Evaluación de “La Práctica en el Desarrollo Rural” Tema: Agricultura Familiar y desarrollo agropecuario Título: “Observaciones sobre el rol del Banco Mundial en la manipulación de datos sobre el supuesto impacto de las políticas neo-liberales, en el desarrollo agropecuario: desigualdades sociales y reasignación de ingresos hacia los sectores concentrados” Introducción: En beneficio del abordaje de un “Análisis sobre la Agricultura Familiar en Argentina”, y forzando adicionalmente un examen de la publicación del Banco Mundial sobre desarrollo agropecuario en Argentina1, se propone una discusión de lo falaz de los argumentos expuestos por el citado organismo de crédito sobre el impacto negativo de las políticas públicas argentinas en el período 2002-2015, y el impacto positivo de las medidas tomadas a partir de 2016. La imposibilidad de encontrar argumentos socialmente aceptables a partir de beneficiar a los sectores agrícolas concentrados en detrimento del total de la población en su conjunto, fuerza la inclusión de los sectores populares de la agricultura, dentro de un análisis extra-documento. ¿Qué rol deben cumplir los organismos internacionales en la determinación del tipo de políticas que deben aplicarse, en función de un supuesto desarrollo esperado? ¿Qué injerencia deben tener en las decisiones de un Estado? En principio, la respuesta debería ser “ninguna”, pero la imposición de condiciones presupone que además de asegurarse un repago de lo prestado, se desea establecer una determinada concepción políticoideológica. El documento en cuestión, en lugar de ser un verdadero informe estadístico sobre datos económicos reales del sector agrícola argentino y brindar una serie de consejos sobre medidas exitosas a tomar, resulta ser un panfleto propagandístico, tendencioso y conducente, que propone una visión de laissez faire y magia, ya que sin ningún tipo de explicación racional, supone que el productor, teniendo acceso a una mayor 1 Banco Mundial, (2016) “Informe del sector de agricultura en Argentina. Desarrollo Agropecuario: Un camino sostenible hacia la prosperidad”, junio 2016, Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento/Banco Mundial, Washington, EEUU. participación sobre la renta, tiene suficientes incentivos para invertir la totalidad de sus ganancias (o apenas parte de ellas), y contratar más trabajadores innecesariamente. Al mismo tiempo, en principio el documento menciona la agricultura familiar como un tema a abordar, mientras que en el cuerpo del mismo solo es citado como para darle validez a las políticas liberales que benefician a la agricultura en general, haciendo especial referencia a un problema de medición estadística. Además, insólitamente, el documento propone trasladar la carga impositiva del sector exportador (dolarizado), hacia el consumo interno vía impuestos territoriales (en pesos), en lugar de aceptar que la carga se debe como renta extraordinaria debida a la productividad excepcional de la tierra (se presentarán datos que permiten sostener que la eficiencia productiva del suelo en argentina, es la más alta del planeta). Adicionalmente, se analizarán las perspectivas para la agricultura familiar en el actual contexto económico, a la luz de los resultados de las políticas llevadas a cabo a tono con el documento del Banco Mundial. El Banco Mundial, sus informes y a quienes benefician sus definiciones La participación de los organismos internacionales sobre las decisiones de política económica de los países periféricos productores de materia prima, parece ser determinante para el esquema de producción neo-liberal. El rol que les compete a los gobiernos de derecha, es central en función de beneficiar la concentración de los mercados. Es así que puede observarse, en el informe del Banco Mundial para la Argentina de 2016, toda una enredada trama de citas a estudios estadísticos que resultan en análisis parciales, claramente sesgados, y realizados en el seno del mismo organismo. En el documento de Banco Mundial (2016)2, se hace hincapié principalmente en la caída de la inversión y en la tasa de crecimiento de la productividad total de los factores, refiriendo los análisis y conclusiones sobre documentos de Lema (2015)3, Sturzenegger 2 Banco Mundial, op. cit. Lema, D. (2015), “Crecimiento y productividad total de factores en la agricultura Argentina y países del cono sur 1961-2013”, Serie de informes técnicos del Banco Mundial en Argentina, Paraguay y Uruguay, Nº 1, Buenos Aires, 2015. 