(r) don augusto pinochet ugarte

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INFORME EN DERECHO SOBRE LA
ACUSACIÓN CONSTITUCIONAL
CONTRA EL GENERAL (R) DON
AUGUSTO PINOCHET UGARTE
Por Ángela Vivanco*
El siguiente informe contiene la exposición efectuada ante la
Cámara de Diputados por la profesora de Derecho Constitucional,
Ángela Vivanco, en relación con la Acusación Constitucional al ex
Comandante en Jefe del Ejército, General (R) Augusto Pinochet
Ligarte.
El análisis está estructurado en dos partes: por un lado, se
analizan los alcances desde una perspectiva jurídica y
constitucional de la causal por la que se acusaba al General (R)
Augusto Pinochet, que era comprometer gravemente el honor y la
seguridad de la Nación; y una segunda parte en la que se van
analizando cada uno de los hechos que, según los diputados
acusadores, habrían comprometido la seguridad y el honor de la
Nación, para demostrar que dichos hechos o bien no
comprometían al seguridad ni el honor de la Nación o no fueron
de la gravedad que se exige para conformar la causal que permite
en definitiva acusar a un Comandante o ex Comandante en Jefe
de las Fuerzas Armadas.
"Abogado
Profesora de Derecho Constitucional Universidad Católica de Chile. Universidad Adolfo Ibáñez.
LIBERTAD Y DESARROLLO
RESUMEN EJECUTIVO.
El presente documento contiene un análisis de los argumentos
acusatorios presentados por un grupo de parlamentarios en contra del
ex General Augusto Pinochet Ugarte, con que se le acusaba de haber
comprometido gravemente el Honor y la Seguridad de la Nación durante
su ejercicio como Comandante en Jefe del Ejército durante los años
1990 a 1998, acusación que fuere desechada por la Cámara de
Diputados.
El estudio está estructurado en dos grandes partes, un análisis
preliminar acerca del alcance de la norma constitucional que permite
acusar a los comandantes en jefes de las Fuerzas Armadas y una segunda
parte donde se analizan los hechos en que se apoyan los acusadores y si
ellos constituyen la causal constitucional para dar lugar a la acusación.
Primera parte.
En ésta se analizan los alcances de las facultades jurídicas y políticas
en una Acusación Constitucional por parte de la Cámara de Diputados,
concluyéndose que ella es un estudio jurídico con elementos políticos, en
los que no debe dejarse de destacar la necesaria racionalidad y prudencia,
a fin de constatar si los actos u omisiones en cuestión son o no
constitutivos de las figuras que el Constituyente sanciona.
Al hablar de la responsabilidad constitucional, se señala que
corresponde a la responsabilidad de quien ejerce una función pública de
relevancia respecto de causales predeterminadas en la Constitución, que
no corresponden a delitos penales, pero que resultan perfectamente
compatibles con uno o más de ellos, por lo cual no los excluyen, sino que
resultan un antecedente de interés para examinar su concurrencia a
posteriori por los tribunales correspondientes.
Las causales de acusación constitucional no pueden quedar
entregadas a la simple opinión política de quienes requieran al Congreso
basándose en ellas, ni puede la Cámara política pronunciarse a su respecto
sobre la base de un puro criterio de voluntariedad. Es menester
indispensable interpretar y hacerlo en el sentido jurídico de la palabra.
Se analiza posteriormente el concepto de Nación como parte del
análisis del ente protegido por la Constitución, explicando su significado
y la razón del por qué se le quizo proteger por el Constituyente.
Finalmente, en esta parte se explica lo que el Constituyente quiso
entender por un compromiso grave del honor y la seguridad de la Nación.
La idea de "comprometer gravemente", tanto el honor, como la
seguridad de la nación, constituyen un atentado evidente, de enormes
proporciones y que causa daño a la Nación en su conjunto. De allí que no
puede confundirse con una simple amenaza ni tampoco mirarse como
una conducta aislada que produzca ligeras molestias en la comunidad
nacional.
Vale la pena agregar que este compromiso no es uno cualquiera, ni puede
ser leve, sino que debe ser "grave" para configurar esta causal; en otras palabras,
debe tratarse de una acción o de una omisión que produzca esta exposición o
riesgo en términos de "mucha entidad o importancia"
Segunda Parte.
