Marco Constitucional de los Tratados Internacionales en Materia

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MARCO CONSTITUCIONAL DE LOS TRATADOS INTERNACIONALES EN
MATERIA FISCAL
TEMA I. CONVENCIONES FISCALES Y EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO.
1.- EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO Y SUS REPERCUSIONES FISCALES
El Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y el Canadá que nuestro país negocia,
tendrá entre otras repercusiones previsibles, la celebración de tratados y convenciones
internacionales en materia fiscal.
Conviene recordar que la materia de dicho tratado parece superar los limitados alcances con
los que se concibió a las zonas de libre comercio tradicionales.
En efecto, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (G ATT) entiende
por zona de libre comercio, a "un grupo de dos o más territorios aduaneros entre los cuales
se eliminen los derechos de aduana y las demás reglamentaciones comerciales restrictivas
(excepto, en la medida en que sea necesario, las restricciones autorizadas en virtud de los
artículos 11,12,13,14 y 20) con respecto a lo esencial de los intercambios comerciales de
los productos originarios de los territorios constitutivos de dicha zona de libre comercio"
Para México no son desconocidas las zonas de libre comercio tradicionales pues ha venido
participando en la formación de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio,
(ALALC) en base al Tratado de Montevideo suscrito en 1960, y prosigue, en unión con
varios países, en el empeño de llevar adelante la Asociación Latinoamericana de
Integración (ALADI).
En verdad nos encontramos ante una nueva conceptuación del libre comercio.
Ya no se trata como en el pasado de una asociación para liberar de aranceles y restricciones
cuantitativas al intercambio de mercaderías. La noción de libre comercio va relacionada
ahora a todos los demás factores que se relacionan con los bienes en intercambio
internacional como son los servicios, el crédito y la inversión.
Esta nueva perspectiva del libre comercio ha sido inaugurada con el Acuerdo de Libre
Comercio entre Canadá y Estados Unidos suscrito el 4 de octubre de 1987 y vigente a partir
del lo. de enero de 1989.
En dicho acuerdo se establece una zona de libre comercio que comprende el comercio en
bienes, los servicios comerciales y de turismo, la entrada temporal de personas en viajes de
negocios, tales como comerciantes e inversionistas, así como la inversión y los servicios
financieros.
Todos estos conceptos se ven regidos por el principio toral en el sentido de que una parte
contratante gozará en el territorio de la otra, del mismo tratamiento que ésta otorgue a los
nacionales
Cabe advertir que no obstante el cambio de concepto, sus implicaciones no conllevan las
consecuencias profundas de otras formas de integración económica como son las
propugnadas por la unión económica, dentro de las cuales el modelo más relevante lo
constituye la Comunidad Económica Europea.
En efecto, en el Tratado de Roma que la instituyó, el conjunto de objetivos supone la
instauración de políticas comunes entre los Estados miembros en todos los sectores de la
actividad económica a fin de lograr "una expansión continua equilibrada, una estabilidad
incrementada, una mejora acelerada del nivel de vida y unas relaciones más estrechas entre
los Estados participantes"
Estos objetivos no son los perseguidos por un acuerdo de libre comercio, aun en la
conceptuación del momento actual. Esto se evidencia en la diferente naturaleza de los
acuerdos internacionales correspondientes, dado que la unión económica requiere del
establecimiento de un ente jurídico con órganos de decisión propios, en tanto que la zona de
libre comercio no lo exige como requisito necesario, dado que opera mediante
negociaciones bilaterales o multilaterales directas.
No obstante lo anterior, es claro que en todos los mecanismos de integración económica
existe una relación indiscutible con los aspectos arancelarios y fiscales, lo que supone un
necesario y conveniente grado de concertación.
En lo que concierne a las materias arancelaria y aduanera, las diferentes formas de
integración económica conocidas, sea la zona de libre comercio, la unión aduanera, el
mercado común o la unión económica, tienen como medida básica fundamental, la
eliminación de barreras arancelarias y restricciones, así como la armonización de los
sistemas aduaneros a fin de asegurar en las fronteras el intercambio libre de mercancías.
Así también todas suponen un cierto grado de armonización de los sistemas impositivos,
cargando el acento, primero, en todas las contribuciones y cargas indirectas que gravan las
mercancías y los servicios relacionados, pero también sin olvidar los demás gravámenes
que pueden incidir de manera directa sobre las inversiones, los activos o los ingresos.
