Universidad Simón Bolívar Decanato de Estudios de Postgrado Coordinación de Ciencia de los alimentos y Nutrición Maestría en Nutrición TRABAJO DE GRADO DISTORSIÓN DE LA IMAGEN CORPORAL Y SU RELACIÓN CON EL ESTADO NUTRICIONAL EN UNA MUESTRA DE MUJERES DEL ESTADO ARAGUA por Martha Estela Herrera Vera Abril, 2015 DISTORSIÓN DE LA IMAGEN CORPORAL Y SU RELACIÓN CON EL ESTADO NUTRICIONAL EN UNA MUESTRA DE MUJERES DEL ESTADO ARAGUA Universidad Simón Bolívar Decanato de Estudios de Postgrado Coordinación de Ciencia de los alimentos y Nutrición Maestría en Nutrición DISTORSIÓN DE LA IMAGEN CORPORAL Y SU RELACIÓN CON EL ESTADO NUTRICIONAL EN UNA MUESTRA DE MUJERES DEL ESTADO ARAGUA Trabajo de Grado presentado a la Universidad Simón Bolívar por Martha Estela Herrera Vera Como requisito parcial para optar al grado académico de magister en nutrición Con la asesoría del profesor Héctor A. Herrera M Abril, 2015 Universidad Simón Bolívar Decanato de Estudios de Postgrado Coordinación de Ciencia de los alimentos y Nutrición Maestría en Nutrición DISTORSIÓN DE LA IMAGEN CORPORAL Y SU RELACIÓN CON EL ESTADO NUTRICIONAL EN UNA MUESTRA DE MUJERES DEL ESTADO ARAGUA Alumna. Martha Herrera Carnet: RESUMEN. En el presente estudio se evaluó la existencia de la distorsión de la imagen corporal y su relación con estado nutricional en una muestra de pacientes de una consulta privada de la ciudad de Maracay, Edo. Aragua. En un estudio transversal, descriptivo cuantitativo, correlacional y no experimental, se evaluaron 101 mujeres (25 - 55 años) que acudieron por primera vez a una consulta nutricional. Se efectuó una evaluación antropométrica. Se calculó el índice de masa corporal (IMC) y el porcentaje de grasa. La imagen corporal (IC) se evaluó con el Cuestionario de Siluetas Lineal de base (Q-O). Se calculó estadística descriptiva e inferencial, prueba de asociación de Kappa y Prueba ﬡ2 entre las prevalencias. Se aplicó una prueba ANOVA entre los grupos de edad por variable antropométrica. Los resultados indicaron que los valores promedios de la variables antropométricas eran mayores a medida que aumentaba la edad promedio, disminuyendo en el último grupo. El 78,2% presentó sobrepeso, mientras que más del 90% presento grasa alta. Más del 60% presentó riesgo cardiometabólico. Alrededor del 55% de la muestra mostró concordancias entre su IMC real y el percibido, mientras que las distorsiones de la IC estuvieron orientadas hacia la sobreestimación en mujeres con IMC adecuado, y la subestimación en mujeres con sobrepeso, aunque la prueba Kappa no fue significativa (K=0,073; p < 0.394). En líneas generales, hubo poca distorsión de la IC en la muestra de mujeres, lo que indica que eran conscientes de su estado nutricional global medido por el IMC y su percepción de la IC era un reflejo de esta situación. Palabras claves: Imagen corporal, Estado nutricional, Mujer. Alumna: Martha Herrera Tutor: Héctor Herrera DEDICATORIA A Dios, por guiarme y darme paciencia para salir adelante junto a los seres que amo… A mi hijo, a mis padres, esposo y hermano, por ser los seres más especiales que existen en mi vida… i AGRADECIMIENTOS Mi agradecimiento a la UNIVERSIDAD SIMÓN BOLIVAR, por darme la oportunidad de crecer como profesional y el prestigio que me da el salir de sus aulas. Al Profesor Héctor Herrera, por ser mi guía y apoyarme en todo momento. A Centro Integral de Medicina Antienvejecimiento (CIMAE) y a su personal, por darme la oportunidad de desarrollar los objetivos de este estudio. ii ÍNDICE GENERAL Pág. DEDICATORIA i AGRADECIMIENTO ii RESUMEN iii ÍNDICE GENERAL iv ÍNDICE DE TABLAS vi ÍNDICE DE FIGURA vii ÍNDICE DE ABREVIATURA viii ÍNDICE DE FORMULAS ix LISTA DE ABREVIATURAS x INTRODUCCIÓN 1 OBJETIVO GENERAL 4 OBJETIVOS ESPECIFICOS 4 CAPITULO I: MARCO TEORICO 5 1.1. Imagen Corporal (IC). 6 1.2. Componentes de la imagen corporal 7 1.3. Uso de la imagen corporal 8 1.4. Genero y edades predominantes 9 1.5. Factores que afectan la autopercepción de la imagen corporal. 10 1.6. Consecuencias de la alteración de la imagen corporal 12 1.7. Evaluación de la imagen corporal 13 1.8. Pictograma: método para evaluar la imagen corporal CAPITULO II: MATERIALES Y MÉTODOS 2.1. Tipo de estudio 14 16 16 2.2. Población y muestra 15 2.3. Criterios de inclusión 15 2.4. Criterios de exclusión 16 2.5. Bioética 16 iii 2.6. Instrumento de recolección de datos 2.7. Variables 16 16 2.7.1. Edad 16 2.7.2. Sexo 17 2.7.3 Variables antropométricas 17 2.7.3.1. peso 17 2.7.3.2.Talla 17 2.7.3.3. Circunferencia de cintura punto medio 2.7.3.4. Pliegue de tríceps 17 18 2.7.3.5. Pliegue subescapular 18 2.8. Indicadores antropométricos 18 2.8.1 Índice de masa corporal 18 2.8.2. Densidad corporal 18 2.8.3.Porcentaje de grasa corporal 19 2.8.4. Circunferencia de cintura punto medio 19 2.9. Evaluación de la percepción de la imagen corporal 19 2.10. Análisis estadístico. 20 CAPITULO III: RESULTADOS 21 3.1. Prevalencia de la edad por grupo etario 21 3.2. Caracterización de antecedentes familiares de factores de riesgo de la muestra. 21 3.3 Caracterización de antecedentes personales de factores de riesgo de la muestra 22 3.4. Caracterización antropométrica de la muestra de pacientes en estudio a través de variables de interés nutricional 3.5. Caracterización 23 antropométrica de la muestra de paciente en estudio a través de indicadores de composición corporal de interés nutricional y evaluación del estado nutricional de la muestra 25 3.6. Determinación de existencia de distorsión de la imagen corporal derivado de la imagen del IMC obtenido por evaluación antropométrica y el percibido CAPITULO IV: DISCUSIÓN 27 30 iv CAPITULO V: CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 5.1. Conclusiones 36 36 5.2. Recomendaciones. 37 REFERENCIAS 38 ANEXOS 43 v ÍNDICE DE TABLAS Pág. Tabla 1. Prevalencia de la edad por grupo etario de la muestra 21 Tabla 2. Prevalencia de antecedentes familiares para factores de riesgo 22 Tabla 3. Prevalencias de antecedentes personales para patologías crónicas 23 Tabla 4. Estadística descriptiva de los indicadores antropométricos por grupo de edad 23 Tablas 5. Estadística descriptiva de los indicadores antropométricos por grupo de edad 25 Tabla 6. Tabla de contingencias entre las categorías de IMC por antropometría e IMC por silueta corporal en la muestra de mujeres evaluadas 28 Tabla 7. Contingencias y divergencias entre las categorías del IMC por antropometría e IMC por silueta corporal en la muestra de mujeres evaluadas vi 28 ÍNDICE DE FORMULAS Pág. Índice de Masa Corporal 18 Densidad 18 Porcentaje de Grasa Corporal 19 vii INTRODUCCIÓN Cada cultura desarrolla diferentes estándares de belleza así como diferentes conceptos sobre su propia imagen corporal, decoración del cuerpo y forma del mismo, los cuales pueden ir cambiando con cada periodo de la historia (Rodin et al., 1993, Drumon et al., 2012). En la sociedad occidental, se ha venido observando como una mayor presión sobre sus miembros, impulsando una tendencia generalizada a la excesiva preocupación por el peso y la apariencia física (Rocandio et al., 2005; Arroyo et al., 2005). En tal sentido, medios masivos de comunicación como revistas, televisión e incluso la Internet, han facilitado no solo el “culto al cuerpo”, sino vendiendo un ideal de imagen corporal, además de ser potenciadores de estándares, afectando la satisfacción corporal y por ende la imagen del cuerpo en un grado similar (López et al., 2008) Las imágenes idealizadas que se muestran en los medios de comunicación influyen negativamente en la percepción del propio cuerpo y deteriorar la propia autoestima del cuerpo (Zaragoza et al., 2011). La insatisfacción corporal ocurre si un individuo interioriza el cuerpo ideal, el determinado culturalmente, y por comparación social concluye que su cuerpo discrepa de ese ideal (Acosta et al., 2003), generando situaciones de estrés emocional, adopción de hábitos de consumo inadecuados, y en casos extremos, alteraciones de la conducta alimentarias. Más recientemente, se ha podido observar la influencia de la publicidad para comercializar productos para adelgazar y mejorar la figura del cuerpo, actuando como variable central en la predicción de factores de riesgo, los cuales son precursores de los trastornos de conducta alimentaria, como lo son las conductas alimentarias de riesgo, específicamente la dieta restringida y la insatisfacción con la imagen corporal (Stice et al., 2003; López et al., 2008; Zaragoza et al., 2011; García et al., 2014). En las sociedades occidentales se ha observado que la imagen corporal ideal en las mujeres tiende hacia la delgadez y en los hombres hacia un cuerpo musculado, así 1 como se han observado que algunas personas han intentado perder peso en alguna ocasión, y muchas de ellas no presentan ni sobrepeso ni obesidad ya que fueron calificados como de peso normal (Afifi et al., 2002; López et al., 2008). Como consecuencia a esta presión social ha surgido una preocupación extrema, por todo lo relativo al peso corporal (Arroyo et al., 2008). La preocupación excesiva por estar delgado pudiera llevar a prácticas negativas