EL I~GENJOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA DE MIGU EL DE CE RVANTES SAAVEDRA Evocación de las más célebr('s aventuras del famoso Caballero de la Triste Figura y de su escudero Sancho Panza. Realización de Lau Lauritzen Edición de la Palladium Film - - Selección GAUMONT DIAMANTE AZUL ( fuera de programa ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 1922 - El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: realización de Lau Lauritzen. Himalaya Film f!PS<:::iE~:>E:K>EO<)S<:::iES<~:K>Ei>OS<::rsosoe<> LAS SELECCIONES e i oeoe<:>e<>S<>e<>eoe<:>ES<>SOS.< >SOS<l!I GAU~ONT "DIAMANTE AZU L" P RESEN T A N DON QUIJOTE DE LH MHNeHH Aunque editado en el extranjero, la adaptación de este film ha sido hecha con un respeto escrupuloso del glorioso original de Miguel de Cervantes. = = = = = = = = Gran número de los artistas que intervienen en esta obra, son españoles y para no restar pureza y propiedad al ambiente de la obra, se impresionaron en España la mayor parte de las escenas, así, las tierras llanas de Castílla, las típicas ventas manchegas, las sierras de Andalucía, plenas de luz, desfilan por la película poniendo a la acción su marco adecuado. • • • ARGUMENTO u En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua , rocín flaco y galgo corredor». cLos ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías que le llenaban la ca beza de mil fantasías disparatadas «así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, amores » y toda clase de locuras. » El ama del hidalgo, su sobr ina, el cura y el barbero del lugar, veían con inquietud como se iba transformando el carácter del caballero; como iba dejando de ser Alonso Quijano el Bueno, para convertirse en el risible DON QUIJOTE DE LA MANCHA. «Y una mañana , antes del día, sin dar parte a persona alguna de su intención , se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, y por la puerta falsa de un corral , salió al campo» En un lugar cercano había una moza labradora llamada Aldonza Lorenzo, de quien Don Quijote anduvo un tiempo ena· morado ; y en su manía de engrandecerlo todo, dióle el tí1ulo de señora de sus pensamientos y el nombre sonoro de Dulcinea del Toboso . Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 1922 - El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: realización de Lau Lauritzen. 1 ~ l!l!~~>e:~eo;:=:;i::)ES~>e:ooeo::=:;<)ES:;;<::€~9<)E;¡3<) ~Gaumoot· OE:~:E:;<::>e:oe~~:E:;<::>E:09<>::3.::E:;<::>E009<JiJ ')(.. W, ~ Ante ella fué a arrodillarse el caballero declarando: Mi bella Princesa Dulcinea del Toboso, rindiendo homenaje a vuestra fermosura, mi brazo realizará grandes fechas . Después prosiguió su camin o en el que esperaba hallar ocasión de demostrar sus grandes arrestos y el valor que animaba su pecho. Al anochecer llegó Don Quijote a una venta «que se le representó que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de luciente plata ». Saludó caballerescamente a las mozas que estaban a la puerta y les confió su arrogante cabalgadura con estas pala · bras : - Cuidad bien de mi Rocinante, que ahí dond e lo ve is, no lo cambiaría ni por el Bucé falo de Alejandro ni por el Babieca del Cid. Lo que más apenaba a Don Quijote era no verse armado caballero y así rogó al ventero, a quien él creía señor de aquel castillo, que le dí~se los espal darazos de ritual. Accedió el ventero para darle la broma, y aquella noche, Don Quijote reunió todas sus armas, embrazó la adarga, asió la lanza y con gentil continente se comenzó a pasear delante de la pila. Antojósele en esto a uno de los arrieros ir a dar agua a su recua, lo que a Don Quijote le pareció Ja más grande profanación, y viendo que el mozo no hacía ningún caso de sus amenazas, le dió tal golpe que lo hizo caer