Palabras clave - Universidad de Antioquia

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Salus
HISTORIA DE LA SALUD
VOLUMEN 1, NÚMERO 1, 2015
ISSN: 2463-0519
VOLUMEN 1, NÚMERO 1, 2015
ISSN: 2463-0519
Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia
Rector
Mauricio Alviar Ramírez
Vicerrectora de investigaciones
María Patricia Arbeláez Montoya
Decano Facultad Nacional de Salud Pública
Álvaro Olaya Peláez
Jefe Centro de Investigaciones Facultad Nacional de
Salud Pública
Sergio Cristancho Marulanda
Grupo de Investigación Historia de la Salud, Facultad
Nacional de Salud Pública
Coordinador Álvaro Casas Orrego
Semillero Historia de la Salud
EDITORIAL
Comité editorial
Jana Catalina Congote Durango
Álvaro León Casas Orrego
Comité evaluador
Jairo Gutiérrez Avendaño
Jazmín Sugey Santa Álvarez
Comité académico
José Julián Herrera Pulgarín
Manuela Barrios López
Asistencia editorial
Cindy Restrepo
Alejandra Mejía
Diseño e impresión
Editorial L Vieco S.A.S.
Facultad Nacional de Salud Pública
Las ilustraciones de los artículos son
fragmentos tomados de:
Artículo 1. St. Mary’s Hospital, The Operating
Room. Instructions for Nurses and Assistants.
Rochester, Minnesota, (Philadelphia: W.B.
Saunders Company, 1924), 141.
Artículo 2. St. Mary’s Hospital, The Operating
Room. Instructions for Nurses and Assistants.
Rochester, Minnesota, (Philadelphia: W.B.
Saunders Company, 1924), 134.
Artículo 3. St. Mary’s Hospital, The Operating
Room. Instructions for Nurses and Assistants.
Rochester, Minnesota, (Philadelphia: W.B.
Saunders Company, 1924), 60.
Artículo 4. Juan C Llano, Morfi nomania,
(Medellín: Imprenta del Espectador, 1900), 22.
Artículo 5. St. Mary’s Hospital, The Operating
Room. Instructions for Nurses and Assistants.
Rochester, Minnesota, (Philadelphia: W.B.
Saunders Company, 1924), 6.
Contenido
Presentación5
Álvaro León Casas Orrego
El aborto criminal
7
Alejandra Mejía Narvaez
La tragedia biológica del pueblo colombiano en Laurentino Muñoz Trujillo
13
Nora Beatriz Usuga Gutiérrez
Dora Margarita Vergara
Los locos también hacen historia
27
Ana Isabel Cadavid Castrillón
Breve reseña de la morfinomanía en Antioquia durante las tres primeras décadas del siglo XX a partir de un conjunto de historias clínicas del Manicomio Departamental
59
Susana Rodas Carvajal
Tratar, cortar, abrir, cerrar, coser
Enseñanza de la Anatomía en la escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia
77
Documentos
Fuentes para una historia de la homosexualidad en Colombia.
97
Angela Agudelo Ospina
El Semillero de Formación en Historia de la Salud
101
Jana Catalina Congote Durango
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 5 - 6
Luz Elena Muñoz Lopera
3
Presentación
E
l trabajo del Semillero de Formación Historia de la Salud que se presenta en esta publicación, es el resultado de la coordinación de la actividad intelectual en procesos de
investigación que en la modalidad de Trabajo de Grado realizan nuestros estudiantes en
diferentes programas académicos de la Universidad de Antioquia. En la labor como profesor
del Departamento de Historia y coordinador del Grupo Historia de la Salud, adscrito al Centro
de Investigación de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, es
muy alentador apreciar de conjunto el resultado de varias experiencias de formación en investigación, vinculadas a las líneas de trabajo del Grupo, aunque no todas dirigidas por nuestros
integrantes, y reconocer en ellas un propósito común en la construcción de la historia de la salud en nuestra región, con un nivel de calidad académica caracterizado por la puntualidad en
la definición de los objetos de estudio, el uso sistemático de fuentes documentales de archivo
y la inteligente presentación narrativa, documentada y crítica de los resultados.
En estos cinco artículos, compuestos por un ejercicio de escritura, tres fragmentos de los
resultados de trabajos de grado y una investigación de maestría, la comunidad académica
especializada de la Universidad y el lector desprevenido, podrán encontrar aportes significativos al conocimiento de nuestro pasado sanitario, inscrito en la interpretación de los problemas
nacionales relativos al proceso de modernización del Estado, los procesos de industrialización
y urbanización característicos de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, además de la
reforma sanitaria generalizada que implicó a los países de América Latina en la primera mitad
del siglo XX.
El trabajo de las estudiantes de Historia, Dora Vergara y Nora Usuga, coadyuva al rescate
de una pregunta, hasta ahora muy olvidada en la historiografía nacional, sobre la cuestión de
la degeneración racial y social, así como las propuestas higienistas y eugenésicas en Colombia
en la primera mitad del siglo XX, aportando elementos de análisis fundamentales en el repensar de la historia política y la historia de las ideas, al tiempo que hace aportes a la configuración
documentada de una historia de las ciencias psi, que en Colombia reflejaron no pocos de los
planteamientos sobre determinismo geográfico, racismo, alienación y regeneracionismo presente en pensadores europeos como Lamarck, Spencer, Buffón, Morel y Lombroso.
En este mismo sentido de formación de la psicología y la psiquiatría en Antioquia, la
contribución de Susana Rodas, recientemente egresada del programa de Psicología de la
Universidad de Antioquia, es novedoso, al incorporar a la revisión histórica una mirada
sistemática de un registro, a veces muy mentado, pero poco trabajado por los historiadores
de la medicina y de la psiquiatría. El abordaje que sobre las historias clínicas del HOMO, le
permitió un manejo con mucho dominio, sobre el tema de la morfinomanía, en una fecha más
temprana de lo que reconocen hoy las estadísticas nacionales sobre el consumo de sustancias
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El ejercicio de escritura realizado por Alejandra Mejía, estudiante de Historia que aborda
las problemáticas del aborto a comienzos del siglo XX y su tratamiento moral, en este se describen algunas prácticas abortivas llevadas a cabo por las mujeres, así como los esfuerzos sociales
para controlar la conducta sexual femenina.
5
alucinógenas, por lo que resulta novedoso, y muy útil este acercamiento desde la perspectiva
histórica.
Como resultado, de una trabajo muy juicioso y riguroso, también sobre las historias clínicas del HOMO, el aporte de Ana Isabel Cadavid, resulta ser una observación anticipada en Antioquia, de la realidad de la locura y los encerramientos, de la psicopatología y la frenopatía, en
su tránsito de la psiquiatría clásica a la psiquiatría ampliada, visible en los trabajos históricos
europeos a partir del análisis de los trabajos de Morel y Kraepellin en la segunda mitad del
siglo XIX. La sentencia “Todos estamos locos”, formulada por Cadavid constituye una verdadera premonición historiográfica sobre una realidad actual de la psicología, la psiquiatría y
el psicoanálisis, comprometidos en los juegos del diagnóstico de hiperactividad o déficit de
atención en niños y de depresión en adultos como forma de la medicalización generalizada de
la sociedad contemporánea.
Finalmente un trabajo que se inserta en el campo de la historia de la medicina y de la enseñanza de la medicina en Antioquia, resultado de la investigación de la Maestría en Historia
de la Universidad de Antioquia de Luz Elena Muñoz, investigación que da cuenta de ciertas
prácticas discursivas, realidades de la enseñanza de la medicina que se verbalizan como “tratar, cortar, abrir, cerrar, coser”, describe el orden del procedimiento de los galenos en la mejor
época de la medicina anatomoclínica. Muñoz describe con crudeza detalles interesantes de las
formas de la enseñanza de la anatomía en la escuela de medicina de la Universidad de Antioquia, evidencia para nuestro caso una de las primeras y más significativas discontinuidades en
la constitución de la medicina científica moderna, en la obra del médico francés Marie François
Xavier Bichat.
De esta manera, la comunidad académica de la Universidad de Antioquia recibe una
muestra representativa de los trabajos realizados por estudiantes e integrantes del Semillero,
coincidentes con las líneas de investigación del Grupo Historia de la Salud, haciendo visible
con ello la calidad del proceso de formación profesional en historia, y las posibilidades de
inserción del análisis histórico para la comprensión de los temas de la salud y de la salud pública, como perspectiva válida en la interpretación de los problemas que aquejan actualmente
nuestra sociedad.
Felicitaciones a todos los estudiantes autores –algunos ya egresados– por esta magnífica
contribución, y desde luego a su coordinadora por esta labor de compilación y edición.
Presentación
Álvaro León Casas Orrego*
6
*
Doctor en Historia de América Latina, profesor titular del Departamento de Historia, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, coordinador
del Grupo Historia de la Salud, Centro de Investigación Facultad Nacional de Salud Pública, y tutor del semillero de Investigación Historia
de la Salud de la Universidad de Antioquia. [email protected], [email protected].
El aborto criminal
Alejandra Mejía Narvaez1
1
Estudiante Séptimo semestre de Historia Universidad de Antioquia. Integrante del Semillero Historia de la Salud. [email protected],
[email protected]
Resumen
El siguiente trabajo aborda el aborto como práctica criminal en Colombia a partir de la recopilación de información relativa a las relaciones entre Estado e Iglesia, se tienen en cuenta además las
implicaciones jurídicas visibles en la legislación colombiana, así como los postulados de los médicos
sobre esta práctica, los cuales repercutieron en acciones de control sobre la vida privada y las conductas de las mujeres colombianas.
Palabras clave
Aborto, práctica criminal, médicos, legislación, control, mujeres, vida privada.
Desde la época colonial la tradición religiosa ha estado inscrita en el catolicismo, por
lo que consolidada la independencia y creada la nueva república, el Estado tomó una
posición confesional en su configuración, es
así como, a finales del siglo XIX los sujetos no
sólo poseían calidad de feligreses sino también de ciudadanos. En esa reacomodación
de los estamentos que conformaban la socie2
dad para el siglo XIX, la constitución se elaboró tomando modelos extranjeros y adaptándolos a las realidades americanas, donde la
influencia de la religión sería decisiva en la
formulación de sus consignas.2
El Código Penal de 1890 conjugaba esa
simbiosis entre Estado e Iglesia, donde era
evidente la influencia religiosa en sus premisas por su contenido moralizante. Desde esta
perspectiva, el Código Penal de 1890 declaraba como ilícitas una serie de conductas que
iban desde la bigamia, el amancebamiento y
el adulterio, hasta el estupro y el aborto, reduciendo a un nivel casi inexistente la intimidad y la libertad de los ciudadanos. Aunado a
lo anterior, el elemento femenino se convirtió
en el foco en el que recaía toda responsabilidad ya que socialmente se pensaba que era
la mujer quien se encontraba más propensa a
perpetrar estos delitos:
Garrido Calderón, (1995), El aborto en la historia, Acta Médica Dominicana, 30-33, en: http://www.bvs.org.do/revistas/amd/2014/17/10/
amd-17-01-030-033.pdf
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E
l aborto ha constituido una práctica
cultural y económica, presente en las
sociedades occidentales, que trasciende
su relación con el acto criminal y pecaminoso
que le imprimió la cultura cristiana en Europa y América. En Colombia, las perspectivas
legales, sociales y morales se confunden en
una tradición histórica en la que los preceptos
religiosos han tenido un enorme influjo en la
visión que se ha formado de esta práctica, a lo
largo de la historia.
7
La sexualidad de las mujeres antioqueñas estuvo condicionada a la imagen que las asociaba con la Virgen María, de ellas se esperaban
valores como el recogimiento, la castidad, la
virginidad, el recato, el pudor, la vergüenza,
la sujeción, la obediencia, la buena reputación, la inocencia, con el fin de preservar y
trasmitir un ideal de pureza que las alejara
de los placeres del cuerpo, negándoles la posibilidad de disfrutar de su sexualidad, bien
vista solamente si estaba bendecida por el
matrimonio por ser el medio para lograr la
procreación. Cualquier sentido del sexo distinto a la procreación legítima era visto como
perverso y dañino para el cuerpo, y con mayor razón para el alma.3
En la legislación colombiana vigente
entre 1890 y 1930, el aborto era considerado
como tal en tanto que la mujer hacía uso de
alimentos, bebidas, golpes o cualquier otro
método con el fin de expulsar el feto antes de
su nacimiento, no obstante cuando la acusada
aducía haber cometido el aborto para proteger su honor y era reconocida de buena fama
y honrada, la condena disminuía:
Art. 642. Pero si fuere mujer honrada y de
una buena fama anterior, y resultare, á juicio
de los jueces, que el único móvil de la acción
fue el de encubrir su fragilidad, se le impondrá solamente la pena de seis a tres meses de
prisión, si el aborto no se verifica; y de cinco
a diez meses, si se verifica.4
El aborto criminal
La gravedad del delito en los casos de
abortos e infanticidios se medía de acuerdo
a la imagen que la acusada tenía ante la sociedad, por lo tanto las declaraciones de los
testigos cobraban gran valor, pues, eran los
familiares y los vecinos quienes vigilaban la
conducta de las mujeres, eran ellos quienes
opinaban sobre la moral y el comportamiento
de ellas.
8
De acuerdo con lo anterior, las mujeres
se cuidaban de los rumores y de las acusaciones en su contra, dado que a causa de esto se
ponía en juego su imagen y la estima que la
sociedad tenía de ellas.
En este punto es necesario hablar un
poco sobre el concepto que se tenía de aborto
entrado el siglo XX, no obstante se ha encontrado que el derecho penal y la medicina de la
época percibían el aborto desde perspectivas
diferentes aunque no del todo aisladas.
Según el derecho penal de la primera mitad del siglo XX el aborto se definía como:
La expulsión prematura y voluntariamente
provocada del producto de la concepción. No
importa la época en la que se verifique, sea o
no viable el feto; lo que importa es el hecho
de que se hayan empleado medios para
provocar la expulsión y, naturalmente, que
la gestación no haya llegado a su término.5
Por su parte, la rama de la medicina concibe el aborto como:
La interrupción del embarazo en los primeros meses en que todavía el fruto no es apto
para la vida / El límite preciso entre lo que se
puede considerar aborto y parto prematuro
no existe. Generalmente se considera como
aborto la interrupción del embarazo de las
veinte y cuatro semanas, con peso menor de
800 gramos y longitud menor de 32 centímetros. Sin embargo, ha habido casos de fetos
perfectamente viables a las veinte semanas
y se han desarrollado normalmente. […] De
ahí que no se puede precisar límites precisos
entre aborto y parto prematuro, todo depende de las causas que ocasionaron la expulsión del producto de la concepción y de los
cuidados y atenciones que se le presten al
feto.6
3
Natalia Gutiérrez Urquijo, “Los delitos de aborto e infanticidio en Antioquia, 1890-1930”, Historia y Sociedad 17 (2009): 159.
4
Miguel Martínez, Código penal colombiano con anotaciones y leyes reformatorias (Bogotá: Imprenta del Departamento, 1899), 100.
5
Lázaro Uribe, “Aborto”, Boletín Clínico 2 (1935): 150.
6
Rafael Alvear Cárdenas, “Symposium de ginecología y obstetricia. Aborto”, Medicina y Cirugía 24, 1-11 (1957): 26.
Si bien es importante conocer lo que
en materia de legislación se ha dicho sobre
el aborto para mediados del siglo XX, se ha
optado por tratar el tema desde la medicina,
dado que el código penal se concentra más
en enumerar y sancionar los medios y las
acciones por las cuales se puede provocar el
aborto, mientras una visión médica ofrece un
panorama más amplio en términos de las implicaciones etiológicas, los métodos abortivos
más frecuentes, el proceso de investigación
para esclarecer si el aborto fue espontáneo o
criminal, incluso puede arrojar información
sobre el contenido social y económico que suponía llevar a cabo esta práctica.
Etiológicamente hablando, para el siglo
XX, los anales de la medicina indican que se
contemplaban cuatro tipos de causas para
provocar el aborto: causas paternas, causas
maternas (y estas a su vez se subdividían en
causas externas e internas), causas fetales y
causas socioeconómicas o criminales.
Causas paternas
Las causas paternas hacían referencia a
las afecciones del hombre, que en su papel de
procreador y aportador del espermatozoide,
podrían fungir como causal del aborto:
7
Alvear, 1957, 27.
8
Alvear, 1957, 27.
[…] algunos hombres producen espermatozoides que son demasiado débiles para imprimir en el huevo el impulso germinatorio
necesario. […] Son causas etiológicas, las
enfermedades de los padres, tales como la
sífilis, la tuberculosis, alcoholismo, parálisis
general, la práctica excesiva del coito […].7
Causas maternas
Estas se dividían en externas e internas.
Las causas externas eran las que tenían
que ver con el ambiente que rodeaba a la mujer gestante y los factores que se derivaban de
éste, posibles causantes de la expulsión del
feto:
[…] grandes emociones, buenas o malas, que
pueden dar trastorno psíquicos o lesiones
traumáticas, los ejercicios agradables como
en los grandes deportes y competencias,
grandes velocidades con apuros imprevistos,
la electricidad, el coito excesivo […].8
Por otro lado se encontraban las causas
internas que básicamente constituían las afecciones anatómicas, infecciosas y hormonales
de la madre, y que podrían producir la muerte de la criatura
Causas fetales
Las causas fetales eran aquellas que por
la precaria salud de la criatura ocasionaban
el aborto:
La muerte del feto y las anomalías de sus
apéndices, es decir, los defectos del plasma
germinal dan origen al aborto. […] Las afecciones del cordón, las degeneraciones hidatiformes que casi siempre interrumpen el
embarazo, las afecciones placentarias, como
desprendimientos, infartos blancos, apoplejía, placenta muy baja, endoarteritis, afecciones del cordón umbilical, torceduras, nudos,
estenosis, afecciones del annios, polihidram-
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Ambas concepciones del aborto están
orientadas a la expulsión el feto antes de finalizar el proceso de gestación, sin embargo la
medicina de la época advierte que si dicha expulsión se presentaba después de las veinticuatro semanas ya no se hablaba de un aborto
sino de un parto prematuro, desde esta perspectiva el feto podría sobrevivir por fuera del
útero. De la misma manera, el derecho penal
contemplaba como aborto la interrupción del
embarazo y la expulsión del producto de la
concepción sin importar la etapa de gestación
en la que se encontrara, es decir, independientemente de si era viable o no la vida del
bebé al momento de ser expelido.
9
nio, oligohidramnio, anherencias amnióticas, afecciones del cuerpo fetal, anomalías
del crecimiento, monstruos, muertes por asfixia, por hemorragia de la placenta.9
Causas socioeconómicas o
criminales
De acuerdo con los especialistas en el
área de la salud, las causas socioeconómicas o
criminales arrojaban el porcentaje más alto de
abortos para mediados del siglo XX.
Para éste periodo comenzaba a emerger
en Colombia una clase social media, asalariada y proletaria, que se concentraba en las
grandes ciudades como producto del desplazamiento de la población de los campos
a las ciudades en busca de bienestar, seguridad económica y con aspiraciones de ascenso
social, además el modo y la calidad de vida
que se llevaba en las grandes urbes, bajo un
sistema económico capitalista y consumista
que era bastante atractivo para esa población
migrante:
El aborto criminal
En el área geográfica del municipio de Medellín a lo largo del siglo XX se han producido
varias oleadas migratorias que han modificado profundamente la ciudad. La primera se puede situar a finales del siglo XIX y
principios del XX, esta primera oleada fue
impulsada por la actividad comercial, el acceso a la educación, el desarrollo de vías de
comunicación y las primeras industrias que
atrajeron campesinos de tal manera que la
ciudad comenzó a crecer entre 1910 y 1930; la
segunda a mediados del siglo XX, entre 1940
y 1960, con la consolidación del desarrollo
industrial que atrajo gente hacia las distintas
ciudades colombianas […].10
10
En éste contexto, las fuentes nos indican
que el mayor número de abortos criminales
se presentaban entre la clase media, quizás en
su afán de sostener el ritmo de vida que ésta
demandaba:
Pero la clase media, es la que vive de sueldos, de pequeñas industrias, y le temen a
la responsabilidad y más que todo el gran
deseo de igualarse a la clase económica alta
[…] que los hace ver la imposibilidad de tener muchos hijos con el sueldo de que viven,
todo por pura imitación.11
Es así como las condiciones económicas
no representaban el único móvil que motivaría las prácticas abortivas entre las mujeres:
El aborto clandestino se haya muy propagado entre nosotros […] Sus causas o móviles
que tomamos de una reciente obra de Deontología son los siguientes: Prejuicios sociales
o religiosos. Razones económicas. Corrupción de las costumbres (concubinato, adulterio, la viudez). Condición de inferioridad de
la mujer ante la ley. Desamparo social. Falta
de protección a la infancia abandonada. Falso concepto del honor. Falta de preparación
deontológica de enfermeras, comadronas,
farmacéuticos y médicos. Deficiente amparo
legal de la legitimidad. Impunidad del ejercicio legal de la medicina. Falta de cooperación
médica para el control de la clandestinidad.
Tendencia de los matrimonios a disminuir la
natalidad. Falsa tendencia feminista a la vida
económica y social modernas. Influencia del
deportismo exagerado, creación del tercer
sexo. Falta de control en el expendio de sustancias abortivas: medicinas, utensilios, instrumentos.12
Como se dijo inicialmente, el honor y la
moral de las mujeres era de vital importancia
9
Alvear, 1957, 28-29.
10
Sandra Ramírez Patiño y Karim León Vargas. Del pueblo a la ciudad. Migración y cambio social en Medellín y el Valle de Aburrá, 1920-1970
(Medellín: Hombre Nuevo Editores, 2013), 36.
11
Alvear, 1957, 29.
12
Alvear, 1957, 39.
Si bien el control social sobre la conducta
sexual de las mujeres era elevado, se presentaban numerosos casos de nacimientos de hijos ilegítimos y de abortos provocados con el
fin de encubrir el escándalo y la vergüenza:
Con la mayor frecuencia el aborto es provocado en los primeros meses de la gestación, y
la razón es obvia: la mujer lo busca con el fin
de ocultar una preñez indeseada, quizás una
deshonra; y mientras más temprano lo haga
más probabilidades tiene de que esta no suceda o de que aquella pase inadvertida, pues
la indiscreción de la preñez va creciendo con
el correr de los días; en una preñez avanzada
hay qué vencer dificultades mayores, como
son el nacimiento de un feto vivo al que quizás haya qué dar muerte, la dificultad de su
ocultación por el mayor tamaño, y la teatralidad del trabajo expulsivo que es la misma de
un verdadero parto.13
Los abortos criminales representaban una
preocupación de salud pública, no sólo por su
connotación pecaminosa y delictiva, sino también por el aumento de muertes en la población femenina por complicaciones del mismo:
Actualmente podríamos afirmar, que no nos
sería difícil agregar a las observaciones publicadas por los colegas Hurtado Salazar y Sánchez, un centenar de abortos criminales de los
cuales un buen número ha terminado con la
muerte, y en el mejor de los casos las pacientes han presentado complicaciones graves.14
En cuanto a los procedimientos empleados en el aborto criminal, las fuentes hablan
de una variedad inimaginable de métodos,
desde el consumo de brebajes a base de plantas y sustancias químicas, hasta golpes, actividad física pesada, opresión del vientre por
prendas intimas, incluso la punción directa
del saco amniótico por inmersión de objetos
extraños en la cavidad vaginal, siendo ésta última opción la más creativa por la naturaleza
de los objetos utilizados para este fin:
Punción del huevo.- Se verifica ésta con un instrumento como aguja de hacer crochet, varilla de paraguas, o cualquiera otro semejante,
introducido por la cavidad vaginal, ciegamente.15
Hace poco se atendió en el servicio de maternidad una paciente en estado de suma gravedad en la que el examen ginecológico se
le encontró introducido en la matriz un tallo
de perejil colocado allí, para terminar con un
embarazo de tres meses […].16
En el marco legal los procesos judiciales
iniciados por aborto requirieron la participación de peritos que demostraran médicamente si la mujer había estado en embarazo, si
el feto era de de dicha persona, la causa de
muerte de la criatura, si ésta había nacido
viva, el método abortivo utilizado, entre otras
cuestiones.
No obstante, los conocimientos ginecológicos y obstétricos eran precarios para la
época, por lo que las conclusiones periciales
muchas veces eran ambiguas o incompletas:
Como en muchos de los procesos abiertos
no se logró establecer el cuerpo del delito
por falta de precisión en las exposiciones de
los peritos o, como el servicio médico en los
procesos por aborto e infanticidio solamente
eran un apoyo para ayudar a esclarecer las
causas del delito, las opiniones de los peritos
no siempre fueron decisivas o tomadas en
cuenta para la resolución del caso17
13
Uribe, 1950, 150.
14
Hernando Caicedo, “Auge del aborto criminal”, Heraldo Médico 4, 80 (1946): 12.
15
Uribe, 1950, 153.
16
Caicedo, 1946, 12.
17
Gutiérrez, 2009, 174.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 7 - 12
para la sociedad colombiana hasta muy entrado el siglo XX, por lo tanto se empleaban
grandes esfuerzos por controlar la conducta
sexual de aquellas, ya fuese por medio de la
legislación, la religión o la moral familiar.
11
En el ámbito de la obstetricia existían
pautas éticas que de ser violadas eran duramente sancionadas, además el código penal
de la época promulgaba la judicialización
por mala praxis a profesionales del área de la
medicina que llevaran a cabo procedimientos
abortivos clandestinos o cualquier otra acción que atentara contra la vida, incluyendo
la prescripción de anticonceptivos.
El Código Moral Médico que se encontraba vigente en éste periodo tenía una enorme carga moral, filosófica e incluso religiosa,
lo cual es un reflejo de los prejuicios que invadían el ramo de la medicina y que entraban
en contradicción con su carácter netamente
científico:
El aborto criminal
Entre nosotros el Código de Moral Médica
elevado hoy a la categoría de Decreto-Ley
condena el aborto y no admite excepciones
en su artículo noveno que dice así:
12
18
Cárdenas, 1957, 40.
El médico no podrá prescribir ni ejecutar acto
alguno que tienda de manera directa o deliberada, cualquiera que sea el fin perseguido,
a destruir la vida humana, como el aborto, la
eutanasia o el uso de anticoncepcionales
Este mandato está inspirado en los preceptos
morales del Derecho Natural: No matarás.
No se pueden hacer males para que vengan
bienes.18
El anterior acercamiento a las problemáticas del aborto considerado como “criminal” deja entrever las diversas situaciones
conflictivas a las que se enfrentaron las mujeres y cómo esta situación se convirtió en un
problema de salud pública, pues aunado a
los peligros de las prácticas elementales y la
clandestinidad con las cuales estos eran llevados a cabo, se encontraba la carga moral por
el estricto control social de la sexualidad de
las mujeres.
La tragedia biológica del pueblo colombiano
en Laurentino Muñoz Trujillo
Nora Beatriz Usuga Gutiérrez1
Dora Margarita Vergara1
1
Integrantes del Semillero de Investigación Historia de la Salud, Centro de Investigación Facultad Nacional de Salud Pública. Estudiantes
último semestre de Historia Universidad de Antioquia. Este trabajo hace parte de los compromisos del Semillero Historia de la Salud ante
Colciencias para la Convocatoria 617. [email protected], [email protected], [email protected].
Resumen
En este trabajo se abordan las condiciones de salud pública en Colombia durante la primera mitad
del siglo XX, para ello se retoma a Laurentino Muñoz, y su obra La tragedia Biológica del pueblo colombiano como referente principal. Dicho autor, proporciona un panorama sombrío y “trágico” de
la realidad nacional reflejada principalmente en la degeneración racial, la cual según su percepción
se transmitía de generación a generación a través de la herencia y de las deplorables condiciones
de vida de la mayor parte de la población, las cuales mantenían a la nación en un estado de atraso
en el contexto latinoamericano. Desde su labor como médico, Muñoz pretendía establecer unos
parámetros claros frente a la necesidad de una intervención eficaz en el país, con el fin de mejorar
la calidad de vida y que esto se tradujera en progreso para la sociedad colombiana.
Palabras clave
Degeneración racial, condiciones de vida, salud pública, medicina, enfermedad.
minismo geográfico y a la configuración del
territorio y el clima.5 De igual manera señalaban que la degeneración y el progreso eran
mellizos por lo que era necesario que el Estado o la Nación en conjunto invirtieran en la
población y así atacar todas las enfermedades
epidémicas y contagiosas al igual que el juego, el tabaco y el alcohol.6
2
José María Samper. Humanista, literato, periodista y político tolimense (Honda, marzo 31 de 1828 - Anapoima, Cundinamarca, julio 22 de 1888).
En él se expresa el carácter interdisciplinario y multifacético manifiesto en aquellos que participaron activamente en la vida política, económica y
social del siglo XIX en Colombia. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biografias/sampjose.htm, consultada 17 de abril, 2014.
3
Miguel Samper. Nació en Guaduas el 24 de octubre de 1825, estudió Derecho Civil y Canónico y obtuvo el título de doctor, se dedicó, junto
con su padre y sus hermanos a negocios agrícolas y comerciales. El partido liberal lo presentó como candidato pare la presidencia de la
República en 1897 y 1898. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/politica/pensa/pensa11.htm, consultada 17 de abril, 2014.
4
Rafael Uribe Uribe. Jurisconsulto, orador, militar, polemista, periodista y diplomático antioqueño (Valparaíso, abril 12 de 1859 Bogotá,
octubre 15 de 1914). Encarnó la conciencia social liberal y la concordia por reconstruir una nación en ruinas. Predicó un liberalismo de
izquierda, contagiado de ideas corporativistas y de asistencia social y pública. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biografias/uribrafa.
htm, consultada 18 de abril, 2014.
5
Zandra Pedraza Gómez, “El debate eugenésico: Una visión de la modernidad en Colombia”, Revista de Antropología y Arqueología 09, 01-02
(1996): 115-159 122.
6
Álvaro Andrés Villegas, “Nación, intelectuales de elite y representaciones de degeneración y regeneración, Colombia. 1906-1937”,
Iberoamericana VII, 28 (2007): 7-24 10.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 13 - 26
A
lgunas de las primeras ideas que se
dieron a conocer en Colombia sobre
la raza y la degeneración durante las
últimas décadas del siglo XIX y las primeras
del siglo XX, fueron las de algunos intelectuales como José María Samper2, Miguel Samper3 y Rafael Uribe Uribe4, quienes coincidían
en afirmar la idea de decadencia racial, dicha
condición atribuida principalmente al deter-
13
Las ideas mencionadas anteriormente
no se materializaron en ninguna publicación
conocida hasta el momento, hecho que sí ocurrió a partir de 1918, fecha en la que se llevó
a cabo el Tercer Congreso Médico Nacional
realizado en la ciudad de Cartagena . Allí el
tema fue tratado públicamente por primera
vez, el 19 de enero en la sexta sesión, llamada
Higiene, Ciencias Naturales, Medicina Legal
y Psiquiatría. El médico boyacense Miguel
Jiménez López7 presentó el trabajo titulado
“Algunos signos de degeneración en Colombia y en países similares. El deber actual de
la ciencia”, en el cual afirmó que a través de
la recopilación de múltiples observaciones
médicas, estadísticas y fisiológicas se podía
asegurar el grave estado de degeneración de
la población; y aunque los signos más evidentes eran mentales, estos tenían su origen en lo
biológico.8
La tragedia biológica del pueblo colombiano en Laurentino Muñoz Trujillo
En cuanto a las causas de la degeneración, Jiménez López mencionaba una serie
de factores como: la alimentación inadecuada
14
(poco proteínica), la falta de higiene, una educación que privilegiaba la memoria a costa del
cuerpo, el carácter y la moral, el alcoholismo,
la miseria, las enfermedades tropicales, las infecciones como la sífilis y la tuberculosis, pero
esto se resumía en dos causas principales a
saber, la falta de una sangre nueva y vigorosa
y el desgaste de los órganos inherente a las
tierras tropicales.9 Así mismo, otros autores
se interesaron en los temas de degeneración,
como por ejemplo Calixto Torres Umaña,10
Simón Araujo11 y Lucas Caballero,12 quienes
coincidían en la existencia de signos de debilidad biológica, pero que no se podía hablar
de degeneración, la pobreza, la falta de higiene, los hábitos alimenticios inadecuados, y el
chichismo13 se trasmitían hereditariamente y
facilitaban nuestra debilidad racial.
Igualmente, Jorge Bejarano,14 Alfonso
Castro15 y Emilio Robledo16 se dieron a conocer por su ferviente oposición a las ideas expresadas por el doctor Miguel Jiménez López,
aunque los trabajos de Bejarano y Robledo
7
Miguel Jiménez López, nació en Paipa en 1875. Adelantó sus estudios secundarios en Tunja y los universitarios en Bogotá habiéndose
graduado de médico en 1899; desde la época de sus estudios en Medicina, en Bogotá, se preocupó por el problema de las enfermedades
mentales, visitando el Asilo de San Diego, del cual fue practicante en el año de su grado. Perfeccionó sus estudios en París en donde tuvo
oportunidad de frecuentar los servicios psiquiátricos y de asistir a las disertaciones de maestros como Dupré, Remond, Gilles de la Tourette y Banbinsky hacia el campo de la psiquiatría forense, siendo autor de numerosos dictámenes periciales, algunos de ellos publicados.
Durante la guerra de los mil días trabajó como médico a cargo de las ambulancias de los ejércitos del gobierno. Humberto Rosselli. Historia
de la psiquiatría en Colombia. Tomo I. (Bogotá: Editorial Horizontes, 1968), 281.
8
Zandra Pedraza Gómez, En cuerpo y alma. Visiones del progreso y la felicidad (Bogotá: Departamento de Antropología, Universidad de los
Andes, 1999), 207.
9
Álvaro Andrés Villegas Vélez, “Nación, intelectuales de élite y representaciones de degeneración y regeneración, Colombia, 1906-1937”,
Iberoamericana: América Latina, España, Portugal (Frankfurt) 07, 28 (2007): 11-12.
10
Calixto Torres Umaña. (1889-1936), médico cirujano de la Universidad Nacional y pediatra de la Universidad de Harvard, públicó varios
libros y artículos sobre pediatría. Fue miembro fundador de la Sociedad Colombiana de Pediatría.
11
Simón Araujo, institutor, cofundador de la Universidad Externado de Colombia, presidente y director del banco de la República. Entre sus
ideas se destaca la política de aceptación y el reconocimiento del sujeto social y su derecho a la dignificación mediante el acceso equitativo
a la nutrición, a una vivienda digna a la educación, a la salud y al bienestar social en general.micolegio.blogspot.com/, consultada Junio,
2014.
12
Lucas Caballero. Militar, empresario, escritor y político liberal colombiano participó activamente en la guerra de los Mil Días (1899-1902),
y en la firma del tratado de paz de Wisconsin. Se inició como escritor en el cargo de escribiente de la Dirección Nacional Liberal, y como
secretario del general Gabriel Vargas Santos, coordinador de la acción bélica de los liberales desde este puesto redactó muchas de las proclamas que circulaban entre los miembros de este partido. http://www.mcbiografias. com/app-bio/do/show?key=caballero-barrera-lucas,
consultada Junio, 2014.
13
Chichismo: Consumo excesivo de la chicha, bebida popular fermentada.
14
Jorge Bejarano. Higienista, se graduó en Medicina y posteriormente se dedicó a la pediatría y a la Salud Pública. Junto con Jiménez López
hizo parte de la generación del centenario. Rodrigo Ospina Ortiz, Jorge Bejarano: un intelectual orgánico del partido liberal 1888-1966
(Medellín: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Historia, 2012).
15
Alfonso Castro, Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, profesor de patología general, director departamental de
higiene, senador de la república.
16
Emilio Robledo, Médico, humanista, historiador, legislador, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Academia Colombiana de Historia de la cual ha sido presidente. https://www.tareanet.edu.co/wikitareanet/doku.php/emilio_robledo, consultada Junio, 2014.
Entre éstos, se encuentran los textos del
médico Laurentino Muñoz Trujillo, quien
nació en San Sebastián, Cauca en 1905. Cursó bachillerato en la Universidad del Cauca17
y estudió en la Facultad de Medicina de la
Universidad de Antioquia, donde se graduó
como médico en 1930, con la tesis Estudio
de vulgarización científica. Certificado médico
pre-nupcial, catalogado como un aporte para
la defensa de la sociedad.
En 1935, Muñoz participó en la ciudad
de Medellín en la Primera Conferencia Antivenérea Nacional, donde afirmó que existía
una marcada falta de ética sexual en la población nacional, y esto iba en detrimento de la
salud, el trabajo, la felicidad del individuo,
y por ende, de la familia y de la sociedad.18
Así mismo, Muñoz fue director de las revistas
Hospital de Colombia; Revista de Higiene;19 Salud y Sanidad; El médico colombiano y Heraldo
Médico. Cofundador de la Federación Médica Colombiana, la Asociación Colombiana de
Hospitales y Seguros Médicos Voluntarios.
Laurentino Muñoz dejó entre sus legados científicos diversos escritos entre los que
se destacan números artículos publicados
en revistas de investigación de las ciencias
médicas en nuestro país como son: Revista
Facultad de Medicina; Revista Nacional de Agricultura; Anales de la Universidad de Antioquia,
y Claridad: Revista semanal. Además, participó
en 1968, como colaborador en la edición de
la revista El Alcoholismo: causas, efectos, recuperación, junto a los médicos Alfonso Castillo Arias y Álvaro López Pardo, y que tenía
como objetivo primordial la prevención del
alcoholismo.20
Sin embargo, Muñoz Trujillo fue mayormente reconocido en el ámbito nacional
gracias a su obra titulada La tragedia biológica del pueblo colombiano, que contó con dos
ediciones 1935 y 1939. Autores como Carlos
Noguera, Zandra Pedraza y Humberto Rosselli catalogan al autor y a su obra como un
referente de los temas de la degeneración, la
eugenesia y la higiene en Colombia, aunque
con menos importancia frente a autores como
Miguel Jiménez López y Luis López de Mesa
entre otros.
La tragedia biológica del pueblo colombiano
es un escrito que está divido en seis partes
principales en las que Muñoz manifiesta su
preocupación temas como: el conjunto social,
anemia tropical, paludismo, tuberculosis, alcoholismo, enfermedades venéreas, prostitución y matrimonio. En cada uno de estos
apartados enfatiza en aspectos como: el contagio, la etiología, la patogenia, la profilaxis
y las campañas preventivas. De esta manera,
en el tema del matrimonio le da particular
importancia a la paternidad, al trabajo del
hombre y la función de crianza desempeñada
por la mujer. Cuenta además con una carta de
Mariano Ospina Pérez a manera de prólogo
en que se lee que “el vigor físico es base indispensable de toda capacidad mental y de toda
voluntad enérgica”.
Este trabajo del médico Laurentino Muñoz Trujillo es un llamado constante a la necesidad en el país de programas de salud, debido a la masiva proliferación de enfermedades.
Las cuales fueron descritas en este texto dando a conocer sus causas físicas, biológicas y
sociales; ya que se pretendía un tratamiento o
solución tanto médica como social.
17
Rosselli, 1968, 343.
18
Carlos Ernesto Noguera, Medicina y política. Discurso médico y prácticas higiénicas durante la primera mitad del siglo XX en Colombia
(Medellín: Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2002), 181.
19
Muñoz recuperó en 1936 la edición de la Revista de Higiene temporalmente suspendida desde 1932.
20
Rosselli, 1968, 349.
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fueron posteriores al debate de 1920 hicieron
parte del auge de las opiniones y textos que
sobre el tema de la degeneración de la raza se
dieron a conocer en las primeras décadas del
siglo XX.
15
Para el presente escrito tendremos en
cuenta la edición de 1935 y la de 1939 de la
obra de Muñoz, la cual cuenta con dos prefacios que nos da a grandes rasgos el contenido
del texto; en el segundo de ellos denominado
“En la senda de la verdad”, el autor inicia manifestando su preocupación sentida acerca de
la condición del país, en cuanto a cuestiones
sanitarias que afectaban el correcto discurrir
de la sociedad.
Dicha preocupación manifestada respecto a la problemática higiénica ya había sido
expuesta por otros autores, lo que nos permite suponer la posible existencia de una influencia de tipo local sobre el pensamiento de
Muñoz como en el caso de Miguel Jiménez,
y a su vez, da cuenta de la existencia de unas
nociones generalizadas afines al tema de la
raza entre los estudiosos de la época.
La tragedia biológica del pueblo colombiano en Laurentino Muñoz Trujillo
En Muñoz lo que más se destaca es el
planteamiento de una posible serie de soluciones o de prácticas que conllevaran al mejoramiento de las condiciones presentes en la
población colombiana. La manera de expresar sus inquietudes reflejan una sensibilidad
dramática que podría interpretarse como un
medio para atraer la atención. La frase “En
la senda de la verdad” alude a su intención
de mostrar a través de sus ideas su autoridad
para hablar acerca del tema.
16
Una de sus pretensiones evidentes en el
texto es establecer responsabilidades, por lo
cual se inclina por atribuir al Estado y a la sociedad el aspecto negativo de la situación de
la nación. De igual manera argumenta que
un buen gobernante debía preocuparse por
el adelanto público por cumplir la misión del
progreso que se le encomienda y por las necesidades de sus gobernados. Para esto no se
requiere ni dinero, ni impuestos, ni energías
sino un compromiso social con la defensa de
la raza, la salud y el vigor de los colombianos.21
Como tema central Muñoz define la salud como determinante para el mejoramiento
de las condiciones desfavorables existentes:
“(…) Claro es que lo primero para definir y
engrandecer un pueblo es la salud de sus habitantes y la alimentación adecuada; sano y
nutrido puede el ser humano trabajar, producir, estudiar, buscar el progreso y la cultura”.22
En su rol de médico el autor asume su
compromiso social de crear una conciencia de
las carencias en materia de la salud y presenta a manera de reclamo la actitud de indiferencia de otros ámbitos de la sociedad y de
manera específica el sector político. Muñoz
afirma:
Un colombiano a quien pudiera llamar político me dijo un día que los médicos vivían
hablando de que Colombia está llena de palúdicos, anémicos, sifilíticos, blenorrágicos,
alcohólicos, pianosos, y que él no los había
visto. Le contesté que los políticos viajaban
en avión, en tren y en automóvil y que subconscientemente no miraban a los lados, ni
en las estaciones se detenían a mirar la gente;
lo invité a conocer los barrios de Bogotá, los
hospitales, hospicios, a salir a algunas veredas y poblaciones, pero no cobró mérito mi
invitación. Y es que sucede esto cabalmente:
salir de la casa y andar por las vías principales de las ciudades de Colombia y ver al país
viajando en avión, en tren y en automóvil, es
ignorar las necesidades del pueblo, desconocer la tierra.23
El texto presenta unas consideraciones
preliminares respecto al conjunto social de la
nación que según Muñoz era contrario a los
ideales de progreso. Prevalecía la ignorancia,
la enfermedad y la pereza, que se trasmitía
de una generación a otra dado que los padres
no cumplían su función de educadores ni
tampoco la escuela. En palabras de Muñoz:
21
Laurentino Muñoz Trujillo, Tragedia biológica del pueblo colombiano estudio de observación y de divulgación (Cali: América, 1935), 4-5.
