(Teruel), campaña de 2004: la terraza superior

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SALDVIE n.º 15 2015
pp. 233-262
La intervención arqueológica en el Castillo
de Albarracín (Teruel), campaña de 2004:
la terraza superior
Archaeological research Castle Albarracín (Teruel),
archaeological campaign to 2004: the upper terrace
of the fortress
Antonio Hernández Pardos*
Resumen
En el año 2004 se inició una nueva fase en la investigación arqueológica del castillo de Albarracín (Teruel), con el
objetivo de analizar, contextualizar e interpretar los restos arqueológicos descubiertos entre 1992 y 1996, y de los
cuales no existe ninguna documentación. Durante esa campaña, la actuación se centró en la terraza superior de
la fortaleza, cuyos resultados presentamos aquí de forma sintética. La amplia documentación obtenida ha permitido identificar una intensa y compleja secuencia estratigráfica, así como la evolución urbanística de este privilegiado enclave del Medievo peninsular, con especial interés durante los siglos XI y XIV.
Palabras clave: Estudio estratigráfico, castillo de Albarracín, al-Andalus, Feudalismo, arquitectura de prestigio.
Abstract
In 2004 a new phase began in archaeological research Castle Albarracín (Teruel), in order to analyze, contextualize
and interpret archaeological remains discovered between 1992 and 1996, and of which there is no documentation.
During that campaign, the work was focused on the upper terrace of the fortress, the results presented here in
summary form. Comprehensive documentation obtained has identified an intense and complex stratigraphic
sequence and the urban development of this privileged enclave of medieval peninsular, with particular interest
during eleventh and fourteenth centuries.
Keywords: Stratigraphic study, Castle Albarracin, al-Andalus, Feudalism, architecture prestige.
1. Introducción1
El castillo de Albarracín se encuentra situado en la
parte central del casco urbano histórico de esta población. Esta se asienta sobre una muela calcárea estrecha y alargada modelada por el río Guadalaviar. Con-
cretamente, la fortaleza ocupa toda la cima de una
meseta rocosa de planta ligeramente triangular y paredes verticales, desde la cual se domina toda la muela
sobre la que se fue extendiendo el caserío. La extensión total al interior del perímetro amurallado del casti-
* Arqueólogo de Acrótera. Gestión del Patrimonio. //acrotera.blogspot.com.es. Email: [email protected]
1. Esta intervención arqueológica ha formado parte del «Proyecto de recuperación integral del Castillo de Albarracín» que
promovió en 2003 la Fundación Santa María de Albarracín –encargada de la gestión del monumento–, y cuyo objetivo fundamental ha sido acondicionar los restos arqueológicos y constructivos del yacimiento para su musealización y apertura al público. La actuación arqueológica contó con la autorización y aportación financiera de la Dirección General de Patrimonio Cultural
del Gobierno de Aragón.
234
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
llo es de 0,36 ha., y parece que se mantuvo constante
durante toda su ocupación. Debido al buzamiento que
presentan los estratos calcáreos, la superficie rocosa
muestra una considerable inclinación hacia el suroeste,
mantenida hasta hace pocos décadas por los bancales agrícolas. El emplazamiento del propio núcleo
urbano, y del castillo en particular, constituye por sí
solo un enclave estratégico de primer orden, idóneo
por su carácter defensivo, aspecto que constituye una
de las principales razones para comprender la dinámica histórica de la que es protagonista.
A lo largo de los últimos años, es indudable el
espectacular desarrollo que ha experimentado en
España la arqueología medieval, y particularmente la
andalusí, sobre todo en la pasada década de los años
80. Esta tendencia tuvo su particular reflejo en tierras
aragonesas, especialmente en el castillo de Albarracín, el cual fue objeto de una intensa y «extraña» intervención2 en los años noventa que modificó la fisonomía –tanto exterior como interna– con la que la antigua
fortaleza había alcanzado las postrimerías del siglo
XX3. La actuación parece que consistió en la excavación de numerosos sondeos, los cuales permitieron
poner al descubierto un variado conjunto de estructuras y materiales de cronología medieval y moderna. Si
bien la importancia de los hallazgos producidos en
aquel momento parece indiscutible –considerando tan
solo el extraordinario conjunto cerámico recuperado–,
lamentablemente no ha tenido ningún reflejo en la
bibliografía, ni científica ni divulgativa, circunstancia
que deseamos se corrija en breve. Además de las
excavaciones arqueológicas, el recinto amurallado fue
sometido a una restauración integral, con la consiguiente reintegración de volumen que elevó en general
la altura de los paños murarios, dotando a la muralla
del actual acabado con pretil y paseador. El misterio
respecto a los maravillosos hallazgos que estaban
teniendo lugar al interior de sus murallas no hizo sino
incrementar el interés y ayudó a consolidar cierto mito.
Si bien está asumido de forma generalizada la
importancia histórica y patrimonial del casco urbano
de época medieval de Albarracín, y de su castillo en
particular –a nivel tanto arquitectónico como arqueológico–, todavía no ocupa su adecuado lugar en la bibliografía especializada4. La ausencia de trabajos de
excavación y restauración en la década de los años 70
y 80, los cuales se centraron especialmente en el
recinto amurallado exterior –muy deteriorado en aquellos momentos–, y las especiales circunstancias de la
intervención de los años 90 son razones para explicar
el vacío historiográfico de esta fortaleza al inicio de los
trabajos arqueológicos aquí referidos. Así, la primera
referencia procede de A. Almagro Gorbea dentro de
su estudio general sobre el sistema defensivo de la
población5, quién lo denomina el castillo principal o
señorial, para diferenciarlo de otras dos fortalezas de
menor entidad situadas dentro del recinto: la del Andador y la de Doña Blanca. Gracias a la labor de este
mismo investigador, empezamos a comprender la evolución constructiva del sistema amurallado exterior 6, y
cuya dinámica no debe perderse de vista en cualquier
aproximación hacia el castillo. Sin embargo, es el
rumbo que toma la nueva dirección arqueológica a
partir de 2004, el que propicia la publicación de los primeros trabajos de interés referidos al castillo de Albarracín7.
Es en este contexto en el que se debe enmarcar la
actuación arqueológica que presentamos en las
siguientes páginas.
2. Aquella actuación se extendió entre los años 1992 y 1996
y fue dirigida por Octavio Collado Villalba. Respondió a un
ambicioso proyecto respaldado por el Instituto Aragonés de
Fomento, el Departamento de Cultura y Educación de la
DGA y la Diputación Provincial de Teruel, una vez que el primero adquirió la propiedad del enclave.
3. Para hacerse una buena idea del aspecto que presentaría
el castillo con anterioridad a la década de los 90, contamos
con varias imágenes fechadas hacia mediados del siglo XX
(ALMAGRO, A., 2009, pp. 25 y 46).
4. Para conocer el contexto histórico de Albarracín en época
medieval y moderna, se mantienen en plena vigencia los siguientes trabajos clásicos: ALMAGRO, M., 1959; ALMAGRO, M., 1964; ALMAGRO, M., 1984; BOSCH, J., 1959; LAGUÍA, T., 1960.
5. ALMAGRO, A., 1987.
6. Para conocer en detalle los datos aportados por la restauración de la muralla exterior realizados en los años 80, véase
ALMAGRO, A., 1976; ALMAGRO, A., 2010; y ALMAGRO, A.,
JIMENEZ, A. y PONCE DE LEON, P., 2005.
7. Para una aproximación al estudio arqueológico del castillo, véase HERNÁNDEZ, A. y FRANCO, J. G., 2006; y HERNÁNDEZ, A. y FRANCO, J. G., 2008. Una visión más amplia,
dentro del contexto general del Albarracín medieval en las
fuentes y en la cultura material, puede obtenerse en ALMAGRO, A., 2009; y ORTEGA, J., 2006.
8. Este estudio se ha realizado a partir de la documentación
elaborada en aquella campaña, y que quedó recogida en el
Informe preliminar y la Memoria final, remitidos en su momento al Gobierno de Aragón. La campaña arqueológica se
desarrolló entre los días 19 de enero y 25 de junio de 2004, y
fue codirigida por los arqueólogos Jesús G. Franco Calvo y
Antonio Hernández Pardos, responsabilizándose éste último
del trabajo de campo. La ejecución de los trabajos fue realizado por el personal del Aula de Restauración de la Fundación Santa María de Albarracín, y se contó con el apoyo de
una máquina miniexcavadora para facilitar la evacuación de
las tierras.
2. La intervención
El presente trabajo aborda los principales resultados obtenidos durante la intervención arqueológica
desarrollada en 2004 en el castillo de Albarracín8.
Considerando las excavaciones llevadas a cabo con
anterioridad, se podría pensar que nuestro trabajo iba
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
a continuar la voluminosa documentación elaborada
hasta el momento. Sin embargo, y lamentablemente,
todavía no es posible acceder a dicha información. De
este modo, y teniendo en cuenta estas deficiencias en
el registro y estudio elaborados hasta el momento, el
proyecto planificado en 2003 tuvo como principal objetivo el intentar obtener un conocimiento básico en la
evolución histórica del castillo, paliando en la medida
de lo posible el vacío existente. De este modo, y una
vez desarrollada la limpieza general del yacimiento –
tras años de abandono–, se llevó a cabo una documentación preliminar de las áreas arqueológicas
abiertas durante las excavaciones realizadas entre
1992 y 1998. Sobre la base de la estratigrafía obtenida
a partir del estudio de las estructuras y secciones que
quedaban a la vista, se ha definido la metodología de
excavación. Desde un punto de vista espacial, los trabajos realizados en 2004 se han limitado a la superficie de la terraza superior o zona alta del Castillo.
Queda claro que la documentación obtenida ha
estado condicionada fundamentalmente por el total
desconocimiento que, todavía hoy, se sigue teniendo
de los trabajos arqueológicos realizados durante la
década anterior, tras la cual se abrió un período de forzado silencio que cubrió de indolencia al yacimiento.
Las estructuras y los materiales arqueológicos exhumados en su momento, los cuales carecen del contexto estratigráfico esperado, han sido objeto de una
exigente relectura sobre la base de nuevas evidencias9. En las páginas que siguen nos hemos centrado
en el análisis estratificado resumido de las estructuras
y su interpretación histórica, incidiendo en las actividades que implican un proceso constructivo del que el
actual castillo es heredero. Se han obviado aspectos
también interesantes como el estado inicial que presentaba la fortaleza en 2003, la estratigrafía detallada,
el recinto amurallado y los repertorios cerámicos, que
serán tratados en otro momento.
3. La secuencia ocupacional
A partir de la secuencia estratigráfica obtenida en
2004, y con las referencias cronológicas derivadas del
estudio comparativo de los materiales cerámicos y
técnicas constructivas, se ha elaborado la siguiente
secuencia ocupacional10 de la zona alta del castillo de
Albarracín. A medida que se vayan incorporando al
estudio nuevos sectores excavados en 2005 y 2006,
9. Un ejemplo de este proceso de revisión de aquellos materiales arqueológicos –los cuales fueron depositados en su
momento sin inventario adjunto– se puede reconocer en el
magnífico catálogo de la exposición permanente del Museo
de Albarracín: ORTEGA, J., 2006.
10. Si bien durante el proceso de documentación utilizamos
el sistema de registro estrictamente estratigráfico, en el pre-
235
con toda seguridad se va a ir viendo ampliada con nuevos períodos de actividad.
Períodos
Uso
1
Aterrazamiento
agrícola
2
Expolio y ruina
3
Acuartelamiento
militar
4
Ocupación residual
5
Fortificación
de la zona alta
6
Reconstrucción
de la muralla
7
Uso marginal
de la residencia
8
Residencia
palatina taifa
9
Núcleo fortificado
Cronología
Fines s. XIX / mediados XX
1.ª ½ s. XVII
3.er 1/3 s. XVI / inicios XVII
1.ª ½ s. XV
2.ª ½ s. XIV
Fines s. XIII / 1.er 1/3 s. XIV
3.er 1/3 s. XI
1.ª ½ s. XI
2.ª ½ s. X
4. Los resultados
Teniendo en cuenta las características de las diversas áreas arqueológicas que habían sido abiertas en
el yacimiento, y la necesidad de obtener un conocimiento del mismo, la actuación arqueológica se ha
centrado en la zona alta del castillo. Este sector corresponde con la primera terraza de la ladera abancalada
con la que quedó configurado el interior de la fortaleza
desde finales del siglo XIX. La terraza ocupa un área
de planta casi rectangular, orientados sus lados longitudinales de noroeste a sureste, ocupando una superficie de 800 m2 aproximados. Esta terraza quedaba
delimitada en sus dos frentes septentrionales por la
muralla, en su lado suroeste por un talud descendiente, mientras que por el sur se apoyaba sobre un
muro de contención.
Tras la excavación arqueológica, el sector ha quedado definido en tres ámbitos urbanísticos, en torno a
los cuales se lleva a cabo el presente estudio: la residencia principal, el edificio oriental y el recinto interior.
En el apartado gráfico que se acompaña, se han
incluido una planta general con las estructuras localizadas en la terraza superior en las tres fases principales, así como dos planos de detalle11.
4.1. La residencia principal
La mitad septentrional de la primera terraza está
ocupada en su totalidad por un gran espacio constructivo. En diciembre de 2003, al inicio de la campaña, la
mayor parte de su superficie se encontraba descu-
sente trabajo hemos optado por una redacción de lectura
más sencilla.
11. El apartado planimétrico se ha realizado sobre la base
topográfica elaborada por Antonio Almagro Gorbea para la
Fundación Santa María de Albarracín, y a ambos agradecemos su buena disposición en todo momento.
236
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
bierta como consecuencia de los trabajos realizados
con anterioridad, aflorando el substrato rocoso en
varios puntos. La ausencia de testigos arqueológicos
ha exigido un detallado reconocimiento visual de las
estructuras de cara a elaborar la secuencia estratigráfica.
Período 3
Durante la primera actividad constructiva documentada, en el extremo N de la fortaleza de Albarracín
se levanta un gran edificio de planta ligeramente trapezoidal, que debió de servir como residencia principal
del castillo. Se articula en torno a un patio central, bajo
el cual se extienden dos aljibes gemelos de planta rectangular12. Alrededor se extienden cuatro alas yuxtapuestas, con un total de cinco accesos que dan al
patio. Ahora bien, y a pesar de esto, la mayor parte de
los elementos estructurales –como son las medianeras y el patio con aljibe– pertenecen a un edificio preexistente, por lo que el origen de esta construcción se
remonta varios siglos antes. Sin embargo, las modifi-
tura en yeso se da en época moderna. A tenor de la
técnica constructiva utilizada, sin aparejos de mampostería, y del material cerámico asociado, su construcción se fecha a partir del siglo XVI.
