Subido por Leydy Ramirez

CUARTO

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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
TEXTO Nº 1
LECTURA
Lee detenidamente la siguiente lectura:
“EL TROMPO”
José Diez Canseco
Sobre el cerro San Cristóbal la niebla había puesto una capota sucia que
cubría la cruz de hierro, una garúa de calabobos se cernía entre los árboles
lavando las hojas, transformándose en un fango ligero y descendiendo hasta la
tierra que acentuaba su color pardo, las estatuas desnudas de la Alameda de los
Descalzos se chorreaban con el barro formado por la
lluvia y el polvo
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acumulado en cada escorzo. Un policía, cubierto con su capote azul de vueltas
rojas, daba unos pasos aburridos entre las bancas desiertas, sin una sola
pareja, dejando la estela famosa de su cigarrillo. Al fondo, en el convento de los
frailes franciscanos se estremecía la débil campanita con su son triste.
En esa tarde todo era opaco y silencioso. Los automóviles, los tranvías,
las carretillas repartidoras de
cervezas
y sodas, los “colectivos”, se
esfumaban en la niebla gris-azulada y todos los ruidos parecían lejanos. A
veces surgía la estridencia característica de los neumáticos rodando sobre el
asfalto húmedo y sonoro y surgía también, solitario y escuálido, el silbido
vagabundo de un transeúnte invisible. Esta tarde s e parecía a la tarde del vals
sentimental y huachafo que, muchos años, cantaban los currutacos de las
tiorbas:
¡La tarde era triste,
la nieve caía!...
Por la acera izquierda de la Alameda iba Chupitos y a su lado el cholo
Feliciano Mayta. Chupitos era un Zambito de diez años, con dos ojazos
vivísimos sombreados por largas pestañas y una jeta burlona que siempre
fruncía con estrepitoso sorbo. Chupitos le llamaron desde que un día, hacia un
año más o menos, sus amigos le encontraron en la puerta de la Botica de San
Lázaro pidiendo:
-¡Despácheme esta receta!...
Uno de los ganchos, Glicerio Carmona, le preguntó:
-¿Quién está enfermo en tu casa?
-Nadies….Soy yo que me han salido unos chupitos..
Y con “Chupitos” quedó bautizado el mocoso que ahora iba con Feliciano,
Glicerio, el Bizco Nicasio, Faustino Zapata, pendencieros de la misma edad que
vendían suertes o pregonaban crímenes, ávidamente leídos en los diarios que
ofrecían. Cerraba la marcha Ricardo, el gran Ricardo, el famoso Ricardo que,
cada vez que entraba a un cafetín japonés a comprar un alfajor o un
comeycalla, salía, nadie sabía cómo, con dulces y bizcochos para todos los
feligreses de la tira.
-¡Pestaña que uno tiene, compadre!
Gran pestaña, famosa pestaña que un día le falló, desgraciadamente,
como siempre falla, y que le costó una noche integra en la comisaría, de
donde salió con el orgullo inmenso de quien tiene la experiencia carcelera que
él sintetizaba en una frase aprendida de una crónica policial:
-Yo soy un avezado en la senda del crimen.
El grupo iba en silencio. El día anterior, Chupitos había perdido su
trompo jugando a la “cocina” con Glicerio Carmona, ese juego infante y taimado,
sin gallardía de destreza, sin arrogancia de fuerza. Un juego que consiste en ir
empujando el trompo contrario hasta meterlo dentro de un círculo, en la
“cocina”, en donde el perdidoso tiene que entregar el trompo cocinado a quien
tuvo la habilidad rastrera de saberlo empujar.
No era ése juego de hombres. Chupitos y los otros sabían bien que los
trompos, como todo en la vida, deben pelearse a tajos y a quiñes, con el puñal
franco de las púas y sin la mujeril arteria del empellón. El pleito tenía que ser
siempre definitivo, con un triunfador y un derrotado, sin prisionero posible
para el orgullo de los mulatos palomillas.
Y, naturalmente, Chupitos andaba medio tibio por haber perdido su trompo.
Le había costado veinte centavos y era de naranjo. Con esa ciencia sutil y
maravillosa, que sólo poseen los iniciados, el muchacho había acicalado su
trompo así como así como su padre acicalaba sus ajisecos y sus giros, sus
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cenizos y sus carmelos, todos esos gallos que eran su mayor y más alto
orgullo. Así como a los gallos se les corta la cresta para que el enemigo no
pueda prenderse y patear luego a su antojo, así Chupitos le cortó la cabeza al
trompo, una especie de perilla que no servia para nada; lo fue puliendo,
nivelando y dándole cera para hacerlo más resbaladizo y le cambió la innoble
púa de garbanzo, una púa roma y cobarde, por la púa roma y cobarde, por la
púa de clavo afilada y brillante como una de las navajas que su padre
amarraba a las estacas de sus pollos peleadores.
Aquel trompo había sido su orgullo. Certero en la chuzada, Chupitos
nunca quedó el último y, por consiguiente, jamás ordenó cocina, ese juego
zafio de empujones. ¡Eso nunca! Con los trompos se juega a los quiñes, a rajar
al chantado y a sacarle hasta la contumelia que en lengua faraona, vienen a
ser algo así como la vida. ¡Cuántas veces su trompo, disparado con toda su
fuerza infantil, había partido en dos al otro que enseñaba sus entrañas
compactas de madera, la contumelia destrozada! Y cómo se ufanaba entonces
de su hazaña con una media sonrisa, pero sin permitirse jamás la risotada
burlona que habría humillado al perdedor:
-Los hombres cuando ganan, ganan. Y ya está.
Nunca se permitió una burla. Apenas la sonrisa presuntuosa
que
delataba el orgullo de su sabiduría en el juego y, como la cosa más natural del
mundo, volver a chuzar para que otro trompo se chantase y rajarlo en dos
con la infalibilidades de su certeza. Sólo que el día anterior, sin que él se lo
pudiese explicar hasta este instante, cayó detrás de Carmona. ¡Cosas de la Vida!
Lo cierto es que tuvo que chantarse y el otro, sin poder disimular su codicia,
ordenó rápidamente por las ganas que tenía de quedarse con el trompo
hazañudo de Chupitos:
-¡Cocina!
Se atolondró la protesta del zambito.
-¡Yo no juego cocina! Si quieres, a los quiñes…
La rebelión de Chupitos causó un estupor inenarrable en el grupo de
palomillas. ¿desde cuándo un chantado se atrevía a discutir al prima? El gran
Ricardo murmuró con la cabeza baja mientras enhuaracaba su trompo.
-Tú sabes, Chupitos, que el que manda, manda: así es la ley…
Chupitos, claro está, ignoraba que la ley no es siempre la justicia y,
viendo la desaprobación de la tira de sus amigotes, no tuvo más remedio que
arrojar su trompo al suelo y esperar, arrimado a la pared con la huaraca
enrollada en la mano, que hicieran con su juguete lo que les diera la gana. ¡Ah,
de fijo que le iban a quitar su trompo! …Todos aquellos compadres sabían lo
suficiente para no quemarse ni errar un solo tiro el arma de su orgullo iría a
parar al fin en la cocina odiosa, en esa cocina que la avaricia y la cobardía de
Glicerio Carmona había ordenado para apoderarse del trozo
de naranjo
torneado en que el zambito fincaba su viril complacencia y la orgullosa
certidumbre de su fuerza. Y, sin decirlo naturalmente, sin pronunciar las
palabras en voz alta, Chupitos insultó espantosamente a Carmona pensando:
-¡Chontano tenía que ser!
Los golpes se fueron sucediendo y sucediendo hasta que, al fin, el grito
de júbilo de Glicerio anunció el final del juego:
-¡Lo gané!
Sí, ya era suyo y no había poder humano que se lo arrebatase. Suyo, pero
muy suyo, sin apelación posible, por la pericia mañosa de su juego. Y todos los
amigos le envidiaban el trompo que Carmona mostraba en la mano exclamando:
-Ya no juego más…
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II
¡Pero qué mala pata, Chupitos! Desde chiquito la cosa había sido que una
mala pata espantosa. El día que nació, por ejemplo, en el Callejón de Nuestra
Señora del Perpetuo Socorro, una vecina dejó sobre un trapo la planta ardiente,
encima de la tabla de planchar y el trapo y la tabla se incendiaron y el fuego se
extendió por las paredes empapeladas con carátulas de revistas. Total: casi se
quema el callejón. La madre tuvo que salir en brazos del marido y una
hermana de éste alzó al chiquillo de la cuna. A poco, los padres tuvieron que
entregarlo a una vecina para que lo lactara, no fuera que el susto de la madre
se le pasara al muchacho. Luego fue creciendo en un ambiente “sumamente
peleador”, como decía él, para explicar ésa su pasión por las trompeaduras,
¿Qué sucedía? Que su madre, zamba engreída, había salido un poco
volantusa, según la severa y acaso exagerada opinión de la hermana del
marido, porque volantuseria era al fin y al cabo, eso de demorarse dos horas
en la plaza del mercado y llegar a la casa, a los dos cuartos del callejón humilde,
toda sofocada y preguntando por el marido:
-¿Ya llegó Demetrio?
Hasta que un día se armó la de Dios es Cristo y mueran los moros y
vivían los cristianos. Chupitos tenía ya siete años y se acordaba de todo.
Sucedió que un día su mamá llegó como a las ocho de la noche. La carapulcra
se enfriaba en la olla sobre el brasero con los tizones casi apagados. Llegó con
una oreja m muy colorada y el revuelto pelo mal arreglado. El marido hizo la
clásica pregunta:
-¿A dónde has estado? La comida está fría, y yo…. ¡Espera que te espera!
A ver, vamos a ver…
Y, torpemente, sin poder urdir una mentira tan clásica como la pregunta, la
zamba había respondido rabiosamente:
-¡Caramba! Ni que una fuera una criminal...
Arruyó la impaciencia contenida del marido:
-Yo no digo que tú eres una criminal. Lo que quiero es saber a dónde
has estado. Nada más.
-En la esquina.
-¿En la esquina? ¿Y qué hacías en la esquina?
-Estaba con Juana Rosa…
Y dando un media vuelta que hizo revolar la falda, se fue a avivar los
tizones y a recalentar la carapulcra. La comida fue en silencio. Chupitos no se
atrevía a levantar las narices de su plato y el padre apuraba, uno tras otro, largos
vasos de vino. Al terminar, el zambo se lió la bufanda al cuello, se terció la
gorra sobre una oreja y encendiendo un cigarrillo, salió dando un portazo.
La mujer no dijo ni chus ni mus. Vio salir al marido y advirtió a donde
iba: ¡A hablar con Juana Rosa! Y entonces, sin reflexionar en la locura que iba a
cometer, se envolvió en el pañalón, ató en una frazada unas cuantas ropas y
salió también d e estampida dejando al pobre Chupitos que, de puro susto, se
tragaba unas lágrimas que le desbordaban los ojazos ingenuos sin saber él por
qué. A media noche regresó el marido con toda la ira del engaño avivada por el
alcohol; abrió la puerta de una patada y rabió la llamada:
-¡Aurora!
Le respondió el llanto del hijo: -Se fue papacito.
El zambo guardó entonces con lentitud el objeto de peligro que le brillaba
en la mano y murmuró con voz opaca:
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-¡Ah, se fue, ¿no?....Si tenía la conciencia más negra que su cara…! ¡Con
Juana Rosa!... ¡Yo le voy a dar a Juana Rosa!
Su hermana había tenido razón: Aurora fue siempre una volantusa…No
había nada que hacer. Es decir, si, si había que hacer: romperle la cara
marcarla duro y hondo para que se acordara siempre de su mala ofensa. Allá,
en la esquina, se lo habían contado todo y ya sabía lo que mejor hubiese
ignorado siempre: esa oreja enrojecida, ese pelo revuelto, era el resultado de la
rabia del amante que la zamaqueó rudamente por sabe Dios, o el diablo, qué
discusión sinvergüenza…..Ah, no sólo
había habido engañado sino que,
además, había otro hombre que también se creía con derecho de asentarle la
mano…No, eso no: los dos tenían que saber quién era Demetrio Velásquez….
¡Claro que lo iban a saber!
Y lo supieron. Sólo que, después, Demetrio estuvo preso quince días por
la paliza que propinó a los mendaces y quien, en buena, pagó el pato fue el
pobre Chupitos que se quedó sin madre y con el padre preso, mal consolado por
la hospitalidad de la tía, la hermana de Demetrio, que todo el día no hacia sino
hablar de Aurora:
-Zamba más sinvergüenza….. ¡jesús!
Cuando el padre regresó de la prisión el chiquillo le preguntó llorando:
-¿Y mi mamá?
El zambo arrugó sin piedad la frente:
-¡Se murió! Y…. ¡no llores!
El muchacho le miró asombrado, sin entender, sin querer entender, con
una pena y con un estupor que le dolían malamente en su alma huérfana. Luego
se atrevió:
-¿De veras?
Tardó unos instantes el padre en responder. Luego, bajando la cabeza y
apretándose las manos, murmuró sordamente:
-De veras, mujeres con quiñes, como si fueran trompos…. ¡ni de vainas!.
III
Fue la primera lección que aprendió Chupitos en su vida: mujeres con
quiñes, como si fueran trompos, ¡ni de vainas! Luego los trompos tampoco
debían tener quiñes….No, nada de lo que un hombre posee, mujer o trompo juguetes-, podía estar maculado por nadie ni por nada. Que si el hombre pone
toda su complacencia y todo su orgullo en la compañera o en el juego, nada ni
nadie puede ganarle la mano. Así es la cosa y no puede ser de otra guisa.
Esa es la dura ley de los hombres y la justicia dura de la vida.
Y no lo olvidó nunca. Tres años pasaron desde que el muchacho, se
quedara sin madre y, en esos tres años, sin más compañía que el padre, se fue
haciendo hombre, es decir, fue aprendiendo a luchar solo, a enfrentarse a sus
propios conflictos, a resolverlos sin ayuda de nadie, sólo por la sutileza de su
ingenio criollo o por la pujanza viril de sus puños palomillas. En las tientas de
gallos, mientras sostenía el chuzo desplumado que servia de señuelo a los
gallos que su padre adiestraba, aprendió ese arte peligroso de saber pelear, de
agredir sin peligro y de pegar siempre primero.
Ahora tenía que resolver la dura cuestión que le planteaba la codicia del
cholo Carmona: ¡Había perdido su trompo! Y aquella misma tarde de la derrota
regresó a su casa para pedir a su padre después de la comida:
-Papá, regálame treinta centavos, ¿quieres?
-¿Treinta centavos? Come tu ajiaco y cállate la boca.
El muchacho insistió levantando las cejas para exagerar su pena.
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-Es que me ganaron mi trompo y tengo que comprarme otro….
-¿Y para qué te lo dejaste ganar?
-¿Y qué iba a hacer?
La lógica paterna:
-No dejártelo ganar….
Chupitos explicaba alzando más las cejas:
-Fue
Carmona, papá, que mandó cocina
y
como
tuve
que
chantarme…Déme los treinta chuyos, ¿quiere?...
En la expresión y en la voz del muchacho el padre advirtió algo inusitado,
una emoción que se mezclaba con la tristeza de una virilidad humillada, y con
la rabia apremiante de una venganza por cumplir. Y, casi sin pensarlo, se metió
la mano en el bolsillo y sacó los tres reales pedidos:
-Cuidado con que te ganen otro.
El muchacho no respondió. Después de echar una cantidad inmensa de
azúcar en la taza de té, bebió resoplando.
-¡Caray con el muchacho! ¡Te vas a sancochar el hocico! –roznó la tía.
El zambito, sin responde, bebía y bebía, resopló al terminar, se limpió los
belfos con el dorso de la mano y salió corriendo:
-¿Adónde vas?
-¡A la chingana´e la esquina!
Llegó acezando a la pulpería en donde el chino despachaba impasible a la
luz amarilla del candil de kerosene:
-¡Oye, dame ese trompo!
