Revista de Psicoanálisis de Guadalajara No. 3

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REVISTA DE PSICOANÁLISIS
DE GUADALAJARA
Grupo Psicoanalítico de Guadalajara
Comité Editorial
Directora
Norah Gramajo Galimany
Secretaria
María Cristina Espinosa Rivas
Miembros del Comité Editorial
María Esther Guzmán
Celia González
Adriana Lira
Patricia Reyes
Carmen Villoro
La Revista de Psicoanálisis de Guadalajara
es propiedad de la Asociación Psicoanalítica de Guadalajara, A.C.
Publicación anual, 2009.
El Comité Editorial no es responsable
del contenido de los artículos publicados.
Todos los derechos de reproducción
de los textos aquí publicados están
reservados a Revista de Psicoanálisis de Guadalajara
DR © 2009 Asociación Psicoanalítica de Guadalajara, A.C.
(Grupo de estudio)
Filial de la Asociación Psicoanalítica Internacional (ipa)
Sociedad Componente de la Federación Psicoanalítica
de América Latina (FEPAL)
Paseo de la Arboleda No. 632. Jardines del Bosque
Guadalajara, Jalisco, México
ISSN 1870-5952
R.D. 04-2008-061314551900-102
revista de psicoanálisis
de guadalajara
Grupo Psicoanalítico de Guadalajara
Índice
Núm. 4 l 2009
Prólogo
Micaela Hernandez Abad
Transferencia vincular
Diana Siguel de Turjanski
7
9
¿Es posible la enseñanza del Psicoanálisis
en la Universidad?
Haydée Zac de Levinas
Silvia Grinblat de Notrica 15
El deseo esclavo en la violencia sexual
Patricia Alkolombre
21
Lo que del hombre hace mujer
Gladys Michelena P. 27
Y con los triángulos ¿desde dónde?
Ruth Axelrod Praes 35
Cultura web o el mundo en la palma de la mano;
relaciones con el psicoanálisis
Cecilia Moise de Borgnia
Ana Salazar
43
Transferencia imaginaria: actuación del analista
Olga Varela Tello
53
Mi mamá, tu y yo
Laura Mejorada de la Mora
59
Prejuicio, intolerancia y odio al otro
Fanny Blanck-Cereijido
65
Mesa aniversario 100 años de ipa
Transferencia. Los comienzos
Micaela Hernández Abad
77
Transferencia: Escuela Inglesa, un breve recorrido
Ma. Esther Guzmán Barajas
83
Vuelve a contarme la misma historia que reinventas
cada vez. Transferencia. Escuela Francesa
Adriana Lira Ramírez
89
Reseñas de Libros
Nuevos paradigmas de la mujer
Carmen Villoro Locura (enfoque multidisciplinario)
Carmen Villoro 97
103
Prólogo
E
transferencia “vincular”, ya
l Número 4 de la Revista
Micaela
que pertenece al encuentro
de Psicoanálisis de GuaHernández Abad
de la sesión.
dalajara nace en el año del
Olga Varela plantea que la transferencia
centenario de la Asociación Psicoanalítica
Internacional (IPA), fundada en 1910 por imaginaria, narcisista o especular obtura el
inconsciente; los análisis se estancan, proSigmund Freud.
Los psicoanalistas a lo largo de todo el ducen interrupciones o concluyen, pero
mundo nos hemos unido a los festejos de sin haber hecho otra cosa que cambiar una
los 100 años de nuestra Magna Asociación, historia por otra. Cuando el analista completa al paciente, ninguno de los dos logracon diferentes eventos conmemorativos.
Destacados colegas de distintas asocia- rá esta renuncia y los objetivos del análisis
ciones han contribuido, con sus artículos, habrán fracasado. Distingue la transferena que esta revista siga motivando el pen- cia imaginaria de la simbólica.
Patricia Alkolombre toca el tema de las
samiento y el diálogo en torno a la tarea
pacientes que han vivido situaciones de
psicoanalítica.
Se incluyen tres trabajos, presentados abuso y violencia sexual, la cual irrumpe
en la mesa conmemorativa de los 100 en el psiquismo dejando huellas perduraaños de IPA, del XXIII Simposium de las bles. Permanecen “esclavas” del trauma y
Américas que con el tema: Transferencia, del silencio auto-impuesto; la vergüenza
fue llevado a cabo en el mes de febrero y la culpa se traducen en inhibiciones. El
de 2010, por nuestra asociación. En estos abusador –el amo– reduce a su presa –el
tres trabajos, Micaela Hernández, Ma. esclavo– a un objeto a utilizar por la fuerza.
Esther Guzmán y Adriana Lira hacen un La esclavitud remite también al contexto
interesante recorrido a través del concep- de dominación que impone el secreto, la
to de transferencia, que inicia con Freud vergüenza y la culpa introyectados.
Gladys Michelena plantea que para
y se continúa por la escuela inglesa y la
que la pareja hombre-mujer, en las difefrancesa.
Diana Siguel desarrolla en su artículo el rentes modalidades de vínculo (padre-hiconcepto de transferencia vincular; afirma ja, novio-novia, esposo-esposa, hijo-madre,
que las intervenciones del analista van a analista hombre-analizanda), resulte y sea
intentar salir del “estancamiento” narcisista sana, fuerte y productiva, el hombre hay producir “encuentro”; a esto lo denomina brá de hacer que la mujer lo sea y la mujer
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4
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7
habrá de acceder, siéndolo. Si la mujer
huye, el hombre no puede hacerla mujer.
Ella no deja.
Haydée Zac y Silvia Grinblat comparten
su experiencia como docentes universitarias, impartiendo la materia de Salud Mental a estudiantes de Medicina. Resaltan la
importancia del vínculo como lo fundante
y a la vez sostenedor de las estructuras mentales. Señalan que los médicos se focalizan
en el síntoma, no percibiendo la importancia de lo vincular y que el conocimiento
de la teoría psicoanalítica proporciona
al estudiante de medicina la posibilidad
de integrar la información teórica con la
dinámica compleja del vínculo médicopaciente y de ambos con los procesos de
salud y enfermedad.
Ruth Axelrod plantea que cuando se
trabaja en situaciones de parejas se complejiza la tarea, ya que se está frente a
varias transferencias individuales y en una
transferencia múltiple, hacia los integrantes de la pareja y hacia el estilo de vínculo
que la misma ha desarrollado y trae al consultorio. La neutralidad en el trabajo con
parejas es un punto importante a tratar; el
vínculo con un tercero suele ser una buena
forma de salirse de esta proyección e introyección a la que es sometido el analista.
Laura Mejorada afirma que el paciente
perverso, más que ningún otro, confronta
al analista con su patología, con sus puntos
ciegos, con sus prejuicios, con sus pasiones, enigmas, deseos y carencias, en ese
cese de realidades, donde se encuentran
los inconscientes, lo cual repercute en el
proceso analítico. Su capacidad analítica
es lo único que lo puede sostener para no
8
núm.
4
inmiscuirse en el baluarte perverso al que
continuamente es invitado.
Fanny Blanck–Cereijido presenta un interesante análisis en relación al prejuicio, la
intolerancia y el odio al otro. Afirma que la
segregación, el racismo y el odio al otro parten de la problemática del narcisismo y de
la especularidad. El hermano es el primero
de esos otros que recibe los sentimientos
de rivalidad, amor y odio. De aquí parte el
complejo del semejante, el odio que la sentencia bíblica: “Ama a tu prójimo como a ti
mismo” trata inútilmente de borrar.
Cecilia Moise y Ana Salazar desarrollan
el concepto de “cultura web”, a la que definen de la siguiente manera: cultura como
producción simbólica social y web como
la tecnología conformada por una red de
redes de la información y la comunicación,
que notoriamente está generando profundos cambios tanto en la vida social como
en los procesos de constitución subjetiva
y, por lo tanto, en el bienestar y en el malestar de las personas. Las redes virtuales
se proponen como un desafío al mundo
simbólico del pensar y del sentir humano,
en su complejidad y en sus potencialidades,
en la creencia de salvar la distancia que nos
diferencia y la distancia de otros.
Se incluye también en esta revista la
presentación de dos libros: Nuevos paradigmas de la mujer y Locura (enfoque multidisciplinario), que contienen compilaciones de
artículos surgidos desde la comisión de
COWAP (Comité de Mujeres y Psicoanálisis) de nuestra asociación. Carmen Villoro
nos organiza un ágil y ameno recorrido a
través de los diferentes artículos contenidos en ambos libros.
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
Transferencia vincular
D
esde que Freud enunDiana Siguel
vivencias adquiridas en su
ciara el concepto de
propia experiencia terapéude Turjanski
transferencia y sus diferentes
tica. Del reconocimiento de
reformulaciones han translas mismas es que el analista
currido muchas horas de análisis. Sabemos puede obtener el grado de convicción
que Freud nunca trabajó con un paciente necesario para el ejercicio de la tarea teracon la extensión y el estilo que lo hace- péutica.
mos nosotros, aun teniendo en cuenta las
Estas consideraciones nos introducen
diferencias que cada grupo tiene con los nuevamente en las descripciones de Freud
otros. Por este motivo, al hablar de clínica que leemos en sus trabajos sobre técnica,
nos es más difícil llegar a acuerdos como donde la transferencia es definida como
en lo que respecta a la teoría: pareciera la investidura que recae en “la persona
que nos falta la “palabra” de Freud como del médico”. Decimos que es imaginaria
mediadora.
porque se relaciona con la imagen, con lo
Los analistas de todas las corrientes del especular, con el “otro yo”.1 Luego volverepsicoanálisis contemporáneo han estable- mos sobre este tema.
Freud considera que es la neurosis, el
cido sus puntos de vista con respecto a la
transferencia y son muchas (e interesantes) conflicto inconsciente no resuelto, la creasus conclusiones sobre cómo entenderla, dora de la transferencia. Pero esta concepcómo interpretarla. Sin embargo, más allá ción es muy parcial, dado que no considera
de las coincidencias dentro de los grupos, ni al analista ni a la situación analítica procada analista tiene su singularidad. El pro- piamente dicha.
La neurosis sería, en un sentido, un
blema surge cuando quiere imponer la
suya al otro: se quiebra el intercambio y se intento de hacer del presente pasado y del
pasado un presente continuo. El síntoma
rigidizan las teorías.
“Transferencia” es, en principio, una neurótico, como solución transaccional,
manifestación inconsciente. Está presente
en la medida que lo está en la teoría del
1
En un trabajo que escribimos con Ernesto
psicoanalista, formando parte de la manera
Turjanski (“Otro Yo”, La Peste nº 19) decien que piensa a su paciente. Éste conoce
mos que, muchas veces, nos referimos al
del tema por sus conocimientos conscienotro como “otro yo”, otro especular que
tes, racionales, yoicos y también por las
refleja nuestro propio yo narcisista.
núm.
4
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revista de psicoanálisis de guadalajara
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termina fijando y reduciendo a “lo mismo”
las diferentes y cambiantes situaciones
vitales, Por ende, esto se reedita en la situación analítica y la transferencia, desde esta
perspectiva, será pensada como resistencia.
Pero, resistencia ¿a qué? Freud contesta, a
rememorar, se repite en lugar de recordar.
En trabajos posteriores, con base en su experiencia clínica, dirá que también es “lo
resistido”, o sea, que ha observado que lo
que aparece como obstáculo es simultáneamente una posibilidad terapéutica.
Por otra parte, en la actualidad, los analistas nos ocupamos más de la resistencia
a la transferencia que a la resistencia de
transferencia. ¿Por qué? Pues porque transferencia es propiamente el medio del análisis, como señala Laplanche, algo así como
el “medio ambiente” en el cual se trabaja.
En esta misma línea tampoco nos adscribimos a la idea de “disolver” la transferencia,
“porque eliminarla sería como cortar la
rama donde estamos parados”.
En lo que respecta al análisis de y en
transferencia, voy a volver a citar el tan
conocido texto de Freud que dice que domeñar los fenómenos de la transferencia es
muy dificultoso para el psicoanalista pero
que “ellos brindan el inapreciable servicio
de volver actuales y manifiestas las mociones de amor escondidas y olvidadas de los
pacientes, pues nadie “puede ser ajusticiado in absentia o in efigie”. Me interesa, por
mis ulteriores consideraciones, reproducir
otra cita, ahora de “Análisis Terminable e
Interminable”, donde se pregunta: “¿Acaso
nuestra teoría no reclama para sí el título
de producir un estado que nunca preexistió de manera espontánea en el interior del
yo y cuya neo-creación constituye la diferencia esencial entre el hombre analizado
y el no analizado?” (229) (el destacado es
mío). Laplanche señala que si interpreta-
10
núm.
4
mos un movimiento transferencial es para
ayudarlo a evolucionar y no a resolverlo.
De esta forma, “la palabra en la transferencia es reveladora del inconsciente, pero simultáneamente es portadora de un sentido
nuevo”.
Muchas veces me pregunté si lo que
interpretamos y nos parece adecuado y
esclarecedor para el paciente fue algo que
alguna vez “estuvo” de alguna forma en él o
fue creado ahí, in situ, y tiene valor terapéutico como tal. Es decir, ¿es una reconstrucción del pasado o es una nueva producción
que tiene, como tal, valor mutativo? Si bien
diferentes autores han encarado el proceso
creativo en el campo analítico (y no sólo
repetitivo), tal vez las formulaciones de
Winnicott en relación al espacio transicional y especialmente al “uso del objeto” y
la idea de “producción de inconsciente”
de Deleuze dan cuenta más cabal de esta
circunstancia.
Winnicott pone en consideración las
ideas kleinianas que atribuyen a la proyección la forma en que el sujeto toma conocimiento de lo que es exterior a él. Pero, en
la situación analítica, esto lleva a algo así
como un autoanálisis dado que, al pensarlo
sólo en términos proyectivos, nunca lograría ubicar al analista en el mundo exterior
a su propio yo. Para que esto se logre en el
curso de un análisis, tendrían que poder
observarse varias secuencias. En las primeras, señala Winnicott,2 el sujeto se relaciona
(intrapsíquicamente) con el objeto que,
posteriormente, estaría “a punto de ser hallado por el sujeto pero aún no es ubicado
por éste en el mundo”. En otra etapa, el sujeto destruye, en su fantasía inconsciente, a
ese objeto. Y si el objeto logra sobrevivir a
sus ataques, esto es, no tomar represalias,
2
D. Winnicott, “Realidad y juego”, Gedisa ed.
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
el sujeto puede usar al objeto. La condición
de esta posibilidad es que el objeto “se halle fuera de la zona de control omnipotente
del sujeto” (el destacado es nuestro). Un
objeto así considerado es “otro que yo”,
decimos nosotros, y Winnicott concluye,
“de ese modo se crea un mundo de realidad compartida que (el sujeto) puede usar
y que puede devolverle una sustancia que
es no-yo”.
En cuanto a Deleuze, sin considerar
aquí la complejidad del concepto de
“producción” de este autor, tomo la idea
asociándola a la de transferencia como
espacio creado y a su vez creador de nuevas
experiencias. Es en este sentido que lo que
se iría produciendo es algo del orden del
inconsciente. Recordemos la cita de Freud
donde habla de “neo-creaciones”.
Tomando en cuenta a ambos autores separadamente, pensamos que lo que se crea
es, en esencia, un vínculo que, en sí mismo,
sería como un nuevo objeto, un “tercero
analítico”, como dice Green.
Es importante aclarar que destacar lo
nuevo no significa ni desestimar las repeticiones ni tampoco suponer que las nuevas
producciones serían mejores o correctivas
de las pasadas. Simplemente intento describir lo que pienso que se desarrolla durante
un análisis, tratando de formalizarlo y, si es
posible, utilizarlo como cada uno encuentre más adecuado.
Hay una relación temporal en la transferencia que modifica la concepción
cronológica lineal y determinista que el
mismo Freud le atribuyó. Se dice que la novedad del pensamiento de Heidegger es no
tanto asociar el “ser” con el lenguaje, como
considerarlo como “evento”: más que una
estructura ya hecha, el ser “va siendo”.
Pensada de forma semejante, la transferencia incluye el pasado que se presenta y se
escenifica en el “aquí y ahora” pero, al ir
sucediendo, lo hace como una posibilidad
“abierta” que le quita ese carácter monolítico que proviene de las “verdades” concretas y conscientes. En este “ir siendo” es en
el que se produce inconsciente, se produce
“historia”, se produce “encuentro”. Es un
movimiento hacia otro como “otro que yo”
pero que, en su camino, suele encontrar
(como obstáculo) al “yo” como instancia
de identidad y estructura. Las intervenciones del analista (“arte y parte” de esta escena) van a intentar salir del “estancamiento”
narcisista y producir “encuentro”. A esta
transferencia la denomino “vincular”. 3
Se nos ocurre que, dentro del esquema metapsicológico de las “tópicas”, ésta
sería una tercera tópica que nos introduce
en otra categoría de sujeto. La conocida
expresión de “relación intersubjetiva” no
alcanzaría para explicar adecuadamente el
encuentro con la ajenidad del otro. Además se suele enfatizar lo subjetivo como
lo que le sucede al paciente (o incluso al
analista) pero separadamente y no dirigido
al otro específicamente.
Se trata de un movimiento hacia el otro
que encuentra, como mencioné antes, la
identidad del yo (narcisista) como obstáculo. “El otro no viene a perturbar-me desde
el exterior de mí mismo”, dirá Tortorelli,
“lo que se perturba es la identidad”. El
otro, decimos nosotros, me con-mueve.
Nos venimos preguntando, ¿cuánto de
producción, cuánto de repetición? Pero
también, ¿cuánto de ese re-memorar en
3
I. Berenstein y J. Pujet, a partir de su trabajo clínico
con grupos y familias, han desarrollado teorías psicoanalíticas acerca de lo vincular muy interesantes
que, en algunos sentidos, se relacionan con lo que
intento plantear aquí, desde la perspectiva de la
sesión individual.
transferencia vincular
diana siguel de turjanski
11
sesión está creando, en el mismo acto, un
nuevo hecho? Esto es, que aun cuando se
hable de recuerdos o éstos se actúen, de alguna forma en transferencia, “sucede” algo
nuevo en ese “hecho” de transferencia, en
esa “neo-creación” tan específica del contexto psicoanalítico.
Ortega y Gasset decía, refiriéndose a la
historia, “No hay actio in distans ...El pasado
soy yo_ se entiende_mi vida”. “Vida” es
para Ortega el ser –siendo, movimiento.
Es pues, la historia también como drama y
acontecimiento.
Esta concepción orteguiana de la historia es la que encuentro afín a lo que decíamos sobre la transferencia y su relación con
la repetición. Por eso cuando Ortega dice
que “no hay acción a distancia” nos recuerda las palabras que usa Freud para expresar
una idea semejante cuando habla del “aquí
y ahora” de la situación analítica.
Transferencia es también, como venimos desarrollando, la posibilidad de “encuentro” entre analista y paciente como
“otro que yo”. La transferencia vincular
trae a la presencia lo Inconsciente, la infancia,4 lo inefable. La denomino vincular
porque pertenece al encuentro de la sesión, no es preexistente a él sino que “se
da” ahí, “in situ”, cualquiera sea su cualidad
y características. Son interesantes las consideraciones de Laplanche en cuanto a la
diferenciación de la “transferencia en pleno” (que entendemos como “imaginaria”,
proyectiva y narcisista) de la “transferencia
en hueco” que asociamos con lo que llamamos “vincular”. Si bien destacamos con la
mayoría de los autores que lo singular de la
transferencia en el psicoanálisis es su carácter sexual, entendemos que, en su devenir,
significa ir saliendo del encierro narcisista
4
Como lo no hablado.
12
núm.
4
en el sí mismo, para ir al encuentro del
otro. Pero otro que ofrece un “hueco”,
un enigma también en su sí mismo: un no
saber todo sobre sí ni sobre ese otro primordial a partir del cual se ha constituido.
El encuentro vivencial en la situación
analítica produce afecto. “Es un fragmento de vivenciar real-objetivo” (156), dice
Freud en “Repetir, recordar, elaborar”. El
afecto nombrado se hace “sentimiento” y,
como tal, puede ser objetivable. El enlace
con la palabra que el paciente hace en
transferencia de sus afectos puede ser del
llamado “falso enlace” o bien ser un tipo
de sentimiento “encubridor”. Lo ya sabido,
como pieza de repetición puede obturar lo
nuevo a sentir y a experimentar. El trabajo
analítico permitirá ir transformando lo
que insiste y persiste como estructura en
el paciente, en “movimiento” que lo “saca
de sí” para ir hacia el otro. La neurosis se
ha organizado como solución que generó
un cierre en las relaciones con sus objetos
(que, como decíamos recién, Freud denomina precisamente “fijaciones”), como
efecto de la represión. Así el “otro” quedó
englobado en su interior, encerrado en el
inconsciente e imposibilitado de transformaciones. Ese “otro yo”, que se construye
como un doble, un “semejante” al yo, es lo
que se presenta como instancia de identidad y repetición.
En la situación vincular, el analista no
es ese espejo al que se aspiraba ser en otra
época. Al ofrecerse como alguien que
“hace diferencia” con el paciente, pero que
también hace diferencia con respecto a sí
mismo, puede ser “hueco” para contener
lo diferente del paciente. Pontalis nos dice
que un análisis sólo podría ser operante “si
el analista consiente en deshacerse de sí mismo: pero no solamente de las imágenes que
pueda tener y querer dar de sí mismo, las
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
certidumbres que puedan darle su saber,
su saber hacer y esa pequeña teoría portátil
que se ha fabricado, sino también lo que
se ha venido constituyendo como “su yo
analista”. Un análisis es eficaz cuando puede hacer vacilar ese “ser analista” y cuando
puede salirse de la identidad analista como
un molde estrecho y fijo que puede conducir al impasse del análisis.
“El “hallazgo” del otro pero como otrootro y la posibilidad del “encuentro” es
algo que se va dando merced al trabajo interpretativo, no tanto de “lo” vincular, sino,
como algunos sugieren, “desde” lo vincular, lo que se da en llamar “el entre”. Desde
esta perspectiva teórica no habría “uno y
otro” constituidos que se relacionan, sino
que ambos se constituyen (y destituyen) en
el entre del encuentro psicoanalítico. “En
el encuentro entre dos extraños 5(analista
y paciente) se produce un acontecimiento
real”, señala Pontalis, “la transferencia
actuada, experimentada en el análisis, producida por éste, es inolvidable en el acontecimiento, en el advenimiento que ha sido.
Ésa es su fuerza de atracción”.
También, por lo menos en la medida
que constituye nuestro bagaje teórico,
pensamos e interpretamos la transferencia
como reedición de vínculos del pasado
“biográfico” y fantasmático del paciente.
De esta forma, los distintos modos en
que la transferencia se nos presentaría en
cada sesión conformarían algo así como
un entramado dialogal que daría esa especial singularidad al diálogo psicoanalítico.
Creo que es en el difícil y vacilante punto
de enlace durante una sesión, de esas
transferencias, en que algo del orden del
acontecimiento se hace posible.
5
A modo de conclusión podemos decir:
Un aspecto de nuestra tarea analítica
es la de construir una historia, dado que la
necesidad de historizar es propia de lo humano. Pero, al producirse en la actualidad
de la transferencia, se va abriendo a nuevas
significaciones.
El “encuentro” en transferencia contiene la paradoja de su posibilidad--imposibilidad. En la medida que hablamos de
movimiento, de flujo y no de algo estático,
al querer aprehenderlo caemos en la cuenta que, por definición, no lo podemos fijar
en un punto. En un sentido es en el “aquí”,
pero “el ahora” es inasible, siempre está
diferido en el tiempo.
El “vínculo” creado a partir de la posibilidad de ese encuentro es, en sí mismo,
también inefable. Sin embargo, da que
hablar. De eso se habla. Y al hacerlo, al
mismo tiempo se va produciendo y transformando.
Al trabajar en transferencia, invocamos
con nuestras palabras (al decir de Freud)
a los “demonios del averno” y que, según
Sartre, son los otros, esos otros que yo.
Pero no tanto para” interrogarlos” o para
“ajusticiarlos”, como decía Freud, sino, precisamente, para darles la palabra.
“La fuerza de atracción”. J. B. Pontalis. Siglo veintiuno editores.
transferencia vincular
diana siguel de turjanski
13
¿Es posible la enseñanza del Psicoanálisis
en la Universidad?
I
ntroducción
Haydée Zac
de Levinas,
Silvia Grinblat
de Notrica
Las autoras de este trabajo
somos docentes universitarias por más de 10 años en
la Facultad de Medicina de la Universidad
de Buenos Aires, con la doble identidad
de ser Psicoanalistas miembros titulares de
APdeBA, pero también con una formación
académica como maestras.
En el campo de la enseñanza de la materia Salud Mental1 incluimos conceptos
psicoanalíticos. Sostenemos la importancia
del reconocimien­t o de la Subjetividad
como un elemento insoslayable para todo
tipo de vínculo hu­mano y, por supuesto,
presente en la relación médico-paciente.
Intentamos ver cómo se despliega en el
Ciclo Vital y en sus Crisis en sus distintas
etapas: infancia, ado­lescencia, adultez y
vejez, para luego consi­derar los fenómenos
de salud y enferme­dad y su manifestación
dentro de la entrevista médi­ca.
Como manera de acceder a esto subrayamos la importancia del Vínculo como
lo fundan­te y a la vez sostenedor de las
estructuras mentales. Los psicoanalistas,
por las mismas características de la práctica
1
Salud Mental es una materia que forma parte del
ciclo básico de la Carrera de Medicina, UBA.
núm.
de trabajar con un mismo
paciente durante muchos
años en tratamiento, pudieron comprender la importancia que adquiere en
los pacientes que enferman
la presencia del médico y el vínculo que se
establece entre ellos. A los médicos, por las
características de su trabajo: la falta de tiempo para atender a sus pacientes, urgidos por
los sistemas de salud que los obligan a ver
a una gran cantidad de pacientes en muy
poco tiempo, les resulta difícil reflexionar
y pensar sobre lo emocional y focalizan
solamente en el síntoma en cuestión, no
percibiendo la importancia de lo vincular.
Llegar a una gran cantidad de médicos
es una tarea imposible, en cambio el contacto con los alumnos de grado de medicina
nos permite elaborar con ellos el reconocimiento de la importancia de la “Mirada
Médica” y que, si a ésta se le agrega “la Escucha Psicoanalítica”, les permite adquirir
una nueva dimensión de los seres humanos.
Pensamos que al igual que cualquier
especialidad, cirugía, traumatología, etc.,
el estudio de grado no habilita para ser
traumatólogo o cirujano. De igual manera,
para ser psicoanalista, lo único que habilita
es la formación a posteriori basándose en
el trípode análisis personal, supervisión y
seminarios.
4
2009
revista de psicoanálisis de guadalajara
15
La interdisciplina
En la actualidad, en las Ciencias hay fuerte
consenso en que una disciplina sola no
puede producir verdaderos avances. La manera de trabajar científicamente es a través
de la Interdisci­plina. “Para que un encuentro sea verdadera­mente inter­disciplinario,
los intercambios deben ocurrir durante la
construc­ción conjunta del conocimiento
y a partir de la formu­lación precisa de los
pro­blemas, reali­zando la integración de la
diversidad de los enfo­ques”.
En Medicina, la complejidad de las
variables en juego y el hecho de que éstas
se desplie­gan en el seno de una relación
muy particular, la de la relación médico-paciente- enfermedad, dentro de un contexto
histórico-cultural determinado, requiere
cada vez más que los que nos abocamos a la
formación de médicos profundicemos en la
interdisciplina.
Según Kuhn, la comunidad científica
se orienta con base en paradigmas, entendiendo por tales, ciertos principios-guía
fundamentales, de los que se desprenderán leyes específicas sobre el fenómeno
a indagar, que orientan y dan un modelo
que permite el abordaje de nuevos datos
empíricos. Cuanto más claro y delimitado
tenga una disciplina su paradigma, mayor
será la posibi­lidad de trabajar interdisciplinariamente.
Es a partir de ahí que podemos abordar
la problemática que nos ocupa, que es la
trans­misión de un saber, sobre la que se
pone en juego la compleja trama de los
vínculos humanos.
Nuestra tarea
Al iniciar la cursada, los alumnos son entrevistados por los docentes. Estas entre-
16
núm.
4
vistas se hacen en el intento de favorecer
la fluidez del vínculo pedagógico, estable­
ciendo en ese acto, y como punto de partida, la importancia de la calidad del vínculo
en la relación alumno-profesor-objeto de
estudio, quedando quizás como una suerte
de modelo identificatorio de lo que luego
será el vínculo médico-paciente-enferme­
dad, el que pensamos se basa en los vínculos más tempranos, formadores de la
perso­nalidad.
Para el médico en formación es de
suma importancia el reconocimiento de
la constitu­ción del psiquismo humano, la
eficacia del inconsciente y la reedición de
los vínculos tem­pranos en los fenómenos
transferenciales. Esto implica simultáneamente tener y aceptar tener vivencias integradoras de su propia experiencia como
sujeto de la existencia.
Los alumnos deben poder adquirir
la noción de las propias limitaciones, de
cómo están atravesados por la sociedad,
cómo lo infantil de cada uno determina
muchas actitudes pero que, al mismo tiempo, los sucesos que han vivido a lo largo
de la vida también los modifica. Todo esto
contribuye a la revisión o, en el mejor de
los casos, a la caída de la omnipotencia depositada en el saber médico.
Para que esto se pueda dar en las discusiones grupales es muy importante el
coordinador, es decir, de los docentes a
cargo de los grupos que con su actitud
comprensiva podrán brindar los modelos
más adecuados y fomentar la libre expresión de todos los integrantes. Acordamos
con Balint (1997) que es posible el logro
de “una considerable aunque limitada
transformación de la personalidad, sin que
sea necesario un análisis personal”, cuando a través de nuestra tarea los alumnos
se identifican con una manera de pensar y
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
escucha psicoanalítica. Tratamos de que el
propio grupo sea un soporte importante
para el grupo de manera tal que se transforme en un grupo de trabajo y no en un
grupo de supuestos básicos.
Esto nos plantea, como docentes, el
desafío de trabajar atendiendo a dar infor­
mación teórica, acompañando al alumno
para que pueda reconocer sus creencias
y sus emociones, que muchas veces tiñen
y dificultan su posibilidad de aprender
en el con­texto de su práctica. Pen­samos
que maestro no es sólo aquél que tiene
las res­puestas, sino quien estimula a que
los alumnos puedan llegar a formular sus
propias pre­guntas. Al mismo tiempo, siendo psicoanalistas no debemos confundirnos y tomar a los alumnos como si fueran
pacientes. Debemos tener claro que los
alumnos deben poder dar cuenta de los
conocimientos teóricos, de realizar y analizar los trabajos de campo vinculando lo
teórico con lo que ellos vivenciaron.
Esta metodología da la posibilidad de
que se dé lo que dice la pedagogía más
actual y es que, en los seres humanos, los
distintos conoci­mien­tos for­man una red o
un entramado. Resulta más fácil el aprendizaje cuando el nuevo conocimiento entra dentro de ese entramado. Cuando se
le presenta a la per­sona un conocimiento
nuevo, el indivi­duo trata siempre de incluirlo dentro de la red. Para que se dé un
cambio, la red debe moverse, modificarse
y en algunas ocasiones desalojar algunos
viejos conceptos que ya no son operantes
y así se le da lugar a lo nuevo. Se produce
una síntesis entre lo viejo (que ha resistido la refutación) y lo nuevo. Si esto no
se produce, el conocimiento nuevo “cae”
muy rápidamente quedan­do sólo lo viejo
o las antiguas creencias. Esto significa que
deben poder llegar a realizar lo que antes
¿es posible la enseñanza?...
describimos como “Aprendizaje significativo”, dándose quizás también un comienzo
de modificación de los viejos paradigmas
que traen los alumnos.
A modo de ejemplo
Incluiremos en la presentación un ejemplo como una viñeta clínica, que ilustra el
camino recorrido por una alumna, a través
de su pro­ceso de aprendizaje cuando, desde su entrevista inicial ante la pregunta sobre el porqué de su elección de la carrera
de medicina, responde:
Yo siempre quise ser soldado, pero no
me aceptaron por un defecto físico.
Ingresé en la Cruz Roja y estudié radiología. Ahora quiero estudiar medicina
para poder operar con instrumentos
mas complejos de diagnóstico.
Tanto en las clases como en los trabajos
de campo que realizó se observaba una actitud distante; siempre se sentaba junto a
la puerta como si no terminara de entrar
ni en clase ni en tema.
En los trabajos no se podía apreciar
ninguna elaboración personal de las experiencias. En la entrevista a una madre
reciente, Gloria con­signa que ha entrevistado a “la madre de la cama Nº 10 del Hospital de San Miguel”.
La trascripción de la entrevista completa nos permitió percatarnos de las dificultades para manejar situaciones de alta
carga emotiva. Se le realizó una devolución
personal y se le planteó a ella la posibilidad
de que pudiera verbalizar sus sensaciones
a lo largo de la entrevista. Su res­puesta fue:
“Me molesta el contacto con la gente”.
Por último, los alumnos debían realizar una entrevista con un adolescente. El
haydée zac de levinas, silvia grinblat de notrica
17
cuestionario de Gloria respondía fielmente a las consignas, pero la secuencia y la
moda­lidad discursiva dejaban entrever un
intercambio fluido entrevistadora-entrevistada. Al preguntarle sobre la relación
con sus padres, la adolescente comenzó
a relatar las caracte­rísticas de un vínculo
conflictivo con ellos, rompiendo en llanto. Gloria consigna que inte­r rumpe la
tarea y permanece con la joven hasta que
recobra la calma. Las últimas pala­bras que
registra son: “Gracias, nunca había hablado así con nadie”.
