México y el nuevo orden mundial. El derrumbe de los viejos

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Luis Alfonso Gómez Arciniega
Ruprecht-Karls- Universität Heidelberg
Maestría en Ciencia Política y Filosofía
[email protected]
México y el nuevo orden mundial: el derrumbe de los paradigmas y el resistible
ascenso de los nuevos actores
La paulatina revelación de un nuevo rostro de la ciencia ocurre como desenlace ineludible de
accidentes encadenados. Thomas Kuhn agrupó el conjunto de verdades incuestionables inherentes a un
período histórico bajo el término general de paradigmas hegemónicos.1 Cuando crujen las vigas de la
historia, los “cambios de paradigmas” tocan la puerta. En ocasiones, estas revoluciones científicas han
estado vedadas por la falta de conocimiento; en otras, por estructuras de poder. Uno de los más claros
ejemplos de la resistencia de las estructuras hegemónicas se halla en la política internacional: el orden
mundial de raigambre europeo sigue teniendo validez, incluso cuando, desde hace algunas décadas, las
posibilidades reales de liderazgo se han visto mermadas. Aún cuando en el siglo
XX
los europeos se
inmolaron en un viaje al fin de la noche, Estados Unidos apuntaló el sistema con la forma más acabada
del liberalismo. Non plus ultra de las formas de gobierno, los demás países sólo tuvieron que adecuarse
(¿hubo otra opción?). Si se piensa que, como alguna vez dijera Mario Vargas Llosa, “la tendencia
europea a proyectar en América los sueños más delirantes de la ficción, la religión y la mitología, nace
con el descubrimiento de un continente en el que [...] Cristóbal Colón se empeñó en ver no lo que tenía
frente a sus ojos y bajo sus pies, sino a la India y a la China, al Asia de la seda y las especias que traía
en el deseo y la imaginación”, no resulta complicado descifrar que, entre otros países, México tendría
que ajustarse a una cartografía geopolítica proveniente de ultramar.2 Desde estas coordenadas y afanes
se configuraron la arquitectura financiera mundial y las instituciones multilaterales; las políticas de
combate al crimen organizado, el tráfico de sustancias ilícitas; o el entendimiento del fenómeno
migratorio y del cambio climático... Con la Guerra Fría como un referente cada vez más remoto, la
discusión en torno a la conformación de un sistema que, se supone, a largo plazo será multipolar, ha
adquirido pertinencia.
Todos los intentos de influir en la esfera internacional están condenados al fracaso mientras no
dirijan sus flechas a modificar la concepción actual de su funcionamiento. Inmerso en un sistema
internacional liberal donde las normas se dirimen por consenso, México puede echar mano de su
1
Véase Thomas S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, Chicago, The University of Chicago Press, 2ª ed., 1970.
Mario Vargas Llosa, “América Latina: unidad y dispersión”, en Ricardo Lagos (comp.), América Latina: ¿integración o fragmentación?,
Buenos Aires, Fundación Grupo Mayan/Edhasa, p. 572.
2
1
posición geográfica privilegiada o sus indicadores económicos para promover sus intereses. ¿Cómo
aprovechar la coyuntura? ¿De qué manera se construye la agenda internacional en tiempos revueltos?