para la salud o en contraste, los sujetos con sobrepeso y obesidad, al verse estigmatizados, es poco probable que intenten controlar su peso o buscar la atención médica (Arroyo et al., 2008; López et al., 2008; Drumond et al., 2012). Adultos en los EE.UU y de Europa occidental a menudo presentan una falsa percepción de su peso corporal y de su talla (Dorsey, et al., 2009; Jauregui et al., 2011; García et al., 2014). Se debe señalar que la insatisfacción corporal y la percepción errónea de la imagen corporal está presente tanto en hombres como en mujeres, y es un mediador muy importante para la relación entre el índice de masa corporal, el tamaño corporal, conductas de riesgo de control de peso y la vulnerabilidad a los trastornos alimentarios (Kakeshita et al., 2008; Bernárdez et al., 2009). Son las mujeres las que pueden verse mayormente afectadas, siendo los ideales modernos de atractivo femenino un aspecto tonificado y de extrema delgadez, producto del bombardeo de publicidad y su influencia psicológica (Homan et al., 2011; Valuti et al., 2009; López et al., 2008; García et al., 2014) La distorsión de la imagen, es un problema mundial que ha sido estudiado con mayor énfasis en los últimos años, tanto en poblaciones de distintas edades, culturas y razón social. Sin embargo, son pocos los estudios que basan sus observaciones en pacientes de consultas médicas y nutricionales, a las cuales acuden pacientes en busca de orientación profesional para conseguir un cuerpo con aspecto tonificado y 2 delgado, siguiendo los ideales modernos, que destacan y proponen estilos de vida saludables tanto para hombre como mujeres. Si bien muchos de quienes acuden a estas consultas realmente requieren la evaluación y posterior cambio en sus hábitos dietéticos y estilos de vida, también se ha observado un incremento en el número de pacientes, que bajo una marcada distorsión de la imagen corporal, solicitan orientación nutricional o aun presentando, síntomas de deficiencias de nutrientes, manifiestan la necesidad de perder masa o simplemente grasa corporal. Por otro lado, se está observando con mayor frecuencia en los foros y congresos en el área, la apreciación de monitorear a aquellos pacientes con sobrepeso, pero sin alteraciones metabólicas, surgiendo la pregunta ¿es realmente necesario que estos pacientes pierdan peso por simplemente presentar sobrepeso e inclusive obesidad?, o se ha generalizado el ideal corporal de la persona saludable, distorsionando la percepción de salud no solo del paciente sino del personal de salud (Elosua 2013; Zaccagni et al., 2014; Mintem et al., 2015). Será acaso que se están aplicando medidas exageradas, siguiendo supuestos ideales de belleza que influyeron en la percepción de su propia imagen corporal? Es por ello que el presente estudio evaluó la existencia de distorsión de la imagen corporal y su relación con el estado nutricional en una muestra de pacientes de una consulta privada de la ciudad de Maracay, Estado Aragua. 3 OBJETIVOS Objetivo General Establecer la existencia de distorsión de la imagen corporal y su relación con estado nutricional en una muestra de pacientes de una consulta privada de la ciudad de Maracay, Edo. Aragua. Objetivos Específicos Caracterizar a la muestra de mujeres en función de sus antecedentes familiares y personales de factores de riesgo en la muestra en estudio. Caracterizar antropométricamente a la muestra de pacientes en estudio a través de indicadores de composición corporal de interés nutricional. Evaluar el estado nutricional de la muestra de pacientes analizados. Determinar la existencia de distorsión de la imagen corporal en la muestra de pacientes estudiados Establecer la asociación entre la distorsión de la imagen corporal con el estado nutricional del paciente. 4 CAPITULO I MARCO TEORICO La presión social actual generada principalmente por los distintos medios de comunicación, donde se le rinde culto a la belleza y en donde se inserta el boom de las dietas, y un abanico de alternativas peligrosas y distintos métodos no aprobados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para lograr la esbeltez, podría llevar a conductas alimentarias anómalas con la intención de controlar el peso o modificar su figura en algunos caso sin ser necesarios para el individuo, o por el contrario no controlar su peso y evitar la práctica de conductas alimenticias saludables o de actividad física (Rodríguez et al., 2009; Herrera et al., 2013). La preocupación por la imagen corporal no es exclusiva de nuestros días. Cada periodo de la historia contó con sus propios estándares de belleza, y cada cultura desarrolla diferentes conceptos sobre la propia imagen, forma y decoración del cuerpo (Rodríguez et al., 2010; Elosua et al., 2013). Diversos estudios han puesto de manifiesto que el dimorfismo sexual incluso se mantiene y manifiesta en la distorsión de la imagen corporal. Así sabemos que existen diferencias de acuerdo al género, donde las mujeres presentan mayor insatisfacción corporal, restricción alimentaria, uso de laxantes y vómito que los varones, estos últimos presentan mayor presencia de atracones y uso del ejercicio como medio de control de peso corporal (Rodríguez et al., 2009; 2010). Pero que conduce a un individuo a presentar inconformidad con su forma corporal. Se ha descrito que algunos contenidos que ofrecen los medios de comunicación han tenido un efecto nocivo en la percepción de la imagen corporal, apareciendo la distorsión a edades cada vez más tempranas, siendo incluso una causa de bulling en edad escolar. 5 1.1 Imagen Corporal (IC) El termino Imagen Corporal (IC) cuenta con una larga tradición terminológica. Este concepto, ha sido blanco de multitud de controversias acerca de su fenomenología. Se entiende por imagen corporal como el modo en el que una persona percibe, imagina, siente y actúa respecto a su propio cuerpo (Rosen et al., 1995; Zaccagni et al., 2014; Mintem et al., 2015). Thompson (1990) concibe la imagen corporal en base a tres componentes: 1.2 Componentes de la Imagen Corporal 1.2.1 Componente perceptual: precisión con que se percibe el tamaño corporal de diferentes segmentos corporales o del cuerpo en su totalidad. La alteración de este componente da lugar a sobreestimación (percepción del cuerpo en unas dimensiones mayores a las reales o a la subestimación (percepción de un tamaño corporal inferior al que realmente corresponde). 1.2.2 Componente subjetivo (cognitivo- afectivo): actitudes, sentimientos, cogniciones y valoraciones que despierta el cuerpo principalmente el tamaño corporal, peso, partes del cuerpo o cualquier otro aspecto de la apariencia física (ejemplo satisfacción, preocupación, ansiedad, etc. La mayor parte de los instrumentos que evalúan este tipo de trastornos se centran en la insatisfacción corporal. 1.2.3 Componente conductual: conductas que la percepción del cuerpo y sentimientos asociados provocan (conductas de exhibición, conductas de evitación de situaciones que exponen el propio cuerpo a los demás, etc. 6 El concepto de la IC es multifacético. La experiencia sobre el cuerpo conlleva a las actitudes frente a la apariencia física, la percepción, el volumen, límites y posición del cuerpo, competencia corporal y otro tipo de aspectos que se relacionan con la salud y enfermedad, estado físico y género de uno mismo (Rosen et al., 1995, Rodríguez et al., 2010) 1.3 Uso de la Imagen Corporal Los mensajes acerca de la delgadez como un ideal sociocultural y los métodos para conseguirlo no surgieron de un día para otro, comenzaron en los estratos altos de la sociedad, en grupos minoritarios de las sociedades francesa e inglesa, se fueron extendiendo a todo el tejido social por la gran velocidad de difusión de los medios de comunicación del siglo XX. (Guillen et al., 2012) Los medios de comunicación, principalmente aquellos que son visuales como la televisión, desempeñan un papel importante en la incidencia y prevalencia de los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA), lo cual influencia las elecciones de compra de productos enfocados en la apariencia física y una imagen corporal ideal (Rodríguez et al., 2009: Zaragoza et al., 2011). La IC es un constructor teórico que se ha actualizado numerosas veces por las ciencias sociales y biológicas. Se ha utilizado por especialistas en nutrición para identificar población en riesgo de malnutrición. En estudios entre pacientes con TCA para captar el nivel de satisfacción que tienen respecto a su cuerpo, así como su grado de autoestima. También han intentado validar la imagen corporal como un indicador de percepción del tamaño corporal (Herrera et al., 2013; Mintem et al., 2015). Se ha sugerido la importancia de la alteración de la percepción de la IC como un síntoma precoz para la detección de trastornos del comportamiento alimentario (Vidal et al., 1997; Sánchez et al., 2001). Algunos profesionales utilizan a menudo la 7 percepción de la IC como medida de la autoestima y del grado de satisfacción con la propia imagen (Thompson et al., 1990; Zaccagni et al., 2013). La IC se considera, en el ámbito de las investigaciones relacionadas con los trastornos de la conducta alimentaria, como una aproximación cualitativa al estado nutricional del individuo (Madrigal-Fritsch et al., 1999), así como también, las alteraciones de la imagen corporal tienen una participación causal en el trastorno alimentario en lugar de ser secundarias a él (Cruz et al., 2002). En tal sentido, se han utilizado imágenes de siluetas corporales tanto para identificar la autopercepción y satisfacción de la IC como para valorar el estado nutricional de los individuos evaluados con estas imágenes (Madrigal-Fritsch et al., 1999). 