pág. 18 - Supermercados TODO

Anuncio
A ñ o 1 - Nº 6
Diciembre / Enero 2010
Distribución
G r a t u i t a
Con este Número:
Esquilador (2da.parte)
de Donald Borsella
pág. 18
Hotel El Mirador
ilustración de Pablo Bernasconi
Historias de Nuestra Historia
Queridos amigos:
Como no podía ser de otra manera llegaron las fiestas y quienes hacemos Revista TODO tenemos mucho que
celebrar. Con este sexto número cumplimos un año dándonos
el enorme gusto de compartir con ustedes lecturas históricas,
científicas, literarias y expresiones artísticas y culturales, cumpliendo de este modo nuestro principal objetivo: aportar al
conocimiento de nuestra región y su cultura y a la reflexión
compartida sobre nuestro destino en común. Por eso queremos agradecer especialmente a los autores de los contenidos
publicados y a los artistas que engalanaron nuestra revista
con sus creaciones, ya que sin su generosa contribución no
hubiéramos podido lograr lo que nos habíamos propuesto. El
otro agradecimiento especial es para ustedes amigos lectores, por todas las palabras de afecto y de reconocimiento que
-personalmente o por escrito- nos alientan constantemente a
seguir adelante con nuestro trabajo. Alzamos la copa entonces para despedir este año del bicentenario de la patria, del
trigésimo aniversario de Supermercados TODO y del primer
año de nuestra revista, deseándoles a todos unas felices fiestas y un año nuevo próspero y venturoso. ¡Hasta la próxima!
Pág. 2
Clemente Onelli, una personalidad
para recordar. (primera parte)
Por Ricardo Vallmitjana
Pág. 6
Salud, Ciencia y Conciencia
Frutos de la Patagonia para la Salud
Por Sara Itkin
El Fogón del Encuentro
Pág. 9
A la vera del fogón:
Pablo Bernasconi
Por Sebastián Carapezza
Arte y Oficio
Pág. 14
Pablo Bernasconi / San Carlos de Bariloche
Páginas Patagónicas
Pág. 18
Esquilador (segunda parte)
Por Donald Borsella
Pág. 25
De la Tierra a la Luna
4 poemas de Mansilla
Graciela Cros / San Carlos de Bariloche
Hombres y Mujeres de mi Tierra Pág.29
La muerte del caballero
del Nahuel Huapi
Por Laura Méndez y Víctor Díaz
Dirección General: Roberto Gilio
Dirección Editorial: Sebastián Di Silvestro
Dirección Comercial: Irene Peralta
Escriben en este número: Ricardo Vallmitjana, Sara Itkin,
Sebastián Carapezza, Donald Borsella, Graciela Cros, Sebastián
Di Silvestro, Laura Méndez, Víctor Díaz, Pablo Bernasconi
y Cholo Pereira.
Colaboraron con este número: Laura Méndez, Valeria Silva,
Karina Laguzzi, Adrián Pacheco, Hernán Morfese, Pablo
Zermoglio, Stephanie Zanovello, Juan Carlos Moisés, Alfredo
Chino Leiva, Graciela Cros y Pablo Bernasconi.
Humor Gráfico: Gabino Tapia
Redacción y Corrección: Raúl Catalá
Producción Editorial: EDICIONES PATAGONIA ESCRITA
Diseño y Diagramación: SERCREATIVO / J.Gofin - M.Sánchez
Impresión: IMPRENTA 2.0
Director Propietario: Roberto Juan Gilio
Dirección: Luis Piedrabuena 5152 – Bariloche – Río Negro
Registro de la propiedad intelectual Nº 864756
Todos los Chicos
Pág. 34
Juegos, curiosidades y cuentos para pensar…
Fanático Catódico
Por Pablo Bernasconi
Costumbres del Sabor y del Saber Pág. 37
Panes dulces bien caseritos
Por Cholo Pereira
Cartas de Papel
Humor con Gabino Tapia
Pág. 39
2
Clemente Onelli,
una personalidad para recordar. (primera parte)
Un busto recuerda su figura en un parque de Buenos Aires;
una montaña, un ventisquero, un pueblo
y algunas calles patagónicas recuerdan su nombre;
y don Ricardo Vallmitjana nos pinta su estampa.
Por Ricardo Vallmitjana
Don Clemente Onelli
Un emotivo busto en bronce recuerda su figura
en un parque de Buenos Aires. Además una montaña,
un ventisquero patagónico, un paraje de la línea sur
rionegrina y una calle muy populosa de San Carlos de
Bariloche recuerdan su nombre. Este italiano hijo de un
reconocido abogado del foro romano y nieto del
conde Guido Onelli -que en sus tiempos había sido un
alto funcionario pontificio- apenas llegó a América se
dirigió al Museo de La Plata y preguntó por su director:
el Dr. Francisco Pascasio Moreno. Al encontrarlo se
adelantó, estrechó su mano y se presentó diciendo:
Clemente Onelli, licenciado en Ciencias Naturales de la
Universidad de Roma. La alocución de aquel joven de
25 años debe haber resultado convincente, ya que fue
contratado y de inmediato emprendió una amplia gira
por la Patagonia durante aquella temporada de 1889,
con la premisa de reunir materiales para las
colecciones del Museo. Viajó hasta Punta Arenas y una
vez en el extremo continental de la Patagonia contrató un baqueano, que resultó ser Mounsier Poivre, un
francés aventurero conocedor de enormes extensio-
nes de territorio y sobre todo de la gente que lo
habitaba, algo que Onelli estimó mucho y que le
permitió consustanciarse
totalmente con las
necesidades y los sentimientos patagónicos. El guía en
otros tiempos había formado parte del séquito de
Antoine Orellie, aquel pretendido Rey de Araucaria y
Patagonia. “Aprendí el Araucano y el Tehuelche antes
que el idioma español” -diría Onelli más tarde-.
Desde el Museo de La Plata fue corresponsal
de varios diarios extranjeros que publicaban sus notas
y relatos sobre la fauna, la flora y la vida en la
Patagonia. También se desempeñó como corresponsal
periodista del Ferrocarril Sud conviviendo con los
ingenieros que trabajaban en el tendido de rieles
desde Bahía Blanca a Neuquén. Con los estudios y
conocimientos adquiridos Clemente Onelli logró crear
a nivel oficial una Oficina de Química Agrícola en
Buenos Aires, desde la que difundía las “modernas”
técnicas agropecuarias y la naturaleza de los suelos de
Onelli
caracterizado
de tehuelche
en 1904
3
Clemente Onelli en primer plano a la derecha
estos territorios aún vírgenes. Pero un cambio de
gobierno lo dejó sin trabajo y ahí fue cuando se le
ocurrió iniciar una quimérica explotación aurífera en
las proximidades del Lago Argentino. Así lo comenta:
“Remonté con sirga de caballo el Río Santa Cruz hasta el
Lago Argentino, pues llevaba muchos pertrechos
imposibles de llevar en carga; y llevaba también un
enorme perro danés, porque yo admiraba mucho al
explorador D´Annunzio, a quién había visto en Villa
Borghese siempre acompañado de uno de estos
mastines... regresé con un frasquito con 14 gramos de
oro en polvo que vendí el mismo día de regreso en una
joyería del centro...” Personalidad curiosa la del
naturalista: En las fotos de su primer viaje aparece
vestido a la usanza indígena y cuando fue a buscar oro
lucía un perfecto atuendo de explorador con casco de
corcho e iba acompañado de su enorme perro. En
realidad Onelli se sostenía mínimamente con la
humilde labor de redactor en El Diario donde publicaba sus notas sobre la naturaleza y la problemática
patagónica, “metiendo la cuchara” -como él mismo
dejó escrito- en las cuestiones de frontera que debían
definirse en un futuro inmediato, haciendo gala de sus
profundos conocimientos, con su clásico estilo
pintoresco y solidario.
Cuando Moreno fue nombrado Perito en
Límites recordó a este entusiasta colaborador y lo
nombró secretario de la Comisión Argentina de
Limites. Con gran disposición Onelli se desempeñó
tanto en labores diplomáticas como en los trabajos de
campo, coordinando y haciendo de mensajero entre
las distintas subcomisiones que exploraban la
cordillera, en tiempos en que las comunicaciones a
distancia se limitaban a una densa columna de humo y
los trayectos entre campamentos se medían en días a
caballo. Nos dejó hermosos relatos de aquellos
tiempos en que se trasladaba de un punto a otro
cruzando el desierto patagónico. Recuerdos muy
emotivos, a veces novelados y otras extremadamente
precisos en sus observaciones. Hastiado en soledad
hablaba con sus caballos... y ellos le respondían,
manteniendo diálogos profundos y esclarecedores en
temas inherentes a sus necesidades y las de la
Patagonia. En uno de sus relatos cuenta de un
romance -un romance arisco- de un gringo tropero
con una “indiecita” protegida del cacique. Describe
con todo detalle cada mirada y estrategia de
acercamiento, la insistencia del varón en un ambiente
ciertamente peligroso bajo la amenaza indudable de
los celos que podrían enfurecer al cacique con
temibles consecuencias, los fugaces encuentros a
escondidas, el romántico pudor de la dama y su
consentimiento final. Una preciosa y detallada historia
de amor con final feliz. Solo que al concluir la lectura
del capítulo, el lector se entera que el gringo tropero
no era otro que su perro danés y la tímida damita una
perrita blanca, mascota preferida del cacique
Quilchamal. Así era el licenciado en ciencias naturales,
en su mente muchas veces veía a los animales como
personas y a las personas como animales.
Hay un párrafo sobre un hombre que
circunstancialmente fue su guía que da una muestra
clara de su escritura siempre amena, se trataba de un
soldado que en realidad era presidiario convicto por
delitos varios. Onelli lo dice así: “...Durante el regreso a
San Martín de Los Andes había cobrado verdadero
cariño al sumiso y bondadoso asesino que me acompañaba, e iba averiguando de que manera podía recompensar sus servicios... le había visto calzadas un par de
botas muy deterioradas, y me había dicho que su pena
era no poder satisfacer su deuda con una de las
lavanderas del regimiento, que imaginaba sin temor a
equivocarme, era uno de aquellos pergaminos
arrugados vistos en San Martín, que porfían pertenecer
al bello sexo y cuya clasificación en la fauna se ha
Clemente Onelli en Lago Argentino
4
Onelli y sus compañeros
de la Comisión de Límites
perdido a fuerza de cruzas extrañas y desconocidas... Al
llegar al cuartel no quiso aceptar las botas que le ofrecí,
pues me dijo que tenía otras; se decidió por aceptar los
cinco pesos para el pago de su lavandera. Pero habiendo
ésta condonado cincuenta centavos de la deuda fueron
naturalmente convertidos en alcohol, que por la poca
cantidad le fueron suficiente tan solo para recibir cincuenta azotes, los cuales indirectamente fueron causa
de mi cariño...”