La crujía suroeste está ocupada exclusivamente
por una enorme habitación de 52 m2 de superficie, la
estancia 8, que puede considerarse la habitación principal del edificio durante esta última fase de ocupación
(Fig. 1, tomada desde el sur). Se trata de una habitación muy alargada, con unas dimensiones de 13 × 4 m,
dotada de un pavimento de yeso, y con un único vano
de acceso hacia el patio. Junto a la jamba norte de
dicho vano aparecen los restos de una pilastra, que
bien podría haber servido como soporte de una escalera de obra para acceder a la planta superior. Al iniciar
los trabajos, se conservaba un pequeño sector sin
excavar en su mitad septentrional, lo que ha permitido
documentar la estratigrafía. Está compuesta por un
nivel de escombro (UE 14) compuesto por abundante
cantidad de tabicones de yeso dispuestos de forma
Figura 1. Vista general de la estancia 8
o salón, período 3.
caciones que se llevan a cabo en este momento no
van a afectar al esquema urbanístico, tratándose en
todo caso de reparaciones y de alguna modificación
en la subdivisión interna.
En las fábricas murarias asociadas a esta actividad
se utilizó idéntico sistema constructivo, caracterizado
por una argamasa de yeso en tono rosáceo muy poco
refinado, con numerosos corpúsculos gruesos de yeso
mineral, árido y carboncillos. Este mortero se ve reforzado con mampuestos irregulares y numerosos aljezones, ladrillos, fragmentos de tejas y lajas de rodeno
reaprovechadas. El uso mayoritario de esta arquitec-
ordenada, manteniendo el hueco ocupado originalmente por vigas de madera. Se trata, con toda seguridad, de la cubierta superior o techo, hundida sobre el
suelo de la planta baja. Bajo este escombro hay un fino
estrato de tierra limosa mezclada con cenizas (UE 15)
que cubre el pavimento, y que corresponde con el nivel
de abandono de la habitación. Hay que resaltar que el
material cerámico recuperado en este depósito permite
fecharlo hacia finales del siglo XVI e inicios del siglo
XVII.
De la crujía noroeste solo conocemos que cuenta
con un depósito subterráneo de planta rectangular
12. Del interior de los aljibes parece que procede un importante conjunto de alcuzas (grandes jarras de almacenaje)
esmaltadas de procedencia turolense, y fechadas hacia el
siglo XVI, depositadas en el Museo de Albarracín.
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
(UE 101), de 1 m de profundidad, elaborado mediante
varias capas sucesivas de argamasa de yeso rojizo
local reforzada con fragmentos de tejas, y cuya fosa
perforó la estratigrafía precedente. Presenta una ligera
depresión central en el fondo de forma circular, a modo
de decantador, por lo que debió de servir para contener líquidos.
La crujía sureste está dividida probablemente en
dos habitaciones, las estancias 9 y 10-11, las cuales
proceden del edificio levantado en la fase previa,
modificándose parcialmente la subdivisión. La estancia 9 presenta tres vanos de acceso –tapiándose el
que comunicaba originalmente con la estancia 10–, y
sirve de paso desde el exterior hacia el patio de la
vivienda y también a la estancia 7. Esta utilidad como
espacio de tránsito permite identificarla con el
zaguán o acceso a la vivienda. Presenta un enmorillado o pavimento empedrado de cantos rodados de
caliza y adoquines de medio tamaño de rodeno, dispuestos formando bandas paralelas sin otra decora-
237
el aspecto que presenta actualmente se corresponde
con etapas anteriores.
Situada enfrente de la habitación principal, la crujía
noreste presenta cuatro espacios, tres de las cuales
–estancias 4/6– guardan similares características, con
acceso directo desde el patio central, aunque la 5 y 6
comparten la puerta–. Están separadas por simples
tabiques de argamasa de yeso con fragmentos de
ladrillo y teja. Si bien no se conserva el nivel de suelo,
quedando a la vista la roca, es probable que albergaran los dormitorios. En cambio, el espacio 7, situado en
el extremo sur de la crujía y con una mayor superficie,
de 19 m2, fue destinado a caballerizas, conservándose
una banda de seis pesebres que ocupa gran parte de
la pared oriental, que se adosa a la muralla (Fig. 2,
tomada desde el NO). Es interesante remarcar que
estas cuadras disponían de doble acceso, tanto desde
el zaguán ubicado en la estancia 9, como desde la
estancia 12, adosada desde el exterior. En este
segundo caso, la puerta está dotada de dos quicios.
Figura 2. Vista general de la estancia 7
o caballerizas, período 3.
ción. El vano de acceso desde el exterior de la
vivienda muestra una particularidad: su jamba derecha presenta un perfil abocinado sin esquinas, destinado seguramente a facilitar el paso de las caballerías por el propio zaguán, donde el jinete
descabalgaría. Teniendo en cuenta su morfología, se
le puede adscribir una cronología claramente posterior al período bajomedieval, con abundantes ejemplos dentro de la arquitectura solariega aragonesa
de los siglos XVI-XVIII. En el caso de la estancia
10-11, una alargada estancia con vano de acceso
hacia la habitación principal de la casa, es el resultado de la unión de dos espacios previos, sustituyéndose el muro de subdivisión originario por una pilastra de ladrillo como elemento de carga. No obstante,
Período 5
La gran vivienda de época moderna resultó ser una
simple adaptación de un edificio anterior –levantado
durante la actividad 5–, del que apenas se modificaron
sus características básicas: un edificio de planta cuadrada-trapezoidal con un patio central –bajo el que
existe un gran aljibe– y cuatro alas laterales. Sobre las
técnicas constructivas utilizadas, es interesante destacar el uso generalizado de las argamasas a base de
cal y grava, acompañadas de bloques de piedra caliza
más o menos escuadrados, con las que se forman
fábricas de mampostería regular, así como potentes
fábricas de calicanto. El uso de este sistema constructivo está comprobado en otros puntos de Albarracín a
partir de mediados del siglo XIII, pero sobre todo a lo
238
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
largo de la centuria posterior. Sin embargo, la mayor
parte de los elementos estructurales –medianeras,
patio con aljibe– proceden de un edificio preexisten,
por lo que el origen de esta construcción se remonta
varios siglos antes, al período andalusí. Las modificaciones que se llevan a cabo en este momento van a
suponer la casi total reconstrucción del edifico, aunque se manteniendo el esquema urbanístico.
Algunos de los muros perimetrales que cierran las
cuatro crujías, y que se mantienen en pie durante la
actividad 3, se levantaron durante esta etapa, como en
el caso del muro sur (UE 73). Se trata de una potente
fabrica de mampostería dispuesta en hiladas regulares, con piedras escuadradas de mediano tamaño,
más grandes y retalladas en las esquinas, trabadas
con calicanto. Esta no hace sino sustituir otra previa, y
los materiales de la zanja del muro se fechan a partir
de mediados del siglo XIV. Lo mismo ocurre para los
muros interiores que separan el patio central de las
cuatro crujías, de las cuales se conservan tres de los
lados, a excepción del lienzo suroeste. Se trata de un
lienzo de mampostería regular y argamasa de calicanto de 44 cm de espesor. Como cimentación aprovecha los restos de una potente fábrica anterior, procedente del primitivo edificio levantado durante la
actividad 8.
La actividad constructiva de esta etapa supuso la
transformación de la crujía noroeste precedente,
resultando arruinadas y amortizadas las estancias
anteriores por nuevos pavimentos de argamasa de
yeso de tono blanquecino. A falta de conocer los resultados obtenidos en los 90, parece que este espacio
quedó configurado en 2 estancias: 1 y 2-3, separados
por un muro de argamasa de yeso y piedra con vano
de puerta. La crujía se desarrolla apoyada sobre un
tramo de la muralla de la fortaleza.
La estancia 1 ocupa el extremo este de la crujía, y
queda adosada a la torre 7. Presenta una planta rectangular dotada de un pavimento de yeso (UE 230), el
cual está perforado por una pequeña fosa de sección
circular y escasa profundidad (UE 238). Este pavimento apoya sobre un relleno de nivelación (UE 247),
que amortiza la estratigrafía previa. El muro de separación entre los espacios 1 y 2, originario de la etapa
anterior, va a ser reformado en esta actividad, dejando
un vano de puerta en el centro del muro (UE 161). De
la estancia 2-3 solo se conserva restos del pavimento
de argamasa de yeso de color blanco mezclada con
piedra de tamaño medio (UE 28=162). Tal y como se
aprecia en la Fig. 3, mediante este pavimento quedaron amortizadas las construcciones previas, concre13. Si bien actualmente se encuentra completamente reconstruido, contamos con un testimonio fotográfico del estado que presentaba el aljibe tras su excavación en la década
Figura 3. Restos del pavimento UE 28, período 5.
tamente los pilares del suelo sobreelevado de la fase
andalusí.
De la crujía suroeste no se conoce su aspecto
durante esta etapa, puesto que permanece sin descubrir su estratigrafía, intacta bajo el compacto pavimento de yeso de la actividad 3. El buen estado de
conservación que presenta, a diferencia de lo que
ocurre en el resto de crujías, nos ha llevado a plantear
su conservación dentro del proyecto museográfico del
castillo.
En el caso de la crujía sureste, está dividida en
tres espacios, las estancias 9, 10 y 11. La habitación
10, situada en el centro del ala, presenta un vano de
acceso hacia la estancia 9, el cual muestra un perfil
muy abocinado en su jamba sur, aspecto que quizás
haya que relacionar con el paso de caballerías, por lo
que quizás albergó durante esta etapa alguna caballeriza.
La crujía noreste no ha aportado elementos de
esta fase, por que se deduce que las transformaciones llevadas a cabo en la etapa posterior vaciaron el
interior.
Junto a las cuatro crujías o alas, la residencia
cuenta con un patio central, bajo el que se extiende un
aljibe de gran capacidad. Originalmente construido de
la actividad 8, es muy probable que durante esta etapa
sea reformado aprovechando la infraestructura existente, reparándose su interior mediante un muro de
mampostería y calicanto de 45 cm. de espesor adosado a la fábrica previa. De este modo, se forman dos
aljibes gemelos de planta rectangular y, presumiblemente, dotados de cubierta abovedada de calicanto
elaborada mediante encofrado. Durante los años 90,
tras su excavación se procedió a reconstruir completamente las bóvedas, dotando al patio del aspecto que
actualmente presenta13.
de los 90, en el que se reconoce el muro de refuerzo interior
de cada aljibe (ALMAGRO, A., 2009, p. 60).
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
Período 6
El límite norte y este de la crujía noroeste lo constituye la muralla actual, cuya construcción hay que
situar durante la actividad 6. Está formada por la
fábrica UE 81, un grueso lienzo de 1,40 cm. elaborado
mediante mampostería en hiladas regulares trabada
con un mortero de cal y grava. De este modo, la
reforma de la residencia principal llevada a cabo en la
actividad 5 es inmediatamente posterior al proceso de
reconstrucción generalizada del recinto amurallado de
la fortaleza, en el cual se vino a sustituir la antigua
fábrica de la muralla.
Para su construcción se procedió a abrir una
enorme zanja (UE 107=157) en todo el lateral septentrional de la crujía, por lo cual toda la estratigrafía asociada a las actividades precedentes queda recortada
por dicha trinchera. El espacio resultante va a ser rellenado mediante el depósito UE 83 de tierra arenosa
con numerosos adobes, cuyo material cerámico se
fecha a partir de inicios del siglo XIV. Mediante esta
reforma se eliminó gran parte de la antigua muralla,
vaciando el espacio para asentar sobre el substrato
rocoso el nuevo paño, el cual es dotado de un mayor
espesor, lo que supuso una disminución de la superficie de la crujía. No obstante, en este punto quedó
incorporada a la nueva infraestructura defensiva la
vieja fábrica de la t. 7, que se remonta a la etapa anterior, aunque va a quedar envuelta en su cara interior
por el nuevo lienzo UE 81, tal y como se ha comprobado a partir de los restos de argamasa UE 267. Como
consecuencia de los trabajos de albañilería que se
desarrollaron, sobre la superficie de la zanja se fueron
depositando restos de la argamasa utilizada en la
obra.
Período 8
Al describir el edificio durante las actividades 3 y 5,
ya se ha indicado que tiene un origen anterior, y, a
pesar de las modificaciones sufridas, parece mantenerse la configuración inicial. Si se eliminan las estructuras de estas dos etapas constructivas, la planta
resultante –tal y como se observa en la Fig. 15–
corresponde de nuevo a un gran edificio de planta trapezoidal con un patio central y cuatro alas laterales.
Resulta evidente que las edificaciones levantadas en
los siglos XIV y XVI no son sino una reconstrucción de
un edificio previo. Morfológicamente responde a uno
de los modelos más característicos de vivienda andalusí, aunque si se consideran sus grandes dimensiones –cada lado mide aproximadamente 17,5 m de lon14. Recientemente se ha comprobado la utilización de esta
misma técnica constructiva en la fortaleza andalusí situada
junto al despoblado de Labitolosa (La Puebla de Castro,
Huesca), identificada como un hisn del siglo IX-X. Véase
239
gitud, con una superficie total de 306 m2– se trata, sin
duda, de una residencia de prestigio.
Desde el punto de vista de la técnica constructiva,
podemos diferenciar dos tipos de fábrica: la utilizada
en paños perimetrales y la destinada a la subdivisión
interna. En el primer caso, se ha observado una utilización generalizada de mamposterías de cierto espesor
con hiladas regulares formando aparejos en los que se
combina piedras dispuestas a sardinel y a soga. En el
segundo, todos las estructuras están formadas por
lienzos de argamasa de yeso de tono blancuzco grisáceo mezclado con piedras, elaboradas mediante encofrado de finos listones de madera, con numerosas
rebabas14. En los dos casos se trata de ejemplos del
sistema constructivo de época andalusí plena –siglos
X-XI–. Si a esta referencia sumamos los conjuntos
cerámicos, resulta evidente que es bajo el período
andalusí taifa cuando debe fecharse la construcción
de este conjunto urbanístico, cuya disposición va a ser
mantenida a lo largo de varios siglos.
