Paradigma constitucional y derechos civiles y políticos en la

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Paradigma constitucional
y derechos civiles y políticos
en la Constitución de Venezuela
Juan Montaña Pinto 1
Resumen
A propósito de los acontecimientos políticos que han sacudido Venezuela
en los últimos días, en el presente escrito se realiza un estudio critico del
régimen de los derechos fundamentales de la Constitución venezolana de
1999 a la luz de los postulados generales de lo que se conoce como “Nuevo
Paradigma constitucional latinoamericano”. La tesis central del artículo
es que no obstante las manifestaciones que contiene la Constitución que
formalmente corresponden a la más avanzada dogmática constitucional
contemporánea, la Constitución de Venezuela de 1999 tiene importantes
problemas de incoherencia respecto al modelo constitucional que se ha
desarrollado en América Latina desde mediados de los años 80 que se
basan en la constitucionalización de las normas del derecho internacional
de los derechos humanos derivados del énfasis que la Asamblea
Constituyente le dio a los problemas político - institucionales relacionados
con la necesidad de transformar el modelo territorial del Estado y con la
sacralización del poder constituyente, en desmedro de la parte dogmática
de la Constitución, lo que ha impedido su consideración como
Constitución verdaderamente normativa.
Palabras Claves: Paradigma Constitucional, Derechos Civiles y Políticos,
Constitución Normativa.
Introducción
Ante la perplejidad que han causado en la opinión pública el Golpe de
Estado promovido en Venezuela contra el gobierno presidido por Hugo
1.
Investigador del Instituto Iberoamericano de Estudios Constitucionales de la Universidad de Alicante.
39
Chávez, en los últimos días ha aparecido en periódicos y revistas
especializadas una buena cantidad de estudios y comentarios que, desde
las más variadas disciplinas científicas intentan explicar el
pronunciamiento militar que depuso y volvió a reponer al Presidente
constitucional venezolano y que en el interregno de unas pocas horas
impuso al presidente de la patronal como jefe de un supuesto gobierno de
transición. La mayoría de los análisis explican el frustrado Golpe de
Estado utilizando para ello las conocidas teorías elitistas de la Democracia
según las cuales “la democracia no son solo votos sino también usos”. En
ese sentido el pronunciamiento de la cúpula militar encabezado por el
General Efraín Vázquez se justificaría como la única alternativa posible
que le quedaba a la fragmentada sociedad civil venezolana frente al uso y
abuso que Chávez habría hecho de la legitimidad democrática que le
habían dado los votos de más del 80% de la población.
Lo más preocupante de la teoría es que hecha por tierra los valores
democráticos que dice defender, pues ante la crisis política que desde
Diciembre vive Venezuela, opta por la legitimación de soluciones Ad –
Hoc, borrando de un plumazo los canales institucionales que la propia
Constitución de 1999 prevé para este caso, como pueden ser los diversos
mecanismos que el sistema de “democracia plebiscitaria” establecido en la
Constitución de 1999 preveía. Efectivamente ante la crisis de
gobernabilidad derivada de la puesta en vigor de los famosos 49 Decretos
– Leyes con la que Chávez pretendía llevar adelante su particular
revolución bolivariana, los defensores de la democracia liberal en
Venezuela y en el mundo entero prefirieron en camino violento del Golpe
Militar antes que acudir a la aplicación estricta de la Sección Segunda del
Titulo IV de la Constitución que reconoce tres clases de referéndum a
través de los cuales se hubiera podido dar legitimidad a la decisión popular
de acabar con el supuesto abuso de poder del régimen chavista: En primera
instancia el referéndum consultivo para determinar el grado de apoyo
popular a las medidas propuestas por Chávez, en segundo término el
referéndum abrogatorio en caso de que la población considerara necesario
derogar cada uno de los Decretos – Ley que provocaron la crisis y por
ultimo y en caso extremo el referéndum revocatorio. Ninguna de estas
soluciones democráticas se utilizaron durante la crisis.
Ahora bien, en ninguna de las explicaciones que se ha dado al golpe se
mencionan las razones de tal “degradación constitucional” al punto de
convertir a la Constitución de 1999 en una “Hoja de Papel”. El objetivo
de este texto es precisamente intentar dar una explicación a este
fenómeno desde un punto de vista técnico constitucional. La tesis que
se sostiene en el artículo es que no obstante las grandilocuentes
40
manifestaciones que contiene la Constitución que corresponden
formalmente a
la más avanzada dogmática constitucional, la
Constitución de Venezuela de 1999 tiene importantes problemas de
incoherencia respecto al modelo constitucional que se ha desarrollado en
América Latina desde mediados de los años 80 que se basan en la
constitucionalización de las normas del derecho internacional de los
derechos humanos. Ciertamente de acuerdo con la interpretación que
aquí se defiende la crisis política que actualmente vive Venezuela tiene
su origen en el propio diseño constitucional aprobado por la Asamblea
Constituyente, puesto que éste en lugar de modernizar el régimen de los
derechos fundamentales y privilegiar su eficacia como fundamento
objetivo del régimen constitucional, le dio un excesivo énfasis a la
solución de los problemas institucionales creados por el régimen
puntofijista. Ese desequilibrio entre la parte dogmática y la parte
orgánica en beneficio de esta última permite entender porque ante la
crisis la ciudadanía dio tan escasa importancia a los mecanismos
constitucionales que garantizaban los derechos y las libertades.
Para ello en primera parte del texto se comparan los rasgos esenciales de
la “vía latinoamericana de Constitucionalismo”
frente a las
características mas significativas de la revolución constitucional
venezolana. En segundo término, a través de un análisis de un análisis
comparado de las normas que configuran el sistema de garantías de los
derechos civiles y políticos de la Constitución venezolana actualmente
vigente respecto de su antecesora, se demuestra que la regulación de los
derechos fundamentales es una copia casi textual de la Constitución de
1961. Finalmente y a manera de conclusión se analiza la precariedad del
sistema de garantías jurisdiccionales de los derechos fundamentales
vigente en Venezuela, y en particular del recurso de Amparo que como
se demuestra en el escrito tiene serías limitaciones para garantizar los
derechos constitucionales de participación política, la mayoría de los
derechos económicos sociales y culturales, y todos los derechos de tercera
generación, que al día de hoy carecen de eficacia normativa, cuya
realización efectiva constituye la justificación moral no solo del Estado
Social y Democrático de Derecho, sino de la propia Revolución
Bolivariana propuesta por Chávez.
Algunas consideraciones sobre los rasgos esencales de la Revolución
Constitucional Venezolana
1. En América Latina, en los últimos 20 años, ha tenido lugar un intenso
proceso de cambios constitucionales que han transformado de forma
41
sustancial el contexto institucional en la mayoría de los países del área.
Ahora bien, esta nueva ola constitucional tiene una serie de particularidades
que la singularizan respecto a otras experiencias constitucionales
desarrolladas en otros lugares del planeta, hasta el punto que algunos
autores consideran que en la región ha surgido un nuevo paradigma
Constitucional totalmente autónomo de los modelos clásicos del
constitucionalismo. Los rasgos esenciales que caracterizarían esta nueva ola
constitucional son: a) la adopción de un modelo de democracia
participativa, b) la actualización del discurso federalista y descentralizador,
c) la constitucionalización de las modernas tendencias del derecho
internacional de los derechos humanos, d) el reconocimiento al carácter
multiétnico y pluricultural de las naciones latinoamericanas, e) la
transformación del tradicional paradigma difuso de control constitucional
latinoamericano por un modelo mixto más cercano al arquetipo europeo
de inspiración Kelseniana, f) el fortalecimiento del papel de la rama judicial
dentro de la arquitectura constitucional,
y finalmente, g) la
constitucionalización del programa político de la integración política y
económica de toda América Latina.(FIX ZAMUDIO, 1996: 43 a 87)
2. Desde la promulgación de la Nueva Constitución de Venezuela, en
diciembre de 1999, frecuentemente se ha discutido acerca de la
naturaleza de la revolución venezolana y en particular respecto de la
filiación ideológica del cambio constitucional. Mientras los enemigos
del proceso insisten en que la Ley fundamental venezolana de 1999 es
un engendro populista producto del liderazgo personalizado de Chávez
que contradice los postulados básicos de la cultura constitucional
occidental, sus defensores consideran que Constitución venezolana
vigente constituye el ejemplo más acabado de ese nuevo arquetipo
Constitucional Latinoamericano. En ese contexto, parece útil que antes
de iniciar el estudio concreto del régimen de los derechos civiles y
políticos en la nueva Constitución Venezolana intentemos establecer
su grado de identidad con ese modelo al que hemos hecho mención.
En efecto, cuando Chávez plantea la necesidad de hacer una
“revolución democrática” en Venezuela, que saque al país caribeño de la
crisis política e institucional producida por la quiebra del sistema
político populista inaugurado en 1958 con los acuerdos del Punto Fijo,2
(REY, 1999: 544 y sig.) estructura su plan de acción en cinco columnas
o polos que en su opinión harán posible la transición de Venezuela
hacia una verdadera democracia participativa y pluralista: 1) el
desarrollo de un proceso constituyente de carácter permanente que
transformara la totalidad de las instituciones; 2) la conformación de un
2. El sistema político venezolano del Punto Fijo se basaba en el desarrollo de un capitalismo de Estado fundamentado
en la redistribución de la renta petrolera a través de un complejo modelo institucional cuyo centro se ubica en la
existencia de dos partidos hegemónicos que dominan y monopolizan la actividad y el panorama político a través
del manejo consensual , rentista y populista de los poderes y recursos públicos.
42
nuevo modelo de sociedad basado en la búsqueda del equilibrio y la
igualdad social; 3) el cambio del modelo económico exclusivamente
basado en la explotación petrolera transformándolo en un sistema
multidimensional de producción; 4) la transformación del modelo
territorial del Estado, eliminando la antigua paradoja entre un modelo
de Estado formalmente federal y una acción institucional
hipercentralizada que ha producido una alarmante profundización de
las diferencias socioeconómicas entre el centro y la periferia; y
finalmente, 5) la redefinición del papel de Venezuela en el contexto
internacional.(CHÁVEZ FRIAS, 1996) Teniendo en cuenta el enfoque
estrictamente jurídico de este estudio, se concentrará el análisis en los
dos elementos que tienen más directa incidencia en la configuración de
la teoría de la Constitución: el problema de la potencialidad y
profundidad del proceso constituyente y sus límites, y la cuestión de la
profundidad de los cambios sufridos en la forma del Estado Venezolano.
3. Comenzando por el final, esto es, en relación a la profundidad de las
transformaciones sufridas por la estructura territorial del Estado a raíz del
cambio constitucional, encontramos que uno de los objetivos
prioritarios del proyecto constitucional chavista fue la eliminación de
la paradoja existente entre la formulación del artículo 2 de la
Constitución de 1961 según el cual la República de Venezuela era un
Estado Federal3 y la arquitectura institucional diseñada por la propia
Constitución absolutamente centralizada.
En efecto, el fracaso del proceso descentralizador que comenzó en
Venezuela a fines de los años 80 trasladó al interior de la Asamblea
Constituyente el viejo debate sobre el perfil del Estado de tal suerte que en
la discusión constitucional hicieron presencia los cuatro modos
tradicionales de entender la cuestión territorial apareciendo propuestas
que propendían por la consagración constitucional de un federalismo
radical que implicara la transferencia inmediata de la mayoría de las
competencias públicas a los Estados quienes debían ejercerlas de forma
exclusiva; iniciativas de federalismo cooperativo, que como es sabido, hace
descansar todo el sistema sobre la base de la coordinación y cooperación
entre los niveles federal y Estadual a través de un sistema de competencias
concurrentes, lo cual implica la creación de mecanismos e instrumentos
de concertación y negociación y del fortalecimiento de las instancias
judiciales de resolución de los conflictos competenciales; proposiciones de
conservación del modelo federal de la Constitución de 1961 y que
insistían únicamente en la realización efectiva de un radical programa de
descentralización administrativa, de tal suerte que únicamente se
descentralizara la ejecución de las políticas públicas, dejando en manos del
3. El artículo 2 de la Constitución Venezolana de 1961 determinaba: “La República de Venezuela es un EstadoFederal,
en los términos consagrados en esta Constitución.”
