Juaristi 24/7/07 12:24 Página 61 PAMPLONA “La Vuelta del Castillo. Pamplona 1840”. Óleo de Victoriano Juaristi. 110 x 70 cm (1930). Juaristi 24/7/07 12:24 Página 62 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 63 La llegada a la ciudad A comienzos de 1919, en una España que empezaba a sobrevivir del terrible azote de la pandemia gripal (se ha dicho que murieron más de medio millón de españoles como consecuencia de la enfermedad; de ellos, 1.324 en Pamplona1), y en la que todavía se vivía un poco de las bonanzas económicas de una Europa de posguerra, demandante de casi todo, pero una España; en la que ya se había iniciado la lucha social con el enfrentamiento sindical y el terrorismo policial, las huelgas, los ajustes de cuenta y hasta los asesinatos políticos. En mayo de 1921 moría asesinado Eduardo Dato, presidente del Consejo de Ministros, ensombreciendo el porvenir del país; don Victoriano, al que la Clínica San Miguel en los tiempos vida en Irún había convertide su inauguración en 1921. do en un hombretón de mediana estatura, ancho y fuerte, todavía barbado, por más que aquella ya no fuera la barba nazarena de los años de su llegada a la capital del Bidasoa, iba a trasladarse a Pamplona en compañía de su eterno hombre de confianza, el enfermero de la clínica de Irún Antonio Azpei1 J. A. ITURRI, Guía Hemingway, 1999, p. 26. 63 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 64 SALVADOR MARTÍN CRUZ tia2, para dirigir la terminación de las obras de la nueva clínica San Miguel en la que habría de trabajar durante treinta años. La clínica se había levantado en colaboración con los doctores Daniel Arraiza y Joaquín Canalejo más allá del Portal de la Taconera, en lo que hoy es el barrio de San Juan, fuera del casco urbano, al estilo de lo que ya se venía haciendo en los países punteros del mundo occidental3. Se trataba de la primera clínica quirúrgica privada que abría sus puertas en Pamplona, empezando a funcionar en septiembre de 19194, aunque, según sabemos, la inauguración oficial no tendría lugar hasta el Inauguración de la Clínica San Miguel. (En la primera fila de izquierda a derecha Don Victoriano, su esposa Adriana Acevedo, el Conde de Genduláin, detrás el dr. Joaquín Canalejo, el Obispo de Pamplona Fray José López-Mendoza, Lorenzo Oroz y Daniel Arraiza, entre otros). 2 Enfermero de la Clínica de Irún y luego de la Clínica de San Miguel hasta la muerte de don Victoriano. 3 La clínica de San Miguel posteriormente fue comprada por el Igualatorio Médico Quirúrgico y trasladada de su antiguo emplazamiento a Beloso Alto, ocupando en la actualidad un edificio de nueva planta construido en un solar lindante con la ripa que bordea la orilla izquierda del río Arga. 4 La primera clínica quirúrgica que se abrió en Navarra, Clínica Quirúrgica y Policlínica de Especialidades, la abrió el doctor Simón Blasco Salas en Estella en 1916. Ver su libro Recuerdos de un médico navarro, p. 100. 64 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 65 PAMPLONA día 29 de septiembre de 1921, con un acto protocolario en el que iban a estar representadas las fuerzas vivas de la ciudad, presididas por el Conde de Guendulain, que ejercía la representación de la Reina, y el Obispo de la diócesis Monseñor José López-Mendoza5. Se hace obligado echar una ojeada sobre aquel Pamplona de poco más de 40.000 habitantes, “levítico y militar”, amurallado y cerrado, con el que se iba a encontrar don Victoriano. Sobre todo porque, conforme se ha comentado, sus problemas de pareja dimanarían fundamentalmente del cambio de residencia, por lo menos en lo que conocemos, ante la negativa de doña Adriana a trasladarse a vivir definitivamente a la ciudad; “Venía, estaba unos días, ‘sacaba’ dinero al abuelo y volvía a irse hasta la próxima ocasión en que lo necesitara”, contaba Terica Juaristi recordando comentarios de su padre. Lo cierto es que acostumbrada a Irún, Hondarribia y San Sebastián no iba a encontrar en Pamplona los alicientes necesarios para trasladarse a vivir en ella6. Lo que tampoco puede causar excesiva extrañeza recordando cómo era la ciudad por aquellos tiempos: “... llena de cuarteles, iglesias, conventos, tabernas, pequeños comercios, vendedores ambulantes, algunos pocos talleres artesanales de manufacturas y hasta un contado número de fábricas. Estaba a la sazón poblada por una sociedad muy estratificada, integrada en lo alto por algunas muy pocas familias aristocráticas, la alta milicia y el alto clero; después otras pocas familias más de menor rango con cargos importantes en la administración; a continuación venían los pequeños hidalgos, militares y clérigos así como una clase media de empleados y comerciantes, bastante numerosa y una populosa clase humilde integrada por menestrales y obreros, muchos de ellos temporales, poco menos que indigentes y casi dejados de la mano de Dios”7. Pero nada más oportuno que algunos de los comentarios que expuso en el Teatro Gayarre don Victoriano en su conferencia Novísima Guía de Pamplona, para conocer sus primeras impresiones sobre la ciudad en 1928. 5 La Clínica San Miguel, Plus Ultra, Madrid, 1922. Conversaciones con Terica Juaristi en el otoño y el invierno del año 2005 y la primavera del 2006. 7 S. MARTÍN CRUZ, Emilio Sánchez Cayuela. Gutxi, Caja Navarra, Pamplona, 1992, p. 30. 6 65 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 66 SALVADOR MARTÍN CRUZ Para empezar, y después de una larga introducción sobre el significado de su “novísima guía” y de los peligros de incomprensión que corría al atreverse a pensar en alto, definiría Pamplona como una “ciudad polifacética” y en gran parte desconocida. Veamos: “muchos pamploneses encuentran que la ciudad es gris, insustancial, monótona, aburrida, fuera de la galvanizante semana de San Fermín”, algo con lo que él no estaba de acuerdo ya que añade: “Sin salir de Pamplona se puede vivir en lugares que tengan variadísimas fisonomías, como vamos a ver”. A partir de aquí iba a presentar una serie de cuadros de entre los que tomamos, por lo descriptivos, unos párrafos de Vieja calle de Nápoles y Crepúsculo vespertino: “Estrecha y tortuosa. Sol en los altos, humedades en el suelo, paredes costrosas, portales angostos, ropa tendida. Una taberna a la entrada, una taberna a la salida, una taberna en el medio. Grande y vetusto y sombrío convento de frailes. Pequeña mancebía. Tapia del viejo hospital, con un vacío al otro lado, fosa de dolor. Pasadizo con farol mortecino en la bóveda y calzada juanetuda. Fuente alzada en el muro. Mozas en la fuente. Soldados junto a las mozas. Chicuelos en torno de los soldados. Hampones de la corte de los milagros, hostal de la Margarita, Ropavejeros, prenderas. Letanía rumorosa, corrillo de comadres, murmuradoras letrillas infantiles, coplas de pícaro, bostezos de alguacil, maldiciones de carretero... Esta es la calle de Descalzos...”. “Domingo por la tarde: has salido camino de las ‘Blancas’, y al retorno has alargado el paseo dando la vuelta al Castillo. Ya se ha puesto el sol detrás del Perdón. Ya pasaron los seminaristas con sus hopalandas y sus becas de color azul, blanco o encarnado. Torre de San Cernin, torre de San Lorenzo, torre de San Nicolás, siluetas del viejo burgo. Un poco de niebla se va tumbando en los fosos. De entre las rendijas de las viejas murallas, salen los murciélagos, aturdidos aún por la tenue luz crepuscular. Y luego salen los búhos, lanzando su gemido gatuno... Paseo de Valencia. Tropel de soldados y criadas. Pesada la ropa, ligera la lengua. Tardos los pies, prontas las manos. Carne densa y luz escasa todavía. Está oscuro y huele a queso”8. 