1.4 Género y edades predominantes La IC es muy importante entre los jóvenes. En estos se ha apreciado un aumento de la preocupación excesiva por el peso y la apariencia física como consecuencia de la fuerte presión que ejerce la sociedad sobre sus miembros y se ha podido registrar que las experiencias en el entorno universitario o laboral puede jugar un papel en estas tendencias y en la percepción de la imagen (Guillen et al., 2012; Tirlea et al., 2013; Woo, 2014; Zaccagni et a., 2014). En algunos estratos de la población, y en particular las mujeres jóvenes, se ven sometidas a una gran presión social con la imposición de un modelo estético de extrema delgadez (Stice et al., 2003; Elousa, 2013). Sin embargo, se ha observado que no existen diferencias raciales ni étnicas en el desarrollo de la IC tanto en mujeres como en hombres (Guillen et al., 2012; Mintem et al., 2015) y tiende a ser más frecuente en personas con nivel educativo bajo (Dorsey et al., 2009). 8 1.5 Factores que afectan la autopercepción del peso y la Imagen Corporal La sociedad determina nuestra propia IC. Al mismo tiempo que las personas nos desarrollamos cultural y biológicamente, se produce una evolución paralela, la de la IC. Esta transformación comienza a los dos años, momento en el que se toma consciencia de uno mismo. A partir de esa edad, se desarrollan multitud de cambios físicos y de apariencia en cada etapa del desarrollo corporal y marco social en el que se ubican ciertos patrones corporales. La construcción de la propia IC no finaliza nunca, prolongándose hasta el final de la vida. Nuestra experiencia corporal se encuentra continuamente en cambio, por lo que se afirma que la imagen corporal no es un constructor estático (Cruz et al., 2002; García et al., 2014; Latorre et al., 2014). La IC afecta nuestro comportamiento, ya sea de manera consciente o inconsciente, por lo influye directamente en la conducta del individuo (Bernárdez et al., 2009; Runfola et al., 2013). El origen de distorsión de la IC es multicausal, donde factores genéticos, biológicos (Índice de Masa Corporal (IMC), pubertad), rasgos de personalidad, familiares, y socioculturales (cultura de la delgadez) se entrelazan para desarrollar distorsión de la imagen en el individuo (Dorsey et al., 2009; Tirlea et al., 2013). Los Factores de riesgo; son estímulos, conductas y características personales y del entorno, que impactan el estado de salud, provocando una mayor vulnerabilidad para la aparición de una enfermedad (Zaragoza et al., 2011; Tirlea et al., 2013). Entre los más estudiados se encuentran los socioculturales, debido a que estos pueden condicionar una imagen aceptable o apetecible dentro de un grupo, así como tratar de explicar cómo y de qué manera los medios de comunicación, la publicidad, los amigos, impactan en la adopción del modelo estético corporal dominante. Con respecto a este punto, estudios realizados en México, han confirmado que estos factores, principalmente la influencia de la publicidad de productos para adelgazar y mejorar la figura corporal, actúan como variable central en la predicción de otros factores de riesgo como lo son las conductas alimentarias de riesgo, específicamente 9 la dieta restringida, y la insatisfacción de la IC. (Zaragoza et al., 2011). Un estudio comparativo entre mujeres mexicanas y españolas, evidenció la misma tendencia, lo que sugiere que, independientemente del lugar de residencia u origen étnico, si las imágenes y mensajes que se reciben favorecen un determinado perfil morfológico, este será el patrón de referencia con el cual seremos comparados, aunque no sea ni realista ni saludable (Elosua, 2013). La autopercepción del peso se ve afectada por una combinación de factores, entre los que se puede destacar: personas con sobrepeso u obesidad, pertenecientes al género masculino, a la tercera edad, pocos años de educación formal o grupo socioeconómico bajo, los cuales tienen menor propensión a considerarse con sobrepeso (Paeratakul et al., 2002; Chang et al., 2003; Kuchler et al., 2003). Así mismo, la afinidad racial y factores socioculturales también influyen significativamente en la subestimación del peso (Mack et al., 2004). Sin duda, múltiples factores biológicos, sociales y culturales modulan esta percepción, pero en algunos casos estos factores son difíciles de valorar (Zaragoza et al., 2011). Aunque la insatisfacción corporal es frecuente en las mujeres, esto no es suficiente para definir el trastorno de la IC. Los individuos con este trastorno devalúan su apariencia intensamente, imaginan que las otras personas se fijan y se interesan por su defecto, poniendo mucho énfasis en el defecto de su apariencia y cuando hacen una jerarquía de valores personales lo suelen colocar en primer lugar (Raich et al., 2004). La persona que percibe su IC con precisión y se siente cómoda con su cuerpo, aunque haya algún aspecto que le guste menos, se considera que tiene una imagen corporal adecuada (Sepúlveda et al., 2004). La IC puede verse afectada por las experiencias vividas, el estrés, el trabajo, por el paso de los años y la aceptación de los cambios permite una mejor adaptación. La distorsión de la IC o una exagerada preocupación por el aspecto físico puede producir trastornos psiquiátricos por ejemplo en el ámbito alimenticio, el abuso de práctica de ejercicios físico y son 10 elementos altamente significativos en la etiopatogenia o el diagnóstico (Rodríguez et al., 2009). 1.6 Consecuencias de la alteración de la Imagen Corporal Una percepción distorsionada de la imagen del propio cuerpo se puede ver vinculada a una insatisfacción corporal, que se considera una de las bases de las prácticas alimentarias de riesgo. (Herrera et al., 2013). Un análisis antropológico, social e histórico de los modelos corporales mostraría que siempre ha existido una profunda ambivalencia en las representaciones de la gordura y la delgadez y que esto ha influido de diferentes maneras en los comportamientos alimentarios (Herrera et al., 2013). La preocupación excesiva por estar delgado puede llevar a prácticas negativas para la salud (Serdula et al., 1993) lo que supone un factor de riesgo para la desnutrición y también para los trastornos de la conducta alimentaria. La distorsión de la IC es un factor central en trastornos como la anorexia y la bulimia nerviosa y la obesidad (Thompson et al., 1990; Elosua, 2013). La dieta saludable y la actividad física suficiente y regular son los principales factores de promoción y mantenimiento de una buena salud durante toda la vida. Las dietas malsanas y la inactividad física son dos de los principales factores de riesgo de hipertensión, hiperglucemia, hiperlipidemia, sobrepeso u obesidad y de las principales enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, el cáncer o la diabetes (OMS, 2015). Reconociendo que un cambio en la dieta, evitando alimentos procesados y la promoción de la actividad física, representa una oportunidad única para elaborar y aplicar una estrategia eficaz que reduzca sustancialmente la mortalidad y la carga de morbilidad mundiales. En tal sentido, la OMS adoptó en mayo de 2004 la estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud. La mejora de los hábitos dietéticos es un problema de toda la sociedad, y no solo de cada uno de los individuos que la componen. Por consiguiente, requiere un enfoque poblacional, 11 multisectorial, multidisciplinar y adaptado a las circunstancias culturales (OMS, 2012). 1.7 Evaluación de la Imagen Corporal La evaluación de la IC se realiza tomando como valores la satisfacción o insatisfacción con el propio cuerpo, incluyendo entre estos valores las creencias de autoevaluación. El campo de la IC se refiere a la importancia cognitiva, conductual y emocional del cuerpo en torno a la autoevaluación (Raich et al., 2004; Elosua, 2013). Existen instrumentos que evalúan la IC focalizados a los componentes perceptivos, subjetivos y conductuales (Raich et al., 2004 Herrera et al., 2013; Elosua, 2013). Se ha determinado que individuos sin trastorno alimentario, también pueden presentar alteraciones de la IC tanto en forma de insatisfacción corporal como imprecisiones perceptivas (Raich et al., 2004). Para la evaluación del componente perceptivo de la imagen corporal existen dos grandes categorías como lo son: 1.7.1 Procedimientos de estimación de partes del cuerpo donde se encuentran los métodos analógicos y el trazado de la imagen 1.7.2 Procedimientos de estimación de la globalidad del cuerpo donde encontramos métodos de distorsión de imagen y las siluetas (Raich et al., 2004). En la actualidad, no se cuenta con instrumentos óptimos parar la evaluación perceptiva de las medidas corporales. Al parecer los procedimientos para la estimación global son más fidedignos que los procedimientos de estimación de partes, aunque con ellos no se puede discriminar entre personas con trastornos alimentarios y los que no lo padecen. Para este caso, los más fiables son los 12 instrumentos que evalúan la dimensión cognitivo actitudinal, donde son incluidas creencias y actitudes que la persona puede tener sobre su cuerpo o partes de este (Raich et al., 2004; López et al., 2008; et al., 2013). 