Lo ominoso en la obra poética de José María Eguren

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Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis
"El legado de Freud a 150 años de su nacimiento"
Lima, Perú - Octubre 2006
TITULO DEL TRABAJO:
“LO OMINOSO EN LA OBRA POÉTICA DE JOSÉ MARÍA EGUREN”
Lic. Patricia Cockburn Mazuré
“Existe ese otro universo, el del corazón del hombre, del
que ignoramos todo, que no nos atrevemos a explorar. Una extraña
distancia gris separa a nuestra pálida inteligencia del continente
pulsante del corazón del hombre. Los precursores apenas han
desembarcado en esta playa. Y ningún hombre, ninguna mujer
conocen el interior de este misterio cuando, más oscuros aún que el
Congo o el Amazonas, fluyen los ríos del corazón, desbordantes de
plenitud, de deseo y de zozobra.
D. H. Lawrence
The Heart of Man
”... crear es no llorar más lo que se ha perdido y se sabe
irrecuperable, y reemplazarlo por una obra tal que al construirla uno
se reconstruye a sí mismo”
Didier Anzieu (1959)
“El autoanálisis de Freud y el descubrimiento del
psicoanálisis”
A lo largo del presente trabajo se tratará de ir descubriendo los trazos
ominosos presentes en la poesía de Eguren. Se usará como base el texto
Freudiano “lo Ominoso” (1919) y por otro lado se irán entrelazando otros
constructos de la teoría psicoanalítica que estén vinculados al tema. Buscaremos
responder interrogantes como: ¿De que manera en la poesía de Eguren, se nota
una vinculación ambivalente entre vida y muerte? ¿Cómo es que las figuras u
objetos que al inicio de un poema nos pueden generar, ternura pueden aterrarnos
al final? ¿Su obra se vincula con un intento de engañar al dolor, a la soledad o
como un intento de evadir esa realidad insoportable que ya no abarca la infancia?
¿El simbolismo de Eguren, en su discurso poético, nos podría remitir al tema de
los sueños en Freud? ¿Se relaciona esto con el contenido inconsciente y la
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represión? ¿puede haber alguna relación entre lo ominoso, el retorno de lo
reprimido y lo terrorífico en algunas de las poesías de Eguren? ¿Pueden
vincularse otros temas como: la compulsión a la repetición, el pensamiento
mágico, el animismo, la pulsión de muerte, el doble, el retorno de lo igual?
La estética del terror, del dolor, de la muerte y de lo trágico dentro de la
producción literaria de Eguren en algunos casos se explicará en relación a alguna
de sus poesías. En otros casos, se presentará tan transparente que dejaremos
que su obra poética y sus acuarelas, nos hablen casi por si solas.
El Psicoanálisis desde su creación a inicios de 1900, siempre ha expresado
su fascinación
y ha mostrado un especial interés por tratar de entender
la
creatividad y sus misterios involucrados en el fenómeno artístico. Buscando, por
un lado, entender los conflictos inconscientes que funcionan como impulso para la
creación y que se manifiestan en la obra. Y por otro lado, investigando las
variables psicológicas y dinámicas, que intervienen en las etapas del proceso
creativo.
Los distintos acercamientos que se han realizado, han contribuido a la
producción de una abundante bibliografía, que podemos llamar estéticopsicoanalítica. Este tipo de textos, cubre tanto lo particular de sus creadores, el
dominio de las obras de arte, así como la complejidad del proceso creador en toda
su plenitud y misterio.
El psicoanálisis en general, como menciona Berge A. (1962), no pretende
revelar o descubrir las claves del arte, mas bien lo invita a dilucidar la naturaleza
humana, para tener una mayor comprensión de ella, pero cada uno desde su
estilo de trabajo.
La forma de trabajar del psicoanálisis es básicamente, “analítica”. Desarma
los mecanismos usados en la creación y desmenuza los detalles.
Sea en el
ámbito psicoterapéutico o artístico (elaboración de un duelo, elaboración de un
sueño, elaboración de una obra de arte). En cambio el Arte es “síntesis” y parte,
por decirlo de alguna manera, de los detalles, que desde un inicio básico , van
formando parte de la creación de una obra.
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Sigmund Freud (1956 – 1939), generó escritos especialmente minuciosos,
como: “El poeta y los sueños diurnos” (1907) “Gradiva” de W. Jensen (1907), y
sus estudios sobre Leonardo Da Vinci (1910), Shakespeare (1913), Miguel Ángel
(1914), “Un recuerdo de infancia en poesía y verdad” (1917) donde habla de un
recuerdo infantil de Goethe (1917), “Lo Ominoso” (1919) donde analiza el cuento
de E.T.A. Hoffman (1817) “El hombre de arena”, uno de los puntos de partida para
este trabajo, y Dostoievvsky (1928), entre otros.
Por otro lado, galardonado en 1930 con el premio “Goethe”, una de las
distinciones más importantes en Alemania en lo que a literatura se refiere, Freud
nos muestra en sus escritos una narrativa, precisa, muy bien estructurada, donde
plasma ciertos visos novelados en sus casos clínicos que nos invitan a la lectura.
Es decir nos ofrece una doble creación, la creación o descubrimiento del
psicoanálisis y esa red literaria que sostiene a la primera en una cuna de palabras:
sensible, enriquecedora e inteligente.
El estudio de lo ominoso o lo siniestro, desde la teoría psicoanalítica, es un
tema que está disperso en el análisis de obras literarias, producciones poéticas y
arte en general. El texto de S. Freud (1919) es un texto paradigmático que ha
quedado establecido como una base y sigue siendo útil para estos fines. Otros
autores como Lacan (1962), Bion (1962), Melanie Klein (1962)
y desde otra
perspectiva Jung (1964) (al hablar de la sombra) o Esther Bick (2002) con su
trabajo “Miedo y temblor” han aportado elaboraciones dentro del contexto en el
que se maneja el término de lo ominoso. Sin embargo, la base inicial para estas
producciones o revisiones, se apoyan en el escrito Freudiano.
Por otro lado hablando especialmente del desarrollo de Freud sobre el
concepto de lo ominoso, es importante integrar dentro de la construcción de este
texto, el desarrollo que se aprecia en relación a la evolución del pensamiento
freudiano a lo largo de la presentación del tema. Esto se vincula directamente con
el tiempo que envuelve la escritura de este artículo que se publica en 1919, pero
que Freud supuestamente empieza a escribir en 1913. Es decir empieza a escribir
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el artículo un año antes de la Primera guerra mundial y rescribe, corrige y lo
publica un año después de terminada esta.
Dentro del desarrollo de la teoría freudiana, o dicho de otra manera, de la
creación del psicoanálisis, hay dos momentos claves. El primero en el año 1900
cuando S. Freud publica “La interpretación de los sueños” donde se establece la
primera tópica (Inconsciente, preconsciente, consciente) y el segundo alrededor
del año 1920-1923 cuando incluye el término de “ello”. Esto implica un
complemento importante dentro de su teoría, ya que nos remite al establecimiento
de la segunda tópica. Plateada más oficialmente en el año 1923 cuando termina
de escribir “El yo y el ello”.
Podemos inferir entonces que el Texto de “Lo ominoso” acompaña el
pensamiento freudiano en el lapso de tiempo entre la creación de la primera y
segunda tópica. Lo que nos haría pensar que están incluidos en este escrito, los
elementos teóricos que se establecen como tal en relación a la madurez de su
pensamiento y teoría psicoanalítica.
