5 Consejos para dejar de pelear constantemente con la pareja

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5 Consejos para
dejar de pelear
constantemente
con la pareja
Las constantes peleas son un problema muy serio para muchas parejas…
En primer lugar, debes comprender que en realidad no deberías pelear para nada, con
nadie. Eso no quiere decir que no puedas estar en desacuerdo con tu pareja. Tampoco quiere
decir que debes reprimir tus sentimientos. Pero pelearse es un comportamiento muy
destructivo y es necesario evitarlo a toda costa.
¿Qué sucede cuando peleamos?
Nos enfadamos y nos ponemos a la
defensiva. No somos capaces de controlar nuestras
emociones, palabras o acciones. En una pelea, la gente suele
exagerar y decir cosas que no sienten, y al final queda un
sentimiento triste y de derrota.
Si estás en una situación de peleas constantes con tu pareja,
necesitas encontrar una manera de dejar de hacerlo para que
podáis volver a disfrutar el uno del otro. Aquí os dejamos
algunos consejos:
1. Aprende a aceptar a tu pareja.
Si no hay aceptación, jamás terminarán las peleas. Nadie es perfecto, y aunque hay muchas
cosas que se pueden mejorar, habrá muchísimas otras que necesitarás aceptar sin que te “entre
la rabia”. No todos los hombres son detallistas, no todos disfrutan con “salir”, no todas las
mujeres son organizadas, no a todas les interesa cocinar, etc…Acepta que tu pareja es
como es (siempre y cuando no sea una tendencia malsana), y poco a poco, esas cosas que te
irritaban tanto, terminarán haciéndote sonreír.
.2. No menciones el pasado.
Una de las principales claves para dejar de pelearse es dejar de mencionar el pasado. Lo que
pasó ya pasó, y cuanto más lo menciones, peor será la pelea. Cuando vuelves a mencionar lo
que sucedió en el pasado, también vuelves a traer todas las viejas emociones que acompañaron
ese incidente. Eso nunca será bueno.
.3. Controla tu lengua.
Cuando nos enfadamos, tendemos a decir barbaridades. Decimos cosas que hacen mucho
daño y que en realidad no son ciertas. No te permitas comportarte así. Los insultos, las
amenazas o los desprecios deben ser evitados a toda costa. Antes de decir cosas que luego
sabes que lamentarás, procura guardar silencio. Comprobarás que la pelea durará mucho
menos, y que aquello que te ha hecho tanto de rabiar, en realidad no era tan horrible.
.4. ¿Es una pelea repetida?
¿Tenéis siempre la misma pelea? ¿Una y otra vez? Si os peleáis constantemente por lomismo,
necesitáis hablar sobre ello (sin pelear) y encontrar una solución aceptable para los dos. Seguro
que es un tema complicado, pero necesitáis afrontarlo. De lo contrario, volveréis a pelear.
.5. No olvides lo importante.
Vuestra relación es muy importante, y si estáis juntos es por una razón. Esto se nos suele
olvidar cuando estamos peleando, pero necesitáis tenerlo en mente. Vivimos en un mundo
de “usar y tirar”, pero es necesario recordar que el amor que os tenéis es un gran tesoro y
que merece la pena luchar por ello.
© Autor: Rebeca Byler.
Autora de la romántica novela Más allá de las montañas del Norte
RAZONES DE LAS PELEAAS
Científicos de todo el mundo estudian el porqué de las peleas de pareja de hoy en día. Que las
mujeres son muy exigentes . Que los varones son egoístas. Que la familia del otro siempre se
mete. Que la economía. Que el aburrimiento. Que la falta de sexo. Que los hijos…Las razones por
las cuales las parejas se enfrentan son múltiples y variadas.
¿Descubrieron algo? Ya dice el sabio refrán: “el que busca encuentra”. Lo mismo aplica para esta
suerte de ciencia amorosa. Las conclusiones son diversas y algunas hasta muy curiosas.
Anticipamos una: pelear es bueno para la salud.
Lo publica el Journal of Family Communication (Diario de Comunicación Familiar). Una revista
científica bien categórica. Sucede que las parejas que reprimen su enojo tienen un índice de
mortalidad dos veces mayor que aquellas donde los cónyuges se defienden. O sea, los que no
hablan entre sí tienen dos veces más chances de morir antes.
