VII PREGÓN DE SEMANA SANTA – 2005 por D. Manuel Aparicio

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VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
D. Francisco Martínez, Asistente Eclesiástico
Hermandades y Cofradías del Arzobispado de Madrid.
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de
D. Julián Melero, Párroco de San Jerónimo El Real.
D. Ricardo Gómez de Ortega, Director Espiritual de la
Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María
Santísima de las Angustias
Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Hermandad
Representantes de Hermandades y Cofradías
Hermanos
Cofrades, Señoras y Señores
De mi amigo Manuel Aparicio aprendí hace tiempo, que hay que aprovechar
cualquier oportunidad para decir públicamente lo que queremos y hoy antes de
comenzar la presentación quiero hacer memoria de una gran persona que ha
significado mucho para la Hermandad, ha sido fundadora y cuando digo
fundadora me refiero a que fue una de las seis u ocho personas que impulsaron su
creación.
El pasado día 5 de febrero, una vez restaurado, el Señor de la Salud llegó a
San Jerónimo, esa noche priostes y camareras dispusieron la Sagrada Imagen en su
Capilla para su Besamanos.
Al día siguiente cuando entre en el Templo, abrí la puerta y le vi, yo miraba
su semblante, Él me miraba a mí y surgió una silenciosa conversación; como Marta
y María, las hermanas de Lázaro, le dije: “Señor, llegas tarde, tu amiga ha
muerto” y cuando me agachaba a besar su Mano Morena, oí en mi interior una
dulce voz que decía “Regocijaos, Tatá es ahora mi camarera por los siglos de los
siglos”.
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Llegado es el tiempo del rúan y del esparto, del merino y el terciopelo, de
nuestros hábitos de humildes telas blancas, pero también ha llegado el tiempo de la
meditación, del silencio, de profundizar en lo profundo, de dar contenido al
misticismo de nuestras Cofradías.
Dentro de poco realizaremos nuestra Estación de Penitencia, que es para
nosotros el recuerdo de la tragedia más grande de la historia, acaecida hace veinte
siglos, que debe de servirnos para fijar nuestra atención en esa tragedia cotidiana
presente en los pobres y reflexionar que aunque no pudimos aliviar el dolor del
Crucificado, ya que no existíamos, sí podemos aliviar los doloridos hombros de
muchos de nuestros hermanos que siguen sufriendo y padeciendo.
El mayor problema de nuestros tiempos, quizás es la ruptura de la cadena de
propagación de fe, vemos a esas familias, que no han sabido transmitir a la
siguiente generación ese substrato que recibieron y creemos que también es tiempo
de salir a la calle y hacer nuestra protestación de fe, de decir públicamente nuestro
Credo, y para eso nos hemos estado preparando durante la Cuaresma, hemos
celebrado un Quinario en Honor de Nuestro Padre Jesús de la Salud y a
continuación escucharemos a D. Manuel Aparicio Ramírez hacer una exaltación
de nuestra Semana Santa.
Por segunda vez he sido encargado por la Junta de Gobierno para realizar
esta misión de presentador de un pregonero. La primera en el año 2000 fue de mi
amigo D. Antonio Contreras, actual Hermano Mayor de la Hermandad y ahora,
cinco años más tarde, de D. Manuel Aparicio que me honra con su amistad; mi
agradecimiento a la Junta por este honor que supone para mí el presentar a esta
persona tan querida.
Nace Manuel Aparicio, Manolo, un frío día primero de febrero en Córdoba,
siendo niño su familia se traslada a Sevilla a la Plaza del Buen Suceso y realiza
sus primeros estudios en el Colegio de los Carmelitas que puede ver desde el balcón
de su casa, esto marca en cierta manera su vida.
Es licenciado en Filosofía pura por la Universidad de Sevilla
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Licenciado en Teología por la Universidad de la Cartuja de la Orden
Jesuita en Granada.
Cursa estudios sobre las Sagradas Escrituras en la Universidad Pontificia de
Salamanca con estancia de seis meses en Jerusalén.
Curso de Religiosidad Popular por la Universidad Gregoriana de Roma.
Doctorado en Pastoral por la Universidad León XIII de Madrid realizando
su tesis sobre la Hermandad de la Esperanza Macarena.
Es hermano de la Hermandad del Rocío de Triana, con la que colabora en la
Colonia de Vacaciones de los niños, y de la Hermandad del Rocío de Córdoba y en
cuanto a las hermandades de Penitencia es colaborador activo de:
De la Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos de
Nuestra Señora del Santo Rosario, Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y María
Santísima de la Esperanza Macarena de Sevilla.
Y por nacimiento, como a él le gusta decir, es hermano y colaborador de la
Muy Humilde y Antigua Hermandad Sacramental del Santísimo Cristo del
Remedio de Animas y Nuestra Señora Madre de Dios en sus Tristezas de Córdoba.
Tiene un largo currículo como pregonero, del que podemos extraer:
Exaltación del Rocío de la Hermandad de Sevilla – El Salvador
Exaltación del Rocío de la Hermandad de Lucena (Córdoba)
Exaltación del Rocío de la Hermandad de Marbella (Málaga)
Exaltación a la Saeta en Córdoba
Pregón de Semana Santa de Córdoba en el 92
Pregón de Semana Santa de la Palma del Condado (Huelva)
Pregón de Semana Santa de Lucena (Córdoba)
Y un largo etcétera
Sin ninguna duda estamos ante un cofrade que va a saber transmitirnossus
vivencias de Semana Santa
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Para la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima
de las Angustias es un verdadero privilegio el contar hoy con la presencia de
Manuel Aparicio.
Y ahora, Manolo, yo debería cederte la palabra para que pronunciaras ese
bonito pregón que nos has preparado, pero antes debo y quiero reseñar una parte
de tu vida que quizás alguno de los hermanos aquí presentes desconoce.
De los distintos pregoneros de nuestra Hermandad, los dos que son hermanos,
en sus respectivos pregones mencionan a Manuel Aparicio y es que Manuel
Aparicio Ramírez es una de las tres personas que la Divina Providencia puso en el
camino de nuestra Hermandad, las otras dos como ya conocéis fueron D. Máximo
Palomar y D. Manuel González Cano.
Conocí a Manuel Aparicio en el año 91 haciendo el Camino del Rocío, el con
su Hermandad de Córdoba y yo con la mía de Sevilla-Sur. Coincidimos en una
“parada” y mi grupo y yo quedamos impresionados por su manera de explicar La
Palabra, sin duda alguna es un gran comunicador y una persona de fe.
Corría el año 96 y recientemente se había creado la Comisión Pro-Hermandad
cuando inesperadamente, no me cabe ninguna duda que inspirado por el Espíritu,
encontramos nuevamente a Manuel Aparicio que a la sazón realizaba su
doctorado de Pastoral en Madrid.
Su ayuda fue inestimable, hasta tal punto que creo que sin él, quizás no
existiría la Hermandad. Se volcó con nosotros, colaborando como asesor en todas
las comisiones y fundamentalmente en la del Escudo de la Hermandad,
íntegramente diseñado por él.
Junto con Eva, Marta, Bea, Almudena, Juan Ignacio, Rocío Amores,
Abelardo, Macarena Aparcero, Miriam, Rocío Alcázar, Daniel, David, Eduardo,
Marco y Charo entre otros formó el grupo joven de la Hermandad, hoy por
desgracia desaparecido.
