Dictamen 39-2011 - Gobierno de Aragón

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CONSEJO CONSULTIVO DE ARAGÓN
DICTAMEN Nº 39 / 2011
Materia sometida a dictamen:
Reclamación en materia de responsabilidad patrimonial de la
Administración derivada de la asistencia sanitaria prestada en el Hospital Royo Villanova (HRV) y en
el Centro Médico de especialidades Grande Covián (CMEGC), ambos de Zaragoza.
ANTECEDENTES
Primero.- Con fecha 12 de enero de 2009 tuvo entrada en el Registro General del Gobierno
de Aragón, escrito suscrito y firmado por “Y”, formulando reclamación por daños derivados de la
calificada como incorrecta asistencia sanitaria recibida por su representado “X” en los Servicios de
Urología y Cirugía General del Hospital Royo Villanova (HRV) y en el Centro Médico de
especialidades Grande Covián (CMEGC), ambos de Zaragoza, por lo que reclama una cantidad que
no determina.
Según este escrito, la asistencia sanitaria que recibió “X” fue defectuosa, puesto que considera
el reclamante que después de la primera intervención quirúrgica practicada en el HRV no se tomaron
las medidas oportunas para diagnosticar con la mayor rapidez posible la posterior eventración
abdominal (una de las posibles consecuencias derivadas de dicha intervención); debido a esa tardanza,
se produjeron para el reclamante importantes problemas físicos, así como determinadas secuelas,
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encontrándose en el momento de la presentación del escrito en trámites para solicitar la prestación por
Incapacidad Permanente.
No se señala en el escrito la cantidad reclamada, indicando que se concretará en el momento
procesal oportuno en atención a las lesiones y secuelas definitivas.
Acompañan al escrito un documento acreditativo de la representación otorgada por “X” a
favor de “Y”, fotocopia del documento Nacional de Identidad de “X”y un informe médico suscrito
por el Dr. …, de fecha 15 de octubre de 2008.
En relación con este último documento, el informe de médico especialista, recoge una lista de
la documentación médica analizada en la que figura, como número 16, un Informe de Ecografía
abdominal de 23 de febrero de 2007, realizado por el Dr. … del CMEGC, según el cual no se aprecia
ningún signo patológico a nivel abdominal. Este Informe de Ecografía no consta en la documentación
del expediente administrativo.
Segundo.- Por la Secretaría General Técnica del Departamento de Salud y Consumo se dirige
al reclamante oficio de fecha 20 de enero de 2009 informándole la entrada y admisión a trámite de la
reclamación.
Tercero.- Mediante escritos de fecha 20 de enero de 2009, se comunica la existencia de la
reclamación de responsabilidad patrimonial a la correduría de seguros Aon, Gil y Carvajal, S.A. y a
Zurich España, S.A., compañía con la que el Departamento tiene concertada póliza para atender los
riesgos sanitarios.
Cuarto.- Con fecha 25 de febrero de 2009, la Sección de Asuntos Jurídicos – Unidad de
Responsabilidad Sanitaria del Departamento de Salud y Consumo solicita al Inspector Médico … que
efectúe el correspondiente estudio e Informe Técnico de Inspección Médica sobre acreditación de los
hechos alegados y criterio acerca de la procedencia de la reclamación.
En el informe emitido el 19 de junio de 2009, el Inspector Médico establece las siguientes
conclusiones:
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“1º) La intervención quirúrgica de nefrectomía estaba perfectamente indicada y fue realizada
ajustándose a la Lex Artis ad hoc.
2º) Las complicaciones postoperatorias del reclamante, eventración y dolor están reproducidas
claramente en el consentimiento informado.
3º) En cuanto a las secuelas de tipo estético como la cicatriz por eventroplastia y el
abombamiento, ya tenía una cicatriz fruto de la nefrectomía y en cuanto al abombamiento es
consecuencia de la eventración, complicación previsible.
4º) Únicamente señalar que se produjo un retraso en el tratamiento de la eventración que
aunque no ha repercutido en las secuelas funcionales o estéticas, ha incrementado la duración del
proceso y de su permanencia en situación de incapacidad laboral.”
Quinto.- Mediante nota interior de fecha 3 de febrero de 2009, la Sección de Asuntos
Jurídicos – Unidad de Responsabilidad Sanitaria comunica a la Gerencia del Hospital Royo Villanova
la reclamación presentada por “X”, al objeto de que se proceda a la cumplimentación del
correspondiente Parte de Reclamación del Seguro de Responsabilidad Sanitaria y a la remisión de la
siguiente documentación:
•
Historia Clínica obrante en el HRV.
•
Historia clínica obrante en el CMEGC.