sin sentido. Y fué entonces cuando comenzaron a llover piedras sobre el desgraciado caballero, que mal hubiera parado sin la intervención del ventero que alejando a su gente, le armó caballero y le despidió mu y cortesmente. «La del alba sería cuando Don Quijote salió de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo » Pero quiso la malaventura del nuevo caballero andante que en su camino se cruzas en unos mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia. Don Quijote al verlos llegar, detuvo su caballo y les gritó : - ¡Todo el mundo se tenga, si todo el mundo no confiesa que no hay en el mundo todo doncella más hermosa que la Emperatriz de la Mancha, la sin par Dulcinea del Toboso! Los mercaderes que eran un mucho burlones y desenfadados se miraron sorprendidos de aquella rara locura y respondieron al extraño caballero: Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 1922 - El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: realización de Lau Lauritzen. 0>~0E~>ESlC>ESS<>;s;.OE3<>E~>ESS<>~OE3<>E~>ES~>~<::>ESle>ESS<>;s;.OE3<:>ESlC>ESS<>~OE3<~~ No conocemos a esa bnena señora; mostradnos su retrato que si fuere tanta su hermosura, no vacilaremos en decir la verdad. ¡Sin verla lo habéis de creer, confesar, afirmar, jurar y defender, gente descomunal y soberbia! replicó airado Don Quijote, arremetiendo contra los viajeros . Estos, irritados a su vez, se apearon de sus cabalgaduras y habiendo derribado al caballero le apalearon de tal suerte que le dejaron tendido en el camino sin conocimiento. Suerte tuvo de un lugareño que pasando por allí reconocióle y acomodándolo en su asno lo condujo a su casa, donde le esperaban desoladas el ama y la sobrina Mientras Don Quijote recobraba en el lecho, las fuerzas perdidas, el cura y el barbero, con el auxilio de las dos buenas mujeres, condenaron al fuego la biblioteca entera del hida lgo que tan mal había puesto su entendimiento. Y todo el aposento de los libros fué cuidadosamente tapiado. No bien se hubo repuesto Don Quijote y después de haber atribuído la desaparición de sus libros a las artes de un encantador, preparó su segunda salida. Don Quijote, como todos los caballeros andantes habidos y por haber, necesitaba un escudero, y así con sútíles y tentadoras razones, persuadió a un rústico labrador vecino suyo llamado Sancho Panza, a que le acompañase en sus extraordinarias aventuras. Deslumbrado con la promesa de una ínsula que le había de regalar su señor en cuanto conquistase algún reino , el buen Sancho cedió ; y una noche, sin ser vistos de nadie, caballero y escudero abandonaron el lugar lanzándose al mundo en busca de aventuras donde obtener gloria y provecho . No habrían andado mucho Jos dos aventureros, cuando Don Quijote se paró y dijo a Sancho : ¿Ves allí, aquellos desaforados gigantes? Sancho vió solamente en Ja dirección que le señalaba su señor varios molinos de viento. Pero Don Quijote que en su lugar veía vestiglos y monstruos espantosos y provocativos, partió al galope de Rocinante hacia ellos . -¡Mire vuestra merced que no so~ gigantes, sino molinos de viento! - clamaba Sancho. Pero Don Quijote había embestido con su lanza las astas de los molinos, y rodaba por el suelo desmontado y vencido· Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 1922 - El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: realización de Lau Lauritzen. ~( Mientras tanto, bajo los torrentes de luz del sol de Andalucía un bello castillo señori¡¡l se le vantaba entre la fronda de los parques, como orgulloso del idilio que encerraba. Luscinda, la bella hija del señor del castillo y Cardenio, un joven de linajuda familia, espejo de caballerosidad, se extasiaban en el gran amor que inundaba sus almas. Sin embargo, noticias que