Manuel Aparicio, Celebró la Primer Eucaristía de la Hermandad en la Casa
Hermandad del Rocío de Madrid
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Se reunió con la Promotora Sacramental y de Cultos y junto con el equipo de
ésta redactaron todos los cultos de la Hermandad; Triduos, Quinarios, etc., que
aún perduran y fundamentalmente les enseño a trabajar; a preparar moniciones de
entrada, acciones de gracias, etc.
Y ahora sí, sé que tu pregón va a estar a la altura de la mejor lírica,
inspirando en nuestros corazones ese Amor a Dios y a nuestros semejantes que
siempre te ha significado, tuya es la palabra, Manolo.
Rufino Alcázar Agudo
VII PREGON DE LA SEMANA SANTA
SABADO, 12 DE MARZO DE 2.005
MADRID
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Saludos – Protocolo:
- Reverendo Padre D. Francisco Martínez, delegado episcopal de hermandades y cofradías de
la Archidiócesis de Madrid, su persona nos trae la cercanía de nuestro Cardenal, dígale que la
Hermandad de los Gitanos reza a su Cristo de la Salud para que pronto su Eminencia recobre
la suya.
- Reverendo Padre Don Julián Melero cura párroco de San Jerónimo el Real.
- Reverendo Padre Don Ricardo Gómez de Ortega director espiritual de la hermandad.
- Reverendísimos sacerdotes cuajutores y colaboradores de la iglesia de San Jerónimo.
- Señor hermano mayor y junta de gobierno de la hermandad y cofradía de nazarenos de
Nuestro Padre Jesús de la Salud y Maria Santísima de las Angustias.
- Señores hermanos mayores de las hermandades del Roció de Madrid y de Pozuelo de Alarcón.
- Dignísima representaciones de las hermandades y cofradías de la archidiócesis de Madrid.
- Grupos parroquiales y consejo pastoral de la parroquia de San Jerónimo el Real.
- Mis queridos hermanos.
- Señoras y Señores.
Dedicatoria:
Como si de una estación de penitencia se tratase, el pregón está a punto de echarse andar, y
antes de recorrer el difícil itinerario, sirva estas palabras como Cruz de Guía que abran paso a
esta oratoria en apretado cortejo.
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Es tan grande mi emoción en este momento que no quiero olvidarme de nadie:
- Para vosotros que habéis venido a escucharme vuestra es mi palabra.
- Para ti D. Antonio Contreras, Hermano Mayor y sobretodo amigo por haber depositado,
junto con tu Junta de Gobierno, la confianza en mí desde el primer instante de tu mandato.
Junto con mi gratitud personal vaya también mi reconocimiento para tu esposa, Esperanza y
mis recuerdos para tus hijos Alejandro y Macarena.
- Para ti mi gratitud, Rufino, por tus palabras de presentación totalmente inmerecidas,
gracias amigo Rufino; pero no solo a ti, también a Cuchi, tu esposa, a tus hijos Miguel y Rosa,
a Eva y a Eduardo, a Roció, brisa fresca de amistad, vuestra casa fue mi Betania en Madrid,
en ella celebre la fe y de ella salieron siempre dones para la hermandad, que llegue mi gratitud
con una doble sonrisa, la de Roció vuestra nieta que todo lo alegra, y la de Maria vuestra
madre y abuela que desde el cielo nos mira y alienta.
- Para mis hermandades del Cristo del Remedio de Ánimas de Córdoba y de la Esperanza
Macarena de Sevilla, sin las cuales no hubiera podido ponerme delante de vosotros. Ellas
como de negro y de silencio en la Parroquia de San Lorenzo las noches del Lunes Santo y la
otra de merino y terciopelo verde o morado en las eternas madrugadas sevillanas me hicieron
cofrade y por lo tanto ahora vuestro pregonero.
- Para los jóvenes de la hermandad que son semilla de la cofradía que está por venir.
- Pero sobretodo me vais a permitir que mi pregón vaya hoy especialmente dedicado a alguien:
de sus labios aprendí en mis tiernas infancias, siempre, mientras me vestía tras el aseo, aquel
canto a Maria que decía:
“Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea
que todo un Dios se recrea
ante tan celestial belleza.
a Tí celestial princesa
Virgen Sagrada Maria
yo te ofrezco en este día
alma, vida y corazón,
mírame con compasión
no me dejes Madre mía
por tu Pura Concepción”
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Para ella y para mi padre que me formaron como persona y como creyente, y que siempre en los
momentos de oscuridad, son el faro de luz que me guía al puerto seguro de mi fe.
A ti madre que me enseñaste amar a Dios sobre todas las cosas, y a ser cristiano antes que
cofrade.
Va por ti madre, el pregonero está dispuesto.
Dejad que el pregonero después de haber escuchado la marcha de Macarena de Cebrian que le
han envuelto el pregón en solemnidad, y traído tantos recuerdos a su mente, muestre
simbólicamente a la Virgen de mis amores como “Diputada de Cruz de Guía,” y que sea Ella la
que abra mi pregón:
OFRECIMIENTO.
(A mi Hermandad del Cristo del Remedio de Ánimas de Córdoba, y a mi Hermandad de la
Esperaza Macarena de Sevilla).
“Permitidme cofrades madrileños
que vuele mi pensamiento
a la casa de María
dejad que entre mi alma
en su camarín de nácar
y que mis ojos contemplen
la belleza de su cara
y así serene mi espíritu
y se sosiegue mi alma
llenándose de alegría
y cubriéndose de Esperanza.
dejad que mi torpe mano
toque ya su saya blanca
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y que mis labios estampen
un beso en su mano gastada.
dejad que vuestro pregonero
se extasíe ante su mirada
y como en toda ocasión
le pida consuelo y Esperanza
con tu venia Macarena
voy a cantar las hazañas
de esta mi hermandad gitana
y traer hasta San Jerónimo
halitos de tu Esperanza
con tu venia Macarena
déjame plasmarte un beso
en esta pobre medalla.”
_____________________________________________________________
Mi pregón será un recorrido por las letras que componen tu nombre SALUD, será también
una imaginaria singular y atrevida estación de penitencia, puesto que yo pobre de mí no he
acompañado al Señor de la Salud por la calles de Madrid.
La presentación que me ha precedido, llena de elogios y merecidos, quiero mostrar mi gratitud
por que sale fundamentalmente de los labios y del corazón de un amigo, al solo el toque de
martillo me indican que ha llegado la hora de la verdad, las notas de la marcha Macarena de
Cebrian me han puesto en situación y he de meterme debajo de un hermoso y pesado paso.
Lo haré después de haber colocado sobre mi frente el costal de mi fe y mis creencias que han de
salvaguardarme mi alma de cualquier lesión externa.
Mi amor a la tradición será la faja que ciña mi cuerpo, manteniéndolo siempre erguido ante
cualquier moda pasajera o influencia al gusto.
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Y mi oratorio será esas pobres alpargatas, que no obstante se encargarán de aguantar el paso
de cada nueva chicotá en esta difícil singladura.
A pesar de todo ello nada podré hacer si Tú no me ayudas Señor de la Salud.
Si no me llena de tu Humildad no podré ser el pregonero de tu Mano Morena.
Si no me das un poco de tu fortaleza de la que vas llevando por las calles de Madrid cada
noche del Miércoles Santo no seré capaz de andar con mi cruz en este pregón.