1.8 Pictograma método para evaluar la Imagen Corporal El pictograma es un signo que representa esquemáticamente un símbolo, objeto real o figura. Desde la antigüedad, el hombre registró el medio ambiente que le rodeaba mediante dibujos pintados en distintos lugares donde habitaba, también los primeros símbolos de escritura se basaban en pictogramas. Los pictogramas son un recurso representativo y descriptivo así como un recurso mnemotécnico e identificador e inclusive pasaron a transmitir ideas constituyéndose en ideogramas. Los pictogramas transmiten su significado a través de su semejanza pictórica de un objeto físico y se suele utilizar para representar ideas de forma simple Actualmente se encuentran distintas escalas que constan de distintos números de figuras que representan los valores de IMC las cuales van desde siluetas delgadas hasta representaciones de siluetas obesas, aumentando gradualmente el tamaño de la silueta tanto para hombre como para mujeres. Entre los instrumentos desarrollados encontramos la escala de Montero y colaboradores (2004) y la de Madrigal y colaboradores (1999) por mencionar algunos. Estos modelos han sido utilizados por especialistas en nutrición como indicadores de bajo costo y fácil aplicación en trabajos de campo para identificar poblaciones en riesgo para trastornos del comportamiento alimentario, satisfacción de la IC y percepción del tamaño corporal (Madrigal et al., 1999; Zaragoza et al., 2011; Herrera et al., 2013) El modelo realizado por (Madrigal et al., 1999) incluyó un total de 15.239 sujetos en los 15 países miembros de la unión europea y se realizó un muestreo en cada país multietapico, estratificado según edad, sexo y distribución geográfica y se aplicaron cuotas por sexo, edad y otras variables socioeconómicas (Madrigal et al., 1999). El instrumento consta de un cuestionario el cual contiene variables socioeconómicas, 13 demográficas, antropométricas y algunas más relacionadas con actitudes y estilo de vida, información que se obtiene mediante una entrevista. La información relacionada con la imagen corporal percibida se obtiene pidiendo al sujeto entrevistado seleccionar la figura que, según su percepción, corresponde a su imagen corporal actual. Para las figuras se establecieron cuatro categorías: delgado (silueta 1), normal (silueta 2-5), sobrepeso (silueta 6-7) y obeso (silueta 8 y 9), tanto para mujeres como para hombres. A fin de realizar las clasificaciones, se establecieron como puntos de corte entre la IC y el IMC los siguientes: se consideró delgado la silueta 1 con un IMC ≤20 kg/m², como normales silueta 2 a 5 con un IMC entre 20-25 Kg/m², sobrepeso silueta 6-7 con un IMC 25-29 kg/m² y finalmente como obesos un IMC ≥30 Kg/m² silueta 8 a 9 (Madrigal et al., 1999). 14 CAPÍTULO II MATERIALES Y MÉTODOS 2.1 Tipo de Estudio Se trató de un estudio de campo, transversal, descriptivo, cuantitativo, correlacional y no experimental. 2.2 Población y muestra La población estuvo constituida por todas las mujeres que asistieron a una consulta de medicina estética ubicada en la ciudad de Maracay, Estado Aragua. La muestra estuvo conformada por todas aquellas mujeres que acudieron por primera vez a la mencionada consulta y que cumplieron con los criterios de inclusión y exclusión. En tal sentido, la muestra fue intencional no probabilística (por conveniencia) con una población 130 y una muestra de 101 mujeres). Se fijó como lapso de recolección de los datos el período comprendido entre los meses de Septiembre-Diciembre 2012. Al finalizar el período de recolección, el número de mujeres seleccionadas se contrasto con el número de mujeres atendidas en la consulta, a fin de establecer si la muestra era significativa. 2.3 Criterios de inclusión Mujeres que asistían por primera vez a consulta, que tuvieran al momento de la evaluación una edad comprendida entre los 25 y los 55 años, y una vez informadas de la investigación, accedieran a participar y firmaran un consentimiento previa información. 15 2.4 Criterios de exclusión Fueron excluidas del estudio aquellas mujeres con trastornos psiquiátricos y de la conducta alimentaria, diabetes no tratada, patología tiroidea previamente diagnosticadas, atletas y embarazadas o lactando. 2.5 Bioética La evaluación se realizó respetando los criterios de investigación en humanos recogida por la Declaración de Helsinki, ratificada en la Convención Médica Mundial de Edimburgo (2008), y los criterios del Código de Ética para la Vida del Ministerio del poder popular para la Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias (2010). 2.6 Instrumento de recolección de datos Se aplicó como instrumento de recolección de datos la historia clínica donde se interrogo sobre: datos personales, edad, sexo, antecedentes familiares de Hipertensión arterial, diabetes tipo II y obesidad así como antecedentes personales de patologías crónicas. Se anexo una ficha en donde se registraron los datos antropométricos y se aplicó el pictograma de 9 siluetas femeninas extraído del cuestionario de siluetas línea de base (Q-O) para imagen corporal (Ver anexo 2 y 3). 2.7 Variables 2.7.1 Edad: La información se analizó por edad la cual fue clasificada en 4 categorías de 25-29 años de 30-39 años de 40–49 años y de 50-55 años. 2.7.2 Sexo: Los sujetos seleccionados solo fueron de sexo femenino debido a que representa el género más frecuente en la consulta 16 2.7.3 Variables antropométricas Las medidas antropométricas fueron realizadas siguiendo los criterios del Programa Biológico Internacional (Weiner y Lourie, 1981; Lohman et al., 1988; Herrera y Hernández., 2014) Los sujetos fueron evaluados en un consultorio acondicionado para tal fin. Las mediciones fueron realizadas por la autora del estudio, previa estandarización antropométrica. Se realizó un control de calidad mensual intraobservador, a fin de garantizar la consistencia y confiabilidad de los datos antropométricos (Ver anexo 4). Todos los valores estuvieron dentro de los porcentajes del error técnico de medición sugeridos: 1% peso y estatura, 2% circunferencias y 5% pliegues de grasa subcutánea (Herrera y Hernández., 2014) 2.7.3.1 Peso: El peso se realizó con el sujeto en ropa interior, descalzo y provisto de una bata descartable; para la medición se utilizó una balanza electrónica TANITA, con una precisión de 50 gr. 2.7.3.2 Talla: Se tomó mediante técnica de la plomada, fijando una cinta métrica flexible de 1,5 m a la pared, escuadra de madera, pabilo, plomada y tirro. Se colocó el sujeto frente al medidor en posición estándar con los glúteos y espalda pegados a la pared y cabeza en plano de Frankfort. 2.7.3.3 Circunferencia media de cintura La circunferencia de cintura se midió en el punto medio entre las crestas ilíacas y los bordes inferiores de las costillas flotantes con una cinta métrica plástica 2.7.3.4 Pliegue de tríceps fue medido con un calibrador de pliegue cutáneo de presión constante a nivel de la cara posterior del brazo, en el punto medio entre el acrómion y el olecranon 17 2.7.3.5 Pliegue subescapular se midió justo en el ángulo de la escápula de la espalda utilizando un calibrador de pliegue cutáneo. 2.8 Indicadores antropométricos Con las medidas antropométricas evaluadas se construyeron los siguientes indicadores: 2.8.1 Índice de Masa Corporal El índice de masa corporal o índice de Quetelet, es un indicador mixto, elaborado a partir de las variables que miden dimensiones corporales totales, como el peso y la talla (Eknoyan, 2008). Es una medida de peso corregida para la talla. IMC - Peso(kg) Talla 2 (m 2 ) Valores límites propuestos por Herrera (2014) (anexo 4) 2.8.2 Densidad corporal. La densidad corporal es la masa corporal total expresada en relación al volumen corporal total. Se calculó a partir de la suma de los 2 pliegues cutáneos (tríceps y subescapular) por la fórmula de Durnin y Womersley (1974). Mujeres: D (g/cm2)= C - (M log pliegues) 18 2.8.3 Porcentaje de grasa corporal Uno de los componentes corporales más variables es el de grasa corporal; sin embargo, es el único componente que define la condición de obesidad (exceso de grasa corporal) independientemente del peso, y es un buen indicador de las reservas calóricas del individuo Una vez obtenida la densidad se aplicó la fórmula de Siri (1961) para obtener el porcentaje de grasa corporal (GC). %GC= [(4,95 / D) - 4,5] x 100 - Valores límites propuestos por Herrera (2014) (anexo 5) 2.8.4 circunferencia de cintura punto medio La circunferencia de cintura se ha utilizado en los últimos años extensamente por su asociación a factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, y a la aparición de enfermedades crónicas no transmisibles del adulto. La circunferencia de cintura tomada en el punto medio (entre borde superior de la cresta iliaca y los bordes inferiores de las costillas flotantes) se utilizó como indicador de adiposidad central. Se utilizaron los valores límites propuestos por Herrera (2014) (anexo 5). 