22
Muñoz, 1935, 7.
23
Muñoz, 1935, 11.
La herencia, según todos los planteamientos presentado por Muñoz, resulta ser pues,
uno de los principales causantes de los problemas físicos, morales y culturales de los individuos. Esta perspectiva se encuentra en muchos
de los textos publicados en la primera mitad
del siglo XX sobre el tema de la raza, como ya
se ha mencionado en este trabajo. Esto permite
suponer que el autor comparte estas ideas respecto a la condición de la raza en nuestro país
y esto, a su vez, constituye el eje central de la
mayoría de sus obras, y más específicamente
la de nuestro objeto de análisis.
Las enfermedades presentes en la mayoría de la población eran, según el autor, la
causa del atraso y decadencia del país, ya que
eran una de las consecuencias más evidentes de las carencias en materia de higiene, y
de cuidado por parte de los gobiernos, esto
obliga al autor a plantear la existencia de un
estado de debilidad general en la población
que influía en la incapacidad para llegar a un
estado de progreso.
El panorama en general descrito por Muñoz era desolador y terrible, y no era que el
colombiano fuera étnicamente inferior o que
la geografía tropical inhibía la mente y consumía la energía, pues en su opinión la raza nacional no era propiamente débil, sino que su
condición obedecía a otras causas ya mencio-
24
Muñoz, 1935, 16.
25
Muñoz, 1935, 32.
nadas, de carácter externo, tales como las enfermedades tropicales y sociales: paludismo,
anemia tropical, pian, sífilis, blenorragia, tuberculosis y alcoholismo, entre otras, sumían
a la población en la decadencia física, intelectual y moral.25 Por esto el autor designa estas
causas como cercanas y fáciles de solucionar,
para lo cual sugiere algunos procedimientos
que llevarían a la obtención de soluciones
reales.
Las consideraciones presentes en el texto,
podrían ser un reflejo de la actitud del autor
en cuanto a los conceptos de degeneración de
la raza y decadencia en nuestro país que surgieron a principios del siglo XX. Igualmente,
nos permite presumir que el autor tomó de
manera radical la ideología moralista para
sentirse respaldado en su postura.
En esta misma perspectiva el texto enfatiza en enfermedades como: la anemia tropical, el paludismo, la tuberculosis, la sífilis y la
blenorragia como principales problemáticas
de la población en su mayoría campesina que
vivía bajo carentes condiciones higiénicas y
sometidas a la ignorancia. Por lo cual tendremos en cuenta las consideraciones generales
expuestas en el texto respecto a dichas enfermedades.
Anemia tropical
Muñoz presenta la anemia tropical como
una de las enfermedades más propagadas en
Colombia, dado los malos hábitos como la
falta de uso de calzado y del inodoro, la escasez económica que obliga a habitar viviendas húmedas con pisos en tierra, además de
una alimentación insuficiente, que generaba
desnutrición y predisponía a adquirir la enfermedad.
En este apartado del texto el autor describe la situación biológica de la enfermedad
iniciando por la aparición del parásito, las
causas que propiciaban el desarrollo de sus
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Es necesario insistir: en Colombia desde la
cuna el niño es víctima de la dirección equivocada de los padres para educarlo, sin considerar por ahora la inconsciencia con que se
reproduce la especie, hecho consecuencial,
es claro, de la ignorancia del pueblo colombiano. Pero de más allá de la cuna, es decir,
de las células germinativas macho y hembra está viciada la vida del niño en nuestra
patria: sifilíticos, alcohólicos, blenorrágicos,
hombres sin trabajo, parásitos y zánganos,
en miseria fisiológica, engendran estos productos desnutridos y mediocres vistos por
todas partes.24
17
huevos, patogenia, es decir, el origen y desarrollo de la enfermedad. De igual forma, habla de la sanidad especificando la profilaxis
tanto individual como general, el tratamiento
y las posibles soluciones, anexa datos estadísticos del Departamento Nacional de Higiene
sobre índices de infestación global en el país.
La anemia se contagia a través de la piel
de los pies, por donde ingresan al organismo
parásitos que lo desgastan al disminuir el
hierro de la sangre. Para Muñoz, aunque esta
problemática era de fácil solución, para el habitante el uso del calzado representaba incomodidad y un gasto adicional, ya que ignoraba el peligro de estar descalzo; así mismo, no
era común que las viviendas tuvieran servicio de agua potable. El enfermo representaba
una situación de degeneración de la raza y las
condiciones sociales.
La tragedia biológica del pueblo colombiano en Laurentino Muñoz Trujillo
[…] el anémico impotente, en eterna fatiga,
incapacitado para el trabajo, dominado desde la niñez por la endemia, hijo de padres
también enfermos, es muy razonable que
sea abúlico, indolente, resignado hasta la
quietud, y que en ese estado de miseria de
su salud, también se acostumbre a las otras
miserias de la especie: no se salva mientras
su cuerpo sea pasto de los parásitos que lo
aniquilan y lo convierten en cadáver ambulante.26
18
Paludismo
Según Muñoz, el paludismo era una enfermedad propia de regiones con climas cálidos y templados donde se carecía de acueducto y alcantarillado que propiciaban la
reproducción de los anofeles, insectos trasmisores de la enfermedad. Al igual que con la
anemia tropical las condiciones de vida de la
población incidían en la aparición de esta enfermedad, profundizando en la problemática
de salud y que unida a otras enfermedades
26
Muñoz, 1935, 51.
27
Muñoz , 1935, 79.
afectaban la capacidad de producción laboral
y las condiciones del entorno.
El autor puntualiza en el desarrollo de
la enfermedad iniciando con la aparición del
anofeles y sus diferentes etapas de contagio
en el ser humano; las condiciones que favorecían la anemia, la sintomatología y el tratamiento.
Muñoz señala las problemáticas que generaban las enfermedades en la población:
[…] cómo es posible exigirle a un conjunto de
individuos, a un agregado étnico, fortaleza y
vigor, adelanto en la producción agrícola y
en la industria, progreso en las conquistas
de la mente, si está minado en sus células, si
su organismo vacila a cada instante entre la
claudicación definitiva y el trabajo mediocre,
por la sencilla razón de que las enfermedades
lo han reducido a una constitución biológica
inferior que no le suministra energía al
músculo ni agilidad ni capacidad al cerebro.27
Tuberculosis
Igualmente, la tuberculosis era otra de
las enfermedades que tenían origen en las
precarias condiciones de vida de la población
y que se trasmitían gracias a la insalubridad
presente en las costumbres, que a su vez contribuían a la propagación del bacilo de koch,
causante de dicha enfermedad.
En el texto se explica la forma de contagio, las etapas de la infección, la propagación
gracias al hábitat de los enfermos y sus prácticas antihigiénicas, al igual que las medidas
para contrarrestarla entre ellas los sanatorios,
dispensarios, las vacunas y los sueros curativos.
Muñoz describe la aparición de la enfermedad de la siguiente manera:
La miseria económica aumenta la tuberculosis y ésta conduce a la miseria; correlación de
En este texto, Laurentino Muñoz hace
una presentación somera de las enfermedades antes mencionadas, las cuales profundiza en otros trabajos como en El apogeo de las
enfermedades evitables en América. Sin embargo
no difieren en la importancia que el autor da
al posicionarlas como una de las principales
causas de la degeneración de la raza.
Ante la falta de una conciencia colectiva frente a las enfermedades como del tratamiento, era difícil emprender planes que
contribuyeran a la erradicación de ellas, que
incidían en el estado de pobreza y salubridad
presente en la forma de vida de la población
colombiana. Era necesario intervenir en las
costumbres negativas por medio de la correcta adecuación de las viviendas y, además,
crear una conciencia de responsabilidad respecto a la salud individual y social.
Es posible que las diferentes enfermedades a las que hace alusión Muñoz fueran
el resultado de la negligencia del gobierno y
de las situaciones sociales y culturales de la
población. No obstante, se podría interpretar
cierta satanización a dichas enfermedades
considerándolas no propias para una región
civilizada. Esto deja ver una ideología con
28
Muñoz, 1935, 95.
29
Muñoz, 1935, 106.
cierta tendencia hacia el racismo, la creencia
de una raza pura y libre de toda afectación.
Alcoholismo
Para Muñoz, el alcoholismo era uno de
los principales males que aquejaban a Colombia, pero que al mismo tiempo era promovido
por el Estado ya que representaba la mayor
fuente de ingresos de dineros públicos. Este
señalamiento es frecuente en los textos tanto
de Muñoz como de otros intelectuales de la
época. El hecho de que las rentas del alcohol
representaran uno de los mayores ingresos
de la nación, y por medio del cual se sostenían las escuelas, la policía y las obras públicas, impedía que se adelantara campañas en
contra del consumo del licor. Para Muñoz:
Este es el aspecto deplorable y reñido con
toda ética en el consumo del alcohol en nuestra tierra: el Estado incita al vicio, despierta
los deseos en la bebida, porque el día que
el ciudadano se abstenga de ingerir alcohol,
ese día las cajas oficiales están vacías, y los
maestros de escuela, los alcaldes, los policías, en general, los macilentos y temblorosos
empleados públicos no reciben el pago y en
sus hogares aumenta el hambre, la angustia;
pero para mayor calamidad, el escaso sueldo
de muchos empleados públicos, quizás de la
mayoría, vuelve al estanco: ni pan, ni vestido, ni medicinas llegan al hogar. Intoxica, enferma, encarcela, el Estado a los padres para
ofrecer escuela a los hijos. La entrada mayor
proviene del vicio: alcohol y tabaco.29
Una de las más graves consecuencias del
consumo de alcohol según Muñoz, se evidenciaba en el factor económico, debido a la disminución de la capacidad para el adecuado
desempeño laboral, haciendo del alcohólico
un hombre perezoso, insubordinado y deficiente, repercutiendo esto directamente en su
familia pues no proveía lo necesario para su
sostenimiento. Las personas a cargo de estos
individuos veían disminuida y casi anulada
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resultados fatales y abundante tema para un
estudio detenido y a fondo en nuestro país.
La subalimentación y el defectuoso régimen
alimenticio, provocan un estado de desnutrición favorable a las reinfecciones. La miseria
económica ocasiona la estrechez de la vida
obligando al hombre a tomar una alimentación incompleta; a albergarse en habitaciones perjudiciales, a soportar una existencia
de privaciones, condiciones que analizadas
con criterio higiénico dan explicaciones demostrativas en la propagación del bacilo de
Koch. De otra parte la tuberculosis en un alto
porcentaje hace su eclosión destructora en la
edad adulta cuando el hombre está en plena
actividad de producción y de trabajo; aniquila así la economía familiar y social y es causa
de la ruina económica de un pueblo.28
19
su provisión básica tanto en la alimentación,
la educación y la salud, afectando a su vez a
la sociedad, a la nación y a la raza humana en
general.30
La tragedia biológica del pueblo colombiano en Laurentino Muñoz Trujillo
El consumo excesivo de alcohol además
de disminuir la resistencia física y la vitalidad
del individuo, afecta órganos como el hígado,
los riñones, el aparato digestivo, el sistema
respiratorio y nervioso, dejándolo expuesto a
distintas enfermedades. Además produce serios efectos en la personalidad que van desde
de la pérdida de la voluntad, indiferencia, la
amoralidad, la anulación de la conciencia y
pérdida de las buenas costumbres y lo lleva
a un estado de miseria en todos los aspectos
de la vida.
20
Igualmente, Muñoz, expone su preocupación por las consecuencias en la herencia
del alcohólico, que al decir del autor incidía
en la trasmisión de genes degenerados, lo
cual evidencia una postura de tipo moralista
en cuanto a factores biológicos ignorando el
aspecto cultural que es realmente determinante en la formación del individuo y de las
sociedades. A través del texto, el autor alinea
las enfermedades de carácter biológico con
las de carácter moral equiparando en cuanto
a la afectación, proliferación y manejo volviéndose reiterativo tanto en la concepción
de las problemáticas como el tratamiento. Lo
anterior se evidencia en la exposición del autor respecto a las enfermedades venéreas que
afectaban la nación.
Enfermedades venéreas
Sífilis
Para Laurentino Muñoz, el contagio de
la sífilis se daba a través de las prácticas sexuales desordenadas, principalmente por la
prostitución, que a su vez era facilitada por
el alcoholismo, esto se evidenciaba en las
30
Muñoz, 1935, 144.
31
Muñoz, 1935, 154.
32
Muñoz, 1935, 234.
costumbres propias del género masculino,
especialmente el de humilde procedencia, el
obrero, el campesino, el ignorante. El excesivo consumo de licor llevaba a dichos individuos a condiciones de degradación social y
moral. Otra enfermedad adquirida de manera sexual era la blenorragia, que al igual que
la sífilis, y las demás enfermedades venéreas,
eran comunes por las prácticas desordenadas
e irresponsables del pueblo.
La sífilis afectaba de forma social al individuo y generaba la propensión a nuevos
padecimientos, por medio de la trasmisión
hereditaria. Los hijos de padres sifilíticos tendían a ser portadores de dicha enfermedad,
ocasionando generaciones enfermas.31
Blenorragia
La blenorragia fue considerada por Muñoz como una enfermedad de intensa gravedad para el individuo y su entorno, adquirida
principalmente a través de las prácticas sexuales desordenadas, su mayor preocupación
radicaba en los efectos negativos que ocasionaba a la familia y además en la suspensión
del tratamiento sin haber logrado su total
erradicación. En palabras de Muñoz:
La blenorragia individual o colectivamente
representa uno de los problemas más graves
de la humanidad, y mucho más grave en un
país como Colombia en donde la lucha contra las enfermedades, la defensa de la salud,
no se comprenden como una necesidad, y no
hay el afán, no hay la obsesión de la cuestión
higiénica, fundamento de toda ética, base de
la prosperidad, de la civilización y de la cultura.32
La lucha contra las enfermedades venéreas en Colombia se ha realizado a través de
la implementación de los dispensarios además de reglamentaciones, disposiciones y
campañas que han resultado ineficientes y no
Dichos dispensarios eran instituciones
que brindaban atención a las personas contagiadas por las distintas enfermedades venéreas a través del adecuado tratamiento
realizado de manera ambulatoria o interna
en el caso de ser necesario. Con estos lugares
se buscaba proteger al enfermo, así mismo,
como a la familia y a la sociedad, pero en muchos casos se carecía de efectividad debido a
la falta de rigor científico en los procedimientos adelantados pues junto a la medicación
adecuada se le incluía el uso de la medicina
popular: “menjurjes curalotodo […] simples
mezclas que no curan ninguna enfermedad
por el contrario, las complican todas y empobrecen al pueblo”.33
En el discurso de Muñoz, prevalece la
postura clasista, al estigmatizar a ciertos
sectores de la sociedad, considerándolos los
principales focos de los problemas que aquejaban a la Nación. Para el autor la población
pobre, humilde y menos favorecida permanecía en un estado deplorable y vulnerable a
otros males.
Es así como, los vicios presentes en las
costumbres populares como el chichismo,
el tabaco, el juego, la pereza diezmaban las
óptimas condiciones de vida del país, esto es
descrito por el autor así:
Lo que el obrero gana lo consume en alcohol,
lo que el jornalero consigue en la dura faena
de su oficio agotador, lo tira a la mesa del estanco; si alguien está triste, busca el alcohol;
si está alegre también; y el pueblo bebe con
furor, se emborracha porque esta es la tendencia inveterada, porque para el pueblo que
no encuentra diversiones no perjudiciales, es
la única diversión que le ofrece el Estado a
un alto costo de salud, de la vida misma; este
pueblo colombiano es el pueblo melancólico,
resignado, supersticioso, el alcohol, la igno-
33
Muñoz, 1935, 261.
34
Muñoz, 1935, 34.
rancia, la constitución biológica enferma, lo
sujetan a la inercia; si se mueve ejecuta un
trabajo de un escaso rendimiento, vive satisfecho de su situación y no comprende cuáles
son los beneficios de la vida civilizada; mejor
así, pues más grave que ignorar una necesidad es conocerla y no poderla alcanzar (…)
No es el terreno el impropio entre nosotros,
es el hombre impreparado por enfermo, por
vicioso, por perezoso. Por enfermo, por vicioso o por perezoso, el colombiano no trabaja, o si no obsérvese en una población o en
una ciudad cuántos hombres cumplen con el
deber del trabajo en cada casa y se verá entonces como son muy pocos los hogares en
los cuáles los varones llenan ese deber.34
Ante este panorama sombrío presentado
por el autor, sugiere la medida del Certificado Médico Prenupcial, con el fin de evitar la
propagación de las distintas enfermedades,
no solo venéreas, sino también biológicas
que afectaban la salud y la integridad de la
familia. Esta consideración viene de un trabajo inicial de Muñoz acerca de la necesidad de
garantizar uniones matrimoniales sanas en
nuestro país. Su texto titulado El Certificado
Médico Prenupcial, para graduarse como médico de la Universidad de Antioquia, marcó
una línea de análisis presente a lo largo de sus
obras académicas.
Prostitución
A la par con el alcoholismo, surge la
prostitución, como problemática social,
pues era uno de los medios más eficaces al
momento del contagio de las enfermedades
de transmisión sexual. Según Muñoz, bajo
los efectos del alcohol los individuos eran
incitados a actuar llevados por sus impulsos
eróticos y sexuales, exponiéndose en la
mayoría de los casos al inminente contagio.
Esto debido a la irresponsabilidad sexual
de los hombres que se sienten orgullosos de
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 13 - 26
han contado con suficiente acogida por parte
de los estamentos de la sociedad nacional.
21
sus malas acciones, como el abandono de
sus hijos, de la seducción a las mujeres, y de
visitar los prostíbulos.35
debía desempeñar la mujer en la crianza de
los hijos, el cuidado del hogar y la protección
del niño desde antes del nacimiento.
Según el autor para el tratamiento de
la prostitución el Estado planteaba tres vías,
considerarla como delito, reglamentarla y
abolirla; dichos procedimientos eran ilusorios
por diversas razones: el delito era una injusticia a causa de algunos de los factores que la
generaban como la herencia, la segregación,
el factor económico y la ignorancia; la reglamentación implicaría el apoyo estatal que su
vez iba en contra de la salud nacional, porque representaría permitirla conociendo los
demás problemas que acarreaba; su abolición
implicaría ignorar la existencia del problema,
el cual persistiría a pesar de su prohibición.
Por lo anterior, el autor consideraba indispensable la sanidad del hombre al momento del enlace conyugal en el matrimonio
y para ello sugería la implementación del
Certificado médico pre-nupcial, que garantizaría la salud y una procreación sana, lo cual
permitiría la defensa de un pueblo y a su vez
de la raza.37
La tragedia biológica del pueblo colombiano en Laurentino Muñoz Trujillo
Sin embargo, dicha problemática no necesitaba de paliativos, sino de un compromiso social con la educación de la sociedad
colombiana. Dicha educación no consistía
en permitir o incitar a la práctica sexual desmedida, para luego tratar sus consecuencias,
sino en promover una educación sexual, que
permitiera la formación de un carácter y conciencia en el individuo con el fin de generar
conductas sanas y acordes con las necesidades del organismo.36
22
Intervenir en la vida sexual de las personas era uno de los objetivos que buscaba el
Estado con las campañas de educación sexual
para llevar a la sociedad a la civilización a
concientizarse de la necesidad del reconocimiento de la paternidad y de la responsabilidad matrimonial, como medidas necesarias
para crear una justicia y defensa social eficaz.
Una paternidad consiente implicaba la salud, el amor y el compromiso con el trabajo
en función de la familia, y así aportar para
el bienestar y felicidad de cada uno de sus
miembros. El autor enfatiza en el papel que
35
Muñoz, 1935, 279.
36
Muñoz, 1935, 240.
37
Muñoz, 1935, 307.
38
Muñoz, 1935, 283.
Para Muñoz uno de los peores efectos
del problema de la degeneración causada
por vicios, enfermedades e ignorancia eran la
herencia alcohólica y venérea, debido a que
trasmitían a sus descendientes las taras orgánicas adquiridas por el consumo de alcohol y
contagio venéreo, y en la ausencia de la ética
y de un carácter sano el padre alcohólico y enfermo dejaba una herencia degenerada a sus
familias.
Según Muñoz:
(…) un pueblo ignorante, destruido por las
enfermedades, víctima de los tóxicos alcohólicos, del apetito sexual provocado, anticipado y pervertido, no tiene posibilidad de
avance”, así percibía el autor la situación del
pueblo colombiano, que a pesar de su necesidad de progreso no contaba con las posibilidades tanto biológicas como sociales para
ello.38
El autor es reiterativo en afirmar la necesidad de intervención de parte de los gobiernos en la implementación de planes que
atendieran las falencias higiénicas por medio
de la defensa de la vida y la lucha contra las
enfermedades biológicas y venéreas al igual
que contra la prostitución y aquellas perjudiciales tanto para la salud de los individuos
como para toda la sociedad como son el alco-
holismo, los vicios y la ignorancia. Para ello
era indispensable el compromiso de las personas consientes de la problemática, para así
unidos poder sacar al país de la situación de
decadencia en que se encontraba.39
económicos, y, asimismo, el papel de la mujer
en el cuidado del hogar y de los hijos, con el
compromiso de que cada uno de ellos asuma
su labor. De esta manera se garantizan sociedades sanas.
El contraste que expuso en este texto
Laurentino Muñoz respecto a condiciones favorables de nuestro territorio, como el clima,
la diversidad de flora y la fauna, la fertilidad
de la tierra etc. frente una población sumida
en estado de inferioridad, de miseria y de degeneración biológica, debido a sus costumbres primitivas y desordenadas, a la falta de
higiene privada y pública, evidencia la responsabilidad del ser humano y la sociedad
de su estado de civilización o de decadencia y
opone creencias de tipo geográfico o tropical.
Uno de los énfasis de Laurentino Muñoz
era destacar la labor del médico como defensor y guía del progreso de la nación, lo cual
realizaba a través de la definición de los fundamentos de la personalidad del individuo,
la conciencia intelectiva y la misión trascendente del hombre. Ésto gracias al papel que
debía cumplir la medicina, la cual había sido
proclamada ciencia primordial para la conservación, mejoramiento y felicidad de la especie. Además, según Pedraza la medicina era
considerada en ese momento como una ciencia que protege la salud, la economía, genera
riqueza y forma una personalidad social.41
Matrimonio
Para el autor el matrimonio era la forma
correcta de realizar las uniones sexuales entre hombre y mujer tanto desde el punto de
vista higiénico como ético, destacando la importancia de un correcto desempeño de cada
uno de los cónyuges con el fin generar una
familia acorde a las normas sociales y morales establecidas. Muñoz plantea el papel del
hombre en función de sus deberes paternos y
Todo esto evidencia la postura de trabajo del médico caucano, debido a sus planteamientos de corte eugenésico y biológico.
Según Ricardo Campos, esta tendencia fue
propia de los higienistas europeos que buscaban implantar medidas que influyeran en
las costumbres, la moral y el medio donde
habitaba los pobladores considerados o propensos a la degeneración. Este enfoque era
una característica de los escritos higienistas y
médico-sociales de la primera mitad del siglo
XX.42
Por otro lado, la propuesta de Muñoz
evidencia un interés de carácter político presente en la práctica médica que a su vez le
daba la validez que requería para su asimilación y posterior ejercicio del poder. Según
Carlos Noguera, la figura médica, en dicha
época, se asimilaba a un poder particulxar semejante al ejercido por la religión y la política, influyendo sobre la vida y la muerte y de
igual modo sobre toda la sociedad.43
39
Muñoz, 1935, 283.
40
Pedraza, 1999, 148.
41
Pedraza, 1999, 151.
42
Ricardo Campos Marín, José Martínez Pérez y Rafael Huertas García-Alejo, “Los ilegales de la naturaleza. Medicina y degeneracionismo en
la España de la Restauración (1876-1923)”, Colección Estudios sobre la Ciencia 26 (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2000), 160.
43
Noguera, 2002, 81.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 13 - 26
Las ideas expuestas por Muñoz tenían
una tendencia somática con respecto a las
enfermedades que afectaban a la población
colombiana, en contraposición a los postulados predominantes sobre la influencia de la
herencia y del entorno en las características
de los individuos. Para el médico la decadencia orgánica y sus consecuencias derivaban
de factores como los vicios, las enfermedades, las condiciones antihigiénicas y alimentación deficiente; todos ellos susceptibles de
ser combatidos.40
23
La tragedia biológica del pueblo colombiano en Laurentino Muñoz Trujillo
24
Esto último representó una especie de
interferencia de parte de la medicina en aspectos morales y generó la intervención de los
médicos higienistas en algunos sectores de la
población, donde encontraron aceptación y la
oportunidad para afianzar su papel en el manejo de la enfermedad física y la moral.44
para disfrutar de las ventajas que la vida le
ofrecía, obteniendo bienestar y felicidad. A su
vez, el enfermo estaba incapacitado para el
aprovechamiento total de la vida; solo a través de una buena salud se estaría apto para el
trabajo, la madurez y la estabilidad tanto del
individuo como de toda la comunidad.47
La preocupación por el crecimiento desordenado de la población nacional, y la falta
de una atención médica adecuada en las distintas zonas del país, despertó en los médicos
el interés hacia la salud pública.45 A raíz de la
dificultad de llevar los conocimientos médicos a las zonas rurales y pobres, que eran los
principales afectados por las distintas enfermedades, vicios y condiciones de vida insalubres, surgieron como medida para solucionar dicha problemática la implementación de
manuales, tratados, folletos y cartillas educativas que pretendían llevar a la población necesitada los conocimientos médicos adecuados para tratar y sanear la sociedad.
En este sentido, Muñoz refleja la ideología de la medicina higienista, pues hace gran
énfasis en la solución de los problemas de la
población y por la insistencia en sus escritos
de servir como mediador entre la necesidad
del país y la tarea del médico.
Laurentino Muñoz, en su labor de médico higienista, colaboró en esta tendencia de la
medicina a través de la publicación y divulgación de sus trabajos en torno a la cuestión
social. Igualmente, lo que se pretendía era
implantar en amplios sectores de la población un conjunto de nuevos hábitos y actitudes que fueron resultados de la situación que
afrontaba el país y sumado a ellos los prejuicios y pensamientos de la élite, que asumían
el papel el papel de defensor nacional.46
La tendencia de la medicina higienista
enfocó su mirada a la salud colectiva como
una preciada posesión, a través de un discurso preventivo hacia la enfermedad, ya
que había una exaltación a la salud, al cuerpo
sano y a la sociedad saludable. Consideraba
al individuo sano como un ser capacitado
Sin embargo, para Carlos Noguera, los
intereses expresados en las distintas propuestas médicas e higiénicas tenían un carácter
represivo frente a las prácticas populares que
generaban en la clase dirigente temor y desconfianza, por lo que pretendían hacer una
medicalización general a las masas empobrecidas, ignorantes y causantes del desorden
moral y social. Dicha medicalización consistía en la enseñanza de valores modernos que
llevaran al país a un estado de civilización y
progreso. Igualmente, las medidas higiénicas
sugeridas hacían parte de una estrategia de
intervención sobre la población, por medio
de discursos y prácticas que además de buscar mejorar las condiciones de vida a su vez
ejercían un control de parte de los gobiernos
en la sociedad.48
Lo que se infiere en la postura de Muñoz
es una distancia evidente de los estamentos
del gobierno, pues sus sugerencias y críticas
las dirige precisamente a los políticos y diferentes gobernantes, que según el decir del
autor, no estaban comprometidos con las necesidades de la sociedad nacional. Debido a
esto, consideramos que la línea en la que se
ubica Muñoz, posiblemente no se inscriba en
44
Noguera, 2002, 172.
45
Andrés Soriano Lleras. “La medicina y la enseñanza médica en Colombia”. Alfredo Bateman (editor). Apuntes para la historia social de la
ciencia en Colombia. (1970), 67.
46
Noguera, 2002, 184.
47
Pedraza, 1999, 134.
48
Noguera, 2002, 125.
Además, la implementación de campañas higiénicas, según Humberto Rosselli,
implicaban dos presupuestos generales: el
primero, reconocer el surgimiento de la preocupación por el cuerpo y la salud como un
problema social y, el segundo, la consideración de dicha preocupación como un problema de carácter político que ayudaría a la vigilancia y control de la población. Sin embargo,
según Rosselli, la generación de intelectuales
del centenario expresaban lo opuesto, pues
sus planteamientos se inclinaban hacia un
nacionalismo que promovía la revolución en
el aspecto social, postura presente en los trabajos de Muñoz.49
Con respecto a esto último, Muñoz llamaba a una implementación de planes educativos que permitieran el cambio de conducta
en los individuos, y no solamente ejercer un
control temporal en sus prácticas. Por lo anterior, se puede inferir que en cierto modo las
ideas del autor se alejan de lo que propone
Rosselli, en cuanto a reformas sociales; consideramos entonces cierta ambigüedad en Muñoz, pues por un lado critica de manera tajante la labor de los entes del gobierno, pero sin
plantear de forma directa cambios sustanciales en los estándares educativos. Suponemos
por esto, que las ideas del autor van hacia el
sentido de ejercer un control educativo pero
sin desconocer los obstáculos que la misma
población representaría.
Para Muñoz era necesario dar claridad y
lo expresa de esta forma:
Resumiendo tenemos: el capital humano en
Colombia no ofrece ningunas probabilidades
de avance en la civilización y en la cultura;
el hombre nace enfermo o se cría enfermo;
la mayoría del agregado social es analfabeta, ignorante o impreparado; el campesino,
único productor está esclavizado en esa lamentable condición, y mientras no exista el
hombre económicamente libre es inútil pensar en una racionalidad poderosa y este ideal
no llegará a realizarse entre tanto no se organice una intensa y fecunda obra de higiene,
de agricultura, de educación del pueblo en
varias generaciones, porque la civilización y
la cultura no obedecen a leyes metafísicas o
simplemente desconocidas, todo lo contrario, obedecen a las sencillas leyes naturales
de la vida.50
Laurentino Muñoz, a través del texto
refleja motivaciones principalmente ideológicas, a partir de sus planteamientos expresa
una mirada crítica al papel desempeñado por
el Estado en la concientización de la problemática de decadencia racial y al adelanto de
medidas preventivas y asistenciales.
El tema de la degeneración en Colombia
obedeció en un principio, a unas creencias de
corte ideológico moralista, clasista y político,
en lugar de tener una razón de tipo científico
que planteara de forma concisa el problema
y su debido tratamiento. La degeneración de
la raza en nuestro país fue un tema de interés
para la medicina local e influenciado en parte por los teóricos extranjeros, de lo cual da
cuenta la obra de Muñoz y en la que se presenta de forma recurrente como un problema
evidente en la población. Además, muestra el
compromiso social del saber médico en el tratamiento oportuno y la prevención eficaz de
dicha degeneración.
Además es importante tener en cuenta
que desde su labor como médico, Laurentino
Muñoz pretendía establecer unos parámetros
a partir de sus conocimientos de salud, frente a la necesidad de una intervención eficaz
en el país, con el fin de mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población. Su
obra La tragedia Biológica del pueblo colombiano,
49
Humberto Rosselli, “Evolución de la psiquiatría en Colombia.”. Alfredo Bateman (editor). Apuntes para la historia social de la ciencia en
Colombia. 1970, 92.
50
Muñoz, 1935, 35.
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la propuesta por Noguera, donde se implantaron medidas de carácter controlador, en
tanto que la Tragedia biológica… expresa una
necesidad urgente de implementar planes de
carácter educativo.
25
nos proporciona todo un panorama sombrío
y “trágico” de la realidad nacional percibida
por el autor y que nos deja inferir rasgos distintivos de sus planteamientos.
La tragedia biológica del pueblo colombiano en Laurentino Muñoz Trujillo
El autor se aleja de los conceptos generales de la teoría de degeneración, que le atribuían dicho estado a condiciones geográficas
y hereditarias, y se inclina por factores de tipo
social como eran las enfermedades y la ignorancia, que frustraban los proyectos de llevar
al país a la civilización. Sin embargo, a pesar
26
de las sugerencias planteadas por Laurentino
Muñoz, en sus diferentes textos, con el fin de
concientizar al país para así hallar un camino
hacia el progreso, fue mínimo lo que se tuvo
en cuenta a nivel de medidas estatales. Dichas
recomendaciones no tuvieron acogida debido
a la falta de recursos económicos destinados
a la atención de las necesidades básicas de la
población afectada, la indiferencia de la clase
dirigente y la ignorancia de la mayoría de la
nación.
Los locos también hacen historia
Ana Isabel Cadavid Castrillón1
1
Ana Isabel Cadavid, “¡Todos estamos locos!” Estigma de la locura en Antioquia, 1930-1970, Tesis de pregrado para optar por el título de
historiadora, Luis Giovanni Restrepo, Universidad de Antioquia, 2011. [email protected].
Resumen
Los temas del presente artículo son los expedientes escritos por diferentes autoridades; médicos,
inspectores, y alcaldes, los cuales dan cuenta de una mirada particular sobre la locura, los locos,
la postura clínica y el quehacer médico y psiquiátrico. Este acervo documental permite un acercamiento a los espíritus perturbados y las enfermedades mentales, lo que permitió evidenciar los
sistemas de pensamiento de distintas épocas y con ello las historias no divulgadas de hombres y de
mujeres de la vida cotidiana.
Palabras clave
Expedientes, médicos, locura, psiquiátrico, enfermedades mentales, vida cotidiana.
L
os archivos de los espíritus perturbados
y las enfermedades mentales atesoran
en sus anaqueles los sistemas de pensamiento de distintas épocas, y con ello las formas de ser, los usos y costumbres, historias
no divulgadas de hombres y de mujeres de
la vida cotidiana; agricultores, comerciantes,
obreros, amas de casa, personajes sin oficio,
entre otros. Expedientes escritos y reescritos
por diferentes autoridades; médicos, inspec-
tores, y alcaldes. Sin embargo, esta historia
pretendida de la mirada cuerda y objetiva sobre la locura resultó ser un arma de doble filo,
porque en los archivos no sólo reposan los
humores de los insensatos2 101 sino la mirada
clínica y el quehacer médico y psiquiátrico,
tan vulnerables como sus objetos de estudio.
Inspiración divina. Así era considerada
la locura por los griegos en la antigüedad. No
obstante, la utilización de este concepto ha
derivado en diferentes significados desde entonces.3 La locura que en esta investigación se
ha conceptuado y argumentado es lo que se
2
Los insensatos eran, según Michel Foucault en la experiencia de la locura en la época clásica, las personas alienadas y perturbadas, los
espíritus dementes, los locos. La insensatez, sinónimo de locura en los siglos XVII y XVIII se refería a un malestar del alma, una afección
del espíritu que se encerraba en los hospitales, lugar donde se contraía la verdadera enfermedad, la ‘fiebre de las prisiones’. Es decir, en la
época clásica la locura era entendida no como enfermedad sino desde el punto de vista de la ética. El insensato no era el que había perdido
la razón sino el que traicionaba sus principios. Michel Foucault, Historia de la locura en la época clásica I, traducido del francés por Juan
José Utrilla, México, Fondo de Cultura Económica, 1967, pp.174-213. [Edic. original 1962.] En Antioquia, si bien la locura ya era considerada una enfermedad en los años treinta del siglo XX, sus manifestaciones eran nocivas para la sociedad en la medida que atentaban contra
la moral Pública, como se deduce de las historias clínicas del Hospital Mental de Antioquia.
3
Philippe Brenot, El genio y la locura, traducido al castellano por Teresa Clavel, Colección SineQuaNon (Barcelona, Ediciones Grupo Zeta,
2000), 31. [Edic. original 1998].
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 27 - 58
Concepciones de la locura en
Antioquia, 1930-1970
27
ha construido de ella desde la época clásica,
la psiquiatría del siglo XIX y la modernización durante la primera mitad del siglo XX.
Los insensatos en la experiencia de la
sinrazón durante el Renacimiento eran pensados de una manera casi uniforme al lado de
las almas perturbadas y criminales:
Desde 1650 hasta la época de Tuke, de Wagnitz y de Pinel, los hermanos de San Juan
de Dios, los congregacionistas de San Lázaro, los guardianes de Bedlam, de Bicêtre, de
los Zuchthäusern declinan a lo largo de sus
registros las letanías del internado: ‘depravado’, ‘imbécil’, ‘pródigo’, ‘impedido’, ‘desequilibrado’, ‘libertino’, ‘hijo ingrato’,’padre
disipado’, ‘prostituida’, ‘insensato’. Entre
todos ellos ningún indicio de diferencia: el
mismo deshonor abstracto. Más tarde nacerá
el asombro de que se haya encerrado a enfermos, que se haya confundido a los locos con
los criminales.4
Los locos también hacen historia
Es decir, en el dominio de la sinrazón, se
encontraba el libertinaje, la profanación y la
sexualidad en el mismo lugar que la locura.
Todos compartían el espacio del internamiento. Con la invención en el siglo XVII del ‘gran
encierro’ el confinamiento de los insensatos
se convirtió en una disposición de control
social porque hizo parte de los problemas de
orden público de la ciudad.5 Si bien existían
varias sensibilidades frente a la locura, ésta
formaba parte del mundo simultáneamente
homogéneo y contradictorio de la sinrazón.
De acuerdo con Michel Foucault, había una
mirada ética que rechazaba la ociosidad que
podía habitar en ella puesto que los locos eran
percibidos de la misma manera que los holgazanes y los pobres, es decir, inútiles sociales
en tanto que no producían, no eran activos
28
dentro del orden económico. La historia de la
locura en la época clásica es una historia de
la discontinuidad, en la medida que adquirió
distintas connotaciones desde el gran encierro hasta la liberación de las cadenas efectuada por Pinel y Tuke en el siglo XIX.6
En los años anteriores al siglo XIX ya
la sinrazón dejaba de poseer los rostros del
internado, estos pasaron a ser las manifestaciones propias de la locura. Así, cambiaba el
sentido de la alienación en tanto que dejaba
de ser del dominio de la sinrazón para convertirse en una enfermedad y hacer parte de
la institución asilar, es decir, la locura entendida como perturbación mental se convirtió
en el objeto de tratamiento por parte de la psiquiatría y dejó de ser un asunto del mundo
correccional, por lo menos en la práctica.7
Los controvertidos libros de Michel Foucault son todavía un referente para estudiar
la locura en el mundo occidental, con la ambigüedad y el sentido metafórico que puedan
encerrar, con lo que tengan de filosóficos o de
ausentes de método histórico en el sentido
más académico posible, por un simple hecho
revolucionario en sí mismo, el intento no culminado de comprender a los individuos aislados, y al mismo tiempo que son señalados
por la sociedad, aquellos considerados como
inútiles sociales:
Foucault fue una especie de esteta lírico fascinado por los locos y los criminales, al punto de entregarse sin cesar a una apología del
delito, no es inútil mostrar hasta qué punto
esta obra inaugural, tan extraña y tan criticada, sigue siendo aún hoy, el instrumento más
subversivo y más vivo de los interrogantes
de nuestro tiempo sobre el origen de la locura, así sea en la controversia.8
4
Michel Foucault, Historia de la locura en la época clásica I, (México: Fondo de Cultura Económica, 1976), 131.
5
Foucault, 1976, 124.
6
Michel Foucault, 171. [Edic. original 1962.] En este libro publicado por primera vez en 1961 el autor analiza el rompimiento que se produjo
en la cultura clásica del siglo XII frente a la representación medieval de la locura. Foucault estudia la división que se dio el mundo clásico
de la locura entre razón y sinrazón. Judith Revel, Diccionario Foucault, Colección Claves (Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 2009), 98.
7
Michel Foucault, 1976, 172.
8
Élisabeth Roudinesco, “Lecturas de la Histoire de la Folie (1961-1986). Introducción”, Pensar la locura. Ensayos sobre Michel Foucault
(Buenos Aires: Paidós, 1996), 32.
ción cambió en la forma de percibirla y en la
manera de tratarla en el espacio de encerramiento. El manicomio, más tarde convertido
en hospital mental, donde el loco estuvo asociado siempre con el peligro y la anormalidad, caracterizaciones que hacían parte de un
concepto mucho más amplio y complejo: el
de enfermedad mental, definido casi al mismo tiempo con el nacimiento de la psiquiatría
entre los últimos años del siglo XVIII y los inicios del siglo XIX en Europa.11
Sus tesis son las guías conceptuales más
importantes para justificar la manera de abordar las historias clínicas y la forma de pensar en antihéroes que vivían al margen de las
normas establecidas. Es posible que existan
prácticas y concepciones similares respecto
a la locura en el contexto del que se ocupa
esta investigación, así como características
propias. Tal vez la psiquiatría francesa de Pinel o los manuscritos de los establecimientos
hospitalarios y de beneficencia, hayan sido
heredados tardíamente en los archivos de la
locura en Antioquia.10
El surgimiento simultáneo de la
psiquiatría como saber médico y como rama
de la higiene pública para la prevención, que
velaba por el mantenimiento de la higiene
social, tuvo sus consecuencias en la práctica,
por lo menos en la psiquiatría aplicada en
Antioquia durante la primera mitad del siglo
XX, en tanto que el hospital mental cumplía
la doble función de curar la enfermedad y de
proteger a la sociedad del peligro potencial
que representaba la enajenación, regenerando
al individuo para que no sólo encajara en
el medio en el que se encontraba sino para
que fuera útil desarrollando cualquier tipo
de oficio. Según Foucault, para justificar su
labor como institución de saber médico, la
psiquiatría definió la locura como enfermedad
mental, clasificó todas sus manifestaciones y
la sometió a observación clínica. La psiquiatría
no se dio como un saber especializado de
la medicina general, sino más bien como
una rama de la higiene pública, es decir,
hizo parte de los antecedentes de la salud
pública en la medida en que se constituyó
en el dominio de la protección social frente a
todo lo que representara un peligro como la
enfermedad.12
En las historias clínicas del Hospital
Mental de Antioquia existe información que
puede ser clasificada en el campo de la ciencia
médica e información de la vida familiar y social de los pacientes. Se puede leer la influencia del devenir social, económico y político
como la vida privada en las clases sociales.
Por lo tanto, el objetivo es desarrollar el tema
del estigma de la locura en Antioquia, desde
la perspectiva que tenía la sociedad sobre ésta
como enfermedad mental y por supuesto, la
mirada clínica sobre ella.
En Antioquia, entre 1930 y 1970, la sensibilidad social y médica frente a la enajena9
Los dos acontecimientos en los cuales se basa Foucault para hacer Historia de la locura en la época clásica son la creación del Hospital
General y el gran encierro de los pobres en 1657 y la liberación de los encadenados de Bicêtre en 1794. Roudinesco, 1996, 69.
10
El médico francés Philippe Pinel contribuyó al desarrollo de la clínica médica y la humanización de los tratamientos para los trastornos de la
mente, desde finales del siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XIX. Fue Pinel quien a través de la observación constituyó una primera
clasificación para las enfermedades mentales. Ha sido reconocido en gran parte por la ruptura de las cadenas en el Hôpital de Bicêtre, es
decir, por su reforma al interior del hospital respecto al tratamiento más humano de los alienados. Diccionario de Medicina Oceano Mosby
(Barcelona: MMV Editorial Océano, 1997).
