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Estudio sobre la creencia en el horóscopo y su relación con la personalidad

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Estudio sobre la creencia en el horóscopo y su relación
con la personalidad
Cabello Gómez, Adrián y Macho Callejo, Alba
Granada, 11 de diciembre de 2017
Resumen
El presente estudio tiene como objetivos determinar si las personas se diferencian entre
sí, con respecto a su personalidad, en función del signo del zodiaco al que pertenecen,
así como, esclarecer si el nivel de estudios de las mismas influye en la creencia del
horóscopo. La incapacidad de los estudios científicos publicados hasta el momento
sobre este tema de dar luz verde al horóscopo como método fiable de predicción de la
personalidad, es la que motiva la realización de esta investigación.
Para llevarla a cabo, realizamos una encuesta a un conjunto de sujetos acerca de su
personalidad y su creencia en el horóscopo. Una vez recogidos los datos que nos
interesaban, los tratamos estadísticamente mediante el programa SPSS utilizando el
Modelo Lineal General (MLG) y un test chi-cuadrado, como pruebas de contraste de
nuestras hipótesis.
Con ello obtuvimos, una serie de resultados con los que dedujimos, por una parte, que
no existen diferencias significativas entre las personalidades de los individuos
pertenecientes a los diferentes signos del zodiaco, rechazando nuestra hipótesis de
partida y, por otra, que el nivel de estudios influye en la creencia en el horóscopo.
En líneas generales, con nuestra investigación, hemos complementado ligeramente la
información que ya se conocía sobre este tema y además nuestro diseño experimental
puede servir de modelo para futuros estudios al respecto.
Palabras clave: horóscopo, zodiaco, personalidad, creencia.
Introducción
El comportamiento de las distintas sociedades humanas se ha visto influido, a lo largo
de la historia, por múltiples creencias no científicas: religiosas, espirituales,
astrológicas, etc. Tanto los mitos como las creencias han servido para dar significado a
fenómenos difíciles de comprender, como por ejemplo, la muerte. Sin embargo, a
medida que la sociedad ha ido adquiriendo mayor conocimiento sobre su propia
naturaleza y sobre lo que le rodea, el ser humano ha modificado ese comportamiento de
búsqueda de explicaciones poco rigurosas. Pero esto no es del todo cierto ya que, aún,
hoy en día, nos seguimos sirviendo de numerosos mitos y creencias, para explicar
situaciones que no entendemos, como son la muerte o el amor.
Todas estas explicaciones no científicas para determinados fenómenos varían según la
cultura de cada sociedad. Algunas están más institucionalizadas, como la religión, y
otras son utilizadas en poblaciones más pequeñas, como los ritos espirituales. A pesar
de que las religiones sean las más extendidas entre el ser humano no son, ni mucho
menos, la única forma que este emplea para comprender experiencias vitales
complicadas.
Los estudios astrales son, sin duda, una fuente inagotable de las explicaciones no
empíricas a las que nos referimos. Este tipo de pseudociencia, de la cual son ejemplos la
astrología o astrobiología, basa sus deducciones en el estudio de los astros, estrellas y de
su alineación, para determinar distintos aspectos de la personalidad según el signo del
zodiaco al que se pertenece, el cual se establece en base a la fecha de nacimiento. Pero
es mucho más que eso, ya que trata de predecir el futuro sobre aspectos de la vida
cotidiana tales como el dinero, el trabajo, la amistad o el amor.
Una vez comprendido cual es el objetivo de dicha pseudociencia, se han revisado una
serie de estudios que intentan explicar el fundamento de la astrología. Así pues, cabe
mencionar un trabajo cuyo objetivo es demostrar que, si los horóscopos son
descripciones precisas de la personalidad, una persona debería ser capaz de identificar el
horóscopo de un individuo cercano como un familiar, o el suyo propio (Tyson, G.A.,
1974). En el mismo, se recogen una serie de resultados que concluyen que, los
individuos, con los que se lleva a cabo el experimento, no han conseguido averiguar el
horóscopo de sus familiares, ni el suyo propio, en base a su personalidad.
Otro estudio que se realiza en relación al tema que estamos tratando, también busca
encontrar la relación establecida entre la personalidad y los estudios astrológicos que
dicen poder determinarla. En este, los resultados muestran que los indicadores
astrológicos de la personalidad no están relacionados ni con las descripciones de uno
mismo ni con las descripciones que han dado los amigos de los sujetos iniciales
(Silverman, B.I., Whitmer, M., 1974).