8 66 V. JUARISTI, Novísima Guía de Pamplona, Pamplona, 9 de octubre de 1928. Juaristi 24/7/07 12:24 Página 67 PAMPLONA Como es lógico imaginar, la apertura de la clínica sería inicialmente acogida por la sociedad pamplonesa con la natural expectativa, pese a las perentorias necesidades quirúrgicas de la ciudad, anclada quirúrgicamente todavía en un pasado vergonzante de prácticos y barberos. Aunque lo cierto es que muy pronto iba a obtener una respuesta plenamente satisfactoria, o, al menos, eso es lo que se deduce de un folleto publicado por la clínica a guisa de memoria en febrero de 1922, y del que se haría eco la prensa de la ciudad. En él se contabilizaban más de 5.000 consultas y de 623 intervenciones de todo tipo realizadas a lo largo de dos años con excelentes resultados9. Si bien estas cifras hablan por sí solas de lo voluminoso del traSan Cernin desde Jarauta. Agua tinta de don Victoriano. bajo desarrollado y, en consecuencia, del que ya demandaban la ciudad y la provincia, lo mismo que de la dedicación que él mismo iba a requerir, aquello no iba a representar cortapisa alguna para que don Victoriano encontrara el tiempo necesario para proseguir con el conjunto de actividades profesionales, más allá de las pu- 9 “La Clínica San Miguel”, El Pueblo Navarro, Pamplona, 24 de febrero de 1922. 67 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 68 SALVADOR MARTÍN CRUZ ramente asistenciales, que había venido desarrollando en Irún. Lo que iba a traducirse por la publicación de un folleto de propaganda editado por la Clínica San Miguel: Las enfermedades quirúrgicas, algunas actualizaciones de sus charlas, y algunos originales en Los Progresos de la Clínica, Revista Española de Cirugía y Urología, entre los que iban a El doctor Canalejo trabajando en San Miguel. aparecer algunos firmados en colaboración con el doctor Daniel Arraiza, algo que llegaría a ser habitual a lo largo de los años 20 e inicio de los 30; y en Guipúzcoa Médica, donde lo haría “Camelos no”, ataque directo a las eternas fabulaciones paramédicas que, como hoy, se venían escuchando en corrillos y mentideros, tema que en más de una ocasión habría de llevarle a asomarse a los medios de comunicación, no sin indignación, por lo que este correr de bulos significaba de credulidad, estupidez y poca consideración para con los médicos, cuando no de mala fe. Lo mismo que por su intervención en el II Congreso de Estudios Vascos de 1920, celebrado en Pamplona, donde presentaría la ponencia Nuevas orientaciones antropológicas, a la vez que iba a participar con los doctores. Alfonso, Armendáriz, Arraiza y Garmendia en la titulada: 68 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 69 PAMPLONA La Beneficencia Navarra10. Precisamente de esta fecha data su inscripción como socio de número de la Sociedad de Estudios Vascos11. Capítulo aparte merecen algunas de sus actuaciones como conferenciante, de entre las que es obligado destacar sobre todo un par de ellas. Por un lado, la que daría en Bilbao, en una sesión organizada por la Junta de Cultura Vasca, de la Diputación de Vizcaya, con el título de Contribución de los médicos a la cultura del País en 1920. Una conferencia larga y llena de importantes contenidos, que de vez en cuando, alegraría con una sonrisa, algo habitual en sus comparecencias y en la que, amén de comentar alguna de sus pequeñas aportaciones al estudio antropológico del pueblo vasco y reclamar la colaboración de los médicos en un tema tan importante, también la aprovecharía para la realización de una geografía médica del país vasco adelantándose al tiempo; tomaría postura en contra del alcoholismo, la tuberculosis, las enfermedades venéreas, la locura y el raquitismo; defendería la higienización del medio; proclamaría la necesidad de modernizar los caseríos y la vida en ellos, con la mejora de su ganadería, de su agricultura, y hasta la del propio “cashero”, mediante su educación y preparación, y haría una cálida y encarecida defensa de la necesidad de una universidad de ámbito vasco, una universidad moderna y abierta, sin otras limitaciones que las marcadas por el saber y la docencia, en la que ni siquiera se debería de exigir a sus profesionales hablar vascuence. Llegaría a decir: “¿Es que van a dar la castaña o la bellota con más abundancia nuestros árboles si el ingeniero habla la lengua milenaria de Aitor?”12. Por otro lado, cabe citar la exposición del ciclo “Por la salud”, impartido en la Escuela de Adultos de la Rochapea (Pamplona), también en 1921, a instancias del profesor Leoncio Urabayen y en el que iba a quedar perfectamente resumido su pensamiento sanitario del momento. El ciclo, que constaba de cuatro conferencias; Los enemigos del hombre; La infestación y la infección general; La tuberculosis; La función se10 S. BLASCO SALAS, Recuerdos de un médico navarro, 1958, pp. 113-114. Su nombre consta desde la memoria 1918-1920 con el número 905 de afiliación. Información obtenida de la propia Sociedad de Estudios Vascos. 12 V. JUARISTI, Contribución de los médicos a la cultura del País, Diputación de Vizcaya, Junta de Cultura Vasca, Bilbao, 1921. 11 69 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 70 SALVADOR MARTÍN CRUZ xual y Los venenos placenteros, amén de un largo epílogo dedicado a los accidentes de trabajo, la violencia (golpes, roturas, heridas), el obrero y la ley de accidentes y el ahorro, terminaba en una especie de alegato muy en relación con las maneras y la filosofía de aquellos tiempos: ¡PODEROSOS! Favoreced la educación del pueblo. Cread escuelas de Artes y Oficios. Haced casas para los obreros. Mejorad las leyes de accidentes de trabajo. Haced posible el ahorro y protegedlo. Amparad a las madres, a los niños y a los viejos pobres, no con juntas que no funcionan, sino con instituciones generosas y vivas. No gocéis de lo superfluo mientras haya quien carece de lo necesario. Toda injusticia que cometáis o dejéis que se cometa caerá sobre vosotros y sobre vuestros hijos. ¡OBREROS! La escuela os levantará a lo alto; la taberna os arrojará al cieno. Fumar es como quemar tus ropas y tus muebles. Pequeños ahorros dan grandes satisfacciones. La mujer más hermosa es la propia y la más horrible es la que se vende; un minuto de placer puede traer una vida de dolor. El enfermo no debe casarse. La limpieza es salud y hermosura. Es más feliz un buen padre en una casa humilde pero sana, que un mal rey en un palacio suntuoso. El sol, el aire, el agua, sostienen la vida sobre la tierra. Amadlos. Dado el eco y el interés despertado por sus palabras, el Ayuntamiento de Pamplona y la Diputación de Navarra decidirían su publicación en forma de folleto13. Eladio Esparza –que felicitaba al “amigo bidasotarra” por la claridad de sus frases, la rectitud de su intención y las luces de sus admirables consejo–, destacaba de su contenido en Diario de Navarra el párrafo que sigue: “La salud es la flor más pura de la vida y el hombre responde ante Dios, del don de la vida que ha recibido, como flor ha de cuidar su salud, como flor que guarda en su seno el tesoro inapreciable y permanente del espíritu. Con razón apunta Balmes que las reglas de la higiene son también reglas de moral. Estriba, pues, la cuestión esencial en que el hombre conozca a sus enemigos y ordene los actos de su vida para no ser atacado por ellos...”14. Sagrario Anaut retomaría este ciclo de conferencias en el año 2001 para analizar el “cre13 V. JUARISTI, Por la salud, Ayuntamiento de Pamplona y Diputación Foral de Navarra, Imp. García Enciso, Pamplona, 1922. 14 E. ESPARZA, “Por la salud, flor de la vida”, Diario de Navarra, Pamplona. 70 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 71 PAMPLONA do” sanitario de don Victoriano en Luces y sombras de una ciudad. Los límites del reformismo social e higiénico en Pamplona; una publicación en la que iba a destacar su labor divulgativa y pedagógica en torno a la salud de los pamploneses, junto con la realizada por los doctores Serafín Huder y Carlos Gil y Gil15. Pero su gran baza profesional en este tiempo, incluso más allá de su propio trabajo clínico y quirúrgico y los éxitos que con él estaba cosechando, tratando a gentes de toda la provincia y de las provincias vecinas, sería la publicación ese año del Tomo I del Manual Español de Cirugía, en 1922 publicaría el Tomo II. Una obra sin precedentes en el panorama editorial vasco, acogida con verdadero interés por la clase médica de todo el país, que se iniciaba con un sucinto prólogo en el que, entre otras cosas, escribía: “Este no es un libro práctico, en el sentido de los que creen que la Medicina se puede aprender y ejercer con un formulario; lo más práctico que puede hacer el que quiera saber patología quirúrgica es estudiar la teoría basada en lo que se ve sobre las mesas de operaciones o de autopsias, pero no con criterio de barbero, sino de filósofo”. En esta obra se iban a encontrar capítulos tan novedosos, entonces y sobre todo en nuestro país, como los dedicados a la etiología, la patogenia, la asepsia, la lucha contra la infección, el trasplante de tejidos, la exploración radiológica, los tratamientos de radiumterapia, electrolisis, diatermia y demás medios físicos, y la utilización de la anestesia. Queda claro que detrás de este manual, hay que suponer bastantes años de estudio y de trabajo, por lo que es más que posible que la obra tuviera sus inicios en los apuntes y comentarios realizados en los tiempos de estudio y preparación de la oposición a la Cátedra de Patología Quirúrgica de la Facultad de Medicina de Madrid. El libro sería galardonado en 1925 con el Premio Pedro María Rubio de la Academia Nacional de Medicina, lo que da una idea del eco despertado por él en toda España. Pese a todo lo expuesto, tampoco sus actividades culturales ajenas a la medicina sufrirían otras mermas que las naturalmente impuestas por su adaptación al nuevo medio en el que empezaba a vivir y que, pasada 15 S. ANAUT, Luces y sombras, 2001, pp. 24 y 47. 