03 2 Patriarcas 2016

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INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
32
3.2.
LA ETAPA LLAMADA
“PATRIARCAL”
Se denomina “patriarcas” a los “primeros padres” (literalmente, “padres del principio”):
Abraham, Isaac y Jacob. También, por extensión, se emplea el término para designar a los 12
hijos de Jacob. La “historia de la salvación” –que es la historia del pueblo que nace de
Abraham– comienza, según el relato del libro del Génesis, con “la vocación de Abram” (Gen
12,1s.): “Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te
mostraré...”
Pero esta “historia” plantea muchos interrogantes:
La larga narración que ahora forman los capítulos 12-50 del Génesis es fruto de diversas y
antiguas tradiciones orales que fueron puestas por escrito poco a poco y mucho después de que
“ocurrieran los episodios”. Al comenzar a ponerse por escrito este patrimonio de fe
multisecular, era inevitable que aparecieran repeticiones, cortes, interrupciones en la secuencia
narrativa, y, sobre todo, actualizaciones propias de la época de composición.
En el texto actual hay muy pocos datos sincronizados que permitan ver en el relato una historia
propiamente dicha. No resulta fácil tener un conocimiento aproximado del período: no se sabe
que sucedía alrededor de estos personajes, quienes gobernaban en los pueblos vecinos o
cualquier otro dato que pudiera ofrecer un marco de referencia cronológico, al menos relativo.
Por ejemplo, los faraones no aparecen con su nombre propio en Génesis.
Y cuando aparece un nombre propio, trae más problemas de los que resuelve. Por ejemplo, en
Gén 26 se menciona a Abimelek, reyezuelo de nombre semítico, establecido en el país de los
filisteos, que no fueron semitas y que no vivieron en esa época.
¿De qué presunto “período histórico”
estamos hablando y cómo determinarlo?
Es importante tener muy claro que no existen hasta el momento documentos extrabíblicos
directos ni sobre los “patriarcas” ni sobre los grupos presuntamente relacionados con ellos ni
sobre los principales acontecimientos relatados1.
Para lograr una ubicación cronológica, al menos aproximada de esta etapa, conforme es
presentada en los relatos bíblicos, es necesario recurrir, en el mejor de los casos, a un análisis
indirecto. Por ejemplo, relacionando los comportamientos de los llamados “clanes patriarcales”
con las costumbres (matrimonio, herencia, adopción, etc.), las leyes, la economía, los nombres,
los desplazamientos de otros pueblos de la antigüedad, vecinos de esas regiones.
Para ello resulta significativo el estudio de las leyes del oriente medio (especialmente del
llamado “Código de Hammurabi2“), pues estas ofrecen no sólo un sólido marco de referencia
para el estudio jurídico del Pentateuco en general, sino que también permitirían tener una idea
de la época a la que podrían pertenecer los fragmentos que se le asemejan. Junto a las leyes
1
Lo que, en realidad, no es nada extraño si se piensa que las historias patriarcales, tal como aparecen
relatadas en el Génesis, se desarrollan en el marco de clanes y familias, sin mezclarse prácticamente con la
“gran historia”.
Las llamadas “leyes de Hammurabi” (quién reinó en la antigua Babilonia entre el 1792 y el 1750 a.C.)
están grabadas en una estela de piedra negra de más de dos metros de altura, hallada en Susa en el
invierno de 1901 y 1902. Actualmente se encuentra en el museo del Louvre.
2
3.2. LA LLAMADA “ETAPA PATRIARCAL” /// 14/03/2016
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escritas, también cabe analizar las costumbres de los pueblos nómades o seminómadas (aún los
actuales), de enorme valor para iluminar el período:
Por ejemplo:

La restitución cuádruple en caso de robo de ganado lanar en Éxodo 21,37 (también
recogida en “Costumbres de los Árabes en el país de Moab” del P. Jaussen).

La estructura de las familias y del matrimonio entre los semitas primitivos.

Los ritos de primavera.

La venganza de la sangre.

También, y en referencia al ciclo de Jacob en el Génesis (cf. Génesis 31,39), interesan
los estudios sobre las tribus dedicadas al pastoreo de ovejas en el Éufrates Medio.
Este análisis llevó a los expertos durante mucho tiempo a suponer que muchos de estos
comportamientos hipotéticamente subyacentes a los relatos, reflejaban la atmósfera de
comienzos del II milenio a.C.3.
PERO...
Hoy día se detecta una tendencia generalizada entre los especialistas a ser más cautos y a
contentarse sólo con lo que se puede afirmar con cierta seguridad, sobre todo desde el
fundamento de los testimonios “externos”, sin tener en cuenta el texto bíblico (desestimado
como fuente de conocimiento histórico, siquiera secundaria). Muchos especialistas actuales
entienden que los datos arqueológicos disponibles, prescindiendo del testimonio bíblico, no
permitirían hablar seriamente de una “etapa patriarcal”, a la que, clásicamente, se la ubicaría
durante el período arqueológico denominado del Bronce Medio II (es decir, entre el 2000 y el
1500 a.C. aproximadamente).
Consideran que nada verificable cabría decir acerca de “Israel” y sus presuntos antepasados
antes del período arqueológico denominado del Hierro I (es decir, durante el período
comprendido aproximadamente entre el 1200 y el 1000 a.C.). Tienden por lo menos a sospechar
–sino directamente a rechazar– cualquier tipo de análisis acerca de presuntos sucesos ocurridos
con anterioridad a ese período, por considerarlos históricamente infundados, y los tienen por
construcciones literarias posteriores.
Dicho de otra manera: muchos investigadores actuales estiman que situar una “etapa patriarcal”
en un “período” anterior al Hierro I no provendría de recuerdos reales sino que sería
consecuencia de una construcción posterior de tradiciones de origen heterogéneo4.
La postura clásica al respecto es la del gran investigador de la “Ècole Biblique” de Jerusalén Rolland DE
VAUX, quien, en su emblemática “Historia Antigua de Israel” [Tomo I, Madrid, Cristiandad, 1975, 264]
ubica esta etapa entre los siglos XIX y XVII a.C.
3
4
No son pocos los especialistas contemporáneos que se manifiestan escépticos y críticos al momento de
intentar establecer una remota “etapa patriarcal”. Prefieren referirse en todo caso, más genéricamente –y
en el mejor de los casos– al “Israel premonárquico”. Sus reconstrucciones parten no ya de los “patriarcas”
del Génesis sino de las tribus “de Israel” establecidas en la época de los Jueces –de las que sí habría
testimonios arqueológicos y epigráficos– para luego evaluar las presuntas líneas de desarrollo de la
reconstrucción anterior. Citando sólo la bibliografía fácilmente accesible al lector interesado noespecialista, tal es la propuesta de D. NOËL, Los orígenes de Israel, Navarra (CB 99 1999), quien afirma,
por ejemplo “...el concepto de período patriarcal es, por lo menos, fuertemente aleatorio, y ...el objeto
que puede abarcar escapa al campo histórico propiamente dicho” (Ibid. 65). La importante cuestión de la
“protohistoria de Israel” –esto es, en qué circunstancias, cuándo y dónde ha nacido el pueblo que en la
Biblia lleva el nombre de Israel– resulta hoy difícilmente accesible a partir de los datos actualmente
disponibles.
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Todo esto suscita un planteo explícito del problema de la “historicidad” de los relatos5.
Principales problemas “históricos”
Generados a partir de las narraciones patriarcales
1.
Historicidad de los relatos.
Los relatos ¿deben ser tomados como narraciones “históricas”? ¿Qué se entiende por
“histórico”? ¿Cuál es su verdadero valor?
De estimar que es posible de alguna manera aceptar una cierta historicidad, aún se plantean
importantes interrogantes:
2.
Procedencia geográfica y origen étnico de los llamados “clanes patriarcales”.
¿De dónde provenían los presuntos clanes originales? ¿Cuál era su composición étnica,
cuáles eran sus vínculos socioculturales?
3.
Religión de los clanes antiguos.
Ya que no pudo ser abrupto el paso de los “primeros padres” desde el “paganismo” a la
adoración del Dios Yahweh, cabría preguntarse también por la experiencia de Dios
anterior a la llamada “religión yahvista”.
Historicidad de los relatos
Antes de los planteamientos extremos actuales –los que desestiman la Biblia como fuente de
conocimiento histórico, aún secundaria– ya por lo menos desde J. WELLHAUSEN (fines del s.
XIX), la fiabilidad de los relatos patriarcales despertó las sospechas de una buena parte del
mundo exegético6. Aplicando la metodología histórico-crítica clásica, no resulta fácil
determinar qué grado de autenticidad histórica presentan estos relatos, sobre todo si se tiene en
cuenta la gran distancia temporal entre los hechos en sí y la época en que fueron puestos por
escrito. De hecho, por poco que se investigue, se encuentra posiciones muy dispares acerca del
valor histórico de los relatos: ¿Deben ser tomados al pie de la letra, como narraciones de tipo
“biográfico”? ¿Cabe inferir que los relatos fueron transmitidos cuidadosa y fielmente durante
siglos hasta que finalmente fueron puestos por escrito? ¿Se trata de relatos de tipo “simbólico”,
sin valor histórico alguno? ¿Habrá que hacer coincidir las narraciones con algún relato de tipo
mitológico, como en los 11 primeros capítulos del Génesis? ¿Proceden de una reconstrucción
teológica de los orígenes posterior7?
Cf. G. NÁPOLE, “Los orígenes del Israel bíblico. Una cuestión abierta”, RevBíb 62 (2000) 55-59. Id.,
“La historia del ‘Israel Bíblico’ – Cuestiones disputadas”, RevBib 64 (2002/1-2) 69-87 (con indicaciones
bibliográficas).
Ver: http://www.auladebiblia.com/hi/tema3.html
5
Ver, por ejemplo, D. NOËL, “Los Patriarcas. Historia de la investigación”, en: Id., Los orígenes de
Israel, 58-66.
6
Si, como afirma la hipótesis llamada “documental”, las narraciones fueron redactadas por el llamado
autor «Yahvista» en el siglo XI a.C. o por el llamado autor «Elohista» en el VIII, ¿qué garantía hay de que
cuenten fielmente lo ocurrido casi mil años antes? Esas tradiciones servirán para conocer la cultura, la
mentalidad, la religión del Yahvista y del Elohista, pero no la cultura, forma de vida y religión de los
patriarcas. Así, WELLHAUSEN escribía en 1878: “No podemos llegar a ningún conocimiento histórico
sobre los patriarcas, sino solamente sobre el tiempo en que las narraciones relativas a ellos se formaron
en el pueblo israelita; esta época posterior, con sus características internas y externas, ha sido
proyectada inconscientemente a la antigüedad más lejana y se refleja en ella como un fantasma
7
3.2. LA LLAMADA “ETAPA PATRIARCAL” /// 14/03/2016
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35
Algunas respuestas de los especialistas hasta la hipótesis de R. De Vaux:

Algunos investigadores han planteado la hipótesis de que la narración de la historia de
Abraham y sus hijos, con sus sucesivos desplazamientos, constituiría, en realidad, la
representación de algún tipo de “mito astral”. Se llegó a proponer que los patriarcas
habrían sido antiguas divinidades cananeas, degradadas al rango de antepasados o a
fundadores legendarios de los santuarios de Canaán8.
Esta hipótesis parecía sustentarse en la coincidencia de los nombres de los miembros de
la familia de Abraham, en lengua acádica, con ciertos dioses astrales, en especial, los del
culto lunar.
Por ejemplo
Téraj = Yérah (mes lunar).
Laban = El blanco (“La blanca”, nombre poético de la luna llena.)
Sarra = Šarratu (“reina”, nombre de la “paredra” del dios-luna Sin).

