EL FOLLETÍN Esteban: Hoy con Salvador Dellutri

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EL FOLLETÍN
Esteban: Hoy con Salvador Dellutri vamos a hablar de un producto literario de la sociedad industrial
que se llamó “el folletín”, y pensando en esto Salvador, uno ve que cada época, cada sociedad
desarrolla elementos comunicacionales para transmitir y desarrollar ideas de determinado autor, para
que el público en forma masiva logre leerlas, creo que justamente es el caso.
Salvador: Claro, realmente en el siglo XIX se produce algo así como una eclosión de la prensa.
Aparecen sobre todo en Francia e Inglaterra, una gran cantidad de periódicos que lógicamente
comenzaron (como era típico en la sociedad industrial) a competir, ver quién vendía más. Hasta que a
alguno se le ocurrió, para mantener las ventas agregar una sección literaria o un folletín. Entonces un
folletín es: una novela por entregas, es decir, una historia que en cada número aparece un capítulo y
se va prolongando en el tiempo para atrapar al lector. Este, puede leer las noticias en cualquier
periódico, pero cada uno, tiene su folletín…
Esteban: Y ese es único…
Salvador: Claro, a eso se lo llamó folletín y comenzó a ser único. El folletín se iba desarrollando a
medida que el periódico avanzaba. Entonces aparecen dos tipos de folletínes: uno que se llamó “la
novela” o como en algún lugar se le denominaba como “la novela semanal” porque aparecía un
capítulo por semana, pero realmente la novela era por entregas. Se dice que se lllamaba de esta
manera, porque esa novela ya estaba escrita completa antes, entonces lo único que hacía el periódico
era colgar un capítulo cada número, pero en otros casos no estaba escrita entonces el folletín se iba
escribiendo a medida que el periódico iba saliendo. Y de acuerdo al éxito y las inclinaciones de la
gente, el autor iba aumentando la presión o disminuyéndola, o bien eliminando el folletín porque no
tenía éxito. Por lo tanto, dependía mucho de la reacción de la gente.
Estos autores no tenían como objetivo lo literario, el objetivo era ganar dinero, tener un producto,
producir algo comercial.
Muchos de los grandes autores que hoy conocemos, lo fueron del folletín. Algunas de las novelas de
Balzac por ejemplo, aparecieron en folletín por entregas.
Más adelante, en su segunda etapa, el folletín tomó tanto vuelo que aparecieron publicaciones, las
cuales solamente se interesaban en el folletín, pero la diferencia entre una y otra era que la gente
compraba la novela por entregas únicamente para leer lo literario porque era lo único que traía.
Autores como Benito Pérez Galdos, Balzac, Alejandro Dumas, Emil Solá, Arthur Conan Doyle, C.
Dickens, publicaron por el sistema de folletín, lo que habla de un auge bien importante de este tipo de
literatura.
¿Cuál es la característica del folletín? ¿Qué lo caracteriza?
El primero de los folletínes, con un éxito tremendo (y cuando un periódico tenía un folletín con dicho
éxito los demás se desesperaban por encontrar algo que los haciera superarlo) fue el de E. Sue “Los
misterios de París”. Esta es una novela que trata sobre los bajos fondos con intrigas, huérfanos que
buscan sus destinos, romances frustrados, gente angustiada, villanos…tiene todos los ingredientes,
pero el fundamental del folletín es como logra el guionista dejar este en suspenso para lograr que el
lector lea la próxima edición.
Creo que Sue tuvo esa gran virtud, uno lee hasta el final del capítulo e inmediatamente no puede
dejarlo tiene que ir al siguiente.
Quiere decir, que ellos eran artistas en el hecho de crear ciertos suspensos y situaciones que al lector
le hacen pensar que no tienen resolución y ver como las resuelven, a veces en forma groseramente
fantástica.
Hace poco, apareció una novela publicada de Alejandro Dumas “La reina Margarita” voluminosa, en
rústica y la compré me dije, en algún momento iba a tener tiempo de leerla y la coloqué allí en mi
biblioteca porque Alejandro Dumas fue uno de mis autores favoritos en la adolescencia.