3 (2015)4, y Nogues (2015)5, todos ellos empleados del mismo Banco y de instituciones educativas con marcados perfiles neo-liberales. La obsecuencia de los mencionados autores con el observado organismo, es notable. El informe de Lema (2015) en el que los resultados estadísticos determinan que la productividad total de los factores es mayor durante los ´90 en una economía libremercado, contrastan con los publicados en el informe de Nogués (2015) en donde se muestra que durante el período 1990-2001, el sector agrícola sufrió graves pérdidas económicas. El informe del Banco Mundial (2016) intenta mostrar una relación entre la caída de la inversión y la tasa más baja de crecimiento de la productividad total de los factores (en comparación con el resto de los países del cono sur), y la política de retenciones. Sin embargo, el informe de Sturzenegger (2015) muestra que entre 2000 y 2015 la producción agropecuaria aumentó fuertemente, con una tasa de crecimiento mayor al 5 % anual. Los terrenos agropecuarios de la región pampeana, aumentaron de 4.000 a 18.000 dólares la hectárea, y esto pudo determinar la expansión hacia otras tierras. Cabe mencionar que de lo antes expuesto, puede deducirse lo forzado de los argumentos y lo sesgado del análisis, pero no puede concluirse lo contrario. García y Rofman (2008)6, plantean una transformación socio-productiva con la aplicación de un modelo de ajuste estructural expansivo durante los ´90 que llevó a la Argentina a un “proceso de modernización acelerada de la agroindustria”7 a tono con las demanda internacionales. Esto permitió que la adopción de nuevas tecnología de productos y procesos, la adopción de nuevas técnicas agronómicas, la biotecnología, los agroquímicos y los progresos en ingeniería genética, llevaran la frontera de la producción, a la eficiencia productiva. Por esto es que la tasa de crecimiento de la productividad en los 2000, es más baja que la de los otros países que se encuentran rezagados en el cambio tecnológico. 4 Sturzenegger, A. (2015), “Renta agrícola y macroeconomía, tecnología, precios externos y política comercial externa argentina 2000-2015”, Serie de informes técnicos del Banco Mundial en Argentina, Paraguay y Uruguay, Nº 2, Buenos Aires, 2015. 5 Nogues, Julio (2015): Barreras sobre las exportaciones agropecuarias: impactos económicos y sociales de su eliminación. Serie de informes técnicos del Banco Mundial en Argentina, Paraguay y Uruguay No. No. 3, 2015. 6 García, A. y Rofman, A. (2008), “Agribusiness y fragmentación en el agro argentino: desde la marginación hacia una propuesta alternativa” Mundo Agrario No 19, CEHR/UNLP 7 Rofman, A. y Collado, P. (2005), “El impacto de la crisis de los años 2001-2002 sobre el circuito agroindustrial vitivinícola y los agentes económicos que lo integran”. En: IV Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Sociales y Agroindustriales. Buenos Aires. FCE-UBA Por otro lado, es posible relacionar la falta de inversión, con los ciclos económicos sufridos por el sector agropecuario. Solo se deben observar las pérdidas económicas sufridas durante los ´90, para deducir que las ganancias deben dirigirse a diversificar los riesgos mientras se pueda. Además, el informe menciona que las políticas actuales deben incentivar producciones intensivas en lugar de las extensivas que se realizaron producto de las políticas del anterior gobierno. Sin embargo, un informe de Lema y Gatti (2015)8 publicado por el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), muestra que, mientras las producciones de los países del cono sur aumentaron extensivamente, las de Argentina lo hicieron en forma intensiva hasta 2012. Puede verificarse también que en los datos de FAOSTAT, Argentina se encuentra a la vanguardia tecnológica y en los límites de la eficiencia productiva, tanto en rendimientos por hectáreas (niveles similares a EEUU y países de la unión europea), como en el menor uso de agroquímicos (tiene la tasa de eficiencia más alta del mundo junto con Nigeria)9. Esto confluye en una mayor rentabilidad, y en que la tasa de crecimiento de la productividad sea menor. El informe del citado organismo, menciona también que los márgenes cayeron desde 2008, según el informe de Sturzenegger. Sin embargo, no hay ninguna mención sobre la caída de los precios internacionales de los commodities. El mismo informe señala que, luego de la crisis de las subprime a nivel internacional que precipitó el precio de los commodities, comenzó