Y si no me infundes un poco de tu mirada dulce no podré levantarme de las dificultades que a
buen seguro me encontraré en el trayecto del pregón.
¡Padre mío de la Salud! Que pobre heraldo has escogido para anunciar tu gran misterio. Que
mi torpe palabra sea hoy trompeta de Jericó que despierte en los corazones sentimientos que el
tiempo ha podido adormecer.
Dame, Señor, la elocuencia necesaria para explicar a tu pueblo de Madrid el sentido de tu
presencia y de tu paso por sus calles.
En tus manos pongo este pregón que ahora comienzo; en tus manos y en la amorosa sonrisa de
tu bendita madre, mi Virgen de las Angustias.
S
alud, la primera letra de tu nombre nos deja desconcertados, vienes derrochando Salud
para los enfermos y los sanos, y te vemos destrozado, con tu rostro maltrecho como el siervo
doliente del profeta Isaías.
Vienes derramando Salvación sin apenas musitar palabra, y te contemplamos solo,
abandonado y Eres la Salvación.
Vienes proclamando justicia para tu pueblo, gitana y paya sin distinción y te vemos cargando
con la mayor de las injusticias, tu Cruz.
Vienes anunciando la Salud para los pobres, marginados, los desheredados de la tierra y te
contemplamos como un pobre con los pies descalzos.
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Pero déjame detenerme por un instante en los pies descalzos de Nuestro Cristo, son fuertes,
valientes, bellos, y lo más importante no están quietos, avanzan con una soberbia zancada
como viniendo a buscarme.
Son los pies de un Dios amigo que siempre toma la iniciativa y es el primero.
Son los pies de un Dios cercano que se hace como los hombres, frágil, pobre, humilde…
Son los pies de un Dios dinámico que siempre camina al encuentro del hombre a pesar de sus
ingratitudes, a pesar de sus dudas, a pesar de sus caídas, Tú, Señor de la Salud, siempre busca
al hombre aun cuando se esconda.
Son los pies de un Dios activo que no se queda impasible ante la injusticia si no que siempre
da el primer paso, tu gran zancada, y urge a todos los hombres y mujeres a dar la vida por sus
hermanos en el campo de la misión en países lejanos y en los barrios más desdichados y
abandonados de Madrid, desde donde las sandalias y las alpargatas de las Hermanas de la
Cruz y de Calcuta se llenan del barro de los pobres; son Tus pies Señor los que caminan entre
ellos.
Son los pies de tantos y tantos hombres que desgastan su tiempo y pisan las leproserías y las
habitaciones donde agonizan los hermanos con el sida.
Son los pies de los hermanos que atienden y ayudan a los ancianos y que prestan su capacidad
a los discapacitados.
Son los pies de un Dios robusto que no se doblega ante el peso de la cruz que no es otra cosa
que el sufrimiento de los hombres. Qué difícil es aliviar el peso de la Cruz del Cristo Gitano, en
ella está el sufrimiento de los hombres, de la injusticia, de la enfermedad, de la emigración, de
los hombres de las pateras, de las ingratitudes de los que sufren la injusticia de un atentado,
en la Cruz del Nazareno Gitano están las lágrimas de las madres, de los amigos de todos los
que pierden a alguien sin entenderlo y todo ello Señor lo sostienes con dulzura y con tu cuerpo
inerte.
Últimamente he podido contemplar tus pies de una forma casi inusual los hombres queríamos
fortalecerlo pensábamos que no podías y hasta nos hemos sentido inquietos por que tu cuerpo
se hubiera desplomado; iluso de nosotros Cristo, Tú estás fuerte, antes nos desplomaremos
nosotros ante tu presencia.
He ido a mirarte los pies y tus pies me han hecho rezarte y pedirte por los pies de mis
hermanos, he ido a contemplar tus pies y he contemplado lo poco que caminan los míos, los
cómodos que son, lo poco que se comprometen.
Tus pies Señor son los de tus costaleros que hacen posible el prodigio de cada Miércoles Santo
en las puertas de la Basílica de Jesús de Medinaceli.
Tú, Cristo de la Salud que estás cercano a los hombres a esa multitud anónima que llenan la
Plaza de la Basílica cuando dan las diez de la noche del Miércoles Santo y sale tu
Hermandad.
Tus costaleros Señor son los pies que te van acercando a los hermanos que te necesitan, que te
contemplan a pesar de haber estado lejos, acuden por la calle Cervantes o la de Atocha, por la
calle Jesús o por la plaza de Santa Ana para encontrarse contigo.
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Tus pies Señor son tus costaleros que hicieron de tu cruz su trabajadera y tampoco se achican
ante las dificultades.
Por eso Señor permíteme aunque sea en sueños ser desde mi pregón tu costalero.
SUEÑO COSTALERO.
(A los costaleros gitanos de Madrid y a Julio su Capataz.)
“¿Por qué me elegiste Señor,
para ser tu costalero?
¿Por qué quisiste que yo
sólo un pobre pecador
fuese tu cireneo?
Tu dejaste que yo fuera
alivio para tu hombro
y quisiera que sintiera
el mejor de los maderos
al levantarse tu trono.
Mi costal fue roca firme
donde tu luz descansaba,
y al ir tu fuerza ya escasa
de mi impulso yo sacara
para tu eterna zancada.
Me dejaste ser farol
que entre destellos de plata
fuera el áureo fulgor
que permitiera, señor
iluminar tus pisadas.
Yo fui tu altar, mi Dios
tus pasos fueron los míos
mis sudores tu sudor
Tu dolor fue mi dolor
Tu temblor mi escalofrió.
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
Tu paso fue mi prisión
donde cumplí mi castigo
mi reja fue tu faldón
y en él fui tu cautivo
mi Cristo de la Salud.
Quiero verte en mi medalla
mi costal ansía llevarte
quiero ceñirme mi faja
y mis pobres alpargatas
suspiran por rachearte.
Escucharme pues la plegaria
que en esta bendita hora
en que la puerta se abra
y se escuche las pisadas
pronuncie mi alma rota.
Yo te llamo por tu nombre
Padre Jesús Nazareno
deja que mi alma pobre
siga siendo cada noche
en sueños, tu costalero.”
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Amor para empezar la segunda letra de tu nombre, Señor de la Salud.
A
mor reflejado en tus ojos.
Tus ojos grandes entre abiertos, que se adivina el amor.
Ojos que miran hacia abajo para encontrarse con los ojos de los hombres y las mujeres que te
buscan.
Ojos de la humildad, que apenas se atreven a mirar de frente para no interferir la intimidad
del hombre y que suavemente los entorna como si de una luz incontenida se tratara.
Ojos llenos de humanidad que hace 2000 años miraron con amor al mundo y se detuvieron en
los ojos de Pedro y de Juan, de Santiago y Andrés para invitarlos a seguirte.
Ojos que miraron con misericordia a Zaqueo y a la Magdalena y le ofertaron el perdón.
Ojos que miraron con piedad a la muchedumbre y partió el pan y repartió el pescado por que
tenían hambre.
Ojos que miraron a los enfermos y le ofertaron la salud.
Ojos que miraron a su Madre y no musitaron palabras, hablaban con el corazón.
Ojos que miraron a Pilatos y le dijeron lo que era la Verdad.
Ojos que se detuvieron ante las mujeres de Jerusalén y secó sus lágrimas.