•
Informe del Servicio de Urología que intervino al paciente (nefrectomía) en el que conteste a
la denuncia efectuada sobre atención deficiente y retraso en el diagnóstico y tratamiento de la
complicación quirúrgica (eventración).
Esta documentación fue remitida por la Dirección del Hospital mediante nota de fecha 13 de
febrero de 2009 a la Sección de Asuntos Jurídicos – Unidad de Responsabilidad Sanitaria.
Sexto.- Mediante oficios de 29 de junio de 2009, la Secretaría General Técnica del
Departamento de Salud y Consumo remite el Informe Técnico de Inspección y el resto de
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documentación que obra en el expediente a la compañía Zurich España, S.A. y a Aon, Gil y Carvajal,
S.A.
Séptimo.- También obra en el expediente dictamen médico de la asesoría médica Dictamed I
& I, S.L., de fecha 31 de julio de 2009, suscrito por el Dr. …, Especialista en Urología, que señala
como conclusiones las siguientes:
“1. El paciente fue diagnosticado de una masa en el polo superior del riñón derecho de
pequeño tamaño (3 – 4 cm) compatible con neoformación maligna.
2. Se le indicó correctamente la realización de una cirugía conservadora (nefrectomía parcial).
3. El acceso por lumbotomía fue el recomendado para este tipo de cirugía. Se realizó de forma
correcta la resección de la 12ª costilla para tener un mejor acceso quirúrgico al polo superior.
4. Previamente a la cirugía el paciente firmó un documento de consentimiento informado
específico para nefrectomía parcial. Entre las posibles complicaciones se detallan las ‘complicaciones
derivadas de la herida quirúrgica’ como la ‘dehiscencia’, los ‘defectos estéticos’ y las ‘neuralgias’.
5. El paciente presentó una eventración post-lumbotomía que requirió tratamiento mediante
eventroplastia.
6. El paciente tenía varios factores de riesgo para desarrollar una eventración postquirúrgica,
como son: la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y la obesidad.
7. La actuación de todos los Profesionales implicados en este caso fue totalmente correcta,
ajustándose al ‘estado del arte’ de la medicina y cumpliendo en todo momento con la ‘Lex Artis ad
hoc’.”
Octavo.- Mediante oficio de fecha 23 de octubre de 2009 se comunica al reclamante la
apertura del trámite de audiencia, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 11 del RD 429/1993,
de 26 de marzo.
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Obra en el expediente diligencia de fecha 6 de noviembre de 2009 para hacer constar la
entrega de copia de todo el expediente al representante del reclamante.
Noveno.- De la documentación obrante en el expediente administrativo y de las actuaciones
practicadas se consideran hechos acreditados:
1.- “X”, de 53 años de edad en el momento en que ocurrieron los hechos, con antecedentes de
enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), meningitis herpética, hipertensión arterial (HTA)
en tratamiento, migrañas, antritis pilórica, reacción cutánea alérgica, obesidad, con ulcus gástrico
activo con test de ureasa, ingresó en el Servicio de Medicina Interna del HRV a través de Urgencias el
30 de julio de 2006 por un cuadro de masa renal derecha , hipertensión arterial y febrícula.
En los estudios realizados la ecografía señaló masa sólida de 3 x 3 cm en riñón derecho. El
TC de 4 de agosto de 2006 objetivó masa que no invadía estructuras adyacentes ni grasa perirrenal
(hipernefroma). Fue dado de alta hospitalaria pendiente de intervención quirúrgica por parte del
Servicio de Urología.
2.- El paciente ingresó el 20 de septiembre siguiente en el Servicio de Urología para la
realización de una nefrectomía parcial derecha y previa la firma de los consentimientos informados, el
día 21 de septiembre de 2006, bajo anestesia local se practicó lumbotomía con intención de
realización de nefrectomía parcial; no siendo esta técnicamente posible se procedió a la práctica de
una nefrectomía total derecha.
El informe anatomopatológico (22 de septiembre de 2006) determinó: ‘Pieza quirúrgica:
nefrectomía derecha; tumor: carcinoma de células renales tipo célula clara grado nuclear 2; tamaño
tumoral: 34x32x30 mm; nivel de invasión: limitado al cortex renal, sin alcanzar la superficie externa
renal ni la médula renal ni la pelvis renal ni la grasa perihiliar; patrón microscópico de crecimiento:
papilar, tubular y quístico; invasión vascular: no observada; invasión de vías urinarias: no observada;
márgenes quirúrgicos: libres de tumor; ganglios linfáticos: no identificados; riñón no tumoral:
normal’.
Fue dado de alta el 27 de septiembre de 2006, tras cursar el postoperatorio inmediato sin
incidencias, con indicación de retirar puntos en una semana, tomar ibuprofeno y revisión por urólogo
en un mes.
