m e m o ri a - El viejo topo

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Octavi Pellissa, en el rodaje de “El puente de Varsovia”. Octavi fue coguionista, con Carles Santos y el director, Pere Portabella.
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Contra el olvido
La actividad político cultural de
Octavi Pellissa (1989-1992)
1
texto de Josep Torrell
S
iempre hay, incluso en los peores momentos de un naufragio, quien se alza y sigue
combatiendo. Eso hizo Octavi Pellisa: cuánto más severa parecía la derrota, más trataba de aunar voluntades, más intentaba gestar alianzas, más firmemente defendía
los principios en los que había creído. Primer militante del PSUC en la universidad de
Barelona, su vida fue una lucha constante hasta el final.
El clima político que se difundió con la caída del muro
en noviembre de 1989 se venía percibiendo en los ambientes de izquierda durante los meses inmediatamente
anteriores. En octubre de 1989 se convocó la pri m e ra
Asamblea Altern a t i va de Barcelona. Mi e n t ras unos, desde
el estrado, estaban pensando en un avance de fuerzas de
nuevo tipo, otros muchos –desde abajo, y en silencio–
tomábamos la decisión de pedir el ingreso individualmente en Iniciativapor Cataluña. Seguramente ambos en
previsión de lo que nos venía encima. Va l i e ron de poco las
distintas opciones que tomamos ante la ofensiva desencadenada por la derecha: unos y otros nos vimos sobrepasados por ella. Quince años después, el balance es aterrador. No queda nada de lo que intentamos pre s e rvar: los
g rupos organizados desaparecieron y nada queda de
aquellos valores democráticos que eran el fondo común
desde el cual argumentábamos. O apenas nada: la re s i stencia. Una persona cabal para entender la resistencia en
los primeros noventa es Octavi Pellissa.
La necrológica de Octavi Pellissa suscrita por la re d a cción de mientras tanto, y publicada en el número 51 de la
revista, llamaba la atención sobre un aspecto a tener en
cuenta en relación con su figura: “su obra fundamental,
su obra de arte propiamente dicha, fue su propia vida”. En
esta va l o ración pesa mucho que Octavi no dejara prácticamente nada escrito. Quizás convenga poner el énfasis
en el apenas más que en la rotundidad del n a d a, puesto
que Octavi es guionista de nueve películas, pero la observación es esencialmente cierta. Seguramente se pueden
recopilar todos sus escritos y establecer su filmografía
completa, pero eso no nos daría ni una imagen de lo que
Octavi significó para quienes le conocimos, ni la importancia de su actividad político-cultural desde mediados
de los años sesenta, cuando volvió del exilio. Habría que
tener en cuenta lo que decía Raymond Williams acerca de
la creación cultural de las clases subalternas. No buscar
n e c e s a riamente lo nuevo en los textos escri t o s, sino lo
nuevo en la práctica colectiva, en el trabajo cultural.
En uno de los pasillos de aquella asamblea alternativa
se me acercaron Ramon Ga r rabou y Octavi Pellissa. Venían con una propuesta muy sencilla: la chica que llevaba
el Centre de Treball i Documentació había encontrado un
t rabajo mejor y me preguntaban si me interesaba substituirla. Estaba en paro y acepté la oferta. Fui el encargado
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de abrir y cerrar el local desde entonces hasta julio de
1992, cuando dejé el puesto. Aquel mismo mes, mientra s
me iba de vacaciones, Octavi Pellisa murió.
A lo largo de tres años fui testigo de excepción de su
labor y participé en las cosas que trataba de poner en pie
Octavi y otro s. Conviene subrayar este otros. A mí me ocur rió lo mismo que a los que me precedieron: el encanto
personal de Octavi era tan grande que a menudo tendíamos a olvidar que el trabajo del Centro era colectivo, que
surgía de llamadas telefónicas, de consultas, de un tra b ajo invisible para asentar el terreno de lo que después serían los acuerdos. En particular, suele pasarse por alto el
papel, en los años que viví, de Josep María Fradera y Ramon Garrabou, entre otro s, sin los cuales nada de lo que
proponía Octavi habría podido llevarse a término.
Centre de Treball i Documentació por muchas razones.
Conocía a todo el mundo a quien había que conocer; y en
caso de no conocerlo, siempre sabía quién podía tener su
teléfono. Tenía por lo demás un olfato político que le permitía saber lo que iba a ser importante y lo que no. Por lo
demás, su particular ingenio con los títulos hacía que las
charlas tuvieran un encanto especial. La convocatoria
que dio origen al Centro era una inteligencia que se sabía
escasa: en el ochenta y nueve no llegaban a doscientas
personas. No se engañaban respecto al amplio consenso
que tuvo el franquismo, y siempre buscaron las razones
que explicaran las dificultades prácticas que se opusiero n
a la resistencia: porque fueron pocos los que se opusiero n
a la dictadura. La necesidad de comprender era previa a la
voluntad de transformar. Su vocación era la de reunir a
todos los que luchaban de verdad contra las manifestaEl Centre
ciones del capital. Aunque sin excepciones por razones de
El Centre de Treball y Documentació –inicialmente sipartido, que eran una divisoria política, pero no cultural.
tuado en la calle Gran de Grácia núm. 126-130, principal,
La política era cosa del presente más inmediato, mientras
hasta el verano de 2003–, había surgido en 1976 de la luque las opciones culturales de la izquierda tenían que ver
cha contra la dictadura del general Franco. En el origen
con algo más estratégico, con algo aún por definir en sus
del Centro está una gran decepción con respecto al Partit
contornos.