En la devolución del trabajo, ante la
pregunta por su impresión de la expe­
riencia, Gloria manifiesta: “Cómo me costó. Yo siempre pensé que era muy dura y
ahí me di cuenta que soy tremendamente
sensible”. Agrega jocosa y con alivio: “Me
voy a ir sabiendo algo más de mí misma...
nunca pensé que podía...”
Conclusiones
¿Qué tipo de vínculo podría establecer
Gloria con un paciente de persistir en la
actitud que mostró en la primera observación del Jardín de Infantes?
¿Alrededor de qué sistema de referencia organizó su observación?
Cuando ella verbaliza que le molesta el
contacto con la gente, ¿con quién esperaba traba­jar como médica?
Consideramos que en el decurso de la
enseñanza, Gloria se percató que la entrevista mé­dica es un despliegue de la subjetividad de ambos participantes, además del
descubrimiento de sus propias posibilidades en ese despliegue.
Gloria obtuvo, en el transcurso del año,
lo que planteó al inicio como deseo “de
operar con instrumentos más complejos
de diagnóstico”. Pero lo que ella no sabía
18
núm.
4
que podía suceder es que el instrumento
más complejo era la transformación de su
emocionalidad, descubrir su capacidad de
empatía y la nueva permeabilidad mental,
que hizo que entienda ahora otra nueva
noción de sujeto, logrado a través de
pasar por el doloroso proceso del “darse
cuenta”.
Intentamos darles a los alumnos de Medicina los conocimientos teóricos centrales
de la teoría psicoanalítica, sumado a la importancia del trabajo de campo, que abre
un espacio donde se otorga relevancia a la
experiencia emocional del es­tudiante, con
el segui­miento del docente. Es partiendo
de este reconocimiento que luego podrá
realizar una integración de la información
teórica con la dinámica com­pleja del vínculo médico-paciente y de ambos con los
procesos de salud y enferme­dad.
Sabemos que no se agota la complejidad de variables, pero aporta una mirada
más clara para reflexionar sobre lo humano, acotando el peligro de caer en posiciones excesivamente reduccionistas, pues
hablar de la complejidad de lo humano es
de por sí inabarcable.
Bibliografía
Balint, Castorina, J (1997). Aprendizaje en la
perspectiva interdisciplinaria. Publicación
Biblioteca de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires.
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Galli, Vicente (1997). Comunicación Personal.
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Kuhn, Thomas (1980). La Estructura de las
Revoluciones Científicas. México: Breviarios Fondo de Cultura Económica.
¿es posible la enseñanza?...
Maturana, Humberto (1995). La realidad
¿objetiva o construida? Fundamentos biológicos de la realidad. Editorial Anthropos.
haydée zac de levinas, silvia grinblat de notrica
19
El deseo esclavo en la violencia sexual
L
as reflexiones de esta
Patricia Alkolombre
sexual y sentir celos enfercomunicación proviemizos hacia su marido. Se
nen de la observación clíniangustia si él mira mujeres
ca de pacientes que han vivido situaciones en la calle, en la televisión o en revistas.
de abuso y violencia sexual. Presentan Es consciente que se trata de algo que no
perturbaciones o síntomas asociados, puede controlar. También comparte un
como reflejo de un destino psíquico del secreto: en la adolescencia fue abusada
plus desorganizativo y tanático que impone por su joven padrastro, nueva pareja de
siempre la violencia. Ésta irrumpe en el psi- su madre. Ella tenía 15 años, luego de un
quismo dejando huellas perdurables.
tiempo escapa de la casa materna para
La violencia implica el uso de la fuerza evitar el acoso.
en un polo y desvalimiento e indefensión
Al repreguntarle acerca de la vida
en el otro. En la violencia sexual, el otro no sexual y su relación con el abuso, relata de
es reconocido como sujeto de deseo, sino un modo descarnado que, a pesar de que
como objeto. El deseo no es compartido, su esposo la quiere y es sumamente cariñosino que es impuesto y se transforma en un so, cuando mantienen relaciones sexuales
“deseo esclavo” de la situación traumática siempre hay un momento en el que se le
padecida e implica un acontecimiento que “impone” la escena de la violación, pierde
muestra un carácter bifronte: una cicatriz el deseo o bien siente rechazo.
psíquica y otra corpórea. Conlleva, en alEl trauma se traduce en anorgasmia,
gunos casos, una inhibición y un rechazo una sexualidad vacía; en esterilidad, un
a la excitación durante la vida sexual, ya cuerpo inhabitado. La memoria de las
que ésta queda anudada a los destinos del imágenes, de las palabras y del cuerpo se
trauma vivenciado e irrumpe en imágenes “imponen”. Se sigue reproduciendo la
y sensaciones que guarda el cuerpo en su violencia del abuso cuando, frente a la
memoria.
estimulación de las zonas erógenas en el
contacto sexual y sensual con su pareja, la
Relatos clínicos
paciente evoca la vivencia traumática de la
violación junto con la excitación. Evita la
Laura es una joven mujer que consulta sexualidad, aleja al hombre y aleja su propor esterilidad. Durante las entrevistas pia excitación. En Laura, la escena es aún
refiere tener poca satisfacción en la vida vívida y actual.
núm.
4
2009
revista de psicoanálisis de guadalajara
21
Nora en su primera entrevista relata un
episodio de violación a los 14 años. Fue violentada y violada por un vecino:
Me dejó secuelas muy grandes, es muy
difícil que yo llegue a un orgasmo, habré
tenido cinco en mis 31 años… Hay cosas
que quedaron grabadas como fotografías… Yo dejé de vivir a los 14 años, yo me
morí después de que me violaron, me
puse una máscara que reía.
En muchas historias como las de Laura y
Nora, los efectos del abuso perduran en sus
vidas como un testigo mudo de la violencia
padecida, en un derrotero que se articula
con los modos de subjetivación femenina
que silencia la sexualidad y cancela el placer. Permanecen “esclavas” del trauma y
del silencio auto-impuesto; la vergüenza y
la culpa se traducen en inhibiciones. Rara
vez estos episodios son motivo de consulta.
Como todo trauma se repite y el sujeto queda colonizado por él. Aquí no hablamos de
sexualidad traumática, sino de trauma en la
sexualidad.
Abuso en la infancia: “Si me lo hacen puedo
quedar embarazada”
El abuso sexual en la infancia deja marcas
en la estructuración psíquica, sus efectos
operan sobre la vulnerabilidad infantil.
El adulto hace participar al niño en actividades que éste no puede significar. La
mayoría de los abusadores son conocidos,
muchas veces parientes. Esto produce un
efecto de siniestro, ya que el victimario pasa
de ser alguien protector a ser alguien que
violenta, lo familiar deviene desconocido.
En general no hay testigos.
Mariana tiene 11 años cuando llega a la
22
núm.
4
consulta derivada por la ginecóloga, previamente habían consultado con la pediatra.
Hace ya casi un año que está con enuresis
nocturna; de niña tuvo un período de enuresis cuando sus padres se separan, desde
entonces vive con la madre. La derivación
a la ginecóloga se debe a una sospecha
y temor de infección debido a una gran
irritabilidad en la zona genital: “Tenía la
cola muy irritada”. La madre observa que
la ropa interior de Mariana está sucia, pero
piensa que es un descuido. Después de un
reto, Mariana le cuenta que había tenido
una “manchita de sangre” y desde entonces
no se limpia porque tiene temor de volver
a tener sangre, le dice a la madre: “Tengo
miedo de que me salga sangre, porque
cuando me limpié, sangré”.
Al poco tiempo, una prima –un año
menor- con quien Mariana se queda a dormir en la casa de unos tíos en una quinta,
denuncia que tanto ella como Mariana son
abusadas por este tío. En las entrevistas
pudo hablar del tema: “Cuando mirábamos
la televisión me tocaba”. El tío las amenazaba: “Ustedes no cuenten que yo les hago
esto porque si no se van a enojar”.
La zona genital quedó afectada –en
el sentido del afecto- por las caricias, la
excitación y el efecto de siniestro que le
provocaba que un ser a quien ella quería, le
impusiera esa práctica abusiva y el silencio.
Todo lo referido a lo genital se transformó en algo sucio, Mariana muestra un
rechazo a la sangre, los excrementos y los
fluidos corporales. Es sumamente prolija
y cuidada en el resto de sus cosas. Tiene
miedo a los ladrones, a que la secuestren,
a que la violen: “Si me lo hacen puedo
quedar embarazada”. Aún no ha tenido su
menarca, muestra rechazo y temor frente a
la proximidad de la misma.
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
Reflexiones teóricas
En psicoanálisis hablamos de “violencias”,
en plural: la violencia primaria se produce
en el primer encuentro madre-infans, se
trata de una violencia necesaria. En cambio, la violencia secundaria tiene siempre
una función desestructurante, representa
un exceso perjudicial y nunca necesario
para el funcionamiento del yo (Aulagnier,1971). En este sentido, la violencia
constituye y destituye subjetividades.
El término violencia alude a ataque
físico, se rompe algo que está íntegro. La
violencia sexual presenta consecuencias a
corto y largo plazo. Inicialmente a través de
síntomas o comportamientos en los sujetos
abusados, a largo plazo avanza sin “ruido”
pero sus efectos no dejan de producirse
(Touron, 1989).
El trauma psíquico está en el corazón
de la situación del abuso. La teoría de
la seducción que marca el comienzo del
psicoanálisis atribuye los síntomas neuróticos de las pacientes histéricas a las
agresiones sexuales padecidas durante la
infancia. Freud plantea la existencia de la
escena en dos tiempos: una escena inicial
de orden sexual, vivida pasivamente y sin
preparación, es el tiempo de la seducción
propiamente dicha. Y una segunda escena,
no necesariamente sexual, pero ligada a la
primera por asociación, que desencadena
un flujo de excitación: el recuerdo de la
primera escena entonces reprimida. Se
produce la emergencia del síntoma en un
après-coup.
En 1897 pone en duda la veracidad de
las escenas de seducción: “Ya no creo más en
mi neurótica” (Freud, 1897). Desarrolla la
idea de la sexualidad infantil a través de
la fantasía: toma en cuenta la realidad psíquica. Sin embargo, nunca abandonó por
completo la teoría de la seducción, del lado
de la realidad material.
Desde una perspectiva económica, el
trauma consiste en una brusca sobrecarga
cuantitativa de excitación no dominable
por el aparato psíquico y vivida como
afecto de terror, desvalimiento o desamparo (Freud, 1920). Lo traumático no es
solamente el acontecimiento externo, sino
la rememoración de los afectos e ideas,
representaciones que comprenden las
fantasías sobrevenidas en la ocasión del
acontecimiento. De allí que el trauma es
considerado no solamente bajo el aspecto
externo, sino también bajo el aspecto de
los remanentes internos que sobrevienen a
lo largo del tiempo.
Frente a la postura de Freud, Ferenczi
le da a la teoría de la seducción una importancia central en su artículo “La confusión
de lenguajes entre el adulto y el niño”. Afirma que “el trauma sexual, en cuanto a factor
patógeno, es cosa que no puede llegar a valorarse
bastante, no digamos sobreestimar. Incluso
niños provenientes de familias muy respetables,
sinceramente puritanas, resultan víctimas de
violencias o de violaciones con más frecuencia
de lo que uno se atreve a imaginar” (Ferenczi,
1933). Relata situaciones de abuso por parte de tíos, tías, abuelos e institutrices que
abusan de la inocencia y la ignorancia del
niño y confunden el juego de ternura del
niño como si se tratara de deseos de una
persona sexualmente madura. Es una verdadera confusión de lenguas: al lenguaje
de la ternura, el adulto responde con el de
la pasión.
Uno podría esperar – señala Ferenczique el primer impulso del niño fuera de
odio, asco y rechazo, como defensa. Sin
embargo, se produce allí bajo el signo de
la ansiedad y el miedo, el mecanismo de
identificación con el agresor junto con la
el deseo esclavo en la violencia sexual
patricia alkolombre
23
introyección de los sentimientos de culpa
del adulto.
Volviendo a los casos presentados, en
Mariana, el rechazo y repudio a su zona
genital y la enuresis aparecen como una
barrera protectora: opone sus genitales
sucios e irritados. El rechazo de su cuerpo y
su sexualidad femenina se resignifican con
la primera “manchita de sangre” a partir de
la cual no vuelve a “limpiarse”, sus genitales
denuncian el abuso sufrido. Los sentimientos de culpa introyectados se expresan a
través del silencio, quien habla es su prima.
En Laura y Nora, la inhibición masiva
en los contactos de excitación sexual evocan el carácter súbito y disruptivo de la situación de la violación, la excitación misma
funciona como señal de alarma en la vida
sexual actual.
La memoria del abuso se perpetúa y se
anuda con la realidad material; recordamos
a Nora cuando dice: Hay cosas que quedaron
grabadas como fotografías: Son recuerdos que
se enlazan con los remanentes psíquicos
del trauma. Lazos que se han transformado
en cadenas y se articulan con los modos de
subjetivación femenina - bajo el matiz de
la pasividad-, en los que la sexualidad y el
placer quedan en el exilio.
Ana María Fernández (Fernández,
1989) señala que la violencia física somete
por terror, pero la violencia simbólica que
acarrea se inscribe en las mujeres en enlaces
contractuales y subjetivos, donde se violenta
su posibilidad de nominarse y se la exilia de
su cuerpo erótico. Plantea las hipótesis de la
pasivización del erotismo en la mujer y un
posicionamiento: “ser de otro” en la conyugalidad, como producción histórica de
subjetivación. Estas ideas de la autora están
directamente relacionadas con el desapuntalamiento social e histórico de la mujer en
relación con la violencia y el desamparo.
24
núm.
4
En este marco, el “deseo esclavo” alude,
por un lado, a la asimetría que plantea el
abuso y la violencia dentro de un contexto
de dominación. El abusador –el amo- reduce a su presa –el esclavo- a un objeto
a utilizar por la fuerza. Pero la esclavitud
remite también al contexto de dominación
que imponen el secreto, la vergüenza y la
culpa introyectados.
La abolición del otro como sujeto de
deseo es el resultado de una violencia exterior, deviniendo simultáneamente violencia
intrapsíquica: el principio de placer queda
narcotizado, se anuda con el masoquismo y
la pulsión de muerte, a través de la fijación
y la compulsión repetitiva. Como señala
Franz Fanon en “Los condenados de la tierra” respecto del colonizado, cuando plantea que el negro africano estaba colonizado
desde adentro, tenía al colonizador dentro.
Frente al silencio -al tiempo sin palabras-, la escucha analítica armará una
trama que permita hacer borde, como un
tejido que restituye y pone palabras a lo no
dicho.
Bibliografía
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de Hijo. Esterilidad y técnicas reproductivas
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Touron, M. (1989). Conséquences à court ou
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el deseo esclavo en la violencia sexual
patricia alkolombre
25
Lo que del hombre hace mujer
D
esde que se viene a
supuesto, una responsabiliGladys Michelena P.
este mundo, y hasta
dad personal, lo es también
el momento en que se abandona, la vida es para con los demás. la oportunidad, para quien así pueda tomarla,
Pero esto no ocurre in abstracto.
de tratar de ser cada vez, y más plenamente, Se nace varón o hembra. Es lo sano, lo
mejor persona, mejor ser humano, mejor ser normal. Y se existe, en consecuencia, para
(cada uno en sus circunstancias). Esto es ir siendo y haciéndose hombre o mujer,
una necesidad inherente al ser humano (y respectivamente. Hacerse y ser más plepotente motor de vida) que, sin embargo, namente hombre el hombre y más plenano todos consiguen reconocer. O lo hacen mente mujer la mujer. Poder recrear cada
sólo parcialmente, circunscribiéndola y li- uno su género: específico y rico género.
mitándola a algún área (o áreas) del existir Poder cada uno desplegarse, exquisita y
(profesional, económica, social, la pareja, profusamente, en él. El cuerpo es la forma,
los hijos, lo estético, etc.).
la forma de ser. Es la posibilidad. La única.
Es que aceptar más cabalmente ese La única posibilidad sana que se tiene. afán de superación, aprehenderlo para la
Tristemente, en nuestros tiempos, el unitotalidad del ser, va a suponer e implicar sexismo (por resumir y condensar) ha premucho mayor esfuerzo, mucha más res- tendido desdibujar, tergiversar, empañar,
ponsabilidad.
en lo mental y por ende en lo actitudinal
El psicoanálisis contribuye, y muy pro- y conductual (¡en lo físico es tan difícil!),
fundamente, a ir alcanzando este anhelo, las indudables, geniales y complementarias
la búsqueda de la excelencia, junto con (deliciosa y fructíferamente complemenel invalorable bienestar que ello conlleva. tarias), diferencias entre hombre y mujer.
Existir como ser en el mundo. Ser, en el mundo Suprema obra de la naturaleza. Generando
(lo que corresponde y lo que cabe ser y lo gran confusión y sufrimiento (muy a pesar
mejor que sea posible).
de su fachada y estandarte de libertad, de
No obstante, las imperfecciones hu- derecho, de creer que se puede ‘estar más
manas son tantas y, no pocas veces, de allá del bien y del mal’). Con pobreza,
tal magnitud, que esta seria aspiración, estancamiento, decadencia y lamentable
cuando asumida, no acaba nunca. Hay li- maltrato de ambos, hombre y mujer.
dia, con uno mismo, para la vida entera (y
Todo ello ha resultado en detrimento
afortunadamente). Esto, amén de ser, por del estarse cada uno en sus propios pies,
núm.
4
2009
revista de psicoanálisis de guadalajara
27
con propiedad, con orgullo, con gusto
(con valentía también) y, por ende, además
tener la oportunidad y el enorme placer
de poder saborear, degustar (y hasta con
fruición) el encuentro y descubrimiento
continuo precisamente de lo que no se es,
de como no se es. De lo diferente, de lo
contrastante (sal y pimienta de la cotidianidad, cuando se posee la dicha de estar
en ello). Notarlo, destacarlo, apreciarlo y
disfrutarlo (sonreír, o hasta reír a carcajadas). U otras veces padecerlo. Y entonces
aprender. Aprender siempre. Tratar.
Y es que, en la interacción entre los géneros, éstos se perfilan y de allí nace, crece
y se robustece una profunda y genuina admiración (encanto, sorpresa, goce... hasta la
fascinación) por el otro, ante el otro y justo
por distinto. También un hondo respeto
por ello y por sí mismo. Por lo que le pertenece a uno, a cada uno singularmente. Y el
orgullo y la gratitud (a la vida, a los padres)
por el propio sexo, por el género en el cual
se ha encarnado. Ámbito para ser y existir.
Recrearlo y regocijarse. Es lo idóneo.
Además, hombre y mujer tienen suficiente espacio (vastedad, anchura) y cada
cual con su riqueza unívoca. De allí que las
intensas envidias recíprocas (no infrecuentes) constituyen un desgaste innecesario
y delatan un error de mira. Se mira hacia
afuera y no se mira a sí. No se advierte lo
que se trae, lo que se aporta y lo esencial
y fundamental de ello para la vida, para el
vivir. La anatomía, la biología (por tomar
dos lugares de los más objetivos y tangibles:
contundentes) lo muestran, lo demuestran, clara e indubitablemente. Baste considerar los in-igualables y extra-ordinarios
(¡¡milagrosos!!) aconteceres humanos,
cuales son el coito y la fecundación. En
ellos, y para su ocurrencia feliz, resultan estrechamente necesarios, imprescindibles,
28
núm.
4
ambos dones, ambas sui-géneris aportaciones: lo del hombre y lo de la mujer.
El hombre envidioso de la mujer no puede llegar a ser hombre y la mujer envidiosa del hombre
no puede llegar a ser mujer. Cada uno tiene su
lugar en el mundo. Su muy preciado lugar.
Pero, ¡lástima!, la envidia impide disfrutarse en sí y mucho más recíprocamente.
No se puede ambicionar serlo y tenerlo
todo: “lo” hombre y “lo” mujer. Ésa es una
pretensión falaz. Además de por humanamente imposible, porque arrolla y oblitera
el anhelo de poder ensamblar. Niega el
vivo espacio vacío (en el ser, en la existencia) que intuye, sabe y ansía lo que le falta
(que es donde va el otro. Para buscar encajar. Uno con otro, uno en otro). Lo que
falta a cada uno mueve a buscarlo, para que
¡ojalá! sea encontrado y ¡ojalá ! satisfecho.
Es el deseo, la necesidad, la esperanza de
mayor completud. Desde que se nace (más
allá de las complejidades, los padeceres, las
vicisitudes que implique, de las limitaciones, las frustraciones, aun así, se persigue
con ahínco, por lo sublime, por los éxtasis
que, a pesar de todo, permite conocer. Más
allá de lo físico, sin excluirlo).
Ahora bien, a su vez cada uno: hombre,
mujer, resulta trascendente para que el
otro lo sea a cabalidad. El hombre sea hombre y la mujer sea mujer. Y es que la mujer
mujer hace hombre al hombre y el hombre hombre
hace mujer a la mujer. Y esto no es un juego de
palabras. Cada uno tiene importancia substancial en la existencia del otro, para que
esto ocurra.
Esta noche, en el marco del ciclo de
conferencias “Frente al hombre”, destacaré
lo que del hombre hace mujer. Cuánto de lo que
él trae, de lo que él es, resulta imprescindible para la mujer alcanzar serlo.
El hombre es responsable de que la
mujer lo sea, profunda y ampliamente. La
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
mujer, de su parte, tiene la responsabilidad
de permitirlo. De permitírselo al hombre.
Si no hay quien lo haga o no hay quien lo
permita, queda cancelada (o a la deriva,
a su suerte) esta seria, esencial y hermosa
tarea de unos y otros. Lo mismo ocurre de
parte de la mujer hacia el hombre y para
con el hombre. Lo que de la mujer hace
hombre. Pero no es el tema a abordar en
esta oportunidad.
Que cada uno permita al otro cumplir
con su cometido, realizar su labor, llevar
a cabo su función y, a su vez, haga la suya.
Ésa es la esperanza de vida de la pareja. De
una pareja viva. Sea la de padre-hija, novionovia, esposo-esposa, hijo-madre, analista
hombre-analizanda.
Para que la pareja hombre-mujer, en
cada una de estas formas de vínculo, de
estas modalidades, resulte y sea sana, robusta, creciente, fructífera y fructificadora,
el hombre habrá de no cejar en hacer que
la mujer lo sea y la mujer habrá de acceder, siéndolo. Si la mujer huye, se escapa
(externa y/o internamente), no puede el
hombre hacerla mujer. Ella no deja.
Y esta faena, la función del hombre de
hacer mujer, empieza desde muy pronto
en la vida de ella. En el mismo instante de
ser concebida. El espermatozoide “X” del
padre, al fecundar al óvulo, es lo que determina que una hembra sea creada.
Ante esto, el corazón de tal padre, al
conocerlo, habrá de complacerse y mucho.
No sólo tener un hijo varón (o hijos
varones) habrá de reportarle orgullo, felicidad, alegrías. Si en su ser, en su alma, este
hombre consigue reducir a un rinconcito
apenas su dosis normal de narcisismo por
el hijo varón, ello le permitirá no limitarse
solamente a reconocer, acatar y aceptar la
realidad, sino que podrá ser embargado
hondamente por la dicha de traer una hija
hembra al mundo. Y ésta se lo agradecerá y
retribuirá con creces, siéndolo ella, mujer,
con orgullo y sumo contento. Esto constituye para la hija (y, por ende, para ambos),
más de la mitad del camino recorrido. Es
que habrá de recorrerlo sin enredos ni
confusiones, andando en sus propios pies.
La enhorabuena, la amorosa bienvenida
desde el corazón de su padre, le resulta a la
mujer de un valor incalculable.
Si este hombre padre ama a su propia
madre y a la madre de su hija, la felicidad
ocurrirá en él, lo ocupará inevitablemente
con mayor facilidad, con la menor resistencia. Si bien la tarea a enfrentar, criar una
hembra, no es sencilla, ni poca cosa.
Además, la ternura hallará sitio en él.
Es que el amor por una hija hembra despierta en el hombre, y para quedarse, su
capacidad para la ternura. Capacidad para
la ternura, que es también poder tener
paciencia, comprensión (sobre todo para
lo que no se comprende y quizás no se
consiga comprender nunca); poder tener
serenidad, aplomo: versiones todas de la
necesidad de ternura inicial en estado
puro: ternura ternura. Ingrediente esencial para la crianza de una hija hembra, a
cualquier edad. Ingrediente que a ella, si
no es mal-criada, arrogante ni engreída,
siempre habrá de conmoverla, encantarla,
fascinarla. O suavizarla, amansarla, según
el caso (hay hijas furibundas, suerte a veces de fierecillas indomables). La ternura
del hombre, venida desde el hombre, es
una experiencia imborrable, inolvidable y
conmovedora en el alma de una mujer. El
modo único, incomparable, de la ternura
masculina. Desde lo rudo, a lo tierno. Un
salto mortal (¡¡VITAL!!) que beneficia a
los dos.
Así, pues, este padre habrá de permitirse sentirla, cuando alberga a su hija entre
lo que del hombre hace mujer
gladys michelena p.
29
sus brazos. Toscos, velludos, firmes brazos.
Así lo requiere ella, así lo necesita.
Es que una hija hembra no puede ser la
“no varón”. Eso no puede ser una hija en el
mundo. Cargar con no haber sido el varón
que el padre deseó, anheló. Ser el desencanto, la desilusión de un padre. Demasiado duro e injusto peso para sus hombros
femeninos y terribles las consecuencias. El
padre debe querer a su hija hembra, alegrarse de traerla, como tal, al mundo. La
hija necesita de eso para, a su vez, alegrarse
ella de alegrarle a él. La dicha y la ternura
cambiadas por la herida narcisista, “pelo a
pelo”.
Pero el asunto apenas comienza. Este
padre habrá de amarrarse sus pantalones.
Debe tenerlos bien puestos para continuar
la crianza de su hija. Habrá de embelesarse, encantarse con ella. Sí. Es inevitable y
saludable, además. Para el padre y para la
hija. Dejarse derretir, pero sin obnubilarse.
Si escucha demasiado, o todo el tiempo,
el “canto de sirenas” de una hijita hembra
puede correr el riesgo, terrible y peligroso,
de no poner los límites que corresponda
ponerle. Enceguecerse, ensordecerse.
Las hembras pueden requerir, necesitar
mucho de un padre firme. De un padre
que no las deje maltratarse o confundirse.
Que enderece entuertos y module excesos
a tiempo. Es mucho lo que le ahorrará en
el camino a esa hija, de sufrimiento, y de
hacer sufrir a otros. Tampoco debe restringir el ímpetu y
derecho a ser y desenvolverse de una hija
vital, curiosa, inquieta, enredándola y atándola para sí. La niña de sus ojos. Amarla sí,
pero sin posesión. Una hija hembra no es
para su padre, no es de su padre.
A la misma vez, este padre es esencial
en el centro del ser de esta hembra como
mujer, de esta hija como hembra. Para ella
30
núm.
4
poder reconocerse atractiva y con potencialidad, instrumentos y atributos suficientes, sanos, para conquistar y mantener una
pareja suya. El padre interviene en esto
reasegurándola y de manera insubstituible.
Si se exime, o esto falta, ella puede mostrarse excesiva e innecesariamente insegura de
sí. Toda hija tiene algo encantador para su
padre, con lo que puede atraer a otro. El
padre le ayuda haciéndoselo saber. Y con
todo respeto.
Si la hija lo duda o lo desconoce, puede
replegarse excesivamente como hembra,
adoptando un modo monjil, hiper-recatado
(ocultar de más) o, por el contrario, la inseguridad (falta de papá) llevarla al extremo
de querer impactar (a todos, a muchos) a
través de un exhibicionismo excesivo (cuasi
impudicia). Mostrar de más, donde no hace
falta, cuando no hace falta, a quien no hace
falta. Inseguridad por ignorar, por no saber
lo que un hombre quiere, busca y desea de
una mujer, en una mujer. Y un padre enseña
esto a una hija. No sólo colabora o contribuye. Su papel es esencial. Él tiene que poder
intervenir con firmeza. Ni monja, ni puta.
Hembra apetecible pero para uno, para alguno. Sin necesidad de andar “alborotando
avisperos” (¡pobres varones!). A meter en
cintura a esa hija (solidaridad del padre con
los de su “gremio”).
El nombre, la denominación (fuerte,
soez, pero absolutamente descriptiva) que
le dan hoy en día los varones jóvenes a
esta actitud o comportamiento femenino
es el de “calienta braguetas”. Es el aspecto
asociado con andar de “mírame y no me
toques”, de “Caperucita Roja”, por la vida.
Y peor aún, mucho más doloroso, si va de
“mírame y tócame”. ¡Infeliz mujer, falta de
padre! ¡Y cuánta falta ! O ella muy desobediente, rebelde. Demasiado. Que las hay.
Potencia femenina en negativo.
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
Es que una mujer necesita que un
hombre (su padre, su esposo o su hijo) le
diga, si ella lo provoca con su actitud, con
su comportamiento, si lo pide a gritos, que
“Hija, así no se sale a la calle”, por ejemplo.
Al que le toque frenar ese aspecto femenino, si desbordado, cuando desbordado. O,
por el contrario, estimularla a atreverse a
algo más sexy o seductor (cuando corresponde, si corresponde). Permiso para ser
hembra. Hembra para atraer a un hombre.
Para disfrutarse. El padre no sólo ha de
permitírselo a la hija tácitamente. Debe
hacérselo saber explícitamente. Sin entrometerse ni ruborizarla. No demasiado.
Otra consecuencia, cuando el padre se
priva de su fundamental intervención en
este sentido, otro efecto de abstenerse y
fomentar en la hija niveles exagerados de
inseguridad e insatisfacción consigo misma, la observamos, por ejemplo, en chicas
y mujeres jóvenes y bonitas que se maltratan, maltratando sus atributos femeninos.
Una bella cabellera sometida, incomprensiblemente, a frecuentes tintes. Se realizan
cirugías y/o tratamientos faciales (nariz,
labios, etc.) y corporales que son innecesarios (a veces irreversibles). Y demasiado
tempranamente, perdiendo juventud y
frescura. Perdiendo naturalidad. Además
homogenizan sus rasgos, sus facciones. Y,
por si fuera poco, suelen lucir de más edad.
¡Qué lamentable!
No les resultan suficientes, o creen que
no lo son, sus innumerables dones físicos
(y esto lo sienten con convicción. Lo padecen). No consiguen mirarse al espejo. Se
ven, mucho quizás, y no se miran. No alcanzan mirarse. Es que no hay realidad externa
(ni la de un espejo) que pueda con la realidad mental (¿delirio?, ¿cuasi alucinación?).
Faltó la mirada y la palabra re-aseguradora
del padre. Es la que podría tener la potencia
suficiente para la mujer mirarse, conseguir
mirarse de veras. Y entonces darle gracias a
la vida y todos los días con y por lo que ve
y que es hermoso en ella: el cabello o sus
ojos, la sonrisa o su figura, etc., etc. (y eso
por limitarlo acá, a lo físico). Regalos de la
vida. Dejar de ser mal-agradecida, injusta
y tan exageradamente ávida (esclava) de
belleza y perfección. No inventar más, no
ser tan mentirosa y aceptarse en su realidad,
en lo bonito que ostenta. Con la esperanza y
serenidad, la seguridad de conquistar con lo
que tiene, con lo que es, un hombre para sí.
Más tarde o más temprano. Es que el padre,
para su hija, es el mejor espejo.
Si el hombre padre no ha podido realizar esta tarea, le toca a la pareja (novio,
esposo, etc.) tratar de reasegurarla. Intentarlo. Ya sea para impedir cirugías que son
innecesarias, maltratadoras, para frenar el
ímpetu exhibicionista que a ellos mismos
les da que hacer u otras, donde y siempre
que haga falta.
También el límite, con carácter, a la tendencia escandalosa, de exageración (melodramática) tan femenina. A los arrebatos o
accesos de la llamada “histeria” o “histerismo femenino”. El varón no puede dejarse
envolver, ni enredar, ni caer en ellos. Reconocer las “lágrimas de cocodrilo” y no
ser vulnerable a ellas. A las “de cocodrilo”
no. Si lo hace, si lo permite, decepciona
a la propia mujer. Paradojas del mundo
femenino. Muy por el contrario, debe contenerla. Que sea mujer. No “una histérica”.
Excesiva, rebasada, infantil donde precisamente hace falta un hombre.
Éste no puede perder su capacidad
para la objetividad, para ver, sentir y reconocer la “realidad real”. La justa medida
y proporción de las situaciones. Y atajar a
la mujer si se desborda por allí. Su freno
firme hace mujer.
lo que del hombre hace mujer
gladys michelena p.
31
Por otra parte, la mujer desconoce y
agrede al hombre, lo masculino en él, no
dejándose cuidar (por ejemplo, ser acompañada a casa de noche, ser escoltada), no
dejándose atender (ser invitada). Y si son
marido y mujer, no permitiendo, no estimulando que el hombre sostenga el hogar (es
su rol, su responsabilidad. Responsabilidad
de hombre, así ella también produzca). La
mujer debe consentir que el hombre, como
pareja, la cuide y la atienda. O en su defecto
hacer que así sea. Intentarlo y seriamente.
Respetar al hombre y que él se respete.
El hombre hombre ha de reconocer
su capacidad y responsabilidad para con
la mujer, esposa, hija, incluso madre, de
cuidarla, atenderla. Se confunde la autonomía femenina, su derecho y capacidad
para ello, con pretensión de autosuficiencia, que excluye al varón. Triste, dañina
y atropellante pretensión. El hombre no
debe permitir ser substituido (anulado) o
aniquilada su función de hombre caballero, hombre que protege, acompaña y trata
bien a la mujer. Que tiene cómo y con qué.