De las cuatro alas, todas de planta rectangular
alargada, la que mejor conocemos para esta fase es la
crujía noroeste, que ocupa una superficie de 30 m2.
Por suerte, este sector no llegó a ser exhumado en su
totalidad durante la intervención precedente, lo que ha
permitido documentar con detalle su estratigrafía (Fig.
18, con planta arqueológica de detalle). Está subdividida en cinco habitaciones contiguas: estancias 1, 2,
3.1, 3.2 y 3.3, cuya compartimentación no hace sino
modificar la configuración inicial de la crujía situada
durante la actividad 9. A pesar de su sencillez constructiva, estos espacios adquieren un enorme interés,
puesto que albergaron un hamman o baño, al cual ya
le dedicamos en su momento un estudio15. Se trata de
unas instalaciones dotadas de una sala de baño
caliente –estancias 3.1–, letrina –estancia 3.2– y sala
de servicio –estancia 2–, que ocupan la mayor parte
de la crujía. Si observamos desde el patio central del
edificio, la sala del baño está situada justo en el centro
de este ala, lo que pone de manifiesto la importancia
de esta habitación dentro de la jerarquía espacial de la
vivienda.
En el extremo oriental de la crujía se localiza la
estancia 1, a los pies de la torre 7 (UE 268) del recinto
amurallado del castillo, que a su vez constituye el
extremo septentrional. Tiene planta rectangular de 6
m2 de extensión. La habitación cuenta con un pavimento de argamasa de yeso (UE 248), y queda separada de la estancia 2 por un muro de argamasa de
yeso mezclada con piedrecillas elaborado mediante
ASENSIO, J. A., MAGALLÓN, M.ª A. y LOPEZ, F., 2006; y
MAGALLÓN, M.ª A., ASENSIO, J. A., y VIPARD, P., 2007.
15. HERNÁNDEZ, A. y FRANCO, J. G., 2006.
240
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
tablonadas (UE 104). El pavimento se apoya sobre un
estrato de relleno (UE 249), que amortiza una fase
anterior.
Contigua a la anterior habitación se localiza la
estancia 2, de planta rectangular, aunque más reducida que en el caso anterior (Fig. 4, tomada desde el
norte). El muro UE 104 –que separa los espacios 1 y
2– presenta en esta estancia dos profundas hendiduras verticales de sección rectangular a una cota muy
próxima al suelo, que probablemente se identifican
con la impronta dejada por alguna estructura de
madera adosada a esta pared. Enfrente, se levanta el
Figura 4. Vista general de la estancia 2, período 8.
muro UE 23, que separa los espacios 2 y 3.1, los cuales quedan directamente comunicados a través de un
vano de forma circular y escasa altura abierto en el
muro. A ambos lados de este acceso encontramos
dos pequeños lienzos elaborados (UEs 103 y 155)
adosados al muro UE 23, a modo de paredes de
refuerzo o de apoyo. Éstos bien podrían tener relación con las dos ranuras situadas en el lienzo de
enfrente y servir para soportar alguna estructura de
madera desaparecida, y que se levantaría en el interior de esta pequeña habitación. Para construir el
muro UE 23 –que separa las estancias 2 y 3.1– se
tuvo que abrir una zanja (UE 154) que cortó los niveles preexistentes.
Bajo la estratigrafía asociada a etapas posteriores,
aparecen tres estratos superpuestos: UE 146 con
abundantes tejas y aljezones de yeso; UE 147 de tierra
marronácea con adobes; y UE 148=35, tierra cenizosa
de color gris claro. Éste último alcanza gran espesor y
se extiende también por la estancia 3.1, a través del
pequeño vano existente en el muro de separación. La
UE 148 cubre el pavimento de yeso UE 149, que puede considerarse como una reparación menor de la habitación. Aquél apoya en las cenizas UE 150, que cubren el pavimento de yeso (UE 151), con el que se
configura la habitación.
Sin ninguna duda, la estancia 3.1 corresponde al
espacio más importante de la crujía durante este etapa
(Fig. 5, tomada desde el norte). Tiene planta rectangular según el eje longitudinal de la crujía, con unas reducidas dimensiones de 3 m. de longitud y 1’8 m. de
anchura, y una superficie que no llega a 6 m2. A diferencia del resto de estancias, en este caso cuenta con
sus propias cuatro paredes, lo que permite aislarlo
adecuadamente en el interior de la crujía. Los muretes
de cierre –con un espesor que oscila entre 16 y 18
cm– están elaborados con argamasa de yeso mediante
sistema de tablonadas. Tanto su trazado como su
alzado no es recto del todo, sino que muestra cierta
irregularidad.
El muro UE 23 separa las estancias 2 y 3.1, y forma
el cierre noreste del espacio. Presenta un vano de
acceso de forma ovalada irregular, sin jambas ni
umbral, apoyando sobre el piso rocoso. Varias losas
de rodeno sirven de dintel. El muro UE 25 cierra la
habitación por el noroeste, y al igual que el anterior, no
es totalmente recto, sino que presenta un ligero cambio de dirección a mitad de trazado en la zona inferior
del lienzo. En el desarrollo del tabique se corrigió ligeramente esta irregularidad, dando al extremo occidental del muro un perfilo curvo. El muro UE 27 forma el
cierre suroeste, y se levantó adosado a un lienzo de
mampostería con hiladas a sardinel que no presenta
una cara vista. Y por último el muro UE 20 forma el cierre sureste, adosado al muro perimetral que separa
esta crujía del patio (UE 232). No deja de ser curioso
que tanto los tabiques UE 25 y UE 27 se construyan
sin adosarse a los muro perimetral de la crujía (UE 45
y 232), lo que puede indicar un interés por conseguir
un aislamiento.
La estructura se completa con el pavimento, que
cuenta con la particularidad de estar sobreelevado,
definiéndose una cámara inferior bajo la estancia propiamente dicha, que no alcanzaría el metro de altura,
tal y como se puede observar en la Fig. 6. El suelo
sobreelevado está sostenido por seis pequeños pila-
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
241
Figura 5. Estancia 3.1, período 8.
res construidos con argamasa de yeso y piedra
machacada –de caliza y rodeno–. Presentan planta
trapezoidal, con un módulo aproximado de 38 × 32 cm,
y un alzado ligeramente inclinado. Además, están alineados a intervalos regulares, conformando una nave
Figura 6. Vista de restitución del pavimento sobreelevado de
la estancia 3.1, período 8.
central que confluye en la abertura realizada en el
muro este UE 23, a través del cual se tiene comunicación con la estancia 2. Durante la excavación, el interior estaba ocupado por un nivel formado por abundantes fragmentos de grandes adobes y lajas de
rodeno (UE 34 y 39), formado tras el hundimiento del
pavimento sobreelevado, vencido en su interior una
vez que entró en ruina el edificio. Los adobes son de
planta cuadrada y las losas de rodeno presentan siempre su cara interior quemada. Aquellas lajas, en origen, tendrían forma cuadrada y unas dimensiones de
70-80 cm. de lado, de tal forma que sobre cada pilarcillo apoyaban cuatro losas.
Presenta, además, tres conducciones verticales
en tres de sus esquinas, que desde la cámara inferior
se elevarían hasta la cubierta Se trata de simples hendiduras practicadas en los tabiques de yeso, y que se
identifican claramente con unas chimeneas o tiros verticales para facilitar la circulación de humo. Muestran
una sección irregular, dependiendo de la profundidad
del muro en el que se localiza, y se encontraban rellenas de ceniza color negro.
La presencia de un suelo sobreelevado sostenido
por pilarcillos y de unas conducciones verticales desde
la cámara inferior, comunicada con otra habitación
contigua, demuestra que nos encontramos ante una
sala caliente dotada de un sistema de hipocausto16,
probablemente perteneciente a un hamman de carácter privado. Sin embargo, nada conservamos del
alzado de la propia sala caliente. Siguiendo el modelo
desarrollado por los romanos para las termas, estas
16. En todos los casos de estructuras andalusíes similares
analizados, este sistema de calefacción se asocia con un
baño tipo hamman.
242
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
conducciones verticales aseguraban no solo la extracción del humo y ceniza surgido durante la combustión,
sino también la circulación del aire caliente en el interior del hipocausto.
Tras repasar los aspectos arquitectónicos de la
estancia, pasamos a analizar los diversos depósitos
de tierra que rellenan la habitación. Por debajo de los
escombros UE 33, asociado a la actividad 6, se localizó un estrato cenizoso de gran espesor (UE 35=148)
que rellena en su mayor parte la estancia, pero también la contigua 3.2. Esta tierra cubre el hundimiento
del sobresuelo de la habitación, formado por adobes y
lajas de rodeno (UE 34 y 39). Este nivel de hundimiento no es homogéneo: en la mitad oriental el suelo
cayó de forma horizontal –tal vez por el gran espesor
que alcanzaba los rellenos inferiores–, mientras que
en la mitad occidental los adobes y losas quedaron en
vertical o inclinadas, quedando apoyados sobre las
paredes. De este modo, el relleno UE 33 alcanzó
diversos espesores dependiendo de la disposición del
suelo al derrumbarse. Es muy probable que las cenizas fuera arrojadas con posterioridad al hundimiento
del sobresuelo, cuando éste ya ha perdido toda su utilidad y la habitación solo sirve como basurero doméstico, durante la actividad 7.
Bajo el suelo hundido se documentaron tres niveles de cenizas17 superpuestos: cenizas de color ocre
claro (UE 54), cenizas de color blanquecino (UE 55) y
cenizas con abundantes carbones (UE 56), apoyando
éstas últimas directamente sobre el suelo rocoso.
Estos depósitos ponen de manifiesto la existencia de
una importante combustión de leña en el interior de la
cámara inferior del baño. Todos estos estratos alcanzan mayor espesor entre la boca de acceso y los pilares centrales, disminuyendo a medida que nos alejamos hacia el muro sudoeste. En los extremos de la
habitación, entres los pilares y las paredes, solamente
alcanzan las cenizas con carbones (UE 56). Esta distribución de las cenizas indica que la combustión de la
carga de leña se realizaba en la zona más cercana a la
boca, a través de la cual se introduciría la leña desde
la estancia 2. De este modo, aquella habitación se
puede identificar con la cámara de alimentación del
hipocausto. Podemos considerar a estos depósitos de
cenizas como un testimonio de la última fase de uso
del hamman, cuando las labores de mantenimiento,
como la limpieza de las cenizas generadas por la combustión de la leña, dejan de realizarse.
La crujía noroeste se cierra con la estancia 3.2. Se
trata de un pequeño y estrecho espacio de planta rectangular, separado de la habitación anterior por un
muro (UE 45) que constituye su cierre oriental. Se trata
de un interesante lienzo procedente de la actividad 9.
La habitación se cierra en su lado occidental por el
muro UE 48 –muro perimetral de la crujía suroeste–, el
cual conserva un enlucido de gran calidad UE 69. El
cierre septentrional lo formaría la muralla primitiva –
sustituida por la que se conserva ahora– y el meridional lo forma el lienzo UE 53 de mampostería y yeso,
que no hace sino tapiar un vano anterior. El suelo está
formado por el pavimento de yeso UE 68. Tal y como
se ha indicado con anterioridad, durante esta actividad
la crujía tenía mayor anchura puesto que la muralla
sobre la que se adosa presenta menor espesor. Al
igual que ocurre en toda la crujía, esta habitación tendría mayor longitud que lo observado actualmente. La
habitación queda amortizada por un solo nivel UE 51,
el cual queda roto al igual que el pavimento por la
zanja UE 107, asociada con la reconstrucción de muralla en la actividad 6.
En la base el lienzo UE 53 aparecen dos bocas de
sección rectangular elaboradas mediante tablonadas
sobre argamasa de yeso, las cuales parecen formar
parte de la misma estructura que el lienzo en el que
quedan encajadas (Fig. 7, tomada desde el Oeste).
Las bocas muestran un pequeña pendiente, quedando
el fondo a similar cota que el pavimento. Es muy probable que correspondan al extremo final de dos canalizaciones o atarjeas, destinadas a conducir agua
hacia este espacio. Además, al situarse el fondo de las
atarjeas alineado con el suelo, el agua no llegaría a
acumularse, sino que fluiría. Teniendo en cuenta que
en la estancia 3.1 el suelo está sobreelevado con una
cámara inferior, es probable que esto ocurra también
en la 3.3, por lo que sobre el depósito de agua se situaría el pavimento de la propia habitación. Con estas
características, planteamos la hipótesis de identificar
este punto con la cámara inferior de una letrina, por
donde circularía el agua destinada al saneamiento.
Ahora bien, ¿de donde procederían las dos canalizaciones que suministraban agua a la letrina? Cuando
se analice el patio, se alude a la existencia de dos
registros situados en dos esquinas enfrentadas, conectados a canalizaciones. Es muy probable que éstas
continuaran su trazado bajo el patio hasta evacuar en
el depósito situado bajo el espacio 3.2, la letrina.
La vinculación espacial entre baño y letrina es
habitual en las termas romanas y en los baños islámicos, puesto que responden a la misma función higiénica y a la misma necesidad funcional: abastecerse de
agua. Por ello no nos extraña la identificación establecida para los espacios 3.1 y 3.2.
17. Se recogieron muestras de los cuatro estratos de cenizas, que fueron analizadas en el laboratorio de la Escuela
Taller de Restauración de Pintura Mural Romana de Aragón
en 2005.
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
Figura 7. Estancia 3.2, período 8.
Por último, la crujía se completa con el espacio
3.3, una estrecha y alargada habitación que se
extiende entre la estancia 3.1 y la muralla, en paralelo
a la primera, y de difícil interpretación. Igual que se ha
observado en las estancias 1, 2 y 3.2, la crujía presenta durante esta fase mayor anchura, y de ahí que la
habitación alcance 90 cm aproximadamente de
anchura y una superficie originalmente mayor. Apoyando sobre la roca se conservan restos de argamasa
de yeso (UE 106) con las improntas dejadas por piedras, que pueden corresponder quizás a restos de una
estructura indeterminada –quizás pilare–, arrasada
durante la reconstrucción de la muralla llevada a cabo
en la actividad 6. Resulta complicado identificar mejor
esta habitación, pero contamos con escasos elementos. No obstante, seguramente formaría parte del conjunto del baño, quizás de servicio.
Del resto de la vivienda, las estructuras conservadas son muy parciales, a falta de conocer los resultados de las excavaciones realizadas en la década de
los 90.
