> ARTÍCULO ORIGINAL Diagnóstico y planteamiento terapéutico actual de los quistes maxilares. RESUMEN: Los quistes de los maxilares constituyen un grupo de procesos patológicos frecuentes en el área maxilofacial. Comprenden diversas entidades, siendo los más habituales los quistes radiculares (de origen inflamatorio) y los dentígeros o foliculares (del desarrollo), relacionados con un diente retenido. Desde el punto de vista clínico, su crecimiento es lento y suelen ser asintomáticos durante mucho tiempo, por lo que en su detección juegan un papel fundamental las técnicas radiográficas. El objetivo del presente trabajo es valorar la utilidad de los diversos procedimientos de diagnóstico por imagen disponibles en la actualidad para valorar estos procesos, así como analizar las distintas alternativas terapéuticas propuestas, tratando de establecer las principales ventajas e inconvenientes de cada una de ellas. Además, se ha dedicado una consideración especial al tratamiento quirúrgico del queratoquiste odontogénico, debido a su comportamiento local, potencialmente agresivo, y a su alta tendencia a la recidiva. Meniz García, Cristina. (1) López-Quiles Martínez, Juan. (1) Madrigal Martínez-Pereda, Cristina. (1) Ortega Aranegui, Ricardo. (1) (1) Profesor Asociado del Departamento de Medicina y Cirugía Bucofacial. Facultad de Odontología. Universidad Complutense de Madrid. Indexada en / Indexed in: – IME. – LATINDEX. Correspondencia: Cristina Meniz García. Facultad de Odontología. Departamento de Medicina y Cirugía Bucofacial. Plaza Ramón y Cajal s/n. 28040 Madrid e-mail : [email protected] PALABRAS CLAVE: Quistes maxilares; Diagnóstico; Tratamiento quirúrgico; Queratoquiste odontogénico. Diagnosis and current treatment planning of jaw cysts. ABSTRACT: Jaw cysts constitute a group of frequent pathological processes in the maxillofacial area. They include different entities and the most commonly encountered are radicular cysts (inflammatory origin) and follicular or dentigerous cysts (developmental cysts), which are related to an impacted tooth. From a clinical point of view, they show a slow growth speed and are typically asymptomatic for a long time, and therefore the radiographic techniques play a key role in their diagnosis. The purpose of this paper is to evaluate the usefulness of the different available imaging diagnostic procedures in the study of these processes, as well as annalize the various proposed terapeutical alternatives, trying to conclude advantages and unconvenients of each one of them. Additionally, this study dedicates a particular consideration to the surgical treatment of the odontogenic keratocyst, due to its potentially aggressive local behaviour and its tendency to recur. KEY WORDS Jaw cysts; Diagnosis; Surgical procedures; Odontogenic keratocyst. Fecha de recepción: 4 de enero de 2006 Fecha de aceptación para su publicación: 18 de enero de 2006 Cient. dent., Vol. 3, Núm. 1, Abril 2006. Págs. 61-70. 61 > MENIZ GARCÍA, CRISTINA; LÓPEZ-QUILES MARTÍNEZ, JUAN; MADRIGAL MARTÍNEZ-PEREDA, CRISTINA; ORTEGA ARANEGUI, RICARDO. INTRODUCCIÓN Los quistes de los maxilares constituyen un grupo de procesos patológicos frecuentes en el área maxilofacial, cuyo conocimiento es de gran importancia para el odontólogo y estomatólogo, que deberá efectuar un correcto diagnóstico con las técnicas disponibles en la actualidad y, según los hallazgos de estas pruebas, establecer el adecuado tratamiento. A nivel de los maxilares, comprenden diversas entidades que obedecen a diversos mecanismos etiopatogénicos. Su aparición es más habitual que en otros huesos debido a que, en esta región, a lo largo de la odontogénesis se forman una serie de estructuras que, tras cumplir su función, deben desaparecer; sin embargo, pueden dejar restos de epitelio odontogénico que pueden ser punto de arranque de estas neoformaciones, siendo los más importantes los restos de Malassez (de la vaina de Hertwig), restos de Serres (de la lámina dentaria) y epitelio reducido del órgano del esmalte. Los quistes originados en estos restos epiteliales serán, por tanto, de origen odontogénico. Sin embargo, también pueden presentarse quistes epiteliales de origen no odontogénico, como consecuencia del epitelio remanente del que recubría los procesos embrionarios que formaron el maxilar superior o del epitelio del conducto nasopalatino.1 Desde el punto de vista evolutivo, los quistes maxilares son formaciones benignas, con un crecimiento lento y expansivo, no infiltrante, debido a un aumento de la presión hidrostática y osmótica que ejerce su contenido y no por proliferación del tejido quístico, lo que da lugar a una reabsorción del tejido