71 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 72 SALVADOR MARTÍN CRUZ esta, iba a terminar fructificando en un tiempo, cuando menos, tan rico como el de Irún y que, a la larga, llegaría a ser bastante más brillante y hasta importante, como ya se ha dicho. No debe de extrañar su tesón y su increíble capacidad de trabajo en aquellos años, capacidad a la que hay que añadir la ganancia de tiempo que sus muchas horas de soledad por la pérdida de la vida en familia iba a significarle y la buena acogida por parte de la intelectualidad joven de Pamplona, y lo que ella tuvo que constituir de revulsivo de sus propias inquietudes, las de un hombre todavía joven y lleno de dinamismo, que provenía de un medio Don Victoriano con algunos familiares y amigos delante de su domicilio en el recinto de San Miguel en torno a 1923. (Es posible identificar entre los que están de pie a don Victoriano, su hijo Carlos y Pío Baroja y sentadas a Adriana Acevedo y Reshu Juaristi). cultural tan rico como diferente, con unos infinitos deseos de saber y de actuar, lo que llevaba a estimular a los demás. Y es que si don Victoriano fue para Pamplona un importantísimo acicate cultural, la ciudad, inevitablemente, también tuvo que significar para él un revulsivo, incluso por sus carencias. 72 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 73 PAMPLONA Y sabemos, iba a continuar colaborando con El Bidasoa; donde aparte de la carta de despedida de Irún y de sus gentes, sobre todo de sus amigos, en el verano de 1919 publicaría varios artículos, y con Euskalerriaren Alde, donde aparecería Narraciones amenas. La pampiña, que intervendría en la inauguración del monumento a Fermín Leguía, en Vera de Bidasoa, obra de su amigo Ricardo Baroja, acto en el que iba a leer un preparado y emotivo discurso lleno de resonancias líricas en el que decía: “Pero Fermín Leguía renace; las hábiles manos de Ricardo Baroja han modelado su figura en el barro del Don Victoriano con los Baroja y algunos amigos en la huerta de Itzea. (De pie: Carmen Nessi, Micaela Elizondo, Pío Baroja y don Victoriano. En el suelo: Maximina Berasáin, Pilar Zubiaurre, María Gáldiz, Rafael Larumbe, Rosalía Churrut, Aureliano Gallano y Carmen Baroja. que todos fuimos hechos; vertió en un molde sangre de bronce e infundió su vida a esta efigie; así como el hierro puesto en contacto con el imán adquiere alguna de sus propiedades, las cosas con las que hemos vivido, parece que toman algo de nuestro carácter. En el crisol donde se derritió este bronce pusimos los bidasotarras mone73 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 74 SALVADOR MARTÍN CRUZ das, medallas de santos, espuelas de caballero, almireces de ‘echecoandre’, espitas de barricas famosas, hasta candeleros que alumbraron en las noches nupciales. Si estas cosas conservaron algo del espíritu de sus dueños, ¡qué famoso bidasotarra, qué gran chapelaundi será éste!”16. En mayo de 1921 lo haría en el homenaje que rindieron a Pío Baroja sus amigos y seguidores pamploneses en el Teatro Gayarre; un homenaje que iba a terminar con una cena servida por Juanito Quintana, el amigo de Ernest Hemingway, en el mismo foyer del teatro y que iba a ser extensamente comentado por la prensa17. Para entonces ya estaba empezando a “tomar tierra” en Pamplona. Su buen hacer profesional y su capacidad de relación, el notable papel que dentro de la ciudad desempeñaba su socio Joaquín Canalejo, durante algún tiempo alcalde de Pamplona y director de la Sociedad Filarmónica, y su amistad con el archivero José María Huarte, quien ya en los días de su llegada a la ciudad le había dedicado un elogioso artículo de salutación en La Voz de Navarra, como contestación al editorial de despedida de El Bidasoa 18, en el que se podía leer: “nos inclinamos ante este hombre extraordinario al estrechar su mano, con afecto de amigos, con efusión de admiración y con veneración de discípulos para decirle: ¡Salve!”19, habían empezado a abrirle las puertas, derribando esas otras murallas de la ciudad constituidas por su proverbial mala acogida a “los de fuera”. Por eso, no es de extrañar que José María Muruzábal lo incluya dentro del selectivo ágora del círculo de “La Navarra Artística”, junto a gentes como Ramón Arcaya, Jesús Artieda, los hermanos Baleztena, Jesús Basiano, Ángel Cerezo Vallejo, Javier Ciga, Alfonso de Gaztelu, Miguel Goicoechea, Serapio Huici, Eugenio Lizarraga, Crispín Martínez, Millán Mendía, Arturo Picatoste, Francisco Sánchez, Enrique Zubiri y demás20. Aunque no se debe olvidar que La Navarra Artística era solo una tienda de arte, por ello un local en el que el personal contactaba un tanto casualmente cuando acudía a ella a 16 P. CARO BAROJA, Imagen y derrotero de Ricardo Baroja, 1987, p. 123. “En honor de Pío Baroja”, El Pueblo Navarro, Pamplona, 26 de mayo de 1921. 18 “Ahora que él no nos oye...”, El Bidasoa, Irún, 2 de noviembre de 1919. 19 R. M. CEBALLOS, Vida y obra del Doctor Victoriano Juaristi, 1992, p. 105. 20 J. M. MURUZÁBAL, Basiano. El pintor de Navarra, 1989, p. 34. 17 74 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 75 PAMPLONA comprar este o aquel material para su trabajo, no una tertulia en el más exacto y verdadero sentido de la palabra, lo cierto es que sería precisamente a partir de este círculo desde el que iría estableciendo relaciones más íntimas con gentes, entre las que sí destacan Alfonso de Gaztelu y Serapio Huici.También es obligado recordar a Francisco Javier Arbizu, Jesús Artieda, José María Iñigo, Eugenio Lizarraga, Leocadio Muro Urriza... gentes, todas, esenciales en sus posteriores actividades culturales y hasta en su propia relación con la sociedad pamplonesa. El afincamiento definitivo Empezaba a correr 1922 por el calendario. Los libros que se dedican a ello hablan de una España cada vez más inquieta por el problema sindical, que en Barcelona llegaría a alcanzar niveles de barbarie tan insospechados como para que Gerald Brenan escribiese refiriéndose a ellos: “El terror sindicalista de Barcelona había reducido a la burguesía catalana al silencio, y aún más, a la transigencia”21. También se refleja en las noticias que empezaban a filtrarse de la comisión de investigación nombrada por las Cortes para esclarecer los hechos desastrosos de Anual y Monte Arruit y que salpicaban al propio Rey. Pronto el comienzo de la dictadura de Primo de Rivera, que trae un periodo de calma forzada, falsamente esperanzador para el país, con la que la intelectualidad –y, a su través, la universidad– mostraba cada día que pasaba más abiertamente su disconformidad, dando finalmente en su repulsa, pese a la existencia de momentos dulces como el consecuente a la solución del problema marroquí, o las inauguraciones, en 1929, de la II Exposición Internacional de Barcelona y la Iberoamericana de Sevilla. Cuando a través de la prensa navarra de la época se analiza la trayectoria profesional y cultural de don Victoriano en relación con Pamplona, se llega a tener la percepción de que sería a partir de entonces cuando la ciudad empezase a tomar conciencia clara de la relevancia de su nuevo vecino y a contar con su participación profesional más allá de 21 G. BRENAN, El laberinto español, 1988, p. 126. 