Ciudad, patrimonio y ciudadanía

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Ciudad, patrimonio y ciudadanía
Josep Montesinos i Martínez
DESCRIPTORES
CENTROS HISTÓRICOS
REVITALIZACIÓN
PATRIMONIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO
PARTICIPACIÓN CIUDADANA
El centro histórico de una localidad es uno de los elementos
más destacados de su paisaje, y una parte importante de su
propia imagen tanto interna como externa. En ese espacio urbano conviven historia, arte, naturaleza, actividad comercial,
producción artesanal, tráfico rodado… y personas. Las actuaciones sobre estas áreas deberían realizarse desde la multi/interdisciplinaridad, pero sobre todo contando con la participación de los protagonistas residentes, esto es, de los vecinos. Ese espacio relata, explica, comprende, la historia misma de la ciudad; por ello su arrasamiento supone la eliminación de una parte importante de nuestra memoria colectiva.1
Vamos a comentar en las siguientes páginas algunas
muestras de acciones llevadas a cabo en un mismo espacio,
la Ciutat Vella de Valencia, a lo largo del último decenio; acciones que nos muestran unas formas y unos resultados que
se encuentran lejos de los objetivos planteados en este tipo de
actuaciones. El área comprende el interior del antiguo trazado de las murallas cristianas medievales; no obstante, la ciudad tiene además otras zonas de protección externas a este
centro histórico, sujetas asimismo a no pocas polémicas.2
El centro histórico de la ciudad de Valencia se encontraba
en los finales del franquismo en un proceso de degradación
tal que la ruina de muchos de sus edificios, el abandono del
entorno de muchos de sus habitantes, la falta de inversiones,
hacían de este espacio de la ciudad un objetivo de primera
magnitud ante tan negativa situación. La conquista de la democracia puso en uno de los primeros lugares las reivindicaciones ciudadanas sobre diversos espacios de la ciudad: la
puesta en valor para disfrute ciudadano del antiguo cauce del
río Túria, la recuperación del Saler para el pueblo contra la
tendencia especuladora del espacio, la regeneración del centro histórico… es decir, la ciudadanía, a través del movimiento vecinal, recuperaba con todas estas reivindicaciones el protagonismo de los ciudadanos en la construcción de la ciudad.
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El escenario, en esos momentos de los años setenta y principio de los ochenta, era en la Ciutat Vella de un gran espacio degradado y con una continua pérdida de población, falta de servicios, obsoleta estructura comercial… Hay que tener
en cuenta que las actuaciones desde la desastrosa riada de
1957 habían sido mínimas cuando no inexistentes.
La caída y degradación del área no solo afecta a la desaparición de población, sino que la especulación arrastra la
destrucción de patrimonio (mueble, inmueble, inmaterial, natural), junto a la desaparición de las actividades productivas
y comerciales tradicionales, y la pérdida de la memoria histórica. Pérdida y envejecimiento de la población, problemas
de tráfico y accesibilidad, concentración de zonas de ocio y
contaminación acústica… son algunos de los problemas detectados en la zona en ese momento.
En 1984 se establecen los Planes Especiales de Protección,
y los de Protección y Reforma Interior en 1991. Los proyectos
intentan identificar, y solucionar, la realidad de la Ciutat Vella. En este orden de cosas, se establece el convenio de colaboración entre la Generalitat y el Ayuntamiento de la ciudad
para el Plan Integral de Rehabilitación de Valencia, el denominado Plan RIVA. En un primer plazo, se establece la actuación para el quinquenio 1992-1997, prolongado hasta 2002,
con añadidos presupuestarios. Después de más de 10 años de
Plan RIVA, ha habido una apuesta significativa por la rehabilitación privada, mediante ayudas a las comunidades de vecinos y a los propietarios de las viviendas. Con rehabilitaciones parciales (fachada y cubierta) e integrales, las menos, y
numerosas exclusivamente interiores, y se han generado, además, dos unidades de actuación.
