de Valparaíso, donde aprendió el oficio de costurera con el que se
posteriormente ganaría la vida.
En 1877 y cuando Irene contaba con tan sólo doce años de edad, su madre
la casó sin consultárselo con un artesano que tenía muchos más años que ella. Al
caso de poco tiempo debió sufrir en un breve lapso la pérdida de su madre y de su
esposo.
Huérfana, viuda y sin familia, tomó rumbo a Antofagasta, donde a los catorce
años volvió a casarse. El dolor no acabaría ahí. Su nuevo marido, envuelto en una
riña con un soldado al que finalmente dio muerte, fue condenado y fusilado por ese
delito.
Corrían los días de la Guerra del Pacífico y la llegada de la escuadra chilena
a las costas del norte, fue un hecho que cambiaría su vida por completo. Su triste y
solitaria existencia la llamó a servir a los demás y a su patria. Las penas que debió
enfrentar aceraron su carácter, permitiéndole entrar a la historia de las mujeres de
Chile.
Irene Morales fue cantinera. Admitida en el Tercero de Línea (hoy,
Regimiento de Infantería Nº 3 “Yungay”), disfrazada de hombre y pese a su
condición de mujer, lo que entonces era una curiosidad, pero no una irregularidad,
fue aceptada como “un soldado tercerino”. Participó en el desembarco de Pisagua
(2 de noviembre de 1879) y en el combate de Dolores (el 19 del mismo mes). Allí se
unió a los soldados fusil en mano, para después preocuparse de la atención de los
enfermos y heridos. La fatiga de las cantineras venía por partida doble. Pues
primero combatían atendiendo a los soldados con cantimploras de agua y luego
dedicaban sus energías a velar por los heridos y enfermos que quedaban tras la
batalla. Si las circunstancias lo ameritaban, cogían el fusil y combatían como todo
soldado. Su fama llegó a oídos del general Baquedano, quien en reconocimiento a
sus méritos le otorgó el derecho a vestir el uniforme y le concedió el grado de
Sargento 2º.
Integrada a la Cuarta División se dedicó a lavandera, siendo partícipe de la
batalla de Tacna, combate en que resultó levemente herida. En todas esas
acciones, Irene se destacó por su entrega desinteresada y su innegable valentía al
enfrentar al enemigo. La leyenda la sitúa entrando junto con las primeras tropas a la
capital del Rímac (Lima), mezclada entre los jinetes del Regimiento Carabineros de
Yungay.
A diferencia de lo acontecido con la sargento Candelaria Pérez, Irene
Morales no recibiría la alegría de poder gozar del reconocimiento de su país en
vida. El 25 de agosto de 1930 murió anónimamente en la sala común de un
hospital.
El coronel Enrique Phillips le dedicó un extenso artículo publicado en El
Mercurio. Allí, entre otras cosas, señaló: "Las Judith de Chile, fueron muchas en
esa gloriosa jornada, pero ninguna superó en valor a Irene Morales, el tipo de la
mujer chilena".
186
www.ejercito.cl/historia/héroes
158
GLOSARIO DE TÉRMINOS.-
En el texto se han incorporado variadas expresiones que, por tener varios
significados, requieren de una aclaración acerca del sentido de su uso en esta
investigación. También ha parecido necesario explicar algunos términos propios de
la jerga militar, para facilitar la comprensión de los mismos, por quiénes los
desconocen.
- Apegar a la tira
Expresión de la jerga marinera chilena, usada para indicar el deber de
incorporarse a alguna tarea, en especial cuando de trata de faenas pesadas o de
larga duración. El término tiene su origen en la cuerda que debe ser cobrada entre
varias personas, para operar un aparejo, llamada “tira” o “halar”, por lo que denota a
la vez, esfuerzo físico y trabajo de equipo.
- Armas de combate y armas de apoyo de combate
Se designa con el nombre de armas de combate, a las fuerzas de ejército
que directamente se enfrentan al enemigo y que ocupan o defienden el espacio
físico por conquistar o ya previamente conquistado. Tradicionalmente, son armas de
combate la infantería, la caballería y los medios blindados. Además, se tiende
lentamente a considerar como tales, a los medios aéreos orgánicos del ejército,
principalmente helicópteros, que complementan la actividad antes reservada
exclusivamente a los medios blindados y que se ha comenzado a emplear
masivamente. En algunos ejércitos, reciben esta denominación, las fuerzas
especiales.