Hace dos o tres meses, veo el libro, lo bajo y comienzo a leer el primer capítulo, leo el segundo
también, el tercero y el cuarto, estamos hablando de un libro que tenía unas setecientas u ochocientas
páginas y no pude dejarlo hasta el final, es decir, llega un momento en que la historia se hace tan
apasionante, aunque uno sabe hacia donde va la historia es atrapante de todos modos.
Creí que me atrapaba cuando tenía 15 años tan sólo, no a los sesenta, sin embargo me atrapó, porque
realmente el autor tiene una capacidad tal para escribir, enganchar y mantener al lector; esto habla de
una superioridad literaria. Muchas veces, se ha menospreciado bastante al folletín porque muchos de
los folletines tienen sus valores literarios, tal vez no son tan profundos como las novelas de la misma
época, por ejemplo, no se puede comparar “Los tres mosqueteros” con “Los miserables” pero tiene su
valor Los tres mosqueteros.
Esta novela, surgió justamente porque se buscaba contrarrestar los efectos de Los misterios de París
que estaba vendiendo mucho, entonces le piden a A. Dumas, un autor de teatro hacer esta obra.
Su padre había sido militar con Napoleón y tuvo un entredicho con él en Egipto, porque el padre de
Alejandro Dumas le dijo que iba a luchar por la idea y por Francia pero no por un hombre y esto lo
hizo caer en desgracia delante de Napoleón. El hijo de algún modo trata de reivindicar al padre y
comienza a escribir teatro.
Alejandro Dumas tenía una falencia, a pesar de ser amigo de Victor Hugo y de los intelectuales de la
época, tenía un problema que versificando no poseía, el vuelo de Victor Hugo. Él era un gran poeta y
escritor. Dumas como poeta no llegaba a ser como Victor Hugo.
Alejandro Dumas renovó el teatro romántico y escribió en prosa, hizo algunos versos pero luego
comenzó a escribir en prosa, tuvo algunos éxitos apoteóticos tremendos en el teatro. Pero luego
descubrió, unas actitudes únicas en el folletín, entonces empezó a escribir Los Tres Mosqueteros en
entregas y comenzó a competir en el mercado porque la gente las seguía. Luego el cine de algún modo
la redujo a una historia lineal, pero sin embargo él escribió muchos capítulos de esta novela, con
historias secundarias, problemas, idas y venidas, que entran dentro del vicio del folletinista.
Una de las cosas que se le pedían a quienes escribían folletines, que debían llenar una página,
entonces para ello, ponían mucho diálogo, porque el mismo permite escribir líneas cortas una al lado
de la otra y llenar mucho espacio. Entonces los “grandes diálogos” que se dan son por ejemplo:
Alguien le pregunta algo a un personaje y el otro contesta “Si.”Entonces al tener que cubrir cierta
cantidad de líneas abundan en los diálogos y los mismos le dan muchísima agilidad.
Alejandro Dumas no solamente escribió el folletín sino que descubrió era un gran negocio y comienzó
a contratar gente, entonces tuvo lo que se llama en literatura “los negros” que son quienes escriben
pero es otro quien firma. Él desarrollaba las novelas, decía “esta es la trama y los personajes”.
Algo interesante de notar en el folletín es que los personajes son líneales, quien es villano lo es
siempre y quien es bueno también, no evolucionan siguen así siempre. Entonces, él marcaba los
personajes y las líneas argumentales de cada capítulo y había quienes las escribían, algunos en forma
brillante, por supuesto Alejandro Dumas al final hacía una revisión de todo. Pero de alguna manera
fue el creador de una industria editorial, de producción, con toda su gente e hizo obras monumentales,
las cuales han sido estudiadas por los grandes semiólogos, por como comunicaban.
Después del tremendo éxito de Los Tres Mosqueteros que no termina allí, porque veinte años después
los vuelve a reunir y más tarde hace una novela doble. Crea ese personaje de D´Artagnan tan famoso al
cual quiere tanto, cuando “mata” a D´Artagnan en la última parte de la historia, guarda luto por la
muerte de su personaje porque de alguna manera era muy histriónico, muy vital, tenía una
personalidad muy especial.