Respecto a la crujía suroeste, los restos asociados
a esta etapa permanecen sin descubrir, intactos bajo
el pavimento de yeso perteneciente a la actividad 3.
243
No obstante, sí se puede afirmar que la construcción
original del muro perimetral sur se lleva a cabo durante
esta etapa. A pesar de que una buena parte de la
actual fábrica fue reconstruida durante la actividad 5,
se han podido reconocer los dos extremos del lienzo
primitivo. Se trata de un grueso muro de 90 cm de
espesor, elaborado mediante mampostería regular y
argamasa de yeso.
En el caso de la crujía sureste, quizás está subdividida en tres espacios, aunque solamente las estancias
10 y 11 han aportado alguna evidencia material. Para
configurar estos espacios fue necesario tallar parcialmente el substrato rocoso, que en este punto alcanzaría originalmente su mayor altitud dentro del peñasco.
Como resultado de este recorte, se obtiene dos espacios rectangulares e irregulares, con la base de los
muros excavados en la roca y un perfil curvado, y un
alzado en obra, tal y como ocurre en el complejo residencial palatino excavado entre 2005 y 2006. De esta
fase también se conservan las primeras hiladas del
muro perimetral con el patio, a base de mampostería
regular y argamasa de yeso.
En la crujía noreste, las transformaciones constructivas posteriores han eliminado toda su estructura
interna, conservándose los restos del muro perimetral
con el patio como únicos elementos de esta fase. El
lienzo, enmascarado por las reformas posteriores,
cuenta en este momento con un solo vano de acceso
desde el patio, situado ligeramente descentrado. Las
jambas están decoradas con un alfiz de yeso, tal y
como se ha observado en la impronta conservada en
el pavimento bajomedieval, lo que parece indicarnos la
presencia de un arco en este vano. Este detalle constructivo, a pesar de conservarse a nivel de suelo, no
solo demuestra la existencia de una estancia importante en esta crujía –cuyo vano hemos localizado–,
seguramente un salón con alhanías. Se trata de otra
evidencia de esta arquitectura de prestigio a la que, sin
duda, pertenece la residencia principal del castillo
durante el siglo XI.
La parte central del edificio está ocupada por un
patio central de planta ligeramente trapezoidal, que
ocupa una extensión de 85 m2. Presentaría un pavimento formado mediante enlosado con lajas de rodeno
(UE 313 y 315), muy parcialmente conservado en dos
de los laterales, construido sobre una potente fábrica
de argamasa de yeso y piedra (UE 310). Su superficie
no es completamente horizontal, puesto que contiene
una doble pendiente hacia las esquinas N y S, resultando algo más elevada la zona central, seguramente
con el fin de facilitar la evacuación de las aguas pluviales. De ese modo, aquellas se recogerían a través de
dos sumideros localizados en las esquinas N y S del
patio. Corresponden a dos pequeñas depresiones de
244
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
Figura 8. Detalle de una de las esquinas del patio central, período 8.
sección rectangular instaladas en la argamasa (UE
323 y 331), y que conectan con atarjeas o canalizaciones subterráneas, las cuales probablemente recorren
el patio. El primer caso es el mejor conservado, tal y
como se observa en la Fig. 818. Es probable que comuniquen con las atarjeas que desembocan en el espacio 3.2 de la crujía noroeste, donde se ubicaría la
letrina de la residencia, vinculada con el complejo del
hamman palatino.
Bajo el patio, y ocupando la mayor parte de su
superficie, se localiza un enorme aljibe excavado en la
roca, puesto al descubierto durante las excavaciones
de los años 9019. Está formado por dos naves de planta
rectangular dispuestas en paralelo –con unas dimensiones de 7’8 × 2’8 m cada una–, y quizás estuvieron
cubiertas mediante dos bóvedas de cañón elaboradas
mediante encofrado. La naves están comunicadas
entre sí por dos arcos rebajados, con una luz de 2’8 m
cada uno. Tanto las dovelas de los arcos como el
relleno de la cubierta están elaboradas en piedra toba.
El suelo se encuentra pavimentado con grandes lajas
de rodeno, similar al utilizado en el patio.
Desde luego, la existencia de un baño caliente formando parte de una vivienda de grandes dimensiones,
y dotada de un aljibe de enorme capacidad son razones suficientes para identificar este edificio con la residencia principal de la fortaleza en el período andalusí.
La estratigrafía documentada en la crujía noroeste,
que no llegó a ser afectada por la intervención de los
años 90, ha permitido diferenciar claramente la existencia de una fase constructiva previa, la actividad 9.
Con posterioridad, se lleva a cabo la transformación
urbanística de la crujía con la subdivisión que acabamos de analizar, y que estuvo motivada seguramente
por la ampliación del edificio y la instalación del complejo del hamman. Las evidencias para diferenciar las
dos actividades son patentes. Ni la técnica constructiva ni la orientación en ambos períodos coinciden,
sustituyéndose los paramentos de aparejo por fábricas de tapial a base de argamasa de yeso. Además,
se dan modificaciones constructivas en la estancia
3.2 –cegado del vano de acceso e instalación de las
bocas de desagüe de dos atarjeas– que implican
unos cambios funcionales importantes en el entorno.
18. Al quedar oculto por una estructura posterior, no resultó
afectado por la reconstrucción del patio realizada en los años
90, cuya fábrica se aprecia en la parte inferior de la fotografía.
19. Si bien resulta imposible hoy día establecer una revisión
medianamente documentada, contamos con un testimonio
fotográfico del estado que presentaba el aljibe tras su excavación, en el que se reconoce el muro de subdivisión interior
y el arranque de las dos bóvedas de cañón (ALMAGRO, A.,
2009, p. 60). Según este autor, tendría una capacidad de
200 m3.
Período 9
Es durante este actividad cuando se puede situar
la configuración inicial de la residencia principal del
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
245
castillo, y la evidencia constructiva más antigua en
este sector del yacimiento. A pesar de las importantes
modificaciones constructivas sufridas posteriormente
–como se acaba de ver–, se reconoce que el espacio
que forma parte de la crujía noroeste de la vivienda
está ocupado por un edificio de planta rectangular
alargada. Los restos constructivos conservados
corresponden a varios muros estructurales que apoyan directamente sobre el substrato rocoso, y elaborados mediante unos aparejos característicos.
La crujía se configura mediante el muro perimetral
(UE 232). Se trata de un extenso lienzo de mampostería
formado por hiladas regulares con piedras de gran
tamaño no escuadradas dispuestas a soga, en la que
se alterna algún sillarejo a tizón atravesando dos hiladas. Se alterna con tongadas de argamasa de yeso, sin
enlucido. El espacio interior queda dividido en esta primera etapa en dos únicos espacios, separados por el
lienzo UE 45. Corresponde a un muro de mampostería
formado por hiladas regulares con bloques de mediano
tamaño dispuestos a soga y tizón trabadas en seco, y
enlucido con argamasa de yeso. En las hiladas superiores se combinan varias piedras dispuestas a sardinel
con una colocada a soga20. Si tenemos en cuenta que
el trazado de este lienzo coincide con un quiebro en la
línea de la muralla, se puede confirmar que durante
esta etapa formaba esquina con la muralla antigua,
situada bajo la actual.
De los dos ámbitos interiores de la crujía, el primer
espacio ocupa la mayor parte de la superficie, y corresponde a las estancias 1/2/3 de la actividad anterior. Bajo
un grueso estrato de carbones y ceniza (UE 152=261)
aparece un depósito de tierra pisada, horizontal y quemado (UE 163=262), que apoyaba directamente sobre
el estrato rocoso. Este nivel de uso se extiende bajo el
muro UE 104 por las estancias 1 y 2, por lo que corresponde a la primera etapa en la ocupación del interior de
la crujía. En el sector ocupado posteriormente por el
espacio 3.1, no se conserva estratigrafía previa.
El espacio 3.2 cuenta con un vano de acceso en el
muro meridional, a través del cual se comunica con el
patio, el cual queda sobreelevado. En el vano de
acceso, se aprecian muy bien las dos jambas (UE 92 y
94), formando ésta última esquina en ángulo recto con
el muro UE 45. La presencia de este acceso y la diferencia de cotas induce a pensar que, para esta primera etapa del edificio, el aljibe todavía no debía de
existir, al menos tal y como lo conocemos.
Se configura, durante esta primera etapa, un edificio que cuenta con, al menos, una crujía rectangular
alargada, que se cerraría con otro muro paralelo al
primero y situado bajo la actual muralla –de cronología bajomedieval–. Está situada en el extremo
noroeste del peñasco rocoso, en el punto de mayor
altura del mismo, y alineada con el escarpe rocoso.
Las privilegiadas vistas que se obtienen desde este
punto, en conexión directa con el torreón del Andador,
permiten pensar en una construcción de carácter fortificado.
La técnica constructiva utilizada está formada por
dos tipos de aparejo regular: uno con piedras de gran
tamaño dispuestas a soga alternando con alguna a
tizón, y otro a soga-sardinel combinado. Más bien
debemos considerarlos como pseudo aparejos, adaptaciones locales/regionales de los modelos constructivos de carácter estatal. Este tipo de aparejos están
muy bien representados en la Marca Media y Superior,
y se alejan de las técnicas edilicias de clara inspiración
califal, situándose cronológicamente entre la segunda
mitad del siglo X y principios del siglo XI, entorno en el
que habrá que situar la edificación analizada del castillo de Albarracín.
20. Nosotros henos podido documentar otros ejemplos de
este tipo de aparejo, fechados siempre en la primera mitad
del siglo XI: en el mismo castillo, en el sector residencial pa-
latino situado junto a la muralla sur; y en la muralla de la
medina –tramo barrio de S. Juan–, como se puede comprobar en HERNÁNDEZ, A. y FRANCO, J. G., 2004.
4.2. El edificio oriental
Contiguo a la residencia principal de la fortaleza, y
adosado a la muralla norte, se extiende un nuevo
ámbito constructivo, el cual había quedado parcialmente al descubierto en varios sondeos realizados en
los años 90.
Período 3
Por debajo de los rellenos UEs 1, 10 y 3 con los
que se configuró la terraza agrícola, y los niveles de
escombro UE 124 formados por el derrumbe de las
estructuras, durante esta actividad el área adyacente a
la muralla O está ocupado por tres espacios contiguos
en sentido N/S: las estancias 12 y 13 –ambas de planta
cuadrada– y una zona abierta o espacio 14.
Desde las caballerizas de la residencia se accede
a la estancia 12, adosada a la muralla, la cual presenta
en este punto un torreón hueco de planta ultrasemicircular (t. 5), con acceso directo desde la habitación.
Junto a aquel se dispone un habitáculo interior delimitado por tabiques, a modo de alcoba, y que quizás
estaba destinado a los soldados que vigilaran desde el
torreón. De la estancia 13 solo se ha documentado un
nuevo pavimento de argamasa de yeso rojizo. Quizás
haya que relacionar estos cambios con la reforma que
se lleva a cabo en el área residencial y la configuración
del espacio 7 como cuadra.
246
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
Inmediatamente al sur se abre un espacio abierto
de planta rectangular alargada, el espacio 14, dotado
de una pavimento de yeso UE 128, a su vez formado
sobre un depósito de escombro UE 139 con el que
queda amortizada la etapa anterior. En el centro de
este suelo se ha excavado una pequeña depresión de
planta circular y sección globular (UE 135), a modo de
silo, que alcanzó el substrato rocoso. La amplia puerta
de acceso entre 13 y 14, existente en la fase previa, es
tapiada en este momento por un lienzo irregular de
mampostería UE 195. Este espacio bien podría haber
sido utilizado como corral.
Período 4
Los cambios observados durante el período 3
están enmascarando un edificio de planta trapezoidal
alargado y adosado a la muralla E en su tramo central.
El edificio se cierra con un potente muro de mampostería y mortero de 1 m de espesor, subdividido en dos
estancias de forma rectangular dispuestas de forma
contigua: 12-13 y 14. No obstante, durante esta actividad se lleva a cabo una simple reutilización de un edificio previo, tal y como se ha documentado en la estancia 14. Bajo el nivel de escombro UE 139 aparece un
pavimento de color amarillento claro, formado por una
lechada de cal sin apenas árido, de 2 cm de espesor
(UE 140). Se extiende por toda la habitación, extendiéndose hacia el exterior, a través del vano (UE 201)
que se abre en el muro sur, junto a la esquina que
forma el baluarte con la muralla. Tiene su continuidad
con un nivel de uso o suelo que se extiende hacia la
explanada exterior, y que amortiza un canal de desagüe previo.
Al sur, y contiguo al baluarte se localizan los espacios 16 y 17, los cuales se extienden entre el torreón de
la muralla, el muro de cierre de la zona alta y la explanada. Bajo los escombros UE 124, aparece UE 173, el
cual cubre a las cenizas UE 174. Bajo éstas aparece el
suelo de tierra quemada UE 175. Se trata de dos
estancias de planta rectangular en paralelo, separadas por el tabique UE 176. Å través del vano abierto en
el muro sur del baluarte, se consigue un nuevo acceso
entre las estancias 15 y 16. De este modo el espacio
sirve como antesala, y haría la función de puesto de
guardia y acceso al baluarte.
La construcción de un acceso en la estancia 15
desde el exterior evidencia la pérdida del carácter
defensivo que tendría el edificio en su etapa previa.
Período 5
Obviando las modificaciones llevadas a cabo en
los períodos 3 y 4, va a ser durante esta etapa cuando
se levante la poderosa edificación de planta trapezoidal adosada a la muralla oriental del castillo, tal y
como se puede observar en la Lámina 5. Presenta
unas dimensiones respetables –16 × 5 m–, y ocupa
una superficie interior de 80 m2, repartidos en tres
ámbitos similares: los espacios 12, 13 y 14-15. Está
dotado en tres de sus lados de un muro perimetral de
130 cm de espesor. Se trata de una fábrica construida
a base de un mortero de cal y arena, y abundante
mampostería irregular, sin formar hiladas. Considerando las improntas, seguramente se construyó
mediante cajones. El edificio queda completamente
adosado a la muralla este, la cual constituye su límite
oriental.
Figura 9. Vista del muro perimetral del baluarte arrasado por
la zanja de expolio.