2.9 Evaluación de la percepción de imagen corporal. Para identificar la presencia de distorsión de la imagen corporal, se utilizo el cuestionario de siluetas línea de base (Q-O) realizado por Madrigal et al., 1999 del cual se extrajo el pictograma de 9 siluetas femeninas para imagen corporal. Al ser un instrumento de estimación global, de sencilla aplicación y fácil manejo para la población es fiable para determinar la presencia de distorsión de la imagen corporal. 19 La información relacionada con la imagen corporal percibida se obtuvo solicitando al sujeto entrevistado seleccionar la figura que según su percepción correspondía con su imagen corporal actual. Estas siluetas tiene como establecido cuatro categorías: bajo peso IMC ≤20 Kg/m² (silueta 1), normo peso 20-25 Kg/m² (siluetas 2-5), sobrepeso 25-29 Kg/m² (siluetas 6 y 7) y obeso ≥30 Kg/m² (siluetas 8 y 9), tanto para mujeres (F) como para varones (M) para el estudio solo se utilizaron las figuras femeninas y al momento de ser mostradas no presentaban los valores de índice de masa antes descritos. Utilizando este modelo, se denominó distorsión de IMC a la diferencia entre el estado nutricional según IMC obtenido a partir del peso y la talla real, y el IMC seleccionado del modelo utilizado. 2.10 Análisis estadístico Todos los datos fueron sometidos al análisis estadístico a través del paquete SPSS, versión 17.0. Se calculó la estadística descriptiva de todas las variables cuantitativas. Se aplicaron pruebas de contraste entre las medias. Se realizó un análisis de prevalencias con las categorías de clasificación de los indicadores de composición corporal y de distorsión de la imagen corporal. Se aplicó una prueba ﬡ2 entre las prevalencias. Se aplicó una prueba ANOVA entre los grupos de edad por variable antropométrica. Se aplicó una prueba de asociación de Kappa entre las categorías del IMC antropométrico y el IMC percibido con el instrumento de imágenes. 20 CAPÍTULO III RESULTADOS 3.1 Prevalencia de la edad por grupo etario de la muestra En el estudio participaron 101 mujeres con un rango de edad entre los 25 y 55 años. El promedio de edad general fue de 35,22 ± 8,5. Para el grupo de 20-25 años el promedio fue de 27,93 ±1,07 entre los 30-39 años fue 34,48± 2,12 y para los grupos de mayor edad como lo fue el de 40-49 la media fue de 43,73 ±3,90 y de 52,89 ±1,83 para 50-55 años. Tabla 1 Tabla 1. Prevalencia de edad por grupo etario 25-29 años (n = 45) 30-39 años (n = 25) 40-49 años (n = 22) 50-55 años (n = 9) Variable Media DE Media DE Media DE Media DE Edad (años) 27,93 1,07 34,48 2,12 43,73 3,90 52,89 1,83 DE: Desviación estándar 3.2 Caracterización de antecedentes familiares de factores de riesgo de la muestra. En la tabla 2 se aprecia que en relación a los antecedentes familiares, en cuanto a la diabetes tipo II (DTII), un 54,45% de sujetos presentaron antecedentes, mientras que el 45,54% restante no. Esta tendencia fue similar para los antecedentes de obesidad familiar, encontrando que 51,48% contaba con un historial asociado al exceso de grasa y el 48,51% no. En relación a la hipertensión arterial 33,67% si presentó historia familiar para dicha patología y el 66,33%, no tenía familiares con dicha enfermedad. Solo se evidenciaron diferencias estadísticamente significativas para la DTII y la HTA (P<0,05). 21 Tabla. Prevalencias de antecedentes familiares para factores de riesgo DTII OBESIDAD HTA Ausencia % Presencia% Ausencia % Presencia % Ausencia % Presencia % 45,54* 54,45* 48,51 51,48 66,33* 33,67* DTII diabetes tipo II: HTA: Hipertensión arterial * Diferencia estadísticamente significativa (P < 0,05) por prueba X2 Cuando se compararon las prevalencias de los antecedentes familiares por edad, se encontró que para la hipertensión (HTA), no había diferencias entre los grupos de edad (X2 = 3,630; p < 0.304). Un resultado similar se encontró al comparar las prevalencias de la DTII entre los grupos de edad (X2 = 1,951; p <0,583). Finalmente, los antecedentes de obesidad familiar presentó una tendencia similar a la descrita para las otras patologías, obteniendo un valor no significativo de Chi cuadrado (X2 = 0,618 p < 0.304). 3.3 Caracterización de antecedentes personales para patologías crónicas En la tabla 3 se observa que para los antecedentes personales de DTII, 84 sujetos tenían esta patología asociada, representando el 83,2% de la muestra estudiada. Tan solo 17 mujeres (16,8%) no reportaron esta patología. Una prevalencia similar fue hallada al registrar la HTA como antecedente personal, encontrando que un 81,2% de la muestra presentó esta dolencia. Al comparar las prevalencias de los antecedentes personales por edad, si se encontraron diferencias estadísticamente significativas para la HTA (X2 = 18.605; p < 0.01) y la DTII (X2 = 12.009; p < 0.01). Tabla 3. Prevalencias de antecedentes personales para patologías crónicas DTII HTA Ausencia % Presencia% Ausencia % Presencia % 16,83* 83,16* 18,81** 81,18* * Diferencia estadísticamente significativa (P < 0,05) por prueba X2 22 3.4 Caracterización antropométrica de la muestra de pacientes en estudio a través variables de interés nutricional En la tabla 4 se muestra la estadística descriptiva de las variables antropométricas por grupo de edad. El valor promedio del peso corporal fue aumentado conforme se incrementaba la edad promedio. Las mujeres del primer grupo de edad (25-29 años) presentaron un peso 4,99 kg menor que las del segundo grupo. Estas a su vez, presentaron un peso menor que las del tercer grupo (40-49 años), mostrando una diferencia de 5,15 kg. Finalmente, las mujeres del último grupo de edad, presentaron valores inferiores al resto y muy similares a los presentados en el primer grupo de edad. En ninguno de los casos, las diferencias fueron estadísticamente significativas. Tabla 4. Estadística descriptiva de los indicadores antropométricos por grupos de edad 25-29 años (n = 45) Variable Peso (Kg) Talla (cm) CC (cm) P tríceps (mm) P Subescapular (mm) Media 78 1,63 94,22 18,93a 27,11 DE 13,23 0,04 12,12 3,11 2,19 30-39 años (n = 25) Media 82,99 1,63 100,72 20,16b 27,62 CC = Circunferencia de cintura. P = Pliegue de grasa subcutánea. Ab= Diferencias estadísticamente significativas por prueba ANOVA DE 17,63 0,05 13,07 4,00 2,56 40-49 años (n = 22) Media 88,14 1,65 102,05 20,71b 28,28 DE 16,40 0,04 12,04 3,15 2,19 50-55 años (n = 9) Media 81,87 1,65 99,89 18,81a 27,29 DE 14,67 0,06 12,60 3,33 1,81 El promedio de la talla en general para la muestra en estudio fue de 1,63 m ± 0,45 con una diferencia de 2 cm entre el grupo de menor edad 20-25 años y el grupo de 40-49 años y el de mayor edad 50-55 años. No se evidenciaron diferencias estadísticamente significativas en esta variable por edad. En relación a la variable circunferencia de cintura (CC), los valores promedios fueron mayores a medida que fue aumentando la edad promedio de las participantes, donde el mínimo valor fue de 94,22 cm para las participantes que contaban con una edad entre 20-25 años. Este valor fue mayor conforme aumentaba la edad con una diferencia de 6,5 cm para el próximo grupo de mujeres (30-39 años). Esta diferencia fue la más alta encontrada entre todos los grupos, aunque el valor máximo de la CC 23 fue de 102,05 cm para las mujeres de 40-49 años de edad, esta constante descendió a un valor de 99,89 cm en el grupo de mujeres de 50-55 años de edad. A pesar de las diferencias, estas no fueron estadísticamente significativas. Así mismo, los valores promedios de pliegue de tríceps fueron más altos progresivamente con la edad, siendo mayor en el grupo de mujeres de 40-49 años, presentando un incremento 7,83mm más que el grupo con pliegue de tríceps de menor proporción, el cual correspondió con el grupo de 50-55 años, siendo este dato similar al encontrado en el grupo de 20-25 años donde solo se diferencian por 0,12mm. Al contrastar los valores promedios por edad, se encontraron diferencias estadísticamente significativas (P < 0,05) entre los grupos de 30-39 años y 40-49 años con los grupos de edad extremos (25-29 años y 50-55 años). Entre estos dos grupos muy similares entre si, no presentaron una diferencia estadísticamente significativa. Finalmente, con respecto al pliegue subescapular, se obtuvo una variación en forma creciente a medida que aumentaba la edad. Este dato no tuvo un incremento tan marcado como el pliegue de tríceps, sin embargo, se observó que el grupo de edad que presentó el mayor valor promedio fue el de 40-49 años, mientras que los valores en los tres grupos restantes fueron muy similares. No se evidenciaron diferencias estadísticamente significativas para esta variable. 