EL VIAJE SAGRADO DE GILGAMESH VÍCTOR TOLEDO Para mí, la definición esencial de la gran poesía, vertiente de toda verdadera poesía y literatura, es la del Viaje Sagrado, el viaje al reino de los muertos, al Inframundo, su tema principal: la muerte, éste contiene el amor como lección vital, la vida, la angustia existencial, la comunicación con lo divino, dios, los dioses, y la búsqueda del Sentido y la inmortalidad. En el viaje sagrado aparece siempre una planta maravillosa, un entéogeno. El viaje al inframundo de humanos, shamanes, héroes, dioses y semidioses es en busca de la planta de la inmortalidad (el entéogeno: dios adentro –y afuera, desde luego), y es el viaje de los poetas1, retratado míticamente en la saga órfica. Tal es el caso del primer poema de la humanidad, la maravillosa epopeya de Guilgamesh2. Utanapíshtim se dirigió/ a Gilgamesh: “Gilgamesh, viniste, te cansaste, / te esforzaste. ¿Qué habré de darte para que vuelvas/ a tu país? Te revelaré, Gilgamesh, / un misterio/ y te diré el secreto/ de los dioses: Hay una planta cuya raíz es/ como la del espino. Como púas/ del rosal te punzará. 1 En concreto: La Iliada y la Odisea, El Infierno de Dante, Kublai Khan de Coleridge, el mapa del inframundo griego de la poesía de Mandelshtam, los libros sagrados de los mayas, Los Vedas, Las Quimeras de Nerval, Alturas de Macchu Picchu de Pablo Neruda, etc. 2 Al parecer esta es su pronunciación correcta y no el españolizado Gilgamesh. Como subtitulo se presentan las variantes: o la angustia por la muerte, poema babilonio -de Jorge Silva Castillo, versión que tomamos, en edición del Colegio de México, 2008- , El inmortal, En busca de la inmortalidad, etc., igualmente se traduce como El poema, La epopeya, El cantar, de Gilgamesh. Pero si tu mano se apodera de esa planta, rejuvenecerás.3 En este poema se inician o relatan por primera vez4 arquetipos fundamentales y universales: el héroe trágico (que se opone a los dioses y a su destino), las revelaciones del sueño, el relato del diluvio, el Paraíso, Adán y Eva (Endikú y la hieródula Ishtar, la Gozosa, la Magnífica), la serpiente (que arrebata a Guilgamesh, la flor de la inmortalidad o de la eterna juventud, el santo grial), quedando esta flor como la manzana del conocimiento bíblico (del bien y del mal), y como el soma u hongo sagrado, siendo un puente y una síntesis entre estas dos tradiciones, el hongo y esta flor o manzana5 son una busicao6, planta de la inmortalidad, no sólo espiritual sino física 3 Gilgamesh… Jorge Silva Castillo, p.183 4 Hay discusión si el Génesis fue primero o éste gran poema. La inundación de la Epopeya de Gilgamesh está contenida en la tablilla XI de doce grandes tablillas de piedra que datan alrededor del 650 AC. Estas tabletas no son obviamente originales, puesto que fragmentos de la historia del diluvio han sido encontrados en tablillas que fechan hacia el 2,000 AC. Es probable que la historia misma se originara mucho antes de eso, puesto que la escritura cuneiforme sumeria - se ha estimado – se remonta atrás hacia 3,300 A.C. El fechado del Génesis es incierto, puesto que la preservación de los papiros no está tan bien como aquellas de piedra. Los eruditos liberales colocan la fecha entre 1,500 y 500 AC., aunque los acontecimientos - se afirma - han ocurrido varios miles de años antes. 5 La amanita muscaria es el enteógeno más conocido del mundo, utilizado desde el año 6.000 a C. Está muy documentado su uso chamánico, medicinal y lúdico entre tribus siberianas […]. El folclore siberiano asociaba la amanita con el abedul [¿El árbol Blanco?], ya que crece en simbiosis con él, y por eso le llamaba “Árbol del mundo” o “Árbol de la vida”. Se especula que su utilización remota en Siberia se extendió por el mundo en la prehistoria, constituyendo el precedente inmediato de todas las religiones. Por eso se la ha identificado con el soma, la planta-dios de la antigua civilización aria que se desplazó en el 2.000 a. C. al valle del Indo y compuso los Vedas; con el “hongo divino de la inmortalidad” o Ling Chih del arte taoísta; y con la “hierba de la inmortalidad” de la epopeya de Gilgamesh de los sumerios. Samorini sugirió que el “Árbol de la vida” y el “Árbol del conocimiento del bien y del mal” del Génesis eran en realidad un solo árbol, el abedul siberiano, y que su fruto no era otro que la amanita. ¿La manzana de Adán y Eva pudo ser un hongo? Hay bastantes muestras en iconografía cristiana antigua que asocian el árbol y la amanita. No se sabe si son representaciones ocasionales, o si hay algo más profundo, que relacionaría el Antiguo Testamento con la ebriedad. 