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3.- El Sr. “X” fue revisado en consultas externas de Urología en el CMEGC el 27 de octubre
de 2006, donde se anotó que el paciente decía tener gases e hinchazón abdominal, que se atribuyó a
un problema digestivo.
Fue remitido por su médico de cabecera al especialista de Digestivo, que lo visitó la primera
semana de noviembre de 2006, reflejando como sintomatología, dolor epigástrico y en vacío derecho,
sensación de distensión abdominal, sin náuseas ni vómitos, solicitándose ecografía.
4.- El 13 de noviembre de 2006 el interesado acudió a Urgencias del HRV, por ‘dolor a nivel
de vacío derecho en paciente con diagnóstico de carcinoma renal derecho. Pendiente de ecografía en
su centro de especialidades. Presenta desde hace dos semanas dolor en vacío derecho y sensación de
plenitud abdominal, no vómitos, no náuseas’.
Tras realizar ecografía y TC fue diagnosticado de eventración del colon ascendente,
eventración postquirúrgica.
5.- El 5 de enero de 2007 se realizó una gastroscopia. En el Informe se indicaba:
‘-Exploración: 1) Esófago normal. Cardias normal. 2) Estómago: fundus, cuerpo, antro,
incisura y ambas curvaturas normales. Signos endoscópicos de gastritis crónica astral. Se toma
muestra a dicho nivel para valorar la existencia de flora tipo helicobacter. Píloro normal. 3) Duodeno:
profundo y extenso ulcus de cara anterior de bulbo duodenal que ha sangrado algo al roce. Duodeno
descendente normal.
- Diagnóstico: Ulcus bulbular activo. Test de ureasa rápida: muy positivo.
6.- El 14 de febrero de 2007 el Sr. “X” presentó una reclamación contra el Servicio de
Urología del HRV por atención deficiente. Con fecha 1 de marzo de 2007 el Jefe de Servicio
respondía a la reclamación señalando que las molestias gástricas estarían en relación con su ulcus
gástrico activo con test de ureasa muy positivo; que se ha detectado el abombamiento del flanco
derecho, circunstancia habitual en las lumbotomías debido a la sección muscular que se realiza y la
atonía consiguiente. La exploración no sugería herniación o eventración de la herida y sí un
debilitamiento de la pared abdominal facilitada por la constitución de la paciente.
7.- Es visto el reclamante en consultas del Servicio de Cirugía del HRV el 22 de marzo de
2007. En la exploración se comprobó eventración lumbar recomendando cirugía por lo que es puesto
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en lista de espera quirúrgica, sin perjuicio de seguir tratamiento con digestólogo para control de su
ulcus.
El 19 de abril de 2007 se realizó enema opaco del que fue informado en consulta de
Digestivo. En el Informe se indicaba: signos de Coxartrosis bilateral. Tras la introducción de material
de contraste se visualiza una buena distensión de retosigma y marco cólico, con válvula ileocecal
competente.
8.- El reclamante ingresó en el HRV el 22 de julio de 2007 en el Servicio de Cirugía, que
intervino al paciente el 23 de julio de eventroplastia con colocación de malla, cursando alta el 30 de
julio de 2007.
9.- Una RM realizada en Aliance Medical el 5 de agosto de 2008 existente en su historia
clínica, referente a exploración por dolor en zona lumbar derecha irradiado a espalda, determinaba en
el paciente cambios artrósicos degenerativos osteodiscales e interpofisarios, sin evidencia de
compromiso saco-radicular.
10.- Según informe del Servicio de Cirugía del HRV de 12 de septiembre de 2008, el paciente
refería dolor intenso en la zona de la cicatriz, que aumentaba con la bipedestación y esfuerzos y se
irradiaba por hemiabdomen derecho y zona lumbar. No se observaban signos de recidiva herniaria. El
TAC no encontró imágenes que sugieran complicación en relación con sus antecedentes.
Décimo.- De acuerdo con lo establecido por el art. 12 del Reglamento por el que se regula el
procedimiento de las reclamaciones de responsabilidad patrimonial de la Administración, aprobado
por Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, la Consejera de Salud y Consumo solicitó de la
Comisión Jurídica Asesora del Gobierno de Aragón dictamen preceptivo, mediante escrito de fecha
22 de enero de 2010, registrado de entrada el día 27 de enero de 2010, adjuntando borrador de la
Orden resolutoria, original del expediente administrativo y relación índice de los documentos que lo
conforman.