Ojos que por fin que se dejaron robar por Dimas, el Reino de los Cielos.
Ojos como no, que hace caer la venda de los nuestros y como en Emaus te reconocemos
resucitado.
Ojos Señor de la Salud, mi Cristo Gitano, que en tu Madrid siguen mirando a hombres
y mujeres para invitarle a ser de los tuyos; miran a Antonio y a Nono, a Juan y a Mario, a
Cuchi y a Esperanza, a los jóvenes Daniel y Miguel, Eva y Rocio, Alejandro y a Macarena y a
tantos hermanos anónimos que se fueron acercando a Ti en una tarde cualquiera y se
encontraron con tu presencia en tu capilla de San Jerónimo, ojos atraídos por tu mirada.
Tus ojos Señor Gitano siguen mirando desde la atalaya de tu templo a todos los que te buscan,
a los que necesitan sentirse mirados y amados por tu presencia.
Tus ojos mi buen “Manué”, siguen ofertando el perdón a todos los que necesitan.
Tus ojos Señor Bendito siguen invitándonos como un día lo hiciste con Zaqueo a hospedarte
en nuestra casa, a sentarte en nuestra mesa y a que seas el centro de nuestra familia, que sería
de nuestras familias si los ojos del Señor de la Salud no estuvieran en medio, que sería de
nuestros matrimonios si el “Manué” no fuera el centro de amor de los esposos, que sería de
nuestros hijos inmersos en el mar de nuestra sociedad tantas veces amenazadas si los ojos del
Señor de la Mano Morena no estuvieran cercanos y los cubriera con su bendición.
Tus ojos Señor Nazareno, mi Cristo Gitano, faltaban en Madrid para completar tu cercanía y
tu presencia en esta Archidiócesis, gracias a unos cuantos locos, entre los que se encuentra
quien os habla pusiste tus ojos en el corazón del Madrid de las letras y de las artes.
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Tus ojos Señor Moreno que no podemos perder de vista, porque si no aparecen en nuestros
corazones el afán de protagonismo y el de poder, el afán de poder ser los primeros y de creernos
que siempre llevamos la razón, ojos que no podemos perder de vista porque perderíamos el
sentido del perdón y la reconciliación con los hermanos, ojos que no podemos dejar de mirar si
queremos como discípulos tuyos cargar con tu cruz y seguirte, ojos que nos ofertan siempre la
amistad, la justicia, el afán de superación, en definitiva, el compromiso con los hermanos.
Pero mirad hermanos gitanos los ojos del Señor, están presentes, vivos y pueden entrar en tu
interior en el que es el amor de los amores, el sacramento de la Eucaristía, del que nuestra
hermandad no puede perder de vista por muchas razones.
La hermandad se hace en la Eucaristía, si ésta es viva y sincera la hermandad lo estará
igualmente, todavía recordamos con sumo agrado una de las primeras Eucaristía participadas
que se celebró, siendo todavía Pro-hermandad, en la sede de la Hermandad del Roció de
Madrid, en la Casa de Campo, ¿cuánto tienes que agradecer esta hermandad a sus hermanos
rocieros de Madrid?, fueron piedra angular en el nacimiento de la misma, sin su apoyo y su
disponibilidad no hubiera sido posible el comienzo tan rápido de esta hermandad, cuando no
había nada, estaban ellos, cuando nadie creía en nuestro proyecto, creyeron ellos, cuando no
teníamos ni sede su casa fue nuestra casa y sus puertas siempre estuvieran abiertas.
Gracias Rocieros de Madrid nos enseñasteis hacer camino y con vosotros caminaremos, juntos
por las calles del Madrid centenario o por las arenas blancas que nos conducen hasta las
plantas de la Reina de la Marisma, de esa Blanca Paloma.
Una segunda razón la podéis encontrar en el escudo de nuestra corporación, funde sus raíces
en la eucaristía y es la custodia la que hace posible la fusión entre parroquia y hermandad, de
esto también tenemos una historia que anhelamos que continúe.
A los pies del Señor de la Salud en su paso de nuevo aparece la custodia como si Él quisiera
insistirnos de que no se nos olvide ni aun cuando estamos en la calle la importancia del
sacramento, qué importante sería poner ahí, en ese relicario, una reliquia de algunos de
nuestros hermanos que desgastaron su vida en la predicación y en el apostolado de la
Eucaristía.
Por último le sorprende al pregonero que apenas ha acabado de salir el Señor de la Salud de la
Basílica de Medinaceli y después de recibir la aclamación de su pueblo de Madrid ha hecho la
primera revirá y enfila ya la calle Cervantes camino de la plaza de Santa Ana y es justo al
principio de la calle en lo que fuese antiguo convento de San Antonio de Padua y hoy sede de
la Religiosa Esclava Corazón de Jesús las que salen a agasajar al Nazareno y hacen que Julio
su capataz detenga el paso.
Y nos vuelve a insistir el Señor en la Eucaristía ya que en esa humilde casa está
ininterrumpidamente expuesto Jesús Sacramentado, y sabéis porqué pues en esa morada tuvo
su fundación y su sede la adoración nocturna española fundada por el Apóstol del Sagrado
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
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Sacramento en España D. Luis Trelles y Noguerol, allá por el año del Señor de 1877 desde
aquí donde justo el paso del Señor se detiene por primera vez se irradio la Adoración Nocturna
por toda la Geografía Española.
Hace pocos días leíamos en las páginas de nuestro boletín una invitación en este tiempo en el
que las visitas no están de moda a intensificar la visita y con ella la oración a Jesús
Sacramentado, podría ser un buen inicio para intensificar la sacramentalidad de nuestro
hermandad que no consisten en llevar muchos títulos si no en tener mucha vida, trabajad
hermanos gitanos por que la hermandad del Señor de la Salud y su bendita madre de las
Angustias sea un día Hermandad Sacramental, para ello vivir vuestra Eucaristía mensuales,
vuestros cultos y no perdáis nunca la costumbre cristiana de visitar el Sagrario y allí junto a
Él decidle:
ORACION ANTE EL SAGRARIO.
(A todos nuestros hermanos y hermanas contemplativos, que desde sus lugares de oración nos
ayudan a seguir adelante.)
“Una procesión constante
yo te hago, Jesús mío
Mi cuerpo que está cansado
quiere adorarte
Aunque te veo escondido.
En el centro de mi alma
donde tienes tu mirada
y descansas con gran calma
pues mi corazón te alaba.
Haz que sea tu digno templo
Tu custodia preferida
sé muy bien, no lo merezco
pero tu vida es la mía.
Haz que yo desaparezca
para que seas sólo Tú
El que habite en este templo
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
Adornado con la Cruz.
Señor hazme comprender
el valor del sufrimiento
que lo llegue a apetecer
para darte a Ti contento.
Nunca llegaré a sufrir
todo lo que Tú has sufrido
quiero parecerme a Ti
en prologando martirio.
Tan sólo deseo en mi vida
ser tu Cirineo constante
y aceptar con alegría
lo que te dignes mandarme.
Que no se abra mi boca
para la murmuración
que disculpe a cada hermano
mirando en ellos tu amor.”
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VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
L
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abios entreabiertos para la tercera letra de tu nombre.
Son unos labios que continúan hablado al hombre de hoy, que lo continúan interpelando, que
le dan una palabra a su tiempo, que como espada afilada entra en el corazón del hombre en lo
más profundo.
