A ñ o 1 - Nº 6 Diciembre / Enero 2010 Distribución G r a t u i t a Con este Número: Esquilador (2da.parte) de Donald Borsella pág. 18 Hotel El Mirador ilustración de Pablo Bernasconi Historias de Nuestra Historia Queridos amigos: Como no podía ser de otra manera llegaron las fiestas y quienes hacemos Revista TODO tenemos mucho que celebrar. Con este sexto número cumplimos un año dándonos el enorme gusto de compartir con ustedes lecturas históricas, científicas, literarias y expresiones artísticas y culturales, cumpliendo de este modo nuestro principal objetivo: aportar al conocimiento de nuestra región y su cultura y a la reflexión compartida sobre nuestro destino en común. Por eso queremos agradecer especialmente a los autores de los contenidos publicados y a los artistas que engalanaron nuestra revista con sus creaciones, ya que sin su generosa contribución no hubiéramos podido lograr lo que nos habíamos propuesto. El otro agradecimiento especial es para ustedes amigos lectores, por todas las palabras de afecto y de reconocimiento que -personalmente o por escrito- nos alientan constantemente a seguir adelante con nuestro trabajo. Alzamos la copa entonces para despedir este año del bicentenario de la patria, del trigésimo aniversario de Supermercados TODO y del primer año de nuestra revista, deseándoles a todos unas felices fiestas y un año nuevo próspero y venturoso. ¡Hasta la próxima! Pág. 2 Clemente Onelli, una personalidad para recordar. (primera parte) Por Ricardo Vallmitjana Pág. 6 Salud, Ciencia y Conciencia Frutos de la Patagonia para la Salud Por Sara Itkin El Fogón del Encuentro Pág. 9 A la vera del fogón: Pablo Bernasconi Por Sebastián Carapezza Arte y Oficio Pág. 14 Pablo Bernasconi / San Carlos de Bariloche Páginas Patagónicas Pág. 18 Esquilador (segunda parte) Por Donald Borsella Pág. 25 De la Tierra a la Luna 4 poemas de Mansilla Graciela Cros / San Carlos de Bariloche Hombres y Mujeres de mi Tierra Pág.29 La muerte del caballero del Nahuel Huapi Por Laura Méndez y Víctor Díaz Dirección General: Roberto Gilio Dirección Editorial: Sebastián Di Silvestro Dirección Comercial: Irene Peralta Escriben en este número: Ricardo Vallmitjana, Sara Itkin, Sebastián Carapezza, Donald Borsella, Graciela Cros, Sebastián Di Silvestro, Laura Méndez, Víctor Díaz, Pablo Bernasconi y Cholo Pereira. Colaboraron con este número: Laura Méndez, Valeria Silva, Karina Laguzzi, Adrián Pacheco, Hernán Morfese, Pablo Zermoglio, Stephanie Zanovello, Juan Carlos Moisés, Alfredo Chino Leiva, Graciela Cros y Pablo Bernasconi. Humor Gráfico: Gabino Tapia Redacción y Corrección: Raúl Catalá Producción Editorial: EDICIONES PATAGONIA ESCRITA Diseño y Diagramación: SERCREATIVO / J.Gofin - M.Sánchez Impresión: IMPRENTA 2.0 Director Propietario: Roberto Juan Gilio Dirección: Luis Piedrabuena 5152 – Bariloche – Río Negro Registro de la propiedad intelectual Nº 864756 Todos los Chicos Pág. 34 Juegos, curiosidades y cuentos para pensar… Fanático Catódico Por Pablo Bernasconi Costumbres del Sabor y del Saber Pág. 37 Panes dulces bien caseritos Por Cholo Pereira Cartas de Papel Humor con Gabino Tapia Pág. 39 2 Clemente Onelli, una personalidad para recordar. (primera parte) Un busto recuerda su figura en un parque de Buenos Aires; una montaña, un ventisquero, un pueblo y algunas calles patagónicas recuerdan su nombre; y don Ricardo Vallmitjana nos pinta su estampa. Por Ricardo Vallmitjana Don Clemente Onelli Un emotivo busto en bronce recuerda su figura en un parque de Buenos Aires. Además una montaña, un ventisquero patagónico, un paraje de la línea sur rionegrina y una calle muy populosa de San Carlos de Bariloche recuerdan su nombre. Este italiano hijo de un reconocido abogado del foro romano y nieto del conde Guido Onelli -que en sus tiempos había sido un alto funcionario pontificio- apenas llegó a América se dirigió al Museo de La Plata y preguntó por su director: el Dr. Francisco Pascasio Moreno. Al encontrarlo se adelantó, estrechó su mano y se presentó diciendo: Clemente Onelli, licenciado en Ciencias Naturales de la Universidad de Roma. La alocución de aquel joven de 25 años debe haber resultado convincente, ya que fue contratado y de inmediato emprendió una amplia gira por la Patagonia durante aquella temporada de 1889, con la premisa de reunir materiales para las colecciones del Museo. Viajó hasta Punta Arenas y una vez en el extremo continental de la Patagonia contrató un baqueano, que resultó ser Mounsier Poivre, un francés aventurero conocedor de enormes extensio- nes de territorio y sobre todo de la gente que lo habitaba, algo que Onelli estimó mucho y que le permitió consustanciarse totalmente con las necesidades y los sentimientos patagónicos. El guía en otros tiempos había formado parte del séquito de Antoine Orellie, aquel pretendido Rey de Araucaria y Patagonia. “Aprendí el Araucano y el Tehuelche antes que el idioma español” -diría Onelli más tarde-. Desde el Museo de La Plata fue corresponsal de varios diarios extranjeros que publicaban sus notas y relatos sobre la fauna, la flora y la vida en la Patagonia. También se desempeñó como corresponsal periodista del Ferrocarril Sud conviviendo con los ingenieros que trabajaban en el tendido de rieles desde Bahía Blanca a Neuquén. Con los estudios y conocimientos adquiridos Clemente Onelli logró crear a nivel oficial una Oficina de Química Agrícola en Buenos Aires, desde la que difundía las “modernas” técnicas agropecuarias y la naturaleza de los suelos de Onelli caracterizado de tehuelche en 1904 3 Clemente Onelli en primer plano a la derecha estos territorios aún vírgenes. Pero un cambio de gobierno lo dejó sin trabajo y ahí fue cuando se le ocurrió iniciar una quimérica explotación aurífera en las proximidades del Lago Argentino. Así lo comenta: “Remonté con sirga de caballo el Río Santa Cruz hasta el Lago Argentino, pues llevaba muchos pertrechos imposibles de llevar en carga; y llevaba también un enorme perro danés, porque yo admiraba mucho al explorador D´Annunzio, a quién había visto en Villa Borghese siempre acompañado de uno de estos mastines... regresé con un frasquito con 14 gramos de oro en polvo que vendí el mismo día de regreso en una joyería del centro...” Personalidad curiosa la del naturalista: En las fotos de su primer viaje aparece vestido a la usanza indígena y cuando fue a buscar oro lucía un perfecto atuendo de explorador con casco de corcho e iba acompañado de su enorme perro. En realidad Onelli se sostenía mínimamente con la humilde labor de redactor en El Diario donde publicaba sus notas sobre la naturaleza y la problemática patagónica, “metiendo la cuchara” -como él mismo dejó escrito- en las cuestiones de frontera que debían definirse en un futuro inmediato, haciendo gala de sus profundos conocimientos, con su clásico estilo pintoresco y solidario. Cuando Moreno fue nombrado Perito en Límites recordó a este entusiasta colaborador y lo nombró secretario de la Comisión Argentina de Limites. Con gran disposición Onelli se desempeñó tanto en labores diplomáticas como en los trabajos de campo, coordinando y haciendo de mensajero entre las distintas subcomisiones que exploraban la cordillera, en tiempos en que las comunicaciones a distancia se limitaban a una densa columna de humo y los trayectos entre campamentos se medían en días a caballo. Nos dejó hermosos relatos de aquellos tiempos en que se trasladaba de un punto a otro cruzando el desierto patagónico. Recuerdos muy emotivos, a veces novelados y otras extremadamente precisos en sus observaciones. Hastiado en soledad hablaba con sus caballos... y ellos le respondían, manteniendo diálogos profundos y esclarecedores en temas inherentes a sus necesidades y las de la Patagonia. En uno de sus relatos cuenta de un romance -un romance arisco- de un gringo tropero con una “indiecita” protegida del cacique. Describe con todo detalle cada mirada y estrategia de acercamiento, la insistencia del varón en un ambiente ciertamente peligroso bajo la amenaza indudable de los celos que podrían enfurecer al cacique con temibles consecuencias, los fugaces encuentros a escondidas, el romántico pudor de la dama y su consentimiento final. Una preciosa y detallada historia de amor con final feliz. Solo que al concluir la lectura del capítulo, el lector se entera que el gringo tropero no era otro que su perro danés y la tímida damita una perrita blanca, mascota preferida del cacique Quilchamal. Así era el licenciado en ciencias naturales, en su mente muchas veces veía a los animales como personas y a las personas como animales. Hay un párrafo sobre un hombre que circunstancialmente fue su guía que da una muestra clara de su escritura siempre amena, se trataba de un soldado que en realidad era presidiario convicto por delitos varios. Onelli lo dice así: “...Durante el regreso a San Martín de Los Andes había cobrado verdadero cariño al sumiso y bondadoso asesino que me acompañaba, e iba averiguando de que manera podía recompensar sus servicios... le había visto calzadas un par de botas muy deterioradas, y me había dicho que su pena era no poder satisfacer su deuda con una de las lavanderas del regimiento, que imaginaba sin temor a equivocarme, era uno de aquellos pergaminos arrugados vistos en San Martín, que porfían pertenecer al bello sexo y cuya clasificación en la fauna se ha Clemente Onelli en Lago Argentino 4 Onelli y sus compañeros de la Comisión de Límites perdido a fuerza de cruzas extrañas y desconocidas... Al llegar al cuartel no quiso aceptar las botas que le ofrecí, pues me dijo que tenía otras; se decidió por aceptar los cinco pesos para el pago de su lavandera. Pero habiendo ésta condonado cincuenta centavos de la deuda fueron naturalmente convertidos en alcohol, que por la poca cantidad le fueron suficiente tan solo para recibir cincuenta azotes, los cuales indirectamente fueron causa de mi cariño...” Onelli no solo compartió los trabajos más duros de la exploración, sino que por su capacidad y conocimientos fue nombrado acompañante del árbitro enviado por la corona británica para definir los puntos en conflicto de la cuestión limítrofe, delicada actividad en la que él se auto define como “el corre, ve y dile de Holdich”. Las memorias de este período fueron publicadas en la obra Trepando los Andes -editada en 1904- donde describe en su estilo tan colorido como ameno y aparentemente informal el resultado de sus observaciones y trabajos. De Nahuel Huapi dice: “Este Lago, el Rey de los Lagos del Mundo no se describe: Se admira en silencio y después, en las largas noches de invierno rodeados por hijos y nietos se dicen sus maravillas, como en