óseo normal circundante, aunque también podrían estar involucrados ciertos mediadores bioquímicos en la reabsorción ósea, muchos de ellos derivados de los mastocitos, como la heparina, la prostaglandina E2, las citokinas (interleukina 1, interleukina 6) y enzimas proteolíticas (triptasa y colagenasa).2-4 En la clasificación de la O.M.S., realizada por Kramer, Pindborg y Shear en 1992,5 los quistes maxilares se encuadran como se expone en la Tabla 1. En ella se han incorporado dos nuevas entidades dentro de los quistes odontogénicos: el quiste odontogénico glandular (del desarrollo), descrito por Gardner en 19886 y el quiste paradental (inflamatorio),7 mientras que se han eliminado de los quistes no odontogénicos el denominado quiste globulomaxilar y los quistes medianos, debido a las controversias existentes en cuanto a su origen. De todos ellos, los más frecuentes son los quistes epiteliales odontogénicos, que representan aproximadamente el 93%,1 siendo los de mayor incidencia los radiculares, seguidos de los dentígeros (foliculares). 62 TABLA 1 QUISTES MAXILARES (O.M.S., 1992) A) QUISTES EPITELIALES 1. Del desarrollo 1.1. Odontogénicos 1.1.1. Quiste gingival infantil (perlas de Epstein) 1.1.2. Queratoquiste odontogénico (primordial) 1.1.3. Quiste dentígero (folicular) 1.1.4. Quiste de erupción 1.1.5. Quiste periodontal lateral 1.1.6. Quiste gingival del adulto 1.1.7. Quiste odontogénico glandular (sialo-odontogénico) 1.2. No odontogénicos 1.2.1. Quiste nasopalatino (del conducto incisivo) 1.2.2. Quiste nasolabial (nasoalveolar) 2. Inflamatorios 2.1. Quiste radicular 2.1.1. Apical y lateral 2.1.2. Residual 2.2. Quiste paradental (inflamatorio colateral, bucal infectado mandibular) B) QUISTES NO EPITELIALES 1. Quiste óseo solitario 2. Quiste óseo aneurismático El propósito del presente trabajo no es la descripción detallada de los aspectos etiopatogénicos e histopatológicos específicos de cada una de estas entidades, sino analizar los procedimientos de diagnóstico por imagen disponibles en el momento actual, así como establecer unas pautas terapéuticas ante las diversas situaciones en que se pueda encontrar el profesional de la Odontoestomatología. MANIFESTACIONES CLÍNICAS Hay una serie de rasgos clínicos y evolutivos comunes a todos los quistes que se desarrollan dentro de los maxilares y que, por lo tanto, no se cumplen en el caso de los quistes de los tejidos blandos (quiste de erupción, quiste gingival, quiste de la papila palatina y quiste nasoalveolar). Los signos físicos y los síntomas de los quistes intraóseos dependen en cierta medida de las dimensiones de la lesión. Por lo general crecen lentamente, por lo que suelen ser asintomáticos durante mucho tiempo y sólo se hacen notar en una exploración radiográfica de rutina o cuando se agudizan por una infección sobreañadida8 (Fig. 1). Esta fase se denomina período de latencia. Pág. 62. Cient. dent., Vol. 3, Núm. 1, Abril 2006. DIAGNÓSTICO Y PLANTEAMIENTO TERAPÉUTICO ACTUAL DE LOS QUISTES MAXILARES. > Fig. 1.– Radiografía panorámica. Los quistes en 12 y 21-22 no han dado ninguna sintomatología hasta el momento y solo se manifiestan como hallazgo radiológico. Fig. 2.– Tumefacción vestibular ocasionada por un quiste folicular en 23. Nótese la inflamación ocasionada por presión de la prótesis. A medida que el quiste va incrementando su tamaño, la cortical ósea se expande, pudiendo producirse este hecho varios años después del inicio de la lesión. Esta fase se conoce como período de exteriorización. A medida que el quiste se agranda, el periostio se estimula para formar una capa de hueso neoformado y este depósito subperióstico es el que altera el contorno de la porción afectada del maxilar, produciendo un agrandamiento incurvado. En una etapa inicial, la expansión produce una eminencia lisa, dura e indolora a nivel vestibular o palatino (Fig. 2); cuando sucede en el paladar, toma el aspecto de vidrio de reloj. En los pacientes desdentados, esto hace que la prótesis se desajuste y se mueva. A medida que el quiste sigue creciendo, el hueso que cubre el centro de la convexidad se afina y se deja hundir por la presión. Posteriormente, la frágil cubierta externa de hueso desaparece, de manera que el quiste está justo debajo de la mucosa y al palparlo se obtiene una sensación de renitencia o fluctuación. Además, al desplazar un dedo se pueden palpar los límites óseos de esta perforación. La tumoración en estos estadios puede producir ya una deformidad facial más o menos ostensible. En una fase más avanzada, denominada período de apertura o fistulización, debido a la presión intraquística, la cápsula se adhiere a la mucosa bucal, sinusal o nasal y