43
poder central las competencias de formulación de las mismas; y
finalmente, propuestas minoritarias que consideraban que la Asamblea
Constituyente era la oportunidad para corregir el error histórico del
ensayo descentralizador realizado en la última década y por lo tanto
propendían por el reconocimiento constitucional del talante unitario y
centralista de la sociedad venezolana, de tal suerte que de acuerdo con
sus defensores, la fracasada descentralización debía cambiarse por un
poderoso sistema de desconcentración de competencias, que a la vez que
permitiera hacer mas eficaz la prestación de los cometidos estatales,
mantuviera la cohesión y la unidad del ordenamiento.
Ahora bien, al leer el artículo 4 de la Constitución de 1999, que
determina que “La República Bolivariana de Venezuela es un Estado
federal descentralizado en los términos consagrados por esta
Constitución, regido por los principios de integridad territorial,
cooperación, solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad”, parece
claro que la Asamblea Constituyente, se decantó por la tesis del
federalismo cooperativo defendido por el Polo Patriótico del presidente
Chávez, puesto que además de establecer para cada uno de los niveles
estatales, (Federal, Estatal y Municipal) un número significativo de
competencias autónomas, también consagra la obligación de crear
órganos de coordinación y corresponsabilidad cuya función es
garantizar la
cooperación y la solidaridad entre las distintas
administraciones4. Sin embargo, si se hace una lectura más crítica y
cuidadosa del régimen competencial establecido en la Constitución, se
concluye que esta manifestación del poder constituyente tendría un
carácter más bien programático puesto que desconociendo aquel
principio medular de la forma federal del Estado, (en virtud del cual la
distribución de competencias entre los distintos niveles de gobierno
debe hacerse de tal manera que garantice la primacía del nivel
intermedio, que como se sabe, constituye la unidad política primaria en
los Estados compuestos), inexplicablemente la Constitución de 1999
mantiene un claro desequilibrio en beneficio del poder central del
Estado al otorgarle a éste las competencias públicas más relevantes tal
como se desprende de la simple lectura del artículo 156 constitucional.
Ciertamente en Venezuela el nivel central no solo ejerce las típicas
competencias de los Estados federales relacionados con la representación
internacional, la defensa de los intereses generales, la política de
seguridad y defensa, la regulación de la Banca central, o la
administración de Justicia, sino que además conserva para si
atribuciones que
en cualquier sistema federal medianamente
4.
El artículo 166 de la Carta que dispone la obligación de crear en cada estado un Consejo de Planificación y Coordinación de Políticas
Públicas a nivel Estatal, el artículo 182 de la Constitución establece la obligación de crear en todo municipio un Consejo Local de
Planificación Pública, y el artículo 185 crea el Consejo Federal de Gobierno como un órgano constitucional encargado de la planificación y coordinación de políticas y acciones para el desarrollo del proceso de descentralización y transferencia de competencias del
Poder Nacional a los Estados y Municipios.
44
desarrollado serían de titularidad estatal, tales como el desarrollo de
la política de explotación y comercialización de los recursos naturales, las
competencias en materia de obras publicas, las políticas en materia de
sanidad, vivienda, medio ambiente, aguas, turismo y ordenación del
territorio, la regulación de los servicios de educación y salud, las políticas
agrícola, ganadera, pesquera y forestal; el régimen general de transporte
etc.5, con lo cual, la tan anunciada autonomía política, administrativa
y fiscal de los Estados6 y Municipios 7, parece haber quedado reducida a
una mera manifestación retórica.
En definitiva, en el nuevo constitucionalismo venezolano, la
profundización del modelo federal de tal suerte que se eliminaran las
distorsiones entre el centro y la periferia, como propuso Chávez en el
programa revolucionario que lo llevo al poder,(CHÁVEZ FRIAS, 1996)
sigue siendo más un deseo que una realidad, puesto que la normativa
constitucional relativa a la distribución de competencias no parece
adecuada al fortalecimiento de los entes locales, de tal suerte que el
federalismo en Venezuela al día de hoy parece seguir siendo una
formulación prácticamente vacía sin reflejo en la práctica institucional
real, que se asemeja más al clásico modelo de desconcentración
defendido por los cultores de la concepción tradicional del derecho
administrativo francés, que a un Estado federal real.
4. El segundo aspecto que desde la perspectiva de un derecho
constitucional crítico nos interesa resaltar del programa revolucionario
del Presidente Hugo Chávez, es aquel relativo al devenir del proceso
constituyente. Sobre esta cuestión es importante resaltar que desde los
comienzos de la crisis, (BAUTISTA, 1997: 69 a 74) en el imaginario
colectivo de los venezolanos el cambio constitucional era considerado
como requisito sine qua non de la recuperación de la gobernabilidad
democrática; (MÁRQUEZ y FIGUEREDO, 2001) la reforma constitucional
era percibida como el único camino posible para recuperar la eficacia,
legitimidad y respaldo social de la función de gobierno, (COMBELLAS
1998) puesto que si algún mensaje había quedado claro en la ciudadanía
venezolana después de la severa crisis política de 1992, era la convicción
de la inutilidad de la Constitución de 1961 para restaurar la gobernabilidad
perdida, puesto que se había convertido en una “Hoja de Papel”
totalmente incompatible con la Constitución Real, y por tanto inservible
5.
6.
7.
Sobre las competencias del denominado poder público nacional ver el Artículo 156 Constitución de 1999.
El Artículo 159 de la Constitución de Venezuela determina: “Los Estados son entidades autónomas e iguales en lo político, con personalidad jurídica plena, y quedan obligados a mantener la independencia, soberanía e integridad nacional, y a cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes de la República.”
El Artículo 168 de la Constitución de 1999 estipula: “Los Municipios constituyen la unidad política primaria de la organización nacional, gozan de personalidad jurídica y autonomía dentro de los límites de la Constitución y de la ley. La autonomía municipal comprende: 1. La elección de sus autoridades; 2. La gestión de las materias de su competencia; 3. La creación, recaudación e inversión de
sus ingresos. Las actuaciones del Municipio en el ámbito de sus competencias se cumplirán incorporando la participación ciudadana al proceso de definición y ejecución de la gestión pública y en el control y evaluación de sus resultados, en forma efectiva, suficiente y oportuna, conforme a la ley. Los actos de los Municipios no podrán ser impugnados sino ante los tribunales competentes,
de conformidad con la Constitución y la ley.”
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a los efectos del cumplimiento de las cuatro funciones básicas que debe
cumplir toda carta fundamental: fundamentación de la legitimidad,
estabilización del sistema político y ordenación del sistema jurídico e
integración nacional.
Una vez clarificado que la reforma constitucional era el camino más
adecuado para llevar a buen puerto la revolución democrática exigida por
la ciudadanía, quedaba la cuestión de determinar tanto el método a
través del cual se elaboraría la nueva Constitución, como las materias
objeto de reforma. No se debe olvidar que en un primer momento se
planteó hacer la reforma utilizando los canales institucionales
establecidos en la Constitución de 1961, especialmente el procedimiento
estipulado en el artículo 2468, de acuerdo con el cual el Congreso de la
República era la institución legitimada para adelantar el proceso, el cual
una vez concluido debía ser sometido a referéndum popular, quedando
la nueva Constitución sancionada en el momento de su ratificación por
la mayoría de los votantes. Una vez que por falta de voluntad política, el
Congreso fracasó estruendosamente en la tarea de reformar la
Constitución, al dejar aparcada la propuesta de reforma presentada por la
Comisión bicameral creada para tal efecto (COPRE), no quedo otra vía
distinta que la convocatoria directa de una asamblea constituyente que
confeccionara el nuevo texto constitucional, sin tener en cuenta las
limitaciones formales que establecía el procedimiento constitucional, vía
por lo demás avalada por la exitosa experiencia colombiana de 1991.
Y es precisamente el fracaso de los caminos institucionales provenientes
del “antiguo régimen” en su tarea de adecuarse a los nuevos tiempos y a
las nuevas necesidades de la población, el que permite explicar el énfasis
marcadamente institucional que adquirió el debate constituyente, y que
se refleja en las materias que prioritariamente fueron abordadas por la
Asamblea. En efecto, además de la transformación del modelo federal,
la Constituyente consideró, que la consagración de la democracia
participativa y el establecimiento de controles ciudadanos al ejercicio
del poder a través de la vía del referéndum revocatorio, eran las mayores
aspiraciones ciudadanas, medidas que debían ser complementadas con
la reforma de las ramas del poder, en especial del cuestionado poder
judicial, la incorporación de la figura del primer ministro como un freno
a la concentración del poder en manos del presidente, la reforma del
sistema representativo y su reemplazo por un modelo Sui Generis de
8.
El Artículo 246 de la Constitución de 1961 establece lo siguiente: “Esta Constitución también podrá ser objeto de reforma general,
de conformidad con el siguiente procedimiento: 1. La iniciativa deberá partir de una tercera parte de los miembros del Congreso, o
de la mayoría absoluta de las Asambleas legislativas en acuerdos tomados en no menos de dos discusiones por la mayoría absoluta
de los miembros de cada asamblea. 2. La iniciativa se dirigirá a la presidencia del Congreso, la cual convocará a las cámaras a una
sesión conjunta con tres días de anticipación por lo menos, para que se pronuncie sobre la procedencia de aquella. La iniciativa será
admitida por el voto favorable de las dos terceras partes de los presentes. 3.Admitida la iniciativa, el proyecto respectivo se comenzará a discutir en la cámara señalada por el congreso y se tramitará según el procedimiento establecido en la constitución para la formación de las leyes. 4. El proyecto aprobado se someterá a referéndum en la oportunidad que fijen las cámaras en sesión conjunta,
para que el pueblo se pronuncie a favor o en contra de la reforma. El escrutinio se llevará a las cámaras en sesión conjunta, las cuales declararan sancionada la nueva constitución si fuere aprobada por la mayoría de los sufragantes de toda la república.”
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democracia denominado “multirepresentativo”, que combina las
instituciones propias de la democracia liberal, (especialmente el voto
universal y directo) con otros mecanismos de representación orgánica de
los diferentes sectores de la sociedad civil, eliminando la intermediación
de los partidos, (GUEVARA, 2001) y finalmente la ampliación de los
instrumentos de reforma constitucional, con la incorporación de la
Asamblea Nacional Constituyente, como instrumento exclusivo de
reforma total de la Constitución9.
El régimen de los derechos civiles y políticos en la Constitución
Venezolana de 1999.
5. Visto el contexto político institucional en el que se inscribe la
revolución constitucional promovida por Chávez podemos iniciar ya el
examen de la regulación de los derechos Civiles y Políticos en la
Constitución venezolana de 1999, haciendo énfasis en los cambios que
estos derechos han sufrido respecto al régimen constitucional de 1961.
Para ello es conveniente realizar una comparación crítica entre los dos
sistemas de protección de la llamada “primera generación de derechos”.
Comenzaremos pues
el análisis estudiando el régimen de la
nacionalidad y ciudadanía por cuanto a pesar de que en muchas
constituciones del mundo la nacionalidad no hace parte del catalogo de
derechos fundamentales en sentido estricto, lo cierto es que tanto en la
Constitución de 1961 como especialmente en la de 199910, la
nacionalidad además de ser el vinculo jurídico que sirve para asignar la
titularidad de muchos de los derechos a los que debemos hacer
referencia, es considerada un atributo de la personalidad, es decir un
derecho subjetivo fundamental y por consiguiente, no es factible hacer
un examen de los derechos de participación y autonomía sin hacer
alusión al régimen jurídico de la Nacionalidad. En segundo término,
siguiendo el orden establecido en cada una de las constituciones
examinaremos los puntos en común y las diferencias en el tratamiento
de los derechos civiles más significativos en particular el derecho a la
vida, los derechos relacionados con la libertad y seguridad de las
personas, la inviolabilidad del domicilio y demás derechos que
garantizan la intimidad de las personas, el debido proceso, la libertad de
circulación, el derecho de libre asociación y reunión, la libertad de
9.
El titulo IX de la Constitución de 1999 estructura el procedimiento de reforma de la Constitución a través de tres mecanismos autónomos: en primer lugar, la Enmienda, que tiene por objeto la adición o modificación puntual de uno o varios artículos de la constitución, (Artículo 340); En segúndo término encontramos la Reforma constitucional stricto Sensu que tiene por objeto la revisión
parcial de la constitución y la sustitución de una o varias de sus normas, siempre y cuando no se modifique la estructura fundamental
del texto constitucional, (Artículo 342); y en tercer lugar tenemos la Asamblea Nacional Constituyente, que busca la transformación
del Estado, la Creación de un nuevo ordenamiento jurídico y la redacción de una nueva constitución. (Artículo 348)
10. Efectivamente, mientras la Constitución de 1961 regula la cuestión de la Nacionalidad en un titulo diferente al de los derechos, la
Constitución de 1999 da un paso más adelante en la estricta dependencia entre Nacionalidad y Titularidad de los derechos pues
establece directamente como uno de los Capítulos de su Titulo III que trata de los Deberes, Derechos Humanos y Garantías a la
nacionalidad y ciudadanía.
