Tema 13.-Sexenio revolucionario.

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Historia de España
TEMA 13
EL SEXENIO DEMOCRÁTICO Ó REVOLUCIONARIO (1868-1874)
En los años anteriores a 1868 el malestar social y el desprestigio del gobierno de
Isabel II era creciente. Después del fracaso de la sublevación del cuartel de San Gil
en 1866 se decidió la unión del mayor número de fuerzas posibles militares y civiles.
Ante una situación política cada vez más deteriorada, la oposición constituida por
progresistas y demócratas, firma en Ostende, en agosto de 1866, un pacto para el
derrocamiento del régimen que es ratificado en Bruselas en julio de 1867, y en el
cual cobra especial importancia conspiradora del general Prim, que encabeza ahora
el progresismo. Tras la muerte de O´Donnell(1867), los generales de la Unión
Liberal se incorporan masivamente a la conspiración antiborbónica, dando la
dirección del movimiento revolucionario al general Prim. La revolución es llevada a
cabo únicamente por los generales, con el unionista Francisco Serrano a la
cabeza del futuro gobierno provisional, y con Juan Prim como hombre fuerte. El 18
de septiembre de 1868, el almirante Topete se subleva en Cádiz y dos días
después regresan del exilio los generales unionistas, que reúnen al ejército y
marchan hacia Córdoba. La revolución sorprende a Isabel II veraneando en San
Sebastián, desde donde la mandan al exílio a Francia. Triunfa así, la revolución
conocida como la “Gloriosa”.
Durante los meses iniciales de la revolución, hasta la convocatoria de Cortes
constituyentes, el poder político es ejercido por las Juntas, especialmente la Junta
revolucionaria de Madrid, que encarga al general Serrano, el 8 de octubre, la
formación del Gobierno provisional, El general Prim exige la disolución de las
Juntas, que desaparecen en pocos meses.
El Gobierno provisional toma medidas inmediatas para la modificación del sistema
político: anuncia la fijación del sufragio universal masculino y convoca Cortes
constituyentes, mediante decreto de 6 de diciembre, para el 15 de enero de 1869.
La mayoría centrista, formada por progresistas unionistas y demócratas
monárquicos, resulta vencedora de las elecciones, con lo que se establece como
régimen la monarquía democrática. Las Cortes afrontan el reto de una nueva
Constitución, y el Gobierno, el de encontrar un rey que asuma la jefatura del
nuevo Estado. La Constitución recoge el principio de soberanía nacional y
desarrolla una declaración de derechos mucho más amplia que la de otras
Constituciones; entre otros, se reconoce el derecho de habeas corpus y la
inviolabilidad de domicilio y de correspondencia.
Podemos considerar la Constitución de 1869 como la primera constitución
democrática de la historia de España.
De sus rasgos fundamentales
destacamos los siguientes: sufragio universal masculino, soberanía popular,
monarquía democrática como forma de gobierno, división de poderes, parlamento
bicameral y reconocimiento expreso de las libertades democráticas básicas
(asociación, reunión, expresión).
La búsqueda de un rey resulta para Prim una tarea más compleja de lo esperado.
En octubre de 1870 es elegido rey Amadeo de Saboya, que debe trasladarse a
España para jurar la Constitución ante las Cortes. Antes de su llegada a Madrid,
Prim es asesinado el 27 de diciembre de 1870. Preside el ejecutivo el general
Serrano, que fracasa ante los problemas de Hacienda y la guerra de Cuba. Le
sucede Ruiz Zorrilla, que disuelve las Cortes y gobierna por decreto durante un
breve periodo. Distintas crisis llevan nuevamente a la jefatura de Gobierno a
Serrano, al que sucede Práxedes Amadeo Sagasta, ya líder del Partido
Constitucionalista, que se enfrenta a una continua inestabilidad política del Estado y
de la monarquía. La situación se hace todavía más difícil con la actitud
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conspiradora de Cánovas para el restablecimiento de los Borbones, el
descontento de una parte del ejército, que no reconoce a Amadeo como rey, y el
excesivo personalismo de los dirigentes que apoyan al monarca. En este contexto
se produce la abdicación de Amadeo el 11 de febrero de 1873. Ese mismo día, el
Congreso de los Diputados y el Senado, reunidos en sesión conjunta, y a pesar de
estar prohibido por el artículo 47 de la Constitución, se declaran en Asamblea
Nacional y proclaman la I República española.