En relación con la aplicación de la causal a la persona del General en retiro
don Augusto Pinochet Ugarte se analiza en primer término el rol de las Fuerzas
Armadas y sus características de acuerdo a la Constitución, precisamente por formar
parte de ellas quien es el acusado, que ostentaba un alto cargo durante cuyo
ejercicio se le acusa.
Finalmente se estudian los hechos que los acusadores sindican como los
causantes del compromiso del honor y la seguridad de la Nación, desestimando
cada uno de ellos como hechos graves para llegar a acusar a un Comandante el
Jefe.
I
ALGUNAS CONSIDERACIONES PRELIMINARES
El presente informe constituye un análisis de los aspectos
sustantivos de la Acusación Constitucional deducida en contra del Ex
Comandante el Jefe del Ejército Don Augusto Pinochet Ugarte,
absteniéndose de analizar los argumentos de los requirentes en orden al
papel político que a su acción corresponde, así como las menciones a
procedimientos llevados ante otros organismos o a acusaciones
constitucionales dirigidas contra personas distintas.
Sin perjuicio de lo antedicho, es menester realizar ciertas precisiones
en lo que toca a los rasgos generales de la acusación constitucional, que
aparecen del mayor interés.
1.
SOBRE LA NATURALEZA DE LA ACCIÓN CONSTITUCIONAL
En la presentación que nos ocupa, así corno también en otros
procedimientos de acusación constitucional, ha surgido la discusión
acerca de si la institución corresponde a un análisis político de conductas
de ciertas autoridades, realizado en el seno del Congreso Nacional, o más
bien se trata de un examen jurídico de acciones u omisiones constitutivas
de las causales que la propia Carta Fundamental establece.
Al respecto, teniendo presente que la acusación constitucional del
sistema chileno proviene históricamente del modelo inglés de impeachment
tomado después por la Constitución Norteamericana, no debemos por
ello olvidar que nuestro Constituyente no quiso recrear un sistema de
libre juzgamiento político propio de los sistemas parlamentarios y
simplemente adaptado a un esquema presidencial de gobierno, sino que
estableció una modalidad distinta, en la cual el Congreso Nacional, a
través de sus cámaras, examina conductas a fin de determinar si pueden
ser subsumidas en causales de ilicitud constitucional predeterminadas
por la Carta Fundamental.
Hay sectores de la doctrina nacional, por ello, que estiman (como lo
hace Emilio Pfeffer en su Manual de Derecho Constitucional, p. 135) que a
la Cámara de Diputados le corresponde examinar las conductas de las
autoridades acusadas desde una óptica exclusivamente jurídica. Dicho
criterio no es compartido por vastos sectores de la doctrina, pero sí existe
coincidencia en cuanto a que dicho examen no puede ni debe ser
fundamentalmente político, sino combinar un estudio jurídico con
elementos políticos, en los que no debe dejarse de destacar la necesaria
racionalidad y prudencia, a fin de constatar si los actos u omisiones en
cuestión son o no constitutivos de las figuras que el Constituyente
sanciona.
De allí, entonces, que establecer una sinonimia entre "acusación
constitucional" y el llamado "juicio político", sólo es correcta en cuanto
obedece a tres factores destacables:
El procedimiento se inicia en la Cámara Política, esto es, la Cámara de
Diputados.
Puede significar la acusación de autoridades del orden político, tales como el
Presidente de la República y los Ministros de Estado, aunque no es menos cierto
que son asimismo acusables otras figuras de naturaleza claramente apolítica,
como el Contralor General de la República, los magistrados de los Tribunales
Superiores de Justicia y los generales y almirantes de las Fuerzas Armadas y de
Carabineros.
Implica tener a la vista algunos criterios de carácter político, toda vez que
el órgano encargado de conocer de la materia no es un tribunal de justicia; pero
eso no puede significar en lo absoluto que dichos criterios superen y hagan
ignorar a los elementos jurídicos presentes y necesariamente destacables
en toda acusación constitucional.