Antes de entremezclar a Freud y Eguren con el tema de lo ominoso y lo
poético quisiera presentar un breve semblanza de Eguren sobre su vida y obra.
José María Hernán Eguren y Rodríguez nació en la ciudad de Lima el 7 de
julio de 1874. (Perú, 1874 – 1942). A diferencia de muchos de sus
contemporáneos que gozaron de gran popularidad, Eguren se caracterizó por la
soledad y el aislamiento, desde el cual ejercía de manera disciplinada su vocación
poética y artística. Siempre fue un niño muy enfermizo, débil y delgado. Esa fue
una de las razones por las que la familia, se muda a una hacienda de Chuquitanta,
Allí pasó su infancia (desde los 5 a los 10 años aproximadamente). También vivió
parte de su juventud en la hacienda de Pro. Estas haciendas de la familia,
quedaban a unos 20 kilómetros de Lima, por la zona del río Chillón.
Su experiencia cercana con la naturaleza, sumada a esa intensa curiosidad
que lo caracterizaba, fueron decisivas en el refinamiento de sus
sentidos las
cuales se aprecian de manera traslúcida en su obra literaria y pictórica.
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En su formación como poeta, hay dos momentos importantes –cuando niñosegún Basadre (2003), que se traducen en su estilo de creación, ya sea en la
poesía, prosa o pintura. El primero, mencionado líneas arriba, se refiere al haber
pasado su infancia en la hacienda de Chuquitanta y Pro. La impresiones
campestres, producto de este contacto directo con la naturaleza, como los
paisajes y la miniatura de los mundos que descubrió en relación a la vida del
campo, marcaron en la esencia de su ser -a manera de huellas mnémicas-, un
sello indeleble que se traduciría transparente a lo largo de su proceso creador, es
decir a lo largo toda su vida.
El segundo aspecto fue el gran apoyo que le brindó su hermano mayor
Jorge, dándole acceso a las letras desde pequeño. La lectura de los clásicos
españoles (Basadre 2003), literatura francesa, Norteamericana e Inglesa. Eguren
curso la primaria en el colegio de la Inmaculada (1884) de los padres jesuitas
cuando tenía 10 años. Luego entró a un instituto y finalmente abandonó sus
estudios regulares. Pero fue su hermano Jorge, como ya se mencionó, quien
principalmente, lo guía en sus estudios literarios, iniciándolo además en el estudio
del italiano y del Francés.
No obstante, a pesar de haber recibido la influencia de varios autores, los
cuales dejaron una fuerte impresión, asimilo los conocimientos, sin perder esa
integra originalidad e intenso estilo personal en su obra de creación y pensamiento
poético.
De su hogar, obtuvo la pureza del alma y el ensueño. Y según Basadre
(2003), Hay otra influencia que puede ser determinante en la obra de Eguren.
“Muy temprano en la vida de Eguren debe haber habido un trunco episodio
amoroso. A una niña muerta se refieren los pocos momentos confidenciales de su
poesía: en ...”La muerta de marfil”, ...y “Lied VI” entre otras. (Basadre 2003)
LA MUERTA DE MARFIL
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Contemplé, en la mañana,
la tumba de una niña;
en el sauce lloroso gemía tramontana,
desolando la amena, brilladora campiña.
Desde el túmulo frío, de verdes oquedades,
volaba el pensamiento
hacia la núbil áurea, bella de otras edades,
ceñida de contento.
Al ver obscuras flores,
libélulas moradas, junto a la losa abierta,
pensé en el jardín claro, en el jardín de amores,
de la beldad despierta.
Como sombría nube , al ver la tumba rara,
de un fluvión mortecino en la arena y el hielo,
pensé en la rubia aura de juventud que amara
la niña, flor de cielo.
Por el lloroso sauce, lilial música de ella,
modula el aura sola en el panteón de olvido.
Murió canora y bella;
y están sus restos blancos como el marfil pulido.
LIED VI
- Cavas panteonero
tumba de dolor
- Murió en la mañana
la virgen del sol.
- Cavas panteonero
en mi corazón;
que la niña muerta
es mi amor
- Hora guadeño
sin son, sin son;
para que le digas:
adiós.
- Cava panteonero
tumba para dos;
que llega mi noche
sin la virgen del Sol.
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José María Eguren vivió sus primeros años en el centro de Lima, hasta la
edad de cinco años aproximadamente, cuando en 1879 se inicia la guerra del
Pacífico. Vivió con sus padres, prácticamente hasta los diez años entre la
Hacienda de Pro y la de Chuquitanta.
En ese tiempo (1879-1874), lima se debatía en plena guerra y sufrió
directamente los efectos de dos batallas que se dieron en enero de 1981, La
batalla de Chorrillos y la de Miraflores. Jose María Eguren no vivió este ambiente
de manera directa por estar retirado en zonas campestres. Lo más poderoso para
él en ese tiempo fue ese contacto íntimo con la naturaleza y la marcada soledad
por el escaso (o nulo) contacto social con otros niños. Al regresar a Lima a los diez
años entra al colegio Inmaculada dirigido por los Jesuitas. Más tarde, en 1897,
luego de la muerte de sus padres, se trasladó a Barranco, junto al mar, donde
vivió con tranquilidad durante más de treinta años con dos de sus hermanas
Susana, excelente pianista y poseedora de una melodiosa voz y Angélica una de
sus hermanas mayores. Tuvo siete hermanos, cuatro mujeres y dos hombres.
Eguren adornaba su casa con sus pinturas sean oleos o acuarelas. Se
dedicó, a la pintura, de manera intensa y continuada y fue un artista plástico de
gran interés, que concluyó llevando a sus acuarelas y dibujos las figuras y los
motivos enigmáticos de su propia poesía.
Según sus contemporáneos fue un hombre sencillo, afable, y de
personalidad entrañable. Se granjeó la admiración y el respeto de peruanos
ilustres de su época como Manuel González Prada, José Carlos Mariategui y la de
sus amigos íntimos, que han dejado de él expresiones del afecto que le tenían.
De acuerdo a Basadre era un hombre amable y bondadoso. Sobre su vida refiere:
“Es una vida que casi no ha sido vivida y que, externamente, no ofrece resquicio
alguno por donde haya podido penetrar lo que de la vida reflejan sus poemas”
(Basadre 2003 pág. 17) y agrega: “Era tímido e infantil, por otra parte, ha sido
incapaz de sentirse genio, de llamar la atención con excentricidades e
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impertinencias; pero quizá si así hubiera procedido, habría sido tomada más en
cuenta, su obra formidable” (18).
Se entretenía, casi infantilmente, con cosas pequeñas pero siempre
relacionadas con el arte: se mostraba, por ejemplo, muy orgulloso de haber
inventado una minúscula máquina fotográfica "del tamaño aproximado de un
corcho de botella", cuenta su biógrafo, crítico y amigo Estuardo Núñez (1964). De
Eguren se podría decir, que protegió su alma dentro de una edad de niño con un
pensamiento de adulto, por el terror que le ocasionaba la muerte: "Vivo cercando
el misterio de las palabras y de las cosas que nos rodean" ( R.S.S. “Obras
Completas” 1997).
Vivió en un silencio y ensimismamiento que eran como una metáfora
existencial de su poesía, la cual se presentó siempre como desvinculada de la
realidad material e histórica. Una de sus últimas visitas fue al parque olivar de san
isidro. Donde se pregunto por lo añosos que podían ser esos árboles. Falleció en
la madrugada del 19 de abril de 1942, en un húmedo día otoñal, a los 68 años de
edad.
