la Conferencia elaborada por el notario Bernardo Pérez Fernández

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1 ASPECTOS J URÍDICOS DE LA ÚLTIMA ETAPA DE LA CONSUMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO (DEL PLAN DE IGUALA A LA CONSTITUCIÓN DE 1824) Antes que nada, me adentro en un esbozo de los antecedentes de la Independencia de México y sus repercusiones posteriores en el siglo XIX, y que nos servirán de contexto. Ese siglo fue sin duda de mucha turbulencia política y social. La primera manifestación clara de esa continua agitación surge en 1810 con el movimiento de Independencia y su consumación en 1821, cuando se establece el Primer Imperio. En menos de cincuenta años tuvieron vigencia cuatro constituciones: la de Cádiz en 1812, después las de 1824, 1836 y 1857; estallaron guerras fratricidas entre centralistas y federales, liberales y conservadores; se dieron dos intervenciones extranjeras: una norteamericana y otra francesa; el territorio nacional quedó segregado en poco más de la mitad de su superficie por la guerra contra Estados Unidos de Norte América, donde México perdió dos millones trescientos setenta y ocho mil quinientos treinta y nueve kilómetros cuadrados con los Tratados de Guadalupe de 1848 y la Mesilla de 1853; se instauró el Segundo Imperio con Maximiliano de Habsburgo; hubo cuatro virreyes, más de cincuenta presidentes, uno de ellos el dictador Antonio López de Santa Anna, quien se autonombraba “Su alteza serenísima”. El movimiento de Independencia lo inicia formalmente el 16 de septiembre de 1810 el cura Miguel Hidalgo y Costilla, quien era párroco de Dolores, en el actual Estado de Guanajuato. En España, Carlos IV abdicó el 19 de marzo de 1808 en favor de Fernando VII. A los pocos días el mismo Carlos IV declaró inválida su abdicación, por haber sido fruto de la coacción de los partidarios de su hijo. En consecuencia, hubo un gran desconcierto en la
2 Corte de España. Por otro lado, desde octubre de 1807 Napoleón Bonaparte había solicitado permiso al rey español, Carlos IV, para introducir sus tropas en España con el objeto de llegar y luego vencer a los portugueses, quienes no habían acatado su boicot en contra de los ingleses. Napoleón, que se encontraba en Bayona, Francia, mandó llamar a Carlos IV y a Fernando VII para dirimir sus problemas y presionó a Fernando VII para que abdicara a favor de su padre Carlos IV y éste a su favor. Por último, Napoleón renunció a la corona española en favor de su hermano José Bonaparte (Pepe Botella), quien se autonombró José I. Al enterarse que Fernando VII fue apresado en Francia, el 2 de mayo el pueblo español se levantó en contra de las tropas francesas que prácticamente habían invadido España. Ahora bien, respecto de la situación jurídica de la Nueva España, recordemos que, de acuerdo con el estatuto legal de la Junta de Valladolid de 1550, era un reino que dependía de la Corona de Castilla, razón por la cual constituía un reino de España como cualquier otro y no una Colonia. De lo anterior, se desprende que el movimiento de Independencia se inicia de alguna manera, en favor de la corona de Fernando VII, prisionero en Bayona. De hecho el famoso grito de Independencia dado por Hidalgo el 16 de septiembre, tan manipulado en las distintas épocas por los gobiernos en turno y, por lo tanto, poco confiable, parece que expresaba el deseo de que Fernando VII reinara en la “Nación Mexicana”. Esto si nos apoyamos en una de las proclamas de octubre del mismo 1810, en la que reitera y termina así: “ ¡Viva la Religión Católica! ¡Viva Fernando VII! ¡Viva la Patria! y ¡Viva y reine por siempre en este Continente Americano nuestra sagrada patrona, la Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Muera el mal gobierno! Esto es lo que oiréis decir de nuestra boca y lo que vosotros deberéis repetir ”. Más tarde, Morelos con una idea más clara de Independencia, primero en el Congreso de Chilpancingo en donde se leyeron los 23 puntos de los “Sentimientos de la