cuentos de hadas...” Y navegando desde Puerto Blest: “Visitamos Puerto Moreno y llegamos al fin a San Carlos de Nahuel Huapi, donde la casa Hube Achelis ha iniciado l a civilización de este lago poco conocido con chalets, molinos, casas, caminos, muelles y el vapor mismo en que navego, y todo esto a pesar de los tropiezos inherentes al desierto y que aumentaron los malévolos informes de los haraganes de la comarca, que comunicaban al gobierno el inmenso daño que hacen estos esforzados ocupando algunas hectáreas de tierra con sus huertas y edificios...” Desde San Carlos continúa el viaje cabalgando por lo del vecino Tauscheck: “...Caminito de la costa, perdido entre el follaje y las flores de esa corni-che andina, me dirigí hacia el desagüe del lago, la boca del Río Limay. Me detuve en el camino admirando los trigales, los tomates y los melones de un colono alemán e hice resollar mi caballo a la sombra de un manzano silvestre cuyas frutas eran todavía muy agrias, y me desquité picoteando las perfumadas frutillas...” En su paso por Bariloche se encontró con un compatriota, el pionero Primo Capraro, con quien compartió algunos momentos en los que no sería de dudar que hubiesen entonado en dúo y a toda voz algunos trozos de las canciones inmortales de la vieja Italia. Lo que es indudable es que cimentaron una amistad duradera, a tal punto que cuando Capraro viajó a Buenos Aires para casarse le pidió a Clemente Onelli que aceptara ser su testigo de bodas, a lo que éste accedió honrado, en compañía de Carlos Spegazini. Cuando concluyeron los trabajos de límites Onelli fue nombrado director del Zoológico de Buenos Aires, una actividad acertada para su espíritu inquieto y comunicativo. Por su gestión se recibían continuamente animales nuevos y exóticos, enviaba guanacos, ñandúes y peludos a otros continentes a cambio de otros desconocidos en Argentina, y publicaba una revista que tituló Aguafuertes del Jardín Zoológico, donde entre las noticias del mundo científico cada animal se presentaba ante la sociedad escribiendo de sus cualidades y dando sus pareceres. Quedan mil anécdotas del ingenio de Onelli. Una situación inesperada se produjo cuando llegó al puerto de Buenos Aires una jirafa. No encontraban vehículo apropiado para trasladar al animal hasta su nuevo hogar. Onelli recorrió los corralones sin hallar solución. Resolvió entonces trasladarla caminando desde el puerto hasta el Zoológico. Le colocó al animal collares con traíllas en el cuello y las patas. Con la ayuda de colaboradores la jirafa paseó por las calles de Buenos Aires provocando asombro entre los pasantes y gran alarma en la población canina, y ni hablar del entorpecimiento del tránsito. El hecho resultó de gran impacto publicitario. Onelli en el Zoológico de Buenos Aires 5 De tal magnitud que la gente se volcó masivamente al Zoológico para conocer al nuevo habitante. A Onelli le agradaba que los niños visitaran el predio. Cuando veía un grupito siempre se acercaba para acompañarlos y comentar aspectos de la vida animal, creándoles aventuras y viajes imaginarios. En 1909 instaló un pequeño tren -con vías y todo- con el que recorría el jardín haciendo el mismo de guía y maestro de los pequeños visitantes. Y así jugando un día se le ocurrió decir que el surtidor de agua donde los visitantes calmaban la sed era nada menos que la Fuente de Juvencia. Así fue que los chicos, precedidos por Onelli, formaron una fila para tomar unos sorbos del agua milagrosa. Fue algo que trascendió, y muy pronto chicos, no tan chicos y hasta ancianos formaron largas colas para abrevar en la fuente señalada. La Adquiera las publicaciones “Historias de mi pueblo” de Ricardo Vallmitjana en Av. Mitre 299 San Carlos de Bariloche prensa intervino con sensacionalismo y Onelli debió explicar públicamente que la situación se originó en un mundo imaginario, creado para motivar a los niños. Y en 1911 encaró la puesta en marcha del Establecimiento Avícola Municipal, dicho en otras palabras: El Gallinero del Pueblo. Al cabo de un año había vendido 30.000 huevos para sostenerlo y donado otros 100.000 a los hospitales capitalinos. Y luego lo intentó con cabras, que se ordeñaban para donar leche y fabricar quesos. Inquieto, extrovertido, culto, multifacético y solidario, así era don Clemente Onelli. (continuará) 6 Frutos de la Patagonia para la Salud Por Sara Itkin, Médica Generalista y Naturista Llegó el tiempo estival y en la patagonia la madre naturaleza nos ofrece deliciosos manjares: sabrosas frutas que además de alimentarnos nos brindan salud. Frutillas El tiempo estival nos regala un paisaje único: la Madre Naturaleza dándonos a conocer sus frutos. Plantas y árboles patagónicos exuberantes de colores, texturas, formas, aromas y sabores fructifican al alcance de nuestras manos. Verano, temporada de frutas, entre ellas la frutilla. Su nombre en latín (fragaria) hace referencia a su indescriptible y cautivante aroma. Las silvestres son nativas de los bosques patagónicos (fragaria chiloensis) y las de cultivo se originaron del cruzamiento de éstas y de las nativas de Norteamérica (fragaria virginiana) con las silvestres europeas (fragaria vesca). Las frutillas poseen una notable riqueza en minerales como hierro, calcio, silicio, boro, potasio, manganeso, cobre y fósforo, por eso son indicadas en curas de desintoxicación y remineralización. Ayudan a mejorar anemias y estados de fatiga y como facilitan la eliminación de sustancias de deshecho del organismo, se aconseja especialmente consumir en abundancia a personas obesas y a quienes padecen hiperuricemia y gota: estados originados por la acumulación de ácido úrico en la sangre que llevan a producir inflamación y daño articular. Hechas puré y aplicadas como mascarilla facial, gracias al bromo que contiene, esta delicia natural nos ayuda a disminuir las arrugas y embellecer el cutis. Y es muy buena fuente de vitamina C, K y ácido fólico -o vitamina B9- además de aportarnos cantidad de biosustancias entre ellas los pigmentos, mucílagos y flavonoides que tienen acción antioxidante y anticancerígena. Las frutillas son ricas en salicilatos: ácidos orgánicos con acción antiinflamatoria que alivian estados reumáticos. Sus hojas -donde abundan taninos- tienen acción cicatrizante y astringente. Aconsejo realizar infusión de sus hojas vertiendo agua hirviendo sobre ellas. Luego tapar, dejar reposar y colar. Puede bebérsela en caso de diarreas, usarla para hacer gargarismos en caso de anginas y gingivitis y utilizarla para lavar heridas. Un dato botánico: lo que conocemos y comemos como frutilla es el engrosamiento del receptáculo floral, los verdaderos frutos son los pequeños puntitos que vemos en ella. Cerezas 7 Fruto del saúco Refrescantes y dulces las cerezas nos invitan a apaciguar el calorcito veraniego. El cerezo -prunus cerasus- es oriundo del viejo continente. Estas frutas aportan al organismo gran cantidad de agua, fibra y minerales como hierro, calcio, magnesio, silicio, fósforo y betacarotenos. Es una excelente fuente de antioxidantes a la vez que aporta vitamina C, K y las del grupo B. Las cerezas depuran nuestro organismo, son ideales para adelgazar, aliviar reumatismos y levantar las defensas. A las mujeres nos previenen de la osteoporosis y nos mejoran la piel, dándole lozanía y tonicidad. El jugo de esta fruta tan popular en la patagonia tiene un efecto anticaries. Y entre los frutos que podemos disfrutar en la patagonia andina está el saúco. También originario de Europa. Con sus ramas huecas los antiguos griegos fabricaban un instrumento musical, una flauta conocida como sambuké. De allí el nombre científico del saúco: sambucus nigra -ya que sus frutos son negruzcos-. Estas pequeñas perlas negras contienen flavonoides, provitamina A, vitamina C y biosustancias que hacen de ellos verdaderos aliados de la salud, fundamentalmente en estados de defensas bajas, catarros y resfríos. Se pueden consumir crudos en jugos, jarabes y mermeladas. Una recomendación importante: deben ingerirse bien maduros, ya que de lo contrario pueden producir náuseas, vómitos y diarreas. Las antocianidinas contenidas en los frutos del saúco ejercen una acción antineurítica que calma las neuralgias: dolores producidos por irritación de los nervios. Flor del saúco Por eso para calmar el dolor en caso de culebrilla o herpes se aconseja aplicar el jugo de sus frutos sobre la zona afectada. Para aliviar los catarros podemos hervir la corteza del árbol y beberla con miel. Sus flores hacen maravillas en pieles delicadas y castigadas. Se realiza una infusión con ellas y posteriormente se aplican compresas tibias en la piel. Esta infusión es excelente también como colirio para aliviar los ojos irritados. Y como estas pequeñas y perfumadas florcitas son sudoríficas y depurativas varias tazas de su té mejoran estados febriles, alergias y enfermedades eruptivas. Con el saúco se hacen dulces deliciosos, jugos concentrados de fruto y de flores y hasta un riquísimo champán. Para prepararlo hay que colocar 12 ramilletes de flores -sin los cabitos verdes- en una damajuana o bidón y luego agregar ½ kilo de azúcar blanco, 2 cucharadas de vinagre de manzana, la cáscara rallada de un limón, el resto del limón cortado en rodajas y 4 litros y medio de agua. A continuación hay que agitar y deja reposar tapado con un trapo durante 24 horas. Luego hay que colar la preparación y una vez retirados los ingredientes sólidos verter el líquido en botellas de plástico. Una vez embotellado y tapado hay que dejarlo descansar en un lugar oscuro y fresco durante al menos 20 días. Cuanto más tiempo repose más seco será el champán. Eso sí, hay que apurarse porque su flores son de las primeras en cuajar y caen apenas comenzado el verano. ¡SALUD! 