se fistuliza, ya sea espontáneamente, por infección o por causa traumática, produciendo la eventual descarga de líquido en la boca, que dará lugar a una sensación de mal sabor en el paciente. Otros rasgos clínicos que pueden observarse, en función de la localización, el tamaño y el tipo de quiste son los siguientes:8,9 • En los quistes radiculares el diente causante ha sufrido necrosis pulpar y, por lo tanto, pérdida de vitalidad, mientras que los dientes adyacentes tienen la vitalidad pulpar conservada. En el resto de los quistes, todos los dientes son vitales. • Tanto en el quiste folicular como en el quiste primordial, el diente causante estará ausente en la arcada, salvo que deriven de un supernumerario. Este mismo hallazgo se observará en el caso de los quistes residuales. • Infección y supuración del quiste. • Trayecto fistuloso cuando el quiste se ha descargado en la boca. • Mal ajuste de la prótesis en el paciente desdentado. • Desplazamiento de las raíces de los dientes vecinos y en ciertos casos, como en los quistes foliculares o en el quiste odontogénico glandular,10 puede haber rizolisis. • Aflojamiento de los dientes adyacentes. • Deformidad del suelo de las fosas nasales. • Compromiso del antro con sinusitis maxilar. • Compresión nerviosa y anestesia del territorio correspondiente, aunque esto sólo ocurre si el quiste ha sufrido infección secundaria. • Fracturas espontáneas o patológicas del maxilar afectado en el caso de quistes de grandes dimensiones.11 • Un rasgo característico de los queratoquistes odontogénicos es su comportamiento clínico local, potencialmente agresivo en algunos casos, así como su gran tendencia a la recidiva, lo que resulta de gran importancia de cara al tratamiento, que puede hacer necesario que sea radical.12 También se ha descrito una mayor agresividad y tendencia a la recidiva en el quiste odontogénico glandular, aunque aún son muy pocos los casos referidos en la literatura.13,14 • Por último, aunque es excepcional, existe la posibilidad de degeneración del quiste a un ameloblastoma o carcinoma.15,16 En cuanto a los quistes de los tejidos blandos, a diferencia de los intraóseos, suelen manifestarse más precozmente y, Cient. dent., Vol. 3, Núm. 1, Abril 2006. Pág. 63. 63 > MENIZ GARCÍA, CRISTINA; LÓPEZ-QUILES MARTÍNEZ, JUAN; MADRIGAL MARTÍNEZ-PEREDA, CRISTINA; ORTEGA ARANEGUI, RICARDO. por sus características, permiten el diagnóstico clínico en muchos casos. Los quistes de erupción aparecen en niños, en relación con dientes próximos a erupcionar (ya sean temporales o permanentes), como una tumoración azulada de contenido líquido situada sobre la cresta alveolar, que suele abrirse espontáneamente y desaparece tras la erupción del diente (Fig.3). El quiste gingival del adulto es más frecuente a nivel mandibular, situado en la encía vestibular, y en su evolución puede llegar a afectar a la cortical externa.17 El quiste gingival infantil (perlas de Epstein) aparece en recién nacidos, se localiza en la mucosa palatina o alveolar y generalmente se desprenden solos, sin necesidad de tratamiento. El quiste de la papila palatina es un quiste nasopalatino localizado en la parte más inferior y da lugar a una pequeña tumoración a nivel de la papila que puede ser traumatizada por la masticación o por efecto de una prótesis.18 En cuanto al quiste nasoalveolar, se localiza en la base de las narinas, generalmente unilateral, y produce elevación del ala nasal, borramiento del surco nasogeniano y abultamiento del labio superior, pudiendo ocasionar en su crecimiento la expansión del suelo nasal o del surco vestibular y la afectación de la cortical externa.19 Además, se han descrito en la literatura algunos casos de queratoquiste odontogénico periférico,20 que se asemejan en su presentación clínica al quiste gingival del adulto. Fig. 3.– Quiste de erupción asociado a los dos incisivos centrales superiores. MÉTODOS DIAGNÓSTICOS La radiología es, sin duda, el primer método empleado en el diagnóstico de los quistes. Clásicamente, el aspecto radiográfico de un quiste de los maxilares es el de una imagen radiotransparente redonda u oval bien definida, generalmente unilocular, rodeada por un margen radiocondensante nítido (Fig. 4). Pero esta imagen básica tiene muchas variantes, que no sólo dependen del tipo de quiste, sino también de su localización y del grado de destrucción 64 Fig. 4.