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También se pueden destacar estudios realizados con el fin de determinar si la posición
del Sol confiere información acerca de la personalidad. De acuerdo a esta premisa, un
estudio realizado por Dave Clarke, Toos Gabriels y Joan Barnes determina que, según
los resultados obtenidos, las teorías que afirman que las tendencias hacia la extroversión
y la emotividad se determinan por los signos astrológicos, no se sustentan sobre ningún
argumento lógico (Clarke, D. et al, 1995).
Tras revisar todos los trabajos mencionados, y en vista de sus resultados, el objetivo
principal de nuestro estudio no es tanto correlacionar directamente el horóscopo con la
personalidad, como determinar si existen diferencias en cuanto a la misma, entre
personas con signos del zodiaco distintos, además de intentar demostrar si el nivel de
estudios influye en dicha creencia o no. Lo esperado respecto a la primera cuestión es
que se den las diferencias mencionadas, mientras que para la segunda, tomaremos como
hipótesis de partida que la creencia en el horóscopo si depende del nivel de estudios.
Material y métodos
Nuestro interés, por tanto, es demostrar si el horóscopo puede ser una causa que
explique las diferencias de comportamiento entre personas, reflejado en su personalidad.
En base a este interés, a raíz del cual surge esta investigación, la hipótesis de la que
partiremos será que sí que existen esas diferencias mencionadas, siendo distintas las
personalidades de los individuos pertenecientes a los diferentes signos del zodiaco.
No obstante, siendo conscientes del poco (o incluso nulo) rigor científico que suelen
tener estas pseudociencias, lo cual es bastante conocido dentro de la sociedad en
general, y además está corroborado por los resultados de investigaciones como las
mencionadas, partiremos de la premisa de que el nivel de estudios que posee una
persona, influye en su creencia o no en el horóscopo, en lo que respecta a la segunda
cuestión.
El primer paso de nuestro diseño experimental fue dividirnos en veintiuna parejas y un
trío, de entre las cuarenta y cinco personas que llevábamos a cabo esta investigación.
Una vez organizados en los grupos mencionados, realizamos una búsqueda en la red,
contrastando horóscopos de diferentes fuentes, para obtener cuales eran las
características de la personalidad más repetidas. Una vez recopilada esta información
por cada uno de los grupos, hicimos una puesta en común de la misma, a partir de la
cual, acordamos el método para obtener los datos necesarios de nuestro estudio. Este
sería una encuesta a realizar a individuos anónimos por las calles del centro de la ciudad
de Granada y barrios anexos, excluyendo los pueblos del cinturón. A partir del
contenido acordado, los profesores M. Soler, M. Martín-Vivaldi y T. Pérez nos
proporcionaron el modelo de entrevista que llevaríamos a cabo in situ (Figura 1).
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Este era el contenido de la misma:
- Nombre de los entrevistadores
- Localización espacio-temporal de la entrevista (Fecha, hora y zona de
realización)
- Sexo y Edad del encuestado/a
- Diecisiete características referentes a la personalidad, previamente consensuadas
en el diseño experimental, en las cuales los encuestados/as debían de autovalorarse en una escala numérica del 1 al 5 (siendo 1, muy poco y 5, mucho), en
base a la propia concepción que tuviesen de sí mismos.
- Fecha de nacimiento y signo del zodíaco
- Profesión y nivel de estudios
- Tres preguntas acerca de la propia creencia en el horóscopo
Una vez confeccionada, realizamos la toma de datos en diversas zonas de la ciudad,
organizados en los grupos mencionados. Cada uno de estos grupos tuvimos la libertad
de decidir la zona de realización de las entrevistas, siempre dentro de la ciudad de
Granada, así como la hora a la que las llevábamos a cabo, mientras esta estuviese dentro
de la franja horaria comprendida entre las nueve de la mañana y las once de la noche.
Así pues, también pudimos decidir los días de la toma, dentro de un plazo
preestablecido. Previamente, también acordamos que las personas seleccionadas para
las entrevistas debían de ser mayores de edad, estableciendo un límite superior de entre
ochenta y ochenta y cinco años. Consensuamos, además que lo óptimo sería realizar
entre sesenta y cien encuestas por grupo de trabajo. De esta manera, una vez reunidos
los datos de todos, obtendríamos un número considerable de réplicas, que reducirían la
posible desviación típica de los datos. La heterogeneidad en las zonas y horas en las que
se tomaban las muestras, también favorecería su posterior tratamiento.