75 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 76 SALVADOR MARTÍN CRUZ lo puramente asistencial. Habrá que presuponer que, en parte, por el éxito acompañante a la aparición del Manual Español de Cirugía, aunque también por el creciente número de sus publicaciones y conferencias dentro y fuera de la provincia, el boca a boca espontáneo que iba a ir generando su trabajo en la Clínica San Miguel, con sus muchos y notables éxitos, lo mismo que su natural talante de generoso colaborador para cualquier evento que precisara de su concurso, cuando no de su bolsillo. De todas las maneras no era asunto fácil. Y no lo era porque don Victoriano, como Miguel Sánchez Ostiz escribe en el prólogo de la reedición de 1997 de Capital de tercer orden, refiriéndose a su autor Ángel María Pascual: “era demasiado culto, demasiado creativo, demasiado refinado... Es fácil concluir que era demasiado para una Pamplona que no tenía universidad y a la que en cambio le sobraban conventos y cuarteles”22. De su labor asistencial, que seguía siendo lo más importante en su vida, será la propia historia de la comunidad y de su medicina la que mejor nos hable, haciéndolo a través de los testimonios escritos por los que se han preocupado directa o indirectamente de su discurrir en aquel tiempo, como es el caso de Sagrario Anaut, José Joaquín Arazuri, Simón Blasco, Luis del Campo, Julio Caro Baroja, Rosa Mª Ceballos, Jesús Elso, Eladio Esparza, Rafael García Serrano, Carlos Ibarrola, José María Iribarren, Pablo Larraz, María Dolores Martínez Arce, Ricardo Ollaquindia, Fernando Pérez Ollo, Francisco Javier Zubiaur Carreño...23. Luis del Campo, del que se puede decir sin faltar a la verdad fue uno de sus discípulos predilectos, en el artículo póstumo que le dedicaba en El Pensamiento Navarro escribía: “Su vida fue ardua, la del hombre de ciencia consagrado por entero a su labor. La del cirujano que convive con el dolor, con la aflicción, que lucha contra la descarnada, en acto durísimo, haciéndola huir. Curtido en situaciones trascendentes, donde un descuido, una indecisión, pone en peligro una vida. Sus músculos, sus nervios, eran autómatas de su férrea voluntad; 22 M. SÁNCHEZ OSTIZ, Prólogo de Capital de tercer orden, de Ángel María Pascual, 1997, p. 11. 23 No se puntualizan los textos para evitar repeticiones, ya que todos ellos aparecen pormenorizados a lo largo del texto y en el apéndice bibliográfico. 76 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 77 PAMPLONA sus palabras, un gesto afable, eran siempre alivio, consuelo”24. Palabras que, aunque pueden parecer simple literatura necrológica, encierran bastante más de verdad de lo que cabe suponer, porque su vida fue primordialmente la de un médico preocupado y estudioso que intentó estar al día de una ciencia y una profesión en continuo y cada vez más acelerado desarrollo, acudiendo incluso a las propias fuentes de investigación en momentos concretos. Así conocemos por sus propios escritos y notas que en 1910 acude a estar con el profesor Calot en el Instituto San Francisco de Sales, de Berck-Plage, interesado por su manera de tratar los abscesos tuberculosos25; que algún tiempo más tarde se desplaza a París para participar en un curso de Cirugía Ortopédica Infantil dirigido por el profesor Ombre-Danne26; que regresa a París en 1926, en esta ocasión para informarse directamente sobre el tema de la radiodermitis ocasionada por los rayos X, él mismo ya la padecía, donde se pone en contacto con Voronoff, que le defrauda profundamente como investigador, y con Risler, llegando incluso a contactar con Madame Curie, en su laboratorio del Instituto del Radium, quien tiene hacia él una expresión de ternura al ver su mano izquierda: “¡Pobre amigo mío!”27. Sólo Dabadat, en Burdeos y, a su través, Mur, en Lyón –que había tratado al padre de Dabadat eficazmente28–, son capaces de aportarle algo, pormenorizando los tratamientos que siguen y valorando objetivamente sus resultados29. Aunque desconocemos las fechas puntuales de ello, sabemos también por sus propios escritos de su presencia en un curso de cirugía ortopédica del Instituto Guido-Risolli de Bolonia, otro de cirugía de la 24 L. DEL CAMPO, “Vivió para estudiar y amar al prójimo”, El Pensamiento Navarro, Pamplona, 5 de mayo de 1949. 25 V. JUARISTI, Anales del Hospital de Irún, 1904-1910, 1910. 26 Ficha personal de la Obra Sindical “18 de Julio”. 22 de octubre de 1943. (Hay una copia en el archivo familiar). 27 V. JUARISTI, “Ante Madame Curie I y II”, El Pensamiento Navarro, Pamplona, 10 y 13 de marzo de 1948. 28 Ver: “En Irún se conserva todavía un vivo recuerdo del doctor Victoriano Juaristi que fue un gran cirujano y un excelente escritor”. J. L. Seisdedos. 29 La mistad con el doctor Dabadat llegaría a ser tanta, que a partir de unos sanfermines en que don Victoriano le abre su casa, van a estrecharse las relaciones entre las dos familias, llegándose a casar una sobrina del médico francés con uno de sus hijos, Víctor. 77 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 78 SALVADOR MARTÍN CRUZ tuberculosis impartido por el profesor Rodselli, en Milán, además de, por lo menos, uno de cirugía general dirigido por el profesor Bier, en Berlín30 y, posiblemente, por lo que cuenta en El Anatómico, otro de cistoscopia dado por el doctor Blauenfeld también en la capital alemana31. Será conveniente insistir en que estamos hablando de la vida de un médico preocupado y estudioso, sí, pero que, además, iba a unir a sus intentos de agiornamiento sus dotes de gran clínico, preocupado por todos los campos de la medicina. Basta echar una ojeada a los titulares de sus artículos médicos para darse cuenta de lo amplísimo que es el registro de sus intereses médicos32, y una preparación de cirujano tan fuera de lo común33 como para permitirle intervenir en campos quirúrgicos todavía vedados a la gran mayoría, y hacerlo con seguridad y acierto34. Sus nietos: el doctor Julio San Juan, heredero en mucho de las inquietudes de su abuelo35; y Terica Juaristi contaban así su día a día habitual: “Era muy madrugador. Por la mañana, después de un rápido desayuno, estudiaba un par de horas. Luego marchaba a la clínica, entrando en quirófano o pasando consulta o visita a los encamados según lo que tuviera programado. A media mañana volvía a casa y tomaba algo de alimento, regresando de inmediato a la clínica para concluir el trabajo asistencial. Volvía a casa a comer a las dos en punto, salvo que alguna intervención urgente o algún imprevisto alterasen el discurrir de la mañana. Consideraba esenciales la puntualidad y el orden, casi tan- 30 Ficha personal de la Obra Sindical “18 de Julio”. 22 de octubre de 1943. (Hay una copia en el archivo familiar). 31 El dato se deduce de su novela El Anatómico. 32 El doctor Balda dice sobre él: “... el número de sus publicaciones es numerosísimo, y su campo de acción abarca todos los terrenos de la patología”. Ver Evocación de la figura y la vida del doctor Victoriano Juaristi. 33 Don Pascual Ipiens siempre decía que había tenido la suerte de encontrarse con dos de los mejores cirujanos de España de su tiempo, don Victoriano y el doctor Lite. 34 Ver la entrevista del “Doctor Ignotus” en El Hogar del Médico. 