Del muro perimetral oeste –prácticamente expoliado
durante la actividad 2– se conservan varios indicios
materiales que han permitido identificarlo (Fig. 9, tomada
desde el Norte). Se trata de restos del enlucido interior
de yeso del muro que se prolonga en el suelo (UE 200);
la base (UE 113=115), formada por una plataforma
tallada en el substrato rocoso a modo de bancada; y restos de la argamasa de la fábrica del muro sobre la cantera con la impronta de las piedras (UE 117). A partir de
la estancia 14, el muro se conserva en el lienzo UE
87=127, formando ángulo recto. No llega a alcanzar la
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
muralla, abriéndose un vano de acceso para acceder a
la estancia siguiente. La estancia 12 ocupa el extremo
oriental del baluarte. El suelo esta dotado de un pavimento de argamasa de cal y yeso, idéntica a la utilizada
en el resto del edificio. Su lateral oeste fue dotado de un
banco corrido (UE 87), elaborado con argamasa y mampostería elaborado mediante encofrado y adosado al
muro perimetral. La separación con la estancia 13 se
lleva a cabo a través de un tabicón de argamasa de yeso
y lajas de rodeno, ocupando toda la anchura del edificio
salvo un vano situado junto a la muralla.
247
oeste, hacia la explanada. Cuenta con pavimento de
yeso UE 211, que presenta dos hoyos de poste con restos de la madera carbonizada. Un estrato de nivelación
UE 214 cubre a las cenizas UE 215. Por debajo aparece el pavimento más antiguo, UE 216, elaborado
mediante una gruesa capa de argamasa de cal y gravilla que apoya sobre el substrato rocoso y que se
extiende hacia la explanada, más allá de la línea del
muro perimetral del baluarte, hasta alcanzar la canalización UE 220. Se trata de una conducción revestida
de argamasa que en dirección N/S sirve para desaguar
Figura 10. Vista general de la estancia 14, período 5.
En el caso de las estancia 14 y 15, la actividad se
inicia con un potente estrato de escombro (UE 143)
que amortiza esta primera fase. El espacio se cierra
por el oeste y por el sur por el grueso lienzo (UE
178=198=203), continuación del ya detectado en la
estancia 12-13. La estructura se completa con dos
pilastras adosadas a sus muros norte y sur, que seguramente sirvieron para soportar una viga de madera
sobre la que se asienta la planta superior. Entre ambas
pilastras se extiende un tabicón elaborado con adobes
y argamasa de yeso, y dotado de estructura de
madera, a partir del cual se forman los dos ámbitos.
Este aspecto de la habitación puede reconocerse en la
Fig. 10, vista desde el Oeste.
Adosada al lado sur del muro perimetral del
baluarte, se localiza la estancia 16/17, que se extiende
hasta el muro de cierre de la explanada. Se trata de un
único espacio de planta rectangular abierto hacia el
las aguas pluviales procedentes del tejado del baluarte.
Este canal, que se inicia a la altura de la estancia 12, se
aleja del baluarte hacia el sur justo enfrente de la estancia 15/16. Es probable que este espacio se desarrollara
en relación a la torre 3, que gozaba de una posición
estratégica al controlar el único camino de acceso al
castillo. En este sentido, sirvió como pórtico del acceso
a dicha torre (UE 192), dando cobijo a los vigilantes
apostados en la misma.
Los aspectos morfológicos del edificio –planta trapezoidal, considerable grosor de muro perimetral y
falta de accesos directos– denotan claramente un
carácter defensivo. Si bien se encuentra prácticamente arrasada y resulta difícil reconocer su entidad,
esta poderosa estructura adosada a la muralla bien
podría haber alcanzado varias plantas de altura,
sobresaliendo por encima de la cota del adarve de la
muralla. En este caso hipotético, se configuraría como
248
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
un verdadero torreón, siendo el núcleo defensivo de
este recinto fortificado que se situaba al interior del
alcázar de Albarracín.
4.3. El recinto interior
Al sur de la residencia principal y a los pies del
baluarte oriental, actualmente se extiende una explanada de superficie irregular en la que aflora el substrato rocoso. Sin embargo, hasta 2004 este sector
estuvo oculto por la mitad meridional de la terraza
superior, la cual quedaba delimitada en su frente meridional por un bancal y por un talud en su lado oeste.
Por debajo del nivel superficial de tierra vegetal
aparecen los depósitos UE 10 y 3. En el lateral sur de
la terraza, estas tierras quedan sujetas por un lienzo
irregular de aterrazamiento. Aquellos niveles cubren a
las UEs 84 y 90, depósitos formados con el hundimiento del muro perimetral O del baluarte y del muro
perimetral S del área residencial, respectivamente.
Una vez eliminados los rellenos de amortización y
derrumbe de las estructuras que delimitan la explanada, se pone en evidencia una importante superficie
de erosión en la que aflora el substrato rocoso, y que
ha supuesto un importante recorte de la estratigrafía
precedente.
con la ocupación de la residencia principal del castillo
durante esta etapa.
Además, se ha comprobado que, durante esta actividad, al exterior de la residencia y a lo largo de todo el
frente occidental se desarrolla una amplia superficie
horizontal a modo de nivel de uso, formada sobre la
base de rellenos previos que quedaron nivelados. Este
área se encuentra a una cota ligeramente inferior a la
de la estancia 8.
Período 5
Es en esta actividad –mucho mejor documentada–
en la que se sitúa la única fase constructiva del sector,
durante la cual se va a modificar la fisonomía de la
ladera a los pies de la residencia principal, dotándola
de un recinto fortificado, de tal manera que se crea un
perímetro interior en el castillo.
Período 2
La siguiente actividad estratigráfica está formada,
fundamentalmente, por una serie de extensas trincheras con trazado en L invertida, y que recorren el contorno de la terraza ya desmantelada. En el interior de
algunos de los tramos de estas zanjas aparecen restos de una misma fábrica de mampostería con mortero
de cal. Sin duda, la excavación de estas zanjas está
relacionada con el desmantelamiento de los muros del
interior del castillo durante esta etapa.
Visto el resultado, el proceso de expolio es considerable, puesto que tan apenas se mantuvieron in situ
varios pequeños tramos de la estructura original, y
desde luego incompletos. La destrucción de estos
lienzos interiores del castillo, destinada a la reutilización de la piedra, trajo consigo la erosión del espacio
situado en su interior. Este proceso demuestra que la
fortaleza está ya completamente abandonada.
Período 3
Apoyándose en los lienzos desmantelados durante
la actividad 2, durante la etapa previa se generaron
varias acumulaciones de tierra limo-arenosa con
abundante cantidad de recipientes fragmentados,
fauna, carbones, que se han identificado como los
basureros domésticos generados durante la ocupación de la actividad 3. Éstos se concentran junto a la
esquina SO de la residencia principal, al exterior de la
misma. La formación de estos vertederos se relaciona
Figura 11. Vista del tramo meridional del recinto interior, UE 78.
Esta urbanización se lleva a cabo fundamentalmente mediante la edificación de un extenso lienzo de
mampostería regular y calicanto en forma de F invertida, que se extiende desde la esquina sur de la residencia principal hasta la muralla oriental en su tramo
central. Todos los tramos presentan la misma técnica
constructiva, en la que no se ha desarrollado ningún
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
aparejo claro ni se ha dotado a la obra de un acabado
cuidado, con un rejuntado. Se trata, en suma, de una
obra rápida y económica, que guarda semejanzas con
otros tramos de las murallas de Albarracín y fechados
con posterioridad a la guerra de los Pedros, en el
último tercio del siglo XIV.
Este muro de cierre ha sido documentado en la
mayor parte de su trazado, aunque –tal y como ya se
ha indicado– fue sometido a un importante proceso de
expolio durante la actividad 2, con el fin de recuperar su
piedra y reutilizarla. Del extenso lienzo que formaba el
cierre meridional, se ha documentado una gran parte
de su trazado, conservándose solamente dos/tres hiladas pertenecientes al nivel de basamento, apoyado
sobre el substrato rocoso (UE 78). A pesar del arrasamiento sufrido, la identificación del lienzo conservado y
249
En el caso del lateral sur, además de haber sufrido
el expolio, también se vio muy afectado por el aterrazamiento del castillo en época contemporánea, que en
este punto se vio reforzado mediante bancales. De
una fábrica de mampostería y calicanto que medía
16’5 m de longitud, se han conservado pequeños y
parciales lienzos, como UE 180, 229, 250, 289, 291 y
293. Es interesante destacar el primer caso, puesto
que corresponde al punto de unión entre el recinto
interior y la muralla, junto a la torre 3, tal y como se
reconoce en la Fig. 12, tomada desde la torre 321.
Con este amplio lienzo se consigue formar dos
ámbitos diferenciados: una explanada sobreelevada
y un patio de acceso al castillo. En el primer caso se
trata de una amplia explanada de planta trapezoidal
situada delante de la residencia principal y del baluarte,
y que serviría a de patio de armas o plaza. La explanada presenta un pavimento de cal (UE 221), que solo
se conserva en su extremo septentrional. La otra mitad
presentaba el substrato rocoso excesivamente erosionado. En paralelo al muro del baluarte, se extiende
una pequeña canalización con orientación sur, destinada a recoger las aguas pluviales procedentes de las
cubiertas del baluarte, y desaguarlas en la zona de
acceso al castillo, situada a mucho menor cota.
El segundo ámbito, situado a un cota inferior a la
explanada y zona alta del castillo, corresponde al patio
de acceso al castillo. A través del único punto por el
que se puede acceder a la fortaleza, junto a la torre 3
–muy afectado por la reconstrucción realizada en los
años 90–, se pasa a un recinto de planta trapezoidal
rodeado por el lienzo ya referido, y a través de la ladera
se lograría entrar al castillo. No obstante, todavía quedaría pendiente salvar el desnivel de la explanada.
de las zanjas de expolio posteriores ha sido suficiente
para identificar el cierre oriental del recinto, tal y como
se observa en la Fig. 11, tomada desde el Oeste.
Período 8
A esta actividad se han asociado varios restos
constructivos de técnica andalusí muy parcialmente
conservados en las márgenes de la terraza, coincidiendo con el trazado del talud/bancal levantado en
época contemporánea. A pesar de su carácter incompleto, permiten reconocer ligeramente la existencia de
algún tipo de complejo urbanístico en forma de anillo
situado al sur de la residencia principal, y que formaría
un primer patio o explanada previa al palacio propiamente dicho. Las evidencias materiales corresponden
a la base de varios muros y a los restos de un tramo de
escaleras, a través de los cuales se accedería a la
zona alta del castillo. No obstante, la excavación de
este sector se llevó a cabo durante la campaña de
2005.
21. La alineación tan clara del lienzo UE 180, y su relación
con la fábrica de la muralla a la altura de la potente torre 3,
UE 192, fueron erróneamente documentados e interpretados
durante la intervención de los años 90, lo que indujo a reconstruir una extraña torre de planta circular secante a la muralla,
sin que existan claras evidencias materiales de ello.
Figura 12. Vista general de del tramo sur del recinto interior.
250
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
4.4. La muralla del castillo
5. Los materiales cerámicos
Si bien el estudio general del recinto exterior del
castillo de Albarracín fue realizado durante la campaña de 2006, dedicaremos unas palabras a la parte
de la muralla situada en la zona alta del castillo. La
importante reconstrucción sufrida por aquella a lo
largo del siglo XIV, así como la reciente restauración, nos impiden conocer al detalle la evolución de
esta estructura, para la cual reservamos otro trabajo.
De los cinco torreones situados en la terraza
superior –del 3 al 7–, la fábrica más antigua parece
corresponder a la t. 7, situada en el extremo septentrional del castillo. A pesar de estar enmascarada
por la restauración llevada a cabo en los años
noventa, se reconoce en su parte inferior una fábrica
de mampostería regular elaborada con piedras de
tamaño medio y argamasa de yeso, formando un
aparejo en el que se combinan bloques a sardinel y
otros a soga 22. La estructura se acompañaría por un
emparrillado de madera. Se trata, sin duda, de una
técnica constructiva característica de la arquitectura
estatal de la taifa de Albarracín, habiéndose documentado en el recinto amurallado de la medina formando parte de torreones de planta cuadrada pertenecientes a la muralla levantada hacia el primer
tercio del siglo XI23.
La t. 3 –situada en el centro de todo el frente
oriental, y desde la cual se controla el único camino
de acceso a la fortaleza– está vinculada con la
transformación urbanística desarrollada a lo largo
del siglo XIV, durante la cual se reconstruye todo el
recinto. Sin embargo, surgen dudas acerca del
aspecto con el que ha sido reconstruida, el cual
debía parecerse, probablemente, al de la t. 1. En el
caso de las torres 5 y 6, es probable que fueran
reformadas durante el período 3, a finales del siglo
XVI, sobre la base de fábricas anteriores.
Respecto a la puerta de acceso, su aspecto obedece a la reconstrucción de los años 90, sin que se
reconozcan elementos ni fábricas previas. No obstante, la morfología del substrato rocoso, que en este
punto realiza una depresión, indica que éste el único
punto por el que se puede superar el escarpe que
delimita la meseta, por lo que es fácil pensar que en
este punto se situara la entrada principal al castillo.
Si bien los sectores excavados en 2004 han aportado un conjunto no muy voluminoso de material mueble, la lectura cronológica que se puede extraer es, sin
duda, de gran importancia para la ubicación temporal
de una secuencia ocupacional tan extensa y compleja,
como es la del castillo de Albarracín. Los escasos
aspectos morfológicos que permiten ubicar cronológicamente las estructuras constructivas han sido adecuadamente complementados con los artefactos recuperados en la estratigrafía24, de cara a establecer una
cronología relativa.
Para la etapa de actividad constructiva en el
período andalusí –períodos 8 y 9–, no contamos con
materiales muy representativos debido a su estado
fragmentario y reducido número. No obstante, se pueden considerar sin excesivas dudas en el siglo XI. Sin
embargo, hay que señalar por su interés la UE 035, un
estrato cenizoso que con el que quedó amortizado el
hamman una vez que había dejado de utilizarse como
tal, y que pertenece al período 7.
22. Así se puede apreciar en algunas imágenes anteriores a
la última restauración, en BOSCH, J., 1959, y sobre todo, en
ALMAGRO, A., 2009, p. 55.
23. Así se ha comprobado en el recinto exterior, en el caso
de la fábrica original de las torres 2 y 3, véase ALMAGRO,
M., 1977; y ALMAGRO, A., 2008. En el recinto interior se ha
podido documentar un extraordinario tramo de la muralla taifa con torreón, a los pies del castillo, quedando posterior-
Figura 13. Olla andalusí tipo levantino, tal y como se localizó
en el espacio 3.1.