Las armas de apoyo son aquellas que contribuyen a facilitar el accionar de
las armas de combate o a mantener el contacto entre las fuerzas empeñadas en la
acción entre sí y con los mandos. En relación con el enemigo, las armas de apoyo
realizan la tarea contraria, esto es, de obstaculizar o impedir el accionar de las
armas de combate adversarias. Se incluyen entre las armas de apoyo de combate,
la artillería, los ingenieros de combate y las telecomunicaciones.
- Casino
En la nomenclatura militar chilena dicha palabra designa el recinto destinado
al alojamiento o vivienda, servicio de comida y esparcimiento de los oficiales,
suboficiales o sargentos, en los que cada uno está de acuerdo a su propio rango.
Para el personal de menor graduación, el casino es normalmente sólo un sitio
destinado a la recreación.
159
En las reparticiones de tierra de la Armada, se denomina casino sólo si
constituye un edificio o construcción independiente de otras edificaciones
pertenecientes a la institución, en tanto que se le llama cámara, si es un recinto
ubicado dentro de un cierto edificio. A bordo, la función del casino es cumplida por
la cámara, con la notable diferencia de que el alojamiento no es parte integrante de
ésta, salvo lo que excepcionalmente sucede en algunos buques menores, donde la
falta de espacio obliga a darle un uso mucho más amplio. En la nomenclatura
náutica anglosajona, el nombre de la cámara de oficiales a bordo, es “wardroom”,
es decir, “pabellón de operaciones”, aludiendo al uso que, en combate, se reserva
tradicionalmente a este recinto.
- Combatiente
Persona que integra una fuerza que se enfrentará directamente con el
enemigo, empleando algún tipo de armamento u operando los medios en los que se
desplaza el armamento y desde los cuales se emplea. El combatiente terrestre
integra las armas de combate, las armas de apoyo de combate y las fuerzas
especiales, el combatiente aéreo es el tripulante de las aeronaves de combate y en
la mar, todo tripulante de un buque de guerra es combatiente.
- Deserción
Aún cuando se emplea regularmente para designar el delito que consiste en
dejar voluntaria e ilícitamente el ejercicio de la profesión u oficio militar, en el texto
se usa para significar el abandono legítimo pero temprano de la función o profesión
militar, es decir, con un sentido estrictamente laboral o escolar.
- Espoteo
Acción de observar la caída de los piques o explosión de los proyectiles de
artillería, a fin de efectuar las correcciones del caso, para asegurar los impactos en
el blanco.
- Fuerzas Armadas
El término se refiere a las organizaciones militares del Estado, encargadas
de la defensa nacional contra amenazas externas, planteadas por otros estados o
enemigos externos. Dependiendo de la legislación de cada país, las FF.AA.
comprenden también a las fuerzas policiales, a veces sólo por cuestiones de orden
administrativo. En ciertos lugares, la función policial marítima, es ejercida por la
Armada, en tanto que en otros, está a cargo de un cuerpo especial, que puede o no
integrarse a las FF.AA. en tiempos de guerra. Para los efectos de este trabajo, el
término FF.AA. se refiere exclusivamente a las organizaciones militares
responsables de la defensa nacional mediante el empleo de las armas. Los
160
antecedentes estadísticos recopilados a veces especifican estas diferencias, en
otros, no.
A lo largo del texto, variadas expresiones como “cuerpos armados”, “cuerpos
castrenses” “servicios armados” y otros semejantes, se han empleado
indistintamente para designar también a las “Fuerzas Armadas” y sus diferentes
ramas.
- Fuerzas regulares e irregulares
El término de fuerzas regulares, se da a los componentes militares de las
FF.AA. subordinadas al poder estatal, en tanto que las fuerzas irregulares son
aquellas organizadas por particulares, con o sin apoyo estatal, para emprender
acciones militares. Tradicionalmente, las fuerzas irregulares han empleado las
tácticas de guerrillas, para el logro de sus fines, por lo que muchas veces se
denomina “guerrilla” , independientemente de los procedimientos bélicos que
empleen en el logro de sus fines.
- Fusilero
Es el sinónimo de “infante”, es decir, el soldado cuya arma es el fusil
(llamado a veces también “rifle”) y que combate a pie, integrando las unidades de
Infantería.