9 A la vera del fogón: Pablo Bernasconi Horas antes de volver a ser papá el artista barilochense que supo deleitarnos con libros como Retratos y Bifocal nos cuenta como vive sus creaciones, sus crecimientos y su oficio. Por Sebastián Carapezza ¿Sensibiliza tu trabajo el hecho de volver a ser papá? Uno al ser padre cambia el rumbo sí o sí, empieza a tener prioridades diferentes y las prioridades diferentes implican trabajos diferentes. Hoy estoy en un punto en el que elijo lo que hago, no me pasaba hace diez años, me pasa ahora. Con el nacimiento de mi primer hijo cambié mucho las cosas que hacía. En cuanto a la sensibilidad es difícil de medir. Lo que me resulta fácil -si miro cinco años hacia atrás- es ver los caminos que tomé, porque son muy marcados hacia un rumbo específico. El convivir con un chico por primera vez te cambia la visión y la percepción. Vos viviste en Bariloche, te fuiste a estudiar diseño a Buenos Aires, trabajaste un tiempo allá y volviste a Bariloche. ¿Crees que tu obra se pudo haber desarrollado en cualquier lado? ¿Sentís que incide de alguna manera el contexto a la hora de crear? Creo que mi obra pudo ser desarrollada en cualquier otro lado aunque seguramente no iba a ser calcada o exactamente la misma obra. Hoy está todo ampliado y yo trabajo de una manera globalizada. Trabajo para muchos lugares del exterior y tengo que estar atento a las realidades de esos lugares. Y me pone contento ese anonimato que me da un lugar lejano. Conozco gente que le sería imposible vivir en Bariloche aislado de la vorágine cultural de Buenos Aires, una vorágine maravillosa pero un poco turbulenta, al menos para mí. Sin embargo para otros quizás eso mismo sea un disparador. Roberto Fontanarrosa contaba que él había elegido Rosario para vivir porque era una cuidad tan fea que la única manera de acercarse a su imaginación era aislándose de la ciudad, haciendo imposible que la imaginación se evada, porque si hubiera estado en un lugar lindo le hubiera resultado mucho más difícil. ¿Cómo está plasmado Bariloche en tu obra? Concretamente a través de los objetos, a 10 través de los elementos que extraigo del lugar y que fotografío o escaneo. Yo me nutro de cosas y compongo mi obra con cosas de mi entorno. Cuando estaba en Buenos Aires era buscar por San Telmo y el mercado de pulgas. Y ahora trabajo con cosas que encuentro acá. Hay libros que los armé con latas que encontré en el lago por ejemplo. Tengo una visión muy práctica sobre eso. En lugar de usar una lata a la que hay que verterle coca cola para que se oxide, bajo al lago y camino cinco minutos hasta encontrar una lata. En ese sentido creo que lo digital está sobre valorado en cuanto a su practicidad. Hay cosas que no tienen sentido. Muchos comerciantes de Bariloche me conocen por ir a buscar cosas extrañas. Por ejemplo voy a la pescadería, le pido diez cabezas de pescado y voy durante un mes hasta que encuentro una que me sirva, porque necesito una nada más. Y cuando la encuentro le dejo el pescado y me llevo la cabeza. Cosas así. El contexto marca cualquier infancia. ¿Vos crees que hay rasgos particulares en tu obra de una infancia en Bariloche? Generalmente cuando me piden un trabajo, me dicen: Se vos nomás. ¡Es la gran Pappo! Y cuando no me piden eso tengo que estar atento a ellos y su lugar. Es un equilibrio muy fino porque uno no puede simular ser. Con su propia personalidad uno tiene que tratar de observarlos y volcar algo. Otra cosa bien diferente es que haga un libro y no me importe donde se va a vender. Me pasa que mis libros se venden en Corea, Alemania, China, o Brasil y son libros argentinísimos con cuestiones muy nuestras. Son cuentos que surgieron de situaciones que pasaron acá y lo leen y asimilan como propias los niños coreanos. Supongo que también se leen como una cosa medio folklórica. Uno lo lee, se sumerge en eso, lo disfruta y aprende. Y eso está perfecto. En tu libro Retratos hay cincuenta y siete personajes. ¿Qué personajes quedaron afuera? ¿Por Qué? Quedaron afuera un montón y por varios motivos. La longitud del libro era de ciento veintiocho páginas y me tuve que ajustar a eso. Cuando saco un libro una de las cosas que intento es que sea barato, incluso cediendo parte de mis derechos por ejemplo, o pagando parte de la impresión de mi bolsillo. De esta manera tengo incidencia en el precio del libro. Todo el tiempo estoy haciendo cosas. Por ejemplo ahora estoy haciendo con Gaby Herbstein un calendario 2011 que está enfocado al tema ambiental. Es un trabajo enorme, gigantesco y lo hacemos gratis. Es un laburo enorme pero también será enorme la difusión y el efecto. En la actualidad sigo trabajando con Abuelas de Plaza de Mayo todos los meses y con Clarín, cosas que ahora parecen contradictorias… ¿Lo son? Para mí no. No es una contradicción porque en Clarín no hago Política, hago Espectáculos o secciones puntuales como Música. También trabajo en Caras y Caretas que ahora es oficialista. Ayer por ejemplo hice la ilustración de Néstor Kirchner. 11 En tus trabajos veo coherencia entre plástica y discurso. ¿A qué se lo atribuís? Eso viene mucho del oficio, del camino recorrido. El estudio está. Yo estudié diseño -no estudié Bellas Artes- y eso es algo importante, algo que yo elegí. Estudié y luego fui docente en una cátedra que hacía mucho hincapié en el uso y la eficiencia para ser solvente a la hora de significar. Ser coherente y efectivo con respecto a lo que uno quiere decir más allá de que se vea lindo o feo y también más allá de los estilos. En mi caso la estética está subordinada al concepto. En mi profesión elegí un estilo y mas allá de lo expresivo me propongo comunicar conceptos. No me interesa algo lindo que no pueda trasmitir lo que quiero. Pienso que cuando uno aprende a descubrir el potencial de una idea aprende a oírse. Hay ideas que antes de que nazcan sé que no van a quedar bien o que yo no soy el indicado para resolverlas, porque cada uno tienen su propio estilo discursivo. Uno tiene que saber hasta donde es capaz y cuales son sus límites. El hecho de saber que es lo que te gusta y que no te vuelve muy demandante y exigente para con vos mismo, y vos sabés si está bien o mal lo que hacés. Leerte a vos como lees a los otros: esa es la mejor herramienta. Y es también lo más difícil. Un paso fundamental en la maduración. ¿Qué aporta la ilustración en un medio gráfico? La ilustración aporta la metáfora, una metáfora personal, expresiva. Un aporte distinto al de la fotografía, porque la fotografía es la imagen testigo. Uno le cree a la fotografía a pesar de que responde evidentemente a un recorte forzado. Es un recorte de la realidad y es subjetiva, la objetividad en la fotografía no existe. En cambio la ilustración es la metáfora, una expresión personal que no se impone como imagen testigo, como pretendida realidad objetiva. Leí una entrevista en la que decías: la ilustración es el modo más franco para expresar las ideas. ¿Por Qué? La ilustración es una herramienta, la fotografía es otra herramienta y el texto es otra. Y todas son herramientas ideales para expresar algo si uno las sabe manejar. Yo tengo mucho cuidado, soy muy respetuoso con las herramientas. Porque forzar las herramientas es ridículo. A veces yo uso texto porque el texto es la manera. Eso de que una imagen vale más que mil palabras tampoco me convence. Definitivamente no es así. ¿Por qué medio te informás? ¿Qué vía de comunicación elegís para que te lleguen las noticias? No me informo a través de la televisión, leo mucho los diarios, todos los que puedo. Y leo muchas revistas. Creo en la prensa escrita por el espacio de reflexión que propone. Que no es “de pastilleo” como la televisión . De todos modos la prensa en general -al querer competir con Internet- dejó 12 ¿Qué obras de artistas barilochenses rescatarías que te hayan conmovido en los últimos tiempos? de ofrecer gran parte de ese espacio de reflexión. Y eso se nota en los diarios. Son superficiales pero por una cuestión de velocidad, más allá que el escriba sea o no superficial. Las notas son cortitas como si tuviesen hipervínculos. Yo creo en los medios que dan espacio en centímetros y en tiempo para la reflexión. La televisión no lo da y los programas que dan ese espacio no duran. Se caen. Yo descreo de eso porque hay una edición tan salvaje que a mí no me sirve. Parte de la prensa escrita sigue sosteniendo esos espacios de reflexión aunque cada vez menos. Caras y Caretas por ejemplo tiene buenos textos, buenos artículos, aunque inconstantes. Me gusta cuando le dan libertad a tipos que saben y tienen mucho para decir. ¿Cómo ves los contenidos televisivos en la actualidad? A la tele la veo para atrás. Evidentemente quieren decir algo pero no me interesa lo que quieren decir. Hay algunos canales puntuales que están muy buenos. Yo miro canal Encuentro que está muy bueno -crea espacios extensos de reflexión- y ahora salió Paka Paka que es para chicos y está muy bueno también. Creo que estos dos canales son de los pocos que se mantienen al margen de la tiranía del tiempo. Lo que hace Claudio Tam Muro me gusta mucho. Por lo general en los artistas busco la constancia, que no haya grandes picos ni grandes mesetas. Es como una banda de música y los discos que edita. Creo que hay que tratar de ser lo más parejo posible, eso es lo que busco en un artista. También Santiago Bou -creador de El Empleo- me gusta mucho. Me gusta porque tiene una solvencia en animación que la rompe. Y en cómix la rompe también. Plásticamente es súper sólido y es evidente que está en la búsqueda, que está todo el tiempo buscando. Creo que hay que poner mucha energía en el arte para que las cosas funcionen con solvencia. Después hay cosas puntuales de algunos artistas que me gustan. Son pruebas. Cada uno hace las pruebas que necesita y eso forma un camino. Te puedo decir que me gusta ese cuadro pero eso no quiere decir que me gusta el artista, lo que me gusta es ese momento del artista. Como con la música. Por ahí escuchás una canción linda y el resto del disco es un espanto. Y esa canción fue un accidente si el artista no sostiene esa canción con el resto de su obra. Lo mismo pasa con los artistas plásticos. Creo que los artistas son su obra y tienen que tener una continuidad de búsquedas y equivocaciones, sin la flaqueza de andar desparramando el propio juicio. ¿Qué lugar ocupa la música en relación con tu trabajo? Yo toco el piano, toco de oído, no se leer música. Y me gusta tanto disfrutar de oír como de tocar. Por ahí esto suena a que soy inconstante pero sucede que sé lo que quiero con el piano. No quiero ser concertista, el piano está detrás de mi escritorio y cuando estoy trabajando de repente paro, toco el piano y luego sigo trabajando. Está incorporado a mi trabajo y a mi estudio. Hay gente que hace ejercicios 13 cosas que hacen que me pregunte ¿Por qué escribí esto? ¿Era para los chicos realmente? Y así distingo cosas que puedo corregir. ¿Dónde ponés la pasión por fuera del trabajo? -sale a correr o a nadar- y de esa manera se relaciona con las ideas. A mí me sirve más la música. Improvisar. Creo que uno abre compuertas. La lectura, la música, y el dibujo, son maneras de abrir compuertas que te dan herramientas muy valiosas. Lo que pasa es que como son tangenciales por ahí se presta a confusión. Los caminos tangenciales son caminos mucho más largos pero a la vez te hacen más permeable al conocimiento real y a tus gustos reales. Ya estás en edad de dibujar con tu hijo… Si, de hecho hay cosas que él está haciendo que ya las estoy incorporando a unos libros por ejemplo. Y es muy lindo eso. Obviamente le leo mucho a mi hijo, también le leo mis libros y es una risa poder compartir eso. Aprendo muchísimo, veo El ámbito de la cultura -la música, el dibujo, el cineevidentemente me despierta pasión. Soy apasionado de eso aunque de alguna manera también tiene que ver con mi trabajo. Pero todo lo que se relaciona con las expresiones culturales lo disfruto mucho. También me gusta muchísimo leer. Genuinamente. No para aprender. Yo trabajo a partir del placer de la lectura, no creo en otra cosa, no conozco otra manera. Pero la lectura tiene que estar vinculada al placer, por eso soy un gran abandonador de libros, le doy una gran chance a cada uno pero me tiene que interesar, si no me va, no me va. Soy coherente con eso, no leo para aprender, leo por placer. También me gustan algunos deportes pero no puedo decir que ponga el corazón en eso. En realidad la pasión está obviamente con mi familia. Yo lo miro a mi hijo y no puedo evitar que me saque una sonrisa. Ya lo miro con una sonrisa. A otras cosas no las miro con una sonrisa. Eso es pasión. 