un aumento de precios hasta 2012 para luego caer hasta los actuales precios. Esto llevó a un aumento de la rentabilidad desde 2009 hasta 2012, para luego caer como consecuencia de la disminución del precio y por el aumento del valor de la tierra10. Para terminar, y como corolario, los datos preliminares que pueden observarse como resultado de las medidas llevadas a cabo por el actual gobierno y en consonancia con las recomendaciones de los organismos internacionales, demuestran que mayores ganancias no representan una mayor inversión. Tampoco ha aumentado la cantidad de empleo ni la producción. Las ganancias extraordinarias solo fueron colocadas a tasas de hasta el 70 % o fueron a la fuga de divisas. 8 Lema, D. y Gatti, N. (2015), “Estimación no Paramétrica de los Componentes del Cambio en la Productividad Agrícola de Argentina y Países Del Cono Sur 1961-2012”, INTA, Buenos Aires, 2015. 9 Pueden verse datos sobre estas relaciones, en el libro “Tenencia de la tierra en Argentina” de De Estrada, F. y Olivero, O., ediciones UCALP/CARBAP, La Plata, 2008. 10 Sturzenegger, A. op. cit. El concepto de Agricultura Familiar que determina este análisis Aun cuando el abordaje de Schneider y Escher (2014) contemple la multiplicidad de relaciones interinstitucionales que se dieron en América Latina, los factores que restauraron la discusión sobre la pequeña agricultura y las categorías que se impusieron para poder determinar una definición conceptual de Agricultura Familiar11, nos quedaremos con una que considera lo que antes definía a las pequeñas explotaciones agropecuarias (PEA) para su análisis en Argentina. En este sentido, una PEA relacionaba el tamaño de la explotación con la capacidad de ser completamente abordada por la unidad familiar. Esto implicaba que tanto una explotación de 25.000 ha. en Santa Cruz donde se criaran ovejas, como una explotación de 500 ha. de ganado vacuno en Buenos Aires, se incluían en la misma categoría. Más aún, si en las 500 ha. dentro de la zona núcleo se cultivara soja y fuese solo explotada por la unidad familiar, debe ser considerada dentro del grupo observado. El Registro Nacional de la Agricultura Familiar (ReNAF), toma la definición del FoNAF (Foro Nacional de Agricultura Familiar): “En nuestro concepto, la agricultura familiar es una forma de vida y una cuestión cultural, que tiene como principal objetivo la reproducción social de la familia en condiciones dignas, donde la gestión de la unidad productiva y las inversiones en ella realizadas son hechas por individuos que mantienen entre sí lazos de familia, la mayor parte del trabajo es aportado por los miembros de la familia, la propiedad de los medios de producción (aunque no siempre de la tierra) pertenece a la familia, y es en su interior que se realiza la transmisión de valores y experiencias.”12 De este modo puede establecerse que: el tamaño de la explotación no es un determinante y que el principal factor productivo es el trabajo. Sabourin, et. al. (2014) consideran que la base y los criterios de las políticas públicas definen la agricultura familiar. En un sentido académico basado en los conceptos de 11 Escher, F. y Schneider, S. (2014). “El concepto de agricultura familiar en América Latina”. En “Agricultura familiar en Latinoamérica. Continuidades, transformaciones y controversias”. Clara Craviotti (compiladora). Ediciones CICCUS. 12 En mayo de 2006 se emitió el documento base del FoNAF que establecía un plan estratégico para el desarrollo rural y determinó la necesidad de establecer un registro (el ReNAF). El registro es voluntario pero necesario para el acceso a beneficios producto de políticas públicas. Las bases y consideraciones son parámetros para discusiones al interior de los países integrantes del MERCOSUR, y para sus respectivos registros. Chayanov (1974)13 la agricultura familiar se caracteriza por la existencia de vínculos orgánicos –definidos por la inclusión del capital productivo en el patrimonio de la familia y por la articulación entre lo doméstico y lo productivo sea o no de mercado entre la familia y la unidad productiva, y por la concurrencia de la fuerza laboral familiar. Esto despierta ciertas tensiones relacionadas con la remuneración al factor trabajo y con el consumo, el ahorro y la inversión. También existe una definición política que establece los parámetros de la población objetivo. Los criterios objetivos están dados por el acceso limitado a tierra y capital, la fuerza laboral, y el hecho