LA MUJER EN COMBATE PATRICIO REYNOLDS AGUIRRE 1 LA MUJER EN COMBATE ¿Necesidad operativa de nuestras Fuerzas Armadas o imperativo político? Ediciones Altovolta 2 La mujer en combate © Patricio Reynolds Aguirre Registro de propiedad intelectual Nr. I.S.B.N.: 956 – 8271 – © Ediciones Altovolta Primera edición, junio de 2006 Edición a cargo de Jorge Queirolo Bravo Diseño de portada: Susana Achondo Acevedo Fotografía de contraportada: Susana Achondo Acevedo Diseño de interiores: Juan Varas Venegas Corrección de textos: Jorge Queirolo Bravo Supervisión general: Pablo Queirolo Bravo Impresión: Libra, Valparaíso, Chile Impreso en Chile / Printed in Chile © Todos los derechos reservados. Tanto el contenido de este texto, como el diseño de la portada y contraportada, no pueden ser reproducidos, ni en todo ni en parte, ni registrados en o transmitidos por, un sistema de recuperación de la información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea electrónico, mecánico, magnético, fotoquímico, electroóptico, mediante fotocopia, o cualquier otro existente, sin el permiso por escrito de Ediciones Altovolta o del autor. 3 “Nada es más necesario que la verdad y, con relación a ella, todo lo demás no tiene más que un valor de segundo orden.” Federico Nietzsche 4 ÍNDICE I.- INTRODUCCIÓN 5 II.- RESUMEN HISTÓRICO 8 III.- SITUACIÓN ACTUAL A.- Una mirada al mundo: 14 a.-España b.-Reino Unido c.-Estados Unidos de América B.- Una mirada a nuestros vecinos: 14 21 31 49 a.-Argentina b.-Perú c.-Bolivia 49 54 57 C.- Realidad Nacional – Antecedentes Históricos a.-Conquista e Independencia b.-Ejército de Chile c.-Armada de Chile d.-Fuerza Aérea de Chile 59 59 62 65 71 D.- PROCESOS DE INTEGRACIÓN 75 A.- La integración de la mujer a las F.F.A.A. como imperativo político 75 B.- El impacto del control de la natalidad y la sociedad de consumo 79 5 V.- EL CÍRCULO ÍNTIMO 87 A.- Condiciones biológicas: 1.-Características físicas 2.-Características fisiológicas 87 88 B.- La familia 91 C.- La sexualidad 94 D.- El talento 100 VI.- CONDICIONES LABORALES EN LAS FUERZAS ARMADAS 103 A.- Fuerzas en Tierra 104 B.- Fuerzas Navales 111 C.- Fuerzas del Aire 120 VII.- ADAPTACIÓN DE LAS FFAA A LA INTEGRACIÓN FEMENINA 122 A.- Fuerzas de Tierra 124 B.- Fuerzas Navales 127 C.- Fuerzas del Aire 130 VII.- REFLEXIONES FINALES 131 ANEXOS 133 GLOSARIO DE TÉRMINOS 138 FUENTES CONSULTADAS 143 A.- Bibliografía 143 B.- Paginas Web 147 6 I.- INTRODUCCIÓN La dinámica acelerada de los cambios mundiales y regionales y el nuevo modo de hacer política, entendiéndose como el manejo de los asuntos públicos, que varió drásticamente con respecto a lo que estuvo vigente desde finales de la Segunda Guerra Mundial, coloca a nuestras autoridades frente a un desafío enorme. Esto está directamente relacionado con el tema de interés de este libro: la Defensa. La experiencia de los años ochenta y noventa parecen no ser ya aplicables para indicar el camino a seguir. Nuestro país consolidó un sistema democrático de gobierno, el mundo dejó de ser multipolar, la globalización parece absorbernos, los enemigos ya no parecen serlo y los amigos tampoco. Los desafíos aparecen y desaparecen con igual velocidad. Dentro de este contexto, Chile se ha caracterizado por mantener una política económica exitosa de libre mercado, muy abierta al mundo y con especial énfasis en integrarse económicamente a través de tratados de libre comercio (TLC). Esta situación, inevitablemente tiene efectos sobre los aspectos estratégicos y militares inherentes al posicionamiento del país en el sistema regional y especialmente en el cono sur; en términos de alterar sus tradicionales percepciones de amenazas, especialmente en cuanto a la forma como a la oportunidad en que éstas se materializan. En los inicios del siglo XXI el escenario estratégico viene marcado por la aparición de nuevos riesgos y amenazas para la paz, la estabilidad y la seguridad nacional e internacional, los que se suman a los considerados tradicionales y que, hasta ahora, han sido combatidos por la fuerza militar. Este escenario está en continua evolución y emergen como riesgos principales los diferendos por motivos económicos (agua, gas, petróleo, minerales, recursos naturales en general, capitales, fondos marinos, etcétera), operaciones combinadas de guerra exterior 1 y el terrorismo, ya sea actuando con independencia o con la posible combinación de amenazas. De acuerdo a lo establecido en la Constitución Política del Estado de Chile vigente en la actualidad, las instituciones llamadas a enfrentar estos nuevos desafíos son las Fuerzas Armadas. A las que define claramente en su Capitulo XI, Artículo 101. “Las Fuerzas Armadas dependientes del Ministerio encargado de la Defensa Nacional están constituidas única y exclusivamente por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea de Chile. Existen para la defensa de la Patria y son esenciales para la seguridad nacional.” Sin duda que para cumplir su misión requieren de los mejores hombres y mujeres de la nación, el entrenamiento constante, actualizado y exigente, además de equipamiento adecuado y moderno. 1 Se refiere a la participación de fuerzas militares en coalición con otros países, ya sea por mandato de las Naciones Unidas o en apoyo a un país aliado. 7 En los últimos tiempos hemos estado escuchando desde diversos sectores políticos, la importancia de incluir a nuestras mujeres en las fuerzas de combate. El mando de las Fuerzas Armadas aparece más abierto que nunca a implementar dicha opción. La parada militar que se realiza todos los años el 19 de septiembre es una buena muestra de ello. Las mujeres no sólo son las más mostradas, sino que pareciera que existe una suerte de competencia entre las Instituciones Armadas por demostrar cuál les da mayor protagonismo dentro de sus filas. La discusión del tema se ha centrado en dos sectores relevantes. Por un lado, están el gobierno y los partidos considerados “progresistas” que conforman la “Concertación por la Democracia”, que es la coalición actualmente en el poder; algunas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y ciertas entidades feministas menores. Al frente, han estado las Fuerzas Armadas. Algunas de las instituciones son muy abiertas al tema y otras permanecen más prudentes respecto de su opinión, pero con muchísimas dudas acerca del aporte real de la mujer en las fuerzas de combate. Pero… ¿Qué hay de fondo en todo esto? ¿Cuáles son las conclusiones que se pueden sacar? ¿Es acaso necesario exponer a nuestras mujeres en las fuerzas de combate para lograr la misión específica que nuestra Constitución les asigna a las Fuerzas Armadas? ¿Es su presencia, en nuestras fuerzas de combate, un aporte para darles mayor capacidad operativa y de combate a nuestras Instituciones Armadas y con ello disuadir en mejor forma a nuestros posibles adversarios o simplemente se trata de un imperativo político del momento? Contestar estas preguntas tan relevantes para el futuro de las instituciones armadas de Chile es el objetivo vital de esta investigación. Un estudio en estas materias generalmente choca contra una barrera difícil de superar en una investigación seria. La información sobre los problemas de personal al interior de los cuerpos armados, no siempre está disponible para ser analizada. En las naciones europeas occidentales en las que el debate es abierto en todas las materias, incluso en el campo de la defensa, los problemas derivados de la incorporación femenina a las FF.AA. se han discutido en el parlamento y en la prensa, de modo que hay una abundancia relativa de información. En los EE.UU. existe disponibilidad de información por la tendencia de los norteamericanos a discutir sin mayores restricciones los problemas, incluso los que aparentan ser más delicados. No obstante, en todos estos casos, la información divulgada nunca es tan completa y fidedigna como se quisiera, sobretodo cuando el objetivo es elaborar un estudio serio y pormenorizado sobre una determinada causa. Intereses políticos (nacionales, regionales o de ciertos grupos), cuestiones de seguridad, defensa de la privacidad de las personas involucradas, la confidencialidad necesaria para no afectar procesos judiciales en desarrollo, y otros argumentos diversos, son algunas de las razones frecuentemente esgrimidas para mantener ciertos temas bajo reserva. En nuestra América hispana, marcada por las desconfianzas y las disputas territoriales entre países vecinos, los asuntos de la defensa no se resuelven en el debate público. La información que se puede obtener es la que se difunde para los 8 efectos del reclutamiento y los contenidos de las leyes que se han dictado. Los eventuales problemas, los pro y los contra, se mantienen en estricta reserva y los esfuerzos de algunos pequeños grupos por despertar el interés del público o de las esferas políticas para llevar el tema al debate abierto, logran escasos resultados. Informaciones que en otras regiones son difundidas sin restricción, en nuestro subcontinente son mantenidas en la más absoluta reserva, aún cuando su conocimiento público no represente riesgo alguno para la seguridad nacional o institucional. Una característica del debate que se ha suscitado sobre este tema, es que la mayor parte de la literatura publicada, se ha centrado en el problema de la incorporación de la mujer al sistema y de las adaptaciones que se deben realizar en los cuerpos armados para hacerla efectiva. Nada o casi nada se dice acerca de los beneficios que esta incorporación tiene o puede tener para la mejor gestión militar de los estados. Tampoco se toca el punto relativo al aporte que las especiales características de la personalidad femenina pueden hacer al conjunto de cuerpos que conforman las fuerzas de combate militares. Siempre se habla de igualar al varón en los mismos roles de éste, en virtud de ciertos derechos femeninos que estarían siendo conculcados. Mucho menos se ha tratado el tema de la familia del militar y el impacto que en ella puede tener la presencia de mujeres en un mundo marcadamente masculino. Tampoco ha existido una disposición real y pragmática para analizar las experiencias reales de otros países, en torno a las incontables dificultades que han debido enfrentar las mujeres que se han unido a las FF.AA. en funciones de combate. El presente trabajo, aunque la mencionará frecuentemente, no se refiere a la presencia femenina en funciones de apoyo de tipo administrativo o logístico. Sea en tareas como escribiente, secretaria, médico, enfermera, abogada, telefonista u otras actividades en las que se pueden desempeñar indistintamente hombres y mujeres. Nuestro objetivo, está dirigido a analizar la presencia de la mujer en las unidades operativas, como un combatiente más, en un plano de mayor o menor igualdad con el varón. 9 II.- RESUMEN HISTÓRICO Con la aparición del Cristianismo hace unos dos mil años, la historia de la mujer tiene un momento en que se marca un antes y un después. Sin duda que la concepción de “persona” de la nueva religión, en la que se iguala a varones y mujeres, revolucionó al mundo. En el pasado la mujer no estaba bajo ninguna circunstancia al mismo nivel del hombre. Era un ser inferior, puesto por la naturaleza al servicio del varón. La presencia de mujeres influyentes existía esporádicamente en la vida política, pero siempre se daba a la sombra de algún hombre o en apoyo a la labor de éste. Aunque las haya, las mujeres conduciendo los destinos de una nación incluso hoy son escasas y se las recuerda por ser pocas a lo largo de la historia. En el pueblo judío antiguo la mujer carecía de todo derecho o relevancia en la vida pública. Se llegaba al extremo de que en caso de enviudar, ésta perdía todos los bienes y derechos del difunto, a los que accedía en virtud de su matrimonio. Estos bienes naturalmente pertenecían sólo a los hijos varones, si los había, o de lo contrario retornaban inexorablemente a la familia del marido. La familia de la cual la mujer provenía, rara vez recibía de vuelta a la viuda. De allí la insistencia de Cristo, en cuanto a la práctica de la caridad y de dar especial atención a viudas y huérfanos. De la misma manera, la opción de combatir era un privilegio exclusivamente masculino y vedado a las mujeres. Dicha costumbre existía debido a que el combatiente tenía derecho al reparto del despojo de los vencidos, los que incluían en algunos casos, a las mujeres y los niños, quienes se convertían en esclavos o se sacrificaban a los dioses del vencedor. No hay un solo relato de veracidad demostrable que se refiera a alguna mujer combatiendo en las culturas egipcia, griega o latina. Solamente se tiene como antecedente el mito de las amazonas, las que habrían existido en las riberas del Mar Negro y que han logrado cierta fama, precisamente por su carácter de excepcional. Entre los griegos, así como entre los romanos, los dioses pueden ser masculinos o femeninos, pero ello no tiene su correlato en el plano de la vida humana. El hombre domina sin contrapeso alguno a la mujer en el mundo terrenal. En todo caso, los dioses masculinos están marcados por la fuerza física y se imponen por lo general a las diosas, aunque éstas son indudablemente más virtuosas. A través de Aristóteles sabemos, que tanto Sócrates como Platón habían enseñado que la mujer debía recibir entrenamiento militar y luchar codo a codo con los hombres. Estas ideas no penetraron en la sociedad griega 2 de entonces. El mismo Platón señala que el hombre debe observar el ejemplo de los animales domésticos, como los perros, en los que el cuidado que las hembras dan a sus hijos, no las eximen de sus tareas en la protección del rebaño de la casa. Nada de ello cambió la condición femenina en el mundo griego. El filósofo no reconoce al hombre superioridad respecto de la mujer en lo intelectual, pero sí en lo físico. No 2 James M. Blythe, Los argumentos de la escolástica y las imágenes medievales de las mujeres guerreras, www.imprint.co.uk 10 obstante, que sólo las mujeres excepcionales son capaces de superar en todo a los hombres3. Un punto de dificultad para los filósofos griegos, se refería a una cuestión del pudor. La educación física, indispensable para la práctica de la cosa pública o del servicio militar, se llevaba a cabo en el gimnasio, en el que los atletas se ejercitaban completamente desnudos, situación inaceptable para la mujer, custodia del pudor de la sociedad4. Pese a la enorme influencia que los filósofos ejercieron en la cultura griega, el tema de la presencia femenina en la política y en la guerra no experimentó cambio alguno en la gran civilización helénica, ni en su heredera histórica, la cultura latina. Esparta, estado legendario por ser ejemplo de una sociedad absolutamente organizada con vistas a la guerra, daba a la mujer un rol muy claro y definido. Su papel esencial consistía en atender la casa y en educar a los hijos... para ir a la guerra. De no mediar la influencia del cristianismo, el mundo medieval habría recibido los escritos griegos y latinos, sin prestarles mayor atención, al menos en estos asuntos relativos al rol femenino. La noción de persona, es decir de individuo racional responsable de sus actos, da al ser humano una visión distinta de la relación entre varón y hembra, debido a que ambos quedan igualados en su esencia racional. Aun cuando ello no ejerció mayor efecto en orden a cambiar la relación de dependencia de la mujer respecto del varón, por lo menos le otorgó un reconocimiento que antes simplemente no tuvo. El culto a la Madre de Dios también ejerce su impacto, pues en Ella, la mujer alcanza un grado de excelencia que ningún varón puede pretender para sí. Sin embargo, San Pablo es claro en señalar que la mujer está sometida al varón, tanto en el matrimonio como en la jerarquía de la Iglesia. No obstante, esto no implica que la mujer no tenga un lugar de importancia en la familia y en la sociedad, pues mientras el marido es cabeza de la mujer, ésta es el corazón del hombre5. La Iglesia también veló por el respeto que el marido debía a su mujer, que quedó debidamente recogido en la vieja fórmula nupcial del Misal Romano: “Mujer te doy, que no sierva”. La mujer quedaba subordinada al varón, pero no estaba a su servicio. La salvación no hace distinciones en cuanto a género y eso es lo que finalmente cuenta para recibirla. Para el cristiano, todo lo demás es solamente temporal. La historia de la Iglesia nos muestra a numerosas mujeres que ejercieron gran influencia en sus comunidades, ya sea promoviendo la fe, defendiendo a los perseguidos o compartiendo sus sacrificios, pero nunca asumiendo roles militares o de combate. Esto no significa que la función militar haya sido menospreciada por la nueva religión. El santo más popular en Chile, San Sebastián, era un soldado romano. 3 Ibid. Ver “Servicio militar” en Aclaraciones. 5 La condición humana, definida en la expresión “dignidad del hombre”, que se alcanza en la medida que se conozca, se ame y se sirva a Dios, toca por igual a hombres y mujeres. 4 11 Los pueblos germánicos contemporáneos de griegos y romanos, herederos de una larga tradición guerrera, desarrollaron una cultura cuyos valores fundamentales siguen siendo, hasta hoy, los propios de la vida militar. Entre ellos están la lealtad como factor clave en las relaciones personales y de amistad, el espíritu de sacrificio del individuo a favor del bien común, la jerarquización de la sociedad y del derecho, etcétera. El ideal del germánico es morir en combate, para ir al paraíso. Allí tendrá por recompensa los insuperables favores de las “valkirias”. El germano viejo, incapaz de combatir en la guerra, pierde el derecho a todo respeto y debe integrarse a las vidas de las mujeres y de los niños. La mujer en esta cultura carece de todo derecho e importancia, por lo que simplemente es un ser de segundo orden. No va a la guerra. La cultura occidental, que vino a fraguar en una primera etapa en lo que se conoce como Edad Media, pasó a ser el receptáculo natural en Europa de todas las corrientes anteriormente mencionadas. Las componentes grecorromanas, fuertemente influenciadas por el cristianismo, entonces incipiente, han hecho a nuestra cultura un aporte esencialmente intelectual (incluyendo el espiritual). Mientras que la cultura germánica acusa su influencia en muchos aspectos de índole práctica. En este ambiente, la mujer carece de igualdad de derechos (la sociedad es esencialmente estamental, es decir, fundada en derechos diferenciados o “privilegios”) frente al varón. Pero pese a lo anterior puede asumir los derechos de éste, si no existen herederos varones o si éstos todavía son menores de edad. La ley sálica, que niega a la hija el derecho de sucesión al trono habiendo heredero varón, es una prueba fehaciente de ello y se aplica hasta el día de hoy en algunas monarquías europeas. Hay diversos relatos y comentarios escritos por autores de renombre que señalan a las mujeres en posiciones de liderazgo, frente a las cuales, los varones se subordinaron sin inconvenientes ni rebeldías. No siempre ellas combatieron activamente, pero los hombres aceptaron ser conducidos a la guerra por sus señoras feudales6. Algunos autores incluso no dudan en señalar, que el hombre medieval estaba mucho más dispuesto a aceptar la autoridad de una mujer que el contemporáneo7. En la polémica escolástica, el tema de la mujer en la vida militar también tuvo un amplio espacio de discusión. A pesar de que muchas de las argumentaciones sobre el tópico repetían los razonamientos de los filósofos griegos o latinos, es necesario reconocer que el catolicismo ejerció su impacto en el pensamiento escolástico en estas materias. Así, mientras se repetían las hazañas de las amazonas o de míticas guerreras vikingas, también se recurría a los textos contenidos en la Biblia, con sus Déboras y Judith. Gran parte de la discusión se centraba en el problema de los votos que profesaban quienes iban a Tierra Santa, principalmente con motivo de las Cruzadas, cuestión que preocupaba especialmente a los canonistas. 6 James M. Blythe, Los argumentos de la escolástica y las imágenes medievales de las mujeres guerreras, www.imprint.co.uk mujer accedía al control del feudo bajo ciertas condiciones: viudez, menoría de edad de los hijos varones, etcétera, y en estos casos, debía cumplir con sus compromisos de fidelidad hacia su propio señor, aportando contingentes de caballeros y soldados, comandándolos en ocasiones, aunque rara vez combatiera. 7La 12 Se aceptaba que las mujeres tomaran votos, pero no que lo hicieran con la finalidad expresa de combatir en la guerra, aunque ejercieran el mando de tropas que ellas mismas en su condición de señoras feudales aportaban a la empresa. Hay informes bien documentados, de que las mujeres en Tierra Santa no desdeñaron el uso de las armas, cuando el solo hecho de llevar indumentaria masculina era un acto de valentía por sí mismo8. Obviamente que estos relatos se conservaron a causa de su condición de excepcionalidad. En realidad los hechos se daban de una manera bien distinta. La formación de un caballero se iniciaba tempranamente, en la misma infancia e implicaba un largo y arduo proceso, mientras que las niñas eran educadas en las labores del hogar. Así, mientras el hombre se adiestraba para la guerra y la conducción política, la mujer se preparaba para el ejercicio de la economía doméstica y la educación de los hijos. La más famosa de las mujeres comandantes militares en la Edad Media, fue Santa Juana de Arco (1412-1431), de quien el caballero Thiband d’Armagnac, alguacil de Chartres dijo lo siguiente: “Al margen de los asuntos de la guerra, era sencilla e ignorante. Pero en lo referente a la conducción de los ejércitos y en las artes de la guerra, en la disposición de las tropas para el combate y en dar aliento a los soldados, se comportaba como el más experimentado de los capitanes en el mundo y como si toda su vida hubiera estado dedicada a aprender el oficio de la guerra9.” Santa Juana, aun cuando comandaba efectivamente las fuerzas, no combatía. Su caso es especial, pues basaba su autoridad y talento en un mandato divino recibido a través de las voces de San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita. Aquí se dio lo que también sucedía con muchas otras mujeres medievales de la época, las que lograron ser aceptadas al margen de lo que era considerado apropiado para su sexo y que argumentaban que Dios actuaba por su intermedio. Santa Juana de Arco fue en su momento la heroína francesa por antonomasia. La abundante literatura acerca de la mujer en la vida militar revela que el tema era de dominio común y que éstas de alguna manera estaban vinculadas a las fuerzas combatientes. No obstante, también es bastante usual el temor de los autores de la época, al efecto distorsionador del orden social que podría sobrevenir por efecto de la presencia de la mujer en la vida militar, si esto se daba como un hecho frecuente. Si bien no se puede poner en duda la calidad de la argumentación escolástica en el terreno metafísico, los razonamientos de carácter fisiológico o médico son en contraste de muy poca solidez y dan la impresión de ser bastante empíricos. De todos los argumentos esgrimidos, el único que parece sostenerse incólume es el de la menor robustez del físico femenino, hecho que en la época era mucho más determinante que hoy. Ello se debe a que todas las armas de entonces 8 Nicetas Choniates, O City of Byzantium, Annals of Nicetas Choniates, trad. Harry J. Magoulias (Detroit, 1994), 2.1.60, p. 35. Philippe Contamine, War in the Middle Ages, trad. Michael Jones (London, 1985), p. 241, y Steven Runciman, A History of the Crusades, Vol. 1 (Cambridge, 1954), p. 469. 9 Como se informa en Régine Pernoud, Joan of Arc. By Herself and Her Witnesses, trad. Edward Hyams (Nueva York, 1969; reeditado 1982), p. 62. 13 (arcos, lanzas, mazas, sables o espadas, catapultas, arietes y otros) consistían generalmente en alguna forma de aplicación de la fuerza física del soldado para poder lesionar al oponente. El más famoso e importante de los autores escolásticos, Santo Tomás de Aquino (1225-1274), se limita a exponer con sus argumentos que la mujer tiene su espacio propio en la administración de los bienes domésticos, lo que la aleja de la ejercitación de la cosa pública10. No se trata de un pensamiento machista propiamente dicho, sino que en dar el debido reconocimiento a la familia, en un esquema de pensamiento en el que el reino doméstico es el pilar en torno al cual se estructura todo el edificio social. El maestro de Santo Tomás, San Alberto Magno (¿1193?-1280), plantea el tema de la incapacidad femenina para la guerra con un argumento diferente. Lo hace atendiendo a la naturaleza tímida de la mujer, lo que probablemente era bastante cierto en su tiempo, en virtud del tipo de educación que usual y generalmente se le impartía11. En todos los casos, existe el genuino interés de los maestros escolásticos por preservar el papel desempeñado por las mujeres con vistas a la persistencia de los valores tradicionales y el buen orden de la sociedad de entonces. Era una meta que supuestamente se lograba gracias a la participación directa de la mujer en la atención y educación de los hijos. El bien común espiritual, encarnado en los valores de la cultura, prevalece en la mente escolástica por encima de hipotéticos derechos individuales, los que en realidad tampoco despertaban un gran interés entre sus eventuales beneficiarias. La influencia del pensamiento escolástico, que sigue teniendo una vital importancia en muchos aspectos, se ha mantenido muy persistente y sólida en cuanto al rol femenino en la sociedad hasta comienzos del siglo XX y en muchos casos hasta nuestros días. En las culturas orientales la situación generalmente no ha sido muy distinta, si se las compara con el mundo clásico de los griegos y romanos. Las hazañas militares de chinos, japoneses, indios, manchúes, mongoles y otros pueblos orientales, no mencionan en absoluto a las mujeres como combatientes ni estrategas militares. El asunto no deja de ser interesante dado que todas las culturas, salvo la occidental, han permanecido casi sin cambios por más de 2000 años. Durante la Segunda Guerra Mundial se enfrentaron las fuerzas japonesas con tropas de los EE.UU., sin que hasta el momento se conozcan relatos de mujeres japonesas capturadas o muertas en combate. Solamente se conoce de ciertas niponas, habitantes de algunas islas conquistadas y ocupadas por los EE.UU., como Okinawa, que prefirieron el suicidio antes que entregarse vivas al 10 Santo Tomás de Aquino, en Libros Politicarum Aristotelis Expositio, en Opera Omnia, ed. R. Busa (Stuttgart-Bad Cannstatt, KG, 1980), 2.5.12. ‘Secundo mulieres dicit, quod Socrates dicebat, quod mulieres debebant eadem tractare cum viris, ut scilicet colerunt agros et pugnarent, et alia huiusmodi facerent sicut viri: et accipiebat parabolam, id est similitudinem a bestiis, in quibus feminae similia operantur masculis, sed Aristotelis istud dicit esse inconveniens, nec esse simile: quia bestiae nihil particibant de vita oeconomica, in qua quidem vita mulieres habent quaedam propria opera, quibus oportet eas intendere, et abstinere semper ab operibus civilibus.’ 2.6.2. ‘. . . Socrates existimavit quod opertebat mulieres bellare et alia similia facere viris’ 11 San Alberto Magno, Commentarium in Octo Libris Politicorum Aristotelis, en Opera Omnia (Londres, 1651), Vol. 4, Libro 2, cap. 3, pp. 78–9. ‘Deinde cum dicit “sed uxores quidem, etcétera” subiungit de imperfecture legum Socratis circa uxores dicens: “sed uxores quidem existimat”, Socrates scilicit, oportere simul bellare cum viris, cum tamen hoc sit contra timiditatem sexus foeminei. Et addit, quod etiam pro lege dedit Socrates, et disciplina participare eadem mulieres munipicibus, id est, rectoribus civitatis. Cum tamen in Ethicis determinandum sit, quod si mulier principatum obtineat, hoc corruptio voluntatis est.’ 14 enemigo. Sus compatriotas les habían advertido que de caer prisioneras serían objeto de toda clase de abusos, deshonrándolas a ellas y a sus familias. Aún en condiciones tan extremas y desfavorables, ellas no lucharon ni aparentemente tampoco intentaron hacerlo. Las culturas islámicas que han mantenido sus concepciones originales, recogen mucho de lo vigente en el mundo del siglo VII. El esquema valórico del árabe musulmán tradicional, se resume en la expresión “mi fusil, mi camello y mi hijo”. Todo lo demás, incluida la mujer, es absolutamente prescindible y de muy poca importancia. La poligamia es un rasgo común de todos los pueblos mahometanos y constituye otro reflejo veraz del escaso valor de la mujer en esa cultura. Para la mujer que vive en países en los que existe una mayoría islámica, el campo laboral fuera del hogar está generalmente vedado o sufre severas limitaciones de orden práctico como el escaso acceso a la educación superior en algunos casos. Sólo es posible encontrar mujeres en funciones públicas en las naciones musulmanas más influidas por el mundo occidental, como lo son Turquía, Indonesia o Egipto. En estos países no tienen cabida en las FF.AA. como combatientes. Turquía, el país de mayoría musulmana en Asia que está más occidentalizado, es, entre los socios de la OTAN, después de Italia y Polonia, el de más baja presencia de mujeres en las FF.AA. Su representación alcanza solamente a ser el 3,95 % del total de sus efectivos y de ellas, ninguna está dentro de las unidades de combate (Ver TABLA 1). El que combate es el varón y sus atributos tradicionales incluyen el fusil, el cuchillo o la cimitarra, armas fuera del alcance de la mujer. 15 TABLA 1.- Fuente: OTAN 2005. 16 III.- SITUACIÓN ACTUAL A.- UNA MIRADA AL MUNDO: 1.- ESPAÑA La historia española es, de acuerdo a los registros históricos, un largo recuento de cruentas luchas armadas, varias de las cuales se libraron en pleno territorio peninsular y que, por lo tanto, implicaron de uno u otro modo a la mayor parte de la población. Destaca entre las mujeres que intervinieron en las luchas armadas, la reina Isabel la Católica, no por haber actuado como combatiente, sino por haber coronado con éxito la recuperación de Granada, tras una lucha de ocho siglos por la expulsión de los moros. En el siglo XIX, España debió luchar una vez más por librarse de los invasores. A comienzos del siglo, las tropas napoleónicas invadieron la península para sostener el gobierno de José Bonaparte, más popularmente conocido como “Pepe Botellas” por la población. Esta guerra, también llamada de “independencia”, se libró en gran parte, por fuerzas irregulares12 sin el debido entrenamiento en algunos casos y obligó a los civiles a tomar parte en ella. Entre tales civiles hubo muchísimas mujeres, de las cuales la historia y el folklore hispanos destacan especialmente a tres: Agustina de Aragón, Manuela Sancho Bonafonte y Casta Álvarez. (Ver Anexo A). Durante la primera mitad del siglo XIX, España se vio envuelta en frecuentes conflictos internos, en los que se enfrentaron las mismas corrientes conservadoras y liberales que habían colisionado en el siglo anterior en Francia. Nuevamente las mujeres combatieron en las barricadas codo a codo con los hombres. Sin embargo, el carácter ideológico que adquirieron tales confrontaciones, hace muy difícil separar los hechos individuales de la mitología ideológica que caracteriza a este tipo de conflictos. Por ello, no son numerosas las crónicas que involucran a mujeres, a las que se le puede dar crédito y que provienen del campo de batalla de aquellos enfrentamientos. Lo mismo puede decirse de la Guerra Civil que azotó a España entre 1936 y 1939, con la diferencia de que a poco de iniciadas las operaciones militares el bando republicano, que antes había glorificado a las mujeres por su desempeño en enfrentarse a los adversarios del bando nacionalista, comenzó a retirarlas paulatinamente del frente de combate. Un año después ya no había combatientes mujeres en el frente. Se extendió la creencia de que las mujeres que combatían eran solamente prostitutas destinadas a distraer sexualmente a la tropa y oficiales, y que por tal razón transmitían enfermedades venéreas a veces más peligrosas que el fuego enemigo. Por su parte, el bando nacional por estar conformado principalmente por fuerzas regulares pertenecientes al ejército que se sublevó contra la República, no contó con mujeres en sus filas, aunque ellas hayan combatido circunstancialmente. 12 Ver “Fuerzas regulares e irregulares” en Aclaraciones. 17 La Guerra Civil Española no tuvo a la mujer como actor en combate, lo que no le impidió sufrir todo el rigor de los enfrentamientos armados. En particular, se reconoce la tarea de la mujer en la atención de los heridos, siendo las enfermeras españolas las primeras en aplicar el yeso para la inmovilización de los miembros fracturados. Después de la Guerra Civil, y bajo el gobierno del general Francisco Franco Bahamonde, España se mantuvo en una línea muy conservadora en lo referente a las FF.AA., las que aun cuando avanzaron en la modernización de su equipamiento bélico, mostraron escaso o nulo interés por el debate que se desarrollaba en otros países acerca de la participación de la mujer en la defensa nacional. Sistemas tan antiguos como el del servicio militar obligatorio (conocido popularmente como “la mili”), que en España no había experimentado cambios de importancia desde su creación, unos 200 años antes, permanecieron intactos, pese al evidente desprestigio en el que habían caído como consecuencia de lo injusto del proceso de selección. Con la muerte del general Francisco Franco en 1975, surgió muy pronto la discusión de los temas que habían dormido por décadas en el olvido. Claro que es conveniente precisar que antes de que ello aconteciera hubo dos gobiernos que sucedieron al de Franco, que se consideran de transición y que no duraron mucho tiempo. El primero fue el de Adolfo Suárez y poco después le siguió Leopoldo Calvo Sotelo. Durante estas dos presidencias no fue mucho lo que sucedió en el ámbito castrense. Bien podría decirse que ambos mantuvieron intacto el aparataje militar. Posteriormente el debate se tiñó ideológicamente con la llegada del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) al poder. En primer lugar, el gobierno socialista de Felipe González veía en las FF.AA. un bastión activo del franquismo más recalcitrante, en el que se concentraba el núcleo más duro de las fuerzas conservadoras y centró sus esfuerzos en desmontar el esquema valórico que había marcado a los militares españoles durante décadas. Sin embargo, los cambios introducidos en la estructura militar hispana, que consolidaron todas las aspiraciones socialistas, no tocaron realmente los temas de fondo. El servicio militar como tal permaneció sin grandes cambios. Es cierto que sufrió modificaciones en cuanto a la incorporación de la objeción de conciencia y la creación del servicio civil alternativo, pero mantuvo el injusto sistema de sorteo para definir a los acuartelados, así como la posibilidad de eximirse de tales obligaciones mediante el pago de una cierta cantidad de dinero. El único tema de real importancia en el que se avanzó durante el régimen socialista de Felipe González, fue en el del ingreso limitado de las mujeres a las FF.AA. En 1988, por primera vez en la historia de España, ingresaban damas cadetes a la Academia Militar de Zaragoza. Fue el gobierno del presidente José María Aznar, el que consolidó los cambios más relevantes. En 1996, el Partido Popular, agrupación de tendencia derechista y conservadora, por motivo de una negociación política, pactó con el partido opositor Izquierda Unida una alianza, a cambio de introducir el concepto de FF.AA. profesionales, es decir, de proceder a la eliminación del servicio militar obligatorio13. 13 Diario La Razón, (España), 30 de diciembre de 2.003, www.belt.es/noticias/2004/enero/2/ejercito.htm 18 En esencia, el sistema adoptado es bastante similar al norteamericano. Básicamente se trata de un núcleo de personal militar de carrera llamado “profesional”, más un contingente de voluntarios con bajos niveles de especialización, atraídos a prestar servicios durante un tiempo limitado, a cambio de un razonable nivel de ingresos y otros incentivos no necesariamente monetarios. Además a los voluntarios que se presentaran se les daba la posibilidad de ingresar a los cuerpos profesionales de las FF.AA. o a los cuerpos paramilitares, como la Guardia Civil. El nuevo modelo que entró en vigencia dispuso el ingreso de las mujeres en las FF.AA., en condiciones similares respecto de los varones, en virtud de las normas legales de absoluta igualdad de ambos géneros ante la ley, es decir, sin ningún tipo de restricciones. En la realidad, subsisten algunas pocas restricciones para las mujeres. Por ejemplo, les está vedado el acceso a tripular los submarinos de la armada y a ciertas fuerzas especiales. Aun cuando las mujeres habían ingresado ya como militares a las FF.AA. en 1988, la aplicación del modelo de FF.AA. profesionales supuso la definitiva consolidación de su presencia en los cuerpos armados. Los resultados de la primera convocatoria de mujeres para cubrir plazas como oficiales de las FF.AA., no fueron los esperados por las autoridades castrenses. Solamente se presentaron 55 postulantes y ninguna superó las pruebas de selección14. El modelo de soldado profesional, o más bien ocupacional, que supone un combatiente que lucha, no ya por la Patria, sino por un salario regular, no atrae a la juventud española tal como se esperaba inicialmente (Ver TABLA 2). Mantener una dotación de alrededor de los 100.000 hombres y mujeres que deberían constituir la fuerza efectiva de los Ejércitos (nombre genérico para designar a las FF.AA. españolas), ha supuesto un esfuerzo constante y desgastador. La campaña publicitaria destinada a incentivar el ingreso de la mujer, no ha conseguido el acuartelamiento masivo de ellas, las que no superan el 14% del total de personal en servicio15 (ver TABLA 3), lo que viene a revelar que pese a la poderosa propaganda que ha bombardeado a la sociedad hispana desde fines de los 70, las mujeres peninsulares no demuestran gran interés por ingresar a la milicia 16. Las TABLAS 4 y 5 revelan que la presencia femenina en los procesos educacionales de mayor nivel, también es bastante baja. 14 María Luisa Barón, El Papel de la mujer en las Fuerzas Armadas. 15 Las cifras que se entregan discrepan considerablemente entre sí. La Diputada Asunción Oltra Torres, del Partido Popular decía, en sesión del Congreso, que las mujeres representaban el 20% del total de los efectivos de los Ejércitos españoles. Sin embargo, en el estudio Quiénes son y qué piensan los futuros oficiales y suboficiales del Ejército Español, su autor, el profesor Rafael Martínez califica la presencia de las mujeres en los centros de formación (escuelas matrices), de “testimonial”, al no superar el 6% del total del alumnado. El periódico ABC, el 24 de octubre de 2.002, en el artículo Las mujeres llegarán a general en un plazo de entre quince y veinte años, señalaba que el 10% de las fuerzas estaban integradas por mujeres. 16 El diario El País, el 30 de octubre de 1.998, en artículo firmado por Miguel González, cifraba el costo de la campaña publicitaria en 1.600 millones de pesetas. 19 TABLA 2.¿Ser militar es una vocación, como ser sacerdote, o una profesión, como abogado o ingeniero? Institucional de Institucional/ Institucional/ nuevo ingreso ocupacional socializado %C %F %C (n) (n) Vocación 72,67 49,15 (755) 52,17 Profesión 26,66 31,02 (277) 45,34 Ns/Nc 0,67 24,14 (7) 2,48 Total 100 (1.039) %F %C Ocupacional %F (n) 5,47 (84) 81,58 (n) 32,88 (505) 8,17 (73) 17,93 (4) 42,27 100 (161) 0,48 100 68,21 (397) 10,34 (3) 6,55 29,55 (172) 12,43 (111) 13,79 %C 2,23 (13) 25,18 (619) 100 (582) Desencantado %F %C (n) Total %F %C 11,20 35,09 1,30 (20) 62,49 44,46 61,40 3,92 (35) 36,33 44,83 3,51 6,90 (2) 1,18 23,,68 100 2,32 (57) 100 100 (1.536) 100 (893) 100 (29) (2.458) %C= de la columna de la tabla %F= de la fila de la tabla Fuente: Quiénes son y qué piensan los futuros oficiales y suboficiales del Ejército Español, Rafael Martínez Martínez, © Fundación CIDOB, www2.ubu.es/derpri/ciepola 20 %F (n) 100 TABLA 3.Distribución de sexo por Ejército en España. Febrero 2006 Ejército Tierra Armada Aire Cuerpos Comunes % General Sexo Mujer 16,93 10,82 14,54 19,23 13,50 Hombre 83,07 89,18 85,46 80,77 86,50 Fuente: Comandante Begoña Armendaria. Fiscal de la sala Militar del Tribunal Supremo (www.es.news.yahoo.com) Actualmente, las Fuerzas Armadas españolas cuentan con una dotación de 137.371 efectivos. De ellas 16.311 (13,5%) son mujeres y 121.060 (86,5%) son hombres. Para el Partido Socialista Español (actualmente en el gobierno) la meta es lograr la paridad de hombres y mujeres en los ejércitos17. 17 Declaraciones del Ministro de defensa de España, José Bono. Febrero 2006.(es.news.yahoo.com) 21 TABLA 4.Estadística de la Enseñanza Superior en España. Curso 2000-2001. ENSEÑANZA MILITAR GRADO MEDIO. Alumnado matriculado por academia militar, curso y sexo. Unidades: Alumnado Total TOTAL EJÉRCITO DE TIERRA Cuerpo Gral. De las Armas A. General Militar A. Infantería A. Caballería A. Artillería A. Ingenieros Cuerpo de la Guardia Civil Cuerpo de Especialistas Escuela Politécnica Otros Centros ARMADA Cuerpo General Militar Cuerpo de Inf. De Marina Cuerpo de Especialistas Escuela Naval Otros Centros EJÉRCITO DEL AIRE Cuerpo General Cuerpo de Especialistas A. General del Aire Primer curso Segundo curso Tercer curso Total Mujeres Total Mujeres Total Mujeres Total Mujeres 378 235 64 35 11 3 7 8 140 31 17 14 83 32 16 35 14 21 60 42 18 18 3 1 1 1 1 1 1 - 220 185 35 35 140 10 7 3 7 9 2 26 13 13 13 1 1 1 - 108 50 29 11 3 7 8 21 10 11 29 9 6 14 14 29 24 5 5 2 1 1 1 1 - 50 - 45 16 9 21 21 5 5 - Fuente: Ministerio de Defensa y Guardia Civil . La presencia de la mujer en este nivel educacional, es tan reducida, que la representación en un gráfico de barras no alcanzaría a registrarla. 22 TABLA 5.- Estadística de la Enseñanza Superior en España. Curso 2000-2001. ENSEÑANZA MILITAR GRADO SUPERIOR. Alumnado matriculado por academias militares, curso y sexo. Unidades: Alumnado Total 1.083 32 695 28 607 22 202 132 132 Nuevos inscritos en primer curso Mujeres Total Mujere s 6 200 6 6 130 6 6 130 6 354 81 51 64 57 88 16 2 1 3 6 132 - 6 - 130 - 6 - 127 - 6 - 95 31 4 1 44 9 34 33 30 1 1 2 37 42 30 24 27 2 3 210 166 44 1 1 - 37 30 7 - 37 30 7 - 37 30 7 - 39 31 8 1 1 - 47 36 11 - 50 39 11 - 178 187 3 3 33 33 - 33 33 - 34 34 2 2 33 33 - 40 40 - 38 38 1 1 Total TOTAL EJÉRCITO DE TIERRA Cuerpo Gral. De las Armas A. Gral. Militar A. Infantería A. Caballería A. Artillería A. Ingenieros Cuerpo de la Guardia Civil ARMADA Cuerpo Gral. Militar Cuerpo de Inf. De Marina EJÉRCITO DEL AIRE A. Gral. Militar Primer curso Mujeres Total Segundo curso Tercer curso Cuarto curso Quinto curso Total Mujere s 198 8 127 6 127 6 Total 198 126 95 Mujere s 6 5 4 Total Mujere s 237 4 150 4 120 2 Total Mujere s 248 8 160 7 133 4 Fuente: Ministerio de Defensa y Guardia Civil La participación de la mujer en las FF.AA. españolas se ve también graficada en las siguientes cifras, correspondientes a los centros de formación (escuelas matrices): Solamente el 6% del total de alumnos corresponde a mujeres. De ellas, sólo el 28% se encuentra en los cuerpos combatientes (Cuerpos Generales e Infantería de Marina). En Ingenieros militan el 12% y en Intendencia, el 11%. Las demás, se encuentra en los llamados Cuerpos Comunes (nuestro equivalente a Servicios 18, aunque en este caso, no pertenecen a un Ejército en especial), que incluye al personal no combatiente19 (ver GRÁFICO Nº 1). Al escaso interés que la mujer ha mostrado por ingresar a las FF.AA., se suma el hecho de que el grueso de las alumnas se orienta a áreas de desempeño más bien alejadas de las tareas de combatiente. Las FF.AA. españolas no han tenido grandes avances en los aspectos básicos relativos a la incorporación femenina, a pesar de que las normas adoptadas 18 Ver “Servicios” en Aclaraciones. 19 Rafael Martínez Martínez, Quiénes son y qué piensan los futuros oficiales y suboficiales del Ejército Español, Fundación CIDOB, CIDOB Barcelona , 2001, www2.ubu.es/derpri/ciepola. 23 convierten a los Ejércitos, en las instituciones más “progresistas” en estas materias. No se han regulado apropiadamente cuestiones elementales, tales como el caso de las mujeres embarazadas (en relación con las exigencias que deben cumplir), las disponibilidades de alojamientos segregados, las adaptaciones de las unidades navales para recibir tripulantes femeninos a bordo, establecimientos disciplinarios y penitenciarios separados, etcétera. Tampoco se han dictado normas relativas al matrimonio entre miembros de las FF.AA, que es un problema que tarde o temprano va a aparecer y que se debe reglamentar para evitar inconvenientes desagradables. Los problemas de fondo que se han suscitado con la incorporación de la mujer al servicio de los ejércitos se presentan en el terreno de la disciplina. Las significativas diferencias fisiológicas entre el físico varonil y el femenino hacen realmente imposible de aplicar el principio de “no discriminación” (entiéndase por “justicia”). Tal inconveniente termina volviéndose en la práctica una seria discriminación hacia los soldados varones, cuyas exigencias de desempeño no han sido modificadas, debiendo éstos asumir la carga de trabajo más pesada y que las mujeres no pueden absorber por sí mismas. Las normas disciplinarias iguales para ambos sexos, son más relajadas en su aplicación para ellas que para ellos, con el creciente malestar entre los hombres, que se ha traducido en una campaña de mensajes anónimos dando a conocer los casos más evidentes de la nueva forma de discriminación. Cuando las quejas de los miembros de los cuerpos armados se canalizan por vías clandestinas, es factible concluir que dichos cuerpos se encuentran cercanos a una crisis de disciplina y mando, hecho que a su vez deja traslucir fisuras en la seguridad de dichas organizaciones. Para la causa de los partidarios de la presencia irrestricta de la mujer en la vida militar, España no ha sido realmente un buen ejemplo. Esto debido a las razones esgrimidas para imponer esta presencia, por el carácter ideológico del debate en torno a la materia, por la improvisación con que se ha enfrentado el conjunto de cambios tan radicales y por el hecho de que la aplicación del modelo vigente de FF.AA. sólo es el resultado de una transacción política de coyuntura. En ningún caso, el tema de la eficiencia de los Ejércitos, ha sido la causa real de los cambios. FIGURA 1.- Fuente: Fundación CIDOB, Barcelona. 2001. 24 2.- REINO UNIDO En 1914, año en que todavía se vivían las reminiscencias de la larga era victoriana, resultaba toda una novedad ver a una mujer vistiendo un uniforme militar. Sin embargo, durante la Primera Guerra Mundial unas 80.000 mujeres sirvieron al Imperio Británico en los cuerpos castrenses20. En la época muchos consideraban altamente inapropiado el que la mujer combatiera como un soldado y a la par con los varones; más aún, fueron muy escasas las mujeres inglesas que usaron un arma de fuego en combate abierto contra el enemigo. La mujer ideal amamantaba y educaba a sus hijos y militaba en el pacifismo, no en el ejército. Un popular panfleto, del que se vendieron unas 75.000 copias en tan sólo una semana, resumía el ideal femenino señalando que “las mujeres fueron creadas para dar la vida, los hombres para quitarla”21. La ternura femenina era retratada como una virtud tan generosa e ilimitada, que alcanzaba incluso a los heridos del bando alemán. Un libro acerca de la vida del soldado británico22 contrastaba los rudos relatos de los combatientes sobre la cantidad de adversarios muertos, con la delicadeza de las inglesas para atender a los mismos enemigos heridos. Compartiendo codo a codo con sus contrapartes masculinos todos los terribles rigores de la guerra, estas mujeres “no buscaban revancha ni alterar su buena disposición hacia toda vida humana”. “El peligro no les inspira a coger un arma y disparar contra el adversario”. En 1915, la feminista y pacifista Helen Mana Lucy Swanwick escribía que el apoyo que por entonces las mujeres inglesas daban a la causa de la guerra, se debía solamente a un profundo sentido de lealtad familiar. Obrar de otro modo, habría sido visto como un insulto a sus compañeros varones. Por muy diversas razones los grupos conservadores se unieron a las feministas, para argumentar conjuntamente en contra de la existencia de mujeres combatientes en el frente. Para la particular visión de ambos sectores, lo que estaba en juego era la influencia femenina en la vida social y los avances en el terreno político. El poder de la mujer de clase media, como árbitro moral y doméstico, se basaba en su inmensa distancia respecto del sórdido mundo de la ganancia monetaria y de la confrontación mortal. El argumento adquiría gran relevancia en esos años, debido a que muchísimas mujeres se encontraban librando la batalla por el derecho al voto. ¿Cómo podrían ellas responder al argumento de que sólo quienes luchan por la patria (léase hombres) tienen derecho al supremo obsequio de la ciudadanía, el voto? El periódico feminista Woman’s Journal atacó este postulado publicando en su primera plana una caricatura que mostraba a una mujer con un bebé en brazos y exclamando “Voto para las mujeres”. Junto a ella, un soldado fuertemente armado declaraba que “Las mujeres no pueden sostener 20 Joanna Bourke, Women and the Military during World War One, www.cgi.co.uk/history/war/wwone/women_combatants_01. Joanna Bourke es profesora de historia de la Universidad de Birkbeck College. 21 22 A Little mother, 1916, citada por Joanna Bourke. Gleeson Arthur,Golden Lads (1916), citado por Joanna Bourke 25 armas”, a lo que una sufragista respondía: “¡No! Ellas sostienen a los ejércitos”. Dicho en otras palabras, las mujeres sostenían el esfuerzo bélico a través de la maternidad y, por lo tanto, eran de todas maneras dignas de acceder al derecho a votar. Sin embargo, las mujeres eran más que esposas, matriarcas y madres patrióticas. Durante la Primera Guerra Mundial, el espectro de posibilidades de trabajo que se abrió a las mujeres fue mucho más grande de lo que cabe suponer. Ingresaron a las fábricas, invirtieron en bonos de guerra, se hicieron cargo de las cosechas y cuidaron de las tropas en sus períodos de descanso. También se incorporaron en los cuerpos militares en un número aproximado de 80.000, aunque casi nunca como combatientes. Ejercieron presiones, no obstante, para recibir entrenamiento como fusileros23 y portar armas para la defensa del territorio metropolitano, sin alcanzar sus propósitos dentro de las fuerzas de defensa territorial, mayormente masculinas. Al inicio de la Segunda Guerra Mundial los Voluntarios para la Defensa Local (Local Defence Volunteers o LDV), predecesora del Home Guard, empleó las habilidades de la mujer para entrenar a los hombres en el uso de armas de fuego, no obstante lo cual, no admitía en sus filas a miembros femeninos. Pese a todo, se crearon numerosas organizaciones femeninas cuyas metas eran las de preparar el frente interno para el combate, pues existía el riesgo latente de una invasión alemana. El Cuerpo Auxiliar Femenino de Defensa (Women's Defence Relief Corps) contó con el poderoso patrocinio de dos notables caballeros: Lord Kitchener y Lord Roberts. Este último ejercía el cargo de Presidente de la Women's Rifle Associations. El Cuerpo contaba con dos divisiones: la “Sección Civil”, que perseguía el reemplazo de los hombres en las tareas productivas, de modo de liberarles para el servicio armado y la “Sección Semi-militar o Sección de las buenas ciudadanas”, cuyas integrantes eran reclutadas para recibir instrucción en infantería doctrinal, señales, exploración y uso de armas de fuego. Cada mujer en esta sección no sólo era aleccionada para ser capaz de defenderse a sí misma de un ataque, sino que también debía estar preparada para defender a sus seres queridos. Se daba por descontado que para muchas mujeres su deber era visto como una forma sutil de convencer a los hombres que la deshonra era mucho peor que la muerte y que, por lo tanto, debían apuntalar la fortaleza sicológica, cuando no militar de los hombres. En 1929, Virginia Woolf escribió en Un cuarto propio (A Room of One’s Own), que las mujeres servían como espejos amplificadores, “reflejando la figura del hombre al doble de su tamaño natural. Sin ese poder... las glorias de todas las guerras serían desconocidas”. Tales espejos, continúa “son esenciales en todo acto violento o heroico”. Por lo visto, incluso la propia Virginia Wolf sorprendió a sus ávidos lectores con un par de metáforas belicistas, impregnadas de tintes racionales. A pesar de encontrarse cercanas al frente trabajando como enfermeras, rara vez las mujeres británicas se vieron directamente envueltas en acciones de combate y disparando. Esto no es ninguna novedad, debido a que en los tiempos modernos el empleo de mujeres en el servicio directo de las armas y a gran escala, 23 Ver “Fusilero” en Aclaraciones. 