Ni siquiera porque ella, bobamente, favorezca salir estropeada en esto. El hombre
ha de ubicarla en mujer.
Y es que él, a su vez, también recibe
cuidados y atenciones de parte de ella, al
modo que es el de la mujer. El hombre
hombre los aprecia, disfruta y agradece
(prepararle la comida que le gusta, tener
su ropa lista, la casa agradable, complacerlo, etc.). Y esto hecho de parte de ella
con cariño y con alegría. Si él se percata, lo
reconoce y lo saborea, le insufla entusiasmo, vitalidad y energía a la mujer para esta
particular y suya tarea: el hogar. La actitud
de él abona en ella su ser mujer en esto. En
este oficio femenino. Y aligera su peso.
Otro especial atributo masculino es su
practicidad, su tendencia a la no compli-
32
núm.
4
cación, que refresca y desentrama, tantas
veces, los enredos gratuitos de la mujer. Un
hombre es capaz (si ejerce con propiedad)
de hacer desaparecer, y en un santiamén,
las madejas femeninas de razones, excusas,
culpas (auto y hetero), propósitos, motivaciones etc., que ella se inventa y se cree.
Prodigioso practicismo masculino, si
usado donde cabe, cuando cabe. “Al pan
pan y al vino vino” y sin menoscabo de
su propia sensibilidad y profundidad. De
su capacidad para ambas cualidades. Facilidad invalorable para la simplificación
(estar en el presente, aquí, ahora) y para
desenredar la vida a la mujer. Si ésta lo escucha. Si lo toma en cuenta.
En otro sentido, maravilloso sentido, el
hombre complica la vida a la mujer (¡bendita complicación!) y por estos mismos motivos. Y así debe ser y es bueno que así sea.
Es que ella debe poder considerar otros
parámetros. Ello amplía su mente y su ser
de mujer. La enriquece.
Y es ése el mayor y más valioso aporte
del ser del hombre al ser de la mujer. Y
comienza desde que el hombre padre trae
a casa, también para la hija, el mundo de
afuera (y continúan hermanos, pareja,
hijo. Hombres de la casa). La historia, la
geografía, el ocuparse de lo que ocurre en
otras latitudes (hechos y sucesos internacionales) y comentarlo. El mundo existe.
Todo ello estimula a la hija, si ella escucha, a ampliar sus horizontes (mentales
primero y vivenciales luego). Interesarse
en el afuera y en lo diverso, conocer de su
existencia: Da Vinci, el David, Picasso, la cacería, Harrison Ford, “Rocky”, las excursiones, Einstein, Stephen Hawking, “Cosmos”,
Brasil y los Mundiales de fútbol, las constelaciones, India, Grecia, el rocío de París,
“El Corral de la Morería”, la “Fórmula 1”,
Bach, el cello, el rock, tenis, el ajedrez, la
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
“Toyota Samurai”, “Mecánica popular”,
mecánica de aviones, los veleros, navegar,
idiomas, “Leones”, “Magallanes”, el jazz, el
dominó, los crucigramas, “El Barbero de
Sevilla”, “Madame Butterfly”. Los restaurantes, otros sabores, degustar. Enseñar a
bien beber, bien comer. Paladear, saborear,
distinguir. O innovaciones, descubrimientos. La tecnología, ¡la computadora! Internet. Etc.etc.etc. Lista particularizable y
enriquecible, ad infinitum.
Es el “Odiseo” que es él.
Que la mujer acompañe su entusiasmo.
Escuche y disfrute de sus aventuras (lo que
cabe contar, con decoro) y proezas. Sus
intereses, hobbies, pasiones. Que ella los
comparta y/o cultive los suyos, propios.
Aun a pesar de él. De su encantador, si comedido, egoísmo masculino.
Él le abre su apetito por el mundo, el
mundo que existe allende el hogar. ¡El universo! Y “a sus pies” en “bandeja”, “bandeja
de plata”. Escucharlo la anima a conocerlo,
viajarlo. Gozarlo. Puerta de inagotable
riqueza que abre el hombre para la mujer.
Para el modo de su curiosidad. De la curiosidad femenina.
El hombre espléndido con ella, generoso con lo que tiene, con lo que sabe. Se
lo ofrenda. Y es que esto la entusiasma, la
estimula (de no ser ella demasiado “burrita
burrita”), a usar más su cabeza de mujer,
a desarrollar sus propios criterios, a tener
mayor cantidad de conocimientos y de
elementos que le puedan ser útiles en el
pensar, para el vivir. Para el pensar y el vivir
desde su ser de mujer.
Así mismo, el hombre padre, con su
amor por su oficio, su entrega y dedicación gustosa a su trabajo, su pasión por él,
modela (talla, esculpe) en el ser de la hija
(y desde la suya), la vocación en ella. La
invalorable fortuna de tener una vocación.
El hombre padre, pareja, hijo, psicoanalista, estimula, invita a la cabeza femenina
a pensar con él. Desde ella misma. Es su
aporte más preciado, junto al de hacerla
mujer madre.
El hombre preña a la mujer. La fecunda
en el cuerpo, en la cabeza y en el alma. La
hace ser madre. Madre de hijos, de hijos
de carne y hueso y de hijos ideas. También
tangibles, también acunables. Buenos hijos, esperados, deseados, amados. Como
corresponde sea. Buenas ideas, fructíferas,
fertilizadoras. Sus mejores presentes. Con
su respeto, su admiración, su grande amor
por ese espacio de vida en ella: el útero (corporal, mental y en el alma) que los alberga.
Al hombre por existir, por serlo, desde
su corazón y entrañas de mujer, por hacerla,
por hacerla ser, ella le da las gracias.
lo que del hombre hace mujer
gladys michelena p.
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Y con los triángulos, ¿desde dónde?
Ruth Axelrod Praes
Sitio de amor, lugar en que he vivido
De lejos tu ignorada,
amada que he callado,
Mirada que no he visto
Mentira que me dije y no he creído
(Sabines, 1991)
D
efinir la transferencia como un proton pseudus (Freud, 1905) nos ayuda
a ubicar que estamos hablando de un
fenómeno intrapsíquico que refiere a
una situación intersubjetiva donde una
persona transfiere inconscientemente a
otra un afecto o representación que no le
corresponde en ese momento, sino que
evoca algo del pasado que le recuerda por
asociación a la persona del médico o del
psicoanalista. Freud, en 1895, la describe
así: “Cuando el enfermo se espanta por
transferir a la persona del médico las representaciones penosas que afloran desde el
contenido del análisis” (pág. 305).
Esto nos sucede a todos todo el tiempo, le ponemos a un otro algo que no le
corresponde ya sea en la calle, la tienda o
en el camión; sin embargo, la suerte del
psicoanalista radica en que puede y tiene
que trabajar en esta área afectiva de su panúm.
ciente, generando de este
falso enlace la posibilidad
de hacer consciente lo inconsciente.
A su vez, el psicoanalista transita por
el mismo ejercicio, un cuestionamiento
sin fin, ¿qué le provoca una persona? qué
significa cada persona para el médico? Implica usar para sí el mismo estilo de trabajo
de su aparato psíquico, siendo él mismo el
objeto de estudio .
Éstos son parte de los posibles enigmas
con los que trabajamos todos los días y en
cada sesión, nuestra habilidad para traducir lo que sucede y lo que nos sucede con la
finalidad analítica.
¿Y cómo se hace esto?, ¿qué fuerzas usamos para atrevernos a interpretar o bien a
remarcar lo que está sucediendo en el aquí
y ahora que refiere al pasado?, ¿a un otro
del pasado?
Muchas veces, el ejercicio de manejar
un encuadre psicoanalítico permite poner
bordes claros a la forma de trabajar y a la
forma de ser de la diada analítica, refiriéndome a días, horarios, costos, vacaciones,
suspensiones, además de situaciones de
enlace con otros especialistas, en caso necesario.
Velasco (1996) define a la transferencia como signos y síntomas que emergen
en los tratamientos psicodinámicos don-
4
2009
revista de psicoanálisis de guadalajara
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de la neutralidad y el setting la favorecen,
o como la repetición inconsciente en una
relación actual de patrones de pensamiento, sentimientos y conductas originados
en una relación de objeto infantil desplazados hacia personas actuales, que incluye
distorsiones, impropiedad, intensidad,
ambivalencia, incluyendo caprichos y tenacidad fuera de lugar. Al final parecería
un obstáculo para el tratamiento, pero
ahora ha resultado la mejor herramienta
clínica.
Pero aun así, el mundo interno de
alguno de los participantes puede chocar
con el mundo interno del otro y generar situaciones y cuestionamientos que hagan a
las partes entrar en momentos de angustia
y conflicto.
Me parece que por aquí el cuestionamiento de lo sólo inconsciente, pues lo
preconsciente tiene gran fortaleza en su
entendimiento y aparición.
Cuando trabajamos en situaciones de
parejas, las cosas suelen complicarse más,
pues no sólo estamos frente a varias transferencias individuales, sino también en una
transferencia múltiple, es decir, hacia los
integrantes de la pareja y hacia el estilo de
vínculo que la misma ha desarrollado y trae
al consultorio.
Las preguntas de los pacientes hacia el
analista sobre a cuál de los dos va a darle la
razón, o lo va a hacer culpable por el enredo en que se encuentra la pareja, a cuál de
los dos va a preferir y a cuál va a castigar,
sin olvidar la competencia natural por la
atención. ¿Cuál será la víctima y cuál el
victimario?, ¿y qué pasa con la complicidad
natural que la misma pareja ejerce aunque
esté en conflicto?
La neutralidad en el trabajo con parejas
es un punto importante a tratar, el vínculo
con un tercero suele ser una buena forma
36
núm.
4
de salirse de esta proyección e introyección
a la que es sometido el analista.
Las cuestiones de identificación por
el género también requieren de atención
especial y la escucha de género tiene que
moverse para ambos lados.
¿Cómo se maneja en la contratransferencia la pulsión de muerte?, ¿y cómo
se invita a la pulsión de vida a enlazar las
nuevas historias de amor y desamor contratransferencial que se van tejiendo con la
práctica psicoanalítica?
Algo sobre la clínica
A continuación expondré un caso clínico
que me ha permitido reflexionar en los
enigmas que este eje clínico provoca.
Me llama una mujer con voz joven pidiendo una cita porque dice por teléfono
que ya no aguanta la vida y que ha decidido
hacer algo al respecto; con gusto yo le ofrezco un horario al cual acude puntualmente.
Al abrir la puerta encuentro una joven de
28 años, bien arreglada, muy bonita, que
me saluda contenta, la hago pasar y toma
asiento muy cómodamente desde el principio de la sesión. Comienza diciendo que
está muy agobiada, lo cual es evidente, pues
se mueve ansiosamente; dice que terminó la
carrera hace un par de meses y necesita trabajar pues sus padres, con los que vive, están
en bancarrota y ya no le pueden dar dinero,
incluso menciona que tiene una deuda con
la universidad todavía por lo cual no se ha
podido organizar para recibirse. Su mayor
problema es la tristeza porque su último
novio, después de tres meses de andar juntos, le dijo que ya no podía seguir con ella y
esto la tiene trastornada, ya que ella hubiese
querido hasta casarse con él, era el hombre
adecuado para sus gustos pero él resultó in-
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
maduro, inestable y sin deseos de continuar,
por lo que rompe la relación…
Antes de esta relación tuvo otro novio
por aproximadamente cinco años, el cual
actualmente la sigue buscando pero ella
ya no lo extraña, dice que es un joven alcohólico, dependiente y ya no le llama la
atención. Con este discurso quedamos en
vernos una próxima sesión, a la cual llega
con otro color de pelo, puntual y vestida
más informalmente.
Dice haber pasado una semana difícil,
su casa está hecha un caos y la están presionando para cubrir sus deudas; expresa con
llanto su desesperación por lo económico
y su descontento y tristeza por el duelo del
novio, platica sobre algunas amistades que
también ahora después de la universidad
han modificado sus tiempos de convivencia, también de su hermano menor por dos
años y de sus padres, hacemos un encuadre
de dos veces por semana, por lo pronto
cara a cara.
A la tercera sesión me cuenta que una
amiga le está ayudando a conseguir trabajo y que tiene una entrevista esta semana,
lo cual la pone más estable y resulta que
encontró al ex novio que ella extraña en
una fiesta y le hizo una escena de celos en
el elevador; estaba muy confundida por su
forma de proceder, mas no arrepentida.
A la cuarta sesión no llega, me avisa
que estaba ocupada, lo cual me dejó en el
natural cuestionamiento de las resistencias
y la duda de cómo hacer un trabajo introspectivo con una joven con tal labilidad
emocional, familiar y social.
La próxima sesión ya tiene un trabajo
donde aplica sus conocimientos académicos, con un sueldo que ella considera
adecuado; se presentó puntual pero muy
agitada y yo me preguntaba ¿qué sucede?
es decir, cada sesión algo nuevo, siempre
me sorprende esta paciente ¿será que yo
soy la rígida?
Transcurrieron varias sesiones más, estaba trabajando en esta empresa de su amiga, le ofrecen otro trabajo, va a la entrevista
se quiere cambiar, pero al final considera
que mejor no. Su padre parece estar un
poco más calmado con ella, es un hombre
de carácter fuerte, ella se somete al padre.
Igual que su mamá.
Su jefe es un encanto, un hombre casado con cuatro hijos y una esposa joven;
el gerente es otro buen tipo y ella parece
sentirse adecuada y con buen futuro.
Hay que ir a comer con ellos de vez en
cuando, me cuenta ella, resulta interesante
estar cerca del poder y bueno… así se va
dando una historia donde, de ser la analista de la joven, ella pide una sesión extra
porque se asusta mucho cuando recibe la
declaración de amor de uno de estos dos,
pidiéndole que sea su novia…
¿Eramos dos? ¿ahora parece que hay un
tercero metido en el vínculo terapéutico?
Se habla de él, de lo que significa esta decisión y las consecuencias.
Podría hablar un poco sobre contratransferencia, parar un poco y reconstruir
esta sensación de escucha casi imposiblemente neutra frente a la decisión de una
joven paciente de aceptar ser la amante de
su jefe… ¿parezco moralista? ¿o con una
ideología conservadora? Más allá de mi
silencio, ella toma su decisión.
El promete ser su príncipe azul, hace
intentos para lograrlo hasta que un buen
día el llega con ella a la sesión y, bueno…
pues ahora éramos tres en serio.
Aquí estamos frente a una más de las
preguntas sobre técnica, ¿tengo que recibir
al invitado a la sesión? Estoy obligada, ya
que mi paciente es la que pide su presencia
real o tendría la posibilidad de evitarlo, no
y con los triángulos ¿desde dónde?
ruth axelrod praes
37
lo sé; ella me avisa que lo va a traer y no
hay tiempo de trabajar la intromisión y el
acting in que implica la ruptura del encuadre clásico.
Él viene muy preocupado, ella lo invita con su doctora para que hablemos de
cómo le gustaría a ella que él la cuidara, yo
soy testigo, para que las cosas salgan bien.
Un tratamiento individual que pasa a
ser de pareja, con las vicisitudes que implica, la triangulación y sus alternancias.
Tres sesiones después, ella llama en fin
de semana pidiendo adelantar su próxima
sesión, hay algo muy difícil que hablar me
dice...
Yo no puedo atenderla en este momento, pido que me espere hasta que comience
la semana y ya con una sesión que adelanta
su cita convencional, llega muy confundida
haciendo algunas confesiones de la vida
sexual de su amante con otra mujer; él
tiene esta experiencia y la busca un par de
horas después para platicársela, asumiendo
que ser honesto es lo mínimo que le debe
a su amante y futura esposa. Le explica
tranquilamente a mi paciente que no la
tocó, que no tuvo relaciones con su esposa
con la que vive ya más de diez años, pero
que resulta que una de sus perversiones es
mirar cómo su esposa se acuesta con otro
hombre; para no olvidarlo, a él le gusta
grabar el incidente y ella, mi paciente,
ahora se entera y ya no sabe qué hacer… él
acepta lo que sucedió, lo platican pero ella
entra en pánico… no lo tolero, qué asco,
dice ella, no sé qué hacer… yo pensé que
era una persona normal y esto es algo que
no puedo manejar, dice de nuevo, ¡¡¡qué
asco!!!
Le pregunté que para que le contaba
esto a mi paciente y comentó que se da
cuenta que hace cosas muy fuera de lo normal, que está chueco y que ahora con la re-
38
núm.
4
acción tan sincera de su novia va a tratar de
regresar a la vida sexual convencional, le
promete a ella no volverlo a hacer y que va
a tratar de rehabilitarse de tantas tonterías.
Nos enseña a las dos si queremos observar
el video, que grabó con su blackberry, yo se
lo agradezco pero le menciono que no es
necesario, mejor podría borrarlo.
Fue una sesión intensa, donde las dos
teníamos el mismo cuestionamiento: ¿y
después de esto qué sigue? ¿a qué podría
ser forzada, qué va a poderle ofrecer a un
hombre que comparte abiertamente a su
esposa?
No me es fácil explicar mi contratransferencia entre lo imposible de la neutralidad, el impacto psíquico de la sexualidad y
su exibicionismo, la ruptura de la ingenuidad y la curiosidad por lo nuevo, me sentía
en un espacio erótico peligroso y cercano
que me atemorizaba, ¿sería yo la madre
deseada, deseante?, ¿la que formaba parte
de un viejo triángulo frustrado?, ¿tres para
tres?
Me sentí invitada a observar al novio,
a conocer su cuerpo, a darle una calificación a su desempeño sexual como amante,
¿quién seré para él? Él parece un escuincle
morboso, travieso, con malas mañas que
me cae gordo por cochino.
Han pasado muchas semanas desde ese
momento; muy frecuentemente aparecen
cambios drásticos en su vida, desde un
accidente por el cual se rompe una pierna,
intentos de abandonar su trabajo, días sin
asistir al mismo por diferentes situaciones,
cambios de casa, etc.
Aun así hemos mantenido el encuadre y
el vínculo terapéutico.
Ella no logró abstenerse de formar
parte de todo esto, aceptó seguir siendo la
rival, la amante, la que quiere saber todo
sobre las novedades sexuales y la que pudo
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
manejar el miedo y el asco, así como la
curiosidad y el deseo inconsciente de estar
ahí donde más terror se siente.
Cuando platica sobre la intimidad con
él, lo hace de forma discreta y suave, le
pregunto que si lo disfruta y me dice que
sí, que mucho.
“Me gusta mucho como me acaricia,
como me trata cuando estamos juntos…”
me dice. “Podemos jugar en la cama pero
todo está dentro de lo que yo considero
normal, además parece enamorado de mí
y eso me gusta”.
Pasó dos semanas fuera de la empresa
para modificar su estatus y ahora es su socia
en un nuevo proyecto donde ella dirige a
otros, pero fuera de la oficina inicial. Parece un estilo de independencia con cara de
subalterna; para que esto funcione puso a
un par de amigas cómplices que la acompañan en esta historia a que la ayuden, parece entusiasta tanto con el aspecto laboral
como con el del proyecto de pareja, ahora
dice aceptar que él no se divorcie pero que
siga con ella.
El otro varón que está en la oficina, que
fue el invitado de honor al banquete de la
esposa, continúa laborando normalmente;
en una ocasión le llamó la atención sobre
un asunto de la oficina, ella hizo lo posible
por no interactuar con él, ella dice que le
tiene miedo.
En la última sesión trae una preocupación acerca del bienestar de sus padres. Me
dice:
-Ahora que ya vendió mi papá la casa
vieja tiene el dinero y me da miedo que se
lo gaste, es muy desordenado, ya le pedí
que lo cuide, que lo invierta en otra casa
para que tengamos donde vivir establemente, en cambio mi novio actual -al ya
conocido- es muy cuidadoso con el dinero
y está pagando todo lo referente a la nueva
oficina. Siento como que es un soporte
para mí. ¿Sabes? La esposa es una manipuladora, estoy segura que sabe que hay
alguien más en la vida de su esposo pero
lo soporta por la comodidad que tiene,
ella no trabaja, es una fodonga de lo peor,
pero él, el novio, ya se quiere separar y no
me extrañaría que para enero se salga de
su casa. Yo le tengo que decir que lo piense
bien, como si yo fuera su mamá.
Le pregunto que si a su novio le faltó
mamá y me contesta pensativa, yo creo que
mucha, porque él me pide que yo lo guíe,
sin embargo, a mí me gusta ser como la
mamá.
Le pregunto: ¿y a ti te faltó mamá? Ella
contesta que a ella le sobró, que su madre
es sobreprotectora y le gusta intentar ser
perfecta y que se le pasa la mano en cuidados, mi paciente pelea por su espacio y por
su independencia.
¿Te cuento un sueño?
Dime: Estaba con mi novio, sentados
alrededor de una mesa, platicando y veo
que por la puerta entra una mujer muy
bien arreglada, muy bonita y le decía a
él, vámonos… El se levantaba e iba con
la cabeza agachada y yo sentía cómo nos
habían cachado… fue horrible porque yo
me sentía como esa otra mujer también, la
que hace y la que cacha, la verdad es que
en el fondo me da miedo que se vaya pero
también que se quede.
Y ayer tuve otro sueño donde había varios toros negros y muy agresivos, era como
una pamplonada, yo los esquivaba y al final
me iba corriendo y me salía del lugar y entraban otras personas…
Pero no sé qué pensar… no le entiendo; entonces yo le pregunté: ¿y los toros
tienen cuernos?
Aaayyy, caramba, sí es cierto… ¿en qué
piensas? Pregunté; bueno, la verdad es que
y con los triángulos ¿desde dónde?
ruth axelrod praes
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una parte de mí no está de acuerdo con
lo que estoy haciendo, no me justifico, me
siento mal, sé que estoy actuando mal, debería esperar hasta que se divorcie y no ser
la segunda de nadie, pero hoy sí lo soy y no
sé quién se va a quedar aquí.
¿A que le tienes miedo?, le pregunté. La
verdad es que a mi padre y a mis hermanos,
sé que podrían ponerse muy agresivos y
más a la humillación que pueden hacerme
sentir, a la vergüenza y más a la decepción
que les puedo causar.
Quisiera, ahora sí, tomar un momento
para la reflexión transferencial, ¿qué será
lo que esta paciente espera que le diga?
¿Será una indicación de qué hacer o qué
no hacer? ¿De orden paterno para que
aparezca lo que parecería ser el orden? ¿O
la razón para salirse de esta situación? ¿La
curiosidad puede y suele ser mayor que la
implantación de la ley?
Ella muestra su teatro como metáfora
de su realidad psíquica; para la analista se
trata de un teatro privado que la paciente
logra compartir, en el cual cada quien puede representar diferentes papeles, pero al
contrario de otros analistas como Breuer,
quien fue el analista de Anna O., en tiempos auténticos de Freud, para ser exactos
en 1880, hace casi ciento treinta años,
parece que ella lo obligó a representar un
papel que a él lo asustó. Y, evidentemente,
él lo permitió.
Mc Dougall (1991) considera que el
analista intentará observar atentamente
todos los escenarios, en especial su propio
teatro interior para interpretarlo lo mejor
posible antes de interpretar el de sus pacientes.
Pero esto no es tarea fácil, pues el mismo analista es parte de la escenificación;
además, en este escenario hay una invitación forzada de pasar de dos a tres, ¿qué
40
núm.
4
significa pasar de una diada a un triángulo?
¿Será una escena edípica en repetición? ¿O
el nacimiento psicológico de su hermano
en su vida?
De dos a tres y, bueno, a veces observando la escena primaria y a veces siendo
protagonista. Es decir, de lo pasivo a lo
activo con la posibilidad de controlar y controlarse ante las ansiedades persecutorias y
de crecimiento.
Estamos cerca de la posición de poder
hablar sobre perversiones, pero ahora sólo
nos queda hablar sobre neo sexualidades,
¿qué tenemos que decir a esto los psicoanalistas?
Mc Dougall, en su libro sobre las mil y
una cara de eros (pág. 235), menciona que
las personas destinadas a recurrir a invenciones neosexuales en la edad adulta han
creado su puesta en escena erótica como
un intento protector de autocuración,
no sólo para contener una angustia de
castración excesiva, derivada de conflictos
edípicos y del inconsciente biparental, sino
también para tratar de conciliarse con la
imagen introyectada de un cuerpo frágil y
dañado. Así, en su guión erótico, el sujeto
trata de protegerse de un sentimiento espantoso de muerte libidinal que, a su vez,
engendre miedo a la pérdida de la representación corporal como un todo, con un
posible desmoronamiento del sentimiento
de identidad subjetiva que siempre está en
proceso de consolidación.
Fernández (2002, pág. 16) menciona a
la sexualidad como motor y arquitectura
de la condición subjetiva, el ser humano
propuesto por el psicoanálisis se particulariza por privilegiar el trabajo de representar y significar. Ambos constituyen fuentes
reproductoras de un placer cualificado, de
matices afectivos, que sostienen al sujeto
en su deseo de vivir, así el sujeto anímico
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
resulta producido, es productor y se autoproduce para vivir. Esta relación constante
consigo mismo filtra y delimita la vinculación con otros semejantes significativos y
con el mundo en el que habrá de hallar
inscripción.
Esta condición despliega un triple registro. Como protagonista en tanto desea,
como protagonizado y como protagonizante en tanto aspira a ser alguien para otro.
Finalmente, la transferencia y la contratransferencia suscitan una reflexión más
profunda que no puede aislarse del sentido
de la ética, del natural caos de las pulsiones
básicas de vida y de muerte, de la teoría de
los afectos y de la esencia de la técnica psi-
coanalítica en la búsqueda del inconsciente; ése es nuestro quehacer profesional.
Bibliografía
Fernández, R. (2002). El psicoanálisis y lo
psicosomático. Madrid. Editorial síntesis.
Freud, S. (1895). Escritos sobre histeria de conversión, vol. II Obras completas. Buenos
Aires. Amorrortu editores.
MC Dougall, J. (1991). Teatros de cuerpo. Madrid. Julian Yébenes, S. A.
Mc Dougall, J. (1998). Las mil y una caras
de eros, la sexualidad humana en busca de
soluciones. México. Paidós.
Velasco, F. (1996). Manual sobre técnica psicoanalítica. México. Ed. Planeta.
y con los triángulos ¿desde dónde?
ruth axelrod praes
41
Cultura web o el mundo en la palma de la mano;
relaciones con el psicoanálisis
¿
Qué entendemos por cultura web?
propio tiempo, que adhiere a éste y, a la vez, toma
su distancia a través de un
desfase y un anacronismo”
(Agamben, 2009). Conceptualizar este fenómeno de diálogos virtuales que inciden en nuestra vida íntima
y social requiere sostener un sentimiento
de inadecuación con esta contemporánea
complejidad cultural, que interviene en la
subjetividad tempranamente en la medida
en que incluye, en los niños, valores del
mundo antes de haber estabilizado o adquirido los de la familia y, muchas veces,
atenuando éstos.
Es observable una nueva sociabilidad
también virtual: una comunicación que
vence los límites territoriales y, a la vez,
mutila partes esenciales de la comunicación cara a cara. Los gestos, el tono de voz,
aquello que puede delatar una mentira, la
verdad que aporta la mirada, el olor sensual, el tacto y el sonrojarse quedan fuera
de las pantallas. Si bien creemos verlo todo,
parece que lo esencial quedara fuera y no
podemos dejar de observar que, para los
jóvenes, esta forma discursiva es particularmente preferida. Como psicoanalistas observamos formaciones sintomáticas a partir
de esta “cultura tecnológica” que, si bien
ofrece una novedosa dimensión imaginaria
para el pensamiento, también aporta la po-
Cecilia Moise
de Borgnia,
Ana Salazar
Como psicoanalistas partimos de algunas consideraciones que conceptualmente ligan al sujeto, a la cultura
actual y al psicoanálisis con la idea que “el
psicoanalista no puede ser sino un explorador y un conquistador, no se conforma
mucho tiempo con el piloto automático y
está tentado a extender su investigación a
otras áreas” (M. Baranger1995).
La subjetividad en nuestros días adhiere
a una cultura de conmutación universal, la
comunicación “express” -lo más parecido a
lo inmediato- y a una libertad vincular que
no tiene precedentes.
La tecnología se ofrece hoy día como
un elemento generador de una nueva era
en materia de transformaciones sociales,
es así que computadoras, teléfonos celulares, video juegos, internet con sus diferentes alternativas (chats, blogs, sociabilidad
virtual, etc.) son las herramientas preferenciales de la comunicación en la cultura
actual y fundamentalmente en el mundo
adolescente. Lo vemos como un fenómeno y un desafío para el pensamiento, que
nos atraviesa ineludiblemente en nuestro
ser contemporáneo. “La contemporaneidad es, pues, una relación singular con el
núm.
4
2009
revista de psicoanálisis de guadalajara
43
sibilidad de crearse personajes que, como
dobles clónicos o máscaras, compensan de
manera fantástica las frustraciones de la
vida real, ej.: Second Life, juego en el que
participaba una paciente de una analista
de Bs. As. y que fue tema de interesantes
reflexiones en el último Simposio de Apa
(Cowap-Apa 2009).
Venimos trabajando estas cuestiones
de nuestra cultura (Moise, C. y Salazar, A.
2009 y 2010) estableciendo una unión conceptual en lo que llamamos “cultura web”,
cultura como producción simbólica social
y web como la tecnología conformada por
una red de redes de la información y la comunicación, que notoriamente está generando profundos cambios en la vida social
como en los procesos de constitución subjetiva y, por lo tanto, en el bienestar como
también en el malestar de las personas.
No podemos dejar de considerar las
facilitaciones que promueve para los procesos ligados al pensamiento y al lenguaje,
como a sus obstáculos, en la medida en
que facilita conductas de goce compulsivo
ligado a la sexualidad, o a la adicción por
“estar conectados” a la red, o también en
la transformación de “consumidores” dependientes de todo aquello que se ofrecevende en la web.
Desde nuestro lugar como psicoanalistas ubicamos a la cultura en relación
al psiquismo estando de acuerdo con el
siguiente punto de vista:
He propuesto, en la articulación de
las series complementarias fijadas por
Freud, una cuarta serie que incluye específicamente el impacto de la cultura y de
la historia sobre el psiquismo. Integrar
una cuarta serie exige la inclusión de la
psicosexualidad en el tejido íntimo interdisciplinario sin que por ello el psicoaná-
44
núm.
4
lisis pierda su especificidad (Alizade, M.,
pág. 52, Moción, 2006).
¿Demandarán análisis los jóvenes que
creen encontrar googleando todas las
respuestas a sus deseos o necesidades
libidinales? ¿No será dejado de lado por
anacrónico el diálogo analítico que bascula
entre la interrogación y la ausencia de soluciones rápidas? ¿Interesará preguntarse
quién soy o qué proyectos me animan si
puedo esconderme en un personaje que
además es convalidado socialmente?
Buscamos descubrir la manera en que
puede cegarnos la luz de esta maravilla
mediática y sus implicancias para nuestro
pensamiento. Herramienta moderna que
promueve una pérdida de un tiempo de
soltura para el pensamiento, en la medida
en que queda atrapado dentro de las redes
cuasi-oníricas del ciberespacio, la dependencia posible y la incomunicación. Los
nuevos discursos en la web y sus múltiples
sentidos nos implican a todos sin límites de
edad, aunque el mundo de los jóvenes es el
más expuesto a sus particularidades. Son los
jóvenes que, educados por la web más que
por la familia, con un lenguaje propio, portarán los valores globalizados del mundo
tecnológico más que los de la comunidad
en la que habitan (Galende, E., 1995-2008).
¿Qué variables incluye la producción
simbólico-discursiva a nivel comunicativo
en el mundo de los niños y adolescentes,
como en el de todos, a partir de la cultura
web?
Esta nueva cultura web, ¿qué impronta
produce en el inconsciente?
Nos preguntamos si como elemento de
la cultura produce sólo el malestar que implica la renuncia pulsional, en su exclusión
del cuerpo, en su recorte de los vínculos
que se convierten en “parciales”, en tanto
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
son diálogos de pantalla a pantalla, o en
realidad incluye alguna novedad, ligada a
la facilitación en el goce del cuerpo.
Acerca del erotismo, el deseo y la psicosexualidad: ¿cómo se establecen las relaciones de la sensualidad y la prescindencia del
cuerpo del otro en estas comunicaciones
digitales?.
Aspectos socio-culturales: discurso en la web
La lógica, decía Peirce (1839-1914), es otro
nombre de la semiótica y la semiótica tiene
como objetivo el estudio de la semiosis. La
semiosis es el instrumento que posibilita
el conocimiento. Es donde se construye la
realidad de lo social. Se trata de un proceso
triádico de inferencia mediante el cual, a
un signo (representamen) se le atribuye
un objeto a partir de otro signo (interpretante), que remite al mismo objeto que es
también un signo. Este proceso es por definición infinito (Pisarro, M., 2010).
La semiosis está presente en todos
lados, en todo momento. Como escribió
el semiólogo Eliseo Verón (1988), toda
producción de sentido es social y todo fenómeno social produce sentido. Los signos
no son artimañas conceptuales o imágenes
acústicas que sólo están en la cabeza de
la gente (Saussure), son representaciones
de cosa y la palabra de la realidad. ¿Cómo
leemos los psicoanalistas los signos de estos
tiempos? ¿Cómo escuchamos a nuestros pacientes cuando hablan de sus intercambios
dentro de la web? ¿Estamos aprendiendo a
leer los signos de estos tiempos, a conocer
sus nuevas producciones simbólicas y los
sentidos que ellas otorgan?
