ellibrepensador

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8.sietedías
el nacional domingo 17 de marzo de 2013
.ellibrepensador
Lo que se hereda no se hurta
Mi hija siempre se queja de su herencia, Ella se
lamenta porque no heredó los ojos azules de
su mamá y el pelo rizado de su papá, en lugar
de mi pelo liso y los ojos marrones de él. Por
supuesto, siempre terminamos todos riéndonos del asunto porque se trata de una herencia
involuntaria e inevitable. Pero pronto ya no lo
será: con la programación genética, los padres
escogeremos para los hijos, como en un supermercado biológico, los genes con el color de
ojos apetecido, la piel y el pelo que nos gusten
más, etc. Pero eso tampoco va a solucionar
nada porque, por una cuestión generacional,
casi siempre lo que le gusta a los padres les
desagrada a los hijos. ¿Quién se aguanta
la reclamadera de esos muchachos indignados
por sus ojos verdes,
negros o marrones, o por la blancura lechosa, el
tostado caribeño
o el negro ébano
de su piel? De lo
único que seguramente nadie
se quejará es de
tener el gen de la
delgadez –el más
caro por más solicitado–, ese que hoy día tienen
algunos privilegiados que no
engordan un
gramo aunque estén atragantándose a
toda hora. Forever flacos: qué envidia.
También hay otras herencias que todos
desean: las contantes y sonantes. Lo malo
es que a veces hay herederos que lo quieren todo para ellos y se mueren de la rabia
de pensar que les den a otros lo que creen
que les pertenece exclusivamente. Las
peleas por una herencia tienen una larga
estirpe –desde la de Esaú e Isaac a partir
del famoso plato de lentejas– y en todo
caso son de lo peorcito. Los que gozan –literalmente– un puyero con tales miserias
son los abogados, que sin ser los beneficiarios directos de la fulana herencia
obtienen la mayor tajada, mientras
que a los codiciosos herederos
suele quedarles el repele.
Por otro lado, poniéndose
uno en el lugar del millonario,
debe ser muy desagradable
saber o sospechar que los
herederos, cuando te da una
gripe, una fiebre o una moridera, están ahí, no al pie del
cañón por cariño, sino como
caimán en boca’e caño. Y que
cuando te preguntan: “¿Cómo
estás, cómo amaneciste?”, lo
hacen de verdad, con genuina preocupación, pero no porque te mejores
sino por ver si por fin la Pelona te va a dar
el guadañazo. Y entonces se acercan
y te miran el semblante con
aquella supuesta dulzura (a
ver si estás pálido, ojeroso
o ceniciento), te acarician
amorosamente los cachetes
(para sentirte si estás caliente
o frío o pegostoso de sudor) y te
agarran y soban las manos (para
detenerse un minuto en la muñeca y así tomarte disimuladamente
el pulso y detectarte cómo van la
arritmia o la taquicardia).
A esos, se les debería dar una sorpresita cuando les lean el testamento.
M
Las leyes de Mendel
Gregor Johann Mendel, un monje agustino
nacido en 1822, fue el que estableció las leyes que rigen la herencia. Antes de él existía
un estado de anarquía, pero llegó el agustino y mandó a ordenar. Para su divulgación
y comprensión las enunciamos de seguido:
1ª Ley de Mendel: ley de la uniformidad.
Establece que si todo el mundo se uniforma
todos seremos iguales, al menos en la apariencia y las desigualdades quedarán más
disimuladas. Una persona uniformada puede ser multimillonaria sin que se le note. El
fin último del uniforme es la uniformidad
de pensamiento.
2ª Ley de Mendel: ley de la segregación.
Todo el que piensa diferente debe ser segregado, indultado, desprestigiado, inhabilitado y de ser posible, encarcelado. La segregación tiene como finalidad que la semilla
segregada sienta que la única posibilidad
que tiene es aceptar el color de la semilla
dominante. De no ser así tendrá que ser
acorralada hasta que desista, se vaya del
semillero o venda la semilla en caso de que
sea muy escandaloso expropiarla.
3ª Ley de Mendel: ley de la recombinación
independiente de los factores. Todo dirigente político que desee llamar la atención
y obtener prebendas puede saltar la talanquera. Siempre que sea de aquí pa’llá,
porque de allá pa’cá está expresamente
prohibido en la Ley de Mendel.