De acuerdo a estas pautas, la realización de las encuestas (o toma de datos) fue llevada a
cabo con personas elegidas aleatoriamente por los grupos (parejas o trío) de trabajo, de
entre los transeúntes que caminaban por la zona seleccionada. Escogíamos,
preferentemente a parejas, en vez de a personas solitarias, con el objetivo de realizar dos
encuestas simultáneamente. Para abordarlas, nos presentábamos como estudiantes de la
Universidad de Granada, inmersos en un proyecto de investigación acerca de la
personalidad, para el cual precisábamos de su colaboración en una entrevista de corta
duración. Una vez obtenido su consentimiento, procedíamos a realizársela,
interesándonos primero por su autoevaluación en cuanto a sus características de
personalidad, sin mencionar hasta el final las tres preguntas relativas al horóscopo. Esto
permitía una mayor sinceridad en sus respuestas, ya que estas no se veían influenciadas
por su conocimiento acerca del horóscopo.
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Una vez recopilados los datos de las encuestas realizadas por todos los grupos,
procedimos a su tratamiento estadístico. Para ello, el programa informático escogido fue
“IBM SPSS Statistics”, el cual nos permitió realizar para cada una de nuestras dos
hipótesis, sendas pruebas de contraste.
Primeramente, realizamos un test de medidas repetidas, enmarcado en el denominado
Modelo Lineal General (GLM) como análisis para responder a nuestra primera cuestión,
es decir, si hay o no diferencias de personalidad entre personas con distinto signo
zodiacal. Este modelo nos permite, a raíz de los estadísticos descriptivos obtenidos,
analizar muestras emparejadas (las diferentes características de personalidad, reflejadas
en la escala 1-5, variable dependiente) entre diferentes grupos (los distintos signos del
zodiaco).
Dentro de este test, realizamos a posteriori un análisis “post-hoc”, pidiendo las pruebas
de Tukey y T2 de Tamhane, que realizan todas las comparaciones posibles, por pares,
de todos los grupos estadísticos, lo que nos permitió contrastar nuestra primera
hipótesis.
En cuanto a la segunda, en la que predecimos que el nivel de estudios sí que influye en
la creencia personal en el horóscopo, llevamos a cabo un test χ2, el cual analiza datos
cualitativos no emparejados, como los mencionados.
Resultados
Respecto al test de medidas repetidas y el posterior análisis “post-hoc” obtuvimos un
valor determinado de p. Es decir, ante los valores de los estadísticos descriptivos que
resultaron de esta prueba, el parámetro p expresa la probabilidad de que estos valores se
cumplan cuando la hipótesis es nula (H0). Esta constituye la negación de nuestra
hipótesis propuesta (alternativa), o lo que es lo mismo, que no existen diferencias
significativas en cuanto a la personalidad entre las personas de distinto signo del
zodíaco. También obtuvimos un nivel de significación (Sig.), el cual nos sirvió de
referencia para interpretar el valor de p. Si este último fuese menor que dicho nivel de
significancia, habría que considerar el efecto significativo y, por tanto, rechazar la
hipótesis nula. Por el contrario, si obtuviésemos un valor de p mayor, aceptaríamos la
misma.
De acuerdo al análisis “post-hoc”, obtuvimos un valor de p=1 para todas las
combinaciones intra-sujeto*inter-sujeto (caracteres de personalidad comparados por
pares con los distintos signos). Al ser este valor mayor que el del nivel de significación,
dedujimos que no había diferencias significativas en el contraste de la hipótesis, por lo
que aceptamos H0.
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Seguidamente, mantuvimos esta hipótesis nula, gracias a los datos proporcionados por
la Prueba de esfericidad de Mauchly, la cual era aportada por el programa. Esta también
nos daba un nivel de significación (Sig.)= 0.000, que interpretamos de forma lógica,
como 0.001. De esta manera, p siguió siendo mayor que este valor, por lo que seguimos
sin considerar el efecto significativo y, por lo tanto, no pudimos rechazar H0.
El programa de análisis estadístico nos aportó, además, una gráfica de la que se infieren
las implicaciones de H0 (Gráfica 1). En ella pudimos observar como fluctuaba cada una
de nuestras variables dependientes (características de la personalidad) en la escala 1-5
para cada signo del zodiaco. El rango de fluctuación era similar en todas las
características por lo que inferimos que los signos del zodiaco no diferían entre sí en
cuanto a las mismas de una forma significativa.
Una vez aceptado el hecho de que no existen diferencias significativas en la
personalidad de individuos de signo zodiacal diferente, los resultados del test χ2,
extraídos a partir de las tablas de contingencia que obtuvimos (Tabla 1) nos
proporcionaron una significancia menor de 0.05 (Tabla 2), lo que implica, en este caso,
que rechazamos la H0 de la segunda cuestión abordada en esta investigación, por lo
tanto, aceptamos la hipótesis alternativa: sí influye el nivel de estudios en la creencia o
no en el horóscopo.
