ESTUDIOS. Revista de Investigaciones Literarias y Culturalcs, Año 8, N" 16. Caracas.jul-dic. 2000. pp. 129 140 NUEVOS DESCUBRIMIENTOS DEL GRAN RIO ..NOVELA DE LA SELVA,' DE LAS AMAZONAS: LA Y LA CRÍTICA AL IMAGINARIO DE LA AMAZONÍA JoncB MrncoNIi Universidad de Rutgers Este artículo se propone levisar distintas modalidades de representación del imaginario ¿rmazónico a partir de textos fundacionales como El nuevo descubrimiento tlel grart Río de las Amaz.ona.s (1611), hasta la extensa bibliografía existente sobre "novelas de la selva". El propósito es el dc mostrar cómo se ha ido construyendo un texto sobre la región en el que predominan desde "narativ¿rs edénicas" que muestran la ntturaleza conro "máquina inagotable", hasta discursos que reflexionan sobre el fracas<r de la modernización y la necesidad de volver a la naturaleza. El anírlisis relaciona el imaginario sobre la Amazonía con la economía y ecología política de la región, mostrando la necesid¿d actual de desmitificar la presunta inagotabilidad de los recurst¡s naturales a partir del estado de emergencia en que ésta vive en el presente. Palabras clave: imaginario, naturaleza, selva. mitificación/desmitificación, ecología, política. NEW DISCOVERIES OF THE GREAT RIVI,]R OF AMAZONAS: THE JUNGLE NOVEL AND THT] CRITIQUE OF THE IMAGINARY OF AMAZONAS. This article offers a revierv of the diff'erent types of representation of the Amazonian imaginary, from the earliest texts. such as I/r¿ Nev, Distover,' oJ'the Great Rit'er of Ama:.o/¿¿r.t, to the extensive bibliography of jungle novels. The objective is to demonstrate how the dominant image is of an Edenic paradise and portrays nature as an inexhaustible machine, while there is also a reflection on the lailure of modernization and the need to return to nature. The author relates thc imaginary over Anrazonas to the current political and ecological economy of the region. suggesting the urgont need to demystify the images and update them in ternrs oi the dramatic emergency that the region is currently suflering. Key Words: lmaginary, Nature, Jungle, N4ystification /Demystification, Ecology. Politics. "En cosa de tan grave, y de tanta nadie se arroje a imporfancia, creer más de lo que en esta relación se afirmatt Bernardo Tovar Zambrano abre los dos tomos de Los poblttdores de lo selva. Historía de lu colonizoción tlel noroccidente de lo Amaz.oníu colombiana (1995) con un capítulo sobre las imágenes de la selva titulado "Selva, mito y colonización. 129 Una introducción a la historia de la Amazonía colombiana". El volumen es una ambiciosa y ejemplar colección, dirigida por el propio Tovar Zambrano, de varias contribuciones para'una historia regional y local de la colonización del área amazónica. En la primeras páginas, el autor explica su propia contribución al proyecto de la siguiente forma: Se ha pretendido abordar, además de los factores socioeconómicos, ciertos elementos de la cultura, tales como las ímdgenes, a través de las cuales se han figurado y representado la selva y el territorio amazónicos (un imaginario de la selva), en los distintos momentos de su historia [...] En el transcurso de nuestra historia amazónica, la selva ha sido representada bajo diversas imágenes, las cuales, en cierto sentido, han transitado por una gama de figuraciones que van desde 1o infernal hasta lo paradisíaco. Naturalmente, tal variabilidad se relaciona, entre otros aspectos, con las vivencias y las características socioculturales de los diversos grupos, que a través del tiempo y con disímiles objetivos, han concurrido al territorio selvático (19). La observacióndeTovarZambrano de que tal imaginario amazónico es el producto de la historia de las interacciones entre ciertos grupos sociales y sus intereses respecto a la naturaleza de la región, es una perspectiva historicista que rendiría aún mayores frutos si regresáramos con ella a la "novela de la selva" latinoamericana del siglo XX, aunque sólo fuera para corregir los malentendidos que se han generado sobre