35 El doctor Julio San Juan Juaristi es, además de un prestigioso otorrino que lleva muchos años dedicado a la investigación de la sordera del recién nacido, autor de un complejo y revolucionario sistema que facilita su estudio, experto en electricidad, marino, ensamblador de barcos, experto en actividades subacuáticas e investigador del mundo submarino, fotógrafo, pintor, mecánico y un largo etc. de cosas más. 78 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 79 PAMPLONA to como el buen comer; no le importaba lo que fuera, pero sí que estuviera bien condimentado”. A este respecto, don Pascual Ipiens aseveraba que sabía más de arte culinario que cualquier cocinero de “campanillas, lo que le hacía muy exigente en el tema”36. “Tras la comida una pequeña siesta. Luego volvía a la clínica para pasar visita de nuevo y consulta los días en que tenía programada la consulta gratuita, que la pasaba por la tarde y era intocable. Después venía todo lo demás. Si tenía que salir a alguna consulta o a algún acto cultural fuera de Pamplona cogía el coche; tenía chofer, aunque en los tiempos inmediatamente posteriores a la Guerra Civil solía ir en taxis con Ángel Hermoso de Mendoza37. Ocupaba la tarde en la lectura, preparación y realización de colaboraciones profesionales para la prensa o el mundo editorial y el trabajo epistolar”. Concluido el quehacer profesional –“entre dos luces” solía decir él mismo–, como cuenta Luis del Campo en la despedida de El Pensamiento Navarro, era llegada la hora de cualquier otra actividad que tuviera entre manos; dibujo, pintura, escultura, esmalte, fotografía. Contaba su nieto Julio que, en ocasiones, llegaba él mismo a prepararse los negativos fotográficos y radiológicos. A veces trabajaba solo, a veces lo hacía con la colaboración de la familia38. Su hijo Carlos fue siempre esencial, tanto que hasta era su cámara y en los tiempos últimos, dado el estado de su mano izquierda, el encargado del trabajo de laboratorio. Lo mismo pasaba con los esmaltes, donde además de Carlos llegaba a intervenir Tere, la esposa de este. En ocasiones, con la colaboración de algunos de sus amigos. Como pasaba con la escultura, en la que la mayor parte de las veces contó con la ayuda del escultor de Villava (Navarra) José María Iñigo Iñarena.; al igual que con la música, donde se sabe le ayudaron José María Beobide, Pío Iraizoz, la directora del coro Maitea María Teresa Hernández Usabiaga, el maestro Francisco Escudero y hasta la de una pianista pamplonesa, profesora de música, Pilar Carrasquilla, hermana de la conocida concertista Petra Carrasquilla, a cuya casa solía acudir algunas 36 Conversaciones con el doctor Alfredo Ipiens. Conversación con Ángel Hermoso de Mendoza, hijo. Primavera de 2006. 38 Conversaciones con su nieto el doctor Julio San Juan Juaristi. 37 79 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 80 SALVADOR MARTÍN CRUZ tardes para corregir las partituras de sus canciones39, con el consiguiente escándalo por parte de las gentes “bien pensantes” de la ciudad que le veían entrar en su domicilio. En los mismos esmaltes, se sabe de la intervención extemporánea de Félix Artieda. Con frecuencia iba al cine, que le gustaba mucho y al que se había aficionado en los tiempos de Irún, en donde fue médico del cine Bellas Artes40. Cenaba temprano, ocasionalmente tomaba una copa de champaña después de la cena, aunque no era lo habitual y a dormir pronto para poderse enfrentar en condiciones con el trabajo del día siguiente41. En cuanto al resto de sus actividades profesionales, su labor iba a ser ya tan importante por esas fechas que obliga a pormenorizarla en sus datos esenciales. Si se empieza considerando las de representación, organización médica y participación en congresos y reuniones, en 1922 sería comisionado por el Colegio de Médicos de Navarra, junto con su presidente el doctor Claudio Armendáriz, para integrarse en la Junta encargada de elaborar la ponencia de Reforma Urgente de la Beneficencia Navarra42, institución por aquellos entonces verdaderamente obsoleta y precisada de total remodelación, con un Hospital Civil, que era un hervidero de ratas43. Como suele pasar con los encargos de este estilo, las conclusiones de aquella junta dormirían eternamente el sueño de los justos, olvidadas en el fondo de un cajón, lo que habría de ser causa de que en 1930, Bayacoa escribiese varios artículos llamando la atención sobre el tema en Diario de Navarra 44 y, en 1931, fuera la Comisión Navarra de Beneficencia quien denunciase su calamitosa situación. 39 Por ser un arte “menor”, el capítulo de don Victoriano como compositor de canciones es poco conocido, por lo que no estará de más recordar que, cuando menos, es autor de: Amapolas, De nuestra luz seguid en pos, Delirio, El himno de la enfermera, El viejo reloj, La canción del sapo, La fuente de la enamorada, ¡Mañana no!, ¡Que llueva, que llueva!, Tu no has de dormir, Sin fe... Hay constancia, incluso, de unos motetes compuestos para la boda de Federico Azcona y María Camino García, para la que compuso hasta una marcha nupcial. 40 R. M. CEBALLOS, Vida y obra del Doctor Victoraino Juaristi, 1992, p. 48. 41 Conversaciones con Terica Juaristi y el doctor Julio San Juan Juaristi. 42 Junta celebrada el día 29 de septiembre de 1922. La junta estuvo compuesta, además, por los doctores Alfonso, Arraiza, Garmendia, Irigaray, Jáuregui y Jimeno, amén del arquitecto Martínez Ubago y el político Abdón Larrondo. 43 Así lo recordaba Carlos Juaristi, que acompañó a su padre en alguna visita de inspección. 44 BAYACOA, “Sobre la Beneficencia provincial”, Diario de Navarra, Pamplona, de 29 de abril a 6 de mayo de 1930. 80 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 81 PAMPLONA En 1923 presidiría la sección de Cirugía Ortopédica del Congreso Nacional de Pediatría, ese año celebrado en San Sebastián, y en 1924 fundaría, en colaboración con sus compañeros de San Miguel, los doctores Daniel Arraiza y Joaquín Canalejo, la Academia de Ciencias Sanitarias de Navarra, de la que sería nombrado presidente por aclamación. Sobre ella escribiría en La Voz de Navarra: “Fundamos una Academia de Ciencias Sanitarias; invitamos a pertenecer a ella a los médicos, farmacéuticos, veterinarios, practicantes y matronas que lo deseen. Nos reuniremos una vez por semana en el Colegio, y hablaremos durante una hora de asuntos científicos, expondremos –como en los buenos tiempos– lo que hayamos visto de extraordinario en nuestra práctica, comentaremos lo que salga de nuevo en el campo de nuestra profesión, discutiremos cordial y cortésmente, nos veremos, nos conoceremos, nos estimaremos...”45. Partiendo de la Academia y a impulsos del Colegio de Médicos, se fundaría en 1929 la Academia Médico-Quirúrgica de Navarra, de la que también sería su primer presidente, ocupando el cargo hasta algún tiempo después de ser nombrado presidente del Colegio de Médicos. De la vida de aquella Academia y de sus actividades ha quedado como fiel recuerdo la colección de la Revista Navarra de Medicina y Cirugía, órgano de expresión del Colegio de Médicos, cuya redacción se había encargado a la Academia y que llevó una vida ejemplar hasta los tiempos inmediatamente posteriores a la Guerra Civil, en los que desaparecieron ambas por “órdenes superiores”. En aquel tiempo en que todo lo que tuviera que ver con el mundo de la ciencia y de la cultura, habida cuenta que la mayor parte del mundo intelectual español se había decantado a favor del gobierno de la República durante la Guerra Civil, era visto desde el poder como sospechoso. En febrero de 1925 intervendría en representación de los médicos navarros en la velada organizada por la Academia Médico-Quirúrgica de Guipúzcoa en recuerdo del doctor Rafael Larumbe. En ella haría un emocionado elogio de las tierras del Bidasoa y del propio Larumbe, amigo personal suyo desde los tiempos de Irún, del que llega a decir: 45 V. JUARISTI, “Se funda una academia”, La Voz de Navarra, Pamplona, 1924. 81 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 82 SALVADOR MARTÍN CRUZ “Era un niño; candor, vehemencia, timidez y gesto infantiles. Solo un sentimiento le faltaba: el egoísmo, que hace de los niños los déspotas del hogar; el egoísmo que nace del temor, como él es consecuencia de la indefensión. Rafael era generoso, altruista en sumo grado; nada quiso para él, ni siquiera la vida, que dejó como una lámpara olvidada en el camino, alumbrando a los demás y expuesta al cierzo helado de la muerte, que ha apagado la llama que nadie defendía como suya”. Eran demasiados años de amistad y compañerismo, encontrándose, cuando no ayudándose, por las sendas y veredas de la medicina rural de las tierras del Bidasoa, limítrofes entre Guipúzcoa y Navarra, para no poner alma y corazón en las palabras. Don Victoriano lo recordaba así en la velada: “él subía por la regata de Endera; bajaba yo por un atajo hacia la falda Navarra. Cada uno llevaba nuestro guía, con su farol encendido, esos farolillos de carreta que dibujan en el suelo como una araña de negras patas en un círculo de luz rojiza y que, más que alumbrar, ciegan. –¡Gabón!