José María Eguren (1874 – 1942) Desarrolló su poesía en el ámbito
modernista de la belle époque limeña, entre el Chocano exuberante y el
desgarrador estilo humano de la vanguardia universal de Vallejo. Se puede
entender que en este contexto su presencia y producción hayan pasado
desapercibidas en cierta forma. No obstante se le reconoce como uno de los
principales representantes de la poesía contemporánea y simbolista en el Perú y
América Latina.
Mariategui (1928) consideraba su producción como una “poesía de cámara”
que se caracteriza por ser elegante, sugerente, llena de color y musicalidad;
elementos que se articulan armoniosamente dentro de una atmósfera fantasmal. Y
la cual estaba al margen de cualquier historicidad y social, política o poética.
Eguren (1874-1942), como nos dice Ricardo Silva-Santisteban (1997), entra
con firmeza, desde su primer libro (1911), con una poesía que descansa
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apasionadamente sobre un camino tenaz, que cruza incansable los mundos del
misterio, del sueño y la oscuridad. Una poesía que, en el esfuerzo de escapar de
una simple copia de la realidad, se apoya sólo en la sugerencia y la impresión, las
correspondencias y sinestesias, el símbolo con su poder de vinculación entre la
experiencia sensible y su significación difusa, los colores tamizados y los matices
imprecisos, la música fiel pero asordinada, y una preferencia especial por los
ambientes de niebla y nocturnidad. Todo esto se relaciona directamente con el
ámbito estético y místico-espiritual del simbolismo. Por ello se ha podido llegar ha
decir que "Eguren es el único poeta simbolista de la lengua castellana que
merezca llamarse tal" (Ricardo Silva-Santisteban 1997)
Las formas convencionales del lenguaje son disueltas en la obra de
Eguren, recreando una escritura sin una realidad establecida o convencional, la
cual se caracteriza por ser ambivalente y alucinante. Donde el juguete, el
autómata y el humano pueden combinarse en un mismo ser, el cual no se sabe
conocido o ignoto, buscando destrucción o tratando de salvar la vida. El contenido
de sus poesías, puede estar impregnado de un sentido de familiaridad y de pronto
ser pavoroso, vacío de expresión pero lleno de vitalidad, o súbitamente ser
inanimado pero con pensamientos y sentimientos humanos. Todo esto es
mostrado en una creación
poética que puede llegar a ser fantasmática, pero
siempre rica en simbología y expresiones hacia lo desconocido.
Por otro lado dentro de la poesía de Eguren, cualquiera que sea el estímulo
exterior acaba por transmutarse en visiones interiores y desmaterializadas. Donde
ellas, estelas oníricas y delirantes conforman un tejido verbal de alusiones, señas
y símbolos, siendo el único referente auténtico la interpretación subjetiva del
mundo. Se abre entonces, el camino a una realidad interna y como lo hizo Freud
al hablar de los sueños, permite surgir una dinámica sugerente, que juega, actúa y
renace cada vez en la esfera de los sueños y ensueños del poeta, donde este vital
devenir encuentra un espacio pleno y fecundo.
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Podemos percibir una poesía donde nos rodea una sensación de presencias
inminentes y etéreas, con una visión musical que desconcierta, pero que de algún
modo, como en un sueño, busca
ser develada. Esto podemos apreciarlo en
muchas de sus poesías pero he seleccionado la poesía de “Los delfines “ que
integra gran parte de las características mencionadas:
LOS DELFINES
Es la noche de la triste remembranza;
en amplio salón cuadrado,
de amarillo iluminado,
a la hora de maitines
principia la angustiosa contradanza
de los difuntos delfines.
Tienen ricos medallones
Terciopelos y listones;
por nobleza por tersura
son cual de Van Dyck pintura;
mas, conservan un esbozo,
una llama de tristura
como el primo, como el último sollozo.
es profunda la agonía
de su eterna simetría;
ora avanzan en las fugas y compases
como péndulos tenaces
de la última alegría.
Un saber innominado,
abatidor de la infancia,
sufrir los hace, sufrir por el pecado
de la nativa elegancia.
y por misteriosos fines,
dentro el salón de la desdicha nocturna,
se enajenan los defines
en su danza taciturna.
Dentro de esta trama poética, puede intuirse que el tema de lo ominoso
trabajado por Freud (1919), encuentra un campo fértil para ser aplicado. Ya que
muchas de las características ya presentadas sobre la obra de José María Eguren,
se ajustan de manera casi dócil al significado que Freud le otorga al tema.
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Sobre el texto de lo Ominoso, específicamente, Strachey (1919) menciona
que es un texto que Freud empezó a escribir alrededor de 1913, y que luego
retoma en 1919. Refiere literalmente: “Este trabajo, que se publicó en el otoño de
1919, es mencionado por Freud en una carta a Ferenczi del 12 de mayo de ese
año, donde le dice que ha rescatado un antiguo manuscrito del fondo de un cajón
y lo esta rescribiendo” ( 1994 pp. 217).
En este artículo Freud, Habla de lo ominoso “Unheimlich”, como lo no
familiar, pero que antes de alguna manera lo fue. Pero aclara que el término no
puede restringirse simplemente a esa ecuación de “Ominoso = no familiar”. Nos
habla de una estética del terror, de la angustia, y refiere que todo suceso ominoso
es angustioso y que se relaciona con un retorno de lo reprimido, que nos
sorprende al enganchar con algún elemento interno o de la realidad exterior.
En este texto, Freud explica, como cuando al borrarse los límites entre la
fantasía y la realidad es que surge el efecto de lo ominoso, ya que no hay
distancia mediática entre el símbolo y lo simbolizado. Es como si se tratara
directamente con una duplicidad que se hace bizarra y extraña en el medio que se
evoca. Esta expresión estética del aspecto siniestro se vincula directamente con lo
primario, la pulsión de muerte, la castración, la ensoñación, la idea del doble, la
desvinculación con la realidad, o el hecho de que esta se haga extraña a pesar de
ser haber sido conocida, en un momento o tiempo anterior. Temas que se
resumen en la conocida frase del retorno de lo reprimido.
En el poeta o el artista, la realidad y el ensueño son dos estados que se
entremezclan y sobre los que este tiene escasa capacidad de diferenciación. Esto
da origen a un tercer estado que surge abriendo paso a una realidad diferente. El
creador puede ser entonces ser testigo de lo más horroroso y lúgubre o lo más
delicado y efímero, frente a lo que él mismo imagina, y que más adelante el
observador puede revivir reproduciéndose en él sensaciones similares.
En muchas situaciones se puede sentir como ominoso Lo que se relaciona
con la muerte, con la locura. Lo que puede evocar el complejo de castración. La
certeza de la existencias de fuerzas que pueden causar un daño secreto (por
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ejemplo relacionado a la brujería, en personas supersticiosas y con rasgos
obsesivos). La omnipotencia del pensamiento. El animismo, la soledad, el silencio,
la oscuridad. El inmediato cumplimiento del deseo. Rituales mágicos, adivinación,
conocimiento del futuro. Cualquier momento en los que el límite entre la fantasía y
la realidad son difícilmente definibles.
Pero ¿qué sucede cuando lo lúgubre o sutil no son tan evidentes? O
¿Cómo se aprecia cuando esto esta oculto, transmutado o disimulado por medio
del simbolismo, al modo de los restos diurnos en el proceso de la creación del
sueño? En el caso del poeta José María Eguren, vemos que su poesía, a pesar
de ser aparentemente diáfana e infantil, nos sorprende produciéndonos
desconcierto y un sentimiento de extrañeza que no corresponde a esa expresión
sencilla, fina, tan secreta y delicadamente trabajada.