26 había tenido lugar casi exclusivamente en las revoluciones sin formar escuadrones de combatientes regulares y como defensa frente a las invasiones. Aquello no ha sido el caso inglés, por lo que las mujeres sólo fueron capacitadas para defenderse a sí mismas y a su isla. No obstante su relativa ausencia del campo de batalla, la tecnología moderna fue reduciendo la distancia entre las trincheras y la periferia urbana a una velocidad creciente y anteriormente poco imaginada. Los bombardeos aéreos del territorio británico en la Primera Guerra Mundial causaron 1414 muertes civiles, cifra que se podría considerar reducida, si consideramos que al menos se multiplicó por 60 en el siguiente conflicto. Este hecho provocó un gran trauma entre la población femenina, en particular en Londres y el área suroriental del Reino Unido. Aun más traumático para ellas, fue el doloroso retorno de sus seres queridos de los campos de batalla, de los cuales cientos de miles presentaban algún tipo de lesión grave o con secuelas permanentes. Sobre los hombros femeninos recayó la pesada carga de cuidar a esos hombres lisiados o mutilados, sin olvidar que además ellas debieron asumir la pérdida de padres, hermanos, novios, maridos e hijos. Para la mujer, la vida nunca volvería a ser lo mismo. Como ha ocurrido en otros países europeos, en el Reino Unido se produjo el debate sobre la presencia femenina en las Fuerzas Armadas tras los grandes cambios sociales que se generaron en los años 60 y 70. Lo que se discutía era el derecho de la mujer de participar de la vida militar en igualdad de condiciones con el varón, no si tal presencia contribuía o no a la eficacia operativa de las fuerzas combatientes. Hasta el día de hoy, el debate no ha cambiado y sigue siendo básicamente el mismo. Los partidarios de que la mujer se incorpore plenamente a la vida castrense, defienden el derecho femenino a ello, al tanto que los detractores, se centran en las diversas mejoras o deterioros que pueda experimentar la calidad de la gestión militar a futuro. Sin embargo, entre partidarios y detractores existen diversos matices, lo que ha revelado la existencia de un punto de equilibrio que tarde o temprano, se convertirá en la norma sobre la materia. El temor de los más equilibrados es que dicho punto sólo se alcance después de que un conflicto desnude las falencias de las actuales políticas acerca de la participación femenina en la milicia24. El desastre de los cruceros de batalla en Jutlandia, la retirada de Dunquerke y la pérdida del “Hood”, orgullo de la Flota británica, son sólo unos pocos ejemplos de que los supuestos con que se manejan los asuntos militares en tiempos de paz, pueden terminar rotundamente desmentidos por la realidad de la guerra. La Real Fuerza Aérea Británica (RAF), ha sido el cuerpo que más pronto abrió sus puertas a la mujer y las hizo sin restricción alguna, salvo la legal que impide a la mujer entrar en combate en caso de guerra. Inicialmente, hubo algunas dudas respecto de tener mujeres piloteando aviones de combate y más respecto de operar helicópteros de apoyo o artillados. Al parecer, los grandes gastos que implica la formación de un piloto (entrenar al piloto de un caza Tornado cuesta unos 6 millones de libras aproximadamente), son gastos que no se retribuirían en la medida que las mujeres dejen el servicio para formar familia. Dicho problema no ha pesado en la decisión de las autoridades militares, debido a que los pilotos varones 24 Ver “Milicia” en Aclaraciones. 27 jóvenes presentan también, una alta tasa de deserción laboral de las filas de la institución25. En realidad no se justifica la decisión de tener mujeres piloteando aviones o helicópteros de combate, si de acuerdo con la ley, ellas quedarían excluidas de participar en las acciones militares para las cuales se estarían entrenando. En tal caso, solamente constituirían una reserva para el caso de una emergencia extrema. Y si aquello sucediera, de todas maneras sería necesario legislar de urgencia sobre el tema. Es difícil predecir lo que ocurriría en caso de un enfrentamiento bélico real, en el que se viera atacado el Reino Unido. En el Ejército, las cosas han tenido un tinte más conservador, abriéndose los accesos a las áreas técnicas y de apoyo. La resistencia del Ejército se funda en dos aspectos fundamentales: por una parte, el oficio del soldado demanda un gran despliegue físico y resistencia a la fatiga y aunque se reconoce que algunas mujeres también podrían cumplir estas exigencias, en general ellas no están adaptadas físicamente para el trabajo militar. Por otro lado, la cultura propia del Ejército, es un elemento que los mandos no quieren ni en realidad pueden ignorar o pasar por alto. El soldado británico común y corriente no se muestra dispuesto a aceptar soldados mujeres como colegas con los que tendría que compartir el día a día, pese a que sí acepta camaradas varones de otras nacionalidades, religiones o culturas (y, consecuentemente, con otros valores morales diferentes a los suyos). Los gurkas, un grupo de temibles y aguerridos soldados nepaleses que lucharon en la guerra de las Malvinas en contra de Argentina en 1982, serían un buen ejemplo de ello. Volviendo al tema de las mujeres combatientes, se dice que los soldados británicos están dispuestos a morir por una mujer, pero no a morir junto a ella en el campo de batalla. La Real Marina Británica (Royal Navy), ha adoptado una posición intermedia entre lo que piensa el Ejército y la RAF (Royal Air Force). Los mandos superiores parecen dispuestos a abrir todos los accesos para que la mujer ingrese a las filas navales. Pero en el camino se han encontrado con un grave problema, que son las cónyuges de los marinos, las que no desean ver a sus maridos conviviendo con otras mujeres en naves de guerra que permanecen largos períodos alejados de puerto. De entre todos los involucrados, partidarios y detractores, es interesante escuchar las opiniones de los que han debido trabajar con mujeres a bordo en las unidades aéreas o en el ejército. En relación a los problemas disciplinarios, especialmente a bordo, éstos se han visto reducidos (efecto beneficioso de la presencia de la mujer en cualquier ambiente, no solamente el militar), aunque, en palabras de la prensa, su “sabor” ha cambiado bastante, por el hecho de convivir hombres y mujeres (casi todos jóvenes, con promedios de 20 a 30 años de edad) en espacios limitados, y por períodos prolongados26. Aún cuando las estadísticas disponibles se refieren solamente a la estructura etárea de las FF.AA. norteamericanas, ellas reflejan en forma aproximada la realidad de cualquier cuerpo armado de los países occidentales (ver TABLAS 6 y 7). Esta realidad nos indica que las dotaciones navales se cubren con gente muy joven, edades en las que los impulsos sexuales generalmente son muy fuertes, 25 26 Ver “Deserción” en Aclaraciones. E. R. Hayman, Midshipman, FC (X), Women at Sea. 28 viéndose acrecentados en la medida que se prolongan los períodos de permanencia en el mar, que son de abstinencia carnal obligada. No es difícil intuir la situación en las unidades navales mixtas, en especial cuando en ellas confluyen hombres y mujeres que son liberales en materias sexuales. Más adelante se ahondará en otro capítulo en el tema sexual. TABLA 6 EDAD, EJÉRCITO ARMADA INF. DE MARINA FUERZA AÉREA TOTALES EN AÑOS Oficiales Subalternos Oficiales Subalternos Oficiales Subalternos Oficiales Subalternos Oficiales Subalternos 25 o menos 26 a 30 31 a 35 36 a 40 41 o más Totales 10.493 211.083 6.938 162.545 2.467 112.067 9.271 125.689 29.169 611.384 16.576 16.360 15.461 17.096 76.291 53.868 40.931 18.130 11.750 11.069 10.596 13.361 54.140 42.971 40.270 18.209 5.051 4.299 3.224 3.008 20.067 10.250 8.755 3.551 14.544 14.485 13.496 16.242 47.305 41.089 47.511 18.658 47.921 46.213 42.777 49.707 197.803 148.178 137.467 58.548 75.986 400.303 53.714 318.135 18.049 154.690 68.038 280.252 215.787 1.153.380 Edad del personal en servicio activo, FF.AA. de los EE.UU., septiembre de 2001. 29 TABLA 7 EDAD, EN AÑOS TOTALES EN % Oficiales 25 o menos 26 a 30 31 a 35 36 a 40 41 o más TOTALES Subalterno s 53,00 17,15 12,85 11,92 5,08 100 13,51 22,20 21,42 19,82 23,06 100 General 46,78 17,95 14,20 12,95 7,91 100 Fuente: Center 2001, Demographics report, Defense Manpower Data. Hay informes que revelan que han mejorado las capacidades operativas de los buques con tripulación mixta, pues los hombres no quieren ser superados por sus pares femeninos y, se esfuerzan más que de costumbre. Pero también hay quejas por parte de los tripulantes. Las principales se refieren a que las mujeres no reaccionan adecuadamente ante situaciones de emergencia y, cuando se debe realizar trabajos pesados ellas rara vez participan, todo lo cual recarga el trabajo de los tripulantes varones. Es así como los principales detractores de la implementación del sistema mixto, son generalmente los tripulantes de menor rango. Otro aspecto que ha entrado en la consideración de la Armada Real, es la exacerbación de las tensiones y emociones que se usualmente se produce por efectos del virtual encierro a que se ve sometida la dotación de un buque en el mar. El efecto que se genera en los buques mixtos es significativamente más alto y dinámico que en los naves que son exclusivamente masculinas. A mayor sensación de encierro, más grande será el efecto que se producirá en la tripulación de la nave, de donde se puede inferir lo que ocurriría si se dictaminara tripular un submarino mixto. Esto trae a la mente una cuestión eminentemente práctica: ¿Qué razones existen para que no se haya evaluado, en la Royal Navy, la posibilidad de dotar un buque de guerra solamente con mujeres? Actualmente, parece haberse iniciado un nuevo debate al interior de la marina inglesa. La discusión está centrada acerca de la conveniencia de mantener buques mixtos dentro de la escuadra o de sencillamente desembarcar a todas las mujeres. La primera señal de advertencia apareció con la decisión de desembarcar a la mitad de las mujeres. La necesidad de embarcarlas surgió inicialmente como una forma de paliar la escasez de personal en determinadas áreas, inconveniente que ya habría sido superado, lo que a estas alturas haría innecesario mantener mujeres a bordo. El problema es bastante más complejo de lo que a simple vista parece. Sin dudas que se simplifica considerablemente el manejo del personal que se embarca, pues entre los hombres es baja la tendencia a desembarcarse por razones personales, mientras que esta tendencia es muy alta entre el personal femenino. Por otra parte, el dotar las reparticiones terrestres con el personal femenino 30 desembarcado reduce considerablemente las oportunidades del personal embarcado para acceder a destinaciones en tierra, que son las únicas posibilidades que otorga el servicio naval para descansar de los desgastadores períodos de embarco. Se ha detectado que cuando una mujer es destinada servir a bordo, generalmente se acoge a alguna de las franquicias que la normativa le concede en virtud de la maternidad para rechazar el trasbordo. Llama la atención la alta deserción femenina que por diversas razones se produce, lo que ha provocado que después de más de 20 años de su presencia en los escalafones regulares, no haya muchas esperanzas de que alguna mujer alcance el rango de Almirante en la próxima década. El debate acerca de la presencia femenina en los submarinos, que se ha presentado en todas las armadas que admiten mujeres embarcadas a bordo de naves de guerra, se encuentra en pleno apogeo. Los temas en discusión son los mismos, más el factor médico27 que necesariamente se encuentra presente. Se argumenta que el ambiente de encierro del submarino con menor disponibilidad de oxígeno, afectaría a la mujer en una medida mucho mayor que al varón. También se ha manifestado la preocupación por el impacto que los bajos niveles de oxígeno tendrían en los bebés de las mujeres embarazadas. El tema no es irrelevante, pues afecta directamente a las tasas de permanencia de las mujeres en el servicio (retención). Otro punto de discusión surgió en la Inglaterra de los años 60. Las fuerzas armadas empezaron a experimentar una fuerte baja en la cantidad de reclutas, tanto para oficiales, como para personal subordinado. Se pensó que el principal problema era la falta de comodidades en los cuarteles y naves de guerra. Se modificaron ambos, sin que aparecieran resultados satisfactorios. Después de un tiempo se pudo comprobar que los candidatos, antes de ingresar al servicio, no sabían cuáles eran las reales condiciones en que desempeñarían su trabajo. Más tarde se descubrió además que el principal problema para reclutar y retener al personal, son las bajas remuneraciones. Mas el tema de los salarios bajos no es nuevo en sí, pues tradicionalmente las fuerzas armadas han tenido que conformarse con remuneraciones relativamente bajas. En un principio se pensó que la mujer no sufriría este problema en la misma medida, pues históricamente ha recibido rentas mucho más bajas que el varón. Así, al poder contar con su presencia, se ayudaría a mejorar sustancialmente las tasas de reclutamiento. En el actual esquema las fuerzas armadas siguen sufriendo de la escasez de reclutas, debido a que el interés femenino por la milicia sigue siendo bastante bajo (12,4% de los reclutas y sólo el 8 % del personal de planta)28 (ver TABLAS 8 y 9). Además que la retención de personal femenino está muy por debajo de la media del nivel masculino, debido a que ellas tienden a dejar el servicio para formar una familia cuando todavía son jóvenes y no han retribuido con su trabajo en una unidad militar, el elevado costo de su reclutamiento, formación, instrucción y entrenamiento29. 27 Sir Timothy Garden, Woman in the Military, www.tgarden.demon.co.uk/writings/articles/2001/010201.html Ibid. 29 Aún cuando existe la percepción de que la mujer, en general, abandona el trabajo al casarse o al tener su primer hijo, la realidad indica otra cosa. Las altas tasas de divorcio y la presión por lograr mejores niveles de ingresos, han cambiado las 28 31 Por otra parte, aun cuando las tasas de reclutamiento se han mantenido bajas, el tamaño de las fuerzas navales se ha reducido a tal punto que la justificación inicial para embarcar mujeres, esto es, la escasez de personal, ha perdido toda su vigencia y necesidad. Esta realidad, podría variar, debido a que las presiones norteamericanas por una Royal Navy más poderosa, asumiendo mayores responsabilidades en el ámbito de la OTAN, hacen pensar en un incremento en la cantidad de unidades a flote. También se ha suscitado la cuestión de si las mujeres deben acceder a funciones o puestos que las conviertan en verdaderos combatientes, debido a que en la actualidad, la ley vigente impide a la mujer ejercer esta opción. 30 El tema se suma al citado debate acerca de la conveniencia de mantener a las mujeres embarcadas en unidades de guerra, pues tal como se verá más adelante, toda mujer a bordo, si se presenta una situación bélica, es necesariamente una combatiente31. condiciones, al punto que el retiro de las mujeres del mundo laboral ya no responde a tales causas; sin embargo, ello sigue siendo una norma entre las mujeres militares. 30 The Council on Biblical Manhood and Womanhood, Britain’s Battle over Women in the Military, 13 de marzo de 2.001, www.cbmw.org/news/britishcombat.php 31 E.R.Hyman, Midshipman, FC(X), Women at Sea 32 TABLA 8 Ingreso de personal proveniente de la vida civil, a las FF.AA del Reino Unido. 1992/93 1993/94 1994/95 1995/96 1996/97 1997/98 1998/99 1999/00 2000/01 200102 2002/03 Todos los servicios Varones 13.070 10.620 11.150 15.500 19.230 20.190 22.560 22.390 20.410 20.950 23.040 Mujeres 1.750 1.330 1.850 2.180 2.940 3.340 3.440 3.160 2.610 2.700 3.240 Total 14.820 11.950 13.010 17.670 22.160 23.520 26.000 25.550 23.020 23.650 26.280 Varones 1.890 1.280 960 2.010 3.400 3.970 4.110 4.250 3.990 4.270 4.420 Mujeres 380 260 340 350 560 630 660 700 630 740 800 Total 2.270 1.540 1.300 2.360 3.960 4.600 4.770 4.950 4.620 5.010 5.220 Varones 10.290 8.760 9.490 11.510 13.580 13.390 15.010 14.750 13.450 13.620 15.060 Mujeres 1.100 810 1.190 1.380 1.940 2.010 1.980 1.750 1.320 1.240 1.550 Total 11.390 9.580 10.680 12.890 15.520 15.400 16.990 16.500 14.770 14.850 16.610 Varones 890 580 700 1.980 2.250 2.830 3.450 3.380 2.980 3.070 3.550 Mujeres 270 260 320 450 430 700 800 710 660 720 890 Total 1.160 840 1.020 2.420 2.680 3.530 4.250 4.100 3.630 3.780 4.450 Armada Ejército Fuerza Aérea Fuente: Defence Analytical Services Agency, www.dasa.mod.uk/ 33 TABLA 9.- Total de personal de Defensa, en el Reino Unido, por sexo. Oficiales Todos los servicios Otros rangos 1 de abril de 2000 1 de abril de 2001 1 de abril de 2002 1 de abril de 2003 1 de abril de 2004 Total 207.620 205.650 204.690 206.920 207.020 Total 32.520 32.630 32.750 33.160 33.450 Varones 29.620 29.600 29.570 29.800 29.920 Mujeres 2.890 3.030 3.180 3.350 3.520 Total 175.100 173.020 171.940 173.770 173.580 Varones 161.440 159.370 158.080 159.200 158.710 Mujeres 13.660 13.650 13.860 14.560 14.870 1 de agosto de 2004 204.400 33.330 29.800 3.530 171.060 156.310 14.760 Armada 1 de abril de 2000 1 de abril de 2001 1 de abril de 2002 1 de abril de 2003 1 de abril de 2004 42.850 42.420 41.630 41.550 40.880 7.660 7.760 7.780 7.800 7.770 7.140 7.200 7.190 7.180 7.130 520 560 590 610 640 35.190 34.660 33.850 33.760 33.120 32.300 31.750 30.920 30.670 30.020 2.890 2.910 2.930 3.080 3.090 1 de agosto de 2004 40.490 7.720 7.080 640 32.760 29.660 3.100 Ejército 1 de abril de 2000 1 de abril de 2001 1 de abril de 2002 1 de abril de 2003 1 de abril de 2004 110.050 109.530 110.050 112.130 112.750 13.870 13.920 14.060 14.400 14.720 12.590 12.600 12.670 12.940 13.190 1.280 1.320 1.380 1.470 1.520 96.180 95.610 96.000 97.720 98.030 89.670 89.170 89.480 90.900 91.140 6.520 6.440 6.520 6.820 6.890 1 de agosto de 2004 110.970 14.780 13.250 1.520 96.190 89.440 6.760 Fuerza Aérea 1 de abril de 2000 1 de abril de 2001 1 de abril de 2002 1 de abril de 2003 1 de abril de 2004 54.720 53.700 53.000 53.240 53.390 10.990 10.960 10.920 10.950 10.960 9.890 9.800 9.710 9.680 9.600 1.100 1.160 1.210 1.270 1.360 43.730 42.740 42.090 42.290 42.430 39.480 38.440 37.680 37.630 37.540 4.250 4.300 4.410 4.660 4.880 1 de agosto de 2004 52.940 10.830 9.470 1.360 42.110 37.210 4.900 Fuente: Defence Analytical Services Agency, www.dasa.mod.uk/ 34 Los más recientes estudios médicos que se han efectuado entre las mujeres que pertenecen al ejército32, con una muestra de 143 hombres y 121 mujeres, revelaron que las mujeres que no cuentan con un entrenamiento diferenciado por sexo habían sufrido fracturas y fisuras en los huesos de las extremidades inferiores, en una proporción tres veces mayor que en los varones (10,9% de las mujeres, contra el 3% de los hombres). También se observó que 17 reclutas mujeres presentaban fracturas pélvicas, frente a sólo 3 varones aquejados de la misma dolencia (14% y 2,1%, respectivamente). La conclusión final del estudio es, que la mujer es mucho más vulnerable a las fracturas durante el entrenamiento físico y deportivo en una unidad militar. Estos antecedentes han servido como un argumento muy útil, para quienes no desean ver a la mujer británica sirviendo en unidades de combate. 32 Alejandra Rodríguez, Diario mundo.es/salud/1999/325/02157.html El Mundo, 10 de 35 enero de 1.999, Suplemento Salud, www.el- 3.- ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA Alrededor de 33.000 mujeres sirvieron en las fuerzas armadas norteamericanas durante la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918). Casi 500.000 lo hicieron en la Segunda Guerra Mundial. Alrededor de 120.000 vestían el uniforme militar en tiempos de la guerra de Corea, en tanto que el teatro de la guerra en Vietnam contó con la presencia de unas 7.000. En Tormenta del Desierto, el 7% de las fuerzas norteamericanas, eran miembros femeninos, alcanzando una cifra de 40.00033. Hacer un relato de la contribución de la mujer en la vida militar norteamericana es algo sumamente interesante y extenso, pues su participación ha debido sortear todas las dificultades e impedimentos que es posible imaginar, en una medida como no se ha visto en ningún otro caso. Probablemente estos problemas, que se detallarán someramente, hubiesen sido menores de no mediar el hecho de que en estas materias, los EE.UU. han llevado desde siempre la delantera, gracias a que la mujer estadounidense más que en otras regiones, ha librado las batallas más encarnizadas y perseverantes por alcanzar el pleno reconocimiento de los varones y la igualdad total de derechos y oportunidades frente a éstos. Gran parte del discurso feminista contemporáneo se ha generado en los EE.UU., por lo que muchos de los argumentos tradicionalmente esgrimidos por esta corriente, pudiendo ser aplicables a esa sociedad, no siempre logran ser trasladados con facilidad a otras realidades sociales. Lo que ocurre, es que pese a que indudablemente en muchos casos existe la mejor de las voluntades para ser justos frente a los derechos y pretensiones de la mujer, las soluciones no son tan sencillas de aplicar como la teoría sugiere. Muchos de los logros en materia de derechos de la mujer, han sido obtenidos gracias a la participación activa de ésta en las diferentes ramas de las FF.AA. Es así como hasta el presente, los grupos feministas de presión insisten persistentemente en la plena igualdad de la mujer frente al hombre en la vida castrense. También los EE.UU. son el país que más ha documentado, investigado y publicado acerca de todos los temas que guardan relación con el funcionamiento de sus FF.AA. La abundancia de libros, artículos, informes, investigaciones, debates, etcétera, sobre la presencia de las mujeres en la vida castrense, es tan importante y a veces masiva, que no resulta difícil estudiar el tema desde la perspectiva norteamericana. La amplitud de fuentes de información, así como la costumbre tan arraigada en ese país de discutir cualquier tema públicamente, sin importar el efecto que ello tenga en su propios intereses, asegura una visión mucho más amplia, acerca de las posiciones que al respecto han ido tomando los diferentes estamentos sociales y políticos, a la vez que permite entrever los graves problemas que en ciertas ocasiones se han suscitado. Otro aspecto digno de destacar, es el hecho de que EE.UU. es uno de los pocos países que ha documentado la experiencia de fuerzas militares mixtas en combate abierto, aunque la participación de la mujer en estas unidades estuvo prohibida por ley hasta 1994, año en que por primera vez y 33 Captain Barbara A. Wilson, USAF (Ret.), www.userpages. aug.com/captbarb. 36 utilizando la vía reglamentaria se eliminaron las restricciones existentes hasta entonces34. En sus comienzos, la participación femenina en las actividades militares en los EE.UU. siguió el mismo patrón del resto de los países. Las mujeres tomaron parte en los combates de la guerra civil por la independencia o revolución, generalmente sólo cuando las circunstancias imperantes en el momento las pusieron en el trance de luchar o morir. Hubo algunas, que deliberadamente se incorporaron a la lucha armada, pero siempre lo hicieron de modo irregular y en algunos casos clandestinamente. Una de ellas fue Deborah Samson, quien en octubre de 1778 ingresó al ejército disfrazada de hombre para servir como voluntaria, bajo el seudónimo de Robert Shirtliffe35. Rachel y Grace Martin, disfrazadas de hombres, se distinguieron asaltando un correo británico que viajaba escoltado por soldados armados. Capturaron de esta forma una cantidad importante de documentación confidencial que pusieron en manos del General Greene. Probablemente la más famosa de las mujeres que combatieron o tomaron parte en la Revolución, fue Margaret Cochran Corbin (1751-¿1800?)36. (Ver Anexo B). También existen numerosos informes acerca de mujeres actuando como espías o informantes, papel para el cual estaban especialmente capacitadas y que podían desempeñar sin grandes impedimentos o dificultades, debido a que no eran personas de las que levantaran sospechas o de las que un soldado desconfiara en absoluto. En la guerra contra Inglaterra, en 1812, conflicto que casi no conoció otros enfrentamientos que no fueran los que se dieron entre fuerzas navales, se tiene noticias de al menos 2 mujeres sirviendo como enfermeras a bordo del United States 37. Según el investigador Franck Moore, unas sesenta mujeres resultaron heridas o muertas durante la Guerra Civil o de Secesión38. Una joven, conocida sólo como Emily huyó de su casa en 1863 para incorporarse como tambor en un regimiento de Michigan. Fue herida mortalmente por un balín en Chattanooga y, una vez descubierta su identidad sexual, se negó a revelar su nombre completo, aunque sí accedió a enviar un telegrama a su madre pidiendo perdón por su fuga del hogar. Tras la batalla de Gettysburg, en julio de 1863, se encontró los cadáveres de dos mujeres confederadas vistiendo uniformes militares. Una mujer, portaestandarte de la Unión, fue muerta en una colina cerca de Picketts Charge. Otra mujer, 34 Un estudio detallado acerca de la evolución de la participación femenina en unidades combate de las FF.AA. norteamericanas, se encuentra een el Report, april 2003, Why American Servicewomen are Serving at Greater Risk, WOMEN IN LAND COMBAT, When did the rules change?, www.cmrlink.org/CMR Notes/M38V8ccmrrpt16.pdf. Los antecedentes obtenidos de este informe, han sido empleados para tratar este punto. 35 Ibid. La Capitana Wilson cita diversos autores y textos, entre ellos, Elizabeth F. Ellet, The Women of the American Revolutiont, NY, Baker and Scribner, 1848, Phebe A. Hanaford, Daughters of America, Boston, B.B. Russell, 1882; Niles, Principles and Acts of the Revolution, Mrs. Hales Biography of Distinguished Women. Daughters of America,1849 y Women of the Revolution 1882. 36 Ibid. Parte del texto está extractado de la página womenshistory.about.com/od/waramrevolution/ 37 Women in the Military,,www.womensissues.about.com/library/weekly/aa092801a.htm Women's Military History, www.womenshistory.about.com/gi/dynamic/offsite.htm. Todos los datos referentes a las bajas sufridas por mujeres norteamericanas en los diferentes conflictos, han sido tomados de este artículo. 38 37 Frances Day, murió mientras combatía bajo el alias de Franck Mayne con el grado de sargento. Durante la guerra hispanoamericana, acontecida a finales del siglo XIX y que involucró los territorios insulares de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, el ejército de los EE.UU. tuvo por primera vez mujeres incorporadas en sus filas como enfermeras en los cuerpos sanitarios. De ellas, 22 murieron en el frente aunque ninguna como consecuencia de heridas en combate, pues por lo que se sabe todas ellas cayeron víctimas de enfermedades tropicales propias de los territorios en que se encontraban sirviendo. La primera enfermera del ejército muerta en suelo extranjero fue Ellen Mary Tower y también pasó a ser la primera mujer sepultada con honores militares. En 1901, se creó el Cuerpo de Enfermeras del Ejército y en 1908, lo propio hizo la Armada, de modo que al iniciarse la Primera Guerra Mundial, las mujeres ya tenían oficialmente un sitio ganado en las filas de las FF.AA. norteamericanas. En este conflicto, las mujeres se desempeñaron como enfermeras y algunas como telefonistas39. El ejército libró una larga e inútil batalla con el “War Department” para permitir el ingreso de las mujeres en el rol de secretarias y escribientes, con el fin de aumentar la disponibilidad de los varones para el combate. El asunto era importante, debido a que el volumen de documentos que debía ser dactilografiado durante la guerra era enorme. Nunca se admitió a las mujeres en otro rol que en el de enfermeras en el ejército, cuando estuvieron en la condición de militares. La Armada, por su parte, no tuvo este problema (sencillamente ignoró olímpicamente los reparos del “War Department”) y admitió a las mujeres para las mismas funciones, dándoles el debido rango militar40, tanto en las reparticiones navales como en la Infantería de Marina y el Servicio de Guardacostas hasta el fin de la guerra, cuando fueron licenciadas41. Pese a la disputa anteriormente mencionada, el ejército norteamericano de todas formas contrató a unas 300 mujeres, con el objetivo de servir como operadoras bilingües de mesas telefónicas. Se las conoció popularmente como las “Hello Girls”. Ellas cubrían el enlace telefónico entre las tropas en las trincheras y los cuarteles generales ubicados en la retaguardia. Recibieron un grado equivalente al de teniente y el “privilegio” de comprar sus uniformes (que era entregado sin costo alguno al personal masculino). Estaban sometidas a la reglamentación del Ejército, con 10 agregados específicos para ellas destinados a preservar la virtud femenina. Pese a ello, para el Departamento de Guerra eran consideradas solamente civiles. De las 1.881 medallas por Servicios Distinguidos entregadas durante la Primera Guerra Mundial, 24 fueron otorgadas a miembros del Cuerpo de Enfermeras del Ejército y una fue para las “Hello Girls”42. 39 Women in the Military,,www.womensissues.about.com/library/weekly/aa092801a.htm. Los antecedentes acerca de la evolución de las normas que regulan la participación femenina en las FF.AA. norteamericanas, han sido extraídos de este artículo, salvo que expresamente se indique otra fuente. 40 Ver “Rango militar” en Aclaraciones. 41 WWI: Thirty Thousand Women Were There, userpages.aug.com/captbarb/femvets4.html; otros antecedentes, relativos a la Armada, se obtuvieron de Department Of The Navy -- Naval Historical Center, World War I era Yeomen (F)-- Overview and Special Image Selection, www.history.navy.mil. 42 Los antecedentes acerca de las condecoraciones, proceden del sitio www.army:mil/cmh-pg 38 Se estima, de parte de muchos investigadores, que la mujer norteamericana alcanzó el derecho a voto esgrimiendo como argumento el que ellas también habían ido a la guerra. En definitiva hicieron válido el argumento de que “si combates, votas”. Recordemos que unas 500.000 mujeres prestaron servicio en las FF.AA. de los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial. Esto revela que la mujer norteamericana no vaciló en ofrecer sus servicios a la causa de su país durante la guerra. Aquello sucedió a pesar de que la presencia femenina en las FF.AA. no era bien vista por la sociedad de entonces, ni tampoco por los hombres en el servicio activo. Un rol de primera importancia en el otorgamiento de la condición de militar de la mujer en el Ejército, le cupo a la Primera Dama, Eleonor Roosevelt 43. A instancias de la señora Roosevelt y de la congresista Edith Nourse Rogers, el 28 de mayo de 1941, se presentó un proyecto de ley para la creación del Women's Army Auxiliary Corps (WAAC), cuerpo que estaría destinado al servicio del Ejército. Sin embargo, pese a tan insigne promotora, el proyecto fue mutilado, retardado y cuestionado por largos meses, lográndose su aprobación en recién noviembre de 1941. Por tratarse de un cuerpo auxiliar, la ley negaba a sus miembros la condición de militares. El propio general Marshall intervino para avanzar en este sentido, sin tener éxito en su cometido44. Debió ocurrir el ataque a Pearl Harbour para que las cosas cambiaran en cierta medida. Durante el encarnizado combate, las mujeres dieron muestras de un valor y una capacidad extraordinarios, al atender, solamente con los pocos medios disponibles, a los más de 2.300 heridos que dejó el bombardeo. La Teniente 1º Annie G. Fox se convirtió en la primera de muchas mujeres enfermeras del Ejército en recibir un Corazón Púrpura y la Estrella de Bronce. Ella actuó como enfermera jefe en Hickam Field, blanco predilecto de los japoneses, después de los acorazados. Apenas cuatro días después del ataque aéreo japonés a Pearl Harbour, las condiciones para el pleno reconocimiento del estatuto militar de las mujeres en el Ejército habían cambiado radicalmente, aunque la ley que creó el WAAC sólo se promulgó en mayo de 1942. En todo caso, y como se verá más adelante, no todas las mujeres que por entonces ingresaron al Ejército recibieron la condición de militar. Apenas iniciada la participación de los EE.UU. en la guerra, en 1942 la Armada creó las WAVES (Women Accepted for Volunteer Emergency Services), como parte de la reserva, pero sometidas en plenitud a las reglamentaciones navales. Aparte de las múltiples tareas de tipo administrativo, estas mujeres sirvieron generalmente como enfermeras, tanto en tierra, como en los buques hospital. El mismo año, las mujeres ingresaron al Marine Corps, recibiendo la misma denominación de Marines con que se conoce a los miembros varones del cuerpo. También en ese mismo año, se creó el Coast Guard Women's Reserves. De este modo, la Marina continuó siendo, en los EE.UU. el servicio pionero en la incorporación femenina a las FF.AA. Finalmente, también en 1942, se crea el 43 Captain Barbara A. Wilson, USAF (Ret.), www.userpages. aug.com/captbarb. Ya se esbozó muy someramente el tema de la condición de militar. En el caso norteamericano, esta condición, como se ha visto, no alcanza a todo el personal que labora en las FF.AA. y tiene un efecto directo en los beneficios que se otorga a los veteranos de guerra, que sólo se concede a los que ostentan la condición de militares. 44 39 Women’s Auxiliary Ferrying Squadron (WAFS), integrado por 25 mujeres cuya función era pilotear los aviones nuevos y recién salidos de las fábricas, hasta las bases desde las cuales el material sería desplegado a las unidades operativas, trabajo nada despreciable, considerando la gigantesca producción aeronáutica que hubo durante la guerra. En la cabeza de playa de Anzio, donde las fuerzas norteamericanas permanecieron largo tiempo sin poder avanzar en la ocupación del territorio central italiano, seis enfermeras del ejército norteamericano murieron como consecuencia del intenso bombardeo alemán, que alcanzó el hospital de campaña en que servían. Dicho suceso fue motivo para que cuatro mujeres, en el mismo sitio y lugar, se hicieran acreedoras a la medalla “Estrella de Plata”, por el extraordinario coraje mostrado bajo el fuego enemigo. En el teatro del Pacífico, un kamikaze impactó con su avión en el buque hospital USS Comfort, dando muerte a 6 enfermeras, 5 oficiales de sanidad, ocho tripulantes de gente de mar y 7 pacientes e hiriendo a 4 enfermeras. La enfermera Aleda E. Lutz se convirtió en 1944, en la primera mujer militar de la dotación del ejército norteamericano en morir en una zona de combate, al estrellarse el avión destinado a prestar servicios sanitarios en el que realizaba su misión de evacuación Nº 196. En plena guerra, se fundó el Women Airforce Service Pilots, WASP. Éste es un cuerpo de mujeres que en el Ejército cumplió el mismo rol que el WAFS en la Armada, aunque tampoco recibieron su merecido reconocimiento, hasta que finalmente lo obtuvieron hartos años más tarde en 1977. Treinta y seis miembros de este cuerpo cayeron en el cumplimiento de su deber, aunque no tuvieron ni siquiera el privilegio de un funeral con honores militares. Aparte al ya señalado caso del USS Comfort, las únicas mujeres que se menciona combatiendo, hechas prisioneras o caídas en acto de servicio a bordo de unidades a flote, se encontraban prestando servicios en buques mercantes, como enfermeras o camareras. El hecho de que en la guerra naval no hayan líneas del frente y de que toda unidad a flote sin importar su rol o condición jurídica, se transforma en un blanco para el enemigo, permite aseverar que las mujeres que servían a bordo de naves mercantes durante la guerra, eran realmente combatientes, aunque sólo lo fueran por encontrarse expuestas a la acción hostil del enemigo. En resumen, se sabe que alrededor de unas 400 mujeres entregaron sus vidas al servicio de los EE.UU. durante la conflagración mundial y aunque la información sólo ha sido dada a conocer con mucha lentitud a través del tiempo, existen diversos testimonios de mujeres que fueron hechas prisioneras por las fuerzas japonesas, especialmente a la caída de la fortaleza de Corregidor, en Filipinas. Al regresar el general Douglas McArthur a las Filipinas, entre los prisioneros que habían sido liberados y que le esperaban, se encontraban también varias de las ex prisioneras. Se ha aseverado que las fotos tomadas en la ocasión fueron mutiladas, manipuladas o trucadas, para asegurarse de que las damas no aparecieran en ellas. En ningún caso se ha conocido de registros que indiquen que las mujeres hayan combatido activamente y tomando las armas. Sin embargo, es de presumir que en un conflicto tan extenso en tiempo y en espacio, en el que se vivieron las 40 más variadas circunstancias y con una participación tan masiva de la mujer, esta situación indudablemente debe haberse presentado en innumerables oportunidades. Del total de distinciones y condecoraciones entregadas durante la guerra, 1.619 correspondieron a enfermeras (medallas, citaciones o recomendaciones). Sólo 16 mujeres recibieron el Corazón Púrpura y 565, la Estrella de bronce. 700 WACs fueron condecoradas o recibieron menciones honoríficas al término de la guerra45. Muchas mujeres estuvieron al servicio de los cuerpos armados, sin reconocimiento ni distinción alguna, al menos hasta mucho tiempo después de finalizadas las hostilidades. Se les negó en muchos casos la condición de militares en servicio, lo que les impidió posteriormente, acceder a los beneficios otorgados a los veteranos de guerra. Tales situaciones e injusticias solamente vinieron a ser corregidas en los años 70 y 8046. Los que sí manifestaron desde un principio su admiración por el trabajo femenino, fueron los más de 100.000 heridos que recibieron las atenciones de las enfermeras y gracias a las cuales muchos lograron sobrevivir. En 1948, se promulgó la Ley Pública Nr. 625 denominada “The Women's Armed Services Act”, texto jurídico que abría las puertas de los cuarteles a las mujeres para todos los efectos, pero no para todos los fines. La importancia del documento promulgado radicaba en que impedía que los cuerpos castrenses licenciaran a las mujeres al término de los conflictos. Así, los organismos creados durante la guerra, adquirieron un carácter de permanente. La mujer se integraba al servicio, pero sin existir para ella escalafones u organismos exclusivos, con la excepción del WAC. Dos años después, cuando el número de mujeres en servicio alcanzaban el mínimo, algo propio de las circunstancias que trajo consigo la era de la post guerra, se desató el cruento conflicto de Corea. Esta guerra no demostró mayores cambios en el terreno de la participación femenina, como tampoco los mostró en cuanto a los medios empleados en combate, con la sola excepción de la aparición de la Fuerza Aérea como una rama independiente, creada a partir del Cuerpo Aéreo del Ejército en 1948. Con la creación de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, la mujer tuvo un nuevo campo de desempeño militar, en los mismos roles que antes tuvo en el Ejército. En especial, la mujer adquirió un lugar importante en las unidades de evacuación aeromédica. De las 120.000 mujeres que sirvieron durante la guerra de Corea, 18 rindieron su vida. De ellas, 14 servían en la Armada, 1 en el Ejército y 3 en la Fuerza Aérea. También sucedió que las mujeres prestaron servicios en Japón y otros países del sudeste asiático, desde donde se apoyaba a las fuerzas combatientes. 45 Los antecedentes acerca de las condecoraciones , proceden del sitio www.army:mil/cmh-pg 46 La cuestión del reconocimiento de la condición de militares, para las mujeres del Ejército es de enorme importancia, no sólo por los aspectos protocolares, como el derecho a un funeral con honores, sino por las franquicias que la ley otorga a los veteranos de guerra. Aun si sólo se tratara de cuestiones puramente formales, como los ya mencionados honores, es interesante destacar el hecho de que los militares sienten que su trabajo requiere de un reconocimiento en los mismos términos en los que ellos ejercen su oficio: la recompensa honorífica de la medalla, del entierro solemne, el monumento, etcétera, son parte del salario militar. Se lucha por los galardones de la gloria. 41 Vietnam marca un pronunciado descenso numérico en la presencia de mujeres en el teatro de la guerra. Sólo 7.000 miembros femeninos de las FF.AA. tomaron parte en el conflicto, haciéndolo siempre en los roles tradicionales que tuvieron anteriormente. El precio en vidas humanas pagado por las mujeres en Vietnam también fue relativamente bajo: 9 pérdidas para el Ejército, una la Marina y una en la Fuerza Aérea. Además, se sabe de cuatro mujeres tomadas como prisioneras de guerra, todas ellas desaparecidas en acción. De ellas, tres han sido declaradas posteriormente muertas y una se mantiene hasta la fecha como desaparecida en acción. Finalmente, el 5 de abril de 1975, tras el cese de las hostilidades y dos años después de la retirada de las fuerzas norteamericanas, un avión Lockheed Galaxy C-5 que evacuaba niños vietnamitas se estrelló, causando la muerte de 67 mujeres, 8 militares y 59 civiles al servicio de diversos organismos gubernamentales de los EE.UU. La llegada de la década del los 70 marcó lo que fue el inicio de un gran cambio para las FF.AA. norteamericanas en general y en particular para las mujeres militares. En 1970, las mujeres fueron admitidas en la Infantería de Marina y en 1975, por primera vez, recibieron destinaciones en unidades de la Fleet Marine Force, naves que constituyen las fuerzas de despliegue inmediato. Sin embargo y pese a los avances anteriormente señalados, se les impide pertenecer a las unidades de armas de combate47 y artillería de campaña, de seguridad de equipos y armamento nuclear y de defensa antiterrorista de la flota. En 1973, después de la traumática experiencia producida por la guerra de Vietnam, se puso término al servicio militar obligatorio. Las FF.AA. pasaron a estar integradas sólo por voluntarios, sin distinción de sexo. Ese año las mujeres representaban el 1,6% de las fuerzas; en 1980 alcanzaban el 8,5% y en 1989, el porcentaje subió al 10,8%. Desde entonces, las cifras han experimentado cambios ubicando a la mujer actualmente en alrededor de un 15%. Se mantiene también la limitante de que en ninguna unidad el número de mujeres puede exceder al de los varones. Las diversas intervenciones militares norteamericanas, con posterioridad al conflicto de Vietnam, tuvieron a las mujeres actuando en los nuevos roles que las excluían de la participación en combate. No fue hasta la operación Tormenta del Desierto, en que las FF.AA. de los EE.UU. tuvieron que lamentar nuevamente la pérdida de mujeres militares. Más de 40.000 mujeres militares estuvieron en el teatro de la guerra, actuando en roles de apoyo de combate y de ayuda logística. 14 mujeres pertenecientes a las filas del Ejército fallecieron, 13 de ellas, por acción del fuego enemigo. La Marina sufrió solamente una pérdida y la Guardia Nacional Aérea, otra, aunque ésta en realidad se produjo en un accidente en actividades relacionadas con la operación “Tormenta del Desierto”, y además sucedió en territorio norteamericano. 47 Ver “Armas de combate y armas de apoyo de combate” en Aclaraciones. 42 Cabe además mencionar que dos mujeres fueron capturadas por fuerzas enemigas. Recordemos que la legislatura norteamericana intentó en 1988, impedir que las mujeres militares tuvieran la opción de entrar en combate. Pero solamente logró sus propósitos parcialmente, al establecer que ninguna mujer podía ser obligada a tripular un avión o buque destinado al combate (dicho en otras palabras, sólo podrían hacerlo voluntariamente y sin coacción alguna de por medio). En el caso del Ejército, entregó en manos del Departamento de Defensa, el determinar las limitaciones para el caso de las mujeres de las fuerzas de tierra, dejando en claro que la idea del Congreso era que las mujeres no participaran en combates terrestres48. El Departamento de Defensa de los Estados Unidos promulgó ese mismo año (1988), la “Risk Rule” (Regla o Ley del Riesgo), que en su texto establecía lo siguiente: “El criterio correcto para impedir el acceso de las mujeres a posiciones o unidades no combatientes, son el riesgo de combate directo, exposición al fuego hostil o la captura, cuando el tipo, la duración o el grado de dicho riesgo es igual o mayor que el que corren las unidades de combate a las que ellas estén asignadas en un determinado teatro de operaciones.” La nueva regla, aun cuando era imprecisa en lo relativo a su finalidad, reflejaba la opinión prevaleciente de que las mujeres no debían ser expuestas a los rigores del combate. Por otro lado, se dio a conocer la opinión de las propias mujeres militares, las que, según un estudio de la RAND recogido por la General Accounting Office, sólo en un 10% concordaban con la proposición de que “Las mujeres deben ser tratadas exactamente igual que los hombres y que deben servir en las armas de combate, tal como los varones”. Tras la Guerra del Golfo en 1991, una comisión estudió estas materias con la asesoría de expertos en el tema, consultas a los mandos y a personal militar de todos los estamentos, realizando numerosas visitas a terreno, efectuando estudios de fisiología, de normas legales, de sociología y otros. Las recomendaciones que formularon los miembros de la comisión eran simples: consistían en restablecer las restricciones para el combate aéreo y continuar con la “Risk Rule”. Las recomendaciones se aprobaron el mismo día que el presidente George Bush perdió la reelección. A los pocos meses, la administración Clinton inició un programa 48 El tratamiento del tema de la Risk Rule y su evolución, ha sido extractado de Why American Servicewomen are Serving at Greater Risk. WOMEN IN LAND COMBAT. When Did the Rules Change?, informe elaborado por Center for Military Readiness, P.O. Box 51600, Livonia, MI 48151, organismo público, dedicado al estudio de temas relativos al personal militar. El informe se confeccionó empleando las siguientes referencias: Jeanne Holm, Women in the Military: An Unfinished Revolution, Novato, CA: Presidio Press, 1982, pp. 118-119. General Accounting Office, New Opportunities for Women, 1998, Table 6.5, p. 91. Washington Times, Women in No Rush to Enter Combat, Sept. 29, 1998. www.cmrlink.org, bajo el título Issues/Women in Combat Datos entregados a varios servicios por DACOWITS en su reunión de la primavera del 2000, en, Washington D.C. Memorándum del Secretario Les Aspin, Direct ground Combat Definition and Assignment Rule, 13 de enero de 1994. 43 destinado a terminar con todas las restricciones a la participación femenina en el combate aéreo, naval o terrestre en las FF.AA. Se dictó una nueva Regla, aprovechando la circunstancia de que el Departamento de Defensa contaba con la facultad para ello. Así, la nueva Risk Rule señala: A.- Regla: El personal en servicio podrá ser asignado a cualquiera de las posiciones para las que se encuentra calificado, excepto las mujeres, que no serán asignadas a unidades de nivel inferior al de brigada, cuya misión principal es entrar en combate terrestre directo, como se define más abajo: B.- Definición: Combate terrestre directo es la interacción con el enemigo en el terreno, con armamento menor o mayor49, mientras se encuentra expuesto al fuego hostil y a una elevada probabilidad de contacto físico con el personal de las fuerzas adversarias. El combate terrestre directo tiene lugar, en la parte frontal del campo de batalla, mientras se determina la posición del enemigo y se acorta la distancia, para batirlo mediante el fuego, la maniobra o por efecto de choque.” Se establecieron algunas restricciones a la asignación de las mujeres a las fuerzas de combate: 1) Cuando, a juicio del Service Secretary (Cargo que es una mezcla entre nuestro Ministro de defensa y el Subsecretario de Guerra, Marina o Aviación), la implementación para un alojamiento y privacidad adecuados, se haga prohibitiva en términos de costos. 2) Cuando las unidades o posiciones deban ser mantenidas, por doctrina, en contacto permanente con unidades que participan en combate directo. 3) Cuando las unidades deban desarrollar operaciones de reconocimiento de larga distancia o en misiones de Fuerzas Especiales; y 4) Cuando los requerimientos de esfuerzo físico relacionados con el trabajo, excluyan necesariamente a la mayoría de las mujeres en servicio. Las normas eran bastante razonables, pero las activistas feministas querían mucho más que eso. Ignorando el juicio expresado por los especialistas en cuestiones militares, presionaban por imponer su criterio de abrir los accesos a otras áreas. Pese a las limitaciones que el Congreso aprobó, y a que el Departamento de Defensa introdujera nuevas modificaciones a lo ya acordado previamente, en la práctica, y siguiendo una política de hechos consumados, las restricciones fueron sencillamente pasadas por alto y las instituciones comenzaron a asignar mujeres a ciertas unidades de combate (helicópteros de las fuerzas de caballería aerotransportada, ingenieros de combate, puestos de mando de unidades de 49 En el texto original se emplea la expresión “individual or crew served weapons” 44 artillería de campaña, de blindados e infantería, etcétera), aun si tales estaciones pudieran eventualmente verse envueltas en situaciones de combate directo con el enemigo. La implementación de tales medidas es de consecuencias insospechadas a mediano y largo plazo y pueden llegar a tener un alto costo, sobretodo en las actuales operaciones en curso en escenarios tan complejos Afganistán e Irak. Definitivamente en este tema se consideró solamente la opinión de los grupos de presión, sin ni siquiera tomar en cuenta lo que en estas materias piensan las propias mujeres militares. Lo interesante del tema radica en que durante las primeras operaciones en la invasión a Irak, tres mujeres cayeron en manos de las fuerzas iraquíes. De ellas, dos fueron posteriormente liberadas y repatriadas. La tercera mujer, la Private First Class Lori Piestawa, no tuvo tanta suerte como sus compañeras. Su cadáver fue encontrado posteriormente en una tumba con claras evidencias de haber sido sometida a torturas y vejámenes que le ocasionaron la muerte. A Mayo del 2005, el número de mujeres militares muertas en Irak se elevaba a 35, además de 270 heridas.50 Estos penosos sucesos han reavivado la polémica en los EE.UU., en especial considerando que las decisiones que llevaron finalmente a que estas mujeres cayeran prisioneras, se tomaron ignorando las disposiciones que el propio Congreso había adoptado en uso de sus potestades legales y en contra de la opinión mayoritaria de las propias mujeres que eran miembros de las FF.AA. y del juicio de los especialistas en asuntos militares. No se puede desconocer que en estos casos hay una poderosa advertencia respecto de lo peligroso que resultan las propuestas de los grupos de presión (en este caso específico, las feministas), que logran algunos resultados favorables a sus posiciones, pese al juicio de la gente entendida en la materia51. Hacia 1990, más de 229.000 mujeres norteamericanas lucían un uniforme militar y estaban en servicio activo en las FF.AA. De ellas, aproximadamente un 15% tenían el rango de oficial. El porcentaje es un poco menor en la Infantería de Marina (son alrededor del 10%). Las cantidades de mujeres sirviendo en las FF.AA. eran entonces las siguientes: Servicio de Guardacostas: 2.60052 Fuerza Aérea: 77.000 Armada: 57.000 Ejército: 86.000 50 Agencia EFE, Mayo 22 del 2005. Las mujeres militares son las primeras en quejarse de que muchas decisiones que se adoptan en relación con su desempeño, son tomadas considerando las opiniones de quienes nunca han vestido el uniforme ni tomado parte en la vida militar. 