Onelli no solo compartió los trabajos más
duros de la exploración, sino que por su capacidad y
conocimientos fue nombrado acompañante del
árbitro enviado por la corona británica para definir los
puntos en conflicto de la cuestión limítrofe, delicada
actividad en la que él se auto define como “el corre, ve
y dile de Holdich”. Las memorias de este período
fueron publicadas en la obra Trepando los Andes
-editada en 1904- donde describe en su estilo tan
colorido como ameno y aparentemente informal el
resultado de sus observaciones y trabajos. De Nahuel
Huapi dice: “Este Lago, el Rey de los Lagos del Mundo no
se describe: Se admira en silencio y después, en las
largas noches de invierno rodeados por hijos y nietos se
dicen sus maravillas, como en cuentos de hadas...” Y
navegando desde Puerto Blest: “Visitamos Puerto
Moreno y llegamos al fin a San Carlos de Nahuel Huapi,
donde la casa Hube Achelis ha iniciado l a civilización
de este lago poco conocido con chalets, molinos, casas,
caminos, muelles y el vapor mismo en que navego, y
todo esto a pesar de los tropiezos inherentes al desierto
y que aumentaron los malévolos informes de los haraganes de la comarca, que comunicaban al gobierno el
inmenso daño que hacen estos esforzados ocupando
algunas hectáreas de tierra con sus huertas y edificios...”
Desde San Carlos continúa el viaje cabalgando por lo
del vecino Tauscheck: “...Caminito de la costa, perdido
entre el follaje y las flores de esa corni-che andina, me
dirigí hacia el desagüe del lago, la boca del Río Limay.
Me detuve en el camino admirando los trigales, los
tomates y los melones de un colono alemán e hice
resollar mi caballo a la sombra de un manzano silvestre
cuyas frutas eran todavía muy agrias, y me desquité
picoteando las perfumadas frutillas...” En su paso por
Bariloche se encontró con un compatriota, el pionero
Primo Capraro, con quien compartió algunos
momentos en los que no sería de dudar que hubiesen
entonado en dúo y a toda voz algunos trozos de las
canciones inmortales de la vieja Italia. Lo que es
indudable es que cimentaron una amistad duradera, a
tal punto que cuando Capraro viajó a Buenos Aires
para casarse le pidió a Clemente Onelli que aceptara
ser su testigo de bodas, a lo que éste accedió honrado,
en compañía de Carlos Spegazini.
Cuando concluyeron los trabajos de límites
Onelli fue nombrado director del Zoológico de Buenos
Aires, una actividad acertada para su espíritu inquieto
y comunicativo. Por su gestión se recibían continuamente animales nuevos y exóticos, enviaba guanacos,
ñandúes y peludos a otros continentes a cambio de
otros desconocidos en Argentina, y publicaba una
revista que tituló Aguafuertes del Jardín Zoológico,
donde entre las noticias del mundo científico cada
animal se presentaba ante la sociedad escribiendo de
sus cualidades y dando sus pareceres. Quedan mil
anécdotas del ingenio de Onelli. Una situación inesperada se produjo cuando llegó al puerto de Buenos
Aires una jirafa. No encontraban vehículo apropiado
para trasladar al animal hasta su nuevo hogar. Onelli
recorrió los corralones sin hallar solución. Resolvió
entonces trasladarla caminando desde el puerto hasta
el Zoológico. Le colocó al animal collares con traíllas
en el cuello y las patas. Con la ayuda de colaboradores
la jirafa paseó por las calles de Buenos Aires provocando asombro entre los pasantes y gran alarma en la
población canina, y ni hablar del entorpecimiento del
tránsito. El hecho resultó de gran impacto publicitario.
Onelli en el Zoológico de Buenos Aires
5
De tal magnitud que la gente se volcó masivamente al
Zoológico para conocer al nuevo habitante.
A Onelli le agradaba que los niños visitaran el
predio. Cuando veía un grupito siempre se acercaba
para acompañarlos y comentar aspectos de la vida
animal, creándoles aventuras y viajes imaginarios. En
1909 instaló un pequeño tren -con vías y todo- con el
que recorría el jardín haciendo el mismo de guía y
maestro de los pequeños visitantes. Y así jugando un
día se le ocurrió decir que el surtidor de agua donde
los visitantes calmaban la sed era nada menos que la
Fuente de Juvencia. Así fue que los chicos, precedidos
por Onelli, formaron una fila para tomar unos sorbos
del agua milagrosa. Fue algo que trascendió, y muy
pronto chicos, no tan chicos y hasta ancianos formaron
largas colas para abrevar en la fuente señalada. La
Adquiera las publicaciones
“Historias de mi pueblo”
de Ricardo Vallmitjana
en Av. Mitre 299
San Carlos de Bariloche
prensa intervino con sensacionalismo y Onelli debió
explicar públicamente que la situación se originó en un
mundo imaginario, creado para motivar a los niños. Y
en 1911 encaró la puesta en marcha del Establecimiento Avícola Municipal, dicho en otras palabras: El
Gallinero del Pueblo. Al cabo de un año había vendido
30.000 huevos para sostenerlo y donado otros 100.000
a los hospitales capitalinos. Y luego lo intentó con
cabras, que se ordeñaban para donar leche y fabricar
quesos. Inquieto, extrovertido, culto, multifacético y
solidario, así era don Clemente Onelli.
(continuará)
6
Frutos de la Patagonia para la Salud
Por Sara Itkin, Médica Generalista y Naturista
Llegó el tiempo estival y en la patagonia
la madre naturaleza nos ofrece deliciosos manjares:
sabrosas frutas que además de alimentarnos nos brindan salud.
Frutillas
El tiempo estival nos regala un paisaje único: la
Madre Naturaleza dándonos a conocer sus frutos.
Plantas y árboles patagónicos exuberantes de
colores, texturas, formas, aromas y sabores
fructifican al alcance de nuestras manos.
Verano, temporada de frutas, entre ellas la
frutilla. Su nombre en latín (fragaria) hace referencia a
su indescriptible y cautivante aroma. Las silvestres son
nativas de los bosques patagónicos (fragaria chiloensis) y las de cultivo se originaron del cruzamiento de
éstas y de las nativas de Norteamérica (fragaria
virginiana) con las silvestres europeas (fragaria vesca).
Las frutillas poseen una notable riqueza en
minerales como hierro, calcio, silicio, boro,
potasio, manganeso, cobre y fósforo, por eso son
indicadas en curas de desintoxicación y remineralización. Ayudan a mejorar anemias y estados de
fatiga y como facilitan la eliminación de sustancias
de deshecho del organismo, se aconseja especialmente consumir en abundancia a personas obesas
y a quienes padecen hiperuricemia y gota: estados
originados por la acumulación de ácido úrico en la
sangre que llevan a producir inflamación y daño
articular. Hechas puré y aplicadas como mascarilla
facial, gracias al bromo que contiene, esta delicia
natural nos ayuda a disminuir las arrugas y
embellecer el cutis. Y es muy buena fuente de
vitamina C, K y ácido fólico -o vitamina B9- además
de aportarnos cantidad de biosustancias entre ellas
los pigmentos, mucílagos y flavonoides que tienen
acción antioxidante y anticancerígena. Las frutillas
son ricas en salicilatos: ácidos orgánicos con acción
antiinflamatoria que alivian estados reumáticos. Sus
hojas -donde abundan taninos- tienen acción
cicatrizante y astringente. Aconsejo realizar infusión de
sus hojas vertiendo agua hirviendo sobre ellas. Luego
tapar, dejar reposar y colar. Puede bebérsela en caso de
diarreas, usarla para hacer gargarismos en caso de
anginas y gingivitis y utilizarla para lavar heridas. Un
dato botánico: lo que conocemos y comemos como
frutilla es el engrosamiento del receptáculo floral, los
verdaderos frutos son los pequeños puntitos que
vemos en ella.
Cerezas
7
Fruto del saúco
Refrescantes y dulces las cerezas nos invitan a
apaciguar el calorcito veraniego. El cerezo -prunus
cerasus- es oriundo del viejo continente. Estas
frutas aportan al organismo gran cantidad de
agua, fibra y minerales como hierro, calcio,
magnesio, silicio, fósforo y betacarotenos. Es una
excelente fuente de antioxidantes a la vez que
aporta vitamina C, K y las del grupo B. Las cerezas
depuran nuestro organismo, son ideales para
adelgazar, aliviar reumatismos y levantar las
defensas. A las mujeres nos previenen de la
osteoporosis y nos mejoran la piel, dándole lozanía
y tonicidad. El jugo de esta fruta tan popular en la
patagonia tiene un efecto anticaries.
Y entre los frutos que podemos disfrutar en la
patagonia andina está el saúco. También originario de
Europa. Con sus ramas huecas los antiguos griegos
fabricaban un instrumento musical, una flauta
conocida como sambuké. De allí el nombre científico
del saúco: sambucus nigra -ya que sus frutos son
negruzcos-. Estas pequeñas perlas negras contienen flavonoides, provitamina A, vitamina C y
biosustancias que hacen de ellos verdaderos
aliados de la salud, fundamentalmente en estados
de defensas bajas, catarros y resfríos. Se pueden
consumir crudos en jugos, jarabes y mermeladas.
Una recomendación importante: deben ingerirse
bien maduros, ya que de lo contrario pueden
producir náuseas, vómitos y diarreas. Las antocianidinas contenidas en los frutos del saúco ejercen
una acción antineurítica que calma las neuralgias:
dolores producidos por irritación de los nervios.
Flor del saúco
Por eso para calmar el dolor en caso de culebrilla o
herpes se aconseja aplicar el jugo de sus frutos
sobre la zona afectada. Para aliviar los catarros
podemos hervir la corteza del árbol y beberla con
miel. Sus flores hacen maravillas en pieles delicadas
y castigadas. Se realiza una infusión con ellas y
posteriormente se aplican compresas tibias en la
piel. Esta infusión es excelente también como
colirio para aliviar los ojos irritados. Y como estas
pequeñas y perfumadas florcitas son sudoríficas y
depurativas varias tazas de su té mejoran estados
febriles, alergias y enfermedades eruptivas.
Con el saúco se hacen dulces deliciosos,
jugos concentrados de fruto y de flores y hasta un
riquísimo champán. Para prepararlo hay que colocar
12 ramilletes de flores -sin los cabitos verdes- en una
damajuana o bidón y luego agregar ½ kilo de azúcar
blanco, 2 cucharadas de vinagre de manzana, la
cáscara rallada de un limón, el resto del limón cortado
en rodajas y 4 litros y medio de agua. A continuación
hay que agitar y deja reposar tapado con un trapo
durante 24 horas. Luego hay que colar la preparación y
una vez retirados los ingredientes sólidos verter el
líquido en botellas de plástico. Una vez embotellado y
tapado hay que dejarlo descansar en un lugar oscuro y
fresco durante al menos 20 días. Cuanto más tiempo
repose más seco será el champán. Eso sí, hay que
apurarse porque su flores son de las primeras en cuajar
y caen apenas comenzado el verano.
¡SALUD!
9
A la vera del fogón:
Pablo Bernasconi
Horas antes de volver a ser papá el artista barilochense
que supo deleitarnos con libros como Retratos y Bifocal
nos cuenta como vive sus creaciones, sus crecimientos y su oficio.
Por Sebastián Carapezza
¿Sensibiliza tu trabajo el hecho de volver a ser
papá?
Uno al ser padre cambia el rumbo sí o sí,
empieza a tener prioridades diferentes y las
prioridades diferentes implican trabajos diferentes.
Hoy estoy en un punto en el que elijo lo que hago,
no me pasaba hace diez años, me pasa ahora. Con el
nacimiento de mi primer hijo cambié mucho las
cosas que hacía. En cuanto a la sensibilidad es difícil
de medir. Lo que me resulta fácil -si miro cinco años
hacia atrás- es ver los caminos que tomé, porque
son muy marcados hacia un rumbo específico. El
convivir con un chico por primera vez te cambia la
visión y la percepción.
