Los requisitos esenciales para dar lugar al Trabajo Autónomo Económicamente Dependiente ASESORLEX SOLO PARA ASESORES DE PYMES Indice 1. Consideraciones iniciales 2. Trabajo personal 3. Dependencia económica 4. Ausencia de dependencia jurídica © Asesorlex.com. Reservados todos los derechos. Fecha de edición: 02/05/2013 -1- Los requisitos esenciales para dar lugar al Trabajo Autónomo Económicamente Dependiente ASESORLEX SOLO PARA ASESORES DE PYMES 1.- Consideraciones iniciales Pese a ser una figura que se introdujo por primera vez en nuestro ordenamiento jurídico hace cinco años, por su importancia práctica y su frecuencia social, no pierde actualidad. Y es que habida cuenta de la situación de crisis económica que actualmente atraviesa nuestro país, cada vez más son más las empresas que, con el fin de evitar los costes sociales, optan por contratar la ejecución de determinada actividad o servicio a través un autónomo dependiente en lugar de recurrir a un trabajador de su plantilla. La noción de “trabajador autónomo dependiente” se plasma en el art. 11.1 de la Ley 20/2007 y se configura a partir de la yuxtaposición de diversas características que, a pesar de que de la literalidad del citado precepto parecen ser más, pueden simplificarse y reconducirse a la apreciación de tres elementos constitutivos esenciales. Aunque hayan transcurrido prácticamente seis años desde la entrada en vigor de la Ley 20/2007, todavía resulta necesario clarificar su verdadero contenido. De la misma forma en que el art. 1.1 ET exige la concurrencia simultánea de cinco requisitos (trabajo por cuenta propia, retribuido, voluntario, personal y dependiente) para poder reconocer una prestación laboral de servicios, el art. 11.1 del Estatuto del Trabajo Autónomo exige ahora, aunque bajo una fórmula de redacción bastante más compleja, la concurrencia simultánea de tres elementos constitutivos (dos de ellos formulados de manera positiva y uno de ellos, de manera negativa) para admitir que se ha generado un supuesto de trabajo autónomo económicamente dependiente. Estos requisitos son: trabajo personal, dependencia económica y ausencia de subordinación jurídica. Además de estos presupuestos, que se pueden calificar como requisitos configuradores esenciales de la figura del TRADE, conviene prestar especial atención a la exigencia de forma escrita del contrato que, pese a tratarse de una obligación legal, no alcanza por su intensidad el nivel de presupuesto “esencial” y “constitutivo” de la dependencia económica. A través de esta definición se intenta identificar a un subconjunto dentro de los “trabajadores autónomos” a los que se dedica con carácter general el resto del articulado de la Ley. Y es que si todo trabajador autónomo (entendido como sujeto que realiza una actividad productiva por cuenta propia sin estar revestido de personalidad jurídica independiente -cuente o no con sus propios trabajadores a su servicio-) estará comprendido dentro del ámbito subjetivo del Estatuto del Trabajo Autónomo (art. 1.1), sólo algunos de ellos podrán calificarse también de “trabajadores autónomos económicamente dependientes” (art. 11.1). Así, la literalidad de la ley exige que se realice “una actividad económica o profesional a título lucrativo y de forma habitual, personal y directa y predominantemente para una persona física o jurídica denominado cliente, del que dependen económicamente (…)”. Redacción en la que pueden encontrarse tres requisitos esenciales que identifican realmente al trabajo autónomo dependiente. Son los siguientes: © Asesorlex.com. Reservados todos los derechos. Fecha de edición: 02/05/2013 -2- Los requisitos esenciales para dar lugar al Trabajo Autónomo Económicamente Dependiente ASESORLEX SOLO PARA ASESORES DE PYMES 2.- Trabajo personal El art. 11.1 del Estatuto del Trabajo Autónomo pide que la prestación de servicios del autónomo dependiente se realice “de forma personal”. Para ofrecerle a esta referencia genérica su verdadero alcance, se debe poner en relación con los arts. 11.2. a) y 11.3 del mismo texto. Teniendo esto en cuenta, se puede afirmar que son a su vez tres los rasgos que permiten reconocer que la prestación de servicios se ha prestado de forma personal: 1. El trabajador autónomo tiene que desarrollar la actividad económica la por sí mismo, esto es, sin contar con trabajadores por cuenta ajena a su servicio y “sin contratar o subcontratar parte o toda la actividad con terceros”. De lo que indirectamente se puede deducir la infungibilidad de la persona del autónomo dependiente, circunstancia que le hará mantener grandes puntos de identidad con el trabajador por cuenta ajena (art. 11.2.a). 