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CONSIDERACIONES JURIDICAS
I
En primer lugar, ha de indicarse que el día 8 de abril de 2009 se publicó en el Boletín Oficial de
Aragón la Ley 1/2009, de 30 de marzo, del Consejo Consultivo de Aragón, en cuya Disposición
Transitoria primera, bajo la rúbrica de “Constitución del Consejo Consultivo”, se señala que “El
Presidente y los miembros del Consejo Consultivo deberán ser nombrados y tomar posesión de su cargo
en el plazo de tres meses a partir de la entrada en vigor de la presente ley, momento en el que se
entenderá constituido el Consejo Consultivo y la Comisión Jurídica asesora dejará de ejercer sus
funciones”.
Constituido el Consejo Consultivo de Aragón, y de acuerdo con el artículo 15 apartado 10,
corresponde a este Órgano Consultivo la competencia para conocer sobre las reclamaciones
administrativas de indemnización de daños y perjuicios de cuantía superior a 6.000 euros. Aunque en
la reclamación aquí estudiada no se ha cuantificado su importe, de resultar procedente sería superior a
dicha cantidad, por lo que el dictamen debe entenderse solicitado con carácter preceptivo.
Finalmente, y de conformidad con el artículo 20.1 de la Ley 1/2009, corresponde a esta
Comisión del Consejo Consultivo de Aragón la competencia para la emisión de este Dictamen.
II
El Consejo Consultivo ha de pronunciarse acerca de si, a la vista del expediente tramitado por
el órgano competente de la Administración Autonómica, procede o no estimar la reclamación de
indemnización económica presentada en relación con daños ocasionados, según se alega, por la
prestación deficiente de la asistencia sanitaria, debiendo concretar específicamente, por mandato del
art. 12.2 del Reglamento aprobado por R.D. 429/1993, de 26 de marzo, la existencia o no de relación
de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y la lesión producida, con valoración, en su
caso, del daño causado y la cuantía y modo de la indemnización, considerando los criterios legales de
aplicación.
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Por lo que se refiere a la normativa aplicable, ha de recordarse que en el Derecho español
vigente la institución de la responsabilidad patrimonial de la Administración, constitucionalizada en el
art. 106.2 de la Constitución, atribuye a los particulares derecho a ser indemnizados de toda lesión que
sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la
lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos, y se cumplan
los demás requisitos dispuestos por el ordenamiento jurídico (art. 139 de la Ley 30/1992, de 26 de
noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento
Administrativo Común).
Los requisitos para que sea declarada la responsabilidad patrimonial de la Administración,
según reiterada y pacífica formulación doctrinal y jurisprudencial del régimen de Derecho Positivo
sobre la materia, pueden resumirse del siguiente modo: 1º) la efectiva realización del daño o perjuicio
evaluable económicamente e individualizado en relación con una persona o grupo de personas; 2º)
que el daño o lesión sufrido por el reclamante sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal
de los servicios públicos en una relación directa de causa a efecto sin intervención extraña que pueda
influir en el nexo causal; 3º) que el daño o perjuicio no se hubiera producido por fuerza mayor; y 4º)
que no haya prescrito el derecho a reclamar (cuyo plazo se fija legalmente en un año, computado
desde la producción del hecho o acto que motive la indemnización o desde la manifestación de su
efecto lesivo).
Además, de acuerdo con la constante jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre el particular,
en el caso de responsabilidad patrimonial por funcionamiento de los servicios públicos sanitarios y
sus agentes, debe recordarse que la prestación sanitaria es una prestación de medios y no de
resultados, que el paciente tiene derecho a que se le dispense una atención adecuada según la “Lex
artis ad hoc” y no a obtener un resultado curativo determinado toda vez que la medicina no es una
ciencia exacta y que los servicios públicos de salud están obligados a poner a disposición del usuario
los medios disponibles que hagan posible la protección de la salud, lo que no supone la existencia de
un diagnóstico cierto y rápido, una curación sin secuelas o una atención sanitaria en un determinado
tiempo y sin esperas.
III
Antes de entrar a considerar las cuestiones directamente relacionadas con la reclamación
efectuada, se estima conveniente aportar a este Dictamen, en relación con los requisitos señalados,
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que el Tribunal Supremo mantiene una consolidada doctrina, según la cual “la jurisprudencia viene
exigiendo para que resulte viable la reclamación de responsabilidad patrimonial de las
Administraciones públicas, que el particular sufra una lesión en sus bienes o derechos que no tenga
obligación de soportar y que sea real, concreta y susceptible de evaluación económica; que la lesión
sea imputable a la Administración y consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los
servicios públicos y que, por tanto, exista una relación de causa a efecto entre el funcionamiento del
servicio y la lesión, sin que ésta sea producida por fuerza mayor (SS. 3-10-2000, 9-11-2004, 9-52005)”.