De Viena a Crimea: la sinfonía de Metternich en tiempos del Maidán
Los paradigmas permiten localizar principios organizadores de la estabilidad global. Las más acabadas
manifestaciones del actual pueden rastrearse hasta el Congreso de Viena, donde las potencias europeas
resanaron el Antiguo Régimen de la mano de Metternich. Los principios de legitimidad, restauración y
equilibrio garantizaron la paz al continente durante casi un siglo hasta que Gavrilo Princip detonó las
ilusiones en Sarajevo. Le roi est mort, vive le roi: en el interludio bélico ocurrió un reacomodo del
sistema político. Estados Unidos empezó a dirigir la sinfonía. En Teherán, Yalta y Postdam, se repartió
el planeta con la Unión Soviética y la Realpolitik asignó a los demás países hemisferios ideológicos. En
lo esencial, los estadounidenses respetaron la partitura: si Reino Unido fue el cerbero del liberalismo en
el XIX, Estados Unidos lo fortalece con un barniz maniqueo según la cual las autocracias, el fascismo y
las potencias totalitarias acabaran derrotadas en última instancia por la democracia liberal. 3 Codo a
codo trabajan estadounidenses con exangües europeos forjando un orden internacional a su imagen y
semejanza. La “City Upon de Hill” del predicador puritano John Winthrop buscó imponer a los demás
sus preferencias políticas y morales con un equilibrio inspirado en premisas kantianas pero con un
marcado acento continental.4 En palabras de Alfonso Alfaro, “el pasado cultural de los Estados Unidos
es, sin interrupción ni fisura, el denso y larguísimo pasado cultural de la Europa protestante cuya única
etapa fundacional —la Reforma— le permite, desde su perspectiva, restaurar la continuidad de sus
imágenes identitarias hasta los veneros mismos de la tradición occidental en Atenas y Jerusalén”.5
Instituciones y arreglos políticos aparte, los europeos exportaron una Weltanschauung. Pieza de
un engranaje concebido del otro lado del Atlántico, el “Nuevo Mundo” nunca se concibió a sí mismo
como participante activo. Ciertamente, frente al poderío de las potencias europeas hubo poco que
hacer. No obstante, la instauración del orden actual tampoco hubiera sido posible únicamente mediante
el uso de la fuerza, pues aun los poderosos han requerido de cierto grado de legitimación para extender
su dominio.6 De ahí que Steven Lukes argumentara que “el poder es más efectivo cuando el poderoso
apunta a influir en las ‘percepciones, cogniciones y preferencias’, de tal forma que los dominados
3
G. John Ikenberry, Liberal Leviathan. The Origins, Crisis, and Transformation of the American World Order, Nueva Jersey, Princeton
University Press, 2011, p. 1.
4 Lorenzo Meyer, “La desvanecida ruta de la ambición nacional. La tensión histórica entre el proyecto nacional mexicano y su entorno
internacional”, en Manuel Ordorica y Jean François Prud´homme (coords.), Los grandes problemas de México, vol. XII: Relaciones
Internacionales, B. Torres y G. Vega (coords.), México, El Colegio de México, 2010, pp. 49-50.
5 Alfonso Alfaro, “Miradas de perfil. Encuentros y desencuentros culturales entre México y Estados Unidos”, en Pellicer, Olga y Rafael
Fernández de Castro (coords.), México y Estados Unidos; las rutas de la cooperación, México, ITAM/Instituto Matías Romero, 1998,
pp. 245-285.
6
Immanuel Wallerstein, European Universalism. The Rhetoric of Power, Nueva York, The New Press, 2006, p. 72.
2
acepten el orden existente”.7 No tendría nada de peculiar que los poderosos expandieran su forma de
concebir el mundo de no ser porque existe una brecha entre aspiraciones y posibilidades de los países
europeos.