52 El Servicio de Guardacostas dependió del Ministerio de Transporte desde 1967, pero su personal siempre ha sido considerado militar, por las funciones que desempeña. El 23 de febrero del 2003, el Servicio pasó a depender del recién creado Department of Homeland Safety, manteniendo su condición de organismo militar, así como los estrechos y tradicionales vínculos con la Armada. 51 45 Infantería de Marina: 10.000 El Servicio de Guardacostas permite el acceso de la mujer al 100% de los puestos y es la única rama de las FF.AA. en la que no existen restricciones de ninguna clase de ingreso para ellas. La Fuerza Aérea, permite el acceso al 97% de los puestos (casi no tiene restricciones); la Marina al 59%; el Ejército al 52% y la Infantería de Marina al 20%. Las diferentes circunstancias determinadas por el entorno cultural, marcan algunas divergencias entre los EE.UU. y nuestros países de raigambre hispana: así, mientras en éstos las tasas de deserción escolar en las escuelas matrices de oficiales son notablemente distintas para varones que para mujeres, en West Point, ellas son de 79% y 75% respectivamente. Dicha estadística demuestra que en cuanto a deserción no existen grandes diferencias en las escuelas matrices de oficiales en los EE.UU. Para el año 2000, el Ejército contaba con 10.505 oficiales y 59.650 soldados mujeres; mientras que la Armada, viendo las cifras del año siguiente tenía 8.279 oficiales femeninos y 55.052 mujeres en la categoría de gente de mar, representando dichas cifras alrededor del 14,5% del total de efectivos. Ver la tabla 10, a continuación. TABLA 10.- Dotación femenina de las FF.AA. de los Estados Unidos, año 2001 Al 31 de marzo del 2001, las mujeres en servicio activo en las FF.AA. (incluyendo al Servicio de Guardacostas), conformaban casi el 15% de total de las fuerzas efectivas. La Fuerza Aérea posee el más alto porcentaje de mujeres en sus filas, la Infantería de Marina, el más bajo. El Ejército cuenta con el mayor porcentaje de mujeres afro-americanas; la Infantería de Marina, con el más alto de mujeres de origen hispanoamericano. La Armada es el único servicio en el que las mujeres del rango de oficial representan un porcentaje mayor que en el rango de personal subalterno. Los datos reflejan adecuadamente la realidad de las fuerzas al año anterior. Servicio y rango Número mujeres Total de fuerzas de la Secretaría 199850 de Defensa (1) Personal subalterno 168805 de Porcentaje total personal 14,7% 14,7% Oficiales 31045 14,5% Ejército 72542 15,3% Personal subalterno 61871 15,5% Oficiales 10671 14,2% 46 del del Armada 50771 13,9% Personal subalterno 43010 13,8% 7761 14,7% Infantería de Marina 10338 6,0% Personal subalterno 9387 6,1% Oficiales Oficiales 951 5,3% Fuerza Aérea 66199 19,0% Personal subalterno 54537 19,4% Oficiales 11662 17,2% Guardacostas 3538 10,2% Personal subalterno 2768 10,0% 770 11,2% Oficiales (1): No considera las fuerzas del Servicio de Guardacostas. Fuente: www.infoplease.com Después de más de 25 años de promover y facilitar la presencia femenina en el castrum norteamericano, los resultados no han sido mucho mejores que lo experimentado en otros países. Este caso parece señalar que la mujer no se interesa especialmente por la vida y carrera militar. Las bajas cifras de mujeres revelan con mayor precisión este innegable desinterés, pues del total de las mujeres que sirven en las FF.AA., se debe descontar a las que no desempeñan funciones propiamente militares. Uno de cada diez soldados que invadieron Irak era mujer. Una de cada 7 estaba entrenada para cualquier acción bélica. 300 mujeres pilotos de guerra realizaron misiones de abastecimiento y apoyo a sus tropas. Afganistán estrenó la primera mujer piloto que lanzó bombas desde su aeronave y los primeros aviones de abastecimiento y de apoyo totalmente tripulados por mujeres. Según el diario Miami Herald, la captura en Irak de la soldado estadounidense-panameña Shoshana Jhonson “refleja un nuevo ángulo bélico: mujeres peleando, matando y riéndose ante el enemigo”53. Si bien lo señalado por el diario no responde exactamente a la realidad, pues mujeres combatiendo ha habido siempre, los recientes conflictos en los que se han comprometido los EE.UU., nos muestran a las mujeres militares asumiendo cada vez con mayor intensidad, roles reservados antes exclusivamente a los varones, que las ponen directamente en contacto con el enemigo. En general, las apreciaciones de los mandos acerca del desempeño femenino son acordes en señalar que la mujer, si está en igualdad de condiciones respecto de sus colegas varones, cumple a cabalidad con sus tareas54. Los informes acerca del desempeño de las mujeres en Irak, de todas las ramas armadas, son similares. 53 Ximena Bedregal, Empoderarse para matar: La feminización de los ejércitos ¿triunfo de la paridad o trampa del patriarcado?, www.creatividad feminista.org/articulos/desarr_2003_ejercitos.htm. 54 Appendix R, "Role of Women in the Theater of Operations" en Conduct of the Persian Gulf War: Final Report to Congress. vol.2 Washington: Department of Defense, 1992, citado por Women in the U.S. Navy: Historic Documents, Women in U.S. Military during Desert Shield/Desert Storm, www.history.navy.mil/faqs/faq48-3f.htm. 47 Desgraciadamente, los informes no pueden hacer referencia al desempeño de las unidades de combate a flote, las que se han mantenido muy alejadas de las áreas de operaciones terrestres, de manera que no se tienen antecedentes de primera mano sobre el comportamiento de las mujeres embarcadas, sobretodo cuando éstas se encuentran sometidas a las tensiones particulares del combate naval. Tampoco parece haberse considerado en estos informes, que las FF.AA. mixtas han participado en dos conflictos muy particulares, en los que la abrumadora superioridad material, más que la calidad de los combatientes, marcaron las diferencias respecto del enemigo. Cómo se hubieran comportado las mismas fuerzas, en el conflicto somalí, en que las diferencias materiales quedaron sepultadas bajo el peso de las condiciones del campo táctico y de la composición y funcionamiento de las fuerzas adversarias, es una cuestión que aún no tiene respuesta55. No siempre en la guerra se dan los supuestos de los planificadores civiles ni de los estrategas militares. En realidad, estos supuestos muy rara vez se cumplen tal y como se pensaba antes del conflicto. Sería trágico, para los EE.UU. que tan pronto se hubieran olvidado las amargas lecciones de la guerra de Vietnam. Entre tales lecciones se debe tener muy presente, que no siempre se librará un “... tipo de guerra, en donde la victoria no dependerá principalmente de tener mejores armas o un mayor número de ellas, sino de la ‘astucia individual y la cohesión de pequeños grupos de elite’, cada persona en nuestras Fuerzas Armadas debe ser la real atención”56. La mujer presenta niveles de escolaridad superiores al del varón al momento de incorporarse al servicio (también tiende a ingresar a una mayor edad). Mientras el 21% de los varones registra su paso por la universidad, el porcentaje entre las mujeres alcanza el 27%, sin que se pueda considerar dicha diferencia como algo abismal. A un mayor nivel de escolaridad se suma un menor rango de exigencias en otras áreas, poniendo por lo general a las mujeres a la cabeza de las promociones y, por consiguiente, ellas acceden a mejores oportunidades al momento de decidir las destinaciones de los reclutas57. Los principales problemas que han debido enfrentar las mujeres en la milicia norteamericana, están relacionados con su aceptación por sus pares masculinos y los incontables casos de hostigamiento y abusos de tipo sexual. Estos inconvenientes comienzan tempranamente en las escuelas matrices de oficiales, en los que, como efectivamente ocurre en todas las FF.AA. del mundo, la disciplina es ejercida por los alumnos más antiguos, que se resisten a aceptar de la invasión femenina de los espacios que ellos siguen considerando como esencialmente masculinos. 55 El tremendo impacto que causaron en la opinión pública, las imágenes de la TV que mostraban los ultrajes a los que se sometió a los cadáveres de los soldados norteamericanos caídos en combate en las calles de Mogadiscio, son reveladoras de la muy especial guerra que se libró en Somalía. 56 Stephanie Gutmann, Una Milicia más Benévola y Gentil, citada por Lee Bockhorn en Mujeres en las FF.AA., Temas Seleccionados, Academia de Guerra Naval, p 111. 57 Ximena Bedregal, Empoderarse para matar: La feminización de los ejércitos ¿triunfo de la paridad o trampa del patriarcado?, www.creatividad feminista.org/articulos/desarr_2003_ejercitos.htm. en este punto, cita datos del Women´s Research and Education Institute. 48 En la Academia de la Fuerza Aérea, durante el año 1993, se denunciaron 56 casos de violación o ataque sexual, según datos oficiales. Un informe emanado de la General Accounting Office, de enero de 1994 58, señalaba que entre el 50 y el 75% de las mujeres de las tres academias habían sufrido algún tipo de agresión sexual, y que éstas habían ocurrido con una frecuencia de al menos dos veces al mes. En el informe, se indica que en la Fuerza Aérea el 59% de las alumnas denunciaron estos abusos, en la Armada lo hicieron el 50% y en West Point (Escuela de Oficiales del Ejército), el 76%. Diez años después, en una encuesta realizada el año 2003, el 75% de las mujeres militares reportaron ser victimas de hostigamiento sexual59. Las tasas de denuncias de atentados sexuales, perpetrados en las academias de las FF.AA. de los EE.UU., superan con creces a las observadas en los barrios más violentos y marginales de las grandes urbes del país del norte. En las restantes unidades y reparticiones militares, los índices parecen ser algo menores, pero siguen siendo inaceptablemente elevados si se comparan con el promedio en el mundo civil. Los abusos con algún tipo de connotación sexual, generalmente perseguían atemorizar, alarmar o abusar de las personas para lograr ventajas en el servicio. Investigaciones posteriores han revelado que las mujeres denunciantes han sido a veces sancionadas por formular tales acusaciones (generalmente muy difíciles de probar), por lo que se ha optado por poner los casos en manos de investigadores civiles. Los directores de las tres academias han sido relevados de sus funciones, por estimarse que su conducta, en el tratamiento de estos casos había sido, por lo menos, negligente. También se ha debido dictar nuevas directivas para dar seguridad a las mujeres y se les ha asignado a sectores de habitabilidad separados. Medida que pese a ser obvia, no había sido implementada en todas partes. Los casos han alcanzado tal grado de notoriedad, que el Secretario de Defensa debió intervenir personalmente, disponiendo diversas medidas correctivas, como la conformación de un panel de 7 civiles, que debe entregar un informe al propio Secretario y a los comités de Defensa del Senado y Cámara de Representantes. Los informes elaborados por comisiones especialmente conformadas para tratar el problema han revelado que la situación tiende a corregirse gradualmente, en la medida que las FF.AA. han ido adquiriendo experiencia en estos asuntos. Otro problema de frecuente ocurrencia, guarda relación con el tema de la igualdad entre hombres y mujeres. Se da por hecho que la mujer no tiene las mismas capacidades físicas del hombre, y por lo tanto se cree que las exigencias físicas para ella deben ser menores. El bajar las exigencias a la mujer, crea una discriminación que perjudica al varón, ante cuyos legítimos reclamos se ha optado en algunos casos, por igualar las exigencias para todos, con la consiguiente merma en las capacidades de los combatientes. Se habla de una feminización de las FF.AA60. 58 GAO/NSIAD-94-6, de enero de 1994, citado en Discover the issue, history and current status of the investigations , www.womensissues.about.com/cs/militarywomen/a/aaairforcerapes.htm 59 Reuter health, Marzo 2003. USA. 60 En este punto coinciden partidarios y detractores de la presencia femenina irrestricta en las FF.AA. De los autores consultados, tenemos a una feminista y pacifista, Ximena Bedregal (La feminización de los ejércitos ¿triunfo de la paridad o 49 En donde esta dificultad es más notoria, por la gravedad de las consecuencias, es en el caso de las mujeres pilotos de aviones de combate, cuando deben enfrentar emergencias que exigen una gran fortaleza física. Estas situaciones pueden ocurrir en actividades de entrenamiento, sin la presión del combate, de modo que la frecuencia con que se presentan depende de factores ajenos a la voluntad humana. También el problema se presenta a bordo. Diversas tareas que deben realizarse en un buque, demandan del tripulante un gran despliegue físico que pocas mujeres son capaces de realizar sin mayores inconvenientes. Las quejas por esta causa son un motivo de preocupación constante. Por una parte, revelan un recargo en el trabajo de los varones y por otro, acusan grietas en la disciplina, que pueden volverse en un aumento de las agresiones de que se hace víctima a las mujeres61. En las actuales circunstancias, el debate se centra en aquellas áreas en las cuales las mujeres aún no tienen la posibilidad real de operar. Es notoria la ausencia de mujeres embarcadas en la fuerza de submarinos. También se mantiene el debate en torno a las otras limitaciones para las mujeres, como las fuerzas especiales (Navy SEALS) e Infantería de Marina, todas ellas unidades pertenecientes a la institución supuestamente más abierta a recibir mujeres en sus filas. Una mujer puede, en las actuales condiciones, ser comandante de un buque de combate de superficie, incluidos los portaviones, ser piloto de combate embarcado, pero en cambio no puede servir ni como marinero raso en un submarino62. El debate acerca de las limitaciones en las unidades submarinas ha adquirido nuevos bríos, a raíz de la incorporación de la clase de submarinos Virginia, cuyas unidades no contemplan en su diseño, ninguna facilidad para embarcar mujeres. Si esta clase de submarino no considera mujeres desde su diseño, probablemente la presencia femenina en el Silent Service se retrase por una o varias décadas, dado que un submarino norteamericano se construye con un horizonte de servicio de 40 años aproximadamente63. A favor de permitir mujeres embarcadas en los submarinos se muestra un poderoso círculo de miembros del Congreso y de grupos de presión ligados a estos congresales por razones de índole netamente política. Su interés principal está en la defensa de los derechos femeninos y en la igualdad de éstos con los de los varones. Las condiciones de vida en un submarino son de por sí duras, sin importar la calidad de los tripulantes. Si esto ha cambiado con la tecnología, ha sido para aumentar los niveles de exigencia, en especial en el plano psicológico, mientras que trampa del patriarcado?), una tradicionalista, como Marcela Cobo de Casarramona, corresponsal de "Despierta Chile" en Barcelona, España (Plan de destrucción de las Fuerzas Armadas Españolas para formar un "Ejército Profesional", dejando a España prácticamente indefensa), www.despiertachile.cl/agosto2002/Opinión/Corresponsal, hasta una investigadora imparcial, como Stephanie Guttman (Una Milicia Más Benévola y Gentil). 61 Stephanie Guttman, Una Milicia Más Benvola y Gentil: ¿Pueden las Fuerzas de Combate de Género Neutral aún Ganar Guerras?, citada por Lee Bockhorn, en Mujeres en las FF.AA., serie Temas Seleccionados, Academia de Guerra Naval, extractado de www.policyreview.org/ang00/bockhorn.html 62 Captain Barbara A. Wilson, USAF (Ret.), www.userpages. aug.com/captbarb, New Debate on Submarine Duty for Women, www.armedforcescareers.com/articles/article18.html. 63 New Debate on Submarine Duty for Women, www.armedforcescareers.com/articles/article18.html. Todos los puntos acerca del tema de la mujer en los submarinos norteamericanos, han sido extractados de este artículo. 50 se han mantenido los requisitos previamente existentes, tanto de orden físico como intelectual. En un submarino convencional (de la Segunda Guerra Mundial), aún había ocasiones en las que los tripulantes podían disfrutar de un momento de relajo en cubierta, aunque solamente pudiera hacerse durante la noche y las comisiones duraban algunas semanas. En un submarino nuclear (la U.S. Navy ya no opera sumergibles de propulsión convencional), esas raras ocasiones de salir a cubierta simplemente ya no existen como antes y la duración de las comisiones puede extenderse hasta por 6 meses, con muy escasas y breves permanencias en puerto64. Se argumenta que ya hay mujeres embarcadas en los submarinos de varios países. Pero nada se dice en relación a que estos submarinos de otras armadas no están sometidos a las condiciones antes expuestas, debido a que se trata de unidades de una autonomía relativamente escasa si se las compara con las unidades norteamericanas. Además, estas experiencias no han sido evaluadas bajo presión de guerra ni tampoco se ha analizado las dificultades que se han presentado a bordo ni los beneficios operativos alcanzados. En estricta justicia, el submarino convencional moderno presenta muchas similitudes con el sumergible de propulsión nuclear, sobretodo en lo referente a su autonomía y a las necesidades de aflorar a la superficie. El uso del schnorkel hace innecesaria la aflorada para la renovación del aire para la tripulación y la carga de las baterías, reduciendo las tasas de indiscreción y por consiguiente, mejorando las capacidades para permanecer sin ser detectado en el área de operaciones. 65 En lo que respecta a la autonomía, no hay grandes diferencias entre ambos tipos de unidades, debido a que este factor queda limitado a la capacidad de la dotación para permanecer ininterrumpidamente en la mar y a la disponibilidad de víveres dentro de la nave66. En los más modernos submarinos de los EE.UU., la disponibilidad de espacio es tan escasa, que el único pasillo que une al buque de proa a popa, no permite el paso de dos personas simultáneamente, sin que al menos una de ellas se ponga de costado. En 120 metros de eslora, se hacinan 145 hombres por un lapso de 2 o más meses. Esto ocurre aún cuando el buque fue diseñado inicialmente para 108 tripulantes. El personal de gente de mar comparte solamente dos baños y el espacio entre litera y litera es tan estrecho, que es difícil darse vueltas estando acostado. 64 El sitio web www.chinfo.navy.mil/navpalib/news/navnews/nns03/nns030710.txt, oficial de la US Navy, para la difusión de noticias relacionadas con las actividades navales, informaba que el 10 de julio del 2004, el USS Montpellier , SSN 765, recaló de regreso en su puerto base, tras una comisión de 182 días, de los cuales 146 transcurrieron en el mar. De los 125 primeros días de la comisión, que incluyó su participación en la Operación Iraqi Freedom, el 94% fueron de navegación. La noticia fue proporcionada por Relaciones Públicas de la Comandancia de la Fuerza de Submarinos de la Flota del Atlántico. 65 La aparición de modernas tecnologías en la propulsión de submarinos, ha permitido la incorporación de unidades que cada vez son tanto o más discretas que las nucleares. Celdas de combustible, motores más eficientes, nuevos combustibles, torpedos y misiles más pequeños, métodos de recirculación y filtrado del aire y automatización de procesos que permiten reducir el tamaño de la dotación, caben en este acápite. El resultado de estos progresos es siempre el mismo: mayor autonomía, menor porte de los buques, más espacio para el armamento, mayor hacinamiento de las dotaciones. La autonomía de un submarino de la clase U-209, como los que posee Chile, es de unos 50 días en el mar, según www.wikipedia.org/wiki/Type_209_submarine. 66 Se sabe que una mujer ha comandado un submarino noruego. El argumento norteamericano se sostiene en todo su rigor, si se considera que éste y otros casos similares, se han presentado en armadas que operan submarinos que desarrollan misiones a corta distancia del puerto base, de poca autonomía, en los que las condiciones más difíciles de superar, son de menos cuantía. El caso del submarino noruego es mencionado por Omar Gutiérrez, citando a Sink or Swim, en la Revista Scanorama, noviembre de 1996 51 Sólo el comandante y el segundo comandante poseen un pequeño camarote privado, cuyas dimensiones de todas maneras son reducidas. El resto de la dotación comparte su espacio de habitabilidad con uno o más tripulantes. Si la necesidad obliga a aumentar el número eventual de tripulantes, se debe recurrir al ya conocido sistema de “camas calientes”, puesto que las posibilidades de incrementar el número de literas ya están totalmente agotadas por falta de lugares físicos adicionales, al ocuparse como espacios para el alojamiento compartimientos que disponían de sitios “ociosos”. Aunque el comandante disponga de su propio camarote, éste en realidad no es absolutamente privado. Algunos componentes de sistemas del buque, que por razones de diseño han quedado ubicados en ese camarote, obligan a que eventualmente alguien deba entrar allí, por ejemplo para realizar un determinado trabajo67. En estas condiciones, las mujeres embarcadas tendrían acceso a uno de los dos baños existentes, limitando la disponibilidad para todo el resto de la dotación, a un único baño. Las mujeres con rango de oficial tendrían aun más problemas con su espacio de habitabilidad y con la disponibilidad de baños. Al mismo tiempo, las estrictas regulaciones establecidas por las autoridades para evitar el “acoso sexual”, harían realmente muy difícil que las acusaciones por este tipo de faltas no se multiplicaran indefinidamente, con las consecuencias que obviamente son de prever en la cantidad de voluntarios disponibles para incorporarse a la fuerza de submarinos. En resumen, en el estrecho espacio de un submarino la habitabilidad queda determinada estrictamente por el escaso espacio libre que dejan los equipos y armas instaladas. Los submarinistas han aceptado por generaciones estas condiciones tan duras como algo normal. Agreguemos que se trata del grupo social con mayor apego a la tradición y a las viejas costumbres navales dentro de la Armada, en el que la presencia femenina nunca ha tenido espacio ni presencia física. El doble estándar que se ha generado al interior de las FF.AA. norteamericanas en lo relativo al trato que se da a los militares en razón de su sexo, es un elemento altamente conflictivo, que podría convertirse en una bomba de tiempo y cuya fuerza no ha sido analizada en profundidad por las autoridades castrenses y civiles. 68 En la práctica, numerosos mitos surgidos recientemente, en relación con la mística de los uniformados, han quedado al desnudo. Se ha sostenido frecuentemente en los EE.UU., que el ingreso y permanencia de las personas en las instituciones militares es una cuestión que debe ser abordada como cualquier otro oficio existente, como un trabajo más y sin nada que lo convierta en especial, de modo que para un joven, sea indiferente ingresar al mercado laboral civil o al que ofrece el mundo militar. La realidad se ha encargado de demostrar, una vez más, que las cosas no son así. El creciente aumento en las tasas de deserción en los grados más bajos de los escalafones, entre los varones, no responde a las 67La mayor parte de estas condiciones se presentan en nuestros submarinos. Con un agravante, el mayor riesgo por tratarse de unidades antiguas. 68 Stephanie Guttman, Una Milicia Más Benvola y Gentil: ¿Pueden las Fuerzas de Combate de Género Neutral aún Ganar Guerras?, citada por Lee Bockhorn, en Mujeres en las FF.AA., serie Temas Seleccionados, Academia de Guerra Naval. 52 expectativas económicas más halagüeñas del campo civil. Por el contrario, ello se atribuye a: - - La pérdida de la mística militar. La penetración de elementos distorsionadores de la cultura castrense tradicional. El sistemático deterioro de los niveles de entrenamiento usualmente observados para el combate, para adaptar este proceso a las reclutas femeninas. La pérdida de confianza en los mandos, ante la evidente discriminación que ahora perjudica a los soldados varones. La pérdida del sentido de “guerrero” que necesariamente debe empapar al oficio castrense69. Pareciera ser que la profesión militar norteamericana, ya no se nutre en el desafío por lograr el título de “soldado”, de “marino” o de “aviador”, para luego mantenerlo con esfuerzo y convertirlo en el fundamento básico de la vida laboral. La participación femenina en las FF.AA. ha terminado con todo esto, pues frente a una mayor exigencia, hecho que una recluta mujer pudiera estimar como excesivo, el instructor corre el riesgo de ser acusado ante sus superiores y posteriormente sancionado por “abuso contra el recluta”. Tanto es así, que las frecuentes lesiones experimentadas por las mujeres durante el entrenamiento han obligado a reducir sistemáticamente los niveles de rendimiento mínimo. Ya no se marcha rumbo al campo de entrenamiento, sino que se viaja en bus o camión y se regresa al cuartel de igual forma, perdiéndose la oportunidad de adquirir la necesaria resistencia a la fatiga y el temple del carácter que se logran con los frecuentes ejercicios de marcha. Luego que se aceptó la incorporación de la mujer a las FF.AA. como una forma de paliar la reducción de las bases de selección, también ha sido necesario para mantenerla, reducir sostenidamente las normas de selección en los procesos que tienen relación con la parte física de los postulantes. Con una menor selección permanente, la calidad del personal militar necesariamente decae. El resultado es que los beneficios que se han logrado por una parte, han quedado anulados por otra. Otro aspecto en el que la incorporación de la mujer a la milicia ha causado un impacto negativo, es el relativo a las calificaciones que se imparten. Puesta en el papel, a la mujer se la considera en perfecta igualdad frente al varón. Pero son tantas las excepciones que se ha debido introducir para compensar frente a las evidentes diferencias entre los sexos, que finalmente al momento de calificar al personal, las mayores exigencias que pesan sobre los hombres, les sitúan en el orden de mérito muy por debajo de las mujeres. Esto disminuye sus oportunidades de ascensos, traslados o de acceso a otros beneficios que tradicionalmente se otorgan en virtud de los méritos profesionales. El resultado al que conduce dicho proceder es bastante simple: descontento respecto de las condiciones del servicio, desconfianza hacia los mandos y sus decisiones, pérdida del tradicional sentido del Ibid. Textualmente, señala: “En los campamentos de entrenamiento de reclutas de hoy, su ’esfuerzo’ es lo que cuenta, no su rendimiento.” 69 53 “guerrero” que marcó a generaciones de militares, desilusión permanente y finalmente el retiro prematuro70. La Infantería de Marina que también cuenta con mujeres entre sus filas, no ha cedido en aspectos simples, pero claves, para mantener el atractivo por ingresar en sus filas. Ellos, han recalcado el hecho de que ser un “marine” es una buena razón para vivir y no simplemente una forma más de ganarse la vida. La política de la Infantería de Marina ha dado sus frutos, si consideramos que el Cuerpo nunca ha tenido problemas para cumplir con sus cuotas de reclutamiento, ni tampoco sufre del mal de los retiros prematuros de su personal, y esto, a pesar de que es ampliamente conocido que el servicio como marine impone condiciones bastante más severas que las del Ejército y las otras ramas de las FF.AA. Entre las circunstancias con las que debe lidiar alguien que se aventura a ingresar al Cuerpo de Infantería de Marina de los EE.UU. están los siguientes problemas: largos períodos de despliegue lejos de la base, niveles de bienestar material más reducidos, extensas y aburridas navegaciones en las unidades anfibias de la Armada, entrenamientos y operaciones en una amplia gama de climas y medios geográficos, etcétera71. La expresión “semper fi”, abreviación del “Semper fideles”, lema del Cuerpo de Infantería de Marina, es usada frecuentemente por los soldados del Ejército para demostrar que a diferencia de éste, la Infantería de Marina sigue siendo una fuerza militar aguerrida, siempre motivada para el combate, compuesta de verdaderos guerreros72. El debate no ha terminado y probablemente habrá muchas discusiones al respecto, pero éstas se centran en aquellos puntos que unidos trazan el verdadero límite a las oportunidades profesionales de la mujer en las FF.AA. A los grupos que presionan por dar un mayor espacio para las mujeres, se unen ahora, las de aquellos que quieren volver atrás, impactados por la dramática experiencia de las tres militares capturadas por las fuerzas iraquíes y las más de 35 muertas que a la fecha se han reportado. Ibid. En relación con las elevadas tasas de deserción, especialmente entre los oficiales de menor graduación, apunta: “Los jóvenes oficiales, el ‘mando medio’ que es tan vital para el alistamiento, están tan desalentados con la resistencia incompetente de las Fuerzas Armadas ante el ataque a su cultura que están abandonando en hordas”. 71 Ibid. 72 Ibid. 70 54 FIGURA 2 Fuente: www.infoplease.com 55 B.- UNA MIRADA A NUESTROS VECINOS: 1.- ARGENTINA La historia argentina, desde sus comienzos, muestra una activa participación de la mujer en las acciones militares. Sin embargo, la presencia de la mujer en las FF.AA. es bastante tardía en comparación con lo ocurrido en Chile. Sólo hay antecedentes de mujeres en el Ejército, desde 1960 y 20 años después, en la Armada73. Durante las campañas de la independencia, las mujeres tomaron parte en las diversas actividades castrenses, generalmente como consecuencia de su deseo de compartir las penurias propias de una guerra con sus maridos. De este modo, su participación generalmente era para actuar como encargadas de elaborar la comida, lavar ropas y cuidar de los enfermos y heridos. Todo esto sin perjuicio de que espontánea o deliberadamente, hayan debido o necesitado entrar en combate contra el enemigo. Como se contaban numerosas atrocidades cometidas por las tropas leales a España, era natural que ellas estuvieran bien dispuestas a pelear por sus vidas, las de sus hijos (que ocasionalmente también marchaban con sus padres) y por sus bienes. Como en otros casos similares, la participación de la mujer en combate ocurrió de forma deliberada y espontánea. Pero fue siempre como casos de excepción. Al igual que en nuestro país, la ocupación del territorio del sur del país debió hacerse contra la firme oposición de la población nativa. Ello dio origen a una larga y dura campaña militar de exterminio en la que, una vez más, las mujeres tuvieron su parte. Conocidas como las “fortineras”, las mujeres que compartieron la guerra con los soldados generalmente eran sus esposas. Pero es menester señalar que también habían simples prostitutas o amantes o ocasionales. Dependiendo de las circunstancias, estas mujeres debieron combatir, preparar la comida, cuidar enfermos, marchar, en fin, realizar innumerables tareas, sin derecho a pago ni beneficio alguno. Mientras duró la campaña independentista o de exterminio posteriormente, el ejército les proveyó con una pequeña ración alimenticia y en algunas contadas y excepcionales oportunidades, recibieron órdenes para asumir funciones propias de un militar. Oficialmente, carecían de todo vínculo con el ejército al que en la práctica estaban plenamente integradas. Como es natural, abundan las leyendas y los personajes femeninos legendarios, probablemente con fuertes visos de verosimilitud74. La ausencia de conflictos militares en la historia argentina del siglo XX, hasta 1982, no ha permitido a la mujer durante más de 100 años mostrar sus capacidades y aptitudes para el servicio castrense. No se conoce de mujeres militares argentinas tomando parte en las operaciones llevadas a cabo durante la guerra por las islas Falklands o Malvinas. 73 Los antecedentes históricos están tomados www.ejercito.mil.ar/dirsan/La%20mujer/MujSanMil.htm 74 de la página web oficial del Tomado de Hembras bravas, LAS FORTINERAS, www.amanza.com.ar/amanda/Notas/Fortineras.htm 56 Ejército argentino, La incorporación oficial de la mujer al Ejército se produjo en 1960, con la creación de la Escuela de Enfermeras del Hospital Militar. Claro que ellas no tenían estado militar ni tampoco ostentaban jerarquía castrense. Solamente eran empleadas civiles del ejército argentino. En 1982, el ejército creó una escuela perteneciente al Cuerpo Profesional Femenino. Su misión fue de reclutar, formar y perfeccionar al personal de oficiales y suboficiales, en las áreas que en Chile se denominan con el nombre genérico de servicios. Como ha sucedido en prácticamente todos los países del hemisferio occidental, a fines del siglo XX hubo fuertes presiones de los grupos políticos “progresistas”, así como de las feministas, las que finalmente lograron abrir parcialmente las puertas de la profesión castrense a la mujer. Durante estos años las reformas implementadas han conseguido que ellas alcancen posiciones de mayor jerarquía que en el pasado, a las que previamente sólo podían llegar varones. Es así como la Asamblea Constituyente, abocada a la tarea de reformar la Constitución Nacional (1994), dio curso favorable a la propuesta de aceptación de los derechos de las mujeres, reconociendo la máxima jerarquía legal a la “Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer”, e incorporando otros artículos referentes al tema en los cuerpos legales, los que perseguían como objetivo garantizar la igualdad de oportunidades y de trato entre varones y mujeres75. El decreto firmado por el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas con fecha 29 de agosto de 1994, puso en vigencia el “Régimen para el Personal de Soldados Profesionales”. Fue una modificación legal muy amplia y que abrió por primera vez el acceso de la mujer a los escalafones de línea del ejército, tanto en las armas de apoyo76 como en las de especialidades. Cabe mencionar que ya durante el año anterior se habían incorporado alumnas mujeres en lo que es hoy la Escuela de Suboficiales77. Los requisitos de ingreso no se diferencian respecto de los exigidos para los varones, pudiendo optar las mujeres a una carrera en las armas de artillería, ingenieros, comunicaciones y a las especialidades de músico, conductor motorista y enfermero general. De la misma manera también pueden acceder a un empleo en el ejército como oficinista o funcionario de intendencia, mecánico de aviación, mecánico de óptica y aparatos de precisión. Finalmente, en el área de la electrónica, la mujer puede elegir para desempeñarse como mecánico de equipos de campaña, mecánico de equipos fijos, mecánico de radar y técnico en informática78. Como se puede apreciar en las opciones enumeradas anteriormente, no se ha contemplado la incorporación de la mujer a las armas de combate del ejército (infantería y blindados). 75 La mujer en el Ejército, www.resdal.org.ar/Archivo/ejar-personal.htm. 76 Ver “Armas de combate y armas de apoyo de combate” en Aclaraciones 77 Historia de la Escuela de Suboficiales del Ejército "Sargento Cabral", www.esesc.ejercito.mil.ar. Las normas legales que abrieron el acceso de la mujer a las FF.AA. son la Ley Nº24.429 (Ley del Servicio Militar Voluntario, del 5 de enero de 1995) y su Reglamentación (Decreto Reglamentario 978, del 6 de julio de 1997) 78Historia de la Escuela de Suboficiales del Ejército "Sargento Cabral", www.esesc.ejercito.mil.ar 57 En lo referente a las carreras para convertirse en oficiales, el ingreso de la mujer se produjo por primera vez en el año 1997, mediante su postulación y aceptación en el Colegio Militar, equivalente a nuestra Escuela Militar, teniendo ellos como requisitos de ingreso los mismos que los varones se ven obligados a cumplir. En el Ejército argentino, la mujer puede optar por las armas de artillería, comunicaciones e ingenieros, además de las especialidades de arsenales e intendencia. Pero para ellas tampoco se contemplan puestos como oficiales mujeres en las armas de combate79. En la Escuela Militar de Oficiales de los Servicios para Apoyo de Combate, se capacita a las aspirantes a oficiales de los servicios de sanidad, justicia, sistema de computación de datos y de la especialidad de técnico piloto. Actualmente del total de efectivos de oficiales, suboficiales, cadetes, aspirantes y soldados voluntarios, aproximadamente el 6% corresponde a personal femenino80. Probablemente las cifras de presencia femenina, que son relativamente bajas comparadas con otros países, se deban al breve lapso transcurrido desde que se incorporó definitivamente a la mujer como parte integrante de la fuerza. El objetivo es alcanzar entre un 10 y un 15% del total del personal. Dada la experiencia de otros ejércitos, las expectativas de presencia femenina son bastante razonables. Cabe hacer notar que tal como también ha ocurrido en otros casos, la intención de incorporar a la mujer en un pie de absoluta igualdad frente al varón, no se ha cumplido cabalmente. El Ejército ha debido introducir algunas restricciones. Con la promulgación de la Ley 24.429 (Ley del Servicio Militar Voluntario del 5 de enero de 1995) y su Reglamentación (Decreto Reglamentario 978, del 6 de julio de 1997), se contó con las bases jurídicas necesarias, que permitieron desarrollar el sistema de Servicio Militar Voluntario en reemplazo del obligatorio, en el que participan tanto varones como mujeres, cuya finalidad es contar con FF.AA. profesionales81. Este cambio se realizó teniendo presente los pobres resultados obtenidos con las tropas de conscripción que tomaron parte en la guerra de las Falklands, las que enfrentadas a un ejército profesional se vieron en serios problemas y fueron rápidamente derrotadas. La intención del Ejército es que un número significativo de los voluntarios se incorpore al cuerpo como soldados profesionales. Los resultados alcanzados han sido hasta ahora satisfactorios, en palabras de las propias autoridades militares. Además es importante mencionar el hecho de que los cambios referidos a la incorporación paulatina de la mujer a las funciones propiamente militares, tanto en el Ejército como en las demás ramas de la defensa, se llevó a cabo en medio de una relativa calma y sin grandes dificultades, entregándose a los mandos la oportunidad de evaluar las diferentes alternativas de solución a los problemas previstos. 79 Colegio Militar, INCORPORACION DE CADETES, I. REQUISITOS GENERALES, www.colegiomilitar.mil.ar/español/ 80 La mujer en el Ejército, www.resdal.org.ar/Archivo/ejar-personal.htm. 81 Sin embargo, la implementación del Servicio Militar voluntario en Argentina, no es en sí, pionero en Sudamérica. Ya a fines de los años 70, esta modalidad fue incorporada en el Ejército de Chile, para las mujeres, como un complemento al Servicio Militar Obligatorio. 58 La nueva ley ha permitido que la mujer militar tenga acceso a los más altos niveles de la escala jerárquica. Sin embargo, en lo referente a la posibilidad de convertirse en combatiente, sólo les está permitido acceder a las armas de apoyo de combate. Como dato curioso se puede señalar que en la actualidad existe en el Ejército argentino una unidad que sólo cuenta con personal subalterno femenino: el Batallón de Operaciones Electrónicas 60182. En la Fuerza Aérea argentina, el ingreso de las mujeres está normado con los mismos requisitos que ya existen para los varones, en virtud de que la legislación que rige para esta institución, es común para todos los cuerpos armados. Las primeras mujeres ingresaron a la Escuela de Aviación Militar el año 2001, de modo que aún no existen oficiales femeninos. Por ello todavía no se puede hacer una evaluación de su desempeño. Sus expectativas profesionales no difieren en absoluto de las que existen para los varones, tanto en lo que respecta a las áreas de desempeño profesional, como al acceso a los más altos niveles jerárquicos83. En cuanto al personal de tropa, éste ingresa para hacer su aprendizaje y entrenamiento a la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea, la que fue creada en 1944. La mujer, al igual que sus colegas varones, tiene pleno acceso a las especialidades de mecánica aeronáutica, electrónica aeronáutica, telecomunicaciones, armamento y explosivos y seguridad y defensa. Las mujeres ingresaron por primera vez a la escuela en 1999. De esta manera, la Fuerza Aérea cuenta con mujeres en sus escalafones regulares de personal subalterno 84 desde el año 200185. La integración femenina a esta institución parece haber marchado sin mayores inconvenientes hasta el momento. Se han alcanzado, según datos de sus propias autoridades, la cifra de 30% de mujeres entre los alumnos de esta escuela matriz. Es una cifra mucho mayor a la ostentada por la Escuela de Aviación Militar86. El año 2002, la Escuela Naval Militar acogió a sus primeras alumnas en calidad de cadetes, las que egresarán como oficiales al servicio en el año 2007. Es importante mencionar, que desde el año 1980 los escalafones de profesionales, equivalentes a los de nuestros oficiales de servicios contaban con damas en sus filas87. Al concurso de admisión se presentó un total de 181 mujeres, pero como es obvio no todas pasaron los exámenes de admisión. De los 270 cadetes ingresados a la escuela, solamente 42 eran mujeres. De ellos, ha desertado el 50% de los varones y el 66% de las mujeres (ver TABLA 11). Analizando las tasas de deserción disponibles, se puede estimar que la cantidad de oficiales de línea femeninos en 82 La mujer en el arma de comunicaciones, www.comunicaciones.ejercito.mil.ar/mujer/mujer.htm 83 Escuela de Aviación Militar FUERZA AÉREA ARGENTINA, Condiciones de Ingreso, eam.iua.edu.ar/incorporacion.asp 84 Ver “Personal subalterno” en Aclaraciones. 85 Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea www.primahost3.prima.com.ar/faa/incorporacion/indexincorporacion.html 86 Ver “Línea” en Aclaraciones. Escuela Naval Militar, Ingreso e inscripción, www.escuelanaval.mil.ar/cap2.htm 87 59 servicio será de alrededor de no más de un 10% del total en los primeros años de la nueva modalidad. TABLA 11.Escuela Naval Militar (Argentina), año 2004. Cadetes Masculinos Cadetes Femeninos Ingresados 228 42 Actualmente 113 15 Función Comando 93.8 % 93.3 % Fuente: Instituto Universitario Naval (Argentina), Segundo Encuentro de Liderazgo “De la Teoría a la Práctica”. Ponencia sobre el liderazgo de la mujer, de Julio E. Sanguinetti. En la Armada, la carrera profesional para las oficiales no permite el pleno acceso de las mujeres a las unidades de submarinos, fuerzas especiales e infantería de marina. Para el personal subalterno también existen ciertas restricciones: están vedadas las áreas de infantería de marina, electricidad y maquinistas de mar. La falta de experiencia de esta fuerza, en lo que a mujeres embarcadas se refiere, todavía no permite evaluar el éxito de esta iniciativa. La tradicional reserva con que las fuerzas armadas trasandinas manejan sus asuntos internos, evitando hacer declaraciones a la prensa, hace que se carezca de fuentes abiertas, con información fresca y de primera mano, sobre ésta y otras materias relativas al desempeño del personal femenino. Las cifras revelan que en Argentina ocurre algo similar a lo observado en otras naciones de la zona, en las que la cantidad de mujeres interesadas en ingresar a las fuerzas armadas es relativamente baja en relación a los varones que se presentan. 60 2.- PERÚ En este país, la “rabona” es la denominación con que se nombra el arquetipo de la mujer ligada a la vida militar. El apodo de “rabona” deriva de su posición física tras la línea de combate, a la cola o rabo de las tropas, siguiendo a maridos, novios o amantes. En todos los conflictos, tanto internos como externos, las rabonas marcharon tras las tropas supliendo la carencia de medios logísticos orgánicos. Sirvieron informalmente como enfermeras, lavanderas, cocineras, etcétera, tal como las cantineras los hicieron en los ejércitos europeos o en Chile y las fortineras en Argentina. Por lo tanto, ellas compartieron con los varones todos los rigores de la guerra. Cuando estaban embarazadas y llegaba el momento del parto, sencillamente se detenían lo suficiente como para dar a luz y casi de inmediato retomaban la marcha con el nuevo hijo a sus espaldas. La guerra no les daba tregua, no las esperaba, sólo les exigía. El arte pictórico y la incipiente fotografía las han retratado en diversas oportunidades. La falta de elementos de aseo personal y las ropas desgastadas no han restado un ápice a la gallardía con que enfrentaron la azarosa existencia que les tocó vivir. Para algunos estudiosos del tema militar, la importancia de la rabona en el desempeño de las tropas no ha sido destacada ni tampoco estudiada suficientemente. Bien se ha hablado de ella para atribuirle un fortalecimiento de la moral combativa de las tropas o mal para culparla de la “blandura” con que el soldado peruano se habría batido en la Guerra del Pacífico. Pero, en términos objetivos, la presencia de las mujeres en los campamentos militares de la época no puede ser vista como una ventaja ni como una desventaja, puesto que era una costumbre universalmente practicada en muchos ejércitos y que sólo vino a desaparecer con la creación de los cuerpos de apoyo logístico que hoy conforman una parte importante de las fuerzas militares. Actualmente en estos cuerpos siguen militando mujeres. La diferencia está en que hoy lo hacen plenamente integradas en la orgánica militar, en tanto que ayer no tenían otro vínculo con el ejército, como no fuera el matrimonio con algún oficial o bien la relación amorosa informal con un soldado. Siendo un país marcadamente tradicionalista, especialmente en lo que concierne al mundo militar, el Perú debió esperar la llegada de un gobernante liberal y no ligado a la política tradicional y partidista como Alberto Fujimori, para introducir cambios drásticos en sus FF.AA. La Ley N° 26628 del 19 de junio de 1996, dictada bajo la administración de Alberto Fujimori, estableció la condición de Fuerzas Armadas mixtas en el Perú. Sin mediar más trámite, se materializó por la vía legislativa el ingreso de la mujer a los institutos armados peruanos, que de acuerdo a lo estipulado se haría en pie de igualdad con el varón. De esta forma, a las FF.AA. no les quedó otra opción que adaptarse a los cambios en los aspectos legales y reglamentarios en el breve plazo de 120 días. Hubo poco tiempo disponible, considerando el gran cambio que produce una medida de esta magnitud en Instituciones tradicionalmente poco dadas a los cambios violentos. Las mujeres, al tenor de la nueva ley establecida, comenzaron a ingresar a las escuelas matrices de las fuerzas armadas en 1997. En diciembre del 2003 se 61 alcanzaban las siguientes cifras de personal femenino en servicio activo a nivel de oficiales, según datos estadísticos proporcionados por el Ministerio de Defensa del Perú88: Ejército: 152 oficiales, 96 cadetes. Las mujeres representan un poco menos del 10% de los alumnos de la Escuela Militar y presentan tasas de deserción del orden del 30%. Marina de Guerra: 44 oficiales, 40 cadetes. Fuerza Aérea: 33 oficiales, 53 cadetes. No se ha encontrado cifras acerca de la realidad a nivel de personal subalterno. Los requisitos de ingreso a la Escuela Naval del Perú contemplan diferenciación en los exámenes de tipo físico. El resto de las exigencias son comunes para todos los cadetes. En cuanto al grado al que pueden acceder, en las tres ramas de las Fuerzas Armadas las mujeres pueden alcanzar la jerarquía máxima89. Al igual que en la mayoría de los casos que se conocen de otros países de la región, las FF.AA. peruanas no permiten el acceso femenino a las armas de combate en el Ejército, a las unidades submarinas y de infantería de marina y fuerzas especiales de la Armada y a las fuerzas especiales de la Fuerza Aérea. Según declaraciones públicas de las instituciones, la incorporación de la mujer a la vida militar no ha tenido contratiempos. Sin embargo, en una sociedad conservadora y con marcadas diferencias sociales como es la peruana, es difícil que los problemas que han tenido otros países, no se hayan presentado con tanta o incluso mayor intensidad y frecuencia. La experiencia personal me indica que el nivel social de las cadetes es notoriamente inferior al de los alumnos varones. Es una cuestión que a primera vista podría parecer intrascendente, pero que a la larga resulta ser muy relevante en el establecimiento de las relaciones que deben vincular a compañeros de armas, sin considerar que en el futuro, estas mujeres deberán asumir la conducción de oficiales varones de menor rango y edad, así como de personal subalterno, a cuyos ojos la posición social es muy importante para determinar la jerarquía dentro del conjunto. No se puede ignorar que en el Perú, las diferencias sociales son marcadas, muy notorias, determinantes y generalmente apreciables a simple vista. Probablemente esta cuestión es de escasa importancia a nivel de gente de mar femenino, que proviene de los mismos estratos sociales de sus pares masculinos, en contraposición a lo que estaría ocurriendo entre los postulantes a oficiales. En todo caso es importante señalar que la sociedad peruana hace claras diferencias entre varones y mujeres, en la determinación de los roles de cada uno, por lo que la 88 Datos proporcionados por el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, www.mimdes.gob.pe, no obstante, en el mismo artículo, el Comandante General del Ejército, General Roberto Chiabra, señala que se cuenta con 35 oficiales en el Ejército. El artículo está fechado el 2 de diciembre de 2003. 