Socialista Unificat de Catalunya. En el año 1976 el PSUC
Quienes lo formaron procedían de los diversos ámbitos
había empezado a crecer, sin tener en cuenta cómo. La
de la cultura de oposición, desde los profesores de instideriva re f o rmista del partido, que venia de antiguo, no hatuto, los histori a d o res, los economistas, los abogados,
cía sino agravarse. Particularmente molesta para los sechasta los grupos que no tenían entidad suficiente para
tores de intelectuales, a los que no se había consultado la
formar un grupo estable (editores, cineastas, gente de teamedida, fue una resolución significativa por sus implicatro, etcétera). Al principio, se org a n i z a ron como seminaciones. Se procedió a la disolución de las células de sector,
rios, con materiales de lectura y de discusión. Esto duró
y se integró a todos los militantes del partido en las agrupoco. Sin embargo, grupos de historiadores y de econopaciones terri t o ri a l e s. Una vez realizado este trasvase, los
mistas, cuya base unive r s i t a ria facilitaba su organización,
intelectuales no tenían ya ningún lugar donde intervenir
se reunieron como plataformas de debate estable, y más
en el campo cultural, y se vio claramente que el partido ya
allá de esto, sirv i e ron para presentar propuestas de tert uno los necesitaba. O los necelianos y de temas de debate.
sitaba sólo para pegar cart eLa organización de charlas
Hay muchos cabos que escapan
les (electora l e s, por supuesquincenales o mensuales fue
al Centro: por ejemplo, que
to).
el nexo común a todos ellos.
En 1975, aún bajo la dictaEstas charlas –independienIniciativa por Cataluña estuviese
dura, Octavi Pallissa y Rates o agrupadas por temas–
completamente dividida
mon Garrabou constataro n
f u e ron la tarea de la junta, en
frente a la guerra.
esta decepción común a mula que durante más de treinta
chos intelectuales que miliaños han destacado, por su
tan en el partido, y se plantearon qué hacer. La idea del
sagacidad y su fidelidad, Jordi Amat, Josep Mª Fradera y,
Centro fue suya. El núcleo impulsor estaba compuesto de
sobre todo, Octavi Pellisa y Ramon Garrabou.
una decena de personas: Alfons Barceló, Juan Ramón CaAlgunas de estas charlas tuvieron consecuencias. El l o s
pella, Pere Comas, Josep Fontana, Josep Mª Fradera, Jo af u e ron los que trajeron a Wolfgang Ha rich (¿Comunismo
quím Lleixá, Manuel Sa c ristán y Laura Tremosa. La figura
sin crecimiento?) o Edward P. Thompson (Protesta y sobre de Octavi Pellissa aparece estrechamente vinculada al
vive). Éste último acto –en el marco de unas jornadas del
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movimiento por la paz– fue tal
vez el más sonado del Centro y
el que más oyentes atrajo. Desde 1976 organizaron una charla quincenal o mensual, y a fuer
de ser sincero s, valdría la pena
ver cuántas asociaciones han
tenido una vida como esa.
Aunque hay que decir que la
concurrencia a estos actos era
paulatinamente más escasa.
Desde 1989, a veces eran más
los de la mesa que los de abajo.
Este fue el principal papel del
CTD desde su creación, pero
no el único. Fue arc h i vo de mat e riales del movimiento contra
la dictadura, que se entregó
p o s t e ri o rmente al Archivo Hist ó rico de la Comisión Obrera
Nacional de Cataluña, en la primavera de 1991, cuando era
evidente que el Centro era incapaz de hacer nada con él.
Ot ro aspecto bastante importante fue la acogida de movimientos sociales que no tenían medios económicos para
disponer de un local autónomo. En el caso de mientras
t a n t o, su comité de redacción –inicial, todo hay que decirlo– eran todos del Centro. El problema apareció con claridad con grupos que venían de fuera.
En el año 1984 el Comité Antinuclear de Cataluña
(CANC) pidió ser acogido por el Centro, después de su estancia en la calle Girona y su breve paso por Condesa de
So b radiel. El CANC era a la vez un archivo y un grupo de
gente entregados al activismo, en puridad ajenos al
Centro. Sin embarg o, el Centro, compartiendo sus objetivo s, no vio problema para aceptarlos. El problema fue que
el comité antinuclear se disolvió dos años más tarde, pero
su archivo quedó almacenado en una sala del Centro (la
de los lavabos). Muy pronto, no habiendo impedimentos
para hacerlo, casi todo lo que había de valor en el arc h i vo
fue desapareciendo. En 1989 era más bien poco lo que
quedaba. Nadie lo echó en falta.
Esta incorporación fue la primera, pero no la última.
Después vinieron la Comisión contra la Celebración del
Quinto Centenario, la Asociación Infancia Vi va (contra el
genocidio de niños en América Latina), la Asamblea Alternativa (de corta vida), la Campaña Vivir sin Nucleares
En Canet de Mar, en 1988
(que tuvo su momento álgido con el movimiento por el
referéndum contra la energía nuclear en 1991), la comisión organizadora de la Conferencia Alternativa del Mediterráneo (que estuvo trabajando en condiciones francamente difíciles, pues por aquel tiempo el Centro estaba
completamente lleno), etcétera.
Al principio se estableció un calendario para que no
coincidiesen las reuniones, pera llegó un momento en
que esto ya era imposible. En el Centro se podía encontrar
la gente más ra ra –pero joven– dispuesta a luchar por lo
que fuera. El problema es que los grupos que albergaba el
Ce n t ro no estaban en condiciones de compartir gastos, y
el Centro lo sabía. Pa ra poder disponer de un local, alguien ha de pagarlo. Las cuotas de los miembros del Centre de Treball i Documentació hicieron eso. Alguien tendría que darles las gracias: aunque solamente fuera eso,
las gra c i a s, por haber soportado económicamente a muchos de los movimientos que durante más de veinte años
han luchado por un futuro mejor.
