Causa ESMA Requerimiento XIII (c. 1510 2°)

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Ministerio Público Fiscal de la Nación
J.12, S.23, causa nro. 14.217/2003, Fiscalnet nro. 21.566/2003, “ESMA s/delito
de acción pública”
FORMULO REQUERIMIENTO DE ELEVACIÓN A JUICIO
Señor juez
Eduardo Raúl Taiano, titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y
Correccional Federal nro. 3, en los autos de referencia, respetuosamente me
presento ante V.S. y digo:
I.- Que en tiempo y forma contesto la vista que me fue conferida en los
términos del artículo 346 del Código Procesal Penal de la Nación y, por considerar
que la instrucción de los hechos enunciados en el presente dictamen en relación con
los imputados está completa, a solicitar su elevación a juicio oral y público.
II.- CONDICIONES PERSONALES DE LOS IMPUTADOS
Se formula el presente requerimiento en relación con las siguientes personas
imputadas en los hechos que constituyen el sustrato fáctico de la presente acusación,
a saber:
1) JUAN ARTURO ALOMAR, titular del D.N.I. 5.519.854, argentino,
nacido el 22 de abril de 1948 en Villa Maza, provincia de Buenos Aires, casado,
hijo de Antonio y de Adelia Piermattei, Capitán de Fragata (RE) de la Armada
Argentina.
2) RANDOLFO LUIS AGUSTI SCACCHI, titular del D.N.I. 5.190.333,
de nacionalidad argentina, nacido el 6 de junio de 1941, en Rosario, provincia de
Santa Fe, casado, hijo de Randolfo Enrique Agusti y de Ana Catalina Scacchi,
Capitán de Navío (RE) de la Armada Argentina.
3) CLAUDIO ORLANDO PITTANA, titular del D.N.I. 10.566.783, de
nacionalidad argentina, nacido el 3 de junio de 1953, en Capital Federal, de estado
civil casado, hijo de Orlando Pedro (f) y de María Fortuna Castillo (f), Cabo
Primero (RE) de la Policía Federal.
4) RODOLFO OSCAR CIONCHI, titular del D.N.I. 5.078.376, argentino,
nacido el 27 de febrero de 1949 en Arroyo Seco provincia de Santa Fe, casado, hijo
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de Luis Pedro Antonio (f) y de Ilma Massagli, Capitán de Navío (RE) de la Armada
Argentina.
5) GUILLERMO HORACIO PAZOS, titular del D.N.I. 4.642.801,
argentino, nacido el 15 de junio de 1945 en Bahía Blanca provincia de Buenos
Aires, divorciado hijo de Guillermo Pazos Dios y de Mabel Elize Azpeityia,
Capitán de Navío Contador (RE) de la Armada Argentina.
6) ORLANDO GONZÁLEZ, titular del D.N.I. 8.248.709, de nacionalidad
argentina, nacido el 10 de noviembre de 1945 en Esquel, provincia de Chubut, de
estado civil casado, hijo de Fabriciano y de Celia Acuña, Suboficial Principal (RE)
de la Armada Argentina, y
III.- RELACIÓN DE LOS HECHOS
A) CONTEXTO GENERAL EN QUE TUVIERON LUGAR LOS HECHOS QUE AQUÍ
SE VENTILAN
1) Consideraciones preliminares
Antes de comenzar el relato concreto del hecho que se le imputa a los
encartados, y por los cuales requeriré su elevación a juicio oral, es preciso hacer
unas aclaraciones, a fin de contextualizar los acontecimientos que son materia de
esta acusación.
Los delitos que se analizarán fueron cometidos desde el aparato del Estado e
implicaron no sólo la reiterada violación de los derechos humanos, sino también,
por su escala, volumen y gravedad, crímenes contra la humanidad de acuerdo al
derecho internacional. En tal sentido, los crímenes de lesa humanidad constituyen
delitos de derecho internacional y de ello se deriva que su contenido, su naturaleza y
las condiciones de su responsabilidad se encuentran establecidos por el derecho
internacional, con independencia de lo que pueda regularse en el derecho interno de
los Estados.
Son varios los documentos y sentencias a los que puede recurrirse para
demostrar la existencia y la manera en que operaron las Fuerzas Armadas dentro del
sistema clandestino. Se tomarán aquí los que se consideran de mayor trascendencia
y que ilustran mejor la situación.
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En la sentencia pronunciada el 9 de diciembre de 1985, en la denominada
“Causa nro. 13”, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
Federal, en pleno, sostuvo que “...puede afirmarse que los comandantes
establecieron secretamente un modo criminal de lucha contra el terrorismo. Se
otorgó a los cuadros inferiores de las fuerzas armadas una gran discrecionalidad
para privar de libertad a quienes aparecieran, según la información de
inteligencia, como vinculados a la subversión; se dispuso que se los interrogara
bajo tormentos y que se los sometiera a regímenes inhumanos de vida, mientras se
los mantenía clandestinamente en cautiverio; se concedió, por fin, una gran
libertad para apreciar el destino final de cada víctima, el ingreso al sistema legal
(Poder Ejecutivo Nacional o Justicia), la libertad o, simplemente, la eliminación
física...”.
En esa sentencia, también se tuvo por acreditado que, para llevar adelante el
plan criminal, las Fuerzas Armadas dispusieron de centros clandestinos de
detención, como fue el caso de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada, en el
ámbito de la Armada Argentina.
Por otra parte, el 2 de diciembre de 1986, se conoció la sentencia de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal en pleno,
en la “Causa nro. 44”. En tales actuaciones, se juzgaron delitos ocurridos en el
ámbito de la provincia de Buenos Aires, cometidos por personal de las Fuerzas
Armadas y de seguridad.
Con relación a las órdenes dictadas para llevar adelante el plan criminal, se
estableció que éstas eran impartidas por el Comandante de la Zona I y, siguiendo la
cadena de mandos, por el jefe de la Policía de la provincia de Buenos Aires y por el
Director General de Investigaciones. También, concordantemente con lo que se
había determinado en la “Causa nro. 13”, se afirmó que se había otorgado a los
cuadros inferiores de las fuerzas una gran discrecionalidad para privar de la libertad
a quienes aparecieran como vinculados a la subversión, se había dispuesto que a los
capturados se los interrogara bajo tormentos, se había sometido a los detenidos a
regímenes de vida inhumanos, y se había concedido a los cuadros inferiores gran
libertad para disponer el destino final de cada víctima (eliminación física, puesta a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional o la libertad).
El 2 de marzo de 1987, la misma Cámara en la causa nro. 450/86, decretó la
prisión preventiva con miras a la extradición de Carlos Guillermo Suárez Mason.
Allí, el tribunal afirmó que en el período de facto coexistieron dos sistemas
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jurídicos: un orden normativo que cubría formalmente la actuación de las Fuerzas
Armadas y un orden predominantemente verbal, secreto y en el que sólo se
observaba parcialmente el orden formal. En este último, todo lo referente al
tratamiento de personas sospechosas respondía a directivas que consistían en
detener y mantener ocultas a dichas personas, torturarlas básicamente para obtener
información y, eventualmente, matarlas haciendo desaparecer el cadáver o bien
fraguar enfrentamientos armados como medio para justificar tales muertes.
Mediante la sanción del decreto nro. 187/83 (B.O. 19/12/83), el Poder
Ejecutivo Nacional dispuso la creación de la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas (denominada CONADEP.), con el objeto de esclarecer
los hechos relacionados con la desaparición de personas ocurridos en el país.
Entre las funciones específicas y taxativas de la Comisión, se encontraban las
de recibir denuncias y pruebas sobre hechos relacionados con la represión ilegal y
remitirlas inmediatamente a la justicia, averiguar el destino o paradero de las
personas desaparecidas, determinar la ubicación de niños sustraídos de la tutela de
sus padres o guardadores a raíz de acciones emprendidas con el motivo alegado de
reprimir el “terrorismo”, etc.
Los motivos que impulsaron al Poder Ejecutivo Nacional a crear esta
Comisión fueron expresados en los considerandos del decreto, entre los que cabe
destacar los que a continuación se transcriben: “[q]ue el Poder Ejecutivo Nacional,
a través de una serie de proyectos de leyes y decretos, ha materializado ya su
decisión de que las gravísimas violaciones a los derechos humanos cometidas en
nuestro pasado reciente sean investigadas y eventualmente sancionadas por la
justicia. Que como se ha dicho muchas veces, la cuestión de los derechos humanos
trasciende a los poderes públicos y concierne a la sociedad civil y a la comunidad
internacional. Que con respecto a esta última su interés legítimo está contemplado
en los proyectos enviados al Honorable Congreso, de aprobación de una serie de
pactos internacionales sobre derechos humanos, los que incluyen la jurisdicción
obligatoria de un tribunal internacional competente en la materia. Que con
relación a la sociedad civil, debe satisfacerse ese interés legítimo de intervenir
activamente en el esclarecimiento de los trágicos episodios en los que
desaparecieron miles de personas, sin que esa intervención interfiera con la
actuación de los órganos constitucionales competentes para investigar o penar
estos hechos, o sea, los jueces...”.
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Es importante subrayar aquí que este organismo no cumplió ningún rol
jurisdiccional, es decir, no determinó responsabilidad alguna sobre las personas que
podían ser consideradas autores, cómplices o encubridores de delitos. Sólo se limitó
a reunir información sobre la base de las potestades que ya fueron señaladas. Las
funciones de la CONADEP estuvieron delimitadas desde el propio decreto que la
creaba.
En cumplimiento de su misión, la Comisión formó 7380 legajos, los que
comprendían las denuncias de los familiares de los desaparecidos, el testimonio de
personas liberadas de los centros clandestinos de detención y declaraciones de
miembros de las fuerzas de seguridad que intervinieron en el accionar represivo.
Además de recibir declaraciones, la Comisión realizó inspecciones en
distintas partes del territorio nacional, recabó información de las fuerzas armadas y
de seguridad y de diversos organismos públicos y privados.
En el informe final de la CONADEP, producido en septiembre de 1984, se
estimó que el número de personas que continuaban en situación de desaparición
forzosa alcanzaba los 8960. Se indicó que dicho número no podía considerarse
definitivo, dado que se había acreditado que eran muchos los casos de
desapariciones que no habían sido denunciados. Se concluyó en que dicha
metodología (la desaparición forzada de personas) se generalizó a partir de que las
fuerzas armadas tomaron el control absoluto de los resortes del Estado; que
comenzaba con el secuestro de las víctimas, continuaba con el traslado de las
personas hacia alguno de los 340 centros clandestinos de detención existentes,
donde eran alojadas en condiciones infrahumanas y eran sometidas a toda clase de
tormentos y humillaciones. Asimismo, la práctica de la tortura, por sus métodos y
por el sadismo empleado, se llevó a cabo de un modo desconocido hasta el
momento en otra parte del mundo: existieron varias denuncias acerca de niños y
ancianos torturados junto a un familiar para que éste proporcionara la información
requerida por sus captores. Finalmente, las personas detenidas eran generalmente
exterminadas con ocultamiento de su identidad, destruyéndose el cuerpo -muchas
veces- para evitar la identificación.
En un punto de las conclusiones, se recalcó que “[e]sta Comisión sostiene
que no se cometieron ‘excesos’, si se entiende por ello actos particularmente
aberrantes. Tales atrocidades fueron práctica común y extendida y eran los actos
normales y corrientes efectuados a diario por la represión”.
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Terminó sus conclusiones indicando que la destrucción o remoción de la
documentación que registró minuciosamente la suerte corrida por las personas
desaparecidas dificultó la investigación (cfr. para todo lo afirmado: Nunca Más.
Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, Eudeba,
Buenos Aires, 1985, 11ª edición).
La situación de la instauración en el país de un sistema clandestino de
represión fue evaluada también por la Organización de Estados Americanos (en
adelante, OEA).
Al respecto, merece un tratamiento especial el “Informe sobre la situación de
los derechos humanos en Argentina”, producido por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (en adelante, CIDH) aprobado en su 667ª sesión del 49º período
de sesiones, celebrada el 11 de abril de 1980. Este documento elaborado en el
marco de la OEA mientras todavía el gobierno de facto usurpaba el poder,
constituyó una pieza fundamental en la documentación de la situación que
atravesaban los derechos fundamentales durante la última dictadura militar
argentina. Dicho informe consta de once capítulos identificados bajo los siguientes
títulos: “El sistema político y normativo argentino”; “El derecho a la vida”; “El
problema de los desaparecidos”; “El derecho a la libertad”; “Derecho a la seguridad
e integridad personal”; “Derecho de justicia y proceso regular”; “Derecho a la
libertad de opinión, expresión e información”; “Derechos laborales”; “Derechos
políticos”; “Derecho a la libertad religiosa y de cultos” y “Situación de las entidades
de derechos humanos”.
En esta resolución, interesa destacar lo informado por la CIDH con relación a
lo que se denominó “el problema de los desaparecidos” y a la práctica de la tortura,
dado que muestran de una manera palpable cómo funcionó el sistema clandestino de
represión.
Respecto al primer tema, la Comisión sostuvo que “[e]l origen del fenómeno
de los desaparecidos, la forma en que se produjeron las desapariciones y el
impresionante número de víctimas alcanzadas están íntimamente ligados al proceso
histórico vivido por Argentina en los últimos años, en especial a la lucha
organizada en contra de la subversión (...) Según los muchos testimonios e
informaciones que la Comisión ha recibido pareciera existir una amplia
coincidencia de que en la lucha contra la subversión se crearon estructuras
especiales, de carácter celular, con participación a diferentes niveles de cada una
de las ramas de las Fuerzas Armadas, las que estaban compuestas por comandos
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de operación autónomos e independientes en su accionar. La acción de estos
comandos estuvo dirigida especialmente en contra de todas aquellas personas que,
real o potencialmente pudiesen significar un peligro para la seguridad del Estado,
por su efectiva o presunta vinculación con la subversión (...) Parece evidente que la
decisión de formar esos comandos que actuaron en el desaparecimiento y posible
exterminio de esas miles de personas fue adoptada en los más altos niveles de las
Fuerzas Armadas con el objeto de descentralizar la acción antisubversiva y
permitir así que cada uno de los comandos dispusiera de un ilimitado poder en
cuanto a sus facultades para eliminar a los terroristas o a los sospechosos de serlo.
La Comisión tiene la convicción moral que tales autoridades, de un modo general,
no podían ignorar los hechos que estaban ocurriendo y no adoptaron las medidas
necesarias para evitarlos (...) Incluso durante la visita de la Comisión a la
Argentina, se llevó a cabo un típico operativo de aquéllos que anteceden a un
desaparecimiento al secuestrarse por los agentes de seguridad a toda una familia,
lo que motivó la inmediata intervención de la Comisión ante las autoridades
argentinas (...) Cualquiera que, en definitiva, sea la cifra de desaparecidos, su
cantidad es impresionante y no hace sino confirmar la extraordinaria gravedad que
reviste este problema. Por otra parte, la falta de aclaración del problema de los
desaparecidos ha afectado a numerosas familias de la comunidad argentina. La
incertidumbre y privación de todo contacto con la víctima ha creado graves
trastornos familiares, en especial en los niños que, en algunos casos, han sido
testigos de los secuestros de sus padres y los maltratos que éstos fueron objeto
durante los operativos. Muchos de esos niños no volverán a ver nunca a sus padres
y heredarán así, por el recuerdo de las circunstancias de su desaparecimiento, una
serie de trastornos psicológicos. Por otro lado, numerosos hombres y mujeres entre
los 18 y 25 años, están siendo afectados por la angustia y la marcha del tiempo sin
conocimiento de la suerte de sus padres o hermanos. Los cónyuges, los hombres y
mujeres que han sido violentamente separados, viven en medio de graves
perturbaciones afectivas, acentuadas por los diversos problemas económicos y
jurídicos que tal separación les depara. Hay muchos hombres o mujeres que no
saben actualmente si son viudos o casados. Muchos de ellos, no recuperarán la paz,
la armonía o la seguridad en sí mismos por el desgaste que les ha producido el
tratar de llevar adelante un hogar donde cada día se siente la ausencia física y
moral del padre o de la madre. Éstos y otros problemas no pueden ser resueltos
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mientras no se aclare definitiva y responsablemente la situación de todas esas miles
de personas desaparecidas” (cfr., Nunca más, ob. cit., pp. 146-9).
En el Capítulo V, apartado “D”, la CIDH se refirió a la práctica de apremios
ilegales y torturas en los siguientes términos: “[m]uchos son los medios que para la
aplicación de apremios ilegales y para la ejecución de la tortura tanto física, como
psíquica y moral, se habrán puesto en práctica en lugares especiales de detención
donde las personas fueron llevadas para interrogatorios y que se conocen como
chupaderos, e inclusive, en algunos casos, en los propios centros carcelarios del
país. Estos procedimientos de tortura se prolongaron en muchas ocasiones hasta
por varios meses en forma continua, en las llamadas sesiones para interrogatorios.
Entre esas modalidades, analizadas y escogidas por la Comisión de los muchos
testimonios que obran en su poder, figuran las siguientes:
a) golpizas brutales en perjuicio de los detenidos, que han significado en
muchas ocasiones quebradura de huesos y la invalidez parcial; en el caso de
mujeres embarazadas la provocación del aborto, y también, según determinadas
alegaciones, han coadyuvado a la muerte de algunas personas. Este tipo de palizas
han sido proporcionadas con diferentes clases de armas, con los puños, patadas y
con instrumentos metálicos, de goma, de madera o de otra índole. Hay denuncias
que refieren casos en que la vejiga ha sido reventada y han sido quebrados el
esternón y las costillas o se han producido lesiones internas graves;
b) el confinamiento en celdas de castigo, por varias semanas, de los
detenidos, por motivos triviales, en condiciones de aislamiento desesperante y con
la aplicación de baños de agua fría;
c) la sujeción de los detenidos, maniatados con cadenas, entre otros lugares
en los espaldares de camas y en los asientos de los aviones o de los vehículos en
que han sido trasladados de un lugar a otro, haciéndolos objeto, en esas
condiciones, de toda clase de golpes e improperios;
d) simulacros de fusilamiento y en algunos casos el fusilamiento de
detenidos en presencia de otros prisioneros, inclusive de parientes, como ha
sucedido, entre otras denuncias, en Córdoba, Salta y en el Pabellón de la Muerte de
La Plata;
e) la inmersión mediante la modalidad denominada submarino, consistente
en que la víctima se le introduce por la cabeza, cubierta con una capucha de tela,
de manera intermitente, en un recipiente de agua, con el objeto de provocarle
asfixia al no poder respirar, y obtener en esa forma declaraciones;
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f) la aplicación de la llamada picana eléctrica, como método generalizado,
sujetándose a la víctima a las partes metálicas de la cama a efectos de que reciba
elevados voltajes de electricidad, entre otras zonas del cuerpo, en la cabeza, las
sienes, la boca, las manos, las piernas, los pies, los senos y en los órganos
genitales, con el complemento de mojarles el cuerpo para que se faciliten los
impactos de las descargas eléctricas. De acuerdo con las denuncias, en algunos
casos de aplicación de picana se mantiene un médico al lado de la víctima para que
controle la situación de la misma como consecuencia de los ‘shoks’ que se van
produciendo durante la sesión de tortura;
g) la quemadura de los detenidos con cigarrillos en distintas partes del
cuerpo, hasta dejarlos cubiertos de llagas ulcerosas;
h) la aplicación a los detenidos de alfileres y otros instrumentos punzantes
en las uñas de las manos y los pies;
i) las amenazas o consumación de violaciones tanto de mujeres como de
hombres;
j) el acorralamiento de los prisioneros con perros bravos entrenados por los
captores, hasta llegar al borde del desgarramiento;
k) el mantenimiento de los detenidos encapuchados por varias semanas
acostados y atados de pies y manos mientras reciben golpes;
l) la suspensión de los detenidos, amarrados o esposados de las manos y
sujetos por barras metálicas o de madera u otros artefactos del techo,
manteniéndoles los pies a pocos centímetros del suelo, el que se cubre con pedazos
de vidrio. También casos en que las víctimas son colgadas de las manos o de los
pies produciéndoles fracturas de la cadera o de otras partes del cuerpo;
m) el mantenimiento de los detenidos por prolongadas horas completamente
parados;
n) la aplicación de drogas a los detenidos, o de suero e inyecciones como
consecuencia de las prolongadas torturas cuando han perdido el conocimiento;
o) el procedimiento de requisas de los presos, que se lleva a cabo en forma
minuciosa y con abusos en todas partes del cuerpo, produciendo la consiguiente
humillación; y
p) la aplicación del llamado cubo, consistente en la inmersión prolongada de
los pies en agua bien fría y luego en agua caliente”.
La CIDH concluyó en que, durante el período que comprendió el informe
(1975/1979), se cometieron graves y numerosas violaciones de fundamentales
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derechos humanos reconocidos en la Declaración Americana de Derechos y
Deberes del Hombre, y en particular: “a) al derecho a la vida, en razón de que
personas pertenecientes o vinculadas a organismos de seguridad del Gobierno han
dado muerte a numerosos hombres y mujeres después de su detención; preocupa
especialmente a la Comisión la situación de los miles de detenidos desaparecidos,
que por las razones expuestas en el informe se puede presumir fundadamente que
han muerto; b) al derecho a la libertad personal, al haberse detenido y puesto a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional a numerosas personas en forma
indiscriminada y sin criterio de razonabilidad (...); c) al derecho a la seguridad e
integridad personal, mediante el empleo sistemático de torturas y otros tratos
crueles, inhumanos y degradantes, cuya práctica ha revestido características
alarmantes”.
Asimismo, puede decirse que estos procedimientos clandestinos operaron
como verdaderos juicios ilegítimos, donde se procedía a la identificación de
personas, se las arrestaba, se las conducía a un lugar de detención, se las interrogaba
generalmente mediante la imposición de tormentos, se evaluaban sus dichos, se
confrontaban las declaraciones con las de otras personas en la misma situación, y
finalmente se producía una decisión (sentencia) que podía consistir en la libertad de
la persona, en su eliminación física o en la derivación a un centro de detención
previsto por el sistema legalizado.
Para ilustrar este tipo de procedimientos, resulta elocuente lo relatado por
Carlos Muñoz (legajo de la CONADEP nro. 704) sobre lo ocurrido en el centro
clandestino de detención que funcionaba en la E.S.M.A.: “[e]n febrero le ofrecen al
dicente trabajar en fotografía, ya que ése es el trabajo que sabía hacer, por lo cual
lo trasladan al Laboratorio...Todos los casos están archivados en microfilms
describiendo desde el procedimiento, luego antecedentes y sentencia. Junto a los
datos del procedimiento había dos ítems finales: traslado-libertad...” (Nunca más,
ob. cit., p. 275).
Por lo expuesto, sólo resta concluir en que durante el período en que el
último gobierno de facto ejerció todos los poderes públicos, se instaló en el país un
sistema de represión clandestino en el que se produjeron una enorme cantidad de
delitos que deben ser considerados crímenes contra la humanidad.
2) La Escuela de Mecánica de la Armada
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A raíz de la organización estructural adoptada por el gobierno de facto, el
país se dividió en cinco zonas, subdivididas a su vez en subzonas, cada una de las
cuales se correspondía con un Cuerpo del Ejército.
Así, el Comando de la Zona I dependía del Primer Cuerpo del Ejército, su
sede principal estaba en la ciudad de Buenos Aires, y comprendía las provincias de
Buenos Aires y La Pampa y la ciudad de Buenos Aires; el Comando de la Zona II
dependía del Segundo Cuerpo del Ejército con sede en Rosario, Santa Fe, y
comprendía las provincias de Formosa, Chaco, Santa Fe, Misiones, Corrientes y
Entre Ríos; el Comando de la Zona III dependía del Comando del Tercer Cuerpo
del Ejército y abarcaba las provincias de Córdoba, Mendoza, Catamarca, San Luis,
San Juan, Salta, La Rioja, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, mientras que la
sede principal se encontraba en la ciudad de Córdoba; el Comando de la Zona IV
dependía del Comando de Institutos Militares y su radio de acción abarcaba la
guarnición militar de Campo de Mayo, junto con algunos partidos de la provincia de
Buenos Aires; el Comando de la Zona V dependía del Quinto Cuerpo del Ejército y
abarcaba las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz y algunos
partidos de la provincia de Buenos Aires (esta descripción ha sido tomada de fojas
8359 y ss. de la sentencia del 2 de diciembre de 1.986, pronunciada en la “Causa
nro. 44”, del registro de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal).
La Zona I estuvo a cargo del Primer Cuerpo del Ejército, comandado
sucesivamente por los Generales Carlos Guillermo Suárez Mason, Leopoldo
Fortunato Galtieri, José Montes, Antonio D. Bussi, Cristino Nicolaides y Juan C.
Trimarco.
La Subzona Capital estuvo a cargo, sucesivamente, de los Generales de
Brigada Jorge Olivera Rovere, José Montes, Andrés A. Ferrero, José R. Villarreal,
Mario A. Piotti y Julio Fernández Torres.
En este marco, la E.S.M.A. -ubicada en la Avenida del Libertador nro. 8209,
de esta ciudad- funcionó como centro clandestino de detención, torturas y
exterminio, bajo el comando de la Zona I, Subzona Capital Federal, Área III-A,
durante el período en el que la dictadura militar ejerció el máximo poder en el país.
Habida cuenta su dependencia de la Armada, la E.S.M.A. estaba bajo la
responsabilidad de las diversas instancias de la cadena de mando del arma, en cuya
cabeza se encontraron los sucesivos comandantes en jefe de la fuerza, quienes, a su
vez, integraban las Juntas Militares.
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La E.S.M.A. fue el asiento del grupo de tareas 3.3/2. Asimismo, funcionó en
ese lugar el grupo de tareas 3.3.3, integrado por miembros del Servicio de
inteligencia Naval (S.I.N.).
En este sentido, las dependencias del casino de oficiales de la E.S.M.A. eran
las instalaciones utilizadas como base operativa por el G.T. 3.3/2 y empleadas
parcialmente por otros grupos represivos.
Más allá de que al día de la fecha la Escuela de Mecánica de la Armada no
presenta rastros -al menos evidentes- de la organización estructural y edilicia que se
había montado para llevar a cabo las operaciones de detención, tortura y
confinamiento de las personas secuestradas, los relatos de los sobrevivientes que
han permanecido detenidos allí permiten ubicar en el espacio, y dentro de las
dependencias de la E.S.M.A., los distintos sectores donde el G.T. 3.3/2 desarrollaba
sus tareas.
En la planta baja, se encontraban las oficinas destinadas a la administración,
inteligencia y planificación operativa. Estos espacios eran denominados los
“Jorges” y el “Dorado”.
Al sótano se llegaba a través de una escalera procedente de la planta baja,
cerrada por una pesada puerta de hierro, custodiada del lado exterior por un guardia
armado, que era el encargado de abrirla para permitir el acceso y de controlar todos
los movimientos de entrada y salida.
En el sótano se disponían varios cuartos, cuya ubicación y uso era muy
variable debido a que estaban construidos con materiales livianos, lo que facilitaba
su montaje y desmontaje de acuerdo a las necesidades del momento.
Los cuartos principales se encontraban asignados a:
a) interrogatorio y tortura: cuartos numerados del 12 al 15, provistos de un
catre de hierro al que era atado el prisionero, una repisa donde se ubicaba el aparato
de picana eléctrica y sillas para los interrogadores;
b) enfermería: cuarto amplio, en cuyo interior había dos camas y dos
pequeños armarios de vidrio, cerrados con candado, que contenían algunas
medicinas. En este lugar se atendían, por ejemplo, a los secuestrados que llegaban
heridos y a las embarazadas en el momento del parto;
c) laboratorios fotográficos: contaban con uno o dos laboratorios;
d) baño: pequeño recinto construido con madera, sobre una tarima;
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e) dormitorio de los guardias y otros cuartos de construcción precaria donde,
durante un tiempo, trabajaron algunos prisioneros en tareas de archivo, biblioteca,
etc.
Junto a las celdas de interrogatorio, sobre un pasillo que ostentaba la leyenda
“Avenida de la Felicidad”, había una mesa para el guardia encargado de la custodia
interna; allí se encontraba el tocadiscos o radio que funcionaba al máximo volumen
durante las sesiones de tortura. Ese lugar contaba con largos bancos, donde los
prisioneros esperaban ser interrogados.
En la entrada al tercer piso, un guardia armado registraba todos los
movimientos de entrada y salida, al tiempo que comandaba la apertura de la puerta
de hierro por la que se ingresaba. Ese nivel constaba de dos alas, adonde se accedía
por una escalera que atravesaba todo el edificio.
“Capucha” era la denominación del sector que se encontraba en el ala
izquierda, en forma de “L”, atiborrado de compartimentos que se utilizaban para
mantener a los prisioneros acostados en el suelo, encapuchados, engrillados y
separados entre sí por tabiques de aglomerado. Junto a las paredes, había algunos
pequeños cuartos de construcción precaria, provistos de compartimentos
superpuestos -denominados “camarotes”- asignados al alojamiento de prisioneros.
Este lugar estaba iluminado artificialmente, en forma continua.
La ventilación, también muy escasa, provenía de dos ruidosos extractores.
Las condiciones higiénicas eran muy deficientes. El pronunciado declive del techo
de todo este sector hacía que las vigas de hierro que lo sostenían llegaran casi al
piso, sobre el lado orientado hacia Avenida del Libertador, lo que dificultaba más
aún el movimiento de los detenidos.
A fines de 1977, la “pecera” fue ubicada en el extremo del ala derecha del
tercer piso, que había sido usada anteriormente como el lugar de depósito de los
bienes saqueados en las viviendas de los secuestrados (denominado “pañol
grande”). Se trataba de un largo pasillo en el que trabajaban los prisioneros
sometidos al “proceso de recuperación”. El recinto estaba controlado por un circuito
cerrado de televisión, la iluminación era artificial, la ventilación provenía de
ventanillas altas y de algunos extractores. Funcionaban allí la biblioteca, la sala de
télex, las oficinas de trabajo y los archivos periodísticos. El acceso a la pecera era
controlado por un guardia.
Entre las dos alas del tercer piso había un hall, cuya puerta de acceso era
custodiada desde el lado exterior por un guardia armado, que anotaba los
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movimientos internos. Frente a la puerta, salía la angosta y empinada escalera de un
solo tramo que conducía a “capuchita”. Junto al hall, salía un corredor hacia la
derecha. Sobre uno de sus lados se alineaban: el cuarto de las embarazadas, el baño
de uso común para la mayoría de los detenidos (contaba con dos lavatorios, dos
duchas, dos w.c. y desde una ventana se veían las canchas de tenis que pertenecían
al casino de oficiales), el hueco que contenía el motor del ascensor y un baño más
pequeño. Frente a estas instalaciones, se disponían dos o tres cuartos.
A “capuchita” se ingresaba por la puerta de entrada al altillo, y se subía una
escalera hasta una pequeña puerta que conducía a ese sector. Allí, permanecían
detenidos prisioneros que soportaban condiciones de vida aún peores que los
alojados en “capucha”. Era el sitio donde se encontraba el tanque de agua que
abastecía al edificio. El piso era de baldosas color rojo y se alineaban dos hileras
perpendiculares de cuchetas (alrededor de veinte en total). Las ventanas,
continuamente cerradas y opacadas, estaban ubicadas en la orientación hacia la
Avenida del Libertador y la calle Pico. Frente a la escalera, estaba la mesa del
guardia de turno. La ventilación era escasa y la temperatura extrema en invierno y
en verano. Se la iluminaba siempre artificialmente. Ese vestíbulo relativamente
hermético conducía a dos cuartos, preparados para torturas e interrogatorios. Este
cubículo, cuya única ventilación provenía de un extractor que daba a la ya poco
aireada “capuchita”, era usado por los grupos ajenos al G.T. para torturar a sus
prisioneros. Las dos celdas -construidas con tabiques de cartón aglomerado- eran de
pequeñas dimensiones y contaban, como las del sótano, con un catre de hierro y la
picana eléctrica. Este recinto estaba ubicado frente a una hilera de cuchetas
dispuestas a un metro de distancia de ese lugar. Más tarde, en uno de los cuartos de
interrogatorio -ya desprovisto de su anterior mobiliario- se realizaban las tareas de
archivo periodístico.
También varios testigos indicaron que, durante la primera semana del mes de
febrero de 1978, el cubículo fue destruido a fin de cambiar la fisonomía del lugar,
con motivo de la visita que realizaron periodistas extranjeros. “Capuchita” continuó
usándose como lugar de alojamiento de prisioneros.
3) El grupo de tareas 3.3/2
La fuerza efectiva del G.T. 3.3 estaba compuesta por el personal que
integraba las dotaciones de la Escuela de Mecánica de la Armada y la Escuela de
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
Guerra Naval, el que era reforzado por personal de otros destinos dependientes del
Comando de operaciones Navales, cuando la situación así lo imponía, en forma
transitoria y rotativa.
Se estructuró en tres sectores: “inteligencia”, “operaciones” y “logística”.
La sección “inteligencia” era la encargada de evaluar la información
obtenida, para lograr la ubicación y señalamiento de las personas a secuestrar. Los
oficiales de inteligencia planificaban los operativos de secuestro, tenían a su cargo a
los prisioneros durante toda su permanencia en la E.S.M.A., realizaban los
interrogatorios e intervenían en la decisión de los “traslados”, es decir de la
desaparición física de los secuestrados.
La Cámara de este fuero, al confirmar el procesamiento de algunos de los
imputados en el marco de la causa nro. 7694/99 caratulada “Astiz Alfredo y otros
s/delito de acción pública” del registro de la Secretaría nro. 23 de este Tribunal (ver
resolución de fs. 864/925) tuvo por probado, con el carácter provisorio propio de
una resolución de esta naturaleza, que en determinado momento histórico el sector
llamado “inteligencia” estaba comandado por Jorge Acosta (“Tigre”, “Santiago” o
“Aníbal”) y que formaban parte de él Francies Whamond (“Pablo” o “Duque”),
Antonio Pernías (“Rata”, “Martín” o “Trueno”) y el oficial Raúl Enrique Scheller
(“Mariano” o “Pingüino”).
Asimismo, numerosos testigos han señalado que Alfredo Astiz, Juan Carlos
Rolón, Oscar Rubén Lanzón, Ricardo Miguel Cavallo, Randolfo Agusti Scacchi,
Orlando González, Antonio Rosario Pereyra, Juan Arturo Alomar, Carlos Daviou y
Alberto Eduardo González también formaban parte de este sector.
Por su parte, la sección “operaciones” tenía a su cargo la ejecución concreta
de los secuestros, robos de automóviles y saqueos de viviendas. Operaba con los
datos que le brindaba “inteligencia”.
Así, mientras los detenidos eran torturados, un grupo operativo estaba
siempre dispuesto para salir a secuestrar a otras personas en caso de obtenerse
nuevos datos.
Integraban este sector Ricardo Guillermo Corbetta, Hugo Enrique Damario,
Ricardo Jorge Lynch Jones, Daniel Humberto Baucero, Rodolfo Oscar Cionchi,
Miguel Ángel García Velasco, y miembros de la Policía Federal Argentina, del
Servicio Penitenciario Federal, de la Prefectura Naval Argentina, del Ejército y de
la Fuerza Aérea, entre los que puede mencionarse a Ernesto Frimón Weber, Juan
Carlos Fotea, Claudio Orlando Pittana, Carlos Orlando Generoso, Juan Antonio
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Azic, Héctor Antonio Febres, Julio César Coronel y Carlos Guillermo Suárez
Mason.
Por último, la sección “logística” se ocupaba del apoyo y aprovisionamiento
de los grupos operativos y del desarrollo de la infraestructura del G.T. 3.3/2, lo que
incluía el mantenimiento y refacción del edificio y la administración de las finanzas.
En este sector se destacaron Jorge Radice, Carlos José Pazo, Néstor Omar
Savio, Héctor Francisco Polchi, Omar Alfonso Eyzaguirre, Guillermo Horacio
Pazos y Alejandro Spinelli, entre otros.
Además en la E.S.M.A. funcionaba, a la par con el G.T. 3.3/2, el G.T. 3.3/3,
manejado operativamente por el Servicio de Inteligencia Naval. Allí se
desempeñaron, entre otros, el teniente de navío Francisco Lucio Rioja, Pablo García
Velasco y Hugo Héctor Siffredi.
El centro clandestino de detención también contó con la participación de
diversos profesionales de la salud entre los que cabe mencionar a Rogelio José
Martínez Pizarro, Carlos Octavio Capdevila y Jorge Luis Magnacco.
Finalmente, conjuntamente con los oficiales que ejercían funciones en cada
sector del G.T., en la E.S.M.A. prestaban sus servicios suboficiales que recibían las
denominaciones de “Pedros”, “Verdes” y más tarde “Pablos” y “Pablitos”.
Sin embargo, no debe olvidarse que como señaló Graciela Beatriz Daleo en
su testimonio que en copia obra a fs. 113/4 de la causa 1376/04, “ninguno de los
departamentos que funcionaban en la E.S.M.A. (‘logística’, ‘inteligencia’ y
‘operativo’) era estanco. De esta manera, miembros del grupo de tareas que
integraban el sector de inteligencia (que asumía las tareas de investigación,
torturas, etc.), también salían a secuestrar”.
B) Descripción de los hechos materia de acusación
448) CALCAGNO, Abel
Abel Calcagno fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia,
abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en el mes de abril
de 1978.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde permaneció clandestinamente detenido bajo condiciones inhumanas de vida
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(bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento
que existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente).
Finalmente, Abel Calcagno fue liberado.
En relación con los hechos descriptos, Pittana (integrante del Sector de
Operaciones del Grupo de Tareas 3.3/2) lo mantuvo privado de su libertad en forma
clandestina en las instalaciones de la E.S.M.A., así como también lo atormentó
mediante la imposición de los tormentos descriptos.
702) HERNÁNDEZ, Mario
Mario Hernández fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia,
abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en el mes de
octubre de 1978, por integrantes del G.T. 3.3/2.
Posteriormente, fue trasladado a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (sometido a las paupérrimas
condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el
lugar, descriptas en el apartado III-A del presente) y otros mecanismos de tortura.
En tales tormentos participó, entre otros, Alberto González.
Mario Hernández aún permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, Alomar y González (en su carácter de
integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificaron el
operativo de secuestro de la víctima y la mantuvieron privada de su libertad en
forma clandestina en la ESMA, así como también la atormentaron mediante la
imposición de los mecanismos de tortura descriptos.
En lo que respecta a Cionchi y Pazos (integrantes del Sector de Operaciones
y de Logística del Grupo de Tareas 3.3/2), la mantuvieron privada de su libertad en
forma clandestina en las instalaciones de la E.S.M.A. y en otros sitios bajo el
control del G.T., así como también la atormentaron mediante la imposición de los
tormentos descriptos.
810) POURTALE, Marta Enriqueta
Marta Enriqueta Pourtale, quien era militante peronista y al momento del
hecho cursaba un embarazo de aproximadamente siete meses de gestación, fue
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privada ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las
formalidades prescriptas por la ley, alrededor del día 10 de diciembre de 1976, junto
con su pareja Juan Carlos Villamayor, por personal de fuerzas de seguridad. Tiempo
después, su hijo de cuatro años de edad apareció en la comisaría de Villa Ballester,
provincia de Buenos Aires.
Posteriormente, fue conducida a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se la mantuvo clandestinamente detenida y fue atormentada mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (sometida a las paupérrimas
condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el
lugar, descriptas en el apartado III-A del presente, agravadas por su condición de
embarazada).
Al día de la fecha, permanece desaparecida.
En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de
integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el
operativo de traslado de la víctima a las instalaciones de la ESMA, donde la
mantuvo privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentó
mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos.
820) EPSTEIN, Mónica Hortensia
Mónica Hortensia Epstein, quien se desempeñaba como defensora de presos
políticos y había sido asesora legal de la Facultad de Arquitectura de la Universidad
de Buenos Aires años antes, fue privada ilegítimamente de su libertad con violencia,
abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley,
aproximadamente el 23 de diciembre de 1976.
Posteriormente, fue conducida a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se la mantuvo clandestinamente detenida y fue atormentada mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (sometida a las paupérrimas
condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el
lugar, descriptas en el apartado III-A del presente).
Al día de la fecha, permanece desaparecida.
En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de
integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el
operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la
imposición de los mecanismos de tortura descriptos.
823) DOCAL de TORINI, Perla Nelly
Perla Nelly Docal de Torini fue privada ilegítimamente de su libertad con
violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 14
de enero de 1977 en la ciudad de Buenos Aires.
Posteriormente, fue conducida a la Escuela de Mecánica de la Armada donde
permaneció clandestinamente prisionera bajo condiciones inhumanas de vida
(sometida a las paupérrimas condiciones generales de alimentación e higiene que
existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente dictamen).
Perla Nelly Docal de Torini aún permanece desaparecida.
En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de
integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el
operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su
libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la
imposición de los tormentos descriptos.
825) ANGELUCCI, Domingo
Domingo Angelucci fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia,
abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día el 26 de
enero de 1977, en horas de la tarde, en el departamento central de la Policía Federal
Argentina, sito en la calles Belgrano y Virrey Cevallos de la ciudad de Buenos
Aires.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio, y fue atormentado mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones
generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas
en el apartado III-A del presente).
Domingo Angelucci aun permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de
integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el
operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la
imposición de los tormentos descriptos.
826) LÓPEZ de STENFER, María Cristina
María Cristina López de Stenfer murió a raíz de las heridas producidas por
integrantes del G.T. 3.3/2 -armados y vestidos de civil-, durante el operativo en el
que intentaron privarla ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de
funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 28 de enero de 1977 a
las 20:00 horas, en la intersección de las calles Federico Lacroze y Rosseti de la
ciudad de Buenos Aires.
Su cuerpo fue llevado por los integrantes de ese grupo operativo, y
posteriormente nunca fue entregado a sus familiares.
En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de
integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el
operativo de secuestro de la víctima que culminó con su muerte.
827) MORENO PERA, José Manuel
José Manuel Moreno Pera fue privado ilegítimamente de su libertad con
violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 3
de febrero de 1977 en la vía pública, entre las 19:00 y las 20:00 horas, en el trayecto
comprendido entre su lugar de trabajo -en la calle Paso nro.151- y su domicilio
particular -sito en la calle Fray Cayetano Rodríguez nro.300-, ambos de la ciudad de
Buenos Aires.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio, y fue atormentado mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones
generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas
en el apartado III-A del presente).
José Manuel Moreno Pera aun permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de
integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el
operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la
imposición de los tormentos descriptos.
828) ZERBINO, Daniel Hugo
Daniel Hugo Zerbino fue privado ilegítimamente de su libertad con
violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 15
de febrero de 1977 en la Av. Álvarez Thomas y Juramento de la ciudad de Buenos
Aires.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio, y fue atormentado mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones
generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas
en el apartado III-A del presente).
Daniel Hugo Zerbino aun permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de
integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el
operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su
libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la
imposición de los tormentos descriptos.
829) FERNÁNDEZ RANRROC, Oscar Alejandro
Oscar Alejandro Fernández Ranrroc fue privado ilegítimamente de su
libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la
ley, el día 3 de marzo de 1977, en horas del mediodía, en el Círculo de Oficiales de
Aeronáutica, sito en la Av. Córdoba 741 de la ciudad de Buenos Aires, lugar donde
cumplía el servicio militar obligatorio.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio, y fue atormentado mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones
generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas
en el apartado III-A del presente).
Oscar Alejandro Fernández Ranrroc aun permanece desaparecido.
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su
carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2)
participaron en la planificación del operativo de traslado de la víctima a la ESMA,
donde la mantuvieron privada de su libertad en forma clandestina, así como también
la atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos.
830) FANTINO, Raúl Bernardo
Raúl Bernardo Fantino fue privado ilegítimamente de su libertad con
violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, entre los
días 25 y 28 de febrero de 1977, presumiblemente en la zona norte del gran Buenos
Aires.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio, y fue atormentado mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones
generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas
en el apartado III-A del presente).
Raúl Bernardo Fantino aun permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, Agusti Scacchi (en su carácter de
integrante del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el
operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su
libertad en forma clandestina, así como también la atormentó mediante la
imposición de los tormentos descriptos.
832) BALLESTER, Nora Alicia
Nora Alicia Ballester fue privada ilegítimamente de su libertad con violencia,
abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 1ro. de marzo
de 1977, por un grupo de individuos que se identificaron como pertenecientes a las
fuerzas de seguridad, en la Plaza Lezica, ubicada en la calle Rivadavia al 4100 de la
ciudad de Buenos Aires.
Mientras Ballester gritaba solicitando auxilio, sus captores la introdujeron
con violencia dentro de un automóvil Ford o Chevrolet color verde oliva y partieron
del lugar a gran velocidad.
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
Posteriormente, fue conducida a la Escuela de Mecánica de la Armada donde
permaneció clandestinamente prisionera bajo condiciones inhumanas de vida
(sometida a las paupérrimas condiciones generales de alimentación e higiene que
existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente dictamen).
Nora Alicia Ballester aún permanece desaparecida
En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su
carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2)
participaron en la planificación del operativo de traslado de la víctima a la ESMA,
donde la mantuvieron privada de su libertad en forma clandestina, así como también
la atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos.
835) BOTTO ALDUNCIN, Diego Fernando
Diego Fernando Botto Alducin fue privado ilegítimamente de su libertad con
violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley,
aproximadamente entre los días 20 y 21 de marzo de 1977, en la ciudad de Buenos
Aires.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio, y fue atormentado mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones
generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas
en el apartado III-A del presente).
Diego Fernando Botto Alducin aun permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su
carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2)
participaron en la planificación del operativo de traslado de la víctima a la ESMA,
donde la mantuvieron privada de su libertad en forma clandestina, así como también
la atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos.
839) CABALLERO, Wenceslao Eduardo
Wenceslao Eduardo Caballero fue privado ilegítimamente de su libertad con
violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en
horas de la tarde del 25 de marzo de 1977, en la esquina de Chivilcoy y Juan B.
Justo, de esta ciudad de Buenos Aires, cuando viajaba a bordo de un vehículo
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
particular, por un grupo de personas pertenecientes a las Fuerzas Armadas y de
seguridad.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (sometido a las paupérrimas
condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el
lugar, descriptas en el apartado III-A del presente).
También habría permanecido en similares condiciones en el centro
clandestino de detención conocido como “Olimpo”.
Al día de la fecha, permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su
carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2)
planificaron el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvieron
privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentaron
mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos
841) MANRIQUE SAAVEDRA, Roberto
Roberto Manrique Saavedra, quien era nacionalidad peruana e intervenía en
actividades políticas, fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso
de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en el curso del mes
abril de 1977, cuando se encontraba en una reunión en la Universidad Nacional de
la Plata, Provincia de Buenos Aires, con estudiantes argentinos del Movimiento de
Izquierda, quienes habrían corrido igual suerte.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (sometido a las paupérrimas
condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el
lugar, descriptas en el apartado III-A del presente).
También habría permanecido en cautiverio en similares condiciones en una
dependencia policial.
Al día de la fecha, permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su
carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2)
planificaron el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvieron
24
Ministerio Público Fiscal de la Nación
privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentaron
mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos.
842) POBLETE, Carlos Simón
Carlos Simón Poblete, quien era militante en la Juventud Peronista y en el
Centro de Estudiantes de Ingeniería de la Facultad de Ingeniería de la Universidad
Nacional de San Juan, fue ilegalmente privado de su libertad con violencia, abuso de
sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 1ro. de abril de
1977. Luego, fue trasladado a la ESMA donde se lo mantuvo clandestinamente
detenido y fue sometido a condiciones inhumanas de vida (sometida a las
paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que
existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente, agravadas por la
circunstancia de que su esposa embarazada también se hallaba cautiva en ese centro
clandestino, donde fue obligada a dar a luz al hijo de ambos).
Aún continua desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su
carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2)
planificaron el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvieron
privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentaron
mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos.
843) BERTI, Carlos Guillermo
Carlos Guillermo Berti fue privado ilegítimamente de su libertad con
violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, entre
marzo y abril de 1977, en la vía pública en esta ciudad de Buenos Aires.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde
se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la imposición
de condiciones inhumanas de vida (sometido a las paupérrimas condiciones
generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas
en el apartado III-A del presente).
Al día de la fecha, permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su
carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2)
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
planificaron el operativo de traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvieron
privada de su libertad en forma clandestina, así como también la atormentaron
mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos.
844) LERTORA, Roberto Fernando (apodado “Momi”) y 845) MOSSO
de CARLEVARO, Adriana
Roberto Lertora y Adriana Mosso fueron ilegalmente privados de su libertad
con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el
día 27 de abril de 1977, en el domicilio sito en la calle Maza nro. 914 de la ciudad
de Buenos Aires, por personas que se encontraban fuertemente armadas.
Luego, fueron trasladados a la ESMA donde se los mantuvo clandestinamente
detenidos y fueron sometidos a condiciones inhumanas de vida (bajo las
paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que
existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente).
Aún continuan desaparecidos.
En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su
carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2)
planificaron el operativo de traslado de las víctimas a la ESMA, donde las
mantuvieron privadas de su libertad en forma clandestina, así como también las
atormentaron mediante la imposición de los mecanismos de tortura descriptos.