Por esta razón, se estima que la acusación constitucional no es en Chile
un procedimiento destinado a hacer valer en forma eminente la responsabilidad
política de las autoridades, ya que (como quedó de manifiesto en la sesión
número 340 del 15 de marzo de 1978 de la Comisión de Estudio de la Nueva
Constitución, Actas Oficiales, p. 2.039) en un sistema presidencial, lo que se busca
hacer valer - aún de ministros de Estado o del propio Primer Mandatario - es su
responsabilidad jurídica, por lo que debe deducirse que en mayor medida se
procederá asimismo con autoridades que no sean políticas en sí.
Sin embargo, no es menos cierto que la responsabilidad jurídica que se
persigue no es propiamente penal, no sólo porque las causales constitucionales
no coinciden específicamente con delitos tipificados como tales, sino porque el
Congreso Nacional no tiene facultades de juzgamiento criminal ni puede
atribuírselas. Se abre entonces la compuerta para considerar en mayor medida
los elementos políticos a los que hacíamos referencia más atrás.
La aparente solución de este dilema viene dada por opiniones tales como la
de don Alejandro Silva Bascuñán (ver Tratado de Derecho Constitucional, tomo
III, pp. 124 y 125) en cuanto a que la acusación constitucional no tiene por objeto
hacer valer responsabilidades políticas, pero su decisión tiene ciertos elementos de
carácter político, que nos permiten hablar de una suerte de responsabilidad
mixta o sui géneris calificable de "responsabilidad constitucional"; es decir,
responsabilidad declarada en el procedimiento que ya conocemos, respecto a
haber incurrido el acusado en ciertos ilícitos constitucionales que no son sin
embargo delitos penales, lo que no evita que conlleven sanciones de gravedad,
tales como la destitución y la inhabilitación por el plazo de cinco años.
Se configura, de esta manera, una institución especialísima, en la que el
criterio político no puede dejar de ser tenido en cuenta, pero en la que prima el
carácter jurídico de la causal en la que se incurre y con la consecuente
necesidad de interpretarla correcta y prudentemente por el organismo respectivo.
LIBERTAD Y DESARROLLO 6
2. CARACTERÍSTICAS DE LA "RESPONSABILIDAD CONSTITUCIONAL"
La que hemos llamado "responsabilidad constitucional" presenta ciertos
rasgos distintivos que vale la pena tener en consideración.
Corresponde a la responsabilidad de quien ejerce una función pública
de relevancia respecto de causales predeterminadas en la Constitución, que
no corresponden a delitos penales, pero que resultan perfectamente compatibles
con uno o más de ellos, por lo cual no los excluyen, sino que resultan un
antecedente de interés para examinar su concurrencia a posteriori por los
tribunales correspondientes.
Dichas causales constitucionales están compuestas por lo que Eduardo
García de Enterría llama "conceptos jurídicos indeterminados" (ver su obra Curso
de Derecho Administrativo, Cuarta Edición, 1983, p. 434); esto es, conceptos
que no admiten una cuantificación o determinación rigurosas, pero que, en
todo caso, es manifiesto que se están refiriendo a un supuesto de la realidad
que admite ser precisado en el momento de su aplicación. De allí, entonces, que la
indeterminación del enunciado no se traduzca en una indeterminación de las
aplicaciones del mismo, las cuales sólo permiten una "unidad de solución justa"
en cada caso.
Es por esto que conceptos tales como "comprometer gravemente el honor o
la seguridad de la nación" o "notable abandono de deberes" o "abierta
infracción a la Constitución y a las leyes", si bien en sí son difícilmente
cuantificables, no por ello admiten una diversidad de interpretaciones que
hagan imposible su verdadero análisis, sino que requieren de una aplicación
que realice una verdadera comprensión de la realidad en el sentido pretendido
por el concepto constitucional (como lo aclara el mismo autor).
De esta forma, es claro considerar que las causales de acusación
constitucional no pueden quedar entregadas a la simple opinión política de
quienes requieran al Congreso basándose en ellas, ni puede la Cámara política
pronunciarse a su respecto sobre la base de un puro criterio de voluntariedad.
Es menester indispensable interpretar y hacerlo en el sentido jurídico de la
palabra.