De fugas y variaciones en el concierto internacional
Bajo la lógica aritmética hace tiempo que el mundo dejó de ser unipolar. En términos económicos,
Estados Unidos y la Eurozona juntos no representan más del 45% del
PIB
mundial.8Según las
proyecciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), para 2050 los poster
child del ascenso económico —Brasil, China e India— aportarán el 40% de la producción mundial,
superando la producción combinada proyectada del bloque actual del G-7.9 A esto se suma el
envejecimiento acelerado de su población: hoy en día, la proporción de personas con sesenta o más
años es de casi veintidós por ciento en la Unión Europea, Canadá y Estados Unidos.10 Por otro lado, el
adjetivo de superpotencia global fue endilgado Estados Unidos, en gran medida, por su músculo
militar: en 2009, casi el 47% del gasto global.11Empero, ni el fundamentalismo religioso, el terrorismo,
el crimen organizado, el calentamiento global o las epidemias sanitarias pueden combatirse sin tomar
en cuenta la posición de una multiplicidad de actores —incluso no estatales como mercados; medios de
comunicación; agencias calificadoras; personajes como Edward Snowden o Julian Assange; o
agrupaciones como Al Qaeda o Boro Hakam—. Nada de esto significa que el mundo asista al derrumbe
de Estados Unidos o, mucho menos, al ocaso del orden mundial liberal. Quizá la única certeza sea que
ni las potencias europeas son las mismas del Congreso de Viena, ni Estados Unidos el de Yalta. La
crisis financiera lesionó seriamente su credibilidad para continuar al timón del orden internacional y la
legitimidad de los paradigmas económicos que exportaron.12 En realidad, la tormenta económica fue el
corolario de la incapacidad para resolver entuertos de diversa índole como los truncos procesos de
state-building en coalición en Afganistán o de forma unilateral en Iraq. Por si se albergaran dudas al
7
Steven Lukes, Power: A Radical View, Baingstoke, Macmillan Education, 2005, p.11.
Barry Posen, “From unipolarity to multipolarity: transition in sight”, en G. John Ikenberry, et al, International Relations Theory and the
Consequences of Unipolarity, Cambridge, Cambridge University Press, 2011, p. 324.
9 PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano 2013– El ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso, Nueva York, PNUD,
2013, p. 12.
10 Jack A. Goldstone, “The New Population Bomb. The Four Megatrends That Will Change the World, Foreign Affairs, vol. 31, 2010, p.
34.
11 Graeme P. Herd, ¿Cuál será el orden mundial del siglo XXI? (trad. Virginia Aguirre), Revista Mexicana de Política Exterior, vol. 2012,
núm. 94, 2012, pp. 21-68.
12 Érika Ruiz Sandoval, “México y sus relaciones internacionales: ¿está desnudo el emperador?”, en Érika Ruiz Sandoval (ed.), México
2010. Hipotecando el futuro, México, Taurus, 2010, p. 165.
8
3
respecto, el desmembramiento de Ucrania terminó de desnudar sus carencias. No en vano, la
legitimidad es siempre un fenómeno social que nadie puede detentar en solitario.13
La polifonía que caracteriza el concierto internacional inspiró a Fareed Zakaria a acuñar el
concepto de “mundo pos estadounidense”, dejando claro que no significa la caída de ese país, sino, más
bien, el ascenso de aquello que los alemanes denominan Führungsmächte —curioso apelativo que
sintetiza, en dos actos la esencia del poder: Führung, victoria del liderazgo; Macht, triunfo de la
voluntad—.14 Que estos países se hallen en una posición cómoda para modificar el orden internacional
es algo inusual y, por eso, la identificación temprana de estas coyunturas abre ventanas de oportunidad
en la política exterior.