Y señalaba uno, más chico que el anterior, también de naranjo, con su
petulante cabecita y su vergonzante púe de garbanzo. Pagó veinte centavos y
compró un pedazo de lija con que pulir el arma que le recuperase al día
siguiente el trompo que fue su orgullo y la envidia de toda la tira del barrio.
Por la mañana se levantó temprano y temprano fue al corral. Allí escogió
un clavo y comenzó toda la larga operación de transformar el pacifico juguete
en un arma de combate. Le quitó la púa roma y con el serrucho más fino que
su padre empleaba para cortar los espolones de sus gallos, le quitó la cabeza
inútil. Luego, con la lija pulió el lomo y fue devastando el contorno para
hacerlo invulnerable. Dos horas estuvo afilando el clavo para hacer la púa de
pelea, como las navajas de los gallos, y le robó a su tía un cabito de vela para
encerarlo. Terminada la operación, enrolló el trompo con la huaraca, la fina
cuerda bien manoseada, escupió una babita y lo lanzó con fuerza en el centro
de la señal. Y al levantarlo, girando como una sedita, sin una sola vibración,
vio con orgullo cómo la púa de clavo le hacia sangran la palma rosada de su
mano morena:
-¡Ya está! ¡Ahora va a ver ese cholo currupantioso!...
IV
¡La tarde era triste,
la nieve caía!...
en Lima, a Dios gracias, no hay nieve que caiga ni ha caído nunca.
Apenas esa garúa finita de calabobos, como dije al principio de este relato,
chorreando su fanguito de las hojas de los árboles, morenizando el mármol de
las estatuas que ornan la Alameda de los Descalzos. Allá iban los amigotes del
barrio a chuzar esa partida en que Chupitos había puesto todo su orgullo y su
angustia esperanza:
-¿Se lo ganaré a Carmona?
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Al principio, cuando Mayta, por sugerencia del zambito, propuso la pelea
de los trompos, el propio Chupitos opinó que, en esa tarde, con tanto lluvia y
tanto barro, no se podría jugar. Y como lo presumió, Carmona tuvo la
mezquindad de burlarse.
-Lo que tienes es miedo de que te quite otro trompo.
-¿Yo, miedo? No seas…
-Entonces, ¿vamos?
-Al tirito.
Y fueron al camino que conduce a la Pampa de Amancaes que todavía
tiene, felizmente, tierra para que jueguen los palomillas. Carmona se aprestó a
escupir la babita alrededor de la cual todos formaron un círculo. Mayta disparó
primero, luego Ricardo, después Faustino Zapata. Carmona midió la distancia
con la piola, adelante el pie derecho, enhuaracó con calma y disparó. Sólo que
fue carrera de caballo y parada de borrico porque cayó el último. Chupitos
disparó a su vez e, inexplicablemente para él, su púa se hincó detrás de la
marca de Ricardo quien resultó prima. Desgraciadamente, así, en público, el
muchacho no pudo sugerirle que mandase la cocina con que habría recuperado
su trompo y Ricardo mandó:
-¡Quiñes!
El trompo que ahora tenía Carmona, el trompo que antes había sido de
Chupitos, se chantó ignominiosamente: ¡en sus manos jamás se habría chantado!
Y allí estaba, estúpido e inerte, esperando que las púas de los otros trompos se
cebaran en su noble madera de naranjo. Y los golpes fueron llegando: Mayta le
sacó una lonja y Faustino le hizo dos quiñes de emparada. Hasta que al fin
llegó el turno a Chupitos. ¿Qué podría hacer?
¡Los trompos con quiñes, como las mujeres, ni de vainas!....Nunca seria
el suyo ese trompo malamente estropeado ahora por la ley del juego que tanto
se parece a la ley de la vida…Lenta, parsimoniosamente, Chupitos comenzó a
enhuaracar su trompo para poner fin a esa vergüenza. Ajustó bien la piola y
pasó por la púa el pulgar y el índice mojados en saliva; midió la distancia, alzó
el bracito y disparó con toda su alma. Una sola exclamación admirativa se
escuchó:
-¡Lo rajaste!
Chupitos ni siquiera miró el trompo rajado: se alzó de hombros y
abanando junto al viejo el trompo nuevo, se metió las mano s en los bolsillos y
dio la espalda a la tira murmurando:
-Ya lo sabía…
Y se fue. Los muchachos no se explicaban por qué dejaba los dos trompos
allí, tirados, ni por qué se iba pegadito a la pared. De pronto se detuvo. Sus
amigos que le miraban marcharse con la cabecita gacha, pensaron que iba a
volver, pero Chupitos sacó del bolsillo el resto del clavo que le sirviera para
hacer la segunda púa de combate y, arañando la pared, volvió a emprender su
marcha hasta que se perdió, solo, triste e inútilmente vencedor; tras la esquina
esa en que, a la hora de la tertulia, tanto había ponderado al viejo trompo partido
ahora por su mano:
-¡Más legal, te dijo!.... ¡De naranjo purito!.
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
COMPRENSIÓN DE LECTURA
Vocabulario:
Con ayuda del diccionario anota el significado de las
siguientes palabras:
a)
Calabobos: …………………………………………………………………………………
b)
Escorzo:
…………………………………………………………………………………
c)
Currutaco:
…………………………………………………………………………………
d)
Belfo:
…………………………………………………………………………………
e)
Zafio:
…………………………………………………………………………………
f)
Mendaz:
…………………………………………………………………………………
Preguntas de Comprensión:
Responde a las siguientes preguntas:
1. Según las
referencias
que
ofrece el
autor, ¿en qué época
aproximadamente ocurren los hechos?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
2. ¿Quién era Chupitos? ¿Por qué sus amigos lo bautizaron con ese
apodo?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
3. Explica cómo perdió Chupitos el trompo que había sido su orgullo.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
4. ¿A qué atribuye el autor la mala suerte que Chupitos había tenido
desde chiquito?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
5. ¿En qué situación queda el niño cuando su madre se ausenta y su
padre es llevado a la prisión?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
6. ¿Cuál fue la primera lección que aprendió Chupitos en su vida?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
7. ¿Cómo vive el pequeño a partir de ese momento?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
8. ¿Qué es lo que hace el niño para resolver la dura cuestión que le
planteaba el hecho de haber perdido su trompo?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
9. Señala todos los pasos que da Chupitos para transformar su nuevo
trompo en un arma de combate.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
10. ¿Cómo se desarrolló aquella esperada pelea de los trompos? ¿Qué
pasó cuando Chupitos disparó su trompo con toda la fuerza de su
alma?
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_________________________________________________________________
11. ¿Por qué se aleja Chupitos dando la espalda a la tira y dejando allí los
dos trompos tirados?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
Razonamiento Verbal:
Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes
palabras:
Sinónimo
Antónimo
a) Finita
…………………………………. ………………………………….
b) Estúpido
…………………………………. ………………………………….
c) Derrota
…………………………………. ………………………………….
d) Vibración
…………………………………. ………………………………….
e) Pelear
…………………………………. ………………………………….
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
TEXTO Nº 2
LECTURA
Lee detenidamente la siguiente lectura:
“EL CRECIENTE”
Fernando Romero
El negocio no daba. Podía haber siempre paiche y menestras en el payol.
No eran pocas las reses, los cerdos y gallinas del puesto. El maíz amarillaba a
menudo en el entablado. El tipiti estaba casi siempre lleno de yuca que la prensa
primitiva convertía en masato. No obstante, el negocio no daba. Paneas si con
el producto de la hacienda se podía mantener a los doce muchachos famélicos
que Juan García había tenido en la buena y hacendosa cocama. Y a la parentela
de la misma, poco laboriosa y demasiado hambrienta.
¡Cuánto había que trabajar! De cinco a cinco no era posible apartarse del
machete y el remo sino para coger el hacha pesada y fuerte. Cosechar el
grano, sacar las manos de los plátanos, cambiar de pastizal a las reses, fisgar el
paiche en las cochas, quemar los herbazales, rozar el monte; dar agua a los patos,
maíz a las aves y cáscaras de fruta a los cerdos. ¡Cuánta labor! Había mucho
tiempo que él no descansaba. ¿El resultado? Alimentar con su trabajo, que sólo
los ataques de paludismo interrumpían de cuando en cuando, a los patrones de
lancha, abusivos y explotadores.
Como la de tantos, su historia empezaba con el comienzo de la
explotación del caucho en Loreto. Con la explotación del caucho en Loreto. Con
ese periodo se unimismaba su juventud opulenta. La madurez fue pobre, cuando
cayó el precio de la goma, y con éste la riqueza departamental. Su vejez, ya lo
habéis visto, era mísera, metido en San Pedro, el puesto del Ucayali.
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
En su niñez limeña, cómoda si no rica, jamás soñó con ser hacendado en
Loreto. Como el padre, debió parar en comerciante. Como él, también debió
haberse casado con burguesa rica que llevara dinero al matrimonio. Pero el
caucho dispuso otra cosa. Vínose al país del oro de entonces y ganó dinero.
Pensó en regresar a Lima. Quiso deslumbrar a los suyos llevándoles, a falta de la
carrera que sus contemporáneos habían conseguido en universidades añejas,
buenos costalitos de libras esterlinas. Luchando por aumentar el número de
éstos, perdiólos todos.
Entonces, por vergüenza de retornar pobre hogar, se enteró en el puesto
que comprara con el dinero salvado de la catástrofe. De eso hacia quince años.
Durante todo ese tiempo, esperando reunir la fortuna que no llegaba, se llenó
de hijos y querencias. Mientras tanto la madre y el padre desaparecieron. Se
había olvidado del nombre de los amigos de la infancia, y apenas si, de cuando
en cuando, una carta venida de la capital de la República, en papel fino que olía
a comodidad, le hablaba de los hermanos ricos y los sobrinos estudiantes.
No perdió nunca la esperanza. En un nido de paucar que colgaba del techo
del tambo para ahuyentar los murciélagos, había guardado unas cuantas libras.
Porque, aunque pobre, se iba pronto. Por eso tenía, cuidadosamente apuntadas
en una libreta, direcciones de calles y números de teléfonos de Lima.
Faltaba la cosecha de aquel año. Deseaba ardientemente ver su resultado.
De ninguna manera dejaría en la pobreza a la compañera de tantos años y a
los cocamillas civilizados. Quería hacer la recolección por su mano. Convertir en
dinero contante y sonante lo que le diera la tierra, sembrando esta vez con
todo esmero y en gran extensión; luego, rematar el puesto y alejarse,
entregando a los suyos lo suficiente para vivir hasta que los chicos pudieran
afrontar solos la vida.
Esa vida de selva, que a él ya lo hastiaba, llena de miseria y soledad.
¡Cuánto anhelaba ciudad y civilización!
La montaña agarra, oyó decir siempre. El lo había experimentado. Mil
veces pensó en alejarse de ella, como ahora. En otras tantas oportunidades
surgieron inconvenientes, haciendo fracasar sus mejores proyectos. Así vivió
tanto tiempo…
Pero ya iba a sonar la trompeta libertadora.
***
El ataque de paludismo lo sacude. Debilitado por la fiebre intensa de hace
varios días, García no puede ya ni levantarse del lecho de pona. Bajo el
mosquitero blanco suda y sufre, mientras en torno al morín los zancudos
virotes buscan un intersticio para colarse dentro.
Cuando le enfermedad lo tendió el nivel del río comenzaba a subir. Las
aguas llegaban de las cabeceras turbias y violentas, arrastrando pajas,
animales muertos, talofitas arrancadas del fondo, arbustos, palos y trozos de
orilla descuajados de las márgenes. Era la formidable creciente del Ucayali en
toda su fiereza y pujanza.
En los momentos de lucidez que le dejaba la fiebre preguntaba a su
maceba dónde había subido el nivel del agua. Las respuestas lo inquietaban. La
ultima información que tuvo era que faltaban solamente tres escalones del
puerto del puesto. El río había subido cinco pies más que en las crecientes
anteriores y quince en total.
***
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
No tenían quinina. La lancha correo entróse por el Caño de Puinahua,
navegable por la creciente, dejando a San Pedro sin elementos. Las canoas
mandadas al puesto de Tuanama –tres vueltas abajo –y al de Shapiama – seis
horas de surcada en canoa -no trajeron medicamentos. Y la fiebre continuaba
sacudiendo al hacendado mientras el Ucayali, amenazador, seguía subiendo el
nivel. El arrozal fue arrastrado por la creciente, junto con el maizal y la huerta.
Hasta el purón llegaba el agua. Por eso las gallinas, los patos, los cerdos y las
vacas se apretujaban en una lomita, tristes y hambrientos.
Tendido García en el lecho, nadie era capaz de evitar mayores males. En
pie él, como en ocasiones anteriores, hubiera arreado el ganado al centro
trasladándose allá hasta que las aguas se retiraran. Pero no había quien lo
hiciera. Temerosos y abusivos, los cocamas huyeron llevándose buenos paneros
rellenos de yuca y grandes pates con la chicha de maíz de la despensa. Sólo
quedaban en el puesto el enfermo, la manceba y los hijos.
***
La mujer no había querido decirle nada. Por eso, al verlo incorporarse en
el lecho, dispuesto a salir del tambo, temió lo que iba a suceder.
Apoyándose en ella llegó a la puerta. Miró
a derecha e izquierda,
desconcertado, no dando crédito a lo que veían sus ojos….
-¿Dónde estamos, Purificación?
Entonces ella comenzó a explicarle todo, a describir la noche de horror
en que había ocurrido la catástrofe, mientras él tiritaba bajo el frío del fiebre-.
La creciente fue enorme, desusada. Bajando furiosamente contra la orilla
de San Pedro, el agua había comenzado por amolar la saliente en que quedaba
el puesto, obstruyendo el canal con la tierra y los palos arrancados de ella.
Luego, buscándose un paso franco, horadó el barranco de la derecha, haciendo
una tipisha que dejaba la hacienda aislada de la margen, formando una nueva
isla en el Ucayali. La chacra había desaparecido
íntegramente. Con ella, el
ganado y las aves de corral. Es decir. Toda la riqueza del puesto…
13
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
***
Desconsoladamente, lloraba en silencio, tendido boca arriba, sin sentir los
feroces lancetazos de los zancudos zumbantes dentro del mosquitero.
Era un desgraciado, nuevamente un miserable, un esclavo de la selva,
pensaba. Río maldito siempre acechante, siempre hipócrita y malvado, ¿Qué
hacer ahora? Huir, para siempre de la montaña. Impidiendo que se lo tragase. Ali,
en el nido de paucar, estaban los ahorros, es decir, la liberación. Se iría, se iría…
Ahora que se sentía decido a marchar, destrozando trabas olvidando
querencias, destrozando trabas y olvidado querencias, sádicamente rememoraba
todas las miserias y sufrimientos que le había proporcionado esa selva
aborrecida. ¿Fue una vida la suya? Casi no lo parecía. Era un rosario de
tristezas, mejor. Hasta los pocos placeres que gozó le supieron amargos.
Aquella hermosa brasileña que hizo suya en el Yurúa le costó perder una oreja y
tres dedos de la mano, de un machetazo dirigido a su cabeza por el rival. Su
primera fortuna la tuvo que hacer a tiros, como levantó a golpes de hacha el
puesto actual. Fue disentérico durante largo tiempo. El beriberi lo dejó inmóvil
un año. El paludismo era ya crónico en su organismo. ¡Cuánto, cuánto había
luchado! ¿Para qué? Imbécil fue un tiempo en creer en un Dios. ¿Acaso un ser
como aquél que se le imaginó era capaz de destruir el último refugio y la
postrera esperanza de un desgraciado como Juan García?
Así durante varias horas odió con toda su alma cuanto fue su vida
pasada, jurándose mil veces no dejar que la selva lo agarrara como había
hecho con otros cientos de hombres. Pero, ¿podría? ¿No estaba marcado con
un signo fatal?..