Es esencial comprender la actualidad,
es decir, ejercer un pensamiento crítico
sobre el presente. Al decir de Agamben, ver
la sombra de la luz que nos ilumina. Sólo
cultura web o el mundo en la palma...
este comprender crítico hace posible que
la acción de los hombres no sea guiada por
el miedo ni por fantasías salvíficas, como
puede verse a la tecnología, sino guiada
por el saber y el deseo de transformar o
construir la realidad.
Con valores éticos surge un auténtico
deseo de comprender, de actuar sobre la
realidad; con la aceptación de lo imposible
de sortear las diferencias, como los límites
que la finitud nos impone, un empeño fraterno y solidario de hacer con los otros; es
lo que da como resultado un decidir sobre
la existencia de cada uno y del conjunto (E.
Galende, 2009).
El mundo actual está compuesto por
productores, consumidores y excluidos.
Quienes estamos presos en este mundo
global amenazante nunca aceptamos
este presente como definitivo, la mayor
parte mantiene su anhelo de libertad,
de poder elegir y decidir, pero no ignoramos que muchos, por diversas debilidades y desventajas sociales, son víctimas
personales del pánico y la angustia
crónica. Este mundo del miedo no es
natural ni espontáneo. Por vía del consumismo, que necesita de una cultura del
individualismo, se trata de mantenernos
aislados. Esto no es espontáneo, la globalización económica impuso aislarnos del
territorio (migraciones masivas), de la
vida en común (competencia y desconfianza), de la historia compartida y, especialmente por las políticas mediáticas,
de evitar que imaginemos un futuro o un
proyecto en común (E. G.).
Cultura del poder económico, que
alienta la destrucción de la subjetividad en
aras del uso de aquello que imposibilita
la iniciativa de proyectos a futuro, medio
cecilia moise de borgnia, ana salazar
45
que genera sometimiento, un discurso de
la simulación del conocimiento, un saber
que inmoviliza, que hipnotiza por vía del
consumismo, que necesita de una cultura
del individualismo.
Elsa del Valle plantea, en “La articulación entre el individuo y la sociedad”
(1991), la importancia del lenguaje no sólo
como orden simbólico y primado del significante, sino como transmisor, regulador y
comunicador social.
Esto nos hace rescatar, más allá del valor
estructural del lenguaje, su función de mediador para la transformación de sí mismo
y de la sociedad. Hoy parece imponerse
un concepto pragmático del discurso y la
palabra promueve un valor de acción, de
praxis, de poder.
Entendido el lenguaje en esta perspectiva reconoce dos sentidos:
Como portador de contenidos ideológicos a través de los valores y normas que
fecundan las instancias del superyo y del
ideal del yo. Y
Mediador, regulador y transformador
de la conducta humana, la propia como la
ajena, a través de la comunicación. Sólo a
través de las prescripciones y normas superyoicas se interiorizan las voces de los padres
que dan sustrato específico a esas normas y
valores.
Los psicoanalistas, acostumbrados a
interpretar en relación al juego de las representaciones y al principio de diferencias por
condensación-desplazamiento o aun en las
formas de presentación de lo pulsional, nos
encontramos con dificultades para comprender el funcionamiento actual subjetivo.
Su principio no es de diferencia, sino de
identidad, como en las expresiones patológicas del narcisismo. El sujeto tomado como
objeto resulta idéntico a su representación.
Freud diferenció entre individuo y sociedad
46
núm.
4
como los actos psíquicos sociales de los
actos psíquicos narcisistas. Lo social se hace
narcisístico por medio de la masificación
de los individuos. Se consume lo mismo, se
piensa poco e igual (la tv, los videos, etc.),
aplanan las emociones, condicionadas por
los efectos especiales de los medios masivos,
y crean modelos identificatorios de sensibilidad semejante para todos.
Los valores que sustenta una cultura de
la libertad incluye la autonomía del individuo, la igualdad, la relación dialéctica con
un poder equitativo y su interiorización
en el superyo y no están en relación con
estas nuevas condiciones que han ganado
la conciencia y la vida cotidiana de grandes
sectores, con una cultura tecnocrática, eficientista, individualista, utilitaria, sostenida
en la construcción de una realidad que
dificulta la fantasía, el sueño, la creatividad
individual. La computadora ha devenido
un adminículo de primera necesidad que
nos permite entrar a través de internet, en
relación con ese otro del saber universal en
permanente construcción. El ciudadano
del siglo XXI piensa con su computadora.
Hay una fragilización de la memoria como
una suerte de Alzheimer digital. No se trata
de un efecto de olvido o desconocimiento (represión), sino de un aturdimiento
semejante a las neurosis traumáticas. Cantidad de estímulos que por magnitud y diversidad no permiten elaboración alguna.
El nuevo aparato tecnológico además
funciona como controlador social. Su portador resulta localizable en tiempo y lugar
y las conversaciones, excalibur mediante,
son rastreables y reconstruibles vía satelital.
La conexión permanente trae aparejados
sus problemas: diluye el límite del horario
laboral y borra la ya fina línea divisoria entre vida personal y actividades de trabajo.
Estar conectado las 24 hrs. para ahorrar
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
tiempo hace que algunos admitan estar
contentos con su adicción.
Pero ¿se puede ser adicto a un aparato?
Algunos síntomas son similares a los de
otras compulsiones. El estar permanentemente conectado suele producir pérdida
de concentración y la falta a veces genera
tensión, ansiedad, estrés y puede alterar los
horarios de sueño. Existe una tendencia a
la dependencia en las personas que tienen
un trastorno previo. Es así que se la denomina a nivel médico clínico como “tecnostress”, que sería aquel momento en que
alguien deja de ser usuario de la tecnología
para ser esclavo de ella.
Es interesante el planteo de M. Sauval
(2008) en “La letra invisible de la escritura
digital”, donde plantea que cada vez que
“apretamos” con el mouse el botón “guardar”, lo que se escribe “realmente” no es el
texto que vemos en la pantalla, sino el “archivo” que lo contiene. Sus letras no están
hechas para que las lea un hombre, sino
una máquina. Puede aplicarse a cualquier
realidad (textos, imágenes, cuerpos, etc.)
que pueda ser cifrada. Llama “analfabetismo informático” a la injusticia distributiva
de acceso a las computadoras que padecen
amplios sectores de la población, ya que
se vuelve inaccesible si no disponemos del
software adecuado. Cada cambio de tecnología arrasa con la cultura archivada en
formatos devenidos caducos.
Acordamos con D. Sahovaler (2009):
El tema de la información que representa una revolución tecnológica cuyos
efectos sociales y culturales son visibles
contiene, según Touraine (2005), la
ausencia de todo determinismo, ya que
se ha creado una situación nueva a causa
de la gran flexibilidad social de los sistemas de información. Éstos dan voz a los
cultura web o el mundo en la palma...
que eran tratados como objetos, como
propiedad. Si bien internet y las nuevas
tecnologías de la información, cuya omnipresencia se elogia tanto, constituyen
el medio de comunicación masivo más
adaptado a la ideología que preconiza
el fin de la Historia y la desaparición
de todas las fronteras, podemos cuestionarnos si es correcto predecir que a
partir del desarrollo de la sociedad de la
información y de Internet se producirá
el establecimiento de un mundo orweliano, caracterizado por la uniformidad
generalizada.
Metapsicología psicoanalítica,
acerca del inconsciente
¿Qué significado o sentido otorga esta
presencia-distancia para nuestra vida pulsional? ¿Es semejante al que producía la
carta de antes?, ¿al texto de los libros?, ¿al
teléfono? ¿O acaso hay diferencia en el saber y en el ver al otro, en el preciso instante
en que le escribo o le hablo?.
¿Qué tipo de huellas deja para nuestro
psiquismo este diálogo aquí y ahora en
su inmediatez y exceso de producción?
Lo vertiginoso de la web se opone a las
formas de registro del inconsciente,
cuyas leyes de tiempo y espacio determinados que, si no se cumplen, resultan en
situaciones traumáticas (Baranger, M. y
W., Mom, J.,1987 y Freud, S., Carta 52).
Finalmente vamos a intentar articular
conceptos metapsicológicos que den cuenta de lo que nos preguntábamos al inicio
de nuestras reflexiones, referidos a las improntas en el inconsciente y los modos de
producción simbólicos que promueven las
nuevas tecnologías.
cecilia moise de borgnia, ana salazar
47
Si bien como psicoanalistas nos preguntamos acerca de la producción de subjetividad en nuestra época, lo específicamente
psicoanalítico es la búsqueda de la producción tópica psíquica en sus particularidades dentro de una concepción más general
del funcionamiento psíquico.
Vamos a tomar para esto las nociones
de funcionamiento psíquico inconsciente
de la Carta 52 de Freud (1896). Allí da
cuenta de la modalidad de retranscripción
de las huellas mnémicas: un rehusamiento
de pasaje o traducción a otra instancia se
llamará represión y en el caso de que la
vivencia sexual produzca un placer no inhibible generará una compulsión. Freud:
De este modo se llega a las siguientes
tesis. Cuando una vivencia sexual es recordada con diferencia de fase, a raíz de
un desprendimiento de placer se genera
compulsión, a raíz de un desprendimiento de displacer represión (pág. 277).
Por esto es que ciertas escenas perversas
que generan placer serán fijadas bajo una
modalidad compulsiva y no hay transposición a otro orden, permaneciendo fija
dentro del mismo sistema. Esto es lo que
caracteriza a la compulsión, su no modificación. Si pensamos que el psiquismo está
bajo el primado de la represión, estamos
diciendo que la traducción de un sistema
a otro implica pérdida de placer y pasaje.
El conocimiento surgido de la sublimación
pulsional exige cambio de objeto y de
meta. O sea, hubo transcripción, traducción y represión.
En la cultura de la inmediatez o posmoderna se lesiona el establecimiento de la represión, el sujeto dañado narcisísticamente
funciona bajo la tiranía de un yo ideal y no
puede contener las impulsiones no ligadas
48
núm.
4
que lo gobiernan. El problema del pensamiento queda de esta manera relacionado
con funcionamientos psíquicos en los que
lo lesionado es la constitución del lenguaje, del campo simbólico que representa,
uniendo pasado, presente y futuro y dando
consistencia a un imaginario que diferencia entre palabra y lenguaje. Silvia Bleichmar (1998) planteaba dos problemas en
cuanto al pensamiento y sus relaciones con
el lenguaje: uno se refiere al deseo humano de comunicación, para esto el lenguaje
y su constitución en discurso, y otro problema es la necesidad de un “otro” que, por
efecto de identificación o inscripción subjetiva, se convierta en el interlocutor como
objeto destinatario de los pensamientos de
uno. Las producciones simbólicas del sujeto guardan relación directa con la constitución de estas instancias. Quizás sólo se
benefician con el mundo virtual los sujetos
cuyo mundo representacional mantiene
una estabilidad en la constitución de sus
instancias, que colabora con nuevas producciones del pensamiento. Su novedad
quedaría inscrita como facilitación de los
procesos secundarios del psiquismo.
Psicosexualidad y web
La presencia virtual del otro, como su
alejamiento, dependen de un “clic” y sería
simplista creer que un encuentro o comunicación dependen sólo de esa posibilidad.
Como psicoanalistas sabemos que la vida
pulsional y el encuentro con los objetos incluye una imposibilidad constitucional que
irá más allá de los medios con que creamos
contar para minimizarla (Freud, S., 1912).
Las redes virtuales se proponen como un
desafío al mundo simbólico del pensar y
del sentir humano, en su complejidad y
en sus potencialidades, en la creencia de
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
salvar la distancia que nos diferencia y distancia de otros.
Desarrollaremos brevemente, y a modo
de introducción para el diálogo, algunos
puntos de vista acerca de la psicosexualidad, el deseo y sus posibles implicancias
patológicas, si así llamamos a las desviaciones del mismo: pornografía, adicciones y la
criminalidad de mercado en la que todo se
puede comprar o vender.
La subjetividad se construye según los
modos en que se entraman las necesidades
libidinales junto a los proyectos identificatorios dentro de los lazos sociales que se van
estableciendo. Advertimos que un riesgo de
la cibercultura es que se constituya en un
poder que niegue ilusoriamente el esfuerzo
y el dolor que conlleva el encuentro con la
alteridad. Una subjetividad amenazada por
la jerarquización de la inmediatez y lo perceptual (Moise, C., 2004).
La sexualidad y su relación con la transgresión es habitual dentro del mundo de
los adolescentes, en la web se hace visible lo
que antes no teníamos ocasión de presenciar y por lo tanto, como nunca, lo íntimo
se ha normatizado como público. ¿Cuál es
el riesgo de perder el espacio de intimidad?
¿Perder para siempre la autonomía del pensamiento?
Ahora bien, sería conveniente discutir todavía aspectos más espinosos de la
cuestión, por ejemplo, la instalación de la
pornografía como analizador de los intercambios en la web, o sea, como emergente
espontáneo en la vida histórico-social-libidinal de la sociedad en uso de sus libertades y
las determinaciones que generan conflictos,
deseos y fantasmas, propiciados por otro
elemento no menos importante a saber,
la explotación sexual comercial impuestos
por la sociedad de consumo donde es evidente el uso de mercancía de los cuerpos.
cultura web o el mundo en la palma...
Esto último coloca a la cultura web dentro
del ámbito del poder de un sistema social
capitalista de explotación, ya sea por su
posibilidad publicitaria masiva e indiscriminada y, a la vez, por la utilización de mujeres
y niños como objetos preferenciales para
fines que terminan siendo de carácter delictivo (prostitución, pedofilia y compra-ventas
compulsivas de todo tipo de objetos). Ya no
se trata de ir al extremo del exceso o prohibido y por lo tanto estar dentro del campo
del erotismo, el cual se sostiene dentro de la
ley del deseo, sino que lo que la pornografía
propone es la misma abolición de la prohibición (Marzano, M., 2006).
Los analistas nos cuestionamos en poder establecer las coordenadas actuales
para ubicar el deseo, el erotismo, el placer
y el goce, de manera tal que puedan dar
sentido a las relaciones amorosas, ver intimidad y alteridad como un estar con otro
y reconocerse a sí mismo en intercambios
productivos afectivos.
¿Será que el ámbito de la virtualidad
crea una nueva realidad que se vende como
real ante la carencia de un cuerpo afectivo
real? Cuerpos habitados por afectos que
afirmen la existencia sin necesidad de máquinas, ¿o será que esto es ya imposible?
Podemos decir que la adicción hoy día
es de objetos que son legales y cada día son
más necesarios para no quedar excluidos
de los intercambios sociales. La subjetividad
en sus diferentes producciones discursivas
encuentra nuevos medios para los intercambios simbólicos sociales, pero lo que no
queda claro es si los posibilita o los impide.
Lo por venir social, cultural
y el psicoanálisis
El malestar en la cultura de Freud de 1930
está basado en otras premisas que las que
cecilia moise de borgnia, ana salazar
49
sostiene nuestra sociedad actual. El superyo
de entonces no es el de ahora, al menos
en lo que se refiere a la renuncia pulsional
como imperativo de su lógica determinante
de malestar. Como dijimos, los referentes
que constituyen el sí-mismo son diferentes
hoy día, no es sólo la familia y su círculo social de inserción, sino que se ha extendido a
partir de la web y sus infinitas posibilidades
de expansión territorial y de intercambios
sociales. La visión del hombre de la posmodernidad, el ser contemporáneo, va
rumbo al cumplimiento automatizado de
las instrucciones de un saber tecnológicoeconómico (Indart, J. C., 2005).
El discurso social dentro de esta cultura
tecnológica está basado en un lenguaje informático-estadístico; nada de este discurso
habla del sujeto que lo sustenta y, al decir
de M. Goldenberg (2005):
La diversidad de malestares que produce
y que se denuncian (que no hay nada
‘humano’ allí, que no hay lugar para los
sentimientos, que uno queda reducido a
un número) se reduce al hecho de que
en ese lenguaje no hay representación
posible alguna del sujeto en su singularidad. Hoy el lenguaje de la gestión
mundial político-económico y cultural
es ese lenguaje informático. Igualmente
lo es el de la tecnología científica que
acompaña los objetos de consumo como
prospecto adjunto con instrucciones y
la posibilidad de trabajar es ya cada vez
más, muy simplemente, sólo su empleo.
El mundo actual cultural brinda innumerables beneficios y a la vez malestares,
la web en sus diversas formas hace posible
la “máxima individuación de lo global y reducción del planeta a un punto incandescente de instantaneidad” (Veron, E., 2009).
50
núm.
4
En el futuro, la subjetividad se verá
frente al desafío social y cultural de dar
una respuesta al doble imperativo de la
determinación por el espacio territorial y
la determinación por el sí-mismo, o sea, su
identidad. Un polo lo representa el de la
desvinculación del sí-mismo del espacio, es
la novedad que aporta la web y sus infinitas
conexiones ciberespaciales.
El otro polo que adquiere cada vez
contornos más claros, a los ojos contemporáneos, lo constituye el fenómeno de
un espacio sin sí-mismo, por ejemplo, las
redes cuasi sociales en las que las personas
se reúnen, sin por ello querer establecer un
vínculo entre su identidad y su localidad, lo
que cobra la forma de máxima individuación. Habrá que esperar que en el futuro
los seres humanos generen una reapropiación colectiva de la realidad social.
Sigue siendo nuestro desafío como psicoanalistas comprender las modalidades
que cada época va propiciando en la constitución subjetiva, nadie puede mantenerse
al margen de los sentidos sociales de la
época en la que vive. Desde nuestro lugar
somos particularmente sensibles a todo
aquello que parezca facilitador o contrario
a lo que son las auténticas necesidades y
deseos del ser humano y, de esta manera,
luego de la reflexión, sostener una ética
acorde con la complejidad que resulta o
hace al diario vivir.
Bibliografía
Agamben, Giorgio. “Qué es ser contemporáneo?”. Ensayo inédito. Rev. Ñ, N 10,
21/3/09.
Alizade, M. (2006). “Acerca de la formación psicoanalítica”, Rev. Moción, APA.
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N24.
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Bleichmar, S. (2009). “Inteligencia y Simbolización”. Paidós.
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cecilia moise de borgnia, ana salazar
51
Transferencia imaginaria:
actuación del analista
Olga Varela Tello
Cada vez que un hombre habla a otro de modo
auténtico y pleno, hay transferencia simbólica:
algo sucede que cambia la naturaleza de los seres
que están hablando.
J. Lacan
E
l psicoanálisis tiene sus orígenes en
la hipnosis y en la sugestión, técnicas
que Freud abandonará cuando descubra
y le ponga nombre a la Transferencia, a
la que califica como el verdadero motor
y obstáculo de la cura psicoanalítica. Al
principio, Freud definió la transferencia
como el amor desmedido que el analizante
pone sobre la figura del médico. Más tarde
descubre que no en todos los pacientes se
despiertan sentimientos de amor, sino que
algunos manifiestan sentimientos hostiles y
de desconfianza hacia el médico. Y por último observó que algunos casos se resistían
al fenómeno de la transferencia. Melanie
Klein y los post-kleinianos agregaron que
sí había transferencia en las Psicosis y en
los niños y finalmente Lacan, siguiendo
en parte a Freud, habló de la transferencia
simbólica y la transferencia imaginaria.
La palabra transferencia no pertenece
exclusivamente al vocabulario psicoanalítico, pero es un término que se va a relacionar
núm.
con la Neurosis de Transferencia que reemplaza los
síntomas de la enfermedad
por una nueva significación transferencial;
siendo este proceso del orden exclusivo del
Psicoanálisis, es el que estructura la cura en
la producción o aparición del inconsciente.
Ya lo decía Freud, no se puede trabajar en
ausencia o en esfinge.
Hablar de transferencia, que es el tema
que hoy nos convoca, no es fácil, como
tampoco es fácil trabajar con ella; trabajar
en Transferencia va a depender de nuestro
propio análisis y la capacidad que hayamos
tenido para profundizar en nosotros, nuestros conflictos, patología, pero sobre todo
en nuestro narcisismo. Podemos hablar y
discutir sobre ella teóricamente, entenderla a la perfección, ya que hemos leído un
sinnúmero de libros y en el mejor de los
casos saber todo sobre ella, pero desde la
teoría y aun así, seguir teniendo problemas
para trabajar con ella. Trabajar en transferencia nos complica, ya que solemos confundirla con la transferencia imaginaria o
narcisista, que obtura el inconsciente.
Nos encontramos entonces ante la gran
dificultad para trabajar con la transferencia simbólica. Y es en este fenómeno que
me gustaría reflexionar: Si el análisis es el
análisis de la transferencia y es esto lo que
producirá el acto analítico, ¿qué sucede
4
2009
revista de psicoanálisis de guadalajara
53
entonces con esos análisis? ¿Se estancan y
producen interrupciones? o ¿llegan a su
final pero sin haber hecho otra cosa que
cambiar una historia por otra? Me parece
que éste es un grave problema que tenemos que enfrentar. Si el psicoanálisis es el
análisis de los duelos para que finalmente
podamos llegar a la renuncia de ese objeto
no existente que esperamos nos complete,
Castración Simbólica, entonces, cuando el
analista completa al paciente ninguno de
los dos logrará esta renuncia y los objetivos
del análisis habrán fracasado, logrando
nuevamente la ilusión de lo bien que nos
fue y de haber conseguido lo anhelado. Y
esto siempre sucede cuando trabajamos en
el terreno de la transferencia imaginaria o
especular.
Pretendo entonces, con estas reflexiones, revisar el grave daño que se produce
en el paciente y en el analista, que invariablemente lleva al fracaso del análisis dando
lugar a las curas “como si”; es el baluarte
entre los dos de los dos miembros de la
pareja analítica que coagulara el proceso
en una repetición interminable. ¿Estamos
conscientes del daño que infligimos al paciente y a nosotros mismos? No lo sé.
El daño no sólo se da al final, sino
durante la cura, en donde se van a producir actos realizados por el analista y
por el paciente; me refiero a lo señalado
por Nasio,1 con el que concuerdo cuando
sostiene que, como pensaba Freud: “La
transferencia es un estado psíquico” que se
va a extender más allá del plano proyectivo
y de nuestro espacio del consultorio, por
lo que la transferencia analítica impera
no sólo en las llamadas formaciones de lo
inconsciente (lapsus, acto fallido, sueños
1
Nasio, J. D. En los límites de la transferencia, Ed. Nueva
Visión. 1987, Argentina. Pág.19
54
núm.
4
etc.), sino también en la determinación
de formaciones psíquicas aparentemente
exteriores a su campo. Esto quiere decir
que lo que se dé dentro y fuera de sesión
pertenece al orden de la transferencia.
Así nos encontraremos con acciones o
conductas, algunas crisis de un paciente,
presentes posterior a una sesión analítica.
Son actuaciones transferenciales que no se
elaboraron en sesión, debido a que la transferencia interpretada y trabajada en sesión
fue la transferencia imaginaria, dejando de
lado la simbólica, que es la que conduce
a una elaboración. Podríamos pensar, a
manera de ejemplo, en una conducta cada
vez más frecuente, las llamadas al celular o
los mails que envían los pacientes y que los
analistas permiten, ¿no estamos con esto
promoviendo una seducción que insinúa
que somos el objeto complementario? Todos estos actings se han justificado con la
excusa de que “las nuevas enfermedades
del alma” nos enfrentan a pacientes que no
oyen, no comprenden y sólo actúan. Pero,
me pregunto ¿será esto así? Sí, en algunos
casos (pocos) pero no en otros, en donde
me parece que hemos perdido la posición
analítica en aras de un supuesto cambio
técnico para las nuevas enfermedades, que
encubre nuestra resistencia a aceptar que
no somos el Sujeto Supuesto Saber. Estamos ante la actuación del analista.
El psicoanálisis, desde su nacimiento,
ha sido objeto de numerosas desviaciones
en su práctica hasta el punto de que varios
teóricos han reubicado conceptualmente
la teoría de la técnica para poder rescatar la adecuada aplicación de la técnica
y distinguirla radicalmente de cualquier
otra. Lacan advirtió que los errores de un
análisis siempre están del lado del analista;
de acuerdo a él, es el analista el que se equivoca. Me parece que en la mayoría de los
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
casos es verdad, pero tenemos que reconocer que hay pacientes inanalizables, no por
su patología, sino por la ausencia del deseo
de conocerse o por falta de conciencia de
la enfermedad, que quizás no debieron haber sido tomados, no sé, sería otro punto a
discutir y reflexionar.
Lo que si, no se puede responsabilizar a
un analizante de su transferencia, ni de su
manera de transmitir sus síntomas, porque
desmontaríamos el cimiento que legitima
que el psicoanálisis exista como discurso.
Recuerdo a un paciente adolescente que
venía conmigo porque en su anterior
terapia se le había dicho que si volvía a
fumar mota ya no podía ir, por lo que ya
no fue. Lo que sí podemos afirmar es que
el analizante no es siempre responsable del
fracaso de un análisis. Ahora bien, el que se
queda sin análisis es él, al que le quedará
pendiente llegar al final del análisis para
develar su verdad como sujeto y el goce que
le es propio si quiere salir de la situación en
la que se encuentra. Habrá una responsabilidad que tendrá que asumir, aunque no
haya sido el causante directo de la misma.
Me parece que algunos fracasos o decepciones de sujetos que han hecho un
análisis durante años puede deberse a una
confusión de la transferencia con la repetición por parte del analista. A la confusión
entre la transferencia imaginaria con la
simbólica. A un analista que defiende su
deseo narcisista más que su deseo de analizar. ¿Cabría pensar que aquellos sujetos
que intentan una experiencia analítica son
sujetos de los que podemos decir que tienen un deseo decidido hacia el psicoanálisis, más allá de los propios psicoanalistas?
La transferencia es un fenómeno esencial que incluye al paciente y al analista y
apunta al deseo como fenómeno nodal del
ser humano. No debemos olvidar que la
transferencia a analizar es siempre inconsciente; aun cuando pueda en muchos momentos parecer consciente en el discurso
manifiesto y nos confunda, no olvidemos
que Freud sostenía que si algo se ve fácil es
que no lo es. El analista deberá ir siempre
al encuentro del deseo inconsciente y de
su significación. La forma de conducir la
cura y las interrogaciones particulares que
plantea y se plantea el analista van a tener
una estrecha dependencia con la idea que
éste tiene acerca de nociones tales como
inconsciente y pulsión.
Y el encuentro con el inconsciente no es
nunca la repetición. Freud, la primera vez
que menciona el concepto de compulsión
de repetición es en su artículo “Recuerdo,
repetición y reelaboración”, en donde afirma que el analizando no recuerda nada de
lo olvidado y reprimido, sino que lo repite.
Aparece el recuerdo en acto. La repetición
se escenifica bajo las condiciones de la
resistencia, alimentadas por las mociones
pulsionales reprimidas. La transferencia
misma es sólo una pieza de repetición y la
repetición es la transferencia misma; y es
debido a esto que es una resistencia.
Entonces, el actuar le pone un límite
a la rememoración y la maniobra transferencial que pueda realizar el analista, en
el marco de la neurosis de transferencia, le
permitirá sortear las resistencias, reconducir la repetición y el actuar en recuerdo. El
trabajo terapéutico que sostiene Freud en
ese momento implica la reconducción al
pasado. El analista revela el sentido que posee esta repetición a través de la conducta
del sujeto y reconstruye una historia.
Es a propósito y en relación a las resistencias que Freud distingue el trabajo
analítico del trabajo sugestivo y articula
la compulsión a la repetición en Más allá
del principio de placer a una fuente más
transferencia imaginaria...
olga varela tello
55
originaria. Freud advierte la intervención
de la repetición en la transferencia como
algo distinto al mecanismo del retorno de
lo reprimido. A su vez, éste actúa independientemente del saber y excede al campo
de las representaciones, presente en la
transferencia y en los otros referentes clínicos, la compulsión de repetición aparece
relacionada con la pulsión de muerte. Es
por esto que cuando nos colocamos en la
sola repetición, lo único que hacemos es
colocarnos en la sustitución del objeto y
repetimos con el paciente su historia, estamos en el campo de la pulsión de muerte.
Esta repetición se separa de la vertiente
simbólica de la transferencia, entendiendo
la transferencia exclusivamente como desplazamiento y falso enlace. Siendo que la
dimensión simbólica de la transferencia es
la que va a permitir el desplazamiento de
la libido, como dijera Freud, al amor y al
trabajo, pero no al amor al analista.
La realidad de la transferencia implica
la presencia en acto del pasado. La repetición consiste en la reproducción del
pasado. En la transferencia se reproducen
y repiten las distintas significaciones fantasmáticas del sujeto. El automatismo de
repetición no se separa de transferencia
desde el momento en que ésta consiste
en el despliegue de estas significaciones,
sostenidas por el analista y otorgadas vía la
interpretación.
Si el analista sostiene la repetición, desde la posición de sujeto-saber interpreta
al deseo confirmando el dispositivo de la
neurosis de transferencia. La transferencia
planteará problemas. Me voy a referir a un
fenómeno muy frecuente, la idealización
del analista. El analista aprovecha esta repetición colocándose en lugar del objeto
faltante, complementándose mutuamente
en una relación fascinante y especular,
56
núm.
4
el paciente siente que avanza y todo está
mejor cuando en realidad el proceso ya se
estancó, lo que va a dar lugar a actuaciones
externas y a la intensificación de la transferencia que lo llevará a dejar el análisis
en una transferencia negativa o a quedar
alienado en el deseo del analista. La relación pasional se exaltará por la satisfacción
de la demanda y la ausencia de la Interpretación, el paciente pierde y el analista gana
al tener ahora un súbdito incondicional.
El paciente siente que está protegido por
el analista y obedece aunque crea que está
pensando por sí mismo. ¿Será por esto que
actualmente se interpreta cada vez menos
la sexualidad infantil a la que Freud le dio
tanta importancia? Finalmente, estamos
hablando de la actuación del analista que
cierra el proceso.
En estos casos, la transferencia no es
vista como un fenómeno espontáneo que
parte del analizante, quien espera su cura.
Todo lo contrario, el analista, confirmando sólo la suposición de saber, despliega
sentidos inagotables recortando el campo
del deseo y dejándolo sólo a nivel de sustitución. No hay conmoción a nivel de la
estructura. El análisis adviene interminable. La transferencia es equiparable a la
sugestión.
Lacan esboza un nuevo estatuto de
repetición. La transferencia afirma, no es
la sombra de algo vivido antes. La transferencia se aleja de la idea de la repetición
entendida como reproducción del pasado.
Es la repetición de la pulsión.
En este estatuto de repetición se incluye
siempre una novedad, una diferencia, lo
que se repite no consiste en una estereotipia
de la conducta, ni en la reproducción de
algo ya vivido, sino que se produce como un
encuentro fallido. Insistencia de un resto
que no puede ser ligado simbólicamente.
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
La irrupción del inconsciente es diferente y
queda fuera de la significación fantasmática
y del dominio del principio de placer.
Si la transferencia abarcara sólo la repetición, la transferencia se convertiría en
la repetición del mismo malogro y el analista se transformaría, entonces, en sólo
un espectador pasivo de estas citas fallidas.
Es el sujeto supuesto saber. El paciente
no cesará de repetir y de hacer síntomas;
esta repetición mítica apunta al goce, es
decir, que la repetición está fundada en el
retorno del goce incestuoso, mortal. Es la
resistencia por parte de ambos de renunciar a este goce.
Por el contrario, al plantear la estructura
del inconsciente nos encontraremos con la
discontinuidad y la sincronía, que serán las
formas en que se presentará esta estructura
con su función de pulsación temporal, apertura y cierre. El inconsciente sale a la luz en
el momento de su irrupción para volver a
cerrarse. No es lo mismo los lazos transferenciales, cuya trama son el amor y el odio,
que la emergencia puntual e imprevista de
formaciones inconscientes en cualquiera de
los dos de la pareja analítica, tales como la
aparición de un sueño, de un lapsus o incluso de un mismo síntoma, tanto en el analista
como en el paciente (Nasio).
El orden del inconsciente es diferente,
es algo no realizado y surgirá espontáneamente en cualquiera de las formaciones
del inconsciente incluyendo la transferencia. Es todo lo contrario a la repetición que
lleva al analista a la sustitución de objeto, es
la falta. Es imposible vivir sin perder, lo que
me recuerda el ejemplo que Lacan describía, el de la “bolsa o la vida”, que pone en
juego la pérdida de la bolsa en la elección
de la vida. Pensemos en esta pérdida como
la pérdida del goce, pérdida a la cual puedo consagrar mi vida intentando recuperar
esa bolsa de todas las formas posibles.
La interpretación transferencial que
conduce a la transferencia simbólica es
aquélla que no tiene objeto, que conduce a
la falta, como explicara Spilka, es el volver
para crear y no el volver para repetir, que
sería la pulsión de muerte. Lo único posible a repetir en análisis es la falta.
transferencia imaginaria...
olga varela tello
57
Mi mamá, tú y yo
Laura Mejorada
de la Mora
el analista se identifica con
el paciente compartiendo
su angustia y su excitabilidad para mejor nombrarla
asumiendo la suerte de su doble antes de
hacerse el muerto, en silencio, abandonado a su inconsciente y al del paciente
amortigua sus deseos. Estableciéndose
una comunicación en silencio cuyos
puntos muertos o glorias son los avatares
de la transferencia/contratransferencia,
que sólo puede operar perdiendo la congruencia (1995).
la transferencia es contenedora de algo extraño
y familiar temible y siniestro, justo cuando el
relato del paciente nos involucra como objeto de
su pulsión, entramos en el pleno campo de la
transferencia.
Franscichelli. Mañana Psicoanálisis.