No obstante, estamos de acuerdo con la profesora Rosario
Fernández-Coronado,3 quien apunta que, después de diez
años de existencia del Plan RIVA, las zonas más problemáticas siguen siendo las mismas que a la firma del convenio: Ve-
lluters, Carmen y parte del Mercat. Añadiendo, además, que
en ocasiones las actuaciones de la Administración han posibilitado en el entorno la desaparición poblacional, además de
la eliminación comercial y artesanal. Sin embargo los objetivos del Plan RIVA no eran esos; así, uno de ellos apunta: “Conseguir que en la intervención participen los distintos agentes
sociales”. Otro de los aspectos que las reformas incluyen es:
“Mantener la población que habita en el Centro Histórico y
atraer nuevos habitantes”. Además se debe proteger las actividades humanas tradicionales en esos espacios.4 Que los habitantes del entorno afectado deben ser los primeros protagonistas de la acción debería ser un hecho: “La participación y
el compromiso de los habitantes es imprescindible para conseguir la conservación de la población o área urbana histórica y deben ser estimulados. No se debe olvidar que dicha conservación concierne en primer lugar a sus habitantes”.5 El mismo programa europeo Restauro deja claro, respecto a la población residente: “Mantenimiento de la población residente y
atracción de nuevos habitantes. Dar participación a los agentes urbanos existentes y, en particular, a aquellas asociaciones
que representan a los habitantes y comerciantes de la zona”.
Pero las actuaciones en una gran parte de ellas se han venido
realizando de espaldas a los residentes. Y no solo eso sino que
los residentes las han considerado como una agresión a su vida, a su economía, a su entorno familiar. Hecho que ha producido la organización ciudadana contra estos planes urbanísticos. Las opiniones técnicas y vecinales sobre las actuaciones de la oficina RIVA en su área de actuación no dejan lugar
a la duda, otra forma de actuar debería ser posible.6
Nos parece de sumo interés, para la visión general de las
actuaciones sobre la ciudad, el estudio pormenorizado de
“casos”. Acercarse al diseño de la acción, los objetivos, estrategias, planificación, y sobre todo a la implementación de la
misma, la visión de la ciudadanía afectada y la del resto de
la ciudad, la actuación de los políticos, de los técnicos, el resultado de todo ello.8
Toda actuación en un área como la tratrada debería analizarse a través de tres conceptos: espacio, tiempo y personas.
Un espacio preexistente donde hay historia pasada, una memoria histórica que se hace presente. Un tiempo de diseño,
de ejecución y de desarrollo del plan. Y unas personas que viven en ese entorno y deberían ser las primeras beneficiadas
de la actuación, las cuales frecuentemente se convierten en
víctimas de la misma. El espacio de las actuaciones sobre Ciutat Vella supone la división en una gran cantidad de Unidades de Actuación, en muchas ocasiones totalmente descontextiualizadas, sin un orden o visión de conjunto. Actuar sobre el
centro histórico ha supuesto en ocasiones la eliminación física y total de ese espacio para convertirse en un barrio en el
centro. Es el caso paradigmático de lo realizado en Velluters,
que ha demostrado que tras la acción siguen los mismos problemas endémicos del barrio, pero, eso sí, ya no hay vecinos
en un amplio entorno del mismo, y sí muchos solares, a más
de una alteración tal del paisaje urbano que ha hecho desaparecer el denominado centro histórico para convertirse en
un barrio céntrico. El plan de Velluters, su filosofía, génesis y
Fig. 1. Plan de Velluters: ¿Centro Histórico?
resultados han sido puestos en tela de juicio desde el punto
de vista técnico y social.8 Mientras, los vecinos, junto a diversas asociaciones cívicas y culturales (Asociación de vecinos La
Boatella, Amigos del Centro Histórico), denunciaron los indiscriminados derribos y las consecuencias del Plan.
Los vecinos se enfrentan a una realidad generada por la
actuación, cuyas consecuencias sociales y patrimoniales son
injustificables, en palabras de Juan Manuel Vera, de la asociación de vecinos El Palleter, del barrio de Velluters. En el barrio
no solo se ha alterado la trama, seccionando el barrio en dos,
sino que no se han solucionado los problemas endémicos del
entorno y además se han generado otros: “Las viviendas destinadas al realojamiento de las numerosas familias afectadas
por las expropiaciones no se han edificado o permanecen vacías, deteriorándose en espera de que unos vecinos obligados
a practicar el nomadismo las ocupen”, o “por no hablar de la
revalorización que ese suelo va adquiriendo a cada instante y
que habla a gritos de la decisión de especular antepuesta a la
de invertir en ciudad y para los ciudadanos”. Y, respecto al patrimonio arquitectónico, “reducción del patrimonio arquitectónico a islotes incomunicados, más valorados como iconos de
las empresas restauradoras que como testigos históricos de la
evolución y pluralidad de nuestra colectividad”.9 Esta es la opinión y sentimientos de los vecinos organizados sobre el Plan
RIVA en Velluters y doce años de actuaciones en el barrio.
