Oratorio bajo el volcán Juan Bañuelos Undosos ríos, plácidas colinas , llorad la muerte de mi dulc e am igo, llorad , d6ricas fuentes cristalinas, al entrañable Bi6n llorad conmig o. Mosco de Siracusa Murió Efraín, y por su muerte lloro. Lloremos, mexicanos, así el llanto de lágrimas ardientes no deshaga la nieve que cubrió el último invierno .su oscura 'tumba al pie de los volcanes. Pueblo de cascabeles y de danza , detente aquí, no rompas su nevado sueño, que siendo sueño vive unido a todo lo que invoca, muda y qu eda del canto y su cendal sobre la tierra . Las cosas más humildes se estremecen al roce de su mano entre la milpa y rasga la guitarra de su eclipse con las espinas de un nopal florido. Sus huesos al compás de la hojarasca mueven la verde espuma de las ramas, rueda la cera de los cirios ante su noble calavera que ha bebido un domingo de fiestas y de ofrendas. Muerto viril, sin clavos en las manos . Con enjambre de avispas y pavura emblanquece la sombra, mientras tanto cuervos obscenos voznan y se alejan del cielo de su nombre memorable. _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 40 _ Ni el viento , al río, ni al gemir responde el eco sordo, que tampoco accede a imitar hostilmente entre el follaje su mudez gutural que nos dolía. Con sonajas de niebla fue humillada, la muerte y su familia de infamantes. No invento lo que digo. Lo recuerdo. Callado, no está muerto ni dormido. Su voz mueve sus dedos transparentes sobre un lago. Y saliendo de la tierra despierto está de planta a trigo fresco, de grano a flor y en todo lo que sabe el cereal y los ríos indomables. Efraín es quien llama desde un pino . Escucha cómo suena su armonía en la yegua sensual de la gardenia, en el cordero de su margarita y en los claveles de la muchedumbre. Migración desde Aztlán hasta los cráneos de azúcar transparente o de crisálida, el ámbar en su cuello resplandece como un collar de tribus que volvieran a repoblar el Valle . De él desciende el temblor de la nueva primavera: que la muerte murió , no su poeta. Cantó Efraín con su sonido tierno que las fieras su cuerpo en él reclinan y los ríos ondulan la garganta. .. Cantemos, mexicanos, aunque el canto de sílabas ardientes no deshaga la nieve que cubrió el último invierno su oscura tumba al pie de los volcanes. o _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _---'- 41 _