E
n Psicoanálisis, la transferencia se nos
presenta como la caja de Pandora que
ha sido abierta para dar lugar a las pasiones
y espíritus infernales que se esconden en lo
recóndito del alma, correspondiendo no
sólo al paciente, también tocan al analista
desde su historia y su patología en lo más
profundo de su ser. Freud se dio cuenta de
esto con el desliz que se produjo entre Jung
y Sabina Spielrein, él mismo sufrió y vivó
sus efectos con Dora.
En lo que a mí respecta la he vivido de
mil formas y con diversos personajes con
mis pacientes y con mis analistas desde
el deseo de ser ese objeto privilegiado y
único, incluyendo el de no querer volver
a pasar por ahí, hasta el de nuevamente
atreverse para lograr desprenderse de otra
manera recuperando el deseo. De acuerdo
a Kristeva,
núm.
Es por esto que hablar de la transferencia no es fácil, hay que vivirla para
entenderla y aun así es difícil de asir, ya
que en cada par paciente/analista es única
e irrepetible, por lo que hay que tomar
en cuenta su evanescencia; para lograr
tocarla es indispensable no desligarla de
la relación paciente analista ni de la contratransferencia, tampoco del encuadre o
del espacio analítico, que es en donde se
disimula aun cuando de cualquier forma
todo lo impregna. Por lo que intentaré
mostrar cómo el paciente perverso, más
que ningún otro, promueve en el analista
la confrontación continua con su patología, sus puntos ciegos, prejuicios, pasiones,
enigmas, deseos y carencias en ese cese
de realidades, donde se encuentran los
4
2009
revista de psicoanálisis de guadalajara
59
inconscientes repercutiendo en el proceso
analítico y sólo la capacidad analítica lo sostendrá para no inmiscuirse en el baluarte
perverso al que continuamente es invitado. Y como para muestra basta un botón
intentare comunicarles el desarrollo de la
relación transferencial a lo largo de casi
un año de tratamiento con una paciente
adolescente a quien llamaré Julieta; apenas contaba con 17 años y ya parecía una
muñeca de trapo cuando se presentó en
mi consultorio después de practicarse un
aborto de común acuerdo con sus padres.
Acompañada de su madre y adormecida
por el medicamento no le interesa hablar,
prefiere que lo haga su madre como si
fuese su voz, mucho menos le importa el
tratamiento, por lo que decide después de
la primera entrevista regresar con el psicólogo que veía.
Pasado un tiempo, la madre llama para
pedir una cita; intentando que Julieta se
protagonice le digo que es ella quien tiene
que solicitarla. Recibo la solicitud de Julieta y le doy una cita durante la cual se muestra enfadada: “Te acuerdas de mí, yo no me
acuerdo de ti; sí, sí me acuerdo del lugar
pero de tu cara no”; le expongo el hecho
de que me habló su mamá para pedirme
que la viera por dos supuestos intentos de
suicidio, uno tomando pastillas y otro colocándose la pistola de su papá en la boca,
a lo que responde: “Qué mentirosa, era de
balines; sí, yo le dije eso, pero para que se
sintiera muy mal y me dejara salir”; burlonamente continúa: “Sabes, el psicólogo con
el que iba era gay, mi mamá se lo encontró
con su pareja, me enojé con él y ya no quise
ir porque les decía a mis papás que no me
dejaran salir, es que empecé a salir y a ponerme súper borracha, les contaba todo y
ya dejé de tomar y lo que quiero es salir con
mis amigos, pasármela bien”. Mira deteni-
60
núm.
4
damente, mi consultorio, me interroga y se
detiene al observar una figurilla, la toma y
me dice con tono amenazante, “qué harías
si la rompo”, nada, respondo, la deja en
su lugar, sigue escrutando todo milímetro
a milímetro, se asoma debajo del diván y
descubre una caja, justo ahí guardo los juguetes que no están en uso puesto que veo
también niños; la abre, saca una muñeca
y exclama, “cuando era niña me la pasaba
jugando Barbies”; toma una hoja de papel
y comienza a dibujar un paisaje con nubes
desde las que se desprenden gotas de lluvia
y letras (MMM), un conejo parecido al que
le regaló su exnovio rodeado de corazones
y un perrito de orejas largas como Milka su
cocker; en el centro de ellos sobresale una
niña con una sombrilla diciendo kof; mi
mirada se dirige hacia una pequeña flor en
el abdomen de la niña, que se asemeja a un
bebé; parece un bebé, le digo, “no lo hice
con esa intención”, exclama, y al ver que
hay cierta apertura decido continuar como
lo haría en un tratamiento de niños, agrego: cuántas cosas desde el aborto, a lo que
responde: “Sí, hizo que mi vida cambiara,
nunca había tomado medicamento, ahora
tengo que ir al psiquiatra y con el psicólogo
yo jamás habría ido, no me dejan salir, ni
tener novio”; continúa con un juego de letras moliuskjk y debajo de cada una de ellas
escribe: “Mamá odio la idea únicamente
sabiendo crees justa komo vez jaja”, y yo
tengo que ir adivinando alguna que otra
palabra; posteriormente jugamos ahorcado
y siempre está a punto de ejecutarme pero
afortunadamente descubro la palabra;
curiosamente, este juego señala la relación
que se establecerá transferencialmente
donde continuamente me colocará. Situación estrujante a punto de asfixiarme y que
al mismo tiempo marca el lugar en el que
ella se encuentra y le parece tan fascinante
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
en esa relación con su madre. Después de
una interpretación que doy a estos juegos
exclama, “si adivinas ésta hago que mis papas me traigan más días”. ¿Por qué cuatro
sesiones?, ¿tan mal estoy?”. Le explico que
sí esta mal y que necesita cuatro sesiones
porque es muy impulsiva y cuando menos
acuerda ya hizo algo, a lo que responde:
“Obviamente yo soy de esas personas que
no conectan el cerebro con la boca, no es
que lo piense y lo diga y me ha causado
un sinfin de problemas en la escuela y con
mis amigas”. Al siguiente encuentro lleva
una caja que instala a un lado de la que
encontró en mi consultorio, la cual contiene fotos, envolturas de regalos, tarjetas de
amigas, de exnovios, las mira una por una,
sonríe con nostalgia al mismo tiempo que
me narra la historia, dibuja y recorta papel,
hace figuras de origami mientras conversamos sobre su exnovio Baro, o sobre Quique
su actual pretendiente, quien se alejó de
ella porque sus papás se lo pidieron.
Después del aborto, todos los pretendientes que en un inicio le agradan terminan aburriéndole; cuando ella exclama
esto acude a mi mente el recuerdo de que
su único hermano, mayor que ella, se fue
en octubre al extranjero y desde entonces
su madre se la ha pasado enferma, siento
el peligro de que se instale para siempre
en esa fusión con la madre, aun cuando
Julieta intenta irse en junio al extranjero.
Su relación conmigo es intensa, unas
veces amenazante, en otras tierna y seductora, es linda físicamente y se comporta
como una niña aun cuando recién cumplió
los18 años; paradójicamente me paraliza,
me amenaza, me vigila y utiliza un juego sádico para colocarme continuamente entre
la espada y la pared: “Quieres ver mi pie, se
me infectó”, exclama mientras se quita el
zapato. “Estoy bien cansada, pues me levan-
té, arreglé mi cuarto, lavé mi ropa, fui a la
escuela, hice mi tarea, limpié la cocina, el
baño, por primera vez no me peleé con mi
mamá, ya vi que si hago las cosas se pone
quieta… te juro que si no hablas nada me
voy a quedar dormida, con lo que intenta
seducirme y establecer esa complicidad
secreta como la que existe entre ella y su
madre; ahora tengo que ser yo la que realice el primer movimiento y ella permanece
al acecho como estrategia en este juego
erotizado que revela cuando expresa “me
encanta pelearme, mi ex se besó con una
niña, le di una cachetada y hasta me hice
un esguince”. Los pleitos y la provocación
le dan sabor a su vida, justo había peleado con su mamá porque le encontró un
condón y quien me informa es su madre,
situación que le comunico y al mostrarle
cómo la provoca para que esté siempre
detrás de ella porque la necesita mucho,
responde: “Cómo prefieres morirte, quemada o ahogada en el mar tragando agua”.
Entre la madre y ella quisieran desbaratarme como lo hicieron con el maestro que
supuestamente la acosaba en el TEC, del
cual su madre se queja y lo corren; acaban
sádicamente con las víctimas que eligen,
como si Julieta se convirtiese en esa muñeca que cobra vida fabricada por el relojero
del cuento del hombre de arena de Hoffman. Ahora intenta hacerme cómplice,
cuando me exhibe los encuentros sexuales
con Baro su exnovio, al que los padres no
toleran después del embarazo; sin embargo, cuando le muestro lo que hace, Julieta
opta por contárselo a su madre; parece ser
indestructible esa complicidad perversa,
la mala fe y la necesidad de engañar. En
este transcurrir frenético de espíritus y
aparecidos, Julieta va dejando de ser esa
muñeca de trapo para dar paso a un volcán
en erupción y, aunque está más contenida,
mi mamá, tu y yo
laura mejorada de la mora
61
su madre se esfuerza por tenerla loca, deseando desesperadamente internarla en
una clínica de adicciones porque según
ella es alcohólica y marihuana; resulta
notorio que conforme disminuye la dosis
del medicamento aumenta la ansiedad de
la madre y sus llamadas; sin embargo, Julieta no puede sustraerse de este juego de
ruleta rusa porque le parece tan atractivo y
excitante que no puede renunciar. La madre es intrusiva, maltrata y viola a Julieta,
la asfixia hasta casi acabarla, pero la deja
vivir, porque la equilibra. Los escándalos
son frecuentes y la tercera a la que siempre
quieren incluir es a mí. Tengo que observar
cómo Julieta exhibe su sexualidad provocando la excitación de la madre, quien a la
vez me reclama el poco avance de su hija;
ambas lo disfrutan enormemente. Y yo
tendría que ocupar el lugar de la cómplice
perversa, justo lo que hace con la madre,
o de la que echan y desbaratan, como al
maestro y al bebé que abortaron las dos. La
erotización entre ellas es tan intensa que la
madre le quita la ropa y le pone la pijama
cuando Julieta llega ahogada en alcohol
sin ropa interior, transferencia perversa, siniestra, que impregna todo. Lo peor es que
aun cuando Julieta queda destruida está
de acuerdo con su madre. En una ocasión
deja de ir dos semanas; la madre llama y me
dice que Julieta no salió fuera, que nos esta
mintiendo y se gastó el dinero de las sesiones; al ver que no acudía, la llamé; no logré
contactarla, le dejé recado en su celular y
nunca llamó, situación que me llevó a pensar que ya no asistiría y decidí utilizar esas
horas. De pronto, un día, estando con otro
paciente, llega a la hora en que transcurría
su sesión, le doy otra hora, asiste 4 sesiones
comunicándome que su madre se enfermó
de dengue; al parecer resiente el viaje del
hijo mayor. Súbitamente, Julieta desapare-
62
núm.
4
ce otra vez, le llamo, nadie contesta, le dejo
recado en el celular y no responde, por lo
que decido nuevamente ocupar las horas,
vuelve a aparecer sin previo aviso mientras
estoy con otro paciente, le doy otra cita a
la que acude contándome que su madre
sufrió complicaciones, estuvo internada
en un hospital por un paro respiratorio y
se encuentra con oxígeno y que, justo a
la sesión anterior a las vacaciones que se
aproximan, no podrá asistir; sin embargo,
llega y no me encuentra; Julieta reproduce
conmigo ese lugar que le ha sido asignado;
se aparece sorpresivamente para ser la
excluida de la escena originaria y también
la incluida, la que ve, la que queda fuera,
lugares donde me intenta colocar, otra vez,
ese juego perverso; entramos en la escena
originaria, en ese lenguaje de acción perverso, ¿por qué Julieta se hizo echar de la
escuela y me arrastra en esta compulsión
a desalojarla de su sesión y su espacio continuamente? ¿Y por qué me aborta al igual
que abortó un niño que no tuvo un lugar
para ella?; ésa es su historia de no lugar y
desalojo como sujeto; el único lugar posible para ella es la complicidad perversa, tal
como lo escenifica el sueño de la muerte
de un padre por cáncer, revelación de la relación destructiva y placentera que sostiene
con su madre, complicidad y dependencia
que matan y carencia de un padre que
ponga freno a esta fusión. Sin embargo,
Julieta se niega la oportunidad del espacio
analítico que intento construir rehusándome al baluarte perverso al que soy invitada
como a un banquete; aunado a este peligro, ahora que la madre está enferma, ella
es capaz de psicotizarse para equilibrarla.
Falta, llega tarde, confunde los horarios,
ve el reloj en espera del momento en que
finalice la sesión, lleva amigos, pretendientes, alguien a quien meter en medio
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
y exhibir la relación conmigo. Cuando le
explico del riesgo del juego siniestro de
complicidad y complacencia con la madre,
me dice que ella se siente bien y que si por
ella fuera no iría, que está muy acostumbrada a que siempre que tiene un problema va
conmigo me lo cuenta y se lo resuelvo; esto
me obliga a cuestionarme ¿hacia dónde va
este supuesto tratamiento?,¿qué tan ético
sería continuar?; en esa serie indefinida de
baluartes perversos que intenta establecer,
uno tras otro, donde la confabulación parece un juego de pelota al estilo azteca: un
tercero tiene que ejecutar el sacrificio o ser
sacrificado y aun cuando aparentemente
en sesión no pasa nada, “no sé qué contarte, ya siempre te digo lo mismo”, al tiempo
que saca su caja y mira sus fotos sonriendo
pasa todo este desarrollo de sentimientos
transferenciales y contratransferenciales.
De acuerdo a R. Moguillansky (2005), hay
que dejarse tomar por esta fascinación y
tolerarla para que la actuación perversa del
paciente comience a tener figuración en
la mente del analista, aunque sin perder
la abstinencia porque el riesgo de quedar
capturado en la escucha visual y el arrobo
del relato sensorial fascinante es intenso
debido a la pulsionalidad despertada en
el analista por el paciente perverso y si el
analista no asume la castración se da lugar
al mantenimiento del baluarte perverso,
puntos ciegos pertenecientes al psiquismo
de cada uno (Bichi, 2004). Qué podría
hacer una simple analista ante el poder de
una madre omnipresente que todo lo abarca si sólo existe la repetición de las jugadas
de ajedrez que Julieta reproduce conmigo,
donde el desenlace aún es incierto, ante
cada baluarte que intenta establecer y es
desbaratado por la interpretación surge
una nueva jugada encaminada al jaque
mate por lo que, de acuerdo con Kristeva
(1956), también considera que la función
del analista es escuchar todas la demandas,
no para responderlas, pero sí para desplazarlas, esclarecerlas y disolverlas. Con lo
que concluyo que es momento de renunciar a este intento de análisis.
Bibliografía
Bichi, Estela (2004). “El analista en persona, algunas reflexiones acerca de la
persona real del analista y su influencia
en el proceso transfero/contratransferencial”. 4º Encuentro Científico de
Psicoanálisis. APA/SPI–Buenos Aires,
Argentina.
Francischelli, Leonardo (2008). Mañana, psicoanálisis, el trabajo de instalar el
tratamiento en el paciente. Buenos Aires:
Biblos.
Moguillansky, Rodolfo (2005). “¿Es posible
el psicoanálisis de la perversión?”. Revista Topia. N. 42. Buenos Aires.
Kristeva, Julia (1986). Al comienzo era el
amor –psicoanálisis y fe–. Buenos Aires:
Gedisa.
— (1995). Las nuevas enfermedades del alma.
Madrid: Cátedra.
mi mamá, tu y yo
laura mejorada de la mora
63
Prejuicio, intolerancia y odio al otro
E
l concepto de extranjeFanny
rencia. Si identidad es lo
ría, de otredad, sólo se
positivo y la diferencia es la
Blanck-Cereijido
explica a partir de la exisausencia de identidad, Detencia de una figura opuesrrida afirma que el primer
ta: la de identidad. Pensar una identidad término deriva de la supresión del segunabsolutamente igual a sí misma excluye el do. Identidad y diferencia dependen de la
hecho de que incluso el cuerpo biológico diferencia pero también de la oposición
no sea el resultado puro de una determina- radical entre sus términos. Para indicar una
ción genética previa, sino también el resul- “diferencia distinta” es creado un neolotado de inscripciones familiares, sociales e gismo: la différance, concepto que refiere a
históricas. Identidad/otredad son concep- la simultánea condición de diferencia y de
tos que se oponen si se parte de un criterio identidad; la différance es la condición del
binario absoluto de carácter esencialista logocentrismo y al mismo tiempo su negaque Derrida denomina logocentrismo. ción. La propuesta derridiana recupera la
Este sistema de pensamiento busca estable- génesis de la oposición binaria, para aquello
cer lo real, la presencia del ser, a través de que amenaza la dicotomía de los términos.
un saber que debe acceder a la mente de Esta nueva noción implica que la oposición
forma inmediata e inequívoca, según una identidad/diferencia puede no ser absoluconcepción de raíz aristotélica que se apo- ta, es decir, que el extranjero y el autóctono,
ya en una lógica fundada en la exclusión el uno y el otro, comparten similitudes y
y polarización de las diferencias. Nietzche diferencias comunes al género humano.
fue el primero en cuestionar esta forma de
En su libro El pájaro pintado, Jerzy Koaproximarse a la diferencia inaugurando zinski (1965) cuenta que en los días que
así la crítica en la teoría contemporánea; comenzó la Segunda Guerra Mundial,
por su parte, Freud profundizó este cues- era un niño que vivía en Varsovia, con
tionamiento al sistematizar ideas que des- sus padres. Éstos lo enviaron entonces a
cubrían a un hombre que no es dueño de un pueblito remoto bajo la suposición
sus pensamientos y que no es igual a lo que de que allá estaría alejado de cualquier
sabe de sí mismo.
acción bélica. En cierta manera tuvieron
En años recientes, el pensamiento razón, pero Kozinski cuenta que por ser
desconstructivo ha propuesto otra manera judío, tener tez oscura, pelo negro y nade entender la oposición identidad/dife- riz ganchuda en un lugar donde todos
núm.
4
2009
revista de psicoanálisis de guadalajara
65
eran católicos, rubios, de ojos azules y
nariz recta, lo explotaban en tareas extenuantes y peligrosas, lo molían a palos
al menor incumplimiento y error y lo
torturaban salvajemente cada vez que
ocurrían desgracias que nada tenían que
ver con él, tales como accidentes de otros
habitantes, problemas con la cosecha y
enfermedades de animales de granja.
En cierto momento, el por entonces
niño Kozinski conoció a un pajarero,
que cazaba con trampera, para luego ir
vendiendo las aves por los pueblitos de
Polonia, y que le mostró el fenómeno que
da nombre al libro. Cuando atrapaba a
un pájaro, el resto de la bandada sobrevolaba de una manera que, con cierta dosis
de antropocentrismo, podríamos llamar
“protesta” y “clamor para que se liberara
al compañero preso”. Si el hombre lo liberaba, el pájaro volaba a reunirse con el
resto de la bandada y escapar. Pero si antes de hacerlo le pintaba el pico de azul,
o un ala de amarillo, o la cabeza de verde,
en cuanto el bicho se mezclaba con sus
congéneres éstos le arrancaban los ojos,
las plumas y despedazaban su cuerpo, de
modo que en instantes caía muerto. Por
eso Kozinsky no atribuye sus desgracias
personales a la mala suerte de haber ido
a parar a un pueblo de católicos polacos, particularmente perversos, sino una
característica mucho más fundamental
que compartimos con al menos algunos
animales: la agresión a quien, a pesar de
pertenecer a la misma especie, así y todo es
distinto. Ni la gente ni los pájaros agreden a una raza desconocida de perro,
de vacuno, de ave; el “otro” al que se
ataca debe tener suficiente similitud. Los
esclavistas que martirizaban negros y los
soldados que prendían fuego a los guetos
no eran perversos con los animales.
66
núm.
4
Xenofobia y Prejuicio
El otro, el semejante, es el primer objeto
satisfaciente, el primero hostil y la única
fuerza auxiliar. Así afirma Freud (1895) en
el Proyecto, marcando la única posibilidad
de vida para el nuevo sujeto, a partir de un
otro anterior y externo a él, de quien es
imperativo que lo ame y que lo invista si es
que ha de devenir sujeto. Esta necesidad
del otro para la vida y constitución de cada
sujeto crea el amor y también el odio. El
amor a partir de la satisfacción y el odio,
que se incrementa a partir de la frustración, de la rivalidad, del desencuentro.
En esta trama compleja de los vínculos,
la aparición de un otro distinto, que viene
de otro lugar y tiene otros hábitos y creencias provoca una respuesta particular. La
palabra extranjero contiene la raíz griega
xenos y su enunciado expresa el desprecio
y extrañeza que suscita lo que se considera
extraño, ajeno, bárbaro, indeseable, aunque algunas veces el extraño puede ser
amado y admirado. Esta diferencia despierta desconfianza y agresividad, sólo vencida
por la civilización. Pero también sabemos
que la diferencia es la que permite el amor,
la atracción sexual, y que las diferencias
culturales permiten el enriquecimiento de
los grupos humanos y la ampliación de sus
horizontes. Con todo y diferencias, tengamos en cuenta que desde el momento que
los humanos pertenecemos a una misma
especie, originada en un solo punto del
planeta, hoy lo cubre por entero, nos encontremos donde nos encontremos, todos
hemos llegado a nuestra residencia actual
como extranjeros.
Dar por sentado que la propia mirada es
la correcta y que los valores de la colectividad propia son los valores reales, objetivos
y naturales, es una manera muy extendida
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
de mirar al mundo y se designa como
postura etnocéntrica (Todorov, 1989). Es
válido discutir estas cuestiones porque la
historia se hace por factores económicos y
sociales, pero las ideas son también actos
decisivos, son acontecimiento y motor del
hecho histórico.
Estamos colocados ahora frente al problema del prejuicio, que es, como dijimos,
la parte inconsciente de la ideología de
una sociedad, conjunto de sentimientos,
juicios y actitudes que provocan y justifican
medidas discriminatorias, separación, segregación y explotación de un grupo por
otro (Bastide, 1969).
El prejuicio racial es muy extendido.
Hoy entendemos que la raza no está
definida por un carácter biológico o antropológico, sino sociológico. La biología
contemporánea no sustenta la noción de
raza, ya que, en primer lugar, si bien los
seres humanos difieren entre ellos por
sus características físicas, para que estas
variaciones dieran nacimiento a grupos
claramente delimitados deberían coincidir
entre ellas y éste no es el caso. Se obtendría
un primer mapa de las “razas” si se miden
las características genéticas, uno segundo si
se mide como criterio el análisis de sangre,
uno tercero, el sistema óseo, uno cuarto, la
epidermis. Por otro lado, en el interior mismo de los grupos así constituidos se observa una mayor distancia entre los individuos
que los componen que la que existe entre
los grupos. Por estas razones, la biología
contemporánea ya no recurre a la noción
de raza, a la que hoy se concibe como un
problema de la psicología social.
Otro prejuicio muy extendido es el prejuicio de clase y los pobres son los primeros
discriminados en todas las sociedades.
También existe el prejuicio cultural y religioso: cuando los hombres del Occidente
Europeo entraron en contacto con América, África o Asia los consideraron pueblos
bárbaros o salvajes, y hoy, en el siglo XXI,
los diferentes fundamentalismos ponen al
mundo en peligro de extinción. Bastide
(1969) cree que la ignorancia interviene
en el nacimiento del prejuicio y que factores económicos, políticos y sociológicos
coadyuvan en su constitución. También
se vincula el prejuicio con la personalidad
autoritaria, rígida, que no se puede adaptar
a la evolución de las estructuras sociales. El
sujeto con personalidad democrática, en
cambio, sería más flexible y tolerante.
El odio al extranjero es una condición
tan extendida, que ya el Viejo Testamento
nos informa que todos los pueblos que
habitaban el perímetro de la Tierra Prometida fueron muertos sin discriminar
sexo ni edad, los templos destruidos, los
bosques arrasados, por orden de Jahve, de
modo que el Viejo Testamento es el primer
documento en el que hay noticia escrita
del odio exterminante al otro (Exodo 23,
33, Levítico 18, Josué 6). El racismo y el
odio al extranjero son rasgos universales
de las sociedades humanas: Se trata de la
imposibilidad de constituirse sin excluir,
desvalorizar y odiar al otro. El tema abarca
el psiquismo individual y el imaginario
social. Cada sociedad se constituye con sus
valores, su concepto de justicia, de la lógica
y de la estética. Los otros serán inferiores,
de modo que la inferioridad del otro es el
reverso de la afirmación de la propia verdad. De aquí a que los otros contengan una
esencia malvada y perversa hay una corta
distancia (Castoriadis, 1985).
Para Todorov (1982) se deben considerar al menos tres ejes para situar la
problemática de la alteridad: 1. El primero
es axiológico, un juicio de valor: el otro es
bueno o malo, lo amo o lo odio, es mi igual
prejuicio, intolerancia y odio al otro
fanny blanck-cereijido
67
o mi inferior. Otro tanto sostenía Freud en
su texto sobre la Negación en 1925 afirmando que el juicio de valor precede al de
existencia.
2. Una segunda dimensión es praxeológica: yo adhiero a los valores del otro y
me asimilo a él; o le impongo mi propia
imagen y lo asimilo a mí, donde la tensión
es quién somete a quién.
3. Por último, sólo al final, la operación
epistémica: conocer y reconocer la alteridad, operación que sólo es posible en la
superación de los dos ejes precedentes (de
amor-odio y dominio o sumisión).
Las tres dimensiones, amar-odiar-conquistar y conocer son el trípode semiótico
donde procesan la posibilidad del encuentro con la alteridad (Viñar, 1998).
Hanna Arendt (1973) considera intolerable que se odie al otro por aquello de lo
que no es responsable, como su pertenencia a cierta raza, pero ésta es la esencia del
prejuicio racista para el que no hay abjuración posible. El racismo no desea la abjuración del otro, sino su muerte, su extinción
Antes de la Segunda Guerra Mundial
apareció el estatuto de apátrida, de individuos privados de su pertenencia a un Estado cuyos representantes por excelencia
eran los judíos. Estos sujetos carecían de las
garantías civiles otorgadas por el Derecho
Internacional y se convirtieron así en una
minoría “superflua”, prescindible. De aquí
a su eliminación el paso era inmediato, ya
que no existía para ellos ninguna ley que
los protegiera, habían caído de su pertenencia a una comunidad. Arendt afirma
que el primer elemento del totalitarismo
es eliminar la posibilidad del individuo
diferente de ser sujeto de derecho. El imperialismo ejerce igual violencia sobre los
individuos de los países colonizados, justificando la discriminación por doctrinas ra-
68
núm.
4
cistas (Traverso, E., 2001). La eliminación
de los derechos civiles y jurídicos de una
persona es un paso previo a su dominación
y posible exterminio.
El segundo elemento consiste en el
asesinato de su persona moral. La eliminación de su condición humana destruye la
solidaridad de la comunidad a la que pertenecen, que deja de reconocerlos como
semejantes. Finalmente, las víctimas caen
en un estado de anomia y no se reconocen
a sí mismas como sujetos de derecho frente
a sus perseguidores.
El tercer elemento del ataque totalitario
consiste en el asesinato de la individualidad, la conversión de los hombres en
cadáveres vivientes mediante el hambre
y maltratos físicos extremos. Estos sujetos
pasan a formar una masa amorfa y atomizada, proceso que culmina en el asesinato
de estos hombres que “ya son superfluos”.
El otro y la intolerancia a lo propio
La contrapartida de esta situación social y
colectiva en el psiquismo individual es la
tendencia a colocar en el otro lo propio
inaceptable. En psicoanálisis hay un abordaje ya clásico de la xenofobia y la discriminación, que se realiza desde la teoría de
lo imaginario. La segregación, el racismo
y el odio al otro parten de la problemática
del narcisismo y de la especularidad. La
convicción de que las pequeñas diferencias
que caracterizan a cada uno son importantes y nos señalan como mejores frente a
los otros desempeña un papel importante.
El primero de esos otros es el hermano,
que recibe los sentimientos de rivalidad,
amor y odio. De aquí parte el complejo del
semejante, el odio que la sentencia bíblica
“Ama a tu prójimo como a ti mismo” trata
vanamente de borrar.
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
En el trabajo de Freud sobre “Lo ominoso” de 1919 aparecen algunas claves acerca
de cómo lo que es rechazado en el otro corresponde a algo propio no admitido como
tal por el sujeto. La palabra unheimlich es
sometida a un escrutinio filológico. Los significados de heimlich (familiar, casero, secreto) aparecen mezclados con lo no familiar
y el prefijo un complica aún más las cosas.
Así lo conocido, íntimo (heimlich), se transforma en lo desconocido y extraño. En esta
inquietante extrañeza, lo reprimido que
retorna es algo familiar desde siempre, devenido extraño por el proceso de represión.
Si bien es raro que un extranjero provoque
la angustia aterradora que suscita la muerte
o la visión del sexo femenino, la xenofobia
tiene relación con los temores a la muerte y
sus diferentes representaciones, fantasmas,
aparecidos, temor a ser enterrado vivo, lo
femenino, la propia pulsión desbordada en
la locura o la epilepsia.
Benjamín (1974) identifica a la representación interior del extranjero con una
figura deforme de los cuentos y rimas
infantiles: el jorobadito. Esta figura es un
unheimlich, el coco de los niños, el judío
interno de cada uno, suplemento, sobrante
peligroso de la sociedad.
La creación de otro o la depositación
de ciertos caracteres en el otro provienen
de la necesidad de proteger la coherencia
de la propia imagen. Por ejemplo, Roger
Bartra (1992) afirma que la creación del
mito del hombre salvaje es un ingrediente
fundamental de la cultura europea, creación de un alter ego, salvaje artificial que
preserva la identidad del europeo como
hombre occidental civilizado. El yo arcaico,
narcisista, aún no delimitado del exterior,
proyecta fuera de él lo que experimenta en
sí mismo como peligroso, convirtiéndolo
en un doble extraño o demoniaco. Este
sentimiento ominoso se repite compulsivamente como algo que se ubica más allá del
principio del placer.
Frente al extranjero que se rechaza y
con quien, no obstante la tentativa de expulsión, aparece identificación, se pierden
los limites y la autonomía. Desestructuración del yo que puede perdurar como
síntoma psicótico o resultar en una nueva
apertura. La experiencia amenazante de
la inquietante extrañeza sería el índice de
la latencia psicótica, de la fragilidad de la
represión y de la inconsistencia simbólica
que estructura a lo reprimido.
Cada uno es extranjero para sí mismo,
ya que aloja dentro de sí una vasta zona
de alteridad incognocible y este otro desconocido subsiste en las relaciones entre
los individuos, las clases y los pueblos.
Ni siquiera en nuestro propio lugar de
origen desaparece la extranjería de cada
uno. Al descubrir la alteridad aterradora
que irrumpe frente a la aparición de lo
propio en el otro, nuestro yo se conmociona y tambalea. Si el extranjero contiene
la otredad amenazadora, se elimina al
portador de esta alteridad, antes de reconocerla como propia. Si se logra asumir la
extranjería propia, el extranjero cesa de
ser una amenaza. Esto es lo que hace decir
a Julia Kristeva (1988): “Si soy extranjera,
no hay extranjeros”. La noción freudiana
de inconsciente despoja a lo extraño de
su aspecto patológico e integra al humano
una otredad que se vuelve parte inherente
de su ser. Lo siniestro, lo extranjero está
dentro nuestro, somos nuestro extranjero,
al estar irreparablemente divididos.
El sentido del racismo dista de ser evidente. Sus formas más feroces pueden oponer a grupos con diferencias raciales nulas.
Hay pueblos europeos con diferencias
raciales mínimas desde el punto de vista de
prejuicio, intolerancia y odio al otro
fanny blanck-cereijido
69
origen, color, complexión o lengua, que se
han odiado y matado salvajemente. Interpretar al racismo exclusivamente como derivado de la relación especular con el otro
deja de lado el hecho de que se trata de
un fenómeno de grupo y no individual. El
racismo, el segregacionismo o el prejuicio
conciernen siempre a dos grupos.
El ideario xenofobo intenta rescatar un
ideal identitario omnipotente y arcaico,
una identidad compacta e inmutable a través del tiempo y la historia, que proclaman
un pasado glorioso, inmaculado, que el extranjero vendría a perturbar. Las ideologías
racistas se desarrollan en quienes padecen
una situación de pobreza, desocupación y
desesperanza, que así evitan cuestionarse
sus propios duelos e incertidumbres (Gómez Mango, 1998).
Cuando aquél que asigna un valor negativo a una comunidad o grupo con características que le resultan extrañas posee la
fuerza para ejercer la discriminación, nos
encontramos frente al prejuicio maligno
y, en caso de que el que discrimina posee
la fuerza necesaria, va a atacar y destruir al
que es objeto de odio y desprecio.
Tal vez la afirmación freudiana de
expulsar lo malo y considerar lo externo
como perteneciente al no yo y retener lo
bueno como propio prosigue como convicción a lo largo de la vida, lo que lleva
a considerar el dualismo propio-extraño,
autóctono-extranjero, bueno-malo como
algo natural en las creencias y convicciones
posteriores (Blanck-Cereijido, 2003; 2009).
Charles Darwin (1871), cuyas opiniones
no pueden tacharse de culturalistas, opina
que “una creencia inculcada constantemente durante los años tempranos de la
vida, cuando el cerebro es muy impresionable, parece adquirir casi la naturaleza de
un instinto; y la verdadera esencia de un
70
núm.
4
instinto es que es obedecido independientemente de la razón”.
El término prejuicio implica la idea de
un juicio que precede a la experiencia,
que corresponde al a priori kantiano, que
recoge las creencias, los valores y categorías de referencia del mundo de cada
sujeto y depende, en gran medida, del
mundo en el que el sujeto nace inmerso.