Otro ejemplo de actuación a todas luces problemática ha
sido, y es, la del IVAM (Institut Valencià d’Art Modern). El
IVAM se vendió a los vecinos como la solución a la revitalización de esa parte del barrio. Pero la misma orientación del
edificio, de espaldas al barrio, el cierre de uno de sus espacios en el interior de la zona (el Centre del Carmen), y los sucesivos proyectos de ampliación que afectan a decenas de familias, cuentan en estos momentos con una gran contestación
no solo por parte de los vecinos sino también de los técnicos.
El proyecto de ampliación pretende, además de expandir el
museo a toda la manzana, cubrir el edificio con una estructura de una altura de más de diez pisos. El agravio comparativo está servido, ya que en las proximidades se han venido derribando edificios de los años sesenta con el argumento de
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Fig. 2. Plan de la Muralla, contestado por ciudadanos y técnicos.
que al ser de diez plantas superaban los niveles de la zona,
edificios todos ellos habitados; en este momento la modificación del Pepri supone el próximo derribo del último de ellos.10
Si se lleva acabo la ampliación, el siguiente paso será la reestructuración del barrio en esa zona: apertura de una gran
plaza a espaldas del IVAM, derribos de edificios habitados,
levantamiento de otros más elevados y de más categoría social… Los vecinos ven el IVAM como la punta de lanza de la
especulación en esa zona, el motivo de la desaparición de numerosas familias en su entorno, y por todo ello la afección negativa en su propia vida. Otra actuación frustada y frustante.
Vemos aquí la unión de un elemento cultural con la afección negativa a los ciudadanos residentes. Es peligrosísimo
identificar cultura y patrimonio histórico-artístico con especulación. Quien sale perjudicado es el patrimonio y la cultura.
Se hace necesaria la participación ciudadana en estos temas
para evitar despropósitos, y es de exigir la racionalidad y conocimiento del medio por parte de los técnicos y políticos. En
la ciudad están surgiendo numerosas acciones ciudadanas en
defensa de espacios y edificios, frente a su destrucción y utilización en el proceso especulativo. Cada vez son más los denominados Salvem: l’Horta, el Cabanyal, la Tabacalera, el
Botànic… La ciudadanía se pregunta cómo es posible que ante una legislación protectora del patrimonio, como nunca ha
existido antes, se siga destruyendo patrimonio. Y cómo es posible que en una sociedad que se dice democrática, cada vez
más los ciudadanos se organizan para luchar contra las acciones de la Administración, la cual debería ser la garante de
la seguridad de esos ciudadanos.
Otra de las actuaciones ha sido la realizada en la plaza
del Árbol. Hace más de un decenio se actuó sobre la manzana comprendida entre la plaza del Árbol, calle de Santo Tomás, Cobertizo y calle Baja. Fueron desalojados los pocos vecinos que quedaban, expropiadas y derribadas las fincas que
componían dicho espacio. En ese momento eran varias las actividades económicas que se realizaban en la plaza: peluquería, horno, relojería, más algunas en las calles adyacentes.
Pronto se derribaron los edificios y un inmenso solar se abrió
en pleno barrio del Carmen. Doce años después aún se podía
ver el solar, “de la vergonya”, lo han titulado los vecinos. Hoy
en día solo un bar queda en el entorno, han desaparecido todos y cada uno de los comercios, y muchos de los vecinos.
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Fig. 3. En este estado tiene la Administración la muralla islámica. Calle Salinas.
¿Era necesaria la actuación hace 13 años, cuando en realidad se va a llevar a cabo más de un decenio después? ¿No
hubiera sido mejor mantener la población y actividad hasta el
momento de la actuación, y solo entonces? O, incluso, ¿era
necesaria dicha actuación en esos términos? El solar de la plaza del Árbol ha sido la vergüenza de un proyecto, de unos
métodos, cuyos objetivos fueron vendidos como la regeneración del barrio. Después de la actuación de la Administración,
esa zona, antes viva, aparece hoy como un desierto. Actualmente, por fin se está construyendo en dicho solar.