847) CALERO, Cristina, 848) EIRAS, María Luisa y 849) LUPPI
MAZZONE, Mary Norma
Mary Norma Luppi Mazzone, Cristina Calero y María Luisa Eiras fueron
privadas ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin
las formalidades prescriptas por la ley el 10 de junio de 1977, a las 19:30 horas, en el
domicilio de la primera de ellas, ubicado en Vicente López 1933, 3° piso,
departamento “23”, de esta Ciudad de Buenos Aires, por fuerzas militares.
Posteriormente, fueron conducidas a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se las mantuvo clandestinamente detenidas y fueron atormentadas mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (sometidas a las paupérrimas
condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el
lugar, descriptas en el apartado III-A del presente).
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
A diferencia del resto de las víctimas, quienes fueron liberadas veinticuatro
horas luego de su detención, Luppi Mazzone continúa desaparecida.
En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante
del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de
traslado de las víctimas a la ESMA, donde las mantuvo privadas de su libertad en
forma clandestina, así como también las atormentó mediante la imposición de los
tormentos descriptos.
851) BARROCA, Graciela Mabel
Graciela Mabel Barroca, quien era simpatizante peronista y novia de Gerardo
Strejilevich (caso 852), fue privada ilegítimamente de su libertad con violencia,
abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en la noche del
15 de julio de 1977 en su domicilio ubicado en Adolfo Alsina 3728, Villa Martelli,
provincia de Buenos Aires, por un grupo de 7 u 8 personas pertenecientes a las
Fuerzas Armadas y/o de seguridad, vestidas de civil y dotadas de armas automáticas.
El operativo comenzó a las 22:15 horas, cuando éstas se hicieron presentes en la
vivienda, balearon su frente y amenazaron con dinamitarla, para luego irrumpir en
su interior, donde se encontraban la madre, el padre y la hermana de la víctima, a
quienes redujeron e interrogaron. Entre las 23:00 y las 23:30 horas, Barroca regresó
a su domicilio y, alrededor de tres horas luego de iniciado el operativo, fue retirada
de allí por sus captores.
Posteriormente, fue conducida a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde
se la mantuvo clandestinamente detenida y fue atormentada mediante la imposición
de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de
alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el
apartado III-A del presente).
También permaneció en cautiverio en similares condiciones en el centro
clandestino denominado “Club Atlético”.
Al día de la fecha, permanece desaparecida.
En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante
del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de
traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma
clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos
descriptos.
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852) STREJILEVICH, Gerardo
Gerardo Strejelevich, novio de Graciela Mabel Barroca (caso 851), fue
privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las
formalidades prescriptas por la ley entre el 15 y el 16 de julio de 1977,
probablemente en el domicilio de su compañero de carrera Manuel Ricardo Rojas Mateo Echegaray 4964, departamento 4, Caseros, Partido de Tres de Febrero,
provincia de Buenos Aires-, quien también habría sido secuestrado durante el
operativo, por personal perteneciente a las Fuerzas Armadas y/o de seguridad.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde
se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la imposición
de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de
alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el
apartado III-A del presente).
También permaneció en cautiverio en similares condiciones en el centro
clandestino denominado “Club Atlético”.
Al día de la fecha, permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante
del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de
traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma
clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos
descriptos.
853) ZUNINO, Enzo Rafael Domingo
Enzo Rafael Domingo Zunino fue ilegalmente privado de su libertad con
violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, entre
los días 18 de junio y 25 de julio de 1977, en la vía pública en Alvear, Rosario,
provincia de Santa Fe.
Posteriormente fue trasladado a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde
se lo mantuvo clandestinamente en cautiverio y fue sometido a inhumanas
condiciones de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación,
higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del
presente).
28
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Aún permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante
del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la
víctima a la E.S.M.A., donde la mantuvo privada de su libertad en forma
clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos
descriptos.
854) BADILLO, Jorge Luis
Jorge Luis Badillo fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia,
abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en la madrugada
del 8 de julio de 1977 en su domicilio ubicado en Juramento 3362, 1° piso,
departamento “2”, de esta ciudad de Buenos Aires. El operativo, que comenzó a la
01.00 hora, fue llevado adelante por 4 ó 5 hombres vestidos de civil y fuertemente
armados que, si bien en un primer momento se identificaron como policías, luego
manifestaron pertenecer a las “Fuerzas Conjuntas”. Luego de reducir e interrogar
durante dos horas al damnificado y su familia, lo retiraron de la vivienda esposado y
vendado.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde
se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la imposición
de condiciones inhumanas de vida (sometido a las paupérrimas condiciones
generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas
en el apartado III-A del presente).
También habría sido mantenido en similares condiciones en otros centros
clandestinos de detención, entre ellos el conocido como “Club Atlético”.
A la fecha, la víctima continúa desaparecida.
En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante
del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la
víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina,
así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos.
855) RUS, Daniel Lázaro
Daniel Lázaro Rus fue ilegalmente privado de su libertad, con violencia,
abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 15 de
29
Ministerio Público Fiscal de la Nación
julio de 1977 en Av. de los Constituyentes y Gral. Paz (C.N.E.A.), San Martín,
provincia de Buenos Aires.
Luego, fue trasladado a la Escuela de Mecánica de la Armada donde se lo
mantuvo clandestinamente detenido y fue sometido a condiciones inhumanas de
vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y
alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente).
Aún permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante
del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la
víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina,
así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos.
858) SISTO, Enrique Rubén y 859) ZUAZU MAIO, María Nieves
Enrique Rubén Sisto y María Nieves Zuazu Maio fueron ilegalmente privados
de la libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades
prescriptas por la ley, el día 20 de julio de 1977 a las 10:00 horas, al salir de su
domicilio ubicado en Delgado 826, 9° piso, departamento “H”, de esta ciudad de
Buenos Aires, por un grupo numeroso de personas armadas.
Luego fueron conducidos a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se
los mantuvo clandestinamente detenidos y fueron atormentados mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (sometidos a las paupérrimas
condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el
lugar, descriptas en el apartado III-A del presente).
Aún permanecen desaparecidos.
En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante
del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el operativo de
traslado de las víctimas a la ESMA, donde las mantuvo privadas de su libertad en
forma clandestina, así como también las atormentó mediante la imposición de los
tormentos descriptos.
863) MIANI, Alberto Daniel
Alberto Daniel Miani fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia,
abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 19 de
30
Ministerio Público Fiscal de la Nación
septiembre de 1977, por un numeroso grupo de individuos armados que se
movilizaban en tres automóviles, en la localidad de San Fernando, Provincia de
Buenos Aires.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde
permaneció clandestinamente detenido bajo condiciones inhumanas de vida (bajo las
paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que
existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente).
Aún permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante
del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la
víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina,
así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos.
870) MACEDO de GARCÍA, Gloria Nelly
Gloria Nelly Macedo de García fue privada ilegítimamente de su libertad con
violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 7
de octubre de 1977 aproximadamente a la medianoche, en el domicilio sito en la
Avenida Colón 1930 de la ciudad de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires.
Posteriormente, fue conducida a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde
permaneció clandestinamente detenida bajo condiciones inhumanas de vida (bajo las
paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que
existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente).
Aún permanece desaparecida.
En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante
del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la
víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina,
así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos.
871) NUGUER, Hernán Gerardo
Hernán Gerardo Nuguer fue privado ilegítimamente de su libertad con
violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 27
de octubre de 1977 en horas de la mañana, por un numeroso grupo de individuos
armados que se movilizaban en dos automóviles, en la puerta del domicilio sito en la
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
Avenida La Plata 165 de la ciudad de Buenos Aires, cuando se aprestaba a conducir
su vehículo particular.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde
permaneció clandestinamente detenido bajo condiciones inhumanas de vida (bajo las
paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que
existían en el lugar, descriptas en el punto III-A del presente).
Hernán Gerardo Nuguer aún permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante
del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la
víctima a la ESMA, donde la mantuvo privada de su libertad en forma clandestina,
así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos descriptos.
877) LEWI, Jorge Claudio y 879) SONDER, Ana María
El matrimonio integrado por Jorge Claudio Lewi y Ana María Sonder fue
privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las
formalidades prescriptas por la ley, entre el 5 y el 8 de octubre de 1978, en la vía
pública en esta ciudad de Buenos Aires, presuntamente por personal perteneciente al
Comando FTE del Primer Cuerpo del Ejército.
Posteriormente, ambos fueron conducidos a la Escuela de Mecánica de la
Armada, donde se los mantuvo clandestinamente detenidos y fueron atormentados
mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida (sometidos a las
paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que
existían en el lugar, descriptas en el apartado III-A del presente).
También habrían permanecido en cautiverio en el centro clandestino
denominado “Olimpo”.
El 10 de octubre de 1978 la hija del matrimonio, Adriana Victoria, de un año
y medio de edad, fue entregada -con una fotografía de su padre prendida a su ropa- a
sus abuelos maternos, por personal vestido de civil que no se identificó.
El 24 de diciembre siguiente, aproximadamente a las 18.00 hs., a ambas
víctimas se les permitió dialogar telefónicamente con Graciela Irma Trotta, madre de
Sonder. Al día siguiente, habrían sido trasladados. Aún permanecen desaparecidos.
En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante
del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de las
víctimas a la E.S.M.A., donde las mantuvo privadas de su libertad en forma
32
Ministerio Público Fiscal de la Nación
clandestina, así como también las atormentó mediante la imposición de los
tormentos descriptos.
En lo que respecta a Cionchi y Pazos (integrantes del Sector de Operaciones
y de Logística del Grupo de Tareas 3.3/2), las mantuvieron privadas de su libertad
en forma clandestina en las instalaciones de la E.S.M.A., así como también las
atormentaron mediante la imposición de los tormentos descriptos
878) PEREZ ROJO, José Manuel
José Manuel Pérez Rojo fue privado ilegítimamente de su libertad con
violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, por
personal de la Fuerza Aérea, el día 6 de octubre de 1978, en su domicilio sito en la
calle Gurruchaga nro. 2259, piso 3, departamento “20” de la ciudad de Buenos
Aires.
La víctima fue secuestrada junto con su esposa Patricia Julia Roisinblit de
Pérez Rojo y su hija Mariana, de 15 meses de vida, quien finalmente fue entregada
en el domicilio de la tía de Pérez Rojo, ubicado en la localidad de Olivos, a un
familiar de alrededor de 17 años que accedió a recibirla por habérselo pedido en esa
ocasión Patricia Roisinblit.
Durante su cautiverio fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada
donde se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la
imposición de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones
generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas
en el punto III-A del presente, agravadas por la circunstancia de que su esposa
embarazada se hallaba alojada en ese centro clandestino de detención bajo las
mismas condiciones indignas).
Aún permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante
del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de la
víctima a la E.S.M.A. donde la mantuvo privada de su libertad en forma
clandestina, así como también la atormentó mediante la imposición de los tormentos
descriptos.
En lo que respecta a Cionchi y Pazos (integrantes del Sector de Operaciones
y de Logística del Grupo de Tareas 3.3/2) la mantuvieron privada de su libertad en
33
Ministerio Público Fiscal de la Nación
forma clandestina en las instalaciones de la E.S.M.A., así como también la
atormentaron mediante la imposición de los tormentos descriptos.
880) TILGER, María Elvira y 881) TROITERO, Alfredo Amílcar
María Elvira Tilger (apodada “Julia”) y Alfredo Amílcar Troiterio (apodado
“Ernesto”), ambos militantes de la Juventud Peronista, fueron privados
ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las
formalidades prescriptas por la ley, el 11 ó 12 de octubre de 1978, en el inmueble
ubicado en Eva Perón 6500, edificio 128, piso 3°, departamento “A”, Barrio General
Savio (Complejo Habitacional Lugano I y II), de esta ciudad de Buenos Aires, por
hombres vestidos de civil y fuertemente armados.
El operativo comenzó aproximadamente a las 24:00 horas, cuando estos
sujetos derribaron la puerta de la vivienda, golpearon e interrogaron a uno de los
hijos de la pareja (de 15 años de edad, quien se encontraba allí junto a sus tres
hermanos menores), sustrajeron diversos elementos y, alrededor de dos horas más
tarde, al arribar Tilger y Troitero al lugar, los aprehendieron y condujeron
separadamente a diferentes automóviles, que se retiraron inmediatamente del lugar.
Posteriormente, fueron trasladados a la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se los mantuvo clandestinamente detenidos y fueron atormentados mediante
la imposición de condiciones inhumanas de vida (sometidos a las paupérrimas
condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el
lugar, descriptas en el apartado III-A del presente, agravadas por la circunstancia de
que ambos integrantes de la pareja se hallaban cautivos en el mismo centro,
sometidos a similares condiciones indignas de vida).
También permanecieron en cautiverio en similares condiciones en el centro
clandestino denominado “Olimpo”.
Actualmente, continúan desaparecidos.
En relación con los hechos descriptos, González (en su carácter de integrante
del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificó el traslado de las
víctimas a la ESMA, donde las mantuvo privadas de su libertad en forma
clandestina, así como también las atormentó mediante la imposición de los
tormentos descriptos.
En lo que respecta a Cionchi y Pazos (integrantes del Sector de Operaciones
y de Logística del Grupo de Tareas 3.3/2) las mantuvieron privadas de su libertad en
34
Ministerio Público Fiscal de la Nación
forma clandestina en las instalaciones de la E.S.M.A., así como también las
atormentaron mediante la imposición de los tormentos descriptos.
884) POLITO, Héctor Osvaldo
Héctor Osvaldo Polito fue privado ilegítimamente de su libertad con
violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, por
integrantes del Grupo de Tareas 3.3/2, el 23 de noviembre de 1978 a las 19.00 horas,
en la esquina de Alberdi y Perito Moreno, de la ciudad de Buenos Aires.
Las heridas de disparo de arma de fuego infligidas a Polito durante el
operativo mencionado, a la postre determinaron su deceso, mientras se hallaba en
poder de sus captores.
Según la partida de defunción de la víctima, habría muerto el 23 de
noviembre de 1978, a las 19 horas, en las calles Alvear y Espora de la localidad de
Ramos Mejía, Partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires.
En relación con los hechos descriptos, Alomar y González (en su carácter de
integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2) planificaron el
operativo de secuestro de la víctima que culminó con su muerte.
En lo que respecta a Cionchi y Pazos (integrantes del Sector de Operaciones
y de Logística del Grupo de Tareas 3.3/2), participaron en el operativo que culminó
con la muerte de la víctima a raíz de las heridas provocadas.
890) PECHIEU, Luis Hugo
Luis Hugo Pechieu, delegado sindical de la Caja Nacional de Ahorro y
Seguro, fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus
funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, aproximadamente el 21 de
marzo de 1977.
Posteriormente, fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde
se lo mantuvo clandestinamente detenido y fue atormentado mediante la imposición
de condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de
alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar, descriptas en el
apartado III-A del presente).
También habría permanecido en cautiverio bajo un tratamiento similar en el
centro clandestino denominado “Club Atlético”.
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
Al día de la fecha, permanece desaparecido.
En relación con los hechos descriptos, González y Agusti Scacchi (en su
carácter de integrantes del Sector de Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2)
planificaron el traslado de la víctima a la ESMA, donde la mantuvieron privada de
su libertad en forma clandestina, así como también la atormentaron mediante la
imposición de los mecanismos de tortura descriptos
IV.- ELEMENTOS DE PRUEBA
Las pruebas recabadas durante el curso de la investigación, en relación con
los hechos narrados, permiten afirmar, con el alcance de este acto procesal, que
Randolfo Luis Agusti Scacchi, Rodolfo Oscar Cionchi, Guillermo Horacio Pazos,
Juan Arturo Alomar, Orlando González y Claudio Orlando Pittana son penalmente
responsables de los delitos que se les imputan, los cuales deberán ser ventilados en
el juicio oral correspondiente.
En el presente acápite, se hará referencia a las pruebas que dan cuenta de los
hechos materia de acusación y del contexto general en el cual éstos se desarrollaron.
El valor trascendente de los testimonios introducidos en un proceso como el
presente radica -conforme lo advirtió la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal en pleno, en la denominada “Causa nro. 13”- en “la
manera clandestina en que se encaró la represión, la deliberada destrucción de
documentos y de huellas y el anonimato en que procuraron escudarse sus autores”,
por lo que “no debe extrañar, entonces, que la mayoría de quienes actuaron como
órganos de prueba revistan la calidad de parientes o de víctimas. Son testigos
necesarios” (cfr. La Sentencia, Tomo I, Imprenta del Congreso de la Nación, 1987,
p. 294).
ENUMERACIÓN DE LAS PRUEBAS POR CASO
448) CALCAGNO, Abel
Abel Calcagno fue privado ilegítimamente de su libertad y fue conducido a la
Escuela de Mecánica de la Armada. Allí fue visto en el mes de abril de 1978.
Posteriormente, fue liberado (ver la ficha general obrante a fojas 11/50 del legajo de
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
personas de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia,
Seguridad y Derechos Humanos).
702) HERNÁNDEZ, Mario
Mario Hernández fue privado ilegítimamente de su libertad en el mes de
octubre de 1978 y conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada donde
permaneció cautivo bajo condiciones inhumanas de vida. Aún permanece
desaparecido (ver el listado adjunto a la presentación de fojas 41.025/33).
La permanencia de la víctima en la Escuela de Mecánica de la Armada fue
confirmada por el testigo Víctor Fatala, quien recordó haber visto a tres abogados
que eran socios, de apellidos Díaz Lestrem, Hernández y Pesci. Que a todas estas
personas las vio en mal estado físico, demacrados, comentándole al testigo que
todos habían sido torturados.
Por otra parte, la testigo María Inés del Pilar Imaz de Allende refirió
haberse encontrado en una oportunidad con Díaz Lestrem en el sanitario; que su
estado físico era deplorable y que éste le comentó que había sido detenido junto con
el Dr. Hernández y el Dr. Pesci. También vio a este último (declaración de fojas
7/10 del legajo nro. 111, perteneciente de “Imaz de Allende, María Inés del Pilar”).
La testigo Amalia María Larralde indicó que: “…en una oportunidad, a
fines de octubre de 1978, vio a un abogado, Díaz Lestrem, en un cuarto donde se
torturaba, escuchando sus gritos de dolor, viéndolo después en malas condiciones
físicas, sabiendo que el autor de dichas torturas fue el capitán González Menotti,
Alberto González Menotti fue quien torturó a los abogados. Era de inteligencia…
alrededor del 20 de noviembre vio al citado Díaz Lestrem que salía del tercer piso,
vestido con saco y corbata, aparentemente para ser liberado, escuchando al día
siguiente que había sido encontrado muerto. Que junto con el citado había dos
abogados más, uno de ellos Eduardo Pesci…” (ver declaración testimonial a fojas
135/41vta. del legajo nro. 64 correspondiente a Larralde). Luego, en el juicio oral
celebrado en la causa nro. 1238 del Tribunal Oral Nacional en lo Criminal Federal
nro. 5, Amalia Larralde manifestó: “…en ese mismo mes de octubre secuestraron a
tres abogados, uno no me acuerdo el nombre, el otro era Díaz Lestrem y el otro era
Horacio Pesci, a ellos los tortura González Menotti muy fuerte en tiempo, después a
Díaz Lestrem lo hicieron vestir con traje, corbata, le dijeron que lo iban a liberar y
al día siguiente apareció en los diarios, que lo habían encontrado muerto en una
37
Ministerio Público Fiscal de la Nación
plaza creo que en Palermo no recuerdo bien creo que lo habían encontrado muerto
que se había envenenado con cianuro, el doctor Pesci, después no recuerdo bien
qué pasó con él, lo único que sé es que en enero del setenta y nueve ya no estaba
más en capuchita…” (ver declaración testimonial de Amalia Larralde brindada el
día 30 de octubre de 2007 en el juicio oral celebrado en la causa nro. 1238 del
Tribunal Oral Nacional en lo Criminal Federal nro. 5, cuya transcripción se
encuentra agregada en las actuaciones obrantes a fojas 31.013/68).
Por último, es menester volcar al presente lo declarado por la víctima
Enrique Mario Fukman, en el marco del juicio seguido contra Héctor Febres
cuando manifestó que: “…hubo tres abogados… allá cuando a mí me secuestran
cuando estoy en capucha cuando yo llego a capucha encuentro que había tres
abogados Díaz Lestrem, Pesci y Hernández, esos tres abogados hoy en día no
sabemos absolutamente nada, están desaparecidos, formaron parte del traslado que
yo comento que se hace… y febrero del año setenta y nueve…” (declaración
testimonial brindada el día 8 de noviembre de 2007 en el juicio oral seguido a
Héctor Febres ante el TOF nro. 5, en la causa nro. 1238)
Debe destacarse que la víctima de referencia podría tratarse de Mario Ángel
Hernández, abogado defensor de presos políticos durante los años setenta,
desaparecido el día 11 de mayo de 1976 en la localidad bonaerense de Beccar,
conforme puede apreciarse en el legajo Conadep nro. 982.
810) POURTALE, Marta Enriqueta
De acuerdo a la versión brindada por Pedro Eduardo Pourtale, su hermana
Marta Enriqueta, quien era militante peronista, fue secuestrada durante el mes de
diciembre de 1976, en la localidad de Villa Ballester, provincia de Buenos Aires.
Con posterioridad al último encuentro que ambos mantuvieron, ocurrido en el
transcurso de ese mes, el testigo recibió un llamado telefónico de la comisaría de la
mencionada localidad en el que se le comunicó que allí se encontraba el hijo de su
hermana de cuatro años de edad. Finalmente, al concurrir a dicha dependencia, se le
hizo entrega del menor sin darle explicación alguna acerca de los motivos de su
presencia en el lugar.
De otras partes del legajo donde obra la declaración recién citada concretamente, la comparecencia de Néstor Oscar Martínez (ver fs. 12)-, surge
que el operativo que culminó con el secuestro señalado fue llevado adelante por
38
Ministerio Público Fiscal de la Nación
fuerzas de seguridad y que, para el momento del hecho, la víctima se encontraba
“embarazada de 7 meses y del nacimiento no han tenido noticias sus familiares”
(legajo SDH 658).
Su presencia en la Escuela de Mecánica de la Armada surge del Anexo del
Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado
“Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria. Listado alfabético O-Z
24/03/76-10/12/83” (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm) y de los
listados de personas vistas allí aportados por el Miguel Ángel Lauletta (fs. 28.535
y 28.550) y Alfredo Manuel Juan Buzzalino (fs. 14.221 y 14.224/8), donde “La
Gorda María” figura como su posible apodo.
Del Legajo SDH nro. 2891 surge la declaración de su cuñada, María del
Carmen Villamayor, quien afirmó que el 10 de diciembre de 1976 se hicieron
presentes en el domicilio de su hermano -sito en Bacacay y Cuenca, ciudad de
Buenos Aires- varias personas vestidas de civil, en automóviles sin identificación,
quienes detuvieron a Juan Carlos Villamayor y a Marta Enriqueta Pourtale con quien
convivía. La madrugada del día siguiente retornaron al lugar destruyendo,
revolviendo y sustrayendo los bienes que allí se encontraban. Agregó que la sra.
Pourtale se encontraba embarazada de ocho meses al momento de su detención.
820) EPSTEIN, Mónica Hortensia
Según surge de la versión brindada por María Laura Epstein, su hermana
Mónica Hortensia habría sido secuestrada el 23 de diciembre de 1976 en esta ciudad
de Buenos Aires. Al respecto, señaló que su familiar -quien se desempeñaba como
“…defensora de presos políticos de Capital y San Isidro…” y había sido asesora
legal de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires entre 1973 y
1974- había concurrido, el día del hecho, a saludar a sus padres a una quinta ubicada
Marcos Sastre y Ricardo Gutiérrez, localidad de López Carmelo, partido bonaerense
de Tigre. Y que, una vez finalizada la reunión, se retiró del lugar, “siendo ésta la
última noticia que tiene respecto de su paradero”.
Por otra parte, explicó que su familia no había interpuesto hábeas corpus ni
efectuado denuncia alguna -a excepción de una presentación ante la OEA-, dado
que no conocía el domicilio de Mónica, quien omitía brindar esa información, y era
ella quien organizaba los encuentros. Asimismo, recordó que “…en el año 1976
39
Ministerio Público Fiscal de la Nación
(…) la tuvo unos días en la casa, pues algo hacía entrever que estaba perseguida”.
Otro factor que, según expresó, influyó en el tiempo transcurrido hasta que se
presentó la correspondiente denuncia ante la Conadep fue la posibilidad de que la
víctima estuviera fuera del país.
Finalmente, en el Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o
ejecución sumaria. Listado alfabético A-N 24/03/76-10/12/83”, donde la
damnificada figura como “Mónica Hortensia Epstein Levkovsky”, víctima
desaparición forzada ocurrida a partir de la fecha señalada, se hace alusión a su paso
por
la
Escuela
de
Mecánica
de
la
Armada
(cotejar
en
http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm), lo que se compadece con la información
obrante en los listados de personas vistas en esa dependencia naval aportados por
Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 28.535 y 28.550).
823) DOCAL de TORINI, Perla Nelly
El hermano de la víctima, Jorge Hipólito Docal manifestó que “...Mi
hermana era asistente social… estaba empleada en la Municipalidad de la ciudad
de Buenos Aires y le correspondía la atención de una villa de emergencia, creo que
ubicada en la villa de Retiro… Poco antes del proceso militar pareció intuir que las
personas que intervenían en la junta vecinal de la villa o alguna de ellas,
presuntamente estaban vinculados a la Juventud Peronista o algo así. Confesó que
se sentía comprometida pero no tenía miedo… Antes de su desaparición vivía en la
calle Bulnes, entre Gorriti y Cabrera… de alguna manera se enteró que la
buscaban y se trasladó, no sé adónde, una vecina de ella nos informó que en su
ausencia, un grupo fuertemente armado había invadido su departamento,
destrozando la puerta de acceso, revolviendo todo y robándose muchas cosas. Mi
hermana me llamó por teléfono, se lo conté y se preocupó mucho. Luego vivió en
otro domicilio, que no conocimos, solo sé que la encontré unas pocas veces en
Corrientes y Medrano, donde le llevaba a nuestra anciana madre para que
estuviera un día con ella. Luego se mudó a un pequeño departamento cerca del
hospital de Clínicas, ahí la visitamos con mi esposa creo que un par de veces.
Luego, una amiga que no se identificó nos avisó por teléfono que era posible que a
mi hermana la habrían secuestrado porque faltaba hacía muchas horas y
significativamente no se había llevado el par de lentes de contacto, creo que tenía
40
Ministerio Público Fiscal de la Nación
que cambiarlos cada cuatro horas. Nunca supimos nada más de mi hermana…”
(ver testimonio de Jorge Hipólito Docal obrante en el legajo SDH nro. 2576).
Perla Nelly Docal de Torini fue privada ilegalmente de su libertad el 14 de
enero de 1977 en la ciudad de Buenos Aires y permanece desaparecida (ver informe
Conadep “Nunca más”, Anexo I, Tomo I, página 290, Eudeba, 2006, legajo SDH
nro. 2576).
La permanencia de Perla Nelly Docal de Torini en la Escuela de Mecánica de
la Armada surge de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel Lauletta
(ver fs.16.900 y 16.909, 28.535vta. y 28.550).
825) ANGELUCCI, Domingo
El hijo de la víctima, Julio César Angelucci, manifestó que: “…es hijo del
desaparecido Domingo Angelucci, quien se desempeñaba en la Caja Nacional de
Ahorro y Seguro como apoderado. Era Abogado… Aparte de trabajar en la Caja,
su padre tenía un Estudio Jurídico en la calle Lavalle entre Paraná y Uruguay. El
día 26 de Enero de 1977 se dirigió a Coordinación Federal en compañía de su
cuñado Juan Magaña, y del socio de su ex esposa Carlos Ogando a gestionar y
retirar el Pasaporte de Marta Eguren, esposa de John William Cooke. Los
nombrados permanecen afuera en una confitería aguardándolo, pero este no sale
nunca más. Interpusieron recursos de habeas corpus, y enviaron un telegrama al
Ministerio del Interior que nunca tuvo respuesta, y los recursos todos tuvieron
resultado negativo…” (ver testimonios obrantes en el legajo Conadep nro.1974).
La presencia de Domingo Angelucci en la Escuela de Mecánica de la
Armada se encuentra corroborada por los testigos Miguel Ángel Lauletta y
Alfredo Buzzalino (ver fs. 14.217 y 14.224/8, fs. 16.901 y 16.909, y fs. 28.536 y
28.550).
826) LÓPEZ de STENFER, María Cristina
La madre de la víctima, Blanca Turnillo de López manifestó que su hija fue
muerta el día 28 de enero de 1977 a las 20 horas, acribillada a balazos en la esquina
de las calles Federico Lacroze y Rosetti de la ciudad de Buenos Aires, con fuego
cruzado por un grupo de individuos armados, vestidos de civil y otros con uniforme,
con dos coches que cruzaron la esquina cerrándole el paso. Señaló que el cuerpo fue
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
recogido por las mismas fuerzas y su cadáver nunca fue entregado. Indicó además
que su hija pertenecía a la organización Montoneros, y que la información brindada
la supo por vecinos de la zona (ver testimonio obrante en el legajo Conadep nro.
113).
La vinculación del caso con la Escuela de Mecánica de la Armada se
encuentra corroborada por los testigos Miguel Ángel Lauletta y Alfredo
Buzzalino (ver fs. 14.217 y 14.224/8, fs. 16.901 y 16.909, y fs. 28.536 y 28.550),
quienes la recordaron con el apodo de “Beba” o “Violeta”.
827) MORENO PERA, José Manuel
La esposa de la víctima, Eva del Carmen Alderete, manifestó que “…la
desaparición de su esposo José Manuel Moreno ocurrida el día 03-02-77… entre
las 19:00 y 20:00 horas… según manifestaron… los empleados y obreros de la
fábrica textil sita en Paso 151 de Cap. Fed. donde la víctima trabajaba. José
Manuel se retiró de su trabajo a las 19 horas con dirección a su domicilio,
desconociéndose desde entonces su paradero…”. Asimismo, la testigo dejó
constancia de que su esposo militaba en la juventud peronista, era Delegado de la
Administración General de Puertos y Aduana y Vicepresidente de la Comisión
Interna y Asociación Mutualista del Diario La Razón. Algunos de sus compañeros
de trabajo habían sido secuestrados poco antes de su desaparición. También indicó
que fue visto en dependencias del Primer Cuerpo del Ejército sito en Palermo (ver
testimonios de Eva del Carmen Alderete obrantes en el legajo Conadep nro. 5739).
La permanencia de José Manuel Moreno Pera en la Escuela de Mecánica de
la Armada surge de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel Lauletta
(ver fs. 16.901 y 16.909, y 28.536 y 28.550).
828) ZERBINO, Daniel Hugo
Daniel Hugo Zerbino fue privado ilegalmente de su libertad el 15 de febrero
de 1977 en Av. Álvarez Thomas y Juramento de la ciudad de Buenos Aires (ver
informe Conadep “Nunca más”, Anexo I, Tomo II, página 965, Eudeba, 2006,
documentado en el legajo Conadep nro. 5415).
Daniel Hugo Zerbino militaba políticamente en la Juventud Guevarista y
conforme testimonios de su madre, Triestina Carolina Signorello de Zerbino, la
42
Ministerio Público Fiscal de la Nación
víctima habría sido capturada y herida durante un procedimiento efectuado por las
Fuerzas Armadas (ver constancias aunadas en el legajo Conadep nro. 5415).
La permanencia de Daniel Hugo Zerbino en la Escuela de Mecánica de la
Armada surge de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel Lauletta (ver
fs. 16.901 y 16.909, y 28.536vta. y 28.550).
829) FERNÁNDEZ RANRROC, Oscar Alejandro
El padre de la víctima, Alejandro Fernández, indicó que: “…Que el mismo
día 22 de diciembre de 1982 ppdo recibí, nuevamente un llamado telefónico
anónimo (en horas de la tarde), llamado telefónico en el cual una voz masculina me
explicó -prácticamente- todos los detalles de la desaparición de mi descendiente,
producida el 3 de marzo de 1977…Lo que sigue es lo que me fue narrado, a saber:
Con Anterioridad, fue apresado un individuo, cuya identidad no fue suministrada, a
quien relacionaron como amigo de un tal ‘COCO’, buscado por el Servicio de
Inteligencia da la Marina. El arrestado, en su declaración, manifestó desconocer
nombre, apellido v domicilio de ‘COCO’, dando como única referencia que
‘COCO’ trabajaba de taxista, en horario nocturno, y que el vehículo parecía ser de
un soldado que prestaba su servicio en el ‘Círculo de Oficiales de Aeronáutica’
agregando que en una oportunidad, presenció cuando ‘COCO’ le rendía la
recaudación de la noche anterior y cuyo nombre desconocía. Posteriormente, al
detenido le mostraron fotos de los soldados que prestaban servicios en dicho
Círculo, señalando a uno de ellos, de apellido Torres, como el soldado al que
‘COCO’ le entregó la recaudación de la referencia. A Torres lo tuvieron retenido
diez días, aproximadamente; luego, le dieron la baja del servicio militar y fue
puesto en libertad, pudiendo apreciarse las señas de los tratos recibidos. Al
encarcelado, amigo de ‘COCO’, lo llevaron esposado al Círculo de Aeronáutica;
hicieron desfilar por un pasillo a los soldados y el detenido, desde un cuarto
oscuro, señaló al soldado Fernández como el dueño del taxi. En un primer
momento se planeó dejar salir al soldado Fernández (al cumplir su horario, o sea a
las 15:00 hs.), para luego detenerlo en la vía pública, momentos después hubo una
contraorden y fue llevado, en un rodado de la repartición por los suboficiales
‘Prieto Paolo’ y ‘Carlos Muñoz’. Minutos más tarde se detuvo frente a la entrada
de la Av. Córdoba 731 un vehículo, del cual bajo uno de sus ocupantes,
manifestando que venía en busca del soldado Fernández, informándosele que el
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
soldado ya había sido trasladado por dos suboficiales. El informante reconoció a
los ocupantes del vehículo como componentes del Servicio de Inteligencia de la
Marina. Una vez concluido el relato, quise saber quién era el informante y agregó
‘por razones obvias, no puedo identificarme; solo quise que usted supiese cómo y
por qué desapareció su hijo, y lo hago por no estar de acuerdo con los
procedimientos, suerte’. Con relación al taxi mencionado, marca Ford ‘FALCON’
modelo 1971, estaba inscripto en el Registro Automotor a nombre de mi señora
Juana Esther Ranrroc da Fernández, su dueña y el tal ‘COCO’ es ‘Alberto
Bello’…” (ver testimonio obrante en el legajo Conadep nro. 544).
Por su parte, la madre de la víctima, Juana Esther Ranrroc de Fernández
relató que: “…Fernández se hallaba incorporado al Servicio Militar en la Fuerza
Aérea desde 9-2-76, prestándolo en el Círculo de Oficiales de Aeronáutica,
Córdoba 735. El día 3-3-77 fui informada de que mi hijo había sido enviado en
comisión a la librería ‘La Nena’. Según lo comprobé luego, a las 11:30 horas salió
del Círculo Militar en compañía de los suboficiales Prieto Paolo y Carlos Muñoz. A
las 20.30 horas del mismo día, se recibió en mi domicilio un llamado telefónico de
mi hijo diciendo ‘habla Oscar, díganle a la mami que estoy de guardia, que se
quede tranquila’. El día 4 de Marzo, 5 personas de civil se presentaron en mi
domicilio pidiendo datos sobre ‘Coco’ que era la persona que compartía con mi
hijo la explotación del taxi en que estaba trabajando durante el año de la
conscripción. En días sucesivos, recibí otras llamadas de mi hijo, quien hablaba
con manifiestas limitaciones y en un caso se refirió a la persona antes denominada.
A los 20 días de la desaparición, 2 personas concurrieron a mi domicilio y
revisaron algunos efectos personales de mi hijo. En ocasión de una entrevista
mantenida en el edificio Cóndor, con un oficial que se autodenominó Comodoro
Mercado, del servicio de inteligencia, este me recibió señalando una carpeta donde
dijo quo estaba todo el asunto de mi hijo y que desde el inicio me preguntó por el
paradero de ‘Coco’. Recibí también una comunicación directa en la cual se me
informó que el día 3 había sido llevado al Círculo una persona esposada a quien,
aunque con dificultades, se hizo reconocer a mi hijo. También que la intención
inicial había sido hacerlo detener a la salida del Círculo por personas
transportadas en automóvil y que posteriormente se cambió la orden por la de
hacerlo salir con automóvil por la puerta de la calle Paraguay en compañía de los
dos suboficiales más arriba mencionados…” (ver testimonio obrante en el legajo
Conadep nro. 544).
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
Por último la presencia de Oscar Alejandro Fernández Ranrroc en la Escuela
de Mecánica de la Armada se encuentra corroborada por los testigos Alfredo
Buzzalino y Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 14.216/23, fs.16.901 y 16.909, y fs.
28.536 y 28.550), y también documentada en el informe Conadep “Nunca más”,
Anexo I, Tomo I, página 325 (Eudeba, 2006), legajo Conadep nro. 544.
830) FANTINO, Raúl Bernardo
Las circunstancias relacionadas a los hechos criminales que damnificaron a
Raúl Bernardo Fantino se encuentran documentadas en el Legajo Conadep nro.
4258. Allí consta la denuncia efectuada por su madre, Nélida Magdalena
Canavero, dando cuenta de la información que obtuvo en orden al secuestro y
desaparición de su hijo (ver constancias aunadas al legajo Conadep nro. 4258).
La permanencia de Raúl Bernardo Fantino en la Escuela de Mecánica de la
Armada surge también de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel
Lauletta (ver fs. 16.901 y 16.909, y 28.536vta. y 28.550), donde consta que su
secuestro se produjo el 28 de febrero de 1977. Por otra parte, el caso se encuentra
documentado en el informe Conadep “Nunca más”, Anexo I, Tomo I, página 315
(Eudeba, 2006).
832) BALLESTER, Nora Alicia
La hermana de la víctima, Stella Maris Ballester, indicó que se recibió una
comunicación de una persona que no quiso identificarse y señaló que el día 1ro. de
marzo de 1977, mientras estaba en Plaza Lezica (Rivadavia al 4100), vio cuando
una joven que respondería a la descripción de la víctima, era rodeada por varios
sujetos, que luego de hablar con ella unos momentos, trataron de introducirla a
empujones dentro de un auto color verde oliva, Ford o Chevrolet. Ante los gritos de
la joven demandando auxilio, el testigo y otras personas se acercaron,
identificándose los desconocidos como “pertenecientes a las fuerzas de seguridad”.
Acto seguido, partieron a gran velocidad llevándose a la joven (ver constancias
obrantes en el legajo Conadep nro. 2973).
La presencia de Nora Alicia Ballester en la Escuela de Mecánica de la
Armada se encuentra corroborada por los testigos Alfredo Buzzalino y Miguel
45
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Ángel Lauletta (ver fs. 14.217 y 14.224/8; fs. 16.901 y 16.909, y fs. 28.536vta. y
28.550).
835) BOTTO ALDUNCIN, Diego Fernando
Diego Fernando Botto Alducin fue ilegalmente privado de su libertad el 21
de marzo de 1977 en la ciudad de Buenos Aires. Fue visto en la Escuela de
Mecánica de la Armada y permanece desaparecido (ver el Informe CONADEP
“Nunca más”, Anexo I, Tomo I, página 136, Eudeba 2006, legajo Conadep 129).
La presencia de Diego Fernando Botto Alducin en la Escuela de Mecánica de
la Armada se encuentra corroborada por los testigos Alfredo Buzzalino y Miguel
Ángel Lauletta (ver fs. 14.216/23; fs.16.894/908 y fs.28.530/50), quienes señalaron
que fue secuestrado el día 20 de marzo de 1977.
839) CABALLERO, Wenceslao Eduardo
De acuerdo al relato efectuado por Luis Rodolfo Serra, su yerno, Wenceslao
Orlando Caballero, quien desarrollaba actividades como “empleado en los
tribunales”, fue interceptado en horas de la tarde del 25 de marzo de 1977, en la
esquina de Chivilcoy y Juan B. Justo, de esta ciudad de Buenos Aires, cuando
viajaba a bordo de un vehículo particular blanco, por un grupo de personas
fuertemente armadas que se desplazaban en un helicóptero, un camión del Ejército y
un patrullero policial.
Según versiones de vecinos recolectadas por el testigo, en este contexto, el
“fuego cruzado que las armas de las fuerzas apostadas allí dirigen contra el
vehículo arriba mencionado dura varios minutos pues es contestado por los dos
ocupantes del automóvil perseguido hasta el cese de su resistencia. El resultado,
según el informe de ‘fuentes responsables’ -a todas luces del Ejército-, (…) que fue
publicado por el diario ‘La Razón’ [cuya copia obra a fs. refoliado 7 del mismo
legajo en el que se encuentra la presente declaración] sería el de un ocupante del
auto muerto y el otro se habría escapado con vida (…)
…Según nuestras informaciones se trataba de una verdadera cacería pues
tanto desde el helicóptero como desde el coche patrullero se acribillaba
literalmente al coche blanco que huía [por la calle Chivilcoy] y que es encerrado
finalmente con el auxilio de un camión del Ejército al ingresar en la Av. Juan B.
46
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Justo. Nuestro informante que presenció la parte final de dicho operativo no
recuerda a las otras víctima de estos hechos salvo al de un ocupante del auto
blanco, joven, de traje marrón a rayas claras, de pelo castaño casi rubio, que yacía
de bruces (…)
…Esta versión nos fue proporcionada por el señor Víctor Álvarez, de origen
paraguayo, de oficio confeccionista de zapatos a medida, con taller ubicado en
Chivilcoy 1195 Capital. Agrega que finalizado el tiroteo, un uniformado se acercó
al cuerpo que, sin signos de vida, [como ya había adelantado] yacía de bruces
vaciando sobre el mismo el cargador completo de la ametralladora manual de que
iba provisto (…)
…La causal circunstancia de que el señor Víctor Álvarez nos dé su versión
de lo ocurrido se origina cuando mi esposa, María Esther Elguezabal de Serra,
cliente de años de su taller, pasa el día 26 de marzo de 1977 a las 11 horas a
retirar un par de zapatos (…), se enteraron de los detalles por él narrados y la
coincidencia del coche color blanco, con las señas del traje que vestía el caído en
lucha, el color de cutis y cabello y hasta los mocasines que usaba, nos movió a
contactarnos a nuestra hija, Laura Adriana Serra de Caballero, confirmándonos
ésta el desenlace del enfrentamiento ocurrido. No obstante lo apuntado por
nosotros de la casual presencia del señor Álvarez y su relato, nuestra hija se aferra
en su desesperación a la versión periodística antes dicha y nos requiere
interpongamos recurso de Hábeas Corpus por su esposo”, ya sea para conocer su
paradero como para recuperar su cuerpo.
Para mayor información, corresponde señalar que el 29 de abril siguiente, la
esposa del damnificado fue ultimada, al intentar huir de quienes procuraban
capturarla, en las inmediaciones de las Avenidas Acoyte y Rivadavia, también de
esta ciudad de Buenos Aires, al concurrir a una falsa cita, en la que esperaba que le
brindaran información acerca de la suerte corrida por aquél (fs. 3/4 del legajo
Conadep 73).
Por otra parte, del Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o
ejecución sumaria. Listado alfabético A-N 24/03/76-10/12/83”, surge que este
damnificado fue visto en el centro clandestino de detención denominado “Olimpo”
y en aquél que funcionaba en la Escuela de Mecánica de la Armada (cotejar en
http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm). Esta última información, a su vez, se
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
condice con los datos emergentes de los listados aportados por aportados por
Miguel Ángel Lauletta (fs. 16.902 y 16.909, y 28537 y 28.550).
841) MANRIQUE SAAVEDRA, Roberto
Manuel Edgardo Manrique Saavedra manifestó que su hermano Roberto,
de nacionalidad peruana, quien intervenía en actividades políticas, fue detenido en
abril de 1977, cuando se encontraba en una reunión en la Universidad Nacional de
La Plata con estudiantes argentinos del Movimiento de Izquierda, quienes corrieron
igual suerte. Agregó que todos ellos fueron llevados a una dependencia policial y
que estudiantes -radicados para noviembre de 1982 en Piura, República de Perú- y
un hombre de apellido Carrión fueron testigos del hecho. A raíz de lo ocurrido,
interpuso recursos de hábeas corpus en 1980, que no habrían arrojado resultado
positivo (legajo Conadep 6950).
De la compulsa del Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o
ejecución sumaria. Listado alfabético A-N 24/03/76-10/12/83”, surge que fue
secuestrado en abril de 1977 en la sede de la Universidad Nacional de La Plata
ubicada en esa ciudad de la provincia de Buenos Aires. No se hacen referencias a su
paso
por
centro
clandestino
de
detención
alguno
(cotejar
en
http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm).
La información relativa a su cautiverio en la Escuela de Mecánica de la
Armada surge de los listados aportados por Miguel Ángel Lauletta (fs. 16.902 y
16.909, 28.537 y 28.550).
842) POBLETE, Carlos Simón
Carlos Simón Poblete, quien era militante en la Juventud Peronista y en el
Centro de Estudiantes de Ingeniería de la Facultad de Ingeniería de la Universidad
Nacional de San Juan, fue ilegalmente privado de su libertad con violencia, abuso de
sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 1ro. de abril de
1977 en la ciudad de Buenos Aires.
La permanencia de Carlos Simón Poblete
en la Escuela de Mecánica de la Armada surge de los listados aportados por Alfredo
Buzzalino y Miguel A. Lauletta (fs. 14.216 y 14.224/8; 16.902 y 16.909, y 28.537
y 28.550).
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
Este hecho forma parte del Informe CONADEP “Nunca Más” Anexo I Tomo
II, página 723, Eudeba 2006, legajo SDH 2663 y legajo Conadep 8976.
Isabel de la Cruz Poblete, hermana del damnificado, señaló que éste era
militante en la Juventud Peronista y en el Centro de Estudiantes de Ingeniería de la
Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de San Juan y que su familia dejó
de tener noticias de él el 1ro. de abril de 1977 (Legajo SDH nro. 2663).
Por su parte, Graciela Geuna (Legajo CONADEP nro. 764) manifestó que:
“En abril o mayo de 1977 fue secuestrado un matrimonio de apellido Poblete,
fueron secuestrados por personal de La Perla (…) Tengo los siguientes elementos
de identificación: ella era de Mendoza y su marido de San Juan, de una familia
numerosa. Uno de los hermanos del marido se llama Isidro y yo lo conozco a Isidro
ya que era en 1971 estudiante en el seminario de Río Cuarto y yo concurría al
seminario para reuniones y encuentros de grupos de jóvenes cristianos. Sé que su
hermano es Isidro Poblete porque 1ro) le pregunté ya que se parecía mucho
físicamente. 2) Vi el nombre Isidro en la ficha que había en La Perla del Señor
Poblete que fue secuestrado. La sra. Poblete [María del Carmen Moyano, apodada
‘Pichona’] era de tez morena, estaba embarazada de varios meses, yo calculo siete
u ocho meses. Estuvo pocos días en La Perla, a la semana aproximadamente (…)
[l]a vino a buscar el Capitán José Carlos González (alias) ‘Monseñor’, ‘Juan
XXIIII’ o ‘Quiroga’. Se la llevaron a la hora de la siesta, yo la vi ya que a mí me
sacaron del recinto donde vivíamos y que era una ‘cuadra’ para llevarme al galpón
de La Perla para lavar autos junto a un grupo de prisioneros y la Sra. de Poblete a
quien decían ‘Pichona’ estaba acostada en una ambulancia y el Capitán González
le decía que no se asustara, que la iban a llevar a una cárcel de Mendoza para que
tenga a su hijo. Nunca más la trajeron a La Perla. Esa fue la última vez que la vi
(…) Su marido fue trasladado días después con destino desconocido” (cfr. legajo
SDH 2663, relativo a Poblete).
Teresa Celia Meschiatti (mantenida en cautiverio en “La Perla” desde el 25
de septiembre de 1976 hasta el 28 de diciembre de 1978, legajo Conadep 4279),
además de expedirse en similares términos con relación a la fecha de secuestro de la
pareja y condición de embarazo de Moyano, refirió que: “El matrimonio Poblete
estaba acostado junto, en colchonetas de paja, ubicado uno al lado del otro. No
recuerdo el tiempo que estuvieron en La Perla pero fueron trasladados en forma
separada. Una vez aquí en Suiza, al tomar contacto con Solarz de Osatinsky,
detenida en la ESMA (...) me enteré que ‘Pichona’ había dado a luz en ese campo,
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
siendo trasladada inmediatamente después. De él se pierden todos los datos en
Córdoba” (ver legajo Conadep 3186).
Del relato de los hechos efectuado por Francisco Moyano, abuelo de María
del Carmen, surge que ésta “[d]esapareció en Capital Federal donde viajó en busca
de trabajo. Estaba próxima a dar a luz en abril – mayo 1977. Posteriormente supe
en forma extraoficial que estuvo detenida y atendida en la Escuela de Mecánica de
la Armada…” (cfr. legajo Conadep 3186).