La ambivalencia marca su producción. Nos desconcierta con su pluma y su
pincel, nos envuelve con sus imágenes, que sin darnos cuenta hacemos nuestras
y luego de una manera amable, nos hace sentir, como ese mundo interno puede
prevalecer sobre lo real. En el caso de sus poesías, muchas de ellas suelen
iniciarse con una dulzura sospechosa, que luego mediante imágenes seductoras
nos convence a seguir leyendo, para poco a poco ir rozando los bordes de las
sombras, de la muerte y del terror. Esto produce un sentimiento de ominosidad,
que luego de unos segundos, al sentirnos en un ambiente vacío, nos impulsamos
a sostenernos de la realidad como una forma de defensa, buscando producir un
alivio al yo. Esto podemos verlo en muchas de sus poesías, no obstante las
poesías “El Dominó” y “Marcha fúnebre de una Marionnette” expresan de manera
dócil estas características.
EL DOMINÓ
Alumbraron en la mesa los candiles,
moviéronse solos los aguamaniles,
y un dominó vacío, pero animado,
mientras ríe por la calle la verbena,
se sienta, iluminado,
y principia la cena.
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Su claro antifaz de un amarillo frío
da los espantos en derredor sombrío
esta noche de insondables maravillas,
y tiene vagas, lucífugas señales
a los vasos, las sillas
de ausentes comensales.
Y luego en horror que nacarado flota,
por la alta noche de voluptad ignota,
en la luz olvida manjares dorados,
ronronea una oración culpable, llena
de acentos desolados,
y abandona la cena.
MARCHA FÚNEBRE DE UNA MARIONNETTE
Suena trompa del infante con aguda melodía...
La farándula ha llegado de la reina fantasía;
y en las luces otoñales se levanta plañidera
la carroza delantera.
Pasan luego, a la sordina, peregrinos y lacayos
y con sus caparazones los acéfalos caballos;
va en azul melancolía
la muñeca. ¡No hagáis ruido!;
se diría, se diría
que la pobre se ha dormido.
Vienen tímidos y erguidos palaciegos borgoñones
y los siguen arlequines con estrechos pantalones.
Ya monótona en litera
va la reina de madera;
y Paquita siente anhelo de reír y de bailar,
flotó breve la cadencia de la murria y la añoranza;
suena el pífano campestre con los aires de la danza.
¡Pobre, pobre marionnette que la van a sepultar!
Con silente poesía
va un grotesco rey de Hungría
y lo siguen los alanos;
así toda la jauría
con los viejos cortesanos.
Y en tristor a la distancia
vuelan goces de la infancia,
los amores incipientes, los que nunca han de durar.
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¡Pobrecita la muñeca que la van a sepultar!
Melancólico un zorcico se prolonga en la mañana,
la penumbra se difunde por el monte y la llanura,
Marionnette deliciosa va a llegar a la temprana
sepultura.
En la trocha aúlla el lobo
cuando gime el melodioso paro bobo.
Tembló el cuerno de la infancia con aguda melodía,
y la dicha tempranera a la tumba llega ahora
con funesta poesía
y Paquita danza y llora.
Citado por Freud en el articulo de lo ominoso, Jentsch, en relación a este
tema explica que:
“Uno de los artificios más infalibles para producir efectos ominosos
en el cuento literario consiste en dejar al lector en la incertidumbre sobre si
una figura determinada que tiene ante sí es una persona o un autómata, y
de tal suerte, además, que esa incertidumbre no ocupe el centro de su
atención, pues de lo contrario se vería llevado a indagar y aclarar al instante
el problema...si tal hiciera desaparecería fácilmente ese particular efecto
sobre el sentimiento” (Jentsch, citado por Freud, en ”Lo Ominoso” 1919.
Pág. 227)
Es como si entráramos entonces en un estilo de pensar y sentir diferentes,
que tiene un origen en los procesos primarios y en el principio de placer que no
son asequibles a la conciencia. En este espacio, que no es dentro ni fuera del yo,
prima entonces un pensamiento omnipotente, mágico, animista, que se vincula
directamente con estos procesos primarios
en los que se moviliza la psique
infantil.
Estuardo Núñez amigo, crítico y editor de muchos de sus trabajos, se
refería a José María Eguren alrededor de 1910, es decir cuando Eguren tenía
alrededor de 36 años, de esta manera:
“Este Eguren poeta, es un hombrecillo pálido de grande ojos
agarenos y revuelta melena renegrida, que hace versos admirables... Es un
fiero y noble artista que vive encerrado en su propio ideal como en una
turris eburne; en quien desengaños, amarguras, afanes, ansias, de
perfectibilidad, choques con el torpe mundo exterior e incertidumbres y
desfallecimientos íntimos, se disimulan siempre tras una sonrisa suave y
algo triste y que, cuando lee, muy mal leídas, sus composiciones, suele
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interrumpirse para preguntar tímidamente con una modestia que sorprende
y conmueve: ¿le gusta a Ud.? ¿Le parece bien? (35. E. Núñez)
Entró al mundo literario en 1889, a los 15 años, cuando publica dos de sus
poemas : “Retratos” y “Tardes de abril” en la revista limeña: Lima Ilustrada. Estos
primeros poemas adolescentes, muestran el comienzo de una desvinculación del
romanticismo, que lo acerca a un estilo neo-romántico.
En tardes de abril podemos apreciar, en el primer párrafo ya los inicios una
nostalgia que se plasma indeleble y melancólica desde el comienzo y que
prevalece a lo largo de su obra y de su vida y
elementos cada vez más
a la que se van agregando
simbólicos, complejos, oscuros y místicos, como
veremos en el análisis de su obra a lo largo de esta presentación.
En las tardes de abril, allá en los cerros
Felice correteaba tu niñez,
Pero ya el viento arrebato la huella
que allí dejara tu menudo pie.
Aquí se nota claramente la añoranza por ese tiempo perdido que trata de
recuperar en su fantasía. Además nos hace notar como esos días de campo, de
vivencias rurales durante su infancia, dejaron una honda huella nostálgica. Huella
que lo llevó a idealizar y a depurar una época grata de su vida de niño a través de
la poesía. Pero con ese viento melancólico que arrebató la huella de su menudo
pie.
En 1909 publica en la revista “Contemporáneos”, una revista Barranquina,
algunos de sus poemas que integrarían el poemario de “Simbólicas”. El cual
presenta alrededor de 1911 cuando tiene 37 años. En “Simbólicas” su trabajo
creador, parte de un sentimiento fuerte de lo trágico, con el cual intenta desmentir
el dolor, articulando descomponiendo y desordenando una estética simbolista
dual. Este mundo dual que se percibe ya en su poesía se estructura con energías
contrapuestas como alma-cuerpo, vida-muerte o sujeto-objeto. Las figuras
animadas se convierten en símbolos fugaces, con una belleza en movimiento y
una armonía llena de ambivalencias y ambigüedades. Esto lo podemos ver
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claramente en algunos de sus poemas como son: “Marcha fúnebre de una
marionnette” (26), “El dominó” (62), “Lied IV” (73), “Las torres” (24 OC), “La tarda”
(28 OC)
De acuerdo a Gema Areta (1992):
“Los límites entre la realidad y la ficción se borran mágicamente
cuando el misterio de la creación de la fantasía es el misterio de la vida, “La
poesía es la revelación del misterio por la verdad del sentimiento”, El
realismo Eguriano producto del sueño nos habla de una Lima usada y
deformada, funesta como una antigua poesía cuyo patrimonio lírico el poeta
transforma con desgarro y al mismo tiempo con culpable y desolada
nostalgia” (pp. 11)
A lo largo de la obra artística de Eguren, encontramos claramente la
asechanza de la muerte, el misterio, la angustia y el temor. Estos visos también
los podemos encontrar en el poemario “La canción e las figuras” (1916)
en
algunos de sus poemas como: “La sangre”, “El caballo”, “Elegía al mar”. En este
conjunto de trabajos, agrego la poesía de “la niña de la lámpara azul”. Esta última
poesía, la considero en este espacio por su misticismo y misterio y por ser una de
los poemas emblemáticos con el muchos reconocen la obra de Jose María
Eguren.