89 www.resdal.org 62 mujer deberá esforzarse fuertemente para imponerse en un medio tradicionalmente masculino. Las mujeres se embarcaron en las unidades navales recién el año 2002, tanto en la condición de oficiales como de personal subalterno, aunque éste estuvo en servicio desde mucho antes, debido a que su formación demanda un proceso más breve. Es evidente que se hizo coincidir el embarco de ambos grupos para atenuar el impacto negativo entre los miembros varones de las dotaciones. La lentitud con que la Armada procedió a recibir mujeres en las unidades operativas responde a que la adaptación de los buques, para atender a este requerimiento, toma tiempo y mucho presupuesto. Es público que entre las unidades que se adaptaron, figura el crucero BAP Almirante Grau, junto a algunas fragatas de la clase Lupo. Se desconocen en detalle las dificultades que se han debido solucionar en las unidades a flote para recibir adecuadamente a los tripulantes femeninos y los resultados que su embarco ha tenido en la eficiencia operativa de la escuadra. Se estima en un 2% la presencia femenina en las Fuerzas Armadas Peruanas a finales del año 200590. También durante el gobierno de Alberto Fujimori se consagró otro cambio importante mediante la expedición de la Ley Nº 27.178 de Servicio Militar, la cual sustentaba la implantación de un modelo de fuerzas armadas voluntarias, aunque no exclusivamente profesionales. En términos de la presencia de mujeres en las FF.AA., la ley no hace distinciones entre varones y mujeres. Todos los peruanos están obligados a inscribirse en los registros militares y a concurrir a los llamados para la selección de los conscriptos, pero solamente se acuartelan los que son declarados aptos y que voluntariamente deseen enrolarse. Al igual que en otros casos, la ley contempla variados incentivos para acuartelarse voluntariamente, tales como capacitación laboral, eventual acceso a las dotaciones permanentes de planta de las FF.AA. y Policía, algunos beneficios al momento de optar a cargos públicos por oposición y derecho a recibir tierras en los territorios que el Estado considere oportuno colonizar. Es interesante notar en este caso, que si bien el servicio militar es actualmente voluntario, la inscripción en los registros militares es obligatoria, no otorgándose cédula de identidad a quienes no hayan cumplido con el trámite pertinente. 90 www.resdal.org 63 3.- BOLIVIA No han faltado en nuestro vecino país las mujeres que se han destacado en la guerra. Bertolina Sisa, una indígena, es frecuentemente señalada por haber sido muerta a manos de las autoridades españolas del siglo XVIII, en virtud de su participación activa en una rebelión de su pueblo. Ella es hoy una figura emblemática de las reivindicaciones de los grupos indigenistas de todo el continente. Las mujeres bolivianas, como ha acontecido con sus similares de muchas partes del mundo, también acompañaron a sus maridos o amantes en las campañas militares que éstos emprendieron. También recibieron el nombre algo despectivo de “rabonas”, en lo que sería una similitud con lo acontecido en el Perú. Lo anónimo de su labor no ha permitido, en la inmensa mayoría de los casos, que la historia guarde los recuerdos de sus sacrificios y lo meritorio de su actividad en medio de los azares de la guerra. Muy por encima de todas las mujeres que participaron de la vida militar, ya sea combatiendo o acompañando a sus maridos, resalta la notable Juana Azurduy. (Ver Anexo C). No es de extrañar que tanto Bolivia como Argentina se “disputen” a la heroína. Una por su origen y la otra por su obra. Sin embargo, más parece pertenecer a Bolivia, pues en la época la región en que se desempeñó Juana, era parte del Alto Perú. Bolivia la ha honrado, dándole a una provincia, el nombre de Azurduy. De los escasos antecedentes que es posible reunir acerca de las FF.AA. del país del altiplano, se ha podido concluir que la presencia femenina en los cuerpos armados es mínima. Es así aunque la Constitución Política de Bolivia, en su artículo 213 establece para todos la obligatoriedad de prestar el Servicio Militar. Pero en la práctica los cuadros de conscriptos son cubiertos sólo por los varones y no por mujeres. La participación de la mujer en las FF.AA. está contemplada dentro del Servicio Premilitar, que se rige de acuerdo a lo estipulado en los Decretos Supremos No. 24527/97 y 27057 del 30 de Mayo de 2003 y el Reglamento MDDGTR-15391. El Servicio Premilitar, comprendido en la Ley del Servicio Nacional de Defensa es voluntario y está orientado a instruir y entrenar jóvenes varones y mujeres estudiantes del nivel secundario, para formar combatientes y ser empleados posteriormente en casos de desastres naturales o necesidades de la defensa nacional. La participación en el Servicio Premilitar implica la concurrencia esporádica, generalmente durante los fines de semana, de los jóvenes a los cuarteles en los que se imparte la instrucción militar correspondiente. Es decir, no supone la permanencia del contingente, por un tiempo más o menos prolongado al interior de las guarniciones, como sí sucede en Chile y en otros países, con los estudiantes que cumplen con su Servicio Militar bajo las condiciones especiales que para ellos contempla la ley. 91 La mujer en el Servicio Militar, www.mindef.gov.bo/servimil/articulos/mujeryelsm.php 64 La situación de la mujer en las FF.AA. bolivianas presenta algunas curiosidades que es interesante mencionar, abordar y analizar en el presente estudio. La Constitución Política de Bolivia en uno de sus artículos establece el principio total de igualdad de géneros, o sea, entre varones y mujeres. Sin embargo y pese a lo que ley dice, la presencia real de ellas es muy baja en las instituciones de la defensa. No obstante lo anterior, incluso la posibilidad de las mujeres cumplieran con el Servicio Premilitar debió ser reiterada por el Decreto Supremo No. 27,057 del 30 de Mayo de 2003, que modificó el Decreto Supremo Nº 24,527, que era del 17 de marzo de 1997. El Ejército aceptó su ingreso en el año 1979 hasta el año 1984, cuando éste se interrumpió. Luego se reestableció el año 2002, pudiendo desempeñarse en todas las áreas de la Institución. Actualmente representan apenas un 0,7 % de la fuerza. En el caso de la Armada y la Fuerza Aérea solo cumplen labores administrativas92. La otra curiosidad digna de mencionarse se refiere a una información aparecida en el diario “El Deber” de Santa Cruz de la Sierra, que a su vez cita al periódico “Los Tiempos de Cochabamba”. En la nota se consigna el hecho de que por primera vez en la historia, una mujer está al mando de una unidad de combate del ejército boliviano. Se trataría de la Teniente Coronel de 41 años de edad, Gina Reque Terán Gumucio, perteneciente al arma de infantería. Dada la nula información oficial existente sobre el tema, es imposible comprobar la veracidad de lo publicado. 92 www.resdal.org 65 C.- REALIDAD NACIONAL. ANTECEDENTES HISTÓRICOS 1.- CONQUISTA E INDEPENDENCIA: Chile es un país cuya historia está determinada en gran medida por la presencia y la acción de los militares. El proceso de la conquista, iniciado por las huestes españolas de Valdivia y sus sucesores, es un largo y desgastador enfrentamiento entre conquistadores e indígenas. La poderosa influencia de la esencia militar del asentamiento hispano, llega incluso al extremo de determinar la arquitectura tradicional del campo chileno. Otro tanto, ocurre con nuestros particulares giros idiomáticos, entre los cuales destaca el “al tiro”, con que se designa la necesidad de reaccionar a la mayor brevedad. El hecho, de que el esfuerzo de ocupación del territorio que a futuro se conocería como Chile, se enmarcara en un ambiente de permanente lucha contra los aborígenes, además de la gran distancia que separaba a los conquistadores del territorio peninsular, determinó que en general muy pocas ibéricas se aventuraran a acompañar a maridos o padres a tan lejanas tierras. Es proverbial el hecho de que la casi total ausencia de mujeres de origen español llevó a los conquistadores, a unirse con mujeres oriundas del lugar. Dicha mezcla se dio, creando así, una amplia base social mestiza, que es el origen de la actual población nacional, fundamentalmente en el área comprendida entre las regiones de Coquimbo y Concepción. La historia de Chile guarda en su memoria la figura notable de doña Inés de Suárez (¿1507?-1580). Por lo que se conoce era oriunda de Placencia, España.93 A poco de casarse, enviudó y posteriormente en el año 1537 viajó a América. Se desconoce la forma o el motivo que la llevó a conocer a Pedro de Valdivia, en cuya expedición de conquista tomó parte activa, siendo ella la única mujer de origen hispano. A Inés de Suárez la encontramos en la recién fundada ciudad de Santiago, cuando ésta fue atacada por los indígenas el 11 de septiembre de 1541. Pedro de Valdivia estuvo ausente durante el ataque y ella asumió un importante rol en su defensa. Señala Gerónimo de Bibar, que durante el ataque Inés tomó una espada y dirigiéndose hacia el recinto en el que los españoles tenían a algunos caciques indígenas, les dio muerte. Según otra versión, Inés habría concurrido a aquel lugar y dado la orden de matar a los prisioneros. El soldado Hernando de la Torre habría preguntado: - Señora: ¿de qué manera los mato? A lo que ella habría respondido, desenvainando la espada y pronunciando las siguientes palabras: - De esta manera. 93 La compañera de Valdivia. Inés Suárez: ¿1507?-1580, icarito.latercera.cl/biografias/1520-1599/bios/suarez.htm . Las citas están tomadas del mismo artículo. 66 Y acto seguido los habría decapitado con sus propias manos y sin piedad alguna. Este hecho produjo el desconcierto y espanto de los atacantes, permitiendo a los españoles cargar contra los indios y hacerlos huir despavoridos. Esta decidida acción le significó a Inés de Suárez recibir la concesión de varias encomiendas indígenas a manera de recompensa por el valor demostrado. Permaneció en Chile hasta el final de su vida y falleció en 1580. Otro personaje femenino destacado fue la monja Alférez, quien en traje de soldado viajó al Nuevo Mundo y una vez allí combatió valerosamente. 94 Ésta es la historia de Catalina de Erauso (o Erauzo) (¿1592?-¿?), quien en la víspera de tomar sus votos huyó del convento en el que permanecía internada desde niña, para enrolarse en una expedición de soldados. Iba completamente dispuesta a pelear por su Señor, el rey de España, y lo hizo ocultando su sexo durante la larga travesía. De regreso a España en el galeón San Joseph, revelaría su identidad al escribir una crónica de las hazañas que le merecieron el rango de alférez. Esta obra, a la que dio un largo título que dice así: ”Relación verdadera de las grandes hazañas y valerosos hechos que una monja hizo en veinticuatro años, que sirvió en el reyno de Chile y otras partes al Rey nuestro señor, en hábito de soldado y los honrosos oficios que tuvo ganados por las armas, sin que la tuvieran por tal mujer hasta que el fue fuerza el descubrirse”, es el único testimonio de la conquista de Chile y de la guerra de Arauco escrito por una mujer que conoció la experiencia desde un rol protagónico en pleno combate. Paradójicamente, el relato de su ocultamiento la convirtió en una celebridad, proliferando en la época los testimonios sobre su aguerrida y combativa personalidad. En el bando mapuche, las mujeres aparecen más frecuentemente en acciones de combate. Sin embargo, valen dos acotaciones en relación con este tema. La primera es que todos los relatos sobre las glorias de los hijos de Arauco han sido escritos por pluma de sus enemigos, los españoles. La segunda, es que muchos de estos relatos se han escrito exaltando las hazañas de los indios para destacar los méritos de los conquistadores hispanos. Por lo tanto, se lo hizo faltando en muchas ocasiones un verdadero apego a la verdad. Probablemente ocurrió así debido a la necesidad de rodear a los relatos de una cierta aureola poética. El rol de la mujer mapuche, muy importante en el ámbito económico y cultural de su grupo familiar, no tiene ninguna relevancia en lo relativo a la guerra. En la comunidad, el rol más relevante cumplido por una mujer es el de “machi”, que viene a ser una mezcla de sacerdotisa, curandera y consejera, que ejerce enorme influencia política, aunque no tiene funciones específicamente militares o de combate. En todo caso, en la organización de la comunidad mapuche en donde la poligamia es una forma normal de vida de sus miembros, es el varón quien ejerce la conducción. La mujer está excluida de los grupos que deliberan los asuntos más importantes, aunque en determinado momento los asesore o aconseje. Esto en ningún caso significa que ella se mantenga al margen de las acciones más representativas del grupo. Por esta razón, los relatos sobre las actuaciones militares 94 La Monja Alférez, www.memoriachilena.cl, sitio oficial de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. 67 de las mujeres mapuches contra los conquistadores ibéricos tienen un gran valor testimonial. Es así como para algunos historiadores españoles Guacolda no sería más que un enorme mito, un personaje literario creado por Alonso de Ercilla en su poema “La Araucana”. Otros cronistas coloniales en cambio no ponen en duda su existencia95. Fray Diego de Ocaña, la religiosa Imelda Cano, el padre Rosales y posteriormente Benjamín Vicuña Mackenna coinciden en sus descripciones sobre Guacolda. Los cuatro la retratan como una mujer físicamente muy bella, a quien sedujo el valor y el talento de Lautaro, decidiéndose a seguirlo con lealtad y coraje96. Las crónicas también señalan que ella y Lautaro sirvieron en casas de españoles. Se dice que Lautaro sirvió al mismísimo Pedro de Valdivia, y que en cambio Guacolda se había criado en la casa de Pedro de Villagra. Cuando Lautaro dio por terminado su aprendizaje y partió a unirse a la sublevación de su pueblo, Guacolda se le unió sin dudarlo, y ya no se separaron más. Lo acompañó en la toma de Concepción, en la batalla en las márgenes del Mataquito y en el asalto a Santiago. Los dos encontraron un trágico final juntos durante la noche, en una emboscada que les tendió Pedro de Villagra (batalla de Peteroa, en 1557). Ercilla imaginó en versos lo ocurrido en esa última noche de amor, en que ella intuyó el infortunado destino que les esperaba. La tradición, no obstante, señala que Villagra la apresó y llevó consigo, muriendo Guacolda al poco tiempo de pena por la pérdida del hijo de Tralcahueñu. El poeta Alonso de Ercilla cuenta en el canto XXXIII de “La Araucana”, que Fresia fue la mujer de Caupolicán y que acompañó a éste en todas las batallas en que participó. En el asalto de Cañete, al verlo rendirse y ser hecho prisionero por los enemigos españoles, Fresia le enrostró a Caupolicán su supuesta cobardía por no haberse dejado matar luchando y arrojándole el hijo de ambos a sus pies, le dijo con furia: - "Críale tú, que ese membrudo cuerpo, en sexo de hembra se ha trocado; que yo no quiero título de madre del hijo infame del infame padre". Tanto Guacolda como Fresia, se mantienen como personajes históricos de cuya supuesta existencia solamente Alonso de Ercilla da cuenta en sus numerosos escritos. Janequeo fue una mujer lonco, de origen mixto mapuche-pehuenche y esposa del lonco Huepután de Llifén97. Su extensa preparación militar y cualidades de líder de su pueblo, hicieron que se ganara el respaldo irrestricto de los estrategas militares de la nación mapuche. Con el patrocinio de su “lof” (comunidad) y el apoyo de su hermano Güechuntureo, el Consejo de Loncos la nombró a cargo de las tropas de la región en que residía. En un período difícil durante el curso de la guerra, atacó la fortaleza española de Puchunqui y después de varias batallas 95 Guacolda. Erguida sobre brioso caballo, embiste contra ejército invasor , www.mujereschile.cl/comunicadas/historia/archivo 96 También se consultó Dos mujeres mapuche. Guacolda y Fresia ¿ ?, www.icarito.latercera.cl/biografias/15201599/bios/guacolda , tanto para los antecedentes de Guacolda como de Fresia. 97 Janequeo, www.ciberokupa.cl/cuento1.htm 68 rendidas durante el año 1587 derrotó a las tropas peninsulares. Se desconoce su destino tras su participación en la guerra de Arauco, siendo aceptado el hecho de que ella y su gente probablemente habrían muerto en la región de Villarrica a causa de una peste. Las campañas militares de la guerra de independencia dieron lugar a la participación femenina en diversas ocasiones y circunstancias. Esto ocurrió debido a que las operaciones militares esta vez se desarrollaban en territorios poblados o cercanos a las ciudades. Entre las mujeres que combatieron, más bien se guarda el recuerdo de aquellas que militaron en el bando independentista. De ellas, quizás la más destacada o por lo menos recordada, fue doña Paula Jaraquemada Alquízar (17681851)98. Nació en Santiago en junio de 1768 y murió en la misma ciudad, el 7 septiembre de 1851. Sus padres fueron Domingo de Jaraquemada y Cecilia de Alquízar. Su niñez y adolescencia deben haber transcurrido como la de todas las mujeres de fines del siglo XVIII, es decir, debió haber aprendido las primeras letras y recibido una educación sólida en aspectos morales y práctica en asuntos domésticos. En 1818, enterada de la sorpresa de Cancha Rayada (19 de marzo), organizó militarmente a los inquilinos de su hacienda de Paine, entonces un pequeña localidad ubicada cerca de Santiago, y le ofreció estas fuerzas al general José de San Martín. Junto a sus hombres, transformados ahora en soldados, Paula Jaraquemada concurrió a entrevistarse personalmente con el general San Martín, a quien proporcionó numerosos suministros como caballos, alimentos, ropas y pertrechos de guerra. Su hacienda se transformó en hospital de sangre, pues allí fueron remitidos los heridos en Cancha Rayada, y también sirvió de cuartel general para San Martín. 98 Una patriota temeraria. 1830/bios/jaraquemada.htm Paula Jaraquemada Alquízar: 69 1768-1851, www.icarito.tercera.cl/biografias/1810- 2.- EJÉRCITO DE CHILE El Ejército de Chile contó entre sus filas, todos integrados oficialmente, con miembros femeninos desde sus mismísimos comienzos. Durante la guerra contra la “Confederación Peruano – Boliviana”, las fuerzas chilenas fueron parcialmente reclutadas entre los numerosos compatriotas que se encontraban residiendo temporal o permanentemente en territorio peruano. Uno de tales reclutas fue una notable mujer, que ha pasado a ser todo un símbolo de las armas chilenas. Se trata de la Sargento Candelaria. (Ver Anexo D). No se sabe de otras mujeres combatiendo a la sazón en el Ejército de Chile y en este conflicto. Pero se puede suponer con buenas razones, que la Sargento Candelaria no fue la única mujer que tuvo la oportunidad de pelear en el bando chileno. Tampoco sería la última. La Guerra del Pacífico nos trae a la memoria la actuación de algunas mujeres, tanto en los cuarteles como en el combate. Numerosos testimonios dan cuenta de mujeres marchando con los soldados en las campañas libradas por nuestro Ejército. Entre ellas resalta con colores y brillos propios, Irene Morales Infante. (Ver Anexo E). Irene Morales representa, junto a la Sargento Candelaria, a la mujer chilena simple y abnegada, que en las circunstancias extraordinarias que le tocó vivir, supo responder con coraje y decisión. Ambas son los prototipos de la valentía de la mujer chilena. Sabemos que junto a Irene Morales, hubo muchas otras mujeres que estuvieron en medio de las tropas chilenas en la Guerra del Pacífico. A las numerosas cantineras, se sumaron las “camaradas”, mujeres que acompañaron a los soldados por sus vínculos afectivos (esposas, amantes) o por su deseo de ayudar a la causa de la Patria. Dieron, junto a los hombres, su vida con generosidad sin igual. La participación de las mujeres en la Guerra del Pacífico, como hemos visto, fue activa y centrada en tres ámbitos fundamentales: el aporte económico, el cuidado de los enfermos y heridos en combate y como cantineras marchando junto al Ejército. Vemos en el caso chileno, que el combate terrestre no ha sido un campo ajeno al sexo femenino. Ella esta presente desde los albores de la Patria con Pedro de Valdivia y sus huestes guerreras, con Lautaro y sus conas, quienes luchaban ferozmente, sin saber que con su acción se encontraban forjando las bases para formar una nueva nación. La conducta de las mujeres, de uno u otro bando, siempre digna del mejor soldado, es una demostración de que cuando la necesidad lo ameritaba, allí estaba ella, dándose al combate con el mismo ardor con que hubiera cuidado de sus hijos. Sólo que en todos los casos, se trataba siempre de situaciones excepcionales, aunque adquirieran la condición de combatientes regulares. Nada hace suponer que en el futuro, si las circunstancias nuevamente se presentan, las mujeres chilenas no estarán dispuestas a luchar junto a sus maridos, hermanos y camaradas, como nuevas Guacoldas o Sargentos Candelarias y, al igual que éstas, que lo harán con la valentía tradicional y reconocida de la raza chilena. 70 El Ejército de Chile, en relación con la presencia de mujeres en sus filas, al igual que otras ramas de la defensa ha contado con ellas desde hace muchos años, pero sin que hayan estado integradas en los cuerpos con misiones específicas de combate. La diferencia, la ha marcado la reciente incorporación de la mujer en los escalafones de combatientes. En efecto, desde el año 1995 las mujeres han accedido a la Escuela Militar y a la de Suboficiales, para integrarse a los escalafones de Línea y de Servicios, con la sola excepción de que no han estado en las armas de infantería y caballería blindada. Veinte años antes, con la creación de la Escuela del Servicio Auxiliar Femenino del Ejército, las mujeres habían ingresado en funciones de tipo administrativo integradas en escalafones dotados de rango militar y vistiendo uniforme. El acceso de la mujer al Ejército fue paralelo con la creación de una cantidad limitada de cupos para personal femenino que podía ingresar al Servicio Militar Obligatorio. Lo era tanto cronológicamente como en términos de funciones a desempeñar. Los requisitos de ingreso, permanencia, aprobación de estudios y de ascenso no presentan en nuestro Ejército diferencias con los que cuentan los varones. Sólo es importante mencionar que las exigencias físicas son menores para ellas. Al contrario de lo que ocurre en otros países, en el Ejército chileno, así como en las restantes instituciones pertenecientes al ámbito de la Defensa Nacional, las mujeres tienen la condición de militares en servicio activo, de acuerdo con las disposiciones del Código de Justicia Militar. Esto en virtud de las disposiciones de la Ley de Servicio Militar Obligatorio o para prestar servicios en cualquiera otra condición. TABLA 12.Distribución de hombres y mujeres por grado en el Ejército de Chile. Año 2005. Fuente: Ministerio de Defensa Nacional: Separata de actualización del libro de la Defensa Nacional 2005.”Participación de la mujer en la Fuerzas Armadas”. 71 Fuente: Ministerio de Defensa Nacional: Separata de actualización del Libro de la Defensa Nacional 2005. “Participación de la mujer en las Fuerzas Armadas”. FIGURA 3 Personal Total del Ejército de Chile M asculino 87% Femenino 13% Fuente:Ministerio de Defensa Nacional:Separata de actualización del Libro de la Defensa Nacional 2005. “Participación de la mujer en la Fuerzas Armadas” 72 3.- ARMADA DE CHILE La presencia femenina en la Armada99 ha sido una constante desde 1937, cuando se incorporaron las primeras enfermeras al escalafón de servicios, sección que entonces recibía la denominación militar “de Filiación Azul”. Actualmente las mujeres alcanzan al 13% de la fuerza humana, cifra nada despreciable, considerando que de los países miembros de la OTAN, el que exhibe el mayor porcentaje de mujeres en servicio activo en sus fuerzas navales, son los EE.UU. con un 16%. Probablemente la participación de la mujer en la Armada ha pasado desapercibida, por el hecho de que hasta hace muy poco no vistió uniforme en la vía pública, ni tampoco desfilaron en las paradas militares. Hasta la década de 1970, las mujeres que se desempeñaban en las oficinas vestían un delantal que usaban sobre sus ropas de civil, de color azul con cuello blanco y adornado con dos anclas cruzadas al costado izquierdo. Después, sencillamente se dejó de usar el delantal, surgiendo la costumbre de que los diferentes organismos que contaban con mujeres en sus dotaciones las proveyeran con “uniformes”. Esta costumbre terminó con la imposición de una tenida uniforme, de falda o pantalón azul, con jumper de igual color. La misma es usada por empleados civiles, como por la gente de mar. El personal femenino de sanidad entre el que están las enfermeras, en cambio, ha usado tradicionalmente como uniforme una bata completamente blanca con toca. Éste considera el uso de distintivos para los grados jerárquicos, coronados por una cruz, todo en rojo. Por ser ésta una tenida de trabajo, no se usa en la calle. A contar del año 2003 se reglamentó oficialmente el uso de uniforme para el personal de gente de mar femenino del área de Sanidad. Lo propio se hizo para las oficiales pertenecientes al área de servicios, que a contar del 1 de diciembre de ese año, se incorporaron oficialmente a los escalafones de Justicia y de Sanidad. A diferencia de la mayor parte de los anteriores uniformes que se utilizaron, el nuevo contempla el uso de distintivos de grado y especialidad similares a los de los varones. Estos cambios no han modificado las condiciones generales para el desempeño de la mujer en la fuerza naval, pues no se prevé que ellas se embarquen en las diferentes unidades de la escuadra (los escalafones a los que acceden no necesariamente contemplan esta alternativa). En el caso de las oficiales de los servicios puede darse la circunstancia de contar en un futuro previsible, con alguna Almirante100. Otro aspecto en el que las cosas han experimentado variaciones, es en relación al plantel educacional al que se incorporan. Anteriormente, las que ingresaban a los escalafones de Gente de Mar de los Servicios realizaban sus primeros estudios en las Escuelas de Sanidad Naval y de Abastecimientos y Servicios. Ahora, se incorporan como alumnas regulares de la Escuela de 99Los antecedentes relativos a la presencia femenina en la Armada, han sido proporcionados por la Dirección General del Personal de la Armada, siendo complementados con los conocimientos personales del autor, obtenidos de su experiencia o de conversaciones con personal en servicio o en retiro. 100Almirante: Señor de los mares. 73 Grumetes, debido a que los dos establecimientos antes mencionados dejaron de ser escuelas matrices. La Armada no desarrolla cursos segregados para las mujeres, excepto en la Escuela de Grumetes, debido a que hasta la presente fecha no cuenta con escalafones exclusivamente femeninos. Las etapas educacionales a las que las mujeres deben someterse durante la carrera son comunes, dependiendo del escalafón y grado, pues tales instancias son, requisitos de ascenso que existen para ambos géneros. Aun cuando a los Empleados Civiles no les son exigidos estudios formales a lo largo de su carrera o años de servicio, las necesidades institucionales y la preocupación por contribuir al perfeccionamiento del personal, abren las oportunidades para que tanto varones como damas, puedan acceder a diversos cursos de post título o post grado con un cierto apoyo o financiamiento de la Armada. Como oficiales de los diferentes servicios existentes en la Armada, las mujeres pueden ingresar a los escalafones de Sanidad Naval, de Sanidad Dental y de Justicia. Su carrera se rige por las mismas normas que regulan la vida profesional de sus colegas varones. Para las empleadas civiles, no existe restricción alguna respecto de los escalafones ni de las especialidades a las que pueden acceder. Ingeniería, arquitectura, derecho, hidrografía e informática son algunas de las especialidades por las que pueden optar. Para las mujeres de gente de mar de los servicios, las especialidades disponibles son: escribiente u oficinista, sanidad naval, sanidad dental, abastecimiento y telefonista. Las postulaciones femeninas a la Escuela de Grumetes son numéricamente mucho menores que las masculinas, considerando como base, la relación postulante / cupo disponible (6,16 vs. 10,52) y la cantidad total de personas de cada género que se presentan (277 vs. 6.104). La explicación a este fenómeno puede estar en el hecho de que las opciones ofrecidas a las damas son restringidas al área de la salud y a la administración, en tanto que para los varones, el espectro abarca un campo más amplio. Históricamente, la cantidad de postulantes varones, ha sido más que suficiente para asegurar una selección adecuada. En el rango de personal de gente de mar la Armada de Chile no sufre el grave problema de los bajos niveles de reclutamiento presentado en años recientes en los países europeos. Probablemente el hecho de que las jóvenes de Sanidad Naval y Sanidad Dental vistan ahora uniforme en la vía pública y de que participen en los desfiles militares, contribuya en el futuro a que se incremente el interés por estas carreras entre las egresadas de la Educación Media en Chile. En términos de deserción escolar, las mujeres en la Escuela de Grumetes presentan los mismos niveles porcentuales de los varones (12% para ambos casos). Por el hecho de que no existan escalafones exclusivamente femeninos dentro de la Armada, la mujer no tiene más limitaciones, en cuanto al grado que puede alcanzar que las que eventualmente puedan afectar al personal masculino de 74 su misma condición101. No se cuenta con información actualizada respecto de la proporción de personal femenino de gente de mar que alcanza los grados jerárquicos más altos, en relación con el contingente que ingresa. Por el hecho de que las oficiales de servicios solamente comenzaron a ingresar a partir del año 2003, tampoco es posible determinar su nivel de retención laboral a lo largo de la carrera. El elevado porcentaje de mujeres en la dotación institucional de la Armada, que supera holgadamente al promedio existente en varios países, en los que la campaña por la incorporación de la mujer a las instituciones de la defensa ha sido ampliamente publicitada, se ha conseguido sin más medidas que las adoptadas por las propias autoridades navales, siguiendo lo que se podría llamar un proceso de evolución natural. Si se comparan los niveles de participación femenina en la Armada con los de las instituciones castrenses de los países considerados en el estudio, se puede concluir que se ha alcanzado una cifra bastante cercana a la media, que ronda el 15%. Para el año 2008 y de allí en adelante, se ha previsto la eventual incorporación de oficiales mujeres, tanto en las áreas de abastecimiento como del litoral. Las TABLAS 14, A, B, C, D, E, F y G, grafican en números la presencia femenina en servicio activo en la Armada. (Fuente: Dirección General del Personal de la Armada). No existe duda alguna, de que el reciente acceso femenino a los escalafones de oficiales de servicios introducirá, a futuro, algunas modificaciones a los porcentajes de mujeres que participan en ese segmento, pero ello no representará un cambio relevante en el panorama general. El primer llamado que se hizo para postular al ingreso a los escalafones de oficiales de servicios y que incluyó damas candidatas, tuvo una base de selección de 101 varones y 74 damas. El resultado fue el acuartelamiento de 6 de éstas. Como en otros países, el interés femenino por la vida militar es considerablemente menor que el que presentan sus pares masculinos. Aunque también es altamente probable que las cifras en futuros procesos de admisión se vean incrementadas, cuando las razonables inquietudes que pueden presentarse entre las eventuales interesadas vayan siendo aclaradas por la experiencia de las pioneras. La situación entre los empleados civiles también es bastante significativa, en el sentido de que más de la mitad de los escalafones integrados por profesionales universitarios, con la sola excepción de los afectos a la Ley Nº 15.076 (médicos), está conformada por mujeres. Es en estas áreas de desempeño profesional, a las que se considera menos “militares” por la naturaleza de las funciones a ser desempeñadas, donde se consigue una mayor presencia de la mujer y donde ella puede competir de igual a igual con el varón, situación que es común a todos los casos ya descritos. Es evidente que la Armada no ha abierto las puertas al embarque de mujeres en las unidades a flote. Ello responde a diversos criterios, entre los cuales destaca la prudencia, que aconseja no innovar en aquello que ha funcionado bien por 101 En rigor, las especialidades de gente de mar de los servicios de auxiliar de Sanidad Naval y auxiliar de Sanidad Dental son exclusivamente femeninas. La permanencia de algún varón en el escalafón correspondiente sólo se da circunstancialmente, cuando un enfermero naval, por diversas razones, no puede continuar sirviendo en el escalafón correspondiente, del personal de gente de mar de línea. 75 muchos años. Aún cuando el hombre de mar es un profesional que en el terreno tecnológico se muestra dispuesto a recibir los cambios y a hacerlos suyos al más breve plazo, no es menos cierto que por definición, es un hombre de tradición, de costumbre, poco dado a cambiar sus usos si no hay causa más que probada para ello. Buena prueba de esto último, es el tradicional uniforme naval, que nació en la época de la navegación a vela y se ha mantenido sin cambios significativos por más de un siglo. El buque de guerra es un fiel reflejo de la personalidad naval. La Armada es una institución que en lo profesional está altamente marcada por la tecnología y sus continuos avances, pero que sigue fundada bajo el peso de las tradiciones y las costumbres marineras. El buque es, casa, cuartel y trinchera, pero también constituye un alarde de ingenio tecnológico, en el que cada equipo, cada mínimo componente ocupa un lugar definido cuidadosamente, pues el espacio a bordo es un bien escaso y el peso o su posible exceso influye en la estabilidad de la plataforma. Los costos de las transformaciones físicas de las unidades para poder recibir tripulantes mujeres, que son bastante significativos, tal como se ha visto por lo experimentado en la US Navy, pueden ser abordables gracias al holgado presupuesto disponible para esa fuerza. Pero si examinamos el caso chileno con detenimiento, veremos que las posibilidades son bastante menos sustentables en nuestra Armada, en razón de una realidad económica diferente en la que priman unas disponibilidades financieras mucho más reducidas. En lo que respecta a los problemas de integración de la mujer a las fuerzas armadas, que con mayor o menor intensidad se han dado en todos los casos conocidos, ellos parecen no ser de mayor gravedad. Probablemente es así, por el cuidado que la Armada ha dado siempre a la formación valórica de su personal civil y militar, y por los estrictos procesos de selección a los que son sometidos. Otro aspecto que puede incidir en esto, es que la mujer en la Armada de Chile no ha ocupado lugares en que la presencia femenina haya sido motivo de polémicas y controversias. En resumen, el tema de embarcar mujeres desde la perspectiva de la administración del recurso más valioso da la institución, que es el humano, plantea un desafío importante, sin que existan certezas de que los resultados que se puedan esperar sean realmente beneficiosos para la Marina y por ende para el país. TABLA 14 A Participación femenina en la Armada de Chile. Año 2003. Sexo Cantidad Porcentaje Varones 22.292 87,11% Mujeres 3.300 12,89% Total 25.592 100% 76 (Fuente: Dirección General del Personal de la Armada). TABLA 14 B Participación femenina en los escalafones de oficiales de servicios. Año 2003. Escalafón Total Justicia Sanidad Naval Sanidad Dental Prácticos Servicio Religioso Bandas Total 36 65 37 12 10 1 161 Varones Mujeres Cantidad Porcentaj Cantidad Porcentaje e 33 91,67% 3 8,33% 63 96,92% 2 0,77% 36 97,30% 1 2,70% 12 100% 0 0% 10 100% 0 0% 1 100% 0 0% 155 96,27% 6 3,73% (Fuente: Dirección General del Personal de la Armada). TABLA 14 C Participación femenina en los escalafones de empleados civiles de planta. Año 2003. Escalafón Administrativos Técnicos Profesionales Ley Nº15.076 Total Total 104 97 363 209 773 Varones Mujeres Cantidad Porcentaje Cantidad Porcentaje 36 34,62% 68 65,38% 48 49,48% 49 50,52% 136 37,47% 227 62,53% 151 72,25% 58 27,75% 371 47,99% 402 52,01% (Fuente: Dirección General del Personal de la Armada). TABLA 14 D Participación femenina en los escalafones de gente de mar del área de servicios. Año 2003. 77 Sexo Varones Mujeres Total Cantidad 3.175 1.149 4.324 Porcentaje 72,43% 26,57% 100% (Fuente: Dirección General del Personal de la Armada). TABLA 14 E Distribución del personal femenino en los escalafones de gente de mar del área de servicios. Año 2003. Escalafón Total Básico Medio Superior Fuera escalafón Escalafones en extinción Total Varones Mujeres Cantidad Porcentaje Cantidad Porcentaje 675 425 62,96% 250 37,04% 435 400 91,95% 35 8,05% 203 203 100,00% 0 0,00% de 19 9 47% 10 53% 2.831 1.983 70% 848 30% 4.163 3.020 72,54% 1.143 27,46% (Fuente: Dirección General del Personal de la Armada). TABLA 14 F Presencia femenina dentro del personal no perteneciente a la Planta. Año 2003. Escalafón Fondos Propios Jornales Obreros a Trato A Contrata Profesores Civiles Total Total 2.527 68 332 247 271 Varones Cantidad 1.262 62 139 155 222 Mujeres Porcentaje Cantidad 49,94% 1.265 91,18% 6 41,87% 193 62,75% 92 81,92% 49 Porcentaje 50,06% 8,82% 58,13% 37,25% 18,08% 3.445 1.840 53,41% 46,59% 1.605 (Fuente: Dirección General del Personal de la Armada). 78 TABLA 14 G Comparación entre postulantes masculinos y femeninos a la Escuela de Grumetes. Año 2003. Cursos Grumetes Navales Grumetes IM Mantenimiento Chóferes Mayordomos Cocineros Sanidad Naval (femenino) Sanidad Dental (femenino) Total varones Total damas Postulantes Cupos Relación P /C 4.065 905 804 180 26 124 210 67 380 100 44 15 25 16 35 10 10,70 9,05 18,27 12,00 1,04 7,75 6,00 6,70 6.104 277 580 45 10,52 6,16 (Fuente: Dirección General del Personal de la Armada). 79 4.- FUERZA AÉREA DE CHILE102. En la historia de la aviación chilena, la mujer ha estado presente en los diversos campos que abarca el vuelo y operación de las aeronaves. Algunas de ellas han alcanzado cierta notoriedad histórica y mediática, como Margot Duhalde y las más recientes “abuelas aviadoras”, aunque, en rigor, ninguna ha conquistado sus laureles en el seno de nuestra Fuerza Aérea. Margot Duhalde, primera mujer piloto chilena, se integró a las fuerzas de la Francia Libre durante la Segunda Guerra Mundial, prestando sus servicios como piloto para el transporte de aviones desde las fábricas a las bases de despliegue. Su labor le hizo acreedora a la Legión de Honor. En marzo de 2004, las abuelas aviadoras, Madelaine Dupont y María Eliana Christen, realizaron un extenso raid aéreo que comenzó en Santiago y llegó hasta Ginebra (Suiza), vía el Océano Atlántico sur y que, en su viaje de regreso, cubrió Islandia, Groenlandia y una parte de Norteamérica. Tras 76 días de viaje, las audaces damas retornaron triunfalmente a Chile. Aunque ellas no pertenecen formalmente a la Fuerza Aérea, su logro contó con el apoyo de la institución, que ha cumplido un rol importante en la difusión y promoción de la actividad aérea nacional. En el campo estrictamente militar, el 1º de noviembre de 1981, se integran 50 jóvenes conformando el primer contingente del servicio militar femenino de la Fuerza Aérea de Chile (FACH), con el fin de ser instruidas para desempeñarse en las áreas de administración y de salud. La necesidad de reclutarlas surgió del hecho de que la actividad educacional civil no satisfacía adecuadamente los requerimientos específicos de la institución en estas materias. La Escuela de Especialidades, ubicada en la Base Aérea El Bosque, fue la encargada de llevar a cabo el proceso de formación de las reclutas. El personal docente fue especialmente entrenado con el apoyo de instructores enviados por el Ejército. La necesidad de instructoras militares llevó a recurrir a mujeres reservistas del Ejército para suplir esta necesidad, las que fueron incorporadas a la FACH en el grado de Cabo 2º. La formación de estas reclutas se llevó a cabo en el Hospital de la Fuerza Aérea, pues sería allí donde a futuro prestarían sus servicios en calidad de auxiliares de enfermería. Para ello primero fue necesario habilitar ciertas dependencias, en las que las alumnas permanecerían en régimen de internado por dos años. El segundo contingente (1982-1984) cumplió su período de reclutas en el Ejército, antes de instalarse en el hospital de la Fuerza Aérea. Poco tiempo después, la ciudadanía las vería participando en la parada militar del 19 de septiembre, desfilando tras el estandarte del Regimiento de Artillería Antiaérea de Colina. Sesenta mujeres integraron el tercer contingente (1983 - 1985) de mujeres, el que recibió la totalidad de su instrucción dentro de las instalaciones de la FACH. Diez de ellas ingresaron al servicio como técnicos en procesamiento de datos, 102 Los antecedentes acerca de la presencia de la mujer en la Fuerza Aérea, han sido proporcionados por el Sr. Secretario General de la Fuerza Aérea, Coronel de Aviación (A) don Hugo Tilly Ebensperger, mediante Carta Nº 20248-1, cuya gentileza agradecemos. 80 veinte en protección de personas y treinta como auxiliares de enfermería del Servicio de Sanidad. Durante el año 1985 y tras sortear las primeras experiencias con personal feminino, se seleccionó a dos de las seis instructoras militares provenientes del Ejército, para integrarlas al Curso Especial de Oficiales dictado en la Escuela de Aviación. Dicha medida se tomó con el fin de poder contar con instructoras militares que ostentaran el rango de oficial. Ese año, el Regimiento de Artillería Antiaérea de Colina asume la tarea de formar instructoras militares para instruir a las futuras reclutas que se integrarían a los escalafones femeninos, las que eran seleccionadas de entre el personal del segundo contingente de la FACH y de reservistas del Ejército. El programa se mantuvo en funcionamiento hasta el 3 de noviembre de 1990. No obstante que la FACH calificó la experiencia como acertada y positiva, la educación privada había evolucionado lo suficiente como para no ser necesario realizar la preparación profesional de este personal femenino en el seno de la institución. El ingreso de la mujer en los escalafones de personal de cuadro permanente, para así acceder a los escalafones regulares a través de la Escuela de Especialidades, es una materia que se encuentra en plena etapa de estudio, sobre la base de la experiencia con alumnas en la Escuela de Aviación. Sin embargo, la misma escuela ha dictado varios cursos especiales de administración para alumnas mujeres. En los escalafones de cuadro permanente del área de servicios, la mujer puede optar por varias especialidades: transporte terrestre, bandas de música, sanidad, alimentación y apoyo general. La formación profesional de este personal se realiza antes de incorporarse activamente al servicio. Ingresan con el grado de cabo y pueden alcanzar el grado de suboficial tras cierta cantidad de años de permanencia en la institución. Si se incorpora como empleado civil, la mujer puede desempeñarse en varias áreas técnicas y administrativas. Lo hace en igualdad de condiciones que los varones. En el año 2000 ingresaron a la Escuela de Aviación las primeras mujeres cadetes. Se convirtieron en las primeras mujeres oficiales de los escalafones de oficiales de línea durante el año 2003. Las especialidades a las que pueden optar son las siguientes: rama del aire (pilotos), ingeniería aeronáutica, ingeniería en administración, defensa antiaérea y telecomunicaciones e informática. Cabe mencionar que las oportunidades de las mujeres en estos escalafones son las mismas de los varones. Los escalafones de oficiales de servicios también son un campo abierto a la participación femenina desde hace ya muchos años. Sanidad, sanidad dental y justicia militar, son tres áreas a las que se ingresa en el grado de Capitán de Bandada y que tiene como tope, el de General de Brigada. La excepción la constituyen los dentistas, cuyo grado límite para ascender es el de Coronel de Aviación. Los escalafones de servicios generales se conforman con los mismos profesionales anteriores, pero su carrera militar se limita al grado tope de Comandante de Grupo. Como ocurre en los casos anteriormente mencionados, la 81 institución no hace diferencias entre varones y damas, para el ingreso, permanencia y ascenso. La presencia femenina en la Fuerza Aérea, en cifras, se ve reflejada en las TABLAS 15 A y 15 B. Al igual que lo observado previamente en la Armada, se aprecia que un número alto de mujeres integra la fuerza laboral de la institución en espacios en los que puede competir razonablemente bien con sus pares masculinos. De acuerdo con las informaciones disponibles, alrededor del 14% del total de la dotación de la FACH, está integrado por personal femenino, lo que sitúa a esta institución dentro de los rangos promedio observados en casi todos los casos. La experiencia de incorporar mujeres en los escalafones de oficiales de línea, aún muy fresca, no permite determinar el impacto numérico que tendrá a futuro en el conjunto, aunque no debiera tener una gran incidencia, dado que las cantidades de oficiales de línea son relativamente pequeñas. El efecto que la incorporación de mujeres a los escalafones regulares de personal de cuadro permanente (de línea) pueda tener está en estudio, y podría tener en conjunto, en términos numéricos, más importancia. Sin embargo, nada puede asegurar que la FACH logre niveles de participación femenina distintos a los observados en otros países. En este sentido, lo más realista y probable es que los niveles de participación terminen siendo bastante similares a los de los otros países. Es interesante observar que en lo que respecta a la participación de mujeres en los procesos de admisión a la Escuela de Aviación, si bien se nota un creciente interés en las postulaciones, que han experimentado un importante incremento desde el 23% hasta el 31%, también se muestra un descenso algo menor en los niveles de ingreso del 34% al 28% (Ver tabla 15 B). Probablemente este descenso se deba a los diversos ajustes que ha tenido el proceso desde que se implementó, y a medida que la escuela va adquiriendo experiencia con las postulantes femeninas. La falta de antecedentes respecto de las cifras de egreso, que en definitiva son las que al final cuentan, no permite evaluar en profundidad el real éxito de la mujer en su empeño por ingresar a las áreas operativas de la institución. El tiempo se encargará de emitir su juicio. También el tiempo será el que finalmente determine si las nuevas condiciones que la FACH ha establecido para el trabajo femenino, han tenido un efecto positivo o negativo en la calidad de la gestión de la aviación de tipo militar de la nación. 82 TABLA 15 A Presencia femenina en la Fuerza Aérea de Chile. Año 2004. Porcentaje dotación Oficiales: De Línea Justicia Sanidad Servicios Generales Cuadro Permanente: Sanidad Administración Otros Empleados Civiles: Sanidad Bienestar Social Administración Cadetes: Escuela de Aviación de mujeres en la 1,20% 21% 37% 42% 43% 44% 20% 62% 18% 20% 22% Fuente: Comando de Personal de la FACH. TABLA 15 B Participación femenina en los procesos de admisión a la Escuela de Aviación “Capitán Ávalos”. Año 2000 2001 2002 2003 2004 Postulantes (%) Mujeres Varones 23 77 23 77 25 75 25 75 31 69 Ingresados (%) Mujeres Varones 34 66 35 65 25 65 20 80 28 71 Fuente: Comando de Personal de la FACH. 83 FIGURA 4 Personal Total Fuerza Aérea de Chile M asculino 85% Femenino 15% Fuente: Comando de Personal de la FACH. 84 IV.- PROCESOS DE INTEGRACIÓN 1.- LA INTEGRACIÓN DE LA MUJER A LAS FUERZAS ARMADAS COMO IMPERATIVO POLÍTICO. En un mundo marcado cada vez más por el igualitarismo, uno a uno han ido cayendo los bastiones considerados como exclusivamente masculinos. Cualquier diferencia que se haga, en razón del género de las personas, recibe una muy rápida y enérgica condena social o rechazo, aun cuando tal diferencia responda a imperativos totalmente ajenos a lo que es la voluntad humana, como son los derivados de la fisiología. Uno de estos bastiones ha sido desde siempre, el mundo militar. La presencia femenina en las fuerzas armadas no es en absoluto nueva, sólo que en algunas áreas no ha sido en un plano de plena igualdad con el varón, tanto en lo que se refiere a las funciones específicas, como en cuanto a las oportunidades de acceso a ciertos escalafones o a las posiciones jerárquicas más elevadas. Por lo general, el acceso de la mujer a la vida militar ha seguido al ingreso femenino a ciertas profesiones u oficios que en la vida civil parecían ser un eterno feudo exclusivo de los varones. Así, cuando se admitió el ingreso de mujeres en el campo de la abogacía o de la medicina, pronto las fuerzas armadas contaron con mujeres abogados o médicos en sus filas. Mucho antes, la aparición del oficio femenino clásico en la actividad económica, el de secretaria, evolución natural del aún más antiguo de dactilógrafa, había abierto las puertas del campo militar a la mujer. Pero sin duda, que la presencia de la mujer como enfermera en los ejércitos, antecede con creces a todos los casos anteriormente nombrados. No obstante, la existencia de ellas era un suceso que sólo ocurría durante las campañas bélicas 103 y no en tiempos de paz. Hasta la Primera Guerra Mundial, los cuerpos de enfermeras eran cubiertos principalmente por voluntarias, que recibían instrucción sólo cuando se presentaba una emergencia. Esta característica se mantuvo incluso en aquellas instituciones que al inicio de la Gran Guerra ya contaban con cuerpos de enfermeras. Una vez terminado el conflicto, las damas retornaban a sus ocupaciones habituales. En los albores del siglo XX aparece en escena un nuevo fenómeno: el sufragismo. Tanto en Europa como en Estados Unidos, se desató una fuerte corriente que abogaba por el derecho femenino al voto. Con más o menos suerte, los diferentes movimientos fueron alcanzando sus metas, tras lo cual emprendieron una nueva campaña, consecuencia natural de la anterior: el derecho a ocupar cargos públicos, en especial cargos de elección popular. Como ya lo hemos mencionado, las dos guerras mundiales abrieron definitivamente el mundo laboral a la mujer, la que adquirió conciencia de que su número constituía un gran capital político. 103 Las mujeres habían tomado parte informalmente, en muchísimas campañas militares, siguiendo a maridos, amantes o clientes, cumpliendo diversas funciones, entre las que destacaban las de enfermera, lavandera y cocinera; esta costumbre se mantuvo hasta que los ejércitos lograron crear cuerpos de apoyo logístico orgánicos. 