Otra hipótesis sugería que estos personajes podrían ser personificaciones de distintos
clanes o tribus (denominados “personajes colectivos” o “personalidades corporativas”).
Las historias individuales representarían historias colectivas de todo el grupo. Muchas
veces sucede que se caracteriza a un pueblo en la figura de un personaje representativo
en esa cultura, de rasgos especiales –por ejemplo “el porteño” o, en este caso, “el
antepasado común” del que los miembros de la tribu decían descender –. Las tribus
conservaban tradiciones de ese “padre común”, que habría terminado por simbolizar a
todo el pueblo, concentrando en sí las tradiciones del grupo.

En esta misma línea, otros opinan que estos personajes en realidad no habrían existido
sino que habrían sido inventados para dar unidad al pueblo que se conformó en cuanto tal
en una etapa posterior.
Era costumbre en la antigüedad, especialmente entre las tribus de beduinos, que, al
establecerse una alianza o un pacto entre dos pueblos, se creara una especie de
parentesco, buscando un antepasado común. Las relaciones entre los grupos se
expresaban en términos de parentesco. Los vínculos de sangre podían ser reales, pero
también, ficticios9.
Por ejemplo, aplicando –en su comentario al Génesis de 1901– el método de la “Historia
de las Formas”, Hermann GUNKEL10 descompuso los relatos patriarcales en elementos en
un principio independientes (muchos de los cuales no serían otra cosa que cuentos
populares). Los israelitas habrían adoptado ese folklore, fusionando episodios, añadiendo
transfigurado” (J. WELLHAUSEN., Prolegomena zur Geschichte Israels, Berlin 19276, 331, citado por D.
NOËL, Los orígenes de Israel, 58).
8
Cuando no, se los tenía incluso por una especie de encarnación de las doce constelaciones del Zodíaco.
Para un panorama más amplio de posiciones de este tipo ver R. de VAUX, Historia Antigua de Israel I,
186.
Cf. R. de VAUX, “Organización tribal”, en: Id., Instituciones del AT, Barcelona (Herder 1976), 26-32.
Se lee en el “Código beduino Ben 'Ameh”: dos tribus, al aliarse, convertían a sus padres respectivos en
hermanos, descendientes de un presunto antepasado común. Esto no constituía una realidad biológica sino
“sociológica”. La alianza se sellaba afirmando la procedencia común de ambos grupos de un mismo
ancestro.
9
10
H. GUNKEL, Die Genesis, Gotinga (1901). Una idea similar es propuesta por su discípulo H.
GRESSMANN, “Sage und Geschichte in den Patriarchererzählungen”, ZAW 30 (1910), 1-34: las
“migraciones” serían construcciones artificiosas del narrador de leyendas (Sagen) con el propósito de unir
tradiciones diversas. Para un breve panorama de la situación, cf. A. SOGGIN, Nueva Historia de Israel,
142-147, quien –sin negar abiertamente la existencia de estos personajes– se muestra escéptico frente a la
posibilidad de hacer constataciones históricas objetivas, sea a partir de los relatos sea de la arqueología u
otras ciencias auxiliares.
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relatos etiológicos y leyendas cultuales. Al vincular ciertas narraciones a determinados
lugares, las habrían unido mediante las supuestas migraciones de los personajes de
dichos relatos. Se habrían constituido así diversos “ciclos”, organizados finalmente en un
todo, proponiendo para ello vínculos genealógicos entre los distintos héroes de los
relatos.
No son posiciones completamente disparatadas (salvo la primera).
De hecho, es verdad que el jefe representa al grupo, y que la tradición solía atribuir al
antepasado las experiencias del grupo vinculado a él. Y es cierto que las alianzas entre tribus se
expresaban en lenguaje familiar. Esto hace difícil intentar descubrir los datos históricos que
subyacen a las diversas tradiciones, cuanto más teniendo en cuenta la gran distancia temporal
que media entre los hechos en sí y la época en que fueron puestos por escrito.
R de Vaux y los investigadores de la Ècole Biblique de Jerusalén

Hipótesis de R. DE VAUX
11
Hacia 1970, en el horizonte de los métodos histórico críticos clásicos, la gran síntesis de
R. DE VAUX cambió ostensiblemente la mirada que sobre las historias patriarcales se
tenía hasta entonces.
Como conclusión de diversos estudios, tanto literarios como etnológicos (onomástica,
instituciones, migraciones, etc.), defendió con apreciable solidez la hipótesis de que los
patriarcas habrían sido personajes históricos, efectivamente existentes, y que no se podía
privar a las diversas tradiciones subyacentes a los relatos bíblicos de todo valor histórico,
por complicadas, oscuras y tardías que pudieran aparecer.
DE VAUX estudió los pueblos de comportamientos y costumbres semejantes a los
patriarcas –los árabes nómadas– sus “códigos” legislativos, y la forma en que narradores
profesionales transmitían sus tradiciones en forma oral, con el objeto de percibir como
funcionaba ese procedimiento y que grado de veracidad podía serle atribuido a las
12
historias narradas . En cuanto a los códigos, encontró en ellos muchas disposiciones
referidas a matrimonios (por ejemplo, la categoría esposa-hermana, que gozaban de
privilegios especiales), concubinato, hijos (por ejemplo, derechos de primogenitura),
herencias, compras de terrenos (Abraham compra la gruta de Macpelá; cf. Génesis 23),
obligaciones de los pastores (por ejemplo, si pierden animales o si se les mueren),
problemas criminales, etc.
11
R. de VAUX, “Los patriarcas y las costumbres jurídicas del AO”, en: Id., Historia Antigua I, 242ss.
12
Cf. R. de VAUX, Historia Antigua I, 189. Si bien los relatos en sí puede que no tenga valor
“biográfico” en el sentido más estricto del término, eso no significa que no puedan estar transmitiendo
implícitamente cierto tipo de noticias auténticas. Entre los datos aportados por la arqueología hubo tres de
especial importancia para iluminar estas cuestiones:
(1)
Las migraciones de los pueblos.
(2)
Los nombres de individuos y lugares.
(3)
Las costumbres.
Para muchos autores, la migración de Abraham desde Ur a Jarán y de Jarán a Palestina corresponde a la
expansión amorrea de comienzos del segundo milenio a.C. El nombre de Abram aparece en tablillas
arameas y también los nombres de sus hermanos, Najor y Harán (11,27). También los datos descubiertos
sobre costumbres matrimoniales, leyes de adopción, compra de terrenos, etc. reflejarían la situación del
siglo XIX a.C. y confirmarían la historicidad básica de estas tradiciones. Dicho de otra manera: a medida
que se fue conociendo mejor la cultura, lengua, religión de principios del segundo milenio, se iba
pensando que las tradiciones patriarcales encajaban en ellas mucho mejor que en la época del Yahvista o
del Elohista. Para estos investigadores sería perfectamente posible pues que Israel hubiera conservado
recuerdos auténticos de sus orígenes.
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Según DE VAUX, las costumbres de los grupos patriarcales tal como aparecen en los
relatos de la Biblia encuadran mejor con el horizonte cultural manifestado en estos
códigos que con la legislación del Pentateuco. Por ejemplo, Abraham tuvo un hijo de la
esclava de su mujer; Jacob tuvo varios hijos de las esclavas de sus dos mujeres (cf. Gen
16 y 30,1-8.9-13). En el “Código de Hammurabi” parece se prevé que una esposa estéril
pudiera dar una esclava a su marido para que tuviera hijos de ella (§§ 144-147)13.
Todo esto, evaluado cuidadosamente, le permitió sugerir –a su entender con suficiente
fundamento– que los relatos patriarcales se integraban mejor en el marco general de las
costumbres sociales y jurídicas del Próximo Oriente Antiguo que en la presunta época del
«yavista» o del «elohísta». El género de vida de los clanes patriarcales, conforme aparece
en los textos, no se correspondían normalmente con el de los israelitas posteriores
asentados en Canáan.
Y algunas veces hasta detectaba comportamientos que directamente no fueron
conservados en Israel. De hecho, hay ciertas conductas que sólo pueden ser explicadas
confrontándolos con las leyes de su tiempo. Si el autor sagrado hubiera “inventado” la
historia de Abraham –argumentaba DE VAUX– no le hubiera atribuido actitudes de este
tipo, inaceptables para la mentalidad veterotestamentaria posterior.
Cuestionamientos actuales a estas hipótesis
A pesar de la enorme influencia de los trabajos de DE VAUX, el tema siguió siendo debatido, y
hoy día resulta una de las temáticas más especialmente cuestionadas.