la mismal. I La siguiente es una extensa pero necesaria muestra de los "libros de la selva" latinoamericanos: Jorge Isaacs, María (Colombia, 1867); Juan León Mera, Cumand¿í (Ecuador, 1871); Santiago Pérez Triana, De Bogotá al Atlántico (Colombia, 1897); William Henry Hudson, Green Mansions (Argentina, 1904)l Leopoldo Lugones, El imperío jesuítico (Argentina, 1904); Ricardo Rojas, E1 país de la selr,a (Argentina, 1907); Alberto Rangel, Inferno Verde (Brasil,1908); Euclides da cunha, A Margem da Historía (Brasil, 1909); Henry Major Tomlinson, The sea and the Jungle (Inglaterra, 1912); Cornelio Hispano, De París al Amazonas (Colombia, 1913); José Eustasio Rivera, La vortígine (Colombia, 1924); Ventura Carcía Calderón, La venganza del cóndor (Peru, 1924); Gasrlo Cruls, A Amazónia Mysteriosa (Brazil, 1925); Mario de Andrade, Macunaima (Brasil, 1928); Jose María Ferreiru de Castro, A Selva (Portugal, 1930); César Uribe Piedrahita, 7¿a (Colombia, 1933); Rómulo Gallegos, Canaima (venezuela, 1935); Ciro Alegría, La serpiente de oro (Perú, 1935); Luciano Andrade Marín Viaje a las misteriosús montañas de Llanganati (Ecuador, 1936); Leopoldo Benitez vinueza, Argonautas de la selya (Ecuador, 1945); Arturo Uslar Pietri, El camino de El Dorado (Venezuela, 1947); Alejo Carpentier, Ltts pasos perdidos (Cuba, 1953); Demetrio Aguilera Malta, ,E/ Quíjote de El Dorado (Ecuador, 1964)l Manuel Conzález Martínez, Llanur¿, soledatl r- t'iento (Colombia, 1965); Mario Vargas Llosa, La casa verde (Perú', 1965), Historia secreta de una novel¿t (1971) y El hablador (1987)l Márcio Souza, Galvez, Intperador do Acre (Brasil, 1976); Miguel otero silva, Lope de Aguirre (Venezuela. 1979); César Calvo, Lr¿s tres mitades de Inr¡ Moxo (Perú, i98l); Manuel Scorza, La d.anza inmóvit (Perú,1983), Darcy Ribeiro, Maira (Bras1l, 1984); Severo Satduy, Colibrí (Cuba, 1984); Thomas Büttner, La rojez de anoche desde Ia cabaña (Peri,1989), y Luis Sepúlveda, Un v'iejo que leía nov'elas de amor (Ch1le, 1993). I lr r30 Malentendidos tales como su falta de modernidad literaria pero, especialmente, las condenas que resultan precisamente, pofiadoras del imaginario amazónico. Más adelante, sin embargo, argumentaré que el principal beneficio de esta aproximación a la "novela de la selva" nos permitiría dejar de hablar de ella como una documentación y repetición del imaginario de la selva y empezar a entenderla como una crítica a ese mismo imaginario y a las políticas estatales de modernización, o a su ausencia. Una re-lectura de ia "novela de la selva" latinoamericana, particularmente de la hispanoamericana, no es, sin embargo, lo que vamos a encontrar en la crítica del imaginario amazónico. Y esto a pesar de que, como nos recuerda el antropólogo y viajero Alain Gheerbrant, la "novela de la selva" tiene la peculiaridad de haber sido y ser aún "our window on a fascinating-and often disappointing- place. Human beings are intruders here, prey to their own frenzied imaginations" (1992 152).La preocupación de Tovar Zambrano por determinar y explicar el imaginario de la Amazonía en una historiografía de la misma es representativa de una tendencia cuya necesidad justiticaron bastante bien los populares The Fate oJ the Forest (1989) de Alexander Cockburn y Susana Hecht, y Contested Frontiers in Atnazoni¿t (1992), colección de ensayos editados por Marianne Schmink y Charles H. Wood. Como en ellos, Tovar Zambrano le atribuye al imaginario de la Amazonía un protagonismo en la economía o ecología política de la región. El Dorado, el Infierno Verde, la Tierra Prometida, el Paraíso Perdido, la Geografía del Peligro, entre muchas otras, son todas metáforas con las que la selva ha sido representada y a través de la cuales ha sido y es percibida y entendida. En el contexto contemporáneo! para los distintos grupos de interés vinculados a la Amazonía, la vigencia de estas imágenes es tan problemática como urgente la necesidad contemporánea de desmistificar la Amazonía. Para organizaciones comunales e indígenas, ONG