85 También los políticos supieron captar esta nueva realidad electoral que se les venía encima. Atender a las necesidades, demandas y anhelos femeninos puede fácilmente modificar cualquier resultado en las urnas, con el agregado, de que muchas de tales necesidades y demandas no conocen barreras sociales ni políticas. No es de extrañar entonces, que los grupos que abogan por mayores oportunidades para la mujer hayan logrado triunfos significativos, sobretodo en los últimos tiempos, llegando a imponer criterios sociales que en muchas legislaciones han adquirido rango de ley. Tal es el caso de la así llamada “no discriminación sexual”, que consiste en considerar que no existe ninguna diferencia entre hombre y mujer, en orden a acceder a derechos y beneficios de cualquier tipo. En los Estados Unidos, la legislación federal así como numerosas legislaciones estaduales, contemplan la existencia de organismos cuyo único fin es velar por la perfecta igualdad de derechos entre todos los ciudadanos, para ocupar puestos en los organismos fiscales o privados. Se ha llegado a fijar cuotas a ser cubiertas por cada grupo minoritario o “discriminado”. Así, el poder ser clasificado como miembro de un grupo “discriminado” es una buena forma de acceder a puestos a los que probablemente, por talento, no se podría postular con razonables probabilidades de éxito104. Como en toda corriente de pensamiento, hay extremos. En el caso de los partidarios del ingreso irrestricto de la mujer a las FF.AA., hay grupos que niegan la validez de cualquier restricción, incluso si ésta surge de cuestiones que son totalmente ajenas a la voluntad humana. Si las limitaciones existen, ellas deben ser superadas. El costo material o los sacrificios que la adaptación exija, carecen de importancia. Tal corriente es la que se ha impuesto en nuestros vecinos Perú y Argentina, aunque evidentemente la aplicación de la idea ha debido aceptar la existencia de ciertos límites. La tendencia en Europa y EE.UU., es eliminar total y definitivamente las barreras que eventualmente puedan existir entre los dos géneros. Las FF.AA. han debido adaptarse a los cambios que dicha situación generó. La experiencia ha ido demostrando que no siempre es posible cumplir cabalmente con las directrices que emanan del estamento político y se han hecho oír voces que piden revisar las políticas adoptadas en materia de participación femenina en la milicia, en tanto que algunos estados han dejado que sean los propios mandos castrenses los que resuelvan estos asuntos. Sin duda, el feminismo ha hecho valer sus postulados actuando a través de los grupos influyentes en la política. Analizado con profundidad e imparcialidad, el feminismo no se diferencia demasiado del machismo que dice combatir 105. La pretensión de que el hombre y la mujer son “intercambiables” en todas las 104 Al respecto, la posición que empieza a imponerse es la de asignar a cada puesto, al más calificado, procurándose que las diferencias que anteriormente se calificaban como discriminatorias, sean simplemente eliminadas y no que jueguen de modo de producir nuevas discriminaciones que vengan a perjudicar a los que antes se vieron favorecidos. Tal es el parecer de la Baroness Symons of Vernham, Dean Minister for Defence Procurement (Reino Unido), según señala en PART OF MY JOB: EQUAL OPPORTUNITIES IN THE ARMED FORCES, RUSI Journal, octubre de 2000. 105 Romano Amerio, IOTA UNUM, Estudio sobre las transformaciones de la Iglesia Católica en el siglo XX, Riccardo Ricciardi Editore, Milán- Nápoles, 1985, ed. castellana, Salamanca, 1994, Capítulo IX La Iglesia y la mujer, 90. Crítica del feminismo. El feminismo como masculinismo, pp 153-154. 86 actividades, el criterio de que la mujer puede hacer todo lo mismo que el varón, se ha traducido en que ésta se comporta según el modelo masculino, despreciando aquello que es considerado por la tradición como propiamente femenino. Las antiguas condicionantes, que determinaban las tareas que podían ser asumidas por la mujer, han pasado a ser juzgadas como convencionalismos retrógrados. Nótese que el feminismo no menciona nunca los deberes femeninos, sino tan sólo los derechos. En el debate acerca de la presencia femenina en las FF.AA., el feminismo tampoco se detiene en la razón de ser de estas instituciones. Para esta corriente lo que cuenta no es realmente la necesidad de la defensa de la patria, ni los costos que cambios tan radicales constituyen para el Estado. Falta en el discurso feminista, una cuestión evidente: determinar el rol femenino en las FF.AA. No es igual que la mujer haga lo mismo que el hombre realiza, que otorgarle un papel que ella haga de manera óptima y / o en el cual el varón simplemente no logre igualarla o superarla. La corriente feminista pacifista cuya influencia en la vida política moderna es poco importante, aboga por la presencia irrestricta de la mujer en las FF.AA. Tan curiosa postura persigue la eliminación o anulación de la existencia de las FF.AA., partiendo del supuesto de que sin cuerpos armados no habría guerras ni conflictos. Como no ha habido indicios de que los estados renuncien a contar con las FF.AA., estos grupos buscan promover la presencia femenina en la milicia, pues perciben que a través de la presencia masiva de la mujer en sus filas, las FF.AA. se feminizarían o debilitarían a tal punto que ya no serían capaces de combatir, lo que sería equivalente a no tener fuerzas militares106 en la práctica. No es difícil prever las ventajas que esta situación acarrearía a los países cuyas FF.AA. carecen de mujeres (el mundo islámico, por ejemplo) o limitan su presencia a los campos tradicionales. A su vez, las corrientes feministas pacifistas presentan algunas variantes que es interesante analizar. La más notable, es la que denuncia la incorporación de la mujer a la vida militar como un nuevo intento del poder político, considerado enclave masculino, para someter a la mujer a sus determinaciones. El mundo militar, instrumento de opresión, recurriría a la mujer para cumplir con sus propósitos, pero sin permitirle gozar de las prerrogativas castrenses reservadas a los varones. El feminismo se une con la izquierda política, en lo que ambos han venido a denominar el “progresismo”. Las feministas sienten que la izquierda, a través de las políticas de gobierno, ha demostrado que actúa beneficiosamente para sus postulados por medio de dos tipos de acciones concretas: las acciones indirectas, porque al generalizar la educación, los servicios sociales, etcétera, se beneficia a la mujer que parte de una situación de desigualdad. Y luego, están los hechos por la acción directa: crear organismos específicos para luchar contra la discriminación de la mujer, como es el caso del “Instituto de la Mujer”, proponer planes de igualdad, etcétera. 106 Stephanie Guttman, Una milicia más benévola y gentil: ¿Pueden las fuerzas de combate de género neutral aún ganar guerras?, citada por Lee Bockhorn, en Mujeres en las FF.AA., serie Temas Seleccionados, Academia de Guerra Naval. No sólo estas FF.AA. feminizadas serían menos capaces para la guerra, también serían más eficientes en la defensa de la paz, la que es sólo amenazada por las FF.AA. masculinas, que solamente desean la guerra. 87 El “progresismo” político partidista de izquierda a la vez hace suyas muchas de las banderas de lucha del feminismo, entre ellas, el tema de la mujer en combate. La mujer “debe” ser incorporada a las Fuerzas Armadas en “todos” los ámbitos, sin importar si ellas, o una parte importante de ellas, no lo desea. No interesan ni los costos, ni la tradición, ni tampoco la posible disminución en la eficiencia de las instituciones armadas. Sólo interesa el sentido de igualdad de géneros que impone el nuevo estilo de hacer política que ha comenzado a primar en los últimos años. Los sectores que se dicen marxistas y sus aliados políticos “progresistas” o de izquierda, ven la presencia de la mujer en las Fuerzas Armadas como un problema en donde el género las une, pero la “clase social” las divide107. Su visión de unas FFAA “democráticas” en su estructura, en relación al acceso a las escuelas matrices, las que deben estar abiertas a toda la sociedad sin ningún tipo de distinciones ni supuestas discriminaciones, es lo que define claramente su posición política sobre el tema108. La gran mayoría “silenciosa” de las mujeres, que aboga por una presencia femenina limitada a los roles tradicionales, no da muchas señales de querer defender sus posiciones u opiniones en estas materias, en la creencia de que la actual tendencia de abrir el terreno militar sin limitación alguna, es inevitable e irreversible. Es importante mencionar la aparición en algunos países desarrollados (en los europeos, especialmente) de movimientos neofeministas, los que abogan por la vuelta al hogar y a las tareas tradicionales de las mujeres. Este grupo, busca compatibilizar la vida familiar y profesional a través de empleos a medio tiempo o labores realizadas a distancia. En materia de independencia de los mandos militares para decidir estos asuntos, hay una gama muy variada de opiniones e ideas, las que van desde los políticos que imponen las medidas, sin considerar en absoluto la opinión o experiencia de los militares, hasta los que han dejado que sean ellos quienes decidan lo que se debe hacer, pasando por todas las posiciones intermedias imaginables. Muchas normas que se dictan para el mundo civil, que dicen relación con la defensa y promoción de la mujer, tienen poca aplicación práctica en el plano militar o requieren de complejas y costosas adaptaciones. Los militares se distinguen de los civiles en muchas cosas: el uso exclusivo de determinada vestimenta (uniformes), la potestad para el uso de las armas, la renuncia voluntaria a derechos considerados sagrados para un no militar, el compromiso solemne y sancionado por la ley de cumplir con su deber al precio de la propia vida y otros, marcan una enorme diferencia109. En este sentido, los responsables de la conducción política deben comprender una realidad insoslayable: el mundo militar es una situación especial y diferente del civil, cuyas peculiares características exigen de ellos, un conocimiento en profundidad. 107 Clase contra Clase. N.79, 4/09/2005. Programa de gobierno Pacto“Juntos Podemos Más”. Un militar puede ser juzgado y condenado a sanciones que, según la legislación, pueden ir desde la expulsión deshonrosa del servicio, pasando por el presidio, hasta la pena de muerte, por cometer acciones que en el mundo civil no merecerían más que una pérdida del empleo. En Chile, las faltas cometidas por los militares normalmente implican sanciones mucho más duras que las que se aplican a los miembros del Poder Judicial, por mencionar un campo laboral en el que las acciones punibles tienen tanta o mayor repercusión que en el mundo militar. 108 109 88 2.- EL IMPACTO DEL CONTROL DE LA NATALIDAD Y DE LA SOCIEDAD DE CONSUMO Las políticas de control de la natalidad, así como la creciente presión social por acumular bienes de tipo material, tienen un fuerte impacto en la conformación de las fuerzas armadas en los países europeos y en los Estados Unidos, principalmente110. En nuestra América hispana, esta tendencia se ha ido haciendo más evidente en los últimos años, aunque atenuada por las elevadas tasas de desempleo que persisten crónicamente y que hacen más atractiva la opción laboral militar, especialmente dentro del segmento más joven de la población. Es así como la propensión a restringir la cantidad de hijos a solamente uno o dos como máximo, reduce paulatinamente la disponibilidad de varones jóvenes para entrar a integrar los escalafones militares. Como solución para atender a la demanda de mano de obra de oficios considerados de menor rango social y económico, que requieren de poca o nula preparación académica, los países europeos han recurrido a inmigrantes de naciones con tasas de natalidad más elevadas y menores ingresos per cápita. Países como los de Europa oriental, los norteafricanos y, más recientemente, los hispanoamericanos han servido para paliar el problema, convirtiéndose así en exportadores de mano de obra barata y frecuentemente explotada por empleadores inescrupulosos. Para efectos militares estos candidatos, por diversas razones, no resultan del todo adecuados para el servicio, aun cuando por lo general su ingreso a las FF.AA. se ve restringido solamente por la normativa legal. España, país en el que las bajas tasas de reclutamiento han hecho crisis, han decidido la incorporación de extranjeros a las filas militares, en tanto que los EE.UU. hace mucho tiempo que los admite111. No puede ignorarse el hecho de que las FF.AA. son la expresión militar de la nacionalidad112 y la fuerza que permite mantenerla en el tiempo. La incorporación de extranjeros en la milicia, necesariamente implica una notoria pérdida del sentido nacional en los cuerpos castrenses, cuyas consecuencias solamente podrán percibirse a cabalidad, cuando aparezca un conflicto bélico de mayor intensidad que los que actualmente se han librado por estas FF.AA. multinacionales bajo una sola bandera. Diversos países europeos han tomado en los últimos años conciencia del problema de las bajas tasas de natalidad, por lo que han ido desarrollando políticas de protección a la maternidad y a las familias numerosas. Son medidas que de tener éxito, sólo mostrarán efectos perceptibles a mediano y largo plazo, pero no en lo inmediato. Dichas medidas solamente, y en general, han dado resultados muy discretos hasta el momento. Las Tablas 16 A y B nos muestran la realidad, también preocupante, de nuestro país al respecto. Si se analiza a dichas tablas, es muy fácil llegar a la 110 María Luisa Barón, El Papel de la mujer en las Fuerzas Armadas. 111 Las mujeres llegarán a general en un plazo de entre quince y veinte años, diario ABC (España), entrevista al subsecretario del Ministerio de Defensa, Víctor Torre de Silva. www.belt.es/noticias/2002/02_octubre/21_mujergeneral.htm. 112 Rafael Martínez Martínez, Quiénes son y qué piensan los futuros oficiales y suboficiales del ejército español, Fundación CIDOB, CIDOB Barcelona, 2001, www2.ubu.es/derpri/ciepola. El estudio revela que en un país, como España, en donde el sentimiento de nacionalidad ha sido apagado en beneficio de un fortalecimiento simultáneo de pertenencia a una “comunidad autónoma” y de adherencia a la Unión Europea, no ha hecho mella en el sentido nacional que se vive en las FF.AA. 89 conclusión de que las tasas de natalidad disminuyen incesantemente en Chile, con el agravante de que aquí no existen planes gubernamentales para revertir efectivamente dicha tendencia. Muy por el contrario, los últimos gobiernos han mostrado un casi nulo interés por el tema y apoyan abiertamente una política de controlo de la natalidad. Numerosos ejemplos avalan esta última aseveración. Por ejemplo, se puede citar la posibilidad que tienen las mujeres de escasos recursos económicos, de recibir pastillas anticonceptivas de manera gratuita en los consultorios médicos pertenecientes al gobierno. TABLAS 16 A y B CHILE: Evolución de la tasa de natalidad, según quinquenios. 1950 - 2005 Período 1950 1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 - TN 1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005 4,95 5,49 5,44 4,44 3,63 2,80 2,67 2,65 2,55 2,21 2,00 CHILE: Proyección de la tasa de natalidad 2005 - 2050 Período 2000 2005 2010 2015 2020 2025 2030 2035 2040 2045 - TN 2005 2010 2015 2020 2025 2030 2035 2040 2045 2050 2,00 1,94 1,89 1,85 1,85 1,85 1,85 1,85 1,85 1,85 Fuente: Instituto Nacional de Estadística, Boletín 2005 90 CHILE: Pobla La pérdida de las colonias, antaño una fuente importante de mano de obra militar, impone la necesidad de restringir el reclutamiento a la población del territorio metropolitano. La famosa Legión Extranjera no es vista con buenos ojos entre la mayoría de los europeos, incluso en Francia, por nutrirse de mercenarios extranjeros y sin sentido alguno de nacionalidad113. Entre ellos existen muchos que son sencillamente delincuentes o indeseables que huyen de la justicia de sus países de origen y para los que la Legión Extranjera constituye en excelente refugio. En las unidades de la Legión, la falta de un sentido nacional francés, es suplida hábilmente con el argumento retórico de que la Patria del legionario es la Legión. Además, se les otorga la nacionalidad francesa para aquellos que cumplan una cierta cantidad de años en el servicio. El mercenario, que en tiempos medievales constituía el grueso del contingente del que disponían los ejércitos europeos, hoy sólo está incorporado con muchas restricciones en los ejércitos británico (Gurkas), español (Legión Extranjera) y francés (Legión Extranjera). La presencia de elementos extranjeros se ha limitado solamente a determinadas unidades en dichos ejércitos. El fenómeno de las campañas publicitarias promoviendo el ingreso a las fuerzas armadas, que en el pasado sólo se presentaba en tiempos de guerra, se ha tornado permanente, aunque los resultados son cada vez menos auspiciosos. Es imperioso competir con todos los medios disponibles por un recurso cada vez más escaso: el humano. También, el envejecimiento de la población, otra consecuencia de los bajos índices de natalidad, incide poderosamente en las oportunidades de los servicios armados para reclutar personal. Como es natural, la función militar es propia de gente joven. 113 Ver “Mercenario” en Aclaraciones. 91 TABLA 17.- CHILE: Población total por sexo y años calendario terminados en 0 y 5 al 30 de junio, según grupos quinqueniales de edad. 1985 - 2015 GRUPO DE EDAD Y SEXO TOTAL Población y Años 1985 12.102.174 1990 1995 2000 2005 2010 2015 13.178.782 14.394.940 15.397.784 16.267.278 17.094.270 17.865.185 0-4 1.323.066 1.459.498 1.487.544 1.328.435 1.237.463 1.248.325 1.259.507 5-9 1.170.644 1.317.058 1.461.367 1.487.986 1.328.126 1.237.497 1.247.912 10-14 1.243.270 1.165.852 1.321.302 1.463.554 1.488.498 1.328.934 1.237.791 15-19 1.251.432 1.235.643 1.170.027 1.322.956 1.463.158 1.488.317 1.328.427 20-24 1.285.305 1.237.943 1.240.689 1.172.379 1.322.128 1.462.342 1.486.755 25-29 1.118.991 1.268.512 1.242.813 1.242.260 1.171.107 1.320.741 1.459.635 30-34 895.476 1.106.437 1.272.062 1.243.236 1.239.874 1.169.556 1.317.682 35-39 752.259 883.498 1.107.665 1.269.543 1.239.003 1.236.191 1.165.611 40-44 647.161 740.232 881.377 1.101.809 1.261.636 1.231.974 1.228.946 45-49 520.521 633.749 734.101 872.593 1.090.382 1.249.164 1.220.001 50-54 466.479 505.019 622.864 720.989 857.796 1.072.667 1.229.337 55-59 405.154 445.704 489.157 603.577 700.924 835.126 1.045.250 60-64 320.667 378.904 422.191 464.960 577.002 671.677 801.793 65-69 259.199 290.004 347.322 389.561 432.884 539.279 629.844 70-74 193.451 221.466 252.131 305.395 348.283 389.319 487.591 75-79 136.240 150.917 177.237 205.815 256.350 295.148 332.591 80+ 112.859 138.346 165.091 202.736 252.664 318.013 386.512 Fuente: Instituto Nacional de Estadística, Boletín 2005 El envejecimiento de la población produce entre los jóvenes más y mejores oportunidades en la actividad económica. Frente a lo cual, las fuerzas armadas, generalmente remuneradas por debajo de la actividad productiva privada, no pueden competir eficientemente. Este factor adquiere un grado de complejidad adicional, debido a que la sociedad occidental contemporánea ha hecho de la adquisición, posesión y goce de bienes materiales, el elemento de valoración social más importante, situándolo en la práctica en una escala de más importancia que lo espiritual. El pobre, a su carencia de recursos, debe agregar el sufrimiento de su menor consideración social. Los que han elegido la vida militar como su forma de vida, con la consiguiente restricción en la satisfacción de sus necesidades materiales y económicas, sufren ahora también la de una menor consideración social. La pertenencia a una rama de las fuerzas armadas hasta mediados del siglo XX, era considerada una cuestión de gran prestigio y aceptación social en Chile, para posteriormente pasar a ser una actividad atractiva sólo para los grupos sociales de menores recursos económicos y, por lo tanto, menos valorados en la escala social. Con raras excepciones, la mujer aspira y obtiene niveles de renta considerablemente inferiores a los del hombre, por lo tanto, las fuerzas armadas, con sus remuneraciones más reducidas, no constituyen una alternativa laboral 92 menos atractiva para ella. Además, como en el servicio castrense los niveles de ingreso dependen del rango alcanzado y de la función desempeñada, las rentas no quedan determinadas por el sexo del funcionario, lo que pone a la mujer en un plano de igualdad frente al varón. TABLA 18.- Crecimiento Económico PRODUCTO INTERNO BRUTO PER CAPITA 1984 - 2000 Año Miles de Pesos de 1986 Variación Anual (%) 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 266,60 268,80 279,20 292,60 308,80 335,70 342,30 363,50 401,30 422,30 439,30 478,60 506,40 536,50 550,10 537,00 558,00 0,80 3,90 4,80 5,50 8,70 2,00 6,20 10,40 5,20 4,00 8,90 5,80 5,90 2,50 -2,60 4,00 Crecimiento Promedio Anual (%) 1984 - 1989 1989 - 2000 4,70 4,70 Fuente: Banco Central de Chile La insuficiente cantidad de candidatos a ingresar a las fuerzas armadas, ha motivado a los gobiernos europeos a considerar dos tipos de medidas: en primer lugar, ofrecer mejores niveles de remuneraciones y segundo, el abrir más espacios a las mujeres, en los roles en que ellas no hasta ahora no han sido admitidas. La primera de estas medidas, siempre encontrará el obstáculo de la escasez de recursos fiscales, dinero que con el término de la guerra fría en la década de los 90 93 resulta poco atractivo destinar a las fuerzas armadas. La segunda medida, parece encontrar mayor apoyo entre los políticos, por el hecho de que les permite captar más votos en el electorado feminista, a la vez que no les obliga a desembolsar más fondos públicos en la defensa, punto que les acarrea el favor de los grupos ecologistas y pacifistas. Volviendo al tema de los mejores niveles de remuneraciones, se ha planteado una nueva opción: el reclutamiento de jóvenes voluntarios por períodos de tiempo limitados (no más de cuatro o cinco años), a cambio de becas de estudios u otros beneficios, al término del servicio en la milicia. Estos períodos de servicio pueden ser prorrogables y conducir a una carrera regular dentro de las instituciones armadas. Es una solución atractiva, pues resuelve el problema de la cantidad de personal reclutado, pero tiene un alto costo y no es adecuado para satisfacer las necesidades de personal de alta calificación técnica, cuya formación es cara, tanto monetariamente como en términos del tiempo que demanda su formación práctica y teórica. Las FFAA. de los Estados Unidos han aplicado este esquema por años, y han podido conformar un vasto y bien entrenado cuerpo de reservistas militares, con los que ha atendido con éxito las necesidades de tropas para las campañas de Tormenta del Desierto, Afganistán y la más reciente invasión de Irak. No obstante, el costo de mantener entrenadas a grandes fuerzas en la reserva, es muy alto y tiende a perjudicar las opciones de los reservistas para conservar sus empleos civiles. Esta posibilidad resulta interesante para las mujeres, en especial para las que provienen de las capas sociales más bajas y económicamente menos favorecidas, que ven en esta opción la oportunidad siempre deseada para subir socialmente y mejorar sus ingresos. Finalmente, la alternativa del servicio militar obligatorio, implantada por primera vez en la Francia revolucionaria, hoy es considerada poco democrática 114. Cuando se la mantiene está sujeta a numerosas limitaciones, como la objeción de conciencia, y por muy diferentes causas. En todo caso, no es una solución adecuada, pues no resuelve el problema de fondo: la falta de población “en edad de portar armas”. En las fuerzas cuya naturaleza es esencialmente técnica, la conscripción sólo puede resolver una porción mínima de las necesidades de personal, en particular en los países con un bajo nivel de escolaridad o de desarrollo tecnológico incipiente115. Es importante hacer notar que los factores expuestos anteriormente se ven sometidos a esporádicas variaciones, como consecuencia de las vicisitudes a que está sometida la economía: cuando se viven períodos de estrechez, normalmente las fuerzas armadas no sufren de escasez de candidatos a servir en sus filas debido 114 El principio sobre el cual se sustentaba el reclutamiento forzoso, era que siendo el pueblo quien gobierna, el mismo pueblo debe asumir la defensa de la nación, que es una responsabilidad inherente al rol de gobernante. No se debe confundir el reclutamiento forzoso instaurado por la Francia revolucionario, con el practicado por los señores feudales, que reclutaban combatientes dentro de los siervos, pues ellos quedaban vinculados al servicio del señor, en virtud del juramento de mutua fidelidad que les unía de por vida. Se trataba de un servicio de tipo personal, al tanto que la conscripción moderna es un asunto impersonal, que vincula al individuo con el Estado y no con una persona en particular. 115 Algunos militares sostienen que la prisa con que se ha decidido en algunos países, terminar con la conscripción, ha impedido analizar las muchas alternativas que se podrían manejar para perfeccionar el sistema, como la postergación del acuartelamiento hasta el término de la educación superior, para captar reclutas con mayor calificación profesional o técnica, con la oportunidad de desarrollar una carrera como reservista, acuartelamiento por períodos breves, durante las vacaciones, etcétera Muchas de estas opciones están contempladas en nuestra legislación, pero se les aplica muy poco. 94 al incremento en las tasas de desempleo. En un escenario como el chileno actual, en el que la baja demanda de mano de obra genera un alto número de jóvenes desempleados, la opción por ingresar a las FF.AA. se hace cada vez más atractiva, lográndose mejores bases de selección, tanto para el ingreso a las escuelas matrices como para el servicio militar. Como puede apreciarse, la creciente carencia de varones jóvenes para el mercado laboral militar, sea por un descenso pronunciado en las tasas de natalidad o por el bajo atractivo económico de las carreras militares, va abriendo sostenidamente las posibilidades de acceso femenino sin restricciones a las funciones castrenses. No obstante lo anteriormente aseverado, las actuales circunstancias políticas en el plano internacional, han experimentado variaciones que han hecho repensar la necesidad de reclutar mujeres para las fuerzas armadas. En esencia, con el término de la guerra fría, la necesidad de contar con grandes contingentes de tropas preparadas para el combate, ha disminuido significativamente en los países de Europa Occidental, así como también en los EE.UU. A esta menor demanda de mano de obra militar, se ha sumado un mayor esfuerzo de automatización y modernización de los equipos y sistemas, lo que también incide en la necesidad de menores dotaciones para las fuerzas aéreas y navales, aunque sólo parcialmente en el caso de las terrestres. Naturalmente estos procesos exigen del personal militar un mayor grado de perfeccionamiento técnico, para apoyar eficazmente a las fuerzas operativas. En este sentido, la mujer puede competir eficientemente con el varón en muchas áreas, pues las disciplinas técnicas son campos en los que ella puede desenvolverse bien116. Sin embargo, las FF.AA. siempre serán más eficientes en sus tareas, si la función técnica y la propiamente militar, pueden ser atendidas por el mismo personal. Una cuestión importante es la relativa a los criterios de selección. Normalmente un cierto número de candidatos a los planteles militares es rechazado, por no cumplir con los patrones de selección. Razones académicas, por una parte e incapacidades físicas por otra, son las causas más relevantes de eliminación de candidatos. Pero no son los únicos, debido a que también se fijan rangos de edad fuera de los cuales todo candidato es automáticamente rechazado, deformaciones físicas, etcétera. Las causales de tipo académico van desde el no contar con los niveles de escolaridad mínimos que se exigen, hasta el bajo puntaje logrado en los exámenes de admisión. Es natural y deseable que las FF.AA. decidan aceptar a los más idóneos. En el plano de las aptitudes físicas, las variables son numerosas y en ellas es posible distinguir ciertas áreas que merecen alguna discusión. El tema del pie plano es una de ellas. Los especialistas en medicina militar ya no están de acuerdo que este asunto sea realmente una patología grave. La distinción moderna entre pie plano flexible y pie plano rígido, hace recomendable revisar a fondo este tema, pues es muy probable que numerosos candidatos, con méritos académicos y otros, queden eliminados solamente por esta causa que en definitiva, no les impide desarrollar las mismas actividades que las personas que poseen un pie “normal”. 116 María Luisa Barón, El Papel de la mujer en las Fuerzas Armadas. 95 Incluso entre quienes poseen el pie plano rígido, sólo unos pocos pueden ser calificados realmente como casos patológicos o insuperables117. Difícilmente una mujer con pies “normales” es capaz de rendir físicamente más que un varón con los pies planos, si consideramos las duras condiciones en que se desenvuelve la vida militar. Ciertas afecciones pueden ser tenidas como causales temporales de exclusión, pues su corrección es perfectamente factible en condiciones normales. La falta de ciertas piezas dentales o la presencia de caries, por ejemplo, pueden decidir la eliminación de candidatos aptos para el servicio, aunque aquellos problemas solamente tengan incidencia en cuestiones odontológicas o estéticas menores. Finalmente, la cuestión relativa a los rangos de edad es digna de estudio. Un candidato no es menos deseable, porque su edad exceda ciertos límites establecidos para los postulantes. Es cierto que no es lo mismo un cadete o grumete de 20 años, que uno de 25, que iniciará una carrera cerca de cumplir los 30. Pero también es cierto que es posible estructurar carreras en las que el postulante inicie su desempeño profesional contando con un título profesional y en las que ha cumplido con un programa de adoctrinamiento militar, mientras realiza sus estudios universitarios. Las FF.AA. norteamericanas han aplicado programas semejantes por décadas y el hecho de que tales programas se mantengan, es un indicativo del éxito alcanzado. El mismo esquema permitiría contar con una dotación calificada de reservistas. El tema de los criterios de selección es, en resumen, un punto en el que se debe reflexionar, pues es probable que la preocupación de las FF.AA. respecto de la escasez de candidatos aptos para la función militar, tenga su origen en procesos de admisión excesivamente rigurosos en aspectos de menor relevancia. Cabría preguntarse si, de acuerdo con los patrones de selección modernos que se manejan en la actualidad, Napoleón, por su baja estatura, podría ingresar hoy al ejército al que él dio fama. Otros notables militares, como Julio César y Alejandro Magno, también sufrieron dolencias que hoy les dejarían fuera de cualquier proceso de admisión. Por consiguiente, el argumento de la menor disponibilidad de jóvenes en condiciones de portar armas para introducir a la mujer en la milicia, ha perdido su vigencia como tal. Esto es al menos válido para el caso de las fuerzas navales y aéreas. 117 Para el tema del pie plano, se consultó, entre otras, las siguientes páginas web: http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/001262.htm, http://www.alemana.cl/not/not/not030626.html, www.saludhoy.com/htm/nino/articulo/pieplanl.html. 96 V.- EL CÍRCULO ÍNTIMO A.- CONDICIONES BIOLÓGICAS Definitivamente éste es uno de los temas más polémicos y manipulados por los sectores que defienden el ingreso de mujeres a las fuerzas de combate en las FF.AA. A continuación efectuaré un análisis pormenorizado de algunos de estos aspectos. 1.- Características Físicas: Es claro, notorio a simple vista y aceptado por la ciencia que el hombre físicamente es más “grande” y “fuerte” que la mujer. El hombre y la mujer tienen las mismas proporciones de músculos y huesos. Pero el primero posee músculos mucho más fuertes, más pesados, más duros y más grandes. Los huesos del hombre a su vez son más grandes y pesados que los de la mujer. Otras características comúnmente aceptadas es que el hombre es casi siempre más alto, tiene brazos y piernas más largas y su cavidad toráxica es de mayor capacidad. Además sus manos son más grandes y voluminosas. La mujer a su vez tiene caderas más anchas y hombros más angostos que el hombre. La masa corporal de la mujer y su estructura físicamente más pequeña inciden en la fortaleza del cuerpo y en su capacidad de resistencia 118. Generalmente, debido a la estructura de su cuerpo la mujer tiene menor fuerza que el hombre. Las diferencias de fortaleza son mayores en las extremidades superiores que en las inferiores. Aun cuando en ambos casos, en la generalidad, el hombre prácticamente duplica a la mujer119. Los brazos del hombre se caracterizan por ser más fuertes y por tener una capacidad que le permite levantar pesos mayores que en el caso de las mujeres. Veamos a continuación una tabla comparativa, que nos permite observar las características físicas del hombre y la mujer y las diferencias que existen entre ambos. TABLA 19.- 118Greenhorn 119 y Stevenson “Fortaleza es la capacidad máxima de aplicar o resistir la fuerza”. Laubach, 1976. 97 Características físicas Cuadro Comparativo Peso Absoluto Peso Magro Peso Tejido Adiposo Peso Esqueleto Mujeres (Kgs.) 55,00 42,00 7,90 4,40 Hombres (Kgs.) 70,00 56,30 13,70 5,80 Nota: Hombre-mujer promedio 25 años de edad. Fuente: La incorporación de la mujer a las F.F.A.A., Diferencial psicofísico. Coronel Bioquímica Dra. Gladys Ruiz de Pecci. 98 2.- Características Fisiológicas: En cuanto a las funciones propias del organismo del hombre y la mujer, quisiera referirme en primer término a las características que claramente los diferencian: a) El ciclo menstrual Es la función fisiológica mensual propia del organismo de la mujer, cuya duración varía de entre los tres y los seis días dependiendo de cada organismo. Los efectos más comunes que producen los cambios hormonales registrados durante el ciclo menstrual están relacionados con migrañas, un extenso agotamiento físico y mental, dolores ováricos fuertes (especialmente entre mujeres solteras), irritabilidad, depresión sin causa aparente, celos referente a afectos o aspectos profesionales y laborales, y cambios bastante notorios de carácter120. Es importante mencionar que no todas las mujeres presentan los mismos síntomas antes mencionados, como también, es muy poco común que alguna mujer no presente más de uno de ellos durante su ciclo menstrual. No está demás agregar, que en general, el uso de artículos de protección femenino produce diversos grados de incomodidad y de merma en la capacidad de movimiento de la mujer y por ende en su productividad laboral. b) Embarazo y período postnatal Es un período que se extiende normalmente por unos doce meses, incluyendo el período de gestación de nueve meses, durante los cuales la mujer está normalmente sujeta a un sinnúmero de cambios físicos, fisiológicos y sicológicos121. En lo físico externo presentará un aumento constante de peso (entre 8 y 20 kilos, dependiendo de las características físicas), el volumen de su “panza” aumentará a contar del tercer mes de embarazo hasta que éste concluya. Durante el embarazo las glándulas mamarias se preparan para cumplir con su fin principal, que es la secreción de leche que tomará el bebé. Entre las cinco y ocho semanas es notorio el aumento de volumen de las mismas, lo que se mantendrá más o menos invariable hasta que el bebé deje de lactar. La gran revolución hormonal que significa el embarazo podría afectar la piel, sobretodo en cuanto a su pigmentación y a manchas faciales. En el aspecto psicológico también se presentan cambios en la conducta de la mujer. Algunos factores que afectan a la mujer durante el embarazo son los siguientes: 1) Tiende a sentirse única, se centra en sí misma (narcisismo primario). 2) Tiene ganas de descansar, de hacer las cosas más tranquilas, de disfrutarlas. 3) Se vuelve más sensible y aumenta su irritabilidad. 120 Este tema se consultó con más de 50 mujeres en edad de servir en las Fuerzas Armadas. Las respuestas, en su mayoría, fueron coincidentes. 121 http//miembarazo.cl 99 4) Se siente ansiosa frente al parto que se avecina. 5) Se dice también que la mujer vuelve a la infancia (antojos, ganas de salir a pasear, etcétera). Las molestias más comunes que se producen en la mujer durante el embarazo pasan por un posible sangramiento genital o vaginal, dolor abdominal agudo, pérdida de liquido amniótico, náuseas y mareos constantes, debilidad y agotamiento, etcétera. Terminado el embarazo después del parto, es muy común que se presente la llamada “depresión post parto” que lleva a la mujer a bajas anímicas, llantos, etcétera. La mujer presenta algunas afecciones propias de su sexo y que por sus características obviamente afectarían su desempeño laboral y militar. Entre éstas podemos mencionar las siguientes: infecciones urinarias, hongos, cistitis, hirsutismo, histerectomía, etcétera122. En el aspecto fisiológico nos encontramos que una función fundamental para un combatiente es tener una resistencia física mayor a la del promedio de las personas, o la resistencia total a la fatiga. Se entiende a la fatiga como un conjunto de manifestaciones traducidas por fenómenos de naturaleza subjetiva (apatía, angustia, etcétera) y objetiva (disminución del rendimiento físico, alteraciones orgánicas, etcétera), producidas por condiciones de trabajo que superan la capacidad de adaptación del organismo llevando a comprometer el desempeño laboral. En este aspecto, bien se puede afirmar que la resistencia física del hombre supera con creces a la de la mujer123. La tabla que a continuación se expone muestra las marcas logradas por los medallistas de oro en diversas especialidades deportivas. Son los resultados obtenidos durante las Olimpíadas de Atenas 2004124. Las consiguieron mujeres y hombres entrenados física y sicológicamente, dispuestos a dar lo mejor que su intelecto y su físico les permite. Claramente existe una marcada diferencia a favor de los varones en cuanto a rendimiento físico. 122www.mujeractual.com/salud/ginecologia. 123 124 Lyons, 1997. Resultados Olímpicos Atenas 2004. Hombres y Mujeres.- 100 TABLA 20.OLIMPIADAS ATENAS 2004 ATLETISMO MUJERES HOMBRES 100 MTS 10,93 9,85 800 MTS 1.56,38 1.44,45 242,50 K 325,00 K (Peso 58 - 63 Kgs) (Peso 56 - 62 Kgs) HALTEROFILIA MUJERES HOMBRES TIRO Pistola de aire comprimido MUJERES HOMBRES 483,30 690,00 Puntos Puntos Double trap MUJERES HOMBRES 146,00 189,00 Puntos Puntos REMO Cuatro por pareja MUJERES HOMBRES 06'29''29''' 05'56''85''' Minutos Minutos Dos sin timonel MUJERES HOMBRES 07'06''55''' 06'30''76''' Minutos Minutos 02h04'43'' 01h51'07'' Minutos Minutos TRIATLON MUJERES HOMBRES PIRAGUISMO Slalom MUJERES HOMBRES 210,03 187,96 101 K K 5000 MTS 14.45,65 13.14,39 B.- LA FAMILIA Es un tema rara vez abordado en las discusiones acerca de la presencia femenina en la milicia, no obstante que la escala de valores que se le inculca al militar se resume en la siguiente expresión: “Dios, Patria y Familia”. Cabe preguntarse, si en el caso de la mujer su escala de valores es exactamente igual o tal vez cambie a “Dios, Familia y Patria”, lo que a su vez podría influir en decisiones importantes. La familia es un factor de gran relevancia en la vida castrense. Un militar que forma y mantiene una vida de hogar estable y ordenada, es claramente un individuo más capaz de afrontar los rigores del servicio. El orden observado en la casa familiar se traslada al cuartel o al buque, siendo un ejemplo para sus pares y subalternos. A su vez, ellos lo aplican en sus propias familias, conformando un círculo virtuoso. El militar cuyo cónyuge no maneje prudentemente el limitado presupuesto doméstico del que normalmente dispone, puede representar una seria falla en la seguridad de su unidad, tal como lo prueban innumerables ejemplos que no son del caso recordar. La mujer, hoy como hace mil años o más, es la encarnación de la vida familiar y quien lleva los aspectos domésticos del hogar. En la vida castrense también sucede exactamente lo mismo. Tras la carrera del militar siempre hay una mujer apoyándolo, instándolo a seguir adelante frente a cualquier dificultad que se presente. Ella siempre está manteniendo el control del hogar, dando a luz cuando el soldado o el marino se encuentran sirviendo a la Patria a muchos kilómetros de distancia, o sufriendo en la soledad la enfermedad de un hijo. Las esposas de los militares no hacen carrera, pero son parte de las FF.AA. La mujer del marino no ve con buenos ojos que su cónyuge comparta con mujeres en el limitado espacio interno del buque. Se espera que ello contribuya a desestabilizar una vida matrimonial ya tensionada naturalmente por las frecuentes ausencias del esposo125. La Armada no puede, por otra parte, sustraerse a las informaciones recibidas de sus similares de otras banderas, relacionados con los problemas generados a las familias de marinos debido a relaciones producidas a bordo. Interesante resulta tratar el tema del matrimonio entre miembros de las FF.AA., por sus curiosas implicaciones. Es frecuente que muchos matrimonios se concierten entre miembros de un instituto castrense (ver TABLA 21). El contacto profesional entre solteros es naturalmente una buena oportunidad para que ello suceda. Comparten valores, aspiraciones y viven las mismas condiciones laborales. Además, muchos de estos jóvenes han emprendido la vida militar por provenir de familias de militares, de modo que también comparten estilos de vida muy semejantes. 125 El autor consultó sobre este tema con muchas esposas de militares y la respuesta fue siempre la misma. 102 TABLA 21.- Porcentaje de personal militar norteamericano, casado con otro miembro de las FF.AA. Año 2002. Sexo Varón Mujer Total Institución Ejército Armada 3,40% 18,50% 5,70% Infantería Fuerza de Marina Aérea 1,90% 13,10% 3,50% 2,20% 26,80% 3,70% 6,50% 26,50% 10,40% Total de las fuerzas 3,60% 20,20% 6,10% Fuente: Defense Manpower Data Center, 2002 Demographics Report, www.mfrc-dodqol.org/stat.cfm La primera interrogante es acerca de cómo puede afectar a la vida matrimonial la jerarquía de los cónyuges. Por lo general, en ningún país se acepta que el marido posea un rango claramente inferior al de la mujer o viceversa. La vida social militar está muy determinada por el rango. No es ilegal, pero tampoco es aceptado de buena gana que el marido, un oficial, asista a una ceremonia o recepción con su mujer, cabo o sargento, debido a que pone al protocolo en duros aprietos126. En la realidad, sin salir del campo de lo normal, nada debería cambiar en la relación conyugal por causa de la diferencia jerárquica entre marido y mujer, salvo en la eventualidad de que ambos converjan en la misma unidad y deban mantener alguna relación laboral de subordinación. Lo usual en estos casos, es que la institución se encargue de evitar las dificultades que eventualmente puedan aparecer, trasladando a uno de los dos a otro sitio. En una guarnición relativamente aislada, la separación de los cónyuges puede significar una buena cantidad de kilómetros de por medio, con la consiguiente alteración de la vida matrimonial y familiar. La ley, que en Chile obliga a mantener a los cónyuges en destinaciones cercanas cuando ambos son funcionarios del estado, es puesta a prueba cuando este caso se presenta. Si se traslada a uno, debe trasladarse también al otro, con todo lo que ello supone. Si ambos cónyuges se mantienen en servicio, es normal que uno de ellos no pueda optar por algunos traslados que le permitan acceder a mejores niveles de renta o que se reservan para los más capaces (para “hacer carrera”, como dicen los militares en su jerga). La otra solución es simple, pero drástica: la mujer se retira del empleo y se dedica a las tareas del hogar o a otras actividades profesionales que no se relacionen con la institución. La posibilidad de que se retire el varón es muy baja, pues sus opciones laborales dependerán 126 Según Omar Gutiérrez (La Mujer y las Fuerzas Armadas), el caso de la Coronel del Ejército israelí, enamorada de su chofer, puso en dificultades a las autoridades militares, que optaron por trasladar al conscripto, hasta el término de su servicio militar. 103 siempre de las destinaciones de la mujer, por lo que se verán severamente limitadas o bien deberá aceptar que su vida familiar se reduzca a breves y esporádicos encuentros. No es difícil pensar acerca de las dificultades de un matrimonio entre dos miembros de la Armada, cuya opción profesional considere el embarque simultáneo de ambos. La vida familiar en este caso sería virtualmente imposible, al menos mientras los hijos sean pequeños y estén en edad preescolar. En las publicaciones acerca de la presencia femenina en la vida militar no se habla de estas situaciones, pero se deja ver la existencia de este problema en las altas tasas de retiro que presentan las mujeres cuando deben embarcarse o se prolongan los períodos de embarco127. Una complicación adicional se presenta cuando ambos cónyuges son militares, pero pertenecen a instituciones diferentes. Los traslados de uno, determinan en virtud de la ley, los del otro y ello muchas veces no es factible debido a factores imposibles de prever. La vida familiar se hace en estos casos, aun más difícil, cuando no imposible. Veamos a continuación un ejemplo de lo que puede ocurrir. El marido, miembro de la Armada es trasladado a Puerto Williams, lugar en el que no hay guarnición del Ejército, institución a la que pertenece su cónyuge. O el marido, miembro del Ejército, recibe una destinación a Calama, bien lejos de cualquier repartición naval donde podría prestar sus servicios la esposa, enrolada en la Armada. ¿En qué unidad cumple la destinación la mujer? ¿O sencillamente, deben ambos aceptar que la familia vivirá cierto tiempo separada? Estos casos suponen aumentar los problemas al ya complejo trabajo de conformar las dotaciones. Otro punto a tener presente en relación con los matrimonios entre miembros de las FF.AA. es el de las guardias. Si ambos cónyuges cubren algún rol de guardia, lo que es propio de una fuerza militar, deberán contar con la buena voluntad de sus respectivos mandos, para que las guardias de ambos no coincidan (poco factible en muchos casos) o bien recurrir a la bondad de un familiar que atienda a los hijos. El contar con una empleada en la casa, que no siempre es posible debido principalmente a motivos de índole económica, es una solución a veces parcialmente satisfactoria. Los hijos también deberán pagar su cuota de sacrificio. La existencia de las casas fiscales, colegios, jardines infantiles, guarderías, hospitales, redes de centros recreativos o vacacionales, asistencia social, clubes institucionales, etcétera, son un alivio para presupuestos familiares más bien estrechos como los que deben manejar las mujeres de militares. La existencia de estas facilidades son un claro reconocimiento por parte de las instituciones de la Defensa Nacional de que la familia es un componente de primer orden en el concierto de la vida castrense. 127 E.R.Hyman, Midshipman, FC(X), Women at Sea. El 60% del personal femenino subalterno y el 90% de las oficiales indicaron que continuarían en servicio después de casarse, a diferencia del varón cuya opción por el matrimonio casi nunca es causa de retiro. 104 C.- LA SEXUALIDAD Ningún análisis del tema que estudiamos puede ignorar la existencia de la sexualidad dentro de las instituciones armadas. Más aun, si se considera que buena parte de los problemas que ha debido enfrentar la presencia femenina en el castrum, se sitúa dentro del espectro de lo sexual. Tratar el punto puede conducir a conclusiones que posibiliten una comprensión más cabal de lo que puede ser la vida de la mujer en las FF.AA. Aunque ya casi no se oiga hablar de la “liberación femenina”, la proliferación de artículos, libros, foros y otras formas de expresión, que abordaron este tema en los años 60 y 70, dejó sus huellas profundas en la sociedad contemporánea. La temática acerca de la mujer oprimida por patrones machistas de conducta sexual, se integró con facilidad al discurso feminista que pretendía la obtención de derechos civiles y se extendió a terrenos en los que ya no venía al caso librar batalla alguna. Desde el momento en que la moral sexual experimentó un importante debilitamiento y coincidentemente la mujer se integró en forma masiva al mundo laboral, y con ello también al militar, dejó de tener significación hablar de liberación femenina en el sentido tradicional de sustraer a la mujer del poder absoluto del varón. La tendencia moderna de discutir abiertamente cualquier tema que se presente, se basa en la premisa de que la libertad se manifiesta en el derecho a la libre expresión. Pero como la libertad no se limita a la simple manifestación verbal, se ha pasado a los hechos consumados. No basta ya con expresarse oralmente, es necesario actuar físicamente. Estas circunstancias han llevado a la erradicación del tema de la sexualidad del terreno de la moralidad, con las innumerables consecuencias que ello ha traído consigo y que no son motivo de análisis en el presente trabajo, salvo en los aspectos que dicen relación con su impacto en la forma como hombres y mujeres interactúan en el medio social particular del mundo militar. Mientras la moral dictaba las pautas de la conducta sexual, el comportamiento de hombres y mujeres estaba claramente diferenciado. Al varón, a quien se atribuía un rol activo, le correspondía tomar las iniciativas, mientras la mujer, asumía una actitud más bien pasiva o actuaba de un modo tal que así lo pareciera. El hecho de que la moral sancionara como ilícitas e inmorales las relaciones sexuales fuera del matrimonio, decidía la forma como dichas relaciones eran percibidas por la sociedad de entonces, obligando a los amantes a una relación clandestina o a tener que tolerar la inevitable reprobación pública. Era natural que se prefiriera la clandestinidad al rechazo social, salvo que se gozara de una posición tal que este rechazo no representara problema alguno para los amantes. Así, se conocieron muchos casos de vida sexual extramarital, a veces adúlteros, entre personajes famosos, pero muy pocos entre las personas comunes y corrientes128. 128 En su momento, el caso de la actriz sueca Ingrid Bergman, que convivió con el director italiano Roberto Rosselini, estando ambos casados previamente, fue motivo para un notable escándalo. Otro tanto ocurrió con la relación entre la actriz Catharine Hepburn y Spencer Tracy, siendo éste, casado y católico. Hoy, un suceso similar no causaría gran revuelo. 105 La percepción que la sociedad tiene respecto de estas cuestiones, ha cambiado radicalmente. Es evidente que la temática sexual ha adquirido tintes muy distintos a los de antaño, no sólo en lo que a la unión matrimonial se refiere, sino al sentido que se da a las relaciones sexuales. Mientras la unión sexual era la culminación de la relación de afecto entre varón y mujer, aun cuando no tuviera lugar en el contexto del matrimonio ni con vistas a una posterior formalización, no se esperaba que toda relación afectiva terminara necesariamente en ello. Había algo de misterioso, muchas veces prohibido o por lo menos debidamente escondido, que daba al sexo la condición de tema reservado sólo para los momentos íntimos, y que no se ventilaba públicamente. El desprendimiento de lo sexual del campo de la moralidad ha modificado apreciablemente la forma como se aborda hoy el tema del sexo y sus implicaciones. Discutirlo públicamente, incluso si se trata de situaciones personales no puramente hipotéticas, es algo que no sólo no es reprensible, sino que además resulta digno de elogio, es una señal de franqueza, de apertura, de espontaneidad, de liberalidad consumada, de “modernidad”. Es la libertad de expresión llevada a su más depurada manifestación. De igual manera se pasa rápidamente de la expresión a la acción. Dejando a un lado los excesos como la pornografía o la prostitución, en muchos sectores sociales la relación sexual129 ya poco o nada tiene que ver con la afectividad humana y con sus consecuencias naturales, como la procreación y el fortalecimiento de los vínculos afectivos dentro de una pareja. Con creciente frecuencia las mujeres adoptan conductas de franca agresividad en el juego de la seducción, en las que lo misterioso del sexo opuesto no tiene ninguna participación activa. Simplemente se trata de dar satisfacción al impulso momentáneo, a la fogosidad, algo tenido tradicionalmente como un comportamiento exclusivo del varón, que era sancionado negativamente por la moral, aunque no tanto por el medio social. Esta conducta, practicada por la mujer, siempre fue reprobada por la moral y por la convención social. Actualmente ya no recibe la misma sanción, aunque todavía provoca algún estupor. Para muchas personas, hombres o mujeres, la actividad sexual es vista simplemente como una forma de entretención, de pasar un buen rato o como una manera más de quemar energías, junto al trote, la danza aeróbica o el ciclismo. La incorporación irrestricta de la mujer al mundo militar tiene muchas semejanzas con la nueva forma femenina de comportarse en el terreno sexual, en el sentido de que ya no se hace diferencias entre la conducta varonil y la femenina. En el mundo laboral esta nueva forma de comportamiento femenino se ha hecho cada vez más frecuente, dado que las oportunidades para contactar a personas del sexo opuesto se han multiplicado. Cuando la presencia femenina en las FF.AA. se ha hecho masiva o por lo menos frecuente, el fenómeno se ha trasladado de la vida civil al cuartel, con las necesarias condicionantes que impone cada sociedad en que se presenta. La aparición de relaciones íntimas entre los compañeros de guarnición, muchas de ellas llevadas a cabo en horas de trabajo o en los puestos de guardia, con el consiguiente riesgo para la seguridad, es una realidad que afecta seriamente El término “relación sexual”, en este trabajo, se refiere única y exclusivamente a la relación en que los actores participan de dicha relación, de manera totalmente voluntaria. La violencia y el acoso sexual son asuntos tratados en otras partes del trabajo. 