3.4 Caracterización antropométrica de la muestra de pacientes en estudio a través de indicadores de composición corporal de interés nutricional y evaluación del estado nutricional de la muestra. En la tabla 5 se muestra estadística descriptiva de los indicadores antropométricos por grupos de edad. El índice de masa corporal (IMC) presentó un valor promedio general de 30,57 kg/m² ± 5,55 kg/m², apreciándose que el valor promedio fue mayor conforme se incrementó la edad promedio; a su vez, el porcentaje de grasa corporal (%GC) presentó una tendencia similar a la reportada para el IMC, observándose un 24 incremento de 0,72% entre el primer grupo etario y los sujetos de 30-39 años, de 2,79% entre este y las mujeres de 40-49 años y el mayor porcentaje para el grupo de mayor edad con un valor de 39,41% y una diferencia con el grupo anterior de 2,12%. No se reportaron en ninguno de los casos, diferencias estadísticamente significativas. Tabla 5. Estadística descriptiva de los indicadores antropométricos por grupo de edad INDICADOR Edad (años) IMC (kg/m2) %GC (%) 25-29 años (n = 45) Media DE 27,93 1,07 29,29 4,67 33,78 1,93 30-39 años (n = 25) Media DE 34,48 2,12 31,40 6,61 34,50 2,01 40-49 años (n = 22) Media DE 43,73 3,90 32,07 5,69 37,29 1,47 50-55 años (n = 9) Media DE 52,89 1,83 31,07 5,71 39,41 1,70 IMC = índice de masa corporal; %GC = Porcentaje de grasa corporal No hubo diferencias estadísticamente significativas por prueba ANOVA En la figura 1 se presentan las prevalencias por categorías para la grasa corporal. En esta clasificación se encontró que el porcentaje de grasa alta superó en mayor proporción a la grasa promedio manteniéndose para todos los grupos mayor al 90% y resaltando los dos últimos grupos de edad donde todas las mujeres se encontraron en grasa alta representando el 100% para estos grupos. Figura 1. Prevalencias de la clasificación del porcentaje de grasa corporal en la muestra de mujeres evaluadas % % Grasa Corporal 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 Promedio Alta 25-29 30-39 40-49 Grupos de edad (años) 25 50-55 En la figura 2 se presenta la distribución porcentual de las categorías de clasificación de la circunferencia de cintura en las mujeres evaluadas. Analizando la prevalencia para la circunferencia de cintura, se acentúa el mayor número de casos de mujeres con riesgo alto para ECNTA, siendo las mujeres entre 40-49 años las que presentaron el mayor porcentaje, seguido de los grupos de 25-29 años y 50-55 años y por ultimo con menor porcentaje de riesgo alto las mujeres entre 30-39 años respectivamente, mientras que para riesgo bajo por CC hubo un ascenso en el porcentaje conforme aumentaba la edad promedio de las participantes, evidenciándose el mayor porcentaje para la edad entre 50-55 años seguido para el grupo de 30-39 años. Al comparar las prevalencias del porcentaje de grasa corporal entre los grupos de edad, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas (X2 = 3,146; p < 0.370). Un resultado similar se encontró para la CC (X2 = 3,187; p <0,85). Figura 2. Prevalencias de la clasificación de la circunferencia de cintura en la muestra de mujeres evaluadas Circunferencia de Cintura (cm) 80 70 60 % 50 40 30 20 10 0 25-29 30-39 40-49 Grupos de edad (años) 26 50-55 Bajo Moderado Alto 3.4 Determinación de existencia de distorsión de la imagen corporal derivado del IMC obtenido por evaluación antropométrica y el percibido. En la Tabla 6 se presenta la tabla de contingencia en la cual se observan las distribuciones de frecuencias cruzadas del IMC real y el percibido a través del instrumento de imágenes seleccionado. Del análisis de prevalencias se desprende que tras aplicar los valores límites para la clasificación del IMC real, 22 mujeres es decir el 21,8% presento valores adecuados, mientras que el 78,2% restante presento sobrepeso (IMC alto). De las 22 mujeres clasificadas con IMC adecuado,12 de ellas (54,5%) mostró concordancia con la imagen del IMC elegido, mientras que el 45,5% restante, seleccionó una imagen correspondiente a un valor de IMC mayor, indicando una distorsión de su IC, percibiéndose con sobrepeso, cuando en realidad no lo eran. Tabla 6. Tabla de contingencia entre las categorías del IMC por antropometría e IMC por silueta corporal en la muestra de mujeres evaluadas IMC (kg/m2) Antropometría Categorías IMC promedio IMC alto Total IMC por siluetas corporales IMC promedio IMC alto 12 10 35 44 47 54 Total 22 79 101 Por otro lado, de las 79 mujeres (78,2%) que presentaron un valor de IMC real alto, el 55,7% eligieron una imagen de IMC acorde con el sobrepeso que presentaban, mientras que el 44,3% restante, eligió una imagen de IMC de valor promedio. Estos datos indican que un porcentaje importante de mujeres con valores adecuados de IMC, presentaron una tendencia a sobreestimar su masa corporal, mientras aquellas que estaban sobrepesadas, se percibieron con una menor masa corporal. En la tabla 7, se presentan las coincidencias y divergencias entre las categorías del IMC por antropometría y el IMC por siluetas corporales. En resumen, los datos indican que en la muestra analizada, alrededor del 55,5% de la muestra, mostró concordancias entre su masa corporal real y la percibida, y que las distorsiones de la 27 IC estuvieron orientadas hacia la sobreestimación en mujeres con IMC adecuado, y la subestimación en mujeres con sobrepeso. Las divergencias estuvieron en torno al 44,5% restante. Tabla 6. Coincidencias y divergencias entre las categorías del IMC por antropometría e IMC por silueta corporal en la muestra de mujeres evaluadas Categorías Porcentaje coincidencias Porcentaje divergencias IMC Promedio 11,88 9,90 IMC Alto 43,56 34,65 55,44 44,55 Total 2 IMC = Índice de masa corporal (kg/m ) Kappa = 0.07 (P = 0.394) Se aplicó una prueba Kappa para verificar la consistencia de las concordancias, obteniéndose un valor muy bajo y sin significancia estadística (K=0,07; p < 0.394), sugiriendo la independencia de una clasificación sobre la otra, es decir, que aquellas concordancias encontradas entre las categorías de una y otra clasificación, pudieran deberse al azar 28 CAPÍTULO IV DISCUSIÓN Es conocido que los factores de riesgo son cualquier rasgo o característica presente en un individuo que aumenta su probabilidad de sufrir una enfermedad. En tal sentido, deben ser incluidos como parte del interrogatorio en las historias clínicas, dado que orientan al personal sanitario sobre el estado de salud general, así como los hábitos de vida que pudieran estar asociados al riesgo de padecer enfermedades crónicas degenerativas relacionadas con la nutrición. Desde el punto de vista epidemiológico, resulta imperativo explorar sobre los antecedentes familiares de la hipertensión arterial, sobrepeso y diabetes tipo II, dado que son tres de las enfermedades crónicas no transmisibles del adulto más frecuente en los últimos años, y que a su vez se presentan mayormente en el sexo femenino. Estos datos arrojados por la anamnesis médica permitieron identificar una alta prevalencia de dichas enfermedades en la muestra estudiada, donde un porcentaje alto de mujeres eran portadoras de estas patologías al igual que sus familiares. Esta prevalencia ha sido ampliamente reportada en grupos poblacionales similares, en donde pareciera que algunos estilos de vida modernos, hace más propensas de padecer estos trastornos al grupo de mujeres adultas. Las prevalencias encontradas en esta investigación fueron similares a las reportadas por (Bernárdez et al., 2009) en mujeres españolas, quienes identificaron factores de riesgo alto para la enfermedad cardiovascular como la dieta, el tabaquismo (Jeong et al., 2015) en mujeres coreanas, la obesidad central e hipertensión en mujeres brasileñas (Moraes et al., 2015), el sobrepeso y el consumo de alcohol en mujeres iraníes (Talebi et al., 2014). Si bien la historia dietética y de otros hábitos en el estilo de vida de nuestra mujeres no fue incluida en la presente investigación, si estaban 29 consideradas en la historia clínica general, coincidiendo con lo reportado en las investigaciones previamente señaladas. Es también importante resaltar que en la actualidad se ha generalizado el uso de la evaluación nutricional antropométrica en la práctica clínica, tanto para establecer un diagnóstico inicial, como para el seguimiento y control del estado nutricional, ya este tipo de evaluación permite a los clínicos e investigadores, estudiar los cambios que se presentan en la composición corporal de un individuo a través del tiempo, así como para estimar los tejidos adiposo y muscular. Así mismo, constituye un elemento de predicción simple de enfermedades. Las diferentes variables antropométricas, tales como el peso, la circunferencia de cintura y los pliegues tríceps y subescapular, mostraron una tendencia creciente conforme aumentaba la edad de las participantes. Estos valores al llegar al grupo de 50-55 años disminuían en la mayoría de las variables, lo que pudiera estar asociado al proceso normal de envejecimiento el cual