Vos viviste en Bariloche, te fuiste a estudiar
diseño a Buenos Aires, trabajaste un tiempo allá y
volviste a Bariloche. ¿Crees que tu obra se pudo
haber desarrollado en cualquier lado? ¿Sentís que
incide de alguna manera el contexto a la hora de
crear?
Creo que mi obra pudo ser desarrollada en
cualquier otro lado aunque seguramente no iba a ser
calcada o exactamente la misma obra. Hoy está todo
ampliado y yo trabajo de una manera globalizada.
Trabajo para muchos lugares del exterior y tengo
que estar atento a las realidades de esos lugares. Y
me pone contento ese anonimato que me da un
lugar lejano. Conozco gente que le sería imposible
vivir en Bariloche aislado de la vorágine cultural de
Buenos Aires, una vorágine maravillosa pero un poco
turbulenta, al menos para mí. Sin embargo para
otros quizás eso mismo sea un disparador. Roberto
Fontanarrosa contaba que él había elegido Rosario
para vivir porque era una cuidad tan fea que la única
manera de acercarse a su imaginación era aislándose
de la ciudad, haciendo imposible que la imaginación
se evada, porque si hubiera estado en un lugar lindo
le hubiera resultado mucho más difícil.
¿Cómo está plasmado Bariloche en tu obra?
Concretamente a través de los objetos, a
10
través de los elementos que extraigo del lugar y que
fotografío o escaneo. Yo me nutro de cosas y
compongo mi obra con cosas de mi entorno.
Cuando estaba en Buenos Aires era buscar por San
Telmo y el mercado de pulgas. Y ahora trabajo con
cosas que encuentro acá. Hay libros que los armé
con latas que encontré en el lago por ejemplo.
Tengo una visión muy práctica sobre eso. En lugar de
usar una lata a la que hay que verterle coca cola para
que se oxide, bajo al lago y camino cinco minutos
hasta encontrar una lata. En ese sentido creo que lo
digital está sobre valorado en cuanto a su
practicidad. Hay cosas que no tienen sentido.
Muchos comerciantes de Bariloche me conocen por
ir a buscar cosas extrañas. Por ejemplo voy a la
pescadería, le pido diez cabezas de pescado y voy
durante un mes hasta que encuentro una que me
sirva, porque necesito una nada más. Y cuando la
encuentro le dejo el pescado y me llevo la cabeza.
Cosas así.
El contexto marca cualquier infancia. ¿Vos crees
que hay rasgos particulares en tu obra de una
infancia en Bariloche?
Generalmente cuando me piden un trabajo,
me dicen: Se vos nomás. ¡Es la gran Pappo! Y cuando
no me piden eso tengo que estar atento a ellos y su
lugar. Es un equilibrio muy fino porque uno no
puede simular ser. Con su propia personalidad uno
tiene que tratar de observarlos y volcar algo. Otra
cosa bien diferente es que haga un libro y no me
importe donde se va a vender. Me pasa que mis
libros se venden en Corea, Alemania, China, o Brasil
y son libros argentinísimos con cuestiones muy
nuestras. Son cuentos que surgieron de situaciones
que pasaron acá y lo leen y asimilan como propias
los niños coreanos. Supongo que también se leen
como una cosa medio folklórica. Uno lo lee, se
sumerge en eso, lo disfruta y aprende. Y eso está
perfecto.
En tu libro Retratos hay cincuenta y siete
personajes. ¿Qué personajes quedaron afuera?
¿Por Qué?
Quedaron afuera un montón y por varios
motivos. La longitud del libro era de ciento
veintiocho páginas y me tuve que ajustar a eso.
Cuando saco un libro una de las cosas que intento es
que sea barato, incluso cediendo parte de mis
derechos por ejemplo, o pagando parte de la
impresión de mi bolsillo. De esta manera tengo
incidencia en el precio del libro. Todo el tiempo estoy
haciendo cosas. Por ejemplo ahora estoy haciendo
con Gaby Herbstein un calendario 2011 que está
enfocado al tema ambiental. Es un trabajo enorme,
gigantesco y lo hacemos gratis. Es un laburo enorme
pero también será enorme la difusión y el efecto. En
la actualidad sigo trabajando con Abuelas de Plaza
de Mayo todos los meses y con Clarín, cosas que
ahora parecen contradictorias…
¿Lo son?
Para mí no. No es una contradicción porque
en Clarín no hago Política, hago Espectáculos o
secciones puntuales como Música. También trabajo
en Caras y Caretas que ahora es oficialista. Ayer por
ejemplo hice la ilustración de Néstor Kirchner.
11
En tus trabajos veo coherencia entre plástica y
discurso. ¿A qué se lo atribuís?
Eso viene mucho del oficio, del camino
recorrido. El estudio está. Yo estudié diseño -no
estudié Bellas Artes- y eso es algo importante, algo
que yo elegí. Estudié y luego fui docente en una
cátedra que hacía mucho hincapié en el uso y la
eficiencia para ser solvente a la hora de significar. Ser
coherente y efectivo con respecto a lo que uno
quiere decir más allá de que se vea lindo o feo y
también más allá de los estilos. En mi caso la estética
está subordinada al concepto. En mi profesión elegí
un estilo y mas allá de lo expresivo me propongo
comunicar conceptos. No me interesa algo lindo que
no pueda trasmitir lo que quiero. Pienso que cuando
uno aprende a descubrir el potencial de una idea
aprende a oírse. Hay ideas que antes de que nazcan
sé que no van a quedar bien o que yo no soy el
indicado para resolverlas, porque cada uno tienen su
propio estilo discursivo. Uno tiene que saber hasta
donde es capaz y cuales son sus límites. El hecho de
saber que es lo que te gusta y que no te vuelve muy
demandante y exigente para con vos mismo, y vos
sabés si está bien o mal lo que hacés. Leerte a vos
como lees a los otros: esa es la mejor herramienta. Y
es también lo más difícil. Un paso fundamental en la
maduración.
¿Qué aporta la ilustración en un medio gráfico?
La ilustración aporta la metáfora, una
metáfora personal, expresiva. Un aporte distinto al
de la fotografía, porque la fotografía es la imagen
testigo. Uno le cree a la fotografía a pesar de que
responde evidentemente a un recorte forzado. Es un
recorte de la realidad y es subjetiva, la objetividad en
la fotografía no existe. En cambio la ilustración es la
metáfora, una expresión personal que no se impone
como imagen testigo, como pretendida realidad
objetiva.
Leí una entrevista en la que
decías: la ilustración es el modo
más franco para expresar las
ideas. ¿Por Qué?
La ilustración es una herramienta,
la fotografía es otra herramienta y
el texto es otra. Y todas son
herramientas ideales para expresar
algo si uno las sabe manejar. Yo
tengo mucho cuidado, soy muy
respetuoso con las herramientas.
Porque forzar las herramientas es
ridículo. A veces yo uso texto
porque el texto es la manera. Eso
de que una imagen vale más que
mil palabras tampoco me
convence. Definitivamente no es
así.
¿Por qué medio te informás?
¿Qué vía de comunicación elegís
para que te lleguen las noticias?
No me informo a través de la
televisión, leo mucho los diarios,
todos los que puedo. Y leo muchas
revistas. Creo en la prensa escrita
por el espacio de reflexión que
propone. Que no es “de pastilleo”
como la televisión . De todos
modos la prensa en general -al
querer competir con Internet- dejó
12
¿Qué obras de artistas
barilochenses rescatarías
que te hayan conmovido
en los últimos tiempos?
de ofrecer gran parte de ese espacio de reflexión. Y
eso se nota en los diarios. Son superficiales pero por
una cuestión de velocidad, más allá que el escriba
sea o no superficial. Las notas son cortitas como si
tuviesen hipervínculos. Yo creo en los medios que
dan espacio en centímetros y en tiempo para la
reflexión. La televisión no lo da y los programas que
dan ese espacio no duran. Se caen. Yo descreo de
eso porque hay una edición tan salvaje que a mí no
me sirve. Parte de la prensa escrita sigue
sosteniendo esos espacios de reflexión aunque cada
vez menos. Caras y Caretas por ejemplo tiene
buenos textos, buenos artículos, aunque
inconstantes. Me gusta cuando le dan libertad a
tipos que saben y tienen mucho para decir.
¿Cómo ves los contenidos televisivos en la
actualidad?
A la tele la veo para atrás. Evidentemente
quieren decir algo pero no me interesa lo que
quieren decir. Hay algunos canales puntuales que
están muy buenos. Yo miro canal Encuentro que está
muy bueno -crea espacios extensos de reflexión- y
ahora salió Paka Paka que es para chicos y está muy
bueno también. Creo que estos dos canales son de
los pocos que se mantienen al margen de la tiranía
del tiempo.
Lo que hace Claudio Tam
Muro me gusta mucho. Por
lo general en los artistas
busco la constancia, que
no haya grandes picos ni
grandes mesetas. Es como
una banda de música y los
discos que edita. Creo que
hay que tratar de ser lo
más parejo posible, eso es
lo que busco en un artista.
También Santiago Bou
-creador de El Empleo- me
gusta mucho. Me gusta
porque tiene una solvencia
en animación que la
rompe. Y en cómix la
rompe también.
Plásticamente es súper
sólido y es evidente que
está en la búsqueda, que está todo el tiempo
buscando. Creo que hay que poner mucha energía
en el arte para que las cosas funcionen con
solvencia. Después hay cosas puntuales de algunos
artistas que me gustan. Son pruebas. Cada uno hace
las pruebas que necesita y eso forma un camino. Te
puedo decir que me gusta ese cuadro pero eso no
quiere decir que me gusta el artista, lo que me gusta
es ese momento del artista. Como con la música. Por
ahí escuchás una canción linda y el resto del disco es
un espanto. Y esa canción fue un accidente si el
artista no sostiene esa canción con el resto de su
obra. Lo mismo pasa con los artistas plásticos. Creo
que los artistas son su obra y tienen que tener una
continuidad de búsquedas y equivocaciones, sin la
flaqueza de andar desparramando el propio juicio.
¿Qué lugar ocupa la música en relación con tu
trabajo?
Yo toco el piano, toco de oído, no se leer
música. Y me gusta tanto disfrutar de oír como de
tocar. Por ahí esto suena a que soy inconstante pero
sucede que sé lo que quiero con el piano. No quiero
ser concertista, el piano está detrás de mi escritorio y
cuando estoy trabajando de repente paro, toco el
piano y luego sigo trabajando. Está incorporado a mi
trabajo y a mi estudio. Hay gente que hace ejercicios
13
cosas que hacen que me
pregunte ¿Por qué escribí esto?
¿Era para los chicos realmente? Y
así distingo cosas que puedo
corregir.
¿Dónde ponés la pasión por
fuera del trabajo?
-sale a correr o a nadar- y de esa manera se
relaciona con las ideas. A mí me sirve más la música.
Improvisar. Creo que uno abre compuertas. La
lectura, la música, y el dibujo, son maneras de abrir
compuertas que te dan herramientas muy valiosas.
Lo que pasa es que como son tangenciales por ahí
se presta a confusión. Los caminos tangenciales son
caminos mucho más largos pero a la vez te hacen
más permeable al conocimiento real y a tus gustos
reales.