Pobre, pobre de él. Árbol sin arraigo, tronco a la deriva, ave sin nido…
De pronto cantó un churo-churi anunciando la aurora. Y poco a poco su
dolor maldiciente le hizo dulce, sereno. Comenzó a experimentar una profunda
pena por si mismo, por todos…Lloró un niño y levantóse presta la madre a
cantarle quedo. Sin quererlo, García pensó en su mujer y sus hijos. Una cocama,
una infiel, unos pequeños semicivilizados: su familia…
-¿Y qué -saltó burlón un pensamiento-, crees tú ser diferente a ellos? Si
has retrogradado a salvaje, García…
De nuevo miró el nido de paucar. Inconscientemente calculó el número
de peones que podrían alimentarse un mes con esa cantidad. ¿para cuánto
tiempo le duraría a él ese dinero en Lima?..
Sus deseos de irse iban disminuyendo a medida que hacia cálculos. El
desaliento había pasado.
Ahora era otra vez el espíritu batallador de hacia mucho tiempo, el
hombre acostumbrado a pelear brazo a brazo con al selva durante treinta años.
Hasta que, rotundo, se dijo resueltamente que él no era tipo de ciudad.
Era otro ser: el montañés libérrimo y luchador, tenaz y sencillo.
El sol llenó de luz la estancia. Se levantó y, usando las páginas de la
libreta de direcciones, prendido el fogón. Tomó su café, cogió el hacha, se puso
el machete al cinto y salió. Antes dijo a la mujer, resuelto y varonil:
-El puesto nuevo será en la tipishca.
14
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
COMPRENSIÓN DE LECTURA
Vocabulario:
Con ayuda del diccionario anota el significado de las
siguientes palabras:
a)
Payol:
…………………………………………………………………………………
b)
Masato:
…………………………………………………………………………………
c)
Famélico:
…………………………………………………………………………………
d)
Arraigo:
…………………………………………………………………………………
e)
Talofitas:
…………………………………………………………………………………
f)
Intersticio: …………………………………………………………………………………
Preguntas de Comprensión:
Responde a las siguientes preguntas:
1. ¿Quién era Juan García? ¿Cómo estaba constituida su familia?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
2. ¿Cómo transcurrieron su niñez, su juventud y su madurez? ¿Cómo es
ahora su vejez?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
3. ¿Pudo alguna vez García cumplir su deseo de retornar a Lima? ¿Qué hacia
con sus ahorros para no perder esta esperanza?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
4. ¿Por qué aguardaba ansiosamente el resultado de la cosecha de aquel
año?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
5. ¿Qué ocurrió con el puesto y los animales cuando la creciente atacó con
toda fiereza y pujanza?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
6. ¿Por qué no se pudieron evitar, como en ocasiones anteriores, los graves
daños que causó la creciente?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
7. ¿Qué hace, qué piensa y qué siente Juan García al comprobar que ha
perdido la chacra y toda la riqueza del puesto?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
8. Sin embargo, ¿Cómo reacciona luego al escuchar de pronto que un
churichuri anuncia la aurora?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
9. ¿Qué decide, por último, cuando renace en él el espíritu del montañés
libérrimo y luchador, tenaz y sencillo?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
Razonamiento Verbal:
Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes
palabras:
Sinónimo
Antónimo
a) Rematar
…………………………………. ………………………………….
b) Sacudir
…………………………………. ………………………………….
c) Amargos
…………………………………. ………………………………….
d) Catástrofe
…………………………………. ………………………………….
e) Desaparecido
…………………………………. ………………………………….
16
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
TEXTO Nº 3
LECTURA
Lee detenidamente la siguiente lectura:
“CALIXTO GARMENDIA”
Ciro Alegría
-Déjame contarte, -le pidió un hombre llamado Remigio Garmendia a otro
llamado Anselmo, levantando la cara-. Todos estos días, anoche, esta mañana,
aun esta tarde, he recordado mucho. Hay momentos en que a uno se le
agolpa la vida….Además, debes aprender. La vida, corta o larga, no es de uno
solamente.
Sus ojos diáfanos parecían fijos en el tiempo. La voz se le fraguaba
hondo y tenía un rudo timbre de emoción Blandíanse a ratos las manos
encallecidas.
-Yo nací arriba, en un pueblecito de los Andes. Mi padre era carpintero y
me mandó a la escuela. Hasta segundo año de primaria era todo lo que había. Y
eso que tuve suerte de nacer en el pueblo, porque los niños del campo se
quedaban sin escuela. Fuera de su carpintería, mi padre tenía un terrenito al
lado del pueblo, pasando la quebrada, y lo cultivaba con la ayuda de algunos
indios a los que pagaba en plata o con obritas de carpintería: que el cabo de
17
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
una lampa o un hacha, que una mesita, en fin. Desde un extremo del corredor
de mi casa, veíamos amarillear el trigo, verdear el maíz, azulear las habas en
nuestra pequeña tierra. Daba gusto. Con la comida y la carpintería, teníamos
bastante, considerando nuestra pobreza. A causa de tener algo y también por
su carácter, mi padre no agachaba la cabeza ante nadie. Su banco de carpintero
estaba en el corredor de la casa, dando a la calle. Pasaba el alcalde. “Buenos
días, señor”, y asunto concluido. Pasaba el alférez de gendarmes. “Buenos días,
señor”, y nada más. Pasaba el juez y lo mismo. Así era mi padre con los
mandones. Ellos hubieran querido que les tuviera miedo o les pidiese o les
debiera algo. Se acostumbran a todo eso a todo eso los que mandan. Mi padre
les disgustaba. Y no acababa ahí la cosa. De repente venia gente del pueblo, ya
sea indios, cholos o blancos pobres. De a diez, de a veinte o también en poblada
llegaban. “Don Calixto, encabécemos para hacer este reclamo”. Mi padre se
llamaba Calixto. Oía de lo que se trataba, si le parecía bien aceptaba y salía a
la cabeza de la gente, que daba vivas y metía harta bulla, para hacer el reclamo.
Hablaba con buena palabra. A veces hacia ganar a los reclamadores y otras
perdía, pero el pueblo siempre le tenía confianza. Abuso que se cometía, ahí
estaba mi padre para reclamar al frente de los perjudicados. Las autoridades y
los ricos del pueblo, dueños de haciendas y fundos, le tenían echado el ojo
para partirlo en la primera ocasión. Consideraban tranquilo. El ni se daba
cuenta y vivía como si nada le pudiera pasar. Había hecho un sillón grande, que
ponía en el corredor. Ahí solía sentarse, por las tardes, a conversar con los
amigos. “Los que necesitamos es justicia”, decía. “El día que el Perú tenga
justicia, será grande”. No dudaba de que la habría y se torcía los mostachos
con satisfacción, predicando: “No debemos consentir abusos”.
Sucedió que vino una epidemia de tifo, y el panteón del pueblo se llenó
con los muertos del propio pueblo y los que traían del campo. Entonces las
autoridades echaron mano de nuestro terrenito para panteón. Mi padre protestó
diciendo que tomaran tierra de los ricos, cuyas haciendas llegaban hasta la
propia salida del pueblo. Dieron de pretexto que el terreno de mi padre estaba
ya cercado, pusieron gendarmes y comenzó el entierro de muertos. Quedaron a
darle una indemnización de setecientos soles, que era algo en esos años, pero
que autorización, que requisitos, que papeleo, que no hay plata en este
momento…Se la estaban cobrando a mi padre, para ejemplo de reclamadores.
Un día, después de discutir con el alcalde, mi viejo se puso a afilar una
cuchilla y, para ir a lo seguro, también un formón. Mi madre algo le vería en la
cara y se le prendió del cogote y le lloró diciéndole que nada sacaba con ir a
la cárcel, y dejarnos a nosotros más desamparados. Mi padre se contuvo como
quebrándose. Yo era niño entonces y me acuerdo de todo eso como si hubiera
pasado esta tarde.
Mi padre no era hombre que renunciara a su derecho. Comenzó a escribir
cartas exponiendo la injusticia. Quería conseguir que al menos le pagaran. Un
escribano le hacia las cartas y le cobraba dos soles por cada una. Mi pobre
escritura no valía para eso. El escribano ponía la final: “A ruego de Calixto
Garmendia, que no sabe firmar, Fulano”. El caso fue que mi padre despachó
dos o tres veces cartas al diputado por la provincia. Silencio. Otras al senador
por el departamento. Silencio. Otra al mismo Presidente de la República. Silencio.
Por último, mandó cartas a los periódicos de Trujillo y a los de Lima. Nada, señor.
El postillón llegaba al pueblo una vez por semana, jalando una mula cargada con
la valija del correo. Pasaba por la puerta de la casa y mi padre se iba detrás y
esperaba en la oficina de despacho hasta que clasificaban la correspondencia. A
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
veces, yo también iba. “¿Carta para Calixto Garmendia?”, preguntaba mi padre.
El interventor, que era un viejito flaco y bonachón, tomaba las cartas que
estaban en la casilla de la G, las iba viendo al final decía: “Nada, amigo”. Mi
padre salía comentando que la próxima vez habría cartas. Con los años, afirmaba
que al menos los periódicos responderían. Un estudiante me ha dicho que, por
lo regular, los periódicos creen que asuntos como ésos carecen de interés
general. Esto, en el caso de que los mismos no estén en favor del gobierno
y sus autoridades y callen cuanto pueda perjudicarles. Mi padre tardó
en
desengañarse de reclamar lejos y estar yéndose por las alturas, varios años.
Un día, a la desesperada, fue a sembrar la parte del panteón que aún no
tenía cadáveres, para afirmar su propiedad. Lo tomaron preso los gendarmes,
mandados por el subprefecto en persona, y estuvo dos días en la cárcel. Los
trámites estaban ultimados y el terreno era de propiedad municipal legalmente.
Cuando mi padre iba a hablar con el Síndico de Gastos del Municipio, el tipo
abría el cajón del escritorio y decía como si ahí debiera estar la plata: “No hay
dinero, no hay nada ahora. Cálmate, Garmendia. Con el tiempo se te pagará”. Mi
padre presentó dos recursos al juez. Le costaron diez soles cada uno. El juez
declaró sin lugar. Mi padre ya no pensaba en afilar la cuchilla y el formón. “Es
triste tener que hablar así –dijo una vez-, pero no me darían tiempo de matar a
todos los que debía”. El dinerito que mi madre había ahorrado y estaba en una
ollita escondida en el terrado de la casa, se fue en cartas y en papeleo.
A los seis o siete años del despoje, mi padre se cansó hasta de cobrar.
Envejeció mucho en aquellos tiempos. Lo que más le dolía era el atropello.
Alguna vez pensó en irse a Trujillo o a Lima a reclamar, pero no tenía dinero
para eso. Y cayó también en cuenta de que, viéndolo pobre y solo, sin
influencias ni nada, no le harían caso. ¿De quién y cómo podía valerse? El
terrenito seguía de panteón, recibiendo muertos. Mi padre no quería n verlo,
pero cuando por casualidad llegaba a mirarlo, decía: “¡Algo mío tan enterrado
también ahí! ¡Crea usted en la justicia!” Siempre se había ocupado de que les
hicieran justicia a los demás y, al final no la había ocupado de que les hicieran
justicia a los demás y, al final, no la había podido obtener ni para él mismo. Otras
veces se quejaba de carecer de instrucción y siempre despotricaba contra los
tiranos, gamonales, tagarotes y mandones.
Yo fui creciendo en medio de esa lucha. A mi padre no le quedó otra
cosa que su modesta carpintería. Apenas tuve fuerzas, me puse a ayudarlo en el
trabajo. Era muy escaso. En ese pueblito sedentario, casas nuevas se levantarían
una cada dos años. Las puertas de las otras duraban. Mesas y sillas casi nadie
usaba. Los ricos del pueblo se enterraban en cajón, pero eran pocos y no
morían con frecuencia. Los indios enterraban a sus muertos envueltos en mantas
sujetas con cordel. Igual que aquí en la costa entierran a cualquier peón de
caña, sea indio o no. La verdad era que cuando nos llegaba la noticia de un
rico difunto y el encargo de un cajón, mi padre se ponía contento. Se alegraba
de tener trabajo y también de ver irse al hoyo a uno de la pandilla que lo
despojó. ¿A qué hombre, tratado así, no se le daña el corazón? Mi madre creía
que no estaba bueno alegrarse debido a la muerte de un cristiano y
encomendaba el alma del finado rezando unos cuantos padrenuestros y
avemarías. Duro le dábamos al serrucho, al cepillo, a la lija y a la clavada mi
padre y yo, que un cajón de muerto debe hacerse luego. Lo hacíamos por lo
común de aliso y quedaba blanco. Algunos lo querían así y otros que pintado
de color caoba o negro y encima charolado. De todos modos, el muerto se iba
a podrir lo mismo bajo tierra, pero aun para eso hay gustos.
19
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
Una vez hubo un acontecimiento grande en mi casa y en el pueblo. Un
forastero abrió una nueva tienda, que resultó mejor que las otras cuatro que
había. Mi viejo y yo trabajamos dos meses haciendo el mostrador
y los
andamios para los géneros y abarrotes. Se inauguró con banda de música y la
gente hablaba del progeso. En mi casa, hubo ropa nueva para todos. Mi padre
me dio para que la gastara en lo que quisiera, así, en lo que quisiera, la mayor
cantidad de plata que había visto en mis manos: dos soles. Con el tiempo, la
tienda no hizo otra cosa que nuestra ropa envejeció y todo fue olvidado. Lo
único bueno fue que yo gasté los dos soles en una muchacha llamada Eutimia,
así era el nombre, que una noche se dejó coger entre los alisos de la quebrada.
Eso me duró. En adelante no me cobró ya nada y si antes me recibió los dos
soles, fue de pobre que era.
En la carpintería las cosas siguientes como siempre. A veces hacíamos un
baúl o una mesita o dos o tres sillas en un mes. Como siempre es un decir. Mi
padre trabajaba a disgusto. Antes lo había
visto yo gozarse puliendo y
charolando cualquier obrita
y le quedaba muy vistosa. Después ya no le
importó y como que salía del paso con un poco de lija. Hasta que al fin llegaba
el encargo de otro cajón de muerto, que
era el plato fuerte. Cobrábamos
generalmente diez soles. Déle otra vez a alegrarse mi padre, que solía decir:
“¡Se fregó otro bandido, diez soles!”M y a trabajar duro él y yo, y a rezar mi
madre, y a sentir alivio hasta por las virutas. Pero ahí acababa todo. ¿Eso es
vida? Como muchacho que era, me disgustaba que en esa vida estuviera
mezclada tanto la muerte.
La cosa fue más triste cada vez. En las noches, a eso de las tres o cuatro
de la madrugada, mi padre se echaba unas cuantas piedras bastante grandes a
los bolsillos, se sacaba los zapatos para no hacer bulla y caminaba medio
agazapado hacia la c asa del alcalde. Tiraba las piedras, rápidamente, a
diferentes partes del techo, rompiendo las tejas. Luego volvía a la carrera y, ya
dentro de la casa, a oscuras, pues no encendía luz para evitar sospechas, se
reía, se reía. Su risa parecía a ratos del graznido de un animal. A ratos era tan
humana, tan desastrosamente humana, que me daba más pena todavía. Se
calmaba unos cuantos días con eso. Por otra parte, en la casa del alcalde solían
vigilar. Como había hecho incontables chantadas, no sabían a quién echarle la
culpa de las piedras. Cuando mi padre deducía que se habían cansado de vigilar,
volvía a romper tejas. Llegó a ser un experto en la materia. Luego rompió tejas
de la casa del juez, del subprefecto, del alférez de gendarmes, del Síndico de
Gastos. Calculadamente, rompió las de las casas de otros notables, para que si
querían deducir, se confundieran. Los ocho gendarmes del pueblo salieron en
ronda muchas noches, en grupos y solos, y nunca pudieron atrapar a mi padre.