del'ensoras delmedio arnbiente, agencias gubernamentales de desarrollo y/o conservación, académicos enfbcados en la crítica del "discurso del desarrollo", la desmistificación de la Amazonía parece ser un requisito necesario para encontrar soluciones, o para redefinir los problemas sociaies y ecológicos resultados de presiones extremas sobre la tierra, el agua y otros recursos naturales. Pero, para la crítica al imaginario de la Amazonía, ni siquiera parece ser atractiva una re-lectura de la "novela de la selva" y sus lnfiernos Verdes para combatir la aceleración de la explotación de recursos renovables y no renovables debida al crecimiento de la población, a una distribución injusta de la tiena, al fracaso de las propias políticas gubernamentales y al uso de tecnología inapropiadas. No obstante, a Io que quiero liarnar la atención ahora, no es a esta dificultad para asimilar la "novela de la selva", que es frecuente en las críticas al imaginario de la An.razonía hechas desde las Ciencias Sociales. Lo que rne interesa es otra cuestión que, sin embargo, es también relevante para la solución interdisciplinaria del problema anterior. En el esfuerzo esclarecedor de las imágenes de la Amazonía, Tovar Zambrano está repitiendo, sin conciencia de eiio, a io que preiiero considerar como el texto fundador de 131 Ia escritnra de la Amazonía, el Nuevo descubrimiettto del gran río de las Amazonas (1641) de Cristóbal de Acuña, cuya escritura se justifica prácticamente por las mismas razones y se legitima con objetividad sirnilar que la crítica contemporánea al imaginario amazónico casi cien años después del "descubrimiento" de Francisco de Orellana y de la prirnera Relación. la de Fray Gaspar de Carvajal Desatbrimiento del gron río de las AmaTonas (1542)'. Nacieron (curioso lector) tan hermanadas en las cosas grandes, la novedad y el descrédito, que no parecen sino gemelos de un parto; y que por el mismo caso que en lo nuevo, repara con cuidado la admiración, peligra el crédito en el ascenso de los más acordados. Y aunque es verdad, que la eficacia de la curiosidad natural, nos inclina a saber novedades, la incertidumbre de su puntualidad, priva el entendirniento, del mayor deleite, de que sin duda gozara si persuadido de 1o cierto, depusiera toda la perplejidad en lo dudoso (1942:29). jesuita Cristóbal de Acuña, siguiendo las indicaciones de la Audiencia de Quito, acompañó de regreso a Belé¡n do Pará al Capitán Pedro de Texeira, quien acababa de remontar el Arnazonas desde su desembocadura hasta Quito por primera vez en la historia. En el texto de Acuña, la atención de Fray Gaspar de Carvajal, cien años antes, a la hostilidad del desierto, a la belicosidad de los indios y a los productos de la naturalezatrabajada por los mismos es reemplazada por el agradecimiento a la afabilidad y colaboración de los pueblos que Acuña encuentra en las orillas del Amazonas y por la maravilla de la abundancia y variedad de riquezas naturales que se hallan en las riberas del río y en la selva. Abundancia que le recuerda a Acuña la del Paraíso Ten'enal, en cuanto los indios no tienen que pasar mayor trabajo para proveerse de su sustento. Pero especialmente es una abundancia de mano de obra y de recursos natu- En 1639, el rales: diversidad de caza, de pesca, de t-rutas. de plantas medicinales. Acuña recorre el río tomando nota de los rumores de oro y plata. de las distancias, del clima y las temperaturas, de los métodos de caza y pesca, del número de cosechas que los indios obtienen al año, de los productos de la región. Incluso, recomienda la extracción o el cultivo de cuatro productos de los que se podrían enriquecer no uno sino muchos reinos, "seguros siempre de que por muchas que se saquen, jamás se podrán agotar": madera, cocoa. tabaco, pero especialmente azúcar. Adernás, por supuesto, de algodón, achiote, yvca, zaruaparrilla. aceites y caucho. No en vano la Corona española trató inútilmente de ocultar este infonne de sus competidores europeos. Al iniciarse la olead¿r