Por lo que se refiere a las características del daño, la Sentencia de 6 de febrero de 2007, también
señala que “la Ley 30/92 establece que el daño alegado habrá de ser efectivo, evaluable
económicamente e individualizado, concretando (art. 141.1) que sólo serán indemnizables las
lesiones producidas al particular provenientes de daños que éste no tenga el deber jurídico de
soportar de acuerdo con la Ley”, y respecto a la aludida antijuridicidad del daño desde una
concepción objetiva, cabe hacer referencia a la doctrina general que se recoge en la Sentencia del
Tribunal Supremo de 29 de abril de 2008 (recurso de casación 4791/2006 -f.d. tercero-), que venía
siendo mantenida con anterioridad, al señalar que “la antijuridicidad del daño viene exigiéndose por
la jurisprudencia, baste al efecto la referencia a la Sentencia de 22 de abril de 1994, que cita las de
19 de enero y 7 de junio de 1988, 29 de mayo de 1989, 8 de febrero de 1991 y 2 de noviembre de
1993, según la cual: “esa responsabilidad patrimonial de la Administración se funda en el criterio
objetivo de la lesión, entendida como daño o perjuicio antijurídico que quien lo sufre no tenga el
deber jurídico de soportar, pues si existe ese deber jurídico decae la obligación de la Administración
de indemnizar. (En el mismo sentido las sentencias de 30-10-2000 y 30-2003”). [Vid. asimismo dos
Sentencias del T.S. de 14 de marzo de 2007].
IV
La primera cuestión que ha de examinarse al analizar la documentación remitida es si el
escrito de reclamación ha sido presentado en plazo.
En este punto, el artículo 142.5 de la LPAC dispone: “En todo caso, el derecho a reclamar
prescribe al año de producido el hecho o el acto que motive la indemnización o de manifestarse su
efecto lesivo. En el caso de daños, de carácter físico o psíquico, a las personas el plazo empezará a
computarse desde la curación o la determinación de las secuelas”.
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En este caso, se trata de daños de carácter físico que producen una serie de secuelas para “X”.
No se ha producido la total curación de los mismos y tampoco se puede decir que las secuelas estén
totalmente determinadas, puesto que en el informe de médico especialista aportado por la parte
reclamante sí se hace una valoración de los daños físicos y estéticos, pero con un carácter provisional,
a la espera de que un especialista en Cirugía determine si esos daños son irreversibles
o
potencialmente curables. Además, debemos tener en cuenta que “X” se encuentra en fase de
tramitación de un Expediente de Incapacidad. Por tanto, no estando definitivamente determinadas las
secuelas físicas del reclamante, podemos decir que no ha transcurrido el plazo para el ejercicio del
derecho a reclamar.
V
Entrando en el fondo, debemos determinar si se produjo una lesión como consecuencia del
funcionamiento, normal o anormal, de los servicios sanitarios, que la reclamante no tenga el deber
jurídico de soportar, así como la existencia del necesario nexo de causalidad entre la asistencia
sanitaria dispensada y el daño alegado.
Como tantas veces indicó el Consejo Consultivo de Aragón (y, antes, la Comisión Jurídica
Asesora), la responsabilidad patrimonial de la Administración es de carácter objetivo por así haberlo
determinado el legislador, lo que equivale a decir que no está vinculada al dolo o culpa de los titulares
o gestores de la actividad administrativa, sino al funcionamiento del servicio público, normal o
anormal, si bien, cuando se trata de la responsabilidad patrimonial de la Administración sanitaria, no
procederá admitirla sin más, por el mero hecho de que se haya producido un resultado lesivo, sino por
los medios utilizados y la adecuada praxis en la atención dispensada, ya que la actividad médica y la
obligación del profesional es de medios y no de resultados, de prestación de la debida asistencia
medica y no de garantizar en todo caso la curación del enfermo, de manera que los facultativos no
están obligados a prestar servicios que aseguren la salud de los enfermos, sino a procurar por todos los
medios su restablecimiento, y sólo la adopción de los medios al alcance del servicio, en cuanto supone
la acomodación de la prestación sanitaria al estado del saber en cada momento y su aplicación al caso
concreto atendiendo a las circunstancias del mismo, trasladan el deber de soportar el riesgo al
afectado y determina que el resultado dañoso que pueda producirse no sea antijurídico, o lo que es lo
mismo, el daño resultará antijurídico, al no existir un deber de soportarlo por parte del paciente,
cuando la actuación médica no se haya ajustado a las condiciones y empleo de medios de los que
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podía disponerse y que las circunstancias del caso requerían, en cuyo caso ha de concluirse que
concurren los requisitos exigidos para declarar la responsabilidad patrimonial de la Administración
sanitaria y el derecho a la correspondiente indemnización de los daños y perjuicios (Vid. SS. T.S. de
24 de enero y 14 de febrero de 2006).