Con el auge de la informática quedó de manifiesto que
el local del Ce n t ro, que tanto había hecho por hablar de
los límites del sistema, había encontrado otro límite (bastante infranqueable): los enchufes para los ordenadores y
los de los teléfonos. Los gastos fueron subiendo y la junta
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del CTD los fue sorteando –mal que bien– hasta el re s u ltado final: el cierre. Cuando se haga su historia, todos
estos grupos podrán decir que dispusieron de un local
que nació siendo comunista: de un local cuyos orígenes
estaban en la lucha contra la dictadura franquista.
ONU). En realidad, la guerra anunciada era una amenaza
a todo el mundo pobre; era la pri m e ra guerra tras el fin de
la lógica bipolar, y había que dejar claro de quién era el
mundo.
A principios de septiembre, cuando desde el Centro se
e m p ezó a hablar de la necesidad de enfrentarse a eso, ello
La guerra anunciada
fue tomado a broma por pacifistas consecuentes, que
En septiembre de 1990 el curso político apareció maresperaban el desarrollo de un movimiento desde la base.
cado por el inminente peligro de guerra contra Iraq. Ira q
Sin embarg o, pasaban los días, y no se movía nadie.
había invadido Kuwait en
Cuando había ya un ultimáagosto, y los Estados Unidos
tum para iniciar los bombarhabían amenazado al atacandeos (para el 17 de enero de
En el Centro se podía encontrar
te. España era un fiel aliado de
1991) el Ce n t ro se convirtió en
la gente más rara –pero joven–
Estados Unidos, y ya en el mes
el lugar donde convergieron
dispuesta a luchar por lo que fuera. espontáneamente grupos y
de agosto envió un contingente de tropas. Cualquiera que
sobre todo personas. No es pomirara el conflicto desapasiosible explicar la oposición a la
nadamente veía la desproporción entre un país del tercer
guerra solamente desde el Ce n t ro, pero sin el Centro no
mundo (Iraq) y la mayor potencia del planeta y sus aliapuede entenderse tampoco qué fue ese movimiento.
dos (Estados Unidos, la OTAN y, por si fuera poco, la
El movimiento empezó a surgir con fuerza en las uni-
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versidades, en las vigilias mismas del ataque a Iraq, a las
que pronto se unirían los estudiantes de enseñanzas medias. Existía el apremiante factor tiempo. En esto, el
Centro llevaba va rios meses trabajando, y fue en su local
donde se constituyó la Campaña contra la guerra, y fue
desde allí donde se dirigieron las operaciones de oposición. Por supuesto, hay muchos cabos que escapan al
Centro: por ejemplo, que Iniciativa por Cataluña estuviese completamente dividida frente a la guerra. En este sentido, fue proverbial que el hombre que subiera a la mesa
f u e ra Miquel Caminal (y Víctor Ríos), y no el burócrata
enviado por Iniciativa por Cataluña. De este fraccionamiento fue extremadamente consciente la base del mov imiento (es decir, el Movimiento Comunista y la Liga Comunista Revolucionaria), y jugaron en sordina, cediendo
el protagonismo a los izquierdistas de Iniciativa que se
v i e ron investidos de una influencia que no tenían (frente
a los burócratas de su organización).
Esto tuvo como colofón un movimiento que tenía su
c a b eza visible en la Campaña, pero que por abajo se extendía espontáneamente y se coordinaba con la campaña. Pero bastaba con acercarse a sus manifiestos o participar en los debates que se organizaban diariamente
en ins t i t u t o s, para que el ánimo se helase de inmediato.
La mayor parte de los argumentos que se oían ahí era n
totalmente opuestos a los que argumentaban los papeles
de la campaña. Por ejemplo, no se decía nada en torno a
la absoluta desproporción ente los países en liza. En su
mayoría eran argumentos que planteaban su miedo ante
una respuesta militar iraquí, absolutamente despro p o rcionada e irreal. En particular, el temor ante un supuesto
arsenal atómico que tenían los iraquíes (como pretendían
los jerarcas nort e a m e ricanos, y que ha vuelto a planear en
cada nueva guerra). Más en general, a pesar de haber sido
uno de los argumentos decisivos de los años 1981-1986 en
la campaña contra la OTAN y contra la guerra nuclear
limitada, a la gente le preocupaba el miedo a morir. Le
t raía sin cuidado lo que era un argumento central de la
campaña, a saber, la voluntad de no matar, y a no matar
despiadadamente a unos iraquíes que no podrían (y no
pudieron) defenderse. Era la primera vez en más de cincuenta años que España formaba parte del bloque agresor
(contra un país del tercer mundo), y a la gente no parecía
molestarle en absoluto lo que hiciera su gobiern o, con tal
de no arriesgar la vida de los soldados españoles.
La situación explotó cuando se convocó para el fin de
semana siguiente una cadena humana. La voz de alarm a
vino de los responsables de las dos principales organiza-
Octavi y Lidia hacia 1975
ciones extraparlamentarias. Los carteles quedaban en sus
locales porque nadie iba a recogerlos. Algunos grupos se
habían disuelto, otros eran imposibles de localizar. Había
un hecho decisivo: había comenzado la guerra y no había
m u e rto ningún soldado español (y no parecía que fuera a
m o rir ninguno). El movimiento de masas se disolvió
como había surgido. A duras penas se consiguió cubrir el
re c o r rido de la cadena humana.
El Centro pronto fue consciente de esa debilidad del
movimiento. Hubo un empeño denodado por superar el
silencio, acceder a los medios de comunicación y ofrecer
a rgumentos sólidos contra la guerra. Esta fue la aport ación del Centro, además del local (que en la práctica estuvo abierto siempre que hubo necesidad de ello). Era una
batalla contra el tiempo, como se demostró muy pronto.
