Mesa 6: El lenguaje de la administración pública y la transparencia

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Mesa 6: El lenguaje de la administración pública y la transparencia
Expositora
Paola Cépeda
Lingüista de la Pontificia Universidad Católica del Perú
Las ideas que presentaré circulan hace 30 años en EEUU, Canadá, el Reino Unido,
Francia y España. Se trata de una tendencia renovadora del lenguaje para hacer más
eficiente la relación entre las instituciones públicas y privadas y los ciudadanos. Saber
leer y escribir significa decodificar mensajes contenidos en textos. Hay que indicar que
somos mejores lectores en algunas cosas más que en otras y esto no significa que
sea un problema de inteligencia, falta de formación académica o ignorancia, sino
enfrentarnos a formas textuales vinculadas a grupos sociales especializados que
tienen prácticas sociales especializadas. Si estos textos no son parte de nuestro grupo
no leeremos e interpretaremos adecuadamente.
Es evidente que esta situación no se toma en cuenta cuando en las entidades públicas
se redactan textos para información de los ciudadanos cuando tienen que hacer un
trámite y no comprenden los comunicados, las solicitudes, los formularios, a pesar de
estar escritos en su idioma, a pesar de que saben leer y escribir. Este es un factor de
desigualdad de oportunidad ciudadana. En Perú sigue habiendo personas que no
pueden ser “ciudadanos plenos” porque hay un lenguaje secreto que otros emplean,
alejándolo y excluyéndolo de su conocimiento. Eso no es transparencia.
¿Por qué los textos no son transparentes? Por ejemplo en el caso de una entidad que
pretende absolver posibles dudas de las personas respondiendo una lista de
preguntas frecuentes con un lenguaje técnico ¿No hay términos más accesibles y
entendibles que nos puedan ofrecer la misma información de manera directa y llana,
sin rodeos, dirigida realmente a quien hace las preguntas frecuentes, y no el
operador? Si es verdad que ciertos tecnicismos son inevitables en el lenguaje de la
administración, los funcionarios deben ser conscientes de que no siempre emplean los
criterios adecuados para comunicarse con los ciudadanos, sobre todo si estos tienen
que hacer valer sus derechos y ejercer sus deberes con la información que se les
brinda.
Observamos entonces que las formas lingüísticas que usa la administración
pertenecen a prácticas de grupos a los que los ciudadanos no pertenecen y son
infrecuentes para ellos, no han podido apropiarse de esos usos, con lo cual el lenguaje
se convierte es un factor de desigualdad de oportunidades e incumplimos con los
principios democráticos más básicos.
Una primera aproximación es reconocer que todos los Estados usan del lenguaje para
comunicarse con los ciudadanos, sin embargo este lenguaje, llamado administrativo,
tiene mala reputación entre los ciudadanos y por eso ellos buscan tramitadores que
hacen de las suyas para que puedan interpretar los textos. Por eso propongo un
cambio en la idea de transparencia y simplificación administrativa, recordando, por
cierto, que en la ley de acceso a la información pública (27806) y en la ley de
procedimientos administrativos (27444) tampoco se aborda este problema.
La simplificación administrativa no existirá si sólo nos preocupamos en la reducción de
los requisitos exigibles para los trámites y de los plazos para conluirlos. La verdadera
simplificación debe estar en el lenguaje de los trámites.
¿Por qué no decir esto en un lenguaje, ya no administrativo, sino plano, de estilo
simple? El término internacional conocido es “plain language”. Daniel Cassani,
maestro del “plain language” dice: no hay razón para que un ciudadano alfabetizado
no entienda las cuestiones administrativas que afecten su vida cotidiana. Todo lo que
le interese y sirva para tomar decisiones sociales, económicas y políticas puede ser
explicado en un lenguaje de fácil comprensión.
Entonces, hay que eliminar prejuicios extendidos entre nosotros. No es cierto que
lenguajes cultos o técnicos, que cuestan comprender, tengan más valor; que el estilo
barroco o que sólo los textos difíciles, expresan contenidos complejos. Este lenguaje
que propongo significa que la información sea de fácil comprensión.
Debo reconocer que en algunos casos hay entusiasmo e iniciativas por el empleo de
la llaneza para tratar con el ciudadano, pero son iniciativas independientes y tienen
relativo grado de efectividad. La idea es que como conjunto, como sociedad
emprendamos el empleo del lenguaje llano. Podemos trasladar modelos que ya
funcionan en los países que mencioné.
En resumen, el lenguaje ciudadano tiene consecuencias ricas, renueva la
documentación, organiza y simplifica los trámites, mejora el ejercicio de nuestros
derechos y deberes, genera transparencia, garantiza menos corrupción y más
transparencia, reduce costos y fortalece la democracia.
Panelista
Patricia del Río
Periodista y lingüista
Esto ocurrió en Escocia. Una señora de 71 años recibió una información personalizada
de un banco sobre créditos revolventes y plazos fijos y ella se quejó expresando que
al no entender los términos la estaban desinformando. Desde entonces ella es la
propulsora del inglés claro, de que las instituciones públicas y privadas se encarguen
de trasmitir información clara.
La comunicación es una vía de dos caminos, de ida y vuelta, de alguien que escribe y
otro que lee. Si la persona que lee no comprende ese texto es un fracaso absoluto.
Creo que perdemos de vista al que está al otro lado de la comunicación.