11
Michel Foucault, Los anormales: curso en el Collège de France 1974-1975 (México: Fondo de Cultura Económica, 2001), 115. [Edic. original
1999.] Ver: Philippe Ariès y Georges Duby, dirs, “Gritos y susurros”, Historia de la vida privada, Tomo 8: Sociedad Burguesa: aspectos
concretos del a vida privada (Buenos Aires: Taurus, 1991).
12
Michel Foucault, 2001, 116.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 27 - 58
Aunque se le ha criticado por el hecho de
defender una historia de la locura por encima
de la psiquiatría, cuando en realidad tomó
como punto de partida dos acontecimientos
significativos en la historia de ésta última9, en
su obra se encuentran dicotomías y contradicciones propias del devenir histórico. Con
Foucault, leemos tanto una locura que hacía
parte de la cultura como una locura concebida desde la ciencia médica y reforzada en las
prácticas de la reclusión.
29
El Archivo Histórico Judicial de Medellín alberga las historias clínicas del Hospital
Mental de Antioquia, fondo adquirido en comodato con dicha institución, que cuenta con
expedientes desde finales del siglo XIX hasta
finales del siglo XX. De esta colección fueron
seleccionadas cincuenta historias clínicas de
manera aleatoria entre los años de 1930 y
1970 de las que se obtuvieron 2797 registros
organizados en base de datos a partir de los
que se hizo la presente investigación sobre las
formas de pensar la locura en Antioquia entre
1930 y 1970.
Los locos también hacen historia
Con el objetivo de no divulgar la privacidad de los pacientes, en los registros de
historias clínicas se omitieron los nombres
propios y en su lugar se les dio un nombre
ficticio. Las variables de la base de datos son
las siguientes: nombre ficticio, procedencia,
edad, raza, estado civil, educación, antecedentes personales, antecedentes familiares,
estado actual, observaciones físicas, observaciones psíquicas, paraclínicos, diagnóstico
psiquiátrico, pronóstico, observaciones, certificado médico, tratamiento y anexos. Para hacer una mejor lectura de los datos agrupados
en las columnas, se explicará cómo se ordenó
la información; sobre todo en aquellas variables que contienen gran cantidad de texto y
las que se refieren específicamente a términos
médicos.
30
En la variable del estado actual se describe la información proporcionada por los
familiares y por el paciente sobre la condición
en las que éste se encontraba en el momento de hacer la evaluación médica. Del mismo
modo, se registran las apreciaciones personales del médico. Las observaciones físicas
se refieren al estado de salud, se registra la
tensión arterial, el pulso, la temperatura y se
da cuenta de las enfermedades, signos y sín-
13
tomas físicos que padecía el enfermo mental.
Por otro lado, las observaciones psíquicas corresponden al conjunto de características del
comportamiento y de la mente valoradas por
el médico. Así mismo, se definen los comentarios de los parientes, el discurso del enajenado y el ambiente familiar y social en el que vivía. Los paraclínicos constituyen el conjunto
de ayudas diagnósticas, es decir, las pruebas
y exámenes de laboratorio que soportaban el
diagnóstico de las enfermedades. El diagnóstico por su parte, se refiere a la determinación
de una enfermedad o trastorno por medio de
la evaluación médica de los signos, los síntomas y la valoración de los exámenes y procedimientos clínicos. El pronóstico es la predicción del resultado de una enfermedad, de
acuerdo con el estado de la persona y el curso
habitual del trastorno. Por último, el certificado médico correspondía a la descripción de
signos, síntomas y perturbaciones mentales
sufridas, a partir de las cuales se sustentaban
las razones para el internamiento en el Hospital Mental de Antioquia.13
Según los expedientes analizados la
procedencia de los internados en el Hospital
Mental de Antioquia, muestra que eran de
Medellín y Rionegro en su mayoría. Sin embargo no se puede asegurar el por qué de la
procedencia reiterada de estos lugares pues
las historias clínicas investigadas forman una
pequeña parte de todo el archivo.
Así mismo, existen registros de personas
procedentes de Córdoba, Norte de Santander
y de otros lugares del mundo como Río de
Janeiro y Ginebra. Estos dos últimos llaman
la atención, pues quienes procedían de esas
ciudades fueron recluidos en el Manicomio
Departamental en las décadas de 1940 y 1950
respectivamente, en las que se lee a través de
los registros el tratamiento clínico psiquiátri-
Los términos médicos fueron tomados de: Diccionario de Medicina Oceano Mosby (Barcelona: MMV Editorial Océano, 1997). Los términos
del glosario fueron definidos a partir de un diccionario moderno y por lo tanto, los conceptos psiquiátricos y clínicos utilizados entre las
décadas de 1930 y 1970 deben ser entendidos en el contexto que se produjeron. El glosario presentado al final, es simplemente un recurso
utilizado para ilustrar al lector sobre el significado actual de los mismos.
Conducta inconducente e inadecuada en su
hogar, en sus negocios y en sociedad. Alcoholomanía, insomnio, abandono del hogar y
en su persona. Despilfarrador de su dinero.
Hace negocios fantásticos y firma compromisos bancarios sin depósitos. Intenta fugarse
en avión. Presenta cambios bruscos del humor y no atiende insinuaciones de nadie.
Trasnocha constantemente. Estuvo internado en una clínica de París por haber presentado un acceso maníaco depresivo. Luego
estuvo en el Manicomio de Medellín por haber presentado un acceso de hipomanía de
donde salió mejorado hace unos pocos días
para recaer ahora con mayor intensidad. Perturbaciones que empezaron a manifestarse
desde hace unos cinco meses a consecuencia
de familia psicopática. El asilamiento de este
alienado es motivado por su conducta inadecuada y por imposibilidad de contenerlo y
tratarlo en su domicilio o en otra parte y por
el peligro que corre en la calle y para sus negocios.15
El promedio de edad más frecuente entre los asilados era de cuarenta años. No obstante, esta cifra es aproximada ya que en las
historias clínicas se observa que el registro de
la edad no era exacto, debido a que los pacientes y sus familiares desconocían tanto la
fecha de su nacimiento como la edad actual
al momento del ingreso. Del mismo modo,
los datos sobre la raza y el sexo componen
una fuente de información cualitativa y no
cuantitativa; los expedientes fueron seleccionados aleatoriamente y, por lo tanto, son
un fragmento de lo que se puede encontrar
en el archivo del Hospital Mental entre 1930
y 1970. Así, en ese período ingresaron hombres y mujeres predominantemente blancos,
lo que sorprende en relación con las teorías
planteadas en la Facultad de Medicina sobre
la degeneración de la raza en los primeros decenios del siglo XX, planteamiento según el
cual, una de las principales causas de la locura era la herencia. Según el profesor Miguel
Jiménez López:
El cruzamiento entre colonizadores españoles y razas aborígenes no es un cruzamiento
biológicamente feliz. Las razas aborígenes
eran deficientes desde antes del descubrimiento, estaban degeneradas precozmente.
Los conquistadores revelaban monstruosidades del carácter, eran ‘tipos anormales, de
una emotividad enfermiza, pasionales y pervertidos morales.16
En el Hospital Mental de Antioquia era
mayor el número de personas solteras recluidas, lo que es predecible en algún sentido si
se tienen en cuenta los ideales de vida de la
época, las formas de concebir el quehacer y
el deber ser cotidiano.17 Tal vez las personas
solteras eran más propensas a conductas y
prácticas que alteraban el orden social, sobre
14
Se puede hablar de una psiquiatría de contención en dos sentidos. En primer lugar porque en la década de 1940 prácticamente no se
introdujo ningún cambio en los métodos que se aplicaban desde 1920, tratamientos que eran empíricos dado que la mayoría de las veces
no tenían fundamentos científicos tales como el aislamiento en jaulas y la contención mecánica por medio de cadenas y camisas de fuerza.
Por otro lado, en el decenio de 1950 el ejercicio terapéutico de la psiquiatría, si bien atravesó una época de transformación, en la que se
probaron nuevos tratamientos como la laborterapia, la psicoterapia y la narcosis prolongada, seguía siendo de aislamiento. Humberto
Rosselli, “Del Manicomio Departamental al Hospital Mental de Antioquia”, Historia de la psiquiatría en Colombia, II tomos (Bogotá: Editorial
Horizontes, 1968), 503-505.
15
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
10946, 1951.
16
Humberto Rosselli, “Iniciación de los estudios de psiquiatría.”, Historia de la psiquiatría en Colombia, II tomos (Bogotá: Editorial Horizontes, 1968), 283-284.
17
Ver: Luis López de Mesa, Escrutinio sociológico de la historia colombiana (Medellín: Editorial Bedout, 1970.)
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 27 - 58
co predominantemente de contención y aislamiento14 113 como se describe en el certificado médico de un paciente, procedente de
Ginebra, del 19 de noviembre de 1951:
31
todo las mujeres, quienes debían mantener el
recato y el pudor en el espacio público y en su
vida privada, de lo contrario eran señaladas
en la sociedad por sus conductas extravagantes; como lo demuestra el certificado médico
de una mujer blanca y soltera enviada por el
alcalde municipal de Liborina el 13 de agosto
de 1954:
Perturbaciones mentales consistentes en manía aguda con excitación motora y psíquica.
Se trata de una solterona que adopta constantemente posiciones eróticas, su mímica es
exagerada. Sus ideas delirantes son incoherentes. Está enferma es huérfana […] Es muy
pobre y a su subsistencia le ayuda una prima
también muy pobre. […] En sus períodos de
calma es retraída, casi no sale de su hogar,
solamente a misa. Se trata probablemente de
una psicosis periódica. Perturbaciones que
empezaron a manifestarse desde hace unos
veinte días. A consecuencia de tal vez una
insuficiencia alimenticia. […] El aislamiento
de esta alienada es motivado por constantes
escándalos en las calles, canta y ríe, se entra
a las casas y quiebra vasos, floreros y enseres
de uso personal, etc. Liborina, 12 de agosto
de 1954. Enviada por la Alcaldía Municipal
de Liborina.18
Los locos también hacen historia
Por otro lado, los oficios o formas de trabajo a las que se dedicaban las personas antes
de ingresar al Hospital Mental de Antioquia
eran las de agricultor y oficios domésticos, lo
que puede sugerir que los individuos prove-
32
nientes del campo constituían la mayoría de
los internos en dicho establecimiento, como
lo señalan las memorias del Secretario de Gobierno y los informes del Secretario de Higiene y Asistencia Social en las décadas de 1930
y 1940 respectivamente.
Si bien los alienados, perturbados, enajenados, etc. eran declarados en la mayoría
de los casos interdictos, es decir, privados de
sus derechos civiles de acuerdo con el Código Civil y el Código Judicial Colombiano,19
esta condición no los eximía de los deberes
que tenían: ser útiles y productivos para la sociedad. Por eso, se creó el servicio de laborterapia, ideado para aquellos débiles mentales
que habían sido reportados por las autoridades porque vagaban por las calles y no tenían
un domicilio fijo o un trabajo, personas que
no se adaptaban al medio social existente y,
por lo tanto, eran repartidas en todas las instituciones de beneficencia;20 el hospital mental
hacía parte de ellas.21
Según Michel Foucault, el confinamiento:
Antes de tener el sentido medicinal que le
atribuimos, o que al menos queremos concederle, […] ha sido una exigencia de algo muy
distinto de la preocupación de la curación.
Lo que lo ha hecho necesario, ha sido un imperativo de trabajo. Donde nuestra filantropía quisiera reconocer señales de benevolencia hacia la enfermedad, sólo encontramos la
condenación de la ociosidad.22
18
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 3053,
1951.
19
En 1955 se modificaron algunos artículos del Código Civil y el Código Judicial Colombiano pertenecientes a la ley 95 de 1890 sobre el
ejercicio psiquiátrico referidos a la interdicción por manifestaciones claras de anormalidad mental. Para más información ver: Guillermo
Uribe Cualla, “Modificaciones al Código Civil y al Código Judicial Colombiano en su aspecto psiquiátrico”, Antioquia Médica 5, 1 (1955).
20
Para profundizar en el tema de la beneficencia en la ciudad de Medellín ver: María Patricia Castro Hernández, “Beneficencia en Medellín
1880-1930” (Monografía de pregrado para optar al título de Historiadora, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 1994).
21
La ergoterapia o laborterapia fue el nombre que se le dio a la terapia ocupacional instituida como departamento desde 1954 en el Hospital
Mental de Antioquia. Era un servicio integrado por dos secciones; la primera en la que se complementaba el diagnóstico con la terapia,
aplicada especialmente en casos difíciles, y la segunda dedicada a la rehabilitación y readaptación social de los alienados, además de
ocupar en diversos oficios a los enfermos crónicos o incurables. Su objetivo era el de curar a los enajenados y readaptar a los interdictos.
Según Augusto Díez y Luzmila Acosta “la terapia ocupacional considera al enfermo como si viviera en una sociedad normal y por lo tanto
le permite al médico eliminar los medios coercitivos y de contención mecánica, para sustituirlos por la mayor libertad posible y facilitar el
movimiento ordenado, liberando la energía sobrante para emplearla en una actividad productiva, porque la vida es actividad y en ella las
fuerzas que no se emplean tienden a extinguirse.” Augusto Díez y Luzmila Acosta, “Ergoterapia. Hospital Mental de Antioquia”, Antioquia
Médica, Directores 8, 9-10 (Medellín, 1958): 370-372.
22
Foucault, 1976, 102.
En Medellín, en las décadas de 1930 y
1940 se divulgaba, a través del Boletín clínico
la conveniencia de practicar la higiene mental, que consistía en el control de las emociones y en la capacidad de inhibición frente a
los actos indecentes, el consumo de alcohol
y el uso de drogas heroicas.24 Esta práctica
contribuía a que factores como la herencia,
de la que se especulaba que siendo ésta frágil
predisponía el cerebro al desequilibrio y a la
demencia, no perturbara el sistema nervioso.
De acuerdo con lo anterior, observamos cómo
estaba en juego una doble moral en la que la
familia pedía la reclusión de sus adictos, desequilibrados y dementes y, al mismo tiempo,
era la portadora de ese mal heredado, de cerebros “[…] de baja tensión, morbosamente
hiperestesiados o flojos, verdaderas cajas de
resonancia en las cuales los choques de fuera
se multiplican hasta llevarlos a la desadaptación o a la ruptura definitiva”.25
En las historias clínicas del Manicomio
Departamental, los antecedentes familiares
del alienado fueron significativos desde la
década del veinte, en la medida que proporcionaban información sobre el ambiente familiar, uno de los factores importantes, concebido como desencadenante de la locura y
la degeneración de la raza. En esa década se
implementó de manera definitiva el recurso
de las historias clínicas para llevar el registro
y control sobre los enfermos y para determinar las causas de alienación26.
Sin embargo, la psiquiatría todavía no se
definía de manera clara, en tanto que no aplicaba un método propiamente científico para
determinar un trastorno mental o la herencia
de una conducta psicopática. El registro de
los antecedentes familiares por parte del médico, no constituía un diagnóstico psiquiátrico como tal, sino una observación clínica. De
esta manera, para establecer los antecedentes,
se elaboraban diagnósticos de presunción basados en la información proporcionada por el
paciente y por los familiares del mismo. Por
otro lado, los antecedentes personales, además de registrar las características psíquicas
daban cuenta de los padecimientos físicos,
aunque no de una manera detallada, eran
más bien observaciones realizadas por el médico en el momento de evaluar al enfermo,
que consideraban la información proporcionada por éste y sus parientes.
En el lenguaje médico utilizado para caracterizar las patologías mentales se aludía a la
noción de anormalidad: “[…] desde muy tierna edad se manifiesta un poco anormal, por
su genio, sus costumbres extravagantes, pero
era sin embargo, era manejable”.27 En el siglo
XX, este discurso no era sólo del dominio de
23
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 3524,
1935.
24
Un estudio exhaustivo sobre el uso de drogas derivadas de la heroína y otros medicamentos y sustancias psicoactivas, narcóticas y estupefacientes en: Víctor Manuel García García, Remedios secretos y drogas heroicas. Historia de los medicamentos en Antioquia 1900-1940,
(Medellín: Universidad Nacional de Colombia, 2008).
25
Eduardo Vasco, “Practiquemos la higiene mental”, Boletín Clínico VII, 1 (1941): 64.
26
Luciano López Vélez, Historia institucional y terapéutica del Hospital Mental de Antioquia en sus 125 años, Grupo de Investigación en
Historia Social, CISH, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, (Medellín, Universidad de Antioquia, 2006).
27
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 2286, 1931.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 27 - 58
El medio familiar fue considerado siempre como un factor importante en la determinación de la locura, y esto en varios sentidos. En el siglo XVIII era la familia la que
pedía el internamiento de sus alienados. Así
mismo, en el contexto que nos ocupa, las familias de los perturbados mentales pedían la
reclusión de sus parientes, para tal efecto, debían presentar un certificado médico que en
ocasiones, no era diligenciado o incluso no
demostraba la supuesta enfermedad mental
del individuo. De otro modo, la familia y la
herencia han sido considerados como factores desencadenantes de trastornos mentales,
como se lee en un registro de antecedentes
familiares del 14 de mayo de 1935: “[…] su
padre murió enajenado, sufrió probablemente una melancolía evolutiva”.23
33
la psiquiatría, era también un asunto jurídico
en tanto que el individuo fuera considerado
peligroso. La anomalía ha sido desde los inicios de la psiquiatría y la jurisprudencia29 un
problema que le compete tanto a las pericias
médicas como a las legales, dado que el estado mental de un individuo daba cuenta si era
susceptible de sanción penal, si era peligroso
o no y en la misma medida si era readaptable
o curable. Teniendo en cuenta que la anormalidad no sólo encerraba a los dementes, sino
como los define Foucault, al incorregible, al
monstruo y al masturbador, el aparato jurídico
no intervenía para aplicar una sanción penal
sobre un individuo de derecho, sino que más
bien se constituyó como un aliado de la pericia psiquiátrica que apartaba a los individuos
peligrosos del resto de la sociedad; corregía al
delincuente y curaba al enajenado. El resultado, la normalización de ambos.29
Los locos también hacen historia
El médico antioqueño reparaba en las costumbres, el carácter, la conducta y la condición
social. En la década de 1940 la forma de percibir al enfermo mental seguía siendo la misma,
no obstante, se le prestaba mayor atención a la
vida social y a la conducta del paciente durante su permanencia en el manicomio. En los antecedentes se nota la ausencia del discurso psiquiátrico, pese a los postulados que circulaban
en la época sobre la higiene mental, la incidencia del factor hereditario en las enfermedades
mentales, el alcoholismo, entre otros,30 ya que
el psiquiatra se restringía a redactar la entrevista realizada al paciente y a sus allegados y
sólo tomaba nota de los tratamientos realizados en ingresos previos.
34
Hacia el final de la década de 1920, se
conoció por primera vez en Colombia el psicoanálisis.31 No obstante, los trastornos mentales seguían siendo concebidos desde una
perspectiva moralizante. Todavía no existía
en el ejercicio de la medicina en Antioquia un
lenguaje claro y estrictamente psiquiátrico sobre la enfermedad mental. La clínica jugaba
un papel predominante en el tratamiento de
la locura mientras que la psiquiatría poseía
unos conceptos inacabados, arraigados a la
moral, sobre todo para describir la conducta
humana, como se demuestra en una observación del estado actual de 1928:
[…] en adelante y hasta el día de su salida
se ocupó en oficios varios: auxiliar del enfermero, trabajos de albañilería, de blanqueamiento, en la vigilancia de trabajadores, etc.
desempeñando todo con corrección, buena
voluntad y comedimiento. Puede afirmarse
que durante este período no dio muestra de
trastorno mental alguno y que por el contrario, su inteligencia, memoria, actividad
y afectividad funcionaron con una sorprendente normalidad.32
Así, a partir de los conceptos de normalidad y anormalidad el comportamiento de
los asilados en el Manicomio Departamental
quedaba dividido entre el bien y el mal. Para
caracterizarlo, se utilizaban términos tales
como; corrección, buena voluntad, y comedimiento. Si bien se especificaba el trastorno
de cada enajenado, el diagnóstico no daba
cuenta de la realidad vivida por el paciente
y pareciera que los rostros de la locura de los
28
Ver: Foucault, 2001.
29
Foucault, 2001, 37.
30
En 1933 en la Asamblea Médica reunida en Medellín se dio a conocer por primera vez la higiene mental en la conferencia del Doctor Eduardo
Vasco sobre higiene mental y psiconeurosis infantil. En sus apuntes para dicha conferencia insinuó la importancia tanto de los laboratorios
clínicos como de la psicopatología para el estudio y preparación social frente a la herencia y sobre todo, para la aplicación de la profilaxis
en la sociedad en general. Humberto, Rosselli, “Psicopedagogía e higiene mental”, Historia de la psiquiatría en Colombia, 2 tomos (Bogotá:
Editorial Horizontes, 1968), 633. Sobre la incidencia de la herencia y las adicciones en los trastornos mentales y la práctica de la economía
mental para contrarrestarlos en los decenio de 1930 y 1940 ver: Eduardo Vasco, “Practiquemos la higiene mental”, Boletín clínico VII, 1
(1941): 62-66.
31
El psicoanálisis fundado por Sigmund Freud, estudia el comportamiento humano a partir de la psicoterapia y la utilización de técnicas como
la asociación libre, el análisis de los mecanismos de defensa y la interpretación de los sueños, basadas en el concepto de inconciencia
dinámica. Diccionario de Medicina Oceano Mosby, (Barcelona: MMV Editorial Océano, 1997).
32
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
10627, 1928.
Desde el decenio de 1920, la conducta,
los trastornos del ánimo, la ideación y el lenguaje eran los que delataban la anormalidad
del sujeto, y por lo tanto, su enfermedad. En
el certificado médico para el ingreso al Manicomio Departamental, las valoraciones para
aislar a un supuesto alienado eran confusas
dado que en ese entonces no era una institución hospitalaria como tal. Sus funciones eran
las de recluir, aislar y restituir socialmente a
los perturbados mentales. En los años veinte
apenas se habían elaborado las primeras historias clínicas por orden del director Lázaro
Uribe Calad. El Manicomio Departamental
disponía de pocos recursos económicos y precarios equipos médicos. Así mismo, su función
social resolvía el problema de encerrar en sus
celdas a los alienados agitados que trasgredían
la seguridad de la población. Era apenas el comienzo de un nuevo ciclo en el que se esperaba mejorar los tratamientos existentes y las
condiciones de vida de los reclusos.34
Conversaciones en voz baja. Las
voces de la locura y la psiquiatría
en el Hospital Mental de Antioquia
Para entender las funciones hospitalarias
en diferentes contextos, es importante aclarar tanto los orígenes del hospital y la clínica
como sus significados, para comprender el devenir del hospital psiquiátrico en el siglo XX.
El Hôpital General de París fundado en 1656, tenía como funciones las de hospedar y alimentar a las personas que por su propia voluntad
llegaban a dicho establecimiento y también a
quienes eran enviados por la autoridad real
y judicial. Dicha entidad velaba por el orden
general, por la subsistencia y el cuidado de
los pobres. Para Michel Foucault no era una
institución de tipo médico, era un establecimiento administrativo que se autorregulaba.35
Sin embargo, desde el siglo XVIII el hospital
es entendido como una institución médica y
terapéutica destinada a curar al enfermo. No
obstante, era creador de enfermedad, en él se
incubaban patologías que debían ser erradicadas y curadas.
El origen del hospital moderno se dio
cuando se medicalizó precisamente su espacio, antes lugar de internamiento de pobres,
insensatos, prostitutas, entre otros. Según
Foucault “[…] en una estructura especial, el
hospital constituye un medio de intervención
sobre el enfermo […] El espacio hospitalario
se medicaliza en su función y efectos. Esta
es la primera característica de la transformación del hospital a finales del siglo XVIII. Al
mismo tiempo la presencia del médico en el
hospital se reafirma y se multiplica”36. De esta
manera, se fue constituyendo no sólo como
un instrumento terapéutico para la cura, sino
como un lugar de conocimiento y de instrucción médica. Así, establecido el concepto de
hospital como centro médico asistencial, la
clínica entró a ser parte fundamental de este
medio hospitalario ya que era definida como
la disposición dentro del mismo para la formación y trasmisión del saber.37
33
Los rostros de la locura a los que se refiere Michel Foucault son todos aquellos que habían sido confinados en el dominio de la sinrazón.
Foucault, 1976.
34
López, 2006.
35
Foucault, 1976, 81-82.
36
Foucault, 1976, 30-31.
37
En el Diccionario de la Lengua Española la clínica y el hospital tienen varios significados: “Clínica. Ejercicio práctico de la medicina relacionado con la observación directa del paciente y con su tratamiento. 2. Conjunto de manifestaciones de una enfermedad. 3. Establecimiento
sanitario, generalmente privado, donde se diagnostica y trata la enfermedad de un paciente, que puede estar ingresado o ser atendido en
forma ambulatoria. 4. Departamento de los hospitales dedicado a la enseñanza de la clínica. Hospital. Establecimiento destinado al diagnóstico y tratamiento de enfermos, dónde se practican también la investigación y la enseñanza. 2. Casa que sirve para recoger pobres y
peregrinos por tiempo limitado”. Diccionario de la Lengua Española, Vigésima segunda edición (Bogotá: Real Academia Española, 2001).
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 27 - 58
siglos XVIII y XIX en Europa,33 hubieran quedado inmóviles en el dominio de la psiquiatría hasta el siglo XX puesto que continuaban
siendo poco explícitos sobre los signos y los
síntomas de los trastornos mentales, formas
diagnósticas tales como locura periódica,
confusión mental y delirio polimorfo prevalecieron hasta la década del cincuenta.
35
El comportamiento del loco en el interior
del Manicomio Departamental era la principal observación en los años treinta, más que la
conducta de éste en el medio familiar y social.
Para Foucault, la mirada clínica representaba
una falsa verdad en el conocimiento de la autoridad médica sobre el paciente, en tanto que
el estado de ánimo de éste en el hospital mental, una institución alienante, cambiaba por
los tratamientos farmacológicos suministrados y por las prácticas coercitivas impuestas.
El humor, las ideas, el lenguaje y los trastornos en cada uno de ellos continuaban siendo
los objetos de la mirada clínica y la práctica
psiquiátrica, para determinar la enfermedad
mental, para definir en las formas de ser humanas qué era anormal. Un ejemplo de ello se
lee en el siguiente certificado médico:
[…] perturbaciones mentales consistentes
en agresiones a las personas y a las cosas,
delirio de grandeza, tristezas frecuentes y
vocabulario soez. Necesidad imperiosa de
caminar y de trabajar fuertemente que no
está en lo normal. Atenta contra las personas
que lo rodean”.38 No obstante, en la década
de 1930 se incrementaron las observaciones
psiquiátricas y simultáneamente se empezaron a utilizar nuevos conceptos; los signos
y la condición física fueron cruciales desde
la perspectiva organicista de la enfermedad
mental.39
Los locos también hacen historia
En el campo terapéutico se implementó
la ergoterapia, se describían los oficios desempeñados por el paciente, las relaciones familiares, la orientación en el tiempo, en el espacio y con las personas; del mismo modo, las
causas de perturbación mental, los motivos
de ingreso y los motivos de salida. El médico,
36
el alcalde y la Inspección de Permanencia de
Medellín eran las autoridades encargadas de
demostrar la enajenación mental según la sintomatología y la conducta del presunto loco
descrita en el certificado. De esta manera, surgen varias preguntas: ¿Cuál era la función del
Hospital Mental? ¿A quién le correspondía
su administración? ¿Quién determinaba la vigilancia de los alienados? ¿Quiénes decidían
quién era peligroso, quién estaba loco y quién
no lo estaba? ¿Cuál era la función de la policía? La función del Hospital Mental de Antioquia era la de acoger a todos los enfermos
mentales, para excluirlos de la sociedad por
su peligrosidad y ofrecerles algún tratamiento que mejorara su calidad de vida. Hasta los
años cuarenta del siglo XX sus funciones no
variaron mucho, los métodos para el manejo
de los enfermos y las prácticas de contención
y aislamiento seguían siendo las mismas.40
Desde 1920 y hasta 1946 el médico alienista Lázaro Uribe Cálad fue designado para
la administración y la clasificación clínica de
las enfermedades en el Manicomio Departamental. Así mismo, existía una Junta directiva
que se encargaba de aprobar los presupuestos
para la administración de sus recursos, creada por la Ordenanza Número 16 de abril de
1922. Algunos artículos de la ordenanza eran
los siguientes:
Artículo 1: El Manicomio Departamental
tendrá una Junta Directiva que se denominará “Junta Directiva del Manicomio Departamental”, compuesta del Gobernador,
que será su presidente y en su defecto el
Secretario de Gobierno, y de dos médicos
nombrados por el Gobernador [...] Artículo
3: Tendrá el Manicomio los siguientes em-
38
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 1062,
1936.
39
La psiquiatría organicista o biológica se consolidó en el siglo XX como herencia de las doctrinas del positivismo radical. Es una escuela
de la psiquiatría que preconiza los principios neurológicos, químicos y físicos de la enfermedad mental por encima del estudio del medio
social. Diccionario de Medicina Oceano Mosby, versión en español traducida y adaptada de la última edición de la obra original en inglés
Mosby’s Medical, Nursing and Allied Health Dictionary (Barcelona: MMV Editorial Océano, 1997).
40
“El aislamiento en jaulas, la utilización de esposas, grilletes y camisas de fuerza siguieron siendo la principal medida de contención para
controlar los enfermos agitados que ingresaban a este establecimiento. El Arsénico, el Bismuto, el Mercurio y algunos sedantes e hipnóticos mezclados con hidroterapia, combinaciones de agua caliente y agua fría, combinados con algunos químicos, sales minerales y electroterapia, al igual que con técnicas de malarioterapia y piretoterapia eran algunas de las drogas y procedimientos utilizados por el doctor
Lázaro Cálad y sus auxiliares para el manejo de los pacientes allí asilados”. Luciano López Vélez, 2006, 96-107.
Los miembros de dicha junta eran el gobernador de turno, que asumiría las funciones de presidente y dos médicos designados
por el mismo. En 1930 por medio de la Ordenanza Número 17 se estableció el Servicio
Médico del Departamento, el cual designaba
para el Manicomio Departamental los cargos
de director alienista, médico general y practicante interno. Sin embargo, la administración
y los tratamientos practicados eran decididos
por el director de acuerdo con su formación
médica.42
En Antioquia, la enajenación mental durante la primera mitad del siglo XX fue un
asunto social, competente a las autoridades
médicas y civiles. No obstante, la incorporación del discurso psiquiátrico a la clínica y las
prácticas hospitalarias en el Hospital Mental
de Antioquia fueron procesos posteriores a la
asimilación de la locura como un problema de
orden cívico y moral. El médico, a principios
del siglo XX, cumplía la función de mentor
de la sociedad sobre la higiene pública desde una perspectiva moral, papel que quedaba
claro en los juicios de valor presentes en las
observaciones clínicas:
En general esta muchacha manifiesta una
inestabilidad de humor; en ocasiones ligeramente excitada y pendenciera, a veces reticente y retraída […] el 19 de mayo su padre
la visita y ambos piden insistentemente la salida, la cual se concede salvando toda posibilidad sobre el porvenir moral de esta niña”.43
“Es un perfecto chiflado con la megalomanía
de los débiles mentales ya que todavía cree
en varitas mágicas y en su alta mentalidad
de aedo”.44
Según el historiador Jorge Márquez el
compromiso social de los médicos era con el
pueblo y con quienes detentaban el poder; en
primer lugar, instruía la población respecto a
la limpieza del cuerpo, del alma y de los espacios públicos. En segundo lugar, hacía parte
del proyecto civilizador de salubridad y desinfección de las ciudades.45
El estigma de la locura en Antioquia se
aprecia tanto en el discurso psiquiátrico y la
mirada clínica como en la sensibilidad de la
familia frente a los trastornos y la enajenación. La sociedad y la psiquiatría, en su ejercicio eran estigmatizadoras de la enfermedad
mental, en la medida que la primera señalaba
y diferenciaba y la segunda aislaba y clasifi-
41
López, 2006, 100- 101.
42
López, 2006, 96-110.
43
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 2286,
1931.
44
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 3524,
1935.
45
Más información sobre la medicina y la sociedad antioqueña en: Jorge Márquez Valderrama, “La Facultad de Medicina y la sociedad antioqueña”, Universidad de Antioquia. Historia y presencia (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 1998), 250.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 27 - 58
pleados: Un Director Alienista, que será el
médico encargado de la higiene general del
Manicomio y a la vez el jefe único de la Clínica de Enfermedades Nerviosas y Mentales
que se abrirá cuando la presente ordenanza
entre en vigencia; un Médico General que
atenderá únicamente el servicio médico de
los asilados, de los enfermos que resulten en
el personal de enfermeros y de las Hermanas
de la Presentación [...] Un Técnico de Laboratorio encargado del Laboratorio Clínico
del Manicomio que se abrirá para el correcto
funcionamiento de las clínicas; un Practicante Interno, con derecho a la alimentación y
que tendrá la obligación de llevar la historia clínica de cada enfermedad y de aplicar
oportunamente las prescripciones médicas
del director [...] Artículo 7: En el Hospital
del Departamento se ocuparán de los casos
que necesiten como tratamiento una intervención quirúrgica, y los enfermos serán
de nuevo trasladados al Manicomio cuando
haya pasado el peligro inmediato de la operación. Artículo 8: Autorizase al Gobernador
para consecución de un empréstito hasta por
$50.000 para la terminación del edificio destinado a los pensionados...41
37
caba basada en criterios médicos y morales
al mismo tiempo. Foucault argumenta que
esas afrentas creadas y mantenidas por la sociedad no eran más que calificaciones éticas
y prejuicios. Es precisamente a partir del discurso de la anormalidad que se diferenciaba
en algún sentido al delincuente del loco, el
primero infringía la ley y el segundo vulnera
la moral y las reglas éticas.46 Así, en los expedientes de 1930 se encuentran descripciones
de la forma de vestir, caracterizaciones de los
trastornos padecidos, los reflejos y los signos,
opiniones de los familiares sobre el estado actual del enfermo y detalles sobre las enfermedades infecciosas padecidas por el mismo. En
un certificado médico del 2 de noviembre de
1931 se expresa lo siguiente:
Marcadas tendencias de huida y en efecto,
a cualquiera hora de la noche se sale de la
casa habitaciones vecinas, a largas distancias
como la población, al monte, después de engalanarse bien con flores y pintura y en solicitud de novios, usando además expresiones
procaces. Desde que se le contradice se enfurece y ataca los miembros de la familia de
manera violenta y mantiene la idea de matar
a uno de la casa con intensidad obsesionante.
Por todas estas circunstancias debe llevarse
para el manicomio. Rionegro, Octubre 31 de
1931.47
Los locos también hacen historia
La enajenación, la alienación y la perturbación mental eran sinónimos de locura con
los que se identificaban a las personas que tenían conductas y maneras de ser fuera de lo
normal en los usos de la época, aunque se ma-
38
nifestaran con características muy diferentes
en cada persona, lo que sugiere la ausencia
de un lenguaje universal para el estudio y la
comprensión del comportamiento humano,
de la mente y sus enfermedades. Según Germán E. Berríos:
Los síntomas mentales son (las más de las veces) recurrentes y con variaciones cuantitativas en el discurso y la acción humanas. Estas
últimas, en cambio, son estados complejos
atados a los límites de la teoría. En consecuencia, los intentos de producir descripciones ‘ateóricas’ o ‘fenomenológicas’ de los
signos y síntomas mentales son mal concebidos. Una buena descripción en psiquiatría
consiste en algo más que en la obtención de
partículas confiables de conducta que, según
se espera, todavía contengan lo bastante del
signo biológico que las causó inicialmente y
que aporta la información para el diagnóstico, el tratamiento y la investigación.48
El hospital Mental de Antioquia había
sido pensado en un principio como una institución para recluir a todos aquellos que
fueran asociados con la enfermedad mental,
con el peligro y la anormalidad. Su razón de
ser todavía no era clara en los años cuarenta, ya que entre éste y la cárcel se repartían
las funciones de recluir, vigilar, corregir y
readaptar.49 Los enajenados residentes en los
municipios de Antioquia eran retenidos en
las cárceles mientras se elaboraba el certificado médico que permitiera su entrada al manicomio; “[…] el asilamiento es motivado por
la imposibilidad de tenerlo en su casa pues
46
Foucault, 2001, 29.
47
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 2286,
1931.
48
Germán E. Berríos, Historia de los síntomas de los trastornos mentales. La psicopatología descriptiva desde el siglo XIX (México: Fondo de
Cultura Económica, 2008), 25.
49
De acuerdo con Michel Foucault esas funciones compartidas entre el dominio terapéutico y el dominio judicial no respondían en primera
instancia ni a la enfermedad ni al crimen sino que ambas estaban orientadas a corregir al individuo peligroso. Foucault, 2001 41-42. [Edic.
original 1999]. Por otro lado, Foucault argumenta que en el siglo XVII el confinamiento de la locura era un hecho de policía, en tanto
que ésta se ocupaba del ordenamiento de los individuos en la ciudad. En Europa, el hospital fue primero el asilo de pobres, insensatos y
prostitutas y en el Renacimiento se medicalizó su espacio para erradicar el desorden que allí reinaba y diferenciar el recinto que la locura
compartía con las otras manifestaciones de la sinrazón. Sin embargo, ésta nunca dejó de ser un problema social que le concernía a la policía
dado que el alienado era considerado como un individuo potencialmente peligroso y luego, como un enfermo que debía ser internado y
tratado por un médico. “El teniente de policía tiene el derecho absoluto de hacer detener sin procedimiento a toda persona que se dedique
al desenfreno público, hasta que intervenga la sentencia de Châtelet, que es inapelable. Pero todas esas medidas se toman solamente si el
escándalo es público, o si el interés de las familias puede verse comprometido.” Foucault, 1967, 143.
El hospital era una institución asilar para
la contención y el tratamiento psiquiátrico de
enfermos mentales. No obstante existían medios a través de los cuales el médico orientaba a la sociedad antioqueña y especialmente
a los ciudadanos de Medellín, las revistas y
los boletines de la Facultad de Medicina de
la Universidad de Antioquia52 y los manuales
de urbanidad, de buen tono, de instrucción
moral y de civismo.
En la década de 1940 las observaciones
clínico-psiquiátricas sobre el estado de ánimo, la orientación en el tiempo y en el espacio y la ideación del paciente seguían siendo
una constante para determinar los trastornos
mentales. Sin embargo, existían ya descripciones mucho más completas del comportamiento y sus alteraciones. Simultáneamente
el lenguaje adquirió un sentido cercano en la
relación entre el médico y el paciente, sin que
existiera entre ellos una comunicación directa
sino que el médico utilizaba lo que trasmitía
el enfermo como su coartada para determinar
el tipo de locura. Así, encontramos en las observaciones psiquiátricas lo que expresaba el
paciente y la forma cómo lo hacía. Los trastornos mentales se descubrían a través del lenguaje; por la incoherencia en las respuestas, la
logorrea, entre otros signos. Las autoridades
médicas tenían claro que el comportamiento
de los reclusos y sus perturbaciones variaban según el medio en el que se encontraban,
pues no sólo se describía la conducta del enfermo en el entorno familiar sino en la vida
pública, en el hospital y durante la consulta
psiquiátrica.
La determinación y clasificación de las
enfermedades mentales en Antioquia se realizaba a partir de hipótesis diagnósticas.53 A
pesar que el lenguaje psiquiátrico incorporaba cada vez conceptos aparentemente mejor
elaborados y específicos, según se lee en la información proporcionada en la base de datos,
tanto el médico como la institución psiquiátrica como tal continuaban considerando los
enfermos psíquicos amenazas sociales porque
perjudicaban la comunidad.54 En los primeros
cuarenta años del siglo XX en Antioquia, prevaleció el prejuicio moral del médico sobre
ciertas actitudes, comportamientos, maneras
de ser y de pensar del enfermo, que juzgaba
tanto desde el punto de vista psiquiátrico y
clínico como desde una perspectiva moralizante; y es que la locura ha estado implicada
50
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 3591,
1948.
51
López, 2006, 136-150.
52
Entre las revistas y boletines de divulgación médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia desde 1930 hasta 1970 se
encuentran; los Anales de la Academia de Medicina de Medellín que circuló desde 1930 hasta 1949; el Boletín Clínico, 1932-1949 y Antioquia Médica, 1950-1970.
53
Las hipótesis diagnósticas o diagnósticos de presunción son las conjeturas iniciales que se esbozan luego de construir el resumen de
signos y síntomas. Éstas hipótesis están relacionadas con el diagnóstico etiológico el cual distingue la causa de la enfermedad siempre
y cuando se obtengan primero los resultados de los exámenes paraclínicos, las observaciones sobre la evolución de la enfermedad y la
respuesta del paciente frente al tratamiento. Ricardo Cediel Ángel, “la historia clínica”, Semiología Médica (Bogotá: Editorial Médica Celsus,
2002), 15.
54
En un artículo publicado en el Boletín Clínico en 1941 sobre la higiene mental, el Doctor Eduardo Vasco señalaba quienes eran los individuos
que entorpecían la vida de la comunidad; los inadaptables, los cinéfilos, los alcohólicos y los drogadictos. Los impulsivos, los irresolutos,
los tímidos y los prevenidos. Vasco, 1941, 64.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 27 - 58
ha tenido accesos de rabia. Aquí en la cárcel
tuvo que ser llevado a una celda por haberle
pegado a un preso. Diciembre 18 de 1948. Enviado por el señor alcalde de Támesis”.50 No
sería hasta los años cincuenta que el manicomio dejó de ser un hospicio de locos, que no
podían ser controlados por sus familias, para
convertirse en un hospital psiquiátrico creado
para acoger a los enfermos mentales, y resguardarlos del daño que pudieran causarse
y del mismo modo proteger a la sociedad de
sus escándalos y perjuicios. Con la construcción del Hospital Mental de Antioquia, en
1958 su propósito empezaba a tener un sentido más humano; recuperar al enfermo para
reintegrarlo a la sociedad.51
39
en el discurso de la moral en la teoría y en
la práctica desde que, según Foucault, la sexualidad se sitúo en la línea divisoria entre lo
normal y lo anormal, la razón y la sinrazón.55
En la medida que la sexualidad del individuo
trastocara la moral pública y que éste manifestara su instinto bestial, sería considerado
como un acto de perversión: “Atenta contra
los demás y contra la moral por su tendencia
a desnudarse”.56 Algunas prácticas sexuales
eran consideradas, además, como desencadenantes de la perturbación mental: “[…] con
frecuencia tiene tendencia a un verdadero estado hipocondríaco alegando la ausencia de
determinados órganos de su cuerpo. Identifica perturbaciones que empezaron a manifestarse a consecuencia de excesos alcohólicos y
masturbaciones frecuentes”.57
La psiquiatría entre 1950 y
1960: Enfermedad del individuo,
tratamiento para la sociedad
Los locos también hacen historia
Hasta los años cincuenta prevaleció en
el discurso médico una obcecación que en el
espacio público de la ciudad de Medellín y
en el recinto privado del consultorio médico
calificaba las diferentes manifestaciones de
alienación a partir de valores tales como la corrección y la urbanidad. Se describía tanto la
forma de comportarse como la presentación
personal: “correcta en el vestir y en el comportamiento”.58 El discurso de la anormalidad, antónimo de lo correcto, era el filtro de
muchas de las concepciones sobre la locura.