se encuentra vinculado a cambios biológicos y de estilo de vida con redistribución de la grasa y en donde se producen cambios de estructura y función del organismo que se ve reflejados en la composición corporal. Estos resultados fueron consistentes con los reportados en mujeres pre y postmenopáusicas estadounidenses, apreciándose un aumento en la masa corporal y adiposidad corporal, llegando a un pico entre la cuarta y quinta década de la vida, para luego decrecer con la edad (Beavers et al., 2013). El diagnostico de obesidad es el exceso de grasa corporal, independientemente de la masa corporal, derivada de las mediciones de tejido adiposo. En base a los resultados obtenidos en esta investigación, y tomando como variable diagnóstica el porcentaje de grasa corporal, se encontró una prevalencia de obesidad del 95%. Está prevalencia de obesidad aumentaba con la edad de los participantes. Si bien las prevalencias fueron mayores que las reportadas en otros estudios similares, la tendencia al incremento en la adiposidad corporal con la edad, fueron consistentes con las encontrados por (Rodríguez et al., 2010) con 38,3 % de obesidad y 39,2 % 30 sobrepeso en una muestra de 120 mujeres de la ciudad de Veracruz, México. Así mismo, (Madrigal et al., 1999) en mujeres de la ciudad de México, y (Arroyo et al 2008) en mujeres españolas, observaron que el sobrepeso y la obesidad fue aumentando conforme aumentaba la edad en la población; lo contrario sucedió para (Bernárdez et al 2011) donde la mayoría de la población femenina era normo peso y no se encontraron casos de obesidad. Sin embargo, identificó una población que se encontraba en riesgo alto para ECNTA al utilizar otros indicadores. Esto pone de manifiesto la importancia de la valoración por indicadores de adiposidad, pues el diagnóstico de obesidad no siempre viene asociado al sobrepeso, al encontrarse más frecuentemente mujeres jóvenes normo peso pero con grasa alta, siendo metabólicamente obesas. La circunferencia de cintura se ha utilizado extensamente por su asociación a factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, y a la aparición de enfermedades crónicas no trasmisibles del adulto, debido a su alta correlación como indicador indirecto de obesidad. En el caso de la población estudiada, se encontró un 60,39% de riesgo alto para dichas patologías, lo que difiere de (Arroyo et al., 2008) quien contó con una población con bajo riesgo, de los cuales solo el 3,6% de su muestra presentaba obesidad. Es importante destacar que este estudio fue realizado en población universitaria, por lo que pudiera haber un sesgo hacia valores más bajos que los reportados para la población general española. Es importante señalar que se observo una ligera disminución de la circunferencia de cintura en los grupos de mujeres de mayor edad que podrían atribuirse al proceso de envejecimiento. Cifras similares a las encontradas en la presente investigación, fueron reportadas por (Dagan et al., 2013) en mujeres israelitas residentes de la ciudad de Tel Aviv, así como las reportadas para mujeres estadounidenses negras residentes en el estado de Carolina del Sur (Warren et al., 2012). El interés por los estudios sobre alteraciones en la percepción de la imagen corporal es cada vez mayor, y ha sido utilizado por especialistas en nutrición para evaluar 31 trastornos del comportamiento alimentario, así como para determinar la existencia de distorsión de la imagen corporal, ya que esta podría influir o verse relacionada directamente con el estado nutricional de las personas. Para evaluar la imagen corporal se han utilizados como referencia el IMC reflejado en modelos anatómicos diseñados para tal motivo, tanto para hombre como para mujeres, encontrándose diferencias o similitudes entre diferentes poblaciones, en los cuales se ha aplicado dichas técnicas de evaluación. En líneas generales para la muestra poblacional estudiada, se encontraron valores estadísticamente no significativos. Sin embargo, se apreció que un 55,44% de las mujeres concordaban con la imagen que representaba su IMC real por lo que no presentaron distorsión de la imagen corporal. Sin embargo, resulta necesario señalar que de las mujeres que presentaban obesidad, el 43 % subestimo su IMC, es decir se apreciaban más delgadas de lo que eran y 45,45 % se notaban más gordas, es decir sobrestimó su peso a pesar de encontrarse en peso normal. Al comparar la concordancia con otros estudios similares se encontró que la concordancia entre la auto percepción de la imagen corporal y el IMC en mujeres de una consulta de atención primaria publica en México fue del 58% (Rodríguez et al., 2010), mientras que fue lo contrario para (Bernárdez y colaboradores et al., 2011), donde el 55% de las mujeres del estudio tuvieron un juicio distorsionado de los valores del IMC. Una prevalencia mayor fue reportada por (Pino et al., 2010), donde el 67% tuvo una percepción errónea de su imagen corporal con respecto al estado nutricional según su IMC. Al ver las discrepancias en las prevalencias reportadas, surgen múltiples interrogantes. ¿Será acaso que en algunos grupos poblacionales la disminución de la distorsión de la imagen se deba a que se están acostumbrando al ver como socialmente aceptable el sobrepeso?, Es indudable que la presión social por un morfofenotipo “saludable”, o fitnes, como más recientemente se reconoce en las redes sociales, ha originado una subcultura dentro del imaginario colectivo de las poblaciones, pudiéndose observar varios 32 grupos o “tribus sociales” bien diferenciadas, aquellas que viven para comer y aquellos que comen para vivir, sin tomar en consideración las implicaciones epidemiológicas de los extremos. Una exhaustiva investigación en estudiantes universitarios estadounidenses con métodos longitudinales, realizada por (Gillen y Lefkowitz et al., 2012) encontraron que, (caucásicos, independiente del origen étnico de los participantes afroamericanos, hispanos y asiáticos), el entorno moldea el ideal de imagen corporal, pero cada grupo presenta sus particularidades o gradientes dentro de esa imagen corporal. Para estas investigadoras, la etapa de adulto joven es fundamental en la asimilación del concepto de imagen y de su mantenimiento en la edad adulta, siendo actores difusores de estos matices de la imagen corporal en sus comunidades de origen. Sin embargo, notan una mayor aceptación de su imagen corporal, independientemente que esta sea asociada con un perfil saludable o no. Sin embargo, (Reina et al., 2013), exponen que la aparente orientación y la preocupación de presentar sobrepeso son factores mediadores entre las presiones socioculturales y la conducta de comer en ausencia de hambre. Sus hallazgos sugieren entonces que la noción de las presiones socioculturales y su asociación con la imagen corporal pueden contribuir a conductas alimentarias desinhibidas durante la adolescencia, las cuales permanecen durante la vida adulta. En la muestra analizada, no se apreció una asociación clara entre el IMC real del percibido a través de imágenes del IMC, por lo menos desde el punto de vista estadístico, sin que eso implique que no existen realmente. Surgen entonces varias hipótesis generales: que los puntos de corte utilizados para la clasificación del IMC sesgaron los resultados y por ende los análisis no tuvieron la fuerza estadística necesaria para probar, de haber distorsión de la imagen corporal, que ésta no está relacionada con el estado nutricional, o que por otro lado, el instrumento no fue del todo sensible para capturar la distorsión de la imagen corporal en la muestra analizada. 33 A modo de descartar alguno de estos escenarios, se clasificó el IMC con los puntos de corte de la OMS (1995), indicando que si bien hubo una diferencia en las prevalencias (51,5% de IMC adecuado vs 48,5% de sobrepeso), las tendencias de sobreestimación en la elección de imágenes de IMC altos en mujeres con IMC adecuados y la subestimación del IMC por aquellas que presentaron un IMC alto fue similar a las plasmadas en los resultados. Al aplicar la prueba Kappa en este nuevo análisis, los resultados fueron ligeramente más altos (K = 0,15; p < 0,13) pero sin ser estadísticamente significativos. Este hecho descarta la hipótesis del sesgo por valores de clasificación, pudiéndose entonces pensar que las mujeres de la muestra analizada, tienen conciencia plena de su imagen y por ende la coincidencia del más de 50% de las categorías del IMC real con el IMC percibido. 34 CAPITULO VI CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES El factor de riesgo predominante encontrado en la muestra estudiada fue la hipertensión arterial seguido de la diabetes tipo II. Mientras que la patología más frecuente que padecía la población fue la diabetes tipo II. Conforme a los indicadores del estado nutricional estudiados, como lo fue el IMC y porcentaje de grasa corporal, se encontró que la muestra de mujeres presentó una elevada proporción de obesidad y este diagnóstico era más evidente conforme aumentaba la edad promedio. Tomando en cuenta la circunferencia de cintura para evaluar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, se encontró que las mujeres participantes del estudio tenían un alto riesgo de sufrir enfermedades crónicas no trasmisibles del adulto relacionadas con la nutrición, como las enfermedades cardiovasculares y trastornos de tipo metabólico. Hubo poca distorsión de la imagen corporal en la muestra de mujeres participantes en el estudio, lo que indica que las participantes eran conscientes de su estado nutricional global medido por la masa corporal total y su percepción de la imagen corporal era un reflejo de esta situación. 