Este nivel ha proporcionado un destacado lote de
piezas de cocina y servicio de líquidos, representativas del repertorio usado en Albarracín durante el
mente enmascarada por la nueva muralla, en HERNÁNDEZ,
A. y FRANCO, J. G., 2004.
24. Este apartado se basa en el estudio preliminar de los
materiales realizado para la Memoria final de la intervención,
llevado a cabo en 2005 durante la fase de inventariado. No
obstante, todavía queda pendiente realizar el estudio en profundidad del conjunto.
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
siglo XI, y probablemente de producción local. El recipiente mejor representado corresponde a la marmita
u olla. Presenta un perfil globular ligeramente achatado con fondo convexo, y cuello ligeramente invasado y recto, y borde exvasado con pequeño labio.
Hay que destacar que dos de los ejemplares se hallaron del revés, enteras y casi completas, con evidentes muestras de uso en el hogar, como se puede
apreciar en la Fig. 13. A pesar de las pequeñas variaciones tipológicas que se advierten, se trata de un
conjunto muy homogéneo, fechable en el tercer tercio
del siglo XI. La localización de esta vajilla destinada a
la cocina dentro de la cámara inferior del baño
caliente indica que en la última etapa de la taifa el
hamman ya estaba en completo desuso.
Con posterioridad, se llevó a cabo la transformación urbanística que refortificó todo el castillo, y la
zona alta en particular –actividad 6–, y situada en el
siglo XIV. Para datar este proceso constructivo en el
recinto fortificado interior, contamos con los depósitos
que resultaron cortados por la zanja que se abrió para
Figura 14. Tajador esmaltado de procedencia turolense del
nivel UE 143.
levantar el lienzo, cuya cerámica permite obtener una
fecha post quem del primer cuarto del XIV. En cambio,
para poder fechar el desarrollo del período 5, con los
primeros depósitos que se formaron adosados al
nuevo muro, contamos con una interesante estratigrafía acumulada en la estancia 16/17. Sobre el pavimento
más antiguo UE 216 se acumuló un grueso paquete de
cenizas UE 215. De este modo, estos contextos materiales permiten situar la actividad 6 a partir de inicios
del siglo XIV y el inicio de la actividad 5 hacia mediados del s. XIV.
251
Un testimonio excepcional de la vajilla utilizada
durante la ocupación del edificio oriental a finales del
período 5 se puede observar gracias al depósito UE
143, un estrato de escombro mezclado con cenizas,
con el cual quedó amortizada la estancia 14 en su configuración original.
Hay que destacar un gran lote de cerámica de
mesa en verde/morado, sobre todo de escudillas con
predominio de la decoración con motivo heráldico, así
como con trazos circulares en verde. Están ausentes
las escudillas turolenses con orejetas. Se trata de producciones turolenses del último tercio del s. XIV. Destaca por otro lado una fuente o tajador pequeño, decorada a tres bandas verticales alternando temática
vegetal y geométrica, seguramente algo más antigua
que las escudillas (Fig. 14).
Los alfares de Teruel también elaboraron vajilla
culinaria esmaltada en verde/morado, bien representada en este conjunto gracias a varios morteros de
cubilete de la segunda mitad XIV. A estos hay que
sumar un gran mortero con apliques en el borde y
decoración con motivos de hojas de helecho en un
solo campo decorativo, lo que ajusta la cronología
hacia finales de la centuria por el carácter primitivo de
esta última pieza, muy habitual décadas después. La
cronología del depósito puede situarse hacia último
tercio del siglo XIV.
Con el período 3, la zona alta del castillo experimenta un nueva transformación constructiva. La fase
de ocupación queda muy bien representada por el
depósito UE 015, fino estrato de cenizas sobre el pavimento de yeso de la estancia 8. Pero sobre todo por
UE 008 –estrato limoso con abundante materia orgánica formado sobre el suelo en la esquina NO del patio
de armas–, identificado como un basurero doméstico
asociado a esta última fase de ocupación de la zona
alta de la fortaleza.
Presenta un gran lote de cerámica esmaltada en
azul con dos formas mayoritarias: por un lado, escudillas de base ligeramente cóncava y orejetas simples o
polilobuladas, y, por otro, platos con borde en ala de
perfil oblicuo. La decoración del interior se basa en la
combinación de trazos gruesos y doble o triple trazo
fino formando sobre todo bandas de líneas rectas, curvas y onduladas. Se trata probablemente de producciones turolenses que imitan el repertorio formal de la vajilla en dorado de Muel. También aparece algún ejemplo
en reflejo dorado, seguramente de origen muelense.
Los fragmentos esmaltados en verde/morado son escasos en relación al dominio del azul.
El abandono definitivo de la fortaleza o período 2 ha
quedado reflejado en la estratigrafía por el gran volumen que adquieren los niveles formados con el hundimiento de los últimos edificios, como la UE 090, depó-
252
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
Figura 15. Planta con las estructuras documentadas en la zona alta, período 8.
sito de escombro con abundantes piedras y aljezones.
Pero donde mejor se aprecia es en el destacable expolio al que fueron sometidos los muros de la terraza.
Esta fase de desmantelamiento y ruina de las construcciones de la actividad 2 se puede fechar a partir del
nivel UE 012, estrato arenoso con gravilla y escombro
que rellena la zanja UE 011, una profunda trinchera
mediante la que se expolió el muro de fortificación.
Entre la vajilla de mesa, dominan la escudillas de
orejetas y platos en ala pintados en azul del siglo XVI.
Pero también se han distinguido varios fragmentos ya
fechados en el siglo XVII, con motivos vegetales simplificados imitación del repertorio de Talavera en las
orlas de los planos. Hay que señalar varios grandes
recipientes del servicio de cocina en verde/morado,
decorados a base de grandes manchas en verde perfiladas y punteado en morado, característicos de la
producción turolense de los siglos XVII-XVIII.
interesan, pasamos a realizar una interpretación histórica del conjunto material, con la ayuda de la información que nos proporcionan las fuentes escritas25.
Una vez analizada de una manera sucinta la
secuencia estratigráfica, en aquellos aspectos que
Período andalusí
No contamos con suficientes datos que permitan
entender las primeras etapas en la ocupación del
peñasco rocoso sobre el que se fue desarrollando el
castillo de Albarracín, tanto por el propio proceso
constructivo posterior como por la excavaciones inéditas realizadas en los años anteriores. Entre los niveles
de cronología medieval ha aparecido alguna cerámica
de probable origen protohistórico y romano, pero que
hay que considerar de carácter residual. No obstante,
su mera presencia en lo alto de este estratégico emplazamiento constituye un ligero indicio que apunta hacia
algún tipo de ocupación premedieval, aspecto que no
debería de extrañar si se tiene en cuenta las características de esta posición.
Hablar de Albarracín y de su castillo implica trasportarnos hasta el período andalusí26 emiral, cuando
parece situarse la consolidación del clan de ascenden-
25. Para un mejor conocimiento de las principales referencias
documentales del Albarracín medieval, véase –a parte de la bibliografía recogida en las notas 5 y 10– también MAÍLLO, F.
(ed.), 1991, Crónica anónima de los reyes taifas, pp. 57-63; CA-
RUANA, J., 1955; y ZURITA, J., Anales de la Corona de Aragón.
26. Para aproximarse al período andalusí de Albarracín desde la mirada otorgada por las fuentes documentales, son básicos los estudios de BOSCH, J., 1959, y ORTEGA, J., 2006.
6. Interpretación histórica
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
253
cia bereber de los Banu Razin como uno de los caídes
de la Marca Media. De mediados del siglo X, procede
su primera referencia escrita. Así, Ibn Idari, durante la
expedición militar contra el reino de León del año 955,
cita a Merwan b. Hudail b. Razin como qaid o jefe militar 27. Sin margen de duda, el devenir de la ciudad y de
su fortaleza está claramente vinculado con el de este
linaje, el cual llegará a formar parte de los denominados emires de la frontera o umara’ al-tagr durante el
período taifa. Quizás sea a partir del segundo tercio
del siglo X, cuando el distrito o ‘amal de los Banu Razin
parece definido territorialmente, el cual englobaba las
tierras de la cuenca del alto Jiloca –de Calamocha
hasta Caudé–, la sierra de Albarracín y sierra Menera.
Este territorio quedaba organizado en torno a varios
husun, de los que únicamente se tiene constancia
documental en tres casos: Cella o hisn as-Sahla, Calamocha o hisn Qalamusa y Rodenas o hisn ar-R.din.s,
conservándose, además, restos constructivos de su
estructura en el primer y último caso28. Sin embargo,
muy probablemente haya que sumar a esta breve lista
el de Albarracín, si tenemos en cuanta por un lado que
hacia el segundo cuarto de la centuria parece contar
ya con un sistema defensivo, y por otro, el propio devenir histórico a partir del siglo XI.
Tan apenas hemos podido identificar evidencias
materiales de Albarracín en el siglo X, aunque la presencia de la torre del Andador aclara algo el panorama.
La construcción de esta atalaya en la segunda cuarto
de siglo29 en lo alto de un cerro, para proteger el único
acceso hacia el espolón rocoso donde se asienta la
población, viene a demostrar que para entonces ya se
había organizado un sistema defensivo, probablemente
vinculado con una fortaleza tipo hisn. El hecho de contar con unas estupendas defensas naturales, y sobre
todo, de un caudaloso río dotado de terrenos fácilmente regables seguramente permitirían el crecimiento
de un núcleo de población alrededor de la fortaleza.
Aunque sin embargo, la existencia de este torreón no
implica que se tuviera que levantar un recinto amurallado alrededor del poblado en una fecha tan temprana.
Estos antecedentes llevan a pensar que no será
hasta el siglo X, especialmente a partir de mediados
de la centuria, cuando se de la primera ocupación
clara del castillo. Teniendo en cuenta que el peñasco
rocoso de planta triangular se sitúa en la parte central
de un alargado espolón rocoso rodado por el meando
del río Guadalaviar, fácilmente defendible por las propias características del terreno, se explica que en este
emplazamiento se desarrollara una fortaleza tipo hisn,
probablemente dotada de un extenso recinto del que
poco sabemos para esta etapa, la cual albergaría en
su interior un amplio albacar. En la parte más elevada
del peñasco, en su esquina septentrional, y con vistas
directas a la torre del Andador, se situará un pequeño
complejo urbanístico, puesto al descubierto durante
2004. Poco sabemos de este cejunto, puesto que fue
intensamente afectado por reconstrucciones posteriores, aunque los restos constructivos documentados
parece conformar, al menos, un gran edificio de planta
rectangular. Su ubicación en el punto más elevado del
promontorio, y su conexión visual directa con la fortaleza de carácter estatal del Andador permite identificar
el carácter militar/defensivo que ya tendría la fortaleza.
El castillo inicia, así, su andadura histórica como un
hisn o fortaleza territorial en época califal perteneciente al distrito o amal que las fuentes geográficas
llaman Shala al-Sarq, es decir, la llanura del Levante.
Para el período andalusí, las fuentes árabes no
aportan excesivas noticias sobre Albarracín, y menos
aún sobre su fortaleza principal, lo cual es comprensible si tenemos en cuenta lo alejados que nos encontramos respecto a los grandes centros urbanos y de
poder, que son los generadores de la mayoría de la
documentación escrita. La principal fuente de información histórica nos la proporciona el historiador cordobés del siglo XI Ibn Hayyan, en su obra Muqtabis, el
cual fue contemporáneo de los dos primeros soberanos de la taifa de Albarracín.
Con la disolución del estado cordobés, el clan de
los Banu Razin –que vendrían ejerciendo de caid de
este territorio– pasan a convertirse en soberanos de
facto de la taifa de Santamariyyat al-Sarq, es decir,
Santa María la de Oriente, como es conocida en las
fuentes del siglo XI. Así lo recoge la Crónica anónima
de los reyes taifas30:
27. Así lo recoge su obra Bayan al-Mugrib, según BOSCH,
J., 1959, pp. 98-100.
28. Para la identificación del hisn de Ródenas, véase ORTEGA, J., 1997.
29. ALMAGRO, A., 1976 y 2008.
30. MAÍLLO, F., p. 57.
«Cuando se encendió el fuego de la hedionda
sedición en al-Andalus…, y cada arráez se alzó en
un sitio, Ibn al-Asla (el hijo del Calvo) se levantó en
Santamariyya, que se llama también as-Sahla (la llanura)… Se le prestó juramento de fidelidad allí en el
año 403. Era uno de los personajes más importantes
de la Marca (tagr)».
Las primeras referencias en las fuentes árabes a la
ciudad de Albarracín aparecen una vez que fue proclamada como capital del estado taifa. Con anterioridad a
este momento no existe ninguna alusión a su núcleo
urbano. De lo cual se puede deducir la gran trascendencia que aquél acontecimiento va a tener para esta
254
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
población, puesto que el desarrollo del nuevo poder
dinástico va a implicar una amplia reorganización
sociopolítica, con el consecuente desarrollo urbano de
la nueva medina. Y es en este apartado en el que la
cultura material ha aportado abundantes, variadas e
interesantísimas evidencias de los mecanismos implicados en la construcción de esta hegemonía 31.
La nueva dinastía necesitaba una medina/alcazaba como sede de su soberanía, y para ello van a
elegir el hisn situado junto al Guadalaviar, privilegiando
éste emplazamiento sobre el resto de fortificaciones
de carecer estatal. Sobre la antigua fortaleza de época
califal se va levantar la nueva alcazaba, sede de su
soberanía sobre la taifa, alrededor de la cual se desarrolla un núcleo urbano bien consolidado o medina.
Hudail b. Razin –primer soberano de la taifa– fue proclamado en Santamariyyat entre el 23 de julio de 1012
y el 12 de julio de 1013 (403 de la héjira), y al año
siguiente, mando consolidar y ampliar la ciudad32. Así,
el primitivo asentamiento situado a los pies del hisn va
a experimentar a lo largo del primer tercio del siglo XI
un rápido proceso de urbanización, solamente comprensible dentro de la dinámica de la desintegración
estatal del califato.