– dijo mi hombre levantando el farol. –¡Gabón!– contestó el suyo. Nosotros no nos conocíamos; pero las trazas y la hora eran inequívocas. –¿Vendrá usted de algún parto enrevesado?– me preguntó. –Así es, de Iturri-Borda. Una versión. Hemos terminado bien. ¿Y usted? –Yo voy más a la izquierda; otro parto. No sé lo que me espera. –¡Buena suerte! –¡Buenas noches! Y seguimos a nuestros hombres que, en voz baja y con pocas palabras, habíanse referido sus cuitas. Bastante después nos volvimos a encontrar en el pequeño Hospital de Lesaca. Tuteándome, como a un antiguo camarada, me explicó: –Te hemos llamado para que hagas la cesárea a esta mujer con atresia vaginal completa. La hemos bajado por la regata de Endera, por aquel camino donde nos encontramos”. También, en 1923 acudiría al Congreso Internacional de Traumatología y Ortopedia de San Sebastián, donde presentaría la ponencia La espina bífida. No mucho tiempo después sería nombrado socio de honor del Ateneo Guipuzcoano, uno de los estrados que más veces ocupó, tras la lectura de una de sus más brillantes conferencias; La calle del Puyuelo. En 1927 participaría en un acto de convivencia organizado por el Colegio de Médicos en el balneario de Betelu, donde iba a leer unas cuartillas plasmadas con su gracejo personal; “Habaneros en Betelu”, publicadas pocos días después por la prensa de Pamplo82 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 83 PAMPLONA na46. Y finalmente, sería invitado a la inauguración del nuevo quirófano del Hospital de Irún, acto al que, evidentemente, no podía faltar y sobre el que escribe un artículo, El nuevo quirófano del hospital, publicado por El Bidasoa, cuyo contenido humano exige, cuando menos, parte de su trascripción: “Y empezó a caer sobre aquella mesa la carne doliente; un día, el minero con los miembros arrancados por la explosión de la dinamita; otro, el violento reñidor con el cuchillo clavado en el pecho; otro, la madre con las entrañas roídas por el cáncer; otro, el niño con el cuellecillo de pájaro estrangulado por la difteria. Y solo con mi corazón de veinte años, tenía que hacer frente a estos trances sin flaquear, al vencer el loco terror que se apoderaba de los heridos y de sus deudos, al detener la sangre que se escapaba por las heridas; al dar entrada al aire que faltaba en los pulmones, al restañar los destrozos de la carne; al consolar cuando no era posible hacer otra cosa”47. De su labor en prensa médica a lo largo de estos años, bastará con recordar cómo su firma iba a ir convirtiéndose en una de las habituales de las revistas del país, habiendo quedado constancia de un amplio número de colaboraciones en muchas de las revistas especializadas del momento. En 1922, en Revista Española de Cirugía, Archivos Españoles de Enfermedades del Aparato Digestivo y de la Nutrición, Aragón Médico y Revista Navarra de Medicina, Cirugía y Farmacia. En 1923, en Revista de Higiene y Tuberculosis, Los Progresos de la Clínica y Revista Navarra de Medicina, Cirugía y Farmacia. En 1924, en Los Progresos de la Clínica, Revista Navarra de Medicina, Cirugía y Farmacia, Guipúzcoa Médica y Revista Española de Cirugía y Urología. En 1925, en Los Progresos de la Clínica. En 1926, en la misma revista. Y en 1927, además de en ella, en Guipúzcoa Médica, Mundo Médico y Revista de Cirugía de Buenos Aires. Dentro de este periodo de tiempo, Rosa Mª Ceballos añade en su libro sobre don Victoriano la concesión, en 1925, de un segundo premio en un concurso convocado por la Fundación Sagastume-Larreta de la Diputación de Guipúzcoa48. 46 V. JUARISTI, “Habaneros en Betelu”, Diario de Navarra, 27 de enero de 1927. V. JUARISTI, “El nuevo quirófano del Hospital”, El Bidasoa, Irún, 1927. 48 R. M. CEBALLOS, Vida y obra del Doctor Victoriano Juaristi, 1992, p. 153. 47 83 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 84 SALVADOR MARTÍN CRUZ Pese a tantas realizaciones en el terreno médico, no es posible obviar que 1929 iba a aparecer marcado en la historia de don Victoriano con el aspa de las desilusiones. Y no era para menos. Aquel año volvería a opositar a una plaza de médico cirujano convocada por el nuevo Hospital de Barañain. Una plaza que otra vez le iba a ser negada concediéndose al doctor Juan Lite. El porqué se le concedió al doctor Lite y no a nuestro protagonista todavía sigue siendo un arcano, ya que el tribunal calificó por igual a ambos opositores, siendo la Diputación Provincial quien finalmente fallase a favor del médico aragonés, que vivía y trabajaba en Zaragoza y era un desconocido en Navarra, desestimando a don Victoriano, que para entonces llevaba diez años en Pamplona desarrollando un trabajo marcado por los éxitos y, lógicamente, era Fotografía de don Victoriano en la portada del nú- conocido de todos. Desde luego mero 15 de Mundo Médico, correspondiente a 1926. que estallaría la protesta, no podía ser de otra manera. Es más, tanto la clase médica como el total de la ciudadanía expresarían su repulsa, apareciendo duras acusaciones en la prensa local. Al final, sería el propio don Victoriano quien terminase con la polémica creada, remitiendo una carta abierta a El Pueblo Navarro. Escribía en ella: “El señor Lite es competente y trabajador en grado sumo. Si Navarra no le conoce ni ha recibido beneficios de él, nada permite dudar de que le conocerá y se felicitará de su concurso y la labor de cultura y de beneficencia a la que yo me consagro. Lo que con esto gane el Hospital me consolará de los sinsabores pasados y de las decepciones sentimentales sufridas”49. 49 “De una carta del doctor Juaristi y algunos comentarios”, El Pueblo Navarro, Pamplona, 19 de junio de 1929. 84 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 85 PAMPLONA Toda una lección de caballerosidad y hombría de bien difícilmente entendible hoy, cuando la “cultura del todo vale”, incluidas la prevaricación y la mentira, ha llegado a ser casi la ley. En fin, otros tiempos. Para su hijo Carlos –creo que con ello interpretaba la opinión de su padre– la plaza fue negada a don Victoriano por su fama de descreído y librepensador. Con posterioridad a la oposición, se pasaría una temporada yendo a misa y diciendo con voz estentórea mirando hacia el resto de los feligreses en su conclusión: “Dominus vobiscum”. A fin de cuentas, una manera un tanto “unamuniana” de decir: “Estoy aquí”. Aunque a don Victoriano le dolería profundamente lo sucedido, lo cierto es que él y Juan Lite llegarían a ser amigos, colaborando estrechamente en empresas como la Academia Médico Quirúrgica de Navarra, en cuya presidencia le sucedería y llegando a trabajar codo con codo cuando, terminada la Guerra Civil, don Juan había de incorporarse al cuadro médico de San Miguel como socio, centralizando su trabajo privado a la clínica. Ámbito cultural y social emergente Aunque no de una manera tan abundante, algo parecido iba a suceder con su actividad como charlista y conferenciante de temas profesionales y aun generales. Muchos de estos, aun sin ser específicamente médicos, no dejan de tener un fondo ligado en alguna medida a la medicina, por lo que por razones puramente metodológicas van a presentarse de una manera agrupada, charlas y conferencias que en muchas ocasiones terminan siendo publicadas en opúsculos o fascículos aislados, cuando no apareciendo extractadas en la prensa diaria de Pamplona y San Sebastián, ciudad desde la que iba a seguir siendo requerido con tanta asiduidad como para poder decir que sería en ella donde realizase la mayor parte de estas actividades, lo que sin duda era lógico dada su gran vinculación y el interés que siempre despertaron en ella sus palabras. En 1922 iba a acercarse por primera vez al tema de las étnias marginales en Navarra, en las Escuelas de San Francisco de Pamplona, a través de la conferencia Razas malditas. Judíos, gitanos y agotes en Navarra. Resumen puntual sobre la vida e historia de estas tres sociedades en 85 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 86 SALVADOR MARTÍN CRUZ el “Viejo Reyno” a lo largo del devenir histórico. Tema que había de ser uno de los que don Victoriano tuviese siempre en mientes. Lo que no puede ser causa de extrañeza estando presente en la historia de la comunidad