Según los postulados de la antipsiquiatría:
40
La psiquiatría como tal se divide, se desparrama en una asistencia que pasa por las
distintas ramas de las ciencias sociales. Se extiende, no para rehabilitar, ni para recuperar,
sino para volver a la ‘normalidad’ en el sentido de situar dentro de la norma a las personas que no tienen ningún poder para establecerlas; por tanto, una vez más controla en
nombre de una organización social que hace
pasar por natural la división de los hombres
en clases sociales.59
El perturbado mental era vigilado por el
ojo clínico en el hospital mental. El prejuicio
social seguía estando presente en la historia
de la locura durante la época de la violencia
en Colombia. Los comunistas eran considerados un peligro para la sociedad y quien simpatizara con sus ideas era sujeto vulnerable
a cualquier forma de encerramiento como se
demuestra en un certificado médico del 15 de
septiembre de 1953:
Al preguntar por su nombre dice que se llama Vladimir Lenin. Su conversación es un
delirio de contenido político social. Algunos
de los datos que da son erróneos a través de
su delirio […] toma actitudes como de quien
se quiere dar importancia de pensador o de
político. Habla de que tuvo una sífilis tratada
con penicilina. El asilamiento de este alienado es motivado por su peligrosidad social.
Enviado por la Inspección de Permanencia
de Medellín.60
Aunque en décadas anteriores los antecedentes familiares y personales ya jugaban un
papel importante para determinar los factores de riesgo, en los años cincuenta se reconocían además situaciones desencadenantes de
55
Ver: Foucault, 1976, 142. [Edic. original 1962.] Evelyne Pewsner, El hombre culpable: La locura y la falta en Occidente (México, Fondo de
Cultura Económica, 1999).
56
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
7865,1936.
57
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 7806,
1943.
58
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 3227,
1951.
59
Manuel Salvat, dr, Psiquiatría y antipsiquiatría (Barcelona: Salvat Editores S.A., 1973), 85.
60
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
10566, 1953.
La sensibilidad de la familia frente a la
locura en sus distintas manifestaciones se
encontraba en una dicotomía en los años cincuenta, ya que si bien ésta contribuía con la
elaboración de la historia clínica del paciente
aportando testimonios y puntos de vista sobre su comportamiento, estigmatizaba todo
aquello que estuviera fuera de la norma en
la sociedad.61 La familia alienante internaba al presunto enfermo en el hospital sin los
argumentos suficientes que justificaran la reclusión62 y al mismo tiempo participaba de
las terapias en grupo, por lo menos en cierto
sentido, ya que el médico no sólo intervenía
al paciente sino que prestaba mayor atención
a la vida cotidiana en el ambiente familiar,
como se lee a continuación:
Se visitó a su familia a petición del médico.
Se habló con la esposa y la hija que ha sufrido
trastornos mentales. De lo que se observó y
la conversación tenida con ellas se sacó en
conclusión que cuando el enfermo está en
la casa chocan fácilmente él y la hija por ser
ésta también enferma mental. Se les insinuó
buscarle al enfermo algún trabajo fuera de la
casa con el fin de que no tenga que permanecer
en ella todo el día. Posteriormente se celebró
una entrevista con uno de los hijos para
explicar la necesidad de facilitar el ambiente
al enfermo por medio de algún trabajo que
esté de acuerdo con sus circunstancias y que
lo mantenga entretenido fuera del hogar.
El señor convino en esto a pesar de verlo
difícil.63
No obstante, existen casos en los que la
familia cuestionaba las determinaciones del
médico al no aceptar la salida del enfermo.
En este punto se puede apreciar la condición
alienante de la familia y de la sociedad a partir
de la utilización del concepto de enfermedad
como mecanismo para aislar a determinadas
personas, pero como sugiere Foucault, no era
una enfermedad como tal sino ‘parapatológica’ en el sentido que en la pericia psiquiátrica
se demostraba el parecido del infractor social
con sus faltas, ‘defectos sin ilegalidad’, así,
era considerado un enfermo peligroso para
la sociedad porque sus actitudes y comportamientos eran defectos de orden moral.64 La
enfermedad mental pensada como objeto de
estudio daba cuenta de la escasez de un tratamiento más humano por parte de la psiquiatría.65
A pesar de la incorporación del trabajo social y la psicología como dispositivos
de ayuda terapéutica y social en el Hospital
Mental de Antioquia,66 la década del cincuenta fue ambigua para la psiquiatría dado que
el hospital no se había asimilado aún como
una institución únicamente para el tratamien-
61
En la información descrita en la base de datos se encuentran casos donde los asilados permanecían en el Hospital Mental de Antioquia por
petición de sus parientes mas no porque se encontraban enfermos realmente: “No ha vuelto a salir del asilo por expresa petición de su
hermana quien teme que al hallarse solo pueda tener actos de conducta anormal.” Archivo Histórico Judicial de Medellín, Fondo de historias
clínicas del Hospital Mental de Antioquia, Medellín, 3 de junio de 1954, historia número 9601.
62
“Fue traído por sus familiares y dado de baja inmediatamente por encontrarse en buenas condiciones psíquicas.” Archivo de Historias
Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 7537, 1953.
63
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 7533,
1955.
64
Foucault, 1996, 32.
65
Para estudiar el tema de la enfermedad mental a partir de las elaboraciones conceptuales de la psiquiatría desde el siglo XIX ver: Thomas
S. Szasz, El mito de la enfermedad mental. Bases para una teoría de la conducta personal (Buenos Aires: Amorrortu editores, 1973).
66
En una lista del personal contratado por el Hospital Mental de Antioquia, en 1958, elaborada por la Junta Directiva, se notifican los siguientes empleos al interior de dicha institución: asistentes sociales, neurólogos, técnicos para las sesiones de ergoterapia, entre otros. López,
2006, 150.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 27 - 58
locura que antes no eran tan cuidadosamente
registradas; el alcoholismo, el ambiente familiar y la condición económica. La herencia no
constituía una ayuda diagnóstica. Sin embargo, la descripción de las condiciones del embarazo, parto y primera infancia del paciente
eran importantes para su historia clínica en
la medida que proporcionaban evidencia sobre las enfermedades padecidas y por consiguiente sobre la evolución de las mismas.
41
to de los trastornos mentales, sino que en la
cotidianidad seguía pensándose como un establecimiento de tipo asilar que confinaba a
las personas que representaban una amenaza
para la ciudad como se demuestra en un registro del 31 de marzo de 1958:
Los locos también hacen historia
[…] salió la señorita del servicio social, se
presentó a esta dirección con el enfermo,
cuando tocaron la puerta y salió la señora del
hermano del enfermo les dijo que ella no recibía a ese señor porque el estaba enfermo y
por eso lo tenían en el hospital. Se le explicó
que si el médico lo dejaba salir era porque lo
encontraba en buenas condiciones […] dijo
que otra vez lo habían sacado en prueba y lo
habían tenido en la casa cinco meses y no se
había mejorado, que sólo servía para poner
problemas y hacer daño, que por lo tanto,
ella no se hacía cargo de él, que bien pudiera
hacer con el lo que quisiera porque el médico que lo había despachado no sabía nada
cuando se atrevía a decir que estaba mejorado. Todo esto lo decía en muy malos términos y por más que la asistente tratara de
ayudarle a entrar en razón fue inútil porque
no la dejaba hablar sino que se enfureció con
el médico porque era un bruto que no sabía
nada […] la asistente trató por todos los medios de ayudarles a comprender la situación
de este señor y les dijo que quizás no se mejoraba por el maltrato que ellas tenían con él.
Ambas dijeron que podía ser cierto porque
ellas no se iban a preocupar por un loco; […]
la señora del servicio social en medio de la
discusión llamó al Dr. Ángel y le dijo lo que
pasaba, este le dijo que bien pudiera dejarlo
que el podía valerse por sí solo […].67
42
El decenio de 1950 no fue sólo de cambios
en la adecuación estructural y administrativa
del Hospital, dado que la psiquiatría accedía
al mismo tiempo a nuevos procedimientos
y alternativas. El diagnóstico de presunción
dejaba de ser el recurso clínico por excelencia. A partir de entonces, diferentes ayudas
diagnósticas tales como los hemogramas, los
67
rayos X, los coprológicos, los histoquímicos
de orina, entre otros y el análisis orgánico del
sistema nervioso, abrirían el campo a otras
formas de percibir y estudiar la locura, el apelativo común de las enfermedades mentales.
De esta manera, hubo una renovación en el
vocabulario psiquiátrico, nuevos conceptos
para describir el comportamiento, la mente y
sus trastornos. Se describía la memoria anterógrada y retrógrada, las alucinaciones visuales y auditivas. En esta época, se hablaba de
falsos reconocimientos, del ánimo, de la autocrítica y la heterocrítica. La obnubilación, la
noxia y la praxia se convirtieron entonces en
términos que agrupaban o señalaban determinadas características. El médico observaba
en su ejercicio, la coherencia y la relación entre la expresión del cuerpo y la manifestación
de las ideas; pero el análisis del discurso era
el que le permitía evaluar la autocrítica y saber si el paciente tenía conciencia de padecer
una enfermedad mental, para conocer su vida
privada, sus creencias, su ideología, etc., elementos a partir de los cuales el médico analizaba qué tipo de relaciones sociales tenía el
alienado, cómo era su comportamiento y cuál
era el entorno en el que vivía.
Las opiniones del enfermo y el recuento
de su vida pública y privada no sólo eran datos útiles para la historia clínica en tanto que
alertaban sobre los factores de riesgo, sino
que daban cuenta de un viraje en los paradigmas para el tratamiento de la locura hasta ese
momento; ya no era lo que el médico le imponía al paciente y la sociedad al individuo. Se
trataba más bien de una autoridad compartida, una responsabilidad en la que el médico comprendía que era su deber obrar con el
consentimiento del paciente y éste sabía que
era preciso someterse a un tratamiento por
su propia voluntad. Los motivos de ingreso
al hospital eran descritos por el paciente de
igual forma que las opiniones de su familia. Así mismo, el alta empezaba a funcionar
como un mecanismo terapéutico de prueba,
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
10660, 1958.
Las conductas y las maneras de ser eran
observadas tanto en las relaciones sociales
del paciente como en la presentación personal, las adicciones, el tiempo durante el que
padeció trastornos, la reacción del paciente
frente a los tratamientos, su aspecto físico,
sus respuestas al interrogatorio, las enfermedades de tipo físico presentadas durante
la permanencia en el hospital y los intentos
de suicidio que hubiera tenido durante el internamiento. En los años cincuenta cambió la
forma de interrogar al paciente, las preguntas
eran más específicas y sobre diversos aspectos de la vida cotidiana. Se registraban tanto
las preguntas del médico y sus comentarios
al respecto como las respuestas del paciente:
¿Cómo se llama? “Sagitta” ¿De dónde es usted? De Dabeiba. ¿Cuántos años tiene? No sé,
yo me casé hace 36 años. ¿Qué trabaja su marido? Yo he oído cantando a mis niños aquí, a
las muchachitas las he visto pero no parecen
ellas. ¿Dónde trabaja su marido? En un tejar.
¿Cómo se llama esta casa? No sé. ¿En que día
y en que mes estamos? No sé. ¿Quién la trajo
a usted aquí? Me dijeron que mi esposo pero
yo no lo he visto. ¿Por qué la trajeron aquí?
Yo no sé. ¿Usted estaba enferma? Sí, de unos
mellizos que nacieron hace tres semanas. Me
amarraron. ¿En qué la trajeron a usted aquí?
En un carro. Responde de forma lateral al interrogatorio que se le hace. Yo, dice la enferma, tuve unos mellizos, el uno nació muerto
y el otro se llama Mary y el otro van a ser
presidentes. Llora cuando dice esto.69
Las observaciones psíquicas elaboradas
por el médico en el Hospital Mental de Antioquia y los comentarios de los parientes del
enfermo mental eran frecuentemente sobre el
comportamiento del mismo dentro y fuera de
la institución psiquiátrica. Alrededor de éste
se desarrollaron diversos temas en la historia
clínica. La conducta por ejemplo no era un
factor analizado de forma aislada. Al contrario, en el ejercicio clínico se observaba la presentación personal y la manera de comportarse del paciente en el momento del ingreso
y frente al interrogatorio. De esas formas de
ser y de pensar las que más llamaban la atención en la vida pública, en el entorno familiar y en la vigilada privacidad del hospital
mental eran las distintas manifestaciones de
la sexualidad, la desnudez, la masturbación y
la homosexualidad, eran objeto de vigilancia
y señalamiento y se las observaba tanto como
cualquier situación de la vida cotidiana de los
pacientes en sus poblaciones de origen, en la
ciudad de Medellín o en el Hospital Mental
de Antioquia como se lee en los siguientes
fragmentos: “Apareció desnuda en las calles
de la población. Dice que anda así para que
el marido le consiga buena ropa. Manifiesta no tener vergüenza al andar desnuda”.70
“Narran los empleados que se masturba en
forma exagerada”.71 “Narran los empleados
que está manifestando acentuadas tendencias
homosexuales”.72
En 1950 la familia aún representaba una
autoridad para decidir sobre la voluntad del
enfermo y en el certificado médico constaba
de una petición de la misma, el paciente era
ingresado al manicomio sin que necesaria-
68
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín.
69
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
11076, 1951.
70
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 2290,
1967.
71
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
10667, 1955.
72
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
10667, 1955.
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es decir, una suerte de oportunidad que tenía
el enfermo mental para demostrar un comportamiento aceptable en su vida familiar y
social.68
43
mente presentara signos de trastorno mental
o perturbación:
casada tuviera un hijo cada año y viviera en
función de sus deberes de madre y esposa:
Al interrogatorio contesta correctamente,
está orientado en el tiempo y en el espacio,
está presente. Al preguntarle por el oficio
dice que hace doce años está estudiando
sociología en su casa. No sabemos si sufrirá
crisis mentales de alguna naturaleza. El
asilamiento de este alienado es motivado
porque su madre pidió que lo internaran.
Enviado por el señor inspector de policía de
Manrique.73
Dice su esposo que el segundo embarazo a
los dos meses tuvo un aborto, a esta vez estuvo presentando trastornos mentales hablando continuamente cosas incoherentes, crisis
de llanto y risa alternados, se ríe de la gente,
etc. La llevaron donde el médico y se mejoró
con los remedios; siguió muy aliviada llevando una vida normal, cumpliendo con sus
deberes de madre y esposa, teniendo un hijo
cada año muy normal en sus embarazos y en
sus partos.74
El asilamiento también era motivado,
igual que en décadas anteriores, por la inseguridad que los alienados representaban, según las autoridades, para el resto de la sociedad. Sin embargo, también se creía que había
situaciones peligrosas desencadenantes de
locura. Por lo tanto, se tenían en cuenta las
relaciones familiares y sociales del asilado
como los episodios traumáticos para el mismo; se describía la condición económica y la
herencia del paciente. Es posible que toda la
información referente a la clase social del enfermo mental fuera necesaria para evaluar su
grado de adaptabilidad, pues la institución
psiquiátrica seguía siendo pensada para la
readaptación de los desadaptados que simultáneamente eran enfermos mentales que necesitaban tratamiento.
Los locos también hacen historia
Las descripciones de la locura ya no eran
en términos generales de perturbación, trastornos o nervios si no observaciones más detalladas de los hábitos. Sin embargo, el comportamiento de los enfermos recluidos en el
Hospital Mental de Antioquia se clasificaba
entre lo correcto y lo inconveniente. En 1959
por ejemplo, lo normal era que una mujer
44
Así mismo, persistían mitos sobre la locura, se decía por ejemplo en las historias que
el enfermo se ponía intolerable en los tiempos
de luna.75 Aunque en los años sesenta el interrogatorio representaba una parte importante
en las historias clínicas, el médico conservaba
el juicio de valor. Ya no sólo se registraban,
como en décadas anteriores, las respuestas
del paciente sino también las preguntas formuladas por el médico. Si bien se observaban
cambios en el ejercicio médico y psiquiátrico,
en 1965 persistía la noción tradicional que el
médico alienista ejercía control sobre el enfermo al interior del hospital mental en tanto
que los pacientes debían reconocerlo como
autoridad, como se expresa a continuación:
“[…] procurar que el paciente no siga tomándose atribuciones de esta naturaleza que a
la larga le restan autoridad [al médico] y le
crean al paciente una conciencia muy diferente a la que se trata de obtener”.76
En las décadas del cincuenta y el sesenta se continuaba examinando la orientación
y el estado de ánimo del paciente así como
el lenguaje, la forma de expresarse, el razo-
73
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
10566, 1950.
74
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
9527,1959.
75
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 9415,
1959.
76
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 7806,
1965.
Por otro lado, las historias clínicas cambiaron poco en lo relacionado a la información registrada. Las causas de muerte de los
familiares fueron una constante a lo largo de
todo el período de antecedentes, así como el
registro de las enfermedades infectocontagiosas y las condiciones de vida del paciente.
Sin embargo, en 1960 se registraban de una
manera más detallada los comentarios del
paciente sobre su propia realidad, se puede
notar un avance respecto al lenguaje psiquiátrico anterior, puesto que en la hoja de ingresos: “(se ruega expresar en términos sencillos
la sintomatología que usted observe en el enfermo y todos los datos suministrados por la
familia)”.78
Aunque se incorporaron nuevos conceptos en las décadas del cincuenta y el sesenta,
según la información analizada en la base de
datos, el cambio se dio realmente en la ma-
nera más humana de tratar al paciente, en la
forma de concebirlo. La descripción de los
trastornos mentales fue más detallada en el
sentido que cada alteración se registraba de
forma específica y no de forma generalizada
como resultado de ciertos comportamientos.
Ejemplo de ello es la siguiente observación
psíquica:
En resumen esta enferma presenta los siguientes trastornos: un defecto notable de
su personalidad básica (oligofrénica), inestabilidad en la regulación psicomotora con
cambios en un sentido positivo. Frecuentes
perturbaciones especialmente de la conducta. La rigidez en su manera de comportarse y
la dificultad de adaptarse la mantiene en un
eterno conflicto con el ambiente.79
La condición socio económica del enfermo fue importante para conocer el ambiente en el que se relacionaba y para establecer
su permanencia dentro del Hospital Mental,
puesto que el servicio de asistencia social se
ocupaba en la medida de lo posible de los pacientes cuya situación económica fuera precaria, mientras que el pabellón de pensionados
se sostenía gracias al aporte monetario de
quienes contaban con mejores condiciones de
vida. Por lo tanto, se tomaba nota de quiénes
eran los familiares del asilado, la escolaridad,
el oficio, entre otros, como se lee en el estado
actual de la historia 10685 del 21 de diciembre
de 1967: “sigue en su idea de adivinar la suerte con el cigarrillo. Bien presentada. Quiere
ser artista y viajar”.80
Entre 1930 y 1970 se registraron simultáneamente el discurso y las ideas profesadas
por el paciente como las prácticas religiosas
y mágicas del mismo. Sin embargo, en los
años sesenta hubo algunas trasformaciones
77
Pewsner, 1999, 84.
78
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
2237,1966.
79
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 858,
1962.
80
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
10685, 1967.
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namiento, la afectividad, la obediencia y la
adaptabilidad al medio social. De esta forma, se evaluaba la memoria, las ideas fijas
o delirantes, los trastornos en las sensopercepciones y la conciencia de enfermedad.
La concepción de los estados mentales y sus
trastornos seguía siendo estigmatizadora y
moralizante en la medida que el enfermo era
considerado un perturbado del espíritu al
que “[…] la sociedad en su conjunto le aplicó los procedimientos de alejamiento, de exclusión, de persecución incluso, que se reservaban a aquellos cuya irreductible alteridad
los volvía insoportables”.77 La observación
clínica clasificaba la información obtenida entre lo normal y lo anormal, lo adecuado y lo
inadecuado comúnmente manifestados en la
presentación personal, el lenguaje, los manierismos estereotipados, la sociabilidad, la capacidad intelectual, las actitudes, entre otros.
45
en el campo de la psiquiatría que la hicieron
diferente en el método y la práctica respecto a
otros períodos. Se empezó a hablar de la personalidad y se le clasificaba según las características del comportamiento y la forma de
ser del paciente: “[…] personalidad sicótica;
la califican de callada, reservada, tímida, dedicada a las labores religiosas y consagrada
a los oficios domésticos”.81 La sintomatología
se describía en términos clínicos y psiquiátricos, pero a pesar de los nuevos conceptos
incorporados se hacía evidente la ausencia de
un lenguaje más cercano a la conducta humana, necesario para comprender las demandas
del paciente y el significado de sus enfermedades mentales:
“En esta oportunidad su cuadro clínico
fue un síndrome depresivo. Ansioso, sin que
se pueda encuadrar en entidad psiquiátrica
definida”.82 El médico ya no poseía toda la
responsabilidad sobre la rehabilitación y curación del enfermo mental. Por el contrario,
en un juego de doble moral, al loco se le devolvía la capacidad de decidir, lo que antes
hacía su familia, pero era bajo su propia voluntad y era su responsabilidad la de corregirse y readaptarse al medio social:
“Dice sentirse muy bien pero no querer salir hasta cuando venga a retirarla una señora
con la que ha convivido por mucho tiempo.
Está muy tranquila y adecuada. Mejorada en
aspecto físico. Se espera por la señora”.83
Los locos también hacen historia
Hoy la visita la familia y desean llevársela.
La enferma pide se le dé fórmula para llevar.
De alta por mejoría.84
46
En 1960 hubo una disminución considerable en los certificados médicos para el ingreso, si bien estos eran útiles para conocer
las características de los trastornos y el ambiente en el que vivía el asilado, ese cambio
operó hasta que el Hospital Mental de Antioquia propuso el ingreso voluntario por parte
de los pacientes y tal vez, la mayor parte de
las veces, el ingreso concertado entre las diferentes representaciones de la autoridad; la
inspección, el alcalde, el médico y la familia
con el enfermo.85 No obstante, en algunos casos la Inspección de Permanencia de Medellín
enviaba al hospital a cualquier persona sospechosa de locura o conducta anormal y en dicho establecimiento se determinaba, después
de observar al implicado, si debía permanecer recluido. Había entonces una dicotomía
entre el paradigma de la locura como peligro
para la comunidad y por lo tanto objeto de vigilancia y el arquetipo de la locura como enfermedad padecida por un individuo, sujeto
para la cura y el tratamiento.
Pero el médico no era la única autoridad en el mecanismo de poder sobre el enfermo. El dominio público en su papel de
garantizar la seguridad, no concebía al sospechoso de alienación mental como enfermo
en un sentido estrictamente patológico, sino
como una persona peligrosa. Así, el hospital
mental cumplía la función médica de tratar
al enfermo, pero también la función social
de encerrar a un sujeto posiblemente nocivo
para la ciudad. De esta manera, la institución
psiquiátrica seguía ratificándose en un papel
de muy vieja data; vigilar y corregir.86 En los
años 50, todavía se confundían las diferentes
81
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 7795,
1962.
82
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
10817, 1962.
83
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
10685, 1962.
84
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 7649,
1962.
85
Ver: López, 2006, 163.
86
En la genealogía de lo que Michel Foucault llama la anomalía aparece el individuo a corregir en el siglo XVIII, que se encontraba entre la
autoridad de la familia y la sociedad, es decir, aquél que al trastocar los límites del poder interno de la familia se convertía en sujeto de
corrección entre ésta y la escuela, la iglesia, la policía, etc. Foucault, 2001.
Su idea delirante es la de que va a independizar; se siente defensor de la religión católica
e intenta agredir a quien se le acerca. Hay antecedentes de que hace diez años pico a una
anciana de su casa en un cafetal, extrayéndole el corazón y lanzándolo a un perro dizque
porque era el diablo; por varias ocasiones ha
estado recluido en el manicomio de donde
sale mejorado y pasa varios años en calma.
Perturbaciones que empezaron a manifestarse desde hace doce años y el actual desde el
día jueves 19 de abril del año de 1951 a consecuencia de que en una tempestad se le desató la crisis. El asilamiento de este alienado
es motivado por su peligrosidad social para
toda clase de personas. Es sin duda el alienado más peligroso de éste municipio pues
se han necesitado hasta veinte personas para
sujetarlo.87
La familia a principio del siglo como en
los años sesenta fue cómplice de la locura y,
al Mismo, tiempo fue determinante para diferenciar a las personas con trastornos mentales
del resto de la sociedad. Se constituyó simultáneamente como causal, factor de riesgo de
los trastornos mentales y motor de cambio en
la medida que se sometió a terapia, y autorizó
o rechazó los oficios terapéuticos dentro de
la institución psiquiátrica. El Hospital Mental de Antioquia por su parte, seguía siendo
concebido como institución médica y correccional; en poblaciones de Antioquia como
Cañasgordas, representaba un recinto donde
se aseguraba, se aprendía el orden y el buen
comportamiento, ética y moral, dado que las
Hermanas de la Caridad prestaron su servicio en dicho establecimiento hasta 1965.88
En 1967 se recluía una mujer sin pudor;
“[…] por presentar un comportamiento inadecuado perturbando la tranquilidad y moralidad del pueblo, por pérdida del recato y el
respeto a los demás deambulando desnuda.
En el pasillo del hospital se le observaba desgreñada, llorando, sucia, rompiéndose el vestido […]”.89 Persistía entonces en la sociedad,
la idea de llevar a cualquier persona al hospital mental si su comportamiento no estaba de
acuerdo con los valores morales y éticos de la
época;
Ha estado varias veces en este hospital pues
sólo hace dos años que salió por última vez
y en un principio estuvo viniendo a consulta
pero luego siguió nuevamente gran logorrea
y casi todo el contenido de su conversación
es de comunismo y de Fidel Castro. Presenta además negativismo alimenticio y fuma
en exceso, también ha presentado insomnio,
siente que lo persiguen y se ríe con frecuencia sin tener ningún motivo, deambula por
las calles y tampoco le importa nada irse
para los montes, le fastidian los chiquitos y
87
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
10627, 1951.
88
López, 2006, 150. Más información sobre las comunidades religiosas en Antioquia en: María Patricia Castro Hernández, “Las comunidades
religiosas femeninas en Antioquia, 1876- 1940”, maestría en historia, Escuela de Historia, Universidad Nacional de Colombia, Medellín,
1999. El confinamiento creado en e l siglo XVII fue según Foucault una medida tanto económica como de prevención social dado que en la
historia de la sinrazón la locura está ligada a la pobreza y por lo tanto dentro del conjunto de valores éticos y sociales que el mundo correccional debía enseñarle a la locura estaba la obligación de trabajar. Michel Foucault, Historia de la locura en la época clásica I, traducido del
francés por Juan José Utrilla, México, Fondo de Cultura Económica, 1967, p. 124. [Edic. original 1962.] Patricia Londoño Vega, Religión
Cultura y Sociedad en Colombia: Antioquia y Medellín 1850-1930, Traducido del inglés por Carlos José Restrepo, Colección Tierra Firme,
Serie Continente Americano, Bogotá, Fondo de Cultura Económica, Filial Colombia, 2005. [Edic. Origina len inglés por Oxford University
Press, 2002.] Álvaro León Casas Orrego, “Desplazamiento y aislamiento. Alienados mentales en la ciudad de Medellín. 1878-1930”, Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, LX, 2 (2008).
89
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 2290,
1967.
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manifestaciones de la sinrazón en los sitios
para el confinamiento, pues existían casos
en los que se confundía la criminalidad y la
delincuencia con la locura y en el Hospital
Mental de Antioquia se encerraba a todo tipo
de personas bajo el certificado de alienación o
perturbación mental:
47
la bulla, le da ira por el más mínimo motivo
y se vuelve agresivo pegándole a las personas y las insulta con palabras soeces. Reniega
mucho de Dios y de la religión católica. En
vista de lo anterior su familia lo trae nuevamente al hospital ya que en la casa se ha
vuelto intolerable.90
La trae un agente de policía. Muy sucia, descalza, con cosas amarradas al cuello, coprolálica, tiene que ser sujetada durante la entrevista. Vuelve a hospitalizarse. Paciente débil
mental que hace ataques convulsivos con frecuencia, se muestra agresiva con excitación
psicomotora, desgreñada, mal presentada.
No colabora al interrogatorio, no se identifica ni orienta en ningún plano. Sus respuestas
son lentas e inadecuadas.91
Era el deber del hospital velar por ellos,
el deber del médico curar las enfermedades
del cuerpo y de la mente, pero quizás su compromiso más importante fue la readaptación
moral y social de los individuos, para que
fueran útiles dentro del sistema económico
de su tiempo y correctos en la vida privada y
en el espacio público.
El Hospital Mental de Antioquia
y la Facultad de Medicina.
Propuestas para la salud pública,
1930-1970
La academia, la clínica y el hospital
Los locos también hacen historia
En la primera mitad del siglo XX, se dieron a conocer nuevas prácticas gracias a los
congresos de psiquiatría celebrados en el
48
país y a la especialización de los médicos y
cirujanos en el extranjero.92 La academia fue
quizás la única receptora constante del devenir médico y psiquiátrico, de los cambios
en las prácticas y tratamientos y de la evolución en las ayudas diagnósticas, puesto que
en la institución psiquiátrica hasta la década
de 1950 no existía aún un orden hospitalario
y el ejercicio clínico se debatía entre los criterios científicos y las normas morales de la
sociedad antioqueña.93 Se puede afirmar incluso que sólo se constituyó en un verdadero
hospital cuando se trasladó a las instalaciones
de Bello. En los últimos años del siglo XIX, el
Manicomio Departamental sólo contaba con
las celdas para albergar a los enajenados, los
patios, la despensa, el comedor, la cocina y un
jardín, elementos propios de un asilo que no
contaba con la atención médica necesaria las
24 horas del día. Sin embargo, cuando pasó a
ser una institución del departamento tampoco evidenció el mejoramiento en la atención
y en los ‘tratamientos’ suministrados a los
pacientes, ya que éstos se limitaban al aislamiento y a la contención mecánica por medio
de argollas y cadenas.
En los años veinte, el nuevo director,
Lázaro Uribe Cálad inició la clasificación
clínica de las enfermedades mentales.
Según Álvaro León Casas “El Doctor Uribe
comenzó a confrontar los diagnósticos de
las cartas de remisión y recomendación, con
los comportamientos y las observaciones
hechas por la mirada médica al interior del
manicomio”.94 Sin embargo, las reformas
introducidas entre 1920 y 1930 se limitaban al
campo administrativo.95
90
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No.
10566, 1964.
91
Archivo de Historias Clínicas del HOMO, Laboratorio de Fuentes Históricas, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, historia No. 3196,
1970.
92
Ver: Humberto Rosselli, “Sociedades y congresos de psiquiatría”, Historia de la psiquiatría en Colombia, 2 tomos (Bogotá: Editorial Horizontes, 1968), 676-683.
93
El Concejo de Medellín mediante Acuerdo Municipal fundó el 8 de abril de 1878 el Hospital de Locos del Distrito ubicado inicialmente en
una casa entre las carreras de Palacé y Junín. No obstante, en 1882 la Legislatura del Estado Antioqueño presidida por el Doctor Manuel
Uribe Ángel creó nuevamente una institución para locos que a partir de entonces se llamaría Manicomio de Antioquia por medio de la ley
127 del 7 de marzo del año en cuestión. López Vélez, 2006, 27-31.
94
Casas, 2008, 12-13.
95
López, 2006, 38-101.
En 1935, se enseñaba en el Manicomio
Departamental la cátedra de clínica de enfermedades mentales. Dentro del pensum
de estudios ofrecido ese año se encontraban,
además, los cursos de clínica de neurología
y psiquiatría y clínica de órganos de los sentidos, los cuales se disponían a elección del
alumno.97 Si bien la cátedra de afecciones
mentales se enseñaba en el manicomio como
parte de los cursos clínicos, es evidente que
siendo la neurología y la psiquiatría cursos
electivos, las ciencias de las enfermedades
mentales y las disciplinas como la psicología
y el psicoanálisis, no eran consideradas todavía de tal importancia para ser obligatorias.
En la Facultad de Medicina se dictaban
los cursos médicos considerados de mayor
utilidad para las necesidades inmediatas y
los problemas de salud frecuentes en Antioquia.98 Las distintas manifestaciones de la enfermedad mental no eran consideradas como
un problema de salud pública en las décadas
de 1930 y 1940 sino tanto más un problema
de seguridad social. En esas décadas la orientación de la psiquiatría en Antioquia estaba basada en la clínica francesa que le daba
prioridad al diagnóstico sobre el ejercicio
terapéutico.99 En la década de 1930 se creía
que los trastornos de la mente eran perturbaciones ocasionadas las más de las veces por
factores externos, a pesar que los postulados
de la psiquiatría organicista ya habían tenido
una amplia difusión en las orientaciones clínicas del Manicomio Departamental.
Braulio Mejía consideraba que la crisis
económica era uno de los factores desencadenantes de los estados nerviosos, los cuales podían evidenciar al mismo tiempo la existencia
de lesiones orgánicas “que quizá antes no se
habían revelado de una manera franca, pero
cuya existencia ha servido de espina para determinar el estado nervioso que fue lo que en
realidad justificó la presencia del médico”.100
No sería hasta 1950 que las cátedras de psicología, medicina psicosomática y psiquiatría
se dictaron como asignaturas obligatorias a
partir del cuarto año de medicina con una
duración de seis horas semanales.101
Por otro lado, el director del Manicomio Departamental tenía la obligación de
presentar un informe anual a la Secretaría
de Gobierno sobre el movimiento en la ins-
96
Decreto 1099 de 1930. Tomado de: J. Gil Gil, Juan B. Londoño y Julio Ortiz. Anales de la Academia de Medicina de Medellín, Segunda Época,
Medellín, No. 4, Año 1, noviembre 29 de 1930, 284.
97
El pensum de estudios ofrecido en la Facultad de Medicina en 1935 era el mismo que se enseñaba en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá según el decreto número 1569 del 2 de agosto de 1934.
98
Rodrigo de J. García Estrada, “Algunos aportes al avance regional”, Universidad de Antioquia. Historia y presencia (Medellín: Editorial
Universidad de Antioquia, 1998), 248-249.
99
Luis Jaime Sánchez, “Orientaciones y desorientaciones de la psiquiatría en Colombia”, Antioquia Médica 5, 1(1955): 121-122.
100 Braulio Mejía, profesor, “Los estados nerviosos”, Boletín clínico 1, 4, (1932): 205.
101 Ignacio Vélez Escobar, “Reforma a la enseñanza médica en nuestra facultad”, Boletín Clínico, Editor, Alfredo Correa Henao, 10, 11, Medellín,
(Marzo de 1950).
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El ejercicio de la medicina ya estaba reglamentado en 1930 por medio de la ley 35 de
1929. En el parágrafo segundo de la misma se
afirmaba que podía ejercer la medicina todo
estudiante que hubiera terminado las materias de enseñanza y, por lo tanto, que hubiera
aprobado dichos cursos reglamentarios. Artículo 22: “En cada departamento, los médicos diplomados, licenciados y permitidos y
los veterinarios deberán inscribirse en la respectiva dirección departamental de higiene
como condición indispensable para ejercer la
respectiva profesión”.96 No obstante, la legalización del ejercicio médico no garantizaba
un mejor desenlace en el tratamiento de las
enfermedades de la mente, en ese momento
los cursos psiquiátricos no eran obligatorios
y las especializaciones para el tratamiento de
las afecciones mentales se hacían fuera del
país. En el Manicomio Departamental los locos eran objeto de estudio, en su mayoría, de
la clínica.
49
titución, es decir, la relación del número de
entradas y salidas de los alienados, el estado
civil, la edad, la procedencia, las profesiones,
las causas de muerte, y por supuesto, las formas clínicas de la enfermedad. Así mismo,
el director alienista presentaba solicitud a la
secretaría sobre el presupuesto que demandaba el manicomio para su sostenimiento. A
partir de 1930, Lázaro Uribe Cálad empezó a
sugerir la creación de un nuevo pabellón para
pensionistas y la ampliación, en general, del
Manicomio Departamental.
Los locos también hacen historia
En el informe del siguiente año, el director volvía a pedir la construcción del pabellón
de pensionistas para tranquilizar los departamentos existentes y procurarles a los internos
servicios más agradables. Con la creación de
nuevos espacios se argumentaba la admisión
de enfermos de otros departamentos que era
demandada de forma frecuente. Del mismo
modo, se anotaba la urgencia de terminar la
construcción del departamento de tuberculosos que llevaba suspendida cuatro años. A
diferencia del año anterior, en dicho informe
se describen las necesidades fundamentales
del manicomio; entre ellas un fogón eléctrico, y un salón acondicionado para el lavado
y el planchado de la ropa. En 1932, el manicomio ya contaba con la presencia de un médico general y un médico interno además del
director alienista. Sin embargo, se requería el
servicio de más personal capacitado, ya que
el médico interno y el director alienista no
daban abasto para atender las necesidades
médicas y administrativas del asilo. El manicomio era una casa de asilo olvidada por la
beneficencia pública.102
50
Aunque el Manicomio Departamental
no fue una institución hospitalaria en todo el
sentido de la palabra, a principios del siglo
XX, sino que era más bien un hospicio con
servicios médicos en el que se recluía a los
perturbados mentales, desde los años treinta se fueron introduciendo lentamente cambios necesarios, para convertirse en una ins-
titución psiquiátrica, tanto en el medio físico
como en los procedimientos clínicos y hospitalarios. Se construyeron celdas apropiadas
para los enfermos excitados, las cuales contaban con camas específicas, amobladas y con
servicio sanitario. Se destinó una habitación
para la enfermería y un recinto con servicio
sanitario como sala de consulta donde funcionaba, además, un rústico laboratorio clínico
para realizar pequeñas observaciones microscópicas que fueran de urgencia y se dispuso
un lugar al aire libre para el entretenimiento
de los enajenados.
Si bien las Hermanas de la Presentación
seguían procurando sus servicios caritativos
en dicho establecimiento, el Manicomio Departamental necesitaba, según el director,
acrecentar el personal médico así como el de
asistencia y vigilancia. Nuevamente, se instaba la construcción de un pabellón de tuberculosos, la cimentación de baños calientes y
la compra de un vehículo para el trasporte de
víveres y materiales. En el informe presentado a la Secretaría de Gobierno en 1935, se
pedía la construcción de un pabellón para enfermos mentales tuberculosos en el Hospital
La María, con el fin de mantenerlos aislados
y evitar posibles contagios y la creación de un
departamento para menores, debido a las frecuentes solicitudes para el asilamiento de los
mismos, quienes de una manera poco sana
compartían el mismo espacio con los asilados
del pabellón general.
Durante el decenio de 1940 se hizo más
apremiante la necesidad de construir un nuevo establecimiento para el encierro de los enfermos mentales. Por lo tanto, en los informes
a la Secretaría de Higiene y Asistencia Social
el director alienista reconocía las limitaciones
tanto del personal de asistencia como de las
instalaciones del Manicomio Departamental.
No obstante, se propuso como medida provisional la construcción de corredores con habitaciones para reducir la aglomeración en que
se encontraban los alienados y por supuesto,
102 Lázaro Uribe Cálad, “Manicomio Departamental”, Informe Secretaría de Gobierno (Medellín: Imprenta Departamental, 1934), 183.
Los nuevos pabellones construidos serían destinados para recluir a los enfermos
crónicos, incurables y dementes. Esta propuesta fue ejecutada porque se consideraba en detrimento de la salud mental que los
sicóticos, los agudos, los convalecientes, los
perversos y los toxicómanos, compartieran el
mismo espacio: “Porque resulta anticientífica,
por decir lo menos, la promiscuidad que hoy
existe entre los sicóticos agudos, crónicos y
convalecientes, entre menores y adultos, perversos, epilépticos, alienados, delincuentes,
toxicómanos, dementes e incurables, cuando
cada uno de tales grupos requiere aislamiento estricto de los restantes”.104 Se necesitaba
además un equipo de electroterapia, un dispositivo de electroencefalografía y una unidad portátil de rayos X, además de un consultorio de observación previa para inspeccionar
las condiciones físicas del enfermo, brindarle
un mejor tratamiento y clasificar la patología
mental que padecía; “exigencias que resultan
mínimas para un servicio de clínica siquiátrica que ya debería tener laboratorio, servicio
de cirugía, biblioteca, salas de recreo, además
de talleres, campos de cultivo y otras instala-
ciones donde se pudiera practicar la ergoterapia”.105 En 1946 llamaba la atención la instauración del servicio abierto de consulta externa
que se hizo con el objetivo de observar periódicamente a los pacientes que se encontraban
fuera del manicomio para controlar las recaídas y continuar con el proceso de readaptación social.
Para el decenio de 1950, la mente y sus
trastornos ya hacían parte de los temas que
abordaba la salud pública, dado que en el
plan de estudios de 1951 las cátedras de clínica psiquiátrica, medicina social y preventiva
e higiene hacían parte del Departamento de
Medicina social.106 La Facultad de Medicina
empezaba a adquirir fueros importantes respecto a este tema y más adelante con la creación de la Facultad de Salud Pública,107 la enfermedad mental dejaba de ser un problema
de orden civil y seguridad social para formar
parte del dominio público de la salud y la autoridad privada del médico sobre la enfermedad.
El plan general sobre la orientación de
los estudios médicos propuesto por el Doctor
Ignacio Vélez Escobar en 1952 planteaba
que era necesario integrar la Facultad de
Medicina con el Manicomio Departamental,
es decir, que el decano tomara parte en las
determinaciones de la junta directiva de la
institución y del mismo modo, profundizara
en la enseñanza de la salud mental, la medicina
psicosomática, la psiquiatría y la psicología
médica, pues según Escobar el estudio de
los trastornos mentales y funcionales era
una de las necesidades más urgentes en ese
momento.108
103 Uribe, 1934, 157.
104 Carlos A. Obando, “Manicomio Departamental”, Instituto Departamental de Higiene y Asistencia Social. Labores de 1946, (Medellín: 1947),
74.
105 Obando, 1946, 76.
106 “Plan de Estudios”, Boletín Clínico, 2, 2, (Medellín, septiembre de 1951), 89.
107 En reconocimiento a la noble labor del Médico Héctor Abad Gómez, por decisión del ministro de Salud Pública, el doctor Santiago Rengifo
Salcedo el 31 de diciembre de 1963 se firmó el contrato entre la Universidad de Antioquia y el Ministerio de Salud para la fundación de
la Escuela Nacional de Salud Pública. “Algunos hitos en la memoria histórica de la Facultad Nacional de Salud Pública”, Universidad de
Antioquia. Historia y Presencia (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 1998), 531.
108 Ignacio Vélez Escobar, “Plan Trienal sobre la Facultad de Medicina y sobre la orientación general de los estudios médicos”, Antioquia Médica 2, 9 (1952): 547.
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para atender el ingreso de pacientes de los
diferentes departamentos de Colombia y de
otros países. En 1945, el número de asilados
ascendía a 1147, lo que daba cuenta de la urgencia de un espacio hospitalario moderno.