Un recorrido a vuela pluma por las distintas latitudes del planeta muestra cómo se empiezan a
cuestionar los paradigmas dominantes. Apenas es necesario señalar que los países asiáticos cuentan con
argumentos para hacerlo: el Estrecho de Malaca transporta casi la mitad del comercio mundial, las
bolsas de valores representaron 32% de la capitalización de todos los mercados del mundo y la
participación asiática en la economía mundial ascendió de siete en 1978 a veintiún por ciento en 2008
(medida en términos de paridad de poder de compra).15 Érika Ruiz piensa que “de la misma forma en
que Europa exportó su propio sistema de relaciones internacionales entre Estados al resto del mundo,
parece que ahora toca a los asiáticos reconfigurar el sistema internacional”.16 Nada habrá preparado a
Occidente para este cambio, pues, entre otras cosas, fenómenos como el Renacimiento o la Ilustración
difícilmente encuentran paralelos. Primeros desencuentros: frente al rostro descarnado del
antropocentrismo y la sociedad de consumo administrada, la apuesta asiática es por la comunidad. No
es casualidad que los expertos en la región hablen de la influencia del pensamiento confuciano en
sistemas políticos tan disímiles como el chino, norcoreano o singapurense. La ordenación de las
relaciones sociales mediante “tres virtudes” y “cinco relaciones primordiales” es fundamento y
aglutinante del paternalismo, la piedad filial, la política de consenso guiada por el Estado y el gobierno
autocrático; en suma, como diría Mansourov “gobiernos de hombres, no de leyes”.17Radiaciones de
magnetismo por sus éxitos económicos, aunque China se lleve los reflectores, otros países tampoco
Martha Finnemore, “Legitimacy, hypocrisy, and the social structure of unipolarity: why being a unipole isn’t all it’s cracked up to be”,
en G. John Ikenberry, et al., International Relations Theory and the Consequences of Unipolarity, Cambridge, Cambridge University
Press, 2011, p. 71.
14 Jörg Husar y Günther Maihold, “Einführung: Neue Führungsmächte- Forschungsansätze und Handlngsfelder“, en Jörg Husar, et al.
(comp.), Neue Führungsmächte: Partner deutscher Aussenpolitik?, Internationale Politik und Sicherheit, vol. 62, Baden-Baden, Nomos,
2009, p. 11. Véase Fareed Zakaria, Der Aufstieg der Anderen. Das postamerikanische Zeitalter (trad. T. Schmidt), Bonn, Bundeszentrale
für politische Bildung, 2009.
15 Graeme P. Herd, op. cit., pp. 34; Jorge Alberto Lozoya, “Prólogo”, Érika Ruiz Sandoval (ed.), México 2010. Hipotecando el futuro,
México, Taurus, 2010, p. 13.
16 Érika Ruiz Sandoval, op. cit., p. 169.
17
Alexandre Y. Mansourov, “Emergence of the Second Republic: The Kim Regime Adapts to the Challenge of Modernity”, en Whan
Kihl Young und Hong Nack Kim (eds.), North Korea. The Politics of Regime Survival. Nueva York, M.E. Sharpe, p. 40.
13
4
desmerecen. Singapur ha echado por tierra la convicción de que una democracia, por defectuosa que
sea, siempre reporta mejor en indicadores sociales que los sistemas autocráticos.18 Prueba de ello es su
éxito categórico en los recientes informes PISA donde apenas Finlandia aguanta su ritmo descollante.19
Aún cuando, desde la perspectiva occidental, las políticas de seguridad sean cuestionables por sus
métodos, no deja de llamar la atención el “modelo Singapur” y nadie podría regatear el éxito de su
integración multiétnica, uno que ya quisieran varios países europeos o Estados Unidos mismo. Sobra
decir que buena parte de estas conquistas se han logrado con valores propios, sin necesidad de importar
recetas del exterior. 20
Por geografía y cultura, acaso sea Brasil el referente más cercano para México. Además de
desplegar su hegemonía en la región, ha hecho intentos por modificar los paradigmas europeos o
estadounidenses en la esfera internacional. Ejemplo de ello es la creación de un grupo con India y
Sudáfrica (IBSA) para reorientar la arquitectura financiera internacional hacia las necesidades de la
población más empobrecida y revalorar el índice Gini como indicador de éxito en lugar del
PIB;
la
defensa apasionada del ex presidente Lula del combate del hambre en la Cumbre del G-8 en Evian; y el
combate por la democratización del Internet, ahora prácticamente monopolizado por Estados Unidos.