129 106 a las FF.AA. mixtas. La clandestinidad sexual constituye la norma, debido a que las reglamentaciones prohíben expresamente las relaciones sexuales entre compañeros en las respectivas unidades y reparticiones130. No han faltado bullados casos de miembros de unidades navales mixtas que se reúnen en sitios privados, en tierra, a celebrar fiestas de sexo, alcohol y drogas, que son verdaderas orgías, para resarcirse de las restricciones que el servicio les impone durante las horas de trabajo131. En los EE.UU. el significativo incremento de mujeres embarazadas a bordo, 132 comienza a representar un serio problema para la administración de los recursos humanos. Esta situación obliga a desembarcarlas casi inesperadamente, en circunstancias que las unidades han alcanzado sus niveles de entrenamiento para ser desplegadas en las áreas de interés o bien ya se encuentran en dichas áreas, siempre alejadas del territorio metropolitano. Un reemplazo en tales circunstancias implica una baja importante en los niveles de rendimiento y un considerable costo en transporte de personal, repatriación, etcétera. Los cuidados médicos para estas mujeres también son una causa latente de preocupación, pues las unidades a flote no siempre están en condiciones de darles la atención que su estado de gravidez requiere. Terence P. Jeffrey en “Human Events”, revelaba el serio problema que para las fuerzas norteamericanas en Irak y Afganistán representan las mujeres embarazadas. Lamentablemente, los interesados en investigar el tema se han encontrado con la reticencia de las autoridades a dar a conocer antecedentes respecto de este problema, aduciendo la necesidad de proteger a las personas y a las FF.AA133. En la primera mitad del año fiscal iniciado en octubre de 2003, 922 mujeres habían abandonado el Ejército norteamericano por motivos de embarazo. Muchas de ellas son solteras. Las estadísticas del año fiscal 2002, señalan que la Armada debió desembarcar 2.159 mujeres embarazadas, las que representaban el 12,3% del total de tripulantes femeninos presentes a bordo. Según una investigadora, las FF.AA. se han convertido en el paraíso de las madres solteras, atendiendo a las amplias garantías que el servicio otorga a las mujeres en esta condición. Otra arista del problema sexual en las FF.AA. es el uso del atractivo de la mujer o, directamente, de la actividad sexual, con el propósito de conseguir ciertos beneficios134. En realidad, este tema se toca muy poco pero es tan real como el de los abusos sexuales. De hecho, la información acerca de este punto casi no se ha documentado, por lo que no existe oficialmente, pues tanto oferentes como demandantes, guardan un muy cauto silencio, por razones obvias. No obstante, en 130 Estas regulaciones existen, formal o informalmente, en todas las FF.AA. y muchas veces no tienen nada que ver con la moral, sino con la distorsión de la relación entre individuos militares y con la seguridad, al descuidarse las tareas en desarrollo 131 Al parecer, los problemas más serios en relación con la proliferación de las relaciones sexuales entre compañeros de trabajo, se da con mayor intensidad, en las dotaciones embarcadas. En las unidades en tierra, con mayores oportunidades para salir francos, la “urgencia “ por sostener un encuentro sexual, puede ser más fácilmente atendida en las horas libres, en otros sitios. 132 Stephanie Guttman, Una Milicia Más Benvola y Gentil: ¿Pueden las Fuerzas de Combate de Género Neutral aún Ganar Guerras?, citada por Lee Bockhorn, en Mujeres en las FF.AA., serie Temas Seleccionados, Academia de Guerra Naval, extractado de www.policyreview.org/ang00/bockhorn.html 133 Citado por Ángel Expósito Correa, La mujer-soldado: ¿Conquista o derrota de la civilización?, Revista ARBIL (España), Nº74, www.iespana.es/revista-arbil/(74)expo.htm 134 Un análisis profundo de este problema, nos muestra que el uso del atractivo sexual o el otorgamiento de favores sexuales, con el propósito de obtener ciertos beneficios, que pueden o no implicar el traspaso de dinero, no se diferencia en nada de la prostitución, salvo en lo que se refiere a la moneda de cambio, que en este caso no es dinero. 107 la vida militar sólo los planes de guerra son mantenidos en secreto. Todo cuanto ocurre en la unidad o el buque, tarde o temprano llega a conocimiento de todos, incluyendo los superiores, aun cuando la calidad de la información que circula extraoficialmente, siempre deja mucho que desear. La sola sospecha de la existencia de situaciones anómalas en las que pueda haber mujeres involucradas, llenará el ambiente de rumores y comentarios abiertamente maliciosos. A mayor estrechez de los espacios físicos y duración de los períodos de aislamiento o navegación, tanto más incómodo se volverá el ambiente en el que se vive. Es muy fácil deducir las consecuencias en la disciplina y en la moral. El hecho de conseguir algunos favores que por las vías regulares no se obtendrían, sea cual sea la moneda de cambio, es una grave ofensa a la disciplina y a los reglamentos, pues atenta contra la justicia, virtud clave en toda convivencia. Un beneficio otorgado de manera irregular siempre irá en desmedro de otro individuo con mejores derechos. De allí que en muchas partes, el uso de influencias para el logro de favores, sea perseguido como una forma de corrupción. Frente a este problema, nos encontramos con que en algunas oportunidades, los mandos pasan a ser tan víctimas como las mujeres que son sometidas a los acosos de sus superiores. Cuando la corrupción se introduce en los cuerpos armados, los resultados pueden ser desastrosos, debido a que se despierta la desconfianza del personal hacia su mando superior, se corroe la cohesión del personal subalterno y se genera el rechazo masivo del conjunto hacia quienes resultan injustamente beneficiados135. Se puede llegar al extremo de que el otorgamiento de cualquier regalía, incluso legítimamente obtenida, despierte las debidas sospechas del grupo. El problema se convierte en un drama para las mujeres cuyo desempeño ha sido en todo momento correcto y sin faltas al reglamento, debido a que las sospechas de que también están incurriendo en prácticas reñidas con la moral, recaerán necesariamente sobre ellas. También se resiente la confianza que los mandos despiertan entre los subalternos. El sentimiento de rechazo hacia todas las mujeres, pasa a ser generalizado entre los varones. Los problemas referidos a la actividad sexual antes reseñados, están presentes en prácticamente todas las ramas y reparticiones de las fuerzas armadas donde sirva personal femenino, debido a que en todas ellas se dan las condiciones propias de la vida de cuartel. Dichas condiciones están marcadas por un alto nivel de enclaustramiento casi permanente, escasos espacios para la intimidad individual, numerosas ocasiones y lugares donde se pueden producir encuentros furtivos, etcétera. La camaradería entre varones asume una forma muy diferente a la que se puede dar entre personas de distinto sexo136. Mientras entre varones militares la Lee Bockhorn señala que: “Además de los problemas prácticos, el doble estándar introducido por la integración del género ha tenido un efecto corrosivo en la moral. Un ejemplo de esto son los estándares “regulados por el género” en las pruebas físicas anuales. Un alto porcentaje de la prueba puede ser muy útil al momento de los ascensos; desafortunadamente, los estándares de las mujeres son lejos más bajos que los hombres, que naturalmente lleva a un gran resentimiento. Tal como un ex abogado le dice a Gutmann, ‘Es una de las grandes paradojas ... Por una parte, los ponemos a todos juntos diciendo que son todos iguales, y luego existe un millón de excepciones y reglas que dejan a las mujeres fuera y las tratan en forma especial’.” 136 Al respecto, Lee Bockhorn apunta en Mujeres en las FF.AA.: “La rapidez en colocar a las mujeres en las unidades de combate arruina la cohesión de la unidad, que Gutmann describe como un tipo de amor ‘en su más profundo y desinteresado sentido, Cristo lava los pies de los leprosos’ esto permite que los hombres acepten la responsabilidad de colocar sus vidas en 135 108 camaradería no tiende a ser selectiva, pues generalmente todos se dan a todos, entre hombres y mujeres tiende a ser selectiva. Cada uno busca “apropiarse” del otro, de modo más o menos exclusivo, generándose problemas de celos, y otros que no tienen relación con la cohesión necesaria entre combatientes 137. En algunas legislaciones, es obligatorio el adoctrinamiento para evitar que el compañero del otro sexo, sea visto sólo o principalmente como un individuo marcado por la sexualidad. Es decir, se impone una enseñanza contraria a la naturaleza humana, que se traduce en la práctica, en que el varón no mira ni se relaciona con su compañera de armas femenina, a fin de evitar sanciones o malos entendidos. La camaradería resulta entonces, un producto escaso entre los integrantes de unidades mixtas138. Los militares también tienen claro que estas situaciones representan un serio resquebrajamiento de la disciplina, pues se deforma el modo como deben relacionarse las personas sometidas al estricto régimen castrense, que se vinculan mediante la jerarquía y la subordinación. Los aspectos que se ven más seriamente afectados por la aparición del factor sexual, como la camaradería y la confianza hacia el superior, merecen una consideración especial en este estudio. La camaradería ya ha sido analizada en su momento, de manera que nos enfocaremos en la confianza. La vida militar propone a quien la cultiva una cuestión de la máxima importancia. Al superior se le reconoce la potestad de enviar a sus subordinados a la muerte. De allí que al jefe le compete la difícil tarea de despertar un grado de adhesión casi absoluto, que en otras profesiones o circunstancias sería fácilmente asimilable con el fanatismo. Ese grado de adhesión no se consigue si no se cuenta con la firme confianza de que quien manda, sabe perfectamente lo que está haciendo y de que no expondrá las vidas de sus camaradas, por muy inferiores que sean en jerarquía, si no hay razones más que justificadas. Perdida la confianza en el mando, el entusiasmo de las tropas pierde el vigor que garantiza el éxito en la empresa bélica. La confianza no se gana por el simple expediente de contar con los atributos legales conferidos por el mando. Se gana con otros factores, como la autoridad que emana del conocimiento profesional, con la estrecha relación entre superiores y subordinados y con la justicia con que el jefe ejerce las funciones de mando 139. Cuando en el mundo castrense el jefe adopta un patrón de conducta diferenciado, no en razón de la jerarquía o de las funciones desempeñadas sino del sexo de sus subalternos, las personas que se sienten discriminadas reaccionan negando a ese las manos de los demás. Pero Gutmann señala, ‘el amor de hombre/mujer tiende a funcionar en forma diferente de los lazos de grupos de un solo sexo. ...Tiende a ser más selectivo, a ser más exclusivo ... Hombres y mujeres están conectados eléctricamente para ‘adherirse’, está bien, pero es una forma muy diferente de cohesión una que involucra aparearse, no unirse en una gran unidad. Simplemente no es posible en unidades de ambos sexos fomentar el tipo de unión invisible y cohesión de grupo que el combate requiere, mientras también se evita el tipo de cohesión que ‘estimula los celos, las disputas de amantes y a los niños’.” 137 La camaradería militar alcanza ribetes increíbles. Se ha llegado a desarrollar este sentimiento entre combatientes de bandos contrarios, tanto durante las acciones bélicas, como después de ellas. En Europa son frecuentes los encuentros entre combatientes de los bandos enfrentados durante la Segunda Guerra Mundial, para rememorar las batallas en que lucharon. 138 Lee Bockhorn: “La escritora Gutmann se embarcó en el USS Stennis para ser testigo de la ‘Nueva Armada’ en acción, y encontró una Armada simultáneamente distraída y paralizada por el sexo. Muchos marinos, sujetos a una continua instrucción sobre el riesgo de los apremios sexuales están renuentes a hablar o incluso a mirar a sus compañeras cuando están de franco, por temor a sufrir cargos de acoso”. Adicionalmente, es necesario recordar que un varón puede ser acusado de acoso sexual por el solo hecho de mirar a los ojos a una mujer, por un lapso de 6 segundos o más. 139 El natural complemento de la confianza hacia el superior, es la que éste siente respecto de sus subordinados, pues es preciso que tenga la certeza de que cuanto se ordene, será cabalmente cumplido. 109 jefe la confianza de que éste normalmente debería gozar para el logro de sus cometidos. La ausencia de confianza en la relación militar entre superiores y sus respectivos subordinados, que necesariamente debe ser mutua, imposibilita definitivamente la creación del vínculo vital de la camaradería entre los hombres de armas. Otro aspecto interesante de la confianza guarda relación con la necesidad de que este sentimiento surja entre los pares. La creación de sentimientos de confianza entre compañeros, que se relaciona muy estrechamente con la existencia de un ambiente de sana competencia en la que no influyen más factores que el talento o el esfuerzo, es muy difícil de alcanzar en las FFAA mixtas. Esto, por las obvias diferencias que se deben aceptar para crear espacios femeninos. Entre los varones no puede surgir confianza respecto de una recluta que por tener exigencias físicas inferiores lleva todas las de ganar. A ella le basta con tener el “sexo correcto”. Un problema particularmente delicado, es el de las dificultades a que se ven sometidas las mujeres cuando son víctimas del llamado acoso sexual de parte de sus compañeros de armas. La enorme cantidad de casos de acoso o de abuso sexual en los cuerpos armados que se denuncia en los tribunales civiles y militares, en particular en los Estados Unidos, habla a las claras de un problema que es gravísimo, tanto por su extensión y consecuencias, como por las dificultades que enfrentan los mandos militares para erradicarlo140. El tema ha sido ampliamente estudiado y difundido en los EE.UU. y en menor medida, en España. De allí que la mayor parte de la información que se conoce proviene del país del norte de nuestro continente. La disciplina, factor de primordial importancia en la eficiencia de las fuerzas armadas, es también víctima de estas situaciones hasta cierto punto claramente evitables. Estos abusos definitivamente dañan la cohesión al interior de las unidades castrenses, distorsionan la percepción de autoridad que debe reinar en las tropas y generan sentimientos de revancha, que pueden convertir al soldado propio en un enemigo en los momentos en que se deba enfrentar al adversario en combate. Un factor adicional, es el representado por la gran dificultad con que se enfrentan los mandos para poder probar efectivamente la comisión de estos atropellos. También se ha denunciado a los mismos mandos por su mínimo interés en resolver estos casos, debido a que ellos también estarían condicionados por los prejuicios respecto de la mujer como miembro activo de las fuerzas armadas. Se puede alegar a su favor, que algunos casos denunciados pueden corresponder a intentos de las reclutas por desprestigiar a superiores demasiado estrictos en el cumplimiento de sus funciones de conducción de personal. Las situaciones denunciadas deben ser analizadas cuidadosamente antes de sancionar o sobreseer a los acusados. 140 Discover the issue, history and current status of the investigations, www.womensissues.about.com/cs/militarywomen/a/aaairforcerapes.htm, es un estudio acerca de la situación específica de los 56 casos denunciados en la Academia de la Fuerza Aérea de los EE.UU. (equivalente a nuestra Escuela de Aviación), desde 1993. 110 Es aquí donde se aprecia con mayor claridad la enorme distancia que media entre el mundo civil y el militar, en cuanto a las relaciones laborales y de jefatura se refiere. Sin perjuicio de que evidentemente se deben evitar y sancionar los excesos del mando, la función conductora de un superior no puede verse restringida por la amenaza permanente de una acción legal motivada por el malestar de un subordinado. El impacto que estas situaciones han causado en la sociedad norteamericana se ve claramente reflejado en internet, donde es muy fácil encontrar decenas de páginas dedicadas a tratar el tema. Generalmente están bajo la forma de denuncias, algunas anónimas, otras a cara descubierta. Estas últimas, han sido hechas en su mayoría por personal femenino en retiro. La televisión también ha tratado extensamente el tema, tanto mediante series, como a través de “talk shows” y documentales. 111 D.- EL TALENTO “Pastelero, ¡a tus pasteles!”, sentencia la sabiduría popular, indicando que cada cual debe ocuparse de lo que es propio y dejar que el resto haga lo suyo. No todos hacemos lo mismo y no podemos hacer bien sino algunas cosas, dependiendo entre otros factores, del talento que a cada uno le ha tocado poseer y desarrollar. El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define al vocablo talento de la siguiente manera: a) Es la capacidad de entender. b) Es la capacidad para el desempeño o ejercicio de una ocupación”141. El hecho de que se defina al talento como una capacidad para el ejercicio de una determinada ocupación, es señal de que un talento no sólo es intelectual, como lo sugiere la acepción de talento como conocimiento. Es conocimiento, pero abarca todas las potencialidades del ser humano, tanto físicas, como intelectuales y emocionales. Lo natural es que un determinado talento se nutra de los elementos presentes en las tres categorías anteriormente mencionadas. Tampoco el talento lo es todo por sí mismo. Como cualquier otra virtud, el talento requiere de su buena dosis de cultivo. Siendo las personas idénticas en cuanto a la naturaleza, múltiples rasgos nos diferencian a unos de los otros, de tal modo que no resulta difícil reconocer a un determinado individuo dentro de la muchedumbre. La apariencia física es la más notable de las diferenciaciones que existen entre seres de la misma especie, pero también los rasgos de personalidad, las aptitudes y los gustos señalan otras diferencias notables. El género, diferencia a una mitad de la humanidad de la otra. El conjunto de rasgos particulares de cada individuo hace que no haya dos seres humanos iguales en la tierra. De allí viene que para referirnos a los que comparten nuestra naturaleza humana, digamos siempre “nuestros semejantes” y no “nuestros iguales”. Ni siquiera es posible lograr la perfecta igualdad entre los hermanos gemelos, pese al parecido que éstos puedan tener. La dosis de aptitudes con que cada ser humano ha sido dotado, que llamamos talento, es el elemento que más nos distingue de nuestros semejantes. Y dado que en el conjunto de nuestras capacidades, la condición de varón o de mujer es un factor clave a ser considerado, no es de extrañar que el sexo juegue un rol muy importante en la ecuación de talentos con que cada uno de nosotros cuenta. Un varón no puede competir con la mujer en igualdad de condiciones en el cuidado que se debe a los recién nacidos. La ternura, el sentido innato para establecer qué necesita el bebé en un determinado momento, la capacidad para salir del sueño cuando el llanto infantil quiebra el silencio nocturno, etcétera, son parte de los talentos naturales en toda madre y que el hombre, aun el mejor dispuesto, sencillamente no desarrolla de igual menara si se los compara con los que caracterizan a la mujer. Objetivamente, existe eso que llamamos “instinto materno”. 141 Del lat. talentum, y este del gr. ταλαντον, plato de la balanza, peso, www.rae.es 112 A su vez, la mujer no es un competidor del varón cuando de realizar trabajos pesados se trata. Las antiguas ocupaciones de albañil o carpintero, por citar a algunas que se continúan practicando en el mundo actual, exigen una fortaleza física en las que la mujer normalmente no puede competir con reales opciones de éxito. Incluso, en los talentos de corte intelectual hay diferencias. No se trata de aseverar que haya superioridad de unos sobre otros, sino de la forma cómo se desarrolla el pensamiento. A la mujer se le reconoce una prevalencia en el pensamiento concreto por sobre el abstracto, mientras que el hombre inclina la balanza en el sentido contrario. Por lo general, las ocupaciones que exigen una mayor cuota de abstracción son servidas por varones, como la ingeniería o las ciencias exactas. Pero cuando el pensamiento debe discurrir por senderos concretos, la mujer domina ese campo sin contrapeso: el servicio social, por ejemplo. La mujer posee mayor capacidad para atender a los detalles, a las minuciosidades, mientras que el varón se maneja mejor en la apreciación del conjunto. Por algo, las mujeres sobresalen en los procesos de armado de componentes electrónicos, mientras que el varón ejerce mucho mejor el rol de supervisor. También es notoria la ventaja del varón en la resolución de situaciones de peligro, lo cual obviamente es relaciona con lo que sucede en el campo militar. Bajo la tensión de la amenaza y del peligro, el hombre reacciona más racional que emocionalmente. ¿Y qué es lo que ocurre en el campo militar en concreto? ¿Es tan distinto el mundo castrense que sólo tenga ocupaciones donde prevalece el talento masculino? Las FF.AA. representan un campo laboral tan amplio, que en ellas hay cabida para todos los tipos de talento que se conocen. En relación con las profesiones llamadas universitarias, las necesidades de personal calificado para las FF.AA. van desde el dentista y el médico, hasta el abogado, pasando por el arquitecto, el ingeniero, el pedagogo, el asistente social y el psicólogo, sin pretender agotar la lista de los que podrían ser incluidos. En otros niveles de especialización están las enfermeras, técnicos de todo tipo, chóferes, cocineros, mecanógrafos, programadores, músicos, y muchos otros. Todo esto, sin considerar los oficios propiamente militares que se forman en cada rama de la defensa, según sus necesidades específicas. Bien se puede afirmar que las FF.AA. dan una oportunidad a cada talento en particular. Sólo que a ellas se ingresa en la medida que haya talento, así como la aptitud moral para poner ese cualidad al servicio del bien común en un contexto laboral particular y objetivamente difícil. Una parte del complejo campo de la administración del personal en los institutos castrenses, se consagra a destinar a cada uno según sus talentos individuales. Ciertas fuerzas militares son particularmente selectivas en la búsqueda de candidatos con talentos muy específicos, como lo hacen las fuerzas especiales, las unidades de submarinos o los pilotos de combate. 113 Nadie puede alegar derechos preconcebidos para incorporarse al mundo militar142. De allí que todas las FF.AA. del mundo sometan a los interesados a exámenes de admisión, a los que sigue un permanente y constante proceso de selección, de modo que los más aptos permanezcan y los demás vayan quedando en el camino. Pretender que la mujer tiene derecho a ingresar a las FF.AA. por el solo hecho de pertenecer a dicho género, carece de toda racionalidad. Sí es legítimo que ingrese según la cuota de capacidades que cada persona en particular posee. Tampoco es razonable la pretensión de que no hay límites a las oportunidades laborales de una determinada persona, porque sí los hay. El primer límite lo ponen las exigencias específicas para cada ocupación. El segundo, el talento de los que compiten por el mismo puesto. En este sentido, la profesión militar, más que otras, es de constante selección. La experiencia indica claramente que no todos los hombres y mujeres son aptos para desempeñar todos los oficios que existen y que unos, más que otros, llenan mejor las expectativas del empleador. Lo mismo ocurre en las instituciones castrenses. La experiencia del contratante también tiene su parte en el asunto. Si históricamente, las necesidades de personal han sido cubiertas mediante la adopción y aplicación de ciertos criterios de selección, con resultados razonablemente buenos, el empleador no tiene necesidad ni obligación alguna de cambiar dichos criterios, aún cuando tales normas parezcan poco objetivas. Los miembros de las brigadas “Gurkas” en el Ejército Británico son todos varones y nacidos en Nepal. Podrían ser indios, bengaleses o paquistaníes, o una mezcla de muchas otras nacionalidades de aquella zona, pero sólo tienen cabida los nepaleses. Por cierto, no todos los nepaleses pueden ser miembros de las brigadas Gurkas británicas. Hay un proceso de rigurosa selección para aceptar a los gurkas. Y el sistema hasta aquí funciona bien. Ya hemos visto, al tratar el caso de las FF.AA. británicas, las múltiples quejas que formulan los tripulantes de los buques mixtos, en el sentido de que las mujeres no exhiben en las emergencias el comportamiento que de ellas se espera cuando se presenta una situación de este tipo, es decir, el mismo de los tripulantes masculinos. Ante la situación de peligro, los tripulantes varones deben asumir su función y además la de las mujeres. Ello no debe extrañar, pues en las situaciones de riesgo, la mujer espera naturalmente del varón, la respuesta adecuada a la amenaza, del mismo modo como el hombre sabe que su deber es enfrentar antes que nadie el peligro y los riesgos que éste conlleva143. Otra es la conducta femenina frente al peligro, en ausencia de un varón. Allí, ella debe asumir todas las tareas y lo hace tan bien como el que más. Las heroicas acciones de las enfermeras, cumpliendo su deber, impasibles bajo el ataque del enemigo, dan cuenta de que la actitud de la que se quejan los marinos ingleses, no se debe a la falta de valor, sino a una conducta natural. 142 Tampoco se puede alegar el derecho a ser arquitecto o abogado, ni siquiera a poseer una licencia de conductor. Hay que demostrar que se cuenta con el talento y el conocimiento adecuados. Para ingresar a las FF.AA., además se debe superar a otros candidatos. 143 Es posible adelantar otra explicación: el buque, territorio naturalmente varonil, inhibe a la mujer, tanto como los espacios predominantemente femeninos, coartan al varón y le vuelven torpe e inseguro. Ello nos lleva de regreso al viejo “¡Las mujeres y los niños, primero!”, cuando se hunde el buque. 114 Cuando nos preguntábamos el por qué la Marina Real no ha evaluado tripular buques con dotaciones únicamente femeninas, dejábamos entrever esta realidad, que es consecuencia natural de la diversidad de talentos que encontramos entre hombres y mujeres144. Tal vez debamos buscar la respuesta a este planteamiento, en el hecho objetivo de la incapacidad femenina para el desarrollo de trabajos pesados de que ya hemos hablado antes y que obliga a recurrir a los varones. Si tal es la realidad de la mujer inserta activamente en la profesión militar, sería prudente evaluar sus aptitudes para el trabajo castrense a la luz de los talentos de que naturalmente se encuentra dotada la mitad femenina de la humanidad, con prescindencia de otros factores probablemente mucho menos relevantes. 185 Aun cuando se sabe de la existencia de ejemplos, como el Batallón 601 de comunicaciones del Ejército argentino o los regimientos aéreos soviéticos exclusivamente femeninos en la Segunda Guerra Mundial, la posibilidad de tripular buques o conformar unidades terrestres sólo con mujeres, no aparece mencionada en ninguno de las publicaciones o artículos consultados, como opción deseable para dar cabida a la mujer en las unidades operativas. En las FF.AA. norteamericanas, dicha posibilidad está negada por las normas legales. La Baronesa Symons of Vernham, Dean Minister for Defence Procurement, (Part of My Job: Equal Opportunities in the Armed Forces), rechaza la idea. 115 VI.- CONDICIONES LABORALES EN LAS FF.AA. Las condiciones en que se desenvuelve el trabajo humano ha sido siempre un aspecto sumamente importante a considerar, cuando de selección de personal se trata. Como es natural, el entorno en el que los individuos trabajan y en el que permanecen una buena cantidad de horas todos los días, debe permitir a los trabajadores un mínimo de elementos de bienestar, seguridad física, descanso, y otros, que son muy importantes a la hora de competir en el mercado laboral por reclutar a los mejores individuos. También, las distintas legislaciones vigentes en el mundo imponen ciertas obligaciones a los empleadores que guardan relación con el bienestar del personal. Las leyes, casi universalmente han reconocido el derecho de las mujeres a gozar de permisos pre y post natal cuando quedan embarazadas, inamovilidad laboral durante los períodos de lactancia, etcétera. Esta cuestión, es determinante en el hecho de que en el mundo laboral el trabajo femenino sea remunerado por debajo del nivel asignado al varón. Todos estos elementos jurídicos tienen su impacto en ciertas actividades productivas o de otro tipo, pues determinan la implementación de infraestructuras y servicios que no siempre son factibles de ofrecer, ya sea por su elevado costo o por la falta de espacio físico para hacerlo. Así, por ejemplo, en Chile la legislación establece la necesidad de contar con salas cunas o jardines infantiles dentro de un cierto radio, cuando la empresa cuenta con una cantidad mínima de mujeres dentro de su nómina. Menos notoria, pero igualmente importante, es la necesidad de contar con servicios higiénicos, atención médica, lugares de descanso, alojamientos y otros, todos distintos para hombres y mujeres. En algunas legislaciones, es imperativo que los lugares de trabajo cuenten con estas facilidades, aunque allí trabajen sólo hombres o sólo mujeres, en virtud de las normativas antidiscriminatorias que se han promulgado. En el caso de las FF.AA., la situación no es muy diferente de lo que ocurre en el mundo civil. A pesar de que la profesión militar demanda muchos sacrificios de parte del personal en lo relativo a las comodidades, las necesidades de recursos para el bienestar son relevantes, aunque sean muy sencillas. La vida en una guarnición, muchas veces ubicada en lugares poco gratos para la vida humana, exige contar con algunas facilidades por muy austeras que ellas sean. Mientras la dotación sea exclusivamente masculina, las necesidades obviamente son mucho menores. Cuando se incorporan las mujeres, el problema se complica. La infraestructura para habitabilidad debe duplicarse, se requiere contar con insumos adicionales, la alimentación debe sufrir adaptaciones, la atención médica debe abarcar nuevos campos, etcétera. A continuación se hará un análisis pormenorizado y concienzudo, acerca de cómo afecta este tema a cada una de las instituciones participantes en la Defensa Nacional. 116 A.- FUERZAS EN TIERRA Muchas de las consideraciones que se formulan en relación con las fuerzas propiamente terrestres son válidas para las restantes ramas de la defensa. Esto, en virtud de que todas las instituciones castrenses desarrollan parte importante de sus quehaceres en establecimientos terrestres, que con algunas diferencias menores, son cuarteles o guarniciones con los rasgos propios de todo recinto militar. Son escuelas, hospitales, cuarteles, talleres y otros, los que existen en todas o en la mayoría de las FF.AA. del mundo. De allí que para el título del presente párrafo, se haya escogido la expresión “fuerzas en tierra”, de connotación más amplia que la de “fuerzas terrestres”. En el caso del ejército, las instalaciones ubicadas generalmente próximas a lugares poblados no presentan mayores dificultades para la presencia de mujeres dentro de los cuarteles. Las adaptaciones de las instalaciones para recibir contingentes femeninos, son de implementación relativamente simple, siendo necesario básicamente, un esfuerzo de duplicación de servicios de alojamiento, higiénicos y sólo parcialmente, médicos. A mayor tamaño de las instalaciones o cuarteles, menores y mucho menos complejos deberían ser los cambios para su adaptación. La participación de elementos femeninos en prácticas en terreno, tampoco reviste un grado de complejidad mayor. Ellas al igual que los varones deberán adaptarse a los rigores de la vida en campaña, con largos períodos de intensa actividad física, alternados con breves momentos de ocio o descanso, escasas o nulas condiciones de higiene, incomodidades para el servicio de comida y una baja calidad de éstas, exposición a las inclemencias del tiempo, etcétera, circunstancias todas que deben estar presentes ineludiblemente en los períodos de entrenamiento. En el combate real, los soldados sufrirán éstas y otras penurias considerablemente mayores en mucho mejor forma, si ya las han experimentado previamente en tiempo de paz. La vida de cuartel no es en absoluto igualitaria. La jerarquización, es un rasgo distintivo de todos los cuerpos armados del mundo. Sin jerarquía, un cuerpo social cualquiera incluyendo los militares, carece de un orden necesario y que facilite el logro de los fines que le son propios. Por eso, con mayor o menor formalidad, la jerarquía siempre existe naturalmente en todas las organizaciones humanas. Con mayor razón tiene que existir en las FF.AA., donde la disciplina se ejerce por todos los miembros en virtud de la posición que cada uno ocupa en el conjunto, determinando la cuota de subordinación o de mando que a cada cual corresponde. La existencia de una jerarquía claramente definida, no elimina de los cuerpos armados bien disciplinados una convivencia armónica entre los miembros de distintos estamentos militares. Convivencia que es parte indispensable de la vida entre hombres que se preparan para enfrentar, como un todo, los rigores de la guerra. La convivencia al interior del cuartel, adopta la forma conocida en el léxico castrense, como “vida de cámara” o “vida de casino”145. Tan importante es la vida de cámara, que ella es enseñada, fomentada y practicada, desde las escuelas 145 Ver “Casino” en Aclaraciones. 117 matrices, de oficiales y de personal subalterno y constituye un elemento de juicio significativo en las calificaciones que los militares reciben de parte de sus superiores. Una actividad social en la cámara o casino dispuesta por el mando, es tan obligatoria para los miembros de la cámara, como cualquiera otra actividad de la unidad y de ella sólo se puede ausentar quien tenga razones estrictamente fundadas. La convivencia en la cámara es en cierta manera un reflejo de la organización militar, pues ella se desarrolla según el rango de cada uno de los que acuden. También refleja bastante fielmente la estructura de la sociedad. No es igual la vida de cámara entre los oficiales, que entre los sargentos o suboficiales. Los temas que se conversan, los asuntos que se discuten, son completamente distintos. Así como la forma de relacionarse, los temas que se tratan señalan importantes diferencias que no se pueden soslayar. Esta realidad no es obstáculo para que bajo determinadas circunstancias, se compartan momentos de camaradería con la participación de todos los estamentos de la organización. En la vida de cámara, es posible observar niveles de camaradería que las diferencias sociales o de jerarquía hacen parecer imposibles a los ojos del mundo civil. Sin duda que la vida de cámara es diametralmente distinta cuando en ella también participan mujeres. La presencia femenina impone al varón un comportamiento más mesurado en su vocabulario, en los temas que se conversan y en la forma de celebrar los acontecimientos relevantes del quehacer de la unidad o de la tradición militar. Esta situación, supone un proceso de adaptación muy complejo de todos los miembros varones del conjunto. La costumbre enseña que la vida de cámara es una actividad eminentemente viril, que si bien en parte es una copia del hogar en ocasiones lejano, es también el lugar de encuentro “secreto”, donde se superan las diferencias, se discuten los asuntos del servicio y se estrechan los lazos de camaradería, en la forma como los varones suelen hacerlo146. La sociabilidad y la camaradería son sellos que la profesión de las armas graba tan profundamente en el alma de sus cultores, que la práctica de estas virtudes se prolonga y proyecta en la vida civil del personal en retiro. Como muestra, está la proliferación de organizaciones sociales en que éste participa activamente. Solamente en la Quinta Región de Chile se cuentan más de 36 de ellas. Es difícil encontrar un militar en retiro que no pertenezca a una o más de estas corporaciones. Es muy conocido el hecho de que la cámara es un fiel termómetro de la calidad de la disciplina que se practica en la unidad. En las unidades navales norteamericanas, en las que la ley seca de los años 20 aún sigue en vigor, la vida de cámara es más bien pobre, quedando en la práctica restringida casi exclusivamente a compartir la comida y hacer una breve sobremesa. No existe allí la posibilidad de “conversar un trago”, prolongar la sobremesa, etcétera. Los marinos, al salir de franco adoptan un comportamiento que en otros países es visto como escandaloso y que se atribuye a que al interior del buque la vida social es escasamente practicada, no obstante que los elementos de bienestar son en las 146 Así como en la vida militar se producen ambientes en los que la presencia exclusiva de varones, es la norma, también existen instancias, en el ámbito civil, exclusivamente femeninas. No se tiene noticias acerca de reivindicaciones masculinas respecto de abrir estos espacios, a los varones. 118 fuerzas armadas norteamericanas, sensiblemente mejores y más abundantes que los que puedan gozar los militares de los demás países. Por lo general, los excesos de los “gringos” no se presentan en nuestros militares cuando están de franco, de los cuales la sociedad posee una percepción de sobriedad distintiva 147. La vida de cámara es un factor presente en todos los cuerpos armados, pero como es natural, existen diferencias significativas, que los miembros del mundo castrense pueden reconocer fácilmente y que se expondrán a continuación para ayudar a comprender mejor el impacto que la presencia de las mujeres tiene en ésta. En el caso de las fuerzas terrestres, la vida de cámara se lleva a cabo en el casino. Por lo general, está ubicado en un sitio relativamente aislado del bullicio del trajín habitual, a veces fuera de los límites del recinto del cuartel, pero físicamente próximo al mismo. Cuenta con los espacios destinados al alojamiento de oficiales y dependiendo de las disponibilidades, de sargentos y suboficiales en sus respectivos casinos. En los sitios en los que existe una gran cantidad de unidades o reparticiones, es común encontrar un casino único para los miembros de esas unidades. Normalmente, cabos y soldados o marineros, duermen en recintos comunitarios, aunque también cuenten con un casino exclusivo para ellos, donde a veces también se sirve la comida, pero que normalmente sólo se destina a la recreación. Es común en nuestro país que en los comedores, al menos a la hora de las comidas, las mujeres sin distinción de grado militar se ubiquen en un sector específico, debido a que sus conversaciones e intereses usualmente difieren con los de los varones. En las reparticiones navales, generalmente las mismas mujeres solicitan al mando que se les asigne un sector de uso exclusivo o, en subsidio, horarios de comidas diferidos. En otros casos, esta segregación surge espontáneamente y se mantiene incluso cuando en el mismo lugar se encuentran marido y mujer. La presencia de mujeres en los rangos de oficiales, suboficiales y sargentos, supone la existencia de casinos con áreas de alojamientos separados para damas y varones, probablemente atendidas por personal femenino y masculino. En ciertas legislaciones, el acceso a cada uno de estos sectores está reservado exclusivamente a los militares del sexo correspondiente, quedándole la entrada vedada incluso a los superiores del sexo contrario, total o parcialmente, cuando éstos están en funciones inspectivas. Es importante precisar que la vida de casino en las fuerzas terrestres es prioritariamente, vida de solteros. Al término de la jornada, los casados se van a sus casas a estar con sus familias y los solteros “se adueñan” del lugar. De esta manera, habiendo miembros de la cámara que sean mujeres, este se transforma en un interesante lugar de encuentro para quien ande en busca de una pareja, en especial en aquellas guarniciones cuyo entorno urbano no ofrezca muchas opciones para atender a este tipo de intereses. Y además es muy frecuente que los cuarteles militares estén físicamente lejos del área urbana. Así, las hijas del coronel Lee Bockhorn, una vez más, nos ilustra esta realidad: “Y cuando el buque no sirve, existen los francos en tierra. La Nueva Armada ha tomado medidas enérgicas contra los marinos que visitan sus tradicionales lugares de diversión (bares y clubes nocturnos) en los puertos, de tal forma que ahora las tripulaciones arman sus propias entretenciones como en el caso de un grupo de hombres y mujeres del USS Abraham Lincoln, quienes se escondieron en una habitación de un hotel de Hong Kong en 1998 para enredarse en los que la Armada describió como un ‘incidente sexual de grupo’ que involucraba ‘múltiples actos sexuales’.” 147 119 o del general, antiguamente muy cotizadas entre los subtenientes, pueden verse desplazadas por la subteniente o alférez, la que alejada del control paterno y revestida del aura de la mujer profesional e independiente, resulta más atractiva y abordable, con la que se puede establecer relaciones más estrechas y sin mayores problemas. La vida de cámara tiene un producto que es muy cotizado en la profesión militar: la natural camaradería que se produce en su interior. Este sentimiento, que se estima indispensable entre quienes potencialmente pueden a entrar en combate y que alcanza rasgos de hermandad en los veteranos de la guerra, se cultiva solamente en la medida que los miembros del grupo comparten experiencias y, por sobre todo, que se vean sometidos a las mismas exigencias del servicio. Por eso, es natural que exista y se forme más camaradería entre los compañeros de la misma arma y que los vínculos más sólidos se produzcan entre los de jerarquía similar. La creciente tendencia observada entre las mujeres a comportarse como hombres y tratarse con ellos como si no existieran las obvias diferencias, elimina las barreras del respeto y hasta un cierto grado de veneración, con que anteriores generaciones distinguieron a la figura femenina. Esto bien puede dar paso a una vida de cámara completamente diferente, con las lamentables consecuencias que son de prever, en un ambiente en el que la promiscuidad atenta gravemente contra la estructura disciplinaria. Nunca estará de más recordar el peligro latente que para la sociedad representan unas FF.AA. que son disciplinariamente débiles148 e impregnadas de una moral baja. También la diferencia de las exigencias a que es sometida la mujer afecta a la camaradería. Mientras que al subordinado varón se le llama generalmente por el apellido paterno, a ella habitualmente se la llama por su nombre de pila. La mujer queda normalmente excluida de las faenas pesadas o excesivamente fatigosas, con el consiguiente recargo en la labor que efectuará el varón. Se ha pretendido descalificar como un mito, el hecho de que las aptitudes físicas de hombres y mujeres son radicalmente diferentes, pero tal como ya se trató en otro capítulo, ello es una realidad insoslayable. Tampoco merece mayores análisis el argumento de que la vida militar ha cambiado y ya no exige de sus cultores la participación en actividades o faenas pesadas. Eso no es en absoluto cierto, pues el soldado debe cargar abultadas piezas de armamento, pesadas cajas con municiones, evacuar sobre sus hombros al compañero herido en combate, sin abandonar equipo ni armamento y todo ello, tras un largo período de dura actividad física, y con mínimas oportunidades de descansar. Cuando la legislación impone el deber de igualar las exigencias para ambos géneros, éstas han debido ser reducidas de manera considerable en los aspectos Lee Bockhorn: “Si la experiencia de las mujeres... constituye una señal, el hecho de animar a que las mujeres más como hombres hace emular no sólo los aspectos positivos de la vida masculina, sino también los aspectos más groseros de ella. La escritora Gutmann dice que muchas mujeres militares se sienten obligadas a decir garabatos y escupir junto con los chicos para ser aceptadas, y nota que las oficiales “exhiben sus fines con bastante respeto en el departamento de la ‘embriaguez, libertinaje y vulgaridad’” en las antiguas convenciones Tailhook. Así también, Laura Brodie describe cómo las mujeres en el Instituto Militar de Virginia, luchando por tener un sentido mayor de inclusión, participan en “apilamientos” de cadetes y en otros aspectos de peloteras de adolescentes hombres, lo que no era exactamente lo que el movimiento feminista original tenía en mente. 148 120 marcados por la fisiología, con el evidente desmedro en la preparación física del soldado para el combate y la consiguiente merma en la calidad del entrenamiento149. Todas estas consideraciones llevan a que la camaradería, vital en la vida castrense, no pueda desarrollarse plenamente en las fuerzas mixtas. El resentimiento que surge entre los varones ante la presencia de mujeres en el servicio, se traduce en una pérdida de las condiciones de convivencia armónica en la cámara, la que se manifiesta en la aparición de una segregación informal, pero lamentablemente real. El malestar consiguiente, es significativo entre el personal de bajo rango y tiende a disminuir según se asciende en la escala jerárquica, pues este ascenso significa un decrecer en la frecuencia de faenas pesadas en la agenda personal. La enseñanza de los oficiales para un correcto ejercicio del mando, se basa entre otras cosas, en la premisa de que quien manda, sabe qué está mandando, por qué lo hace y muy especialmente, sabe cómo se hace lo que se ha mandado y cuánto cuesta cumplirlo, porque él también lo ha hecho en alguna oportunidad. En ello se funda una parte importante de su ascendiente. Más aún, no faltan situaciones en que el oficial también debe aportar su cuota de sudor al logro del objetivo, es decir, no sólo sabe hacer lo que él mismo ordena, sino que está en condiciones de hacerlo150. ¿Con qué autoridad una mujer puede disponer que su personal ejecute un trabajo pesado, en circunstancias que ella nunca lo ha realizado ni está en condiciones de hacerlo? Es un punto que no debe ser descuidado. Y no se trata sólo del caso de los oficiales, pues en los grados más elevados del personal subalterno, el ejercicio de la función de mando constituye la clave de su desempeño151. Si los hechos se miran desde ese punto de vista, la vida de cámara no puede producir los efectos beneficiosos que de ella normalmente se esperan, cerrándose un círculo vicioso152. En materia de riesgos laborales, que en todo trabajo existen, la vida militar en las fuerzas terrestres presenta una característica marcada y muy peculiar: la posibilidad cierta de caer prisionero en manos del enemigo. Esta posibilidad es en tierra mayor que en el mar, pero a su vez, es más baja que entre las tripulaciones aéreas. Lee Bockhorn: “En el pasado, su temible sargento de entrenamiento habría hecho de su vida un infierno. Pero ahora que se pueden presentar cargos de ‘abuso contra el recluta’, éstos son separados en ‘grupos de habilidades’. Y si, incluso, las cosas se ponen demasiado duras, siempre se puede solicitar una ‘suspensión temporal del entrenamiento’. En los campamentos de entrenamiento de reclutas de hoy, su ’esfuerzo’ es lo que cuenta, no su rendimiento.” 150 La capacidad y la voluntad del superior para compartir todos los sacrificios y penurias de los subordinados, rasgo deseable en todo conductor militar, es uno de los motivos más poderosos para el fortalecimiento de la camaradería, entre estamentos muy lejanos jerárquicamente. La historia de la PT-109, hundida durante una patrulla, nos muestra a un comandante llamado John Kennedy, que se arriesgó noche tras noche, nadando largas distancias en busca de auxilio para su tripulación. 151 Independientemente de que la autoridad de un jefe militar descansa en su jerarquía, dicha autoridad se sustenta esencialmente en su dominio sobre las materias en las que ejerce el mando y en el ejemplo que irradia sobre los subalternos. Así, la autoridad militar se estructura en torno a tres pilares: jerarquía, conocimiento y ejemplo. Otros factores, como el “carisma” para lograr la adhesión, la simpatía, etcétera, pueden favorecer la acción conductiva, pero no suplen a los anteriores. Quien no haya pasado por la escuela del esfuerzo, carece de los requisitos básicos para ejercer el mando. Ésta es la filosofía que ha llevado a muchas armadas, a mantener y operar buques escuela, donde los futuros oficiales desarrollan un actividad muy similar a la del personal subalterno. 152 En las reparticiones que carecen de acomodaciones para el alojamiento de las damas, éstas quedan generalmente excluidas de los roles de guardia, creando un claro desbalance de deberes respecto de los varones, que no sólo deben asumir una mayor carga de trabajo, sino que además, por su desempeño en las guardias, son calificados, en tanto que las mujeres, por este acápite sólo pueden ser evaluadas asumiendo un desempeño que en la práctica, no han tenido. 