2. No podrán considerarse autónomos dependientes “los profesionales que ejerzan su actividad conjuntamente con otros en régimen societario o bajo cualquier otra forma jurídica admitida en derecho” (art. 11.3 Ley 20/2007). Con estas precisiones, la ley está trasladando al ámbito civil prácticamente la misma definición que la jurisprudencia laboral reiteradamente mantiene acerca de la nota de “trabajo personal” de la prestación laboral de servicios. Al igual que un trabajador por cuenta ajena, no cabe hablar de un autónomo dependiente que no actúe en el mercado como persona física o que no desarrolle su actividad en régimen de infungibilidad, aunque no exista un pacto expreso en el texto de su contrato que le obligue a ello). Y es que en otro caso, no estará reuniendo los estrictos requisitos que la propia ley exige para incluir a cierto colectivo de trabajadores autónomos en el ámbito subjetivo del nuevo régimen profesional de los trabajadores autónomos dependientes. 3. Debe resaltarse que, a diferencia de lo que ocurre ante una prestación laboral de servicios, no desvirtúa el rasgo del trabajo personal del autónomo dependiente que no se haya concertado un contrato de actividad dado que el contrato en el que toma parte un autónomo dependiente puede ser tanto de actividad como de resultado, pues el Capítulo III de la Ley 20/2007 no introduce ninguna limitación al respecto. 3.- Dependencia económica A pesar de que se formulan como presupuestos independientes, varias características que incorpora la Ley 20/2007 y que aparentemente constituyen requisitos autónomos, en realidad pueden reconducirse también a la noción de “dependencia económica”. De tal forma, sólo este requisito actuará como un rasgo esencial del trabajo autónomo dependiente y los demás, constituirán meras manifestaciones concretas de dicha dependencia económica, derivaciones lógicas indisolublemente unidas a su existencia, y a las que por tanto, no se les puede reconocer sustantividad propia. Así, sólo habrá dependencia económica cuando la actividad productiva se preste: a cambio de una contraprestación económica (11.2.e Ley 20/2007) y de forma habitual para un cliente del que perciba la parte predominante de sus ingresos (art. 11.1 Ley 20/2007). Ante esta configuración legal de la dependencia económica, resulta redundante precisar que “la condición de dependiente sólo se podrá ostentar respecto de un único cliente” (art. 12.2). Adviértase al respecto la indeterminación de la notación de “habitualidad” y del periodo de tiempo en el que debe apreciarse o mantenerse la situación de dependencia económica, En definitiva, la Ley 20/2007 modifica radicalmente el importante papel que en lo que al proceso de delimitación de fronteras se refiere, jueces y tribunales le conferían, a favor del carácter laboral de la relación controvertida, al dato de la exclusividad. Y es que el reconocimiento legal expreso de la figura del autónomo dependiente, impide seguir utilizando estas reglas interpretativas, dado que es precisamente el rasgo de la exclusividad (plena o semiplena) el que va a identificar también al nuevo colectivo de los trabajadores autónomos económicamente dependientes. © Asesorlex.com. Reservados todos los derechos. Fecha de edición: 02/05/2013 -3- Los requisitos esenciales para dar lugar al Trabajo Autónomo Económicamente Dependiente ASESORLEX SOLO PARA ASESORES DE PYMES 4.- Ausencia de dependencia jurídica De los tres elementos que caracterizan el trabajo autónomo dependiente, dos de ellos, el trabajo personal y la dependencia económica, concurren también en la prestación laboral de servicios. Ante esta circunstancia, el legislador hace hincapié en el tercero de los rasgos esenciales que definen e identifican el trabajo autónomo dependiente, porque precisamente va a ser éste el que permita diferenciar la prestación laboral de este tipo específico de trabajo prestado por cuenta propia. Y es este tercer elemento constitutivo del trabajo parasubordinado el que se puede definir a través de una formulación negativa: la ausencia de dependencia jurídica. De esta manera, por exclusión, se puede deslindar fácilmente el trabajo personal que constituye el objeto de una prestación laboral de servicios, del que presta un autónomo dependiente. Y es que, si tomamos como punto de partida las siguientes premisas: la dependencia jurídica constituye un requisito constitutivo de la prestación laboral y, los demás elementos constitutivos del trabajo por cuenta ajena concurren también en la prestación de servicios del autónomo dependiente, la conclusión resulta obvia: la actividad productiva de un trabajador autónomo dependiente ha de estar presidida siempre por su clara independencia jurídica. Para evitar controversias interpretativas es necesario admitir que, en el moderno proceso de producción (y aunque la dependencia económica sea una característica típica de la prestación laboral) existen otros tipos de colaboraciones humanas en las que también concurre una contundente dependencia económica de uno de sus miembros respecto del otro, sin que ésta llegue a incidir sobre la plena autonomía jurídica del sujeto que lleva a cabo el servicio, ni dé lugar a ninguna muestra