Son labios que pronuncian palabras que nunca dejan indiferente.
Son labios que están continuamente hablando.
Son labios que siguen iluminando y salvando a la humanidad.
Son los labios de un Dios hecho hombre para la salud de los hombres.
Son labios de un sacramental en las vidas de la gente sencilla, los que necesitan ver y tocar, los
que necesitan ver unos labios para sentirse más cerca de la Palabra de Dios.
Veréis hermanos, de todos he sabido que la imagen de nuestro Nazareno es de madera y si me
apuráis más podemos decir hasta que tipo de madera es de cedro real, igualmente es sabido que
ha salido de las manos de un hombre que la modeló de un barro, la sacó de punto, la estucó y
por último la policromó, a nadie se le escapa estos pequeños temas, pero también estamos
convencidos y así lo proclamamos por la fe que al igual que acogemos y creemos firmemente que
en el Pan Eucarístico sin dejar de ser pan se convierten por las palabras del sacerdote y
mediante la transubstanciación en el Cuerpo del Señor y así es alimento del cielo, “el que come
mi pan vivirá eternamente”, escuchamos su Palabras, y que en el Sagrario y en la custodia
respeto y adoro sin dejar de ser pan a la presencia de Jesucristo, de igual modo la madera
esculpida del Señor de la Salud sin dejar de ser madera es el sacramental que me acerca al
memorial de Jesús y de su pasión.
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
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Si yo creo y adoro al Cristo eucarístico y seguro que lo escucho en mi oración en mi interior de
mi corazón, porque no voy a escuchar también a la imagen del Señor de la Salud.
Tengamos cuidado con aquellos que con una falta de sensibilidad especialmente hacia los más
pequeños y los más sencillos atacan de una forma intolerante su religiosidad popular,
tendríamos que recordar que el Nazareno se dejó tocar el borde de su túnica y que a pesar de
estar entre una masa de gente, el Señor se dio cuenta y la mujer, sencilla, pobre quedó curada
por su fe.
Y son los labios del Nazareno los que dicen:
Hágase la primavera, y la primavera se hizo y se inundó la tierra de una multicolor hermosura,
saludándonos con la benignidad de su clima y se alfombro de flores y colores y bajo el azul del
cielo de Madrid se hizo una composición de exuberante sinfonía cromática.
Y fue entonces cuando el Supremo Hacedor, omnipotente capataz del universo alzó su
misericordiosa Mano Morena y cogiendo con fuerza el llamador de la creación dio tres golpes
secos.
Al instante todo quedó preparado para que, por su mandato divino, en el Madrid de las letras
se repitiera el drama del padecimiento de su Divino Hijo.
Y cuando Éste, una vez más, se disponía a bajar a la tierra, como cada año, el bueno de San
Pedro le pregunta con su buena voluntad y con la brusquedad de ser pescador de Galileo:
Señor, ¿Para qué bajas otra vez, para que te maten de nuevo? ¿Es que no vez que allí abajo
nada ha cambiado, que los hombres siguen odiándose, que se maltratan unos a otros, que no
están dispuestos a hacer posible el dialogo, es que no ves buen maestro que sus calles están
teñidas de sangre y de tentados?
¿Es que no sabes qué dónde vas, los hermanos dejan de hablarse por el poder o la herencia?
¿Señor, no ves que no les interesas a la juventud, que están muy complicados con la botellona,
con el sexo, con la evasión de las drogas y que prefieren todo esto a tu mensaje?
¿No ves Señor, que tu nombre desaparece cuando los hombres quieren quitar del medio tu
formación en las escuelas y que no respetan la vida ni de los niños, a los que no se les permite
nacer, ni de los mayores, a los que se les lleva a las residencia?
Déjalos Señor, no vale la pena.
Y el Señor de los Gitanos, el de los labios entreabiertos, le contesta:
Pedro, no lo entiendes. Todos lo que dices es verdad, pero…… ¿Sabes una cosa?
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
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El año pasado, una mujer que caminaba tras de mi paso cuando llegó a la Plaza de Santa Ana
se encontró con su hermano que no se hablaban desde hace años e hicieron las paces.
Y un costalero que solía blasfemar en mi nombre cuando sintió mi presencia en su trabajadera
dejó de hacerlo.
Una hermana de mi hermandad cuando me insultaban sin sentido, mientras caminaba a mi
encuentro, no le contestó y cuando se encontró con mi Imagen pidió por aquel hermano.
Otro hermano que solía engañar en su empresa y quedarse con lo que no le correspondían,
después de vestir mi túnica dejó de hacerlo y ahora es un hombre justo y honrado.
Y te acuerdas de aquel viejecito de la esquina de la Plaza del Ángel, la vida fue dura para él y
llevaba varios años negando de mí y jactándose de su ateísmo, y sin embargo comulgo antes de
morir.
Te acuerdas de aquel local donde se comercializaban con personas como si de objeto se
trataran, y que apagaron la luz a mi paso, pues en medio de esa oscuridad una mujer me pidió
que la sacase de la suya.
¿Comprendes ahora Pedro por qué debo de ir?
No puedo abandonarlos, me necesitan aunque muchos de ellos no quieran reconocerlo y otros
intenten hacerse los sordos y los olvidadizos.
Pedro confuso, le dejó pasar, pero antes de alejarse le vuelve a preguntar.
Maestro: ¿Por qué siempre vas allí? Y el Cristo Gitano responde: Por que cuando yo muera y
mi Madre se quede sola, allí en este pueblo de Madrid nunca le faltara de nada.
DIOS TE SALVE
(A las camareras de la Virgen de las Angustias, para que aprovechen el privilegio de estar
cerca de la Señora.)
“Dios te salve, Maria,
llena estás de la gracia
de la luz y la prestancia
de tu hermosura gitana
Por derramar tus Angustias
desde tu blanca capilla
te hiciera Dios soberana
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
Bendita entre las mujeres
Y por que así Él lo quiso
fue tu cuerpo relicario
y tu vientre fue sagrario,
para tu Divino Hijo
Salve a ti, Santa Maria,
en quien Dios se encarnara
por ser madre inmaculada
flor de romero escogida
y alabastro de la gracia.
Ruega por tus hijos gitanos
que aunque somos pecadores
este pueblo, Tú bien lo sabes
ni en las cortes celestes
tiene par en sus amores.
Y cuando llegue la hora
en que la muerte nos llame
por tu intención bendita
las puertas del cielo abres
Que nunca un hijo en esta tierra
fue por Ti desatendido
ni hubo hombre bien vencido
que suspiras y no te pido
Danos señora tu mano
y mira el pueblo gitano
protégelo con tu manto
que nadie te mima tanto
como tu pueblo gitano.”
21
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
U
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nción del paso del Cristo Moreno de San Jerónimo para la cuartaletra de Tu
Nombre.
A penas ha anochecido en Madrid, es primavera, el clima se ha dulcificado y el invierno está
empezando a dar su últimas coletadas, los jardines de nuestra ciudad y de sus calles empiezan
a poblarse de flores y el Madrid del arte y de las letras está más bello que nunca.
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
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Las puertas de la Parroquia de San Jerónimo se van abriendo para su hermandad gitana y
poco a poco sin prisa como se hacen las cosas grandes las dependencias de la parroquia se van
llenando de hermanos y hermanas que van cambiando su atuendo de ropas de calle por sus
túnicas nazarenas y por fajas costaleras, todo está dispuesto y después de rezar ante la Virgen
de las Angustias en su capilla:
PLEGARIA A LA VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS.