Sin embargo, el hecho de que estas causales impliquen sanciones tales
como la destitución y la inhabilidad, hace que a ellas les sean aplicables ciertas
reglas generales relacionadas con los ilícitos no sólo penales, sino
constitucionales (como lo aclaró la sentencia de 21 de Diciembre de 1984 del
Tribunal Constitucional, conociendo del requerimiento en contra de don
Clodomiro Almeyda por infracción al artículo 8° de la Carta Fundamental, en
el sentido que tal ilícito constitucional no podía entenderse como una
norma de carácter retroactivo, pese a la frase "incurran o hayan incurrido" que
en él estaba presente, por serle aplicable el precepto contenido en el artículo 19
n° 3 de la misma Carta sobre irretroactividad de la ley penal, al incluir
sanciones tales como la cesación en cargos públicos y múltiples
inhabilidades), por lo cual a su respecto procede el mismo principio mencionado
de la irretroactividad de la ley penal, el non bis in ídem, el
principio de reserva y legalidad y la prohibición de leyes penales en blanco.
Precisamente en lo relativo a las leyes penales en blanco, hay quienes
han criticado las causales contempladas en el artículo 48 de la
Constitución, considerando que se trataría de una especie impropia de
ellas, al no describir claramente la conducta que sancionan. La verdad
es que si bien la descripción no aparece en el texto mismo, no puede
hablarse propiamente de un atentado contra las garantías constitucionales
del acusado, ya que como antes lo explicábamos, el tipo abierto no es
una autorización en blanco para el voluntarismo del aplicador de la
norma, sino una mayor exigencia para el empleo de herramientas precisas
de exégesis constitucional en la materia.
II ACERCA DE LA ACUSACIÓN DEDUCIDA EN CONTRA DEL
GENERAL EN RETIRO DON AUGUSTO PINOCHET UGARTE
Sobre la acusación propiamente interpuesta en contra del General en
retiro don Augusto Pinochet, pasemos a estudiar algunos puntos de relevancia:
1. SOBRE LA CAUSAL CONTEMPLADA EN EL ARTÍCULO 48 LETRA
D) DE LA CARTA FUNDAMENTAL QUE A SU RESPECTO SE INVOCA
PARA ACUSARLO CONSTITUCIONALMENTE
Ente protegido por la causal:
El ente protegido por la causal invocada es la Nación, elemento que ya se
encuentra mencionado por el Constituyente a propósito de la búsqueda del
bien común para la comunidad nacional y del deber del Estado de promover la
integración armónica de todos los sectores de la Nación (artículo 1°), como para
hacerla depositarla de la Soberanía (artículo 5°). Al respecto, nuestro
Constituyente siguió una gran tradición doctrinaria, que estima que la Nación no
sólo está constituida por la suma de los miembros de una comunidad en el aquí
y en el ahora, sino también por su proyección hacia el pasado y el futuro, basada
en valores y en principios fundamentales: "Nación es el mayor grupo que satura
una conciencia de solidaridad general" (en palabras de R.M. Mac Iver y Charles
H. Page en su obra Sociología, p. 310).
De allí entonces que es la unidad, el consenso, la armonía y la idea de
perdurabilidad lo que hace más distintiva a una Nación que el puro criterio
cuantitativo, y es por ello que el Constituyente reconoce a su respecto ciertos
bienes que merecen especial protección, cuyo es el caso de su honor y de su
seguridad.
El honor de la Nación:
La Nación como un ente en el cual priman los valores, sin duda se
encuentra naturalmente dotada de un honor o respetabilidad que no sólo se
configura respecto del autoaprecio o autoestima de los miembros de ella, sino
también del prestigio y aprecio que gana y del que goza frente a otras naciones.
Precisamente este último aspecto, es decir, el derecho a gozar de prestigio o
buen nombre ante los demás es el que se traduce en la honra, garantizada en el
artículo 19 n° 4 de la Carta Fundamental: No se trata, claramente, del
prestigio de uno de los miembros de la Nación o de una de sus instituciones,
sino del que goza toda ella en su conjunto, como un ente distinto a la pura
suma de los individuos que la componen.