El primer intento fue hacer una asamblea de gente del
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teatro e invitar a las cadenas de televisión a filmarlo. La
Esta política de ocultación inform a t i va tenía dos pre c easamblea tuvo lugar en la sala Vi l l a r roel, pero no asistiedentes inmediatos que confirmaban la gra vedad de lo que
ron demasiados actores ni tampoco tantas cadenas de
estaba ocurriendo. Toda la prensa barcelonesa se negó
televisión. En general, hicieron gala de su ausencia los
durante el conflicto a publicar, como publicidad pagada,
principales cabezas de cartel en aquellos momentos. Pese
un manifiesto en apoyo de quienes habían desert a d o. El
al re l a t i vo fracaso de esta iniciativa, no cundió el desánimanifiesto, con firmantes catalanes, sólo pudo publicarse
mo: no había tiempo. En un bar en la esquina misma de la
en un periódico de Ma d rid. A mediados de febrero, el presala Villarroel se descartó un recital, que habría requerido
sidente de Iniciativa per Catalunya, Rafael Ribó, diri g i ó
exc e s i va dedicación, y se
sendas cartas personales,
concentraron los esfuerzos
una a cada uno de los dire cen una asamblea de intelectores de los periódicos cataLos intelectuales no tenían ya
tuales en que se sometiera n
lanes, criticando la línea inningún lugar donde intervenir en
a debate los aspectos que
f o rm a t i va sobre la gu e r ra
había suscitado la guerra.
el campo cultural, y se vio claramente del Golfo. Recibió como
Esta iniciativa fue más
respuesta una sola carta
que el partido ya no los necesitaba.
afortunada y reunió a tresconjunta suscrita por los
cientos intelectuales para
directores de tales periódidebatir el significado de
cos, reafirmándose en su
aquella guerra. La asamblea tuvo lugar el sábado 2 de
línea editorial común. Este bloqueo informativo sin prem a rzo de 1991 en la Universidad de Barcelona, dividiéncedentes constituyó una de las principales preocupaciodose los participantes por ponencias y después se reunienes políticas de Octavi en los meses inmediatamente posron todos en un plenario en el que se leyó un comunicateriores a la guerra.
do final. Este comunicado lo escribieron fundamentalAunque la Campaña contra la guerra no volvió a actuar
mente Miquel Caminal y Octavi, interviniendo también
como tal tras el acto del 11 de marzo, persistió como punAlbert Recio y Ramon Garrabou.
to de encuentro unitario de las fuerzas políticas y sociales
que más habían contribuido a su creación. De esta plataLa posguerra
f o rma surgió la edición de un folleto anónimo titulado
La Campanya contra la guerra p ropiamente dicha conRe f l exions sobre una postguerra (cuyo autor era Joaquim
cluyó con el acto público del Palacio de Congresos de
Sempere), que reflejaba algunas de las propuestas que se
Montjuic, celebrado el lunes 11 de marzo de 1991, bajo el
formularon en aquellos momentos, y un ciclo de tres metítulo Per a qué ha servit aquesta guerra? Octavi, en calidad
sas redondas sobre las consecuencias de la guerra, que
de port a voz de la Campanya, presentó el acto. Intervituvieron lugar en los locales del CTD durante los meses de
nieron Manuel Vázquez Montalbán, Josep Fontana, Eum a yo y junio de 1991, organizadas por En ric Prat.
genio Trías y Gilles Perrault. Verena Stolcke, miembro al
igual que Octavi de la junta del Centre de Treball i DoLa ocultación sistemática de la información
cumentació, leyó el comunicado final unitario, que no era
Octavi pensaba que la principal actividad pública debemás que el escrito de la asamblea de intelectuales re t o c aría consistir en la denuncia de la ocultación sistemática de
do.2 Este acto congregó a más de mil quinientas personas.
información por parte de los medios de comunicación
Fue el acto público más multitudinario de la última décasocial. Argumentaba que era preciso emprender una camda.
paña en favor del derecho a ser informados y de la liberTan importante como el acto en sí mismo, fue el silencio
t ad de expresión. Esto debería concretarse en protestas
de todos los medios de información. Ningún periódico,
de las distintas entidades ante el Colegio de Periodistas
ninguna emisora de radio ni ninguna cadena de televisión
de Barcelona (como la ocultación del acto de Montjuic),
pública o pri vada informó de su celebración. La sola refey establecer contactos con los corresponsales extranjerencia pública a este acto fue la tribuna publicada por Maros y de la prensa estatal para denunciar la conspiración
nuel Vázquez Montalbán en El País, el día 6 de abril de
de silencio de los medios de comunicación catalanes.
1991, con el título La ley del silencio. La dirección del peEn ese contexto y de forma reiterada en los meses siriódico retrasó su publicación durante tres semanas.
guientes, Octavi, casi en solitari o, siguió poniendo el énfa-
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sis en la crítica de la ocultación informativa. Así, en reulidad de Cataluña al Pentágono norteamericano, pasando
niones de la plataforma unitaria, propuso apoyar activapor el gobierno español y el Consejo de Se g u ridad de las
mente y desde fuera la reivindicación de un Estatuto del
Naciones Unidas), exigiendo ser informados.
Redactor que garantizase la libertad de información y la
También intervino en una reunión de trabajo del grupo
independencia del periodista frente a las presiones de los
de economistas del Centro, el 5 de abril de 1991. Algunas
pro p i e t a rios de los medios de comunicación.3 Esta re i v i ni n t e rvenciones presentaban los medios de comunicación
dicación –que Octavi consideró siempre muy acert a d a –
como estructuras cerradas e inamovibles, lo que en la
había sido formulada por la coordinadora de Periodistas
práctica condenaba al fracaso todo proceso de reforma.