Nace de una frágil alianza entre radicales (Mayoría monárquica) y republicanos
unitarios. El nuevo régimen no es reconocido ni por Francia ni por el Reino Unido,
que teme un federalismo ibérico. En el interior, los apoyos a la República se reduce
a un sector de la burguesía liberal, a algunos intelectuales y a algunos obreros que
esperan que la República acabe con las tradicionales injusticias sociales. El primer
presidente del ejecutivo es Estanislao Figueras, que dirige un Gobierno en el que
figuran personajes ilustres del republicanismo español como Castelar, Pi y Margall y
Salmerón. El sector federalista del Gobierno se ve obligado a disolver las Cortes y
convocar elecciones. Éstas dan el triunfo a las candidaturas republicano-federales
ante la inhibición de las demás fuerzas políticas: alfonsinos, obreristas y radicales.
El 10 de junio, Figueras abandona España camino de París. El día 11 de junio se
forma el Gabinete de Francisco Pi y Margall, que se presenta ante las Cortes con
un programa de gobierno en el que destacan las transformaciones para mejorar la
situación de la Hacienda pública, la independencia de la Iglesia y el Estado, la
abolición de la esclavitud en Cuba, la creación de jurados mixtos, la limitación del
trabajo infantil y la reforma de la venta de los bienes nacionales para dar tierras a
los jornaleros.
Las Cámaras legislativas elaboran un proyecto de Constitución que se presenta
en julio de 1873, pero no llega a aprobarse. Pi y Margall, como presidente de la
República, tiene que hacer frente a la insurrección cantonalista, pero contrario a
acabar con este levantamiento por la fuerza y acosado por el recrudecimiento de la
guerra carlista, dimite el 18 de julio.
Salmerón, forma Gobierno el 20 de julio. Se apoya en el ejército para restablecer el
orden constitucional. Los generales del momento son Martínez Campos y Pavía,
que pacifican Levante y Andalucía, respectivamente. Su negativa a firmar unas
penas de muerte le lleva a dimitir el 5 de septiembre, lo que da paso a la
presidencia de Castelar.
Castelar, nombrado presidente el 6 de septiembre, es el hombre que lleva a cabo
un giro conservador en la República. Practica una política destinada a restablecer
la unidad nacional y el orden social al que aspiran la burguesía y la nobleza, grupos
sociales que se sienten alarmados ante el desarrollo internacionalista y los ataques
a la propiedad. Castelar asume rápidamente poderes extraordinarios. Se apoya en
los militares lo que le proporciona éxitos militares inmediatos sobre el cantonalismo
y el carlismo. Suspende las garantías constitucionales y clausura las Cortes hasta el
2 de enero. En la madrugada del 3 de enero de 1874, las Cortes contemplan con
asombro la llegada de las fuerzas del general Manuel Pavía, capitán general de
Madrid, que con la ayuda de la infantería, disuelve el Congreso de los Diputados.
El general Serrano asume el poder ejecutivo, con una cierta indefinición en cuanto
al modelo de régimen, puesto que queda en suspenso la Constitución de 1869 y no
se ha promulgado la de 1873, lo que origina, a corto plazo, un vacío legislativo que
crea el clima favorable para la unión de las fuerzas conspiradoras que quieren la
vuelta de los Borbones.
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A finales de año, el 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos se
pronunció en Sagunto y restableció la dinastía borbónica en la persona de
Alfonso XII, quien contaba con el apoyo de un amplio sector de la burguesía
conservadora liderado por Antonio Cánovas y se había dirigido al país en el
Manifiesto de Sandhurst. Con la entrada de Alfonso XII en Madrid en enero de
1875 concluyó el Sexenio Democrático y comenzó la Restauración.
En conclusión, el Sexenio vino a mostrar la debilidad de los apoyos sociales e
institucionales con que contaba la democracia en España. La burguesía
atemorizada por el desarrollo del movimiento obrero y el peligro carlista, se replegó
a posiciones conservadoras y autoritarias.
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