Lisandro Raúl Cubas (legajo Conadep 6974) señaló que María del Carmen
Moyano dio a luz a un varón en la Escuela de Mecánica de la Armada y que su
marido se encontraba “secuestrado en un lugar secreto de detención de Córdoba”
(ver legajo SDH citado).
Por otra parte, cabe señalar que la información relativa al cautiverio de
Poblete en la Escuela de Mecánica de la Armada se desprende del Anexo del
Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado
“Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria. Listado alfabético O-Z
24/03/76-10/12/83”, donde esta víctima figura como “Carlos Simón Poblete
Brizuela”, víctima de la desaparición forzada ocurrida a partir del 1ro. de abril de
1977,
en
esta
ciudad
de
Buenos
Aires
(cotejar
en
http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm.).
843) BERTI, Carlos Guillermo
De acuerdo con la versión brindada por Lía Beatriz Domínguez y Nélida
Teresa Berti, madre y tía de la víctima, respectivamente, Berti Domínguez
estudiaba en la Universidad de Córdoba, pero a fines de 1976, luego de que en julio
de ese año se produjera un allanamiento en su domicilio, resolvió mudarse a Buenos
Aires. Desde su nuevo lugar residencia, se comunicaba regularmente con sus
familiares, hasta que entre marzo y abril de 1977 éstos dejaron de recibir noticias
suyas. Durante el curso del mes de octubre siguiente, una persona que no dio a
conocer su identidad les informó telefónicamente que se encontraba detenido. Resta
señalar que, según estas testigos, el hecho habría ocurrido presumiblemente en la vía
pública en la ciudad de Buenos Aires (Legajo Conadep nro. 4022).
La información relativa a su cautiverio en la Escuela de Mecánica de la
Armada surge tanto del Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
ejecución sumaria. Listado alfabético A-N 24/03/76-10/12/83”, donde esta víctima
figura
como
“Carlos
Guillermo
Berti
Domínguez”
(cotejar
en
http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm), como de los listados aportados por Miguel
Ángel Lauletta (fs. 16.902 y 16.909, y 28.537vta. y 28.550), quienes indicaron que
la víctima fue secuestrada el día 11 de abril de 1977.
844) LERTORA, Roberto Fernando (apodado “Momi”) y 845) MOSSO
de CARLEVARO, Adriana
Fue ilegalmente privado de su libertad, con violencia, abuso de sus funciones
y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 27 de abril de 1977 en la calle
Maza nro. 914 de la ciudad de Buenos Aires.
Posteriormente, fue trasladado a la ESMA donde se lo mantuvo
clandestinamente detenido y fue sometido a condiciones inhumanas de vida.
La permanencia de Roberto Fernando Lertora en la Escuela de Mecánica de
la Armada surge de los listados aportados por Alfredo Buzzalino y Miguel Ángel
Lauletta (ver fs. 14.216 y 14.224/8; fs. 16.902 y 16.909, y fs. 28.537vta. y 28.550).
Este hecho forma parte del Informe CONADEP “Nunca Más” Anexo I Tomo
I, página 505, Eudeba, 2006, legajo Conadep 5731.
Asimismo, la permanencia de Adriana Mosso de Carlevaro en la ESMA surge
de los listados aportados por Miguel A. Lauletta (fs. 16.902 y 16.909), de las
expresiones de Alfredo Buzzalino (fs. 14.216 y 14.224/8) y de los Legajos Conadep
nros. 2807, 3512 y 458.
El secuestro de Roberto Lertora también surge del testimonio de
Encarnación Rojas, madre del nombrado, quien señaló que “a través de su
consuegra se enteró que su hijo [quien era militante de la organización Montoneros,
el 27 de abril de 1977] (…) fue secuestrado por un grupo de individuos fuertemente
armados, que dijeron pertenecer a fuerzas de seguridad, de su domicilio [ubicado en
Maza 914, de esta ciudad de Buenos Aires], en el que se encontraba con sus dos
pequeñas hijas. Su esposa Marta Noemí Santos, que se encontraba en el almacén, al
ver el operativo, escapó. Avisó a su madre por teléfono para que fuera a buscar a
las nenas”. Agregó que además de Lertora y sus hijas, “se encontraba en el
departamento la joven Adriana Mozzo (que fue llevada y está desaparecida) y una
hijita de ésta de 3 años de edad, María Angélica, que estuvo un mes con la Sra. de
Lértora hasta que fue entregada a sus abuelos maternos. La joven Marta Noemí
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
Santos se encuentra actualmente en Río de Janeiro. Extraoficialmente, supo que el
procedimiento fue efectuado por el Batallón 601 – con asiento en Villa Martelli.
Presentó recurso de habeas corpus en Tribunales” de Capital Federal (cfr. legajo
Conadep 5731).
Por su parte, Roberto Fernando Lertora, padre de la víctima, refirió haber
podido recoger en el lugar del hecho la siguiente información: “La propiedad de
Maza 914 Capital, consta de 3 de departamentos, dos en planta baja y uno en la
alta.- el 1ro está ocupado por la dueña del edificio, el que sigue por mi hijo y su
familia. La única puerta de acceso al mismo es la que se encuentra ‘pegada’ al
departamento de los dueños del edificio. Según versión de la dueña de la casa, el
día del hecho, civiles armados golpearon y obligaron a ésta a franquear la entrada,
entraron al departamento y maniataron a una mujer presumiblemente una visita y le
dieron muerte con sus ametralladoras, llevándose el cuerpo, posteriormente se
llevaron a mis hijos, después fue avisado el abuelo paterno en forma telefónica para
que retire a las nenas hijas del matrimonio, encontrándose éstos con la sorpresa de
una tercera nena, presumiblemente hija de la mujer muerta, hasta la fecha
[24/05/77] pese a las diligencias hechas no se ha podido saber quiénes son sus
padres o parientes.- Los primeros días fue imposible el acceso al departamento por
excusas de la dueña, finalmente el día 21 del cte., se pudo entrar comprobándose su
total saqueo (…) Aclaró la dueña que lo llevaron todo en una ambulancia. Me resta
saber si los dueños de casa que presenciaron un crimen y luego un robo hicieron
alguna denuncia, y si atestiguaron lo visto. En su oportunidad se pidió a la
Comisaría n° 20, autorización para entrar al departamento, y manifestaron que no
sabían nada, que ahí no se había efectuado ningún procedimiento” (cfr. legajo
citado).
847) CALERO, Cristina, 848) EIRAS, María Luisa y 849) LUPPI
MAZZONE, Mary Norma
De acuerdo al relato brindado por Sergio Emilio Larrain, familiar de Luppi
Mazzone, ésta fue privada ilegítimamente de su libertad por fuerzas militares, el 10
de junio de 1977, a las 19:30 horas, en su domicilio -ubicado en Vicente López
1933, 3° piso, departamento “23”, de esta ciudad de Buenos Aires-, junto con María
Luisa Eiras, Cristina Calero y una cuarta mujer. Este familiar, además, aclaró que
los detalles del operativo fueron suministrados por el encargado del edificio. Por su
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
parte, Juan José Luppi Devoto, padre de la víctima, agregó que mientras su hija
permanecía desaparecida, el resto de las víctimas habían sido liberadas veinticuatro
horas después de su detención (cfr. Legajo Conadep 1303).
Cabe señalar que las tres damnificadas individualizadas fueron mencionadas
en los listados de personas privadas de su libertad en la ESMA aportados por
Miguel Ángel Lauletta (fs. 16.903 y 16.909, y 28.538vta. y 28.550) y Alfredo
Manuel Juan Buzzalino (fs. 14.216 y 14.224/8).
851) BARROCA, Graciela Mabel y 852) STREJILEVICH, Gerardo
Nora Strejilevich relató que el 16 de julio de 1977, días después de no haber
tenido noticias de su hermano Gerardo, se encontraba en su domicilio ubicado en
Corrientes 2583, 3° piso, departamento “8”, de esta ciudad de Buenos Aires,
preparando algunas cosas para partir rumbo a Israel por un viaje de trabajo, cuando a
las 14:00 horas “se oyeron golpes en la puerta, que mis padres fueron a atender. Yo
me encontraba en la parte del fondo del departamento, desde donde pude escuchar
gritos de mi madre, corridas, e inmediatamente un par de jóvenes me había
encañonado y ubicado contra la pared del comedor. El allanamiento duró, creo, un
par de horas, tal vez menos. Retiraron libros, papeles, fotos y apuntes del
dormitorio de mi hermano (…) también revisaron mi habitación y equipaje y
seleccionaron
algunos
libros,
papeles
y
objetos
que
me
pertenecían”.
Posteriormente, fue vendada y llevada a un centro clandestino de detención -en cuyo
trayecto fue discriminada por su condición de judía-, donde fue torturada con picana
eléctrica e inquirida -entre otras cuestiones- acerca de su hermano. También, en lo
que a estos casos interesa, puntualizó: “…durante el interrogatorio, pude escuchar
los gritos de mi hermano y de su novia, Graciela Barroca, cuyas voces pude
distinguir perfectamente. Además, los torturadores se refirieron a una cicatriz que
ambos (mi hermano y yo) tenemos en la espalda, lo que ratificó la idea de que él se
encontraba en ese lugar”. Finalmente, indicó: “Probablemente yo haya estado en el
‘Club Atlético’. Mi suposición se basa en testimonios de otros presos que han hecho
descripciones y mapas de ese lugar, que coinciden con mis experiencias” (cfr.
legajo Conadep 2535).
De las distintas presentaciones de Emilia Esther Lahera surge que su hija,
Graciela Mabel Barroca, quien si bien no militaba en ninguna agrupación política
era simpatizante peronista, fue privada de su libertad en la noche del 15 de julio de
53
Ministerio Público Fiscal de la Nación
1977. Concretamente, la mujer señaló que, a las 22:15 horas, un grupo de 7 u 8
personas vestidas de civil y dotadas de armas automáticas se hicieron presentes en
su domicilio -ubicado en Adolfo Alsina 3728, Villa Martelli, provincia de Buenos
Aires-, balearon el frente de la vivienda y amenazaron con dinamitarla para luego
irrumpir en su interior, donde se encontraban la madre, el padre y la hermana de la
víctima, a quienes redujeron e interrogaron. Entre las 23.00 y 23.30 horas, Barroca
regresó a su domicilio proveniente de la casa de una compañera de la Facultad de
Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires donde habían estado estudiando
para un examen. Finalmente, alrededor de tres horas luego de iniciado el operativo,
la damnificada fue secuestrada y “el que parecía ser el 2do. Jefe se apersonó al
padre manifestando que se llevaban a Graciela para ser interrogada por un
‘capitán’: que no se le había encontrado nada, pero que había pertenecido a la JUP
(…) nos indicó que rogáramos para que Graciela no tuviese nada y que si así era a
los cinco o seis días la devolverían, si no tendría para cinco o seis años (…) Al día
siguiente al concurrir el padre a la Comisaría de Villa Martelli, que queda en la
misma manzana por el frente que da a la calle Laprida para denunciar el
‘secuestro’ de su hija y el ‘avasallamiento’ de la vivienda sin orden judicial, se le
expresó confidencialmente al padre, que no había tal secuestro porque la habían
detenido fuerzas de EJÉRCITO Y SUPERINTENDENCIA FEDERAL”; no habían
actuado ante los disparos “porque se había recibido orden del EJÉRCITO de que se
iba a realizar un procedimiento en ese lugar” (ver legajo Conadep 6256).
Resta señalar que de ambos legajos Conadep citados, así como también de la
publicación cuya copia se encuentra a fs. 32.377/79 -especialmente 32.379- surge
que ambas víctimas eran estudiantes de Ciencias Exactas de la UBA y se
desempeñaban en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
Finalmente, en la presentación cuya copia obra a fs. 32.392/32.411 efectuada
por hijos de diversas víctimas, se señala que el 15 de julio de 1977 Gerardo
Strejilevich “manifestó a su familia que a la noche, después de trabajar, iría a
buscar a su novia y luego volvería a dormir, como lo hacía habitualmente (…)
Alrededor de las 19.30 – 20 horas de ese 15 de julio, Gerardo llegó al domicilio de
una compañera de estudios, donde Graciela Barroca -su novia- y otros estudiantes
estaban preparando una materia sobre la que tenían que rendir un examen parcial.
A esa hora dejaron de estudiar y Gerardo acompañó a Graciela a tomar un medio
de locomoción que la llevara a su domicilio. Luego mantuvo una conversación con
uno de los estudiantes, Manuel Ricardo Rojas, a quien le hizo saber su
54
Ministerio Público Fiscal de la Nación
preocupación ya que había notado que era seguido y temía volver a casa solo. Ante
esta situación resolvieron dormir juntos en el domicilio de la calle Mateo
Echegaray 4964, Dto. 4, Caseros, que ocupaba Rojas con su esposa e hijos, quienes
se encontraban en ese tiempo de vacaciones. A las dos de la madrugada,
aproximadamente, un grupo de personas vestidas de civil, fuertemente armadas,
irrumpió violentamente en ese departamento, amenazando a Rojas con un revólver
lo obligaron a tirarse al piso y luego a ponerse contra la pared. En idéntica
situación fue puesto Gerardo, en medio de gritos y amenazas. El grupo secuestrador
se llevó a ambos” (ver en particular fs. 32.397/vta.).
Finalmente, ambas víctimas se encuentran entre las personas privadas de su
libertad en la ESMA, enumeradas en los listados aportados por Miguel Ángel
Lauletta (fs. 16.903 y 16.909) y Alfredo Manuel Juan Buzzalino (fs. 14.216 y
14.224/8), así como también tales circunstancias surgen de la información obrante
en el Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas
denominado “Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria…” (cotejar en
http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm), donde figura el paso de Strejilevich por la
ESMA.
En relación con estos sucesos, prestó testimonio Schejene María Laskier de
Rus (ver fs. 7 del legajo Conadep 2535), quien indicó que el secuestro de su hijo
Daniel Lázaro Rus (caso 855) no fue un hecho casual, sino previamente planeado,
puesto que para la misma época -entre el 8 y el 15 de julio de 1977- desaparecieron
tres de sus compañeros (Graciela Mabel Barroca -caso 851-, Gerardo Strejilevich caso 852- y Jorge Luis Badillo -caso 854-), que habían estudiado en la misma
universidad y, en forma dependiente o libre, se encontraban relacionados con la
Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
853) ZUNINO, Enzo Rafael Domingo
Fue ilegalmente privado de su libertad con violencia, abuso de sus funciones
y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 25 de julio de 1977, en la vía
pública en Alvear, Rosario, provincia de Santa Fe.
De acuerdo con los datos obrantes en la causa, Miguel Angel Lauletta (fs.
16.903 y 16.909, y 28538vta. y 28.550) y Alfredo Buzzalino (fs. 14.216 y 14.224/8)
vieron a esta víctima en la ESMA, precisando que su secuestro se produjo el 18 de
junio de 1977.
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
Este hecho forma parte del Informe CONADEP, Nunca Más, Anexo I Tomo
II, página 968, Eudeba, 2006, y en el legajo REDEFA 1153, donde se indica que fue
ultimado mediante una ejecución sumaria.
854) BADILLO, Jorge Luis
Antonio Jorge Badillo, padre de la víctima, relató que aproximadamente a la
01.00 del 8 de julio de 1977 “sintieron fuertes golpes en la puerta de su
departamento [ubicado en Juramento 3362, 1° piso, departamento “2”, de esta
ciudad de Buenos Aires] y gritos que se identificaban como de ‘POLICÍA’ mi hijo
les abrió e irrumpieron 4 ó 5 hombres con armas largas sin uniforme, que en ese
momento se identificaron como ‘Fuerzas Conjuntas’ sin exhibir ningún tipo de
credencial, los obligaron a tirarse al piso, y fueron cubiertos con mantas durante un
lapso de 2 horas aproximadamente fueron sometidos a interrogatorio, primero en
forma conjunta y luego por separado, mientras otros hombres revisaban el
departamento, en el ínterin a uno de ellos se le ocurrió tirar un balazo intimidatorio
(…) FINALMENTE SE LLEVARON A MI HIJO ESPOSADO Y CON LOS OJOS
VENDADOS”.
Por otra parte, señaló que el mismo día del operativo un amigo suyo -cuyo
nombre se negó a aportar- se comunicó con el Regimiento de Granaderos a Caballo
General San Martín, cuyo personal le informó que Coordinación Federal había
pedido “zona libre” a aquella dependencia para poder evitar conflictos entre fuerzas.
Finalmente indicó que, por intermedio de un familiar de su nuera Silvia del
Cerro -cuyo nombre se comprometió a aportar-, que se puso en contacto con un
policía, logró obtener la siguiente información: “El policía le dice que lo va a llevar
a ver a Jorge. Para ello lo sube a un coche vendado y durante toda una noche dan
muchas vueltas. Antes de llegar al lugar lo descubren y ve a Jorge a través de un
vidrio; este está en una especie de hall con cuatro o cinco hombres más sentado
desayunando, después le colocan como una especie de kimono y lo llevan a otra
habitación y ya no lo ve más. Según el familiar, cree que estaba en una especie de
hospital, ya que después habló con un médico (…) y éste le dijo que más que
permitirle verlo, no podía hacer otra cosa (…) Esto ocurre a fines de 1977. Este
mismo policía [a mediados de 1978] lleva a la hermana del muchacho que vio a
Jorge al Ministerio de Defensa. Ahí le muestran una carpeta con datos y fotos de
Jorge y le dicen que está vivo pero que es un momento todavía difícil para el país,
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
que no está del todo pacificado, que no pueden dejar gente en libertad (…) La
última información que reciben del policía, a través del familiar de Silvia, es que ya
no podía hacer nada por Jorge porque había pasado a la E.S.M.A. (cfr. legajo
Conadep 3655, cuya copia se encuentra glosada a fs. 41.699/713 de estas
actuaciones. Ver también presentación que en copia obra a fs. 32.392/32.411
efectuada por hijos de diversas víctimas, en particular fs. 32.394).
En el Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o ejecución sumaria.
Listado alfabético A-N 24/03/76-10/12/83”, figura como “Jorge Luis Badillo
Petrone”, víctima de desaparición forzada ocurrida en la fecha y domicilio indicado
por su padre (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm).
Aparece también en uno de los listados de personas vistas en la ESMA
aportados por Miguel Ángel Lauletta (fs. 28539 y 28.550).
En relación con este suceso, también prestó testimonio Schejene María
Laskier de Rus (ver fs. 7 del legajo Conadep 2535), quien indicó que el secuestro
de su hijo Daniel Lázaro Rus (caso 855) no fue un hecho casual, sino previamente
planeado, puesto que para la misma época -entre el 8 y el 15 de julio de 1977desaparecieron tres de sus compañeros (Jorge Luis Badillo, Gerardo Strejilevich caso 852- y Graciela Mabel Barroca -caso 851-), que habían estudiado en la misma
universidad (Facultad de Ciencias Exactas de la UBA) y, en forma dependiente o
libre, se encontraban relacionados con la Comisión Nacional de Energía Atómica
(CNEA).
855) RUS, Daniel Lázaro
Daniel Lázaro Rus fue ilegalmente privado de su libertad, con violencia,
abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 15 de
julio de 1977 en Av. de los Constituyentes y Gral. Paz (C.N.E.A.), San Martín,
provincia de Buenos Aires.
Su presencia en la ESMA surge del listado aportado por Miguel Ángel
Lauletta (fs. 16.903 y 16.909). También habría estado alojado en el centro
clandestino de detención denominado “Club Atlético”.
Este hecho forma parte del Informe CONADEP “Nunca Más” Anexo I Tomo
II, página 808, Eudeba, 2006, legajo Conadep 4576.
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
Asimismo, en el legajo Conadep 2535 correspondiente a Nora Strejilevich
(fojas 7) Schejene María Laskier de Rus indicó que el secuestro de su hijo Daniel
Lázaro Rus no fue un hecho casual, sino previamente planeado, puesto que para la
misma época desaparecieron tres compañeros de su hijo que, en forma dependiente
o libre, se encontraban relacionados con la Comisión Nacional de Energía Atómica:
ellos son: Jorge Luis Badillo -caso 854-, Gerardo Strejilevich -caso 852-y Graciela
M. Barroca -caso 851-.
858) SISTO, Enrique Rubén y 859) ZUAZU MAIO, María Nieves
En el Legajo SDH nro. 2286 Juan Carlos Sisto, padre de Enrique Rubén,
manifestó que el 20 de julio de 1977 a las 10:00 horas, al salir su hijo del domicilio
ubicado en Delgado 826, 9° piso, departamento “H”, de esta ciudad de Buenos
Aires, junto a su novia María Nieves Zuazu Maio, fueron abordados por un grupo
numeroso de personas armadas que se identificaron como policías y se los llevaron
detenidos esposados. Los captores luego ingresaron al departamento de su hijo
llevando a la novia consigo mientras se encontraba allí el padre de la víctima.
Decían pertenecer a Coordinación Federal. Más tarde se presentaron en el lugar
personas que manifestaron pertenecer a Inteligencia. Le preguntaron por
compañeros del colegio secundario, trabajo y vecinos de su hijo.
La presencia de las víctimas en la Escuela de Mecánica de la Armada surge
del listado de personas vistas allí aportado por Miguel Ángel Lauletta (fs. 16.904 y
16.909, y 28.539 y 28.550).
863) MIANI, Alberto Daniel
La madre de la víctima, María Elena Barigelletti de Miani, manifestó que:
“…el día 19 de septiembre de 1977 mi hijo se dirigió a cumplir con sus tareas
diarias a las nueve horas aproximadamente al Banco de Norte y Delta Argentino,
sucursal Vicente López donde se desempeña como empleado. Ese mismo día por la
tarde, sin saber lo que había ocurrido recibí la noticia (llamaron telefónicamente
desde el Banco a un vecino) de que mi hijo no había llegado al mismo. Esto por
supuesto nos alarmó ya que estábamos al tanto al igual que sus compañeros de
trabajo que en reiteradas oportunidades personas desconocidas seguían y
observaban todos sus movimientos en forma muy evidente, además de haber
58
Ministerio Público Fiscal de la Nación
recibido llamados telefónicos en su trabajo de personas también desconocidas que
le formulaban preguntas sin ningún fundamento. Según mi criterio y el de mis
familiares, así como también el de mi hijo en ese momento, cuando comenzaron los
hechos anteriormente enumerados e inclusive alertados por la presencia en mi
domicilio de personas de civil que se identificaron como miembros de la Policía
Federal y formularon preguntas respecto de mi hijo, pensamos que todo esto se
debe a que en días anteriores en su trabajo en conjunto con todos sus compañeros
de trabajo se había formulado, a través de una nota, una reconsideración de
aumento salarial. Preguntado entre los vecinos para ver si alguno había observado
algo anormal en el día y la hora en que pensamos que había ocurrido el secuestro
nos enteramos de que varios de ellos lo habían presenciado y nos indicaron que
inclusive como habían notado la presencia extraña de tres coches con personas
sospechosas en su interior llamaron a la comisaría primera de San Fernando para
que concurriera y como no lo hizo, llamaron también a la Regional Tigre que sí
vinieron pero cuando ya se había realizado el secuestro. Los coches eran un
Renault R-4, un Renault R-12 chapa nro. 203.532 color verde claro y un Peugeot
404 color blanco con una persona en su interior que por las características dadas
es la misma persona que lo seguía y la misma que vino a mi casa a preguntar por él
y que se movilizaba también en un coche de la misma marca y color…” (ver
testimonio obrante en el Legajo CONADEP nro. 6258).
La permanencia de Alberto Daniel Miani en la Escuela de Mecánica de la
Armada surge de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel Lauletta (ver
fs. 16.905 y 16.909, y 28.540 y 28.550).
870) MACEDO de GARCÍA, Gloria Nelly
Las circunstancias que rodean a los hechos criminales que damnificaron a
Gloria Nelly Macedo de García se encuentran documentadas en las denuncias
efectuadas por María Angélica Macedo de López en virtud de la desaparición de
su hermana, quien manifestó que la víctima era portera del edificio “Vesta”, sito en
la Av. Colón nro. 1930 de la ciudad de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires,
donde fue secuestrada el día 7 de octubre de 1977, aproximadamente a la
medianoche, junto con su esposo Rubén Justo García y su hija de 19 años de edad
Miriam Viviana. El mes previo a dicha detención, Macedo y su esposo habían sido
detenidos durante dos o tres días, por individuos que se presentaron como
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
integrantes de la Policía Federal, vestidos de civil y manifestaron buscar a un
matrimonio que vivía en un departamento del edificio, al que no encontraron y
decidieron llevarse con ellos a Macedo y su esposo aduciendo que eran cómplices de
subversivos por trabajar en el edificio donde ellos vivían (Legajo CONADEP nro.
6820).
La permanencia de Macedo de García en la Escuela de Mecánica de la
Armada surge de los listados aportados por los testigos Alfredo Buzzalino y Miguel
Ángel Lauletta (ver fs. 14.222 y 14.224/8; fs. 16.905 y 16.909, y fs. 28.540vta. y
28.550).
871) NUGUER, Hernán Gerardo
La madre de la víctima, Juana Matilde Sigaloff de Nuguer, se encontraba
junto a su hijo cuando lo privaron ilegalmente de la libertad y manifestó que “…el
día 27 de octubre de 1977 salió de su domicilio junto con su hijo Hernán Gerardo y
luego de ascender al rodado marca Renault 6 que se halla adaptado para el manejo
de una persona lisiada, ya que su hijo sufre una parálisis de sus miembros
inferiores, partieron con destino a sus respectivos trabajos. Que el que conducía el
rodado era su hijo, y en el momento de poner el rodado en marcha, se apareció
sobre su lado un rodado con cuatro personas, descendiendo tres de ellas vestidos de
civil, con borceguíes, y armas cortas, teniendo uno de ellos una ametralladora. Que
de inmediato, requirieron a su hijo Hernán que descendiera del rodado y los
acompañara. Que Hernán entonces entabló una conversación pidiéndoles que se
identificaran, y estos exhibieron unas credenciales, al mismo tiempo oía que se
pedía a los transeúntes que circularan y no permanecieran en el lugar… Hernán,
luego de ver las credenciales que le exhibieron, les manifestó que en las mismas no
veía identificación alguna que los sindicara como personas pertenecientes a alguna
autoridad. Que mientras dichas personas, y siempre bajo amenazas, abrían la
puerta del rodado y dejaban bajar a su hijo, la deponente les preguntaba adónde los
llevaban, manifestándole que lo harían al departamento de policía. Que un poco por
sus propios medios y otro poco ayudado por sus captores, su hijo fue introducido en
el rodado estacionado en la calle al lado del suyo, y partió luego secundado por
otro rodado que se hallaba aparentemente estacionado sobre la otra mano, el que
luego e retomar la avenida los siguió de cerca. Que todo ocurrió a las 8:45 o 9:00
horas de la mañana. Que su hijo Hernán llegó a entregarle sus efectos personales y
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
dinero. Que incluso desarmó su llavero y luego de quedarse con las llaves de su
domicilio le entregó las restantes. Que también le pidió que fuera a ver a su
hermano Jaime Norberto. Que cree con seguridad que el rodado que se apareó al
suyo y luego llevó a su hijo era un Ford Falcon color claro, tipo ‘marfil’…Que de
los tres individuos, uno era el que daba las órdenes de forma enérgica y grosera, el
cual era rubio, de ojos pardos, con bigotes ‘achinados’, delgado, sin señas
particulares en su rostro, ni en su físico, siendo normal su forma de hablar y su
tonada. Que el otro rodado era de color oscuro, no recuerda si verde o azul, y
supone que era de la misma marca que el anterior, y con cuatro o cinco personas en
su interior. Que otro de los que formaban parte de las tres personas que bajaron,
era de cabellos lacios oscuro, ojos oscuros, tez blanca y con un acento de persona
del interior en su forma de expresarse, ya que lo hacía lentamente y su forma de ser
era más apocada y tranquila o asustada. Que esa persona era la que portaba la
ametralladora y la que dijo que lo llevaban al departamento de policía….” (Legajo
CONADEP nro. 1767).
En el citado legajo obran testimonios de otros testigos de la ilegal detención
de la víctima. Asimismo, existe constancia de que Hernán Gerardo Nuguer militaba
políticamente en el partido comunista.
La permanencia de Hernán Gerardo Nuguer en la Escuela de Mecánica de la
Armada surge de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel Lauletta (ver
fs. 16.905 y 16.909, y 28.540vta. y 28.550).
877) LEWI, Jorge Claudio y 879) SONDER, Ana María
César Claudio Lewi, quien había sido interrogado violentamente junto a su
esposa en mayo de 1977 acerca de su hijo Jorge Claudio (delegado estudiantil en la
Facultad de Ciencias Exactas) y posteriormente privado de su libertad con los
mismos fines, relató que éste fue secuestrado junto a su esposa, Ana María Sonder,
el 8 de octubre de 1978, en la vía pública en esta ciudad de Buenos Aires, por el
“Comando FTE” del Primer Cuerpo del Ejército. Además, manifestó: “El 10 de
octubre de 1978 personal de civil no identificado se presentaron en el domicilio de
mis consuegros en Carapachay (Ramón B. Castr[o] 5704) y entregaron a mi nieta
Adriana Victoria, entonces de un año y medio con la foto de mi hijo prendida con un
alfiler a su ropita y diciendo que sus padres se hallaban detenidos. El 24/12/78
(Nochebuena) 18 hs. una voz llamó a mi consuegra [Graciela Irma Trotta] en
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Carapachay e introdujo como presentación telefónica a mi nuera y mi hijo con los
cuales pudo hablar unos minutos. Esa voz retomó el teléfono y le dijo a mi
consuegra: ‘Como Ud. habrá podido apreciar los dos están física y síquicamente
bien’; mi consuegra que se encontró de rodillas en el suelo, se atrevió a preguntar
si era un miembro de las fuerzas de seguridad; la voz vaciló y dijo sí pero maneje la
información con discreción. Un rato después mi consuegro corrió a mi domicilio y
llorando se abrazó con mi esposa y conmigo diciendo ‘aparecieron los chicos’. Esa
discreción que guardamos de nada sirvió pues nunca las autoridades nos dieron
noticias. Fueron vistos en el Olimpo y en la ESMA”, de acuerdo a información
suministrada por Amnesty Internacional, y trasladados el 25/12/78. Aunque no
queda claro en qué centro clandestino, quien los habría visto sería Cid de la Paz (cfr.
Legajo Conadep 5108 y 5109. Cabe señalar que en el primer legajo mencionado
también obra una declaración en la que se da cuenta acerca de la presencia de Lewi
en el interior del “Olimpo” y de las torturas a las que fue sometido. Y que del
segundo se desprende que Juan Carlos Sonder, hermano de Ana María, fue
secuestrado previo a la desaparición del matrimonio y liberado luego de producida
ella).
Estas víctimas figuran en el Anexo del Informe de la Comisión Nacional
sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o
ejecución sumaria. Listado alfabético O–Z 24/03/76-10/12/83”, como “Ana María
Sonder Garmendia” (apodada “Gorda Alicia” o “Diana”) y “Jorge Claudio Lewi
Goldstein” (apodado “Juan” o “Juancito”), respectivamente, víctimas de
desaparición forzada, ocurrida a partir del 5 de octubre de 1978, en esta ciudad de
Buenos Aires. Además, allí se hace referencia a su cautiverio en los centros
clandestinos señalados (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm).
Finalmente, la información vinculada con el cautiverio del matrimonio en la
dependencia naval resulta coincidente con aquella emergente de los listados de
personas vistas allí, aportados por Miguel Ángel Lauletta (fs. 16.907 y 16.909, y
28.542vta. y 28.550). En lo que respecta exclusivamente a Lewi, también fue
incluido en el listado suministrado por Alfredo Manuel Juan Buzzalino (fs. 14.221
y 14.224/8).
878) PÉREZ ROJO, José Manuel
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
José Manuel Pérez Rojo fue privado ilegítimamente de su libertad por
personal de la Fuerza Aérea, el día 6 de octubre de 1978, en su domicilio ubicado en
la calle Gurruchaga nro. 2259, piso 3, depto. “20”, de la ciudad de Buenos Aires,
junto con su esposa Patricia Julia Roisinblit de Pérez Rojo y su hija Mariana, de
quince meses de vida, quien finalmente fue entregada en el domicilio de la tía de
Pérez Rojo, ubicado en la localidad de Olivos, a un familiar de alrededor de 17 años
que accedió a recibirla por habérselo pedido en esa ocasión Patricia Roisinblit.
Aproximadamente entre los días 13 y 14 de noviembre de 1978, su esposa que se
encontraba embarazada fue conducida a la E.S.M.A. y el 15 de ese mes dio a luz a
un varón, a quien llamó Rodolfo Fernando. El parto fue asistido por el médico
obstetra Magnacco y por la secuestrada Amalia Larralde, quien ofició como
enfermera, en la enfermería del casino de oficiales de esa dependencia naval
(denuncia de Rosa Tarlovsky de Roisinblit, de fojas 24/5vta. del legajo nro. 64
correspondiente a María Amalia Larralde, declaración de Amalia María Larralde de
fojas 98/107 del mismo legajo, que corre por cuerda y de Sara Solarz de Osatinsky
de fojas 12.300/22).
Amalia María Larralde indicó que: “…cuando estaba en capuchita en
octubre vino un, un hombre que era Penitenciario, a preguntarme si conocía a
Patricia Roisinblit porque había estado también en, en la zona oeste, y a su marido,
si lo conocía que había estudiado medicina con mi compañero y que yo había
trabajado en un dispensario con ellos y que se habían ido del país, que no tenía más
noticias de ellos, entonces me dijo que estaba sepa que, que estaba en un lugar de la
Aeronáutica de Ejército y que estaba embarazada y que probablemente le iban a
traer a tener su bebé a la ESMA, en esa ocasión le pedí que si la traían que, que me
avisara que, que me la dejara ver, la trajeron en noviembre la instalaron en una
piecita en el tercer piso y estaba embarazada, bien físicamente, muy ansiosa, me
dejaron ir a verla y pedimos si podíamos estar en el parto, yo que yo soy enfermera
podía ayudar en el parto, Fragote dijo que iba ver si podía y en el momento del
parto, el quince de noviembre del setenta y ocho, el médico que era el ginecólogo
Magnacco, me hizo bajar para ayudar, para ayudar ayudarlo en el parto, también
estaba en esa ocasión Sara Solarz y después entraron gente a verla como Miriam, la
Chips, otras personas a verla, Patricia estuvo en la ESMA tres o cuatro días el
parto se pasó bien con su bebé y, aunque se pidió se quedara no, no, no, no la
dejaron, decía que pertenecía a otra fuerza, en esa ocasión entraron casi todos, los
oficiales de inteligencia entraron en ese cuarto, entraron a verla, entró Scheller,
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
entró Febres, entró Astiz, gente entraba y salía, justo el último día vino, en ese
cuando yo estaba abajo me dejaron quedarme con ella, vino Acosta y medio como
que se enojó que yo estuviera allí pero al final me dejaron estar y el último día me
dijo vos de esto no viste nada, ese día se la llevaron a Patricia con el bebé yo la vi
salir del sótano de la ESMA con el bebé y con su bolso…” (ver declaración
testimonial de Amalia Larralde brindada el día 30 de octubre de 2007 en el juicio
oral celebrado en la causa nro. 1238 del Tribunal Oral Nacional en lo Criminal
Federal nro. 5, cuya transcripción se encuentra agregada en las actuaciones obrantes
a fojas 31.013/31.068 y declaración de fojas 135/41vta. obrante en el legajo nro. 64,
que corre por cuerda).
A mayor abundamiento, Rosa Tarlovsky de Roisinblit manifestó haberse
entrevistado con Ana María Martí, quien le narró haber visto a su hija cautiva en la
E.S.M.A., embarazada, alrededor del 14 de noviembre de 1978. A su vez, Sara Solar
de Osatinsky le contó que presenció el parto de su hija, cuando dio a luz un varón de
alrededor de 3,200 kg., en dependencias de la E.S.M.A., asistida por el Dr.
Magnacco. Asimismo, Amalia María Larralde le relató que días antes del arribo de
su hija a la E.S.M.A., el oficial “Fragote” le había realizado comentarios acerca de
Patricia, quien efectivamente llegó al lugar días después y compartió con ella la
habitación hasta cuatro o cinco días después del parto, cuando fue trasladada junto
con su bebé (declaración testimonial de Rosa Tarlovsky de Roisinblit, de fojas
26/31vta. del legajo nro. 64 correspondiente a Amalia María Larralde, y declaración
de Amalia María Larralde de fojas 98/107 del mismo legajo).
A fs. 64606/8 de estas actuaciones, Tarlovsky agregó que José fue torturado
en reiteradas oportunidades y luego fue llevado a otro lugar para interrogarlo, de
donde volvía en muy mal estado. El oficial que se ocupaba de ellos era un agente de
inteligencia apodado “Gringo”. Este torturador había interrogado en la E.S.M.A. a
Amalia Larralde por tener Patricia y Amalia una relación personal anterior a su
detención. Fue descrito físicamente como alto, flaco, rubio, de ojos claros con líneas
en la cara muy marcadas.
Por su parte, Adriana Rut Marcus declaró haberse enterado a través de
Amalia Larralde del traslado a la E.S.M.A. de Patricia Roisinblit, conocida como
“Mariana”, para dar a luz a su bebé en la enfermería de la E.S.M.A. Asimismo,
indicó que Patricia Roisinblit era miembro de un grupo logístico de sanidad de la
zona oeste de la agrupación “Montoneros” (declaración de fojas 6171/6174vta.).
64
Ministerio Público Fiscal de la Nación
La testigo Nilda Actis Goretta señaló que aproximadamente el 10 de
noviembre de 1978 Patricia Roisinblit fue llevada a la E.S.M.A. en avanzado estado
de gravidez. Fue alojada en un cuartito sin ventilación en el altillo hasta el momento
del parto cuando fue bajada a la enfermería ubicada en el sótano (ver testimonio de
Actis Goretta en el legajo CONADEP nro. 1656).
La presencia de Roisinblit en la Escuela de Mecánica de la Armada también
fue confirmada por Carlos García, Liliana Noemí Gardella (declaración de fojas
14.327/35) y Miriam Lewin (menciones realizadas a fojas 8965vta. y 8966vta.).
La permanencia de Pérez Rojo en la Escuela de Mecánica de la Armada surge
de los listados aportados por el testigo Miguel Ángel Lauletta (ver fs. 16.907 y
16.909, y 28.542 y 28.550).
880) TILGER, Marta Elvira y 881) TROITERO, Alfredo Amílcar
Alfredo Iván Troitero, hijo de Alfredo Amílcar y Marta Elvira Tilger,
manifestó que aproximadamente a las 24:00 horas del 11 de octubre de 1978, él y
“sus hermanos fueron despertados por ruidos que parecían disparos y gritos
cercanos. A poco de esto la puerta de entrada de su domicilio -Bº Gral. Savio
[Complejo Lugano I y II] Edif. 128 3°A de Cap. Fed.- fue derribada a golpes por un
grupo de hombres vestidos de civil y fuertemente armados que separaron al dicente
(entonces de 15 años) y comenzaron a golpearlo e interrogarlo sobre el paradero de
sus padres (…) quienes no se encontraban en el domicilio. Los captores
permanecieron durante aprox. 2 hs. dentro de la vivienda, tiempo éste que
emplearon en interrogar al dicente y sus hermanos (entonces de 13, 10 y 8 años) y
en saquear la vivienda hasta que siendo aprox. las 2.00 hs., alertados sobre la
llegada de la víctima y su esposa apagaron las luces y prepararon una celada. Al
llegar Amílcar Troitero y su esposa [Tilger, ambos militantes de la Juventud
Peronista], fueron aprehendidos produciéndose entonces un forcejeo del que Alfredo
Amílcar resultó herido. Una vez apresados ambos fueron conducidos a diferentes
automóviles que participaban en el operativo y transportados en estos marchándose
a su destino (…) También agrega que durante el procedimiento uno de los vecinos,
de quien desconocen identidad, se comunicó telefónicamente con una unidad militar
y enviaron un camión con personal uniformado del Ejército, produciéndose un
enfrentamiento entre ambos grupos armados. Desde la desaparición se presentaron
numerosos recursos de hábeas corpus todos ellos con respuesta negativas y se
65
Ministerio Público Fiscal de la Nación
realizaron gestiones ante el Ministerio del Interior con igual resultado” (cfr.
Legajos CONADEP nro. 282 y 6327).
Estas víctimas además figuran en el Anexo del Informe de la Comisión
Nacional sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición
forzada o ejecución sumaria. Listado alfabético O–Z 24/03/76-10/12/83”, como
“Martha Elvira Tilger” (alias “Julia”) y “Alfredo Amílcar Troitero Manzur”
(apodado “Ernesto”), víctimas de desaparición forzada ocurrida a partir del 12 de
octubre de 1978, en Eva Perón 6500, edificio 128, piso 3°, departamento “A”,
Barrio General Savio, Villa Lugano, de esta ciudad de Buenos Aires. Además, allí se
hace referencia al paso de ambos por la E.S.M.A. y por el centro clandestino
denominado “Olimpo” (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm).
Ambas víctimas se encuentran incluidas en los listados de personas vistas en
el interior del centro clandestino que funcionaba en la mencionada dependencia
naval, aportados por Miguel Ángel Laluetta (ver fs. 16907 y 16.909, y 28.542 y
25.550). Además, Tilger aparece en el listado de detenidos-desaparecidos elaborado
por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (ver fs. 22 del Legajo SDH
nro. 876).
884) POLITO, Héctor Osvaldo
De acuerdo a los dichos del hijo de la víctima, Juan Manuel Polito, su padre
militaba en la Juventud Peronista y fue citado por una compañera a las 19.00 horas
del 23 de noviembre de 1978, en la esquina de Alberdi y Perito Moreno de esta
ciudad.
Aparentemente, tras ser detenida por “gente de la ESMA”, la mujer había
sido obligada a brindar datos acerca del encuentro, lo que permitió que “estas
personas” se apostaran “en el techo de una confitería que estaba en la esquina de
Alberdi y Emilio Castro a esperarlo”. Así, al arribar la víctima al lugar convenido,
fue señalada por su compañera, e inmediatamente fue blanco de diversos disparos
que le produjeron la muerte.
El testigo, quien para ese entonces desconocía acerca de lo sucedido,
puntualizó que esa noche su padre no cenó en su casa, que su madre se hallaba
compungida y que a la mañana siguiente, cuando se despertó, su domicilio -ubicado
en Emilio Lamarca 1850, departamento 2, de esta ciudad- estaba lleno de gente,
dentro de la que se encontraba un hombre que lo sacó de su cama y lo introdujo en
66
Ministerio Público Fiscal de la Nación
un automóvil. A partir de allí, refirió no recordar otro dato hasta quedar bajo cuidado
de sus abuelos paternos.
Finalmente, señaló: “Mi mamá [Margarita Fernández Domínguez] estuvo
detenida en la Escuela de Mecánica de la Armada casi 30 días aproximadamente y
fue obligada a firmar los papeles de venta de nuestra casa sin recibir dinero alguno
por la propiedad” (cfr. Legajo REDEFA nro. 621).
Por otra parte, en ese mismo legajo se encuentra glosada una copia del
certificado de defunción de la víctima de fecha 23/11/78, expedida por la oficina San
Justo, Sección 1° de La Matanza del Registro de las Personas de la Provincia de
Buenos Aires. Allí se consigna que la causal de fallecimiento fue “Infarto de
miocardio. Cardiopatía aguda”, indicando que el deceso tuvo lugar en esa fecha, a
las 19 horas, en las calles Alvear y Espora de la localidad de Ramos Mejía, Partido
de La Matanza, provincia de Buenos Aires.
La víctima además figura en el Anexo del Informe de la Comisión Nacional
sobre la Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o
ejecución sumaria. Listado alfabético O–Z 24/03/76-10/12/83”, como “Héctor
Osvaldo Polito Mercante” (legajo REDEFA 621), víctimas de ejecución sumaria
ocurrida el 23 de noviembre de 1978, en Emilio Castro y Alberdi, de esta ciudad de
Buenos Aires. Además, allí se vinculó el caso con la E.S.M.A (cotejar en
http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm).
La víctima se encuentra incluida en los listados de personas vistas en el
interior del centro clandestino que funcionaba en la mencionada dependencia naval,
aportados por Miguel Ángel Laluetta (ver fs. 16907 y 16.909, y 28.542 y 25.550) y
Alfredo Manuel Juan Buzzalino (fs. 14.221 y 14.224/8).
890) PECHIEU, Luis Hugo
Del relato brindado por Consuelo Navarro y Luis Enrique Pechieu surge
que su hijo Luis Hugo Pechieu, desaparecido alrededor del 21 de marzo de 1977, era
delegado sindical de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro. Un año antes, se había
mudado con Carlos María Denis -también empleado de esa entidad, posteriormente
desaparecido- a un departamento ubicado en Peña 2158, 5° piso, departamento 23,
de esta ciudad de Buenos Aires. Sus padres refirieron haberlo visto por última vez
en la fecha indicada en primer término, cuando concurrió de visita a la casa de éstos,
luego de lo cual no se tuvo más noticias de él. Posteriormente, se supo del secuestro
67
Ministerio Público Fiscal de la Nación
de varios de sus compañeros de trabajo, uno de cuales (una mujer) manifestó “haber
estado en Ituzaingó, en manos de la Aeronáutica” y haber visto allí a Adrián García
Pagliaro, otro empleado de la institución.
Por otra parte, Navarro manifestó que “…a la época de los hechos se
comentaba que el Comisario retirado ADOLFO CUENYA, actualmente [la
declaración es del 6/09/84] Sub-gerente de Ahorro y Cheque Postal estaba al tanto
de las desapariciones [y, según cometarios, podría haber sido el “entregador”], lo
mismo que el Segundo Jefe de Seguridad en esa época ROBERTO CALVO (…)
Extraoficialmente se enteraron que su hijo estuvo en Campo de Mayo. Dicho
informe le fue suministrado por GUSTAVO IGOUNET, quien tiene su Estudio en la
calle Uruguay al 600. En abril de 1977 Monseñor GRACELLI le dice a la
denunciante [madre de la víctima] que no busque más a su hijo pues estaba muerto.
Estuvo en dos oportunidades con el nombrado Monseñor. La primera de ellas éste
buscó en un fichero redondo giratorio que tenía arriba de su escritorio en la Iglesia
STELLA MARIS, y le dijo que no tenía el nombre de su hijo en el fichero, que
volviese en 15 días. Así lo hizo, y es entonces cuando le informa que su hijo estaba
muerto previa consulta a su fichero de marras. También le dice que no investigue
más, ya que tiene otros hijos”, lo que Navarro interpretó como una “velada
amenaza” (Legajo Conadep 1521).
La víctima aparece en el Anexo del Informe de la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas denominado “Víctimas de desaparición forzada o
ejecución sumaria. Listado alfabético O–Z 24/03/76-10/12/83”, como “Luis Hugo
Pechieu Navarro” (legajo Conadep 1521), víctima de desaparición forzada, ocurrida
a partir de la fecha señalada (cotejar en http://www.derhuman.jus.gov.ar/anm).
Además, figura en el listado de personas desaparecidas glosado al Legajo
SDH nro. 2209 y en el relativo a aquellas mantenidas en cautiverio en la ESMA,
aportado por Alfredo Manuel Juan Buzzalino (fs. 14.217 y 14.224/8).
V.- CALIFICACIÓN LEGAL
A) LA APLICACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL
Toda vez que considero que los hechos que aquí se investigan constituyen
crímenes de lesa humanidad, para su adecuada valoración jurídica, no puede
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
prescindirse del estudio de las reglas que el derecho de gentes ha elaborado en torno
a este tipo de crímenes.
Según el corpus iuris del Derecho Internacional, un crimen de lesa
humanidad es en sí mismo una grave violación de los derechos humanos y afecta a
la humanidad toda. En el caso Fiscal c. Erdemovic el Tribunal Penal Internacional
para el enjuiciamiento de los presuntos responsables de las violaciones graves del
derecho internacional humanitario cometidas en la ex Yugoslavia desde 1991 (en
adelante, TPIY) indicó que “los crímenes de lesa humanidad son serios actos de
violencia que dañan a los seres humanos al golpear lo más esencial para ellos: su
vida, su libertad, su bienestar físico, su salud y/o su dignidad. Son actos inhumanos
que por su extensión y gravedad van más allá de los límites de lo tolerable para la
comunidad internacional, la que debe necesariamente exigir su castigo. Pero los
crímenes de lesa humanidad también trascienden al individuo, porque cuando el
individuo es agredido, se ataca y se niega a la humanidad toda. Por eso lo que
caracteriza esencialmente al crimen de lesa humanidad es el concepto de la
humanidad como víctima” (TPIY, Fiscal c. Erdemovic, Case No. IT-96-22-T,
Judgment, 29 de noviembre de 1996, párr. 28).
Aunque no siempre los contornos de esas figuras aparecen claramente
determinados en los diversos instrumentos en los que han sido incluidas, está claro
ya desde la Segunda Guerra Mundial que el asesinato, el secuestro, la tortura, los
tratos crueles e inhumanos, perpetrados a gran escala y de acuerdo a un plan
sistemático o preconcebido y llevado a cabo por funcionarios estatales y/o con
aquiescencia estatal son “crímenes contra la humanidad”, esto es: “crímenes de
derecho internacional”.