Otro caso es el del mal llamado Plan de la Muralla Musulmana. Efectivamente, el tema ha generado una amplia bibliografía.11 En resumen, se pretendía actuar sobre un tramo de la
antigua muralla de la Balansiya islámica, en concreto el comprendido entre las calles Palomino y Salinas, del barrio del
Carmen. Para ello se expropiaban y derribaban diecisiete edificios, prácticamente todos habitados por casi cincuenta familias. En su lugar se debían alzar edificios de equipamientos de
la Administración. Los vecinos de la zona llevaban decenios
reclamando la restauración y puesta en valor de los pocos
lienzos que se conservan, pero cuando llega el día resulta que
los que sobran son ellos, los ciudadanos que vivieron en el lugar durante toda su vida. Nadie de la Administración aportó
datos respecto a los “necesarios” equipamientos que justificaban una acción tan dura. Plan de despropósito fue bautizado
no solo por los vecinos sino por diversos técnicos. La excusa
arqueológica de la actuación sobre la muralla musulmana ha
Figs. 4 y 5. Referéndum popular contra el mal llamado Plan de la Muralla, Pl. del Carmen, 14 de mayo de 2003.
quedado clara en documento presentado por el Colegio de
Doctores y Licenciados, apoyado además por el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universitat de València.12
El título de dicho documento es significativo: “No en nuestro
nombre”. Una cosa es la arqueología y otra la barbarie urbanística: “Se ha llegado a utilizar el término chapapote para
definir las construcciones posteriores a la muralla (…) creemos
que las casas adosadas a la muralla son también patrimonio
arqueológico (…) nosotros sólo podemos dar unos consejos a
los responsables del proyecto. Si así lo han decidido, urbanicen siguiendo los mismos criterios que en los siglos XIX y XX
quisieron arrasar el casco histórico (…) pero no digan que lo
hacen en nombre de la arqueología; modifiquen el paisaje urbano y llévense a los vecinos donde piensen que vivirán más
felices, pero no digan que lo hacen para poner en valor el patrimonio; eliminen los edificios históricos que consideren que
sea necesario para crear un nuevo urbanismo, pero no digan
que lo hacen sabiendo exactamente lo que eliminan. Y por favor, no les llamen chapapote. No en nuestro nombre”.13
Los vecinos afectados se organizaron en una plataforma14
e iniciaron acciones en defensa de sus hogares: manifestaciones, barricadas, carteles, manifiestos, actividades lúdicas, referéndum, mesas redondas, conferencias… Ante una nueva acción de la Administración sobre el centro histórico la ciudadanía se organiza para su supervivencia en sus hogares. Al mismo tiempo se sucede un fenómeno parejo, la llegada de ofertas a los vecinos para que vendan sus casas, la compra de fin-
Fig. 6. Humor negro sobre las actuaciones del RIVA.
cas enteras, algunas con vecinos, por parte de empresas; es el
“asustaviejas” que han denominado los medios de comunicación. Los ciudadanos elevan su queja, su angustia, sobre una
forma de hacer la ciudad que perjudica a los primeros que debería beneficiar: “El agravio comparativo es evidente, propietarios y empresarios que pueden comprar y vender edificios
con murallas y torres, por el contrario ciudadanos de a pie a
los que la Administración quiere expropiar porque en el interior de sus casas hay restos de muralla, o simplemente porque
en su suelo hubo en su tiempo muralla, o porque hay que hacer un paso para ver los restos de la misma. Es más, el mal llamado Plan de la Muralla en el Barrio del Carmen, sólo afecta
a un sector pequeño de ésta, unos metros más allá del Plan se
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Fig. 7. El vaso se ha colmado.
Vecinas de Ciutat Vella a “tomatazos” contra la oficina RIVA, 12-6-2003.
compra y se vende. Los ciudadanos a los que afectan los planes de la Administración no tienen sus casas para especular,
sino para vivir, y sobre ellos cae todo el peso de la Administración y de las leyes de expropiación. A lo que estamos asistiendo será todo lo legal que ustedes quieran, pero ¿es ético lo que
está haciendo la Conselleria de Cultura en estas actuaciones
sobre el Patrimonio y las personas?”.15
La situación de cabreo ciudadano llegó a su extremo en la
realización de una tomatina ante la oficina RIVA. En ella ciudadanas y ciudadanos de diversos barrios de Ciutat Vella
mostraron su enojo y angustia ante los que deberían ser los
primeros garantes de su seguridad.16
No obstante, hubo un punto de inflexión en los planteamientos de actuación con la llegada de un nuevo director general y por tanto un cambio en la jefatura de la oficina RIVA.