Ya estás en edad de dibujar con tu hijo…
Si, de hecho hay cosas que él está haciendo
que ya las estoy incorporando a unos libros por
ejemplo. Y es muy lindo eso. Obviamente le leo
mucho a mi hijo, también le leo mis libros y es una
risa poder compartir eso. Aprendo muchísimo, veo
El ámbito de la cultura -la
música, el dibujo, el cineevidentemente me despierta
pasión. Soy apasionado de eso
aunque de alguna manera
también tiene que ver con mi
trabajo. Pero todo lo que se
relaciona con las expresiones
culturales lo disfruto mucho.
También me gusta muchísimo
leer. Genuinamente. No para
aprender. Yo trabajo a partir del
placer de la lectura, no creo en
otra cosa, no conozco otra
manera. Pero la lectura tiene que
estar vinculada al placer, por eso
soy un gran abandonador de
libros, le doy una gran chance a
cada uno pero me tiene que
interesar, si no me va, no me va.
Soy coherente con eso, no leo
para aprender, leo por placer.
También me gustan algunos
deportes pero no puedo decir
que ponga el corazón en eso. En
realidad la pasión está
obviamente con mi familia. Yo lo miro a mi hijo y no
puedo evitar que me saque una sonrisa. Ya lo miro
con una sonrisa. A otras cosas no las miro con una
sonrisa. Eso es pasión.
14
Pablo Bernasconi / San Carlos de Bariloche
15
Pablo Bernasconi nació en Buenos Aires en 1973. Es diseñador gráfico egresado de la UBA
donde se desempeñó como docente y jefe de trabajos prácticos. Comenzó con su oficio de ilustrador
en el diario Clarín y actualmente sus ilustraciones se publican en La Voz de Galicia y El Diario de León
de España, La Nación de Costa Rica, The Wall Street Journal y The New York Times de Estados Unidos y
The Times de Inglaterra. Ha participado en muestras individuales y colectivas y dictado conferencias
sobre ilustración y diseño en diferentes espacios de Argentina, Chile, Brasil, Bolivia, Estados Unidos e
Inglaterra, obteniendo numerosos premios por sus obras en Argentina, Estados Unidos, Brasil,
España y Alemania. Hasta el presente publicó ocho libros infantiles como autor del texto y las
ilustraciones, algunos traducidos a ocho idiomas: El Brujo, el horrible y el libro rojo de los hechizos; El
Diario del Capitán Arsenio; Hipo no nada; El Zoo de Joaquín; Cuero Negro vaca Blanca; Excesos y
Exageraciones, Rebelión en Tortoni y Los Súper Premios a los que se suman dos libro para adultos:
Retratos y Bifocal. Además ilustró más de diez libros de otros autores entre ellos María Elena Walsh,
Cecilia Pisos, Gustavo Roldán, Ursula Wolfel, Katie Mcky, Santiago Kovadloff, Mariana Furiasse,
Ángeles Durini, Paula Bombara y Elsa Bornemann. Actualmente trabaja desde Bariloche para
publicaciones, editoriales, empresas y asociaciones de Argentina, Alemania, Estados Unidos,
Inglaterra, Australia, España, Brasil y Japón.
16
17
A esta altura casi diría que ya no elijo, sino que veo las cosas así transformadas. Un serrucho es una escalera y un sacapuntas mi cabeza, los
objetos naturalmente me prestan significados que aprovecho desde
múltiples posibilidades. Considero que la belleza está en el significado y
no tanto en la forma, y lo compruebo cada vez que miro algo.
Pablo Bernasconi
18
Esquilador (segunda parte)
Por Donald Borsella
Como lo prometido es deuda a continuación les presentamos
la segunda parte del cuento Esquilador del maestro Donald Borsella.
(…) Igual que goma este gringo semejo que se
encoge y se estira y pega el tirón con la zurda para dar
vuelta como una pluma esos tremendos bichos que
deben rendir por lo menos cinco y algo de promedio.
En cambio Cirilo duro y agachado, pegado al suelo que
por lo petiso no le cuesta mucho, moviendo los brazos
como aspas que ni se ven, usando a veces las dos
rodillas cuando se le acosquilla algún animal.
Casi ni les dan tiempo a los agarradores, si
cuando sacan el vellón y pasan la escoba porque
también hacen de playeros, no terminan una que ya les
están pidiendo otra con la vista. Pero ¿no está el Cirilo
esquilando con saco puesto y pañuelo al cuello?
¡Mismo que si fuera a campo en el puro viento, qué
bárbaro este Inalef! En cambio el australiano una
camisita naranja con unas letras grandes en el lomo
pasada de sudor. Ellos, que están apartados cerca de
diez metros, no se controlan que la cosa no da tiempo,
pero igual el rubio cruza cada tanto una mirada para
ver lo que hace su contrario y cómo lo hace.
Lo veo un poco distinto al Cirilo, será que
hace tanto que no lo tenía adelante de cuando era yo el
que llevaba la anotación de dos Cúper de ocho en La
Alicia pero de esto: veinte años. Claro que de gusto no
se van los días aunque ahora se anda más fácil y todo
es más liviano, sí, pero uno sigue pasando y después de
los cincuenta no sé.
¡N, já! ¡N, já! se siente clarito la respiración
porque no hay ruido de motores con estos aparatos
eléctricos. Siguen moviéndose como al principio y
están arañando la mitad de las ovejas.
Cirilo sabía quedarse de costado con la
cabeza ladeada. Ahí era que le miraba la frente,
brillante y eso que a los indios difícil verlos sudados,
pero se le notaba la boca un poco abierta. Y el otro
como centolla, desparramándose despeinado y
lustroso.
“Van a tener que aflojar, que después viene lo
19
peor...” empezaron los entendidos a opinar y recordar
forzudos y panzones de otras épocas y esas historias
que se agrandan con los años. Pero no daba para
recuerdos ni menos para chistes la travesura, que
todos estábamos como asustados por eso nunca visto.
¡Noventa cada uno faltando chauchas para el
descanso!
Algunos habíamos bajado a lo más cerca y ya
se estaba escuchando: “¡cuál le gusta!” y comenzaba el
revoleo de los billetes.
En una jugada de ésas, igual que en las de
reservados, todos se agrandan por más que anden con
doscientos pesos. El asunto es mostrar la plata para
sentirse importantes, en cambio yo: copé cuando me
torearon que no voy a andar gritando “¡Cinco mil al
chiquitito!” o “¡Me gusta el gringo señores!” por más
plata que ande trayendo. Nada de eso. Jugué de
callado, como se debe.
Pero, digo, estaba estrecha la vaina, con decir
que hasta Hermosilla en silencio. ¿Llegarían a las ocho
horas si seguían apretándoles así? Algo cambió al
último porque el grandote se refaló y se le desmandó
una arisca. Cirilo pasó al frente por más que eso no
quería decir mucho cuando sonó el campanazo largó
la ultima el australiano y se enderó. Despacito. Respiró
hondo abriendo los brazos varias veces, dio dos
saltitos nomás, levantó la zurda saludando y se fue con
un caminar compadre para disimular, tal vez, el
tambaleo.
Cirilo también se paro trabajoso, se sacudió la
lanilla desde el cogote para abajo hasta los tobillos y
quedó un rato pensando antes de mirarnos, en una de
ésas no estaría pensando: “¡Cómo es que me vine a
meter en esto!”, y se acomodó despacio el pañuelo de
cuello y tiraba de los faldones del saquito negro de
lustrina.
No se le daba importancia a la ventaja de
Cirilo, tres ovejas, porque ahora venía lo peor. Pero, ¡de
no creer! ¡Cerca de cien cada uno en cuatro horas y ni
una gota de sangre!
Cuando vino el descanso fue como un respiro
para nosotros, como si nosotros hubiésemos estado
pegados al fierrito, hasta los codos en la mecha
grasosa de las corries.
Pasaron algunas cosas en esa hora justa,
entre campana y campana. Muchos aprovecharon
para salir al popular, que en el tinglado grande ya
sonaban las rancheras porque el baile comenzaba. Los
más allegados nos acodamos al bufet, el mostrador
largo que en una punta desembocaba en un saloncito.
Ahí estaban Cirilo y el gringo arrimados a una mesa
con botellas y varios de los organizadores, medios
serios algunos. El australiano se empinaba una
botellita de naranja que se le perdía en los dedos. El
Cirilo levantando la cabeza de costado para hablar con
20
los altos, también tomando… pero no naranja, seguro,
por más que no sé si le dejarían lo que a él le gusta, que
en las estancias está prohibido aunque aquí era
diferente, como quien dice una cosa muy especial esta
demostración. Después vi a dos, uno de la Rural y otro
un colorado parece que de la Importadora que lo
conversaban de cerca al Cirilo.
Después vi al grandote que terminó la botellita
y se sentó en un banco estirando las patas seguro para
dormir un rato. Tenía otra camisa de color chillón y
parecía nuevito porque se habría lavado, pero vaya a
saber si estaba del todo entero.
Después, sí, con nosotros se vino Amado
Zaime y convidó.
Con una seña ya estaban hasta el tope los
vasos, de lo que quisiéramos.
Me dijo Zaime al rato: “Así que Milié por acá.
Cuánto hace que no nos veíamos. Cerca de tres años,
cuando la exposición de San Julián, ¿no?”
“Cierto”, le dije, porque me acordé que no era
tanto el tiempo.
“En mi oficina hace falta un baquiano para los
números. En vez de andar por ahí en esas pampas
peladas podrías por un tiempo... Claro, el asunto es no
fallar...”
Amado sabe que yo soy una persona que.
Muy especial para eso del trabajo, pero no de gusto
me han buscado todos alguna vez y nada de pegas
fáciles. ¡Que salte alguno para los balances, como
Milié!
“¿Te espero mañana en el estudio?”
“Sería lindo”, le dije, “y a lo mejor”.
De atrás me hicieron seña los otros y se
codearon tocándose la oreja como que yo me le quería
prender al tur, digo a Amado, pero bien que quisieran
tener un patrón así.
Quedábamos pocos esperando la segunda
vuelta, más bien solamente los que habíamos jugado.
Una gritera se sintió en la cuadra que daba al salón del
popular. Sin salir nos dimos cuenta de lo que pasaba
porque uno dijo: “Se trajeron la maroma del puerto los
de La Anita. De temprano andaban toriando para una
cinchada”.
Cómo no nos íbamos a asomar para ver esos
locos, veinte y veinte de cada lado pelándose las
manos en la soga de pulgada, con un pañuelo
colorado que se iba y no se iba de la raya.
Estaba lindo el solcito, que pegaba de
costado en el colorinche de las mujeres. Y todos para la
risa porque una cinchada da para cualquier cosa, más
cuando se entrevera algún panzón y se refala en lo
lindo del tironeo. Por ahí se sabe quedar callada la
gente aguantándose, esperando justo el fin de los que
están por aflojar que a veces es cosa de centímetros y
dura largo. Y otras, los que parece que van ganando, al
suelo alguno y al diablo todo.
21
Estábamos como vidrio nosotros y el aire y las
jetas hinchadas de los forzudos mientras buscábamos
por dónde andaría Hermosilla, que con un grito sería el
desparramo. Pero no sé si le quedarían ganas, que se lo
veía venir eléctrico, curado vaya a saber con cuantas
ginebras en el depósito.
Con bastante alcohol salió el alarido: “Por la
rechupalla, aro, arooo!” y al tiro se puso en el medio a
desatar el pañuelo colorado. Suerte que esto no iba en
serio y no había plata jugada, y no va y se aparece el
Alexander a mirar extrañado ese juego que cuándo lo
conocería.