(A todo el cuerpo de nazarenos y costaleros que hacen posible, que el Señor de los
Gitanos se pasee por las calles de Madrid, cada Miércoles Santo.)
“La virgen de los gitanos
mi triste paloma herida
no se te escape la vida
por el filo del puñal
tintineo del varal
rosa, lirio y un clavel
sabor de pimiento y sal
campanilla y cascabel
La Virgen de los gitanos
copla alegre y lucero
sentimiento verdadero
rezo sincero, oración
cielo azul enamorado
revuelo en el corazón
y celestial el sendero
de sonrisa y alegría
al compás del costalero.
La Virgen de los gitanos
una mujer muy gitana
la saeta se hace nana
mientras suena seguidillas
al compás de buleria
para mi Virgen gitana.”
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
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La escalera de San Jerónimo, los aledaños del Museo del Prado, la fuente de Neptuno y el
Paseo del Prado se va llenando de capas blancas y antifaces morados se dirigen por el camino
más corto a la casa de Jesús de Medinaceli porque allí en su paso como un clavel fresco y una
cera a punto de estrenar le espera el Nazareno Gitano, el de las Manos Morenas.
El rostro del Nazareno se va encendiendo con la llegada de los hermanos todos lo miran y a
todos mira el Señor, es este momento mágico posiblemente cuando la hermandad es más
hermandad, todos visten la misma túnica y todos tiene puesto los ojos en el mismo rostro.
¡Cómo es el rostro del Señor de la Salud! Su serenidad no le pierde ni quita nada del dolor, la
proximidad de su muerte no ha alterado para nada su rostro, su Señorío hace que no responda
nada ante tanto injusticia, su rostro profundamente expresivo no se ha alterado en nada sus
ojos siguen bajos para encontrarse con los míos, sus labios destilan miel, ¡cómo es el rostro del
Cristo Gitano!, sus oídos están atentos a todas las súplicas, a nadie desoye, por todos se
interesan y si hay alguno que sufre por ser más pobre es especialmente atendido, es el
predilecto porque Él sabe que lleva un pedacito de su cruz en su vida.
Qué diálogo con tu costalero, si aquel que lo ha dejado a un lado durante el año, o con el joven
que lleva tu imagen al cuello pero se olvida de Ti cuando tiene que decir con fuerza que es tu
nazareno.
Qué diálogo con el enfermo, el que sabe que tiene también cogida la cruz, no en sus brazos
como Él si no en la enfermedad que le está debilitando todo su cuerpo, sabe que tiene que subir
al calvario y le pide la salud o más bien fuerza para que el mundo sepa que en medio del dolor
y de la muerte el cristiano puede vivir tranquilo y en paz.
Porque la experiencia del Señor de los Gitanos no es la de un Cristo fracasado, no es la de un
hombre muerto si no que la del Señor de la Salud vive en el corazón de cada hombre y mujer de
buena voluntad, cuando todos nos aterrorizamos ante el dolor y la enfermedad, el Cristo de la
Salud, con su dulce mirada, nos consuela y nos invita a caminar hacia delante.
Después las palabras del Director Espiritual, dando sentido a Tu procesión infundiendo en
nuestros corazones la serenidad que aplacan los nervios para poderte acompañar por las calles
de Madrid y poder así ser testigos de tu presencia enigmática y soberana. Las palabras de
gratitud del guardián del convento de Franciscanos Capuchinos, que regentan la Basílica de
Jesús de Medinaceli vendrán como a subrayar las palabras del Director Espiritual. Cuánta
gratitud tiene que mostrar esta hermandad antes los frailes de San Francisco, no sólo abren
las puertas al Cristo Gitano, si no que acogen con un cariño y una fraternidad sin igual a toda
su hermandad.
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
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Todo está dispuesto, los nazarenos debidamente uniformados han ocupado su sitio, cogidos su
cirios, agarrados a su insignia y abrazado a su Cruz de Guía, el Diputado Mayor de Desfile
después de haber deseado al Hermano Mayor una buena estación de penitencia se apresura
hasta la puerta de la Basílica y se dispone a abrirla, son las puertas del Señor de Madrid, las
puertas por la que pasan diariamente filas innumerables de fieles que asciende hacia el
camarín como si de un calvario se tratara para encontrarse con un hombre-Dios Cautivo,
maniatado, condenado a muerte, despreciado por los hombres y sin embargo benefactor de
éstos, la explanada del templo está a rebosar de gente, se puede decir que han venido de todo
Madrid, del Madrid del centro y de los barrios, del de las letras y de los Austria, del Madrid
de los obreros y los empresarios, de los hombres y mujeres, de los jóvenes y adultos, de los niños,
todos están expectantes a que aparezca por las puertas el Cristo Moreno de la Salud, Todos
clavan su mirada en su rostro, todos aclaman al Nazareno con sus palmas y el atrio de la
Basílica se convierte de nuevo en un pretorio donde Pilatos una vez más lava sus manos como
un rito exculpatorio y se lo entrega a una turba humana para que lo conduzca al calvario,
aquí se lo han entregado a un puñado de hombres y mujeres con hábitos y capas blancas, con
corazones henchidos de amor que lo conducen por las calles de Madrid hasta lo más alto del
barrio la Plaza de Santa Ana como si de un nuevo Gólgota se tratara.
Y Jesús camina, no se detiene, toda su vida ha sido un camino, un camino al encuentro con los
hombres, con Zaqueo y con la Magdalena, con Felipe y con Mateo, con Natanael y con tantos
hombres anónimos. Camina y camina, siempre impartiendo su Salud y su Salvación.
Sigue caminando en su entrada triunfal a Jerusalén.
Camina hacia la oración angustiada y repleta de temores del huerto de Getsemaní.
Camina maniatado hasta la casa del Sumo Sacerdote donde la religión oficial tampoco lo
entiende y lo abofetea y aún más, lo consideran un blasfemo.
Camina, conducido a empujones, maniatado hasta la casa del pretor. Es la justicia de Roma,
es la justicia del poder que domina, es la justicia del que se lava las manos, es la justicia que no
escucha la súplicas de una mujer, es la justicia del miedo, es la justicia que se pavonea de
poseer todo pero, que no conoce la verdad y a pesar de tenerla delante, de mirarla y dejarse
mirar por ella sigue preguntando delante de la única verdad que es Jesús el Nazareno ¿qué es
la verdad?
Camina hasta la casa de Herodes donde lo toman por loco, donde le viste túnica blanca como a
los locos, donde ante el silencio el hombre se inquieta y lo desprecian.
Camina siempre sin encorvarse, sin que se detenga, sin ni siquiera de las caídas le hagan
aminorar su paso.
Nosotros que contemplamos el Cristo nos unimos a su paso para que no decaiga el nuestro.
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
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El Señor de la Salud va subiendo, asciende ya la calle Cervantes arriba y ahí se ha encontrado
con su Madre, y en un silencio casi adivinado se ha escuchado estas palabras:
CONTEMPLANDO AL SEÑOR DE LA SALUD.
(A la Hermandad del Rocío de Madrid y de Pozuelo de Alarcón. Que caminaron con nosotros
al principio de nuestra hermandad.)