El nuevo director general de Arquitectura, Fernando Mut, comenzó un proceso de diálogo con los vecinos afectados por el
Plan de la Muralla, y se estableció una comisión de seguimiento por acuerdo del Ayuntamiento de la ciudad, en la cual estaban integradas todas las consellerias implicadas (Infraestucturas, Territorio, Cultura), el Ayuntamiento y los vecinos. Comisión que ha venido construyendo un nuevo plan en el cual
la afección es mínima y se consiguen los objetivos de mantenimiento de la población, actuación sobre el elemento histórico-patrimonial, su puesta en valor y visita, la construcción de
nuevas viviendas y equipamientos. No obstante el proceso es
lento y no exento de dificultades. Es de sumo interés el análisis de las posiciones de los redactores de los proyectos, y de
Fig. 8. Pancartas de protesta contra el “asustaviejas”.
Fig. 9. Pancartas reivindicativas.
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los técnicos de la Administración, sobre todo en su relación
con la participación. Este nivel ha resultado, en ocasiones, un
obstáculo. En el comentado trabajo de la profesora Fernández-Coronado,17 sitúa dos posiciones discursivas entre los técnicos: unos que plantean la búsqueda de nuevos cauces de
participación para que los ciudadanos sientan y participen en
todo el proceso de rehabilitación, y un segundo grupo que
opina “que la participación de los afectados sólo conduce a
retrasos, problemas, malas y desvirtuadas actuaciones, aumento de gastos…”. Las estadísticas del comentado trabajo indican que son más abundantes los segundos que los primeros.
Nosotros hemos tenido la oportunidad de estar inmersos en
un proceso de actuación sobre un espacio urbano, y cuando
después de numerosas reivindicaciones ciudadanas se ha
abierto paso a la participación, nos hemos encontrado con algunos técnicos más proclives a la segunda visión que a la primera. El proceso reivindicativo contra el plan de la muralla, el
posicionamiento de algunos técnicos de la Administración, los
artículos reflejados en la prensa y, una vez llegado, el proceso de participación, a través de las actas de la comisión de seguimiento del mal llamado plan de la muralla del Carmen, son
claros en este sentido.
Generalmente nos encontramos con técnicos que, en muchas ocasiones, desconocen la realidad de los barrios, practican un urbanismo sobre plano; en ocasiones, la realidad de
los estudios sociales es inexistente o incompleta, incluso el lenguaje utilizado pone en tela de juicio los métodos y resultados.18 No sería justo extender estas características a todos los
técnicos: otros muestran no solo unos conocimientos técnicos
de nivel sino también una sensibilidad social digna de reconocimiento. Sin embargo, no es una lucha entre técnicos y vecinos, o al menos no debería serlo. Los técnicos son necesarios, pero su acción debe también circunscribirse a la participación, las opciones técnicas también son opinables, hay
otras alternativas. Es una relación necesaria y posible.19
Uno de los temas sobre los que no se ha tenido la más mínima sensibilidad en las actuaciones ha sido el reconocimiento de actividades tradicionales en el entorno. No solo no se
han identificado y protegido a la hora de realizar la planificación, sino que en ocasiones se ha propuesto su eliminación,
o mejor, ni siquiera se ha reconocido su existencia. Actividades artesanales en el mismo lugar mantenidas por varias generaciones de artesanos, y que actualmente siguen en pie, han
tenido que ser defendidas por ellos mismos y por los colectivos vecinales, frente a unos proyectos insensibles al hecho.20
Figs 10 y 11. Barricadas contra el Plan Riva.
Fig. 12. Triste imagen.
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Fig. 14. Un plan consensuado permite un tratamiento más cuidadoso
del Patrimonio y de los vecinos. Propuesta Unidad 7, AMP Associats, SL.
Fig. 13. Ayuda divina contra la especulación y el Plan Riva.
Cada ciudadano/a se expresa según su capacidad y creencias.