149 121 ¿Está la sociedad dispuesta a exponer a sus mujeres (todas de escasos años, por lo que sería mejor llamarlas “jóvenes”), al riesgo de ser tomadas prisioneras y sometidas a las vejaciones a las que toda fémina se expone en manos de tropas enardecidas por el calor del combate? No es extraño que entre las mujeres se multipliquen las desaparecidas en acción, en cifras incluso proporcionalmente superiores a las de los combatientes varones. Cometidos estos crímenes de guerra, particularmente crueles por sus características, lo más “seguro” para los violadores es deshacerse de los cuerpos de sus víctimas, lo que en condiciones de combate, no es difícil153. El cadáver de un combatiente sólo ocasionalmente es sometido a autopsia y se le sepulta en cuanto se dispone de tiempo para ello. Las imágenes de los restos de los soldados norteamericanos desembarcados de un avión y dentro de un féretro con la bandera de su país, no son una realidad en las restantes fuerzas armadas del mundo, en las que la abundancia de medios de apoyo logísticos, propia de los EE.UU., rara vez se podría conseguir. Los riesgos de caer prisionero de fuerzas adversarias incluyen el maltrato que frecuentemente se da al capturado, con el fin de obtener información (el clásico “tratamiento de prisioneros”). Los combatientes varones que se exponen a estos apremios, cuando entre los prisioneros hay mujeres, son más propensos a revelar datos de valor, pues en ellos, existe una tendencia natural a evitar el sufrimiento a la mujer154. La existencia de tratados internacionales no resuelven realmente el problema del trato dado a los prisioneros. En el ardor del combate, las reacciones desmedidas no son fáciles de controlar por los mandos, también emocionalmente alterados. La muerte de un ser humano, en condiciones de normalidad, causará un cierto impacto más o menos uniforme en todos los testigos, que podrá aumentar o disminuir dependiendo de las circunstancias que rodeen al suceso. Pero si esa muerte ocurre en un combate entre fuerzas militares, la situación cambia radicalmente. La muerte de un soldado enemigo es percibida como la eliminación de un obstáculo al logro de la misión o de una amenaza a la vida propia. Por el contrario, presenciar la muerte de un compañero de armas a manos del enemigo, es una circunstancia dolorosa, que deja profundas huellas en el alma y que genera en ocasiones, sensaciones de culpa entre los sobrevivientes o desata sentimientos de venganza que mueven a actos de aparente heroísmo o de crueldad. La disciplina militar puede atenuar estos sentimientos, pero en el caos de la batalla, el autocontrol o el acatamiento de las órdenes pueden quedar superados por los hechos155. 153 Ya se ha mencionado el caso de la soldado Piestawa, que tanto impactó a la sociedad norteamericana y que reabrió el debate acerca de la presencia de la mujer en las unidades de combate del Ejército. 154 Lee Bockhorn: “Esto puede explicar el por qué las Nuevas Fuerzas Armadas sienten la necesidad de desensibilizar a los pilotos masculinos en el entrenamiento de prisioneros de guerra con los chillidos de sus colegas mujeres, para que la inclinación natural de los hombres honorables a compadecer a las mujeres por el sufrimiento, no sea usado por sus captores para hacerlos hablar...” 155 Incluso entre las fuerzas navales, que siempre se han distinguido por el trato humanitario que se da a los enemigos recogidos en la mar (más parecen ser atendidos como náufragos civiles que como adversarios), se han dado situaciones claramente reñidas con los usos de la guerra. Los deseos de venganza despertados entre los norteamericanos hacia los japoneses, durante la segunda guerra mundial, hicieron que en varias oportunidades, los náufragos nipones fueran muertos en cuanto eran izados a la cubierta del buque “rescatador”, sin que los oficiales opusieran objeción alguna. 122 Los riesgos de caer en manos del enemigo no desaparecen por el hecho de asignar las mujeres sólo a las armas de apoyo. La moderna tecnología de las armas y las dinámicas condiciones en que se desenvuelven las operaciones militares, hacen que el combate se desarrolle a veces con tanta intensidad en la misma retaguardia, como en la primera línea de combate. Ante el avance del enemigo que ataca, la artillería, emplazada en la parte posterior del dispositivo, puede verse envuelta en el choque de las fuerzas de infantería. O el ataque centrarse en las unidades responsables del apoyo logístico. Los blancos que no alcanza la artillería, quedan expuestos al ataque aéreo, aunque estén ubicados a varios kilómetros de distancia de la línea de combate. Hoy se habla de la “guerra de 360º”, para señalar esta característica de la guerra moderna156. La planificación respecto de las circunstancias en que se dará la batalla no pueden prever las innumerables alternativas que se presentan en el terreno, a la hora de enfrentar al adversario. En la guerra del Golfo, los misiles Scud iraquíes no cayeron sobre el dispositivo de combate de la coalición, sino sobre una unidad de apoyo logístico, que estaba muy lejos de los campos de batalla. La enorme diferencia de potenciales militares, tampoco exime a las fuerzas más poderosas del riesgo de caer en manos del enemigo. Frente a la inferioridad de medios, el adversario podrá recurrir al empleo de fuerzas especiales (comandos u otros) y también a irregulares operando a espaldas del dispositivo de batalla. La presión que estas tropas pueden ejercer sobre el ánimo de las fuerzas adversarias, es significativa, sobre todo si han tomado prisioneros. Irak ha demostrado la validez de esta realidad, considerando que entre los prisioneros norteamericanos había varias mujeres. Las dramáticas experiencias de los prisioneros norteamericanos en Corea, en Vietnam, y ahora de mujeres en Irak, es una llamada de alerta que no puede ser desatendida por las autoridades competentes. El prisionero de guerra sufre las peores afrentas que puede sufrir el ser humano. Ser varón no lo exime de los sufrimientos reservados a los que son hechos prisioneros. ¿Cuánto más deberá sufrir una mujer en idénticas condiciones? En definitiva, éste es un tema que hasta el momento no ha sido bien analizado. Las mujeres militares merecen que estas cuestiones sean tenidas en cuenta. 156 Tanto en la Guerra del Golfo como en la más reciente invasión a Irak, las unidades de apoyo se vieron enfrentadas a fuerzas de combate adversarias, sin contar con más medios que el personal de apoyo, supuestamente no entrenado para el combate. 123 B.- FUERZAS NAVALES Las fuerzas navales plantean circunstancias muy diferentes respecto del resto de las fuerzas militares. La especial condición de que el marino combate en el interior de su propio cuartel, que en definitiva es la nave de guerra, con pocas oportunidades para recibir refuerzos del exterior y que debe ser capaz de proporcionarse todos los elementos necesarios para la supervivencia, conforman la estructuración de una forma de vida especial. Esto es lo que se denomina la “vida en el mar”. El incorporar mujeres a unidades de combate de la Armada requiere comenzar por adaptar las escuelas, sus instalaciones y sus normativas. Simultáneamente, se debe abordar la modificación física de las unidades a flote, en las que se espera embarcar a las futuras navegantes. El cadete y el grumete, aun cuando realizan sus estudios en tierra, necesitan imperiosamente del contacto directo con la realidad de a bordo, contacto insustituible en la formación del marino de guerra. En estos aspectos, la profesión naval tiene peculiaridades respecto de las ramas terrestre y aérea de la defensa, que requieren de adaptaciones menos elaboradas. El buque, símbolo y medio del poder naval, salvo bajo especiales circunstancias, nunca deja de funcionar. Los equipos y sistemas destinados a mantener la vida de los tripulantes, que van desde los servicios higiénicos y sanitarios hasta la confección y distribución de la alimentación, no pueden detenerse bajo ninguna circunstancia. Y estos servicios dependen de los medios que la nave también debe proporcionarse, como la electricidad, el vapor, el agua de bebida o el aire acondicionado, por citar algunos y que al mismo tiempo permiten la operación de los equipos y sistemas de armas, comunicaciones y medios de detección157. Un buque de guerra es una máquina de gran complejidad, dotado de una enorme cantidad de equipos, que debe contar con una dotación capaz de mantenerla y operarla con eficacia. Todo esto, en un espacio generalmente muy reducido físicamente, debido a que el tamaño es un factor de extraordinaria importancia, determinante en sus capacidades marineras y militares. El hacinamiento es un factor en común, que une al marino de hoy con el de hace 50 ó 1000 años. En estas condiciones, la intimidad prácticamente desaparece. Normalmente, sólo el comandante, el segundo comandante y dependiendo del tamaño del buque, algunos pocos oficiales, son los únicos que gozan de cierto grado de privacidad y de un camarote propio. El resto normalmente comparte espacios de habitabilidad comunitarios, los que quedan determinados por la distribución del equipamiento de la nave. Los camarotes (dormitorios pequeños para uso de uno o dos ocupantes) sirven además como oficina, de modo que tampoco pueden llamarse espacios privados propiamente tales. Allí se recibe al personal subalterno para tratar asuntos relacionados con el servicio, se escuchan las peticiones, se imparte justicia cuando 157 Los cuarteles militares, de ejército, fuerza aérea o armada, generalmente dependen, para la satisfacción de sus necesidades de servicios básicos, de los medios civiles, aun cuando cuenten con equipos para enfrentar emergencias. El buque, aun estando en puerto y pueda acceder a los servicios públicos, mantiene un alto grado de autonomía en estas materias. 124 es necesario o se atiende los problemas particulares que aquejan a algún miembro de la unidad. En especial, los espacios situados bajo cubierta, siempre más amplios y adecuados para dar una mejor habitabilidad a la tripulación, son también los más o los únicos apropiados para la instalación de los sistemas de propulsión y armamento del buque. El diseño de una unidad de combate requiere de un gran esfuerzo de parte de los ingenieros y arquitectos navales, en el que las condiciones de vida de la dotación generalmente son sacrificadas en aras de un más eficiente desempeño operativo de la unidad. Las necesidades del combate imponen férreamente sus leyes. La presencia de la mujer a bordo, complica aún más estos problemas ya existentes y de por sí bastante complejos. La evidente necesidad de espacios de habitabilidad separados para hombres y mujeres es un aspecto que no se puede obviar, al menos en nuestra cultura y que en definitiva, en unidades de menor tamaño, sencillamente no tiene una solución verdadera. Múltiples aspectos de la estructura del buque hacen muy difícil que las mujeres puedan desenvolverse con naturalidad, manteniendo la necesaria privacidad. Los espacios de habitabilidad rara vez están libres de la presencia de equipos, de válvulas y de accesos a otros compartimientos en los que se trabaja regular o esporádicamente, de día o de noche. Las mismas reglas que impedirían al varón acceder a los espacios exclusivos de las damas, impedirían a éstas, el acceso a los espacios masculinos, los que generalmente son pasos obligados a otras dependencias de uso habitual. Ningún espacio está libre del escrutinio de la guardia en sus rondas habituales o al atender una emergencia. En una nave de guerra no pueden haber espacios o secciones vedadas a una parte de la tripulación, pues se compromete gravemente la seguridad a bordo. En combate, todos los departamentos del buque pueden y deben ser recorridos sin restricciones por las partidas de control de averías. Las cámaras se convierten en estaciones médicas, un entrepuente (dormitorio comunitario en la nomenclatura náutica), puede convertirse en una sala de atención de tripulantes heridos o en la central de control de averías, etcétera. Los daños causados por la acción del enemigo pueden hacer que todas las previsiones acerca del uso de cada espacio a bordo, sencillamente deban ser olvidadas en aras de salvar vidas que de otra manera se perderían. Por estas razones, el hacinamiento a que antes hicimos referencia se convierte en promiscuidad, en la que desaparece el natural respeto que varón y mujer se deben158. Lo anterior adquiere caracteres particularmente marcados en el caso de los submarinos, incluso en los grandes sumergibles atómicos, ya sea de ataque o portadores de misiles nucleares. La Armada de los EE.UU., que ha abierto el acceso de las mujeres al servicio a flote, se ha negado tajantemente a que ellas se integren a la flota del “servicio silencioso”, aduciendo que ello implicaría diseñar estos complejos navíos especialmente para llevar mujeres, con el agravante de que dicha medida redundaría en una importante mengua en las capacidades militares de los buques. 158 Es significativo el silencio que sobre estos asuntos, mantienen las fuerzas navales de género neutro. 125 Las armadas mixtas no han podido pasar por alto las demandas que en términos de facilidades para la vida a bordo, han planteado las mujeres con su aparición en las mismas. No solamente se requieren baños separados. Estos baños requieren de una mayor ventilación y más disponibilidad de electricidad, pues ellas no prescinden de secadores de pelo y otros artefactos indispensables para mantener su aspecto buen físico, ni siquiera cuando se convierten en parte de la tripulación de una nave de guerra. El buque de guerra posee algo de igualitario, casi diríamos que resulta democrático. Tal es así, de que si se hunde, nadie es más o menos náufrago que otro. También se da que determinados servicios no hacen distingos de ninguna especie, salvo los que son naturales del rango militar. No ocurre así cuando hay mujeres en el sistema a flote. Los equipos de lavandería a bordo prevén el lavado de ropa de trabajo, manchada con grasa o petróleo, tanto del personal subalterno como de oficiales. La ropa de mujer es necesariamente diferente. Se requieren programas o máquinas de lavado especiales para ropa más delicada, que tradicionalmente no han existido o no se han usado a bordo. Lo mismo ocurre con el planchado. Si bien es cierto que todo esto es objetivamente prescindible para cualquier persona que se embarca a tripular un barco destinado a fines bélicos, en la práctica el hecho de que se hagan esfuerzos por atender a tales requerimientos indica que hombres y mujeres no quieren renunciar a lo que naturalmente son. Las marinas deben hacer estos esfuerzos para que ellas encuentren un ambiente a flote adecuado a sus necesidades particulares y se sientan a gusto cuando están a bordo. El problema de fondo es que ninguno de estos cambios o implementaciones ha traído un beneficio en las capacidades operativas, sino un recargo a veces excesivo en las capacidades de servicios del buque. Para que una unidad de combate naval sirva a los fines para los que ha sido específicamente creada es indispensable que mantenga su naturaleza espartana, de modo que su tripulación se endurezca en la paz, para enfrentar con ventajas, los rigores de la guerra. Esto supone que quien se embarca, acepta implícitamente las limitaciones a la satisfacción de ciertas necesidades personales, las que son propias de la vida a bordo y no que llegue imponiendo condiciones, como lo haría quien otorga favores159. Así mismo, cabe preguntarse de qué sirve realizar un duro proceso, primero de selección y luego de educación, tendiente a adaptar al futuro tripulante a la vida en el mar, si después de todo, termina resultando que el que se adapta es el medio y no el individuo. Universalmente, la vocación militar se anida en el corazón de hombres que están dispuestos de buena gana a renunciar a numerosas comodidades e incluso a determinados derechos considerados básicos entre los civiles, como el de emitir una simple opinión frente a un superior. Son hombres que se sienten a gusto en un medio más que austero, propensos a servir más que a hacerse servir y que si es del caso, no vacilan en exponerse al peligro, a veces sin mediar orden alguna. Según Ricochet (Amazons at Sea), en la Royal Navy se habla del fenómeno “Love Boat”, aludiendo a la popular serie de televisión ambientada en un lujoso crucero de placer (El Crucero del Amor). 159 126 La siempre creciente complejidad de las naves no ha terminado con el hecho de que el buque es un medio en el que las faenas pesadas prácticamente no han variado en casi 100 años. La arquitectura naval, siempre apremiada por los costos y el tiempo, ha rechazado automatizar equipos no fundamentales para el combate y cuyas prestaciones pueden ser suplidas satisfactoriamente por la mano de obra disponible a bordo. Mientras más pequeñas son las unidades navales, menos espacio físico poseen para equipos que no son esenciales para el combate. Muchos medios no esenciales, si hay tiempo, simplemente se desembarcan durante los procesos de preparar el buque para la guerra. Su carencia será suplida con mano de obra. La instalación de equipos no indispensables para el combate influye negativamente en las capacidades bélicas y demanda esfuerzos de mantenimiento necesarios en otras áreas mucho más importantes. La automatización de los equipos a bordo ha simplificado muchas tareas arduas, antes atendidas sólo con el empleo de mano de obra, en especial en los procesos relativos a la adquisición, exposición y evaluación de la información relativa al campo táctico y al enemigo, así como al mejor empleo del armamento. Solamente se ha producido dicha automatización en la medida en que mejora las capacidades operativas del buque, para cumplir su rol como plataforma de armas, ya sea en términos de rapidez, precisión y volumen de datos manejados. No se concibe incorporar tales adelantos de la tecnología en una nave de combate, solamente por cuestiones relativas al bienestar de la dotación. Al contrario, ello demanda un mayor esfuerzo de preparación profesional, tanto para la operación como para el mantenimiento y la reparación de los sistemas. Un ejemplo claro de lo anterior lo constituye la instalación de sistemas de aire acondicionado. Estos adelantos no se implementaron para dar mejores condiciones de vida a la dotación, sino porque los complejos equipos electrónicos requieren de ciertas condiciones ambientales de humedad y temperaturas muy precisas, que no se consiguen solamente con los antiguos sistemas de ventilación. El tratamiento de aire, para la dotación, persigue reducir los riesgos derivados del empleo de armas nucleares, biológicas o químicas y sólo secundariamente se ha buscado el bienestar. La automatización está ausente, por ejemplo, en los equipos destinados a algunas maniobras marineras, como las amarras; las que son operadas principalmente a mano, a veces en difíciles condiciones climáticas y siempre con gran despliegue físico, que la constitución física de la mujer no está en condiciones de prestar eficientemente. Muchas tareas que normalmente son cumplidas por un solo hombre, requieren del concurso de dos o más mujeres o sencillamente deben ser cumplidas sólo por varones. Cargar un saco de harina o de papas en una faena de carga de víveres, acarrear proyectiles en un operativo con municiones, cobrar una espía, desmontar un motor, montar una maniobra de fortuna, operar la maniobra de fondeo, abrir o cerrar pesadas escotillas horizontales, manejar una manguera de incendio, izar o arriar embarcaciones, etcétera, todos trabajos muy pesados y habituales a bordo, están entre estas tareas. Otras labores básicas en una nave, como el mantenimiento y el pintado del casco y de la superestructura, sencillas en términos de las habilidades requeridas para su cumplimiento, también 127 son trabajos pesados y a veces riesgosos, no siempre apropiados para ser emprendidos por una mujer. Por otra parte, la creciente automatización en los sistemas de mando y control de armas y de la maquinaria principal y auxiliar, han reducido la cantidad de personal disponible a bordo, por lo que el trabajo pesado recae cada vez más en menos personal. La dotación debe ser capaz de atender todas las necesidades del buque, lo que implica el desarrollo de tareas que demandan un gran esfuerzo físico. Esta es una realidad con la que conviven los tripulantes de buques mixtos y que genera entre los hombres un profundo resentimiento hacia sus compañeras femeninas, que no pueden rendir de la misma manera cuando los exigencias físicas son altas. Si es difícil desarrollar un ambiente de camaradería entre personas que comparten exigencias y experiencias; mucho más difícil resulta alcanzar tal propósito, cuando las exigencias son diferentes. A bordo, donde conviven hombres cuyo desempeño habitual supone un desgaste más intelectual que físico, con otros en los que el esfuerzo físico es mayor que el intelectual, el desarrollar los lazos de unidad es un desafío que se supera sometiendo al conjunto a las condiciones severas de la vida marinera, en las faenas pesadas, en el aislamiento común a todos, en la austeridad y por sobre todo, haciendo de cada componente de la dotación, por humilde que parezca su función, un elemento indispensable, sin el cual el buque pierde algo de su capacidad para desempeñar su rol en la fuerza naval. Un miembro de la dotación que no calce en el esquema, es más una carga que un verdadero tripulante de la nave, es un factor de desunión entre los demás, punto de fricción donde se desgasta la cadena común de la disciplina entre compañeros. La presencia de tripulantes “diferentes”, que no van a ser capaces de cumplir con las demandas regulares de la vida a flote, al no ser un aporte al esfuerzo común, necesariamente atentarían contra el logro de la unidad de voluntades que hace de un grupo de personas un verdadero equipo de guerreros del mar. El logro de poner un buque en condiciones de cumplir correctamente los roles y las diferentes misiones que se le ordenen es la suma de los empeños individuales y de las relaciones estrechísimas que se forjan en los reducidos límites físicos del buque. Los marinos conocen perfectamente lo difícil que es alcanzar el nivel adecuado de rendimiento en una nave de guerra, y en especial, lo saben quienes han integrado la primera dotación de un buque nuevo y recientemente puesto en servicio. El equipo tarda en consolidarse y por tal razón, los necesarios transbordos (en el léxico naval, equivalente a “destinaciones”), merman el rendimiento del conjunto o lo degradan a tal punto que al término de los períodos regulares de transbordos, de vacaciones o de reparaciones, el proceso de entrenamiento debe iniciarse desde cero, tomando meses alcanzar los niveles perdidos con los cambios o la inactividad. El proceso de afianzar la calidad de desempeño de la dotación es difícil y no siempre se consiguen alcanzar los niveles deseados de eficiencia, ni de fortaleza de los vínculos de camaradería que deben reinar en un grupo humano que se prepara para ir a la guerra. En lo que respecta a considerar a las mujeres sólo para tripular unidades auxiliares o de menor importancia, para evitar el exponerlas a los rigores del 128 combate, el servicio naval presenta una situación especial: en la guerra en el mar no hay una “línea del frente”160. Toda unidad a flote necesariamente está expuesta a la acción del enemigo, sea éste un atacante aéreo o naval, de superficie o submarino. La unidad auxiliar es un petrolero, que navega junto o próximo a las unidades de combate o es el remolcador que traerá de vuelta a la base a la fragata inutilizada por el fuego adversario, o es el transporte anfibio que conducirá a las fuerzas de Infantería de Marina a la playa por conquistar o es el barreminas que debe buscar y destruir estos artefactos bélicos o finalmente, es el transporte atiborrado de munición y otros pertrechos que puede desintegrarse ante el impacto de una bomba o torpedo. En todos estos casos, el trabajo de la unidad auxiliar se hace bajo la permanente amenaza del enemigo que en cualquier momento puede atacar. Por lo tanto, el rol de auxiliar no exime al buque de los riesgos de la guerra. Podría mencionarse el caso del buque hospital como una excepción, debido a que las convenciones internacionales le confieren un estatuto especial de “santuario”. Sin embargo, el que se respete su condición de tal es una cuestión diferente y objetivamente difícil de lograr. Los modernos sistemas de armas no requieren que el operador vea físicamente al blanco y su empleo se decide a gran distancia, cuando la identificación del objetivo es realmente muy difícil o simplemente imposible. Más aún, es justamente en las unidades auxiliares donde la demanda por personal capaz de realizar las faenas más pesadas, alcanza los niveles más elevados. La maniobra Logos a bordo del petrolero exige capacidad física para el trabajo pesado, tanto como para permanecer períodos largos de trabajo sin descanso. A diferencia de los buques de combate, la tarea de reabastecer a las restantes unidades no es algo esporádico, sino casi permanente, dependiendo del tamaño de las fuerzas. La maniobra de remolque en alta mar y bajo condiciones de emergencia operativa, también es normalmente una dura prueba para la dotación de la nave. La ausencia de complejos sistemas de armas en las unidades auxiliares, así como de sofisticados sistemas de mando y control, reduce ostensiblemente la cantidad de personal. En las maniobras no hay excepciones, todos deben prestar su colaboración sin distinción de la función que cumple en razón de su cargo o especialidad. La dura vida a bordo de las unidades auxiliares chilenas en la región austral, la que generalmente se desarrolla en condiciones extremas, nos enseña que en estos buques el trabajo más rutinario adquiere características de verdadera epopeya. Lo anterior trae a la reflexión una realidad que muchos aficionados a estudiar los temas militares pocas veces evalúan con detenimiento. Cada país tiene, también en el campo militar, sus peculiaridades y Chile desde luego no es una excepción. A propósito de condiciones extremas existe una anécdota que bien vale la pena citar. La Marina Real del Reino Unido recibió de los hombres embarcados en buques mixtos una queja: al momento de presentarse cualquier emergencia a 160 El equipo designado para estudiar las cuestiones relativas al embarco de mujeres en la Royal Navy, había recomendado embarcarlas sólo en unidades no destinadas al combate, pero pronto se vio que tal recomendación carecía de sentido, debido a que en las fuerzas navales no cabe hacer tal distinción. Citado por E.R. Hayman, en Women at Sea. 129 bordo, la actitud natural de los hombres era hacer retirar a las mujeres del foco del problema y hacer entonces, el trabajo propio y el de ellas161. Así las cosas, las emergencias eran tratadas con menos medios humanos que lo planificado. Ante una avería que afecta a la estructura se recurre al “apuntalamiento”, otro trabajo pesado, que se ejecuta bajo la presión de la emergencia, donde no hay espacios para los que no sean capaces de mover grandes pesos u operar herramientas que exigen el uso de una buena dosis de fuerza física. En las marinas en las que existen mujeres embarcadas y que no pueden exponerlas al combate, se presenta un fenómeno inesperado: los tripulantes saben que su buque (que para todo marino es siempre el mejor buque de la escuadra), no podrá demostrar su valor ante el enemigo tal y como se espera, al menos no en las mismas condiciones en que lo harán los barcos tripulados solamente por varones. Ello afecta negativamente a la moral de esas dotaciones navales, que probablemente son tan capaces como el resto y las expone a las burlas constantes de sus compañeros. La destinación de las mujeres embarcadas a reparticiones terrestres, para servir en puestos habitualmente cubiertos por personal apto para el servicio de a bordo, práctica bastante habitual en diversas marinas, ha acarreado un efecto no previsto: resta muchas oportunidades al personal que sirve a bordo para acceder a dichos puestos, con el consiguiente impacto en la moral de las dotaciones embarcadas. La falta de oportunidades para acceder a puestos en tierra, es un factor que incide de manera decisiva en el crecimiento de las tasas de retiro de personal masculino altamente calificado, y que cuenta con pocos años de servicio162. El ambiente marino también impone sus reglas a los que ingresan en dicho sistema. La vida a bordo implica pasar muchas horas expuesto a las inclemencias del tiempo, realizando pesadas faenas. El frío, el cansancio y las ropas empapadas han sido compañeros inseparables del marino y ello no va a cambiar por el hecho de que se hayan desarrollado nuevas tecnologías. Que tales condiciones estén siempre presentes es un factor que no preocupa al marino, pues ellas contribuyen a fortalecer al futuro combatiente en la mar. Más aun, es deseable que el joven en sus etapas de formación profesional, sufra los rigores de la vida marinera. Así, como oficial, valorará mejor el trabajo de sus subalternos y ponderará más prudentemente los riesgos a los que eventualmente les expondrá y como marinero, podrá enfrentar los peligros con experiencia acumulada. No es de extrañar que la sabiduría popular haya acuñado el término “hombre de mar”, para referirse a quienes han hecho de estas difíciles condiciones, su forma de vida. El mar es un medio en donde el que no se adapta sencillamente fracasa. No todos pueden ser hombres de mar. La vida de cámara a bordo también asume ciertas peculiaridades. Mientras que en las unidades terrestres puede reducirse al personal soltero durante gran parte del año, a bordo, es parte de la vida cotidiana todo el año y toca a todos los miembros de la dotación, cada uno en su nivel, aunque se reduzca en el puerto base. La dura jornada de faenas y ejercicios da paso a la vida social, donde se 161 162 Citado por Ricochet en Amazons at Sea. Ibid. 130 comentan las actividades del día, se liman asperezas y se fortalecen los vínculos de camaradería. Pero aun cuando en la cámara se produce un cierto relajo, éste nunca es total. Las guardias en alta mar o en puerto permiten a una gran parte de la dotación descansar, mientras otra parte conduce la navegación, especialmente la nocturna, o ejecuta ciertos ejercicios, etcétera. Sin embargo, lo anterior, no exime del hecho de que surja la siempre presente amenaza del enemigo o una emergencia propia de la navegación. Hasta en la más rutinaria de las navegaciones, el zafarrancho de combate se hace oír en el momento más inesperado. La misma expresión, zafarrancho, indica que en ese momento se interrumpe el descanso para todos, la comida, la charla, todo, excepto lo necesario para enfrentar el combate o la emergencia. Por otra parte, no es posible que las cámaras a bordo, se encuentren en sitios apartados del ajetreo cotidiano. Su ubicación, tamaño y forma no siempre responden a criterios de mejor comodidad para sus ocupantes. Ésta muchas veces no alcanza a albergar simultáneamente a todos sus miembros. En este sentido, la cámara es un fiel reflejo de lo que el servicio naval exige a sus miembros, en orden a adaptarse a las duras condiciones que la profesión naval normalmente demanda, más que a exigir que tales condiciones se adapten a las necesidades de cada individuo. Un factor adicional a las diferencias entre la profesión naval y el resto de las fuerzas o ramas militares, lo constituye el hecho de que en el buque, desde el comandante hasta el tripulante de menor rango, todos comparten y están expuestos a los mismos riesgos. En el combate terrestre, el soldado de menor rango está objetivamente más expuesto a sufrir heridas o la muerte que el superior que a veces se encuentra dirigiendo desde la retaguardia. En el combate aéreo, sólo intervienen las tripulaciones aéreas. En el combate naval todos son combatientes, corren más o menos los mismos riesgos y se exponen, en consecuencia, a las mismas vicisitudes. Si se hunde el buque, todos son igualmente náufragos, cuya supervivencia es posible en la medida que la disciplina, la unidad y el espíritu de sacrificio se mantengan intactos. La camaradería en estas circunstancias, no sólo es deseable, pasa a ser vital. No falta, en las mentes más agudas, la percepción de que el marino desarrolla por su buque un respeto semejante al que el militar siente hacia su cuartel, pero lo del hombre de mar es mucho más profundo: el marino sabe que su buque puede ser también su tumba. La tradición naval chilena impone normas, incluso respecto de la vida de cámara. Así, en la cámara del comandante, debe encontrarse un retrato del héroe de Chile, don Arturo Prat, en la de oficiales, el del teniente Ignacio Serrano y en las de suboficiales o sargentos, el del sargento Juan de Dios Aldea, modelos con los que los miembros de la cámara deben identificarse en todo momento. La tradición también dicta el protocolo, el que se respeta cuidadosamente. El problema se presenta con mujeres integradas en la vida de cámara a bordo, sobretodo porque el protocolo se funda sobre la posición jerárquica. Pero dicho protocolo supone también atender a la condición de la mujer a bordo, que por ser tal, merece ciertas consideraciones especiales que no guardan en absoluto relación con la posición jerárquica o grado que ella ostente. Si se desconoce la condición femenina de un miembro de la cámara, tarde o temprano desaparecerán 131 también el respeto y la consideración debida a todas las mujeres, sean éstas militares o no. La mujer debe de cualquier forma intentar adaptarse a esta realidad, pero ello no siempre se ejecuta o es posible. La experiencia en las marinas mixtas, indica que la prevalencia de cambios en las destinaciones entre las mujeres es muy alta, y que sucede por las causas habituales: embarazo y lactancia y su rendimiento está muy sujeto a la ciclicidad de sus procesos fisiológicos. Los efectos en las capacidades operativas por estas circunstancias, son negativos en términos de alcanzar y mantener los niveles de entrenamiento de la tripulación. Esta “volatilidad” atenta contra la conformación de un equipo de combatientes, que debe adaptarse en alguna medida, ante cada reemplazo de miembros de la dotación. No es apropiado juzgar estas situaciones aduciendo que talvez se trate de trasbordos de personal de escasa importancia en el conjunto. En el buque, las labores más “humildes”, como sastrería, lavandería o zapatería, son atendidas por gente que realiza otras tareas, en las guardias o en el combate, ya sea sirviendo en una pieza de artillería, en una partida de control de averías, como camillero o telefonista, por citar unas pocas, todas las cuales demandan un entrenamiento individual y de conjunto. Existe la impresión, de que como intento de solución al problema, bastaría con imponer normas que impidan a la mujer embarcada quedar embarazada, pero ello, además de ser contra la naturaleza, es ilegal conforme a las leyes vigentes y atenta contra la ética de las FF.AA., la que ha estado siempre por fortalecer la vida familiar. La opción de embarcar solamente a las solteras también ha sido previamente evaluada, pero dado que tarde o temprano ellas se casarán, la posibilidad de continuar una carrera prolongada en la armada se ve bastante remota y difícil de lograr. Ello tampoco resuelve el problema causado por las solteras que queden embarazadas, situación de alta ocurrencia en las marinas mixtas, donde el porcentaje de embarazadas a bordo ha llegado a ser mayor que en tierra o en la vida civil163. Según datos estadísticos proporcionados por organismos oficiales, la prevalencia de mujeres embarazadas a bordo de las unidades norteamericanas, ha sido mayor que en tierra, alcanzando cifras del orden del 31%164. Por otro lado, la situación de las mujeres en estas condiciones implicaría embarcarlas por un período tan breve de su carrera que cabría preguntarse si el esfuerzo y el costo de prepararlas como tripulantes de un buque de guerra, vale realmente la pena, sobre todo teniendo en cuenta que las dotaciones navales se conforman en un alto porcentaje con personal muy calificado técnicamente. La tendencia es que esta calificación sea cada vez mayor, en la medida que se automatizan las tareas de a bordo. Las reflexiones anteriores adquieren una mayor vigencia a medida que el tamaño de las fuerzas navales es menor en número de efectivos, debido a que las organizaciones de las grandes potencias poseen personal en abundancia. Lo tienen para poseer la posibilidad de afrontar relevos frecuentes y se ven favorecidas por la 163 Aunque es muy difundida la opinión de que la mujer que trabaja, abandona el empleo cuando se casa o tiene hijos, recientes estudios indican que sólo en contadas ocasiones es así, sin embargo, en el caso de las mujeres embarcadas o con opción de embarcarse, esta circunstancia es bastante frecuente. 164 Gutamann, Stephanie.Kinder, Gentler Military. Simon & Schuster, Canada. 132 estandarización de unidades y equipos, lo que no ocurre tampoco en las marinas de menor tamaño. 133 C.- LAS FUERZAS DEL AIRE 165 Las fuerzas del aire, en lo referente a las condiciones laborales en que se desenvuelven, no ofrecen grandes diferencias respecto de las terrestres. La vida regular se desarrolla en cuarteles o bases aéreas, que aparte de las instalaciones necesarias para el mantenimiento y la operación de las aeronaves, muestran bastantes similitudes. La existencia de mujeres como miembros de las tripulaciones aéreas, implica la necesidad de contar, en todas las bases aéreas a las que ellas pudieran arribar con medios adecuados a sus necesidades, aun cuando la cantidad de mujeres en estas tareas sea ínfima. Esto significa que debe de haber facilidades para alojarlas que estén segregadas de las que usan sus pares masculinos. Las tareas habituales sí son diferentes, debido a que los medios aéreos siempre son equipos de gran complejidad técnica, de modo que el esfuerzo destinado al mantenimiento de los medios materiales absorbe un tiempo considerable de las energías del personal en tierra. Muchas de estas tareas pueden ser desempeñadas indistintamente por varones y damas, en campos específicos, como electrónica, aviónica, informática y otros, y en condiciones de razonable igualdad. En este sentido, la creación de vínculos de camaradería entre ellas y ellos se ve favorecida. Las fuerzas aéreas tienen su mayor diferencia con las terrestres, en el sentido de que mientras en éstas toda la unidad va al combate, en aquéllas sólo son verdaderamente combatientes las tripulaciones aéreas, grupo bastante reducido en relación con el total de la fuerza efectiva. Las unidades de defensa aérea no se distinguen mayormente de las fuerzas terrestres que cumplen funciones similares. Esto plantea un desafío muy particular para los oficiales de las fuerzas del aire, pues la forma de crear vínculos de camaradería con sus subalternos no puede darse por la vía de compartir las vicisitudes del combate, hecho que por sí mismo sería imposible. En este caso se da debido al grado de dependencia que el tripulante de aeronave tiene, en sus capacidades de combate y de supervivencia, respecto de las habilidades técnicas del ingeniero y del mecánico que realizan el mantenimiento y entregan el apoyo logístico. Los oficiales que operan las aeronaves de combate sí generan entre ellos, vínculos de camaradería al estilo tradicional. Cuando a este grupo se integran mujeres, las cosas evidentemente sufren algunos cambios, debido a que se espera que el piloto de combate o de aeronave de apoyo, se mantenga en condiciones físicas e intelectuales aceptables para el vuelo en aviones que plantean elevadas exigencias al piloto, condiciones a las que el organismo femenino no siempre se adapta adecuadamente, en virtud de los ciclos a que se ve sometido con regularidad. Los períodos de embarazo y lactancia suponen una interrupción en el proceso de adquirir y mantener un nivel determinado de entrenamiento, en desmedro de la eficiencia operativa del conjunto de la unidad y encarecen el esfuerzo de búsqueda del nivel exigido en la preparación para la guerra. Por lo Del mismo modo en que se eligió la expresión “fuerzas en tierra”, en lugar de “fuerzas terrestres”, se optó por “fuerzas del aire” en reemplazo de “fuerzas aéreas”, por cuanto algunas de las consideraciones que caben en este acápite, son aplicables a los medios aéreos del ejército o navales, siendo necesario un término de significado más amplio. 165 134 general, el piloto de aeronaves de combate debe mantener un nivel mínimo de entrenamiento, el que se pierde rápido cuando no se ejercita regularmente. En una mujer, expuesta a embarazos o largos períodos de lactancia, el nivel mínimo para conservar sus aptitudes de vuelo sufrirá interrupciones más o menos frecuentes, debiendo repetir con mayor frecuencia que el varón, las etapas más básicas del entrenamiento. Esto tiene un costo adicional que en el caso de un piloto de combate es relevante. Esta diferencia entre varones y mujeres atenta contra el espíritu de cuerpo, debido a que no todos los miembros del equipo pueden rendir en la misma medida. Además es natural que haya que adoptar normas diferenciadas para hombres y mujeres, a fin de que las calificaciones que ambos reciben puedan ser realizadas con justicia. El riesgo de que el avión sea derribado, va a la par con el de que la tripulación sea capturada y llevada a un lugar de confinamiento en no muy buenas condiciones. El problema de los riesgos a que se expone la mujer prisionera de guerra, ya fue mencionado previamente en el caso de las fuerzas terrestres, por lo que valen aquí los mismos elementos de juicio de entonces; con el adicional de que los riesgos de ser hecha prisionera son significativamente más altos, pues la aeronave operará regularmente sobre el territorio bajo control del enemigo y está expuesta a ser derribada. Los pilotos derribados son expuestos a persecuciones sistemáticas por las fuerzas adversarias, muchas veces motivadas por el deseo de venganza debido a que han debido soportar el ataque de la misma aeronave derribada. No es lo mismo ser objeto de la persecución del enemigo, cuando se está en la compañía de los camaradas, que cuando como el piloto derribado, debe enfrentar el peligro en la más completa soledad y sin posibilidad alguna de comunicación. Es de suponerse a qué situaciones se verá expuesta una mujer en tales circunstancias. Otro aspecto del riesgo de volar y ser derribado, es el de la eyección desde el avión. Sabido es que un piloto que es eyectado, experimenta aceleraciones brutales, del orden de los 20 G, debe soportar el impacto del viento a velocidades sumamente altas y, finalmente, debe absorber el violento contacto con el suelo, que muchas veces no se produce de manera controlada166, sobretodo si la eyección se produjo a baja altura. Rara vez un piloto sometido a esta situación se libra de salir sin algún tipo de lesiones, sean éstas graves o leves. Hasta ahora no se han encontrado antecedentes respecto de la forma como las mujeres han soportado una eyección. Sin embargo, es de suponer que por tener una contextura menos robusta que la de los varones, las lesiones que sufren probablemente deben ser de mayor consideración. No hay mayores diferencias entre la vida de cámara dentro de una guarnición aérea y la que se desarrolla en un cuartel del ejército, pues generalmente ambas comparten las mismas circunstancias. Solamente se diferencian en que es normal que las unidades aéreas se encuentren en la periferia de los centros poblados y no en su interior, para que las operaciones aéreas no importunen a la población civil. 166 El paracaidismo deportivo, practicado por muchas mujeres, no es un buen punto de comparación. El deportista se lanza al vacío en condiciones bastante distintas que el piloto del aeronave derribada, ya que no ha sufrido lesiones antes del salto, opera desde aviones volando a velocidades bajas, lleva un equipo muy reducido (sin elementos de supervivencia) y posee un paracaídas con capacidades de control de vuelo que no están presentes en un paracaídas de emergencia. 135 Ello implica una vida de casino bastante más activa y concurrida que en las unidades terrestres. 136 VII.- ADAPTACIÓN DE LAS FUERZAS A LA INTEGRACIÓN FEMENINA Es evidente que en todas las instituciones castrenses que han debido recibir contingentes femeninos ha sido necesario realizar numerosas adaptaciones. Éstas han sido tanto en términos de reglamentación, como de infraestructura física en tierra, de modificación de las unidades a flote en el caso de la Armada y muchas otras. Históricamente, las fuerzas armadas de todo el mundo han funcionado de otra manera, acostumbradas a operar sin contingentes femeninos. Independiente del hecho de que los cuerpos armados siempre deben sufrir adecuaciones a diversas circunstancias de tiempo y lugar, lo que nunca ha cambiado es el hecho de que el recluta es el que debe adaptarse al medio167. El conocimiento, fruto de las largas experiencias que han acumulado los militares, enseña que el proceso de adaptación toma su tiempo y requiere del sacrificio de reclutas e instructores, para que el recién ingresado se introduzca en un mundo en el que las cosas más sencillas, tienen sus peculiaridades que el hombre de armas debe saber dominar. El léxico militar, naval o aéreo, la forma de tratar al superior, al subalterno o incluso al compañero, la rígida rutina diaria, llena de pequeñas y grandes diferencias con la vida civil, la falta de privacidad y de comodidades que fuera del cuartel son tan desconocidas que ni siquiera se piensa en su existencia, etcétera. El “período de reclutas”168, primera etapa en el proceso de formación de un militar, apunta a entregar al novato los conocimientos básicos respecto de lo que el servicio espera de él, en orden a la conducta que debe observar y a los conocimientos mínimos que debe manejar para tener un desempeño pasable. Es el primer paso en un largo proceso de adaptación, indispensable para un eficiente desempeño en el mundo militar. Es también la primera prueba a que se ve sometido, para aquilatar sus aptitudes con vistas a convertirse en guerrero. Con diversos nombres y modalidades, el período de reclutas es un uso universal e ineludible en las FF.AA., que en ocasiones alcanza al personal que no desarrollará funciones militares169. El hecho conocido, de las altas tasas de deserción que se produce en las escuelas matrices, es revelador de una realidad que en la boca de un militar puede sonar a soberbia, pero que es lejos de toda duda, incuestionablemente cierta. No todos pueden ser militares, no todos tienen las cualidades para convertirse en tales y además no es fácil llegar a serlo. En realidad, no todos pueden ser médicos, abogados, ingenieros o arquitectos. Ni es fácil lograr el título, pues cada oficio tiene sus propias exigencias de talento, académicas o de otro orden que sólo algunos individuos tienen, siendo labor de las universidades el seleccionar a los que son realmente capaces de 167 Es costumbre entre las familias reales, que los hijos varones reciban formación militar, sin ninguna consideración especial en virtud de su rango nobiliario. Uno de los hijos de la Reina Isabel sirvió como piloto de helicóptero en la guerra por las Islas Falkland y su padre, el Príncipe Felipe, fue oficial de Marina embarcado durante la Segunda Guerra Mundial, como un oficial más. Estos y otros casos semejantes indican que el ingreso al servicio armado se realiza sin ningún tipo de consideraciones especiales. 168 Ver “Período de reclutas” en Aclaraciones. 169 La conocida película Reto al Destino, que lanzó a la fama al actor Richard Gere, ilustra precisamente el período de reclutas al que se somete a los futuros oficiales aviadores navales norteamericanos que no ingresan al servicio a través de la Academia Naval de Annapolis. 137 cumplir con los programas de estudios establecidos. En los llamados oficios, la necesidad de talentos especiales no es menor. Sólo algunos pueden ser carpinteros, albañiles o mueblistas. En todos los casos, el mercado laboral demuestra ser implacable. Sólo triunfan los más o los únicos capaces. La selección del personal no puede faltar en las FF.AA. Sin ella, se corre el riesgo de poner en peligro a la nación entera, al permitirse el ingreso a sus filas de elementos que eventualmente podrían no ser idóneos para el tipo de servicio que se requiere. La selección es y debe ser permanente, desde el primer día en que el joven cruza las puertas de la escuela o del cuartel, hasta que finalmente se acoge a retiro. La altura que cada cual alcanza en la carrera, es un buen reflejo de la aptitud de cada uno para el servicio castrense. Por esta razón, el hecho de que las FF.AA. deban adaptarse para recibir a un grupo específico, no parece de ninguna lógica respecto de lo que es su misión esencial: la defensa. Lo normal es que quien se introduce en el mundo militar, se adapte a las condiciones que este medio impone. Lo contrario implica necesariamente desvirtuar la esencia de la vida militar, que es de servicio y sacrificio para sus miembros. A continuación expondré algunas consideraciones respecto de las adaptaciones que sería necesario implementar, separándolas según la naturaleza de las fuerzas armadas. 138 A.- FUERZAS EN TIERRA Como ya se ha indicado previamente, las adaptaciones de las fuerzas en tierra a la presencia femenina en términos de infraestructura, son relativamente sencillas. Las adaptaciones de tipo administrativo, no merecen ser mencionadas en un trabajo como el presente porque dependen exclusivamente de la voluntad humana. Donde las adaptaciones adquieren complejidad, es en los requisitos exigidos para que las unidades y sus integrantes sean declarados aptos para el combate. Las exigencias de orden intelectual no constituyen un problema para la selección del personal, debido a que en este plano hombres y mujeres son semejantes. Sin perjuicio de que la aptitud moral que se tenga es indispensable para enfrentar las situaciones de riesgo propias de la guerra, las exigencias físicas para el combate son primordiales y no se pueden “suavizar”. Un soldado requiere de una aptitud para el ejercicio físico intenso y prolongado, porque el combate así lo impone. No todos pueden ser soldados o militares. La batalla no tiene horarios ni días específicos para ocurrir. Se come, se bebe, se duerme o se atiende a las necesidades físicas, sólo cuando y donde realmente se puede hacerlo, si es que aquello resulta posible. Al combate no se va con comedores, baños ni dormitorios, sino con una mochila cuyo contenido está cuidadosamente regulado en función de las necesidades operativas. En combate, las únicas oportunidades que tiene el soldado para descansar dependen de la llegada de un relevo, que muchas veces puede no aparecer oportunamente. Terminado el combate, el soldado debe convivir con los despojos de los muertos, con los heridos hasta que lleguen los cuerpos sanitarios a retirarlos y los restos del material bélico destruido. Esto es así hasta que exista la posibilidad de que se sepulte a los caídos y se despeje el terreno de los escombros, tareas que él mismo muchas veces debe emprender. En este punto, no hay adaptación posible. Es el combatiente el que se adapta al medio o sencillamente debe ser retirado del frente, si antes el enemigo no ha acabado con él y con su vida. Las capacidades físicas son tan importantes como las habilidades del soldado, tanto en lo táctico como en el manejo del arma que se le ha entregado. Y es en las capacidades físicas, donde justamente residen las principales diferencias entre el varón y la mujer170. No es cierto que en la vida militar haya una preeminencia del músculo por sobre el cerebro, por lo que pretender que ello puede ser revertido tampoco es acertado171. Lo que la guerra terrestre necesita es una adecuada conjunción de músculo y cerebro, como ocurre con toda actividad humana. Con la salvedad de que la vida militar implica una peculiar combinación de capacidades, habilidades y talentos, que no siempre es desarrollada por todas las personas172. 170 Baroness Symons of Vernham Dean, Minister for Defence Procurement, Part of My Job: Equal Opportunities in The Armed Forces, RUSI Journal Octubre de 2000. Entrevista. 