Estas leyes que se conocen con el nombre
de Leyes de Mendel y su trabajo no deben
ser confundidos con el realizado por Mendeleiev, aunque fueron contemporáneos.
La actividad de este último tenía que ver
con la tabla periódica de los elementos, una
tabla usada en Rusia para golpear a ciertos
elementos que se daban a la tarea de escribir contra el zar en los periódicos.
L
Mejor en vida que muerto
Nunca he heredado nada de un muerto, pero
tengo muchas cosas valiosas regaladas por
vivos. Algo bueno he de haber hecho para
merecerlo.
En lo que he tenido mala suerte ha sido con
las mujeres que, enloquecidas, alguna vez,
se han enamorado de mí. Ninguna ha sido
millonaria y las que hasta ahora han muerto
no me dejaron sino el recuerdo, cuentas y
un montón de muchachos que he tenido que
criar solo; bueno, ni tan solo, porque desesperado en mi dolor de viudo no pasan dos
meses sin que consiga a otra y allí es cuando
se enredan más las cosas, porque además de
la muchachera, también tengo que empezar
a mantener a la dama en cuestión, a quien,
con el pasar del tiempo, lo que un día le gustó y le parecía lindo de mí, hoy le molesta:
—¡Es que no aguanto más a tus hijos…! Me
voy…
Lo peor es que al irse, exige la mitad de mis
bienes, incluso los que me han regalado mis
buenos amigos.
Con eso de las mujeres que se me alejan
tratando de heredarme en vida, he amoblado
más apartamentos que Traki.
Últimamente, cuando me enamoro, invito
a las damas a pasear en mi viejo LTD 1988 y
las llevo a comer pollo en la avenida Baralt;
si me siguen queriendo después de eso y
vuelven a salir conmigo es una buena señal
de que no quieren heredarme en vida.
Mi familia me critica mucho porque dicen
que soy muy regalón, pero regalarles cosas a
mis amigos me gusta tanto o más que cuando me regalan a mí.
Nunca olvidaré el 4 de mayo del año 1983,
día del cumpleaños de Laureano Márquez.
Ese día le regalé mi Mercedes Benz 280S.
Una joya invaluable en perfecto estado de
conservación. Me encantó ver la cara a ese
Laureano que nunca había tenido ni una
patineta.
Recuerdo que me preguntó:
—Pero Claudio, ¿por qué me regalas esto?
Yo le contesté:
—Para ver tu cara de asombro, Laureano…
Qué bonito es ver a un esperrujío cuando
encuentra un tesoro.
Otro día, Zapata y Mara me invitaron a
una cena y al despedirme, disimuladamente, dejé sobre mi plato vacío una pequeña
cajita que en su interior tenía una sortija de
brillantes diseñada por Coco Chanel, acompañada por una discretísima tarjetica que
decía: “Para ti, Mara”.
Con lo anterior sí que me sorprendí, porque
yo pensaba (y esperaba) que Mara, avergonzada por tan ostentoso regalo, me lo devolviera diciendo algo como:
—No, Claudio… No puedo aceptar semejante obsequio.
Pero no… No pasó nada de nada. Nunca me
dijo ni ñe y lo peor de la vaina es que tengo la
impresión de que alguno de los horrorosos
perros callejeros que habitan en su casa se la
comieron.
Ahora, siempre que voy a casa de los Zapata
Comerlati, veo con disimulo si Mara, su exuberante hija o quizás hasta Pedro León deslumbran sus dedos con un envidiable anillo
de brillantes. Pero otra vez: ¡nada! Esos seres
andan con esos deos pelaaaaaossss.
No sé por qué pienso que la inesperada y
obvia bonanza de esa casa tiene que ver con
mi anillo Coco Chanel, valorado en 100.000
dólares. Creo que nunca lo sabré.
Ya para finalizar, le recomiendo a usted,
querido lector, no morir sin hacer realidad
su herencia, no la que va a recibir, sino la que
usted le debe a la gente que lo quiere en vida.
Recuerde que no hay tiempo, lo que sí hay
son muchos malandros asesinos en la calle y
daría mucha rabia que después de que usted
muera (podría ser hoy) su patrimonio sea repartido hasta con personas que nunca quiso.
C
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