acababa de recibir el padre de Cardenio, alejaban de su intención todo proyecto de matrimonio entre los dos jóvenes. El Duque Ricardo había decidido que el joven Cardenio se reuniese con su hijo Don Fepiando para convertirse en su compañero, y Cardenio, rota el alma, partió dos días despué~ a cumplir la voluntad del Duque. Don Fernando, el hijo segundo del Duque Ricardo, mozo gallardo y enamorado, se hizo pronto gran amigo de Cardenio, al que confiaba sus cuitas de amor provocadas por una rica y hermosa labradora, Dorotea, vasa lla de su padre. Y la m oza, conqui~tada y violentada, no tardó en caer vícti ma de la seducción y de la falsedad de Don Fernando, que para huir de las consecuencias de su aventura, decidió ir a pasar una temporada al castillo de Cardenio. Después de su desventurada aventura, Don Quijote, llegó maltrecho y desmayado a la venta, que com o sie111pre, se le representó como uno de los hermosos castillos descritos en sus malhadados libros de caballerías. Allí fué donde ocurrieron al caballero y al escudero, los sucesos más memorables y desgraciados jamás ocurridos. Allí fué la visita de Maritornes y las palizas del arriero, y allí transcurrió aquella noche infortunada que no habían de olvidar jamás. A la salida, ateniéndose a las le yes de la hospitalidad caballeresca, Don Quij ote se negó a pagar al hostelero, que se cobró manteando a Sancho con todos sus bríos y los de algunos arrieros de paso en la venta, y Don Quijote, comempla ndo desde las bardas los vuelos de su escudero pensaba: Ahora acabo de creer que este castillo o venta está encantado, sin duda. Y de nuevo caballero y escudero, doloridos, a paleados y animosos, emprendieron el viaje de sus avent uras. Don Quijote vió de pronto, un ejército relumbrante y poderoso qne avanzaba al son de los clarines y los a tambores, y resueltamente se dirigió hacia él. Fué . en vano que Sancho le gritase: Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 1922 - El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: realización de Lau Lauritzen. ~ "lfl 1/.. ¡ Vuélvase vuestra merced, señor Don Quijote, que voto a Dios que son carneros y ovejas los que embiste! Pero Don Quijote se hallaba ya tendido en el suelo, pisoteado y aporreado por los pastores que habían castigado la intromisión de aquel loco en el apacentamiento de su ganado. Cardenio y Don Fernando habían llegado a casa del primero. Don Fernando, invitado por su a migo había visto a Luscinda, y desde entonces para él ya no hubo otra mujer que aquella, y todos los medios para lograrla le parecieron buenos. Una tarde le dijo a Cardenio: Yo me encargo de hablar a tu padre y hacer que él hable a su vez al de Luscinda .. Pero tú en cambio, me has de hacer otro favor. .. Llevarás una carta a mi hermano mayor cuya contestación me apremia. Y Cardenio confiado en la amistad de Fernando y seguro del amor de su Luscinda, partió sin sospechar que la traición acechaba y que su partida sería aprovechada por el amigo infiel para arreglar a su favor la boda de la hermosa doncella, mientras él era retenido obedeciendo órdenes del infame Fernando en casa del hermano de éste. Hasta que una carta urgente de Luscinda informó al enamorado de la traición de su amigo. Cardenio, loco de amor, de celos y de odio, corrió hacia su amada. Pero cuando llegó era demasiado tarde. Los contrayentes a cababan de presentase ante el sacerdote ... Sin embargo, Cardcmio no pudo ver, porqué huyó anonadado por el dolor, como Luscinda, antes de dar el sí decisivo se desplomaba inerte en brazos de su corte, aplazándose por este motivo el casamiento. Quiso la suerte o la desgracia, que maese Antonio, barbero de dos pueblos cercanos, tuviese la idea de protegerse de los rayos del sol con su bacía de azófar