Después de la muerte de Los Tres Mosqueteros tiene otro gran éxito como lo fue El Conde de
Montecristo. Una novela muy profunda en sus conceptos, seguimos leyéndola hoy con verdadera
pasión. En esta novela, es donde veo realmente la pluma literaria de Alejandro Dumas, porque
plantea el hecho de un hombre al cual la justicia comete (valga la redundancia) una injusticia con él,
quien más tarde saldrá para vengarse y su venganza lo coloca por encima incluso de la misma justicia.
Se llega a decir en la obra que existen hombres superiores y tienen que actuar por encima de la
justicia como si estuvieran más allá del bien y del mal. Concepto que más tarde retomará en la filosofía
Nietzche.
Es interesante ver como estos hombres en medio del comercio y de querer ganar dinero, sin embargo
produjeron obras importantes, no todas, pero sí, muchas lo han sido.
Por otro lado, debo decir que aprendí historia francesa leyendo a Dumas, leía y me enteraba de lo que
pasaba en Francia, su historia, cuando tenía que rendir exámen de historia francesa lo hacía
recordando a Dumas y prestando mucha atención a la vez de no cometer error ni mencionar algún
personaje de Dumas sino los personajes fundamentales como el cardenal Richelieu o el cardenal
Massarino y podía hablar del carácter, de lo que hacía esta gente porque había leído a Dumas, siempre
digo que en mí hicieron un trabajo didáctico importantísimo, me hicieron amar a Francia, pero esto es
debido a la gran influencia de Alejandro Dumas y Victor Hugo, autores que marcaron etapas de mi vida
y luego uno los termina amando. Más tarde cuando fui a Francia buscaba los lugares que marcaba la
novela.
Lo primero que conocí, fue la catedral de Notre Dame por la obra de Victor Hugo y me parecía que en
cualquier momento iba a aparecer el jorobado Quasimodo. Luego comencé a ver lo que fue la obra de
Dumas en el Louvre donde sucede mucha de la acción de este autor, hasta que descubrí la casa del
jefe de Los mosqueteros, la casa de Monsieur de Trouville, personaje que vivió en París, existe una
placa donde se marca el lugar, lo interesante no fue que lo descubrí porque lo ví en una guía, sino que
busqué y busqué hasta encontrar esa placa lo cual para mí fue un logro tremendo. Esa fue la primera
vez que visité París.
La segunda vez fui con mi esposa, la hice caminar no sé cuanto tiempo diciéndole que le mostraría algo
maravilloso, la placa, quería matarme, para mí fue muy importante haberla descubierto.
Esa es la impronta que dejaron los folletines más allá del siglo XIX y XX.
Esteban: Así que entretenían, obviamente también eran productos comerciales para los periódicos,
pero a su vez transmitían ideas muy fuertes las cuales, marcaban la ideología de la época.
Salvador: Por supuesto, por eso podemos hablar en el próximo bloque de otro folletinista quien marcó
también el pensamiento de la época.
Esteban: Ya volvemos con Tierra Firme.
Pausa…
Esteban: Estamos en Tierra Firme. Recorriendo cómo la gente se expresaba en un momento histórico
bien particular. Viendo el folletín, un producto comercial del siglo XIX.
Ahora querías enfocarte en uno bien específico Salvador, decinos cuál.
Salvador: Quisiera hablar un poco de Arthur Conan Doyle y Sherlock Holmes su gran creación.
Apareció como cuento en una revista que formaba parte del escrito de Conan Doyle, llegó un
momento en que los lectores leían la revista para leer únicamente la parte de Sherlock Holmes.
Este, es el representante más acabado de la sociedad racionalista, la cual cree que a través de la razón
siempre puede llegar a la verdad y la justicia.
Sherlock Holmes de alguna manera es también un “super hombre”, pues tiene una mentalidad
superior, entonces cuando uno vé todas estas cosas se da cuenta que Sherlock Holmes es el
representante de toda una época.
Conan Doyle era un escritor que lo hizo antes y después de estas otras obras: “Un mundo perdido”
una obra muy interesante, una saga de tres novelas sobre el profesor Challenger quien investiga sobre
mundos perdidos, pero sin dudas, Sherlock Holmes fue su obra maestra.