En primer lugar, se puede destacar que ya en los procesos de Nüremberg se
reconocía la existencia de una norma consuetudinaria que reprimía los crímenes de
guerra y los crímenes contra la humanidad.
Sobre este punto, Gil Gil sostiene que “la figura de los crímenes contra la
humanidad ha ido evolucionando desde su aparición en el estatuto de Londres de
1945 y pertenece hoy al derecho internacional consuetudinario” (Gil Gil, Alicia,
Posibilidad de persecución en España de violaciones a los derechos humanos
cometidos en Sudamérica, en Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia Penal, AdHoc, Nº 8-C, Buenos Aires, 1999, p. 512).
En este sentido, la evolución del derecho internacional ha llevado a lograr
que el reconocimiento consuetudinario que existía de la prohibición de cometer
69
Ministerio Público Fiscal de la Nación
crímenes de lesa humanidad, con posterioridad, fuese codificado en numerosos
tratados de derechos humanos. Como bien advierte el ex juez de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (en adelante Corte IDH), Cançado Trindade,
“la conceptualización doctrinal de los llamados crímenes contra la humanidad, victimizando en escala masiva seres humanos, en su espíritu y en su cuerpo- tiene
sus orígenes, bien antes de la Convención contra el Genocidio de 1948, en el
propio derecho internacional consuetudinario, sobre la base de nociones
fundamentales de humanidad y de las exigencias de la conciencia pública” (Corte
IDH, Caso Bámaca Velásquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000. Serie C No.
70, voto razonado del juez A. A. Cançado Trindade, párr. 18).
Luego de confirmar los Principios de Derecho Internacional reconocidos por
el Estatuto del Tribunal de Nüremberg y las sentencias del Tribunal, mediante la
adopción de la Resolución 95 (I), la Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas (en adelante, ONU) se abocó a la tarea de elaborar una
Convención sobre Genocidio que consagre en el derecho positivo la prohibición de
ese crimen. El acuerdo al que arribó la comunidad internacional sobre la materia se
encuentra plasmado en la Convención para Prevenir y Sancionar el Delito de
Genocidio, que fue adoptada el 9 de diciembre de 1948.
Con relación al valor jurídico de este tratado que prohíbe la comisión del
crimen de genocidio, que puede considerarse como una especie dentro del género
que constituirían los crímenes contra la humanidad (cfr. Fierro, Guillermo J., La ley
penal y el derecho internacional, 2ª edición, TEA, Buenos Aires, 1997, p. 395), la
Corte Internacional de Justicia tuvo la oportunidad -al poco tiempo de la entrada en
vigor de dicha Convención- de efectuar algunas consideraciones en el marco de la
Opinión Consultiva Reservas a la Convención para la Prevención y la Sanción del
Delito de Genocidio dictada el 28 de mayo de 1951. Allí, el Tribunal sostuvo que
los principios que subyacen la Convención son reconocidos por las naciones
civilizadas como obligatorios para todos los Estados, incluso sin que exista una
relación convencional.
El fenómeno de adopción de la Convención sobre Genocidio se produjo
simultáneamente con la aprobación -el 10 de diciembre de 1948- por parte de la
Asamblea General de la ONU de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, en cuyo Preámbulo se afirma que “el desconocimiento y el menosprecio
de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la
70
Ministerio Público Fiscal de la Nación
conciencia de la humanidad”. En consecuencia, la Declaración enumera un
conjunto de derechos que se reconocen a la persona humana como tal.
Entre las disposiciones que más interesan a los efectos de los hechos que en
este dictamen nos ocupan, pueden citarse las siguientes:
Art. 2. 1. “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en
esta Declaración, sin distinción alguna de.... opinión política o de cualquier otra
índole...”.
Art. 3. “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad
de su persona”.
Art. 5. “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles,
inhumanos o degradantes”.
Art. 9. “Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado”.
Art. 12. “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su
familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su
reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales
injerencias o ataques”.
Bobbio sostiene que “la Declaración Universal representa la manifestación
de la única prueba por la que un sistema de valores puede considerarse
humanamente fundamentado y por tanto reconocido: y dicha prueba es el consenso
general sobre su validez” (Bobbio, Norberto, “Presente y futuro de los derechos
humanos”, en El problema de la guerra y las vías de la paz, Gedisa, Buenos Aires,
p. 131).
Como puede observarse, la Declaración Universal de los Derechos Humanos
“...enuncia un conjunto de bienes a los que ‘todo ser humano tiene derecho’ en las
condiciones establecidas en su art. 20. Junto a las cláusulas de esa estructura, se
incorporan otras en las que se describen actos de los que ‘nadie puede’ ser objeto.
La mayor precisión de éstas las hace más valiosas como instrumentos de
enjuiciamiento de conductas estatales, en tanto la oposición a ellas surge sin
necesidad de mediación” (Marcelo Sancinetti y Marcelo Ferrante, El derecho penal
en la protección de los derechos humanos, Editorial Hammurabi, Buenos Aires,
1999, p. 384).
De esta manera, no se requiere un gran esfuerzo para advertir la
contradicción manifiesta entre las prácticas desarrolladas en el marco del sistema
clandestino de represión implementado por las autoridades de facto que gobernaban
71
Ministerio Público Fiscal de la Nación
el Estado argentino y la enunciación de los actos de los que “nadie puede” ser
objeto, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.
En líneas generales, si bien el contenido del derecho internacional
humanitario y del derecho internacional penal ha surgido, en primer término, como
costumbre internacional y luego, como consecuencia del proceso de codificación
del derecho internacional ha pasado a formar parte del derecho internacional
convencional, con la Declaración Universal de Derechos Humanos se ha observado
el proceso inverso. Así, “...en el momento de su adopción, la Declaración adelanta
una opinio juris -conciencia de obligatoriedad, expresión del deber ser- a la que la
práctica internacional debe adecuarse con miras a la cristalización, en algún
momento posterior, de una costumbre internacional. Trátase de una inversión en el
orden en que cronológicamente suelen darse los elementos constitutivos de la
norma consuetudinaria internacional” (Mónica Pinto, Temas de Derechos
Humanos, Editores del Puerto, Buenos Aires, 1997, pp. 35 y 36).
Como se desprende del célebre caso Filartiga v. Peña Irala de la Corte de
Apelaciones de los Estados Unidos, Circuito Segundo del 10 de junio de 1980,
“desde la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos y la
Declaración sobre Protección de Toda Persona frente a la Tortura, ambas
adoptadas sin ningún voto en contra, los Estados Miembros de la ONU no pueden
alegar que no saben qué derechos humanos se comprometieron a promover”. En
esta dirección se señaló que “la Asamblea General de la ONU en la Res. 2625
(XXV) del 24 de octubre de 1970 ha declarado que los preceptos de la Carta
recogidos en dicha Declaración Universal constituyen principios fundamentales del
Derecho Internacional”, añadiendo que la Declaración es una manifestación
imperativa de la comunidad internacional, que crea una expectativa de adhesión, y a
medida que la práctica de los Estados gradualmente justifica dicha expectativa,
puede llegar a ser reconocida por la costumbre como expresión de normas
vinculantes para los Estados. En este sentido, son muchos los comentaristas y
doctrinarios que han llegado a la conclusión de que la Declaración Universal, si
bien no era obligatoria al momento de su adopción, toda vez que las resoluciones de
la Asamblea General tienen el valor jurídico de recomendaciones, se ha convertido
en su conjunto en parte obligatoria del derecho internacional consuetudinario y por
ende, es vinculante para los Estados.
Por otra parte, un año después de la adopción de la Declaración Universal, el
12 de agosto se adoptaron los cuatro Convenios de Ginebra de 1949 que regulan los
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
problemas humanitarios directamente derivados de los conflictos armados ya sean
éstos de carácter internacional o no, protegiendo a las víctimas de dichos conflictos
así como a los bienes afectados, y limitando el derecho de las partes en el conflicto
a elegir libremente los medios y métodos de combate (ratificados por nuestro país
mediante el decreto-ley 14.442 del 9 de agosto de 1956, ratificado por ley 14.467).
En ellos también se estableció claramente el principio de la responsabilidad de los
individuos, entre otros principios de vital importancia para el derecho penal
internacional.
Asimismo, se determinaron un catálogo de conductas consideradas
“infracciones graves” del derecho internacional humanitario, respecto de las cuales
se estableció la obligación para los estados parte de imponer sanciones penales
adecuadas a las personas que hayan cometido o hayan dado la orden de cometer
alguna de las conductas que revistan tal carácter.
Como consecuencia de ello, se dispuso que cada Parte contratante tendrá la
obligación de buscar a las personas acusadas de “infracciones graves” y de llevarlas
ante sus tribunales nacionales fuere cual fuere la nacionalidad de ellas o bien, si el
estado que tiene en poder a personas acusadas lo prefiere, puede entregarlas a otra
parte contratante, para su debido enjuiciamiento, “siempre que esta última parte
haya formulado contra las personas de referencia cargos suficientes” (ver arts. 49,
50, 130 y 147 de los Convenios I a IV, respectivamente).
Se consideran “infracciones graves” cualquiera de los siguientes actos
cometidos contra las personas o bienes que los convenios protegen: homicidio
intencional, tortura o tratos inhumanos, incluso las experiencias biológicas, el
causar intencionalmente grandes sufrimientos o realizar atentados graves a la
integridad física o a la salud y la destrucción y apropiación de bienes, no
justificadas por necesidades militares y ejecutadas en gran escala de manera ilícita y
arbitraria.
Cabe señalar que, más allá del enorme valor contractual que poseen los
convenios (ya que a la fecha, más de 130 estados los ratificaron), también se ha
reconocido el carácter consuetudinario de sus disposiciones, en tanto expresan los
principios generales esenciales del derecho internacional humanitario (Corte
Internacional de Justicia, Affair des activés millitaires au Nicaragua, Reports 1986,
parág. 218; citado en “Priebke”, J.A. 1996-I, p. 331 y ss., voto del Dr. Bossert,
consid. 46, p 352).
73
Ministerio Público Fiscal de la Nación
En consecuencia, es posible afirmar que en las cuestiones centrales reguladas
por los Convenios puede observarse, como sucede en el caso de otros instrumentos,
una coincidencia sustancial entre el contenido de las disposiciones contractuales y el
que cabe asignarle al derecho consuetudinario referido a la materia y que integra el
llamado derecho de gentes.
Al respecto, debo señalar que una de las características del derecho de gentes
radica en su “carácter no derogable” que se relaciona con la aceptación por parte de
la comunidad internacional de la existencia de ciertos principios y normas jurídicas
de carácter imperativo para los Estados, que rigen aun contra su voluntad, y de los
que éstos no pueden sustraerse.
Esta concepción se plasmó en los arts. 43, 53 y 64 de la Convención de
Viena sobre el Derecho de los Tratados, concluida el 23 de mayo de 1969
(ratificada por la República Argentina el 3 de octubre de 1972, mediante el decretoley 19.865).
El artículo 53 de la Convención citada dispone que “…una norma imperativa
de derecho internacional general es una norma aceptada y reconocida por la
comunidad internacional de Estados en su conjunto como norma que no admite
acuerdo en contrario y que sólo puede ser modificada por una norma ulterior de
derecho internacional general que tenga el mismo carácter”.
El reconocimiento de la categoría de “crímenes contra la humanidad” así
como su “estatuto jurídico” surge, además de todos los instrumentos, resoluciones,
fallos y opiniones doctrinarias ya citadas, de una innumerable cantidad de otros
pronunciamientos en igual sentido. Entre esos instrumentos se encuentra la
Resolución 3074 (XXVII) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 3 de
diciembre de 1973, titulada “Principios de cooperación internacional en la
identificación, detención, extradición y castigo de los culpables de crímenes de
guerra, o de crímenes de lesa humanidad”, en la que se afirma la necesidad de
juzgar y sancionar penalmente a los autores de crímenes de guerra y de lesa
humanidad.
Por otra parte el proceso de codificación de estas conductas prohibidas ya por
el derecho consuetudinario al momento de los hechos que aquí se analizan continuó
con posterioridad.
Así, tanto en el artículo 5 del Estatuto del TPIY [creado por el Consejo de
Seguridad mediante Resolución 827 (1993) del 25 de mayo de 1993], como en el
artículo 3 del Estatuto del Tribunal Penal Internacional para el Enjuiciamiento de
74
Ministerio Público Fiscal de la Nación
los presuntos responsables de Genocidio y otras violaciones graves del Derecho
Internacional Humanitario cometidas en el territorio de Rwanda y de los ciudadanos
rwandeses presuntamente responsables de genocidio y otras violaciones de esa
naturaleza cometidas en el territorio de estados vecinos entre el 1º de enero de 1994
y el 31 de diciembre de 1994 [creado por el Consejo de Seguridad mediante
Resolución 955 (1994) del 8 de noviembre de 1994] se tipificaron como delitos de
lesa humanidad las conductas aquí analizadas.
Con posterioridad, el Proyecto de Código de Crímenes contra la Paz y la
Seguridad de la Humanidad de 1996 también sancionaba este tipo de prácticas y el
17 de julio de 1998, las mutaciones progresivas de la sociedad internacional
permitieron finalmente la adopción en Roma, del Estatuto de la Corte Penal
Internacional.
En lo que aquí interesa, el artículo 5 del Estatuto de Roma dispone que “el
Tribunal tiene competencia para juzgar los crímenes más graves de trascendencia
para la comunidad internacional en su conjunto: el crimen de genocidio, los
crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra y el crimen de agresión”,
entendiéndose por “crimen de lesa humanidad”, conforme lo establece el artículo 7
del tratado, “cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un
ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de
dicho ataque: a) Asesinato; b) Exterminio; c) Esclavitud; d) Deportación o traslado
forzoso de población; e) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física
en violación de normas fundamentales de derecho internacional; f) Tortura; g)
Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización
forzada o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad comparable; h)
Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos
políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género definido en
el párrafo 3, u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con
arreglo al derecho internacional, en conexión con cualquier acto mencionado en el
presente párrafo o con cualquier crimen de la competencia de la Corte; i)
Desaparición forzada de personas; j) El crimen de apartheid; k) Otros actos
inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o
atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física”.
En otro orden de ideas, no quiero dejar de mencionar dos de los últimos
pronunciamientos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que son
75
Ministerio Público Fiscal de la Nación
sumamente importantes para esta causa por los motivos que detallaré seguidamente:
el Caso Almonacid Arellano y otros y el Caso Goiburú y otros.
Al respecto, debo recordar que como ha afirmado la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, la jurisprudencia de la Corte IDH “constituye una
imprescindible pauta de interpretación de los deberes y obligaciones que establece
la Convención Americana sobre Derechos Humanos” (Fallos: 328:2056; 318:514,
326:2805, entre otros).
Asimismo, no debe olvidarse que la propia Corte Interamericana ha señalado
que “la obligación de cumplir con lo dispuesto en las decisiones del Tribunal
corresponde a un principio básico del derecho de la responsabilidad internacional
del Estado, respaldado por la jurisprudencia internacional, según el cual los
Estados deben cumplir sus obligaciones convencionales internacionales de buena fe
(pacta sunt servanda)” (Inter alia, Corte IDH, Caso Baena Ricardo y otros.
Competencia. Sentencia de 28 de noviembre de 2003. Serie C No. 104, párr. 61;
Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100, párr. 117 y
Responsabilidad Internacional por Expedición y Aplicación de Leyes Violatorias de
la Convención [arts. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos].
Opinión Consultiva OC-14/94 del 9 de diciembre de 1994. Serie A No. 14, párr.
35).
En el primero de los casos, el Tribunal analizó si para el 17 de septiembre de
1973, fecha en que el señor Luis Alfredo Almonacid Arellano -militante del Partido
Comunista- fue ejecutado extrajudicialmente por un grupo de carabineros, el
asesinato constituía un crimen de lesa humanidad, y bajo qué circunstancias.
En consonancia con lo manifestado en los párrafos anteriores, la Corte
afirmó que “el desarrollo de la noción de crimen de lesa humanidad se produjo en
los inicios del siglo pasado. En el preámbulo del Convenio de la Haya sobre las
leyes y costumbres de la guerra terrestre de 1907 (Convenio núm. IV) las potencias
contratantes establecieron que ‘las poblaciones y los beligerantes permanecen bajo
la garantía y el régimen de los principios del Derecho de Gentes preconizados por
los usos establecidos entre las naciones civilizadas, por las leyes de la humanidad y
por las exigencias de la conciencia pública’. Asimismo, el término ‘crímenes contra
la humanidad y la civilización’ fue usado por los gobiernos de Francia, Reino
Unido y Rusia el 28 de mayo de 1915 para denunciar la masacre de armenios en
Turquía” (Corte IDH, Caso Almonacid Arellano y otros. Sentencia sobre
76
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de
septiembre de 2006 Serie C No. 154, párr. 94).
El juez Cançado Trindade añadió que “en los albores del Derecho
Internacional, se acudió a nociones básicas de humanidad para regir la conducta
de los Estados. Lo que, con el pasar del tiempo, vino a denominarse ‘crímenes
contra la humanidad’ emanó, originalmente, del Derecho Internacional
consuetudinario, para desarrollarse conceptualmente, más tarde, en el ámbito del
Derecho Internacional Humanitario, y, más recientemente, en el del Derecho Penal
Internacional. Aquí nos encontramos en el dominio del jus cogens, del derecho
imperativo. En la ocurrencia de tales crímenes victimizando seres humanos, la
propia humanidad es del mismo modo victimizada” (Ídem, voto razonado del juez
A. A. Cançado Trindade, párr. 28).
Más adelante, el Tribunal destacó que “el asesinato como crimen de lesa
humanidad fue codificado por primera vez en el artículo 6.c del Estatuto del
Tribunal Militar Internacional de Nüremberg, el cual fue anexado al Acuerdo para
el establecimiento de un Tribunal Militar Internacional encargado del juicio y
castigo de los principales criminales de guerra del Eje Europeo, firmado en
Londres el 8 de agosto de 1945 (el ‘Acuerdo de Londres’) (...) De forma similar, el
delito de asesinato fue codificado en el artículo 5.c del Estatuto del Tribunal
Militar Internacional para el juzgamiento de los principales criminales de guerra
del Lejano Oriente (Estatuto de Tokyo), adoptada el 19 de enero de 1946” (Ídem,
párr. 95).
Sobre este punto, la Corte recordó que “el Tribunal Militar Internacional
para el Juzgamiento de los Principales Criminales de Guerra indicó que el Estatuto
de Nüremberg ‘es la expresión de derecho internacional existente en el momento de
su creación; y en esa extensión es en sí mismo una contribución al derecho
internacional’. Con ello reconoció la existencia de una costumbre internacional,
como una expresión del derecho internacional, que proscribía esos crímenes”
(Ídem, párr. 97).
Por otra parte, en el segundo de los casos señalados se analizó si las
detenciones ilegales y arbitrarias, torturas y desapariciones forzadas del doctor
Agustín Goiburú, ocurrida el 9 de febrero de 1977 mediante una acción coordinada
entre las fuerzas de seguridad paraguaya y argentina en el marco de la Operación
Cóndor y de los señores Carlos José Mancuello Bareiro y los hermanos Benjamín y
77
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Rodolfo Ramírez Villalba -ocurridas el 25 de noviembre de 1974- también
constituían crímenes de lesa humanidad.
Luego de pronunciarse de manera afirmativa, el magistrado Cançado
Trindade señaló que “los crímenes contra la humanidad son perpetrados por
individuos pero siguiendo políticas estatales, con la impotencia, o tolerancia, o
connivencia, o indiferencia del cuerpo social que nada hace para impedirlos;
explícita o implícita, la política de Estado está presente en los crímenes contra la
humanidad, inclusive contando con el uso de instituciones, personal y recursos del
Estado. No se limitan a una simple acción aislada de individuos alucinados. Son
fríamente calculados, planificados y ejecutados” (Corte IDH, Caso Goiburú y
otros. Sentencia sobre Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de
septiembre de 2006. Serie C No. 153, voto razonado del juez A. A. Cançado
Trindade, párr. 40). En este sentido, concluyó que “la tipificación de los crímenes
contra la humanidad es una gran conquista contemporánea, abarcando no sólo el
Derecho Internacional de los Derechos Humanos sino también el Derecho Penal
Internacional, al reflejar la condenación universal de violaciones graves y
sistemáticas de derechos fundamentales e inderogables, o sea, de violaciones del
jus cogens” (Ídem, párr. 41).
Por último, debo hacer una breve mención sobre la evolución del concepto de
tortura en las últimas décadas que resultan de especial relevancia para esta causa.
En efecto, Cançado Trindade ha manifestado que “se ha conformado, hoy
día, un verdadero régimen jurídico internacional contra la tortura. Lo conforman
las Convenciones de Naciones Unidas (de 1984, y su reciente Protocolo de 2002) e
Interamericana (1985) y Europea (1987) contra la Tortura, además del Relator
Especial contra la Tortura (desde 1985) de la Comisión de Derechos Humanos
(CDH) de Naciones Unidas, y del grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria
(desde 1991) de la misma CDH (atento a la prevención de la tortura)” (Corte IDH,
Caso Tibi. Sentencia de 7 de septiembre de 2004. Serie C No. 114, voto razonado
del juez A. A. Cançado Trindade, párr. 25).
Es más, la Corte IDH ha sostenido que “existe un régimen jurídico
internacional de prohibición absoluta de todas las formas de tortura, tanto física
como psicológica, régimen que pertenece hoy día al dominio del ius cogens” (Corte
IDH, Caso Lori Berenson Mejía. Sentencia de 25 de noviembre de 2004. Serie C
No. 119, párr. 100; Caso De la Cruz Flores. Sentencia de 18 de noviembre de 2004.
Serie C No. 115, párr. 125; Caso Tibi, cit., párr. 143; Caso de los Hermanos Gómez
78
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Paquiyauri. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No. 110, párr. 112; Caso
Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103, párr. 92),
a lo que agregó que “la prohibición de la tortura es absoluta e inderogable, aun en
las circunstancias más difíciles, tales como guerra, amenaza de guerra, lucha
contra el terrorismo y cualesquiera otros delitos, estado de sitio o de emergencia,
conmoción o conflicto interior, suspensión de garantías constitucionales,
inestabilidad política interna u otras emergencias o calamidades públicas” (Corte
IDH, Caso Lori Berenson Mejía, cit., párr. 100; Caso De la Cruz Flores, cit., párr.
125; Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, cit., párr. 111; Caso Maritza
Urrutia, cit., párr. 89).
En igual sentido se han pronunciado el Comité de Derechos Humanos
(Comité de Derechos Humanos, Observación General Nº 20. Reemplaza a la
observación general 7, prohibición de la tortura y los tratos o penas crueles, 1992,
párr. 3; Observaciones del Comité de Derechos Humanos al Estado de Egipto
(CCPR/CO/76/EGY), 2002, párr. 4), el Comité de las Naciones Unidas contra la
Tortura (Comité contra la Tortura, Examen de los Informes presentados por los
Estados Partes de conformidad con el artículo 19 de la Convención. Conclusiones y
Recomendaciones del Comité contra la Tortura al Estado de España CAT/C/CR/28/1-, párr. 7; Conclusiones y Recomendaciones del Comité contra la
Tortura al Estado de Egipto -CAT/C/CR/29/4-, párr. 4), el Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos, Digest of jurisprudence of the UN and regional
organizations on the protection of human rights while countering terrorism, p.
III.B), el Relator Especial sobre la Tortura (E/CN.4/2002/137, párr. 15) y el
Tribunal Penal Internacional ad hoc para la ex-Yugoslavia, el cual sostuvo que la
prohibición de la tortura, efectuada de modo absoluto por el Derecho Internacional
tanto convencional (bajo determinados tratados de derechos humanos) como
consuetudinario, tenía el carácter de una norma de jus cogens (Cfr. TPIY, Caso
Furundzija, asunto nro. IT-95-17/1, Chambre de Première Instance II, Jugement
10/12/1998, párrs. 137-139, 144, 153 y 160).
Por su parte, la Corte Europea de Derechos Humanos, en el caso Soering,
afirmó categóricamente que la prohibición absoluta -inclusive en tiempos de guerra
y otras emergencias nacionales- de la tortura y de los tratos o penas inhumanos o
degradantes, en los términos del artículo 3 de la Convención Europea de Derechos
Humanos, demuestra que esta disposición incorpora uno de los "valores
79
Ministerio Público Fiscal de la Nación
fundamentales de las sociedades democráticas" (cfr. Corte Europea de Derechos
Humanos, Soering versus Reino Unido, Sentencia del 07 de julio de 1989, párr. 88),
y añadió que “esta prohibición es independiente de cuál haya sido la conducta de la
víctima” (Corte Europea de Derechos Humanos, Chahal v. Reino Unido, Sentencia
de 15 de noviembre de 1996, párr. 79; Ocalan c. Turquía, Sentencia de 13 de marzo
de 2003, párr. 218 y Tomasi v. France, Sentencia de 27 de agosto de 1992, párr.
115).
Por lo tanto, quiero concluir este apartado advirtiendo que se ha conformado
un verdadero régimen jurídico internacional de prohibición absoluta de todas las
formas de tortura que deben respetar aún aquellos Estados que no han ratificado la
Convención Americana sobre Derechos Humanos o ninguna de las tres
Convenciones contra la Tortura mencionadas (Cfr. Corte IDH, Caso Maritza
Urrutia, cit., voto concurrente del juez A. A. Cançado Trindade, párr. 4).
B) LA TIPIFICACIÓN EN EL DERECHO INTERNO DE LOS CRÍMENES CONTRA
LA HUMANIDAD
Los tipos penales vigentes en la legislación argentina ya prohibían, y
continuaron haciéndolo, las conductas que integraron el plan sistemático de
represión y son aptos para subsumir los hechos y determinar la pena que les cabe a
los autores y partícipes en los crímenes contra la humanidad cometidos en nuestro
país.
En este sentido, cabe destacar que los crímenes cometidos en la E.S.M.A.
importaron una multitud de actos ilícitos tales como privaciones de la libertad,
torturas, homicidios, robos, extorsiones, apropiación de niños, etc., llevados a cabo
en forma sistemática y a gran escala y perpetrados desde el poder estatal, que,
naturalmente, estaban abarcados por los tipos penales vigentes dado que afectaron a
los bienes jurídicos más esenciales.
Esta subsunción en tipos penales locales de ningún modo contraría ni elimina
el carácter de crímenes contra la humanidad de las conductas en análisis (cuestión
que establece el derecho de gentes a través de normas de ius cogens), ni impide
aplicarles las reglas y las consecuencias jurídicas que les cabe por tratarse de
crímenes contra el derecho de gentes.
Es cierto que los tipos penales vigentes en nuestro país tal vez no captan en
toda su dimensión la gravedad de los hechos dado que, en muchos casos, no valoran
80
Ministerio Público Fiscal de la Nación
especialmente aquellas circunstancias que hacen que se consideren crímenes contra
el derecho de gentes (por ejemplo, el hecho de cometerse a gran escala y de modo
sistemático, desde posiciones oficiales, etc.), aunque algunas de esas características
pueden estar mencionadas como circunstancias agravantes en nuestra legislación.
Sin embargo, esta falta de referencia específica a esas circunstancias en los
tipos penales existentes que, según el derecho de gentes, elevan la gravedad de
algunas conductas y las convierten en crímenes contra la humanidad, no obsta a que
el núcleo de esas conductas sí esté abarcado por diversos tipos penales de nuestra
legislación y, en consecuencia, sean aptos para juzgar los hechos y determinar la
pena aplicable.
En síntesis, las conductas delictivas cometidas en el ámbito de la E.S.M.A. se
encontraban prohibidas por la legislación penal argentina vigente al momento de los
hechos, así como también se hallan reprimidas por la legislación vigente
actualmente en la materia. En consecuencia, dado que no se da un supuesto de
ausencia de ley penal al respecto, cabe aplicar esos tipos penales para juzgar estos
crímenes, toda vez que ellos permiten concretar su persecución y, en caso de
condena, determinar la pena que cabe imponerles a quienes sean hallados culpables.
C) LA IMPRESCRIPTIBILIDAD DE LOS DELITOS DE LESA HUMANIDAD
Como consecuencia lógica del proceso de codificación de la prohibición de
los crímenes de lesa humanidad y la necesidad de castigar penalmente a sus autores
para impedir la perpetuación de la impunidad, en 1968, fue aprobada por la
Asamblea
General
de
las
Naciones
Unidas
la
“Convención
sobre
la
imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad”,
mediante la Resolución 2391 (XXIII) del 26 de noviembre de ese año.
El artículo I del mencionado tratado expresa que los crímenes de guerra y los
crímenes de lesa humanidad “...son imprescriptibles, cualquiera sea la fecha en que
se hayan cometido”.
Esto se debe, como señala Paul Ricoeur, a que “[l]a imprescriptibilidad
suspende el principio de prescripción, impidiendo que este sea invocado dado que
constituye -por sí mismo- un obstáculo al ejercicio de la acción pública (...) el
principio de imprescriptibilidad autoriza a perseguir indefinidamente a los autores
de estos crímenes horribles (…) Existe una presunción que consiste en que la
reprobación de estos crímenes no conoce límite en el tiempo dada su gravedad
81
Ministerio Público Fiscal de la Nación
extrema y la perversidad del plan llevado a cabo” (Cfr. Ricoeur, Paul, La mémoire,
l'histoire, l'oubli, Éd. du Seuil, París, 2000, pp. 611 y 612).
En el Preámbulo de dicha Convención se advierte -con relación a los
crímenes de lesa humanidad- que no son oponibles las normas de derecho interno
relativas a la prescripción de los delitos ordinarios, en tanto impiden el
enjuiciamiento y castigo de sus responsables. Se reconoce, en consecuencia, que
resulta necesario y oportuno afirmar el principio de la imprescriptibilidad de los
crímenes de guerra y de lesa humanidad, asegurando su aplicación universal.
Al respecto, recuerda Ferrante que “[d]urante el debate se impuso la
posición según la cual el principio de imprescriptibilidad de los crímenes de guerra
y de lesa humanidad ya entonces existía en el derecho internacional, por lo que la
Convención no podía enunciarlo sino, más bien, afirmarlo” (Sancinetti y Ferrante,
ob. cit., pp. 428 y 429).
Por ello, además de “afirmar” el principio de la imprescriptibilidad, la
Convención compromete a los Estados a adoptar todos los procedimientos
constitucionales, legislativos o de otra índole que fueran necesarios para que la
prescripción de la acción penal o de la pena no se aplique a los crímenes de lesa
humanidad (art. IV).
La existencia de una norma consuetudinaria o de un principio general de
derecho en cuya virtud los crímenes contra el derecho de gentes deben considerarse
imprescriptibles, más allá de la existencia de una obligación convencional para los
estados que han suscripto tratados al respecto, surge, además de lo ya expuesto, de
un conjunto de resoluciones adoptadas luego de la aprobación de la Convención de
1968 en el marco de la ONU. En ellas, la Asamblea General de la ONU exhortó a
los estados miembros a observar los principios afirmados en la “Convención sobre
la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa
humanidad”, incluso cuando no fueran parte en ella.
Así, exhortó a los estados “...a cumplir el ‘deber de observar estrictamente’
sus disposiciones y, por último, afirmó que ‘la negativa de un Estado a cooperar
con la detención, extradición, enjuiciamiento y castigo de los culpables de crímenes
de guerra o crímenes de lesa humanidad es contraria a los propósitos y principios
de la Carta de las Naciones Unidas, así como a las normas de derecho
internacional universalmente reconocidas’ (cfr. Asamblea General de las Naciones
Unidas, Res. A/24/2583 (XXIV) del 15/12/69, Res. A/25/2712 (XXV) del 15/12/70
y Res A/25/2840 (XXV) del 18/12/71, relativas a la ‘Cuestión del castigo de los
82
Ministerio Público Fiscal de la Nación
criminales de guerra y de las personas que hayan cometido crímenes de lesa
humanidad’)” (voto del Dr. Bossert, en “Priebke”, JA 1996-I, pp. 331 y ss., consid.
87).
De acuerdo a los precedentes señalados, puede afirmarse entonces que ya
para la época de la sanción de la Convención sobre imprescriptibilidad de 1968, la
imprescriptibilidad de estos delitos ya se había establecido como una norma del
derecho internacional general vigente más allá de la existencia de un vínculo
contractual que la ratificara.
Con posterioridad a esa fecha, la vigencia de la imprescriptibilidad como
norma del derecho internacional general se ha consolidado notablemente al ser
incluida en forma casi constante en diversos instrumentos internacionales referidos
a crímenes contra el derecho de gentes.
En consecuencia, la imprescriptibilidad de los crímenes contra la humanidad
debe ser reconocida en nuestro medio en tanto constituye una de las reglas
esenciales que el derecho de gentes les adjudica a tales crímenes y, por lo tanto, su
aplicación viene impuesta en virtud de que las normas y principios referidos a
delitos contra el derecho de gentes forman parte de nuestro ordenamiento jurídico
interno conforme lo dispone el artículo 118 de la Constitución Nacional.
En otro orden de ideas, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
sido contundente en su jurisprudencia constante en materia de imprescriptibilidad
de las graves violaciones a los derechos humanos.
Así, en el Caso Barrios Altos manifestó que “son inadmisibles las
disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de
excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de
los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos tales como la
tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las desapariciones
forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir derechos inderogables
reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos” (Corte IDH,
Caso Barrios Altos. Sentencia de 14 de marzo de 2001. Serie C No. 75, párr. 41).
Por otra parte, en el Caso Bulacio, el Tribunal al referirse al instituto de la
prescripción señaló que “de acuerdo con las obligaciones convencionales asumidas
por los Estados, ninguna disposición o instituto de derecho interno, entre ellos la
prescripción, podría oponerse al cumplimiento de las decisiones de la Corte en
cuanto a la investigación y sanción de los responsables de las violaciones de los
derechos humanos” (Corte IDH, Caso Bulacio, cit., párr. 117).
83
Ministerio Público Fiscal de la Nación
En este sentido, Cançado Trindade agrega que “en una etapa de mayor
desarrollo de la conciencia humana, y por consiguiente del propio Derecho, resulta
indudable que la realización de la justicia se sobrepone a todo y cualquier
obstáculo, inclusive los que se desprenden del ejercicio abusivo de reglas o
institutos del derecho positivo, haciendo así imprescriptibles los delitos contra los
derechos humanos” (Ídem, voto razonado del juez A. A. Cançado Trindade, párr.
38).
Por último, en el Caso Almonacid Arellano y otros, en un contexto similar al
aquí analizado, la Corte IDH sostuvo que “el Estado no podrá argüir ninguna ley ni
disposición de derecho interno para eximirse de la orden de la Corte de investigar
y sancionar penalmente a los responsables de la muerte del señor Almonacid
Arellano
(…)
además,
el
Estado
no
podrá
argumentar
prescripción,
irretroactividad de la ley penal, ni el principio ne bis in idem, así como cualquier
excluyente similar de responsabilidad, para excusarse de su deber de investigar y
sancionar a los responsables” (Corte IDH, Caso Almonacid Arellano y otros, cit.,
párr. 151).
Además, manifestó que “por constituir un crimen de lesa humanidad, el
delito cometido en contra del señor Almonacid Arellano, además de ser
inamnistiable, es imprescriptible (...) los crímenes de lesa humanidad van más allá
de lo tolerable por la comunidad internacional y ofenden a la humanidad toda. El
daño que tales crímenes ocasionan permanece vigente para la sociedad nacional y
para la comunidad internacional, las que exigen la investigación y el castigo de los
responsables. En este sentido, “la Convención sobre la imprescriptibilidad de los
crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad” claramente afirmó que
tales ilícitos internacionales ‘son imprescriptibles, cualquiera que sea la fecha en
que se hayan cometido’” (Ídem, párr. 152).
Dado que Chile no ratificó aún la Convención sobre imprescriptibilidad de
1968, la Corte agregó que “la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa
humanidad surge como categoría de norma de Derecho Internacional General (ius
cogens), que no nace con tal Convención sino que está reconocida en ella.
Consecuentemente, Chile no puede dejar de cumplir esta norma imperativa” (Ídem,
párr. 153).
Por otra parte, la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
también reafirma el carácter imprescriptible de este tipo de delitos.
84
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Así, en el caso “Priebke”, el Tribunal entendió que no puede oponerse la
prescripción cuando se trata de delitos de lesa humanidad (considerandos 4º y 5º).
Sobre la base de la incorporación de los postulados modernos referidos a crímenes
contra el derecho de gentes al derecho interno argentino, sostuvo que los hechos no
debían considerarse prescriptos para nuestro país.
Este criterio fue reiterado por la Corte en el caso “Arancibia Clavel”, al
indicar que, frente a la comisión de esta clase de hechos, el Estado estaba obligado a
garantizar el ejercicio de los derechos humanos mediante la investigación y sanción
de quienes afecten tales derechos (considerando 35 y 36 del voto de los jueces
Zaffaroni y Highton de Nolasco, considerando 23 del voto del juez Petracchi y
considerando 67 del voto del juez Maqueda).
Finalmente, idéntico fue el criterio que sostuvo en el caso “Simón” (Fallos:
328:2056). Allí, la jueza Argibay manifestó que “en el caso de crímenes contra la
humanidad el Estado argentino ha declinado la exclusividad en el interés en la
persecución penal para constituirse en el representante del interés de la comunidad
mundial, interés que esta misma ha declarado inextinguible” (considerando 16).
Por su parte, en su voto el Dr. Boggiano advierte que “la calificación de
delitos de lesa humanidad está sujeta a los principios del ius cogens del derecho
internacional y no hay prescripción para los delitos de esa laya (Fallos: 318:2148).
Este es un principio derivado tanto del derecho internacional consuetudinario
cuanto del convencional, la Convención de la Imprescriptibilidad de Crímenes de
Guerra y de Lesa Humanidad y la Convención interamericana sobre Desaparición
Forzada de Personas. En suma, los delitos de lesa humanidad nunca han sido
prescriptibles en el derecho internacional ni en el derecho argentino. En rigor, el
derecho internacional consuetudinario ha sido juzgado por esta Corte como
integrante del derecho interno argentino (Fallos: 43:321; 176:218; 316:567)”
(considerando 40). En idéntico sentido, agregó que “el artículo 118 de la CN
incorpora al orden interno las normas imperativas del derecho internacional como
integrantes del principio de legalidad, por lo que complementa el principio
establecido en el artículo 18 de la CN” (considerando 49).
D) SOBRE EL CARÁCTER DE DELITOS DE LESA HUMANIDAD DE LOS HECHOS
AQUÍ VENTILADOS Y SU IMPRESCRIPTIBILIDAD
85
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Los hechos delictivos que les reprocho a los imputados en este requerimiento
constituyen crímenes contra la humanidad y, por lo tanto, no son susceptibles de
prescribir de acuerdo con los principios del derecho de gentes que nuestro
ordenamiento jurídico interno recoge y cuya aplicación al caso se impone.
Siguiendo a Cançado Trindade, “estamos ante una violación particularmente
grave de múltiples derechos humanos. Entre éstos se encuentran derechos
fundamentales inderogables, protegidos tanto por los tratados de derechos
humanos como por los de Derecho Internacional Humanitario. Los desarrollos
doctrinales más recientes en el presente dominio de protección revelan una
tendencia hacia la ‘criminalización’ de violaciones graves de los derechos
humanos, como las prácticas de tortura, de ejecuciones sumarias y extra-legales, y
de desaparición forzada de personas. Por ende, las prohibiciones de dichas
prácticas nos hacen ingresar en la terra nova del jus cogens internacional” (Corte
IDH, Caso de la “Panel Banca” (Paniagua Morales y otros). Sentencia de 8 de
marzo de 1998. Serie C No. 37, voto razonado del juez A. A. Cançado Trindade
parr. 15).
Entiendo que no puede soslayarse el carácter que imprime a estos delitos la
categoría de lesa humanidad, atento a que se trata de maniobras delictivas que
formaron parte de una secuencia y de una metodología sistemática diagramada por
el Estado con finalidad persecutoria y no de simples e independientes hechos
violatorios de la propiedad. Es en este aspecto en que resulta indudable que nos
encontramos frente a crímenes de lesa humanidad y, en consecuencia,
imprescriptibles.
En ese orden, como ya dije, la persecución emprendida contra las víctimas
comprendió medidas estatales que afectaron simultáneamente los derechos a la vida,
integridad personal, libertad personal e igualdad ante la ley de un sinnúmero de
ciudadanos argentinos. Se trata de violaciones de parte del Estado argentino a los
derechos consagrados en los Arts. I, II, IX y XXV de la Declaración Americana de
los Derechos y Deberes del Hombre de Bogotá 1948, plenamente vigente al
momento de la comisión de los hechos.
Al respecto, constituye un antecedente jurisprudencial de importancia la
sentencia en la “Causa nro. 13”, en la que, la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en forma unánime consideró probado que en el territorio nacional se había
llevado adelante un plan sistemático de represión, ordenado para luchar contra la
“subversión terrorista”, así como que “...las órdenes impartidas dieron lugar a la
86
Ministerio Público Fiscal de la Nación
comisión de un gran número de delitos de privación ilegal de la libertad, tormentos
y homicidios, fuera de otros cometidos por los subordinados, que pueden
considerarse -como los robos producidos- consecuencia del sistema adoptado...”
(Fallos: 309:1689, voto del vocal José Severo Caballero).
Por su parte, la calificación de los ilícitos perpetrados por el terrorismo de
Estado como crímenes de lesa humanidad fue efectuada, en nuestro país, por la Sala
I de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal
el 9 de septiembre de 1999, en el marco de la causa Nº 10.326/96 caratulada
“Nicolaides Cristino y otros s/ sustracción de menores”, donde se investiga la
existencia de un plan estatal para la sustracción de menores.
Por último, en el fallo “Simón” los jueces de la Corte Suprema analizaron en
profundidad el carácter de crímenes de lesa humanidad de los delitos aquí
examinados. Así, mientras que el Dr. Boggiano sostuvo que “se persigue a Simón
por crímenes contra el derecho de gentes” (considerando 38), la jueza Highton de
Nolasco advirtió que “los hechos contemplados en las leyes 23.492 y 23.521 eran
considerados crímenes contra la humanidad por el derecho internacional de los
derechos humanos vinculante para la Argentina, con antelación a su comisión, de
lo que se deriva como lógica consecuencia la inexorabilidad de su juzgamiento y su
consiguiente imprescriptibilidad” (considerando 32). Finalmente, la jueza Argibay
expresó que “el criterio más ajustado al desarrollo y estado actual del derecho
internacional es el que caracteriza a un delito como de lesa humanidad cuando las
acciones correspondientes han sido cometidas por un agente estatal en ejercicio de
una acción o programa gubernamental” (considerando 10).
En suma, los delitos contra la humanidad contemplan los homicidios, torturas
y privaciones ilegales de la libertad por motivos políticos llevadas a gran escala y de
forma sistemática, como los ocurridos en la Argentina.
Por lo expuesto, considero que los delitos enrostrados a los imputados
respecto de los cuales estoy requiriendo la elevación del proceso a juicio, en tanto
crímenes de lesa humanidad o delitos contra el derecho de gentes, integran el
derecho interno argentino por imperio del artículo 118 actual de la C.N. (ex art. 102,
en la versión constitucional de 1853) y que en dicha calidad son imprescriptibles,
respondiendo a todos los caracteres que éstos presentan y que fueron indicados en el
primer acápite.
E) LA ADECUACIÓN TÍPICA DE LAS CONDUCTAS EXAMINADAS
87
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Por los fundamentos que brindaré a continuación, entiendo que corresponde
calificar los hechos objeto de este requerimiento como constitutivos de los delitos
de privación ilegítima de la libertad agravada por la condición de funcionarios
públicos de los imputados, por haberse cometido con violencia y por haberse
prolongado por más de un mes -en algunos casos- (art. 144 bis inc. 1 y último
párrafo en función del art. 142 incisos 1 y 5 del Código Penal de la Nación, según la
redacción de la ley 14.616), imposición de tormentos agravados por haber sido
cometidos en perjuicio de perseguidos políticos (art. 144 ter, párrafos 1 y 2 del
Código Penal de la Nación, según la redacción de la ley 14.616) y homicidio
agravado por haberse realizado con alevosía, con el concurso premeditado de dos o
más personas y con la finalidad de procurar la impunidad para sí o para otro (art. 80
incs. 2°, 6º y 7º del Código Penal de la Nación), todos ellos en concurso real entre sí
(artículos 2 y 55 del Código Penal de la Nación).
1) Las privaciones ilegales de la libertad
En cuanto a la privación ilegítima de la libertad de las víctimas de este caso,
considero que la figura contenida en el artículo 141 del Código Penal de la Nación
constituye la base de una serie de disposiciones en las cuales, como núcleo central,
se encuentra el hecho de privar ilegalmente de la libertad personal a otro.
Conforme expone Soler, “...el art. 141 se refiere a cualquier privación de la
libertad personal. Por esta figura, la persona es entendida en el sentido físico, de
manera que la libertad que aquí se toma en consideración es la libertad de
movimientos, tanto en el sentido de poder trasladarse libremente de un lugar a otro,
libertad de la que se priva a un sujeto mediante el acto de encerramiento, como en
el sentido de privar a alguien de la libertad de ir a un determinado lugar del cual el
autor no tiene derecho alguno para excluirlo (…) el hecho está tan estrechamente
vinculado con el consentimiento que, para constituirse, debe haber existido, cuando
menos en algún momento, el disenso positivo (…) la especial característica de este
bien jurídico tutelado hace forzoso que este hecho asuma los caracteres del delito
permanente. En realidad, el hecho comienza en un momento determinado; pero los
momentos posteriores son siempre imputables al mismo título del momento inicial,
hasta que cesa la situación creada. La duración larga o breve es indiferente, salvo
algunos casos en que el lapso actúa como específica circunstancia de la
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
calificación (…) La figura genérica que acabamos de exponer no exige el empleo
específico de un medio determinado, o que el autor se proponga un determinado
fin, o que la privación de la libertad recaiga sobre determinada persona, o que le
cause a ésta algún daño especial distinto de la ofensa misma a la libertad, o que la
situación se prolongue más o menos tiempo. Todas estas circunstancias constituyen
motivos calificados de agravación, previstos en el artículo 142, en el cual después
de repetirse la figura del art. 141 (con la supresión del adverbio “ilegalmente”), se
enumeran las circunstancias que elevan la escala penal de uno a cuatro años (…)
La primera calificación se produce ‘si el hecho se cometiere con violencia o
amenazas’, 142, 1ro.. Es claro el sentido de las dos primeras circunstancias. El
concepto de violencia es genérico y, según sabemos, no absorbe en sí más que
aquellas lesiones necesariamente presupuestas por la figura, toda vez que
generalmente ha de tratarse de violencias sobre el cuerpo de la víctima” (Soler,
Sebastián, Derecho Penal Argentino, Tomo IV, Editorial Tea, Buenos Aires, 1992,
pp. 35-40).
Por otra parte, la detención ilegal prevista en el inciso 1ro. del artículo 144
bis, en cuanto reprime al “funcionario público que, con abuso de sus funciones o sin
las formalidades prescriptas por la ley, privase a alguno de su libertad personal”,
requiere los principios del tipo básico del artículo 141, dado que el delito consiste
en privar a alguien de su libertad personal.
Enseña Soler que, según la Comisión de 1891, esta disposición se hace
necesaria para “asegurar la garantía declarada por el artículo 18 de la
Constitución Nacional, de que nadie puede ser arrestado sino en virtud de una
orden escrita de autoridad competente”. La ley reprime el hecho cometido con
abuso de funciones. Este abuso puede asumir tanto un aspecto diremos
jurisdiccional, como un carácter sustancial. Hay abuso en el primer sentido cuando
ordena o dispone la privación de la libertad un funcionario público que no tiene
facultades para ello. Pero el hecho de tener facultades genéricas no quiere decir que
el funcionario munido de ellas sea dueño de tomar cualquier medida. El hecho de
éste puede ser sustancialmente abusivo también, como ocurre cuando un comisario
envía al calabozo a un citado no infractor, no detenido en virtud de alguna expresa
disposición procesal (testigo). También es ilegal la privación cumplida sin las
formalidades prescriptas por la ley. El funcionario genéricamente competente que
en el caso concreto no abuse de su función, puede aun incurrir en este delito si no
observa las formalidades debidas, por la sencilla razón de que esas formalidades,
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
algunas de carácter constitucional, son garantías preestablecidas contra el abuso
(orden escrita) (cfr. Soler, Sebastián, ob. cit., pp.50 y 51).
Por su parte, Donna expresa que “...todo funcionario tiene señaladas
atribuciones y marcada la extensión de las mismas con límites más o menos
precisos. Para que sus mandatos sean obedecidos tiene también fuerza a su
servicio, pues si careciere de la misma no daría órdenes obligatorias, y sus
mandatos no pasarían de ser insinuaciones o consejos. Cuando el funcionario
procede dentro de sus facultades, nada hay que observar, pero cuando sin tenerlas
procede y aplica los medios que le han sido dados para el ejercicio legítimo,
comete el delito que el inciso 1º del artículo 144 bis se refiere. En el segundo caso,
la privación de la libertad se produce sin las condiciones establecidas por la ley.