14 Pablo Bernasconi / San Carlos de Bariloche 15 Pablo Bernasconi nació en Buenos Aires en 1973. Es diseñador gráfico egresado de la UBA donde se desempeñó como docente y jefe de trabajos prácticos. Comenzó con su oficio de ilustrador en el diario Clarín y actualmente sus ilustraciones se publican en La Voz de Galicia y El Diario de León de España, La Nación de Costa Rica, The Wall Street Journal y The New York Times de Estados Unidos y The Times de Inglaterra. Ha participado en muestras individuales y colectivas y dictado conferencias sobre ilustración y diseño en diferentes espacios de Argentina, Chile, Brasil, Bolivia, Estados Unidos e Inglaterra, obteniendo numerosos premios por sus obras en Argentina, Estados Unidos, Brasil, España y Alemania. Hasta el presente publicó ocho libros infantiles como autor del texto y las ilustraciones, algunos traducidos a ocho idiomas: El Brujo, el horrible y el libro rojo de los hechizos; El Diario del Capitán Arsenio; Hipo no nada; El Zoo de Joaquín; Cuero Negro vaca Blanca; Excesos y Exageraciones, Rebelión en Tortoni y Los Súper Premios a los que se suman dos libro para adultos: Retratos y Bifocal. Además ilustró más de diez libros de otros autores entre ellos María Elena Walsh, Cecilia Pisos, Gustavo Roldán, Ursula Wolfel, Katie Mcky, Santiago Kovadloff, Mariana Furiasse, Ángeles Durini, Paula Bombara y Elsa Bornemann. Actualmente trabaja desde Bariloche para publicaciones, editoriales, empresas y asociaciones de Argentina, Alemania, Estados Unidos, Inglaterra, Australia, España, Brasil y Japón. 16 17 A esta altura casi diría que ya no elijo, sino que veo las cosas así transformadas. Un serrucho es una escalera y un sacapuntas mi cabeza, los objetos naturalmente me prestan significados que aprovecho desde múltiples posibilidades. Considero que la belleza está en el significado y no tanto en la forma, y lo compruebo cada vez que miro algo. Pablo Bernasconi 18 Esquilador (segunda parte) Por Donald Borsella Como lo prometido es deuda a continuación les presentamos la segunda parte del cuento Esquilador del maestro Donald Borsella. (…) Igual que goma este gringo semejo que se encoge y se estira y pega el tirón con la zurda para dar vuelta como una pluma esos tremendos bichos que deben rendir por lo menos cinco y algo de promedio. En cambio Cirilo duro y agachado, pegado al suelo que por lo petiso no le cuesta mucho, moviendo los brazos como aspas que ni se ven, usando a veces las dos rodillas cuando se le acosquilla algún animal. Casi ni les dan tiempo a los agarradores, si cuando sacan el vellón y pasan la escoba porque también hacen de playeros, no terminan una que ya les están pidiendo otra con la vista. Pero ¿no está el Cirilo esquilando con saco puesto y pañuelo al cuello? ¡Mismo que si fuera a campo en el puro viento, qué bárbaro este Inalef! En cambio el australiano una camisita naranja con unas letras grandes en el lomo pasada de sudor. Ellos, que están apartados cerca de diez metros, no se controlan que la cosa no da tiempo, pero igual el rubio cruza cada tanto una mirada para ver lo que hace su contrario y cómo lo hace. Lo veo un poco distinto al Cirilo, será que hace tanto que no lo tenía adelante de cuando era yo el que llevaba la anotación de dos Cúper de ocho en La Alicia pero de esto: veinte años. Claro que de gusto no se van los días aunque ahora se anda más fácil y todo es más liviano, sí, pero uno sigue pasando y después de los cincuenta no sé. ¡N, já! ¡N, já! se siente clarito la respiración porque no hay ruido de motores con estos aparatos eléctricos. Siguen moviéndose como al principio y están arañando la mitad de las ovejas. Cirilo sabía quedarse de costado con la cabeza ladeada. Ahí era que le miraba la frente, brillante y eso que a los indios difícil verlos sudados, pero se le notaba la boca un poco abierta. Y el otro como centolla, desparramándose despeinado y lustroso. “Van a tener que aflojar, que después viene lo 19 peor...” empezaron los entendidos a opinar y recordar forzudos y panzones de otras épocas y esas historias que se agrandan con los años. Pero no daba para recuerdos ni menos para chistes la travesura, que todos estábamos como asustados por eso nunca visto. ¡Noventa cada uno faltando chauchas para el descanso! Algunos habíamos bajado a lo más cerca y ya se estaba escuchando: “¡cuál le gusta!” y comenzaba el revoleo de los billetes. En una jugada de ésas, igual que en las de reservados, todos se agrandan por más que anden con doscientos pesos. El asunto es mostrar la plata para sentirse importantes, en cambio yo: copé cuando me torearon que no voy a andar gritando “¡Cinco mil al chiquitito!” o “¡Me gusta el gringo señores!” por más plata que ande trayendo. Nada de eso. Jugué de callado, como se debe. Pero, digo, estaba estrecha la vaina, con decir que hasta Hermosilla en silencio. ¿Llegarían a las ocho horas si seguían apretándoles así? Algo cambió al último porque el grandote se refaló y se le desmandó una arisca. Cirilo pasó al frente por más que eso no quería decir mucho cuando sonó el campanazo largó la ultima el australiano y se enderó. Despacito. Respiró hondo abriendo los brazos varias veces, dio dos saltitos nomás, levantó la zurda saludando y se fue con un caminar compadre para disimular, tal vez, el tambaleo. Cirilo también se paro trabajoso, se sacudió la lanilla desde el cogote para abajo hasta los tobillos y quedó un rato pensando antes de mirarnos, en una de ésas no estaría pensando: “¡Cómo es que me vine a meter en esto!”, y se acomodó despacio el pañuelo de cuello y tiraba de los faldones del saquito negro de lustrina. No se le daba importancia a la ventaja de Cirilo, tres ovejas, porque ahora venía lo peor. Pero, ¡de no creer! ¡Cerca de cien cada uno en cuatro horas y ni una gota de sangre! Cuando vino el descanso fue como un respiro para nosotros, como si nosotros hubiésemos estado pegados al fierrito, hasta los codos en la mecha grasosa de las corries. Pasaron algunas cosas en esa hora justa, entre campana y campana. Muchos aprovecharon para salir al popular, que en el tinglado grande ya sonaban las rancheras porque el baile comenzaba. Los más allegados nos acodamos al bufet, el mostrador largo que en una punta desembocaba en un saloncito. Ahí estaban Cirilo y el gringo arrimados a una mesa con botellas y varios de los organizadores, medios serios algunos. El australiano se empinaba una botellita de naranja que se le perdía en los dedos. El Cirilo levantando la cabeza de costado para hablar con 20 los altos, también tomando… pero no naranja, seguro, por más que no sé si le dejarían lo que a él le gusta, que en las estancias está prohibido aunque aquí era diferente, como quien dice una cosa muy especial esta demostración. Después vi a dos, uno de la Rural y otro un colorado parece que de la Importadora que lo conversaban de cerca al Cirilo. Después vi al grandote que terminó la botellita y se sentó en un banco estirando las patas seguro para dormir un rato. Tenía otra camisa de color chillón y parecía nuevito porque se habría lavado, pero vaya a saber si estaba del todo entero. Después, sí, con nosotros se vino Amado Zaime y convidó. Con una seña ya estaban hasta el tope los vasos, de lo que quisiéramos. Me dijo Zaime al rato: “Así que Milié por acá. Cuánto hace que no nos veíamos. Cerca de tres años, cuando la exposición de San Julián, ¿no?” “Cierto”, le dije, porque me acordé que no era tanto el tiempo. “En mi oficina hace falta un baquiano para los números. En vez de andar por ahí en esas pampas peladas podrías por un tiempo... Claro, el asunto es no fallar...” Amado sabe que yo soy una persona que. Muy especial para eso del trabajo, pero no de gusto me han buscado todos alguna vez y nada de pegas fáciles. ¡Que salte alguno para los balances, como Milié! “¿Te espero mañana en el estudio?” “Sería lindo”, le dije, “y a lo mejor”. De atrás me hicieron seña los otros y se codearon tocándose la oreja como que yo me le quería prender al tur, digo a Amado, pero bien que quisieran tener un patrón así. Quedábamos pocos esperando la segunda vuelta, más bien solamente los que habíamos jugado. Una gritera se sintió en la cuadra que daba al salón del popular. Sin salir nos dimos cuenta de lo que pasaba porque uno dijo: “Se trajeron la maroma del puerto los de La Anita. De temprano andaban toriando para una cinchada”. Cómo no nos íbamos a asomar para ver esos locos, veinte y veinte de cada lado pelándose las manos en la soga de pulgada, con un pañuelo colorado que se iba y no se iba de la raya. Estaba lindo el solcito, que pegaba de costado en el colorinche de las mujeres. Y todos para la risa porque una cinchada da para cualquier cosa, más cuando se entrevera algún panzón y se refala en lo lindo del tironeo. Por ahí se sabe quedar callada la gente aguantándose, esperando justo el fin de los que están por aflojar que a veces es cosa de centímetros y dura largo. Y otras, los que parece que van ganando, al suelo alguno y al diablo todo. 21 Estábamos como vidrio nosotros y el aire y las jetas hinchadas de los forzudos mientras buscábamos por dónde andaría Hermosilla, que con un grito sería el desparramo. Pero no sé si le quedarían ganas, que se lo veía venir eléctrico, curado vaya a saber con cuantas ginebras en el depósito. Con bastante alcohol salió el alarido: “Por la rechupalla, aro, arooo!” y al tiro se puso en el medio a desatar el pañuelo colorado. Suerte que esto no iba en serio y no había plata jugada, y no va y se aparece el Alexander a mirar extrañado ese juego que cuándo lo