En el caso europeo, la Comunidad tuvo que resolver en forma casi paralela con la
desgravación arancelaria, la adopción de un sistema uniforme de imposición indirecta que
en base al país de destino se comportara con neutralidad en las operaciones de comercio
internacional, desembocando finalmente en la instauración del IVA europeo.
En el establecimiento y mejoría de tal sistema, la Comunidad pasó de la aplicación de los
"tipos tributarios medios" previstos por el artículo 97 del Tratado de Roma, a los impuestos
señaló los impuestos compensatorios, para finalmente llegar a la 6a. directiva de 1977 que
señaló los perfiles definitivos del mencionado impuesto al valor agregado.
Una cuestión semejante ocurre con los impuestos directos que gravan los ingresos, los
capitales o los activos, sólo que se refleja en un grado mayor si más intenso es el proceso de
integración económica de que se trate, situación que se evidencia considerando el caso
extremo de la unión económica en el que se supone una completa libertad de movimiento
de productos, capitales y personas, razón por la cual es indispensable considerar la carga
fiscal que pesa sobre los mismos en su país de origen y en el país al que se dirijan.
En el Acuerdo de Libre Comercio entre Canadá y Estados Unidos existe previsión expresa
de que en materia de servicios y de inversiones una medida impositiva nueva no deberá
significar arbitrariedad o discriminación injustificada entre personas de las partes
contratantes o restricción al comercio de servicios o a las inversiones entre dichas partes.
Asimismo reconoce y ratifica la fuerza vinculatoria de la convención existente entre las
partes en materia de impuesto sobre la renta y sobre capital, con lo cual reafirma la relación
que indiscutiblemente existe con los acuerdos de libre comercio de referencia, mismos que
como hemos visto, tienen una amplia materia formada tanto por las mercancías de comercio
exterior como por los servicios, el crédito y la inversión.
La política fiscal mexicana en el campo de los tratados para evitar la doble imposición
internacional, se caracterizó hasta hace muy poco tiempo por eludirlos, primordialmente
porque al parecer no resultaban convenientes o necesarios para el país, al menos ante las
circunstancias de sus relaciones económicas y comerciales con el orbe.
Más conveniente parecía adoptar el método unilateral para la solución de los conflictos de
doble imposición internacional sobre los ingresos de las personas o las utilidades de las
empresas, establecido de conformidad con su legislación interna en materia del impuesto
sobre la renta.
Esta situación ha venido cambiando y ante la perspectiva de celebración de un tratado de
libre comercio con los Estados Unidos y el Canadá y considerando además la amplia
materia que abarcará, somos de la opinión de que los términos de la cuestión también se
han modificado.
2.- LAS BASES CONSTITUCIONALES DE LOS TRATADOS EN MATERIA
FISCAL
En atención a las nuevas circunstancias considero no solo interesante sino necesario,
determinar cuáles son en nuestro país, los principales temas constitucionales involucrados
en la celebración de tratados internacionales en materia fiscal. Para ello es necesario
primero precisar cuáles son las disposiciones constitucionales que rigen el campo
mencionado.
En lo que concierne a las relaciones internacionales en lo general y a los tratados y
convenciones en lo particular, las principales disposiciones de nuestra Constitución son las
siguientes:
2.1.-En primer término tenemos un grupo de disposiciones contenidas en el artículo 73,
fracciones XVI, XVIII, XX, XXIX-A, inciso lo., XXIX-F y XXX, que establecen las
facultades del Congreso de la Unión para dictar leyes sobre:
a) Los extranjeros y su naturalización;
b) El valor relativo de la moneda extranjera;
c) La organización de los cuerpos diplomático y consular mexicanos;
d) El establecimiento de contribuciones de comercio exterior, así como
e) La regulación de la inversión extranjera.
2.2.-En segundo lugar, tenemos lo dispuesto por el Artículo 76, fracciones I y II, que
facultan al Senado de la República para analizar la política exterior y aprobar los tratados
internacionales, así como para ratificar los nombramientos de los agentes diplomáticos y
cónsules generales, en los términos siguientes:
"Artículo 76.-Son facultades exclusivas del Senado:
I.-Analizar la política exterior desarrollada por el Ejecutivo Federal, con base en los
informes anuales que el Presidente de la República y el Secretario del despacho
correspondiente rindan al Congreso; además, aprobar los tratados internacionales y
convenciones diplomáticas que celebre el Ejecutivo de la Unión;
II.-Ratificar los nombramientos que el mismo funcionario haga de los ministros, agentes
diplomáticos, cónsules generales, empleados superiores de hacienda, coroneles y demás
jefes superiores del Ejército, Armada y Fuerza Aérea nacionales en los términos que la ley
disponga...".