47
pensamiento y la libertad religiosa y de conciencia. Finalmente nos
detendremos en el análisis de las transformaciones en el sistema
constitucional de los derechos políticos, derivadas de la adopción del
modelo de democracia participativa y multirepresentativa.
6. En lo atinente a la primera cuestión debemos recordar que la teoría
política emplea la palabra pueblo en tres sentidos diferentes: a) como
conjunto humano; b) como colectividad organizada en un Estado; y
finalmente, c) como cuerpo electoral. Cuando nos situamos en el plano
de la segunda definición propuesta, esto es, en el escenario de la relación
de reciproca dependencia que existe entre el Pueblo y el Estado,
debemos necesariamente acudir a las nociones de Nacionalidad y
Ciudadanía, que son las que desde los orígenes del régimen liberal han
explicado y modelado esa relación de dependencia. No en vano la
nacionalidad es entendida como aquel vinculo jurídico político que une
a la persona con el Estado.
Ahora bien, el primer aspecto que debemos considerar al hablar de la
vinculación entre titularidad de los derechos y el concepto de
nacionalidad es el que tiene que ver con la función que este concepto ha
cumplido en el derecho moderno. Como es sabido, para el derecho
estatal la atribución y por ende la titularidad de los derechos depende
de la calidad del vinculo existente entre los individuos y el Estado. No
debemos olvidar que para la teoría clásica del derecho la nacionalidad es
uno de los atributos de la personalidad y en tal virtud, toda persona por
el hecho de serlo tiene derecho a tener una nacionalidad, incluyendo el
derecho a disponer de ella, e incluso la facultad de renunciar y optar por
otra de conformidad con lo estipulado en el artículo 10 de la declaración
Universal de los derechos Humanos de 1948.
7. Recordemos que existen principalmente tres sistemas de atribución de
la nacionalidad de origen: el ius soli, el ius sanguini, y el ius domicili. En
atención al Ius Soli son nacionales de un Estado aquellos que nacen en su
territorio. En virtud del Ius Sanguini ostentan ese carácter los hijos de
padres que tengan la nacionalidad de ese Estado. Finalmente, el Ius
Domicili otorga la condición de nacionales a aquellas personas que tengan
como domicilio, de forma permanente, el territorio de un Estado. Para la
Constitución de 1961 existían dos clases de nacionalidad una de origen o
de nacimiento y otra adquirida en virtud de la naturalización. Respecto a
la nacionalidad de nacimiento o de origen dicha Carta Fundamental
atribuía tal condición utilizando como criterio general el Ius soli de suerte
tal que todas las personas que hubieren nacido en el territorio de la
República de Venezuela eran reputados Venezolanos (artículo 35 ordinal
48
Primero) excepción hecha de los hijos de los diplomáticos acreditados ante
el gobierno venezolano, quienes al momento de nacer y en virtud de lo
establecido en el derecho internacional, adquirían la nacionalidad de sus
padres. Como criterio subsidiario la Constitución de 1961 aplicaba
también el Ius Sanguini y el Ius Domicili. El primero a los nacidos en
territorio extranjero cuyos padres fueran venezolanos por nacimiento, que
obtenían automáticamente la nacionalidad venezolana (Artículo 35
Ordinal Segundo). El Ius Domicili por su parte se aplicaba como criterio
acumulativo al Ius Sanguini para otorgar la nacionalidad de origen a los
hijos de padre o madre venezolano nacidos en el extranjero, a quienes para
ser considerados venezolanos además del vínculo de parentesco se les
exigía el establecimiento de su residencia en el territorio de la República
antes de llegar a la mayoría de edad o en su defecto, una declaración
inequívoca de la voluntad de acogerse a la nacionalidad venezolana,
manifestación que debía producirse antes de cumplir los 25 años de edad.
Como su nombre lo indica, la nacionalidad derivada de la naturalización
es aquella que no es originaria. En la regulación constitucional de 1961,
este tipo de nacionalidad tenía dos fuentes diversas: en primer lugar 1)
la otorgada por imperativo Constitucional y Legal con ocasión de una
manifestación inequívoca de voluntad del interesado; y en segundo
término, 2) la resultante de un acto jurídico discrecional del Estado.
En relación con la naturalización por imperativo Constitucional o legal
el artículo 37 de la Constitución de 1961 consideraba tres hipótesis
diferentes de nacionalidad derivada: a) el caso de la mujer casada con
venezolano; b) el caso de los menores de edad extranjeros a la fecha de
la naturalización de sus padres; y finalmente c) el caso de los menores de
edad extranjeros adoptados por un venezolano. En relación con las
condiciones para la obtención del derecho debemos decir que en evento
de la extranjera casada con venezolano bastaba con la manifestación de
su intención de hacerse Venezolana para adquirir automáticamente la
nacionalidad. Se le exigía únicamente la acreditación del hecho del
matrimonio y la prueba de la nacionalidad del marido. Si nos ubicamos
en la segunda hipótesis, es decir en el caso de los extranjeros menores de
edad al momento de la naturalización de sus padres o representantes
legales, para hacerse venezolanos debían hacer la declaración de querer
obtener la nacionalidad antes de cumplir 25 años. Respecto a la
hipótesis de naturalización
de los extranjeros menores de edad
adoptado por un venezolano naturalizado, el ordenamiento
constitucional establecía que para su obtención debían cumplirse los
mismos requisitos que en la segunda hipótesis.
49
Ahora bien, es importante resaltar que de la aplicación de esta hipótesis
surge un curioso caso de discriminación en contra de la mujer
establecido en la regulación constitucional de la nacionalidad derivada
por imperativo legal puesto que de la lectura del citado artículo 37
constitucional se deduce que mientras el hombre transmitía a su mujer
directamente el derecho a solicitar al nacionalidad, en el caso contrario,
esto es, si fuese la mujer quien estuviese casada con un extranjero esta
transmisión no se hace directamente por imperativo constitucional.
En lo que atañe a la regulación de la naturalización administrativa
discrecional, si bien el ordenamiento jurídico anterior a la Constitución
de 1999 no ofrece un excesivo interés al comentarista, no sobra resaltar
algunas de sus líneas generales puesto que, como se verá a continuación,
esta regulación tenía consecuencias en relación con la vigencia de los
derechos fundamentales. Así pues se establecían dos hipótesis de
naturalización discrecional, una de origen constitucional y otra de
fuente legal donde se contemplan varios eventos en los cuales las
personas gozaban de facilidades en lo que se refiere al otorgamiento de
la carta de naturalización. El caso de Naturalización discrecional de
origen constitucional lo encontramos regulado en el ordinal segundo
del artículo 36 de la Constitución de 1961 que establece un régimen
privilegiado aplicable a los nacionales españoles o latinoamericanos de
nacimiento, que de acuerdo con esta disposición gozaban de facilidades
especiales para la obtención de la carta de naturaleza. Por su parte el
sistema legal contempla variadas hipótesis de otorgamiento discrecional
de la carta de naturalización que para efectos descriptivos podemos
reunir en dos grupos: Un primer conjunto es aquel que se refiere a todas
aquellas situaciones que se relacionan con el concepto jurídico
indeterminado de “arraigo” se encontraba estipulado en el artículo 6 de
la ley de naturalización, que establecía a modo de ejemplo algunos casos
en los que se presume el arraigo y que por lo tanto posibilitan a la
Administración el otorgamiento de la carta de naturaleza entre los cuales
encontramos a) el hecho de estar casado con una venezolana; b) tener
bienes inmuebles en el país; c) tener una larga residencia en el país; d)
tener en Venezuela hijos sujetos a su patria potestad; y e) haber
estudiado en una universidad venezolana. Un segundo grupo hacía
referencia a las personas que hubiesen prestado un servicio o hubiesen
sido útiles a Venezuela y a la humanidad.
Finalmente, en la Constitución Venezolana de 1961 se encontraba
plasmado aquel conocido principio de derecho público liberal, según el
cual y como consecuencia de la relación de exclusividad predicable de los
vínculos entre individuos y el Estado, a cada persona le corresponde una
50
única nacionalidad, cuya manifestación práctica eran la prohibición
constitucional de acumulación de nacionalidades en cabeza de un
individuo y el régimen de perdida y recuperación de l nacionalidad
estipulado en los artículos 39 y 40 de carta de 1961. En lo concerniente
a la perdida de la nacionalidad la Constitución de 1961 creaba un derecho
diferenciado según se tratara de un caso de nacionalidad de origen o de
naturalización. De acuerdo con el ordinal primero del Artículo 39 la
nacionalidad originaria solo se perdía “por opción o adquisición voluntaria
de otra nacionalidad” mientras que la naturalización se podía perder por
revocación judicial del acto administrativo que la hubiese concedido,
revocación que se encontraba sujeta a la existencia de una de las causales
establecidas en el artículo 11 de la ley de naturalización de 1955 y que a
grandes rasgos obedece a tres grandes hipótesis: a) a la adquisición de otra
nacionalidad, b) por la realización de actividades sediciosas contra el país
o que atenten contra el bienestar de la Humanidad y c) la caducidad de la
naturalización por ausencia del territorio nacional dentro de los cinco
años siguientes a la adquisición de la nacionalidad. Ahora bien, la
cuestión de la perdida de la nacionalidad en estricto sentido solo se
produce para los naturalizados. Los Venezolanos de origen no pierden
jamás su vínculo con Venezuela, pues cuando adquieren otra
nacionalidad la originaria queda latente. Este es precisamente el sentido
del Artículo 40 de la Constitución que determina que “La nacionalidad
venezolana por nacimiento se recupera cuando el que la hubiese perdido se
domicilia en el territorio de la República y declara su voluntad de recuperarla, o
cuando permanece en el país por un periodo no menor de dos años.”
Toda esta compleja regulación de la Nacionalidad no sería significativa si
no estuviese estrechamente ligada a la cuestión de la titularidad de los
derechos. Ciertamente, la Constitución de 1961 establecía como regla
general el principio de la igualdad de los Extranjeros y los Venezolanos
ante la Ley.11 Sin embargo, la diferenciación se hace relevante a la hora de
regular los derechos políticos, pues estos están reservados a los
venezolanos, excepción hecha de las elecciones municipales a las cuales
los extranjeros que tuvieran más de 10 años de residencia en el país tenían
derecho a acudir como candidatos y por supuesto como votantes.12
8. Examinados los caracteres esenciales del régimen jurídico de la
nacionalidad en la Constitución de 1961, corresponde fijar la atención en
la ubicación de los principales cambios introducidos por la Constitución
de 1999. La primera transformación importante introducida por la nueva
11. El artículo 45 de la Constitución de 1961 determina: “Los Extranjeros tienen los mismos derechos que los
Venezolanos, con las limitaciones o excepciones establecidas en la Constitución y en las Leyes. Los Derechos Políticos
son privativos de los Venezolanos, salvo lo que dispone el artículo 111. Gozaran de los mismos derechos que los
Venezolanos de nacimiento los Venezolanos por naturalización que hubiesen ingresado al país antes de cumplir los
siete años de edad y residido permanentemente hasta alcanzar la mayoría”.
12 El ordinal segundo del Artículo 111 de la Constitución de 1961 establecía: “El Voto para elecciones municipales podrá
hacerse extensivo a los extranjeros, en las condiciones de residencia y otras que la ley Establezca”
51
carta en la regulación de la Nacionalidad es su consagración como parte
del catalogo de derechos fundamentales. En efecto, desde el punto de
vista dogmático, no se trata de un cambio meramente formal puesto que
sin perjuicio de la manifestación del artículo 22 constitucional según el
cual “ la enunciación de los derechos y garantías contenidos en la constitución
(...) no debe entenderse como negación de otros que no figuren expresamente en
ellos(...)” esta ubicación implica el reconocimiento explicito del vinculo
que desde siempre ha existido entre la Nacionalidad y el ejercicio de los
Derechos, dotándolo de todas las garantías procésales que la teoría de la
Constitución otorga a los Derechos Fundamentales.