conocería. Revoleó el pañuelo el chilote, idéntico que empezando una cueca y lo desafiaba al gringo haciéndose el malo con cortes de manga, señalando la soga que reventaba con los otros. Para qué le gritó: “¡Aiégate, pues huevón! ¡Qué io solo te cincheo!” No sé de qué lado fue el aflojón el caso es que la mitad de lomo al suelo, los otros culo pa arriba como botella de jardín y los más gordos, rodando. “¡Mí no entiende!” dijo el gringo mirando la polvareda cuando justo sonaba el campanazo de las seis. De vuelta el zumbido, el alboroto de los bretes, el olor de acaroína. Estábamos casi encima los interesados, haciéndonos los dueños en el primer tablón porque la comitiva oficial se había retirado. Firmes los agarradores y los que apuntaban. Y los números, subiendo. Cirilo en camiseta de manga larga, ahora, sin sacarse el pañuelo negro del cogote. Se lo veía bien ancho de arriba al indio, con razón tanta firmeza. Dos muchachitos barbones conversaban atrás mío, los había visto a la mañana con guitarras, en la Roca. Uno anotaba en una libretita y decía: “Cuarenta y cinco minutos, quince ovejas. Si siguen así, promedio general, ochenta. Ves que van aflojando de entrada”. El otro contestaba: “Qué le canta, si más que una chacarera no te habrás jugado. Como si me pidieran a mí. Lo importante es comer dentro de un rato. ¿Dónde nos invitamos hoy?” El primero seguía rezongando: “Lo que me preocupa es lo otro, esa forma de usar el trabajo, la competencia...” y algo como “la alineación del hombre”, dijo. “¿No trajiste la guitarra -lo jorobaba el compañero- y ya empezás a cantar?” Estaban rellenitos y no parecían necesitados, pero bien que se abalanzaron cuando les ofrecí pitar. Iba seguir aburrido hasta cerca del final porque no quedábamos muchos. (Si no era tanta la plata jugada al fin, que la mayoría: peones de campo y algún empleado). Además, como cuero Hermosilla, entrega 22 do entre unos fardos durmiendo hasta el año nuevo. Se notaba una diferencia, como un desgano de a ratos en los dos. Demasiado tranquilo Inalef, como jugueteándole al otro y dejando que lo emparejara, pero capaz que era para un respiro y a lo mejor el rubio estaba sujetando para largarse con todo al último. Así pasaron dos horas, con cuarenta y algo por lado y con el gringo cuando podía, mirando del revés para el lado de Cirilo. Pero no paraba aunque se le alargaba la jeta y los ojos le brillaban igual que nuco en la luna. Cuando cambiaron los peines, que serían los últimos, ahí se vio que se venía la topada y que se iban a dar sin asco. Miré el Roskof de mi viejo, que no miente: las ocho y media pasadas y el marcador hasta el momento: ciento cuarenta del alto y cuatro más Inalef. El gordo de la comisión se arrimó a la cancha y cortaron. “Un cuarto”, dijo, como en las esquilas de estancia que paran quince minutos cada dos horas. No digo, estaba bien una aliviada porque era áspera la carrera. El grandote ya no daba saltitos y Cirilo se pasaba la mano por la frente que le chorreaba y medio serio se puso cuando el rechoncho los secreteó igual que réfere. Para qué reventarse así, tomarlo tan a la tremenda, les estaría diciendo, si esto no es más que una exhibición. Siguieron suave y bien parejos en la cantidad y cuando no se pasaba uno se pasaba el otro por una o dos ovejas. Estaba para puesta la coteja y sin embargo uno tendría que ganar, se me hacía. Empezó a quedarse Inalef perdiendo algunos bichos pero en la última media hora se animó la cosa. Volvió el chorro de luz, el aparto de la televisión y la voz del anunciante. Lo mismo que martinetes y con más furia que antes en lo que quedaba de la tarde. El sol a gatas se colaba, serían más de las diez y prendieron las luces cuando entraron los que querían ver la llegada que no eran tantos pero si tantísimos otros, los barulleros del baile con acordeón y guitarras meta grito las parejas por ahí agarrados de la mano o retorciéndose a los saltos como se hace ahora y esas musiquitas pegajosas, “vamos, vamos mi negra que la cumbia ya empieza”, pero estaban solamente para el bochinche porque qué le interesaría al borregaje lo que estaba pasando, no como a nosotros que estábamos desde el arranque, digo, desde mucho antes, desde siempre, porque sabemos bien lo que es un esquilador, ¡lo que es la lana y esta tierra de puro viento y frío, de ovejas y hombres solos! Siguió subiendo el ruido y los gritos y la música, seguro que iban a darle hasta el campanazo como si los hubieran invitado para esto, como para que en medio de la gritera quedara mejor la repartija gratis que hacía la Rural de golosinas y gaseosas en los carritos de colores y el aparato ese que también nos enfocaba a nosotros así después nos dábamos el gusto de mirarnos las mochas en el televisor del Español. Todo esto no digo que a propósito, pero haciendo que ni se dieran cuenta que los bretes estaban vacíos, que los peines no zumbaban, que dos se habían estado matando, que se había terminado todo, que el australiano ciento ochenta y uno y dos menos el Cirilo sacudiéndose tranquilo este indio espinudo medio riéndose vaya a saber, contento a lo mejor de que ya se terminaba tanta carajina y yo pensé aliviado, ¡por fin que esto se estaba poniendo espeso!, sacudiéndose, digo, la lanilla que en la camiseta mugrienta no se le notaba y mirando al Alexander que parecía un boxeador después de una pelea larga, a las gambetas como avutarda en la escarcha y se le animaba a darle la mano. Y algo más dijeron las bocinas: “Esta brillante demostración del campeón del mundo acompañado muy de cerca por nuestro Cirilo Inalef”, no recuerdo si le puso de nuevo “esforzado obrero de la lana” pero sí “el prestigio de una marca famosa que dentro de muy poco en toda la Patagonia”. La montonera se corrió al portón. ¡Si chispeaba el boterío porque no hay como los populares de la fiesta anual! (No como el social que se hace adentro... y los que quieren divertirse en serio, palabra, se cruzan de escondidos al tinglado). Me retiro despacio, lerdeando porque de atrás viene Amado Zaime que se me pone a la par y me dice (pero lo noto triste, que cuando era chico también sabía ponerse así): “Lástima, no, el Cirilo, porque nosotros hubiésemos querido que ganara, ¿no es cierto?” “No hay domada sin corcovos”, le invento por decir algo pero le prometo en serio: “Mañana voy a ir temprano a la oficina”. Salgo al aire y acaricio los diez mil en el bolsillo de este pantalón que de hace tiempo viene pidiendo relevo. Y ahora me toca a mí invitarlo al Cirilo, porque me alcanza. Las fotos que ilustran Páginas Patagónicas forman parte del ensayo fotográfico La Señalada de Alfredo Chino Leiva. 23 El maestro Borsella El maestro Donald Borsella nació en Esquel en 1926 y falleció en Trelew en 1986. Fue maestro rural, corresponsal del diario Esquel, inspector de escuelas, diputado provincial y periodista. Publicó dos libros de relatos: Las Torres Altas (1978) y El Zorro Cifuentes (1981). En 1984 la dirección de Cultura de Trelew editó su ensayo Alberdi y una novela Patagónica y de manera póstuma se publicó en el año 2007 su novela inconclusa El viaje. Sobre su obra escribió Juan Carlos Moisés: (…) La brevedad de su obra la podemos asociar con la obra de David Aracena, chubutense por adopción, y un poco más lejos con la del mexicano Juan Rulfo. Leyó mucho y bien a los escritores norteamericanos sobre todo. Transfirió como nadie esas lecturas a los personajes, hechos y paisajes de la región, que conocía palmo a palmo. “Los que escriban sobre nuestra región -decía- deben conocerla muy bien”. Donald comenzó a escribir a los 32 años, en 1958, cuan do el diario Esquel y la revista Hora 6 le publicaron sus primeros trabajos. Demoró veinte años en publicar su primer libro. (…) Cumplía con lo que pregonaba. Programáticamente desarrolló una obra coherente en forma y contenido. Sus primeros cuentos son tan precisos y brillantes como los últimos. Trabajó al milímetro cada línea, en sus mínimos y determinantes detalles, con los cuales, de ser necesario, se podrían reconstruir no sólo paisajes, rasgos culturales, laborales, económicos, modismos, comportamientos, diversiones, sino también el habla coloquial de su gente con su particular psicología. El habla diversa del lugareño en general, y el habla en particular del mapuche, tanto del lado argentino como del chileno. (…) El cuento Esquilador, cuya publicación completamos en este número de Revista Todo, integra el libro Las Torres Altas publicado originalmente por la editorial Galerna. 25 Graciela Cros / San Carlos de Bariloche “Graciela Cros vive en Bariloche desde 1971. Desde entonces se ha apoderado del sur como territorio para su escritura. Una serie importante de libros de poesía la paran como una presencia apartada de los fuegos fatuos del centro, en función de una coherencia con la periferia y la creación personal de una obra en el margen, que está pidiendo la reunión de su poesía completa en un gran volumen. Mientras tanto, Cros sigue en la suya: “Sola / en casa / mirando el jardín / escribo / ¿Para entender? / ¿Escribo / para / entender?” Guillermo Saccomanno / Página 12 (5 de septiembre de 2010) 4 poemas de Mansilla (Ediciones en Danza, 2010) Un mail Recién comí dos empanadas de roquefort y dos de pollo que me alegraron el cerebro, cuenta Mansilla en un mail. Dice que va a inaugurar una biblioteca en Las Lajas acompañado de motoqueros y paracaidistas, cosas de la Patagonia, agrega. Yo me acuerdo de Osvaldo Soriano y le digo eso, que parece una escena de alguna de sus novelas. Tener amigos poetas salva el día. 26 Mansilla Dice labios y las mujeres nos soltamos el pelo, lo esponjamos con las manos o lo sacudimos girando la cabeza a un lado y otro con movimientos rápidos. Dice ojos verdes y hay un desmayo /momentáneo, generalizado, sin previo aviso todos perdemos la noción. Dice ojos rojos y los hombres experimentan un peso lapidario en el centro del pecho mientras las mujeres ejercemos la superstición y el rezo. Dice coartada, rehén, y todos nos tambaleamos un poco, perdemos el /equilibrio, nos aferramos al pasado, a barandas y /respaldos de sillas. Dice sur, araucaria, barda, canal, Neuquén, Roma, Los Ángeles, gramilla, dentadura, perros, padres, mesa del escándalo, campos del Señor, y los terapeutas no dan abasto, ponen el cartel de no hay más turnos, las ojeras les tapan la cara y sueñan con playas remotas. Es que el poeta habla del nudo que nos ata y no se ve y todos lo sabemos. Mansilla dice domingo y la melancolía se derrama sonámbula como petróleo en /el mar, el Titanic vuelve a hundirse y con él nos /vamos todos a pique, comprobamos que las profundidades marinas son cosa de temer, hay oscuridad, desolación /y frío. Pensamos quién vendrá a rescatarnos de esta caída fatal. ¿Vendrá Mansilla? ¿Vendrá la poesía? Mansilla dice estepa y las mujeres giramos como autómatas hasta quedar de espaldas a la montaña, achicando los ojos buscamos la línea del horizonte pero está perdido y aunque nos parezca tonto y sentimental comenzamos a caminar para encontrarlo. No es cataclismo ni profecía, no es devoción ni desmadre de la naturaleza, Mansilla es poeta y como todos los poetas ignora su poder. 