La jurisprudencia ha precisado que lo relevante en materia de responsabilidad patrimonial de las
Administraciones públicas no es el proceder antijurídico de la Administración, dado que tanto
responde en supuestos de funcionamiento normal como anormal, sino la antijuridicidad del resultado
o lesión, y la antijuridicidad de la lesión no concurre cuando el daño se hubiese podido prever o
evitar según el estado de los conocimientos de la ciencia o de la técnica existentes en el momento de
la producción de aquél, incluyendo así nuestro ordenamiento jurídico como causa de justificación los
denominados riesgos, que la doctrina científica ha diferenciado entre los “típicos” –aquellos cuya
producción puede esperarse por el estado de la ciencia y de la técnica en el momento de la prestación
sanitaria-, los “personalizados” –los debidos a patología peculiar del paciente o a circunstancias
personales- y los excepcionales, imprevisibles o improbables, diferenciación acogida por la
jurisprudencia. (Cfr. Sentencia del Tribunal Supremo de 28 de diciembre de 1998, Sala de los Civil –
f.d. quinto). Sobre estos criterios habrá que volver al enjuiciar el contenido de la reclamación que se
considera.
Las particularidades que presenta la responsabilidad patrimonial de la Administración
sanitaria por el carácter de sus prestaciones, justifica la conveniencia de efectuar otras citas de la
Jurisprudencia del Tribunal Supremo relacionadas con esta materia. Así en la Sentencia de este
Tribunal de 17 de mayo de 2004 indicó (f.d. quinto):
Nos parece necesario recordar también –conectando con lo que más arriba hemos dicho sobre los
riesgos de una exacerbación de esa naturaleza objetiva de la responsabilidad que nos ocupa – que el
hecho de que en el ordenamiento jurídico español la responsabilidad extracontractual de las
Administraciones públicas esté configurada como objetiva apunta al dato de que no es necesario la
concurrencia de dolo o culpa en el agente, y no permite extraer la consecuencia de que deba
declararse su existencia, sin más, por el mero hecho de que el resultado lesivo se haya producido con
ocasión de la actuación de un centro sanitario público. No sería razonable –antes al contrario: sería
manifiestamente absurdo – entender que esa objetivación determina que, por ejemplo, la
Administración deba responder siempre que en una clínica gestionada por ella y de ella dependiente
fallece un enfermo.
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El mismo Tribunal en el fundamento de derecho segundo de su Sentencia de 6 de febrero de
2007 que, además de reiterar lo ya recogido en las Sentencias de 14 de febrero y 21 de noviembre de
2006, ha señalado:
Cuando se trata de reclamaciones derivadas de la actuación médica o sanitaria, la jurisprudencia
viene declarando que no resulta suficiente la existencia de una lesión (que llevaría la responsabilidad
objetiva mas allá de los límites de lo razonable), sino que es preciso acudir al criterio de la Lex artis
como modo de determinar cuál es la actuación médica correcta, independientemente del resultado
producido en la salud o en la vida del enfermo ya que no le es posible ni a la ciencia ni a la
Administración garantizar, en todo caso, la sanidad o la salud del paciente. Así, la sentencia de 14 de
octubre de 2002, por referencia a la de 22 de diciembre de 2001, señala que «en el instituto de la
responsabilidad patrimonial de la Administración el elemento de la culpabilidad del agente
desaparece frente al elemento meramente objetivo del nexo causal entre la actuación del servicio
público y el resultado lesivo o dañoso producido, si bien, cuando del servicio sanitario o médico se
trata, el empleo de una técnica correcta es un dato de gran relevancia para decidir, de modo que,
aun aceptando que las secuelas padecidas tuvieran su causa en la intervención quirúrgica, si ésta se
realizó correctamente y de acuerdo con el estado del saber, siendo también correctamente resuelta la
incidencia postoperatoria, se está ante una lesión que no constituye un daño antijurídico conforme a
la propia definición legal de éste, hoy recogida en el citado artículo 141.1 de la Ley 30/1992, de 26
de noviembre, redactado por Ley 4/1999, de 13 de enero, que no vino sino a consagrar
legislativamente la doctrina jurisprudencial tradicional, cuyo alcance ha quedado aquilatado en este
precepto». (Vid también la STS de 14 de marzo de 2007 –f.d. cuarto-).
En suma, para apreciar la existencia de responsabilidad patrimonial es preciso acudir a
parámetros como la lex artis, de modo que tan sólo en caso de una infracción de esta ley cabrá
imputar a la Administración de la cual dependen los servicios sanitarios la responsabilidad por los
perjuicios causados. En el caso de que no se infrinja la lex artis, ha de concluirse que tales perjuicios
no son imputables a la Administración y han de ser soportados por el particular sin que generen, en
modo alguno, el derecho a percibir una indemnización.