Pero Don Quijote que lo veía todo según su fantasía desate.da, exclamó asombrado: -¿No ves, amigo Sancho, aquel caballero que hacia nosotros viene, sobre un caballo rucio rodado, que trae puesto en la cabeza un yelmo de oro? Y sin decir más arremetió contra el infeliz barbero derribándole del burro, y mientras el pobre hombre, asustado, huía a campo traviesa, Don Quijote se calaba la bacía admirándose : Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 1922 - El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: realización de Lau Lauritzen. !) -Este es el auténtico yelmo de Mambrino. Yo aderezaré la mitad que le fa Ita en el primer lugar donde haya herrero, y no le ha de llegar el que forjó el dios de las herrerías para el dios de las batallas. Muy orondo y presumido andaba Don Quijote con su bacía que él creía yelmo de oro purísimo, cuando una hilera de hombres seguidos de varios soldados a caballo, le movió la curiosidad, preguntando a los jinetes a donde iban los pobrl's peones. -Esa es cadena de galeotes, gente forzada del Rey, que va a las galeras le respondieron. Pero Don Quijote llevado de su caballeresco afán de desfacer entuertos, después de informarse del delito de cada uno de Jos forzados, embistió a los que los conducían para darles libertad, Jo que consiguió prontamente con el auxilio de los propios presos. Pero habiendo querido obligarles a que cargados con la cadena con que les conducían, se presentasen a dar cuenta de su hazaña a su señora Dulcinea del Toboso, Jos galeotes se volvieron contra el desgraciado caballero y después de haberlo apedreado hasta cansarse, desaparecieron por el monte. Mientras tanto, en casa de Don Quijote sólo se pensaba en hacer regresar de grado o por fuerza al intrépido caba· llero andante, y maese Nicolás, el barbero y el cura, se habían puesto ya en camino para encontrarle. Asendereados y abatidos se hallaban Don Quijote y Sancho y éste más por haberle sido sustraido misteriosamente su rucio querido, mientras sesteaban en la quietud de Sierra Morena, cuando apareció bruscamente un hombre destrozado y de aspecto feroz, al que Don Quijote pidió su historia. Mi nombre es Cardenio empezó el desconocido mi linaje noble .. Amé, quise y adoré a la hermosa Luscinda ... y Fernando era mi mejor amigo .. . Y así, con voz doliente y exaltada a ratos, fué explicando a sus dos oyentes el loco, la novela triste de sus amores. Incitado por el ejemplo de Cardenio, Don Quij ote decidió él tambirn hacer locuras de amor, y así resolvió quedarse en aquellés peñas mientras Sancho llevaba un mensaje a Dulcinea refiriéndole sus cuitas. En busca del caballero andante ! legaron el cura y el bar· bero a la venta que, al decir Don Quijote, castillo encantado era . Afortunadamente por el camino divisaron al propio Sancho Panza, que muy preocupado se dirigía a cumplimentar el mensaje de su amo, y se lo atrajeron Sancho Panza refirió a los amigos de Don Quijote, la nueva y singular locura del hidalgo, y el cura y el barbero, decididos a salvarle, pidiéronle a Ja ventera una saya y unas tocas, para interpretar cierta farsa que el ingenio de maese Nicolás había urdid o. En efecto; al poco rato el barbero se hallaba convertido en una princesa encantada, menesterosa y afligida que debía pedir a Don Quijote una gracia a la que él no se podría negar, de cuyo modo podrían sacarle de Sierra Morena. La suerte favorecía a los esforzados l'Xpedícionarios. No bien habían llegado a la sierra divisaron bañándose Jos píes, a un gracioso pastorcillo, que creyéndose sólo, retiró su casquete y soltó su hermosa y abundante caballHa, por Ja que todos comprendieron que era una mujer Quiso huir ella al verse descubierta , pero con tan buenas razones la tranquilizó el cura, invitándola a