El prejuicio ordena a los hechos y factores
en un sistema de valores aceptados por la
familia y la sociedad que preceden a ese
individuo y lo condicionan en sus creencias y valores, efecto de la transmisión
transgeneracional consciente e inconsciente. Las certezas que aportan los prejuicios son incorporadas de modo acrítico,
tradiciones inamovibles (Puget, 2009). En
cambio, el juicio descrito por Freud como
juicio de atribución y de existencia permite discriminar, atribuir valores, establecer
categorías, distinguir un objeto externo
de uno deseado y es modificable por conocimientos o razonamientos nuevos. Los
psicoanalistas también tenemos prejuicios
frente a nuevas teorías, ya que éstas impugnan certezas a través de plantear cuál
es el psicoanálisis verdadero, o cuál es el
material interpretable.
Los prejuicios tienen la función de
proteger al self de la adaptación a lo que
sea, de protegerlos de la indiferenciación
que puede ser una situación traumática
muy temida. Los prejuicios ayudan a la
autodefinición, a separarse y diferenciarse. Para que se tornen malignos, esto es,
violentos para con los otros, debe responder en cada sujeto a peligros colectivos.
Debe existir una intención que impone
una ideología arbitraria o una propaganda confusionante de miedos e incertidumbres en un espacio trans-subjetivo de
catástrofe.
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
El prejuicio puede tener diferentes significados y requerir diferentes estrategias
de acuerdo con el espacio psíquico en el
que opera: sujetos individuales, una relación intersubjetiva, entre dos o más sujetos,
o los espacios transubjetivos que nos constituyen como sujetos sociales.
La política social, en lugar de afirmar
que todos somos iguales, debe trabajar
con la idea de tolerar diferencias; aunque
sepamos que el proceso subyacente al prejuicio no es racional debemos reforzar las
herramientas sociales para manejarlo. En
Brasil fue importante la ley que considera
cualquier manifestación de racismo como
un crimen. No evita el sentimiento pero
pasa el mensaje que no será tolerado por la
nación/padre.
Nuestra subjetividad social proviene de
la biografía, de la historia de inserción social y familiar y de las identificaciones que
tienen lugar en la infancia, pero también
a lo largo de toda la vida. Los prejuicios
y creencias propios de cada conjunto
humano conceden un sentimiento de pertenencia a esa comunidad, de identidad,
que resulta imprescindible al punto de
que los integrantes de estos grupos pueden
adoptar conductas increíbles con tal de ser
aceptados y no perder su pertenencia. Esta
pertenencia permite, según Silvia Amati,
la depositación de los aspectos menos discriminados y arcaicos de cada sujeto en el
contexto transubjetivo.
La transmisión de la experiencia y
convicción llevan a la formación de la identidad, que incluye prejuicios y creencias
protectoras. La culpa en desidentificarse
con las creencias de los padres, el miedo
de perder la conexión con la familia y la
comunidad lleva a grupos a retener conductas que no son racionales; además,
los prejuicios de grupo promueven la conexión entre los individuos miembros de
ese grupo.
El concepto de pertenencia se refiere
a un imprinting inevitable e inconsciente,
proveniente de la familia y la sociedad en
que el sujeto nace. Este valor previo a la
propia experiencia puede o no ser apropiado y reflejado en el sujeto durante su
vida, puede volverse conflictivo o puede
estar en el background de la propia vida
como ya dado. La tendencia a adaptarse a
instituciones también depende de la búsqueda de certeza y seguridad, que lleva a
la adopción de los prejuicios que no son
necesariamente conscientes, de modo que
podemos asociar el prejuicio con una necesidad humana de superar la inconsistencia,
la chance y la incertidumbre.
El prejuicio puede estar investido por
violencia que puede llevar al fortalecimiento de la identidad de un cierto grupo en
detrimento de otros. El “nuevo racismo cultural” que han descrito algunos sociólogos
ingleses sostiene que las características de
los grupos sociales son fijas, naturalizadas y
confinadas en un culturalismo que es definido desde una perspectiva ya dada, seudo
biológica.
Por otro lado, los seres humanos han
sido seleccionados por su capacidad de
creencia, ya que esto les confiere la capacidad de incorporar en su patrimonio cognitivo no solamente lo que cada persona
aprende directamente, sino las aprendidas
por toda la sociedad; todo el conocimiento
humano es incorporado al banco cognitivo porque es transferido a través de
la crianza y la educación. De este modo
incorporamos sin escrutinio la mayoría de
los prejuicios que nuestros ancestros han
coleccionado a través de generaciones.
prejuicio, intolerancia y odio al otro
fanny blanck-cereijido
71
Prejuicio, transmisión transgeneracional y
neutralidad en la Clínica psicoanalítica
Pensamos que la cura psicoanalítica incluye al analista en un proceso dialéctico
analista-analizante y lo coloca en una
situación de compromiso. Esta forma de
situarse en la cura reconoce la incidencia
del analista en la transferencia del analizante, que responde a su historia y también
al modo de ser esperado y escuchado. De
este modo, consideramos que el prejuicio
aparece en la narrativa del analizante, así
como en la mente y el discurso del analista. Es importante reconocer cuando el
prejuicio del analista deviene un obstáculo
para entender el contenido de una sesión,
situación que impacta en la contratransferencia del analista y en las posibilidades de
su escucha. Nuestra intención es estudiar
cómo se juegan estos problemas a partir de
un material clínico desde las vertientes de
la contratransferencia, la neutralidad y la
regla de abstinencia.
El otro, con su diferencia y extrañeza,
sacude las certezas identitarias, ya que
propone enfoques distintos frente a cuestiones vitales, creencias y convicciones. El
psicoanalista también está en esta situación cuando escucha a un analizante que
tiene mayores o menores diferencias con
sus propias creencias y conceptos; si bien
su propio análisis le otorga capacidad
para escuchar a alguien que difiere de sus
opiniones, esto no deja de constituir una
problemática.
La imposibilidad de acercarse al objeto
de conocimiento sin un bagaje preexistente de criterios y valores colorean y
modulan la relación analítica y la contratransferencia; en la sesión psicoanalítica,
el prejuicio aparece necesariamente en
la mente de ambos protagonistas a través
72
núm.
4
de las creencias familiares, pertenencias,
posiciones teóricas, objetivos terapéuticos.
Los prejuicios conscientes o inconscientes
que operan en la mente del psicoanalista
frente a alguien que posea otras creencias,
otras posiciones políticas especialmente en
situaciones de importancia para el psicoanalista, pueden resultar en un obstáculo
contratransferencial para la escucha del
analizante. De hecho reaccionamos con
prejuicio, con rechazo, aunque no sea más
que con nuestros sentimientos, a cualquier
característica del paciente que no coincida
con nuestras creencias y debemos hacer un
trabajo elaborativo acerca de estos sentimientos antes de decir o no decir.
De modo que todo analista participa
en la situación de la cura con su presencia
psíquica en la dialéctica analista-analizante,
siendo portador de su impronta onto y
filogenética, su welthaushauung, su constelación edípica inconsciente, su subjetividad, sus valores, su origen, su cultura, su
marco referencial, su filiación analítica, su
propia teoría de la clínica, sus creencias,
convicciones y prejuicios. Esta concepción
de la cura, que incluye lo personal como
respuesta calificada, marcada y particular,
incide en la transferencia del analizante,
que responde a su propia historia, a sus
propias características y también al modo
de ser esperado y escuchado.
Las respuestas contratransferenciales
se entendieron por mucho tiempo como
causadas exclusivamente por la actividad
asociativa o actuación del analizante, pero
una concepción más incluyente del papel
de cada participante del proceso analítico
nos permite concebirla como parte del
encuadre interno del analista, de su trabajo elaborativo y sus variables personales,
y también que nuestra escucha, nuestra
actitud consciente o inconsciente de acep-
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
tación o rechazo, posibilitan o dificultan la
palabra del analizante.
La noción de campo analítico (Baranger) sostiene que la intersubjetividad presente en la dupla analista paciente excede
los conceptos de transferencia y contratransferencia, ya que éstos son pensados
como fenómenos individuales que ocurren
en el paciente y el analista separadamente.
El concepto de campo implica una tensión
oscilatoria constante entre las individualidades de cada uno adentro del campo
intersubjetivo.
Nos plantearemos ahora qué lugar
ocupan la neutralidad y la abstinencia
entre la objetividad, la subjetividad y la
intersubjetividad. Eizirik piensa que la
cuestión de la neutralidad analítica es
central y considera que aún es un concepto útil aunque necesita ser actualizado
y revitalizado. Sugiere una postura en la
que el analista conserva la necesaria empatía, manteniendo una distancia posible
en relación al material del paciente y su
transferencia, a la contratransferencia y
a su propia personalidad, a sus propios
valores, a las expectativas y presiones del
mundo externo y a la teoría psicoanalítica. A partir de este factor postula una
cierta distancia posible, necesaria para
permitir la emergencia del deseo y la
convicción del analizante. Podemos agregar que nuestras propias convicciones,
prejuicios y teorías están presentes en la
situación analítica, ya que nos son inherentes, como nuestro juicio, pero que ser
consciente de esto nos permite favorecer,
dejar espacio para la emergencia del
pensamiento y el deseo del analizante.
Lo que necesitamos es encontrar una
modalidad de comunicación que abra las
perspectivas personales del analizante,
que no cierre sus caminos, sino que los
expanda; tal vez esa sea la neutralidad,
no ofrecer ni sugerir la ruta a seguir, sino
acompañar en su búsqueda.
Consideramos al prejuicio como un
proceso complejo que depende de pertenencias y creencias transmitidas por el
inconsciente transgeneracional, pero que
su emergencia como prejuicio maligno,
que implica destrucción y aniquilación del
diferente, como ha sucedido a lo largo de
la historia y en las catástrofes del siglo XX
y XXI, se origina en situaciones sociales,
comunitarias, políticas y económicas, de
modo que su estudio abarcativo es interdisciplinario.
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2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
Mesa aniversario
100 años de ipa
Transferencia. Los comienzos
Micaela
Hernández Abad
Toda cura psicoanalítica es un proceso
formidablemente complicado que no tiene
nada de mecánico y sí mucho de arte; es quizá
comparable a la restauración de un cuadro
antiguo, ensuciado y repintado por una mano
inexperta, operación que exige una paciencia
inusitada y en la cual es preciso hacer revivir,
milímetro por milímetro y capa por capa, una
materia precisa y delicada, antes de que la
imagen primitiva reaparezca en sus colores
naturales.
Stefan Zweig.
L
a perplejidad en la que quedó sumido
Freud cuando Dora lo abandonó, nos
dice Peter Gay, recordaba su confusión
del verano de 1897, cuando su teoría de la
seducción demostró ser insostenible. Convirtió la primera derrota en fundamento de
descubrimientos teóricos de largo alcance.
Ante el nuevo fracaso, exploró las causas y
consiguió que la técnica psicoanalítica diera un paso gigantesco.
Resulta indudable que una de las más
importantes contribuciones de Freud al
tratamiento psicoanalítico es la transferencia.
núm.
Al parecer, en 1882,
Breuer abandona el tratamiento de Anna O. porque entre ambos se habían
despertado intensos sentimientos de tipo
amoroso, provocando celos en la esposa
de Breuer. La paciente es derivada posteriormente a Freud. En una de sus cartas
a Martha su novia, Sigmund le comenta
acerca de una prolongada conversación
médica, sostenida con Breuer, sobre las
enfermedades nerviosas y los casos clínicos
extraños. Freud le revela a Martha que
hablaron sobre su amiga Bertha Pappenheim (Anna O.), dando luego la charla un
giro más personal e íntimo y que Breuer le
había contado muchas cosas de su mujer e
hijos, haciéndole prometer que sólo repetiría cuanto le había dicho después de que se
casara con Martha. El episodio sentimental
estaba de por medio y fue la causa de que
Breuer se negara por mucho tiempo a publicar los hallazgos sobre la histeria (Anna
O. había tenido un embarazo psicológico
atribuyendo la paternidad a Breuer, lo que
lo impresionó enormemente). Freud logra
convencerlo de la publicación, confesándole que a él le había pasado algo similar
y que lo consideraba como un fenómeno
inherente a la histeria. Una de sus primeras
pacientes, librada de sus dolencias histéricas, luego de una sesión de hipnosis, le
4
2009
revista de psicoanálisis de guadalajara
77
echó los brazos al cuello a Freud. Esta embarazosa experiencia le proporcionó una
clave del componente místico oculto en la
hipnosis, que más tarde identificó como un
caso de transferencia.
En los historiales clínicos de los “Estudios sobre la Histeria”, Freud hace referencia a la peculiar relación que se establece
entre el médico y su paciente, apareciendo
la primera mención del término “transferencia” en el apartado IV: “Sobre la Psicoterapia de la Histeria”, que define como
aquellos sentimientos de las pacientes,
referidos a la persona del médico, que en
ocasiones incluyen deseos inconscientes de
tipo sexual, produciendo un falso enlace,
ya que en realidad corresponden a otra
persona en el pasado. Al irrumpir en la
conciencia el contenido del deseo de la
paciente, colocado ahora en la persona del
médico, se produce una resistencia. Freud
señala, además, que todo esto se observa
frecuentemente en los tratamientos y de
manera repetitiva.
Se puede inferir de lo anterior que,
para 1895, Freud ya tenía en potencia la
teoría de la transferencia.
En 1900, en el capítulo VII de “La Interpretación de los Sueños”, Freud vuelve
a utilizar el término transferencia, ahora
referido al proceso de elaboración onírica,
donde una representación inconsciente
sólo puede ingresar al preconsciente si se
conecta con una representación inofensiva
del preconsciente, transfiriéndole su intensidad y encubriéndose con ella.
En el epílogo de “Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora)”, Freud
afirma que, en el curso de la cura psicoanalítica, aparece un tipo particular de formaciones de pensamiento, generalmente
inconscientes, a las que llama transferencias y describe como reediciones, recrea-
78
núm.
4
ciones de las mociones y fantasías que se
despiertan a medida que avanza el análisis
y se hacen conscientes, teniendo como
característica el sustituir a una persona
anterior por la persona del médico; algunas no se diferencian de sus modelos, son
simples reimpresiones sin cambios; otras
presentan ciertos cambios en su contenido
y pueden ser capaces de devenir conscientes al apuntalarse en cierta característica
real del médico o de las circunstancias que
lo rodean. La transferencia, de acuerdo a
Freud, resulta inevitable en el tratamiento
psicoanalítico; es una nueva creación de la
enfermedad y puede constituir el mayor
obstáculo, o convertirse en el auxiliar más
poderoso, cuando se descubre y se traduce
para el paciente.
Al analizar su trabajo con Dora, Freud
reconoce que no logró dominar a tiempo
la transferencia y que no prestó atención
a la presencia de sus primeros signos, lo
que llevó a la ruptura del tratamiento. En
la fantasía de Dora, Freud sustituía al padre
y, al abandonar el tratamiento, actúa un
fragmento de sus recuerdos y fantasías en
lugar de reproducirlos en la cura.
En 1912 aparece “Sobre la dinámica
de la transferencia”, un trabajo en el que
Freud hace un análisis teórico de la misma;
distingue entre transferencia positiva (sentimientos tiernos o amistosos y eróticos) y
negativa (sentimientos hostiles) y afirma
que en la cura psicoanalítica, la transferencia aparece siempre, en un primer
momento, como el arma más poderosa
de la resistencia. Menciona también que
si la necesidad de amor de una persona
no está satisfecha por la realidad, surgirán
representaciones-expectativa libidinosas
que volcará con facilidad sobre los otros y
la persona del médico, resulta idónea para
ello. El paciente investirá al médico libidi-
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
nalmente, de acuerdo a modelos preexistentes: imagos (del padre, de la madre, de
un hermano). Explica que la transferencia
puede adquirir tintes ambivalentes y que,
dominarla, depara al psicoanalista las mayores dificultades pero, al mismo tiempo,
consigue volver actuales y manifiestas las
mociones de amor escondidas y olvidadas
de los pacientes.
En “Recordar, repetir y reelaborar” de
1914, Freud dice que en el manejo de la
transferencia reside el principal recurso
para domeñar la compulsión de repetición
del paciente y transformarla en un motivo
para el recordar. Presenta el término: “neurosis de transferencia”, que define como
una enfermedad artificial surgida durante
el análisis, que sustituye a la neurosis ordinaria, creando un reino intermedio entre
la enfermedad y la vida, en virtud del cual
se cumple el tránsito de aquélla a ésta y de
la que el paciente puede ser curado al hacer un adecuado trabajo analítico. La neurosis de transferencia es al mismo tiempo
un fragmento del vivenciar real-objetivo,
posibilitado por las condiciones particularmente favorables del psicoanálisis y se
presenta de manera temporal.
En “Puntualizaciones sobre el amor de
transferencia” (1915), Freud advierte sobre
las dificultades en el manejo de la transferencia amorosa. Explica que no se puede
negar que el enamoramiento que ocurre
dentro del tratamiento analítico sea un
amor genuino, pero que parece anormal,
en parte, porque aun fuera del análisis,
todo enamoramiento recuerda más a los
fenómenos anímicos anormales que a los
normales, además de ser provocado por la
situación analítica y empujado hacia arriba
por la resistencia; carece de miramiento
por la realidad objetiva, es menos prudente y cuidadoso de sus consecuencias y
más ciego en la apreciación de la persona
amada. Subraya el requisito del trabajo
en abstinencia por parte del analista, no
respondiendo a las demandas afectivas de
sus pacientes, pues tal enamoramiento no
se debe a sus dotes personales, sino que ha
sido impuesto por la situación analítica. Lo
que debe hacer el analista ante la declaración de amor de su paciente es interpretar.
Y agrega que, al renunciar a la satisfacción
inmediata, se está en posibilidad de proseguir por el camino hacia la cura, venciendo
la resistencia ligada al enamoramiento y
descubriendo las motivaciones inconscientes, los fundamentos infantiles del amor.
Toca aquí el concepto de contratransferencia, del que ya se había ocupado en
su escrito: “Las perspectivas futuras de la
terapia psicoanalítica” de 1910, donde
advierte sobre la necesidad de que el analista practique un autoanálisis profundo e
ininterrumpido de sí mismo, ya que sólo
llegará, dice, hasta donde sus propios complejos y resistencias interiores se lo permitan y declara categóricamente que quien
no consiga nada con este autoanálisis,
carece de la aptitud necesaria para analizar
enfermos. En “Contribución a la historia
del movimiento psicoanalítico” de 1914,
Freud opina que el análisis didáctico debe
ser conducido por otra persona.
Más adelante, en las “Conferencias de
Introducción al Psicoanálisis. Parte III”
(1916-1917) Conferencia 27ª, menciona
Freud que la transferencia aparece en el
paciente desde el inicio del tratamiento,
constituyendo por un tiempo un poderoso
resorte impulsor del trabajo analítico, donde no es necesario tocarla. Solo después se
convierte en resistencia y requiere que se
le preste atención. Hay que hacerle ver al
paciente que sus sentimientos no provienen de la situación presente y, por tanto,
transferencia. los comienzos
micaela hernández abad
79
no valen para la persona del médico, sino
que repiten lo que le ocurrió con anterioridad; de ese modo se le ayuda a mudar la
repetición en recuerdo, convirtiendo a la
transferencia en aliada de la cura. En esta
conferencia, Freud afirma también que los
pacientes aquejados por neurosis narcisistas no tienen capacidad de transferencia o
sólo restos insuficientes de ella, por lo que
no puede instaurarse en ellos el mismo mecanismo de curación.
En su escrito póstumo “Esquema del
Psicoanálisis” (1940 [1938]), en el apartado VI en el que se refiere a la técnica
psicoanalítica, Freud vuelve a insistir sobre
varios de los planteamientos presentados
con anterioridad. Señala: “Lo más asombroso es que el paciente no se reduce a
considerar al analista a la luz de la realidad
objetiva, como el auxiliador y consejero a
quien además se retribuye por su tarea…
no, sino que ve en él un retorno –reencarnación– de una persona importante de su
infancia, de su pasado, y por eso transfiere
sobre él sentimientos y reacciones que sin
duda se referían a ese arquetipo”. Insiste
en que la transferencia puede resultar un
recurso auxiliar de valor insustituible o una
fuente de serios peligros; que es ambivalente, incluye tanto actitudes positivas: tiernas,
como negativas: hostiles, hacia el analista,
quien es colocado por lo general en lugar
de uno de los miembros de la pareja parental, el padre o la madre. La transferencia
positiva es un resorte que favorece la colaboración del paciente, quien es capaz incluso de sanar en apariencia, por amor a su
analista, pero que tales resultados curativos
están bajo sospecha de ser de naturaleza
sugestiva y, al menor indicio de transferencia negativa, desaparecerán rápidamente.
Freud es enfático en recordar que los
vínculos sexuales reales entre paciente y
80
núm.
4
analista están excluidos, así como las modalidades más finas de satisfacción, como la
preferencia, la intimidad, etc., consentidas
por el analista sólo mezquinamente. Insiste en que la tarea del analista es arrancar
al paciente de la peligrosa ilusión de la
transferencia tanto en su aspecto positivo
como negativo y mostrarle una y otra vez
que se trata de un espejismo del pasado,
procurando que ni el enamoramiento ni
la hostilidad alcancen una altura extrema,
lo cual se consigue si desde temprano se
le prepara para tales sucesos y no se dejan
pasar sus primeros indicios. El cuidado en
el manejo de la transferencia rinde sus frutos, pues permite despojar a la resistencia
de un arma poderosa, mudando así los
peligros en ganancias; el paciente no olvida
más de lo que ha vivenciado dentro de las
formas de la transferencia y tiene mayor
fuerza de convencimiento que lo adquirido
de otra manera.
Peter Gay comenta que, en “La Interpretación de los sueños”, Freud confesó
que su vida emocional siempre requirió
de un amigo íntimo y de un enemigo odiado, que a veces convergían en una misma
persona y de los que se procuraba una y
otra vez a lo largo de su vida. Tal papel fue
desempeñado por Wilhelm Fliess, después
de su matrimonio y durante la década de
los descubrimientos, convirtiéndolo Freud
en su confidente, su admirador entusiasta, su compañero de especulaciones, su
audiencia, su estímulo y a quien nombró:
“El único Otro”, desplegando sobre él una
fuerte transferencia.
En marzo de 1910, en el 2º. Congreso
Internacional de Psicoanálisis, llevado a
cabo en Nurenberg, fue fundada la Asociación Psicoanalítica Internacional. Como
discurso inaugural, Freud leyó su trabajo:
“Las perspectivas futuras de la terapia psi-
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
coanalítica”. Y como fin de la Asociación se
estableció el siguiente: “Cultivar y promover la ciencia psicoanalítica fundada por
Freud en su condición de psicología pura y
en su aplicación a la medicina y a las ciencias del espíritu; alentar el apoyo recíproco
entre sus miembros en todos los esfuerzos
por adquirir y difundir conocimientos psicoanalíticos”.
Los problemas enfrentados con varios
de sus discípulos, que inicialmente se
interesaron en el psicoanálisis, pero posteriormente se fueron apartando de los
planteamientos del maestro, intentando
imponer sus propias ideas, tuvieron como
desenlace una paulatina ruptura con Freud
y con el Psicoanálisis. Entre ellos estuvieron
Adler, Jung y posteriormente Ferenczi.
Este último comenzó a experimentar con
la afectividad de sus pacientes, teniendo
acercamientos en los que intentaba jugar
el rol materno y con la ternura maternal.
Besaba a sus pacientes y permitía que ellas
también lo hicieran, a lo cual se opuso
enérgicamente Freud, señalándole que un
beso significaba intimidad erótica y que la
técnica psicoanalítica aceptada tenía como
regla negar tal gratificación, con lo cual se
apartaba de la misma.
Tanto con Jung como con Ferenczi,
Freud desempeñó transferencialmente
el papel de padre y ellos de hijos, que se
revelaban a sus normas y competían con
él. A Jung lo eligió para ser su sucesor y
fue el primer presidente de la Asociación
Psicoanalítica Internacional pero, posteriormente, se desilusionó de él, pues no resultó confiable al alejarse de sus postulados
esenciales.
Se hizo por tanto necesaria la unificación y precisión de las hipótesis y de los
postulados fundamentales del psicoanálisis
que, al conformar un grupo fuerte de ana-
listas que continuaran fielmente la labor
iniciada por Freud, quedó garantizada.
Este hecho lo podemos constatar a 100
años de la fundación de nuestra Asociación
Psicoanalítica Internacional.
En 2010 festejamos tal acontecimiento, con la presentación de esta mesa de
trabajos conmemorativos en nuestro Simposium.
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2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
Transferencia: Escuela Inglesa,
un breve recorrido
freudianos. Su obra es el
desarrollo de una poderosa intuición práctica que
generó las consecuencias
más fecundas de las que el psicoanálisis,
en particular el inglés, se enorgullece. Esta
mujer, que abrió el abordaje a la clínica del
niño de la psicosis y del autismo, fue una
hija violentada con una madre imponente e
intrusiva a la cual tenía un odio inconsciente que escondía bajo una intensa idealización, esposa infeliz y madre deprimida, que
inició un análisis con Ferenczi y lo terminó
con Abraham, que no era médico ni tenía
ningún título; sorprendió a la comunidad
psicoanalítica al realizar en 1919, su primer
psicoanálisis de niños al analizar a sus hijos,
convirtiéndose así en psicoanalista en 1922,
a los 40 años de edad. En 1926 se instala en
Londres obteniendo un brillante reconocimiento y una gran influencia que, a pesar
de sus controversias con Sigmund Freud y
Ana Freud, continuó después de su muerte.
Ávida lectora de la obra Freudiana, sus
divergencias fueron presentadas como una
manera de completar la teoría del inconsciente. Su obra construyó el conocimiento
del ser humano en sus diversos aspectos:
la esquizofrenia, la psicosis, la manía, la
depresión, el autismo, los retrasos e inhibiciones, la angustia traumática, así como la
fragmentación del yo. Expresa una genia-
María Esther
Guzmán Barajas
Lo importante no es acabar una obra, sino permitir
que se entrevea lo que hará posible que otros empiecen
o produzcan en una fecha más o menos lejana.
Joan Miró
C
on esta cita quiero iniciar el abordaje
de tres grandes personajes del psicoanálisis de la Escuela Inglesa, esperando su
comprensión por la mutilación en la que
incurro al intentar transmitirles, en tan breve espacio, sólo esbozos de lo que fueran sus
aportaciones a esta disciplina de obras tan
monumentales como las de Melanie Klein,
Donald Winnicott y W. R. Bion, tratando de
enfocarme en sus concepciones sobre el fenómeno de la transferencia y omitiendo sus
apasionantes vidas que de alguna manera se
traslucen en sus desarrollos teóricos.
Iniciaré este recorrido con Melanie
Klein, quien nace en Viena en 1882 y muere en Londres en 1960. Adorada por sus
discípulos, devaluada por sus detractores,
quienes le negaron la condición de analista,
no tardó en imponerse como la innovadora
más original del psicoanálisis al dar una
nueva orientación a la teoría y clínica sobre
el inconsciente, siguiendo los principios
núm.
4
2009
revista de psicoanálisis de guadalajara
83
lidad excepcional al mostrarnos el mundo
de fantasías como la base del inconsciente
en su forma más dramática y real con las
grandes pasiones que ahí habitan. Se le
acusa de hacer un culto a la madre cuando en realidad teoriza sobre la fantasía de
matricidio, siendo necesaria una fantasía
exitosa para la instalación del símbolo, la
creación del pensamiento y el acceso a la libertad; si no hay esta fantasía aparece el pasaje al acto. El símbolo es necesario porque
la madre no basta, es incapaz de satisfacer
las necesidades afectivas del niño. Centra
una nueva metapsicología en las relaciones
de objeto tempranas como organizadores
de la vida afectiva, aun a pesar de que sus
hipótesis no son uniformes ni coherentes,
su estilo no es elegante como el de Freud y
por momentos se torna repetitiva.
Toda significación interna es también
ubicada en la realidad externa mediante el
mecanismo de la identificación proyectiva;
la descripción de la historia del sujeto debe
entenderse como resultado de las proyecciones de sus objetos internos, por eso ella
varía de acuerdo al estado mental que el
paciente tenga en su momento. El buen
vínculo con el pecho interno y externo es
prototipo de todas las situaciones vividas
como gratificantes.
El inconsciente freudiano está estructurado por el deseo y la represión; Klein
insiste en el dolor psíquico del recién nacido en la escisión, disociación y clivaje y
en la capacidad precoz de la sublimación.
La pulsión Freudiana no tiene objeto, la
Kleiniana se dirige primero al objeto (el
pecho), presente desde el nacimiento, que
da lugar a un vínculo precoz y dramático
entre el objeto y un yo con un súper yo y
un Edipo precoz.
El objetivo terapéutico en Klein es la
integración, para lo que es necesario que
84
núm.
4
el analista tolere la transferencia negativa
aunque sea tentador aceptar el desplazamiento de la hostilidad hacia los vínculos
primarios. El analista está intensamente
comprometido con las vivencias del paciente, por lo que el eje del desarrollo de la sesión es el vínculo transferencial. Vemos que
Klein amplía la idea de transferencia freudiana con su concepto de transferencia
latente (el paciente repite la estructura de
sus vínculos, ansiedades y defensas, sin conciencia de que lo hace). La función principal del analista es dejarse envolver por el
clima emocional de la sesión, sensible a las
manifestaciones transferenciales, se debe
interpretar la relación de objeto temprano
que se reactualiza en la transferencia y las
fantasías inconscientes que tiene en su
vida actual. Lo importante es comprender
las angustias que se desarrollan en la relación de objeto, mecanismos de defensa y
aspectos de personalidad. El insight debe
permitir el conocimiento y la reintegración
de lo proyectado permitiendo una mayor
integración de la personalidad.
Todos los pacientes, por graves que
estén, despliegan transferencias hacia su
analista, siendo necesario detectar con qué
objeto está relacionado y qué representa
para él. Klein interpreta la transferencia
negativa en cuanto aparecen los primeros
signos de angustia y resistencia, siendo ésta
otra novedad que aportó al psicoanálisis; le
prestaba tal atención a la transferencia que
se pensó que incluso la suscitaba; lo que
ella quería era controlar la agresividad del
paciente y desinhibir la pulsión de muerte
esperando así liberar el pensamiento.
Los términos de la interpretación los
elige en función del modo concreto del
pensamiento y de expresión del niño, tenía
un sentido agudo del “significante” lenguajero y respetaba el lenguaje del niño.
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
La técnica del juego es inseparable de la
interpretación; mediante el juego, la fantasía jugada se convierte en fantasía narrada
entre dos, la analista nombra las fantasías
con palabras crudas y simples, lo que implica que el niño comprenda el significado
de las palabras y su valor simbólico. Klein
pensaba que lo que inaugura la relación
transferencial es el contacto directo con la
verdad del inconsciente, por lo que su método consiste en explorar sistemáticamente
la transferencia positiva y negativa desde el
inicio de la cura llegando éste a experimentarse como persecutorio.
Pasemos ahora a la teoría de W. R. Bion,
quien nace en 1897 en Mutra en el Penjab
y muere en 1979. Su apellido significa estar
en posesión de la vida; fue un hombre con
una vida difícil e interesante, de inteligencia brillante y poseedor de una personalidad donde se destaca un humor corrosivo a
través del cual transmite sus percepciones y
sensaciones de las que saca deducciones pesimistas y burlonas. Su participación en las
dos guerras le dejaron hondas huellas que
influyeron en su concepción del psiquismo;
en su relato siempre transparente destaca
la figura de su nana, a la que decía querer
mucho más que a sus padres y que posteriormente le permite elaborar las vivencias
traumáticas sostenido de ese intenso vínculo; tuvo una madre ausente que, cuando
llegaba a aparecer, la vivía como impredecible y terrorífica. Dotado de una curiosidad
intensa, que manifiesta toda la vida y que lo
muestra insaciable ante el deseo de conocer
todo lo que le rodea, menciona: “No tenía
humor, sólo una cabeza”. A los ocho años es
enviado a un internado en Inglaterra, iniciando un largo periodo de sufrimiento, soledad, frustración y vivencias catastróficas;
a sus experiencias infantiles que llama catastróficas las revive en la guerra; la amistad
con dos compañeros le permite vivir el calor de hogar y observar lo que es ser madre.
Se gradúa en letras, posteriormente ingresa
a Medicina con el fin de estudiar psicoanálisis, siempre dudando de su inteligencia, obtiene medalla de oro en cirugía que, según
él, “no habría merecido”. Intenta un psicoanálisis que abandona por falta de dinero,
ingresa a la clínica Tavistock donde formará
parte del grupo de psiquiatras, iniciando
su formación como psicoanalista en 1934.
Comienza un segundo análisis que termina dos años después para ingresar con M.
Klein; se reincorpora a la segunda guerra
en donde se enfrenta a la repetición de sus
traumas; su deseo de saber y su intensa exigencia psíquica desembocan en el deseo de
ordenar su pensamiento y sus emociones,
llevándolo a elaborar un instrumento de
evaluación en forma de una tabla. A través
de sus investigaciones en su trabajo clínico
descubre que el pensamiento requiere de
condiciones especiales para que se establezca y que existe a través de su negación.
Su teoría conjunta pensamientos de
bases filosóficas, matemáticas, humanísticas y hechos tomados de la clínica, como
el concepto de continente contenido que
implica al analista como continente de las
ansiedades del paciente. Respecto a éste
menciona que el bebé requiere contar
con un objeto externo en el cual volcar
sus ansiedades; si la madre tiene ciertas
capacidades emocionales podrá metabolizarlas y regresarlas para que su hijo
pueda asimilarlas; si devuelve la angustia
al bebé, éste puede caer en un estado
llamado “terror sin nombre”. Al estado de
receptividad materna le llama capacidad
de reverie (ensoñación).