Como precisó el Tribunal Supremo, en su sentencia de 17 de mayo de 2004 (recurso de
casación 8382/1999), aunque el error médico y el correcto empleo de las técnicas de diagnóstico,
valoración y tratamiento se circunscriben a la actuación del servicio sanitario y, por consiguiente,
resultarían, en principio, irrelevantes para declarar la responsabilidad objetiva, mientras que han de
ser inexcusablemente valoradas para derivar una responsabilidad culposa, sin embargo, también
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pueden tener trascendencia, en orden a una conclusión sobre el nexo de causalidad, que algunos
consideran requisito clave de la responsabilidad objetiva o por el resultado. Esta apreciación de si
hubo un uso correcto de la técnica, con vistas a tener o no por establecido la existencia del nexo
causal, sin entrar en si tal uso fue o no negligente, es muy delicada, pues la medicina no suele
presentar un único método, por más que la protocolización de los actos médicos invita a ajustarse a
unas pautas seriadas de diagnóstico y tratamiento terapéutico, lo que no excluye que puedan existir –y
así ocurre frecuentemente – otros métodos que, pese a no ser de uso generalizado, pueden ser
igualmente utilizados, si en el caso concreto se considera que pueden ser más eficaces.
Y cuando se habla de praxis, buena o mala, se está hablando de una actuación en la que se han
aportado los medios humanos y materiales disponibles y, además, se ha observado la lex artis por
parte de los primeros, sólo así podrá calificarse la praxis correspondiente a la atención sanitaria de que
se trate, pues la responsabilidad de la Administración sanitaria, y este es un criterio jurisprudencial
que no deriva sin más de la producción del daño, ya que los servicios médicos están solamente
obligados a la aportación de los medios sanitarios en la lucha contra la enfermedad, más no a
conseguir en todos los supuestos un fin reparador, que no resulta en ningún caso exigible, pues como
ha significado la Sentencia del Tribunal Supremo de 12 de septiembre de 2006 (f.d. tercero), en
relación con la prestación sanitaria, ha de tenerse en cuenta igualmente la constante jurisprudencia
(Ss. 3-10-2000, 21-12-2001, 10-5-2005 y 16-5- 2005, entre otras muchas) en el sentido de que la
actividad médica y la obligación profesional es de los medios y no de resultados, de prestación de la
debida asistencia médica y no de garantizar en todo caso la curación del enfermo, de manera que los
facultativos no están obligados a prestar servicios que aseguren la salud de los enfermos, sino a
procurar por todos los medios su restablecimiento, por no ser la salud humana algo de que se pueda
disponer y otorgar, no se trata de un deber que se asume de obtener un resultado exacto, sino más
bien de una obligación de medios, que se aportan de la forma más ilimitada posible, o lo que es lo
mismo, en la mayor medida posible, puesto que los medios no son ilimitados.
Por tanto, cuando se actúa ante un proceso patológico que por sí mismo supone un
encadenamiento de causas y efectos que hay que abordar para restablecer la salud o conseguir la
mejoría del enfermo, la interferencia de aquél en la salud convierte en necesaria la asistencia y eleva a
razón primera de la misma los medios que se emplean para conseguir el mejor resultado posible,
medios que como ha tenido ocasión de significar la jurisprudencia no pueden ser ilimitados. El
criterio normativo aplicable se centra entonces en la diligencia y adecuación en la instrumentación de
aquellos, teniendo en consideración las circunstancias. Los conocimientos científicos, técnicos o
experimentales ni en medicina ni, probablemente, en ningún sector de la actividad humana, pueden
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garantizar al ciento por ciento un resultado determinado. La certeza absoluta debe tenerse por excluida
de antemano (Vid. Sentencias del T.S. de 3 de octubre y 27 de noviembre de 2000 en las que ha dado
acogida a estos criterios).
VI
Tras lo expuesto, se considera que puede ya plantearse si la asistencia sanitaria prestada a “X”
fue la adecuada, es decir, si tal asistencia fue realizada de acuerdo con el estado del saber en la
actualidad, de modo que pueda considerarse que se está ante unos hechos que no constituyen un daño
antijurídico conforme a la propia definición legal de éste recogida en el artículo 141.1 de la LPAC, y
si fueron suficientes los medios con los que aquella asistencia fue dispensada, dentro de los
disponibles.
Para llegar a una conclusión sobre este extremo se considera necesario analizar y valorar los
hechos acreditados en el expediente y, de forma especial, los informes emitidos dado el carácter
técnico que los mismos tienen, que este Consejo Consultivo, por su carácter, no puede confrontar con
criterios propios de esta naturaleza.