La seguridad de la Nación:
La Nación, como depositaría de la Soberanía, debe gozar de
seguridad, no sólo en lo que respeta a su independencia frente a las demás
naciones, sino asimismo en cuanto a que dentro de las fronteras del territorio en
el que se encuentre se asegure la adecuada autonomía de la Nación, es decir, su
capacidad de toma de decisiones propias, dentro del marco del Estado de Derecho
que el ordenamiento jurídico asegura.
Qué significa comprometer gravemente el honor o la seguridad de
la Nación
La idea de "comprometer gravemente" tanto el honor como la seguridad
de la Nación, constituyen un atentado evidente, de enormes proporciones y que
causa daño a la Nación en su conjunto, de allí que no puede confundirse con una
simple amenaza ni tampoco mirarse como una conducta aislada que produzca
ligeras molestias en la comunidad nacional. En primer lugar, el concepto mismo
de "compromiso" aplicado a la materia, significa "exponer o poner en riesgo a
alguna persona o cosa en una acción o caso aventurado" (Diccionario de la Real
Academia de la Lengua); es decir, en la especie, es poner concretamente en
riesgo al honor o a la seguridad de la Nación, situarla materialmente en una postura
expuesta, desvalida, no resguardada, frente a la deshonra, el deshonor, la
inseguridad o cualquier otro mal que pudiera atentar contra ella.
Vale la pena agregar que este compromiso no es uno cualquiera, ni puede
ser leve, sino que debe ser «grave" para configurar esta causal; en otras palabras,
debe tratarse de una acción o de una omisión que produzca esta exposición o riesgo
en términos de "mucha entidad o importancia". De allí que este calificativo no
esté destinado sólo a realzar algo especial, corno lo estiman los requirentes, sino
que busca dejar en claro que el daño o atentado producido contra la honra o la
seguridad debe ser de mucha entidad o importancia. No se trata de una lesión
cualquiera.
A quiénes puede acusarse por la causal antes señalada
De acuerdo al propio artículo 48 letra d) a los Generales y Almirantes de las
Fuerzas Armadas y de Carabineros, hasta seis meses después de cesar en sus
mandatos, por lo cual la acusación que se presenta en contra del General en retiro
y ex Comandante en Jefe que nos ocupa se formula precisamente en tal calidad y
no en la de ex Presidente de la República o actual Senador. Además, debe
puntualizarse que sólo ha de referirse a conductas suyas que hayan tenido lugar
después del 11 de marzo de 1990, de acuerdo a lo prescrito en la disposición
tercera transitoria de la Ley Orgánica del Congreso Nacional, y hasta el momento
de entrar en retiro, plazo desde el cual se cuentan los seis meses en que puede
ser acusado constitucionalmente.
2.
SOBRE LA APLICACIÓN DE DICHA CAUSAL A LA PERSONA
DEL GENERAL EN RETIRO DON AUGUSTO PINOCHET
UGARTE
Antes de entrar a pronunciarme acerca de las razones y fundamentos que
aportan los requirentes para hacer aplicable al acusado la causal señalada,
estimo de la mayor conveniencia dedicar unas palabras al tema
de las Fuerzas Armadas y de sus características de acuerdo a la
Constitución, precisamente por formar parte de ellas quien nos ocupa,
ostentando un alto cargo durante cuyo ejercicio se le acusa de "haber
comprometido gravemente el honor y la seguridad de la Nación".
Al respecto, cabe señalar que como se ha reconocido por nuestra
Carta Fundamental, corresponde precisamente a las Fuerzas Armadas
ser las garantes del orden institucional de la República, con un papel
esencial en lo relativo a la seguridad nacional (de acuerdo al artículo 90
de la Carta Fundamental). Dicho papel constitucional se vincula con la
causal señalada, ya que quien pone en riesgo en forma grave el honor o
la seguridad de su Nación, debiendo por el contrario proteger a sus
instituciones y resguardar su seguridad, incumple con el mandato que
la Carta Fundamental le ha dado
No debe olvidarse, entonces, que la conducta del artículo 48 letra d)
no constituye una falta cualquiera de la autoridad acusado, sino una
que expresamente significa el quebrantamiento de deberes que le
correspondían constitucionalmente en específico.
