Subido por Sergio Martínez Sarrado

HORA SANTA 2019

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HORA SANTA 2019
1.
INTRODUCCIÓN
Vamos a acompañar juntos a Jesús en esta noche de Jueves Santo. Hagamos silencio y oración
para estar con Él ante el dolor y el sufrimiento que va a padecer. Hoy hemos celebrado el día del
amor fraterno, día de solidaridad, compromiso, amor hasta el extremo, donde Jesús nos ha
enseñado a darnos por los demás. Ante el drama que sufre la humanidad . Sus palabras, los gestos
que realizó durante la última cena, proclaman su generosidad desbordante y su amor incondicional.
Antes de entregarse a la muerte por puro amor, quiere darnos la prueba suprema del mismo y
enseñarnos cómo tenemos que amar a los demás, al prójimo, al hermano, al des­ valido. Cristo
conoce bien el corazón del ser humano y lo ama tal cuál es. Por amor entrega su vida, para darnos
vida. Por eso esta noche santa lo que podemos hacer por Él es estar, permanecer a su lado,
guardar silencio para que sienta nuestra compañía. No os durmáis, nos queda por aprender una
gran lección, la del amor. Abrámonos al Espíritu y pidámosle que nos ayude a orar, a escuchar, a
mirar a Jesús.
2.
CANTO: UBI CARITAS UBI CARITAS ET AMOR UBI CARITAS, DEUS IBI EST
(Se repite varias veces, bajando de tono)
3.
SALMO PARA DAR LA VIDA
Vamos a continuación a rezar juntos este salmo y a interiorizar lo que dice (después de unos
minutos en silencio podemos repetir alguna frase que haya calado en nuestro interior).
Señor, dame la valentía
de arriesgar la vida por ti,
el gozo desbordante
de gastarme en tu servicio.
Dame, Señor, alas para volar
y pies para caminar
al paso de los hombres.
Entrega, Señor, entrega
para «dar la vida»
desde la vida, la de cada día.
Infúndenos, Señor,
el deseo de darnos y entregarnos,
de dejar la vida
en el servicio a los débiles.
Señor, haznos constructores de tu vida,
propagadores de tu reino,
ayúdanos a poner la tienda en medio de los hombres
para llevarles el tesoro
de tu amor que salva.
Haznos, Señor, dóciles a tu Espíritu
para ser conducidos
a dar la vida desde la cruz,
desde la vida que brota
cuando el grano muere en el surco
Pastoral sj
4.
LECTURA Lc 22,39-46
Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron. Llegado al
lugar les dijo: «Pedid que no caigáis en tentación». Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y
puesto de rodillas oraba diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya». Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba. Y
sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que
caían en tierra. Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la
tristeza; y les dijo: «¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en
tentación.
5.
PARA LA REFLEXIÓN (TOMADO DE LA AUDIENCIA GENERAL DE BENEDICTO XVI DEL 1DE
FEBRERO DE 2012 SOBRE LA ORACIÓN DE JESÚS EN GETSEMANÍ, EN EL HUERTO DE LOS
OLIVOS)
También aquella noche, al llegar a la finca del Monte de los Olivos, Jesús se prepara para la
oración personal. Pero en esta ocasión sucede algo nuevo: parece que no quiere quedarse solo. En
Getsemaní, invita a Pedro, Santiago y Juan a que estén más cerca. Son los discípulos que había
llamado a estar con él en el monte de la Transfiguración (cf. Mc 9,2-13). Esta cercanía de los tres
durante la oración en Getsemaní es significativa.
Se trata de una cercanía espacial, una petición de solidaridad en el momento en que siente
acercarse la muerte; pero es sobre todo una cercanía en la oración, para expresar, en cierta
manera, la sintonía con él en el momento en que se dispone a cumplir hasta el fondo la voluntad
del Padre; y es una invitación a todo discípulo a seguirlo en el camino de la cruz.