En este sentido los códigos de procedimientos establecen las condiciones en que se
puede proceder a la detención de una persona, y tanto aquéllos como los diversos
reglamentos policiales contienen reglas referentes a este punto. Un funcionario que
proceda sin ajustarse a esas normas, que sirven para tutelar la libertad personal
frente a la arbitrariedad siempre posible, incurrirá en delito. El tercer caso, se
refiere a aquél en que la libertad se ha restringido sin las formalidades requeridas
por las leyes. Las leyes de forma contienen disposiciones relativas a los requisitos a
emplearse cuando se trata de limitar la libertad individual. Esas formalidades
deben cumplirse por el funcionario encargado en cada caso…”.
En cuanto al bien jurídico tutelado, el autor explica que “[l]a libertad
individual se encuentra garantizada contra procedimientos arbitrarios por la
Constitución Nacional, más aún con la incorporación en la Constitución de 1994,
en el artículo 75, inciso 22, de los tratados internacionales que protegen las
garantías individuales contra cualquier acto funcional o particular vulnerante (…)
Vale la pena hacer en este punto una reflexión sobre el abuso de los funcionarios y
la libertad del individuo. El poder tiende, normalmente, a sobrepasar los límites
legales, y los funcionarios públicos, especialmente en la Argentina, más. La
libertad de las personas es lo que el Estado debe garantizar, de modo que si el
abuso proviene del propio Estado la cuestión reviste una gravedad que es
intolerable para el orden jurídico (…) más aún después de lo ocurrido en la
Argentina en el período de la dictadura militar, en donde estos principios fueron
sistemáticamente violados. Ahora bien, el concepto de ‘arrestado’, utilizado por el
artículo 18 de la Constitución Nacional, debe entenderse como sinónimo de privado
de libertad de locomoción y libertad física, abarcando las formas de coerción
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
personal previstas en los ordenamientos rituales (códigos de procedimiento penal)
y que importan: detención, citación compulsiva, arresto, prisión preventiva e
internación. En estos casos, como bien se sabe, la orden de detención debe ser por
escrito y ser emitida por el juez. Por eso, cuando se habla de autoridad competente,
el término debe referirse, sin duda alguna, al del ‘juez natural’, consagrado
también por el artículo 18 de la Constitución Nacional, en consonancia con otras
normas de organización del Poder Judicial de la Nación y las provincias (arts. 5°,
75, inc.12 y 118). Por lo expuesto, son los jueces ‘la autoridad competente’ para
extender la orden escrita que puede privar de libertad a una persona” (Donna,
Edgardo Alberto, Derecho Penal. Parte Especial, Tomo II-A, Editorial RubinzalCulzoni, Buenos Aires, 2001, pp. 170-177).
En base a dichas consideraciones doctrinarias y con respecto al encuadre
jurídico que cabe atribuir a los hechos delictivos imputados a los encartados,
entiendo que la conducta penal desplegada por los acusados es aquélla prevista en el
artículo 144 bis, inciso primero del Código Penal de la Nación.
Similar calificación, pero en grado de tentativa, corresponde atribuir a la luz
de las pruebas colectadas en esta etapa y sin perjuicio de la calificación que en
definitiva corresponda, al intento de privación ilegítima de la libertad de María
Cristina López de Stenfer y Héctor Osvaldo Polito.
Asimismo, entiendo que se deben aplicar las agravantes establecidas en el
último párrafo de la misma norma, según ley nro. 14.616, dado que concurre con la
agravante contemplada en el inciso 1ro. del artículo 142, toda vez que las
privaciones de la libertad se cometieron con violencia.
En lo referente a este punto, Núñez explica que el autor usa violencia para
cometer la privación de la libertad cuando para hacerlo aplica a la persona de la
víctima o despliega amenazadoramente contra ella una energía física o un medio
físicamente dañoso o doloroso (cfr. Núñez Ricardo C., Derecho Penal Argentino.
Parte Especial, tomo V, Editorial Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, p. 39).
Asimismo, media violencia cuando ésta se aplica sobre el cuerpo de la
víctima o sobre terceros que intentan impedir la misma, sea mediante el empleo de
energía física o por un medio que pueda equipararse (cfr. Creus, Carlos, Derecho
Penal. Parte Especial, Tomo I, Astrea, Buenos Aires, 1992, p. 301).
En efecto, se encuentra acabadamente probado conforme detallara en los
acápites IV y V del presente requerimiento que, para lograr la captura de las
víctimas, el grupo operativo perteneciente al grupo de tareas 3.3/2, integrado por los
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
encartados, tuvo que ejercer violencia física contra ellas, ya sea cuando las
detuvieron en sus domicilios o fueron interceptadas en la vía pública y reducidas
por medio de la aplicación de violencia física en forma directa. Es decir, que
revistiendo la calidad de funcionarios públicos conforme las previsiones del art. 77
del Código Penal, llevaron a cabo las conductas aquí reprochadas mientras
desempeñaban su actividad funcional en el marco operativo del grupo de tareas con
asiento en el centro clandestino de detención más paradigmático de la última
dictadura militar en la República Argentina.
Asimismo, la privación ilegítima de la libertad sufrida por las víctimas,
manifiestamente en contra de su voluntad, no obedeció a órdenes emanadas de
autoridad competente y fue cometida con abuso en las facultades que los encartados
poseían al momento de sucederse los hechos.
Como se ha descripto en innumerables oportunidades, era quehacer común
del grupo de tareas que funcionaba en la E.S.M.A. desplegar clandestinos
operativos para secuestrar personas, interrogarlas bajo tormentos, apoderarse de sus
bienes materiales, y en algunos casos hasta de sus propios hijos.
La clandestinidad con que los imputados realizaron las capturas, el
ocultamiento de la existencia misma de los centros clandestinos de detención, la
ausencia de órdenes escritas (o bien su ocultamiento y/o destrucción en caso de
haber existido) son claras evidencias no sólo de la ilegalidad de las detenciones y
cautiverios, sino de la consciencia de esa ilicitud por parte de todos los responsables
de los crímenes objeto de investigación.
En este sentido, en la sentencia recaída en la causa nro. 13/84, “Videla, Jorge
Rafael y otros”, se sostuvo que “[l]as víctimas eran presos en la terminología legal,
toda vez que fueron aprehendidos y encerrados por funcionarios públicos (…) La
circunstancia de que esas detenciones no hubiesen sido llevadas a cabo de acuerdo
con las prescripciones legales (…) no cambia la categoría de ‘presos’” (C.C.C.F.,
causa 13/84, “Videla, Jorge Rafael y otros”, resuelta el 9 de diciembre de 1985,
considerando 5º).
En el mismo sentido los miembros del Tribunal Oral en lo Criminal Federal
nro. 5 de esta ciudad sostuvieron, en la sentencia condenatoria recaída contra Julio
Héctor Simón, que “la ilegalidad de la privación de la libertad sufrida por las
víctimas de autos surge inequívocamente de las condiciones de su inicio y, aún más,
de su desarrollo. En cuanto al primero, fueron realizadas totalmente al margen del
orden legal vigente y obedecieron a órdenes emanadas de autoridades
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
ilegítimamente constituidas. En definitiva, la situación fue diametralmente opuesta
a la normada por el artículo 18 de nuestra Carta Magna en cuanto exige orden
escrita de autoridad competente...” (T.O.C.F. nro.5, causas nros. 1056 y 1207,
resuelta el 11 de agosto de 2006).
Por último, en algunos casos se ha demostrado que la privación de la libertad
de las víctimas ha durado más de un mes, por lo que también concurre la agravante
contemplada en el inciso 5° del artículo 142. Considero aplicable esta agravante a
los casos de: a) las personas que permanecieron recluidas durante un lapso superior
al mes, según sus propios testimonios; b) las personas que estuvieron cautivas
durante ese tiempo, según declararon sus compañeros de cautiverio, y que
actualmente se encuentran en condición de “desaparecidos”, y c) las personas de las
que no se conoce el tiempo en que permanecieron en la E.S.M.A. o que, si se
conoce, no alcanza al mes, pero que hasta la fecha se encuentran “desaparecidos”.
Respecto de esta última categoría de casos, considero que la privación ilegítima de
la libertad de la persona debe computarse hasta tanto sus restos mortales sean
habidos o se establezca, de acuerdo con los testimonios de las personas con quienes
compartieron cautiverio o los dichos de los propios imputados, que efectivamente
han fallecido.
2) Los tormentos
Cabe ahora realizar algunas consideraciones generales en torno a la
calificación legal de las violaciones a la integridad física, psíquica y moral de las
víctimas de este caso.
Ya la Constitución Nacional en su artículo 18 emplea la palabra "tormentos"
al declarar abolidos para siempre la pena de muerte, toda especie de tormentos y
azotes.
Conforme expone Donna, “lo que se protege, nuevamente, son las garantías
que toda persona detenida tiene, que surgen del artículo 18 de la Constitución, en
cuanto prohíbe toda especie de tormento y los azotes, y que determina de un modo
taxativo el límite de la coerción penal (…) La doctrina es unánime en aceptar que
el tipo penal exige dolo directo, ya que es imposible apremiar a un tercero con
ninguna otra intención que no sea la de este tipo de dolo (…) Resulta sujeto activo
de este delito cualquier funcionario público; lo que se exige del funcionario es que
cometa el hecho ilícito en un ‘acto de servicio’, es decir que debe estar en actividad
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
funcional al momento de la comisión” (Donna, Edgardo Alberto, ob. cit., pp. 177180).
Por su parte, Soler afirma que "[e]n general, es tortura toda inflicción de
dolores con el fin de obtener determinadas declaraciones. Cuando esa finalidad
existe, como simple elemento subjetivo del hecho, muchas acciones que
ordinariamente podrían no ser más que vejaciones y apremios, se transforman en
torturas (…) será necesario distinguir lo que es nada más que una vejación o un
apremio de lo que constituye tormento, porque las escalas penales son distintas. En
esta última hipótesis la calificación estará dada por la intensidad y por la presencia
de dolor físico o de dolor moral, pero no fundado ni en la sola condición de
detenido –en sí misma penosa- ni en la pura humillación traída necesariamente por
toda vejación o todo apremio” (Soler, Sebastián, ob. cit., pp. 54-56).
En este sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado
recientemente que “los elementos constitutivos de la tortura son los siguientes: a)
un acto intencional; b) que cause severos sufrimientos físicos o mentales, y c) que
se cometa con determinado fin o propósito” (Corte IDH, Caso Bueno Alves.
Sentencia de 11 de mayo de 2007. Serie C No. 163, párr. 79).
Al respecto, la Corte Europea de Derechos Humanos ha subrayado que
“entre los elementos de la noción de tortura del artículo 1º de la Convención contra
la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, está incluida
la intervención de una voluntad deliberadamente dirigida a obtener ciertos fines,
como obtener información de una persona, o intimidarla o castigarla” (Corte
Europea de Derechos Humanos, Mahmut Kaya v. Turkey, Judgment of 28 March
2000, párr. 117).
Asimismo, el magistrado Cançado Trindade advierte que “la práctica de la
tortura, en toda su perversión, no se limita a los padecimientos físicos infligidos a
la víctima, busca el aniquilamiento de la víctima en su identidad e integridad”
(Corte IDH, Caso Tibi, cit., voto razonado del juez A. A. Cançado Trindade, párr.
21).
Por ello, la tortura no solamente puede ser perpetrada mediante el ejercicio
de la violencia física, sino también a través de actos que produzcan en la víctima un
sufrimiento físico, psíquico o moral agudo (cfr. Corte IDH, Caso Cantoral
Benavides. Sentencia de 18 de agosto de 2000. Serie C No. 69, párr. 100).
En este sentido, la Corte IDH ha destacado que someter a una persona a actos
de violencia psíquica al ser expuesta a un contexto de angustia y sufrimiento intenso
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
de modo intencional al haber sido preparados e infligidos deliberadamente para
anular la personalidad y desmoralizar a la víctima, constituye una forma de tortura
psicológica, en violación del artículo 5.1 y 5.2 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (cfr. Corte IDH, Caso Maritza Urrutia, cit., párr. 94).
En los casos objeto de análisis en el presente dictamen, se ha acreditado que
durante la privación de la libertad que sufrieron las víctimas, fueron sometidas a
distintos tipos de maltrato y tormentos psíquicos y físicos para obtener información
o simplemente para infligir dolor. Éstos incluyeron: incomunicación arbitraria, el
sometimiento a condiciones inhumanas de alojamiento en el ámbito de la E.S.M.A.
(específicamente en el sector denominado “capucha”) donde no podían sustraerse
de percibir los lamentos o quejas provenientes de las torturas que padecían otros
compañeros de cautiverio, algunos de los cuales integraban su grupo de pertenencia.
Por lo tanto, considero que las características de la conducta desplegada por
los imputados indican que su accionar excedió al previsto en el tipo penal básico de
las vejaciones previstas en el art. 144 bis inc. 2 del C.P., debido a la especial
violencia que se introdujo en los hechos ilícitos que se les enrostra.
Efectivamente, “[e]l empleo de violencias o amenazas, como medio para la
comisión del delito, evidencia en quien a ellos acude una más relevante
peligrosidad, digna, por lo tanto, de ser reprimida con una mayor pena que la del
delito simple” (Molinario, Alfredo J. y Aguirre Obarrio, Eduardo, Los Delitos,
Tomo II, Editorial Tea, Buenos Aires, 1996, pp. 58 y 59).
De acuerdo a la descripción contenida en la figura legal, que hace referencia
simplemente al acto de imponer cualquier especie de tormento, la consumación de
este delito resulta independiente de que se obtenga la declaración pretendida y de
todo propósito probatorio o procesal que se le pudiera otorgar. El maltrato material
o psíquico constituye un tormento cuando es infligido intencionalmente para
torturar a la víctima a fin de causarle dolor, o para ejercer venganza o represalias o
con cualquier otra finalidad malvada.
Además, resulta de especial relevancia para esta causa la afirmación de
Fontán Balestra en el sentido de que “[h]abrá, sin duda, casos típicos de tormentos,
cuando se haga uso de los llamados genéricamente instrumentos de tortura, entre
los que hoy desempeña papel preponderante, por su eficacia y ausencia de rastros,
la `picana eléctrica´..." (Fontán Balestra, Carlos, Tratado de Derecho Penal. Parte
Especial, Tomo V, Editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1969, pp. 299 y 300).
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
En igual sentido, en la sentencia recaída en la causa nro. 13/84 se determinó
que hechos de iguales características a los examinados “...constituyen el delito de
imposición de tormentos, previsto en el art. 144 ter primer párrafo, del Código
Penal, según texto introducido por la ley 14.616, vigente a la época de comisión de
los hechos, por resultar más benigno que el actual, que obedece a la ley 23.077
(artículo 2 ibídem)”.
Asimismo, se sostuvo que “[l]a exigencia de que los sufrimientos sean
causados con un propósito determinado -obtener información o quebrantar la
voluntad- (...) se ve satisfecha, pues ellos fueron llevados a cabo con las finalidades
señaladas” (C.C.C.F., causa nro. 13/84, “Videla, Jorge Rafael y otros”, resuelta el 9
de diciembre de 1985, considerando 5º).
Por otra parte, cabe poner de resalto que en la E.S.M.A. se aplicó un método
inédito de tormento: la “capucha”.
Así, luego de obtenida la información urgente en la sesión de “ablande” que
incluía el sometimiento a los tormentos señalados precedentemente, los
secuestrados eran recluidos en un cubículo de madera que los mantenía
absolutamente aislados -sin posibilidad de comunicarse ni mantener ningún tipo de
contacto con otras personas, excepto con sus aprehensores-, encapuchados,
esposados y engrillados, durante períodos prolongados. En esta situación de
“capucha”, las condiciones de higiene eran pésimas, así como también eran
paupérrimas las condiciones de ventilación, iluminación, alimentación y
alojamiento. Este trato fue descripto a lo largo del presente requerimiento, como
sometimiento a “condiciones inhumanas de vida”.
Este tormento se realizaba con la finalidad de “ablandar” al detenido, hacerlo
“reflexionar”, para luego exigirle que “colaborara”, brindando información o
“marcando” a otras personas en expediciones de “rastrillaje” a bordo de
automóviles.
Como consecuencia de lo señalado, comparto lo sostenido por los Dres.
Strassera y Moreno Ocampo en el sentido de que “la condición de ‘capucha’
excedía en mucho el mero depósito del secuestrado y constituía una etapa de
vejamen psíquico y físico para obtener mayor cantidad de información, lo que
descarta la posible calificación de apremios y vejámenes y conduce sin más a la de
tormentos” (M.C. Tarrio y Huarte Petite, “Torturas, detenciones y apremios
ilegales”, pp. 96 y 97).
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
Sobre este punto en particular, resultan relevantes algunos pronunciamientos
del Comité contra la Tortura de Naciones Unidas. Así, sostuvo que “las celdas de
aislamiento de 60 x 80 centímetros, en las que no hay luz ni ventilación y sólo se
puede estar en ellas de pie o agachado, constituyen en sí mismas una forma de
instrumento de tortura” (cfr. O.N.U., Asamblea General. Informe del Comité contra
la Tortura sobre Turquía. Cuadragésimo octavo Período de Sesiones, 1994,
A/48/44/Add.1, párr. 52). En otro informe, consideró que el régimen de privación
sensorial aplicado sobre presos de un centro de detención en Perú causaba
“…sufrimientos continuos e injustificados que constituyen tortura”
(cfr. O.N.U., Asamblea General. Investigación del Comité contra la Tortura en
relación con el artículo 20: Perú. Quintuagésimo sexto Período de Sesiones, 2001,
A/56/44, párr. 186). Por último, destacó que “el régimen de prohibición casi
absoluta de comunicarse aplicado sobre presos de un centro de detención causa
sufrimientos continuos e injustificados que constituyen tortura” (Ídem).
Por último, considero que el trato dispensado a las víctimas de este caso
durante su permanencia en la E.S.M.A., que consistió en la permanente violación de
su integridad física, psíquica y moral, fue intencionalmente infligido por sus autores
como medio central para alcanzar la dominación total de los detenidos.
Como afirmaba Hannah Arendt, este fenómeno -característico de los
regímenes totalitarios como el argentino durante el período 1976/83- sólo es posible
si todas y cada una de las personas pudieran ser reducidas a una identidad nunca
cambiante de reacciones y esto sólo se alcanza eliminando su espontaneidad como
expresión del comportamiento humano y transformando a la personalidad humana
en una simple cosa (cf. Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Alianza,
Madrid, 1998, p. 533).
Arendt sostenía que la dominación total se consigue matando, en primer
lugar, matando a la personalidad jurídica, es decir, colocando a ciertas categorías de
personas fuera de la protección de la ley (Ídem, p. 543). En este sentido, el fracaso
de los habeas corpus interpuestos por los familiares de las víctimas demuestra que
los “desaparecidos” quedaban al margen de la ley y a merced de sus captores.
El segundo paso consiste en la eliminación de la persona moral, haciendo
imposible el martirio. Al respecto, afirma que “los campos de concentración,
tornando en sí misma anónima la muerte (haciendo imposible determinar si un
prisionero está muerto o vivo), privaron a la muerte de su significado como final de
una vida realizada (...) arrebatando al individuo su propia muerte, demostrando
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
que nada le pertenecía y que él no pertenecía a nadie”, a lo que agregó que “el
terror totalitario obtuvo su más terrible triunfo cuando logró apartar a la persona
moral del escape individualista y hacer que las decisiones de conciencia fueran
absolutamente discutibles y equívocas. Cuando un hombre se enfrenta con la
alternativa de traicionar y de matar así a sus amigos o de enviar a la muerte a su
mujer y a sus hijos, de los que es responsable en cualquier sentido; cuando incluso
el suicidio significaría la muerte inmediata de su propia familia, ¿cómo puede
decidir?” (Ídem, 549).
Los hechos del presente caso son una acabada muestra de cómo la dictadura
militar, en general, y la Armada Argentina, particularmente en los diferentes
Centros Clandestinos de Detención que manejaba, sometieron a los detenidosdesaparecidos a este proceso de pérdida de su persona moral, siendo la ESMA su
máxima expresión.
Finalmente, como señalara la autora citada “una vez que ha sido muerta la
persona moral, lo único que todavía impide a los hombres convertirse en cadáveres
vivos es la diferenciación del individuo, su identidad única” (Ibídem).
Los métodos para tratar con esta unicidad son numerosos, algunos de los
cuales fueron bien descritos por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 5 de
esta ciudad, al condenar a Julio Héctor Simón: “[s]e ha logrado determinar a través
de los trabajos realizados por el antes citado organismo [la CONADEP], el
proceso judicial que implicó el juzgamiento de los Comandantes Militares,
conocido popularmente como el ‘Juicio a las Juntas’ y las causas judiciales que se
instruyeron para la investigación y juzgamiento de hechos como el que nos ocupa entre las que destaca la sentencia dictada en la causa nro. 44, ‘Camps’, por el
pleno de la Excma. Cámara del fuero-, que la ‘desaparición’ comenzaba con el
secuestro de una persona y su ingreso a un centro clandestino de detención
mediante la supresión de todo nexo con el exterior; el secuestrado llegaba al centro
encapuchado o ‘tabicado’ situación en la que generalmente padecía todo el tiempo
que estuviera alojado en el centro de que se trate, así la víctima podía ser agredida
en cualquier momento sin posibilidad alguna de defenderse; se utilizaron números
de identificación que eran asignados a cada prisionero al ingreso al campo. A su
vez, se les ordenaba, ni bien ingresaban, que recordasen esa numeración porque
con ella serían llamados de ahí en adelante, sea para hacer uso del baño, para ser
torturados o para trasladarlos; la alimentación que se les daba era, además de
escasa y de mala calidad, provista en forma irregular, lo que provocaba un
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
creciente desmejoramiento físico en los mismos; la precariedad e indigencia
sanitarias contribuían también a que la salud de los detenidos se deteriore aún
más, lo cual debe ser considerado junto con la falta de higiene existente en los
centros y la imposibilidad de asearse adecuadamente” (T.O.C.F. nro. 5, causas
nros. 1056 y 1207, resuelta el 11 de agosto de 2006).
Como se desprende de la declaración de aquellas personas que lograron
salir vivas de su cautiverio en la E.S.M.A., el mecanismo descripto también fue
utilizado con especial saña en este campo de concentración.
Por ende, al someter a una persona a este tipo de trato, la destrucción de la
individualidad casi siempre es exitosa y el ideal de dominación totalitaria queda
logrado.
En síntesis, concuerdo con lo señalado por el titular del Juzgado Nacional
en lo Criminal y Correccional Federal nro. 3 al momento de dictar el procesamiento
de los imputados en la causa nro. 14.216/03, en el sentido de que “[las] técnicas o
procedimientos que rodeaban el cautiverio, deben ser analizados en su sumatoria y
como tal, generaron un cuadro de padecimiento extremo en los cautivos (...). Por
ende, al tiempo de valorar las condiciones de detención de todas y cada una de las
víctimas aquí mencionadas, hay que tener en cuenta los efectos acumulativos de
estas condiciones y los efectos que generan en una persona la combinación y
sumatoria de las diversas modalidades de maltrato y degradación humana. En
definitiva, todo el conjunto abyecto de condiciones de vida y muerte a que se
sometiera a los cautivos, si son analizados desde sus objetivos, efectos, grado de
crueldad, sistematicidad y conjunto, han confluido a generar el delito de imposición
de tormentos de una manera central, al menos conjunta con la figura de la
detención ilegal, y de ningún modo accesoria o tangencial a ésta” (Juzgado
Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 3, Causa nro. 14.216/03
caratulada "Suárez Mason y otros s/privación ilegal de la libertad", auto de
procesamiento de 20 de octubre de 2005).
En particular, la dinámica del Grupo de Tareas 3.3/2 se basó en el pseudo
estudio de los secuestrados para advertir quiénes podrían ser incorporados a un
supuesto “proceso de recuperación”, en consonancia con las aspiraciones políticas
del Almirante Massera. En tal contexto, se seleccionaban secuestrados para realizar
trabajos a favor de los integrantes del Grupo de Tareas 3.3/2, teniendo en cuenta las
habilidades y capacidades personales de cada uno. Esas tareas debían ser realizadas
por los detenidos en forma compulsiva, sin recibir ninguna remuneración a cambio,
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
incluso con los grilletes puestos. En algunos casos consistían en tareas de
mantenimiento (de reparación de objetos, limpieza, construcción, etc.) o
administrativas (orden de archivos, transcripciones, etc.), mientras que en otros
fueron trabajos de investigación sobre la difusión de las noticias nacionales en el
exterior o preparación de material para favorecer la propaganda de las Juntas
Militares en el exterior.
En cualquier caso, los secuestrados debían realizar tales trabajos simulando
algún consenso para evitar ser incluidos en los “traslados” (vuelos de la muerte)
semanales.
Resulta evidente el deterioro psíquico que generó tal proceder en las
personas, ya que no sólo se las obligaba a realizar trabajo esclavo sino que las tareas
favorecían a sus captores y al sistema represivo instaurado en el centro clandestino
de detención, pese a lo cual debían aparentar cierto contento o, por lo menos,
neutralidad con tal inhumana imposición.
En consecuencia, considero que los trabajos no remunerados impuestos a
los secuestrados fueron otro modo de tormento psíquico implementado en su contra,
que agravó las condiciones de vida dentro del campo de exterminio que funcionó en
la E.S.M.A., lo que cual debe ser especialmente valorado al momento de resolver,
en definitiva, sobre esta cuestión.
En otro orden de ideas, debo destacar que se encuentra acreditado prima
facie que la persecución iniciada contra las víctimas de este caso -y que culminó
con su posterior detención, tortura y, en algunas ocasiones, su eliminación físicafue concebida en razón del signo político elegido por éstas.
Efectivamente, “[p]erseguido político no es sólo el imputado de un delito
por causa política, sino también el individuo arrestado o detenido por motivo
político, como es el de ser opositor al régimen establecido o a las personas que
ejercen el gobierno” (Núñez, Ricardo C., ob. cit., p. 57).
En consecuencia, entiendo que las violaciones a la integridad física, psíquica
y moral de las víctimas enumeradas en la presente requisitoria, encuadran en el
supuesto de agravación de la pena previsto en el art. 144 ter, párrafos 1 y 2 del
Código Penal de la Nación, según texto introducido por la ley 14.616, vigente a la
época de comisión de los hechos, por resultar la ley penal más benigna.
3) Los homicidios
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Respecto al destino final de las víctimas María Cristina López de Stenfer
y Héctor Osvaldo Polito, entiendo que se desprende de los testimonios recabados a
lo largo de la instrucción de la causa que su deceso se produjo como consecuencia
de las heridas que les provocaron los integrantes del G.T. 3.3/2 al capturarlos o en
base a una decisión posterior adoptada por sus integrantes.
En virtud del relato de estos casos realizado a lo largo del presente dictamen,
considero que estas conductas deben ser valoradas como homicidios, con las
agravantes previstas en el artículo 80 del Código Penal.
El tipo objetivo del delito de homicidio está constituido por la acción de
matar y la muerte de una persona. Por su parte, tratándose en este caso de una figura
dolosa, y en estricta referencia al aspecto subjetivo del tipo penal sujeto a análisis,
es dable señalar que el mismo contiene dentro de su denominación dos facetas: una
cognoscitiva -atinente al conocimiento de la totalidad de los elementos del tipo
objetivo que indefectiblemente debe poseer el autor- y otra volitiva -consistente en
la finalidad típica, en la voluntad de llevar adelante la acción lesiva-.
En el presente caso, los imputados conocían cuál iba a ser el destino final de
sus víctimas dado que sus muertes eran eslabones en el plan sistemático de
violaciones de los derechos humanos que los miembros del G.T. 3.3/2 llevaron
adelante con total convencimiento y libertad. Es más, de la decisión de eliminar a
personas que estaban detenidas en la E.S.M.A. participaban varios de los imputados
tal como se indicará en el acápite de la autoría.
Por otra parte, el plan de los integrantes del grupo operativo -concebido y
diagramado en el Sector de Inteligencia de la E.S.M.A.- preveía la posibilidad de
matar a las personas que iban a ser secuestradas, si las circunstancias así lo
demandaban, lo que finalmente ocurrió.
Por otra parte, la circunstancia de que no se hayan identificado los cuerpos de
las víctimas de este caso no impide aseverar que se encuentran muertas. Al respecto,
resulta muy relevante lo afirmado por la Corte Interamericana en el Caso Castillo
Paez cuando consideró demostrada la violación del artículo 4 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos que protege el derecho a la vida, ya que el
señor Castillo Páez había sido detenido arbitrariamente por agentes de la Policía del
Perú; dicha detención fue negada por las mismas autoridades, las cuales, por el
contrario, lo ocultaron para que no fuese localizado, y desde entonces se desconoce
su paradero por lo que concluyó que, “debido al tiempo transcurrido desde el 21 de
octubre de 1990 a la fecha, la víctima ha sido privada de la vida. Este Tribunal ha
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
señalado en fallos anteriores, que con la desaparición de personas se violan varios
derechos establecidos en la Convención, entre ellos el de la vida, cuando hubiese
transcurrido, como en este caso, un período de varios años sin que se conozca el
paradero de la víctima” (Corte I.D.H., Caso Neira Alegría y otros, Sentencia de 19
de enero de 1995. Serie C No. 20, párr. 76; Caso Caballero Delgado y Santana,
Sentencia de 8 de diciembre de 1995. Serie C No. 22, párr. 56 y Caso Blake,
Excepciones Preliminares, Sentencia de 2 de julio de 1996. Serie C No. 27, párr.
39, el destacado me pertenece).
El Tribunal entendió que “no puede admitirse el argumento del Estado en el
sentido de que la situación misma de la indeterminación del paradero de una
persona, no implica que hubiese sido privada de su vida, ya que ‘faltaría... el
cuerpo del delito’, como lo exige, según él, la doctrina penal contemporánea. Es
inaceptable este razonamiento puesto que bastaría que los autores de una
desaparición forzada ocultasen o destruyesen el cadáver de la víctima, lo que es
frecuente en estos casos, para que se produjera la impunidad absoluta de los
infractores, quienes en estas situaciones pretenden borrar toda huella de la
desaparición” (Corte I.D.H., Caso Castillo Páez. Sentencia de 3 de noviembre de
1997. Serie C No. 34, párrs. 71-73).
En similar sentido se expidió la Corte Europea de Derechos Humanos, en el
caso Orhan v. Turkey, en tanto consideró que las muertes presuntas de Selim, Hasan
y Cezayir Orhan (hermanos e hijo del demandante, respectivamente) implicaban
una violación al derecho a la vida consagrado en el art. 2 de la Convención Europea
sobre Derechos Humanos, al igual que las investigaciones deficientes acerca de la
detención y desaparición de esas víctimas. En ese caso, los tres Orhan habían sido
vistos por última vez cuando soldados turcos los llevaban bajo custodia en la ciudad
de Deveboyu (Adrok) (al sudeste de Turquía), el 25 de mayo de 1994. Así, la Corte
Europea consideró que, como no se había obtenido ninguna información acerca de
los Orhan durante casi ocho años, debía presumirse la muerte de esas personas
acaecida luego de una detención clandestina prespetrada por las fuerzas de
seguridad turcas. Por ello, determinó que la responsabilidad por sus muertes era
atribuible al gobierno turco, en tanto la detención de los Orhan no había sido
asentada en los correspondientes registros, como tampoco existió información
oficial sobre el destino de estas personas, lo cual implicó una deficiencia gravísima,
dado que imposibilitó establecer la vinculación de los implicados en un delito y
102
Ministerio Público Fiscal de la Nación
cubrir su responsabilidad sobre el destino de los detenidos (Corte EDH, Orhan v.
Turkey, nro. 10, Application 25.656/94, Judgment, 18 de junio de 2002).
Por ende, entiendo que los homicidios descriptos en el presente
requerimiento deben encuadrarse en dicha figura legal, pese a que en alguno de esos
casos hasta la fecha no hayan podido ser identificados los restos mortales de las
víctimas.
Por otra parte, considero que en el presente caso concurren las siguientes
circunstancias agravantes de la conducta realizada por los encartados.
En primer lugar, el inciso séptimo del artículo 80 del C.P. comprende los
casos en que se matare a una persona para “...procurar la impunidad para sí o para
otros...”.
Como destaca Donna, para que se aplique la agravante “es necesario que
antes del homicidio se haya cometido o intentado otro delito” (Donna, Edgardo
Alberto, ob. cit., p. 111). Asimismo, “es imprescindible que exista una conexión
ideológica entre ambos delitos, debiendo la mentada conexidad ser acreditada
fehacientemente” (Ídem, p. 113).
Por otra parte, la agravante comprende toda procuración de impunidad,
respecto de cualquier sujeto, con referencia a delitos en que el homicida no haya
participado, incluidos, por supuesto, aquéllos en los que efectivamente él haya
participado (cfr. Creus, Carlos, ob. cit., p. 33).
De este modo, considero que las características de los hechos aquí imputados
refleja la intención de los integrantes del G.T. 3.3/2 de eliminar todos aquellos
posibles rastros susceptibles de dar cuenta de la existencia del centro clandestino de
detención que funcionaba en la E.S.M.A., lo que incluía no sólo la modificación
edilicia del edificio sino también la desaparición de los cuerpos de los detenidos,
finalidad principal de “los vuelos de la muerte” y de los denominados “asaditos”.
En segundo lugar, el inciso sexto del artículo 80 del C.P. alcanza los casos de
concurso premeditado de dos o más personas para cometer el homicidio.
La agravante responde a las menores posibilidades de defensa de la víctima
ante la actividad de varios agentes. En ese sentido, supone que han concurrido dos o
más personas, realizando actos materiales que constituyan o no ejecución de
violencia sobre la víctima, aun por medio de actos de carácter moral. Asimismo, el
aspecto subjetivo de la agravante requiere que los agentes se hayan puesto de
acuerdo para matar en concurso, o sea de un modo previamente determinado
(dirección, aliento) (cfr. Creus, Carlos, ob. cit., pp. 24 y 25)
103
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Dado el funcionamiento del G.T. 3.3/2 descripto en este dictamen, considero
que se encuentra probado que los imputados se pusieron de acuerdo previamente
para cometer los homicidios de las víctimas de este caso.
Por último, el inciso segundo del artículo 80 del C.P. se refiere a los casos en
que el homicidio tenga lugar con ensañamiento, alevosía, veneno u otro
procedimiento insidioso.
El Código Penal Español de 1822, antecedente de nuestro Código Penal,
refería que “…el homicidio alevoso es el que se comete a traición y sobre seguro,
ya sorprendiendo descuidada, dormida, indefensa o desapercibida a la persona, ya
llevándola con engaño o perfidia, o privándola antes de la razón, de las fuerzas, de
las armas, o de cualquier otro auxilio, para facilitar el asesinato, ya empeñándola
en una riña o pelea provocada con ventaja conocida, o ya usando de cualquier otro
artificio para cometer el delito con seguridad o sin riesgo para el agresor o para
quitar la defensa al acometido…” (cfr. Molinario, Alfredo J. y Aguirre Obarrio,
Eduardo, ob. cit., Tomo 1, p. 141).
Con relación a esta agravante, la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal en el marco de la causa nro. 13/84, expresó que “[l]os
homicidios deben considerarse como alevosos tomando en cuenta un doble aspecto:
objetivo, el primero, al verificar que la víctima estuvo en estado de total
indefensión; el otro, subjetivo, atendiendo a la acción preordenada de matar sin
que el ejecutor corriera riesgo en su persona...” (Considerando 4).
En igual sentido, Creus sostiene que el requisito objetivo de la agravante
consiste en que la víctima se encuentre en situación de indefensión que le impida
oponer resistencia que se transforme en un riesgo para el agente. Asimismo, es
necesario que se reúna un requisito subjetivo: que el autor quiera obrar sobre
seguro, esto es, obrar sin el riesgo que puede implicar la reacción de la víctima o de
terceros dirigida a oponerse a su acción (cfr. Creus, Carlos, Derecho Penal. Parte
Especial, Tomo I, séptima edición, Astrea, Buenos Aires, 2007, pp. 20 y 21).
En cuanto al tipo objetivo, en el presente caso el estado de indefensión de las
víctimas fue provocado por los autores de los homicidios, que superaban en número
y medios de defensa y ataque a sus víctimas. En efecto, algunos de tales homicidios
se cometieron en relación con personas privadas ilegítimamente de su libertad y
luego de haber sido sometidas a diversos tormentos, por lo que, estaban supeditadas
al designio de los represores e impedidas de defenderse. Las condiciones inhumanas
de detención en que se encontraban algunas víctimas -en cuya creación y
104
Ministerio Público Fiscal de la Nación
mantenimiento participaron todos los aquí imputados- indefectiblemente disminuyó
o eliminó la capacidad defensiva de ésta.
En función de ello, el estado de indefensión de la víctima como condición
objetiva de la alevosía surge a toda luz evidente.
Sin embargo, la nuda existencia de los elementos objetivos que describen el
tipo penal no es razón suficiente para dar por configurada la circunstancia normada
en el inciso 2° del artículo 80 del C.P., por resultar condición fatal para su
aplicabilidad la presencia, además, de un determinado animus en cabeza del agente,
que constituye justamente el elemento subjetivo de la tipicidad.
Señala Soler que “para la alevosía es esencial la procura de una ausencia de
riesgo para el ofensor que provenga de la defensa que el ofendido pudiera oponer”
(Soler, Sebastián, ob. cit., tomo III, p. 28).
En concordancia con esta inteligencia, la Excma. Cámara de Casación Penal
ha sostenido que “[l]a norma de nuestro código exige la presencia de un elemento
subjetivo a los efectos de la calificación del homicidio, para lo cual es necesario
que el delincuente haya buscado su concurrencia, la haya conocido y haya
procedido en vista de la misma (...) Esta vinculación subjetiva muestra que debe
existir por parte del sujeto cierta deliberación, preordenación, preparación,
maquinación, pensado aprovechamiento o premeditación” (C.N.C.P., Sala III in re:
“Tabárez, Roberto G. s/recurso de casación”, reg. 316.98.3, rta. el 6/08/98).
Se trata de circunstancias que, a la par de haber sido maquinadas por los
perpetradores, posteriormente también fueron aprovechadas por ellos mismos, de lo
cual resulta evidente que, una vez provocado ese estado de indefensión, el accionar
de ellos fue realizado de manera consecuente con dicho conocimiento.
En el caso aquí analizado, los integrantes del G.T. 3.3/2 se aprovecharon del
estado de indefensión de la víctima para cometer su homicidio sin peligro alguno,
por lo que se encuentra reunido el elemento subjetivo de la tipicidad.
Por los motivos expuestos, entiendo que los testimonios de los testigos
presenciales de la muerte de dichas víctimas son suficientes para acreditar tales
decesos, y en consecuencia corresponde aplicar al caso el tipo penal del homicidio
agravado por haberse realizado con alevosía, con el concurso premeditado de dos o
más personas y con la finalidad de procurar la impunidad para sí (art. 80 incs. 2º, 6º
y 7º del Código Penal de la Nación).
4) Concurrencia de delitos
105
Ministerio Público Fiscal de la Nación
En la presente causa, hay una pluralidad de conductas que concurren en una
misma valoración judicial del caso. La verificación de acciones independientemente
ejecutadas imponen evaluar su contenido de disvalor, de acuerdo a los injustos
previstos en los tipos penales mencionados, sin superposición alguna, lo cual
habilita la introducción de la herramienta dogmática del art. 55 del Código Penal.
Es por ello que las conductas tipificadas anteriormente concurren
materialmente entre sí, en cada caso.
VI.- AUTORÍA Y RESPONSABILIDAD
A) Consideraciones generales
Antes de enunciar el grado de responsabilidad que por los hechos
investigados cabe atribuir a los imputados, resulta fundamental realizar algunas
consideraciones generales en torno a sus respectivas intervenciones delictivas en los
hechos ilícitos traídos a estudio.
En primer lugar, se encuentra probado que los acusados participaron en los
hechos aquí examinados con libertad y discernimiento, en tanto, si bien pudieron
negarse a realizar los actos delictivos solicitados persistieron en su comisión.
A su vez, no existió ninguna imposición coactiva por parte de los mandos
superiores de la Armada, y los encartados no actuaron con error sobre la
antijuridicidad de las conductas encomendadas, las que se realizaban guardando el
más absoluto hermetismo y negando ante autoridades y familiares toda información
relacionada con el paradero y posterior destino de los secuestrados y desaparecidos.
Estuvieron dispuestos en todo momento a realizar voluntariamente las acciones
delictivas, a ejecutar cualquier orden, por aberrante que fuera, sin oponer reparo
alguno y sin titubear ante la grave dimensión de los hechos. Precisamente, tal ilícito
proceder reprocho a los encartados en el presente requerimiento.
Asimismo, resulta conveniente señalar que la presente acusación se ocupa
de sólo una parte de los hechos que ocurrieron dentro del ámbito de la Escuela de
Mecánica de la Armada, los cuales deben entenderse dentro del contexto general
descripto en el acápite III del presente dictamen.
En este sentido, es preciso tener en cuenta que el plan clandestino de lucha
contra los entonces denominados “elementos subversivos” demandó la utilización
106
Ministerio Público Fiscal de la Nación
de la estructura jerárquica existente en la Escuela de Mecánica de la Armada. Allí,
se organizaron “grupos de tareas” para la ejecución de las denominadas “órdenes de
batalla”, con el apoyo constante del Servicio de Inteligencia Naval.
Los hechos que constituyen el objeto de esta acusación se cometieron a
través de la utilización de la estructura militar y siguiendo las órdenes impartidas
por los Comandantes de las Juntas, transmitidas por quienes se desempeñaron en la
respectiva cadena de comando y ejecutadas generalmente por quienes contaban con
menos jerarquía dentro del escalafón militar, organizados en grupos operativos que
cumplían diferentes funciones de manera rotativa y de acuerdo a un plan de
“división de trabajo”.
No debe olvidarse que el principal objetivo de las Fuerzas Armadas que
tomaron el poder político el 24 de marzo de 1976 consistió en imponer el terror
generalizado a través de la tortura masiva y la eliminación física o desaparición
forzada de miles de personas que se opusieron a las doctrinas emanadas de la cúpula
militar (cfr. “Plan General del Ejército”, el “Plan de Seguridad Nacional” y la
“Orden Secreta” de febrero de 1976, así como los Reglamentos ya existentes y otros
dictados en su consecuencia, que evidencian el funcionamiento concreto de tal
estructura represiva).
Asimismo, en la causa nro. 13/84 quedó debidamente acreditado que los
Comandantes en Jefe de la Armada Emilio Eduardo Massera y Armando
Lambruschini ordenaron un modo de combatir al terrorismo consistente en:
aprehender sospechosos; mantenerlos clandestinamente en cautiverio bajo
condiciones inhumanas de vida; someterlos a tormentos para obtener información y
luego ponerlos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional o, en su gran mayoría,
eliminarlos físicamente.
De esta forma, se empleó la organización militar para cometer un
sinnúmero de delitos, poniéndose en marcha una maquinaria clandestina de
represión que actuaba al margen de la ley, mediante la cual los sujetos que
ocupaban las más altas jerarquías cometían crímenes sin tener que supeditar su
realización a la decisión autónoma del eventual ejecutor, que a su vez actuaba con
libertad y responsabilidad, pues no se encontraba coaccionado ni engañado.
Considero que a los efectos de determinar la responsabilidad de los
encartados, en primer lugar, debe tenerse en cuenta lo dispuesto en la Ley nro.
16.970 (Ley de Defensa Nacional), sancionada y promulgada el 6 de octubre de
1966 y vigente al momento de los hechos, donde se determinaba quiénes eran los
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
responsables de establecer las políticas y estrategias directamente vinculadas con la
Seguridad Nacional, formular planes nacionales de corto, mediano y largo plazo e
impartir las directivas a las que debían ajustarse todos los sectores de la comunidad
nacional en lo relativo a la acción para la seguridad (artículo 8, incs. a, c, d y e).
En este sentido, disponía que el Presidente de la Nación -en su carácter de
Jefe Supremo de la Nación y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas- era la
máxima responsabilidad en la dirección superior de la defensa nacional y que el
Consejo Nacional de Seguridad (CO.NA.SE.) y su Secretaría, el Comité Militar
(C.M.) y la Central Nacional de Inteligencia (C.N.I.) dependían de él en forma
directa e inmediata (artículos 9 y 11).
A los fines de este requerimiento, resulta relevante advertir que el Comité
Militar, presidido por el Presidente de la Nación, estaba integrado por el Ministro de
Defensa y la Junta de Comandantes en Jefe, formada por los Comandantes en Jefe
de las Fuerzas Armadas, y su competencia comprendía: a) Planear la estrategia
militar y la conducción estratégica de las operaciones militares; b) Asignar
responsabilidades operativas y logísticas a cada fuerza armada, de acuerdo con la
planificación estratégica; c) Establecer comandos conjuntos y específicos y d)
Formular la doctrina conjunta de las Fuerzas Armadas, y las políticas para el
adiestramiento conjunto (artículos 19 y 20).
Por ende, toda vez que el esquema de poder descripto en la Ley de Defensa
Nacional se mantuvo hasta iniciada la presidencia de facto de Reynaldo Benito
Bignone -disolviéndose en ese entonces la Junta de Comandantes en Jefe- no puede
quedar duda de que los Comandantes en Jefe de cada una de las Fuerzas Armadas,
el Presidente de la Nación -designado por la Junta Militar- y el Ministro de Defensa
fueron los encargados de llevar a cabo las funciones mencionadas en el párrafo
anterior, teniendo en todo momento el poder de decisión y control sobre el modo,
tiempo, lugar y personas que intervendrían en las operaciones militares destinadas a
“aniquilar a la subversión”, lo que los convierte en los máximos responsables de los
delitos cometidos durante el terrorismo de estado.
El cargo de Comandante en Jefe de la Armada durante la última dictadura
militar fue ocupado sucesivamente por Emilio Eduardo Massera (18/12/7515/09/78), Armando Lambruschini (15/09/78-11/09/81), Jorge Isaac Anaya
(11/09/81-01/10/82) y Rubén Oscar Franco (01/10/82-01/2/84).
Por su parte, como Comandante en Jefe del Ejército se desempeñaron Jorge
Rafael Videla (18/12/75-01/08/78), Roberto Eduardo Viola (01/08/78-28/12/79),
108
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Leopoldo Fortunato Galtieri (28/12/79-17/06/82) y Cristino Nicolaides (18/06/82
hasta diciembre de 1983), mientras que Orlando Ramón Agosti (18/12/7525/01/79), Omar Rubens Graffigna (25/01/79-17/12/81), Basilio Lami Dozo
(17/12/81-17/08/82) y Augusto J. Hughes (17/08/82 hasta diciembre de 1983)
fueron los Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea.
Asimismo, la Presidencia de la Nación de facto fue ocupada por Jorge
Rafael Videla (29/03/76-29/03/81), Roberto Eduardo Viola (29/03/81-11/12/81),
Carlos Alberto Lacoste (11/12/81-22/12/81), Leopoldo Fortunato Galtieri
(22/12/81-17/06/82) y Reynaldo Benito Bignone (01/07/82 - 10/12/83).
Finalmente, el cargo de Ministro de Defensa Nacional -hasta 1981- y
Ministro de Defensa -con posterioridad- fue ocupado por el brigadier José María
Klix (29/03/76-06/11/78), el contralmirante David Horacio de la Riva (06/11/7829/03/81), el contralmirante Norberto M. Couto (29/03/81-12/12/81), Amadeo
Ricardo Frúgoli (22/12/81-17/06/82) y Julio J. Martínez Vivot (01/07/82-10/12/83).
En otro orden de ideas, la Ley de Defensa Nacional creaba como organismo
de trabajo del Comité Militar, un Estado Mayor Conjunto integrado por personal de
las tres Fuerzas Armadas que dependía de la Junta de Comandantes en Jefe.
Además, disponía que el Jefe del Estado Mayor Conjunto se desempeñaba como
Secretario en las reuniones del Comité Militar (artículos 21 y 23).
Similar función le atribuía al Jefe del Estado Mayor Conjunto el
Reglamento para el funcionamiento de la Junta Militar, el Poder Ejecutivo Nacional
y la Comisión de Asesoramiento Legislativo, cuyo artículo 1.3.4 establecía que “el
cargo de Secretario de la Junta Militar será ejercido por el Jefe del Estado Mayor
Conjunto”.
En el cargo de Jefe del Estado Mayor Conjunto se desempeñó, entre otros,
Julio A. Torti (17/12/76-19/12/77).
Al igual que ocurría dentro de cada una de las fuerzas, el Estado Mayor
Conjunto de las Fuerzas Armadas estaba integrado por un Jefe de Operaciones, un
Jefe de Inteligencia y un Jefe de Logística, encargados de brindar asesoramiento al
Jefe del EMC y, por ende, también responsables de la redacción de los planes y
directivas a las que debían ajustarse todos los sectores de la comunidad nacional en
lo relativo a la acción para la seguridad, elaborados entre el 24 de marzo de 1976 y
el 10 de diciembre de 1983.
En cuanto a la obtención de información e inteligencia necesarias para el
planeamiento de la estrategia militar y de la conducción estratégica de las
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
operaciones militares, se establecía que el Estado Mayor Conjunto fuera asistido por
los servicios de inteligencia de las tres Fuerzas Armadas (artículo 24).
Al mismo tiempo, el Jefe del EMC también recibía información en lo
concerniente a la seguridad nacional de la Central Nacional de Inteligencia. Entre
las funciones de dicho organismo se encontraba realizar y centralizar las actividades
de inteligencia necesarias para el planeamiento de la política y estrategia nacional
inherentes a la seguridad nacional, formular la doctrina nacional de inteligencia y
mantener enlace técnico funcional con los organismos de inteligencia e información
de los comandos en jefe (artículo 25).