27 Calula y la chica que viene del Huecú Mansilla escribe desde un barrio militar en la cordillera. Está en la casa de una profesora de letras y ella le presta la computadora. Dice que la casa es muy grande, enorme y sólida como las que se hacían antes en esos barrios. El pueblo queda lejos y para entrar tuvo que mostrar documentos, suyos y del auto. No conozco el lugar pero narrado por él se vuelve novelesco y prometedor. La montaña está de fondo y mientras toman mate, conversan. Ella le cuenta que escucha a Radiohead. Para completar el oasis, la profe prepara un pollo y charlan como si fueran viejos conocidos. Mansilla no sabe si están muy locos los dos o simplemente quieren conocer a alguien distinto, nuevo, por eso la fácil naturalidad con que se comunican. Hay una perra también, una dogo de Burdeos que no sé cuál es pero la supongo tranquila, aplastado el hocico contra el piso. Mansilla va a dar una charla esa noche. Dice que siempre pasan cosas gratamente raras en ese lugar apartado y que están por llegar Calula y la chica que viene del Huecú. Ahí termina su relato y me quedo con ganas de saber más pero trazo una línea sobre la situación para cerrarla de algún modo y pasar a otra cosa: la poesía siempre va delante y nosotros, amantes del aprender, vamos detrás. 28 De Butalón Norte a Curamileo Soñé que saliendo de Butalón Norte una mano apretaba la mía y decía: Mansilla soy yo. Al llegar a Curamileo una palabra que venía de esa mano me despertaba: Mansilla soy yo y la felicidad del momento me hacía abrir los ojos con una sonrisa en la cara. Para entonces ya no era él sino yo y lo que apretaba era el borde de la sábana. Tardé un largo rato en salir de la confusión, en volver a aceptar lo que no es. Graciela Cros nació en Carlos Casares -provincia de Buenos Aires- y desde 1971 reside en San Carlos de Bariloche donde dicta talleres de escritura y hace periodismo cultural. Hasta el presente publicó los siguientes libros de poesía: Poemas con bicho raro y cornisas (Ensayo Cultural,1968); Pares Partes (De la Flor, 1985); Flor Azteca (Del Dock, 1991); Decimos (en coautoría - Edición de los autores, 1992); La escena imperfecta (Último Reino, 1996); Urca (Libros de Tierra Firme, 1999); Cordelia en Guatemala (Siesta, 2001); Libro de Boock (Ediciones en Danza, 2004); La Cuna de Newton (Ediciones en Danza, 2007); Hacer la de Elvis - Re/escrituras (CILC, 2009) y Mansilla (Ediciones en Danza, Foto de la autora 2010). Como antóloga preparó Marcas en el tránsito, Antología de PoeAlfredo Chino Leiva tas Jóvenes de Bariloche - Último Reino, 1995. Como narradora publicó la novela Muere más tarde (Colihue, 2004) que fue acreedora del Primer Premio de la Secretaría de Cultura de la Nación por la Región Patagónica, a la que se suman tres volúmenes de cuentos. Su obra, distinguida en diferentes oportunidades y traducida al inglés y portugués, aparece en antologías del país y del extranjero como Poesía en tierra (Fondo de Cultura Económica, 2005); Antología de Poesía de la Patagonia (Cedma - Málaga, 2006); En el revés del cielo. Diálogo entre dos orillas (Paradiso, 2006); Poetas argentinas / 1940-1960 (Ediciones del Dock, 2006) y la reciente 200 años de poesía argentina (Alfaguara, 2010). 29 La muerte del caballero del Nahuel Huapi. Por Laura Méndez y Víctor Díaz * Laura Méndez y Víctor Díaz comparten con nosotros once postales, once momentos que ilustran la biografía de Primo Capraro, una personalidad insoslayable a la hora de narrar una historia que aún no ha sido escrita. Primo Capraro I La puerta de la oficina se hallaba cerrada desde hacía un buen rato. Algunos asegurarían que entró solo y otros dirían que alguien entró después de él. Pero nadie vio salir a nadie: en eso coincidirían todos. La quietud de la tarde permitía escuchar el trino de las aves que cantaban lastimeramente como presagiando alguna desgracia. El sol entraba oblicuo por las ventanas de la dependencia a través de las cuales se veía el lago que enmarcaba el paisaje del pueblo fronterizo. Atenuado por las paredes del despacho el ruido del disparo no llamó demasiado la atención. Cerca de la noche un empleado alertado por la ausencia del jefe decidió golpear. Al no ser atendido y verificar que la puerta estaba abierta ingresó al recinto donde se encontró con el horror de la muerte. II El polvo volaba por toda la mina tornando el aire irrespirable para los hombres que se movían pesadamente entre montañas de material removido a las entrañas de la tierra. El niño y su burrito se detuvieron a unos pocos metros de donde los transpirados trabajadores realizaban su labor. El pequeño jinete estaba vestido con harapos de color claro y un sombrero -pieza clave para soportar el calor del entorno-; miró a los presentes que parecían ignorarlo y cuando identificó al italiano alto y barbudo gritó: -¡Don Priiimo, es una carta para usted! Y des cendió del burro blandiéndola a la vez que corría hasta la barbada figura. -Gratzias bambino. Farfulló Capraro en algo que quería ser una mezcla de su italiano natal con un pobre español aprendido en esas minas de oro mexicanas donde trabajaba desde comienzos de 1902 para una compañía inglesa. El gigante pelirrojo se sentó a la sombra de un cobertizo y el muchacho a su lado lo miró en silencio, como esperando compartir las noticias que le habían llegado. La carta era de un compañero del servicio militar, otro italiano: Leopoldo, quien desde hacía un tiempo vivía en el sur de América más precisamente en un lugar llamado Colonia Nahuel Huapi, descrito en sus cartas como un lugar paradisíaco con lagos y montañas. Capraro escupió polvo y la garganta volvió a dolerle, este no era el futuro que había imaginado cuando abandonó Belluno. Estaba convencido que era otro el destino reservado para él. Correría el riesgo. Poco dejaba atrás más que miseria y dolor. Volvería a migrar. Miró al niño por el que sentía un afecto particular y mientras revolvía el oscuro cabello del muchacho dijo: -Se Leopoldo, va qui. III Luego de una breve estancia en Chile arribo finalmente a la Colonia Nahuel Huapi en 1903. El viaje fue largo y su poncho agujereado poco pudo hacer para protegerlo del frío y del viento. Hacía meses que no tenía noticias de los suyos y se sentía cansado. Tras un recorrido a caballo que pareció interminable cruzó el Nahuel Huapi en una lancha inestable y llegó mojado, con hambre y con los pesos justos para comprar la mitad del lote que Leopoldo le ofrecía en sociedad. Se sacó los anteojos para refregarse los ojos castigados por el aire helado y cuando volvió a abrirlos una profunda emoción lo dejó sin aliento. El brazo por el que navegaban se había transformado en un lago tan azul como sus ojos miopes: el Nahuel Huapi. Por primera vez desde que dejó Italia tuvo una sensación de fami 30 de compartir contigo una vida llena de sueños como los que nos confiamos cuando nos conocimos en el barco me veo movido a invitarte a conocer estos parajes. La intención es que, si te sientes por completo a gusto y consideras que en este lugar y a mi lado podemos construir juntos una vida, luego de una estancia prudente conociendo el lugar aceptes ser mi esposa. Tuyo por siempre. Primo Retrato de Primo Capraro. Colección Capraro en Archivo Visual Patagónico liaridad. Sintió que había llegado a casa. -No podemos pagar a los peones este mes dijo preocupado Leopoldo- y tampoco queda más harina. Debemos plata en el almacén de Jones por lo que no podremos retirar nada. Si no vendemos pronto la partida de madera estaremos en serios problemas. Primo no lo escuchaba. Sus ojos volaban sobre el bosque y transformaban realidades amargas en quimeras de progreso. El bosque estaba para talarse, con la madera montaría una empresa constructora, construiría casas, puentes y diques, recorrería toda la región ofreciendo sus servicios, dejaría la estancia a cargo de algún conocido y se transformaría en empresario. Dispuesto a todo estaba: a trabajar de sol a sol, a viajar para lograr que funcionarios y políticos escuchen sus pedidos, a traer amigos y conocidos de Italia para armar una gran familia trabajadora. Volvió a ajustar el poncho a su espalda y aunque los agujeros seguían allí no sintió el rigor de la primera gran nevada de ese invierno. IV Querida Rosa: Mucho he pensado antes de escribirte esta carta. Finalmente me he afincado en un territorio en el sur de Argentina, Colonia Nahuel Huapi, tal el nombre de la región; o San Carlos de Bariloche, el pequeño poblado que me alberga desde hace un tiempo. Deseoso Luego de hacer corregir el texto -entre otros por el comisario Alanís- el sobre con sus esperanzas fue depositado en la precaria oficina de correos. A veces la realidad sorprende más que en los cuentos y las cosas mas increíbles suceden como digitadas por un ente superior. Rosa Llegó al Nahuel Huapi con baúles llenos de ropa que nunca llegaría a usar, pero con la convicción férrea de que quería casarse con ese italiano fuerte y gritón al que casi no conocía. Era alemana, hablaba poco y era difícil entenderse con Primo. Sin embargo la noche de bodas los encontró hablando el lenguaje que todos comprenden. V ¡Rosa, Rosa! ¡Debes venir al puerto! ¡Ha llegado en el vapor de la Chile-Argentina la segadora que compramos! ¡Con ella podremos trabajar en la cosecha de toda la región! ¿Cómo resistirse al ímpetu de semejante personalidad? Primo arrastró a su mujer hasta el puerto mientras veían en la cubierta del vapor El Cóndor los hierros que formaban parte de la maquinaria. Sus miradas se encontraron y los ojos celestes de Primo centelleaban de excitación. Con el pelo rojo despeinado y la barba del mismo color parecía tener el rostro en llamas cuando el entusiasmo lo desbordaba. VI -¡Basta Francisco! dijo Primo a su hijo que insistía en que otra vez lo llevara a dar una vuelta a caballito por la elegante casa a la que se habían mudado hacía unos meses. El vientre de Primo había crecido tanto como su fortuna, su trabajo y su orgullo. Resoplando depositó con amor a su hijo en el piso luego de darle un beso en la cabeza. Los años de trabajo duro habían dado sus frutos: en 1919 se había convertido en el único dueño de