Ya hacia mediados de los años 70 del siglo XX, una primera serie de estudios sobre los
patriarcas renovó profundamente la problemática. T. L. THOMSON14 y J. VAN SETERS15 se
abocaron a un nuevo examen crítico de la tradición de Abraham que rompió
definitivamente el acuerdo global de la generación precedente y obligó a retomar los
caminos trazados por WELLHAUSEN.
Thomas L. THOMPSON afirmaba que el trasfondo histórico reflejado en las tradiciones
patriarcales no es el de comienzos del segundo milenio a.C., ni el de los siglos XV-XIV,
sino el de la época en que fueron escritas, durante la monarquía de Israel (en realidad,
dice lo mismo que WELLHAUSEN un siglo antes, pero basándose ahora en los datos de la
arqueología).
John VAN SETERS llegaba a conclusiones más radicales todavía, dado que situó al
“Yavista” en el siglo VI a.C., y afirmó el carácter puramente literario de estas tradiciones,
sin base histórica alguna16.
13
R. de VAUX, Historia Antigua I, 245. Cf. M. J. SEUX, Leyes del Antiguo Oriente, Navarra (Verbo
Divino, Documentos entorno a la Biblia 15 1987), 53.
14
Thomas L. THOMPSON, The Historicity of the Patriarchal Narratives, Berlin (BZAW 133 1974).
15
John VAN SETERS, Abraham in History and Tradition, New Haven - London (1975).
G. W. RAMSEY –The Quest for the Historical Israel. Reconstructing Israel’s Early History, London
(SCM Press 1982), especialmente 27-44– sintetiza los argumentos esgrimidos en favor del carácter tardío
de las tradiciones “patriarcales”. Proponemos algunos:
1.
Los relatos del Génesis contienen elementos que se comprenden mejor conociendo las
circunstancias posteriores al asentamiento en Palestina o en la época monárquica. Por ejemplo, el
sometimiento de Esaú (Edom) a Jacob (Israel) reflejaría lo ocurrido después de la conquista de
Edom por David.
2.
La organización de los patriarcas en una cadena genealógica es artificial y supone un largo período
de transmisión de las tradiciones. La relación entre los doce antepasados de las tribus y de todos
16
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
38
A esto hay que sumarle la crisis de la teoría documentaria del Pentateuco, que estalla por
la misma época, a la que contribuyeron de manera importante las publicaciones sobre
Abraham de Th. THOMSON y J. VAN SETERS17.
Aunque no todos los especialistas actuales
se sumaron a la demolición sistemática de la etapa llamada “patriarcal”

Hacia 1984 Eberhard BLUM18 revisa la totalidad del conjunto patriarcal y mantiene todavía
la época monárquica como “Sitz im Leben” de la primera elaboración de un discurso sobre
los orígenes de Israel y de Judá a partir de tradiciones ancestrales conservadas en los
santuarios de Betel, Siquén, Penuel, Hebrón y Berseba.

Una posición similar es sostenida por J. VERMEYLEN19, que sigue hablando de un «yavista»
davídico y de un «yavista» salomónico.
¿Qué decir entonces acerca de
la “historicidad” de los relatos?
Entendemos que hay muchas cosas que quedan sin aclarar si se niega todo tipo de historicidad a
los relatos “patriarcales”.
En primer lugar –tema del que nos ocuparemos más detenidamente enseguida– entendemos que
es necesario explicar por qué la religión patriarcal, tal como aparece descripta en varios de los
textos bíblicos, es tan distinta de la (rígida) religión oficial de la época en la que presuntamente
se habrían escrito los textos. Los patriarcas, que deberían servir de modelos, no rinden siempre
culto a Yahvé, sino a diversas manifestaciones del dios supremo cananeo “Ilu” (El).
Entendemos por tanto que, sin dejar de atender a las serias objeciones de los especialistas
actuales, cabe aún reconocer cierta historicidad fundamental, cierta atmósfera general a la que
3.
4.
5.
ellos con Jacob también es artificial y tardía, ya que las tribus se asentaron en momentos distintos,
provenientes también de ámbitos distintos.
Se menciona a los filisteos con frecuencia, pero estos no llegaron a Canaán hasta poco después de
1200 a.C.
Los patriarcas establecieron relaciones familiares que resultan incomprensibles a comienzos del
segundo milenio. Por ejemplo, con los arameos, que no aparecen con seguridad en los textos
mesopotámicos hasta 1100 a.C. Y Abraham es presentado como padre de los árabes, que sólo
aparecen en escena hacia el 800 a.C.
Muchas localidades mencionadas en los relatos patriarcales no estaban habitadas a comienzos o
mediados del segundo milenio (Berseba) o no han dejado rastros arqueológicos del Bronce Medio
I (Siquén, Hebrón, Betel).
La crisis repercute en el estudio del tema “patriarcas” por la considerable reducción del contenido
preexílico del estrato yavista (J) y la casi desaparición del estrato elohísta (E) en beneficio de una enorme
producción deuteronomista y de un J postexílico.
17
18
E. BLUM, Die Komposition der Vätergeschichte, Neukirchen-Vluyn (WMANT 57 1984). Ya en la
década anterior, hacia 1975, en un marco más “clásico”, A. DE PURY –Promesse divine et légende
cultuelle dans le cycle de Jacob, Paris (Gabalda 1975)– había reemprendido el estudio del ciclo de Jacob
desde la óptica de la promesa, intentando echar un puente entre las antiguas tradiciones locales y su
reanudación o su desarrollo en una historia monárquica de los orígenes de Israel.
J. VERMEYLEN, “Les premières étapes littéraires de la formation du Pentateuque”, en: A. DE PURY
(ed.), Le Pentateuque en question, Ginebra (Labor et Fides 1989), 149-197.
19
3.2. LA LLAMADA “ETAPA PATRIARCAL” /// 14/03/2016
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remiten los textos20, dándole al cuadro resultante algún tipo de verosimilitud histórica y
coherencia intrínseca. Consideramos que todavía cabría sostener que los textos bíblicos
actuales, aunque largamente releídos y actualizados, sin embargo podrían contener huellas de
situaciones culturales antiquísimas, y que, a través de los mismos, aplicando una metodología
histórico-crítica rigurosa, se podría obtener algún tipo de información sobre etapas remotas.
¿Esto significa tomar al pie de la letra
los orígenes de Israel como una simple historia familiar?
La Escritura presenta la historia patriarcal como la historia continuada de una familia:
Abraham, Isaac, Jacob, sus doce hijos, padres, a su vez, de las doce tribus de Israel. Pero un
análisis más cuidadoso revela que esta historia no es tan continuada ni hay tan estrechas
relaciones entre un patriarca y otro21.
En el mejor de los casos, los especialistas que están convencidos que cabe mantener algún tipo
de historicidad, sugieren que se trataría de tres (o cuatro) personajes independientes, más o
menos contemporáneos, figuras “protisraelitas”, relativamente antiguas, unidas a lugares
precisos.
Hace más de treinta años, cuando publicó su famosa “La historia de Israel”, John BRIGHT –al
que nadie podrá acusar de hipercrítico progresista audaz– se limitaba a afirmaciones tan
modestas como éstas al proponer sus conclusiones acerca de “la historicidad de los patriarca”:
“Concluimos, pues, que los patriarcas fueron figuras históricas, una parte de aquella
migración de clanes seminómadas que trajeron una población nueva a Palestina en las
primeras centurias del segundo milenio a.C. [...] Estos clanes, aunque predominantemente
semitas noroccidentales, procedían de diversos ambientes y habían llegado a Palestina desde
varias direcciones, durante un cierto período de tiempo. Sin dudas todos poseían tradiciones
de migración, la mayoría de las cuales fueron olvidadas con el transcurso del tiempo. Ya que
muchos de estos pueblos vinieron a contribuir, definitivamente a la mezcla de sangre de Israel,
debemos hacer notar que los orígenes de Israel fueron... extremadamente complejos [...]
Nosotros podemos suponer, aunque ningún texto contemporáneo los menciona, que entre estos
clanes emigrantes se desplazaban un Abraham, un Isaac y un Jacob, jeques de clanes
considerables, que recordaban sus orígenes en la «llanura de Aram» cerca de Jarán. El núcleo
del Israel posterior iba a proceder de ellos”22.
Cf. H. D. PREUSS, “La atmósfera de los relatos”, en: Id., Teología del Antiguo Testamento. Volumen
II, Bilbao (Desclée de Brouwer 19991992), 16-17. Dice PREUSS (ibid. 15): “En cualquier caso, la
atmósfera sociológica de las historias de los Patriarcas y la época que en las mismas se relata no
remiten al tiempo postexílico”.
20
21
Por ejemplo, si se atiende a la diferente localización geográfica de los personajes: ABRAHAM se mueve
por Hebrón, al sur de Jerusalén. ISAAC, por Berseba, y más al sur, en el Négueb, en el límite del desierto.
JACOB, en la montaña central, por Betel y por la Transjordania.
John BRIGHT, La historia de Israel, Bilbao (Declée de Brouwer 19706), 101-102. Se habrá advertido
un importante detalle: frente a la presentación bíblica de Abraham, Isaac y Jacob como padre, hijo, nieto,
Bright habla de personajes independientes, sin relación de descendencia. Podemos decir que este fue el
primer gran cambio en la interpretación de los patriarcas. Dice J. L. Sicre: “No debemos extrañarnos ni
escandalizarnos. Decir que todo el pueblo de Israel procede de Abraham es tan ingenuo como afirmar que
todos los españoles residentes en Méjico descienden de Hernán Cortés. Por otra parte, los antiguos
semitas, igual que otros pueblos, eran muy aficionados a expresar las relaciones entre grupos humanos por
medio de genealogías. Lo cual no quiere decir que existiese ese parentesco” (J. L. SICRE, El Pentateuco,
Granada [2da. edición, revisada y ampliada de apuntes de clase inéditos 1999], 105). La “genealogía” es
el instrumento más eficaz para explicar la “etnogénesis”: un pueblo es considerado producto –tras
sucesivos vaivenes históricos– de la multiplicación del “primer padre”. La concepción que hace remontar
genealógicamente el origen del propio grupo al antepasado común es propio de las sociedades tribales.
22
3.2. LA LLAMADA “ETAPA PATRIARCAL” /// 14/03/2016
INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
40
APLICANDO LOS MÉTODOS HISTÓRICO CRÍTICOS CLÁSICOS se solía afirmar que el pueblo
llamado “Israel” se habría de conformar a partir de diversos grupos, cada uno de los cuales
habría tenido sus propios “padres” y sus tradiciones particulares. Posteriormente –recién en la
época en que se habrían de unir para formar un sólo pueblo (presumiblemente entre el 1250 y el
1100, en el Hierro I)– las tradiciones de cada grupo individual se habrían puesto en común,
presentando a varios de los antepasados respectivos como emparentados en una sola familia y
las historia de los diversos grupos como una misma historia común. La genealogía patriarcal del
Génesis aparece como la expresión de la unidad ideal del pueblo de Dios. La base de este
“emparentamiento” estaría en la Alianza que los habría hermanado a todos23.
Aceptando los textos bíblicos como fuente (secundaria) de conocimiento histórico, ellos
mismos suscitan de todos modos otras importantes cuestiones: (a) La procedencia étnica y
geográfica de los clanes primitivos; (b) El discernimiento de la cultura primitiva; (c) La
experiencia religiosa originaria.
Procedencia geográfica y origen étnico
de los antiguos clanes llamados “patriarcales”
Con respecto a la procedencia geográfica de los clanes “patriarcales”, el texto más famoso de la
Sagrada Escritura afirma que Abraham venía de “Ur de los caldeos”24, emigrando primero a
Harán –un importante centro caravanero desde comienzos del II milenio a.C.– para luego
dirigirse, obedeciendo una llamada divina (Génesis 12,1-3), a Canaán (cf. Génesis 11, 27-31).
Problemas:
1.
En los primeros siglos del II milenio a.C. UR era una de las ciudades sumerias más
importantes de la baja Mesopotamia. Pero en esa época no pudo haber sido llamada “Ur
de los caldeos” puesto que “los caldeos” –tribus semitas occidentales– no fueron
conocidos sino hasta el siglo IX a.C. Y recién a fines del siglo VII a.C. se fundó el
imperio neobabilónico de los caldeos en la baja Mesopotamia. No se puede hablar de “Ur
de los caldeos” sino a partir de esa época25.
23
Sintetizando brevemente lo que queremos poner de relieve, desde el punto de vista de la historicidad
de los relatos:
(1)
El hecho «histórico» habría sido la alianza entre diversos grupos hasta formar un pueblo: Israel.
(2)
El relato bíblico ofrece una versión simplificada de este complejo y largo proceso, narrando una
historia familiar. El Génesis sólo pretende indicar las estrechas relaciones existentes entre grupos
que terminaron formando el pueblo de Israel.
(3)
La Biblia en conjunto –desde Oseas 12 en adelante– atestigua masivamente que se ha guardado la
memoria de Jacob como el patriarca más antiguo de Israel, aquel con el que están relacionadas las
“doce tribus”. El nombre de Jacob puede también designar a todo el pueblo a lo largo de toda la
Biblia, del que es antepasado epónimo, lo que nunca sucede con Abraham. En algún momento
dado, por alguna razón importante (¿Abraham fue el patriarca de Hebrón, la primera capital de
David, y al desaparecer el Reino de Israel, la reestructuración unitaria del pasado del pueblo se
habría efectuado entonces en sentido únicamente projudío?), Jacob, el antepasado “natural”,
terminó en tercera posición en la línea genealógica.
Génesis 11,31 “Téraj tomó a su hijo Abram, a su nieto Lot, el hijo de Harán y a su nuera Saray, la
mujer de Abram, y salieron juntos de Ur de los caldeos, para dirigirse a Canaán”. Génesis 15,7 Y le
dijo: «Yo soy Yahveh que te saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra en propiedad». (cf. Neh
9,7; Judit 5,6; Hechos 7,2)
24
De hecho, es recién por esta fecha cuando la Biblia –fuera del Génesis– comienzan las referencias a
los babilonios de la época de Nabucodonosor como “caldeos”, por ejemplo, 2 Reyes 25,4.13.26; Isaías
43,14; 48,14.20; Jeremías 21,4; 50,10.35; Habacuc 1,6.
25
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41
¿Cómo explicar este anacronismo?
Se han sugerido varias posibilidades:

Se puede tratar simplemente de una actualización anacrónica añadida al nombre
Ur, utilizando un nombre no de la época patriarcal sino de la época en que se
escribió el texto, para ubicar a los lectores.

Pero algunos exégetas lo ven más bien como una relectura posterior –de la época
del exilio26– con la intención de relacionar a Abraham con el pueblo donde los
judíos estaban en cautividad. Vinculaban así su propio origen con el lugar donde
estaban exilados en ese momento.
A. SOGGIN27: piensa en una relectura del período exílico o post-exílico de las
tradiciones patriarcales, cuando Israel, perdida la independencia política, se
encontró primero deportado lejos de su país, y después extranjero en la propia
tierra ocupada:
“...precisamente en este contexto podría situarse la tan discutida migración de la
familia de Abraham desde «Ur de los Caldeos» a Jarán. En lugar de buscar
explicaciones inverosímiles, ¿no es mejor ver en la narración el itinerario de los
exiliados que vuelven a la patria? También la mención de Ur, anacrónica por otra
parte, sería perfectamente lógica, dada la instalación de los deportados en la
región sur-oriental de Mesopotamia [...] En esta nueva situación de opresión y
dispersión, las promesas divinas de que Israel se convertiría en una gran nación y
poseería su tierra, promesas hechas originariamente a los patriarcas, adquirirían
un nuevo valor existencial para quien se había visto privado de ellas [...]. El
itinerario desde el sureste de Mesopotamia hacia el noroeste para llegar a la
Tierra Prometida no es otro que el itinerario de los desterrados de vuelta al país”
28.
2.
Pero, además, en otros pasajes, los patriarcas son relacionados con los arameos:
Deuteronomio 26,5 “Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto…”
Génesis 28,1-2 “Le dijo Isaac a Jacob. 'No tomes mujer de las hijas de Canaán.
Levántate y vete a Paddán Aram a casa de Betuel29...”
Génesis 24,3-4 Abraham hace jurar a su sirviente que no tomará mujer de entre las
cananeas para su hijo Isaac, sino que: “irás a mi tierra y a mi patria a tomar mujer para
mi hijo Isaac [...]. Tomó el siervo diez camellos [...] y se puso en marcha hacia Aram
Naharayim30“.
(Cf. El matrimonio de Jacob: Génesis 27, 43; 28, 10; 29, 1.4)
Concretamente, en la época de Nabonides, que era oriundo de Harrán y que –enfrentado al clero de
Marduk– reconstruyó los templos de Ur y de Harrán y restableció las relaciones entre ambas ciudades;
invistió a su anciana madre en el oficio de gran sacerdotisa de Sîn en Harrán, y su hija, en Ur (recordar los
nombres que evocan a los dioses del culto lunar entre los miembros de la familia de Abraham).
26
27
A. SOGGIN, Nueva Historia de Israel, 47.
28
A. SOGGIN, Nueva Historia de Israel, 149: señala que el DeuteroIsaías vislumbra la vuelta de los
deportados a la patria como un “segundo éxodo”, un motivo que Isaías 41,8-10 relaciona precisamente
con la elección de los patriarcas.
BETUEL el arameo hermano de Rebeca, madre de Jacob. Padan Aram –”llanura de Aram”– identificada
con Harán.
29
Aram Naharayim: “Aram de los Ríos”, la Alta Mesopotamia, donde estaba Harán y la parentela de
Abraham.
30
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42
Con los arameos ocurre lo mismo que con los caldeos: son muy posteriores a la época de
los patriarcas. Recién hacia el siglo XIV a. C. –conforme sabemos por fuentes egipcias–
aparecen los rasgos de lo que se convertirá en la poderosa etnia aramea a partir de fines
del siglo XII a.C., tras el derrumbamiento de los Imperios Hitita y Egipcio (Aram como
nombre de pueblo o de país no aparece en los textos hasta fines del siglo XII a.C.). El
reino de Damasco se funda en el s. X a. C., y forma parte de los numerosos estados
arameos que por entonces se crean.
3.
Si se establece que los clanes patriarcales primitivos son de comienzos del II milenio, no
pueden ser estrictamente ni caldeos ni arameos. ¿Por qué la Biblia los vincula
claramente con ambos pueblos?
Una respuesta clásica al problema es la que tiene en cuenta el hecho de que esta parte del
Oriente Medio habría sido invadida a comienzos del II milenio a.C. por tribus semitas
proveniente del oeste, denominados Amorreos31. Las invasiones de los amorreos sí
coincidirían históricamente con la época patriarcal. Los nombres de los patriarcas están
vinculados a nombres propios32 o a nombres geográficos amorreos. Según R. de VAUX
sería muy probable pues, que las migraciones patriarcales estuvieran en relación con el
movimiento amorreo (¡cf. Ezequiel 16,2-3!).

En relación con los arameos:
Dentro del pueblo amorreo, hubo una tribu –los “ahlamu”, conocidos en la época
patriarcal– que, con el tiempo, aparecerá vinculada al futuro pueblo arameo (hay
numerosos textos que hablan de los “ahlamu-arameos”).
Si bien los patriarcas no pueden haber sido arameos, la fuerte tradición que los
vincula a ellos –¡cf. el “credo histórico” de Deuteronomio 26,5!– tiene cierto
fundamento histórico, por la vinculación de los arameos con los amorreos de la
zona de Mari (Siria33). Cuando se fijaron y pusieron por escrito las tradiciones
patriarcales del Génesis –para algunos ya hacia los siglos XI- X a.C., época de los
arameos– se conservaba el recuerdo de que los antepasados de Israel habían venido
de la Alta Mesopotamia, y se tenía conciencia de los vínculos de sangre que unían
a los patriarcas con los semitas instalados entonces en aquella región, los arameos.
Sólo que se mencionaba al país y a sus habitantes con los nuevos nombres
contemporáneos. Se trata pues de un anacronismo, pero que conecta con la
realidad. Por eso, el israelita podía recitar con cierto grado de verosimilitud «Mi
padre era un arameo errante...».