que les dijera su historia que ella se la contó por fin, hallándose presente también Cardenio el loco de las peñas que había irrumpido allí de improviso, y que notó de repente: ¿Eres acaso la herm osa Dorotea, la víctima del fementido Don Fernando? -Sí, soy respondió la malaventurada. Refirieron entonces los amigos de Don Quij ote el motivo de su excursión a Sierra Morena y su empeño en salvar al hidalgo de su locura, y la hermosa Dorotea ofrecióse para secundarles, vistiéndose ella las ropas de Prin cesa, y sirviéndola Cardenio como escudero . Así se presentaron delante de Don Quijote, al que la atribulada doncella pidió ayuda contra un traidor que le tenía Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 1922 - El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: realización de Lau Lauritzen. ¡ lft W. usurpado su reino, haciéndole prometer que no entraría en otra aventura hasta que le hubiese dado entera venganza. Prometiólo así Don Quijote y encamináronse todos a la venta. Mientras tanto, Don Fernando, preso en las red es del amor de Luscinda, conseguía raptarla del monasterio en que ella se había acogido y trataba de llevársela a su castillo. Fuerza fué detenerse a reposar en el camino, y en la venta famosa de Don Quijote hicieron alto Don Fernando, la bella raptada y el séquito de servidores. Y fué enton ces cuando aquellos seres tanto tiempo separados fueron de nuevo reunidos por el Destino. Desde la habitación contigua en la que se habían refugiado, Dorotea y Cardenio, oyeron la voz de Luscinda y de Don Fernando, y los dos se precipitaron hacia los respectivos dueños de sus corazones . Cardenio se encaró agresiv0, con Don Fernando, pero la presencia de Luscinda aplacó su afán de vengan• za, y mientras Don Fernando, vencido por las lágrimas y el amor de Dorotea la levantaba sobre su pecho, los otros dos amantes hallaban de nuevo más brillante que nunca, su felicidad perdida. Hasta Sancho encontró a su rncio amado que le había robado Ginés de Pasamonte, uno de los galeotes libertados por Don Quijote. Pero no duró mucho Ja paz que se había extendido sobre la wnta famosa. A med ia noch e Sancho empe zó a alborotar: - ¡Acudid, señores, presto, y socorred a rni señor que anda envuelto en la más trabada y reñida batalla que mis ojos han visto! En efecto ; en medio de sa sueño, Don Quijote se hallaba estoqueando desaforadamente a unos cueros de vino tinto a los que creía gigantes. Gracias a un remojón de agua fría se consiguió calmar al exaltado combatiente, y a la mañana siguiente, instalado en una carreta, y haciéndole creer que se le conducía por arte de encantamiento, Don Quijote fué transportad o a su casa. No permaneció mucho tiempo en el reposo del hogar el inquieto y esforzado caballero andante; sino que se lanzó de nuevo con su inseparable escudero, en busca de sus desventuradas aventuras. Pero esta vez, para hacerlo volver y sacarle de sus andanzas y manías, estaba allí el bachiller Sansón Carrasco, que habiéndose disfrazado de caballero andante, se le presentó bajo el nombre del Caballero de los Espejos, y diciéndole, para provornrlo, que había vencido al célebre caballero Don Quijote de la Mancha . Nególo Don Quijote y entró en pelea con el atrevido caballero, derribándolo y venciéndolo; pudiendo ver entonces, al descorrerle la celada, que se trataba nada menos , que de su amigo el bachiller Sansón Carrasco; pero aun lo atribuyó Don Quij ote a la magia de los hechiceros y encantadores que habían transformado la cara de su enemigo para librarlo de su justa ira. Sucedió, luego, otro día, que yendo por su camino vió Don Quijote una gran tropa de gente «y llegándose cerca, conoció que eran cazadores de altanería ». Acercáronse el escu dero y el caballero andantes y