2.3.-En tercer término tenemos las disposiciones del Artículo 89, fracciones I, II, III, X y
XVI que facultan al Presidente de la República para:
2.3.1.-Nombrar a los agentes diplomáticos y cónsules generales con aprobación del Senado
y, en sus recesos, de la Comisión Permanente, así como removerlos;
2.3.2.-Promulgar y ejecutar las leyes que expida el Congreso de la Unión, proveyendo en la
esfera administrativa a su exacta observancia;
2.3.3.-Dirigir la política exterior, y
2.3.4.-Celebrar los tratados internacionales.
Estas dos últimas se prevén en los términos siguientes:
"Artículo 89.-Las facultades y obligaciones del Presidente son las siguientes:
X.-Dirigir la política exterior y celebrar tratados internacionales, sometiéndolos a la
aprobación del Senado. En la conducción de tal política, el titular del Poder Ejecutivo
observará los siguientes principios normativos: la autodeterminación de los pueblos; la no
intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o el uso
de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la
cooperación internacional para el desarrollo; y la lucha por la paz y la seguridad
internacionales;..."
2.4.-En cuarto lugar tenemos que el Artículo 107, fracción VIII, inciso a), que faculta a la
Suprema Corte a conocer y resolver de las revisiones interpuestas en los casos siguientes:
"Artículo 107.-Todas las controversias de que habla el artículo 103 se sujetarán a los
procedimientos y formas del orden jurídico que determine la ley, de acuerdo con las bases
siguientes:
VIII.-Contra las sentencias que pronuncien en amparo los jueces de distrito, procede
revisión. De ella conocerá la Suprema Corte de Justicia:
a).-Cuando habiéndose impugnado en la demanda de amparo, por estimarlos directamente
violatorios de esta Constitución, leyes federales o locales, tratados internacionales,
reglamentos expedidos por el Presidente de la República de acuerdo con la fracción I del
artículo 89 de esta Constitución y reglamentos de leyes locales expedidos por los
gobernadores de los Estados, subsista en el recurso el problema de constitucionalidad;..."
2.5.-En correlación con lo dispuesto por el artículo 73, fracción XXIX, inciso a), tenemos
que el Artículo 131 de la Constitución dispone que es una facultad privativa de la
Federación no sólo el establecimiento de contribuciones al comercio exterior, sino también
para regular éste en todo tiempo y aún prohibir la circulación o tránsito de mercancías de
procedencia extranjera, previendo además que el Congreso puede facultar al Ejecutivo
mediante una ley, para aumentar, disminuir, suprimir y crear cuotas de las tarifas de
importación o exportación de mercancías.
2.6.-Por último tenemos lo dispuesto por el Artículo 133 que establece la supremacía de la
Constitución frente a cualquier otro ordenamiento jurídico, incluidos los tratados y
convenciones internacionales, en los términos siguientes:
"Artículo 133.-Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y
todos los tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren por el
Presidente de la República, con aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda la
Unión. Los jueces de cada Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados a
pesar de las disposiciones en contrario que pueda haber en las Constituciones o leyes de los
Estados."
3.-LAS PRINCIPALES CUESTIONES CONSTITUCIONALES EN EL TEMA
De conformidad con las disposiciones antes mencionadas, en particular lo establecido por
el artículo 133, se deducen como principales cuestiones constitucionales en esta materia, las
siguientes:
3.1.-El proceso de formación y validez constitucional de los tratados internacionales.
3.2.-E1 alcance vinculatorio de los tratados internacionales, cuestión que puede precisarse
al responder las siguientes cuestiones:
3.2.1.-La subordinación de los tratados internacionales a las prescripciones de la
Constitución.
3.2.2 .-El orden jerárquico entre las leyes federales y los tratados internacionales.
3.2.3.-E1 alcance normativo entre tratados y convenciones internacionales.
3.2.4.-La situación de las constituciones y leyes locales ante los tratados internacionales.
A continuación hacemos un breve análisis de estos temas.
3.1.-El proceso de formación y validez constitucional de los tratados internacionales.