Así, el reclamante alega una defectuosa prestación de los servicios sanitarios que le ha
provocado importantes problemas físicos, estando en trámites de obtención de la prestación de
Incapacidad Permanente. Consta en la documentación que obra en el expediente la existencia de esos
problemas físicos, así lo recoge el informe clínico de la Dra. …, especialista en Cirugía General y
Aparato Digestivo, que señala que “a la exploración física se objetiva dolor a la palpación en la
cicatriz y asimetría de la pared abdominal” y que “el dolor le incapacita para su vida habitual y le
impide la realización de esfuerzos y de tareas cotidianas”.
Sin embargo, no podemos concluir que esos daños y secuelas físicas que sufre el reclamante
sean consecuencia de una defectuosa asistencia sanitaria. Así lo refleja el Informe de la Inspección
Médica, que señala que las complicaciones sufridas por el paciente, es decir, la eventración, el dolor,
defectos estéticos, son perfectamente conocidos por su frecuencia y están recogidos en el
consentimiento informado para nefrectomía que el paciente firmó el 20 de septiembre de 2006.
Además, las circunstancias físicas del paciente (obesidad) favorecieron esas complicaciones. En el
mismo sentido se pronuncia el informe de Dictamen I & I, S.L., suscrito por el Doctor …, que
también consta en la documentación del expediente.
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Por otra parte, el reclamante considera que la tardanza en someterle a la segunda intervención
quirúrgica ha provocado la gravedad de su situación actual. Sin embargo, basándonos en la
documentación y en los informes de especialistas médicos que figuran en el expediente, debemos
tener en cuenta que los daños y secuelas físicas que sufre el reclamante son parte del riesgo que
conlleva una intervención quirúrgica de la clase a la que se ha sometido, y no del transcurso del
tiempo entre las dos operaciones. Así se recoge también en el Informe aportado por el propio
reclamante que señala que “se precisaría específicamente de un Especialista en Cirugía (…) para
evaluar por escrito si de haber intervenido al mes o dos meses de la intervención quirúrgica del 21 de
septiembre de 2006, se hubiera obtenido una previsible recuperación abdominal total ó si por el
contrario, al haberlo intervenido el 23 de julio de 2007, se le han ocasionado, secundariamente, una
serie de afecciones, dolores y limitaciones, a nivel abdominal que ya resultan presuntamente
irreversibles”. Por tanto, en este informe, se plantea si puede darse esa relación de causalidad, pero en
ningún momento el reclamante ha probado que dicha relación de causalidad exista. Además, en el
Informe de la Inspección Médica se establece que “hubo un retraso en el tratamiento de la eventración
que (…) no ha repercutido en las secuelas funcionales o estéticas”.
En cuanto a ese posible retraso en solicitar la segunda intervención quirúrgica, debemos resaltar
que, desde la primera operación, el paciente ha sido atendido en todo momento tanto en consultas en
el CMEGC como en el Hospital Royo Villanova, con realización de múltiples pruebas de exploración
y de diagnóstico.
El día 22 de marzo de 2007, el reclamante es incluido en la lista de espera para la realización de
la segunda intervención quirúrgica y, según consta en la hoja de registro de la demanda quirúrgica, la
prioridad asistencial es baja. Por tanto, no se produce una defectuosa o tardía atención sanitaria, sino
que la situación del paciente en ningún momento revistió carácter de urgencia y, debido a que la
disponibilidad de medios en la prestación sanitaria no es ilimitada, se opta por dar prioridad
asistencial a otros pacientes más necesitados de ello.
Por tanto, una valoración conjunta de las pruebas que obran en el expediente, reseñadas en los
antecedentes, que se acaban de reproducir parcialmente o de citar, lleva a este Consejo a estimar que
no se ha acreditado la existencia de una mala o inadecuada praxis que permita concluir que no fue
observada la lex artis ad hoc, ni que los medios utilizados y los tratamientos dispensados al
reclamante fueran inadecuados o insuficientes, por lo que falta el nexo de causalidad necesario para
que la pretensión de responsabilidad patrimonial de la Administración sanitaria formulada por el
reclamante pueda prosperar.
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En mérito a lo expuesto, el Consejo Consultivo de Aragón formula el siguiente DICTAMEN:
Que, de acuerdo con la propuesta de resolución, procede desestimar la reclamación en materia
de responsabilidad patrimonial de la Administración, derivada de daños y perjuicios por la deficiente
asistencia sanitaria prestada en el Hospital Royo Villanova y en el Centro Médico de Especialidades
de Zaragoza a “X”.
En Zaragoza, a doce de abril de dos mil once.
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