Se había vuelto un artista de la rotura de tejas. De mañana salía a pasear por
el pueblo para darse el gusto de ver que los sirvientes de las casas que
atacaba, subían con tejas nuevas a reemplazar las rotas. Si llovía era mejor para
mi padre. Entonces atacaba la casa de quien odiaba más, el alcalde, para que el
agua dañara o, al caerles, los molestara a él y su familia. Llegó a decir que les
metía el agua a los dormitorios, de lo bien que calculaba las pedradas. Era poco
probable que pudiese calcular tan exactamente en la oscuridad, pero él pensaba
que lo había, por darse el gusto de pensarlo.
El alcalde murió de un momento a otro. Unos decían que de un atracción
de carne de chancho y otros que de las cóleras que le daban sus enemigos. Mi
padre fue llamado para que le hiciera el cajón y me llevó a tomar las medidas
con un cordel. El cadáver era grande y gordo. Había que verle la cara a mi padre
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
contemplando el muerto. El parecía la muerte. Cobró cincuenta soles,
adelantados, uno sobre otro. Como le
reclamaron el precio, dijo que el cajón
tenía que ser muy grande, pues el
cadáver también lo era y además
gordo, lo cual demostraba que el alcalde
comió bien. Hicimos el cajón a la
diabla. A la hora del entierro, mi padre
contemplaba desde el corredor cuando
metían el cajón al hoyo, y decía: “Come
la tierra que me quitaste, condenado;
come, come”. Y reía con esa su risa
horrible. En adelante, dio preferencia en
la rotura de tejas a la casa del juez y
decía que esperaba verlo entrar al hoyo
también, lo mismo
que a los otros
mandones. Su vida era odiar y pensar
en la muerte. Mi madre se consolaba
rezando. Yo, tomando a Eutimia en el
alisar de la quebrada. Pero me dolía
muy hondo que hubieran derrumbado
así a mi padre. Antes de que
lo
despojaran, su vida era amar a su mujer
y su hijo, servir
a sus
amigos y
defender a quien lo necesitara. Quería a
su patria. A fuerza de injusticia y
desamparo, lo habían derrumbado.
Mi madre le dio esperanza con el
nuevo alcalde. Fue como si mi padre
sanara de pronto. Eso duró dos días.
El nuevo alcalde le dijo también que no
había plata para pagarle. Además, que
abusó cobrando cincuenta soles por
un cajón de muerto
y que era un
agitador
del
pueblo. Como
se le
quisiera tomar, esto ya no tenía ni
apariencia de verdad. Hacia años que
las gentes, sabiendo a mi padre en
desgracia con las autoridades, no iban
por la casa para
las defendiera. Con
este motivo ni se asomaban. Mi padre
le gritó al nuevo alcalde, se puso
furioso y lo metieron quince días en la
cárcel, por desacato. Cuando salió, el
aconsejaron que fuera con mi madre a
darle satisfacciones al alcalde, que le
lloraran ambos y le suplicaran el pago.
Mi padre se puso a clamar: ¡Eso nunca!
¿Por qué quieren humillarme? ¡La justicia no es limosna! ¡Pido justicia! Al poco
tiempo, mi padre murió.
21
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
COMPRENSIÓN DE LECTURA
Vocabulario:
Con ayuda del diccionario anota el significado de las
siguientes palabras:
a)
Agolparse: …………………………………………………………………………………
b)
Diáfano:
…………………………………………………………………………………
c)
Síndico:
…………………………………………………………………………………
d)
Postillón:
…………………………………………………………………………………
e)
Graznido:
…………………………………………………………………………………
f)
Desacato:
…………………………………………………………………………………
Preguntas de Comprensión:
Responde a las siguientes preguntas:
1. ¿Qué trabajos realizaba Calixto Garmendia? ¿Cómo se desempeñaba en
una y otra labor?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
2. Aunque no figuran en el texto, ¿podrías imaginar algunos rasgos
físicos de Calixto? Cítalos y menciona también algunos rasgos de su
carácter o temperamento.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
3. ¿Cómo se hizo respetar Calixto por la gente del pueblo? ¿Qué reacción
provocaba su actitud en las autoridades y dueños de fundos y
haciendas?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
4. ¿Que sucedió cuando vino la epidemia de tifo?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
5. Frente al arbitrario despojote que es victima, ¿Qué acciones emprende
Calixto para defender su derecho?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
6. ¿Que consiguió el viejo después de siete amargos años de protesta y de
lucha? ¿Qué efecto produjo esta injusticia en su ánimo y su salud?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
7. ¿Qué acontecimientos grande hubo en el pueblo que distrajo la
atención de Calixto por espacio de dos meses?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
8. ¿Qué hizo, finalmente, el viejo
carpintero para vengarse de las
autoridades culpables del despojo?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
9. ¿Cómo interpretas tú las palabras que pronuncia Calixto al final de esta
lectura?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
Razonamiento Verbal:
Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes
palabras:
Sinónimo
Antónimo
a) Viejo
…………………………………. ………………………………….
b) Emoción
…………………………………. ………………………………….
c) Pobres
…………………………………. ………………………………….
d) Sedentario
…………………………………. ………………………………….
e) Desengaño
…………………………………. ………………………………….
23
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
TEXTO Nº 4
LECTURA
Lee detenidamente la siguiente lectura:
“WARMA KUYAY”
(AMOR DE NIÑO)
José María Arguedas
Noche de luna en la quebrada de Viseca.
Pobre palomita, por dónde has venido,
buscando la arena, por Dios, por los suelos.
-¡Justina! ¡Ay, Justina!
En un terso
lago canta la gaviota, memorias me deja de gratos
recuerdos.
-¡Justinay, te pareces a las torcazas de Sausiyok!
-¡Déjame, niño, anda donde tus señoritas!
-¿Y el Kutu? ¡Al kutu le quieres, su cara de sapo te gusta!.
-¡Déjame, niño Ernesto! Feo, pero soy buen laceador de vaquillas y hago
temblar a los novillos de cada zurriago. Por eso Justina me quiere.
La cholita se rió, mirando al Kutu; sus ojos chispeaban como dos
luceros.
-¡Ay Justinacha!
-¡Zonzo, niño zonzo! –habló Gregoria, la cocinera.
Celedonia, Pedrucha, Manuela, Anitacha…soltaron
la risa; gritaron a
carcajadas:
-¡Zonzo, niño!
24
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
Se agarraron de las manos y empezaron a bailar en ronda, con la
musiquita de Julio el charanguero. Se volteaban a ratos, para mirarme, y reían.
Yo me quedé fuera del círculo, avergonzado, venido para siempre.
Me fui hacia el molino viejo; el blanqueo de la pared parecía moverse, como
las nubes que correteaban en las laderas del “Chawala”. Los eucaliptos de la
huerta sonaban con ruido largo e intenso; sus sombras se tendían hasta el otro
lado del río. Llegué al pie del molino, subí a la pared más alta y miré desde allí
la cabeza del “Chawala”: el cerro medio negro, recto, amenazaba caerse sobre
los alfalfares de la hacienda. Daba miedo por las noches; los indios nunca lo
miraban a esas horas en las noches claras conversaban siempre dando la
espaldas al cerro:
-¡Si te cayeras de pecho, tayta “Chawala”, no moriríamos todos!
Al medio del Witron, Justina empezó otro canto:
Flor de mayo, flor de mayo,
flor de mayo primavera,
por qué no te libertaste
de esa tu falsa prisionera.
Los cholos se habían parado en círculo y Justina cantaba al medio. En el
patio inmenso, inmóviles sobre el empedrado,
los indios
se veían
como
estacas de tender cueros.
-Ese puntito negro que está al medio de Justina. Y yo la quiero, mi corazón
tiembla cuando ella se ríe, llora cuando sus ojos miran al Kutu, ¿Por qué, pues, me
muero por ese puntito negro?
Los indios volvieron a zapatear en ronda. El charanguero daba vueltas
alrededor del círculo, dando ánimos, gritando como potro enamorado. Una paca –
paca empezó a silbar desde un sauce que cabeceaba a la orilla del río: la voz
del pájaro maldecido daba miedo. El charanguero corrió hasta el cerco del
patio y lanzó pedradas al sauce; todos los cholos le siguieron. Al poco rato el
pájaro voló y fue a posarse sobre los duraznales de la huerta; los cholos iban
a perseguirle, pero don Froylán apareció en la puerta del Witron.
-¡Largo! ¡A dormir!
Los cholos se fueron en tropa hacia la tranca del corral; el Kutu se quedó
solo en el patio.
-¡A ése le quiere!
Los indios de don Froylán se perdieron en la puerta del caserío de la
hacienda, y don Froylán entró al patio tras de ello.
-¡Niño Ernesto! –llamó el kutu. Me bajé al suelo de un salto y corrí hacia él.
-Vamos, niño.
Subimos al callejón por el lavadero de metal que iba desmoronándose en
un ángulo del Witron; sobre el lavadero había un tubo inmenso de fierro y
varias ruedas enmohecidas, que fueron de las minas del padre de don Froylán.
Kutu no habló nada hasta llegar a la casa de arriba.
La hacienda era de don Froylán y de mi tío; tenía dos casas. Kutu y yo
estábamos solos en el caserío de arriba; mi tío y el resto de la gente fueron al
escarbe de papas y dormían en la chacra, a dos leguas de la hacienda.
Subimos las gradas, sin mirarnos siquiera; entramos al corredor, y
tendimos allí nuestras camas para dormir alumbrados por la luna. El kutu se
echó callado; estaba triste y molesto. Yo me senté al lado del cholo.
-¡kutu! ¿Te ha despachado Justina?
-¡Don Froylán le ha abusado, niño Ernesto!
-¡Mentira, kutu, mentira!
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
-¡Ayer no más le ha forzado; en la toma de agua, cuando fue a bañarse
con los niños!
-¡Mentira, kutullay, mentira!ª
Me abrasé al cuello del cholo. Sentí miedo; mi corazón parecía rajarse, me
golpeaba. Empecé a llorar como si hubiera estado solo, abandonado en esa gran
quebrada oscura.
-¡Déjate, niño! Yo, pues, soy “endio”, no puedo con el patrón. Otra vez,
cuando seas “abugau”, vas a fregar a don Froylán.
Me levantó como a un becerro tierno y me echó sobre mi catre.
-¡Duérmete, niño! Ahora le voy a hablar a Justina para que te quiera. Te vas
a dormir otro día con ella, ¿quieres, niño? ¿Acaso? Justina tiene corazón para ti,
pero eres muchacho todavía, tiene miedo porque eres niño.
Me arrodillé sobre la cama, miré al “Chawala” que parecía terrible y
fúnebre en el silencio de la noche.
-¡kutu: cuando sea grande voy a matar a don Froylán!
-¡Eso sí, niño Ernesto! ¡Eso sí! ¡Mak´tasu!
La voz gruesa del cholo sonó en el corredor como el maullido del león
que entraba hasta el caserío en busca de chanchos. Kutu se paró; estaba
alegre, como si hubiera tumbado al puma ladrón.
-Mañana llega el patrón. Mejor esta noche vamos Justina. El patrón
seguro te hace dormir en su cuarto. Que se entre la luna para ir.
Su alegría me dio rabia.
-¿Y por qué no matas a don Froylán? Mátale con su honda, kutu, desde
el frente del río, como si fuera puma ladrón.
-¡Sus hijitos, niños! ¡Son nueve! Pero cuando seas “abugau! Ya estarán
grandes.
-¡Mentira, kutu, mentira! ¡Tienes miedo, como mujer!
-No sabes nada, niño. ¿Acaso no he visto? Tienes pena de los becerritos,
pero a los hombres no los quieres.
-¡Don Froylán! ¡Es malo! Los que tienen hacienda son malos; hacen llorar
a los indios como tú; se llevan las vaquitas de los otros, o las matan de hambre
en su corral. ¡kutu, don Froylán es peor que toro bravo! Mátale no más, kutucha,
aunque sea con galga, en el barranco de Capitana.
-¡Endio no puede, niño! ¡Endio no puede!
¡Era cobarde! Tumbaba a los padrillos cerriles, hacia temblar a los potros,
rajaba a látigos el lomo de los aradores, hondeaba desde lejos a las vaquitas de
los otros cholos cuando entraban a los potreros de mi tío, pero era cobarde.
¡Indio perdido!
Le miré de cerca: su nariz aplastada, sus ojos casi oblicuos, sus labios
delgados, ennegrecidos por la coca. ¡A éste le quiere! Y ella era bonita: su cara
rosada estaba siempre limpia, sus ojos negros quemaban; no era como las otras
cholas, sus pestañas eran largas, su boca llamaba al amor y no me dejaba
dormir. A los catorce años yo la quería; sus pechitos parecían limones grandes,
y me desesperaban. Pero ella era de kutu, desde tiempo; de este cholo con
cara de sapo. Pensaba en eso y mi pena se parecía mucho a la muerte. ¿Y
ahora? Don Froylán la había forzado.
-¡Mentira, kutu! ¡Ella misma, seguro, ella misma!
Un chorro de lágrimas saltó de mis ojos. Otra ve me sacudía el corazón,
como si tuviera más fuerza que todo mi cuerpo.
-¡kutu! Mejor la mataremos los dos a ella, ¿quieres?
El indio se asustó. Me agarró la frente: estaba húmeda de sudor.
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
-¡Verdad! Así quieren los mistis.
-¡Llévame donde Justina, kutu! Eres mujer, no sirves para ella. ¡Déjala!
-¡Cómo no, niño para ti voy a dejar, para ti solito! Mira, en Wairala se está
apagando la luna.
Los cerros ennegrecieron rápidamente, las estrellitas saltaron de todas
partes del cielo; el viento silbaba en la oscuridad, golpeándose sobre los
duraznales y eucaliptos de la huerta; más abajo, en el fondo de la quebrada, el
río grande cantaba con su voz áspera.
***
Despreciaba al Kutu; sus ojos amarillos, chiquitos, cobardes, me hacían
temblar de rabia.
-¡Indio, muérete mejor, o lárgate a Nazca! ¡Allí te acabará la terciana, te
enterrarán como a perro! –le decía.
Pero el novillero se agachaba no más, humilde, y se iba al Witron, a los
alfalfares, a la huerta de los becerros, y se vengaba en el cuerpo de los animales
de don Froylán. Al principio yo le acompañaba. En las noches entrábamos,
ocultándonos, al corral; escogíamos los becerros más finos, los más delicados;
kutu se escupía en las manos, empuñaba dura el zurriago, y les rajaba el lomo
a los tobillitos. Uno, dos, tres….cien zurriagazos; las crías se retorcían en el
suelo, se tumbaban de espaldas, lloraban; y el indio seguía, encorvado, feroz.
¿Y yo? Me sentaba en un rincón y gozaba. Yo gozaba.
-¡De don Froylán es, no importa! ¡Es de mi enemigo!
Hablaba en voz alta para engañarme, para tapar el dolor que encogía
mis labios e inundaba mi corazón.
Pero ya en la cama, a solas, una pena negra, invencible, se apoderaba de mi
alma y lloraba dos, tres horas. Hasta que una noche mi corazón se hizo grande,
se hinchó. El llorar no bastaba; me vencían la desesperación y el
arrepentimiento. Salté de la cama, descalzo, corrí hasta la puerta; despacito abrí
el cerrojo y pasé al corredor. La luna ya había salido; su luz blanca bañaba la
quebrada; los árboles rectos, silenciosos, estiraban sus brazos al cielo. De dos
saltos bajé al corredor y atravesé corriendo el callejón empedrado, salté la
pared del corral y llegué junto a los becerritos. Ahí estaba “Zarinacha”, la
victima de esa noche; echadita sobre la bosta seca, con el hocico en el suelo;
parecía desmayada. Me abracé a su cuello; la besé mil veces en su boca con olor
a leche fresca, en sus ojos negros y grandes.