de la dependencia laboral que se necesita para calificar una relación como laboral. Por ese motivo, la Ley 20/2007 incide repetidamente y bajo diversas fórmulas sobre el hecho de que, en ningún caso, la desigualdad económica que afecta al autónomo parasubordinado puede dar lugar a la integración del sujeto que presta el servicio en “un ámbito de organización y dirección ajeno”, ni justificar por tanto la aplicación de la legislación laboral, por muy flexible que sea la interpretación actual de los presupuestos constitutivos enumerados en el art. 1.1 ET. Con ánimo de ofrecer seguridad jurídica, la Ley 20/2007 detalla en su texto las distintas vertientes que necesariamente han de caracterizar la independencia jurídica, o lo que es lo mismo, la plena autonomía organizativa que caracteriza al trabajador autónomo dependiente, sin cuya concurrencia simultánea no podría admitirse su plena autonomía jurídica. Y estas vertientes de la autonomía organizativa necesariamente han de ser tres: 1. En primer lugar, el art. 11.2. d) indica que el trabajador autónomo dependiente “deberá disponer de infraestructura productiva y material propios, necesarios para el ejercicio de la actividad e independientes de los de su cliente, cuando en dicha actividad sean relevantes económicamente”. Con todo esto, el legislador únicamente está exigiendo que el sujeto que realiza la actividad disponga de una estructura organizativa propia, por pequeña que ésta sea; pues si un sujeto es titular de su propia organización productiva, nunca podrán concurrir en él ni la “ajenidad” ni la “dependencia jurídica” que identifican a los trabajadores dependientes. © Asesorlex.com. Reservados todos los derechos. Fecha de edición: 02/05/2013 -4- Los requisitos esenciales para dar lugar al Trabajo Autónomo Económicamente Dependiente ASESORLEX SOLO PARA ASESORES DE PYMES 2. En segundo lugar, la autonomía jurídica se caracteriza, como es lógico, porque el sujeto “desarrolla su actividad con criterios organizativos propios, sin perjuicio de las indicaciones técnicas que pudiera recibir de su cliente” (11.2.d), es decir, con plena capacidad de decisión sobre cuál es la forma más adecuada de ofertar su actividad profesional al mercado de bienes y servicios, sin tener que ajustarse para ello a instrucciones de su contratante. Con este precepto el legislador está tratando de conseguir dos cosas: La primera, introducir un antónimo a la expresión “dentro del ámbito de organización y dirección de otra persona” con que el vigente Estatuto de los Trabajadores intenta hoy definir la nota identificativa del contrato de trabajo conocida como “dependencia”. Al mismo tiempo, se pretende incidir en otra cuestión: el autónomo dependiente, como todo contratante civil, está sometido a las indicaciones de su cliente destinadas a delimitar el objeto del contrato (1261 C.C.), pero estas “instrucciones técnicas”, ni siquiera cuando concurren con la dependencia económica, no son suficientes para generar la dependencia jurídica que identifica la prestación laboral de servicios. 3. La tercera de las vertientes de la “independencia jurídica” que exige la Ley 20/2007 ofrece más dudas acerca de si se trata de un nuevo presupuesto declarativo, calificador del requisito de la “plena autonomía”, o bien de una exclusión expresa del ámbito protector de la Ley 20/2007. Así, el art. 11.2.b) exige que el autónomo dependiente “no ejecute su actividad de manera indiferenciada con trabajadores que presten servicios bajo cualquier modalidad de contratación laboral por cuenta del cliente”. A primera vista parece que, intentando evitar que prosperasen situaciones fronterizas en las que resultaría especialmente probable que se produjera fraude de ley, el legislador introduce a través del citado precepto serias restricciones sobre el Derecho al Trabajo y sobre la Libertad de Empresa que proclaman respectivamente los arts. 35 y 38 CE. Tan tajante es el alcance de la literalidad de la ley que parecía haber incluido una de las pocas presunciones iuris et de iure vigentes en nuestro ordenamiento jurídico, esta vez, de falta de autonomía organizativa. Pero un estudio detallado de este presupuesto, lleva a afirmar que, al igual que las anteriores precisiones legales únicamente estaban queriendo incidir y clarificar la noción de “independencia jurídica”, esta tercera vertiente de la autonomía también tiene una vocación ejemplificativa. Siguiendo la misma finalidad que tenían las anteriores precisiones, con el art. 11.2.b) el legislador intenta evitar que prosperen situaciones de fraude de ley, y por ese motivo, sospecha hasta tal punto de la legitimidad de colaboraciones profesionales aparentemente autónomas que se prestan de forma indistinta con trabajadores dependientes y a favor del mismo empresario, que decide excluirlas directamente del ámbito de aplicación de la Ley 20/2007, presuponiendo que todos ellos se hallan integrados de la misma