Jesús, en la palabra que dirige a los tres, una vez más se expresa con el lenguaje de los Salmos:
«Mi alma está triste», una expresión del Salmo 43 (cf. Sal 43,5). La dura determinación «hasta la
muerte», luego, hace referencia a una situación vivida por muchos de los enviados de Dios en el
Antiguo Testamento y expresada en su oración. De hecho, no pocas veces seguir la misión que se
les encomienda significa encontrar hostilidad, rechazo, persecución. Moisés siente de forma
dramática la prueba que sufre mientras guía al pueblo en el desierto, y dice a Dios: «Yo solo no
puedo cargar con todo este pueblo, pues supera mis fuerzas. Si me vas a tratar así, hazme morir,
por favor, si he hallado gracia a tus ojos» (Nm 11,14-15)...
Canto:
Las palabras de Jesús a los tres discípulos a quienes llamó a estar cerca de él durante la oración
en Getsemaní revelan en qué medida experimenta miedo y angustia en aquella «Hora»,
experimenta la última profunda soledad precisamente mientras se está llevando a cabo el designio
de Dios. En ese miedo y angustia de Jesús se recapitula todo el horror del hombre ante la propia
muerte, la certeza de su inexorabilidad y la percepción del peso del mal que roza nuestra vida.
Jesús cae rostro en tierra: es una posición de la oración que expresa la obediencia a la voluntad
del Padre, el abandonarse con plena confianza a él. Es un gesto para expresar, en la oración,
también corporalmente, el abandono completo a Dios, la confianza en él. Luego Jesús pide al Padre
que, si es posible, aparte de él aquella hora. No es solo el miedo y l angustia del hombre ante la
muerte, sino el desconcierto del Hijo de Dios que ve la terrible masa del mal que deberá tomar
sobre sí para superarlo, para privarlo de poder.
También nosotros, en la oración, debemos ser capaces de llevar ante Dios nuestros cansancios, el
sufrimiento de ciertas situaciones, de ciertas jornadas, el compromiso cotidiano de seguirlo, de ser
cristianos, así como el peso del mal que vemos en nosotros y en nuestro entorno, para que él nos
dé esperanza, nos haga sentir su cercanía, nos proporcione un poco de luz en el camino de la vida.
Es lo que realiza Jesús en Getsemaní: conformando la voluntad humana a la voluntad divina nace
el hombre auténtico, y nosotros somos redimidos.
-
¿Cómo nos sentimos ante la cruz de Jesús? ¿Qué le queremos decir?
¿Somos capaces de permanecer en oración con Él? ¿Nuestra oración es un abandonarse a lo
que Dios quiera de nosotros?
Ante el sufrimiento, el dolor, el mal que sufre nuestro mundo, ¿podemos ver las huellas del
Crucificado iluminando el camino?
(Podemos poner una música suave mientras reflexionamos en silencio el texto, luego dejamos un
espacio para compartir aquello que brota de la reflexión y el corazón).
SÍMBOLO
Entregamos una pequeña cruz de cartulina donde escribimos una palabra que exprese el momento
que estamos viviendo. A continuación, podemos situarla al lado del monumento mientras cantamos:
Ante la cruz me quedan ya pocas palabras.
Ante la cruz yo no diría casi nada.
Ante la cruz solo me queda la mirada.
Ante la cruz espero ya la madrugada.
(Grupo Al-Haraca)
CONCLUSIÓN: BIENAVENTURANZAS DEL JUEVES SANTO
(Terminamos nuestra oración rezando todos juntos las bienaventuranzas de esta noche en la que
Jesús entrega su vida por cada uno de nosotros).
Felices para quienes el Amor es el mayor tesoro, que da el sentido definitivo a su vida.
Felices quienes ponen el amor en práctica, sirviendo a los demás, siempre, sin tiempo, sin
condiciones.
Felices quienes disfrutan haciendo felices a los demás.
Felices quienes descubren que la eucaristía es un misterio transparente de fraternidad, de vida, de
comunicación y de presencia.
Felices quienes descubren que lo principal no es presidir, ni guiar, ni preservar su verdad, sino
acompañar, comprometerse, descubrir la Buena Noticia junto a los humillados de la historia.
Felices para quienes es tan importante el pan de cada día, como el pan eucarístico, para que los
más humildes tengan vida abundante.
Felices quienes descubren sus ministerios, su verdadera vocación en el camino de su existencia
junto a los otros.
Felices quienes sienten que deben celebrar, como Jesús, la vida y la amistad, el recuerdo y el
futuro, el dolor y la confianza en la cercanía del Reino.
Miguel Ángel Mesa, Bienaventuranzas de la vida
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