Por la misma vena, países como Irán o Rusia están dispuestos a llevar sus valores al foro internacional,
pues sus instituciones funcionan de forma muy diferente y sus ciudadanos son susceptibles a otros
valores. De la mano de Putin, Rusia frenó en seco el avance de la
OTAN,
desmembrado a Georgia,
atrayendo a Armenia a su órbita geopolítica, reteniendo a Crimea y humillando a Occidente en la crisis
ucraniana.21 La suerte no está echada: el “oso ruso tiene nuevas garras”.
Nuevos alcances de la política exterior mexicana
Cualquier estrategia de gran calado debe responder tres preguntas: ¿cuáles son los intereses nacionales?
¿Qué fuerzas exteriores los amenazan? ¿Qué puede hacer el liderazgo nacional para salvaguardarlos? 22
Los valores de la política exterior mexicana están consagrados en el artículo 89 de la Constitución. El
secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade, reconoció la importancia del nuevo escenario
internacional cuando afirmaba que, en un mundo globalizado e interconectado, México pertenece al
Caribe, América Central, Norteamérica, Latinoamérica, Asia-Pacífico y Europa y en todos esos
18
Véase Morton Halperin et al., The Democracy Advantage, Revisited Edition. How Democracy promotes Prosperity and Peace, London,
Routledge, 2010.
19 OECD, PISA 2009 assessment framework. Key competencies in reading, mathematics and science, Paris, OECD, 2010.
20 Andrés Martinez, Is Singapore the Perfect Country for Our Times?, The World Post, 23 de mayo de 2014,
http://www.huffingtonpost.com/andras-martinez/singapore globalization_b_5376428.html?ncid=fcbklnkushpmg00000014.
21 Walter Russell Mead, “The Return of Geopolitics. The Revenge of the Revisionist Powers”, Foreign Affairs, 17 de abril de 2014,
http://www.foreignaffairs.com/articles/141211/walter-russell-mead/the-return-of-geopolitics.
22 Wang Jisi, “China's Search for a Grand Strategy. A Rising Great Power Finds Its Way”, Foreign Affairs, vol. 90, 2011, p. 68.
5
ámbitos geográficos hay intereses de por medio.23 México ha sufrido también grandes
transformaciones. Cuando, a finales de los años setenta, Mario Ojeda escribió su iluminador trabajo
Alcances y límites de la política exterior…, se trataba de un país de cincuenta millones de habitantes;
cuyas exportaciones de bienes y servicios no pasaban del diez por ciento del
PIB
y con una crisis de la
estrategia de desarrollo en ciernes.24 Hoy, la población ha duplicado su tamaño, las exportaciones
sobrepasan el 30% y, de ser un país prácticamente cerrado al exterior, pasó a tejer una telaraña de
tratados de libre comercio con 45 países, amén de contarse entre las quince economías más grandes del
orbe por tamaño de su PIB y de pertenecer a un nutrido grupo de organismos internacionales.25 Estados
Unidos sigue condicionando la actuación internacional mexicana, pero los paradigmas de la Guerra
Fría se han desvanecido y México ha institucionalizado mecanismos de cooperación que han
salvaguardado la integridad territorial (temas capitales durante los siglos
XIX
y
XX).
Precisamente
debido a la complicada relación con Washington, el país está obligado a optar por ser una potencia
global, pues cualquier esfuerzo de liderazgo regional queda, cuando menos, pospuesta frente a la
abrumadora influencia del vecino del Norte. Con las mutaciones del escenario internacional y la salida
de los neoconservadores del poder, la atmósfera es propicia para transitar a la actitud proactiva
evitando naufragar por los derroteros del pasado cercano…
Una nueva partitura
En el crimen organizado, por ejemplo, la posición que debería adoptar México contraviene las
convicciones de las potencias europeas y, sobre todo, las estadounidenses. Mientras que los segundos
se han empeñado, con sus estrategias militares, en resucitar los fantasmas de Vietnam o Afganistán,
pareciera que los primeros necesitaran con urgencia cuasi-ontológica seguir concibiendo a México o
Colombia como paraísos de drogas, crimen organizado y violencia endémica. Afán por adecuar la
realidad a los prejuicios, Fernando Escalante ha denunciado la grosera forma con la que supuestos
“mexicanólogos” vinculan al país con criminalidad careciendo de datos empíricos.26 Este rubro es un
claro indicador de paradigmas en crisis que se han exportado con magros resultados y que México
tendría que cuestionar con más vehemencia, vistos los resultados que la población ha resentido en carne
propia.