El artículo 133 constitucional previene que los tratados internacionales celebrados y que se
celebren por el Presidente de la República con aprobación del Senado serán la ley suprema
de la Unión con lo cual confirma dos fases principales de dicho proceso que se encuentran
señaladas por el artículo 89, fracción X de la Constitución.
Dichas fases se ven complementadas por otras que son práctica común internacional y que
se han constituido en norma de derecho interno al momento en que México tiene en vigor la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados.
Tiene particular importancia la convención de referencia porque su objeto es precisamente
regular algunos aspectos del proceso de creación de los tratados y acuerdos internacionales,
así como de las etapas posteriores a su iniciación de vigencia, como son las relativas a su
aplicación, término y denuncia.
El procedimiento formativo de dicha Convención se describe enseguida como ejemplo de la
serie de etapas que lo constituyen.
Así tenemos que la mencionada Convención fue:
1o.- Suscrita por el plenipotenciario de México el 21 de marzo de 1986;
2o.- Aprobada por el Senado el 11 de diciembre de 1987;
3o.- Promulgada dicha aprobación por Decreto del Ejecutivo de fecha 11 de enero de 1988;
4o.- Depositado el instrumento de ratificación del propio Ejecutivo ante la Secretaría
General de la ONU el 10 de marzo de dicho año de 1988;
5o.-Expedido el Decreto promulgatorio de la Convención el 19 de marzo del citado año, y
6o.-Publicados ambos, tanto el Decreto como el texto de la Convención, el 28 de abril
siguiente.
En la citada convención se establecen varias formas que tienen los Estados para manifestar
su consentimiento a un tratado, sin embargo, de todos ellos destaca el de la ratificación.
Asimismo destaca en la Convención el principio de obligatoriedad de los tratados para las
partes que lo hayan celebrado, complementado con la regla de que un Estado no podrá
invocar disposiciones de derecho interno como justificación del incumplimiento del tratado
(artículo 27, párrafo 1).
Así también la Convención incluye varias reglas relativas a la enmienda y modificación de
los tratados, las que implican una serie de etapas en el proceso respectivo.
Varias cuestiones se originan cuando no se sigue el orden riguroso del proceso como por
ejemplo cuando se ratifica antes de que el Senado haya dado su aprobación, situación que
conforme a nuestra Constitución tendrá que resolverse en el sentido de que los efectos solo
se producen a partir de la vigencia de la aprobación por el Senado y no antes.
3.2.-E1 alcance vinculatorio de los tratados internacionales.
Este segundo aspecto se conoce en la medida que se responden varias preguntas
fundamentales que nosotros hemos formulado antes.
La primera de ellas se refiere a la relación de subordinación del tratado frente a la
Constitución.
Al respecto, el texto del artículo 133 que no deja lugar a dudas. Una disposición de algún
tratado, atentatoria de un precepto constitucional ningún efecto jurídico debe producir y al
respecto los tribunales del Poder Judicial de la Federación, por la vía del amparo, podrán
declarar la inconstitucionalidad respectiva, a la luz del artículo 107, fracción VIII, inciso a).
La segunda pregunta se refiere a la relación existente entre una ley federal y un tratado, en
los casos de contradicción. En estos supuestos la fuerza vinculatoria del tratado habrá de
depender de si sus disposiciones son acordes con la recta interpretación de la Constitución,
pues tal contradicción puede ser examinada a la luz de la propia Ley Suprema.
En la experiencia jurisprudencial mexicana, se ha dicho que la relación entre una ley
federal y un tratado es una relación del mismo grado jerárquico, en ningún caso uno u otra
pueden estar por encima.
Sin embargo, tal interpretación no tiene aún fuerza jurisprudencial y algunas voces de la
doctrina opinan que podría existir una relación de subordinación del tratado ante la relación
sucesiva en que se expresa el texto constitucional.
La tercera cuestión pregunta si pueden existir relaciones de subordinación entre los propios
tratados y convenciones, lo cual es interesante a la luz de las distintas prácticas que hasta la
fecha se emplean en los medios diplomáticos mexicanos en la formación de dichos
ordenamientos; cuestión respecto de la cual México no tiene experiencia judicial.
Finalmente, tenemos la cuestión de si un tratado puede dejar a una ley local en un grado
inferior, subordinado. Al respecto hay toda una doctrina internacional que hace depender a
los ordenamientos locales de la imposibilidad jurídico constitucional de que los órganos de
gobierno estatales puedan ser parte de un tratado.