de viajes "científicos" europeos y norleamericanos del siglo. XVIII, pero especialmente del XIX, Acuña no era sólo una lectura obligatoria sino hasta una cornpañía indispensable del viajero quien constantemente celebraba las observaciones hechas doscientos años antes. El relato de Acuña no es sólo un texto fundador sino que apela a la retórica del texto fundador: Acuña reproduce en cierto sentido el "primer encuentro" de Colón. Cierta- r32 mente no es el primer encuentro con la Amazonía pero opta en el "Prólogo al lector" por llamar a este valle un "nuevo mundo", de "nuevas naciones", "nuevos países", "nuevas ocupaciones", "nuevas formas de vida". Después de los encuentros de Orellana, Raleigh y Lope de Aguirre, entre otros, Acuña reinventa la desconocida región y la redescubre maravillado de entre la maraña de leyendas y mitos que se han acumulado en cien años. A decir verdad, un buen número de páginas están dedicadas al esclarecimiento de estas leyendas y mitos (como los de las Amazonas y El Dorado), y a distinguir entre aquello que ve de primera mano de lo que se infbrma por fuentes secundarias. En el uso de esta retórica del "primer encuentro" maravillado, pero también del testimoni o puntual y de la cfítica a las imágenes que de la región circulaban en las ciudades, es que el texto de Acuña simboliza si no funda la tradición de la escritura de la Amazonía. Tal vez el tópico más recurrente en esta tradición sea precisamente la desmistificación de la región por parte de un sujeto autorizado, clérigo jesuita letrado, científico ilustrado, profesor de historia, antropólogo modemo. La metáfora del "nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas", aplicada a la escritura de la Amazonía, incluida la "novela de la selva", sirve para llamar la atención al hecho de que la retórica fundamental del "regreso a lo natural", esencial para cualquier proyecto modernizador, en los "libros de la selva", como los llama Roberto GonzáIez Echevarría, es la crítica al imaginario de la Amazonía. Lo curioso es que, a pesar de que la mayoría de las sucesivas textualizaciones de la región pueden ser vistas como variaciones o actualizaciones de esta narrativa "fundamental", todas se postulan como el "verdadero descubrimiento" de una región desconocida por su difícil acceso y oscurecida por effores científicos y por cierto imaginario y los textos que lo tansmiten. Tal postura está implícita en el Prefacio de Charles de la Condamine a su Relación abreviada de un viaje al interior de la América meridional (17 45): Para no defraudar la expectación de aquellos que no buscan en una Relación de viajes sino acontecimientos extraordinarios y pinturas descriptivas agradables de usos extranjeros y de costumbres desconocidas, debo advertirles que no encontrarán en ésta más que muy poco que les satisfaga [...] En una Relación semejante [leída el 26 de abril de 1145],donde debía atenderse menos a divertir que a enseñar, todo lo que no perleneciese a la Geografía, a la Astronomía o la Física hubiera parecido una digresión que me alejara de mi objeto; pero tampoco era justo abusar de la paciencia de los más que componían el número de asistentes con una lista de nombres extraños de naciones y de ríos y con un diario de alturas del sol y de las estrellas, de latitudes y de longitudes, de medidas, de rutas, de distancias, de sondeos, de variaciones de la brújula, de experimentos con el barómetro, etc. Era, sin embargo, el fondo más rico y el que tenía mayor mérito en mi Relación; esto era, al menos, lo único que podía distinguirla de un viaje ordinario ( 1958: 101 5). 