den presentarse con el Fierasfer, siendo raros los casos en que esto

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Gogorza —EXCURSIÓN
ZOOLÓGICA
ron
VALENCIA.
SI
den presentarse con el Fierasfer, siendo raros los casos en que
esto sucede cuando dichos equinodermos lian sido recogidos
en aguas de poco fondo. Casi siempre el Fierasfer se encuentra
á lo largo de la cavidad del cuerpo de la holoturia en que vive,
como ha comprobado el ya citado profesor, que ha disecado
centenares de estos equinodermos, y en el interior del tubo
digestivo, donde penetra por la abertura del ano. En muchos
casos se encuentran dos ó tres peces en una sola holoturia, lo
que manifiesta las costumbres sociables del primero. Es digno
de notar el que los géneros más .afines al Fierasfer tengan
también idénticas costumbres que éste, como sucede con el
Enchelyophis, una de cuyas especies, Encli. vermiciUaris Müll.,
vive, según el profesor Semper de Würtzburg-, dentro de ciertas holoturias de las islas Filipinas, de las cuales es un verdadero parásito, y no; un comensal como el Fierasfer lo es de
las nuestras.
La segunda especie á que he hecho referencia es el A Iplwus
Milne-Edwardsii L u c , que pertenece al grupo de los crustáceos macruros. La encontré en el interior de los canales
comunes ú ósculos de algunas esponjas, que al parecer debian estar, por lo menos en parte, enterradas en la arena. Los
ejemplos de comensalismo son muy frecuentes en los crustáceos, existiendo muchos géneros y especies que buscan refugio en los seres vivos que pueblan el mar, desde aquellos
cuya organización es más sencilla hasta los peces mismos.
El género A Iphmus es entre éstos buscador incesante de las esponjas de distintas especies, dentro de las cuales viven durante su último período de desarrollo.
Cuando recogí los ejemplares que hoy forman parte de mi
colección, pude notar un hecho que no se observa en ningún
otro crustáceo, y que parece exclusivo á ciertos alfeinos; es
éste la producción de una especie de ruido, bastante perceptible, que es debido á movimientos especiales de las pinzas
gruesas. Este ruido se parece al que se produciría golpeando
un cuerpo duro y elástico con un pequeño trozo de madera.
Terminada la pesca nos dirigimos hacia el Grao, adonde
llegamos ya muy entrada la noche; pues además de que estábamos á gran distancia de este punto, la falta de brisa hizo
nuestra marcha sumamente lenta, sobre todo durante las últimas horas, en que tuvimos que andar á fuerza de remo.
ANALES DE HIST. NAT. — XII.
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