El animismo es una cualidad vinculada a lo ominoso. Lo podemos apreciar
en como algo sin vida puede sorprendernos de pronto por la fuerza de sus
expresiones. Puede ser algo inerte, como un muñeco, una parte seccionada del
cuerpo que toma vida propia, o la muerte misma que revive. Aquí el temor que nos
inquieta está directamente relacionado con la magia del animismo y la angustia de
castración. La angustia como algo que retorna, El retorno de lo reprimido, que
engancha con vivencias arcaicas o primarias que pueden producir el efecto de
sustraernos por un momento de la realidad produciendo este sentimiento de terror
angustioso.
El poema del “El caballo” se relaciona con ese doble vida y muerte, con el
animismo, pensamiento mágico, y una angustia incontenible que domina y va en
aumento a lo largo del poema. Refleja claramente esta expresión de la muerte,
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con una vida enajenada, rescatada del pasado en un presente irreal, que se
moviliza en un tiempo mítico, mágico y misterioso.
EL CABALLO
Viene por las calles,
a la luna parva,
un caballo muerto
en antigua batalla
Sus cascos sombríos
trepida, resbala;
da un hosco relincho,
con sus voces lejanas.
En la plúmbea esquina
de la barricada,
con ojos vacíos
y con horror, se para.
Mas tarde se escuchan
sus lentas pisadas,
por vías desiertas
y por ruinosas plazas.
En este poema de Eguren se presenta una simbología enigmática y
compleja, el caballo muerto camina por las calles. Viene de un pasado remoto
donde su existir regresa como un presente renovado. Representa un pasado
genérico que se muestra de manera paradójica, viene por las calles no por un
camino (que sería lo usual). Según Emilio Armaza (1959) “Es un caballo en el que
funcionan simultáneamente la vida y la muerte....Hay en esta imagen, obtenida
con acumulación de materiales de angustia, una gran fuerza expresiva que rompe
los límites de la lógica” (pp25).
Eguren presenta, entonces, a este “caballo” con un regreso más
escalofriante que el pasado que vivió, el pasado de la muerte “en antigua batalla”.
Llega muerto a una zona urbana. Se desconcierta, trastabilla, se confunde con
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esta nueva realidad que no le pertenece, una realidad moderna que reclama con
un “hosco relincho”. El Plural de “voces lejanas” ,como refiere Armaza, son sus
propias voces como ecos escalonados que retornan del pasado al presente, en
diferentes tiempos y dimensiones, o que retornan al pasado cuando tenia la
vitalidad plena de su sangre.
Esto de alguna manera envuelve al lector en un tiempo mágico en el cual
no hay límites en comparación al tiempo real. Se percibe una acumulación de
angustia, desconcierto, deseo imperioso de retorno a la vida en batalla con la
imposibilidad: “con ojos vacíos y con horror se para”, En la plúmbea esquina de la
barricada”, donde probablemente murió. Es como si repitiera su muerte, pero
sigue vivo y ahora desesperanzado, melancólico, con el terror de afrontar una vida
que ya no le pertenece, como si sufriera un horror eterno sobre la conciencia de su
inexistencia vital, un vacío consciente, lleno de misterio. Es como la propia pulsión
de muerte que ha tomado la forma de un caballo, aterrado, esotérico y con una
angustia que lo desborda.
Otro poema que toca de este tema de manera elegante y sutil es “La
sangre”:
LA SANGRE
El mustio peregrino
vio en el monte una huella de sangre;
la sigue pensativo
en los recuerdos claros de su tarde.
El triste, paso a paso,
la ve en la ciudad dormida, blanca,
junto a los cadalsos,
y al morir de ciegas atalayas.
El curvo peregrino
transita por bosque adorantes
y los reinos malditos;
y siempre mira las rojas señales.
Abrumado le mueven
tempestades y Lunas pontinas,
más, allí, transparentes
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y dolorosas las huellas titilan.
El tema del manto de pulsión de muerte y ominosidad que cubre la
producción de José María Eguren, se hace más evidente en el poemario que llamó
“Sombra” que publica desde 1917 en forma diseminada. Este es uno de sus
poemarios más extensos y coincide con una época de crisis y reordenamiento en
su vida.
Podríamos hacer una especie de paralelo con Freud. Freud entre los
cuarenta años de edad
y los 45 crea el psicoanálisis, “...entregándose a un
trabajo personal sobre sus propios sueños. Ambas características – la crisis de la
mitad de la vida, la atención prestada a los sueños o a las ensoñacionesreaparecen en muchos creadores.” (Didier Anzieu 1988)
“Eguren expresaba y expresa una difícil contemporaneidad, una
secreta concordancia con una aspiración sempiterna de los hombres: dar
libre curso a los sueños. En su época tuvo una asombrosa isocronía, que
nadie ha subrayado hasta ahora, con el psicoanálisis y una coincidencia
con una aspiración de la literatura de todos los tiempos: ampliar el campo
de la realidad.
Freud fue un pionero de la modernidad. El pone entre paréntesis los
conocimientos más sólidos y propicia aquello que se ha llamado un
“realismo sin fronteras”. De parecida manera, en el campo literario Eguren
nos dijo, nos está diciendo todavía, que la realidad, no es, no puede ser
sólo aquella que describían los versos de Chocano; la realidad era -y es
también- la sonámbula, la fantasmagórica, la evanescente del mundo de los
sueños”. www.educared.edu.pe/estudiantes/literatura/eguren1
(Marco Martos)
Eguren tenía 43 años en ese entonces cuando está entrando en el
momento más alto de su producción poética. En esta etapa crítica de su vida, su
producción varía, y más que nunca, se ve plena de recuerdos dolorosos o
felicidades imposibles de revivir en la memoria, donde un abismo lo separa de esa
juventud perdida. Y donde la aceptación de un amor adulto lo llevaría a una
muerte simbólica de la infancia. Esa pulsión de muerte, entonces, lo lleva a dar un
giro estético, donde el sol ya no despunta. Esto lo podemos apreciar en algunas
de sus poesías de este poemario como son: “la muerta de marfil”, “El cuarto
cerrado” , “Lied IV” , “Noche III”, “Lied VIII”, La capilla muerta”, “Cuarta noche” .
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En: “LIED VIII”, podemos apreciar pérdidas definitivas y angustiosas de
felicidades y dolores que se pueden palpar como un forma de despedida
desgarradora, que lo llevan a una nueva y más oscura expresión poética.
LIED VIII
Ven en dormida mañana
con tu mirar de cielo;
hora que en la dulce retama
cantan con tibio aliento los jilgueros,
no añores viejas albas;
que el ayer es un ángel muerto.
El ígneo sol esmalta
tu linda cara y tus cabellos;
de jugar en la yerba estás rosada,
humedecida por el viento.
Eres amor de la mañana,
eres mi cielo;
no añores viejas albas;
que el ayer es un ángel muerto.