La circunstancia de que el propio artículo 133 establezca que los jueces locales se
arreglarán a los tratados celebrados, a pesar de las disposiciones que en contrario existieren
en las constituciones y leyes locales, hace más difícil precisar el alcance obligatorio de tales
tratados, dado que atento lo ordenado por el artículo 41 de la propia Constitución, los
poderes locales ejercen la soberanía popular en lo que toca a sus regímenes interiores.
4.-LAS CARACTERÍSTICAS DE LOS TRATADOS INTERNACIONALES EN
MATERIA FISCAL
Conviene precisar ahora que los tratados internacionales en materia fiscal pueden
clasificarse en dos apartados:
4.1.-Los que celebran los Estados en materia arancelaria precisamente para formar una zona
de libre comercio o una unión aduanera y a los cuales ya nos hemos referido.
4.2.-Los tratados, convenciones o acuerdos para evitar la doble imposición internacional o
para el intercambio de información fiscal.
En ambos casos el objeto de los tratados o convenciones lo constituyen los impuestos
establecidos por los Estados contratantes, sean estos arancelarios y demás contribuciones de
comercio exterior, en el primer caso, o los impuestos "internos" en el segundo caso.
También debemos recordar que la llamada doble imposición internacional se refiere a la
existencia de impuestos de dos o más Estados que gravan simultáneamente el mismo hecho
y a la misma persona, originando para ésta su obligación ante las autoridades fiscales de
aquéllos.
Ottmar Buhler considera que se produce "cuando el mismo o semejante impuesto es
percibido por varios Estados en virtud de un mismo presupuesto de hecho y para un mismo
periodo de tiempo. Cuando se añade "de la misma persona" (identidad de sujeto), se obtiene
el concepto en sentido estricto".
A fin de evitar la doble imposición internacional, los ordenamientos jurídicos propugnan
por dos posibles soluciones:
a) El criterio "unilateral", consistente en la decisión soberana de cada Estado de
establecer en su legislación interna los conceptos jurídicos específicos de
armonización acordes con su respectiva política fiscal.
b) El criterio convencional mediante la concertación de los instrumentos de solución
entre dos o más países al celebrar tratados o convenciones fiscales internacionales.
Atendiendo a su diversa naturaleza, resulta que el primero es el sistema general que
establece la legislación de cada Estado para definir la causación de los distintos impuestos
nacionales.
El segundo sistema tiene el carácter de norma de excepción y por lo tanto, específica en el
marco del derecho interno.
Los tratados o convenciones fiscales que los Estados celebran para evitar la doble
imposición internacional en materia de ingresos o de capitales, se caracterizan porque
señalan el criterio que se aplicará para definir cuál de los dos países involucrados cobrarán
el impuesto; por tanto, entrañan una distribución internacional de los ingresos fiscales.
En otras ocasiones pueden significar el condicionamiento de algunas políticas de estímulos
fiscales y, una tercera posibilidad consiste en regular la información y estadística recíproca
a través de las convenciones sobre intercambio de información.
De acuerdo con lo anterior, resultan claras las limitaciones del segundo sistema, mismo que
se justifica por sus conveniencias prácticas ante las circunstancias de la relación económica
con un país determinado.
Desde la perspectiva del derecho, resulta también claro que el primer sistema debe siempre
existir para determinar los criterios generales del ordenamiento nacional.
5.-EL SISTEMA FEDERAL DE CONTRIBUCIONES Y LOS TRATADOS EN
MATERIA FISCAL
Las cuestiones fiscales en la tradición de nuestra cultura jurídica occidental son reguladas
por las constituciones nacionales de los Estados con una sistemática pública uniforme.
Es por ello que en 1934 se promovieron reformas al artículo 133 constitucional para dejar
claramente precisada la supremacía constitucional ante los tratados que México celebre,
mismos que deberán estar acordes con nuestra Constitución.
Nuestro sistema jurídico constitucional sigue entonces la tesis monista del derecho
internacional, en tanto que una de sus principales fuentes normativas que lo es el tratado, se
encuentra supeditado a los mandatos del derecho interno.
De otra parte tenemos que el principio de legalidad rige toda la materia contributiva y le
imprime a las relaciones entre el fisco y los contribuyentes el sello de seguridad jurídica.
Dicho principio exige, por tanto, que en el proceso de formación de los tratados o
convenciones fiscales internacionales se le dé debido cumplimiento, al grado de que las
diferentes fases de dicho proceso cuenten con la debida publicidad.