Para poder pensar se requiere que la
madre realice la función continente, de
esta manera y por identificación con ella,
transferencia. escuela inglesa...
maría esther guzmán barajas
85
el bebé adquiere la “pantalla interna” que
permite el proceso secundario.
Una de las funciones del analista es la
de disminuir el sufrimiento del paciente
a través de la función continente, por la
interpretación del conflicto y por el insight
del paciente. De acuerdo a Bion, la mayor
parte de los errores técnicos es originada
al no poder soportar las emociones que
generan el vínculo y no poder constituirse
en continente de las emociones del paciente. Otra idea relacionada con la noción de
identificación proyectiva es la del objeto
bizarro; en armonía con Klein destaca el
papel de los impulsos destructivos y la envidia en el origen de la psicosis. Propone que
en todo sujeto existe una parte psicótica
de la personalidad, el narcisismo patológico, la RTN y la reversión de la perspectiva
son sus expresiones. Bion desarrolla un
concepto central en su teoría, la noción
de aparato para pensar pensamientos.
Con el concepto de función alfa aborda el
estudio de los trastornos del pensamiento,
mencionando la necesidad de la capacidad
de reverie materno para que los elementos
beta se conviertan en alfa y puedan ser
reintroyectados; de lo contrario, lo que
se reintroyecta será un terror sin nombre.
Transponiendo esto a la relación analítica
menciona que si la emoción puede ser
evidente para el analista debería tratar de
demostrar la existencia de esa emoción
incluso antes que se haga dolorosamente
evidente para el paciente.
La noción de grupo es de gran importancia en la obra de Bion, en la medida
en que el sujeto está constantemente en
conflicto con las representaciones del tercero colectivo. En sus intervenciones con
los grupos se encuentra con efectos de
transferencia y de resistencia descubriendo
la resistencia del grupo hacia los cambios
86
núm.
4
ante el cual el grupo se siente perseguido,
explicando así la dificultad social ante la
evolución.
Bion considera el funcionamiento del
pensamiento más precoz que lo que Freud
menciona; desde el principio de la vida
existe una forma de pensamiento vinculada con ideogramas, con el oído y con la
visión más que con las palabras. Desarrolla
toda una teoría sobre el funcionamiento
psicótico, se cuestiona sobre la alucinación
y las fantasías; diferencia entre proyección
y percepción, menciona que el prototipo
de todos los vínculos es el pecho o el pene;
el objetivo de Bion es formular una teoría
universal del pensamiento.
Nos muestra la transferencia con pacientes psicóticos, caracterizada por la
intensa identificación proyectiva del paciente, en donde en la medida en que el
paciente se identifica con el analista, éste
aparece cargado con las características del
paciente sintiéndose toda intervención del
analista como ataques contra el yo; en la
relación analítica recomienda escuchar al
paciente sin memoria y sin deseo. Hay que
analizar al paciente sin presupuestos básicos, utilizando todas sus capacidades de escucha y digestión psíquica. Se inclina sobre
las vicisitudes del pensamiento psicótico, lo
incognoscible y lo impensable.
Vayamos ahora con Winnicott, quien
se caracteriza por ser un psicoanalista no
clásico; su lenguaje teórico y los hechos
clínicos, en ocasiones confusos, son diferentes. Fue un hombre bondadoso y
apasionado que vio al ser humano mejor
de lo que es; sus observaciones clínicas las
obtiene del ámbito pediátrico en su trabajo
con los niños y sus padres; puso poesía e
imaginación creadora en su obra, sus aportaciones sobre el objeto transicional, la
diferencia entre self falso y self verdadero,
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
la noción de sostén o holding y muchas observaciones sobre el desarrollo emocional
primitivo. Descarta la pulsión de muerte y
ve la agresión como producto de una falla
ambiental en la que el papel del ambiente
es decisivo. Considera tres espacios psíquicos, el interno, el externo y el transicional,
desarrollando una amplia teoría respecto a
este concepto.
En 1940 comienza su producción como
psicoanalista sustentado en los aportes
Freudianos y en M. Klein. Para Freud, los
conflictos se daban entre el ello, yo y súper
yo, pero Winnicott piensa que los vínculos
se dan entre el recién nacido y su madre;
sí toma en cuenta el conflicto Edípico,
pero enfatiza la evolución de los vínculos
diádicos, dependiendo la cualidad de éstos
del estado emocional de la madre. Se pasa
de una postura Edípica a una bipersonal,
del falo al pecho. Para Winnicott, el sujeto
tiene escondido su verdadero ser y el analista intenta salir a su encuentro. En 1945
elabora su obra “El desarrollo emocional
primitivo”, donde describe el papel de la
madre en la integración del niño.
En cuanto a la transferencia menciona
que es la manera en que se repite en el
análisis un modo subjetivo de relación con
los objetos; el objetivo es interpretarlo en
el momento adecuado en el que se une un
aspecto de la realidad psíquica del paciente
y un hecho importante de su historia. Para
él existen dos clases de transferencia, la
que proviene de la estructura neurótica
y la que surge de la estructura psicótica,
ambas requieren un ambiente sostenedor.
El analista debe comunicarse desde el lugar en que el paciente lo ubica, es decir, la
neurosis o psicosis de transferencia. En la
transferencia neurótica se reviven situaciones de confianza básica, mientras que en la
psicosis y el caso límite, la experiencia de
confianza que el analista propone es nueva
debiendo experimentarse por primera vez
para poder usar el encuadre y desarrollar
el análisis.
Postula el espacio-tiempo de la sesión
como un espacio transicional, ubica la
transferencia como un fenómeno transicional y al analista como un objeto
transicional. El análisis sería un fenómeno transicional por ser un recorte de la
realidad externa y una puesta en acto
con la realidad interna; muestra una gran
sensibilidad para el trabajo con niños y
pacientes psicóticos, mencionando que los
fallos en el tratamiento con estos últimos
generan furia y dolor y exigen además que
el analista reconozca sus errores y fracasos
y los comunique al paciente, para que éste
pueda revivir sus traumas originados en el
fallo ambiental.
El analista debe hacer lo que se espera
de su función terapéutica sin reaccionar a
la transferencia del paciente, a la vez que
debe de permanecer vulnerable para poder conectarse con él y permitirle nuevos
movimientos. En cuanto a la contratransferencia clasifica las siguientes categorías:
los conflictos inconscientes no elaborados
en el analista que generan una patología
en su contratransferencia y la contratransferencia positiva que incluye la vocación
de ayuda. La transferencia psicótica es una
dura prueba para el analista que lo involucra como persona; además de su reacción
ante los movimientos contratransferenciales, menciona la contratransferencia “verdadera” que implica el odio y el amor que
siente el analista en respuesta al paciente
y no se atribuye a la contratransferencia.
Considera que en el trabajo con pacientes
psicóticos es necesario tener en cuenta la
ambivalencia del analista, que llamó odio
en la contratransferencia y que imposibilita
transferencia. escuela inglesa...
maría esther guzmán barajas
87
el tratamiento. Es necesario que el analista
haga consciente su odio y acepte que el
análisis con dichos pacientes es difícil; así
pues, le corresponde la función de sostener y acompañar con su atención flotante
la vivencia del paciente sin tomar partido
ni dar soluciones; recibir el impacto de la
transferencia negativa sin morirse ni vengarse, estar consciente de la ambivalencia
que implica el ocuparse de otro en estado
de desamparo requiriendo una enorme
tolerancia a la frustración ante la expresión
de sus demandas y reclamos.
Enfatizó la labor del juego en el adulto
como una manifestación de salud y comunicación con los otros y que permite la
creatividad. La interpretación implica la
capacidad de exponerse a lo nuevo, de tolerar la espera y de renunciar al narcisismo;
a través del juego surgirán las capacidades,
el uso del objeto, la capacidad de estar a
solas, de reparación, la creatividad, etc.
Para finalizar este recorrido recordemos que Winnicott muestra al analista
como una madre suficientemente buena,
como invitación a crear un espacio transicional entre madre y bebé y entre analista
y paciente.
88
núm.
4
Bibliografía
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terapéutico de D.W. Winnicott. Buenos Aires. Paidós
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2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
Vuelve a contarme la misma historia
que reinventas cada vez.
Transferencia. Escuela Francesa1
Adriana Lira Ramírez
El poeta es, pues, robador de fuego.
Lleva el peso de la humanidad, incluso de los animales; tendrá que conseguir que sus invenciones se
sientan, se palpen, se escuchen; si lo que trae de
allá abajo tiene forma, él da forma; si es informe,
lo que da es informe. Hallar una lengua;
Arthur Rimbaud2
É
rase otra vez... Y mientras tanto en
Francia, Jacques Lacan, al igual que
Klein, Winnicott y Bion, investiga sobre la
psicosis e hizo valiosos aportes clínicos en
cuanto a la transferencia. Es más, Bion y Lacan fueron amigos, se conocieron en 1945,
cuando Lacan asistió por algunas semanas
a Inglaterra para realizar unos estudios; me
imagino sus acaloradas pláticas hablando de
filosofía, geometría algebraica, topología y
desarrollando sus matemas para explicar
el inconsciente y otras formas de proceso
identificatorio y sobre la importancia de
la intuición y la agudeza en el trabajo del
psicoanalista. Aunque realmente esto sería
a posteriori, ya que en aquella época, Bion
iniciaba con su trabajo en grupos después
de la Segunda Guerra Mundial y Lacan aún
no desplegaba su teoría sobre la metáfora y
el Sujeto Supuesto Saber, de donde surgirá
núm.
la postura técnica sobre la
transferencia que dará pie
a la creación de lo que se
denominó la Escuela Francesa. Lacan emprende una auténtica renovación tanto de
la teoría como de la práctica analítica y es
aquí donde inicia este relato.
Y ¿qué tienen de diferente las propuestas de Lacan sobre la transferencia? Porque
como ya escuchamos, fue desde Freud que
se construyó-descubrió la transferencia
como dimensión propia de la práctica
analítica.
Lacan critica el énfasis puesto en la
realidad y en la idea del proceso analítico llevado hacia la identificación con el
analista. Tampoco se encuentra de acuerdo con la noción de transferencia como
reviviscencia. Nuestro personaje enfatiza
la estructura de los elementos lingüísticos
que determinan el material que ofrecen
los pacientes que están en análisis pero,
a pesar de señalar los rasgos formales de
éste, le daba mayor importancia a la relación dinámica entre el sujeto y su discurso.
Las nociones lacanianas de transferencia
1
Trabajo presentado en el XXIII Simposium de las
Américas, Panel conmemorativo del centenario de
IPA.
Prosa sobre el porvenir de la poesía. En carta a Paul
2
Demeny (traducción Ramón Buenaventura).
4
2009
revista de psicoanálisis de guadalajara
89
provienen de su original concepción sobre
el inconsciente estructurado como un lenguaje. Dependiendo de cómo entendemos
el inconsciente será nuestra técnica para
aproximarnos a él y lo que consideremos
que facilita o estorba nuestra labor.
Podemos contar esta parte de la historia en capítulos como de una mini serie dividida en partes (siguiendo a Assoun, 2004,
Umerez, O., 1994, y a Díaz, R., 1992), que
siguen el desarrollo teórico presentado por
Lacan y la génesis de la noción de transferencia, ya que los virajes técnicos deben
ser entendidos dentro del contexto de las
reformulaciones conceptuales.
Tenemos un primer momento que gira
alrededor del ser, con el Lacan de “función
y campo de la palabra...” hasta “La dirección de la cura...” Y pues así iniciamos con
la primer serie que llamaremos “El espejo
y el relato ficción” o “Veo en el espejo lo
que escucho de mí pero no digo todo”...
Corría el año de 1936 y el joven Lacan
presentó su tesis del “estadio del espejo”;
a partir de ella muestra la idea de que el
ser humano, por su inicio prematuro, nace
y queda capturado en una imagen, así el
yo se constituye por una identificación
alienante. Con esta tesis descarta la idea de
los teóricos de la psicología del yo, ya que
el analista no puede aliarse a una instancia
inauténtica que sólo sirve para ocultar la
realidad fragmentada e incompleta de la
persona; además, el humano sólo puede
conocerse a través de otro: “El saber humano es en esencia paranoico”. En este origen
de su teoría, la transferencia no es el medio
para conocerse pues es vista como proyección: “La transferencia no es nada real en
el sujeto, sino la aparición, en un momento
de estancamiento de la dialéctica analítica,
de los modos permanentes según los cuales
constituye sus objetos” (Intervención sobre
90
núm.
4
la transferencia, 1951). Opina que si la
transferencia se presenta es porque el analista puso en juego en el análisis sus propios
prejuicios, sus puntos ciegos y sus conflictos inconscientes. La transferencia no revela sólo el conflicto del paciente, se activa
por el conflicto inconsciente del analista,
es una falla del analista que en su postura
debería ser como de espejo transparente
para evitar más enajenación del sujeto.
Las palabras ofrecen resistencia para
descubrir el sentido, ya que las palabras no
pueden decirlo todo, el sentido tiene que
ser descubierto y el sentido aún no sabido
influye en la conducta del sujeto; Lacan
lo denomina “Prioridad del significante”;
para acceder al sentido se necesita entender que el relato es ficción. El estadio del
espejo que propone la identificación imaginaria con el otro se va a ver enriquecido
cuando se introduce al sujeto a un universo
ya creado por el lenguaje, el narcisismo
constitutivo incluye así una dimensión
imaginaria (tú y yo somos uno mismo) y
una simbólica (el lenguaje). Se crea así un
núcleo de “insignias” inconscientes, el sujeto se ha convertido en lo que el progenitor
profetizó-nominó para él, su imagen queda
atrapada en una compleja red simbólica.
Desde aquí la Transferencia ya no puede
considerarse sólo repetición. Es un modo
de producción en el análisis, aunque aun
un modo de desplazamiento en función de
la resistencia y la resistencia es considerada
por Lacan como del analista.
En la segunda parte de esta primera
serie ya estamos en el año de 1953, con un
sujeto que se encuentra determinado por
una estructura; de lo que habla, no importa
tanto el contenido, sino cómo lo que dice
lo ubica en un lugar dentro del sistema. El
“Yo es un significante para otro significante”, dirá Lacan. Con la descripción del esta-
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
dio del espejo, la exigencia prioritaria de la
clínica será la disolución de los espejos del
narcisismo.
Después de la guerra, tiempo durante
el cual nuestro actor no realizó ningún escrito, inicia el retorno a Freud y va a añadir
la idea de que el análisis es un proceso de
reconocimiento. Que el dolor se produce
cuando el inconsciente, constituido por
una serie de eslabones de elementos significantes, transforma las palabras en síntomas; se precisa entonces, para aliviarlo,
retraducir o ligar esas ideas reprimidas desconectadas y devolverlas relacionadas con
el resto de la cadena significativa. Propone
que el síntoma tiene la misma estructura
que la metáfora, cambia un elemento por
otro, cuando el paciente habla muestra
con ello la posición en la que se encuentra
determinado; este hablar le da un lugar a
él y a su interlocutor. Cuando el paciente
habla, emergerán significaciones inconscientes; al hablar, la palabra porta sentidos
más allá de su comprensión y control conscientes y en el análisis se puede devolver el
mensaje del paciente que él mismo desconocía. Cabe hacer notar que los significantes, como lo había descrito antes, no son
todos desplazamientos, como metonimias,
también presentan saltos con otra lógica
oculta, como la metáfora. Lo cual sigue
manteniendo a la transferencia diferenciada aunque cerca de la repetición. Articula
así los fines terapéuticos al encuentro del
sujeto, ya que al hablar y ser hablado se
modifican los significantes y por lo tanto
la ubicación dentro de la red, que después
de la interpretación tendrá otra configuración, se ubicará en otro lugar desde el inconsciente, será un sujeto del inconsciente.
Le da un sentido propio a la frase de Freud,
“Donde eso es, está el sujeto. “Eso” es la red
de significantes, el inconsciente, el sueño.
Y dice: “Pero el sujeto está allí para encontrase de nuevo, allí donde era –anticipo- lo
real”. Lo real es simplemente lo que no es
simbolizado y queda al margen del sentido, incognoscible, inasible. Todavía en el
tramo de esta serie, Lacan considera que
si el analista interpreta adecuadamente y
mantiene el proceso analítico dentro de
contrastaciones dialécticas adecuadas, no
sólo el análisis no se estanca, sino que la
transferencia no se instala. Al instalarse
la transferencia se cierra el inconsciente.
Sirve para tapar
Segunda parte de la miniserie “El ser”.
Esta parte de nuestra serie histórica corresponde al Lacan de “función y campo de la
palabra...” de 1953 hasta el escrito de “La
dirección de la cura...”; en este período
remarca: que la transferencia no puede
reducirse a la mera repetición de lo vivido
porque al decir algo de otro modo ya es
decir otra cosa y la introduce en una mayor
dinámica, comienza a tomar mayor relevancia la relación con el otro y el estilo que
se emplea para comunicar. Podemos decir
que define la transferencia “como lo que
el sujeto atribuye de ser (de su ser), ser que
sea en otra parte, al analista” (Umerez, O.,
1994, las cursivas son mías). Atribución de
ser que corresponde a ese sujeto que le falta el ser (lo completo); el ser tiene su fundamento en sí mismo, el sujeto no, al sujeto
le falta el ser. Por eso la transferencia se
define como una atribución de ser, que se
hace en el analista. Si algo le falta al sujeto,
se articula en la transferencia en la pasión
del ser, en el amor. El amor es encontrar en
el Otro la dimensión del ser, aquello que
me falta está en ti, por eso eres maravilloso.
De aquí la postura del analista de qué hacer con su ser, con su deseo de analista, y la
importancia de hacer nada, no, de no-ser,
sino de ser esa “nada” de suma importancia
vuelve a contarme la misma historia...
adriana lira ramírez
91
para no completar imaginariamente al paciente. El amor es considerado aquí como
lo hacía Freud, como resistencia. A manera
anecdótica, es en esta época cuando Lacan
trabaja con las sesiones escandidas, intentando con ello, al introducir la discontinuidad, sacar a la luz el material más oculto.
Ya que el sujeto del inconsciente está en el
corte, entre significados.
Posteriormente, a partir de “El deseo y
su interpretación” y de “la identificación”,
poco a poco del deseo de reconocimiento
pasa a un segundo plano y cede su lugar
a la revelación de la verdad, por lo tanto
aparece otra temporada de la serie que llamamos “La Verdad y El amor”. Con ella, en
1958 aparece una nueva teoría de la enajenación en la teorización de Lacan. Coloca
lo enajenante del lado del lenguaje, ya no
en lo especular imaginario, entonces el habla se cambió de bando, ya no da identidad
al sujeto, sino que el sujeto es abolido por
el lenguaje, aparecen nuevos personajes en
nuestra miniserie: el fantasma y la lógica
de la psicosis, el objeto a, la demanda, ley
paterna, entre otros.
Aclarando en síntesis la trama, si el objeto es simbólico es que se ha perdido, ha
salido del registro del goce. En el fantasma
se invocan estos objetos perdidos como si
fueran reales para encontrar la estabilidad,
se aferra a ellos para lograr la identidad
que no le brinda el significante, ya que las
palabras no nos pertenecen, son alienantes. Busca así al objeto a, brújula de “significación absoluta” que actúa como imán
para las identificaciones inconscientes. Y
de él aparece la demanda. El objeto de la
necesidad queda eclipsado por la demanda
que, por ser una demanda de amor, es imposible de satisfacer. El deseo condicional
retoma lo que ha sido eclipsado en el nivel
de la necesidad, quiere el exacto objeto
92
núm.
4
que considera perdió, la demanda es incondicional, o sea, que se conforma con
cualquier cosa que se le parezca (o hasta
lo hace parecerse). El trabajo analítico se
vuelca a extraer a partir de la demanda de
algo, al deseo, del cual su objeto es la falta;
finalmente el objeto ausente es el falo materno. A este deseo hay que buscarlo entre
líneas, en el encuentro, en el relato del encuentro, con agudeza, dice Lacan, prestando atención a los procesos que se reiteran,
a los puntos de ruptura, los detalles nimios.
Lacan redefine el análisis desde el punto
de vista de puesta en relato.
Para acceder al material del fantasma y
conocer la respuesta del paciente ante la
falta, Lacan propone que la posición del
analista debe ser: No brindarle al paciente
ningún saber, no por provocar frustración,
sino porque así, en el sin sentido, se abre
la dimensión del deseo, se mantiene la
“x” del deseo para no extinguirlo, para no
obturarlo. En el seminario “La lógica del
fantasma y El acto analítico” muestra en
un gráfico cómo la transferencia ocurre
entre dos alternativas, entre el pasaje al
acto y el acting out, si se mantiene en un
recorrido transversal, por el adecuado posicionamiento del analista, se mantiene la
transferencia hacia la sublimación. Ahora
ya estamos en 1960 y entra en escena el
deseo de completud a partir de ser el falo
de la madre e identificarse con el deseo de
ella, el “¿qué me quieres?” es el fundamento de toda búsqueda; con ello aparece en el
escenario el significante Falo, la metáfora
paterna y la castración simbólica ¡ah! Y, por
supuesto, la Ética. Ya veíamos que aquello
que no es integrado a la cadena significante hace síntoma; agregamos ahora que si
es forcluido por no encontrar el armazón
de la metáfora paterna, no retorna en lo
simbólico, sino en lo real.
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
Esta serie, que igual podría llamarse en
su último capítulo “El enigma”, corresponde a los textos de “El deseo y su interpretación” y “la identificación”, donde vemos
dirigir la preocupación de Lacan al saber.
El inconsciente aparece como un saber no
sabido y así estructura la transferencia de
otra manera, soportada y motivada por el
Sujeto Supuesto al Saber; es aquí donde
toma otro sentido su frase que define al
sujeto como “un significante para otro significante”, dirá, el significante representa
un sujeto para otro significante, para un
sujeto. Definido como un saber no sabido,
la transferencia se articula a él como sujeto supuesto al saber es una articulación
simbólica en tanto que siempre estará en
relación a otro significante, cuando nos
encontramos en la búsqueda del ser, en el
plano del ser, el analista se ubicaba en posición de ser, aún podríamos haber pensado
en cierta intersubjetividad, ahora es un
significante, un supuesto al que se habla,
es hipótesis, es supuesto ser, destituido.
El analista es entonces el supuesto de ese
saber. Una vez que se establece esta suposición se produce la transferencia, concepción que deriva de la palabra y que es muy
distinta de la propuesta de que el analizando se comporta con el analista como con
los objetos primarios. Demuestra así Lacan
otra faz de la transferencia, la de llegar
al objeto a, revelando así la transferencia
una oscilación entre la enajenación en el
lenguaje y el abrazo del objeto a. Es muy
importante hacer notar que al ser “supuestos”, esto viene a dejar fuera la intersubjetividad y la realidad material, hay un solo
sujeto entre dos significantes y ese sujeto es
supuesto y la apuesta es hacer sujeto en el
punto donde hay dos significantes y por lo
tanto afanisis, pues si no hay intervalo de
significantes no hay sujeto.
Y ¿el amor? No nos olvidemos que
Lacan dedicó todo un seminario a hablar
del amor que inicia con una escena de los
diálogos de Platón, en los cuales se discutía
precisamente sobre el amor. Y pues sí, no
nos desanimemos, esta miniserie también
ha tenido su dosis de amor. La transferencia en la articulación del sujeto supuesto
al saber es una transferencia articulada
al amor, sólo que este amor es un amor
saber “aquél a quien supongo el saber lo
amo” (Lacan, Aum), este amor ya no es
resistencial.
Ah! Pero como todas las temporadas de
las miniseries, ésta tiene un capítulo extra o
especial, denominado “del No Todo” o “El
Goce”, donde Lacan va cerrándole el telón
al Saber y llamando a escena a la angustia.
Una variedad en la articulación de la
transferencia aparece en el seminario XI.
Donde surge, definida, nuestra actriz principal, y ésta ya no es vista como soporte o
como estructura, dice: “La transferencia es
la puesta en acto de la realidad sexual del
inconsciente”. Realidad, en tanto lo que va
a sostener en ese punto es que la transferencia no se reduce a una ilusión, es real,
pero es un engaño, la transferencia como
puesta en acto de la realidad inconsciente,
como acto de amor, resulta que denuncia
un engaño. Así, en éste seminario, el amor
deja de ser un obstáculo estructural del inconsciente y se convierte en efecto del obstáculo; el inconsciente no se cierra por el
amor, se cierra ante la presencia del objeto
a, ante la posibilidad del goce, que ahora
se ha revelado como el malvado letal de la
película, el goce no es el amor. La transferencia es acto, ya no es resistencia y está
diferenciada de la repetición, es apertura
del inconsciente y por eso no se analiza la
transferencia, se interviene en ella, porque
en el momento de análisis del Sujeto Su-
vuelve a contarme la misma historia...
adriana lira ramírez
93
puesto Saber, el inconsciente está abierto.
Es el analista que desde su deseo imaginario produce resistencia y es por lo tanto
el analista desde su deseo que debe abrir
el inconsciente, sin suturarlo, sin reducir
todo a significantes eliminando el agujero,
es el momento de hacerse el muerto pues
el inconsciente se cierra cuando está presente el objeto a. Si el analista no aparece,
el sujeto se constituye en la búsqueda de la
verdad y puede buscar siempre que haya
un tercero que deja el hueco del objeto
a. Por lo tanto no hay que hacer sujeto de
todo, ni significante de todo, siempre hay
algo más allá, el objeto a. Y allá se tiene que
quedar. En cuanto a nuestro nuevo villano
y rival en la clínica: El Goce, no es el ligado
a lo imaginario; este Goce viene siendo
aquello de lo real que resulta intolerable
al individuo, el goce es real y está fuera del
registro de la imagen y de lo simbólico,
provocando dolor y síntomas y es el que
debe limitarse. El campo del psicoanálisis
también está ocupado por lo Real compartiendo con el lenguaje. Y lo que limita
o logra el vaciamiento del goce es, según
Lacan, la castración, pasar por el registro
simbólico, introducir la idea de pérdida,
aceptar la castración; y el superhéroe de la
serie es “el lenguaje”, siendo el único que
opera cambios en el goce. Aquí Lacan tira
por la borda todas aquellas terapias que
suponen modificaciones en el sujeto fuera
de la práctica simbólica. La limitación del
goce que denomina fálico da surgimiento
a otro tipo de goce, el suplementario, que
establece la falta y en ella se asume un valor libidinal, donde no se trata de llenar la
falta, sino de darle un nuevo valor como
tal. La posición del analista ante el amor
del paciente en este momento, 1970, es
la de donar su falta en el proceso transferencial. Permanecer en la destitución del
94
núm.
4
ser, hacer semblante a para declinar, como
dice Peskin: en el análisis el instrumento
estratégico es la transferencia, la política
la falta en ser y la táctica la interpretación
para lograr el anudamiento de los tres registros necesarios para el sujeto, para llegar
a la causa de su deseo y aunque se entra en
transferencia por un engaño, la tendencia
es el fracaso, curando así al paciente de
su búsqueda de goce mortífero repetitivo.
Es decir, que la puesta en acto transferencial debe ir llevando la repetición al acto
creativo, a la asunción de la castración en
transferencia a través de la castración del
analista, con ello se logra hacer al paciente
un buen perdedor pues cuando pierde,
gana o bien hay que aprender a perder
para poder jugar y ganar.
Y la historia continúa...
A partir de la escuela que crea Lacan han
surgido seguidores con nuevas propuestas,
como son Laplanche, Aulagnier, Green,
entre otros, mas son estos aportes que hemos revisado brevemente los que forman
los cimientos de lo que se nominó como:
Escuela Francesa, así que podemos concluir por ahora introduciendo un corte en
nuestra historia, lo que siga será ya cuestión de volver a contar.
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vuelve a contarme la misma historia...
adriana lira ramírez
95
Reseña
Nuevos paradigmas de la mujer*
Carmen Villoro
Cambia, todo cambia
Mercedes Sosa
E
l título del libro Nuevos paradigmas de la
mujer nos remite de inmediato al cambio, a la actualización, a un refrescamiento
de la imagen de la mujer al que podemos
acceder hombres y mujeres y que es el resultado inacabado, por supuesto, de cuestionamientos filosóficos, psicológicos, de
movimientos sociales y de una profundización en el estudio de la subjetividad humana. Desde el laboratorio científico, entre
los versos de un poema, en las marchas y
los manifiestos públicos o desde la intimidad del consultorio surgen nuevas formas,
colores y texturas que se van combinando
como en un caleidoscopio para dar lugar
a otras representaciones sobre la mujer,
sobre el hombre, sobre lo masculino, lo
femenino y los innumerables puentes que
se tienden entre estos conceptos que ahora
atravesamos con menos miedo que antaño.
La portada del libro remite a estas formas
en movimiento que dan lugar a una manera distinta de mirar el paisaje.
Desde lugares muy distintos, los autores de este libro hablan de la mujer: hay
una bióloga mexicana, una estudiosa de
núm.
la literatura, los demás son
psicoanalistas de diversos
países de Latinoamérica.
En el contenido del libro encontramos dos ensayos de mucha actualidad,
uno sobre homoparentalidad, de Mariam
Alizade, psicoanalista argentina, y otro sobre identidad sexual, escrito por Griselda
Sánchez Zago, psicoanalista del D.F. Es un
alivio darnos cuenta que el psicoanálisis
se descoloca de la ideología normativista y
conservadora que sustentó durante tantas
décadas y vuelve a hacer suya la revolucionaria idea de Freud de que la pulsión
carece de objeto y queda liberada de todo
biologisismo. La parentalidad ejercida por
parejas homosexuales lleva a planteamientos más profundos que los que se derivan
de las características biológicas de los progenitores, se sumergen en un más allá de
la realidad del sexo del progenitor para encontrar el impulso deseante de criar y dar
vida psíquica a otro ser humano; el acento
está puesto, desde esta perspectiva, no en
quién la ejerce, sino en cómo es ejercida
esta función que privilegia la identidad humana primigenia; ojalá lo entendieran los
grupos de ultraderecha que se han opuesto
con tanto odio a la legalización del matri* Olga Varela compiladora, Ed. Lumen, Buenos Aires, 2009.
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2009
revista de psicoanálisis de guadalajara
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monio y la adopción entre homosexuales
que se verificó recientemente en el Distrito
Federal. La postura de Griselda, en su estudio sobre las vicisitudes de la sexualidad,
es que “la genitalidad, tal como la planteó
Freud, no existe”, la genitalidad, como
la completud, son falacias, “la identidad
sexual es por el contrario un espacio complejo, de dimensiones múltiples, rara vez
coherentes entre sí y, por lo mismo, más
un vector de diferencias y diferenciaciones
que un sitio de homogeneización”, dice la
autora. Y aquí todos suspiramos aliviados.
La maternidad es otro tema polémico
que se aborda en varios ensayos de este
libro. La validez del no deseo de hijo
ahorraría enormes sufrimientos a muchas
mujeres que se autoimponen la matenidad
obedeciendo a un mandato externo. Hay
que ver a esas mujeres que se someten a
tratamientos tan dolorosos con tal de cubrir el expediente que exige la sociedad:
casarse y tener hijos. Es cierto que los avances médicos en las técnicas reproductivas
son a veces la única y bienvenida solución,
pero es necesario preguntarse por el deseo
inconsciente, por las íntimas fantasías e
identificaciones que determinan si sí o no,
cómo y cuándo. Gloria Gitaroff nos cuenta
el caso de Julia en relación con el drama
psíquico de la esterilidad.
Durante siglos se sostuvo la idea mítica
de que la mujer madre no debía tener deseo sexual. Cecilia Rodríguez, en su ensayo
“Sexualidad y maternidad”, nos recuerda
cómo en el siglo XIX se decía que cuando
una mujer gozaba con el sexo y renunciaba a la maternidad era peor que una
bestia. Dice la autora: “La escisión entre
maternidad y sexo queda espléndidamente representada en un icono religioso: la
Virgen María, quien constituye el ejemplo
privilegiado de la madre sin sexo”. Y es que
98
núm.
4
provoca mucha angustia la sexualidad de la
madre, ese “primer objeto, deseado, temido y prohibido”, dice Cecilia. De aquí la tan
conocida expresión de los mexicanos “mi
madrecita santa” y cómo los peores insultos
son los que recaen sobre la pureza de la
madre. Afortunadamente hoy damos por
sentado, por lo menos en teoría, que las
mujeres podemos tener una vida sexual satisfactoria y que la madre es una madre con
sexualidad y, además, es esta sexualidad
la que llevará a la madre al intercambio
erótico con el bebé, fundante del cuerpo
erógeno de la criatura. En el desarrollo
normal, el erotismo de la madre, con meta
inhibida, da paso a la ternura, pero hay
ocasiones en que el deseo sexual queda
centrado en el hijo y no se relanza fuera de
esa díada. Nos advierte Cecilia: “La maternidad puede ser un campo propicio en el
que muchas perversiones se encubren con
cuidados asfixiantes, amores desmedidos,
disciplinas impuestas mediante torturas
inflingidas en nombre del orden y la obediencia y, en los casos más burdos, francas
seducciones incestuosas”.
Y esto de ser psicoanalista también es
una forma de ser madre. Y no sólo estoy
hablando de las mujeres, sino también de
los hombres que ponen en juego su parte
femenina para conectarse con la experiencia emocional del paciente. Juan Pablo
Jiménez, psicoanalista chileno, afirma: “He
constatado frecuentemente que los hombres en esta profesión se caracterizan, precisamente, por poseer y poder usar, como
recurso terapéutico, importantes atributos
femeninos”.