Por otro lado Según Gema Areta (1992) , El poema el cuarto cerrado, es
una “imagen emblemática” de este poemario SOMBRA.
EL CUARTO CERRADO
Mis ojos han visto
el cuarto cerrado;
cual inmóviles labios su puerta...
¡está silenciado!...
Su oblonga ventana,
como un ojo abierto,
vidrioso me mira;
como un ojo triste,
con mirada que nunca retira
como un ojo muerto.
Por la grieta salen
las emanaciones
frías y morbosas;
¡ay, las humedades como pesarosas
fluyen a la acera:
como si de lágrimas,
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el cuarto cerrado un pozo tuviera!
Los hechos fatales
nos oculta en su frío reposo...
¡cuarto enmudecido!
¡cuarto tenebroso!
¡con sus penas habrá atardecido
cuántas juventudes!
¡oh, cuántas bellezas habrá despedido!
¡cuántas agonías!
¡cuántos ataúdes!
Su camino siguieron los años,
los días;
galanes engaños
y placenterías...;
en el cuarto fatal, aterido,
todo ha terminado;
hoy sus sombras el ánima oprimen:
¡y está como un crimen
el cuarto cerrado!
Sobre las etapas críticas de la vida, El autor Elliott Jaques (1965), (citado por
Didier Anzieu (1988) en “El auto análisis... pp. 143) tomando como base la teoría
Kleiniana, refiere que se vivencian dos etapas críticas o conflictivas en la vida del
ser humano. Una es la adolescencia y la otra la entrada a la adultez. Este Autor
hizo un estudio cuantitativo con una muestra de 310 artistas hombres, entre ellos:
escritores, pintores, escultores y músicos, notando cambios importante alrededor
de los 37 y 40 años aproximadamente; esto en relación al proceso creador.
-
Algunos se convierten súbitamente en creadores.
-
Creadores que empezaron jóvenes, dejan de hacerlo (Rimbaud, Chopin,
Rafael algunos porque murieron jóvenes –Mozart-)
-
Y los que crearon y siguen creando cambian sus estilos y sus fuentes para
encaminarse hacia otro rumbo productivo, muchas veces totalmente
diferente.
Además refiere que la actitud existencial hacia la muerte cambia. La juventud
tiende a no pensar en la muerte, escinde las pulsiones de vida dejando las de
muerte hacia fuera proyectándolas como defensa. Se da una especie de fantasía
de eternidad e inmortalidad. A diferencia de este, el hombre maduro incorpora lo
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inevitable de su muerte. Es tolerante y reconoce la ambivalencia o coexistencia
de destrucción y amor. Esto hace que el hombre maduro sienta una especie de
urgencia de ser en una realización auténtica.
Según Didier Anzieu, en “El autoanálisis de Freud y el descubrimiento de
psicoanálisis” ( pp.144)
“En el creador, la obra creada es vivida como pecho bueno, como
dadora de una vida apta para reemplazar a la que huye. De un modo más
general, El hombre que durante su infancia interiorizó un objeto
suficientemente bueno, puede, si atraviesa felizmente la crisis de la mitad de la
vida, comenzar a realizar el duelo de su propia muerte por venir en lugar se
sentirse perseguido por ella. Y por lo mismo logra desarrollar mayores
capacidades de valentía, de amor de comprensión del prójimo y de
sublimación, mayor libertad de interacción entre sus objetos internos y los del
mundo exterior. Pero esta crisis constituye un pasaje difícil del cual no todos
salen bien librados, y que Jaques (1965) compara con el descenso de Eneas a
los infiernos”.
Cuando Eguren (desde 1917) ya está escribiendo los poemas que constituirían
su tercer libro de poesía “Sombra”, contaba con cuarenta y tres años.
Casualmente esta etapa coincide con un momento de la vida del poeta donde el
desencanto frente a la vida aparece, recreándose en un replanteamiento estético.
Dice Gema Areta (1992) “Un Apocalipsis de fuego, centella y dolor ha convertido
los antiguos objetos y amenos espacios poéticos en panteones de olvido, llanuras
mortecinas por las que deambulan mustias y fantasmales formas” En el poema
Noche III esto se aprecia claramente:
NOCHE III
¡Negra noche sin luceros!
¡tarda noche de los fríos aguaceros!
en que llora la veleta
de pavores con la gama;
y en la fría plazoleta,
hay un monje que le llama;
hay un monje que me llama, aletargado,
a la bruna esquina junto;
hay un monje amoratado
cual difunto.
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Allí está ¡cuán tenebroso!
con el hielo y el horror de su figura;
me señala langoroso
con inmóvil risa obscura;
lenta, flava sombra vierte,
¡raro monje de la muerte,
que a mis horas ha venido!
Muda está mi fantasía
y en la extraña noche fría,
las profundas bocacalles se han dormido;
solo estoy, en compañía
del letal aparecido.
La llamada solo vibra, cadenciosa;
de rumores contenidos está llena
esta noche tenebrosa
de la tumba y de la pena;
esta noche como líbido sudario,
en que ríe de la muerte el solitario.
No despunta, retardada,
peregrina la vidente luz de amores,
y en el monte de negrura y de livores
está muerta mi alborada.
Llora, llora la veleta
con las lluvias, en concierto:
¡y se dobla, en la dormida plazoleta,
el llamar del monje muerto!
José Carlos Mariategui (2002), en Sus Siete Ensayos, explica que: “Con
Eguren aparece por primera vez en nuestra literatura la poesía de lo Maravilloso”
(pp.296). Basadre (2003) agrega, que es el inicio primero de un brote vital de corte
trágico. “No de lo trágico del suceso, de la peripecia: es lo trágico interior. En su
mundo encantado, poblado de múltiples seres solo por él vistos,...cabe hallar un
escalofrío cósmico. Poesía de visionario y de intuitivo que ha visto seres y cosas
que nadie vio jamás, representando lo que se halla en el fondo más íntimo de
todos” ( 2003. pp. 23)
El último grupo de poemas que Eguren recoge en “Rondinelas” regresa de
alguna manera, del mundo de las sombras. Se recupera de aquella crisis y ahora
sus formas poéticas se caracterizan por la claridad que presentan. En este
conjunto de poemas (1916 a 1929, de sus 42 a 55 años de edad) se aprecia una
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excelente elaboración y una fina síntesis en sus metáforas y en el trabajo ilimitado
de una estética que no deja de reelaborar. Aquí en especial el poema “Las Citas
Ciegas”, puede servir como referente para apreciar lo ominoso en su obra. Al final
se citará el poema “Caballito” para notar el contraste que hace con su poema “El
caballo “ de su época de “Sombra”, y “Las risas de ayer”.
Las Citas Ciegas
Del hondo pozo
lleno de sombra,
las Citas Ciegas
salen llorosas.
Con la ignotía,
con el marasmo
de sus perdidos
ojos sellados.
Son transparentes
cual las medusas
y fantasmales
como la luna.
Llevan al margen
desconocido,
las palideces
y el horror del sino.
De pozo triste
velan la noche,
mueven sus talles,
mueven sus hoces.
Fluyen los sueños
a las comarcas,
con sus distantes
pupilas blancas.
A las doncellas,
frágiles niñas,
en noche ardiente
llaman las Citas.
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Y en los brocales
del hondo abismo
las van cortando
como los lirios.
Luego de esta etapa poética que fue la última de Eguren, pasa a un
momento de producción de tipo ensayística, con un estilo de prosa poética que fue
llamada póstumamente “Motivos”. Aparentemente El poeta ya había elegido ese
nombre para esta última producción. Esto se da alrededor de 1930.