La armonización concertada, al fijar un deslinde de campos de imposición, generalmente
decide sobre el reparto de la recaudación correspondiente entre los Estados contratantes, lo
cual parece exigir el examen y resolución por el órgano legislativo interno que por esencia
decreta el establecimiento o supresión de los impuestos, esto es el Congreso.
En el proceso de formación de los tratados tienen importantes participaciones los poderes
públicos del Estado signatario y para que tenga fuerza obligatoria suele estar revestido de
otras formalidades trascendentes de conformidad con el derecho constitucional interno.
El sistema existente en la mayoría de los países consiste en que el tratado o convención una
vez concluido en el ámbito interno tiene el rango de una ley. Este es el caso de México que
como hemos visto, una vez ratificado por el Senado asume ese carácter. Formalmente eso
es cierto.
No obstante, en atención a la materia involucrada y a las formalidades y rigurosidad del
principio de legalidad, parecería conveniente que el órgano legislativo promulgara una Ley
específica a efecto de consolidar el sistema, tomando en cuenta los efectos presupuestarios
evidentes que tiene la decisión implicada en el tratado.
Conviene advertir que las prácticas legislativas en materia de aprobación de los tratados se
van produciendo en todos los países a medida que las necesidades lo van exigiendo así.
En el caso de los Estados Unidos, por citar sólo el del país más relevante en el plano de las
relaciones internacionales así como el que ha llevado la doctrina de la Constitución rígida y
escrita a los más altos niveles; en dicho país, la práctica indica que la decisión
parlamentaria implicada en la aprobación de un tratado de tales dimensiones y significados
es adoptada por el Congreso y no sólo por el Senado.
Así tenemos que Charles Rousseau da cuenta de la resolución Summers-Schwabe de la
Cámara de representantes, votada el 9 de mayo de 1945, que subordina la ratificación de los
tratados a la aprobación del Congreso y con una mayoría absoluta de la propia Cámara.
Es por ello que la oportunidad es apropiada para examinar posibilidades de robustecer el
procedimiento parlamentario en esta importante materia.
Este enfoque nos parece válido y razonable a fin de fortalecer la participación del Congreso
de la Unión, así como de que las instituciones y los conceptos plasmados en un tratado o
convención en esta materia quede debidamente consolidada.
Conviene recordar, para complementar esta misma idea, que al término de la segunda
guerra mundial, México inició la etapa contemporánea de sus relaciones internacionales e
inauguró también sus prácticas parlamentarias en materia de tratados y convenciones en
materia financiera. Una de ellas muy importante fue la suscripción, ratificación y
aprobación por el Senado de la República, del Convenio Constitutivo del Fondo Monetario
Internacional y del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento.
En aquella ocasión el Gobierno Federal consideró conveniente complementar la aprobación
senatorial, presentando una iniciativa de ley ante el Congreso, tomando en cuenta que para
llevar a cabo sus compromisos, México debía aplicar dicho convenio constitutivo en
nuestro propio territorio e inclusive ante particulares que debían proporcionar cierta
información de tipo económico. Adicionalmente se tuvo en consideración que de ambos
organismos financieros internacionales, nuestro país podría recibir préstamos, mismos que
en los términos constitucionales debían contar con la aprobación de ambas Cámaras. El
Congreso aprobó entonces la Ley que Establece Bases para la Ejecución en México del
Convenio Constitutivo con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento.
Otro de los aspectos constitucionales de controversia es el relativo a la forma federal que
tenga alguno de los Estados signatarios como es el caso de nuestro país.
En efecto, se opina que en estos supuestos, la capacidad del Estado contratante se encuentra
limitada para celebrar un tratado cuando dicho Estado carece de facultades en materias que
sólo corresponden a los Estados federados. Sería el caso de que en el tratado o convención
se pretendiera conceder un beneficio con afectación de contribuciones propias o exclusivas
de los Municipios.
En ese mismo orden de ideas, conviene tener presente que hay aún un extenso campo de
examen para dilucidar las características y extensión del derecho de defensa de los
particulares respecto de las disposiciones contenidas en estos tratados o convenciones
cuando los afecten en sus derechos fundamentales.
Ya hemos visto que la reforma constitucional de 1988 hizo expresa mención de los tratados
como materia de impugnación en amparo, cuando sus disposiciones vulneren o restrinjan
una garantía individual.
Por ello se opina en la conveniencia de consolidar aún más los procedimientos
parlamentarios en la formulación de estos tratados.
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