35 RECOMENDACIONES 1. Promover el uso de escalas con modelos anatómicos que determinen distorsión de la imagen corporal, ya que es un instrumento de estimación global, de sencilla aplicación y fácil manejo; con el fin de determinar la presencia de distorsión de la imagen y así referir a los pacientes que lo ameriten oportunamente, a médicos especialistas en la materia. 2. Incluir en la valoración de la imagen corporal, preguntas adicionales como cual imagen reflejaría su ideal de salud y como piensan ellas que las demás personas las catalogarían. Esto aportaría mayor información sobre una distorsión real de su imagen corporal. 3. Para la realización de trabajos posteriores, donde se pretenda valorar la presencia de distorsión de la imagen corporal se recomienda incluir el instrumento de valoración de la imagen corporal (Q-O) completo, a fin de poder determinar con mayor precisión el grado de distorsión de la imagen corporal 4. En casos extremos de distorsión de la imagen corporal, debería incluirse una terapia de fortalecimiento de la autoestima por un psicólogo clínico. 5. Fomentar el uso de valores nacionales de clasificación de los indicadores de composición corporal, a fin de ajustar el diagnóstico nutricional a las particularidades morfológicas propias de la población venezolana. 36 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Acosta m, Gómez g. Insatisfacción corporal y seguimiento de dieta. Una comparación transcultural entre adolescentes de España y México. Int J Clin Health Psychol 2003; 3(1) Afifi R, Najem M, Shediac MC. Preoccupation with weight and disordered eating behaviors of entering students at a university in Lebanon. In. J. Eat. Disord. 2002; 32: 52-57 Arroyo I, Rocandio A, Ansotegui L. Percepción de la imagen corporal en estudiantes de la Universidad del País Vasco. 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Martha Herrera estudiante del programa maestría en nutrición de la Universidad Simón Bolívar, a realizame Interrogatorio de antecedentes familiares y personales, examen físico general, toma de medidas de peso, talla, circunferencia de cintura, pliegue de tríceps, pliegue subescapular para obtener un diagnóstico antropométrico y clínico, y cuestionario de siluetas de Distorcion de la imagen corporal, a través de métodos no invasivos que no producirán ningún tipo de daño o gasto. Como parte de la investigación Distorsión de la imagen corporal y su relación con el estado nutricional en una muestra de mujeres del Estado Aragua. El cual es requisito de la maestría en Nutrición de la Universidad Simón Bolívar para obtener el título de magíster en nutrición La participación es voluntaria y puedo interrumpirla en cualquier momento sin que esto repercuta en la calidad de la atención que se me brinda en la institución a la cual asisto . La información será tratada de forma confidencial, sin que pueda ser publicada. Certifico que entiendo toda la información suministrada y autorizo la realización de las pruebas. __________________ Lugar __________________ Día/Mes/Año 42 __________________ Firma INSTRUMENTO DE MEDICION Anexo 2 DATOS PERSONALES Nombres y Apellidos: ___________________________________________________________________________ Lugar de Nacimiento: _____________________________ Fecha de Nacimiento: ___________________________ Cedula: Edad: __________ Dirección: ANTECEDENTES IMPORTANTES FAMILIARES Hipertension arterial si: Diabetes mellitos si: Obesidad si no no: no PERSONALES Hipertension arterial si: Diabetes mellitus si: Patología tiroidea si: Enfermedad mental si: no: no no no EXAMEN FÍSICO Fecha de Evaluación: ________________________ PESO: ____________________________________ TALLA: ___________________________________ CC: ______________________________________ PTr: _____________________________________ PSE: _____________________________________ HALLAZGOS POSITIVOS AL EXAMEN FÍSICO _______________________________________________________________________________ _______________________________________________________________________________ _______________________________________________________________________________ _______________________________________________________________________________ _______________________________________________________________________________ DIAGNÓSTICO _______________________________________________________________________________ 43 Anexo 3 Seleccione la figura que percepción corresponde con imagen corporal actual. según su su 44 ANEXO 4 VALORES DEL ERROR TÉCNICO DE MEDICIÓN Intramedidor Variables antropométricas ETM 0.02 0.08 0.12 0.19 0.11 Peso Talla Circunferencia de cintura Pliegue Tríceps Pliegue Subescapular Parámetros de referencia Variable %ETM límite Peso y Estatura 1 Circunferencias 2 Pliegues 5 45 %ETM 0.02 0.05 0.19 0.87 0.97 ANEXO 5 VALORES LÍMITE PARA LA CLASIFICACIÓN DEL INDICE DE MASA CORPORAL POR SEXO Y GRUPOS DE EDAD HOMBRES GRUPOS DE EDAD CATEGORIAS Déficit 17-24 años 25-29 años 30-59 años 60-79 años 80 años y más <16.8 <17.9 <18.6 <16.7 <15.4 Bajo peso 16.8 – 18.2 17.9 – 19.5 18.6 – 20.4 16.7 – 18.4 15.4 – 17.2 Adecuado 18.3 – 24.2 19.6 – 26.0 20.5 – 27.5 18.5 – 25.3 17.3 – 23.8 Sobrepeso Desde 24.3 Desde 26.1 Desde 27.6 Desde 25.4 Desde 23.9 MUJERES GRUPOS DE EDAD CATEGORIAS Déficit 17-24 años 25-29 años 30-59 años 60-79 años 80 años y más <16.5 <16.8 <17.8 <17.7 <15.1 Bajo peso 16.5 – 17.7 16.8 – 18.2 17.8 – 19.5 17.7 – 19.9 15.1 – 17.2 Adecuado 17.8 – 23.5 18.3 – 24.3 19.6 – 26.8 19.9 – 28.5 17.3 – 26.0 Sobrepeso Desde 23.6 Desde 24.4 Desde 26.9 Desde 28.6 Desde 26.1 PROYECTO “PROPUESTA DE VALORES DE REFERENCIA PARA EVALUACIÓN NUTRICIONAL ANTROPOMÉTRICA EN EL ADULTO VENEZOLANO (USB-DID-S1-IN-CAI-003-10)”. Muestra = 4,600 sujetos (2,182 hombres y 2,418 mujeres) provenientes de la ciudad de Caracas. Percentiles calculados a través del software ImsChartMaker, Light version 2,3 (2006), Programa para el cálculo de percentiles por edad usando el método LMS, Copyright © 1997-2006, Medical Research Council, UK. VALORES LÍMITE PARA LA CLASIFICACIÓN DE LA CIRCUNFERENCIA DE CINTURA POR SEXO Y GRUPOS DE EDAD HOMBRES CATEGORIAS GRUPOS DE EDAD 17-24 años 25-29 años 30-59 años 60-79 años 80 años y más <91.4 <95.7 <102.9 <106.7 <100.7 Riesgo moderado 91.4 – 97.6 95.7 – 104.8 102.9 – 113.1 106.7 – 116.3 100.7 – 109.4 Riesgo alto desde 97.7 desde 104.9 desde 113.2 desde 116.4 desde 109.5 Riesgo bajo MUJERES CATEGORIAS GRUPOS DE EDAD 17-24 años 25-29 años 30-59 años 60-79 años 80 años y más <81.2 <82.2 <89.4 <102.5 <99.4 Riesgo moderado 81.2 – 89.2 Riesgo alto desde 89.3 82.2 – 90.4 desde 90.5 89.4 – 98.2 desde 98.3 102.5 – 112.4 desde 112.5 99.4 – 109.2 desde 109.3 Riesgo bajo PROYECTO “PROPUESTA DE VALORES DE REFERENCIA PARA EVALUACIÓN NUTRICIONAL ANTROPOMÉTRICA EN EL ADULTO VENEZOLANO (USB-DID-S1-IN-CAI-003-10)”. Muestra = 4,600 sujetos (2,182 hombres y 2,418 mujeres) provenientes de la ciudad de Caracas. Percentiles calculados a través del software ImsChartMaker, Light version 2,3 (2006), Programa para el cálculo de percentiles por edad usando el método LMS, Copyright © 1997-2006, Medical Research Council, UK. 46 VALORES LÍMITE PARA LA CLASIFICACIÓN DEL PORCENTAJE DE GRASA CORPORAL POR SEXO Y GRUPOS DE EDAD HOMBRES GRUPOS DE EDAD CATEGORIAS 17-24 años 25-29 años 30-59 años 60-79 años 80 años y más <8.2 <9.4 <11.4 <9.5 <6.7 8.2 – 10.0 9.4 – 11.6 11.4 – 14.6 9.5 – 13.3 60.7 – 10.0 Promedio 10.1 – 18.5 11.6 – 20.3 14.6 – 25.2 13.3 – 25.4 10.0 – 21.3 Grasa Alta (Obesidad I) 18.6 – 22.5 20.4 – 23.7 25.2 – 28.9 25.4 – 29.5 21.3 – 25.2 Grasa Muy alta (Obesidad II) desde 25.6 desde 23.8 desde 28.9 desde 29.6 desde 25.3 Déficit Baja MUJERES GRUPOS DE EDAD CATEGORIAS 17-24 años 25-29 años 30-59 años 60-79 años 80 años y más <17.5 <18.3 <21.7 <17.8 <13.0 Baja 17.5 – 20.2 18.3 – 21.2 21.7 – 25.7 17.8 – 22.6 13.0 – 17.7 Promedio 20.3 – 29.2 21.3 – 30.2 25.8 – 36.9 22.7 – 34.7 17.8 – 29.6 Grasa Alta (Obesidad I) 29.3 – 32.4 30.3 – 33.1 37.0 – 40.4 34.8 – 38.2 29.7 – 33.1 Grasa Muy alta (Obesidad II) desde 32.5 desde 33.2 desde 40.5 desde 38.3 Desde 33.2 Déficit PROYECTO “PROPUESTA DE VALORES DE REFERENCIA PARA EVALUACIÓN NUTRICIONAL ANTROPOMÉTRICA EN EL ADULTO VENEZOLANO (USB-DID-S1-IN-CAI-003-10)”. Muestra = 4,600 sujetos (2,182 hombres y 2,418 mujeres) provenientes de la ciudad de Caracas. Percentiles calculados a través del software ImsChartMaker, Light version 2,3 (2006), Programa para el cálculo de percentiles por edad usando el método LMS, Copyright © 1997-2006, Medical Research Council, UK. 47