de representar la principal fuente de ingresos del grupo familiar. El siguiente capítulo se enfocará principalmente en el análisis de este punto. En conclusión, se puede decir que la mayoría de los investigadores coinciden en que la definición de agricultura familiar resulta de una serie de características observables, del surgimiento y reclamo de actores y movimientos sociales, y de la necesidad de responder políticamente a las demandas de una categoría de productores identificados como “pequeña agricultura”, “agricultura campesina”, y “agricultura de subsistencia”.14 Agricultura familiar y desarrollo rural en Argentina El Proceso En virtud de los argumentos expuestos por el Banco Mundial sobre el rol del gobierno Argentino en materia agropecuaria y en función de alcanzar un supuesto desarrollo, y teniendo en cuenta que además existe un conflicto de interese con los de los sectores postergados, proponemos analizar el rol del Estado en la definición de las políticas públicas. En 1912 se constituyó la Federación Agraria Argentina (FAA) que tuvo por objetivo defender a los pequeños productores y arrendatarios de la región pampeana demandando mayor participación en el ingreso agrícola y mejores y más estables 13 Chayanov, A.V. (1974), “La organización de la unidad económica campesina”. Buenos Aires, Argentina, Nueva Visión 14 Puede profundizarse sobre el devenir histórico del concepto en Escher, F. y Schneider, S. (2014). “El concepto de agricultura familiar en América Latina”. En “Agricultura familiar en Latinoamérica. Continuidades, transformaciones y controversias”. Clara Craviotti (compiladora). Ediciones CICCUS. Además, esta concepción es tenida en cuenta por la FAO en todos sus congresos y asistencias internacionales, ya que representa una de sus poblaciones objetivo a nivel global. http://www.fao.org condiciones de arriendo que posibilitaran una mayor independencia operativa. En los años sesenta, aparecen nuevas organizaciones campesinas como las Ligas y Movimientos Agrarios en el norte del país, y desaparecen con el golpe de estado. En 1990 se crean y fortalecen nuevos espacios como el Movimiento Nacional Campesino e Indígena de Argentina (MNCeI) y la Mesa Nacional de Organizaciones de Productores Familiares. Hacia 2005, impulsadas desde la FAA y con apoyo estatal, se crearon nuevas organizaciones de amplio alcance territorial, el Foro Nacional de Agricultura Familiar (FONAF) y sus foros provinciales. El reflejo institucional de lo antes expuesto, solo puede verse como atemporal. En 1940 se aprobó la Ley Nacional de Colonización. Y en 1941 se constituyó el Consejo Nacional Agropecuario (CAN), un organismo que intervino en la distribución de tierras fiscales y en programas de colonización. Durante los gobiernos peronistas (1946-1955) se sancionaron leyes sociales a favor del pequeño productor, el arrendatario y el trabajador rural: se suspendieron juicios por desalojos rurales, se fijaron rentas sobre el arrendamiento y se congelaron los arrendamientos, lo que favoreció el acceso de arrendatarios a la propiedad de la tierra. A su vez, se brindó acceso al crédito y a la mecanización de pequeños productores. Estas medidas permitieron contar con un sector de propietarios medios de base familiar. En 1956, el Estado creó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), con el objetivo de mejorar la producción y el rendimiento agrícola (en particular pampeano) produciendo bienes y saberes públicos para la modernización tecnológica. En ese primer momento, el INTA se focalizó en la “familia rural” para mejorar las capacidades tecnoproductivas. A finales de los años ochenta y en los años noventa, incentivados por las graves problemáticas sectoriales y sus efectos en las regiones, organismos públicos como la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (SAGPyA) y el INTA reorientaron algunos recursos hacia las poblaciones rurales vulnerables y pobres. En un escenario socioeconómico y productivo nacional de ajustes estructurales, primó en los programas sociales agrarios una estrategia focalizada, que apuntaba principalmente a paliar los efectos colaterales de la liberalización de los mercados y la desregulación del sector agrícola (p. ej., la supresión de los organismos de regulación de los precios provocó la pérdida de competitividad de las explotaciones medianas y el aumento de la pobreza rural de los pequeños productores y trabajadores rurales) (Manzanal, 2001). Siguiendo las recomendaciones de la FAO