En relación con los caldeos:
También los futuros caldeos están relacionados con los amorreos, que penetraron
Babilonia a partir de fines del III milenio a.C., y llegando hasta Ur. Al caer Ur
hacia el 2000 a.C., los invasores amorreos se instalaron sin problemas la región.
Que significa justamente “los occidentales”, una designación probablemente acádica para los diversos
pueblos semíticos del noroeste de la alta Mesopotamia y Siria.
31
32
Ninguno de los nombres de los tres patriarcas se le dará jamás a personaje alguno en todo el período
del Antiguo Testamento. Todos estos nombres pertenecen a tipos conocidos antes de la aparición de los
israelitas como pueblo y en las regiones de donde la Biblia hace venir a los patriarcas. Su significado –
dice R. de VAUX (Historia Antigua I, 205)– ya no era entendido por los redactores del Génesis, quienes
recurren a etimologías populares (cf. Génesis 17,4-5.15-16; 21,1-7; 25,20-26 y 27,35-36). Por
consiguiente, estos nombres habrían sido transmitidos por una tradición muy antigua, y podrían ser
nombres amorreos (sin duda que Jacob lo es).
33
De hecho, se ha sugerido dar a los amorreos el nombre de proto-arameos. En Siria central se fueron
sucediendo el País de Amurru de “los textos de Mari” en el siglo XVII a.C., la Provincia egipcia de
Amurru en los siglos XV y XIV, y el Estado de Amurru, que se mantendrá hasta fines del siglo XII. Casi
dos siglos más tarde se fundan en esa misma región los Estados arameos de Jamat, Soba y Bet-Rejob.
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Si bien los patriarcas no pueden haber sido caldeos, algunos de los grupos cuyos
descendientes se integrarán luego al futuro pueblo de Israel si pueden haber tenido
recuerdos ciertos de haber estado en Ur, y de haber emigrado desde Ur a Harán –
dos grandes rutas unían Ur con Harán a lo largo del Tigris y del Éufrates, y ambas
eran frecuentadas a comienzos del II milenio. Al comienzo del II milenio, Ur era
un centro muy importante (luego, en la época en que el texto fue escrito, cayó en
olvido), y le unían lazos religiosos y comerciales con Harán. Para sostener, la
hipótesis de esta emigración de Ur a Harán –histórica y geográficamente posible
en la época de Abraham– bastará con considerar la mención a los “caldeos” como
una precisión añadida en la época neobabilónica34.
Entonces…
Los orígenes de Israel fueros extremadamente complejos: el futuro pueblo de Israel se
conformará mediante clanes de diverso origen, fundamentalmente semitas occidentales, pero
también de otras estirpes35, en circunstancias distintas y en momentos históricos muy alejados
entre sí (un planteamiento más exhaustivo de esta cuestión se propondrá al estudiar la etapa
llamada de “la conquista”).
A modo de ilustración de este tipo de hipótesis sobre el “origen de Israel”,
transcribimos un viejo texto de R. DE VAUX:
Dice R. DE VAUX36
“Los grupos que formarán el pueblo de Israel tenían sus tradiciones particulares. Cada grupo
reconocía a su antepasado propio, contaba su historia y mantenía su culto al «dios del Padre».
De esta multiplicidad primera, las uniones efectuadas entre ciertos grupos hicieron emerger
tres «figuras patriarcales», las de Abraham, Isaac y Jacob. Los lazos que después se fueron
anudando entre estos grupos ampliados fueron expresados en forma de genealogía, que hacía
de todos «hijos de Israel», descendientes de Abraham por Isaac y Jacob-Israel. Esta
prehistoria se manifiesta en la diversidad de tradiciones relativas a cada patriarca”.
Cultura de los “patriarcas”
DE LOS DATOS EXTRAÍDOS DE LOS TEXTOS BÍBLICOS, se desprendería que la cultura de los
clanes primitivos no parece presentar las características de los pueblos nómades, que vagaban
por el desierto, con sus caravanas, con sus camellos. Sin duda, los relatos muestran traslados,
pero siempre que cambiaban de lugar, era por algún motivo, y, además, se obserba en los textos
bíblicos que solían pasar largos períodos en los lugares donde se asentaban.
Dadas estas características, y teniendo en cuenta el tipo de ganado muestran haber tenido, se los
ha caracterizado como “seminómades en proceso de sedentarización”.
Pero debemos señalar que los investigadores actuales no admiten en general un origen “caldeo” de la
familia de Téraj. Más bien sospechan que es una tradición tardía, elaborada especialmente en el contexto
del exilio/postexilio, como una relectura del éxodo significativa para los desterrados en Babilonia que
reclaman un “nuevo éxodo” desde Babilonia (cf. la forma de “credo” de Génesis 15,7; cf. Jeremías 16,1415); cf. por ejemplo, S. CROATTO, “La mención de Ur de los Caldeos (11,28b-31b)”, en: Id., Exilio y
sobrevivencia, Buenos Aires (Lumen 1997), 432-440.
34
35
En la Biblia también se habla de lazos parentales con Moab, Ammón y Edom (cf. Génesis 19,30-38;
36) y con numerosas tribus árabes, incluyendo Madián (cf. Génesis 25,1-5.12-18).
36
R. DE VAUX, Historia Antigua I, 176.
3.2. LA LLAMADA “ETAPA PATRIARCAL” /// 14/03/2016
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Dice John BRIGHT37:
“Tanto el modo de vida de los patriarcas como la naturaleza de sus desplazamientos, tal como
son descriptos en el Génesis, encuadran perfectamente en el medio político y cultural de
comienzos del II milenio a.C. Son presentados como seminómadas que viven en tiendas y
recorren Palestina y sus regiones limítrofes en todas direcciones, en busca de pastos para sus
rebaños, haciendo, a veces, largos recorridos hasta Mesopotamia o Egipto. No eran auténticos
bedu', ya que nunca se adentraron profundamente en el desierto [...]. Nunca se establecieron
en ciudades, excepto Lot; no cultivaron la tierra, salvo raras excepciones y de un modo
limitado (Gen 26, 12); no poseyeron tierra propia, a no ser pequeñas parcelas adquiridas para
enterrar a sus muertos (Gen 23, muerte de Sara), No son descriptos como nómades camelleros
sino con asnos, lo cual limitaba sus movimientos. Las pocas referencias a los camellos parecen
ser retoques posteriores, introducidos para hacer las narraciones más vivas38. Se considera a
los patriarcas más bien como pastores semi-nómades, semejantes a los que conocemos a través
de los textos de Mari (en los que no se hace mención a los camellos, y cuyos pactos se sellaban,
en general, con el sacrificio de un asno). Según Pritchard, su apariencia sería muy parecida a
la de aquellos seminómades vestidos con ropajes multicolores, moviéndose a pie, con sus
bienes e hijos, cargados en asnos, que se ven pintados en la pared de una tumba del s. XIX en
Egipto”.
Religión de los “patriarcas”39
El texto bíblico se pone por escrito en su forma definitiva en plena época monoteísta. La
tradición consignada en las Sagradas Escrituras identificó “la religión de los patriarcas” con la
religión yavista del pueblo de Israel ya constituido. Pero, la imagen de dios en los presuntos
clanes primitivos, ¿cuál era? ¿Cuáles eran los rasgos de la religión anterior al “yavismo”? Los
antepasados de Israel ¿rindieron culto a Dios bajo el nombre de Yahweh? Recordemos que el
nombre de Yahweh lo revela el Señor recién a Moisés...40
1.
En primer lugar cabe afirmar que es un anacronismo pensar que hayan sido desde
siempre estrictamente monoteístas. Hay que decir más bien que hubo un proceso muy
largo y complejo que llevó al “monoteísmo”41 en el pueblo de Israel.
Los “clanes primitivos” tenían su propia cultura que implicaba sin duda una religiosidad
correspondiente que es necesario tratar de determinar y que no se puede identificar sin
más con el “yavismo mosaico” posterior. La misma Biblia afirma sin vacilar las prácticas
paganas anteriores –cf. Josué 24,2-14– y que habían adorado a otros dioses fuera de
Yahveh –cf. Génesis 35,2-4–.
37
J. BRIGHT, La Historia de Israel, Bilbao (Desclée de Brouwer 1970), 86.
38
Los nómades camelleros no aparecen en la Biblia hasta los relatos de Gedeón (Jue 6-8).
T.N.D. METTINGER, “El Dios de nuestros padres. La designación divina en las narraciones
patriarcales”, en: Id., Buscando a Dios. Significado y mensaje de los nombres divinos en la Biblia,
Córdoba (El Almendro 1994), 65-88. Cf. R. de VAUX, Historia Antigua I, 267-285.
39
40
Si bien hay textos que claramente indican que Yahweh es el dios de los patriarcas (cf. Éxodo
3,6.13.15; esto se afirma a cada paso en Génesis 12-50), en Éxodo 6,2-3 se dice que Moisés fue el
primero al que Dios reveló su nombre de Yahweh, mientras que a los patriarcas se les había revelado bajo
otro nombre, )él $addáy (cf. Génesis 17,1). ¿Qué pasó antes de Moisés?
41
Hablar de monoteísmo en sentido amplio sólo suele indicar que el grupo está vinculado a una sola
divinidad, sin abrir juicio sobre la existencia o no de otras divinidades. Durante largos siglos, Israel tendrá
que aprender a adorar sólo a Yahweh, y no a los demás dioses. El monoteísmo en sentido estricto, en su
total, clara y crítica expresión, aparece recién en la época de la predicación de los profetas del exilio,
quienes no dejan lugar a dudas de que Yahweh es el único Dios y no hay otro fuera de Él.
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Los importantes textos de Éxodo 3,13-15 y 6,2-342, si bien remarcan la continuidad entre
la religión de “los padres” y la fe yavista posterior, al mismo tiempo –y precisamente en
su misma insistencia en que Yahweh debe ser identificado con “el dios de los padres”–
invitan a sospechar que la antigua religión patriarcal y la religión mosaica ulterior
habrían sido históricamente distintas (o, por lo menos, reflejarían dos estadios diferentes
en el desarrollo de la historia de la religión de Israel).
Es decir, que la identificación de “Yahweh” con el “dios de los padres” no es, en
principio, tan obvia como parece surgir de una primera lectura del Génesis. Por ello, parte
de la investigación veterotestamentaria del último siglo se abocó a intentar reconstruir los
primeros pasos de la “historia de la religión yavista” (de hecho, muchas “Historias de
Israel” compuestas durante el siglo XX han incluido algún capítulo sobre la “religión
patriarcal” de rasgos preyavista).
2.
En esta línea de investigación, algunos exégetas propusieron prestar atención al empleo
de diversos nombres para designar a la divinidad en los textos bíblicos previos a la
“revelación” del nombre de Yahweh, en particular, a las designaciones “dios del padre” y
dios “)él”.
Éxodo 3,6 “Y añadió: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac
y el Dios de Jacob». Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios”.
Éxodo 6,2-3 “Habló Dios a Moisés y le dijo: «Yo soy Yahveh. v.3 Me aparecí a Abraham,
a Isaac y a Jacob como El Sadday (  )él $addáy); pero mi nombre de Yahveh no se
lo di a conocer”.
EL “DIOS DEL PADRE”
En el año 1929 apareció la obra del investigador alemán ALBRECHT ALT: “Der Gott der Väter”
(“El Dios de los patriarcas”), que significó por entonces una verdadera revolución en el ámbito
de la crítica, no sólo por ofrecer un fino análisis de los textos bíblicos, sino sobre todo por su
propuesta de aislar antiguos nombres cúlticos y epítetos divinos de su relectura yavista
posterior43. Analizando las diversas denominaciones, Alt creía haber encontrado un “puente
histórico” fiable para llegar a descubrir en los materiales de tradición del Génesis los elementos
“auténticos” de un estrato de religión preyavista, distinguiendo:

Un grupo de epítetos en las leyendas patriarcales se caracteriza por el elemento «‘el».
ALT asociaba estas apelaciones a deidades locales (numina), ligadas a lugares sagrados o
a lugares cananeos que pudieron ser encontradas por las tribus cuando entraron en
Para una presentación de esos textos cf. J. L. SKA, “Il nome di Dio (Es 3,14)” y “Es 6 ,2-8: La storia
d'Israele e la rivelazione del nome di Dio”, en: Id., Il Libro Sigillato e Il Libro Aperto, Bologna (EDB
2005), 316-326 y 352-355.
42
Antes de los trabajos de ALT se intentaban descubrir en la religión “patriarcal” rasgos primitivos,
comparándola con la de los árabes preislámicos. Este método llevo a interpretaciones a veces bastante
burdas, que abarcaban desde el fetichismo y el totemismo hasta diversas versiones del “polidemonismo”.
Hoy se sabe que el estadio “polidemonista” estaba ya muy superado entre los pueblos semitas. Además, en
el ámbitos de la crítica prevalecía “el modelo wellhausiano” del origen del Pentateuco, basado en la crítica
de las fuentes, que había privado de todo valor histórico a las sagas sobre los patriarcas, considerándolas
como la idealización de un “panorama transfigurado”, definiendo su religiosidad como proyección
retrospectiva de la posterior religión yavista; Wellhausen pensaba también que con los restos de una
religión árabe pre-islámica se podría reconstruir los primeros estadios de la fe de Israel como culto a los
antepasados y creencias en los espíritus (J. WELLHAUSSEN, Prolegomena ... y Reste arabischen
Heidentums, 21897; referencia tomada de R. ALBERTZ, “Elementos religiosos de los primitivos grupos
familiares («religión de los patriarcas»“), en: Id., Historia de la religión de Israel en tiempos del Antiguo
Testamento 1., Madrid [Trotta 19991992], 60-61).
43
3.2. LA LLAMADA “ETAPA PATRIARCAL” /// 14/03/2016
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INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
Canaán. ALT dedicó relativamente poco tiempo a examinar «la religión-’el», y es uno de
los puntos más flojos de su trabajo44.