– Radiografía panorámica que muestra un quiste residual unilocular de bordes bien definidos y margen radiocondensante nítido. y expansión ósea. En el caso de los quistes foliculares se observará además la presencia del diente causal en relación con el quiste, que habitualmente en su crecimiento lo desplaza en dirección contraria al camino de erupción (Figs. 5 y 6). En el quiste periodontal lateral el área radiolúcida se localiza entre dos dientes, generalmente entre el ápice y el límite cervical de la raíz.21 En el queratoquiste odontogénico la imagen radiográfica puede ser multilocular, incluso en forma de panal de abejas o pompas de jabón,12,22 lo que plantea el diagnóstico diferencial con un ameloblastoma. Lo mismo sucede en el quiste odontogénico glandular.10,14 En el quiste nasopalatino, es característica la imagen en forma de corazón de naipe producida por la superposición de la espina nasal anterior (Fig. 7). En el quiste óseo solitario es frecuente observar un borde superior de aspecto festoneado por la expansión de la cavidad entre las raíces de los dientes suprayacentes, así como el conducto dentario “flotando” en la cavidad quística.23 Sin embargo, la radiografía puede mostrar imágenes radiotransparentes sugestivas de formación quística que en realidad se deben a otras formaciones patológicas y que pueden plantear problemas de diagnóstico diferencial, por lo que, a pesar de los múltiples hallazgos que se han descrito en la literatura, la confirmación diagnóstica de un quiste maxilar vendrá siempre dada por el examen histopatológico. En el caso de los quistes radiculares, su diagnóstico diferencial con la periodontitis apical crónica presenta una especial dificultad y algunos autores establecen criterios radiográficos aproximados para diferenciarlos,24 indicando que el quiste presenta unos límites más definidos e incluso se delimita con una zona ósea más esclerosada; otros elementos de diferenciación serían la separación de los ápices radiculares por la presión del líquido quístico y el tamaño (a mayor tamaño, mayor probabilidad de que la lesión haya Pág. 64. Cient. dent., Vol. 3, Núm. 1, Abril 2006. DIAGNÓSTICO Y PLANTEAMIENTO TERAPÉUTICO ACTUAL DE LOS QUISTES MAXILARES. Fig. 5.– Quiste folicular del 35, que se encuentra desplazado hacia la basal mandibular. Se observa el desplazamiento que ocasiona en los dientes vecinos 34 y 36. evolucionado a un quiste). También puede surgir confusión por el aspecto quístico de estructuras anatómicas normales, como el agujero incisivo o el seno maxilar, que será preciso diferenciar antes de iniciar el tratamiento. Una información complementaria de valor que proporciona el estudio radiográfico es la relación entre el quiste y estructuras importantes, como dientes, seno maxilar y conducto dentario, que puede resultar decisiva para el planteamiento terapéutico. Entre las técnicas convencionales son útiles las incidencias periapicales y oclusales, así como la radiografía panorámica, que ofrece una amplia visión de conjunto. Además pueden realizarse otras proyecciones complementarias, como la de Waters para el maxilar superior o la oblicua lateral para los quistes mandibulares. Las radiografías periapicales producen una imagen nítida y exacta del área quística (Fig. 8), pero el pequeño tamaño de estas películas hace que a veces sólo aparezca una porción de una cavidad quística grande. La radiografía oclusal en el maxilar superior revela la cantidad de hueso palatino des- Fig. 7.– Detalle de la radiografía panorámica de un quiste nasopalatino que muestra la imagen típica en “corazón de naipe”. Cient. dent., Vol. 3, Núm. 1, Abril 2006. Pág. 65. > Fig. 6.– Quiste folicular de gran tamaño en el 47, con imagen multilocular y rizolisis del 46. truido por un proceso quístico (Fig. 9) e indica la alteración del contorno óseo vestibular y labial. La incidencia oclusal de la mandíbula puede mostrar la expansión característica de las corticales externa o interna. La radiografía panorámica posee la ventaja de que despliega todo el maxilar afectado y permite identificar lesiones de grandes dimensiones (Fig. 10), por lo que constituye el procedimiento de elección. En ciertos casos, el empleo de un medio de contraste hidrosoluble junto con la radiografía de rutina es útil para delinear el tamaño y la extensión exacta de una lesión quística, especialmente cuando se trata de quistes de los tejidos blandos.19 Este medio de contraste también puede ser utilizado tras el tratamiento de los quistes, para seguir la regresión de una lesión marsupializada.8 Otros procedimientos más complejos incluyen la tomografía transversal, la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética.25 La TC es uno de los procedimientos más útiles para valorar las lesiones de los maxilares. Permite identificar tejidos duros y blandos sin superposición de estructuras anatómicas. Además, no presenta magnificación ni distorsión geométrica y permite determinar la extensión de la lesión en las tres dimensiones del espacio (Figs. 11a y 11b). Sin embargo, presenta algunas desventajas, como es su elevado coste, su disponibilidad limitada y la mayor dosis de radiación que recibe el paciente, por lo que no se utiliza como procedimiento rutinario en el diagnóstico de los quistes.26 No obstante, puede ser de gran utilidad en determinados casos en los que por su localización o por sus grandes dimensiones sea preciso establecer con mayor precisión su posición y sus relaciones anatómicas antes de la intervención, especialmente si la evolución del quiste es hacia la fosa pterigomaxilar o hacia el seno maxilar o fosa nasal. 