con respecto al contenido de las políticas públicas en apoyo a la agricultura familiar, una política debe tener una población objetivo (definida por sus características), canales institucionales para la prestación de servicios (financiamiento, capacitación, asistencia técnica, proyectos, etc.), y presupuesto. En el peor de los casos, la complejidad estará en determinar las cadenas productivas que convienen desarrollarse para un proyecto nacional de largo plazo. En el caso particular de la Argentina, existe un estudio de Lodola, Brigo y Morra (2010) para CEPAL, en el que determinan 31 cadenas de valor productivas, de las que solo 3 representan el 15 % del PIB, 48 % de las exportaciones y el 11 % de los puestos de trabajo.15 Se refiere a las cadenas de la soja, la carne vacuna y la leche. Con los argumentos del Banco y el estudio mencionado, la concentración de recursos en un sector ya concentrado, resultaría eficiente. El problema se encuentra, y como puede demostrar lo acontecido en Argentina en los años recientes, que esta centralidad destruye el entramado productivo, desintegra las economías regionales y primariza la economía. Y para delimitar el análisis de los actuales sucesos en lo que respecta a la actividad agropecuaria, es preciso ponerlo en un contexto histórico que permita trazar un paralelo y comparar. Al mismo tiempo, se debe realizar un análisis de la literatura sobre el tema para delimitar los contenidos principales de la unidad de análisis. Según Escher, gran parte de los trabajos publicados gira en torno a cuatro puntos: esbozar una definición, determinar tipos de agricultores familiares, analizar cambios en lo socioeconómico e institucional, y realizar proyecciones sobre el futuro del sector. Lamentablemente, la historia ha invisibilizado al sector y la mayor parte de los trabajos, son anacrónicos. Desde sus comienzos en Argentina, la actividad agropecuaria giró alrededor de actividades extensivas. Grandes extensiones de tierra (mal habidas) dedicadas a la cría de ganado ovino (en función de sus relaciones con Inglaterra), o al ganado vacuno (y la lógica impuesta por los frigoríficos ingleses), o a la producción de cereales a comienzos del siglo XX (siempre alrededor de los designios de la reina)16. Pero la crisis del ´30 y la lógica del Commonwealth, le daba al país, una oportunidad para un proceso forzado de sustitución de importaciones, que promovía un cambio de paradigma. Una vez más, Argentina sucumbía ante los designios externos en el fatídico pacto Roca-Runciman. Fue recién en la década del ´40, que los cambios sociales e institucionales que menciona Schneider, dieron lugar a la oportunidad de visualizar un sector postergado y promover un cambio hacia las economías regionales y el desarrollo rural. Durante el peronismo (1940-1970), también hubo distribución de tierras, colonización e intentos de reforma 15 Lodola, A., Brigo, R. y Morra, F. (2010), “Mapa de cadenas agroalimentarias de Argentina”, en “Cambios estructurales en las actividades agropecuarias…”, CEPAL – Colección de Documentos de Proyecto, Santiago de Chile. 16 Gallo, E. (1983), “La pampa gringa”, Edhasa, Buenos Aires, 2004. agraria17. Lamentablemente, las oligarquías terrateniente no vieron con buenos ojos la promoción de dichos cambios, y generaron una tensión constante con el gobierno. Desde entonces, el modelo agro-exportador no sufrió mayores cambios aunque sí permanecieron en segundo plano, mientras otros sectores de poder relacionados con la industria pesada y la patria contratista, dominaban el centro de la escena. Como corolario, no solo no se generaron políticas en favor de las economías regionales sino que también existió un gran retraso tecnológico en los sectores concentrados que vieron mayores oportunidades en la diversificación de los riesgos y en la colocación de sus ganancias en el sector financiero. Recién durante los ´90 se dieron las condiciones para que se produjera un cambio tecnológico gracias a la estabilización y retraso del tipo de cambio. Según Gutman y Bisang (2003) se adoptaron tecnologías de punta en productos y procesos, se adoptaron nuevas tecnologías agronómicas que permitieron avanzar sobre tierras menos productivas, se promovieron nuevos procesos organizacionales, y se establecieron nuevos canales de comercialización. En Rofman, et. al. (2005) se considera que la innovación se dio en: la biotecnología, los agroquímicos y paquetes tecnológicos, y la ingeniería genética de las semillas. A