Entre los aspectos positivos que ha generado la lucha ciudadana en el caso del Plan de la Muralla destaca el hecho de
asumir de forma consensuada una serie de ítems a tener en
cuenta en este tipo de actuaciones:
Respecto al uso residencial:
1. Mantenimiento de la población residente en el barrio.
2. Primacía del uso residencial como fundamento de la intervención.
Respecto a las dotaciones y equipamientos:
3. Impulsar la creación de dotaciones y equipamientos de
barrio.
4. Mantenimiento de la actividad económica existente, con
especial atención a los bajos comerciales. Potenciación y
mantenimiento de actividades artesanales especializadas.
Respecto a la vivienda, edificación y escena urbana:
6. Mejora de las condiciones de habitabilidad de las viviendas existentes.
7. Mantenimiento y ampliación del catálogo de edificios
aprobado.
8. Mejora de la imagen y adecuación a las características
formales del entorno histórico de los edificios residenciales existentes.
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9. Normativa de la integración de las edificaciones de nueva planta al entorno de la zona objeto de planeamiento
compatible con las características morfológicas y sintácticas de las preexistencias edificadas.
10. Mantenimiento general de la trama urbana.
11. Recuperación para disfrute público de los espacios y elementos histórico-artísticos.
Respecto a la participación ciudadana:
12. Promover la participación ciudadana a lo largo del proceso de planeamiento y de realización de las actuaciones
diseñadas.
13. Creación de una comisión que integre vecinos y expertos,
de carácter pluridisciplinar, de carácter consultivo para el
seguimiento de las actuaciones programadas.
14. Integración y coordinación de las diversas administraciones actuantes.21
¿Puede ser este un modelo de actuación, de seguimiento
de las acciones en la ciudad? Nos parece que el método es
positivo, pero evidentemente se necesita voluntad política para desarrollarlo, voluntad de los técnicos para dialogar ante
las diversas posibilidades técnicas, imaginación y colaboración de los vecinos para plantear alternativas…22
Entre los efectos negativos de estas actuaciones urbanísticas están los aspectos patológicos del problema. El estado
anímico de los afectados es fácil de imaginar. El doctor Juan
Ángel Ramos, psiquiatra del Hospital Provincial de Castellón,
en un informe psiquiátrico de 2004 revela la existencia de un
síndrome generado por la amenaza de perder sus casas o
propiedades por un proyecto urbanístico. En este tipo de depresión, “el vecino se entera de que su casa va a ser demolida independientemente del estado en que se encuentre y de
que en ella hayan vivido sus padres y abuelos. Y se enteran
de que lo han decidido convecinos suyos (concejales, políticos) que no saben contestar, dicen que es por su bien o ale-
Fig. 15. Los ciudadanos solo quieren una vida digna y en paz.
Es necesaria la participación ciudadana para no hacer
una ciudad contra nadie. (Foto: Alberto Saiz).
gan que no se puede hacer nada porque es la ley”.23 El doctor Ramos propone “llamarlo síndrome de Castelló, que consiste en una desesperanza vaga y flotante, un abandono del
espíritu de lucha, entrando en una resignación crispada con
alteraciones de las relaciones familiares”.
Siguiendo con los estudios del doctor Ramos, el vecindario
afectado por estas actuaciones puede llegar a una percepción
persecutoria, en algunos casos se puede llegar a la agresión.
Además, se da anhedonia (falta de autoestima y de búsqueda de placer), por la desaparición de los referentes históricos.
Yo añadiría, tal como hemos padecido en nuestro entorno, alteraciones del carácter, enfermedades, depresión… Y sobre
todo la sensación de soledad, de incomprensión ante urbani-
zadores sin escrúpulos, técnicos prepotentes y políticos que
deberían estar al servicio de los ciudadanos para solucionar
sus problemas y no para crearlos.
Actuar sobre la ciudad, construirla, necesita no solo la visión técnica de urbanistas y arquitectos, sino también la aportación de los ciudadanos a los que afecta. Sin embargo todo
está inventado: la democracia, la participación democrática.
Pero no el solo hecho de ir a votar en las elecciones oportunas, se hacen necesarios otros factores: la garantía de derechos y libertades, la ley y su aplicación de forma independiente y efectiva, los medios de comunicación plurales, y una
sociedad civil organizada y democrática, entre otros.24 En última instancia, al actuar sobre estos espacios históricos no se
trata solo de rehabilitar, sino de revitalizar.