Entre otras cosas, el manicomio requería una
sala de observación para el estudio y terapia
de los enajenados, la extensión del departamento de enfermería y como ya se había mencionado, la construcción de un pabellón para
tuberculosos en el Hospital La María.103
51
A pesar de los cambios que se formulaban en los organismos administrativos, y
de las revistas de divulgación científica que
servían para crear un verdadero hospital
mental, donde se practicara una psiquiatría
más científica y más humana en el trato con
los pacientes, persistía la creencia en la doble
obligación que tenía el médico con la sociedad antioqueña, pues, su deber moral consistía en la orientación de la población sobre
las buenas costumbres y, por supuesto, con
la investigación sobre las diferentes patologías y tratamientos, así como la atención clínica y hospitalaria para las enfermedades del
cuerpo y de la mente. Respecto a este último
punto en un artículo de la revista Antioquia
Médica titulado “Organización psiquiátrica e
higiene mental” se afirmaba:
[…] sobre las toxicomanías, sobre el alcoholismo, morfinomanía, marihuana, etc, y sus
efectos, sobre la prostitución, sus causas y
consecuencias […] no estamos cumpliendo
con el deber moral del médico, si sólo atendemos a las enfermedades del cuerpo y a la
parte curativa de las afecciones mentales; sin
cuidarnos de impedir por todos los caminos
que el niño y el joven caigan en las redes de
los malos del siglo, víctimas de sus instintos
desenfrenados, de su anormal desarrollo
mental, de la herencia maldita de sus progenitores o de la influencia nefasta de la conducta antisocial de quienes hechos en la misma indiferencia y herederos de las mismas
taras, son hoy los mentores, tutores o rectores de las juventudes y autores responsables
de su anormal mentalidad y su conducta peligrosa y reprobable.109
Los locos también hacen historia
En la academia se discutían todo tipo
de temas relacionados con las enfermedades
52
mentales tanto en las revistas de divulgación
científica como en los congresos de psiquiatría.110 Aunque el Manicomio Departamental
conservaba el significado ambiguo de institución de control social y de lugar para el tratamiento de las enfermedades mentales, en la
Facultad de Medicina de la Universidad de
Antioquia se enseñaban nuevas nociones sobre salud y enfermedad que se adelantaban
en Europa y Estados Unidos entre las décadas de 1930 y 1950.
Cambios en los tratamientos y las
prácticas hospitalarias
Las prácticas hospitalarias entre 1920 y
1930 en el Manicomio Departamental eran rudimentarias. Las ayudas diagnósticas, como
los exámenes de laboratorio, se efectuaban en
otros lugares, ya que la institución no contaba
con los equipos necesarios. En la información
proporcionada por la base de datos, los registros dan cuenta que en esos años solamente se
realizaban pruebas de laboratorio sobre materias fecales e inoculaciones de sangre.
Desde el punto de vista de las prácticas
discursivas de la siquiatría, resulta notorio
el tono moralizante presente en textos como
el artículo “Practiquemos la higiene mental”
publicado en el Boletín Clínico en 1941; discurso del cual se concluye que tanto el médico
como el sacerdote y el maestro tenían igual
propiedad para juzgar los comportamientos
anormales asociados con la locura, que debían ser enviados al Manicomio Departamental. Una institución en principio correccional
antes que terapéutica, lo cual se demuestra
tanto en las prácticas como en el lenguaje de
la época; en los años cuarenta se hablaba de
109 Moisés Pianeta Muñoz, “Organización psiquiátrica e higiene mental”, Antioquia Médica 5, 1 (1955): 149.
110 El Primer Congreso Nacional de Psiquiatría se celebró en Medellín del 27 de abril a1 de mayo de 1961. Los temas principales fueron: la
asistencia psiquiátrica y la educación psiquiátrica en Colombia. En los años siguientes hasta 1967 se celebraron en Cali, Manizales, Cúcuta,
Barranquilla y Cartagena. Los temas respectivos fueron: la enseñanza de la psiquiatría como especialidad y la preparación del personal
auxiliar; la contribución de la psiquiatría a la higiene mental y los problemas psicológicos del niño y el adolescente; actualizaciones en
psicoterapia, tratamientos somáticos, y aspectos psiquiátricos de la violencia en Colombia; la angustia, la nomenclatura psiquiátrica y la
legislación psiquiátrica y por último, el estado actual de la psiquiatría en Colombia. Humberto Rosselli, “Sociedades y congresos de psiquiatría”, Historia de la psiquiatría en Colombia, tomo II (Bogotá: Editorial Horizontes, 1968), 676-683.
El dispensario de psiquiatría e higiene
mental fue un proyecto promovido por el
Doctor Vasco con el objetivo de intervenir en
todos los asuntos sociales posibles. En dicha
institución se orientó la comunidad sobre la
educación de los menores, la readaptación social de los presidiarios, el control, la higiene
mental y los factores hereditarios.112 Sin embargo, finalizando la década de 1950 ya eran
perceptibles los cambios que se habían planteado en los informes de décadas anteriores
al secretario del Departamento de Higiene y
Asistencia Social.
En los decenios de 1940 y 1950 existían
ya en el Manicomio Departamental una serie
de prácticas hospitalarias en tanto que se efectuaban exámenes de rutina requeridos por
los pacientes, tales como hemograma, leucograma, química de orina, coprológico, serología y análisis de parásitos. Por otro lado, la
institución empezaba a tener una orientación
científica; los exámenes neurológicos, a través
de los cuales se evaluaban los reflejos osteotendinosos y cutáneos, la tonicidad y la fuerza muscular, la sensibilidad, la coordinación,
los nervios periféricos, los nervios craneales,
las venas y las arterias, estaban relacionados
con la psiquiatría.
Las ayudas diagnósticas comprendían,
a partir de entonces, el estado físico y mental del paciente. Las pruebas electroencefalográficas y las radiografías de cráneo y laterales, además de la lobotomía, dan cuenta del
enfoque organicista de la psiquiatría en ese
momento. La orientación en el tiempo y en
el espacio por su parte, ayudaban al médico
alienista a identificar signos y síntomas de las
patologías mentales. En los años sesenta per-
manecía la misma dinámica de las pruebas
de laboratorio y exámenes complementarios
para el diagnóstico de enfermedades mentales. Sin embargo, se implementaron nuevos
métodos como la prueba de narcoanálisis.
En esa época, aumentó considerablemente
el número de ayudas diagnósticas tanto en
cantidad como en especialidad, es decir, se
extendió el número de prescripciones médicas como la sofisticación de las mismas y el
número de especialidades.113
Por lo menos el Manicomio Departamental ya era parte del pasado en 1958. El nuevo
Hospital Mental de Antioquia no sólo había
cambiado sus instalaciones físicas sino también su razón de ser en la sociedad:
El Hospital Mental de Antioquia es una institución dedicada exclusivamente al tratamiento de los enfermos mentales adultos. No
tiene ningún interés de lucro, no discrimina
raza, religión ni oficio. Admite enfermos y
enfermas de beneficencia y también enfermos pensionistas, tiene como único objetivo mejorar la salud mental de todo enfermo
puesto bajo su cuidado […].114
El 20 de julio de 1952 se inició la construcción del Hospital Mental de Antioquia en
el municipio de Bello, con la supervisión del
arquitecto Nel Rodríguez Hausler quien había elaborado un anteproyecto a partir de sus
observaciones en instituciones psiquiátricas
de Estados Unidos. El terreno de 180 hectáreas había sido adquirido cuatro años atrás
por el Doctor Dionisio Arango Ferrer, gobernador de Antioquia.115 Así mismo, cambiaron
los roles del enfermo y de la familia en varios
sentidos. En primer lugar, el alienado adquirió el derecho de ingresar voluntariamente a
la institución psiquiátrica siempre y cuando
111 Eduardo Vasco, “Practiquemos la higiene mental”, Boletín Clínico VII, 1 (1941): 62.
112 Vasco, 1941, 65-66.
113 Archivo Histórico Judicial de Medellín, Fondo de historias clínicas del Hospital Mental de Antioquia.
114 Luis Carlos Posada, “Informaciones generales sobre el Hospital Mental”, Antioquia Médica 8, 9-10 (1958): 360. 115 Alberto Morales Tobón, “Como se gesto el Hospital Mental en Antioquia y quienes fueron sus gestores”, Antioquia Médica 8, 9-10 (1958):
367.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 27 - 58
higiene mental en vez de salud mental, de
profilaxis social antes que de salud pública.111
53
fuera capaz de razonar por sí mismo y sintiera la necesidad de recibir la atención médica del Hospital Mental de Antioquia. Si bien
continuaba operando el sistema de admisión
involuntaria aprobado por la familia, por un
tutor o por la autoridad, éste debía hacerse
con el conocimiento del enfermo según las recomendaciones del hospital.116
Los locos también hacen historia
En la teoría como en la práctica se percibe un lenguaje menos tosco y un tratamiento menos represivo frente a las personas con
trastornos mentales. Las afecciones de la
mente empezaron a ser consideradas dentro del dominio de la salud pública; aunque
seguían siendo un problema de la asistencia
social en la medida que todavía se prestaba
el servicio de beneficencia a los pacientes de
bajos recursos. Las funciones del hospital psiquiátrico ya no eran las de procurar la seguridad de la sociedad y del enfermo así como
su readaptación social, sino mejorar la salud
mental del paciente.
54
En los años cincuenta, ya no se trataba
sólo de suministrar sedantes y hacer sesiones de insulinoterapia o electrochoques. En
el Hospital Mental de Antioquia se recreaban
otros ambientes y se aplicaban nuevas dinámicas que le proporcionaban al paciente un
ambiente más saludable, tales como las áreas
de deporte y los espacios de socialización y
actividades manuales: “[…] y el loco, el despreciable loco, ha adquirido la categoría de
un enfermo como cualquier otro digno de respeto, incorporado en el activo del conglomerado social.”117 Esas nuevas terapias hicieron
parte del Departamento de Ergoterapia que
se había instituido desde 1954. Sin embargo,
ésta tenía un doble sentido en la medida que
afirmaba el mantenimiento de un ambiente saludable para el enfermo pero al mismo
tiempo se hacía con el objetivo de reprimir
los comportamientos anormales, las fantasías
y conductas eróticas, los delirios, las perversiones y todo lo que perturbara el desarrollo
normal de la actividad mental.118
En las historias clínicas analizadas, los
tratamientos psiquiátricos no se encontraban
descritos en las observaciones del médico durante los años treinta. Al igual que las ayudas
diagnósticas, las terapias y los medicamentos
suministrados se hacían con el fin de tratar
las afecciones físicas como los parásitos y el
paludismo. Las fórmulas médicas dan cuenta
del auge de fármacos tales como los sedantes, en detrimento de los métodos de contención, aunque las terapias invasivas como los
choques eléctricos persistían durante la primera mitad del siglo XX. De esta manera, se
encuentran registros sobre la combinación de
medicamentos con electrochoques para el tratamiento de las enfermedades mentales.
A pesar de la incursión de otros métodos, en los años cincuenta, tales como la
psicoterapia, la ergoterapia, los fármacos, la
narcosis, los reconstituyentes y los tónicos, en
el Manicomio Departamental el aislamiento y
la contención mecánica seguían siendo parte
de las prácticas hospitalarias. En la década de
1960 los tratamientos prolongados con fármacos se hacían más frecuentes que las terapias
invasivas con electrochoques y los medios de
contención. Se observa en los registros de tratamiento el uso frecuente, por no decir que
imprescindible, de medicamentos como el
Largactil y el Siquil. Por otro lado, la conversación terapéutica fue una de las alternativas
a los medios coercitivos. Se nota así el cambio
en la concepción del tratamiento y un aumento significativo en las indicaciones sobre los
procedimientos terapéuticos y las fórmulas
farmacéuticas.
116 Posada, 1958, 360- 361.
117 Morales, 1958, 368.
118 Augusto Díez y Luzmila Acosta, “Ergoterapia. Hospital Mental de Antioquia”, Antioquia Médica, 8, 9-10, (Medellín, octubre noviembre de
1958).
Si bien a principios del siglo XX el ejercicio de la psiquiatría era inconstante no existían
en la Facultad de Medicina de la Universidad
de Antioquia, cursos obligatorios sobre las
enfermedades de la mente, la Junta Directiva
del Manicomio Departamental conservaba reglamentos específicos sobre las funciones del
director, las pruebas de enajenación mental y
los certificados médicos. En 1930, el director
alienista Lázaro Uribe Cálad era quien tenía
la potestad para aseverar quien estaba loco
y quién no. Sin embargo, en algunos casos la
policía, los alcaldes y gobernadores, a través
de un certificado médico, argumentaban los
motivos por los cuales debía encerrarse a determinada persona en la institución.
Por primera vez en 1934, se mencionaba
la importancia de crear un servicio especializado de asilamiento y asistencia para los
adictos a las drogas heroicas o toxicómanos.
Sobre esta cuestión, el médico alienista creía
conveniente la intervención policiva en tanto
el enfermo ingresaba voluntariamente y por
la misma razón, pedía su salida para volver
a consumir drogas. Argumentaba el médico
que la policía era la única que podía obligarlos a permanecer en el asilo por un período de
tres meses aunque fueran pensionistas “[…]
para buscar así una más probable reeducación de la voluntad y tratar de hacer menos
frecuentes las recaídas y frustrar menos la
labor médica llevada a cabo con éstos perversos, casi siempre constitucionales y, por lo
tanto, destinados casi fatalmente al vicio”.119
Para el periodo en mención, la locura era
aislada por la sociedad, encerrada en el manicomio, observada por el médico alienista,
instruida por las Hermanas de la Caridad y
vigilada por la policía se trataba de un asunto
de control social, evidenciado en las formas
119 Uribe, 1934, 169.
de concebirla, en las maneras de tratarla y en
el lenguaje que se refería a ella. Del mismo
modo, los cuadros estadísticos presentados
a la Secretaría de Gobierno demuestran la
relevancia de contabilizar la procedencia de
los enajenados, la edad, los oficios, el estado
civil, entre otros, sobre las causas de la enfermedad, por ejemplo, o el diagnóstico de este
último, pocas veces revelado en las historias
clínicas. En su lugar, se explicaban las formas
clínicas de la enfermedad, es decir, las manifestaciones de la misma, ya que en la mayoría de los casos los pacientes eran dejados en
observación porque el conjunto de características que componían determinadas enfermedades era de difícil diagnóstico.
El conjunto de las enfermedades mentales se estudiaba de acuerdo a los preceptos
morales y científicos de los años cuarenta. La
práctica de la higiene mental promovida por
maestros, médicos y sacerdotes tenía objetivos claros encaminados a lograr el bienestar
social. La demencia y el desequilibro mental, los males adquiridos por la herencia, las
adicciones y la perversidad eran las primeras
amenazas para el buen desempeño mental en
la vida privada y en el espacio público. No
obstante, los desordenes mentales eran considerados públicamente como un problema
de policía que debía ser controlado bajo sus
normas. Ésta autoridad tenía la obligación de
proteger la sociedad de tales peligros y a su
vez esta última tenía el derecho de aislarlos.
En el artículo “Practiquemos la higiene mental” el Doctor Eduardo Vasco sugería quiénes
eran los que perjudicaban la comunidad:
Allí están los inadaptables, los que carecen
del sentido de la oportunidad y los que son
incapaces de afrontar con valor infortunadas
circunstancias; allí los que influenciados por
el cine se fugan del hogar o de la decencia y
dan pábulo a los actos primos sin el control
inhibitorio; allí los que van al alcohol y a las
drogas heroicas para tratar de equilibrar con
estímulos artificiales el complejo de inferio-
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 27 - 58
La enfermedad mental: un problema de
control social o una cuestión de salud
pública
55
ridad que roe las entrañas de la personalidad.120
Las medidas de control social sugeridas
por el Doctor Vasco pretendían influenciar,
sobre todo, la vida privada y exigir la práctica
de la higiene mental especialmente al individuo, pues era él quien debía reprimirse de los
placeres y practicar las virtudes enseñadas en
el catecismo del Padre Astete para la economía mental.121
Los locos también hacen historia
En 1944 el Manicomio Departamental
era una institución de beneficencia pública
que nunca había tenido los recursos suficientes para asilar a la creciente población de enajenados mentales. Era un lugar insalubre que
si bien prestaba servicios de asistencia social,
no contaba con las mínimas condiciones de
salud pública, las camas de los alienados eran
de cemento, los patios no estaban pavimentados y los instrumentos de cirugía seguían
siendo los mismos desde 1919.122 No obstante,
en 1946, se aprecia el cambio en la concepción
del enfermo mental en una petición que se
le hizo a la Asamblea Departamental para la
construcción del nuevo manicomio:
56
Cuando la existencia de asilados era de 776
y el total de entradas anuales apenas fue de
462 durante el año de 1936, el profesor Lázaro Uribe Cálad llamaba la atención de la
Honorable Asamblea sobre el proyecto de
construcción de un nuevo manicomio, “según aumentaba por modo alarmante el número de enajenados”. Compárense las cifras
de 1936 con las de 1946 y téngase de presente el hecho de que de entonces a hoy no se
ha realizado ampliación alguna del edificio;
considérese al enfermo mental como una
personalidad humana y digna que conserva
casi siempre cierta noción de sí mismo y cierta capacidad de sufrimiento cuando no se le
trata con la debida consideración y este crite-
rio a la vez estadístico y humanitario fundamenta la tenacidad con que desde hace años
se llama la atención sobre la urgencia de un
manicomio nuevo cuando no de ensanchar
humanitariamente el existente.123
En este informe se nota un tono académico en la medida que se presentan argumentos
médicos acerca del ambiente en el cual debería permanecer un enfermo mental y sobre
la higiene mental que se debía enseñar en la
familia. Por otro lado, el director del manicomio calificaba a la enfermedad mental, en
1948, como el tema más delicado de salud
pública debido a que era una alteración del
individuo, de la familia y de la sociedad.
En la década de 1950 se utilizaban dos
mecanismos para el tratamiento de las enfermedades mentales; el control social y la higiene mental que continuaban vigentes excepto
por algunas modificaciones en los artículos
545, 548, 553, y 554 de la ley 95 de 1890 del
código civil referente a los enajenados mentales.124 Entre los aspectos contemplados en
dichos artículos se consideraba la restricción
de la capacidad civil del alienado para administrar los bienes de su propiedad, la interdicción de los mismos por parte de las autoridades, de personas respetables, allegados o
conocidos en caso que el perturbado mental
diera muestras de peligrosidad y la anulación
de los contratos posteriores a la interdicción.
El confinamiento de los locos era considerado como uno de los principales métodos
de profilaxis social consumada tanto por las
autoridades como por la familia. Sin embargo, en 1955 también se hacía con el propósito
de procurar un tratamiento científico para la
enfermedad mental. Al parecer, dicho propósito no era el común denominador entre las
orientaciones de la psiquiatría en Antioquia.
Para el Doctor Luís Jaime Sánchez, por ejem-
120 Vasco, 1941, 63.
121 Vasco, 1941, 66.
122 Uribe, 1934, 158.
123 Obando, 1974, 73.
124 Guillermo Uribe Cualla, “Modificaciones al Código Civil y al Código Judicial Colombiano en su aspecto psiquiátrico”, Antioquia Médica 5, 1
(1955): 83-85.
En los decenios de 1950 y 1960, existía
una concepción ambigua sobre los trastornos
de la mente. La locura era un tema de interés
tanto para la comunidad científica como para
los gobiernos de turno. La higiene mental
aunque aparentaba ser un concepto desarrollado en el discurso de la salud pública, fue
más bien una estrategia de control social pensada para procurar el orden en la ciudad, el
recato en la privacidad del hogar y el buen
tono en la vida pública. Era una medida de
prevención para conservar la salud y la lucidez mental más que un método terapéutico o
curativo.
Durante la primera mitad del siglo XX,
las condiciones de salud pública en Colombia
eran escasas, las endemias y las pandemias
azotaron el país durante 1920. Sin embargo,
la salubridad de la población en general sólo
adquirió valor cuando las enfermedades ocasionadas por las malas condiciones de higiene
afectaron el desarrollo del proceso industrial.
De esta manera, el médico no sólo asumió
una responsabilidad clínica frente a la sociedad, sino un compromiso cívico y moral. Con
la ayuda de las comunidades religiosas el objetivo fue mejorar las condiciones de vida de
la población; para tal propósito se diversificaron los cursos en la Facultad de Medicina
de la Universidad de Antioquia; y se implentó un conjunto de nuevos métodos, técnicas
y disciplinas que les permitiera enfrentar las
problemáticas surgidas en los procesos de
colonización e industrialización, pues el proyecto modernizador había sido forjado para
construir una ciudad productiva que albergara una población sana, culta y discreta.
125 Luis Jaime Sánchez, 1955, 128.
Con la migración del campo a la ciudad
y debido a que ésta no estaba preparada para
recibir el doble de su población, las situaciones de pobreza en las viviendas y por consiguiente, las condiciones insalubres de habitación y de trabajo en las fábricas se hicieron
evidentes. Por lo tanto, la élite, las autoridades y la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín fueron conscientes, que el primer paso
para que el proyecto de modernización de la
ciudad funcionara era erradicar los núcleos
infecciosos y educar la población sobre la higiene en los lugares públicos y privados y el
aseo frecuente del cuerpo, pero la limpieza no
era sólo un tema físico. Entre 1930 y 1950 la
higiene mental fue un tema recurrente entre
los médicos y las autoridades eclesiásticas
por eso, para llevar a cabo los proyectos de
transformación de la estructura física de Medellín ideados por la Sociedad de Mejoras Públicas. Las instituciones de beneficencia jugaron un papel decisivo de control social para el
aislamiento de los enfermos y perturbadores
del orden público, que entorpecían el orden
social establecido.
Sin embargo, no existía un consenso en
el gremio de los médicos para la clasificación
de las enfermedades mentales. En la Universidad de Antioquia, las cátedras sobre afecciones de la mente no eran obligatorias y las
tesis presentadas en los decenios de 1920 y
1930 sobre la higiene mental y los orígenes
de la locura argumentaban que la alienación
mental era desencadena en gran parte por
factores como la herencia, la mala educación,
el consumo de bebidas alcohólicas, la desnutrición y la sífilis.
En los primeros treinta años del siglo,
aproximadamente, los trastornos mentales
eran una cuestión de orden social más no de
salud pública. Los insanos de la sociedad eran
recluidos en el Manicomio Departamental, al
igual que los de locura viciada, los peligrosos, las alienaciones atrevidas de prostitutas
y exhibicionistas y en ocasiones locos subli-
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 27 - 58
plo, la psiquiatría de orientación católica era
el único camino: “[…] porque en ninguna
doctrina están tan ajustados los principios a
los fines y éstos a los medios que les predican.
Porque una psiquiatría católica, tiene en sus
manos las más grandes fuentes que toda psicoterapia humana puede pedir”.125
57
mes como el poeta antioqueño Epifanio Mejía. Aunque en un principio las clasificaciones
siquiátricas sobre las enfermedades mentales
fueron descripciones de las características de
determinadas manifestaciones anormales en
tanto que diagnósticos definidos, existía en el
manicomio una locura diferenciada de clases
sociales. Los pensionistas pagaban por unas
condiciones más dignas mientras que el resto
de perturbados estaban sujetos a la caridad y
a los cambios de la administración pública.
No obstante, con la secularización de la
enseñanza durante el gobierno de Alfonso
López Pumarejo y la influencia del modelo
académico norteamericano, la Academia Nacional de Medicina mejoró la asistencia pública mientras que el Ministerio de Higiene incorporó las concepciones sobre salud pública
y medicina preventiva. Como consecuencia
de la intervención de los Estados Unidos en
los planes de desarrollo y educación, en los
años cincuenta, el pensum de estudios médicos se dividió en especialidades y las practicas clínicas e investigaciones experimentales
se hicieron más frecuentes.
Los locos también hacen historia
Por otro lado, la herencia era considerada
como uno de los factores desencadenantes de
los trastornos mentales. Por lo tanto, en los decenios de 1930 y 1940 los médicos defendían la
inhibición y el control de las emociones como
las prácticas de higiene mental más apropiadas para evitar actos escandalosos tales como
el consumo de alcohol y de drogas heroicas.
Las distintas manifestaciones de locura eran
concebidas desde una perspectiva moral, de
esta forma, la evaluación clínica del enajenado
centraba su atención sobre la conducta del paciente en el espacio público y la vida privada.
58
Las personas dedicadas a los oficios domésticos y la agricultura constituían la mayoría del a población asilada en el Manicomio
Departamental, eran el principal objeto de la
mirada clínica pues como desplazados por la
violencia o simplemente migrantes del campo a la ciudad, representaron un contingente
humano que rodeado de miseria no estaba
preparado para la vida en la ciudad y ésta no
estaba dispuesta para acogerlos.
Así, el prejuicio moral del médico frente al campesino y al ciudadano se centró en
el comportamiento, en las maneras de ser y
de pensar del presunto enfermo. El proyecto
modernizador había sido pensado para una
sociedad culta que debía mantener el recato
y el buen tono. Por lo tanto, prácticas como
la masturbación y las orientaciones como la
homosexualidad fueron objeto de señalamiento por parte de las autoridades médicas
y morales. En un juego de doble moral, en la
práctica, la enajenación mental fue entre las
décadas de 1930 y 1940 un problema de control y de seguridad social así como de salud
pública. Era un asunto de higiene mental y de
profilaxis social. Mas en la teoría, hacia 1940,
el director del Manicomio Departamental Lázaro Uribe Cálad consideraba la enfermedad
mental como el asunto más delicado de salud
pública, los trastornos de la mente eran alteraciones del individuo, de la familia y de la
sociedad. Esas contradicciones entre la teoría
y la práctica fueron debidas a que tanto el
médico como el maestro y el sacerdote tenían
la misma propiedad para juzgar los comportamientos anormales y el manicomio aunque
cumplía una función correccional y terapéutica al mismo tiempo, era una institución de beneficencia pública sujeta a las decisiones políticas de los gobiernos de turno y a los aportes
económicos de la caridad.
Para 1950, el confinamiento de los perturbados mentales seguía siendo el principal método de profilaxis social, a partir del a fundación del Hospital Mental de Antioquia. Ya en
1958, se percibe un tratamiento que reprimía
de forma indirecta los comportamientos inapropiados a través de la ergoterapia. Cambió
también la relación médico-paciente, pues ambos tenían una responsabilidad compartida,
donde la responsabilidad del médico comprendía obrar con el consentimiento del paciente, y
paciente sabía que era preciso someterse a un
tratamiento por su propia voluntad.
Breve reseña de la morfinomanía en
Antioquia durante las tres primeras
décadas del siglo XX a partir de un
conjunto de historias clínicas del
Manicomio Departamental
Susana Rodas Carvajal1
1
Sicóloga egresada de la Universidad de Antioquia. Trabajo de grado para optar al título de especialista en farmacodependencia. Asesor,
Gustavo Adolfo Calderón Vallejo. Fundación Universitaria Luis Amigó. Medellín. 2013. [email protected].
Resumen
En el presente artículo se aborda el tema de la morfinomanía en Antioquia para las tres primeras décadas
del siglo XX, a través del estudio de diez historias clínicas de pacientes pertenecientes al Manicomio
Departamental, el acercamiento a este problema se realizó mediante la recolección; procesamiento cualitativo y cuantitativo de las fuentes; y la comparación con las teorías y nociones que sobre el tema, lo
cual brinda un panorama amplio acerca del ideario, sintomatología –fisiológica y psíquica-, diagnóstico y
etiología de la morfinomanía, considerada ya para ese momento como un problema de salud pública. En
este mismo sentido, se recrea todo un cuadro descriptivo en el que exponen los diferentes métodos usados para el tratamiento de la morfinomanía: abstinencia absoluta, desmorfinización, sustitución por calmantes o hidroterapia, detallando los síntomas físicos y psíquicos de la implementación de estas técnicas.
Palabras clave
E
n el siguiente escrito se aborda una
muestra de 10 historias clínicas pertenecientes al Manicomio Departamental
de Antioquia dentro del periodo 1903-1929,
cuyo diagnóstico está relacionado con el uso
o abuso de la morfina. Con el fin de indagar
por dos aspectos fundamentales, a saber: los
síntomas que componían el diagnóstico de
morfinomanía y los tipos de tratamiento empleados para estos pacientes a lo largo de estas tres décadas.
Los datos útiles a estos fines son aislados
de las historias clínicas y posteriormente contrastados con las teorías y concepciones sobre
el tema que hacían parte de los círculos médicos de la época.
Este análisis es fruto de la inquietud que
recae sobre la concepción presente a principios del siglo XX sobre la concepción del
diagnóstico de morfinomanía en Antioquia.
Si bien no es posible efectuar un acercamiento
completo, el material recopilado ha sido útil
para dar cuenta de los síntomas y signos que
componían el diagnóstico y sacar a la luz los
tratamientos empleados en la época para contrarrestarlos.
La fuente documental está constituida
por un conjunto de diez historias clínicas pertenecientes al Manicomio Departamental de
Antioquia que han sido sometidas a dos criterios de selección: el diagnóstico que presentan
está relacionado directamente con el uso o el
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 59 - 75
Morfinomanía, historias clínicas, pacientes, diagnóstico, tratamiento, técnicas.
59
abuso de la morfina y se inscriben en un periodo temporal que comprende los años de 1900 a
1930. Los datos encontrados en las historias clínicas han sido sistematizados y posteriormente contrastados con las teorías que se hallaron
con respecto a la concepción del diagnóstico
de morfinomanía, su etiología, descripción de
intoxicación aguda y periodo de abstinencia,
vías de absorción y tratamientos utilizados.
Breve reseña de la morfinomanía en Antioquia durante las tres primeras décadas del
siglo XX a partir de un conjunto de historias clínicas del Manicomio Departamental
De esta manera se hace efectivo un primer acercamiento a los orígenes de los tratamientos que recaen sobre patologías relacionadas con el consumo de sustancias en los
dispositivos médico-clínicos. Además de la
imagen y el juicio construido en el ámbito local sobre el morfinómano.
60
El consumo de sustancias psicoactivas
ha sido catalogado en la actualidad, a nivel
mundial, como un asunto de salud pública.
Siguiendo a Becoña, encontramos: “El consumo de drogas constituye hoy el principal
problema de salud pública en los países desarrollados”. Nominarlo de esta manera implica reconocer que esta problemática ha traspasado las barreras subjetivas o individuales
hasta lograr permear y afectar, de manera directa o indirecta, otros núcleos sociales como
lo son la familia, la escuela y la comunidad.
Llegando incluso a modificar estructuralmente las dinámicas políticas y económicas
de los mismos.
En Colombia, ha sido adoptada también
esta concepción y la formulación de la ley
1566 expedida el 31 de Julio de 2012 es reflejo
de las dimensiones que ha alcanzado en
nuestro territorio no solamente el consumo
sino el negocio que moviliza la droga.
Entendiendo el estado actual de la problemática cabe preguntarse, ¿cómo fue que
llegamos a este punto? Pues si bien ha sido
útil importar teorías extranjeras sobre la instauración del consumo como un problema
de salud pública, en tanto permite establecer
una relación de espejo con los fenómenos que
aquí acontecen, es necesario explorar el camino particular que ha tomado este fenómeno
en el contexto nuestro. El asunto del consumo
de droga en Colombia no se reduce al problema del narcotráfico y no es mucho lo que
conocemos con respecto a la concepción que
se tenía del consumidor, a las características
de su consumo o al trato que se le daba hace
un centenario. La propuesta es entonces pensar el devenir de la problemática, reconocer
su desarrollo en nuestra historia en lo que
respecta al tratamiento clínico y la adopción
del consumidor por parte del círculo médico.
Una de las razones por las cuales se considera fundamental lograr un conocimiento
sobre el fenómeno en la localidad, radica en
que en la historia podremos encontrar las
pistas sobre la consolidación de las representaciones sociales del consumidor que hoy
presenciamos y los modelos de intervención
y las estrategias de prevención que han sido
adoptados.
Es de vital importancia además, siguiendo a Berrios, que los profesionales se preocupen por la historia de los síntomas sobre los
cuales diagnostican, para este fin podrían ser
útiles las historias clínicas.
Según Huertas,2 la historia clínica, sin
importar la época que se tome como referencia,
constituye una fuente primordial para seguir
el rastro, en un determinado contexto, de
la formación del discurso psiquiátrico y el
nacimiento y transformación de la psiquiatría
como disciplina médica. Siguiendo esto y
partiendo de la premisa de que la historia
clínica nos habla, de que es portadora de un
saber, veremos cómo según la metodología
con la cual se efectúe un acercamiento a ella
podemos desprender algún conocimiento.
2
Rafael Huertas, “Las historias clínicas como fuente para la historia de la psiquiatría: posibles acercamientos metodológicos”, Frenia 1, 2
(2001): 7-33, Recuperado de: URL: http://www.revistaaen.es/index.php/frenia/article/view/16361/16207
3
Huertas, 2001, 33.
Por otra parte, sostenemos que de la historia clínica se desprende otro tipo de conocimiento que se encuentra velado, un contenido que porta un carácter implícito. La historia
arroja al investigador indicios a propósito de
un contexto determinado y, si se quiere, logra transportarlo a un tejido cultural, social,
político y académico que le es ajeno. Pues, si
bien, en la historia clínica se encuentra consignada información a propósito de la caracterización del padecimiento y sufrimiento
de un sujeto determinado como etiología:
nosología, evolución de su patología, síntomas o manifestaciones de la enfermedad,
pronóstico, tratamiento que se le suministra,
entre otros. También constituye una puerta
que nos permite realizar un acercamiento al
marco institucional en el cual dicho paciente
está inscrito: las características de estos establecimientos, los puentes establecidos entre
los asilos e instituciones de carácter legal o de
caridad, la importancia de dicha institución a
nivel social, la función que cumple la historia
en la institución, la relación que se establecía
4
Huertas, 2001, 7-33.
5
Huertas, 2001, 7-33.
6
Huertas, 2001, 22.
entre el médico y el paciente, la regulación
de la práctica médica en un contexto espacio-temporal particular, las teorías que sustentaban la intervención del primero, la influencia de teorías extranjeras (su rechazo, su
adopción o su adaptación) y la formulación
de teorías autóctonas, las transformaciones
en la imagen social del loco y a la adopción
y definición del éste por parte de los círculos
médicos: (demente, loco, alienado, enfermo,
insano, anormal).4 Estas conexiones que pueden establecerse, constituyen un panorama
de investigación con el cual la historia social
puede completar, matizar y enriquecer el valor psicopatológico de la historia clínica.
Para hacer efectivo este tipo de estudio
es entonces determinante rastrear la historia
de los precursores de la medicina alienista,
su adscripción a algún sistema nosográfico y
permearse además de las teorías e ideas que
rondaban por la época que se tome como referencia (higiene, saber médico legal). A partir de la observación de la evolución en los
formatos de la historia clínica en psiquiatría
puede reconocerse la especialización de la
práctica médica; y el requerimiento de datos
más específicos son señal del proceso de solidificación de este discurso, que como consecuencia, paulatinamente lo van distanciando
de otros, incluso dentro de la misma medicina. La historia clínica constituye un documento que es reflejo del movimiento teórico que
va sosteniendo y renovando a la medicina en
un contexto científico y social determinado.5
Es por esto que, si bien, la historia clínica
aislada contiene información de un enfermo
concreto, la repetición y la sistematización de
esta información es útil para “caracterizar y tipificar marcos conceptuales o modelos de actuación médica o psiquiátrica”6 Va formando
una imagen de la práctica médica y las variaciones que sufre en el transcurso de un lapso
temporal. La historia se modifica y se adapta al
desarrollo de la ciencia médica y a las circuns-
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 59 - 75
A propósito del artículo de Huertas,3
podríamos sustraer de la historia clínica dos
tipos de contenidos. Por una parte la historia
clínica nos permite acceder a un conocimiento que se presenta sin mayor preámbulo, que
tiene un carácter manifiesto en tanto se encuentra claramente registrado en la historia
y no requiere un nivel supremo de análisis.
A dicho contenido lo podríamos denominar
explícito y dentro de este podríamos ubicar
tres núcleos: los datos que requiere la historia clínica a propósito del paciente (la información personal, el diagnóstico, los síntomas
que presenta, el pronóstico, el tratamiento);
del médico (nombre, cargo que desempeña
en la institución); o de la institución (nombre
del asilo, ubicación). Sobre esta información
puede realizarse principalmente un trabajo
descriptivo y su gran valor reside en el rescate de material histórico.
61
tancias cambiantes en las que se va realizando
el acto médico desde un punto de vista técnico
pero también social. Es decir, en la historia clínica está inscrita la marca del contexto.
En conclusión, la historia clínica es una
fuente de primer orden para la investigación
histórica de la medicina alienista en tanto ella
marca el camino para rastrear conocimientos
que no solamente tienen que ver con la nosología e intervención psiquiátrica, sino que su
valor se extiende en tanto ésta se inserta en
una trama social, en un juego de relaciones
marcadas por la cultura.
Breve reseña de la morfinomanía en Antioquia durante las tres primeras décadas del
siglo XX a partir de un conjunto de historias clínicas del Manicomio Departamental
A partir de una muestra de historias
clínicas del Manicomio Departamental de
Antioquia, en un periodo temporal que va
de 1900 a 1930 y que portan un diagnóstico
relacionado con el consumo de morfina podríamos entonces responder las siguientes
preguntas: ¿Qué observaciones se realizaban
sobre pacientes que presentaban consumo
de morfina? ¿En qué síntomas justificaban el
diagnóstico realizado? ¿A qué tipos de tratamientos eran sometidos estos pacientes?
62
Para esto será necesario insistir en la
importancia de la historia clínica como fuente documental, ahondar en la historia de la
psiquiatría en Colombia y del Manicomio
Departamental y en las teorías relacionadas
con psicopatología descriptiva que rondaban
en la época con el fin de lograr algún grado
de comprensión sobre las descripciones y observaciones realizadas sobre el paciente y los
tratamientos a los cuales era sometido.
Tal y como se ha expuesto anteriormente abordar la historia clínica como principal
fuente documental implica leerla dentro de
un contexto socio-cultural en el cual adquiriere una dimensión más amplia. Berrios señala
que los alienistas del siglo XIX entendieron
que tener conocimiento histórico incrementa el entendimiento sobre la psicopatología.
Toma a Feuchtersleben como referencia para
decir que “sólo las ciencias empíricas podían
7
Berríos, 32.
8
Berríos, 2008, 42.
9
Elisardo Becoña.
permitirse rechazar su pasado como una historia de errores”. Mientras que las demás
ciencias, incluida la psicopatología médica
tenían que enfrentarse con el hecho de que la
historia de las ciencias constituía la ciencia en
sí. Berrios.7
Berrios siguiendo a Marx señala que realizar una historia de la psiquiatría implica
revisar la historia misma. Por lo cual la psicopatología descriptiva estaría en la necesidad
de cuestionar la génesis de las categorías psicopatológicas y su interacción con el contexto
psicológico y fisiológico.
Psicopatología descriptiva
La psicopatología descriptiva se define como un sistema cognitivo y descriptivo
que capta aspectos de la conducta anormal
aplicando palabras a segmentos del habla y
la acción, para lo cual requiere construir síntomas o referentes que deben ser delineados.
Tiene una función nominadora y la nominación de dicha conducta implica un proceso de
fragmentación y clasificación de acuerdo con
su potencial de información. Las reglas para
efectuar dicha clasificación corren de cuenta
de la nosología y nosografía psiquiátrica.
Antes del siglo XIX, de la instauración
del discurso psiquiátrico propiamente dicho,
los alienistas “apelaban al sentido común y a
la naturaleza obvia del trastorno”.8 Las tempranas referencias a la insania se hicieron basadas en categorías morales, el diagnóstico
realizado era definitivo y estaba envuelto en
el reconocimiento de los criterios conductuales por medio de signos, de evidencias físicas.
Para el siglo XIX en Europa, la semiología
comienza a jugar con la formación de síntomas para describir varios signos de locura.
Antes de este siglo los libros se centraban en
descripciones morales. Para 1830 se incluyen
viñetas clínicas y secciones sobre síntomas
elementales.9
Historia de la psiquiatría en
Colombia
En el acercamiento a las historias clínicas
se evidencia en primer plano a propósito del
diagnóstico una gran diversidad de síntomas
que son un indicio de que no existía para la
época una descripción detallada de la enfermedad.
La respuesta a esto podríamos encontrarla en la historia de la psiquiatría en Colombia recurriendo a ella logramos localizar
los médicos más representativos del origen
de esta disciplina.
Doctor Carlos E. Putnam
Había nacido en Bogotá hacia 1850 […] hizo
estudios de medicina en la universidad nacional en donde se gradúo y posteriormente
los repitió en París, habiendo sido discípulo
de Charcot. A su regreso en el país fue un
verdadero precursor de la psiquiatría y de
la medicina legal, tanto por su dedicación
al estudio de problemas neuropsiquiátricos
y médico-legales, como por los importantes
trabajos que publicó sobre estos temas.11
Según la investigación que elabora Rosselli dentro de la psiquiatría ejercida por el
doctor Putnam pueden encontrarse tres causas de la locura “intelectuales, morales y físicas (éstas últimas a su vez divididas entre
personales fisiológicas y personales patológicas.)”. Dentro de las personales fisiológicas
entre otras causas encontramos al embarazo,
el puerperio y la lactancia. Mientras que en
las personales patológicas se pueden entrever
“la acción del opio, alcohol, belladona, etc.”.
El doctor Putnam aventura una clasificación de las enfermedades mentales. Las divide en idiopáticas o esenciales y sintomáticas.
Las primeras son diferenciadas en tanto unas
consisten en las que dependen de la impotencia o negación de las facultades psíquicas y
las que son muestra de una perversión, extravío, aberración o exaltación de las mismas.
Ahora, la perversión de las facultades puede
ser general (Manías: expansivas, depresivas,
delirantes, alucinatorias) o parcial (monomanías). Dentro de las monomanías encontramos a su vez las monomanías peligrosas dentro
de las cuales está la monomanía ebriosa (dipsomanía).
Al respecto dice Rosselli (1968) “las enfermedades mentales sintomáticas, dependen
de otros estados fisiológicos o patológicos, o
de la acción de ciertas sustancias sobre el organismo. Entre ellas están la ebriosidad, las
locuras producidas por venenos, las dependientes del embarazo, parto o lactancia[…]”.12
Divide las causas de la locura en intelectuales, morales y físicas.
10
Elisardo Becoña.
11
Humberto Rosselli, Historia de la Psiquiatría en Colombia. Tomo I (Bogotá: Ed. Horizontes. 1968), 239.