65 > MENIZ GARCÍA, CRISTINA; LÓPEZ-QUILES MARTÍNEZ, JUAN; MADRIGAL MARTÍNEZ-PEREDA, CRISTINA; ORTEGA ARANEGUI, RICARDO. Yoshiura y cols.27 realizaron un estudio comparativo entre los hallazgos obtenidos mediante TC en los quistes radiculares, los foliculares y los queratoquistes, obteniendo que éstos últimos son los que presentan con mayor frecuencia un patrón multilocular, así como un mayor diámetro mesiodistal, los Fig. 8.– Radiografía periapical que muestra un quiste cuales estarían reradicular a nivel del 31. lacionados con su habitual tendencia a un rápido e invasivo crecimiento y a la recidiva tras la enucleación. Por ello, sugieren la importancia de establecer criterios diferenciales preoperatorios entre éstos y otros quistes odontogénicos. En este sentido, se han realizado varios estudios para diferenciar, mediante biopsia por aspiración y determinaciones inmunohistoquímicas de citoqueratina, los queratoquistes del resto de quistes odontogénicos, aunque los resultados hasta el momento no son concluyentes.28 Debido a que algunos tumores odontogénicos pueden presentar imágenes radiotransparentes similares a los quistes, las biopsias por punción e incisional constituyen el procedimiento utilizado habitualmente para establecer el diagnóstico final en lesiones que presentan imágenes radiológicas Fig. 9.– Radiografía oclusal superior donde se observa un quiste folicular asociado a un 13 incluido. 66 similares. No obstante, para Lauria y cols.29 estas técnicas presentan algunas desventajas: la biopsia por punción no siempre es concluyente y en ocasiones no es posible la aspiración por el denso contenido de algunas lesiones. La biopsia incisional no debe realizarse cuando coexistan áreas sólidas y líquidas en la misma lesión, pues puede dar lugar a un diagnóstico erróneo dependiendo del área biopsiada. Por estas razones, han propuesto la utilización de la ecografía como método complementario a la radiología, con el fin de evaluar el componente sólido o líquido de las lesiones maxilares y determinar el lugar preciso donde realizar la biopsia si fuera necesario. Como conclusión de su estudio establecen que si se identifica con los ultrasonidos un contenido líquido, debe realizarse el tratamiento quirúrgico inmediato, mientras que si el contenido es sólido, debe efectuarse la biopsia y el examen histopatológico antes del tratamiento quirúrgico definitivo. Fig.10.– Radiografía panorámica que muestra un quiste de gran tamaño en la zona incisivo-canina del maxilar superior. PLANTEAMIENTO TERAPÉUTICO Es un criterio universalmente aceptado que los quistes maxilares deben ser tratados quirúrgicamente. Las razones generales más coherentes para tratar las lesiones quísticas son: 1) el crecimiento del quiste, que destruye el hueso circundante y puede ocasionar el compromiso de estructuras vecinas, como la cavidad nasal o el seno maxilar, originando obstrucción nasal o sinusitis de repetición, 2) la posibilidad de infección secundaria del quiste, con sus correspondientes complicaciones y 3) la necesidad de realizar un estudio histopatológico, para tener la certeza de la verdadera naturaleza de la lesión. Los objetivos del tratamiento de los quistes giran en torno a cuatro principios fundamentales: 1) Escisión del revestimiento o modificación de la posición del tejido anormal para asegurar su eliminación del maxilar. 2) Conservación de los dientes sanos para que puedan cumplir una función Pág. 66. Cient. dent., Vol. 3, Núm. 1, Abril 2006. DIAGNÓSTICO Y PLANTEAMIENTO TERAPÉUTICO ACTUAL DE LOS QUISTES MAXILARES. > Fig.11a.– Imagen de TC de quiste mandibular que afecta a los ápices de los 4 incisivos Fig. 11b.– Detalle del corte axial que muestra la expansión producida por el inferiores, donde se observa la reconstrucción panorámica, así como el corte axial y los quiste a nivel de la cortical vestibular. cortes transversales. útil en la arcada dentaria. 3) Preservación de las estructuras importantes adyacentes, como el paquete vásculo-nervioso o las inserciones musculares y mantenimiento de la integridad del seno maxilar. 