3 Nación” (14/Nov/1813) y después en el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana , sancionada en Apatzingán el 22 de octubre de 1814, estableció el sistema representativo nacional; la separación de los tres poderes; los derechos del ciudadano y la libertad de expresión. Por su parte, el artículo 5º de esta Constitución disponía que: “Por consiguiente, la soberanía reside originariamente en el pueblo, y su ejercicio en la representación nacional compuesta de diputados elegidos por los ciudadanos bajo la forma que prescriba la Constitución.” Estos ordenamientos se inspiraron en las constituciones francesas de 1793 y 1795, así como en la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica. En el período anterior y posterior al Plan de Iguala, la población fundamental del país era la indígena, dividida en diferentes razas y castas 1 que vivían de forma paupérrima; había también una capa fina de población mestiza y estaban, finalmente los criollos, hijos de españoles peninsulares nacidos en la Nueva España. Los criollos formaban la clase superior y conocían bien las ideas liberales de la Revolución Francesa, plasmadas algunas de ellas en la Constitución de Cádiz (1812) y en la de los Estados Unidos de Norteamérica. Sin embargo, los criollos sufrían discriminación por parte de los españoles peninsulares, pues éstos ocupaban los mejores puestos tanto en la administración como en la milicia y el clero. Recordemos que desde 1619 Baltasar de Covarrubias, nativo de la ciudad de México, Obispo de Michoacán, informaba a Felipe III del estado de su diócesis: “Un grave daño y cizaña se ha arraigado en todas las provincias de los religiosos de la Nueva España, banderizando los castellanos contra los criollos, queriéndolos supeditar, como de hecho los supeditan”. En realidad había una gran disputa entre peninsulares y criollos que marcaba una profunda división entre los gobernantes o dirigentes de la sociedad. En ese tiempo,
4 existía una “leyenda negra”, según la cual, debido al clima de América, los criollos eran seres inferiores a los peninsulares, pues el clima y el ambiente americanos habían producido una especie de degeneración en los españoles. Con respecto a la finalidad de la lucha de Independencia, Manuel Abad y Queipo, Obispo de Michoacán, en su informe dirigido al Rey Fernando VII en 1815, da fe de haber percibido en los criollos una especie de titubeo, y sostiene que el movimiento insurgente hipócritamente manifestaba que la Independencia era a favor de la libertad del Rey, cautivo en Bayona, cuando en realidad lo que querían era liberarse de los peninsulares. Según Abad y Queipo, la Nueva España se componía con corta diferencia de cuatro millones y medio de habitantes “Los Españoles compondrán un décimo del total de la población y ellos solos tienen casi toda la propiedad y riquezas del reino”. Plan de Iguala Agustín de Iturbide (criollo y militar de carrera en el ejército realista) se unió a Vicente Guerrero (líder del ejército insurgente) con el propósito de establecer la independencia de México, mantener la Religión Católica como la única, y crear una unidad e igualdad entre todos los grupos sociales. Estos tres principios se convertirían en las Tres Garantías: independencia, religión y unión. Así se formó el Ejército Trigarante. El Plan de Iguala, resultado de un pronunciamiento político formulado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero se proclamó el 24 de febrero de 1821, poco más de diez años después del grito mítico. En el Plan de Iguala se vuelve a proponer a Fernando VII como posible gobernante de México. En efecto, los puntos tercero y cuarto del Plan establecen a la letra que en nuestro país: “3º Su Gobierno será Monarquía moderada con arreglo a la Constitución peculiar y adaptable del Reyno. 4º Será su Emperador el Sor. D. 1 Españoles, indios, esclavos negros, mulatos libres
5 Fernando Séptimo, y no presentándose personalmente en Mégico…” algún otro miembro de la casa real. Tratado de Córdoba Meses más tarde, en la ciudad de Córdoba, Estado de Veracruz, el 24 de agosto de 1821, se firmó el tratado de Córdoba entre Agustín de Iturbide, comandante del Ejército Trigarante y el último Virrey de la Nueva España, Juan de O’Donojú. En él se reconoce la Independencia de la Nueva España. El texto se compone de 17 artículos que son una reproducción y extensión del Plan de Iguala. El 27 de septiembre, el Ejército Trigarante entró victorioso a la Ciudad de México y el 28 se firmó el acta de Independencia de México. Consumada la Independencia, Iturbide tomó a su cargo la dirección de los asuntos públicos, nombrando una Junta Gubernativa compuesta de 38 miembros, excluyendo a los veteranos de la insurgencia como Ignacio Allende, Guadalupe Victoria y otros. Un año después, el 18 de mayo de 1822 lo proclaman emperador y el 19 lo ratifica el Congreso y toma el nombre de Agustín I y el tratamiento de Alteza Serenísima. Poco después, se enemistó con el Congreso Constituyente y lo disolvió. El 24 de enero de 1823 Santa Anna encabezó una rebelión en su contra y lo hicieron abdicar ante el Congreso ya reinstalado el 19 de marzo de 1823. El 29 de marzo partió rumbo a Veracruz y luego a Europa. El Congreso lo declaró traidor y lo puso fuera de la ley el 28 de abril de 1824, lo que ignoraba el ex emperador. El 4 de mayo salió de Londres para México desembarcó en Soto la Marina, Tamaulipas y el 14 de julio el Congreso de Tamaulipas lo aprehendió y fue fusilado el 19 de julio de 1824. Las ideas de la Ilustración contenidas en la Constitución de Cádiz jurada en España el 19 de marzo de 1812 y en México el 30 de septiembre del mismo año, y en la