José Antonio Meade Kuribreña, “Mexico’s Positioning as a Responsible Regional & Global Player”, Keynote Session: Mexico as a
Global Player, Foreign Affairs, Nueva York, 15 de mayo de 2014, http://www.foreignaffairs.com/about-us/sponsors/mexico-as-a-globalplayer-transcripts#KS.
24 Mario Ojeda, Alcances y límites de la política exterior, México, El Colegio de México, 2ª ed., 2011, pp. 139-167 y 203-258.
25 Banco Mundial, The Little Data Book, Washington, The World Bank, 2014; Mario Ojeda Gómez, “México y el conjunto de países
llamado BRIC (Brasil, Rusia, India y China), Foro Internacional, vol. 50, núm. 200, 2010, pp. 350-384.
26 Fernando Escalante, El crimen como realidad y representación (presentación del libro), 29 de enero de 2013, Colegio de Sonora.
23
6
Otro paradigma en franco deterioro es el combate al consumo y tráfico de drogas y
estupefacientes. Desde la Comisión sobre el Opio de 1909 y después de más de medio siglo de sostener
una lucha frontal contra el consumo de drogas, el problema no sólo no ha disminuido, sino aumentado.
Aunque el corte colonialista de las políticas antidroga impide cuestionamientos al discurso
hegemónico, incluso el Informe mundial sobre las drogas de la Oficina contra la Droga y el Delito de la
Organización de las Naciones Unidas (UNODC) reconoce el aumento: en 2011 entre 167 y 315 millones
de personas en el mundo habían consumido alguna sustancia ilícita en años previos al estudio
señalado.27 Los esfuerzos de la diplomacia mexicana tienen que orientarse a la sustitución del
paradigma del control de la oferta mediante instrumentos policiacos y represivos por uno de control de
la demanda otorgando prioridad a la salud y el bienestar social. Contradicciones: europeos y
estadounidenses lideran el consumo de mariguana, cocaína o heroína; en México, Colombia o
Afganistán se queman los plantíos. En Estados Unidos, la mariguana se legaliza en Washington y
Colorado y produce millonarios como Paul Stanford; en México, muertos, capos, “halcones” o
narcomenudistas. Estados Unidos esgrime argumentos morales para controlar el tráfico de sustancias
ilícitas, pero acude al libre mercado para reivindicar el flujo de armas pequeñas y ligeras. En este
sentido, la posición de Uruguay y la conformación de la Comisión Global de Políticas de Drogas con
ex mandatarios de la región han contribuido a ahondar las grietas del paradigma.
Otro tanto puede decirse de las dificultades en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas,
donde se ha hecho evidente el profundo desajuste entre un marco multilateral creado en otras
circunstancias y los desafíos vigentes. En realidad, la posición de los miembros permanentes más
interesados en preservar sus privilegios han obstaculizado incluso logros modestos. México deberá
continuar participando activamente en este proceso de reformas, sobre la base de su peso en América
Latina y su condición de contribuyente de la
ONU.
En la integración regional, antes que importar
modelos del exterior, valdría la pena explorar los alcances de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeño (CELAC) o de la Alianza del Pacífico, sobre todo pensando en la serie de
situaciones problemáticas que “hermanan” a los países latinoamericanos: integración de pueblos
indígenas, combate a la desigualdad, pobreza extrema y violencia. En el medio ambiente, la posición
europea y Estados Unidos, aunque, en la práctica divergente, en el fondo se deja seducir por la
convicción de penalizar a los países que deseen industrializarse actualmente. Prescindiendo de esta
situación, México debe buscar proteger sus recursos naturales y abandonar el pragmatismo en las
27
UNODC, World Drug Report 2013, Viena, United Nations Publication, 2013, p.1.