4) Restauración del área afectada para que recupere, en la mayor medida posible, su forma original, para lo cual se requiere una elección adecuada del procedimiento quirúrgico.8 Aunque se han descrito muchas técnicas, dependiendo de la localización del proceso y de sus relaciones, todas ellas se basan en los dos principios propugnados por Partsch en 1892 y 1910, respectivamente:1 A) Método de Partsch I, también denominado marsupialización, descompresión, método conservador o quistostomía. Consiste en la apertura del quiste, mediante la eliminación de su techo y su comunicación con la cavidad bucal para que el epitelio quístico se convierta en epitelio oral. B) Método de Partsch II, conocido también como enucleación total, método radical o quistectomía. Se basa en la extirpación total del quiste. La elección de un método quirúrgico u otro depende en gran medida del examen radiológico, que muestra la extensión y las relaciones de la lesión quística con órganos vecinos. Si bien la técnica correcta y universalmente aceptada es la extirpación total, en algunos casos, debido a la extensión del proceso y el peligro de lesionar ciertos órganos, se puede optar por métodos quirúrgicos conservadores. Enucleación total o método radical: La enucleación es el método ideal de tratamiento de las lesiones quísticas. Mediante esta técnica se realiza la extirpación completa de la cápsula con sutura inmediata. Siempre que sea posible, es preferible un abordaje vestibular, que proporciona mejor visibilidad y accesibilidad. En los quistes Cient. dent., Vol. 3, Núm. 1, Abril 2006. Pág. 67. de gran tamaño, es recomendable vaciar el contenido de la bolsa antes de la enucleación, mediante punción y aspiración con jeringa. El objeto de esta maniobra es evitar el vuelco del contenido quístico en la boca del paciente y disminuir el volumen del quiste, con lo que la ostectomía será menor y será más favorable para la posterior reposición del colgajo (Figs. 12a - 12g). Existen algunas situaciones en las que la membrana del quiste es difícil de enuclear:8 a) El quiste ya ha sido descomprimido por la formación de un trayecto fistuloso o una incisión en su pared para drenarlo. b) Ha erosionado la cortical y la cápsula está en contacto con el periostio, en especial del antro o de la cavidad nasal. c) Está unido a la membrana periodontal de dientes adyacentes. d) La lesión ha sufrido infección y supuración y su cápsula es friable. En cualquiera de estos casos, si el quiste se rompe se deberá explorar la cavidad ósea cuidadosamente y eliminar los restos de cápsula epitelial para evitar el riesgo de una recidiva. Una vez eliminado el quiste se observa la formación del coágulo sanguíneo, cuya organización producirá la neoformación ósea. En el caso de quedar puntos sangrantes en el hueso, éstos pueden cohibirse aplicando cera de hueso o un relleno reabsorbible, para evitar la posterior dehiscencia de la sutura por un hematoma en la vecindad de la cavidad ósea. Se han utilizado diversos materiales de relleno en la cavidad, como el yodoformo, parafina, plasma sanguíneo y sustancias coagulantes, como la celulosa oxidada, esponjas de fibrina o tapones de gelatina. También se ha propuesto la realización de injertos óseos para cubrir grandes defectos, ya sea con hueso autógeno,30 con aloinjertos, fundamentalmente el hueso deshidratado por congelación y desmineralizado, por ser el de menor poder antigénico,31 67 > MENIZ GARCÍA, CRISTINA; LÓPEZ-QUILES MARTÍNEZ, JUAN; MADRIGAL MARTÍNEZ-PEREDA, CRISTINA; ORTEGA ARANEGUI, RICARDO. o con materiales aloplásticos, del tipo de la hidroxiapatita y algunos polímeros.32 Sin embargo, no parece que estos materiales proporcionen mayores beneficios que el propio coágulo sanguíneo y, por el contrario, el relleno puede actuar como cuerpo extraño o infectarse. Las dos principales ventajas de la técnica de enucleación total del quiste son, por una parte la eliminación completa del tejido patológico, evitando cualquier posibilidad de degeneración y, por otra parte, que la regeneración ósea se Fig. 12a.– Radiografía panorámica preoperatoria donde se observa un quiste mandibular produce más rápidamente, lo que supone una mayor coen la zona sinfisaria. modidad, tanto para el paciente como para el profesional. Entre las desventajas hay que destacar que no se puede observar directamente la cicatrización de la cavidad, como sucede después de la marsupialización. Además, en lesiones de gran tamaño y especialmente en la mandíbula, la enucleación podría debilitar tanto al hueso que podría llegar a fracturarse, por lo que quizás sea más conveniente marsupializar la lesión y, posteriormente, al formarse nuevo hueso, enuclear el quiste y hacer cierre primario. Por otra parte, cuando un quiste engloba en su cápsula los vasos que irrigan la pulpa de dientes sanos, la enucleación puede ocasionar necrosis pulpar, por lo que para algunos autores sería preferible el método conservador.33 Fig. 12c.