6 Término chino, los chinos –mucho antes que Colón-, llegaban a América buscado estas plantas que estaban agotadas en su continente. (entre otras propiedades la azul silocibina de los hongos sagrados contiene antioxidantes y en sí es curativa) 7. La fruta o flor del paraíso convierte en La Biblia y en Gilgamesh a los humanos que la prueban en semejantes a los dioses, es decir, en inmortales en el caso babilónico y concientes, no inocentes, en el caso hebreo. Teonanácatl, nuestro hongo maravilloso, significa “dios en el hongo”. El Hongo de los cuentos de hadas (destino), es el mujamor (en ruso), Amanita muscaria, el hongo maravilloso o sagrado que se semeja –por su forma redondeada y su color rojo- a la manzana del paraíso bíblico. Tanto en la Biblia, como en la epopeya de Gilgamesh, este acto de consumir la ambrosía divina es castigado, con la expulsión del paraíso y el hurto de la Flor (que se convierte en otra expulsión del Edén). Las manzanas de Apolo. Las gentes del lejano País de los Hiperbóreos, allá por Eurasia, enviaban a Apolo unos frutos particulares durante las fiestas Targelias celebradas en Delos en honor del dios; pero los diversos autores que mencionan esta ofrenda hablan de frutos, sin especificar cuáles, o, como mucho, nos informan de que ellos mismos ignoraban de qué frutos se trataba. El héroe sumerio Gilgamésh recorrió medio mundo hasta encontrar la planta de la inmortalidad, pero por más que leamos y releamos el poema de su nombre, lo más que encontraremos será una descripción vaga de la planta: que tenía espinas y que, por supuesto, proporcionaba la inmortalidad, pero no cuál era en concreto la planta. Ahora bien, Gilgamésh la encontró en Dilmun, la isla de los inmortales, un lugar donde el tiempo no puede discurrir porque, sencillamente, no existe, como tampoco existía el tiempo en el Paraíso bíblico antes del pecado original. Gilgamésh, por consiguiente, 7 Según estudios de investigadores del Instituto de biología de la UNAM. halló su planta precisamente en el Paraíso.Para los griegos unas ninfas, las Hespérides, custodiaban un jardín intemporal, un Paraíso, donde crecía un manzano cuyos frutos eran de oro. Nadie sabe dónde estaba o estuvo ese Jardín, pero sí sabemos que, al decir de algunos, se localizaba en la tierra de los Hiperbóreos, en la patria de Apolo, y que tal vez la ofrenda que llegaba anualmente a Grecia procedía del Paraíso de las Hespérides y presumiblemente consistía en manzanas. Ahora bien, la planta de Gilgamésh tenía espinas, como la planta que Dios escogió para presentarse ante Moisés en el Sinaí. Gilgamésh la recogió en el Paraíso y Moisés habló con ella en el Monte de Dios, que es en esencia lo mismo. Pero en el Jardín Intemporal de las Hespérides crecían manzanas... ¿Manzanas con espinas?8 Un rasgo que todos estos frutos y plantas míticas comparten es la inmortalidad: o la significan o la proporcionan. En la antigua India, los sacerdotes védicos adoraban a Soma, un dios que representaba en sí mismo la inmortalidad pero que también la dispensaba a sus creyentes. ¿Cómo? Muy sencillo: él era una planta, él era el fruto de esa planta y él era el licor que se extraía de la planta y que convertía a sus bebedores en semejantes a los dioses, como el fruto que Eva recogió en su jardín edénico. Y también proporcionaba conocimiento, como el fruto de Eva y como el fruto de la diosa nórdica Idunn, patrona de la sabiduría, que, ¡oh casualidad!, consistía en manzanas. ¿Otra vez manzanas? ¿Manzanas espinosas conferidoras de inmortalidad? ¿Qué extraño prodigio es éste? ¿Cuáles eran esos frutos que crecían en tantos lugares míticos al mismo tiempo y que, a pesar de sus espinas, recordaban el aspecto de una manzana e incluso podían ser dorados? ¿Y cómo es que su pulpa y su jugo eran emblema de la inmortalidad?. 