habiéndoles reconocido los de la tropa, les rogaron que tuviesen a bien acompañarles a su castillo. Eran los Duques, señores de aquel castillo, un poco burlones y un mucho discretos, y así recibieron a Don Quijote con todos los honores que se merece la andante caballería, realizando el sueño dorado de Sancho con Ja concesión del gobierno de una ínsula, y colmando a Don Quijote de halagos y de apoteosis . De allí a pocos días partió el buen Sancho más orondo que unas Pascuas, a tomar posesión de su gobierno en la ínsula Barata ria , después de haber recibido los juiLiosc s consejos y las sabias advertencias de su señor amo. Con mucha pompa y júbilo fué recibido el nuevo Gob ernador, pero su ilusión duró poco . Al llegar la hora del primer ya ntar, las severidades y las inflexibles prohibiciones del doctor Pedro Recio le dejaron en ayunas y con un humor de todos los diablos Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 1922 - El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: realización de Lau Lauritzen. .. (!j)E:;()E;~:>\S~>E:><>E;;()E;~:;:E~>E:><>E:;()E;~:>\S~>E:o<>~~>E:::C-S:"°'s;.~3()E;::~-S:"°'s;.~3<>E~-S:<!@ Su mal humor no le impidió a Sancho asistir a sus audiencias y dictar aquellas salomónicas e inolvidables sentencias que han sido legaclas a la posteridad como modelos de discreción y de cordura. No harto de pan ni de vino, sino de juzgar y de dar pareceres, cuando el sueño comenzaba a cerrar los párpados de Sancho, vinieron los oficiales de la guarnición de la ínsula gritando: -¡Despertaos, señor Gobernador! ¡Un correo del Duque acaba de traer un despacho de importancia! Leyéronle ellos mismos, puesto que el buen Sancho no sabía leer, el famoso despach o en el que el Duque prevenía al Gobernador de que un enemigo furioso se disponía a asaltar la ínsula para quitarle la vida. Fuerza fué vestirse con todo el pesar de su sueño y de su cuita con las horribles armaduras de guerra. Pero ya los gritos de la batalla resonaban por el palacio, y pronto los pies de cien combatientes pasaron sobre su cuerpo caído. Cuando hubo renacido el silencio en la casa y se hubieron alejado los alborotadores, muerto de susto y de angustia se levantó trabajosamente el pobre Sancho y se arrastró hasta su cuarto . Sacó de un rincón el hatillo en que guardaba sus antiguas vestiduras de andariego rústico y después de habus e vestido con ellas, mudo y triste, bajó a las cuadras, retiró su rucio y salió con él al campo, a Ja libertad , a su vida humilde de caminante. Y en la límpida claridad del amanecer, como después de un sueño de honores y venturas, se encontraron caballero y escudero. Dijéronse sus penas y sus ocurrencias y emprendieron otra vez su camino interminable. Un día, cuando menos se esperaban ninguna suerte de aventuras, un caballero rutilante y magnífico, atusán· <lose los bigotes y empuñando su lanza, se presentó a Don Quijote exclam1mdo: -Insigne caball ero y jamás como se debe alabado Don Quijote de la Mancha; yo, el caballero de la Blanca Luna, cuyas inauditas hazañas quizá te le habrán traído a la memoria, vengo a contender contigo y a probar la fuerza de tu brazo , en razón de hacerte conocer y confesar que mí dama, sea quien fuere, es sin comparación más hermosa que tu Dulcinea del Toboso. -Caballero de la Blanca Luna-dijo entonces Don Quijote-cuyas hazañas hasta ahora no han llegado a mí noticia, yo os haré jurar que jamás habéis visto a la ilustre Dulcinea. -Dispuesto estoy, pero sí yo os venciere, no quiero otra satisfacción sino que, dejando las armas, os recoja is y retireis a vuestro lugar por 1iempo de un año. Aceptó Don Quijote la condich'm de su enemigo e inmediatamente se dispu sieron ambos contendientes a embestirse en sus respectivas caba lgaduras. A la segunda acometida