pesar de las oportunidades de inversión que se dieron durante ese decenio, los datos sobre rentabilidad muestran grandes pérdidas que solo pudieron sostenerse por dos motivos: la negativa en la avanzada por privatizar el Banco Provincia, y los enormes subsidios del Estado. El Cambio de paradigma Schneider (2011) sostiene que durante los 2000, existieron variadas razones para la emergencia del interés por el papel del Estado y las políticas públicas, el medio ambiente y la producción sustentable, y la seguridad (soberanía) alimentaria. Los datos sobre concentración de la tierra que surgieron del censo agropecuario de 2002, señalan que, esos datos sobre concentración de la producción, las exportaciones y el empleo a los que hace referencia el trabajo de Lodola, el. al. (2010), son extrapolables a la concentración de productores. Aproximadamente 1200 productores concentran el 70 % de las tierras productivas; el 83 % de los productores posee menos de 500 hectáreas (la extensión de tierra que delimitaría la unidad bajo análisis); a pesar de haber disminuido la cantidad de explotaciones entre el censo 1988 y el 2002 en más de 40 mil (24.000 en la provincia de Buenos Aires), la cantidad de productores existentes es casi la misma. Esto último 17 Sabouri, et. al., op. cit. puede ser explicado por el desarrollo de pooles de siembra durante los ´90, que impusieron otra lógica al productor: la de vivir de rentas.18 Todo lo anterior permite observar el lugar que tuvo, hasta el nuevo milenio, la agricultura familiar en Argentina. Pero desde 2004 se dieron una serie de cambios institucionales acordes con las necesidades de un sector absolutamente postergado. Se reconoce la agricultura familiar como colectivo; se propone un plan estratégico para el desarrollo rural (desde el FoNAF); se resuelve (resolución 255/07) un registro (ReNAF) de agricultores familiares para poder definir beneficiarios y canalizar políticas para el sector; la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos pasa a ser un ministerio; se crea la Secretaría de Agricultura Familiar; y se vota la Ley de Agricultura Familiar (ley 27.118) a la que se le asigna presupuesto propio. Pero este proceso puede explicarse a partir de una serie de fenómenos o movimientos internacionales: : 1) la circulación internacional de ideas por medio de las alianzas entre las universidades, el Estado y los movimientos sociales (Waltz, 1979, Dumoulin y Surauguer, 2010); 2) la circulación de modelos de políticas debida al financiamiento o a la presión de las organizaciones internacionales (Risse-Kappen, 1995); 3) un fenómeno de regionalización de los referenciales políticos “desde abajo” (por los movimientos sociales), en particular en los países del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), y 4) la transferencia de políticas públicas de un país a otro (Dolowitz y Marsh, 2000). El efecto de las organizaciones internacionales (la FAO, el Banco Mundial, el BID, el FIDA y el IICA) en la promoción de políticas de agricultura familiar después de las dificultades de las reformas agrarias es claro, y en el caso de la FAO es innegable a partir de fines de los noventas (World Bank, 2007; FAO y BID, 2007; FAO, 2012; IICA, 2010). El impacto es directo: financian estudios y programas o cofinancian políticas públicas con ciertas condiciones, e influyen tanto en las categorías de análisis como en el vocabulario (Rose, 1991). Indirectamente, esas organizaciones inciden en la construcción de agendas, en la circulación de ideas y en la adopción de sus propuestas, o al menos de su discurso, por parte de los Estados, aun cuando luego intentan hacer lo que consideren oportuno con sus fondos. El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) tiene un papel múltiple en ese sentido. Es un centro de gestión de conocimientos, publicaciones y capacitación y, por lo tanto, de generación de ideas. Por su naturaleza de organismo 18 Los datos surgen de los censos agropecuarios de 1988 y 2002. adscrito a la Organización de los Estados Americanos (OEA), el IICA puede asesorar a los ministros de agricultura y desarrollo rural de los países miembros. Tiene poco financiamientos propio, pero administra y ejecuta proyectos con recursos del BID, del Banco Mundial (BM) o del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y sobre todo de sus propios Estados miembros, que necesitan de su intermediación para realizar operaciones o contratar consultores de una manera más flexible que mediante