Excluyendo las modificaciones de estilo relacionadas con la adopción de
el necesario reconocimiento de la perspectiva y el lenguaje de genero, en
el plano sustancial, el régimen de la nacionalidad establecido en el
Capitulo II del Titulo III de la Constitución es una copia casi textual del
régimen anterior. Ciertamente la Constitución de 1999 mantiene
idéntica la distinción entre nacionalidad de origen y naturalización. En
ese sentido, mientras el artículo 32 de la nueva carta13 repite sin cambio
alguno la regulación del nacionalidad originaria del antiguo artículo 35
de la Constitución derogada, el artículo 33 relativo al régimen de la
nacionalidad adquirida 14 es el resultado de la fusión en una sola norma
de los antiguos artículos 36 y 37 de la Constitución de 1961, con la única
diferencia de que el nuevo texto constitucional elimina la absurda e
injustificada discriminación de la mujer que estipulaba el ordinal
primero del artículo 37 y a la que ya se ha hecho alusión al estudiar este
precepto. Hoy en día tanto el hombre como la mujer transmiten
directamente a su cónyuge el derecho a solicitar la nacionalidad. El
artículo 34 por su parte, si refleja un cambio importante en la
concepción de la nacionalidad producto de la relativización de la
concepción patrimonial de los derechos fundamentales, pues con la
eliminación de la norma que regulaba la perdida de la nacionalidad por
adquisición de una nueva y con la aceptación de la doble nacionalidad15
desecha la identificación iusnaturalista entre derechos fundamentales y
13 El Artículo 32 de la Constitución de 1999 establece: “ Son venezolanos y venezolanas por nacimiento: 1.) Toda persona nacida en
territorio de la República. 2.) Toda persona nacida en territorio extranjero, hijo o hija de padre venezolano por nacimiento y madre
venezolana por nacimiento. 3.) Toda persona nacida en territorio extranjero, hijo o hija de padre venezolano por nacimiento o madre
venezolana por nacimiento, siempre que establezcan su residencia en el territorio de la República o declaren su voluntad de acogerse a la nacionalidad venezolana. 4.) Toda persona nacida en territorio extranjero de padre venezolano por naturalización o madre
venezolana por naturalización, siempre que antes de cumplir dieciocho años de edad, establezca su residencia en el territorio de la
República y antes de cumplir veinticinco años de edad declare su voluntad de acogerse a la nacionalidad venezolana.
14. Dice el artículo 33 de la vigente Constitución de Venezuela: “Son venezolanos y venezolanas por naturalización: 1. Los extranjeros
o extranjeras que obtengan carta de naturaleza. A tal fin deberán tener domicilio en Venezuela con residencia ininterrumpida de, por
lo menos, diez años, inmediatamente anteriores a la fecha de la respectiva solicitud. 2. El tiempo de residencia se reducirá a cinco
años en el caso de aquellos y aquellas que tuvieren la nacionalidad originaria de España, Portugal, Italia, países latinoamericanos y
del Caribe. 3. Los extranjeros o extranjeras que contraigan matrimonio con venezolano o venezolana desde que declaren su voluntad de serlo, transcurridos por lo menos cinco años a partir de la fecha del matrimonio. 4. Los extranjeros o extranjeras menores de
edad para la fecha de la naturalización del padre o de la madre que ejerza sobre ellos la patria potestad, siempre que declaren su voluntad de ser venezolanos o venezolanas antes de cumplir los veintiún años de edad y hayan residido en Venezuela, ininterrumpidamente, durante los cinco años anteriores a dicha declaración.
15. Efectivamente el Artículo 34 de la Constitución de 1999 determina claramente: “La nacionalidad venezolana no se pierde al optar o
adquirir otra nacionalidad.”
52
derechos patrimoniales y fortalece el carácter institucional de la
declaración de los derechos. Finalmente en lo atinente a la perdida y
recuperación de la nacionalidad venezolana la regulación establecida en
la nueva Constitución16 es prácticamente idéntica a aquella recogida por
el artículo 40 de la Carta de 1961.
Ahora bien, aunque en el espíritu de las dos constituciones la distinción
entre extranjeros y nacionales sirve fundamentalmente para privar a los
primeros de los derechos de participación política y en ese sentido no se
aprecia ningún cambio que amerite un comentario especial de la Sección
Segunda del Capítulo II que establece el régimen constitucional de la
ciudadanía; dado que la Constitución chavista, en una de las expresiones
más claras de su exacerbado nacionalismo, es mucho más explicita que
su antecesora en la manifestación constitucional de dicha distinción al
elevar al rango constitucional la regulación concreta de la Ciudadanía
limitando el ejercicio pleno de tal derecho a los Venezolanos de
nacimiento de acuerdo con la estipulación del artículo 41 constitucional
solo los venezolanos y venezolanas que tengan tal condición, y que
además no posean otra nacionalidad, son titulares plenos del derecho al
sufragio pasivo, pues se les niega la posibilidad de ejercer los cargos
políticos de mayor responsabilidad en todas las ramas del poder como
son los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente
Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, Presidente o Presidenta y
Vicepresidentes o Vicepresidentas de la Asamblea Nacional, Magistrados
o Magistradas del Tribunal Supremo de Justicia, Presidente o Presidenta
del Consejo Nacional Electoral, Procurador o Procuradora General de la
República, Contralor o Contralora General de la República, Fiscal o
“Fiscala” General de la República, Defensor o Defensora del Pueblo,
Ministros o Ministras de los despachos relacionados con la seguridad de
la Nación, finanzas, energía y minas, educación; Gobernadores o
Gobernadoras y Alcaldes o Alcaldesas de los Estados y Municipios
fronterizos y aquellos contemplados en la ley orgánica de la Fuerza
Armada Nacional, no debemos dejar de poner de relieve la extraña
antinomia que existe entre un régimen que proclama y promueve la
ampliación de la democracia en todos los niveles y esa injustificada
limitación del derecho al voto pasivo que solo se explica por obra de un
patriotismo mal entendido que raya en el chauvinismo.
9. En lo que respecta al régimen de los derechos y libertades
constitucionales fundamentales tenemos que la Constitución de 1961
regulaba el tema en los artículos 43 a 116 correspondientes al Título III,
el cual se hallaba dividido en seis capítulos. El primero, bajo el titulo de
“Disposiciones Generales”, contenía los principios estipulativos de la
16. El Artículo 35 de la Constitución de 1999 dice: “Los venezolanos y venezolanas por nacimiento no podrán ser privados o privadas
de su nacionalidad. La nacionalidad venezolana por naturalización sólo podrá ser revocada mediante sentencia judicial, de acuerdo
con la ley.”
53
“concepción constitucional” imperante durante los más de 30 años de
vigencia de la Constitución,17 es decir, los que constituían el núcleo duro
del ordenamiento jurídico y por consiguiente los que orientaban
imperativamente la interpretación de los demás derechos
fundamentales. Entre ellas encontramos el derecho al libre desarrollo de
la personalidad, (artículo 43); el conocido principio liberal de la
irretroactividad de las leyes (artículo 44); el principio de igualdad
jurídica, en virtud del cual todas las personas son iguales ante la ley y en
consecuencia tienen los mismos derechos y deberes, (artículo 45) y
finalmente el reconocimiento expreso del debido proceso y de los
mecanismos jurídicos para garantizar el goce y ejercicio de los demás
derechos fundamentales tales como el recurso de Amparo y el Habeas
Corpus, (artículo 49); así como la estipulación del carácter abierto y
meramente enunciativo de la declaración de derechos y garantías
fundamentales (artículo 50), normas que corresponden sustancialmente
a las establecidas en el capítulo 1 del título III de la nueva Constitución,
el cual bajo el epígrafe de Disposiciones Generales establece prácticamente
los mismos derechos. Así el artículo 20 reconoce el derecho al libre
desarrollo de la personalidad;18 el 21 establece el principio de igualdad de
las personas ante la ley, con la principal novedad de que el texto anterior
ha sido reemplazado por la configuración del derecho establecida en el
derecho internacional de los derechos humanos y particularmente en el
Pacto Internacional de los derechos Civiles y Políticos de 1966, con una
especial mención a la prohibición de los títulos nobiliarios y
distinciones hereditarias;19 el artículo 22 por su parte es una copia
textual del artículo 50 de la anterior Constitución y por lo tanto se
mantiene en el nuevo ordenamiento constitucional el carácter
simplemente enunciativo del catalogo de los derechos y garantías; el 24
reafirma el principio de la irretroactividad de la ley y consagra
constitucionalmente el principio de favorabilidad en materia penal;20 el
artículo 27 corresponde al antiguo artículo 49 que como mencionamos
regulaba el debido proceso y las garantías judiciales al ejercicio de los
derechos, en particular la acción de Amparo y el Habeas Corpus.
17. Sobre la noción de “Concepción Constitucional” ver Dworkin Ronald , Los Derechos en Serio Editorial Ariel Barcelona 1984.
18. El Artículo 20 de la Constitución de 1999 dictamina: “Toda persona tiene derecho al libre desenvolvimiento de su personalidad, sin
más limitaciones que las que derivan del derecho de las demás y del orden público y social.”
19. El Artículo 21 de la Constitución venezolana vigente determina: “Todas las personas son iguales ante la ley, y en consecuencia: 1).
No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por
objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona. 2.) La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser discriminados, marginados o vulnerables; protegerá
especialmente a aquellas personas que por alguna de las condiciones antes especificadas, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan. 3). Sólo se dará el trato oficial de ciudadano o ciudadana; salvo las fórmulas diplomáticas. 4.) No se reconocen títulos nobiliarios ni distinciones hereditarias.
20. El artículo 24 de la actual Carta Constitucional Venezolana dictamina: “Ninguna disposición legislativa tendrá efecto retroactivo,
excepto cuando imponga menor pena. Las leyes de procedimiento se aplicarán desde el momento mismo de entrar en vigencia aun
en los procesos que se hallaren en curso; pero en los procesos penales, las pruebas ya evacuadas se estimarán en cuanto beneficien al
reo o rea, conforme a la ley vigente para la fecha en que se promovieron.Cuando haya dudas se aplicarà la norma que beneficie al
reo o rea.”
54
Ahora bien, la tendencia general de la nueva Constitución a la
reproducción textual de las disposiciones constitucionales relativas a los
derechos que consagraba la anterior Constitución venezolana, no obsta
para que en el capítulo relativo a las disposiciones generales se hayan
incorporado algunos preceptos nuevos tales como el reconocimiento de
los tratados, pactos y convenciones en materia de derechos humanos
como parte del bloque de constitucionalidad y en consecuencia de su
prevalencia en el orden jurídico (artículo 23); y finalmente el
reconocimiento del derecho al “Habeas Data” que incorpora la posibilidad
de solicitar a los tribunales competentes la actualización, y rectificación de
los registros y bases donde reposen los datos de cualquier persona, así
como la destrucción de los mismos en el evento de fuesen erróneos o
afectasen ilegítimamente sus derechos constitucionales. (Artículo 28); así
como el derecho de dirigir peticiones y quejas ante los órganos
internacionales creados para defender los derechos humanos. (artículo 31).
10. El Capítulo Segundo de la Constitución de 1961 por su parte
establecía el catalogo de los deberes constitucionales básicos entre los
cuales además de las clásicas obligaciones liberales de defensa de la
patria, (artículo 51) y del servicio militar obligatorio (artículo 53)
encontramos los derechos – deberes de educación (artículo 55) y trabajo
(artículo 54) y el fundamental deber de vinculación de los particulares a
la Constitución y a la Ley (artículo 52),21 Los Capítulos IV y V recogían
el catálogo de derechos fundamentales de carácter prestacional, esto es
los derechos sociales (artículos 72 a 94) y económicos (artículos 95 a
109), configuración que ha sido seguida más o menos sin cambio
perceptible por la actual Constitución.
11. Los derechos civiles y políticos, cuyo examen se inicia a
continuación, estaban consagrados en los Capítulos III y VI de la
Constitución de 1961 respectivamente. En relación con los primeros, el
capítulo III incorporaba al anterior ordenamiento constitucional bajo el
epígrafe de “derechos individuales” todo el conjunto de garantías a la
autonomía propias de la tradición liberal. En ese sentido el título
comenzaba con el reconocimiento del derecho a la vida. “ el derecho a la
vida, -- decía el antiguo artículo 58 --, es inviolable, ninguna ley podrá
establecer la pena de muerte ni autoridad alguna aplicarla” seguido de la
garantía al derecho al honor estipulada en el artículo 59 que disponía:
“toda persona tiene derecho a ser protegida contra los perjuicios a su honor,
reputación o vida privada”. Sobre la configuración jurídica de estos
derechos sobra cualquier comentario salvo la constatación de que esta
curiosa ordenación constitucional que vincula el derecho a la vida con el
derecho al honor era un claro reflejo de la ideología constitucional
21. El artículo 52 de la Constitución de 1961 determinaba: “Tanto los Venezolanos como los Extranjeros deben cumplir y obedecer la
Constitución, las leyes y los Decretos, Ordenes y Resoluciones que en ejercicio de sus atribuciones dicten los órganos legítimos del
poder público”
55
decimonónica todavía subyacente en la cultura constitucional
venezolana de la época que daba como resultado una estructura
normativa bastante particular donde la vida humana resultaba ser un
intangible casi trascendente que superaba la protección positiva de la
integridad física, incorporando a la norma constitucional conceptos
vinculados con la tradición moral cristiana.