Catalanes contra la Manipulación Informativa (creada en
Octavi –y Alfons Barceló– se pronunciaron en contra de
ocasión de la guerra). También propuso emprender accioesta visión simplista que excluye la posibilidad de camnes de protesta ante lo que por aquellas mismas fechas
bios. Octavi sugería apoyar la reivindicación del Estatuto
Manuel Vázquez Montalbán bautizaba como el nuevo
del Redactor como un modo de incidir en los medios de
galinsoguismo de la prensa barcelonesa (que desde hacia
comunicación desde dentro de los mismos con una promeses había conve rtido al propio Vázquez en el blanco de
puesta que podía ser apoyada con fuerza también desde
sus críticas): telegramas a los directores de los peri ó d i c o s,
fuera. En la práctica, sin embarg o, la desinformación se
acciones simbólicas de protesta ante la redacción de La
convirtió en un tema planteado sólo por una exigua miVanguardia, etcétera.
noría de profesionales de los medios, sin el apoyo exterior
Esta línea tuvo su traducción programática en el citado
que Octavi pretendía dar a sus reivindicaciones.
folleto Re f l exions sobre una postguerra, que indicaba tres
frentes de lucha pacifista tras la guerra: la lucha contra el
La conciencia crítica frente al desorden internacional
racismo y la xenofobia, la lucha para re a f i rmar el derecho
En la pri m a vera del 1991, el Centro retomó una idea del
a la desobediencia civil y “la lucha por la libertad de pre npropio Octavi, formulada en el transcurso de la guerra, de
sa y el derecho de los ciudadanos a una información veraz
convocar un Encuentro In t e rnacional por la Paz, en el que
y completa, así como por el derecho de los periodistas a
deberían participar intelectuales de todo el mundo que se
no escribir contra sus propias convicciones ni bajo prehubieran pronunciado públicamente en contra de la guesiones de autocensura; convendría estudiar además la
rra. En principio se aceptó la propuesta, y la labor del
posibilidad de luchar por un estatuto de las redacciones
organismo unitario parecía ser la organización de aquel
que preserva ra la independencia de los trabajadores de la
Encuentro Internacional. En realidad, a medida que fue
información”.
pasando el tiempo, la viabilidad de este Encuentro InLamentablemente, la propuesta de Octavi fue desoída,
t e rnacional fue desdibujándose. El clima político de la
y la izquierda realmente existente en Cataluña pareció
postguerra lo hizo inviable.
resignarse a no ser noticia. Octavi insistió en el tema en
En marzo de 1991, a medida que se alejaba la posibiliposteriores reuniones unitarias durante los meses de abri l
dad de organizar unos Encuentros Internacionales,Octavi
y mayo del noventa y uno. A
y Ramon Ga r rabou prop rincipios de abril propuso
p u s i e ron la convo c a t o ria de
realizar un acto sobre el ciun acto público con intelecToda la prensa barcelonesa se negó
nismo y la hipocresía del tradurante el conflicto a publicar, como tuales del resto del estado
tamiento informativo de la
que se habían pronunciado
publicidad pagada, un manifiesto
situación en el Kurdistán. A
contra la guerra (Bernardo
en apoyo de quienes habían desertado. Atxaga, Julio Llamazares,
p rincipios de mayo empez ó
a proponer una línea de acAntonio Muñoz Molina, ettuación basada en la exigencétera), para que lo hicieran
cia de saber cuántos muertos hubo durante la guerra
ahora contra el nuevo desorden internacional surgido de
(información que hasta la fecha no ha sido facilitada por
ella. El acto debía llamarse La democracia después de la
quienes estaban en condiciones de contabilizar a sus vícguerra del Go l f o. Se hizo un primer intento, fallido, durantimas). En este sentido, proponía enviar peticiones a todo
te el mes de mayo de 1991: la mayoría de los intelectuales
tipo de instituciones públicas estatales e internacionales
que adoptaron una postura crítica durante la guerra no
que apoyaron la guerra (desde el gobierno de la Ge n e raestaban por la labor.
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Hacia 1989.
En octubre de 1991, Octavi planteó la necesidad de un
acto como conmemoración del primer aniversario de la
guerra. Se empre n d i e ron las gestiones, pero tampoco dieron resultado. A partir de mediados de diciembre de 1991,
el Centro estuvo trabajando en la organización del acto,
pero con la sola excepción de Manolo Vázquez Montalbán, ninguno de los escritores a los que se les propuso
participar en el acto aceptó hacerlo. La conmemoración
no tuvo lugar.
El 9 de junio de 1992 se organizó un acto público en la
Antigua Casa de la Ca ridad de Ba rcelona, con el título de
La postguerra a Iraq: les condicions sanitàries i el silenci
sistemàtic dels mitjans de comunicació. Se empezaba a
tener noticias del desastre que había supuesto la guerra
para la población iraquí. Estaba organizado por el Centro
e intervinieron Octavi Pellissa, Manuel Vázquez Montalbán y Jesús Moll Camps. En ocasiones, medio en seri o,
medio en broma, Octavi ra zonaba su empecinamiento
como si se tratara sólo de un asunto de solidaridad personal con su amigo Manolo VázquezMontalbán, que durante este mismo período se convirtió en el francotirador de
la izquierda en un terreno periodístico muy hostil: “no
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podemos dejarle
solo”. El acto de la
Casa de la Caridad
fue el tardío re c o rdatorio de las secuelas de una guer ra, y fue también el
último acto de una
g u e r ra que a no tardar tendría una segunda parte.