Lo señalado es conteste con lo afirmado en el “Informe Rattenbach”
emitido el 2 de diciembre de 1982 por la Comisión de Análisis y Evaluación de las
responsabilidades políticas y estratégicas militares en el Conflicto del Atlántico Sur.
Allí se afirmó que “la producción de la inteligencia (…) es responsabilidad de los
organismos de inteligencia de cada una de las Fuerzas Armadas y del Estado
Mayor Conjunto quienes, por otra parte, integran la CNI” y que el Jefe del Estado
Mayor Conjunto es el Secretario del Comité Militar y el titular del máximo
organismo de nivel conjunto de las FF.AA. (párrs. 717 y 813).
En otro orden de ideas, para determinar la responsabilidad de cada uno de
los imputados por los hechos que aquí se investigan, también es necesario tener en
cuenta lo dispuesto en el Plan de Capacidades (PLACINTARA), C.O.N. nro. 1/75
“S” contribuyente a la Directiva Antisubversiva COAR nro. 1/75 “S”, que modificó
la estructura jerárquica y funcional de la Armada Argentina.
En este sentido, el máximo responsable de la fuerza continuaba siendo el
Comandante en Jefe de la Armada que formaba un Estado Mayor cuyo Jefe
establecía relaciones funcionales con los distintos Comandos, que dependían
jerárquicamente del Comandante en Jefe de la Armada.
Las fechas de actuación consideradas en el presente requerimiento han sido
reconstruidas y consignadas a partir de la compulsa de los legajos personales de
servicios de las personas que a continuación se nombrarán, y de diversas
actuaciones, declaraciones e informes glosados en autos, sin perjuicio de las
imprecisiones que puedan surgir de su cotejo.
En el cargo de Jefe del E.M.G.A. se desempeñaron Armando Lambruschini
(26/12/73-15/09/78), Antonio Vañek (22/09/78-05/02/80), Jorge Isaac Anaya
(18/02/80-11/09/81) y Alberto Gabriel Vigo (14/09/81-20/09/82), sin perjuicio de
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
que este último continuó desempeñando el cargo anterior de Comandante de
Operaciones Navales.
Uno de estos Comandos, el Tercero, era el de Operaciones Navales. Del
Comandante de Operaciones Navales, dependían jerárquicamente todas las Fuerzas
de Tareas. El nombrado estaba encargado de formar un Estado Mayor, cuyo Jefe
establecía relaciones funcionales con los distintos Comandantes de las Fuerzas de
Tareas. En el cargo de Jefe del Estado Mayor del Comando de Operaciones Navales
se desempeñaron Manuel García Tallada (14/04/76-04/01/77), Rubén Oscar Franco
(19/07/77-20/01/78), Leopoldo Alfredo Suárez del Cerro (20/01/78-30/01/79) y
Rodolfo Antonio Remotti (26/02/79-14/02/80).
Por su parte, en el cargo de Comandante de Operaciones Navales se
desempeñaron Luis Mendía (30/01/75-04/01/77), Antonio Vañek (04/01/7722/09/78), Julio A. Torti (22/09/78-05/02/80), Pedro Santamaría (05/02/8022/12/80), Alberto Gabriel Vigo (26/12/80-14/09/81), Juan José Lombardo
(14/12/81-27/09/82) y Rodolfo Antonio Remotti (desde el 27/09/82).
De las once Fuerzas de Tareas existentes, las más importantes con relación
a los hechos que aquí se investigan fueron la Fuerza de Tareas 3 (Agrupación
Buenos Aires) y la Fuerza de Tareas 4 (Prefectura Nacional Naval).
El Comandante de la Fuerza de Tareas 3, que a la vez era el Jefe de
Operaciones del E.M.G.A., como ya señalé dependía jerárquicamente del
Comandante de Operaciones Navales. En dicho cargo, se desempeñaron Oscar
Antonio Montes (20/01/76-30/05/77), Manuel García Tallada (30/05/77-19/12/77),
Julio Antonio Torti (19/12/77-21/09/78), José Néstor Estévez (figura “A.C.” en el
informe de fs. 1879 de la causa, y a fs. 35 de su legajo entre 21/09/78-18/12/78),
Carlos Alberto Andrés Bonino (18/12/78-26/01/79), Humberto Barbuzzi (15/02/7914/12/79), Rubén Oscar Franco (como subjefe entre el 04/12/78 y el 07/02/80), Juan
José Lombardo (20/02/80-19/12/80), Edgardo Aroldo Otero (como subjefe a cargo
entre el 26/12/80 y el 01/02/82), Leopoldo Alfredo Suárez del Cerro (26/12/8010/12/81), Guillermo Costa (figura AC de la Jefatura de Operaciones del E.M.G.A
27/04/82-14/07/82), José María Arriola (Comandante de la Fuerza de Tareas 3,
27/04/82-14/07/82), Edgardo Aroldo Otero (14/7/82-29/12/82), Mario Pablo Palet
(10/12/82-20/10/83) y Miguel Ángel Alberto Rodríguez (20/10/83-14/12/83)
(legajos de servicios y conceptos de los imputados ante la Armada Argentina e
informe de fs. 1879/81).
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
Dentro de la Fuerza de Tareas 3, se encontraban incluidas las siguientes
dependencias: el Batallón de Seguridad de la sede del Comando General de la
Armada, la Base Aeronaval Ezeiza, el Arsenal de Artillería de Marina de Zárate, el
Apostadero Naval San Fernando, el Apostadero Naval Buenos Aires, la Escuela
Nacional de Náutica, el Arsenal Naval Azopardo y, por último, la Escuela de
Mecánica de la Armada.
Por su parte, la Fuerza de Tareas 4 correspondía a la Prefectura Naval
Argentina. En el cargo de Prefecto Nacional Naval, se desempeñaron Manuel
García Tallada (20/01/75-14/04/76), Pedro Santamaría (14/04/76-05/02/80) y José
Suppicich (05/02/80-01/03/82).
Respecto a las relaciones existentes entre Fuerzas de Tareas, el
PLACINTARA disponía que los efectivos y medios que una Fuerza de Tareas
asignaba a otra quedaban bajo control operacional de esta última hasta el
cumplimiento de la tarea para la que fueron requeridos (fs. 29). Asimismo, cuando
para el cumplimiento de una misión debían ejecutarse operaciones efectivas, la
unidad, organismo o fracción de los mismos que debía ser empleada quedaba
subordinada operativamente al Comando de la Fuerza de Tareas con prioridad sobre
todo otro tipo de dependencia o relación, desde que se iniciaba el alistamiento
inmediato para cada acción hasta que la misma fuera completada (fs. 29).
Asimismo, el Comandante de la Fuerza de Tareas 3 y el Prefecto Nacional
Naval mantenían relaciones funcionales por medio de enlaces, labor que dentro de
la Fuerza de Tareas 3 cumplieron, entre otros, los prefectos Gonzalo Sánchez,
Héctor Febres, Roberto Carnot, Jorge Manuel Díaz Smith y Juan Antonio Azic.
Al estar la E.S.M.A. incluida dentro de la Fuerza de Tareas 3, su Director,
que también era el Comandante del Grupo de Tareas 3.3, dependía jerárquicamente
del Comandante de la Fuerza de Tareas 3. En el cargo de Director de la E.S.M.A.,
se desempeñaron Rubén Jacinto Chamorro (22/12/75-02/05/79), José Suppicich
(02/05/79-28/01/80), Edgardo Aroldo Otero (23/01/80-26/12/80), José María
Arriola (26/12/80-10/12/82) y Héctor Horacio González (10/12/82-08/03/85).
A
la
vez,
la
Escuela
de
Mecánica
de
la
Armada
dependía
administrativamente de la Dirección General de Instrucción Naval (actualmente
Dirección de Educación Naval), organismo dependiente de la Dirección General del
Personal Naval (DGPN). En el cargo de Director General del Personal Naval se
desempeñaron Carlos Jaime Fraguio (10/02/76-15/09/76), Horacio González Llanos
(15/09/76-07/12/77), Jorge Isaac Anaya (07/12/77-07/02/80), Rubén Oscar Franco
112
Ministerio Público Fiscal de la Nación
(07/02/80-05/01/82), Rodolfo Antonio Remotti (09/12/81-20/09/82) y Carlos
Alberto Andrés Bonino (20/09/82-20/12/83).
Por su parte, como Director General de Instrucción Naval se desempeñaron
César A. Guzzetti (desde 1975-29/04/76), Edgardo J. Segura (29/04/76-06/09/76),
Roberto Ernesto Otto Wulff de la Fuente (06/09/76-28/01/77), Luis Pedro Horacio
Sánchez Moreno (28/01/77-01/04/79), Juan Carlos Malugani (30/03/79-12/09/79),
Jorge Isaac Anaya (12/09/79-07/02/80), Alberto César Barbich (07/02/80-29 ó
30/03/81), Rodolfo Antonio Remotti (29/01/81-02/12/81), Edmundo Juan Schaer
(02/12/81-20 o 17/09/82) y Carlos Alberto Andrés Bonino (20/09/82-29/12/83).
Sin perjuicio de que la Jefatura del Servicio de Inteligencia Naval debía
asesoramiento directo al Comandante en Jefe de la Armada, de acuerdo al
PLACINTARA, el SIN tenía la función de desempeñarse como el órgano de
inteligencia de la Fuerza de Tareas nro. 3 (fs. 42 de dicho documento). En este
contexto, los miembros del SIN que se desempeñaron en la E.S.M.A. dependieron
funcionalmente del Comandante del Grupo de Tareas 3.3/2 y/o del Jefe del GT
3.3/2.
Por último, el Subdirector de la E.S.M.A., que también era Jefe del Estado
Mayor del G.T. 3.3 y Jefe de la Unidad de Tareas 3.3/2, dependía del Director de la
E.S.M.A. y, formalmente, era el superior jerárquico de los Jefes de Inteligencia,
Operaciones y Logística del G.T. 3.3/2, más allá de que en el caso particular del
capitán Acosta numerosos testigos señalaron el trato directo que éste tenía -en la
práctica- con el Almirante Massera. En dicha función se desempeñaron Olegario
Salvio Menéndez (24/03/76-12/07/76), Jorge Raúl González (desde el 12/07/76
hasta agosto de 1978, aunque estas fechas no son concluyentes, ya que aún no se
cuenta con el legajo de servicios de este imputado ante la Armada Argentina), Jorge
Vildoza, Horacio Estrada y José María Arriola (14/02/80-26/12/80).
Finalmente, se establecía que entre las Fuerzas Armadas se debían realizar
los acuerdos necesarios a efectos del cumplimiento de la misión de “aniquilar a la
subversión”, procurando el mejor aprovechamiento de los medios disponibles. Para
ello, se disponía que en todos los casos se buscaría acordar localmente el máximo
apoyo entre las Fuerzas, compatible con su capacidad operacional y, eventualmente,
con la concurrencia de otros efectivos procedentes de áreas donde no se apreciara la
necesidad de su intervención. En el marco de esta tarea conjunta de las Fuerzas
Armadas, se preveía el intercambio de Oficiales de Enlace entre las Fuerzas (fs. 27
del PLACINTARA).
113
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Estos acuerdos implicaban la cooperación entre las Fuerzas Armadas a
nivel nacional, ya sea para la participación en operativos de secuestro de personas o
en la entrega de detenidos. En este sentido, era común que personas detenidas por
otra fuerza, luego fueran llevadas a la Escuela de Mecánica de la Armada.
Por otra parte, numerosos detenidos en la ESMA fueron obligados a realizar
trabajos a favor de los integrantes del Grupo de Tareas 3.3/2, teniendo en cuenta las
habilidades y capacidades personales de cada uno. Esas tareas debían ser realizadas
por los detenidos en forma compulsiva, sin recibir ninguna remuneración a cambio
e incluso con los grilletes puestos.
Uno de los destinos donde se llevaron adelante este tipo de trabajo fue el
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, donde estuvieron bajo la supervisión
de, entre otros, el Director General de Prensa y Difusión Roberto Pérez Froio y su
ayudante Eugenio Bautista Vilardo.
Ahora bien, el Grupo de Tareas 3.3/2 se estructuró en tres sectores:
“Inteligencia”, “Operaciones” y “Logística”.
La sección “Inteligencia” fue la encargada de evaluar la información
obtenida, para lograr la ubicación y señalamiento de las personas a secuestrar. Los
oficiales de Inteligencia planificaron todos los operativos de secuestro, tuvieron a su
cargo a los prisioneros durante toda su permanencia en la E.S.M.A., manteniéndolos
ilegalmente privados de su libertad en condiciones inhumanas de vida, llevaron
adelante los interrogatorios donde practicaron sistemáticamente la tortura e
intervinieron en la decisión de los “traslados”, es decir, la desaparición física de los
secuestrados.
La Cámara de este fuero, al confirmar el procesamiento de algunos de los
imputados en el marco de la causa nro. 7694/99 caratulada “Astiz Alfredo y otros
s/delito de acción pública” del registro de la Secretaría nro. 23 de este Tribunal (ver
resolución de fs. 864/925), tuvo por probado, con el carácter provisorio propio de
una resolución de esta naturaleza, que en determinado momento histórico el sector
llamado “Inteligencia” estaba comandado por Jorge Acosta (“Tigre”, “Santiago” o
“Aníbal”) y que formaban parte de él Francies Whamond (“Pablo” o “Duque”),
Antonio Pernías (“Rata”, “Martín” o “Trueno”) y el oficial Raúl Enrique Scheller
(“Mariano” o “Pingüino”).
Asimismo, de las probanzas recolectadas durante la instrucción también se
desprende que integraban esta área Alfredo Astiz, Juan Carlos Rolón, Oscar Rubén
Lanzón, Ricardo Miguel Cavallo, Randolfo Agusti Scacchi, Orlando González,
114
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Antonio Rosario Pereyra, Juan Arturo Alomar, Carlos Daviou, Alberto Eduardo
González, Miguel Ángel Benazzi Berisso, Carlos Octavio Capdevila y Miguel
Enrique Clements.
Por su parte, la sección “Operaciones” tenía a su cargo la ejecución
concreta de los secuestros, robos de automóviles y saqueos de viviendas. Operaba
con los datos que le brindaba “Inteligencia”.
Así, mientras los detenidos eran torturados, un grupo operativo estaba
siempre dispuesto para salir a secuestrar a otras personas en caso de obtenerse
nuevos datos.
Nuevamente según la Cámara del fuero, esta sección se encontraba dividida
en miembros permanentes y rotativos, comandada por Enrique Yon y Jorge Perren,
y entre sus integrantes se encontraba Pablo Eduardo García Velasco.
También integraban este sector Ricardo Guillermo Corbetta, Hugo Enrique
Damario y miembros de la Policía Federal Argentina, del Servicio Penitenciario
Federal, de la Prefectura Naval Argentina, del Ejército y de la Fuerza Aérea, entre
los que puede mencionarse a Ernesto Frimón Weber, Carlos Orlando Generoso,
Juan Antonio Azic, Julio César Coronel y Carlos Guillermo Suárez Mason.
Integraban este sector Ricardo Guillermo Corbetta, Hugo Enrique Damario,
Ricardo Jorge Lynch Jones, Daniel Humberto Baucero, Rodolfo Oscar Cionchi,
Miguel Ángel García Velasco, y miembros de la Policía Federal Argentina, del
Servicio Penitenciario Federal, de la Prefectura Naval Argentina, del Ejército y de
la Fuerza Aérea, entre los que puede mencionarse a Ernesto Frimón Weber, Juan
Carlos Fotea, Claudio Orlando Pittana, Carlos Orlando Generoso, Juan Antonio
Azic, Héctor Antonio Febres, Julio César Coronel y Carlos Guillermo Suárez
Mason, aunque muchos de ellos también fueron vinculados con la custodia de
detenidos y la ejecución de torturas.
Por
último,
la
sección
“Logística”
se
ocupaba
del
apoyo
y
aprovisionamiento de los grupos operativos y del desarrollo de la infraestructura del
G.T. 3.3/2, lo que incluía el mantenimiento y refacción del edificio y la
administración de las finanzas.
Justamente, el financiamiento del G.T. 3.3/2 no sólo se basaba en los
fondos que la superioridad de la Armada le destinaba, sino también en el saqueo y
robo sistemático de las pertenencias de los detenidos-desaparecidos (muebles,
electrodomésticos, objetos personales, ropa, dinero, etc.), la mayoría de las cuales
eran depositadas en el “pañol grande” ubicado en el tercer piso de la E.S.M.A.
115
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Asimismo, algunos automóviles que pertenecían a los detenidos fueron
utilizados en los operativos de secuestro de otras personas y sus inmuebles
transferidos a poder de los secuestradores mediante la falsificación de documentos,
asumiendo algún miembro del G.T. la identidad del propietario, o mediante la firma
bajo tormento de títulos y/o boletos de compraventa.
En este sector se destacaron, entre otros, Jorge Radice, Carlos José Pazo,
Néstor Omar Savio, Héctor Francisco Polchi, Omar Alfonso Eyzaguirre, Guillermo
Horacio Pazos y Alejandro Spinelli.
Sin embargo no debe olvidarse que, como señaló Graciela Beatriz Daleo
en su testimonio que en copia obra a fs. 113/4 de la causa nro. 1376/04, “ninguno de
los departamentos que funcionaban en la E.S.M.A. (‘logística’, ‘inteligencia’ y
‘operativo’) era estanco. De esta manera, miembros del grupo de tareas que
integraban el sector de inteligencia (que asumía las tareas de investigación,
torturas, etc.) también salían a secuestrar”.
Del mismo modo, como relataré a continuación, miembros del sector
operativo participaron en los interrogatorios de los detenidos y contribuyeron a
mantener las condiciones inhumanas de detención que éstos padecían.
Además en la E.S.M.A. funcionaba, a la par con el G.T. 3.3/2, el G.T. 3.3/3,
manejado operativamente por el Servicio de Inteligencia Naval. Allí se
desempeñaron, entre otros, el teniente de navío Francisco Lucio Rioja, Pablo García
Velasco y Hugo Héctor Siffredi.
El centro clandestino de detención también contó con la participación de
diversos profesionales de la salud cuya función consistía en tomar parte en las
sesiones de tormentos que sufrieran los detenidos, autorizando su continuación o
suspensión, realizar algún control sobre la salud de los detenidos, aplicarles
inyecciones de pentotal antes de ser “trasladados”, asistir mínimamente a las
detenidas embarazadas y participar en su parto, todo lo cual se llevaba a cabo en un
ámbito sumamente precario para la salud. Entre los médicos que formaron parte del
GT 3.3/2 se encuentran Rogelio José Martínez Pizarro, Carlos Octavio Capdevila y
Jorge Luis Magnacco.
Finalmente, conjuntamente con los oficiales que ejercían funciones en cada
sector del G.T., en la E.S.M.A. prestaban sus servicios suboficiales que recibían las
denominaciones de “Pedros”, “Verdes” y más tarde “Pablos” y “Pablitos”. Éstos
generalmente eran suboficiales o estudiantes de la Escuela y su función era la
custodia de los secuestrados, traslado de las comidas desde la cocina hasta el sótano
116
Ministerio Público Fiscal de la Nación
o a “capucha”, vigilancia de los desplazamientos de los prisioneros al baño y
participación como personal operativo en secuestros y “paseos”. Asimismo, en
numerosas ocasiones tuvieron intervención en los interrogatorios donde las víctimas
eran sometidas a torturas. Estas guardias respondían a un jefe; desempeñaron tal
función Víctor Francisco Cardo y Víctor Roberto Olivera, en cuyo carácter eran
encargados de recibir a los prisioneros cuando ingresaban al centro clandestino y de
prepararlos para ser inmediatamente torturados.
Habiendo explicado cuáles eran las relaciones jerárquicas y funcionales
dentro de la estructura de la Armada de la República Argentina y del Comité Militar
creado por la Ley nro. 16.970, y quiénes se desempeñaron en cada cargo en el
período en que se produjeron los hechos de este requerimiento, pasaré a analizar la
responsabilidad de cada uno de los imputados en particular.
Para ello, más allá de la autonomía que tenían los integrantes del Grupo de
Tareas 3.3/2 para cumplir sus funciones, no debe olvidarse que como consecuencia
de las relaciones jerárquicas y funcionales que existían, subsistía, en todo momento,
el deber de informar a los mandos superiores las tareas realizadas.
A manera de ejemplo, mencionaré algunos deberes que se desprenden de la
lectura del PLACINTARA.
En primer término, se establecía que los Comandos de las Fuerzas de
Tareas coordinarían directamente en los niveles respectivos las operaciones de
apoyo entre Fuerzas de Tareas, debiendo informar al Comando de Operaciones
Navales de su ejecución (fs. 28). Como Comandante de la Fuerza de Tareas 3 (en
virtud de su actuación como Jefe de Operaciones del Estado Mayor General de la
Armada) se desempeñaron Franco, Palet, Rodríguez y Otero. Como Comandante
del Comando de Operaciones Navales cumplió funciones Vigo.
Asimismo, los Comandantes de las Fuerzas de Tareas debían informar al
Comandante de Operaciones Navales cuando hubiera novedades en las operaciones
realizadas y los resultados obtenidos (fs. 31).
En igual sentido, los Comandantes de las Fuerzas de Tareas que detenían a
personas a raíz de operaciones por ellas desarrolladas debían comunicarlas por la
vía más rápida al Comandante de Operaciones Navales, quien a la vez debía
comunicar al Comandante en Jefe de la Armada las personas detenidas
transitoriamente y liberadas (cfr. fs. 99/101). Como Comandante en Jefe de la
Armada se desempeñó Franco.
117
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Por último, diariamente, a las 24:00 hs., debía elevarse por despacho un
informe sobre las bajas producidas el día anterior (fs. 92).
De este modo, queda demostrado que los mandos de la Armada tenían un
conocimiento, a través de los periódicos informes que se realizaban, de las
actividades que llevaba adelante el Grupo de Tareas 3.3/2. Por ende, no sólo
conocían la identidad de aquellas personas que habían sido detenidas, sino que
también estaban al tanto de la información que se obtenía por medio de la tortura de
los detenidos en la E.S.M.A. y de las condiciones inhumanas de detención a las que
eran sometidos. Finalmente, conocían el destino que les deparaba a quienes eran
“trasladados”.
Esta circunstancia es mucho más clara en aquellos casos en que los
imputados concurrían asiduamente a la E.S.M.A. o tenían contacto directo con los
integrantes del grupo de tareas que se desempeñaba en ese centro clandestino de
detención, o con personas que allí se encontraban privadas de su libertad, por
ejemplo, cuando estas últimas eran obligadas a ir a trabajar al Ministerio de
Relaciones Exteriores.
Esta conclusión es corroborada por los testimonios de las propias víctimas y
de la gran mayoría de los imputados que revistieron cargos importantes dentro de la
Armada Argentina, quienes nunca dudaron que lo que se dio en llamar “la lucha
contra la subversión” fue siempre conducida a través de la cadena de comando y
jerarquías.
En efecto, Lisandro Raúl Cubas declaró que Miguel Ángel Lauletta le
había contado que había planillas con todos los datos de los detenidos interrogatorios, secuestros, personal interviniente- que le remitían semanalmente al I
Cuerpo del Ejército (declaración testimonial a fs. 124/140 de la causa nro. 1376/04).
Por su parte, Oscar Antonio Montes aseguró que durante el lapso en que
se desempeñó como Comandante de la Fuerza de Tareas 3 recibía todos los
informes escritos y verbales de sus subordinados, además de realizar frecuentes
inspecciones en las dependencias bajo su supervisión. Asimismo, manifestó que
“como en cualquier situación bélica los comandantes subordinados tenían la
adecuada libertad de acción en las decisiones tácticas. De todo lo actuado en
detalle me enteraba por sus informes y por las inspecciones que realizaba
personalmente” (declaración sin juramento a fs. 2037/49 de las presentes
actuaciones, sin destacar en el original).
118
Ministerio Público Fiscal de la Nación
En otra de sus declaraciones, Montes también señaló que “los informes que
pasaban los grupos de tareas al Comandante de la Fuerza de Tareas, y nosotros a
su vez, a nuestro superior, eran informes semanales sobre los acontecimientos
ocurridos, ya sea enfrentamientos, ya sea número de detenidos y cualquier otra
novedad de importancia que pudiera ser de utilidad para el superior”. Además,
reconoció haber inspeccionado el casino de oficiales de la ESMA durante su mando
(declaración sin juramento a fs. 1938/45). Al respecto, agregó que “hacía frecuentes
inspecciones o visitas a la Escuela de Mecánica, visitas no periódicas, algunas de
ellas anunciadas, otras no anunciadas y que podían ser de tarde, de noche (…) En
las visitas me explicaban las operaciones que se iban a hacer” (declaración
indagatoria a fs. 2899/2902).
Esta circunstancia fue ratificada por el fallecido Luis María Mendía al
declarar que “todos los viernes debía informarse al Consejo de Guerra las
operaciones antisubversivas de todas las Fuerzas realizadas durante la semana de
viernes a viernes. En consecuencia, todas las Fuerzas de Tareas debían informarme
por despacho, creo que era los jueves (...) de todos los despachos recibidos
hacíamos uno global detallando lugares, fuerzas, zonas, etc. y se informaba al
Comandante en Jefe, a quien mantenía informado frecuentemente de la evolución
de las operaciones (declaración informativa a fs. 399/418). También manifestó que
“se efectuaban visitas e inspecciones periódicas anunciadas o sorpresivas” y que
“[e]n el año 1976, cuando ejercí mi comando estuve en el casino de oficiales de la
Escuela de Mecánica” (declaraciones sin juramento a fs. 1966/74 y 1897/1910).
Similar testimonio dio Antonio Vañek. Al respecto, sostuvo que “cada
Fuerza de Tareas mandaba, no recuerdo si semanalmente o quincenalmente un
despacho indicando la cantidad de procedimientos que realizaba, si hubo detenidos
y la información sobre su accionar”. Además, el imputado reconoció haber
realizado esporádicas visitas a las Fuerzas de Tareas “cuando mis obligaciones
operativas lo permitían, pero mi costumbre era llamar más o menos cada dos o tres
meses a los Comandantes de las Fuerzas de Tareas a Puerto Belgrano para que en
conjunto se transmitieran las experiencias que habían” (declaración informativa a
fs. 419/28). En otra declaración recordó que “[s]emanalmente recibía un informe de
las Fuerzas de Tareas que estaban subordinadas, se hacía el resumen y se elevaba
al Comando en Jefe de la Armada (…) Todas las semanas se comunicaban al
Comando de Operaciones Navales los detenidos en operaciones para ejercer la
supervisión de la acción planeada y llevar la estadística de lo que está sucediendo”
119
Ministerio Público Fiscal de la Nación
y que “[l]as veces que visité la Escuela de Mecánica no fueron muchas (…) visité el
Casino” (declaración sin juramento a fs. 1911/21).
Finalmente, expresó que “[c]uando recibí el Comando mantuve informado
a todo mi personal en todos los niveles jerárquicos de todo lo relacionado con el
enemigo subversivo, las situaciones estratégicas y tácticas que se vivían, los
procedimientos, las bajas, los resultados de las distintas acciones. Se efectuaban
Mensajes Navales periódicos redactados en base a un informe tipo indicando la
cantidad de procedimientos, bajas y detenidos. Este parte llegaba a mí vía
Comando y yo los elevaba al Jefe del EMGA. Otro sistema era el establecido a
través de la supervisión de la acción por los distintos Comandos” (declaración sin
juramento a fs. 1999/2004).
En igual sentido, Manuel Jacinto García manifestó que en su carácter de
Comandante de la Fuerza de Tareas 3 efectuaba frecuentes inspecciones a los
Grupos de Tareas y recibía tantos informes como resultaba necesario, puesto que
ejercía la supervisión en su ámbito en todos los niveles, a lo que agregó que
“recibía informes muy frecuentes e inspeccionaba personalmente varias veces los
grupos de tareas que comprendían la F.T. Además recibía partes de cada una de
las operaciones e informes verbales” (declaración sin juramento a fs. 2052/7vta.).
Por otra parte, destacó que “[d]urante el período en que cumplí mis funciones
visitaba al comando de la fuerza de tareas en su central de operaciones, es decir,
en la planta baja de la casa de oficiales de la Escuela de Mecánica de la Armada.
La periodicidad de las informaciones que se elevaban era semanal y eran
informaciones bastante completas que se le daban al Comando de Operaciones
Navales, no recuerdo fehacientemente qué datos contenía esta información pero
eran realmente completas. Ejercía el control -propio de mi Jefatura- sobre los
grupos de tareas entrevistando a los comandantes de grupo de tareas, los cuales me
informaban de los problemas que tenían y me daban un concepto general de las
operaciones que habían realizado” (declaración sin juramento a fs. 1930/8).
En relación con las inspecciones a la ESMA, al momento de ser indagado
expresó que “[s]e trataba de hacer la mayor cantidad de visitas factibles con el
tiempo disponible, pero siempre dentro de una norma que me había autoimpuesto
en el sentido de no demorar más de una semana en efectuar una visita a la sede o al
Comando del GT” (fs. 2905/8).
Similar testimonio brindó Julio Antonio Torti, al afirmar que “[l]a
Armada conocía el accionar antisubversivo en todos sus escalones. Esta
120
Ministerio Público Fiscal de la Nación
información servía inclusive como una forma de perfeccionar las propias medidas
defensivas adecuándolas a las diferentes tácticas que se empleaban. En todos los
niveles se efectuaban vía comando informes periódicos independientemente de
aquellos que la urgencia hubiera requerido efectuar (…) sin perjuicio de ello
efectué visitas e inspecciones (...) La supervisión era la normal y de práctica
reglamentaria en uso de la Armada. Informes escritos y verbales, partes,
exposiciones informativas e inspecciones y visitas. Durante las visitas e
inspecciones que efectué a los distintos grupos y/o fuerzas sólo observé
ocasionalmente un número sumamente reducido de personas demoradas en
averiguación de antecedentes o detenidos por breves lapsos debido a la
investigación que pudiera estar desarrollándose” (declaración sin juramento a fs.
1975/81).
Pedro Santamaría, a su vez, declaró que “debía informar al Comandante
de Operaciones Navales semanalmente. Durante los cuatro años de mis tareas
como Prefecto Nacional, creo haber concurrido a la Escuela de Mecánica”, lo cual
reiteró en otra oportunidad: “he efectuado visitas, inspecciones coordinadas o no.
No recuerdo la periodicidad pero fueron varios los recorridos que efectué a mis
Comandos subordinados. En tales visitas se me informaba del estado de la
situación subversiva y del accionar del GOEA” (declaraciones sin juramento a fs.
1922/30 y 1988/96).
Igualmente, Humberto José Barbuzzi manifestó que “[t]odas las semanas
los G.T. producían un parte pormenorizado que sintetizaba a nivel de Fuerza para
su elevación al CON y éste al CEJA. Las inspecciones y/o visitas se realizaban
periódicamente, tanto por las inspecciones en sí (aspecto reglamentario), como
para el aspecto conducción del personal que intervenía en estas tareas inherentes a
una guerra. Algunas de estas visitas eran presididas por mí, y otras acompañando
a autoridades navales. En cuanto a informes, además de los periódicos, los recibía
a través de mensajes navales, partes escritos y verbales las veces que las
circunstancias lo exigían” (declaración sin juramento a fs. 2071/83).
Acorde a lo señalado, Rubén Oscar Franco declaró que “[t]odas las
novedades, en general, eran informadas por los G.T. en forma detallada o
pormenorizada y, semanalmente, en forma resumida era elevada por los distintos
escalones hasta el nivel del CEJA. Las novedades sobre detención y demoras eran
informadas, normalmente de inmediato, a la Fuerza por mensaje”. La supervisión
de sus subordinados la ejerció “por contacto directo entre Comandantes, partes
121
Ministerio Público Fiscal de la Nación
diarios, semanales, mensuales, contactos telefónicos y también visitas anunciadas o
sin aviso”. Sobre este último punto, dijo haber efectuado dos visitas a los
componentes de la F.T. 3 (declaraciones a fs. 2084/93 y 2925/7).
Las visitas y controles de los altos mandos de la Armada a la Fuerza de
Tareas 3 y al Grupo de Tareas 3.3/2 también fueron reconocidas por Alberto
Gabriel Vigo a fs. 2005/13 (“he inspeccionado en distintas oportunidades las
diferentes F.T.”), Rodolfo Antonio Remotti (fs. 2022/7), Leopoldo Suárez del
Cerro a fs. 2096/2101 y 2930/2 (“[h]e inspeccionado todos los G.T. subordinados,
no recuerdo cuántas veces, pero fueron las necesarias para estar debidamente
informado” y “[p]uedo asegurar que hice todas las inspecciones, visitas, recibí
todos los partes e informes necesarios que me permitieron supervisar la acción
planeada en el GT 3.3”), José Néstor Estévez (fs. 2915/7) y Juan José Lombardo
a fs. 2119/26 y 2935/40 (“[n]o recuerdo cuántas visitas o inspecciones efectué,
pero fueron varias: fui a la ESMA, a Zárate, a Azul, etc.” e “[h]ice visitas junto al
Almirante Anaya, hice otra visita con el Almirante Santamaría y una o dos visitas
yo solo”).
Asimismo, quienes estuvieron destinados en la E.S.M.A. también
reconocieron la existencia de visitas y controles de sus superiores jerárquicos.
En efecto, Rubén Jacinto Chamorro declaró que las operaciones de
inteligencia encubiertas se desarrollaron de acuerdo a las órdenes recibidas
mediante la cadena de comando. Así también, indicó que en la E.S.M.A. funcionaba
una central de operaciones con equipos de comunicación provistos por la Armada, a
través de los cuales el Grupo de Tareas se comunicaba inmediatamente con la
Central de Operaciones del C.E.J.A. (donde estaba el Comandante de la Fuerza de
Tareas 3), con los equipos instalados en las unidades móviles de las Unidades de
Tareas, con las patrullas del Área 3 Alfa del Comando Subzona Capital Federal del
Primer Cuerpo del Ejército y con la Policía Federal Argentina. Así, manifestó que la
E.S.M.A. expedía los pedidos de áreas libres y los solicitaba a la Fuerza de Tareas
3, que a su vez tramitaba tal requerimiento ante el Cuerpo del Ejército respectivo
(ver declaración de fs. 2140/74vta., el subrayado no corresponde al texto original).
Chamorro también sostuvo que se comunicaba la salida y destino de los
detenidos por la cadena de mandos pertinente y destacó al ser indagado que “en
repetidas oportunidades fui llamado por el Comandante de Operaciones Navales Almirante Vañek- a Puerto Belgrano a hacer exposiciones ante los Comandos
Superiores de la Armada, de la Flota de Mar, de Infantería de Marina y de
122
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Aviación Naval sobre las actividades de la Escuela de Mecánica (…) No tengo
dudas que la Marina sabía perfectamente, por lo menos a nivel de sus Comandos
Superiores y yo diría a nivel de Oficiales Subalternos hasta Teniente de Fragata,
qué es lo que la Escuela de Mecánica estaba haciendo y por qué lo hacía (...) La
Escuela de Mecánica y el Grupo de Tareas 3.3 recibieron las visitas e inspecciones
de sus superiores jerárquicos en diversas oportunidades. En otras ocasiones yo
personalmente concurrí o fui citado para dar parte del desarrollo de nuestras
actividades” (ver fs. 357/76).
Finalmente, al ampliar su declaración indagatoria expresó que “[l]as
instalaciones de la U.T.3.3.2 fueron visitadas en reiteradas ocasiones por diferentes
autoridades tales como el Comandante en Jefe de la Armada, Jefes del EMGA,
Comandantes de Operaciones Navales. Aparte de ellos, varios oficiales Almirantes
concurrían a los mismos fines. Cuando se trataba de una primera visita anunciada,
normalmente se les efectuaba una exposición de los aspectos de mayor interés de
las operaciones, puesta en situación y características del enemigo, procedimientos
utilizados, material y personal capturado y una recorrida por la totalidad de las
instalaciones. Además de las autoridades navales fueron a la ESMA varias veces
autoridades del Ejército, Fuerza Aérea y de Seguridad y Policiales (...) Fui
frecuentemente inspeccionado por toda la cadena de Comando superior a mí:
COARA, Jefes del EMGA, CON y Comandante de la F.T. 3” (fs. 2140/74).
En consonancia, José Antonio Suppicich, quien también se desempeñó
como Director de la E.S.M.A., aseguró que las novedades eran inmediatamente
informadas al Comandante de la Fuerza de Tareas 3, amén de la síntesis semanal
correspondiente; precisamente a dicho Comando se transmitían los pedidos de áreas
libres y que “[l]a Escuela y el G.T. y sus instalaciones fueron inspeccionados por
toda la cadena de Comando y también visitados por autoridades, en particular, por
aquellas que tenían personal en comisión (…) Había un flujo permanente de
información al Comando de la F.T. 3” (declaración sin juramento obrante a fs.
2177/95vta.), a lo que añadió que “[f]inalizada la operación se confeccionaba el
parte correspondiente y las novedades eran elevadas vía Comando” (declaración
indagatoria a fs. 2943/6).
Por último, Jorge Eduardo Acosta dijo que “[a]l Señor Jefe del Estado
Mayor de la Armada lo acompañé a visitar las instalaciones de la Escuela de
Mecánica de la Armada, él de uniforme de Capitán de Fragata porque el Almirante
Chamorro no lo podía acompañar en ese momento, era a la noche, a las 22 horas,
123
Ministerio Público Fiscal de la Nación
para verificar el desempeño de los oficiales rotativos que él había mandado”
(declaración sin juramento a fs. 3135/40), agregando -al ser indagado- que “[n]o
pasaba una semana sin tener una visita de conducción, de verificación y
exposición. Las tenían a su cargo el Comandante en Jefe de la Armada, Jefe del
Estado Mayor, Jefe de Operaciones, Oficiales del Ejército (...) casi todas las
autoridades de la Armada, de cualquier escalón. Cada dos meses pasaban un
conjunto de señores. Los Comandantes de esos señores iban a ver qué pasaba en la
ESMA, qué hacían esos señores, de uniforme, una visita de inspección, de
conducción de ese oficial” (ver fs. 3934/84).
Finalmente, el pleno conocimiento de los altos mandos de la Armada y del
Ejército sobre las actividades realizadas en la E.S.M.A. y su total respaldo a los
delitos allí cometidos queda manifiestamente al descubierto en virtud de las
condecoraciones que recibieron aquellas personas que integraron el Grupo de
Tareas 3.3/2.
En este sentido, a fs. 2576 de la causa nro 14.217/03 se encuentra agregada
copia de un oficio enviado el 20 de agosto de 1986 al Jefe del Estado Mayor
General de la Armada donde se le requería que informase si Salvio Menéndez,
Jorge Vildoza, Jorge Acosta, Jorge Perren, Enrique Yon, Raúl Scheller, Antonio
Pernías, Alberto González, Juan Carlos Rolón, Néstor Savio, Adolfo Donda, Miguel
Benazzi, Alfredo Astiz, Ricardo Miguel Cavallo, Héctor Febres y Gonzalo Sánchez
habían sido condecorados con motivo de su desempeño en “la guerra contra la
subversión”.
En aquella oportunidad, el Vicealmirante Arosa informó que efectivamente
el personal indicado fue condecorado con las siguientes distinciones: Medalla al
“Heroico Valor en Combate”: Salvio Menéndez, Jorge Acosta, Jorge Perren,
Enrique Yon, Raúl Scheller, Antonio Pernías, Alberto González, Juan Carlos Rolón,
Néstor Savio, Adolfo Donda, Miguel Benazzi, Alfredo Astiz, Héctor Febres y
Gonzalo Sánchez; Medalla al “Honor al Valor en Combate”: Jorge Vildoza y
Medalla “Operaciones de Combate”: Rubén Chamorro y Ricardo Cavallo (fs.
2607/8 de la causa nro 14.217/03).
Con posterioridad, del análisis de los legajos de servicios de imputados en
estas actuaciones, esta Fiscalía recopiló información que permitía asegurar que el
personal señalado en el informe citado en el párrafo anterior no fue el único
distinguido por la Armada Argentina por su desempeño en el GT 3.3/2.
124
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Así, a fs. 19 del legajo de servicios de Rogelio Martínez Pizarro consta que
por Res. nro. 745/78 “S” COAR, se le otorgó la distinción de “Heroico Valor en
Combate” (medalla). Idéntica distinción recibió el 28 de septiembre de 1978 por
orden del Comandante en Jefe de la ARA Juan Carlos Fotea, integrante de la Policía
Federal Argentina (fs. 40 del Legajo de Servicios nro. 156.157 perteneciente al
imputado, expte. DGP 6126/78).
En cuanto a los miembros del Ejército que cumplieron funciones en el GT
3.3/2, debe señalarse que el 6 de junio de 1979 el Comandante en Jefe del Ejército
autorizó a Julio Coronel, Roberto Roualdes, Antonio Guillermo Minicucci y José
Eugenio Acosta, entre otros, a aceptar la medalla Distinción “HONOR AL VALOR
EN COMBATE” que le fuera conferida por el Comandante en Jefe de la Armada el
10 de septiembre de 1978 con motivo de haberse destacado en hechos de acción de
guerra durante su colaboración con el Grupo de Tareas 3.3 (cf. BPE 4254).
Pese a los reiterados pedidos de informes efectuados por esta Fiscalía y el
Juzgado a su cargo a la Armada Argentina con la finalidad de que aportara copia de
todas las resoluciones donde se hubieran otorgado condecoraciones a integrantes de
la Armada Argentina, la Prefectura Naval Argentina, el Ejército Argentino, el
Servicio Penitenciario Federal y la Policía Federal Argentina, por su actuación en el
Grupo de Tareas 3.3/2 que funcionaba en la E.S.M.A., dicha fuerza hasta el
momento solo ha aportado resoluciones donde se condecoraba a personal fallecido o
a quienes participaron del conflicto del Atlántico Sur, de escasa relevancia a los
fines de esta investigación. Similar resultado se obtuvo del Ministerio de Defensa.
Sin embargo, a partir de la documentación aportada por el imputado
Capdevila que se encuentra agregada a fs. 51.440/3 de la causa nro 14.217/03 ya no
existen dudas de que la lista de personal condecorado que se desempeñó en el GT
3.3/2 en operaciones de combate contenía más personas que las que se había
logrado determinar hasta ese momento.
En efecto, el imputado aportó copia de la Res. nro. 745/78”S”-COAR, de
fecha 12 de septiembre de 1978, mediante la cual el Comandante en Jefe de la
Armada, Almirante Emilio Eduardo Massera, ordenó entregar en una ceremonia
presidida por él las distinciones que a continuación se detallan:
- “Heroico Valor en Combate”: entre los que se destacan los imputados
Salvio Menéndez, Francis Whamond, Jorge Acosta, Jorge Perren, Antonio Pernías,
Néstor Savio, Jorge Radice, Ernesto Weber, Roberto González, Juan Carlos Linares,
Juan Carlos Fotea y Pedro Salvia.
125
Ministerio Público Fiscal de la Nación
- “Honor al Valor en Combate”: entre los que se destacan los imputados
Jorge Vildoza, Ricardo Jorge Lynch Jones, Carlos Pazo, Randolfo Agusti Scacchi,
Carmelo Spatoco, Francisco Rioja, Enrique Yon, Raúl Scheller, Carlos Damario,
Juan Carlos Rolón, Adolfo Donda, Miguel Benazzi, Miguel Ángel García Velasco,
Rogelio Martínez Pizarro, Carlos Carella, Pablo García Velasco, Alfredo Astiz,
Alberto González, Rodolfo Cionchi, Alejandro Spinelli, Domingo Mazzola,
Carlos Generoso, Roberto Naya, Héctor Febres y Gonzalo Sánchez.
- “Operaciones de Combate”: entre los que se destacan los imputados
Adolfo Arduino, Luis D’Imperio, Ricardo Miguel Cavallo y Hugo Berrone.
- “Esfuerzo y Abnegación”: entre los que se destacan el imputado Oscar
Hermelo.
De este modo, estas condecoraciones prueban no solo la participación de
los nombrados en el GT 3.3/2 sino también el pleno conocimiento de los altos
mandos de la Armada, la Prefectura, la Policía Federal, el Servicio Penitenciario
Federal y el Ejército sobre las actividades realizadas en la E.S.M.A.
B) Corresponde, a continuación, hacer referencia a la participación y
responsabilidad de cada uno de los imputados en los hechos por los que requeriré la
elevación a juicio.
En primer lugar, me referiré a la responsabilidad de Alomar, González y
Agsuti Scacchi.
Al respecto, corresponde considerar que los integrantes del sector de
Inteligencia del Grupo de Tareas 3.3/2 fueron responsables de la diagramación y
organización de los operativos, que en su mayoría culminaron con la detención de
las víctimas, pero que en algunos casos terminaron con el homicidio de la persona a
secuestrar, circunstancia prevista en caso de que la situación así lo demandase. En
tales hechos, también tuvieron amplia actuación los demás integrantes del grupo de
tareas.
En efecto, los imputados también intervinieron personalmente en algunos
operativos, supervisando el desarrollo de los acontecimientos desde el lugar de los
hechos y, a la vez, en ocasiones tomaron parte en forma directa en los
interrogatorios y tormentos de las víctimas y en el mantenimiento de las
condiciones inhumanas de detención a las que fueron sometidas durante su
cautiverio. Por último, también decidían, junto con el jefe de Inteligencia y los jefes
126
Ministerio Público Fiscal de la Nación
de los demás sectores, el destino de cada uno de los detenidos, ya sea su liberación
o su “traslado” u homicidio.
Por ello, en virtud de las funciones que desempeñaron dentro de la
estructura jerárquica organizada para el cumplimiento del plan clandestino de
represión, tuvieron el dominio funcional de todos los hechos a través del dominio de
la voluntad de quienes ejecutaron directamente las acciones criminales investigadas.
Por ende, considero que deben ser considerados coautores de todos los
delitos por los que requeriré la elevación a juicio a su respecto.
Los legajos de servicios y conceptos que registran ante la Armada ratifican
dicha conclusión.
En lo que hace a Juan Arturo Alomar, corresponde hacer referencia a su
Legajo Personal (Legajo de Conceptos de Juan Arturo Alomar, Capitán de
Fragata, M.R. 5013-3). Llama la atención de este Ministerio Público que en la
Evaluación del grado de Teniente de Fragata que obra a fs. 49, se mencionen las
Fojas de Concepto correspondiente a los períodos comprendidos entre el
02/05/1979 y el 01/08/1979 y entre el 01/08/1979 y el 30/12/1979, como así
también las calificaciones que recibió en esos períodos, pero que esas Fojas de
Concepto no estén agregadas en el legajo. Cabe destacar, también, que en los dos
registros cuestionados hay anotaciones efectuadas en color rojo, que no se observan
en los demás. Por otra parte, resulta llamativo que en el índice general del Legajo de
Conceptos correspondiente al grado de Teniente de Fragata de Alomar (fs. 48/49)
se encuentra consignado que a fs. 6 y 7 se encuentran agregadas Fojas de Concepto
y, sin embargo, el legajo posea sólo hasta la foja nro. cinco. Resta agregar que los
legajos de concepto de cada grado se encuentran agregados al Legajo de Conceptos
completo, el cual está foliado correlativamente por el Archivo General de la
Armada, sin que en este caso se observe ningún salto en la foliatura.
Finalmente cabe mencionar que no hay en el Legajo de Conceptos de Juan
Arturo Alomar ninguna constancia que de cuenta de su desempeño entre el
30/03/1979 y el 04/02/1980, excepto las mencionadas precedentemente.
Cabe concluir, de lo expuesto, que intencionalmente se sustrajeron del
legajo en cuestión las constancias que reflejaban los destinos y funciones de Alomar
en el período investigado.
Respecto de Juan Arturo Alomar cabe mencionar, en primer lugar, que al
prestar declaración indagatoria, él mismo reconoció haber estado en la E.S.M.A.
desde el mes de febrero de 1979 hasta diciembre del mismo año (fs. 43.359/406).
127
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Asimismo Carlos Octavio Capdevila, en la ampliación de su declaración
indagatoria, mencionó -entre otros- al Capitán de Fragata Juan Arturo Alomar
(apelativo Ariel) como personal que estuvo en la E.S.M.A. (fs. 30.862/3).
Por otra parte, son múltiles los testimonios que lo ubican en esta
dependencia naval. A fs. 41.413 de los autos principales, Andrea Marcela Bello
declaró que vio a “Ariel”, de nombre Juan Arturo Alomar, en todos los sectores
por donde ella estuvo; siempre con actitud de entrar y salir en los distintos sectores.
También Enrique Mario Fukman, en el legajo Conadep nro. 4687, refirió
que a mediados de marzo del 79 comenzó a trabajar en la E.S.M.A. un teniente
helicopterista naval “ARIEL”. Asimismo declaró, a fs. 41.414 de los autos
principales, que Juan Arturo Alomar -alias “Ariel”- formó parte del grupo de
tareas y fue responsable del sector “Cuatro”.