la Compañía Comercial y Ganadera Chile-Argentina, tenía una empresa constructora, un hotel sobre la costa del lago, algunas embarcaciones y varios terrenos. Todo ello logrado con trabajo, contactos, esfuerzo y astucia. Con el horror de la Primera Gran Guerra en Europa -y la crisis económica que trajo 31 Vapor Cóndor arribando a Puerto Bueno. Colección Capraro en Archivo Visual Patagónico aparejada- se había encontrado con la posibilidad de comprar la parte comercial de esta empresa alemana y había quedado como propietario de parte de ese imperio comercial que había sido su principal cliente durante mucho tiempo. VII La influencia de Capraro fue creciendo junto con la zona. Era moneda corriente para Primo invitar amigos de su Belluno natal -o de la Italia en general- a sumarse a sus emprendimientos como personas de confianza. Muchas veces él mismo gestionó ante la Oficina de Tierras la cesión de terrenos a sus compatriotas para quienes esta tierra significaba promesa de trabajo y cobijo. En el verano de 1923 eran más de 300 los italianos empleados y afincados en la zona. A través de La Chile-Argentina Capraro manejaba el traslado de cabezas de ganado a Chile. Había instalado una Usina propia con la que alimentaba el Aserradero, el Taller Mecánico y el Almacén de Ramos Generales de la Chile-Argentina, que abastecía a toda la población de los lagos de los insumos básicos para la difícil vida en el sur. Su peso como empresario lo llevó a ser muchas veces integrante protagónico de la incipiente Comisión de Fomento. Su sueño era concluir las obras de ese tren que se acercaba lentamente y que nunca llegaba a Bariloche. El potencial turístico de la región no pasaba desapercibido para el astuto hijo de Belluno que imaginaba a Bariloche como un centro turístico de elite al estilo de algunas localidades europeas. De esa forma la región alcanzaría un vuelo nacional e internacional. La construcción de una hostería en Bahía López y la compra de algunas embarcaciones fueron el primer paso en esa dirección. Finalmente fue el Estado Argentino quien definió la nueva y obligada orientación de los emprendimientos de su empresa, ya que a partir de la regulación de la Ley de Aduanas el comercio con Chile pasó a ser cosa del pasado. Para promover la región Primo comenzó a ofrecer estadía en Bariloche y uso de sus embarcaciones e instalaciones a personajes célebres de la oligarquía argentina. Así fue como el presidente Roosevelt en su visita a los lagos se sorprendió al verse cenando con este personaje llamativo y gritón que en su presencia recitó en italiano fragmentos escogidos del Dante. Luego de fundar en 1921 la Asociación Italiana de Socorros Mutuos Capraro fue designado Vicecónsul de Italia. Su habitual correspondencia con el gobierno de ese país y su constante trabajo como receptor de inmigrantes lo llevaron a recibir tiempo después el título de Caballero otorgado por el gobierno de Italia. VIII Acababa de ocultarse el sol lo que hacía aún más fría esa tarde de mayo de 1928. Los parroquianos estaban acodados al estaño del bar La Alegría. El piso de madera crujía bajo el peso de las botas de los que entraban en busca de un trago para terminar la jornada de trabajo o simplemente a intercambiar algunos chismes. -Sírvame otra caña y otra para el dotor. Dijo el paisano y se quedó mirando como el bolichero derramaba el líquido color miel dentro de los vasos y se los acercaba. -Yo le digo amigo que no todo lo que brilla es 32 oro y que prefiero ser pobre y no que mis cuernos se comenten por todo el pueblo. -¿Usté dice dotor que ese chico no es del gringo? Preguntó el paisano que tenía la mirada enturbiada por la bebida. -Yo se lo aseguro amigo. ¿Por qué se cree que la florcita viajó a Alemania para tenerlo? Ese gurí no es de él. ¿No vio que no tiene nada que ver con la nena? Ella sí que se parece al padre. El hombre con la mirada turbia se echó el último trago de caña a la garganta y aclarando la voz saludó al dotor con deferencia. Luego se calzó el sombrero hasta las sienes y se llevó a la calle la nueva verdad para compartirla con quienes quisieran escucharla. IX El aire se podía cortar con un cuchillo y el ambiente cerrado olía al humo del tabaco que fumaban los hombres allí reunidos. -Tenemos que detener al gringo. Dijo uno de los presentes en tono amenazador. -Si no lo hacemos esto será una sucursal de Italia y no un pedazo de Argentina como debe ser. Agregó otro ofuscado. -Así es mi amigo, entre los tanos, los chilotes y los alemanes esto es cualquier cosa. Yo me encargo con los muchachos de empapelar “La Alegría” con el poema que le hemos hecho. Dijo un tercero, de pelo corto y cara colorada, mientras lanzaba una sonora carcajada. -No se lo va a llevar de arriba el Tano, no nos va a quitar la intendencia de ninguna forma. ¡Patria y orden! Victorearon todos y así se dio por concluida la reunión de la Sociedad Patriótica -cómo habían dado en llamarse- y cada uno de los presentes se llevó tareas para realizar en los días siguientes. X Para ese entonces las empresas de Primo eran contratistas del Estado Nacional. Por un lado tenía a su cargo la construcción del paso fronterizo Pérez Rosales y por otro la construcción de los muchos puentes que se necesitaban para que la línea férrea llegara de una vez por todas a Bariloche. El volumen de las obras y sus ocupaciones inherentes lo llevarían a pasar muchos meses en Buenos Aires donde habitualmente se reunía con personajes de la política nacional. Gustaba llamarse a si mismo el León de la cordillera y con su elevada estatura y su corpulencia, su barba y su atronadora voz, no pasaba desapercibido. XI La nómina de sueldos superaba nuevamente lo que podía pagar ese mes. La promesa de pago del Gobierno Nacional se diluía en la distancia entre Bariloche y Buenos Aires. Primo miró una vez más el gran lago y con notable preocupación se dirigió al banco. Como siempre no había novedades. Sus finanzas maltrechas dejarían a mucha gente sin cobrar sus salarios nuevamente y finalmente debería despedir a muchas personas. Algunos de sus amigos ya le negaban el saludo. Era un hombre rico en propiedades pero no podía pagar el sueldo de sus empleados. La deuda que Interior de la Carpintería de la Compañía Comercial y Ganadera Chile-Argentina. Colección Capraro en Archivo Visual Patagónico 33 Comercio de Ramos Generales de la Cia. Comercial y Ganadera Chile-Argentina. Colección Capraro en Archivo Visual Patagónico mantenía el Estado con su empresa alcanzaba una proporción astronómica. Mientras caminaba rumbo a su despacho pensó con un dejo de rabia “Primo, el inmigrante de Belluno, financiándole las obras al Estado Argentino, al punto de no poder pagar los sueldos”. La Argentina, que le había dado todo lo que tenía, amenazaba con quitarle su dignidad. Encima de todo la maldita diabetes lo tenia a maltraer últimamente. La puerta se abrió de repente y un hombre exaltado vestido con bombachas de campo y un sombrero negro entró abruptamente y le espetó al gigante italiano: -¡Ya es el segundo mes que no cobramos nada don! ¡Tengo a mi hija enferma y ni puedo pagarle los remedios que me da el doctor! Primo lo miró acomodándose los anteojos y tomó aire antes de decirle: -Si recibo algún peso usted será el primero en cobrar. Pero hoy fui al banco y no había nada. El Estado no paga Piero. Y yo no tengo ni un peso en el bolsillo. Usted sabe que la situación en general no es buena. -Usted habla con la tranquilidad del rico señor que dentro de un rato se va a su casa y se olvida de todo esto. Pero yo no me puedo olvidar de mi hija enferma y además el hambre no me deja olvidarme de usted. Mas vale que se le ocurra algo porque somos varios los que estamos pasando hambre por su culpa. ¡No la va a sacar de arriba! ¡Se lo aseguro! Dando un portazo el hombre abandonó la habitación. Un rato después el eco del disparo retumbó en los rincones del gran lago. Pero en ese momento solo las aves que cantaban lastimeramente como presagiando alguna desgracia se advirtieron del estrépito de la muerte. Tendría que empezar a caer la noche sobre el pueblo fronterizo para que aquel empleado -alertado por la ausencia del jefe- se decidiera a golpear. * Laura M. Méndez es doctora en Historia y docente del CRUB. Víctor Díaz es Ingeniero Industrial y escritor. Ambos son autores de Clarita del Sur. 34 Un crucigrama para conocer más nuestra tierra Referencias VERTICALES: Referencias HORIZONTALES: 7- Río sudamericano cuya característica principal es ser el más caudaloso. 8- Nombre del lago de agua fresca más grande de América del Sur que cubre un área de 8290 kilómetros cuadrados en la frontera entre Bolivia y Perú. 9- Nombre de un país centroamericano que fuera bautizado por sus colonizadores británicos como la Honduras Británica. Solución: 1- Manaus / 2- Defoe / 3- Brasilia / 4- Huallaga / 5- Lascar / 6- Amazonas / 7- Chile / 8- Titicaca / 9- Belize 1- Nombre de la ciudad más grande de la cuenca amazónica, ubicada en la confluencia de los ríos Negro y Amazonas que fuera el puerto principal durante la fiebre del caucho a fines del siglo XIX. 2- Apellido del autor de la novela Robinson Crusoe, famoso náufrago de la ficción que vivió sus aventuras en una isla desierta del archipiélago chileno Juan Fernández. 3- Joven ciudad sudamericana cuya construcción se inició en 1956 y fue oficialmente inaugurada cuatro años más tarde en 1960. 4- Uno de los tres grandes ríos andinos que dan origen al Amazonas. 5- Volcán andino -ubicado a 70 kilómetros de San Pedro de Atacama en la República de Chile- que hizo erupción en 1993. 6- País sudamericano cuyo nombre en aimará significa Donde termina la tierra. 