12
Rosselli, 1968, 243.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 59 - 75
Las categorías diagnósticas formadas estaban relacionadas con la observación que se
hacía del sujeto sobre su conducta, padecimiento o discurso. Debido a esto, en el siglo
XVIII, se elabora una iconografía de la conducta, en la que se busca establecer una relación
entre los gestos y las emociones. Para el siglo
XIX, se rompe esta asociación, dando lugar a
la idea de que la insania se podía ocultar o disimular. Se introduce además para la época la
experiencia subjetiva como síntoma. Durante
el siglo XIX la psicopatología descriptiva se
ha reconocido por identificar clases de “actos
mentales anormales”. Requiriendo cada acto
un nombre específico que pudiese ser corroborado en casos similares. Para finales de este
siglo, se utilizaban síntomas a modo descriptivo pero no se agrupaban estos bajo trastornos debidamente discriminados. Para la evaluación de alienados comienzan a tenerse en
cuenta categorías como edad, sexo, duración,
evaluación, resultado.10
63
Las causas físicas pueden ser exteriores y
personales. Entre las primeras tenemos los
climas, estaciones, localidades, meteoros,
etc. Las personales se dividen en fisiológicas y
patológicas. Entre las personales patológicas, se
cuentan: el histerismo, la epilepsia, hipocondría, catalepsia, corea y otras neurosis; las
fiebres intermitentes; la hemorragia, congestión, contusión, conmoción y comprensión
cerebral; inflamaciones de sus membranas; el
reblandecimiento cerebral; ciertas enfermedades del oído interno, el reumatismo cerebral, la sífilis, escrofulosis y tuberculosis, las
discrasias, pérdidas seminales, enfermedades del útero y sus anexos, ciertas afecciones
digestivas, las repercusiones de exantemas
y dermatosis, las supresiones de flujos habituales, úlceras etc; la acción del opio, alcohol,
belladona etc. 13
Doctor José Félix Merizalde
Breve reseña de la morfinomanía en Antioquia durante las tres primeras décadas del
siglo XX a partir de un conjunto de historias clínicas del Manicomio Departamental
El doctor Merizalde desarrolló su práctica en el campo de la higiene y en ocasiones
ejercía la medicina mental en aspectos médico legales. A propósito de este galeno dice
Rosselli:
64
El doctor Merizalde era constitucionalista,
aceptaba las doctrinas hipocráticas respecto
a los cuatro temperamentos, cada uno con
sus calidades físicas, psicológicas y patológicas especiales, más o menos inmodificables
pero sujetas a normas higiénicas en cuanto a
profilaxis de los trastornos. Sin embargo, en
sus ideas sobre las causas de las enfermedades más bien daba importancia a las causas
morales (sentimientos, vicios, pasiones) y
ambientales (climas, aguas, alimentos).
Especial importancia daba a la influencia de
estos factores en los desarreglos nerviosos
(histerismo, hipocondría, epilepsia). Prácticamente la aparición de un desorden nervioso era la consecuencia de los excesos (alimenticios, alcohólicos, sexuales, pasionales
en general), de donde su severidad en condenar los vicios y en predicar la frugalidad
13
Rosselli, 1968, 243.
14
Rosselli, 1968, 114.
y la higiene, ya que la patología venía a confundirse en su concepción, casi con inmoralidad y salud con virtud. La idiosincrasia de
las gentes estaba para él condicionada a su
modo de vivir y, muy especialmente, al clima
que habitaban. Consideraba que las mujeres
eran inferiores intelectualmente al varón.
Sus ideas sobre tratamientos, comprendían
no solo el amplio uso de la farmacopea de la
época, dando especial importancia a los medicamentos de origen vegetal, sino medidas
físicas e higiénicas , la utilización del sol, el
aire libre, el ejercicio moderado, la hidroterapia y la proscripción absoluta de los vicios.
El inconveniente de esta posición doctrinaria estaría especialmente en que, asociando
el concepto de enfermedad mental con el de
vicio o exceso, traía sistemáticamente la condenación de las psicosis o su desprecio por
el superyó social, con la consiguiente segregación, miedo y aversión al enfermo mental,
como parece haber sucedido durante largas
épocas que han retrasado la rehabilitación
del paciente psiquiátrico.14
Resultados
Siendo la intención principal efectuar un
acercamiento a la concepción y tratamiento
de la morfinomanía en Antioquia a principios
del siglo XX, se ha considerado tener como
fuente documental un conjunto de historias
clínicas del Manicomio Departamental. A
partir de ellas es posible extraer indicios que
dan cuenta, por una parte, de los síntomas y
signos que configuran dicho cuadro patológico y, por otra parte, de los diversos intentos
de intervención clínica experimentados con
sus respectivos resultados.
Siendo el manicomio departamental la
primera institución dedicada al tratamiento
de la enfermedad mental en nuestro contexto,
debe resaltarse la importancia de este material, pues constituye la prueba de la adopción
en el dispositivo médico de cuadros mórbidos relacionados con el consumo de sus-
Las historias clínicas abordadas hacen
parte del archivo del Manicomio Departamental de Antioquia que encontramos en el
Laboratorio de Fuentes Históricas en la Universidad Nacional- Sede Medellín. Se han
tenido como criterios de selección de las historias los siguientes aspectos que aporten a
un diagnóstico relacionado con el consumo
de morfina y que se encuentren inscritas en
un periodo temporal que abarca desde 1900
a 1929. La muestra seleccionada ha sido fotografiada en su totalidad con el fin de facilitar
su manipulación mediante formato digital.
Seguido a esto se efectúo una transcripción
de las mismas con el fin de filtrar los datos
que son útiles a la consecución de los objetivos planteados. (se incluyen como anexos:
las tablas que contienen los datos filtrados
con respecto a diagnóstico y tratamiento; las
historias clínicas transcritas y los formatos de
historias que encontramos en la muestra).
La información filtrada arroja luces con
respecto a los signos y síntomas presentes en
diagnósticos relacionados con la morfina y
a los tipos de tratamientos o intervenciones
clínicas empleadas con sus respectivos resultados.
Características de las historias
clínicas
En la revisión de las historias se puede
encontrar el siguiente abanico diagnóstico:
morfinomanía (4); toxicomanía –morfinómano
(1); psicosis tóxica morfínica (1); toxicomanía
(morfina en inyecciones) (2); morfinomaníaconfusión mental (1); morfinismo (1).
Las diez historias clínicas consultadas
corresponden a un periodo temporal que
inicia en 1915 (historia No. 79) y 1929 (histo-
ria 1838). Dicho periodo está marcado por la
fecha de ingreso del paciente al Manicomio.
Dentro de la muestra encontramos que ocho
de las diez historias tienen como médico tratante al doctor Lázaro Uribe, mientras que los
dos nombres que corresponden a las historias
restantes son ilegibles.
Caracterización poblacional
Los asilados consignados ingresaron
entre el año 1915 y 1929; predominan los pacientes hombres (9) sobre las mujeres (1); los
pacientes tienen edades que oscilan entre los
24 y 50 años; los lugares de procedencia son
harto variados, encontramos los siguientes:
Medellín, Yarumal, La Estrella, Abejorral,
Santo Domingo, Cali, Pácora, Bogotá y Pereira; dentro de la especificación de las razas
sólo encontramos pacientes de raza blanca;
las profesiones consignadas son las siguientes: Farmaceuta, Dentista, Contador (3), Hacendado, sin profesión u oficio (3); dentro de
los antecedentes hereditarios encontramos
sólo: familia psicopática (1) en un caso, en las
demás historias este campo se encuentra vacío o se consideran sin importancia; en los antecedentes personales se presentan “ha usado
morfina”, “abusa de la morfina”, “morfina”,
“histeria- morfina”, “hace 10 años se inyecta
morfina”, “pasado de cólicos hepáticos para
los cuales prescribieron inyecciones de morfina y cocaína”; el pronóstico en 8 de las historias clínicas se encuentra vacío y en 2 de ellas
es “reservado”; en general los pacientes abandonan el Manicomio “por mejoría”.
Encontramos entre los diez pacientes,
cinco reingresos en etapas posteriores, tres de
ellos son debidas a complicaciones mentales
que se exacerbaron por darle continuidad al
hábito de la morfina los otros dos reingresos
son diagnosticados como manía intermitente y alcoholismo según descripción (aparece
inscrito como diagnóstico el número 3.312.
sin embargo, no ha sido posible asignar el
cuadro correspondiente).
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 59 - 75
tancias. Ahora, si bien el objetivo planteado
resulta claro, es pertinente contextualizar el
conjunto de historias clínicas y definir características básicas del grupo de pacientes a los
que corresponden.
65
Sobre el diagnóstico
Para darle cuerpo al diagnóstico es necesario aislar los signos y síntomas presentes
en las descripciones del estado actual, cuadro
de observaciones y certificados médicos. Se
considera pertinente evaluar estas características según su aparición cronológica debido a
las luces que pueden arrojar con respecto a la
evolución en la concepción de la enfermedad.
Una vez compilada la información pertinente se postulan como principales síntomas
del diagnóstico los siguientes:
Psíquicos: temperamento histérico; excitación hipomaniaca; agresividad; logorrea;
depresión; estupor; estado pseudopsicopático; exaltación psíquica; insomnio: ausencia
de apetito; fondo melancólico- llanto; tristeza;
depresión; raptus; ataque de locura furiosa;
alucinaciones; disartria.
Breve reseña de la morfinomanía en Antioquia durante las tres primeras décadas del
siglo XX a partir de un conjunto de historias clínicas del Manicomio Departamental
Físicos: desnutrición; diarrea; insuficiencia hepática; anemia; palidez; enflaquecimiento.
66
En la sintomatología que contiene el
diagnóstico de morfinomanía debe distinguirse entre el cuadro que se manifiesta por
la intoxicación periódica del organismo de
aquel que aparece una vez es suprimido el
tóxico (abstinencia).15 En el grupo de signos y
síntomas reportados no se efectúa distinción,
se encuentran de ambos estados. Pues si bien
hay pacientes que ingresan en estando intoxicados según la historia clínica, en su mayoría
se consignan fenómenos que surgen una vez
están asilados y bajo tratamiento.
Tanto en la intoxicación periódica como
en la abstinencia morfínica es posible encontrar claros síntomas de carácter psíquico o somático que no aparecen por las características
del consumo (vías de ingestión, frecuencia,
cantidad) sino por particularidades del organismo, de la constitución individual.16
Dentro de los efectos morbosos producidos por el hábito de la morfina encontramos
los siguientes:
1º Alteraciones de la nutrición, sequedad de
la boca, sed, anorexia, constipación, enflaquecimiento rápido, palidez del semblante, ojos escavados, mirada abatida,
sin expresión, edema de los párpados y
de los miembros; más tarde, catarro del
estómago, vómitos, pituita por la mañana.
2º Alteración de las secreciones, orinas albuminosas o diabéticas, supresión de las
reglas, flores blancas, espermatorrea, impotencia, sudores nocturnos.
3º Alteraciones vaso-motoras, pulso lento,
irregular, filiforme; angustia precordial,
crisis dolorosas, palpitaciones.
4º Alteraciones de la motilidad, debilidad
muscular, falta de coordinación de los
movimientos; parálisis, disuria, etc.
5º Alteraciones de la sensibilidad, embotamiento, hormigueo, neuralgias.
6º Alteraciones sensoriales. supresión o exageración de los sentidos, ambliopía,
zumbidos de los oídos.
7º Alteraciones psíquicas, pérdida de la memoria y de las facultades intelectuales.17
Podemos encontrar en la tesis del doctor
Giraldo un complemento sintomático descrito de la siguiente manera:
A nivel físico, tras los primeros meses
de consumo no hay perturbaciones manifiestas. Se conservan la cordura y el apetito. No
obstante, no tardan en aparecer desórdenes
“cuyo punto de partida se encuentra en el eje
cerebroespinal o en el gran simpático, que se
traducen por perturbaciones en los órganos
15
Giraldo, J. Morfinomanía, Tesis para el doctorado en medicina y cirugía. (Bogotá: Imprenta y litografía de Juan Casís, 1921).
16
Giraldo, 1921.
17
Baldomero, (1889) citado por Campuzano, (1890), 45.
Desaparece el tejido subcutáneo. Emerge
una palidez extrema. Se altera la sudoración
que puede aumentar, disminuir o suprimirse.
Aparecen exantemas, inflamaciones y erupciones: En los puntos donde se hacen las inyecciones aparecen abscesos, induraciones
más o menos circunscritas o infiltraciones de
la dermis, caracterizada por su irregularidad,
variación de forma y dimensiones; entre estas
induraciones e infiltraciones, aparecen ulceraciones que a la presión emanan un líquido
purulento; dentro de los sistemas que se ven
mayormente afectados están el respiratorio
y el cardiaco. La sustancia produce a nivel
del corazón y del aparato circulatorio palpitaciones, taquicardia, bradicardia o intermitencias. El efecto sobre el sistema nervioso
genera también alteraciones en la respiración
que se manifiesta como disnea; el estado de
intoxicación está acompañado además de
perturbaciones a nivel de la alimentación.
Sobrevienen ataques de sed e inapetencia,
seguidos por vómitos y náuseas. Según el
doctor Giraldo a este cuadro se suma la bulimia o “hambre canina”; es frecuente también
encontrar espasmos de los esfínteres aparatos
excretores y neuralgias de la vejiga; el sistema
sexual se ve harto entorpecido se presentan
en el hombre impotencia y en la mujer amenorrea; el sistema nervioso transmite por vías
motoras el reflejo de sensaciones o irritaciones ilusorias.19
En la esfera psíquica puede notarse angustia, insomnio, alucinaciones, hiperestesias
y neuralgias que producen frecuentes cambios de humor. “la inteligencia y la reflexión
son cambiados por inercia […]. El morfinómano es perezoso, egoísta e improductivo;
18
Giraldo, 1921, 19.
19
Giraldo, 1921, 10.
20
Giraldo, 1921, 12.
21
Giraldo, 1921, 25.
22
Giraldo, 1921, 19.
su incapacidad para una reflexión sostenida,
se pone a prueba con exigirle la solución de
un simple problema de aritmética, que no se
logrará”.20
Los fenómenos emergentes a partir de
la supresión del tóxico parecen adquirir un
valor superior a la vista de los galenos, en
especial para el médico legista que trata de
explicarse el estado mental de un intoxicado
“que por desintoxicarse sufre impulsiones
extrañas que pueden traducirse en actos delictuosos; aparece pues el problema de la imputabilidad y de la responsabilidad”.21
Una vez pasa el efecto de intoxicación
aguda el enfermo experimenta una sensación de malestar y angustia que llega incluso
a nublar su conciencia. Tal estado impide la
conciliación del sueño y provoca fenómenos
de alucinación. En el morfinómano desprovisto del tóxico emerge el desequilibrio que
da cuenta del desorden presente en el sistema “nervioso cerebro-espinal y ganglionar”.
Dicho estado sólo tiene una forma de reversarse: hacer efectiva la ingesta de una nueva
dosis: “Los ojos del enfermo revelan el estado
de salud y el estado del alma, que se traduce,
según el momento, por su pérdida de brillo,
mirada apagada y expresión perezosa y tímida que con una nueva inyección de morfina,
adquieren la vivacidad, el fuego y entusiasmo que corresponde a la euforia artificial”.22
La supresión del tóxico se
manifiesta en varios niveles
A nivel físico se presentan alteraciones en
el sistema vaso motor y simpático, aparecen
sudores y enrojecimiento del rostro, se forman
“congestiones encefálicas” y aparecen palpitaciones cardiacas; son frecuentes además los estornudos, zumbidos de oídos, las convulsiones
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 59 - 75
de la vida vegetativa”;18 pueden evidenciarse
signos en la piel, la cual pierde su turgencia,
color y tensión.
67
determinadas por el tacto de la piel, el temblor
de las manos, las diferentes perturbaciones del
lenguaje y de la vista, así como las neuralgias,
nauseas, vómitos y diarreas llevan a los enfermos a la desesperación y con frecuencia al suicidio. Parece ausente la capacidad de ejecutar
movimientos voluntarios. A nivel respiratorio
se evidencia disnea, tos y jadeos. El sistema
sexual se reactiva normalmente pasadas dos o
tres semanas de abstinencia.
Breve reseña de la morfinomanía en Antioquia durante las tres primeras décadas del
siglo XX a partir de un conjunto de historias clínicas del Manicomio Departamental
A nivel psíquico encontramos que: las
ilusiones y las alucinaciones son “la peor
tortura y cuando adquieren un carácter permanente se crea el estado patológico llamado “delirium tremens”, por analogía con la
forma alcohólica. Las alucinaciones se presentan de manera consciente, son principalmente visuales y auditivas, mientras que en
las ilusiones predominan las del gusto; es
frecuente también encontrar estados epilépticos con ausencias mentales, dichos ataque no
son producidos directamente por acción de la
morfina sino por el agotamiento del sistema
nerviosos que el consumo implica; se evidencia además reducción en el nivel de concentración y atención y alteraciones a nivel discursivo que se manifiestan como disartria.
68
Sobre el tratamiento
Para dar cuenta de los tratamientos empleados para este diagnóstico en especifico se
han aislado los datos consignados en las historias con respecto a los campos de tratamiento
(para las historias que lo tienen), observaciones, certificados médicos o historia clínica. En
el sondeo realizado sobre la muestra encontramos con que en algunas historias clínicas
no es especificado. La primera aparición en
las historias clínicas de un tratamiento dirigido a la morfinomanía se da en el año de 1924
en el cual se consigna “disminución progresiva de la dosis hasta la supresión completa”.
Del mencionado año en adelante nos
topamos con la siguiente variedad de tratamientos:
23
Giraldo, 1921.
-
Disminución progresiva de la dosis hasta supresión completa
-
Disminución progresiva de la dosis con
sustitución del efecto hipnótico por medio de calmantes ordinarios (bromuro,
cloral, luminal, neurinasa)
-
Abstinencia completa en morfina o sucedáneos. Baños tibios de una hora de duración. Pociones Bromuradas.
-
Abstinencia de morfina. Medicación sustitutiva: bromuro y cloral.
- Disminución progresiva de la dosis
y sustitución por inyecciones de
adrenalina.
-
Desmorfinización progresiva.
En general encontramos exigencia de
abstinencia absoluta, desmorfinización, sustitución por calmantes, sustitución por adrenalina e hidroterapia. El tiempo mínimo de
internamiento que encontramos es de nueve
días corresponde a la historia clínica número
896 Mientras que el periodo más largo es de
diez años con siete meses que corresponde a
la historia clínica No. 79.
El pronóstico para el diagnóstico es
reservado, no obstante en todos los casos
al primer ingreso los pacientes egresan por
considerarlos mejorados. De diez historias
clínicas aparecen cinco reingresos en épocas
posteriores.
El doctor Giraldo23 sostiene que así como
es indiferente la vía por la cual el opio entra al
sistema es indiferente el proceso de intoxicación debido a que las reacciones que provoca
son iguales en cada caso y que aunque se presenten grados de intensidad variable en los
síntomas de la desintoxicación, estas no dependen de la vía de absorción de la sustancia
sino con el nivel de intoxicación.
Se parte de la concepción de que la morfinomanía es curable y que si esto no se logra deben buscarse las causas al interior de la
institución en la calidad de los métodos empleados o en la del personal ya que si este no
Para 1921 se excluyen por “irracionales
y antifisiológicos, los tratamientos basados
en la suplencia de la morfina por otros derivados del opio”; pues considera Giraldo que
“combatir intoxicación con intoxicación es
anticientífico en los que obran de buena fe,
y rótulo de charlatanería en los que pretenden poseer secretos especiales para curar la
intoxicación crónica.”
Se proponen entonces para la época tres
métodos: lento-brusco y rápido. Según el método que se elija se obtendrá una reacción orgánica más o menos intensa, una eliminación
más rápida del tóxico y una reparación orgánica y mental más efectiva. Sobre el método
lento no se encuentra descripción, con respecto a él dice el doctor Giraldo en la tesis referida que sus reacciones son imperceptibles,
inconstantes y engañosas, que implica alto
costo y genera desconfianza del paciente hacia el médico haciendo imposible la curación.
Levinsteín propone el método brusco,
que como su nombre indica implica la supresión brusca de la morfina acarreando fuertes
dolores para el paciente e incluso accidentes
mortales. Este método fue abandonado rápidamente por las terribles consecuencias que
24
Giraldo, 1921, 29.
25
Giraldo, 1921, 30-31.
provocaba. Sollier se pronuncia a propósito
de este de la siguiente manera: “este método es antifisiológico e irracional, puesto que
no tiene en cuenta ni las dosis empleadas, ni
el grado de intoxicación, ni la duración; así
como tampoco las condiciones fisiológicas
del sujeto. Peligroso e inútil, son sus caracteres. Si el método lento es el de los pusilánimes
e incompetentes, el método brusco es el de los
teme-rarios y de los ignorantes”.
Erlenmeyer postula el método rápido
consistente en señalar una dosis, por lo general la que usa el paciente, para fijarla como
punto de partida. Dicha dosis es reducida por
mitades hasta llegar a la supresión completa.
Este proceso puede durar de siete a quince
días según la dosis inicial. En pocas palabras
el tratamiento de Erlenmeyer modificado por
Sollier implica: aislamiento absoluto del enfermo en una casa de salud organizada con
personal apropiado; la habitación del enfermo, para lograr el aislamiento, debe tener un
retrete inodoro, baño frío y caliente; además
debe tener aposento para el criado o enfermero, que vigilará constantemente al enfermo.25
La técnica de desmorfinización se hace
de la manera siguiente: se fija la dosis habitual del enfermos y se toma como punto de
partida; esta dosis se reduce por mitad hasta
llegar a cero en el curso de una semana, diez
o quince días según la dosis inicial y las indicaciones especiales que, según la forma
clínica de intoxicación, tenga el sistema. Las
inyecciones con variaciones individuales se
harán con la técnica siguiente: diariamente, a la misma hora y repartidas en el día, se
pondrán tres inyecciones de morfina, disueltas en una cantidad de agua arbitraria, pero
siempre la misma; con esta técnica y disminuyendo por mitad, la morfina se seguirá
hasta llegar a cero. El médico tendrá sobre el
enfermo dominio absoluto de su voluntad y
buscará los medios para hacerse acreedor a
su confianza. Convienen que el enfermo no
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 59 - 75
es apropiado “es estorboso para el facultativo
que dirige el tratamiento, quien no pudiendo
permanecer día y noche al lado del enfermo,
necesita un personal preparado para el caso,
serio y leal, que no engañe al médico y al paciente con complacencias de la peor consecuencia, máxime si estas complacencias son
pagadas a los enfermeros a precio de oro por
los morfinómanos que, en medio de su miseria, hacen gala de riqueza para lograr un disco
de morfina. No hay que olvidar, antes de emprender un tratamiento de desmorfinización,
la responsabilidad que acarrea: la ausencia
del médico o de una indicación oportuna…
puede traducirse en la muerte del paciente…de colapso grave…. Y las perturbaciones
mentales requieren vigilancia…”.24
69
sepa la cantidad de morfina que se le inyecta;
este tratamiento se complementará con todos
los medios que por reacción orgánica (purgantes, baños fríos y calientes, etc), faciliten la
eliminación del veneno, según se deduce de
la fisiología patológica del intoxicado crónico
que ya estudiamos. Para comprobar la curación de un morfinómano después de apreciar
que este no necesita morfina, se buscará en la
orina la presencia del alcaloide y si éste se encuentra después de dos meses más o menos,
que dura la convalecencia, puede asegurarse
que la pretendida curación, aunque lo afirme
el paciente, es falsa y que este se está inyectando ocultamente la morfina.26
El doctor Juarros propone un plan de
desmorfinización consistente en lo siguiente:
Estudio general del enfermo. Implica evaluar
minuciosamente el estado clínico del paciente, sus funciones orgánicas y valoración de
las causas que lo llevaron a la morfinomanía.
Breve reseña de la morfinomanía en Antioquia durante las tres primeras décadas del
siglo XX a partir de un conjunto de historias clínicas del Manicomio Departamental
Elección del método, que debe adaptarse a
las condiciones orgánicas y psíquicas del enfermo. Propone una lista de condicionantes
para seleccio-nar el tipo de intervención.
70
Métodos bruscos
1º Sujetos de menos de treinta años.
2º Corazón absolutamente normal.
3º Mentalidad sana sin huellas de constitución psíquica anormal.
4º Dosis inferiores a cincuenta centigra[mos].
5º No ser morfinómano de más de uno año
de antigüedad.
Métodos rápidos
1º Enfermos de menos de cincuenta años.
2º Carencia de lesiones cardíacas, vasculares
y renales.
3º Sujetos no muy predispuestos a las afecciones mentales.
4º Posibilidad de severo aislamiento del enfermo.
5º Dosis inferiores a dos gramos.
Métodos lentos
1º Enfermos de más de cincuenta años.
2º Dosis superiores a dos gramos.
3º Enfermos con enfermedades cardíacas,
vasculares o renales.
4º Sujetos a los que por motivos sociales no
es posible aislar.
5º Sujetos de gran disposición neuropática.
Preparación: se obliga al paciente a cumplir todas las prescripciones dicta-minadas
según el plan de tratamiento. Debe “cimentarse el hábito de la dis-ciplina” y comenzar
las “reglas psicoterapéuticas”. De este modo,
entendido el período preparatorio, adquiere
el significado de unos días de tanteo para conocer el caso ante que nos hallamos. Pretender desmorfinizar a un enfermo, no sintiéndose amo de su psicología, es tan grave error
como in-tentarlo en un sujeto con más de 80
pulsaciones. Y aún más peligroso es meterse
de lleno en la difícil tarea sin conocer bien
las idiosincrasias físicas y morales del sujeto.
Desmorfinización, en la cual se da comienzo
a la aplicación del método elegido por parte
de personal clínico capacitado.
Convalecencia, acompañamiento del paciente hasta el pleno restablecimiento de los objetivos planteados.27
Información complementaria:
morfinismo y morfinomanía,
etiología, vías de absorción,
intoxicación aguda
Morfinismo y morfinomanía
Definida como una intoxicación crónica
producida por la introducción en el organismo, por un periodo más o menos prolongado
del opio o su derivado principal, la morfina.28
26
Giraldo, 1921, 35.
27
César Juarros, Tratamiento de la Morfinomanía (Madrid: Editorial Saturnino Calleja, 1920), 146-148.
28
Giraldo, 1921.
Según el doctor Giraldo, la morfinomanía como diagnóstico puede inscribirse en
dos vías desde la medicina legal. La primera
teoría sitúa al morfinómano en el campo de
las psicosis, haciendo de él un “irresponsable”, teoría refutada por el mismo galeno, que
considera que el morfinómano se habitúa a la
sustancia de manera accidental, que se presenta en “sujetos de sistema nervioso tarado”
más no por una “predisposición particular del
organismo por el alcaloide”.30 Considera que
si bien existen psicosis inducidas por intoxicación la morfina “no ejerce acción destructiva en el sistema nervioso, y sus efectos se
traducen por excitación primitiva de las funciones cerebrales, que serán seguidas de perturbaciones si su acción se prolonga; carácter
distintivos y explicativo de estas perturbaciones es su desaparición con la supresión y
eliminación de la morfina, lo que no sucede
en las psicosis esenciales o tóxicas, que ni se
detienen en su marcha, ni se modifican con
el tratamiento, aunque desaparezca la causa,”
por ejemplo, alcohol, plomo, arsénico […]
29
Giraldo, 1921, 11-12.
30
Giraldo, 1921.
31
Giraldo, 1921, 28.
32
Giraldo, 1921.
Otra vertiente sostiene que al considerar
la morfinomanía una “pasión” la manifestación de su intoxicación o abstinencia no debe
tener importancia para la medicina legal. No
obstante recuerda los cuadros crónicos que
emergen por la instauración del hábito morfínico los cuales incluyen: caquexia, delirium tremens, alucinaciones, delirios, manías, estados
epilépticos que demuestran una “perturbación
patológica de la actividad intelectual y que excluye
la determinación voluntaria”.31
Debe considerarse al individuo habituado a la morfina como un “vicioso” para el cual
la sustancia ha llegado a ser alimento y sostén
de un organismo, que a fuerza de envenenarse, agregó una sustancia al medio interior de
los tejidos (plasma intersticial, linfa, sangre)
que no por ser extraña y tóxica, ha dejado de
ser necesaria para el organismo que encuentra su normalidad en la misma anormalidad.
Si bien el cuadro de habituación produce estas alteraciones, es frecuente encontrar exaltadas la inteligencia y capacidad de creación
de algunos morfinómanos:
Si se tienen en cuenta los casos muy frecuentes no solo de normalidad sino de lucidez
atractiva y de vigor intelectual de mucho
morfinómanos, trabajadores intelectuales
obligados a rendir un esfuerzo mayor del
que les permiten sus energías, que fueron y
serán astros resplandecientes en el horizonte científico; hombres de estado, genios de
la guerra, artistas, médicos, etc. Tendremos
que considerarlos como seres normales o superiores, no importa que hayan conseguido
el equilibrio de su mentalidad enfermiza a
merced del tóxico, el único pedestal de su
gloria.32
Etiología
Para el doctor Giraldo el morfinómano
es un toxicómano como cualquier otro que ha
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 59 - 75
Se establece una diferencia entre el morfinismo y la morfinomanía. Siendo el morfinismo una “intoxicación aguda con todos los
síntomas específicos del veneno morfínico,
cuyo tratamiento se realiza fácilmente con
la supresión del alcaloide, sin producir graves fenómenos de desintoxicación morfínica.
(Ejemplo enfermo que la utiliza para el dolor
y la suspende una vez está curado). Mientras
que “La morfinomanía es el estado patológico
que resulta del abuso del alcaloide, caracterizado por la necesidad imperiosa de la morfina, como excitante o estimulante del sistema
nervioso, en individuos que encuentran su
normalidad en la anormalidad, a quienes no
puede suprimirse bruscamente la droga sin
producir gravísimos fenómenos de desintoxicación y que presentan, por lo demás, el cortejo sintomático del intoxicado crónico”.29
71
llegado a la morfina por sugestión, imitación
o ejemplo y por lo que llama “el refinamiento”. Define que este sujeto es presa de impulsiones que lo llevan a intoxicarse sobrepasando la capacidad de resistencia de su voluntad.
Este tipo de personajes está conformado por
los “heredo- alcohólicos, epilépticos, neurasténicos, heredosifilíticos y por todos aquellos
que por una u otra causa en sus progenitores
llegan a ser “desequilibrados constitucionales”… “Figura pues en el orden cronológico el
“nerviosismo como causa primera”. Con esto
se quiere decir que hay una predisposición a
la morfinomanía que depende de factores hereditarios o de la educación de la voluntad.
Breve reseña de la morfinomanía en Antioquia durante las tres primeras décadas del
siglo XX a partir de un conjunto de historias clínicas del Manicomio Departamental
Como caracterización general de la etiología y curso de la enfermedad el doctor Giraldo presenta:
72
Se comprende como los débiles mentales son
un terreno propicio para esta clase de conquistas, entre los cuales clasificamos a quienes se llaman entre nosotros “refinados”, seres de personalidad amorfa que no pueden
resistir la tentación de palpar los paraísos
artificiales de que hablan lo libros pseudocientíficos, o mejor, seductores, en donde se
describen sensaciones exquisitas, sutiles y
extrañas, y en donde de una manera errónea
se atribuye al alcaloide la propiedad de producirlas; el veneno solo puede estimular las
funciones cerebrales primero, y deprimirlas
luego, quitándole al individuo cuanto tiene
de precioso; le quita su voluntad y su criterio, el sentido moral en los más afortunados
se relaja, en los otros desaparece; la volubilidad y la mentira se presentan con todos los
caracteres de adquisición honrosa; la cleptomanía, amén del abandono físico que llega
a la repugnancia, hace del morfinómano un
desgraciado, tortura de su familia y descrédito de la sociedad donde se educó.
Es justo anotar que hay un reducido número de morfinómanos que adquieren su vicio
por otra causa: sufrimientos y penas morales, reveses de fortuna, enfermedades que
33
Giraldo, 1921, 10-11.
34
Giraldo, 1921, 14.
35
Giraldo, 1921, 15.
ocasionan grandes dolores y todos aquellos
estados que requieren un lenitivo material,
que se logra muy benéficamente con la morfina. Estos individuos, que no son toxicómanos, son los únicos gratos al tratamiento y,
para decirlo de una vez, los únicos curables,
siempre que el tratamiento se dirija sabia y
prudentemente.33
El doctor señala que el uso de morfina
suele encontrarse en “clases elevadas e intelectuales”, afirma que las clases bajas experimentan su efecto al interior de un hospital
pero que no tienen “el derecho de enviciarse”, porque su pobreza impide sostener el
hábito. Es frecuente encontrar prevalencia en
los hombres aunque considera a las mujeres
más predispuestas debido al temperamento
nervioso que manifiestan.
Señala además que a nivel cultural se encuentra una gama de causas que corresponden a defectos de educación y que son útiles
para la propagación del vicio.
Una de las causas a las que atribuye más
peso es la siguiente:
[...]parece que nosotros estamos constituidos fisiológica y psicológicamente para la
“imitación” […] alguien tiene la luminosa
idea de “imitar” a los extranjeros… y así por
imitación, se ha introducido la morfina entre nosotros, porque el doctor Tal que es un
intelectual, la acostumbra […] y así en todos
los campos de la actividad humana tenemos
maestros y discípulos del vicio.34
Otro factor que contribuye está referido
a la facilidad con la cual los médicos prescriben morfina sin tener en cuenta el fondo de
carácter del paciente. Se adiciona el exceso de
libertad para la compra y venta de drogas lo
cual hace que “hasta los padres de familia que
en su hogar tienen como expresión de comodidades un botiquín, jeringas y agujas para
inyecciones hipodérmicas y un par de termómetros”.35 como agentes de esta causa sitúa
Vías de absorción
El opio puede ser asimilado en el organismo mediante tres vías: digestiva, respiratoria e hipodérmica. La vía de ingesta está determinada por la “forma farmacéutica de la
droga”. De esta manera se tiene que por vía
digestiva se ingieren sólidos como el extracto de opio y las píldoras de extracto tebaico
o líquidos como el láudano jarabe tebaico,
jarabe de codeína, jarabe de morfina o solución de morfina; por vía respiratoria sólo se
menciona el acto de fumar opio, mientras que
por vía hipodérmica se da la introducción en
el organismo de todos los opiáceos solubles
como el clorhidrato de morfina, “aunque últimamente se ha puesto de moda” la heroína,
éter diacético de la morfina, entre otros.36
La intoxicación por el opio se presenta
de la misma manera siendo indiferente la forma de ingesta seleccionada, su peculiaridad
depende más bien del tiempo que se haya hecho uso de la sustancia, del nivel de habituación que haya desarrollado el cuerpo. Según
el doctor Giraldo la dosis empleada no influye de manera significante en la intoxicación.
Lo señala de la siguiente manera: “El tiempo
y la costumbre lo hacen todo; no importa mucho la cantidad ingerida sino la que guarde el
organismo.37
En la muestra seleccionada se resaltan
las inyecciones hipodérmicas como vía de
consumo.
En los Anales de la Academia de Medicina
de Medellín, encontramos un artículo llamado
“Inyecciones hipodérmicas y morfinismo” en
el cual se relata la aparición de la inyección
morfínica con fines terapéuticos:
36
Giraldo, 1921, 16.
37
Giraldo, 1921, 16.
38
Anales de la Academia de Medicina, (Medellín, 1890): 42-43.
Entre los procedimientos terapéuticos con
que la clínica moderna interviene hoy en la
aplicación y uso de los medicamentos, tenemos el de las inyecciones hipodérmicas. Esta
práctica inventada por Wood y vulgarizada
en Francia por Béhier, ha conquistado un
alto renombre y prestado inmensos servicios
a la humanidad. Como todos sabemos, la
morfina es uno de los alcaloides narcóticos
del opio. Se le dio aquel nombre, de Morfeo, dios del sueño; Ludwing la indicó desde
1686 con el nombre de Magisterio de opio, y
después Derosne en 1803 y Seguín en 1804
estudiaron este alcaloide que consideraron
como la narcotina modificada; y al fin, en
1806, fue aislada por Sertuerner, farmacéutico de Einbeek en el estado de Hannover.
Según Fonssagrives, de quien tomó los datos
que preceden, siguieron los ensayos de este
medicamento, Nysten en 1808, Orfila, Sertuerner y finalmente Magendie. Pero, otros
aseguran que fue este último, quien primero
utilizó en terapéutica la acción narcótica de
la morfina. Bally ensayó esta sustancia en setecientos enfermos y contribuyó a extender
su conocimiento y uso, que bien pronto se
hizo muy general entre todos los médicos,
particularmente desde que Wood y Rynd
la aplicaron en inyecciones hipodérmicas.
Mucho antes del método hipodérmico se
usaban los vejigatorios morfinados. Después
se usó la inoculación sub-epidermica practicada con la punta de la lanceta, por consejo
y recomendación de Lafargue (de Saint-Emilión), desde 1837, y al presente conserva su
puesto al lado de las inyecciones hipodérmicas. Estas fueron previstas o anunciadas por
Fourcroy, desde hace más de un siglo como
se revela del siguiente pasaje: “Un gran número de hechos observados nos autorizan
para discurrir que muchos remedios, principalmente los que se conocen con el nombre
de alterantes, podrían producir muy buenos
resultados introduciéndolos en el seno del
tejido celular sub cutáneo.38
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 59 - 75
directamente a las autoridades por la falta de
control y a los círculos médicos por prescribir
arbitrariamente el medicamento y vulgarizar
el uso de inyecciones hipodérmicas.
73
Advierte el doctor Giraldo39 que una sola
inyección llega a trazar el camino de la morfinomanía que se ve facilitado en grado sumo
por el carácter nervioso y la pobreza de voluntad. Según el Galeno el paciente comienza
a utilizar la sustancia con el fin de calmar los
dolores y molestias que presenta. No obstante, no tarda en experimentar los estados morbosos que provoca y una vez cae en cuenta de
esto necesita del químico para sostener niveles mínimos de funcionamiento.
Breve reseña de la morfinomanía en Antioquia durante las tres primeras décadas del
siglo XX a partir de un conjunto de historias clínicas del Manicomio Departamental
Para 1884 encontramos en la Revista médica un artículo de P. Landowski en el cual se
habla sobre la morfinomanía y el morfinismo
en Europa en esta se da cuenta de la preocupación existente en dicho continente por el
aumento exponencial de casos de inyecciones de morfina por lo cual se ha considerado
necesario abrir “casas de sanidad especiales
para curar morfinómanos, lo mismo que a
los sujetos atacados de morfinismo, es decir,
la enfermedad producida por el abuso de la
morfina”.40
74
El círculo médico considera en la época
que la frecuencia con la cual podían encontrarse casos de “envenenamiento crónico”
por morfina respondía en grado sumo a la
vulgarización y generalización de las inyecciones hipodérmicas.41
Los médicos de todos los tiempos, consecuentes con su alta misión de aliviar los
dolores humanos, han buscado por todos
los medios los elementos que, aplicados al
organismo de manera honrada, supriman o
disminuyan los terribles dolores humanos
de muchas enfermedades […] a la cabeza de
estos elementos analgésicos figura la morfina…desde su descubrimiento los médicos
la han empleado de buena fe […] pero eran
desconocidos los efectos de su uso, o mejor
de su abuso, y sus pacientes, halagados con
el estado de euforia que les producía, se entregaron al vicio de la morfina y arrastraron
todas sus consecuencias; así nació la morfinomanía y sus adictos se encargaron de propagarla, haciéndola conocer por sus efectos
euforísticos.42
Intoxicación aguda
En el discurso pronunciado por el doctor
Manuel N. Lobo, en la Academia Nacional de
Medicina de Colombia el día 19 de julio de
1899, encontramos una descripción general
del estado de intoxicación producido por una
inyección de morfina:
He aquí como describe Chambard el efecto
de la inyección de morfina: algunos minutos
después parece que un alegre rayo de sol
atraviesa sombrías nubes e ilumina toda la
existencia; se siente un ligero vértigo; un
agradable farniente; una dulce sensación de
calor recorre los miembros; una voluptuosa
languidez se apodera de todo el ser, todo
malestar físico desaparece como por encanto;
no se sienten ya las mil incomodidades a
las cuales no presta atención el hombre
alegre y activo, pero cuyo peso todo siente
el hombre triste, hastiado y lánguido. El
cuerpo parece sublimarse; los miembros
se sienten más ligeros, se extienden, toman
instintivamente las posiciones más cómodas,
y se abandonan insensiblemente a un grato
reposo. La inteligencia, como despojada
de la ganga grosera que la retenía cautiva,
parece más viva, más clara, más activa,
aun quedando manejable y dócil… ¡cuánto
error hay en suponer que esta situación ha
de ser duradera! En un plazo más o menos
corto cede su puesto a lo que se ha llamado
el estado de necesidad; la primera dosis no
satisface; forzoso es aumentarla y aumentarla
indefinidamente; a pesar de ella, el malestar
no cesa; ya no produce placer; apenas calma
39
Giraldo, 1921.
40
P. Landowski, “Morfinomanía y morfinismo”, Revista Médica. 9, 99 (Septiembre 1884): 138-139.
41
Anales de la Academia de Medicina, (Medellín, 1890).
42
Giraldo, 1921, 12.
Encontramos además en los Anales de la
Academia de Medicina de 1890 una descripción
de la intoxicación morfínica según la dosis
suministrada:
- Si la dosis corresponde a un miligramo cada
hora, no se observan altera-ciones notables.
Emergen como síntomas “ligera inapetencia
y retardo en las deposiciones”.
- Si la dosis corresponde a un centigramo es
posible evidenciar una leve alte-ración que
se manifiesta por los siguientes síntomas:
“excitación, viveza corporal y espiritual, insomnio, inquietud, alucinaciones, dolor de
cabeza, embotamiento sensorio, tendencia al
sueño, sueño profundo fácil de interrumpir”
- Si la dosis corresponde a tres centigramos
se presenta una corta excitación seguida de
un “sueño profundo que viene seguido de
nauseas, vómitos, deseos de orinar, picor en
la piel y exantema o erupción.”
- Si la dosis corresponde a seis centigramos
se considera tóxica y peligrosa, provoca un
sueño comatoso acompañado de síntomas
como “contracción pupilar, respiración difícil, retardada e irregular; acción cardiaca
debilitada, relajación muscular, inmovilidad
del cuerpo, abolición de la irritabilidad refleja: abolición del dolor y reacción pupilar. En
caso de restablecerse el individuo se activan
nuevamente las funciones respiratoria y cardiaca, se recobra el conocimiento y quedan
como resaca fatiga, jaqueca, nauseas, constipa-ción, retención urinaria y exantemas.
Si este tipo de intoxicación se sostiene implicando el aumento de dosis se debe considerar la aparición de “un en-venenamiento
crónico” que se conceptualizó bajo el nombre
de morfinismo.44
Si bien se trazan las fronteras entre el
consumo terapéutico de la sustancia y las
dosis mediante las cuales puede agravarse
dicho consumo como hábito el doctor Giraldo advierte que los organismos responden de
acuerdo a la sensibilidad desarrollada o adquirida por la costumbre.
A modo de conclusión se puede decir
que, la morfinomanía era considerada en la
época como un problema de “higiene social”
que respondía a diversos factores, esta se sitúo
como etiología: enfermedad, refinamiento,
imitación, herencia. Se trazó una diferencia
entre morfinomanía y morfinismo. No hay
unidad de nominación del diagnóstico, no
obstante, se presentan síntomas psíquicos y
físicos. En cuanto a los métodos prevalece
el de desmorfinización rápido. En todos los
casos los pacientes egresan por mejoría. Como
medicamentos sustitutivos en el proceso
de desintoxicación se incluían calmantes e
hipnóticos.
43
M. Lobo, “Morfinomanía” (Discurso pronunciado en la Sesión Solemne de la Academia Nacional de Medicina de Colombia, Bogotá, 19 de
julio, 1899), 6-7.