En un momento de su publicación se hartó del personaje, de tener que elaborarlo, además de algún
modo éste se lo tragó a él, en la saga lo mata cayendo por una catarata y desapareció. Notablemente
recibió muchísimas cartas de todos los lectores y no tuvo más remedio que resucitarlo. Argumentó,
que no había sido muerte sino que se lo llevó el agua y lo puso nuevamente en vida porque la gente lo
pedía.
En el ser humano hay una necesidad de recibir del cuento y la historia enseñanzas. Además en el
cuento y en la historia se ve reflejado. Uno piensa en esas multitudes que compraban ávidamente los
folletines y cada semana iban para leer un capítulo, lo cual muestra cuanta necesidad tenía esta gente.
Pero también creemos que eso se repite en nuestro tiempo, en los medios masivos como la televisión
por ejemplo con sus novelas por entregas (que llaman teleteatros) hay mucho de eso todavía, aunque
la calidad ha bajado notablemente. De todos modos es importante ver que esta necesidad del ser
humano, de inmiscuirse, conocer vidas, penetrar en los misterios de la vida persisten. En la antigüedad
se contaban cuentos, estos eran muy importantes, más tarde aparecen los folletines, hoy en día
tenemos las telenovelas y va a continuar, a todas estas cosas siempre se las ha calificado como un arte
menor pero siempre detrás de esto se muestra la avidez del ser humano por conocer la vida de otros,
por tener héroes, encontrar el misterio de la existencia y la vida.
También son expresiones de las ideas que hay en cada momento y en cada lugar, por eso creo que los
creadores, que se asemejan a Dios porque Él es el gran Creador, deben hacerlo con responsabilidad
porque no solamente transmiten historias, sino ideas, están modelando a la gente y esta se identifica
con esos personajes, es una gran responsabilidad comunicarse, transmitir algo a la gente, porque
todos nosotros vivimos de la comunicación y somos influenciados por ella. Por ello, al mirar a todos
estos folletinistas, observando al hombre en su necesidad de recibir algo y mirando a todos estos
creadores que como si fueran dioses crearon sus propios mundos y los transmitían, pienso en la gran
responsabilidad que tenemos de crear y hacer cosas positivas, dejar en el corazón de los hombres
semillas de nobleza, bondad, verdad y justicia. Si hay algo que uno agradece a todos los folletinistas de
aquella época, es que siempre en sus obras la verdad, la justicia y el bien triunfaban, siempre
mostraban que era mucho mejor ser bueno que malo, la justicia era mejor que la injusticia y la verdad
triunfaba al final, creo que esto ha sido lo positivo, ellos en el fondo estaban afirmando las grandes
virtudes del ser humano, lamento que en este tiempo no sea así, la literatura y lo que se ofrece no
esté afirmando los grandes valores, por eso me inclino ante estos folletinistas quienes defendieron la
verdad, la justicia, aquellos valores eternos porque creían realmente que eran cosas que Dios había
establecido.
Recuerdo, que Alejandro Dumas quien fue un revolucionario republicano y luchaba en los frentes de
batalla, se amargó muchísimo, cambió su actitud cuando vió a su propia gente atacar la religión y la fe,
porque en el fondo a pesar de ser un revolucionario republicano entendía que los valores debían estar
afirmados en la fe de los hombres, que ninguna revolución podía atacar esos valores. Cuando uno lee
sus obras se da cuenta, porque habla de valores que son eternos, habla de verdad, justicia, lealtad. Sus
grandes personajes eran hombres leales, comprometidos y luchadores. Entedía que esto debía ser
defendido, cosa que lamentablemente en nuestro siglo XXI parece que no nos hemos dado cuenta y
creo que tenemos que volver a esos folletines para ver cómo hacer algo de consumo popular pero que
afirme los grandes valores.
LOS GRANDES MÚSICOS EN TIERRA FIRME…
Esteban: Nos gustaría escucharlo a usted ahora y su relación con las grandes virtudes y la transmisión
de valores en los medios que le toca a usted emprender. En el caso de hoy el folletín y el análisis que
hicimos con Salvador Dellutri en Tierra Firme.
Por correo electrónico [email protected] o por carta a Tierra Firme, casilla de correo 5051,
Montevideo-Uruguay.
Volveremos en la próxima ocasión cuando anunciemos una vez más Fierra Firme.
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