Según Silva Santisteban (1997),
“Sombra” es el más nocturno de sus
libros. Se desenvuelve en un espacio nebuloso donde viven seres evanescentes y
apariciones terroríficas. La capacidad de Eguren para poder poner en poesía sus
más intensas vivencias, sumado a su talento probablemente evitaron como diría
Freud que caiga en la locura. La siguiente cita expresa claramente lo expuesto:
“Si una persona que choca con la realidad posee un don artístico
(algo que todavía es para nosotros un misterio psicológico ), podrá
transformar sus fantasías en creaciones artísticas , en lugar de volverlas
síntomas . De esta forma puede escapar del destino sombrío de las
neurosis y, mas bien, reencontrar por esta vía su contacto con la realidad”
(S. Freud 1910, Conferencias de la Universidad de Clark)
Para Freud (1907) la fantasía enlaza de alguna manera una impresión
actual con algún deseo inconsciente. Como si regresivamente se fuese
recuperando el tiempo en el que dicho deseo si era realmente gratificado. Este
pasado es la materia prima del proceso creador. Todos tenemos esta capacidad,
pero los poetas, pintores, escultores, tienen el talento para poder trasponerla en
una creación estéticamente valiosa. El niño juega, el adulto ya casi no lo hace
pero tiene la capacidad de hacerlo a través de la ensoñación, además de la
palabra. Se podría decir que Eguren quedó enquistado en esa infancia y usó sus
dotes de adulto para poder expresar continuamente la riqueza de su mundo
interior, de su niñez, de sus juegos, evitando el dolor de la realidad. Según nos
dice Basadre (2002 pp. 26), la poesía de Eguren podía verse como infantil, pero
no con esa alegría vital que generalmente acompaña la infancia.
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En la poesía de Eguren, “Vivir no es sino mero preparativo de algo que
jamás se realiza”. (Emilio Armaza, 1959, p.18) . En esta misma línea refiere G.
Areta, que “La ilusión del presente visionario está ahogada por la incapacidad de
futuro, porque el tiempo poético de Eguren ha crecido extrañamente hacia atrás”
(pp.12)
Sábato (1997) explica con un lenguaje claro la forma en la que llega a
manejarse el poeta al crear. Y dice:
“El punto de partida del arte es el inconsciente, la noche. Pero el
artista vuelve siempre de la noche, de la locura , dominando sus monstruos
en la obra de arte . El loco va pero no vuelve. Tal vez por eso la sociedad
reverencia a los artistas secreta y hasta públicamente . De otra manera
resultaría raro e inexplicable. Los personajes de Shakespeare, es decir
Shakespeare, asesinan, traicionan, torturan, violan, se suicidan, se vuelven
locos . Por mucho menos que eso la sociedad lo metería en la cárcel o en el
manicomio. Pero le levanta monumentos. Raro ¿no? La única explicación
es que , aunque sea de modo consciente , intuye que ese criminal loco nos
preserva a todos del crimen y de la locura. En cuanto a los que no pueden
ser Shakespeare, sueñan de noche” (Diálogos Borges Sabato. P.167).
En la obra de Eguren la simbolización de la noche y la visión nocturna, es
un tema que se mantiene constante a lo largo de su producción que cada vez va
adquiriendo una mayor presencia a lo largo de su evolución poética. Esto se
relaciona directamente con una carga intensa de contenidos tanáticos, que de
manera ambivalente se mezclan con ensueños maravillosos. Eguren innova e
incorpora, como explica Estuardo Núñez (1964), en el motivo de la noche, el
elemento de misterio, fantasía y ensueño; y por otro lado la angustia y el pavor de
la muerte.
CUARTA NOCHE
Espera la noche, espera;
que obscura vendrá la noche:
y, con vagos sones lontanos,
oirás de la muerte el coche.
Por un camino de lágrimas,
por los verdosos malecones,
el coche de los difuntos
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ceñido irá de crespones.
Por la distante callejuela,
que de neblina azul se viste,
el coche helado de la muerte
pasará borroso y triste.
Por el jardín desvelado,
de turbio malecón distante,
llevará los muertos queridos
con celestía en el semblante.
A la floresta lejana
los llevará el nocturno coche,
para que hablen con los dulces
lirios de azulado broche.
¡Espera la noche, espera;
de los recuerdos la noche!
Didier Anzieu (1996 “Crear y destruir) habla de la omnipotencia narcisistica,
como un medio para controlar y moldear a voluntad las palabras, frases,
oraciones, personajes, espacios, escenarios, discursos, sentimientos imaginarios
etc. Agrega que un escritor se encuentra más a gusto con las palabras que con las
personas y los objetos en sí. Es decir su escaso contacto social el es costo de su
creación artística. Esto, porque de alguna manera inventa con su habilidad y
tenacidad un mundo propio, una historia, una sociedad entera; donde los lectores
compartirán también con él el placer de esta creación, que engancha con la propia
omnipotencia del observador o del lector.
El poder de escribir con talento libera de alguna manera una forma de ser,
que repara re-escenifica, simboliza y calma la angustia que deviene de lo ominoso
o de lo siniestro, de la vida y de la muerte. El poeta recoge de su medio, de sus
experiencias (como restos diurnos) el material que le sirve de vía para expresar el
alma de su obra poética. Son muchos los elementos que están imbricados están
este proceso. En este sentido Ángela Calvo (1997) en el prologo al libro de S.
Brainsky, “Psicoanálisis y creatividad, más allá del instinto de muerte”, sintetiza
este tema en el siguiente párrafo:
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“A la escucha de las múltiples voces del inconsciente, ligadas a los
restos diurnos de la vida consciente en el amplio corredor simbólico
preconsciente, nos reta el psicoanálisis a estar atentos; a la experiencia de
lo siniestro – la reaparición abrupta de lo vivido y su conflicto – puede
corresponder el deleite con las infinitas estrategias simbólicas , metáforas,
trasteos constantes del deseo innombrable e insaciable que van dando
cuerpo a distintas y cambiantes - por contingentes – formas de ser. Los dos
polos de esta cadena poética de significaciones y resignificaciones, de
ilusiones y desencantos...son la enfermedad y la creación; naturalmente
jamás se dan prístinas en una vida individual, son más bien las asíntotas de
la pulsión de muerte y del Eros que expresan los intentos relativamente
malogrados o exitosos de resolver el conflicto psíquico” (Ángela Calvo,
prologo a Brainsky, 1997,p.15).
A pesar que el tema de la muerte es uno de los temas mas elaborados en la
poesía de Eguren, no decae en la representación morbosa de los poetas
franceses de finales del XIX . Los muertos que presenta o representa Eguren en
sus poesías, no pasan por una materialidad, es decir no se descomponen o se
convierten en polvo, viven en un tiempo mítico como el caballo (en el poema El
Caballo que analizaremos más adelante) donde la muerte es una muerte casi
purificada y sacra. Hay un retorno del pasado donde el tiempo mítico se renueva ,
pero al mismo tiempo no pierde su función de pasado. Es como si se tratara de un
tiempo mágico y misterioso. Pensamiento mágico y animista típico de la época
infantil.
Xavier Abril (1970) estudioso de la obra de Eguren, refiere como el misterio
que se ve reflejado en su poética se vincula estrechamente con el manejo literario
del escritor Norte Americano nacido en Boston Edgar Allan Poe (1809 – 1849) .