44
Anales de la Academia de Medicina, (Medellín, 1890): 43-44.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 59 - 75
el sufrimiento; el más ligero retardo en la
inyección trae una angustia atroz.43
75
Tratar, cortar, abrir, cerrar, coser
Enseñanza de la Anatomía en la escuela de Medicina
de la Universidad de Antioquia
Luz Elena Muñoz Lopera1
1
Socióloga Universidad de Antioquia, Institucionalización, organización y difusión del saber médico en la universidad de Antioquia durante el
siglo XIX, trabajo de grado para optar al título de magister en historia. Director doctor Álvaro león casas Orrego, Universidad de Antioquia
facultad de ciencias sociales y humanas departamento de historia. Medellín 2011. [email protected].
Resumen
En este artículo se aborda el tema de la enseñanza de la anatomía, la disección y la autopsia como
un medio para entender las enfermedades desde un punto de vista físico y como herramienta fundamental de estudio, estas prácticas constituyeron en la Universidad de Antioquia a mediados del
siglo XIX, uno de los principales modelos de enseñanza en lo que a anatomía respecta, y fueron
llevadas a cabo en la facultad de medicina por el médico Antonio J Naranjo, quien abrió el camino
para el entendimiento de la enfermedad desde la mirada del cadáver.
Palabras clave
Anatomía, autopsia, prácticas, enfermedades, modelos de enseñanza, enfermedad.
La enseñanza de la anatomía, las disecciones y las autopsias como modos eficaces
de adquirir el conocimiento de esta ciencia,
tienen inicio en Antioquia mucho antes de
que se creara la Escuela de Medicina de la
Universidad de Antioquia en 1871. Según
Emilio Robledo, de datos obtenidos del doctor Julián Escobar, decano de los profesores
de esta materia en la Escuela, se deduce que
la anatomía fue enseñada y practicada de
manera científica desde 1851, por el doctor
Justiniano Montoya, quien “enseñó anatomía
2
en cadáveres por primera vez en Antioquia
y llegó a practicar hasta dos disecciones por
junto” por esto se le consideraba el precursor
de los estudios prácticos. También se conoció que el Dr. Juan C. Uribe hizo traer con el
mismo fin un maniquí del cuerpo humano,
el que vendió más tarde al Gobierno y sirvió
para estudiar en él las generaciones de médicos que se sucedieron por muchos años en el
claustro Universitario.
Enseñanza que estaba dirigida de manera privada, y no institucionalizada, a estudiantes que aspiraban obtener un título
universitario en medicina bien fuera en Antioquia o en la capital, a través del veredicto
de un Consejo de Examinadores autorizados
para ello.2
(Emilio Robledo, 1924, 33). Tiberio Álvarez E, “Escuela de Medicina”. en: Universidad de Antioquia: historia y presencia, Universidad de
Antioquia, (Medellín, 1998), 106.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 77 - 95
La anatomía en la Escuela de
Medicina de la Universidad de
Antioquia
77
Una vez establecida la Universidad y con
ella la Escuela de Medicina en 1871, comienzan los esfuerzos por parte de las directivas
y profesores por tratar de consolidar la enseñanza de las ciencias médicas entre nosotros.
La clase de anatomía, fue una de ellas. Pues
tuvo su mayor mentor en el doctor Antonio
J. Naranjo, titular en varias oportunidades de
ésta en la Escuela. Para él, la Anatomía representaba la base de la profesión médica y aún
más de la Cirugía; por tal motivo consideraba
que se le debía dar mayor amplitud y consagrar mayores cuidados dentro del orden de
los estudios de la Escuela.
Tratar, cortar, abrir, cerrar, coser
Enseñanza de la Anatomía en la escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia
Para Naranjo, el cuerpo humano era
equiparable a una máquina como el reloj, y
de allí, devenía la definición que daba de esta
ciencia. “Imposible sería, -decía- componer
un reloj, sin el conocimiento de la máquina, y
la Anatomía, no es otra cosa, que, la enseñanza bruta y material de la máquina humana;
la descripción de las palancas de la organización animal”.3
78
Observados más de cerca, los sucesivos
planes de estudio de la Escuela de Medicina,
a partir del de 1874 hasta 1898, se nota el acento puesto sobre esta disciplina con respecto a
los demás cursos que comprendían el estudio
completo de esta profesión.4 La enseñanza de
la anatomía, estaba dividida o comprendía
los siguientes cursos:
1. Anatomía general
2. Histología (Anatomía de los tejidos)
3. Anatomía descriptiva curso I
4. Anatomía descriptiva curso II
5. Anatomía topográfica
6. Anatomía patológica.
Pero el aspecto sobre el cual se hacía más
énfasis era el de que esta disciplina debía enseñarse de una forma enteramente práctica, y
las disecciones y las autopsias serían las for-
mas más eficaces de llegar a su conocimiento. Por ello, cada Plan de Estudios legislado y
aprobado para la Universidad, reglamentaba
en uno de sus Artículos lo siguiente:
Los estudios de Anatomía […], se harán
sobre los cadáveres. Los alumnos de estas
clases tendrán la obligación de practicar las
autopsias que los respectivos catedráticos les
señalen, y de disecar dos horas diarias por lo
menos, si así lo dispusieren los Catedráticos.
La falta de cumplimiento de este deber equivale á la de asistencia á clase.5
Pero, ¿qué tan prácticos pudieron llegar
a ser estos estudios?, ¿contaba la Universidad
y la Escuela de Medicina con los elementos
necesarios para hacer de la enseñanza de esta
ciencia una actividad enteramente práctica,
como son: el anfiteatro, los cadáveres, los Disectores, los laboratorios, etc.? Tratemos de
dar respuesta a estas preguntas por medio de
algunos datos y testimonios encontrados en
los diferentes documentos-fuente indagados.
En septiembre de 1873, el doctor Antonio
J. Naranjo, en respuesta a las Directivas de la
Universidad, respecto a la misión encomendada para la conveniente organización de la
Escuela de Medicina, recomienda que las disecciones anatómicas, debían hacerse en una
sala especial, que serviría a la vez para la anatomía, la medicina operatoria, las autopsias y
algunas veces para las operaciones quirúrgicas. Propone el uso de maniquíes como: un
esqueleto armado y articulado especialmente, un cráneo cuyas piezas pudieran unirse o
separarse a voluntad, un ojo y una oreja (sentido del oído) de grandes dimensiones. Esto,
“para facilitar el estudio de la anatomía; sobre todo si se atiende a que rara vez podemos
disponer de un cadáver”. Y con respecto a la
enseñanza de la Histología también hacía sus
requerimientos, justificándolos de la manera
siguiente:
3
Archivo Histórico Universidad de Antioquia (AHUA) en adelante: Comunicaciones oficiales, Rectoría correspondencia 1860/1874, tomo caja
32-6-04-7, f. 364.
4
En la tesis original se refieren en el capítulo II, los diferentes Planes de Estudio adoptados por la Escuela de Medicina entre los años 1874-1900.
5
“Decreto LXXVII, de 28 de octubre de 1874, Orgánico de la Universidad de Antioquia”, El Monitor, rollo 0061, tomo III, Nº 20, (Medellín, 11
de noviembre de 1874), 170.
Con estos elementos: la sala de disecciones, los maniquíes, el microscopio y las preparaciones histológicas, el profesor podría
suplir lo que faltase en el curso.
Por lo menos, para iniciar el año 74, ya
contaba la Escuela, con algunas piezas que representaban partes del cuerpo humano, traídas desde Francia, tales como: un ejemplar de
ovología, un bacinete de mujer, un bacinete
de hombre, un ojo cortado verticalmente, dos
úteros de ocho y nueve meses, un cerebro
sintético, una mano, una cabeza (la mitad),
un ojo completo, un aparato del oído, una
laringe, una lengua, un cerebro de hombre,
una dura madre, un cerebelo de hombre, un
corazón de feto, y seis úteros (la colección);
todas estas, adquiridas por un valor de 2.730
francos.7
Con el transcurso del tiempo, la Escuela fue adquiriendo nuevos aparatos y objetos
anatómicos. En 1881 el Rector de la Universidad Fidel Cano, informaba a la Asamblea
Legislativa que, los útiles y aparatos de la
Escuela de Medicina y Cirugía se aumentarían con un maniquí, un esqueleto y algunas
otras piezas anatómicas pedidas a Europa.
También agregaba que el pedido hecho por el
gobierno comprendía además de lo ya men-
cionado un microscopio y varias colecciones
y cuadros para la enseñanza de Historia natural.8
Pero lo irónico de la situación era que a
la vez que adquiría nuevos objetos, también
perdía y se deterioraban otros, debido a las
ocupaciones del Claustro que hacían las fuerzas del Gobierno en época de guerra. Aun así,
un inventario realizado en la Universidad
para el año de 1893, da cuenta de por lo menos, 26 diferentes objetos anatómicos existentes en el gabinete de medicina; y donde el microscopio no hace parte de la lista, ni siquiera
deteriorado. ¿A caso nunca fue adquirido?9
Inventario de objetos anatómicos y otros
objetos existentes en el gabinete de medicina
en el año de 1893:
1 Esqueleto grande con soporte
2 Esqueletos medianos
1 Esqueleto pequeño
1 Maniquí
1 Maniquí deteriorado
7 Úteros
2 ojos
1 Sección del ojo
1 Corazón
2 Oídos
1 Médula espinal
1 Mano
1 Cerebro
1 Corte del cerebro
1 Aparato lengual
1 Media cara
1 Laringe
1 Aparato genital del hombre
1 Aparato genital de la mujer
1 Corte del tronco humano
6
AHUA, Comunicaciones oficiales, Rectoría correspondencia 1860/1874, tomo caja 32-6-04-7, Medellín, 1873, f. 365.
7
Lista de objetos recibidos de Francia, que representan algunas partes del cuerpo humano para el estudio en la Escuela de Medicina de la
Universidad del Estado de Antioquia”, El Monitor, rollo 0061, tomo III, 1, (Medellín, 14 de enero de 1874):1.
8
“Informe dirigido a la Asamblea Legislativa de 1881”, Anales de la Universidad de Antioquia, (Medellín, 1881): 8.
9
“Inventario noviembre 1893”, Comunicaciones oficiales, Rectoría correspondencia inventarios 1893/1919, tomo caja 32-5- 39-4, f. 11.
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Conociendo ya la constitución bruta o tosca del cuerpo humano, preciso es tratar de
conocer su constitución molecular o íntima.
Este es el objeto de la histología normal; pero
también es preciso conocer las manifestaciones que sufren estos tejidos durante la enfermedad. i este es el objeto de la histología
anormal ó patológica. (…)Como se trata de
moléculas sumamente pequeñas, se necesita
un buen microscopio con su guía correspondiente, y dos o tres preparaciones histológicas de cada uno de los tejidos ó elementos de
tejido del cuerpo humano.6
79
3 Aparatos dentarios
1 Corte de las meníngeas
20 Preparaciones de ojos enfermos
4 jeringas con 10 boquillas
6 Cajas de bisturíes en mal estado
1 Colección de 500 planchas de anatomía.10
Al parecer, los maniquíes, sí estaban
cumpliendo su cometido. Así lo demuestra el
Rector de la Universidad Pedro Justo Berrío
en un informe sobre la marcha de ese Establecimiento, presentado a mediados del año
1874. Refiriéndose a la Escuela de Medicina
dice:
Tratar, cortar, abrir, cerrar, coser
Enseñanza de la Anatomía en la escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia
Se carece además de un anfiteatro anatómico, y las disecciones se practican hoy penosamente en un pequeño local cercano al cementerio del sur, tomado en arrendamiento
para tal objeto. La consagración del profesor
de Anatomía e Histología, el señor Antonio J.
Narango, la notable aplicación de sus alumnos y el uso frecuente del maniquí y demás
piezas anatómicas sueltas de gran merito que
posee la Universidad, han contrarrestado en
gran parte la indicada deficiencia.11
80
En 1881 el doctor Manuel Uribe Ángel,
reforzaba las penurias y carencias que se tenían en la práctica de la medicina con esta frase, “carecemos de anfiteatro anatómico, no tenemos pabellón quirúrgico, las vivisecciones
nos son desconocidas (…)”escrita en la obra
ya citada, La medicina en Antioquia.12
El Anfiteatro anatómico
Hemos visto, cómo la enseñanza práctica
de la anatomía, requería como mínimo de un
espacio especial o anfiteatro, en donde poder
realizar las disecciones y las autopsias. Los
datos encontrados en los archivos dan cuenta, que siempre fue ésta, una necesidad sentida para la Escuela de Medicina. Y también
muestran, cómo las disecciones anatómicas y
las autopsias, tuvieron que llevarse a cabo en
lugares improvisados como patios o piezas
de casas y corredores o galerías del Cementerio San Lorenzo de la Ciudad, sin los más
mínimos requerimientos de higiene; pues el
“Anfiteatro anatómico”, no se empezó a construir sino hasta 1897 y se comenzó a usar para
su objeto presumiblemente después de 1904.
Encontramos datos sobre este aspecto de
los anfiteatros solo a partir de 1874, por tal
motivo ignoramos cómo pudo desarrollarse
esta práctica de las disecciones a partir del
momento en que se establecieron los cursos
de anatomía en la Escuela en 1872.
En el mes de Febrero de 1874, los estudiantes de medicina Ramón Arango y Tomás Bernal, envían una carta al Rector de la
Universidad, manifestándole la necesidad de
que se designara una pieza para las disecciones anatómicas; pues en el Hospital no se les
permitía hacerlas. Esta solicitud fue remitida
a su vez al D.G. de I. P., quien manifestó que
tan pronto como se consiguiera el local, daría
cuenta al rectorado.13 Al parecer, la gestión
nunca se hizo. Y los estudiantes de medicina tuvieron que hacerla, y pagar de su propio bolcillo el costo del alquiler de la casa,
tal como lo relata R. B., (seudónimo utilizado
por un estudiante de medicina) en La cabeza
de Guatí. “A la una de la tarde – dice- llevamos
el cadáver a una casita pajiza situada a sesenta pasos del viejo cementerio (de los pobres)
que los estudiantes de medicina pagábamos
para hacer en ella las autopsias”.14
10
“Inventario noviembre 1893”, Comunicaciones oficiales, Rectoría correspondencia inventarios 1893/1919, tomo caja 32-5- 39-4, f. 11.
11
“Informe del Rector de la Universidad sobre la marcha de este establecimiento”, El Monitor, rollo 0061, tomo III, 14, (Medellín, 19 de
agosto de 1874): 114.
12
Manuel Uribe Angel, La medicina en Antioquia, (Bogotá: Minerva, 1936), 125.
13
AHUA, Comunicaciones oficiales, Rectoría correspondencia 1873/1874-1882/1883, tomo caja 32-6-02-3, Medellín, 1874, f.
14
R. B., “La cabeza de Guatí”, La Miscelánea, año 3º, entrega 6ª, (Medellín, Abril de 1893): 183.
A partir del año 1894, el Concejo Municipal, en cabeza del doctor Tomás Quevedo,
concede permiso al Rector de la Universidad
para hacer uso del local que el distrito tenia
consagrado para las autopsias legales; a fin,
de que los estudiantes de la Escuela de Medicina pudieran hacer prácticas y disecciones,
“bajo la dirección, eso sí, de un superior, para
evitar la indisciplina”.17
La aprobación para la construcción de
un Anfiteatro anatómico propiamente dicho,
según requerimientos académicos exigidos,
se llevó a cabo mediante la Ordenanza Nº
7 de 23 de junio de 1896; voluntad política,
que tuvo su iniciativa en el doctor Eduardo
Zuleta, Rector de la Universidad. Iniciativa,
que también reveló algunas discrepancias
entre la Dirección del Hospital, en cabeza de
las Hermanas de la Caridad y el Rectorado
de la Universidad y comunidad médica de la
ciudad. El desacuerdo se hizo manifiesto en
un artículo18 de autoría del mismo Zuleta, publicado en la revista Anales de la Academia
de Medicina de Medellín, de marzo de 1896.
El artículo fue finalizado con esta nota aclaratoria: “El autor de este artículo es católico,
apostólico, romano; por lo tanto, es partidario
de las comunidades religiosas y cree que las
Hermanas pueden prestar muy buenos servicios; pero en el caso presente opina que los
intereses sociales sufren con el régimen actual
del hospital y esto lo ha determinado a escribir estas líneas”.
Estos son algunos de los pormenores,
narrados en el artículo:
En alguna oportunidad se encontraban reunidos varios médicos en uno de los salones
del Hospital de la Caridad y prontos a hacer una operación quirúrgica a una de las
pacientes; cuando fueron sorprendidos con
la noticia de que la enferma que debía ser
operada, había desaparecido. Esto fue interpretado por los médicos como una burla por
parte de la Hermanas, que se habían opuesto
a tal intervención. Los médicos, resolvieron
entonces, levantar su protesta ante el Gobernador; la que no surtió efecto, pues, éste, decidió no mezclarse en el asunto.
Poco tiempo después de este incidente- dice
el artículo- se discutía en la Asamblea del Departamento una partida del Presupuesto que
disponía emplear $8,000 para la construcción
de un anfiteatro anatómico. El Sr. Lucrecio
Vélez Vicepresidente de esa Corporación, solicitó un informe sobre el asunto al Sr. Eduardo Zuleta, Rector de la Universidad, para
que la Asamblea supiera a qué atenerse respecto a la utilidad del anfiteatro, y así quedar
justificada la petición de dicha suma.19
15
Emilio Robledo, La Universidad de Antioquia, (Medellín, Imprenta oficial, 1923), 174-175.
16
AHUA, Comunicaciones oficiales, Rectoría correspondencia 1873/1874 – 1882/1883, tomo caja 32-6-02-3, f. 369.
17
“Actas del año de 1894, sesión del 5 de abril, Concejo Municipal de Medellín”, AHM, Concejo Municipal, tomo 252, Medellín, 1894, f. 234.
18
Eduardo Zuleta, “El Hospital de Caridad de Medellín”, AAMM, VII, 6 (1896): 178-180.
19
Zuleta, 1896, 178.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 77 - 95
En el año de 1883, surge la iniciativa por
parte del Rector, de hacer construir una pieza en el cementerio de San Lorenzo para la
conservación y examen de las piezas anatómicas de importancia; medida aplaudida por
los profesores de la Escuela, los doctores Manuel Uribe Ángel, Alejandro Restrepo, Tomás
Quevedo y Rodolfo Zea. Éstos a su vez fueron comisionados por el Rector para elaborar
un reglamento para la organización científica
de la Escuela. Entre las disposiciones del reglamento, estaban la de utilizar como anfiteatro anatómico, el antiguo edificio donde
funcionó alguna vez el Laboratorio Químico municipal, y la de llevar al anfiteatro los
cadáveres que no fueran reclamados por los
deudos, para que los estudiantes hicieran sus
prácticas de anatomía y cirugía15. También en
ese mismo año, el Rector, pone a disposición
del Prefecto del Departamento del Centro, el
local preparado como anfiteatro del Colegio
Central de la Universidad, “para que sirva
también para la práctica de reconocimiento
de cadáveres en asuntos criminales ocurridos
en la ciudad”.16
81
Tratar, cortar, abrir, cerrar, coser
Enseñanza de la Anatomía en la escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia
El informe presentado por Eduardo Zuleta ante la Asamblea y consignado en el artículo decía:
82
Creemos que es de absoluta necesidad la
construcción de un anfiteatro anatómico,
porque mientras éste no exista, no pueden
hacerse estudios prácticos de Anatomía ni
de Cirugía en la Universidad. Opinamos que
dicho anfiteatro debe construirse en el hospital mismo, en donde hay espacio suficiente y apropiado al objeto; pero creemos que
a pesar de esto, la Asamblea no debe votar
la partida señalada para dicha construcción,
porque siendo las Hermanas de la Caridad
(Hablamos de las del Hospital), no ya el 4º
poder constitucional, sino el 1er. poder constitucional entre nosotros, basta con que estas
señoras se opongan á la construcción, para
que ésta no se lleve á cabo; y aún cuando se
construya el anfiteatro, si ellas no quieren
dar los cadáveres, los estudiantes tendrán
que someterse á semejante determinación, y
entonces el edificio construido sería inútil. Es
doloroso tener que hablar de este modo, porque esto indica una imposición injustificada
por parte de tan respetables señoras, pero
esos serían evidentemente los resultados. Por
consiguiente, creemos que lo que debe hacer
la asamblea es comenzar por reorganizar el
Hospital, revisando o modificando el contrato por el cual vinieron aquí las Hermanas, y
solicitar del Gobierno una copia de él para
estudiarlo; pues no es justo que los enfermos
y los médicos, por lo mismo, los intereses de
la colectividad y de la ciencia sufran menoscabo, sin razón alguna. Hecho esto, puede
resolverse lo del anfiteatro.20
La Asamblea, al parecer, atendió el informe, pero, después de un tiempo, dice él,
perdieron la esperanza de ver reformado el
régimen interior del Hospital. “perdimos de
vista a las Hermanas y pusimos el oído contra
el muro para no volver á oír nada relativo á
este asunto”.
20
Zuleta, 1896, 179.
21
Zuleta, 1896, 180.
Hasta que un distinguido médico de la
ciudad alarmado por lo que pasaba en el Hospital, llamó nuevamente la atención del público y de las autoridades, en artículos publicados en Los Tiempos (periódico nacionalista
y católico), sobre los inconvenientes en el régimen de este Establecimiento. Por el motivo
anterior, Eduardo Zuleta vuelve a interesarse
en el caso y aprovechando que la reunión de
la Asamblea del Departamento estaba próxima a realizarse, y siendo dicho Cuerpo el encargado de resolver los asuntos de Beneficencia é Instrucción Pública, se atrevió a solicitar
lo siguiente:
1º. Reorganizar el Hospital, acomodando
éste a las exigencias que la ciencia y la beneficencia pública demandan. Impedir, por
consiguiente, el que las Hermanas invadan
jurisdicciones ajenas.
2º. Ordenar la construcción de un anfiteatro
anatómico en el local mismo del hospital.
3º. Dotar al hospital de buenos instrumentos
de cirugía y de nuevos medicamentos.
4º. Ordenar el establecimiento de un dispensario, que puede ser servido por los miembros de la Academia de Medicina, y de una
oficina de reconocimientos oficiales en el
mismo Hospital.
5º. Remunerar debidamente al médico de
ese establecimiento, para que pueda dedicar
más tiempo á los enfermos, y á la vigilancia
estricta de todo aquello que deba hacerse
para el buen servicio higiénico y médico.
Esto pedimos respetuosamente a la Honorable Asamblea, si así lo hiciere, Dios la premie, y de no, Él y los desgraciados se lo demanden. Eduardo Zuleta. Mayo 8 de 1896.21
Un mes después la Asamblea Departamental, aprobó la siguiente ordenanza, reconsiderando algunos puntos de los propuestos
por Zuleta.
La Asamblea Departamental de Antioquia
considerando:
1º. Que los países civilizados organizan con
el mayor esmero, y en la perfección posible,
los estudios de medicina, ciencia que atañe
a la conservación y vida de los individuos y
las sociedades
2º. Que dichos estudios requieren como base
indispensable Hospitales, Anfiteatros, Laboratorios, Dispensarios y otros.
3º. Que la higiene pública y privada reclaman con urgencia el examen bacteriológico
e histológico de muchas enfermedades, alimentos y materias, para evitar la transmisión
y propagación de gravísimas afecciones, tales como la elefancía, tuberculosis, carbón,
difteria y fiebre tifoidea y demás.
4º. Que se hace preciso prepararse en el país
vacunas que eviten enfermedades como las
mencionadas, por alterarse con frecuencia
las introducidas del extranjero.
conferencias científicas reglamentadas por la
Junta del Hospital.
Art. 4º. La reglamentación y dirección científica del hospital de Caridad, así como lo relativo al servicio médico de él, corresponde a
una Junta que se llamará “Junta Directiva del
Hospital”, y se formará de dos médicos nombrados por el Gobernador, y del Rector de la
Universidad. Esta junta dictará las providencias conducentes á la ejecución de la presente
ordenanza. Los Reglamentos que expida serán sometidos en todo caso, a la revisión del
Gobernador.
Art. 5º. Destínese la suma de tres mil pesos
oro ($3000) para la compra de los elementos
que se necesiten para completar el Laboratorio Bacteriológico de la Universidad, y la adquisición de los instrumentos indispensables
para el Anfiteatro. Asignase para la construcción de este la cantidad de veinte mil pesos
($20.000).
5º. Que el servicio médico de la clase menesterosa es muy deficiente.
Art.6º. El anfiteatro que se construya, fuera
de los casos a que está destinado, deberá servir para la práctica de los reconocimientos
médico-legales que la justicia necesite.
6º. Que es deber de todo gobierno velar por
la conservación y progreso de los pueblos
que le están encomendados.
Art. 7º. El valor de los gastos que ocasione la
ejecución de esta ordenanza, se considerará
incluido en el presupuesto 1897 a 1898.22
Ordena:
Art.2º. Procédase á hacer construir en lugar
apropiado de la misma localidad, con las severas condiciones de la ciencia moderna, y
acomodándose á las necesidades de nuestra
situación, un Anfiteatro que sirva con especialidad para los estudios prácticos de anatomía, Cirugía, Medicina legal, Bacteriología
é Histología.
La Ordenanza anterior, empezó a transitar del papel a la realidad, cuando Eduardo Zuleta reunido en Consejo Universitario
el día 7 de febrero de 1897, propuso y le fue
aceptado, autorizar al Vicerector y al Director de obras Públicas para que contrataran la
construcción del edificio de tres pisos, que se
agregaría al Colegio de Zea y de dos locales
más, uno para el Laboratorio de Bacteriología y el otro para el Anfiteatro anatómico; sometiendo dicho contrato a la aprobación del
Consejo.23
Art.3º. Crease un dispensario en el hospital,
con el objeto de que los profesores de Clínica presten gratuitamente servicios médicos
á la clase pobre, y de que se establezcan allí
La situación angustiosa del Tesoro del
Departamento en 1898, no pudo atender además de otras obras como el edificio, los gastos
de construcción del Anfiteatro de anatomía,
Art. 1º. Establecénse los estudios de la Escuela de Medicina del Departamento en el Hospital de Caridad de Medellín
22
Ordenanza Nº 7, de 23 de junio de 1896”, AAMM, año VII, 7, 8 y 9, Medellín, junio de (1896), 279-281.
23
Acta del día 7 de febrero de 1897”, AHUA, Actas, Consejo Directivo (1896/1899 – 1901/1910), tomo caja 32-6-02-2, f. 21.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 77 - 95
Ordenanza Nº 7, de 23 de junio de 1896
83
por lo que el Consejo Directivo del Colegio
resolvió dar en préstamo al Tesoro una suma,
para que no se suspendieran los trabajos. La
medida fue eficaz, tanto que Eduardo Zuleta
pudo decir en su informe de fin de año, refiriéndose al anfiteatro: “venciendo grandes
dificultades se ha adelantado esta obra muchísimo, tanto que en dos meses estará lista,
De suerte que puede decirse que este Colegio
cuenta hoy con un magnífico edificio, bien
construido y de muy buenas condiciones higiénicas”.24 También en ese mismo año, en
otro informe, respecto a varios elementos de
laboratorio encargados a Francia, decía: “para
el anfiteatro anatómico se han recibido, una
jeringa para inyecciones cadavéricas y varios
estuches para disecciones anatómicas”.25
Tratar, cortar, abrir, cerrar, coser
Enseñanza de la Anatomía en la escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia
El 1 de junio de 1899, al separarse de la
Universidad para ocupar el cargo de la Legación de Colombia en España, informaba sobre
las actividades realizadas en el Plantel, y del
anfiteatro expresaba: “cuando entre aquí no
había entonces anfiteatro. Hoy está construido uno que prestará grandes servicios y que
es el mejor del país”.26 También a este tiempo,
las desavenencias y las malas relaciones con
las Hermanas del Hospital, no existían, veamos:
84
Las relaciones entre la Superiora y la Junta
Directiva del Hospital, son cordiales y los
inconvenientes que se presentaron al principio para las innovaciones introducidas han
desaparecido. Todas las molestias, todas las
enemistades y todos los sacrificios personales por los que he tenido que pasar los tenía
previstos cuando acepté el puesto de que
hoy me separo, y nada significan si con mi
conducta y mis esfuerzos he prestado un servicio á la instrucción pública.27
Al parecer, los laboratorios de Bacteriología y el Anfiteatro anatómico, no pudieron
24
instalarse en los locales construidos a tales
fines, al menos, antes de que finalizara el siglo XIX; lo da a entender el Rector de la Universidad en el Consejo Directivo de julio de
1904, cuando informaba, que ya estaban terminadas las piezas para instalar el laboratorio de Bacteriología y el Anfiteatro, pero, una
nueva Ordenanza de la Asamblea las había
destinado a otro objeto; por esto solicitaba se
nombrara una comisión conformada por el
señor Secretario de Instrucción Pública y por
él, para reclamar y sostener los derechos de la
Universidad en este asunto, ante la autoridad
competente.28
Los cadáveres
Lo mismo ayer que hoy, dice Prometeo
Madarnas, el estudio de la medicina es imposible sin la existencia de libros en donde leer
las experiencias del pasado, ni enfermos en
los cuales comprobar las lecciones aprendidas y sin cuerpos humanos en los que poder
estudiar la situación o relaciones de los órganos, músculos o huesos.
Llegar a operar con éxito una apendicitis sería todo un problema, si previamente
el cirujano no hubiera visto muchos casos
y aprendido las diversas posiciones en que
puede hallarse un apéndice. Lo mismo podría decirse de los demás órganos del cuerpo
humano.
Del mismo modo que el cirujano cura
con las manos el cuerpo humano, al tratar,
cortar, abrir, cerrar, coser etc.; el médico ha
de estar enterado de que es lo que hay debajo de cada centímetro cuadrado de piel, saber
por donde pasan las arterias y los nervios,
y así podrá interpretar los dolores y tantos
otros trastornos del cuerpo. A ambos, médico
y cirujano, es imprescindible el estudio de la
anatomía, y por eso, desde Hipócrates hasta
Informe del Rector del Colegio de Zea”, Anales del Colegio de Zea, 4, (Medellín, Tipografía del comercio, 1898): 30.
25“Laboratorios”, Anales del Colegio de Zea, 3, (Medellín, Imprenta del Departamento, 1898): 130.
26
Anales del Colegio de Zea, 6, (Medellín, Tipografía del Comercio, 1899): 3.
27
Anales del Colegio de Zea, 6, (Medellín, Tipografía del Comercio, 1899): 6.
28
“Acta Nº 34, julio 5 de 1904”, AHUA, Actas, Consejo Directivo 1896/1899-1901/1910, tomo caja 32-6-02-2, 1904, f.188.
En los países y en las épocas en que diseccionar cadáveres resultaba imposible debido a las leyes y a las gentes que la prohibían, la enseñanza era más reducida, tenía
que procederse a estudiar la anatomía en animales, siendo los cerdos y los toros los más
frecuentemente utilizados; es decir, a falta de
cuerpos humanos, se recurría a la anatomía
comparada.
Durante el Renacimiento, época en que
se rompe con la tradición; empiezan a surgir
hombres intrépidos que no se conforman con
lo que sus maestros les enseñan, y tanto los
escultores como los pintores y los médicos,
echan mano de los cadáveres para poder estudiar con detalle la arquitectura del cuerpo
humano; tal el caso de Mondino, Vesalio, Leonardo de Vinci, Miguel Ángel y otros más. Tal
práctica, muchas veces era perseguida por el
vulgo o por la justicia; los cadáveres resultaban difíciles de obtener, y para disponer de
alguno, tenían que proceder algunas veces a
sustraerlos de las criptas de los cementerios.
Solían hacerlo en invierno, pues así podían
guardar los cadáveres durante algunos días,
sin que el hedor los delatase.30
Hace solamente dos siglos que en Escocia la falta de cadáveres para el estudio llegó a
producir consecuencias funestas. Las órdenes
religiosas cuidaban de que no hubiera cadáveres a disposición de los médicos y crearon
instituciones benéficas para enterar a los vagabundos y gentes sin medios, que morían
abandonados en los hospitales.
Era a principios del siglo XIX cuando en
Edimburgo había un afamado anatomista lla-
mado Roberto Knox; médico militar en Waterloo y que luego marchó al África del Sur
para hacer estudios sobre su especialidad,
antropología e historia natural. Al volver a
Escocia se le nombró profesor de anatomía, a
cuyo cargo llegó hasta el extremo de tener en
sus clases a más de quinientos alumnos, entre
estudiantes de medicina, abogados, artistas,
nobles y hombres de letras.31
En la década de 1820, Edimburgo se encontraba a la vanguardia en el campo de la
ciencia médica. Con el fin de continuar con
esta tendencia, se cree que las escuelas de medicina necesitaban unos 520 cuerpos al año,
para poder enseñar eficientemente anatomía.
La única manera legal de obtener cadáveres
fue a través de tomar los cuerpos de los ajusticiados.
Esto fue aceptado socialmente porque
la gente pensaba que los delincuentes no tenían derecho a una cristiana sepultura. Pero
a pesar de la benevolencia de la sociedad en
pro de la enseñanza, no fueron suficientes los
cadáveres solicitados para las escuelas universitarias, de hecho, muchos anatomistas estaban dispuestos a pagar grandes sumas por
cadáveres. Esto llevó a un comercio lucrativo
de robos de cuerpos, “los resurreccionistas”,
como eran conocidos los ladrones de tumbas.32
Fue en 1828, cuando en la casa de huéspedes que un tal William Hare poseía en
aquella ciudad, murió un anciano que no había podido pagar su hospedaje, y el posadero
ayudado por otro huésped llamado William
Burke, concibió la idea de cobrarse la deuda mediante la venta del cadáver al profesor
Knox. Animados por este primer éxito, decidieran dar un paso más para adentrarse en
el horrible y frío asesinato en serie, donde
autoproporcionaron 16 víctimas sanas, como
29
Prometeo Madarnas, Medicina pintoresca (Madrid: Ediciones G. P., 1963), 18-19.
30
Madarnas, 1963, 20.
31
Madarnas, 1963, 22.
32Josete, Escuela de resurreccionistas, en http://elbauldejosete.wordpress.com/2011/02/19/escuela-de-esurreccionistas/ 02 de febrero,
2011.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 77 - 95
nuestros días, se han venido practicando las
disecciones y las autopsias de cadáveres para
poder ofrecer a estudiantes y a médicos el
conocimiento y perturbaciones por enfermedad, del organismo humano.29
85
material para la disección del profesor Knox
y sus alumnos. Afortunadamente la víctima
número 17 fue el final de esta cadena de horrendos asesinatos. La policía fue alertada de
la presencia del cuerpo de la última víctima
en la sala del Dr. Knox y toda la trama fue
sacada a la luz.
Tratar, cortar, abrir, cerrar, coser
Enseñanza de la Anatomía en la escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia
En noviembre de 1828, Burke, Hare y
Margaret su esposa, acusada también del
hecho, fueron detenidos. A cambio de inmunidad para ambos, Hare aceptó testificar en
contra de Burke, y escribió una confesión escrita en la que manifestaba que su esposa y el
Dr. Knox eran inocentes. William Burke fue
condenado a la horca.
86
Un mes después de la condena, fue colgado ante miles de personas que abarrotaban
el recinto. Pero para más escarnio del asunto,
cuando William Burke fue ahorcado, “el honor” de la disección del cuerpo fue entregado
al Dr. Monrou, otro de los eminentes anatomistas de la Universidad de Edimburgo. Con
un asesino con tanta notoriedad, sus alumnos
pronto encontraron una motivación extra.
Su piel se convirtió en diversos temas, incluyendo un famoso libro de bolsillo. El libro de
bolsillo y el deambulador esqueleto de Burke
se encuentran actualmente en el Real Museo
de Cirujanos de Edimburgo, continuando su
particular condena perpetua, de que los delincuentes no tienen derecho a una cristiana
sepultura.33
Para Italia y Francia, Michel Foucault,
ha desmitificado el que la religión, la moral y
los prejuicios se opusieran a que se abrieran
cadáveres. Morgagni a mediados del siglo
XVIII, no tuvo dificultad para hacer sus autopsias; Hunter tampoco, algunos años más
tarde. La clínica de Viena, desde 1754, contaba con una sala de disección, como la de Pavía que Tissot organiza; Desault, en el HotelDieu puede libremente “demostrar sobre el
cuerpo privado de vida, las alteraciones que
habían hecho al arte inútil”. Baste recordar –
dice- el artículo 25 del Decreto de Marly: “Ordenamos a los magistrados y a los directores
de los hospitales que proporcionen cadáveres
a los profesores para hacer las demostraciones de anatomía, y para enseñar las operaciones de cirugía”. Así pues, nada de penuria de
cadáveres en el siglo XVIII, nada de sepulturas violadas ni de misas negras anatómicas;
se está en pleno día de la disección. El cadáver forma parte, sin oposición religiosa ni
moral, del campo médico. El cadáver abierto
y exteriorizado, es la verdad interior de la enfermedad, es la profundidad extendida de la
relación médico- enfermo.34
Para el caso antioqueño, los cadáveres
utilizados para el estudio de la anatomía y cirugía en la Universidad de Antioquia, provenían de los enfermos fallecidos en el Hospital
de Caridad o en la Casa de Mendigos; cuyos
parientes lo permitieran. El 2 de marzo de
1889, el Rector de la Universidad Sr. Ricardo
Escobar, envía un oficio al Secretario de Gobierno y Guerra, diciéndole:
Suplico al señor Secretario disponga que
los cadáveres de los enfermos que mueran
en el hospital, sean depositados aquí en la
Universidad antes de ser inhumados en el cementerio público, con el objeto de que sirvan
para el estudio de los alumnos de anatomía y
cirugía á quienes les serán de suma utilidad.35
El oficio fue remitido de inmediato a la
Sindicatura del Hospital de Caridad. De la
que obtuvo respuesta dos días después. La
Reverenda madre Octavia, Directora del Hospital, autoriza al Síndico para que manifieste
al Secretario, que no hay inconveniente que
la Universidad reciba los cadáveres de los individuos que mueran en el Establecimiento.
Siendo tal disposición “relativa solamente
á los cadáveres de aquellas personas cuyos
33
Josete, Escuela de resurreccionistas, 2011.
34
Michel Foucault, El nacimiento de la clínica: una arqueología de la mirada médica, (Buenos Aires: Siglo XXI editores, 2004 ), 177-195.
35
AHA, Regeneración, Documentos, tomo nº 2231, 1889, f. 350.
Los disectores anatómicos
En la Universidad de Antioquia, el Disector anatómico, también era llamado Preparador o Proceptor; era un oficio desempeñado
por un estudiante de medicina de las clases
superiores, estaba destinado a preparar sobre
el cadáver, la región o las regiones del cuerpo
humano, objeto de la clase. Debía auxiliar a
los profesores de anatomía en esta práctica,
dado que algunas de estas preparaciones necesitaban de 3 y 4 horas de duración y el profesor muy rara vez disponía del tiempo para
hacerlo.37
En 1872, Pedro Justo Berrío, dicta el
Decreto del 19 de marzo, en el que nombra
como Preparadores en la clase de anatomía a
los señores Ramón A. Arango y Daniel Uribe;
y como suplentes de éstos, a los señores Alejandro Fernández y Jesús María Espinosa.38
En 1873, el cargo aparece ocupado por Daniel Uribe, quien renuncia en marzo de 1874,
designándose de nuevo al estudiante Ramón
Arango.39 Hasta antes del año de 1890, no habíamos hallado documentos que nos indicaran cual era el sueldo asignado a este cargo.
En la sesión de marzo de 1890, el Consejo
Universitario mediante la Resolución octava,
designó a Octavio Álvarez como Preparador
del curso de anatomía, con un sueldo mensual de diez pesos ($10);40 en 1893 el puesto
es ocupado por Gonzalo Pérez, al que se le
pagaban dos pesos ($2) por cada cadáver que
preparara;41 en 1896, el sueldo del preparador
había ascendido a tres pesos $3, por cadáver
preparado.42
La Ordenanza Nº 7, de 23 de junio de 1896,
en el Articulo 4º. Establece que la reglamentación y dirección científica del hospital corresponda a la “Junta Directiva del Hospital”,
constituida por el Rector de la Universidad y
dos médicos nombrados por el Gobernador.
En marzo de 1897, dicha Junta conformada
por Eduardo Zuleta como Rector de la Universidad y los médicos Tomás Quevedo y
Juan de D. Uribe, en uso de las facultades que
le otorga la anterior Ordenanza, expiden un
nuevo reglamento interno para el Hospital
de Caridad, en el que dedican un apartado
de cuatro puntos a regular la función de los
disectores anatómicos:
De los disectores anatómicos.
1. los disectores anatómicos harán las preparaciones que el respectivo profesor les señale
para dar las lesiones de Anatomía sobre el
cadáver.
36
AHA, Regeneración, Documentos, tomo nº 2207, Medellín, 1889, f. 183; AHA, Regeneración, Documentos, tomo nº 2235, Medellín, 1889,
f. 217.
37
AHUA, Comunicaciones oficiales, Rectoría correspondencia 1860/1874, tomo caja 32-6-04-7, Medellín, 1873, f. 364.
38
“Decreto de 19 de marzo de 1872. Nombrando Preparadores en la clase de Anatomía de la Universidad”, El Monitor, rollo 0060, tomo I, 18,
(Medellín, 27 de marzo de 1872): 105.
39
AHUA, Comunicaciones oficiales, Rectoría correspondencia 1873/1874- 1882/1883, tomo caja 32-6-02-3, Medellín, 1874, fs. 26 y 109.
40“Resoluciones”, El Monitor, nueva serie, tomo I, 04, (Medellín, 13 de marzo de 1890): 36.
41
“Sueldos devengados por los empleados actuales de la Universidad de Antioquia en 1893”, AHUA, Comunicaciones oficiales, Rectoría
correspondencia inventarios 1893/1919, tomo caja 32-5-39-4, Medellín, 1893, f.134.
42
AHUA, Actas, Consejo Directivo 1896/1899 – 1901/1910, tomo caja 32-6-02-2, Medellín, 1896, f. 2.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 77 - 95
deudos lo permitan”. En caso de muerte, las
Hermanas o el Practicante deberían dar aviso
a la Escuela de Medicina para que dentro de
las dos horas siguientes enviaran por el cadáver; si transcurridas las dos horas, la Universidad no había enviado por éste, la Directora
lo haría trasladar al cementerio para su inhumación; los gastos de transporte a la Universidad y de allí al cementerio no se harían por
cuenta del Hospital, sino, de la misma Universidad, lo mismo que los de la inhumación,
una vez utilizado el cadáver. La Directora
también hace manifiesto el requerimiento de
“que la Universidad tenga cajón para la conducción de los cadáveres, porque el que pertenece al hospital se necesita allí con frecuencia”. Por último hace la aclaración de que el
anterior régimen ya había sido aprobado para
la Universidad desde mucho antes de la guerra de 1885.36
87
2. desempeñarán las funciones de pasantes
para los efectos siguientes:
a) Para ilustrar á los estudiantes en los puntos difíciles ó en los que sean consultados
b) Para presidir las disecciones y preparaciones que los alumnos deban ejecutar
c) Para impedir el destrozo inútil y desacertado de los cadáveres
d) para vigilar la conducta de los alumnos
durante su permanencia en el anfiteatro en el
tiempo de las disecciones y en los claustros
del mismo.
3. es obligación de los disectores impedir los
desórdenes que cometan los alumnos, y dar
parte de ello al Rector o al Vicerector.