Por su parte, Carlos Gregorio Lordkipanidse declaró que Juan Antonio
Alomar (“Ariel” o “Arielito”) fue responsable del sector “cuatro” en el período que
comprendió el alejamiento de Scheller hasta que asumió Febres como responsable
de ese sector. Agregó que el nombrado fue testigo y partícipe del retiro de
documentación de la administración Acosta, que era helicopterista y que participó
del Operativo Independencia (fs. 41.842/3).
Lázaro Jaime Gladstein, que fue privado de su libertad el día 6 de
diciembre de 1978 y permaneció detenido en la E.S.M.A. hasta que recuperó su
libertad, en el mes de enero de 1980, individualizó entre los oficiales que se
encontraban en la E.S.M.A. a “Ariel, helicopterista de marina probablemente
teniente de fragata o de corbeta” (ver fojas 2/4 del anexo correspondiente al caso 76
que corre por cuerda).
Por su parte, Ángel Alberto Laurenzano declaró que Ariel era
helicopterista y estuvo en Inteligencia (fs. 41.407/8). Manuel Fernando Franco
también refirió haber visto a “Ariel”, un muchacho muy jovencito (fs. 41.402/403).
En el mismo sentido, José Orlando Miño declaró que en la E.S.M.A. había
aviadores de la Marina, entre ellos “Ariel”, quien había sido designado como su
custodio o “tutor” y cumplía el papel de “bueno”, les llevaba información y les
preguntaba cómo estaban (declaración de fojas 13.252/63). En el debate oral
celebrado en la causa 1238 del registro del T.O.F. nro. 5, Miño agregó que Ariel era
oficial aviador del helicóptero de la marina.
Víctor Melchor Basterra declaró que el 17 de enero de 1980 Ariel –que
era jefe del sector cuatro en ese momento- lo trasladó a La Plata a ver a su esposa y
128
Ministerio Público Fiscal de la Nación
madre; y que tanto al ingresar a la E.S.M.A. como al salir de la misma lo obligó a
colocarse un tabique (fs. 43.356/357 y querella presentada el 29 de agosto de 1984
ante el Juzgado de Instrucción nro. 30, Secretaría nro. 164). Además, en la
declaración que prestó el 17 de octubre de 1984 ante el C.E.L.S., Basterra agregó
que el oficial de la Armada al que llamaban Ariel era piloto de helicópteros. Y en el
listado de personal de la marina que aportó señaló que el oficial apodado “Ariel”,
con grado de teniente de navío, se desempeñó en documentación y en el sector 4
entre los años 1979 y 1980.
También Carlos Muñoz declaró que el teniente de fragata Ariel reemplazó
al teniente de navío a quien llamaban Norberto, como encargado de documentación
de la E.S.M.A., en marzo de 1979 (declaraciones de Muñoz en el legajo CONADEP
704). Por otra parte, el terstigo refirió que Ariel formó parte de la guardia
permanente de oficiales que rotaban una vez por semana en la isla del Tigre, donde
fueron trasladados los secuestrados en la E.S.M.A. durante la visita al país
efectuada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el año 1979.
Asimismo Carlos Daniel Oviedo recordó que “CAVALLO, ‘Marcelo’.
Para septiembre de 1979 estaba a cargo de ESMA junto con ‘ARIEL’, ‘ABDALA’ y
DONDA...” (declaración del 28 de septiembre de 2006).
Por otra parte, cabe destacar lo manifestado por los testigos que declararon
durante el debate celebrado en la causa nro. 1238 del registro del T.O.F. nro. 5. En
efecto, Marisa Sadi de Franco refirió que “al día siguiente [del secuestro, ocurrido
la noche del 7 de octubre de 1979] tenia que encontrarme con alguien en retiro,
después del horario de trabajo. Bueno, yo fui, dejé a mi hija, fui a trabajar, y
cuando dejé a mi hija, en el hall de retiro me estaba esperando Febres,
acompañado por un joven, un pibe bastante más joven ... que el resto de los
integrantes del grupo de tareas, al que llamaban Ariel. Un joven rubio, de
contextura normal tirando a menuda, de ojos claros. Y me llevaron hasta la casa de
mi madre. Y Febres la amenazó de todas las formas posibles y después se fueron.
Volvió a concurrir a la casa de mi mamá cuando ... devolvieron el taxi ... que tenia
mi esposo, con el que lo habían secuestrado ... Febres volvió a concurrir con ...
Ariel, y volvieron a reiterarse las amenazas y demás, e inclusive la señora que
trabajaba en la casa de mi mamá me refirió unos días después que al salir la
levantaron y la llevaron hasta la casa, la amenazaron y le exigieron que le diga
quién llamaba por teléfono a mi casa...” (en el mismo sentido declaró a fs.
41.398/401 de estos actuados).
129
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Asimismo, Dora Laura Seoane refirió que “el diecisiete de enero [de
1979], me avisan que va a venir Víctor a vernos. Bueno, Víctor con un militar de
civil alto, creo que le decían Ariel ... y están alrededor de tres horas ... en casa, y
nos dejan solos esas horas...”.
En relación con Randolfo Luis Agusti Scacchi, el análisis de todos los
elementos que obran en las presentes actuaciones permite concluir en que realizó
tareas de Inteligencia en la E.S.M.A., por lo menos en el período comprendido entre
enero y abril de 1977, aunque también se advierte su participación anterior a esa
fecha. Sus funciones consistían en el diseño de estrategias y procedimientos para la
lucha contra la subversión y en la instrucción del personal que se desempeñaba en la
ESMA sobre estas estrategias y procedimientos.
En efecto, el nombrado fue destinado a la E.S.M.A. por sus superiores,
cumpliendo tareas para el C.A.O.I.M., debido a su instrucción y formación. Para
cumplir tales funciones, fue especialmente propuesto, tal como se desprende de la
Ficha de Censo de fecha 10 de julio de 1976 que obra a fs. 104 (ó 218) de su Legajo
de Conceptos. En esa oportunidad, el Capitán de Fragata de Infantería de Marina
Jorge Raúl Ranni apuntó que “[e]s conveniente su permanencia como Segundo
Comandante para dar continuidad en la Unidad. Si por su jerarquía no le
correspondiera ese puesto, entiendo debe ser dado de pase al C.A.O.I.M. para
aprovechar su experiencia” (el resaltado me pertenece). Cabe destacar que, en ese
momento, Agusti tenía el cargo de Teniente de Navío y su destino era el Batallón de
Infantería de Marina nro. 2; además, ya había realizado un curso en investigación
operativa y se desempeñaba como “Jefe S-2/3 – Cargo Navegación e Hidrografía.
Oficial Enlace OCESIM” (Oficina Central de Estudios de Infantería de Marina).
Por otra parte, cabe destacar lo referido por Ranni en la calificación
correspondiente al período comprendido entre el 02/01/76 y el 21/11/76. Así, el 23
de diciembre de 1976 manifestó que “su desempeño en funciones administrativas,
en actividades de instrucción y adiestramiento y en actividades operativas ha sido
sobresaliente. Sus amplios conocimientos profesionales, su criterio y su
imaginación le facilitarán la rápida y eficiente solución a los problemas que se le
presenten. Como integrante del Estado Mayor se destacó por su asesoramiento
oportuno y leal, arrimando siempre soluciones aptas, factibles y aceptables.
Preocupado y estudioso de los problemas profesionales [ha] propuesto reiterada y
honestamente soluciones para lograr una mayor racionalización y eficiencia en la
Unidad y en la I.M. en general. (...) De firmes convicciones actúa motivado por
130
Ministerio Público Fiscal de la Nación
principios irreversibles en la lucha contra la subversión destacándose por su
valor, su capacidad organizativa y su talento innato para la conducción del
personal –atributos que lo llevaron a ser seleccionado como jefe de Equipos
Especiales” -el destacado me pertenece- (fs. 103).
A ello debe sumarse que en la Foja de Conceptos correspondiente al
período comprendido entre el 10/01/77 y el 12/4/77 se consignó que Randolfo Luis
Agusti Scacchi se desempeñó en el cargo de “Profesor del CAOIM de las materias
Planeamiento y Conducción Terrestre. 4 meses”. En esa oportunidad fue calificado
por el Capitán de Fragata Gabino Alberto Cueli, quien destacó que era “…un Oficial
excepcional. Sus sólidos conocimientos profesionales, unidos al resto de sus
cualidades de conductor, le han permitido alcanzar en su tarea como profesor
resultados sobresalientes. Goza de gran prestigio ante sus subordinados y
superiores. En todo momento ha estado dispuesto para cumplir todas las tareas que
se le han encomendado, alcanzando siempre resultados altamente satisfactorios.”
Llama poderosamente mi atención que haya sido calificado solamente por una
persona obviando la cadena de mando correspondiente, que no se haya consignado
ni el lugar ni la fecha de la calificación, como así tampoco se incorporó el sello de
la dependencia correspondiente.
Asimismo, en el resumen de servicios que obra en la Foja de Conceptos de
Agusti Scacchi, se encuentra consignado que el nombrado tuvo asignada como
destino la Escuela de Oficiales de la Armada entre el 10 de enero y el 12 de abril de
1977. En los casilleros correspondientes a las Unidades y Escuelas de I.M. se
observa a simple vista que los datos que allí obraban fueron borrados, y que posee
anotaciones efectuadas en lápiz. Además, resulta relevante que figura como empleo
“TNIM” y, en observaciones, a la originalmente consignada “BNR 133/76” se le
agregó “Profesor CUINA” o “COINA”.
Sobre el particular debo mencionar que la Armada, a través de la Infantería
de Marina, instruyó a los miembros del grupo de tareas. Al respecto resultan
ilustrativos los dichos de Antonio Pernías, quien declaró: “...Recuerdo que al
inicio de las operaciones a mediados de 1976, los procedimientos se iban ajustando
a los conocimientos profesionales y a la experiencia adquirida en el accionar
contra el enemigo; luego y aproximadamente a fines de 1976, o inicio del 1977 con
la asignación de Oficiales Rotativos provenientes de diferentes destinos de la
Armada, el entonces Teniente de Navío de I.M. Randolfo Agusti (oficial rotativo en
comisión, y de gran solvencia profesional) bajo la supervisión del Jefe de
131
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Operaciones se implementaron procedimientos operativos, ajustados para
diferentes situaciones, supongo que en base a la experiencia adquirida y la
Reglamentación disponible en aquel entonces. De acuerdo a constancias
incorporadas a la Causa 761(cuerpo XI fojas 4 a 9), y firmadas por el entonces Jefe
de Estado Mayor general de la Armada, los Oficiales Rotativos que serían
asignados a los diferentes Grupos de Tareas de la Armada, recibían instrucción
acorde según un programa desarrollado en el Centro de Adiestramiento de
Infantería de Marina, mediante un ciclo de cursos anuales, especificándose la
cantidad de efectivos asignados a cada uno de ellos. La documentación y
reglamentación empleada no estuvo a mi alcance pero supongo que el Jefe de
Operaciones debería tener conocimiento. En cuanto a la detención, registro,
interrogatorio, alojamiento de
prisioneros y destino final, desconocía por mi
jerarquía la bibliografía utilizada…” (fs. 18.826/18.881 de estos actuados -el
destacado me pertenece-).
Por otra parte, el propio Agusti Scacchi reconoció haber dictado cursos
dentro de las instalaciones de la E.S.M.A., como así también haber tenido
encuentros con Chamorro en los que hablaron acerca de la instrucción de un Grupo
Operativo que la superioridad había organizado con la Escuela de Mecánica de la
Armada para combatir a la subversión. El hecho de que Agusti -quien en el período
que se le imputa tenía el cargo de teniente de navío- haya mantenido una
conversación con Chamorro en dichos términos -teniendo en cuenta que éste era
capitán de navío y director de la E.S.M.A.-, en función de la estructura jerárquica
que caracteriza a las Fuerzas Armadas, solamente puede explicarse en virtud de lo
manifestado por el capitán de fragata Ranni, en la Ficha de Censo ya citada.
De todo lo expuesto resulta válido concluir en que los cursos dictados por
Agusti Scacchi dentro de la Escuela de Mecánica de la Armada no eran otros que
los dispuestos por la Infantería de Marina para diseñar estrategias y procedimientos
en la lucha contra la subversión e instruir a los miembros del Grupo de Tareas que
allí operaba.
Además, los dichos de Randolfo Luis Agusti Scacchi en cuanto a su
absoluta desvinculación con las actividades del grupo de tareas que operaba en la
E.S.M.A., se ven desvirtuados por las constancias que obran en su Foja de
Conceptos. En efecto, como señaló esta Fiscalía en el escrito de fecha 7 de octubre
del año en curso, a fs. 118 del Legajo de Conceptos se encuentra agregado un oficio
de fecha 4 de diciembre de 1978 suscripto por el Agregado Naval Argentino en la
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
Embajada en Estados Unidos -Contraalmirante Juan José Lombardo-, dirigido al Sr.
Director General del Personal Naval, en el que manifiesta: “Por último, y si el
citado Jefe [Agusti Scacchi] depende de este Agregado interpreto que, ... para
poder ejercer una adecuada conducción debe ser evacuada la inquietud,
comunicándome la resolución del Señor Comandante en Jefe u otra disposición
administrativa que establezca el otorgamiento de la distinción de referencia.”
Cabe destacar, en referencia a dicha solicitud, que a fs. 117 del mismo legajo obra
una nota confidencial fechada el 20 de diciembre de 1978, dirigida al Señor Jefe de
la División Armamento, en la que el Capitán de Navío Alberto Oreste Moschini
manifiesta que a dicha requisitoria (la del Contraalmirante Lombardo) debía
contestarse que “Por razones estrictas de seguridad de la información, no se
enviará al causante, ni a esa Agregaduría Naval, ninguna información
complementaria a la que le efectuó telefónicamente el Capitán ACOSTA al
Capitán AGUSTI SCACCHI” (en ambas citas el destacado me pertenece).
Por otra parte, llama la atención que no pudo hallarse en el Legajo de
Agusti o en su Foja de Conceptos ninguna otra constancia que haga referencia a la
condecoración mencionada. Sin embargo, a fs. 7vta. de esta última se puede
observar, en la sección correspondiente a Menciones honoríficas por comisiones
desempeñadas, que la anotación inicial fue borrada y tachada, y sobre aquella posteriormente- se pegó una nota impresa en computadora que reza “Decreto Nº
268 del PODER EJECUTIVO NACIONAL, de Fecha 1º de Octubre de 1983.
ARTÍCULO 2º.- Extiéndase el ‘Diploma de Homologación’ ‘La Nación Argentina
al Valor en Combate’ como análoga a la condecoración ‘Honor al Valor en
Combate’ otorgada a nivel institucional”. Asimismo cabe destacar que en el reverso
de dicha foja se advierte, a simple vista, el relieve correspondiente a la inscripción
original manuscrita (borrada y tachada), donde resulta posible leer “.../78-...” en el
primer renglón y “VALOR EN COMBATE...” en el segundo. A raíz de ello, esta
Fiscalía solicitó la realización de la pericia correspondiente, cuya práctica fue
oportunamente ordenada por V.S. Las conclusiones de dicho estudio pericial
indicaron, entre otras cosas, que “…-invirtiendo la visión de los relieves- es posible
detectar formas que podrían interpretarse como posibles lecturas ‘18’ o ‘/8’ o
‘14/18’; y, en la línea de relieves que se encuentra por debajo: la posible expresión
‘VALOR EN COMBATE’…Por otra parte, en cuanto a lo que aparece como
escritura manuscrita en tinta azul, observable por vía de la iluminación diascópica
que permite una semitransparencia; sólo surge la tenue imagen de caracteres tipo
133
Ministerio Público Fiscal de la Nación
cursivo, que podrían estimarse como ‘distinción de’…” (peritaje caligráfico obrante
a fs. 59.761/59.770 de la causa nro. 14.217/03)
A ello debe agregarse que Ricardo Héctor Coquet, en la declaración
testimonial que prestó el 10 de febrero de 1987 (obrante en el legajo nro. 124/7),
aportó un listado de personal de la E.S.M.A. cuyos nombres le había proporcionado
Acosta a efectos de preparar los diplomas con que fueran condecorados por el
Almirante Massera -que se agregó a dicha declaración-, en el que se encontraba
incluido el CCBIM CD Randolfo Luis Agusti Scacchi. Esta información se ve
corroborada por la copia de la resolución COAR nro. 745/78 “S” aportada por
Carlos Octavio Capdevila en su declaración indagatoria (Anexo I, que obra a fs.
51.440/4 de los autos principales). En esta resolución de fecha 12 de noviembre de
1978, el Almirante Emilio Eduardo Massera, comandante en jefe de la Armada,
resolvió otorgar la distinción Honor al valor en combate a Randolfo Luis Agusti
Scacchi. Esta distinción también fue otorgada a muchos de los imputados en los
presentes actuados, como por ejemplo Vildoza, Lynch Jones, Pazo, Rioja, Yon,
Damario, Scheller, Donda, Rolón y Benazzi, entre otros.
Por otra parte, se destaca que el resto de su carrera giró en torno a este tipo
de tareas, al punto que, cuando volvió de Panamá, fue designado supervisor del
equipo de análisis y asesoramientos especiales en la Unidad Subsecretaría
Operativa de la Secretaría de Información Pública de la Presidencia de la Nación
(resolución nro. 87/0200/80, que se encuentra transcripta a fs. 12vta. de la Foja de
Conceptos de Agusti Scacchi).
Asimismo, cabe mencionar los diversos testimonios que dieron cuenta de la
presencia de Agusti Scacchi en la E.S.M.A.
Alfredo Manuel Buzzalino manifestó que “Agusti era teniente de
navío…de la misma promoción que ACOSTA, era de los más inteligentes, decía
‘que tenían que morir todos. Dejar un liberado era sufrir sus consecuencias 20
años después’” (Legajo SDH nro. 3316). Asimismo, a fs. 14.224 y ss. de los autos
principales, agregó que el teniente de navío Agusti concurría asiduamente a la
E.S.M.A.
A fs. 57.8078/8 Miguel Ángel Lauletta declaró que al Tano Agusti lo vió
en la época de la caída de Roberto Santi e Hidalgo Solá. Era un miércoles y estaban
dando una película. Lo llevan a Hidalgo Solá y le dicen que no hablen con él ni le
den agua. Agusti fue a documentación y le dijo que a Oesterheld lo tenían en el
134
Ministerio Público Fiscal de la Nación
BIM de La Plata. El testigo agregó que la actuación de Agusti estaba ligada a
Massera.
Por otra parte, Marta Remedios Álvarez -que estuvo secuestrada en la
E.S.M.A. desde el 26 de junio de 1976 hasta el mes de junio de 1979- en el escrito
que obra a fs. 28.033/5 de los autos principales manifestó que el “Tano” Randolfo
Agusti era uno de los miembros del S.I.N. que se encontraba en forma permanente
en esa dependencia naval. En el escrito que obra a fs. 28.038/41, Graciela García
refirió que entre los que se encontraban en forma permanente en la E.S.M.A. estaba
el “Tano” Randolfo Agusti del S.I.N. Asimismo, en la declaración que obra a fs.
10.349/50 de la causa nro. 7694/99, agregó que “Ese tipo ‘Espejaime’ era terrible.
Igual el que le decían ‘el Tano’ de apellido Agusti, el cual era un cuadro del S.I.N.
formado en Panamá que consta en su declaración anterior”.
Respecto a esta última declaración, no comparto las conclusiones a las que
arribó la Excma. Cámara Federal de Apelaciones al analizar tal testimonio. Al
respecto, cabe aclarar que si bien García hizo referencia a Agusti en el marco de su
relato del viaje a Paso de los Libres, no dijo que éste haya viajado a Paso de los
Libres con ella sino que la llevó un integrante de Prefectura -“Espejaime”- y unos
verdes que estaban a su cargo. Luego agregó que “Espejaime” era terrible y que
también lo era la persona a la que le decían “el Tano”, de apellido Agusti. Por lo
tanto, en función de los términos en que fue realizada la declaración de la testigo,
entiendo que la mención a Agusti tuvo únicamente la finalidad de destacar su
crueldad con los detenidos y, de ninguna manera, García afirmó que Agusti la haya
acompañado a Paso de los Libres.
Además, analizando los dichos de la testigo en su conjunto, si García
manifestó que fueron “Espejaime” y otros verdes que estaban a su cargo los que la
llevaron, no resulta verosímil considerar que dentro de ese grupo de “verdes” -que
tenían los cargos más bajos dentro de la ESMA- se encontraba un cuadro del S.I.N.
formado en Panamá como ella misma refirió que era Agusti.
Por este motivo resulta irrelevante la fecha en la que se efectuó ese viaje a
la frontera, como así también el período en el que compartieron cautiverio Graciela
García, Jorgelina Ramus, Sara Solarz de Osatinsky y Ana María Martí (que por otra
parte no fue incluida como una de las prisioneras llevadas a Paso de los Libres; por
el contrario, García refirió que fue junto con Ramus y Solarz, con el argumento de
buscar al compañero de Martí). Ello en virtud de que García no declaró que “el
tano” Agusti haya participado de ese viaje. La mención de Agusti por parte de
135
Ministerio Público Fiscal de la Nación
García en esa oportunidad tiene como finalidad resaltar la crueldad de Espejaime,
efectuar un paralelismo entre ambos, no vincular al primero con el viaje a la
frontera. Si a ello se suma que la testigo declaró que “el tano” se había formado en
Panamá, entiendo que claramente “el tano Agusti” al que se refiere Graciela García
es Randolfo Luis Agusti Scacchi.
En cuanto a Orlando González, de su legajo de servicios se desprende que
desde el 15 de febrero de 1974 hasta el 4 de marzo de 1977 se desempeñó como
miembro del SIIN en la ESMA. En dicha fecha fue ascendido a oficial, pasando el
11 de marzo de 1980 a desempeñarse en la JEIN.
Sin embargo, en virtud de ciertas contradicciones allí obrantes en relación
con el lugar donde se desempeñó entre el 24 de marzo de 1976 y el 4 de marzo de
1977, no puede descartarse que el imputado haya cumplido funciones en la ESMA
en dicho lapso. En efecto, a fs. 20 vta. de su legajo de servicios figura que entre el
18 de febrero de 1976 y el 11 de marzo de 1980 su destino fue el SIIN. Asimismo, a
fs. 85 vta. de su legajo de conceptos, al calificarlo el capitán de navío Raúl
Fermepin advirtió que “varios cambios de actividad en el transcurso del año
[febrero a noviembre de 1976] y duplicidad de dependencias le restaron
posibilidades”. El nombrado mantuvo dicho concepto al evaluarlo nuevamente,
pero esta vez en relación con el período 16/11/76-04/03/77 (fs. 87 vta.). Ello
implicaría que durante el período en que ciertamente se desempeñó en la ESMA, es
decir, entre el 4 de marzo de 1977 y el 11 de marzo de 1980, en su legajo figura
haberse desempeñado en otro destino, por lo que no cabe descartar la hipótesis de
que hubiera permanecido en dicho CCD desde el golpe de estado de 1976.
Por otra parte, como surge de su legajo de conceptos, el imputado cumplía
tareas de inteligencia como auxiliar (fs. 89/94) o de contrainteligencia (fs. 96/104).
Asimismo, a fs. 93 vta. fue calificado y propuesto para el ascenso por el Director de
la ESMA, José Suppicich y a fs. 91 vta. y 89 vta. fue calificado y propuesto para el
ascenso por el Sub-Director de la ESMA, Raúl J. González.
Son cuantiosos los testigos que manifestaron haber visto a Orlando
González en al ESMA.
Víctor Fatala pudo observar a las personas que lo sometieron a torturas,
además de haber reconocido luego sus voces, individualizando entre otros a un
suboficial de la Armada apodado “Hormiga” o “Miguel” (fojas 48 de la testimonial
agregada en el legajo correspondiente a los casos 87/88).
136
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Por su parte, Ana María Soffiantini declaró el 13 de noviembre de 2007 en
la causa nro. 1238 del T.O.F. 5 que “por indicación de un compañero me bajan a
trabajar al sótano, a la parte de fotografía, con un represor llamado ‘Hormiga’”.
Susana Jorgelina Ramus destacó que el suboficial ‘Hormiga’ la llevó a una
escribanía, haciéndose pasar por su marido, para firmar un permiso para que su hija
pudiera viajar al exterior con ella (declaración testimonial de fs. 1696/7 de la causa
nro. 1376/04).
Graciela Daleo señaló que “los auxiliares de inteligencia eran suboficiales
que cumplían funciones precisamente de auxiliares de inteligencia, como eso los
conocíamos nosotros, que trabajaban en el área del ‘Dorado’, que era el área
donde se hacía inteligencia, y estos auxiliares de inteligencia eran Gustavo MORO,
se le decía así, Gustavo MORO y ‘Hormiga’” (declaración testimonial en causa nro.
13/84, fs. 5781/5830). Adriana Marcus declaró que “en capuchita, en donde esta
el tanque de agua, en capucha, en algún momento vino un tal ‘Hormiga’ a
hablarme muy mal de mi padre, a decirme que lamentaba mucho que mi familia
fuera tan descuidada conmigo, que mi padre me hubiera llevado a mi casa y
hubiese tratado de huir de manera que se vieron obligados a tirar tiros para
detenerlo, y que lamentaba mucho que mi padre fuera cobarde y que me dejara
abandonada en manos de nosotros que te tenemos acá presa” (cfr. transcripciones
de las declaraciones testimoniales del 25 de octubre de 2007 de la causa nro. 1238
del T.O.F. 5).
En ese sentido corresponde mencionar lo declarado por la testigo Thelma
Jara de Cabezas, cuando señaló que Orlando González, alias “Hormiga” -quien
se desempeñaba en Inteligencia- le había tomado una foto para confeccionar un
D.N.I. falso a nombre de Magdalena Manuela Blanco, que debió utilizar para viajar
a Uruguay junto con integrantes del grupo de tareas (declaración durante el juicio en
la causa nro. 13/84 obrante en el Legajo nro. 81 caratulado “Varela Cid s/denuncia
Jara de Cabezas”).
Por otra parte, el testigo Lázaro Gladstein mencionó que Orlando
González había ganado el premio Foto Condor FAF 1978 de fotografía. Señaló que
era quien recibía a los detenidos, los registraba en el libro de entradas, fichas y
carpetas y anotaba las pertenencias que llevaban (ver declaración de Lázaro Jaime
Gladstein a fs. 17/8 del Legajo nro. 76 “Gladstein, Lázaro Jaime y Bello, Andrea
Marcela”).
137
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Asimismo, Carlos Muñoz recordó entre los integrantes del sector
Inteligencia -quienes se ocupaban de los interrogatorios (torturas) y decidían quién
sería “trasladado” (asesinado) o liberado- al suboficial principal Orlando González
a quien llamaban Hormiga o Miguel Ángel, quien era bueno para hacer fotografías
pero su capacidad intelectual era nula (Legajo CONADEP nro. 704).
Enrique Mario Fukman amplió su declaración ante la CONADEP, con
fecha 22 de marzo de 1984 (ver fojas 4/5 del legajo correspondiente al caso 69 que
corre por cuerda a la presente), declarando que “actuaban como complemento
dentro de inteligencia los suboficiales ‘Leo’ que era buceador naval; el ‘hormiga
Miguel’ que era fotógrafo profesional y un tal ‘Julio’ que era oriundo de
Córdoba”.
A fs. 40.392 de la causa nro. 14.217/03 informó que en un diálogo entre
Cejas (Leo) y González (Hormiga), Leo le contó que era buzo táctico.
En otra ocasión, manifestó que fue violentamente golpeado por Jerónimo que
era el oficial de Marina Donda y un suboficial llamado Hormiga. A éstos también
los reconoció luego por la voz y porque ellos mismos reconocieron posteriormente
haberlo castigado (ver fojas 203/6 del legajo nro. 69).
Por último señaló que en los interrogatorios -que se desarrollaban a ratos a
cara descubierta y a ratos con la capucha colocada- le pegaban mientras se hallaba
esposado con las manos atrás y simularon fusilarlo, participando, entre otros, un
suboficial que le decían “Hormiga” que era fotógrafo profesional (Legajo
CONADEP nro. 4687).
Similar testimonio prestaron Ricardo Héctor Coquet -“me acuerdo de un
suboficial que sacaba fotografías que le decían HORMIGA que me dijo ‘de acá
nadie sale vivo’, venía me preguntaban cosas de fotografías y entre medio me
tiraba esa pálida” (Legajo CONADEP nro. 2675)- y Víctor Basterra quien
declaró que cierto día, hojeando la revista Fotomundo, observó junto con Daniel
Merialdo que habían sido publicadas varias fotografías de Orlando González, un
suboficial de la Armada que integraba el grupo de inteligencia de la ESMA y que
era aficionado de la fotografía. Así se enteraron de su identidad, dato que los
represores solían preservar celosamente. Los apodos de González eran HORMIGA
y MIGUEL; era auxiliar de Inteligencia y como tal su tarea era extraer información,
sistematizarla y ordenarla. Recordó que González solía llevarles encargos a la
sección de documentación o de fotografía, ordenados por el 2do. jefe de Inteligencia
que allí operaba, GERÓNIMO DONDA, entonces teniente de navío. Recordó
138
Ministerio Público Fiscal de la Nación
también que en cierta oportunidad el deponente fue trasladado a la Huevera, que
había sido subdividida por paneles, donde se le exhortó a que contara “su vida” por
escrito. En un momento dado llegó González, quien le gritó que se volviera hacia
él, insultándolo y pellizcándolo, e instándolo a escribir las verdaderas razones por
las que se hallaba allí; esto aconteció en diciembre de 1979 (declaración de 12 de
febrero de 1985 en la causa “Jara de Cabezas).
Además, Ana María Martí, Sara Solarz de Osatinsky y María Alicia
Milia de Pirles recordaron que González era auxiliar de Inteligencia, fotógrafo, que
habría realizado una exposición de sus trabajos en el Club Gimnasia y Esgrima de
Buenos Aires y participado en varios concursos (fs. 1536/64). José Orlando Miño
añadió que “estando en libertad en una oportunidad me crucé, encontré con
Abdala, que me hizo señas para que no lo saludara o algo así y con un tal Orlando
González (Hormiga Negra), que era fotógrafo, un mal nacido que hacía trabajar a
los fotógrafos que estaban allí y que ganó un premio nacional de fotografía con las
de otra persona que estaba ahí. Íbamos viajando en un mismo micro y cuando el
micro arrancó huyo despavorido. Los dos eran suboficiales de la Marina”
(documentación remitida por el Juzgado Central de Instrucción nro. 5 de la
Audiencia Nacional de Madrid, en relación con el Sumario nro. 19/97).
Esta información se corrobora a fs. 93 del legajo de conceptos de González
cuando, al momento de calificarlo su superior, el teniente Paolini manifestó que el
imputado “tiene excelentes conocimientos de fotografía tanto para la toma como el
proceso de revelado y copias de los mismos”.
Por último, Liliana Noemí Gardella (ver fs. 12.403), Cristina Inés Aldini
(fs. 18.065/6), María Eva Bernst De Hansen (Legajo CONADEP nro. 2453),
Alfredo Manuel Buzzalino (LEGAJO SDH nro. 3316), Pilar Calveiro (Legajo
CONADEP nro. 4482), Adriana Rosa Clemente (fs. 3378), Graciela Beatriz
Daleo y Andrés Ramón Castillo (declaración de fojas 7/71 del legajo
correspondiente a los casos 16 y 32, caratulado “Castillo, Andrés Ramón s/víctima
privación ilegal de la libertad”), Mario César Villani, Miriam Lewin (declaración
testimonial brindada en la audiencia de debate celebrada en la causa nro. 13/84 ante
la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal, cuyo registro luce a
fojas 115/23 de la causa nro. 1376/04 del Juzgado Nacional en lo Criminal y
Correccional Federal nro. 12, Secretaría nro. 23), Daniel Merialdo (Legajo nro.
744), Carlos García (fs. 8965vta.), Amalia Larralde (fs. 12.107/153 y 12.154/164
de los autos principales; fs. 135/41 del Legajo 164), Alfredo Julio Margari (fs.
139
Ministerio Público Fiscal de la Nación
7788), Lila Pastoriza (Legajo CONADEP nro. 7231), Mercedes Inés Carazo (fs.
12041/3 en causa 14.217), Ángel Alberto Laurenzano (fs. 41407/8), Andrea
Marcela Bello -quien manifestó que mientras estaba en el sótano era frecuente que
entre otros se hiciera presente para “conversar” el suboficial de la Armada Orlando
González, alias “Hormiga”- (transcripciones de las declaraciones testimoniales del
30 de octubre de 2007 de la causa nro. 1238 del T.O.F. 5), Elisa Tokar y Juan
Gaspari (fs. 14.394/14.404) afirmaron haber visto en la ESMA al suboficial
Orlando González, miembro de inteligencia, apodado “Hormiga” y “Miguel”.
En otro orden de ideas, Pittana, Cionchi y Pazos integraron el Sector
Operaciones y Logística del Grupo de Tareas, sin perjuicio de que también tuvieron
una participación activa en el área de Inteligencia, conforme indicaron los
sobrevivientes de la ESMA. Excepto en los casos en que hayan participado en
operativos e interrogatorios concretos, les imputo haber mantenido privadas de su
libertad a las víctimas consignadas en el presente requerimiento y haberles impuesto
las torturas padecidas por las víctimas mientras permanecieron detenidas en
cautiverio bajo la órbita de custodia del G.T. 3.3/2, por lo que deben ser tenidos
como coautores de tales delitos.
En lo atinente a los homicidios descriptos en el presente dictamen, entiendo
que, excepto en los casos en que se haya acreditado concretamente su actuación
directa en tales sucesos, se los debe tener como partícipes necesarios de tal delito,
toda vez que realizaron -en la medida de la función que desempeñaban dentro de la
E.S.M.A.- un aporte sin el cual el hecho principal que llevaron adelante los
nombrados no hubiera podido cometerse (cfr. Bacigalupo, Enrique, ob. cit., p. 530).
En este sentido, Zaffaroni sostiene que “el partícipe actúa afectando el
mismo bien jurídico que el autor, pero sólo que no lo hace en forma directa, sino
por medio del hecho antijurídico del autor” (Zaffaroni, Alagia, Slokar, ob. cit., p.
760).
La decisión de terminar con la vida de las víctimas en los casos que, en tal
sentido, fueron descriptos en el presente era conocida por todos los integrantes del
GT, quienes no obstante saber el destino deparado a las víctimas, continuaron
realizando actos que permitieron alcanzar el objetivo propuesto (la muerte).
En primer término, debe tenerse en cuenta los legajos de servicios de los
imputados.
Claudio Orlando Pittana, pertenecía a la Policía Federal Argentina (Legajo
personal de la P.F.A. nro. 151.624) y prestó funciones en la Escuela de Mecánica
140
Ministerio Público Fiscal de la Nación
de la Armada en el período comprendido entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de
diciembre de 1983, conforme se desprende del listado aportado por la P.F.A., que
obra a fs. 17.296 de los autos principales.
La actividad desplegada por Pittana -alias “Fafa”- en la E.S.M.A. fue
reconocida por numerosos testigos que lo señalan como miembro de la Policía
Federal Argentina, integrante del sector operaciones del G.T. 3.3/2, tanto en
privaciones ilegítimas de la libertad como en la aplicación de tormentos a los
prisioneros.
Así, Ana Maria Isabel Testa declaró en el juicio realizado a Héctor Febres
por el T.O.F. nro. 5, que entre las personas que la secuestraron enfrente de su
domicilio se encontraba “fafá”, que era el sosías que utilizaba el ex integrante de la
Policía Federal Claudio Pittana. Asimismo refirió, en otra oportunidad, que si bien
no presenció directamente ninguna sesión de torturas, le consta que todos los
prisioneros eran sometidos a tales mecanismos; y que se comentaba que dentro del
grupo de personal de E.S.M.A. uno de los autores de las torturas era “Fafa” (fs. 2/5
del legajo nº 130 “Testa, Ana María Isabel”).
Por su parte, en el marco de dicho juicio y respecto del procedimiento de su
secuestro, Enrique Mario Fukman declaró que “…en la esquina de Avenida San
Juan y Avenida La Plata, cuando iba a cruzar la esquina, frena de golpe un Ford
Falcon, no era color verde, aclarémoslo, era un color amarillo. Y bajan corriendo
tres personas, se me tiran encima. Sin tener posibilidad de reacción, me tiran al
piso. Me secuestra, o sea, me tira al piso y me esposa... una de las personas que a
mí me secuestra era miembro de esa fuerza [la Policía Federal] y hubo otros
miembros de esa fuerza que participaban con la autorización, enviados por la
policía, en el grupo de tareas...se me tiraron encima, me tiran al piso, me esposan y
me suben al auto. Adelante manejaba alguien que después reconozco que lo
llamaban ‘Aldo’, que era del Servicio Penitenciario Federal. A su lado venia una
persona de nombre ‘Ernesto’, y atrás el que me tira a mí adentro del coche -me
tira, digámosle, a sus pies- era ‘Fafa’, cuyo nombre es Pittana, que era miembro de
la Policía Federal Argentina. Me empiezan a preguntar... justamente por mis
amigos, por Carlos específicamente [Lordkipanidse]. Yo en el primer momento
intento hacerme el tonto, diciéndole que no sabía de qué me estaban preguntando.
Inocente mío, me vieron salir de la casa justamente de Carlos [Lordkipanidse] y
entonces, primero me empiezan a golpear y después ‘Fafa’ Pitana me empieza a
quemar los brazos con un cigarrillo. (...) Continuamos, podemos decir, de esa
141
Ministerio Público Fiscal de la Nación
forma:... Pitana iba pegándome y quemándome. Y en un momento dado, paran el
coche en un garaje, me ponen una capucha -que era una bolsa de lona de color
gris- en la cabeza, bajan [a] hablar con... el encargado del garaje, y me hacen
bajar a mí... y me hacen subir al baúl del coche. (...) [H]abía miembros de la
Policía Federal como Pitana ... que constantemente estaban ahí...” (declaración
testimonial brindada el día 8 de noviembre de 2007 en el juicio oral seguido a
Héctor Febres ante el T.O.F. nro. 5, en la causa nro. 1238). Asimismo Fukman
ubicó a “fafa” en la parte de operaciones y agregó que el nombrado estuvo infiltrado
en la Facultad de Derecho como alumno (legajo Conadep nro. 4687 y fs. 4/5 y
203/206 del legajo n° 69).
Andrea Marcela Bello también mencionó a Pittana en esa audiencia de
debate. En efecto declaró que: “[e]l 6 de diciembre de 1978 a las 18 horas
aproximadamente, en la esquina de las calles Varela y Avenida del Trabajo de la
Capital Federal fui secuestrada junto a Lázaro Jaime Gladstein (quien en esos
momentos era mi marido), Ricardo Sáenz y Horacio Moreira. Los dos últimos
permanecen desaparecidos. El grupo que nos secuestró estaba integrado por cerca
de diez individuos armados, vestidos de civil, los cuales nos introdujeron
compulsivamente en distintos automóviles, previo habernos cubierto la cabeza con
una capucha y sujetados los brazos con esposas. Fuimos conducidos a un centro
clandestino de detención, que luego supe era la Escuela de Mecánica de la Armada,
institución que funcionaba como asiento del Grupo de Tareas 3.3/2 que integraban
los hombres armados y vestidos de civil que me secuestraron, todos ellos oficiales y
suboficiales de la Marina y otras fuerzas que integraban ese GT. Entre los
secuestradores pude identificar a Claudio Pittana, alias Fafá, miembro de la
Policía Federal...”. Asimismo refirió -en otra ocasión-: “[e]n una oportunidad fui
llevada junto a otros prisioneros a una quinta ubicada en la zona norte del Gran
Buenos Aires. Allí también concurrieron los represores Febres, Carnot, Orlando
González y Pittana” (ver legajo 76 que corre por cuerda).
En otro orden de ideas, Bello mencionó que operativos como Pittana y
Azic circulaban permanentemente por una especie de office que había al lado de las
oficinas de Scheller y González (cfr. transcripciones de las declaraciones
testimoniales del 30 de octubre de 2007 de la causa nro. 1238 del T.O.F. 5).
Víctor Melchor Basterra manifestó, en la declaración testimonial que
prestó a 527/534vta. de la causa nro. 18.407/02 del registro del Juzgado Federal nro.
12, Secretaría nro. 23, que Claudio Pittana (“Fafa”) condujo el operativo en el cual
142
Ministerio Público Fiscal de la Nación
lo trasladaron a la ciudad de La Plata, donde detuvieron a dos conocidos que luego
dejaron en libertad. Basterra también declaró que María Elsa Martínez le comentó
que Pittana (alias “Fafa”) participó en el operativo que culminó con su secuestro y
el de Raimundo Aníbal Villaflor (denuncia de fojas 44/61 de la causa nro. 1376/04
de la Secretaría nro. 23 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal
nro. 12). También refirió que el nombrado participó en el secuestro de Enrique
Ardeti; que era un operativo, un gatillo, porque era un tipo especializado en matar, y
que era uno de los que les “pegaba una apretada” a periodistas ingleses para que se
fueran (declaración prestada en el juicio por la verdad de la Cámara Federal de La
Plata, que se encuentra agregada a fs. 1/12 de la causa nro. 18.407/02). Por otra
parte, en uno de los listados de suboficiales que aportó, Basterra ubicó a Pittana
como operativo en la E.S.M.A. en el período 79/83, actuando bajo los sosías Bravo
y Juan Manuel Erhardt (declaración prestada ante el C.E.L.S. el 17 de octubre de
1984).
Cristina Ines Aldini declaró que de los muchos represores que
intervinieron en su secuestro, posteriormente pudo identificar al miembro de la
Policía Federal Claudio Pittana, alias “Fafá” (fs. 18.065/6).
Por su parte, Lázaro Jaime Gladstein recordó que una persona de apellido
“Pitana”, que pertenecía a la Policía Federal, participó de su secuestro; y que fue
una de las dos personas -junto con “el gordo Tomás”-, que le apuntaron con el arma
(declaración prestada en el juicio celebrado en la causa nro. 1238 del T.O.F. nro. 5).
Asimismo declaró que pudo identificar a “Fafá” como uno de los integrantes del
grupo de tareas que operaba en la E.S.M.A. y se movilizaba en cuatro vehículos
(declaración prestada ante la CONADEP el 22 de mayo de 1984, fs. 2/4 del anexo
correspondiente al caso 76 que corre por cuerda).
Carlos Muñoz sindicó a Claudio Orlando Pittana (“Fafa”) -junto con
“Tomás” y el Teniente Alfredo Astiz- como uno de sus captores (denuncia de fojas
8808/8818); y ubicó a “Fafá” en el área de Operaciones de la E.S.M.A. (legajo
Conadep nro. 704). Asimismo, Muñoz declaró que Pittana estuvo involucrado en
la muerte de Daniel Vázquez, quien fue fusilado en las Avenidas San Pedrito y
Rivadavia. Al respecto manifestó que, según comentarios de otra detenida conocida
como Julia Fernández Sarmiento y de los oficiales presentes, Vázquez habría
arrojado una granada que no hirió a nadie, ante lo cual el Teniente de navío alias
“Tomás” o “Luciano” le disparó un “escopetazo” por la espalda y, cuando la
víctima cayó, “Fafa” o “Pitana” (Claudio Pittana) le vació su arma calibre nueve
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
milímetros en la cabeza (declaración testimonial prestada por Carlos Muñoz durante
el juicio oral celebrado en la causa N° 13/84 de la Cámara Nacional en lo Criminal
y Correccional Federal, obrante a fojas 181 y ss. del legajo N° 4/74/79/80, que corre
por cuerda).
También Carlos Gregorio Lordkipanidse vinculó a Pittana con la muerte
de Vázquez. Al respecto declaró a fs. 41.842/3l que por dichos de Gladstein supo
que “Fafa” Pittana lo remató, luego de que Cionchi -“el Gordo Tomás”-, le pegara
un itacazo, en diciembre de 1978. Luego agregó que Pittana, junto a “Federico”
González, se ufanaba de haber pertenecido a la Triple A bajo las órdenes de Villar,
y que tenía una estrecha relación con Colores y Linares.
Víctor Aníbal Fatala, que fue privado ilegítimamente de su libertad el 6 de
noviembre de 1978, pudo averiguar la identidad de algunas de las personas que lo
detuvieron, entre ellos “Fafa” -perteneciente a la Policía Federal- (fojas 48 de la
testimonial agregada en el legajo correspondiente a los casos 87/88).
Ricardo Héctor Coquet recordó haber visto a integrantes de la Policía en
la E.S.M.A., entre ellos uno que le decían “Fafa” (declaración de fojas 3/8 del
legajo nº 124 que corre por cuerda).
Susana Beatriz Leiracha de Barros declaró, con respecto a las personas
que la detuvieron, que a “...uno de ellos lo vio posteriormente en la E.S.M.A.,
cuando la declarante efectuaba trabajos en el lugar llamado Pecera y esa persona
era conocida como Fafa, el que al parecer era de la Policía Federal (...) A todas
estas personas, vuelve a reiterar la dicente los vio circular por la E.S.M.A. cuando
efectuaba trabajos en la Pecera...”Asimismo manifestó que “...al momento de ser
detenida fue golpeada en diversas partes del cuerpo, en la calle y en el rodado en
que era trasladada, supone que la golpeó Fafa, mejor dicho está segura de ello ya
que fue el que la tomó del cuerpo” (testimonio, obrante en el legajo correspondiente
a los casos 87/88, fojas 45/48).
Mario César Villani, quien estuvo en ESMA desde marzo de 1979 hasta
agosto de 1981 y después debió volver periódicamente, para reparar equipos de
comunicaciones, refirió que conoció en forma directa a Claudio Pittana, entre
otros. En efecto, Villani declaró que conoció en forma directa -aunque por sus
“nombres de guerra” en la mayoría de los casos-, entre otros, a quien en las
fotografías que se le exhibieron se encontraba individualizado como Claudio
Pittana (fs. 538/541vta. de la causa nro. 18.407/02 ya citada y copia que obra a fs.
38.577/83 de los autos principales).
144
Ministerio Público Fiscal de la Nación
También Norma Cozzi mencionó a “Fafá”, Claudio Pittana, entre los
miembros del grupo de tareas de la E.S.M.A.(legajo Conadep nro. 6787); y Ángel
Strazzeri lo incluyó como personal de la E.S.M.A. que estaba en contacto con los
detenidos (legajo Conadep nro. 2344).
Además, Ángel Alberto Laurenzano declaró a fs. 41.407/8 que conoció a
“Fafa” Pittana en “el Banco”, en Operaciones, y luego lo volvió a ver en la
E.S.M.A.
Por otra parte, Julio Jorge Villar fue privado ilegítimamente de su libertad
a fines de 1981 o principios de 1982, llegó herido a la E.S.M.A. y murió al poco
tiempo. Allí fue visto por Víctor Basterra, quien refirió que Pittana (“Fafa”)
realizó el disparo que lo hirió de muerte. Con relación a este suceso Basterra
declaró que, aproximadamente a principios de 1982, había escuchado al ex
integrante de la Policía Federal y, para ese entonces, miembro operativo del GOEA,
Claudio Pittana, alias “Fafa”, jactarse de haber matado a Jorge Julio Villar,
durante una persecución. La víctima habría intentado escaparse y Pittana le disparó
por la espalda (ver copia de denuncia glosada al legajo nro. 83 -en particular, fs.
10/11- y declaración prestada en los “Juicios por la Verdad”, cuya copia certificada
obra a fs. 8847/8858 y 8910/36 de estas actuaciones, y legajo SDH 2193). En
efecto, Basterra declaró en otra oportunidad que Claudio Pittana, tirador confeso
de Villar, dijo “yo le dije pará pará pero el boludo no paró” (fs. 39.261/5 de los
autos principales).
Además, Enrique Mario Fukman (declaración del 13 de febrero de 1987
en la causa nro.761), Víctor Melchor Basterra (declaración del 17 de febrero de
1987 en la causa nro.761), Ana María Testa (declaración del 14 de febrero de 1987
en la causa nro. 761) y Carlos Gregorio Lordkipanidse (declaración del 18 de
febrero de 1987 en la causa nro. 761), entre otros, mencionaron a Pittana, alias
“Fafá”, como uno de los suboficiales que intervino en los tormentos que les fueron
infligidos.
Cabe destacar que en el epígrafe de la fotografía glosada al Anexo XVII,
apéndice 27, de la causa Basterra, se encuentra consignado “Claudio Pittana. Ex
suboficial de la Policía Federal, nombre de guerra Fafá, sosías Roberto Mario
Erhardt, Juan Manuel Bravo. Foto 1982. Funcionó en Operaciones antes de la
administración de Abdala. Personal permanente de la ESMA hasta la disolución
del GT según sus dichos jugó al rugby en el club Pucará. Excelente tirador, autor
145
Ministerio Público Fiscal de la Nación
material de la muerte de Jorge Julio villar a principios de 1982. En la foto viste
uniforme de la Policía Federal.”
Osvaldo Arturo Barros declaró el 12 de febrero de 1987, que Claudio
Pittana, alias “Fafa”, oficial de la Policía Federal, también formaba parte del grupo
operativo. Cuando se le exhibieron las fotografías que van agregadas al Anexo
XVII, apéndice 27 de la causa Basterra, a fs. 22 Barros reconoció al que mencionó
como FAFA o CLAUDIO PITANA (declaración agregada al legajo que
corresponde a los casos 87/88 -fs. 49/51-).