Pero lo cierto es que se viene una generación con características particulares. La
nueva tecnología de comunicación permite que el nuevo sujeto reciba información por
Internet, blog, correo electrónico, y usa estas herramientas para quejarse porque le
hacemos pagar multas. Entonces si no somos capaces de ofrecer una buena
información esos nuevos sujetos van a demandar por más claridad o sino el el sistema
va a colapsar. Por muchos años la falta de informa ha sido un tema de poder y ese no
es el caso de hoy en el que un joven puede poner en Twitter el nombre de un
funcionario que 5 mil personas lo van a leer y ese funcionario se va a preocupar.
La comunicación de hoy es mucho más de ida y vuelta, el sujeto receptor está en
capacidad de decir no te entiendo. Este es el reto porque es fácil escudarse en la
comodidad del mismo formulario que hemos mantenido por mucho tiempo, siempre
tendemos a mantener las cosas como son y como han sido, pero ese ámbito no se va
a mantener. Comprendo que es difícil escribir en un lenguaje que sea fácil y accesible,
pero también comprendo que la comunicación no termina en nosotros sino en los
otros.
Panelista
Martha Silvestre
Especialista en gestión pública
La primera reflexión que quisiera compartir gira en torno al compromiso de servicio al
ciudadano que tiene el Estado, y lo que ello significa en torno a la responsabilidad de
los funcionarios públicos de brindar información respetando el principio de
transparencia en la administración pública.
Se puede afirmar entonces que no es posible hablar de transparencia sin información
pública accesible para los ciudadanos; y ésta no puede ser accesible si de entrada no
existe, o no puede comprenderse o si no es útil para los fines que se requiere.
El proporcionar información pública de manera clara y transparente sirve para que los
ciudadanos, actuando de manera individual, tomen decisiones más informadas; y
participando de manera colectiva como sociedad puedan evaluar las políticas públicas
que plantea el Estado. Fortalece también la gobernabilidad al mejorar los mecanismos
democráticos de rendición de cuentas; y finalmente, le sirve al propio Estado pues le
permite mejorar sus procesos al situarse más cerca del ciudadano y conocer así sus
necesidades.
Para que la información pública pueda ser útil, tiene que existir claridad en la manera
como se guarda y se ordena la información del gobierno (como por ejemplo en las
páginas Web estatales); el tipo de información que el gobierno da a conocer; y en la
forma como el gobierno procesa su información para que sea útil.
Esta tendencia renovadora y modernizadora del uso del lenguaje llano para establecer
la comunicación eficiente entre las instituciones – públicas y privadas - y los
ciudadanos, tiene como canal principal a la escritura, pues es el lenguaje escrito el
usado para comunicarse, tanto al interior de las instituciones estatales así como con el
ciudadano.
Un problema que existe en la administración pública es que el lenguaje administrativo
y legal es muy confuso, y esta situación abre una brecha que distancia aún más al
ciudadano del Estado.
Frente a esta situación, el tema de inicio parece bastante simple, porque se trata de
promover el uso de un lenguaje claro y directo, que permita concentrarse en el
mensaje que se quiere trasmitir y comprenderlo de manera fácil y rápida; pero nos
encontramos frente al cambio de hábitos adquiridos por tradición, a la costumbre, y
todo aquello que hemos hecho una y otra vez; pues para transmitir mensajes lógicos y
útiles se necesita práctica.
Los servidores públicos que escriben eficazmente siguen un sencillo proceso: planearescribir-revisar, igual que cuando trabajamos con procesos definidos y controlados. De
lo que se trata entonces es de promover la expresión simple, clara y directa de la
información que los ciudadanos y servidores públicos necesitan conocer.
Su uso también facilita y mejora la relación interna con nuestros propios colegas y
jefes, pues la práctica del lenguaje lleno hace que la comunicación entre servidores
públicos sea clara y directa, nos ayuda a evitar la pérdida de tiempo y la ineficiencia
causada por la emisión de textos confusos que no transmitan claramente el mensaje o
propósito por el que fueron escritos.
De lo que se trata entonces es de mejorar los servicios y trámites para aumentar la
confianza en la administración pública, a través de textos claros y precisos que
fomentan la transparencia. La resistencia al cambio es el principal obstáculo para el
uso del lenguaje llano, pues existe una arraigada cultura en los servidores públicos de
escribir con un estilo solemne, complicado y poco claro. Este estilo es difícil de
modificar ya que se ha hecho de la misma manera por muchos años, y porque
además se tiene la errada idea de que simplificar la escritura de documentos
gubernamentales resta el rigor jurídico que debe revestir cada acto de autoridad.
El lenguaje llano nos coloca metas altas, pues se trata una apuesta por alcanzar
claridad y transparencia en la relación del gobierno con los ciudadanos, de establecer
una relación eficiente que permita incrementar la competitividad de las instituciones
públicas y privadas; de lograr una activa participación ciudadana en el quehacer
gubernamental y que los ciudadanos comprendan sus derechos y obligaciones. Se
trata de lograr un cambio cultural en los servidores públicos y en sus relaciones con
los ciudadanos.
Un buen texto contiene solo las palabras necesarias para transmitir el mensaje, por
ello es recomendable preguntarnos: ¿todas las palabras aportan información relevante
para el lector?, ¿podría decir lo mismo con menos palabras?, porque nuestra
expresión es el reflejo de nuestra ideología actitud y esfuerzo. Por ello, hay que
escribir pensando en las personas que están al frente de nosotros, pues escribir sin
pensar en el lector es como escribir una carta de amor dirigida “a quien corresponda”.
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