un colectivo tan enigmático como el de los agotes. Luis Uranzu dejaría constancia de su interés por él y lo enigmático de su origen en Lo que el río vio50, dándose, además, el caso de que siempre fue un enamorado del Valle del Baztán, sobre todo del histórico lugar de Arizkun, y de su barrio de Bozate, al que se desplazó en alguna ocasión con Pío Baroja51. Cuando muere en 1949 –también lo cuenta Luis del Campo52–, llevaba algún tiempo trabajando el tema de los gitanos en Navarra, y algo parecido debió de tener en mente con respecto al tema de los agotes, pensando escribir algún libro dedicado a ambos colectivos por lo que nos cuenta Gaspar Montes Iturrioz53. Todavía en 1988 se encontraban notas sueltas y apuntes sobre el particular en el archivo familiar, desaparecidos tras una inundación del trastero en el que habían sido depositados54. Lo que tampoco tiene nada de extraño si se considera que don Victoriano desarrollaba ideas sobre cualquier papel que tuviera a mano, incluso en el dorso de algún sobre usado, sobre la propaganda escrita de tal o cual producto farmacológico, elixires de poderes maravillosos, la mayor parte de las veces tan ineficaces como olvidados, o sobre cualquier artículo de esta o aquella revista médica que le había llamado la atención o, simplemente, con el que no estaba de acuerdo. En 1924 tomaría la palabra en el Ateneo Guipuzcoano, en esta ocasión para leer la conferencia Juventud, riqueza y hermosura, de la que iban a hacerse eco, publicando amplias reseñas, los periódicos El Pue50 L. DE URANZU, Lo que el río vio, 1955, p. 109. P. BAROJA, Las horas solitarias, 1982, p. 205. 52 L. DEL CAMPO, “Don Victoriano Juaristi ha muerto”, Pensamiento Navarro, Pamplona, 5 de mayo de 1949. 53 G. MONTES ITURRIOZ, “El doctor Victoriano Juaristi Sagarzazu”, Bidasoan, Irún, 1986. 54 Una buena parte de la documentación, que estaba en un trastero del chalet que la familia tenía en Hondarribia, se debió de perder después de una pequeña inundación. 51 86 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 87 PAMPLONA blo Vasco 55 y La Voz de Guipúzcoa 56. En ella defendería ideas en torno al cuerpo humano, la salud y la riqueza que si incluso hoy podrían llegar a resultar escandalosas en determinados ambientes de la sociedad, no digamos entonces. Ya en la introducción se atrevía a decir: “Yo opino que el cuerpo humano es más casto cuanto más desnudo se presenta. Opinión que está en contradicción con el recrudecimiento de la ola de honestidad que se observa en la sociedad actual”, a lo que y por si fuera poco, añade en el cuerpo de la conferencia: “... La fórmula de la riqueza no es el trabajo, ni el ahorro, ni el juego, ni el robo a mano armada o detrás de un mostrador... Para ello hay dos caminos: uno, suprimir el capitalismo, a lo que ya vamos poco a poco; y otro, suprimir los apetitos de riqueza, siguiendo la máxima de Cristo y Buda”. No hará falta decir que la polémica iba a estar servida y que hasta hubo quien escribió una demoledora crítica rayando con el insulto; “El doctor Juaristi metido a moralista”57, en la que aparte de decirle aquello de “zapatero a tus zapatos”, terminaba aconsejándole no creer en las palabras laudatorias dedicadas por la prensa ya que lo hace “muy mal”. También ese año, en esta ocasión en Urroz Villa (Navarra), había de subir a la tribuna con motivo de la asamblea de la Federación Sanitaria del Distrito Médico de Aoiz. Allí leería otra conferencia que también traería su cola; “La criminalidad en Navarra”, en la que latía gran preocupación por la alta tasa de homicidios y delitos de sangre que se daban en la provincia, defendiendo la necesidad de mejorar la educación como antídoto contra la violencia58. La aparición en La Voz de Navarra del texto de la conferencia desataría una agria polémica con un firmante desconocido, “Basko de Gamboa”, profundamente herido en su “navarrismo”59, 55 “Una amena e instructiva charla del doctor Juaristi”, El Pueblo Vasco, San Sebastián, 30 de noviembre de 1924. 56 “Una erudita e ingeniosa conferencia del doctor Juaristi”, La Voz de Guipúzcoa, San Sebastián, 30 de noviembre de 1924. 57 L. ULÍA, “El doctor Juaristi metido a moralista”, La Voz de Navarra, Pamplona, diciembre de 1924. 58 V. JUARISTI, “La criminalidad en Navarra”, La Voz de Navarra, 634, Pamplona, 19 de marzo de 1925. 59 “BASKO DE GAMBOA”, “Contestación a Juaristi”, La Voz de Navarra, Pamplona, 25 de marzo de 1925. 87 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 88 SALVADOR MARTÍN CRUZ al que, días después, callaba don Victoriano con un aluvión de datos estadísticos oficiales que no daban pie para la réplica60. Vendría después un pequeño rosario de conferencias y charlas de contenido más cultural, que se inicia en abril de 1925 en la Normal de Maestras, con una de las primeras conferencias de la Academia de Ciencias Sanitarias de Navarra; París a vista de médico 61, que haría las delicias del respetable y parece no terminar despertando las iras de nadie, donde sobre un fondo por el que desfilarían el Sena, el Pont Royal, Nôtre Dame, el “barrio latino”, Montmâtre, el Sacre Coeur, el Louvre y sus colecciones de pintura, al que ni siquiera le falta el aguafuerte del París galante de burdeles y cafetines, tampoco el de “la Morgue” iba a discurrir sobre la sociedad científica de la Sorbona, los nuevos hospitales, los laboratorios y centros de investigación, como el Instituto Pasteur y el Instituto del Radium, rompiendo una lanza por la ciencia francesa. Habría de continuar la charla dada en Irún, coincidiendo con las fiestas de San Pedro y San Marcial de 1925, titulada Gigantes y cabezudos 62 y la que pocas fechas más adelante había de leer en las Fiestas Eúskaras de Fuenterrabía; Fuenterrabía es así 63. Un estudio histórico por el que sería premiado a la vez que su amigo Pedro Mourlane Michelena, que también intervendría en ellas. La redacción de El Bidasoa iba a rendir un cálido homenaje a ambos escritores, colaboradores de lujo del semanario64, invitándoles a un pantagruélico banquete, solo recomendable para “txapelaundis bidasotarras” y gargantúas por el estilo. Merece la pena reseñarlo: “Entremeses, consomé Royal, Vol-au-vent cazadora, medallones de langosta parisienne, espárragos en rama, poulardas de Bayona asadas, patatas nuevas doradas, coupe Romaine, tarta de Genes, frutas y quesos. Todo 60 V. JUARISTI, “La criminalidad en Navarra” La Voz de Navarra, Pamplona, 28 de marzo de 1925. 61 “La conferencia del doctor Juaristi”, El Pueblo Navarro, Pamplona, abril de 1925. 62 E. NAVAS, Irún en el siglo XX, Tomo I, 1977, p. 432. 63 “Desde Irún. Cariñoso homenaje a Mourlane Michelena y al doctor Victoriano Juaristi”, El Pueblo Vasco, San Sebastián, 7 de julio de 1925. 64 El homenaje tuvo lugar el 6 de julio de 1925. 88 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 89 PAMPLONA ello regado con vino blanco: Diamante F. E. y tintos: R. López Heredia, Borgoña, F. Paternina, además del Café Moka, licores de marca, y champaña Moët-Chandon”65. Vaya usted a saber si no habría que ir a buscar en los frecuentes banquetes de aquel tiempo –los homenajes estaban a la orden del día en Irún; siempre había algún motivo para celebrarlos–, la concausa de los cólicos biliares de don Victoriano, por más que tanto la familia como los amigos –lo vimos en el editorial de despedida de El Bidasoa–, hablan de su talante moderado. Pero todavía se habría de presentar, a finales de ese año 1925, en el Ateneo Guipuzcoano para exponer su más brillante conferencia cultural; la varias veces citada La calle del Puyuelo (Anexo 1), dedicada a la memoria de Serafín Baroja y publicada con posterioridad por La Voz de Guipúzcoa, dado su interés y la masiva petición de los lectores del periódico donostiarra. Un relato autobiográfico donde se desbordaba emocionalmente y en el que iba a aunar el mundo de sus recuerdos de niñez y adolescencia, sobre el fondo animado de la vida de la calle en que nació y vivió ambas, con sus gentes, sus pequeñas tiendas y negocios, sus talleres de trabajos artesanales, sus pequeños y grandes acontecimientos, sus comedias e incluso tragedias, acompañándolo con una magistral orquestación operística, verdaderamente única, que cuenta bien a las claras algunas de sus predilecciones musicales. Comentaría ya en el prólogo: “Era mucha calle aquella. Lo tenía todo para palpitar como una pequeña ciudad: un hospital, un tribunal, una escuela, muchas tabernas, una aristocracia, una plebe... un gran hombre, un idiota, sólo le faltaba una iglesia y un lupanar; pero los curas abundaban, tanto, que dieron su nombre vascongado a la calle, apaiz-kalea y las ramerillas se asomaban al patio mismo de nuestra casa”. No estará de más reseñar que un par de años antes había fustigado al Ateneo por no llevar a sus sesiones a un donostiarra tan ilustre como Pío Baroja66, lo que no puede extrañar sabiéndole sin pelos en la lengua. Causa de las muchas polémicas y enfrentamientos que habían de jalonar su vida entera desde los tiempos de Irún, donde debió de tener 65 66 Ver Irún en el siglo XX, Tomo III de Emilio Navas, 1984, p. 188. Ver “En honor de Pío Baroja”, El Pueblo Navarro, Pamplona, 26 de mayo de 1921. 