Otro grupo de designaciones –en las que ALT estaba mucho más interesado–: aquellas en
las que el dios era identificado con el nombre del patriarca que lo veneraba:
Estos epítetos eran:
«Toro/Fuerte/Campeón de Jacob» // «Pastor piedra de Israel»
(Génesis 49,24:)abîr ya(aqób;
ró(eh )eben yi&rf)él)
«Benefactor/Escudo de Abraham»
(Génesis 15,1: )ánókî mágén lák).
«Terror/Pariente de Isaac»
(Génesis 31,42: paxad yicxáq ).
Y, en forma más genérica,
“El dios de” “Abraham45, Isaac46, Jacob”47 // “El dios de” “mi/nuestro padre”48
Al intentar determinar la tipología de estas divinidades –presumiblemente distintas pero todas
pertenecientes al mismo tipo religioso (que en el desarrollo de las tradiciones de Israel fueron
unificados luego en un único dios familiar mediante el recurso al parentesco entre los
patriarcas)– ALT constataba que los “patriarcas” nunca eran presentados adorando a divinidades
ligadas a la fertilidad (del suelo o del rebaño) o ligadas a los ciclos de la naturaleza o
vinculadas a los santuarios junto a los que se detenían o a las regiones donde habitaban
(Siquem, Betel, Hebrón, Mambré). Las divinidades que adoraban los “patriarcas” aparecían
vinculadas a las personas, al grupo humano que las adoraba, y desvinculadas de los distintos
lugares (a diferencia de los “númenes locales” cananeos). Y parecía también que esas
divinidades no tenían nombre propio.
ALT, pues, resaltó especialmente estos dos aspectos particulares de estos “dioses del padre”:

Que no tenían nombre propio. De ahí que todas las referencias a ellos se hicieran
relacionándolos con el antepasado del grupo. El énfasis estaba puesto en la relación
estrecha de la divinidad con el grupo que lo adoraba.