-¡Niñacha, perdóname! ¡Perdóname, mamaya!
Junté ante ella.
-Ese perdido ha sido, hermanita, yo no. ¡Ese kutu canalla, indio perro!
La sal de las lágrimas siguió amargándome durante largo rato.
“Zarinacha” me miraba seria, con su mirada humilde, dulce.
-¡Yo te quiero, niñacha, yo te quiero!
Y una ternura sin igual, pura, dulce, como la luz en esa quebrada madre,
alumbró mi vida.
A la mañana siguiente encontré al indio en el alfalfar de Capitana. El cielo
estaba limpio y alegre, los campos verdes, llenos de frescura. El kutu ya se iba
tempranito, a buscar “daños” en los potreros de mi tío, para ensañarse contra
ellos.
-Kuru, vete de aquí –le dije-. En Viseca ya no sirves. ¡Los comuneros se ríen
de ti, porque eres maula!
Sus ojos opacos me miraron con cierto miedo.
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
-¡Asesino también eres, Kutu! Un becerrito es como criatura. ¡Ya en
Viseca no sirves, indio!.
-¿Yo no más acaso? Tú también, pero mírale al tayta Chawala: diez días
más atrás me voy a ir.
Resentido, penoso como nunca, se largó a galope en el bayo de mi tío.
Dos semanas después, kutu pidió licencia y se fue. Mi tía lloró por él,
como si hubiera perdido a su hijo.
Kutu tenía sangre de mujer: le temblaba a don Froylán, casi a todos los
hombres les temía. Le quitaron su mujer y se fue a ocultar después en los
pueblos del interior, mezclándose
con las comunidades
de Sondando,
Chacrilla…. ¡Era cobarde!.
Yo, solo, me quedé junto a don Froylán, pero cerca de Justina, de mi
Justinacha ingrata. Y no fui desgraciado. A la orilla de ese río espumoso,
oyendo el canto de las torcazas y de las tuyas, yo vivía sin esperanzas; pero ella
estaba bajo el mismo cielo que yo, en es misma quebrada que fue mi nido.
Contemplando sus ojos negros, oyendo su risa, mirándola desde lejitos, era casi
feliz , porque mi amor por Justina fue un “warma kuyay” y no creía tener
derecho todavía sobre ella; sabía que tendría que ser de otro, de un hombre
grande, que manejara ya zurriago, que echara ajos roncos y peleara a látigos en
los carnavales. Y como amaba a los animales, las fiestas indias, las cosechas,
las siembras con música y jarawi, viví alegre en esa quebrada verde y llena del
calor amoroso del sol. hasta que un día me arrancaron de mi querencia, para
traerme a este bullicio, donde gentes que no quiero, que no comprendo.
El kutu en un extremo y yo en otro. El quizá habrá olvidado: está en su
elemento; en un pueblecito tranquilo, aunque maula, será el mejor novillero, el
mejor amansador de potrancas, y le respetarán los comuneros. Mientras yo,
aquí, vivo amargado y pálido, como un animal de los llanos fríos, llevado a la
orilla del mar, sobre los arenales candentes y extraños.
COMPRENSIÓN DE LECTURA
Vocabulario:
Con ayuda del diccionario anota el significado de las
siguientes palabras:
a)
Terso:
…………………………………………………………………………………
b)
Padrillo:
…………………………………………………………………………………
c)
Posar:
…………………………………………………………………………………
d)
Maula:
…………………………………………………………………………………
e)
Bayo:
…………………………………………………………………………………
f)
Bosta:
…………………………………………………………………………………
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
Preguntas de Comprensión:
Responde a las siguientes preguntas:
¿En qué región del Perú transcurren los hechos? ¿Y en qué sitio
específicamente se centra la acción?
_________________________________________________________________
1.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
¿En qué momento del día empieza esta historia? Copia las oraciones
que te lo indican.
_________________________________________________________________
2.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
3. ¿Qué pasó esa noche de luna en la quebrada de Viseca?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
¿De quién estaba enamorado el niño Ernesto? ¿Por qué el sentimiento
hacia esa persona era un “warma kuyay?
_________________________________________________________________
4.
_________________________________________________________________
¿Qué tipo de relación existía entre Ernesto y el kutu? Explica tu
respuesta.
_________________________________________________________________
5.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
6. ¿Por qué Ernesto y el kutu odiaban a don Froylán?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
Al no poder enfrentársele de manera directa, ¿Cómo se vengaba el kutu
de don Froylán?
_________________________________________________________________
7.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
29
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
8. ¿De qué modo participaba Ernesto en estos actos de venganza?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
¿Qué efectos producía sobre Ernesto la visión del duro castigo que
el indio aplicaba a los becerritos?
_________________________________________________________________
9.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
10. ¿Adónde se dirige finalmente el kutu? ¿Cómo transcurre la vida de
Ernesto en la quebrada a partir de ese momento?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
11. ¿Qué es lo que vino a turbar un día la felicidad de Ernesto? ¿Cómo
vive en el exilio, alejado de su querencia?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
Razonamiento Verbal:
Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes
palabras:
Sinónimo
Antónimo
a) Matar
…………………………………. ………………………………….
b) Miedo
…………………………………. ………………………………….
c) Bailar
…………………………………. ………………………………….
d) Inmóvil
…………………………………. ………………………………….
e) Noche
…………………………………. ………………………………….
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
TEXTO Nº 5
LECTURA
Lee detenidamente la siguiente lectura:
“EL SUELO ES UNA FLOR”
Carlos E. Zavaleta
Esa tarde, apenas llegó a la plaza principal, Julio sintió que sus ojos
veían mejor que antes y que su estómago ya no
se revolvía; pero las
acusadoras imágenes de su madre y de consuelo le seguían brotando como
heridas en la cabeza y se la molían en una tortura más grave que sus
frecuentes torturas del alcohol.
-¡Mañana Viernes Santo vas a tender alfombras! –le había recordado, en
atroz castellano, su madre, una chola descalza y de larguísima y despeinada
cabellera, viéndolo salir el día anterior.- ¡Mañana, ya sabes! -había amenazado
con el mismo puño con que lo golpeaba” para enderezarlo”, según ella decía.
-Oh, no pasa nada…-La había desdeñado Julio, saliendo de su casucha de
adobes, feliz de dejar el barrio de Mantarana, en especial cuidado cuando tenía
en los bolsillos, como entonces, el dinero adelantado por las alfombras de
flores…Habría jurado que el borrascoso señor Londoña, ex –capitán de policía,
le había llevado sólo una mínima parte de los billetes reunido por los vecinos
de la plaza: dinero que él siempre pensaba en aumentar si al fin se llenaba de
coraje y le pedía una participación en las ilegales apuestas que Londoña
efectuaba sobre la belleza de su alfombras, sin darle nunca nada. De nuevo,
había temido la reacción de aquel hombre injusto, pero había soñado también
31
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
con aumentar la suma; y así, en su confusión, había dispuesto gastar en
seguida una buena parte de ella.
En la calle, no obstante, en vez de buscar a sus amigos de juerga, había
decidido llevar a Consuelo al cine o por lo menos dar juntos unas vueltas por la
plaza, toparse con las parejas de jóvenes ricos del pueblo, entrar en alguna
fonda y beber una cerveza. Nada más que una, se había dicho en voz alta. Pero
Consuelo no sólo se había negado a salir, sino que le había increpado el
abandonar las flores en su casa bajo el pretexto de que así estarían más
cerca de la iglesia, y el recargar sus pesadas tareas con la urgencia de llenar de
agua los baldes, proteger del sol las flores, y más que nada, obligarla, y lo
mismo les sucedía con la luz y con el empleo de tijeras para sus tallos.
Confiado en sus rápidas manos, Julio había ordenado los claveles,
geranios, rosas, margaritas, rima-rimas, tauris y la variada colección de semillas
y flores silvestres, cuya mezcla de perfumes y colores sólo él estaba seguro
de inventar en todo el valle de Tarma. Y luego, riendo, había buscado a
Consuelo, tentándola a que diera de comer a sus pequeños hermanos, a fin de
salir a divertirse. Hasta le enseñó los billetes de un bolsillo - nada más que de
un bolsillo-, y la instó a ir al único chifa del pueblo, o si mucho quería, a la
platea del único cine. Aquel había sido el error final. En adelante, a más de
reprocharle su abandono de las flores, ella le había exigido la entrega del
dinero, en su condición de novia “pedida”. Y cuando Julio accedió de mala gana,
supo que luego se darían unos besos fríos y que él hallaría un pretexto para
irse cuanto antes a la fonda de la señora Arrieta.
-Don Londoña se enfadará si no tejes bonitas alfombras –le había
advertido Consuelo al despedirse.
-Y yo me enfadaré si no me da algo de las apuestas –se había jactado él.
-¿Apuestas…? ¿De qué hablas, Julio…?
Sin responder, la había desdeñado con otro ademán semejante al dirigido
a su madre, y se había marchado a la fonda, según lo planeara. Allí, recobrado el
humor, había invitado a unos forasteros a pasear al día siguiente por las calles
de Tarma, convencido de que sus alfombras merecerían el diploma, que no otra
cosa era el premio. Con ellos había comido cerdo y había bebido chicha y
cerveza; y luego la cortina que escondía las habitaciones de la señora Arrieta
había flotado en una turbia señal y él había penetrado hasta oler la cama, de
nuevo jactancioso y feliz, soñando con los cuerpos desnudos de infinitas
mujeres, hasta que los vio reunirse a todos en los ojos y labios de aquella
viciosa limeña. Sólo por la mañana admitió que la pérdida de tiempo era
censurable, si bien el sueño y los estragos lo doblegaron todavía hasta las
ultimas horas de la tarde, cuando, tímido y alarmado por su incumplimiento, llegó
a la gran plaza principal, el viejo teatro de sus éxitos.
Temeroso aún, se detuvo en la tienda opuesta a la iglesia y pidió dos tazas
de café al mismo tiempo. Bebió por turno, según ellas se enfriaran, y después,
ya entonado, desafió el sitio que ahora le exigía una prueba tan dura.
Por la supresión total del tránsito de ómnibus y camiones, entendió lo
retrasado que estaba. Ya me dio la tarde, pensó ¿Duraré hasta ver la
procesión? En la plaza había más tejedores de alfombras y más curiosos que
en otro años. Únicamente el jardín central, plantado con escasas palmeras, tenía
una apariencia normal. Grupos de familias paseaban antes de entrar en la
iglesia y los colegiales bullían, comprando golosinas. En las cuatro calles que
rodeaban el jardín, la nube de tejedores se movía en medio de otra nube de
curioso. Los pintorescos montoncillos de flores deshojadas y los baldes de
agua ponían manchas por todas partes y lo inquietaban demasiado.
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
-¡Apura, hom! ¡Mira a ese borracho del Julio! –oyó un grito de Consuelo, y
juró que ella lo censuraría sin piedad durante toda su labor.
-¿Y así piensas tejer? Lo empujó ella-. Y todavía te dije que no tomaras…
¿Ónde te has pasado la noche y el día? … ¿Y ónde están las flores, di?
-¡Cómo! ¿No están acá? –dudó, alarmado, volviéndose en dirección al
barrio alto de Mantarana.
-¡Camina, zonzo! –lo empujó de nuevo Consuelo- ¡Ahí están las flores!
Sabiendo yo tejer, ya hubiera terminado la primerita de todas…
-Yo sé tejer y nunca me olvido…..-declaró, confiado en sus muchos
premios de Semana Santa. Más allá fue empujado por tercera vez, ahora por su
madre, vieja y gordezuela, demasiado envuelta en polleras y pañolones. Ya no le
importó ese trato: respiró bien unos minutos, miró el cielo hasta que sus pies
no vacilaran, y luego, con ayuda de las dos mujeres, trazó su campo en la calle,
primero con una tiza y después con una rama. Sentado en el suelo, dibujó unos
gigantes pétalos, en seguida unas figuras geométricas que le salían a capricho, y
después nuevos pétalos y tallos, y nuevas figuras geométricas. Estaba feliz. En
conjunto, quería dar la impresión de unas rosas sobre el agua, pero también de
miles de figuras en el espacio que representaba el agua, pero también de miles
de figuras en el espacio
que representaba el agua. Trabajó, borrando y
jadeando, teniendo de bruces en el suelo. Hasta que levantó los ojos en
demanda de la casi infinita variedades de flores deshojadas, puestas en
montoncillos en torno a su madre y Consuelo, y vio que Londoña lo vigilaba de
lejos, sin entusiasmo, y supo que iba a terminar el último, pues ya la comitiva
oficial venia a revisar las alfombras desde la calle Lima, admirando todo el
suelo convertido en una flor. Ojalá no empiece todavía la procesión y no se
vaya el sol, pensó; y luego pidió por turno los fragantes pétalos que le hacían
recordar toda clase de pieles, humanas y animales.
-¿Qué te pasa hoy día? –le susurró de pronto Londoña, malgeniado y de
cuchillas junto a él -¡Así no vas a ganar el premio!
-Si no lo gano, trabajo bien por lo que me pagan –dijo, palabra por
palabra.
En un segundo, la mano de Londoña cruzó el aire y le aferró la camisa.
-¡Ah, so haragán! -gritó Londoña -¡Y todavía borracho!
-Pero yo no he apostado –se defendió él -¿Qué me toca a mi de las
apuestas?
-¡Qué apuestas ni qué niño muerto! -Londoña le dio una manotada-. Los
que viven en la plaza han hecho una erogación, como todos los años, u me
han ordenado darte la plata y vigilar tus alfombras. Eso es todo.
-desde ayer está hablando de apuesta –dijo Consuelo, y empujó a Julio -:
¡Anda, borracho!.
-Déme la mitad de las apuestas que recoge usted en el billar y el Hotel
Bolívar, y entonces yo gano el premio, así como estoy –propuso.
Vio que Londoña se demudaba, abiertos sus ojos, y que le temblaba una
frase en sus labios.
-¿Apuestas en Viernes Santo? ¡Jesús…! –gritó Consuelo-. Tú no debes ser
cristiano..
A Londoña le bastó la pausa. De nuevo estuvo seguro de sí y advirtió
sombríamente.
-Te conviene ganar el premio, porque, si no, te mando rajar a golpes…
En vez de intimidarse, trató de sonreír venciendo la dureza de su piel:
-¿Así como el otro año, cuando resultó apaleado un tejedor…? –preguntó
con sorna.
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
-¿De qué hablas, idiota? ¡Estos indios alzados y borrachos! -gritó
Londoña al irse, tal vez para contener sus manos.
Julio quedó aliviado. Había cumplido ante sí mismo, aunque ahora,
después de todo, sólo debía pensar en tejer, hubiera o no apuestas y premios.
Cuando supo que recordaba claramente los nombres de todas las flores que
rociaba sobre su dibujo, y cuando por dentro de su cabeza veía
con
anticipación los colores, tonos y luces de aquellas, como si no tuviera más que
copiar la imagen del fondo de sus ojos, ahí donde las sombras eran nubes
claras, sintió que volvía a ser el de antes y que lucharía por el primer puesto, si
es que no lo había ganado ya con la primera rosa que navegaba sobre el límpido
charco inventado por él. Su madre seguía regañándolo, pero Consuelo lo
ayudaba, cubierta de sudor, y estiraba en torno a Julio ese cuerpo brioso y
elástico que todavía él no había abrazado desnudo de abajo arriba, en una
soñada mezcla de tibiezas, colinas, gargantas y olores. Julio exigió tanta luz de
su cabeza que hasta sintió por separado el perfume de las flores y las mezcló
como al juntar cosas liquidas, según las proporciones. Sin embargo, apenas
concluyó de rociar los diminutos pétalos sobre las dos primeras rosas, pidió
café.
-¡Qué café ni qué niño muerto! –protestó Consuelo- ¡Acabe usté todito!