Sin duda esta coyuntura política permite explicar la
construcción del gran edificio de planta central en
torno a un gran patio central con aljibe subterráneo y
rodeado de cuatro alas, a pesar de las modificaciones
sufridas con posterioridad. Si bien las evidencias
arqueológicas documentadas en 2004 no permiten
ajustar en exceso la cronología, resulta muy probable
que sea bajo el primer soberano cuando se levante
esta suntuosa residencia ubicada en la parte más alta
de la alcazaba, del mismo modo que a principios de su
gobierno se fecha la construcción del recinto amurallado de la medina. Las características constructivas
del edificio no son realmente llamativas si se comparan con los complejos áulicos de las grandes capitales
taifas, como la Aljafería de Zaragoza. Sin embargo, no
hay que perder de vista la propia perspectiva histórica.
Es la «anomalía» histórica de las taifas lo que permite
comprender la existencia y pervivencia cerca de cien
años del pequeño reino de los Banu Razin33. Las propias escasas dimensiones del territorio y de su economía son las que explican que no resultara apetecible
para los grandes reinos vecinos. Y es esta misma
escasez de medios productivos, y por lo tanto, de tributos en manos de la dawla, la que explica las carac-
terísticas materiales de su alcazaba. La calidad de los
materiales y de sus recursos decorativos es una consecuencia directa de los recursos, lo cual no impide
que exista un aparato de representación de poder.
En el caso de la arquitectura de prestigio, está perfectamente representada por la residencia principal
ubicada en la parte superior de la alcazaba. La presencia de un edificio de grandes dimensiones dotado
de un enorme aljibe y sobre todo, de un baño caliente,
son suficientes para ubicar en este emplazamiento
una parte del complejo aúlico de la alcazaba de los
Banu Razin. Son muy escasos los testimonios de residencias palatinas andalusíes que dispongan de un
baño, salvo en los grandes complejos aúlicos de Madinat a-Zahra y la Alhambra. Si exceptuamos aquellos
baños localizados en barrios residenciales situados
intramuros de la fortaleza –como ocurre en las alcazabas de Málaga y de la Alhambra–, la nómina se reduce
básicamente a los casos de la alcazaba de Priego de
Córdoba y Bolaños (Ciudad Real), junto con el de
Albarracín34.
Por otro lado, el baño –entendido como edificio e
institución– es el espacio idóneo en el que se llevan a
cabo diversas facetas básicas en la sociedad islámica
medieval: la higiene personal, la purificación ritual religiosa, la vida social, la diversión y el placer. Este
carácter ritual del baño se va a manifestar muy claramente en el caso de los hamman palatinos, donde el
baño participa de la ritualidad que rodea y justifica al
soberano, ya sea el califa omeya del siglo X o sea el
monarca nazarí de los siglos XIV-XV, y que perfectamente puede ser aplicada a la corte de los Banu Razin.
La residencia principal, que ocupaba una superficie en planta de 300 m2, quedaba precedida por el sur
de un amplio espacio abierto a modo de explanada –o,
quizás, de jardín–, y sobre todo, envuelta en un anillo
de edificaciones, tal y como se ha podido documentar
en la campaña de 2005. En el extremo sur de dicha
explanada, y en las proximidades a la puerta de acceso
al castillo, se debía de ubicar una pequeña escalera a
través de la cual se accedería al complejo principal de
la alcazaba. Los peldaños excavados en la roca parecen determinar un eje urbanístico de sur a norte.
A estos testimonios constructivos –comprensibles
dentro de los mecanismos de lujo y poder desarrollados desde las taifas– se pueden unir otros pocos de
carácter decorativo, como el capitel de alabastro
tallado35.
31. ORTEGA, J., 2006.
32. Así lo recoge Dabbi, en su Bugya, según BOSCH, J.,
1959, pp. 124-126, y parece a corresponder a la más antigua
referencia a la población de Santamariyyat.
33. GUICHARD, P., y SORAVIA, B., 2005.
34. HERNÁNDEZ, A., 2006.
35. Esta magnífica pieza fue descubierta durante la campaña de 2005 en las viviendas palatinas situadas junto a la muralla sur, aunque quizás proceda de la residencia principal
situada en la zona alta. El capitel, que muestra una similitud
estilística con los ejemplares del palacio hudí de la Aljafería,
forma parte de la exposición permanente del Museo de Albarracín (ORTEGA, J., 2006, n.º 1).
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
255
Figura 16. Planta con las estructuras documentadas en la zona alta, período 5.
Del mismo modo que el surgimiento de la dawla o
régimen dinástico de los Banu Razin explicaba el
desarrollo de la medina de Santamariyya y su alcazaba, su deposición en 1104 por los almorávides tendría como consecuencia la decadencia. La arqueología ha permitido reconocer esta ruptura en la dinámica
social de la fortaleza, especialmente si atendemos al
abandono definitivo del complejo del hamman, el cual
va a ser utilizado tras el hundimiento del suelo sobreelevado de la sala de baño como basurero doméstico,
donde se arrojaron recipientes culinarios fechados a
partir del último tercio del siglo XI. En este caso la cultura material resulta muy expresiva, permitiendo reconocer la desaparición del aparato palatino, ejemplificado en el baño reservado al soberano. En la
estratigrafía documentada durante la campaña de
2004 se deduce que el palacio principal de la alcazaba
de Albarracín será abandonado tras la desaparición
de la taifa, aunque otros sectores de la fortaleza –de
carácter privado– seguirán habitados hasta mediados
del siglo XII, aproximadamente.
Período feudal
Esta evolución se verá interrumpida en 1170
cuando un noble navarro Pedro Ruiz de Azagra, vasallo del rey de Castilla, reciba de Ibn Mardanis de Murcia el control del distrito de Albarracín, el cual, a partir
de entonces, pasa a convertirse en nuevo señorío feudal. Tal y como recogen los documentos de la época,
el monarca aragonés había dejado claro su interés por
hacerse con este dominio en su avance hacia el
Levante, lo que significaba en la práctica una mera
apropiación y reparto de los recursos económicos –
tierras, pastos, molinos, minas, etc.– entre sus huestes. Por ello, no es de extrañar que la antigua alcazaba
fuera reocupada por los feudales que gobernaron este
territorio de 1170 a 1284, y que quedaron a merced de
las ambiciones de Aragón y Castilla: la familia navarra
de los Azagra primero, y la castellana de los Lara después. Del mismo modo que las fincas más importantes
de la vega fueron reapropiadas entre los estamentos
feudales para el control de sus rentas –caballeros,
cabildo y obispo–, el alcázar servirá de residencia a
los señores.
Si bien en la zona alta del castillo no se ha podido
apreciar, en cambio sí se ha atestiguado una clara reocupación feudal de las viviendas palatinas levantadas
en la segunda mitad del siglo XI junto a la muralla sur.
La documentación arqueológica elaborada en
2005/2006 ha permitido reconocer una ocupación ininterrumpida de la fortaleza desde finales del siglo XII
hasta el tercer cuarto del XIII, claramente vinculada
con la población colonizadora, en la que se van a ver
alterados los usos de los diversos espacios. Resulta
interesante destacar que en toda la zona alta no hemos
podido apreciar rastros de esta primera ocupación feudal, aunque quizás esta evaluación ha quedado muy
256
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
limitada por las excavaciones realizadas anteriormente. Sea como fuere, no debería de extrañar la parquedad o incluso la ausencia de modificaciones constructivas durante estos momentos si recordamos los
problemas que tuvieron los feudales para obtener rentas suficientes que permitieran garantizar su situación
privilegiada y materializar así su posición, al menos
hasta mediados del siglo XIII. Es a partir de la conquista de la Valencia andalusí cuando los recursos
generados entre los feudales tengan su reflejo en el
desarrollo constructivo y material experimentado en la
Extremadura aragonesa, con la villa de Teruel a la
cabeza36.
Sin embargo, la situación en el castillo de Albarracín va a modificarse totalmente a partir del último
cuarto del siglo XIII, tras la intervención directa del rey
de Aragón. La creciente rivalidad y lucha de intereses
entre la señor de Albarracín y el monarca aragonés
tuvo como consecuencia la guerra de Albarracín, así
denominada en los documentos emitidos por el
monarca desde el propio asedio al que sometió a la
ciudad amurallada37. El nuevo papel que Pedro III va a
otorgar a la fortaleza dentro del régimen feudal es
reconocible desde los primeros momentos tras su conquista en septiembre de 1284, puesto que lo primero
que el monarca realiza es asegurar el abastecimiento
de la ciudad y del castillo, una vez sometidos38. Son las
huestes caballerescas afines al rey y sus peonadas las
que van a ocupar la fortaleza, situando como alcaide
de la fortaleza al noble Lope Jiménez de Heredia, uno
de sus más cercanos al monarca.
La importancia geoestratégica de esta plaza fuerte
no solo forzó su hostigamiento en 1283, sino su inmediata refortificación. Así nos lo trasmite Jerónimo de
Zurita: Pedro III, tras procurar la repoblación de la villa,
mandó reparar el castillo y fortificar las torres y muros.
La conquista aragonesa de esta ciudad la convierte en
objetivo primordial del continuo conflicto que enfrentará a las coronas de Aragón y Castilla durante una
centuria al situarse Albarracín en la línea fronteriza
con Castilla. Es la razón por la cual los monarcas,
especialmente Jaime II, pusieron especial empeño en
la reconstrucción del sistema defensivo: recinto amurallado, castillo mayor y fortaleza del Andador.
La arqueología ha permitido reconocer que entre
finales del siglo XIII e inicios del XIV se llevó a cabo la
total transformación del perímetro fortificado del castillo, procediéndose a la reconstrucción generalizada del
anterior recinto levantado en el siglo XI. En algunos tramos de dicha obra fueron incorporados restos de la
fábrica previa, como es el caso de las tres torres salientes de planta semicircular del lado noroeste. Esta iniciativa implicaba, básicamente, una considerable
maquinaria constructiva y financiera, que solamente
estaba en manos del monarca. Previamente, fue necesario llevar a cabo un considerable trabajo, tanto de
demolición del lienzo existente como de acarreo de
materiales, para lo cual se procedió al derrumbe y
expolio de algunos de las edificaciones que quedaban
abandonadas pertenecientes a la vieja alcazaba. Las
construcciones que apoyaban sobre la antigua muralla
van a quedar recortadas por enormes trincheras respecto de la nueva fábrica de mampostería y argamasa
de cal, y amortizadas por potentes relleno. Los materiales cerámicos desechados junto al escombro en dichos
niveles muestran ejemplares tempranos de la vajilla
esmaltada turolense, lo que constituye un límite ante
quem muy claro. La empresa de reconstrucción del sistema defensivo de Albarracín debió de consumir enormes recursos y extenderse durante unos cuantos años,
puesto que todavía en 1299 –quince después del asedio– el rey ordenaba aportar 11.000 sueldos más para
el castillo.
A partir de este momento la fortaleza volvió a recuperar el protagonismo al convertirse en sede del poder
del rey aragonés, representado en la figura de su
alcaide. La fortaleza pasa a ser una herramienta más
al servicio del monarca, tanto para alojar a sus tropas,
como para ejercer el control político y social, como lo
demuestra su uso como cárcel39.
Sin embargo, va a ser durante la segunda mitad del
s. XIV cuando el castillo de Albarracín experimente
una nueva fase de intensa actividad. No debemos olvidar que esta convulsa etapa se inicia con el enfrentamiento con Castilla: la guerra de los Pedros, que se
desarrolló entre 1356 y 1368. Una vez finalizado el
conflicto, que supuso una considerable agresión militar en la frontera aragonesa, es de nuevo la corona la
que ponga su empeño en continuar reforzando las
defensas de la ciudad. De este modo, bajo la iniciativa
de Pedro IV, tanto las murallas como el castillo van a
ser objeto de nuevas remodelaciones con el objetivo
de asegurar la capacidad defensiva del recinto amurallado de Albarracín, y de su castillo en particular. El
interés es manifiesto, puesto que en 1370, apenas terminada la guerra, se toman las primeras medidas de
36. HERNÁNDEZ, A., 2012 y 2014.
37. ALMAGRO, M., 1964, doc. 90, y ZURITA, J.
38. ALMAGRO, M., 1964, doc. 100. El 18 de septiembre de
1284, el rey escribe desde Tarazona pidiendo a las aldeas de
Daroca que ayuden a Juan de Barrachina y le entreguen acémilas y provisiones para abastecer el castillo de Albarracín,
recién conquistado. Pero tiene que insistir el 1 de enero de
1285, puesto que manda desde Teruel que entreguen al nuevo alcaide del Castillo de Albarracín, Lope Ximenez de Heredia, la cebada solicitada.
39. CARUANA, J., 1955, doc. 36. De agosto de 1356, carta
del infante don Fernando, hijo del rey Alfonso, marqués de
Tortosa y señor de Albarracín, ordenando no se recoja a los
delincuentes en el Castillo de Albarracín.
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
257
Figura 17. Planta con las estructuras documentadas en la zona alta, período 3.
cara a su abastecimiento40. Aunque desde luego
resulta más expresivo un conocido documento de
1375 en el que se da permiso para la tala y venta de
madera destinada a sufragar las obras de fortificación41.
Además, este empeño por incrementar las defensas del sistema defensivo –frente a las nuevas artes
de la guerra representadas por las máquinas de asedio–, respondía a una estrategia política de mayor
calado. Casi cien años después del asedio de Pedro III
y del final del señorío, en 1379 el monarca decidió
incorporar Albarracín definitivamente al reino de Aragón.
Este período de actividad en la fortaleza ha sido
reconocido también en la cultura material. Tal y como
se ha analizado en páginas anteriores, la excavación
arqueológica ha permitido documentar que a partir de
mediados del XIV toda la zona alta del castillo se ve
afectada por una importante transformación urbanística. Como resultado de ésta, no solo se reconstruye la
antigua residencia principal procedente de la alcazaba
andalusí, en la que se mantiene la planta del edificio.
También va a ser incorporado este edificio a un nuevo
recinto fortificado interno, destinado a reforzar el
acceso al interior de la fortaleza. De esta manera se
procedió a consolidar una terraza superior aprovechando la explanada que se abría delante de la residencia, la cual va a quedar sobreelevada en relación
con el acceso.
Este proceso de refortificación de la antigua alcazaba mediante una arquitectura defensiva se va llevar
a cabo a costa de la arquitectura de prestigio que
caracteriza la etapa del período taifa. Así, la potencia
del nuevo alcázar feudal viene determinado por el
número de tropas que podría llegar a albergar. Ya en
1285 el alcaide tiene a su cargo un total de 20 escuderos, con caballos y criados. Y para alojar y dar servicio
a esta población militar seguramente estuvo destinado
el baluarte localizado en la zona alta, al que hay que
sumar otro de características similares junto a la muralla sur, y otro probable junto a esquina O.