Estela Ruiz Milán habla, en su ensayo
“Un aspecto técnico: la personalidad del
terapeuta”, de cómo es importante la participación del afecto y la sensibilidad en
el trabajo terapéutico. La musicalidad del
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
terapeuta le llevará a saber escuchar, es
decir, aprehender matices dados por tono,
timbre, intensidad y ritmo. Saber escuchar
el silencio “que no es ausencia de contenido, sino que vibra en emociones. Escuchar
es oír la resonancia interna del propio
terapeuta que muchas veces traduce el lenguaje congelado del paciente tras un bloqueo”. Pero para poder ejercer sanamente
la tarea terapéutica es necesario tener una
vida propia. La madre terapeuta deberá
resolver la envidia y la rivalidad con la hija
paciente tan magistralmente descrita en el
cuento de Blancanieves, cuando el “espejo,
espejito mágico” afirma que es la joven la
más bella. Dice Estela: “Cuando la madre
ha tenido en la medida de sus posibilidades una vida plena en aspectos personales,
profesionales, sentimentales, podrá ver con
alegría y complacencia en las generaciones
siguientes (hijas, pacientes jóvenes) que el
turno de ellas ha llegado porque el ciclo
vital de la madre o terapeuta ha sido colmado y satisfecho”.
La profesión, antes sólo territorio masculino, es cada vez más una zona conquistada por la mujer, aun en nuestros países del
Tercer Mundo. Por María Dolores Aceves
nos enteramos que en nuestra sociedad
mexicana todavía existen prejuicios de género que constituyen barreras para que la
mujer se inserte en el ejercicio de la ciencia
y la tecnología; sin embargo, da gusto saber
que son cada vez más las mujeres mexicanas
inscritas en licenciaturas y doctorados y
sorprendente su tasa de participación en las
Ciencias de la Salud. La autora hace un recorrido por las aportaciones que han hecho
las mujeres a la ciencia desde la antigüedad
hasta nuestros días: entomólogas, químicas,
genetistas, geólogas y astronautas cuyos
nombres y descubrimientos nos resultan tan
desconocidos como esperanzadores.
Cuando se accede a la profesión desde una postura fálica, el resultado es la
competencia con el hombre y el deseo de
apropiarse de sus atributos. Freud, quien
siempre reconoció que no entendía a las
mujeres y las denominó “el continente
negro”, explicaba la aptitud de la mujer
para ejercer un oficio intelectual como
una sublimación del deseo de obtener el
pene anhelado. No hay duda de que hay
casos en que así es pero, afortunadamente, el psicoanálisis actual lo puede explicar
de otra manera. Cristina Espinosa, Susana
Larios, Adriana Lira y Olga Varela, psicoanalistas de Guadalajara, abordan otro
camino para entender el desarrollo de la
mujer en donde el crecimiento intelectual
no es sustituto del pene, sino resultado
de una capacidad de realizar un desplazamiento de la libido desde el hijo a un
objeto diferente. “Desmarcarse del lugar
de madre no significa no ser madre, sino
ser madre y mujer”, dicen las autoras. El
deseo de tener un hijo se desplaza al deseo de saber. Las características corporales
y sexuales de la mujer le permiten ese
repliegue de sí misma para permitir que
el otro surja, de ahí su mayor plasticidad
para ser analistas, que queda demostrada
en los ensayos de Matilde Urueta y de Norah Gramajo sobre su quehacer analítico.
La creatividad es prerrogativa de las mujeres, el hombre la adquiere a través de los
cuidados maternos.
De aquí que el arte es un campo en
el que la mujer se desarrolla en plenitud.
En el libro tenemos un ensayo de Beatriz
Agrest, psicoanalista argentina, sobre Frida
Kahlo, de quien tanto se ha escrito. Lo original de este ensayo es que Beatriz enfoca
su análisis en la creación como elaboración
del trauma a través de la observación sensible de los autorretratos de Frida.
nuevos paradigmas de la mujer
carmen villoro
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Silvia Quesada nos ofrece también un
recorrido por la escritura femenina en
Guadalajara, en el que constatamos la presencia cada vez más definida de la mujer,
presencia conquistada con la autenticidad
de sus voces y con la calidad y el rigor del
trabajo literario.
Así que ser mujer es todo un asunto.
El psicoanálisis actual plantea que la adquisición de la femineidad es un proceso
complejo. Laura Mejorada, psicoanalista
de Guadalajara, nos habla de estos avatares
en su ensayo “La mujer y sus objetos”. Devenir mujer es el verbo, transición que se
logra a partir de la relación con la madre
que deja marca en el psiquismo. La mujer
se sostiene en la imagen especular con ese
primer objeto de amor. Dice la autora: “En
ese cuerpo a cuerpo es donde se abre un
primer esbozo de la dimensión del entre
mujeres, entre la madre y la niña, así el
cuerpo de mujer ocupa el lugar de forma
preferida, en tanto constituye el cuerpo
primario sobre el cual se plasman las primeras vivencias fundamentales necesarias
para habilitar la sexualidad y la sensualidad
femeninas”. Las vicisitudes de la mujer en
relación con sus objetos y su ir y venir en
los registros imaginario y simbólico le otorgan el recurso de construir continuamente
otros objetos: la obra, la ciencia, la profesión, reinventándose sin cesar.
También Patricia Reyes y María Esther
Guzmán, psicoanalistas de Guadalajara,
nos dicen en su ensayo “Del drama al placer de ser mujer”, que la mujer que asume
la castración simbólica, es decir, la falta,
la incompletud, “recoge su soledad como
una oportunidad para acceder a niveles
crecientes de maduración psíquica y para
alcanzar espacios jamás imaginados”. La
que no asume la incompletud “se siente
sola y sufriente, está sola de sí, sola de ser,
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núm.
4
abandonada por sí misma”. Dejar de ser
esa mujer que permanece en el anhelo de
fusión con la pareja y los hijos, en donde
el otro es necesario para la supervivencia
psíquica y pasar a ser esa mujer que puede
depender de sí misma, que reconoce y valora su cuerpo y lo orienta hacia la búsqueda
del placer, es la salida que proponen estas
autoras para dejar de hacer drama por ser
mujer.
La dificultad de constituirse en mujer
está graciosamente plasmada en la serie
televisiva “Esposas desesperadas”, de cuya
primera temporada hacen un análisis Teresa Latigue y Juan Vives, psicoanalistas de la
Ciudad de México, y que cierra este libro
provocando la siguiente reflexión: más o
menos neuróticas, bien o mal constituidas
en nuestra identidad, en lucha permanente
por resignificarnos, las mujeres encontramos siempre un consuelo en la amistad, las
otras con las que vamos cosiendo nuestros
retazos dispersos para encontrar la unidad.
El grupo de amigas es la red que detiene
nuestros continuos desmoronamientos y
nos permite reconstruirnos en el placer y
en el amor.
Quiero terminar esta participación con
la lectura de un poema de Adriana Díaz
Enciso que por cierto aparece publicado
en el primer libro de esta colección “La
mujer desde la antigüedad hasta nuestros
días” y que dice:
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
Y que haya cuerpos. Vivos, abiertos yacientes y ávidos aun
entre la bruma de la melancolía. Que haya siempre cuerpos, en habitaciones suaves que respiren, en calles arboladas y entre flores. Cuerpos capaces del desnudo completo, limpio, perfecto. Manos con ganas de viajar por los cuerpos. Labios que húmedos se comuniquen las últimas noticias de la espera. Húmedos cuerpos que respiren y duerman en calma profundísima junto al deseo que duerme y
que en el deseo despierten y se muevan suaves en la oscuridad lo mismo que en la más clara luz.
Que ya la soledad deje de ponerle candados a los cuerpos
y el frío no nos reseque más la piel y las ganas y la entrega
fragilísima.
Que no quede nadie ignorante de su cuerpo, con el vacío
en el alma y la amargura de la piel intacta en la mirada.
Que nadie se confunda ni confunda la vida con su ansia
oculta, insatisfecha del amante.
Que no quede un solo cuerpo indigno del amor, ni un solo
freno para el cuerpo amoroso y su bellísimo despliegue de
sombras en vaivén.
Y que pueda yo andar con mi cuerpo por la calle y nada
en mí ni en mi ropaje me oculte con mi cuerpo para nadie,
y que nadie se sorprenda ni se ensucie ni se ofenda por mí,
por mi orgullo de mi cuerpo ni por mi andar de entrega.
Que podamos andar y rozarnos al andar en el silencio,
brazo con brazo y con mirada.
Que haya cuerpos, que las tristezas caigan rodeando nuestro abrazo como un mar oscuro que protege. Que el dolor
de estar vivo no nos duela en el cuerpo. Que esta sorpresa
de criaturas sobre el mundo sea luminosidad de azoro en
las miradas de cara hacia la vida, de frente a nuestros cuerpos, y que sea inmenso y amoroso el beso que nos salve
del miedo espeluznante ante la muerte.
nuevos paradigmas de la mujer
carmen villoro
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Reseña
Locura (enfoque multidisciplinario)*
Carmen Villoro
E
l amor que todo locura
Locura (enfoque multidisciplinario) es un libro
versátil, interesante y divertido porque
aborda el tema desde perspectivas muy
distintas: el arte, la literatura, la historia,
la vida cotidiana y el psicoanálisis, conformando un vitral de fragmentos que
sostienen entre sí relaciones dinámicas y
cambiantes. Tomaré como punto de partida el texto escrito por Patricia Arias y Jorge
Durand, de título Martín Ramírez: locura
y creatividad y que habla de la vida y obra
de este pintor mexicano que desarrolló
una plástica de alta calidad artística en el
interior de un manicomio de Los Ángeles,
California, donde vivió los últimos 27 años
de su vida con sus recuerdos de infancia y
juventud, y con su diagnóstico de esquizofrenia, y donde murió a los 63 años, dejando un legado de más de trescientos dibujos
que ahora forman parte del acervo de los
más importantes museos de Estados Unidos. Es conmovedor que este hombre que
ha perdido la posibilidad de comunicarse
a través de la palabra establezca un puente
de relación con los demás, principalmente
con su médico, a través de este discurso de
imágenes que narran una historia poblada
núm.
de ansiedad y de nostalgia; dibujos bucólicos del
campo y sus animales nos
hablan de una infancia campesina que
fue fuente de tranquilidad y de sosiego,
elementos religiosos hacen pensar en su
primera formación moral y existen otras
piezas que muestran soldados montados
a caballo cargados con un rifle: la etapa
traumática de la Revolución Mexicana. En
contraste con la felicidad de sus dibujos de
infancia campesina están sus otras obras
de temática ferrocarrilera que describen
sus años como trabajador de este ramo, en
donde la repetición compulsiva de elementos nos recuerda esos sueños traumáticos
que regresan una y otra vez en un intento
de elaboración que nunca se logra del
todo, obra que coincide seguramente con
el inicio y la instalación de su psicosis. Trenes, túneles y vías de ferrocarril llenan sus
abigarradas composiciones que conforman
un estilo pictórico particular nutrido por su
sensibilidad y talento naturales. Esta temática de los trenes, túneles y vías nos cuenta
de su vida en el “traque”, como llamaban
al difícil oficio de construcción, mantenimiento y reparación de vías ferroviarias,
pero condensa también muchos significa* Olga Varela compiladora, Ed. Lumen, Buenos Aires, 2007.
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2009
revista de psicoanálisis de guadalajara
103
dos. Más allá del lugar común de los trenes
y los túneles como elementos sexuales, su
obra nos remite a otras sensaciones. Nada
como el tren para evocar distancias innombrables, ningún otro vehículo se aleja lentamente como el tren, ninguno como él deja
escapar un lamento grave y doloroso como
de animal herido; difícil describir el abandono que nos colma cuando parte el tren y
en silencio nos quedamos en la estación vacía. Muy lejos del terruño familiar, Martín
Ramírez dibuja obsesivamente el símbolo
que pudiera llevarlo de regreso a su patria.
Sus dibujos de túneles y trenes son también
una metáfora del mundo interno: caminos
interiores que se ramifican infinitamente,
que suben, bajan, dan la vuelta y regresan
al mismo punto. Profundidades oscuras
que se transitan en silencio para sólo en
ocasiones encontrar la luz. Por eso quise
comenzar con este ensayo el recorrido que
nos espera en este libro de la locura.
Tomamos la obra de Martín Ramírez
como estación de abordaje del tren que
nos llevará por zonas desconocidas y al mismo tiempo familiares.
Con la pregunta de si la obra de Martín Ramírez tendrá una relación con su
esquizofrenia paramos en el ensayo de
Norah Gramajo, que se llama Arte y locura,
en el que la autora nos invita a reflexionar
en las relaciones que sostienen estas dos
categorías. Para ser artista se requiere de
un talento innato puesto al servicio de la
sobrevivencia psíquica. Para Gramajo “hay
una gran cercanía entre locura y arte y
es muy frecuente pasar de un registro a
otro”. La fuerza pasional quiebra lo convencional y emerge como algo no visto ni
sabido por los demás, que puede ser locura
o arte. Aquí las vías de nuestro ferrocarril
imaginario se bifurcan. ¿Qué lleva al individuo a tomar un camino o el otro? Las
104
núm.
4
vicisitudes de la pasión. Por un lado, el de
la locura, una pasión desenfrenada supera
las posibilidades de trabajo del Yo y debe
ser descargada; por el otro, el del arte, la
pasión poderosa es enmarcada por el Yo e
incluida en la complejidad del trabajo psíquico. ¿Qué debe llevar consigo este viajero para tomar la vía de la secundarización,
para no enloquecer? Además de su talento,
una constelación interna de experiencias
entre la que destaca una vivencia antigua
de sostén; en el fondo del lienzo del pintor,
mezclada entre la arcilla que dará forma
a una escultura, en la armonía fundante
de una pieza musical y en los silencios que
sostienen el texto literario está la madre
con su piel, su aroma, su voz. Como en un
palimpsesto, el artista creará su obra sobre
este fondo de recuerdos olvidados. Sin embargo, la frontera entre arte y locura es delgada, pequeñas vías comunicantes llevan al
individuo a transitar en una y otra.
A ese encuentro exquisito, Norah lo llama “la nota azul”. Por eso la música acompaña a toda la creación y Gramajo la piensa
como un estado del cuerpo. Así que guardamos la “nota azul” en el bolsillo como un
amuleto y seguimos nuestro recorrido.
Descendemos por un túnel, vamos de la
conceptualización al ejemplo de tres vidas
que cruzaron la frontera de ida y vuelta.
Victoria Astorga, Cristina Espinosa, Celia
González, Laura Mejorada y Cristina Oetling, psicoanalistas, analizan el decurso de
Camille Claudel, Isadora Duncan y Frida
Kahlo en su ensayo El arte, la locura y la
mujer; mujeres que enferman de amor pasional y a las que el arte les dio fuerza para
“tolerar los sufrimientos psíquico y físico,
organizarse ante la pérdida, aun cuando la
pulsión de muerte finalmente las venció”.
Desde la ventanilla de nuestro tren imaginario, a la derecha, podemos ver a Camille
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
en su taller, esculpiendo febril o bien destruyendo su obra a martillazos presa de una
desesperación generada por su amor no
correspondido por Rodin. A la izquierda
vemos una playa luminosa en la que baila
Isadora; con cada giro de su cuerpo resuelve una pérdida, cada deslizamiento es una
herida que se cura, la música corporal de
la que habla Norah le permite conjurar el
dolor de tantas pérdidas, el amor nunca encontrado en tantos brazos, la muerte de los
hijos, movimiento que organiza su locura
sobre el eje bien cimentado de su autoerotismo. En otro plano de nuestra perspectiva vemos a Frida, pintando su dolor para
reparar en los lienzos su cuerpo fracturado
y su relación tormentosa con Diego Rivera.
Estas mujeres pudieron por un tiempo
construir sueños de su vigilia cotidiana,
levantaron el dique para que no las rebasara el horror y la destructividad, se reencontraron en momentos sublimes con su
Ideal del Yo, para finalmente sucumbir a la
psicosis, la locura y la muerte, dejándonos
su obra, su grandeza y su miseria.
Y ya que estamos hablando de mujeres
en el arte nos detenemos ahora por un rato
en una estación de Londres a principios
del siglo XX. Caminamos por las calles
apenas alumbradas del barrio de Bloomsbury, nos detenemos en el número 46 de
Gordon Square. Queremos conocer un
poco de la vida y la obra de Virginia Woolf.
Dulce María Zúñiga nos invita a transitar
los caminos de esta escritora prodigiosa
y a visitar la intimidad de su habitación
propia. Dama victoriana, defensora de lo
femenino, atrapada en un conflicto entre
su educación conservadora y sus deseos libertarios, en palabras de Zúñiga “perturba
el discurso tradicional de la narrativa inglesa para dejar al descubierto esos relámpagos de intensidad que atraviesan al yo”
y siente la vida como “una cinta de asfalto
al borde del abismo”. Su vida y su escritura
son “una lucha incesante contra el asedio
de la locura”. La muerte de la madre y,
después, de su hermano Thoby provocan
primero fracturas de su frágil psiquismo.
El grupo de amigos artistas e intelectuales,
entre los que se encuentran también su
hermano Adrian y su hermana, la pintora
Vanessa Bell, se convierte en un continente
en donde se mezclan las ideas creativas,
los pensamientos liberales, el whisky y los
panecillos, el goce estético y el sentido
del humor. Virginia se casa con Leonard
Woolf, quien será un compañero paciente
y amoroso hasta el final. Fue lectora y editora de Freud, la obra de Virginia es, nos
dice Dulce María, “un empecinado viaje
interior”. Los escenarios de sus novelas son
esos interiores ingleses, comunes, en palabras de Virginia: “Atestados de esos tímidos
seres de luz y sombras con cortinas agitadas
por el viento, pétalos cayendo, cosas que
no ocurren, o eso parece, cuando alguien
está mirando”. El paisaje externo como metáfora del paisaje interior, espacios privados desde donde la mujer conquista otros
espacios. La habitación propia que permite
acceder al espacio público. Mujer que crea
un estilo de escritura propia como un arte
y no sólo como un medio de catarsis. Al faro
es su novela más autobiográfica. Virginia
Woolf se debatió entre la escritura y la locura que muchas veces la venció. Nos dice
Dulce María: “Navegó en un océano donde
se entrelazaron aguas de vida y muerte,
que en ocasiones se tornaron turbulentas.
Olas de relaciones conflictivas, pérdidas
de seres queridos, angustias y demencia la
azotaron. Luchó contra ellas hasta que no
pudo más”.
De nuevo en nuestro tren, descendemos ahora al territorio del mito y de los
locura (un enfoque multidisciplinario)
carmen villoro
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sueños. Olivia Fernández nos ofrece su
ensayo El mito detrás del sueño y nos cuenta
el sueño de Olimpia, madre de Alejandro
Magno, recreado por Valerio Máximo
Manfredi en su novela El hijo del sueño.
Pocos días después de haber tenido su
sueño, Olimpia pregunta a los sacerdotes
qué significado tiene y ellos le contestan
lo que significa. A partir del sueño y su
respuesta, la autora reflexiona en torno a
las relaciones que se establecen entre el
mito, el sueño y el inconsciente y cita a
Acheronta, quien enuncia que el sueño es
representado como la mitología privada
del durmiente y el mito como el sueño
despierto de los pueblos. El mito es una
narración diferente del relato histórico
que se considera verificable y, sin embargo,
afirma ajustarse a la verdad, a diferencia
de la ficción. En los mitos se idealizan y
deforman los acontecimientos históricos
en un “continuo y siempre fallido intento
de traducir en realidad fáctica el deseo”.
Mito y sueño, el de Olimpia responde, nos
dice Olivia Fernández, a tres contenidos
inconscientes: “El incesto, el narcisismo y
las pulsiones de vida y muerte. Eros y Tánatos, por un lado, Narciso y Edipo por otro,
mitos pilares del psicoanálisis”. El deseo
incestuoso de ser poseída por un dios, el
deseo de tener un hijo grandioso como
una prolongación narcisista y el deseo de
muerte en la elección de una vida, la de
Alejandro, que se consume en un segundo
de luz cegadora.
El sueño es un cumplimiento de deseos individual. En el mito se cumplen los
deseos del imaginario colectivo. Nos dice
Olivia, siguiendo a Mauricio Abadi: “El
mito da cuenta de lo más específicamente humano que hay en el hombre, o sea,
de aquello que no tiene que ver con su
condición de homo sapiens, de peldaño en
106
núm.
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la escala zoológica, sino con su condición
de alucinado perseguidor de los inasibles
objetos de su deseo”.
Pero la Historia es diferente, la Historia habla de realidades, las desnuda para
que podamos tener una visión crítica y
reflexiva de los acontecimientos; cambio
de paisaje, nuestro ferrocarril se detiene
ahora en el paraje del México Criollo.
Roberto Castelán, en su ensayo Excluidos y
rechazados en el discurso de la modernidad política de la primera mitad del siglo XIX, hace un
análisis del texto El payaso en los periódicos de
Joaquín Fernández de Lizardi, publicado
en 1923, y en él descubre el cambio del
objeto del rechazo social de los locos poseídos por el demonio de los siglos anteriores
a los “ignorantes” constituidos por la masa
india y las mujeres. En una primera forma
de exclusión, la colonial, la religión católica excluía a quienes no pertenecían a su
Iglesia y dictaminaba la locura, la pérdida
de la razón por intervención directa del
demonio. La segunda forma de exclusión
y rechazo, la de la modernidad, es secular
y establece una diferenciación entre las
actitudes y prácticas culturales “normales
y anormales”, “sanas y patológicas”, en
beneficio de la élite novohispana. Pero
en el fondo del rechazo está el miedo, los
precursores de la modernidad en México,
vestidos de frac, “encontraron la mejor forma de transformar su orfandad de madre y
padre, revirtiéndola en el ejercicio de una
paternidad autoritaria”.
El ensayo de Castelán nos lleva a cuestionarnos quién impone los criterios de
normalidad. “De músico, poeta y loco,
todos tenemos un poco”, dice la sabiduría popular y las psicoanalistas María Paz
Arellano, María Esther Guzmán, Adriana
Lira, Patricia Reyes y Patricia Schmal nos
presentan un trabajo titulado La locura y la
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
psicosis desde la dialéctica pulsión-objeto. En él
nos dicen que “el inconsciente, el deseo,
constitutivos de lo humano, no pueden ser
pensados sin la locura como límite, como
abismo que configura nuestro universo”.
El término “locura” tiene diferentes acepciones que van desde el “desequilibrio”, la
“alienación mental”, un comportamiento
extraño. La pasión es el sustrato de la
locura y en todo ser humano existe esta
potencialidad. Por eso, ellas proponen no
confundir los conceptos de locura y psicosis. Siguiendo la lectura de varios autores
como Khan, Aulagnier, Lacan y Green, las
autoras señalan los “estados locos íntimos”
que se expresan en el arte, la literatura
y los estados místicos. Existe una locura
en el enamoramiento y existe una locura
materna, pero estas manifestaciones se
mantienen dentro del ámbito de la locura
privada. Otra cosa es la psicosis en donde
el Yo del bebé no pudo luchar contra las
pulsiones destructivas de la madre; en la
locura privada vence Eros; en la psicosis
Tánatos. En la locura, las fantasías tienen
una dimensión metafórica; en la psicosis, la
palabra se cosifica. El analista deberá dejar
en libertad su locura privada para descender con su paciente a los infiernos y poder
salir de ellos.
Llegamos ahora en nuestro tren al territorio del amor, ese sentimiento complejo
que ha dado lugar a tantas creaciones literarias, a tantas canciones, y cuyo misterio
sigue dando lugar a las más profundas reflexiones, a las más enconadas discusiones.
Paradigma de la locura humana se nos revela como el más sublime de los actos que
paradójicamente conlleva el sufrimiento.
Raquel Tawil nos hace detenernos, con su
ensayo Esbozos sobre el amor y las pasiones de
vida y muerte, en tres estaciones diferentes
dentro del mismo territorio: el enamora-
miento, la pasión y el amor. Los tres estados
surgen de la nostalgia por aquel primer
encuentro con la madre, condenados a
desear por siempre, buscamos en el otro
al objeto perdido. El enamoramiento es
sed de completud y en su locura delirante
coloca en el sujeto el Ideal del Yo mientras
el Yo se desordena. Esta fiebre temporal
proviene de Eros y pugna por la vida, pero
necesariamente esta ilusión se desvanece.
El estado pasional es un desborde de lo
pulsional, una irrupción afectiva violenta
que arremete contra toda razón. El apasionado cree encontrar al objeto perdido
en el otro que se vuelve imprescindible. El
vínculo es urgente, excesivo, desmesurado
e incontrolable. El objeto se ha convertido
en un objeto de necesidad indispensable
para la sobrevivencia, por eso la separación
se vive como una catástrofe. El amor es, en
cambio, unión sin perder los límites. Tawil
cita a Octavio Paz que dice: “El amor es
ceremonia y rito, es la metáfora final de la
sexualidad”. Raquel afirma que en el amor
se hace posible la relación con el amado sin
cambiar la constitución básica de la identidad. Pero qué sutil la línea divisoria entre
estos tres estados.
También Luis Armando González, Micaela Hernández, Susana Larios, Cecilia
Rodríguez y Olga Varela, psicoanalistas, se
detienen en este territorio para abordar
Los locos vínculos de la pasión erótica. En
su ensayo nos dicen que “las relaciones
pasionales muestran esa permanente oscilación entre el placer y el sufrimiento,
entre el erotismo y lo destructivo, entre la
vida y la muerte”. Historias pasionales son
las de Tristán e Isolda, Abelardo y Eloísa,
Hamlet, Juana la loca y Teresa de Ávila. En
el amor pasional hay una ilusión, “se cree
seguir a Eros cuando en realidad se está
tras una meta de Tánatos”, amores trági-
locura (un enfoque multidisciplinario)
carmen villoro
107
cos con “un inicio ominoso y un desenlace
de muerte”. En el caso de Juana la loca, la
locura sobreviene por no poder aceptar la
pérdida de su esposo, Felipe el hermoso.
Pobre Juana, encerrada en su castillo con
el cadáver de su amado sin poder hacer
el duelo con su Yo cristalizado, muerta
viva. Por su parte, el amor de Tristán e
Isolda está armado sobre tantas negaciones de la realidad. En este caso “no es
el conocimiento lo que enamora, sino la
idealización y proyección masiva hacia el
objeto de amor que se ha vuelto único e
irremplazable” y que lleva a los amantes a
la repetición de situaciones inconvenientes y dolorosas hasta encontrar la muerte.
Parecido es el caso de Abelardo y Eloísa,
quienes con la transgresión convocan la
castración y la muerte. Hamlet, por su
parte, es una historia de amor incestuoso.
La transgresión de la ley paterna lleva a
la muerte física o psíquica. “Hay casos de
pasión –nos dicen los autores– en donde
el placer erótico se apuntala directamente
en el padecer”. Es el caso de Teresa de Ávila. Diferentes maneras de vivir la pasión,
diferentes estilos de invocar a la muerte.
Ya sé que hemos salido de este territorio devastados, nuestro ferrocarril se
bambolea exhausto de atravesar incendios
y tormentas. Le toca ahora su turno a la
locura lúdica, la locura del juego y del humor. Sor Juana Inés de la Cruz y Miguel de
Cervantes supieron utilizar la locura como
recurso literario. Blanca Estela Ruiz, en su
ensayo La lúdica locura lingüística en la práctica poética de Sor Juana Inés de la Cruz, cita
a Huizinga, quien afirma: “Sólo juega el
hombre cuando es hombre en pleno sentido de la palabra y sólo es plenamente hombre cuando juega”. Blanca Estela describe
y ejemplifica los recursos de Sor Juana.
El retruécano, la paradoja, los oxímoros,
108
núm.
4
contrastes y antítesis tienen ya de por sí
nombres de juguete. Son los columpios y
las resbaladillas del lenguaje, el sube y baja
de los versos que hacen de lo grave leve y
de lo leve grave. Otro tipo de transgresión
diferente al de la pasión, atentado vital que
resignifica el mundo.
El personaje de El Quijote es abordado
en dos ensayos dentro de este libro: La
locura de Don Quijote, escrito por Fernando
Vevia, y El problema de la locura en El Quijote,
escrito por Juan Vives. El primero es un
análisis literario, el segundo, psicoanalítico. El primero destaca la forma: “El desnivel entre el plano de la fantasía y el plano
de la realidad producirán muchas veces ese
extraño fenómeno que llamamos humor”.
El segundo indaga en los resortes íntimos
de Cervantes y del propio Don Quijote. La
metamorfosis que sufre el personaje, de
la que habla Vevia, y los valores humanos
que señala Vives hacen que el lector se
identifique con su triste y simpática figura.
La crítica social encerrada en estas páginas
nos permite una venganza dulce, una locura fugaz cimentada en la rebeldía a los
convencionalismos.
De locura en locura vamos llegando a
las dos últimas estaciones de nuestro recorrido. Raúl Aceves nos ofrece un texto sobre La locura sagrada, que puede definirse,
en sus palabras, “como los estados alterados de conciencia, pasajeros o temporales,
durante los cuales determinadas personas
entran en comunicación directa con los
‘dioses o espíritus’, es decir, logran sintonizarse con otras dimensiones de eso que
llamamos ‘realidad’”. Chamanes, brujos,
videntes y curanderos constituyen una de
estas esferas de actividad; santos y místicos
otra y artistas y creadores la tercera. La
posesión parece ser el fenómeno que une
a estas experiencias. En este ensayo, Ace-
2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
ves hace un análisis del texto La locura que
viene de las ninfas y otros ensayos, de Roberto
Calasso.
Descendemos ahora a gran velocidad
por una cuesta empinada. De la locura
sagrada a la locura mundana. Lo cotidiano
como territorio de lo siniestro. Por eso, la
última estación, la de llegada, se encuentra en la alacena de nuestra cocina. Es
interesante la coincidencia entre Freud y
Cortázar cuando afirman, cada uno a su
manera, que lo que nos sobrecoge con
un escalofrío es aquello que, de ser familiar, se torna en algo misterioso, como la
desaparición de un calcetín del par que, a
fuerza de repetición, adquiere un carácter
siniestro. La fuerza del cuento fantástico
contemporáneo inaugurado con Edgar
Allan Poe radica en este fenómeno descrito
por Freud como algo que siempre fue familiar a la vida psíquica y que sólo se tornó
extraño mediante el proceso de represión.
Lo siniestro se da cuando se desvanecen los
límites entre fantasía y realidad. Por eso,
no se preocupen si un día se decompone la
televisión, preocúpense, eso sí, si al mismo
tiempo dejan de funcionar el refrigerador, la lavadora y el horno de microondas
porque eso significa que podrían haberse
puesto de acuerdo.
locura (un enfoque multidisciplinario)
carmen villoro
109
Participantes
Diana Siguel de Turjanski
Psicoanalista Didacta de la Asociación
Psicoanalítica Argentina
Buenos Aires, Argentina
[email protected]
Cecilia Moise de Borgnia
Miembro Didacta de la Asociación
Psicoanalítica Argentina
Buenos Aires, Argentina
[email protected]
Haydée Zac de Levinas
Miembro Titular de APdeBA
Buenos Aires, Argentina
[email protected]
Ana Salazar
Miembro Adherente de la Asociación
Psicoanalítica Argentina
Buenos Aires, Argentina
[email protected]
Silvia Grinblat de Notrica
Miembro Titular de APdeBA
Buenos Aires, Argentina
Patricia Alkolombre
Miembro Titular en Función
Didáctica de la
Asociación Psicoanalítica Argentina
Buenos Aires, Argentina
[email protected]
Gladys Michelena P.
Miembro Titular de la Asociación
Venezolana
de Psicoanálisis (ASOVEP)
Venezuela
[email protected]
Ruth Axelrod Praes
Psicoanalista Didacta de la Asociación
Psicoanalítica Mexicana (APM)
México, D.F.
[email protected]
110
núm.
Olga Varela Tello
Psicoanalista Didacta de la Asociación
Psicoanalítica de Guadalajara, A. C.
Grupo de estudio de la Asociación
Psicoanalítica Internacional (IPA)
Jalisco, México
[email protected]
Laura Mejorada de la Mora
Psicoanalista Didacta de la Asociación
Psicoanalítica de Guadalajara, A. C.
Grupo de estudio de la Asociación
Psicoanalítica Internacional (IPA)
Jalisco, México
[email protected]
Fanny Blanck-Cereijido
Psicoanalista Didacta de la Asociación
Psicoanalítica Mexicana (APM)
México, D.F.
[email protected]
4 v 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
Micaela Hernández Abad
Psicoanalista Didacta de la Asociación
Psicoanalítica de Guadalajara, A. C.
Grupo de estudio de la Asociación
Psicoanalítica Internacional (IPA)
Jalisco, México
[email protected]
María Esther Guzmán Barajas
Psicoanalista Titular de la Asociación
Psicoanalítica de Guadalajara, A. C.
Grupo de estudio de la Asociación
Psicoanalítica Internacional (IPA)
Jalisco, México
[email protected]
Adriana Lira Ramírez
Psicoanalista Titular de la Asociación
Psicoanalítica de Guadalajara, A. C.
Grupo de estudio de la Asociación
Psicoanalítica Internacional (IPA)
Jalisco, México
[email protected]
Carmen Villoro
Psicoanalista en Formación de la
Asociación Psicoanalítica de
Guadalajara, A. C. Grupo de estudio
de la Asociación
Psicoanalítica Internacional (IPA)
Poeta
Jalisco, México
[email protected]
núm.
4 v 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara
111
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Revista de Psicoanálisis de Guadalajara
editada por la Asociación Psicoanalítica de Guadalajara, A.C.
se terminó de imprimir y encuadernar
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La edición consta de 300 ejemplares
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