-¡He dicho café! –rugió, mirando a su madre, que debió obedecerle y partir,
mientras él se volvía a Consuelo y le ordenaba con firmeza: -Deja ya de
gritarme. ¿O quieres un par de golpes y que lo mande todo diablo?
Ella no miró un segundo, en broma y en serio.
-Bueno, bueno….-le dijo, al tiempo que Julio se sentaba en el pequeño
espacio que aún no había tejido y miraba a sus rivales, indios en su mayoría
de llanques y calzones de bayeta, a quienes ayudaban sus mujeres y pequeños
hijos. Ellos sudaban y escupían de sus bolas de coca. Sin duda pertenecían a
las comunidades indígenas de Vitora, Carhuacatac, Ninatambo o Uchurraca. Uno
de ellos parecía ser la imagen de su padre, vivo otra vez en sueños fugaces y
concéntricos en torno a sus ojos. Luego, al ver que su madre traía por el aire,
y con sumo cuidado, la taza de café, volvió a su tarea, enemigo ya del sol que
seguía brillando.
-Y después tenemos que ir al otro lado –le dijo Consuelo.
Sintió que se derrumbaba.
-El año pasado ganaste el premio -añadió ella-; por eso te han dado dos
calles.
-¡Ah, sí, claro …! –fingió que lo sabía, aunque sus manos ya no estaban
seguras. Le batían las sienes y se le cerraban los ojos.
-¡Anda por el Mejoral! –susurró a su madre, temeroso de que le oyera
alguien de entre los curiosos que dificultaban su tarea. Supuso que el a café y
el Mejoral obrarían por un milagro, devolviéndolo al día anterior en que se había
sentido bien, el dinero intacto y la cabeza despejada. En vano rechazó los
dolores de sus espaldas, que tal vez se desgarraban, y de sus espaldas, que tal
vez se desgarraban, y de sus rodillas, ya quemantes, ya frías. Algo así como las
sombras de una gigantesca nube bajó al suelo y Julio
volvió la cabeza,
suponiendo que lo atacaba un enemigo.
¡Ya oscurece! –gritó -¡A la otra calle! ¡Vayan por linternas!
Fatigado, cruzó la plaza. Las columnas de curiosos lo llenaban todo. En la
calle opuesta nadie tejía ya. Llegó a su lugar vacío por entre hermosas
alfombras y se inclinó molesto, empujando a decenas de piernas de hombres y
de mujeres. Las voces de aquellos extraños resonaban en su cabeza. Además.
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
Por aquel lado, nuevos adornos le impedían moverse por el suelo: con tallos de
carrizo y flores sin deshojar, los indios habían plantado remedos de baldaquinos
y doseles, que ondeaban en conjunto como las olas del mar. Por debajo de
ellos marcharía la procesión. Trabajó velozmente, echando los pétalos sin dibujar
en el suelo y sin valerse de moldes de papel usados por los tejedores novatos,
aunque él mismo se sintiera tentado de traerlos de casa de Consuelo. Una y
otra vez roció, o sembró, como un chacarero rocía las semillas y respondió a
los curiosos que le preguntaban por los nombres de las flores, por el tiempo que
tenían de cogidas y hasta por la hora de la procesión. Junto a él seguía
trabajando Consuelo, que aprendía poco a poco el manejo de sus dedos y no
perdía el sentido del dibujo, por más que estuviera en cuclillas.
Al llegar su madre con dos linternas de kerosene, había concluido su
labor. Se levantó del suelo, más orgulloso de su novia que de si mismo. Al fin
estaba seguro de no ganar ningún premio. Sus brazos colgaban rendidos y su
columna vertebral se le había dibujado en las espaldas: sentía su forma exacta y
fría, y después su ardor, al ensancharse como una culebra.
-¡Ustedes cuiden y no se muevan! –ordenó a las dos mujeres- ¡Una en esta
alformbra y otra en la de allá! ¡Yo me llevaré los trastos!
Fue casi lo último que habló. Cargando los manojos de flores sobrantes,
se sentó por un instante en una banqueta de la plaza, donde ya nadie le
preguntó nada, y después emprendió el camino a casa de Consuelo.
Se sentía incapaz de ir más lejos. Apenas cruzó el patio se sentó en el
poyo del corredor, humillado y con el pecho que le hervía contra si mismo.
Renunció fríamente a dormir. Aguardó a que menguara el dolor de sus espaldas
y luego miró por encima del patio las sombras de la huerta.
Todavía el cielo conservaba su luz en medio de una quietud que refrescaba
y enternecía. Libre de las urgencias del tejido, revivió los momentos previos a
su fatídica salida del día anterior. Al fondo del patio, liso y firme, sin una
mancha de lluvia, estaba la triste calle por donde a media noche desfilaría la
procesión: una calle solitaria y sin alfombras. Pensó en Consuelo, que, tarde,
mañana y noche, miraría exactamente las mismas cosas desde aquel lugar, y se
sintió transformado en ella y ella en él, viviendo y mirando juntos el patrio y
la calle. No dudó más decidido, corrió a encender todos los lamparines y velas
que halló, paso la mano por el centro del patio como si fuera un lecho, y dibujó
ahí con mano firme dos bellos cisnes, que luego serian de flores y que nadarían
en unas aguas hechas de semillas coloreadas. Lo hago por Consuelo y por la
casa que se ve muy triste, pensó. Y en seguida roció los pétalos con increíble
facilidad, igual que si trabajara a medio día, abrigado por el sol. Y también lo
hago por todo el pueblo, que sin duda se parará en la puerta y saludará esta
alfombra, se dijo. Aún no había concluido, pero supo que jamás había tejido
una alfombra tan primorosa como aquélla. Quizá por eso el rumor de unos
pasos y las sombras de dos bultos lo alegraron.
-¡Mira, Consuelo! ¡Mira, mamá! –gritó. Volviéndose-; ¡Digan si no sé tejer…!
Pero su voz se quebró y no supo si levantarse o quedarse en cuclillas,
esperando.
-¡Cierren el portón! –oyó gritar a Londoña, que, en medio de dos peones,
insultaba el aire con su silueta de bufanda y abrigo.
-¿Perdió las apuestas, don…? –atinó a decir, tan sólo a fin de demorar los
golpes que lloverían. Y finalmente vio que el hombre hacia una horrible seña, que
el portón estaba bien cerrado y que los peones se precipitaban sobre su
alfombra y sobre él, aún antes de que se levantara.
35
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
COMPRENSIÓN DE LECTURA
Vocabulario:
Con ayuda del diccionario anota el significado de las
siguientes palabras:
Instar:
…………………………………………………………………………………
b) Sorna:
…………………………………………………………………………………
c)
…………………………………………………………………………………
a)
Llanque:
d) Baldaquino: …………………………………………………………………………………
e)
Menguar:
…………………………………………………………………………………
f)
Dosel:
…………………………………………………………………………………
Preguntas de Comprensión:
Responde a las siguientes preguntas:
1. ¿Quién es Julio? ¿Quién es Londoña? Además de éstos, ¿Qué otros
personajes intervienen?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
2. ¿EN qué ciudad del Perú transcurren la acción? ¿Qué características
de esta ciudad se destacan en el cuento?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
3. ¿Cuánto tiempo real calculas que dura esta historia? ¿Cómo lo
sabes?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
4. ¿En qué estado llegó Julio esa tarde a la plaza principal? ¿Cómo lo
recibieron Consuelo y su madre?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
5. ¿Qué problemas tenía Julio con Londoña? ¿Qué es lo que tenía y qué
deseaba secretamente?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
36
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
6. ¿Cuánto tiempo estuvo Julio en la fonda de la señora Arrieta? ¿Con
quiénes se encontró en ese lugar?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
7. ¿Cómo
se sentía anímicamente
a la mañana siguiente? ¿Qué
sentimiento de culpa lo invade? ¿Cómo trata de recuperarse?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
8. Menciona, paso a paso, todo lo que hizo Julio para tejer su alfombra
aquella tarde. Señala también cómo le ayudaron Consuelo y su
madre.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
9. ¿Qué diálogo se desenvuelve entre Julio y Londoña, cuando éste lo
interrumpe para increparle su conducta?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
10. ¿Qué pensamientos le invaden en la casa de Consuelo, una vez que
ha concluido su labor? ¿Qué hace entonces en el centro del patio?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
11. ¿Cuál es el desenlace de esta historia?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
Razonamiento Verbal:
Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes
palabras:
Sinónimo
Antónimo
a) Borracho
…………………………………. ………………………………….
b) Adornos
…………………………………. ………………………………….
c) Solitaria
…………………………………. ………………………………….
d) Rendido
…………………………………. ………………………………….
e) Aprendía
…………………………………. ………………………………….
37
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
TEXTO Nº 6
LECTURA
Lee detenidamente la siguiente lectura:
“¿PORQUE LAS CAÑAS SON
HUECAS?”
Al mundo apacible de las plantas también llegó un día la revolución social.
Dícese que los caudillos fueron aquí las cañas vanidosas. Maestro de rebeldes, el
viento hizo la porpoganda, y en poco tiempo más no se habló de otra cosa en
los centros vegetales. Los bosques venerables fraternizaron con los jardincillos
locos en la aventura de luchar por la igualdad.
Pero, ¿Qué igualdad? ¿De consistencia en la madera, de bondades en el
fruto, de derecho a la buena agua?
No; la igualdad de altura, simplemente. Levantar la cabeza a uniforme
elevación, fue el ideal. El maíz no pensó en hacerse fuerte como el roble, sino
en mecer a la altura misma de él sus espiguillas velludas. La rosa no se afamaba
por ser útil como el caucho, sino por llegar a la copa altísima de éste y hacerla
una almohada donde echar a dormir sus flores.
38
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
¡Vanidad, vanidad, vanidad! Delirio de ser grande, aunque siéndolo contra
Natura, se caricaturizaron los modelos. En vano algunas flores ley divina y de
soberbia loca. Sus voces parecieron chochez.
Un poeta viejo con las barbas como Nilos, condenó el proyecto en
nombre de la belleza, y dijo sabias cosas acerca de la uniformidad, odiosa en
todos los ordenes.
II
¿Cómo lo consiguieron? Cuentan de extraños influjos. Los genios de la
tierra soplaron bajo las plantas su vitalidad monstruosa, y fue así como se hizo
el feo milagro.
El mundo de las gramas y de los arbustos subió una noche muchas
decenas de metros, como obedeciendo a un llamado imperioso de los astros.
Al día siguiente, los campesinos se desmayaron saliendo de sus ranchos
ante el trébol, alto como una catedral, y los trigales hechos selvas de oro.
Era para enloquecer. Los animales rugían de espanto, perdidos en la
oscuridad de los herbazales. Los pájaros piaban desesperadamente, encaramados
sus nidos en atalayas inauditas. No podían bajar en busca de las semillas: ya no
había suelo dorado de sol ni humilde tapiz de hierba!
Los pastores se detuvieron con sus ganados frente a los potreros; los
vellones blancos se negaban a penetrar en esa cosa compacta y oscuras
contra la misma copa azul de los eucaliptos.
III
Dícese que un mes transcurrió así. Luego vino la decadencia.
Y fue de este modo. Las violetas, que gustan de la sombra, con las testas
moradas a pleno sol, se secaron.
No importa apresuráronse a decir las cañas; eran una fruselería.
(pero en el país de las almas, se hizo duelo por ellas).
Las azucenas estirándole tallo hasta treinta metros, se quebraron.
Las copas de mármol cayeron lo mismo. (Pero las Gracias corrieron por el
bosque, plañendo lastimeras)
Los limoneros a esas alturas perdieron todas sus flores por las violencias
del viento libre. ¡Adiós cosecha!.
“No importa rezaron de nuevo las cañas; eran tan ácidos las frutos!.
El trébol se chamuscó, enroscándose los tallos como hilachas al fuego.
Las espigas se inclinaron, no ya con dulce laxitud; cayeron sobre el suelo
en toda su extravagancia longitud, como rieles inertes.
Las patatas por vigorizar en los tallos, dieron los tubérculos raquíticos: no
eran más que pepitas de manzana….
Ya las cañas no reina; estaban graves.
Ninguna flor de arbusto no de hierba se fecundó; los insectos no podían
llegar a ellas, sin achicharrarse las alitas.
Demás está decir que no hubo para los hombres pan ni fruto, ni forraje
para las bestias; hubo eso si, hambre; hubo dolor en la tierra.
En tal estado de cosas, sólo los grandes árboles quedaron encolumnes,
de pie y fuertes como siempre. Porque ellos no había pecado.
Las cañas, por fin, cayeron las ultimas, señalando el desastres total de la
teoría niveladora, podridas de raíces por la humanidad excesiva que la red de
follaje no dejó secar.
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
Pudo verse entonces que, de macizas que eran antes de la empresa, se
habían vuelto huecas. Se estiraron devorando leguas hacia arriba; pero hicieron
el vacío en la medula y eran ahora irrisoria, como la marionetas y las figurillas
de goma.
Nadie tuvo ante la evidencia argucias para defender la teoría, de la cual
no se ha hablado más, en miles de años.
Natura generosa siempre reparó las averías en seis meses. Haciendo
renacer normal las plantas locas.
El poeta de las barbas como Nilos vino después de larga ausencia, y,
regocijado, cantó la era nueva:
“Así bien, mis amadas. Bella la violeta por minúscula y el limonero por la
figura gentil. Bello todo como Dios lo hizo; el roble y la cebada frágil”
La tierra fue nuevamente buena; engordó ganados y alimentó gentes. Peor
las cañas-caudillos quedaron para siempre con su estigma: huecas, huecas.
COMPRENSIÓN DE LECTURA
Vocabulario:
Con ayuda del diccionario anota el significado de las
siguientes palabras:
a)
Espiguillas: …………………………………………………………………………………
b)
Inauditas:
…………………………………………………………………………………
c)
Fruselería:
…………………………………………………………………………………
d)
Laxitud:
…………………………………………………………………………………
e)
Estigma:
…………………………………………………………………………………
f)
Medula:
…………………………………………………………………………………
Preguntas de Comprensión:
Responde a las siguientes preguntas:
1 ¿Quiénes acaudillaron la revolución social entre las plantas?¿Quién les
sirvió de propagandista? ¿Cómo reaccionaron las plantas en general?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
2 ¿Cuál fue la idea fundamental de la revolución? ¿Qué le caracterizaba a
éste?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
_________________________________________________________________
3 ¿Se realizó la revolución social? ¿Quiénes
contribuyeron en la
realización del
“feo milagro”? ¿Qué pasó con
los seres vivientes
hombres y animales frente al monstruo espectáculo?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
4 ¿Cuánto tiempo duró la loca innovación? Enumere en orden las plantas
que fueron muriendo victimas del extraño prodigio. ¿Con qué palabras
reaccionaban las cañas?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
5 ¿Qué consecuencias se dejaron sentir sobre la tierra? ¿Qué pasó con las
cañas vanidosas? ¿volvieron las plantas a sus primitivas formas? ¿que dijo
el poeta?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
Razonamiento Verbal:
Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes
palabras:
Sinónimo
Antónimo
a) Aventura
…………………………………. ………………………………….
b) Vigorizar
…………………………………. ………………………………….
c) Dulce
…………………………………. ………………………………….
d) Catedral
…………………………………. ………………………………….
e) Vanidad
…………………………………. ………………………………….
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
TEXTO Nº 7
LECTURA
Lee detenidamente la siguiente lectura:
EVELINE
Sentada a la ventana vio cómo la noche invadía la avenida. Reclinó la cabeza
en la cortina y su nariz se llenó de olor a cretona polvorienta. Se sentía cansado.
Pasaban pocas personas. El hombre que vivía al final de la cuadra regresaba a su
casa; oyó los pasos repicar sobre la acera de cemento y crujir luego en el camino
de ceniza que pasaba frente a las nuevas casas de ladrillos rojos. En otros
muchachos. Luego, alguien del Belfast compró el solar y construyó allí casas- no
casitas de color pardo como las demás sino casas de ladrillo, de colores vivos!