– Visión intraoperatoria de la lesión. MARSUPIALIZACIÓN O MÉTODO CONSERVADOR: Esta técnica consiste en abrir una ventana o fenestración adecuada en la pared externa del quiste, por la cual se evacua el contenido. La parte remanente de la cápsula se deja in situ para que evolucione por sí misma, convirtiéndose su epitelio en epitelio oral. Aparte de esta técnica convencional de descompresión, consistente en abrir el quiste dentro de la cavidad bucal, se han introducido modificaciones para usar este procedimiento en los quistes que afectan el seno maxilar o la cavidad nasal. Al desaparecer la presión intraquística, se logra la detención del crecimiento y el progresivo aplanamiento de la cavidad. ventajas de la marsupialización son su relaFig. Las 12e.–principales Aspecto del quiste una vez extirpado. tiva sencillez y su conservadurismo respecto a las estructuras adyacentes importantes.34 En consecuencia, esta técnica está indicada cuando existe la posibilidad de que la enucleación produzca desvitalización de dientes adyacentes sanos, en los quistes de evolución palatina con la pared quística próxima a la fibromucosa palatina y cuando existe posibilidad de producir una comunicación buconasal o bucoantral. Otras indicaciones descritas para este método conservador son: cuando hay peligro de fractura; en enfermos que, por su estado general, no pueden resistir la intervención; en quistes infectados, cuya cápsula está muy debilitada y no 68 se puede asegurar su enucleación total; cuando el tamaño grande del quiste no hace recomendable el cierre primario. En este caso, una vez reducido el tamaño, podría llevarse a cabo la enucleación total. Entre las desventajas, hay que destacar por su importancia la necesidad de dejar tejido patológico, lo que puede ocasionar la retención accidental de un tumor. Otra desventaja es que el espacio quístico tarda mucho en rellenarse, en especial en personas de edad avanzada. La cicatrización tamFig. 12b.– Despegamiento mucoperióstico. bién es lenta en los quistes maxilares que han perforado el techo del paladar y la cápsula está adherida a la fibromucosa palatina. Todo ello resulta incómodo y molesto para el paciente. Además, existe el riesgo de invaginación y formación de un nuevo quiste. García y cols.35 han propuesto la utilización de la endoscopia en los casos de marsupialización, que permite la inspección del interior de la cavidad, al tiempo que facilita la obtención de muestras para biopsia, con lo que se reduce el riesgo que supone dejar tejido patológico sin eliminar. Además, permite observar la evolución de la cavidad durante el seguimiento postoperatorio. Como resumen de lo expuesto, cada técnica tiene sus ventajas e inconvenientes, así como sus indicaciones y modificaciones y, en definitiva, será el profesional el que deFig. 12d.– Se realizó la enucleación total del quiste. termine el procedimiento a emplear en cada situación, en función de su experiencia y de las características peculiares del caso, aunque insistimos en que, en la actualidad, la opinión unánime es la de practicar la enucleación completa del quiste. TRATAMIENTO DEL QUERATOQUISTE ODONTOGÉNICO Aunque este quiste representa aproximadamente un 11% de los quistes maxilares, merece una consideración especial desde el punto de vista terapéutico por dos razones fundamentales. En primer lugar, por el potencial que tiene de presentar un crecimiento agresivo y un comportamiento destructivo, pudiendo no sólo afectar localmente al hueso y los12f.– dientes sino tras invadir otras estructuras Fig. Aspectoadyacentes, de la cavidad residual la enucleación. En este caso no como se realizó ningún tipo de relleno. las glándulas salivales, músculos, seno maxilar, cavidad nasal, conducto dentario, órbita e incluso llegar a penetrar la base craneal36. En segundo lugar, por la alta tasa de recidiva después del tratamiento, que varía según los autores entre el 3 y el 62% y que se ha relacionado con la presencia de restos de tejido quístico tras la enucleación y con posibles quistes satélite. Estas diferencias en su comportamiento, respecto al resto de los quistes maxilares, han llevado a realizar diversos estudios para tratar de establecer el diagnóstico de queratoquiste antes de efectuar el tratamiento. Fig 12g.