el sistema burocrático público. Hoy día los técnicos y los peritos del IICA son grandes mediadores de políticas de agricultura familiar, seguridad alimentaria, extensión y comunicación rural y desarrollo territorial rural (DTR). Los estudios de los países del MERCOSUR confirman el papel que tuvieron los movimientos sociales del sector y en particular su expresión regional, la COPROFAM y, más recientemente, la REAF, para promover políticas nacionales en Argentina, Uruguay y Paraguay, y hoy en día en Ecuador. Navarro (2010) atribuyó el origen de la expresión “agricultura familiar” en Brasil a las reuniones de los sindicatos de pequeños productores a raíz de los acuerdos comerciales en el MERCOSUR de 1991 a 1993. Es por esto, y debido a que la categoría “agricultura familiar” es una categoría política, que se deben establecer ciertos criterios para establecer tanto la población objetivo como los alcances, para definir las medidas correctas. Así, Agricultura familiar se encuadra en: - Una PEA (pequeña explotación agropecuaria) en Argentina tiene: Límite superior por región No tiene asalariados permanentes Productor trabaja en la explotación En relación con el nivel de renta y capital, no existen contradicciones, como tampoco así con el lugar de residencia, como en otros países de la región. Tipos de políticas públicas En la medida que pueden impactar a la agricultura familiar, podemos hablar de políticas generales para el campo que solo la afectan, políticas específicas, o medidas indirectas. Dentro de las primeras, se pueden mencionar las políticas de acceso a la tierra, obras de infraestructura, capacitaciones, regulaciones, etc. Estas medidas son atribuibles a los populismos de derecha. Dentro de las específicas para el sector, el foco está en la soberanía alimentaria, la reducción de la pobreza y la generación de empleo, pero no como un residuo o una externalidad “positiva”. Las acciones apuntan a medidas de financiamiento subsidiado, la incorporación de tecnología con asistencia técnica, y la generación de procesos organizacionales vía capacitación. Y cada una de estas políticas estipula el encuadre del productor dentro de alguna tipología como puede ser la de productor integrado, en transición o de subsistencia. El caso de las medidas indirectas se relaciona con un objetivo de gobierno extra agrícola como puede ser el cuidado del medio ambiente, la seguridad alimentaria, el desarrollo territorial, combatir la pobreza. En Argentina las políticas de Desarrollo Territorial han tenido como eje los procesos socioterritoriales, impulsando una propuesta superadora de las políticas asistencialistas, sectoriales y paternalista. El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria generaron políticas territoriales que incluyeron a los agricultores familiares, los municipios, organizaciones de base y otros actores sociales, ampliando la base de participación ciudadana. El Programa PRODERI concibió como objetivo principal apoyar y asistir a los agricultores familiares y mejorar las condiciones de infraestructura socio-productiva de cada comunidad desde los territorios. El PROFEDER buscó construir agendas políticas que alineen las capacidades institucionales de los diferentes programas del INTA con otras organizaciones y actores sociales atendiendo a las dinámicas territoriales y las necesidades de los grupos rurales vulnerables. Una política estratégica Para un sector fragmentado y heterogéneo con intereses contrapuestos, las decisiones estratégicas deben considerar que existen actores que impulsan el desarrollo tecnológico, y que se encuentran asociados a los históricos vencedores del campo. Pero la adopción de estas nuevas tecnologías por parte de los sectores subalternos dentro del colectivo “campo”, pude revertir situaciones de pobreza o impulsar el acceso a los mercados. Cualquier estrategia tendiente a impulsar el desarrollo rural, debe tener en cuenta la construcción social del territorio19, considerando las identidades de los pueblos, las actividades productivas, la reproducción social, los contextos histórico-sociales, recursos 19 García, A. y Rofman, A. (2008), “Agribusiness y fragmentación en el agro argentino: desde la marginación hacia una propuesta alternativa” Mundo Agrario No 19, CEHR/UNLP disponibles, las prácticas ancestrales y su transmisión, las relaciones de poder y la idiosincrasia. Teniendo en cuenta lo anterior, las políticas deben estar dirigidas a disminuir la pobreza, evitar situaciones