Ahora ella también se iría lejos, como los demás abandonando el hogar para ese
placer –los Devine, los Water, los Duna, Keogh el lisiadito, ella y sus hermanos y
sus hermanas-. Esnest, sin embargo, nunca jugaba: era muy mayor. Su padre
solía perseguirlo por el yermo esgrimiendo un bastón de endrino; pero casi siempre
el pequeño Keogj se ponía a vigilar y avisaba cuando veía venir a su padre. Con
todo, parecían felices por aquel entonces. Su padre no iba tan mal en ese tiempo;
y, además, su madre estaba viva. Eso fue hace años; ella, sus hermanos y sus
hermanas ya eran personas mayores; su madre había muerto. Tizzie Duna también
había muerto y los Water habían vuelto a Inglaterra. ¡Todo cambia! Ahora ella
también se iría lejos, como los demás, abandonando el hogar paterno.
42
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
¡El hogar! Echó una mirada al cuarto, revisando todos los sujetos familiares que
había sacudido una vez por semana durante tantísimos años preguntándose de
dónde saldría ese polvo. Quizá no volvería a ver las cosas de la familia de las que
nunca soñó señararse. Y sin embargo en todo ese tiempo nunca averiguó el
nombre del cura cuya foto amarillenta colgada en la pared sobre el armario roto, al
lado de la estampa de las promesas a Santa Margarita Marín Alacoque. Fue amigo
de su padre. Cada vez que mostraba la foto a un visitante su padre solía alargársela
con una frase fácil:
- Ahora vive en Milbourne.
Ella había decidido dejar su casa, irse lejos. ¿Era ésta una decisión inteligente?
Trató de sopesar las partes del problema. En su casa por lo menos tenía casa y
comida; estaban aquellos que conocía de toda la vida. Claro que tenía que trabajar
duro, en la casa y en la calle. ¿Qué diría en la Tienda cuando supieran que se había
fugado con el novio? Tal vez dirían que era una idiota; y la sustituirían poniendo un
anuncio. Miss Gavan se alegraría. La tenía cogida con ella, sobre todo cuando
había gente delante.
- Miss Hill,¿no ve que está haciendo esperar a estas señoras?
- Por favor, Miss Hill, un poco más de viveza.
No iba a derramar precisamente lágrimas por la Tienda.
Pero esa su nueva casa, en un país lejano y extraño, no pasaría lo mismo.
Luego –ella, Eveline- se casaría. Entonces la gente sí que la respetaría. No iba a
dejarse tratar como su madre. Aún ahora, que tenía casi veinte años, a veces se
sentía amenazada por la violencia de su padre. Sabía que era solo lo que le daba
palpitaciones. Cuando se fueron haciendo mayores él nunca le fue arriba a ella,
como le fue arriba a Harriy y A ernest, porque ella era hembra; pero últimamente la
amenazaba y le decía lo que le haría si no fuera porque su madre estaba muerta. Y
ahora no tenía quién la protegiera, con Ernest muerto y Harry, que trabajaba
decorando iglesias, siempre de viaje por el interior. Además, las invariables
dispuestas por el dinero cada sábado por la noche habían comenzado a cansarla
hasta decir no más. Ella siempre entregaba todo su sueldo –siete chelines- y Harry
mandaba lo que podía, pero el problema era cómo conseguir dinero de su padre. El
decía que ella malgastaba el dinero, que no tenía cabeza, que no le iba a dar el
dinero que ganaba con tanto trabajo para que ella lo tirara por ahí, y muchísimas
cosas más, ya que los sábados por la noche siempre regresaba algo destemplado.
Al final, le daba el dinero, preguntándole si ella no tenía intención de comprar las
cosas de la cena del domingo. Entonces tenía que irse a la calle volando a hacer
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
los mandados, agarraba bien su monedero de cuero negro en la mano al abrirse
paso por entre la gente y volvía a casa ya tarde, cargada de comestibles. Le
costaba mucho trabajo sostener la casa y ocuparse de que los dos niños dejados a
su cargo fueran a la escuela y se alimentaran con regularidad. El trabajo era duro –
la vida era dura- pero ahora que estaba a punto de partir no encontraba que su vida
dejar tanto que desear.
Iba a comenzar a explorar una nueva vida con Frank. Frank era bueno, varonil,
campechano. Iba a irse con él en el barco de la noche y ser su esposo y vivir con él
en Buenos Aires, donde había puesto su casa. Recordaba bien la primera vez que
lo vio; se alojaba él en una casa de la calle mayor a la que ella iba de visita. Parecía
que no había pasado más que unas semanas. El estaba parado en la puerta, la
visera de la gorra echada para atrás, con el pelo cayéndole en la cara broncínea.
Llegaron a conocerse bien. El la esperaba todas las noches a la salida de la Tienda
y la acompañaba hasta su casa. La llevó a ver La Muchacha de Bohemia, y ella se
sintió en las nubes sentada con él en el teatro, en sitio desusado. A él le gustaba
mucho la música y cantaba un poco. La gente se enteró de que la enamoraba y,
cuando él cantaba aquello de la novia del marinero, ella siempre se sentía turbada.
El la apodó Poppens, en broma. Al principio era emocionante tener novio y
después él le empezó a gustar. Contaba cuentos de tierra lejanas. Había empezado
como camarero, ganando una libra al mes, en un buque de las líneas Allan que
navegaba al Canadá. Le recitó lo nombres de todos los barcos en que había viajado
y le enseñó los nombres de los diversos servicios. Había cruzado el estrecho de
Magallanes y le narró historias de los terribles patagones. Recaló en Buenos Aires,
decía, y había vuelto al terruño de vacaciones solamente. Naturalmente, el padre de
ella descubrió el noviazgo y le prohibió que tuviera nada que ver con él.
- Yo conozco muy bien a los marineros- le dijo.
Un día él sostuvo una discusión acalorada con Frank y después de eso ella tuvo
que verlo en secreto.
En la calle la tarde se había hecho noche cerrada. La blancura de las cartas se
destacaba en su regazo. Una era para Harry; la otra para su padre. Su hermano
favorito fue siempre Ernest, pero ella también quería a Harry. Se había dado cuenta
de que su padre se había envejecido últimamente; le echaría de menos. A veces él
sabía ser agradable. No hacía mucho, cuando ella tuvo que guardar cama por un
día, él le leyó un cuento de aparecidos y le hizo tostadas en el fogón. Otro día –su
madre vivía todavía- habían ido de picnic a la loma de Howth. Recordó cómo su
padre se puso el bonete de su madre para hacer reír a los niños.
Apenas le quedaba tiempo ya, pero seguía sentada a la ventana, la cabeza
recostada en la cortina, respirando el olor a cretona polvorienta. A lo lejos, en la
avenida, podía oír un organillo. Conocía la canción. Que extraño que la oyera
precisamente esta noche para recordarle la promesa que hizo a su madre: la
promesa de sostener la casa cuanto pudiera. Recordó la última noche de la
enfermedad de su madre; de nuevo regresó al cuarto cerrado y oscuro al otro lado
del corredor; afuera tocaban una melancólica canción italiana. Mandaron mudarse
al organillero dándole seis peniques. Recordó cómo su padre regresó al cuarto de
la enferma diciendo:
- ¡Malditos italianos! ¡Mira que venir aquí!
Mientras rememoraba, la lastimosa imagen de su madre la tocó en lo más vivo de
su ser –una vida entera de sacrificio cotidiano para acabar en la locura total-.
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
Temblaba al oír de nuevo la voz de su madre diciendo constantemente con
insistencia insana:
- ¡Derevaum Seraun! ¡Derevaun Seraun!
Se puso de pie bajo un súbito impulso aterrado. ¡Escapar! ¡Tenía que escapar!
Frank sería su salvación. Le daría su vida, tal vez su amor. Pero ella ansiaba vivir.
¿Por qué ser desgraciada? Tenía derecho a la felicidad. Frank la levantaría en vilo,
la cargaría en sus brazos. Sería su salvación.
Esperaba entre la gente apelotonada en la estación en North Wall. Le cogía una
mano y ella oyó que él le hablaba, diciendo una y otra vez algo sobre el pasaje. La
estación estaba llena de soldados con maletas marrón. Por las puertas abiertas del
almacén atisbó el bulto negro del barco, atracado junto al muelle, con sus portillas
iluminadas. No respondió. Sintió su cara fría y pálida y, en su laberinto de penas,
rogó a Dios que la encaminara, que le mostrara cuál era su deber.
El barco lanzó un largo y condolido pitazo hacia la niebla. De irse ahora, mañana
estaría mar afuera con Frank, rumbo a Buenos Aires. Ya él había sacado los
pasajes. ¿Todavía se echaría atrás, después de todo lo que él había hecho por ella?
Su desánimo le causó náuseas físicas y continúo moviendo los labios en una
oración silenciosa y ferviente.
Una campanada sonó en su corazón. Sintió su mano coger la suya.
- ¡Ven!
Todos los mares del mundo se agitaban en su seno. El tiraba de ella: la iba a
ahogar. Se agarró con las dos manos a la barandilla de hierro.
- ¡Ven!
¡No! ¡No! ¡No! Imposible. Sus manos se aferraron frenéticas a la baranda. Dio un
grito de angustia hacia el mar.
- ¡Eveline! ¡Evvy!
Se apresuro a pasar la barrera, diciéndole a ella que lo siguiera. La gritaron que
avanzara, pero él seguía llamándola. Se enfrentó a él con cara lívida, pasiva, como
un animal indefenso. Sus ojos no tuvieron para él ni un vestigio de amor o de adiós
o de reconocimiento.
COMPRENSIÓN DE LECTURA
Vocabulario:
Con ayuda del diccionario anota el significado de las
siguientes palabras:
a)
Endrino:
…………………………………………………………………………………
b)
Picnic:
…………………………………………………………………………………
c)
Organillero: …………………………………………………………………………………
d)
Cretona:
…………………………………………………………………………………
e)
Fogón:
…………………………………………………………………………………
f)
Reclinar:
…………………………………………………………………………………
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
Preguntas de Comprensión:
Responde a las siguientes preguntas:
1. Describe a los protagonistas del relato.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
2. ¿Cómo era la vida antes y cómo, ahora?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
3. Describe a Frank.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
4. Explica el dilema que afronta el personaje femenino.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
5. ¿Cuál es el desenlace? ¿Por qué, crees tú, toma esa decisión final la
protagonista?.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
Razonamiento Verbal:
Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes
palabras:
Sinónimo
Antónimo
a) Atracado
…………………………………. ………………………………….
b) Condolido
…………………………………. ………………………………….
c) Ferviente
…………………………………. ………………………………….
d) Alojar
…………………………………. ………………………………….
e) Violencia
…………………………………. ………………………………….
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
TEXTO Nº 8
LECTURA
Lee detenidamente la siguiente lectura:
LOS VIUDOS DE MARGARET SULLAVAN
Unos de los pocos nombres reales que aparecen en mis primeros cuentos
(“Idilio”, “Sábado de gloria”) es el de Margaret Sullavan. Y aparece por una razón
sencilla. Es inevitable que en la adolescencia uno se enamore de una actriz, y ese
enamoramiento suele ser definitorio y también formativo. Una actriz de cine no es
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
exactamente una mujer; más bien es una imagen. Y a esa edad uno tiende, como
primera tentativa, a enamorarse de imágenes de mujer antes que de mujeres de
carne y hueso. Luego, cuando se va penetrando realmente en la vida, no hay mujer
celuloide – al fin de cuentas, sólo captable por la vista y el oído- capaz de competir
con las mujeres reales, igualmente captables por ambos sentidos, pero que además
pueden ser disfrutadas por el gusto, el olfato y el tacto.
Pero la actriz que por primera vez nos corta el aliento e invade nuestros
insomnios, significa también nuestro primer ensayo de emoción, nuestro primer
borrador de amor. Un borrador que años después pasaremos en limpio con alguna
muchacha –o mujer- que seguramente poco o nada se asemejará a aquella imagen
de inauguración, pero que en cambio tendrá la ventaja de sus manos tangibles con
mensajes de vida, de sus labios besables sin más trámite, de sus ojos que no sólo
sirvan para ser mirados sino también para mirarnos.
Sin embargo, el amor de celuloide es importante. Significa así como un preestreno. Frente a aquel rostro, a aquella sonrisa, a aquella mirada, a aquel ademán,
tan reveladores, uno prueba sus fuerzas, hace la primera gimnasia de corazón, y
algunas veces hasta escucha campanas. Y como, después de todo, no se corre
mayor riesgo (la imagen por lo general está remota, en un Holywood o una Cinecita
inalcanzables), uno se deja soñar, desinhibido, resignado y veraz, aunque el fondo
de tanta franqueza sea un amor de ficción.
Margaret Sullavan había sido eso para mí. Es claro que, cuando escribí los
cuentos, ya no era por cierto un adolescente. Aunque todavía daban en los cines
montevideanos alguna que otra película de su última época, y aunque por supuesto
no me perdía ninguna, yo ya había pasado más de una vez en limpio aquel borrador
de amor, y en consecuencia podía verlo con distancia y objetividad, pero también
con una cálida nostalgia, con una alegre gratitud, como siempre se mira, a través
del tiempo esmerilado, a la mujer que de alguna manera nos ha iniciado en el viaje
amoroso.
No obstante, sólo años después advertí con precisión que lugarcito había
ganado en mi vida la incajeable, maravillosa protagonista de Y ahora qué y El bazar
de las sorpresas. En enero de 1960 estaba con mi mujer en Nueva Cork. Una tarde
nos encontramos con cuatro amigos uruguayos y decidimos cenar también
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EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
temprano e ir luego a un teatro del Village donde se representaba Our Town, de
Thornton Wilder, en la notable versión de José Quintero. La pieza llevaba ya varios
meses en cartel, pero no era fácil conseguir entradas en las horas previas a cada
función; de modo que, mientras los otros se instalaban en un restauran italiano de
ruidosa clientela, yo me largué hasta el teatro a ver si conseguir localidades para
seis.
De entrada me sorprendió que el bolero no tuviera aspecto de tal, aunque si
alguien me hubiese obligado a una definición, no habría sabido decir como era el
aspecto de un boletero inconfundible. Este era joven, delgado; tenía unos anteojos
de armazón oscura y cristales de miope; su aspecto era de estudiante de letras o de
primer clarinete.
esperanzas.
El vestíbulo del teatro estaba desierto y eso estimuló mis
Pero la razón de esa paz era muy simple: no había localidades.
Cuando pregunté si existía alguna remota posibilidad de conseguir seis entradas
(“sólo seis entradas, señor”), el muchacho levantó la vista de un ajado ejemplar del
New Yorker y me miró con tajante desprecio: “¿A esta hora seis localidades? ¿En
qué mundo vive? El tipo tenía razón. Yo no estaba nada seguro del mundo en que
vivía. Pero me sentí como un provinciano al que rezongan porque no se atreven
con la escalera mecánica o con le teléfono público. A pesar de todo, no me fui
enseguida. Me quede unos minutos mirando las fotografías del elenco, tal vez con
la secreta esperanza de que alguien viniera a devolver seis entradas., ni una más, ni
una menos.
Entonces sonó el teléfono. El muchacho hizo un nuevo gesto de fastidio, ya
que debía interrumpir otra vez su lectura del New York, o quizá porque estaba
cansado de repetir con voz gangosa que no había localidades. De pronto su rostro
se transfiguró. Se quitó los anteojos con un gesto rabioso, y dijo casi sollozando:
“¡No! ¡No! ¡No puede ser!” Después colgó, con un gesto brusco y desprendido, tan
maquinal como marginal, y hundió la vencida cabeza entre los
dedos flacos y
temblorosos.
Yo era el único testigo de aquella congoja. Pese a la agresiva respuesta que me
había propinado, pensé que podía sentirse mal y me acerqué. Le toqué apenas un
brazo, sólo para que notaran mi presencia. Le pregunté si le sucedía algo, si había
recibido una mala noticia, si lo podía ayudar, etc. entonces levantó la cabeza, y me
miró con los ojos sin cristales, como a través de una ventana con lluvia o de un
recuerdo inmóvil.