133 I Como muchos otros que lo siguieron, La Condamine no pudo resistirse, y hasta sintió obligado a discutir con cierta extensión Io relativo a las Amazonas americanas, las noticias de una aldea de Oro, la ubicación del lago Parimo y de la villa de Manoa' Para Alexander von Humboldt, no sólo la naturaleza sino las Ciencias Naturales "se hallan en constante estado de gestación y de cambio" ( 1971: 38). Ensu Del Orinoco al Amct7onas ( 1859), la Amazonía termina apareciendo, más que en perpetuo "descubrimiento". en constante "re-descubrimiento", como la cuestión de la cornunicación entre el Orinoco y el Amazonas que La Condamine creía ya tener resuelta, ilustra: se I Este no es el lugar adecuado para tratar de las fuentes del río Negro, acerca de las cuales los geógrafos están en desacuerdo desde hace mucho tiempo. Esta cuestión no es sólo importante por tratarse del origen de un río muy caudaloso, cosa que tiene siempre gran interés, sino que, además, está involucrada a otra serie de problemas: la supuesta bifurcación del Caquetá, los enlaces entre el Negro y el Orinoco, y el mito local de El Dorado, conocido antes con los nombres de Enim o el imperio del gran Paytiti [...] Como deseo que mi obra conserve un carácter de trabajo científico, no puedo dejar de lado objetos sobre los que confío estar en condiciones de proyectar alguna luz, sobre todo en lo relativo a las fuentes de los ríos Negro y Orinoco, la unión de estos ríos con el Amazonas y el problema del "país del oro", que tanta sangre y tantas lágrimas ha costado a los moradores del Nuevo Mundo (Ibid: 457). ) No obstante los propósitos científicos de su escritura, es el mismo Humboldt quien en View,s oJ Nata¡z ( 1808), la obra que revisó y amplió en dos oportunidades a lo largo de su vida, reinventa, sin aparente contradicción, la América ecuatorial como el lugar de una "naturaleza primigenia" que, como resume Mary Louise Pratt, "dwarfs humans, commands their being, arouses their passions, defies their powers of perception" (1992: 120; cfi. 120-129). Una imagen moderna de la selva sudamericana que, al final de cuentas, habría de marcar la representación de la Amazonía por lo menos hasta Los pasos perdídos ( 195 3) de Alejo Carpentier, pero que aparece tal vez aún con mayor ftterza en A Mdrgem da Historia (1909) de Euclides da Cunha, los cuentos "misioneros" (l9l':, -1935) de Horacio Quiroga, en La vordgine (1924') de José Eustasio Rivera y, especialmente, en Canaima (1935) de Rómulo Gallegos. Una naturaleza viva y extraordinaria, gigante y salvaje, un espectáculo capaz de confundir y agobiar la percepción y el conocimiento humano, pero también una "naturalización" de la región que es también su deshistorización o un empujón de regreso a los "orígenes". En todo caso, las textualizaciones de la Amazonía no sólo son incapaces de ver la propia construcción discursiva de la región, a pesar de sus críticas a la tradición, sino que, más paradójico aún, la repiten en esa misma crítica. Entender el discurso 134 i de la Amazonía a la manera de un sistema de imágenes que cada texto actualizaría y que impedirían la percepción de la Amazonía "real", implica repetir la imagen del viajero "amazónico" que va río abajo, o arriba, tratando de encontrar la "verdadera" Amazonía, y de encontrarse a sí mismo, de entre el bosque que llega hasta sus orillas y de la maraña de imágenes que acuden a la vista de aquéI. La crítica al imaginario de la Amazonía no está necesariamente libre de ese imaginario ni de la tradición discursiva que critica. 'Del Río de las Amazonas, se puede afirmar que sus orillas son en la fertilidad Paraísos" Candace Slater ha llevado a cabo un perspicaz análisis del sustrato "edénico" de los discursos de la Amazonía precisamente en el ensayo titulado "Amazonia as Edenic Narrative" (1995): "Edenic narratives," as I would call them, are presentations of a natural or seemingly natural landscape in terms that consciously more often, unconsciously- evoke the biblical account of Eden ( I I 5). -or, Estas son las imágenes, continúa Slate¡ con las que se sustituye la Amazonía e incluso intervienen en la constitución de las políticas que afectan a los seres humanos y a los bosques de la región (Ibid), como, por ejemplo, la idea persistente de que la Amazonía es un lugar de exhuberante ferlilidad que habría propiciado tanto los proyectos de colonización a gran escala, especialmente en el Brasil, como