8 El peyote podría tomarse también como una “manzana con espinas”, u otro cactus entéogeno, ahora bien, los manzanos (y otros frutales) para defender los brotes de sus hojas de los depredadores pueden hacer brotar espinas. Pulpa y jugo, carne y sangre de la fruta... Griegos, hebreos, nórdicos y sumerios tomaban la carne y la sangre de sus inmortales, de sus dioses. Carne y sangre... "Tomad, comed, esto es mi cuerpo", les dijo Jesús a sus discípulos mostrándoles el pan de la cena; "tomad, bebed, porque esto es mi sangre", les volvió a decir respecto al vino. Pan y vino, carne y sangre, pulpa y jugo... ¿Se encierra algún misterio en estas dualidades? Ahora todos […] sabemos que el inmortal dios-planta de los hindúes, el rojizo y dorado Soma, era en realidad un hongo alucinogénico, Amanita muscaria, que inducía poderosas visiones extáticas en sus consumidores, visiones que acercaban o asimilaban al individuo a la divinidad, visiones que, por un espacio de tiempo, convertían a los fieles en inmortales. En los Himnos Védicos que celebran sus cualidades, él mismo es un fruto, el fruto del Paraíso hindú, pero ¿podemos vincular el fruto de Soma con los otros frutos paradisíacos de que hemos hablado? Amanita muscaria es un hongo encarnado, como la manzana de Blancanieves, o aún más, como el prototipo de todas las manzanas. Y cuando nace es como un huevo recubierto de pequeños cuernos, ¿tal vez espinas, como la que, en forma de aguja, concedió la inmortalidad del sueño a la Bella Durmiente del Bosque, y como las que, para proteger esa dormida inmortalidad, rodearon luego su castillo?9 9 Continúo transcribiendo la síntesis de José Alfredo González Celdrán de The Apples of Apollo. Pagan and Christian mysteries of the Eucharist de Carl P. Ruck, Blaise Daniel Staples y Clark Heinrich: Cuando Eva departió con la serpiente en el Paraíso y fue seducida por el reptil a comer del fruto del árbol de conocimiento, el libro del Génesis no nos dice en ningún momento cuál era ese fruto. En otras palabras, nos quedamos sin conocer cuál era el fruto de Dios, ya que tenía la propiedad de convertir al que lo comiera en "semejante a uno de nosotros" (Gen 3, 22), es decir, a los dioses, es decir, a Dios. […] La búsqueda de una respuesta sobre la identidad de los frutos maravillosos que pueblan los Paraísos de nuestras religiones ha discurrido hasta ahora por un camino angosto donde la fe y la verdad científica han solido estar en desacuerdo con demasiada frecuencia; incluso las distintas verdades científicas […] Ruck, Staples y Heinrich nos ayudan a encontrar el camino a futuras respuestas con una obra estrictamente enteogénica, esto es, buscadora de cómo Dios elige revelarse en nuestro interior, pero no Las aguas mortales que franquean el paso al inframundo babilónico pueden relacionarse con el Leteo, el río del olvido, y los hombres de piedra del bosque lítico y Urshanabí con Caronte. La Flor o el Fruto de la inmortalidad, se relacionaría con Mnemosíne, el Río de la Memoria y éste con la poesía. Recordaría las Formas de la inmortalidad. En la poesía el tiempo no existe, sus formas (sinuosas, míticas y circulares) lo anulan. La propietaria de esta Flor (La Flor Azul de Enrique de Hofterdingen de Hölderlin, El Santo Grial ), en el poema de Gilgamesh, por hurto, es la serpiente, es la primera después quizá de Utanapíshtim (“el descubridor de la vida”), el Noé babilónico, que lo prueba. La serpiente por sus cambios de piel representa la inmortalidad, el renacimiento, pero además es el puente entre el inframundo, los hombres y los dioses celestiales. Pues serpiente también es el rayo, el rayo del conocimiento, de la iluminación, de la fertilidad-felicidad, de la vida y la muerte. Si en este primer poema universal, le roba al héroe Guilgamesh, hombre-semidios, este secreto, en la Biblia, se lo devuelve al hombre a través de Eva. En los dos casos las mujeres (la “modesta” –pues no se menciona por su nombre- esposa de Utanapíshtim y Eva) son las gestoras y trasmisoras de este fundamental conocimiento). Sólo a través de la serpiente sempiterna, o dragón (los puentes ritualísticos de lo que representa a la tierra y el mundo subterráneo o inframundo: la sierpe, y el cielo: el rayo, la conexión), podemos alcanzar este conocimiento hermético, el principal, el secreto para vencer a la muerte (esencia de toda la poesía). La serpiente es la planta sagrada, por eso este animal y estas plantas son satanizadas por el cristianismo. por el sendero de la fe, sino por el del estudio científico serio, disciplinado y erudito, rastreando, buscando en la espesura de nuestros mitos el lugar donde fructifican las manzanas de Apolo y el árbol del Paraíso, que en el fondo no son sino el fruto y el árbol de Dios mismo, que en el fondo no son sino Dios mismo. La poesía es la serpiente del tiempo, su veneno es la inmortalidad, su rayo la inspiración. Cuando Enkidú hecho de barro por la diosa, como