Inmediatamente después del derecho a la vida y sus derechos conexos, la
Constitución de 1961 en el artículo 60 incorpora al cátalogo de derechos
individuales el derecho a la libertad y seguridad personales. Históricamente
el derecho a la libertad fue el que inauguró en la historia constitucional
venezolana la categoría dogmática de derecho fundamental, puesto que
fue el primero que contó con su propio mecanismo de protección jurídica,
el Habeas Corpus, que fue incluido por primera vez en la normatividad
constitucional del país caribeño en 1947. Ahora bien, desde el punto de
vista técnico el constituyente de 1961 hizo de la configuración del
derecho a la libertad el gran “cajón de sastre” de donde se desprendían las
más importantes libertades individuales. En ese sentido desagregó el
derecho en una serie de garantías y seguridades complementarias
estrechamente ligadas con el ejercicio de la libertad civil. En primera
instancia, estipulaba constitucionalmente la clásica prohibición de la
prisión por deudas y el principio de legalidad en materia penal, en virtud
del cual nadie podrá ser privado de su libertad por obligaciones cuyo
incumplimiento haya sido previamente definido por la ley como un delito.
(ordinal 2). En segundo termino nadie podía ser privado de su libertad sino
en virtud de orden escrita de funcionario autorizado para decretar la
detención. (ordinal 1) En tercer lugar encontramos la prohibición de la
incomunicación, la tortura y los demás actos lesivos a la dignidad de la
persona que causen sufrimiento físico o moral. (ordinal 3) También se
establecía la prohibición de la declaración penal contra si mismo o contra
los parientes cercanos y el cónyuge. En quinto lugar el artículo 60 de la
Carta de 1961 consagraba como un derecho conexo al derecho a la libertad
el derecho al debido proceso, según el cual “nadie podrá ser condenado en
causa penal sin antes haber sido notificado personalmente de los cargos y oído en
la forma que indique la ley”. Sin embargo en la propia norma se establece
una curiosa excepción a este principio general relativa a los delitos “contra
la cosa pública” puesto que los imputados de este tipo de conductas podían
ser juzgados en ausencia con las garantías que determine la ley (ordinal 5)
Esta disposición ha sido explicada y justificada por la doctrina por la
imposibilidad de lograr la comparecencia personal de acusados
normalmente ya evadidos con el fruto de su peculado. Además porque
siendo éste un delito de alta frecuencia en Venezuela y uno de los mayores
obstáculos para sanear las finanzas del Estado, el constituyente de 1961
56
quiso crear una fuerte conciencia colectiva contraria a esta conducta
mediante el implacable castigo de los ladrones de las rentas públicas.22 Esta
disposición incluye además la prohibición constitucional de las penas
perpetuas e infamantes y establece la duración máxima de la pena de
prisión en 30 años. (ordinal 7)
En una suerte de reiteración de lo dispuesto en el artículo 60, los artículos
68 y 69 establecían respectivamente la garantía del derecho de defensa
según el cual “Todos pueden utilizar los órganos de administración de justicia
y el principio del Juez natural en cuya virtud nadie puede ser juzgado
sino por jueces naturales ni condenado a sufrir pena que no este
establecida por ley preexistente.
Otro de los derechos conectados al derecho a la libertad que no estaba
comprendido en la enumeración del artículo 60 es el derecho a la libre
circulación establecido en el artículo 64 que disponía: “Todos pueden
transitar libremente por el territorio nacional, cambiar de domicilio o
residencia, ausentarse de la república, volver a ella, traer sus bienes al país,
sacarlos de él, sin más limitaciones que las establecidas por la ley. Los
Venezolanos podrán ingresar al país sin limitación alguna (...)” Igualmente
el artículo 64 establecía otra garantía relacionada con el derecho a la
circulación consistente en la prohibición de expulsar venezolanos, salvo
a solicitud del propio afectado “como conmutación de otra pena”. De
esta manera la Constitución eliminaba definitivamente una práctica
común en los ordenamientos jurídicos latinoamericanos consistente en
el extrañamiento de los adversarios políticos del régimen.
Vinculada también con el derecho a la libertad se halla la garantía a la
inviolabilidad del domicilio establecida en el artículo 62 de la
Constitución de 1961,23 destinada a proteger a la población de los abusos
cometidos por las autoridades estatales en uso de sus atribuciones, al
tiempo que se limitan claramente las excepciones a este principio general
relacionadas con las actuaciones destinadas a evitar la comisión de
delitos, actuaciones que de acuerdo con esta norma constitucional
debían surtirse cumpliendo escrupulosamente todas las formalidades
legales y particularmente aquellas establecidas en las leyes y los Códigos
de procedimiento criminal. A su vez el artículo 63 regula la garantía a la
inviolabilidad de todas las formas de correspondencia, las cuales al igual
que el domicilio no pueden ser requisadas sino por orden legitima de una
autoridad judicial, con el cumplimiento de las formalidades legales y
“guardando siempre el secreto de lo domestico y privado que no tenga relación
con el correspondiente proceso.”
22. Arismendi Alfredo, Manual de Derecho Constitucional, Universidad Central de Venezuela (UCV), Caracas 1999, Pág. 478.
23. Concretamente el artículo 62 de la Constitución de 1961 disponía: “ El hogar domestico es inviolable. No podrá ser allanado sino
para impedir la perpetración de un delito o para cumplir de acuerdo con la ley, las disposiciones que dicten los tribunales. Las visitas sanitarias (...) solo podrán hacerse previo aviso de los funcionarios que las ordenen o hayan de practicarlas”.
57
El artículo 61 por su parte consagraba el derecho a la igualdad. Esta
disposición sin lugar a dudas puede considerarse como el reflejo
normativo del programa político establecido en el preámbulo de la
Constitución.24 En este aspecto la Carta de 1961 puede considerarse un hito
dado que transforma radicalmente el concepto de igualdad que se había
manejado hasta ahora en el constitucionalismo histórico venezolano.
Efectivamente no se conforma con la simple igualdad jurídica liberal sino
que además propende, aunque sin conseguirlo, por la igualdad económica
real. Para hacer mas claro el carácter igualitario de la sociedad venezolana,
la Constitución anuló toda diferenciación emanada de la raza, el sexo, la
religión, la condición social o la opinión política e igualmente prohibió
toda mención a la filiación en los documentos públicos buscando eliminar
las antiguas diferencias nacidas de la condición de hijos legítimos y
extramatrimoniales que provenía del antiguo derecho castellano.
Otro de los derechos fundamentales recogidos en el Capítulo III del
Título III de la carta de 1961 es la libertad de pensamiento y de prensa,
la cual es reconocida en el artículo 66. Como se sabe esta es una de las
normas mas importantes de cualquier ordenamiento constitucional en
la medida en que su vigencia que se traduce en la práctica en la ausencia
de censura, reflejan la salud democrática de una sociedad. En el caso de
la antigua Constitución de Venezuela este derecho es ampliamente
garantizado, teniendo como únicos límites la conservación del buen
nombre y la honra de las personas, la prohibición de la propaganda
bélica y las manifestaciones que tuvieran por objeto la incitación a la
rebelión y desobediencia civil.
El artículo 67 garantiza el derecho de petición de información a las
autoridades públicas al disponer: “Todos tienen derecho a representar o
dirigir peticiones ante cualquier entidad o funcionario público, sobre los
asuntos que sean de la competencia de éstos y a obtener oportuna respuesta”.
El artículo 68 a su vez constituye el reconocimiento del derecho al
acceso a la justicia para la defensa de sus derechos e intereses, aunque
delega en el legislador la tarea de definir los términos y las condiciones
establecidas por la ley y en especial los medios para asegurar la garantía
de los derechos judiciales de aquellos que no dispusieran de medios
suficientes para obtener pronta y cumplida justicia.
24. Dice el preámbulo de la Constitución de 1961: “El congreso de la República requerido por las asambleas legislativas de los Estados
de (...) en representación del Pueblo Venezolano para quien invoca la protección de dios todopoderoso; con el propósito de mantener la independencia, la integridad territorial de la nación, fortalecer su unidad, asegurar la libertad, la paz, la seguridad de las instituciones, proteger y enaltecer el trabajo, amparar la dignidad humana, promover el bienestar general y la seguridad social, lograr la
participación equitativa de todos en el disfrute de la riqueza según el principio de justicia social (...) mantener la igualdad social y
jurídica sin discriminaciones derivadas de raza,, sexo, credo o condición social (...) decreta la Siguiente Constitución de la República
de Venezuela” ( Subrayado fuera de texto.
58
Finalmente, en el artículo 65 reconoce la libertad religiosa de todos los
venezolanos concretándose, de acuerdo con la teoría tradicional sobre la
materia, en dos libertades diferentes pero complementarias: la libertad de
conciencia, consistente en el derecho que tiene todo ser humano de
profesar la religión que quiera, al igual que la facultad de no creer en
ninguna y libertad de culto esto es el derecho que tiene toda persona a
profesar privada o públicamente sus creencias, siempre que estas no sean
contrarias al orden público o las “buenas costumbres”.
12. Corresponde examinar ahora los cambios que ha sufrido el régimen
de los derechos individuales una vez entro en vigor la nueva Constitución.
La primera modificación importante la encontramos en el propio epígrafe
del capítulo, puesto que se ha reemplazado la clásica denominación de
derechos individuales, tan estrechamente vinculada a la tradición antigua
y restringida del liberalismo decimonónico, por la denominación
moderna de derechos civiles, plenamente consecuente con los principios
del Estado Social y con los últimos instrumentos del derecho internacional
de los derechos humanos y especialmente con la filosofía que subyace en
el Pacto Internacional sobre los Derechos Civiles y Políticos de 1966.
En lo que atañe al derecho a la vida, el artículo 43 de la Carta de 1999
reproduce casi textualmente la antigua disposición de la Constitución
derogada, con la única diferencia de que lo amplía con un párrafo
relacionado con la protección de la vida de las personas que se
encuentran sometidas a una relación de especial sujeción ya sea por estar
privadas de la libertad, cumpliendo con el servicio militar obligatorio, o
sometidas de una otra manera a una autoridad que pueda constreñir su
autonomía; disposición relacionada con un histórico reclamo del pueblo
venezolano sobre las condiciones de vida infrahumanas que soportan
tanto los presos como los militares de mas baja graduación en ese país.