Revoleó el pañuelo el chilote, idéntico que
empezando una cueca y lo desafiaba al gringo
haciéndose el malo con cortes de manga, señalando la
soga que reventaba con los otros. Para qué le gritó:
“¡Aiégate, pues huevón! ¡Qué io solo te cincheo!”
No sé de qué lado fue el aflojón el caso es que
la mitad de lomo al suelo, los otros culo pa arriba como
botella de jardín y los más gordos, rodando.
“¡Mí no entiende!” dijo el gringo mirando la
polvareda cuando justo sonaba el campanazo de las
seis.
De vuelta el zumbido, el alboroto de los
bretes, el olor de acaroína. Estábamos casi encima los
interesados, haciéndonos los dueños en el primer
tablón porque la comitiva oficial se había retirado.
Firmes los agarradores y los que apuntaban. Y
los números, subiendo. Cirilo en camiseta de manga
larga, ahora, sin sacarse el pañuelo negro del cogote.
Se lo veía bien ancho de arriba al indio, con razón tanta
firmeza.
Dos muchachitos barbones conversaban atrás mío, los había visto a la mañana con guitarras, en la
Roca. Uno anotaba en una libretita y decía: “Cuarenta y
cinco minutos, quince ovejas. Si siguen así, promedio
general, ochenta. Ves que van aflojando de entrada”.
El otro contestaba: “Qué le canta, si más que
una chacarera no te habrás jugado. Como si me pidieran a mí. Lo importante es comer dentro de un rato.
¿Dónde nos invitamos hoy?”
El primero seguía rezongando: “Lo que me
preocupa es lo otro, esa forma de usar el trabajo, la
competencia...” y algo como “la alineación del hombre”, dijo.
“¿No trajiste la guitarra -lo jorobaba el compañero- y ya empezás a cantar?”
Estaban rellenitos y no parecían necesitados,
pero bien que se abalanzaron cuando les ofrecí pitar.
Iba seguir aburrido hasta cerca del final porque no quedábamos muchos. (Si no era tanta la plata
jugada al fin, que la mayoría: peones de campo y algún
empleado). Además, como cuero Hermosilla, entrega
22
do entre unos fardos durmiendo hasta el año nuevo.
Se notaba una diferencia, como un desgano
de a ratos en los dos. Demasiado tranquilo Inalef,
como jugueteándole al otro y dejando que lo emparejara, pero capaz que era para un respiro y a lo mejor el
rubio estaba sujetando para largarse con todo al
último.
Así pasaron dos horas, con cuarenta y algo
por lado y con el gringo cuando podía, mirando del
revés para el lado de Cirilo. Pero no paraba aunque se
le alargaba la jeta y los ojos le brillaban igual que nuco
en la luna.
Cuando cambiaron los peines, que serían los
últimos, ahí se vio que se venía la topada y que se iban
a dar sin asco. Miré el Roskof de mi viejo, que no
miente: las ocho y media pasadas y el marcador hasta
el momento: ciento cuarenta del alto y cuatro más
Inalef.
El gordo de la comisión se arrimó a la cancha
y cortaron. “Un cuarto”, dijo, como en las esquilas de
estancia que paran quince minutos cada dos horas.
No digo, estaba bien una aliviada porque era
áspera la carrera. El grandote ya no daba saltitos y
Cirilo se pasaba la mano por la frente que le chorreaba
y medio serio se puso cuando el rechoncho los
secreteó igual que réfere. Para qué reventarse así,
tomarlo tan a la tremenda, les estaría diciendo, si esto
no es más que una exhibición. Siguieron suave y bien
parejos en la cantidad y cuando no se pasaba uno se
pasaba el otro por una o dos ovejas. Estaba para
puesta la coteja y sin embargo uno tendría que ganar,
se me hacía. Empezó a quedarse Inalef perdiendo
algunos bichos pero en la última media hora se animó
la cosa. Volvió el chorro de luz, el aparto de la televisión
y la voz del anunciante. Lo mismo que martinetes y con
más furia que antes en lo que quedaba de la tarde. El
sol a gatas se colaba, serían más de las diez y prendieron las luces cuando entraron los que querían ver la
llegada que no eran tantos pero si tantísimos otros, los
barulleros del baile con acordeón y guitarras meta
grito las parejas por ahí agarrados de la mano o
retorciéndose a los saltos como se hace ahora y esas
musiquitas pegajosas, “vamos, vamos mi negra que la
cumbia ya empieza”, pero estaban solamente para el
bochinche porque qué le interesaría al borregaje lo
que estaba pasando, no como a nosotros que
estábamos desde el arranque, digo, desde mucho
antes, desde siempre, porque sabemos bien lo que es
un esquilador, ¡lo que es la lana y esta tierra de puro
viento y frío, de ovejas y hombres solos!
Siguió subiendo el ruido y los gritos y la
música, seguro que iban a darle hasta el campanazo
como si los hubieran invitado para esto, como para
que en medio de la gritera quedara mejor la repartija
gratis que hacía la Rural de golosinas y gaseosas en los
carritos de colores y el aparato ese que también nos
enfocaba a nosotros así después nos dábamos el
gusto de mirarnos las mochas en el televisor del
Español. Todo esto no digo que a propósito, pero
haciendo que ni se dieran cuenta que los bretes
estaban vacíos, que los peines no zumbaban, que dos
se habían estado matando, que se había terminado
todo, que el australiano ciento ochenta y uno y dos
menos el Cirilo sacudiéndose tranquilo este indio
espinudo medio riéndose vaya a saber, contento a lo
mejor de que ya se terminaba tanta carajina y yo pensé
aliviado, ¡por fin que esto se estaba poniendo espeso!,
sacudiéndose, digo, la lanilla que en la camiseta
mugrienta no se le notaba y mirando al Alexander que
parecía un boxeador después de una pelea larga, a las
gambetas como avutarda en la escarcha y se le
animaba a darle la mano.
Y algo más dijeron las bocinas: “Esta brillante
demostración del campeón del mundo acompañado
muy de cerca por nuestro Cirilo Inalef”, no recuerdo si
le puso de nuevo “esforzado obrero de la lana” pero sí
“el prestigio de una marca famosa que dentro de muy
poco en toda la Patagonia”.
La montonera se corrió al portón. ¡Si
chispeaba el boterío porque no hay como los populares de la fiesta anual! (No como el social que se hace
adentro... y los que quieren divertirse en serio, palabra,
se cruzan de escondidos al tinglado).
Me retiro despacio, lerdeando porque de
atrás viene Amado Zaime que se me pone a la par y me
dice (pero lo noto triste, que cuando era chico también
sabía ponerse así): “Lástima, no, el Cirilo, porque
nosotros hubiésemos querido que ganara, ¿no es
cierto?”
“No hay domada sin corcovos”, le invento por
decir algo pero le prometo en serio: “Mañana voy a ir
temprano a la oficina”.
Salgo al aire y acaricio los diez mil en el
bolsillo de este pantalón que de hace tiempo viene
pidiendo relevo. Y ahora me toca a mí invitarlo al Cirilo,
porque me alcanza.
Las fotos que ilustran
Páginas Patagónicas
forman parte del ensayo fotográfico
La Señalada
de Alfredo Chino Leiva.
23
El maestro Borsella
El maestro Donald Borsella nació en Esquel en
1926 y falleció en Trelew en 1986. Fue maestro rural, corresponsal del diario Esquel,
inspector de escuelas, diputado provincial y
periodista. Publicó dos libros de relatos: Las
Torres Altas (1978) y El Zorro Cifuentes (1981).
En 1984 la dirección de Cultura de Trelew
editó su ensayo Alberdi y una novela Patagónica y de manera póstuma se publicó en el
año 2007 su novela inconclusa El viaje. Sobre
su obra escribió Juan Carlos Moisés: (…) La
brevedad de su obra la podemos asociar con la
obra de David Aracena, chubutense por adopción, y un poco más lejos con la del mexicano
Juan Rulfo. Leyó mucho y bien a los escritores
norteamericanos sobre todo. Transfirió como
nadie esas lecturas a los personajes, hechos y
paisajes de la región, que conocía palmo a
palmo. “Los que escriban sobre nuestra región
-decía- deben conocerla muy bien”. Donald
comenzó a escribir a los 32 años, en 1958, cuan
do el diario Esquel y la revista Hora 6 le publicaron sus primeros trabajos. Demoró veinte
años en publicar su primer libro. (…) Cumplía
con lo que pregonaba. Programáticamente
desarrolló una obra coherente en forma y contenido. Sus primeros cuentos son tan precisos y
brillantes como los últimos. Trabajó al milímetro cada línea, en sus mínimos y determinantes
detalles, con los cuales, de ser necesario, se
podrían reconstruir no sólo paisajes, rasgos
culturales, laborales, económicos, modismos,
comportamientos, diversiones, sino también el
habla coloquial de su gente con su particular
psicología. El habla diversa del lugareño en
general, y el habla en particular del mapuche,
tanto del lado argentino como del chileno. (…)
El cuento Esquilador, cuya publicación completamos en este número de Revista Todo,
integra el libro Las Torres Altas publicado originalmente por la editorial Galerna.
25
Graciela Cros / San Carlos de Bariloche
“Graciela Cros vive en Bariloche desde 1971.
Desde entonces se ha apoderado del sur como territorio para su escritura.
Una serie importante de libros de poesía la paran como una presencia
apartada de los fuegos fatuos del centro, en función de una coherencia
con la periferia y la creación personal de una obra en el margen,
que está pidiendo la reunión de su poesía completa en un gran volumen.
Mientras tanto, Cros sigue en la suya: “Sola / en casa / mirando el jardín /
escribo / ¿Para entender? / ¿Escribo / para / entender?”
Guillermo Saccomanno / Página 12 (5 de septiembre de 2010)
4 poemas de Mansilla (Ediciones en Danza, 2010)
Un mail
Recién comí
dos empanadas de roquefort
y dos de pollo
que me alegraron
el cerebro,
cuenta Mansilla en un mail.
Dice que va
a inaugurar una biblioteca
en Las Lajas
acompañado de motoqueros
y paracaidistas,
cosas de la Patagonia, agrega.
Yo me acuerdo de Osvaldo Soriano
y le digo eso,
que parece una escena
de alguna
de sus novelas.
Tener amigos poetas
salva el día.
26
Mansilla
Dice labios y las mujeres nos soltamos el pelo,
lo esponjamos con las manos o lo sacudimos
girando la cabeza a un lado y otro
con movimientos rápidos.
Dice ojos verdes y hay un desmayo
/momentáneo,
generalizado, sin previo aviso
todos perdemos la noción.
Dice ojos rojos y los hombres experimentan
un peso lapidario en el centro del pecho
mientras las mujeres ejercemos
la superstición y el rezo.
Dice coartada, rehén, y todos
nos tambaleamos un poco, perdemos el
/equilibrio,
nos aferramos al pasado, a barandas y
/respaldos de sillas.
Dice sur, araucaria, barda, canal, Neuquén,
Roma, Los Ángeles, gramilla, dentadura, perros,
padres, mesa del escándalo, campos del Señor,
y los terapeutas no dan abasto,
ponen el cartel de no hay más turnos,
las ojeras les tapan la cara
y sueñan con playas remotas.
Es que el poeta habla del nudo
que nos ata y no se ve
y todos lo sabemos.