Más allá de la actividad constructiva, los niveles
arqueológicos permiten vislumbrar muy bien la vida
tan intensa que se desarrollaría al interior del castillo.
Los abundantes materiales cerámicos recuperados en
el baluarte de la zona alta y entre los cuales sobresale
40. CARUANA, J., 1955, doc. 29. Del 25 de febrero de 1370,
carta del infante don Juan a Ferrant López de Heredia, alcaide de Albarracín, ordenándole visite los castillos de Albarracín para asegurar los defendibles.
41. De abril de 1375, carta del rey don Pedro IV, por la que
faculta a don Martín López de Santa María, baile de Albarracín, para que venda cien mil pinos, con cuyo producto se reparen muros y torres.
258
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
el nivel de abandono localizado en la estancia 14, son
un claro testimonio de la vajilla consumida por aquellos, la cual procedía casi en exclusiva de los alfares
turolenses, y de sus hábitos culinarios. Este testimonio
material coincide con otro documental de 1376, y
ambos demuestran la capacidad que tuvo el castillo
para de abastecerse durante esta etapa42.
Durante la primera mitad del siglo XV continúa la
ocupación, aunque de carácter más reducido, con
modificaciones que demuestran la pérdida paulatina
de la importancia del enclave militar. Sin embargo,
parece que a lo largo de la primera mitad del siglo XV
el papel de la fortaleza va a ir decayendo. Desde el
punto de vista arqueológico, se reconoce una disminución o incluso desaparición de las labores de mantenimiento y reforma que cualquier infraestructura de este
tipo lleva consigo. En algunos puntos, como el baluarte,
ha quedado atestiguada una ocupación marginal,
reconocible a partir del estado de ruina en el que se
encontraba una parte de este edificio, la cual ha sido
cercenada y transformada en un corral. Este paulatino
abandono del castillo indica, a su vez, una pérdida del
carácter defensivo del mismo. Y es que una vez superado ya el conflicto con Castilla, la presión militar se
reduce y, con ella, la vida de las fortalezas.
Período moderno
Esta pérdida de utilidad del castillo a lo largo del
siglo XV, y quizás su despoblamiento, conllevaría
inexorablemente la decadencia física del inmueble. Al
respecto, las fuentes documentales son muy explícitas. Así, en 1557 los procuradores de Albarracín
denunciaron al conde de Fuentes, alcaide del Castillo,
por no reparar el castillo el cual está muy mal parado
y a punto de derrumbarse si no se pone rápido remedio 43 . Estas escasas referencias documentales no
permiten conocer si toda la fortaleza se encontraba
en estado de ruina, o solamente la residencia principal situada en la zona alta, donde se habían concentrado a partir del siglo XIV las estructuras defensivas.
Sea como fuere, es muy interesante constatar que a
mediados del siglo XVI, el rey Felipe II tenía tomada la
decisión de reparar el castillo e inventariar sus armas,
recuperar, en suma, su uso como acuartelamiento
militar44.
42. CARUANA, J., 1955, doc. 40. Del 7 de junio de 1376,
orden del rey don Pedro IV de Aragón al juez de Albarracín,
comunicando que al alcaide de Albarracín ha encargado que
las fortalezas de la ciudad y tierra se hallen bien provistas de
bastimentos y por tanto cuando el dicho alcaide les requiera
le libren pan y trigo al precio corriente
43. Archivo Universal. Libro 2.º, n.º 4, fols. 470 a 478. 1558,
junio, 5. Santa María de Albarracín. Litigios y quejas ante Felipe Doñez, sobre la provisión del escribano, Juez y Mayordomo de Albarracín, y otros asuntos.
El inicio de una nueva etapa en el castillo de Albarracín, a partir del tercer tercio del siglo XVI, ha quedado perfectamente registrada gracias al contrato suscrito en 1570 para realizar obras de rehabilitación de la
fortaleza45. En este documento se hace referencia a
obras en el comerdocillo que está junto a la cocina, la
escalerilla que sube al piso superior situado sobre la
cocina, una puerta para la escalera nueva de piedra, y
una capilla.
Resulta muy tentador relacionar estas referencias
con el edificio de la residencia principal levantado
durante la actividad 2, considerado como la última fase
constructiva del castillo de Albarracín. Tal y como se
ha visto anteriormente, el aspecto actual que presenta
este edificio se debe a la reforma llevada cabo en el
último tercio del siglo XVI, cronología obtenida a partir
de los contextos cerámicos asociados a la ocupación
del inmueble. Aunque el área residencial mantiene el
esquema urbanístico medieval –procedente de época
taifa–, el aspecto interior y la subdivisión en las actuales estancias es obra de época moderna. El edificio
contaba con un patio central, bajo el que se extiende el
antiguo aljibe, y cuatro alas alrededor, que albergan el
zaguán de acceso, las caballerizas, una estancia principal o salón, una cocina y varios dormitorios. Aunque
identificar los espacios conservados con el uso referido en el documento resultaría un tanto pretencioso
con los datos que disponemos, resulta interesante
remarcar que las obras contratadas en el castillo parecen limitarse al edificio que albergaba la residencia
principal.
De esta época conocemos una somera descripción de la fortaleza, la única que conocemos, realizada por Baltasar Cristóbal Novella en 158146: es de
gran edificio y acomodada habitación, muy torreado
assi hazia la parte de la ciudad como de todo su
ámbito, tiene su barbacana y tres puertas y una plaza
dentro del harto copiosa y dos muy buenos algibes en
los quales el agua pluvial se recoge y se guarda para
el servicio de dicha casa. Según A. Almagro, esta referencia debe interpretarse como tres puertas sucesivas
situadas a lo largo del camino de acceso al castillo, por
la actual calle, identificando la barbacana con los restos de una estructura anónima, muy deteriorada y de
44. CARUANA, J., 1955, doc. 27. De 28 de diciembre de
1553, carta de Felipe II en la que manda reparar las fortalezas
al conde de Fuentes nombrándole alcaide de las mismas.
45. ALMAGRO, M., 1984, doc. 10. Contrato suscrito en
Teruel el 23 noviembre de 1570, subscrito entre Matías del
Moncayo –juez de Albarracín y representante del poder real–
y Joan López, obrero de la localidad. Archivo de Protocolos
de Teruel. Protocolo notarial de Jaime Solsona, p. 91, recto.
46. ALMAGRO, A., 1987. Archivo de la Catedral de Albarracín. Proceso de Desmembración de las Iglesias de Albarracín y Segorbe, folio 588 v.
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
planta rectangular, situada a medio recorrido de
ascenso, y que fue restaurada durante la intervención
de los años 90.
Este aspecto es el que debieron conocer las tropas
reales, a las que Felipe II mandó ocupar este castillo,
como respuesta de la conflictividad abierta entre la
Corona y el reino de Aragón, cuyo máximo exponente
fueron las alteraciones de las comunidades de Teruel
y Albarracín de 1590 y 1591. Sabemos que en 1586
llegó un contingente formado por más de doscientos
hombres capitaneados por Alonso Zamoguera47, que
debió mantenerse acuartelado varios años hasta que
el territorio fue sometido y la autoridad del rey fue
impuesta. Es muy probable que los depósitos asociados a basureros domésticos que contenían cerámica
de Muel y Teruel estén relacionados con esta ocupación militar.
Período contemporáneo
Tras la marcha del destacamento militar, parece
que el castillo de Albarracín no albergará ya ninguna
función residencial, iniciándose un progresivo y continuo deterioro. El abandono de las últimas tropas a partir de fines del siglo XVI o inicios del XVII, trajo consigo
como consecuencia más destacada el deterioro de las
construcciones situadas en la zona alta y, el ulterior
derribo y expolio de los materiales constructivos –rejas,
puertas, tejas, maderos, piedras, losas, etc.-. Este proceso resultó especialmente destructivo en el lienzo del
recinto fortificado interior, en el cual los frentes sur y
este de los patios de armas y de acceso quedaron casi
eliminados. También se hizo notar en las bóvedas de
toba de los aljibes, que se eliminaron. Las tierras que
rellenaron las zanjas de expolio permiten fechar esta
etapa a partir del primer tercio del siglo XVII.
El abandono se adueña de la fortaleza. La guerra
de Sucesión –o mejor dicho, su desenlace con la victoria del candidato Borbón– puede constituir la puntilla
para el castillo. El claro apoyo de la Comunidad de
Albarracín al Archiduque tendrá dos gravísimas consecuencias: un gran endeudamiento del territorio, e
importantísimos recortes de la antigua autonomía con
la imposición de los decretos de Nueva Planta. Como
ejemplificación del castigo impuesto por Felipe V al
apoyo incondicional de Albarracín al archiduque Carlos, es probable que se llevara a cabo la total ruina del
castillo, tal y como ocurrió en otras numerosas fortalezas aragonesas.
El interior del castillo, transformado en un erial a
consecuencia del expolio y la ruina generalizada, será
47. ALMAGRO, M., 1984.
48. Agradecemos el interés demostrado por Antonio Almagro Gorbea en la lectura de este trabajo, así como sus sugerencias y comentarios.
259
completamente aterrazado para destinarse al cultivo,
con la consiguiente extensión de los niveles de escombro. Esto debió de ocurrir probablemente hacia finales
del siglo XIX, cuando pasa a titularidad privada, sin
que conozcamos las circunstancias. En la dura postguerra, los testimonios orales que hemos recogido
indican su uso agrícola hasta mediados del siglo XX.
Sin embargo, este periplo va a cambiar de ruta, iniciándose una nueva etapa en 1992, cuando el Instituto
Aragonés de Fomento adquirió las ruinas del castillo.
Tras el inédito episodio que supusieron los años
1992/1998, desde 2004 tanto el yacimiento como una
parte representativa de sus bienes materiales pueden
ser contemplados y analizados.
7. Conclusiones48
Cuando en primavera de 2003 accedimos por primera vez al interior del castillo de Albarracín, hacía
tiempo que nos veníamos preguntando ¿qué se oculta
en el interior de la fortaleza? Si bien la imposibilidad de
contar con la documentación arqueológica elaborada
con anterioridad resulta un inconveniente epistemológico y un obstáculo metodológico, los resultados que
al final hemos obtenido en la campaña de 2004 nos
han permitido comprobar que la situación no era insalvable, si se aplica correctamente el método arqueológico, dentro de las condiciones materiales propias de
la intervención prevista. A pesar de las limitaciones, el
estudio de la cultura material de este castillo viene a
demostrar que Albarracín constituye un fenómeno en
la historia medieval española difícilmente comparable
con ningún otro caso, retomando las palabras de A.
Almagro49. La obtención en esta campaña de una
secuencia bastante consistente han permitido plantear
la continuación en 2005 de los trabajos arqueológicos,
y la aplicación de la metodología, a otros sectores del
yacimiento abiertos en los años 90. No obstante, han
quedado algunos aspectos pendiente de desarrollar,
que esperamos ir resolviendo en los siguientes estudios que emprendamos.
Del repaso llevado a cabo por la dinámica histórica
del castillo de Albarracín, resulta interesante remarcar
especialmente la perduración urbanística, que se da
en su terraza superior, del núcleo residencial principal
de la fortaleza durante seis siglos, desde el período
taifa hasta el reinado de Felipe II. No se trata tanto de
una ocupación ininterrumpida –aspecto que es difícil
de observar con los datos obtenidos en 2004–, sino de
una continuidad constructiva del edificio, la cual no se
49. ALMAGRO, A., 1987, p. 72.
260
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
Figura 18. Planta arqueológica de la crujía noroeste, período 8.
Figura 19. Planta arqueológica del edificio oriental, período 5.
La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín (Teruel), campaña de 2004: la terraza superior
va a dar en el resto de ámbitos urbanísticos de la fortaleza. La planta originaria del siglo XI, constituida por
un gran patio central y cuatro alas alrededor, esconde
un elemento que va a resultar fundamental en todas
las ocupaciones del castillo: el gran aljibe que se localizaba bajo el patio. Y esta es quizás la razón por la
cual las diversas reformas constructivas llevadas a
cabo en la gran vivienda mantuvieron el primitivo
esquema urbanístico.
A pesar de las particulares circunstancias en la
excavación del castillo, y de la continua transformación
constructiva, las estructuras arqueológicas parecen evidenciar el desarrollo, a partir de inicios del siglo XI, de
una arquitectura de prestigio vinculada con los modelos
de representación del poder taifa. Sin embargo, este
proceso se lleva a cabo a partir de una fortificación previa tipo hisn, en época califal. Este núcleo fortificado,
que debía estar vinculado con la torre del Andador, será
ampliamente superado por un nuevo planteamiento
urbanístico de carácter aúlico, que cumplirá las funciones defensivas, residenciales y de representación del
poder de la dinastía de los Banu Razin. Este tipo de
arquitectura queda encarnado por la residencia principal de la alcazaba, que fue levantada en la parte más
elevada del peñasco –su extremo norte–, un punto
donde se obtendrían unas vistas privilegiadas al sector
septentrional, y más importante, de la medina de Santamariyyat: la mezquita mayor, las dos principales puertas
261
de la ciudad –hacia Daroca y Molina–, el arrabal y el
recinto amurallado del Andador. De este modo, la localización en este enclave del núcleo social que controlaba los resortes de la taifa explica por sí sola los repertorios cerámicos tan sofisticados y variados que se han
recuperado en el castillo.
Tras la ocupación por parte de los feudales de la
antigua alcazaba, ésta será objeto de una refortificación a partir de finales del siglo XIII, a través de la
reconstrucción completa de su recinto exterior, y de
una adecuación de su interior a las nuevas necesidades. Esta trasformación pone en evidencia los mecanismos de implantación de la nueva estructura sociopolítica feudal por parte del rey de Aragón. La fortaleza
de Albarracín prestará un último servicio a finales del
siglo XVI, como sede de las tropas de Felipe II durante
las alteraciones aragonesas, sin apenas cambios sustanciales en el propio enclave.
La visita que se pueda hacer actualmente al castillo de Albarracín permite reconocer un yacimiento pluriestratificado, fruto del proceso histórico en el que se
han ido superponiendo y eliminando elementos originados en diversos períodos, y que conviven fruto del
azar de los hombres y de la propia dinámica arqueológica. Pero no hay que olvidar que dentro de esta ocupación hay que sumar el propio proceso de excavación
y restauración, el cual ha ido modificando la percepción que tenemos hoy día de estas ruinas.
262
ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS
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