El derecho a la libertad por su parte es el que formalmente ha soportado
mayores modificaciones puesto que el constituyente venezolano no solo
le ha dado una nueva redacción que incorpora las más modernas
tendencias del derecho internacional de los derechos humanos, sino que
ha transformado en derechos autónomos algunos de los mas relevantes
supuestos que antes estaban regulados como manifestaciones puntuales
de la libertad, dotándolos de una mayor entidad normativa y por
consiguiente de una más amplia protección procesal haciendo más
sencilla su configuración dogmática. Así por ejemplo el antiguo ordinal
tercero de la Constitución de 1961 se convirtió en el artículo 46 de la
nueva Constitución que establece como tipo autónomo, a imagen y
semejanza de la disposición correspondiente del Pacto Internacional
59
sobre Derechos Civiles y Políticos de 1966, la prohibición de la Tortura y
los Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes. Adicionalmente se han
creado nuevos tipos constitucionales relacionados con la libertad
personal como por ejemplo la prohibición de la desaparición forzada de
personas que establece el nuevo artículo 45 de la Constitución según el
cual “Se prohíbe a la autoridad pública, sea civil o militar, aun en estado de
emergencia, excepción o restricción de garantías, practicar, permitir o tolerar la
desaparición forzada de personas. El funcionario o funcionaria que reciba orden
o instrucción para practicarla, tiene la obligación de no obedecerla y
denunciarla a las autoridades competentes. Los autores o autoras intelectuales
y materiales, cómplices y encubridores o encubridoras del delito de desaparición
forzada de personas, así como la tentativa de comisión del mismo, serán
sancionados de conformidad con la ley.” o la prohibición expresa de la
esclavitud, servidumbre y trata de personas especialmente vulnerables
como las mujeres o los niños.25
Como ya se dijo en su momento, la regulación del derecho a la igualdad
no solamente ha cambiado de lugar en el nuevo ordenamiento
constitucional,26 ganando fuerza y jerarquía al formar parte ahora de los
principios generales con todas la consecuencias dogmáticas que ello
entraña27; sino que además incorpora en su nueva redacción los más
importantes avances doctrinales referentes a la obligación estatal de
traducir la igualdad jurídica en una igualdad material, lo que por un
lado implica adoptar medidas de discriminación positiva a favor de las
personas y grupos más vulnerables de la población y por otro y lo que es
mas importante, el reconocimiento del derecho a la diferencia que como
ha dicho la doctrina y entre ellos el Tribunal Supremo canadiense,
“Constituye la esencia de la verdadera igualdad”28
La regulación de la inviolabilidad del domicilio y la prohibición de
allanamiento establecido en la nueva Constitución en el artículo 47, si
bien han sufrido modificaciones en la redacción que la hacen más
concreta y precisa, en términos generales mantiene el contenido y la
estructura del antiguo artículo 62 de la Constitución de 1961. Lo mismo
25
El artículo 54 de la Constitución de 1999 dispone: “Ninguna persona podrá ser sometida a esclavitud o servidumbre. La trata de personas y, en particular, la de mujeres, niños, niñas y adolescentes en todas sus formas, estará sujeta a las penas previstas en la ley.”
26. El artículo 21 de la Constitución de Venezuela determina: “Todas las personas son iguales ante la ley, y en consecuencia: 1). No se
permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto
o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de
toda persona. 2). La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva;
adoptará medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser discriminados, marginados o vulnerables; protegerá especialmente a aquellas personas que por alguna de las condiciones antes especificadas, se encuentren en circunstancia de debilidad
manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan. 3.) Sólo se dará el trato oficial de ciudadano o ciudadana; salvo las fórmulas diplomáticas. 4.) No se reconocen títulos nobiliarios ni distinciones hereditarias.”
27 Como dijimos en su momento los principios además de tener todas las garantías jurídicas propias de los derechos fundamentales relacionadas con su carácter normativo y vinculante y con la protección jurisdiccional reforzada, tienen como función constitucional portar la
“Concepción Constitucional” representada en los valores superiores del ordenamiento y como consecuencia de ello servir como parámetro de interpretación de la totalidad del orden jurídico del país, lo que le da una especial relevancia constitucional
28 La frase procede de la famosa sentencia del Tribunal supremo canadiense en la que se fija la interpretación de las garantías de igualdad
según se reflejan en la Carta de Derechos canadiense. (Andrews VS Law Society of British Columbia.) en: Government of Canada: Shared
Values: The Canadian Identity, Ottawa 1991.
60
se puede decir respecto de la inviolabilidad de las comunicaciones
establecido en el artículo 48, 29 dado que la nueva redacción de la norma
mantiene sustancialmente la configuración del derecho con la ventaja
de que abandona el casuismo que caracterizaba la estipulación anterior,
con lo cual la norma se hace más clara desde el punto de vista técnico.
Por su parte, la norma que establece la libertad de circulación en la nueva
Constitución es una copia textual del derogado artículo 64 de la carta de
1961, manteniendo incluso la alusión a la libertad de ingreso al país de
los venezolanos sin autorización previa que contenía la antigua
Constitución, aunque
se cambia la última parte del artículo
incorporando un supuesto relacionado con los nuevos fenómenos
contractuales derivados de la privatización de la vías públicas.
Ahora bien, en una muestra de consolidación de los conceptos básicos
del constitucionalismo occidental, el régimen constitucional de las
garantías a los derechos de libre Asociación y Reunión en la Carta de
Derechos de 1999 se ha mantenido sin ningún cambio importante
respecto de las normas correspondientes de la Constitución anterior.
En lo que se refiere al derecho de Acceso a la Justicia, la Constitución de
1999 agrega a la manifestación formal del derecho establecida en la
Constitución anterior, la expresión de las obligaciones correlativas del
Estado, que debe disponer de los medios para garantizar que la justicia
venezolana sea “gratuita, accesible, imparcial, idónea,, transparente,
autónoma, independiente, responsable equitativa y expedita” o lo que es lo
mismo, una justicia sin formalismos que siendo garantista evite las
dilaciones indebidas (artículo 26).
Ahora bien, pese a que desde el punto de vista técnico la posición de un
determinado derecho en el ordenamiento constitucional no indica
necesariamente su jerarquía dogmática, en lo relativo a la protección al
bien jurídico del honor
la nueva Constitución incorpora una
modificación formal importante que hace patente el cambio de
mentalidad de la sociedad venezolana relativa a la protección de la
honra, la intimidad y la vida privada. En efecto la regulación del derecho
al honor en la nueva Constitución30 se independiza de los elementos
extrajurídicos de origen iusnaturalista que la caracterizaban en la
legislación precedente a través de la clara distinción entre los bienes
jurídicos protegidos por el derecho a la vida y a la honra, distinción que
29. La nueva redacción de la norma que consagra el derecho a la inviolabilidad de las comunicaciones es la siguiente: “Se garantiza el
secreto e inviolabilidad de las comunicaciones privadas en todas sus formas. No podrán ser interferidas sino por orden de un tribunal competente, con el cumplimiento de las disposiciones legales y preservándose el secreto de lo privado que no guarde relación
con el correspondiente proceso”
30. El Artículo 60 de la Constitución de 1999 establece: “Toda persona tiene derecho a la protección de su honor, vida privada, intimidad, propia imagen, confidencialidad y reputación. La ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad
personal y familiar de los ciudadanos y ciudadanas y el pleno ejercicio de sus derechos.”
61
se manifiesta en la propia ubicación de las normas constitucionales: la
que tiene que ver con la vida de las personas al comienzo del capítulo,
en el apartado relativo a la integridad física, mientras que la protección
al honor forma parte de las disposiciones garantizadoras de la libertad
ideológica o de conciencia, que es su lugar lógico y natural.
En relación con la libertad religiosa y de conciencia, no hay mucho que
decir puesto que la Constitución de 1999 mantiene en términos
generales la regulación anterior. Sin embargo existe una importante
diferencia en el tratamiento normativo de los bienes jurídicos
protegidos puesto que en la nueva redacción constitucional se han
independizado claramente los dos derechos, manteniendo la antigua
redacción de la libertad religiosa y estableciéndose en el artículo 61 una
norma autónoma regulatoria de la libertad de conciencia.31
13. Queda aún por tratar la cuestión de los cambios que se han producido
en el régimen constitucional de los “derechos políticos” a raíz de la
promulgación de la nueva Constitución. En ese sentido, a pesar del
relativo inmovilismo que caracteriza globalmente el régimen de derechos
y libertades fundamentales en la Constitución de 1999, claramente
perceptible en la regulación de los derechos civiles, la sección de la parte
dogmática
relativa a los derechos políticos en cambio si ha
experimentado una transformación verdaderamente revolucionaria.
Esta aparente paradoja esta relacionada con la propia concepción
institucional del proceso constituyente. Como se ha dicho la reforma
constitucional en Venezuela tenía como propósito esencial la instauración
en el país caribeño de un modelo de democracia participativa que
transformara las antiguas prácticas políticas propias del Estatalismo
puntofijista y para ello fue necesario dar un vuelco total a las instituciones
y entre ellas en la medida en que afectaran el propio desenvolvimiento del
sistema, el contenido de los derechos subjetivos que tuvieran conexión con
el drama político que vivía el país. Este es precisamente el caso de los
derechos fundamentales de participación, a los que fue necesario
introducirles una serie de modificaciones sustanciales buscando hacerlos
operativos en la tarea de refundación del sistema político y de
relegitimación de las instituciones puesto que a lo largo de la crisis política
iniciada en 1992 los ciudadanos venezolanos habían demostrado por activa
y por pasiva que no estaban dispuestos a seguir ejerciendo sus derechos
políticos a través de los canales tradicionales, esto es, limitándose a votar.
En efecto, el Capítulo VI de la Constitución de 1961 contenía una
regulación de los derechos políticos operativa con la concepción de la
31. El artículo 61 de la Constitución de 1999 dispone: “Toda persona tiene derecho a la protección de su honor, vida privada, intimidad,
propia imagen, confidencialidad y reputación.”
62
democracia imperante en ese momento, esto es, un sistema normativo que
restringía la participación democrática al derecho de todo ciudadano a la
afiliación partidista y al ejercicio del voto entendido como una función
pública de carácter obligatorio para los ciudadanos venezolanos,32 con lo
cual salvo los extranjeros, que como vimos en su momento no eran
titulares de derechos políticos, todas las personas mayores de 18 años
estaban obligadas a votar, limitándose la Constitución a establecer algunas
excepciones relativas a falta de capacidad civil o inhabilitación política.33
En lo atinente al sufragio pasivo, ósea al derecho a ser elegido
democráticamente para el desempeño de cargos o funciones públicas el
artículo 112 de la anterior Constitución establecía una diferencia muy
importante respecto al sufragio activo, pues mientras este era un derecho
y una función que competía a todos los venezolanos mayores de edad, el
sufragio pasivo se restringía a aquellos que teniendo más de 21 años
pudieran leer y escribir, restricción fundamental en un país en el que
cerca del 20% de la población es analfabeta. Esta restricción era explicada
por la doctrina con el argumento de que el ejercicio de los cargos y
funciones públicas “exigen en las personas que los desempeñan un mínimo
de conocimientos, madurez intelectual y la necesidad de firmar libros, registros
y documentos”. (ARISMEDI, 1999: 508)
Otro elemento importante del sistema electoral venezolano anterior a la
revolución Bolivariana era la consagración del derecho a la representación
proporcional de las minorías,34 garantizando en teoría la participación de
todos los sectores de la sociedad en la toma de las decisiones públicas. Ahora
bien aún cuando esta norma efectivamente evitó los conocidos abusos de
poder que se presentan cuando el sistema electoral es mayoritario, también
es cierto que el sistema político puntofijista, en buena medida hizo crisis
como resultado de la aplicación de esta norma constitucional y sus
disposiciones complementarias, debido a que fue esta disposición la que
facilitó el establecimiento de la “partitocracia bipartidista” en el país que se
gestó a raíz de los pactos del Punto Fijo, y sobre todo, la patrimonialización
de lo público que llevó a la quiebra el Estado Venezolano.
Precisamente la muestra más clara de la estrechez del régimen de los
derechos políticos de la Constitución de 1961 la encontramos en la
regulación constitucional de los partidos establecido en el artículo 114
que establecía como único medio autorizado de participación política la
asociación partidista. En efecto de acuerdo con esa norma, todos los
32. El artículo 110 de la Constitución Venezolana de 1961 decía claramente: “ El voto es un derecho y una función Pública. Su ejercicio
será obligatorio, dentro de los límites y condiciones que establezca la ley”.
33. El Ordinal primero del Artículo 111 de la Constitución de 1961 establecía: “Son electores todos los venezolanos que hayan cumplido 18 años de edad y no estén sujetos a interdicción civil ni a inhabilitación política”
34. Este principio se encuentra consagrado en el Artículo 113 de la Constitución de 1961 según el cual:“ La legislación electoral asegurará la libertad y el secreto del voto y consagrará el derecho de representación proporcional de las Minorías. Los organismos electorales estarán integrados de manera que no predomine en ellos ningún partido o agrupación política y sus componentes gozaran de
los privilegios que la ley establezca para asegurar su independencia en el ejercicio de sus funciones”
63
venezolanos aptos para el voto, tenían el derecho de asociarse en
partidos políticos para participar, por métodos democráticos en la
orientación y definición de la política nacional en los estrictos términos
que el legislador ordinario estableciera.
14. Dado este sombrío panorama político institucional, la Asamblea
Constituyente estableció un riguroso programa de reforma al régimen
constitucional de los derechos políticos organizado sobre cuatro ejes
fundamentales: a) la reforma al derecho del sufragio; b) la ampliación
del derecho de asociación política; c) la incorporación a la Constitución
de mecanismos de democracia directa; y finalmente, d) el
establecimiento de un sistema de democracia plebiscitaria.