Mansilla dice domingo y la melancolía
se derrama sonámbula como petróleo en
/el mar,
el Titanic vuelve a hundirse y con él nos
/vamos todos a pique,
comprobamos que las profundidades marinas
son cosa de temer, hay oscuridad, desolación
/y frío.
Pensamos quién vendrá a rescatarnos
de esta caída fatal.
¿Vendrá Mansilla?
¿Vendrá la poesía?
Mansilla dice estepa y las mujeres
giramos como autómatas
hasta quedar de espaldas a la montaña,
achicando los ojos buscamos
la línea del horizonte
pero está perdido
y aunque nos parezca tonto y sentimental
comenzamos a caminar
para encontrarlo.
No es cataclismo ni profecía,
no es devoción ni desmadre de
la naturaleza,
Mansilla es poeta
y como todos los poetas
ignora su poder.
27
Calula y la chica que viene del Huecú
Mansilla escribe desde un barrio militar
en la cordillera.
Está en la casa de una profesora de letras
y ella le presta la computadora.
Dice que la casa es muy grande,
enorme y sólida como las que se hacían
antes en esos barrios.
El pueblo queda lejos y para entrar
tuvo que mostrar documentos, suyos y del auto.
No conozco el lugar pero narrado por él
se vuelve novelesco y prometedor.
La montaña está de fondo y mientras toman mate,
conversan.
Ella le cuenta que escucha a Radiohead.
Para completar el oasis,
la profe prepara un pollo
y charlan como si fueran viejos conocidos.
Mansilla no sabe si están muy locos los dos
o simplemente quieren conocer a alguien distinto,
nuevo,
por eso la fácil naturalidad con que se comunican.
Hay una perra también, una dogo de Burdeos
que no sé cuál es pero la supongo tranquila,
aplastado el hocico contra el piso.
Mansilla va a dar una charla esa noche.
Dice que siempre pasan cosas gratamente raras
en ese lugar apartado y que están por llegar
Calula y la chica que viene del Huecú.
Ahí termina su relato y me quedo
con ganas de saber más pero
trazo una línea sobre la situación para
cerrarla de algún modo y pasar a otra cosa:
la poesía siempre va delante y nosotros,
amantes del aprender, vamos detrás.
28
De Butalón Norte a Curamileo
Soñé que saliendo de Butalón Norte
una mano apretaba la mía
y decía: Mansilla soy yo.
Al llegar a Curamileo
una palabra que venía de esa mano
me despertaba: Mansilla soy yo
y la felicidad del momento
me hacía abrir los ojos
con una sonrisa en la cara.
Para entonces ya no era él
sino yo
y lo que apretaba
era el borde de la sábana.
Tardé un largo rato en salir de la confusión,
en volver a aceptar
lo que no
es.
Graciela Cros nació en Carlos Casares -provincia de Buenos Aires- y
desde 1971 reside en San Carlos de Bariloche donde dicta talleres de
escritura y hace periodismo cultural. Hasta el presente publicó los
siguientes libros de poesía: Poemas con bicho raro y cornisas (Ensayo
Cultural,1968); Pares Partes (De la Flor, 1985); Flor Azteca (Del Dock,
1991); Decimos (en coautoría - Edición de los autores, 1992); La escena
imperfecta (Último Reino, 1996); Urca (Libros de Tierra Firme, 1999);
Cordelia en Guatemala (Siesta, 2001); Libro de Boock (Ediciones en
Danza, 2004); La Cuna de Newton (Ediciones en Danza, 2007); Hacer la
de Elvis - Re/escrituras (CILC, 2009) y Mansilla (Ediciones en Danza,
Foto de la autora
2010). Como antóloga preparó Marcas en el tránsito, Antología de PoeAlfredo Chino Leiva
tas Jóvenes de Bariloche - Último Reino, 1995. Como narradora publicó
la novela Muere más tarde (Colihue, 2004) que fue acreedora del Primer Premio de la Secretaría de
Cultura de la Nación por la Región Patagónica, a la que se suman tres volúmenes de cuentos. Su
obra, distinguida en diferentes oportunidades y traducida al inglés y portugués, aparece en antologías del país y del extranjero como Poesía en tierra (Fondo de Cultura Económica, 2005); Antología de Poesía de la Patagonia (Cedma - Málaga, 2006); En el revés del cielo. Diálogo entre dos orillas
(Paradiso, 2006); Poetas argentinas / 1940-1960 (Ediciones del Dock, 2006) y la reciente 200 años
de poesía argentina (Alfaguara, 2010).
29
La muerte del caballero del Nahuel Huapi.
Por Laura Méndez y Víctor Díaz *
Laura Méndez y Víctor Díaz comparten con nosotros once postales,
once momentos que ilustran la biografía de Primo Capraro,
una personalidad insoslayable a la hora de narrar una historia
que aún no ha sido escrita.
Primo Capraro
I
La puerta de la oficina se hallaba cerrada desde
hacía un buen rato. Algunos asegurarían que entró
solo y otros dirían que alguien entró después de él.
Pero nadie vio salir a nadie: en eso coincidirían todos.
La quietud de la tarde permitía escuchar el trino de las
aves que cantaban lastimeramente como presagiando
alguna desgracia. El sol entraba oblicuo por las ventanas de la dependencia a través de las cuales se veía el
lago que enmarcaba el paisaje del pueblo fronterizo.
Atenuado por las paredes del despacho el ruido del
disparo no llamó demasiado la atención. Cerca de la
noche un empleado alertado por la ausencia del jefe
decidió golpear. Al no ser atendido y verificar que la
puerta estaba abierta ingresó al recinto donde se
encontró con el horror de la muerte.
II
El polvo volaba por toda la mina tornando el
aire irrespirable para los hombres que se movían pesadamente entre montañas de material removido a las
entrañas de la tierra. El niño y su burrito se detuvieron a
unos pocos metros de donde los transpirados trabajadores realizaban su labor. El pequeño jinete estaba
vestido con harapos de color claro y un sombrero -pieza clave para soportar el calor del entorno-; miró a los
presentes que parecían ignorarlo y cuando identificó
al italiano alto y barbudo gritó:
-¡Don Priiimo, es una carta para usted! Y des
cendió del burro blandiéndola a la vez que corría hasta
la barbada figura.
-Gratzias bambino. Farfulló Capraro en algo
que quería ser una mezcla de su italiano natal con un
pobre español aprendido en esas minas de oro mexicanas donde trabajaba desde comienzos de 1902 para
una compañía inglesa.
El gigante pelirrojo se sentó a la sombra de un
cobertizo y el muchacho a su lado lo miró en silencio,
como esperando compartir las noticias que le habían
llegado. La carta era de un compañero del servicio
militar, otro italiano: Leopoldo, quien desde hacía un
tiempo vivía en el sur de América más precisamente en
un lugar llamado Colonia Nahuel Huapi, descrito en
sus cartas como un lugar paradisíaco con lagos y montañas.
Capraro escupió polvo y la garganta volvió a
dolerle, este no era el futuro que había imaginado
cuando abandonó Belluno. Estaba convencido que era
otro el destino reservado para él. Correría el riesgo.
Poco dejaba atrás más que miseria y dolor. Volvería a
migrar. Miró al niño por el que sentía un afecto particular y mientras revolvía el oscuro cabello del muchacho
dijo:
-Se Leopoldo, va qui.
III
Luego de una breve estancia en Chile arribo
finalmente a la Colonia Nahuel Huapi en 1903. El viaje
fue largo y su poncho agujereado poco pudo hacer
para protegerlo del frío y del viento. Hacía meses que
no tenía noticias de los suyos y se sentía cansado. Tras
un recorrido a caballo que pareció interminable cruzó
el Nahuel Huapi en una lancha inestable y llegó mojado, con hambre y con los pesos justos para comprar la
mitad del lote que Leopoldo le ofrecía en sociedad. Se
sacó los anteojos para refregarse los ojos castigados
por el aire helado y cuando volvió a abrirlos una profunda emoción lo dejó sin aliento. El brazo por el que
navegaban se había transformado en un lago tan azul
como sus ojos miopes: el Nahuel Huapi. Por primera
vez desde que dejó Italia tuvo una sensación de fami
30
de compartir contigo una vida llena de sueños como los
que nos confiamos cuando nos conocimos en el barco
me veo movido a invitarte a conocer estos parajes. La
intención es que, si te sientes por completo a gusto y
consideras que en este lugar y a mi lado podemos construir juntos una vida, luego de una estancia prudente
conociendo el lugar aceptes ser mi esposa.
Tuyo por siempre.
Primo
Retrato de Primo Capraro.
Colección Capraro en Archivo Visual Patagónico
liaridad. Sintió que había llegado a casa.
-No podemos pagar a los peones este mes dijo preocupado Leopoldo- y tampoco queda más
harina. Debemos plata en el almacén de Jones por lo
que no podremos retirar nada. Si no vendemos pronto la
partida de madera estaremos en serios problemas.
Primo no lo escuchaba. Sus ojos volaban
sobre el bosque y transformaban realidades amargas
en quimeras de progreso. El bosque estaba para talarse, con la madera montaría una empresa constructora,
construiría casas, puentes y diques, recorrería toda la
región ofreciendo sus servicios, dejaría la estancia a
cargo de algún conocido y se transformaría en empresario. Dispuesto a todo estaba: a trabajar de sol a sol, a
viajar para lograr que funcionarios y políticos escuchen sus pedidos, a traer amigos y conocidos de Italia
para armar una gran familia trabajadora. Volvió a ajustar el poncho a su espalda y aunque los agujeros
seguían allí no sintió el rigor de la primera gran nevada
de ese invierno.
IV
Querida Rosa:
Mucho he pensado antes de escribirte esta
carta. Finalmente me he afincado en un territorio en el
sur de Argentina, Colonia Nahuel Huapi, tal el nombre
de la región; o San Carlos de Bariloche, el pequeño
poblado que me alberga desde hace un tiempo. Deseoso
Luego de hacer corregir el texto -entre otros
por el comisario Alanís- el sobre con sus esperanzas
fue depositado en la precaria oficina de correos. A
veces la realidad sorprende más que en los cuentos y
las cosas mas increíbles suceden como digitadas por
un ente superior. Rosa Llegó al Nahuel Huapi con baúles llenos de ropa que nunca llegaría a usar, pero con la
convicción férrea de que quería casarse con ese italiano fuerte y gritón al que casi no conocía. Era alemana,
hablaba poco y era difícil entenderse con Primo. Sin
embargo la noche de bodas los encontró hablando el
lenguaje que todos comprenden.
V
¡Rosa, Rosa! ¡Debes venir al puerto! ¡Ha llegado
en el vapor de la Chile-Argentina la segadora que compramos! ¡Con ella podremos trabajar en la cosecha de
toda la región! ¿Cómo resistirse al ímpetu de semejante personalidad? Primo arrastró a su mujer hasta el
puerto mientras veían en la cubierta del vapor El Cóndor los hierros que formaban parte de la maquinaria.
Sus miradas se encontraron y los ojos celestes de
Primo centelleaban de excitación. Con el pelo rojo
despeinado y la barba del mismo color parecía tener el
rostro en llamas cuando el entusiasmo lo desbordaba.