– Imagen postoperatoria al finalizar la sutura del colgajo. Pág. 000. Cient. dent., Vol. 3, Núm. 1, Abril 2006. DIAGNÓSTICO Y PLANTEAMIENTO TERAPÉUTICO ACTUAL DE LOS QUISTES MAXILARES. Se han propuesto distintas modalidades de tratamiento quirúrgico, cuya elección dependerá de diversos factores, como la edad del paciente, la localización y tamaño de la lesión o si se trata de un queratoquiste primario o recurrente. No obstante, en la actualidad, la mayoría de los autores consideran que la enucleación total es suficiente, siempre y cuando se realice un estricto seguimiento a largo plazo, tanto clínico como radiológico, por la posibilidad de recidiva.37 Para Meiselman38 el tratamiento de elección en la mayoría de los queratoquistes es la enucleación total con o sin ostectomía periférica, a menos que la lesión sea recurrente o haya invadido significativamente los tejidos blandos. En ciertas ocasiones no es posible extirpar el quiste en su totalidad, debido a su gran tamaño, la fragilidad de su pared o la presencia de quistes satélites, por lo que en algunos trabajos se recomienda rellenar la cavidad con solución de Carnoy antes o después de la enucleación para prevenir que queden restos que puedan dar lugar a la recidiva,39 aunque esto puede conllevar lesiones en el hueso adyacente y en las estructuras nerviosas próximas. Jensen y cols.40 realizaron un estudio comparativo entre la enucleación total y enucleación asociada con crioterapia, aunque no pudieron demostrar ninguna reducción de las recidivas tras la última. En algunos trabajos se proponen tratamientos más conservadores de los queratoquistes, especialmente los de grandes dimensiones, como la marsupialización o la descompresión con posterior enucleación varios meses después. Marker y cols.33 han comprobado que la descompresión reduce el volumen del quiste con nueva formación ósea, liberando las estructuras anatómicas afectadas, al tiempo que produce un engrosamiento de la cápsula quística, lo que favorece la enucleación posterior. La tasa de recidiva en los casos tratados de este modo ha sido baja (2 casos de 23). Otros autores, sin embargo, consideran que la enucleación es insuficiente y proponen tratamientos más radicales, mediante resección mandibular dejando un amplio margen li- Cient. dent., Vol. 3, Núm. 1, Abril 2006. Pág. 69. > bre de tumor, con posterior reconstrucción41 o injerto óseo. Omura y cols.22 recomiendan también la cirugía radical, aunque son conscientes de que la enucleación total es el tratamiento más habitual, lo que piensan que es debido a las siguientes razones: a) Aún no han sido establecidas las diferencias entre los queratoquistes recidivantes y los no recidivantes y no existen criterios clínicos o histopatológicos que indiquen la necesidad de un tratamiento quirúrgico agresivo. b) El aspecto radiográfico de los queratoquistes no es específico y no se puede diferenciar de otros quistes maxilares. Dado que la biopsia preoperatoria no es un procedimiento de rutina en las lesiones de apariencia quística, el diagnóstico de queratoquiste generalmente se determina después de la cirugía conservadora inicial. c) Debido a este abordaje inicial conservador, el queratoquiste suele recidivar durante el período de seguimiento y estas lesiones suelen tratarse también mediante una segunda cirugía conservadora, cuyos resultados son aceptables en la mayor parte de los casos. En una amplia y reciente revisión de la literatura, Blanas y cols.42 concluyen que la simple enucleación del queratoquiste resulta en una elevada e innecesaria tasa de recidiva, por lo que proponen la realización de biopsias previas en todos los quistes para descartar la presencia de un queratoquiste antes de efectuar el tratamiento definitivo. Si dicha biopsia no se lleva a cabo, consideran necesaria una terapia adicional con solución de Carnoy a la enucleación de cualquier quiste odontogénico, ante la eventualidad de que pueda tratarse de un queratoquiste. En definitiva, vemos que son muchas las posibilidades terapéuticas propuestas, aunque ninguna de ellas consigue eliminar el riesgo de recidiva, por lo que una vez que la biopsia haya confirmado el diagnóstico de queratoquiste odontogénico es imprescindible efectuar un seguimiento clínico y radiológico a largo plazo, independientemente del tratamiento que haya sido realizado. 69 > MENIZ GARCÍA, CRISTINA; LÓPEZ-QUILES MARTÍNEZ, JUAN; MADRIGAL MARTÍNEZ-PEREDA, CRISTINA; ORTEGA ARANEGUI, RICARDO. BIBLIOGRAFÍA 1. Donado M. Quistes de los maxilares y de la mandíbula. En: Donado M. Cirugía Bucal. Patología y Técnica. 3ª Ed. Masson, Madrid, 2005: 747-807. 2. Teronen O, Hietanen J, Lindqvist C, Salo T, Sorsa T, Eklund KK, Sommerhoff CP, Ylipaavalniemi P, Konttinen YT. 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