el establecimiento de "reservas biológicas" que preservarían la biodiversidad, pero que terminan por entrometerse ellas mismas en las relaciones de las poblaciones locales con su propio medio ambiente. Slater llama también la atención sobre otras imágenes "edénicas" o "quasiedénicas": la imagen de un estado inicial de armonía con lanaturalezai la idea misma del dominio sobre la naturaleza; la expulsión del Paraíso Terrenal por comer el fruto del Árbol del Conocimiento; nostalgia por el Paraíso Perdido o el impulso por su reconstrucción en la alianza entre naturaleza y tecnología, hasta el posible reemplazo de la primera por la segunda. Slater no propone reemplazar las imágenes edénicas, puesto que ni es posible hacerlo ni deseable hacerlo en todos los casos. En el pasado reciente, grupos indígenas han apelado a imágenes como las del "buen salvaje" para promocionar sus reclamos y reivindicaciones en los medios de comunicación masivos. Pero por eso mismo, para Slater el propósito de esta crítica de las "narrativas edénicas" es tomar conciencia de su poder, dadas sus consecuencias e implicaciones, y de las necesidades y deseos que expresan las imágenes paradisíacas: 135 It is well worthy asking not just how we can save the rain forest but why we And why focus our efforls on we wish to benefit'? want to do so. Whom do Calitbrnia? Before we try or northern Amazonia instead of Africa, Antarctica, must ask what we mean by questions, however, wc to answer these essential "rain forest". What exactly do we think we want to safeguard? It will be hard enough to reverse the acrid course of recent history in Amazonia. But it is impossible to rescue something that does not exist (130). Estas interrogantes con las que Slater cierra su crítica a las "nal'rativas edénicas" son una invitación muy apropiada a ir más allá de la constatación de la vigencia de imágenes "equivocadas" de la región hasta los agentes sociales que argumentan con ellas y a las condiciones históricas que hacen posible su vigencia. El riesgo de no historizar estas textualizaciones de la Amazonía es perder la oporlunidad de iluminar el principal problema con las "narativas edénicas": su funcicin en el entramado de las políticas desarrollistas, la globalización de la región. las catástrofes ecológicas y las injusticas cometidas en nombre de la ecología. No realizar un análisis discursivo i historicista de las representaciones de la naturalcza puede llevarnos a posiciones como las que recientemente ha sostenido el historiador Simon Scharna. Simon Schama, en Landscape und Mentory ( 1996) explica e ilustra como "it is our shaping perception that makes the difference between raw matter and landscape" ( 10, cfr. 3-19). La construcción discursiva de los paisajes es responsable de cómo percibirnos. entendemos y hablamos de los paisajes. Que entendamos que Ia naturaleza y el sujeto que la percibe. o el lenguaje que la describe, son dos ámbitos separados cuando en realidad son indivisibles es cl resultado de la vigencia de cierto discurso de la naturaleza que acepta tal dicotomía. La naturaleza "no domesticada", por ejemplo, no es una naturaleza sin intervención humana (tal cosa es probablemente imposible a estas alturas de la historia.), sino una uaturaleza vista así deliberadamente ante la ausenci¿r de lo que podemos reconocer como "civiliz¿r- ción". El giro interesante y controvcrsial en la argumenfación de Schama es que invita a celebrar la construcción discursiva de la naturaleza en lugar cle sentirse culpable por ella. Schama asume que la construcción discursiva es inevitable y que, más importante aún, no hay agencia sin la proyección de nuestros deseos y necesidades. Es en la propia tradición occidental donde están 1as concepciones alternativas de la naturalez¿r. si es que somos capaces de ver en la naturaleza algo rnás que una "máquina inagotable". De hecho, argumenta Scharna, los mitos ancestrales de la naturaleza están aún vivos en la cultura occidental, subyacentes, irnplícitos. incluso