VI
-¡Basta Francisco! dijo Primo a su hijo que insistía en que otra vez lo llevara a dar una vuelta a caballito
por la elegante casa a la que se habían mudado hacía
unos meses. El vientre de Primo había crecido tanto
como su fortuna, su trabajo y su orgullo. Resoplando
depositó con amor a su hijo en el piso luego de darle
un beso en la cabeza. Los años de trabajo duro habían
dado sus frutos: en 1919 se había convertido en el
único dueño de la Compañía Comercial y Ganadera
Chile-Argentina, tenía una empresa constructora, un
hotel sobre la costa del lago, algunas embarcaciones y
varios terrenos. Todo ello logrado con trabajo, contactos, esfuerzo y astucia. Con el horror de la Primera
Gran Guerra en Europa -y la crisis económica que trajo
31
Vapor Cóndor arribando a Puerto Bueno. Colección Capraro en Archivo Visual Patagónico
aparejada- se había encontrado con la posibilidad de
comprar la parte comercial de esta empresa alemana y
había quedado como propietario de parte de ese
imperio comercial que había sido su principal cliente
durante mucho tiempo.
VII
La influencia de Capraro fue creciendo junto
con la zona. Era moneda corriente para Primo invitar
amigos de su Belluno natal -o de la Italia en general- a
sumarse a sus emprendimientos como personas de
confianza. Muchas veces él mismo gestionó ante la
Oficina de Tierras la cesión de terrenos a sus compatriotas para quienes esta tierra significaba promesa de
trabajo y cobijo. En el verano de 1923 eran más de 300
los italianos empleados y afincados en la zona. A través
de La Chile-Argentina Capraro manejaba el traslado de
cabezas de ganado a Chile. Había instalado una Usina
propia con la que alimentaba el Aserradero, el Taller
Mecánico y el Almacén de Ramos Generales de la
Chile-Argentina, que abastecía a toda la población de
los lagos de los insumos básicos para la difícil vida en el
sur.
Su peso como empresario lo llevó a ser
muchas veces integrante protagónico de la incipiente
Comisión de Fomento. Su sueño era concluir las obras
de ese tren que se acercaba lentamente y que nunca
llegaba a Bariloche. El potencial turístico de la región
no pasaba desapercibido para el astuto hijo de Belluno
que imaginaba a Bariloche como un centro turístico de
elite al estilo de algunas localidades europeas. De esa
forma la región alcanzaría un vuelo nacional e internacional. La construcción de una hostería en Bahía López
y la compra de algunas embarcaciones fueron el primer paso en esa dirección. Finalmente fue el Estado
Argentino quien definió la nueva y obligada orientación de los emprendimientos de su empresa, ya que a
partir de la regulación de la Ley de Aduanas el comercio
con Chile pasó a ser cosa del pasado.
Para promover la región Primo comenzó a
ofrecer estadía en Bariloche y uso de sus embarcaciones e instalaciones a personajes célebres de la oligarquía argentina. Así fue como el presidente Roosevelt
en su visita a los lagos se sorprendió al verse cenando
con este personaje llamativo y gritón que en su presencia recitó en italiano fragmentos escogidos del
Dante. Luego de fundar en 1921 la Asociación Italiana
de Socorros Mutuos Capraro fue designado Vicecónsul
de Italia. Su habitual correspondencia con el gobierno
de ese país y su constante trabajo como receptor de
inmigrantes lo llevaron a recibir tiempo después el
título de Caballero otorgado por el gobierno de Italia.
VIII
Acababa de ocultarse el sol lo que hacía aún
más fría esa tarde de mayo de 1928. Los parroquianos
estaban acodados al estaño del bar La Alegría. El piso
de madera crujía bajo el peso de las botas de los que
entraban en busca de un trago para terminar la jornada
de trabajo o simplemente a intercambiar algunos
chismes.
-Sírvame otra caña y otra para el dotor. Dijo el
paisano y se quedó mirando como el bolichero derramaba el líquido color miel dentro de los vasos y se los
acercaba.
-Yo le digo amigo que no todo lo que brilla es
32
oro y que prefiero ser pobre y no que mis cuernos se
comenten por todo el pueblo.
-¿Usté dice dotor que ese chico no es del gringo? Preguntó el paisano que tenía la mirada enturbiada por la bebida.
-Yo se lo aseguro amigo. ¿Por qué se cree que
la florcita viajó a Alemania para tenerlo? Ese gurí no es
de él. ¿No vio que no tiene nada que ver con la nena?
Ella sí que se parece al padre.
El hombre con la mirada turbia se echó el
último trago de caña a la garganta y aclarando la voz
saludó al dotor con deferencia. Luego se calzó el sombrero hasta las sienes y se llevó a la calle la nueva verdad para compartirla con quienes quisieran escucharla.
IX
El aire se podía cortar con un cuchillo y el
ambiente cerrado olía al humo del tabaco que fumaban los hombres allí reunidos.
-Tenemos que detener al gringo. Dijo uno de
los presentes en tono amenazador.
-Si no lo hacemos esto será una sucursal de
Italia y no un pedazo de Argentina como debe ser. Agregó otro ofuscado.
-Así es mi amigo, entre los tanos, los chilotes y
los alemanes esto es cualquier cosa. Yo me encargo con
los muchachos de empapelar “La Alegría” con el poema
que le hemos hecho. Dijo un tercero, de pelo corto y
cara colorada, mientras lanzaba una sonora carcajada.
-No se lo va a llevar de arriba el Tano, no nos
va a quitar la intendencia de ninguna forma. ¡Patria y
orden! Victorearon todos y así se dio por concluida la
reunión de la Sociedad Patriótica -cómo habían dado
en llamarse- y cada uno de los presentes se llevó tareas
para realizar en los días siguientes.
X
Para ese entonces las empresas de Primo eran
contratistas del Estado Nacional. Por un lado tenía a su
cargo la construcción del paso fronterizo Pérez Rosales
y por otro la construcción de los muchos puentes que
se necesitaban para que la línea férrea llegara de una
vez por todas a Bariloche. El volumen de las obras y sus
ocupaciones inherentes lo llevarían a pasar muchos
meses en Buenos Aires donde habitualmente se reunía
con personajes de la política nacional. Gustaba llamarse a si mismo el León de la cordillera y con su elevada
estatura y su corpulencia, su barba y su atronadora voz,
no pasaba desapercibido.
XI
La nómina de sueldos superaba nuevamente
lo que podía pagar ese mes. La promesa de pago del
Gobierno Nacional se diluía en la distancia entre Bariloche y Buenos Aires. Primo miró una vez más el gran
lago y con notable preocupación se dirigió al banco.
Como siempre no había novedades. Sus finanzas maltrechas dejarían a mucha gente sin cobrar sus salarios
nuevamente y finalmente debería despedir a muchas
personas. Algunos de sus amigos ya le negaban el
saludo. Era un hombre rico en propiedades pero no
podía pagar el sueldo de sus empleados. La deuda que
Interior de la Carpintería de la Compañía Comercial y Ganadera Chile-Argentina.
Colección Capraro en Archivo Visual Patagónico
33
Comercio de Ramos Generales de la Cia. Comercial y Ganadera Chile-Argentina.
Colección Capraro en Archivo Visual Patagónico
mantenía el Estado con su empresa alcanzaba una
proporción astronómica. Mientras caminaba rumbo a
su despacho pensó con un dejo de rabia “Primo, el
inmigrante de Belluno, financiándole las obras al Estado Argentino, al punto de no poder pagar los sueldos”.
La Argentina, que le había dado todo lo que tenía,
amenazaba con quitarle su dignidad. Encima de todo
la maldita diabetes lo tenia a maltraer últimamente.
La puerta se abrió de repente y un hombre
exaltado vestido con bombachas de campo y un sombrero negro entró abruptamente y le espetó al gigante
italiano:
-¡Ya es el segundo mes que no cobramos nada
don! ¡Tengo a mi hija enferma y ni puedo pagarle los
remedios que me da el doctor! Primo lo miró acomodándose los anteojos y tomó aire antes de decirle:
-Si recibo algún peso usted será el primero en
cobrar. Pero hoy fui al banco y no había nada. El Estado
no paga Piero. Y yo no tengo ni un peso en el bolsillo.
Usted sabe que la situación en general no es buena.
-Usted habla con la tranquilidad del rico señor
que dentro de un rato se va a su casa y se olvida de todo
esto. Pero yo no me puedo olvidar de mi hija enferma y
además el hambre no me deja olvidarme de usted. Mas
vale que se le ocurra algo porque somos varios los que
estamos pasando hambre por su culpa. ¡No la va a sacar
de arriba! ¡Se lo aseguro!
Dando un portazo el hombre abandonó la
habitación. Un rato después el eco del disparo retumbó en los rincones del gran lago. Pero en ese momento
solo las aves que cantaban lastimeramente como presagiando alguna desgracia se advirtieron del estrépito
de la muerte. Tendría que empezar a caer la noche
sobre el pueblo fronterizo para que aquel empleado
-alertado por la ausencia del jefe- se decidiera a golpear.
* Laura M. Méndez es doctora en Historia
y docente del CRUB.
Víctor Díaz es Ingeniero Industrial y escritor.
Ambos son autores de Clarita del Sur.
34
Un crucigrama
para conocer más
nuestra tierra
Referencias VERTICALES:
Referencias HORIZONTALES:
7- Río sudamericano cuya característica principal es
ser el más caudaloso.
8- Nombre del lago de agua fresca más grande de
América del Sur que cubre un área de 8290
kilómetros cuadrados en la frontera entre Bolivia y
Perú.
9- Nombre de un país centroamericano que fuera
bautizado por sus colonizadores británicos como la
Honduras Británica.
Solución: 1- Manaus / 2- Defoe / 3- Brasilia /
4- Huallaga / 5- Lascar / 6- Amazonas /
7- Chile / 8- Titicaca / 9- Belize
1- Nombre de la ciudad más grande de la cuenca
amazónica, ubicada en la confluencia de los ríos
Negro y Amazonas que fuera el puerto principal
durante la fiebre del caucho a fines del siglo XIX.
2- Apellido del autor de la novela Robinson Crusoe,
famoso náufrago de la ficción que vivió sus
aventuras en una isla desierta del archipiélago
chileno Juan Fernández.
3- Joven ciudad sudamericana cuya construcción se
inició en 1956 y fue oficialmente inaugurada cuatro
años más tarde en 1960.
4- Uno de los tres grandes ríos andinos que dan
origen al Amazonas.
5- Volcán andino -ubicado a 70 kilómetros de San
Pedro de Atacama en la República de Chile- que hizo
erupción en 1993.
6- País sudamericano cuyo nombre en aimará
significa Donde termina la tierra.
35
¿Sabías que el cráter originado
por la caída de un meteorito de llama astroblema?
La palabra significa herida de estrella. En el mundo
se conocen 160 astroblemas de gran tamaño situados
mayormente en África, Estados Unidos y Europa del
Norte. Los más conocidos son el cráter Ashanti en
Sudán y el denominado Anillo Vredrefort en Sudáfrica. El mayor campo de astroblemas del mundo tiene
una extensión de cinco mil kilómetros cuadrados y se
encuentra en la meseta de Yilf Kebir en el sudeste de
Egipto, se calcula que su antigüedad es de unos 50
millones de años. El primero en estudiar estos verdaderos accidentes orográficos fue el astrónomo estadounidense Daniel Barringer (1860-1929) quien descubrió que se trataba de cráteres ocasionados por
colisiones de meteoritos. En un principio la comunidad científica no aceptó sus teorías pues se pensaba
que los astroblemas tenían origen volcánico. Pero en la
década transcurrida entre 1960 y 1970 investigadores
alemanes clasificaron y compararon 50 de estos accidentes, y cuando se exploró la luna finalmente se
pudieron comparar estos cráteres terrestres con los
cráteres lunares -que permanecían intactos por la
ausencia de erosión- confirmando así la teoría de
Barringer.