6 Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica interfirieron en el plan original de salvar al rey. Había una lucha intelectual e ideológica entre la “Soberanía Popular” y el “Derecho Divino de los Reyes” en donde triunfó la primera, la democrática sobre la realista. EL DERECHO Del Tratado de Iguala a la Constitución de 1824 el derecho y las leyes subsecuentes siguieron idénticas, sin modificación. Así lo establecía el artículo 2º del Reglamento Provisional Político del Imperio Mexicano, del 18 de diciembre de 1822: “Quedan, sin embargo, en su fuerza y vigor las leyes, órdenes, decretos promulgados anteriormente en el territorio del Imperio hasta el 24 de febrero de 1821, en cuanto no se pugne con el presente reglamento, y con las leyes, órdenes y decretos expedidos, o que se expidieren en consecuencia de nuestra Independencia.” Por lo que se refiere a la escribanía y la judicatura, se encontraban abandonadas. Así lo manifiesta en su Memoria , el Secretario del Estado y del Despacho Universal de Justicia y Negocios Eclesiásticos, en su informe dado el 8 de noviembre de 1823, al decir: “Carecemos en efecto, de un código criminal dictado por la justicia y filosofía: el que rige de procedimientos, es vicioso: aún no se ha instalado la Suprema Corte de Justicia: no tenemos mas que dos Tribunales de Segunda Instancia para un territorio inmenso: son muy pocos los jueces de letras, mal dotados en algunos puntos, y por lo común mal pagados: fuera de esto, será muy difícil encontrar quienes quieran ir a servir esta clase de magistraturas en las provincias litorales por su insalubridad: otras de hallan en parte, tan atrasadas en materia de civilización que ni aún el arbitrio sucedáneo de alcaldes, podrá tener en ellos cabida, y además, faltan en los pueblos escribanos públicos que giren con
7 prontitud las causas, y que con su inteligencia eviten los errores y arbitrariedades de los jueces legos.” 2 Ideológicamente, ya desde el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, sancionada en Apatzingán el 22 de octubre de 1814 hasta la Constitución de 1824, se tuvo la influencia de la Constitución de Cádiz (1812) inspirada en las francesas de 1793 y 1795. Además, se leyeron y esparcieron las ideas de Rousseau, Montesquieu y Voltaire. Asimismo, la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica proyectó su influencia sobre la de México, y la acción política de la masonería del rito escocés se mezcló en la vida de la naciente nación. En la Constitución de 1824 se organizó el país como una nación republicana, representativa, popular y federal; se estableció la división de poderes y que la soberanía nacional residiría en el pueblo. Al mismo tiempo constituyó un sistema legislativo compuesto por la cámara de diputados y de senadores. Las leyes que se aplicaron a partir de entonces fueron: I. Decretos que hubieran sido dados por los Congresos Mexicanos; II. Decretos de las Cortes españolas dados antes de la Independencia; III. Reales disposiciones novísimas aún no insertas en la Recopilación; IV. Leyes de la Recopilación de Indias; V. Nueva Recopilación de Castilla (y autos acordados); VI. Fuero real y Juzgo (sin necesidad de probarse su uso); VII. Estatutos y fueros municipales de cada ciudad (confirmados para su validez por el consejo real); VIII. Siete Partidas; 2 De la Llave Pablo, Memoria que el Secretario de Estado y del Despacho Universal de Justicia y Negocios eclesiásticos, presenta al Soberano Congreso Constituyente sobre Los ramos del Ministerio de su cargo,
8 IX. Analogía –si no hay nada en todos los textos citados­ y la razón. Posteriormente la constitución de 1824 fue sustituida por la de 1857. leida en la sesión de 8 de noviembre de 1823, Imprenta del Supremo Gobierno, en Palacio, México, 1823, p. 9.
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