Que no estaban vinculado a ningún lugar específico ni a ningún santuario –tampoco al
ciclo agrícola–. Eran dioses personales, de los diversos grupos, no de lugares o de
fenómenos naturales.
Podían ser descriptos como dioses que entrababan en parentesco o alianza con el clan,
guiándolo en sus peregrinaciones, sus guerras, preocupándose por el éxito de su círculo de
adoradores. En este impulso hacia lo social y lo histórico se produjo –según ALT– el encuentro
Tengamos presente que fue recién en 1929 –justamente cuando el libro de ALT salía a la luz– que se
descubrieron los “textos ugaríticos” que permitieron demostrar que el apelativo «)él» no designaba
genéricamente “numina” locales sino que se trataba del nombre propio del dios supremo del Panteón
cananeo.
44
45
Génesis 24,12.27.42.48; 26, 24.
46
Génesis 28,13; 32, 9.10; 31, 53. Gen 46,1; 46, 1-3.
47
Éxodo 3, 6.15; 6, 3.
48
Génesis 31,5.19.42.53; 43,23; 46,3; 49,25; 50,17. Éxodo 3,6.13; 4,5; 15,2.16; 18,4. Cf. Deuteronomio
1,11.21; 4,1; 6,3; 12,1, etc. En plural (“de vuestro/vuestros padres”): Génesis 31,19; 43,23: Éxodo 3,13;
15,16.
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de la “religión de los patriarcas” con la posterior religión yavista, de la que pudo convertirse en
auténtica precursora49.
ALT encontró designaciones similares en inscripciones nabateas (pueblo nómade que, en los
siglos inmediatamente anteriores al de nuestra era, ocupaba los territorios sur o sudeste de la
50
Palestina; luego fueron apareciendo otros testimonios ). Esto lo llevó a suponer que el culto al
“dios del padre” era la expresión religiosa propia de los nómades. El nómade, que no tenía
residencia fija, viajaba con su dios –que no estaba ligado a ningún lugar– que era de él y de su
familia; lo consolaba, lo guiaba en las migraciones, lo defendía y lo ayudaba en los momentos
de necesidad y de aflicción. Estaba metido en la pequeña historia familiar, como un pariente
cercano, y los acompañaba a todos los lugares donde eran llevados por sus necesidades. En los
relatos del Génesis, “el dios del patriarca” se caracteriza por ser un Dios de promesas
(descendencia, tierra, auxilio y protección) –no de exigencias– y por ser fuente de bendición
(Génesis 12,1-3; cf. historia de Jacob).
Por supuesto que no se trataba de monoteísmo estricto: cada clan tenía su dios familiar. Como
mucho, se puede hablar de algún tipo de monolatría, pero de forma tal que esa adhesión al dios
de padre no excluyera el reconocimiento de genios o divinidades menores:
Por ejemplo, Labán, jura por el dios de su padre – Génesis 31,53– pero al mismo tiempo se
queja de haber perdido “sus dioses” – Génesis 31,30–. O, en Génesis 35,2-4: Jacob ordena
retirar los dioses para rendir culto en el altar de Betel.
Esta religión del “dios del padre” sería –según la hipótesis de ALT– la forma más antigua de
religiosidad que se podría alcanzar a través de los textos bíblicos, y habría sido la religión que
los antepasados nómades del futuro pueblo de Israel habrían tenido cuando llegaron al país de
51
Canaán . Sólo posteriormente se habría añadido el culto a los «‘elim» y finalmente se habría
dado el proceso de fusión por el que “Israel” terminó dando culto a un solo Dios, que asumió
todos los nombres propios y fue, además, el dios de Abraham, de Isaac y de Jacob52.
49
A. ALT, Der Gott der Väter, 1929, 43.63. Con expresa referencia a Gálatas 3,24, ALT presenta a los
dioses de los patriarcas como paidagogoi (= acompañantes o guías) hacia Yahweh.
Según informa A. SOGGIN (Nueva Historia de Israel, 157) en 1934, J. Lewy –en su intento de criticar
la tesis de Alt– presentó una serie de textos asirios del período antiguo provenientes de Cesarea de
Capadocia en los que aparece, además de la indicación del dios nacional Assur, la de divinidades llamadas
«dios de tu padre», a menudo sin otra denominación o especificación (Julius LEWY, “Les Textes paléoassyriens et l’Ancient Testament”, RevHist Rel 110 [1943], 29-65). Posteriormente fueron apareciendo
más testimonios.
50
Hoy día, algunos investigadores piensan que detrás de la designación “dios del padre” se esconde más
bien algún tipo de “piedad personal”, propia de ambientes familiares, contrapuesta a los diferentes cultos,
ritos y creencias de los templos “oficiales” de los grupos “sedentarios” –es decir, no se trataría de un
fenómeno propio (y exclusivo) de los nómades–. De hecho, R. ALBERTZ (“Elementos religiosos de los
primitivos grupos familiares («religión de los patriarcas»)”, en: Id., Historia de la religión de Israel I, 63)
cree que el principal argumento contra la tesis histórico religiosa de ALT consiste en que la designación
del Dios de los patriarcas no constituye, de por sí, la prueba irrebatible de una religión de tipo nomádico,
sino que el fenómeno se encuentra también en las culturas sedentarias. En este mismo sentido se había
manifestado ya G. Lewy con referencia a antiguas cartas asirias (ver nota anterior).
51
52
La hipótesis de ALT, que gozó de inquebrantable fascinación durante años, se vio por primera vez
duramente criticada por B. DIEBNER en 1975 –Die Götter des Vaters - Eine Kritik der «Vättergott» Hypoyhese Albrecht Alts, (DBAT 9 1975), 21-51 (le atribuye una selección arbitraria de los materiales,
afirmaciones insuficientemente probadas, conclusiones muy cuestionables y un comparativismo inspirado
en la fenomenología de la religión, pero con graves lagunas metodológicas)– y refutada detalladamente
por M. KÖCKERT en 1988 –Vätergott und Väterverheibungen, (FRLANT 142 1988), 107-115–. El
trasfondo de esta revisión fue la crítica de la teoría de las fuentes que, con su absoluto rechazo de una
fuente «J» originaria de principios o mediados de la época monárquica, agrietó substancialmente las bases
3.2. LA LLAMADA “ETAPA PATRIARCAL” /// 14/03/2016
48
INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
EL DIOS CANANEO )él
Éxodo 6,2-3 dice que el Señor se reveló a los patriarcas bajo el nombre de
$addáy»53), pero que su nombre Yahweh no se lo dio a conocer.
  («)él
Además de este nombre, en las tradiciones patriarcales –y en muchos otros lugares de la Biblia–
se encuentran textos que designan a Dios con un nombre compuesto por el elemento «)él»
seguido de un sustantivo o un adjetivo:
)él (elyón (EL Excelso) ............................................... Génesis 14, 18-22 (Jerusalén)
)él ró)î (EL Vidente) ................................................... Génesis 16,13 (Beer-laxay-roi)
)él (ôlám (EL Eterno) .................................................. Génesis 21,33 (Beersheba)
)él bêt-)él (EL de Betel) .............................................. Génesis 31,13; 35,7 (Betel); cf. 28,16-19
)él berit (EL de la alianza) ........................................... Jueces 9,46 (Siquem)
)él )elóhê yi&rá)él (EL, dios de Israel) ........................ Génesis 33,18-20 (Siquem)
)él )elóhê )ábiká (EL dios de tu Padre) ...................... Génesis 46,3; cf. 46,1; 49,25
El término “El” aparece en nombres propios:
ISRA-EL .......................................................................... Génesis 32,29; cf. Gen 33,18.19-20
BETU-EL......................................................................... Génesis 24,15
ISMA-EL ......................................................................... Génesis 16,15
El dios “El” en los textos cananeos54
El dios “’el” (Ilu) es conocido por muchos textos conservados de la mitología del Medio
Oriente Antiguo, sobre todo, en los textos de Ugarit –ciudad costera del territorio de la actual
Siria, destruida entorno al 1200 a.C.– descubiertos en 1929 (es decir, el mismo año que
aparecía la obra de Alt).
que Alt creía haber establecido de manera segura para postular una proyección histórica del problema a
los tiempos premonárquicos.
Pero a nuestro entender, no es tan evidente que se pueda admitir una valoración totalmente negativa del
significado histórico-religioso de las tradiciones sobre los patriarcas. Parece innegable que las
concepciones religiosas de los patriarcas que ha transmitido la tradición difieren substancialmente en una
serie de puntos de la auténtica religión yavista, y eso requiere de una explicación. “Precisamente cuando
se llega a reconocer que los antiguos relatos sobre los patriarcas proceden de una época en que la
religión yavista en Israel ya estaba en pleno desarrollo, el hecho de que los transmisores de las
tradiciones del Génesis atribuyeran a sus antepasados un mundo religioso-cultural absolutamente
distinto del universo simbólico de la religión yavista requiere de una explicación científico-religiosa” (R.
ALBERTZ, “Elementos religiosos de los primitivos grupos familiares («religión de los patriarcas»)”, en:
Id., Historia de la religión de Israel I, 64).
53
Este nombre «)él $addáy» aparece con gran frecuencia en el Génesis (por ejemplo, en Génesis 17,1;
28,3; 35,11; 43,14; 48,3; 49,25). La etimología y la derivación lingüística de «$addáy» aún no se ha
explicado satisfactoriamente. Algunos lo interpretan como “todopoderoso”, otros como “dios de la
montaña”, otros como “dios de la estepa o de la llanura”, sin que se haya llegado a un consenso (cf. R.
ALBERTZ, “Nombre y concepción de Dios en el seno de la familia”, en: Id., Historia de la religión de
Israel I, 68-69).
54
Cf. G. DEL OLMO LETE, Mitos y leyendas de Canaán según la tradición de Ugarit, Madrid,
(Cristiandad 1981); J. M. BLÁZQUEZ, Dioses, mitos y rituales de los semitas en la antigüedad, Madrid
(Cristiandad 2001). J. DAY, Yahweh and the Gods and Godesses of Canaan, Sheffield (JSOT.Sup 265
2000).
3.2. LA LLAMADA “ETAPA PATRIARCAL” /// 14/03/2016
INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
49
En la mitología cananea y en los textos amorreos es mencionado con frecuencia.55
«Ilu // )él» era un dios importantísimo en el panteón cananeo, el más “lejano” de sus dioses, el
dios supremo del cielo. En el panteón de Ugarit, ocupaba siempre el puesto más encumbrado.
En el sur de Canaán su culto era especialmente popular a comienzos del II milenio a.C. (culto
que, al menos en la zona norte de Siria, declinó hacia el s. XIV en favor del culto a Baal).
Los mitos lo describen como un dios anciano y sabio, amable y misericordioso, al que se
llamaba “Padre de la humanidad” y “Creador de todo lo creado”, y que dio un hijo al infértil
rey Keret. Aunque no se encontró en Ugarit ninguna cosmogonía –si hay teogonías– se lo
considera el creador, el anciano cuyas extraordinarias fuerzas procreadoras habían poblado el
cielo y la tierra.
disponía de una formidable potencia sexual, y por ello se le daba el título de “toro”
(en el simbolismo religioso de Medio Oriente Antiguo el “toro” expresaba no sólo la fuerza
indómita sino también la fertilidad).
«Ilu // )él»
Tenía mucha autoridad –era la suprema instancia que decidía la jerarquización de los demás
dioses y el que determinaba y distribuía la realeza entre ellos– pero sus decisiones no eran
absolutas. Era rey y señor de los dioses, los reyes y los hombres, unas veces severo, otras
compasivo, pero siempre sabio en sus juicios56.
Su morada de múltiples estancias estaba situada en los confines de los océanos, en el monte
cósmico en el extremo norte, desde donde hacía fluir los ríos, las aguas primordiales 57. Allí se
reunía la asamblea de su consejo. Era el lugar de las decisiones cósmicas. Y de las parrandas
monumentales.
Bendice a los hombres y a su descendencia. Podía curar mientras los otros dioses fracasaban. Se
manifestaba a través de visiones o audiciones, también, con frecuencia, mediante sueños (a
diferencia de las teofanías del dios de la tormenta cuya voz era el trueno, que cabalgaban sobre
las nubes y hacían temblar las montañas con el resoplido de sus narices).
También podía aparecer como guerrero divino, en batallas entre dioses, en las teogonías 58. «Ilu //
)él» descansaba de las antiguas batallas en las que habría ganado su autoridad patriarcal (hay
mitos fenicios que relatan como El sacrifica a sus hijos Mot y Yam59).
55
Así como también a Baal. Es interesante advertir que, en los relatos patriarcales no se menciona ni una
vez el nombre de Baal ni aparece ningún nombre propio formado con el teóforo Baal. Baal era, en la
presunta época en que diversos investigadores suelen ubicar la llamada “etapa patriarcal”, una joven
divinidad de la fertilidad asociada estrechamente con el ciclo vegetal. En los textos de Ugarit (siglo XIV
a.C.), “)él” desempeñaba un papel bastante eficaz; no obstante, ya despuntaba el protagonismo regio del
dios joven Baal. Puede ser que éste haya sido considerado como un hijo de “)él”, que es el padre de los
dioses; pero se le llama expresamente “hijo de Dagán”, el dios de la región del Éufrates Medio. Baal
parece ser un dios “recién llegado” al panteón de Ugarit. Distintos testimonios parecen indicar que Baal
no adquirió importancia en Canaán antes de la mitad del II milenio. Los relatos patriarcales –que conocen
a “)él” e ignoran a Baal– estarían reflejando, pues, un estadio antiguo de la religión cananea.
Cf. F.M. CROSS, “'El the divine patriarch”, en: Id., Canaanite myth and Hebrew epic, Cambridge
(Harvard Univ. Press 1973), 39-43. G. DEL OLMO LETE, “Universo mitológico de Ugarit”, en: Id., Mitos y
leyendas de Canaán según la tradición de Ugarit, 63-64.
56
57
F.M. CROSS, Canaanite myth, 36-39.
58
F.M. CROSS, Canaanite myth and Hebrew epic, 40. En los textos míticos de Ugarit, en realidad, los
que libran las batallas son Baal y Anat mientras que “)él” –como el viejo David– se queda en casa
seduciendo diosas. Pero en la “Teología fenicia de Sakkunyaton” )él actúa como un poderoso guerrero.
Quiere establecer su preeminencia en el panteón. Sus guerras son contra su padre #amêm “cielo” en favor
de su dañada madre arc “tierra”. )él toma por esposa a sus hermanas y castra a su padre. Cf. P. MILLER,
“El the Warrior”, HTR 60 (1967) 411-431.
59
F.M. CROSS, Canaanite myth and Hebrew epic, 26.
3.2. LA LLAMADA “ETAPA PATRIARCAL” /// 14/03/2016
INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
50
Detrás de este epíteto –cosa que ALT no pudo ver– hay un dios con nombre propio y una
mitología propia de cada santuario o lugar de culto. Es decir, que detrás de estas
denominaciones se puede descubrir el culto al dios cananeo «El».
¿Cómo se podría reconstruir
hipotéticamente la antigua religión pre-yavista (“patriarcal')?
Los investigadores actuales suelen alinearse, con sus matices propios, en algunas de estas tres
posturas:
1.
Los que entienden que habrían existido dos fases preyavistas diversas en el
ciclo patriarcal
Esta hipótesis sostiene que habría que distinguir claramente dos estratos culturales
diversos y sucesivos en la llamada “etapa patriarcal”, durante los que, consecuentemente,
habrían existido dos tipos diferentes de religiosidad:
ANTIGUA ETAPA NÓMADE
En la que se adoraba y obedecía al “dios de los padres” (“el dios de Abraham”, “el dios
de Isaac”, “el dios de Jacob”), un dios propio y personal de cada patriarca, que lo
acompañaba doquiera se desplazara. No habría sido un monoteísmo en sentido estricto
sino una especie de “monoteísmo vivencial”: adoraban sólo a su dios, sin juzgar
críticamente acerca de la existencia o no de otros dioses. Esta designación no
pertenecería al mismo estrato cultural del dios )él, sino que sería mucho más antigua y
estaría relacionada con la religiosidad de las tribus nómades originarias.
POSTERIOR ETAPA DEL PROCESO DE SEDENTARIZACIÓN
Al instalarse en Canaán, habrían entrado en contacto con la religiosidad cananea, de
cultura sedentaria, con sus santuarios, con otras formas religiosas, con otras divinidades,
con otros nombres. Los primitivos clanes nómades habrían comenzado a adorar a los
dioses cananeos y a asumir sus formas de culto.
Defendieron una hipótesis de este tipo:
ALBRECHT ALT Y WERNER SCHMIDT60
Los patriarcas habrían traído de sus comarcas de origen, en Mesopotamia y
Transjordania, el culto al Dios de los patriarcas. Tras su asentamiento en Palestina,
habrían entrado en contacto con los cultos locales, establecidos entorno a santuarios
como Mambré, Berseba y Siquén, donde se adoraba al dios )él (de este modo quizá,
ambas tradiciones, la de )él y la del dios del padre, se habrían ido fundiendo
gradualmente61).
R. DE VAUX62
“Cuando los clanes nómadas entran en contacto con los sedentarios, frecuentan sus
santuarios y, sin abandonar a su dios protector, dan culto a los dioses del país. Los
progresos de la vida sedentaria conducen a un sincretismo religioso, y el dios del padre
recibe entonces un nombre propio” […] “Esta asimilación del “dios del padre” a EL no
60
A. ALT, Der Gott der Väter, 1929. W. SCHMIDT, The faith of the Old Testament. A history, Oxford Philadelphia (1983), 15-20. Cf. una presentación de ambas posiciones en R. ALBERTZ, “Elementos
religiosos de los primitivos grupos familiares («religión de los patriarcas»)”, en: Id., Historia de la
religión de Israel I, 60-61 y T.N.D. METTINGER, “El Dios de mis padres”, en: Id., Buscando a Dios, 6870.82.
61
Para los defensores de un planteo de este tipo, el substrato del culto al dios cananeo «)él» es
especialmente evidente en los textos referentes a los santuarios como Betel (Gen 28) y Penuel (Gen 32)
62
R. DE VAUX, Historia Antigua I, 273.280.
3.2. LA LLAMADA “ETAPA PATRIARCAL” /// 14/03/2016
INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
51
significa un abandono de la religión del “dios del padre”, sino más bien un
enriquecimiento de ésta. Pero es difícil precisar qué rasgos fueron tomados: no se tomó
ningún rasgo mitológico ni las cualidades típicas de El, especialmente en lo concerniente
a su papel de dios-rey. Podemos suponer que lo que se tomó especialmente fue su aspecto
de poder. Y este rasgo es importantísimo en la medida que significaba una ampliación de
la idea de dios, concebida ahora a escala del mundo y no tan sólo en el ámbito de 1a
familia o del clan.”
2.
Hay otros exégetas que afirman que sólo se puede detectar con claridad una
única fase preyavista en la época preisraelita, en la que se adoraba al dios
cananeo “)él”.
2.1. Es decir, no se consideraría necesario distinguir una presunta religiosidad primitiva
de tipo “nómade” en la que se habría adorado al “dios del padre”, distinta de la
religiosidad “sedentaria” de los cananeos y su dios supremo )él. Así, por ejemplo,
los manuales de H. D. Preuss y R. Albertz:
H. D. PREUSS63
A diferencia de lo defendido por Alt y sus seguidores –por ejemplo, M. Noth y G.
von Rad– dada la escasez y de la difícil interpretación de los testimonios, no se
siente ya la necesidad de pensar en un “dios de los padres” especial. Es probable que
el dios de cada padre fuera una divinidad del clan, que también se conoció con el
nombre de «El». […] En tal caso, en conjunto no sería necesario postular más que un
nivel previo al de la yahvización de la religión de los padres, en el cual ésta estaría
plasmada en la piedad personal como una religión de “El”64.
RAINER ALBERTZ65
Sugiere no definir la religión de los patriarcas como un “estadio previo” sino como
un “substrato” de la religión yavista. Las narraciones sobre los patriarcas (Gén 1250) cuentan los comienzos del pueblo de Israel bajo el aspecto de una historia
familiar; por eso no es extraño que se acumulen en ellas las vivencias religiosas y los
esquemas de interpretación que eran habituales en el seno de la familia. De ahí que
la «religión de los patriarcas» se pueda entender como una forma de religiosidad
personal o como una religiosidad típicamente familiar. Desde una perspectiva
tipológica, ese estrato de religión familiar es mucho más antiguo que la historia de la
religión específicamente israelita, puesto que es la base sobre la que se asienta la
religión yavista de Israel.
Dice R. ALBERTZ66:
“[...] ...lo verdaderamente importante es que en Israel, las diversas familias tenían y
podían tener sus dioses particulares. Y eso no sólo en los primeros tiempos
anteriores a la monarquía, cuando el culto de Yahvé aún no se había impuesto a
nivel de tribus, sino también durante toda la época monárquica (cf. Jr 2,27). [...]
H. D. PREUSS, “Las historias de los patriarcas”, en: Id., Teología del Antiguo Testamento. Volumen II,
Bilbao (Desclée de Brouwer 19991992), 12-38.
63
64
Cf. R. ALBERTZ, Persönliche Frömigkeit und offizielle Religion. Religionsinterner pluralismus in
Israel und Babylon, (CTM A91978), 88-91 y de J. C. DE MOOR, The Rise of Yahwism, (BETL XCI
1990), 229-234.
R. ALBERTZ, “Elementos religiosos de los primitivos grupos familiares («religión de los patriarcas»)”,
en: Id., Historia de la religión de Israel I, 64; Id., Persönliche Frömigkeit und offizielle Religion, (1978),
77-89.
65
R. ALBERTZ, “Nombre y concepción de Dios en el seno de la familia”, en: Id., Historia de la religión
de Israel I, 66-70.
66
3.2. LA LLAMADA “ETAPA PATRIARCAL” /// 14/03/2016
INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
52
cualquiera que fuera el nombre de los dioses que cada familia escogía como
propios, a nivel de religiosidad familiar quedaban privados de toda especificación.
En las primitivas familias israelitas, ya venerasen a El Sadday, a El Olam, o a
cualquier otro El, éste, en cuanto dios familiar, no tenía en común con el supremo
dios del cielo del panteón ugarítico más que el nombre [...] Fuera cual fuera el
nombre de la divinidad familiar, su relación con la familia era puramente funcional,
centrada en las necesidades vitales del grupo; y esa relación permanecía, en gran
medida, inalterable67“.
2.2. En esta posición, surge, además, otra cuestión crucial, planteada no sólo a propósito
de la relación entre el llamado “dios del padre” y el dios cananeo )él, sino también a
propósito del dios Yahweh y )él: ¿Fueron dos divinidades distintas y separadas,
asimiladas luego? ¿O Yahweh fue una forma del dios «)él» desde el comienzo?68
En el siglo XIX, J. WELLHAUSEN69 creía que Yahweh y «)él» eran el mismo dios. F.
M. CROSS70 y J. C. DE MOOR71 volvieron a sugerir lo mismo recientemente.
FRANK MOORE CROSS72
Plantea que el nombre “Yahweh” podría haber surgido originariamente como una
abreviación de una frase tomada de una fórmula cúltica del dios «)él»73 (tal vez
habría sido el epíteto de «)él» en cuando dios-patrón de la liga madianita del sur)74 y
que, verosímilmente, Yahweh habría sido una figura de )él.
“Donde con más claridad aparece ese fenómeno es en la imposición del nombre propio a los
miembros de la familia: los elementos teofóricos del nombre pueden cambiar –en eso, la familia se
adapta a las costumbres histórico-religiosas del mundo ambiente–, pero los predicados, o sea, lo que
expresa la experiencia que cada uno tiene de Dios, permanecen fundamentalmente constantes. también
se detecta ese mismo fenómeno en una de las peculiaridades más llamativas de las narraciones sobre los
patriarcas, a saber, la ausencia casi total de limitaciones o de polémica religiosa. Sólo en el pasaje
tardío de Gn 35,2ss., de origen deuteronomista, Jacob exige a su familia que quite de en medio los dioses
que ha traído consigo de Mesopotamia [...] a nivel de religiosidad familiar, cualquier tipo de limitación
religiosa carece de sentido, porque lo que se espera de los diferentes dioses y se siente en su presencia es
más o menos lo mismo. A ese nivel, el concepto de Dios, fuertemente determinado por su carácter
funcional, impide cualquier tipo de diferenciación religiosa profunda” (ibid).
67
Cf. J. DAY, “Yahweh and El”, en: Id., Yahweh and the Gods and Godesses of Canaán, London-New
York (JSOT.S 265 2002), 13-41. Cf. T. METTINGER, “The Elusive Essence. YHWH, El and Baal and the
Distinctiveness of Israelite Faith”, en: E. BLUM – Ch. MACHOLZ – W. STEGEMANN (hrsg.), Die Hebräische
Bibel und ihre zweifache Nachgeschichte. FS Rolf RENDTORFF, Neukirchen-Vluyn, 1990,394-395.
68
69
J. WELLHAUSEN, Prolegomena to the History of Israel, Edinburgh, 1885, 433 n.1 (citado por J. DAY,
Yahweh and the Gods and Godesses of Canaán, 13).
F.M. CROSS, “The Name Yahweh”, en: Id., Canaanite myth and Hebrew epic, 60-75. Cf. Id., “'El and
the God of the Fathers”, ibid 13-43.
70
71
J. C. DE MOOR, The Rise of Yawism, Leuven, (BETL 91 19971990), 310-369.
F.M. CROSS, “The God of the Fathers”, en: Id., Canaanite myth and Hebrew epic, 8-12. Cross
reconoce el extremadamente significante aporte de Alt al haber distinguido un tipo especial de divinidad o
de culto divino que él denominó «el dios del padre», pero le objeta (1) la legitimidad de la analogía entre
los nabateos y el antiguo Israel, alejados geográficamente de Palestina y cronológicamente de los
patriarcas; (2) pero sobre todo entiende que el punto más vulnerable de la hipótesis de Alt se encuentra en
la noción de que esos dioses no tenían nombres propios ni lugares de culto: “... the movement of the
Patriarchas of Israel was from an old culture to a new but related culture, an old pantheon to a new, not
from anonymuos gods to named gods ...” (ibid., 12).
72
73
il du yahwi saba’ot = “El, que forma el ejército de los cielos”.
“If Yahweh is recognized as originally a cultic name of 'El, perhaps the epithet of Él as patron deity of
the Midianite League in the south, a number of problems in the history of the religion of Israel can be
solved” (F.M. CROSS, “The Name Yahweh”, en: Id., Canaanite myth and Hebrew epic, 71; cf. 66).
74
3.2. LA LLAMADA “ETAPA PATRIARCAL” /// 14/03/2016
INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
53
JOHN DAY75
Tras ofrecer diversos argumentos contra las posiciones de Cross y de de Moor –que
identificaron a Yahweh con el dios cananeo )él–, concluye que Yahweh y )él
habrían sido originariamente divinidades distintas, que sólo habrían sido
amalgamadas ulteriormente.
3.
Finalmente cabe indicar que también existen investigadores que siguen sosteniendo
que el motivo del “dios del padre” no pasa de ser un artificio literario para ligar entre
ellas las figuras patriarcales y sus relatos respectivos, sin fundamento histórico de ningún
76
tipo .
ACCIONES CÚLTICAS77
Una aproximación
Se dice que tal o cual patriarca, después de establecerse en un nuevo lugar de residencia:

“Erigió un altar al Señor” (Génesis 13,18; 33,20; cf. 12,8; 13,4; 26,24s)

Tomó una piedra “y la levantó como estela” (Génesis 28,18; 31,45)

“Plantó un árbol” sagrado (Génesis 21,33)
A veces descubren un santuario donde luego rendirán culto (Génesis 28,10-22; 32,2s) o rinden
culto en lugares consagrados (Génesis 12,6; 21,33).
Sobre el motivo y la forma de estas celebraciones –fuera del rito de la pascua– no tenemos
prácticamente ninguna información. Es probable que se ofrecieran sacrificios de animales (o,
tal vez, en extrema necesidad, incluso el sacrificio de un hijo).
75
J. DAY, “Yahweh and El”, en: Id., Yahweh and the Gods and Godesses of Canaán, 14.
Ver B. J. DIEBNER, “Die Götter des Vaters. Eine Kritik der “Vätergott-Hypothese Albrechts Alts”,
DBAT 9 (1975), 21-51; H. VORLÄNDER, Mein Gott. Die Vorstellung vom persönlichen Gott im Alten
Orient und im Alten Testament, Kevelaer-Neukirchen-Vluyn (AOAT 23 1975); E. RUPRECHT, “Die
Religion der Väter. Hauptlinien der Forschungsgeschichte”, DBAT 11 (1976), 2-29. Más recientemente
ver E. BLUM, Die Komposition der Vätergeschichte, Neukirchen-Vluyn (BWANT 57 1984), 495-497; M.
KÖCKERT, Vätergott und Väterverheibungen. Eine Auseinandersetzung mit Albrecht Alt und seinen
Erben, Göttingen (FRLANT 148 1988).
76
R. ALBERTZ, “Acontecimientos religiosos y vida de familia”, en: Id., Historia de la religión de Israel I,
77-83.
77
3.2. LA LLAMADA “ETAPA PATRIARCAL” /// 14/03/2016
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