el primer hombre -Adánsegún el pasaje bíblico, es “civilizado” por la prostituta sagrada con formas sinuosas de serpiente (sacerdotisa de Ishtar, la Afrodita babilónica), pierde la inocencia como Adán en el Paraíso, ya que los animales del monte, antes sus hermanos, le huyen después de que éste conoce el amor entero u humano que también es el amor sexual. El sexo y las plantas sagradas van íntimamente ligados, no sólo por que las dos estimulan la sensualidad y sexualidad, el erotismo -que va como juego más allá de la reproducción-, si no también por su poder regenerativo y de procreación, mutuamente se espolean, como máquinas del movimiento perpetuo, en la simbiosis fundamental. Igual María Magdalena, guarda relación con esta hieródula, prostituta sagrada, Shámhat, pues Endikú podría ser visto como un cristo primigenio sacrificado (como Prometeo) por entregar el conocimiento (el fuego, el ácido del hongo o de la planta sagrada) más secreto a los hombres. Ea, el dios sumerio es, como Prometeo, el dios que más simpatiza con los mortales, astuto como Ulises, se disculpa con Enlil, el dios más poderoso, pues no revela directamente el secreto de los dioses, sólo lo susurró a través de las paredes de carrizo hasta el sueño de Utanapishtum. La astuta serpiente igual susurró el secreto a Eva. El centro del poema cuneiforme –la primera escritura- es el viaje al inframundo, al reino de los muertos para arrebatar el secreto de los dioses, como el viaje órfico, y como en este relato griego, una distracción se resuelve en un fracaso (después de lograr la proeza de regresar vivos –tanto Gilgamesh como Orfeo, no así Endikú- del viaje al reino de los muertos: Enkindú como Orfeo no hacen caso de las recomendaciones para regresar al reino de los vivos, Orfeo pierde así a su amada y Enkindú su vida: nadie regresa cuerdo o vivo de un viaje enteogénico -viaje sagrado al inframundo-cielo-, si no sigue las recomendaciones necesarias, de ahí la importancia del rito o del ritual.10) que quizá es un fracaso momentáneo para que el misterio siga siendo misterio y siga manteniendo intacto su poder, su poder de seducción, su poder mistérico, iniciático, su poder real, y su poder instructivo, pedagógico. Además el efecto intenso paradisiaco del hongo maravilloso se va desvaneciendo, la sensación de inmortalidad adquirida y de sabiduría infinita, permanece a la larga como lección, como iluminación. Se encuentra y se pierde, se pierde para encontrarse. Finalmente la poesía le concede a Gilgamesh -como a Orfeo- la inmortalidad. Y en las dos epopeyas los dioses conceden excepcionalmente ese don (como a Deméter y Perséfone) –regresar del mundo de los muertos, triunfantes sobre la muerte, que los dos echan en parte a perder- y la serpiente es el intermediario (maléfico y benéfico), en una, porque al morder a Euridice provoca el viaje órfico, en otra, porque le arrebata, el secreto –la Flor- a Gilgamesh “El Inmortal”, lo cual quiere decir que debemos recurrir a ella –en calidad de rayo generador de entéogenos o de iluminación (inspiración, revelación, profecía) para acceder a ese arcano. El poeta es este viajero sagrado que regresa vivo del inframundo, para entregarnos la flor de la inmortalidad con sus secretos esenciales: la poesía. Endikú llega al monte como una piedra del cielo, como una estrella, como la vida llegó a la Tierra, en las bacterias de los meteoritos, de las estrellas fugaces, de los cometas, como la química-inteligencia cósmica que llegó a la sierra oaxaqueña con el hongo sagrado maravilloso. 10 Que se irán convirtiendo y desplegando en las reglas prosódicas, del ritmo, y de la poesía en general. Gilgamesh, antes tirano, es civilizado, por un salvaje, que a su vez, es civilizado, “domesticado” por una hetera, a través de la dulce leche y la miel divina de su flor sexual: el Delta mesopotámico, el lugar donde se localizaba el paraíso, entre los dos ríos de sus piernas, el Éufrates y el Tigris. La madre de la civilización es la diosa madre, en este caso en forma de una sacerdotisa sagrada del amor, de una prostituta divina. A partir de esto Guilgamesh, transforma su violencia física y sexual (su derecho de pernada), en amor, amistad y creatividad, se convierte el gran constructor de su ciudad inmortal. La poesía revela que la vida es un viaje sagrado. Y que la vida humana más alta es la búsqueda de la inmortalidad. Víctor Toledo, poeta mexicano y catedrático de la Universidad de Puebla.