manera en una esfera de organización y dirección ajena, por lo que tal situación se presenta totalmente incompatible con la plena autonomía organizativa que debe caracterizar a todo trabajo autónomo –incluso al prestado por trabajadores autónomos económicamente dependientes-. Teniendo esto en cuenta, es importante resaltar que gracias al art. 11.2.b Ley 20/2007, a partir de ahora, se podrá utilizar la prestación indiferenciada de servicios para un mismo contratante como un nuevo indicio de laboralidad -esta vez no de creación jurisprudencial sino aportado directamente por una norma con rango de ley- y que ratificaría las diversas aproximaciones jurisprudenciales que, de forma tímida, se venían haciendo al respecto. © Asesorlex.com. Reservados todos los derechos. Fecha de edición: 02/05/2013 -5- Los requisitos esenciales para dar lugar al Trabajo Autónomo Económicamente Dependiente ASESORLEX SOLO PARA ASESORES DE PYMES A su vez, y completando la noción de “independencia organizativa”, la Ley 20/2007 incide en el hecho de que el trabajador autónomo siempre desarrolla su actividad profesional por cuenta propia. De esta manera, la falta de ajenidad se vincula estrechamente a la existencia de independencia jurídica, al igual que en el ámbito laboral las notas de ajenidad y subordinación empresarial aparecen indisolublemente unidas. Por ese motivo, con el fin de insistir tácitamente en la autonomía organizativa del autónomo dependiente, el art. 11.2.e) exige que el trabajador autónomo dependiente “asuma el riesgo y ventura” de su actividad. Mención que resulta claramente superflua pues, si la prestación de servicios por cuenta ajena se califica como una prestación laboral de servicios, obviamente, a la inversa, la falta de ajenidad, necesariamente se ha de considerar como un rasgo demostrativo del trabajo prestado por cuenta propia. En definitiva, para conseguir delimitar con éxito una prestación laboral de una colaboración profesional realizada por un trabajador autónomo dependiente hay que tener en cuenta las siguientes reflexiones: Obviamente, el proceso de identificación se puede complicar si se advierte que la situación de dependencia económica continuada en el tiempo, aunque tenga su origen en una relación productiva de naturaleza civil, constituye un contexto especialmente propicio para que lo que inicialmente fue tan sólo una situación de simple subordinación económica se transforme en verdadera dependencia jurídica. Se produciría así una novación de la naturaleza del contrato (1203 y ss C.C.) que dificulta la labor de diferenciación entre una prestación laboral y la actividad de un trabajador autónomo desarrollada de forma personal y para un cliente notoriamente principal. De esta forma, en una colaboración productiva personal que comenzó siendo por cuenta propia, se introduce de forma sobrevenida el rasgo constitutivo de la relación laboral que en un principio faltaba y obligaba hasta entonces a calificar la situación como de parasubordinación: la vinculación jurídica. Es decir, la dependencia económica es la que en muchos casos origina la existencia de dependencia jurídica. Esta conexión puede resultar muy útil en la identificación de cierto tipo relaciones controvertidas, pues sólo si el intérprete toma conciencia de las elevadas posibilidades de novación contractual que rodean a la prestación parasubordinada de un servicio profesional por cuenta propia, podrá ofrecer una respuesta acertada acerca de la naturaleza jurídica del vínculo controvertido. Por lo tanto, resulta fundamental distinguir los supuestos en los que la vinculación económica, pese a ser prolongada, no ha llegado a repercutir sobre la autonomía del trabajador en la ejecución de su trabajo, de aquellos otros en los que una intensa dependencia económica finalmente incide sobre la naturaleza jurídica del vínculo. Al respecto, la exposición de Motivos de la Ley 20/2007 incide en que “la dependencia económica que la Ley reconoce al trabajador autónomo económicamente dependiente no debe llevar a equívoco: se trata de un trabajador autónomo y esta dependencia económica en ningún caso debe implicar dependencia organizativa ni ajenidad”. A pesar de que nuestra jurisprudencia se ha tenido que enfrentar reiteradamente a la enorme complejidad que lleva consigo tener que identificar una relación laboral en la que la dependencia jurídica se ha producido de forma sobrevenida, la Ley 20/2007 no ofrece una respuesta expresa al respecto. Se limita a reconocer unas consecuencias específicas para los casos en los que la dependencia económica se produzca, en el seno de un contrato civil, de forma sobrevenida (art. 12.3), pero guarda absoluto silencio en torno a la posibilidad de que la situación de dependencia económica continuada en el tiempo genere, con el paso del tiempo, una situación de dependencia urídica. © Asesorlex.com. Reservados todos los derechos. Fecha de edición: 02/05/2013 -6-