“Que solo vas caminando
que silencio te corteja,
por las calles oscurecidas
la noche del Miércoles Santo.
Qué lívida va tu cara
qué encorvado va tu cuerpo
si adivinan ojos marchitos
por entreabiertas pestañas
Qué pesada, Dios tu cruz
que te desgarra tu hombro
y tu cuerpo adivinando
cuánta muerte llevas encima
Solemne cortejo anda
por calle Cervantes arriba
por calle León y Prado
hasta rematar la plaza.
Camina siempre conmigo
no dejes solos mis pasos
que mis ojos te descubran
cuando caminas a mi lado.”
Y en la remira de la calle León se ha encontrado con unas mujeres que se lamentan, que no
entienden el sufrimiento, ni tan siquiera el que ellas experimentan y también ellas han recibido
el consuelo, no lloréis por Mí, hijas de Madrid, llorad por vosotros y por vuestros hijos pero
recibid de Mí la Buena Noticia del amor que salva, y aquellas mujeres no saben nada pero han
sentido en su interior algo que ha cambiado su vida.
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
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Una de ellas sale como queriendo agradecer sus palabras y con la toca que cubre sus hombros le
ha querido sacar el sudor y he aquí que también el Señor se lo ha agradecido, su rostro, el
rostro malherido pero misericordioso, el rostro desecho pero fuerte, su boca entreabierta pero
firme, su mirada baja pero amorosa, sus pómulos desgarrados por los golpes pero contundentes
se han quedados marcados en aquel paño de la mujer buena, se han convertido como en un
icono y es que cuando nos acercamos a Jesús y queremos encontrarnos seriamente con Él, su
imagen se queda marcada en nuestro interior como en el paño de la mujer Verónica.
Ya va el Nazareno por la calle el Prado y para que llegue bien hasta la cumbre le han hecho
acompañar por un tal Simón de Cirene, su nombre casi anónimo, viene de sus quehaceres y
nada tiene que ver con el Nazareno pero se convierte sin saberlo en el primer ejemplo del
cristiano, pero nuestro Cristo de la Salud no tiene Cirineo, ¿dónde está su Cirineo?¿No sabéis
donde está? Pues está en cada uno de nosotros cuando tomándonos en serio el mensaje de
Jesús cogemos la Cruz de cada día y le seguimos.
Pero escuchad, el Cristo ya ha culminado la Plaza y de sus labios se escuchan estas palabras:
La primera es de perdón como ha sido su tónica durante toda su vida, perdón a pesar del dolor
y del sufrimiento, perdón a pesar de la cruz, perdón a pesar de la injusticia, perdón a pesar de
no entender, perdón en definitiva de todo porque es el perdón la muestra más eficaz del amor.
Continúa hablando y ahora es con su Padre, desgrana un salmo con el que se identifica en el
sufrimiento y recibe como tantas veces al orar, el consuelo y el bálsamo para sus heridas.
Y sigue hablando el Nazareno porque hasta ahí, en el momento más crucial de su existencia ha
sido capaz de dejarse robar por los hombres el cielo, “hoy estarás conmigo en el paraíso.”
Pero estad atentos que está dispuesto a darnos lo más preciado que tiene, lo único que le
queda, su ropa se la han repartido, sus amigos lo han dejado, sólo le queda su Madre, y su
pensamiento, como si de un escultor se tratara se ha recreado en su belleza
y nos la ha entregado:
EL ESCULTOR AL TALLARTE.
(A mis Amigos: D. Manuel Ramos y D. Damián Contreras, con los que he compartido
la responsabilidad, preocupación y alegría de la restauración del Cristo de la Salud.)
“No existe dolor como el tuyo
ni pena como tu pena
que tiña de tonos oscuros
tu carita de azucena
Cuando extasiado contemplo
la majestad de tu cara
no se quien pudo haber hecho
esfinge tan soberana
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
El escultor, al tallarte,
en Ángel se transformara
para plasmar con detalles
lo que Dios, a su pie dictaba:
Sus manos fueron palomas
que sobre Ti se posaban
y frágiles mariposas
las gubias que te labraban
De la pena más amarga
te dio un velo de tristezas,
y del rosal de la gracia
su fragancia más selecta
Del pincel más contrastado
de la más sutil paleta
le dio el tono bronceado
a tus mejillas morenas;
De un bello clavel tronchado
dispuso Dios que te diera
ese requiebro desgranado
de tu boquita entreabierta
De la gracia primorosa
de dos aves en su vuelo
esas manos temblorosas
que sostienen el pañuelo
Tus lágrimas de rubí,
como perlas engastadas,
y el delicado perfil
de tu nariz afilada
Y te puso tanto encanto
y te puso tantos dones
que en tu hacer fue derrochando
el vaso de sus primores
Pero algo te falto, Madre
imposible fue tallarlo,
esa sonrisa inefable
que no dibujan tus labios.
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VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
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Porque Tú, al ver que este pueblo
te piropeaba con arte
quisiste dejar un hueco
a tu afligido semblante
Para cambiar un instante
la expresión de las Angustias
que hace aún más palpable
tú sin igual hermosura.”
Todo se ha consumado en la Plaza de Santa Ana y proceden a realizar la bajada por la calle
Atocha abajo y por la calle Jesús para dejarlo en su casa, será ésta como un sepulcro donde
poco tiempo permanecerá el Nazareno puesto que pronto será trasladado de nuevo como vivo y
resucitado a su iglesia de San Jerónimo el Real y allí el Cristo Moreno seguirá escuchando
como siempre la plegaria de los suyos.
D
anos Señor la fortaleza necesaria para poder continuar con nuestra tarea y para ello
señor te pedimos que nos ofrezcas tu Mano Morena.
Como son tus manos Señor casi temblando de emoción las mías cuando apenas hace unos meses
la sostenía en mis manos. Eran unas manos grandes, poderosas, eran las mismas que sostenían
la Cruz y que ahora estaban intentando sujetar las mías, por un momento se agolparon en mi
interior un montón de imágenes de tus manos.
Eran las mismas manos que habían tocado y había acariciado a tu Madre en tantos y tantos
momentos de intimidad del hogar de Nazaret.
Eran las manos frágiles de un niño pero que seguro que para la Virgen de las Angustias eran
las manos fuertes de un Dios.
Manos que compartieron juegos como todos los niños, juegos de infancia con aquellos vecinos
tuyos de Nazaret y que acariciaron alguna vez aquellos pergaminos de la Torah con los que los
niños hebreos aprendían a leer para poder contemplar al Dios que había hecho una historia de
amor con su pueblo Israel.
Manos que sostuvieron el rollo de la ley en tu mayoría de edad cuando delante de aquellos
maestros dabas razón de lo que habías aprendido y se quedaban maravillados de tu sabiduría.
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
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Manos que se mezclaron con la madera y con los instrumentos de trabajo en aquel humilde
taller de José donde también supusiste como joven de las labores del trabajo humilde para el
sustento cotidiano.
Manos que tocaron el agua y la transformaron en un vino nuevo como si del corazón de
aquellos novios de Canaá se hubiera tratado y convirtieron sus tristezas y sus angustias en
gozo y en alegría.
Manos que acariciaron a los niños y nos enseñaron con esas caricias que solamente cuando se
tiene corazón de niño se es capaz de entender tu Buena Noticia.