89 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 90 SALVADOR MARTÍN CRUZ una tan sonada con Francisco Bellido, director del semanario Frontera, como para que más de sesenta años después Gaspar Montes Iturrioz la recordara67. Aunque pueda parecer increíble a la vista de lo reseñado, don Victoriano todavía iba a disponer del tiempo suficiente para asomarse ocasionalmente a algún programa de fiestas de Hondarribia y a la prensa normal. Habrá que puntualizar que, si bien estas apariciones de unos originales en unos programas de fiestas parece algo irrelevante, es obligado destacar su participación en el de 1925 con El Alarde. Tarrapatatá, titíbilití y Yo lo he visto, varias veces reproducidos en otros programas de años posteriores, sobre todo porque en el segundo de ellos es donde iba a aparecer una de sus más comentadas teorías etnográficas; la del origen flamenco de los saledizos con entrepaños de los caseríos navarros y guipuzcoanos de las tierras del Baztán-Bidasoa. Algo que hizo tanta fortuna como para que un historiador de la altura de Leopoldo Torres Balbás dijera al tocar el tema un: Opina el doctor Juaristi, que suena lleno de autoridad68. Pero veamos lo que opinaba: “Tenemos por lo menos, dos casas flamencas. Una en la esquina de la calle de las Tiendas y calle Mayor, y otra en la calle Pompinot, que toda ella parece de Brujas la Muerta ¿Las hizo levantar algún capitán de los tercios que vino de aquellas tierras? ¿Algún mercader o marino que atracó en este puerto su goleta con la matrícula de Amberes y quedó prendido por amor? ... Las casas parecen copiadas de un cuadro de Teniers o de Van Ostade, sencillas pero muy armoniosas, sobre todo la segunda, con sus paneles de madera labrada, sus ventanas para vidrios emplomados, y sus aleros que desgraciadamente se derrumban... Yo lo he visto”69. Lo más notable durante estos años en cuanto a su colaboración con la prensa sería la progresiva aparición de su firma en la de Navarra. Al principio, como exteriorización de sus inquietudes culturales, como cuando en 1924 publica Se funda una Academia en apoyo de la crea67 Ver El doctor Vitoriano Juaristi Sagarzazu de Gaspar Montes Iturrioz. Ver “La vivienda popular en España”, en Folklore y costumbres de España de Leopoldo Torres Balbás, p. 337. 69 V. JUARISTI, Yo lo he visto. Programa Oficial de Fiestas de Fuenterrabía de 1925. 68 90 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 91 PAMPLONA ción de la Academia de Ciencias Sanitarias70 o en 1926 ¿Ateneo?, primer escrito que se le conoce sobre un tema que será capital en su vida en Pamplona, sin duda que uno de sus grandes regalos a la ciudad. Dice en él: “Este es el primer paso; que lo dé nuestro alcalde, y verá que no es infructuoso. Chicos y grandes tendremos ocasión de reunirnos allí y de aprender, aunque solo lo sea, a respetarnos y comprendernos mutuamente”71. Por lo que retrata de su personalidad, en su artículo citado líneas más arriba Se funda una Academia se hace obligado copiar el párrafo que sigue: “De vez en cuando, en las capitales provincianas se levanta con timidez una voz, reclamando una mejora en el condumio espiritual que escasamente nos sustenta: ¡Fundemos un Ateneo! ¡Constituyamos una Academia! La voz se pierde en el desierto y acaban por arrastrarla los bostezos, que son como un simoun de tercer orden, y por amedrentarla los aullidos y el graznido de los peruleros, que son los chacales y quebrantahuesos de las muy nobles, muy heroicas y muy aburridas pequeñas ciudades. Los peruleros son los que a toda iniciativa responden así: ‘¡Pero si aquí no hay elementos!’. ‘¡Pero si Fulano es un pedante y un tonto!’. ‘¡Pero si eso no sirve para nada!’. Hasta los grandes hombres se contaminan de perulería alguna vez. Jamás olvidaré la respuesta amarga (ya la referí en una conferencia) que dio Campión a un joven que le proponía la fundación de un Ateneo, hace muchos años: ‘Sí... pero, ¿no le parece a usted mejor que rifáramos un cerdo?’”. Pues bien, maestro: rifaremos el cerdo de la pereza, de la ignorancia, de la hostilidad (es casi un jabalí), y al que le toque, que lo degüelle y con su pan se lo coma en chez Bizcarte o en el Marceliano-Palace. “Pero fundaremos un Ateneo y una Academia. Porque vemos que cuando se da una conferencia se llena el local; cuando se constituye una Filarmónica, lo socios son innúmeros y que se escriben libros, y se leen, y hasta se compran”. Ya para entonces empezaba a no ser rara la aparición de algún artículo suyo en Diario de Navarra, como es caso del titulado Los hijos de to70 71 V. JUARISTI, “Se funda una academia”, El Pueblo Navarro, Pamplona, 1924. V. JUARISTI, “¿Ateneo?”, La Voz de Navarra, Pamplona, 11 de noviembre de 1926. 91 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 92 SALVADOR MARTÍN CRUZ dos, una toma de conciencia ante un problema tan penoso como el de los niños abandonados de las inclusas. El artículo, relacionado con una visita a la casa-cuna de Fraisoro, iba a significar la toma de contacto con un problema que ya no dejaría de aparecer en sus publicaciones y conferencias y al que dedicaría un hermoso capítulo en Costa de Plata. Escribía en el periódico navarro: “Entre todas las tragedias humanas que me ha sido impuesto contemplar, ninguna tan conmovedora como ésta de un dormitorio de una inclusa. Cada cunita blanca parece el altar de un sacrificio. Cuando llora débilmente una cuna (el niño no se ve) lloran todas con un gemido tenue, sin esperanza. No es el llorar imperativo, exigente, lleno de una impaciencia que se ha de calmar en el acto, con que los niños sanos reclaman lo que se les debe; sino una queja resignada, un llamamiento sin insistencia, a la madre que no vendrá. Acudirá una monjita cuidadosa que atenderá a todos según las prescripciones del director y según sus sentimientos cristianos y, acaso, femeninos atenuados estos por la costumbre y el desaliento del fracaso repetido”72. Con el mismo sentido escribe en 1927 el artículo titulado En la academia de cocina. Un original que si en principio tiene algo de chiste, termina con una letrilla satírica al estilo de las habituales en él, que no deja de ser una alabanza a las Religiosas de María Inmaculada y a su trabajo en el Servicio Doméstico73. Ya coméis fuera de casa; ya peináis como los hombres; ya fumáis cigarros turcos... ¡Ya os ponéis los pantalones! Contigo pan y cebolla –decía el galán de antaño– hoy se dice “con tu amor langosta y pavo trufado”. 72 V. JUARISTI, “Los hijos de todos”, Diario de Navarra, Pamplona, 21 de noviembre de 1926. 73 1927. 92 V. JUARISTI, “En la academia de cocina”, Diario de Navarra, Pamplona, diciembre de Juaristi 24/7/07 12:24 Página 93 PAMPLONA Ayer me dijiste que hoy; hoy me dices que otro rato y mañana me dirás que no hay nada “entre dos platos”. No sirves “pa” cocinera, morena de mis pecados, pues todo lo que tu guises ha de salir resalado. Os ha “entrao” por la cocina entusiasmo verdadero pues soñáis hasta despiertas con pollitos tomateros. Ya no he de llamarte esposa, te llamaré Juan Palomo, pues hacéis la misma cosa “yo lo guiso, yo lo como”. Tómame, mátame, pélame 93 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 94 Juaristi 24/7/07 12:24 Página 95 LOS TIEMPOS DE PROYECCIÓN MÉDICA Y CULTURAL Juaristi 24/7/07 12:24 Página 96