49
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
“Murió Margaret Sullavan”. Lo dijo lentamente, marcado cada sílaba, como si
quisiera dejar bien claro que se sentía indefenso, que se sentía desgraciado, y que
no se estaba mandando la parte.
Entonces fui yo el que dije, en otro estilo y en otro idioma, claro, como para
mi mismo y para nadie más: “No, no puede ser”. El muchacho no entendió las
palabras en español, pero seguramente comprendió mi asombro, mi tristeza. Me
recosté contra la pared, porque necesitaba algo en qué apoyarme. Nos miramos el
boletero y yo; él, un poco asombrado de haber hallado imprevistamente a otro
viudo de Margaret, allí, en el teatro, al alcance de su mano huesuda; yo, apenas
consciente de que en ese instante se extinguía el último rescoldo de mi ya lejana
adolescencia.
De pronto el boletero se paso una mano por los ojos, a fin de arrastrar sin disimulo
las lágrimas, y me preguntó con la voz entrecortada, pero ya no gangosa:
“¿Cuántas entradas dijo que quería? ¿Seis?
Abrió un cajoncito y extrajo seis
entradas, unidas por un alfiler, y me las dio. Le pagué, sin decir nada. Darle una
propina en aquellas circunstancias habría sido un agravio; algo absolutamente
descartable entre dos viudos de la misma imagen. Nos dimos la mano y todo.
Como dos deudos. Casi como hubiera podido sentirse James Stewart, pareja de
Margaret en tantas películas.
Cuando salí en dirección al restauran italiano, yo también me froté los ojos,
pero en mi estilo: no con la palma sino con los nudillos. En realidad, no conocía
cuál podía ser el grado o la motivación del amargo estupor del boletero, irascible y
50
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
cegado. Pero en mi caso sí que lo sabía: por primera vez en mi vida había perdido a
un ser querido.
COMPRENSIÓN DE LECTURA
Vocabulario:
Con ayuda del diccionario anota el significado de las
siguientes palabras:
a) Desinhibido: …………………………………………………………………………………
b) Boletero:
…………………………………………………………………………………
c) Nudillos:
…………………………………………………………………………………
d) Celuloide:
…………………………………………………………………………………
e) Sollozar:
…………………………………………………………………………………
f)
…………………………………………………………………………………
Rescoldo:
Preguntas de Comprensión:
Responde a las siguientes preguntas:
1. Para el narrador, la primera ilusión, el primer amor es entendido como
“nuestro primer borrador de amor”, ¿Cuáles son las reflexiones que hace en
relación a este concepto? ¿Cuál es tu opinión?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
2. Margaret Sullavan representa para el autor su amor de adolescencia.
“enamoramiento que suele ser definitorio y también formativo”.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
51
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
3. ¿Cómo percibes la imagen de Margaret?¿Quién ere y cómo ingresa en la
realidad del relato? Explícalo.
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
4. ¿Qué obra iba a ver el narrador y sus amigos?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
5. ¿Cuál es la actitud original del boletero?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
6. ¿Qué noticia es recibida?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
7. ¿Qué actitudes asumen el boletero y el narrador frente a la muerte de la
actriz?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
8. ¿Qué ocurrirá, finalmente, a raíz de esa mala noticia?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
Razonamiento Verbal:
Escribe el Sinónimo y Antónimo de las siguientes
palabras:
Sinónimo
Antónimo
a) Notable
…………………………………. ………………………………….
b) Huesuda
…………………………………. ………………………………….
c) Amargo
…………………………………. ………………………………….
d) Asombro
…………………………………. ………………………………….
e) Obligado
…………………………………. ………………………………….
52
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
MODELO DE FICHA DE ACTIVIDADES
I.- DATOS DEL ALUMNO:
Apellidos y Nombres: ……………………………………………………………………
Institución Educativa: …………………………………………………………………….
Grado:………………………… Sección: …………..……………………………………..
II.- DATOS DE LA OBRA:
2.1. Título
2.2. Autor
2.3. Nacionalidad
2.4. Editorial
2.5. Año de la edición
2.6. Género Literario
2.7. Prosa o verso
:
:
:
:
:
:
:
“Los Acarnienses”
Aristóteles
Griega
Aguilar
s/f
Teatral: Comedia
Prosa
1.
BREVES DATOS BIBLIOGRAFICOS DEL AUTOR:
Aristófanes, nació a medidos del siglo V a.c. Gran parte de tipo cómico de
Atenas, de Rodas o de Egina, floreció principalmente durante la guerra del
Peloponeso (431-401-a.c). Aristófanes perteneció al partido aristocrático y
era enemigo de la guerra. Ningún poeta como éste fagelo con tanta
impiedad los vicios y las ridiculeces de su tiempo. En sus manos la
comedia prensa política. Desde el punto de vista artístico, el teatro
Aristófanes es una maravilla de genio griego, e inapreciable para le
conocimiento de las instituciones y de las costumbres de los atenienses
a fines del siglo V. La sátira atrevida del poeta motivó la ruina de la
antigua comedia.
Compuso 54 obras. Estas once son: Los Acarnienses y los caballeros, Las
nubes, Las avispas, La paz, Las aves, La lisistrada, las fiestas de Ceres,
Las Ranas, las Junteras y el Pluto. Ignóranse por último, la época y las
circunstancias de la muerte de Aristófanes, conjeturándose únicamente
que debió ocurrir siendo de edad bastante avanzada, pues su pluto
reformado se presentó en el año 390 a.c. , cuando el poeta, debía estar ya
en los 62 años de su edad, y aun compuso después el cócalo y el
Eolosicon bien que estos se pusieron en escena por su hijo Araros.
2.
Anote el título de la introducción, del prólogo, prefacio, etc., del autor o
de otro autor que puedan estar incluidas en esa edición:
En esta edición aparecen unas notas prologales cuyo título es : Noticia
Preliminar.
3.
Escriba los títulos de las partes, capítulos, etc., en que está dividida la
obra, indicando el número de la página.
53
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
4.
La presente obra no está dividido en nada de éstas, sino la obra es
corrida.
Copie
textualmente, indicando el
número
de la página, algunas
expresiones o algunos párrafos que le parecieron más interesantes:
“Nunca admitiré en mi casa al belicoso Marte; jamás cantará en mesa el
himno de Harmodio, porque es un ser cuya embriaguez es temible”. (Pág.
101)
“Ojala me despose contigo un Amor coronado de rosas como el que
está allí pintado” (Pág. 102)
“No os ofendáis, espectadores, de que siendo un mendigo, me atreva a
hablar de política en una comedia; pues también la comedia conoce lo
que es justo”. (Pág. 70)
“Cuando pesares me han roído el corazón” (Pág. 37)
“Buen hombre, ala bien tan delicada mercancía, no se te quiebre en el
camino”. (Pág. 98)
5.
Resume el contenido general de la obra.
Los Acarnienses, obra del griego Aristófanes, esta comedia fue compuesta
cuyo objeto es demostrar las ventajas de la paz, y la convivencia de
reconciliarse los Atenienses con Lacedemonia.
Narra que el territorio de Acarna fue de los primeros inválidos, hasta el
punto que el Rey de Lacedemonia, contaba con al exasperación de sus
habitantes para obligar a los Atenienses a una decisiva batalla en los
principios de la guerra del Peloponeso. Los Acarnienses, pues habían
sido los más castigados por la guerra. Diceópolis quién pacta los
lacedemonios una tregua es sorprendido por un grupo de ancianos
Acarnienses, quienes desataron su bilis contra él. Acercándose muy
cerca las fiestas de las copas, diceópolis, salido ingenuamente de esa
mala pasada al ser sorprendido, se prepara a celebrar alegremente estas
fiestas, también Lámaco se dispone a celebrar estas fiestas, para olvidar
las miserias que pasaba.
El final de esta obra termina con la dichosa victoria de Diceópolis en las
fiestas de las Copas.
6.
Apreciación personal de a obra leída.
Analizando cuidadosamente la obra se observa en toda ella una alegría
siempre creciente.
Las escenas entre Eurípides y Diceópolis y éste y Lámaco son de mano
maestra en su género, como el lector podrá juzgar por si mismo, a
pesar de lo mucho que con la traducción se desfigura.
La obra pertenece al género teatral, la cual esta comedia es una de las
más notables de Aristófanes.
Hace referencia de un personaje que sale airoso y dichoso en la fiesta de
las Copas.
La pintura viva y animada de las ventajas de la paz debió sin duda hacerla
apetecible a los más belicosos.
Esta obra por su género puede ser representada para un público que
verdaderamente siente gran amor y aprecio por el teatro.
Finalmente, el propósito del autor al escribir esta obra fue demostrar las
ventajas de la paz, y la convivencia de reconciliarse 2 pueblos que
estaban en guerra.
54
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
MODELO DE FICHA DE ACTIVIDADES
I.- DATOS DEL ALUMNO:
Apellidos y Nombres: ……………………………………………………………………
Institución Educativa: …………………………………………………………………….
Grado:………………………… Sección: …………..……………………………………..
II.- DATOS DE LA OBRA:
2.1. Título
:
“Las Eumenides”
2.2. Autor
:
Esquilo
2.3. Nacionalidad
:
Atenea
2.4. Editorial
:
Losada
2.5. Año de la edición
:
1970
2.6. Género Literario
:
Teatral
2.7. Prosa o verso
:
Prosa
1. BREVES DATOS BIBLIOGRAFICOS DEL AUTOR:
Esquilo nació en Eleusis, en la ciudad de los misterios de las dos Diosas, en
año 525 ó 564 antes de nuestra era. esquilo es el más antiguo de los poetas
Griegos, cuya obra conservamos el primero que dio el drama en Grecia. Fue de
familia de Eupatridas la mayor parte de su vida recidió en Atenas, participó
como soldado de infantería
en la batalla de maratón y se llamó
poeta
nacional por su tragedia, los Persas cuyo asunto es la derrota de jerpes por
los Griegos Esquilo a los 25 años hizo representar sus primeras obras,
escribió 90, solo restan 7, en año 484, obtuvo su primera victoria, participó en
todo los certámenes literarios, hasta que fue vencido por Sófocles, de los
cuales obtuvo 13 premios a los 40 años de edad, que significarán 52 obras
premiadas.
Sus obras que subsisten se escalonan en orden cronológico como son: Los
suplicantes, arcaica mitad rito, drama (492), los Persas (472), a lo cual
acompañado otras dos tragedias desligadas de ella FINEO y GALUCO de
55
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
Potnias, y el drama satírico Prometeo. Los siete contra tebas (467), a lo cual
precedía, Layo y Edipo, y le seguía el drama satírico La Esfinge Prometeo
encadenado, probablemente poco posterior. (no sabemos que lugar habrá
ocupado en su trilogía, pero si procedía al Prometeo Libertado), pero hay duda
que perteneciera a la trilogía 5,6,7. La Orestiada (458) única trilogía completa
que conservamos de todo teatro griego, integrado por Agamenón, las coéforas,
las Euménides.
Esquilo al final de su vida lo pasó en la ciudad de Gela y murió en el año 456
en Cecilia ha donde se había trasladado a ruegos del tirano Hieron.
2. Anote el título de la introducción del prólogo, prefacio, etc., del autor o de
otro autor que puedan estar incluidas en esta edición.
La presente edición tiene una nota introductoria de Henriquez Ureñas, cuyo
título es: Las Euménides.
3. Escriba los títulos de las partes, capítulos, etc., en que está dividida la obra,
indicando el número de la página.
Esta obra consta de cuatro episodios o capítulos, la edición que he manejado
para el presente trabajo consta de 26 páginas de los cuales comprenden
cuatro episodios distribuidos del siguiente modo:
Episodio
I
Pág. 216.
Episodio
II
Pág. 222.
Episodio
III
Pág. 225.
Episodio
IV
Pág. 229.
4. Copie textualmente, indicando el número de la página algunas expresiones
o párrafos que le parecieron mas interesantes:
a) La Sombra.- El sueño y la fatiga se confuraron, en sueños persigue tu
presa y ladras como un perro que va tras la pista sin rendirse al
cansancio. Es pues ¿Qué haces? ¡levanta! No dejes vencer de la fatiga
mira el alma que te avino por ceder al sueño. Así te duelen en el alma
mis justas represiones, que ellas sirven de aguijón al pundoroso.
Arroja sobre mi asesino tu ensangrentado aliento, que el fuego que
arde en tus entrañas le abrase y el consume. Persíguele que el se
sienta morir al ver a su perseguido sobre tus huellas. (Episodio I Pág.
218)
b) Estrofa III. No hay debajo del cielo gloria de mortal tan altiva que yo
no la derribe miserablemente sobre el salto, envuelta en mis negras
vestiduras, y que no depasaparezca pisoteada por mis pues enemigos.
(Episodio II, Pág. 225)
c) Atenea.- Y tú quieres más oír hablar de justicia que no practicarla.
(Episodio III, Pág, 226)
d) Crestes.- Lo maté. No podría negarlo. (Episodio IV, Pág. 230)
56
EL HÁBITO LECTOR EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS – CUARTO GRADO DE SECUNDARIA
5. Resuma el contenido general de la obra:
Esquilio, el creador de la tragedia griega, en su obra las Euménides presenta,
que después de un juicio, Oreste, es culpado y purificado, y esto se inicia
poco después, presenta al perseguido Orestes buscando refugio en el
templo de Delfos, pues huía de las Erinnias, a quienes Apolo tuvo antes
adormecidas, allí va para purificarse de la sangre materna: Estas dioses
vengadoras actuaban así, incitadas por Clitemestra, exigiendo su muerte.
La puerta del templo se abre y la sacerdotisa se aterroriza al ver a Orestes
en el sagrado templo, suplicando a Apolo, Dios que ahuyentaba a las Erinnias.
Pero, como el Oráculo la insta a compadecer ante el tribunal del Aerografo
en Atenas, Apolo le envía bajo la guía de Hemes, allí, una corte de
ciudadanos
le absolverá del parricidio, pero las Erinnias instadas
por
Cletimestra le siguen acosando, ahora en el templo de palas Atenea Orestes
exponía su caso: El tribunal establecerá justicia. Las Erinnias actuan de
acusadores apelando del poderoso vinculo de sangre, Apolo es parte d e su
defensor funge, pues desea castigar el adulterio. Pero hay empate en la
votación de los jueces, entonces palas Atenea agrega su voto al de los
absolutos y, se aplacan las Erinnias cuando establece su culto y honras
especiales, de este modo ellas se transforman en bienhechoras, y
aumenides el pueblo les acompaña a su nueva morada, y dejan en libertad a
Orestes quien, al fin, puede volver a su patria libre de culpa.
6. Apreciación personal de la obra leída.
Al analizar la obra, se descubre que en los episodios de la obra esta
realizando en forma ordenada, como cada tragedia se divide en episodios,
entre ellos intercambia los estasismos, las danzas cantados en coros, son
divididos en movimientos de avance que es estrofa y de regreso antiestrofa
(epodo) en la entrada se llamaba (párrafo)
en la salida (exodo) en los
episodios se introducían pasajes cantados por uno o dos actores solo en
unión con el coro.
En el personaje Agamemnon que conserva la del griega, a la forma Agamón,
en usual en español, se extrañó que no la empleara la forma correcta sino,
incorrecta y también en la palabra sombra es una decisión indebida en el
texto griego es polvia soberana solo acompañaba como objetivo a madre o
nombre de diosas; porque no habla de la sombra es el sentido de
“Espíritu”, es rarísimo que en si realmente existe en griego. Finalmente, el
propósito del autor es de mejorar la actitud de una persona, con la finalidad
de innovar las acciones contradictorias, tales como la justicia, este autor le
interesó transmitir verazmente en nuestro antepasado.
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