Asimismo, Thelma Doroty Jara de Cabezas, Miriam Liliana Lewin,
Adriana Rosa Clemente, Ángel Strazzeri, Ana María Isabel Testa, Carlos
Gregorio Lordkipanidse, Graciela Beatriz Daleo, Víctor Aníbal Fatala y
Enrique Mario Fukman –en las declaraciones que prestaron el 12 de febrero de
1987 Jara de Cabezas y Lewin, el 14 Clemente, Strazzeri y Testa, el 18
Lordkipanidse y el 13 los demás- cuando se les exhibieron las fotografías que obran
en el Anexo XVII, apéndice 27 del legajo correspondiente a Basterra, reconocieron
a “Fafa” a fs. 22. En dicha oportunidad Lordkipanidse agregó que se trata de un
policía que era operativo y en ocasiones aplicaba tortura.
Por otra parte la esposa de Enrique Ardeti, Eugenia Orellano, declaró que
a fines de marzo de 1980 y durante el cautiverio de su marido, entregó un poder
extendido a favor de Ardeti a dos hombres que se presentaron en su domicilio, y
que posteriormente reconoció a uno de ellos como Claudio Pittana (relato de
Consuelo Eufemia Orellano obrante a fojas 48.143/191 del Tomo 115 de la
documentación remitida por el Juzgado Central de Instrucción nro. 5 de la
Audiencia Nacional de Madrid, en relación con el Sumario 19/97). Orellano
declaró que supo que era Pittana porque “[e]n el año 83, yo estaba parada en una
esquina frente a la plaza Moreno y baja de un micro un hombre alto, atlético, el
micro no paró, él casi con el micro en marcha y un bolsito, zapatillas, baja, da unos
saltitos y yo lo veo. Y veo que es uno de los que vinieron a buscar el poder que lo le
tenía que hacer a mi marido. Me quedé quieta, parada, y veo que él hace unos
pasos así y agarra la diagonal, y ahí qué sé yo, también, me fui para el lado de la
Diagonal, pero ya corriendo un poco, porque este señor tiene piernas largas y
unos poquitos pasos hacía... una distancia mucho mayor que las mías. Y bueno, lo
veo que va y después dobla y ahí corro, porque me da como una desesperación de
que lo voy a perder, y doblo y no lo veo, no está; entonces camino y me sorprendo,
está la Comisaría, hay una Comisaría ahí... había una garita, que después me
146
Ministerio Público Fiscal de la Nación
entero que era la Federal (...) Hay una garita y el policía estaba del lado de afuera
y yo le digo: perdone, señor, mire, del micro vi un muchacho así y así y lo describo,
y es un conocido mío le digo. Puedo entrar a ver ?, y me dice: sí, sí, es Pitana me
dice, Pitana. Sí, si, le digo. Yo no sabía que se llamaba Pitana en ese momento.
Entro y está así un mostrador, me acuerdo... fui la única vez que yo entré ahí,
medio como redondo me parece y había un Policía. Le digo: quiero ver a Pitana,
que recién entró. De parte, me dice ?. Una conocida, le digo, hace mucho que no lo
veo. Y así a mis espaldas, mirando al mostrador a mis espaldas, hay una puerta que
la imagen que tengo, no es una puerta normal, es como más angosta, más chica, no
sé, no es el tipo las medidas... y él entra ahí, este señor que estaba en el mostrador
y sale. Me dice: ya viene, señora. Entonces yo voy y me acerco a esa puerta, dos
metros, tres metros, ahí nomás, y este hombre abre y yo al verlo... le digo: se
acuerda de mí? Se acuerda, usted estuvo en mi casa, en 46, 1827. Se acuerda ?. El
me miraba, porque es mucho más alto que yo, me miraba así para abajo y no me
decía nada. Le digo: se acuerda que usted se llevó a mi marido; mi marido es un
desaparecido. Cuando yo digo esto, él levanta la vista sobre mí y lo mira... yo digo
que lo mira, porque yo sentí, al que estaba ahí, y yo ahí recién me di cuenta de lo
que estaba haciendo. Entonces agarro y le digo: discúlpeme, me confundí... no, no,
me confundí, usted no es. Y me fui. El no me dijo en ningún momento señora,
cálmese, que está diciendo.(...) Pero este señor, Claudio Pitana estaba trabajando
ahí y fue el tipo que vino a buscar el poder que yo firmé para mi marido... con otro
hombre vino.” (declaración prestada el 18 de octubre del año 2000 en la causa
registrada bajo el Nº 909 de la Secretaría Única de la Cámara Federal de
Apelaciones de la ciudad de La Plata).
Cabe mencionar también, que el periodista José Vales expuso “…El
viernes 25 de febrero de 1977 era víspera de carnaval… Fue en la Boca donde al
caer la tarde los esbirros de la ESMA secuestraron a Ignacio Ojea Quintana, un
militante montonero que tuvo la desgracia de ser el sobrino de Jorge Rafael Videla;
el cristiano dictador no movió un dedo para salvarlo de los vuelos de la
muerte…Ojea cayó con otro compañero de la organización. Los represores
obligaron con los métodos recurrentes al sobrino del dictador a ‘cantar’ una cita
que la seccional norte del Gran Buenos Aires había programado para la mañana
del sábado de carnaval. El lugar de encuentro sería una esquina de Acassuso, uno
de los barrios nobles del norte bonaerense y a pocos kilómetros de la ESMA. Allí
llegó la patota, que al mando del ‘Puma’ integraban ‘Serpico’, el teniente de navío
147
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Carlos Carella disfrazado de ‘Juan Palanca’, Juan Antonio Azic, con el atuendo de
‘Piraña’, y Claudio Pittana, un ex oficial de la Policía Federal, al que la
imaginación represiva bautizó con el nombre de un popular mago: ‘Fafá’. Eran
casi las nueve de la mañana del sábado de carnaval cuando lograron secuestrar a
un grupo de militantes entre los que se encontraba otro miembro de la Estructura
Federal de Montoneros, Carlos Chiappolini…” (Ricardo Cavallo. Genocidio y
Corrupción en América Latina, José Vales, Grupo Editorial Norma, primera
edición, año 2003, págs. 105/106).
Por su parte, Rodolfo Oscar Cionchi se desempeñó en el Grupo de Tareas
3.3/2 en el período comprendido entre abril de 1978 y el 3 de febrero de 1980. Allí
era conocido bajo los apodos “gordo Tomás”, “dogor” y Luciano; también se hacía
llamar subcomisario.
En el Resumen de Servicios que obra a fs. 13/16 se encuentra consignado el
destino Escuela de Mecánica de la Armada en los períodos comprendidos entre
el 03 de abril de 1978 y el 31 de diciembre de 1979 (con grado de Teniente de
Fragata), y entre el 31 de diciembre de 1979 y el 04 de febrero de 1980 (con
grado de Teniente de Navío).
En cuanto al Legajo de Conceptos del Capitán de Navío Rodolfo Oscar
Cionchi -Infante de Marina, M.R. 005345-3-, en la contratapa se encuentran
agregadas, en un sobre, tres fotografías suyas de fecha 2 de febrero de 1972, 28 de
febrero de 1974 y 28 de febrero de 1977 –consignadas como folios 1, 2 y 3
respectivamente-. Además, de las Fojas de Concepto que obran a fs.55/58, surge
que Cionchi prestó servicios en la E.S.M.A. entre el 03/04/1978 y el 30/12/1979,
en el cargo de Jefe de Compañía.
Cabe destacar que Cionchi fue calificado por las más altas autoridades del
Grupo de Tareas 3.3/2 y de la E.S.M.A. En efecto, en el período comprendido entre
el 03/04/1978 y el 15/12/1978, fue calificado por Jorge E. Acosta, quién refirió “se
ha desempeñado brillantemente como Jefe de Compañía. Se destaca por su arrojo,
decisión , valor personal y espíritu combativo. Muy cooperador y de carácter
alegre, su presencia es tomada con beneplácito por Superiores y Subordinados”.
Acosta firmó al pié de la página y aclaró su firma en forma manuscrita: Jorge E.
Acosta, Capitán de Navío, Nº de matrícula 003234. A continuación, el Capitán de
Navío Jorge Raúl Vildoza -jefe- manifestó “este oficial se ha desempeñado con
gran eficacia, voluntad y criterio. Demostró gran aplomo y valor personal. Goza de
gran prestigio ante sus subalternos por los valores antes mencionados y es muy
148
Ministerio Público Fiscal de la Nación
apreciado por superiores y subalternos”. Por su parte, el Contraalmirante Rubén
Jacinto Chamorro -director- refirió “Totalmente de acuerdo con las instancias
anteriores. Es objetivo y práctico. Demuestra valor y decisión. Sus cualidades de
Oficial son las requeridas por la Institución.” Al pie de la página además se
encuentran estampados la firma y el sello de Vildoza y de Chamorro, como así
también el sello medalla de la Armada Argentina - Escuela de Mecánica (fs.
55/vta.).
En cuanto al período comprendido entre el 15/12/1978 y el 02/05/1979, se
dejó constancia de que no fue calificado, por no haber variado el concepto anterior.
Esta Foja de Conceptos se encuentra suscripta por Vildoza y Chamorro, y cuenta
con sus sellos personales y el sello medalla de la Armada Argentina - Escuela de
Mecánica (fs. 56/vta.).
En el período comprendido entre 02/05/1979 y el 01/08/1979, Cionchi fue
calificado, en primer lugar, por Luis D’Imperio -CCCB-, quien manifestó “el
calificado se ha desempeñado con ejemplo, dedicación, y espíritu de sacrificio.
Condujo con precisión al personal a sus órdenes. Se destacó por su elevado nivel
profesional. Remarco su entusiasmo y laboriosidad y un alto cariño por la
Institución”. El nombrado firmó al pie de la página y la aclaró en forma manuscrita.
A continuación, el Capitán de Navío Horacio P. Estrada refirió estar “de acuerdo
con la instancia anterior, se ha destacado por su entusiasmo y dedicación. Es
ejemplo para sus subordinados. Inspira gran confianza en sus superiores. Buen
conductor”; y el Contraalmirante José Antonio Suppicich -director- agregó
“coincido plenamente con las calificaciones y consideraciones de las instancias
precedentes. Posee excelentes cualidades profesionales que sumados a sus
cualidades personales hacen de él un buen Oficial para la Institución. Estoy muy
satisfecho en tenerlo como subordinado.” La firma y sello de ambos se encuentran
estampados al pié de la página, como así también el sello medalla de la Armada
Argentina - Escuela de Mecánica (fs. 57/vta.).
Finalmente, en el período comprendido entre el 01/08/1979 y el
30/12/1979, Cionchi fue calificado por las mismas personas que en el período
anterior, en los mismos términos. D’Imperio refirió “ha merecido la calificación de
‘excepcional’ en entusiasmo iniciativa y laboriosidad en virtud de que fueron
características permanentes y destacadas puestas de manifiesto en todas las tareas
en que participó. De espíritu jovial establece buenas relaciones con superiores y
subalternos.” Estrada agregó “de acuerdo. Siempre bien dispuesto para colaborar
149
Ministerio Público Fiscal de la Nación
cualquier tipo de tarea. Ha demostrado poseer presencia de ánimo excepciona”; y
Suppicich hizo suyas las consideraciones anteriores y manifestó “oficial de
excelentes cualidades y de gran cariño por su escalafon y por la Institución Naval.
Sobresale
muy
especialmente
por
su
espíritu
de
trabajo
entusiasmo,
responsabilidad y laboriosidad. Estoy muy satisfecho de tenerlo como
subordinado”. Al pie de la página se encuentran estampadas sus firmas, los sellos
de Estrada y Suppicich -la aclaración de la de D’Imperio efectuada en forma
manuscrita-, sus respectivos números de matrícula y el sello medalla de la Armada
Argentina - Escuela de Mecánica (fs. 58/vta.). Cabe destacar que, debajo de la firma
y sello de Suppicich y arriba de su número de matrícula se encuentra consignado a
mano y con la misma tinta “Cte. CGT 33”.
Además de la documentación referida, diversos son los testimonios que dan
cuenta de la presencia de Cionchi en el Grupo de Tareas 3.3/2 -que operaba en la
E.S.M.A.-. Asimismo, algunos de los testigos lo identifican como uno de los
partícipes en su secuestro y tormentos.
En efecto, Andrea Marcela Bello declaró, a fs. 41.413, que “el Gordo
Tomás” era Cionchi y que probablemente estuvo en el operativo de su secuestro y
el de Gladstein.
Asimismo Carlos Gregorio Lordkipanidse refirió, en la declaración
testimonial que obra a fs. 41.842/3 de los autos principales, que “el Gordo Tomás”
era Cionchi. Agregó que el nombrado torturó a Fukman y se hacía llamar
Subcomisario, y que Gladstein le dijo que participó en su secuestro y lo torturó
salvajemente. También declaró que por dichos de él supo que fue el que le disparó y
le seccionó la pierna a Echeverría, y que le pegó un itacazo a Vázquez en diciembre
de 1978 (y luego Fafa Pittana lo remató). Al respecto precisó que durante su
cautiverio fue “…dejado solo atado a la cama, escuchando que en otros sitios
lindantes se estaba torturando a un conocido de nombre Fukman, apodado
`Cachito´…, escuchando la voz de la persona que torturaba a Fukman y que se
hacía llamar "Subcomisario", identificándolo más adelante como un Oficial de
Infantería de Marina apodado `el gordo Tomás´…” (declaración de fojas 2/7vta. del
legajo N° 134 correspondiente a Carlos Gregorio Lordkipanidse).
Por otra parte, de la declaración testimonial prestada por Lordkipanidse el
7 de noviembre de 2008 (fojas 8.808/18vta) y de las constancias aunadas en el
legajo Conadep nro. 896 correspondiente a Daniel Echeverría, surge que durante el
operativo llevado a cabo el día 18 de noviembre de 1978 -aproximadamente a las 5
150
Ministerio Público Fiscal de la Nación
horas- para lograr la detención de Osmar Alberto Lecumberry y de Echeverría, éste
último fue herido en una pierna por un disparo de arma de fuego efectuado por los
captores. A raíz de ello, debió ser atendido en el Hospital Naval. Asimismo se
desprende que en el referido procedimiento participaron, entre otros, Fernando
Enrique Peyón y Rodolfo Oscar Cionchi, alias “Gordo Tomás”, quien al tiempo de
la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, reconoció en la Isla
el Tigre haber sido el autor del disparo con itaca que le seccionó la pierna a Daniel
Echeverría.
En el mismo sentido, Enrique Mario Fukman declaró a fs. 41.414 que “el
Gordo Tomás” era Cionchi y era de operaciones. También refirió que por dichos de
él y de otros oficiales supo que fue el que le disparó e hirió en la pierna a Echeverría
el 18 de noviembre de 1978, y el que mató al “ñato” Vázquez al dispararle en la
calle al intentar secuestrarlo. De la misma manera se pronunció en su declaración
ante la CONADEP de fecha 22 de marzo de 1984 (fojas 4/5 del legajo
correspondiente al caso 69 que corre por cuerda a la presente). Al respecto Fukman
precisó que Rodolfo Oscar Cionchi o el “Gordo Tomás” formó parte del Grupo de
Operaciones encargado de secuestrar, y que por sus propios dichos y de otros
oficiales fue el que le disparó e hirió en una pierna a Daniel Echeverría en la
madrugada del día 18 de noviembre de 1978, cuando estaba acompañado por Osmar
Lecumberry (ver declaración testimonial de Fukman de fecha 5 de noviembre de
2008).
Por su parte, Carlos Muñoz sindicó como sus captores al Teniente Alfredo
Astiz, a “Tomás” y a Claudio Orlando Pittana (“Fafa”) (denuncia de fojas
8.808/18). En el mismo sentido se expresó en las declaraciones que obran en su
legajo Conadep nro. 704. En efecto, en esta oportunidad Muñoz refirió que “que el
22 de noviembre de 1978 a la 1 hora se hizo presente en su domicilio de calle 24 de
noviembre 214, 11º A, Capital Federal, un grupo integrado por 4 personas,
vestidos de civil, que se identificaron como pertenecientes ala Policía Federal, con
armas largas y cortas, que derribaron la puerta de entrada al domicilio, revisando
violentamente toda la casa y apoderándose de dinero y objetos de distinto valor,
procediendo luego a su detención y a la de su mujer, ANA MARIA MALHARRO, y a
los dos los trasladan encapuchados y esposados a un centro de detención
clandestino. Por datos que pudo recoger durante su detención, el declarante pudo
saber que los autores del operativo fueron ALFREDO ASTIZ, alias Gonzalo, un
teniente de Fragata TOMAS o LUCIANO, un miembro del Servicio Penitenciario
151
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Federal alias FAFA y un miembro de la superintendencia de Seguridad Federal”.
Luego agregó que en el Grupo de Tareas 3.3/2 “[h]abía un área de Operaciones y
otra de Inteligencia, aunque la primera dependía de esta última. El jefe de
Operaciones era el capitán de corbeta Vildoza, también el teniente de navío Dunda,
el teniente de fragata Astiz, teniente de fragata Luciano o Tomás, teniente de navío
Gerardo, Giba, Mochila, el penitenciario Fafa, el suboficial mayor Morrón, y el
teniente de Navío Norberto.”
Muñoz también declaró que el “Ñato Vázquez” fue fusilado en las
Avenidas San Pedrito y Rivadavia, y que, según comentarios de otra detenida
conocida como Julia Fernández Sarmiento y de los oficiales presentes, Vázquez
habría arrojado una granada que no hirió a nadie, ante lo cual el Teniente de navío
alias “Tomás” o “Luciano” le disparó un “escopetazo” por la espalda, con un arma
marca Batam. Cuando la víctima cayó, “Fafa” o “Pitana” (Claudio Pittana) le
vació su arma calibre nueve milímetros en la cabeza (declaración testimonial
prestada por Carlos Muñoz durante el juicio oral celebrado en la causa nro. 13/84 de
la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal, obrante a fojas 181 y ss.
del legajo nro. 4/74/79/80, que corre por cuerda). Al respecto precisó “lo que sí me
acuerdo de la gente que estuvo conmigo, dos murieron en enfrentamientos, uno de
ellos fue un chico con nombre de guerra Danielito, que fue secuestrado en San Juan
y Alberti en Capital Federal, aproximadamente habrá sido el 18 ó 19 de noviembre,
quizás un poco antes, no sé justo la fecha, Danielito estaba con otro compañero de
nombre Osmar, cuando hicieron el operativo la gente que los marcó, que creo que
fue Coco, había dicho que era gente que estaba armada que tuviera ciertas
prevenciones, cuando fueron a hacer el operativo el teniente de fragata alias Tomás
directamente sin darle orden de detención le tira un itakazo a las piernas, le parte
las dos piernas a Daniel después es llevado de urgencia al Hospital Naval, está tres
días en el Hospital Naval y después lo llevan a la ESMA, que no tenía ni la
infraestructura, ni la gente para mantener a un recién operado, de una operación
tan jodida, Danielito muerte a la semana, después de estar en estado de coma los
últimos dos días” (legajo Conadep nro. 704).
También Graciela Beatriz Daleo se refirió a este episodio. Así, la testigo
declaró en juicio: “…los represores lo contaban con mucho orgullo esas
operaciones ...quizás el que recuerdo así con, con mas detalle digamos por como lo
contaron ellos fue el intento de secuestro de Daniel Vázquez, un muchacho al que le
decían ‘Ñato’, que para ir a secuestrarlo fueron no se, creo que todo el grupo de
152
Ministerio Público Fiscal de la Nación
tareas, inteligencia, operaciones, logística, no hubo distinción en ese operativo
incluso estuvo Gastón, alias Gastón, Jorge Vildoza que era el jefe de grupo de
tareas, estuvo Perren, estuvo el Gordo Tomas, estuvo Astiz, estuvieron muchísimos
de ellos y el ‘Ñato’, Daniel Vázquez intento resistirse al secuestro, Daniel Vázquez
evidentemente iba, iba armado le tiraron, cuando el no pudo resistir armado y
según cuenta Perren que lo terminaron rematando a Daniel en el piso, pero
también secuestraron a su mujer, la secuestraron a su mujer la llevaron a la ESMA,
como su esposa cuyo nombre desconozco parece que era hija de un comisario o de
un policía o algo así se habían comprometidos los milicos en devolverla, en
devolverla viva pero querían retenerla en el campo de concentración el tiempo
suficiente como para que no saltara la alarma o sea que no hubiera tiempo de
avisar a los compañeros de Daniel, que Daniel había caído, entonces esta
muchacha estaba en la capucha, nosotros sabíamos que estaba prohibido hablar
con la gente de capucha…” (ver declaración testimonial de Graciela Beatriz Daleo
brindada el día 25 de octubre de 2007 en el juicio oral celebrado en la causa
nro.1238 del Tribunal Oral Nacional en lo Criminal Federal nro. 5, cuya
transcripción se encuentra agregada en las actuaciones obrantes a fojas 31.013/68).
Por su parte, Lázaro Jaime Gladstein declaró que luego de ser
secuestrado, fue esposado, encapuchado y trasladado a la E.S.M.A. Allí fue
conducido hacia el subsuelo donde fue golpeado e interrogado por “el gordo
Tomás” mientras estaba atado a una silla (las circunstancias de su secuestro fueron
detalladas en la presentación efectuada por Andrea Marcela Bello a fojas 9.588 de
los autos principales y en el testimonio de la víctima que obra a fojas 2/4 y 168/69
del anexo correspondiente al caso 76 que corre por cuerda).
Gladstein manifestó que fue detenido el seis de diciembre de 1978 en la
esquina de Av. del Trabajo y Varela, Capital Federal, junto a Horacio Moreira,
Ricardo “Topo” y Andrea Marcela Bello; y que luego fueron trasladados a la
Escuela de Mecánica de la Armada por el grupo de tareas, que estaba integrado por
alrededor de 12 personas, entre las que pudo identificar posteriormente a “Tomás”.
Asimismo agregó que “una vez en la dependencia militar fue conducido hasta el
subsuelo donde fue interrogado por el ‘gordo Tomás’ al tiempo que era golpeado
con un caño de luz; que calcula que dicho interrogatorio, que lo transcurre atado a
una silla, se prolongó hasta la mañana siguiente...” (declaración ante la
CONADEP, prestada el día 22 de mayo de 1984 -fojas 2/4 del anexo
correspondiente al caso 76 que corre por cuerda-). Por otra parte, en la declaración
153
Ministerio Público Fiscal de la Nación
testimonial prestada el 12 de febrero de 1987, el testigo precisó que “...el mismo día
de su llegada a la E.S.M.A. fue conducido a un sótano, a una sala en donde se lo
esposó a una silla metálica, permaneciendo con los ojos cubiertos, donde se lo
interrogó mientras se le aplicaban golpes de puño y con un caño. Que los autores
de dichas torturas eran el ‘gordo Tomás’, quien era la persona que lo golpeaba con
el caño; el Teniente Donda, apodado ‘Gerónimo’ quien estaba presente junto con
otras personas que no pudo individualizar. Acota, que si bien se hallaba con los
ojos cubiertos, por efecto de los golpes se corría la capucha lo que le permitió ver
los rostros de sus torturadores” (ver fojas 168/169 del mencionado legajo).
Gladstein declaró en el mismo sentido en la audiencia de debate celebrado en la
causa nro. 1238 del T.O.F. nro. 5).
También Daniel Oviedo manifestó que fue secuestrado el 20 de noviembre
de 1978 y luego trasladado a la E.S.M.A. Allí fue llevado al sótano donde lo dejaron
en un cuarto y, aproximadamente a la media hora, comenzaron a hacerle preguntas
respecto a su domicilio, a darle una gran cantidad de golpes y a someterlo a pasajes
de electricidad mediante la aplicación de picana. Oviedo precisó que esas sesiones
de tortura se prolongaron durante los, aproximadamente, cuatro días que estuvo
alojado en el sótano, e identificó como quienes le aplicaron tales tormentos a
Scheller, Febres y Acosta, quien fue el último que lo hizo. Asimismo recordó que en
esa oportunidad, al salírsele la capucha, pudo ver que también se encontraba en la
sala de torturas, entre otros, “el Gordo Tomás” (declaración que obra a fs. 20.929/32
de estos actuados).
Por otra parte, cabe destacar lo manifestado por Merita Susana Sequeira,
en su declaración ante la Conadep del día 21 de septiembre de 2004. En esa
oportunidad refirió que fue secuestrada a fines de noviembre de 1978, mientras
cursaba el octavo mes de embarazo y luego fue “... introducida adentro del
vehículo, y con la sirena salieron a toda velocidad. Me encapucharon y sin cesar
los golpes y gritos me obligaron a acostarme en el piso del asiento trasero. Durante
el viaje fui golpeada y me apretaban la panza contra el piso del auto todo el tiempo.
El viaje fue corto, llegamos a un lugar y me introdujeron en un patio, había unas 10
ó 15 personas, me colocaron en el centro del mismo y ahí fui obligada a
desnudarme y me revisaron la cola y la vagina, luego comenzaron a pegarme
patadas y con las manos y con palos de escoba y me daban golpes en la cabeza y en
el cuerpo, yo intenté proteger mi bebé todo el tiempo posible. Finalmente perdí el
conocimiento. Cuando lo recobré estaba en una habitación pequeña, sin ventanas,
154
Ministerio Público Fiscal de la Nación
rectangular, con una cama alta de metal. Me rodeaban varios hombres y me
intimaron a que ‘cante’. Estaban vestidos de civil y tenían entre 25 y 45 años. Yo
los insultaba todo el tiempo y les decía que no sabía nada. Eso los enloqueció y
pidieron que traigan la picana, me hicieron bajarme de la camilla para sacarme la
bombacha, y uno de ellos (TOMÁS) trajo un palo para introducírmelo dentro de la
vagina. Me hice pis del miedo y creyendo que se me había roto la bolsa pedí por
favor un médico. Me dejaron sola y al rato apareció un hombre de ojos verdes,
manos grandes, alto de estatura. Me dijo que era ginecólogo y me revisó
constatando que el bebé estaba bien.” (ver declaración prestada en la Conadep,
legajo SDH 3278).
Blanca García Alonso fue detenida el 10 de marzo de 1979, a las diez de la
mañana aproximadamente, en la localidad de Guernica, y luego trasladada a la
E.S.M.A. Relató las torturas a las que fue sometida y manifestó que durante el
interrogatorio no pudo descifrar los nombres de las personas que la torturaban, pero
que después, durante su cautiverio, se enteró de que los que habían participado
fueron “Gerónimo”, “el giba”, “Tomás”, “Daniel” y otros más. Más adelante en su
relato manifestó: “[d]espués continuó la tortura, golpes en la cabeza, en el
estómago los riñones, etc., yo pedía a cada segundo que se me parara el corazón
porque ya no aguantaba más. TOMÁS era el más brutal cuando me torturaba, una
vez me pegó en los oídos con las dos manos, puesta una mano en cada oído y me
golpeaba que yo perdía la respiración, sentía cómo el cerebro se quedaba sin aire y
como si la cabeza se me partiera en dos ahí adentro llegué a pesar 50 kilos en mi
cautiverio” (declaración prestada ante la Embajada Argentina en Suecia, obrante en
el legajo 2935).
Asimismo Víctor Melchor Basterra refirió, en la denuncia de fojas
8.808/18vta., que reconoció entre sus captores a Roberto González (alias
“Federico”), Carlos Capdevilla y el “Gordo Tomás”, indicando que quien
comandaba el operativo era Adolfo Donda, secundado por Fernando Enrique Peyón,
quien fue su principal agresor. Por otra parte, Basterra declaró que por dichos de
Carlos Alberto Pared se enteró de que había sido torturado por “el gordo Tomás”,
que había sido golpeado; y por dichos de Quique Quinteros se enteró de que Peyon
y “el gordo Tomás” -que era un oficial de la Armada- le habían colocado un líquido
en los ojos por el que casi queda ciego (declaración prestada el día 17 de febrero de
1987).
155
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Víctor Aníbal Fatala también declaró que sus captores fueron el teniente
de fragata Alfredo Astiz y el teniente de fragata “Tomás” (declaración de fojas
2/5vta. del legajo N° 128 caratulado “Fatala, Víctor Aníbal”).
Manuel Fernando Franco -que fue secuestrado el 7 de octubre de 1979-,
manifestó que “Tomás” era un tipo muy violento que lo presionó para que firmase
una declaración (fs. 41.402/3 de los autos principales).
Asimismo Adriana Rosa Clemente, que fue privada ilegítimamente de su
libertad el día 21 de diciembre de 1978, en horas de la tarde y luego conducida a la
E.S.M.A., refirió que al día siguiente de su secuestro, tres individuos -entre los que
recordó a “Tomás”- la condujeron a la pensión donde vivía, donde empacó sus
pertenencias y, en un descuido, le comunicó a la dueña de la pensión su condición
de detenida para que les avisara a sus padres (declaración de fojas 2/4vta. del legajo
N° 131, que corre por cuerda).
Por su parte, Ana María Isabel Testa declaró que fue secuestrada el 13 de
noviembre de 1979 por tres personas vestidas de civil; y que posteriormente se
enteró de la identidad de sus captores, uno de los cuáles era un oficial de la Armada
apodado ‘el gordo Tomás’ (ver la declaración testimonial de Ana María Isabel Testa
de fojas 2/5 del legajo nº 130 “Testa, Ana María Isabel” que corre por cuerda).
En la copia de la declaración de Amalia María Larralde ante la
CONADEP de noviembre de 1981, que obra a fs. 1426/72 de la causa nro. 1.376/04
del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 12,
Secretaría nro. 23, se menciona, entre los Miembros del Grupo de Tareas de la
E.S.M.A., a “Dogor o Luciano o Tomás”. En la que prestó el 5 de febrero de 1987
lo mencionó como “el gordo Tomás”.
Por su parte, Ángel Alberto Laurenzano, declaró que “el Gordo Tomás”
era de operaciones y estuvo en Malvinas, y era distinto del otro “Tomás” (fs.
41.407/8 de estos actuados).
Asimismo Ángel Strazzeri, en su declaración efectuada ante la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital
Federal el 14 de febrero de 1987, recordó entre el personal de la ESMA que estaba
en contacto con los detenidos a “una persona que le decían TOMÁS” (ver
declaración de fojas 2/4 del legajo nro. 75, que corre por cuerda).
En el testimonio que obra a fs. 115/123 de la causa nro. 1.376/04 del
Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 12, Secretaría nro. 23,
Miriam Lewin refirió que en E.S.M.A. había un régimen de libertad escalonada y
156
Ministerio Público Fiscal de la Nación
que en algunas ocasiones podían pasar la noche en su casa. Asimismo destacó que
en una de esas salidas, los chocó otro auto operativo (en su auto iba suboficial
“Roque” y en el otro iba “Luciano” o “Tomás” y Donda). En efecto, en la
declaración que prestó en el Juicio a los Ex –Comandantes en la causa nro. 13/84 de
la Cámara Federal de Apelaciones el 18 de julio de 1985, refirió “yo,
personalmente, siempre fui, si mal no recuerdo, acompañada por suboficiales; en
una oportunidad, cuando me sacan para la visita familiar, vamos en un auto con el
suboficial Roque, es un alias, por supuesto, y al llegar a la intersección de Juan B.
Justo y Santa Fe, el auto choca y yo quedo herida; atrás venía un grupo operativo,
aparentemente irían a algún chupe, como decían ellos, donde se encontraba el
oficial alias Luciano o Tomás, y el teniente DUNDA”. Asimismo mencionó, entre
los marinos de los cuales no llegó a conocer el nombre, al llamado “GORDO
LUCIANO o TOMAS”.
Por otra parte, en los listados de represores vistos en la E.S.M.A. aportados
por Norma Susana Burgos, Pilar Calveiro, Lisandro Raúl Cubas, Martín
Tomás Gras, María Alicia Milia y Lila Pastoriza se encuentra mencionado (a)
“dogor”, “Luciano”, “Tomás” o “gordo Tomás”, Teniente de Fragata, Oficial
Operativo o de operaciones (legajos Conadep nro. 1293, 4482, 6974, 8029, 4477,
5307). Asimismo, Milia, Burgos y Cubas destacaron que esta persona fue
compañero de promoción de Mario Galli, el guardiamarina que fue asesinado en la
E.S.M.A. junto a toda su familia. Por otra parte cabe destacar que Basterra lo ubica
en el año 1979 y con el cargo de Teniente de Navío.
En las declaraciones que prestaron el día 13 de febrero de 1987, cuando se
les exhibieron las fotografías que van agregadas al Anexo XVII, apéndice 27 de la
causa Basterra, respecto de la fs. 76, Graciela Daleo manifestó que la fotografía
podía ser del que era conocido como “GORDO TOMAS” o “LUCIANO”, que
actuaba en operaciones, Víctor Aníbal Fatala creyó reconocer al “GORDO
TOMAS”; Enrique Mario Fukman reconoció al “GORDO TOMAS”, de
Operaciones. Por otra parte, el 14 de febrero de 1987 Adriana Rosa Clemente
reconoció a “TOMAS”, Ángel Strazzeri creyó reconocer al “gordo Tomás” y Ana
María Isabel Testa creyó reconocer al oficial “TOMAS”, en la misma fotografía.
Resta mencionar que en la ampliación de su declaración indagatoria, Carlos
Octavio Capdevila aportó una lista del personal militar superior de la Armada y de
Prefectura Naval que conoció como integrantes del G.T. 3.3.2 con asiento en la
Escuela de Mecánica de la Armada entre 1979 y 1981, en la que se encontraba
157
Ministerio Público Fiscal de la Nación
incluido el Capitán de Navío Rodolfo Oscar Cionchi, con apelativo Tomás, que
cumplía funciones en operaciones e inteligencia (fs. 30.862/3 de los autos
principales).
Por su parte, Guillermo Horacio Pazos actuaba bajo el alias “Esteban” y
fue Jefe de Logística. Su desempeño y funciones en el ámbito de la Escuela de
Mecánica de la Armada surgen de las constancias que obran en el Legajo Personal
(Legajo de Conceptos) de Guillermo Horacio Pazos, Capitán de Navío, M.R.
3849-7. En la contratapa se encuentran agregadas, en un sobre, dos fotografías
suyas; una de ellas fechada el 29 de enero de 1974 y la otra sin fechar. Por otra
parte, conforme surge de la carátula del legajo y de fs. 115 y 116, Pazos pertenecía
al cuerpo profesional de la fuerza, era contador.
A fs. 112 de este legajo obra la Ficha Censo de Personal Militar Superior de
fecha 15 de julio de 1980. En ella consta que Pazos ocupaba el cargo de Jefe de
Logística y que en esa oportunidad solicitó cambiar de destino, para habitar en Mar
del Plata, donde tenía su vivienda particular (en el mismo sentido se expresó en el
reverso, al manifestar sus preferencias o deseos y/o problemas personales).
Respecto de esta solicitud, el Capitán de Navío Edgardo A. Otero -director de la
Escuela de Mecánica de la Armada en ese momento-, en el sector correspondiente a
“otras observaciones y/o sugestiones del Comando”, indicó que Pazos no debía
permanecer en su actual destino y refirió que “lleva ya dos años en tareas
especiales. Debe ser dado de pase a la zona indicada: Mar del Plata” (el destacado
me pertenece). Esta observación lleva la firma y el sello de Otero, como así
también el sello medalla de la Escuela de Mecánica - Armada Argentina sobre de la
indicación “SELLO UNIDAD”.
De todo lo expuesto cabe concluir que si bien en el censo efectuado el
15/07/1980 figura como “destino actual” de Pazos la Jefatura de Inteligencia, lo
cierto es que quien da cuenta de su solicitud e indica que no resulta necesario que
permanezca en su destino es el Director de la Escuela de Mecánica de la Armada,
quien para mayor abundancia agrega que el nombrado lleva dos años en tareas
especiales. Por ello es posible concluir que dichas tareas fueron desempeñadas por
Pazos en el ámbito de la E.S.M.A.
A ello se debe agregar que en el Legajo de Conceptos no obra ningún
documento (ya sea “Foja de Concepto” o “Ficha de Censo”) en el que conste el
destino de Pazos entre la fecha del censo mencionada y el 28/11/1978 -oportunidad
en la que se efectuó una inspección de tipo administrativa contable en la Intendencia
158
Ministerio Público Fiscal de la Nación
Naval de Mar del Plata, en donde el nombrado tenía el cargo de Jefe de División
Tesorería y Revista- (fs. 117 del legajo).
Por otra parte, llama la atención que, sin perjuicio de la foliatura correlativa
del legajo, efectuada con un sello del Archivo General de la Armada redondo en
tinta negra, se encuentra consignada otra foliatura, con el sello en tinta roja, de la
Dirección Gral. De Personal Naval –Legajo-, que es discontinua. En efecto, ésta
salta de la foja nro. 1 -sin fecha-, a la foja nro. 3 (“Orden de Mérito de la Junta de
Calificaciones Año 1980”, con fecha 27 de noviembre de 1980), a continuación la
foja 6 (la “Ficha Censo” mencionada anteriormente); luego se encuentra glosada
como foja nro. 7 la “Foja de Conceptos” correspondiente al período comprendido
entre el 09/03/1981 y el 18/12/1981 y, a partir de ésta, sigue correlativamente la
numeración hasta la foja nro. 29 (fs. 114/85 de la foliatura realizada con tinta
negra).
Además, en el índice general del Legajo de Conceptos correspondiente al
grado de Teniente de Navío (fs. 116), se menciona que a fs. 14 y a fs. 15 deberían
obrar Fojas de Concepto, las cuáles actualmente -y con la foliatura correlativa del
Archivo General de la Armada- no se encuentran agregadas, como así tampoco la
Ficha Censo que, de acuerdo al índice, debería estar glosada a fs. 16. En el mismo
sentido, tampoco se encuentran agregadas las Fojas de Concepto correspondientes a
los períodos comprendidos entre el 11/04/1979 y el 01/08/1979 y entre el
01/08/1979 y el 31/12/1979, sin perjuicio de que Pazos fue efectivamente calificado
en esos períodos (9.17 y 8.69), conforme se desprende de la Evaluación
correspondiente al grado de Teniente de Navío (fs. 115 del legajo).
Todo lo expuesto me permite afirmar que Pazos fue Jefe de Logística en el
ámbito de la E.S.M.A., por lo menos en el período comprendido entre el 15 de julio
de 1978 y el 15 de julio de 1980, y que la mayoría de las constancias que
acreditaban dicho desempeño fueron intencionalmente retiradas de su legajo.
Además de la documentación referida precedentemente, existen testimonios
que dan cuenta de la actuación de Pazos en la E.S.M.A. En efecto, Enrique Mario
Fukman declaró a fs. 41.414 del principal que vio en el sector de los Jorges al
contador Pazos, alias “Esteban”. Puntualmente Fukman, en el marco del juicio
seguido contra Héctor Febres, refirió: “una vez que me mandan a hacer unas
fotocopias al sector de Jorge había un contador que me lo presentan como tal como
el contador” (declaración testimonial brindada el día 8 de noviembre de 2007 en el
juicio oral seguido a Héctor Febres ante el TOF nro.5, en la causa nro. 1238).
159
Ministerio Público Fiscal de la Nación
También Marisa Sadi de Franco declaró en el mismo juicio que al
momento de su detención “en el departamento había mucha gente, no sé
exactamente cuantos, pero varias personas. Después identifiqué alguno[s] de ellos
cuando me llevaron a la Escuela de Mecánica o bueno, a mi lugar de cautiverio.
Digamos que yo en ese momento no sabía si era o no la Escuela de Mecánica.
Había ... un joven rubio, alto, de ojos claros, que creo que su nombre era o
Sebastián o Esteban...” Asimismo, en la declaración que obra a fs. 41.398/41.401
del principal, agregó que “Esteban” formó parte del interrogatorio al que fue
sometida en el sótano, al llegar a la E.S.M.A. Lo describió como “... un tipo (...) de
menos de treinta años, alto rubio de ojos claros de buenos modales, ‘pintón’, quien
estuvo en la patota cuando la fueron a buscar a su casa y que en una oportunidad
posterior la citó cerca de la casa de su madre como parte de los controles luego de
que liberaron a su esposo”.
Por su parte, Ángel Alberto Laurenzano declaró a fs. 41.407/8 de los
autos principales que Miguel Ángel Alberto Rodríguez era Ángel y fue el
reemplazo de “Esteban”.
Asimismo Víctor Melchor Basterra declaró, a fs. 43.356/7 de los autos
principales, que en la E.S.M.A. había un “Esteban” que era contador, de logística y
trabajaba con Polchi, y que además había otro “Esteban” que era enlace con la
P.F.A. Asimismo precisó, en otra declaración que “Esteban” era capitán y cumplía
funciones en Logística (querella presentada por Víctor Basterra ante el Juzgado de
Instrucción nro. 30, Secretaría nro. 164, el 29/8/84).
Resta mencionar que en la ampliación de su declaración indagatoria, Carlos
Octavio Capdevila aportó una lista del personal militar superior de la Armada y de
Prefectura Naval que conoció como integrantes del G.T. 3.3.2 con asiento en la
Escuela de Mecánica de la Armada entre 1979 y 1981, en la que se encontraba
incluido el Capitán de Navío contador Guillermo Horacio Pazos, con apelativo
Esteban, quien fue Jefe de Logística del G.T. 3.3.2 en 1979, 1980 y 1981 (fs.
30.862/3 de los autos principales).
En síntesis, le imputo a:
1) Juan Arturo ALOMAR, ser coautor de los delitos de privación ilegítima
de la libertad doblemente agravada por la condición de funcionario público y por
haberse cometido con violencia, cometido en perjuicio de la víctima correspondiente
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Ministerio Público Fiscal de la Nación
al caso nro. 884 -en grado de tentativa-; privación ilegítima de la libertad
triplemente agravada por la condición de funcionario público, por haberse cometido
con violencia y por haber durado más de un mes, cometido en perjuicio de la víctima
correspondiente al caso nro. 702; imposición de tormentos con el propósito de
obtener información o quebrantar su voluntad, agravados por haber sido cometidos
en perjuicio de perseguidos políticos, cometido en perjuicio de la víctima
correspondiente al caso nro. 702 y homicidio agravado por haberse realizado con
alevosía, con el concurso premeditado de dos o más personas y con la finalidad de
procurar la impunidad para sí, en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro.
884; todos ellos en concurso real entre sí (artículos 2, 42, 45, 55, 80 incs. 2º, 6º y 7º,
144 ter párrafos 1 y 2, 144 bis inc. 1 y último párrafo del Código Penal de la Nación,
según la redacción de la ley 14.616).
2) Randolfo Luis AGUSTI SCACCHI, ser coautor de los delitos de
privación ilegítima de la libertad doblemente agravada por la condición de
funcionario público y por haberse cometido con violencia, cometido en perjuicio de
la víctima correspondiente al caso nro. 826 -en grado de tentativa-; privación
ilegítima de la libertad triplemente agravada por la condición de funcionario público,
por haberse cometido con violencia y por haber durado más de un mes, en forma
reiterada – 17 hechos-, cometido en perjuicio de las víctimas correspondientes a los
casos nros. 810, 820, 823, 825, 827, 828, 829, 830, 832, 835, 839, 841, 842, 843,
844, 845 y 890; imposición de tormentos con el propósito de obtener información o
quebrantar su voluntad, agravados por haber sido cometidos en perjuicio de
perseguidos políticos, en forma reiterada - 17 hechos-, cometidos en perjuicio de las
víctimas correspondientes a los casos nros. 810, 820, 823, 825, 827, 828, 829, 830,
832, 835, 839, 841, 842, 843, 844, 845 y 890, y homicidio agravado por haberse
realizado con alevosía, con el concurso premeditado de dos o más personas y con la
finalidad de procurar la impunidad para sí, en perjuicio de la víctima
correspondiente al caso nro. 826; todos ellos en concurso real entre sí (artículos 2,
42, 45, 55, 80 incs. 2º, 6º y 7º, 144 ter párrafos 1 y 2, 144 bis inc. 1 y último párrafo
del Código Penal de la Nación, según la redacción de la ley 14.616).
3) Claudio Orlando PITTANA ser coautor de los delitos de privación
ilegítima de la libertad triplemente agravada por la condición de funcionario público,
por haberse cometido con violencia y por haber durado más de un mes e imposición
161
Ministerio Público Fiscal de la Nación
de tormentos con el propósito de obtener información o quebrantar su voluntad,
agravados por haber sido cometidos en perjuicio de perseguidos políticos, cometidos
en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro. 448, en concurso real entre sí
(artículos 2, 45, 55, 144 ter párrafos 1 y 2, 144 bis inc. 1 y último párrafo del Código
Penal de la Nación, según la redacción de la ley 14.616).
4) Rodolfo Oscar CIONCHI ser coautor de los delitos de privación ilegítima
de la libertad doblemente agravada por la condición de funcionario público y por
haberse cometido con violencia, cometido en perjuicio de la víctima correspondiente
al caso nro. 884 -en grado de tentativa-; privación ilegítima de la libertad
triplemente agravada por la condición de funcionario público, por haberse cometido
con violencia y por haber durado más de un mes, en forma reiterada – 6 hechos-,
cometido en perjuicio de las víctimas correspondientes a los casos nros. 702, 877,
878, 879, 880 y 881; imposición de tormentos con el propósito de obtener
información o quebrantar su voluntad, agravados por haber sido cometidos en
perjuicio de perseguidos políticos, en forma reiterada - 6 hechos-, cometidos en
perjuicio de las víctimas correspondientes a los casos nros. 702, 877, 878, 879, 880 y
881; y ser partícipe necesario del delito de homicidio agravado por haberse realizado
con alevosía, con el concurso premeditado de dos o más personas y con la finalidad
de procurar la impunidad para sí, en perjuicio de la víctima correspondiente al caso
nro. 884; todos ellos en concurso real entre sí (artículos 2, 42, 45, 55, 80 incs. 2º, 6º
y 7º, 144 ter párrafos 1 y 2, 144 bis inc. 1 y último párrafo del Código Penal de la
Nación, según la redacción de la ley 14.616).
5) Guillermo Horacio PAZOS ser coautor de los delitos de privación
ilegítima de la libertad doblemente agravada por la condición de funcionario público
y por haberse cometido con violencia, cometido en perjuicio de la víctima
correspondiente al caso nro. 884 -en grado de tentativa-; privación ilegítima de la
libertad triplemente agravada por la condición de funcionario público, por haberse
cometido con violencia y por haber durado más de un mes, en forma reiterada – 6
hechos-, cometido en perjuicio de las víctimas correspondientes a los casos nros.
702, 877, 878, 879, 880 y 881; imposición de tormentos con el propósito de obtener
información o quebrantar su voluntad, agravados por haber sido cometidos en
perjuicio de perseguidos políticos, en forma reiterada - 6 hechos-, cometidos en
perjuicio de las víctimas correspondientes a los casos nros. 702, 877, 878, 879, 880 y
162
Ministerio Público Fiscal de la Nación
881; y ser partícipe necesario del delito de homicidio agravado por haberse realizado
con alevosía, con el concurso premeditado de dos o más personas y con la finalidad
de procurar la impunidad para sí, en perjuicio de la víctima correspondiente al caso
nro. 884; todos ellos en concurso real entre sí (artículos 2, 42, 45, 55, 80 incs. 2º, 6º
y 7º, 144 ter párrafos 1 y 2, 144 bis inc. 1 y último párrafo del Código Penal de la
Nación, según la redacción de la ley 14.616).
6) Orlando GONZÁLEZ ser coautor de los delitos de privación ilegítima de
la libertad doblemente agravada por la condición de funcionario público y por
haberse cometido con violencia, en forma reiterada -3 hechos- cometido en perjuicio
de las víctimas correspondientes a los casos nros. 847, 848, 884 -en grado de
tentativa-; privación ilegítima de la libertad triplemente agravada por la condición
de funcionario público, por haberse cometido con violencia y por haber durado más
de un mes, en forma reiterada – 27 hechos-, cometido en perjuicio de las víctimas
correspondientes a los casos nros. 702, 829, 832, 835, 839, 841, 842, 843, 844, 845,
849, 851, 852, 853, 854, 855, 858, 859, 863, 870, 871, 877, 878, 879, 880, 881, 890;
imposición de tormentos con el propósito de obtener información o quebrantar su
voluntad, agravados por haber sido cometidos en perjuicio de perseguidos políticos,
en forma reiterada - 29 hechos-, cometidos en perjuicio de las víctimas
correspondientes a los casos nros. 702, 829, 832, 835, 839, 841, 842, 843, 844, 845,
847, 848, 849, 851, 852, 853, 854, 855, 858, 859, 863, 870, 871, 877, 878, 879, 880,
881, 890 y homicidio agravado por haberse realizado con alevosía, con el concurso
premeditado de dos o más personas y con la finalidad de procurar la impunidad para
sí, en perjuicio de la víctima correspondiente al caso nro. 884; todos ellos en
concurso real entre sí (artículos 2, 42, 45, 55, 80 incs. 2º, 6º y 7º, 144 ter párrafos 1 y
2, 144 bis inc. 1 y último párrafo del Código Penal de la Nación, según la redacción
de la ley 14.616).
VII.- PETITORIO
Por los motivos expuestos, y en virtud de que la investigación está completa
con respecto a los hechos aquí analizados, solicito la correspondiente elevación a
juicio oral de estas actuaciones, en relación con los encartados enumerados en el
acápite II.
Fiscalía Federal nro. 3, 21 de septiembre de 2010.
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