7
inversiones de una élite educada en las “fuentes neoliberales del economicismo estadounidense que hoy
muestra sus insuficiencias”.28
Alfonso Reyes albergaba grandes esperanzas en la diplomacia cultural mexicana: “la
propaganda cultural y espiritual (nunca la intromisión en la política interna ni la inoportuna prédica
sectaria) que hoy se exige de nuestra representación diplomática le dará a ésta un sitio único, que se
hará sentir en el mundo como valor positivo”.29 Con la ventaja comparativa del número de
hispanohablantes en el mundo, ya sea a título particular o mediante la conformación de un bloque de
potencias culturales en el que podrían estar China, India o Perú, valdría la pena hacer frente al
paradigma reinante según el cual las auténticas manifestaciones de alta cultura provienen de Europa o
Estados Unidos, relegando al limbo de lo folclórico lo que sucede en países latinoamericanos. El
discurso hegemónico explica cómo Italia, con sus graves problemas de corrupción y violencia, seduce
al mundo con los pasillos recoletos de la Galería Uffizi, la sensualidad de los cuerpos en las pasarelas
de Milán o la cautivadora belleza del mundo fellinesco o cómo Francia ha sido exitosa en la promoción
de su historia nacional como culture genérale.30 La agenda mexicana para el nuevo orden mundial no
se agota con estos apartados y faltaría por hacer una evaluación sobre qué tiene que decir México en
cuestiones como la arquitectura financiera internacional, la desigualdad, el combate al hambre o el
fenómeno migratorio.
Consideraciones finales
Seguir explorando paradigmas anacrónicos es un despropósito que incluso atenta contra los intereses
mexicanos. Por esta razón, la política exterior debe participar activamente en el diseño de la
arquitectura que regulará las relaciones internacionales en el siglo
XXI.
Las miras de la Secretaría de
Relaciones Exteriores tendrán que ensancharse para nutrirse de una visión geocentrista que contrarreste
el eurocentrismo. En realidad, México ya ha confrontado paradigmas hegemónicos que ha considerado
que atentaban contra el interés nacional. La nota de protesta que México presentó en la maltrecha Liga
de las Naciones contra el Anschluss fue un intento por evitar que una regulación geopolítica se
extendiera como norma entre las potencias y que Estados Unidos recurriera a Alfred Mahan para
reproducir lo que Italia hizo en Abisinia o Alemania en Austria. La hora ya ha madurado sus racimos y
son tiempos de que se lleve a cabo una reestructuración de la política exterior mexicana acorde a sus
capacidades y recursos, tal y como han buscado hacerlo países como China, Rusia o Brasil. Para esto,
28
J. A. Lozoya, op. cit., p. 16.
Alfonso Reyes, Relaciones Internacionales, México, Fondo de Cultura Económica/ITESM, 2010, p. 110.
30 Rafael de Tovar y de Teresa, “México y la proyección de una imagen en el exterior por medio de la cultura”, Revista Mexicana de
Política Exterior, núm. 96, 2012, p. 198 (entrevista).
29
8
el proyecto nacional debe partir de una lectura realista del nuevo escenario internacional para
cuestionar paradigmas que ya no reflejan la distribución del poder actual. Thomas Kuhn pensaba que el
científico se volvía tal cuando dejaba de ver en una imagen de cámara de burbujas líneas irregulares y
difusas y comenzaba a divisar colisiones de partículas. Del mismo modo, el ascenso de México como
actor global se cristalizará cuando las energías se orienten a plantear los problemas actuales de forma
distinta y no se limiten a reproducir paradigmas provenientes de Estados Unidos o Europa.
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