35 ¿Sabías que el cráter originado por la caída de un meteorito de llama astroblema? La palabra significa herida de estrella. En el mundo se conocen 160 astroblemas de gran tamaño situados mayormente en África, Estados Unidos y Europa del Norte. Los más conocidos son el cráter Ashanti en Sudán y el denominado Anillo Vredrefort en Sudáfrica. El mayor campo de astroblemas del mundo tiene una extensión de cinco mil kilómetros cuadrados y se encuentra en la meseta de Yilf Kebir en el sudeste de Egipto, se calcula que su antigüedad es de unos 50 millones de años. El primero en estudiar estos verdaderos accidentes orográficos fue el astrónomo estadounidense Daniel Barringer (1860-1929) quien descubrió que se trataba de cráteres ocasionados por colisiones de meteoritos. En un principio la comunidad científica no aceptó sus teorías pues se pensaba que los astroblemas tenían origen volcánico. Pero en la década transcurrida entre 1960 y 1970 investigadores alemanes clasificaron y compararon 50 de estos accidentes, y cuando se exploró la luna finalmente se pudieron comparar estos cráteres terrestres con los cráteres lunares -que permanecían intactos por la ausencia de erosión- confirmando así la teoría de Barringer. Historia de las cosas muy ricas: EL PAN nuestro de cada día El pan forma parte de la dieta de la humanidad desde hace 10.000 años, más precisamente desde que el hombre primitivo dejó de ser nómada y comenzó a practicar la agricultura. Algunos afirman que pudo haberse elaborado por primera vez en Asia Central y haber llegado al Mediterráneo por la Mesopotamia y Egipto a través de las antiguas rutas comerciales de los sirios. Lo que está documentado es que en alguna parte de Sumeria hace unos 8000 años alguien empe zó a elaborarlo y que 3000 años después los sumerios le enseñaron su elaboración a los egipcios. Fueron ellos quienes descubrieron la fermentación y con ella el verdadero pan. Este antiguo pueblo consolidó las técnicas de panificación y creó los primeros hornos, como lo demuestra un horno de 6000 años de antigüedad desenterrado cerca de la vieja Babilonia. El pan fue un alimento principal para la sociedad egipcia. Los descubrimientos arqueológicos demuestran que la dieta de los egipcios pobres se componía básicamente de pan y cebolla, por eso es muy probable que el famoso dicho Contigo, pan y cebolla se haya acuñado a la sombra de las pirámides, en aquellos tiempos remotos de la civilización. 36 Fanático catódico El coronel Carlos Gardela tenía devoción por las telenovelas. Después del mediodía, y hasta la tardecita, su cabeza se inundaba de hermanos mellizos, padres equivocados, esposas infieles y galanes con peinados raros. No le importaba que lo burlaran en el regimiento, no le importaba que su país entrara en guerra, ni siquiera le importó cuando lo echaron. Sólo le importaba el casamiento prohibido de la chica pobre con el chico rico. Lo irritaban profundamente los exagerados villanos a los cachetazos contra el mundo, lo emocionaban hasta las lágrimas las escenas de besos postergados y los desencuentros por un pelo, se mordía las uñas cuando descubrían a los amantes en plena pasión. Gardela pasaba las 24 horas frente al televisor. Mientras comía, mientras desayunaba, mientras dormía y mientras se bañaba. El coronel sólo miraba novelas, atrapado entre historias retorcidas y actores gritones. Así pasaron los días, pasaron los meses y pasaron los años. Cuando finalmente fueron a buscarlo, ya era demasiado tarde: hacía mucho tiempo que la televisión se sentaba a mirarlo a él. EXCESOS Y EXAGERACIONES Relatos ilustrados de Pablo Bernasconi Editorial Sudamericana - 2008 37 Para sorprender en las fiestas: PANES DULCES bien caseritos… Por Cholo Pereira Llegaron las fiestas y como no podía ser de otra manera en Costumbres del Sabor y del Saber vamos a hacer honor a los festejos compartiendo una receta clásica y práctica para elaborar los infaltables panes dulces. Para comenzar con la elaboración de estos deliciosos panes dulces bien caseritos tenés que disolver 40 gramos de levadura y 50 gramos de azúcar en ¼ de taza de agua tibia y dejar un ratito la preparación en un lugar templado para que la levadura se active y se forme la consabida espuma. Te conviene elegir un recipiente mediano para evitar que la levadura se derrame. A continuación mezclás 700 gramos de harina cuatro ceros, 200 gramos de azúcar y una cucharadita de sal, con estos ingredientes formás una corona sobre la mesa y colocás en su centro la levadura ya espumada, 4 huevos, 2 cucharadas soperas de miel, 3 de coñac y una cucharadita y media de esencia de vainilla. Una vez que incorporaste estos ingredientes mezclás todo de adentro hacia afuera cuidando que los líquidos no se derramen, y cuando la harina y el azúcar los absorbieron le agregás 200 gramos de manteca bien blanda -pero no derretida- y te ponés a amasar. De ser necesario podés agregar un poco de harina para facilitar el amasado pero cuidado: porque la masa debe quedar bien blanda y elástica, como si fuera chicle. Para evitar el pegoteo es bueno ayudarse con una espátula o alguna otra herramienta plana tanto para la mezcla como para el amasado. Una vez que tomaste la masa formás un lindo bollo y lo acomodás espolvoreándolo con harina adentro de un recipiente grande -de acero o de plástico- para dejarlo levar en lugar templado durante al menos 8 horas. Yo hago la masa bien tarde y la dejo leudar de la noche a la mañana. Pasado el tiempo de leudado volcás la masa en la mesa y luego de desgasificarla le agregás las frutas secas y las glaseadas mientras la amasás de a poco, tomándote el tiempo necesario para integrar la fruta a la masa. Una manera es dividir el bollo en varias partes y volverlo a tomar repitiendo el procedimiento 4 o 5 veces hasta lograr una masa homogénea. Cuando te gusta como quedó la masa la dividís en tres bollos iguales y colocás cada uno de ellos en un molde de papel para pan dulce. En este momento -si es de tu agrado- podés realizarle a cada pan dulce un pequeño corte en cruz justo en el centro para que sus crestas se abran. Ahora tenés que dejarlos leudar de 2 a 3 horas en lugar templado hasta que los veas bien infladitos. Una vez completado el segundo leudado les pegás una pintada con una yema apenas batida con un chorrito de leche y los llevás al horno previamente templado a temperatura media. Transcurridos los primeros 20 minutos bajás el horno a mínimo y lo dejás cerrado unos 50 minutos más. El tiempo de cocción dependerá del horno pero no es bueno apurarlos, pasados los 40 minutos de horno al mínimo los podés pispear cuidando que el horno no se enfríe. Cuando los ves bien doraditos los retirás y verificás la cocción interior con el truco del cuchillo o el palito de brocheta: si sale seco es porque está cocido. Recién entonces apagás el horno y los dejás enfriar. Y cuando están bien fríos -si tenés ganas y te gusta la idea- los decorás con chocolate blanco y/o negro, o con el típico glaseado real colocándole para finalizar -antes de que se seque la cobertura que hayas elegido- abundantes frutas secas y glaseadas. 38 Algunos consejos prácticos: Si tenés ganas podés tostar las nueces, avellana y almendras. Una forma es esparcirlas en una asadera y darle unos minutos de horno fuerte. Quedan riquísimas pero hay que tener cuidado de que no se quemen. Una buena precaución es poner una rejilla entre los panes dulces y la placa de horno para evitar que estos se quemen debido al prolongado tiempo de cocción. A propósito: también es muy importante que los panes no se pasen de cocción porque sino resultarán muy secos. Si para las próximas fiestas –o para cualquier momento- querés preparar los panes con anticipación y congelarlos solo tenés que envolverlos muy bien con papel film antiadherente cuando están apenas tibios -obviamente sin decorar- y luego colocarlos en bolsas de freezer. De esta manera los podés conservar hasta tres meses para luego descongelarlos a temperatura ambiente cuando llegue el momento de consumirlos. Para preparar el glaseado real todo lo que necesitas es 1 clara de huevo y 250 gramos de azúcar impalpable, poco más, poco menos, según la consistencia que quieras que tome el glaseado. La preparación es sencilla: pones la clara en un cuenco y con una cuchara le vas agregando el azúcar de a poco para que se vaya incorporando bien. Si querés le podés agregar unas gotitas de jugo de limón para contrarrestar tanto dulce. Y una vez que lograste la consistencia deseada lo usás como cualquier otra cobertura. Lo que necesitás para 3 panes dulces de 600 gramos: Fermento: 40 gramos de levadura fresca 50 gramos de azúcar ¼ de taza de agua tibia Masa: 700 gramos de harina 0000 (y un poco más para el amasado) 4 Huevos 200 gramos de azúcar 1 cucharadita y media de sal 2 cucharadas soperas de miel 3 cucharadas soperas de coñac 1 y ½ cucharadita de esencia de vainilla 200 gramos de manteca 300 gramos de fruta seca y/o glaseada a elección: pasas de uva, nueces, almendras, cerezas confitadas, cáscaras de fruta abrillantadas, etc. Para pintar los panes: 1 yema de huevo 1 cucharada de leche Para decorarlos: 70 gramos de chocolate cobertura blanco y/o negro o 1 clara de huevo, 250 gramos de azúcar impalpable y unas gotas de limón; y cantidad necesaria de frutas secas y glaseadas. Palabras de sobremesa: "No solo de pan vive el hombre. De vez en cuando también necesita un trago." Woody Allen Los borrachos Diego Velázquez ( 1599 / 1660 ) Cholo Pereira [email protected] CURSOS DE COCINA / CATERING teléfono 02944 / 15650974 39 Cartas de nuestros lectores Señores de Revista TODO: Quería saludarlos y felicitarlos por la revista. Del último número me gustó mucho la entrevista a Ramón Minieri, autor de Ese ajeno Sur. Es increíble la historia de ese millón de hectáreas regaladas a los ingleses. También las fotos del campo me gustaron mucho. Felicidades para estas fiestas y espero ansioso el próximo número. Jacinto Pacheco Hola Revista Todo: Muy buenas todas las notas de la revista. Con mi señora probamos las recetas y queríamos felicitar al cocinero. Tenemos tres chicos que van al secundario, dos varones y una mujer, y los tres leen la revista y comentan las notas. Yo vivo en Bariloche hace 30 años pero soy oriundo de Mar del Plata y fanático de la navegación. Me gustaría sinceramente que en algún número traten de la historia de la navegación en el Nahuel Huapi. Desde ya muchas gracias y nuevamente felicitaciones Carlos Gauna Leí Esquilador y me dio mucha impresión las fotos que muestran como les perforan las orejas y como les cortan la cola a las ovejas. Me fijé en internet y vi la crueldad que sufren, entre otros, estos animales. Lamento la tristeza que me produjo la nota pero gracias a ella tomé conciencia y dejaré de comprar productos con lana. Espero que sirva para que otras personas reflexionen sobre el trato a los animales. Gracias por permitirnos opinar. Ana Inés Ratti Hola amigos: Quería felicitarlos por la revista y aprovechar para contarles a todos que en Bariloche existe un grupo llamado ALAS. Somos un grupo de ayuda mutua para padres que hemos perdido hijos. Nos juntamos todos los sábados de 16 a 18 horas en el ex Hogar Gutiérrez -Moreno 1435- e invitamos a todos los papás que han pasado por el terrible dolor que significa la muerte de un hijo a acercarse para compartir nuestras experiencias y ayudarnos entre todos a tener una vida un poquito mejor. Un abrazo para todos y los esperamos. Gracias a la Revista TODO. Cristina teléfono 02944 428425 [email protected] No dejen de escribirnos a [email protected] ¡NOS LEEMOS EN LA PRÓXIMA! 40 A TODO HUMOR con: Gabino Tapia Porfiando se llega...