en el rnovirniento ecologista y medioambientalista. Gracias a estos mitos es que, por ejenlplo, existen los parques nacionales. Son estos mitos los que, de alguna forma, legitiman las filosofías ecologistas más radicales como algo más que "residuos de romanticisrno". Nucstro 136 legado cultural, argumetará Schama en las siguientes quinientas páginas de su libro, no es un repudio sino una veneración de la naturaleza. De 1o que Schama no se ocupa, sin embargo, es de la paradoja que él mismo ha creado. ¿,Cómo es posible que la civilización que ha venerado a la naturaleza de esta manera sea la que produce catástrofes ecológicas? El autor tendría que volver a caer en la argumentación central del movimiento ecologista de que el ser humano se ha apartado de la naturaleza o incurriría en la contradicción aparente de que, de alguna forma, esas filosofías de la naturaleza son cómplices de esas catástrofes. En esta medida, Schama colide con un proceso en donde la existencia de ciertas imágenes de la naturaleza, distintas u opuestas a las de la naturaleza como una "máquina inagotable", no ha cambiado la práctica de la economía política en donde esta última noción estaría implícita. O la modernización y el desarrollo no son incompatibles con alguna forma de "regreso a lo natural"; de hecho, ésta es su función y legitimación. Es en relación a esta problemática que la "novela de la selva" es también un "nuevo descubrirniento dcl gran río de las Amazonas". Por un lado, es una crítica al imaginario de la Amazonía ¡r un intento de "regreso a lo natural" en la seva. Por otro' sin embargo, se diferencia claramente de textos como el de Acuña al hacer precisamente de las " la que hace necesaria, corno narrativas edénicas" el obieto de sus crónicas. En cuanto a la problemática creada por Schama, la "novedad de la novela de la selva" es que es un "regreso a lo natural" que se revela también como un intento de modernización. La "novela de la selva" dirigió su crítica a dos economías políticas diferentes que se han confrontado entre sí, pero a las que por lo general nos referimos indistintament.e con el mito de El Dorado. La prirnera es la cconomía extractiva del caucho, de la quina, de la niadera, de achiote, etc., aquella que nrás apropiadamente Rómulo Gallegos llamaba "la br¿iva empresa para la fortuna rápida". Es en esta versión del mito de El Dorado la que hace necesaria, como lo plantean explícitarnente algunos personajes de Canaima, un modelo alternativo de "desaruollo", "civilización" e "integración" de la región a la nación. Una alternativa que requiere, sin embargo, un profundo encuentro con la naturaleza: la colonización y poblarniento de la selva. La imagen que pugna por consolidarse en la "novela de la selva" es la de la Amazonía como una frontera. Pero de una frontera que tiene que ser la reelaboración de otras fronteras clel siglo XIX, en tanto que el medio ambiente de la selva tiene peculiaridades que hacen irnposible que sea textualizada al igual. por ejemplo, que los Llanos o la Pampa. La frontera de Quiroga en sus cuentos "misioneros", la que aspira abrir Marcos Vargas en Conaima,son altemativas al capitalismo más salvaje cuyaexperienciatextualiza a la selva como el Inlierno Verde en Luvorágine, de José Eustasio Rivera oenTod ( 19-33) de César Uribe-Piedrahita. La frontera de la "novela de la selva" tiene la virtud de pouef en evidencia la "falsa" modernización de ese capitalismo "salvaje" a la vez que, al postularse ella rnisma como "natural", lo "desnaturaliza". Pero el "regreso a lo natural" r37 en la "novela de la selva" no está reñido con las expectativas de la modernidad. Lo que Horacio Quiroga, por ejemplo, buscaba en El Chaco y en Misiones era la independencia económica a través de alguna empresa agraÁa o ganadera como pequeño arrendatario, la desalienación del trabajo bajo el sistema industrial y la libertad creativa e incluso su maduración como escritor. A la larga, la "novela de la selva" hispanoamericana termina siendo una crítica tanto