De nuevo, con el programa SPSS, obtuvimos una gráfica de barras (Gráfica 2) que
ilustraba los datos de las tablas de contingencia.
Discusión
En cuanto a la primera cuestión, en vista de los resultados obtenidos y habiendo
aceptado la hipótesis nula, podemos inferir que, estadísticamente hablando, ninguno de
los rasgos de la personalidad sería especialmente representativo de un signo del zodiaco
en concreto. Por otro lado, también hemos observado que la mayoría de los sujetos
encuestados prefieren situarse en un rango central de valores dentro de la escala 1-5 en
la mayoría de las características, lo cual sugiere una falta de objetividad bastante
esperable a priori en un experimento de este tipo. Además, la única característica en la
que los sujetos se evaluaron en puntuaciones notablemente más bajas, puede presentar
connotaciones negativas, lo que corrobora la misma posible falta de objetividad.
Por otro lado, en lo referente a la segunda cuestión y sus resultados, inferimos que el
mayor número de sujetos que creen en el horóscopo, con respecto al total de individuos
de su grupo, lo encontramos en las personas sin estudios, con aproximadamente un
50%.
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Además, observamos una progresión descendente en cuanto a la creencia en el
horóscopo, a medida que aumenta el nivel de estudios, siendo los universitarios el grupo
en el que menos extendida se encuentra esta creencia con un 22.63% de individuos que
creen, respecto al total.
Tal y como concluyó el estudio realizado por Tyson, G.A (1974), una persona no tiene
por qué ser capaz de deducir a qué signo pertenece otra, a partir de su personalidad ya
que, como nosotros hemos demostrado, no hay ninguna característica definitoria de un
signo en concreto.
Además, Clarke, D et al (1995), tampoco fueron capaces de correlacionar de forma
lógica dos características, como son la extroversión y la emotividad, con los signos
astrológicos. Nuestro estudio va más allá y tras analizar diecisiete características,
tampoco se encuentra tal correlación.
Cabe destacar que estos resultados se ven supeditados a nuestras condiciones
experimentales. De haber focalizado el experimento en un rango de edad menos general
y/o en una zona geográfica más aislada que un núcleo urbano, como es Granada capital,
los resultados podrían variar notablemente.
No obstante, poniendo en conjunto todos los estudios realizados al respecto, el
horóscopo no parece ser una fuente fiable de conocimiento acerca del comportamiento y
la personalidad del ser humano.
Agradecimientos:
A los profesores de Etología de la Universidad de Granada Soler, M., Martín-Vivaldi,
M. y Pérez, T., por toda la ayuda proporcionada.
Bibliografía
Clake, D., Gabriel, T., Barnes, J (1995). Astrological Signs as Determinants of
Extroversion and Emotionality: An Empirical Study. The Journal of Psychology. 2: 131140, volumen 130.
Silverman, B.I., Whitmer, M. (1974). Astrological Indicators of Personality. The
Journal of Psychology. 1: 89-95, volumen 87.
Tyson, G.A. (1984). An empirical test of the astrological theory of personality. School
of Psychology, University of the Witwatersrand. 2: 247-250, volume 5.
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ANEXO 1. Figuras, tablas y gráficas.
Figura 1. Modelo de encuesta utilizado en la toma de datos
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Gráfica 1. En este gráfico se representan los valores que toman los distintos grupos de la
variable independiente (signos del zodiaco) en la escala 1-5 de nuestra variable dependiente
(diecisiete rasgos de la personalidad).
Tabla 1. Tabla que expresa las proporciones de individuos que creen o no en el horóscopo
para cada nivel de estudios.
Tabla de contingencia ¿Cree en el horóscopo? * Estudios
Recuento
Estudios
Bachillerato/Sec
Graduado
Sin estudios
undaria/FP
escolar/Primaria
Universitarios
no
309
58
21
759
si
143
35
20
222
452
93
41
981
¿Cree en el horóscopo?
Total
8
Tabla 2. Tabla que expresa el valor de significancia del test chi-cuadrao utilizado para
contrastar nuestra segunda hipótesis.
Pruebas de chi-cuadrado
Valor
gl
Sig. asintótica
(bilateral)
Chi-cuadrado de Pearson
N de casos válidos
29,747
a
3
,000
1567
Gráfica 2. En esta gráfica de barras se ilustran las proporciones de individuos que creen o no
en el horóscopo para cada nivel de estudio.
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