Mientras tanto, y
como consecuencia de su actividad
de portavoz de la
Campaña contra la
g u e r ra, Octavi fue
invitado a part i c ipar en un acto público en solidaridad
con los objetore s
encarcelados, bajo
el lema Prou repres sió a la insubmissió,
que tuvo lugar el 13
de junio de 1991 en
el Centre Cívic L’ a rtesá de Gracia. Ac u d i e ron unas cuatrocientas personas. Octavi pidió a los partidos de la izquierda parlamentaria que fueran consecuentes con las declaraciones de solidaridad con los desert o res e insumisos
s u s c ritas durante la guerra del Go l f o. También criticó
m o rdazmente algunas declaraciones recientes de altos
mandos militares contra la insumisión. Fue, sin lugar a
dudas, la intervención más política del acto. También la
más aplaudida por los asistentes.
Antes del verano, el 3 de julio, se hizo una reunión conjunta entre el CTD y los responsables del Centre d’Estudis
i Recerques Sindicals (CERES) de Comisiones Obreras. Se
acordó la cesión del fondo de documentación antifranquista al Arc h i vo Hi s t ó rico de la CONC (de cuyo patronato pasaba a formar parte el Centro) as¡ como la organización de un debate entre el secre t a rio general de la CO N C ,
José Luis López Bulla, y los grupos del CTD sobre las
ponencias del V Congreso de la CONC. (El debate se celebró el 9 de octubre en los locales del CTD). En la reunión
de julio, Octavi puso el énfasis en la campaña contra la
“ley Corcuera” y manifestó que en su opinión el CTD
debía ser “una instancia de intervención vinculada al sin-
memoria
dicato”, en un intento de conservar el impulso inicial del
Centro de unión del movimiento obre ro con la ciencia.
o “la reivindicación de las ideas emancipadoras”, y se delegó en el Centro la preparación de este acto. La mayor part e
de las personas a las que se propuso participar en este
acto declinaron la invitación. Alguno airadamente, otros
con cierta discreción. La diáspora había comenzado.
Finalmente, el 23 de octubre de 1991, con el título de La
democracia de mercado, ¿el único mundo posible?, se celebró en el Au d i t o rio Sant Jaume un acto público en el que
participaron Alfons Barceló, Paco Fernández Buey y Manolo Vázquez Montalbán. Ac u d i e ron a la convocatoria
unas doscientas cincuenta personas. Octavi intervino como presentador y citó va rios ejemplos recientes y locales
de lo que calificó como “un vendaval que está arrasando
los valores antifascistas”, “una ceremonia, que a mí me
parece asquerosa, contra toda idea emancipadora”.
En los últimos meses de 1991, Octavi asistió como invitado a los actos de clausura del Congreso de Unificación
de la LCR y el MCC (9 de noviembre) y de la II Asamblea
de IC (1 de diciembre).
La reivindicación de las ideas emancipadoras
A mediados de agosto de 1991 tuvo lugar el intento de
golpe de estado en la Unión Soviética, que se resolvió con
un giro político hacia la derecha y marcó el inicio del proceso que acabaría derrocando a Gorbachov y disolviendo
la Unión Soviética, a principios de diciembre. Las imágenes de las estatuas de Lenin por los suelos recorrieron el
mundo. La voz en off que las acompañaba proclamaba el
fin del comunismo y de cualquier otro ideal emancipatorio. Los medios de comunicación del mundo entero
recrudecieron la propaganda anticomunista. En el estado
español, donde los sondeos de opinión señalaban un ascenso electoral de Izquierda Unida, el comportamiento de
los medios de comunicación fue part i c u l a rmente agresivo
y destinado a frenar ese avance. Esta campaña contribuyó
no sólo a la división de Izquierda Unida, sino también a la
disolución de muchos grupos comunistas de base, que no
se atre v i e ron a proseguir con sus actividades en un amLa democracia autori t a ria
biente tan hostil.
El 18 de abril de 1991 tuvo lugar una reunión de persoUn año después de la crisis del Go l f o, el curso político
nas que se movían en el entorno del Centro para discutir
e m p ezó, pues, de forma inesperada. Las reacciones, sin
sobre la situación política española e internacional desembargo, no fueron homogéneas. Algunos pacifistas o
pués de la guerra. En el curso del debate, Juan Ramón
ecologistas creyeron en un primer momento que esa
Capella llamó la atención sobre algunas de las medidas
ofensiva no iba contra ellos. Un distinguido candidato
a u t o ri t a rias incluidas en el Proyecto de Ley de Seguridad
verde llegó a manifestar en público su satisfacción por lo
Ciudadana. El 19 de junio, el Centro convocó un debate
que estaba sucediendo, porque ampliaba el espacio elecsobre El projecte de Llei de Seguretat Ciutadana i els drets
t o ral de su opción política.
de les persones, en el que inOctavi Pellisa estaba presente
tervinieron los abogados Ll u iy quedó literalmente anonasa Domingo y Amadeu RecaCon la sola excepción de
dado ante la ingenuidad de
sens.
Manolo Vázquez Montalbán,
quien lo dijo.