Si se ve desde esta perspectiva al asunto, la pelea no es tan mala después de todo. Le damos un
buen listado de posibilidades, si de discutir se trata. Lo que sucede aquí, en Latinoamérica y en
todo el mundo.
Por el control remoto. Ese preciado objeto puede convertirse en el centro del infierno familiar. Más
por estos días cuando el fútbol lleva las de ganar. Así es entonces que los españoles tienen una
suerte de vínculo afectivo que los conduce a la disputa.
Un estudio realizado por la empresa Philips Consumer Electronics arrojó que en los hogares
españoles el control remoto es el detonante de una de cada cuatro peleas. Algo que sucede casi
en el 50 por ciento de los casos.
La cifra baja en el caso de los ingleses e italianos. De cada diez parejas de estas nacionalidades,
dos tienen peleas frecuentes por el control remoto.
Por Facebook. Esta simpática red social también está generando estragos en la población mundial.
El departamento de Psicología de la Universidad Guelph, California, se puso a estudiar la
presencia de este nuevo “invitado” del hogar.
Los expertos descubrieron que el acceso a tanta información y gente genera grandes celos y
tensiones en las parejas. “Los sentimientos de inseguridad sobre nuestra pareja pueden provocar
comportamientos inquisitivos y en Facebook es muy fácil acceder a esta información”, relató Amy
Muise, una de las responsables del estudio.
Por las salidas. Se supone que salir debe ser un momento de distención y alegría. Algo que no
sucede en todos los casos.
Por fallas en la comunicación. Discutir con palabras agresivas puede ser terrible y físicamente
dañino para una pareja.Una grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Ohio colocó un
dispositivo que ocasionó ampollas de 8 milímetros en los brazos de 37 parejas casadas. Luego de
12 días se vio que las parejas que discutían con palabras más positivas sanaron antes que
aquellas más agresivas.
¿Por qué? Porque las que tuvieron mejor comunicación presentaban altos niveles de oxitocina en
la sangre. Una hormona que se relaciona con felicidad.
Por el cambio climático. Profesores y sociólogos le explicaron a la BBC que en los últimos años se
incrementaron de manera considerable las discusiones de pareja relacionadas con los asuntos
“verdes”.
Robert Bruller, profesor de Medio Ambiente y Sociología de Filadelfia dijo que las peleas se
centran en cuestiones básicas tales como si existe o no el calentamiento global.
Por que son recién casados. Las parejas que llevan entre tres y siete años de casadas tienen más
herramientas para resolver las disputas. Lo descubrió una encuesta de una empresa neozelandesa
llamadaRelationship Services.
Las razones son miles más. Pero hay un detalle que es muy bueno a la hora de pensar en las
paleas de pareja. Está demostrado que cuando hay discusión entre un par hay amor.
Incluso, una investigación de la Universidad de California determinó que aquellos matrimonios,
novios o concubinos que pueden aflojar una discusión con un gesto de cariño o un chiste son las
que más futuro tienen por delante.
Por qué hay parejas que se pelean tanto?
A veces parece que las peleas no terminan nunca. Hay personas que entran fácilmente en discusiones por
el poder y muchas de ellas ni siquiera lo saben. Son las que siempre quieren tener la última palabra o
tratar de convencer al otro de que su idea es la mejor. Nos advierten que querer tener razón es tratar de
colocarse por encima del otro. Si a la dificultad para aceptar al otro se suma la imposibilidad de
comprender que a veces no se tiene la razón y la tendencia a no expresar los sentimientos con palabras
hay muchas posibilidades de que esto termine en violencia.
Hay personas que frente a una situación frustrante o una mala actitud del otro toman venganza
inmediatamente. Suelen ser personas competitivas que transforman su dolor en bronca y ésta en acción.
Como nadie quiere dar el brazo a torcer, las respuestas son cada vez más fuertes y nadie sabe dónde
pueden terminar. A veces, las parejas se arrepienten de las cosas que dijeron o hicieron en un momento
de rabia, pero la agresión ya está hecha y lo mejor sería comenzar a buscar la raíz del problema y
recordar que el problema es al menos en parte, de quien agrede, no de la victima.
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