Habría que analizar en profundidad las actuaciones realizadas hasta la fecha en la Ciutat Vella, y de una vez por todas planificar el entorno como un todo. Acercarse al entorno
de forma global, teniendo en cuenta el patrimonio históricoartístico, los problemas comerciales, las actividades artesanales, los problemas de tráfico, los espacios verdes, los servicios… los ciudadanos. No solo los técnicos desde sus despachos, los políticos desde sus escaños o desde la gestión, hay
que contar con los movimientos vecinales, con los ciudadanos
afectados. La ciudad se construye entre todos y para todos. El
primer patrimonio somos los ciudadanos.
■
Josep Montesinos i Martínez
Departamento de Historia del Arte
Universitat de València
Bibliografía
– Borja, Jordi, El espacio público: ciudad y ciudadanía, Electa, Barcelona, 2003.
– Fernández-Coronado, R., “Proceso de rehabilitación de los centros históricos. Planificación urbana y participación ciudadana”, Arxius, Arxius de Ciències Socials, 10,
2004, editorial Afers - Universitat de València, pp. 121-135.
– Flor, Vicent, “Democracia y urbanismo. Panorama para un posible reencuentro”,
Lars, Cultura y Ciudad, 3, 2006, pp. 9-13.
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2003, Universidad Politécnica de Valencia, http://www.upv.es/plu/publicacions.htm,
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– Labarta, M. y Todolí, J., “Avoiding exclusion: the construction of identities and the
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– Montesinos i Martínez, Josep, “Patrimonio Histórico-Artístico y Participación Ciudadana. Alrededor de la Ciutat Vella de Valencia”, Societat i Patrimoni, 2, Universitat
de València (2006), pp. 91-144.
Notas
1.
2.
3.
4.
Borja, 2003, p. 5
Cabanyal, Campanar, Russafa…
2004, p. 125.
La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en su 19ª reunión celebrada en Nairobi, en noviembre de 1975, en cuanto a la salvaguarda de los conjuntos históricos indicaba que
había que respetar: “… las actividades humanas (por modestas que sean), tienen,
en relación con el conjunto, un significado que procede respetar”.
5. Carta Internacional para la Conservación de poblaciones y áreas urbanas históricas,
adoptada por ICOMOS (International Council on Monuments and Sites), octubre 1987.
6. Josep Montesinos i Martínez, “El RIVA en el Carmen”, Levante - El Mercantil Valenciano, 4 de junio de 2003.
7. Josep Montesinos i Martínez, 2006.
8. Fernando Gaja i Díaz, 2003.
9. Vera Selma, Juan Manuel, “Velluters, doce años después”, Levante - El Mercantil Valenciano, Territorio y Vivienda, domingo, 17 de octubre, 2004, p. 24.
10. Unidad 22, Modificación del Pepri del Barrio del Carmen, 2003.
11. Josep Montesinos i Martínez, 2006.
12. Departamento de Prehistoria y Arqueología, Univ. Valencia – Sección de Arqueología del Colegio de Doctores y Licenciados de Valencia, “La muralla árabe. No
en nuestro nombre”.
13. Levante - El Mercantil Valenciano, 11 de mayo de 2003, pp. 4-5, también en
http://www.cdlvalencia.org/arqueologia.htm.
14. Associació de Veïns Afectats per la Modificació del Pepri al Barri del Carme, integrados en la Plataforma de Participación Cioudadana La Muralla, http://www.barridelcarme.org.
15. Begoña L.Martínez, Levante - El Mercantil Valenciano, 7 de julio de 2004.
16. 12 de junio de 2003.
17. 2004, pp.130-131.
18. Labarta – Todolí, 2005.
19. Fina Català, “Urbanistas y vecinos, una relación posible”, Levante - El Mercantil
Valenciano, sábado, 3 de mayo de 2003.
20. José Luis March, “La muerte del artesanado en Valencia”, Levante - El Mercantil
Valenciano, 1 de junio de 2003, Territorio y Medio Ambiente, p. 18.
21. Acuerdo de la Comisión de Seguimiento Plan de la Muralla.
22. En este sentido, además de las reivindicaciones, los vecinos presentaron y colaboraron en alternativas al Plan de la Muralla, elaboradas por el taller de arquitectura
de Jorge Palacios, por el Grupo Esfera y por la Asociación de Artesanos LaborArt.
23. Levante - El Mercantil Valenciano, 4 de marzo de 2004, p. 43.
24. Vicent Flor, 2006, p. 9
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