Proceso de consolidación del Estado Nacional Argentino La formación de los Estados Nacionales latinoamericanos implico la sustitución de la autoridad centralizada del Estado Colonial y la subordinación de los múltiples poderes locales que eclosionaron como consecuencia del proceso de emancipación. En el caso de la historia de nuestro país, luego de seis décadas de intentos de organizar políticamente a las Provincias Unidas del Río de la Plata, recién en 1862 podemos comenzar a hablar de un proceso de unificación del Estado Argentino. Después de la Batalla de Pavón, en donde Mitre (Gobernador de la Provincia de Buenos Aires) vence al jefe de la Confederación (Urquiza), las provincias accederán a conceder a Mitre las facultades del poder ejecutivo y las relaciones exteriores para comenzar a reorganizar el país. Es por eso que podemos decir que Mitre es el primer presidente de la Argentina Unificada. ¿Qué características hacen a un Estado Nación? Según Oscar Oszlak, un Estado Nación tiene cuatro atributos o características fundamentales: 1. Reconocimiento externo como unidad soberana 2. Control sobre las fuerzas del orden (monopolio de la violencia) 3. Capacidad y legitimidad para controlar las diversas esferas de la administración del territorio y la sociedad. 4. Capacidad para instaurar una identidad colectiva como “Nación”, que refuerza la dominación política del territorio y la sociedad Entre 1862 hasta 1880 podemos ubicar el proceso de consolidación del Estado Argentino, proceso mediante el cual el Estado como sistema de dominación va a ir adquiriendo estos “atributos de estatidad”. Tres presidentes (Mitre, Sarmiento y Avellaneda) enfrentarán fuertes obstáculos para hacer efectiva la unificación y conformación del Estado Nacional como tal. Bartolomé Mitre durante su mandato (1862 – 1868) tomó medidas que permitieron comenzar a allanar el camino para que el Estado Nacional consiguiera tener el control de las fuerzas del orden. Esto implicó crear un ejército permanente, reuniendo la Guardia Nacional de Buenos Aires con las tropas dispersas de la Confederación. La conformación de este ejército que respondiera directamente a las directivas del Estado Nacional (y ya no al de las provincias) le permitió utilizarlo para aniquilar las rebeliones de los caudillos del interior que se oponían a la unificación, comenzando así el proceso de subordinación los poderes locales al poder del Estado Nacional que concluiría recién en 1880. A su vez, a partir del 62 comenzó a ponerse en práctica la división de poderes de gobierno en Ejecutivo, Legislativo y Judicial – sancionado en la Constitución de 1853 – . También se aprobaron Códigos Nacionales como el Código de Comercio y el Código Civil, que constituyeron las leyes que ordenaron a nivel nacional el desenvolvimiento de las diferentes actividades de los miembros de la sociedad. Con estas medidas, el Estado comienza a concentrar la capacidad y la legitimidad para controlar las diversas esferas de la administración del territorio y de la sociedad. En 1868 Domingo Faustino Sarmiento es el nuevo presidente de la Nación Argentina. En su mandato, continuó con la tarea comenzada por Mitre, quien había hecho una gran campaña entre los gobernadores provinciales para que comprendieran la necesidad de dejar de lado los personalismos para consolidar la organización constitucional. Durante la presidencia de Sarmiento continuó este proceso que intentaba que el grupo dirigente tuviera un carácter nacional y no sólo porteño, tarea que finalizará el presidente Avellaneda. Así vemos como se va intentando instaurar la idea de que la Nación estaba por encima de los intereses de las provincias que las componían. La idea de Nación se va a ir consolidando de manera conjunta con las bases materiales del Estado Nación, reforzando así a través de la identidad colectiva la dominación política del Estado. Sarmiento será recordado también por su enorme labor educativa y cultural: durante su mandato las matriculas escolares se duplicaron, se crearon nuevas escuelas y bibliotecas populares. También se extendieron las redes ferroviarias y las líneas telegráficas, obra comenzada por Mitre. La unión de los intereses provinciales (materializada en la Liga de Gobernadores), llevaron al tucumano Nicolás Avellaneda a la presidencia en 1874. Este culminó con la tarea de la conciliación de los partidos políticos conformando el Partido Autonomista Nacional (PAN) e invitando a la oposición mitrista a formar parte del gobierno. Sin embargo, el saldo político más importante es la capitalización de Buenos Aires, que implicó finalizar con el proceso de subordinación de las provincias al poder central. El Estado Nacional desde 1862 estaba en disputa con la provincia de Buenos Aires por la nacionalización de la aduana (lo que implicaba que los ingresos que generara la aduana serían ingresos de la Nación y no de la Provincia de Buenos Aires) y por la capitalización de la ciudad de Buenos Aires (lo que significaba que la ciudad de Buenos Aires pasaría a ser territorio nacional al convertirse en la Capital Federal). Este último conflicto se terminó de solucionar por la fuerza: las tropas nacionales dirigidas por Julio Argentino Roca (Ministro de Guerra), se enfrentaron a las fuerzas provinciales sublevadas. El Estado Nacional salió triunfante del conflicto, por lo que en 1880 se sanciona la federalización de Buenos Aires, y por fin la República Argentina obtiene una capital estable. Durante el gobierno de Avellaneda, también se termina de consolidar el territorio del Estado Nacional a partir de la llamada “Conquista del Desierto” llevada a cabo por el Ministro de Guerra Julio A. Roca, lo cual contribuyó a reforzar el reconocimiento externo de la soberanía nacional sobre todo el territorio argentino. Por un lado, puso un límite a las posibles pretensiones expansionistas chilenas sobre ese territorio; por otro lado, permitió resolver el “problema del indio”. Esto último significó, enfrentar con toda la fuerza militar disponible a los indígenas provocando la muerte de casi 1500 indígenas y la captura y expulsión de más de 10000 indígenas. A su vez, la adquisición de esas nuevas tierras permitiría destinarlas a la cría de ganado. La campaña militar de Roca es uno de los capítulos más oscuros de nuestra historia nacional.