Manos que tocaron los ojos del ciego y que con el barro de la pobreza de nuestra tierra y la
fortaleza de tu omnipotente saliva le dieron la vista a aquel que había carecido de ella desde
su nacimiento.
Manos que escribieron en tierras, ningún evangelista nos ha dicho que escribiste, pero que
exculparon a aquella mujer adultera que iba a ser lapidada.
Manos que acogen a los enfermos y se sienten curados de su paralís o de sus epilepsias
encontrando siempre en tus manos, Bendito Nazareno Gitano, la salud.
Manos que acogen a los pecadores y comen con ellos y le ofertan juntamente con el pan
compartido, el perdón de sus pecados.
Manos temblorosas con un sudor frió de sangre que se unen apretadas en la oración suplicante
de aquel huerto de los olivos.
Manos que acogen a Judas para saludarlos con el óculo de la paz y vuelven a curar a aquel
que por la violencia a perdido parte de su integridad como persona devolviéndole esta en la
capacidad de poder seguir escuchándote.
Manos maniatadas del que sin tener nada que le imputen se deja apresar por un grupo de
enfervorecidos guardias del templo, buscando la verdad en su ley muerta y daban golpes a la
verdad que habían ido durante tres años derrochando la vida a caudales.
Manos maniatadas Señor en tu Sentencia ante aquel Pilatos inicuo que tiene la vista tan
nublada que preguntan por la verdad teniéndola delante.
Manos que sostienen la caña, la que Tú había anunciado que no partirías aún estando cascada
y que ahora representa todo un cúmulo de burlas ante los soldados del Imperio de Roma.
Manos que se hacen una con la Cruz,
cómo acarician Tus manos la Cruz,
cómo sostienen tus Manos la Cruz,
cómo cargan tus manos con la Cruz,
cómo se acoplan tus manos a la Cruz,
habéis mirado alguna vez las manos de vuestro Nazareno haciéndose una misma
realidad con la Cruz que el lleva, son impresionantes son las manos de un Dios que
obstan por el amor y cargan con el para darnos la Salud.
Manos que se abren de par en par para que entre la frialdad de la madera y el clavo
punzante se hagan un todo con el leño Sagrado, manos clavadas en la Cruz.
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
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Son tus manos Señor de la Salud, las manos de la Fe, las mismas que muestras a Tomás,
cuando por haber estado ausente de la compañía de los suyos no creía en tu resurrección, y es
que Señor, para creer en tu resurrección, para verte vivo, para dejarnos tocar por Ti
necesitamos vivir en Hermandad. Cuando por circunstancias de la vida nos alejamos de ésta y
nos detenemos en otros quehaceres, cuando por pequeñeces que en el fondo Señor, no son más
que pequeñeces, nos distanciamos los hermanos, que difícil es creer que Tú estás vivo.
Cuántas veces Señor como Tomás hemos tenido que venir hasta tu capilla o a tu besamanos o
alguna de tus fiestas y tocar tus manos y meter nuestro dedo en tu llaga para saber Señor que
Tú estás vivo. Vivo Señor si, y tus manos son testigo y nos invitan a usar las nuestras para
seguir proclamándote.
Tú estás resucitado Señor cada vez que nosotros trabajamos en cada uno de nuestros hogares
por hacer posible unas relaciones más cercanas y auténticas.
Tú estás vivo Señor cuando los padres son capaces de bajarse hasta sus hijos y entenderlos y
dialogar con ellos y aceptarlos en los errores propios de su juventud.
Tú estás vivo Señor cuando los jóvenes son capaces de acoger con respecto las palabras de sus
padres y de irse formando en la experiencia que ésta les brinda.
Tú estás vivo Señor cuando nuestras manos bendicen la mesa que compartimos día a día fruto
de nuestro esfuerzo pero fundamentalmente de tu misericordia.
Tú estás vivo Señor cuando somos honestos, honrados, responsables, y justos en nuestros
trabajos y hacemos de ello una manifestación de el Dios en el que creemos, sabiendo que
usando nuestras manos en el trabajo estamos prolongado tus manos creadoras y tus manos
constructoras de un mundo mejor.
Tú estás vivo Señor cuando potencias la debilidad de nuestras manos para atender a los
pequeños, a los pobres que viven a nuestro lado y en los que Tú estás presente, a los alejados
que no te conocen y que posiblemente a través de una estampa que le hemos ofrecido se acercan
a Ti y rejuvenecen su fe.
Tú estás vivo Señor cuando somos capaces de acariciar a un anciano y darle desde nuestras
manos toda la gratitud por sus años vividos y devolverle todo el cariño que de él hemos
recibido. Tú estás vivo Señor cuando nos acercamos a un hermano nuestro gitano y le
ayudamos en sus problemas y le hacemos que desde su sencillez él se pueda volver a encontrar
con su Dios. Tú estás vivo Señor cuando vas abriendo caminos nuevos en la asistencia social
de tu Hermandad y nos identificas a los hermanos más desheredados de la tierra para que en
nuestra labor, nuestras manos no sean si no una prolongación de las tuyas.
¡Cuánto Señor nos enseña tus manos!
¡A cuánto Señor nos compromete tus manos!
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
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Señor de las Manos Morenas poténcianos para que seamos una prolongación de tus manos en
este Madrid donde Tú un día volando desde Sevilla quisiste venir a sentarte.
ORACION AL CRISTO GITANO.
(Con mi agradecimiento a todos los que de una u otra forma han colaborado en la elaboración
de este pregón. Especialmente a mi sobrino Juan David.)
Termina Tú mi pregón
Padre Jesús Nazareno
Que está cansada mi voz
Y está exhausto el corazón
De tantas emoción herida
Lo terminarán tus manos
Holladas de tantos besos
Mojada por tantos llantos
Que los pies van empapando
Resbalando entre tus manos,
Lo terminará tu cara
La dulzura de tu boca
O tu expresión humillada
Que en esta dulce mirada
Nos remide y nos perdona.
Y si no lo terminara
Ni tu infinita paciencia,
Ni la soga que te ata
Ni tu túnica morada
Ni el fulgor de tus potencias.
Que lo acabe ese silencio
Que una noche estrellada
Entre callejas dormidas
Y entre desiertas esquinas
Te acompañaron hasta tu casa
VII Pregón de la Semana Santa de la Hermandad de los Gitanos
O esa oración callada
Que se musita en los labios
De los que ante Ti se paran
Para ofrecerte tus plegarias
Todos los días del año,
O quizás el anonimato
De callados costaleros
O el testimonio mudo
Que hace ese blanco reguero
De hermanos nazarenos
O tu primera salida
Por las calles de Madrid
O el incienso o las flores
O la cera consumida,
O una subida plegaria
Elevándose en su vuelo
Como saeta que rasga:
“Amare!a dade!a, kaj san adn-o ´cèros!
Te sfincil pes tiri anav!
Te avel tiro thagarnipen!
Te kerel pes tiri voja,
Sar si adn-o ´cèros kada vi p-i phuv!
Amaro divesutno manro
De les amen avdives!
Thaj jertisar amenqe amare bezexa
Sar vi amenqe jertisaras e bezexa amare
bezaxalenqe,
Thaj na ingar amen and-i ispìta,
Thaj skapisar amen e nasulen0ar!
Amen!”
Ayúdame, Padre Mío
Pon Tú el broche postrero
Con tu espíritu divino
Que ante mí Tú eres mi Dios
Y yo ante ti tu pregonero.
He dicho.
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