del capitalismo extractivo como de la frontera que trata de abrir en la selva. La dura lección que sus protagonistas y sus lectores aprenden en sus páginas es que su modernización alternativa carece del conocimiento necesario de la selva para llevar a buen término su misión. Es lo que siempre les ocurre a los industriosos personajes de Quiroga en "Los fabricantes de carbón" o "Los destiladores de naranjas", o al padre de familia moribundo que deja desamparados a sus hijos en "El desierto", o al chacarero de "El muerto" (1920) que accidentalmente se inflige una herida que, si no fuera por el aislamiento en el que vive, no sería fatal.La frontera de la "novela de la selva" termina fracasando: Quiroga tiene que regresar a Buenos Aires, tal vez para no terminar, como Arturo Cova, devorado por la selva; Cova no puede, en la selva, dejarse llevar, como en el Llano, por sus fantasías bucólicas; Marcos Vargas se entrega a la selva pero abandonando su proyecto civilizador; incluso el protagonistade Los pasos perdidos comete el error de dejar la "primera ciudad" y su relación "natural" con Rosario por culpa del "éxito" artístico de su propio "regreso a lo natural". En la "novela de la selva" esta dificultad no puede solucionarse con sólo invocar la respuesta de Martí en "Nuestra América": "No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza" (1975:' l7). De hecho, la "novela de la selva" termina siendo la inscripción del fracaso de un proceso de modernización "autóctono" que se inscribe como exitoso en la "novela de la tierra". Marcos Vargas fracasa en hacer en la selva lo que Santos Luzardo hizo en los llanos. Pero, a pesar de que Marcos Vargas y hasta Horacio Quiroga salen a conocer el país que quieren modernizar, se adaptan a é1, se dejan fascinar por sus misterios y se reinventan como "los hombres naturales que han vencido a los letrados" (Ibid: l7), este "retorno a la naturaleza" en la selva vuelve a fracasar otravez por las mismas razones: una naturaleza que excede la percepción y el conocimiento humanos, particularmente el científico. La "novela de la selva" muestra una desilusión con la narrativa hegemónica de la rnodernidad europea por la cual irradiaría de las metrópolis, a los confines del mundo, la modernidad que transformaría el orden material y cultural de las sociedades. Pero también muestra una posición escéptica en relación a los discursos de la cultura en Hispanoamérica que, según Carlos J. Alonso en "The Burden of Modernity", argumentan la especificidad cultural de América Latina como una necesidad pero, por otro lado, ambigüamente celebran la modernidad europea hasta en sus términos más hegemónicos. De todas formas, la "novela de la selva" es una literatura moderna cuya lucha con lo moderno incluye a estos discursos sobre cultura en Hispanoamérica (y tal vez esto 138 explica algo del silencio en torno a la "novela de la selva" en los estudios culturales contemporáneos de literatura hispanoamericana). Es la respuesta de un sujeto urbano que critica los procesos de modernización, tanto en la ciudad como en la selva misma. Junto con la crítica explícita a las políticas amazónicas vigentes, o de su ausencia, y a sus consecuencias sociales y ecológicas, podemos encontrar en estas narrativas la frustración del sujeto moderno con la vida en el espacio urbano latinoamericano para acomodar cualquier proyecto de realización individual o colectivo. Pero la "novela de la selva" es también el espacio en donde el "retorno a lo natural" termina siendo la conquista de una escritura capaz de evocarla en el relato mismo de su fracaso o de su imposibilidad. BIBLIOGRAFÍA Acuña, Cristóbal de (1986). Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas. l64l . Informes de Jesuitas en el Amazonas. Iquitos: Monumenta Amazónica, pp. 25-1U7. Alonso, Carlos J. (1996): "The Burden of Modernity" . Modern I'anguage Quarterll,: A Journal of Literary Hístory 51.2,pp.221-235. Carpentier, Alejo (1985). 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