la lanza del caballero de Ja Blanca Luna díó al traste con la resistencia de Don Quijote y el sin par caballero de la Mancha, cayó al suelo ve ncido y derrotado. Acudió a él el de la Blanca Luna y apoyándole la punta de su lanza sohre el pech o Je apremió: Vencido sois, caba llero, y aún muerto, ~i no confesáis las condiciones de nuestro desafío. Entonces Don Quijote con una voz dolida y mortecina respon dió: - Aprieta caballero la lanza, y quítame la vida, pues me has quitado la honra Pero el de la Blanca Luna seguro de Ja palabra del caballero rendido retíróse, y bajo un árbol vecino, arrancóse los enormes mostachos que casi ocultaban su rostro, apareciendo el del bachiller Sansón Carrasco que se sentía satisfecho de su triunfo. Obligado por su promesa y su honor de caballero andante, se dirigió melancólico y desesperado Don Quijote de la Mancha a su lugar, donde al llegar a su casa, empezó a sentirse enfermo. La gran tristeza de verse vencido dió al traste con la fortaleza del hidalgo, y a la hora de la muerte, su cerebro recobró la lucidez perdida. Llamó entonces a su sobrina y suspiró: Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 1922 - El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: realización de Lau Lauritzen. ~·>e:<::eoe::>S<:>e< ~ -~ > .\Jaumont; ( querr~erla t:1 ~<! • Yo me siento, sobrina, a punto de mu erte .. y de tal modo, que diese a entender que no había sido mi vida tan mala, que dejase renombre de loco ... Avisó la sobrina al cura, al barbero, a l bachiller y al ama , y al verlos llegar alrededor de su cama, exclamó el enfermo : -¡Dadme albricias, que ya no soy Don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, que por mis costumbres merecí ser llamado «El Bueno,,] También vi no Sancho, desolado y lloroso. Don Quijote le puso la mano sobre los hombros y rogó: - Perdóname, Sancho amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído. Su voz se iba extinguiendo, se iba apagando como su vida toda Sus amigos y fam iliares lloraban . Y calladam ente, co mo un avecica que se muere, la nzó el buen caballero su último suspiro. - Ha muerto - pronunció gravemente el cura . ~ ~ 1 Un epitafio sobre su tumba , fué el mejor comentario a la figura de Don Quijote de la Mancha : @ 1 Tuvo a todo el mundo en poco fué el espantajo y el coco del mundo, en tal co yuntura que acreditó su ventura morir cuerdo y vivir loco. · ------- F IN -------· ~ ~~ i ~ 0~>e;OE3<:>'3iOS30iE3ic:>E~S<>eoo:S<:>e:O!S3Ce;;.os:=<:>iE3ic:>e~sic:>e~3<:>'3iOS30E3il:>e~sic:>s:~¡~ Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 1922 - El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: realización de Lau Lauritzen. ~ - Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 1922 - El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: realización de Lau Lauritzen. ~©~-------------------~-------------------------~ ~©@ flj S ~~ ®C:>t9 So::::>@ ®e>t;; i:i:~® @e:::@ ~~® '©c:::::r@ ®e::>® @ ®<::::::@ ®<:>~ ~c:>@I ®<::::=@ @r~~ ~e:>® ~C>@ ®=:::::::>~ S e:::-® ~ @ ©S© ®®5 EL CABALLERO DE LA TRISTE FIGURA y su escudero SANCHO PANZA, los héroes inmortales de la gran epopeya de Cervantes, ... 8 o ® ® o r;¡ o © ..o "' ® ~ ,.,~ ...aumont> ;Gaumon~ -~ ~ o © © o ~ © o © © @ ® ~ o o @ o r;¡ ® o !!') o o © "' © o I\! © o .;.'1 o o @ "' e o ® o o"' ® !!i reviven llenos de majestad . y de donaire en la hermosa obra de Lau Laurítzen @ ..o Don Quijote de la Mancha " o "' ..o"' :®:<- 1! -<::::o_ l!il_ ll_ ll! -i!=@ - -@ - -- 5 - Gl_ S_ lll _"""' _ ®_ ®_ ® __ !ll_ c :> _ !ii_ ® _ =_ ®_ lll __ ®_ $_ _ ~il-®.c:> ®®e> -S ·-S®_@_= _ @_ ®_<::::o ._:©_ _ !lle> - ®- "9~ 5- e> - Q -;,,, !ti®{i ~@S. A RTES GRÁFICAS SIVIT S A. URGC:: L , 236 . BARCELONe. 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