En el transcurso del debate,
ninguno de los escritores a los que Octavi señaló que la realizaEn una reunión del 5 de
se les propuso participar en el
septiembre (a la que sólo asisción de una campaña contra
tió gente vinculada al Centro o
el Proyecto de Ley de Seguacto aceptó hacerlo.
a los partidos que confluiridad Ciudadana exigía la
rían luego en Re vo l t a, el Mocreación de una coordinadovim i e n to Comunista de Cataluña y la Liga Comunista
ra unitaria específica. En ese contexto, no fue precisamenRevolucionaria) se palpaban los estragos y el desaliento
te fácil. Desde los primeros días de septiembre, el Centro
que estaba provocando esa campaña de desprestigio sisefectuó numerosas convocatorias (a razón de una por setemático de la izquierda, de sus valores y sus ideales.
mana) para proceder a su constitución, sin ningún resultaEn esta reunión –y en el marco de una discusión en la
do positivo. Nadie parecía confiar lo más mínimo en una
que se re p rodujo el desencuentro entre las diversas periniciativa de este tipo. La ley parecía que iba a colar ante la
cepciones del alcance de lo que estaba sucediendo– Ocindiferencia y el temor de la ciudadanía, ante la implacable
tavi propuso articular el trabajo unitario en torno a la re acampaña anticomunista que proseguía impert é r rita.
lización de un acto masivo sobre “la actualidad de lo rojo”
Pese a los esfuerzos del CTD, la primera reunión unita-
El Viejo Topo / 65
memoria
ria no tuvo lugar hasta la tardía fecha del 7 de noviembre
Películas, guiones y otras ideas sobre cine
de 1991 (apenas una semana antes de la discusión de la
Durante el mes de noviembre de 1991 se rodó el cort oley en el parlamento). En esta reunión surgió la polémimetraje Art a Cayalunya, dirigido por Pere Portabella.
ca cuando algunos grupos pro p u s i e ron la creación de un
Octavi era el autor del guión, en el que trabajó durante la
organismo permanente que se dedicara a la defensa de
primavera anteri o r. La película se montó a principios de
las libert a d e s, sin entrar en el tema de la Ley de Se1992 y se estrenó el 3 de marzo en un único pase en la
g u ridad Ciudadana (que se daba ya por perdido). En
Filmoteca de Cataluña. Durante el montaje de Art a Ca nombre del CTD, tanto Octavi como Ramon Ga r rabou
talunya, Octavi comentó su interés en dirigir él mismo
sostuvieron la necesidad de dedicar todos los esfuerzos a
una película, aunque reconocía no dominar todavía la
la campaña contra la “ley Corc u e ra” (en vez de a un protécnica como para intentarlo. Muy a menudo, Octavi
yecto de coordinación sin cometidos definidos).
comentaba ideas que se le habían ocurrido y de las que
La propuesta del Centro consistía en la convocatoria de
creía posible extraer el argumento para una película. Las
una rueda de prensa de presentación de la campaña, la
más de las veces, no volvía a hablar de ellas. O lo hacía
redacción de un manifiesto (con recogida de firmas y pospara descartarlas. En ocasiones, sin embarg o, la idea re at e rior publicación en la prensa), la realización de un acto
parecía luego en otra forma más desarrollada. Inventariar
público unitario y la convo c a t o ria de una manifestación
estas ideas es muy arriesgado, porque no existe constan(aunque por pri m e ra vez se decía “si era posible”). Descia de que estuviera trabajando en ninguno de ellos.
pués de incontables discusiones, éste fue el diseño de
Una tarde, a principios de abril de este año, Octavi
campaña que se llevó a cabo.
a p areció inespera d a m e nFue idea de Octavi editar un
te p ronto por el centro y
c a rtel con el texto del maniestuvimos hablando durante
Octavi decidió
fiesto en letras grandes, para
va rias horas de cine. Yo acapegar por las paredes y Cen- “ponerse enfermo a efectos del Centro”, baba de ver la película Riffy ponerse a escribir
tros de trabajo. También tubo
Raff de Ken Loach y le re c olugar una rueda de prensa en
mendé que la viera de inmesus memorias.
el Colegio de Abogados. Ocdiato. Por supuesto, no me
tavi intervino como portavoz
hizo caso: tardó dos meses
de la campaña.4
en ir a verla. A principios de junio me llamó una mañana
El 9 de diciembre se celebró en la sala de actos del Copor teléfono para echarme en cara que no hubiera insistilegio de Abogados un acto público con el lema Por las
do lo suficiente. Había visto la película de Loach la noche
libertades, no a la Ley de Seguridad Ciudadana. In t e ra n t e rior y le había entusiasmado. Al día siguiente se repivinieron August Gil Matamala, Pepe Álva rez, José Lu i s
tió la llamada, pero con los deberes ya hechos. Lo pri m eLópez Bulla, Emilio Berlanga, Vi c t o ria Camps y Amadeu
ro que hizo fue llamar a Comisiones Obreras y proponer a
Recasens. Paradójicamente,a pesar de que durante siete
la gente del CERES organizar una proyección matinal de
meses el CTD fue el único grupo decididamente part i d aRiff-Raff para delegados sindicales de la construcción, y
rio de lanzar esta campaña, no estuvo re p resentado en el
abrir luego un debate (al que invitaría a algún crítico de
acto a causa de las polémicas entre los diversos sindicacine). La segunda parte de la propuesta consistía en efectos y las va rias asociaciones de abogados.
tuar una grabación magnetofónica del debate y filmar una
El Manifiesto contra la Ley de Seguridad Ciudadana se
p a rte del mismo. Con este material y una encuesta postepublicó en El País el día 13 de diciembre de 1991, con la
rior sobre las condiciones de trabajo en el ramo de la cofirma de 616 intelectuales y sindicalistas, y la de 59 con s t rucción (siniestralidad, prestamismo más o menos
mités de empresa. Dicho manifiesto partía de un borraencubierto, inestabilidad en el trabajo, etcétera) espera b a
dor mío corregido por Sixte Garganté, Ramon Garrabou
poder hacer un cortometraje sobre la realidad laboral de
y Octavi Pellissa. El domingo 15 de diciembre se realizó
la Barcelona olímpica. En Comisiones, huelga decirlo, la
una manifestación contra la Ley de Seguridad Ciudadap ropuesta les cogió absolutamente despre ve n i d o s :
na. Al final de la misma, como portavoz de la Campaña
la totalidad de la dirección de la CONC desconocía
por las libertades y contra la Ley de Seguridad Ciuincluso la película. Inmediatamente después de llamar al
dadana, Octavi leyó el manifiesto.