- Guardamancebo
Trozo de cuerda que cuelga del badajo de la campana, que sirve para
tañerla. En el servicio naval, se emplea adicionalmente un guardamancebo para
ayudarse a pasar de la embarcación menor, a la plataforma de la escala real del
buque. En la Armada de Chile, el guardamancebo es presentado, por el mensajero,
a todos los oficiales del grado de Capitán de Corbeta o superior. Por cortesía,
también se acostumbra presentarlo a las mujeres.
- Línea
Término que resume al de “línea del frente” y que, aplicado al status del
personal, indica la condición de los que desarrollan en sus funciones habituales,
labores ligadas al combate o a la conducción de las tropas de combate. En Chile,
los oficiales de las Fuerzas Armadas se clasifican en Oficiales de Línea y de los
Servicios y la misma denominación reciben los escalafones en los que se
encuentran encuadrados.
- Mercenario
161
Combatiente que, sin contar con la nacionalidad de las fuerzas a las que se
integra, combate a cambio de un sueldo o recompensa, durante un cierto plazo
previamente pactado.
- Período de reclutas
Primera fase en el proceso de formación de todo militar. Comprende
generalmente, la instrucción llamada doctrinal, es decir la adquisición de las
destrezas necesarias para el manejo del arma individual y los ejercicios de marcha
característicos de toda fuerza militar; también abarca aspectos relativos al
conocimiento básico del militar respecto de la organización a la que se incorpora, de
las tradiciones y costumbres distintivas, el uso del léxico particular y adquisición de
las conductas básicas para desempeñarse adecuadamente en el medio.
- Personal subalterno
Se refiere al personal uniformado que no es oficial. En algunos casos, se le
denomina suboficial (Argentina). La aclaración se hace necesaria, dado que la
denominación de este personal varía de un país a otro e incluso, de una institución
a otra. En Chile, el personal subalterno del Ejército y de la Fuerza Aérea se conoce
como “Cuadro Permanente”, al tanto que en la Armada, es “Gente de Mar”. En
Inglaterra, se les llama “Ratings”; en EE.UU: “Enlisted”. Se ha evitado las
expresiones “tropa” o “marinería”, con que también se designa a este personal (en
España, por ejemplo), por la significación peyorativa que adoptan en el lenguaje
común, en cambio sí se ha empleado la expresión “tropas”, para referirse al
conjunto de los elementos humanos de una fuerza militar, sin distinción de rangos o
grados jerárquicos.
- Ploting
Expresión inglesa que designa la representación, en una mesa o un tablero
especial, del campo táctico y la ubicación de las fuerzas contendientes, para
contribuir a que el mando se forma una más cabal idea de lo que está sucediendo y
adopte las medidas que estime necesario para el logro de su misión. Los
operadores van agregando, quitando o moviendo las piezas que representan a las
fuerzas, según van recibiendo la información pertinente.
- Rango Militar
Aun cuando algunas legislaciones, como la chilena, consideran a todo el
personal perteneciente a una institución de la Defensa Nacional, como propiamente
militar, aun si no ejerce funciones militares, en diversos países las normas hacen
diferencias entre quienes ejercen labores técnicas o administrativas, sin usar
uniforme u ostentar un grado militar y los que se ocupan directamente del servicio
162
de las armas. En cada caso, se ha señalado la existencia de esta diferencia,
cuando corresponde.
- Servicio Militar
Usado en el mismo sentido de MILICIA. Cuando se refiere al acuartelamiento
forzoso de conscriptos, por un período de tiempo limitado, también conocido como
conscripción, el texto lo aclara.
- Servicios
Generalmente, designa a los componentes de las FF.AA. cuyo rol es prestar
apoyo logístico, técnico o administrativo. Entre las fuerzas terrestres, generalmente
no combaten, aunque a veces se encuentran desplegados junto con los
combatientes, como es el caso de los capellanes militares. En las fuerzas navales,
algunos servicios suponen la condición de combatiente, al estar embarcados
(médicos y capellanes).
Son servicios, los referidos a la atención médica, religiosa y veterinaria, los
cuerpos de intendencia, abastecimientos y de justicia, así las unidades de material
de guerra.
- Traqueo
Viene del inglés “track”, rastro o rastrear, seguir el rastro. Se refiere al
proceso de detectar, ubicar, y determinar los movimientos de un “contacto”,
mediante los diferentes sensores, como radares, sonares, equipos de apoyo
electromagnético, la vista, etcétera, con el fin de dirigir, si corresponde, las armas,
cuando el contacto resulta ser hostil. También se “traquean” los contactos de
superficie, con el fin de realizar las maniobras destinadas a evitar colisiones en la
mar.
163
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