Ahora bien, para que las Fuerzas Armadas y Carabineros cumplan con las
tareas encomendadas por la Constitución, ésta exige en su calidad de cuerpos
armados, el ser esencialmente obedientes y no deliberantes (ello, en el mismo
artículo 90, lo que se ve asimismo confirmado en el artículo 2° de la Ley
Orgánica de las Fuerzas Armadas y en el artículo 2° de la Ley Orgánica de
Carabineros de Chile). Precisamente estas ideas fueron comentadas al interior de
la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución, en cuanto a que las Fuerzas
Armadas no deliberaran en temas de carácter político, es decir, como lo ha dicho
don Enrique Evans en su libro Chile hacia una constitución contemporánea: "no
significa que los miembros de las fuerzas armadas no puedan sustentar ideas
políticas. Lo que no pueden hacer es adoptar actitudes políticas o someter sus
vidas o carreras militares a posiciones o ideas partidistas". Ello queda
confirmado por el hecho que los militares y carabineros pueden ejercer sin
ninguna limitación su derecho a sufragio, pero no pueden pertenecer a partidos
políticos, organismos sindicales o actuar como conglomerado o grupo militar en
actividades de carácter político partidista (ver Jorge Ballerino Standford: "A
propósito de Deliberación").
La idea que tuvo a la vista el Constituyente de 1980 es precisamente que las
Fuerzas Armadas y Carabineros resguardaran aspectos fundamentales de la
Nación, premunidos del empleo legítimo de las armas, y que por ello se encontraran
subordinados al poder civil con obediencia y no deliberancia; pero ello no
significa que sus miembros no puedan tener ideas políticas o incluso
conocimiento sobre la política de su país: "En una democracia es indispensable
proteger la identidad ciudadana del soldado. Estamos tratando con seres
humanos, con seres políticos. Con individuos que prestan un servicio a su
Nación" (Raúl Sohr: Para entender a los militares, p. 75). Además, no debe
olvidarse tampoco que la libertad de conciencia garantizada en el artículo 19 n° 6 y
la de opinión del n° 12 del mismo artículo se asegura por la Constitución a todas
las personas, sin que para ello sean excepción los miembros de las Fuerzas
Armadas, cuidando tener como límite el de evitar deliberar como cuerpos
armados y el desobedecer las órdenes que les sean impartidas.
Analizados estos puntos que me parecen de interés, pasemos a detallar,
sin necesidad de repetir desde luego el texto de la acusación de los requirentes,
cuáles acciones u omisiones entienden que han configurado la causal del
artículo 48 letra d) de la Constitución respecto del acusado:
Acusación de comprometer gravemente el honor de la Nación como
consecuencia del repudio del que sería objeto en la comunidad
internacional
Al respecto de esta conducta, podemos hacer al menos cuatro
comentarios que justifican nuestra consideración de que no se ajusta a la
causal prevista en la Constitución que ya hemos detallado:
Se presume como repudio de la comunidad internacional en su conjunto
el hecho que en algunos países del mundo no se acepte o causa inconvenientes la
visita del acusado, en circunstancias que en esos mismos países y a un mismo
tiempo se recibe a toda clase de autoridades chilenas, particularmente al
Presidente de la República (que es el único encargado de manejar las relaciones
políticas con potencias extranjeras y organizaciones internacionales, de acuerdo
al artículo 32 n° 17 de la Constitución), llegando incluso a la firma de
numerosos y convenientes tratados, y contando en todos estos países con
alabanzas hacia el proceso de transición chilena, que prestigian al país no sólo
en lo económico, sino en lo social y político frente al mundo.
Las razones por las cuales la visita del acusado no es recibida de buen
grado en ciertos países se deben a la impresión que sobre su mandato como
Presidente de la República de Chile existe en tales países, y no a actos de su
Comandancia en Jefe del Ejército a partir del 11 de marzo de 1990, por lo cual
malamente se le puede acusar por ellos.