Aparte de las modificaciones formales derivadas de haberle dado una
nueva redacción a las disposiciones del Capítulo IV del Título III, las
principales reformas que desde el punto de vista sustantivo se
introdujeron al derecho al sufragio tienen que ver con la instauración del
voto programático, la eliminación del voto obligatorio y la eliminación de
las restricciones al sufragio pasivo. En relación con la primer asunto, el
artículo 66 de la nueva ley fundamental venezolana establece claramente
que el cuerpo que los hombres y mujeres que conforman el cuerpo
electoral periódicamente pueden exigir a sus representantes rendición de
cuentas respecto del cumplimiento del programa presentado al momento
de la elección;35 En lo relativo al segundo punto, de acuerdo con el artículo
63, “el sufragio es un derecho ejercido mediante votaciones libres”, lo que en
otras palabras significa que ha dejado de ser una función pública. En lo
atinente al última cuestión, el artículo 65 en redacción bastante confusa,
elimina toda restricción al sufragio pasivo al prescindir de la referencia a
las condiciones de habilitación contenidas en la anterior Constitución.
Ello implica que pueden ser elegidos todos los venezolanos mayores de
edad que no hayan sido inhabilitados para ejercer funciones públicas en
virtud de una condena en firme respecto de un delito cometido en el
ejercicio de funciones públicas y otros que pudieran afectar el erario.
Por su parte las modificaciones introducidas a la libertad de asociación
política y en particular al régimen constitucional de los partidos, tiene que
ver con la eliminación de la identidad entre derecho a la participación y
conformación de partidos políticos.36 Ciertamente en el sistema
35. El artículo 66 de la Constitución establece: “Los electores y electoras tienen derecho a que sus representantes rindan cuentas públicas, trans parentes y periódicas sobre su gestión, de acuerdo con el programa presentado”.
36. El Artículo 67 de la Constitución de 1999 determina: ”Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de asociarse con fines políti cos, mediante métodos democráticos de organización, funcionamiento y dirección. Sus organismos de dirección y sus candidatos o candidatas a
cargos de elección popular serán seleccionados o seleccionadas en elecciones internas con la participación de sus integrantes. No se permitirá el
financiamiento de las asociaciones con fines políticos con fondos provenientes del Estado. La ley regulará lo concerniente al financiamiento y
las contribuciones privadas de las organizaciones con fines políticos, y los mecanismos de control que aseguren la pulcritud en el origen y mane jo de las mismas. Así mismo regulará las campañas políticas y electorales, su duración y límites de gastos propendiendo a su democratización.
Los ciudadanos y ciudadanas, por iniciativa propia, y las asociaciones con fines políticos, tienen derecho a concurrir a los procesos electorales
postulando candidatos y candidatas. El financiamiento de la propaganda política y de las campañas electorales será regulado por la ley. Las
direcciones de las asociaciones con fines políticos no podrán contratar con entidades del sector público.”
64
constitucional actualmente vigente se puede intervenir en la vida política
venezolana y en particular en el poder legislativo de la Nación a través de
cualquier mecanismo de asociación política, independientemente de su
naturaleza asociativa, de tal suerte que una persona puede ser elegido a
cualquier cargo de elección por iniciativa propia (artículo 67), o en
representación de un partido, movimiento o grupo de interés sin importar
su naturaleza, con el único requisito de que dicha asociación tenga fines
lícitos y que el régimen interno de organización, funcionamiento y
dirección sea democrático y que la selección de los candidatos a cargos de
elección se haga mediante elecciones internas con la participación directa
de los integrantes de la organización.
Adicionalmente el mismo artículo 67 trae otra importante
transformación del sistema de partidos, por cierto bastante extraña a la
tradición constitucional Americana y Europea, al prohibir su
financiación estatal. Esta curiosa disposición incomprensible en un
contexto distinto al venezolano de la última década solo se explica en
razón al exorbitante grado de corrupción al que llegaron los partidos
tradicionales en el manejo de los cuantiosísimos recursos provenientes
de las rentas petrolíferas que el Estado venezolano giraba a los grupos
políticos para garantizar su financiación. Eran tan amplias y tan
profundas las ramificaciones de la corrupción y tan compleja de manejar
la situación de desvió de fondos que la Asamblea Constituyente no
encontró otro camino que la eliminación radical de la financiación
pública de los partidos.
En relación con la constitucionalización de nuevos mecanismos de
democracia participativa la Constitución venezolana, siguiendo la
tendencia imperante en toda América Latina, en su artículo 70 ha
establecido un importante catálogo de medios de expresión directa de la
democracia que sin ser taxativo establece la práctica totalidad de los
mecanismos de participación popular hoy conocidos. En ese sentido
además de la elección directa de cargos públicos y el voto programático a
los que se ha hecho mención, en la norma constitucional se encuentran el
referéndum, la consulta popular, la revocatoria del mandato, la iniciativa
legislativa popular, el cabildo abierto, la demanda popular de rendición de
cuentas y la asamblea de ciudadanos. La principal característica de todas
estas formas de participación política directa es el carácter vinculante de las
decisiones tomadas en virtud de ellas, lo que implica un importante nivel
de protagonismo y corresponsabilidad de la ciudadanía en las decisiones
públicas, especialmente en aquellas más cercanas a los intereses cotidianos
de la gente; circunstancia que explica que en la mayoría de los casos hayan
sido desarrollados privilegiando su uso en las esferas local y regional.
65
Sin embargo, la profundización de la democracia directa no se restringe a
los ámbitos estrictamente políticos. El artículo 70 de la Carta de 1999 eleva
a rango constitucional algunos mecanismos de participación popular
directa en los ámbitos económico y social como el cooperativismo, la
autogestión y cogestión de empresas, las cajas de ahorro y todas aquellas
formas asociativas basadas en la cooperación y en la solidaridad.
Ahora bien, la mutación más importante en el régimen de los derechos
políticos de la Constitución de 1999 sin duda ninguna es la relacionada
con el establecimiento de un sistema de democracia plebiscitaria basado
en la refrendación popular de las decisiones públicas de especial
trascendencia pública. Efectivamente, de acuerdo con las normas
establecidas en la Sección Segunda del Título IV en el ordenamiento
constitucional venezolano existen tres tipos de referéndum a través de
los cuales se da legitimidad a las decisiones públicas. En primera
instancia el referéndum consultivo potestativo, el referéndum
revocatorio, (artículo 71) el referéndum legislativo (artículo 73) y
finalmente, el referéndum abrogatorio (artículo 74).
Así las cosas, de Acuerdo con lo estipulado en el artículo 71, El Consejo
de Ministros por iniciativa del presidente de la República, la Asamblea
Nacional por mayoría de sus miembros o un número de ciudadanos no
inferior al 10% del censo electoral podrán solicitar la realización de un
referéndum consultivo sobre materias de especial interés nacional. Por
otra parte, de conformidad con el artículo 72 de la Carta, todos los
cargos y magistraturas de elección popular son revocables.
En consecuencia, también podrá haber un referéndum revocatorio
dirigido a consultar a la ciudadanía sobre la eventual revocaría del
mandato a un cargo de elección popular, para lo cual la Constitución
establece que en él deberá participar por lo menos el 25 % de los
electores inscritos. Realizada la consulta será revocado el mandato
cuando voten a favor de la revocatoria un número de electores igual o
mayor a aquellos que lo eligieron.
Igualmente la Constitución contempla la posibilidad de realizar
Referéndum Legislativos en virtud de los cuales cuando las dos terceras
partes de los miembros de la Asamblea Nacional así lo decidan, se
someterán a referéndum los proyectos de ley que en ese momento se estén
discutiendo en la Cámara. De acuerdo con lo establecido en el ordinal 1
del artículo 73 el proyecto de ley se considerará aprobado, si habiendo
concurrido a la votación el 25% del censo electoral inscrito, triunfa la
opción afirmativa. Sin duda el caso más relevante de referéndum
66
legislativo es aquel que se hace para consultar al pueblo sobre los tratados,
convenios o acuerdos internacionales que por el hecho de transferir
competencias a órganos supranacionales de decisión política, pueden llegar
a comprometer la soberanía nacional. La iniciativa de la convocatoria en
este caso en este caso esta atribuida al Presidente de la República, al Consejo
de Ministros, a las 2/3 partes de la Asamblea legislativa o al 15 % del censo
electoral inscrito. Ahora bien existe una importante limitación a esta
facultad puesto que de conformidad con el ordinal 2 del artículo 74 de la
Constitución vigente “no podrán ser sometidos a referéndum las leyes de
presupuesto, las leyes que establezcan o modifiquen impuestos, las de crédito
público y las de amnistía, así como las que protejan, garanticen o desarrollen los
derechos humanos y las aprueben tratados internacionales”.
Finalmente, en el ordenamiento constitucional venezolano esta también
contemplado el Referéndum Abrogatorio, en virtud del cual por
voluntad popular se pueden derogar los reglamentos presidenciales con
fuerza de Ley cuando así lo solicitara un número no inferior al 10% de
los ciudadanos inscritos en el censo electoral. Sin duda esta última forma
de referéndum es y en el futuro será la más relevante desde el punto de
vista político puesto que es la que tendrá una mayor y más directa
implicación en la limitación de los abusos del presidencialismo que ha
caracterizado y aún caracteriza el régimen político venezolano.
A manera de consclusión: La cuestión de la garantía de los derechos
fundamentales en la Constitución Venezolana.
15. Es evidente que la coyuntura política venezolana de los años 90,
marcada por la necesidad de transformar el modelo territorial del Estado
y por la sacralización del poder constituyente, determinó que el cambio
constitucional tuviera un énfasis claro en los aspectos políticoinstitucionales en detrimento de la parte dogmática, con el resultado de
que, como se ha podido constatar, la parte orgánica de la Constitución
sufrió importantes modificaciones mientras que la parte dogmática
apenas si fue retocada puesto que, como hemos visto, es copia casi
textual de la Constitución de 1961, En este contexto, parece obvio que
ese “menor interés” de la Asamblea Constituyente respecto de la parte
dogmática de Constitución ha tenido importantes consecuencias no
solo en el conjunto del sistema constitucional, pues solo a partir de la
coherencia y el equilibrio entre los dos planos que configuran la
estructura de toda norma fundamental, es factible adjudicar el nombre
de Constitución a una norma como la analizada. No debe olvidarse que
sólo en caso de que la regulación y garantía de los derechos en su
67
conjunto este suficiente e idóneamente garantizado, se puede hablar de
que el nuevo constitucionalismo venezolano obedece a los postulados
básicos del modelo propuesto, cuyo fin último es la recuperación del
concepto normativo de Constitución.
16. Como se sabe, el estudio sistemático de los derechos fundamentales
abarca por los menos tres ámbitos o niveles de análisis indispensables: el
primero ligado a la discusión abstracta sobre las diferentes maneras de
fundamentar el concepto de derechos humanos; el segundo, más
estrictamente técnico, relacionado con el concepto jurídico de derechos
fundamentales y el tercero, relacionado con el anterior, referente a los
distintos sistemas que ha utilizado la doctrina para clasificar los
derechos y las libertades. Este estudio se ha apartado deliberadamente
del debate sobre la fundamentación ética y jurídica de los derechos
fundamentales y se ha circunscrito al estudio de la configuración de los
derechos una vez han sido constitucionalizados, en este caso al análisis
de los derechos civiles y políticos. Falta entonces enlazar el examen de
la literalidad constitucional con una consideración final sobre el papel
normativo que cumplen los derechos fundamentales, y en concreto los
derechos civiles y políticos, en la arquitectura constitucional, evaluación
que depende en gran medida de la clasificación de derechos
fundamentales que se adopte como parámetro de validez.
En relación con esto último, en la doctrina se han construido infinidad de
sistemas de ordenación de los derechos, que sin embargo se pueden reducir
a cuatro criterios fundamentales: a) clasificaciones materiales que atienden
al objeto, contenido y modalidades de ejercicio de los derechos; b)
clasificaciones teleológicas que obedecen a la finalidad que cumplen los
derechos dentro del sistema constitucional; c) clasificaciones que responden
a la titularidad; y finalmente, d) clasificaciones formales que atienden a la
distinta resistencia jurídica de los derechos, en virtud de los diferentes
instrumentos de garantía con los que cuenten en aras a conseguir su tutela
efectiva. (PRIETO SANCHIZ, 1990:121) Así por ejemplo, mientras en España
la Constitución de 1978 y el Tribunal Constitucional han asumido una
definición y un criterio de clasificación de los derechos y las libertades
estrictamente formal en tanto únicamente consideran fundamentales
aquellos derechos que bajo ese epígrafe se recogen en la sección primera del
titulo segundo del Capítulo I de la Constitución de 1978, de tal suerte que
hoy en día en España no hay derecho fundamental, que se precie de serlo,
que no sea un derecho constitucionalmente estipulado susceptible de tutela
judicial reforzada;(CRUZ VILLALÓN, 1989: 35 a 62)37 en el caso venezolano,
parece que no obstante la dificultad dogmática de este tipo de
37. Efectivamente solo los derechos allí consagrados cumplen con el criterio básico de fundamentalidad establecido por el Tribunal
Constitucional puesto que además de identificarse con el standard ideal mínimo de derechos con el que opera el Tribunal de
Luxemburgo, cuentan con la garantía de la Tutela Judicial a través del recurso de Amparo y del respeto al contenido esencial por
parte del legislador.