171 La pretendida supremacía de lo físico por sobre lo intelectual, ha sido por mucho tiempo, argumento destinado a desacreditar a los militares y, entre estos, para hacer bromas a sus camaradas empleados en funciones en las que los aspectos físicos son de mayor relevancia que en otros. 172 La primacía del intelecto se ve aún más claramente en el hecho de que al soldado se le exige una prestancia moral, que no reside en el músculo, sino en la mente. 139 La guerra moderna ha hecho aun más difícil el problema. Los ejércitos antiguos combatían mientras la luz natural lo permitía y se retiraban al caer la noche. Salvo en el caso de un asedio, durante las horas de oscuridad se corría el riesgo de atacar a los compañeros, por la incapacidad de reconocerlos. Las normas que emitían las autoridades eclesiásticas, imponían treguas por cuestiones de índole religiosa o humanitaria, que todos acataban. Se respetaba el derecho del enemigo a recoger a sus heridos y sepultar a sus muertos, pues todos ellos compartían la misma fe. En otras culturas, las condicionantes impuestas por la superstición o las premoniciones de los augures o astrólogos operaban de igual forma. Todo ello ha cambiado notoriamente en cuanto al campo de batalla. Se combate de día y de noche, porque las circunstancias tácticas lo hacen aconsejable y porque se cuenta con los medios tecnológicos que hacen que la noche sea día. Si no se va a combatir de noche se aprovecha la oscuridad para desplegar o redesplegar las fuerzas, esperando combatir nuevamente de día. La palabra “descanso” desaparece del lenguaje del soldado en combate, aunque pese dolorosamente en su mente. La historia recurre reiteradamente al término “sobrehumano”, para referirse a los esfuerzos increíbles que han realizado los soldados en incontables ocasiones, para cumplir con las misiones asignadas bajo el fuego del enemigo. La autoridad de la Iglesia Católica ya no alcanza a imponer sus normas a las fuerzas militares, aunque la mayoría todavía comparta el mismo credo en el caso de Chile. En lugar de dar facilidades al enemigo para recoger a sus muertos y atender a sus heridos, se busca quebrantar su moral impidiéndole realizar tales tareas. El compañero herido pidiendo auxilio, en medio de la “tierra de nadie”, afecta profundamente la moral de las tropas y puede provocar reacciones irracionales, que ponen en riesgo al resto de la fuerza o al cumplimiento de la misión. Muchos soldados han ganado sus condecoraciones de guerra precisamente por llevar a cabo espectaculares rescates de compañeros heridos, todo ellos bajo condiciones extremadamente difíciles. Nuevamente la realidad nos muestra que lo que verdaderamente se requiere, desde esta perspectiva, no es una adaptación de las fuerzas a la incorporación de la mujer, sino que ésta sea capaz de adaptarse al medio en el cual pretende ser admitida. Es evidente que las armas militares se han diseñado pensando en operadores masculinos y no femeninos. Si bien es cierto que se han hecho esfuerzos por diseñar armas de uso personal más livianas, ello ha tenido por finalidad primordial, el que el soldado pueda llevar más munición u otros equipos necesarios y sólo secundariamente se ha tenido como meta reducir la fatiga. No se puede olvidar que el arma del infante, por ejemplo, requiere de cierta potencia que sólo se consigue alargando el cañón o empleando munición más potente, todo lo cual exige un conjunto mucho más robusto. Si bien es cierto que las fuerzas especiales usan armas de menor tamaño y potencia, éstas no son eficientes en una unidad de infantería que dispara a mayor distancia y requiere de más precisión en el tiro. Además, la tendencia actual es dotar al combatiente con más equipos. Chalecos o tenidas antibalas, cascos capaces de soportar el impacto de un proyectil, calzado antiminas, visores nocturnos, equipos de comunicaciones 140 individuales, navegadores satelitales (GPS), designadores e iluminadores de blancos para la aviación o la artillería y otros equipos inimaginables hace pocos años son parte de los implementos que el soldado moderno recibe. Ellos recargan al soldado en combate, demandándole esfuerzos extremos y adicionales. Ésta es una de las razones por las que los ejércitos de todo el mundo tienen exigencias de contextura física mínimas, que normalmente no son cumplidas por la mujer. Las adaptaciones que se han llevado a cabo en algunas fuerzas, consistentes en rebajar las exigencias de desempeño físico para recibir contingentes femeninos, redundan necesariamente en unidades militares menos aptas físicamente para el combate. Es generalmente aceptado que las mujeres sólo se integren, por estas razones, a las armas de apoyo en el ejército. Son secciones como las de artillería, ingenieros de combate y telecomunicaciones, donde las exigencias físicas parecen ser algo menores y menos estrictas (No en el caso de la artillería, donde las exigencias físicas no son en absoluto menores). No obstante, no pueden adaptarse todas las circunstancias. Sin duda que una central de cálculo de tiro no se resentirá en su eficiencia y precisión si es operada por mujeres. Otro tanto ocurre con la operación de una central de comunicaciones. Pero un proyectil de artillería de 155 mm pesa alrededor de 50 Kg., el que de por sí es considerable para un varón y lo será más para una mujer, que como artillera, deberá cargar muchos durante un lapso de tiempo prolongado. Ella también deberá cargar la munición en el vehículo o camión de transporte, emplazar el arma, operar manualmente los pesados mecanismos del cañón, etcétera. Todas estas tareas son realmente duras, aún para varones fornidos. En la guerra moderna, las posibilidades de que las unidades de apoyo que operan alejadas de las líneas del frente deban enfrentarse con unidades de combate, se han incrementado en la misma medida en que se ha perfeccionado el armamento y la movilidad de las tropas. En ninguna planificación militar puede descartarse el empleo por el enemigo, de medios aéreos, capaces de ofender precisamente los dispositivos logísticos que están ubicados en la retaguardia, normalmente menos protegidos contra la amenaza aérea y por lo tanto, blancos más atractivos. Prácticamente no existen unidades de fuerzas especiales donde se desempeñen mujeres. En estas fuerzas tan particulares, las exigencias físicas son aun mayores que en las unidades de servicio general. El combatiente especial depende aun más de sus propias capacidades individuales y obligatoriamente debe ser un individuo muy aguerrido y a la vez audaz. Es un combatiente aislado, generalmente inserto en pequeños grupos, en acciones que se realizan tras las líneas del enemigo, huérfano del apoyo de la artillería, de la aviación o del aparato logístico. Prácticamente sobrevive reduciendo al máximo la satisfacción de sus necesidades individuales. Las exigencias físicas de un combatiente especial sólo son cumplidas por muy pocos y escogidos varones, de modo que no todos los militares pueden ser parte de esta rama. La adaptación es en este caso, muy poco viable, salvo que se haga al costo de reducir las capacidades físicas mínimas exigidas. En ninguno de los casos planteados puede decirse que no existan mujeres capacitadas para el trabajo o la vida militar. No obstante, las consideraciones que 141 se puedan tener a la vista siempre deben evaluar la generalidad, no los casos particulares173. 173 Rambo y otros héroes y heroínas del cine y la televisión, han creado una falsa visión del mundo militar, en la que un cuerpo militar, aun bien entrenado, resulta sistemáticamente destruido por un solo individuo, superdotado, física, intelectual y moralmente. Tales héroes, no son más que hijos de la imaginación, capaces de llenar las salas de cine, pero no de realizar las hazañas que se exhiben en la pantalla. 142 B.- FUERZAS NAVALES Las fuerzas navales han sido en todos los casos conocidos, las que más dificultades han presentado para la incorporación de mujeres en sus filas. No es una simple casualidad. Pese a que el ingreso de la mujer a las Armadas ha precedido muchas veces al de las fuerzas terrestres, éstas se han diferenciado al ocupar plazas laborales en los planteles terrestres en las que pueden desempeñarse eficientemente con sus pares masculinos o en las que definitivamente, no tienen un competidor varón. El buque, medio de combate natural de la fuerza naval, hasta años muy recientes, no fue abordado por tripulantes femeninos. Las adaptaciones de una fuerza naval exige modificaciones que afectan gran parte de la estructura física de las unidades a flote. Se trata de cambios que a veces son simplemente irrealizables y que debieran hacerse sin menguar las capacidades bélicas del conjunto. Ya se han expuesto someramente las dificultades que debe abordar el equipo de ingenieros, arquitectos y constructores navales, para modificar un buque ya construido. El problema se simplifica en parte, cuando de diseñar un buque mixto se trata. Si no hay limitaciones en cuanto a los costos es posible lograr diseños apropiados, considerando que los porcentajes de mujeres de la dotación, serán constantes y probablemente en áreas específicas de desempeño. La Armada de los EE.UU. estima que modificar un portaaviones para recibir mujeres tiene un costo de US$ 4.000 por cada tripulante femenino que se pueda recibir, en tanto que en un submarino, dicha estimación sube a por lo menos US$ 300.000174. Ya hemos visto que las dotaciones mixtas requieren de espacios de habitabilidad segregados, a la vez que las facilidades para las mujeres tienen requerimientos especiales en baños, lavandería, enfermería, etcétera. La experiencia indica también que la alimentación adecuada para el hombre sometido a esfuerzos físicos duros, no es apropiada para las mujeres, que tienden a subir rápidamente de peso, de modo que este aspecto también requiere de adaptaciones que en unidades menores, es muy difícil de satisfacer debido a la carencia de espacio físico en la cocina175. El problema, de por sí crítico en unidades de superficie, es prácticamente insoluble en los submarinos. En un sumergible es imposible crear espacios segregados para cada sexo, debido a que el hacinamiento es una norma de vida para el submarinista, hasta el punto que uno de los requisitos para ingresar y permanecer en el arma, es la capacidad sicológica para soportarlo por largos períodos. Lo que viene a agravar el problema con el paso del tiempo, es la creciente reducción de la cantidad tripulantes en las unidades de combate, fruto de la automatización de los procesos de detección, traqueo176 y destrucción de los blancos, de las comunicaciones y de toma de decisiones, así como de los referidos al control y la operación de las plantas propulsoras y auxiliares, etcétera. Con 174 New Debate on Submarine Duty for Women, www.armedforcescareers.com/articles/article18.html 175 El tema de la alimentación diferenciada para damas y varones aparece en Mujeres de alto vuelo, de fecha 12 de agosto de 2004, en www.mujereschile.cl, como una necesidad detectada en la Escuela de Aviación. 176 Ver “Traqueo” en Aclaraciones. 143 menos personal a bordo, los trabajos que requieren grandes esfuerzos físicos no se han terminado. Por el contrario, son los mismos de antes pero ahora con menos personal para desarrollarlos. Probablemente un acorazado de la segunda guerra mundial, con 1.600 tripulantes, no se hubiera resentido apreciablemente con un 10% de la dotación compuesto de mujeres. Una fragata de 2.000 toneladas, con 120 tripulantes, cuyo complejo equipamiento requiere de un constante y duro esfuerzo de mantenimiento, que probablemente no era tan exigente en el acorazado, dispone cada vez de menos manos y gente para las numerosas tareas pesadas, de modo que todo el escaso personal disponible debe “apegar a la tira” 177, según la expresión empleada en la jerga naval. No cabe duda de que es posible reducir la cantidad de trabajos pesados a bordo, pero ello se logra a costa de sacrificar el costoso espacio disponible, aumentar desmedidamente el peso del buque (lo que reduce la velocidad de la nave y su radio de acción o autonomía), además de recargar innecesariamente la agenda de mantenimiento. En los buques auxiliares, la cantidad de trabajos pesados es mayor que en las unidades de combate, acorde con las labores que realiza. Se ha pretendido comparar a las unidades navales auxiliares con sus pares del mundo civil, sin considerar las diferencias básicas que necesariamente existen entre ambas. La nave mercante, sea de transporte o un modesto remolcador, se concibe y opera bajo los criterios del costo de su operación, en el que tiene una fuerte incidencia el de la mano de obra. Esta razón lleva al armador a dotar al buque mercante del máximo de equipos automatizados, reduciendo o eliminando todo aquello que no sea absolutamente indispensable en el logro de sus metas comerciales o financieras. El mantenimiento que la tripulación ejecuta a bordo es mínimo, descansando fundamentalmente en el servicio que prestan los oferentes terrestres. El buque es programado minuciosamente en sus navegaciones, tanto para cumplir con sus compromisos con la clientela, como para efectuar el mantenimiento. Poco de esto es válido en el caso de las unidades navales de combate. Si bien es cierto que los planes de mantenimiento demandan una planificación previamente elaborada en el empleo operativo del buque, muchas veces éste debe operar bajo condiciones de emergencia no previstas y no planificadas, por su condición de bien de servicio a la comunidad. El inminente naufragio de una nave, sea ésta civil o militar; la comunidad aislada en los fiordos australes afectada por los rigores del clima; la evacuación de un poblador que requiere inmediata atención médica y tantas otras situaciones, quiebran el más afinado plan de permanencia en puerto de una nave de la Armada. La dotación por lo tanto, debe ser capaz de atender la mayor parte del mantenimiento con sus propios medios y sin esperar ayuda externa rápida, sin perjuicio de que debe estar capacitada para prestar auxilio a otras naves en dificultades. Es un buque auxiliar, pero también es un buque de guerra, lo que implica el desarrollo de otras actividades de tipo permanente desconocidas en una nave mercante, como el entrenamiento para cumplir su rol en la fuerza que se prepara para la guerra. 177 Ver “Apegar a la tira” en Aclaraciones. 144 El trabajo de mantenimiento también tiende a ser más pesado en un buque auxiliar. En un petrolero, el mantenimiento de equipos como grúas, plumas, maniobras para la transferencia de combustible, demandante de grandes esfuerzos físicos, es crítico para el cumplimiento de los roles del buque en su servicio a las unidades de combate. En estos buques, el trabajo normal de reabastecer de combustible en la mar, es también una tarea que causa gran desgaste físico, realizada frecuentemente en condiciones climáticas difíciles, que absorbe a la mayor parte del personal que no se encuentra cubriendo puestos en la operación normal de la nave. La estrecha relación entre la vida de a bordo y el trabajo pesado no da mucho espacio a las adaptaciones necesarias para recibir tripulantes femeninos. En la Infantería de Marina, que en todas partes es una componente de las fuerzas navales, las condiciones de vida y de trabajo son una mezcla de las condiciones prevalecientes en las fuerzas terrestres y en las navales. El infante de marina combate en tierra, pero el desplazamiento a las áreas de operaciones se realiza navegando, generalmente en unidades de desembarque. También debe contar con las fuerzas navales en la cercanía para tener el debido apoyo logístico. Todo esto implica que para que estas fuerzas se adapten a la presencia femenina, la fuerza naval debe hacerlo previamente, al menos en las unidades que se dediquen a las operaciones anfibias. Se debe recordar que en alguna medida, las fuerzas anfibias son semejantes a las fuerzas especiales del Ejército. Éstas operan huérfanas de apoyo terrestre cercano, se organizan con una cierta autonomía logística, etcétera, todo lo cual impone al combatiente anfibio, una capacidad física excepcional. La experiencia con fuerzas anfibias, que se enriqueció extraordinariamente durante la segunda guerra mundial, indica que sufrían un porcentaje mucho más elevado de bajas que las fuerzas terrestres, gran parte de ellas causadas por la incapacidad del soldado regular por alcanzar la playa, bajo el gran peso de su equipo y sometido al fuego de los defensores. No debe ser simple casualidad que a la fecha, no se tiene conocimiento de mujeres en las fuerzas de combate de la infantería de marina de ningún país. Una adaptación indispensable, es la que debe sufrir la mentalidad de todo marino. Las experiencias que se conocen indican a las claras que tal adaptación no se ha producido casi en ninguna fuerza naval, por una razón nada despreciable, que es la tradición de siglos de vida marinera integrada exclusivamente por varones. Esta tradición supera fácilmente las barreras del idioma, de la cultura e incluso de antiguas enemistades. En muchas ocasiones es más fácil encontrar similitudes entre marinos de latitudes muy distantes, que entre marinos y militares de una misma bandera. Casi universalmente el uniforme naval es azul, los grados jerárquicos poseen nombres y distintivos más o menos similares y, por lo tanto, son fácilmente asimilables para efectos protocolares. Las costumbres marineras no conocen fronteras. Por el contrario, crean vínculos estrechos en la medida que ellas revelan una hermandad muy particular y que todos son unánimes en respetar y querer preservar. También pesa en todo esto el hecho de que los marinos, más que otros hombres de armas, se relacionan frecuente y estrechamente con sus pares extranjeros. 145 Los usos tradicionales también tienen una vital importancia. Si durante mucho tiempo algo resultó exitoso, ¿por qué cambiarlo ahora? Cambiar una mentalidad tan apegada a formas y costumbres inmemoriales, es una tarea particularmente difícil. Además no se tiene certeza alguna de que el cambio vaya a producir efectos beneficiosos en la calidad de las fuerzas de mar, único argumento que debiera realmente pesar al momento de decidir la puesta en práctica de cualquier modificación. A partir del análisis de lo que es la vida de cámara a bordo, tema que ya se ha tratado previamente, podemos concluir que el servicio a flote es un campo laboral en el que no caben adaptaciones a las necesidades de los individuos, sino que, por el contrario, son ellos, ya sea hombres o mujeres, los que deben adaptarse al medio al cual llegan. Adaptar las unidades navales para que puedan acoger a tripulantes femeninos, es, en términos de lo que significa la compleja vida en el mar, un contrasentido. 146 C.- FUERZAS DEL AIRE Las fuerzas aéreas requieren escasas adaptaciones, casi todas ellas en términos de infraestructura de habitabilidad y eventualmente de algunos medios de sanidad específicos para las damas. No existen diferencias derivadas de la fisiología, entre un hombre y una mujer, para pilotear una aeronave, salvo los períodos de menstruación, embarazo y lactancia y, como en otro momento se ha señalado, cuando se debe atender una emergencia en un avión de alto rendimiento. No es lo mismo una emergencia hidráulica en un avión de combate F-16 volando a mach 2,1 (aproximadamente 2.124 Km./h), que una falla en un aeronave de transporte militar volando a 740 Km./h o a la de una pequeña avioneta deportiva a 170 Km./h. Un factor importante en la adaptación, lo constituye la falta de una larga tradición “aérea”. Muchas de las fuerzas aéreas del mundo, nunca se han visto envueltas en acciones bélicas reales y ninguna puede ostentar una existencia de un siglo, en tanto que hay ejércitos, como el chileno, cuya fundación se remonta a un par de siglos atrás. La Armada de Chile había conquistado sus mayores glorias más de 50 años antes de que se creara nuestra Fuerza Aérea. Es sabido que las tradiciones militares tienen sus principales fuentes en la experiencia bélica que acumulan. La denominación de las unidades, por ejemplo, en la Armada y en el Ejército, evocan a héroes o acciones de guerra y realmente sobrarían nombres para ello. Los nombres de las unidades aéreas, surgen de fuentes completamente distintas: algunos animales de carácter simbólico, la toponimia local, etcétera, y cuando se recurre a nombres propios, se trata de rememorar a figuras cuyos méritos son de tipo fundacional o que podrían ser, indistintamente, militares o civiles. La Escuela Naval lleva el nombre de su alumno más brillante y conocido, el mayor héroe que la institución ha tenido a lo largo de su historia: Arturo Prat Chacón. La Escuela de Aviación en cambio, ostenta el nombre de su fundador178. Mientras hablamos de una tradición militar o naval que se ha forjado en el ámbito castrense, la tradición aérea en Chile no logra aun despegarse del mundo de la aviación civil. Los logros de los que nuestra Fuerza Aérea puede legítimamente enorgullecerse, son objetivos que pudieron alcanzarse también por civiles, lo que no les resta méritos, pero que muy dificultosamente podrían calificarse de hazañas propiamente militares. La Fuerza Aérea Argentina, que cumplió un honroso papel en la reciente guerra por la tenencia de las islas Falklands. Gracias a esta experiencia ha logrado grandes laureles en el terreno militar, en torno a los cuales ahora puede desarrollar una tradición aérea propiamente castrense que no tuvo antes del conflicto con los ingleses. Si la tradición pesa al momento de imponer cambios, la falta de ésta en la fuerza aérea en cierta forma favorece considerablemente los mismos en muchos ámbitos. Entre ellos, la presencia de mujeres en sus filas. Esta situación, debería permitir que la adaptación de las fuerzas aéreas a la incorporación femenina, sea la más sencilla de implementar. Siempre quedará presente, sin embargo, la cuestión 178 En sus comienzos, el Ejército y la Armada también recurrían a la toponimia o a nombres de pura leyenda, para denominar a sus unidades (Buín, Rancagua, en el caso del Ejército, Aquiles, Águila o Meteoro, en la Armada), pero pronto, los hechos y los héroes reemplazaron a los anteriores (Topáter, Chacabuco, Arica, Pisagua, Iquique, Yungay, Esmeralda, Carrera o Prat). 147 de si las adaptaciones contribuyen o no a una mejor gestión del recurso aéreo militar. 148 VIII.- REFLEXIONES FINALES.- No deja de ser paradójico que en los Estados Unidos, el país que más experiencia practica ha tenido en guerra durante los últimos 60 años, la legislación actualmente vigente no permite que las mujeres participen del combate directo. Más aún, las 37 bajas femeninas en Irak, los ha llevado a que el Congreso exija una investigación de si se está cumpliendo el espíritu de la Ley. Mientras esto sucede en el país del Norte, en Chile, algunos sectores políticos y feministas presionan e insisten para incluirla. Además esperan que se haga de inmediato y sin demora alguna. Definitivamente, falta experiencia práctica y tiempo para medirla de una manera realista. Mucho tiempo, antes que tengamos alguna claridad sobre el tema y podamos decir si los resultados fueron positivos o negativos. En nuestro caso, debemos seriamente preguntarnos si vale la pena exponer a nuestras mujeres, a las Fuerzas Armadas y al país a una aventura en la cual no existe certeza alguna respecto de los resultados y consecuencias que se pueden esperar. Aspectos como los morfológicos hacen naturalmente a la mujer menos fuerte y también menos resistente a la fatiga que el hombre. Las diferencias fisiológicas (la menstruación es una de ellas), el embarazo y el parto y sus consecuencias posteriores, complican la participación continua de la mujer en los entrenamientos y en el frente de combate. El matrimonio y los hijos restan disponibilidad a la mujer para su desarrollo profesional en las fuerzas operativas. Esto pasa a ser relevante en momentos de crisis, donde se requiere un 100% de disponibilidad de todas las fuerzas activas entrenadas. Otros factores a considerar son los costos de adecuación de la infraestructura militar y de los medios, especialmente en la Armada, que requiere la incorporación de la mujer a las unidades de combate, los que son, generalmente altos o muy altos y recargan innecesariamente el presupuesto disponible en la institución. Si bien es cierto que existe una presión política continua por lograr el ingreso de la mujer a las fuerzas de combate, no es menos real que en muchos de los países donde tienen acceso a ellas, su participación no llega a más de un 1 ó 2%. Estos porcentajes corroboran la falta de vocación o interés que la mujer muestra por el tema militar operativo. También, se debe tener en consideración que el medio militar en general no acepta de buena gana a la mujer en las unidades de combate. Esto ocurre debido a la falta de capacidad física para compartir los trabajos pesados, la dificultad para entablar una relación de verdaderos camaradas de armas y el trato diferente que se les otorga. Por otra parte, a la mujer del militar, en su mayoría, le complica la presencia de mujeres en las unidades de combate. Esto es especialmente notorio en aquellas unidades donde las ausencias son prolongadas, en condiciones de falta de espacio y de comodidades, además de la promiscuidad natural que en éstas se produce con el tiempo. Si se busca justificar el ingreso de la mujer a las fuerzas de combate utilizando el concepto de “que todos somos iguales ante la ley”, es importante recordar que, en democracia, este concepto se refiere a la igualdad jurídica y no a una seudo paridad total. No es ni puede ser igual la capacidad de unos y otros, así 149 como tampoco lo son las características físicas y fisiológicas, y menos aún los intereses. Si no fuera así, no existiría la individualidad ni la competencia dentro del género humano. Seriamos todos iguales, como un producto industrial producido en línea. Pretender realizar estos cambios argumentando que “otros países ya lo han hecho hace tiempo” o que “es parte importante del proceso de modernidad del país”, no resiste análisis alguno. Definitivamente, nuestra realidad social y militar es diferente a la de aquellos países que intentan involucrar a la mujer en unidades de combate. Además, la actual estructura de personal de nuestras Fuerzas Armadas ha demostrado ser eficiente y capaz de cumplir cabalmente su misión constitucional. Para finalizar, quisiera destacar la especial responsabilidad que le cabe en esta materia al gobierno recientemente asumido por la presidente Michelle Bachelet Jeria. Ella deberá velar porque las Fuerzas Armadas sean capaces de defender en forma eficiente nuestra seguridad en el entorno en que estamos situados y no olvidar, que no hay política exterior exitosa sin unas Fuerzas Armadas competentes y poderosas. . 150 ANEXOS.- ANEXO A AGUSTINA DE ARAGON179 (1786-1857) Su verdadero nombre era Agustina Raimunda María Saragossa Doménech, también conocida con el apodo de “La Artillera”. Ella es tal vez la heroína más popular del folklore español. Veamos cuál fue su gran hazaña. El 15 de junio de 1808, los franceses forzaron las entradas a la ciudad por la zona de Casablanca, intentando penetrar en Zaragoza entre las puertas del Carmen y del Portillo en medio de un intenso ataque artillero, cerrando el cerco sobre la ciudad por diversos puntos. El gran asalto del 2 de julio se centró, entre otras zonas, en el Portillo, donde la batería allí dispuesta había ido perdiendo uno a uno sus defensores. Fue entonces cuando hizo aparición la heroína, que tomando la mecha de las manos de un moribundo artillero, disparó el cañón contra los atacantes, consiguiendo su pronta retirada. “La Artillera” intervino en otros episodios de los Sitios de Zaragoza. Participó en la lucha por el convento de Jerusalén y también en el Sitio de Teruel. Su azarosa vida le llevará al Sitio de Tortosa, donde nuevamente fue capturada, escapándose más tarde. MANUELA SANCHO BONAFONTE (1748-1863) Colaboró en las tareas de avituallamiento durante el primer sitio de Zaragoza en junio de 1808. Se destacó en el segundo sitio ante la feroz ofensiva del ejército francés, cuando tomó las armas con admirable resolución participando en la defensa del convento de San José. Esta acción le valió elogiosos comentarios del comandante de la plaza, el que le concedió el distintivo de la cinta escarlata y una pensión vitalicia de 2 reales. En el combate, resultó herida de gravedad y se le dio por muerta, por encontrarse sepultada bajo las pilas de cadáveres de los defensores180. CASTA ALVAREZ (1786-1846) Destacó en los asedios a Zaragoza por su decidido patriotismo y valor, acompañando a los defensores en la batería de cañones de puerta Sancho y en los combates del barrio del Arrabal. Iba armada de una bayoneta sujeta al extremo del hombro a modo de lanza, que en ocasiones blandía amenazante hacia los franceses181. El general Palafox la condecoró con el escudo de los defensores, y 179 www.aragoneria.com/personajes/agustina.htm Nuria Marín, publicado en www.asociacionlossitios.com/manuelasancho.htm 181 M. Salas, General de Ejército (España), Obelisco Histórico, www.asociacionlossitios.com/castaalvarez.htm 180 151 posterioremente el rey Fernando VII le concedió una pensión de cuatro reales diarios en 1815. 152 ANEXO B MARGARET COCHRAN CORBIN182 (1751 - ¿1880?) Fue casada con John Corbin, quien se unió al Ejército Continental (o revolucionario). Acompañó a su marido, como lo hicieron muchas mujeres de soldados, y como éstas hacía diversas tareas: preparaba la comida, lavaba las ropas y atendía a los heridos. También estas mujeres aprendieron bastante de los ejercicios militares de sus maridos, pues los observaban frecuentemente en sus prácticas. En noviembre de 1776, encontrándose los dos en Fort Washington, la posición fue duramente atacada por el enemigo. John Corbin servía como ayudante de artillero al lado de un cañón. Al ser alcanzado por el fuego enemigo y caer muerto el artillero, y más tarde el ayudante, la mujer asumió el puesto y siguió cargando y disparando el arma, hasta que una esquirla la alcanzó en el hombro, mutilando su pecho y lesionando su quijada. Fue llevada a la retaguardia, donde recibió los primeros auxilios. El fuerte fue capturado, pero los soldados heridos fueron liberados, bajo la promesa de no tomar nuevamente las armas, procedimiento que se llevó a cabo según se acostumbraba en esos tiempos. En 1779, se le otorgó una pensión equivalente a la mitad del sueldo de un soldado en servicio en premio a su valor. En el año 1783, al término de la guerra, ella continuaba perteneciendo a las listas del ejército. Muchos años después de su muerte, (ocurrida probablemente en 1800), sus restos fueron exhumados y desde 1926 se encuentran en la Old Cadets Chapel en West Point, academia militar formadora de oficiales donde también existe un monumento en su honor. La ciudad de Nueva York la ha honrado con una placa conmemorativa ubicada en el lugar de su heroica acción, donde se señala que se trata de “la primera mujer en desempeñarse como soldado en la Guerra por la Libertad”. www.womenshistory.about.com/waramrevolution/ 182 153 ANEXO C JUANA AZURDUY (1780 – 1862)183 Nació en el cantón de Toroca, en las cercanías de Chuquisaca, Alto Perú, en lo que hoy es Bolivia. Su infancia se desarrolla en un hogar de buen pasar económico y en las tareas propias de una niña de la época. Juana aprendió las dos principales lenguas aborígenes de la zona como el quechua y el aymará. A la muerte de sus padres su crianza queda a cargos de sus tíos con los que no tiene una buena relación, especialmente con una tía excesivamente conservadora. Posteriormente es enviada al convento de Santa Teresa. Allí se rebela contra la rígida disciplina imperante y es expulsada a los 8 meses de haber ingresado. Regresa a su región natal, donde conoce a Melchor Padilla, padre de su futuro esposo y gran amigo de los indios. Juana Azurduy contrajo matrimonio con Manuel Padilla, hijo de Melchor Padilla, el 8 de Marzo de 1805. Trajeron tres hijos al mundo: Mariano, Juliana y Mercedes. Su esposo compartió con Juana sus conocimientos sobre la Revolución Francesa, las ideas republicanas, la lucha por la libertad, la igualdad y la fraternidad, etcétera. Los dos gozaron de una buena posición económica, pero como Manuel era criollo no pudo participar de cargos en el cabildo, que era justamente su aspiración. Con la caída de Fernando VII bajo la ocupación de España de parte de las fuerzas dirigidas por Napoleón Bonaparte y la instauración de su hermano José en el gobierno peninsular, el 25 de mayo de 1809 se produjo la revolución de Potosí en el Alto Perú. La vida militar de Juana Azurduy se desarrolló en las provincias del actual noroeste argentino. Contribuyó a la independencia de este país organizando y conduciendo fuerzas guerrilleras compuestas principalmente por indios, en estrecha colaboración con su marido. Su azarosa existencia de combatiente irregular no conoció descanso ni comodidades. Perseguida por fuerzas superiores, perdió en rápida sucesión a sus cuatro hijos pequeños. En plena campaña, dio a luz a su quinta hija. Manuel Padilla, su esposo, se enfrentó en numerosas ocasiones con las tropas realistas utilizando métodos propios de las guerrillas, venció en varias oportunidades y su nombre comenzó a convertirse en una leyenda entre la población de los sectores por los que pasaba. En 1813 los revolucionarios ocuparon la ciudad de Potosí y Manuel Padilla fue el encargado de organizar y dirigir el ejército, tarea a la que se sumó Juana. Su ejemplo hizo que un buen número de mujeres se sume a la lucha independentista y gracias a eso su prestigio se incrementó notablemente, llegando a niveles casi míticos: los soldados dirigidos por Padilla veían en ella la conjunción de una madre y esposa ejemplar con una luchadora valerosa. Los indígenas bolivianos prácticamente la convirtieron en objeto de culto, como si ella fuera la presencia vívida de la propia Pachamama. 183 www.rebelion.org/mujer 154 Juana perdió también a su marido, muerto tras la batalla de Viloma. Por su actuación el ejército argentino le otorgó el grado de teniente coronel a Juana Azurduy, con todas las prerrogativas del caso. En 1824 se retiró con su única hija a Chuquisaca donde pudo celebrar la independencia de su país, lograda un año después. Murió en 1862 a los 82 años de edad. 155 ANEXO D CANDELARIA PEREZ184 (1810-1870) También la llamaban Sargento Candelaria. Nació en Santiago, en el barrio de La Chimba, Recoleta en 1810 y en el seno de una modesta familia de artesanos. En 1832 se trasladó a Perú, junto con otra familia chilena de la cual más tarde se separaría. Una vez independizada, estableció una posada para marineros en El Callao, denominada Fonda Chilena. Tras la llegada del Ejército chileno expedicionario comandado por Manuel Bulnes, Candelaria decidió enrolarse como soldado o cantinera. Su labor en el Ejército fue una mezcla de soldado, enfermera, espía y mensajera. Durante el bloqueo del Callao por la escuadra chilena, que estuvo a cargo del Almirante Simpson, Candelaria sirvió como mensajera y transportaba el correo para llevar noticias a bordo. Evitaba la vigilancia enemiga, por medio de su eficaz disfraz de marinero. No obstante su gran astucia, fue descubierta por los peruanos, tomada prisionera y enviada a las casamatas (nombre con que se conocía a los fuertes del Callao)185, de donde logró salir gracias al triunfo chileno en la batalla de Portada de Guías. Una vez liberada de su cautiverio en el Callao se unió al Ejército Restaurador – que es como se denominó a las fuerzas chilenas - en su retirada al Callejón de Huaylas. En el ejército de Bulnes, Candelaria se distinguió como un feroz soldado y por su pericia táctica, indicando a sus superiores los puntos vulnerables del enemigo. Acompañó a la tropa durante toda la campaña, demostrando ser un buen soldado y además una solícita enfermera que curaba las heridas y protegía a los caídos. El hecho que llevó a la fama a la humilde soldado fue el asalto del Pan de Azúcar. Enrolada en el batallón Carampangue, se sumó a los 400 hombres que dirigidos por Bulnes rodearon el cerro y comenzaron a subir. Combatió entre los que escalaban la escarpada ladera, mientras desde arriba arreciaban las piedras y las descargas bolivianas. De vez en cuando podían disparar, eliminando al enemigo que caía cerro abajo. En ese trance, Candelaria recibió en sus brazos el cuerpo ya sin vida del capitán del Carampangue, Guillermo Nieto, a quien debía sus galones y el hecho de haber sido incorporada al ejército. Con sus últimas fuerzas, ella terminó el ascenso del cerro junto a la mitad del contingente original y combatió mano a mano contra los soldados de la Confederación Perú-Boliviana. A las diez de la mañana, el sargento del batallón Valparaíso, José Segundo Alegría, clavaba la bandera chilena en lo más alto del cerro. El enemigo había sido totalmente diezmado. Posteriormente sufriría la derrota definitiva en la batalla de Yungay. Candelaria jamás pensó que su actuación en tan ruda acción le abriría las puertas de la gloria. 184 185 www.ejercito.cl/historia/héroes En algunos libros, se las designa como las Casas Matta o las Casas de Matta. 156 En reconocimiento a sus invalorables servicios el gobierno la ascendió al grado de alférez, concediéndole una pensión de 17 pesos mensuales. Esto la convierte probablemente en la primera mujer en recibir el rango de oficial del Ejército chileno. 157 IRENE MORALES INFANTE186 (1865-1890) Nació en La Chimba el 1 de abril de 1865. Fue hija de Ventura Morales y de Marta Infante. Siendo muy joven perdió a su padre, debiendo trasladarse con su madre al puerto de Valparaíso, donde aprendió el oficio de costurera con el que se posteriormente ganaría la vida. En 1877 y cuando Irene contaba con tan sólo doce años de edad, su madre la casó sin consultárselo con un artesano que tenía muchos más años que ella. Al caso de poco tiempo debió sufrir en un breve lapso la pérdida de su madre y de su esposo. Huérfana, viuda y sin familia, tomó rumbo a Antofagasta, donde a los catorce años volvió a casarse. El dolor no acabaría ahí. Su nuevo marido, envuelto en una riña con un soldado al que finalmente dio muerte, fue condenado y fusilado por ese delito. Corrían los días de la Guerra del Pacífico y la llegada de la escuadra chilena a las costas del norte, fue un hecho que cambiaría su vida por completo. Su triste y solitaria existencia la llamó a servir a los demás y a su patria. Las penas que debió enfrentar aceraron su carácter, permitiéndole entrar a la historia de las mujeres de Chile. Irene Morales fue cantinera. Admitida en el Tercero de Línea (hoy, Regimiento de Infantería Nº 3 “Yungay”), disfrazada de hombre y pese a su condición de mujer, lo que entonces era una curiosidad, pero no una irregularidad, fue aceptada como “un soldado tercerino”. Participó en el desembarco de Pisagua (2 de noviembre de 1879) y en el combate de Dolores (el 19 del mismo mes). Allí se unió a los soldados fusil en mano, para después preocuparse de la atención de los enfermos y heridos. La fatiga de las cantineras venía por partida doble. Pues primero combatían atendiendo a los soldados con cantimploras de agua y luego dedicaban sus energías a velar por los heridos y enfermos que quedaban tras la batalla. Si las circunstancias lo ameritaban, cogían el fusil y combatían como todo soldado. Su fama llegó a oídos del general Baquedano, quien en reconocimiento a sus méritos le otorgó el derecho a vestir el uniforme y le concedió el grado de Sargento 2º. Integrada a la Cuarta División se dedicó a lavandera, siendo partícipe de la batalla de Tacna, combate en que resultó levemente herida. En todas esas acciones, Irene se destacó por su entrega desinteresada y su innegable valentía al enfrentar al enemigo. La leyenda la sitúa entrando junto con las primeras tropas a la capital del Rímac (Lima), mezclada entre los jinetes del Regimiento Carabineros de Yungay. A diferencia de lo acontecido con la sargento Candelaria Pérez, Irene Morales no recibiría la alegría de poder gozar del reconocimiento de su país en vida. El 25 de agosto de 1930 murió anónimamente en la sala común de un hospital. El coronel Enrique Phillips le dedicó un extenso artículo publicado en El Mercurio. Allí, entre otras cosas, señaló: "Las Judith de Chile, fueron muchas en esa gloriosa jornada, pero ninguna superó en valor a Irene Morales, el tipo de la mujer chilena". 186 www.ejercito.cl/historia/héroes 158 GLOSARIO DE TÉRMINOS.- En el texto se han incorporado variadas expresiones que, por tener varios significados, requieren de una aclaración acerca del sentido de su uso en esta investigación. También ha parecido necesario explicar algunos términos propios de la jerga militar, para facilitar la comprensión de los mismos, por quiénes los desconocen. - Apegar a la tira Expresión de la jerga marinera chilena, usada para indicar el deber de incorporarse a alguna tarea, en especial cuando de trata de faenas pesadas o de larga duración. El término tiene su origen en la cuerda que debe ser cobrada entre varias personas, para operar un aparejo, llamada “tira” o “halar”, por lo que denota a la vez, esfuerzo físico y trabajo de equipo. - Armas de combate y armas de apoyo de combate Se designa con el nombre de armas de combate, a las fuerzas de ejército que directamente se enfrentan al enemigo y que ocupan o defienden el espacio físico por conquistar o ya previamente conquistado. Tradicionalmente, son armas de combate la infantería, la caballería y los medios blindados. Además, se tiende lentamente a considerar como tales, a los medios aéreos orgánicos del ejército, principalmente helicópteros, que complementan la actividad antes reservada exclusivamente a los medios blindados y que se ha comenzado a emplear masivamente. En algunos ejércitos, reciben esta denominación, las fuerzas especiales. Las armas de apoyo son aquellas que contribuyen a facilitar el accionar de las armas de combate o a mantener el contacto entre las fuerzas empeñadas en la acción entre sí y con los mandos. En relación con el enemigo, las armas de apoyo realizan la tarea contraria, esto es, de obstaculizar o impedir el accionar de las armas de combate adversarias. Se incluyen entre las armas de apoyo de combate, la artillería, los ingenieros de combate y las telecomunicaciones. - Casino En la nomenclatura militar chilena dicha palabra designa el recinto destinado al alojamiento o vivienda, servicio de comida y esparcimiento de los oficiales, suboficiales o sargentos, en los que cada uno está de acuerdo a su propio rango. Para el personal de menor graduación, el casino es normalmente sólo un sitio destinado a la recreación. 159 En las reparticiones de tierra de la Armada, se denomina casino sólo si constituye un edificio o construcción independiente de otras edificaciones pertenecientes a la institución, en tanto que se le llama cámara, si es un recinto ubicado dentro de un cierto edificio. A bordo, la función del casino es cumplida por la cámara, con la notable diferencia de que el alojamiento no es parte integrante de ésta, salvo lo que excepcionalmente sucede en algunos buques menores, donde la falta de espacio obliga a darle un uso mucho más amplio. En la nomenclatura náutica anglosajona, el nombre de la cámara de oficiales a bordo, es “wardroom”, es decir, “pabellón de operaciones”, aludiendo al uso que, en combate, se reserva tradicionalmente a este recinto. - Combatiente Persona que integra una fuerza que se enfrentará directamente con el enemigo, empleando algún tipo de armamento u operando los medios en los que se desplaza el armamento y desde los cuales se emplea. El combatiente terrestre integra las armas de combate, las armas de apoyo de combate y las fuerzas especiales, el combatiente aéreo es el tripulante de las aeronaves de combate y en la mar, todo tripulante de un buque de guerra es combatiente. - Deserción Aún cuando se emplea regularmente para designar el delito que consiste en dejar voluntaria e ilícitamente el ejercicio de la profesión u oficio militar, en el texto se usa para significar el abandono legítimo pero temprano de la función o profesión militar, es decir, con un sentido estrictamente laboral o escolar. - Espoteo Acción de observar la caída de los piques o explosión de los proyectiles de artillería, a fin de efectuar las correcciones del caso, para asegurar los impactos en el blanco. - Fuerzas Armadas El término se refiere a las organizaciones militares del Estado, encargadas de la defensa nacional contra amenazas externas, planteadas por otros estados o enemigos externos. Dependiendo de la legislación de cada país, las FF.AA. comprenden también a las fuerzas policiales, a veces sólo por cuestiones de orden administrativo. En ciertos lugares, la función policial marítima, es ejercida por la Armada, en tanto que en otros, está a cargo de un cuerpo especial, que puede o no integrarse a las FF.AA. en tiempos de guerra. Para los efectos de este trabajo, el término FF.AA. se refiere exclusivamente a las organizaciones militares responsables de la defensa nacional mediante el empleo de las armas. Los 160 antecedentes estadísticos recopilados a veces especifican estas diferencias, en otros, no. A lo largo del texto, variadas expresiones como “cuerpos armados”, “cuerpos castrenses” “servicios armados” y otros semejantes, se han empleado indistintamente para designar también a las “Fuerzas Armadas” y sus diferentes ramas. - Fuerzas regulares e irregulares El término de fuerzas regulares, se da a los componentes militares de las FF.AA. subordinadas al poder estatal, en tanto que las fuerzas irregulares son aquellas organizadas por particulares, con o sin apoyo estatal, para emprender acciones militares. Tradicionalmente, las fuerzas irregulares han empleado las tácticas de guerrillas, para el logro de sus fines, por lo que muchas veces se denomina “guerrilla” , independientemente de los procedimientos bélicos que empleen en el logro de sus fines. - Fusilero Es el sinónimo de “infante”, es decir, el soldado cuya arma es el fusil (llamado a veces también “rifle”) y que combate a pie, integrando las unidades de Infantería. - Guardamancebo Trozo de cuerda que cuelga del badajo de la campana, que sirve para tañerla. En el servicio naval, se emplea adicionalmente un guardamancebo para ayudarse a pasar de la embarcación menor, a la plataforma de la escala real del buque. En la Armada de Chile, el guardamancebo es presentado, por el mensajero, a todos los oficiales del grado de Capitán de Corbeta o superior. Por cortesía, también se acostumbra presentarlo a las mujeres. - Línea Término que resume al de “línea del frente” y que, aplicado al status del personal, indica la condición de los que desarrollan en sus funciones habituales, labores ligadas al combate o a la conducción de las tropas de combate. En Chile, los oficiales de las Fuerzas Armadas se clasifican en Oficiales de Línea y de los Servicios y la misma denominación reciben los escalafones en los que se encuentran encuadrados. - Mercenario 161 Combatiente que, sin contar con la nacionalidad de las fuerzas a las que se integra, combate a cambio de un sueldo o recompensa, durante un cierto plazo previamente pactado. - Período de reclutas Primera fase en el proceso de formación de todo militar. Comprende generalmente, la instrucción llamada doctrinal, es decir la adquisición de las destrezas necesarias para el manejo del arma individual y los ejercicios de marcha característicos de toda fuerza militar; también abarca aspectos relativos al conocimiento básico del militar respecto de la organización a la que se incorpora, de las tradiciones y costumbres distintivas, el uso del léxico particular y adquisición de las conductas básicas para desempeñarse adecuadamente en el medio. - Personal subalterno Se refiere al personal uniformado que no es oficial. En algunos casos, se le denomina suboficial (Argentina). La aclaración se hace necesaria, dado que la denominación de este personal varía de un país a otro e incluso, de una institución a otra. En Chile, el personal subalterno del Ejército y de la Fuerza Aérea se conoce como “Cuadro Permanente”, al tanto que en la Armada, es “Gente de Mar”. En Inglaterra, se les llama “Ratings”; en EE.UU: “Enlisted”. Se ha evitado las expresiones “tropa” o “marinería”, con que también se designa a este personal (en España, por ejemplo), por la significación peyorativa que adoptan en el lenguaje común, en cambio sí se ha empleado la expresión “tropas”, para referirse al conjunto de los elementos humanos de una fuerza militar, sin distinción de rangos o grados jerárquicos. - Ploting Expresión inglesa que designa la representación, en una mesa o un tablero especial, del campo táctico y la ubicación de las fuerzas contendientes, para contribuir a que el mando se forma una más cabal idea de lo que está sucediendo y adopte las medidas que estime necesario para el logro de su misión. Los operadores van agregando, quitando o moviendo las piezas que representan a las fuerzas, según van recibiendo la información pertinente. - Rango Militar Aun cuando algunas legislaciones, como la chilena, consideran a todo el personal perteneciente a una institución de la Defensa Nacional, como propiamente militar, aun si no ejerce funciones militares, en diversos países las normas hacen diferencias entre quienes ejercen labores técnicas o administrativas, sin usar uniforme u ostentar un grado militar y los que se ocupan directamente del servicio 162 de las armas. En cada caso, se ha señalado la existencia de esta diferencia, cuando corresponde. - Servicio Militar Usado en el mismo sentido de MILICIA. Cuando se refiere al acuartelamiento forzoso de conscriptos, por un período de tiempo limitado, también conocido como conscripción, el texto lo aclara. - Servicios Generalmente, designa a los componentes de las FF.AA. cuyo rol es prestar apoyo logístico, técnico o administrativo. Entre las fuerzas terrestres, generalmente no combaten, aunque a veces se encuentran desplegados junto con los combatientes, como es el caso de los capellanes militares. En las fuerzas navales, algunos servicios suponen la condición de combatiente, al estar embarcados (médicos y capellanes). Son servicios, los referidos a la atención médica, religiosa y veterinaria, los cuerpos de intendencia, abastecimientos y de justicia, así las unidades de material de guerra. - Traqueo Viene del inglés “track”, rastro o rastrear, seguir el rastro. Se refiere al proceso de detectar, ubicar, y determinar los movimientos de un “contacto”, mediante los diferentes sensores, como radares, sonares, equipos de apoyo electromagnético, la vista, etcétera, con el fin de dirigir, si corresponde, las armas, cuando el contacto resulta ser hostil. También se “traquean” los contactos de superficie, con el fin de realizar las maniobras destinadas a evitar colisiones en la mar. 163 FUENTES CONSULTADAS.- A.- BIBLIOGRAFÍA: A history of the crusades, Vol. 1 Cambridge 1954. Agüero, Felipe Militares, Civiles y Democracia Alianza Editorial. España, 1995. Anuario Instituto Nacional de Estadísticas (INE) Chile, 2005. Arancibia Clavel, Patricia. Jara Hinojosa, Isabel. Novoa Mackenna, Andrea La Marina en la Historia de Chile, Tomo I. Random House Mondadori S.A. Chile, 2005. Arbogast, Kate Women in the armed Forces: A Rediscovered Resource Military Review, Noviembre 1973. Barandiaran, Luis Desarrollo y Gasto Militar: El caso Peruano Editorial Apoyo. Perú, 1995. Barón, Maria Luisa La mujer en las Fuerzas Armadas Revista Política Exterior, N.26, 1992. Constitución Política de la Republica de Chile, 2005. Cunliffe, Charles Conceptos fisiológicos en medicina espacial 1977. De Salas López, Fernando La Utopía de la Paz y el Terror de la Guerra. 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