Historia de las cosas muy ricas:
EL PAN nuestro de cada día
El pan forma parte de la dieta de la humanidad
desde hace 10.000 años, más precisamente desde que
el hombre primitivo dejó de ser nómada y comenzó a
practicar la agricultura. Algunos afirman que pudo
haberse elaborado por primera vez en Asia Central y
haber llegado al Mediterráneo por la Mesopotamia y
Egipto a través de las antiguas rutas comerciales de los
sirios. Lo que está documentado es que en alguna
parte de Sumeria hace unos 8000 años alguien empe
zó a elaborarlo y que 3000 años después los sumerios
le enseñaron su elaboración a los egipcios. Fueron
ellos quienes descubrieron la fermentación y con ella
el verdadero pan. Este antiguo pueblo consolidó las
técnicas de panificación y creó los primeros hornos,
como lo demuestra un horno de 6000 años de antigüedad desenterrado cerca de la vieja Babilonia. El pan
fue un alimento principal para la sociedad egipcia. Los
descubrimientos arqueológicos demuestran que la
dieta de los egipcios pobres se componía básicamente
de pan y cebolla, por eso es muy probable que el famoso dicho Contigo, pan y cebolla se haya acuñado a la
sombra de las pirámides, en aquellos tiempos remotos
de la civilización.
36
Fanático catódico
El coronel Carlos Gardela tenía devoción por las telenovelas.
Después del mediodía, y hasta la tardecita, su cabeza se inundaba
de hermanos mellizos, padres equivocados, esposas infieles y
galanes con peinados raros.
No le importaba que lo burlaran en el regimiento, no le importaba que su país entrara en guerra, ni siquiera le importó cuando
lo echaron. Sólo le importaba el casamiento prohibido de la chica
pobre con el chico rico.
Lo irritaban profundamente los exagerados villanos a los
cachetazos contra el mundo, lo emocionaban hasta las lágrimas
las escenas de besos postergados y los desencuentros por un pelo,
se mordía las uñas cuando descubrían a los amantes en plena
pasión.
Gardela pasaba las 24 horas frente al televisor. Mientras
comía, mientras desayunaba, mientras dormía y mientras se
bañaba. El coronel sólo miraba novelas, atrapado entre historias
retorcidas y actores
gritones. Así pasaron
los días, pasaron los
meses y pasaron los
años.
Cuando finalmente
fueron a buscarlo, ya
era demasiado tarde:
hacía mucho tiempo que
la televisión se sentaba
a mirarlo a él.
EXCESOS Y EXAGERACIONES
Relatos ilustrados de Pablo Bernasconi
Editorial Sudamericana - 2008
37
Para sorprender en las fiestas:
PANES DULCES bien caseritos…
Por Cholo Pereira
Llegaron las fiestas y como no podía ser de otra manera
en Costumbres del Sabor y del Saber vamos a hacer honor
a los festejos compartiendo una receta clásica y práctica
para elaborar los infaltables panes dulces.
Para comenzar con la elaboración de estos
deliciosos panes dulces bien caseritos tenés que
disolver 40 gramos de levadura y 50 gramos de azúcar
en ¼ de taza de agua tibia y dejar un ratito la preparación en un lugar templado para que la levadura se
active y se forme la consabida espuma. Te conviene
elegir un recipiente mediano para evitar que la
levadura se derrame. A continuación mezclás 700
gramos de harina cuatro ceros, 200 gramos de azúcar y
una cucharadita de sal, con estos ingredientes formás
una corona sobre la mesa y colocás en su centro la
levadura ya espumada, 4 huevos, 2 cucharadas
soperas de miel, 3 de coñac y una cucharadita y media
de esencia de vainilla. Una vez que incorporaste estos
ingredientes mezclás todo de adentro hacia afuera
cuidando que los líquidos no se derramen, y cuando la
harina y el azúcar los absorbieron le agregás 200
gramos de manteca bien blanda -pero no derretida- y
te ponés a amasar. De ser necesario podés agregar un
poco de harina para facilitar el amasado pero cuidado:
porque la masa debe quedar bien blanda y elástica,
como si fuera chicle. Para evitar el pegoteo es bueno
ayudarse con una espátula o alguna otra herramienta
plana tanto para la mezcla como para el amasado. Una
vez que tomaste la masa formás un lindo bollo y lo
acomodás espolvoreándolo con harina adentro de un
recipiente grande -de acero o de plástico- para dejarlo
levar en lugar templado durante al menos 8 horas. Yo
hago la masa bien tarde y la dejo leudar de la noche a la
mañana. Pasado el tiempo de leudado volcás la masa
en la mesa y luego de desgasificarla le agregás las
frutas secas y las glaseadas mientras la amasás de a
poco, tomándote el tiempo necesario para integrar la
fruta a la masa. Una manera es dividir el bollo en varias
partes y volverlo a tomar repitiendo el procedimiento
4 o 5 veces hasta lograr una masa homogénea.
Cuando te gusta como quedó la masa la dividís en tres
bollos iguales y colocás cada uno de ellos en un molde
de papel para pan dulce. En este momento -si es de tu
agrado- podés realizarle a cada pan dulce un pequeño
corte en cruz justo en el centro para que sus crestas se
abran. Ahora tenés que dejarlos leudar de 2 a 3 horas
en lugar templado hasta que los veas bien infladitos.
Una vez completado el segundo leudado les pegás una
pintada con una yema apenas batida con un chorrito
de leche y los llevás al horno previamente templado a
temperatura media. Transcurridos los primeros 20
minutos bajás el horno a mínimo y lo dejás cerrado
unos 50 minutos más. El tiempo de cocción dependerá
del horno pero no es bueno apurarlos, pasados los 40
minutos de horno al mínimo los podés pispear
cuidando que el horno no se enfríe. Cuando los ves
bien doraditos los retirás y verificás la cocción interior
con el truco del cuchillo o el palito de brocheta: si sale
seco es porque está cocido. Recién entonces apagás el
horno y los dejás enfriar. Y cuando están bien fríos -si
tenés ganas y te gusta la idea- los decorás con
chocolate blanco y/o negro, o con el típico glaseado
real colocándole para finalizar -antes de que se seque
la cobertura que hayas elegido- abundantes frutas
secas y glaseadas.
38
Algunos consejos prácticos:
Si tenés ganas podés tostar las nueces, avellana y
almendras. Una forma es esparcirlas en una asadera
y darle unos minutos de horno fuerte. Quedan
riquísimas pero hay que tener cuidado de que no se
quemen.
Una buena precaución es poner una rejilla entre los
panes dulces y la placa de horno para evitar que
estos se quemen debido al prolongado tiempo de
cocción. A propósito: también es muy importante
que los panes no se pasen de cocción porque sino
resultarán muy secos.
Si para las próximas fiestas –o para cualquier
momento- querés preparar los panes con anticipación y congelarlos solo tenés que envolverlos muy
bien con papel film antiadherente cuando están
apenas tibios -obviamente sin decorar- y luego
colocarlos en bolsas de freezer. De esta manera los
podés conservar hasta tres meses para luego
descongelarlos a temperatura ambiente cuando
llegue el momento de consumirlos.
Para preparar el glaseado real todo lo que necesitas
es 1 clara de huevo y 250 gramos de azúcar impalpable, poco más, poco menos, según la consistencia
que quieras que tome el glaseado. La preparación es
sencilla: pones la clara en un cuenco y con una
cuchara le vas agregando el azúcar de a poco para
que se vaya incorporando bien. Si querés le podés
agregar unas gotitas de jugo de limón para contrarrestar tanto dulce. Y una vez que lograste la
consistencia deseada lo usás como cualquier otra
cobertura.
Lo que necesitás
para 3 panes dulces
de 600 gramos:
Fermento:
40 gramos de levadura fresca
50 gramos de azúcar
¼ de taza de agua tibia
Masa:
700 gramos de harina 0000
(y un poco más para el amasado)
4 Huevos
200 gramos de azúcar
1 cucharadita y media de sal
2 cucharadas soperas de miel
3 cucharadas soperas de coñac
1 y ½ cucharadita de esencia de vainilla
200 gramos de manteca
300 gramos de fruta seca y/o glaseada a elección:
pasas de uva, nueces, almendras, cerezas confitadas,
cáscaras de fruta abrillantadas, etc.
Para pintar los panes:
1 yema de huevo
1 cucharada de leche
Para decorarlos:
70 gramos de chocolate cobertura blanco y/o negro
o 1 clara de huevo,
250 gramos de azúcar impalpable
y unas gotas de limón;
y cantidad necesaria de frutas secas y glaseadas.
Palabras de sobremesa:
"No solo de pan vive el hombre.
De vez en cuando también
necesita un trago."
Woody Allen
Los borrachos
Diego Velázquez ( 1599 / 1660 )
Cholo Pereira
[email protected]
CURSOS DE COCINA / CATERING
teléfono 02944 / 15650974
39
Cartas de nuestros lectores
Señores de Revista TODO: Quería saludarlos y felicitarlos por la revista. Del último número me gustó mucho la
entrevista a Ramón Minieri, autor de Ese ajeno Sur. Es increíble la historia de ese millón de hectáreas regaladas a los
ingleses. También las fotos del campo me gustaron mucho. Felicidades para estas fiestas y espero ansioso el
próximo número.
Jacinto Pacheco
Hola Revista Todo: Muy buenas todas las notas de la revista. Con mi señora probamos las recetas y queríamos
felicitar al cocinero. Tenemos tres chicos que van al secundario, dos varones y una mujer, y los tres leen la revista y comentan las notas. Yo vivo en Bariloche hace 30 años pero soy oriundo de Mar del Plata y fanático de la
navegación. Me gustaría sinceramente que en algún número traten de la historia de la navegación en el Nahuel
Huapi. Desde ya muchas gracias y nuevamente felicitaciones
Carlos Gauna
Leí Esquilador y me dio mucha impresión las fotos que muestran como les perforan las orejas y como les cortan la
cola a las ovejas. Me fijé en internet y vi la crueldad que sufren, entre otros, estos animales. Lamento la tristeza que
me produjo la nota pero gracias a ella tomé conciencia y dejaré de comprar productos con lana. Espero que sirva
para que otras personas reflexionen sobre el trato a los animales. Gracias por permitirnos opinar.
Ana Inés Ratti
Hola amigos: Quería felicitarlos por la revista y aprovechar para contarles a todos que
en Bariloche existe un grupo llamado ALAS. Somos un grupo de ayuda mutua para
padres que hemos perdido hijos. Nos juntamos todos los sábados de 16 a 18 horas en
el ex Hogar Gutiérrez -Moreno 1435- e invitamos a todos los papás que han pasado
por el terrible dolor que significa la muerte de un hijo a acercarse para compartir nuestras experiencias y ayudarnos entre todos a tener una vida un poquito mejor. Un abrazo para todos y los esperamos. Gracias a la Revista TODO.
Cristina
teléfono 02944 428425
[email protected]
No dejen de escribirnos a
[email protected]
¡NOS LEEMOS EN LA PRÓXIMA!
40
A TODO
HUMOR
con:
Gabino Tapia
Porfiando
se llega...
Descargar