Los hechos consignados por los requirentes respecto de Alemania y de
Argentina, en lo que respecta a los dichos del acusado sobre sus Fuerzas Armadas,
bajo prisma alguno pueden entenderse como razón de compromiso grave del
honor o de la seguridad de la Nación, toda vez que sólo causaron comunicaciones de
carácter diplomático, como las ha habido en numerosas ocasiones en nuestra
historia, pero no tuvieron consecuencias ni permanentes ni transitorias que
pusieran en peligro las relaciones diplomáticas con ambos países, lo que se
desprende no sólo de la propia documentación acompañada por los requirentes,
sino del innegable hecho que el acusado no se vio enfrentado a acción o a
sanción alguna por estos hechos por parte de su superior jerárquico, el
Presidente de la República respectivo, quien pudo utilizar las herramientas que
brinda el artículo 32 n° 18 durante ocho años y no lo hizo, ni intentó hacerlo,
como en su oportunidad anunció su intención de hacerlo respecto del General
Director de Carabineros, don Roberto Stange.
Finalmente, podemos decir que los hechos esgrimidos por los
requirentes pudieron hacer peligrar la honra del propio acusado o de la
institución a la que representaba, cosa que no fue así percibida, pero jamás
puede calificarse de la envergadura necesaria para comprometer la honra o
incluso la seguridad de la Nación toda.
Acusación de comprometer gravemente la seguridad de la Nación por
actos u omisiones que habrían quebrantado la vigencia del Estado de
Derecho
Se hace referencia en este acápite a los "ejercicios de alistamiento y enlace",
"el boinazo", declaraciones que afectan el orden institucional, pues no habría
respetado su deber de no deliberancia y por negligencia en el ejercicio del mando
en los casos del general NN, del general Parera y del espionaje del ex senador
Sebastián Ciñera. Al respecto, debemos asimismo considerar que no se configura
la causal invocada en mérito de las siguientes precisiones:
•En lo relativo a los ejercicios de alistamiento y enlace, como asimismo
al "boinazo" presumen los recurrentes que se habría tratado de movilizaciones
ilícitas de las Fuerzas Armadas para manifestar su repudio a la investigación que
se hizo sobre los cheques pagados al hijo del acusado a propósito de la venta de
la empresa Valmoval, aunque al efecto no se auxilian en ninguna prueba que
no sea trozos de las declaraciones del mismo acusado y declaraciones de
malestar del Presidente de la República de la época, sin que medie sin embargo
sanción alguna, ni requerimiento a organismo alguno por esta causa. Tampoco
se acredita el grave compromiso que habría sufrido la seguridad nacional por estos
hechos, y de ello también es muestra que el Presidente de la República no se vio
obligado a declarar estado de excepción constitucional alguno ni a tomar ninguna
clase de medida extraordinaria que hiciera pensar en tal cosa. Por otro lado, este
tipo de ejercicios y de maniobras, que pueden resultar inquietantes para medios
de comunicación o para cierto sector de la población civil, no infringen la
legislación vigente ni representaron faltas o delitos de ningún tipo, como
tampoco puede hablarse de alarma de la comunidad frente a estos hechos.
•En cuanto a la presunta infracción al principio de no deliberancia, nos
remitimos a lo ya explicado a propósito de las Fuerzas Armadas: El hecho que un
individuo sea miembro de las Fuerzas Armadas no le impide tener opinión sobre la
política a modo individual y más aún, no coarta su legítimo derecho a explicar o
incluso a defender acciones políticas que tomó mientras era Presidente de la
República, y que constituyen una defensa de sí mismo que incluso se admite a
un proceso por crimen o simple delito formular. Parece impensable que un
individuo que ejerció durante años el más alto cargo del país, no pueda defender
sus propias acciones o manifestar sus opiniones a título personal si es interrogado
al respecto, cuando ello no obedece a un compromiso de las Fuerzas Armadas,
sino al propio papel político que desempeñó.