de desarraigo, aportar a la adopción de buenas prácticas, estimular el progreso tecnológico, desarrollar cadenas de valor asociadas, potenciar la formación de clusters. Como si fueran pasos a seguir, las medidas a implementar debería seguir el siguiente criterio: - Titulación de la tierra Accesibilidad estructural a canales comerciales Posibilitar el acceso al financiamiento Generar medidas de capitalización Capacitar a productores Asistir y mediar en formas de cooperación Crear vínculos asociativos Promover el desarrollo de industrias asociadas Crear organismos que eviten la absorción de unidades empresarias - Asociar al Estado Conclusiones Durante la década del ´90, se produjo la desaparición de casi 100.000 unidades productivas asociadas a agricultores familiares20. Esto tuvo relación con un proceso de acumulación ligado con las decisiones políticas estructurales de tono neo-liberal. Absolutamente todas las medidas impulsadas por el actual gobierno (y en consonancia con las sugerencias de organismos internacionales como el Banco Mundial), van en el mismo sentido y guardan relación con momentos históricos de revancha clasista y reasignación de recursos en favor de sectores concentrados. Ninguna de las medidas de fondo que se sugieren en el documento del Banco favorece la producción, reproducción y empoderamiento de los sectores postergados del colectivo “campo”. 20 Paula Juárez, et al (2014), “Políticas de agricultura familiar y desarrollo rural”, en “Políticas públicas y agriculturas familiares en América Latina y el Caribe. Balance, desafíos y perspectivas”, CEPAL, Santiago de Chile, 2014. Todo lo desarrollado aquí muestra que las políticas públicas que favorecen a las economías regionales, el desarrollo rural y a los productores de la agricultura familiar, van en sentido contrario al de las que fortalece a los grandes productores de granos y carnes. Las medidas que supuestamente alientan la inversión y acelerarían la tasa de crecimiento de la productividad de los factores, estimulan las economías de escala, la destrucción territorial de los entramados productivos, y desestimulan la inversión para la producción en pequeña escala. Ni bien asumiera el control sobre los designios de las políticas públicas el actual gobierno, tomó medidas que reasignaron los recursos en favor de las grandes corporaciones exportadoras de alimentos. El impacto de la medida, en lugar de estimular la inversión, alentó la fuga de capitales. Adicionalmente, medidas financieras supuestamente dirigidas estabilizar precios y tipo de cambio, alentaron la “timba financiera” o carry trade, desalentando aún más la inversión en bienes de capital y tecnología. El Ministerio de Agricultura pasó a llamarse de Agroindustria, y la Secretaría de Agricultura Familiar fue degradada primero a Subsecretaría y luego a Dirección Nacional. Hoy con la degradación del Ministerio a Secretaría, Agricultura Familiar es solo una dirección de línea. Los nombramientos de Buryaile primero (gran productor de ganado vacuno), y luego de Etchevere (presidente de la Sociedad Rural Argentina) como ministros, se puso a cuidar al lobo el gallinero. El resultado final es que la Agricultura Familiar desapareció totalmente de los objetivos de gobierno al punto de eliminar el 80 % el personal técnico asignado al sector. La ley de agricultura familiar, nunca tuvo presupuesto ni fue operativa, y el sector fue totalmente invisibilizado. El 2018 estuvo signado por la multiplicidad de manifestaciones públicas (seguidas de represión) de pequeños agricultores regalando sus mercancías. La producción agropecuaria sigue siendo la misma que en 2015, y la inversión ha caído. Puede verse que mejorar las estadísticas, el “dejar hacer” de los empresarios, y la magia, no funcionan para desarrollar el sector agropecuario. Bibliografía Banco Mundial, (2016) “Informe del sector de agricultura en Argentina. Desarrollo Agropecuario: Un camino sostenible hacia la prosperidad”, junio 2016, Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento/Banco Mundial, Washington, EEUU. Chayanov, A.V. (1974), “La organización de la unidad económica campesina”. Buenos Aires, Argentina, Nueva Visión Dolowitz, D., Marsh, D. 2000. Learning from Abroad: The Role of Policy Transfer in Contemporary Policy Making. Governance Escher, F. y Schneider, S. (2014). “El concepto de agricultura familiar en América Latina”. En “Agricultura familiar en Latinoamérica. 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