Además refiere que el parecido era singular:
“... se parecía físicamente, a Poe. Mas de una nota del genial autor
de Leonore, vibra su acento desolado en los nocturnos de la canción de las
figuras. La huella de Poe se advierte en el tono patético, en el sostenido
andante de las notas sucesivas de Eguren. Algunas expresiones, incluso de
Noche I y de Noche II, pregonan la influencia del atormentado poeta del
norte. La magia de ciertas imágenes, el poder obsesivo de intensas
palabras, la sugestión de un ambiente tenebrosamente creado, traspasaron
la trémula sensibilidad de este simbolista del Sur. Determinados
vocablos...además de la atmósfera misma de misterio y de pavor, se
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encuentran en la nocturna poesía de Eguren” ( De noche I, Xavier Abril,
Pág. 59).
Parte de la poesía de Eguren muestra el miedo en diferentes intensidades,
principalmente frente al tema de la vida, de la existencia. El poeta siente un miedo
existencial e irracional como el de los niños. Emilio Amaza (1959), refiere que lo
único infantil en Eguren es su miedo. El cual vincula a “oscuros presagios, peligros
velados, acentos fatídicos, que son calados hasta la zona de su ominoso misterio”
(p.53) En esto se asemeja especialmente a Poe, quien según, Alicia Misrahi
(2002) refiere que:
“Edgar tenía miedo a la oscuridad y no podía dormir. En los últimos
años de su vida, Muddie agarraba su mano durante horas hasta que él se
dormía. A veces ella le creía dormido y se alejaba, entonces abría los ojos y
le rogaba: “Todavía no, Muddie, todavía no...” ( Poe pp 27)
Américo Ferrari (2002) al hablar de la poesía de Eguren refiere que sería más
adecuado decir que se trata de una poesía secreta, porque se empeña en revelar
un modo oculto, un mundo que cuando “más se manifiesta y se revela en el
verbo, más se oculta y cierra su secreto”. El modo interiorizante, esencial y
ambiguo de su palabra poética, tan plena de sugestiones y visiones sorpresivas
(que más que entregársela al lector, lo hieren, deslumbran e inquietan) ratifica su
absoluta modernidad como extraño y visionario poeta del Perú. Eguren maneja su
poesía, entonces, por medio de símbolos, personajes, la constante del miedo, del
misterio, la noche y la muerte.
Freud (1919) refiere expresamente que: “Lo ominoso del vivenciar se
produce cuando unos complejos infantiles reprimidos son reanudados por una
impresión, o, cuando parecen ser reafirmadas unas convicciones primitivas ya
superadas” (T. XVII pág. 248) .Esto sucede porque el adulto conserva intacta esta
parte infantil reprimida que no es controlada por el yo al engancharse con algo
externo o interno imaginado que abra las puertas al ello para conectarse con lo
mas terrible y angustioso del ser humano
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Existen muchas formas de alcanzar lo ominoso, sin embargo Freud en su
texto refiere que hay mayores probabilidades de generar efectos ominosos en una
persona por medio de la literatura o las imágenes, porque muchas de estas
situaciones no las encontramos en la vida real.
Holland (1964) refiere que dentro de una obra literaria, los personajes, la
musicalidad la poesía, o la prosa poética (el arte en general) son la referencia de
deseos parciales que en el escenario de la mente se conforman en una unidad. Es
como si en la mente del público o del lector, pasara por el proceso creador que
vivió el artista al configurar su obra. Esto se relaciona con los procesos primarios
infantiles porque nos permiten abstraernos de la realidad y entrar en ese otro
mundo donde la fantasía supera, como siempre, a la realidad.
El autor entonces, apela de alguna manera al caos infantil de los procesos
primarios del adulto y los terrores vinculados, para luego poder darles forma y
orden con el fin de calmar y de crear una estructura que pueda dominar esas
angustias básicas. Reordena y recompone una realidad manteniendo un “como sí”
que produce un sentido vivencial tangible . El adulto sabe que la vivencia no está
sucediendo, pero se permite soñar a que no está soñando, lo que moviliza
elementos arcaicos arraigados en los primeros momentos de la infancia o en el
intenso dinamismo pasional del pasaje edípico.
En base a esto Freud (1911) (los dos principios del acaecer psíquico (T. XII
pag.217) plantea que de una manera especial, se produce una reconciliación”
entre el principio de placer y el principio de realidad, entre el proceso primario y el
proceso secundario. Entre la satisfacción de deseos y la capacidad sublimatoria
como medio de expresión, Produciendo un placer integrador y catártico. Dice
literalmente (Freud 1908 el creador literario y el fantaseo, IX. 135). “...el goce
genérico de la obra poética proviene de las liberaciones de tensiones en el interior
de nuestra alma”. Esto nos permite disfrutar sin vergüenza o culpa, nuestros
deseos más íntimos, dándole a las a la propia fantasía.
Comprender un poema no se relaciona con el hallazgo de la palabra clave,
eso la quitaría la magia y el misterio es decir: lo mataría. Por ello tanto la poesía
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como el psicoanálisis se oponen al método analítico de la lingüística, ya que la
palabra en un poema como en un sueño “no quieren decir”, no obstante dicen en
lo no dicho. Las relaciones entre arte y psicoanálisis se enlazan y transitan por el
cauce de la ambigüedad. Tanto el trabajo del sueño, el trabajo del duelo, como el
de la creación, van precisamente entrelazados en este cauce y recorren por la
misma vía en un sentido o en otro con una lógica diferente a la que manejamos a
nivel consciente.
En el nivel de la fantasía la lógica es otra, y al enlazar una impresión actual
con un deseo inconsciente, es como si regresivamente se fuese recuperando el
tiempo en el que dicho deseo si era realmente gratificado. Este pasado como
materia prima sostenida de algún elemento de la realidad es lo que conocemos
como sueños diurnos o imaginación (Freud 1908 p.112). Todos tememos esta
capacidad pero en el caso específico de poetas o escritores ellos tienen el talento
para ponerlo en palabras. Además de un especial funcionamiento que les permite
transitar por el inconsciente y a manera de recolectores, tomar lo requieren para
su creación y tener la fuerza para retornar hacia una realidad consciente, donde
las capacidades personales o herramientas artísticas, es decir: el talento, les
permite moldear ese material presto a ser transformado. De alguna manera el
poeta se engancha con el lector de inconsciente a inconsciente, derivando en una
función catártica para el lector como lo fue para el escritor el momento de la
creación.
Eguren en su escritura y en su pintura, no es lógico ni racional, no se guía
por una estructura consciente o intelectual: se guía por el ensueño. El ensueño
que comanda y alumbra un lugar que se ofrece siempre misterioso, lúdico y
amplio. Un lugar en constante movimiento. Sus imágenes nos sorprenden, nos
encantan, nos aterran; nos hacen sentir vivos. Su obra, de manera constante,
denuncia un caos, que se ordena en motivaciones básicas, primarias, infantiles,
difusas,. Que luego se transmutan en figuras cantarinas, luces mortecinas,
candiles olvidados. En la niña-mujer, inocente y pura, que deslumbra con una
belleza hostil. Nos ofrece sus imágenes pero siempre veladas. Bajo un tul azulado
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que no permite ver del todo, que no permite que sea descubierto. Pero está ahí, se
intuye se sueña. Se disuelve en lo invisible de la muerte, sin el amparo de la luz o
de la oscuridad.
Sombra luminosa, silenciosa y exuberante. Añoranza eterna soledad que
acompaña. Hombre que camina la mañana hasta llegar la tarde. Que evita el
medio día, y que busca mostrarnos las cosas más allá de esa apariencia que
muchas veces creemos verdadera.
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