•En lo referente a las preguntas respecto a si de repetirse los mismos hechos
de 1973, volvería a tomar las decisiones que entonces tomó, no parece que al
responder que sí amenace la seguridad nacional, toda vez que las
circunstancias de ese año no son jurídicamente repetibles,
precisamente gracias a que hoy Chile goza de un modelo constitucional y legal
distinto, que se ocupa de precaver quebrantamientos y crisis de tal especie. En
otras palabras, estamos en presencia de lo que en Derecho se ha venido a llamar
"no exigibilidad de otra conducta": ¿Puede esperarse que un individuo que fue
llamado a ocupar el más alto cargo del país por circunstancias extraordinarias,
considere no repetir su misma acción de darse iguales circunstancias? ¿Se busca
que un individuo reniegue de sí mismo para evitar ser deliberante? Sin duda el
acusado opina como ex Presidente de la República enfrentado a su historia
inmediata, pero lo que importa a estos efectos no es su respuesta, sino la
posibilidad que tales hechos de 1973 pudieran llegar a producirse de nuevo.
Como la mayoría del país estima que no, tales opiniones vertidas por el acusado
ni alarman a la población ni podrían llegar a entenderse siquiera como amenaza
contra la seguridad nacional, todo ello obviando el hecho de que el propio
gobierno de las Fuerzas Armadas creó las herramientas necesarias para
asegurar el poder en manos del sector civil, antes de devolverlo a éste.
• Finalmente, en las referencias a la negligencia en el ejercicio del
mando, consideramos que no se ha configurado ésta, ya que no se ha
probado de forma alguna que el acusado tuviera o debiera tener
conocimiento de ninguno de los hechos mencionados, y que sí tomó las
medidas que estaban en su poder cuando tomó conocimiento de los hechos
respectivos. Pensar otra cosa distinta, llevaría al absurdo jurídico de
acusar invariablemente al superior jerárquico de todo individuo que exceda
sus funciones, como tendría que haberse hecho con el Presidente de la
República en todas las oportunidades en que se han intentado cursar
acusaciones constitucionales contra ministros de Estado durante el
período que nos ocupa.
Acusación de comprometer gravemente el honor de la Nación
mediante declaraciones que habrían ofendido la memoria de las
víctimas de las violaciones a los derechos humanos, como
asimismo al ser juzgado por hechos relacionados con dichas
víctimas en España
• Respecto de esta última causal, resulta menester indispensable
aclarar que el analizar si se constata o no en la especie respecto del
acusado, no significa en lo absoluto ignorar el respeto debido a todos
quienes han sido víctimas de atentados contra los derechos humanos,
pero no puede dejar de mencionar el hecho que las pruebas rendidas por
los requirentes a este respecto corresponden más bien a respuestas
puntuales del acusado a preguntas de prensa que a manifestaciones
premeditadas de burla o de injuria respecto de dichas víctimas.
• Asimismo, se considera que el juzgamiento en España del que
está siendo víctima el acusado no puede estimarse como causal en el
caso, no sólo porque corresponde a conductas que se le imputan antes
del 11 de marzo de 1990, sino porque corresponden al ejercicio de otro
cargo por el acusado y en un tribunal al que la legislación chilena y, por
ende, sus parlamentarios no pueden constitucionalmente reconocer
imperio alguno.
HABIDA CONSIDERACIÓN DE LAS DISPOSICIONES Y ELEMENTOS
DOCTRINARIOS CITADOS, SE ESTIMA EN DERECHO QUE NO SE
CONFIGURAN EN EL REQUERIMIENTO SOMETIDO A ESTUDIO
CONDUCTAS DEL GENERAL EN RETIRO DON AUGUSTO PINOCHET
UGARTE QUE PUEDAN CONFIGURAR A SU RESPECTO LA CAUSAL DE
ACUSACIÓN CONSTITUCIONAL DEL ARTICULO 48 LETRA D) DE LA
CARTA FUNDAMENTAL, YA SEA POR NO ENCONTRARSE PROBADAS
LAS ASEVERACIONES DE LOS REQUIRENTES O POR FALTA DE
ELEMENTOS CONFIGURATIVOS DE ACTOS U OMISIONES DE SU
RESPONSABILIDAD QUE HAYAN COMPROMETIDO GRAVEMENTE EL
HONOR Y LA SEGURIDAD DE LA NACIÓN.
Santiago de Chile, 24 de Marzo de 1998.-
ANGELAVTVANCO MARTÍNEZ
Abogado
Profesora de Derecho Constitucional
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