4. para ser disector anatómico se necesita haber ganado con las calificaciones más altas
los dos cursos de Anatomía.43
Tratar, cortar, abrir, cerrar, coser
Enseñanza de la Anatomía en la escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia
Las disecciones y los cadáveres
como un problema de salud e
higiene pública
88
Al parecer las disecciones anatómicas
llevadas a cabo por los estudiantes de la Escuela de Medicina, muchas veces eran objeto de discusión y vistas como un problema
de salud, tanto para los mismos estudiantes,
como para los vecinos y habitantes en general, donde se establecían los locales destinados a tales prácticas dentro de la ciudad.
A principios del año de 1874, el D. G. de
I. P., dispuso, suprimir el curso de Disecciones de la Escuela de Medicina; la decisión fue
tomada, porque según él, no se estaban dando las precauciones convenientes y necesarias
a fin de que los alumnos y demás personas,
no sufrieran en su salud por la intervención
de tales prácticas. También destina una suma
de hasta diez pesos ($10) mensuales para la
consecución de una pieza, que fuera más adecuada para realizar allí las disecciones. Insta
al Rector de la Universidad, para que éstas se
realicen bajo la dirección de un catedrático
de la Escuela, “que de garantías al efecto y se
comprometa a hacer guardar el orden y compostura en las operaciones”; ya que según él,
el desorden, también había sido motivo de la
supresión del curso.44
El 13 de abril del año 1883, el Jefe Municipal Luis M. Bran, envía un oficio al rector del
Colegio Central, en el que le ordena proceder
inmediatamente a hacer llevar al cementerio
del Departamento, los restos de un cadáver
utilizado por los estudiantes para sus prácticas de anatomía en ese Establecimiento; pues,
según informes de los vecinos se dejaron allí
algunos miembros de tal cadáver y la fetidez
que salía del local en que dichos restos se encontraban era insoportable, a tal punto que se
vieron obligados a quemar sustancias apropiadas para neutralizar los efectos de “las
nocivas emanaciones”. El alcalde, esperaba
que el Rector hiciera que se tomaran todas las
medidas que fueran necesarias, a fin de que el
anfiteatro mencionado se mantuviera en tan
perfecto estado de aseo, que no diera lugar a
nuevas reclamaciones, con justicia de los vecinos a él, y no tuviera el infrascrito necesidad
de entrar á poner en ejecución el código de
policía general.45
Al finalizar el siglo XIX los problemas
con las disecciones persistían. Como la Escuela aún no tenía sala de disecciones, los
estudiantes hacían sus prácticas anatómicas
esta vez en una galería del cementerio San
Lorenzo; después, mientras se construía un
anfiteatro con los requerimientos necesarios,
se estableció una sala de disecciones en la
calle Barbacoas, también llamada del “Calzoncillo”, lo que, en 1896, originó quejas de
los vecinos ante el Alcalde, acusando a los estudiantes y a las disecciones que allí hacían
43
“Reglamento expedido por la junta Directiva del Hospital”, El Monitor, rollo 0063, Nueva serie, año I, 2, (Medellín, abril de 1897): 69-70.
44
AHUA, Comunicaciones oficiales, Rectoría correspondencia 1873/1874- 1882/1883, tomo caja 32-6-02-3, f. 169.
45
AHUA, Comunicaciones oficiales, Rectoría correspondencia 1873/1874 - 1882/1883, tomo caja 32-6-02-3, f. 391.
Anatomía y literatura
La anatomía, además de ser la ciencia
base en la enseñanza del arte de curar, también fue la inspiración base de algunos autores en el arte de escribir; novelas y poesías de
la época, recrean entre sus líneas la impresión
casi exacta, de lo que pudieron haber sido
aquellas experiencias, impregnadas de ciencia, dolor y a veces de miedo. Tal el caso de
autores como: Alfonso Castro, Julio Vives
Guerra y Juaquín González Camargo. Tales
textos bien pudieran utilizarse como fuentes
documentales para este estudio, dado el caso
que proviene de personas que experimentaron bien fuera como estudiantes o como espectadoras el campo de la medicina.
46
Alfonso Castro (1878-1943), en la novela
el Señor Doctor, publicada por primera vez
en 1927; describe, dos horrorosas escenas de
disecciones anatómicas, realizadas por los
estudiantes de la Escuela de medicina, finalizando el siglo XIX. Los párrafos siguientes,
son sólo un resumen de su verosímil narración.
En el atrio de la plazuela de San Francisco,
con los libros olorosos a nuevo bajo el brazo,
parlaban cuatro estudiantes de medicina, recientemente matriculados en el primer año,
uno de ellos se dolía de la inacción en que se
encontraban, pues ya habían corrido varios
días en la Escuela, y nada que se presentaba
el primer cadáver para las clases prácticas de
anatomía. No podían seguir de esa manera.
Perderían el año. Necesitaban la prueba de la
impavidez de sus estómagos, cuando con los
afilados escalpelos en la mano, se encontraran ante las carnes yertas de los cadáveres de
los desdichados del Hospital, tendidos sobre
la mesa de disección. Era ese el momento de
saber cuántos eran y cuantos quedaban.
Se presenta en esas en la puerta de la Universidad Julio del Rio (alumno que había sido
nombrado Disector del primer año), también
con el libro de anatomía debajo del brazo y
las manos cogidas por delante en actitud formal. Y dijo aproximándose al grupo:
“Avisan del Hospital que hoy hay cadáver.
Debemos irnos para el Cementerio. Ya los de
segundo de anatomía están allá y muchos
de los de primero”. Sin pérdida de tiempo el
grupo se encaminó al San Lorenzo, situado
en la parte sur de la ciudad y cuyo claustro,
adornado de altas columnas de calicanto y
recalentado a determinadas horas por el sol,
hacía las veces de anfiteatro.
En esas llegaron al cementerio arruinado y
triste. Un poco inquietos se aproximaron los
estudiantes a la desvencijada mesa de zinc,
que en medio del corredor del cementerio
se encontraba. Tendido sobre ella estaba el
Acta del 7 de septiembre de 1896, academia de Medicina de Medellín, citada por Tiberio Álvarez, en “La Escuela de Medicina a fines del siglo
XIX”, Revista Universidad de Antioquia, 0289, (Medellín, 2007): 73.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 77 - 95
como los agentes causales de la epidemia
de Tifo que se estaba presentando en la ciudad. El problema fue discutido en la sesión
del 7 de septiembre de 1896 en la Academia
de Medicina de Medellín, donde, el médico,
profesor y Rector de la Universidad Eduardo Zuleta, argumentó que se habían llenado,
hasta donde era posible, las condiciones higiénicas requeridas en esos casos; le preocupaba sobremanera que debido a las quejas
infundadas en los vecinos, el alcalde trataba
de cerrar el anfiteatro, aun sabiendo que los
cadáveres permanecían allí pocas horas y que
las aguas sucias de las disecciones solamente
se echaban en la quebrada La Loca. Otro académico y profesor de la escuela de Medicina,
el doctor Andrés Posada Arango, agregó a
la discusión que dicha quebrada era de por
sí “un riachuelo inmundo”, y piensa, que si
fuesen las disecciones las causantes del Tifo,
los estudiantes habrían sido los primeros en
padecerlo, y que sin embargo, esto, no había
sucedido. El resultado de dichas discusiones,
fue enviado a la Asamblea Departamental,
para que dicha Corporación cooperara en la
solución.46
89
cadáver desnudo de una “viejecita decrépita, remedo grotesco y trágico de la especie
humana”. La pelambrera, entrecana y escasa, mostraba quien sabe en cuanto tiempo,
no había recibido el contacto del peine. La
piel del rostro y del cuerpo, de color moreno
amarilloso, parecía un pergamino estrujado.
De la boca chupada y con fuerza cerrada,
emergía un colmillo renegrido, que se incrustaba en el labio inferior, último resto de
lo que fue quizá blanca dentadura. Los brazos y las piernas parecían chamizos retorcidos, de los que quedan en el monte después
de un incendio. Los senos casi habían desaparecido por la miseria y la enfermedad, y el
vientre era una concavidad oscura.
Tratar, cortar, abrir, cerrar, coser
Enseñanza de la Anatomía en la escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia
En esos momentos, por una pequeña herida
hecha en el cuello, en una de las venas se le
inyectaba una solución antiséptica con una
gran aguja nikelada. Los estudiantes de segundo año, ya avezados a esas lides, remangados hasta más arriba del codo y envueltos
en largas blusas, se disponían a la obra de
sus escalpelos en aquellas carnes miserables.
Con risas y chistes de iniciados, exentos de
preocupación y un tanto envanecidos con el
temple de sus nervios, recibieron a los que
llegaban.
90
Uno de ellos miraba el cadáver con rostro de
asombro y asco. Un saborcillo salobre le llenaba la boca, aumentando considerablemente la secreción de las glándulas. Y de repente
dijo:
¡Caramba! Se puede decir con Víctor Hugo:
es imposible que esto haya sido una virgen.
Empezó la disección y poco a poco el golpe
de los cuchillos y mordiscos de las pinzas, la
humanidad de la desdichada fue quedando
reducida a piltrafas y desechos. El estudio sobre un lado de la cabeza deja al descubierto
el antro negro de la boca sin dientes, rodeada
de músculos de un rosado pálido y de islotes
de grasa amarillosa. Un ojo, redondo, blanco
y empañado, ponía la nota grotesca de curiosidad en aquella herida. Se tajó un cuadrilátero en el pecho hacia el lado izquierdo, abierto
después como la pasta de un libro, para dejar
visible, nadando en líquidos untuosos y malolientes, el transido corazón de la mendiga.
El vientre, abierto desde el esternón hasta el
pubis, mostraba el revoltillo de los intestinos,
que se inflaban con los gases de la descomposición. Se veía una pierna, agredida ya por la
disección, descarnada, con los músculos, tendones y vasos perfectamente definidos, libres
de envolturas y de grasas.
Desprendido del tronco, por la articulación
del hombro, estaba un brazo sobre un banco
pequeño, que dos estudiantes disecaban en
grupo aparte.
Entregados los estudiantes a la faena; unos,
inclinados sobre el cadáver, separaban tejidos cuidadosamente, sin otro pensamiento
que buscarle relaciones a un músculo, seguirle el trayecto a un vaso o nervio o limitar
con precisión un ganglio. Otros, leían en voz
alta ajados manuales de anatomía, indicando
a los disectores las trayectorias que debían
seguir y la manera científica de facilitar la
labor investigadora. Los de primer año, bisoños en absoluto, miraban con asombro, y
de vez en cuando, al descuido arrojaban al
piso la saliva acuosa que les llenaba la boca.
No faltaban los disipados, poco decididos en
el avance científico, que entregados a conversaciones ajenas a la anatomía, y recostados
a las columnas de calicanto, consumían un
cigarrillo y luego otro.
Y así, detalles más o menos ocurría siempre,
cuando, según la jerga estudiantil “había
cliente”, es decir, cuando en el Hospital o en
la Casa de Mendigos se moría alguno de los
desheredados de la vida, sin deudos que lo
reclamaran y sin un peso para pagarse el lujo
de concurrir a la cita final con la tierra, en su
cajón de pino forrado de trapo negro.47
El ejercitarse en las prácticas anatómicas,
según Castro, también tenía su precio, y debió
necesitar en algunas ocasiones de “un acuerpao,48 para templar los nervios y poder trabajar” sobre la insoportable descomposición de
47
Alfonso Castro, el Señor Doctor, (Medellín, tipografía industrial, 1927), 101-109.
48
Bebida embriagante, Aguardiente.
Una mañana, los estudiantes de medicina recibieron en la portería de la Universidad el
anuncio de que “había cliente”, y de inmediato, partieron alegres hacia el Cementerio
San Lorenzo. Cuando llegaron, estaba sobre
la mesa de disección el cadáver de un hombre, sacado del rio por unos pescadores la
tarde anterior, y que según las huellas, mostraba que había permanecido más de tres
días bajo el agua.
El cadáver, presentaba un aspecto lamentable y repugnante. Las facciones, hipertrofiadas por la hinchazón, se habían convertido
en algo monstruoso y grotesco. El cuerpo
moreno y amoratado, presentaba trechos
de manchas verdosas de la putrefacción.
El vientre, espantosamente inflado parecía
próximo a estallar por el ombligo. Su boca,
contraída en mueca de horror, dejaba al desnudo los dientes amarillentos y recubiertos
por una espuma blanquecina. Los ojos, entreabiertos, vidriosos y opacos, con pávida
fijeza, parecían recordar el instante mismo en
que su vida le fue arrebatada por la muerte.
Sobre la carne hinchada, en algunas partes,
presentaba heridas y desgarrones exangües,
causados probablemente por los mordiscos
de los peces y los choques contra las piedras
en el rio.
Un fuerte sol recalentaba el ambiente, y del
cadáver al menor aleteo de la brisa, escapaba
un olor fétido y asfixiante, produciendo mortales angustias en el estómago. ¡Imposible
trabajar en este cliente!, ¡ni que tuviéramos
estómagos de gallinazo!- Dijo uno de los estudiantes - haciendo un gesto de repugnancia. ¡Francamente esto es una vaina! - asintió
otro -, ya con las mangas de la camisa remangada hasta los codos.
Nadie de los presentes se atrevía a enfrentar
el cadáver, hasta que alguien insinuó que eso
había que resolverlo de inmediato pero de
otra manera. La idea era hacer una colecta,
para “mandar por una media para templar
los nervios y poder trabajar”. No sin antes
advertir al Disector el silencio que debía
guardar frente a sus compromisos con el orden y la disciplina durante la operación.
Para lo que hay que trabajar, -decían- “nos
vamos a meter un acuerpao”. Hecha la recolecta, enviaron por el aguardiente a un negrito que como mirón, acudía a la puerta del
cementerio cada vez que había autopsia. Recibida la botella, pasando de mano en mano,
aquel líquido espiritoso fue consumido.
¡Ahora sí a trabajar! - exclamó uno- y por parejas se fueron repartiendo las distintas partes del cuerpo; unos disecarían el triángulo
de Escarpa, otros el corazón, los demás los
músculos del cuello y el abdomen respectivamente. Todos rodearon el cadáver y empezó la disección.
En la carne blanda como gelatina solidificada, se hundían los escalpelos con facilidad,
y un líquido aceitoso y maloliente escapaba
poco a poco de las heridas. Al abrirse la cavidad abdominal, una explosión de fétidos
gases hizo retroceder a los más gallardos.
Mientras tanto, los gallinazos, testigos mudos de la autopsia, llegaban de uno en uno,
para posarse expectantes en las cruces, bóvedas y muros circunvecinos.
De pronto, surgió de nuevo la gran propuesta. Era imposible seguir trabajando así.
Y rebuscándose cada quien hasta el último
centavo, a los pocos minutos la segunda botella pasaba de unos a otros, desperezando
ideas, flexibilizando lenguas y ahuyentando
repugnancias. La disección interrumpida
por un instante, continuaba ahora con más
bríos. Las discusiones científicas empezaron
a suscitarse; también los lirismos de quien
diseccionaba el corazón, terminaron por envolver en una gasa de emoción todo el ambiente. Tanto que para romper la atmosfera
emocional que los lirismos habían creado,
y no arriesgarse a terminar todos llorando,
resolvieron tomar prestado el último peso
que quedaba a uno de ellos - destinado como
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 77 - 95
los cadáveres. Pues en aquel tiempo cuando
no existía más que el formol para conservar
solo pequeñas piezas anatómicas, se inicia el
proceso hasta los hoy modernos refrigeradores con que cuenta la Facultad de Medicina;
He aquí algunos fragmentos de la historia,
que entre horrorosa y cómica, nos recrea la
posibilidad de un hecho real, constitutivo del
quehacer científico de la Escuela en aquellos
años (finales del siglo XIX).
91
ajuste para comprar unas botas- y otra botella burbujeante de anís, hacía presencia en el
recinto, y en pocos minutos corrió la suerte
de las anteriores.
Vino luego la farándula de las ideas. Se acababa las dificultades y los misterios científicos, pues para aquellas mentes vigorosas,
todo era claridad y atropello de sabidurías.
Tampoco fue ya, más problema la carne semi-blanda y casi putrefacta. Las manos, antes torpes, se volvieron diestras y audaces,
y los órganos complicados eran sacados por
entre enormes heridas, con la premura del
instinto de la bestia carnicera.
En la mesa de zinc, entre el caldo sanguinolento en que nadaban las piltrafas, a lado y
lado del tronco y los miembros fragmentados del cadáver, sin piedad iban quedando
aquéllos en montón repugnante, formando
el más macabro museo anatómico que miradas humanas pudieran contemplar.
Tratar, cortar, abrir, cerrar, coser
Enseñanza de la Anatomía en la escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia
El sol continuaba su marcha, sin atenuar el
fuerte fuego de sus rayos, y las emanaciones
de la podredumbre recalentada y deshecha,
desafiaba los olfatos, a pesar de la favorable
anestesia del alcohol.
92
Con tanto remover las lenguas, las manos
soltaban los escalpelos, e instintivamente se
formaron grupos de entre los estudiantes
que se iban distanciando del cadáver a medida que la polémica y la conversación se intensificaban. Llegó el caso en que del estudio
todos se olvidaron, y los gallinazos cada vez
más cerca, miraban y remiraban la carroña
desdeñada por los estudiantes.
No sabiendo cómo, y sin el menor ánimo de
averiguarlo, el refuerzo de otra dosis de anisado llegó inesperadamente. Un ¡viva! atronador se oyó ante la botella llena. Sólo el Disector mostró su desacuerdo, y con ánimos
de velar por el orden, se dirigió a los más
próximos para pedirles que no bebieran más.
Convencido de la inutilidad de su presencia
y pensando para sí, que de esa borrachera
colectiva sacaría partido, abandonó el lugar.
Siguieron los discursos, y las poesías de Silva,
Julio Flórez, Rubén Darío, Pombo y Núñez,
empezaron a dejar oír sus armonías impregnadas de sentimentalismo. La ocasión ameri-
taba otro gasto. Y una nueva botella pasó de
boca en boca. Aquello fue el desborde, o como
dijo uno de los presentes agitando la botella
en el aire, “el despimporre final”. Como el
sol se hacía cada vez más fuerte, los grupos
se acogían a las manchas de sombra que las
pilastras y paredes ofrecían; y hasta hubo alguien que buscó refugio en una bóveda vacía.
Entre tanto, las piltrafas del muerto abandonadas, se retostaban con el calor, y los
gallinazos, hipnotizados por su suculencia,
las flechaban con mirada magnetizadora. Y
avanzando poco a poco, cada uno agarraba su
buen tasajo y con él en el pico, volaban hacia
los tejados más próximos. Alguno arreó con
una larga cinta de intestino y otro se alzó con
un antebrazo con la mano correspondiente.
Ante los ruidosos revoloteos sobre los techos
de las casas que rodeaban el San Lorenzo, se
apercibió la gente de que algo insólito ocurría, pues aunque acostumbrados a contemplar de cerca a los negros agentes de la higiene pública (los gallinazos), jamás habían
visto tantos y con tan estrepitosas muestras
de regocijo.
Quien primero dio la voz de alarma fue una
niña, que gritó horrorizada, al observar cómo
cuatro de ellos, se disputaban rabiosos los restos del antebrazo. Se transmitió la voz de casa
en casa, y hasta se propaló la noticia de que alguien había visto una cabeza humana, ya con
las cuencas vacías rodando de techo en techo.
El sentimiento de indignación de la gente,
contra los estudiantes no se hizo esperar. Pensaban que porque eran pobres se les afrentaba
de ese modo, estaban seguros que en el cementerio de los ricos, - hoy conocido como el
Cementerio San Pedro- no ocurría semejante
cosa. Los desdichados muertos, tenían ahora
quien los defendiera. La multitud indignada
calificó el hecho de violación de sepulcros,
merecedor con rigores del Código penal. Y airados se dirigieron hacia el cementerio con el
propósito de echar a los estudiantes.
Los estudiantes ajenos a lo que por fuera
ocurría, se hallaban tumbados en el piso,
fumando cigarrillos y celebrándose mutuamente los chistes que por turnos se ofrecían.
Sobre la mesa de disección quedaban apenas
También en Antioquia a finales del siglo
XIX, se conoció el poema En el anfiteatro; escrito por un personaje que se hacía conocer
bajo los seudónimos de Julio Vives Guerra
y Luis de Obando; pero, su nombre real era
José Velásquez García (1873 Antioquia-1950
Bogotá), reconocido como periodista, cuentista, poeta y cronista;50 dedicó dicho poema,
al doctor Teodomiro Villa Peláez (1856- 1907)
– medico de Medellín a finales del siglo XIX
y principios del XX. El poema En el anfiteatro
fue publicado en el año de 1898, en la revista
literaria y científica, La Miscelánea.51
En el anfiteatro
¡Acércate, estudiante! El escalpelo empuña
con presteza.
¿Ves? Una muerta de ojos como el cielo y de
rubia cabeza.
¿No la ves? sobre el mármol extendido su
cuerpo, se diría
que es un cándido lirio que ha caído sobre la
nieve fría
¡Acércate! ¡No tiembles! ¡Rásga, córta esa carne yá muerta!
¿Temes hacerla daño? ¡Eso que importa!
¡Un muerto no despierta!
¡Acércate! ¡No tiembles! La sonrisa se congeló
en su boca.
Fue una loca suicida…. ¡descuatíza Las carnes de esa loca!
¿Te da miedo? ¿Por qué? ¿por qué ha buscado
en el agua la muerte?
¡Fue una Ofelia, una Safo… y se ha matado!
¡Ya es una masa inerte!
¡Ofelia o Safo! … ¡en esta vida necia,
el amante es Faón, cuando desprecia,ó
Hamlet, si delira!
Más … ¿Qué veo? ¿por qué, por qué, insensato, se nubla tu semblante?
¿serás acaso algún Faón ingrato
Ó un Hamlet delirante?
Comprendo, sí, por fin, tu pena fiera,
la pena que te agobia:
¡esa muerte de rubia cabellera fue tu cándida
novia!
¡Tu novia, sí! Tu no supiste amarla.
¡Lloras! ¡Faón cobarde!
Tu llanto no podrá resucitarla.
¡Para llorar es tarde!
¡Huye, estudiante, huye! ¡la olvidaste!
¡Ayer Faón, hoy Hamlet que delira!
¡De ti muerta se ríe! … ¡que contraste!
¡Se sonríe la muerta!... ¡míra! ¡míra!52
En el proceso de institucionalización de
los estudios superiores en Antioquia durante
el siglo XIX, las iniciativas políticas y sociales consolidadas en los distintos actos legislativos como: La Real Cédula del 9 de febrero
de 1801, La Constitución Antioqueña de 1812,
ley de 28 de julio del Congreso de Cúcuta y su
consecuente Decreto de 9 de octubre de 1822,
Ley de 18 de marzo de 1826, Decreto del 12
de diciembre de 1827, el del 25 de octubre de
1828, Decreto del 26 de noviembre de 1833,
Ley del 15 de mayo de 1850, Decreto del 19 de
diciembre de 1864 y Ley 198 del 14 de octubre
de 1871; emergen como una condición necesaria más no suficientes para dicha institucionalización, porque más allá de dichas voluntades, también intervinieron otras dinámicas
concretas de la realidad, en la consolidación
de dicho proceso:
si arde de amor la pira,
49
Castro, 1927, 135-154.
50
Julio Vives Guerra, biografía, Biblioteca virtual de Antioquia, Colecciones Literatura, en http://biblioteca-virtualantioquia. udea.edu.co/authors.php?code_author=325&&author_full_name=Julio%20Vives%20Guerra, 22/11/2010.
51
La Miscelánea, IV, 1-12, (Medellín, 1898).
52
Julio Vives Guerra, “En el anfiteatro”, La Miscelánea IV, 1-12 (1898): 302-303.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 77 - 95
restos de lo que había sido un hombre. Con
maestría suma, los gallinazos habían finalizado la obra que empezaron los disectores.49
93
Tratar, cortar, abrir, cerrar, coser
Enseñanza de la Anatomía en la escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia
94
-La alteración del orden político y social
por medio de las múltiples guerras que se sucedieron durante todo el siglo bien fuera a nivel nacional o regional por las disputas por la
consolidación de los distintos regímenes políticos, y con ello la precariedad de los recursos
fiscales para la educación, la discontinuidad
en las Clases y deterioro de los espacios físicos
y elementos de enseñanza del Colegio y Universidad, al ser dispuestos éstos como cuarteles militares, intereses que se pusieron muchas
veces por encima de los de la educación.
1872 hasta finalizar el siglo, se destaca la presencia de personajes tales como Julián Escobar, Aureliano Posada y Manuel Uribe Ángel,
quienes desde un principio en calidad de médicos y profesores, encaminaron todos sus esfuerzos “por ver aclimatarse definitivamente
entre nosotros el estudio serio de la medicina
a través de esta Escuela”. Y que vieron como”
necesidad palpable en los pueblos del Estado
de poseer médicos graduados en quienes pudieran con seguridad depositar su confianza
para salud de los ciudadanos”.
- La dinámica geográfica del Departamento que lo ubicaba como una región propicia
para la explotación y comercio del oro y asociado a esto los intereses de las elites políticas
y económicas que apoyaban y abogaban por
que las actividades técnicas, y reproducción
del conocimiento científico en ese momento se
pusieran al servicio de la actividad económica
de la minería, del comercio y de la industria
como ejes centrales del desarrollo de la región
y del país, y no de una profesión como la medicina por no ser considerada útil en la época.
La Escuela de medicina de la Universidad de Antioquia a partir de 1872, hace explícito un aspecto trascendental para vida
académica de esta institución y es el cambio
en el sistema de enseñanza y de aprendizaje de esta ciencia. Cambio que aboga por la
adopción del método propio de las ciencias
experimentales o método científico y que define la medicina como una ciencia de pura observación, en la que los diferentes ramos que
la componen: la anatomía general, la histología, la fisiología, la patología, la farmacia, la
terapéutica entre otras, debían estudiarse de
la manera más práctica posible.
- Las epidemias en la ciudad de Medellín,
especialmente la del Tifo en 1873, cuya reacción hizo que los padres de familia retiraran
a sus hijos de la Institución educativa, a fin de
ponerlos a salvo ante la peste; y como consecuencia fueron clausuradas cuatro de sus seis
Escuelas (Literatura y filosofía, Jurisprudencia, Ciencias físicas y naturales, e Ingeniería).
La profesionalización en estudios médicos en Antioquia, inicia su proceso de manera definitiva sólo a partir de 1871 cuando
por medio de la Ley 198 de 14 de octubre de
ese año queda establecida la Universidad de
Antioquia y sus cinco escuelas, entre ellas la
Escuela de Medicina. No obstante las iniciativas sociales en 1834 por el establecimiento de
una cátedra de medicina en la Villa de Medellín, y las posteriores iniciativas políticas en
los años 1855 y 1864 durante el Federalismo
en Antioquia.
En el recorrido hacia la profesionalización médica, iniciado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia desde
Uno de los elementos tenidos en cuenta
por la Universidad y la Escuela de Medicina
para organizar su parte pedagógica y acceso al
conocimiento científico, tuvo que ver con la fijación de textos o autores por los cuales debían
enseñarse las diferentes materias, para facilitar
esto establece de manera definitiva una “Oficina de textos y útiles”, encargada de pedir a
Europa o a Bogotá dichos textos, que además
eran en su mayoría de autores franceses y en
menor medida ingleses o españoles. Lo que
muestra cómo a través de esta vía llega el influjo de la medicina francesa a Antioquia. Siendo otra vía también importante a través de los
profesores formados o especializados en París.
La Universidad de Antioquia surge en
1871 como instancia difusora y legitimadora
del saber y de la práctica médica en Antioquia; sintetizando en los exámenes generales de
grado el requisito base para optar al título de
doctor en medicina. Los que significaban más
En la Escuela de medicina entre los años
1872 y 1900, según archivos, estuvieron matriculados un número aproximado de 158 alumnos(hombres), de los cuales, sólo treinta y seis
(22.78 %) lograron graduarse de doctores en
Medicina y Cirugía. múltiples causas pudieron haber influido en la deserción de más del
77% de los matriculados pudo deberse a las
guerras acaecidas durante este período, que
impidieron la permanencia de las tareas cadémicas de la Universidad, dispersando al
alumnado hacia diferentes frentes y lugares,
llevando a algunos a continuar sus estudios
en la Capital o en el exterior (París y Estados
Unidos); las guerras también pudieron llevar
a que algunos estudiantes se alistaran en sus
filas y se alejaran del claustro definitivamente; otro asunto pudo ser la férrea disciplina
y control a la que eran sometidos todos los
alumnos de la Universidad. Se cuentan entre
los primeros matriculados un total de veinte
estudiantes, los que por este hecho podríamos denominarlos como los primeros alumnos de la Escuela de Medicina. Corresponden
a esta denominación: Jesús María Espinosa,
Tomás José Bernal, Julio Restrepo A., Ramón
Arango A., Alejandro Fernández, Francisco
Velásquez, Francisco Caballero, Martín Moreno de los Ríos, Manuel Peláez, Rafael Pérez,
Alejandro Restrepo, Luis Antonio Restrepo,
Luis María Ruíz, Santiago Santamaría, Rodolfo Zea, Enrique Villa V., Paulino Flórez, Ra-
fael Uribe, Daniel Uribe, y Jesús María Isaza.
Fueron los primeros graduados los seis alumnos que encabezan la anterior lista.
Entre los años 1872 y 1873, la escuela de
Medicina realiza sus labores de enseñanza
conforme al Plan General de Estudios promulgado en la Ley 26 del 19 de diciembre de
1864 del antiguo Colegio del Estado; en el que
se organizaron las materias de enseñanza en
diez cursos. Ya entre 1874 y 1900 la Escuela
adopta cuatro Planes de Estudio; de los que
se podría decir que tanto el de 1874 como el
de 1878 fueron producto de una búsqueda y
esfuerzo de la Escuela por autodeterminarse
en su método de enseñanza, conforme a los
lineamientos de los mismos médicos, profesores y gobernantes de la región, que determinaban cuales eran las necesidades en términos de acceso al conocimiento científico
que se requería y los recursos para llevarse a
cabo. Los Planes de Estudio de 1888 y 1899, se
imponen a la Escuela desde políticas emanadas del Gobierno Central. Así, se adoptan los
Planes de Estudio establecidos para la Universidad Nacional en Bogotá.
La Enseñanza de la Anatomía como saber que sirve de base a la formación médica
ocupó un espacio muy importante dentro de
los Planes de estudio contemplados por la
Escuela de Medicina durante los años 18721900, y comprendía los cursos: Anatomía general, Histología (Anatomía de los tejidos),
Anatomía descriptiva curso I, Anatomía
descriptiva curso II, Anatomía topográfica y
Anatomía patológica; a pesar de lo anterior y
que al aspecto sobre el cual se hacía más énfasis era el de que esta disciplina debía enseñarse de una forma enteramente práctica, y
las disecciones y las autopsias serían las formas más eficaces de llegar a su conocimiento; los datos confirman que esta enseñanza
se impartió de manera parcialmente práctica,
apoyada unas veces en objetos anatómicos artificiales y otras en naturales. Todo se debió a
las dificultades que se tuvieron para acceder
siempre a los elementos más requeridos a tal
enseñanza práctica: el anfiteatro, el laboratorio y los cadáveres.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 77 - 95
que condecoraciones y títulos honoríficos,
la garantía que la Universidad de Antioquia
ofrecía a la sociedad de la aptitud e idoneidad del graduado para ejercer su respectiva
profesión. Todo estudiante debía someterse
y aprobar con plenitud dos tipos de exámenes:
los preparatorios que tenían por objeto comprobar, no solo que el alumno conocía los ramos de la ciencia que pretendía profesar, sino
que se había posesionado del conjunto y que
sabía hacer aplicaciones de la doctrina estudiada. Éstos eran cinco y versaban sobre las
diferentes materias cursadas durante la carrera y el general de grado, consistente en la sustentación de la tesis de grado. Estos eventos
eran llamados “las fiestas de la civilización”.
95
Documentos
Fuentes para una historia de la homosexualidad en
Colombia
Angela Agudelo Ospina*
Estudiante de 7 semestre de Historia, Universidad de Antioquia. Miembro del semillero Historia de la Salud.
E
n los últimos años nuestro país ha tenido un cambio significativo de integración pública a grupos sociales, entre
ellos los grupos afrodescendientes, indígenas, minorías étnicas y de diversidad sexual.
La siguiente transcripción retoma una publicación de mediados del siglo XX, que muestra un estereotipo social que ha evolucionado
hasta nuestros días. El texto que retomamos,
tiene una sustancial argumentación, dada por
investigadores que buscaban contribuir a un
análisis anatómico del hombre y su tendencia
sexual.
Acercarnos a dicha fuente nos permite
por lo tanto acceder a información significativa sobre los hechos del pasado en relación
a la homosexualidad, interrogarlos y conocer
más acerca de algunos sucesos en que han
configurado este proceso en nuestro país.
Se pone por lo tanto a disposición de los
lectores uno de los textos de consulta que se
conservan en el archivo histórico de la facultad de medicina de la Universidad de Antioquia, y que podría contribuir a las investigaciones históricas en uno de los temas más
controversiales en la actualidad, como es la
integración de las comunidades LGTBI, y los
derechos sociales e igualitarios.
Tratamiento hormonal en el
homosexualismo de origen
suprarrenal1
PROFESOR Pedro Nel Cardona
DOCTOR Fernando Cardona Arango
Nos parece oportuno, con el fin de precisar conceptos el exponer el metabolismo de
las hormonas suprarrenales tal como concibe
el doctor Francisco Vivanco Benjamín, del
instituto de investigación Medicas y Científicas de Madrid (1) queremos resaltar que este
trabajo ha sido efectuado gracias al alto espíritu científico, al real concepto de fraternidad
médica y a la elevada conciencia del doctor
Vivanco, quien enseño a uno de nosotros el
metabolismo de los esteroides suprarrenales
y la técnica de dosificaciones hormonales que
relatamos más adelante.
1
Pedro Nel Cardona, “Tratamiento hormonal en el homosexualismo de origen suprarrenal”, Revista colombiana de obstetricia
y ginecología, 10, 5. Bogotá, Septiembre/Octubre, (1959): 339345.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 97 - 100
*
97
Documentos. Fuentes para una historia de la homosexualidad en Colombia. Revista colombiana
de obstetricia y ginecología.
Figura 1 A
98
Figura 1
Como puede apreciarse en la figura 1,
cuando hay un trastorno enzimático de la 3
beta dehidrogenesa , no se afecta afecta al salto de Delta 5 a Delta 4 y por consiguiente la
dehidrosoandrosterona no se metabolizara a
Delta 4 androstenedionam, que es la procursora de varias hormonas, entre ellas la androsterona y la aitiocolanolona. Por tanto este
trastorno enzimático traerá como consecuencia una elevación en el porcentaje circulante
de la dehidroisoandrosterona y una disminución en la androsterona y la etiocolanolona de
origen suprarrenal.
Sabemos que la etiolanolona no posee
prácticamente acción andogenica; en cambio
dehidrosoandrosterona (2), por lo tanto habrá mayor actividad androgénica suprarrenal cuando este trastorno se presenta y como
consecuencia habrá un freno mayor producción de A C T H para compensar la falta de
las hormonas precedentes de la androstenediona.
Lo anterior lo expresamos esquemáticamente así:
Figura 2
La causa intima del trastorno enzimático la desconocemos por lo tanto para poder
cambiar el estado hormonal representado en
la figura 2, necesitamos recurrir a una terapéutica que trate de suplir los metabolismos
de, la Delta 4 androstenediona que se encuentran en bajo porcentaje y que a la vez frene
la hipersecreción de A C T H (3) para que en
forma compresadora la prednisona (1 dehidro- cortisona) y lo podemos representar esquemáticamente así (figura número 3):
diez y siete años: a los diez y nueve años consiguió un amante y la frecuencia paso a ser
diaria con periodos de 5 a 6 veces en la noche:
a los viento y veintiún años sus relaciones
sexuales disminuyeron en frecuencia hasta
el punto de ser una o dos veces al mes: a los
veintidós y veintitrés años noto que la libido
decaía en forma progresiva hasta seis meses
antes de venir a la consulta hasta que sus deseos se tornaron en franco homosexualismo.
El examen físico nos revela uno genitales
externos normales y una hipertricosis moderada tipo masculino. La dosificación de los
diecisiete cate esteroides totales en la orina
según la técnica Dektrec y colaboradores (4).
Nos da en la diuresis de 24 horas en total de
14 miligramos. Cifra 4 miligramos por debajo
de la media normal. Figura número (4)
Figura 3
Nuestra escasa pero significativa experiencia nos enseña que un tratamiento de dos
meses con prednisolona, resuelve el problema hormonal por un mínimo de seis meses, y
decimos mínimo de seis meses, pues este es el
tiempo que llevamos observando el caso cuya
historia clínica presentamos.
Enfermo A.O. de veinticuatro años, que
consulta por homosexualismo: la anamnesis
nos revela que principio de sus relaciones
heterosexuales a los catorce años con una
frecuencia de una vez por semana por encontrarse en un internado: así continuo hasta los
Tomado de
La dosificación de los 17 cetoresteriotipos urinarios separados por cromotografía
según técnica de la doctora Dingemanse y
colanoradores (6), nos revela un acentuado
aumento en las columnas I y III, ambas de
origen suprarrenal, y una sbignificativa disminución de la IV y la V que son de origen
gonadal (figura número 5).
El estudio de la figura número 5 nos revela una imagen hormonal una imagen hormonal como la expresa gráficamente en la
figura número 2.
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 97 - 100
Comparando la figura número 3 con la
numero 2 vemos que el efecto hormonal en
esta última es inverso al anterior, quedándonos en esta forma resuelto en problema.
99
Tratamos al paciente con la prednisona
a la dosis de 5 miligramos cada 12 horas durante 2 meses buscando el resultado como el
expresado en la figura numero3: luego continuamos el tratamiento en forma decreciente
durante cuatro semanas.
A los des meses de terminada la terapéutica obtenemos una cifra de 7.8 miligramos de
17 cetoresterioides totales en la diuresis de 24
horas, es decir, una disminución de 6.2 miligramos con “aspecto a la dosificación efectuada antes de iniciar el tratamiento (figura
número 6).
Documentos. Fuentes para una historia de la homosexualidad en Colombia. Revista colombiana
de obstetricia y ginecología.
La cromatografía de las hormonas 17 b
afectada a los 2 meses de terminado el tratamiento nos muestra al compararla con la
realizada antes de iniciar la terapéutica con
prednisona, un descenso apreciable de 2.7
miligramos en la I y 3.4 miligramos y un aumento significativo de 0.8 miligramos en la V
(figura numero 7)
100
Simultáneamente con la última dosificación el paciente nos informa su evolución
homosexual hacia la heterosexual y así, se
encuentra actualmente, 6 meses después de
iniciado el tratamiento.
Basados en los hallazgos hormonales
de antes y después de la administración de
si, nos creemos autorizados para sacar las siguientes conclusiones:
1) Hay homosexuales de origen suprarrenal
2) Estos casos pueden ser diagnosticados
por cromatografía de 17 cetoesteriodes
en la orina
3) Los casos de homosexualismo de origen
suprarrenal pueden ser tratados hormonalmente.
Carrera 46. Número 52-95 Medellín- Colombia.
El Semillero de Formación en Historia de la Salud
E
l semillero de Investigación en Historia de la Salud surge en el año 2013 con la intención de abrir un espacio de formación extracurricular para estudiantes de nivel de pregrado en diferentes áreas profesionales y del saber, principalmente en
ciencias sociales y ciencias de la salud. El objetivo principal es acercarse desde diversas
disciplinas al estudio e investigación de las ciencias, deteniéndose de forma particular
en la comprensión de los procesos de constitución y asimilación, del saber médico, la
salud pública y la psiquiatría y otras profesiones sanitarias en perspectiva histórica en
Colombia y América Latina.
Desde su creación, se han interesado en estas temáticas estudiantes de diversas carreras de la Universidad de Antioquia entre las que se encuentran Filología, Sicología,
Administración de servicios en Salud, Licenciatura en Ciencias Sociales, Enfermería,
Medicina e Historia. Con estos estudiantes se ha realizado un trabajo de formación
en historia, charlas de capacitación, salidas de campo y asesorías individuales. Los intereses de cada uno se han vinculado con las líneas de investigación existentes en el
Semillero, las cuales por su parte están asociadas a las del grupo de historia de la Salud,
estas son: Enseñanza y formación en Historia de las ciencias, Historia de la Salud Pública, Historia de la locura y la psicopatología en Colombia, Historia de las profesiones
sanitarias, Prácticas y discursos de Medicalización e higiene en la formación de la salud
pública.
Para el año 2014, se contó además del apoyo brindado por Colciencias y la Facultad Nacional de Salud Pública, lo cual le permitió al Semillero acceder a financiación y
divulgar en una revista nuestros intereses sobre el área de la historia de la salud.
A Colciencias, a la Facultad Nacional de Salud Pública, al Grupo de Investigación
Historia de la Salud y a todos aquellos quienes participaron en la elaboración de esta
revista les agradecemos la posibilidad de abrir este nuevo espacio de discusión y circulación de ideas llamado SALUS, historia de la salud, esperamos en adelante se sumen
a esta iniciativa más estudiantes e investigadores interesados en este campo del saber.
Jana Catalina Congote Durango
Historiadora Universidad de Antioquia,
Coordinadora del Semillero Historia de la Salud –FNSP–
Revista SALUS • 2015 • N° 1 • 5 - 6
El semillero ha sido un espacio de formación y al tiempo se han compartido intereses y experiencias, algunos de sus integrantes siguen avanzando en sus procesos de
formación y abandonan el pregrado por lo cual ya no nos acompañan, otros continúan
acompañándonos y seguimos entre todos seguimos conformando un espacio de discusión de ideas y aprendizaje colectivo, guiados siempre por nuestro tutor Álvaro Casas
Orrego, (profesor del departamento de Historia y coordinador del Grupo Historia de
la Salud de la Facultad de Salud Pública Universidad de Antioquia), quien siempre ha
creído y alentado nuestras iniciativas, acompaña permanentemente este proceso y nos
permitió estar a cargo de este primer número.
101
De lecturas
E
ste libro recoge parte de la experiencia de investigaciones históricas
realizadas por integrantes del Grupo Historia de la Salud, adscrito al
centro de Investigación de la Facultad Nacional de Salud Pública de
la Universidad de Antioquia, además de otras contribuciones de pares académicos nacionales e internacionales, algunas de las cuales fueron leídas
durante el Segundo Seminario Historia de la Salud realizado en Medellín
el 29 de Agosto de 2011.
Cada uno de los capítulos constituye un ensayo reflexivo en torno a las
construcciones conceptuales que configuran nuevas formas de pensar la
salud pública y la psiquiatría, en la perspectiva de una epistemología de las
ciencias sociales; brinda aportes descriptivos y analíticos, con innovación
en el uso de fuentes documentales, en favor de una historia que rescata
ciertas particularidades de procesos locales o nacionales. En general todos
ellos introducen a una analítica de los conceptos y a nuevas formas de la
interpretación histórica en torno a procesos de configuración de políticas
públicas y organización de instituciones de salud.
se imprimió en los talleres gráficos
de la Editorial L Vieco S.A.S.
Medellín, 2015
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