CERES empezó a efectuar gestiones para localizar al pro-
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memoria
p i e t a riodel cine Verdi donde se exhibía la película. Luego
me llamó a mí: eran tan sólo las diez y media de la mañana. Ésta era para Octavi una mañana típica: a las once de
la mañana había puesto en práctica ya lo que se le había
o c u r rido la noche anteri o r.
A la gente de Comisiones la idea no les entusiasmó, pero
parecían dispuestos a llevar a cabo la primera parte de la
propuesta (el debate). En cuanto al resto (financiar los
costes del cort o m e t raje), alegaron tan sólo déficit pre s upuestario. El proyecto embarrancó definitivamente pocos
días antes de que Octavi se fuera de vacaciones, cuando
En ric Pérez, el propietario de los cines Verdi, manifestó no
estar dispuesto a alquilar la sala para una sesión como
aquella.
Contra el olvido
En febrero de 1992, la carga de los últimos tiempos pareció pesar sobre los responsables del Centro. Ramon Garrabou abandonó va rias reuniones sin esperar a que acabasen. Octavi decidió “ponerse enfermo a efectos del
Centro”, y ponerse a escribir sus memorias, centradas en
la caída del cincuenta y siete. Estaba pendiente de Josep
Benet, del Centre d’Historia Contemporània de Catalunya, para que le concediese una bolsa de estudios para
hacer su autobiografía. La misma semana que murió llegó
un certificado conforme le concedían ese dinero: lamentablemente llegó demasiado tarde.
Con la vista puesta en el después, que varias de las propuestas de Octavi no llegarán a buen puerto es también
un indicio de lo que supuso la postguerra en la modificación de las conductas y de las opiniones de una parte de
los intelectuales de este país. Un indicio de cuáles fueron
las consecuencias de la postguerra aquí. Paradójicamente, éste era el tema que repetidamente habíamos intentado someter a discusión pública.
Octavi murió de un fallo cardíaco el 31 de julio de 1992
en Sant Feliu de Guixols, donde tenía una casa de verano.
Intentaron trasladarle a un hospital, pero murió en el trayecto. Sus cenizas fueron arrojadas al Ebro en un paraje
cercano a Ginestar. Ahora, la historia de Octavi ya era cosa
de otro s, de quienes estuviesen dispuestos a honrar su
memoria.
El período descrito es el de una gran derrota de la izquierda –pri m e ro la derrota de la guerra hacia dentro, y
luego el desprestigio de los ideales emancipatorios– cuya
consecuencia más inmediata fue el fortalecimiento del
c o n f o rmismo y de la pasividad social y política. En ese
contexto, Octavi Pellissa –que no era, ni aspiraba a ser, un
político profesional– desarrolló una intensa actividad política, mientras el desánimo se adueñaba de muchos. Sus
propuestas y su permanente capacidad de iniciativa fue
un muro de contención de este desánimo entre un sector
importante de la izquierda en Cataluña.
Los momentos de derrota, de desmovilización y de desánimo como los descritos aquí, suelen favorecer propuestas de repliegue y retirada. Pe ro toda la actividad de
Octavi en estos meses consistió exactamente en lo contrari o. Fue un intento constante de buscar formas de romper
el aislamiento, de tender puentes a cualquiera que estuviera dispuesto a defender una actitud crítica respecto de
lo existente. Fue un hombre que con sus propuestas políticas fue mucho más allá de dónde llegaron todos los políticos profesionales de la izquierda.
Trece años después de su muert e, está olvidado y silenciado por todos y en todas partes. Se ha reconstruido una
falsa memoria sobre su ausencia, donde todo es más suave y no hay lugar para brutales ru p t u ras como el recordatorio de la aceptación sumisa de la guerra del golfo o la
campaña anticomunista llevada hasta límites inimaginables. Sin embargo, esto existió, y Octavi Pellissa es uno de
los hitos que permiten entender ese final del siglo.
E s c ribir sobre él es hacerlo contra el olvido, pero también
contra quienes viven cómodamente instalados en él■
Notas
1. Este escrito data, en su primera versión, de 1992; es inmediatamente posterior a la muerte de Octavi, y olvidado. Lidia GarciaCairó aportó datos valiosos a la primera parte y Xavier Pedrol
hizo el texto más legible.
2. El manifiesto leído en Montjuic fue publicado, en castellano,
por la revista En pie de paz, núm. 21, en el verano de 1991.
3. Un excelente resultado del trabajo de estos es el libro colectivo Las mentiras de una guerra. Desinformación y censura en el
conflicto del Go l f o, Deriva editorial, Barcelona, 1991. El tema del
estatuto del redactor, con mención expresa al tratamiento informativo de la guerra del Go l f o, ha sido retomado en un contexto
distinto por José Antonio Estévez Araujo y Héctor Silve i ra Gorski:
“Democratizar las instituciones, movilizar la sociedad”, en
Manuel Monereo (ed.): Perspectivas del socialismo hoy, Fu ndación de In vestigaciones Marxistas, Madrid, 1992.
4. Pa rt i c i p a ron en ella Pepe Álva rez (UGT), José Luis López Bulla
( CONC) y Amadeu Recasens (ACJD). En realidad esa rueda de
prensa era la segunda, después de una tentativa fallida de ru e d a
de prensa boicoteada por la responsable de IC ante el consejo de
la juventud (que sencillamente no convocó a la prensa).
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