68
categorizaciones, la Asamblea Constituyente, manteniendo el sistema
establecido en la Constitución de 1961, optó por adoptar una clasificación
material de los derechos que atiende prioritariamente al objeto y contenido
de los mismos, dejando en un segundo plano su resistencia y eficacia jurídica.
En ese sentido, tanto el precepto del artículo 22 de la Constitución que
establece que “la enunciación de los derechos y garantías contenidos en esta
constitución y en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos no debe
entenderse como negación de otros, que siendo inherentes a la persona, no figuren
expresamente en ellos (...)” como las propias subdivisiones del título III de la
Constitución venezolana de 1999 inspiradas en la clásica clasificación
popularizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de
1948 y en los dos pactos internacionales de 1966, que como es sabido,
diferencian los derechos y libertades fundamentales por su objeto, contenido
y formas de ejercicio, en derechos de la primera generación, (personales,
civiles y políticos), derechos de segunda generación, (los derechos sociales,
culturales y económicos ), y los derechos de la tercera generación (que en la
interpretación del constituyente venezolano de 1999 incluyen tanto los
derechos que la Constitución le reconoce a los Pueblos Indígenas como los
derechos ambientales), indican claramente la opción metodológica escogida
por los venezolanos para configurar su sistema de derechos fundamentales,
que no es otra que el carácter abierto y meramente enunciativo de la carta de
derechos y la ausencia de distinción entre los distintos derechos
constitucionales fundamentales.
17. Ahora bien, la ausencia de distinción entre los distintos derechos
fundamentales introduce una importante cuestión, esto es, el problema de
la vigencia efectiva del principio de supremacía de la Constitución que
como se sabe esta directamente relacionada con el sistema de garantía de
los derechos.(ASENSI, 1996: 120 a 124) Efectivamente, excluyendo el
Habeas Corpus que como se dijo fue incorporado en el ordenamiento
constitucional venezolano en 1947, y que esta encaminado a proteger
exclusivamente la libertad personal de los ciudadanos, encontramos que a
lo largo de casi toda la historia constitucional venezolana el constituyente
se conformó con la inserción en las diferentes cartas de una mera
enumeración de derechos y libertades, fundamentalmente individuales, sin
que correlativamente existieran mecanismos de protección jurídico
procesal de los mismos que los hicieran efectivos, con lo cual se dejaba en
manos del legislador la vigencia y eficacia de los derechos y libertades
constitucionales.38 Solamente a partir de la expedición de la Constitución
de 1961 se incorpora al ordenamiento jurídico venezolano un sistema de
protección reforzada de los derechos y garantías constitucionales a través
de la Acción de Amparo establecida en el artículo 49 de dicha
38. Efectivamente que los constituyentes anteriores a 1961 se limitaron a establecer un sistema de protección de los derechos basado
en la responsabilidad general de los funcionarios que firmaren, expidieren o mandaren ejecutar reglamentos que atentaran contra los derechos ciudadanos. Como resulta obvio este sistema dejaba prácticamente sin ninguna sanción el desconocimiento de
aquellos derechos debido a la conocida dificultad técnica que entrañan los juicios de responsabilidad.
69
Constitución,39 mecanismo que sin embargo, inexplicablemente, no tuvo
eficacia jurídica durante la mayor parte de la vida de la Constitución,
puesto que durante casi 30 años,40 no existió en el ordenamiento jurídico
venezolano ley o dispositivo reglamentario que hiciera posible la
protección jurisdiccional de los derechos y libertades fundamentales, con
lo cual, solo con ocasión de la aprobación de la Ley Fundamental de 1999
se estableció constitucionalmente el principio de supremacía
constitucional,41 se generalizó la Acción de Amparo para todos los derechos
establecidos en el Título III de la Constitución independientemente de su
naturaleza jurídica o de sus titulares, y en consecuencia se puede hablar de
que existe una verdadera garantía de los derechos fundamentales en el
ordenamiento jurídico venezolano, puesto que además de disposiciones
constitucionales de aplicación directa y preferente existe un instrumento
legal que desarrolla procesalmente tal garantía.
Precisamente en atención a este último aspecto, la mayoría de la doctrina
jurídica Venezolana,(ARISMENDI, 1999: 473) considera que la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, es la ley
más importante en la historia de la democracia venezolana puesto que
permitió hacer efectiva la protección al goce y ejercicio de los derechos y
garantías consagrados en la Constitución. Dicha Ley regula la acción de
Amparo, en virtud de la cual, “Toda persona habitante de la República, o
persona jurídica domiciliada en esta, podrá solicitar ante los tribunales
competentes el amparo previsto en la Constitución, para el Goce y ejercicio de los
derechos y garantías constitucionales (...)” incluyendo aquellos derechos
fundamentales de la persona humana que no figuren expresamente en el
ordenamiento constitucional,42 procediendo contra todo acto, hecho u
omisión de origen público o privado que viole o amenace violar
cualquiera de las garantías o derechos fundamentales.
18. Ahora bien, la mutación de los derechos fundamentales en el
ordenamiento constitucional venezolano de 1999 no se agota con la
efectivización del recurso de Amparo. La generalización de dicho
mecanismo de tutela para todos los derechos establecidos en el Título III
de la Constitución, independientemente de su naturaleza jurídica o de
sus titulares, así como la posibilidad de utilizar esa vía procesal para
garantizar otros derechos “inherentes a la persona” que no figuren
expresamente en la Constitución o en los instrumentos internacionales
39. El Artículo 49 de la Constitución Venezolana de 1961 disponía:”Los tribunales ampararán todo habitante de la república en el goce
y ejercicio de los derechos y garantías que la Constitución establece de conformidad con la Ley (...)”
40. Sorprendentemente la promulgación de la ley reglamentaria del Recurso de Amparo en Venezuela tardo 27 años. Esta importante
ley que finalmente dio vía libre a la tutela de los derechos constitucionales fundamentales con el nombre de Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales fue promulgada el 22 de enero de 1988.
41. El Principio de la Supremacía de la Constitución, norma básica del constitucionalismo contemporáneo y pilar fundamental del edificio constitucional venezolano en su formulación más general que se corresponde con el artículo 9,1 de la Constitución Española,
esta establecido en el Artículo 7 de la Constitución de 1999, en virtud del cual: “ La Constitución es la Norma Suprema y el fundamento del ordenamiento Jurídico. Todas las personas y los órganos que ejercen el poder público están sujetos a esta Constitución”
42. Ver Artículo 1 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales.
70
sobre derechos humanos,43 aparte del reconocimiento absoluto de la
comprensión histórica y mutable de los derechos, (PECES BARBA, 1983:
24 y sig.) y del serio cuestionamiento a la doctrina positivista tradicional
que considera que los derechos fundamentales nacen con las
constituciones y acaban con las constituciones, (CRUZ VILLALÓN, 1989:
41 y 42), implica además la anulación de cualquier jerarquía o diferencia
ontológica entre los distintos tipos de derechos fundamentales, de tal
suerte que la epigrafía constitucional queda reducida a servir de criterio
pedagógico y de sistematización y ubicación histórica de los distintos
derechos antes que a una distinción normativa en relación con la eficacia
y aplicabilidad de los derechos.
Paradójicamente esta de amplitud constitucional no deja de implicar ciertos
riesgos desde el punto de vista de la eficacia normativa del conjunto de los
derechos puesto que al fundamentalizar todos los derechos constitucionales
y al unificar a través del recurso de amparo su sistema de protección judicial,
se esta olvidando un dato esencial de la configuración dogmática de los
derechos fundamentales y es que el recurso de Amparo como garantía de los
mismos fue diseñado a partir del presupuesto de la identidad ontológica
entre derechos fundamentales y derechos patrimoniales fruto de la
yuxtaposición de las doctrinas iusnaturalistas y tradición romanista hecha
por el primer liberalismo y todavía no superada del todo. (FERRAJOLI, 1999:
45 a 50) Ciertamente el recurso de amparo esta diseñado dogmáticamente
como eficaz herramienta de protección de derechos públicos subjetivos, lo
que dificulta extraordinariamente la defensa de cualquier otro tipo de
derechos constitucionales no asimilables a este modelo, entre los cuales
encontramos tanto a los derechos económicos, sociales y culturales como a
los derechos de la llamada “tercera generación” que por su propia estructura
interna no son en absoluto objeto de patrimonialización por un sujeto
individual. Ahora bien la generalización de la fundamentalidad de todos los
derechos constitucionales hecha por la Constitución de 1869 y en
consecuencia la unificación de las vías procesales de garantía a través del
recurso de Amparo pone en manifiesto peligro la eficacia normativa de todos
aquellos derechos que a diferencia de los derechos y libertades de la primera
generación no han sido configurados como atributos de la personalidad.
Esto nos lleva a hacer un último reparo relativo a la idoneidad de la Ley
Orgánica de Garantías Constitucionales actualmente vigente, que en
nuestra opinión esta en mora de ser derogada y reemplazada por un nuevo
ordenamiento que se adecue a los presupuestos filosóficos y al tenor literal
de la Constitución. No se puede olvidar, que por moderna que hubiese
43. El Artículo 27 de la Constitución de 1999, copia exacta del artículo 50 de la Constitución de 1961, el cual a su vez
fue inspirado en el conocido artículo 29 de la Constitución Española de 1869 dispone lo siguiente: “Toda persona
tiene derecho a ser amparada por los tribunales en el goce y ejercicio de los derechos y garantías constitucionales, aún
de aquellos inherentes a la persona que no figuren expresamente en esta constitución, o en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos (...)”.
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sido en su momento la regulación contenida en la ley de Amparo
venezolana de 1988, estamos hablando de una norma establecida
atendiendo a las circunstancias históricas y políticas propias de la
Constitución de 1961 que como se ha visto no son las mismas que las que
inspiran a la carta fundamental de 1999. En este sentido, la ley actual es
idónea para garantizar solo aquella parte de los derechos constitucionales
fundamentales que fueron trasladados por el constituyente como una
simple copia de la Constitución anterior, pero quedan sin adecuada
protección tanto los nuevos derechos de participación política, como la
mayoría de los derechos económicos sociales y culturales, y todos los
derechos de tercera generación. Si bien el sistema constitucional
venezolano ofrece una aparente solución a este problema al condicionar
la efectividad del conjunto de los derechos al cumplimiento del principio
de progresividad,44 el camino idóneo y técnicamente correcto sería el
establecimiento en la nueva Ley Orgánica de Garantías Constitucionales
de acciones distintas para cada uno de los diferentes tipos de derechos,
Amparo para los derechos fundamentales que por su propia naturaleza
pueden ser configurados dentro de la categoría de derechos públicos
subjetivos, un recurso o acción especial que permita a las personas acudir
ante el juez constitucional para hacer efectivo el cumplimiento de una Ley
o Acto Administrativo, a imagen de la acción de Cumplimiento de la
Constitución colombiana,45 una acción especial que garantice la
protección de los derechos e intereses colectivos, y finalmente, una acción
especial que garantice el respeto y la promoción de los derechos étnicos
derivados del reconocimiento del carácter multietnico y pluricultural de
la nación venezolana. Solo en el caso de que cada tipo de derechos tenga
asignado correlativamente un medio eficaz de garantía procesal, se podrá
hablar con propiedad del carácter normativo y directamente vinculante
de todos y cada uno de los derechos establecidos en la Constitución.
44. El Artículo 19 de la Constitución de 1999 establece:”El Estado Garantizará a toda persona, conforme al principio de progresividad, y
sin limitación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos humanos (...)”
45. El Artículo 87 de la Constitución de Colombia determina: “ Toda persona podrá acudir ante la autoridad judicial para hacer efectivo
el cumplimiento de una ley o acto administrativo. En caso de prosperar la acción, la sentencia ordenará a la autoridad renuente el
cumplimiento del deber omitido”.
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